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1 La observación en los deportes de equipo María Isabel Moreno Contreras* y José Pino Ortega** (España) Universidad de Extremadura * Licenciada en Educación Física. Profesora de Baloncesto de la Facultad de Ciencias del Deporte, [email protected] ** Doctor en Educación Física. Master en Alto Rendimiento Deportivo, [email protected] Lecturas: Educación Física y Deportes | http://www.efdeportes.com/ revista digital | Buenos Aires | Año 5 - Nº 18 - Febrero 2000 1. Introducción Sabemos, que gracias a la observación o recogida de información a través de los sentidos, y concretamente de la vista, entrenadores, profesores, deportistas han extraído de situaciones y acciones motrices, datos relevantes sobre el desarrollo y ejecución de las mismas, tanto datos cuantitativos como cualitativos. En esta recogida de información a través de los sentidos (vista) la experiencia del observador es clave, pero no deja de convertirse en una interpretación demasiado subjetiva, y tal vez no "reutilizable", de lo que ocurre cuando el/los sujeto/s está en movimiento. Según Anguera (1989), la ciencia empieza con la observación. En el estudio observacional de campo como fundamentación en la elaboración de criterios sobre los diferentes aspectos que están integrados en la actividad deportiva, aunque evidentemente no podemos hacer una ciencia exacta, se puede alcanzar una tendencia o aproximación sobre el aspecto que se esté estudiando (Álamo, 1996). Los deportes de cooperación-oposición desarrollados en un espacio común y acción simultánea sobre el móvil descritos por Hernández Moreno (1994), se caracterizan por estar constituidos por habilidades predominantemente perceptivas, abiertas y de regulación externa (Ruiz Pérez, 1995; Sánchez Bañuelos, 1990). Así pues, se desenvuelven en un entorno cambiante, incierto y variable, exigente en operaciones cognitivas con objeto de evaluar, anticiparse y adaptarse a nuevas y constantes circunstancias de juego. Enmarcado en la teoría del procesamiento de la información, Marteniuk (citado por Sánchez Bañuelos, 1990), basa fundamentalmente la ejecución motriz en tres mecanismos (perceptivo, de decisión y de ejecución) que actúan secuencialmente. Su interrelación es tal que, un fallo en cualquiera de ellos, podría provocar el fracaso en la consecución del objetivo propuesto. Sánchez Bañuelos (1993), considera que las tareas motrices deben ser analizadas y clasificadas en función de las exigencias de dichos mecanismos, más que en función de las similitudes o diferencias de carácter externo. Las técnicas de observación se utilizan cuando las pruebas automáticas de medida no son factibles, bien por su complejidad instrumental, por su coste o porque la información obtenida mediante tests estándar, cuestionarios o entrevistas no se adecua a los fines de la evaluación conductual (Ballesteros y Carrobles, 1983). Para muchos autores, entre otros los precursores del modelo comprensivo de enseñanza, los rasgos más característicos de los juegos deportivos son su especificidad en la toma de decisiones, la adaptabilidad, la creatividad y la capacidad para responder a nuevas situaciones (Thorpe y Bunker et al., 1983; Lasierra, 1990; 1993). Sin embargo, las investigaciones deportivas, en su empeño por encontrar la mayor objetividad posible en la investigación, han centrado tradicionalmente su interés en el estudio del jugador aislado del contexto en el que se desenvuelve normalmente el juego y han creado situaciones de laboratorio. Blázquez (1986) y Lasierra (1993), cuestionan la validez de este paradigma y defienden la investigación que parte de la lógica interna de los juegos deportivos, del propio deporte. Así pues, y siguiendo a Blázquez (1990), la evaluación 1 de las habilidades deportivas puede realizarse desde fuera de la situación de la competición o juego (in vitro) o en situación real de juego (in vivo). En tal caso, el jugador no es sometido a un test específico del deporte en cuestión, sino a la observación de uno o varios jueces mientras actúa en situación real. El citado autor distingue entre observación objetiva (observación de situaciones que permiten una dicotomía, es decir, si-no, éxito-fracaso...) y observación subjetiva (que requiere un proceso de elaboración de un juicio por parte del observador). A diferencia de las pruebas cerradas, la evaluación en situación real de juego permite contemplar cómo los participantes

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La observación en los deportes de equipo María Isabel Moreno Contreras* y José Pino Ortega** (España)

Universidad de Extremadura

* Licenciada en Educación Física. Profesora de Baloncesto de la Facultad de Ciencias del Deporte, [email protected] ** Doctor en Educación Física. Master en Alto Rendimiento Deportivo, [email protected]

Lecturas: Educación Física y Deportes | http://www.efdeportes.com/ revista digital | Buenos Aires | Año 5 - Nº 18 - Febrero 2000

1. Introducción

Sabemos, que gracias a la observación o recogida de información a través de los sentidos, y concretamente de la vista, entrenadores, profesores, deportistas han extraído de situaciones y acciones motrices, datos relevantes sobre el desarrollo y ejecución de las mismas, tanto datos cuantitativos como cualitativos.

En esta recogida de información a través de los sentidos (vista) la experiencia del observador es clave, pero no deja de convertirse en una interpretación demasiado subjetiva, y tal vez no "reutilizable", de lo que ocurre cuando el/los sujeto/s está en movimiento.

Según Anguera (1989), la ciencia empieza con la observación. En el estudio observacional de campo como fundamentación en la elaboración de criterios sobre los diferentes aspectos que están integrados en la actividad deportiva, aunque evidentemente no podemos hacer una ciencia exacta, se puede alcanzar una tendencia o aproximación sobre el aspecto que se esté estudiando (Álamo, 1996).

Los deportes de cooperación-oposición desarrollados en un espacio común y acción simultánea sobre el móvil descritos por Hernández Moreno (1994), se caracterizan por estar constituidos por habilidades predominantemente perceptivas, abiertas y de regulación externa (Ruiz Pérez, 1995; Sánchez Bañuelos, 1990). Así pues, se desenvuelven en un entorno cambiante, incierto y variable, exigente en operaciones cognitivas con objeto de evaluar, anticiparse y adaptarse a nuevas y constantes circunstancias de juego.

Enmarcado en la teoría del procesamiento de la información, Marteniuk (citado por Sánchez Bañuelos, 1990), basa fundamentalmente la ejecución motriz en tres mecanismos (perceptivo, de decisión y de ejecución) que actúan secuencialmente. Su interrelación es tal que, un fallo en cualquiera de ellos, podría provocar el fracaso en la consecución del objetivo propuesto. Sánchez Bañuelos (1993), considera que las tareas motrices deben ser analizadas y clasificadas en función de las exigencias de dichos mecanismos, más que en función de las similitudes o diferencias de carácter externo. Las técnicas de observación se utilizan cuando las pruebas automáticas de medida no son factibles, bien por su complejidad instrumental, por su coste o porque la información obtenida mediante tests estándar, cuestionarios o entrevistas no se adecua a los fines de la evaluación conductual (Ballesteros y Carrobles, 1983).

Para muchos autores, entre otros los precursores del modelo comprensivo de enseñanza, los rasgos más característicos de los juegos deportivos son su especificidad en la toma de decisiones, la adaptabilidad, la creatividad y la capacidad para responder a nuevas situaciones (Thorpe y Bunker et al., 1983; Lasierra, 1990; 1993). Sin embargo, las investigaciones deportivas, en su empeño por encontrar la mayor objetividad posible en la investigación, han centrado tradicionalmente su interés en el estudio del jugador aislado del contexto en el que se desenvuelve normalmente el juego y han creado situaciones de laboratorio. Blázquez (1986) y Lasierra (1993), cuestionan la validez de este paradigma y defienden la investigación que parte de la lógica interna de los juegos deportivos, del propio deporte.

Así pues, y siguiendo a Blázquez (1990), la evaluación1 de las habilidades deportivas puede realizarse desde fuera de la situación de la competición o juego (in vitro) o en situación real de juego (in vivo). En tal caso, el jugador no es sometido a un test específico del deporte en cuestión, sino a la observación de uno o varios jueces mientras actúa en situación real. El citado autor distingue entre observación objetiva (observación de situaciones que permiten una dicotomía, es decir, si-no, éxito-fracaso...) y observación subjetiva (que requiere un proceso de elaboración de un juicio por parte del observador). A diferencia de las pruebas cerradas, la evaluación en situación real de juego permite contemplar cómo los participantes

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manifiestan su personalidad (timidez, dotes de liderazgo, motivación...), que sin duda es un condicionante de la conducta o el proceso o desarrollo de los tres mecanismos que basan la ejecución motriz en el entorno en que se producen, cuya consecuencia es la manifestación de un resultado claramente observable pero que, evidentemente, ha tenido unas causas que debemos ser capaces de detectar.

La observación in vitro presenta ciertas ventajas en cuanto a objetividad, estandarización y fiabilidad, mientras que la observación in vivo aporta realismo y validez. No obstante, Piéron (1988), considera que con cierta cautela en la categorización y con el oportuno entrenamiento de los observadores, la observación sistemática se convierte en un método de recogida de datos con un rigor científico muy aceptable. Blázquez (1990) apuesta por la utilización complementaria y combinada de ambos tipos de pruebas y McPherson (1994), presenta diversos niveles de análisis de la habilidad deportiva. En función del tipo de conocimiento (declarativo o procedimental) y el componente de respuesta (selección o ejecución), establece un continuum en el que tienen sentido las diferentes formas de investigación.

La evaluación y el análisis de las prestaciones de los jugadores y de los equipos constituyen un aporte de información esencial para los entrenadores (Grosgeorge, 1990). Según Franks (1985), la evaluación efectuada por los entrenadores inmediatamente después del encuentro es correcta nada más que en un 12% de los casos. Si el entrenador fuera capaz de desarrollar un procedimiento de observación sistemático, menos subjetivo y centrado en cierta información, referente al juego, se evitarían quizás un gran número de conflictos entre jugadores por una parte y entre jugadores y entrenadores por la otra, que surgen de la confusión, por las diferentes interpretaciones y percepciones que cada uno ha tenido del juego.

Para Contreras (1998), cada elemento de juego sólo adquiere significado con relación al conjunto o totalidad del mismo, por tanto, es a partir de dicha globalidad como debe abordarse su enseñanza, y por ello hay que saber detectar lo que acontece durante la ejecución.

2. La observación y análisis de los juegos deportivos colectivos

Las técnicas y los sistemas de observación difieren según las disciplinas deportivas. En los deportes individuales se ha venido utilizando la observación desde hace mucho tiempo. En esta modalidad, la biomecánica y las técnicas de vídeo son utilizadas para aportar con exactitud información sobre el comportamiento del atleta, y asimismo, aportar datos suficientes para permitir establecer un entrenamiento y detección de talentos (Garganta, 1997).

Por el contrario, en los deportes colectivos el rendimiento de los jugadores está influenciado por diferentes factores como el medio, compañeros, adversarios, etc. y por tal motivo la observación de los jugadores en movimiento se hace extremadamente compleja.

Para el análisis de los comportamientos es necesario encontrar métodos de recogida y de análisis específicos, diferentes de los utilizados en los deportes individuales (Dufour, 1989; Grosgeorge et al. , 1991). Las condiciones de incertidumbre en que se desarrollan los deportes colectivos hacen más delicada la tarea del observador (Menaut, 1983).

El estudio de los juegos a partir de la observación del comportamiento de los jugadores y de los equipos, viene a constituir un fuerte argumento para la organización y el diseño de los procesos de enseñanza y entrenamiento de los deportes colectivos (Oliveira, 1992; Garganta, 1996; Hughes, 1996)

En la literatura revisada, este tipo de estudios ha tenido el calificativo de diferentes expresiones, de entre las cuales se destacan: observación del juego - game observation -, análisis del juego - match analysis - y análisis notacional - notational analysis - (Garganta, 1997).

Algunos autores (Winkler, 1983; Bacconi y Marella, 1995) consideran que mediante la observación del juego se registran datos del partido en tiempo real y que en cuanto al análisis del juego, se recogen y analizan datos en tiempo diferido.

La expresión más utilizada es la de análisis del juego (Garganta, 1997), dado que engloba las diferentes fases del proceso, esto es, la observación de los acontecimientos del juego, el registro de los datos y la interpretación (Franks y Goodman, 1986; Hughes, 1996).

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En los deportes colectivos cada vez tiene más importancia la observación del juego para el diseño del sistema de juego e incluso, se registran las sesiones de entrenamiento para su análisis posterior (figura 1

Figura 1. Interacción del proceso de análisis del juego como medio de diseño del sistema de juego (Sánchez, 1994)

Se intenta así optimizar los comportamientos de los jugadores y del equipo en la competición a partir de las informaciones acerca del juego (Franks y McGarry, 1996). En este sentido, el análisis del juego realizado a partir de la observación de las acciones de los jugadores, constituye un importante medio para acceder al conocimiento del deporte en competición. (Mombaerts, 1991).

3. La observación

El entrenamiento deportivo de la técnica/táctica está basado en un proceso cíclico donde el paradigma "observación, correlación, objetivos y experimentación" se plantea como un sistema continuo de trabajo.

• La observación se centra en la descripción de lo que está sucediendo.

• La correlación presenta la comparación entre lo observado y lo pretendido en las variables.

• Sobre la base de la correlación obtenida se plantean los objetivos.

• La experimentación nos indica la práctica a desarrollar y su ejecución.

La importancia de la observación se hace capital ya que los análisis biomecánicos necesitan de un tiempo relativamente largo y un coste económico importante y, en muchos casos, no aportan la información que necesitamos sobre el desarrollo del juego.

3.1. Aproximación al concepto de medida en la observación

Kerlinger (1973), se refiere a la medida como "la asignación de diferentes números o grados a diferentes sujetos respecto de un atributo o propiedad."

Por su parte Allen y Yen (1979), definen la medida como "la asignación de números a los individuos de un modo sistemático, como un medio de representar propiedades de los individuos", y apuntan que

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éstos números son asignados a los individuos de acuerdo a un procedimiento cuidadosamente prescrito y repetible.

Por otro lado Sechrest (1984), define la medida como "la asignación de aseveraciones cuantitativas a los fenómenos de acuerdo a normas, de tal modo que reflejen, con una cierta probabilidad, las características de interés."

Por tanto, en todo proceso de observación se registran unas conductas motrices y se realiza mediante la medición de las mismas.

3.2. Criterios generales de la observación: garantías de la medida

Cuando realizamos una estimación de una modalidad o de una conducta, el valor que le concedamos dependerá de la confianza que nos merezca la medida en cuestión y esto depende, a su vez, de ciertas características de la misma.

Las observaciones que realizamos por medio de cualquier procedimiento o instrumento de medida, ¿hasta qué punto son precisas, estables o exactas? Si distintos evaluadores realizan medidas con un mismo instrumento, ¿hasta qué punto obtienen resultados semejantes? También podemos preguntarnos si la conducta que estamos observando es un reflejo del fenómeno o modalidad que pretendemos evaluar.

Ante cualquier dato de observación, interesa pues, conocer las garantías y/o limitaciones que presenta el instrumento de observación concreto que hemos utilizado, con el objetivo de poder interpretarlo adecuadamente y, para estudiar estas garantías, deben cumplir los siguientes criterios (fiabilidad, validez, objetividad y discriminabilidad):

• Fiabilidad. Define el grado de consistencia de los datos. Esto es que si el mismo observador mide al mismo sujeto en dos o más situacio-nes idénticas, debe de dar unos resultados similares. El grado de esta relación puede calcularse a través del coeficiente de correlación. Dentro del concepto de fiabilidad, clásicamente se han diferenciado dos tipos:

1. Fiabilidad temporal. También denominada fiabilidad test-retest, se refiere a la precisión y exactitud con que un instrumento aplicado en dos ocasiones distintas temporalmente, pero en las mismas condiciones nos ofrece resultados semejantes.

2. Fiabilidad interjueces. Cuando la puntuación obtenida en una prueba dependa de algún tipo de juicio del observador, también debemos de estar seguros de la equivalencia en dicho juicio de cuantos observadores vayan a utilizarla. El fundamento de este procedimiento es que, si disponemos de dos administraciones diferentes de un mismo instrumento, por ejemplo: dos observadores independientes, que proporcionan resultados muy similares, entonces aumentarán nuestra confianza en la técnica en cuestión. Si, por el contrario los datos discrepan mucho, las técnicas de evaluación que nos los han proporcionado deberán considerarse con precaución y no podremos hacer inferencias validas a partido de ellas. Para aumentar la fiabilidad interjueces o la "medida de acuerdo" se debe objetivar al máximo los criterios de las puntuaciones, las categorías de las respuestas observadas, la frecuencia de aparición, etc., sin olvidar el entrenamiento de los observadores en el procedimiento específico.

• Validez. La fiabilidad es una condición necesaria, en un instrumento de evaluación, pero no es suficiente para el mismo. Cuando se utiliza un procedimiento de evaluación la fiabilidad nos dice la precisión y exactitud de la observación realizada, pero con independencia de lo satisfactorio que un test pueda ser, si se interpreta erróneamente carece de valor. Por tanto, además de establecer la fiabilidad, el observador se debe plantear hasta qué punto el instrumento de medida "sirve" para la finalidad perseguida con su aplicación, es decir si mide lo que pretende medir. Podemos hablar de validez si el sistema de observación es adecuado a su uso y función con relación a un criterio. La relación que se utiliza es sobre los datos obtenidos a través del sistema propuesto y otros que se planteen en relación directa con el tipo de conducta que observamos. Según Grosser et al. (1988), para definir el grado de relación, se utiliza el coeficiente de correlación siendo este:

< de 0.69, bajo o dudoso. 0. 75 a 0. 84, es aceptable o buena. 0.70 a 0.74, es moderada o débil. > de 0. 85, es alta o excelente.

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Según Pálmer (1996), "no se valida un instrumento, sino, la interpretación de los datos obtenidos por medio de un procedimiento concreto, de ahí la importancia de aclarar siempre el uso particular al que va a destinarse cualquier procedimiento de evaluación". De los varios tipos de validez destacamos los siguientes:

1. Validez de contenido. Se refiere a sí una prueba contiene una representación de las conductas que pretende medir. Se han de tener dos aspectos importantes y complementarios: el primero hace referencia a que el instrumento no incluya aspectos irrelevantes de la conducta en cuestión, y el segundo, que el instrumento incluya todos los aspectos relevantes que definen el dominio conductual.

2. Validez de criterio. Se refiere a la capacidad de una prueba para predecir la conducta de un sujeto, ya sea simultáneamente a la realización de la prueba, lo que se denomina "validez concurrente", o en un momento de futuro, denominada entonces "validez predictiva".

3. Validez de constructo. Su intención es especificar el grado con el que el instrumento de observación mide el rasgo o concepto teórico. Los constructos son los que determinan qué conductas o aspectos del comportamiento han de seleccionarse para su observación y la situación en la que será aplicada. Por lo tanto, un instrumento de medida estará ligado al sistema de constructos dentro del que el instrumento de evaluación es una medida adecuada del constructo y en qué medida las hipótesis derivadas del constructo pueden confirmarse mediante la utilización del constructo en cuestión, (Ballesteros y Carrobles, 1983).

• Discriminabilidad. Si observamos a dos personas distintas en el mismo concepto los resultados deben ser diferentes.

• Objetividad. Cuando los datos son indiferentes a la actitud del observador. Esto es, que si dos observadores miden a la misma persona y deben de dar similares resultados, evitando la interpretación particular y subjetiva del observador.

La forma más utilizada de observar las acciones deportivas de forma global es la que nos posibilita la visualización total del mismo ya sea instantáneamente, por la presencia física del técnico (observador) en la situación, o de forma retardada, una vez transcurrido un tiempo de la ejecución, para lo cual recurrimos a la ayuda de una filmación o similar.

3.3. Error en la observación

Pero, en toda observación-medición, se van a presentar una serie de errores que hay que tener en cuenta y que se pueden resumir en (Echevarría, 1993):

1. Error sistemático. Que se produce por causa del instrumento de medición y siempre tiene la misma intensidad.

2. Error accidental. Que varía con la circunstancia del momento. (hora, día, luz, etc.).

3. Error de procedimiento o metodológico. Que se produce porque la toma de datos se produce con una limitación de tiempo.

4. Tipos de observación

Para realizar esta clasificación se ha utilizado el parámetro tiempo, teniendo:

4.1. Observación en tiempo real

Se registran los datos conforme se suceden sin paradas establecidas. Este tipo de observación a su vez puede ser:

• Observación directa. Es aquella en la que el sujeto registra los datos "in situ."

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• Observación indirecta. Se diferencia de la anterior en que el observador no se encuentra físicamente en el lugar donde se está desarrollando el partido. Por tanto, el registro se realiza con ayuda de material complementario, magnetoscopio fundamentalmente.

4.2. Observación con manipulación del tiempo

En este tipo de observación el observador no está presente y además utiliza material complementario para el registro de los acontecimientos, pudiendo manipular las secuencias en función de sus necesidades.

5. Situaciones motrices2 reducidas a observar

Existen dos situaciones totalmente diferentes, realizar observación en competición o en entrenamiento. En competición se pueden llevar a cabo observaciones de situaciones globales, entendidas siempre como aquellas en las que participan todos los jugadores del equipo, con por ejemplo la realización de presión de todo el equipo o situaciones reducidas en las que únicamente se observa a un grupo de jugadores, como por ejemplo, el movimiento de adelantamiento de la línea defensiva para la realización del fuera de juego (figura 2).

En situaciones de máxima realidad, competición. Se trata de obtener, analizar y aportar datos relevantes al entrenador con el fin de mejorar el rendimiento del equipo. Lo ideal sería poder obtener información en tiempo real de lo que está sucediendo en el juego ya que, ésta información facilitaría la toma de decisiones constantes del entrenador (figura 3).

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En situaciones de entrenamiento. La observación se utiliza como herramienta de verificación del proceso de entrenamiento (figura 4). En este caso pueden ser globales, en la que por un lado se puede observar el comportamiento motor de todos los jugadores ya que participan todos los jugadores, o situaciones reducidas, donde en una situación de entrenamiento en la que participan todos los jugadores se observa a un grupo determinado. Por último, también podemos observar situaciones reducidas de entrenamiento, ejercicios, donde participan un grupo de jugadores reducido.

En ambos casos se observan situaciones motrices, cada una de las cuales está compuesta por un número determinado de jugadores (atacantes/defensas). En el cuadro 1 se muestran las diferentes posibilidades que se pueden en el caso del fútbol.

Cuadro 1. Situaciones motrices. Combinaciones y posibilidades

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6. Aspectos a observar

En las diferentes situaciones que se producen en el juego, se pueden observar diferentes medios, dependiendo del número de jugadores implicados (figura 5).

Medios técnico/tácticos individuales3 . Se dan en todas las situaciones motrices, y se analiza la conducta motriz de un jugador. En función de la posesión o no del balón, se distinguen:

• Medios técnico/tácticos individuales de ataque. El equipo está en posesión del balón. En este tipo de situaciones se puede analizar las acciones motrices que se realizan con balón y las que se realizan sin balón, a nivel individual.

• Medios técnico/tácticos individuales de defensa. El equipo no está en posesión del balón y actúa contra un jugador que está en posesión del balón o sin él.

Medios tácticos de grupo4 . Son el conjunto de acciones en las que participan dos o más jugadores. Al igual que el anterior, se puede clasificar en función de la posesión o no del balón:

• Medios tácticos de grupo de ataque. Acciones que realizan los jugadores estando en posesión del balón.

• Medios tácticos de grupo de defensa. Acciones que realizan los jugadores que no tienen posesión del balón y actúan contra otros que sí la tienen.

7. Procedimientos de observación

Los procedimientos son los medios que utiliza el observador para realizar la observación y podemos dividirlos, siguiendo a Hernández Moreno (en Blázquez, 1990) en dos tipos:

• Procedimientos de apreciación.

• Procedimientos de verificación.

7.1. Procedimientos de apreciación

A través de los procedimientos de apreciación se juzga cualitativamente una conducta motriz, aunque posteriormente pueda cuantificarse, tal y como expone Anguera (1989) que indica que las escalas de apreciación (rating scales) permiten registrar bajo una forma cuantitativa, las observaciones realizadas en una situación, permitiendo describir el comportamiento de los individuos, las actividades de grupo, etc.

Son especialmente útiles para anotar el comportamiento, en diferentes momentos, mientras se desarrolla un proceso de interacción y para apreciar la naturaleza de un evento, considerado en su conjunto, cuando ha terminado. Según Anguera (1989), aportan resultados cuantitativos.

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Igualmente, es muy aconsejable acudir a las escalas de apreciación en los estadios exploratorios, pues no se saben exactamente las formas en que se revela determinado tipo de comportamiento, nos pueden permitir definirlas.

Dentro del procedimiento de apreciación se incluyen:

• Registro anecdótico.

• Listas de control.

• Escalas de clasificación o puntuación.

7.1.1. Registro anecdótico

Se basan en criterios de observación genéricos donde de vez en cuando se plantean aspectos polarizando la atención de la observación sobre aspectos concretos, donde el observador realiza un juicio del individuo o de su conducta. Por tanto podemos decir que es el método menos estructurado

7.1.2. Listas de control

Consisten en establecer una serie de frases que expresan conductas o acciones, ante las cuales el observador señalará su sentencia (positiva o negativa). El juicio es binario (si/no). La suma de los si y no determinará un perfil de una técnica definida.

El problema fundamental está en la correcta construcción de los enunciados a valorar, ya que estos pueden caer en ser muy pormenoriza-dos o por el contrario muy genéricos, llegando a no discriminar los resultados entre una buena y mala ejecución.

7.1.3. Escalas de clasificación o puntuación

Las escalas de clasificación intentan solucionar el problema citado de las listas; en éstas, el observador valorará la actuación, pudiéndose utilizar para determinar el perfil de la totalidad de acciones técnicas de un deporte. Las escalas de medida pueden ser de escala5 , ordinal6 o nominal7 . Normalmente se utilizan escalas entre cinco y siete puntos:

Por otro lado facilita la definición de los objetivos a conseguir con posterioridad, ya que prácticamente se presentan explícitos en la descripción. Dentro de las escalas de puntuación o clasificación se incluyen los siguientes tipos:

• Escalas ordinales o cualitativas.

• Escalas numéricas.

• Escalas descriptivas.

7.1.3.1. Escalas ordinales o cualitativas

En este método se suele utilizar escala entre 5 y 7 puntos, por ejemplo:

Escala (a)

• Insuficiente o mediocre.

• Flojo.

• Regular.

• Bueno.

• Excelente.

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Escala (b)

• Muy deficiente.

• Insuficiente.

• Bien.

• Muy bien.

• Excelente.

Escala (c)

• Malo.

• Regular.

• Bueno.

• Muy bueno.

• Excelente.

Es muy importante describir correctamente con qué categoría se identifica cada ejecución, homogeneizando así el criterio entre e intra observadores.

7.1.3.2. Escalas numéricas

El observador establece diez intervalos, empezando en el 0 y terminando en el 10. La longitud de cada intervalo puede ser variable, de una escala a otra, pero dentro de la misma debe ser el mismo. En el cuadro 2 se muestran dos ejemplos de escalas numéricas.

Números de faltas realizadas 2 4 5 8 10 12 14 16 18 20

Número de balones perdidos por jugador 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Cuadro 2. Ejemplo de dos acontecimientos a observar mediante escalas numéricas

7.1.3.3. Escalas descriptivas

Consisten en breves descripciones en forma muy concisa y exacta sobre el rasgo observado. El técnico señala la posición del deportista con relación a la descripción. El observador intentará no dar un juicio de valor sobre lo sucedido limitándose a su descripción. Es importante definir sobre qué aspecto en concreto se debe realizar la descripción, definiendo las virtudes y errores. En el cuadro 3 se muestra un ejemplo en el que se valora la capacidad de dominio del balón.

Capacidad : Dominio del balón

Recepción imprevista. Pérdida inmediata. Golpeo sin dirección. Llega a controlarlo pero lo protege mal. Controla el balón pero esta pendiente y centrado en él.

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Buen dominio. Buena protección. Visión periférica.

Cuadro 3. Fútbol : nivel de juego (Blázquez, 1990)

Estas escalas resultan preferibles ya que la descripción del rasgo evita que el observador asigne un signo personal.

Por otro lado, facilita de forma clara la definición de los objetivos a conseguir con posterioridad, ya que prácticamente se presentan explícitos en la descripción.

7.2. Procedimientos de verificación

A través de los mismos, se registran valores cuantitativos relacionados con la ejecución del deportista. Entre los procedimientos de verificación encontramos (Piéron, 1988):

• Registro de acontecimientos.

• Cronometraje.

• Muestreo de tiempo.

• Registro de intervalos

7.2.1. Registro de acontecimientos

Tradicionalmente relacionados con lo que conocemos como "estadística" del encuentro que recoge comportamientos predefinidos y normalmente terminales, como por ejemplo: número de goles, pérdidas de balón, etc.

7.2.2. Cronometraje

Sirven para registrar la duración de los comportamientos o acciones determinadas. Algunos ejemplos pueden ser: duración del tiempo de posesión, duración de las interrupciones, etc.

7.2.3. Muestreo de tiempo

Durante un período de tiempo corto y previamente definido, el observador comprueba si se produce o no un determinado comportamiento, como por ejemplo: comprobar si se produce una chut/remate entre dos posesiones consecutivas de balón por parte de un equipo.

7.2.4. Registro de intervalos

Se establecen intervalos de tiempo definidos en los que se registra el número de veces que se produce una conducta, como por ejemplo: número de chut/remate a partir de ese intervalo.

8. Desarrollo de un sistema de observación

Los pasos generales a seguir para desarrollar un sistema de observación implican:

Delimitación precisa de la(s) conducta(s) motriz(ces): lo que supone una categorización de las mismas. El principal problema con el que nos vamos a enfrentar a la hora de definir una conducta motriz es el establecimiento de criterios.

Un sistema de categorías contiene dos o más de ellas y conviene seguir los siguientes requisitos para una mayor efectividad (Pálmer, 1996):

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• Exhaustividad. Toda conducta motriz debe de poderse categorizar, es decir, el sistema de categorías debe abarcar todo el espectro de conductas posibles a ocurrir.

• No se puede producir solapamiento. Ninguna característica de la conducta debe encajar en más de una categoría para ser clasificada. La categoría debe estar perfectamente definida para evitar confusiones.

• Ordenación. En general las categorías, son unidimensionales, por lo que se pueden ordenar de acuerdo a algún criterio (ausencia/presencia), y en los casos que podamos apreciar intensidades, gradaciones crecientes-decrecientes.

• Número de dimensiones. Las categorías deben de constar de un número suficiente para abarcar las distintas clases de conductas intervinientes pero suficientemente pequeño para que el registro sea operativo, por lo que durante la fase de categorización este número de dimensiones será remodelado y susceptible de variación hasta conseguir el objetivo propuesto, (no se pueden registrar todas las conductas motrices de los jugadores).

Duración y lugar. Una vez delimitada la conducta motriz a observar, debemos proceder a determinar un muestreo del tiempo a emplear, que vendrá en función de las características de la conducta.

Elección de instrumentos de registro. Según la modalidad de respuesta, y dificultades e inconvenientes de los distintos sistemas que podemos utilizar elegiremos entre:

• Papel y lápiz. Es el procedimiento de más bajo coste y fácil de usar, solamente requiere de una buena codificación de las categorías a observar, presenta el inconveniente de que en situaciones de interacción compleja dificulta el registro exacto.

• Magnetófono. Los análisis de interacción verbal pueden ser recogidos mediante un aparato de audio y luego con la plantilla correspondiente registrar los datos relevantes.

• Vídeo. Permite registrar la acción con todos los detalles de la observación y después analizar los datos.

Entrenamiento de los observadores. La persona que realice la observación debe ser entrenado en el procedimiento a emplear, ya que de otra forma se pueden producir errores, tanto en la recogida como en la interpretación de los datos obtenidos.

Las dificultades metodológicas pueden provenir del propio observador, este sesgo se refiere a qué como la observación supone, por un lado percibir y por otro interpretar lo percibido, según sean los conocimientos previos sobre la situación, así como otras posibles fluctuaciones que se pueden producir, la observación se verá afectada en mayor o menor medida. (incluir formula de aciertos).

Tenemos que considerar desde variables fisiológicas, como problemas de apreciación visual, interpretación de la importancia de unas u otras conductas motrices, experiencia del observador, hasta el efecto negativo que puede producir la mera presencia del observador en la situación a estudiar. Para hacer frente a éste problema los observadores deben realizar un proceso de entrenamiento.

Notas

1. "...con frecuencia los términos medición y evaluación se prestan a confusión o no se distinguen suficientemente. De ahí la necesidad y la dificultad de diferenciar estos dos conceptos. El término de evaluación tiene una acepción mucho más amplia que el término medición. Este último es una descripción cuantitativa del comportamiento, mientras que la evaluación comprende, a la vez, la descripción cualitativa y la descripción cuantitativa, y comporta, además, juicios de valor en relación con lo que se esperaba. Medir significa indicar una actuación en metros, segundos... Evaluar constituye pronunciarse sobre esa actuación. La medición constituye una fase de la evaluación que suministra datos, información. La evaluación, al emitir juicios de valor sobre los aspectos medidos, supera la mera recogida de datos." (Blázquez, 1990).

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2. Para definir este término es necesario primero definir el término acción motriz que, para Parlebas (1981), "es el proceso de realización de las conductas motrices de uno o varios individuos actuando en una situación motriz determinada" manifestándose según Moreno Contreras (1999), como "comportamientos motores observables." Vemos como en la definición anterior aparece un concepto determinante que es el de conducta motriz que para Hernández Moreno (1993), es la "organización significante del comportamiento motor o el comportamiento motor en tanto que portador de significación, siendo una relación significativa que se forma, fundamentalmente, de la relación con el medio, los objetos y los otros, que pasa por la motricidad y tiene un sentido en lo motor." Teniendo en cuenta las definiciones anteriores, nos queda resaltar que la acción motriz se desarrolla en un contexto definido por rasgos que las determinan, por ejemplo: el deporte es una situación motriz codificada de forma competitiva, lúdica, reglamentada e institucionalizada.

3. Para Konzag et al. (1995), suponen la "...acción que realiza un jugador para resolver de forma exitosa las distintas situaciones de juego, o bien cumplir las exigencias de la táctica colectiva."

4. Según Antón (1998), representan "...los contenidos tácticos de colaboración que se producen en el juego y conllevan la coordinación recíproca entre las acciones individuales de dos jugadores como mínimo."

5. Los valores de los datos son valores numéricos sobre una escala de intervalo o razón, por ejemplo la edad. Las variables de escala deben ser numéricas.

6. Los valores de los datos representan categorías con algún orden intrínseco por ejemplo: bajo, medio, alto. Las variables ordinales pueden ser cadenas (alfanuméricas) o valores numéricos que representen categorías diferentes por ejemplo: (1) bajo, (2) medio, (3) alto.

7. Los valores de los datos representan categorías sin un orden intrínseco. Las variables ordinales pueden ser cadenas (alfanuméricas) o valores numéricos que representen categorías diferentes por ejemplo: (1) hombre, (2) mujer.

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