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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
SELNICH V IVAS
Literato
Profesor de la Universidad Nacional de Colombia
La palabra traspasa al hombre, la aguja no.
Ai-Ajtal
En una Colombia donde la guerra ocasiona masacres, secuestros,
silenciamientos, torturas y desapariciones, la combinación de la poesía y la
guema hace pensar en una reflexión histónco-sodal sobre el porqué de la
prolongación de la guerra y ei aumento de la sevicia en el país. Es decin una
búsqueda común sobre las causas políticas y económicas que han favore
cido la injusticia y la impunidad. En este caso, la poesía (la palabra) comple
mentaría a la Sociología, al Derecho y al periodismo investigativo.
Una investigación de este tipo requiere de un trabajo conjunto
entre profesionales de distintos campos que, mediante el diálogo entre
obras literarias y no literarias, reconstruyan el imaginario colombiano
sobre la guerra. En la literatura colombiana abundan poemas de gran
valor documental que evidencian la fiereza del conflicto frente a los indi
viduos indefensos. Son obras secundarias, sin ningún valor poético, pero
que por su cantidad, entre escritores profesionales, consagrados o no, y
entre escritores aficionados, jóvenes o viejos, reflejan una preocupación
colectiva por querer aprehender el fenómeno de ia guerra.
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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
Tal vez la expresión poesía y guerra sirva de base para un juicio
categórico polémico: todo poeta es guerrero, Pero no al revés: no
todo guerrero es poeta. En principio, la guerra y la poesía se mueven
por una fiuenza dinámica semejante: la transformación. La literatura trans
forma ei lenguaje para inquietar al lector Se dice que, pendón, en las
filas de ios múltiples ejéncitos ínvolucnados en el conflicto colombiano
hay lectores de poesía o, por qué no, poetas. Sin desechar esta sospe
cha, vale la pena aclarar que las lecturas y los escritos de estos guerre
ros colombianos, a! igual que los de tantos escritores profesionales en
Colombia, como Nicolás Suescún, según las informaciones divulgadas
por los medios de comunicación nacionales, hablan de muy malos
modelos poéticos (Benedetti) y de obras sin formación en las que
todavía se confunde la rima y el juego de palabras con la poesía.
La rima, al igual que los géneros canción, himno, loa, hacen parte de
la poesía en general, pero cuando se ponen al servicio de las intenciones
patrióticas o propagandísticas redundan en el fracaso poético. Los cantos
de guerra subordinan ia lucha con el lenguaje -uno de los principios poé
ticos- a la manipulación ideológica, a la pedagogía del odio, como decía
Borges al referirse a ¡as cartillas nazis. Bajo esa pedagogía el combatiente
se convence de la maldad esencial de su enemigo, que casi siempre no
conoce, pero que sueña y aborrece sin motivo. El truco de los himnos de
guema, tan antiguos como la poesía misma, es muy eficiente en el campo
de batalla, porque se basa en la repetición. Se obliga a memorizarios y se
les utiliza a manera de encantamiento y alucmógeno justo antes del com
bate. La fórmula nahua, por ejemplo, "¡Los amantla son nuestros enemi
gos!/ ¡Ven a unirte a mí!/ ¡Con combate se hace la guerra!/ ¡Ven a unirte a
mí!"1, tiene su semejante entre los árabes del siglo Vil: "¡Cuántos rivales
dejé sobre el campo de batalla/ surcados por regueros púrpuras de san
gre!"2; y, a su vez, entre los grupos armados actuales en Colombia: "Ene
migo mataré/ y su sangre beberé"3, Portillo, Miguel León (compilador), Literatura del México Antiguo. Caracas, Ayacucho,
1986, p, 90, 2 Veglison, Josefina, Poesía árabe clásico. Madrid, Mondadori, 1 997, p. I 3, 3 Testimonio de excombatiente transmitido por "los habitantes de la noche". Emisora
Todelan 29 de enero de 2000, I 2:30 a.m.
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"Los dioses tejen desgracias para que a ias nuevas generaciones
no les falte qué cantar", decía Homero en la ¡liada, insinuando que la
poesía es, entre otras cosas, un instrumento de conocimiento. Cantar
por las desgracias, pero también cantar para entender el por qué de las
desgracias. ¿Por castigo de los dioses? ¿Por pasatiempo de los dioses?
Homero —y sus seguidores romanos y cristianos— presenta héroes
cuya esencia vital es ia lucha. Es decin sus acciones incontrolables (por su
soberbia) han violado los límites humanos establecidos por la naturaleza
y ahora, en medio de la guerra, se convierten en leones hambrientos
'que en lo alto del monte/ se disputan furiosos el cuerpo sin vida de
una anta". En los mitos primitivos indígenas americanos, en la Biblia, El
cantar de Roland, El cantar de los Nibelungos, El Mío Cid, en los himnos
que se obligaba a memonzar a los niños de las escuelas nazis, fascistas y
durante las dictaduras argentinas y chilenas, se sustituye la soberbia de
ios guerreros por una justificación: la defensa del país o de ia religión
verdadera, So que en últimas representa simplemente una soberbia
colectiva. Por esta razón abundan las imágenes de héroes descomuna
les que asesinan sin compasión a sus enemigos y se ensañan en los
cadáveres. Homero en el Canto XVI de la llíada, sirve de ejemplo:
"[Aquiles] el cadáver [de Epigeo] tocaba ya cuando el magnífi
co Héctor
lo alcanzó en ¡a cabeza al lanzarle una piedra, y rompiósela
en el casco de bronce, y de bruces cayó en ei cadáver
y extendióse la muerte sobre él, destructora de vidas'"1.
De manera que a los escritores colombianos no se les pide una
investigación psico-antropológica sobre la naturaleza violenta del ser
humano. Pero si en todas ias culturas, en todas las épocas y países, la
sociedad humana se ha enfrascado en cruentas guerras y ha cantado
poesía, ¿por qué no hablan por lo menos, de las apreciaciones que ha
dado la poesía sobre dicho fenómeno humano?
Existe una gran diferencia entre cantar a la guerra y cantar para
la guerra. El límite entre estos dos propósitos es borroso y peligroso
4 Todas las citas de la llíada pertenecen a la edición de José Alsina, Madrid. 1980,
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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
a la vez, como el filo de la navaja que saca punta al lápiz y por falta de
pulso rebana el dedo. Sigmund Freud desenmascaró las mentiras de la
guema cuando afirmó que el individuo no hace la guerra. La guerra la
hace la masa. La guerra es el resultado de unos cerebros que ta planean
y de cientos de autómatas que la ejecutan. Otros teóricos del fenóme
no han hablado de la guerra como una necesidad biológica natural, en
tanto dinamiza el proceso de selección de las especies. Para algunos
economistas del siglo XIX la guerra es producto de la contradicción
permanente entre las clases sociales que buscan el poder A estos argu
mentos, fundamentados e interesantes, se podría agregar el de
Empédodes, quien consideraba que el cosmos se mueve por dos fuer
zas en permanente choque, Amor y Discordia, y que dichas fuerzas se
manifiestan a través de los fenómenos naturales y en el cuerpo y el alma
humanos, Cada uno de estos caminos, no obstante, privilegia el fenóme
no de la guema y busca una explicación a su existencia, peno deja de lado
el asunto palabra y guerra, es decin para qué sirvió la poesía en aquellos
países donde hubo guerras tan sangrientas como la colombiana.
Pero en este planteamiento no hay espacio para las intenciones
moralizantes, como las famosas Cartas de amor a Colombia que han
escrito algunos escritores del continente, ni para las lamentaciones, que
suelen rebosar los escritos de los contradictores o víctimas de la gue
rra. Una taxonomía de estos últimos textos -aún no se les puede lla
mar poesía- diría que en un primer grupo se ubican los que escriben
en caliente, es decin bajo el dolor y el temor; en un segundo grupo
están los textos en los que refluye un sentimentalismo patriótico bas
tante ridículo y superficial, y en un tercer grupo, los escritos en los que
impera una absoluta falta de "imaginación moral", como llama Marshall
Berman a quienes eluden la realidad para evitar la fatiga que produce el
pensamiento. Un ejemplo del primer conjunto es este texto de Anabel
Torres:"Es que no teníamos/ un país / donde amarnos/ sin temor a que
mientras/ la muerte/ nos robara los hijos". Un ejemplo del segundo
grupo, que es al mismo tiempo un modelo exitoso en la poesía co
lombiana contemporánea, es este juego de palabras de Nicolás Suescún:
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"el amarillo es la luz del sol/ el azul es ei azul dei cielo/ el rojo es la
sangre de los inocentes"5. Un ejemplo del tercer grupo es el clásico
verso de Eduardo Carranza: "Salvo mi corazón, todo está bien".
¿Quién no está en contra de ia guerra? Desde el campesino
hasta el académico saben que la guerra es el más peligroso enemigo
de la civilización y el espíritu. Pero versos como los deTorres, Suescún
y Carranza no sólo no logran su objetivo (cuestionar la guerra, en los
dos primeros casos, y oponer el amor a algo, en el último ejemplo),
sino que producen un terrible odio por la poesía, porque se quedan
en la queja, el lamento, el lugar común y demuestran que la guerra ha
sobrecogido a sus autores, que les ha impedido ver más allá de su
impresión dolorosa. O que aún no cuentan con una elaboración poé
tica del asunto que tratan: poesía y guerra.
Los escritores de hoy dirán que la poesía no tiene por qué inmis
cuirse en los problemas sociales, que el compromiso político dei escri
tor está pasado de moda y que al poeta le corresponde únicamente la
responsabilidad de tratar con plasticidad los temas de su predilección.
Esta réplica es aceptable, porque la poesía como arte trabaja con un
matenal (la palabra) y antes y después de cualquier tema, debe preocu
parse por pulir y cincelar Psicólogos (Lev Vigostky, Howard Gardner) y
lingüistas (Román Jakobson, Jean Cohén) definen la poesía como una
técnica, medible y cuantrficable, consistente en la "combinación musita
da' ', personal, de los registros de la lengua. Sin lugar a dudas, estos grandes
estudiosos de la mente, del lenguaje y de la poesía tienen razón. Pero
olvidan una inquietud fundamental. No para ellos, sino para el poeta, para
et lector: ¿para qué sirve la poesía? Con mayor precisión: ¿para qué la
poesía, si nuestros muertos adornan las avenidas?
Admitamos: ia poesía es un juego con el lenguaje, sobre todo
en un país como Colombia -en un continente como América Lati
na- donde citar el Nocturno de José Asunción Silva es suficiente para
declararse poeta. Admitamos: ser brillante y profundo en este país es 5 Estos dos últimos ejemplos fueron tomados de Galeano, Juan Carlos, "Ante la agre
sión. Poetas colombianos en la violencia", en Lecturas dominicales de El Tiempo. I I de junio, 2000, p. 7.
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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
fácil, basta declararse bolivanano para dar a entender que se piensa el
país, que se comprende su historia. ¡La verdadera poesía, qué juego tan
caro, tan inútil y tan doloroso para un escritor honesto en Colombia!
Para ser poeta se necesitan los libros, muchos libros. Casi siempre li
bros costosos. Además, una educación, formal o autodidacta, pero gue
rrera, es decir autocnítica y permanentemente renovadora. ¿Qué sen
tido tiene aprender idiomas, escribir poesía, si no le sirve a nadie, si
nadie quiere leerla, comprarla, entenderla? ¿Para qué poetas, si todo
sigue igual: muy mal? ¿Para qué molestar al pueblo colombiano con
reflexiones senas y trascendentales, además de aburridas, si lo que ne
cesita es relax y mucho cariño?
Esta forma de pensar, empobrecedona del hecho poético y
confionmista con la realidad, explica el origen de ¡a creencia populan,
bastante cultivada pon los organismos estatales, según ia cual existen
profesiones útiles y rentables para la sociedad y hobbies juveniles, entre
los que figuran la literatura y las artes, En estos términos la poesía se
reduce a la expresión del sentimiento, del amor. Adolescentes, jóve
nes, jovencitas, escritores profesionales, ex presidentes, profesores,
burócratas, duques en sus ratos libres "cometen" poemas de amor o
cartas de amor. El verbo entrecomillado resalta la ternura con la que
hablan sobre su "pecadillo". Con razón hay tanta poesía amorosa en
Colombia, y sin necesidad de gastar millones en encuentros interna
cionales de escritores. ¿Quién no ha amado alguna vez? Con tanto
amor flotando por ahí, ya era hora de que se hubiera firmado la paz,
por lo menos con el vecino. Pero no. El sentimentalismo profesional
ha derivado -¡qué raro!- en más desasosiego, penuria y violencia.
A lo largo de ia historia, ios poetas han sido portavoces de
muchas de las injusticias sociales, económicas, políticas, sexuales. Ellos,
gracias a la distinción que les confiere la sociedad, opinan (preguntan)
sobre lo que otros no se han atrevido siquiera a hablan Los lectones, la
vida cuitunai, confían en su capacidad pana enderezar lo torcido, aun
que dicha solución sea temporal y dentro de una realidad ficticia. La
poesía, dice Seamus Heaney citando aWallace Stevens, es una'Vio-
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lencia interior que nos protege de la violencia exterior". Es la imagina
ción que contrarresta la fuerza con la que la realidad nos presiona.
Justamente porque ia poesía no puede ser un simple juego de pala
bras, cumple su finalidad: logra atravesar al hombre, tocarlo en su inte
rior, como ni siquiera lo alcanza ia bala, la explosión, el arma. El epígrafe
de este ensayo es un poema omeya del Al-Ajtal, cuyo título, Arma.
daría lugar a una interpretación adicional de la idea de Wallace Stevens.
La palabra traspasa al hombre, la aguja [el arma] no. Por muy fuerte
que sea ¡a explosión, por muy sangrienta que sea la conquista de un
pueblo, ¡a concientización de la gravedad de ios hechos no tendrá
lugan ni en la víctima ni en el victimario, hasta que no se haga palabra.
Decir que, por ejemplo, la colonización africana por parte de
tos europeos fue un hecho horrendo no conduce necesariamente a
una percepción, a una sensibilización de los hechos. En cambio, cuando
se lee ei poema Ellos vinieron de Francois Sengat-Kuo, de Camerún, se
comprende lo que significa ia destrucción de una cultura y la imposi
ción de una visión de mundo.
Ellos vinieron
al claro de luna
al ritmo del tam-tam
aquella noche
como siempre
bailábamos
reíamos
brillante fiuturo
ellos vinieron
civilización
biblias bajo el brazo
fusiles en mano
los muertos se amontonaron
lloramos
y el tam-tam se calió
silencio profundo como ia muerte.
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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
lis sont venus
au dair de lune
au rythme du tam-tam
ce soir-lá
comme toujours
l'on dansait
l'on nait
brillant avenir
¡Is sont venus
civilisation
bibles sous le bras
fusils en mains
les morts se sont entassés
l'on a pleuré
et le tam-tam s'est tu
silence profond comme la mort6.
Palabras como "biblia" -en minúscula-, "civilización" y "fusiles"
comparten, necesariamente, un campo semántico dentro del poe
ma: la agresión. Fueron supresores de un "brillante fiuturo", en el que
se podría bailar y cantar
La poesía de la guerra es una poesía en contra de la guerra,
porque causa un efecto liberador de la realidad. A través de la poesía
se pueden equilibrar ios platillos de la balanza de la realidad, casi siem
pre indinados hacia el lado del más fuerte, Pero el poeta no es un cura
que vive sermoneando a todo el mundo y diciendo lo que está mal y
lo que está bien. No tiene voluntad de evangelizador Por su grado de
agudeza y percepción, valdría más como un voyeur, que mira con sorna
y con placer los puntos más recónditos de lo humano.
En los momentos más difíciles de la histona humana, que son casi
todos, el poeta ha mostrado, ha desnudado, el comportamiento huma
no, sin juzgarlo, para que la experiencia pura y la expresión concreta 6 Sengat-Kuo, Francois, "Ellos vinieron", en Hoyet, Mane-José (compiladora). Poesía
africana. Poetl subsaharianí di área francófona, Firenze, Ponte alie Grazie, I 992, p. 86. La versión es de Rodolfo Suárez.
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logren afectar ai lector Derek Walcott, al referirse a la guerra de Kosovo,
dice que lo más peligroso de la guema moderna es la repetición sistemá
tica del horror Pero al mismo tiempo se sorprede del papel maravilloso
que puede cumplir la poesía; "Enseñar la maldad del hombre, amar el
mundo incluso en su doion crear belleza aunque sea a partir del horror
Eso es lo que salva a los poetas".Y los salva precisamente de caer en la
repetición y la sensiblería, que es la cara más homibie del conformismo.
Una poesía que se preste a la guerra es una contradicción en los
términos, por no decir una aberración. Aberración a ia que han llegado
grandes poetas del siglo XX, como CésarValiejo y Miguel Hernández. La
esperanza en una sociedad mejor llevó a estos dos poetas a creer en el
poder de transformación social que tenía la lucha armada. Cuando esa
lucha fracasó -toda lucha armada es un fracaso, porque implica la sustrac
ción de materia, ia eliminación de otro ser humano- y los mensajes par
tidistas no hallaron receptores en otros pueblos en guerra, aparecieron
los mejores poemas de guerra de Vallejo y Hernández.Ya nadie leería, sin
convocar una risa, el verso "¡El poeta saluda al sufrimiento armado!"7,
Pero quién no se sobrecogería con una expresión como "¡Cuídate, Espa
ña, de tu propia España!"8, Este verso causa una reacción interior inme
diata; lacera el espíritu y la percepción de la historia, en especial si se trata
de un lector que vive una lucha fratricida como la colombiana.
La poesía ofrece una respuesta a la realidad. Lo que no se pue
de aceptar en ia realidad, en la poesía se concibe como posible: guenni-
leros, paramilitares, militares, campesinos, ricos, pobres, policías y estu
diantes son hermanos. Una guerra entre ellos es simplemente una guerra
que destruye seres queridos,("¡Qué bellos son los párpados de los
muertos queridos", canta GeorgTrakl, advirtiendo sobre la profunda
contrariedad que produce el desarrollo de la guerra en quienes creye
ron, al comienzo, en ella.) El descubrimiento de esta terrible contradic
ción llevó a Hernández a plantear dos de los versos más implacables
de la poesía: "No sé por qué, no sé pon qué ni cómo/ me pendono la 7 Vallejo, César "España, aparta de mí este cáliz", en Vallejo, César, Obra poética comple
ta. Caracas. Ayacucho, 1990. 3 Hernández, Miguel, Antología. Buenos Aires, Losada, 1966.
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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
vida cada día", Al comienzo la guerra entusiasma, luego desanima y
por último provoca una crisis interior, que induce a una visión proble
mática de la condición humana, de lo que condiciona el acto humano.
La poesía le debe más a la guerra de io que los actores del
conflicto se imaginan. Los poetas han leído mejor la guerra que los
guerreros la poesía. La guerra ha transformado la sensibilidad, el len
guaje y ia escritura del poema. ¿Cómo entender a Netzahualcóyotl y a
Whitman sin la guerra? ¿Cómo leer el futurismo, el surrealismo y el
expresionismo sin la Primera Guerra Mundial? La perversión creativa e
inusitada de la técnica puesta al servicio del crimen modificaron la
forma de hacer poesía. Vladimir Maiakovskü, artífice y pastor del
futurismo ruso, hizo del lenguaje militar un manifiesto poético. Luchaba
por la liberación del arte y de la poesía. Sus enemigos eran el idioma
literario establecido, el ritmo, la medida, la sintaxis, la etimología. Unos
años antes de Maiakovskü, FilippoTommaso Marinetti, después de pre
senciar los bombardeos de los países balcánicos sobre Turquía (1912),
y mucho antes de declararse seguidor del fascismo, destruyó, explotó,
la lengua italiana con su libro Parole in libertó que da comienzo al
experimentáosme en Europa y América. Para dar una muestra se tras
cribe un fragmento en italiano del poema Bombardamento diAdrianopoli;
Furia afifanno orecchie occhi narici aperti! attenti! forza!
che gioia vedere udire ilutare tutto turto tatatatatata delle
mitragliatrici estribare a perdifiato sotto morsi schiaffi traak-
traak frustate pic-pac-pum-tumb bizzarrie salti (200 metri)
della fucileria9.
Mannetti demuestra con este poema que para expresar lo que
pasa en la guerra es necesario ajustarse a su lenguaje. La especie humana
está en peligro porque hay formas más sistemáticas para su destrucción
y estas formas, ai igual que sus efectos, sorprenden no tanto por su capa
cidad de destrucción física, sino por ia velocidad con que inauguran nue
vos lenguajes incomprensibles e incomunicables para el ser humano. A tal
9 Marinetti, FilippoTommaso,"Bombardamento di Adrianopoli", en Spagnoletti, Giacmto (compilador), Otto secoli di poesía italiana, Roma, Newton Compton, 1993, p. 612.
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punto avanza la guerra, que los humanos ya no respetan normas ni pnn-
cipios. Las bombas habían hecho brotar nuevas formas de barbane y
dolor que con el lenguaje acostumbrado no se podían expresan Los
sonidos de las metralletas y de las explosiones salieron del combate y se
establecieron en el poema, como se había hecho con el estruendo de ias
espadas y los escudos.Ya no eran la piedra arrojada por Héctor
Los bombardeos sobre Turquía apenas eran una burla a los com
bates cuerpo a cuerpo que se libraban en los siglos pasados. Ni siquiera
había tiempo para luchar alrededor del cadáver del amigo.Tampoco se
puede decir que después del bombardeo se vivieran imágenes
«dantescas», en el sentido de lo que vio Dante en el Infierno: perduta
gente, esto es, enfermos, condenados. Las orejas, los ojos, las narices abier
tas de cientos de personas se combinan, en un segundo, con el
tatatatatatata, el traak-traak y el pic-pac-pum-tumb de las armas. En esta
nueva guerra las formas del cuerpo humano no representan los límites
de la muerte. La muerte se ha llevado más allá de los átomos del alma.
No se sabe si Marinetti actuó con morbo al presentar la escena, pero su
hiperrealismo deja entrever una crítica a la barbarie militar
Poesía versus guerra implica un riesgo evidente: escribir con el
corazón, con el dolor, con el odio. Cuando este escollo se supera, la
obra se traduce en imágenes y pensamientos surgidos desde el inte
rior de las imágenes de la guerra, que conducen a una reformulación
del problema, como en este homenaje de Octavio García al poeta
colombiano Aurelio Arturo:
Carta
Perdónanos, Arturo,
por el país que ahora tenemos.
Incluso ha cambiado de nombre,
ahora se llama Muerte
y está habitado por muertos.
Ahora se llama Muerte
y el sol está en el exilio10.
10 García. Octavio, De huesos y cenizas, Bogotá, El Astillero, 1998, p. 77.
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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
El poema no toma partido. Cuando lo hace se empobrece,
pues tiene que referirse a una sola de las mil caras de la moneda, O
mejor dicho, el único compromiso del poema cuando se ocupa de la
guerra es su destrucción mediante la inclusión e igualación de los
adversarios. El poema Carta involucra, por medio del "perdónanos", a
la pluralidad, al nos. En esa medida hace responsable a la totalidad de
la sociedad por algo que es monstruoso: el exilio del sol, esto es, la
destrucción de la vida. Hay una responsabilidad directa frente a la
guerra por panto de quienes ia pnesencian y la padecen, aunque no la
ejerzan, GeorgTrak! denomina la guerra como "la marea de la san
gre", implicando lo más vital de la vida y haciendo responsables del
crimen a todos los humanos a la vez. En la marea de la sangre, el
cuidado de lo humano concierne a todos los humanos, en todos hay
sangre y el oleaje de! mar de sangre se produce en cada sistema
circulatorio.
Otros poetas, quizá los más grandes poetas sobre ia guerra, ia
refieren sin mencionarla, o se ocupan de sus efectos, de sus contradic
ciones internas, de ia dimensión humana que la permite. Se supone
que el poeta, como intelectual, está dotado de una sensibilidad y una
formación especiales que le permiten preguntarla realidad desde otros
ángulos, desde puntos diversos y plurales. La mirada de la poesía es,
debería ser, contradictoria, irónica, en la medida en que trata -en esto
consiste su lucha y su originalidad- de expresar en un todo armónico
elementos (hechos, ¡deas, sentimientos, experiencias, etc.) que en prin
cipio son exduyentes o están en desequilibrio, como dice Heaney El
poema hace de su material, de su forma y de su contenido una diso
nancia armónica con la que logra transformar la realidad.
La transformación de esa realidad, sin embargo, según Heaney,
no se da por un efecto mágico sobre los estamentos sociales, sino por
el estado de relajación que causa en el lector "Siempre que las coorde
nadas de la cosa imaginada comespondan a ias dei mundo en que vivi
mos y sufrimos, la poesía cumplirá con su función compensadora. Se
convierte en otra verdad a la que recurrir ante la cual nos podemos
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reflejar de un modo más plenamente autorizado"11, "Por función com
pensadora" se puede entender y en esto Heaney está de acuerdo con
Borges, "la modificación física que suscita cada lectura". El momento
más eufónico de la lectuna de un poema de guerra no será, entonces,
aquel que convoque la emoción al desequilibrio de siempre, sino aquel
que permita descubrir que a pesar de tantas guerras y batallas
sangrientamente perdidas y ganadas, aún todo se sostiene. El poema
logrado le gana la batalla a lo contingente y permite, como dice Borges,
"prefigurar un porvenir"12. La capacidad para influir en el lector el thnll
o efecto estético, depende de la capacidad del autor para superar las
condiciones concretas, tanto históricas como biográficas, que lo produ
jeron. He aquí otro principio o criterio de selección de un poema de la
guerra: evitar el lenguaje ¡ocal, los hechos políticos y sociales particula
res, para dar paso a un experiencia esencial.
Una visión del poetizar que complementa ¡a prefiguración del
porvenir fue planteada en 1950 por Gottfried Benn durante una confe
rencia que desconcertó al público. A una pregunta de moda (¿la poesía
puede mejorar la vida?), Benn respondió con vanas negativas en serie. La
poesía no debe ser tomada como un efecto terapéutico, no se puede
combatir un trauma con poesía, porque lo agrava. Tampoco se puede
considerar el poema como un instrumento político, pues toda idea po
lítica terminaría en caos, bajo las ambigüedades de! poema. Ni siquiera,
decía Benn, el poema puede mejorar la vida cultural, porque la vida cul
tura! la hacen los pueblos, las tradiciones, y el poema, el arte, rompe las
tradiciones. Restaban cinco minutos -los dos últimos párrafos de la con
ferencia- y ei público estaba dispuesto a marcharse con la idea de que
Benn era anarquista o un nihilista desahuciado, cuando el autor de los
Poemas estáticos aclaró: "El poema moderno, el poema absoluto es e!
poema sin creencias, el poema sin esperanza, el poema que no corrige a
nadie, un poema de palabras, que fascina por su ensamblaje"13.
1 Heaney, Seamus.The Redress of Poetry, en www,seamus-heaney-de 2 Borges, Jorge Luis, Prólogo a Obra poética. Buenos Aires, 1977, p, 2 I. 3 Benn, Gottfried,"Solí die Dichtung das Leben bessern?", en Gedichte, Stuttgart, Recalm,
995. p. 152.
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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
Pero no queria decir con ello que definitivamente el poema no
sirve para nada, sino que pretendía determinar las coordenadas en las que
se puede discutir cuál es su función esencial. El poema sin creencias es el
poema sin compromisos externos al arte, el poema que no convierte a
ninguna religión o partido político. El poema sin esperanza es el poema
que no engaña al lectonle presenta la realidad contundente. El poema que
no corrige a nadie es el poema que no intenta persuadir al malo a que
abandone su crueldad ni al bueno de que siga por la senda del bien. Benn
niega la posibilidad de que el poema pueda mejorar la vida, prefigurar el
porvenir pero concede al poema un poder de fascinación. ¿A qué se
debe dicho poder? El responde que a la arquitectura, a la construcción de
sus piezas, hechas de palabra. Gracias a esa construcción insólita, el poema
choca con la realidad. El poema no lucha contra la realidad en el sentido
bélico de la expresión, pero, concluye Benn,"hace algo todavía más deter
minante: la trastoca"14, altera los términos con que la historia, la ciencia, la
política, la economía, entienden la realidad.Todas las cosas, todos los con
ceptos y categorías modifican su carácter bajo la mirada del poema.
Si se hablara a nombre de Heaney, Walcott, Borges y Benn, se
diría que un texto contra la guerra es logrado, cuando posee una
elaboración poética o lucha con el lenguaje; suscita un efecto estético
o permite prefigurar el porvenir; supera el estado de crisis personal y
las circunstancias histórico-sociales inmediatas y trastoca el sentido
de los conceptos y categorías establecidas para la realidad,
Una buena muestra de elaboración poética y de efecto estético
se presenta en los siguientes dos poemas, uno de Roberto Gernhardt
y otro de Giuseppe Ungaretti. Ambos utilizan una estructura similar:
presentación de la situación dolorosa, punto de crisis y resolución del
conflicto, mediante una opción que al principio era imposible.
Frage
Kann man nach zwei verlorenen Knegen,
Nach blutigen Schlachten, schrecklichen Siegen,
~ M Ibid.
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Selnich Vivas
Nach all dem Morden, all dem Vernichten,
Kann man nach diesen Zeiten noch dichten?
Die Antwort kann nur folgende sem:
Dreimal NEIN!
Pregunta
¿Se puede después de dos guemas perdidas,
Después de batallas sangrientas, victorias horrorosas,
Después de todos los crímenes, de todas las ejecuciones,
Se puede aún después de estos tiempos, hacer poesía?
La respuesta sólo puede ser la siguiente:
¡Tres veces No!15
El poema de Robert Gernhardt deja el trabajo a la ¡ronía.Todo
lo anterior al último verso conduce a la negación, pero en la negación
misma existe un ejercicio de poetizan que hace exclamar al lector o
lectora: ¡pero si acaba de hacer poesía! Y no sólo la acaba de elaborar.
Al mismo tiempo lega a ella la responsabilidad de burlarse del pasa
do oscuro,
Veglia
Uríintera nottata
buttato vicino
a un compagno
massacrato
con la sua boca
digngnata
volta al plenilunio
con la congestione
delle sue mam
penetrata
nel mió silenzio
ho scritto
5 Gemhandt, Robert Re/m und Ze/t, Stuttgart Recalm, 1996, p. 8. La versión es de Selnich Vivas,
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Reflexiones sobre la poesía y la guerra
iettere piene 'amore
Non sonó mai stato
tanto
attaccato alia vita
Vigilia
En una entera noche
botado cerca
a un compañero
masacrado
con su boca
crujiente
vuelta al plenilunio
con la congestión
de sus manos
penetrada
en mi silencio
escribí
cartas llenas de amor
Nunca he estado
tan
apegado a la vida16.
Este poema de Ungaretti saca lo mejor de una situación desas
trosa. El cadáver de un compañero no da lugar a lamentaciones obvias,
sino que permite el aferramiento a la vida, a la creación (cartas), y al
sentimiento de cariño (amor). Al mismo tiempo, plantea una salida, una
prefiguración, a un mundo posible, donde es indispensable sobrepo
nerse a los más duros reveses de la guerra. El odio quedó atrás.
Para superar el estado de crisis personal y las circunstancias
sociohistóncas, Netzahualcóyotl y Rilke utilizan la elusión de la guerra y
las preguntas trascendentales. Unos años antes de la llegada de los blan-
16 Ungaretti, Giuseppe, "Veglia", en Spagnoietti, Giacmto, op. cit., pp. 690-69 i, La versión es de Rodolfo Suárez
1408 I
Selnich Vivas
eos a México, cuando la dominación azteca hacía alarde de sus más
inclementes castigos y sacrificios, Netzahualcóyotl escribió Canto de la
huida, una obra en la que el cuestionamiento a la guema es subterráneo
y en donde se rastrea el comienzo de un pensamiento, frustrado por la
historia, que podría llamarse escéptico, moderno o nihilista, pues plan
tea una superación del politeísmo violento de su cultura.
¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?
¿Obra desconsideradamente,
vive, el que sostiene y eleva a los hombres?17
Rilke, por su parte, utiliza el mismo tono del poeta nahua, aun
que bajo una atmósfera más idílica y cinco siglos después. A pesar de
los bombardeos y de la destrucción que ocasiona la Primera Guerra
Mundial, ei yo poético del Libro de las horas, considera que
Es ist ein grofiies Wunder in deWelt18.
(Hay un gran milagro en el mundo.)
Quien observa el paisaje y la naturaleza en el poema siente
que toda vida es vivida/ vivible {alies Leben wird gelebt). Pero cuando
se llega al final del poema, y luego de pasar por el viento, los animales,
las hojas, las piedras, el agua, todos elementos vitales, el poema des
plaza la inquietud en un nivel teológico-crítico:
Wer lebt es denn? Lebst du es Gott, -das Leben?
(¿Quién la [la vida] vive entonces? ¿La vives tú Dios, - La vida?)
Dos poetas de lengua inglesa servirán para ilustrar ei
trastocamiento de los conceptos y las categorías establecidas para la
guerra. La guerra vista por los noticieros o por ios periódicos aparece
como una lucha entre dos o más bandos. Se dice: los guerrilleros con
tra los soldados del ejército nacional. Pero no se deja espacio a la duda:
¿en realidad quienes están combatiendo lo hacen por ideales propios
o son sometidos o simplemente no saben lo que está pasando?
William ButtlerYeats en Un piloto irlandés prevé su muerte hace
confesar a su personaje que pertenece a la Fuerza Aérea Británica 7 Portillo. Miguel León, op. cit. p. 170,
,B Rilke, Remer Mana, Dus Studen-Buch. Frankfurt, Insel, 1996, p. 43. La versión es de Selnich Vivas,
409
Reflexiones sobre la poesía y la guerra
por simple curiosidad y placen mas no pon un ideal político. Sincera
mente no le interesa qué pueda pasar con los italianos o los alemanes
o los ingleses.
Those that I Fight I do not hate,
Those that i guard I do not iove; i9
("Aquellos que yo combato yo no odio,
Aquellos que yo defiendo yo no amo;")
Whitman, cuya presencia en la Guerra de Secesión fue activa
como soldado y como corresponsal, aplica a la poesía la solución que
en el campo de batalla era impensable: la reconciliación. Su voz se hace
portadora de los deseos y temores de los más necesitados y de los
más favorecidos. En él se cumple la verdadera democracia social, en
donde hay espacio para todos, pero en igualdad de condiciones. Su
presupuesto en Canto a mí mismo10 es irrefutable:
Whoever degrades another degrades me
(Cualquiera que degrade a otro me degrada a mí)
La guerra, al igual que la convivencia, se basa en principios del tus
naturalls, indubitables, acordados desde el principio de los tiempos,
cuando, como dice Hegel en la Fenomenología del espíritu, ei hilo de luz
comunicaba a los dioses con todo lo terreno. Por eso en el mismo
poema, reclama:
By God! I will accept nothmg which all cannot have their
Counterpart of on the same terms.
(¡Por Dios! Yo no aceptaré nada que no pueda tener su
Contraparte en los mismos términos)
Reconciliation es el título de un poema breve escrito después
de enterarse de ia muerte de su hermano, también soldado. A esta
palabra, de contenido religioso, Whitman asigna una función cósmica:
Word over all, beautiful as the sky.
(Palabra sobre todas, hermosa como el cielo.)
19 Yeats, William Buttler, Antología bilingüe. Madrid, Alianza, 1990, p. 100. Traducción de Enrique Laracciolo.
20 Whitman, Walt, "24", en Song of Myself Toronto, Dove, 1995, p. I 25, Traducción de Jorge Arcimegas,
1410 I
Selnich Vivas
Palabra entre todas, podría traducirse, para destacar el sentido
de creación, de origen del verbo y de la poesía. Porque esa capacidad
para superar el problema personal hace del odio más enconado, el
respeto. El mismo poema agrega, refiriéndose a todos los caídos en
combate:
For my enemy is dead, a man divine as myselfi is dead.
(Puesto que mi enemigo fue muerto, un hombre divi
no como yo fue muerto2 '.)
La poesía de la guerra planteó, antes de cualquier tratado in
ternacional, la necesidad de la humanización de la guema. Para ello
hizo que el sentimiento de furia redundara en aprecio por la vida
ajena y por el respeto al cadáver de los combatientes, así como por
el reconocimiento de los que no estaban involucrados en el conflicto.
Homero, otra vez Homero, sorprende al anticiparse a Whitman,
Príamo hizo lo que nadie en la guerra, para acabar con ella. Abrazó las
rodillas de Aquiles, besó aquellas manos homicidas y crueles con que
le mató a tantos hijos y dijo:
"Me he atrevido a io que no hizo nadie en laTierra: a llevarme
A los labios la mano de aquel que ha matado a mis hijos"22.
Citar algunos ejemplos de la literatura universal —pensemos
por ejemplo en Sherezada, quien prolonga su vida y la de su hermana
gracias a la palabra— bastarían para sustentar que en Hispanoamérica
ios intelectuales han abandonado su papel como orientadores, como
constructores de civilización. En un evento realizado en Bogotá, en
agosto de 2000, apenas dos escritores, un español (Jorge Riechmann)
y un ecuatoriano (Jorge Enrique Adoum), hablaron con honestidad y
seriedad. El primero se refirió a ios transparentes de Rene Char Trans
parencia que le concede la vida, pues al no ser vistos, al ser atravesables,
sin dolor, por las balas, conservan su existencia. El segundo dejó una
metáfora contundente, "aprendí a contar no con números, sino con
cadáveres". La peste del olvido ahora sí parece haberse apoderado 21 Whitman, Walt,"Reconciliaron", en Civil Wor Poetry and Prose,Toronto, Dove, 1995, p.
34 La versión es de Selnich Vivas, 22 llíada. Canto XXIV,
411
Reflexiones sobre la poesía y la guerra
de los escritores profesionales. Por eso una poesía del amor y la
melosería es un crimen en tiempos de guerra.
En un encuentro de jóvenes escritores realizado en el Colegio
Cafam, una niña de trece años, estudiante de! Colegio Contadora, de
cía con tanta naturalidad, refiriéndose a la guerra que siente cada día,
"entonces me peino reflejada en la alcantarilla de la esquina". Con eiio
no quería decir más que la necesidad de devolver los nombres a las
cosas, a las situaciones. La poesía parece no tener sentido en tiempos
de paz; por lo menos cuando ella se pone al servicio de la trivialidad,
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Fallas de o r igen . La discursiv idad h is tór ica de los ac tores
del conf l i c to : el E L N , 1964- i 996
JUAN CARLOS SIERRA *
Universidad Nacional de Colombia
I n t roducc ión
El poder de la palabra genera respeto; el dominio de lo escrito
ha demostrado históricamente que determina condiciones sociales e
individuales que establecen linderos difíciles de desconocer. Pero por
encima de estos dos ámbitos, el escrito y el oral, existe un tipo de
discurso que somete aún más a la sociedad: se trata del dominio
sobre una determinada interpretación del pasado. Ya sea difundido
por medios orales o escritos, este campo de dominio lleva a la posi
bilidad de establecer patrones de conducta, tradiciones y, más aún, es
el que permite el funcionamiento de un determinado tipo de verdad
histórica que exonera o condena según el deseo de aquellos que
poseen el poden o que esgrimen una determinada versión de la his
toria. Así, el pasado condena o salva según el bando que lo controle,
En nuestro país esto tiene un funcionamiento particular Diver
sos grupos formalmente establecidos o de existencia tácita sostienen
una discursividad histórica propia, concebida internamente o resultan-
' Estudiante de la carrera de Historia, ganador del concurso de ensayos convocado en el marco del seminario internacional La Universidad piensa la paz.
I 4151
Fallas de or igen
te de un pasado funcional para algún propósito. A su vez, se
entrecruzan diversos tipos de lectura del pasado cuyos promotores
paradójicamente se encuentran en extremos contrarios, aparente
mente irreconciliables, pero sobre todo con altos niveles de intransi
gencia y control sobre medios violentos de coacción.
Se trata de un choque intracultural de órdenes simbólicos de
aquellos que dominan extensas franjas territoriales, medios de coac
ción y mecanismos de organización social local o nacional; nos referi
mos al Estado y a la guerrilla.
Este ensayo pretende ubicarse en la modalidad del análisis
historiográfico. Es sobre todo un resultado preliminar de una investiga
ción que se viene desarrollando sobre documentos de la guerrilla dei
ELN dentro del pregrado de Historia en la Universidad Nacional; no
pretende ser exhaustivo, agotando posibilidades de investigación so
bre la materia, pero sí busca delimitar una frontera del conocimiento
sobre un actor armado específico y, sobre todo, funciona como
abrebocas de un tema inexplorado que de una u otra forma es parte
componente y determinante de la condición conflictiva de ia sociedad
colombiana. El peso que se da al análisis de la problemática del discur
so historiográfico de la msurgencia es superior debido a un común
entendimiento -supuesto, valga aclararlo- de los puntos que el Estado
maneja como parte de la "verdad histórica" con la cual opera.
No se hacen en este ensayo afiliaciones con escuelas teóricas o
histonográficas teniendo en cuenta una premisa fundamental: el análisis de
la sociedad colombiana merece consagrarse en lo propio y debe preten
der la construcción de modelos de análisis singulares que no se sometan a
los resultantes de ia constatación de experiencias foráneas, ajenas a nues
tro vivir histórico. Finalmente, pretende establecer algunos elementos de
discusión sobre las razones del reiterado fracaso en los acercamientos a
una paz negociada, es decir políticamente concebida y alcanzada. Ei ensayo
se compone de tres partes. La primera aborda con alguna ligereza el dis
curso histórico manejado por el Establecimiento, además de observar el
papel que han jugado e intentan jugar ios intelectuales dentro de las distin-
1416 I
Juan Carlos Sierra
tas mesas de negociación. La segunda tiene por objeto señalar el discurso
histórico, esta vez en el interior de un grupo subversivo del país, el ELN,
enmarcado en una periodización propia de ta dinámica del fenómeno
discursivo, además de revelar una falla -de las muchas posibles- en ia
interpretación y consideraciones que sobre la sociedad (comunidad) ha
cen en la organización, con relación a sus dinámicas de transformación a
través del tiempo. El penodo del análisis según ias fuentes consultadas va
de 1964 a 1996. Finalmente, en el tercer apartado se emparentan las
fallas de las concepciones históncas de los dos bandos con la estrechez de
las posibilidades de la academia para desamollar la misma tarea, vinculando
a la vez este problema con las dificultades actuales de una mesa de nego
ciación con el ELN, y ia actuación de este grupo en ios últimos tiempos.
Desconocimiento gubernamenta l
Los diferentes gobiernos nacionales, entre sus planes de acer
camiento, diálogo y negociación con la insurgencia, han concedido un
papel importante a aquellos individuos que han dedicado parte de sus
vidas al reconocimiento de la problemática del conflicto nacional y de
los procesos de diverso orden que comprometen al país en su condi
ción violenta1. El resultado, sin embargo, dice bien poco del papel efec
tivamente jugado por los intelectuales en las diferentes mesas de diálo
go; esto se debe en parte a las mínimas posibilidades de decisión que
se les confiere y a las determinaciones maniatadas que pueden tomar
merced, en la mayoría de los casos, a la preeminencia estratégica gu
bernamental característica de cada uno de los intentos de dar una
salida negociada al conflicto, y a la imposibilidad de los académicos
para hacer entrar en razón a los jefes del Estado y las Fuerzas Militares
sobre tas características de la confrontación en perspectivas que su-
En Colombia los procesos de paz han tenido una desafortunada dinámica alternada según los gobiernos de turno, en lugar de constituir una política unificada de Estado. Reflejo de esto es que cada gobierno determina el papel efectivo que juegan los intelectuales: así, Belisarío Betancur contó con personajes de notable reconocimiento, al igual que Virgilio Barco; mientras César Gaviria se asesoró de jóvenes especializados en el tema -parte de Kinder de Palacio-, al igual que Ernesto Samper, La participación de intelectuales en la política de paz de Andrés Pastrana es bastante discreta.
I 4171
Fallas de or igen
penen el simple coyunturalismo o las respuestas producto del sen
tido común. Entre otros factores, es allí donde nace el denominado
desconocimiento gubernamental del conflicto y de los actores en él
insertos. Para las capas altas del poder nacional, el pasado como
instrumento de configuración de una memoria nacional sólo ha ser
vido para legitimar el enfrentamiento abierto, así como para soste
nerse en la cúspide de la política nacional. El espacio para las regre
siones históricas está a la orden de! día, generalmente para hacer
remembranzas de los miles de caídos en el enfrentamiento políti
co y así dar un respaldo histónco-empínco para su modo de ac
tuar; o en otros casos, para satanizar todas y cada una de las accio
nes de los diferentes grupos guerrilleros involucrados. No hay,
entonces, una observación clara de las circunstancias que rodean la
existencia de movimientos que buscan acabar con las estructuras
básicas del sistema político y económico existente.
Esto se debe en parte a una miopía de los constructores de ia
memoria nacional2 de quienes el statu quo se ha servido para llevar a
cabo planes de tipo ofensivo militan, paralelos a negociaciones justifica
das sólo -en estos términos- por la esperanza del agotamiento del
otro y el ofrecimiento incondicional de una rendición antes de llegar a
los límites del enfrentamiento total.
Reflexiones que retóricamente son conciliadoras, pero que
en la práctica tienen un desenvolvimiento violento dada la existen
cia de un trasfondo de desprecio y subvaloración de los elementos
que constituyen las propuestas y la visión de la insurgencia sobre el
país. A todo proceso de paz lo acompaña una magna producción
de literatura sobre el tema, que reviste ei suceso con un aire de
"mirar atrás y comenzar de nuevo". Un maquillaje histórico que
2 Se hace referencia en primer lugar a los promotores de una historia oficialista, que hace loas al establecimiento sin entrar en críticas sistemáticas de las acciones u omisiones de éste, distintos a los académicos comprometidos en interpretar de manera adecuada la realidad nacional. También a quienes en un trabajo más serio elaboran críticas al sistema, pero que de algún modo resultan -deliberada o involuntariamente- ofreciendo análisis del país que legitiman la permanencia de ciertas actitudes, costumbres o élites en el manejo de los hilos del Estado colombiano,
1418 I
Juan Carlos Sierra
apunta hacia la paz, pero que se fundamenta en formas de odio a la
insurgencia, caracterizando a ésta como agente ideológicamente
nocivo, transformador negativo, ...en últimas elemento, subversivo.
El pasado funciona para el establecimiento como una cortapisa desde
ia cual promulga un agotamiento de la sociedad frente al conflicto,
pero que paralelamente tiene como trasfondo una búsqueda de la
derrota total del enemigo sin miramientos de los motivos reales de
su aparición, fortalecimiento y sostenimiento.
Ante esto ha existido una situación tanto de amordazamien-
to como de impotencia por parte de quienes pueden ofrecer ca
minos que se funden en indagaciones tejidas desde el pensamiento
libre, no manipulado, no infectado por los abiertos intereses de
poder. La academia porta entonces la mordaza, que cuando es reti
rada permite la emisión pública de opiniones que de algún modo
son manipuladas, tergiversadas por los que en realidad sostienen
con fuerza los hilos de la negociación o los diálogos de paz que
hasta la fecha se han llevado a cabo. Aunque se habla de una liber
tad académica para proferir abiertamente conceptos sobre la si
tuación violenta nacional, éstos son escuchados a cabalidad por muy
pocos, si no es que existe una censura de por medio que utiliza
sistemas de intimidación en el campo intelectual.
Así, no se puede esperar que los gobiernos tengan en las mesas
de diálogo una legitimidad suficientemente respaldada en ei conoci
miento de la situación nacional, cuando el andamiaje que sostiene
muchas de sus reivindicaciones históricas padece de serios vicios de
forma, contenido y proyección temporal.
El establecimiento entonces crea una visión de la verdad histó
rica, una versión propia del pasado donde lo que pone en exhibición
es justamente lo que quiere que aparezca ante la opinión pública como
"lo que realmente sucedió"Tal apropiación de la reflexión histórica es
la que se difunde en la sociedad a través de los canales típicos de
divulgación masiva; sociedad que generalmente no posee un arsenal
crítico suficientemente sólido para refutar este "pasado inventado",
i 4191
Fallas de or igen
esa tradición ideada3. El pasado es comprendido por ias élites en el
poder como factor de prolongación y legitimación de su dominio;
cuando aquellas tradiciones y reflexiones se ven amenazadas -po r la
academia, por ejemplo-, las reacciones no tardan en aparecen.
Se da así una pugna; el gobierno cimienta sus estrategias de nego
ciación en la ambigüedad de un pasado que conoce -reconoce- parcial
mente, mientras los colaboradores de las mesas (intelectuales y académi
cos en muchas ocasiones) intentan lidiar con la estrechez del conocimiento
conflictivo histórico del país que insurgencia y Estado padecen. Así, cada
mesa mantiene en su interior un conflicto ideológico y estratégico que,
aunque difícil de evidenciar y reconocen efectivamente limita los alcances
de la negociación, y de quienes resultan siendo el bando ubicado justo en
medio -los académicos- y que intenta confrontar a los actores armados
con una realidad que desconocen profundamente.
Pero éste no es un problema único del Estado frente a la situación
de liderar un proceso de negociaciones; veamos cómo los actores insur
gentes del conflicto padecen síntomas similares en la construcción de la
memoria histórica nacional, factor que afecta directamente las posibilida
des de conseguir resultados favorables para la sociedad en general.
Intransigencia insurgente
Las guerrillas en Colombia, como en todos los horizontes don
de han existido y no son resultado de una reacción espontánea de
descontento social perecedero, implementan una composición 3 En relación con la forma en que quienes detentan el poder en una sociedad crean un tipo
de realidad histónca inventada que termina por ser creída como la real, se puede tener una aproximación a! funcionamiento de esto en otras latitudes y épocas en Spiegei. Gabrielle, Romoncing the Past The Vernacular Prose Historlography in Thirteenlh-Century France, University of California Press, 1993, y Hobsbawm, Eric (ed.), The Invention oflradition. Past & Present Publications, Cambridge University Press, 1983. Allí se puede apreciar cómo en determinados momentos generar una memoria histórica y una tradición frente a un pasado nebuloso llega a un feliz término dando ongen a un aferramiento de determinadas élites y actitudes humanas en diferentes conjuntos sociales. Casos colombianos, pero que hacen referencia a gnjpos sociales cuya característica es no detentar el poden son estudiados parcialmente por Rappaport, Joanne, The Politics of Memory Native Historical Interpretotion in the Colombian Andes, Cambridge University Dress, 1990, y Gros, Chnstian. Ser diferente por (pora) ser moderno, o los paradojas de la identidad. Análisis Político, No, 36, enero-abril 1999, lEPRI-Umversidad Nacional de Colombia, pp. 3-20,
1420 I
Juan Carlos Sierra
historiográfica del pasado nacional que funciona como sostén de mu
chas —si no de la mayoría— de sus reivindicaciones. Para estos gru
pos el pasado es también un instrumento a través del cual se reinterpreta
la historia nacional con el fin de sacar a la luz la explotación, la represión,
los fogonazos de la lucha social, la victoria de los valores de ios oprimi
dos, y gracias al cuai se rescatan los héroes y las comunidades que han
enfrentado con decisión ia secular dominación de las clases dirigentes,
Esta construcción de discurso histórico insurgente, desconocida aun hoy
por ios más estudiosos de nuestra sociedad4, es una herramienta política
e ideológica que en sus raíces está diseñada para cumplir un papel simi
lar al de la historia oficial que el Estado rescata: interpretar el pasado
buscando reivindicar una lucha que debe ser legitimidad a partir del
respaldo de la sociedad. El nexo entre la ideología y la representación
histórica allí formulada es, al igual que en el caso del Establecimiento,
también claro en las guerrillas: se sostiene en ei materialismo histórico, se
dinamiza en un proceso dialéctico con oficio determinante de la violen
cia -partera de la historia-, y son las masas -sería preferible hablar aquí
de la sociedad- el actor colectivo fundamental.
En dicha lectura histórica de la insurgencia se destaca a perso
najes de antaño, pero sobre todo se da a la lucha guerrillera del siglo
X X un papel de quintaesencia entre las pugnas tradicionales, que de
berá llevar irreversiblemente a la consolidación de una nueva sociedad,
bajo el sistema socialista. Los héroes modernos son justamente aque
llos que encabezaron la lucha contra la hegemonía estatal, y que pne-
tendieron - o pretenden aún- abrir la senda para el tránsito del con
junto de la sociedad acosada por ei dominio de unos pocos.
Las organizaciones guerrilleras han asumido una arqueología de
la historia y de un pasado heroico para poner de su lado gruesas
capas de la comunidad que, como elementos de la configuración de
su identidad nacional o local -regionalismos por ejemplo-, han que
dado inmersos en tradiciones populares suficientemente aferradas 1 Vale la pena no confundir el llamado discurso histórico insurgente con los trabajos
donde se trata de revelar ¡a manera en que la guerrilla ve la historia de la organización que han construido a través del tiempo,
I 421 I
Fallas de or igen
para que sientan alguna simpatía por las diversas organizaciones insur
gentes cuando los incorporan entre los precursores de su lucha5. Ya
sean Simón Bolívar José Antonio Galán, Juan Tama, Antonio Nariño o
unos más cercanos a nuestros días, como líderes de izquierda caídos
en la "guerra sucia", todos funcionan como referentes históricos de
las diferentes luchas de liberación que atraviesan ei pasado nacional,
siempre larvado pon algún tipo de sometimiento. Los antepasados
de las comunidades funcionan también en la discursividad histórica
de la guerrilla como semillas quizá más significativas o reconocibles
que filósofos europeos o líderes guerrilleros provenientes de otras
latitudes. El logro no es desdeñable; de cualquier modo es a ellos a
quienes el pueblo siente realmente más cercanos luego de la apro
piación y difusión que desarrollan las diferentes organizaciones del
pasado en el nivel nacional, regional o local.
Veamos por ahora el caso específico del ELN, y la manera
como ha ¡do desarrollando progresivamente una versión propia de
la historia de Colombia. Para empezar se debe reconocer que esta
organización guerrillera no tiene como uno de sus objetivos centra
les la construcción de una refinada historia del país, luego está por
fuera de lugar cualquier intento de contrastar su resultado con aná-
lisis realizados por historiadores o analistas sociales dedicados plena
mente a la reconstrucción histórica. Es así como no se debe asumir
la versión de la historia propuesta por el ELN como una forma par
ticular de historiografía, debido a factores como los siguientes: no
está realizada dentro de parámetros de renovación del pensamiento
social; no está del todo abierta para una discusión sistemática; carece
de elementos como la problematización, ia metodología ante las fuen
tes primarias, o niveles de conceptualización y reflexión hipotética
propios de la ciencia histórica. 5 Es destacable el papel que puede tener en una organización guemllera esta composi
ción histórica pues se la concibe como un importante insumo para construir identidad, en razón de tratarse de una herramienta funcional con unos objetivos internos y extemos que apuntan a la definición de límites de diferenciación-afinidad dentro de la sociedad. Ver al respecto las propuestas interpretativas que sobre la formación de límites dentro de los grupos sociales se hacen en: Jenkins, Richard, Socio/ Identity. New York, Routledge, 1997, cap. 5 / 7 .
|422
Juan Carlos Sierra
La versión del pasado colombiano del ELN puede analizarse
dentro de una periodización particular En una primera etapa, que va
de 1964 a I 978, los elementos de reflexión histórica en la organización
eran fundamentalmente de tres tipos: I) originados en la experiencia
vivida por los militantes o conocida por medio de la transmisión oral
familiar impregnada muchas veces de sentimientos regionalistas; 2) la
resultante del acercamiento que estos mismos individuos pudieron
tener a la historia colombiana en la escuela, si tuvieron acceso a ella; 3)
los que fueron configurando como grupo alzado en armas tras su
aparición en el escenario nacional. Estos tres elementos operaron es
trechamente al implantarse el foco guerrillero en la zona de San Vicen
te de Chucurí en I 964, y ya estaban presentes al menos cuando se
constituyó la Brigada José Antonio Galán en Cuba en 1963. Esta pri
mera etapa se caracteriza por mantener una discursividad histórica
difundida principalmente de forma oral, en la que los escritos que alu
den al pasado son más bien escasos y la reconstrucción histórica se
puede lograr recurriendo a entrevistas, crónicas, relatos y testimonios
históricos realizados por y sobre los militantes de esta misma etapa
de la organización.
La segunda etapa de la discursividad histórica del ELN (1978-
1990) resulta de cambios estructurales en el interior de la organización
que se originan en la crisis en que quedó sumida tras la derrota en Anorí
(1973) y ei proceso de transformaciones que de allí en adelante altera
ron la composición del grupo. Se toma como referencia 1978 -año en
el que Fabio Vásquez es relevado dei Estado Mayor- , pues es en ese
momento cuando el ELN se abre definitivamente hacia un cambio polí
tico, militar y en su estructura organizativa, lo que a su vez se refleja en la
forma de ver el pasado nacional y la sociedad colombiana de su momen
to. Ya para este período la difusión del discurso histórico elaborado por
miembros de la organización se hace a través de textos, sin dejar de lado
en ningún momento el medio ora! como vía de reconocimiento y divul
gación. Sin embargo, son de particular interés los textos dedicados ex
clusivamente a reconocer el pasado nacional; para 1986, fecha de la
I 4231
Fallas de or igen
primera asamblea de la organización, el texto donde reposan las con
clusiones del evento contiene un apartado denominado "Formación
Social de Colombia" en el que se hace un recuento de la historia de
Colombia desde la aparición y organización de las primeras comuni
dades nativas hasta la época contemporánea. Este apartado dedica
do a la historia de Colombia se mantuvo más adelante en el libro que
recopila las conclusiones del II y III Congreso de ia organización, en
1990 y 1996, respectivamente.
Los cambios que ha tenido la discursividad histórica del ELN
desde 1978 hasta I 996 son el objeto de interés de este apartado,
pero es de mucho valor hacer un repaso por los principales elementos
que dan forma a dicha faceta de la organización, al menos desde sus
orígenes.
Cuando en 1962 un grupo de jóvenes colombianos viaja a Cuba
a estudiar carreras universitarias con becas, existían ya unos elementos
incipientes de interés revolucionario entre algunos de ellos, lo que
serviría de base para consolidaren primer lugar la Brigada Proliberación
José Antonio Galán, y posteriormente el ELN; algunos de ellos, como
Víctor Medina Morón, Ricardo Lara Parada y Fabio Vásquez Castaño,
tenían una particular opinión -complementada con la acción política-
sobre ia situación del país, su pasado, y sobre todo, la necesidad de
conformar un grupo que transformara de manera radical la vida polí
tica, económica y social de Colombia. El nombre del grupo inicial no
fue gratuito; José Antonio Galán, líder de la lucha comunera contra el
gobierno colonial español a finales del siglo XVIII, representaba un
punto de convergencia a un tipo de tradición de lucha del cual se
sentían activamente partícipes los iniciadores del ELN.Víctor Medina,
en su trabajo inicial con el Partido Comunista, había desarrollado un
trabajo político en Bucaramanga, cuyo órgano informativo regional
llevaba por nombre Galán6. Medina, Lara Parada y Vásquez Castaño
habían tenido como centro de operación política anterior al ELN la
6 Arenas, Jaime, La Guerrilla por dentro. Análisis del ELN colombiano. Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1971, p. 15.
1424 I
luán Carlos Sierra
región de Santander donde la figuna de Galán funciona aún hoy como
nefienente de identidad de lucha popular. Esto era plenamente com
prendido por Fabio Vásquez, quien determinó con sus compañeros
de la Brigada que esa sería la zona de implantación del foco guerrille
ro ai regresar al país.
Nicolás Rodríguez Bautista, actual líder militar de la organiza
ción, formó parte de ios campesinos que se incorporaron a la guerrilla
como foco insurreccional, y también tenía unos elementos de identi
dad con Galán y otros personajes históricos del país:
Yo no tenía ¡dea de cómo podía ser la revolución. De
pronto pensaba vainas, porque el viejo hablaba de cómo Simón
Bolívar había hecho una revolución y había luchado contra los
españoles y los había derrotado y había liberado todas esas
repúblicas. Y hablaba de José Antonio Galán, en 1781, con la
rebelión de los comuneros contra el estanco español, y la mita
y la encomienda... y de Manuela Beltrán y Policarpa Salavarrieta,
Y como el viejo era machista aprovechaba ahí:-Vean, ¡hasta las
mujeres! ¡Vean cómo son de berracas las mujeres! Como no se
fiaba de la escuela, cuando regresaba nos preguntaba de todo y
nos hacía las correcciones de lo que nos enseñaba la maestra:
-¿Que Cristóbal Colón fue un héroe? ¡Dígale a la profesora
que coma mierda! ¡Cristóbal Colón fue un invasor un vago,
que estaba enfermo con gonorrea y se vino de España a conse
guir plata acá! ¡Aventureros hijos de puta, robándole el oro a
los indígenas!7.
Aquí se puede ver cómo dentro de la concepción histórica de
los miembros del ELN se combinaban elementos personales, familia
res y de la educación impartida en las escuelas del país, además de una
alta carga de regionalismo. Un ejemplo similar es el que ofrece el re
portaje que realizó Osear Castaño a Ricardo Lara Parada:
...todos estos factores lo convirtieron en uno de los de
mayor rendimiento y le significaron el honor de dirigirle la pa-
7 López Vigil, María. Camino Camina en Colombia. Tafalla (Navarra), Txalaparta, 1990, p. 35.
I 4251
Fallas de or igen
labra a sus compañeros en el momento en el que oficialmente
integraron la Brigada José Antonio Galán, preámbulo del ELN,
y nombre que asumieron en memoria del comunero que es
tuvo a punto de acaban mucho antes que apareciera Bolívar
con la dominación española. "Cuando escogimos el nombre de
Galán alguien reflexionó que si monseñor Caballero y Góngora
no los traiciona, Colombia habría tenido su revolución mucho
antes que Rusia", comenta8.
En otro apartado del mismo reportaje, Lara hace referencia a
algunos de los personajes y situaciones históricas que marcaron su
vocación de lucha:
Tendría nueve años cuando conoció las primeras versio
nes del talante de los aborígenes que ocuparon la región de Ba
rranca-Ios yariguíes- y como es uno de esos mortales que cuan
do pellizca la punta de la madeja no tiene reposo hasta que no
logra desenrollarla toda, pues ahí, sin ninguna prisa, fue intercalan
do entre las histonetas de tiras cómicas y las andanzas de los
personajes clásicos de la literatura infantil, lecturas recurrentes
sobre los avatares de aquellos sus antepasados y ya nunca aban
donó su pasión por saber de ellos. Es un conocimiento sobre su
raza bien cimentado, que saca sin alardes a relucir ahora, [...] con
vencido sin reservas de que podrá concientizar en principio a sus
paisanos sobre la grandeza de esos seres pnmarios que por un
instinto elemental se jugaron y muchos perdieron el pellejo, de
fendiendo a sangre y flecha sus más vitales derechos contra ias
pretensiones colonizadoras de ios españoles. Lara hace una y otra
vez referencia en sus intervenciones oratorias a la vocación de
libertad tremenda de los yariguíes, seguro de que su gente es
víctima de la desinformación que afecta los planteles educativos
"donde nos esconden nuestra verdadera historia, no tanto por
que los responsables de ia educación en Colombia se avergüen-
8 Castaño, Óscar El guerrillero y el político, entrevista con Ricardo Lara Parada. Bogotá, Oveja Negra, 1984, pp, 64-65.
1426 I
luán Carlos Sierra
cen de ella, como por la certeza de que si la enseñan a cabalidad,
el pueblo no tardaría en compnender que su tradición ante cual
quier forma de avasallamiento, es la defensa frontal de sus dere
chos con tanta humildad como decisión", según sus propias pala
bras. Lara insiste en enseñar esa historia con cuidado de detalles,
porque cuenta, no duda que las masas de Barranca tienen que
sentir fascinación por aborígenes del corte de Pipatón, aquel ba
tallador irreductible que las tropas reales trasladaron a la fuerza a
Pamplona y le desjarretaron los pies, al punto que el indígena
debió pedir limosna hasta que se repuso y volvió descalzo y con
las heridas frescas a Barranca, para reagrupar sus huestes y librar
de nuevo la lucha, hasta que le quebraron la vida de un lanzazo
infeliz en el campo de batalla9.
Las referencias históricas de este tipo abundan en las fuentes
consultadas y delinean la discursividad histórica de los militantes elenos
durante los primeros años de la organización. La misma actividad gue
rrillera era - y aún hoy lo es— revestida con un aura de heroísmo. El
guerrillero representaba un ideal humano que concentraba todos los
elementos rescatables de la condición humana, y de ello habla Medardo
Correa cuando dice: "...tenía que bañarme en las aguas purificadoras
de la revolución para lograr un puesto en el escenario de la historia"10.
Al hablar de la forma de adoptar un nombre dentro de la organización
en sus orígenes, revela muchas de las expectativas que operan en el
militante a la hora de optar por la vía de ia lucha armada:
-Correcto, paisa, y ¿cómo te quieres llamar? (Fabio
Vásquez),
Como ya lo tenía calculado, le respondí a Fabio de in
mediato, -Aníbal, compañero.
-¿Y eso por qué?
9 lbíd„ pp. 38-39, 0 Correa, Medardo, Sueño inconcluso. Mi vivencia en el ELN. Santafé de Bogotá,
Fmdesarrollo, 1997, p. 63.
I 4271
Fallas de or igen
-Porque noto que muchos llevan nombres de persona
jes históricos: usted es Alejandro, ei general macedonio; Ma
nuel es Gerónimo, famoso cacique norteamericano; Antonio,
su otro hermano, es Emiliano, el guerrillero mexicano. Existen
muchos Guadalupes, José Antonios, etc. Yo quiero llamarme
Aníbal, no por ínfulas de parecerme al general cartaginés sino
porque soy de Cartago, la ciudad vallecaucana".
Pero el ELN como organización armada tiene un campo de ac
ción específico que es el militan y este aspecto centnal de su existencia
también tuvo mucho que ven con nefenentes del pasado nacional que
contribuyeron a que se le otorgaran fechas específicas a algunas de sus
acciones, a manera de conmemoración y celebración de los anteceden
tes de su lucha. Es así como ia toma de Simacota, realizada el 7 de enero
de 1965, cumplía a la vez dos funciones: aprovechaba el descuido de los
policías dei pueblo como resultado de las fiestas de año nuevo y el sopor
provincial típico de un domingo en la mañana, y representaba una con
memoración del aniversario de una importante protesta encabezada
por Antonio Larrotta, fundador del Moec, de cuyas filas procedían algu
nos de los miembros iniciales del ELN12. Años después, el 7 de enero se
celebra la irrupción oficial de la organización en el ambiente político
nacional, con actos de trascendencia como el anuncio a través de la pren
sa sobre la presencia de Camilo Torres en el grupo guerrillero de Fabio
Vásquez; también lo hizo Domingo Laín en 1970, esta vez resaltando la
triste fecha, para el ELN, de la desaparición del cura bogotano, es decin el
15 de febrero. Así, la toma de Simacota y la muerte de Camilo se fueron
convirtiendo en las primeras fechas del galimatías eleno, ai que se suman
otras fechas históricas de gestas diversas como el 4 de julio, que conme
mora la marcha inicial de los guerrilleros en 1964, o el 7 de octubre por
la muerte del Che Guevara en 1967, La mejor forma de realizar tales
conmemoraciones era con actos en los campamentos, o a través de
acciones militares: ejemplo de esto fue el atentado que hicieron contra
ibid., p. 99. Broderick. Walter B guerrillero invisible. Bogotá, Intermedio Editores, 2000, pp. 71-72
1428
Juan Carlos Sierra
Alvaro Valencia Tovar a comienzos de octubre de i 971 en la ciudad de
Bogotá13.También en estos primeros años se celebraba con especial fer
vor el I 6 de marzo en conmemoración de la insurrección comunera,
caso reflejado en el acto de sabotaje de una congregación organizada en
un parque de Bucaramanga por la Quinta Brigada y su comandante, ei
entonces coronel ValenciaTovar1-1; esta misma fecha serviría de nombre a
una de las células que realizó -sin ia autorización plena de los jefes de la
Dirección Nacional, lo que lleva a su expulsión del ELN- el secuestro de
Jaime Betancur Cuartas a comienzos de la década de los ochenta15.
En general las alusiones a un pasado histórico y la particular
manera de contarlo era un asunto más bien funcional dentro de! ELN
en la primera época que va de 1964 a I 978; era sobre todo un intento
de revestir la organización con un aura especial de significación en el
ámbito temporal del país, donde existía, al parecer de sus líderes, una
tradición que se debía rescatar y sobre todo reactivarTodos eran los
elementos componentes del imaginario inicial dei ELN que concentra
rían las expectativas de ia militancia rural y urbana en torno a referen
tes comunes de significación, con ei fin de establecer una unidad de
grupo que no fuera sólo resultado del emparentamiento de ideas po
líticas, derroteros ideológicos, o expectativas ante necesidades de cam
bio en el país. El ancla lanzada por la organización hacia un pasado que
ellos mismos construían día a día, sería más adelante uno de los facto
res que le impediría desarticularse con facilidad, sobre todo en la re
gión donde inició sus actividades a mediados de los años 60. Sobre
todo era un factor de unidad y seguro de existencia, a pesar de las
inclemencias sufridas después, porque ese pasado era un puntal im
portante de legitimidad ante una comunidad que los acogió y vio cre
cer como organización guerrillera. No en vano los militantes de la
organización observaron minuciosamente -incluso como una tarea de
investigación social- las condiciones necesarias para implantar el pri-
13 Ibid., p, 224, 4 Arenas, Jaime, op. at . p. III. 5 Medina Gallego, Carlos, ELN: una historia contada a dos voces. Santafé de Bogotá,
Rodríguez Quito Editores, í 996, pp. 149-150
I 4291
Fallas de or igen
mer núcleo insurreccional en varias latitudes del país, encontrando a
Santander como la zona más adecuada16.
Este temprano intento de análisis de las condiciones objetivas
y subjetivas del país fue un primer paso para la posterior formalización
del análisis nacional en términos históricos, pero sólo fue asumido con
la seriedad requerida en medio de la profunda crisis en la que quedó
sumida la organización en lo político y militar después del ataque del
Ejercito Nacional en Anorí, cuando parte de su comandancia murió y
el núcleo guerrillero quedó casi extinguido.
Algunos aspectos de la necesidad de hacer más profundo el co
nocimiento del ELN sobre las zonas donde actuaba, así como del pasa
do nacional y de ias condiciones exactas como la militancia y, sobre
todo, la dirigencia de la organización veía esta situación, fueron plantea
dos por Jaime Arenas en el libro que escribió luego de desertar del
ELN. Estos puntos, según el auton enan compartidos por muchos de
los guerrilleros provenientes de las zonas urbanas del país, quienes ade
más habían intentado discutir el problema con Fabio Vásquez Castaño,
su líder máximo hasta 1978, sin lograr cambiar mucho las múltiples
concepciones del país existentes dentro del grupo guerrillero'7.
Cuando en 1978 se le comunica a Fabio Vásquez, quien con
trolaba al ELN desde Cuba mediante un radioteléfono, que la organi
zación ya no lo reconocía como su líder dentro del grupo armado
salieron a flote opiniones que llamaban la atención sobre la necesidad
de llevar a cabo una transformación y reestructuración política que, al
contrario de lo que sucedió cuandoVásquez era el comandante, fuera
incluyente y reflexiva respecto a las diferentes sugerencias de manejo
del ELN. El colectivo armado, en el punto más grave de su crisis, entró
en un periodo de autorreflexión e introspección en el que todos los
16 Sobre este aspecto se puede consultar: Arenas Jaime, op. cit, p. 42; López Vigil, María, op. cit., pp. 112-113; Medina Gallego, Carlos, op. cit.. pp. 29-40; Harnecker Marta, Unidad que multiplica Entrevista a dirigentes máximos de la UCELN. Quito, Quimera Ediciones, 1988, pp, 38-40.
7 Ver Arenas, Jaime, op. ot . p. 159. Sobre las dificultades para transigir el pensamiento político y la concepción del país dentro del ELN en los años 1964-1978, también resulta útil el texto de Medardo Correa antes citado,
1430 I
Juan Carlos Sierra
militantes iniciaron una mirada retrospectiva para reconocer los errores
y cambiar aquellas cosas que aparecían como poco favorables para su
existencia a futuro como guerrilla activa.
La dinámica de sistematización del análisis de! país en retros
pectiva tuvo un inicio, maduración y parcial culminación que puede
circunscribirse al periodo I 974-1 986, fechas que señalan los límites
de la inicial concepción histórica, individual y cohesiva grupal, dando
paso en 1986 a un relato sólidamente constituido, resultado de un
proceso de discusión y reflexión que se desarrolló entre 1978 y
1986. En 1986, cuando se realiza la primera gran reunión del ELN
bajo el nombre "Asamblea Comandante Camilo Torres Restrepo",
se hace la última discusión sobre el texto referente a la caracteriza
ción histórica de Coiombia. Esta se publica como prólogo en las
Conclusiones de la Asamblea. En general se trata de un texto de
fácil lectura, donde se hace un rápido repaso por los hechos, perso
najes y procesos más significativos de ia historia del país, y que en
general se caracteriza por revelar una cadena de causalidades entre
los principales fenómenos que determinan la situación actual del
país. La época precolombina hasta el siglo XIX son presentados de
manera lineal, sin alteraciones argumentativas que lleven a lecturas
más allá del texto mismo; más bien al contrario, pareciera que la
intención es establecer tales procesos como una verdad constata
da. El siglo XX, sin embargo, es presentado en ei texto de una
forma más ampliada, rigurosa y analítica -dent ro de los parámetros
útiles para el discurso del ELN- cuya faceta más importante es la
división en once "Tesis sobre la formación social del siglo XX" . Allí
el discurso pierde la linealidad propia de los capítulos anteriores y
en él se arman una vez más cadenas de fenómenos -más complejas
y elaboradas- con intenciones explicativas sobre asuntos particula
res de interés para la organización, sobre todo para legitimar y ex
plicar su lucha armada. Tales asuntos son: estructura social, clase
obrera, capitalismo y violencia, economía y sociedad, el Estado, con
tradicción capitalismo-socialismo, unidad latinoamericana, socialde-
I 4311
Fallas de or igen
moceada y la Iglesia18.Todas estas tesis reiteran situaciones como la
violencia, la estrechez democrática, la dependencia económica y el
imperialismo, en tanto que la organización las considera explicativas de
la situación legítima de la lucha armada en la época actual.
Son de interés los elementos que analiza el ELN sobre ia histo
ria de Colombia y, sobre todo, la forma singular en la que se hace una
reapropiación de personajes y hechos -algunos realzados desde el
periodo 1964-1978, pero para esta época ordenados y analizados con
más cuidado- para reivindicar su existencia como grupo alzado en
armas; veamos algunos ejemplos.
El personaje histórico de José Antonio Galán sigue siendo un
elemento de identidad para el grupo, pero ahora en términos más
específicos, resultado de una reflexión interna sobre el papel de la
lucha comunera como antecedente directo para la existencia del ELN:
[...] por sus más sentidos intereses el pueblo fue organi
zando un ejército cercano a los 20 000 hombres y tuvo como
líder natural al mestizo José Antonio Galán, quien al grito de
guerra, "Unión de los oprimidos contra los opresores, ni un
paso atrás, y lo que ha de ser que sea", llevó sus fuerzas hasta el
Toiima instalando a su paso las Juntas del Común (Gobierno
Popular)19,
Es claro el paralelo que establece la organización guerrillera
entre su lucha y la llevada a cabo en ei actual territorio de Santander
en la época del ocaso de ta dominación española, pero más intere
sante aún resulta ver cómo alinea y da un sentido similar ai tipo de
organización popular que en uno y otro momento resultó, es decir,
establece una analogía entre las Juntas del Común y el Gobierno Po
pular que el ELN intentó consolidar desde los años 80 en sus zonas
8 ELN, Conclusiones Asamblea Nacional Camilo Torres Restrepo, 1986, pp. 19-53 9 Ibid., p. 15. Se puede observar en este ejemplo la evocación del lema Ni un paso atrás.
usado en principio en la rebelión de los comuneros, traído a nuestros días bajo la sigla NUPALOM; Ni un paso atrás, liberación o muerte. Una frase similar es tomada del Che Guevara por Jaime Arenas, así; "...Es indispensable ser consecuente y se debe dar duro, donde duela, constantemente y nunca dar un paso atrás: siempre adelante..;'. Ver Arenas, Jaime, op. cíí., p. 49.
1432 I
Juan Carlos Sierra
de influencia política y social. Uno y otro juegan así un rol estrecha
mente conectado a pesar de la distancia temporal.
En general lo más importante dentro del análisis que el Ejerci
to de Liberación Nacional hace de la historia colombiana del siglo
X X es el fenómeno de la violencia, elemento presente en casi todos
los relatos personales recogidos para el periodo del discurso 1964-
978, y que desde la aparición de un relato escrito en i 986 reviste
una importancia trascendental dentro de los fenómenos que se su
brayan. Tomemos un pequeño ejemplo:
Podemos caracterizar la violencia en Colombia (con
un periodo central entre I 948-i 958) diciendo que: I) allí se
estructuraron las bases para una nueva etapa del desarrollo
del capitalismo dependiente, ia cual aún transitamos hoy; 2)
la tan difundida versión sobre una confrontación civil princi
palmente partidista no fue la causa de la violencia de nuestro
país, sino la expresión a través de canales institucionales de
las diferentes contradicciones sociales, pero principalmente
de la rebeldía y situación de miseria del pueblo. [...] El pue
blo dio esta vez su más alta cuota humana de la historia co
lombiana en el capitalismo (cerca de 300.000 muertos) y
aunque se levantó el 9 de abril de 1948 sin organización y
conducción político-ideológica, iniciaría un recorrido ya irre
versible por cuanto estaba sentado en ias bases para avanzar
a una nueva etapa de la historia de las luchas por la liberación.
Las formaciones guerrilleras de campesinos y otros sectores
del pueblo, luego de la traición del 48, de ¡os liberales (su
supuesta dirección política), se va adelantando en la com
prensión de las causas de la violencia y, aunque letalmente,
van despejando el panorama acerca de cuál ha sido verdade
ramente su enemigo histórico de clase20.
La organización toca de la misma manera diferentes proble
máticas que representan algún tipo de interés para su lucha, en aras
ELN. Condus/ones, op, üt, pp. 27-28
I 433
Fallas de or igen
de legitimar su papel como actor del conflicto nacional con el respal
do de los diversos sectores sociales.
La lucha indígena americana es también reinterpretada por la
misma organización en aras de dar una consistencia a los
enfrentamientos como un todo coherente para la liberación de los
pueblos:
Los indígenas han luchado por su cultura, la defensa de
su identidad colectiva, en las contiendas por sus territorios, pre
sentándose múltiples expresiones de resistencia masiva. Son
los altivos araucanos, los patagones indomables, los valientes
pijaos, la rebelión de Tu pac Amarú. Todas las luchas libradas
contra los imperios extranjeros han estado guiadas por la bús
queda del goce pleno de los derechos individuales, de los de
rechos de los pueblos y de los derechos de las mayorías nacio
nales21.
Otro ejemplo de ia forma en que se implementa una interpre
tación propia del pasado de parte del ELN, con la intención de elevar
las singularidades del proceso de construcción de una identidad nacio
nal, se hace evidente en este fragmento que bien podría constituirse
en un intento evaluativo histórico sobre la configuración de lo propio
en la actual sociedad nacional:
Los ideales de lucha por la tierra, la cultura, la autonomía
y la unidad de las comunidades indígenas han guiado ias luchas
desde Gaitana y Juan Tama hasta Quintín Lame. Por su parte las
comunidades negras mantienen en alto su cultura defendida
por centurias desde los palenques liderados por Domingo Bioho.
Las insurrecciones comuneras de 1780 nos dejan el legado
anticolonialista deTupac Amaró y el grito de José A. Galán de
unión a los oprimidos contra los opresores, los cuales sirvieron
de base de la lucha de independencia liberada por Bolívar y
San Mar t ín . Del L ibe r tador nos queda la herencia
antiimperialista, la búsqueda de la unidad continental y de un
21 UCELN, Simacota No. 17. Poder popular y nuevo gobierno. II Congreso UCELN, 1990, p, 212.
1434 I
Juan Carlos Sierra
camino original para estas sociedades. Ser bolivarianos hoy sig
nifica continuar en la brega por construir nuestra identidad y
lograr la independencia de América Latina. La influencia de la
revolución rusa marca decisivamente las luchas obreras, cam
pesinas y nacionalistas de los años 20, lideradas en Colombia
por Mahecha,Torres Giraldo y María Cano22.
La insurgencia en general, y el ELN en particular busca en una
versión propia del pasado la exaltación de los valores que consideran
básicos en su accionar dentro dei escenario político y social actual.
En esta tarea de reconstrucción del pasado desde una óptica
insurgente, el ELN ha sido por demás prolífico; no sólo han asumido
con seriedad la reflexión sobre el pasado nacional, sino además la his
toria de la propia organización. Buena parte de su historia está docu
mentada, especialmente sus orígenes y la llamada crisis interna que
tuvo lugar entre 1974 y 1984. Se trata de una panorámica en forma de
relato histórico construido desde el núcleo de la organización, en el
que se evalúan victorias y fracasos, errores y momentos cruciales...
toda una mirada autocrítica en perspectiva histórica.Y es justamente
durante y después de la crisis del grupo que el análisis histórico, y todo
análisis coyuntura! de ia sociedad colombiana, se hace desde parámetros
teóricos que representan la estructura ideológico-política de la orga
nización. Estos lineamientos son un aporte que V Lenin hizo respecto
a la forma en que un grupo revolucionario debe autorregularse, y plas
mar una perspectiva propia de la sociedad de cuyo seno surge; son los
principios políticos, la línea ideológica que debe orientarse desde la
guerrilla hacia el pueblo ante unas condiciones históricas específicas.
Además del aporte metodológico que ofrece el materialismo dialécti
co para acercarse a un fenómeno social por estudian, o al menos ana
lizar con alguna claridad conceptual para dar una funcionalidad al dis
curso elaborado. Incluso para las organizaciones revolucionarias, la
memoria debe ser selectiva. Esto sólo fue claro para el ELN, y sobre
todo para sus dirigentes, luego de la derrota en Anorí, y tras la salida
22 Ibid., pp. 215-216,
I 4351
Fallas de or igen
del líder máximo Fabio Vásquez, Factores que permitieron un cam
bio interno en el grupo y, sobre todo, una reorientación general del
proyecto revolucionario23,
Pero el interés por una reconstrucción histórica propia del ELN
no tiene un panorama completamente halagador Justamente hacien
do una íectura transversal de esta interpretación temporal y nacional
se pueden hacer evidentes los motivos de comportamiento de la or
ganización a través de su trayectoria de lucha contra el Estado.Veamos
cómo al incursionar en el análisis de la comunidad progresivamente se
van quedando cortos en la comprensión eficiente de las dinámicas
sociales colombianas.
Si consideramos que los documentos producidos en e! seno
de la organización -entrevistas a líderes- que hablan sobre los oríge
nes del ELN están aproximados a la realidad, podemos decir que el
ELN mismo asume que desde su nacimiento la relación con la comu
nidad fue mínima, y que el reconocimiento de la población de un
territorio se fundamentaba en un inicial funcionalismo para la conso
lidación del foco insurreccional; un distanciamiento originado por un
temor ante posibles delaciones de parte de los campesinos, a lo que
se le deben sumar una actitud reacia de los líderes ante un proyecto
guerrillero políticamente estructurado a partir de la vinculación so
ciedad-grupo armado, ias dificultades iniciales para concretar un em
brión armado sólido, y ei dogmatismo con la ideología y ia relación
vanguardia-masas propios del modelo cubano que sirvió de guía en
esos primeros años. Dado que la documentación sobre este período
-orígenes- es escasa, se asume esto como una constatación parcial24.
Ya para ei período posterior -1974 en adelante, época que
incluye la crisis y su superación- es clara la nueva orientación de la
organización respecto a las comunidades donde existe contacto po
lítico o militan Esto se registra en los documentos como un proceso
23 Esto se puede ver en Medina Gallego. Carlos, op. cit.. pp. 130-145. 21 Respecto a los orígenes, la información provino básicamente de entrevistas revisa
das que reposan en los libros ya mencionados, además del texto de Behar. Olga, Las guerras de la paz, la. edición, Bogotá, Planeta, 1986.
1436 I
luán Carlos Sierra
de toda una década, desde ia cartilla producida tras la Asamblea
Nacional Camilo Torres de 1986 hasta el III Congreso Comandante
Amílcar Grimaidos de 1996. Se suman a estos documentos las pu
blicaciones Simacota I 7, Poder popular y nuevo gobierno que resulta
de las conclusiones del II Congreso del ELN en 1990, y un par de
folletos sobre Derechos Humanos y Derecho Internacional Humani
tario producidos en 1995 en el contexto de algunos simposios inter
nacionales, donde la organización se hizo presente con ponencias so
bre la situación nacional de la época25.
En el documento de 1986, tras aclarar los problemas de la
organización que la llevaron a un aislamiento de la comunidad, dicen
en un apartado sobre la línea de masas:
La lucha de clases es el motor que dinamiza las transfor
maciones históricas de la sociedad. Las masas populares son la
fuerza decisiva del desarrollo económico, político y cultural de
ia sociedad. La clase obrera es la clave de la vanguardia en el
proceso de transformación revolucionaria de las relaciones de
producción capitalistas y el establecimiento de ¡as nuevas rela
ciones socialistas. La alianza obrero-campesina es la base fun
damental a construir para el proceso revolucionario. En la ne
cesaria relación masas-vanguardia, la vanguardia debe ir un paso
adelante de las masas pero su papel es conducir a las masas, no
sustituirlas, El pape! de la organización de vanguardia es organi
zar la lucha de clases del proletariado. De las masas a las masas.
Las masas aprenden a partir de sus propias experiencias y de
sus formas de organización26.
Se trata de una elevación de la influencia de las masas en el
programa de la organización, que se acompaña de todo un análisis de
25 Los documentos básicos usados son los siguientes; ELN. Conclusiones Asamblea Camilo Torres Restrepo. op. cit: UCELN, Poder popular y nuevo gobierno (Simacota No, I 7). II Congreso, 1990; ELN-Escuela de Comandos Gustavo de Jesús Correa, Por unidad del Frente de Guema del Suroccidente, Agosto de 1995. ELN. Derechos Humanos I. Estamos presentes por la vida. Mayo de 1995. ELN. Derechos Humónos //. ¿Qué es humanizar el confíelo?, julio de 1995; ELN, III Congreso Comandante Amílcar Grimaidos Barón (Simacota No, 18). jumo de 1996.
26 ELN, Conclusiones Asamblea Nacional Camilo Torres, op. cit, 1986, p. 133
I 4371
Fallas de or igen
la situación de la organización populan sus reflujos y errores. También
presenta un proyecto donde se muestra el proceso que deben seguir
los movimientos sociales en la construcción del socialismo antes y des
pués de la toma del poder Eso sí, siempre supeditado a la organización
de vanguardia, que asume un papel de intérprete de ia realidad, del pasa
do, y como oferente de soluciones a las problemáticas, además de ser la
luz que ilumina los senderos que el pueblo logre abrir en su lucha.
Esto se repite de manera sistemática en la Simacota 17 produci
da tras el Congreso del ELN en 1990, y ve reducida su importancia en
ei documento de 1996 del Congreso de Comandantes27. Los puntos
que complementan la visión sobre las masas son mínimos o de poca
significación, y se refieren a problemáticas nuevas que surgieron en los
diez años que transcurrieron: crecimiento del paramilitarismo,
narcotráfico, espacios nuevos de acción para denunciar el robo, los re
cursos energéticos nacionales. Con todo, no se ahonda justamente en
los factores que afectan directamente a la comunidad, sino lo que toca
de algún modo el proyecto insurgente en sus bases y posibilidades
concretas de victoria o sostenimiento. Las reivindicaciones parecieran
quedarse estancadas frente a una sociedad que, por el contrario, tiene
unas dinámicas sociales que son de ineludible análisis.
Sin duda, parece que la relación guerrilla-comunidad se limita
ra -en los años 9 0 - a una sola vía, a saben, los puntos en que las masas
pueden aponían de alguna manena en la sostenibilidad del proyecto
insurgente, antes que las facetas de los cambios sociales que deberían
influenciar la conformación del ELN.
Nada del proyecto que la organización tiene en mente para
la consolidación de unas nuevas relaciones sociales dentro de un
socialismo en construcción se ve transformado o remodelado, cual
si las masas se mantuvieran sin transformaciones. Lo más paradójico
es que justamente en el período de las décadas del 80 y 90, las
27 Si se contrastan directamente los textos, incluso se puede hablar de una copia sistemática de lo que se escribió en 1986; el análisis no rebasa nunca lo que se escribió en ese año por lo menos hasta 1995, cuando por el contrario el tema de los cambios, la historia y ias problemáticas de la sociedad colombiana son omitidos casi completamente,
1438 I
Juan Carlos Sierra
comunidades tuvieron un proceso de conversión en su observación
de los proyectos armados, por lo menos en la zona del Magdalena
Medio donde nació la organización guerrillera y estaba su centro
operativo principal,
Esto se puede interpretar como una falla en la lectura que de la
comunidad se hizo en su momento -mediados de los años 80-: se tra
taba de una comunidad que en buena proporción apoyaba la lucha gue
rrillera, estaba organizada del lado que interesaba al ELN y, en términos
generales, eran más favorables al discurso de la izquierda. Factores como
ei narcotráfico, el paramilitarismo y el desorden político del conjunto de
la sociedad no tenían el alcance logrado en los años 90. La comunidad
que habían tenido en cuenta para su proyecto político y militar-y que
de algún modo fue el campo de análisis histórico del país- había supera
do ya el modelo inicial. Quizá por falta de una relación estrecha, por
descuido o por factores propios del vanguardismo -donde el desorden
viene de abajo, de las masas, y desde arriba hay que controlanlo-, el
ELN siguió trabajando con una comunidad que ya en la década de los
90 rebasaba sus supuestos iniciales de interpretación social y había ini
ciado procesos internos de transformación irreversibles.
Luego, en documentos sobre D D H H y DIH, la relación con la
comunidad y el pasado nacional son más o menos un instrumento
complementario para demostrar que ¡a acción de las fuerzas del Esta
do recaen en la población civil; la comunidad es un campo ya menos
fragmentado (¿homogeneidad?) y se la lee como una sociedad civil
victimizada, sin especificar los múltiples componentes tenidos en cuen
ta en el documento de 1986, como parte de un conjunto diverso y
cambiante. El análisis se debilitó lamentablemente para dar paso a las
condenas repetitivas y a la alimentación del odio hacia el enemigo a
derrotar; se asumió que la Colombia de los años 90 era ia misma que
la de los años 80, sin miramientos en cambios políticos comunitarios
registrados en las zonas de implantación inicial de los focos guerrilleros.
El problema puede estar en que justamente en un período de
más o menos diez años, los actores dei conflicto aumentaron y cam-
I 4391
Fallas de or igen
biaron incluso en su mentalidad y praxis política. Las comunidades ya
no recibían la influencia guerrillera con la misma inocencia que en los
años 60 o 70, y ya habían tenido acceso a un discurso proestatal y
antisubversivo que calaba tanto como lo habría podido hacer un dis
curso revolucionario mejor manejado, más sometido al conocimiento
de las circunstancias reales de la sociedad colombiana,
Vemos cómo esta elaboración de una historia vista por la in
surgencia padece de problemas que limitan su capacidad de com
prensión de la realidad nacional. Si se observan, por ejemplo, los mis
mos textos, resultados de las más importantes reuniones nacionales
y regionales del ELN, dicho resultado de análisis histórico presenta
un anquilosamiento, muestra de la poca elaboración y renovación
reflexiva de la mirada nacional retrospectiva hecha por la organiza
ción; así es como héroes, sucesos y luchas se van acumulando en
líneas y líneas que antes que pretender analizan, apuntan a realzar
estereotipos humanos y sociales que prefiguran el "deber ser de un
buen guerrillero o una persona del común". El objetivo último es lo
militar antes que lo social28. Antes que una constante reelaboración
del pasado del que echan mano, se trata de una sedimentación de
hechos que son útiles para contrastar simplemente las coyunturas
actuales con el pasado,
La visión presentada de la historia nacional, la historia de la
organización -campo de la comprensión histórica- y la mirada a la
comunidad -comprensión sociológica- en que está inmerso el pro
yecto guerrillero canece de toda la concientización sobne ia movilidad
social que menece una neflexión de este tipo.
En estos dos sentidos -histórico y sociológico-, la guerrilla opera
con una suerte de interpretación nacional limitada al juego ideológi
co que sostiene contra el establecimiento. Con una compnensión es-
28 En la información revisada también se puede constatar que entre 1986 y 1996 el ELN tuvo particular interés por hacer minuciosa la preparación de las condiciones conflic-tivas frente al enemigo. Los capítulos de táctica y estrategia son efectivamente los que ven cambios más importantes y permiten concluir un cuidadoso esmero en su elaboración. ¿Acaso lo militar aplastó el espacio para la revisión e interpretación de lo social?
1440 I
Juan Carlos Sierra
trecha del país, la guerrilla -en este caso ei ELN- llega a las negocia
ciones -al igual que el Gobierno- con un respaldo reflexivo de su
ámbito social, que por su rigidez se presta muy poco a los análisis
sensatos del conjunto social nacional.
Cuando ejecutan acciones como secuestros masivos o vola
duras de la infraestructura energética y petrolera nacional, dan ex
cusas ante la opinión nacional y afirman que el rechazo social a di
chos actos es resultado de la manipulación de los medios de
comunicación o de estrategias de los grandes monopolios informa
tivos, estrechamente vinculados con los intereses del Estado. Del
mismo modo, esto puede explicar las dificultades para concretar
una zona para iniciar conversaciones con el ELN, que albergue la
llamada Convención Nacional de ia Sociedad Civil, sobre todo en
el otrora fortín eleno: el sur de Bolívar.
¿Cómo esperar que el ELN tome conciencia del agotamiento
de tales estrategias de lucha si padecen, igual que el Estado, de una
reducida capacidad de observación sociotemporal de la realidad na
cional y de sus cambios?
Las voladuras a torres y oleoductos, las tomas a poblaciones o
los secuestros a personajes con solvencia económica -aspecto que
hoy en día ni siquiera es importante- fiueron estrategias que lograron
llamar la atención nacional, dando buenos resultados para los propósi
tos subversivos de acercarse a las masas y ponerlas de su lado, pero
eso sucedió hace vanas décadas; el que hoy funcionen de forma com
pletamente contraria con los intereses de la guerrilla misma -mirando
su ya débil legitimidad nacional de lucha por unos determinados obje
tivos revolucionarios- es resultado de una miopía histórico-temporal
y del atrofiamiento de las categorías sociales con ias que hicieron las
primeras lecturas de la población nacional. Débil y resquebrajado, el
discurso histórico con el que la guerrilla estereotipó la sociedad co
lombiana, y en el cual aún se apoya para llevar a cabo sus acciones
políticas y militares, sólo permite un accionar anacrónico cuyo resulta
do es el desgaste acelerado del ideal insurgente.
I 441 |
Fallas de or igen
A manera de conclusión
Queda claro que la confrontación guemlla-Estado no es sola
mente con las armas, o dentro de una cierta línea ideológica; también
tiene un componente de discursividad histórica en el que se funden
errores que tienen rasgos de profunda similitud pero en polos comple
tamente opuestos. Dado que este tipo de reflexiones sobre el pasado
son justamente las que predominan dentro de las mesas de negociación,
afectando de manera corrosiva la visión del otro entre los dos bandos, no
es de esperarse una sinceridad con la sociedad colombiana, ya que la
manera en que la observan está viciada. Más aún, la forma en que los
actores del conflicto armado se miran entre sí es del todo cuestionable.
Subyace un conflicto discursivo que tiene como trasfondo ac
ciones violentas concretas; tanto en el orden material como en el sim
bólico se crean fricciones que no son detectables a primera vista, me
nos aún para quienes están vinculados visceralmente con uno de los
polos enfrentados. Así, de lado y lado de la violencia resultante entre
insurgencia y Estado, hay un choque de las representaciones históricas
de la nación, por demás inadecuadas, comespondientes a cada bando.
Allí están las fallas de origen. Las tradiciones ideadas como escenarios
legitimadores para el desenvolvimiento de la lucha involucran, de algún
modo, el desprecio por ia ¡dea del pasado que maneja la contraparte.
El empoderamiento que se logra al dominar una cierta reflexión
sobre ei pasado en muchas ocasiones ha dado como resultado un
reordenamiento social29; sin embargo, esto no tiene ninguna luz de
posibilidad en el caso colombiano ya que la falta de claridad sobre el
país que representan los actores armados es sospechosamente anó
mala, y su renovación no tiene aún muestra de avances senos.
No se trata aquí de decir que los actores armados, sea guerrilla
o Estado, deban acometer la tarea de iniciar una construcción
historiográflca más coherente con su posición política; por el contra
rio, se pretende que la academia -encargada de esa tarea- logre ocu
par el papel real que menece en cualquien acto que se lleve a cabo 29 Spiegei, Gabrielle, op. dt., "Introduction",
1442 I
luán Carlos Sierra
por la construcción de una paz duradera, así como una apertura mental
de ambos bandos para observar atentamente los puntos históricos
críticos que han caracterizado su accionar en el último medio siglo.
Y es que la academia progresivamente ha quedado entre los
enfrentados buscando dirimir el conflicto, siempre esquivando dardos
de lado y lado, y sobre todo tratando de hacer entender que ninguno
tiene la razón total, concertando ante oídos sordos, explicando la so
ciedad ante quienes poco interés tienen en aceptar emores recíprocos.
En las mesas de negociación permanentemente sale a flote la versión
del pasado nacional que instrumentaban las partes y ello lleva a un
malentendido sobre el país del que se habla. Las universidades, donde
se trata de hacer una explicación histórica nacional menos comprome
tida con intereses por el poder político, han tenido un papel muy po
bre dado el carácter degradado del conflicto, el mal manejo de los
procesos de negociación, además de la poca significación otorgada a la
reconstrucción del pasado que desde allí se lleva a cabo. Cualquier
posición frente al pasado y al presente resulta así imitante para alguna
de las partes comprometidas en intentar construir las bases de la paz y
la convivencia nacional. Las mesas que apuntan a resolver el conflicto
por la vía política deben fundamentarse en la sensatez de las posiciones
que allí se expresan; es claro que cuando se emprende la tarea de nego
ciar el pasado nacional éste no es comprendido de una forma abierta,
crítica y libre. En este sentido deben extenderse las posibles miradas
hacia el pasado, de forma clara y consistente, y no atada a obligaciones
ideológicas y políticas.
Las posibilidades de resolución del conflicto armado en Colom
bia dependen, más que de encontrar un derrotado y un ganador de
reconocer que todos nos equivocamos y es necesario volver a empezar
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1444
La guerra que se vive en Colombia. Una propuesta de paz
I V Á N C A S T R O
Profesor de la Pontificia Universidad Javeriana
Profesor de la Universidad Nacional de Colombia
Algunos sectores de la intelectualidad colombiana, politóiogos y
otros analistas que desde la barrera contemplan el proceso colombia
no y tratan de interpretarlo teóricamente, empiezan a manifestar su
desconcierto sobre lo que está pasando, ya que les es difícil interpre
tar el momento debido a una limitada perspectiva, fruto del alejamien
to tanto de los sitios en donde se presenta con más virulencia el con
flicto como de las causas ancestrales y latentes que lo generaron, que
usualmente se desconocen o no se les da el valor que merecen, debi
do a que no corresponden con intereses sociales propios.
A causa de esto, manifiestan que "esta es una guerra contra la
sociedad". Como es obvio, la consecuencia inmediata que de ello se
desprende es que el Estado debe asumir el control, sometiendo por
las armas y a cualquier costo tos sectores que se han levantado contra
ei orden establecido, sin importar el número de víctimas o las conse
cuencias subyacentes, porque io que se pretende defender es "la su
pervivencia de la sociedad".
Un amplio sector de la clase media mira con simpatía este
enfoque y se ha convertido no sólo en la caja de resonancia de esta
I 4451
La guerra que se vive en Colombia
tesis sino que más grave aún, se ha ido consolidando como el soporte
fundamental del surgimiento de movimientos fascistas.Así lo demues
tra la historia; baste recordar las experiencias de España, Italia, Alema
nia y Chile.
La simpatía que despertaron entre la clase media ias entrevis
tas televisadas a Carlos Castaño es un ejemplo que corrobora lo que
aquí se afirma, pero la misma historia nos enseña que dichas salidas,
aun en el caso de que sean victoriosas, son más dolorosas que el
problema que se pretende solucionar
No es posible pretender buscar la solución a un problema sin
que éste se haya planteado de forma correcta y, a la vez, sin que se
tenga claridad acerca de cuáles son los instrumentos con los que se
cuenta para su solución.
Es indudable que hay que buscar las causas del actual proble
ma que vive el país a través de la historia; negar este hecho y pensar
que es ei narcotráfico el origen y la causa de dicho problema es un
error no sólo porque una afirmación como ésta refleja que se desco
nocen las causas ancestrales que han dado origen a la rebelión en
Colombia, sino principalmente porque en ella se confunde la forma
con el contenido.
Recién conformada la república, en Colombia la tierra se convir
tió en un botín de guerra; allí se inició una inadecuada distribución de la
misma, quedando concentrada en muy pocas familias. Los indígenas
fueron ias pnmeras víctimas de este atropello; de ahí su oposición a la
causa libertadora. La posesión de la tierra va aparejada con el poder
económico y éste a su vez trae el poder político; la Iglesia, a través de su
enorme poder ideológico, se convirtió en el apoyo fundamental de
esta nueva forma de poder; como consecuencia de ello, surgió el tipo
de Estado que permitía justificar legalmente la situación que se vivía.
Este fue el caldo de cultivo propicio que dio origen a más de
setenta guerras civiles, internacionales y regionales en Colombia du
rante el siglo XIX, La causa fundamental de la mayoría de ellas giraba
alrededor del tipo de Estado que se quería, el cual a su vez se susten-
1446 |
Iván Castro
taba en una Constitución que marcaba ia pauta de las relaciones en
tre los ciudadanos y el Estado.
La polarización de fuerzas como consecuencia de victorias mi
litares hizo que surgieran constituciones en las que se consagraba la
más absoluta libertad, como la de 1863, denominada porVíctor Hugo
"una constitución para ángeles", gracias a la cual se llegó incluso a
permitir el ejercicio de oficios profesionales sin la exigencia de certi
ficados que avalaran a quienes las ejercían; constituciones como la de
1886, considerada por expertos como una de las más regresivas, y en
la que se contemplaban artículos tan lesivos para la libertad de prensa
como la denominada "Ley de los caballos".
La lucha en contra de la Constitución de I 886 dio origen a
varias de las confrontaciones; entre ellas la más aterradora fue la deno
minada Guerra de los Mil Días (I 899-1902), cuyas nefastas conse
cuencias sumieron al país en penuria debido principalmente a una pro
funda crisis económica, situación que fue aprovechada por los Estados
Unidos para desmembrar al país y, de esta forma, hacerse al canal de
Panamá.
A diferencia de lo que pasó en México, en Colombia fue de-
motado el sector más avanzado del liberalismo, hijo legítimo del de
nominado liberalismo radical del siglo XIX. El general Rafael Uribe
Uribe, uno de los más esclarecidos líderes de la oposición, es asesina
do y sólo hasta los inicios de la tercera década del siglo X X el país
empezó a sacudirse de un letargo en donde campeaba el oscurantismo
con todas sus consecuencias, lo que hacía imposible que ¡deas nuevas
fueran siquiera escuchadas,
A mediados de los años treinta, con el ascenso al poder de
Alfonso López Pumarejo, se producen los acontecimientos más im
portantes para el país durante todo el siglo XX. A través de su pro
grama de gobierno, denominado La Revolución en Marcha, se intro
dujeron importantes acciones que favorecían a los sectores populares.
Entre ellas están la reforma laboral que reconoce y establece una
legislación a favor de la clase trabajadora y, en especial, a la reciente
I 4471
La guerra que se vive en Colombia
clase obrera, mediante la aprobación de una sene de leyes cuyos
alcances se extendieron con algunas modificaciones hasta la década
del noventa, en la que se perdieron la mayoría de esas conquistas con
el advenimiento del neoliberalismo.
En el campo educativo se destacan dos hechos de singular im
portancia para el fortalecimiento de la educación pública: el primero
fue la promulgación de la ley 68 de I 935 que reestructuraba la Univer
sidad Nacional de Colombia; el segundo, la creación de la Escuela
Normal Superion cuyo pnopósito era formar la élite en ciencias y
humanidades, y cuyo lánguido final durante el gobierno de Laureano
Gómez fue una frustración más para los sectores populares.
La lucha por el poder entre los dos partidos tradicionales toma
como escenario principal el campo, y es así como se inicia a mediados
de la década de ios cuarenta una de las más sangrientas confrontacio
nes de las que se tenga memoria en Colombia. Esta guerra no declara
da dejó, según las cifras más conservadoras, más de medio millón de
muertos en una población de cerca de 17 000 000 de habitantes, todo
ello sin contar la enorme población que fue ultrajada, víctima de atro
pellos, violaciones y que perdió sus bienes. Con el asesinato dei cau
dillo liberal Jorge Eliécer Gaitán se demostraba que las salidas demo
cráticas estaban vedadas para quienes no estaban de acuerdo con el
establecimiento.
Para poder comprender la gravedad de este hecho basta pre
sentar, a manera de ejemplo, lo que sucedió en los Estados Unidos
con su participación en la guerra de Vietnam: con una población de
más de 230.000.000 de habitantes, ia guerra dejó cerca de 52.000
muertos y graves consecuencias, entre ¡as cuales está el hecho de
que se haya convertido en ia nación con el más alto índice de con
sumo de drogas, situación que no ha podido ser solucionada en 25
años.
Los hechos de barbarie y las atrocidades cometidas dieron
origen a una generación que no podía concebir que el Estado tu
viera como objetivo "la defensa de la vida, honra y bienes de los
448 I
Iván Castro
ciudadanos". La preservación de la vida implicaba profundos cam
bios de valores.
Había que ser "vivo" para poder subsistir y ser "vivo" significa
colocar nuestros intereses sobre los de los demás. Había que enten
der como nos lo enseñaban nuestros antepasados, que "tas leyes se
acatan pero no se cumplen"; aprendimos que "el que peca y reza,
empata"; aprendimos que ante la disyuntiva entre asumir una posición
ética o una que nos convenga, había que optar por la segunda. Se hizo
generalizado el hecho de que enseñar valores a ios niños era dejarlos
ndefensos para la vida, llegando incluso a pensarse que ei cumpli
miento, la rectitud y la disciplina eran sinónimos de neurosis.
Para subsistir había que tener poder y el poder lo da el dinero;
de ahí que se incrementaran la mayoría de las formas delictivas, a tal
punto que tenemos la mayor población carcelaria que país alguno
pueda tener Ante tal situación, ¡as condiciones estaban dadas para el
surgimiento de todo tipo de negocios ilícitos, siendo el narcotráfico el
más protuberante.
A mediados de los años 50 del siglo XX, la dirigencia de los
partidos tradicionales pactan la repartición del poder montando un
poderoso aparato que les permitía perpetuarse y reproducirse como
ciase. El mismo Estado, como una rueda endemoniada, retroalimenta
este proceso, produciéndose un maridaje corrupto entre los cuatro
poderes: el ejecutivo, el legislativo, el judicial y el de los medios de
información, en donde se compran conciencias, y que funciona a tra
vés de pagos de favores, manipulación de la información y oculta-
miento de la verdad. En general, se obtienen ventajas económicas,
políticas y sociales del uso dei poden.
Todo lo anterior se realiza dentro de la más profunda hipocre
sía, manejando con una extraordinaria habilidad situaciones que a to
das luces son incorrectas para camuflarlas con visos de legalidad. En
tre la clase política es bien sabido que una campaña para la Cámara
de Representantes cuesta alrededor de $800,000.000, ¿Cómo es
posible, entonces, que con ingresos salariales que no alcanzan a cubrir
i 449|
La guerra que se vive en Co lomb ia
ni siquiera la mitad de estos costos existan tantas personas interesa
das en ocupar una curul? Según informa la revista Cromos, un candi
dato a la alcaldía de Montería debe invertir $5.000.000.000; asumien
do que esto sea cierto, por muy alto que sea el salario, jamas podrá
recuperar los dineros invertidos por conducto legal de fa alcaldía.
Estando todavía frescas las heridas causadas por esta absurda
guerra, y sin que las causas ancestrales que dieron origen a la rebelión
se hubieran corregido, el gobierno de Guillermo León Valencia come
tió uno de los más grandes errores históricos: inició una contienda que
se ha extendido durante más de 35 años, en la que cada vez son más
profundas tas acciones, rebasándose las leyes de la guerra convencio
nal. Se ha llegado a extremar los medios con tai de obtener unos
objetivos precisos: de ahí que no importe vincular a niños en el con
flicto y comprometer a la población civil en acciones militares.
Por su parte, los movimientos paramilitares, financiados por
os sectores más pudientes, participan en esta guerra no convencional
donde todo es válido, incluso et exterminio de la población civil. El
aparato militar del Estado no enfrenta decididamente a estos grupos
y, en muchos casos, los alimenta y les presta apoyo.
Todo lo anterior permite intuir que la actual contienda está to
mando un peligroso perfil de guerra de exterminio de clases en la que
por una parte, cada vez son más audaces ias acciones no sólo contra
quienes tienen dinero sino también contra aquellos que tienen unos
imitados recursos económicos y, por otra parte, se extermina a quie
nes tienen opiniones adversas al sistema y también a civiles indefensos
de estratos bajos porque pueden convertirse en potenciales auxiliares
de la guerrilla.
Dada la gravedad dei problema, las características que ha toma
do el conflicto y las profundas heridas que se han causado, sería utópi
co pensar en una solución trivial del mismo, e incluso pensar que ésta
se dará en corto tiempo.
Todos los intentos por darle una salida militar al conflicto han
traído como consecuencia su agudización, y me atrevo a afirmar que a
450 f
Iván Castro
la larga han conducido ai fortalecimiento de la guerrilla: basta tan sólo
recordar las acciones militares que ocurrieron durante los gobiernos
de Guillermo León Valencia, Carlos Lleras, Misael Pastrana, Julio César
Turbay y más recientemente el impresionante y a la vez vergonzoso
operativo militar durante el gobierno de César Gavina, conducente a
a toma de Casa Verde.
Todas estas acciones han sido efectuadas no por un ejército y una
policía desmoralizadas, como fue el caso de Cuba durante la dictadura
de Batista, sino por unas fuerzas armadas que son reconocidas, aun por
la misma guerrilla, como las de mayor formación y experiencia en el
mundo en la lucha contraguerrillera, y cuyos miembros han dado mues
tras de valor y heroísmo, llegando a entregar su vida en condiciones en
las cuales otras fuerzas armadas probabiemente habrían sucumbido.
Los que piensan que la salida del problema debe ser de tipo
militar no sólo menosprecian y desconocen estas hazañas de la poli
cía y del ejército colombiano, sino que además abogan por una posi
ble si tuación con ¡mpredecibles consecuencias, como ¡a
desmembración del país. Aquí cobna vigencia la frase del general
Herrera pronunciada hace cien años durante la Guerra de los Mi
Días: "La patria por encima de los partidos"
De ahí que sea oportuna y acertada la apreciación dei presiden
te de Venezuela, Hugo Chávez, cuando afirma, refiriéndose al Plan Co
lombia, que no es con armas como se va a resolvere! conflicto armado
en nuestro país. Por otra parte, el temor de las naciones vecinas a la
agudización del conflicto armado en Colombia ha traído como conse
cuencia el desplazamiento de tropas hacia la frontera. Brasil, por ejemplo,
ha desplazado 28 000 hombres y otro tanto han hecho Perú y Ecuador
En Venezuela hay preocupación por la "vietnamización" del conflicto y
temor porque el problema se desborde y los involucre, como pasó
con Camboya cuando la guerna deVietnam,
Pon otna pante, son ampliamente conocidas las continuas con
denas y denuncias que han hecho ios principales organismos de defen
sa de los Derechos Humanos a nuestras fuerzas armadas: si esto suce-
4511
La guerra que se vive en Co lomb ia
de en momentos en que existe un marcado interés del Gobierno en
mejorar esta imagen debido a exigencias internacionales, ¿cómo será
ia situación en este campo si se da rienda suelta a una guerra mayor
que ta que ya existe?
A partir del diagnóstico que he hecho del problema y del aná
lisis de sus principales características me permito hacer ias siguientes
propuestas:
- No sólo con el fin de protegernos, sino también ante la ne
cesidad imperiosa de aprender a vivir en un ambiente que fomente
la tolerancia, respete ia diversidad y propicie el diálogo, se hace nece
sario revisar la cotidianidad. En la familia, en el sitio de trabajo, en los
colegios, en el barrio en donde se vive, en ¡a universidad, en los edifi
cios que habitamos, en ias iglesias, en los sitios de recreo, con los
coterráneos, con ¡os compañeros de aficiones, con los compañeros
de profesión y en general en todas las actividades que realicemos
debemos fomentar la creación de nuevas relaciones sociales. De esta
manera estaremos contribuyendo desde nuestros espacios a la causa
de la paz y la reconciliación entre ios colombianos,
- Es necesario reconocer la especificidad del conflicto armado
desde sus dinámicas regionales. Los problemas de! norte de Boyacá
son muy distintos de los del Chocó y los de ambos difieren profunda
mente de lo que está pasando en la Guajira, a la vez que éstos son
diferentes de los que están afrontando los indígenas en el Cauca. En
general, cada región en Colombia tiene su propia problemática con
diversas posibilidades de solución. Desde esta perspectiva tendrá que
hablarse de diversas propuestas de paz,
- La complejidad y ia diversidad de los problemas que han dado
origen al conflicto colombiano hacen necesario que se propicien diá
logos regionales en los sitios donde se presentan los enfrentamientos
con mayor virulencia. En estos diálogos deben participar los principa
les dolientes de! conflicto, entre ellos las más altas autoridades civiles
de la región, los grupos msungentes, los gnupos paramilitares, las comu
nidades religiosas, los sentones económicos, los comandantes del ején-
1452 I
Iván Castro
cito y la policía, y otros gremios de importancia (maestros, asociacio
nes de campesinos, comerciantes, etc.), todos ellos de la región.
- La paz exige que cada uno de los actores armados partícipes
del conflicto colombiano asuma su cuota de responsabilidad en el
mismo y a la vez puedan negociar desde sus diferentes ejercicios de
poden. Así, pana sostener los diálogos, ei Gobierno central debe reco
nocer ei grado de beligerancia tanto de los grupos guerrilleros de la
región, como de los grupos paramilitares, garantizando su viabilidad
en las mismas condiciones y con los mismos rangos de ios-miembros
de las fuerzas armadas.
- Con el fin de garantizar la imparcialidad y la segundad de ios
participantes en estos diálogos regionales, se debe pedir a organismos
internacionales que se encarguen de realizar veedurías sobre el proce
so de paz y el cumplimiento de acuerdos surgidos de los diálogos, para
que éstos no corran el peligro de ser burlados.
- En estos diálogos debe plantearse inicialmente una agenda
en donde se identifiquen los problemas fundamentales de la región,
ias posibilidades de solución de los mismos a corto, mediano y largo
plazos, la generación de los recursos que hagan viables los acuerdos,
as ayudas internacionales que se requieran para incentivar e! desarro
llo económico de la región, las reformas administrativas adecuadas
para las soluciones y los mecanismos de control que permitan que
los recursos no se desvíen dei objetivo para el cual fueron creados.
- Como podemos darnos cuenta, esto implicará una profunda
reforma constitucional, gracias a la cual pasemos a un sistema federal
de gobierno en donde cada Estado tenga su propia Constitución, su
propio sistema administrativo, su propio sistema de segundad y sus
propias leyes.
- Con el fin de garantizar el cumplimiento de lo pactado, los
sectores insurgentes y ios grupos paramilitares pasarán a engrosar las
fuerzas armadas de la región, respetándose los rangos que se tenían en
sus propias organizaciones.
453
La guerra que se vive en Co lomb ia
- Et problema de la guerra no sólo es de los que están arma
dos; en él, de una manera u otra, todos estamos comprometidos.
Nuestras actitudes intolerantes, energúmenas, egoístas, envidiosas,
irreflexivas y agresivas, de alguna forma están contribuyendo a patro
cinan este flagelo. Los seres humanos aprendemos mucho más con el
ejemplo que con otras fionmas de enseñar: de ahí la enorme respon
sabilidad que tenemos con las presentes y futuras genenaciones. Con
tan sólo enseñar a que los niños amen, estamos haciendo una labor
importante; ei niño que ama a sus padres, a sus abuelos, a sus herma
nos, a sus familiares, a sus amigos, a los humildes, probablemente será
un hombre justo, que se conduela con los sufrimientos de los demás
y que jamás empuñe un arma contna sus semejantes. De nosotros
depende el tipo de ciudadanos que queremos en el futuro inmedia
to para nuestra patria.
454