la playa

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La Playa Estoy tumbado, siento la arena en mi espalda y el olor a sal del mar. Abro los ojos y ante mi el inmenso mar y un cielo estrellado. Observo mi cuerpo, desnudo. ¿Donde estoy? Comienzo a caminar pero algo me detiene. Un impulso está recorriendo mi cuerpo mientras un cristal se abre paso entre la carne de mi pie. Caigo al suelo agotado. Mi cuerpo no responde. Busco en mi memoria, pero no encuentro nada. Mis únicos recuerdos son una playa y el dolor del cristal. El dolor vuelve, mi cuerpo comienza a responder. El sol me despierta, un intenso olor metálico inunda mis sentidos. He perdido algo de sangre por el corte. El cristal ya no está y, lo que es mas extraño, la herida ha desaparecido. Aunque la sangre esta allí. Comienzo a caminar por la playa. Su longitud es inmensa, pero solo mide unos 10 metros de ancho ya que un gran acantilado se levanta como un muro inexpugnable. A los pocos metros observo un pequeño rastro en la arena, una delgada línea. Decido seguirla. El sonido del mar contra la costa de arena es hipnótico. El rastro en la arena parece no acabar nunca, el sol va acercándose al horizonte y mi sombra avanza rápidamente delante de mi. Veo un destello a mi derecha, en el mar. Me giro y puedo verla a lo lejos. Parece un ser mitológico, su cuerpo desnudo brilla con los últimos rayos de sol. Recuerdo mi propia desnudez y un rubor rojo asoma a mis mejillas. En un instante llega a colocarse a unos pocos metros de la línea de la costa, se detiene mientras me observa y yo hago lo propio con ella. La veo sonreír. Es una mujer bellísima completamente desnuda. Se acerca a mí y siento como enciende un fuego en mí solo con su mirada, solo con su presencia. Está a unos pocos centímetros de mi cuando escucho un sonido a mi espalda. Unas pequeñas rocas han caído del acantilado en el preciso instante en el que el sol desaparecía por completo en el horizonte. Me giro y estoy solo, ella ha desaparecido. Confuso me siento en la arena. El cansancio se apodera de mi y me dejo llevar. Despierto, la luna está alta en el cielo nocturno. Veo las olas romper contra la costa aunque no emiten sonido alguno. El acantilado a mi espalda se ha convertido en una profunda selva. Siento una presencia pero el silencio continúa inundándolo todo. Un destello de luz en el mar. La encuentro de nuevo desnuda en el mar pero ahora su [email protected] C c b d n

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Page 1: La playa

La Playa

Estoy tumbado, siento la arena en mi espalda y el olor a sal del mar. Abro los ojos y ante mi el inmenso mar y un cielo estrellado. Observo mi cuerpo, desnudo. ¿Donde estoy?Comienzo a caminar pero algo me detiene. Un impulso está recorriendo mi cuerpo mientras un cristal se abre paso entre la carne de mi pie. Caigo al suelo agotado. Mi cuerpo no responde. Busco en mi memoria, pero no encuentro nada. Mis únicos recuerdos son una playa y el dolor del cristal. El dolor vuelve, mi cuerpo comienza a responder.

El sol me despierta, un intenso olor metálico inunda mis sentidos. He perdido algo de sangre por el corte. El cristal ya no está y, lo que es mas extraño, la herida ha desaparecido. Aunque la sangre esta allí.Comienzo a caminar por la playa. Su longitud es inmensa, pero solo mide unos 10 metros de ancho ya que un gran acantilado se levanta como un muro inexpugnable. A los pocos metros observo un pequeño rastro en la arena, una delgada línea. Decido seguirla. El sonido del mar contra la costa de arena es hipnótico. El rastro en la arena parece no acabar nunca, el sol va acercándose al horizonte y mi sombra avanza rápidamente delante de mi.Veo un destello a mi derecha, en el mar. Me giro y puedo verla a lo lejos. Parece un ser mitológico, su cuerpo desnudo brilla con los últimos rayos de sol. Recuerdo mi propia desnudez y un rubor rojo asoma a mis mejillas. En un instante llega a colocarse a unos pocos metros de la línea de la costa, se detiene mientras me observa y yo hago lo propio con ella. La veo sonreír. Es una mujer bellísima completamente desnuda. Se acerca a mí y siento como enciende un fuego en mí solo con su mirada, solo con su presencia. Está a unos pocos centímetros de mi cuando escucho un sonido a mi espalda. Unas pequeñas rocas han caído del acantilado en el preciso instante en el que el sol desaparecía por completo en el horizonte.Me giro y estoy solo, ella ha desaparecido.Confuso me siento en la arena. El cansancio se apodera de mi y me dejo llevar.

Despierto, la luna está alta en el cielo nocturno. Veo las olas romper contra la costa aunque no emiten sonido alguno. El acantilado a mi espalda se ha convertido en una profunda selva. Siento una presencia pero el silencio continúa inundándolo todo.Un destello de luz en el mar. La encuentro de nuevo desnuda en el mar pero ahora su

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rostro refleja un miedo atroz. Pese a saber que me observa intento llamarla pero las palabras no son capaces de materializarse en mi garganta. Sigo sintiendo una presencia escondida, no es ella. La siento desde el interior de la silenciosa selva. Giro mi cabeza y al volverla hacia ella puedo percibir el brillo de las lágrimas resbalando por su mejilla.De repente una sombra se desliza sobre la arena desde la selva dirigiéndose hacia donde estoy. Comienzo a correr hacia la playa, ahora la distancia es enorme. Por mas que me esfuerzo no soy capaz de alcanzar la costa. No se desde que momento pero la herida de mi pié ha vuelto y me hace cojear de forma torpe mientras corro por la arena. Consigo acercarme a la orilla, ella sigue en el agua observándome cada vez mas aterrada. Cuando llego a la altura del mar la sombra ya casi alcanza mis talones y entro en el agua. Siento la sal en mi herida, el agua mezclarse con la sangre que fluye de mi. En ese preciso instante la miro y mi oídos se desgarran por un gran grito de dolor que surge de su boca y mi corazón queda helado por el miedo y el terror que destilan su mirada.

De repente todo es silencio, todo es oscuridad. Me encuentro dentro de una sombra tan densa que no alcanzo a ver mi propio cuerpo. Es tan densa que no alcanzo a sentirlo. Mis pensamientos son lo único que tengo. Solo pienso en la playa, en ella y en su miedo. No tengo nada mas.Sin embargo yo estoy tranquilo y relajado, como si no hubiese pasado nada. Mi mente se sume en las tinieblas y duermo de nuevo.

Estoy tumbado, siento la arena en mi espalda y el olor a sal del mar. Abro los ojos y ante mi el inmenso mar. En mi mente solo un recuerdo, ella.

Antonio Navarro Blaya, junio 2010

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