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Iris M. Zavala La prensa exaltada en el trienio constitucional : « El Zurriago » In: Bulletin Hispanique. Tome 69, N°3-4, 1967. pp. 365-388. Citer ce document / Cite this document : Zavala Iris M. La prensa exaltada en el trienio constitucional : « El Zurriago ». In: Bulletin Hispanique. Tome 69, N°3-4, 1967. pp. 365-388. http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/hispa_0007-4640_1967_num_69_3_3910

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Iris M. Zavala

La prensa exaltada en el trienio constitucional : « El Zurriago »In: Bulletin Hispanique. Tome 69, N°3-4, 1967. pp. 365-388.

Citer ce document / Cite this document :

Zavala Iris M. La prensa exaltada en el trienio constitucional : « El Zurriago ». In: Bulletin Hispanique. Tome 69, N°3-4, 1967.pp. 365-388.

http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/hispa_0007-4640_1967_num_69_3_3910

LA PRENSA EXALTADA

EN EL TRIENIO CONSTITUCIONAL :

« EL ZURRIAGO »

En 1821 aparece en Madrid el primer número de El Zurriago, un periodiquito de vida azarosa, semiclandestina, que « se publicará de cuando en cuando y que por ahora no tiene día fijo ». Los editores, Félix Mejía y Benigno Morales1, miembros del llamado « partido exaltado », se ven continuamente perseguidos por el gobierno2 que los encarcela o les obliga a pagar fuertes multas. Unas veces deben anunciar que han de emigrar a Sevilla o a Despeñaperros para escapar a la represión ; otras que los periodiquillos que utilizan el mismo nombre son imitadores espurios. Los zurriaguistas se definen desde el primer momento :

Este es un periódico que va a divertir a muchos y hacer rabiar a unos cuantos. Sus editores se constituyen en guerra abierta contra los abusos, con los que viven de los abusos, y con los que abusan de

Nota. — Quiero agradecer aquí la ayuda de la Hispanie Society of America, fuente inagotable de folletos de los siglos XVIII y XIX.

1. Félix Mejla era madrileño y parece haberse dedicado fundamentalmente al periodismo. Cf. Galería en miniatura de los más célebres periodistas, folletistas y articulistas de Madrid. Por dos Bachilleres y un Dómine, Madrid,. Imp. de D. Eusebio Alvarez, 1822. Emigró a Filadelfla, donde escribió varios libros : cf. Lafayette en Monte Vernon, en 17 de octubre 1824. Drama en dos actos, Filadelfia, 1825 ; Carta de Benigno Morales a Félix Mejla, Filadelfia, 1825 ; Eliezer y Nephtaly. Poema en cuatro cantos, traducido del hebreo al francés por Mr. Florian y puesto en verso español por Félix Mejla, Filadelfia, 1826; Salus Republicae suprema lex esto, Guatemala, 1827 ; Alrededor y en contra del plan Hughes-Peynado, Santo Domingo, 18. En 1821, Mejía dirigía conjuntamente con Mora el Correo General de Madrid, llamado después El Constitucional, donde estuvo el mexicano Gorostiza. Para un relato de su muerte, cf. Mesonero Romanos, Memorias de un setentón, t. III, Madrid, 1800. Benigno Morales fue un versificador y autor dramático que murió fusilado en Almería, al desembarcar en el pals en un intento de proclama constitucional ;cf. Carta de Benigno Morales... fechada el 23 de agosto de 1824, en que se despide de su amigo. El texto de la carta (en verso con notas en prosa) nos hace suponer que ambos colaboraron en los periódicos La Colmena (1820) y La Tercerola (1822).

2. El Zurriago, n° 38 de marzo de 1822, notifica que Mejla está en la cárcel desde hace varios meses, y en el n° 41 se indica que habla salido. Pero evidentemente tanto Mejía como Morales hablan tenido muchos problemas con la policía, puesto que eran

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su autoridad : con los periodistas que en vez de dirigir la opinión la extravían : con los aduladores (infames sacristanes de amén) que conceden su aprobación a cuanto dicen y hacen los poderosos ; con los que obran por espíritu de partido, corporación, etc. y se separan de la senda de la razón ; y en una palabra, con todos los que aparezcan pecadores por la codicia del dinero, de un empleillo, o cosa semejante.

(Introducción, n° 1, p. 1)

La vida de este periódico no es un acontecimiento extraño en la España de finales del siglo xvm, y menos aún en la del xix. Hartzenbusch3, entre otros, señala que en esta época hubo infinidad de publicaciones políticas ; aunque algunas tuvieron muy corta vida, otras lograron salvarse y subsistir hasta 1823, cuando fueron totalmente suprimidas por la reacción. Junto con El Diario Gaditano*, El Gorro, de Cádiz ; El Eco de Padilla

asiduos concurrentes a La Fontana, y ya desde el 17 de julio de 1821, el gobierno había intervenido estas reuniones, enviando un Regidor para evitar « excesos » (cf. La Gaceta de Madrid).

3. Periódicos de Madrid : Tabla cronológica, Madrid, 1876, y Apuntes para un catálogo de periódicos madrileños, desde el año 1661 a 1870, Madrid, 1891. Cf. también A. Gallego y Burín, Datos para la historia del periodismo español : una colección de periódicos del reinado de Fernando VII (1820-1823), Estudios eruditos t in memoriam » 'de Adolfo Bonilla y San Martin, 1875-1926, Madrid, I, vol. que da la lista de periódicos granadinos, entre los cuales figuran : El amigo de Padilla, La Vlvora, El periódico de los gorros, osea La Gorro-Manía (1822), El Zurriago (no es el mismo de Madrid), La Tercerola y El Noticiero Revolucionario (1822), El Plutón (1822). Manuel Aznar, El periodismo en Sevilla, Sevilla, 1 899, menciona Carta del compadre del Zurriago a un amigo suyo residente en Cartagena (1822), El Vulcano, La sombra de Lacy; Manuel Chaves, Historia y bibliografía de la prensa sevillana, Sevilla, 1836, dice que El Vulcano sacó 8 números — 1 de julio de 1822 a? julio de 1822 — y que luego se funde con El Patriota, y sale entonces La sombra de Lacy, agosto de 1822 a abril de 1823. Este último, casi inasequible, parece ser muy importante, a juzgar por lo poco que reproduce Chaves sobre la información que se publica acerca de una conspiración republicana en Aracena. Sobre el periodismo madrileño, tiene también cierto interés el libro de Antonio Asenjo, La prensa madrileña a través de los siglos (Apuntes para su historia desde el año de 1661 al de 1925), Madrid, 1923, que menciona Los Descamisados, El Garrotazo y La Manopla.

4. El Diario Gaditano lo dirigía en Cádiz José Joaquín de Clararrosa, seudónimo del fraile vasco José Joaquín de Olavarrieta ; su apellido alude a los nombres de dos de sus amantes, según unos, y según otros a dos hijas que tenía en Cádiz. Muere en 1822, y se le entierra patrióticamente (cf. de José María Azcona, Clara-Rosa masón y vizcaíno, Madrid, Espasa, 1935, p. 25-26). En su Viaje al mundo subterráneo, Cádiz, 1820, Clararrosa se describe como cura de la parroquia de Axuchitlan, de Michoacán, preso y sentenciado por la inquisición por « ateo, deista y materialista », p. 4. Como muchos revolucionarios del momento, es librepensador. Cf. su interesante Diccionario tragalológico o biblioteca portátil de todo lo tragable por orden alfabético, Habana, 1822, e impreso por Campa en la oñcina Liberal ; donde hay definiciones tan interesantes como las siguientes : « Insurrección : Rebelión. Se verifica todas las veces que los pueblos oprimidos de un poder absoluto y arbitrario sacuden el yugo de su obediencia a los imperantes que los oprimen. Es un derecho del hombre y único recurso que le da la naturaleza, la razón y el derecho de gentes contra los déspotas y tiranos. El hombre nació libre, y, al constituirse parte integrante de la sociedad, ni puede ni

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y El Defensor de la Patria, de Sevilla; El Plutôn, El Eco de Padilla y La Tercerola, de Madrid5, El Zurriago se distingue por ser entre los órganos de oposición el portavoz del movimiento más revolucionario de España. Se .declara enemigo de periódicos oficialistas como Fray Gerundio, El Imparcial, El Censor, La Gaceta de Madrid, y de sus editores, « afrancesados

debe sacrificar a beneficio de esta sino aquella parte que fuera necesaria para su buen orden, tranquilidad y felicidad general e individual de cada uno de los ciudadanos. En tanto, pues, que los soberanos no se convenzan de esta verdad, y no conozcan que las leyes que deben regir los pueblos no son otra cosa que la collección de sus convenciones reducidas a sistema, no puede haber tranquilidad, paz ni sosiego en la sociedad, especialmente en unos tiempos en que la ilustración general va haciendo conocer a cada uno de los hombres sus legítimos derechos ». Clararrosa unió siempre la crítica religiosa y la política. De ahí que en su Teoría para la organización de una concordata que la nación española puede celebrar con S. S. para la reforma del clero, Obras, Cádiz, 1820, dice : « ¿Es por ventura más difícil reformar el clero español, que haber restaurado los derechos de nuestra libertad civil, oprimida en el espacio de tantos siglos por el más bárbaro despotismo? Lo primero está conseguido. Somos libres. Tratemos, pues, ahora de ser religiosos católicos apostólicos sin superstición. Extermínese de nuestra España constitucional esa multitud de cuerpos », p. 4-5.

5. Parece también « exaltado » El Relámpago de Madrid, del cual he visto los números 1 y 2 de 1821 que atacan a Martínez de la Rosa y piden que se reúnan las Cortes. El periodiquito, desconocido para Hartzenbusch, es totalmente satírico, y • sin artículos de fondo. También parece « exaltado » El Grito de un libre europeo de Palma, del cual he visto el número 1 ; el editor define a los moderados y exaltados de la siguiente forma : « No quieren, no, a su patria los moderados ; el solo exaltado, es el que le paga el grado de afecto de que es acreedora [...] j Sería al fin tiempo, liberales fríos [...] de inflamaros de patrio amor I i haceos de una vez exaltados! [...] Viva la exaltación : [...] Para no afligir a mis lectores, no analizaré los daños que ya se causó la España con tanta moderación. No hablaré de la paz que disfrutaron los enemigos del actual sistema> de la paz a cuya sombra tuvieron todo el tiempo de organizar una contrarrevolución » (p. 10-11).

Tiene también interés El Gorrión de la Coruña, del cual he visto el num. 28, del 28 de febrero de 1821, según los editores « año segundo de la restauración de la libertad española ». Aquí se les llama t lechuzos » y « vencejos » a los moderados, y, comentado el asesinato de un patriota, don Antonio Canales, se dice : t En Madrid han comenzado hombres infames a ejercer su saña y desahogar su rabia, asesinando a algunos patriotas que, firmemente adheridos a las instituciones sociales, no han querido asistir a los proyectos infames de la facción servil. » De menos importancia política es La Censura periódica, Madrid, 1822, que recoge 13 números (los únicos tal vez) escritos íntegramente por un médico de pueblo de Castilla, que, aunque sin ideología política determinada, se confiesa liberal. Contiene muchos artículos contra Vinuesa.

Sobre los editores y articulistas, cf. Galería en miniatura..., op. cit., en que se menciona a Lescura como editor de La Tercerola. San Miguel y Ángulo dirigen El Espectador (órgano de los masones) ; Machron aparece como « proveedor gratis para periódicos colorados » ; Morales es un * liberal cordobés, zurriaguista, poeta delicado » ; Mora, « gorro por pique » ; Burgos, « azote del republicanismo » ; Caortabarría, de El Eco de Padilla ; Galiano, t diputado gorro » ; Nárguenas, t kaleidoscopio periódico, camaleón articulista, oriflama de todo ministerio, brújula de todo pretendiente ». Sin embargo, parece indudable que tanto Mejía como Morales intervinieron en la redacción de La Tercerola (cf. Carta a Morales..., op. cit., p. 65-66). Este periódico comienza a publicarse en 1822, en la misma imprenta de El Zurriago, y llega a tener 25 números. El lenguaje es muy parecido e incluso la intención que anima a los editores. Parece ser que se utilizaba para publicar documentos contra Fernando VII, y en este sentido es quizá más claramente republicano ; cf. sobre todo el número 9.

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traidores de oficio, Burgos, Nárganes, Hermosilla, Miñano [que] están continuamente llamando anarquistas a los editores del Diario Gaditano, del Defensor de la Patria, del Plutón, de la Tercerola, del Zurriago... en una palabra, a todos los publicistas liberales (n° 46, p. 10). Su lenguaje no sólo refleja la posición « exaltada », sino que revela un vocabulario político muy particular : descamisados, gorros, exaltados, anarquistas definen a los radicales del momento, mientras que anilleros, pasteleros, do- ceañistas, ministeriales, afrancesados se aplica a los liberales más moderados. También es frecuente encontrar referencias elogiosas a la francmasonería y sociedades secretas bajo la denominación de martillo o jacobino :

La bolanchera ó Boulangère, para mayor claridad.

El Martillo Para arreglar todito el mundo tengo un remedio singular : Y es un martillo prodigioso que a un Nigromante pude hurtar. ¡ Qué martillito tan bonito ! I Qué medicina sin igual ! Tú harás cesar todos los males, Como te sepan manejar. Lo que en un año no ha logrado con su clamor una nación, En meneando el martillito se ha se lograr sin remisión. Sólo un minuto necesita Para su encanto demostrar. ¿Quien será el tonto que no quiera Tales virtudes comprobar? Quando no queda ya recurso para lograr que cese el mal, Con el martillo se consigue hasta su origen desterrar. Una varita de virtudes Es el martillo sin dudar : Un Gorro armado del martillo Al firmamento hace temblar. El navegante mira al norte para ir seguro por la mar, Para ir seguro por la tierra un martillito has de buscar. Como lo encuentres no hayas miedo de que te puedan acosar : Pues a la vista de este hechizo Nadie se atreve a resollar. Con un cañón de a veinte y cuatro no es tan seguro caminar, Como con este martillito, que se hace más de respetar.

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Porque esta alhaja en brazo fuerte Y que la- sepa manejar Es más temida de los malos Que una deshecha tempestad. Es un consejo el martillito que persuade mucho más Que tantas quejas y razones que nadie quiere ya escuchar. Hasta los sordos del martillo Sienten el golpe descargar. El hace listo al más pesado Y al que está mudo le hace hablar. Dejad de Benthan las doctrinas, pues el martillo enseña más : Todas allí son teorías, pero aquí es todo realidad. Con el martillo se endereza al que se llega a ladear, Al que se aparta de la senda Y al que se quiere estraviar. ' Guando a la voz del fuerte Riego se proclamó la libertad, Hizo gran falta este martillo para los males estirpar. Vamos martillo peregrino A dar porrazos sin cesar : Pues es forzoso que la Patria Viva tranquila y sin afán. Si a los mandones no hacen mella los golpecitos que les dan Con uno solo del martillo sus malas mañas dexarán. Porque a la fuerza del martillo No hay más remedio que callar. Más que la porra del Tebano Puede el martillo avasallar. Un martillito como este Guillermo Tell supo empuñar, Con él la muerte dio á un tirano y á la Suiza libertad. Quando pretenden los malvados El despotismo entronizar, Este martillo puede solo Perpetuar la libertad.

(El Zurriago, n° 20.)

Pese a toda la propaganda y represión, la popularidad de El Zurriago lo sostiene hasta los 95 números y a veces con tiradas de 5.000 a 14.000 ejemplares ; más adelante, cuando España vuelve a caer en el antiguo régimen, algunos de sus mismos detractores se ven obligados a aceptar que sus artículos eran de gran interés político6.

6. Cf. Michel J. Quin, A visit to Spain, London, 1893, p. 209, y Sebastián de Miñano, Histoire de larévolution d'Espagne de 1820 à 1823, Paris, 1824, 2 vols. Miñano,

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El periódico publica sus primeros números hacia mediados de septiembre de 1821, cuando, poco después de su nombramiento como jefe político de Madrid, Martínez de San Martín cierra La Fontana de Oro y encarcela a Mejía para « mantener el orden », a la vez que inicia un programa represivo contra los periódicos de oposición, los comuneros, las sociedades secretas y los actos públicos de protesta hacia el gobierno. El Zurriago inicia un tipo de prensa antigubernamental, que pronto se extenderá por las provincias. Para atacarle, los liberales del grupo moderado lanzan publicaciones parecidas como, por ejemplo, El látigo liberal, con las que pretenden contrarestar el efecto de la crítica zurriaguista. Al « Trágala7 »

que les tiene poca simpatía, no tiene otro remedio que admitir la importancia de algunos artículos (vol. Il, p. 227-229). Idéntica actitud sostiene A. Fernández de los Ríos, Estudio histórico de las luchas políticas en la España del siglo XIX, Madrid, 1897, vol. I, p. 127. En las ediciones de El Zurriago que he visto no aparecen más que 95 números, de los cuales sólo he logrado ver uno (el n° 3 de la segunda época) editado en Cádiz.

7. Se sabe que El Trágala fue un himno que compuso Evaristo de San Miguel, capitán de las milicias, para conmemorar el levantamiento de Riego, y se convirtió en el himno comunero. Se cantaba siempre que Riego visitaba algún lugar (cf. el Diario de la expedición patriótica del gen. don Rafael del Riego en la provincia de Aragón. Redactada por Felipe Tolosano, Zaragoza, 1821), donde se relata cómo la gente lo recibía cantando el Trágala, y por las noches hacían representaciones de el Pelayo. Las reuniones de la Fontana, de la sociedad Landaburiana, de Malta, etc., eran también lugares donde se cantaba el himno. Desde luego que había varias versiones ; la que lanzó El Zurriago difería de la original :

Trágala o muere, vil servilón, ya no la arrancas, ya no la arrancas, ni con palancas de la nación.

Salve mil veces león dorado que has ensalzado la formación ; Esta es la insignia que el Asturiano recibió ufano de la nación.

Trágala, etc. En vuestro ausilio traer cosacos traer austríacos aquí a lidiar ; Fuerza en los brazos sobra en nosotros para unos y otros esterminar.

La afirmó Riego y sus blasones son eslabones, no faltarán ; Esto es constante, sí, servilones, que a dos tirones no saltará.

Trágala, etc. Desengañaos hombres facciosos, irreligiosos, en intrigar ; Que el león fuerte de un esperezo, si da un bostezo os tragará.

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exaltado, de Mejía y Morales, oponen uno moderado8 :

El pueblo son Que ama al Señor Llama al Zurriago Mal escritor Porque publica la desunión Que es de la patria la destrucción; Trágala, trágala tú, pedantón, trágala, trágala, la moderación.

La moderación del ministerio se traduce una y otra vez en

Trágala, etc. Solo al mirarla tiembla el malvado que es despreciado por su ambición ; huid su vista, serviles fieros, que con sus fueros os aterró

Trágala, etc. Si los facciosos forman empeño y su diseño es desquiciar; El fundamento de nuestra gloria, esta victoria no lograrán.

Trágala, etc.

Trágala o muere, etc. Si queréis sangre, sangre tendremos, la berteremos, y sangre habrá ; Pero mezclada con sangre nuestra, veréis la vuestra cual correrá.

Trágala o muere, etc. Todo el encono y ardor mestizo es porque hizo Riego tragar la ley sagrada que nos gobierna y que hace eterna felicidad.

Trágala, etc. (Madrid, Imp. de don A. Martínez, 1822)

En México se puso de moda también, y se creó una nacional (cf. Canción del trágala perro, cantada en el coliseo de esta corte en las noches del 11, 12 y 13 de febrero de 1822) : t Gloria a Iturbide / que con prudencia / ha cimentado / la independencia. / Ya mexicanos / libres nos vemos / y a los tiranos / ya no tememos ».

8. El Látigo liberal, contra El Zurriago indiscreto, Madrid, Imp. de la viuda de Aznar, 3 vols. Núms. 1-30, 1822. Señala además : « La moderación es lo más precioso que tiene el ser privilegiado » (n° 2, p. 4) ; y sobre el trágala dice : « Es el gran enemigo de la Constitutción » (n° 3, p. 8). Este periódico defendía los principios moderados, de ahí que casi número por número se encuentren párrafos del tenor de los siguientes : « Los exaltados hacen más daño a la causa de la libertad que los mismos serviles » (n° 26, p. 1) ; y versos tales como : « Ni soy servil ni exaltado /, ni franc masón ni Hugonote, / ni me paro ni ando al trote ; / ni tampoco fui Jurado / menos soy afrancesado » (n° 1, p. 4).

Sobre los comuneros : « Es impropio hablar de comuneros, cuando no sea algo más. ¿Qué quiere decir comunero? Una reunión de ciudadanos que tratan de conservar ilesas las libertades patrias. Estos, en buen sentido, entiendo yo por comuneros. ¿Y qué son todos los españoles según el sistema constitucional? Una reunión de hombres valerosos, que, en medio de una Constitución, hija de mucha parte de sus antiguas leyes, trata de conservar sin mancha estas mismas libertades. Luego hablar de comuneros en semejante sociedad, es intentar poner en ella un nuevo estado... » (n° 22, p. 3).

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la prensa oficial9; el 15 de agosto de 1821, por ejemplo, se publica en el Diario de Madrid una Real Orden prohibiendo que se comenten los sucesos de Ñapóles porque « excitan las agitaciones populares ». El 22 de septiembre, Martínez de San Martín le pide al pueblo que, cuando Fernando VII entre en Madrid, grite « | Viva el Rey constitucional 1 » y que se eviten los tumultos. También aparecen edictos que prohiben periódicos, obras de teatro, canciones patrióticas, etc. Enemigo delator de la represión, El Zurriago, sin embargo, ha pasado a la historia como ejemplo notorio de prensa « insidiosa y calumniadora ». La mayoría de los artículos y memorias de la época, e incluso posteriores, lo destacan como un periódico lleno de « desmanes insufribles10 », sólo posible en una sociedad donde

9. Cf. los edictos que se publican en La Gaceta de Madrid : El 19 de septiembre hay uno contra la procesión que llevaba el retrato de Riego, y el 20, para « la tranquilidad pública », se prohiben las reuniones. El periodismo es la representación más gráfica de la lucha de partidos. Ya desde el siglo xvm se había convertido en arma de lucha y protesta publica ; cf. El Duende de Madrid, que editaba en manuscrito el fraile portugués Manuel de San José en 1735 y, mucho más adelante, el periódico de Blanco White El Español, uno de los primeros periódicos de oposición en España. De 1820 a 1823, el periodismo está dividido fundamentalmente en tres facciones — liberales, exaltados y realistas — con todos los matices y variantes. Burgos, Nár- ganes, Miñano, etc., dirigen los periódicos « liberales ministeriales » que defienden la Constitución (cf., por ejemplo, el artículo De la autoridad del pueblo en el sistema constitucional, El Censor, 7 de octubre de 1820, t. II, p. 257-279) que dice : « ... el ejercicio de la soberanía no reside en la nación, si no en las personas a quienes la nación lo ha delegado [...] Guardémonos, pues, de atribuir al pueblo, reunido en masa, el derecho de intervenir en los actos de gobierno, de aguijonear su morosidad, de contener su energía, de censurar tumultuariamente sus operaciones, [...] Si la necesidad de derrocar el régimen arbitrario y de conquistar los derechos del hombre y del ciudadano puede justificar en ciertos casos extraordinarios las deliberaciones populares, de ningún modo deben permitirse en el sistema constitucional, cuando todas las garantías están vigentes... ». El Zurriago y los periódicos exaltados similares, sin embargo, no estaban contra el gobierno constitucional, al menos en una primera etapa, lo que repiten una y otra vez, sino contra « los serviles enemigos capitales de nuestra existencia ; los anilleros, cuyas intenciones perjudiciales a la causa de la libertad hemos puesto en claro repetidas veces ; los partidarios del moderantismo y de los ministerios pasados, a quienes tan justamente hemos querido desacreditar, porque de ello recibía ventajas la causa de la libertad » (n° 45, p. 27). E insisten : « Los editores de El Zurriago no saben ni pueden, ni deben, ni quieren callar cuando conocen que su silencio puede perjudicar a su ídolo, que es la patria » (ibid., p. 50). Sobre los exaltados dice El Censor : « El servilismo y el jacobinismo son los extremos políticos, y el liberalismo está entre aquellos dos extremos viciosos » (18 de agosto de 1821, t. X, p. 7).

10. Cf., entre otros, las memorias de Alcalá Galiano, Madrid, 1886, t. II, p. 203-204, 276, 388, 34-50, 387 ; Mesonero Romanos, Memorias de un setentón y Recuerdos de un anciano, Madrid, 1878, p. 401 ; Felipe Ximénez de Sandoval, Antonio Alcalá Galiano, Madrid, Espasa, 1941, p. 155. Esta misma actitud negativa contra El Zurriago y periódicos similares trasciende el artículo de Juan Pérez de Guzmán, Páginas de la historia del periodismo. De 1820 a 1823, en La España Moderna, 181 (1904), p. 79-93, y 216 (1906), p. 1 7-37, donde acusa a los editores Mejía y Morales de recibir dinero de Fernando VII, sin aportar prueba alguna (p. 83). Señala que desde esta

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abundan los « periódicos incendiarios, escritos revolucionarios de todos colores, traducciones de libros transpirenaicos, clubs de la Fontana y de Malta, oradores frenéticos, demagogos insensatos, sociedades secretas, canciones insultantes, la hez de las provincias aglomeradas en Madrid, ministros pedantes, militares embriagados con el triunfo de su perjurio, y próxima a reunirse una convención compuesta, por la mayor parte, de la flor y nata del jacobinismo español de ambos hemisferios11 ». Si bien hasta ahora la historia ha tenido a este periódico como ejemplo notable de prensa anarquizante y « exaltada », tiene razón Albert Dérozier12 al afirmar que « ces libelles et journaux, plus ou moins diffamatoires, présentaient du moins l'avantage de dévoiler cruellement des abus ». Un examen de la historia de España durante el trienio constitucional revela que El Zurriago y sus imitadores no entran en la categoría de prensa amarilla, sino que pertenecen a la mejor tradición de periodismo polémico y revolucionario. Ninguna de sus denuncias es falsa : su combate contra los escritores venales y contra los abusos de los funcionarios públicos; sus análisis de las leyes represivas, como la. supresión de las sociedades patrióticas, la supresión de la milicia nacional voluntaria, la restricción de la libertad de imprenta y el encarcelamiento de los héroes populares estaban basados en hechos reales. Alertas al peligro, el propósito de los editores era « ilustrar al pueblo » y sobre todo mantener viva la libertad constitucional alcanzada con el pronunciamiento de Riego. El pueblo a quien se dirigen es todavía nebuloso y poco definido, pero el grupo de los « exaltados » es el primero en darse cuenta del potencial revolucionario del pueblo, y en ellos confían. Sin embargo, tanto la historiografía liberal como H conservadora han interpretado el lenguaje satírico de El Zurriago como

época « todavía la prensa española infama. Todavía el periodismo en España es más martillo de destrucción que palustre de construcción arquitectónica », p. 93. Tampoco está muy alejado de esta opinión François Rousseau, Les sociétés secrètes et la révolution espagnole en 1820, Revue des Études historiques, XVII (1916), p. 1-33. La actitud de los ministros de 1820 a 1823 fué siempre contraria a El Zurriago. Cf. los documentos que sobre Clemencín reproduce Julio Puyol, Don Diego Clemencln, ministro de Fernando VII, Madrid, 1929, que contiene, entre otros muchos, cartas de Martínez de San Martín y de Moscoso, denunciando El Zurriago y La Tercerola (p. 124-126).

11. CL de José Gómez Hermosilla, El jacobinismo, Madrid, Imp. de León Amarita, 1823, t. I, p. 16.

12. Cf. L'histoire de la « Sociedad del Anillo », Bordeaux, 1965, p. 40. Bulletin hispanique. 25

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insidioso y calumniador, sin destacar su labor crítica analizando la realidad de los hechos. Sus farsas contra los personajes políticos del momento13, los poemas revolucionarios compuestos por Benigno Morales, los artículos de protesta para advertirle al pueblo que la libertad « sola a sus brazos está confiada14 », y la profusión de canciones como El Trágala, La Bolanchera o el Himno de Riego se deben a esta decidida voluntad de crear una conciencia revolucionaria definida, presentando las noticias de tal manera que armonicen con la mentalidad colectiva del momento. Con este propósito crean conceptos adversos (« pastelero », « moderado », « anturevolucionario », « persa »), y otros ideales que alcanzar, como el del « exaltado », cuya virtud primordial es el amor por la constitución y el patriotismo35.

Empezamos a escribir el Zurriago, y a levantar el grito al cielo pidiendo remedios a los males' que nos amenazaban, indicando los peligros, haciendo una guerra a muerte a todos los malvados.

(T. II, P. i)

Por otra parte, este periodiquito fue el portavoz del partido revolucionario, y analizarlo es fundamental para estudiar las bases ideológicas de los revolucionarios del 1820 al 1823, pues sientan en gran medida los fundamentos de toda una actitud política posterior. Los ministros y personajes satirizados seguirán jugando un papel central en la política española hasta mediados de siglo. Estos « exaltados » del trienio, asiduos concurrentes de tertulias patrióticas, y creadores de las sociedades secretas como único medio de protesta y acción, inician todo un movimiento revolucionario clandestino que desaparecerá progresivamente con la aparición de los partidos políticos modernos.

13. Los títulos de algunas de estas farsas son : Las victorias de Tin Tin y asombro de entrambos mundos (n° 6) ; Los caballeros anilleros (n° 41) y Los duelos del Anillo (n08 61-62). Entre los nombres que utilizaban se cuentan : Tin Tin, San Martín; el Mandarín de la China, Fernando VII; El Divino, Arguelles; Rosita la Pastelera, Martínez de la Rosa ; el General Castañuelas, Castaños ; El Aprendiz, Moscoso de Altanara.

14. Cf. La Bolanchera. El Himno de Riego comienza : « Es en vano calumnie la envidia / al caudillo que adora el Ibero : / hasta el borde del hondo sepulcro / nuestro grito será : viva Riego, i

15. Para un estudio sobre un caso semejante en Francia, cf. de Georges Lefebvre, Revolutionary Crowds, in New Perspectives of the French Révolution, John Wiley and Sons, Inc. N. Y., 1965, p. 173-190.

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El apasionamiento de El Zurriago no era, pues, producto de una prensa libelosa y difamatoria, sino de la preocupación con que los editores y su grupo veían la moderación excesiva del grupo de viejos liberales. Frente al conservatismo de los do- ceañistas, Mejía y Morales alentaban la corriente popular de los liberales nuevos o comuneros. porque

Además si seguimos denigrando La exaltación, muy pronto ese partido Se extinguiría del todo. Ya los pueblos Se van cansando, por nuestro artificio, De la Constitución ; se ha procurado Que no vean ventajas, beneficios, Ni utilidad en ella, y que tan solo Sufran molestias, daños infinitos, Y sobre todo tantos alborotos, De que nuestro proyecto causa han sido.

(T. IV, p. H)

Hay que inculcar el amor por la libertad, y denunciar todo atentado contra ella :

¿Se predica tranquilidad y moderación y se quiere que la haya cuando se fraguan planes para arruinar a los patriotas? La nación entera conoce que los pasteles, los pasteleros y los anilleros nos han hecho y nos hacen más daño que las moscas de San Narciso ; la nación ve que no se les castiga ¿y se quiere aún que los patriotas estén tranquilos? Tenemos a la puerta de nuestra casa un ejército respetable, debíamos saber su objeto y lo ignoramos ; nos han dicho los periódicos ministeriales su fuerza, y hasta sus cañones, nos amenazan los serviles con la entrada de estas tropas en España, calla el ministerio ¿y se quiere que estemos tranquilos? ¿.Y hay todavía escritos que insultan a los patriotas exaltados?

(N°41,p. 3-4)

Frente al liberalismo constitucional de Martínez de la Rosa, que señalaba que « defendiendo al gobierno se defiende la libertad », los « exaltados » oponían la soberanía popular y se lanzaban contra el programa de lo que hoy se llamaría la « izquierda atinada » de los liberales de Cádiz. Aunque ambos grupos habían coincidido en los puntos esenciales al proclamarse la revolución del 20, odiaban por igual el absolutismo, condenaban con la misma dureza la intolerancia religiosa y ansiaban para España

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la vida de la libertad y del derecho16, una vez alcanzada ésta, las diferencias quedaron definitivamente establecidas. Las premisas básicas del liberalismo debían pasar su prueba de fuego al enfrentarse a los elementos populares que surgen de la revolución. Esta situación provoca la necesidad de definición inmediata de todos los grupos, y la división de los liberales en exaltados y moderados17.

La primera elección [para ministros] se creyó con error acertada porque recayó en liberales de 1812 ; pero estos hombres muy en breve dieron a conocer su ineptitud... He aquí los bienes que nos han traido los Martínez de la Rosa, los Garelis, los Balanzas, los Moscosos... Ellos se declararon enemigos de Riego, y por consiguiente del nuevo liberalismo creado por este hombre eminente en la gloriosa jornada de las Cabezas; ellos han votado constantemente contra las ideas populares...

(N°45,p. 7-8)

A la moderación que pregonan los doceañistas, El Zurriago contesta con una satírica definición del término :

Moderación. Hembra y buena moza es, y por eso tiene tantos apasionados. Algunos creerán que nosotros no la conocemos y hablamos a bulto, pero se engañan. La conocemos perfectamente y además tratamos a toda su parentela, y sabemos todas sus conexiones. Ella es hija del despotismo, prima hermana del tribunal de la santa Chicharra, sobrina de la policía de los malparados Echavarri y Arjona ; y es en fin amiga de los pobrecitos serviles, de los infelices pancistas y de los bienaventurados indiferentes, que clamando moderación de continuo, echan a correr cuando hay bullanga, y no paran hasta

16. Cf. Práxedes Zancada, El sentido social de la revolución de 1820, Revista contemporánea, 1903, p. 137. Para una muestra concreta de las reformas que deseaban realizar estos hombres, cf. el Manifiesto que la Junta de Gobierno de Galicia, creada por el pueblo en 21 de febrero de 1820, para restablecer la Constitución política de 1812... Coruña, 1820. Las primeras medidas son de tipo inmediato (socorrer viudas, rendir tributo a los héroes) y las reformas sociales se limitan a retirar ciertas contribuciones (derecho de puentes), permitir la entrada de vinos y abolir la burocracia. No había un planteamiento económico sino en medida muy primitiva ; de ahí las críticas de Fernando Garrido más adelante : cf. Historia de las clasçs jornaleras, Madrid, 1870.

17. En 1822, José Moreno Guerra, diputado « exaltado » por Cádiz, publica un Manifiesto a la nación en que resume las diferencias entre ambos grupos : « Unas Cortes hijas de una revolución que nada tenían de común con las anteriores se someten servilmente a todos los actos de las otras, y rinden un respeto de esclavos no sólo a las cosas sino hasta a los hombres de entonces ; se establece en el seno del Congreso una intolerancia constitucional, no sólo en las opiniones libres, sino hasta en las palabras, y las voces funestas para la libertad española de orden y moderación se usaban con despotismo contra aquellos diputados que no estaban en los planes del ministerio » (p. 6).

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esconderse en las entrañas de la tierra, para quitarse de riesgos y de ruidos, y más que el cielo se hunda,. ¡ ya se ve ! como ellos no tienen, ni siquiera tener que ver con los resultados de las fábricas de Pla- sencia, Alba, etc. ¿qué han de hacer?

(N° 2, p. 8)

Según ellos, estos « liberales nuevos » no tienen opción, al tener que elegir entre moderación y revolución ; el camino no puede ser más que uno :

En la disyuntiva de sufrir el yugo de un déspota o de tener que correr a las armas para defender la libertad, es necesario no titubear un instante en adoptar el último extremo. Cuando los hombres libres se declaran en guerra abierta con los que quieren ser vasallos, esta lucha se llama guerra civil; ¿pero no es mejor esta guerra civil que sufrir con las cadenas de la arbitrariedad, las hogueras de la inquisición y la dura muerte de esclavos, en cuyo estado no hay patria, y viven los hombres sin derechos pues hasta el pensar jura vasallaje y sumisión al déspota?

(La guerra civil es un don del cielo, n° 5, p. 8)

Ya han advertido antes que :

Es necesario que no nos alucinemos. Todos los opresores de la tierra han procurado que el pueblo tema más a la guerra civil que al despotismo. Los amantes de la libertad, por el contrario, han inspirado a los hombres la idea justa de que deben sacrificar hasta su misma existencia antes de sucumbir al yugo de la tiranía [...] Conducidos por estos principios, bendeciremos siempre la mano de Riego que salvó la patria ; bendeciremos y tendremos como un don del cielo la guerra civil que sostuvo con sus valientes desde primero de enero hasta 10 de marzo de 1820 : y si la tiranía quiere algún día entronizarse, bendeciremos también la guerra civil que se promueva para destruir sus infames designios, y jamás tendremos que arrepentimos.

(N° 3, p. 8-9)

Los editores insisten en que la guerra civil es el último recurso de que se valdrían. Su propósito es sembrar el desorden :

La tortuosa marcha / y sistemas de errores del gobierno / arrastrarán a la Iberia desgraciada / a la anarquía, al cahos más completo18.

18. La anarquía la definen los zurriaguistas en el n° 10, llamando anarquistas a los miembros del gobierno. El partido moderado acusaba a ese grupo de crear tumultos ; los editores, para defenderse, definen la anarquía como actitud — creada por el Gobierno al no instituir la Constitución. Tumulto es « otro de los duendes dañinos

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El único medio de contrarrestar este peligro es abogar por ministros liberales, comprometidos con la causa del pueblo :

Parece ser que esos duros opresores Burlándose y tratando con desprecio Nuestros clamores Quieren incitarnos A que desesperados nos lancemos A hacer justicia por nosotros mismos La escena desastrosa repitiendo De Vinuesa j oh Dios ! ... No tiene duda : Tal es su odioso y detestable anhelo. Nos presentan la triste alternativa De la guerra civil, o el yugo horrendo... Increíble parece tal audacia Pero ella existe, tiene fundamento. Este bando traidor procuró astuto Que concibiese la nación más miedo A la guerra civil que al despotismo.

A las llamadas oficiales al orden encaminadas a sofocar todo intento de sublevación, contestan :

Se han confundido todas las ideas Para obligarnos a sufrir el peso De una opresión atroz. Se llama orden A aqueste estado apático y funesto De pasiva obediencia a mandarines Que, mirando las leyes con desprecio, Obran por su capricho, y se fatigan En restaurar el anterior gobierno. Guardar él orden público se llama Mantener por la fuerza ú otros medios En aquesta apatía precursora De la cadena vil, al débil pueblo. Se llama en fin perturbador del orden A aquel que se resiste con denuedo.

(No 38, p. 6-7)

Con el pronunciamiento de enero de 1820 en las Cabezas de San Juan, Riego proclama la Constitución de 1812. A éste se

y traviesos. Sólo se deja ver de los grandes personajes y acude puntualmente a su socorro cuando se le llama » (n° 3, p. 7). Y los duendes que sólo se dejan ver de los picaros (moderados) son los jacobinos, anarquía, guerra civil, república, tumulto, desorden... Todos huyen cuando oyen cantar el Trágala » (ibid., p. 10).

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une Quiroga y, aunque la revolución se retrase y parezca sofocada por abulia nacional, el 21 de febrero empieza a expandirse la proclama constitucional en La Coruña, El Ferrol, Vigo, y se va extendiendo por Zaragoza, Pamplona, Ocaña, Tarragona y Madrid19. Fernando VII se ve obligado a jurar la constitución liberal de Cádiz20, y como primer acto de gobierno suprime la Inquisición.

19. Se acusó al movimiento revolucionario de ser una insurrección militar : cf. Arguelles, Reseña histórica. De 1820 a 1824, Madrid, 1864 : « Las Cortes, compuestas de españoles nacidos en España, enlazados por vínculos de sangre, de amistad, de respeto, de benevolencia con las clases que formaban su estado político y civil, no podían oir sin escándalo que el restablecimiento de la Constitución en 1 82 0 no tuviese más origen que una insurrección militar » (p. 124). Sin embargo, dos extranjeros, testigos de los hechos, ponen de manifiesto la parcialidad y la moderación política de Arguelles al describir los acontecimientos. Pierre Louis Pascal de Jullian explica en su Précis historique des principaux événements politiques et militaires qui ont amené la révolution d'Espagne, Paris, 1821 : « Le mensonge et les passions les plus lâches, ne cessant d'entasser sous la plume de quelques écrivains, qui se font un jeu de trahir impudemment la vérité dans toutes les pages de leurs méprisables libellés et de présenter comme une sédition criminelle l'effort le plus généreux et le plus régulier auquel ait pu se porter un peuple pour briser le joug de la superstition la plus honteuse et de l'oppression la plus insupportable 1 La Révolution, aussi grande qu'inattendue, qui s'est opérée au commencement de 1820 dans le gouvernement de la péninsule espagnole, et qui peu de mois après a été si glorieusement imitée dans les États de Naples, et plus récemment dans ceux de Portugal, a été considérée par quelques hommes trompés, superficiels ou de mauvaise foi comme l'effet d'une intrigue militaire, sans racines dans l'opinion nationale. [...] l'Espagne tout entière sous les armes, ne soit pas moins disposée aujourd'hui à faire respecter le grand œuvre de sa régénération politique [...] l'armée espagnole, en proclamant le vœu du peuple, a été de consacrer par une reconnaissance solennelle, l'autorité constitutionnelle de chef de l'État, de convoquer les Cortes, qu'elle tenait de l'empire des circonstances [...] la liberté de l'Espagne, dont le triomphe, vierge de sang, n'a coûté ni un regret ni une larme à leur patrie I » (p. n-v). Muy parecidas fueron las defensas del General Pépé a la revolución napolitana ; cf. Relation des événements politiques et militaires qui ont lieu à Naples en 1820 et 1821, The Pamphleter, Paris-London, XLVI, 1824, p. 309-365 : « C'est à tort qu'on a cru ou voulu faire croire que le changement politique de Naples était une révolution militaire ; car, en supposant qu'on veuille donner à un tel mouvement le nom de révolution, il faut dire qu'elle était nationale, puisque l'enthousiasme d'un jeune sous-lieutenant ne fit que porter sa troupe à donner le signal d'un mouvement auquel tous les Napolitains tendaient à se réunir : l'armée sans doute partageait les désirs de la nation » (p. 137). Para un recuento detallado de la actitud del pueblo español, al proclamarse la revolución de 1820, cf. Historia de la revolución de España en 1820, Madrid, 1820. Aún hoy día, Salvador Aldana Fernández ve el movimiento revolucionario como mediocre y mira con simpatía la represión de Elío : La revolución de 1820 en Valencia, Castellón de la Plana, 1955. Esta parcialidad histórica ha llevado a investigadores tan serios como Suárez Verdeguer y José Luis Cornelias a defender la posición de Fernando VII y sus ministros y colaboradores, interpretando el retorno al despotismo como una solución acertada para la política española del momento, y como un justo medio entre el liberalismo inglés y el tradicionalismo español.

20. Los folletos y periódicos de la época muestran el entusiasmo popular por la Constitución ; cf., por ejemplo, el Diario de Zaragoza del 7 y 11 de marzo de 1820, en que se llama al pueblo a la insurrección « porque hemos jurado defender nuestros derechos y sostener al Rey que reconocieron y juraron en 1808 ». Cf. también el folletito : Testamento que en 9 de marzo de 1820, hallándose muy apurado de una grave enfermedad, otorgó un arraigado pancista, Madrid, Imp. de Ibarra, 1820, en que se

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El triunfo de los radicales se debió al ejército y a la población civil de provincias que, instruida ya en las guerrillas y « mique- lets », forma su propia milicia revolucionaria. El Rey acepta la constitución y en agosto Riego hace su entrada triunfal en Madrid. Pero Fernando, con ayuda de la Inquisición, ya está tramando la destrucción de los revolucionarios ; al poco tiempo, Riego sale desterrado a Galicia junto con otros jefes militares acusados de complicidad en un complot republicano. La conducta del gobierno confunde al pueblo y los « revolucionarios se muestran indignados contra un gobierno bajo cuyo mando eran perseguidos los hombres más populares21 ». En la llamada

destaca que la proclama de la Constitución es la muerte del servil y del pancista, « subdito del insigne despotismo ». No hay que descartar las fuerzas contrarrevolucionarias que también se mueven ; cf. el folleto ¿Por qué están presos los guardias?, Madrid, 1 820, donde el Ciudadano Español le recuerda al pueblo que los constitucionales son los mismos que « en otro tiempo esgrimieron su participada espada contra el país que les dio el ser, para derrocar la Constitución que ahora tanto aplauden, para encadenar a su patria misma y entregarle así a Napoleón ». Respecto de las repercusiones que tuvo la revolución española en Italia, cf. Guglielmo Pépé, Memorie del Genérale..., Parigi, Baudry, 1847 : « Allorché un avvenimento inatteso e grande, vale a dire la rivoluzione di Spagna, accaduta nei primi giorni di 1820 attirô a sé l'attenzione di tutta l'Europa. Non pareva vero che un popólo tuttavia opresso dall'inquisizione e da un clero potenttissimo e richissimo, avesse potuto scuotere il giogo del dispotismo. Gli spagnuoli costrinsero Ferdinando VII a giurare la Cons- tituzione di Cadice, che dava liberta quanto se ne possa mai desiderare, e per ció si ebbero la simpatía e Fammirazione di tutti i liberali di Europa, e sopratutto di quelli del regno di Napoli [...] ivi (nell quartiere di Avellino) meglio conobbi quanto forte ed universale fosse l'ardore che la rivoluzione di Spagna aveva generato fra noi... » (p. 366). La carta que le escribe Pépé al Rey de las Dos Sicilias, y que publica The Pamphleter [op. cit., p. 309-365) también revela esta influencia : « Sir Flores Estrada, député actuel aux Cortes d'Espagne, écrivait de Londres, en 1818, à son roi Ferdinand VII : « ... j'espère démontrer à V. M. que ce n'est qu'en rétablissant t la Constitution jurée qu'il lui sera possible d'obtenir la prospérité du peuple et la « sûreté du trône.» Et quels malheurs ce roi n'aurait-il pas épargnés à l'Espagne, combien n'aurait-il pas évité pour lui-même d'humiliations et de dangers, s'il eût écouté le langage tout à la fois respectueux et plein de franchise qui lui fut adressé » (p. 314). El General Pépé se refiere a la Carta dirigida al Rey desde Londres, y que conozco a través de una reimpresión mexicana de 1820, donde le recuerda al soberano que * los reyes verdaderamente grandes no fueron otros que los que han logrado percibir el espíritu de la época en que vivían, y ceder al impulso de su siglo ». Resulta también interesante constatar la actitud de los españoles exilados ante la revolución ; un buen documento es Correspondencia de un refugiado con un amigo suyo en Madrid [Silvela, Manuel], Burdeos, Imp. de Lawalle, 1820?, donde se hace un panegírico de la revolución en cinco cartas, y entre otras cosas se dice : « La revolución que acabamos de hacer es una revolución de luces, y el retroceso de éstas a las tinieblas es imposible en el siglo xix » (p. 70-71). Silvela advierte que es necesario organizar la oposición para evitar la guerra civil (p. 88).

21. Un simpático opúsculo Testamento de la Señora de la Vela Verde y pública declaración de sus culpas, Madrid, 1820 pone de manifiesto la actitud del pueblo ante la Inquisición. El folleto describe una Inquisición muriendo de « calenturas constitucionales », la cual, ya moribunda, confiesa : « Me declaro igualmente haber sido una acérrima enemiga de la humanidad y de la ilustración > (p. 2). Más tarde, en 1822, un calendario de Pamplona recordará como efemérides la abolición, de la

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« Sesión de las páginas secretas », Arguelles pide el destierro de Riego y la supresión de la Milicia Nacional. El Gobierno hace aquel día « acusaciones de delitos notoriamente figurados contra la persona a quien las Cortes debían su existencia y la patria el que se hubiesen roto sus cadenas [...] Las Cortes hollaron las leyes : prostituyeron su dignidad, y desde entonces perdieron el prestigio : el entusiasmo de la libertad quedó yerto : el triunfo de los enemigos de las reformas fue mucho más completo que al que ellos mismos aspiraban 22 ». Esta época es la de los triunfos del partido moderado, y la victoria del principio de autoridad en todo su rigor. En 1820, los doceañistas eran ministros de una revolución que no habían hecho 23 y se fraccionan, según Flore z Estrada, en tres partidos : « Los que se oponían a que se men-

Inquisición, la muerte de Padilla, las víctimas de Cádiz y la jura de la Constitución (cf. Calendario del año 1822, año once de la Constitución política de España, para la provincia de Navarra, Imp. de José Domingo, 1822, citado por Azcona, op. cit., p. 31-32). Cf. Condiciones y semblanzas de los diputados a Cortes, para la legislatura de 1820-1821, Madrid, Imp. de don Juan Ramos, 1821, en que, frente a la admiración por Quiroga y Riego (« campeón de la libertad »), o Flórez Estrada, Echevarría, etc., dice acerca de Toreno : « Bajo de cuerpo y altivo de pensamientos ; rubio de pelo, espacioso de frente y hermoso de gesto [...] Es sumamente aseado y apuesto en orden a la vestimenta ; pero no hay duda en que la esplendidez de su trato, las aguas olorosas, su amabilidad con toda clase de gentes, sus sortijas de turquesa, su hablar dulce y afectuoso, sus sellos de oro purísimo y piedras refulgentes contribuyen a hacer resaltar o, digámoslo mejor, a hacer más remarcable su supremo buen tono, así como la lente pendiente de su cuello prueba su cortedad de vista » (p. 14-16). Sobre Martínez de la Rosa, dice : « | Lucero de las cortes, amable joven, bien haya quien te marcó con esa estrella en la frente 1 Tú eres la rosa y pimpollo de la Constitución, el mazo de sus infractores, el talismán contra duendes, el arcoiris contra tempestades, el conjuro contra fantasmas » (p. 52). Las Condiciones y semblanzas de 1822-1823, Imp. del Zurriago, D. M.-R. y Cerro, 1822 dice : « Queremos que sepa España con cuantos descamisados puede contar en el Congreso », e incluye en su lista de descamisados a : Pacheco, Núñez, González Alonso, Muro, Sierra Pambley, Arias Saavedra, Istúriz, Beltrán de Lis, Moran, Orduña, Llórente ; y como « amigos del orden » a Fernández Cid, Gil de la Cuadra, San Genis, Antonio Ferrer y Alvarez.

22. Vicente Blasco Ibáñez, Historia de la revolución española, Barcelona, 1891, t. II, p. 55.

23. Raymond Carr, Spain 1808 1939, Oxford, Clarendon Press, 1966. Blasco Ibáñez, op. cit., p. 33. Cf. también la Representación hecha a S. M. C. el Señor Don Fernando VII, en defensa de las Cortes. Quinta edición en Londres corregida y aumentada. Reimpresa en Madrid en 1820, donde sostiene Flórez Estrada que para resolver el problema de España las medidas que debe tomar el rey deben ser : declarar nulas las persecuciones de los liberales, convocar Cortes, despachar comisionados a América para parlamentar con los insurrectos, abolir la Inquisición, darle total libertad de comercio a América, sin necesidad de permisos reales, etc., y declarar una amnistía general para los afrancesados y la libertad de imprenta (p. 152-153). En defensa de los revolucionarios, sostiene Flórez Estrada que « tantos actos repetidos en tan corto período, no obstante la desgraciada suerte de sus autores, [...] manifiestan bien el estado de la pública opinión, y el deseo de las clases que la dirigen. No siempre, Señor, se puede evitar la indignación de un pueblo oprimido » (p. 120-121).

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guase la libertad concedida por la Constitución y a toda providencia contraria a lo que ella prevenía, a los cuales indistintamente se les daban los nombres de exaltados, de anarquistas, de tragalistas y de zurriaguistas: Los que, sin querer un gobierno absoluto, aspiraban, aparentando amar la Constitución para realizar su plan, a que ésta se reformase, dando al Rey mas ensanches y estableciendo unas cámaras cuya autoridad dimanaba de este y no de la Nación, por cuyo medio creían atraer al partido que deseaba el gobierno absoluto, y mejorar y consolidar su rango : se les daban los nombres de moderados, artilleros y pasteleros. Los que, o fingiendo convenir con estos o abiertamente, trabajaban porque se restableciese el régimen absolutista, y eran conocidos por el nombre de absolutistas, y más comunmente por el de serviles241. »

El poder cae en manos de los viejos liberales de 1812 25 — Canga

24. Carta del Excelentísimo Señor Don José María Calatrava a los editores del Español Constitucional. Y la contestación que, por encargo de estos, ha dado D. Alvaro Flórez Estrada, Londres, 1825, p. 10.

25. Aunque los doceañistas colaboraron con los grupos que proclaman la revolución de 1820, muy pronto se separan, dando lugar al partido comunero, por un lado, y al liberal por otro. Esta escisión llega a su cúspide el 7 de julio de 1822, durante la sublevación de la Guardia Real, cuando Romero Alpuente defiende en las Cortes la soberanía popular ; cf. Quin, op. cit. : « The Ministry of Martínez de la Rosa, and the party which supported it, was understood to be of a character rather aristocratical. Thay were called anilleros, and they consisted oí the higher classes of the nobility. f ...] The impulse which was comunicated to the démocratie principie of the Constitution by the result of the events of the 7th of July gave birth to a third party, who called themselves comuneros. The leaders of this party Palarea, Ballesteros, Romero Alpuente, Morales and others, who participated by their personal exertions in the victory which was gained over the royal guards, conceived that they deserved equally well of their country for having preserved the Constitution as the Freemasons did for having restored it. They soon gathered around them a numerous party, which assured to itself an exclusive interest in the third article of the Constitution, that is to say, in the sovereignty of the people » (p. 567). Las diferencias entre los tres partidos quedan más de relieve en el libro de Edward Blanquiere, An Historical Review of the Spanish Révolution, London, 1 822 : « It is most painful alternative to be thus forced to condemn the conduct of men, upon whom so much well deserved praise lavished in my letters ; but, there are so many circumstances on record, to prove that the patriots of 1812 either mistook the true principies of justice, or wil- fully perverted them, for the more salce of appressing the patriots of i 820. [...] Many circumstances have transpired, which prove that the first ministry must have been actuated rather by désire of retaining their places, and motives of resentment against their adversaries, than genuine patriotism. Their persécution of Riego, and those who ranged themselves on his side, particulary M. de Mora's arrest and imprison- ment, without trial or accusation, the reported interception of prívate letters, and the employment of spies, in the manner of their neighbours, are acts more worthy of the advisers of a german despot, than the ministère of a constitutional king. These ignoble acts were crowned by the others, which have made an impression on Spain never to be effaced : I allude to the shutting up the patriotic societies ; the law against petitioning, and the liberty of the press, with which the session of extraordinary

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Arguelles, Arguelles, Porcel, Pérez de Castro, García Herreros, Martínez de la Rosa — que forman el partido conservador26, contra los « liberales nuevos » o radicales como Alcalá Galiano,

Cortes oí 1821 closed : for the men whom the patriots of la Isla had taken out of dungeons, and recalled from exile, to assume the reigns of government, thus to raise their sacrilegious hands against the goddes whom they were bound to défend at the very cost of their Uves, was, indeed, an act of daring impiety » (p. 577).

(Para críticas sobre estas deliberaciones de las Cortes, cf. El Zurriago, núms. 25, 29-30). Sobre los partidos dice : « The Afrancesados are decidedly aristocratical [...] If this party should get into power they would mos probably modify those points of the Constitution which are supposed to favor too strongly for democracy » (p. 593). A los liberales fhaving given them the power in 1820] there were obligations contrac- ted on one side as well as on the other ; the Liberales could not have so soon forgotten the maxims they ad so uniformly advocated in the Cortes, and perpetuated in the Charter, that the people are the source of all power, and that, therefore, those who happen to be entrusted with it are merely their servants [...] That chage in the state of Europe [...] must have convinced the Liberales of 1812 that many acts which would have appeared comparatively harmless during the war of Independence, when force had necessarily a large share in the executive government, were totally incompatible with popular feelings and popular knowledge in 1 820. Was it in checking the generous impulse given to the nation by the patriotic societies, and at length suppressing them altogether, that the Liberales of 1812 thought to requite their debts of gratitude? [...] Neither the Liberales ñor the Afrancesados embrace all the • talents of Spain ; on the contrary, it will be perhaps soon perceived that both are likely to be outstripped not only in talent, but energy, as they are already in patrio- tism [...] The hope of the Spanish people are not exclusively centered on the Comuneros [...] springing directly from the people their interests are indispensable. [...] Although the germs of the Comuneros might be traced to those secret associations which preceded the insurrection of 1820, they were so blended with the liberales of 1812, that it required circumstances like those to which 1 have alluded to make them a distinct class » (p. 598-601). Sobre los distintos partidos, cf. también Duver- gierde Hauranne, Ojeada sobre España, Londres, 1 825: «En España están por la reforma política la mayor parte de los nobles, y aún muchos grandes de España, los hombres de profesión literaria, todos los de la clase media, y aquella parte de los moradores de las ciudades que se rozan más inmediatamente con los de las clases acomodadas. Son enemigos de ella el clero secular y regular, especialmente los frailes, los proletarios de las aldeas y el populacho de las ciudades, aún más ignorante y embrutecido que lo era el de Francia y además de estos vicios con el de un fanatismo estúpido que le convierte en instrumento dócil de los frailes inmorales, si los hay, y tan degenerados en su primitivo instituto cual nunca, ni por nadie, ni en parte alguna se ha visto. Bien se deduce de esto que la clase cuya intervención ensangrentó tanto la revolución francesa es la misma que amenaza a España con una contrarrevolución no menos sangrienta. Esta diferencia de partidos es la que obligó a Lord Liverpool a decir que la guerra de España era guerra de clérigos y proletarios contra los hacendados y comerciantes » (p. 4-5). (El autor era miembro del Parlamento francés).

26. Cf. [Miñano, Sebastián de], op. cit. : « On distinguait alors en Espagne deux classes de libéraux, ceux de 1812, qui avaient publié et applaudi la Constitution de Cadix, et ceux de 1820, qui l'avaient rétablie par la révolte de l'île de Léon [...] ils ne pensèrent point à s'emparer des ministères ; ils crurent devoir abandonner ces places importantes aux libéraux de 1812, qu'ils regardaient en quelque sorte comme les patriarches de la liberté. Mais quand ils virent avec quelle avidité ces modérés de la veille exploitaient à leur profit tout ce qu'on pouvait tirer de la nation dans son état d'épuisement, ils commencèrent à se repentir de leur imprudence » (p. 1 09- 110). La carta de Benigno Morales..., op. cit., sostiene el mismo punto de vista : « Aplicaron desde entonces todas sus fuerzas, y principiaron a adular al Rey [...], a proponerle, en el sistema jurado, unas reformas tales, que ampliasen su poder hasta constituirle en déspota, con la máscara de la Constitución. Las cámaras y el veto

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Istúriz, Romero Alpuente, Moreno Guerra, Cortés y Flórez Estrada27. Estos jóvenes de tendencias avanzadas habían salido de las sociedades secretas, y estaban formados en el espíritu de la Enciclopedia. Son parte de esa juventud europea que creció y maduró durante las invasiones napoleónicas, para quienes el nacionalismo es un factor político vital. En Rusia surgió como resultado el movimiento decembrista28, en Italia los carbonarios, y en España los Comuneros. La revolución francesa y las guerras napoleónicas produjeron un gran fermento ideológico que activó la política europea ; las sociedades secretas fueron quizá el resultado más importante. Esta juventud española que madura entonces esperaba reformas constitucionales y administrativas que nunca llegaron. Los intelectuales y la burguesía que habían confiado en que después del triunfo liberal España tendría una mejora social, económica y cultural, se vieron

.pronto desilusionados y oprimidos. Comienzan entonces a organizarse clandestinamente, ayudados por los militares más abiertos.

Aunque los ministros son moderados, las Cortes aprueban del 27 de septiembre al primero de octubre de 1820 reformas de tendencia política radical : supresión de vinculaciones, de comunidades religiosas y de privilegios de la Iglesia en jurisprudencia criminal, además de otras de carácter administrativo y económico. Sin embargo, « atendiendo al deseo de permanecer en cordiales relaciones con el rey », comienzan inmediatamente a

absoluto : así creyeron ellos que aseguraban su fortuna, y empezaron a minar la Constitución. El Rey detestaba todos los medios que no se dirigieran a recobrar el cetro absoluto ; pero, por una parte, temía al furor del pueblo, que se había pronunciado con la mayor decisión y entusiasmo en favor del sistema de libertad, y por otra encontraba en el plan de Cámaras propuesto un arbitrio para recobrar mayor ascendiente sobre los ministros, y que estos le disimulasen sus malos pasos hacia el despotismo, disfrazados con la idea de las Cámaras, y aparentó conformidad con la propuesta que se le hacía por el inicuo y ambicioso Arguelles. Desde este momento, el Rey a fin de erigirse en déspota y Arguelles y. los demás Ministros que le siguieron al propósito de consolidar eî plan de Cámaras... todos conspiraron contra las libertades patrias y trabajaron de hecho por destruir el sistema restaurado por el Héroe de las Cabezas [...] Después del Ministerio de los Arguelles, entró el de Feliú, Sánchez Salvador, Cano, Pèlerin, Vallejo, Escudero y Bardají. Este Ministerio siguió el camino que Arguelles le dejó marcado : adoptó las mismas ideas y principios antes de entrar en posesión de las poltronas, ya estaba vendido al plan de Cámaras y veto. [...] Se trató de destruir la sociedad de los comuneros [...] Ella era el antemural... la égida impenetrable que defendía las libertades del pueblo español » (p. 127- 160).

27. Cf. Práxedes Zancada, art. cit., p. 137. 28. Cf. de Marc Raeff, The Decembrist Movement, Prentice Hall, 1966, 180 p.

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retroceder. El espíritu revolucionario decae, y el 22 de octubre del mismo año los elementos más conservadores votan contra la libertad de imprenta y las sociedades patrióticas, bajo el pretexto de desorden y anarquía, mientras permanecen indiferentes al partido realista que va cobrando cada vez más fuerza, con el apoyo de la Iglesia y el propio rey.

El ministerio quiso seguir un ridículo método de equilibrio y creyó que tras un periodo de reformas, lo más prudente y político era otro de relativa reacción en que el sistema restrictivo se sostuviera el principio de autoridad con preferencia a la soberanía popular [...] Las medidas poco liberales que a cada momento adoptaba el gobierno y su conducta considerada y transigente con los enemigos de la Constitución eran motivo suficiente para que la prensa dirigiera tremendos ataques al ministerio y satirizase a sus individuos, campaña en la que ayudaban los exaltados con numeroses folletos y hojas sueltas que mantenían candente el espíritu de oposición29.

El mismo año que Riego proclama la Constitución, religiosos en Cáceres y Burgos comienzan a luchar contra el sistema constitucional y Galicia se convierte en la sede de la Junta Apostólica. En Madrid el cura Vinuesa (o de Tamajón) publica algunos artículos contra el gobierno constitucional y esboza un plan de acción para el triunfo del tradicionalismo30. Este mismo año se organiza la sociedad moderada de los Anilleros, cuyo propósito era introducir mejoras en la Constitución, formando « una alta Cámara, en vez de la única que prescribía el código de 1812 ; aumentando así la fuerza de los elementos monárquicos que pudieran reconciliar al soberano con el sistema constitucional y desviarle de la resistencia que su mal querer procuraba a las instituciones liberales31 ». A este club pertenecían, entre otros, Martínez de la Rosa, Toreno, Arguelles, Canga Arguelles, Bardají, San Miguel ; es decir, los ministros y dirigentes políticos del momento.

29. Blasco Ibáñez, op. cit., p. 62. 30. El cura de Tamajón fue muerto por el pueblo en la cárcel. Fue de los primeros

en proclamarse por el tradicionalismo y contra la Constitución. Su plan para apoderarse del Gobierno lo reproducen, entre otros, Miradores, op. cit., Blasco Ibáñez, op. cit.

31. Cf. Miradores, op. cit., p. 54-55, y también Tirado y Rojas, La masonería en España, Madrid, 1893, p. 102 y 115. Cf., además, el estudio de Dérozier, art. cit. Todos los recuentos y memorias sobre la época hablan de los Anilleros, sociedad que oponen siempre a los Comuneros.

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En esta situación de indecisiones, llega el 1821 y el ministerio de Bardají, liberal muy moderado. Esta fue la señal para los levantamientos provinciales más revolucionarios en Cádiz, donde se llega a querer promulgar la república32 ; en La Coruña hay también levantamientos populares ; en Madrid se desarrolla un pequeño tumulto popular (la batalla de las Platerías) que sofoca San Martín. Estos acontecimientos hacen caer el ministerio, y sube al poder Martínez de la Rosa33, que, incapaz de remediar la situación, cede el paso a un ministerio compuesto por liberales nuevos. En agosto de 1822, el gobierno está en manos de los que habían hecho la revolución de 1820 34, es decir con los Comuneros y el ejército al mando del coronel San Miguel,

32. El Manifiesto sobre las ocurrencias de ayer 29 del corriente, Cádiz, 1821, 1p., muestra cómo el pueblo estaba muy exaltado porque se había nombrado a Venegas Capitán General, y queman El Universal, que injuriaba a Riego : « Uno de los principales motivos de la exaltación incómoda de esta capital, y de su poca o ninguna confianza en el Gobierno ejecutivo ». Riego era muy querido por el pueblo ; en el Diario mandado redactar a Felipe Tolosana (Zaragoza, 1821), con motivo de su viaje por la provincia de Aragón (Caspe, Bujaraloz, Calanda, Burgo), queda de manifiesto este amor del pueblo por el general, a quien cantaban el Trágala, mientras Riego explicaba a la armonía que existe entre nuestra Constitución y la Sagrada Religión », ante las preguntas ansiosas del pueblo. La fuerza del partido nacional estaba en provincia, donde triunfan los alzamientos populares, a diferencia de lo que ocurría en la capital, donde eran aplastados.

33. Para un análisis del pensamiento de Martínez de la Rosa, cf. el trabajo de J. Sarrailh : Un homme d'État espagnol : Martínez de la Rosa (1787-1862), Bordeaux, 1930, donde se pone de relieve su paulatino reaccionarismo (p. 132 y ss.). Cf. también la descripción de Carlos Le Brun en Retratos políticos de la revolución de España, Filadelfia, 1826 : « Era, al parecer, de la secta de los principistas, y luego fue por escalones hasta el servilismo [...] sostuvo primero como diputado y luego como ministro de Estado la causa de los grandes, las vinculaciones, los señoríos y los mayorazgos [...] Entonces fue cuando en las Cortes avanzó la proposición de que en España no había elementos para la libertad, para lo cual era ya necesario petulancia, y una buena dosis de filosofía servilicia » (p. 138-142).

34. Hasta el 7 de julio de 1822, los doceañistas habían dominado la escena pública. Cf. Miñano, op. cit. : « ... les événements du 7 juillet à Madrid, décidèrent enfin les puissances de l'Europe à prendre le parti réclamé depuis longtemps par l'humanité, ainsi que par l'intérêt des gouvernements. La révolution d'Espagne eût succombé et le jacobinisme n'eût pas ravagé le sol espagnol, si, immédiatement après la défaite des révolutionnaires de Naples et du Piémont, on se fût porté sur les Pyrénées pour combattre les réformateurs espagnols [...] Le premier résultat du triomphe du 7 juillet fut la destitution de ministère de Martínez de la Rosa » (t. II, p. 2 y 57). Esta es más o menos la opinión de Pecchio : Journal of Military and Political events in S pain during the last twelve months, London, 1824 : « With the victory of the 7th of July, due in great measure to their vigilance and valour, they f los Comuneros] hâve acquired the right of selecting a ministry of their own choice, yet such was their generosity and anxiety to avoid the charge of ambition, that they lef t it to their rivais. But the courtesy was not met in a similar spirit » (p. 7). El 6 de julio había dado Romero Alpuente un discurso ante las Cortes que termina : « Hay que saber si [los actos de Madrid] es un acto de justicia, que por no encontrarla en el gobierno, ha ejecutado el pueblo. »

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que dirigió la milicia de julio. Todos los « exaltados » se solidarizan con este nuevo gabinete ; Romero Alpuente llega a decir :

El actual ministerio no es revolucionario, porque es cuanto debe ser, amigo y fiel ejecutor de la ley; pero es ministerio de revolución, porque no dejará de ejecutar cuantas leyes hay dadas y a propuesta suya dieren para hacerla andar, correr y aún volar35.

También El Zurriago es ahora ministerial36 :

j Ojalá y jamás un cruel destino Desvanezca tus gratas ilusiones! Y que vosotros, ínclitos varones, La libertad, las leyes defendiendo Podáis estar por siempre mereciendo De mordaz zurriaguista elogios serios Y del vil moderado vilipendios.

(No 60, p. 28)

Pero ha habido un cambio de mentalidad en ellos, y los que antes pertenecían a los « liberales nuevos », no bien llegan al poder se van de parte del grupo conservador contra los exaltados. Cuando los zurriaguistas se dan cuenta de que el nuevo gabinete tampoco sabe afrontar la situación, de que « ninguno de los señores ministros actuales ha respondido a las grandes esperanzas que inspiraron a la nación sus nombres y su vida pública37 », su crítica está llena de amargura :

Es un ministerio sacado de las filas de los patriotas, que se afana de continuo en hacer el bien del Estado, que ha hecho muchas cosas

35. Cf. Discurso sobre el Ministerio actual..., Madrid, Imp. de d. Mateo Repullés, 1822, 39 p. Romero Alpuente detalla aquí los deberes de cada ministro para propugnar la revolución.

36. De ahí que en los primeros números del ministerio de San Miguel, El Zurriago y La Tercerola se declaren ministeriales.

37. Cf. n08 63 y 64. t Desde el 7 de julio deberíamos haber marchado a carrera abierta a las reformas que con tanta urgencia reclaman las necesidades del Estado ; hemos marchado con pasos de tortuga, y no es cosa de callar en asunto de tanta importancia » (p. 1-5). La Tercerola (n° 21) llega a decir : « Ya no podemos hacernos ilusiones sobres nuestra posición. El pacto social de los españoles está disuelto de hecho [...] y vosotros representantes del pueblo ¿qué habéis hecho en cumplimiento de nuestra sagrada misión para evitar estos males [...] Vosotros los Riego, los Galiano, los Istúriz, los Canga, los Saavedra, los Salvato, los Ramírez, los Rojo, los Peima- rejo, los Relio, los Muro, los Beltrán de Lis [...] ¿por qué no habéis siquiera presentado un punto de apoyo a la opinión manifestándoos con energía? [...1 Los Romero Al- puente, los Moreno Guerra, los Gaseo, los Navarro, los Díaz Morales, los Ochoa, los Solanot, los Díaz del Moral, los Priego, los Desprat y los Solana no combatieron con mucho éxito, combatieron al menos (debemos confesarlo) con mucho más esfuerzo » (p. 2-6).

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buenas, y si hubiéramos incurrido en la torpeza, en el crimen de satirizar sus operaciones... de vituperarlo, hubiéramos hecho traición a nuestros sentimientos y faltado a la justicia que es precisó hacer a la rectitud de las intenciones del ministerio actual. Otra cosa muy distinta es que procuremos dar impulso a su decisión de patriotismo, que le hagamos advertencias, y le manifestemos francamente los deseos del pueblo, y que hablemos con la franqueza propia de hombres libres.

(N° 65, p. 24-25)

Poco le queda ya al gobierno constitucional. Con la invasión de los cien mil hijos de San Luis bajo Angulema, se destruyen todos los programas políticos del trienio. El liberalismo moderado ha dado paso a un sistema dictatorial y antirrevolucionario. Los núcleos más radicales deben emigrar a Londres, Francia y América. El 22 de junio de 1823 pueden decir los editores de El Zurriago : « Los sucesos han venido a justificar nuestras predicciones38. »

Iris M. ZAVALA. Hunter Collège, New York.

38. Cf. el excelente libro de Vicente Lloréns, Liberales y románticos, El Colegio de México, 1954, para un estudio de la emigración de la época.