la muerte de miguel antonio

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 MUERTE Y NACIMIENTO DE MIGUEL ANTONIO 1. Reencuent ro y d es ped ida Antonio apag ansiosa!ente e" cigarri""o #ue esta$a %u!ando contra "a sue"a de su &apato. Las !arcas de" cansancio y una co!o desesperacin astron'utica( adere&a$an su rostro y su cuerpo se ar#uea$a co!o un gar%io. A!arrado a" sue"o( en"odado( te!$"ando( yac)a con "a  pierna i&#uierda do$"ada de$a*o de "a derec+a( #ue ten)a $ien estirada co!o e" a+orcado  ,intentando -i-ir. Los oco$os se aso!aron "e*anos y t)!idos por entre ar$ustos a&u"oro*os y "as guaduas se #ue*aron de "a nie$"a tan t ur$ia y tan %r)a d e ese d)a. Dos  $uitres( uno dorado y otro negro( cayeron !uertos en espira" %rente a sus o*os( a" tie!po #ue e" -iento "es ro$a$a "as p"u!as para rega"'rse"as( $ai"arinas( a" cie"o. Agarr( $rusca y descuidada!ente "a $ote""a de ron de "a #ue $e$)a y se apresur a a"can&ar a" +o!$re #ue aca $a$a de -er su$ir por una de "as esca" eras de piedra &ig&a gueante s( #ue -estidas de !o+o y arrugadas de insectos( atra-iesan co!o una red de r)os sin tie!po "a tota"idad y "a eternidad de este *ard)n/-ientre con tu%o de "una y !ueca de so". 0usto a un paso de" ter!a"ito de "as "uci2rnagas3 se interru!pir' tu -ia*e. E" +o!$re( !uy  $ien -estido por cierto( //de!asiado en -ista de "a situacin// a" sentir e" peso in+u !ano de "a !ano de Antonio so$re su espa"da( -o"-i "a !irada con so$resa"to4 en!udeci 4 ca!in "enta!ente +acia "os esca"ones( "a sangre se "e %ue de" rostro y "e a!orat "as !anos( se to! co!o pudo de" $aranda"( inc"in "a !irada y respiro +ondo( 55#ue pasa Migue"( soy yo( A ntonio( no !e reconoces67 7( 55si A ntonio( perdona( pero es #ue desde

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MUERTE Y NACIMIENTO DE MIGUEL ANTONIO

1. Reencuentro y despedidaAntonio apag ansiosamente el cigarrillo que estaba fumando contra la suela de su zapato. Las marcas del cansancio y una como desesperacin astronutica, aderezaban su rostro y su cuerpo se arqueaba como un garfio. Amarrado al suelo, enlodado, temblando, yaca con la pierna izquierda doblada debajo de la derecha, que tena bien estirada como el ahorcado intentando vivir. Los ocobos se asomaron lejanos y tmidos por entre arbustos azulorojos y las guaduas se quejaron de la niebla tan turbia y tan fra de ese da. Dos buitres, uno dorado y otro negro, cayeron muertos en espiral frente a sus ojos, al tiempo que el viento les robaba las plumas para regalrselas, bailarinas, al cielo. Agarr, brusca y descuidadamente la botella de ron de la que beba y se apresur a alcanzar al hombre que acababa de ver subir por una de las escaleras de piedra zigzagueantes, que vestidas de moho y arrugadas de insectos, atraviesan como una red de ros sin tiempo la totalidad y la eternidad de este jardn-vientre con tufo de luna y mueca de sol.Justo a un paso del termalito de las lucirnagas se interrumpir tu viaje. El hombre, muy bien vestido por cierto, --demasiado en vista de la situacin-- al sentir el peso inhumano de la mano de Antonio sobre su espalda, volvi la mirada con sobresalto enmudeci camin lentamente hacia los escalones, la sangre se le fue del rostro y le amorat las manos, se tom como pudo del barandal, inclin la mirada y respiro hondo, , . Antonio retrocedi, tal vez intentando caer en las palabras de su amigo > tom un trago largo de ron y carcajendose le ofreci la botella a Miguel , . No se qu pens Miguel pero, en una quietud casi mstica, admir la horrida y soberbia tempestad de los grandes ojos de vaca de Antonio, tan negros como la noche que empezaba a caer, sigilosa, sobre sus conciencias, estupefacto, como visionario en una perplejidad nutica >, >.Miguel perdi el equilibrio y se dej caer de golpe sobre las escaleras, intent sentarse, pero el peso metlico del sopor, de la noche, de la niebla, del recuerdo, le enterr el crneo entre las piernas y clav sus brazos en la tierra. Antonio permaneci inmvil. Creo que de momento, estaba convencido --se haba convencido-- de que su amigo slo le estaba jugando una broma, no era un comportamiento habitual en l, pero supongo que no le pareci extrao que ahora lo hiciese, despus de todo, haca ya ms de diez aos que no tena noticia de l pero, ese nimo tan dolorido y sobre todo tan sincero de su presencia y de su voz, no tard en desgarrarlo hasta el tutano. Empez a creer, aunque no supiera muy bien, qu era lo que deba, ciertamente, creer.Tom asiento, no sin antes aplastar a un pelotn de hormigas negras, al lado de Miguel, quien segua doblado sobre s, le ayud a incorporarse tomndolo con brusquedad del brazo. Miguel entre tanto empez a hablar: > mientras tanto, Miguel y Antonio caminaban, con la mirada al suelo, representando el ltimo de sus das. . >. . dijo Antonio llevndose la mano al rostro --volviendo en s--- Miguel, habiendo dicho, salt al despeadero, a las siete en punto, con la sinfona sonmbula de la noche, sonndole en el hondn de la memoria. Antonio regres enseguida al lugar en donde se encontraba esa misma maana, encendi un cigarrillo y se sent cmodamente con la pierna derecha doblada debajo de la izquierda que tena bien estirada como el ahorcado, a terminar su botella de ron.

2. Nacimiento y maternidadMiguel Antonio, de pronto, se hall adentro sin saberlo las palmeras llovan sobre un cielo de nubes polvorientas, girando invertidas sobre su propio eje. Encorvado, de pie sobre una inmensa planicie que ondeaba y se retorca, como si pusiramos millones de esos gusanos grises que danzan su danza metafsica, bajo un terciopelo negro mitolgicamente extenso --pareca no tener fin--.Avanz en lnea recta por la extraa superficie mirando fijamente sus pies inmviles, durante siete das hasta llegar a una gran torre, rodeada de rosas rojas y flores blancas. Al momento, las palmeras se hicieron rayos y el cielo empez a chorrear su espeso cuerpo sobre la tierra, obligando a Antonio a resguardarse en la torre. All vio a una mujer sentada, dando la espalda a la escalera--caracol. La mujer, de tnica blanca, llevaba una daga de hueso en la mano derecha, --que apoyaba abierta sobre el suelo-. Con la otra mano acariciaba a un bebe durmiente sobre sus piernas, --lo miraba con amor y devocin inverosmiles--. l se acerc lentamente a la mujer con gesto amable, la mujer lo mir sonriendo y habl en una lengua desconocida, que no pudo descifrar. Se par abruptamente, dio al beb un tierno beso en la frente y camin erguida sin dejar nunca de mirarlo, al mismo tiempo que se abra el cuello con la daga. Cuando la sangre cubri enteramente al crio, ella, con la dicha en sus ojos, se lo dio a Antonio, quien lo tom rgida e impasiblemente, y cay fra, gorgoreando dulcemente, a sus pies.

3. Evolucin y creacin

A Miguel Antonio seguramente lo despertaron los mallos del beb. Dispuso todo lo necesario y sali de su casa hacia la pequea escuela en la que enseaba, en compaa de su hijo Joaqun. El mundo se est tornando silencioso, de pronto, la especie humana, sepa Dios por qu, se ha quedado muda. La gente ha empezado incluyendo por supuesto a nuestro Antonio-- a abandonar sus trabajos y ocupaciones y preocupaciones, cabizbajos, uno tras otro, en perfecta sincrona, de vuelta a sus casas cocinaron, pusieron la mesa, se sirvieron, comieron con sus familias, sin musitar silaba alguna, sin siquiera mirarse y se fueron a la cama, todos, cada uno, sin excepcin ---pero no dormirn--. susurr Antonio en un ltimo y sobrenatural esfuerzo. De mientras, una calma azul y carmes sostiene en su rizo al ser humano contemplacin la alegra previa a la muerte o a la vida, que son la misma cosa.Todos permanecern eterna y cmodamente acostados. Sus necesidades biolgicas y en general, el dominio del Diablo sobre nuestra Tierra ha caducado tambin. Ms pronto que tarde, de rincones polvorientos olvidados, incognitos, en lo ms hondo del alma humana la vergenza de nuestro tiempo--, emergieron multitudes indeterminables de voces. Ancianos, mujeres, nios en discusiones acaloradas, discursos, suplicas, lloriqueos, rezos, insultosse han vuelto locos (?) --perdieron la sensibilidad pero les qued el Recuerdo--.No tardaron mucho en aprender a distinguir las voces, y con ello, a dejar de ver para fuera. Las nombraron, las bautizaron con el sacramento de la personalidad sustancialidad--. Reencontraron el orden despus del caos. Se regocijaron y detuvieron la atroz cada, escuchndolas. --Vocecitas preciadas-- Alrededor de las voces vieron formndose los cuerpos y alrededor de estos, la Tierra y de esta, el Mundo entero, con sus galaxias movedizas y sus agujeros negros. Ahora lo pueden ven todoTODOtodos mantengan el secreto a salvo No hablarn jams a sus hijos de lo ocurrido mantendrn el secreto. La vida continuar su curso.