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Los Cuadernos de Asturias LA MUSICA POPULAR Y TRADICIONAL ASTURIANA. José Benito A. Buya A la humanidad le advino el arte sin sa- ber cómo. Caedmon, ignorante pastor an- glosajón, recibió la sublime capacidad de componer poesía en un trance mila- groso. Los Navos creen que ciertas canciones eron inspiradas a los hombres por los espíritus durante sueños o visiones, ayunos o enrmeda- des. Todos los grandes músicos, dice Stokowsky, reconocen haber compuesto al dictado sus obras más inspiradas. Sean las Musas griegas, o el dia- blo de Tartini, la ente de la inspiración brota más lá de la voluntad consciente. El te nació como una necesidad para servir y conformar hombre, no para entretenerlo. Decía hace poco' en Salca John Wain, el novelista britáco, que nror s i no lo hubiera, haba que' inventao, porque el hombre necesita oír his- torias donde, se reconozca y confirme su persona- lidad. Si esto es verdad de todo el arte, lo es aún más de la música que es la que mejor y más prondamente refleja la identidad humana porque es aquella donde el componente puramente senti- ment constituye el ingrediente esencial. Los pensamientos se tienen pero sólo los sentimientos se «son». Nadie niega el valor de la lengua verná- cula como vehículo de identidad pero la pabra está integrada en una estructura rígida de causi- dades lógicas reactarias a las emociones esencia- les. Expresa, quiere expresar, verdad, no belleza -conceptos sólo idénticos como pretende Keats en los últimos niveles- ciencia, no moral. Solamente los poetas intentan realizar el imposible ayunta- miento del «pathos» y el «logos», aunque tengan que romper la lengua para enaltecerla. Por eso Asturias está en su música. Cada pue- blo, ca hombre tiene un tiempo de plenitud y un medio de expresar su madurez, su hora radiante. Hay quienes la czan en su niñez, en su adoles- cencia o en su vejez, en la palabra o el gesto, en la pintura o la música. Asturias ma barroca, satí- rica, umanizante, autoconsciente esconde sus emociones en lo más hondo de su sima espiritual y sólo las diluye por la ventana más sutil de todas las artes, por la música. Los poetas asturianos mayores, Campoamor, Pérez de Ayala, Angel González, y los menores igualmente, componen versos henchidos de ideas, pregnantes de signifi- caciones prondas y contradictorias; son poetas intelectues, dogmáticos o displicentes, agudos y conceptuosos porque para ellos la palabra es una pantla que refleja por un lado su visión del mundo y los hombres, y por otro esconde 67 mismo tiempo cuidadosamente la interioridad de sus más íntimos pensamientos. El poeta asturiano da su inteligencia y su tento pero no se da a sí mismo. El asturiano sólo se entrega en su música y sólo aquí alcanza la impersonidad y el olvido de sí mismo que es la única manera, como en la negación del éxtasis, de ser plenamente. Aquí radica el enorme valor de la música popu- lar y tradicion de Las Asturias -llamémosla así con el plural que le corresponde y defin insufi- cientemente conocida y apenas estudiada y esti- mada en su extraordinario valor. Muchos asturia- nos se reconocen en su música pero lo hacen en cierto modo a pesar suyo, pensando que es una debilidad justificada por su amor a la tierra nativa. No debiera ser así. El universo de la música astu- riana encierra sin duda valores etnológicos signifi- cativos solamente para los nacidos en el reino sico y cultural de Las Asturias p�ro posee ade- más supremas esencias musicales, valores artísti- cos permanentes derivados de su belleza intrín- seca, de su autenticidad. Ciertamente hemos de contemplar la música as- turiana desde sus propias perspectivas, es decir, como arte popular, no culto, lo cual significa una diferencia de nivel pero no de categoría artística. Hay una excelsitud en las cosas pequeñas y en las grandes. El arte culto depura y decanta, descubre o exalta la inspiración, pero no puede sustituia. Otras veces, incluso, la rebaja. La literatura «li- bresca» e desdeñada por los mismos literatos muchas veces. Recordemos al Wordsworth de las primeras Lyrical Ballads o al arrebato de Whitman declarando «this is not a book», o el exabrupto unamoniano, «eso que llaman literatura». Se trata del público reconocimiento del valor superior del arte «dado» y no «calculado» como decía Valery. Del mismo modo los músicos cultos han admirado siempre y bebido muchas veces en el entrañable venero de la música popular desde Haydn o Beet- hoven a Stokowsky o Luis de Pablo. Bela Bertok, de todos los grandes músicos quien mejor ha estu- diado y comprendido la música popular, dice: «puede ser sencilla y a veces primitiva.pero nunca es simple», destacando su prondidad, su auten- ticidad y su pureza. Hablar sin embargo de «música popular» en general es una abstracción que requiere matiza- ciones pues comprende una gran variedad de ma- nifestaciones musicales y aunque todas ellas res- pondan a las características citadas de hondura y sentimiento, no todas poseen las mismas cualida- des ni la misma calidad. De aquí la conveniencia del conocimiento y estudio a fondo de sus expre� siones actuales para poder mejor conservar sus esencias permanentes. Toda la música popular se deriva de dos fuen- tes: por un lado las tradiciones musicales hereda- das de los pueblos que invadieron u ocuparon el territorio de que se trata a través de la historia; y por otro lado, las creaciones autóctonas del propio pueblo en cada momento determinado. Podríamos

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Page 1: LA MUSICA POPULAR Y TRADICIONAL ASTURIANA. · más inspiradas. Sean las Musas griegas, o el dia blo de Tartini, la fuente de la inspiración brota más allá de la voluntad consciente

Los Cuadernos de Asturias

LA MUSICA POPULAR

Y TRADICIONAL

ASTURIANA.

José Benito A. Buylla

A la humanidad le advino el arte sin sa­ber cómo. Caedmon, ignorante pastor an­glosajón, recibió la sublime capacidad de componer poesía en un trance mila­

groso. Los Navajos creen que ciertas canciones fueron inspiradas a los hombres por los espíritus durante sueños o visiones, ayunos o enfermeda­des. Todos los grandes músicos, dice Stokowsky, reconocen haber compuesto al dictado sus obras más inspiradas. Sean las Musas griegas, o el dia­blo de Tartini, la fuente de la inspiración brota más allá de la voluntad consciente.

El arte nació como una necesidad para servir y conformar al hombre, no para entretenerlo. Decía hace poco' en Salamanca John Wain, el novelista británico, que al narrador si no lo hubiera, habría que' inventarlo, porque el hombre necesita oír his­torias donde, se reconozca y confirme su persona­lidad. Si esto es verdad de todo el arte, lo es aún más de la música que es la que mejor y más profundamente refleja la identidad humana porque es aquella donde el componente puramente senti­mental constituye el ingrediente esencial. Los pensamientos se tienen pero sólo los sentimientos se «son». Nadie niega el valor de la lengua verná­cula como vehículo de identidad pero la palabra está integrada en una estructura rígida de causali­dades lógicas refractarias a las emociones esencia­les. Expresa, quiere expresar, verdad, no belleza -conceptos sólo idénticos como pretende Keats enlos últimos niveles- ciencia, no moral. Solamentelos poetas intentan realizar el imposible ayunta­miento del «pathos» y el «logos», aunque tenganque romper la lengua para enaltecerla.

Por eso Asturias está en su música. Cada pue­blo, cada hombre tiene un tiempo de plenitud y un medio de expresar su madurez, su hora radiante. Hay quienes la alcanzan en su niñez, en su adoles­cencia o en su vejez, en la palabra o el gesto, en la pintura o la música. Asturias alma barroca, satí­rica, liumanizante, autoconsciente esconde sus emociones en lo más hondo de su sima espiritual y sólo las diluye por la ventana más sutil de todas las artes, por la música. Los poetas asturianos mayores, Campoamor, Pérez de Ayala, Angel González, y los menores igualmente, componen versos henchidos de ideas, pregnantes de signifi­caciones profundas y contradictorias; son poetas intelectuales, dogmáticos o displicentes, agudos y conceptuosos porque para ellos la palabra es una pantalla que refleja por un lado su visión del mundo y los hombres, y por otro esconde al

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mismo tiempo cuidadosamente la interioridad de sus más íntimos pensamientos. El poeta asturiano da su inteligencia y su talento pero no se da a sí mismo. El asturiano sólo se entrega en su música y sólo aquí alcanza la impersonalidad y el olvido de sí mismo que es la única manera, como en la negación del éxtasis, de ser plenamente.

Aquí radica el enorme valor de la música popu­lar y tradicional de Las Asturias -llamémosla así con el plural que le corresponde y define- insufi­cientemente conocida y apenas estudiada y esti­mada en su extraordinario valor. Muchos asturia­nos se reconocen en su música pero lo hacen en cierto modo a pesar suyo, pensando que es una debilidad justificada por su amor a la tierra nativa. No debiera ser así. El universo de la música astu­riana encierra sin duda valores etnológicos signifi­cativos solamente para los nacidos en el reino físico y cultural de Las Asturias p�ro posee ade­más supremas esencias musicales, valores artísti­cos permanentes derivados de su belleza intrín­seca, de su autenticidad.

Ciertamente hemos de contemplar la música as­turiana desde sus propias perspectivas, es decir, como arte popular, no culto, lo cual significa una diferencia de nivel pero no de categoría artística. Hay una excelsitud en las cosas pequeñas y en las grandes. El arte culto depura y decanta, descubre o exalta la inspiración, pero no puede sustituirla.Otras veces, incluso, la rebaja. La literatura «li­bresca» fue desdeñada por los mismos literatosmuchas veces. Recordemos al Wordsworth de lasprimeras Lyrical Ballads o al arrebato de Whitmandeclarando «this is not a book», o el exabruptounamoniano, «eso que llaman literatura». Se tratadel público reconocimiento del valor superior delarte «dado» y no «calculado» como decía Valery.Del mismo modo los músicos cultos han admiradosiempre y bebido muchas veces en el entrañablevenero de la música popular desde Haydn o Beet­hoven a Stokowsky o Luis de Pablo. Bela Bertok,de todos los grandes músicos quien mejor ha estu­diado y comprendido la música popular, dice:«puede ser sencilla y a veces primitiva.pero nuncaes simple», destacando su profundidad, su auten­ticidad y su pureza.

Hablar sin embargo de «música popular» en general es una abstracción que requiere matiza­ciones pues comprende una gran variedad de ma­nifestaciones musicales y aunque todas ellas res­pondan a las características citadas de hondura y sentimiento, no todas poseen las mismas cualida­des ni la misma calidad. De aquí la conveniencia del conocimiento y estudio a fondo de sus expre� siones actuales para poder mejor conservar sus esencias permanentes.

Toda la música popular se deriva de dos fuen­tes: por un lado las tradiciones musicales hereda­das de los pueblos que invadieron u ocuparon el territorio de que se trata a través de la historia; y por otro lado, las creaciones autóctonas del propio pueblo en cada momento determinado. Podríamos

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Los Cuadernos de Asturias

referirnos todavía a una tercera fuente que sería la recreación original de la música importada, que es transformada y adaptada por el genio del pueblo que la recibe.

La música popular asturiana posee igualmente una filiación definida. Está estrechamente empa­rentada con la cántabra y gallega, en forma más lejana pero evidente con el resto de la música popular española y más altamente aún con una corriente indoeuropea, llamémosla celta por dar un nombre, que nacida en la remota India fue

El Pericote.

extendiéndose hasta los confines de Europa a tra­vés de todo el continente en donde aún es posible encontrar islotes aislados de un tronco secular común al que pertenecemos los asturianos. Pese al interés creciente por la Etnomusicología, perma­nece sin estudiar suficientemente este reguero musical popular que la vólkerwanderung fue de­rramando por la protohistoria de Occidente a tra­vés de los siglos.

Además está la autoctonía, la segunda fuente mencionada, de la que brota el arte popular. Decía Chaves el compositor mejicano que toda la música

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popular brotaba del corazón del pueblo. Asturias posee un alma musical por excelencia, porque en Asturias todo canta: la brisa, el bosque y la mar y ello le ha permitido identificarse con el lenguaje de los sonidos' conservando las melodías heredadas, creando otros y recreando las recibidas de otras culturas. Asturias ha reunido así un formidable acervo musical porque ha sido capaz de conservar con increíble pureza aportaciones traídas por pue­blos remotos que llegaron aquí «para quedar»; y porque ha sabido recrear sobre ellas y otras poste-

riores un fabuloso universo musical sacado de sus entrañas donde ha vertido todo su lirismo, su per­sonalidad y su identidad más profunda. Quizá se encierre en esta doble clave el secreto del ex­traordinario valor de nuestra música. Por un lado conservamos tradiciones musicales que se pierden en la oscuridad de la historia como el Pericote y especialmente el Corri-Corri, milagro de perenni­dad de un río prehistórico conservado con amor y autenticidad inconcebibles. Se trata a mi juicio de una danza ritual relacionada de algún modo con la fertilidad, incomprendida por algunos estudiosos

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que han intentado atribuirle un sabor erótico que no tiene, pero que el pueblo ha sabido conservar como un tesoro, ajeno a un significado literal, que ha olvidado, pero impregnado hasta el tuétano de su acento y sentimiento más profundos.

La música popular y tradicional de Las Asturias ofrece claramente dos cortes definidos: uno verti­cal o temporal; y otro horizontal o espacial.

Cronológicamente encontramos tres estratos: uno primitivo, remotísimo, representado por el Co­rri-Corri, el Pericote y la Danza Prima, ésta evi­dentemente posterior a las anteriores pero enrai­zada aún en la protohistoria; un segundo estrato apoyado y nacido al amparo de una cultura cam­pesina y aldeana, ganadera y agricultora, estre­chamente vinculado a un contexto físico y social, imperativo y dominante, representado musical­mente por la «tonada asturiana» o asturianada; y un tercero, más reciente, constituido por la can­ción comunitaria o colectiva fruto de una vida social alrededor de las nacientes Villas, más las aldeas y caseríos inmediatos sujetos a su esfera de influencia.

En cuanto al espacio, Las Asturias presentan tres zonas de 'distinta aculturación que responden de algún modo a razones geográficas pero también a diferencias étnicas. Se trata del «oriente», «cen­tro» y «occidente-sur». Alarcos en un estudio so­bre las lenguas pre-romanas de Asturias y par­tiendo del análisis del castellano y el Bable llega a una parcelación de nuestra región en tres zonas

· coincidentes en líneas generales con las señaladasy a conclusiones semejantes están llegando los

· estudios e investigaciones históricas, arqueológi­cas e incluso antropológicas que se vienen reali­zando. Pues bien, la música nos confirma estadistribución zonal de Asturias. Desde esta pers­pectiva encontramos también distintas manifesta­ciones musicales en cada una de estas tres zonas:el Oriente se califica por sus Danzas rituales, Co­rri-Corri y Pericote; el Centro está representadopor la D_anza Prima y especialmente po'r las «astu­rianadas»; y el Occidente-Sur por las «vaqueira­das». Esta clasificación responde a la abstracciónde las canciones más significativas de cada zonapero evidentemente existen en cada una de ellasotras manifestaciones musicales además de las re­señadas. Del mismo modo no significa exclusivi­dad pues algunas expresiones musicales, comoocurre con la «asturianada» o la Danza Prima seextienden prácticamente por toda Asturias.

La Danza Prima meréce una consideración es­pecial por haberse constituido por consenso in­consciente en el símbolo supremo de la asturianía.A diferencia de las danzas llaniscas mencionadasque representan el entrañamiento del hombre conla tierra, el enraizamiento horizontal, la sincroníacon una supervivencia existencial, la Danza Primarepresenta la diacronía histórica de un pueblo quedesea no sólo sobrevivir sino pervivir, que tieneconciencia de un pasado y por ende de ún futuro.La Danza Prima es el último y más perfecto sím-

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bolo de la conciencia histórica de los hombres de la volkerwanderung que, nómadas, sin tierra al­guna que pudieran llamar suya, necesitaban apelar a la estirpe para reconocer su identidad y cumplir su destino. En fechas señaladas, en la hora mágica de la medianoche, al romper el solsticio de verano se reunían para recordar su venerable pasado, re-' conocerse en el presente y afirmar el porvenir. Los druidas dirigían el recitado que el pueblo re­petía al dulce y equilibrado compás de la Danza solemne y purificadora. El paso de los siglos borró las razones primigenias del rito y la Iglesia medie­val la incorporó, cristianizándola, a sus ceremo­nias, pero el pueblo de Asturias olvidada su signi­ficación primera ha sabido conservarla consciente de su valor y significación entrañable: la unión de los hombres de Asturias con sus hermanos y su historia. Jovellanos se acerca a esta tesis en su interpretación de la Danza Prima pero en ocasio­nes se le ha atribuido a ésta, erróneamente, un carácter guerrero del que carece absolutamente. Inzenga la califica de «bélica» y el Protasio se acoge calurosamente a esta tesis añadiendo que «gracias a ella los asturianos fuimos valientes lu­chadores y pudimos vencer a los moros».

Las melodías que acompañan hoy a la Danza Prima, la música que aún conservamos, no es sin duda la misma que cantaban nuestros antepasados en la noche céltica de los tiempos pero sin duda proviene de ella y aunque en su forma actual transluce elementos medievales, romancescos o eclesiásticos, constituye su última derivación. Las melodías aún hoy vigentes son muy diversas y varían según los lugares. La más extendida es la recogida por Torner en su «Cancionero» con el número 179, popular todavía en Oviedo a princi-

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-Danu Prima uturilna, popuW•n OYMdo, LanqNO ySJtro.

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'Tran.c:ripdón da Femando Noceda

pios de siglo, cantada en Langreo hasta 1936, ex­tendida por muchos sitios de Asturias y cantada aún hoy en Siero. Recuerda los aires religiosos gregorianos y está emparentada, como decíamos, con romances medievales.

Avilés es una de las poblaciones asturianas que mantiene con mayor vigencia y plena colaboración popular la vieja tradición de la Danza Prima. En las noches señaladas del verano, comenzando con la más característica San Juan, se reúnen los avi­lesinos al sonar la medianoche en la Plaza Mayor para concelebrar el viejo rito transmitido devota­mente de generación en generación a través de los siglos. La Danza avilesina se realiza sobre dos melodías diferentes. Una de ellas tiene especial

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Los Cuadernos de Asturias

interés por su arcaísmo revelado por la vaguedad de su tonalidad y su extraña belleza. Tiene una estructura muy simple, alcanzando solamente un intervalo de cuarta y conservando un tono incan­t'atorio muy marcado.

. D.nu Prlm• d• A•U4s. Tran,c:ripe'6n de Daniel G.Nuno�

Mieres es otro de los lugares donde la tradición de la Danza Prima se ha conservado más pura y activa y donde se mantiene la máxima fidelidad al romance, «Ay un galán de esta Villa», letra para­digmática hasta el punto de haber originado el verbo «estavillar» con el significado de «bailar la Danza». La melodía que acompaña la Danza de Mieres, saltarina, vibrante, construida sobre un compás del 6/8 posee una gran belleza y es proba­blemente la más brillante y de mayor musicalidad de todas ellas, aunque su estructura es más sofis­ticada, más culta quizá que las anteriormente cita­das. � c-t..,e,o11,,¡i..,- .. r..1� =-� J �IJ-5, 1 u·;}IJ �J 111

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tramcripción mude.al d• Emilio Casare,

Bellmunt y Canella en su monumental «Astu­rias» incluyen como müsica tradicional asociada a la Danza Prima una melodía muy simple, popular todavía hoy con infinidad de variantes pero que actualmente no acompaña a la Danza en los ejem­plos que se conservan. Está en tono mayor y aunque carece de la profundidad y honda melan- · colía de los ejemplos citados anteriormente, posee igualmente notable ingenuidad y lirismo.

Danza Prima NgÚn P. Can•JJ• TO. &IJmunt, ftl su ob.-. A1luri11

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4-±11, El i;-epertorio de melodías asociadas con la

Danza Prima es muy amplio y está esperando aún su compilación y estudio sistemático. Son nota­bles entre muchas otras además de las citadas, la de Luárca recogida por Modesto G. Cobas en su obra «De musicología asturiana» y Torner en el número 79 de su Cancionero, la de Luanco y la denominada «Las Horas» de Avilés. Quedan tam­bién reliquias de otras Danzas Primas como «Soy de Grado» recogida por Maya y Lavandera en el número 30 de su Cancionero en que aparece sola­mente el estribillo de belleza insuperable.

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La Danza Prima constituye pues un resumen, un compendio de la identidad asturiana. Todos los asturianos deberían conocerla y estar prestos a concelebrarla espontáneamente en las tensas vís­peras de los acontecimientos solemnes, al romper la medianoche, en las viejas plazas de nuestras villas, a la vera del bosque, para realizar en co­munión con Asturias la profunda afirmación de esa doble verdad que simboliza: la unión del hom­bre con el hombre que es la vida y la unión del hombre con la tierra a la que pertenece, que es la muerte, es decir, la eternidad.

El otro pilar que sostiene junto con la Danza Prima el arco de la música asturiana es la canción monódica, la «tonada asturiana» o simplemente «la asturianada». Si toda la música popular posee, pese a sus orígenes e influencias ajenas, una nota­ble dosis de autoctonía, en la «asturianada» esta originalidad, esta individualidad aparece en grado superlativo. El parecido con otro folklore foráneo puede obedecer, como en el caso del «yoddle» suizo, a razones de contexto físico -la montaña y sus ecos- o a oscuras casualidades mejor que causalidades con relación al «cante jondo» por ejemplo. Fundamentalmente, esencialmente, la «asturianada», melodía rabiosa, valiente, emocio­nante y profunda es una creación de Asturias, es el espíritu y el alma de Asturias sustanciado en música. La simplicidad de su estructura la en­tronca con las fuentes de la expresión musical más honda y primigenia. Bruno Nettl en «Music in primitive cultures» señala que la música primitiva se caracteriza por dos circunstancias: su «movi­miento melódico» o «contorno»; y sus «interva­los». Respecto a los primeros indica que éxisten tres modelos: ascenso, descenso y ondulación, añadiendo que el más frecuente es el segundo, o mejor una mezcla del segundo y el tercero, consti­tuyendo un simple movimiento descendente o un arco.

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Estos esquemas por otra parte coinciden con los motivos musicales más primitivos mencionados por Fritz Bose en su estudio sobre la «Música de los pueblos Primitivos» consistentes en dos soni­dos descendentes a los que en evolución posterior se van añadiendo otros nuevos ensanchando cada vez más el espacio sonoro hacia abajo. Al alcan­zarse el límite inferior de la extensión vocal, el motivo escalonado contÍnúa comenzando en su límite superior en la forma siguiente:

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Se origina así una estructura bipartita en la que la segunda tiene relaciones de parentesco con la primera y se complementa con la división de es­trofas en dos versos.

La «asturianada» presenta formas semejantes que coinciden con sus dos estructuras más impor­tantes. Un primer modelo de origen y sabor típi­camente aldeano se compone de una unidad divi­dida en dos miembros y consiste en un movi­miento descendente desde la dominante a la tó­nica, es decir, cubre en total un intervalo de

La ciega de Baraya.

quinta con apoyaturas excepcionales de sexta. El primer miembro alcanza la dominante de arranque por medio de una anacrusa pero más frecuente­mente el cantor comienza desde ella, vibrante, valientemente cabalgando aquella nota para des­cender finalmente hasta una tercera en la que se detiene bruscamente provocando los gritos de animación de los oyentes. El segundo miembro se inicia igualmente en la dominante pero la cadencia en este caso prolonga su descenso hasta descansar remansadamente en la tónica alcanzada a través de complicadas y subjetivas combinaciones me­lismáticas. El primer miembro se repite constitu-

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yéndose así unidades de tres elementos que al repetirse a su vez íntegramente comprenden los seis versos de que consta cada canción. Curiosa­mente sin embargo la letra que acompaña la «astu­rianada» está compuesta de una cuarteta lo que obliga a repetir dos versos para cubrir la estruc­tura melódica, en la forma siguiente según el desa­rrollo literario de la tonada «Para castañes Tre­mañes ». (En' cifras se expresa la letra y en núme­ros romanos la melodía).

1-I- Para castañes Tremañes

1-I- Para castañes Tremañes2-II-Para carballos Lloredo2-I- Para carballos Lloredo3-I- Para buenes chavalines4-II-Viva Sama de Langreo

U na segunda estructura más compleja la forman las tonadas asturianas asqciadas a cantos de viaje o camino. Consta igualmente de una melodía bi­membre que al repetirse el primer elemento sedesdobla en tres versos y al repetirse íntegramentellega a los seis versos como en el caso anterior. Elprimer miembro melódico asciende desde la do­minante inferior a la tónica y cadencia hasta la

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Los Cuadernos de Asturias

dominante de nuevo. En la repetición en lugar de detenerse en la dominante inferior desciende va­lientem�nte hasta, la tónica inferior. El segundo miembro sube increíblemente hasta la dominante superior para terminar en la tónica tras un mismo largo proceso melismático. Este salto desde la tó­nica inferior a la dominante de la octava superior requiere una cuidadosa selección. del tono de arranque inicial para permitir atacar con la fuerza y brillantez necesarias la dominante de la octava superior.

Las «asturianadas» constituyen una formidable colección de canciones que se han constituido en el arquetipo de la música asturiana popular. Men­cionaremos en_tre ellas «Canteros de Covadonga», «Carromateros», «Cuando salí de Cabrales», «A la salida del Sella», «La Pi piona», «Pasé el Puertu de Payares» y « Yunce les vaques Ramona» de profundo lirismo. Otras presentan estructuras me­lódicas distintas a l¡¡ts reseñadas anteriormente, -absolutamente originales tales como « Soy pas­tor», «La mió neña ye una neña» o «Los Allera­nos» ejemplos de creaciones de un autor indivi­dval o bien de adaptaciones «a la asturiana» de canciones populares españolas.

Esta breve relación del amplísimo universo de la música popular y tradicional asturiana .quedaría� incompleto sin la referencia concreta a la serie notable de canciones comunitarias, es decir, aque­llas que expresan el anhelo colectivo de un grupo

- . realizando su destino o una función social. Son lascanciones que entretenían las romerías y las largasesfoyazas en Jas noches doradas del fin del ve­rano, trasladadas luego al chigre al imponerse el paisaje urbano. Estas canciones son muchas veces más populares que tradicionales y en ocasiones son variantes de otras populares en distintas re­giones españolas. No poseen pues la misma autoc­tonía que las mencionadas anteriormente ni si­quiera la misma antigüedad. Por su estructura y sentimiento están cerca del Romanticismo y 1 esto ha fundamentado la tesis de algunos musicólogos que estiman que nuestra música popular no posee antigüedad superior a los ciento cincuenta años. lo

El espíritu de la «Extensión universitaria» -de tan gloriosa tradición en la Universidad de Oviedo- se· encarnaba admirablemente en José Benito Alvarez Buylla, fallecido en Oviedo el día 8 de febrero, a las pocas fechas de haber entregado el artículo que antecede para Cuadernos ..

José Benito Alvarez Buylla murió empeñado, ilu-, sionadamente, en_hacer realidad los postulados

culturales y cívicos de la « Extensión universita­ria», recuperando así una fecunda historia que sir­vió para proyectar a la Universidad de Oviedo en la sociedad regional.

J.B.A.B. había nacido en Oviedo el 16 de julio de 1916. �ra licenciado en Derecho y Filosofía y

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cual es incierto. Sin duda el Romanticismo fue el gran descubridor del arte popular pero su labor consistió en encontrarlo y enaltecerlo pero no crearlo. Este arte estaba allí desde siempre e in­cluso había sido reconocido otras veces por músi-

- cos como Haydn o Beethoven. Los Románticossolamente destacaron y conc,e,dieron importanciasuperior al arte popular intentando alzarlo a nive­les cultos a través de una inteligente y amorosarecogida y reelaboración. Esta labor alcanzó enpcasiones taf identificación que ciertas creacionescultas fueron aceptadas y recogidas por el puebloestimándolas c'omo propias. Tal fue el caso dealgunas Baladas de Walter Scott o ciertas melo­días de la «Sinfonía del Nuevo Mundo» de Dvo­rak.

Las canciones comunitarias asturianas fueronrecogidas en gran parte por una serie-de estudiososy compositores a partir de fines del siglo pasado.Merecen citarse las colecciones de Hurtado 1889;Maya y Lavandera 1908, Baldomero Fernández1914, Manuel del Fresno 1934 entre otros y elmonumental «Cancionero» de Ton;ier, el gran mu­sicólogo de Asturias al que hay que referirsesiempre cuando se habla de nuestra música.

Dentro de la gran variedad de canciones agru­padas en este capítulo, podríamos destacar las de«exaltación local» en las que se canta al entraña­ble rincón donde el autor o intérprete ha nacido ovive, «Soy de Langreo», «Soy de Pravia», «Soyde,Mieres» o «Soy de Grado» junto con aquellasotras de melancólica y sentidísima despedida,«Adiós llugarín de Pío», o «Santa María, en elcielo hay una estrella que a los asturianos guía».Otrp grupo notable lo constituyen las afiadas enlas que el sentimiento lírico alcanza su ápice.

Asturias está en .su música, íntegramente, ple­namente, en sus dos vertientes de localismo yuniversalismo que la caracterizan. De aquí la vi­gencia y valor de su música que dice su palabrafntrañable y familiar a los asturianos y . �transmite el mensaje permanente y eterno ·�de la más alta, pura y auténtica emoción .. humana a todos los hombres.

Letras. Fue catedrático de inglés en los Institutos · de Avilés y Gijón y desde 1973 era profesor agre­•gádo de Literatura inglesa en la Universidad ove­tense, ejerciendo, además, últimamente el cargode Vicerrector de Extensión universitaria.

Fundó el Servicio de Estudios Sociales de Gijóny el Ateneo gijonés, del que fue también presidentey secretario.

Publicó numerosos trabajos de ensayo y crítica yalgunos de creación poética. Entre ellos puedenser citados «El teatro 'del absurdo y su proyecciónbritánica», «Las dos culturas y el arte necesario»,« Whitman, poeta ibérico», «Crisis del huma­nismo», «Notas de la traducción de Jovellanossobre "El paraíso perdido" de Milton» ... '