la memoria histÓrica, la guerra civil y la conquista del futuro

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A propósito de la polémica sobre la Guerra Antifascista Revolucionaria de 1936-1939. "ólo reconociendo los méritos de quienes se han enfrentado al capitalismo en nuestro pasado podremos quitarnos los complejos de encima y sentar las bases para acabar conquistando nuestro futuro..." Por Manuel Navarrete

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LA MEMORIA HISTÓRICA,LA GUERRA CIVIL

Y LA CONQUISTA DEL FUTURO

Por Manuel Navarrete

A propósito de la polémicasobre la Guerra AntifascistaRevolucionaria de 1936-1939

Sólo reconociendo los méritos de quienes se hanenfrentado al capitalismo en nuestro pasadopodremos quitarnos los complejos de encima ysentar las bases para acabar conquistando nuestrofuturo...

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IntroducciónAl acometer los debates históricos, la

primera marca distintiva de Red Roja debe serel huir de las argumentaciones simplistas quetienden únicamente a justificar una tradiciónpolítica “de capilla” sobre las demás. Porejemplo, si se ponen a consideración lasdiatribas internas de nuestro bando en laGuerra Antifascista Revolucionaria,debemos huir de las admonicionestendenciosas del estilo de “el POUM conspirócon el nazismo”, “el estalinismo queríaaplastar la revolución”, etc.

Afirmaciones así no solamente son falsas,careciendo de la más mínima baseargumental, sino que impiden que unaorganización pueda ser catalogada de seria yque el debate se eleve hasta un nivel aceptable.

Sin embargo, partiendo de esta base,debemos decir igualmente que en nuestraguerra popular existieron divergencias tácticasdentro del propio campo revolucionario antelas que tampoco podemos ser neutrales; y deellas se derivan debates que, comoorganización, no podemos rehuir, pues seríauna concesión al oportunismo que, finalmente,

perjudicaría la clarificación política necesariaaquí y ahora.

Un ejemplo: como expondremos másadelante, es natural que quien no es capaz dedistinguir los actores en una guerra entre elfascismo internacional y el Frente Popular,inventándose un supuesto “tercer bandorevolucionario”, tampoco sepa distinguir losactores en una guerra entre el imperialismointernacional y la Libia de Gadafi, sacándosede la manga asimismo un “tercer bando”, nopor revolucionario menos insignificante antelos desarrollos y cauces reales del conflicto.La correcta jerarquización de lascontradicciones en base a las enseñanzas delmarxismo, ahora como en 1936, es un aspectofundamental de la línea política de cualquierorganización que aspire a ser revolucionaria.Aprender del pasado es, pues, fundamentalpara no equivocarse en la actualidad; y noexiste casualidad alguna en el hecho de quequienes caracterizaron mal el pasado tambiéncaractericen mal el presente.

Así pues, al no ser los debates históricosalgo baladí, ni la memoria histórica algo quepueda “olvidarse” o aparcarse sin más, en RedRoja debemos conjugar la necesaria unidad

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interna en torno a nuestro triple criterio político(válido para desarrollar el procesorevolucionario que nos ha tocado vivir), con lacanalización de los igualmente necesariosdebates históricos e ideológicos que tambiénvierten importantes enseñanzas útiles para laactualidad. Enseñanzas que, más tempranoque tarde, las circunstancias históricas nosexigirán haber asimilado; pero cuyo plazo deresolución puede gozar en cambio de unaamplitud relativamente mayor.

La caracterización de lacontienda

El debate sobre la Guerra AntifascistaRevolucionaria de 1936-1939 se haenmarañado habitualmente en la falsa diatribaentre “ganar la guerra” o “hacer la revolución”.Pero, evidentemente, un debate así planteadoes falso. La guerra era en sí mismarevolucionaria y, además, era necesarioganarla para poder edificar una sociedadrevolucionaria.

Pero, es más, tras la victoria electoral delFrente Popular y el golpe de Estado fascista,la república se estaba transformando a pasosagigantados en una República Popular: en lazona republicana, la tierra estaba en manosde los campesinos y los terratenientes habíanhuido; la industria había sido casicompletamente nacionalizada y puesta alservicio del esfuerzo de guerra; la banca habíasido expropiada y nacionalizada; el ejército decasta había sido sustituido por el pueblo enarmas; las organizaciones de la oligarquíahabían sido ilegalizadas y expropiadas,incluyendo a la todopoderosa Iglesia Católica…

Así pues, la República del Frente Popular,y particularmente la república que sereconstruye tras el golpe de Estado del 18 dejulio, a diferencia de la República de 1931, noera ya una república capitalista, aunquetampoco fuera una república socialista. Era,desde luego, una república popular,antioligárquica, antimonopolista, que habíacumplido las tareas de la primera fase de larevolución, el “programa de mínimos”teorizado en 1935 por el PCE; y era una

república que ahora se aprestaba a presentaruna heroica batalla contra el poderoso ytodavía invicto fascismo europeo, comocondición ineludible para iniciar la edificaciónsocialista y hacer realidad el programa demáximos.

Tras el asalto de la clase trabajadora alCuartel de la Montaña, con el pueblo armadohasta los dientes y expropiadas las grandesempresas, ¿cómo seguir considerándolasimplemente como una república burguesamás? Era algo más, y así lo expresóabiertamente Mundo Obrero, que en eleditorial del 26 de enero del 37 explicabaclaramente que “nuestra República no es la de1931. Más decimos: no es tampoco laRepública inmediatamente anterior al 18 dejulio de 1936”, pues la república que ellosestaban defendiendo “no tiene nada que vercon la mal llamada democracia de los paísescapitalistas”. Incluso el 23 de marzo de 1938,el PCE seguía proclamando en el editorial deMundo Obrero: “el pueblo español no hace surevolución al gusto del capitalismo”, paraacabar proclamando que la revolución“vencerá con la oposición al capitalismo, sinpactos ni mediadores”.

Más allá de las afirmacionesapaciguadoras que, con intenciones políticas,se hicieran en determinados momentos de laguerra para proteger la pluralidad del frenteantifascista que se había creado, ésta era lalínea política y la estrategia del PartidoComunista. Pero, como dijo José Díaz, “elFrente Popular es la formación política quecorresponde a esta etapa de la revolución”.

Así lo comprendió igualmente la tandenostada Unión Soviética de Stalin, que, adiferencia de las llamadas “democraciasoccidentales”, cómplices vergonzantes delfascismo, fue el único país que apoyólealmente a nuestra república revolucionaria.Y así lo comprendieron también las masastrabajadoras del Estado español, queengrosaron fervorosamente las filas del PCE,UGT, CNT y otras organizaciones integrantesdel Frente Popular.

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Fue una minoría, básicamente el pequeñoPOUM y los autodenominados “Amigos deDurruti” (un grupúsculo barcelonés expulsadode la CNT), la que no quiso comprender queuna victoria del bando popular ponía a larepública española en inmejorablescondiciones para iniciar la construcciónsocialista.

El mito del “tercer campo”Así se construyó la idea de que “no había

dos, sino tres bandos”: el fascismo, larepública “burguesa” y… el bandorevolucionario. Evidentemente, esto implicabados errores. Por un lado, se calificaba deburguesa a una república que ya no era talcosa, pues como hemos dicho el puebloestaba en armas y la propiedad estabafundamentalmente colectivizada, por lo quepodía hablarse de una república popular y entransformación (de igual modo que laVenezuela actual, con su explosión de PoderPopular, no puede ser calificada sin más y demanera simplista como una “repúblicaburguesa”). Por otro lado, tampoco secomprendía que, normalmente (y ésta no erala excepción), en una guerra civil existen dosbandos fundamentales, pues las fuerzashistóricas significativas y con posibilidades devictoria sólo pueden estar aglutinadas.

Algo muy similar – lo hemos adelantado -a cuando la LIT-Cuarta Internacional senegaba a apoyar a Hugo Chávez, o se niegaa apoyar a su sucesor Maduro, argumentandoque la V República “no es más que unarepública burguesa” y buscando un inexistente“tercer bando” entre Chávez y la oligarquía. Oa cuando desde dicho sector, y otros análogos,se buscaba un inexistente “tercer bandorevolucionario” entre el imperialismo y Gadafi,o entre el imperialismo y el gobierno sirio.

Si ese “tercer bando” no existe (o si, comosucede más frecuentemente, existe pero susfuerzas son insignificantes en una situación deguerra abierta), se corre el riesgo decaracterizar mal a los contendientes y

perjudicar a la causa popular. Y lo que esaplicable para Libia, Siria o Venezuela lo estambién para nuestra Guerra AntifascistaRevolucionaria.

El desarrollo de lascontradicciones históricas

Por ello, y tratando de comprenderadecuadamente la cuestión de las alianzasdurante las distintas fases del procesorevolucionario, en nuestro documento “Elespacio político e ideológico de Red Roja”,aprobado el el I Congreso de Red Roja,decíamos lo siguiente: “Apostamos por unproceso constituyente hacia una III República(o Repúblicas) en línea histórica con el FrentePopular que dio la victoria electoral a lasfuerzas trabajadoras y populares el 16 defebrero de 1936”. En efecto, Red Roja ha dadoen la tecla pues es necesario reivindicar ellegado histórico del Frente Popular y susenseñanzas históricas.

Hoy día también es necesaria una alianzade las clases populares para la revolucióndemocrática-popular (necesaria para sentarlas bases de la revolución socialista); unreferente que, acometiendo la contradicciónprincipal del momento (la que enfrenta a lascapas populares con el pago de la deuda a laoligarquía financiera), supere la clásicadoctrina de “clase contra clase” propia del“tercer periodo” de la Internacional Comunista.Curiosamente, los mismos que denostan lalógica de este “tercer periodo”,argumentando que gracias a la desunión conlos socialistas fue posible la victoria de Hitleren Alemania, no extienden esa enseñanza alEstado español de la época. Y cuando la ICrectificó su error e implementó la táctica deFrente Popular, comprendiendo la necesidadde unidad antifascista para frenar al fascismoy, en nuestro caso concreto, a Franco, esossectores comenzaron a usar los mismosrazonamientos del odiado “tercer periodo”;razonamientos que, de hecho, eran unaconstante en el POUM.

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La realidad es que, en nuestra guerra(como en todas), sólo la victoria sobre elfascismo o sobre el invasor (batalla que, adespecho de las idealizaciones de GeorgeOrwell, exigía disciplina, regularización military mando único) podía abrir la puerta a latransformación socialista de la sociedad y lascolectivizaciones subsiguientes. Y para ello,por supuesto, todas las armas debíanconcentrarse en el frente, no en las “aventurasrevolucionarias” de la retaguardia. Sólo el PCEcomprendió esto. Como sólo el PCEcomprendió que, tras la invasión de las tropasitalianas y alemanas, nuestra guerrarevolucionaria adquiría resonanciainternacional y sólo una victoria popular podíaliberar al Estado español de convertirse en unEstado títere al servicio del Eje fascista.

Pero abordemos otro aspecto clave que,por puro interés partidista, suele pasarse poralto. Se confunde habitualmentenacionalización con socialización, pero no sonlo mismo. Una economía de guerra sólo puedeestar nacionalizada (es decir, puesta en manosdel Estado) y al servicio del esfuerzo deguerra. Así, durante la Guerra Civil Rusa(1918-1921), el llamado “comunismo deguerra” bolchevique nacionalizó la producción,poniéndola en manos del Estado (y no de lossoviets bajo “control obrero”, como habíaestado hasta el 18); prohibió, además,terminantemente el comercio. Sólo años mástarde, a partir de 1928, la tierra pudo ser,entonces sí, colectivizada y comenzó laplanificación económica. Pero es más:Inglaterra, EE UU, Italia, Japón y todas laspotencias capitalistas nacionalizaron tambiénbuena parte de su economía, y en concreto laindustria, para hacer frente a la II GuerraMundial. Lógicamente, una guerra a vida omuerte no es el momento adecuado parabucólicos experimentos de “socializaciónautogestionaria” autosuficiente en laretaguardia; experimentos, por lo demás,fáciles cuando los “señoritos” habían huido ala otra zona.

Mao lo comprendió igualmente a laperfección cuando teorizó la necesidad de

diferenciar en cada periodo la contradicciónprincipal de las secundarias, es decir, de lasque pueden “aplazarse”. Cuando elimperialismo japonés invadió China, lacontradicción principal, que impedía eldesarrollo completo de cualquier otra lucha(incluida la de clases), era la brutal ocupaciónmilitar japonesa. En consecuencia, loscomunistas se unieron al Kuomintang burguéspara expulsar al invasor. Aunque elKuomintang los traicionó en diversasocasiones, sin su concurso no habría sidoposible expulsar a las tropas niponas. Mástarde, una vez expulsados los invasores, lacontradicción principal volvió a ser la queenfrentaba a los comunistas con elKuomintang. Se batieron, pues, en una guerracivil y, en 1949, los comunistas tomaron elpoder, iniciándose en China la edificaciónsocialista.

Fidel Castro, en Cuba, no hizo surevolución en nombre del socialismo, sino queproclamó el carácter socialista de dicharevolución… en 1961. Es decir, más de dosaños después de finalizada la guerra populary revolucionaria. Igualmente, no nacionalizó laUnited Fruit Company en 1956, trasdesencadenar la guerra de guerrillas, sino en1960, más de un año después de la derrotadel ejército oponente.

Todos estos ejemplos sólo sirven parailustrar una tesis, por lo demás, obvia: el“canon Ken Loach”, según el cual larevolución, la construcción socialista, la puestade los medios de producción en manos de losmismos productores (en una palabra: lasocialización), debe hacerse desde el primerdía o durante la propia guerra popularrevolucionaria, es históricamente falaz. Laguerra revolucionaria se decide ante todo enlos frentes, en sacrificios enormes, ganandobatallas contra la oligarquía armada, no en unaaldea feliz de Aragón como la retratada enTierra y Libertad. Afortunadamente, en lahermosa película La canción de Carla, Loachfue incoherente y no denunció a lossandinistas por el mismo motivo.

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¿Revolución en laretaguardia de la revolución?

Insistamos, pues, en una idea clave: esabsurdo pensar que una revolución acosadapor una tropa fascista internacional puedecompletarse “en la retaguardia”, espoleada porla colectivización de algunos terrenos(colectivización, como ya señalamos, bastantefácil cuando los propietarios han huido a lazona fascista, o están solos o en minoría).

¿Qué significaba en aquellascircunstancias hacer la revolución en laretaguardia? ¿Que el gobierno del FrentePopular, que todavía se batía a vida o muerte,debía caer? Semejante idea sólo puede serconsecuencia de una errónea caracterizaciónde la contienda, pues sólo sería comprensiblesi la guerra se caracterizara como una “guerrainterimperialista” en la que debías desear laderrota de “tu” bando.

Hay que recordar que el POUM llegó adesmovilizar a tropas del frente de Aragón (elbatallón 29) para llevarlas a la retaguardia a“hacer su revolución” durante los Hechos deMayo de 1937 en Barcelona. Incluso(recordemos: en mitad de una guerra)decretaron… la Huelga General (que, porsupuesto, fue un fracaso). Todo esto debe serrechazado y criticado como un gravísimo errortáctico, lleno de aventurerismo, de sectarismoy de incomprensión de las prioridades, puesno estábamos ante una guerrainterimperialista, entre dos bandos igualmenteabyectos, sino ante una guerra popular yrevolucionaria. Así lo han comprendido losmás importantes historiadores marxistas sobreel periodo, como Manuel Tuñón de Lara,Pierre Vilar, Ferrán Gallego; e inclusoautores no marxistas pero simpatizantes de lacausa republicana y popular, como Herbert R.Southworth, Ángel Viñas, FernandoHernández Sánchez... Aunque naturalmenteno lo haya entendido así el historiador ymilitante trotskista Pierre Broué.

Hay más: los propios dirigentesprincipales de la CNT de la época (Federica

Montseny, García Oliver, Joan Peiró) fueronlos primeros en condenar esta insurrección enla retaguardia y en pedir que se retiraran lasbarricadas para no romper la unidadantifascista. En realidad, la actitud de lossublevados en mayo del 37 no era muydiferente a la de los marinos de Kronstadt que,en 1921, se rebelaron contra los bolcheviquesy su “capitalismo de Estado”, siendoaplastados por... Trotsky. Ese mismo añoLenin, sin el menor complejo, defendía laretirada táctica temporal que supuso la NEP.

Tras tanta tinta derramada sobre losHechos de Mayo, se intentan confundir loshechos con demasiada frecuencia. Se ocultanrealidades como que la CNT sólo apoyóparcialmente los hechos en las primeras horas,y que su apoyo tenía razones completamentediferentes a las del POUM. La CNT formabaparte destacada del gobierno de la Generalitaty era explícitamente partidaria de un gobiernode frente popular con el PSUC y ERC. Sinembargo, tenía una visión “fragmentaria” delpoder, y en mayo aspiraba simplemente aenseñar músculo para que el sindicatomantuviera las cuotas de poder y lasposiciones adquiridas en las calles deBarcelona tras el alzamiento fascista. Estesindicato jamás tuvo una alianza con el POUMy, de hecho, contestó con una negativa frontalante la idea poumista de conformar un bloque“revolucionario” al margen y contra el FrentePopular. En suma, la CNT comprendía a laperfección lo que en España comprendierontodos excepto los poumistas: que lacontrarrevolución española (y tambiéncatalana) de la guerra civil era… el fascismo.

Hasta Joaquín Maurín, el primersecretario general del POUM, acabóreflexionando en los siguientes términos: “Elejecutivo del POUM no comprendió nunca quelo primero era ganar la guerra. Antepuso larevolución a la guerra, y perdió la guerra, larevolución y se perdió a sí mismo. Lo queEngels dijo de los anarquistas españoles en1873, es decir, que actuaron como no debíanhaber actuado, puede decirseaproximadamente del POUM en 1936-1937”.

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El homenaje institucional aNin

Así pues, líneas de análisis políticos tanalejadas de la realidad deberían haberquedado superadas hace muchísimos años.Y, a nivel general, así es. Sin embargo, enciertos ámbitos este enfoque sigue siendo undogma incuestionable.

Los mismos ámbitos donde -y todos lohemos visto- se continúan alabando yrecomendando libros como El Gran camuflajede Burnett Bolloten, a pesar de la derivapolítica del autor, de sus progresivas simpatíasfranquistas y de ser un libro admirado porFraga, que lo prologó y publicó en 1961(cuando en España no podía publicarse nadaexcepto alabanzas a la “cruzada”), aunqueposteriormente, ya tras los Pactos de laMoncloa y la reconversión del régimenabiertamente fascista en régimen decontrarrevolución preventiva, el volumen fueraeditado con un título menos propio de laGuerra Fría (menos insistente en eso de los“rojos camuflados”) y más del gusto de algunossectores de la pequeña burguesía nostálgica:La guerra civil española: revolución ycontrarrevolución.

Hablamos de los mismos ámbitos dondese glosa este libro por el mero hecho de quesomete a los comunistas a durísimas, casiobsesivas críticas, fruto de la relación deBolloten con Gorkin, antiguo dirigente delPOUM que acabó militando en el PSOE ytrabajando para el “Congreso por la Libertadde la Cultura”, organización promovida yfinanciada por la inteligencia estadounidense.En algunos de sus últimos trabajos, JamesPetras nos ha prevenido contra lo que seoculta tras estos “profesionales delantiestalinismo” (tras esta “OTAN cultural”,como la denomina Petras).

Es en los mismos ámbitos en los que sedefiende a Gorkin y a Bolloten donde sedefiende también el homenaje institucional aAndreu Nin celebrado en el Parlament de

Catalunya en junio de 2013, con lacolaboración de organizaciones necesariaspara el capitalismo como CiU, ERC, PSC, CCOO, UGT… Pero en ese bochornosohomenaje también tuvieron voz variasorganizaciones trotskistas como En Lucha oIzquierda Anticapitalista.

Viendo el desarrollo del acto delParlament, las intervenciones centradas enatacar a los comunistas, a la Unión Soviética,a Stalin, vale preguntarse por qué sehomenajea a Nin. Efectivamente, el asesinatode Nin (detenido el 16 de junio del 37) porparte de los comunistas fue un actoinexcusable, pero no más que el asesinatoprevio (el 5 de mayo) de Antonio Sesé,dirigente del PSUC y secretario general de laUGT catalana, por parte de los anarquistasdurante los Hechos de Mayo del 37. O no másque el asesinato del militante del PSUCRoldán Vidiella, secretario del Ministerio deTrabajo de la Generalitat, el 25 de abril. Porno hablar del posterior plan frustrado demilitantes poumistas para asesinar a Negríny Álvarez del Vayo. Con todo, son sóloejemplos de entre los muchos que podríanponerse.

La manipulación sobre los Hechos deMayo, las injurias contra el POUM(aprovechando el famoso telegrama delembajador Faupel al gobierno alemán) fueronlamentables. Pero igualmente lo fueron lascalumnias contra el PCE y el PSUC. Algunosejemplos: un pleno de la AIT celebrado enParís el 11 de junio de 1937 habló del “plancontrarrevolucionario” del PCE y la URSS para“servir a los intereses capitalistas anglo-franco-norteamericanos”. Abad de Santillán y GarcíaOliver también se sumaron a la idea de una“conspiración soviética” para desatar losHechos de Mayo. Pelai Pagés apoyó la idea,pero añadió entre los conspiradores a“elementos dudosos de la extrema derechacatalana”. El dirigente del POUM WildebaldoSolano habló de una “conspiración estalinista”para “construir una democracia popular” enEspaña y “abrir las puertas a Franco”, lo queaparte de una calumnia es… unacontradicción. ¿Por qué siempre se habla de

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las calumnias contra el POUM y nunca de lascalumnias del POUM y los anarquistas contrael PCE y el PSUC (e incluso de algunosanarquista contra... la propia CNT“contrarrevolucionaria”)?

Y es que, muy a disgusto del victimismohabitual, como hemos visto no todas las balasni todas las acusaciones dispararon hacia elPOUM. Ahora bien, ¿quién, y con qué fin,escoge los temas sobre los que debe hablarse,los hechos que deben “homenajearse” y loscrímenes sobre los que debe “pedirse perdón”?

Una última reflexión: nosotros admiramosa José Díaz, pero rechazaríamos como unaperversión un homenaje a José Díaz en elParlamento de Andalucía que viniera avaladoy presidido por el PSOE, el PP y los sindicatosdel régimen y que fuera aprovechado paraatacar la obra de la construcción socialista. Dehecho, las organizaciones simpatizantes deNin que se prestaron a participar en estotenían otra opción: rechazar, desde unaposición revolucionaria, el acto, arguyendo porejemplo que “no hacía justicia a la figurahistórica” del dirigente del POUM. Pordesgracia su posición fue bien diferente.

Memoria histórica paraconquistar el futuro

Desde Red Roja, en cambio, nosnegamos a caer en las trampas del régimen.Como decíamos en “El espacio político eideológico de Red Roja”, “en tiempos deprofunda crisis sistémica del capitalismo ygravísimas agresiones a los pueblos, más quenunca debemos reivindicar con orgullo lahistoria revolucionaria, así como debemosreconocer, criticar y superar los errores, denuestro movimiento comunista. Y ello adistintos niveles: primeramente, por losinnegables logros sociales alcanzados poraquellos países que a lo largo del siglo XXoptaron por la edificación de una sociedadsocialista. Pero también por nuestros ejemplosde organización y de creación de PoderPopular, sin comparación posible con otras

corrientes ideológicas que se han dado en elmovimiento obrero”.

Sólo reconociendo los méritos de quienesse han enfrentado al capitalismo en nuestropasado podremos quitarnos los complejos deencima y sentar las bases para acabarconquistando nuestro futuro. En este sentido,y por una cuestión de memoria históricarevolucionaria, debemos reivindicar laactuación de los comunistas (nativos yextranjeros) durante la Guerra AntifascistaRevolucionaria de 1936-1939, las BrigadasInternacionales, el Quinto Regimiento, ladefensa de Madrid... Pues no sólo su actitudfue heroica, sino que su línea política fuecorrecta en lo fundamental, aunque secometieran algunos errores.

Nuestra guerra popular fue nuestrarevolución, pues en aquel entonces la luchacontra el fascismo era también la construcciónde un mundo nuevo. Así lo han expresadoincluso autores ajenos al marxismo, comoPaul Preston, que comparó este proceso deliberación e instrucción popular, esta época demejoramiento de la vida de los desheredadosque desató la ira armada de los poderosos,con otros procesos vividos posteriormente enChile, Cuba o Nicaragua. Aun con todos loserrores que puedan buscarse en todos estosprocesos revolucionarios…

Nosotros no reivindicaremos en otrospueblos determinados procesos, para luegomirarlos con desdén en el espejo de nuestrapropia historia. Y esta reivindicación esinexcusable, pues, por más que lo oculten lospanfletos de los medios de comunicación, loscomunistas fueron protagonistas destacadosde una de las resistencias antifascistas másheroicas de todos los tiempos.

No pediremos perdón por ello.

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