la mujer en cristiano

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Page 1: La mujer en cristiano

LA MUJER EN CRISTIANO

M. Venancia,abadesa del

Monasterio Cisterciense de la Inmaculada (Córdoba)

GRAN PRIORATO ESPAÑOL SANTA MARÍA _

POBRES CABALLEROS DE CRISTOLA MUJER EN CRISTIANO

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Rafael María, Pérez Ruiz

Desde que me pidió José Luis, ofrecerles una reflexión sobre la mujer en la sociedad, y en la Iglesia, no he hecho más que buscar un enfoque desde el que como mujer quiero hablar de la mujer.

Ciertamente, cuando hablo de mujer, la veo como madre: en lo que tiene de cobijo y amparo, hermana, alguien con el que se pude hablar y que sabes te escucha; esposa, porque se sabe de…, religada a …

¿ Desde dónde hablo yo de la mujer? Desde mi condición de mujer y mujer cristiana.

No se puede negar que la Mujer es el ser más hermoso que existe sobre la tierra, es lo más adorable que hay; tal como la pensó Dios "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" ,y expresó Adán, al descubrirla : 2:20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 2:21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 2:22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 2:23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.La creación del hombre fue una obra muy personal. Una obra personal que me evoca el articulo:” tiempo de polkas o tiempo de Encarnación” de comunión.Tiempo en el que realmente no es bueno que el hombre esté solo, sino lo contrario, que tenga a alguien con el que sentirse identificado. Alguien que le invita a ser él mismo. Para eso creó Dios a la mujer, para que el hombre no estuviese sólo, desamparado; para que contase con una ayuda adecuada. El hombre no estaría satisfecho totalmente sólo con el dominio de las cosas. Por eso Dios le dio una ayuda semejante, una compañera. Sólo la mujer es la única digna compañera del hombre; lo material y los animales no pueden ser dignos de una relación personal. Y los dos se convierten en personas, en cuanto entran en relación mutua y dialogan entre sí. Sólo en el encuentro con el otro, que es igual en dignidad y distinto en complementariedad, el hombre puede admirarse y gozarse (cf. Gn 2, 24). La mujer aquí es presentada como portadora de gozo, de vida, de fecundidad. Sólo con Eva, Adán puede comunicarse en sentido radical: dialoga en gesto de alteridad y encuentro.

Por eso : Sociólogos y psicólogos muy inteligentes como S. Freud y su discípulo C.G. Jung, defendieron la idea de que “LA MUJER ES, es NI MÁS NI MENOS, QUE EL EJE CENTRAL DE LA VIDA FAMILIAR, EL NÚCLEO O SOL ALREDEDOR DEL CUAL GIRA TODA LA SOCIEDAD, COMO SI DE PEQUEÑOS PLANETAS DE UN SISTEMA SOLAR SE TRATASE, LLAMADO FAMILIA”.

Sin la MUJER como CENTRO DE UNIÓN entre los seres humanos, la humanidad entera sería un caos. Realmente, ha llegado la hora de un cambio radical en nuestra concepción de lo que es la Mujer. Tenemos que respetarla como lo que es, como tal. Pero, eso sí, es necesario que la Mujer se respete a sí misma, porque si ella, que es el centro del mundo

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social, no se respeta a sí misma, el destino que le aguarda es el menosprecio, y a la humanidad, a la que poco le importa regirse por formas antinaturales de existencia, le esperaría el fracaso total. O sea que: LA MUJER PUEDE HACER TRIUNFAR O FRACASAR UNA SOCIEDAD ENTERA. Samael A. W.

¿Qué hombre no aprecia la DULZURA, la TERNURA y la FEMINIDAD EN LA Mujer? A mi juicio, un Hombre que desprecie estas virtudes intrínsecas en la naturaleza de la Mujer, virtudes que nacen con ella, que no son superficiales ni añadidos culturales frutos de algún interés escondido, está desorientado.

Los valores de la DULZURA, son más importantes, valen más que cualquier forma de vestir, que cualquier moda.

El Valor extraordinario de la TERNURA no es equiparable a ninguna suma de dinero, a ninguna posición social o de apariencias, a ningún abolengo finísimo, a nada. Y la FEMINIDAD no puede ser suplantada por la Mujer máquina, por la Mujer de plástico que quieren vendernos las transnacionales. Esa ingenuidad maravillosa, encantadora que tiene la Mujer desde siempre, es lo más bello que existe sobre la faz de la Tierra. Es arte viviente que respira a pureza, a montañas, a valles, a frutas silvestres, a rosas. Armonía singular incomparable que nace de la propia vida, en sí misma. Cuando la Mujer guarda su natural prestancia, parece que un hálito de encanto valla recorriendo, transparente, los caminos que ella recorre.

Es lógico, normal, que una mujer quiera ser guapa, y que se procure lo necesario para estarlo, pero otra cosa muy distinta es que caiga en las redes de los comerciantes que hacen de ella un caldo de cultivo para promocionar a la mujer de plástico, a la mujer “Barby”, y que por eso se convierta en una persona intratable, insoportable y terriblemente superficial.

La mujer que soy y quiero seguir siendo es la mujer que se encontró con Jesús de Nazareth, que le dio su lugar.

Situación de la mujer en el movimiento de Jesús (29). Se denomina así el grupo formado por Jesús y sus discípulos, que continúa en Palestina, una vez muerto éste, hasta la primera guerra contra Roma en el 70. Las características de este grupo, y el mensaje sobre el reino de Dios que proclama Jesús, hacen comprensible la importancia y la participación de las mujeres en él.

El movimiento de Jesús, sociológicamente, se puede definir como un grupo de renovación, intra-judío, que cuestionaba las instituciones centrales del sistema socio-religioso, la ley y el templo, y su pretensión de ser las mediaciones principales de acceso a Dios, a diferencia de otros movimientos del tiempo, como el de los esenios de Qumrán, restringido a una elite de puros, apartados del resto. Era un movimiento inclusivo: en él tenían cabida todos, y sobre todo los que el sistema socio-religioso, centrado en la ley y el templo, excluía considerándolos «pecadores» (publicanos, mujeres, «leprosos»...), sancionando así, religiosamente, su exclusión social(30). En el movimiento de Jesús todos pueden acceder a

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Dios, y son los más discriminados los que experimentan con mayor profundidad esta liberación gozosa y dignificante.

Las mujeres viven esta acogida y reconocimiento en cuanto mujeres, puesto que el anuncio del reino de Dios que trae Jesús incluye la superación de las estructuras y las relaciones patriarcales que la subordinaban despersonalizándola al tratarla como un objeto o como un ser permanentemente menor de edad, valorada tan sólo como madre o esposa, y reducidas sus funciones a las del hogar. Jesús valora a la mujer, por encima de todo, como persona, y jamás restringe su misión a la tarea del hogar y a la maternidad. En el movimiento de Jesús se establece una nueva forma de relación y vinculación entre hombre y mujer, ya sea como pareja, o como miembros de una comunidad.

Desde esta perspectiva hay que entender la prohibición del divorcio (Mc 10,11; Mt 5,32; 19,9; Lc 16,18), o la discusión con los saduceos sobre a quién pertenecería, después de la resurrección, la mujer tomada por siete maridos en cumplimiento de la ley del levirato (Mc 12,18-27). La misma formulación de las dos preguntas está indicando la mentalidad patriarcal de quienes las hacen. Jesús cambia, por completo, la clave interpretativa. En el caso del divorcio, Jesús denuncia una ley injusta que menospreciaba a la mujer, pero no da una nueva. El varón que abandona a una mujer y se casa con otra no peca porque ofenda al propietario de esta última, sino por su injusticia al tratar a la primera como un objeto. De la misma forma habría que entender la discusión con los saduceos. Jesús denuncia la institución patriarcal del levirato que usaba a la mujer y el matrimonio para garantizar las posesiones. La mujer, una vez más, era un objeto que se tomaba o dejaba a conveniencia. La alusión a la condición angélica en la respuesta de Jesús, más que a-sexualidad o ausencia de diferenciación sexual en el mundo de Dios, como ha solido interpretarse, parece indicar que, en el ser escatológico, el matrimonio patriarcal y las relaciones creadas por él, cuya función es conservar una estructura económica y religiosa del mismo tipo, no existirá(31). Jesús introduce una novedad al proponer unas relaciones personales y recíprocas entre varón y mujer, que nacen de que son iguales como personas y ante Dios.

Pero, además, en el movimiento de Jesús se crean unas relaciones y unas formas de vinculación entre sus miembros, varones y mujeres, que constituyen una alternativa crítica a las de la sociedad del momento. Todos ellos, también las mujeres (Mt 12,36-50), forman una hermandad de iguales donde las relaciones patriarcales no tienen cabida, donde no existen los padres. En /Mc/10/29-30, cuando Jesús enumera lo que se deja por el reino, y lo que se recibe a cambio, entre lo primero aparecen los padres, pero no están entre aquello que se recibe: «Jesús respondió: Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y el evangelio quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, hacienda con persecuciones; y en el tiempo venidero, vida eterna». Esta fraternidad es posible porque Dios es el único Padre, lo que constituye una crítica radical a todas las estructuras de dominación

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patriarcal, y a la pretensión de cualquiera de arrogarse su autoridad. Este poder sólo pertenece a Dios, y ninguno de los «hermanos» puede reclamar el derecho de ejercerlo. Esto supone una crítica fortísima y radical a la estructura posterior de la Iglesia, donde abundan los «padres». El apelativo no carece de importancia, porque está reflejando la realidad de una Iglesia donde las relaciones patriarcales criticadas por Jesús se han vuelto a instaurar, donde los laicos y las mujeres son minusvalorados e infantilizados, y donde algunos hermanos varones se han arrogado la autoridad del Padre. Esta visión crítica alternativa de Jesús pertenece al núcleo de su mensaje sobre el reino, en el que se invierten los valores hegemónicos (Mc 10,42-45; Mt 20,26-27; Mc 9,35-37; Lc 9,48).

MUJER/SEGUIMIENTO: En los evangelios existen testimonios decisivos del seguimiento y la participación de las mujeres en el movimiento de Jesús. Se menciona explícitamente un grupo de mujeres en los relatos de la pasión, cuyos nombres se mantienen estables, sobre todo el de María Magdalena(33), que se adivina muy importante en él. Son definidas como discípulas, pues se utilizan los verbos típicos del discipulado: seguir y servir (akolouthein, diakonein). Ellas han seguido a Jesús desde el principio, desde Galilea (Mc 15,41; Mt 27,55), algo que confirma Lc 8,1-3 desde otras fuentes. Por tanto podemos deducir que han acompañado a Jesús en su predicación del reino, aceptando su misma vida desinstalada, asistiendo a su enseñanza, a sus curaciones, y no le abandonan cuando está en la cruz. Ellas son testigos de su crucifixión cuando los discípulos varones han huido. Testigos de su sepultura (Mc 15,47 y par), son las primeras en descubrir el sepulcro vacío y en recibir el anuncio pascual (Mc 16,1-8 y par). María Magdalena es la primera receptora de una aparición del Resucitado (Jn 20,14-18; Mt 28,9-10). Aun sin ser mencionadas explícitamente, algo propio del lenguaje inclusivo, estas mujeres están presentes en el grupo de discípulos reunidos a los que el Resucitado confía la misión y entrega el Espíritu (Lc 24,36ss; Hch 1,14; 2,1-21; Jn 20,19-22).

El protagonismo de estas mujeres no puede ser desechado como inventado, porque está atestado múltiples veces, y porque está en discontinuidad tanto con lo habitual en el judaísmo, como en la Iglesia posterior. Es decir, que cumple los criterios de la crítica histórica. Aunque, ciertamente, la restricción del protagonismo de las mujeres en el origen comenzó pronto, favoreciéndose por el contrario el de los apóstoles, jamás se justifica en las palabras de Jesús. Si bien el proceso se puede detectar ya en los evangelios(34), pues están redactados en una época en que la patriarcalización estaba ya en marcha, no se puede hallar nunca en boca de Jesús un dicho o palabra que minusvalore o justifique la subordinación de la mujer. El comportamiento patriarcal de la Iglesia posterior para con la mujer no pudo basarse ni en Jesús ni en su actitud.

El protagonismo de la mujer se mantuvo en el movimiento

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misionero primitivo. Se entiende por ello, el momento en el que el cristianismo comienza a extenderse más allá de Palestina, ya antes de Pablo. La fórmula bautismal de Gál 3,28: «Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre y mujer...», proclamaba la autocomprensión de este movimiento y su conciencia de ruptura con lo anterior, a la vez que explica las relaciones y comportamientos alternativos que se daban en su seno.

En este momento, las mujeres aparecen activas, participando codo con codo, al mismo nivel de los varones, ejerciendo funciones misioneras, de enseñanza, de liderazgo de las comunidades. A pesar de la selección androcéntrica, han quedado bastantes datos de este protagonismo en las cartas de Pablo. En ellas se nos transmite el nombre de algunas de aquellas mujeres que, una vez convertidas al cristianismo (Hch 17,4), fundaron y sostuvieron Iglesias en sus casas(37): así Ninfa de Laodicea (Col 4,15); Apia que, junto a Filemón y Arquipo, dirige otra iglesia en Colosas (Flm 1,2); Lidia en Filipos (Hch 16,15). Pablo pone por encima de todo la construcción de la Iglesiay reconoce a la mujer comunidad y la expansión del cristianismo. Reconoce la igualdad entre varón y mujer y las funciones dirigentes de las mujeres, pero exige prudencia táctica ante los que no son cristianos. Inflexible en cuanto a ceder un ápice en la no distinción entre judío-gentil, pide, sin embargo, a las mujeres que transijan y se sometan a ciertas normas patriarcales para no escandalizar a aquellos que se acercaban al cristianismo. Y así seguimos sin reconocer la función educativa de la contemplación que trajo consigo Jesús .

Cuando pensamos en la vetacontemplativa de Jesús, la asociamos sólo con sus escapadas de noche al monte para oraro con aquellos momentos en los que, en medio de la vida, levantaba los ojos al Padre paradarle gracias o para hablarle familiarmente. Así pensamos de las contemplativas. En cambio, estamos menos acostumbrados a considerar como contemplativo su gesto de echar del templo a los mercaderes o su costumbre de contar aquellos cuentos con final inesperado que muchos no acababan de entender. Aunque “entendemos” los trabajos propios de las monjas.

CONTEMPLACIÓN/QUÉ-ES: Y es que el ser contemplativo de Jesús consistía, sobre todo, en saber ver la vida como la veía Dios y en descifrar su misterio desde la sabiduría que le comunicaba Alguien mayor a quien llamaba Padre. Eso nos ensancha el concepto de contemplación, nos rompe las tapias de la huerta conventual en que la habíamos encerrado y nos la convierte en un parque público en el que todos estamos invitados a entrar.

Entonces empezamos a entender que ser contemplativo es entrar en contacto con la realidad como lo hacia Jesús, y que eso tiene que ver no sólo con el mirar, sino también con el escuchar, con el sentir, con el tocar, con el decir, con el callar... Por eso llegan a convertirse en modelos de identificación el samaritano, que miró de una manera tan auténticamente contemplativa al hombre caído en la cuneta que su corazón se conmovió, sus pies se acercaron al herido y sus manos se

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pusieron a curarlo; o aquel hombre entendido en perlas que supo reconocer entre sus manos la que de verdad valía y vendió todo lo demás para comprarla.

Un universo de nuevas significaciones. A lo largo de todo el evangelio asistimos a una paciente relación educativa de Jesús con sus discípulos en la que trata de comunicarles su experiencia del Reino. Conmueve ver la "pedagogía experimental" con la que tantea, ensaya, provoca, busca comparaciones y ejemplos, echa mano de un sinfín de recursos para contagiarles su manera de ver la vida. Y es que sabía que ellos y nosotros necesitamos de todo eso, como necesitan los niños los hombros de su padre para ver desde ahí la cabalgata de Reyes o el paso de alguien importante que desde abajo no consiguen divisar.

Si aceptamos mirar desde ahí, desde esa sabiduría nueva, lo que vemos no es un plus de misticismo que se añade a la vida, sino la vida tal como es vista desde el Padre. Por eso, ser contemplativo no es un lujo espiritual, sino la única manera posible de vivir en la verdad. Lo contrario de la contemplación no es eso que en la ascética tradicional llamábamos "activismo", sino algo mucho más grave: el engaño. Por eso, cuando Jesús devolvía la vista a los ciegos, el evangelio de Juan habla de "signos", porque, más allá de la curación física, lo que ocurría era que alguien salía de la oscuridad y de la mentira y empezaba a ver la realidad desde la verdadera luz. Bautizarse en Jesús es sumergirse en esa luz y entrar en universo de nuevas significaciones. La comunidad cristiana nos va iniciando poco a poco en ese código secreto que nos permite contemplar la vida de otra manera.

Por eso nos quedamos con la versión "light" de la contemplación y preferimos que no nos lleve más allá de aprender o enseñar a relajarse, crear ambientes apropiados y encender velas delante de un icono. Por eso y todas las distintas pedagogías de oración, aunque sean necesarias, sólo son cristianas cuando están integradas en lo otro, cuando son los espacios en los que nuestra ceguera congénita se hace súplica de una luz que no nos pertenece o acción de gracias exultante cuando, como a Jesús, se nos revela algo de cómo es el mundo desde la mirada del Padre.

Tres verbos para conjugar. COMPLA/CONDICIONES-3: Aprender a contemplar ha sido una meta deseada por generaciones enteras de cristianos: para lo cual necesitamos la humildad, el recogimiento, el silencio interior, la purificación del corazón , la atención a la presencia de Dios, sospechar, asombrarse y arriesgarse.

SOSPECHAR puede resultarnos un verbo incómodo y tener para nosotros un contenido tirando a negativo. Sobre todo si somos nosotros mismos y nuestras actitudes el objeto de la sospecha. Y, sin embargo, a Jesús, que siempre está animando y quitando miedos ("¿Por qué teméis?" [Mt 6,50]; "No andéis preocupados" [Lc 21,22]; "¡Animo, hijo!" [Mt 9,2]), no parece preocuparle demasiado abrir los ojos de los suyos y espabilar su vigilancia para que no se fabriquen una imagen falsa de sí mismos. No los trata como a "ciudadanos libres de toda sospecha",. Aquello de que "Jesús no se fiaba de ellos porque los conocía... y sabía lo que hay en el

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hombre" (Jn 2,25) podrá gustarnos más o menos, pero la afirmación no puede ser más clara. Lo que ocurre es que esa desconfianza suya estaba unida a una apuesta incondicional por cada uno de esos hombres y mujeres en su situación concreta, por más cascada y apagada que estuviera. Por eso, a la vez que llamaba al reconocimiento abatido de su propia debilidad, les transmitía la seguridad de ser aceptados y queridos precisamente así, tal como eran.

ASOMBRARSE es algo característico del discípulo: sólo puede aprender el que tiene viva la receptividad y la capacidad de sorpresa, el que está dispuesto a dejarse des-concertar y des-quiciar, es decir, a poner en entredicho los propios conciertos y quicios. Hay que aceptar que aquel de quien se pensaba que había perdido el juicio (Mc 3,21) nos rompa el equilibrio. El asombro nos vacuna contra el virus que hace inofensivo el evangelio y que nos llevaa convertirlo en un conjunto de conocimientos bellos y pacíficos que se van acumulando enla memoria mientras la vida se queda a salvo. "La belleza del desierto consiste en que esconde un pozo en algún lugar" decía A. de Saint-Exupéry; y el asombro es eso, andar por la vida como por un campo que oculta un tesoro, o como por un camino en el que un desconocido puede juntarse con nosotros en cualquier momento y darse a conocer al partir el pan.

ARRIESGARSE a algo supone entrar en una relación especial con el tiempo: el período más o menos largo que necesita para salir adelante o fracasar el proyecto en que hemos invertido nuestro esfuerzo, son medidas de tiempo intenso. Un tiempo al que hemos confiado algo que nos importa mucho. FE/RIESGO: En esa relación especial juega un papel importante la categoría de aplazamiento, y el riesgo consiste precisamente en eso, en apostar ya en el presente por un futuro que tiene toda la fragilidad de lo que aún no existe, de lo que no es demostrable ni manipulable. Las palabras de Jesús nos introducen en este extraño juego: por un lado, se refieren a un ahora concreto e inmediato: "Vende lo que tienes" (Mc 10,21), "Dichosos los no violentos" (Mt 5,4), "Tú eres Simón, hijo de Juan" (Mt 16,17), "Perdonad" (Le 6,37), y suponen con toda naturalidad que aquellos a quienes van dirigidas se arriesgarán a cumplirlas, sin más garantía que la que esa misma palabra les ofrece para el futuro: "Tendrás un tesoro en el cielo"; "ellos poseerán la tierra"; "Tú te llamarás Pedro"; "seréis perdonados".

María/EJEMPLO-PARA-Jesús: Todo esto de sospechar, asombrarse y arriesgarse, es Jesús quien puede enseñarlo, pero es que él tuvo buena escuela: cuando empezó a hacerlo llevaba treinta años viviendo junto a una mujer contemplativa, y también él supo guardar en su corazón el eco y el talante de lo que cantaba su madre. Por eso, cuando dice cómo hay que orar, pone de modelo a alguien que, como María, se ponía en el último lugar, y Dios miró su humillación como había mirado la de ella. Y enseña, en cambio, a sospechar de la falsa imagen de hombre intachable que tenía el fariseo.Su exclamación más explícitamente contemplativa, "Te doy gracias,

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Padre, porque has ocultado estas cosas a los entendidos y se las has revelado a la gente sencilla" (/Mt/11/25), o la proclamación de las bienaventuranzas, resuenan ya en el asombro con que María canta las maravillas que Dios ha hecho con ella, tan pequeña y que, precisamente por ser mujer, representa el no-poder, el no-saber, el estar en el margen. Por eso la llamarán dichosa todas las generaciones, y también porque ella es la gran creyente que se arriesgó a descubrir, ya en la opacidad de una historia dominada por los poderosos, el germen de algo nuevo que estaba a punto de estallar. María se decidió a poner su fe en Aquel que levanta a los humildes e invita a los hambrientos a saciarse en su banquete y a creer que los otros, los engreídos, los saciados, los de arriba ("¡ay de vosotros!", les dirá Jesús), resultan ser los de abajo y los de fuera.Nadie en Israel se había atrevido a ir tan lejos en la "revolución de los adverbios" como esta mujer de Galilea. De Nazaret había empezado a salir algo bueno.Ojalá de nuestra tierra salga algo bueno: gente que como María siempre tengamos los ojos fijos en Él.