la mediación fe-justicia: lectura de lucas 4, 16 – 21 en

153
LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA: LECTURA DE LUCAS 4, 16 21 EN EL PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN DE LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO FERNEY CAPERA RODRÍGUEZ PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA PROGRAMA DE LICENCIATURA EN TEOLOGÍA BOGOTÁ D.C 2013

Upload: others

Post on 18-Nov-2021

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

1

LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA:

LECTURA DE LUCAS 4, 16 – 21 EN EL PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN

DE LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO

FERNEY CAPERA RODRÍGUEZ

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

PROGRAMA DE LICENCIATURA EN TEOLOGÍA

BOGOTÁ D.C

2013

2

LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA:

LECTURA DE LUCAS 4, 16 – 21 EN EL PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN

DE LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO

FERNEY CAPERA RODRÍGUEZ

Trabajo de grado para optar el título de Licenciado en Teología

Tutor

OSCAR ARANGO ALZATE

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

PROGRAMA DE LICENCIATURA EN TEOLOGÍA

BOGOTÁ D.C.

2013

3

Nota de aceptación:

“La universidad no se hace responsable por los

conceptos omitidos por sus alumnos en sus trabajos de

grado, sólo velará porque no se publique nada

contrario al dogma y moral católico y porque el

trabajo no contenga ataques y polémicas puramente

personales, antes bien, se ve en ellas el anhelo de

buscar la verdad y la justicia”.

Reglamento de la Pontificia Universidad Javeriana

Artículo 23 de la resolución No 13 de 1964.

_____________________________

Firma del presidente del jurado

_________________________

Firma del jurado

_________________________

Firma del jurado

Bogotá D.C., 21 febrero de 2013.

4

DEDICATORIA

Este trabajo está dedicado en honor a las víctimas del conflicto armado colombiano, sus

familiares y allegados de los miles de torturados, asesinados y desaparecidos que ha dejado

la violencia política en Colombia.

Se agradece todo el aporte académico de profesores y personal administrativo de la

Pontificia Universidad Javeriana, como al tutor Oscar Arango A. por su dirección,

paciencia y apoyo en la elaboración del presente trabajo. Igualmente, está dedicada a

Julián Arturo Capera Casas, mi hijo, y a su mamá, Deicy Casas Morea, por su apoyo

incondicional. Se gratifica el aporte pedagógico de Ángela Gallego Restrepo, asesora

pedagógica de la Universidad la FUCLA como al Padre Armando Valencia, Misionero

Claretiano, por su colaboración y ayuda. También, se agradece notablemente todo el apoyo

de la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, bajo la dirección de Jaime Arturo León

Sepúlveda y todo el personal que labora en dicha Corporación como a los miembros de las

distintas organizaciones sociales que cada día ofrendan sus vidas por salvaguardar los

derechos de los pueblos victimizados por el actual conflicto interno colombiano. Así

mismo, en agradecimiento a toda mi familia, mis amigos y a todos aquellos que han hecho

posible que este trabajo se realice.

5

Contenido

RESUMEN ............................................................................................................................. 7

ANTECEDENTES ................................................................................................................. 9

DEFINICIÓN DEL PROBLEMA ....................................................................................... 14

JUSTIFICACIÓN ................................................................................................................ 15

OBJETIVO GENERAL ....................................................................................................... 21

OBJETIVOS ESPECÍFICOS ............................................................................................... 21

MARCO CONCEPTUAL .................................................................................................... 21

FE-JUSTICIA ...................................................................................................................... 21

CONFLICTO ARMADO..................................................................................................... 26

VÍCTIMAS .......................................................................................................................... 34

INJUSTICIA ........................................................................................................................ 40

METODOLOGÍA ................................................................................................................ 45

CAPÍTULO I ........................................................................................................................ 47

VIOLENCIA, VÍCTIMAS E INJUSTICIA ......................................................................... 47

1.1. Las víctimas en medio del conflicto armado ......................................................... 47

1.2. La realidad existencial de las víctimas .................................................................. 60

1.3. La realidad de las víctimas a nivel político ........................................................... 62

1.4. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel económico .................. 68

1.5. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel social .......................... 71

1.6. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel cultural ....................... 76

CAPÍTULO II ...................................................................................................................... 80

COMPRENSIÓN HERMENÉUTICA DE LUCAS 4, 16 – 21: .......................................... 80

ELEMENTOS DE RESIGNIFICACIÓN ............................................................................ 80

2.1. El texto: Lucas 4, 16 – 21........................................................................................ 80

2.2. El contexto de Lucas 4, 16 – 21 ................................................................................ 89

2.3. Lc 4, 16 – 21 y la mediación fe-justicia ...................................................................... 98

6

CAPÍTULO III ................................................................................................................... 106

LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA: .................................................................................... 106

UN PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN ......................................................................... 106

3.1. Fe-justicia como memoria ................................................................................... 106

3.2. Fe-justicia como reparación ................................................................................ 113

3.3. Fe-justicia como esperanza-praxis ...................................................................... 118

3.4. Fe-justicia como reconciliación ........................................................................... 121

3.5. Fe-justicia como resistencia noviolenta .............................................................. 125

3.6. Lineamientos pedagógicos desde la fe-justicia como memoria, reconciliación y

esperanza-praxis hacia el acompañamiento a las víctimas ............................................... 130

4. CONCLUSIONES ...................................................................................................... 141

5. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................ 145

7

RESUMEN

En la presente investigación se comprenderá cómo el conflicto armado colombiano ha

dejado víctimas que reclaman sus derechos vulnerados por los actores en conflicto. Se hará

presente que el conflicto ha utilizado a la población civil como “objeto” en sus acciones

bélicas sin tener en cuenta sus derechos, su dignidad y el respeto por sus vidas. Se mostrará,

igualmente, cómo las víctimas han sobrevivido ante la violencia desde la denuncia de la

injusticia a través de los actos de memoria de víctimas, la organización, el amor, la fe y la

esperanza.

Así, para iluminar la realidad de injusticia que viven las víctimas, el Evangelio de Lucas 4,

16 – 21 anuncia que: (…) “El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque él me ha ungido

para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los

cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el

año de gracia del Señor”1(...). Desde este anuncio profético, la mediación fe-justicia

invitará a forjar una praxis de fe orientada por la justicia que lleve a la liberación de la

injusticia que enfrentan las víctimas en medio del conflicto armado.

Esta investigación asumirá el camino metodológico de la Teología de la Liberación para

abordar la investigación en tres momentos: dimensión socio analítica, dimensión

hermenéutica y dimensión práctica.

1 Cfr. LA BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO, Luis Alonso Schökel. Reproducción, Misioneros Claretianos. Bilbao: Ed. Mensajero, XI edición, 2009.

8

Los capítulos que se abordaran irán en el siguiente orden:

a) Análisis de la realidad de injusticia que enfrentan las víctimas del conflicto armado

colombiano; b) Comprensión hermenéutica de Lucas 4, 16 – 21 desde sus elementos de

aporte a la realidad de injusticia que enfrentan las víctimas en medio de conflicto armado;

c) Fundamentación práctica de la mediación fe-justicia como acción liberadora hacia el

rescate de la vida y el respeto por la dignidad humana.

Para desarrollar esta investigación, en primer lugar, se analizará la realidad de injusticia que

se ha generado en las víctimas del conflicto armado colombiano, mostrando cómo la

violencia ha dejado desplazamientos, marginación, vulneración de derechos, rompimiento

del tejido social y victimización.

En segundo lugar, se hará una lectura de la realidad de las víctimas en sus procesos de

búsqueda de la justicia a partir del anuncio profético de Lucas 4, 16 – 21, generando un

itinerario que ilumine el proceso de resignificación de la injusticia causada en medio del

conflicto.

En tercer lugar, se fundamentará la mediación fe-justicia hacia el consuelo, la esperanza, el

retorno y la resignificación del sufrimiento causado en medio del conflicto armado

colombiano, colocando en evidencia los elementos claves que aporta la mediación fe-

justicia a las víctimas que enfrentan el conflicto armado.

Palabras claves: fe-Justicia, organización, ética de la vida, dignidad, reconstrucción,

praxis de fe.

9

ANTECEDENTES

La injusticia en Colombia ha dejado víctimas cuyo daño es irreparable, pues, ante la

realidad que enfrentan las víctimas en medio del conflicto armado, no queda otra opción

que asumir o enfrentar el dolor que genera ser víctima y vivir con la impronta de la pérdida

de sus bienes, sus seres queridos, su cultura o todo lo que ha dejado en su territorio: sus

amigos, el hogar, su trabajo, la idiosincrasia de su región, la tierra, sus experiencias vitales

y todo lo vivido en su lugar de origen como un relato de vida que nunca podrá ser igual.

Así, se reconoce que el conflicto armado trae consigo una realidad de injusticia traducida

en hambre, pobreza, marginación, necesidades físicas y deconstrucción de tejidos sociales a

nivel educativo, comunitario, familiar y personal. Se puede decir que las secuelas de la

violencia, la injusticia generada hacia poblaciones campesinas, indígenas, urbanas, entre

otras, enmarca un clamor de justicia, de lucha, resistencia y búsqueda de bienestar y

libertad. Por tal razón, el Cristo liberador se hace presente en la memoria de las víctimas

para exigir una justicia que va más allá de las propuestas políticas de reparación que el

Estado intenta ofrecer2.

Según Louis Evely, “Cristo es el liberador. La fe cristiana es fe en un poder de liberación

que nos hace pasar del mundo de la esclavitud al reino de la libertad. El hombre es esclavo

de innumerables dueños: su ceguera, sus pasiones, sus semejantes, sus pecados, la muerte.

La ley no tiene ningún poder de liberación: poste indicador, es útil para ser consultado,

pero no nos hará avanzar un solo paso. Cristo resucitado es el único hombre libre y

liberador”3.

Este autor hace un llamado que permite entender que la fe debe tener un fin liberador,

donde las cadenas de la injusticia sean reemplazadas por la fe en Cristo, quien hace una

2 DEFENSORÍA DEL PUEBLO, La desaparición forzada y los derechos de las víctimas de las violaciones a

los derechos humanos.2ª. Ed. Bogotá, 2005, p. 11. 3 EVELY, Louis, Fe y libertad. Salamanca: Ed. Sígueme, 1970, p. 117.

10

denuncia de injusticia cuando él mismo se entrega por amor a los suyos en la cruz. Por ello,

Leonardo Boff, “con base en los elementos proporcionados por la teología de la liberación

(…), realiza un esfuerzo orientado a recuperar la riqueza religiosa que se halla en el

universo simbólico y sacramental de la vida. A partir de allí, efectúa una lectura

sacramental en donde se presenta la significación simbólica del Misterio Eucarístico”4.

Lo que Boff intenta mostrar es el sentido sacramental, simbólico y sagrado que tiene la

vida. También indica el carácter de Jesús al darse en la Eucaristía como un “acto de

justicia5” que, irremediablemente, es una denuncia de injusticia, porque el cuerpo de Cristo,

al igual que muchos cuerpos, es sagrado y muere en una acción violenta e injusta6. Por eso

dice: “me entrego como alimento para daros vida”7. Lo que se pone en juego no es que

Jesús vaya a la muerte como medio de salvación y liberación, sino que, siendo fiel a Dios y

a los suyos hasta la muerte, se hace alimento de justicia denunciando la injusticia para que

todo aquel que crea en él tenga vida en abundancia y no muera (Jn 10, 10 ss.).

Así es como la fe-justicia se hace un referente de denuncia de la injusticia, el desamor, el

destierro, la desolación y la victimización de personas. Por ello se entiende que el conflicto

armado colombiano deja una huella de injusticia que no será fácil de aceptar y nadie estará

de acuerdo con este tipo atropellos contra el pueblo colombiano. Esto permite comprender

que la fe debe hacerse justicia en medio del conflicto armado como un horizonte de

esperanza y utopía que permita optar por la construcción de un mundo más humano y

hermano.

4 Cfr. MARTINEZ M., S.J., Víctor, Sentido Social de la Eucaristía. II. La Justicia hecha Pan. 2ª edición- Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Colección Teología Hoy N. 24. p. 121. 5 LÉON-DUFOUR, Xavier, La fracción del pan…, p. 172 – 173.

6 BOFF, Leonardo, La fe en la periferia del mundo. El caminar de la Iglesia con los oprimidos. Salterrae

Santander, 1985, p. 13 – 14. 7 MARTINEZ M., S.J., Víctor, Sentido Social de la Eucaristía. II. La Justicia hecha Pan. 2ª edición- Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Colección Teología Hoy N. 24. p. 60.

11

Sin embargo, Robert J. Schreiter describe que: “el aspecto más insidioso de la violencia,

del trato injusto y discriminatorio, es precisamente su capacidad de destruir nuestra

identidad física y síquica y quebrar nuestra más básica seguridad a través de falsas

narraciones que intentan dar sentido a nuestras vidas (…) los opresores distorsionan la

realidad contando otra historia, proponiendo una narración basada en la mentira con el

fin de atrapar a las víctimas en la visión de la realidad que a ellos les interesa”8.

Este autor da a conocer cómo la injusticia, además de ser un atropello contra la vida, la

dignidad y los derechos de las personas, se torna como un discurso que justifica el accionar

de los actores en conflicto (guerrillas, miembros de la fuerza pública y grupos emergentes)

que con sus acciones bélicas pasan por encima de las personas sin tener en cuenta todo el

sufrimiento que generan. Es decir, se hace creer a la sociedad que las víctimas tienen algo

que ver con el conflicto para que se haya generado su desalojo, su muerte, su desaparición y

exterminio.

Por ello, la búsqueda de la fe-justicia, debe pasar por una lucha en contra de las estructuras

de injusticia que se generan y que, tanto el Estado como los entes en conflicto, son

responsables del daño causado. Robert J. Schreiter dice: “no es solo cuestión de cicatrizar

las heridas del recuerdo y aceptar el perdón; se trata también de trasformar las

estructuras sociales que provocan, promueven y justifican la violencia”9.

Por consiguiente, la realidad de injusticia que padecen las víctimas del conflicto armado

colombiano, no puede verse fuera del contexto de los actores que han generado esta

realidad en Colombia; por esto mismo, se debe enjuiciar, denunciar y evidenciar la

injusticia que se ha ido cometiendo.

8 SCHREITER, J. Robert, Violencia y reconciliación. Santander: Ed. Sal Terrae, 1992, p. 7. 9 Ibídem, p. 11.

12

Por eso se llega a la conclusión que las víctimas del conflicto armado surgen de un tipo de

violencia que tiene un trasfondo intencional de apocar, callar, silenciar y asesinar a aquellas

personas que están ejerciendo, dentro de la coyuntura social, algún tipo de resistencia frente

al dominio explotador de los actores en conflicto, quienes se proponen tener el control

territorial, político, económico y cultural de las zonas donde hacen presencia. Igualmente,

son vistos como enemigos del sistema político vigente aquellos que profesan una ideología

dentro de un movimiento social o están denunciando la injusticia que se ejerce sobre alguna

población, territorio o cultura10

.

Ante esto, las víctimas han sido objeto de atropellos contra sus vidas, sus hijos, su territorio

y su cultura, siendo estigmatizadas y marginadas con el rótulo de los fracasados,

desplazados y socialmente excluidos, quienes han ido a engrosar los niveles de pobreza y

marginalidad en las distintas ciudades, pueblos y en todo el territorio nacional, siendo

objeto de la vulneración de sus derechos, civiles y políticos, producto de la violencia y la

injusticia social.

Así es como la revista “Noche y Niebla11

define a la violencia política como aquella

ejercida como medio de lucha político-social, ya sea con el fin de mantener, modificar,

substituir o destruir un modelo de Estado o de sociedad, o también para destruir o reprimir

a un grupo humano con identidad dentro de la sociedad por su afinidad social, política,

gremial, étnica, racial, religiosa, cultural, o ideológica, este o no organizado”12

.

Así, la realidad del conflicto se puede definir como una situación de tensión entre los

actores armados a causa de las divergencias de opinión, intereses, intenciones, planes de

acción, etc., que entran en pugna y confrontación, llegando a la lucha armada, la imposición

de sus propias leyes y, con ello, la vulneración de los derechos de la población civil.

10

Cfr. CINEP, REVISTA NOCHE Y NIEBLA, Violencia política en Colombia, N. 44, Julio – Diciembre 2011, Programa por la paz, pdf, p. 1. Consultado: 18/09/2012. 11

Ibídem. 12 Ibídem.

13

Es así como el conflicto armado colombiano genera injusticias ocasionadas por las luchas

de los actores armados por mantener el control político, económico, cultural y social del

territorio nacional, colocando a las poblaciones en medio de estos enfrentamientos y, por

supuesto, violando sus derechos, su territorio y su dignidad. De fondo hay unos intereses

económicos, políticos e ideológicos que se defienden por parte de los actores en conflicto,

colocando a la población civil en medio de estas luchas de poder y arbitrariedades que se

comenten en el marco de la violencia del conflicto armado13

.

Entonces, la injusticia hacia las víctimas ha de verse como una realidad de desigualdad

social, de impunidad, de muerte y negación de la vida, la dignidad y los derechos de las

gentes.

Pero, qué estará pasando si Colombia se reconoce en la Constitución Política de 1991 como

un “Estado Social de Derecho”, así:

“Artículo 11. El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.

Artículo 12. Nadie será sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o

penas crueles, inhumanas o degradantes.

Artículo 13. Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la

misma protección y trato de las autoridades y recibirán los mismos derechos,

libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza,

origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”14

.

Teniendo en cuenta lo anterior, es importante señalar que, ante la injusticia generada en

medio del conflicto armado, Colombia atraviesa por escenarios inconstitucionales que

permite que se violen los derechos de las gentes, se cometan atropellos en todo sentido

13

Ibídem. 14 Constitución Política de Colombia, 1991, Ministerio de Gobierno.

14

contra la sociedad civil y se genere un estado de impunidad, violencia, injusticia,

corrupción y anarquía en varias zonas del país.

Lo que se vislumbra, gracias a las observaciones hechas por el investigador en zonas de

conflicto armado como el Chocó, el Meta, Norte de Santander, Antioquia, el Tolima, el

Huila y Bogotá D.C., es una recurrencia violenta a la represión que se traduce en

intimidación armada de parte de las guerrillas, grupos paramilitares y la fuerza pública;

humillación y terrorismo hacia poblaciones rurales; control de territorios para explotación

minera, siembra de cultivos ilícitos, sustracción de matarías primas y expropiación de

territorios que pertenecen a los pobladores de las regiones afectadas15

.

Se puede decir, entonces, que la realidad que enfrentan las víctimas del conflicto armado

está inmersa en una problemática social de deshumanización; pérdida del valor de la vida;

recurrencia a la violencia para apaciguar las voces de denuncia y reclamo de respeto hacia

la vida y la dignidad de las personas; olvido de las masacres ocurridas y legitimación de las

acciones bélicas cometidas contra las poblaciones rurales, indígenas y urbanas que no son

actores armados.

DEFINICIÓN DEL PROBLEMA

Ante este panorama que se está dando a conocer, el problema de la presente investigación

se formula en los siguientes términos:

¿Qué aportes hace la mediación fe-justicia para abordar la realidad de las víctimas del

conflicto armado colombiano en sus procesos de búsqueda a partir del análisis

hermenéutico de Lucas 4, 16 – 21 como proceso de resignificación?

15

Estas afirmaciones son registradas por el investigador gracias a las observaciones realizadas en el territorio

del Cacarica – Chocó de Enero a Diciembre de 2010.

15

JUSTIFICACIÓN

Para hacer una aproximación que justifique el problema planteado, será necesario formular

el papel que juega la mediación fe-justicia en la presente investigación. Desde la tradición

bíblica y eclesial, los teólogos y agentes pastorales, han llegado a la conclusión que la fe

demanda una acción a favor de la vida como “acto profético16

” que denuncia una acción

injusta en contra de la vida, los derechos y la dignidad de las personas.

En los evangelios se hace alusión a ese anuncio profético que trae la Buena Noticia del

Reino: (…) “El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la

Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a

los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del

Señor (Lc 4, 16 ss.). Con este anuncio se comprende que la proclamación de la fe-justicia

traerá libertad a los oprimidos, vista a los ciegos, anuncio del año de gracia y se pone en

alto la venida del Espíritu Santo, la conversión, el sentido de vivir la fe comunitariamente y

el pertenecer a la mesa del Señor

Por ello se dice que Jesús es el profeta escatológico que ha venido a liberar a los hombres

de la esclavitud: “las parábolas de Jesús manifiestan claramente su actitud profética y

especialmente las parábolas del Reino reflejan fielmente su Buena Nueva y el carácter

escatológico de su predicación. En ellas con su actuación está trasmitiendo la situación del

hombre ante Dios y la actitud de Dios para con los hombres”17

.

Por esto se citan las parábolas de Jesús, ya que, según su anuncio, exhortan la llegada del

Reino, denuncian la injusticia y proclaman el consuelo y la esperanza de una vida nueva en

Cristo. Por consiguiente, el hombre lee su realidad de vida y trascendencia con ojos de Dios

16

Op. Cit. MARTINEZ M., S.J., Víctor, Sentido Social de la Eucaristía. II. La Justicia hecha Pan. 2ª edición- Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Colección Teología Hoy N. 24. p. 96. 17 Ibídem, p. 91.

16

y éste se hace presente en sus luchas y sufrimientos como el Dios liberador que trae

consuelo y resistencia ante el dominio de los opresores.

Visto de esta manera, el anuncio del Evangelio indica necesariamente una praxis de fe-

justicia que, en la situación de las víctimas, no puede conformarse con la reparación física y

material que se propone para remediar el daño causado por el conflicto armado: se necesita

una acción desde el Evangelio que permita hacer un reconocimiento del daño causado,

asumir una responsabilidad que no llegará a ser subsanada bajo ninguna circunstancia,

hacer duelo para resignificar el dolor causado por la injusticia y resarcir materialmente a las

víctimas, generando un clima de consolación, esperanza, retorno y restablecimiento de los

derechos fundamentales vulnerados por el conflicto. Bajo estas premisas, el

acompañamiento psicosocial, la búsqueda constante de alternativas de vida, el

fortalecimiento en la fe y la reubicación en zonas humanitarias de la población víctima, ha

sido un camino que se ha ido construyendo como itinerario que ha ido resignificando la

condición de víctima.

Según Louis Evely, “las ideas conducen al mundo cuando iluminan las realidades que

cada uno vive oscuramente. Una palabra verdadera puede hacer explotar millones de

energías latentes. Lo que le falta sobre todo a la Iglesia de hoy es un esfuerzo de

pensamiento para responder con lealtad a los interrogantes de nuestros

contemporáneos”18

.

Lo que se busca es dar respuestas de fe-justicia que trasforme la realidad de injusticia que

enfrentan las víctimas, pues, no puede haber un anuncio de vida, esperanza, prosperidad y

amor, si la realidad de vida de las personas está siendo vulnerada por los actores en

conflicto.

18 Cfr. EVELY, Louis, Fe y libertad. Salamanca: Ed. Sígueme, 1970, p. 131.

17

En tal sentido, estos actores armados legitiman su accionar dominando a la población civil,

conquistando sus territorios por la fuerza, infringiendo las normas constitucionales de

respeto por la vida y la dignidad humana y castigando represivamente a campesinos,

indígenas y demás población civil por pertenecer a uno u otro grupo.

Ante esto, los cristianos19

, antes al Vaticano II, hablaban de la vanguardia de la fe de la

Iglesia, de repudiar los actos violentos, las bombas, las armas atómicas, proclamando que

es imposible justificar cualquier guerra, incluso la guerra defensiva; pero hoy, después de

tanta violencia e impunidad, los mismos cristianos apoyan la revolución y la insurrección

contra el orden establecido20

.

Desde esta comprensión que ha ido surgiendo entorno a la fe-justicia, vale la pena seguir

apoyando esta interpretación evangélica del anuncio kerigmático, pues, la Iglesia no puede

seguir salvaguardando unos dogmas, que siguen siendo muy importantes, pero que la

demanda social y la injusticia, exige una mirada que contemple la denuncia, la exigencia de

los derechos y la proclamación de la libertad y la soberanía de los pueblos oprimidos como

justicia divina. Pero, no se trata de defender y justificar la violencia, sino exigir los

derechos, deberes, libertades y responsabilidades que permiten vivir digna y

soberanamente. Sin embargo, la Iglesia se ha ido renovando y su anuncio evangélico ha

promovido la justicia, la paz y el rescate de la dignidad humana.

Así, según Louis Evely:

“Es violento cualquier medio que no respeta la libertad de la persona. Idealmente,

el hombre debería ser conducido por convicciones. Para modificar su conducta, no

hay humanamente más que un solo remedio: extender su información, estimular su

reflexión, mejorar su conducta. Pero este ideal se alcanza con mucha lentitud, todos

19

Ibídem, p. 132 20 Ibídem.

18

los sistemas de gobierno se esfuerzan en recurrir a la violencia: dirigir al individuo

por medio de presiones físicas, psicológicas, económicas, que van acorralando la

libertad”21

.

Aquí lo que se está mostrando es que, por encima de cualquier realidad, debe primar el

respeto por la dignidad de las personas, reconocer su soberanía y permitir que éstas vivan

en prosperidad y felicidad; sin embargo, no es así, ya que los sistemas de gobierno, no de

modo general, poco invierten en educación, bienestar, socialización y capacitación sobre

problemáticas que perjudican a toda la humanidad; hay poca conciencia ciudadana,

relaciones fragmentadas y no se evidencian reflexiones sobre la vida que involucren a la

población en general en la trasformación social22

.

Desde esta mirada a la realidad que sufren las víctimas, debe existir una propuesta

evangélica que permita abrir el corazón a Dios, crear conciencia a favor de la vida y

rechazo de la violencia; crear comunión entre la sociedad que exija el respeto por los

derechos de las personas, reconstruir el tejido social opacado y destruido por la violencia y

hacer del Evangelio una propuesta de esperanza, lucha y resistencia ante la muerte y la

barbarie. Por ello el Evangelio dice: “miren a mi siervo, a mi elegido, a quien prefiero.

Sobre él pondré mi Espíritu para que anuncie la justicia a las naciones. No gritará, no

discutirá, no voceará por las calles. No quebrará la caña débil, no apagará la vela

vacilante, hasta que haga triunfar la justicia” (Mt 12, 18 – 20). Así, la acción evangélica

ha de proporcionar la opción a favor de la vida como mecanismo que dignifique la

condición del ser humano como hijo de Dios en su realización integral.

Según Louis Evely:

21 Ibídem, p. 132 – 133. 22

Op. Cit. ACNUR y CODHES, Desplazamiento forzado interno en Colombia: conflicto, paz y desarrollo.

Bogotá, Kimpres Ltda., 2001, p. 174 – 176.

19

“Toda intención cristiana está dirigida a una educación de la conciencia. El

cristiano es la revelación de la libertad y de la dignidad del hombre. Dios se hace

hombre para que los hombres se hagan Dios (…) el Evangelio es vital; no es

práctico, no busquéis en él recetas que os dispensen de reflexionar, sino impulsos

que os abran la imaginación y el corazón”23

.

Desde esta aproximación, es justo que desde el Evangelio se iluminen los procesos de

resistencia que vienen haciendo las víctimas del conflicto armado y se logre, desde esta

perspectiva, contribuir a que haya verdad, justicia, reparación y no repetición de la barbarie

que se ha ido cometiendo contra las personas en medio del conflicto armado24

.

En este orden de ideas, la mediación fe-justicia es, entonces, un fundamento que ilumina el

itinerario de las víctimas, reconociendo que ésta es un eje fundamental en la consolación, la

reconstrucción, el retorno y la resignificación del daño causado por la violencia. Además,

es importante decir que a las víctimas les ha faltado el componente de la fe-justicia

evangélica para no caer en la lucha social sin fundamento ético y moral, cayendo en el

activismo y la lucha bajo ideales meramente revolucionarios que llevan a empuñar armas y

crear nuevos levantamientos.

Entonces, es importante decir que, teniendo en cuenta que la mayoría de víctimas provienen

de ambientes religiosos populares y llevan consigo sueños y esperanzas de construcción de

un mundo mejor donde se les ha de respetar sus vidas y puedan trabajar con dignidad, es

merecido que a través de la acción evangélica las víctimas encuentren un sentido liberador

de fe-justicia que permita el bienestar y la dignidad para todos.

23 Op. Cit. EVELY, Louis, Fe y libertad. Salamanca: Ed. Sígueme, 1970, p. 134 – 135. 24

CINEP, REVISTA NOCHE Y NIEBLA, Violencia política en Colombia, N. 44, Julio – Diciembre 2011, Programa por la paz, pdf, p. 49. Consultado: 22/09/2012.

20

Esto hace pensar que es lógico seguir iluminando la experiencia de fe de las víctimas desde

una teología que aborde sus problemas, que tenga en cuenta sus sueños y anhelos de un

mundo mejor y que haga creíble la fe como una práctica de justicia hacia la humanización y

denuncia de la injusticia. Es poner la mirada en la propuesta de liberación, aquí y ahora,

que nos trae el anuncio del Evangelio, donde el Reino de Dios es la libertad de los

oprimidos, el consuelo de los afligidos, le venida del Espíritu Santo y el anuncio del año de

gracia del Señor (Lc 4, 16 – 21).

Por consiguiente, los beneficios de esta investigación se verán en el compromiso social que

se va creando en todas las personas que ven en el Evangelio una propuesta de vida, de

amor, donde el profetismo lleva a realizar una denuncia de injusticia, de impunidad, que

manifiestamente no puede quedarse en el olvido y que, para los entes eclesiales, no puede

ser sólo una coyuntura política, sino una barbarie que se está cometiendo contra la sociedad

que no puede pasar desapercibida sin ser tenida en cuenta por la teología.

Desde el punto de vista de la alteridad, la relación con el otro, lo que me constituye en

relación con los otros, debe desbordar la sensibilidad, como lo fue en Jesús, hacia la

compasión, el sentir con el otro para acompañarlo en sus angustias y sufrimientos. Así, la

fe-justicia debe ser el pilar que hace entrar en relación y respeto para con el otro y su

realidad mistérica de divinidad como sujetos único e hijos de Dios.

Entonces, se reconoce este trabajo como práctica formativa que permite al investigador

poner al servicio de la comunidad educativa los contenidos pedagógicos y teológicos que,

desde el análisis contextual, la comprensión hermenéutica del Evangelio y la evidencia de

una praxis fe marcada por la justicia, debe llevar a contrarrestar la deshumanización

generada por la violencia en la realidad que enfrentan las víctimas del conflicto armado

colombiano.

21

OBJETIVO GENERAL

Explicitar el sentido que tiene la mediación fe-justicia para Iluminar la realidad de las

víctimas del conflicto armado colombiano en sus procesos de búsqueda a partir del

análisis hermenéutico de Lucas 4, 16 – 21 como proceso de resignificación.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

1. Abordar la realidad de injusticia que se ha generado en las víctimas por acción del conflicto

armado colombiano.

2. Comprender la realidad de las víctimas en su búsqueda de la justicia a partir de la lectura de

Lucas 4, 16 – 21.

3. Explicitar la mediación fe-justicia como proceso de resignificación en las víctimas.

MARCO CONCEPTUAL

Para abordar el marco conceptual, es preciso delimitar las categorías claves que serán

objeto de estudio en esta investigación: fe-justicia, conflicto armado, víctimas e injusticia.

En cada una de las categorías enunciadas, se abordará la naturaleza de cada una de ellas, lo

que permite tener una visión clara y objetiva de éstas en la presente investigación.

FE-JUSTICIA

Ellacuría aborda la mediación fe-justicia como algo que nunca debe separarse. La fe debe

llevar a una manera distinta de ser en la historia.

El cristiano debe saber que su contribución, en los procesos de liberación, debe crear una

conexión real y operante entre la fe y la acción por la justicia.

22

Por ello Ellacuría25

dice que “los otros”, sobre todo si son los oprimidos, son ya en sí el

sacramento de Cristo y el cuerpo histórico de Cristo, la historia de su divinidad crucificada;

pero no sólo son de modo estático y simbólico, sino que lo son en su concreta situación

real, en sus angustias y sufrimientos y en sus luchas de liberación. Son ellos el lugar donde

debe darse la contemplación, pero no tomándolos como objeto de la misma, sino como

realidad que se apodera de uno mismo y le obliga a compartir su marcha histórica y sus

problemas personales.

En este sentido, en el contexto de opresión y violencia, se debe crear una relación entre fe-

justicia que comprometa una acción liberadora entorno a la lucha por la defensa de la vida.

Desde aquí se dice que la fe debe llevarnos a la liberación histórica como proceso de

liberación integral desde la exigencia de la justicia hacia los preferidos del Reino26

.

Así, si subsumimos bajo el término “justicia” todo esfuerzo histórico por liberar al hombre

de todas sus opresiones, sobre todo de las opresiones causadas históricamente por acciones

humanas y por las estructuras sociales, no puede negarse que la justicia está presente

prácticamente en todas las páginas de la revelación27

.

Ellacuría habla de la filosofía de la historia donde muestra que ésta no es sólo un horizonte

de sentido, sino que en ella el ser humano ha estado siempre luchando por liberarse de los

males que nos devienen como signo de muerte y destrucción de la vida28

. También este

autor deja muy claro que en los procesos de liberación, refiriéndose a Monseñor Romero,

el pueblo se identifica con el pastor desde una comunión de amor cristiano: "el pastor es la

25

ELLACURÍA, Ignacio y SOBRINO, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, 1999, p. 1 – 3 26 Ibídem. 27 Ibídem, p. 153s. 28 ELLACURIA, Ignacio, filosofía de la realidad histórica. Madrid: Ed. Trota, Fundación Xavier Zubiri, 1991.

23

voz de los sin voz"29

. Es decir que la lucha por la justicia es también un camino profético,

donde el pastor camina con su pueblo hacia la liberación de la opresión que deja la

violencia.

Ellacuría propició e impulsó con los pobres su liberación, pero insistió – y no por pura

rutina- en que ésta debe ser integral, la cual no se desprende sólo de la fidelidad al

magisterio de la Iglesia–que así habla de la liberación–sino de la labor por antonomasia del

ser cristiano30

. Es así como el anuncio profético del Kerigma, es anuncio de liberación que

implica una misión que debe asumir el cristiano que ha creído en la Buena Nueva del Reino

de Dios. Por ello Ellacuría define a la teología formalmente como momento ideológico de

una praxis eclesial e histórica31

.

Igualmente, la justicia, para salir del materialismo y del positivismo histórico, debe pasar

por una experiencia de bondad y compasión en un compromiso histórico de construcción de

esperanza en medio del vacío que deja la injusticia y la destrucción de los pueblos32

. Así,

desde los documentos de Medellín, Puebla y Santo Domingo, Ignacio Ellacuría se ve

arrobado a trabajar desde una iglesia que asume el sufrimiento humano acaecido en las

víctimas que en un grito profético piden justicia33

.

En este orden de ideas, la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, exigen hoy un

compromiso moral que permita ver la naturaleza del problema y darle un horizonte de

sentido desde una fe liberadora desde una praxis de fe-justicia.

29 ELLACURÍA, Ignacio, Escritos Teológicos, El verdadero pueblo de Dios, según monseñor romero. Tomo II, p. 357- 396. 30 Ibídem, p. 76s. 31 Ibídem, p. 41s. 32 RUIZ DE LA PEÑA, Juan, La pascua de la creación, Escatología. Madrid: Ed. Biblioteca de autores cristianos, 1996. 33 ELLACURÍA, Ignacio, Escritos Teológicos, Las bienaventuranzas, carta fundacional de la iglesia de los pobres, Tomo II, p. 417- 437.

24

Por lo mismo, Eduardo Frades, como ejemplo, nos propone comprender que el Éxodo

constituyó un proceso de liberación del sistema opresivo de Egipto, el cual, a través de la

organización, el pueblo de Israel fue descubriendo un rostro de Dios trabajador,

comunitario, equitativo, solidario y humano que permitió ir construyendo un proceso de

liberación integral34

.

Sin embargo, a pesar de todo el trabajo de defensa de la vida, de lucha y ayuda a las

víctimas, las religiones también han atropellado la vida y la dignidad de las personas en

nombre de Dios, pues la Iglesia se preocupa mayormente por hablar del pecado contra los

sacramentos que abordar la realidad de sufrimiento y marginación que enfrentan las

víctimas en medio de la opresión que ejercen los entes armados en la realidad del conflicto

armado35

.

Ante esto se postula que la vida, las personas, la tierra, la naturaleza y todo el universo

simbólico de la creación, tiene una connotación sagrada que vale la pena rescatar. Por ello

se critica que la Iglesia, por salvaguardar la práctica sacramental desde lo ritual y la

compresión de pecado-culpa como trasgresión de la ley de Dios, haya olvidado defender la

vida amenazada por la injusticia que genera ser víctima en medio de un sistema injusto36

.

En este sentido, el Evangelio es una propuesta alternativa que permite generar una

conciencia moral a favor de la vida, unos procesos que van en búsqueda de formar una

sociedad más humana y fraterna donde no se le vea al otro como terrorista o enemigo; por

el contrario, se propone una teología basada en la libertad, la vida, la esperanza y la utopía,

34 FRADES, Eduardo, Fundamentación bíblico-teológica de los Derechos Humanos, en htp: servicioskoinonia.org. 35 CASTILLO, José María, El reino de Dios por la vida y la dignidad de los seres humanos. Bilbao: Ed. Desclée de Brouwer, segunda edición. 36 CASTILLO, José María, Símbolos de libertad.

25

que son categorías del Reino de Dios que van formando una teología del sufrimiento que

permite luchar y levantarse proféticamente como denuncia ante la victimización37

.

Por otro lado, José María Castillo empieza su libro, el proyecto de Jesús, hablando de la

libertad como categoría fundamental del Reino de Dios. Comprende que la llegada del

Reino, el anuncio, indica la implantación de la justicia donde todos sean liberados de las

cadenas de injusticia y opresión38

. En este sentido, la misión de la Iglesia debe tener una

dimensión social, pues, según el Evangelio, la lucha de los cristianos primitivos tuvo una

incidencia social liberadora sobre la marginación de la opresión imperial39

. De tal modo, el

Dios de la vida se revela para ir en contra de la muerte, salvaguardando la vida como

principio de todo bien en el que Dios actúa y se hace su fundamento40

.

Así podemos ver con claridad que, una opción fundamental por las víctimas, llevará a la

lucha por su liberación y la búsqueda de la justicia41

. Entonces, la justicia, como ley natural

fundada en la naturaleza, va más allá de la legislación, reconociendo un derecho natural que

tiene toda persona a vivir y ser reconocido socialmente como sujeto de derechos y deberes.

Desde esta mirada, la justicia es la cualidad moral que obliga a los hombres a practicar

cosas justas42

. Por eso la justicia y el derecho encuentran su fundamento en el valor

supremo que tiene la vida en sí misma y que debe ser respetada. De ahí que la justicia

supone una relación de alteridad que exige un compromiso de solidaridad universal como

37 CASTILLO, José María, Los pobres y la teología, ¿Qué queda de la teología de la liberación? Bilbao: Ed. Desclée de Brouwer, 1997. 38 CASTILLO, José María, El proyecto de Jesús. 39CASTILLO, José María, La dimensión social de nuestra misión: ¿Cómo responder? Htp/servicioskoinonia.org. 40 GUTIERREZ, Gustavo, El Dios de la vida. Salamanca: Ed. Sígueme, 1992. 41 ELLACURÍA, Ignacio, Escritos teológicos, Iglesia sacramento histórico de salvación, Tomo II, p. 454- 485. 42 Ética a Nicómaco, libro V. p. 34 – 38.

26

una realidad dinámica crítica, donde éticamente el otro debe ser protegido y respetado43

.

Bajo estos presupuestos, la fe-justicia, constituye un camino metodológico que lleva a crear

una ética, un itinerario o utopía de Reino que nos hace pasar de una fe conceptual, etérea, a

una fe centrada en lo social desde la trasformación histórica de la sociedad que reivindique

el valor de las personas, la vida y sus roles como sujetos de derecho e hijos de Dios.

CONFLICTO ARMADO

En Colombia la realidad que embarga el conflicto armado, desde la mirada histórica, se

enfatiza desde los hechos que marcaron su origen. Se dice que más o menos surge desde

1948 a 1964 cuando las Farc, en los departamentos de Tolima, Huila y Cauca, en medio de

la política partidista de mediados del siglo XX, se enfrenta con la política del Estado,

encerrada en represión y cerramiento del sistema político, dando una fuerte batalla en la

llamada “operación Marquetalia” en 1964, optando por declararse así: Fuerzas Armadas

Revolucionarias de Colombia (FARC), con el ánimo de seguir la lucha y tomarse el

poder44

. Es importante decir que este grupo guerrillero, inicialmente, para enfrentar el

régimen partidista de liberales y conservadores y lograr su supervivencia, desde la

confrontación armada, se denominan “Comunistas”, integrados con Ligas Campesinas y

Movimientos Agrarios que reclamaban reivindicaciones que el Estado no les otorgaba45

.

En este sentido, los grupos e ideologías izquierdistas que, en el caso de las Farc,

especialmente, hacen presencia en Colombia desde más o menos 1964, creando una

resistencia armada contra el Estado, realizan masacres, intimidan a la población y ejercen

control y usufructo territorial, son vistas dentro del conflicto como la estructura oponente

43 GUTIERREZ CUERVO, Rafael, S.J., Cristología y moral, el seguimiento de Jesucristo como compromiso con la justicia, 2004, p. 183. 44

DELGADO HERNANDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones, intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos, Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de investigación en Paz, No violencia y Postconflicto, Mayo de 2012, p. 43. 45

Ibídem.

27

que hay que acabar, combatir y desarticular. En contraposición a esta realidad, hacia el año

1979 a 1981, nace un grupo reconocido como los MAS (muerte a secuestradores) producto

de la alianza entre Ejército, Policía, empresarios y ganaderos del Magdalena Medio,

organizados en una lucha contrainsurgente combatiendo el Partido Comunista, la izquierda,

ya que el Comunismo y los izquierdistas registraban un notable auge en el Madalena

Medio, Cimitarra y Puerto Boyacá46

.

Ante esta realidad, cabe anotar que se debe generar una fuerza que combata los

movimientos insurgentes que intentan tomarse el poder.

Ante esto, para proteger a empresarios, ganaderos, desarticular la insurgencia y combatir

los movimientos que se oponen a las políticas de Estado, surgen los MAS, que estaban

conformados también para defender los intereses de los terratenientes y entes políticos,

reconocidos como “mano negra, los pájaros, chulavitas, guates, sonsos o chulos”,

impulsados por sectores económicos, políticos, judiciales y militares, siendo este un

proyecto clandestino, inicialmente, no vinculado a ninguna institución oficial, se mantiene

sin la aprobación constitucional47

.

Igualmente, haciendo un análisis histórico muy corto, se ha ido descubriendo que el

Ejército, desde una ideología anticomunista y antiterrorista en los años 80, intenta armar a

la población civil como “juntas de autodefensas”, como proyecto de Estado, desde la

ideología de la Seguridad Nacional para combatir las fuerzas izquierdistas; desde ahí el

paramilitarismo intenta ser un proyecto legal, pero la Corte Suprema de Justicia, en 1988,

lo declara inconstitucional. Sin embargo, bajo el mandato de Ernesto Samper Pizano, con la

46 Ibídem, p. 50. 47 Ibídem, Artículo, El paramilitarismo: ¿un fenómeno accidental o marginal, o una estrategia del sistema? Doctor Jorge Molano, Volumen 2, N° 5. 1997, p. 65.

28

denominación de Asociaciones de Vigilancia Rural (CONVIVIR), se reconoce legalmente

el proyecto paraestatal que ampara la política de Seguridad Nacional48

.

Así, las reflexiones que se han hecho en torno al conflicto armado colombiano, dan muestra

que la realidad conflictiva de este país no es casual ni marginal, que la violencia tiene un

trasfondo que no se puede encubrir bajo argumentos que hacen creer que todas las acciones

bélicas se originan con el fin de combatir la insurgencia:

“Necesariamente debe decirse que los modelos de control social, político y

territorial tienen constantes históricas determinadas por el ejercicio abusivo,

terrorista y amedrentador del poder, en donde la responsabilidad en la realización

–activa u omisiva- no corresponde de manera exclusiva al Estado, entendido éste

como ente público y estructura político-jurídico, sino que la responsabilidad se

sienta en el régimen o sistema, en los célebres términos de uno de los mayores

gestores de la represión en nuestra patria”49

.

Así, Javier Giraldo50

, reconoce el conflicto interno en Colombia como una tragedia humana

con una agravante de injusticia social donde existen fuerzas opuestas: los ricos, los pobres,

las jerarquías y elites sociales que dejan al descubierto un país con hambre, desempleo,

insatisfacción de las necesidades básicas, estructuras políticas corruptas, impunidad, poco

funcionamiento del modelo de justicia y desprotección de los derechos de las personas51

.

En este sentido, el conflicto armado es la manifestación de la desigualdad social, del estado

de impunidad al que se ha llegado para mantener el dominio explotador de los poderes

48 Ibídem, p. 66. 49 REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, El paramilitarismo: ¿un fenómeno accidental o marginal, o una estrategia del sistema? Doctor Jorge Molano, Volumen 2, N° 5. 1997, p. 65. 50 REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Elementos de lectura sobre la tragedia en Colombia, por Javier Giraldo, S.J., Chicago, marzo 17 de 2001, N° 15, Octubre – Diciembre 2000. p. 13. 51

Ibídem.

29

dominantes, salvaguardando los intereses políticos, económicos, nacionales y territoriales

de los entes en conflicto (Fuerza Pública, guerrillas y paramilitares). Tal es la situación del

conflicto armado, que no se trata de hacer un memorial de víctimas, crímenes,

desplazamientos y atropellos a las distintas poblaciones sin mirar las causas, actores y

hechos que generan el llamado conflicto armado52

.

Por ello, “el surgimiento del paramilitarismo se explica a partir de la coincidencia

de intereses ilícitos entre la fuerza pública, líderes políticos locales, terratenientes y

narcotraficantes, inicialmente motivados por una pretensión contrainsurgente, pero

que muy pronto develó sus verdaderos propósitos: adelantar una campaña

sistemática de eliminación física, de cualquier manifestación política que cuestione

los poderes instituidos”53

.

Esto hace creer que existe una tensión entre los poderes políticos y entes armados

(guerrillas, Fuerza Pública y paramilitares o bandas criminales), los cuales se polarizan y

generan división política, gremial e ideológica, cuya manifestación en las poblaciones

afectadas genera un ambiente de tensión, miedo, terrorismo, intimidación y partidismo,

quedando la población civil en medio de los grupos armados como blanco de ataque54

.

La tipificación que se hace de los grupos armado permite distinguir la polaridad en la cual

el conflicto es más evidente: las guerrillas, que siembran terrorismo, violencia, secuestro y

asesinan civiles; los legales, reconocidos como Fuerza Pública, que deben velar por el

control y la seguridad del Estado, unidos con los ilegales que, actuando de modo

52

REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, La violencia en el Meta, cuestión de intolerancia, Eugenio Guerrero, Volumen 1. N° 2, Abril – Junio, 1996, p. 4. 53

Ibídem. 54

Ibídem.

30

encubierto, siembran terror, violencia e injusticia y hacen el trabajo oscuro que los militares

no realizan por temor a ser descubiertos y judicializados55

.

“La masacre de Trujillo fue uno de los más sanguinarios episodios de la historia

colombiana. Comenzando en abril de 1989, más de 250 personas fueron sometidas

a horrendas torturas y finalmente asesinados por miembros de la policía, el ejército

y sicarios al servicio de los narcotraficantes asentados en la región”56

.

Generalmente se puede decir que el control territorial de los grupos armados tiene una

intencionalidad de usufructo económico, expropiación de tierras, siembra de cultivos

ilícitos, implantación de Megaproyectos de parte de Trasnacionales y empresarios, así

como realizar persecución política y dar muerte a líderes, jornaleros, indígenas y

trabajadores públicos, siendo esto una muestra de la naturaleza del conflicto armado57

.

Es por esto que los reportes que llegan se pronuncian así:

“Este año han sido víctimas de la guerrilla y paramilitares, alcaldes, líderes

indígenas, promotores de salud, comerciantes, presidentes de juntas de acción

comunal, y, sobre todo, campesinos (...). Las comunidades indígenas fueron

víctimas tanto de la guerrilla como de los paramilitares al oponerse a la utilización

de sus territorios por estos grupos armados”58

.

Así mismo, en lo que se puede observar en los territorios influenciados por los grupos

armados, el conflicto demarca zonas para el control territorial de los actores armados,

55

REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, La Escuela de las Américas: Aprendizaje del terror, por Michel López, Volumen 1, N° 3, Julio- Diciembre 1996, p. 39. 56

Ibídem. 57

Declaración de Mary Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ante el 58° periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos: presentación del Informe sobre Colombia, Bogotá, abril de 2002, p. 35. 58

Ibídem.

31

quienes ejercer una influencia represiva y dominante sobre la población civil. En

observaciones hechas en zonas como el Cacarica, donde funcionando dos zonas

humanitarias (Comunidad de Vida y Paz y Nueva Esperanza) en el departamento del

Chocó, la represión del Frente 57 de las Farc es notoria y evidente, pues obligan a la

población a seguir sus políticas, a trabajar comunitariamente, ordenan la entrada y salida de

los líderes y demás habitantes, realizan retenes, paros armados o toques de queda y asesinan

a aquellos que infringen sus políticas59

.

Del mismo modo, en zonas controladas por paramilitares y miembros de la Fuerza Pública

(caso de Jiguamiandó en Riosucio – Chocó, entre otros) se realizan retenes, detenciones

arbitrarias, control de alimentos, control de movilidad de la población e interceptación de

llamadas; existe presencia latente y camuflada de miembros de estos grupos; hay

hostigamientos entre bandos, intimidación y allanamientos; se realizan difusiones de

volantes amenazadores; muestran su poderío a través de motos, carros de lujo, joyas, armas

sofisticadas, uso de prendas privativas del Ejército por parte de paramilitares, patrullaje

constante y asesinatos selectivos60

.

Por otro lado, según el informe entregado por la Alta Comisionada de la ONU, el conflicto

colombiano, en las incursiones y enfrentamientos, ha destruido, además de la destrucción

del tejido social de modo personal, social y colectivo a nivel síquico, emocional y físico,

estructuras educativas, puestos de policía, alcaldías, establecimientos públicos, lugares

sagrados como iglesias, templos, capillas y puentes61

.

En tanto, puede haber varias lecturas entorno al origen, naturaleza y evolución del conflicto

armado, pero, desde las distintas miradas, podemos hacer la siguiente conclusión:

59

Ibídem. 60

Ibídem. 61 Ibídem, p. 42 – 45.

32

“La evolución de este conflicto puede explicarse a través de las siguientes fases:

emergencia del conflicto armado, periodo comprendido entre 1948 y 1966;

incipiente consolidación de actores armados y emergencia de expresiones del

movimiento social, de 1966 a 1980; profundización del conflicto armado,

negociaciones de paz, y empoderamiento pacifista de expresiones de la sociedad

civil por la paz, de 1980 al año 2002; cambio en escenario estratégico del conflicto

armado, negación del conflicto, paz negativa y desmovilización de autodefensas o

paramilitares, año 2002 a 2008”62

.

Es importante señalar que el conflicto armado no se puede ver de manera lineal, sino que su

perpetuidad en la historia colombiana, por un lado, ha sido latente y, por otro, se ha

manifestado abiertamente como realidad de violencia que ha cobrado vidas humanas y

destrucción del tejido social de las poblaciones afectadas.

A partir de 1996, se presenta un cambio significativo en la dinámica del conflicto,

en gran parte como resultado de los efectos del periodo de ajuste anterior, en el que

los grupos guerrilleros y paramilitares se fortalecieron, como resultado de ello se

da “un incremento importante tanto en la intensidad del conflicto” como en la

frecuencia de combates y ataques (…) además de un creciente involucramiento de

la población civil (…) así la dinámica de escalamiento de la guerra en el país, en

ese momento, se explica por diversos factores, entre los cuales es pertinente

destacar las ofensivas de los grupos guerrilleros, la articulación de la mayoría de

los grupos paramilitares en una sola organización (AUC) y el despliegue de su

estrategia de violencia contra la población civil y, finalmente, la trasformación,

62 DELGADO HERNANDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones, intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos, Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de Investigación en Paz, No violencia y Postconflicto, Mayo de 2012, p. 59.

33

modernización y avances tecnológicos de las fuerzas estatales y su respuesta a la

ofensiva insurgente63

.

Dada está comprensión, inicialmente el conflicto surge de una coyuntura política con

agravantes en una realidad de injusticia social que tiene el efecto de la insurrección de

campesinos y líderes comunistas que exigen unos derechos y un modelo de Estado distinto;

pero, gracias a que el Estado no escuchan las exigencias de parte de los izquierdistas, se

consolidan los actores como grupos en oposición defendiendo sus distintos intereses. Bajo

estos parámetros, los movimientos sociales también se manifiestan, pidiendo que el Estado

sea equitativo y se responsabilice de la problemática social que ha dejado víctimas, terror,

marginación, pobreza y exclusión64

.

Después de los 80 se incrementan las incursiones militares, matanzas, persecución,

exterminio de la UP y se llega a pedir la salida negociada del conflicto65

. Del 2002 en

adelante, pero ya desde 1997, las autodefensas hacen presencia a nivel nacional y es cuando

más se registran casos de torturas, asesinatos, desplazamiento, desapariciones y crímenes

extrajudiciales. Del 2008 hasta nuestros días, existen las llamadas “bandas criminales”

(BACRIM), que siendo una nueva estrategia paramilitar, al igual que las guerrillas y demás

alzados en armas, siguen sembrando la injusticia, la violencia y disputándose las distintas

zonas y regiones del país66

.

63 RESTREPO A, Jorge y APONTE, David, Guerra y violencia en Colombia. Herramientas e interpretaciones. Bogotá: Ed. Pontificia Universidad Javeriana, 2009, p. 36. 64

Ibídem. 65

Op. Cit. DELGADO HERNANDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones, intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos, Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de Investigación en Paz, No violencia y Postconflicto, Mayo de 2012, p. 59. 66

Ibídem.

34

VÍCTIMAS

“Hablamos de víctimas como sujetos de una historia no contada, pero también de sujetos

de una historia que en estos momentos se está escribiendo y recordando. Hablamos de

familiares y sobrevivientes, personas que han crecido en un país donde pensar diferente y

vivir en una tierra fértil es un delito. Estas víctimas ahora se encuentran articuladas para

reclamar sus derechos y decir con una sola voz: “ni perdón ni olvido”67

. Dado lo anterior,

es necesario caracterizar a las víctimas, ya que esto permite tener una visión cercana de las

personas que han sido asesinadas, torturadas, intimidadas, desaparecidas y desplazadas de

sus regiones de origen.

Albert Nolan68

nos cuenta que las víctimas, originadas por estructuras injustas, son

oprimidas, se les hace sufrir crueldades, privaciones, humillaciones, situaciones que no se

pueden describir con sólo palabras. Describe que los efectos de las estructuras injustas son

tan devastadores, dañinos y perjudiciales, que se pueden juzgar como un crimen contra la

humanidad. Se reconoce así que víctima no es solo quien está desaparecido o ha sido

asesinado, sino también los sobrevivientes como el esposo, la madre, el padre, los

familiares, hermanos/as, allegados o amigo que reclamen y denuncien o no la desaparición,

el homicidio, la tortura o el desplazamiento de una persona, una familia o un grupo

determinado69

. Por ejemplo, en el caso de las comunidades indígenas de Cacarica – Chocó,

en el año 2011, fueron asesinados 4 indígenas del Resguardo de Perancho por parte del

Frente 57 de las Farc, los cuales, desde la organización indígena CAMIZBA (Cabildo

Mayor Indígena Zonal del Bajo Atrato) se hizo la denuncia70

. Se puede afirmar así que las

víctimas son: indígenas, agricultores, campesinos, amas de casa, viudas, jóvenes, niños,

67 MOVICE, Justicia Protección de las Víctimas de Crímenes de Estado. Cp. Sucre, p. 9. 68 NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 190. 69

Ibídem. 70

Este reporte es tomado de los hechos ocurridos en enero de 2011, cuando Las FARC asesinó a 4 indígenas

del Resguardo de Perancho, ubicado en el territorio chocoano conocido como el Cacarica del departamento

del Chocó.

35

trabajadores y discapacitados que han sido objeto de ataque y vulneración de parte de

actores armados.

Según el artículo 5° de la Ley 975 de 2005 de Justicia y Paz, se entiende por

víctima la persona que individual o colectivamente haya sufrido daños directos

tales como lesiones transitorias o permanentes que ocasionen algún tipo de

discapacidad física, síquica y/o sensorial (visual y/o auditiva), sufrimiento

emocional, perdida financiera o menoscabo de sus derechos fundamentales (…) se

entenderá por víctima al cónyuge, compañero/a permanente, y familiar de víctima

en primer grado de consanguinidad cuando ésta ha sido asesinada o desaparecida.

La condición de víctima se adquiere con independencia de que se identifique,

aprehenda, procese o condene al autor de la conducta punible y sin consideración a

la relación familiar existente entre el autor y la víctima71

.

Así, desde la creación de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación, se

han recibido 112.343 denuncias de hechos atribuidos a grupos armados al margen de la

ley72

. En este orden de ideas, desde la realidad de injusticia, la mayoría de víctimas son

jóvenes entre los 16 y 18 años de edad reconocidos como campesinos habitantes de zonas

rurales donde se realizan operaciones militares y que son provienen de familias con escasos

recursos económicos en búsqueda de empleo o de mejores oportunidades de vida; jóvenes

con situaciones menores de delincuencia o que han participado de falsas desmovilizaciones;

también, sobre todo, en los falsos positivos, se usan como víctimas a indigentes,

drogadictos y discapacitados o personas marginadas que no tienen incidencia social y nadie

las reclama (limpieza social)73

.

71 REDEPAZ, Víctimas del Conflicto Armado en Colombia: perfil, escenarios, autores y hechos. Disponible en pdf.www.redepaz.org.co, p. 6. 72 Ibídem. 73 Documento de la ONU N° E/CN.4/2006/009, Informe de la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos sobre la situación de derechos humanos en Colombia (referente a la situación en 2005), 20 de enero de 2010, párr. 28.

36

Según REDEPAZ, las víctimas son un 72% mujeres y un 28% hombres, de los cuales, el

45% son víctimas entre 31 a 50 años de edad; el 31% son víctimas entre 31 a 50 años de

edad; el 13% son víctimas menores de 30 años; existe un 6% sin reconocer y un 5% son

mayores de 70 años. Igualmente, se ha confirmado que el 56% de las víctimas sólo han

estudiado la primaria; el 26 % la secundaria; el 5% con estudios universitarios; el 2 y 5%

con estudios técnicos y educación no formal y un 11% sin ningún estudio. Como lugar de

los hechos, un 39% sucedieron en Antioquia; un 7% en Magdalena, Norte de Santander y

Bolívar; el 6% en el Cesar y un 34% en otros departamentos. Según la estadística, el 69%

de las víctimas son responsabilidad de los paramilitares (AUC); un 15% son víctimas de

bandas criminales (BACRIM); el 6% por acciones militares; otro 6% por acciones de las

guerrillas y un 4% que no registra responsables74

.

También, el CINEP, de enero 1 a diciembre 31 de 2011, registró en toda Colombia 449

personas amenazadas, 2 atentados, 13 desaparecidos, 123 personas detenidas

arbitrariamente, 273 ejecuciones extrajudiciales, 183 heridos, 39 personas torturadas y 8

mujeres con signos de violencia sexual, para un total de 1090 víctimas75

. De igual modo, un

informe elaborado por el Banco de Datos del Centro de Investigación y Educación Popular

(CINEP), reporta un total de 1. 741 víctimas de ejecuciones extrajudiciales ocurridas entre

1984 y 2011. De ellas, 1.189 ocurrieron entre 2002 y 2008, lo cual corresponde al 68% de

los casos registrados76

. Conjuntamente, el Observatorio de la Coordinación Colombia-

Europa y Estados Unidos (CCEEU), atribuye 3. 345 ejecuciones extrajudiciales a la Fuerza

Pública entre los años 2002 y 2008. Igualmente, en el informe que emitió la oficina en

Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones en el 2010, se afirma que más o menos

74 REDEPAZ, Víctimas del Conflicto Armado en Colombia: perfil, escenarios, autores y hechos. Disponible en pdf.www.redepaz.org.co, p.16 – 18. 75 REVISTA NOCHE Y NIEBLA, Violencia política en Colombia, N. 44, Julio – Diciembre 2011, CINEP/Programa por la paz, pdf, p. 61. 76 Banco de Datos de Derechos Humanos y Violencia Sociopolítica de CINEP, Programa por la paz (ppp), Deuda con la humanidad 2: 23 años de falsos positivos (1988 – 2011), Bogotá 2011, Tabla 1, p. 325.

37

3.000 personas fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales, atribuidas principalmente al

Ejército colombiano, ocurridas en todo el país entre el 2004 a 200877

.

Pero, más que rendir un informe y una caracterización de las víctimas, es preciso hacer una

mirada retrospectiva que permita hacer conciencia de esta realidad que viven las víctimas y

reconocer que en Colombia, la barbarie y el genocidio, es una muestra del estado de

deshumanización al que se ha llegado gracias a las estructuras de muerte que han

conformado los grupos armados.

Se dice que Colombia es un estado soberano, justo y equitativo y todos tienen los mismos

derechos y oportunidades. Es por ello que, según la Constitución Política, Artículo 1.

“Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de Republica unitaria,

descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y

pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de

las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”78

.

La Constitución Colombiana ha prevalecido después de todas las disputas por el poder de

los partidos tradicionales (liberales y conservadores) gracias a que, desde la Constituyente

de 1991, se ha ampliado el nivel de participación democrática, unidad territorial, se ha

aceptado la diversidad cultural y se busca que todas las personas gocen de los mismos

derechos, deberes, libertades y responsabilidad a nivel individual, familiar y colectivo79

.

Así mismo, la Constitución (Artículo 42) reconoce a la familia como núcleo fundamental

de la sociedad.

77 Documento de la ONU N°A/HRC/16/22, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de derechos humanos en Colombia, 3 de febrero de 2011, párr. 26. 78 Constitución Política de Colombia, 1991, Artículo 42. 79

Ibídem, Artículo 1.

38

Teniendo en cuenta lo anterior, el Estado colombiano no puede permitir que con la

victimización de inocentes, con la impunidad generada en los crímenes, torturas,

desapariciones, secuestros e inseguridad nacional, se empañe ese legado que la

Constitución intenta sostener: ser un “Estado Social de Derecho”, participación, unidad,

soberanía y dignidad humana.

Según el compilador Jorge Eduardo Londoño Ulloa, “se trata de diseñar un proceso que no

se quede impasible ante el terror y la muerte, que se responsabilice de las víctimas,

denuncie la barbarie y se resista a la razón totalizadora”80

. Lo que se pretende, entonces,

es hacer que el Estado asuma su deber Constitucional de ser el detentador de las voluntades

del constituyente primario, ya que éste ha puesto su confianza en la Constitución, siendo el

Estado el garante de los derechos, deberes, obligaciones y libertades allí proclamadas.

La denuncia que hacen las víctimas, desde la realidad que han tenido que enfrentar, donde

todos sus sueños, intereses, libertades, derechos han sido reducidos, es una denuncia que

clama a que se revise el Estado de derecho que proclama la Constitución donde se exige

que, ante la barbarie que han causado los actores armados, se haga justicia y que todas las

personas puedan vivir con seguridad y dignidad en el territorio nacional. Por eso se le

atribuye a este país una conciencia de insensibilidad, así:

“Colombia está enferma de apatía, nos dolemos más frente a la caída del

imperialismo que ante el escándalo de nuestra propia realidad. La sociedad toda,

los llamados actores armados del conflicto, el gobierno y cada uno de nosotros nos

encontramos sumidos en la más absoluta indiferencia frente al sufrimiento del otro,

ante la barbarie dejamos de oír, de ver, de hablar”81

.

80 FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACÁ, CIPADE, Derecho Internacional Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño Ulloa, Jorge Eduardo, 2002, p. 177. 81 Ibídem, p. 174.

39

Bajo estos presupuestos las víctimas viven su drama: no hay interés por hacer memoria de

sus historias y relatos de vida; no se pregunta por ellos y ellas; están olvidados por el

Estado y sólo se les entregan algunas ayudas asistencialistas para remediar la realidad de

pobreza y marginación82

. Hay silencio y complicidad ante la desolación que ha dejado el

conflicto; no se juzga al verdugo por temor, amenaza e intimidación; sólo a veces hay cierta

conmoción cuando las víctimas lanzan sus voces de protesta y denuncian que sus

familiares, amigos, compañeros, están desaparecidos y nadie da razón de su suerte83

.

Es así que ante la gran declaración de derechos, libertades, bienestar y solidaridad que

proclama la Constitución colombiana, de fondo se esconde un estado de impunidad,

pobreza, zozobra, victimización, silencio y muerte. Por eso, el rostro del que sufre, escribe

Reyes Mate, establece conmigo una relación compleja y hasta paradójica: es un mandato y

es una súplica84

.

Es decir, el rostro del otro, la víctima ahí en su situación, es una súplica implícita que clama

ayuda, que altera mi mismidad y me permite acercarme, levantarlo e ir en su ayuda (Cfr. Lc

10, 25 – 37); es un ser arrojado que su rostro revela una realidad de injusticia que no puede

ser olvidada, ni puede ser remediada con obsequios asistencialistas. Las víctimas no pueden

ser vistas como mendigas tratadas con indiferencia y apatía, porque son la muestra de un

sistema injusto que ha preferido las armas, el engaño, la represión y la violencia, que el

bienestar, la salud y la seguridad para la sociedad.

Ante esta realidad de victimización, los escritores en sus célebres palabras dicen:

82

Ibídem. 83

Ibídem. 84

REYES MATE, Memoria de Occidente. Actualidad de pensadores judíos olvidados, Barcelona, Editorial Anthropos, 1997, p. 273.

40

Me acongoja pensar en los desafortunados, sobre todo en los que murieron de

adolescentes o apenas entrados en la edad adulta cuyo recuerdo no he perdido; a

causa de un accidente, de una enfermedad, a consecuencia de dramáticas

peripecias vividas por mi generación, bombardeos, acechanzas, venganzas,

choques bélicos, campos de exterminio, porque ellos, ¿precisamente ellos?,

pregunta sin respuesta. Inmediatamente después la otra pregunta sin respuesta, ¿si

hubieran vivido?, ¿queda aún alguien que los recuerde?, y ¿si no hubiera nadie

para recordarlos?, y ¿si fuera solamente Yo? Qué responsabilidad más tremenda

para un amante de la justicia, la muerte es la cosa peor repartida en este mundo85

.

Son muchas las voces86

que se pronuncian para evocar la realidad de las víctimas, muchas

de ellas son un simple silencio o un suspiro profundo que trémulamente los familiares dejan

salir al recordar sus seres queridos que un día vieron partir de su casa o fueron llevados por

grupos armados para nunca regresar. Por ello, ser víctima, como la misma palabra lo dice,

es haber sido objeto de humillación, terrorismo, violencia, tortura, estigmatización y

exterminio.

INJUSTICIA

Cuando se habla de injusticia, se reconoce que ésta no surge de la nada, sino que debe

haber un sistema, unos actores y unas estructuras que la origina. Si nos vamos a la tradición

evangélica, se encontrará que Jesús y la interpretación que las mismas comunidades

primitivas le dieron a su predicación, fue una denuncia de injusticias creadas por el dominio

imperial. Por eso, “es absolutamente seguro que Jesús rechazó para la comunidad de sus

discípulos la dominación y las estructuras de dominio vigentes en la sociedad (…). En

85 FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACÁ, CIPADE, Derecho Internacional Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño Ulloa, Jorge Eduardo, 2002, p. 3 – 4. 86

Ibídem.

41

cualquier caso, se puede afirmar que la iglesia primitiva captó perfectamente la voluntad

de Jesús de no edificar el verdadero Israel sobre estructuras de dominación humana”87

.

El signo más evidente lo vemos en el Evangelio de Marcos, cuando los hijos del Zebedeo,

Santiago y Juan, le hacen una petición a Jesús (Mc 10, 35 – 41): Maestro, queremos nos

conceda lo que te pidamos. Él les dijo: “¿Qué queréis que os conceda”? Ellos les

respondieron: “Concédenos que nos sentemos en tu gloria, el uno a tu derecha y el otro a

tu izquierda”. Jesús les dijo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del cáliz que yo voy a

beber, o ser bautizado con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?” (…)

Según la interpretación que se puede hacer al texto de Mc 10, 35 – 41 y la escena que este

texto permite reconocer, es análoga con la estructura de poder que se suscita cuando hay un

trono, una potestad que tiene el control y domina como aquellos que se asientan a gobernar

y sólo dan órdenes. Quizás el sistema de poder hoy es distinto y no se gobierna como se

hacía en la antigüedad, pero sí se puede afirmar que existe un sistema opresor que legitima

la injusticia, y no es que no se esté de acuerdo con el Gobierno, sino que el modo de

gobernar ha permitido que al interior de la nación, de la cultura, de la democracia, existan

unas desigualdades, injusticias y atropellos a los mismos miembros de la nación88

.

Para referirse al problema que se intenta resolver, las víctimas, las personas que han

enfrentan el conflicto armado han sufrido un tipo de atropello directo e indirecto. El

atropello directo, tiene que ver con las acciones fácticas que los grupos armados han

realizado sobre la población caracterizada como víctima y, el indirecto, se relaciona con

todos los efectos y situaciones colaterales que subyacen en medio de la realidad del

conflicto armado89

.

87 LOHFINK, Gerhard, La iglesia que Jesús quería. 2° edición, Bilbao: Desclee de Brouwer, 1986, p. 126 – 127. 88

ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 47. 89

Ibídem.

42

Por esto, se dice que los acciones realizadas por el Estado como mecanismos de solución en

la actual realidad de las víctimas por el conflicto armado, no están a la altura de las

necesidades de los afectados, pues, las instituciones estatales y civiles no han demostrado

su operatividad y eficiencia para contrarrestar los efectos que ha dejado y sigue dejando el

conflicto armado colombiano90

. Es importante decir que para subsanar el daño que se ha

hecho a la población víctima, las entidades territoriales y nacionales del Estado, sólo se han

enfocado en la intervención y ayuda humanitaria y poco se ha hecho sobre prevención y

denuncia de la injusticia cometida91

.

Así mismo, se ha dicho que la injusticia que deja el conflicto armado en las víctimas,

genera desarticulación del tejido social a nivel personal, familiar y colectivo. Dicho de otra

manera, el desarraigo territorial, el impacto síquico, el desprendimiento de su lugar de

origen, la despedida obligada de su territorio, su hábitat y el delirio que se origina por la

pérdida de sus seres queridos y sus bienes, es una razón suficiente para decir que la

injusticia deteriora la corporalidad, lo síquico y emocional de cualquier individuo que ha

sufrido en carne propia la violencia injusta que deja el actual conflicto armado92

.

Así, se entiende que la injusticia es ejercida como un tipo de violencia que afecta todas las

dimensiones humanas a nivel físico, psíquico y emocional, lesionando la dignidad, el

cuerpo, la vida, los derechos y la existencia material y espiritual de las personas, dejando

consecuencias psicológicas, morales y sociales. A nivel psíquico, el impacto del hecho

violento puede llegar a sobrepasar los mecanismos internos del proceso normal de

desarrollo de la estructura psíquica en cuanto a su capacidad para buscar bienestar93

.

90

PROCURADURÍA GENERAL DE LA NACIÓN, Instituto de Estudios del Ministerio Público, Raíces sin tierra, Atención e impacto del desplazamiento forzado, Procuraduría Delegada para la Defensa del Menor y de la Familia, Colombia, 1999, p. 35. 91

Ibídem. 92

Ibídem. 93 Ibídem, p. 47.

43

Bajo estos argumentos, la injusticia se ve como una violación al bienestar y a la integridad

física y moral de las personas como algo que desconecta su identidad, sus valores, su moral,

su autoestima y su ser. Por tanto, el temor, el miedo, la ansiedad o angustia, la depresión, la

sicosis (locura), la tristeza, son los efectos que sufre la víctima que ya no es in ser integral,

sino un ser herido, humillado y reducido a cualquier vulneración94

.

Así, ante la situación de injusticia que vive el país y las pocas posibilidades de prosperidad

en las víctimas a causa del terrorismo de los actores armados, se vislumbra que la infamia

más penosa e inhumana que se siente como injusticia social, es la indiferencia, la

insolidaridad, el olvido y la inmediatez que se percibe a nivel social, pues, no se escucha lo

que sucede con la suerte de las víctimas, no hay atención a la realidad de pobreza y

marginación que viven los pueblos victimizados; más bien interesa el confort, la opulencia,

las modas, las relaciones por redes sociales, que la misma realidad de injusticia y violencia

que enfrentan las víctimas.

Según Joan Manuel Serrat, se afirma que:

“No hay otro tiempo que el que nos ha tocado vivir” “(…) Que las manzanas no

huelen, que nadie conoce al vecino, que a los viejos se les aparta después de

habernos servido bien. Que el mar está agonizando; que no hay quien confíe en su

hermano, que la tierra cayó en manos de unos locos con carnet; que el mundo es de

peaje y experimental, que todo es desechable y provisional (…) No hay otro tiempo

que el que nos ha “tocao”. Acláreles quien manda y quien es el “mandao.” (…)95

.

94

Ibídem. 95 J.M. SERRAT. En Transito “A quien corresponda”, Ariola, Madrid, 1981, Citado por: FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACA, CIPADE, Derecho Internacional Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño Ulloa, Jorge Eduardo, 2002, p. 252 – 253.

44

Se cree que la realidad de injusticia en Colombia, como en otros países que sufren

conflictos armados, es una deshumanización causada por la insensibilidad, el egoísmo, el

enriquecimiento de unos pocos, la intolerancia social, la falta de consenso y democracia y

la pérdida del valor de la vida que en Colombia tiene un precio y una estratificación

económica, política, social y religiosa96

.

Pues se asesinan personas indiscriminadamente, se contabilizan las víctimas y se intenta

reparar el daño causado por medio de leyes que dejan al descubierto la impunidad y la

tolerancia de la injusticia, pues el Estado paga con dinero el cuerpo de algunos de los que

han sido masacrados, se dan prebendas y ayudas humanitarias para apaciguar el hambre de

las víctimas, pero de fondo se está ocultando la responsabilidad política y judicial de los

victimarios causantes de la tragedia97

.

Alguna vez, en una entrevista realizada a una de las víctimas que acompaña la Corporación

Claretiana Norman Pérez Bello (CCNPB), después de verla tan angustiada, se le preguntó:

¿cuál era su preocupación?, por lo que contesto: “es que a mí no me han pagado a mi hijo

que fue asesinado como “falso positivo”, de los que llevó el Ejército para el Santander”98

.

Pues lo que se sabe es que el Gobierno pagaba 18 millones de pesos a las víctimas de

“falsos positivos” del caso de Soacha- Sur de Bogotá. Por eso se dice que “vivimos en una

fase de fundamentalismos del mercado (…) y lo que acurre es que el mercado carece de

fundamentos éticos. Por ello, su mano invisible debe ser compensada por la mano visible

del Estado, que debe hacer aflorar conceptos éticos, sociales y morales”99

.

96

REDEPAZ, Víctimas del conflicto armado: perfil, escenarios, autores y hechos. Bogotá, agosto de 2008.

Disponible en pdf. p. 9. 97

Ibídem. 98

Declaración de una Madre de Soacha, la cual pidió no publicar su nombre, en la celebración de memoria de

victimas realizada en la Parroquia San Bernardino de Bosa en febrero de 2011. 99 Ideal, (Gradada), 12 de abril de 2003, p. 14. Citado por: CASTILLO, José María, Victimas del pecado. Otra moral, otra iglesia, otra espiritualidad, p. 177.

45

Lo que estos autores muestran es que las políticas de Estado y de mercado, carecen de

valores éticos pada defender la vida y exigir el respeto hacia las personas100

. El mercado

crea una invisibilidad de la dignidad humana, estableciendo una despersonalización y

cosificación del valor inherente de lo humano. En contraposición, José María Castillo101

dice que, más que evitar el pecado, el mal, castigar a los responsables, se debe trabajar

hacia la consolidación de una ética de la vida que evite el sufrimiento, que haya

sensibilidad sobre el mal que se causa a los seres humanos y que se trabaje para lograr el

bienestar y la felicidad hacia todas las personas. Yendo al Evangelio, ante la injusticia

cometida contra el pueblo de Israel, para la gente que sufría el rigor de la tiranía, las

primeras comunidades cristianas, en nombre de Jesús, hablan de la compasión, del sufrir

con y por el otro; de tener la capacidad de ir en su ayuda a pesar de su religión, raza,

política y condición social (Cfr. Lc 10, 25 – 37).

Es por ello que, ante la injusticia cometida y la que se sigue generando, debe haber una

denuncia, una judicialización de los responsables, pero, también, se debe fomentar una

ética, unos valores, que permitan reconocer el valor infinito de la vida y las personas,

salvaguardando la integridad física, moral y emocional que tienen todos los seres humanos.

METODOLOGÍA

El método que se utilizará estará en la línea de la Teología de la Liberación102

y está

estructurado en tres momentos: mediación socio-analítica, mediación hermenéutica y

mediación práctica. Por cada mediación se desarrollará un objetivo que permite explicitar el

objetivo general, así:

100

Ibídem. 101 CASTILLO, José María, Victimas del pecado. Otra moral, otra iglesia, otra espiritualidad, p. 179. 102

La Teología de la Liberación es una corriente teológica que nace con el Vaticano II en la Conferencia de

Medellín (Colombia, 1968); sus máximos representantes son: Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Camilo

Torres Restrepo y Manuel Pérez Martínez. Esta corriente teológica intenta responder a los desafíos del tercer

mundo, mostrando una fe liberadora del pueblo oprimido. Consultado en: Wikipedia, 06/02/2013.

46

MEDIACIONES HORIZONTE DESARROLLO

MEDIACIÓN

SOCIO-

ANALÍTICA

Analizar la realidad de injusticia

que se ha generado en las

víctimas del conflicto armado

colombiano, mostrando cómo la

violencia ha dejado

marginación, vulneración de

derechos, rompimiento del tejido

social y victimización.

Comprensión documental

sobre el conflicto armado.

Análisis de la coyuntura de

violencia en Colombia.

MEDIACIÓN

HERMENÉUTICA

Comprender la realidad de las

víctimas en sus procesos de

búsqueda a partir del anuncio

profético de Lucas 4, 16 – 21.

o Estudio hermenéutico de

Lucas 4, 16 – 21.

MEDIACIÓN

PRÁCTICA

Fundamentar la mediación fe-

justicia hacia el consuelo de las

víctimas, la esperanza, el retorno

y la resignificación del

sufrimiento causado por el

conflicto armado.

Fundamentación de la

mediación fe-justicia.

Síntesis y conclusiones.

47

CAPÍTULO I

VIOLENCIA, VÍCTIMAS E INJUSTICIA

1.1. Las víctimas en medio del conflicto armado

En este capítulo se intentará hacer un acercamiento que permita comprender cómo los

actores armados han generado un sistema de injusticia que no es fácil de reparar y que de

fondo está mostrando un sistema de inequidad social, marginalidad, pobreza, corrupción e

inconstitucionalidad.

Entonces, para iniciar este apartado, es necesario decir que la dinámica del conflicto

armado colombiano trae consigo un tipo de violencia política que ha cobrado vidas

humanas y ha dejado una impronta de injusticia que hoy se evidencia en las víctimas que

les ha tocado vivir en carne propia el drama de la violencia, la persecución y el destierro103

.

Según Carlos Medina Gallego, el conflicto armado colombiano se entiende y se describe

así: “entiendo por conflicto armado el conjunto de circunstancias y acciones mediante las

cuales se contrastan y se confrontan en una sociedad, distintas concepciones de vida, ser

humano, sociedad y cultura, a través del uso de la violencia y el ejercicio de la guerra con

el propósito de sostener o transformar un orden social y político determinado”104

.

El conflicto armado se puede ver, entonces, como un sistema de tensiones donde cada

grupo o ente social está salvaguardando sus intereses, pero que, como producto de esto, se

suscitan confrontaciones, divergencias, polaridades, disputas territoriales y un índice alto de

violencia. Pero, es importante definir que el conflicto armado está implícito en una

103

DEFENSORIA DEL PUEBLO, Derechos Humanos, para vivir en paz. La desaparición forzada y los

derechos de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Bogotá, 2005, p. 6. 104 MEDINA GALLEGO, Carlos, Conflicto armado y procesos de paz en Colombia. Memoria de casos FARC-EP y ELN. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2009, p. 44.

48

estructura social que subyace en un modelo de sociedad. Se entiende que un modelo social

es un conjunto de interrelaciones conformado por la familia, la nación, la cultura, la

religión, lo económico, una ideología y una axiología105

.

Lo que se está diciendo es que la estructura social es concomitante con la acción humana en

un sistema de relaciones donde intervienen distintos factores que llegan a ser comunes,

dinámicos e incluso antagónicos. Es decir, un modelo social determina un modo de

relaciones, intereses y acciones que posibilitan o no la libertad humana. De ahí que cada

ciudadano puede defender o enjuiciar un modelo de Estado, ya que, en su dinámica interior,

emergen distintos puntos de vista que llegan a generar confrontación y violencia y, con ello,

se desarrolla un sistema de injusticia y vulnerabilidad humana106

.

Se entiende, entonces, que la violencia política se origina desde la comprensión que el

hombre hace del mundo, la sociedad y su entorno, pues la sociedad actúa desde una

ideología, una axiología, unos intereses que llevan a tener poder, riqueza y bienestar, pero

que, al mismo tiempo, se desarrollan pugnas, confrontación, divergencias y desigualdades

que posibilitan o no materializar un modelo social107

.

Es un tipo de violencia acaecida en el contexto político inmediato con raíces históricas que

se puede describir así:

Recurrencia histórica a las armas como instrumento para alcanzar fines políticos,

ausencia de un Estado-Nación consolidado, permanencia de rasgos excluyentes en

el régimen político, aplazamiento constante de una reforma en la tenencia de la

propiedad, sobre todo de la tenencia de la tierra, profundas condiciones de

105 NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 185. 106

Op. Cit. MEDINA GALLEGO, Carlos, Conflicto armado y procesos de paz en Colombia. Memoria de casos FARC-EP y ELN. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2009, p. 44. 107

Ibídem.

49

inequidad social y marginalidad, contemporáneamente la cultura del narcotráfico:

todo con repercusiones en la vida cotidiana del país108

.

Es decir, que la realidad del conflicto y sus repercusiones sociales, son la evidencia de una

Nación que muestra un sistema de “luchas de poder”, inconstitucionalidad, desigualdad

social, poca participación democrática y victimización a quienes se resisten al sistema

establecido. Es ahí donde se sitúa la violencia política que lidera el Estado y actores en

conflicto, dejando al descubierto una realidad de injusticia, deshumanización y muerte.

Veamos, entonces, cuáles son los orígenes del actual sistema de violencia política que hoy

registra un número considerable de víctimas, cuyos derechos han sido quebrantados109

. Se

puede indicar que la violencia política tiene un trasfondo que se centran en el bipartidismo

político entre liberales y conservadores que, de 1919 a 1945 no se recurre a la eliminación

de personas para materializar sus políticas y divergencias, pero que, hacia 1945110

hasta la

década de los sesenta, se recurre a las armas, a la eliminación de personas en medio de la

confrontación entre partidos para mantenerse en el poder y legitimar el dominio,

reconocido este periodo como la época de la violencia111

.

Así, por la creciente violencia entre miembros de los partidos tradicionales, se creó el pacto

del Frente Nacional con la alternancia en el poder de los partidos tradicionales, liberal y

conservador, donde había un acuerdo entre estos partidos por mantenerse en el poder y

turnarse los periodos presidenciales, lo que va a generar la lucha contrainsurgente y

represiva contra quienes alternativamente pretendan un modelo de Estado distinto.

Este nuevo orden que trae el Frente Nacional, configura el escenario del conflicto en luchas

revolucionarias por la exigencia de un cambio de Estado: luchas por el poder político,

108 Ibídem, p. 32. 109

Ibídem. 110

Ibídem. 111 Ibídem, p. 36.

50

económico, social y cultural; revolución, levantamiento y conformación armada de parte

de las FARC, el ELN, y el EPL, como reacción a la exclusión socio-política, a la

concentración de riquezas en manos de unos pocos, a las pocas oportunidades de desarrollo

y prosperidad hacia las minorías y a la implantación de políticas militares

contrainsurgentes112

.

Según esto: “todos estos factores configuran situaciones de cierre de oportunidades

y de gran injusticia social propiciadas para el arraigo de actividades ilícitas de

diversa naturaleza, o de sentimientos de rebelión frente al orden establecido”113

.

Se puede entender que la violencia política se cristaliza en medio de la tensión producida

entre quienes quieren mantenerse en el poder y los que exigen un modelo de Estado

distinto, democrático, pluralista y equitativo. Bajo estos argumentos, el orden social

establecido, fundamentado en una política de Estado, concibe un sistema social injusto,

unas cadenas de desigualdad y focos de pobreza, exclusión, marginalidad y victimización,

pues quienes se resisten y exigen sus derechos, son vistos como adversarios de la

democracia y del sistema político y, por lo mismo, se busca su eliminación114

.

Pero, es importante que se reconozca que la violencia política funciona de modo directo e

indirecto. Así es que cuando se ataca, se intimida a una población y se vulneran sus

derechos, producto de una masacre, de asesinatos selectivos, bombardeos y hostigamientos

de parte de los actores armados (guerrillas, ejército y paramilitares), la violencia se ejerce

directamente sobre las víctimas, quienes pueden reconocer y enjuiciar a los victimarios;

pero, también existe un tipo de violencia política que funciona indirectamente que admite la

112

Ibídem. 113 CORREDOR, Consuelo, 1990, Democracia, economía y paz, en Primer congreso Nacional Universitario por la Paz, Edit. ICFES-Redunipaz-ASCUN, Bogotá. Citado por: CÁRDENAS RIVERA, Miguel Eduardo, La Construcción del Posconflicto en Colombia. Bogotá: Ed. Prisma Asociados Ltda. Primera edición 2003, p. 37. 114

Ibídem.

51

permanencia en el poder de entes administrativos corruptos; permite que se doblegue a la

humanidad por falta de oportunidades de trabajo, de estudio, de desarrollo comunitario y

promoción de la vida y la dignidad humana115

.

La violencia indirecta funciona soterradamente como medio de control, dominio y

caudillaje de la población. Es decir que se ejerce de manera encubierta hacia la población,

generando miedo, zozobra, angustia y desesperación116

. Tal es el caso de la situación

presentada en las zonas donde ha habido hostigamientos de los actores armados que,

después de algunos días de haberse presentado estos ataques, empiezan los comentarios

sobre la posibilidad de nuevas incursiones, nuevos allanamientos y se corren rumores que

amenaza a quienes son fichados como colaboradores y partidarios de los distintos grupos

alzados en armas117

.

La violencia indirecta es un medio de intimidación, humillación y supremacía de los actores

armados, quienes llegan a una población imponiendo su autoridad, sus políticas y su fuerza,

lo que hace que los pobladores, las familias, niños, etc., se sientan subordinados por los

actores en conflicto que operan en las distintas regiones del país. Sin embargo, se cree que

somos prisioneros de realidades humanas que no permiten el desarrollo social, familiar y

personal, pero a veces no se reconoce que, en gran parte, la crisis y la situación de injusticia

que vive una población y la sociedad en general, tiene sus consecuencias en las políticas del

Estado, en sus formas de gobierno y en los intereses egoístas de los entes y armados que

intentan controlar la Nación por medio de las armas, la violencia y la intimidación118

.

Por eso, es importante decir que más allá del contexto de violencia que subyace al conflicto

armado colombiano, debemos ver la naturaleza de un conflicto que tiene sus raíces en una

sociedad violenta, intolerante, competitiva y consumista, que se vislumbra con mayor

115

Ibídem. 116

Ibídem. 117

Ibídem. 118

Ibídem.

52

fuerza en los actores armados, los cuales actúan con muy poca conciencia ética a favor de

la vida y la dignidad humana. Ernesto Iregui Borda dice que “la violencia nace en el

interior del hombre, cuando pone una bomba, cuando mata a alguien, cuando secuestra,

cuando extorsiona, en fin, cuando agrede, mata o lesiona al otro, nace el impulso de

hacerlo desde su interior”119

.

Igualmente, es bueno ver qué tipo de estructuras funcionan para que se forme la violencia

política y se vulneren los derechos de las personas. Hay que decir que en gran medida

legitimamos un sistema de muerte, ya que al observar las estadísticas de muertos, hacer

actos de memoria de víctimas, hablar sobre el conflicto, lo hacemos de una manera fría,

plana y nos portamos como agentes externos del mismo120

. Quizás algo ha caracterizado a

esta generación: ser espectadores en medio de la realidad de injusticia colombiana, sin

tomar postura y acción frente a todos los atropellos que se cometen diariamente contra la

sociedad121

.

Tal es la realidad de violencia política que no permite la igualdad de oportunidades, ya que

existen represiones que no dejan entrar en razón que en realidad se requiere una reforma del

Estado en el cual los derechos, deberes, libertades y responsabilidades de la sociedad les

sean respetados, contrarrestando las luchas de poder, el anarquismos, la perpetuidad y la

dominación del más fuerte122

. En este orden de ideas, la violencia política se enmarca en el

contexto del conflicto armado como un mecanismo que históricamente ha cobrado víctimas

y ha permitido que se vulneren los derechos de las personas y se herede una conciencia

colectiva de dependencia y enajenación de la soberanía y libertad de los pueblos123

. Por eso

decía Walter Benjamín: “No nacemos inocentes. No es que nazcamos culpables, la

119 BORDA IREGUI, Ernesto, El interior de la violencia. 2da edición. Bogotá: Copyright, 2011, p. 3. 120

CINEP, REVISTA NOCHE Y NIEBLA de Enero a Diciembre de 2012 N. 45, Banco de datos de

Violencia Política, disponible en pdf, p. 7. 121

Ibídem, p. 2. 122

Ibídem, p. 9. 123

Ibídem, p. 10.

53

culpabilidad es personal e intransferible, pero la responsabilidad puede heredarse. Si mi

abuelo ha sido un ladrón y heredo su riqueza, no heredo la culpabilidad de mi abuelo pero

sí su responsabilidad”124

.

Este autor pone de manifiesto que somos herederos de una tradición que ha dejado un

impacto represivo en la sociedad y se evidencia con más fuerza en los marginados y pobres

de este tiempo. Con lo anterior se ha dicho que existe una historia que ha marcado

desigualdades sociales, originadas por estructuras injustas, lo cual ha producido que el

pueblo, oprimido y marginado, haya tenido que salir a reclamar sus derechos, su soberanía

y su libertad125

.

Por ello, las víctimas del conflicto armado están saliendo a señalar y enjuiciar a los

responsables directos e indirectos de su drama de marginación, injusticia y victimización.

Entonces, se puede ver que el modelo social colombiano y la estructura de Estado, se

enmarcan desde una comprensión de desigualdad general, pérdida del valor de la vida, poca

conciencia ética de un cambio social y defensa de la dignidad de las gentes, aunque no del

todo se puede decir que es así, pero hay un sector marginado, las víctimas del conflicto,

que merece que sus derechos le sean restituidos126

.

En este sentido, las víctimas, en medio del actual sistema de violencia política, están

inmersas en una realidad que ha destruido sus vidas, ya que los actores en conflicto no

tienen en cuenta su bienestar, su identidad y su dignidad, dado que empeñan sus esfuerzos

para lograr sus fines contrainsurgentes y revolucionarios, destruyendo la vida de las

124 FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACÁ, CIPADE, Derecho Internacional Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño Ulloa, Jorge Eduardo, 2002, p. 179. 125

Ibídem. 126

INICIATIVAS DE MUJERES COLOMBIANAS POR LA PAZ, documento N. 4, Justicia y seguridad

para las víctimas del conflicto armado. Disponible en pdf, p. 82.

54

personas, desarticulando la comunidad e imponiendo sus políticas por medio de la

represión127

.

Por consiguiente, según Max Weber128

, “el comercio se manifiesta como una acción

económica y racional con arreglo a fines”. Es decir que toda la acción humana, trayendo

consigo una realidad de marginación, muerte y violación de derechos, busca unos fines que

no pueden ser democráticos y colectivos, sino que favorecen los intereses de unos pocos.

Por eso, en la conciencia colectiva colombiana existen distintos puntos de vista: unos

defienden el modelo de Estado desde la Política de Seguridad Democrática y militarización

del país, ya que trae consigo la “seguridad, mantener el control territorial, evitar el desorden

y el “estado de sitio”129

. Al contrario, las víctimas, presas del terrorismo de los militares,

estatales y paraestatales, de bandas, sicarios e insurgentes, se ven en la obligación de

denunciar el sistema represivo que viven en las distintas zonas del país donde operan los

actores armados130

.

La historia colombiana ha mostrado que cuando se impone un sistema social injusto, la

humanidad reacciona contra la hegemonía del Estado, ocasionando una ruptura entre

Estado y sociedad, entre partidos políticos y una disputa territorial e ideológica por llagar al

poder, caso de las Farc, que es contestaría al sistema de Estado vigente131

. Podemos ver un

ejemplo de confrontación y poco consenso en el proceso de diálogo de paz iniciado por el

ex presidente Andrés Pastrana Arango en el año 1998 a 2002 con las Farc. Lo que se dice

de este proceso es que no llegó a buen término, porque las agendas de trabajo no se

127

Ibídem, p. 82. 128 HABERMAS, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad, p. 12. 129

Consultado en: http://www.observatori.org/documents/context_colombia.pdf. p. 13. Consultado:

09/02/2013. 130

Ibídem. 131

Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/venezuela/rvecs/gonzalez.pdf. p. 1 – 37.

consultado: 09/02/2013.

55

cumplieron y las exigencias y acuerdos bilaterales no obtuvieron el consenso de las partes

en negociación132

.

Es decir, mientras el Estado buscaba negociar el cese de hostilidades, que no se realizaran

más secuestros, que se depusieran las armas y se hiciera efectiva la salida política y

negociada del conflicto, los armados e insurgentes, exigían el cumplimiento de la agenda

política que buscaba crear un modelo de sociedad distinta, donde los intereses, políticos,

económicos, sociales y culturales, no favorecieran sólo a unos pocos, sino que beneficiara a

la gran mayoría. Así, el modelo de sociedad y la estructura estatal, se unen tanto para

legitimar un modelo social vigente como para condenarlo133

.

También es importante ver que la acción humana, dentro de una estructura social, esta

notablemente influenciada por el conflicto y las luchas de poder; pero, es la misma

Constitución Política el órgano mediador para que el poder no genere una dictadura, una

ideología absolutista y un Estado antidemocrático134

. En sí, lo que la sociedad colombiana

exige es una democracia participativa, dinámica y equitativa que provea a la humanidad la

felicidad, el bienestar y la convivencia, pues la muerte, la victimización de inocentes y la

negación del derecho a la vida, no pueden seguir siendo lo que caracteriza la realidad

colombiana135

.

Según Aristóteles136

, desde la concepción clásica de la política, ésta es vista como una

doctrina de la “vida buena y justa”; y ejercida en la polis desde una ciudadanía práctica,

racional, moral, personal y colectiva137

. La política es un ejercicio como signo exterior de

lo público en apertura, participación, trasparencia, regulación de acciones, bienes y

132

Ibídem. 133

Ibídem. 134

Consultado en: http://blog.colombiahoy.org/2007/02/07/ni-comunismo-ni-facismo.aspx, 09/02/2013. 135 MARDONES M., José, Fe y política. El compromiso político de los cristianos en tiempos de desencanto. Bilbao: Ed. Sal Terrae, 1993, p. 60. 136 Ibídem, p. 35. 137

Ibídem.

56

derechos en virtud de la razón, para lograr el bienestar personal, familiar y colectivo. Al

contrario, en Colombia vemos como la violencia política es una manera de opacar y cohibir

el buen vivir, la democracia, la participación y el derecho a la libertad y dignidad de todas

las personas138

. En este orden de ideas, bajo la represión a la que han sido objeto las

víctimas, se ha buscado que el dolor, el destierro y toda la victimización cometida, no

quede en el olvido y en la impunidad; se trata de exigir un clamor de justicia que lleve a la

restitución de los derechos y libertades vulnerados por el conflicto139

.

Pero, según dice Albert Nolan, “que los pobres tienen que salvarse ellos mismos, se

salvarán por sí mismos y, realmente, no necesitan a ti o a mí para salvarse”140

. Teniendo

presente esto, Albert Nolan141

nos dice que la realidad de marginación y pobreza a la que

han llegado las víctimas, no debe ser subsanada por las acciones y enmiendas que se hagan

para ayudar a resarcir el dolor que deja la injusticia social, sino que desde la misma realidad

de iniquidad y victimización, los afectados por el conflicto sacan las fuerzas para

contrarrestar su drama de dolor a través de los procesos organizativos de resistencia y lucha

por exigir sus derechos y su bienestar.

Pero, ¿qué es lo que determina que la violencia política haya cobrado víctimas,

marginalidad, pobreza e inconstitucionalidad? Lo primero que se puede decir es que

vivimos en una estructura de poder injusto donde se violan los derechos de las personas,

hay un sistema represivo que condiciona las voluntades de quienes piensan distinto y

exigen un sistema más igualitario; y existe una democracia partidista que se ha legitimado

en el poder, donde los demás sistemas democráticos y movimientos sociales han sido

silenciados y reducidos por sindicarlos de izquierdistas y revolucionarios142

.

138

Ibídem. 139

Ibídem. 140 NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 64. 141 Ibídem. 142

Consultado en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/colhoy/colo6.htm, 09/02/2013.

57

Así mismo, el sistema de justicia colombiana, ha estado mayormente de parte de los

victimarios que de las víctimas, pues, según se ha analizado, el sistema de justicia en

“Colombia es corrupto en actos u omisiones en el uso de la función pública para el

beneficio propio o de terceros. Dichos actos u omisiones pueden incluir soborno, extorsión,

intimidación, tráfico de influencias, o uso inadecuado de los mecanismos judiciales”143

.

Así, se entiende que la justicia colombiana no ha obrado conforme al Estado Social de

Derecho, pues, si hubiese existido un sistema judicial justo, la mayoría de los victimarios

estarían hoy en las cárceles y la justicia colombiana los hubiese responsabilizado de las

masacres y atropellos cometidos en el marco del conflicto armado144

.

Por ello se dice que:

“La corrupción de la justicia distorsiona su papel legítimo, que consiste en proteger

las libertades y derechos civiles de los ciudadanos y gestionar un juicio imparcial

gestionado por un juzgado competente y justo. La corrupción de la justicia permite

que acciones ilícitas queden impunes o nunca lleguen a ser descubiertas”145

.

Unido a esta realidad del sistema de justicia colombiana, los medios masivos de

comunicación no son veraces, imparciales y objetivos a la hora de difundir lo que ha ido

sucediendo en torno al drama que viven las víctimas en medio del conflicto armado, ya que

muchas veces las noticias son sesgadas, parciales, favoreciendo a uno u otro bando,

invisibilizando la realidad y ocultando los verdaderos responsables del drama de muerte146

.

Es sólo ver los medios de comunicación cómo le dan mayor credibilidad a las declaraciones

y confesiones que hacen los jefes de paramilitares y entes militares del gobierno, que

143 CORPORACIÓN TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. Transparencia en la Justicia. En: http://www.transparenciacolombia.org.co/trasparencia//tabid //67/Default/aspx, consultado: 30/08/2012. 144

Ibídem. 145 Ibídem. 146

Consultado en: http://www.monografias.com/trabajos31/medios-comunicacion/medios-

comunicacion.shtml, 09/02/2013.

58

escuchar los relatos y testimonios de las víctimas que han tenido que sufrir en carne propia

el drama del conflicto y sus efectos147

.

Ante esto, es importante que se tenga en cuenta que los medios de comunicación siempre

hacen una mirada subjetiva de la realidad del conflicto armado, haciendo que éste se vea

como un problema de grupos armados que accidentalmente o por error infringen la ley y

cometen arbitrariedades contra la población civil (caso de la Fuerza Pública), lo que hace

que la victimización y todos los atropellos contra la vida, la naturaleza y la dignidad

humana, no logran ser objetivados por los medios de comunicación148

.

Es por eso que se dice que la lucha es contra un sistema opresor y poco democrático, un

sistema que busca explotar antes que humanizar y resarcir la injusticia; un sistema poco

humano que ha visto en el consumismo, la indiferencia, la superficialidad de la vida y el

olvido, su mayor grado de expresión. Pero, más allá de esto, debemos mirar las raíces

psicológicas de la violencia represiva y odiosa que ha sido el detonante de la barbarie

cometida contra las personas víctimas en medio del conflicto armado colombiano149

.

Albert Nolan150

dice que vivimos inmersos en una conducta “anti social” que penosamente

está generando la crisis actual, pues no se explica con claridad qué hay en la conciencia del

verdugo cuando es capaz de asesinar, violar, torturar, mutilar a sus víctimas151

. Igualmente,

la insensibilidad nuestra y la de los entes territoriales del Estado, aunque es de conmoción y

147

Consultado en: http://www.caracol.com.co/noticias/judicial/antes-de-ser-extraditados-jefes-paramilitares-

libretiaron-versiones-ante-justicia-y-paz/20121030/nota/1787574.aspx, 09/02/2013. 148

Consultado en: http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/folios/article/viewFile/7334/6784,

09/02/2013. 149

Consultado en: http://www.unhcr.org/refworld/pdfid/48a928210.pdf, 09/02/2013. 150 Op. Cit. NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 64. 151

Consultado en: http://www.icrc.org/spa/resources/documents/report/colombia-report-intro-220410.htm,

09/02/2013.

59

análisis de detalles y situaciones que generan la victimización, no va más allá de ser una

reacción pasajera que lentamente pasa a ser olvidada152

.

Se puede afirmar que Colombia atraviesa por un estado de deshumanización, persecución,

violaciones de derechos y fallas constitucionales que legitiman la opresión y la injusticia153

.

También, según la espiritualidad que se maneja en algunas confesiones religiosas, teniendo

presente un alto grado en la Iglesia Católica, se predica un Dios opresor, justiciero, que

mira la conductas de los hombres como pecados de la carne, pecados contra la doctrina y

pecados contra la naturaleza, pero no ven que el pecado más fuerte es el “pecado social”,

que es tolerante de injusticias, atropellos y deshumanización personal, familiar y

colectiva154

.

En este sentido, se debe develar el papel, según Albert Nolan, que juega Dios en los

procesos de trasformación y liberación social155

. En 1987 el papa Juan Pablo II promulga la

encíclica Sollicitud Rei Socialis (SRS) y en ella describe las estructuras de pecado:

Número 36. “Por tanto, hay que destacar que un mundo dividido en bloques,

presididos a su vez por ideologías rígidas, donde en lugar de la interdependencia y

la solidaridad, dominan diferentes formas de imperialismo, no es más que un

mundo sometido a estructuras de pecado… Si la situación actual hay que atribuirla

a dificultades de diversa índole, se debe hablar de “estructuras de pecado”…

“Pecado” y “estructuras de pecado” son categorías que no se aplican

frecuentemente a la situación del mundo contemporáneo. Sin embargo, no se puede

152

Ibídem. 153

Consultado en: http://www.inspiraction.org/justicia-economica/conflicto-armado-en-colombia,

09/02/2013. 154

Consultado en:

http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrlajustaviolenciadelosoprimidosparasul9/,

09/03/2013. 155

Op. Cit. NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 181.

60

llegar fácilmente a una comprensión profunda de la realidad que tenemos ante

nuestros ojos, sin dar un nombre a la raíz de los males que nos aquejan”156

.

Es importante señalar que “pecado social157

” y “violencia política158

” son distintos, pero

ambos estas mostrando una legalidad que camufla la injusticia y el estado de

deshumanización en que se encuentra la sociedad. Pues la violencia política la hemos ido

reconociendo como el cúmulo de intenciones, procedimientos y hechos que, dentro de una

colectividad política y de entes armados, se origina para reprimir, estigmatizar, violentar y

eliminar a una población; mientras que la comprensión que se hace del pecado social va en

la línea de la omisión, el olvido y la insensibilidad que se suscita en la colectividad ante el

exterminio y la victimización que ha generado el actual conflicto armado colombiano. Por

eso, se dice que las leyes, tanto civiles, religiosas o consuetudinarias, pueden ser justas e

injustas en la medida en que favorecen, castigan o legitiman un estado de impunidad y

genocidio, pues siempre muchas de estas normas y acuerdos se quedan cortas a la hora de

combatir y reparar el daño que deja un sistema injusto159

.

1.2. La realidad existencial de las víctimas

Cuando se habla del conflicto armado y la realidad de violencia que subyace en él, se

encuentra que la mayoría de personas víctimas han tenido que vivir una experiencia de

muerte que ha negado sus sueños e ideas, esperanzas y anhelos de construcción de un

proyecto de vida, pues, con la desaparición de personas, las muertes selectivas y la

desarticulación del tejido social, han quedado truncados todos los planes de vida y

desarrollo comunitario que involucra lo personal, familiar y colectivo.

156 Este texto apareció publicado originalmente, en 2007, en ANGELICUM, Revista de la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma. Citado por: NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 183. 157

En: http://www.forojuanpabloii.org/index.php?option=com_content&view=article&id=2933:el-pecado-

social&catid=59&Itemid=87, 09/02/2013. 158

Consultado en: http://lahaine.org/global/herramienta/violencia_politica.htm, 09/02/2013. 159

Consultado en: http://derecho.laguia2000.com/parte-general/clasificacion-de-las-leyes, 09/02/2013.

61

Por ello, reconociendo el múltiple impacto del conflicto armado colombiano, el creciente

número de víctimas ha generado una situación difícil en las mismas, luego que, sus

pérdidas económicas, el dolor por la desaparición y muerte de sus seres queridos y la

realidad de pobreza y marginalidad que viven cada día, trae consigo una huella imborrable

que no logra ser subsanada bajo ninguna terapia o programa de reparación social160

.

Desde aquí se torna necesario superar la satanización de este conflicto armado161

, donde se

le ha visto como una realidad aislada que sólo involucra a los actores en conflicto y a

quienes han sido afectados; al contrario, se debe aborda, no sólo desde una mirada centrada

en lo militar o lo político, como tradicionalmente se ha hecho, sino también desde una

lectura humana del mismo (…); ya que, detrás del conflicto en mención, en sus actores

combatientes y población civil afectada, hay seres humanos con una historia de vida y unas

opciones que muchas veces provienen de diversas circunstancias, que, aunque no se

comparta su ideología y su modo de proceder, son personas que combaten, defienden unas

políticas, se enfrentan a toda la adversidad que el mismo conflicto armado les trae162

. Pero

de fondo, muchas de estas personas involucradas en la dinámica de este conflicto,

provienen de ambientes de maltrato, pobreza, presión familiar, pocas oportunidades de

estudio y desarrollo, viéndose obligadas a vincularse con los grupos armados como medio

de salida y emancipación frente a la situación personal y familiar que viven163

.

En este sentido, nos encontramos ante una realidad que implica la historia de vida de las

personas víctimas pero también de quienes son sus victimarios, personas que son heridas en

160

Consultado en: http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-205253-conflicto-colombiano-tiene-

consecuencias-devastadoras-los-civiles, 09/02/2013. 161

Op. Cit. DELGADO HERNÁNDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones, intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos, Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de investigación en Paz, No violencia y Postconflicto, Mayo de 2012, p. 41. 162

Ibídem. 163 Ibídem.

62

su humanidad, en sus vidas y en sus experiencias vitales, trayendo consigo secuelas de

dolor, frustración, fracaso, tristeza y venganza, ya que, el mismo contexto social de

violencia, militancia y victimización, es visto como una guerra que sobrepasa la ética del

respeto por la vida y la dignidad humana, convirtiéndose en una lucha que enfrenta a civiles

contra militares y viceversa, permitiendo también que civiles ingresen a las filas armadas de

los distintos bandos para venir a cobrar venganza por el asesinato de sus familiares, amigos

y allegados. Pero, veamos en detalle cómo el conflicto armado afecta a nivel político,

económico, social y cultural164

.

1.3. La realidad de las víctimas a nivel político

Al analizar los impactos que entraña el conflicto armado colombiano en las víctimas, se

hace necesario distinguir que este conflicto es una realidad inconstitucional165

, ya que es

una violación de los derechos legislativos pactados en la Constitución que contrastan con

todas las lecturas que se hacen de esta carta programática.

Pues, según Rodrigo Uprimny, se dice que la Constitución de Colombia es aspiracional y

transformadora, incluyente, profunda y participativa166

; está llena de derechos, promesas y

bienestar para todos; camina hacia una democracia justa y participativa; es densa en

derechos económicos, colectivos y culturales; le apuesta a la trasformación desde los

mecanismos de participación democrática en la medida en que los indígenas, las mujeres,

entre otros, son reivindicados.

164

Consultado en:

http://lapluma.net/es/index.php?option=com_content&view=article&catid=116:debates&id=4204:victimas-y-

victimarios, 09/02/2013. 165

Consultado en: http://www.derechos.org/nizkor/colombia/ya/confarm1.htm, 09/02/2013. 166

Consultado en:

http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=estado_de_derecho&publicacion=978,

13/09/2013.

63

La Constitución tiene fuerza normativa, pues funciona como justicia constitucional desde

una deliberación democrática pública y vigorosa, luego que evita riesgos tales como que la

mayoría se legitime en el poder, que las mayorías se gobiernen a sí mismas y discriminen,

permitiendo que la Corte Constitucional sea un mecanismo de control en debates y

decisiones públicas, salvaguardando los derechos constitucionales167

. Sin embargo, no ha

prosperado como una representación democrática fuerte, ya que la parapolítica, la

corrupción administrativa y la poca gestión de los mecanismos de control público y

ciudadano, permiten que se viole el Estado Social de Derecho constitucional, lo cual

genera un escenario de injusticia social168

.

Así, en el escenario del conflicto armado, se deja una huella de marginalidad que atenta

contra la naturaleza física, psíquica y emocional de las personas, ya que la vida, la dignidad

y el respeto por las personas; el bienestar, la libertad, la identidad y la capacidad de

desarrollo personal, familiar y colectivo, queda truncado por la influencia del conflicto

armado, quien vulnera el progreso de la sociedad y destruye el tejido social que existe en

una región o territorio169

. En este sentido, si el Estado no se sirve de la Constitución para

gobernar con justicia social y democracia, imposible que se evidencie un Estado

constitucional170

.

Entonces, es responsabilidad del Estado proteger y garantizar la vida y la convivencia de la

sociedad según la Constitución, ya que no puede existir una normatividad que protege y

promueve la vida y la dignidad de las personas y, al mismo tiempo, la permanencia de un

sistema de impunidad y terrorismo que amenaza la integridad humana y convierte a las

poblaciones en víctimas, quienes, en el escenarios del conflicto armado, viven más de

cerca el fenómeno de la intimidación y la violencia ejercida por los actores armados171

.

167

Ibídem. 168

Ibídem. 169

Consultado en: http://docencia.udea.edu.co/derecho/constitucion/papel_estado.html, 09/02/2013. 170

Ibídem. 171

Ibídem.

64

Por eso se dice que el Estado hace presencia en el territorio nacional, no sólo desde los

organismos de control público como las Fuerzas Militares o entes armados del Gobierno,

sino desde la institucionalidad que conforman las entidades territoriales legítimamente

constituidas, las cuales deben actuar conforme a la Constitución, garantizando los derechos,

deberes, responsabilidades y libertades allí proclamadas172

. Sin embargo, según se ha

podido constatar, la violencia que se ejerce en medio del conflicto armado, es causada hacia

las víctimas por falta de gobernabilidad estatal y legitimidad de acciones políticas

reconocidas como corrupción, mala administración pública y arbitrariedad militar173

.

Dado lo anterior, es obvio reconocer una falla estatal de su deber constitucional de proteger

y salvaguardar la vida y los derechos de las personas que conforman la Nación, ya que

según la Constitución174

colombiana, el derecho a la vida es inviolable, que nadie puede

ser sometido a desaparición forzada, a torturas y tratos degradantes, que, en igualdad de

condiciones, todas las personas recibirán la misma protección del Estado sin importar su

condición social e ideología política, pero que, especialmente, el Estado protegerá a las

personas que presentan un mayor grado de vulnerabilidad. En este sentido, la injusticia que

se genera en las víctimas por acción del conflicto armado y negligencia gubernamental,

representa una falta de interés y voluntad política por servirse de la Constitución para hacer

legitimo el sistema democrático que permita la soberanía y el bienestar social175

.

Ante esto, es importante que se diga en qué el Estado ha sido negligente con la atención a la

población víctima, pues, la responsabilidad del Estado tiene dimensiones que es bueno

172

Consultado en: http://brc.com.co/archivos/METODOLOGIA%20ENTIDADES%20TERRI.pdf,

09/02/2013. 173 ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 136. 174

Constitución de Colombia, Ministerio de Gobierno, Artículos 11 – 13. 175

Ibídem.

65

destacar: a) la falta de responsabilidad política ante la victimización176

; b) la acción de la

Fuerza Pública y los demás entes armados (guerrilla y paramilitares) que produce víctimas

y desarraigo; c) los vínculos con el paramilitarismo, principal agente responsable de la

victimización; d) la no protección de los civiles en las zonas de conflicto; e) la falta de

ayuda humanitaria oportuna y suficiente ante las necesidades de las víctimas; f) la falta de

garantías para el retorno, y g) la impunidad frente a la victimización y el desarraigo

territorial177

.

Igualmente, a las víctimas, no se les ha permitido crear sus propios mecanismos para su

retorno y restitución de los derechos vulnerados por el conflicto armado, ya que el

gobierno no es suficiente para resarcir el daño causado, pues éste no contempla las

exigencias de reparación que reclaman las víctimas, en tanto que no se está reconociendo la

responsabilidad de los victimarios y, más bien, se intenta subsanar la injusticia cometida

con prebendas y bienes materiales, camuflando a los responsables y legitimando todo el

sistema de muerte y destierro que ha traído el conflicto armado178

. Así mismo, las

instituciones públicas y sus funcionarios, son o-misivos en el cumplimiento de la ley, dado

que muchos colombianos y servidores públicos no conocen la ley ni se sirven de la

Constitución a la hora de exigir los derechos y reparar el daño que deja la injusticia

cometida contra las poblaciones afectadas por el conflicto armado179

.

Sin embargo, gracias a que el Estado no ha respondido efectivamente para subsanar este

drama de injusticia que ha traído el conflicto armado, la mayoría de víctimas han ido a

refugiarse en casas de familiares, en albergues, en sitios poco aptos para convivencia como

176

Cfr. GÓMEZ ISA, Felipe, DE CURREA LUGO, Víctor; GODED, Mónica, E. SALAMANCA, Manuel y URRUTIA ASUA, Gorka, Colombia en su laberinto. Una mirada al conflicto. Bilbao: Ed. Catarata, 2008, pp. 207 – 208. 177 Ibídem. 178

Contado en: http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-

11868149.html, 09/02/2013. 179 ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 145 – 175.

66

son los campamentos, los hospedajes y lugares que han proporcionado las ONGS, pero

ninguno de estos lugares llega a ser igual que sus lugares de origen. Así, las víctimas en los

nuevos lugares de asentamiento, no han logrado remediar su drama de dolor y destierro,

pues muchas de ellas siguen siendo amenazadas, intimidades y perseguidas, lo que genera

intranquilidad, miedo y poca capacidad para rehacer sus vidas y buscar el bienestar180

.

Aunque se dice que la mayoría de las víctimas se han originado por la persecución y

violación de sus derechos producto de las incursiones, hostigamientos y amenazas de parte

de los actores armados (ejército, guerrillas y paramilitares), también es importante decir que

la victimización en medio del conflicto armado, es prueba de la existencia de un Estado que

legitima la acción violenta hacia las minorías, sindicándolos de pertenecer a la insurgencia

y de ser contestatarios de la Nación y la democracia181

.

Entonces, el impacto del conflicto en la población víctima, se pueden resumir así:

o Debilitamiento de los sistemas de justicia, lo que genera un Estado de impunidad y

violencia indiscriminada.

o Existe un menor cumplimiento de la ley de parte de las instituciones encargadas de la

protección de los derechos de propiedad de los bienes de las víctimas y de la población en

general.

o Interrupción de las funciones de las instituciones tales como las Juntas de Acción Comunal,

la Registraduría, los centros educativos, las alcaldías y todos los sistemas de participación

ciudadana donde el Estado cumple su labor asignando recursos para el desarrollo

departamental y municipal.

o Disminución y poca ejecución de programas de gobierno en prevención, nutrición e

inversión social, quedando las poblaciones y corregimientos a merced de los actores en

confrontación182

.

180

Consultado en: http://ferchosoto.obolog.com/desplazamiento-forzado-colombia-521710, 09/02/2013. 181

Consultado en: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0164/articulo0002.pdf, 10/02/2013. 182 BORDA IREGUI, Ernesto, El interior de la violencia. Copyright, 2da edición Bogotá, 2011, p. 328.

67

Se puede sintetizar que el conflicto armado, trae un impacto devastador no sólo a las

víctimas de modo directo, sino también sobre toda la región, trayendo consigo un

decrecimiento educativo, económico, cultural, territorial y humano183

. Por consiguiente,

para constatar este impacto, en las visitas realizadas por el investigador a los departamentos

de Santander, municipio de Tibú; el Meta, municipio de El Castillo corregimiento de

Medellín del Ariari; el Casanare y el Chocó, zona del Bajo Atrato, se observó lo

siguiente184

:

o Existe un déficit académico en la mayoría de los pobladores por la falta de Centros

Educativos que las administraciones municipales no han garantizado y que la violencia de

los actores armados no ha permitido.

o Hay debilitamiento de la institucionalidad del Estado por la poca promoción y

fortalecimiento de las Juntas de Acción Comunal y la grave situación de orden público que

se presenta.

o Se registra corrupción y mala gestión administrativa de parte de las alcaldías y demás

instituciones del Estado para liderar programas de desarrollo comunitario y promoción del

bienestar social.

o Hay abandono de parte de las administraciones municipales de las zonas influenciadas por

los grupos armados.

o Se vislumbra infiltración de los paramilitares en campañas políticas para mantener el

control político y territorial de una región.

o Se suscitan violencias intrafamiliares a causa de riñas ocasionadas por celos hacia las

mujeres que se involucran pasionalmente con los entes armados185

.

183

Ibídem. 184

Trabajo de campo realizado por el investigador en dichas zonas en el año 2009, lo cual se consigna como

una falta constitucional por garantizar los derechos en materia de salud, educación bienestar y desarrollo. 185 Información suministrada en entrevista a líderes comunitarios de los territorios afectados por el conflicto armado, en las visitas que realizó el investigador a estas regiones bajo el apoyo de los Misioneros Claretianos desde el año 2004 a 2011.

68

Es así como la violencia trae unos impactos sobre toda una región, que deja un vacío

institucional y administrativo, pero también unas secuelas emocionales, físicas y sociales

que no se pueden subsanar con sólo ayudas humanitarias ni planes de protección y

salvaguarda del Estado. Desde esta mirada, se hace necesario iluminar la realidad de

injusticia que viven las víctimas desde una propuesta ética, humana y cristiana, que permita

resignificar el daño causado y volver a reconstruir el tejido social opacado por la violencia.

1.4. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel económico

Se sabe que las víctimas a nivel económico, han perdido sus tierras o sus fincas y, con ello,

sus cosechas, cultivos y demás medios de subsistencia. Ante esto, Iván Mauricio Durán

Pabón186

, reconoce que “la violencia destruye capital humano y capital físico (…), que

afecta los flujos de comercio (…), genera incertidumbre que desincentiva la inversión (…)

y desvía gastos del gobiernos hacia actividades menos productivas como la seguridad

(Díaz y Sánchez, 2008, p. 393)”187

.

Por ejemplo, bajo la influencia de la siembra de palma aceitera, el impacto sobre la región

del Bajo Atrato (Chocó), fue muy devastador: “En el Bajo Atrato, donde hay siembra de

este cultivo, la palma ha significado 15 desplazamientos forzados: 2 en Cacarica y 13 en

Curvaradó; más de 200 crímenes, entre asesinatos y desapariciones forzadas, sin contar

con el saqueo de bienes, quema de poblados, destrucción de bienes de supervivencia,

tortura y bloqueo económico. La relación de la violencia contra las comunidades nativas

con la expansión de los cultivos de palma africana no deja lugar a dudas”188

.

186 Tesis, Conflicto armado y crecimiento económico municipal en Colombia. Por: Iván Mauricio Durán Pabón, Universidad Nacional, 2011, p. 1, disponible en pdf. 187 Ibídem. 188 Op. Cit. GOMES ISA, Felipe, DE CURREA LUGO, Víctor; GODED, Mónica, E. SALAMANCA, Manuel y URRUTIA ASUA, Gorka, Colombia en su laberinto. Una mirada al conflicto. Bilbao: Ed. Catarata, 2008, p. 75.

69

En tanto, según ACNUR y CODHES189

, reconoce que la victimización en medio del

conflicto armado, no es una guerra fratricida como locura de criminales y asesinos, “sino

una estrategia de guerra por dominios territoriales que obedecen a intereses locales de

concentración de tierras ahora económica y políticamente más valiosas, y a intereses

internacionales de explotación de recursos energéticos”190

.

Así es como en Colombia, entre 1985 a 1994, registró 1.843.000191

personas desalojadas,

siendo estas personas expropiadas de sus territorios por paramilitares, trasnacionales,

narcotraficantes, guerrillas y miembros de la Fuerza Pública.

Así: “la manifestación más dramática del despojo y el destierro de pequeños y medianos

propietarios de tierra en Colombia es que en 1995 y 1999 fueron abandonadas por sus

propietarios 1. 738.858 hectáreas pertenecientes principalmente a pequeños y medianos

propietarios, colonos, comunidades negras y poblaciones indígenas”192

.

Así mismo, se sabe que los actores armados, quienes no son la Fuerza Pública, se financian

con el narcotráfico, el secuestro, la extorción y las actividades ilícitas como la siembra de

Coca, el control y el comercio de madera, en el caso del Chocó, la ganadería y

monocultivos de palma aceitera, entre otros193

. Esta manera de financiación, hace que los

grupos armados ejerzan dominio y supremacía sobre las poblaciones, haciendo que sus

habitantes se sientan atraídos por el dinero fácil, el poder, el consumismo y el dominio del

más fuerte sobre el más débil194

.

189

Ibídem. 190 Ibídem, p. 168. 191 Ibídem, p. 33. 192 Ibídem, p.41. 193

Trabajo de campo realizado por el investigador en el departamento del Chocó, municipio de Riosucio en

los territorios del Cacarica y el Salaquí, como a los territorios del municipio del Carmen del Darién, zona de

Jiguamiandó, de enero a diciembre de 2011. 194

Ibídem.

70

Se puede resumir así la incidencia de los entes armados en las poblaciones afectada por el

conflicto armado: “en las veredas los paras eran una especie de paraestado que

solucionaba todos los problemas de los civiles, desde deudas hasta maltrato familiar (…) A

los jóvenes les gusta mucho ser paras y los que no lo son los admiran y respetan. Las niñas

se “derriten” por los comandantes y los combatientes. Siempre tienen carros, mucha plata

y armas (una habitante de Granada, Meta)”195

.

Tal influencia hace que los campesinos, indígenas y jornaleros, se pongan al servicio de los

mismos actores, trabajando diariamente como raspachines, madereros, palmeros, ganaderos

y procesadores de Coca, siendo esto un medio económico que los involucra y les permite

ganar algo para el sustento diario196

.

Entonces, es necesario llegar a definir qué está pasando en medio del conflicto armado con

las víctimas y porqué se está hablando de una violencia que los amenaza en su propio

territorio. Lo primero que se puede entender, es que las víctimas son perseguidas,

desterradas y enajenadas en su propio territorio bajo represiones armadas como una

experiencia fría y sin palabras que los violentos han dejado marcada en los rostros

sufrientes de niños, familias, trabajadores y grupos étnicos, quienes han tenido que

enfrentar todo el drama que implica ser expropiado de sus bienes en su propio territorio. En

este orden de ideas, las víctimas han tenido que emigrar dentro del mismo territorio

nacional, dejando su residencia y sus actividades económicas, ya que su vida, su integridad

física y su libertad, se encuentra amenazada por la violencia generalizada que se expresa en

disturbios, asesinatos selectivos y presencia constante de actores armados, esto indica que,

195 GONZÁLEZ E. Fernán, Editor, Hacia la reconciliación del país: Desarrollo, Política y Territorio en regiones afectadas por el conflicto armado. ODECOFI, COLCIENCIASM Y CINEP. Bogotá: Ed. Anthropos, Ltda. , 2008, p. 133. 196

Tesis realizada por: Lina Marcela Guzmán Quintero, Influencia de los factores aceleradores del conflicto

del Meda en la dificultad de desarrollo del departamento. Disponible en pdf, p. 1 – 46.

71

más que lo económico, la afectación se hace hacia el detrimento del bienestar de la

población197

.

Dados estos reportes, se puede decir que la expropiación y el desarraigo territorial, en el

escenario del conflicto armado, es una de las más cruentas violaciones a la vida e integridad

del ser humano. Sin embargo, las acciones colectivas y actividades organizativas de grupos,

junto con todo el trabajo que hacen las ONGS, las iglesias y los programas de reparación

del gobierno, son las razones por las cuales un gran número de víctimas ha ido logrando

transformar el daño que deja la violencia en sus territorios; pero, es muy difícil la

readaptación, ya que las víctimas del conflicto armado no pueden seguir hablando y

pensando en un nosotros colectivo, como se hacía antes de la violencia de los actores

armados, sino que se ha tenido que empezar a hablar de un Yo singular, fragmentado,

limitado y sin tierra, luego que el accionar del conflicto armado ha fragmentado sus vidas,

las relaciones interpersonales, el nivel económico y su capacidad de emancipación y

progreso a nivel personal, familiar y colectivo.

1.5. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel social

El impacto y la influencia del conflicto armado, marca una huella que se reproduce en la

vida, el ambiente y el desarrollo de las personas. Según cuenta el Padre Jesuita Javier

Giraldo, en 1989, tras la guerra que se anunciaba contra el narcotráfico, vino un reportero

profesional de guerra a cubrir la noticia a ver todo lo que se hacía para combatir el

narcotráfico; sin embargo, tras meses de observación, afirmaba que no había visto ningún

episodio de dicha guerra, pero si había descubierto una crisis humanitaria generaliza por la

violación de los derechos de las personas; que además había descubierto que tras la

victimización que dejaba el conflicto armado, la gente olvidaba con mucha facilidad a sus

197 Ibídem, p. 128.

72

muertos y que, aunque se hacía mucho duelo en el entierro a los que podían enterrar, al día

siguiente parecía que todo fuese normal198

.

En realidad es alarmante que hasta se olvide el nombre de las víctimas y se desprecie al

otro por tratarlo de fracasado, pobre y marginado. Es así como desde una mirada dura, fría

y pragmática, la muerte es el fin de la existencia, leída en clave material y biológica, que

deja al descubierto una muerte orgánica, económica, política, ideológica y simbólica. En

algunos casos, los mismos funerales evidencian y refuerzan la idea de dejar a la víctima en

el pasado, en el lugar de los muertos, que ya no volverá, y que su vida y su historia serán

recuerdos del pasado; es tanto que hasta se le tiene miedo a los muertos y a veces

destruimos sus pertenencias y todo lo que ha sido suyo199

.

Igualmente, se ha vistos que en los demás países donde ha existido violencia y

marginación, producto de conflictos armados internos, tales como en Argentina, Chile, El

Salvador y Guatemala, cuya mediación ha estado bajo la cooperación de la ONU, según el

sacerdote Jesuita Javier Giraldo, le pregunta es “si estas sociedades son hoy día realmente

sociedades reconciliadas. Hay que responder rotundamente que no. Todas ellas arrastran

traumas profundos, odios y heridas no sanadas sino más bien, en la mayoría de los casos,

infectadas y putrefactas, con peligro de contaminar gravemente todo el organismo social

mediante reediciones del conflicto en dimensiones aún más destructivas”200

.

Así mismo, junto con todas las secuelas, represiones y marginalidad en las regiones

impactadas por el conflicto armado, es notoria una presencia latente de miedo,

desconfianza, perturbación del ambiente, humillación y zozobra. La violencia contra la

198 GIRALDO S.J., Javier, Impactos y respuestas de las sociedades frente a los procesos de búsqueda y exhumación de victimas de desaparición forzada, exposición en el II Congreso Mundial de Trabajo Social en procesos de Exhumación, Desaparición Forzada, Justicia y Verdad-Bogotá, 22 de abril de 2010, pdf, p. 1. 199 Ibídem, p. 2. 200 GIRALDO S.J., Javier, Búsqueda de verdad y justicia. Seis experiencias en posconflicto. CINEP, disponible en pdf.

73

población civil y sus efectos en el conflicto armado, es una deshumanización y un atropello

que, aunque se diga de muchas maneras, entraña una connotación de irrespeto hacia las

personas, traición desmedida, esclavitud, dominio del más fuerte, subyugación y

destrucción de la vida y la naturaleza humana.

Por ello, son tan graves los impactos del conflicto armado, que se cuenta con la población

civil como una estrategia de guerra en medio de la acción del conflicto armado, pues,

involucrando a la población civil se siembra terror y esto permite contrarrestar cualquier

apoyo que los contrincantes puedan tener de parte de la población, ya que los entes armados

se sirven de las poblaciones para su protección y apoyo de sus acciones beligerantes como

para recoger información que lleve a la desarticulación del adversario201

. Es necesario,

entonces, ver cómo los actores armados involucran a la población civil, convirtiéndolos en

blanco de ataque en medio de las disputas territoriales y confrontaciones de estos grupos.

Ante esto, se observa que los entes armados que controlan el territorio, sobre todo en zonas

rurales donde habitan campesinos, indígenas y pobladores de las regiones, intentan

involucrar e incidir en la dinámica de vida de las poblaciones202

.

Por eso es visto que estos grupos, dentro de sus operaciones, tienen el objetivo de ganar

confianza e involucrar a la población civil, ya que con ello se informan del proceder del

contrincante y le muestran al país que hacen obras y están a favor del pueblo. Por ello, para

los insurgentes, no es tan importante la confrontación bélica, sino el vínculo existente entre

la población y la insurgencia (Wallace, 1997: 214)203

.

En consecuencia, partir del respeto por la vida y los derechos de las personas, hacen parte

de las exigencias claras que las víctimas hacen al Estado para salvaguardar al ser humano

como sujeto único, particular e intrínseco, de los atropellos de los actores en conflicto.

201

Consultado en: http://redmultimedia.ning.com/profiles/blogs/conflicto-armado-colombiano, 09/02/2013. 202

Ibídem. 203 Op. Cit. GIRALDO S.J., Javier, Búsqueda de verdad y justicia. Seis experiencias en posconflicto. CINEP, disponible en pdf. p. 238.

74

Por consiguiente, el hecho de involucrar a la población civil en la estrategia de guerra, es

visto como un arma de doble filo que, por un lado, intenta ser “una medida de protección”

hacia las personas, pero, por otro, es una sentencia de muerte, ya que por servir a un bando

es declarado objetivo militar de la contraparte204

.

Ante esto se suscitan las siguientes preguntas: ¿Por qué, militares, paramilitares y

guerrilleros, involucran a la población civil, implicándolos como colaboradores y

sometiéndolos a interrogatorios que llevan a los pobladores a sindicarse a sí mismos?

Así, es que cuando los militares hacen retenes, preguntan a los transeúntes: cómo está el

ambiente más arriba, sabiendo de hecho que la guerrilla está en la zona y que muy

probablemente esté informada de todas las operaciones que realizan militares y

paramilitares.

Según el analista Kilcullen, afirma que “en la contrainsurgencia resulta más beneficioso

lograr el respeto y confianza de la población local que aumentar la capacidad de combate

(Kilcullen, 2006: 134)205

.

De ahí que los grupos armados involucran a la población civil como un agente activo en la

dinámica del conflicto. Dado esto, como se decía arriba, la estrategia militar de guerra de

los actores armados es involucrar a la población civil y con ello llevar a cabo toda una

violencia ofensiva, represiva, intimidadora, sexual, verbal y traumática contra las

poblaciones y regiones donde hacen presencia.

Pero, veamos de cerca cómo el conflicto armado, en medio del escenario de confrontación,

incide en la colectividad, destruyendo la identidad y los proyectos de vida de quienes tienen

que salir por la fuerza de sus territorios, ya que si se analiza la realidad de las víctimas,

204

Ibídem. 205

Ibídem.

75

éstas presentan un desarraigo con su territorio evidentemente inhumano que trae consigo la

despersonalización con su núcleo social y la exposición a la vulneración física, psicológica

y colectiva. Pues, por medio del señalamiento, la amenaza, la intimidación, los rumores, las

desapariciones y muertes selectivas, los panfletos y letreros en zonas visibles, que indican

la presencia o no de los actores armados, se sienten amenazados en su propio territorio.

Es tanto que, los grupos armados, además controlar los territorios, realizan operaciones

directamente contra las poblaciones, cuyo resultado es la matanza de algunos miembros de

las comunidades, la desarticulación de la vida comunitaria, que es una de las denuncias más

fuertes que se hace en el marco del conflicto armado, ya que, si bien es cierto, cuando los

grupos armados hacen presencia en alguna región, van atentando contra la infraestructura

de las poblaciones, la ecología y la convivencia de los pueblos y regiones206

.

El impacto del conflicto armado colombiano manifiesta, entonces, una incidencia fuerte en

algunas regiones de Colombia, pero, especialmente las zonas más afectadas son la región

noroccidental con una disminución en la región suroriental207

; así mismo, gracias al control

territorial que ejercen los grupos armados en estas zonas, el aumento de víctimas es más

notorio hacia la región noroccidental, ya que en esta parte del país se desarrollan estrategias

de guerra que hacen más fuerte el conflicto armado, haciendo notar un estado de tensión y

latencia de ataques y vulneración de las poblaciones 208

.

Sin embargo, gracias a la desmovilización de las AUC a mediados del año 2006209

, se

registró una disminución de muertes y atropellos contra los civiles que, según los analistas,

206

Consultado en:

http://www.elmeridianodecordoba.com.co/index.php?option=com_k2&view=item&id=23597:incursi%C3%B

3n-armada-toma-fuerza&Itemid=117, 10/02/2013. 207

RESTREPO A, Jorge y APONTE, David, Guerra y violencia en Colombia. Herramientas e interpretaciones. Bogotá: Ed. Pontificia Universidad Javeriana, 2009, p. 215. 207 Ibídem, p. 63 – 64. 208 Ibídem. 209

Ibídem.

76

obedece a lo siguiente: disminución de la victimización por parte de los grupos

paramilitares, disminución de muertes de combatientes de parte de las fuerzas estatales y

autodefensas, quienes replegaron a la insurgencia a zonas alejadas y montañosas210

. Cabe

señalar, entonces, que la población civil después del año 2006 ha estado expuesta a la

violencia bajo los siguientes actores: neo-paramilitares o las BACRIM, las guerrillas y lo

Fuerza Pública211

.

En este mismo sentido, no en todos los casos, la violencia ha tenido un giro distinto, pues

existe una violencia de confrontación, disputa y combates, y otra soterrada, que es la que

genera la intimidación, la zozobra, la amenaza y el señalamiento, generando un impacto

social que desestabiliza la comunidad, impide la inversión y el desarrollo agrario212

.

1.6. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel cultural

Recordemos que los campesinos, indígenas, labradores y entes rurales, donde se ha

generado con mayor impacto el conflicto armado, tienen una identidad muy marcada con la

tierra o el territorio y su cosmogonía. Es decir que, tanto los bosques como los ríos, las

plantas, los animales y la espiritualidad que subyace en cada región, están en unidad con el

sujeto y son la razón fundamental de su identidad campesina e indígena, ya que su tierra,

sus tradiciones, sus modos de vivir y subsistir al igual que su música, la contemplación de

los paisajes naturales, el silencio y el aire puro, son indispensable en el desarrollo

emocional, social y cognitivo de una persona que tienen sus raíces en el campo.

Por ello, Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, dicen:

210 Ibídem. 211

Ibídem. 212

Vicepresidencia de la República, Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos,

Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH 1998 – 2002, p. 147.

77

“Cuando se pertenece a un grupo se experimenta una poderosa sensación de seguridad. El

campesino al saberse perseguido sin causa justificada, advierte que se le esfuma el factor

máximo de cohesión que es su grupo veredal o vecinal, donde adquiere sentido de

socialización, sufre el proceso natural de actitudes y hábitos, aprende la filosofía de lo

práctico, aplica el sentido común, desarrolla actividades laborales y rudimentario sentido

comercial, encuentra amistades, emoción vital, afinidades psíquicas, ayuda mutua,

educación básica, interacción de servicios, colmo de aspiraciones, novia y esposa, hogar

tibio, surco y asilo, consejo oportuno, logro de su alegría en el tiple fiestero, lecciones de

diamantina y honradez, relación social que al rebasar el hogar y la escuela forja al

ciudadano”213

.

En contraste, a nivel cultural, el influjo del conflicto armado, enmarca un trauma que no es

fácil de sanar, pues la agresión física y verbal, la desolación, los campos minados e

intransitables, paraliza todas las actividades de integración, vida comunitaria y familiaridad

entre los sectores, pues, cuando hay toques de queda, cuando se escuchan disparos,

agresiones verbales, malos tratos, la gente se concentra en sus casas para evitar problemas y

salvar su vida214

. Según las observaciones y análisis hechos en las zonas rurales donde se

siente el mayor impacto del conflicto armado, la desarticulación de las personas víctimas

con sus grupos de referencia, el asilamiento con el ambiente cultural y social, deja una

huella que es difícil de superar, dado que la violencia afecta todo el tejido social, el cual,

para los habitantes de una región, es demasiado importante para su desarrollo cultural, pues

enriquece todo el sentido de vida de una población215

.

Por consiguiente, este impacto queda grabado en la conciencia colectiva de los

sobrevivientes, quienes, en la mayoría de los casos, no logran recuperarse física y

emocionalmente y no pueden volver a ser prósperos ni desean volver a reconstruir su finca,

213 BORDA ORLANDO, Fals, La violencia en Colombia. Tomo I. Bogotá: Ed. Carlos Valencia, 1980, p. 150. 214

Ibídem. 215

Ibídem.

78

su casa y todo el significado territorial que lo identifica como campesino o indígena

agricultor y oriundo de una región216

.

Cuando se evoca este horizonte conceptual de la situación de las víctimas, lo que se está

evocando es un tipo de violencia que atenta totalmente contra la vida, la dignidad y la

identidad de los pueblos, ya que, además de ser una violencia injusta y confusa, porque la

mayoría de víctimas no entienden el porqué de su situación, es una violación de los

derechos que tienen los pueblos, una familia o un grupo determinado que habita un

territorio, ya que sus costumbres, tradiciones, modos de vida, formas de trabajar para

ganarse el sustento diario, sueños, relaciones e idiosincrasia, son truncados por la acción del

conflicto armado. Por lo mismo, los analistas creen que “la violencia se ha justificado ética

y argumentativamente. Sea la violencia de iniciativa o la de respuesta que aparece como

un derecho. Esta última se plantea como respuesta a una violencia que atenta

estructuralmente contra el derecho esencial de la vida y la integridad humana

histórica”217

.

Para citar un ejemplo, en al año 2004 en Riosucio – Chocó, los miembros del bloque Elmer

Cárdenas de las AUC, eran negros entre hombres y mujeres que se dedicaban a combatir a

sus mismos semejantes que estaban en la guerrilla de las Farc o negros que estaban

haciendo parte de la Organización de ASCOBA (Asociación de Consejos Comunitarios del

Bajo Atrato), los cuales se dedican a proteger y salvaguardar el territorio a través de la Ley

70218

. Así mismo, los indígenas, quienes han ingresado a la guerrilla en la misma zona del

Bajo Atrato – Chocó, se dedican a perseguir y enjuiciar a los mismos indígenas, Embera,

Wounnan, Zenú y Chamíes, que están con el Gobierno desde su organización CAMIZBA

216

Op. Cit. Vicepresidencia de la República, Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos,

Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH 1998 – 2002, p. 140 – 141. 217 REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Propuesta regulativa en búsqueda de la paz, por Eduardo Lanchero, N° 8, Abril – Junio 1998, p. 34. 218

Constatación de Trabajo de Campo realizado por el investigador en el municipio de Riosucio – Chocó,

zona del Salaquí, en el año 2004, cuando el Bloque Elmer Cárdenas de las AUC operaba en dicha zona.

79

(Cabildo Mayor Indígena Zonal del Bajo Atrato), quienes denuncian y se oponen a los

atropellos que este grupo guerrillero ejerce sobre la población indígena219

.

Es decir que, más que catalogar la violencia como una realidad de deshumanización en un

sistema político, es verla como realidad que atenta integralmente con lo más sagrado e

íntimo del ser: su vida, su posibilidad de soñar, vivir, hacer el bien y gozarse el mundo.

Por eso, la violencia no se puede justificar bajo ninguna política, religión o voluntad

humana, ya que ésta es la más baja condición a la que llegan los seres humanos: ser capaz

de asesinar y exterminar a los demás, volviéndose los verdugos de sus familiares, amigos,

compatriotas que comparten la misma raza y condición social220

. Así mismo, se proclama a

viva voz que los efectos más traumáticos que deja el conflicto armado colombiano son: el

destierro, la pobreza, la desarticulación con su grupo de referencia y la marginalidad a la

que quedan expuestas las víctimas una vez salen de su territorio. Por ello, la injusticia que

recae sobre las víctimas, en medio del conflicto armado, se reconoce como una violación

directa de los derechos de las personas, su dignidad e identidad, reduciéndolos a víctimas,

gracias a toda la despersonalización que deja el actual conflicto armado colombiano221

.

219

Constatación del Trabajo de Campo realizado por el investigador efectuado en la zona del Cacarica –

Chocó, donde opera el frente 57 de las Farc, luego del asesinato de tres indígenas del Resguardo de Perancho

por parte de este grupo armado en enero de 2011, quien los acusó de colaboradores del Ejército. 220

Ibídem. 221

Op. Cit. Vicepresidencia de la República, Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos,

Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH 1998 – 2002, p. 333.

80

CAPÍTULO II

COMPRENSIÓN HERMENÉUTICA DE LUCAS 4, 16 – 21:

ELEMENTOS DE RESIGNIFICACIÓN

2.1. El texto: Lucas 4, 16 – 21

Y vino a Nazaret, donde había sido criado, y entró, conforme a la costumbre de él, en el

día del sábado en la sinagoga y se levantó a leer. Y le fue dado un rollo del profeta Isaías y

tras abrir el rollo, encontró el lugar donde había escrito: el Espíritu del Señor está sobre

mí, por lo cual me ungió para evangelizar a los pobres, me ha enviado a proclamar a los

cautivos libertad y a los ciegos recuperación de la vista, para enviar a los oprimidos en

libertad, a proclamar un año del Señor aceptable. Y, tras enrollar el volumen, lo devolvió

al asistente, se sentó; y todos los ojos en la sinagoga estaban fijos en él. Empezó

diciéndoles: hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido este pasaje de la Escritura (Lc 4,

16 – 21)222

.

El texto se ubica en el inicio del ministerio público de Jesús en Galilea con el versículo 16,

donde se muestra que Jesús vive sus tradiciones religiosas de su pueblo y, en el día sábado,

en la sinagoga, realiza el anuncio de la Buena Nueva; imparte la enseñanza, cura a los

enfermos y realiza las señales del Reino, situación que es rechazada por los fariseos y

escribas. Esto permite indicar el sentido que tiene el Reino hacia los marginados y pobres

que ven la propuesta de salvación como una acción justa que honra el valor que tiene la

persona por encima de cualquier precepto religioso.

De igual modo, reunidos los creyentes para vivir y celebrar la fe, la sinagoga ocupa un

lugar importante en el relato de Lucas, pues ésta se conoce como una asamblea donde se

222 LA CUAVA, Francisco, Nuevo Testamento Interlineal Griego- Español. Editorial Clie.

81

hace oración, se da gracias al Señor, se recibe la bendición y se pide la acción de Dios a

favor del pueblo.

En la deportación a Babilonia 1587223

, el pueblo de Israel recurrió a la invención de la

sinagoga como medio de encuentro, memoria y vivencia de la fe en Yahvé generando un

vínculo entre sí mismos como medio de resistencia ante la dominación babilónica224

.

El versículo 17 del texto, contiene el sentido litúrgico de celebración o servicio religioso en

la sinagoga, el cual estaba organizado así: el escucha, Israel; la oración y bendición, lectura

de la Torá y lectura de un texto profético, lectura que en ese momento realizó Jesús. Pero,

el sentido del texto se encuentra en los versículos 18 y 19, así:

Versículo 18: El Espíritu del Señor está sobre mí porque él me ha ungido para que dé la

Buena Noticia a los pobres. Según la traducción de los LXX, el versículo 18 dice: “a curar

a los que tienen destrozado el corazón225

”, que, en sentido literal, este versículo tiene que

ver con el cumplimiento de la Escrituras en los pobres, donde se dará vista a los ciegos y se

sanarán los corazones destrozados por medio de la fe en Jesús, trayendo consigo la

liberación definitiva a la humanidad, a todas las naciones y a los pueblos paganos226

.

Igualmente, la mención que el texto hace a los que lloran y sufren, y a quienes tienen

destrozado el corazón, en Is 61, 1 – 2, hace referencia a los que lloran y están afligidos en

Sion227

; mientras que en Lucas, los pobres, los afligidos y quienes tienen el corazón

quebrantado, hace referencia a los bienaventurados, los pobres, marginados, excluidos,

perseguidos y explotados, que son los preferidos en la construcción del Reino (Lc 6, 21ss.).

223

GÓMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Verbo divino, Navarra, 2008, p. 114. 224 Ibídem. 225 BIBLIA JERUSALÉN, comentarios, texto (Lucas 4, 18). 226 GRILLI, Massimo, GÁNDARA, D. Landgrave y LANGNER, Córdula, Riqueza y solidaridad en la obra de Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 38. 227

Ibídem.

82

Se trata de restablecer la justicia, desatar las cadenas de injusticia, resarcir el sufrimiento y

proclamar la liberación definitiva como un año de gracia, perdón y encuentro con Jesús.

Ante esto, lo primero que se puede decir es que la obra de salvación, que se cristaliza en

Jesús hacia los pobres y marginados, esta notablemente impulsada por la fuerza del

Espíritu Santo, quien ungió a Jesús para llevar a cabo la misión salvadora. Lo segundo que

se concretiza es que el anuncio, la Buena Nueva, se traduce en gestos concretos de

salvación y liberación de la injusticia y del mal que sobrevive en el mundo, siendo los

pobres los destinatarios de la Buena Nueva, pues, Josep Ruiz Campos dice que: a los

pobres, a los cautivos, a los ciegos y oprimidos; a las viudas, los leprosos, paganos y

extranjeros, se les anuncia la Buena Nueva, según el Evangelio228

.

Sin embargo, se ha podido conocer que la Buena Noticia, el Evangelio que Lucas coloca en

la persona de Jesús, ya era una palabra usada en la época para trasmitir una noticia.

Una buena noticia podía ser el nacimiento del hijo del emperador y heredero del reino, las

visitas que hacia el emperador a alguna región del Imperio, la inauguración de obras

públicas, la liberación de presos, las regalías que el Imperio daba a la población y el

anuncio de diversiones. Los mismos esclavos se regocijaban de estas buenas noticias,

porque recibían prebendas, amnistías o algún estímulo. Pero, también, estas “buenas

noticias” muestran la dependencia y la sumisión a que el pueblo era sometido229

.

De igual modo, este anuncio de Buena Noticia230

, tras la confesión de fe de la comunidad

cristiana, donde se ubica Lucas (territorio de Asia menor, Siria – Antioquia, población judía

y gentil), cuya fe se estaba perdiendo por el influjo del paganismo y la tensión entre judíos

228 CAMPOS, Josep Rius, La obra de Lucas. Reseña Bíblica. Revista trimestral de la Asociación Bíblica Española. Navarra: Ed. Verbo Divino, 1996, p. 20. 229

MOSCONI, Luis, La buena noticia de Jesús según san Lucas. Pistas para una lectura contemplativa espiritual y militante. México: Ed. Dabar, 1993, p. 15. 230

Ibídem.

83

y cristianos, se fue relacionando con la acción salvífica que, en la persona de Jesús, trae

para el pueblo un mensaje de esperanza, liberación y justicia231

.

Por ello, la propuesta de Jesús, como Buena Nueva del Reino, reconcilió el pueblo bajo la

fuerza del Espíritu en un solo designio: traer la paz, el amor, la libertad y la justicia en una

sola fe en Cristo, Ef 2, 15 – 18: “anulando la ley con sus preceptos y cláusulas, reunió los

dos pueblos en su persona, creando de los dos una nueva humanidad; restableciendo la

paz. Y los reconcilio con Dios en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando muerte en su

persona a la hostilidad. Vino y anuncio la paz a ustedes, los que estaban lejos y la paz a

aquellos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo, todos tenemos acceso al Padre

por un mismo Espíritu.

Jesús mismo se presentó como la llegada del Reino de Dios que restituye la dignidad

humana y condena un sistema de opresión, desigualdad y marginalidad. Por ello, la Buena

Nueva del Reino significa un mensaje de esperanza, resistencia, lucha, comunión y

organización en medio de los signos de muerte que cobijan el mundo (Hech 5, 21 – 33. 40.

42).

Por ello, la frase el “Espíritu del Señor está sobre mí232

”, indica la llegada del profeta

escatológico que restaura la comunión con Dios y trae un mensaje de liberación233

.

Para proclamar el año de gracia del Señor: ante esta afirmación, la frase año de gracia

(versículo 19), está relacionada con la liberación de los cautivos, ya que, según Lv 25, 8 –

55, después del año 49, multiplicando 7 por 7, el año 50 era el año de gracia del Señor, que

231 Ibídem, p. 16. 232

En la versión de los LXX, el versículo 18 se traduce así: “a curar a los que tienen destrozado el corazón”. 233

Cfr. Biblia de Nuestro Pueblo, comentario al texto de Is 61, 1 – 3.

84

significaba la libertad para todos, la dispensa de deudas y cargas, el descanso de la tierra y

el restablecimiento de los derechos generales para todas las personas234

.

El año del jubileo se ve como un reparo que restituye la justicia, contrarrestando el aumento

de empobrecidos, la esclavitud y el desarraigo cultural y religioso. De fondo el año de

gracia del Señor, invitaba a cada uno a participar de las bendiciones del Señor para que

todos gozaran de la voluntad de Dios235

. En este sentido, lo que se pone de manifiesto es

que la cita de Isaías ocupa el centro del texto, lo que nos permite deducir que todo el

mensaje central del texto está en los versículos 18 y 19, ya que el texto que Jesús lee

corresponde a Isaías (61, 1 – 2).

Pero, este texto de Isaías ya es interpretado por la comunidad lucana y, por lo mismo, se le

han quitado elementos relacionados con Israel y Sión; igualmente, se toma de Is 58, 6 el

“dar libertad a los oprimidos,” cuya razón de ser es colocar en demostración la razón

salvífica que trae la presencia de Jesús en medio del pueblo236

.

Con el versículo 20 Lucas intenta mostrar el interés que la comunidad creyente deposita en

Jesús. Finalmente el versículo 21 indica el sentido que ya significa Jesús: ser el salvador de

la humanidad, el Mesías esperado en quien se cumplen las Escrituras237

.

Dado lo anterior, en el texto que se está analizando (Lc 4, 16 – 21), se percibe la relación

que establece el texto de Lucas con Is 61, 1 – 2 e Is 58, 6. Si se hace una observación, se ve

que el texto de Is 58, 6, pertenece al tercer Isaías y es la consolación al pueblo de Israel

después del exilio babilónico de 1587 a. C238

.; en contraste, hace una crítica al pueblo por la

234

Op. Cit. GÓMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Verbo divino, Navarra, 2008, p. 115. 235 Ibídem. 236

DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 113. 237 Ibídem. 238

Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114.

85

falta de solidaridad y justicia con los que sufren, mientras que Is 61, 1 – 2 hace referencia a

un tiempo que ha de llegar como consolación a los oprimidos, donde se espera un día nuevo

lleno de esperanza y liberación para el pueblo239

.

Por ello, según la comunidad lucana, la misión de Jesús se centra en prioridades que hacen

creer que la “Buena Nueva del Reino” no puede estar desligada de una opción por la vida,

la justicia y la dignidad humana. Dado lo anterior, el texto lucano se sitúa desde al anuncio

del ministerio público de Jesús a partir Lc 4, 16 – 21, principalmente como un anuncio

profético de esperanza para los desposeídos, aduciendo que el Reino de Dios es de los

pobres, de los que tienen hambre y de los que lloran; de los que son perseguidos,

insultados, despreciados y excluidos, para los cuales se les anuncia el año de gracia, el

perdón de sus deudas y la consolación de los sufrimientos (Lc 6, 20 – 23)240

.

Así, este pasaje se ubica en la sesión de la predicación del ministerio público o inaugural

del Jesús241

(4, 16 – 30) y es común con Mt 13, 54 – 58, Mc 6, 1 – 6, Is 61, 1 – 2 y, según

se ha entendido, las señales del Reino, en la predicación de la Buena Nueva, se sintetizan

en Mt 11, 5b y Lc 7, 22, donde se dice que: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan,

los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la

Buena Noticia242

.

En este sentido, esta cita se aplica a Jesús, el Hijo de Dios, ungido del Espíritu, para

significar la Buena Nueva a los pobres, los cuales, a la llegada del Mesías significaba la

liberación de sus males físicos, emocionales y estructurales. Por ello Jesús es honrado en la

239 Ibídem. 240

Ibídem, 115. 241

COMENTARIO BIBLICO INTERNACIONAL, Comentario católico y ecuménico para el siglo XXI.

Verbo divino, Pamplona, 1999, p. 1255. 242

Ibídem.

86

sinagoga, donde más adelante su anuncio profético de liberación será contradictorio hacia

los gentiles y paganos243

.

Entonces, es importante que se diga que este pasaje sintetiza la misión de Jesús como el

Mesías que inicia su tarea en galilea y termina en Jerusalén, quien, movido por el Espíritu,

a través de signos y señales, va mostrando cómo la Buena Nueva va siendo una experiencia

de fe comunitaria en las trasformaciones sociales y los hechos que la comunidad creyente

va resignificando como Reino de Dios244

.

Así mismo, el texto se ubica centrado en la tradición judía de respetar el sábado y dedicarlo

a la oración, lo que fue también algo que, en caso de las acciones proféticas realizadas por

Jesús en día sábado, fue motivo de contradicción en medio de su anuncio liberador (Lc 6, 1

– 11)245

.

Por tanto, al encontrarse frente al texto de Lucas 4, 16 – 21, inmediatamente se reconoce la

presencia de un escrito profético cuyo origen se encuentra en el Antiguo Testamento. Ante

esto se reconoce que hay una tradición profética que subyace al texto, que debe tener una

intencionalidad de aliviar y apacentar a un pueblo que vive situaciones de desesperanza,

miedo, dominio y opresión246

. Por ello, la presencia de Jesús en la sinagoga de Nazaret y la

lectura que él hace de Is 61, 1 – 2, lo ubican como aquel en quien se cumplen las Escrituras

y, al mismo tiempo, Lucas lo coloca como el ungido de Dios que trae la Buena Nueva del

Reino y quien es el cumplimiento definitivo de las promesas de liberación anunciadas

desde antiguo247

.

243

Ibídem, p. 1256. 244

Ibídem. 245

Ibídem. 246

Cfr. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 153. 247 Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114

87

Entonces, la fuerza espiritual que se le asigna a Jesús como el hijo de Dios, ungido y

enviado, maestro y Señor, tiene el trasfondo de indicar el sentido liberador que trae el

anuncio del Reino. Por ello se dice que la teología lucana se compone de la combinación

que hace el evangelista de Is 61, 1 – 2 e Is 58, 6, indicando el poder que significa decir el

“Espíritu del Señor está sobre mí,” lo que hace que sea en Jesús en quien se realice ese

cumplimiento y que, con ello, la finalidad de este anuncio radique en ser una Buena Nueva

a los pobres, a los sin tierra, a los marginado y explotados248

. Por ello se dice: “Ahora se

subraya la finalidad de eso don del Espíritu: beneficiar a los desgraciados por causas

económicas, físicas y sociales. Buena nueva a los pobres”249

.

Por lo mismo, el texto dice que: “El Espíritu del Señor esta sobre mí porque me ha ungido

para que dé la buena Noticia a los pobres” (Lc 4, 18). Esta afirmación indica la unidad de

la historia de la salvación que en Jesús alcanza su pleno cumplimiento, siendo Jesús el

puente entre Dios y la humanidad, quien actúa movido por Espíritu de Dios y es ungido

como el Mesías definitivo que trae la salvación a todas las generaciones250

.

Por consiguiente, reconociendo el carácter profético de donde es traído el texto: Is 61, 1 –

2: El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para

dar una buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para

proclamar la liberación de los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el

año de gracia del Señor (…); para consolar a los afligidos”, se hace la exhortación que

permite entender que el texto de Lucas 4, 16 – 21, se inscribe en la tradición profética para

indicar el carácter de consolación, reconstrucción y cambio de vida que trae volver a Dios,

248

Op. Cit. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 153 – 154. 249 Ibídem, p. 154. 250 Cfr. FLICHY, Odile, La obra de Lucas. Cuadernos Bíblicos. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2003, p. 9.

88

restablecer la alianza y, al mismo tiempo, extender su soberanía como gracia, perdón,

liberación de prisioneros y sanación de corazones desgarrados por la injusticia251

.

De la misma manera, en Is 35, 5 (“ Entonces se abrirán los ojos del ciego, las orejas de los

sordos se destaparán”) y en Is 58, 6 (“romper las cadenas injustas, soltar las coyundas

del yugo, dejar libres a los maltratados, y arrancar todo yugo”), resaltan el sentido de

justicia que Dios quiere para con su pueblo: permitir la libertad, que todos conozcan la

verdad de poder ver a Dios y sus maravillas, y que se restaure la justicia divina, donde las

personas, humilladas y oprimidas por los gobernantes, sean rescatadas de la injusticia y

puedan seguir viviendo en libertad y dignidad252

. Ante esto, Lucas 4, 16 – 21, intenta

mostrar la condición de Jesús que, ungido por Dios, viene a restaurar y consolar al pueblo

que pasa por condiciones de miseria, pobreza y opresión.

En este sentido, la predicación de Jesús, su opción en defensa de la vida y la justicia, pasó a

ser la “Buena Noticia” como mensaje de liberación y esperanza para todos los

empobrecidos por las cadenas de injusticia y el yudo imperial (Lc 4, 18ss)253

. Para los

cristianos la “Buena Noticia” de Jesús se convierte en el anuncio que vence el miedo y trae

alegría para todo el pueblo: “hoy ha nacido para ustedes un salvador, que es el Mesías, el

Señor” (Lc 2, 10 – 11). En este sentido, el kerigma que trae Jesús se convierte en

antagónico frente a las propuestas opresivas imperiales, pues ya los cristianos dan fe de esa

noticia tras ver a Jesús como el salvador, el Mesías, el Señor (Hech 10, 36ss)254

.

Bajo estas premisas, con esta unidad textual se está mostrando la relevancia profética de

Isaías, quien denuncia la desigualdad social y anuncia un tiempo de gracia, gozo y

251

Op. Cit. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 152. 252

Ibídem. 253

Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114. 254

Op. Cit. MOSCONI, Luis, La buena noticia de Jesús según san Lucas. Pistas para una lectura contemplativa espiritual y militante. México: Ed. Dabar, 1993, p. 16.

89

esperanza para los oprimidos y marginados. En el mismo sentido, Lucas da a conocer la

presencia mesiánica de Jesús que, enviado por Dios, viene a traer el mensaje de esperanza y

Buena Nueva a los pobres y marginados del siglo I255

.

2.2. El contexto de Lucas 4, 16 – 21

El contexto que envuelve el pasaje de Lucas 4, 16 – 21, indica la comprensión que el autor

del Evangelio tiene de Jesús. Lo primero que se puede decir es que Lucas ve a Jesús como

el Hijo de Dios (Lc 1, 35) enviado a salvar a los pobres y marginados de su tiempo desde

una propuesta de reinado que durará por siempre256

. La comprensión que hace Lucas es

reconocer a Jesús como el Mesías, el Señor (Lc 2, 11), que ungido se presenta en la figura

de un rey, pero que, en este caso, es el rey escatológico que trae la Buena Nueva del

Reino257

.

Es importante ver cómo a lo largo del Evangelio, Lucas muestra todo el sentido mesiánico

que tiene Jesús como el Hijo de Dios, el profeta escatológico que une el A. Testamento con

el N. Testamento hacia el cumplimiento de la promesa que Dios hizo a su pueblo para

salvarlo de la esclavitud, pues, por medio de los profetas (Is 65, 17 – 25) se anuncia la

restauración de Israel y el reinado de Dios desde un “cielo nuevo y una tierra nueva”, donde

nadie pasará hambre ni se oirá el llanto ni el crujir de dientes, como una intervención de

Dios ante las infidelidades e injusticia que se cometen258

.

Así mismo, el bautismo de Jesús pone en evidencia toda la novedad del Reino que trae

Jesús (Lc 3, 21 – 22), quien es acompañado por la fuerza del Espíritu Santo en todo su

255

Ibídem. 256

Ibídem. 257 QUESNEL, Michel y GRUSON, Philippe, La Biblia y su cultura. Jesús y el Nuevo Testamento. Bilbao: Ed. Sal Terrae, Santander, 2000, p. 98. 258

Biblia de Nuestro Pueblo, comentario sobre el texto de Is 65, 17 – 25, p. 821.

90

ministerio público; pero, además, para Lucas es muy importante la figura del Bautista,

quien prepara el camino del Señor y concreción real de la era mesiánica (Lc 3, 3 – 6)259

.

Es importante ver como Lucas coloca la figura de Juan el Bautista como el último profeta

que anuncia la llegada del Mesías, preparando el camino, abriendo el corazón como una

preparación interior ante la llegada inminente del Hijo de Dios, el Mesías esperado que trae

la salvación a la humanidad. Ante esto, es pertinente tener en cuanta todo el legado

profético que se le atribuye a Jesús.

Lucas busca mostrar, entonces, cómo Jesús viene a devolver la vida, la dignidad y la fe al

pueblo, pues, por el destierro, la desarticulación con el Templo y todo el influjo gentil que

intentaba opacar el anuncio de la fe en Cristo, la comunidad cristiana no lograba ver con

claridad la voluntad de Dios y direccionar el camino de encuentro con el Señor260

. Por ello

se creía que si el pueblo pierde la libertad y la visión de fe en Cristo, no puede ver

críticamente el mundo y, por lo mismo, no puede exigir la justicia como voluntad de Dios y

liberación para la humanidad261

.

Según Ivo Storniolo, la misión de Jesús es: “traer una palabra de esperanza para este

pueblo explotado y oprimido y, al mismo tiempo, realizar la acción que lo libera

concretamente de la situación de marginalidad”262

. En este sentido, la esperanza y Buena

Nueva del Reino que trae Jesús, se convierte en alivio, consuelo y justicia frente a la

subyugación en la que viven los pobres.

259

Ibídem, comentario al texto de Lucas 1, 3, p. 1616. 260

Op. Cit. MOSCONI, Luis, La buena noticia de Jesús según san Lucas. Pistas para una lectura contemplativa espiritual y militante. México: Ed. Dabar, 1993, p. 17. 261 STORNIOLO, Ivo, Cómo leer el Evangelio de san Lucas. Los pobres construyen la nueva historia. Bogotá: Ed. San Pablo, 2002, p. 49. 262 Ibídem.

91

Bajo esta mirada, es importante que se tenga en cuenta la idea de reino que se tenía desde

antiguo. Según las investigaciones hechas, los reyes del antiguo Israel tenían la tarea de

mantener el trono, gobernando en nombre de Dios y hacer efectiva ese reinado bajo tres

ideas fundamentales: mantener el reino, hacer eficaz el reinado y mantener la realeza263

, de

ahí que la tarea del rey se describe así: “la terea del rey consistía en establecer y

salvaguardar el Reinado de Dios. Muchos de ellos frustraron esa expectativa, que se

transfirió a la de un rey Mesías (…). Él sería quien instauraría realmente ese reino o

reinado: un periodo de observancia sin deficiencia alguna de la Torá, un reino de justicia

y de paz”264

.

Según esta comprensión, el Mesías esperado debería ser quien traería el verdadero Reino de

Dios, como una Buena Noticia para todos en un tiempo nuevo de gracia, perdón y

restablecimiento de la justicia y la fe.

El libro de Isaías, desde la tradición profética, narra la llegada de ese mesías esperado, que

se une al anuncio que hace Lucas en el pasaje de estudio, dejando en claro, cómo debe ser

ese mesías: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la

paz, que trae la buena nueva, que pregona la victoria, que dice a Sion: ya reina tu Dios!”

(Is 52, 7)265

. Este pasaje se sitúa muy estrechamente con el anuncio lucano que se coloca

en la figura de Jesús: ser pregonero de la paz, de la unidad, de la justicia y la libertad; es la

esperanza liberadora de los cautivos, quienes encuentran en Cristo la nueva vida.

Así, Lucas muestra el anuncio de la Buena Nueva como un programa en el cual Dios se

comunica con Jesús por medio del Espíritu y lo unge para llevar a cabo la misión salvífica

de liberar a la humanidad de todas las esclavitudes y traerles un tiempo nuevo o un año de

263 QUESNEL, Michel y GRUSON, Philippe, La Biblia y su cultura. Jesús y el Nuevo Testamento. Bilbao: Ed. Sal Terrae, Santander, 2000, p. 98. 264 Ibídem. 265

Ibídem.

92

gracia, que será motivo de alegría, fiesta y Reino de Dios266

. Por eso, Lucas coloca el

anuncio de la Buena Noticia en los pobres y pastores a quienes se les anuncia la llegada del

salvador (Lc 2, 10 – 12), exaltando a los humildes (Lc 1, 52), reconociendo el carácter de lo

sagrado, de lo que se hace de corazón, siendo en la propia vida donde Dios se hace presente

(Lc 21, 1 – 4).

Bajo este sentido, Lucas busca mostrar que la Buena Noticia es reconocida principalmente

en los marginados y empobrecidos, que de corazón reconocen la acción misericordiosa y

solidaria que trae el Reino de Dios. Por eso, es de mayor importancia reconocer todo el

camino que Lucas intenta mostrar para llegar al encuentro definitivo con Dios en la persona

de Jesús267

. Por tanto, el Evangelio se sintetiza en Lucas 24, 13 – 35, donde Jesús se hace

camino en medio de la comunidad discipular, trayendo consigo la tradición profética y la

Ley, colocando el carácter de Jesús como el profeta escatológico que trae la liberación

definitiva al pueblo de Israel, pero que fue asesinado por la estructura injusta de su tiempo.

Sin embargo, el mismo caminar de Jesús en medio de los discípulos, permite el encuentro

con el Resucitado al “partir el pan” y ser signo de comunión y vida268

.

De ahí que Lucas coloca la fuerza salvífica del Reino de Dios en el sentido de la comunión,

del partir el pan, de la solidaridad y del servicio de diaconía como primer fundamento de

la comunidad de fe. Por eso, bajo la presencia del resucitado, en los hechos de los apóstoles

(Hch 2, 42 – 47), la comunidad hace presente la llegada del Reino al partir el pan, escuchar

la enseñanza de los apóstoles, hacer la oración, crear unidad, solidaridad y vivir la alegría

del anuncio del Evangelio y la vida fraterna269

.

266

Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 115. 267

Op. Cit. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 152 – 155. 268

Ibídem. 269

Véase comentario, Biblia Jerusalén, Hechos 2, 42 – 47.

93

Esto permite entender la misión de Jesús en medio de los pobres, reconociendo la tradición

judía y la significación del sentido de la sinagoga, pues, ésta nace como resistencia por

mantener la fe en Dios270

. Se puede inferir, entonces, que el contexto lucano permite unir la

tradición del A. Testamento con la del N. Testamento, bajo una corresponsabilidad dada en

promesa y cumplimiento, que a nivel escatológico anuncia la llegada del Reino de Dios,

denunciando un sistema injusto que ha traído desolación, esclavitud dominación y

muerte271

.

Así, Lucas coloca todo el sentido escatológico en cabeza de Jesús, que une la tradición

antigua judía con la novedad del Reino aquí y ahora, cuya finalidad es rescatar a la

humanidad pobre y agobiada de todos los sistemas de muerte272

. Lo mismo, el evangelista

muestra cómo la misión de Jesús, en medio de la comunidad creyente, está enmarcada en la

tradición judía, pero que trae la novedad de ser Buena Nueva, esperanza y restitución

humana, en medio de la injusticia, como una nueva vida en Cristo (Ef 3, 14 – 20); por ello,

para los cristianos, Jesús es el ungido y el enviado de Dios que viene a su pueblo a traer la

paz y la dignidad humana; es la fuerza espiritual para vencer la adversidad y encontrar la

plenitud.

Entonces, el llamado que hace Lucas a los cristianos de finales del siglo I, es a poner los

ojos en el Señor, quien viene a liberar a los pobres, a los oprimidos y a todos aquellos que

no creen, del yugo de la esclavitud y de la muerte que se da por las injusticias y por todos

aquellos males que sobrecogen el mundo. Volver la vista al Señor es sinónimo de hacer

camino de encuentro con el resucitado (Lc 24, ss.), de volver a confiar en las promesas del

Señor y vivir bajo la Nueva Alianza que se da en Cristo, el Hijo de Dios273

.

270 Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114 – 115. 271

Ibídem. 272

Ibídem. 273

Op. Cit. DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 115.

94

Así, la Buena Noticia del Reino, es una opción de vida en justicia y dignidad que lleva a

reconocer el mensaje de Jesús como una propuesta de liberación. La salvación para el

pueblo se convierte, entonces, en una propuesta de emancipación espiritual, moral y física,

pues el pueblo exiliado debe reconstruirse emocional y espiritualmente desde la nueva vida

en Cristo. Así, el anuncio del Reino, según el texto lucano, nace como una experiencia que

se funda desde la sinagoga de Galilea, donde, según Lucas, inicia el ministerio público de

Jesús. Por eso, el anuncio profético de Jesús, en el contexto de la comunidad lucana, está

inmerso en el horizonte escatológico del anuncio del Reino que traerá justicia, liberación,

esperanza y un año de gracia274

.

Es importante decir que al año de gracia o “año jubilar” se traduce como “gozo” en la

tradición latina, pero en el hebreo se distingue por el símbolo de hacer sonar el “yobel,”

cuerno que se hacía sonar cuando iniciaba las fiestas o empezaba el año jubilar. El pueblo

de Israel celebrada cada siete años el año sabático, donde los israelitas recuperaban sus

propiedades, los esclavos eran liberados y dejaban descansar la tierra. Pero, cada 49 años,

multiplicando 7 por 7, se celebraba el año jubilar o año de gracia que fue siendo una

bendición para el pueblo, ya que las deudas quedaban sanadas, las tierras expropiadas

volvían a sus dueños y los prisioneros obtenían sus libertad275

.

Igualmente, el año jubilar coincidía con la fiesta de expiación, donde Dios otorgaba perdón

a su pueblo (Lv 25, 8 – 9). De ahí se deduce que la intención de Lucas de colocar a Jesús

como el profeta definitivo que trae la justicia, la paz y la unidad, es hacer presente la era

mesiánica que comienza en Jesús, quien restituye todo el amor, la solidaridad y la justicia

que el pueblo no tiene gracias a las injusticias y las estructuras de opresión. Por esto, la

acción de los profetas es un grito de esperanza y comprensión de Yahvé en categorías

humanas, cercanas y sencillas, que permiten ver a Dios encarnado en la historia, en la vida

y en la realidad de sufrimiento como una propuesta liberadora que se hace efectiva en

274

Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114 – 115. 275

Ibídem.

95

Jesús, el cual se hace Hijo de Dios para salvar a la humanidad de todas las formas de

esclavitud276

.

En contraste, en Éx 21, 1 – 11, se hace evidente la esclavitud y la manera de tratar a los

esclavos, hoy visto como una realidad de injusticia para con las personas, pero que en los

tiempos del Éxodo, más a menos en el año 1300 a. C., era una realidad normal que

socialmente se veía aceptable; sin embargo, ya se intentaba regular la esclavitud y asegurar

que los esclavos fuesen tratados con dignidad y que se les respetaran algunos de sus

derechos; es por ello que el texto dice que en el año séptimo los esclavos quedaban libres,

pero se debía prever para donde seguían y que derechos tenían. El código del

Deuteronomio (Dt 15, 1 – 11) también habla del perdón de las deudas en el año séptimo y

la restitución de los derechos de los esclavos277

.

Igualmente la Ley del sábado (Lv 23, 3 – 4)278

, que indica dedicar este día al Señor, no

trabajar, estar en oración y respetarlo como fiesta sagrada, se convirtió en el espacio de

oración y comunión con Dios, pero también allí se hacía memoria del éxodo, de la realidad

de sufrimiento, adversidad y vulnerabilidad social, donde históricamente el pueblo de Israel

fue reconociendo la acción salvadora de Dios279

. Estas leyes regulaban un poco la vida y,

aunque había esclavitud, estas consideraciones permitieron que el pueblo en nombre Dios,

de algún modo, remediara la esclavitud y el yugo del sistema monárquico; sin embargo,

cada vez más los Israelitas, pobres y marginados, eran vendidos como esclavos, perdían sus

tierras, se endeudaban, perdían sus derechos, siendo el año jubilar un tiempo de gracia

donde se esperaba recobrar las tierras, la libertad y su dignidad280

.

276

Ibídem. 277

Ibídem. 278

Véase comentario, Biblia de Nuestro Pueblo, Levítico 23, 1 – 4. 279

Ibídem. 280 Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114 – 115.

96

Es decir que en estas leyes se está regulando normativamente un progresivo

empobrecimiento del pueblo, el cual esperaba el año jubilar para quedar libre de deudas y

ataduras y volver a empezar (Lv 25, 8 – 17). En el año del jubileo quedan libres los

esclavos, se recuperaban las tierras de quienes las habían perdido y se sanaban las deudas.

Así, la primera enmienda que trae el jubileo es la recuperación de la tierra y, con ello, las

familias recuperaban su legado ancestral y su bienestar social. El perdón de las deudas era

una tradición solo para los Israelitas, impartida en el código el del Deuteronomio, pero

lentamente fue leída como una bendición del Señor en el pueblo cristiano281

.

Se puede decir que la ley del jubileo se debe entender como una reforma social que busca

responder a las formas de desigualdad e injusticia que se viven al interior del pueblo de

Israel. Como ya se ha dicho, la monarquía trajo consigo pasar de un sistema de sociedad

tribal igualitaria a una forma de desigualdad social, cuyo efecto sólo logró regularse por

medio del jubileo, pero que siguió siendo objeto de denuncia por los profetas (Cfr. Am 2, 6;

5, 11; Hab 3, 14)282

.

Según estos escritos, el pecado de Israel es un pecado social que se evidencia en la

estratificación social entre ricos y pobres, oprimidos y opresores, pues se ha faltado a la

justicia en la protección al débil y defensa del inocente. Así, el sistema injusto que al

interior del pueblo de Israel se evidenciaba, trae consigo la denuncia a través de los profetas

de la injusticia, anunciando una justicia de Dios para los opresores y una clemencia para la

tierra, las personas y la sociedad oprimida como gracia de Dios o retribución por vivir

conforme a la ley. Se ha podido constatar que después del exilio babilónico no existen

vestigios de la práctica de la ley del Jubileo y el pueblo queda expuesto un sistema desigual

entre ricos y pobres, por ello, no hay registro en ninguno de los libros del Antiguo

Testamento después del exilio sobre el cumplimiento de esta ley283

.

281 Op. Cit. GÓMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114 – 115. 282

Ibídem. 283

Ibídem.

97

En este sentido, el año jubilar se convirtió en una esperanza mesiánica que traería la

dignidad al pueblo, su soberanía y el bienestar para todos. Así es que una de las tareas del

mesías que vendría, sería la restauración de la dignidad humana a nivel económico,

cultural, político y religioso284

. Por tanto, en Is 61, 1 – 2, se intenta abrir la brecha a la era

mesiánica, cuya concreción, según la mentalidad de Lucas, era la llegada del Hijo de Dios,

el Cristo liberador, que une promesa y cumplimiento, siendo Jesús mismo la revelación de

Dios al corazón del hombre como un servicio de diaconía a favor de la justicia, la paz y la

restitución de los derechos y la dignidad humana.

En este orden de ideas, el anuncio liberador, “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque

me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, la vista a los ciegos, la libertad a

los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4, 16ss.), tiene el trasfondo

de rescatar al pueblo de la opresión y mostrar que la nueva alianza debe cambiar las

estructuras de muerte y unir a la comunidad creyente en un grito jubilar de justicia,

dignidad y soberanía humana285

.

Ante esto, a Jesús no le fue fácil entrar en la sinagoga, centro de convergencia de la

comunidad judía creyente y anuncio de la Palabra, a anunciar el mensaje salvador, que

Isaías también había invocado como un grito de esperanza, consuelo y lucha frente al

exilio, pero que, en la realidad de Jesús, era el grito de justicia, compasión y sensibilidad

frente al pueblo que seguía siendo preso de injusticias, de violación de sus derechos y

vulneración de la dignidad humana286

. Por ello se dice que: “en tiempos de Jesús los

Israelitas eran todavía un pueblo conquistado, oprimido y dividido”287

.

284

Ibídem. 285

Ibídem. 286

COMENTARIO BÍBLICO INTERNACIONAL. Comentario católico y ecuménico para el siglo XXI. Navarra: Ed. Verbo Divino, 1999, p.1256. 287 Ibídem.

98

Bajo la fuerza que trae la nueva alianza en el anuncio del Evangelio, Lucas intenta unir

promesa y complimiento (Lc 1, 1 – 4), indicando el carácter de continuidad de la acción

salvífica de Dios que se concretiza definitivamente en Jesús de Nazaret que, aunque no fue

aceptado por los suyos (Mc 6, 2 – 5), continuó su obra salvífica y, siendo reconocido y

confesado como el Hijo de Dios, vino a traer la liberación física, espiritual y moral a la

humanidad288

.

2.3. Lc 4, 16 – 21 y la mediación fe-justicia

Ante la mirada que se ha hecho al texto y contexto de Lucas, frente a la opción fundamental

de Jesús de anunciar el Reino como una realidad de justicia desde el perdón, la restitución

de la dignidad humana y los derechos fundamentales de las víctimas, se ratifica el anuncio

de la Buena Nueva del Reino desde una mirada al sufrimiento humano, a las injusticias

cometidas y a todo aquello que es visto como anti-reino en el contexto del siglo I y que hoy

también es una realidad que embarga a Colombia y al mundo entero289

.

Con ello se puede decir que la historia del pueblo de Israel tiene un eje trasversal de

injusticias, destierros, dominaciones y situaciones que han tenido que reformularse bajo la

óptica de Dios para que el pueblo no caiga en la injusticia social, la falta de amor y la

deshumanización290

. Por ello, la acción salvífica que viene de parte de Dios se concretiza en

Cristo como anuncio de sentido y restitución humana, ya que, bajo el anuncio profético del

Reino, la mediación fe-justicia se va realizando en acciones concretas tales como: dar vista

a los ciegos, curar a los enfermos, sanar las heridas de las víctimas, ser solidarios y vivir el

Reino de Dios como una experiencia de fe marcada por la justicia que nace en el corazón

288

Op. Cit. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 152 – 155. 289

Op. Cit. DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 115 – 116. 290

Ibídem.

99

del hombre y se expresa en la vida misma. Según Lc 17, 20b y 21, la llegada del reino no

está sujeta a cálculos; ni dirán: míralo aquí, míralo allí. Pues está entre ustedes.

Lo anterior permite afirmar que la mediación fe-justicia es un eje trasversal que permite

comunicar la Buena Nueva de Dios desde una experiencia comunitaria de encuentro con el

resucitado que permite llenar la vida de Dios en amor, vitalidad, justicia y libertad, pues, en

medio del desconsuelo, de la injusticia social y de la victimización, los lazos de solidaridad,

la resignificación del duelo por medio de acciones conjuntas que traen organización, se

encuentra el sentido de vida, lucha y resistencia ante el drama de muerte que dejan los

actores armados como injusticia social291

.

Así, en el contexto de las víctimas y su realidad de injusticia que enfrentan por acción del

conflicto armado, es pertinente que el anuncio del Evangelio, la Buena Nueva del Reino,

sea en realidad un anuncio de resignificación del sufrimiento acaecido por el influjo del

conflicto armado, ya que, tomando como ejemplo el caminar de los primeros cristianos,

donde el sufrimiento y la persecución imperial se resignificó en una experiencia de fe que

marcó un sentido de justicia, equidad, comunión, solidaridad, fraternidad y compasión (Hch

2, 42 – 47), es posible combatir la injusticia con acciones y actitudes que lleven a la

comunión cristiana como signo de amor y solidaridad universal en repudio ante la maldad y

el dolor causado292

.

Desde aquí se está vislumbrando que el Reino de Dios, en el escenario de las víctimas del

conflicto armado colombiano, debe resignificar el dolor que causa la violencia desde una

praxis de fe-justicia en comunidad, siendo solidarios y sensibles ante el sufrimiento

generado por el terrorismo de los actores armados. Por ello, la liberación de los oprimidos

y el desate de las cadenas de injusticia, debe ser anuncio de fe- justicia como experiencia

291

Ibídem. 292

REVISTA CHRISTUS, Teología y Ciencias Humanas, agosto 1991, p. 30 – 31.

100

vital que trasforme las relaciones de inequidad y dominación en relaciones de justicia y

hermandad que permitan el diálogo y el respeto por el otro.

El mismo Evangelio de Lucas 4, 16ss está indicando que el año de gracia del Señor, se

concretiza en volver a Dios, no como una práctica intimista egocéntrica que busca ganar

indulgencias para alcanzar la salvación, sino como un camino que restablece la soberanía

de Dios en la humanidad a través de acciones concretas que reivindican la condición

humana de sujetos hijos de Dios, herederos del Reino y mensajeros de la vida en la

construcción de un mundo mejor293

.

Así, la mediación fe-justicia, como proceso evangélico de resignificación, exige que a las

víctimas les sean restituidos sus derechos desde un modelo social alternativo que haga

creíble una fe marcada por la justicia que contribuya a la reparación integral de las

víctimas, así: que haya justicia ante los crímenes y la barbarie cometida en medio del

conflicto armado; que se generen políticas agrarias que potencien la inversión social para

combatir la pobreza, el hambre y el desempleo, generando buenas oportunidades de trabajo

y progreso para mejorar el bienestar social; que hayan planes de gobierno que contribuyan a

combatir la injusticia, la inequidad y la falta de sensibilidad y cooperación ante la injusticia

social y la victimización294

.

En este orden de ideas, la fundamentación de la mediación fe-justicia no surge como una

yuxtaposición para unir la fe con la justicia, sino como fundamento que trae consigo la

exigencia de la justicia en términos de libertad, vida, derechos, bienestar y dignidad

humana. Por ello, según Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino295

, la mediación fe-justicia está

inscrita en una opción cristiana que nos hace sensibles ante el sufrimiento de las víctimas y

que, por lo mismo, es una denuncia profética ante el dolor causado por la victimización y la

293

Ibídem. 294

CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-política en

Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 4. 295 ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 18.

101

deshumanización que traen la injusticia social en medio del conflicto armado. Lo que se

pretende es que haya una reacción misericordiosa ante el sufrimiento de las víctimas que

ponga en evidencia todo el dolor que han generado los actores armados296

.

En sí, la mediación fe-justicia no nace como una teoría de la fe-justicia, sino como una

propuesta de vida cristiana que, bajo el Evangelio de Lc 4, 16ss., restituye la vida y la

dignidad humana; los derechos, deberes, libertades y responsabilidades constitucionales,

permitiendo que se vislumbre una brecha de resignificación del daño causado por acción

del conflicto armado297

.

Esto permite formular que el Evangelio debe erradicarse como camino de encuentro con el

resucitado, pero, al mismo tiempo, apostándole a la trasformación social desde el

restablecimiento de la equidad de género, la capacidad de emprendimiento en la

consecución del bienestar y la formación en valores que desarticule toda esa mentalidad de

muerte, violencia y confrontación armada.

Es así que como para Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino298

, la pasión por la justicia, no es sólo

aliviar la pobreza y la marginación de los pueblos oprimidos, sino de cambiar la mentalidad

de la sociedad y del mundo, cuyo antagonismo divide la sociedad entre ricos y pobres, entre

víctimas y victimarios, pues se reconoce en la figura de los pueblos victimizados a un Dios

crucificado que su soberanía, libertad y dignidad ha quedado a obsequio de los poderosos y

de los actores armados. Lo que Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino299

nos indican es que en los

pobres de América Latina está presente el rostro de Dios como un lugar teológico y

privilegiado, donde, desde la praxis de fe-justicia, se debe anunciar de salvación que

296

Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-

política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 14. 297

Ibídem. 298 Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 23. 299 Ibídem, p. 42.

102

posibilita la utopía del Reino como experiencia de Dios en las realidades concretas de

victimización y sufrimiento.

Por consiguiente, el horizonte de fe-justicia en el ámbito de la resignificación, recae como

un proceso de vida, revitalización y reelaboración del dolor que deja la violencia a partir de

los procesos de comunión, organización, solidaridad y vida al servicio de la causa de Jesús,

exigiendo la justicia y la verdad ante la injusticia cometida en medio del conflicto

armado300

. Esto permite ir configurando una idea descentrada de las categorías normales en

las cuales las víctimas han ido resignificando su dolor, pues, en medio de la satanización

que se le ha dado al conflicto armado y sus efectos, sólo se ha hecho una comprensión de

este conflicto en categorías de exigencia de la verdad, la justicia la reparación y la no

repetición, sin ver las estructuras de muerte que lo generan301

.

En este sentido, la victimización y toda la injusticia acaecida, debe verse, además de la

situación de coyuntura política que lo genera, como un proceso de resignificación del valor

que tiene la vida, las personas, el mundo y la naturaleza. Es decir, que bajo la fuerza que da

el Evangelio hacia la búsqueda de Dios, debe haber un proceso de trasformación social que

lleve a tener mayor conciencia y respeto por la vida y la dignidad del otro, dado que la vida,

los derechos y el bienestar social, son derechos inherentes a lo humano que la Constitución

colombiana así lo ratifica302

.

Ante esto, nos dice Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino303

que se requiere una civilización de la

pobreza donde se garanticen la satisfacción de las necesidades fundamentales de la

población vulnerada en escenarios de injusticia, donde se respete la libertad en las opciones

personales y de grupo, potenciando la creatividad en el desarrollo de nuevas alternativas de

300

Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-

política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 11. 301

Ibídem. 302

Ibídem, p. 17. 303 Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 51.

103

vida y cultura, para que haya una nueva relación con la naturaleza, con Dios, con los demás

y consigo mismo.

Es decir que la trasformación social requiere igualmente un proceso de conversión, cambio

y revaloración de la vida en categorías humanas, misericordiosas, igualitarias, fraternas,

solidarias y cristianas304

. La mediación fe-justicia, entonces, ha de llevar a descalificar el

mundo marcado por la producción desmedida y la promoción del capitalismo, fomentando

una cultura de fe-justicia en relaciones fraternas, oportunidades equitativas de trabajo,

educación, cuidado de la naturaleza, salud, vivienda y bienestar para todos.

Es decir que la fe y la opción por la justicia, debe ser una praxis liberadora como proceso

de resignificación, desde un estilo de vida cristiano que, más allá de lo piadoso y de la

religiosidad popular, es un modo de ser, de actuar, de valorar y resignificar el mundo desde

un compromiso que trascienda el egocentrismo y permita reconocer al otro como un alter

que me hace vivir en honestidad, responsabilidad, libertar y comunión305

. Es casi lo mismo

que ha dicho la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), pero aquí se busca encarnar la fe y

resignificar el dolor de las víctimas desde una experiencia de Dios que haga camino de vida

en las culturas y pueblos victimizados, restituyendo la dignidad humana, el valor de la

identidad y la comunidad en la experiencia de construcción del Reino de Dios306

.

Así, la mediación fe-justicia resignifica el dolor que deja la violencia desde un precedente

claro que no justifica ningún tipo de violencia ni alienación humana, aduciendo que la vida

está por encima de la muerte, que el amor está sobre el odio y que, ante la defensa del

pobre, marginado y excluido, el Evangelio es la fuerza espiritual que permite oponerse ante

las estructuras de muerte e injusticia y alienación307

.

304

Ibídem. 305

Ibídem. 306

REVISTA CHRISTUS, Teología y Ciencias Humanas, Del dolor a la esperanza, enero- febrero 1999, p.

22. 307

Ibídem.

104

Por consiguiente, la mediación fe-justicia, ante la inequidad y toda la deshumanización que

ha traído la violencia política, cuya reducción ha sido el impacto del conflicto armado en

las víctimas, se propone como una alternativa de salvación que históricamente busca la

liberación integral como propuesta de Reino de Dios que se concretiza en acciones que se

hacen a favor de la vida y el bienestar social en la defensa de los derechos de las gentes, la

restitución de la vida y la construcción del tejido social destruido por la violencia

política308

.

Es así que para Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino309

; la mediación fe-justicia, tiene sus raíces

en la figura de Jesús de Nazaret, quien anuncia la Buena Nueva de vida a quienes han sido

víctimas de la opresión y la injusticia social, ya que la misión de Jesús estuvo en defensa de

los débiles, marginados y víctimas de su tiempo, lo que lo llevó a anunciar la verdad y el

amor y a entregarse por la causa del Reino desde su disponibilidad y confianza infinita en

Dios.

Desde esta visión, el Reino de Dios no puede ser una realidad estática que se gana con

oraciones, rezos e indulgencias, sino una mirada profunda que haga entrar en razón sobre el

valor y la dignidad que tiene el otro como hijo de Dios y como ser natural que lleva en sí

mismo un valor que nadie le puede arrebatar. Pero, también el anuncio del Reino, es una

apuesta por la construcción de una sociedad justa, hermana y reconciliada, contrarrestando

las figuras poder, los egoísmo, las dictaduras y los absolutismos que denotan una sociedad

soberbia, mercantilista, tirana y opresiva que ve al otro como mercado, como alguien que

sirve a mis intereses, desconociendo su dignidad, su ser en sí mismo, su diferencia y sus

derechos.

308

Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-

política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 11. 309 Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 81 – 84.

105

En este sentido, cuando se habla de fe-justicia, no sólo se habla de unos deberes y derechos

para con el otro, se trata de rescatar el reconocimiento del otro, su valor intrínseco y su

complejidad como ser infinito. Desde esta mirada, se irá consolidando un postulado que nos

permita ver con claridad cómo la mediación fe-justicia es un eje trasversal en la historia de

salvación que, desde la figura de Jesús y su acción salvadora, se convierte en resistencia,

esperanza y consuelo ante la injusticia que se genera en medio del conflicto armado.

106

CAPÍTULO III

LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA:

UN PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN

3.1. Fe-justicia como memoria

Para ubicarnos en este apartado, es necesario preguntarnos qué se entiende por memoria. La

memoria es el lugar del espíritu, el almacén humano donde se guardan los recuerdos de la

vida y hacen parte de nuestra historia y de la historia de la humanidad en relación con sus

vivencias.

La dimensión de la memoria es un elemento implícito y natural en el ser humano que le

permite ser y existir. Por ello, los reflejos de lo vivido por los seres humanos se llevan al

banco de la memoria, llegando a la construcción de la conciencia, de la existencia, del

paso por la vida de las personas, en cuanto se tienen recuerdos de la propia evolución y

experiencia de lo vivido. La memoria se construye como un recuerdo colectivo, un ejercicio

espiritual y político de recordar hechos, situaciones y luchas (…) y nace de la necesidad de

denunciar la impunidad, las injusticias producidas por la violencia institucional y

trasformar el dolor en denuncia, resistencia y camino (…) la memoria es catarsis de la

vida de las víctimas para que la humanidad se sensibilice y pueda solidarizarse ante su

dolor y sufrimiento y, a la vez, se convierta en exigencia de justicia310

.

En este sentido, recobrar el sentido de la memoria, es asumir un proceso en construcción

colectiva que va mostrando la verdad de los hechos ocurridos y, al mismo tiempo, revela la

verdad de sufrimiento y dolor que se ha producido en las víctimas por el accionar de los

actores en conflicto. Por ello, la memoria de las víctimas, las imágenes en carteles, fotos y

310 COMISIÓN-CORPORACIÓN CLARETIANA NORMAN PÉREZ BELLO (CCNPB), Boletín informativo N.14, junio de 2012, p. 3 – 6.

107

videos, recuerdan su rostro, sus historias de vida, sus enseñanzas y legados históricos que

las han caracterizado.

Por tanto, las víctimas no reclaman demasiados bienes económicos y ayudas humanitarias,

reclaman el respeto por la memoria histórica de sus muertos, la verdad de los hechos y la

responsabilidad de los victimarios; reclaman la justicia de Dios y la justicia del derecho;

exigen una reparación en la que el Estado y los victimarios se responsabilicen públicamente

ante la sociedad del genocidio y la barbarie cometida, y exigen la no repetición y el que

“nunca más” se repitan esta situación en Colombia y el mundo311

.

Así, desde los procesos organizativitos, se está hablado de la memoria de las víctimas como

verdad que no puede quedar en el pasado desde un discurso político, legitimador y

demagógico que olvida la realidad de los hechos victimizantes y hace caso omiso de los

procesos sociales que las víctimas están haciendo por rescatar su dignidad y resistir ante el

olvido, la impunidad y la barbarie312

. Hablar de la memoria, es hablar de la historicidad de

las víctimas desde sus propios relatos de vida, escuchando de sus propios labios todo

aquello que quedó marcado en su corazón y en sus rostros como un recuerdo que las armas

y los violentos no han podido callar313

. La memoria es, entonces, un relato colectivo que se

va construyendo y se va enriqueciendo de símbolos y signos que van indicando el sentido

sacramental y sagrado que tiene la vida como su sentido espiritual y político de denuncia y

repudio hacia quienes se proponen quitarla.

La memoria encarna una solidaridad universal que éticamente rechaza todos los actos de

crueldad cometidos y convoca a la unidad nacional e internacional para que se pronuncien

en nombre de la defensa de la vida y las culturas, salvaguardando el valor innato de la

existencia humana y el respeto por la memoria histórica de las víctimas.

311

Ibídem. 312

Ibídem. 313

Ibídem.

108

La memoria entraña, desde el horizonte fe-justicia, un encuentro con el pasado, el presente

y el futuro, dignificando la condición humana que en Cristo alcanza su pleno cumplimiento,

pues la memoria se comprende como experiencia de resurrección que tiene el trasfondo de

la pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios quien, desde la confesión de fe

discipular, se hace comunión de vida eucarística en anamnesis y actualización de su

entrega a favor de la justicia, la verdad y el amor en la construcción del Reino.

Por tal acontecimiento de entrega de Jesús, las víctimas descubren la acción salvadora de

Dios como un acontecimiento de justicia que se hace denuncia profética y reminiscencia

imperdonable de la victimización. Es decir, que el compromiso con la historia entraña un

recuerdo y una conexión con el pasado, una memoria anamnética de luchas, gozos,

conquistas y esperanzas que, en últimas, va indicando que Dios se revela históricamente en

la memoria colectiva de los pueblos como proceso emancipador que se resiste ante los

poderes totalitarios e instrumentales de alienación humana314

.

En este sentido, la experiencia cristiana del Jesús de la historia, fundamenta aún más la

razón anamnética, dado que, el culto al Cristo de la fe, se deriva acción salvadora del Jesús

de la historia, ya que, desde la pasión, muerte y resurrección, se origina todo el sentido de

la misión salvífica de Dios hacia la dignificación de lo humano. Es decir que el pasado, el

presente y el futuro se conjugan para simbolizar y representar la esperanza escatológica de

triunfo mesiánico que se inculturiza en la fe de los cristianos y se hace camino de

resurrección en las víctimas315

.

Así, la riqueza de la resurrección del Hijo de Dios, no debe estar honrada por su divinidad y

glorificación como el Cristo glorioso, puro y sagrado, sino por su pasión y muerte que lo

314

Ibídem, p. 8. 315

GARAVITO VILLAREAL, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 68 – 75.

109

llevaron a ser signo de amor, fidelidad y diaconía al servicio de Reino, que fue lo que en el

cristianismo primitivo se comprendió como resurrección. La confesión de fe cristiana no

radica en la presencia de Jesús de modo material que se aparece y está en algún lado, sino

en el recuerdo anamnético de la promesa liberadora de Jesús que se hace memoria,

Eucaristía y esperanza en medio de la violencia que enfrentan las víctimas316

.

Habermas ratifica esta comprensión al decir que: la visión bíblica de la salvación no

implica sólo la redención de la culpa individual, sino que abarca también la liberación

colectiva de las situaciones de miseria y opresión (…), la marcha escatológica hacia la

salvación de aquellos que sufren de modo injusto (…). Es más bien una alianza, que

promete al pueblo de Dios y a cada uno de sus miembros una justicia que se impone a su

historia de sufrimiento, y, en cualquier caso, la idea de una alianza, que ensambla libertad

y solidaridad en el horizonte de una intersubjetividad incólume (…)317

.

Sin embargo, Daniel Garavito Villarreal318

nos indica que la teología ha perdido la cultura

anamnética judeo-cristiana, pues se hace injusto el olvido de acontecimientos como el de

Auschwitz y el de todas las masacres de América Latina y Colombia que reclaman una

memoria y exigen un pronunciamiento que concatene con el sentido de la pasión, muerte y

resurrección cristiana319

. No obstante, la historicidad, en contraste con el historicismo, que

cuenta los hechos sin hacer reflexión ni anamnesis, adquiere una connotación dialéctica

donde realidad y sufrimiento se unen para indicar que la historia no es algo pasivo, plano y

lineal, sino que en ella se han dado procesos y situaciones que han suscitado luchas,

316

Ibídem. 317 HABERMAS, fragmentos-teológicos 90 – 93. Citado por: GARAVITO VILLAREAL, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 68 – 69. 318 Op. Cit. GARAVITO VILLAREAL, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 62 – 64. 319

Ibídem.

110

injusticias, sueños frustrados y dominaciones y, con ello, se ha fragmentado y destruido la

integralidad humana320

.

Según Metz, “sólo allí donde la historia es percibida y aceptada de manera tal que en ella

no sólo se manifiesta lo alcanzado, sino también lo destruido, no sólo lo realizado, sino

también lo perdido; sólo allí donde el “sentido” no es concebido, sin más, como expresión

del triunfo de lo que (evolutivamente) ha devenido se conjura este peligro de la linealidad y

el olvido”321

.

Bajo estas premisas, la memoria o el recuerdo de la existencia y consumación violenta de

las víctimas, conforman un entramado histórico que no pasará al olvido, sino que, en el

horizonte de la resurrección, tras la lucha por reivindicar los derechos y hacer visible la

memoria de los muertos, las víctimas van resignificando sus historias de vida desde la fe en

Jesús que se hace cumplimiento escatológico del Reino de Dios en los procesos liberadores

que las víctimas han ido forjando para resarcir el pasado, enfrentar el presente y proyectar

el futuro322

.

Según Moltmann, el horizonte escatológico se consigna como una teología de la esperanza,

así: es un anuncio, revelación y proclamación de un acontecimiento escatológico, revela el

dominio del resucitado sobre el mundo y libera al hombre, en la fe y la esperanza, para la

salvación venidera (…). Revela el presente del Señor que ha de venir323

. Según este

postulado, la invitación es a colocar la mirada sobre el Jesús de la historia que resucitó, y se

hace camino de dignificación de lo humano, donde Cristo se hace verdadero hombre y éste,

cada vez más, se hace uno con Dios. Entonces, el camino que nos abre Jesús, desde su

320

Ibídem. 321 METZ, Memoria passionis, p. 58. Citado por: Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 80. 322

Ibídem. 323 MOLTMANN, Teología de la esperanza, 372. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 86.

111

misión y anuncio del Reino, se traduce en una lectura de su labor como rescate, liberación y

justicia hacia quienes son invisibilizados por estructuras injustas, trasformando la realidad

del mundo en vivencia de fe-justicia para hacer que se restituya la paz y se restablezca el

equilibrio ecológico, la convivencia y la armonía humana324

.

Según Habermas y Metz325

, se reconoce que la memoria está dotada de una fuerza mística

capaz de operar retrospectivamente la reconciliación, es decir que la memoria implica la

salvación de la víctima, su resurrección, como promesa y cumplimiento, que se da en la fe-

justicia, originada en el recuerdo de la alianza y la promesa que se hace pan de vida y

camino de salvación en el sacramento del amor. Precisamente, porque en la entrada en

rigor el Reino de Dios, la dominación, el argullo y todas las disputas humanas, quedaron

aniquiladas por la preeminencia del reinado de Dios desde un amor infinito por mor de la

verdad y la justicia326

.

En este sentido, la mediación fe-justicia, como resignificación de la memoria de las

víctimas, es reconocida como la fuerza espiritual que se encarna en la conciencia de las

víctimas, indicando la presencia de Jesús resucitado en los procesos de organización que

permite entender que la barbarie y la victimización no ha quedado en el olvido y, antes, las

víctimas se han convertido en un fundamento de resurrección ante la muerte y el

exterminio. Por ello, se ratifica la idea de resurrección para quienes viven y mueren en la

alegría del Evangelio, anunciando la paz, la justicia y el reinado de Dios.

En Hch 2, 22 – 24 dice: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes

con los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por su medio, como bien saben. A

324

Ibídem. 325 Op. Cit. HABERMAS, fragmentos-teológicos 90 – 93. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 143. 326 Op. Cit. METZ, Dios y tiempo, p. 56. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 150.

112

éste hombre, entregado conforme a los planes y propósitos que Dios tenia hechos de

antemano, ustedes lo crucificaron y le dieron muerte por medio de gente sin ley. Pero Dios,

liberándolo de los rigores de la muerte, lo resucitó, porque la muerte no podía retenerlo.

También, en Jn 6, 48 – 51a, se dice: “yo soy el pan de vida. Sus padres comieron el maná

en el desierto y murieron. Este es el pan que baja del cielo, para que quien coma de él no

muera. Quien como de este pan vivirá siempre”.

En estos textos se ratifica el sentido de la resurrección bajo el signo de la fe y el

seguimiento a Cristo en la construcción del Reino, la búsqueda de la justicia, el amor y la

fidelidad en medio de la deshumanización que invisibiliza, olvida y se hace indiferente ante

el sufrimiento humano. En este orden de ideas, la mediación fe-justicia, encarna una

comprensión que se da en una experiencia cristiana de fe que trasciende lo biológico y hace

entender que la apuesta por el Reino va más allá de la materialidad de la vida, anunciando

que los muertos, las víctimas, presas del sufrimiento y la injusticia, en Cristo resucitan y

están vivamente en la memoria colectiva de los pueblos como denuncia profética de la

injusticia y penoso recuerdo de los asesinos que segaron sus vidas.

De esta forma, la justicia está estrechamente relacionada con la memoria de las víctimas

desde una responsabilidad moral, más allá del derecho positivo y de la jurisprudencia, que

congrega y une a la humanidad en una fuerza compasiva y misericordiosa que hace salir de

sí mismo para solidarizarse con el sufrimiento. Por tanto la justicia ha de ser una

construcción armónica de la sociedad y el mundo, donde se repudie todo acto que

disgregue, destruya y corte el progreso de la vida, el equilibrio de la naturaleza y no permita

la equidad, la igual y la soberanía humana. Es el fomento de una ética con justicia social,

con autoridad intersubjetiva, que hace que todos los seres humanos se sientan libres y

enérgicos para vivir en la gracia de Dios desde cada cultura y cada nación. La memoria,

entonces, se vincula con la justicia en un reconocimiento de la inviolable dignidad humana

como justicia que proyecta el quehacer humano en perspectiva de triunfo sobre la muerte,

113

gozo en la adversidad y fe en la lucha por reivindicar el sentido de lo humano y su razón de

ser en la historia.

Así, textualmente reconocen cómo ha sido su caminar: en medio de situaciones de

victimización, vivimos la experiencia de ser una comunidad convocada por la Palabra de

Dios y, guiados por esa luz, nos sabemos enviados a construir el Reino de Dios, en esta

historia (…) como el profeta que Dios le dice: pongo mis palabras en tu boca para arrancar

y derribar, para edificar y plantar (Jer 1, 10) y, aunque por Cristo vivamos muchos

sufrimientos, en Cristo rebosa nuestro consuelo (2 Co 1, 5)327

. Bajo estos argumentos, no se

puede dudar que la mediación fe-justicia se convierte en una premisa entrañable que lleva

al encuentro con la memoria histórica de las víctimas en actos, símbolos y momentos como

proceso de justicia y grato recuerdo de las personas que un día fueron torturadas, asesinadas

y desaparecidas328

.

3.2. Fe-justicia como reparación

Hablar de reparación y determinar cómo funciona la fe-justicia en el proceso de

resignificación de las víctimas del conflicto armado, se hace necesario comprender los

modelos en los cuales a nivel jurídico, político y ético se ha intentado reparar e interpretar

este concepto.

En Colombia se está hablando de una reparación como justicia retributiva y justicia

restaurativa en el marco de la Justicia Transicional desde la Ley de Víctimas y Restitución

de Tierras329

. La primera hace referencia a la condición punitiva de reparación que busca

327 CHRISTUS, REVISTA DE TEOLOGÍA Y CIENCIAS HUMANAS, N. 709, Año LXIV, Enero- Febrero, 1999, Artículo, Del dolor a la esperanza, p. 19. 328

Ibídem. 329

Documento, Verdad, Reparación y Justicia para Colombia: algunas reflexiones y recomendaciones, escrito por: Rodrigo Uprimny y Luis Manuel Lasso, disponible en pdf. p. 5 – 25.

114

castigar jurídicamente y constitucionalmente a los victimarios e indemnizar territorial y

socialmente a las víctimas; La segunda se comprende como un tipo de justicia restaurativa

que busca responsabilizar a los victimarios de sus acciones violentas contra la población

civil tales como masacres, torturas, asesinatos selectivos, desarraigo, desaparición forzada e

intimidación armada, y, al mismo tiempo, intenta que la impunidad no se quede en el

olvido y termine en un perdón general producto del interés político y de los actores

armados de salir del paso ante la victimización que deja el conflicto armado330

.

Es decir, que este tipo de justicia restaurativa no permite que se dé un perdón compensador

donde todo se solucione hacia la búsqueda de la paz, sin que se esclarezca la verdad, haya

reparación y justicia, puesto que la reparación, no puede negar la individualización de los

responsables y su castigo como una exigencia independientemente establecida por el

derecho internacional331

.

Por ello, la Corte Interamericana señala que “son inadmisibles las leyes que pretendan

impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los

derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o

arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por controvertir derechos

inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”332

.

En este sentido, la reparación integral debe proporcionar que se restablezca la paz y la

democracia por vía de la justicia que permita que haya una legalidad en el proceso de

reparación y no sea una estrategia más del Estado en complicidad con los actores armados,

por salir de la actual coyuntura de muerte que deja el conflicto armado. Por ello, con estas

aclaraciones podemos entender que la justicia restaurativa, en el marco de la reparación,

posibilita que se vaya contrarrestando la impunidad y se castigue el cinismo de los hechos

330

Ibídem. 331 Ibídem. 332 Ibídem.

115

victimizantes, se repudie todos los actos criminales hacia la destrucción de la vida y se

juzgue políticamente y socialmente los comportamientos delictivos de los victimarios333

.

La reparación que se propone, entonces, se ha de comprender desde el marco jurídico de

una justicia restaurativa que hace que se juzgue política, social e internacionalmente a los

victimarios y se repare el daño causado desde los mecanismos psicosociales de restitución

de la dignidad humana334

; igualmente, se propone reparar recíproca, económicamente y

constitucionalmente a las víctimas con responsabilidad social, participación ciudadana y

distribución equitativa de penas en la proporcionalidad constitucional e incidencia del

Derecho Internacional Humanitario, los entes sociales defensores de Derechos Humanos,

el poder judicial del Estado y la responsabilidad de víctimas y victimarios en el

esclarecimiento de la verdad335

.

Igualmente, desde los movimientos sociales, la reparación ha ido teniendo un componente

simbólico colectivo que ha ido resignificando el dolor de las víctimas, pues, desde los

actos celebrativos de memoria, la construcción de monumentos, la recapitulación de fotos,

recuerdos, consignas, datos, relatos y testimonios que van esclareciendo la verdad, las

víctimas han ido construyendo un universo simbólico como sentido de resurrección y duelo

que ha ido configurando el carácter sagrado de la vida y la dignidad de las víctimas, así

como que se visibilice públicamente el genocidio cometido y se deje un precedente de todo

lo ocurrido en el escenario del conflicto armado336

.

Ante esto, es bueno que se tenga en cuenta todas las formas que el Gobierno y las ONGS,

incluyendo el papel de la Iglesia, han ido formulando para lograr una reparación integral,

personal familiar y colectiva, lo cual ha hecho que hoy en el país haya un reconocimiento

333

Ibídem. 334

Ibídem. 335

Ibídem. 336

Op. Cit. COMISIÓN-CORPORACIÓN CLARETIANA NORMAN PÉREZ BELLO (CCNPB), Boletín informativo N.14, junio de 2012, p. 3 – 11.

116

social de la condición de víctima y se haya generado una conciencia colectiva de verlas

como sujetos tutelares de derecho que exigen una reparación como respuesta ante la

victimización y vulneración social337

.

En la Ley de Víctimas, en la cual se dictan medidas de asistencia, atención y reparación

integral a las víctimas, se contempla el reconocimiento de la dignidad de víctima y se

reconoce el principio de buena fe de éstas en sus declaraciones, siendo el Estado quien

puede investigar y poner en tela de juicio lo contrario a sus afirmaciones sobre el

esclarecimiento de la verdad338

.

La Ley de Víctimas propone el principio de igualdad, lo cual hace que, sin importar de

donde se hayan originado los hechos victimizantes, las víctimas tendrán las mismas

garantías de restitución de derechos; también plantea el principio de enfoque diferencial

que permite establecer medidas de reparación teniendo en cuenta la razón social de las

víctimas: la edad, el género, la orientación sexual y la situación de discapacidad que

presenten. Con esto, el Estado intenta hacer un esfuerzo por eliminar los esquemas de

discriminación y estigma social, desarticular los grupos armados ilegales, buscar la

reconciliación nacional y garantizar el proceso gradual y sostenible de la reparación339

.

Es bueno considerar que la reparación integral que exigen las víctimas no busca el

desconocimiento del Estado como garante de la reparación desde sus leyes y disposiciones,

sino que, además, la reparación debe ir más allá de una ley que busca indemnizar y dar una

respuesta jurídica y administrativa al problema del conflicto armado, pues, dónde queda la

responsabilidad de los victimarios y del Estado en todo el daño físico, material, moral y

espiritual que se ha causado, ya que todas las acciones desarrolladas en la implementación

337

Ibídem. 338

INICIATIVAS DE MUJERES COLOMBIANAS POR LA PAZ, documento público número 4, Justicia y

seguridad para las víctimas del conflicto armado, análisis en perspectiva de género. disponible en pdf, p. 19

– 23. 339

Ibídem.

117

de políticas públicas para la reparación, cuya participación exige el apoyo de las familias, la

comunidad y el Estado como garantía en el proceso de reparación, no son suficientes para

resarcir el daño causado.

Desde una mirada evangélica, la mediación fe-justicia como reparación, supone hacer un

examen a la realidad de las víctimas y entender cómo el anuncio evangélico interviene en

el proceso de reparación. Para lograr tal propósito, es preciso reconocer bajo qué

circunstancias la mediación fe-justicia es garante del proceso restaurador frente a la

situación de vulneración. Para ello, hay que decir que la reparación implica un

reconocimiento social de la condición de víctimas, superando la subordinación,

dependencia e indignidad a la cual han sido objeto; igualmente, la reparación debe llevar a

superar las situaciones de incertidumbre, exclusión y estigma social, superando las

vulneraciones de sus derechos y las pérdidas materiales, humanas y efectivas340

.

Supone hacer un puente entre justicia y ética, desde la necesidad de afirmar la verdad de los

hechos en el reconocimiento culpable de los victimarios, la sanción correctiva y la

reparación de lo destruido. Esto hace afirmar que la reparación debe orientarse a

“reconstruir lo destruido, como la devolución de tierras a los desplazados y su

restablecimiento en sus anteriores condiciones productivas; la indemnización de los

perjuicios y destrozos por las víctimas y por sus familias; su reconstrucción psíquica; la

reconstrucción de los tejidos sociales; la reparación moral a las víctimas y la salvaguarda

de su memoria en monumentos, publicaciones, efemérides, días de reflexión, eventos,

etc.”341

.

340 ACNUR Y CODHES, Desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 312 – 113. 341 REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Los desafíos de la paz. Escrito por: Javier Giraldo M., S.J. No. 8, Abril-Junio 1998, p. 17.

118

Además, se deben fortalecer las expresiones simbólicas e iconográficas de reparación que

las víctimas, con el apoyo de las ONGS, han ido construyendo para superar y visibilizar su

tragedia, entre éstos encontramos los siguientes: la reconstrucción de los relatos de vida, las

galerías de memoria, los símbolos de esperanza como afiches, estampas, consignas,

peregrinaciones a los lugares donde han ocurrido los hechos victimizantes y apoyo

psicosocial desde los talleres de artesanía, confecciones, alfabetización, sistemas y

ludotecas para la viva y creatividad de los niños/as víctimas.

Con esto se está resignificando todo el legado, territorial cultural y espiritual que las

víctimas han perdido por acción del conflicto armado como duelo y compensación ante la

injusticia cometida342

.

3.3. Fe-justicia como esperanza-praxis

La esperanza se destaca como uno de los términos que denota un estado posible de

realización de lo que deseamos; es también una virtud teologal en la cual se espera la

llegada del Hijo de Dios y la realización de sus promesas; es un sentimiento de espera

latente de cambio, confianza, alegría y consuelo en la fe que hace que prontamente el

sufrimiento se convierta en gozo. Así mismo, la praxis se comprende como un hacer

posible lo que teóricamente se ha planeado343

. Es una manera efectiva de hacer viable un

pensamiento, una idea o realizar un proyecto que se ha estado construyendo. Es la fase

tangible, fáctica y posible de concretarse un proceso del cual se esperan unos resultados. De

ahí que la esperanza y la praxis van en correlación y son el modo posible de realización de

342

Op. Cit. COMISIÓN-CORPORACIÓN CLARETIANA NORMAN PÉREZ BELLO (CCNPB), Boletín informativo N.14, junio de 2012, p. 3 – 11. 343

MOLTMANN, Teología de la esperanza, 372. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 86 – 94.

119

una idea. Es la ejecución de un sueño o de un proyecto anhelado como medio de

superación que en la praxis alcanza su pleno cumplimiento344

.

Desde este punto de vista, la mediación fe-justicia, entonces, es una apuesta por formular

una relación que no puede estar separada, ya que la fe entraña una confesión cristiana desde

una experiencia de Dios que se concretiza en un proyecto de vida que se va construyendo

conjuntamente como proceso de trasformación de la realidad.

Esta manera de hacer práctica la fe es una opción profética que lleva a la contemplación de

Dios en el otro, en la naturaleza y el mundo como lugar teológico donde Dios se revela. Se

comprende que la mediación fe-justicia es esperanza en la restauración de lo humano, la

naturaleza y el mundo en la trasformación de las realidades de esclavitud,

deshumanización, desesperanza, hambre y marginalidad que viven las víctimas, mostrando

un rostro compasivo y misericordioso de Dios que trae vida y reconcilia a la humanidad en

la realización del proyecto de Dios. Por ello, la fe-justicia van unidas, porque juntas van

simbolizando y siendo el signo profético del Reino en el aquí y el ahora del tiempo

presente.

Por consiguiente, la misma experiencia de Jesús de filiación con el Padre y su opción

fundamental por el Reino, fue un ambiente contradictorio al sistema político y religioso

impuesto, puesto que Jesús le da todo el sentido y valor a lo humano como signo profético

de la venida de Dios que se baja de su deidad y se hace alter en cada persona (Mc 2, 1 – 5);

enfatiza el amor a Dios como una experiencia trinitaria de comunión: Amarás el Señor tu

Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al

prójimo como a ti mismo (Lc 10, 27).

344

Ibídem.

120

Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino dicen: “Jesús fundamentalmente predica el Reino como

salvación de los hombres, y lo predica en virtud de una experiencia personal de profunda

unión con Dios y de profunda unión con los hombres”345

. Según estos autores, la

predicación no puede estar desligada de la construcción del Reino, dado que la fe se

encarna en la historia como una praxis liberadora que, necesariamente, lleva a la exigencia

de la justicia como señal de encuentro con Cristo en la trasformación de la realidad de la

vida que se traduce en una manera distinta de ver el mundo y de relacionarse consigo

mismo, con los demás y su entorno. Esto supone una valoración del mundo en categorías

de Dios, donde el mensaje liberador debe moldear la acción humana hacia la solidaridad y

la sensibilidad ante el sufrimiento del otro, en un compromiso libre, autónomo y

responsable por construir un modelo de vida alternativo ante el actual sistema de

despersonalización del valor de lo humano.

En tal sentido, la experiencia de Dios, el encuentro con el resucitado, la objetivación del

mundo, visto con los ojos de Dios, permite mantener la fe-justicia en una dinámica de

construcción de Reino en las experiencias de resignificación que las víctimas han ido

construyendo gracias a los procesos liberadores que se han ido consolidando346

. Por eso

Jesús ha resucitado en el corazón de las víctimas desde una experiencia trasformadora que

las ha llevado a resignificar el dolor a través de la comunión familiar, el arte, el estudiar y la

búsqueda de alternativas de vida que llevan a sobreponerse ante la injusticia y el destierro.

Dios se hace vida en las víctimas como camino de retorno, consuelo y lucha por la

restitución de los derechos y la dignidad humana347

.

Lo que se vislumbra es que la acción de Dios se hace vida en la experiencia humana como

un proceso de comprensión del mundo y de trasformación de realidades de injusticia, en

345 Op. Cit. REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Los desafíos de la paz. Escrito por: Javier Giraldo M., S.J. No. 8, Abril-Junio 1998, p. 196. 346

Op. Cit. ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 145 – 175. 347

Ibídem.

121

categorías de Reino de Dios, que llevan al cambio social desde una experiencia fundante de

Dios en la realidad de las víctimas. Ante esto, debemos dejar en claro algunas premisas que

permiten entender cómo se hace práctica y esperanzadora la mediación fe-justicia como

propuesta de resignificación ante la injusticia acaecida en las víctimas.

Según Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino348

, se beben tener en cuenta las siguientes

consideraciones:

a) Entender que la acción salvadora de Dios se da en la historia desde una praxis de fe que

lleva a la opción por la justicia como camino de resistencia, consuelo y esperanza ante la

victimización.

b) Estar en permanente conversión como respuesta al llamado de Dios, desentrañando el

pecado personal y social y fortaleciendo las acciones concretas que se realizan a favor de la

vida.

c) Hacer una intervención efectiva en la historia, leyendo los signos de los tiempos, en la

lucha por la fe y la justicia, que refleje la acción trasformadora de Dios, haciendo historia

desde las víctimas.

d) Que se ejerza una verdadera contemplación del misterio de Dios, desde el anuncio, la

celebración y la vivencia de la fe, como don escatológico de la presencia constante de Dios

en el proceso de duelo y resignificación de la condición de víctima.

3.4. Fe-justicia como reconciliación

Para introducir el tema de la fe-justicia como reconciliación, hay que hacer referencia sobre

qué se entiende por reconciliación. Lo primero que se puede decir es que la reconciliación

se puede concebir como la superación de la ruptura de relaciones, intereses y acuerdos entre

los seres humanos. A nivel teológico, la reconciliación supone un volver al encuentro con

348

Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 115 – 117.

122

Dios, acercarse al otro, rompiendo con las barreras de desamor y discordia que se han

formado a raíz de un conflicto, una disputa o una confrontación. Es volver a unir lo que se

rompió entre los seres humanos en relación con ellos mismos y su vínculo con Dios y

hacerlos participes de la Buena Nueva como encuentro y vuelta a la vida y la unidad

humana.

Por ello, al centrarnos en el tema de la reconciliación desde la fe-justicia, nos avocamos a

comprender que esta relación está en consonancia con el plan salvífico de Dios que, desde

Lc 4, 16ss, se enmarca como una teología del encuentro, la reivindicación, la justicia de

Dios, el desatar las cadenas injustas y permitir que la soberanía y la voluntad de Dios

reine349

. Desde aquí, la reconciliación funciona como una acción integradora y justa por

encontrar la armonía que se ha perdido por la discordia y el conflicto. Es como encontrarse

con Dios y, al mismo tiempo, encontrarse consigo mismo y los demás y resignificar ese

encuentro en alianza con el resucitado que une la comunidad y permite que se restablezca la

relación y la filiación.

Es decir, se deben asentar las bases para que, desde la fe-justicia, exista una verdadera

comunión de vida que haga renacer el plan de Dios en las víctimas, se reconcilien con su

pasado, se vuelva a crear confianza e identidad y soberanía territorial y se pueda

contrarrestar la fragmentación y la enajenación a la cual se han visto enfrentadas. Por ello,

Jesús va hacia el encuentro con las personas para hacer que la humanidad también se

encuentre con Dios y logren juntos caminar hacia la realización humana y se permita

trascender con la fuerza espiritual de la fe en la búsqueda de la justicia350

.

No podría ser reconciliación, un proceso que minimice la barbarie cometida y olvide la

memoria de las víctimas; un proceso que negocie con los actores armados a espaldas de la

349

Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-

política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 47 – 48. 350

Colección Palabra Misión, Gálatas, En la libertad de la gracia. Publicaciones claretianas, 1996, p. 10.

123

población civil, de sus organizaciones sociales, políticas, comunitarias, sindicales y

culturales, afirmando que la reconciliación sólo puede ser una reforma al sistema de justicia

y la puesta en marcha de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, desconociendo todo

el impacto físico y emocional que deja el conflicto armado351

. Al contrario, se está

buscando que la reconciliación sea un proceso donde se realicen soluciones justas, se

desarrollen cambios estructurales y se equilibre las relaciones a nivel de género, equidad y

participación en el desarrollo conjunto de las alternativas de resignificación entre las

familias el Estado y la comunidad en general.

Entonces, para lograr el propósito de la reconciliación, en el marco del conflicto armado,

hay que decir que, más que llegar a desarticular los actores armados que están generando la

barbarie social, que es una tarea que se debe hacer, se debe respetar la participación política

de los movimientos sociales en la denuncia de la injusticia y los sistemas de muerte y

corrupción que subyacen al interior del Estado; igualmente, fortalecer y respetar las

organizaciones populares en su proceso de autodeterminación y consolidación de su

identidad cultural y desarrollo social sostenible; así, también, satisfacer las necesidades

fundamentales de la población víctima a nivel de vivienda, empleo, salud, educación y

promoción de la vida y la dignidad humana, superando la iniquidad y la mala distribución

de los recursos económicos.

Esto también nos permite deducir que la reconciliación radica en hacer que las víctimas

sean restituidas a nivel integral en cada una de las dimensiones que conforman lo humano.

En primer lugar, se debe resignificar el valor ético de la vida como derecho natural que

garantice su libre desarrollo y realización de la persona como tal. En segundo lugar, se debe

fortalecer la capacidad de autonomía de las víctimas y llegar a la conciliación por vía no

violenta, mejorando la cooperación y la libertad en la toma de decisiones para su desarrollo

351

Una interpretación de la Historia Universal “Obras inéditas” Madrid, 1960, p. 333. Citado por REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Constancias históricas, Razones Jurídicas. Escrito por: Dr. Jorge Eliecer Molano, No. 13 Abril-Junio, 2000, p. 4 – 20.

124

integral. En tercer lugar, se deben generar encuentros para la reflexión sobre sus historias

de vida, desde la expresión de sentimientos y la socialización de los hechos victimizantes

por medio de experiencias lúdicas que simbolicen y dinamicen sus relatos de vida como

una terapia de reflexión crítica que, desde la iluminación bíblica, oriente el quehacer de las

víctimas en su proceso reconciliador.

La reconciliación, así planteada, debe pasar por converger y restablecer la relación que se

ha fragmentado desde una práctica de fe-justicia que permita el punto de intercesión para

que se dé la conciliación y se restablezca el orden y la armonía. Para ello, la justicia ha de

proporcionar el estado de derecho constitucional y democrático para que las víctimas

ejerzan su libertad de expresión, se garantice el derecho de los pueblos víctimas a su

autodeterminación y se restablezca el desarrollo de la autonomía, la libertad y la

responsabilidad como garante ético de la reconciliación352

.

Según Ortega y Gasset, la libertad para resarcir la injusticia, debe ampararse en la instancia

del derecho, así: “el derecho es algo fundamentalmente estable, quieto, una especie de

suelo firme en el que el hombre puede asentar muy firmemente sus talones para, desde ahí,

contemplar y vivir todo lo que en la vida humana hay de huidizo, de inestable, peligroso e

inseguro”353

.

En conclusión, la reconciliación requiere que las víctimas sean agentes activos en el

proceso de reparación, haciendo parte activa en la agenda política de negociación y su

efectivo cumplimiento en las trasformaciones sociales, económicas, políticas y

estructurales. Así mismo, la fe-justicia ha de suscitar una conciencia moral que apunte a

crear relaciones libres, respetuosas y dignas entre las personas. De igual manera, el

Evangelio debe ser la fuerza espiritual y profética que integre y permita la reconciliación, la

paz y la sanación integral de las víctimas.

352

Ibídem. 353 Ibídem, p. 9.

125

3.5. Fe-justicia como resistencia no violenta

La resistencia como fe y justicia, desde una propuesta pacífica, se propone en el marco del

restablecimiento de la armonía y la esperanza de los pueblos victimizados. En primer lugar,

la resistencia parte del principio de la no aceptación de la guerra bajo ninguna

circunstancia, pues, al aceptarla, estaríamos optando por legitimar la acción violenta de los

actores armados que destruyen el desarrollo armónico de la vida.

En segundo lugar, la resistencia debe posibilitar el restableciendo de la confianza y el

desarrollo integral de los pueblos victimizados desde sus propios mecanismos de

desarrollo, contrarrestando el silencio, el miedo y la incertidumbre que trae consigo el

conflicto armado.

En tercer lugar, la resistencia ha de llevar a superar la desintegración organizativa

comunitaria y familiar que genera la violencia, pues, desde la acción conjunta y la

organización, las víctimas se hacen sentir como sujetos que reclaman respeto por sus vidas,

su territorio y su cultura. Como cuarto lugar, la resistencia debe permitir la construcción

colectiva de la identidad en la toma de conciencia de la etnicidad y sus historiales de vida

como del cuidado y la preservación de la tierra y la cultura de los pueblos victimizados. Es

decir, que se ha de fortalecer todo el sentido del valor del territorio, la naturaleza, lo

ancestral y todo aquello que los identifica y los hace diferentes en medio de la

globalización.

Por tanto, la resistencia se comprende como una realidad dinámica y abierta de los pueblos

victimizados por crear todo un sistema educativo, político, diferencial y alternativo ante los

sistemas de dominación. Así, la creación de comunidades civiles de vida y paz, las zonas

humanitarias y las medidas cautelares hacia quienes se encuentran amenazados, es una

muestra eficiente por resistir en medio del conflicto.

126

Este tipo de alternativas permiten que las víctimas se protejan de la represión armada y se

cree una solidaridad entre sí mismos, salvaguardando sus vidas, sus derechos y

manifestando la no participación e involucramiento con los entes armados. Así mismo, la

resistencia tiene algunas connotaciones que es bueno señalar. Lo primero que se dice es que

las víctimas resisten como sujetos civiles, no armados, usando mecanismos de defensa

jurídicos y políticos como también sus propios sistemas de organización que las lleva a

sobreponerse ante el hambre, la persecución política y la desarticulación comunitaria.

Este tipo de resistencia también es un sistema democrático que permite la igualdad en la

toma de decisiones, el liderazgo femenino y la proyección de vida de los niños/as jóvenes y

adultos hacia el fomento de un desarrollo integral, familiar y comunitario, que permite la

equidad de género, el espíritu emprendedor y una economía solidaria y sostenible.

Igualmente, la resistencia se funda desde un crecimiento colectivo a nivel espiritual,

político y humano que estudia y comprende la coyuntura social y puede participar en las

decisiones políticas, económicas sociales y culturales en materia de restitución de derechos,

desarrollo social y reivindicación de la dignidad humana.

Bajo estos argumentos, la resistencia se va creando en la autodeterminación de los pueblos

victimizados, ya que, así como se hace responsable a los actores armados por el drama de

violencia, destierro y destrucción de la vida, las víctimas deben responsabilizarse de su

propio proceso de superación de la victimización desde la creación de una axiología que

contraste con las estructuras de subyugación de la dignidad humana. Desde aquí se debe

fortalecer la acción comunicativa Habermasiana354

que busca crear consenso, igualdad y

responsabilidad, respetando la diferencia, el trabajo comunitario y los espacios para la

convivencia, la integración familiar, la salud y la formación integral de las personas.

354

Guiddens Anthony, Habermas Jürgen, Jay Martin, McCarthy Thomas, Rorty Richard, Wellmer Albrecht y

Whitebook Joel, Habermas y la Modernidad, p. 266.

127

Entonces, la propuesta de fe-justicia como categoría de resistencia es restaurativa,

partidaria del desarrollo social sostenible y del progreso colectivo. De esta forma, la figura

de Jesús como portador de la Buena Nueva del Reino, nos muestra que la misión de Dios

está en que el hombre viva, se llene de sentido y se goce el mundo, reconociéndose como

sujeto constructor y pionero de su mismo destino.

Con este trabajo no se quiere hacer un itinerario de resistencia, sino dejar un precedente

que, desde el testo de Lc 4, 16ss, nos invita a mirar la realidad de las víctimas con ojos y

manos de Dios, donde se haga presente que el ser humano, la vida y el mundo, merecen

resignificarse con la óptica del Evangelio que invita al progreso y al bienestar integral. Así,

el sentido de resistencia debe ser integrador y exige un cambio social, donde se revise el

Estado Social de Derecho, se revise la formación de los militares y toda la axiología que

subyace en la sociedad que, de alguna manera, ha legitimado la violencia contra la

población víctima.

Por eso, desde el Evangelio se propone un cambio del paradigma social que exige un

cambio personal y colectivo desde los valores del Reino y no desde la materialidad y

cosificación de lo humano, pues, por ver el sentido humano en lo material, en una cosa

como tal, con un fin comercial y consumista, se perdió el valor de la vida y la riqueza del

encuentro con el otro y con la divinidad que hay en cada quien; se nos perdió el valor

ancestral de la naturaleza, ya que sólo la vemos desde los intereses egoístas para usufructo

y sustracción de materias primas; nos hemos quedado en lo inmediato, en intereses

egoístas, que ha olvidado el valor y la riqueza del silencio, la tranquilidad, el ver la familia

crecer y el disfrute de los parques naturales, hoy día militarizados por los actores armados

como cuidando una riqueza minera para usufructo de las trasnacionales, del Estado y de los

grandes comerciantes.

En este sentido, resistir exige una trasformación a nivel personal y colectiva, pero, también,

todo un cambio de paradigma social que permita, desde la fe-justicia, optar por ser signo de

128

Dios, esperanza y utopía de Reino en medio de los sistemas de muerte que hoy son los

causantes reales de la actual deshumanización que ha desmoralizado la conciencia social y

ha dejado centenares de víctimas, niños sin educación, jóvenes para la guerra, familias

destruidas y destrucción del hábitat natural esencial para la vida355

.

En este orden de ideas, la resistencia hace necesario resignificar el impacto del conflicto

armado desde el apoyo y la escucha de los relatos de vida sobre los hechos y realidades que

llevaron a las personas a ser víctimas; iluminar desde el evangelio los hechos de muerte que

las víctimas cargan en su conciencia a través de la comprensión contextualizada y

sectorizada de su situación, esclareciendo las realidades de muerte, sus actores, intereses de

fondo y contextos en los cuales sucedieron los hechos.

Igualmente, potencializar la autoestima y la capacidad de superación personal y colectiva

que permita enfrentar el reto de salir o resignificar el dolor y el estado de víctima desde las

acciones de grupo. Por tanto, es importante que se tenga en cuenta que no se puede medicar

el sufrimiento y todo el impacto emocional que deja el estado de víctima, sino que se debe

fortalecer la vida comunitaria y el apoyo psicosocial, más allá de las ayudas humanitarias,

que haga proceso con las familias víctimas en acciones concretas como conocer sus

historias de vida, el núcleo familiar, los roles familiares, escuchar y tratar de dar una

palabra ante las situaciones que ellos/as más les preocupa, hacer dinámicas de integración y

resocialización que permita que la comunidad, los vecinos y las familias se vuelvan a

encontrar significando que existen y pueden seguir adelante.

El Evangelio en todo su mensaje revelador, está siempre a favor del que sufre y vive

situaciones de opresión. Por eso, como decía Gustavo Baena: Dios siempre está salvando,

Dios siempre está en permanente ayuda, consuelo y deseo de vida, amor y dignidad; Dios

355

Op. Cit. Vicepresidencia de la República, Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos,

Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH 1998 – 2002, p. 16.

129

siempre está dando una voz de aliento, exigiendo justicia y buscando que el hombre deje su

egocentrismo y reconozca la acción salvadora que trae el Reino356

.

Entonces, la acción salvífica que representa el Evangelio, no puede ser algo puramente

espiritual que sólo habla de la gracia de Dios como realidad etérea, sino que el anuncio de

la Buena Noticia, como una realidad de innovación y búsqueda de la dignificación humana,

está siempre trasformando e iluminando la realidad que se da como conflicto social,

enajenación, esclavitud y deshumanización357

.

José María Vigil y Jon Sobrino358

nos dicen que la injusticia, la desigualdad social y la

inequidad, están atravesando la historia y no queda otra opción que pronunciarnos en

nombre de Cristo para salvaguardar la vida y la dignidad humana alienada por las

estructuras injustas. Estos autores dicen que la injusticia suscita una indignación ética que

se experimenta bajo la insensibilidad ente el sufrimiento, la falta de compasión y

misericordia y la poca conciencia crítica ante los sistemas injustos, lo cual hace que desde

el Evangelio se proponga un proyecto social alternativo que permita apropiarse del destino,

siendo sujetos activos de la historia desde la construcción de una sociedad alternativa,

justa, fraterna, igualitaria, participativa359

.

Así, la propuesta de resistencia entorno a la fe-justicia, invita a ser sal de la tierra (Mt 5,

13), trasformando el entorno social, desde el testimonio de Cristo en la voz de los sin voz,

las víctimas, que en un grito de paz, consuelo y restitución, exigen la verdad, el servicio a la

causa de la justicia como justicia divina que se anuncia como libertad, desatando las

ataduras injustas, dando vista a los ciegos y proclamando la liberación de la opresión

como año de gracia del Señor (Lc 4, 16ss.).

356

Universidad Javeriana, argumento dado por el sacerdote Jesuita Gustavo Baena en la clase de San Pablo,

2005. 357

Op. Cit. VIGIL, José María, La opción por los pobres. Santander: Ed. Sal Terrae, 1991, p 19. 358 Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 135. 359 Ibídem.

130

Según Mons. O. Arnulfo Romero, Dios va siendo el Dios del pueblo, el que va con

nuestros signos, el que va con nuestras guerras y nuestras luchas, el que va con el pueblo

en sus justas re-vindicaciones (…) ¡el Dios de los humildes!(…), quien va trasformando

actitudes de odio en perdón, la división en caminos hacia la unidad, la desesperación en

apertura y esperanza, los conflictos en retos para la acción, la muerte en vida, el

cansancio en animo renovado360

.

3.6. Lineamientos pedagógicos desde la fe-justicia como memoria, reconciliación y

esperanza-praxis hacia el acompañamiento a las víctimas

Para hacer práctico este planteamiento, se parte del hecho de la comprensión de

implicación histórica a la que el hombre y la sociedad en general está inmersa. Es decir, que

el devenir del mundo hace corresponsables a los seres humanos desde un proceso de

aprendizaje como experiencia reorganizadora de elementos que lo hacen comprender y

objetivar el mundo en distintas perspectivas. De ahí que el ser humano se ubica en el

mundo como un ser en construcción insertado en la realidad o contexto del cual se hace

partidario de su propio desarrollo y, al mismo tiempo, de su trasformación.

En este sentido, la pedagogía lleva al ser humano al conocimiento e interpretación del

entorno y del mundo, optando por uno u otro camino, como también lo lleva a asumir una

postura crítica en la interpretación de elementos integradores de la vida, como de aquellos

que lo llevan a su desintegración y fragmentación. Según Paulo Freire: “la educación debe

estimular la opción y afirmar al hombre como hombre. Adaptar es acomodar, no

trasformar. El hombre se integra y no se acomoda. Hay una adaptación activa”361

.

360 CHRISTUS, REVISTA DE TEOLOGÍA Y CIENCIAS HUMANAS, N. 709, Año LXIV, Enero- Febrero, 1999, Artículo, Del dolor a la esperanza, p. 24 – 25. 361 FREIRE, Paulo, Educación y cambio. Buenos Aires- Argentina: Ed. Búsqueda, 1976, p. 26.

131

Esto permite deducir que la misión del hombre es propositiva, contextualizada y se ejerce

como una pastura crítica, que lo hace discernir su camino y, a la vez, trasformar la realidad

en un horizonte creador y articulador, haciéndolo partícipe del cambio del estatus social y

de todo aquello funcional y bancario que no permite la innovación, la creatividad y el

desarrollo libre de su capacidad de aprendizaje.

Desde aquí se piensa que, desde la fe-justicia como memoria, reconciliación y esperanza-

praxis, debe partir un ejercicio pedagógico, reflexivo y crítico como demostración activa de

construcción de un modelo de sociedad distinta que invierta los papeles maestro-alumno

para colocarlos en el mismo nivel y que ambos se comprometan en la construcción del

saber, pero, que esta misma construcción vaya plenificando la condición humana y su papel

protagónico en la construcción de una sociedad justa, igualitaria y hermana.

Por tanto, la pedagogía que se propone, radica en una praxis humana como proceso

operativo que va liberando a la humanidad de la alienación, cosificación e

instrumentalización de la vida, fomentando una conciencia crítica hacia el cambio, la

soberanía, la comunión y la independencia humana.

Para Paulo Freire:

“Cambio-estabilidad resultan ambos de la acción, del trabajo que el hombre ejerce

sobre el mundo. Como un ser de la praxis, el hombre, al contestar a los desafíos

que parten del mundo, crea su mundo: el mundo histórico cultural. El mundo de

acontecimientos, de valores, de ideas, de instituciones. Mundo del lenguaje, de los

signos, de los significados, de los símbolos. Mundo de la opinión y del saber.

Mundo de la ciencia, de la religión, de las artes, mundo de las relaciones de

producción. Mundo finalmente humano”362

.

362 Ibídem, p. 43.

132

Se puede decir, entonces, que la acción humana parte, en primer lugar, de una comprensión

crítica que el ser humano hace del mundo, que lo ubica en relación consigo mismo, con

Dios y con el medio natural y, desde esta objetivación, éste se ubica como un ser en

proyecto, en búsqueda y complementariedad en aquello que lo constituye en infinitud,

contingencia y trascendencia. Es ver la centralidad de lo humano en un horizonte posible de

infinita creatividad y capacidad de autogestión, emprendimiento y liderazgo, igualmente,

reconocer la contingencia humana que determina su finitud, carencia y afectación, pero

que, al mismo tiempo, lo abre a la trascendencia, la libertad y la trasparencia en Dios que lo

hace hermano en la fe, el amor, la esperanza y el diálogo.

Así, los elementos memoria, reconciliación y esperanza, se conjugan en pasado, presente y

futuro, del cual brota el sentido pragmático de la pedagogía que se formula en construcción

de utopías, sueños y sentidos de vida que recrean y enriquecen las culturas; igualmente,

desde un proceso de aprendizaje, en actitud de creación y recreación, la resignificación del

drama de violencia y victimización, se formula desde el elemento pedagógico de la auto-

formación363

como postura actuante y trasformativa de las víctimas que, en el contexto del

conflicto armado, se ven avocadas a sobreponerse ante el dolor y la muerte.

De ahí que la pedagogía que se propone, es una educación que parte de la libertad y la

animación de la capacidad emancipadora que tiene el ser humano que lo lleva a apropiarse

en la construcción de su mismo destino, permitiendo que Dios actúe en su existencia como

instrumento para la edificación del Reino.

Paulo Freire pone de manifiesto cómo funciona la pedagogía del oprimido364

que parte, en

primer lugar, de un humanismo pedagógico que se comprende, crítica y reflexivamente,

como algo que hace que el ser humano se sobreponga ante la adversidad y todo aquello

363 Ibídem, p. 74. 364

Op Cit. FREIRE, Paulo, Pedagogía del oprimido. México: Ed. Siglo XXI editores, 1979, p. 5.

133

que lo aliena y lo totaliza. Como según lugar, reconociéndose el hombre como sujeto

constructor de la historia, se proyecta desde una conciencia que lo hace optar, tomar

decisiones y comprometerse con el cambio social intersubjetivamente.

Es una pedagogía que se basa en la toma de conciencia del contexto social y la manera

cómo el ser humano se comprende en medio de éste, reflexiona y lo trasforma. Es una

pedagogía que se basa en el análisis, reconstrucción y resignificación de las situaciones

vividas para luego tomar distancia, reflexionar y direccionar el camino. Es como un

llamado a la conciencia crítica, según Pablo Freire, que lo lleva a superar el límite que lo ha

tenido paralizado por la acción de las estructuras de opresión365

.

Este tipo de aprendizaje, al aplicarlo en el contexto de las víctimas, hace que sea

significativo, dinámico y diferencial, puesto que aquí se está forjando una acción de

trasformación y cambio que exige la apropiación, el liderazgo y la toma de conciencia

sobre el papel fundamental que deben asumir las víctimas para resarcir y reparara la

afectación del conflicto armado.

Pues, no se acepta que el ser humano repita los patrones culturales, sociales y educativos

vigentes desde una manera mecánica de repetición de conceptos, palabras y fórmulas, sino

que el proceso significativo debe producirse como una forma de conquista humana por

hacer del mundo un medio de aprendizaje e inculturación donde la vida sea una obra de arte

abierta a la autodeterminación.

En este sentido, Paulo Freire afirma: “sólo piensa y practica un método pedagógico

que procura dar al hombre la oportunidad de redescubrirse mientras asume

reflexivamente el propio proceso en que él se va descubriendo, manifestando y

configurando: método de concienciación (…); la conciencia y el mundo no se

365

Ibídem, p. 6.

134

estructuran sincrónicamente en una conciencia estática del mundo: visión y

espectáculo. Esa estructura se funcionaliza diacrónicamente en una historia”366

.

Esto hace comprender que el modelo pedagógico para el acompañamiento a las víctimas, es

reflexivo, dinámico y reorganizador. Pues, dado la realidad de victimización, el papel de la

víctimas es tomar conciencia de lo que está pasando con sus vidas, sus derechos, el modo

como son tratados por los actores armados y el Estado. Desde lo dinámico, las

manifestaciones políticas, las denuncias y todos los actos simbólicos que evidencian el

resultado de las acciones de los actores armados, dan fe de una población víctima que no se

ha quedado atrapada por la subyugación y el terrorismo, sino que ha salido del silencio de

la intimidación para dar testimonio de fe-justicia desde sus propios mecanismo de

articulación en la defensa del territorio, la exigencia de respeto por la vida y la toma de

conciencia crítica que lentamente configura una sociedad itinerante, emprendedora y

militante de la vida, la paz y la esperanza.

Así mismo, el mismo proceso de duelo, destierro, barbarie y alienación, configura una

respuesta de causa-efecto que hace que las víctimas se reorganicen y sean capaces de

sobreponerse y superar su estado de víctima.

Por ello, como pauta de acompañamiento al proceso de resignificación de las víctimas, se

hace énfasis en afirmar que éste debe unir memoria, reconciliación y esperanza-praxis para

lograr que el pasado, el presente y el futuro se conjuguen y se haga un trabajo de

acompañamiento, no tan propositivo, pero sí reflexivo, consensuado y participativo. Esto

hace pensar en la construcción del sentido histórico del pasado de las víctimas para evitar

su eliminación, cuyos relatos orales, testimonios de vida y símbolos sagrados de su paso

por la tierra, deben quedar como riqueza cultural y testimonio de su existencia histórica

como legado y denuncia ante el cinismo de quienes segaron sus vidas.

366 Ibídem, p. 12 – 13.

135

Igualmente, el presente debe estar totalmente construido como un metarelato orientado

hacia el futuro, sin olvidar el proceso histórico que los ha llevado a resistir como

protagonistas en un mundo que ha conformado ejércitos de muerte para su eliminación.

Esto permite asumir el presente en perspectiva crítica y anamnética para proyectar el futuro

con fuerza política y capacidad emancipadora ante la muerte, pues el pasado debe hablarle

al presente, cuestionándolo preguntándole por el sentido de lo humano que en la historia no

puede quedar en el olvido.

El futuro, entonces, será en perspectiva reconciliadora que permita finalmente que el ser

humano viva y se realice integralmente. Esto hace necesario decir que el acompañamiento

se hace desde una óptica que posibilite las garantías necesarias para que las víctimas tengan

libertad de expresión, movilidad y capacidad de denuncia de los hechos victimizantes,

fortaleciendo su liderazgo, su autonomía territorial e identidad cultural.

De igual forma, se requiere que haya deliberación y claridad investigativa en el

cumplimiento de los acuerdos que se pacten para garantizar la verdad, la justicia, la

reparación y la no repetición, respetando el derecho a la memoria histórica, los

monumentos y símbolos sagrados que las víctimas han ido construyendo para resignificar

el dolor así como hacer seguimiento y veeduría a los procesos que van encaminados a

esclarecer la verdad y la judicialización de los hechos victimizantes.

Pero, yendo más a la realidad personal, familiar y colectiva de las víctimas, para hacer

efectiva la intervención como trabajo de acompañamiento, se ha de recocer que la

situación de las víctimas en nuestro país presenta una fragmentación severa a nivel

personal, familiar y colectivo, siendo los más afectados los niños y las mujeres. Pues, las

víctimas se ven obligadas a padecer un rápido proceso de organización- reorganización, que

con frecuencia provoca el traslado abrupto de responsabilidades, roles y rupturas que

afectan su desarrollo intelectual, físico y emocional. Igualmente, en la búsqueda de

136

supervivencia física y material, las necesidades emocionales y los efectos psicosociales

producidos por el impacto del conflicto armado, pasan a ser desapercibidas y secundarias,

lo que hace que se requiera una intervención oportuna367

.

Así mismo, la afectación en el ámbito individual, como repercusión en la salud mental,

acaba con el proyecto de vida de la persona, ocasionado por la presencia de dolor,

inseguridad y sufrimiento emocional368

. En el ámbito familiar la asunción de nuevos roles,

la elaboración del duelo y el ajuste de los miembros a las nuevas situaciones de adaptación,

se torna como una afectación que genera baja autoestima y pérdida de la capacidad para

alcanzar su desarrollo y emancipación social369

. En el ámbito social y comunitario, la

ausencia de sentido de pertenencia, la pérdida de grupos de referencia, el desempleo, las

condiciones infrahumanas de vivienda y la falta de oportunidad para la formación y

capacitación que les permita la vinculación al medio económico productivo, son efectos

irreversibles en las víctimas que requiere de una atención especial370

.

Es por ello que estos ámbitos, anteriormente relacionados, se definen unas necesidades

psicosociales en la población víctima que hay que atender, los cuales para su atención

requieren de la agrupación de acciones integrales que permitan el mejoramiento de la salud

física, mental y del entorno social de la población víctima. En este sentido, la perspectiva

psicosocial, como propuestas de intervención y acompañamiento, debe lograr la

recuperación y estabilidad emocional de las víctimas, elevando sus niveles de autoestima,

potencialidades y habilidades de comunicación que permita desarrollar relaciones

tolerantes, pacíficas en la interacción consigo mismas y el entorno social.

367

HERNANDEZ DELGADO, Esperanza, memoria del Seminario Taller Internacional: Superación de la

impunidad, reparación, reconstrucción y reconciliación. Cuadernillo pedagógico. Ed. Codice Ltda., Bogotá,

2000, p. 88 – 91. 368

Op. Cit. BORDA ORLANDO, Fals, La violencia en Colombia. Tomo I. Bogotá: Ed. Carlos Valencia, 1980, p. 150. 369

Ibídem. 370

Ibídem.

137

Igualmente, la intervención psicosocial hacia la población víctima, debe hacerse en

concertación con los entes territoriales y otras instituciones especializadas para generar un

abordaje común de sus problemas y necesidades desde mecanismos abiertos, flexibles y

adaptativos a la situación contextual de las víctimas. Es por lo anterior que se recomienda

el siguiente camino para un abordaje más pertinente que permita hacer una intervención

oportuna, eficiente y eficaz hacia la población víctima.

Por ello, durante el proceso de intervención o acompañamiento, es imprescindible construir

una mirada sistémica de las necesidades, demandas o problemas que se quieren abordar. Se

debe, entonces, considerar todas las variables que intervienen en relación con la

problemática que enfrentan las víctimas.

Así mismo, las necesidades y problemas de las víctimas, se deben abordar desde un marco

de confianza, empatía y comunicación, pues, las habilidades transversales de comunicación,

facilitan la concreción de soluciones más libres que deben revelar la corresponsabilidad y la

mirada estratégica de intervención a nivel local o departamental371

.

También, el nivel intervención psicosocial, deben transitar desde lo más básico, hasta lo

más complejo. En este sentido, se debe activar simultáneamente las redes familiares-

personales y las institucionales, fomentando permanentemente la participación comunitaria

e interinstitucional en las soluciones y apoyo conjunto.

Ante esto, se debe considerar que las víctimas, por su situación de vulnerabilidad, no

cuentan con los recursos, habilidades o condiciones personales para comprender y definir lo

que les está pasando y, a consecuencia de ello, tienen mayor dificultad para identificar

cuáles son los recursos institucionales externos que pueden apoyarle. Lo anterior deja ver

una necesidad de apoyo específico a cada una de las situaciones que las víctimas presenten

371

Op. Cit. ACNUR Y CODHES, Desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 242 – 246.

138

a lo largo del proceso de atención y acompañamiento, por ello, se debe prestar especial

atención a dos etapas que revisten particular importancia como son: la definición de las

necesidades y problemas de los usuarios/as, correspondiente a la etapa diagnóstica, y la

identificación de las instituciones que pueden dar respuesta a las necesidades y problemas

diagnosticados372

.

Dado lo anterior, se hace necesario formular algunas pautas de atención como marco de

acompañamiento e intervención hacia la población victima desde la organización, la

prevención y el tratamiento de la situación de vulnerabilidad.

1. Organización

Se expresa en acciones que estimulan la participación, sensibilización y educación a través

del desarrollo de estrategias que fomenten hábitos y conductas de auto cuidado personal,

familiar y/o comunitario, como la promoción de planes de desarrollo que posibiliten la

realización conjunta de estrategias de reivindicación de la vida y la dignidad humana. Estas

acciones promueven el reconocimiento temprano de los problemas bajo la idea de reducir

los factores de riesgo que inciden negativamente en el bienestar de las personas, familias y

comunidades. Las actividades más frecuentes en este nivel de atención son por ejemplo,

charlas formativas, eventos comunitarios, entre otras actividades pedagógicas de

integración social, siendo las más comunes, las del ámbito artístico, deportivo o recreativo

y organizacional373

.

372

Ibídem. 373

Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-

política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 31 – 33.

139

2. Prevención

Considera la realización de actividades o servicios tendientes a evitar la vinculación de

niños, jóvenes y adultos a los grupos armados. Generalmente se da a nivel de atención

individual-familiar y/o a través de actividades grupales en contextos institucionales o

comunitarios, que permitan llegar a la toma conciencia sobre la problemática social, los

factores que generan el conflicto y las alternativas que se vienen desarrollando para

prevenir y contrarrestar todo el efecto que deja la violencia política en medio del conflicto

armado. Las actividades más frecuentes en este nivel de atención, son las del ámbito

formativo, por ejemplo, talleres de autoayuda, consejería individual-familiar, visitas

domiciliarias y trabajo cooperativo hacia la búsqueda de la paz, la vida y la

autoconstrucción del ser humano374

.

3. Tratamiento y Reparación

A través de las organizaciones de iglesia y las ONGS y demás personas interesadas, se ha

de acompañar el desarrollo de programas relacionados con la formación, concientización y

restitución de los derechos de las víctimas (capacitación sobre la Ley de Víctimas y

Restitución de Tierras y formación sobre la coyuntura política-social)375

.

Así mismo, como algo que seguirá siendo muy urgente, es el hecho de seguir evidenciando

la problemática social que viven las víctimas en materia de salud, nutrición, educación,

seguridad social y bienestar, así como realizar acuerdos interinstitucionales que permiten la

cooperación, la unidad y el trabajo coordinado para contrarrestar la violencia y la

deshumanización que deja el impacto del conflicto armado376

.

374

Ibídem, p. 34 – 38. 375

Op. Cit. ACNUR Y CODHES, Desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 269 - 270. 376

Ibídem, p. 253 – 254.

140

Finalmente, encaminar a la población víctima a seguir luchando por su cultura, su

cosmovisión, su territorio, costumbres y tradiciones a través de la fe-justicia que permita la

integración familiar, la vida comunitaria y el trabajo cooperativo como proceso restaurador

de la vida y la dignidad humana377

.

377

Ibídem, p. 195 – 199.

141

4. CONCLUSIONES

El contexto de las víctimas enmarca, entonces, una mirada a la realidad de injusticia que ha

prevalecido históricamente producto de la violencia política, cuya mayor expresión ha sido

la victimización, la recurrencia a la confrontación armada, el bipartidismo político, la

desigualdad social, la pobreza, la marginación y las pocas garantías constitucionales para

que se respeten derecho de los pueblos. De este modo, la realidad de violencia, víctimas e

injusticia que subyace al interior de país, es la muestra de un conflicto que se ha perpetuado

por más de cincuenta años, el cual ha cobrado un sin número de víctimas, ha destruido la

paz de las comunidades rurales y urbanas y ha generado un deterioro en el nivel de

desarrollo del país en materia de inversión social, salud, educación, productividad y cultura.

Ante esto, se hace necesario, no sólo identificar los las causas, consecuencias y

manifestaciones del llamado conflicto armado colombiano, sino también la puesta en

marcha de los mecanismos de intervención, que permiten, de alguna manera, subsanar su

impacto. Bajo esta mirada, surge la necesidad de crear procesos, espacios y mecanismos

legales para que las víctimas se reconcilien con su pasado, se integren positivamente en la

sociedad y reconstruyan su papel protagónico como sujetos tutelares de derechos. De igual

modo, el papel protagónico de la sociedad en general, debe movilizar la participación

colectiva en la construcción de alternativas de vida que contrarresten el estado de

deshumanización y barbarie que deja el conflicto armado colombiano.

De ahí se deduce que se han de fortalecer la participación ciudadana en la toma de

conciencia sobre la coyuntura social que embarga la violencia sociopolítica, ejercitando la

memoria colectiva hacia la superación del conflicto, la exigencia de los derechos y la

reconstrucción conjunta del tejido social opacado por la violencia.

En este sentido, el análisis que se ha hecho sobre el conflicto armado entorno a la

postulación de la fe-justicia como categoría significativa ante la actual situación de

142

servidumbre que enfrentan las víctimas, devela una mirada crítica a la coyuntura política y

administrativa como a los actores armados, quienes han prevalecido como hegemonía de

dominio y subyugación hacia las clases menos favorecidas.

De este modo, la violencia política, en el escenario del conflicto armado, ha permitido la

imposición de las armas para alcanzar fines políticos, la ausencia del orden constitucional,

donde la democracia ha sido reemplazada por la intimidación, la represión y el control

político y territorial de los actores armados, la poca participación de las minorías étnicas en

los escenarios políticos, la inequidad en la distribución de la tierra, la corrupción

administrativa y la arbitrariedad de los actores armados.

En consecuencia, como ejercicio reflexivo, se ha de desactivar la mirada pacifista que se le

ha hecho al conflicto armado colombiano, por lo que se invita a la unidad nacional e

internacional a que se pronuncien a favor de la vida, la naturaleza y el orden mundial, pues

este conflicto, además de ser un problema social y gubernamental de negación de la vida y

la supervivencia, es una situación de degradación humana que ha degenerado su misma

condición. Por ello, los valores de justicia, libertad, participación democrática y dignidad

humana, han sido opacados en el escenario del conflicto armado, evidenciando, entonces,

un país con hambre, desempleo, insatisfacción de las necesidades básicas, deficiencia en la

aplicación de la justicia y desprotección de los derechos de las víctimas.

Sin embargo, la misma realidad de injusticia, destierro y victimización, convierten a las

víctimas en símbolo de justicia para redescubrirlas en dignidad, respeto e igualdad a la luz

del Evangelio. Esto lleva a formular el entrañable valor sagrado que tiene la vida en la

comprensión del hombre frente a Dios como realidad antropológica que debe trascender en

humanidad, armonía, reconciliación y dignidad. Por ello, la relectura del evangelio de Lc 4,

16 – 21, permite expresar cómo el pasaje manifiesta un contenido liberador y mesiánico

que se contextualiza en la realidad de las víctimas, suscitando un horizonte ético de

esperanza, consuelo y restitución de la dignidad humana.

143

Así, la comprensión del texto lucano indica la manera cómo Dios se manifiesta en las

luchas, utopías, sueños y esperanzas de los pueblos hacia la construcción de un mundo

alternativo, diáfano y en la verdad del amor de Dios, y no en la fuerza hegemónica de los

poderosos y de la opresión. Por ello, el texto de Lucas 4, 16 – 21, muestra cómo Jesús se

hace verdadero Dios y verdadero hombre en realidad de las víctimas, resignificando su

condición humana desde una propuesta de Reino hacia su liberación integral y encuentro

definitivo con Cristo en una experiencia de fe-justicia que lleva a ser semilla del Reino en

medio de la injusticia histórica y social que acontece.

Esto permite deducir que la categoría fe-justicia, es luz que se hace fundamento de vida en

las víctimas, como sujetos preferenciales del Reino, posibilitando el encuentro con el otro,

donde Dios se hace humano y sencillo y deviene como horizonte de trasformación, camino

de esperanza, consuelo y resignificación hacia la construcción de alternativas de vida que

superan la condición de víctima.

Entonces, es necesario decir que la mediación fe-justicia está estrechamente atravesada por

el anuncio del Evangelio, el cual es claro en proponer un modelo de vida donde la fe es una

práctica de justicia que se traduce en la condenación de todos los sistemas de opresión y

muerte que pueden existir en una sociedad. Por ello, el anuncio que hace Jesús de la Buena

Nueva del Reino, tiene unos destinatarios: los enfermos, los inválidos, ciegos, tullidos y

leprosos,378

pertenecientes a la clase menos favorecida de su tiempo y exige para ellos una

acción justa que desde el Evangelio es visto como un camino de liberación, búsqueda de la

tierra prometida y esperanza mesiánica de libertad, justicia, amor y prosperidad.

De esta manera, la mediación fe-justicia es garante del proceso de resignificación de las

víctimas en la medida que abre el horizonte comprensivo hacia la dignificación de la

378 Op. Cit. DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 113.

144

condición humana y su plena realización en la construcción colectiva de la justicia, el

amor, la verdad, la reconciliación y el bienestar social.

Por consiguiente, la mediación fe-justicia se ubica en el horizonte de la esperanza, la

resistencia y la resignificación de la condición de víctima, proponiendo un camino distinto

que, según Is 65, 17 – 25, se postula como creación de un cielo nuevo y una nueva tierra,

donde nadie pasará hambre ni se oirá el llanto ni el crujir de dientes; será una tierra donde

no reine la muerte, sino un lugar donde la vida se protegerá, ya que, tanto niños, jóvenes y

adultos, gozaran de su longevidad en una tierra distinta que les provee lo necesario para su

desarrollo integral y les permite vivir en justicia, verdad y dignidad.

Es una tierra donde no se engendrarán hijos para la guerra ni para fortalecer la catástrofe

mundial de deshumanización y destrucción del hábitat, sino que se espera que la sociedad

se reconstruya en valores, autoestima y se enriquezca el valor sagrado de la tierra, las

personas, las culturas y todo aquello que aprovisiona de sentido al mundo. Así, el pasado, el

presente y el futuro de las víctimas, se convierte en un metarelato que no pasará al olvido,

sino que será el pilar que permite direccionar el camino en términos de ir formulando el

valor supremo de la vida, la tierra y el hábitat humano para que se vuelva a crear la

armonía, la convivencia y el bienestar social que ha sido fragmentado y violentado por el

conflicto armado interno colombiano.

145

5. BIBLIOGRAFÍA

ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y

Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda.,

2001.

ANGELICUM, Revista de la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma.

Citado por: NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal

Terrae, 2010.

ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, libro V.

Artículo, El paramilitarismo: ¿un fenómeno accidental o marginal, o una estrategia del

sistema? Doctor Jorge Molano, Volumen 2, N° 5. 1997.

BIBLIA JERUSALÉN, comentarios, texto (Lucas 4, 18).

Bilbao: Ed. Sal Terrae, Santander, 2000.

BOFF, Leonardo, La fe en la periferia del mundo. El caminar de la Iglesia con los

oprimidos. Salterrae Santander, 1985.

BORDA IREGUI, Ernesto, El interior de la violencia. 2da edición. Bogotá: Copyright,

2011.

BORDA ORLANDO, Fals, La violencia en Colombia. Tomo I. Bogotá: Ed. Carlos

Valencia, 1980.

CAMPOS, Josep Rius, La obra de Lucas. Reseña Bíblica. Revista trimestral de la

Asociación Bíblica Española. Navarra: Ed. Verbo Divino, 1996.

CASTILLO, José María, Victimas del pecado. Otra moral, otra iglesia, otra espiritualidad,

2003.

- El proyecto de Jesús.

- El reino de Dios por la vida y la dignidad de los seres humanos. Bilbao: Ed. Desclée

de Brouwer, segunda edición.

- La dimensión social de nuestra misión: ¿Cómo responder?

Htp/servicioskoinonia.org.

146

- Los pobres y la teología, ¿Qué queda de la teología de la liberación? Bilbao: Ed.

Desclée de Brouwer, 1997.

- Símbolos de libertad.

CHRISTUS, REVISTA DE TEOLOGÍA Y CIENCIAS HUMANAS, N. 709, Año LXIV,

Enero- Febrero, 1999, Artículo, Del dolor a la esperanza.

CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia

socio-política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009.

CINEP, Programa por la paz (ppp), Deuda con la humanidad 2: 23 años de falsos positivos

(1988 – 2011), Bogotá 2011, Tabla 1.

CINEP, REVISTA NOCHE Y NIEBLA de Enero a Diciembre de 2012 N. 45, Banco de

datos de Violencia Política, disponible en pdf.

CINEP, REVISTA NOCHE Y NIEBLA, Violencia política en Colombia, N. 44, Julio –

Diciembre 2011.

Colección Palabra Misión, Gálatas, En la libertad de la gracia. Publicaciones claretianas,

1996.

COMENTARIO BIBLICO INTERNACIONAL, Comentario católico y ecuménico para el

siglo XXI. Ed. Verbo divino, Pamplona, 1999.

COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos.

Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004.

COMISIÓN-CORPORACIÓN CLARETIANA NORMAN PÉREZ BELLO (CCNPB),

Boletín informativo N.14, junio de 2012.

Constitución Política de Colombia, 1991, Ministerio de Gobierno.

Consultado en:

http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/folios/article/viewFile/7334/6784,

09/02/2013.

Consultado en: http://blog.colombiahoy.org/2007/02/07/ni-comunismo-ni-facismo.aspx,

09/02/2013.

147

Consultado en:

http://brc.com.co/archivos/METODOLOGIA%20ENTIDADES%20TERRI.pdf,

09/02/2013. ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia:

Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed.

Kimpres Ltda., 2001, p. 136.

Consultado en: http://derecho.laguia2000.com/parte-general/clasificacion-de-las-leyes,

09/02/2013.

Consultado en: http://docencia.udea.edu.co/derecho/constitucion/papel_estado.html,

09/02/2013.

Consultado en: http://ferchosoto.obolog.com/desplazamiento-forzado-colombia-521710,

09/02/2013.

Consultado en: http://lahaine.org/global/herramienta/violencia_politica.htm, 09/02/2013.

Consultado en:

http://lapluma.net/es/index.php?option=com_content&view=article&catid=116:debates&id

=4204:victimas-y-victimarios, 09/02/2013.

Consultado en: http://redmultimedia.ning.com/profiles/blogs/conflicto-armado-colombiano,

09/02/2013. GIRALDO S.J., Javier, Búsqueda de verdad y justicia. Seis experiencias en

posconflicto. CINEP, disponible en pdf. p. 238.

Consultado en: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0164/articulo0002.pdf, 10/02/2013.

Consultado en: http://www.caracol.com.co/noticias/judicial/antes-de-ser-extraditados-jefes-

paramilitares-libretiaron-versiones-ante-justicia-y-paz/20121030/nota/1787574.aspx,

09/02/2013.

Consultado en:

http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=estado_de_derecho&publicacio

n=978, 13/09/2013.

Consultado en: http://www.derechos.org/nizkor/colombia/ya/confarm1.htm, 09/02/2013.

Consultado en: http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-205253-conflicto-

colombiano-tiene-consecuencias-devastadoras-los-civiles, 09/02/2013.

Consultado en:

http://www.elmeridianodecordoba.com.co/index.php?option=com_k2&view=item&id=235

97:incursi%C3%B3n-armada-toma-fuerza&Itemid=117, 10/02/2013.

148

Consultado en:

http://www.forojuanpabloii.org/index.php?option=com_content&view=article&id=2933:el-

pecado-social&catid=59&Itemid=87, 09/02/2013.

Consultado en: http://www.icrc.org/spa/resources/documents/report/colombia-report-intro-

220410.htm, 09/02/2013.

Consultado en: http://www.inspiraction.org/justicia-economica/conflicto-armado-en-

colombia, 09/02/2013.

Consultado en: http://www.monografias.com/trabajos31/medios-comunicacion/medios-

comunicacion.shtml, 09/02/2013.

Consultado en: http://www.observatori.org/documents/context_colombia.pdf. p. 13.

Consultado: 09/02/2013.

Consultado en:

http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrlajustaviolenciadelosoprimidos

parasul9/, 09/03/2013.

Consultado en: http://www.unhcr.org/refworld/pdfid/48a928210.pdf, 09/02/2013.

Contado en: http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-

NEW_NOTA_INTERIOR-11868149.html, 09/02/2013.

CORPORACIÓN TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. Transparencia en la Justicia.

En: http://www.transparenciacolombia.org.co/trasparencia//tabid //67/Default/aspx,

consultado: 30/08/2012.

CORREDOR, Consuelo, 1990, Democracia, economía y paz, en Primer congreso Nacional

Universitario por la Paz, Edit. ICFES-Redunipaz-ASCUN, Bogotá. Citado por:

CÁRDENAS Declaración de Mary Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas

para los Derechos Humanos, ante el 58° periodo de sesiones de la Comisión de Derechos

Humanos: presentación del Informe sobre Colombia, Bogotá, abril de 2002.

DEFENSORIA DEL PUEBLO, Derechos Humanos, para vivir en paz. La desaparición

forzada y los derechos de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Bogotá,

2005.

- La desaparición forzada y los derechos de las víctimas de las violaciones a los

derechos humanos.2ª. Ed. Bogotá, 2005.

DELGADO HERNANDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones,

149

intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado

colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos,

Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de investigación en Paz, No violencia y

Postconflicto, Mayo de 2012.

DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un

comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006.

Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/venezuela/rvecs/gonzalez.pdf. p. 1 –

37. Consultado: 09/02/2013.

Documento de la ONU N° E/CN.4/2006/009, Informe de la oficina del Alto Comisionado

para los Derechos Humanos sobre la situación de derechos humanos en Colombia

(referente a la situación en 2005), 20 de enero de 2010, párr. 28.

Documento de la ONU N°A/HRC/16/22, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones

Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de derechos humanos en Colombia, 3

de febrero de 2011, párr. 26.

Documento, Verdad, Reparación y Justicia para Colombia: algunas reflexiones y

recomendaciones, escrito por: Rodrigo Uprimny y Luis Manuel Lasso, disponible en pdf.

ELLACURÍA, Ignacio y SOBRINO, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, 1999.

ELLACURÍA, Ignacio, Escritos Teológicos, El verdadero pueblo de Dios, según monseñor

romero. Tomo II.

- Iglesia sacramento histórico de salvación, Tomo II.

- Escritos Teológicos, Las bienaventuranzas, carta fundacional de la iglesia de los

pobres, Tomo II.

- Ignacio, filosofía de la realidad histórica. Madrid: Ed. Trota, Fundación Xavier

Zubiri, 1991.

EVELY, Louis, Fe y libertad. Salamanca: Ed. Sígueme, 1970.

FLICHY, Odile, La obra de Lucas. Cuadernos Bíblicos. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2003.

FRADES, Eduardo, Fundamentación bíblico-teológica de los Derechos Humanos, en htp:

servicioskoinonia.org.

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACÁ, CIPADE, Derecho Internacional

Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño

Ulloa, Jorge Eduardo, 2002.

150

GARAVITO VILLAREAL, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado

por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009.

GIRALDO S.J., Javier, Búsqueda de verdad y justicia. Seis experiencias en posconflicto.

CINEP, disponible en pdf.

Impactos y respuestas de las sociedades frente a los procesos de búsqueda y exhumación de

víctimas de desaparición forzada, exposición en el II Congreso Mundial de Trabajo Social

en procesos de Exhumación, Desaparición Forzada, Justicia y Verdad-Bogotá, 22 de abril

de 2010, pdf.

GOMES ISA, Felipe, DE CURREA LUGO, Víctor; GODED, Mónica, E. SALAMANCA,

Manuel y GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008.

GÓMEZ ISA, Felipe, DE CURREA LUGO, Víctor; GODED, Mónica, E. SALAMANCA,

Manuel y GONZÁLEZ E. Fernán, Editor, Hacia la reconciliación del país: Desarrollo,

Política y Territorio en regiones afectadas por el conflicto armado. ODECOFI,

COLCIENCIASM Y CINEP. Bogotá: Ed. Anthropos, Ltda. , 2008.

GRILLI, Massimo, GÁNDARA, D. Landgrave y LANGNER, Córdula, Riqueza y

solidaridad en la obra de Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006.

GUIDDENS Anthony, Habermas Jürgen, Jay Martin, McCarthy Thomas, Rorty Richard,

Wellmer Albrecht y Whitebook Joel, Habermas y la Modernidad.

GUTIERREZ CUERVO, Rafael, S.J., Cristología y moral, el seguimiento de Jesucristo

como compromiso con la justicia, 2004.

GUTIERREZ, Gustavo, El Dios de la vida. Salamanca: Ed. Sígueme, 1992.

HABERMAS, fragmentos-teológicos 90 – 93. Citado por Garavito Villareal, Daniel,

Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad

Javeriana-Facultad de Teología, 2009.

HABERMAS, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad.

INICIATIVAS DE MUJERES COLOMBIANAS POR LA PAZ, documento público

número 4, Justicia y seguridad para las víctimas del conflicto armado, análisis en

perspectiva de género, disponible en pdf.

151

LA CUAVA, Francisco, Nuevo Testamento Interlineal Griego- Español. Editorial Clie.

LÉON-DUFOUR, Xavier, La fracción del pan…,

LOHFINK, Gerhard, La iglesia que Jesús quería. 2° edición, Bilbao: Desclee de Brouwer,

1986.

MARDONES M., José, Fe y política. El compromiso político de los cristianos en tiempos

de desencanto. Bilbao: Ed. Sal Terrae, 1993.

MARTINEZ M., S.J., Víctor, Sentido Social de la Eucaristía. II. La Justicia hecha Pan. 2ª

edición- Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Colección Teología Hoy N. 24.

MEDINA GALLEGO, Carlos, Conflicto armado y procesos de paz en Colombia. Memoria

de casos FARC-EP y ELN. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2009.

METZ, Dios y tiempo, p. 56. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de

las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de

Teología, 2009.

METZ, Memoria passionis, p. 58. Citado por: Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón

de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de

Teología, 2009.

MOLTMANN, Teología de la esperanza, 372. Citado por Garavito Villareal, Daniel,

Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad

Javeriana-Facultad de Teología, 2009.

MOSCONI, Luis, La buena noticia de Jesús según san Lucas. Pistas para una lectura

contemplativa espiritual y militante. México: Ed. Dabar, 1993.

MOVICE, Justicia Protección de las Víctimas de Crímenes de Estado. Cp. Sucre.

NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae,

2010, p. 64. Consultado en:

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/colhoy/colo6.htm, 09/02/2013.

PROCURADURÍA GENERAL DE LA NACIÓN, Instituto de Estudios del Ministerio

Público, Raíces sin tierra, Atención e impacto del desplazamiento forzado, Procuraduría

152

Delegada para la Defensa del Menor y de la Familia, Colombia, 1999.

QUESNEL, Michel y GRUSON, Philippe, La Biblia y su cultura. Jesús y el Nuevo

Testamento.

REDEPAZ, Víctimas del Conflicto Armado en Colombia: perfil, escenarios, autores y

hechos. Bogotá, Disponible en pdf.www.redepaz.org.co.

RESTREPO A, Jorge y APONTE, David, Guerra y violencia en Colombia. Herramientas e

interpretaciones. Bogotá: Ed. Pontificia Universidad Javeriana, 2009.

REVISTA CHRISTUS, Teología y Ciencias Humanas, agosto 1991.

- Del dolor a la esperanza, enero- febrero 1999.

REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, La violencia en el Meta, cuestión de intolerancia,

Eugenio Guerrero, Volumen 1. N° 2, Abril – Junio, 1996.

- Artículo, Constancias históricas, Razones Jurídicas. Escrito por: Dr. Jorge Eliecer

Molano, No. 13 Abril-Junio, 2000, p. 4 – 20.

- Artículo, El paramilitarismo: ¿un fenómeno accidental o marginal, o una estrategia

del sistema? Doctor Jorge Molano, Volumen 2, N° 5. 1997, p. 65.

- Artículo, Elementos de lectura sobre la tragedia en Colombia, por Javier Giraldo,

S.J., Chicago, marzo 17 de 2001, N° 15, Octubre – Diciembre 2000. p. 13.

- Artículo, La Escuela de las Américas: Aprendizaje del terror, por Michel López,

Volumen 1, N° 3, Julio- Diciembre 1996, p. 39.

- Artículo, Los desafíos de la paz. Escrito por: Javier Giraldo M., S.J. No. 8, Abril-

Junio 1998, p. 17.

- Artículo, Propuesta regulativa en búsqueda de la paz, por Eduardo Lanchero, N° 8,

Abril – Junio 1998, p. 34.

- Violencia política en Colombia, N. 44, Julio – Diciembre 2011, CINEP/Programa

por la paz, pdf, p. 61.

REYES MATE, Memoria de Occidente. Actualidad de pensadores judíos olvidados,

Barcelona, Editorial Anthropos, 1997.

RIVERA, Miguel Eduardo, La Construcción del Posconflicto en Colombia. Bogotá: Ed.

Prisma Asociados Ltda. Primera edición 2003.

RUIZ DE LA PEÑA, Juan, La pascua de la creación, Escatología. Madrid: Ed. Biblioteca

de autores cristianos, 1996.

153

SCHÖKEL, L. Alonso, Biblia de Nuestro Pueblo. Reproducción, Misioneros Claretianos.

Bilbao: Ed. Mensajero, XI edición, 2009.

SCHREITER, J. Robert, Violencia y reconciliación. Santander: Ed. Sal Terrae, 1992.

STORNIOLO, Ivo, Cómo leer el Evangelio de san Lucas. Los pobres construyen la nueva

historia. Bogotá: Ed. San Pablo, 2002.

Tesis realizada por: Lina Marcela Guzmán Quintero, Influencia de los factores aceleradores

del conflicto del Meda en la dificultad de desarrollo del departamento. Disponible en pdf, p.

1 – 46.

Tesis, Conflicto armado y crecimiento económico municipal en Colombia. Por: Iván

Mauricio Durán Pabón, Universidad Nacional, 2011, p. 1, disponible en pdf.

URRUTIA ASUA, Gorka, Colombia en su laberinto. Una mirada al conflicto. Bilbao: Ed.

Catarata, 2008.

VICEPRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, Observatorio del Programa Presidencial de

Derechos Humanos, Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH

1998 – 2002.

VIGIL, José María, La opción por los pobres. Santander: Ed. Sal Terrae, 1991.