la mitologia de la peninsula iberica

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LA MITOLOGÍA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA 1. Fuentes 2. Mitos griegos localizados en la Península Ibérica. 2.1. Descendencia de Jápeto y Climene. 2.2. Descendencia de Forcis y Ceto. 2.3. El mito de Gerión. 3. Mitos autóctonos de la Hispania prerromana. 3.1. El mito de Gárgoris y Habis 3.2. Las yeguas fecundadas por el viento. 3.3. Las Puertas del Infierno y el Promontorio Sacro. 1. Fuentes Las primeras noticias que tenemos de la Península Ibérica pertenecen al ámbito de la leyenda. Suelen ser noticias esporádicas sobre la fundación de Cádiz por los fenicios, la ruta de los viajes atlánticos o el comercio del estaño. Los fenicios habían comerciado con los indígenas del sur de la Península Ibérica desde el final del segundo milenio, pero tenemos escasos testimonios de esta actividad. A partir de los viajes griegos empezamos a tener un poco más de información sobre nuestra península, aunque sigue siendo poco fiable. Sólo cuando Roma entra en contacto con lo que los griegos llamaron Iberia y los romanos Hispania, vamos a tener noticias abundantes, por vía romana fundamentalmente. Esto sucede, como es sabido, en la Segunda Guerra Púnica, cuando se enfrentan Roma y Cartago en suelo peninsular. Sin embargo, las fuentes de información disponible plantean dificultades derivadas no ya de su escasez, sino de la poca fiabilidad de las fuentes. Los historiadores griegos y romanos que escriben sobre la península Ibérica nos dan una información que debemos considerar con cautela debido a la visión parcial que en muchos casos proporcionan. Los romanos, como gente de cultura superior y perteneciente al pueblo conquistador, se van a explayar especialmente en aquello que es

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  • LA MITOLOGA DE LA PENNSULA IBRICA

    1. Fuentes

    2. Mitos griegos localizados en la Pennsula Ibrica.

    2.1. Descendencia de Jpeto y Climene.

    2.2. Descendencia de Forcis y Ceto.

    2.3. El mito de Gerin.

    3. Mitos autctonos de la Hispania prerromana.

    3.1. El mito de Grgoris y Habis

    3.2. Las yeguas fecundadas por el viento.

    3.3. Las Puertas del Infierno y el Promontorio Sacro.

    1. Fuentes

    Las primeras noticias que tenemos de la Pennsula Ibrica pertenecen al mbito

    de la leyenda. Suelen ser noticias espordicas sobre la fundacin de Cdiz por los

    fenicios, la ruta de los viajes atlnticos o el comercio del estao. Los fenicios haban

    comerciado con los indgenas del sur de la Pennsula Ibrica desde el final del segundo

    milenio, pero tenemos escasos testimonios de esta actividad.

    A partir de los viajes griegos empezamos a tener un poco ms de informacin

    sobre nuestra pennsula, aunque sigue siendo poco fiable. Slo cuando Roma entra en

    contacto con lo que los griegos llamaron Iberia y los romanos Hispania, vamos a tener

    noticias abundantes, por va romana fundamentalmente. Esto sucede, como es sabido,

    en la Segunda Guerra Pnica, cuando se enfrentan Roma y Cartago en suelo peninsular.

    Sin embargo, las fuentes de informacin disponible plantean dificultades derivadas no

    ya de su escasez, sino de la poca fiabilidad de las fuentes.

    Los historiadores griegos y romanos que escriben sobre la pennsula Ibrica nos

    dan una informacin que debemos considerar con cautela debido a la visin parcial que

    en muchos casos proporcionan. Los romanos, como gente de cultura superior y

    perteneciente al pueblo conquistador, se van a explayar especialmente en aquello que es

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    diferente a lo que conocen, en lo extico, lo salvaje o lo peculiar. Por ello, la visin que

    han transmitido de los pueblos y de las costumbres de la pennsula Ibrica en esa poca

    es, a veces, un tanto sesgada. Por otra parte, muchos de estos gegrafos o historiadores

    ni siquiera pisaron suelo peninsular, o lo hicieron mucho despus de producirse los

    hechos que relatan, por lo que hay que suponer que estn recogiendo tradiciones

    anteriores que no se han conservado y que son muy difciles de constatar.

    Por otro lado, de las lenguas prerromanas que se hablaron en la Pennsula Ibrica

    slo han dejado testimonios escritos en fecha antigua el celtibrico y el lusitano, en la

    zona indoeuropea; el ibrico, lengua no indoeuropea, y el llamado por algunos tartsico

    en el sudoeste peninsular. Pues bien, ninguna de estas lenguas nos permite acceder a sus

    textos de manera que puedan ser usados como fuentes para conocer la mitologa.

    En realidad, nuestras fuentes principales son Diodoro de Sicilia, historiador

    griego del siglo II d.C. que tiene un tratado sistemtico de la realeza hispana desde su

    fundacin por Heracles hasta su desaparicin con Sertorio. Tambin, Pompeyo Trogo,

    que era un galo que escribi en griego en poca de Augusto. Lo conocemos por el

    resumen de su obra que hizo Justino, un historiador del siglo III d. C., donde en el libro

    44 se recogen mitos y leyendas hispnicas.

    Estrabn, gegrafo griego de Asia Menor del I a.C. / I d.C., utiliza en el libro III

    de su Geografa nociones mtico-religiosas para describir el espacio peninsular, espacio

    que, por otra parte, no conoca personalmente. Describe la proverbial riqueza de

    Turdetania, aunque se queja de la gran abundancia de conejos que atacan los cultivos.

    Esto nos lleva otra vez al problema principal: la fiabilidad de las fuentes. Avieno, un

    autor latino tardo, compuso un poema, la Ora Maritima, en el que llama a Iberia

    Ophioussa, o sea, pas de serpientes, donde habitan los Dragani.

    Otra fuente que ha resultado de inters para el estudio de la mitologa de la

    pennsula Ibrica es la iconografa. Hay abundantes testimonios iconogrficos antiguos

    en reas de culturas prerromanas que se pueden relacionar con el mbito mtico o

    religioso. El problema est en identificar dichos mitos, si es que lo son. As, el Vaso de

    la danza bastetana, procedente de San Miguel de Liria (Valencia), parece sugerir un

    tipo de danza ritual. Otro tanto se puede decir de la Ptera de Tivisa (Tarragona). Pero

    es bien conocido que la iconografa de los vasos ibricos de la costa mediterrnea

    peninsular surge a partir del siglo III a. C. como resultado de una interpretacin local de

    la iconografa de la cermica griega. Como en esta iconografa los temas mticos son

    muy frecuentes, es probable que junto con la tcnica, los iberos adoptaran tambin

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    muchos temas mticos. En este caso se pueden producir tres situaciones: que los artistas

    locales reflejen el sentido original en su representacin; que el artista desconozca el

    sentido de la escena que est reproduciendo y se limite a repetirla con fines estticos;

    finalmente, puede ocurrir que el contenido original se transforme y se adapte a un nuevo

    contenido. Las tres situaciones se han debido de dar en la cermica ibrica.

    Algunos mitos de Oriente fueron trados por los fenicios y representados en

    monumentos iberos. En un relieve de Pozo Moro se representa un episodio del Poema

    de Gilgamesh, aunque seguramente los indgenas no captaban su verdadero significado.

    De todo lo visto hasta ahora podemos deducir que si bien no existen testimonios

    fidedignos ni relatos propiamente dichos, s debieron existir mitos hispnicos

    prerromanos. Pero por mitos hispnicos hemos de entender tanto los mitos genuinos de

    los distintos pueblos de la Pennsula Ibrica, como aquellos mitos que otros pueblos

    localizaron en la Pennsula por ser el extremo del mundo habitado.

    2. Mitos griegos localizados en la Pennsula Ibrica.

    Los griegos consideraban el Occidente del mundo habitado como un lugar ajeno y

    vaco, cuyo lmite eran las columnas de Heracles, lmite entre el mar conocido (el

    Mediterrneo) y el tenebroso y legendario Ocano, que rodeaba el mundo. Este mar

    primordial, del que surgen todos los ros y aguas de la mitologa griega, era motivo de

    temor y de curiosidad a la vez para los hombres del Mediterrneo. Sus orillas estaban

    pobladas por seres legendarios y hombres salvajes. Los viajes anteriores a la

    colonizacin haban establecido de alguna manera los lmites del mundo habitado. El

    Hades y la muerte, la iniciacin, lo marginal, todo ello representa la oposicin entre el

    mundo perfectamente estructurado de la plis griega y los brbaros; la oposicin entre

    el espacio habitado frente a las tierras desconocidas y oscuras. Los griegos situaron all

    muchos relatos de lo desconocido, hasta que como fruto de nuevos viajes y rutas

    comerciales ese mundo dej de ser desconocido y peligroso.

    Por esta razn hay una serie de relatos mticos que tienen como escenario el

    Occidente del mundo conocido y concretamente la Pennsula Ibrica. Esto ha sido a

    menudo utilizado como prueba de la existencia de contactos culturales muy antiguos

    entre el mundo griego y estos pueblos occidentales, anteriores a la poca de las

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    colonizaciones. Se cuenta que muchos hroes griegos que combatieron en Troya

    llegaron, tras muchos avatares, a todos los confines del mundo conocido, tal y como es

    relatado en los Nstoi o Regresos de la pica griega. Recurdese a Odiseo y su periplo

    por el Mediterrneo y las costas de Sicilia.

    Entre estos hroes se dice que estaba el ateniense Menesteo que lleg al sur de la

    Pennsula Ibrica, y fund un orculo sagrado ms all de las columnas de Hrcules.

    Algunos historiadores tratan de situar esta leyenda frente a Cdiz, en la desembocadura

    del ro Guadalete. Como Menesteo es un hroe ateniense, la leyenda de su orculo se ha

    puesto hipotticamente en relacin histrica con los contactos comerciales que tuvieron

    lugar entre Atenas y Cdiz a partir del s. V a.C. Las salazones gaditanas son bien

    conocidas por los atenienses de poca clsica. Sin embargo, la localizacin de un mito

    en un lugar determinado no supone que haya que tener un conocimiento real de ese

    lugar.

    Sin embargo, a partir del siglo VIII a. C. se produce la colonizacin griega de

    Occidente Los primeros colonos griegos sern los primeros portadores de la mitologa.

    La realidad histrica de la Pennsula es poco favorable a que pudiera haber un proceso

    de difusin masiva de la religin y mitologa griegas en la Hispania prerromana. En

    primer lugar, por lo escaso del nmero de colonias y su pequea implantacin

    territorial. Adems por el reducido contacto con los indgenas y las dificultades de

    comunicacin lingstica. De ah, que la nica va de transmisin de la mitologa griega

    en Hispania haya tenido que ser la iconografa cermica y escultrica.

    Pasemos revista aqu a los mitos griegos que se localizan en territorio peninsular.

    Desde muy pronto, las costas mediterrneas de nuestra pennsula ibrica fueron

    frecuentadas por viajeros procedentes de Grecia, mercaderes, navegantes, como el

    clebre Coleo de Samos, que desviado por fuertes vientos, segn cuenta Herdoto,

    estableci relaciones con los tartesios y volvi cargado de oro. Hay que suponer que

    estas narraciones contribuyeron al proceso colonizador en la medida en que

    acrecentaron el inters por encontrar las grandes riquezas que se supona existan en el

    lejano occidente. Hay toda una tradicin que sita la Pennsula Ibrica como lugar en el

    que se sitan leyendas fabulosas: desde la Atlntida al pas de las Hesprides o las islas

    Afortunadas. La Pennsula Ibrica aparece como el extremo occidental del mundo, el

    lmite entre el mar conocido y el Ocano, dios primordial en Homero, y lugar de

    extraas orillas con poblaciones salvajes. Por otro lado, los griegos situaron el reino de

    los muertos, el Hades, en un ms all que consideraban ya como subterrneo, ya como

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    lmite extremo de los mares, all donde fluye el ro Ocano. El occidente del mundo

    conocido se identifica con el ocaso, con las tinieblas.

    Ya en la Teogona de Hesodo se mencionan una serie de personajes mticos que

    los griegos solan situar en los extremos del mundo conocido. Por un lado, la

    descendencia del titn Jpeto y la ocenide Clmene; por otro, la del titn Forcis y Ceto:

    las Hesprides, las Greas, las Gorgonas, Crisaor, Gerin y Orto.

    2.1. Descendencia de Jpeto y Clmene.

    Jpeto y Clmene tienen cuatro hijos: Atlante, Menecio, Prometeo y Epimeteo.

    Los titanes pertenecen a la generacin anterior a la instauracin del poder de Zeus sobre

    dioses y hombres. Atlante, precisamente por haber participado en la lucha de los

    Gigantes contra Zeus, fue castigado por ste a soportar sobre sus hombros la bveda

    celeste por toda la eternidad. Su morada se sola situar en el jardn de las Hesprides.

    Herdoto es el primero que llama as a una montaa del norte de frica (Atlas). Perseo,

    a su regreso de dar muerte a Medusa, transform a Atlante en roca presentndole la

    cabeza de la Gorgona. De Prometeo y Epimeteo, hroes civilizadores de los griegos, se

    ha hablado en el tema segundo.

    2.2. Descendencia de Forcis y Ceto

    Las Hesprides o las hijas del ocasoen la Teogona de Hesodo aparecen como

    hijas de la Noche, pero, segn otras versiones, eran hijas de Forcis y Ceto,

    pertenecientes tambin a la primera generacin de dioses, o del mencionado Atlante. La

    tradicin ms extendida habla de tres: Egle, Eritia y Hesperaretusa, aunque el nombre

    de esta ltima a veces se divide en dos: Hesperia y Aretusa. No se sabe exactamente

    dnde estaba el jardn de las Hesprides. Desde luego en el extremo occidental, aunque

    parece ms bien que al pie del monte Atlas en Africa. Su funcin principal era la de

    vigilar con ayuda de un dragn, hijo de los mencionados Forcis y Ceto, el jardn donde

    crecan las famosas manzanas de oro que haban sido regaladas por Gea a Hera con

    motivo de su boda con Zeus.

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    Las Hesprides aparecen igualmente asociadas a la leyenda de Heracles.

    Euristeo mand a ste que le trajese las famosas manzanas. Guiado por los consejos de

    Prometeo, Heracles convenci a Atlante para que consiguiese las manzanas, mientras l

    ocupaba su lugar sosteniendo la bveda celeste. Atlante las consigui, pero a su vuelta

    intent que Heracles se quedara para siempre en su lugar. Heracles lo enga y pudo

    llevarle las manzanas a Euristeo.

    Tambin las Greas, hijas de Forcis y Ceto, habitan en el extremo occidente, ms

    all del Ocano. Comparten las tres un solo ojo y un diente, que les arrebata Perseo

    como medio de presionarlas para que le proporcionen informacin necesaria para

    conseguir los objetos mgicos que le protegern en su enfrentamiento con Medusa.

    Las Gorgonas tambin eran hijas de Forcis y Ceto. Se llamaban Esteno, Eurale

    y Medusa. Las dos primeras eran inmortales, pero Medusa era mortal. Sus cabezas

    estaban rodeadas de serpientes, y su mirada era tan terrible que convertan en piedra a

    todo aquel al que miraban. Slo el dios Posidn se atrevi a unirse a Medusa, a la que

    dej encinta. Cuando Perseo cort su cabeza, de ella salieron Pegaso, el caballo alado y

    Crisaor con una espada de oro en la mano. Atenea us la cabeza de Medusa para

    colocarla en su escudo como garanta de su poder invencible.

    Tanto las Greas como las Gorgonas son divinidades primordiales, anteriores a la

    generacin olmpica. Equidna, la ltima hija de Forcis y Ceto, es otro monstruo con la

    mitad del cuerpo de mujer y la otra mitad de serpiente. Aunque no viva en el extremo

    occidente, se le atribuye la maternidad de Orto, el perro de Gerin al que Heracles mat

    cuando le rob el ganado.

    2.3. El mito de Gerin

    En realidad, el mito griego ms directamente relacionado con la Pennsula

    Ibrica es el del robo de las vacas de Gerin por Heracles, uno de los famosos doce

    trabajos impuestos por Euristeo al hroe. Anteriormente se ha visto el robo de las

    manzanas de oro del jardn de las Hesprides.

    Gerin, o Geriones como lo llama el poeta Estescoro, era un gigante de tres

    cabezas y tres cuerpos unidos por el vientre, hijo de Crisaor y de la ocenide Calrroe,

    que habitaba en la isla de Eritia. Esta isla, Estescoro la sita ante Tartesos y Gadeira,

    aunque otras fuentes como Diodoro de Sicilia, sitan la accin en suelo peninsular.

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    Gerin posea rebaos de vacas, guardados por el boyero Euritin y su perro Orto.

    Heracles mat primero al perro, y luego a Euritin. Gerin acudi en ayuda de sus

    siervos y, tras luchar con Heracles, fue vencido y muerto por ste. El episodio aparece

    recogido en diferentes fuentes. El motivo fue reelaborado por Estescoro en la

    Gerioneida. El mito le sirve al poeta para referir una realidad histrica contempornea,

    la expansin comercial jonia ms all de las columnas de Heracles, su descubrimiento

    del reino de Tarteso, al que llama de fuentes de races de plata, una alusin a la

    riqueza en plata de la zona que por estos aos despierta un enorme inters entre los

    marinos y aventureros griegos. Heracles, venciendo a Gerin y apoderndose de sus

    riquezas, es el modelo mtico del navegante griego.

    Diodoro de Sicilia, historiador del siglo I a. C., da una versin evemerista del

    mito. Es decir, lo trata como si se tratara de una historia verdadera. Diodoro presenta a

    Heracles encabezando un ejrcito: el rey de Iberia, Crisaor, estaba ayudado por sus tres

    hijos, que tenan una notable fuerza fsica y un gran valor guerrero. Heracles va a

    reclutar un ejrcito en Creta y, tras grandes hazaas en los lugares por donde va

    pasando, llega a Iberia y se enfrenta con los hijos de Crisaor, a los que vence.

    3. Mitos autctonos de la Hispania prerromana.

    3.1. El mito de Grgoris y Habis

    El mito se conoce por un resumen que Justino hizo de la primera y nica versin

    del galo Trogo Pompeyo. Es un mito asociado al reino de Tarteso, y quiz el nico mito

    que podemos calificar de indgena, concretamente perteneciente a la cultura tartsica.

    Uno de los descendientes de Crisaor, hijo de Medusa, fue el rey Grgoris, a

    quien se atribuye la introduccin de la apicultura en Iberia. Grgoris sedujo, segn el

    relato mtico, a su propia hija de la que tuvo un hijo, Habis. Avergonzado de su accin,

    Grgoris expuso al nio, pero ste se salv milagrosamente amamantado por diferentes

    animales y el rey lo arroj al Ocano. Otra vez, el nio escap de la muerte y lleg sano

    y salvo a tierra firme donde lo amamant una cierva. Creci salvaje en el monte hasta

    que fue capturado por unos cazadores que lo llevaron al palacio. Grgoris reconoci a

    su hijo y a la vez nieto, que fue proclamado sucesor. Habis es el introductor del arado,

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    de la siembra del grano y de la coccin de los alimentos. Adems dict leyes, dividi a

    su pueblo en siete grupos y prohibi el trabajo de los esclavos.

    Se le han buscado paralelismos con el mito griego de Aristeo, por ser ste el

    introductor de la apicultura en Grecia, pero tanto el tema del nacimiento del hroe, de su

    abandono, la crianza por parte de animales, el posterior rescate, la fundacin de

    ciudades, la instauracin de la agricultura, estn atestiguados en diversas culturas

    asociados a mitos universales: Moiss, Rmulo, Ciro, Semramis y hasta el propio

    Edipo. El personaje de Habis se ajusta a un prototipo que representa el paso de la

    naturaleza a la cultura, como la introduccin del arado o el yugo para uncir los bueyes.

    En Grecia, Triptlemo hizo lo mismo. Por otro lado recuerda a otros hroes

    instauradores de leyes como Teseo en Atenas.

    3.2. Las yeguas fecundadas por el viento.

    Otros relatos ms o menos legendarios que nos han transmitido los historiadores

    romanos, ponen de manifiesto el desprecio que stos sentan por los indgenas, a

    quienes consideraban incultos y dados a prcticas poco civilizadas, como son el

    sacrificio humano, la ingestin de orina, etc. Hay otros, sin embargo, que s pueden dar

    una prueba de ciertos contactos culturales entre la poblacin indgena y los colonos.

    Un relato de Polibio del II a.C. nos habla de la riqueza de Lusitania por su buen

    clima y la bondad de su aire. Pues bien este tema de la bondad del aire dio lugar al

    relato de las yeguas fecundadas por los vientos.

    Es un mito lusitano antiguo, recogido por Plinio en su Historia Natural: se dice

    que en las proximidades de Olisipo, la actual Lisboa, las yeguas respiran las fecundantes

    auras del viento Favonius o Cfiro, y se quedan preadas. Paren unos potros rapidsimos

    pero de vida breve (tres o siete aos). Tambin en este caso se han querido ver

    paralelismos con un mito griego, el del viento Cfiro, que engendra tomando la forma

    de un caballo a los caballos de Aquiles. Tambin su hermano Breas, bajo apariencia

    equina, engendra de las yeguas de Erictonio a doce potros rapidsimos. Pero, el

    remontar la velocidad de unos potros a su origen en el viento, tampoco es raro en otras

    mitologas.

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    3.3. Las Puertas del Infierno y el ro del Olvido

    El actual ro Limia en el norte de Portugal es uno de los ros peninsulares ms

    presente en las fuentes clsicas por las referencias mitolgicas a l asociadas. Estas

    narraciones tienen su origen en un episodio acaecido con ocasin de las campaas de

    Dcimo Junio Bruto el Galaico. El paso por este ro provoc reacciones en los

    legionarios romanos por las evocaciones que tena. La razn se encuentra en el nombre

    del ro en las fuentes latinas, Oblivium, y en las griegas Lethe, palabras que significan

    olvido y que parece que evocaban un mito conocido. Unos versos de Silio Itlico

    dicen que la travesa de este ro provocaba la prdida de la memoria, al igual que ocurra

    en el ro homnimo que la mitologa situaba en el Infierno. Segn las tradiciones

    rficas, cuando las almas llegaban al Hades, tenan que cruzar un desierto en el que

    acaban sedientos. All haba una fuente de la que no deban beber porque si lo hacan

    perderan la memoria. La fuente del Olvido estaba en el infierno y los muertos beban de

    ella para olvidar su vida terrestre.

    La explicacin ms verosmil para este episodio es que el nombre indgena del

    ro, sea cual fuera, les recordaba a los romanos el famoso ro del olvido, y de ah la

    supersticin.

    3.4. El sol que nace del mar y el Promontorio Sacro

    Otro episodio ligado a la supersticin es el que sucedi tambin al ejrcito del

    mencionado Dcimo Junio Bruto, al contemplar el sol ponindose sobre el mar. Los

    soldados aterrados al ver que las aguas se encendan y parecan arder, se dieron la

    vuelta. Parece que esto tiene que ver con el Promontorio Sacro, actual cabo de San

    Vicente, en el sudoeste de la pennsula, donde se produce un fenmeno parecido por

    causas completamente naturales.

    La existencia de estos mitos referidos al paisaje en los testimonios antiguos es

    consecuencia directa de la imagen del extremo occidente del Mediterrneo en el

    pensamiento de los griegos que, en parte, transmitirn a los romanos.

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    BIBLIOGRAFA

    Para las fuentes antiguas:

    Mangas, J. Plcido, D. (eds.) (1999), Testimonia Hispaniae Antiqua II B. La pennsula

    ibrica prerromana: de foro a Eustacio, Madrid, Universidad Complutense.

    Estudios y compilaciones de mitos:

    Bermejo Barrera, J. (1991), Mitologa y Mitos de la Hispania prerromana I, Madrid,

    Akal, 2 ed.

    ---- (1986), Mitologa y Mitos de la Hispania prerromana II, Madrid, Akal.

    ---- (2002), Los mitos griegos y la Hispania antigua: consideraciones

    metodolgicas, en Bermejo Barrera, J. / Dez Platas, F., Lecturas del mito griego,

    Madrid, Akal, pp. 93-112.

    Garca Quintela, M. (1999), Mitologa y Mitos de la Hispania prerromana III, Madrid,

    Akal.

    ------ (2001), Mitos Hispnicos. La Edad Antigua, Madrid, Akal.