la mediación fe-justicia: lectura de lucas 4, 16 – 21 en
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LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA:
LECTURA DE LUCAS 4, 16 – 21 EN EL PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN
DE LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO
FERNEY CAPERA RODRÍGUEZ
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
PROGRAMA DE LICENCIATURA EN TEOLOGÍA
BOGOTÁ D.C
2013
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LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA:
LECTURA DE LUCAS 4, 16 – 21 EN EL PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN
DE LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO
FERNEY CAPERA RODRÍGUEZ
Trabajo de grado para optar el título de Licenciado en Teología
Tutor
OSCAR ARANGO ALZATE
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
PROGRAMA DE LICENCIATURA EN TEOLOGÍA
BOGOTÁ D.C.
2013
3
Nota de aceptación:
“La universidad no se hace responsable por los
conceptos omitidos por sus alumnos en sus trabajos de
grado, sólo velará porque no se publique nada
contrario al dogma y moral católico y porque el
trabajo no contenga ataques y polémicas puramente
personales, antes bien, se ve en ellas el anhelo de
buscar la verdad y la justicia”.
Reglamento de la Pontificia Universidad Javeriana
Artículo 23 de la resolución No 13 de 1964.
_____________________________
Firma del presidente del jurado
_________________________
Firma del jurado
_________________________
Firma del jurado
Bogotá D.C., 21 febrero de 2013.
4
DEDICATORIA
Este trabajo está dedicado en honor a las víctimas del conflicto armado colombiano, sus
familiares y allegados de los miles de torturados, asesinados y desaparecidos que ha dejado
la violencia política en Colombia.
Se agradece todo el aporte académico de profesores y personal administrativo de la
Pontificia Universidad Javeriana, como al tutor Oscar Arango A. por su dirección,
paciencia y apoyo en la elaboración del presente trabajo. Igualmente, está dedicada a
Julián Arturo Capera Casas, mi hijo, y a su mamá, Deicy Casas Morea, por su apoyo
incondicional. Se gratifica el aporte pedagógico de Ángela Gallego Restrepo, asesora
pedagógica de la Universidad la FUCLA como al Padre Armando Valencia, Misionero
Claretiano, por su colaboración y ayuda. También, se agradece notablemente todo el apoyo
de la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, bajo la dirección de Jaime Arturo León
Sepúlveda y todo el personal que labora en dicha Corporación como a los miembros de las
distintas organizaciones sociales que cada día ofrendan sus vidas por salvaguardar los
derechos de los pueblos victimizados por el actual conflicto interno colombiano. Así
mismo, en agradecimiento a toda mi familia, mis amigos y a todos aquellos que han hecho
posible que este trabajo se realice.
5
Contenido
RESUMEN ............................................................................................................................. 7
ANTECEDENTES ................................................................................................................. 9
DEFINICIÓN DEL PROBLEMA ....................................................................................... 14
JUSTIFICACIÓN ................................................................................................................ 15
OBJETIVO GENERAL ....................................................................................................... 21
OBJETIVOS ESPECÍFICOS ............................................................................................... 21
MARCO CONCEPTUAL .................................................................................................... 21
FE-JUSTICIA ...................................................................................................................... 21
CONFLICTO ARMADO..................................................................................................... 26
VÍCTIMAS .......................................................................................................................... 34
INJUSTICIA ........................................................................................................................ 40
METODOLOGÍA ................................................................................................................ 45
CAPÍTULO I ........................................................................................................................ 47
VIOLENCIA, VÍCTIMAS E INJUSTICIA ......................................................................... 47
1.1. Las víctimas en medio del conflicto armado ......................................................... 47
1.2. La realidad existencial de las víctimas .................................................................. 60
1.3. La realidad de las víctimas a nivel político ........................................................... 62
1.4. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel económico .................. 68
1.5. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel social .......................... 71
1.6. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel cultural ....................... 76
CAPÍTULO II ...................................................................................................................... 80
COMPRENSIÓN HERMENÉUTICA DE LUCAS 4, 16 – 21: .......................................... 80
ELEMENTOS DE RESIGNIFICACIÓN ............................................................................ 80
2.1. El texto: Lucas 4, 16 – 21........................................................................................ 80
2.2. El contexto de Lucas 4, 16 – 21 ................................................................................ 89
2.3. Lc 4, 16 – 21 y la mediación fe-justicia ...................................................................... 98
6
CAPÍTULO III ................................................................................................................... 106
LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA: .................................................................................... 106
UN PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN ......................................................................... 106
3.1. Fe-justicia como memoria ................................................................................... 106
3.2. Fe-justicia como reparación ................................................................................ 113
3.3. Fe-justicia como esperanza-praxis ...................................................................... 118
3.4. Fe-justicia como reconciliación ........................................................................... 121
3.5. Fe-justicia como resistencia noviolenta .............................................................. 125
3.6. Lineamientos pedagógicos desde la fe-justicia como memoria, reconciliación y
esperanza-praxis hacia el acompañamiento a las víctimas ............................................... 130
4. CONCLUSIONES ...................................................................................................... 141
5. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................ 145
7
RESUMEN
En la presente investigación se comprenderá cómo el conflicto armado colombiano ha
dejado víctimas que reclaman sus derechos vulnerados por los actores en conflicto. Se hará
presente que el conflicto ha utilizado a la población civil como “objeto” en sus acciones
bélicas sin tener en cuenta sus derechos, su dignidad y el respeto por sus vidas. Se mostrará,
igualmente, cómo las víctimas han sobrevivido ante la violencia desde la denuncia de la
injusticia a través de los actos de memoria de víctimas, la organización, el amor, la fe y la
esperanza.
Así, para iluminar la realidad de injusticia que viven las víctimas, el Evangelio de Lucas 4,
16 – 21 anuncia que: (…) “El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque él me ha ungido
para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los
cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el
año de gracia del Señor”1(...). Desde este anuncio profético, la mediación fe-justicia
invitará a forjar una praxis de fe orientada por la justicia que lleve a la liberación de la
injusticia que enfrentan las víctimas en medio del conflicto armado.
Esta investigación asumirá el camino metodológico de la Teología de la Liberación para
abordar la investigación en tres momentos: dimensión socio analítica, dimensión
hermenéutica y dimensión práctica.
1 Cfr. LA BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO, Luis Alonso Schökel. Reproducción, Misioneros Claretianos. Bilbao: Ed. Mensajero, XI edición, 2009.
8
Los capítulos que se abordaran irán en el siguiente orden:
a) Análisis de la realidad de injusticia que enfrentan las víctimas del conflicto armado
colombiano; b) Comprensión hermenéutica de Lucas 4, 16 – 21 desde sus elementos de
aporte a la realidad de injusticia que enfrentan las víctimas en medio de conflicto armado;
c) Fundamentación práctica de la mediación fe-justicia como acción liberadora hacia el
rescate de la vida y el respeto por la dignidad humana.
Para desarrollar esta investigación, en primer lugar, se analizará la realidad de injusticia que
se ha generado en las víctimas del conflicto armado colombiano, mostrando cómo la
violencia ha dejado desplazamientos, marginación, vulneración de derechos, rompimiento
del tejido social y victimización.
En segundo lugar, se hará una lectura de la realidad de las víctimas en sus procesos de
búsqueda de la justicia a partir del anuncio profético de Lucas 4, 16 – 21, generando un
itinerario que ilumine el proceso de resignificación de la injusticia causada en medio del
conflicto.
En tercer lugar, se fundamentará la mediación fe-justicia hacia el consuelo, la esperanza, el
retorno y la resignificación del sufrimiento causado en medio del conflicto armado
colombiano, colocando en evidencia los elementos claves que aporta la mediación fe-
justicia a las víctimas que enfrentan el conflicto armado.
Palabras claves: fe-Justicia, organización, ética de la vida, dignidad, reconstrucción,
praxis de fe.
9
ANTECEDENTES
La injusticia en Colombia ha dejado víctimas cuyo daño es irreparable, pues, ante la
realidad que enfrentan las víctimas en medio del conflicto armado, no queda otra opción
que asumir o enfrentar el dolor que genera ser víctima y vivir con la impronta de la pérdida
de sus bienes, sus seres queridos, su cultura o todo lo que ha dejado en su territorio: sus
amigos, el hogar, su trabajo, la idiosincrasia de su región, la tierra, sus experiencias vitales
y todo lo vivido en su lugar de origen como un relato de vida que nunca podrá ser igual.
Así, se reconoce que el conflicto armado trae consigo una realidad de injusticia traducida
en hambre, pobreza, marginación, necesidades físicas y deconstrucción de tejidos sociales a
nivel educativo, comunitario, familiar y personal. Se puede decir que las secuelas de la
violencia, la injusticia generada hacia poblaciones campesinas, indígenas, urbanas, entre
otras, enmarca un clamor de justicia, de lucha, resistencia y búsqueda de bienestar y
libertad. Por tal razón, el Cristo liberador se hace presente en la memoria de las víctimas
para exigir una justicia que va más allá de las propuestas políticas de reparación que el
Estado intenta ofrecer2.
Según Louis Evely, “Cristo es el liberador. La fe cristiana es fe en un poder de liberación
que nos hace pasar del mundo de la esclavitud al reino de la libertad. El hombre es esclavo
de innumerables dueños: su ceguera, sus pasiones, sus semejantes, sus pecados, la muerte.
La ley no tiene ningún poder de liberación: poste indicador, es útil para ser consultado,
pero no nos hará avanzar un solo paso. Cristo resucitado es el único hombre libre y
liberador”3.
Este autor hace un llamado que permite entender que la fe debe tener un fin liberador,
donde las cadenas de la injusticia sean reemplazadas por la fe en Cristo, quien hace una
2 DEFENSORÍA DEL PUEBLO, La desaparición forzada y los derechos de las víctimas de las violaciones a
los derechos humanos.2ª. Ed. Bogotá, 2005, p. 11. 3 EVELY, Louis, Fe y libertad. Salamanca: Ed. Sígueme, 1970, p. 117.
10
denuncia de injusticia cuando él mismo se entrega por amor a los suyos en la cruz. Por ello,
Leonardo Boff, “con base en los elementos proporcionados por la teología de la liberación
(…), realiza un esfuerzo orientado a recuperar la riqueza religiosa que se halla en el
universo simbólico y sacramental de la vida. A partir de allí, efectúa una lectura
sacramental en donde se presenta la significación simbólica del Misterio Eucarístico”4.
Lo que Boff intenta mostrar es el sentido sacramental, simbólico y sagrado que tiene la
vida. También indica el carácter de Jesús al darse en la Eucaristía como un “acto de
justicia5” que, irremediablemente, es una denuncia de injusticia, porque el cuerpo de Cristo,
al igual que muchos cuerpos, es sagrado y muere en una acción violenta e injusta6. Por eso
dice: “me entrego como alimento para daros vida”7. Lo que se pone en juego no es que
Jesús vaya a la muerte como medio de salvación y liberación, sino que, siendo fiel a Dios y
a los suyos hasta la muerte, se hace alimento de justicia denunciando la injusticia para que
todo aquel que crea en él tenga vida en abundancia y no muera (Jn 10, 10 ss.).
Así es como la fe-justicia se hace un referente de denuncia de la injusticia, el desamor, el
destierro, la desolación y la victimización de personas. Por ello se entiende que el conflicto
armado colombiano deja una huella de injusticia que no será fácil de aceptar y nadie estará
de acuerdo con este tipo atropellos contra el pueblo colombiano. Esto permite comprender
que la fe debe hacerse justicia en medio del conflicto armado como un horizonte de
esperanza y utopía que permita optar por la construcción de un mundo más humano y
hermano.
4 Cfr. MARTINEZ M., S.J., Víctor, Sentido Social de la Eucaristía. II. La Justicia hecha Pan. 2ª edición- Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Colección Teología Hoy N. 24. p. 121. 5 LÉON-DUFOUR, Xavier, La fracción del pan…, p. 172 – 173.
6 BOFF, Leonardo, La fe en la periferia del mundo. El caminar de la Iglesia con los oprimidos. Salterrae
Santander, 1985, p. 13 – 14. 7 MARTINEZ M., S.J., Víctor, Sentido Social de la Eucaristía. II. La Justicia hecha Pan. 2ª edición- Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Colección Teología Hoy N. 24. p. 60.
11
Sin embargo, Robert J. Schreiter describe que: “el aspecto más insidioso de la violencia,
del trato injusto y discriminatorio, es precisamente su capacidad de destruir nuestra
identidad física y síquica y quebrar nuestra más básica seguridad a través de falsas
narraciones que intentan dar sentido a nuestras vidas (…) los opresores distorsionan la
realidad contando otra historia, proponiendo una narración basada en la mentira con el
fin de atrapar a las víctimas en la visión de la realidad que a ellos les interesa”8.
Este autor da a conocer cómo la injusticia, además de ser un atropello contra la vida, la
dignidad y los derechos de las personas, se torna como un discurso que justifica el accionar
de los actores en conflicto (guerrillas, miembros de la fuerza pública y grupos emergentes)
que con sus acciones bélicas pasan por encima de las personas sin tener en cuenta todo el
sufrimiento que generan. Es decir, se hace creer a la sociedad que las víctimas tienen algo
que ver con el conflicto para que se haya generado su desalojo, su muerte, su desaparición y
exterminio.
Por ello, la búsqueda de la fe-justicia, debe pasar por una lucha en contra de las estructuras
de injusticia que se generan y que, tanto el Estado como los entes en conflicto, son
responsables del daño causado. Robert J. Schreiter dice: “no es solo cuestión de cicatrizar
las heridas del recuerdo y aceptar el perdón; se trata también de trasformar las
estructuras sociales que provocan, promueven y justifican la violencia”9.
Por consiguiente, la realidad de injusticia que padecen las víctimas del conflicto armado
colombiano, no puede verse fuera del contexto de los actores que han generado esta
realidad en Colombia; por esto mismo, se debe enjuiciar, denunciar y evidenciar la
injusticia que se ha ido cometiendo.
8 SCHREITER, J. Robert, Violencia y reconciliación. Santander: Ed. Sal Terrae, 1992, p. 7. 9 Ibídem, p. 11.
12
Por eso se llega a la conclusión que las víctimas del conflicto armado surgen de un tipo de
violencia que tiene un trasfondo intencional de apocar, callar, silenciar y asesinar a aquellas
personas que están ejerciendo, dentro de la coyuntura social, algún tipo de resistencia frente
al dominio explotador de los actores en conflicto, quienes se proponen tener el control
territorial, político, económico y cultural de las zonas donde hacen presencia. Igualmente,
son vistos como enemigos del sistema político vigente aquellos que profesan una ideología
dentro de un movimiento social o están denunciando la injusticia que se ejerce sobre alguna
población, territorio o cultura10
.
Ante esto, las víctimas han sido objeto de atropellos contra sus vidas, sus hijos, su territorio
y su cultura, siendo estigmatizadas y marginadas con el rótulo de los fracasados,
desplazados y socialmente excluidos, quienes han ido a engrosar los niveles de pobreza y
marginalidad en las distintas ciudades, pueblos y en todo el territorio nacional, siendo
objeto de la vulneración de sus derechos, civiles y políticos, producto de la violencia y la
injusticia social.
Así es como la revista “Noche y Niebla11
define a la violencia política como aquella
ejercida como medio de lucha político-social, ya sea con el fin de mantener, modificar,
substituir o destruir un modelo de Estado o de sociedad, o también para destruir o reprimir
a un grupo humano con identidad dentro de la sociedad por su afinidad social, política,
gremial, étnica, racial, religiosa, cultural, o ideológica, este o no organizado”12
.
Así, la realidad del conflicto se puede definir como una situación de tensión entre los
actores armados a causa de las divergencias de opinión, intereses, intenciones, planes de
acción, etc., que entran en pugna y confrontación, llegando a la lucha armada, la imposición
de sus propias leyes y, con ello, la vulneración de los derechos de la población civil.
10
Cfr. CINEP, REVISTA NOCHE Y NIEBLA, Violencia política en Colombia, N. 44, Julio – Diciembre 2011, Programa por la paz, pdf, p. 1. Consultado: 18/09/2012. 11
Ibídem. 12 Ibídem.
13
Es así como el conflicto armado colombiano genera injusticias ocasionadas por las luchas
de los actores armados por mantener el control político, económico, cultural y social del
territorio nacional, colocando a las poblaciones en medio de estos enfrentamientos y, por
supuesto, violando sus derechos, su territorio y su dignidad. De fondo hay unos intereses
económicos, políticos e ideológicos que se defienden por parte de los actores en conflicto,
colocando a la población civil en medio de estas luchas de poder y arbitrariedades que se
comenten en el marco de la violencia del conflicto armado13
.
Entonces, la injusticia hacia las víctimas ha de verse como una realidad de desigualdad
social, de impunidad, de muerte y negación de la vida, la dignidad y los derechos de las
gentes.
Pero, qué estará pasando si Colombia se reconoce en la Constitución Política de 1991 como
un “Estado Social de Derecho”, así:
“Artículo 11. El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.
Artículo 12. Nadie será sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o
penas crueles, inhumanas o degradantes.
Artículo 13. Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la
misma protección y trato de las autoridades y recibirán los mismos derechos,
libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza,
origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”14
.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante señalar que, ante la injusticia generada en
medio del conflicto armado, Colombia atraviesa por escenarios inconstitucionales que
permite que se violen los derechos de las gentes, se cometan atropellos en todo sentido
13
Ibídem. 14 Constitución Política de Colombia, 1991, Ministerio de Gobierno.
14
contra la sociedad civil y se genere un estado de impunidad, violencia, injusticia,
corrupción y anarquía en varias zonas del país.
Lo que se vislumbra, gracias a las observaciones hechas por el investigador en zonas de
conflicto armado como el Chocó, el Meta, Norte de Santander, Antioquia, el Tolima, el
Huila y Bogotá D.C., es una recurrencia violenta a la represión que se traduce en
intimidación armada de parte de las guerrillas, grupos paramilitares y la fuerza pública;
humillación y terrorismo hacia poblaciones rurales; control de territorios para explotación
minera, siembra de cultivos ilícitos, sustracción de matarías primas y expropiación de
territorios que pertenecen a los pobladores de las regiones afectadas15
.
Se puede decir, entonces, que la realidad que enfrentan las víctimas del conflicto armado
está inmersa en una problemática social de deshumanización; pérdida del valor de la vida;
recurrencia a la violencia para apaciguar las voces de denuncia y reclamo de respeto hacia
la vida y la dignidad de las personas; olvido de las masacres ocurridas y legitimación de las
acciones bélicas cometidas contra las poblaciones rurales, indígenas y urbanas que no son
actores armados.
DEFINICIÓN DEL PROBLEMA
Ante este panorama que se está dando a conocer, el problema de la presente investigación
se formula en los siguientes términos:
¿Qué aportes hace la mediación fe-justicia para abordar la realidad de las víctimas del
conflicto armado colombiano en sus procesos de búsqueda a partir del análisis
hermenéutico de Lucas 4, 16 – 21 como proceso de resignificación?
15
Estas afirmaciones son registradas por el investigador gracias a las observaciones realizadas en el territorio
del Cacarica – Chocó de Enero a Diciembre de 2010.
15
JUSTIFICACIÓN
Para hacer una aproximación que justifique el problema planteado, será necesario formular
el papel que juega la mediación fe-justicia en la presente investigación. Desde la tradición
bíblica y eclesial, los teólogos y agentes pastorales, han llegado a la conclusión que la fe
demanda una acción a favor de la vida como “acto profético16
” que denuncia una acción
injusta en contra de la vida, los derechos y la dignidad de las personas.
En los evangelios se hace alusión a ese anuncio profético que trae la Buena Noticia del
Reino: (…) “El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la
Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a
los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del
Señor (Lc 4, 16 ss.). Con este anuncio se comprende que la proclamación de la fe-justicia
traerá libertad a los oprimidos, vista a los ciegos, anuncio del año de gracia y se pone en
alto la venida del Espíritu Santo, la conversión, el sentido de vivir la fe comunitariamente y
el pertenecer a la mesa del Señor
Por ello se dice que Jesús es el profeta escatológico que ha venido a liberar a los hombres
de la esclavitud: “las parábolas de Jesús manifiestan claramente su actitud profética y
especialmente las parábolas del Reino reflejan fielmente su Buena Nueva y el carácter
escatológico de su predicación. En ellas con su actuación está trasmitiendo la situación del
hombre ante Dios y la actitud de Dios para con los hombres”17
.
Por esto se citan las parábolas de Jesús, ya que, según su anuncio, exhortan la llegada del
Reino, denuncian la injusticia y proclaman el consuelo y la esperanza de una vida nueva en
Cristo. Por consiguiente, el hombre lee su realidad de vida y trascendencia con ojos de Dios
16
Op. Cit. MARTINEZ M., S.J., Víctor, Sentido Social de la Eucaristía. II. La Justicia hecha Pan. 2ª edición- Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Colección Teología Hoy N. 24. p. 96. 17 Ibídem, p. 91.
16
y éste se hace presente en sus luchas y sufrimientos como el Dios liberador que trae
consuelo y resistencia ante el dominio de los opresores.
Visto de esta manera, el anuncio del Evangelio indica necesariamente una praxis de fe-
justicia que, en la situación de las víctimas, no puede conformarse con la reparación física y
material que se propone para remediar el daño causado por el conflicto armado: se necesita
una acción desde el Evangelio que permita hacer un reconocimiento del daño causado,
asumir una responsabilidad que no llegará a ser subsanada bajo ninguna circunstancia,
hacer duelo para resignificar el dolor causado por la injusticia y resarcir materialmente a las
víctimas, generando un clima de consolación, esperanza, retorno y restablecimiento de los
derechos fundamentales vulnerados por el conflicto. Bajo estas premisas, el
acompañamiento psicosocial, la búsqueda constante de alternativas de vida, el
fortalecimiento en la fe y la reubicación en zonas humanitarias de la población víctima, ha
sido un camino que se ha ido construyendo como itinerario que ha ido resignificando la
condición de víctima.
Según Louis Evely, “las ideas conducen al mundo cuando iluminan las realidades que
cada uno vive oscuramente. Una palabra verdadera puede hacer explotar millones de
energías latentes. Lo que le falta sobre todo a la Iglesia de hoy es un esfuerzo de
pensamiento para responder con lealtad a los interrogantes de nuestros
contemporáneos”18
.
Lo que se busca es dar respuestas de fe-justicia que trasforme la realidad de injusticia que
enfrentan las víctimas, pues, no puede haber un anuncio de vida, esperanza, prosperidad y
amor, si la realidad de vida de las personas está siendo vulnerada por los actores en
conflicto.
18 Cfr. EVELY, Louis, Fe y libertad. Salamanca: Ed. Sígueme, 1970, p. 131.
17
En tal sentido, estos actores armados legitiman su accionar dominando a la población civil,
conquistando sus territorios por la fuerza, infringiendo las normas constitucionales de
respeto por la vida y la dignidad humana y castigando represivamente a campesinos,
indígenas y demás población civil por pertenecer a uno u otro grupo.
Ante esto, los cristianos19
, antes al Vaticano II, hablaban de la vanguardia de la fe de la
Iglesia, de repudiar los actos violentos, las bombas, las armas atómicas, proclamando que
es imposible justificar cualquier guerra, incluso la guerra defensiva; pero hoy, después de
tanta violencia e impunidad, los mismos cristianos apoyan la revolución y la insurrección
contra el orden establecido20
.
Desde esta comprensión que ha ido surgiendo entorno a la fe-justicia, vale la pena seguir
apoyando esta interpretación evangélica del anuncio kerigmático, pues, la Iglesia no puede
seguir salvaguardando unos dogmas, que siguen siendo muy importantes, pero que la
demanda social y la injusticia, exige una mirada que contemple la denuncia, la exigencia de
los derechos y la proclamación de la libertad y la soberanía de los pueblos oprimidos como
justicia divina. Pero, no se trata de defender y justificar la violencia, sino exigir los
derechos, deberes, libertades y responsabilidades que permiten vivir digna y
soberanamente. Sin embargo, la Iglesia se ha ido renovando y su anuncio evangélico ha
promovido la justicia, la paz y el rescate de la dignidad humana.
Así, según Louis Evely:
“Es violento cualquier medio que no respeta la libertad de la persona. Idealmente,
el hombre debería ser conducido por convicciones. Para modificar su conducta, no
hay humanamente más que un solo remedio: extender su información, estimular su
reflexión, mejorar su conducta. Pero este ideal se alcanza con mucha lentitud, todos
19
Ibídem, p. 132 20 Ibídem.
18
los sistemas de gobierno se esfuerzan en recurrir a la violencia: dirigir al individuo
por medio de presiones físicas, psicológicas, económicas, que van acorralando la
libertad”21
.
Aquí lo que se está mostrando es que, por encima de cualquier realidad, debe primar el
respeto por la dignidad de las personas, reconocer su soberanía y permitir que éstas vivan
en prosperidad y felicidad; sin embargo, no es así, ya que los sistemas de gobierno, no de
modo general, poco invierten en educación, bienestar, socialización y capacitación sobre
problemáticas que perjudican a toda la humanidad; hay poca conciencia ciudadana,
relaciones fragmentadas y no se evidencian reflexiones sobre la vida que involucren a la
población en general en la trasformación social22
.
Desde esta mirada a la realidad que sufren las víctimas, debe existir una propuesta
evangélica que permita abrir el corazón a Dios, crear conciencia a favor de la vida y
rechazo de la violencia; crear comunión entre la sociedad que exija el respeto por los
derechos de las personas, reconstruir el tejido social opacado y destruido por la violencia y
hacer del Evangelio una propuesta de esperanza, lucha y resistencia ante la muerte y la
barbarie. Por ello el Evangelio dice: “miren a mi siervo, a mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él pondré mi Espíritu para que anuncie la justicia a las naciones. No gritará, no
discutirá, no voceará por las calles. No quebrará la caña débil, no apagará la vela
vacilante, hasta que haga triunfar la justicia” (Mt 12, 18 – 20). Así, la acción evangélica
ha de proporcionar la opción a favor de la vida como mecanismo que dignifique la
condición del ser humano como hijo de Dios en su realización integral.
Según Louis Evely:
21 Ibídem, p. 132 – 133. 22
Op. Cit. ACNUR y CODHES, Desplazamiento forzado interno en Colombia: conflicto, paz y desarrollo.
Bogotá, Kimpres Ltda., 2001, p. 174 – 176.
19
“Toda intención cristiana está dirigida a una educación de la conciencia. El
cristiano es la revelación de la libertad y de la dignidad del hombre. Dios se hace
hombre para que los hombres se hagan Dios (…) el Evangelio es vital; no es
práctico, no busquéis en él recetas que os dispensen de reflexionar, sino impulsos
que os abran la imaginación y el corazón”23
.
Desde esta aproximación, es justo que desde el Evangelio se iluminen los procesos de
resistencia que vienen haciendo las víctimas del conflicto armado y se logre, desde esta
perspectiva, contribuir a que haya verdad, justicia, reparación y no repetición de la barbarie
que se ha ido cometiendo contra las personas en medio del conflicto armado24
.
En este orden de ideas, la mediación fe-justicia es, entonces, un fundamento que ilumina el
itinerario de las víctimas, reconociendo que ésta es un eje fundamental en la consolación, la
reconstrucción, el retorno y la resignificación del daño causado por la violencia. Además,
es importante decir que a las víctimas les ha faltado el componente de la fe-justicia
evangélica para no caer en la lucha social sin fundamento ético y moral, cayendo en el
activismo y la lucha bajo ideales meramente revolucionarios que llevan a empuñar armas y
crear nuevos levantamientos.
Entonces, es importante decir que, teniendo en cuenta que la mayoría de víctimas provienen
de ambientes religiosos populares y llevan consigo sueños y esperanzas de construcción de
un mundo mejor donde se les ha de respetar sus vidas y puedan trabajar con dignidad, es
merecido que a través de la acción evangélica las víctimas encuentren un sentido liberador
de fe-justicia que permita el bienestar y la dignidad para todos.
23 Op. Cit. EVELY, Louis, Fe y libertad. Salamanca: Ed. Sígueme, 1970, p. 134 – 135. 24
CINEP, REVISTA NOCHE Y NIEBLA, Violencia política en Colombia, N. 44, Julio – Diciembre 2011, Programa por la paz, pdf, p. 49. Consultado: 22/09/2012.
20
Esto hace pensar que es lógico seguir iluminando la experiencia de fe de las víctimas desde
una teología que aborde sus problemas, que tenga en cuenta sus sueños y anhelos de un
mundo mejor y que haga creíble la fe como una práctica de justicia hacia la humanización y
denuncia de la injusticia. Es poner la mirada en la propuesta de liberación, aquí y ahora,
que nos trae el anuncio del Evangelio, donde el Reino de Dios es la libertad de los
oprimidos, el consuelo de los afligidos, le venida del Espíritu Santo y el anuncio del año de
gracia del Señor (Lc 4, 16 – 21).
Por consiguiente, los beneficios de esta investigación se verán en el compromiso social que
se va creando en todas las personas que ven en el Evangelio una propuesta de vida, de
amor, donde el profetismo lleva a realizar una denuncia de injusticia, de impunidad, que
manifiestamente no puede quedarse en el olvido y que, para los entes eclesiales, no puede
ser sólo una coyuntura política, sino una barbarie que se está cometiendo contra la sociedad
que no puede pasar desapercibida sin ser tenida en cuenta por la teología.
Desde el punto de vista de la alteridad, la relación con el otro, lo que me constituye en
relación con los otros, debe desbordar la sensibilidad, como lo fue en Jesús, hacia la
compasión, el sentir con el otro para acompañarlo en sus angustias y sufrimientos. Así, la
fe-justicia debe ser el pilar que hace entrar en relación y respeto para con el otro y su
realidad mistérica de divinidad como sujetos único e hijos de Dios.
Entonces, se reconoce este trabajo como práctica formativa que permite al investigador
poner al servicio de la comunidad educativa los contenidos pedagógicos y teológicos que,
desde el análisis contextual, la comprensión hermenéutica del Evangelio y la evidencia de
una praxis fe marcada por la justicia, debe llevar a contrarrestar la deshumanización
generada por la violencia en la realidad que enfrentan las víctimas del conflicto armado
colombiano.
21
OBJETIVO GENERAL
Explicitar el sentido que tiene la mediación fe-justicia para Iluminar la realidad de las
víctimas del conflicto armado colombiano en sus procesos de búsqueda a partir del
análisis hermenéutico de Lucas 4, 16 – 21 como proceso de resignificación.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
1. Abordar la realidad de injusticia que se ha generado en las víctimas por acción del conflicto
armado colombiano.
2. Comprender la realidad de las víctimas en su búsqueda de la justicia a partir de la lectura de
Lucas 4, 16 – 21.
3. Explicitar la mediación fe-justicia como proceso de resignificación en las víctimas.
MARCO CONCEPTUAL
Para abordar el marco conceptual, es preciso delimitar las categorías claves que serán
objeto de estudio en esta investigación: fe-justicia, conflicto armado, víctimas e injusticia.
En cada una de las categorías enunciadas, se abordará la naturaleza de cada una de ellas, lo
que permite tener una visión clara y objetiva de éstas en la presente investigación.
FE-JUSTICIA
Ellacuría aborda la mediación fe-justicia como algo que nunca debe separarse. La fe debe
llevar a una manera distinta de ser en la historia.
El cristiano debe saber que su contribución, en los procesos de liberación, debe crear una
conexión real y operante entre la fe y la acción por la justicia.
22
Por ello Ellacuría25
dice que “los otros”, sobre todo si son los oprimidos, son ya en sí el
sacramento de Cristo y el cuerpo histórico de Cristo, la historia de su divinidad crucificada;
pero no sólo son de modo estático y simbólico, sino que lo son en su concreta situación
real, en sus angustias y sufrimientos y en sus luchas de liberación. Son ellos el lugar donde
debe darse la contemplación, pero no tomándolos como objeto de la misma, sino como
realidad que se apodera de uno mismo y le obliga a compartir su marcha histórica y sus
problemas personales.
En este sentido, en el contexto de opresión y violencia, se debe crear una relación entre fe-
justicia que comprometa una acción liberadora entorno a la lucha por la defensa de la vida.
Desde aquí se dice que la fe debe llevarnos a la liberación histórica como proceso de
liberación integral desde la exigencia de la justicia hacia los preferidos del Reino26
.
Así, si subsumimos bajo el término “justicia” todo esfuerzo histórico por liberar al hombre
de todas sus opresiones, sobre todo de las opresiones causadas históricamente por acciones
humanas y por las estructuras sociales, no puede negarse que la justicia está presente
prácticamente en todas las páginas de la revelación27
.
Ellacuría habla de la filosofía de la historia donde muestra que ésta no es sólo un horizonte
de sentido, sino que en ella el ser humano ha estado siempre luchando por liberarse de los
males que nos devienen como signo de muerte y destrucción de la vida28
. También este
autor deja muy claro que en los procesos de liberación, refiriéndose a Monseñor Romero,
el pueblo se identifica con el pastor desde una comunión de amor cristiano: "el pastor es la
25
ELLACURÍA, Ignacio y SOBRINO, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, 1999, p. 1 – 3 26 Ibídem. 27 Ibídem, p. 153s. 28 ELLACURIA, Ignacio, filosofía de la realidad histórica. Madrid: Ed. Trota, Fundación Xavier Zubiri, 1991.
23
voz de los sin voz"29
. Es decir que la lucha por la justicia es también un camino profético,
donde el pastor camina con su pueblo hacia la liberación de la opresión que deja la
violencia.
Ellacuría propició e impulsó con los pobres su liberación, pero insistió – y no por pura
rutina- en que ésta debe ser integral, la cual no se desprende sólo de la fidelidad al
magisterio de la Iglesia–que así habla de la liberación–sino de la labor por antonomasia del
ser cristiano30
. Es así como el anuncio profético del Kerigma, es anuncio de liberación que
implica una misión que debe asumir el cristiano que ha creído en la Buena Nueva del Reino
de Dios. Por ello Ellacuría define a la teología formalmente como momento ideológico de
una praxis eclesial e histórica31
.
Igualmente, la justicia, para salir del materialismo y del positivismo histórico, debe pasar
por una experiencia de bondad y compasión en un compromiso histórico de construcción de
esperanza en medio del vacío que deja la injusticia y la destrucción de los pueblos32
. Así,
desde los documentos de Medellín, Puebla y Santo Domingo, Ignacio Ellacuría se ve
arrobado a trabajar desde una iglesia que asume el sufrimiento humano acaecido en las
víctimas que en un grito profético piden justicia33
.
En este orden de ideas, la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, exigen hoy un
compromiso moral que permita ver la naturaleza del problema y darle un horizonte de
sentido desde una fe liberadora desde una praxis de fe-justicia.
29 ELLACURÍA, Ignacio, Escritos Teológicos, El verdadero pueblo de Dios, según monseñor romero. Tomo II, p. 357- 396. 30 Ibídem, p. 76s. 31 Ibídem, p. 41s. 32 RUIZ DE LA PEÑA, Juan, La pascua de la creación, Escatología. Madrid: Ed. Biblioteca de autores cristianos, 1996. 33 ELLACURÍA, Ignacio, Escritos Teológicos, Las bienaventuranzas, carta fundacional de la iglesia de los pobres, Tomo II, p. 417- 437.
24
Por lo mismo, Eduardo Frades, como ejemplo, nos propone comprender que el Éxodo
constituyó un proceso de liberación del sistema opresivo de Egipto, el cual, a través de la
organización, el pueblo de Israel fue descubriendo un rostro de Dios trabajador,
comunitario, equitativo, solidario y humano que permitió ir construyendo un proceso de
liberación integral34
.
Sin embargo, a pesar de todo el trabajo de defensa de la vida, de lucha y ayuda a las
víctimas, las religiones también han atropellado la vida y la dignidad de las personas en
nombre de Dios, pues la Iglesia se preocupa mayormente por hablar del pecado contra los
sacramentos que abordar la realidad de sufrimiento y marginación que enfrentan las
víctimas en medio de la opresión que ejercen los entes armados en la realidad del conflicto
armado35
.
Ante esto se postula que la vida, las personas, la tierra, la naturaleza y todo el universo
simbólico de la creación, tiene una connotación sagrada que vale la pena rescatar. Por ello
se critica que la Iglesia, por salvaguardar la práctica sacramental desde lo ritual y la
compresión de pecado-culpa como trasgresión de la ley de Dios, haya olvidado defender la
vida amenazada por la injusticia que genera ser víctima en medio de un sistema injusto36
.
En este sentido, el Evangelio es una propuesta alternativa que permite generar una
conciencia moral a favor de la vida, unos procesos que van en búsqueda de formar una
sociedad más humana y fraterna donde no se le vea al otro como terrorista o enemigo; por
el contrario, se propone una teología basada en la libertad, la vida, la esperanza y la utopía,
34 FRADES, Eduardo, Fundamentación bíblico-teológica de los Derechos Humanos, en htp: servicioskoinonia.org. 35 CASTILLO, José María, El reino de Dios por la vida y la dignidad de los seres humanos. Bilbao: Ed. Desclée de Brouwer, segunda edición. 36 CASTILLO, José María, Símbolos de libertad.
25
que son categorías del Reino de Dios que van formando una teología del sufrimiento que
permite luchar y levantarse proféticamente como denuncia ante la victimización37
.
Por otro lado, José María Castillo empieza su libro, el proyecto de Jesús, hablando de la
libertad como categoría fundamental del Reino de Dios. Comprende que la llegada del
Reino, el anuncio, indica la implantación de la justicia donde todos sean liberados de las
cadenas de injusticia y opresión38
. En este sentido, la misión de la Iglesia debe tener una
dimensión social, pues, según el Evangelio, la lucha de los cristianos primitivos tuvo una
incidencia social liberadora sobre la marginación de la opresión imperial39
. De tal modo, el
Dios de la vida se revela para ir en contra de la muerte, salvaguardando la vida como
principio de todo bien en el que Dios actúa y se hace su fundamento40
.
Así podemos ver con claridad que, una opción fundamental por las víctimas, llevará a la
lucha por su liberación y la búsqueda de la justicia41
. Entonces, la justicia, como ley natural
fundada en la naturaleza, va más allá de la legislación, reconociendo un derecho natural que
tiene toda persona a vivir y ser reconocido socialmente como sujeto de derechos y deberes.
Desde esta mirada, la justicia es la cualidad moral que obliga a los hombres a practicar
cosas justas42
. Por eso la justicia y el derecho encuentran su fundamento en el valor
supremo que tiene la vida en sí misma y que debe ser respetada. De ahí que la justicia
supone una relación de alteridad que exige un compromiso de solidaridad universal como
37 CASTILLO, José María, Los pobres y la teología, ¿Qué queda de la teología de la liberación? Bilbao: Ed. Desclée de Brouwer, 1997. 38 CASTILLO, José María, El proyecto de Jesús. 39CASTILLO, José María, La dimensión social de nuestra misión: ¿Cómo responder? Htp/servicioskoinonia.org. 40 GUTIERREZ, Gustavo, El Dios de la vida. Salamanca: Ed. Sígueme, 1992. 41 ELLACURÍA, Ignacio, Escritos teológicos, Iglesia sacramento histórico de salvación, Tomo II, p. 454- 485. 42 Ética a Nicómaco, libro V. p. 34 – 38.
26
una realidad dinámica crítica, donde éticamente el otro debe ser protegido y respetado43
.
Bajo estos presupuestos, la fe-justicia, constituye un camino metodológico que lleva a crear
una ética, un itinerario o utopía de Reino que nos hace pasar de una fe conceptual, etérea, a
una fe centrada en lo social desde la trasformación histórica de la sociedad que reivindique
el valor de las personas, la vida y sus roles como sujetos de derecho e hijos de Dios.
CONFLICTO ARMADO
En Colombia la realidad que embarga el conflicto armado, desde la mirada histórica, se
enfatiza desde los hechos que marcaron su origen. Se dice que más o menos surge desde
1948 a 1964 cuando las Farc, en los departamentos de Tolima, Huila y Cauca, en medio de
la política partidista de mediados del siglo XX, se enfrenta con la política del Estado,
encerrada en represión y cerramiento del sistema político, dando una fuerte batalla en la
llamada “operación Marquetalia” en 1964, optando por declararse así: Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), con el ánimo de seguir la lucha y tomarse el
poder44
. Es importante decir que este grupo guerrillero, inicialmente, para enfrentar el
régimen partidista de liberales y conservadores y lograr su supervivencia, desde la
confrontación armada, se denominan “Comunistas”, integrados con Ligas Campesinas y
Movimientos Agrarios que reclamaban reivindicaciones que el Estado no les otorgaba45
.
En este sentido, los grupos e ideologías izquierdistas que, en el caso de las Farc,
especialmente, hacen presencia en Colombia desde más o menos 1964, creando una
resistencia armada contra el Estado, realizan masacres, intimidan a la población y ejercen
control y usufructo territorial, son vistas dentro del conflicto como la estructura oponente
43 GUTIERREZ CUERVO, Rafael, S.J., Cristología y moral, el seguimiento de Jesucristo como compromiso con la justicia, 2004, p. 183. 44
DELGADO HERNANDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones, intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos, Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de investigación en Paz, No violencia y Postconflicto, Mayo de 2012, p. 43. 45
Ibídem.
27
que hay que acabar, combatir y desarticular. En contraposición a esta realidad, hacia el año
1979 a 1981, nace un grupo reconocido como los MAS (muerte a secuestradores) producto
de la alianza entre Ejército, Policía, empresarios y ganaderos del Magdalena Medio,
organizados en una lucha contrainsurgente combatiendo el Partido Comunista, la izquierda,
ya que el Comunismo y los izquierdistas registraban un notable auge en el Madalena
Medio, Cimitarra y Puerto Boyacá46
.
Ante esta realidad, cabe anotar que se debe generar una fuerza que combata los
movimientos insurgentes que intentan tomarse el poder.
Ante esto, para proteger a empresarios, ganaderos, desarticular la insurgencia y combatir
los movimientos que se oponen a las políticas de Estado, surgen los MAS, que estaban
conformados también para defender los intereses de los terratenientes y entes políticos,
reconocidos como “mano negra, los pájaros, chulavitas, guates, sonsos o chulos”,
impulsados por sectores económicos, políticos, judiciales y militares, siendo este un
proyecto clandestino, inicialmente, no vinculado a ninguna institución oficial, se mantiene
sin la aprobación constitucional47
.
Igualmente, haciendo un análisis histórico muy corto, se ha ido descubriendo que el
Ejército, desde una ideología anticomunista y antiterrorista en los años 80, intenta armar a
la población civil como “juntas de autodefensas”, como proyecto de Estado, desde la
ideología de la Seguridad Nacional para combatir las fuerzas izquierdistas; desde ahí el
paramilitarismo intenta ser un proyecto legal, pero la Corte Suprema de Justicia, en 1988,
lo declara inconstitucional. Sin embargo, bajo el mandato de Ernesto Samper Pizano, con la
46 Ibídem, p. 50. 47 Ibídem, Artículo, El paramilitarismo: ¿un fenómeno accidental o marginal, o una estrategia del sistema? Doctor Jorge Molano, Volumen 2, N° 5. 1997, p. 65.
28
denominación de Asociaciones de Vigilancia Rural (CONVIVIR), se reconoce legalmente
el proyecto paraestatal que ampara la política de Seguridad Nacional48
.
Así, las reflexiones que se han hecho en torno al conflicto armado colombiano, dan muestra
que la realidad conflictiva de este país no es casual ni marginal, que la violencia tiene un
trasfondo que no se puede encubrir bajo argumentos que hacen creer que todas las acciones
bélicas se originan con el fin de combatir la insurgencia:
“Necesariamente debe decirse que los modelos de control social, político y
territorial tienen constantes históricas determinadas por el ejercicio abusivo,
terrorista y amedrentador del poder, en donde la responsabilidad en la realización
–activa u omisiva- no corresponde de manera exclusiva al Estado, entendido éste
como ente público y estructura político-jurídico, sino que la responsabilidad se
sienta en el régimen o sistema, en los célebres términos de uno de los mayores
gestores de la represión en nuestra patria”49
.
Así, Javier Giraldo50
, reconoce el conflicto interno en Colombia como una tragedia humana
con una agravante de injusticia social donde existen fuerzas opuestas: los ricos, los pobres,
las jerarquías y elites sociales que dejan al descubierto un país con hambre, desempleo,
insatisfacción de las necesidades básicas, estructuras políticas corruptas, impunidad, poco
funcionamiento del modelo de justicia y desprotección de los derechos de las personas51
.
En este sentido, el conflicto armado es la manifestación de la desigualdad social, del estado
de impunidad al que se ha llegado para mantener el dominio explotador de los poderes
48 Ibídem, p. 66. 49 REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, El paramilitarismo: ¿un fenómeno accidental o marginal, o una estrategia del sistema? Doctor Jorge Molano, Volumen 2, N° 5. 1997, p. 65. 50 REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Elementos de lectura sobre la tragedia en Colombia, por Javier Giraldo, S.J., Chicago, marzo 17 de 2001, N° 15, Octubre – Diciembre 2000. p. 13. 51
Ibídem.
29
dominantes, salvaguardando los intereses políticos, económicos, nacionales y territoriales
de los entes en conflicto (Fuerza Pública, guerrillas y paramilitares). Tal es la situación del
conflicto armado, que no se trata de hacer un memorial de víctimas, crímenes,
desplazamientos y atropellos a las distintas poblaciones sin mirar las causas, actores y
hechos que generan el llamado conflicto armado52
.
Por ello, “el surgimiento del paramilitarismo se explica a partir de la coincidencia
de intereses ilícitos entre la fuerza pública, líderes políticos locales, terratenientes y
narcotraficantes, inicialmente motivados por una pretensión contrainsurgente, pero
que muy pronto develó sus verdaderos propósitos: adelantar una campaña
sistemática de eliminación física, de cualquier manifestación política que cuestione
los poderes instituidos”53
.
Esto hace creer que existe una tensión entre los poderes políticos y entes armados
(guerrillas, Fuerza Pública y paramilitares o bandas criminales), los cuales se polarizan y
generan división política, gremial e ideológica, cuya manifestación en las poblaciones
afectadas genera un ambiente de tensión, miedo, terrorismo, intimidación y partidismo,
quedando la población civil en medio de los grupos armados como blanco de ataque54
.
La tipificación que se hace de los grupos armado permite distinguir la polaridad en la cual
el conflicto es más evidente: las guerrillas, que siembran terrorismo, violencia, secuestro y
asesinan civiles; los legales, reconocidos como Fuerza Pública, que deben velar por el
control y la seguridad del Estado, unidos con los ilegales que, actuando de modo
52
REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, La violencia en el Meta, cuestión de intolerancia, Eugenio Guerrero, Volumen 1. N° 2, Abril – Junio, 1996, p. 4. 53
Ibídem. 54
Ibídem.
30
encubierto, siembran terror, violencia e injusticia y hacen el trabajo oscuro que los militares
no realizan por temor a ser descubiertos y judicializados55
.
“La masacre de Trujillo fue uno de los más sanguinarios episodios de la historia
colombiana. Comenzando en abril de 1989, más de 250 personas fueron sometidas
a horrendas torturas y finalmente asesinados por miembros de la policía, el ejército
y sicarios al servicio de los narcotraficantes asentados en la región”56
.
Generalmente se puede decir que el control territorial de los grupos armados tiene una
intencionalidad de usufructo económico, expropiación de tierras, siembra de cultivos
ilícitos, implantación de Megaproyectos de parte de Trasnacionales y empresarios, así
como realizar persecución política y dar muerte a líderes, jornaleros, indígenas y
trabajadores públicos, siendo esto una muestra de la naturaleza del conflicto armado57
.
Es por esto que los reportes que llegan se pronuncian así:
“Este año han sido víctimas de la guerrilla y paramilitares, alcaldes, líderes
indígenas, promotores de salud, comerciantes, presidentes de juntas de acción
comunal, y, sobre todo, campesinos (...). Las comunidades indígenas fueron
víctimas tanto de la guerrilla como de los paramilitares al oponerse a la utilización
de sus territorios por estos grupos armados”58
.
Así mismo, en lo que se puede observar en los territorios influenciados por los grupos
armados, el conflicto demarca zonas para el control territorial de los actores armados,
55
REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, La Escuela de las Américas: Aprendizaje del terror, por Michel López, Volumen 1, N° 3, Julio- Diciembre 1996, p. 39. 56
Ibídem. 57
Declaración de Mary Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ante el 58° periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos: presentación del Informe sobre Colombia, Bogotá, abril de 2002, p. 35. 58
Ibídem.
31
quienes ejercer una influencia represiva y dominante sobre la población civil. En
observaciones hechas en zonas como el Cacarica, donde funcionando dos zonas
humanitarias (Comunidad de Vida y Paz y Nueva Esperanza) en el departamento del
Chocó, la represión del Frente 57 de las Farc es notoria y evidente, pues obligan a la
población a seguir sus políticas, a trabajar comunitariamente, ordenan la entrada y salida de
los líderes y demás habitantes, realizan retenes, paros armados o toques de queda y asesinan
a aquellos que infringen sus políticas59
.
Del mismo modo, en zonas controladas por paramilitares y miembros de la Fuerza Pública
(caso de Jiguamiandó en Riosucio – Chocó, entre otros) se realizan retenes, detenciones
arbitrarias, control de alimentos, control de movilidad de la población e interceptación de
llamadas; existe presencia latente y camuflada de miembros de estos grupos; hay
hostigamientos entre bandos, intimidación y allanamientos; se realizan difusiones de
volantes amenazadores; muestran su poderío a través de motos, carros de lujo, joyas, armas
sofisticadas, uso de prendas privativas del Ejército por parte de paramilitares, patrullaje
constante y asesinatos selectivos60
.
Por otro lado, según el informe entregado por la Alta Comisionada de la ONU, el conflicto
colombiano, en las incursiones y enfrentamientos, ha destruido, además de la destrucción
del tejido social de modo personal, social y colectivo a nivel síquico, emocional y físico,
estructuras educativas, puestos de policía, alcaldías, establecimientos públicos, lugares
sagrados como iglesias, templos, capillas y puentes61
.
En tanto, puede haber varias lecturas entorno al origen, naturaleza y evolución del conflicto
armado, pero, desde las distintas miradas, podemos hacer la siguiente conclusión:
59
Ibídem. 60
Ibídem. 61 Ibídem, p. 42 – 45.
32
“La evolución de este conflicto puede explicarse a través de las siguientes fases:
emergencia del conflicto armado, periodo comprendido entre 1948 y 1966;
incipiente consolidación de actores armados y emergencia de expresiones del
movimiento social, de 1966 a 1980; profundización del conflicto armado,
negociaciones de paz, y empoderamiento pacifista de expresiones de la sociedad
civil por la paz, de 1980 al año 2002; cambio en escenario estratégico del conflicto
armado, negación del conflicto, paz negativa y desmovilización de autodefensas o
paramilitares, año 2002 a 2008”62
.
Es importante señalar que el conflicto armado no se puede ver de manera lineal, sino que su
perpetuidad en la historia colombiana, por un lado, ha sido latente y, por otro, se ha
manifestado abiertamente como realidad de violencia que ha cobrado vidas humanas y
destrucción del tejido social de las poblaciones afectadas.
A partir de 1996, se presenta un cambio significativo en la dinámica del conflicto,
en gran parte como resultado de los efectos del periodo de ajuste anterior, en el que
los grupos guerrilleros y paramilitares se fortalecieron, como resultado de ello se
da “un incremento importante tanto en la intensidad del conflicto” como en la
frecuencia de combates y ataques (…) además de un creciente involucramiento de
la población civil (…) así la dinámica de escalamiento de la guerra en el país, en
ese momento, se explica por diversos factores, entre los cuales es pertinente
destacar las ofensivas de los grupos guerrilleros, la articulación de la mayoría de
los grupos paramilitares en una sola organización (AUC) y el despliegue de su
estrategia de violencia contra la población civil y, finalmente, la trasformación,
62 DELGADO HERNANDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones, intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos, Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de Investigación en Paz, No violencia y Postconflicto, Mayo de 2012, p. 59.
33
modernización y avances tecnológicos de las fuerzas estatales y su respuesta a la
ofensiva insurgente63
.
Dada está comprensión, inicialmente el conflicto surge de una coyuntura política con
agravantes en una realidad de injusticia social que tiene el efecto de la insurrección de
campesinos y líderes comunistas que exigen unos derechos y un modelo de Estado distinto;
pero, gracias a que el Estado no escuchan las exigencias de parte de los izquierdistas, se
consolidan los actores como grupos en oposición defendiendo sus distintos intereses. Bajo
estos parámetros, los movimientos sociales también se manifiestan, pidiendo que el Estado
sea equitativo y se responsabilice de la problemática social que ha dejado víctimas, terror,
marginación, pobreza y exclusión64
.
Después de los 80 se incrementan las incursiones militares, matanzas, persecución,
exterminio de la UP y se llega a pedir la salida negociada del conflicto65
. Del 2002 en
adelante, pero ya desde 1997, las autodefensas hacen presencia a nivel nacional y es cuando
más se registran casos de torturas, asesinatos, desplazamiento, desapariciones y crímenes
extrajudiciales. Del 2008 hasta nuestros días, existen las llamadas “bandas criminales”
(BACRIM), que siendo una nueva estrategia paramilitar, al igual que las guerrillas y demás
alzados en armas, siguen sembrando la injusticia, la violencia y disputándose las distintas
zonas y regiones del país66
.
63 RESTREPO A, Jorge y APONTE, David, Guerra y violencia en Colombia. Herramientas e interpretaciones. Bogotá: Ed. Pontificia Universidad Javeriana, 2009, p. 36. 64
Ibídem. 65
Op. Cit. DELGADO HERNANDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones, intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos, Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de Investigación en Paz, No violencia y Postconflicto, Mayo de 2012, p. 59. 66
Ibídem.
34
VÍCTIMAS
“Hablamos de víctimas como sujetos de una historia no contada, pero también de sujetos
de una historia que en estos momentos se está escribiendo y recordando. Hablamos de
familiares y sobrevivientes, personas que han crecido en un país donde pensar diferente y
vivir en una tierra fértil es un delito. Estas víctimas ahora se encuentran articuladas para
reclamar sus derechos y decir con una sola voz: “ni perdón ni olvido”67
. Dado lo anterior,
es necesario caracterizar a las víctimas, ya que esto permite tener una visión cercana de las
personas que han sido asesinadas, torturadas, intimidadas, desaparecidas y desplazadas de
sus regiones de origen.
Albert Nolan68
nos cuenta que las víctimas, originadas por estructuras injustas, son
oprimidas, se les hace sufrir crueldades, privaciones, humillaciones, situaciones que no se
pueden describir con sólo palabras. Describe que los efectos de las estructuras injustas son
tan devastadores, dañinos y perjudiciales, que se pueden juzgar como un crimen contra la
humanidad. Se reconoce así que víctima no es solo quien está desaparecido o ha sido
asesinado, sino también los sobrevivientes como el esposo, la madre, el padre, los
familiares, hermanos/as, allegados o amigo que reclamen y denuncien o no la desaparición,
el homicidio, la tortura o el desplazamiento de una persona, una familia o un grupo
determinado69
. Por ejemplo, en el caso de las comunidades indígenas de Cacarica – Chocó,
en el año 2011, fueron asesinados 4 indígenas del Resguardo de Perancho por parte del
Frente 57 de las Farc, los cuales, desde la organización indígena CAMIZBA (Cabildo
Mayor Indígena Zonal del Bajo Atrato) se hizo la denuncia70
. Se puede afirmar así que las
víctimas son: indígenas, agricultores, campesinos, amas de casa, viudas, jóvenes, niños,
67 MOVICE, Justicia Protección de las Víctimas de Crímenes de Estado. Cp. Sucre, p. 9. 68 NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 190. 69
Ibídem. 70
Este reporte es tomado de los hechos ocurridos en enero de 2011, cuando Las FARC asesinó a 4 indígenas
del Resguardo de Perancho, ubicado en el territorio chocoano conocido como el Cacarica del departamento
del Chocó.
35
trabajadores y discapacitados que han sido objeto de ataque y vulneración de parte de
actores armados.
Según el artículo 5° de la Ley 975 de 2005 de Justicia y Paz, se entiende por
víctima la persona que individual o colectivamente haya sufrido daños directos
tales como lesiones transitorias o permanentes que ocasionen algún tipo de
discapacidad física, síquica y/o sensorial (visual y/o auditiva), sufrimiento
emocional, perdida financiera o menoscabo de sus derechos fundamentales (…) se
entenderá por víctima al cónyuge, compañero/a permanente, y familiar de víctima
en primer grado de consanguinidad cuando ésta ha sido asesinada o desaparecida.
La condición de víctima se adquiere con independencia de que se identifique,
aprehenda, procese o condene al autor de la conducta punible y sin consideración a
la relación familiar existente entre el autor y la víctima71
.
Así, desde la creación de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación, se
han recibido 112.343 denuncias de hechos atribuidos a grupos armados al margen de la
ley72
. En este orden de ideas, desde la realidad de injusticia, la mayoría de víctimas son
jóvenes entre los 16 y 18 años de edad reconocidos como campesinos habitantes de zonas
rurales donde se realizan operaciones militares y que son provienen de familias con escasos
recursos económicos en búsqueda de empleo o de mejores oportunidades de vida; jóvenes
con situaciones menores de delincuencia o que han participado de falsas desmovilizaciones;
también, sobre todo, en los falsos positivos, se usan como víctimas a indigentes,
drogadictos y discapacitados o personas marginadas que no tienen incidencia social y nadie
las reclama (limpieza social)73
.
71 REDEPAZ, Víctimas del Conflicto Armado en Colombia: perfil, escenarios, autores y hechos. Disponible en pdf.www.redepaz.org.co, p. 6. 72 Ibídem. 73 Documento de la ONU N° E/CN.4/2006/009, Informe de la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos sobre la situación de derechos humanos en Colombia (referente a la situación en 2005), 20 de enero de 2010, párr. 28.
36
Según REDEPAZ, las víctimas son un 72% mujeres y un 28% hombres, de los cuales, el
45% son víctimas entre 31 a 50 años de edad; el 31% son víctimas entre 31 a 50 años de
edad; el 13% son víctimas menores de 30 años; existe un 6% sin reconocer y un 5% son
mayores de 70 años. Igualmente, se ha confirmado que el 56% de las víctimas sólo han
estudiado la primaria; el 26 % la secundaria; el 5% con estudios universitarios; el 2 y 5%
con estudios técnicos y educación no formal y un 11% sin ningún estudio. Como lugar de
los hechos, un 39% sucedieron en Antioquia; un 7% en Magdalena, Norte de Santander y
Bolívar; el 6% en el Cesar y un 34% en otros departamentos. Según la estadística, el 69%
de las víctimas son responsabilidad de los paramilitares (AUC); un 15% son víctimas de
bandas criminales (BACRIM); el 6% por acciones militares; otro 6% por acciones de las
guerrillas y un 4% que no registra responsables74
.
También, el CINEP, de enero 1 a diciembre 31 de 2011, registró en toda Colombia 449
personas amenazadas, 2 atentados, 13 desaparecidos, 123 personas detenidas
arbitrariamente, 273 ejecuciones extrajudiciales, 183 heridos, 39 personas torturadas y 8
mujeres con signos de violencia sexual, para un total de 1090 víctimas75
. De igual modo, un
informe elaborado por el Banco de Datos del Centro de Investigación y Educación Popular
(CINEP), reporta un total de 1. 741 víctimas de ejecuciones extrajudiciales ocurridas entre
1984 y 2011. De ellas, 1.189 ocurrieron entre 2002 y 2008, lo cual corresponde al 68% de
los casos registrados76
. Conjuntamente, el Observatorio de la Coordinación Colombia-
Europa y Estados Unidos (CCEEU), atribuye 3. 345 ejecuciones extrajudiciales a la Fuerza
Pública entre los años 2002 y 2008. Igualmente, en el informe que emitió la oficina en
Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones en el 2010, se afirma que más o menos
74 REDEPAZ, Víctimas del Conflicto Armado en Colombia: perfil, escenarios, autores y hechos. Disponible en pdf.www.redepaz.org.co, p.16 – 18. 75 REVISTA NOCHE Y NIEBLA, Violencia política en Colombia, N. 44, Julio – Diciembre 2011, CINEP/Programa por la paz, pdf, p. 61. 76 Banco de Datos de Derechos Humanos y Violencia Sociopolítica de CINEP, Programa por la paz (ppp), Deuda con la humanidad 2: 23 años de falsos positivos (1988 – 2011), Bogotá 2011, Tabla 1, p. 325.
37
3.000 personas fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales, atribuidas principalmente al
Ejército colombiano, ocurridas en todo el país entre el 2004 a 200877
.
Pero, más que rendir un informe y una caracterización de las víctimas, es preciso hacer una
mirada retrospectiva que permita hacer conciencia de esta realidad que viven las víctimas y
reconocer que en Colombia, la barbarie y el genocidio, es una muestra del estado de
deshumanización al que se ha llegado gracias a las estructuras de muerte que han
conformado los grupos armados.
Se dice que Colombia es un estado soberano, justo y equitativo y todos tienen los mismos
derechos y oportunidades. Es por ello que, según la Constitución Política, Artículo 1.
“Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de Republica unitaria,
descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y
pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de
las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”78
.
La Constitución Colombiana ha prevalecido después de todas las disputas por el poder de
los partidos tradicionales (liberales y conservadores) gracias a que, desde la Constituyente
de 1991, se ha ampliado el nivel de participación democrática, unidad territorial, se ha
aceptado la diversidad cultural y se busca que todas las personas gocen de los mismos
derechos, deberes, libertades y responsabilidad a nivel individual, familiar y colectivo79
.
Así mismo, la Constitución (Artículo 42) reconoce a la familia como núcleo fundamental
de la sociedad.
77 Documento de la ONU N°A/HRC/16/22, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de derechos humanos en Colombia, 3 de febrero de 2011, párr. 26. 78 Constitución Política de Colombia, 1991, Artículo 42. 79
Ibídem, Artículo 1.
38
Teniendo en cuenta lo anterior, el Estado colombiano no puede permitir que con la
victimización de inocentes, con la impunidad generada en los crímenes, torturas,
desapariciones, secuestros e inseguridad nacional, se empañe ese legado que la
Constitución intenta sostener: ser un “Estado Social de Derecho”, participación, unidad,
soberanía y dignidad humana.
Según el compilador Jorge Eduardo Londoño Ulloa, “se trata de diseñar un proceso que no
se quede impasible ante el terror y la muerte, que se responsabilice de las víctimas,
denuncie la barbarie y se resista a la razón totalizadora”80
. Lo que se pretende, entonces,
es hacer que el Estado asuma su deber Constitucional de ser el detentador de las voluntades
del constituyente primario, ya que éste ha puesto su confianza en la Constitución, siendo el
Estado el garante de los derechos, deberes, obligaciones y libertades allí proclamadas.
La denuncia que hacen las víctimas, desde la realidad que han tenido que enfrentar, donde
todos sus sueños, intereses, libertades, derechos han sido reducidos, es una denuncia que
clama a que se revise el Estado de derecho que proclama la Constitución donde se exige
que, ante la barbarie que han causado los actores armados, se haga justicia y que todas las
personas puedan vivir con seguridad y dignidad en el territorio nacional. Por eso se le
atribuye a este país una conciencia de insensibilidad, así:
“Colombia está enferma de apatía, nos dolemos más frente a la caída del
imperialismo que ante el escándalo de nuestra propia realidad. La sociedad toda,
los llamados actores armados del conflicto, el gobierno y cada uno de nosotros nos
encontramos sumidos en la más absoluta indiferencia frente al sufrimiento del otro,
ante la barbarie dejamos de oír, de ver, de hablar”81
.
80 FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACÁ, CIPADE, Derecho Internacional Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño Ulloa, Jorge Eduardo, 2002, p. 177. 81 Ibídem, p. 174.
39
Bajo estos presupuestos las víctimas viven su drama: no hay interés por hacer memoria de
sus historias y relatos de vida; no se pregunta por ellos y ellas; están olvidados por el
Estado y sólo se les entregan algunas ayudas asistencialistas para remediar la realidad de
pobreza y marginación82
. Hay silencio y complicidad ante la desolación que ha dejado el
conflicto; no se juzga al verdugo por temor, amenaza e intimidación; sólo a veces hay cierta
conmoción cuando las víctimas lanzan sus voces de protesta y denuncian que sus
familiares, amigos, compañeros, están desaparecidos y nadie da razón de su suerte83
.
Es así que ante la gran declaración de derechos, libertades, bienestar y solidaridad que
proclama la Constitución colombiana, de fondo se esconde un estado de impunidad,
pobreza, zozobra, victimización, silencio y muerte. Por eso, el rostro del que sufre, escribe
Reyes Mate, establece conmigo una relación compleja y hasta paradójica: es un mandato y
es una súplica84
.
Es decir, el rostro del otro, la víctima ahí en su situación, es una súplica implícita que clama
ayuda, que altera mi mismidad y me permite acercarme, levantarlo e ir en su ayuda (Cfr. Lc
10, 25 – 37); es un ser arrojado que su rostro revela una realidad de injusticia que no puede
ser olvidada, ni puede ser remediada con obsequios asistencialistas. Las víctimas no pueden
ser vistas como mendigas tratadas con indiferencia y apatía, porque son la muestra de un
sistema injusto que ha preferido las armas, el engaño, la represión y la violencia, que el
bienestar, la salud y la seguridad para la sociedad.
Ante esta realidad de victimización, los escritores en sus célebres palabras dicen:
82
Ibídem. 83
Ibídem. 84
REYES MATE, Memoria de Occidente. Actualidad de pensadores judíos olvidados, Barcelona, Editorial Anthropos, 1997, p. 273.
40
Me acongoja pensar en los desafortunados, sobre todo en los que murieron de
adolescentes o apenas entrados en la edad adulta cuyo recuerdo no he perdido; a
causa de un accidente, de una enfermedad, a consecuencia de dramáticas
peripecias vividas por mi generación, bombardeos, acechanzas, venganzas,
choques bélicos, campos de exterminio, porque ellos, ¿precisamente ellos?,
pregunta sin respuesta. Inmediatamente después la otra pregunta sin respuesta, ¿si
hubieran vivido?, ¿queda aún alguien que los recuerde?, y ¿si no hubiera nadie
para recordarlos?, y ¿si fuera solamente Yo? Qué responsabilidad más tremenda
para un amante de la justicia, la muerte es la cosa peor repartida en este mundo85
.
Son muchas las voces86
que se pronuncian para evocar la realidad de las víctimas, muchas
de ellas son un simple silencio o un suspiro profundo que trémulamente los familiares dejan
salir al recordar sus seres queridos que un día vieron partir de su casa o fueron llevados por
grupos armados para nunca regresar. Por ello, ser víctima, como la misma palabra lo dice,
es haber sido objeto de humillación, terrorismo, violencia, tortura, estigmatización y
exterminio.
INJUSTICIA
Cuando se habla de injusticia, se reconoce que ésta no surge de la nada, sino que debe
haber un sistema, unos actores y unas estructuras que la origina. Si nos vamos a la tradición
evangélica, se encontrará que Jesús y la interpretación que las mismas comunidades
primitivas le dieron a su predicación, fue una denuncia de injusticias creadas por el dominio
imperial. Por eso, “es absolutamente seguro que Jesús rechazó para la comunidad de sus
discípulos la dominación y las estructuras de dominio vigentes en la sociedad (…). En
85 FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACÁ, CIPADE, Derecho Internacional Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño Ulloa, Jorge Eduardo, 2002, p. 3 – 4. 86
Ibídem.
41
cualquier caso, se puede afirmar que la iglesia primitiva captó perfectamente la voluntad
de Jesús de no edificar el verdadero Israel sobre estructuras de dominación humana”87
.
El signo más evidente lo vemos en el Evangelio de Marcos, cuando los hijos del Zebedeo,
Santiago y Juan, le hacen una petición a Jesús (Mc 10, 35 – 41): Maestro, queremos nos
conceda lo que te pidamos. Él les dijo: “¿Qué queréis que os conceda”? Ellos les
respondieron: “Concédenos que nos sentemos en tu gloria, el uno a tu derecha y el otro a
tu izquierda”. Jesús les dijo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del cáliz que yo voy a
beber, o ser bautizado con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?” (…)
Según la interpretación que se puede hacer al texto de Mc 10, 35 – 41 y la escena que este
texto permite reconocer, es análoga con la estructura de poder que se suscita cuando hay un
trono, una potestad que tiene el control y domina como aquellos que se asientan a gobernar
y sólo dan órdenes. Quizás el sistema de poder hoy es distinto y no se gobierna como se
hacía en la antigüedad, pero sí se puede afirmar que existe un sistema opresor que legitima
la injusticia, y no es que no se esté de acuerdo con el Gobierno, sino que el modo de
gobernar ha permitido que al interior de la nación, de la cultura, de la democracia, existan
unas desigualdades, injusticias y atropellos a los mismos miembros de la nación88
.
Para referirse al problema que se intenta resolver, las víctimas, las personas que han
enfrentan el conflicto armado han sufrido un tipo de atropello directo e indirecto. El
atropello directo, tiene que ver con las acciones fácticas que los grupos armados han
realizado sobre la población caracterizada como víctima y, el indirecto, se relaciona con
todos los efectos y situaciones colaterales que subyacen en medio de la realidad del
conflicto armado89
.
87 LOHFINK, Gerhard, La iglesia que Jesús quería. 2° edición, Bilbao: Desclee de Brouwer, 1986, p. 126 – 127. 88
ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 47. 89
Ibídem.
42
Por esto, se dice que los acciones realizadas por el Estado como mecanismos de solución en
la actual realidad de las víctimas por el conflicto armado, no están a la altura de las
necesidades de los afectados, pues, las instituciones estatales y civiles no han demostrado
su operatividad y eficiencia para contrarrestar los efectos que ha dejado y sigue dejando el
conflicto armado colombiano90
. Es importante decir que para subsanar el daño que se ha
hecho a la población víctima, las entidades territoriales y nacionales del Estado, sólo se han
enfocado en la intervención y ayuda humanitaria y poco se ha hecho sobre prevención y
denuncia de la injusticia cometida91
.
Así mismo, se ha dicho que la injusticia que deja el conflicto armado en las víctimas,
genera desarticulación del tejido social a nivel personal, familiar y colectivo. Dicho de otra
manera, el desarraigo territorial, el impacto síquico, el desprendimiento de su lugar de
origen, la despedida obligada de su territorio, su hábitat y el delirio que se origina por la
pérdida de sus seres queridos y sus bienes, es una razón suficiente para decir que la
injusticia deteriora la corporalidad, lo síquico y emocional de cualquier individuo que ha
sufrido en carne propia la violencia injusta que deja el actual conflicto armado92
.
Así, se entiende que la injusticia es ejercida como un tipo de violencia que afecta todas las
dimensiones humanas a nivel físico, psíquico y emocional, lesionando la dignidad, el
cuerpo, la vida, los derechos y la existencia material y espiritual de las personas, dejando
consecuencias psicológicas, morales y sociales. A nivel psíquico, el impacto del hecho
violento puede llegar a sobrepasar los mecanismos internos del proceso normal de
desarrollo de la estructura psíquica en cuanto a su capacidad para buscar bienestar93
.
90
PROCURADURÍA GENERAL DE LA NACIÓN, Instituto de Estudios del Ministerio Público, Raíces sin tierra, Atención e impacto del desplazamiento forzado, Procuraduría Delegada para la Defensa del Menor y de la Familia, Colombia, 1999, p. 35. 91
Ibídem. 92
Ibídem. 93 Ibídem, p. 47.
43
Bajo estos argumentos, la injusticia se ve como una violación al bienestar y a la integridad
física y moral de las personas como algo que desconecta su identidad, sus valores, su moral,
su autoestima y su ser. Por tanto, el temor, el miedo, la ansiedad o angustia, la depresión, la
sicosis (locura), la tristeza, son los efectos que sufre la víctima que ya no es in ser integral,
sino un ser herido, humillado y reducido a cualquier vulneración94
.
Así, ante la situación de injusticia que vive el país y las pocas posibilidades de prosperidad
en las víctimas a causa del terrorismo de los actores armados, se vislumbra que la infamia
más penosa e inhumana que se siente como injusticia social, es la indiferencia, la
insolidaridad, el olvido y la inmediatez que se percibe a nivel social, pues, no se escucha lo
que sucede con la suerte de las víctimas, no hay atención a la realidad de pobreza y
marginación que viven los pueblos victimizados; más bien interesa el confort, la opulencia,
las modas, las relaciones por redes sociales, que la misma realidad de injusticia y violencia
que enfrentan las víctimas.
Según Joan Manuel Serrat, se afirma que:
“No hay otro tiempo que el que nos ha tocado vivir” “(…) Que las manzanas no
huelen, que nadie conoce al vecino, que a los viejos se les aparta después de
habernos servido bien. Que el mar está agonizando; que no hay quien confíe en su
hermano, que la tierra cayó en manos de unos locos con carnet; que el mundo es de
peaje y experimental, que todo es desechable y provisional (…) No hay otro tiempo
que el que nos ha “tocao”. Acláreles quien manda y quien es el “mandao.” (…)95
.
94
Ibídem. 95 J.M. SERRAT. En Transito “A quien corresponda”, Ariola, Madrid, 1981, Citado por: FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACA, CIPADE, Derecho Internacional Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño Ulloa, Jorge Eduardo, 2002, p. 252 – 253.
44
Se cree que la realidad de injusticia en Colombia, como en otros países que sufren
conflictos armados, es una deshumanización causada por la insensibilidad, el egoísmo, el
enriquecimiento de unos pocos, la intolerancia social, la falta de consenso y democracia y
la pérdida del valor de la vida que en Colombia tiene un precio y una estratificación
económica, política, social y religiosa96
.
Pues se asesinan personas indiscriminadamente, se contabilizan las víctimas y se intenta
reparar el daño causado por medio de leyes que dejan al descubierto la impunidad y la
tolerancia de la injusticia, pues el Estado paga con dinero el cuerpo de algunos de los que
han sido masacrados, se dan prebendas y ayudas humanitarias para apaciguar el hambre de
las víctimas, pero de fondo se está ocultando la responsabilidad política y judicial de los
victimarios causantes de la tragedia97
.
Alguna vez, en una entrevista realizada a una de las víctimas que acompaña la Corporación
Claretiana Norman Pérez Bello (CCNPB), después de verla tan angustiada, se le preguntó:
¿cuál era su preocupación?, por lo que contesto: “es que a mí no me han pagado a mi hijo
que fue asesinado como “falso positivo”, de los que llevó el Ejército para el Santander”98
.
Pues lo que se sabe es que el Gobierno pagaba 18 millones de pesos a las víctimas de
“falsos positivos” del caso de Soacha- Sur de Bogotá. Por eso se dice que “vivimos en una
fase de fundamentalismos del mercado (…) y lo que acurre es que el mercado carece de
fundamentos éticos. Por ello, su mano invisible debe ser compensada por la mano visible
del Estado, que debe hacer aflorar conceptos éticos, sociales y morales”99
.
96
REDEPAZ, Víctimas del conflicto armado: perfil, escenarios, autores y hechos. Bogotá, agosto de 2008.
Disponible en pdf. p. 9. 97
Ibídem. 98
Declaración de una Madre de Soacha, la cual pidió no publicar su nombre, en la celebración de memoria de
victimas realizada en la Parroquia San Bernardino de Bosa en febrero de 2011. 99 Ideal, (Gradada), 12 de abril de 2003, p. 14. Citado por: CASTILLO, José María, Victimas del pecado. Otra moral, otra iglesia, otra espiritualidad, p. 177.
45
Lo que estos autores muestran es que las políticas de Estado y de mercado, carecen de
valores éticos pada defender la vida y exigir el respeto hacia las personas100
. El mercado
crea una invisibilidad de la dignidad humana, estableciendo una despersonalización y
cosificación del valor inherente de lo humano. En contraposición, José María Castillo101
dice que, más que evitar el pecado, el mal, castigar a los responsables, se debe trabajar
hacia la consolidación de una ética de la vida que evite el sufrimiento, que haya
sensibilidad sobre el mal que se causa a los seres humanos y que se trabaje para lograr el
bienestar y la felicidad hacia todas las personas. Yendo al Evangelio, ante la injusticia
cometida contra el pueblo de Israel, para la gente que sufría el rigor de la tiranía, las
primeras comunidades cristianas, en nombre de Jesús, hablan de la compasión, del sufrir
con y por el otro; de tener la capacidad de ir en su ayuda a pesar de su religión, raza,
política y condición social (Cfr. Lc 10, 25 – 37).
Es por ello que, ante la injusticia cometida y la que se sigue generando, debe haber una
denuncia, una judicialización de los responsables, pero, también, se debe fomentar una
ética, unos valores, que permitan reconocer el valor infinito de la vida y las personas,
salvaguardando la integridad física, moral y emocional que tienen todos los seres humanos.
METODOLOGÍA
El método que se utilizará estará en la línea de la Teología de la Liberación102
y está
estructurado en tres momentos: mediación socio-analítica, mediación hermenéutica y
mediación práctica. Por cada mediación se desarrollará un objetivo que permite explicitar el
objetivo general, así:
100
Ibídem. 101 CASTILLO, José María, Victimas del pecado. Otra moral, otra iglesia, otra espiritualidad, p. 179. 102
La Teología de la Liberación es una corriente teológica que nace con el Vaticano II en la Conferencia de
Medellín (Colombia, 1968); sus máximos representantes son: Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Camilo
Torres Restrepo y Manuel Pérez Martínez. Esta corriente teológica intenta responder a los desafíos del tercer
mundo, mostrando una fe liberadora del pueblo oprimido. Consultado en: Wikipedia, 06/02/2013.
46
MEDIACIONES HORIZONTE DESARROLLO
MEDIACIÓN
SOCIO-
ANALÍTICA
Analizar la realidad de injusticia
que se ha generado en las
víctimas del conflicto armado
colombiano, mostrando cómo la
violencia ha dejado
marginación, vulneración de
derechos, rompimiento del tejido
social y victimización.
Comprensión documental
sobre el conflicto armado.
Análisis de la coyuntura de
violencia en Colombia.
MEDIACIÓN
HERMENÉUTICA
Comprender la realidad de las
víctimas en sus procesos de
búsqueda a partir del anuncio
profético de Lucas 4, 16 – 21.
o Estudio hermenéutico de
Lucas 4, 16 – 21.
MEDIACIÓN
PRÁCTICA
Fundamentar la mediación fe-
justicia hacia el consuelo de las
víctimas, la esperanza, el retorno
y la resignificación del
sufrimiento causado por el
conflicto armado.
Fundamentación de la
mediación fe-justicia.
Síntesis y conclusiones.
47
CAPÍTULO I
VIOLENCIA, VÍCTIMAS E INJUSTICIA
1.1. Las víctimas en medio del conflicto armado
En este capítulo se intentará hacer un acercamiento que permita comprender cómo los
actores armados han generado un sistema de injusticia que no es fácil de reparar y que de
fondo está mostrando un sistema de inequidad social, marginalidad, pobreza, corrupción e
inconstitucionalidad.
Entonces, para iniciar este apartado, es necesario decir que la dinámica del conflicto
armado colombiano trae consigo un tipo de violencia política que ha cobrado vidas
humanas y ha dejado una impronta de injusticia que hoy se evidencia en las víctimas que
les ha tocado vivir en carne propia el drama de la violencia, la persecución y el destierro103
.
Según Carlos Medina Gallego, el conflicto armado colombiano se entiende y se describe
así: “entiendo por conflicto armado el conjunto de circunstancias y acciones mediante las
cuales se contrastan y se confrontan en una sociedad, distintas concepciones de vida, ser
humano, sociedad y cultura, a través del uso de la violencia y el ejercicio de la guerra con
el propósito de sostener o transformar un orden social y político determinado”104
.
El conflicto armado se puede ver, entonces, como un sistema de tensiones donde cada
grupo o ente social está salvaguardando sus intereses, pero que, como producto de esto, se
suscitan confrontaciones, divergencias, polaridades, disputas territoriales y un índice alto de
violencia. Pero, es importante definir que el conflicto armado está implícito en una
103
DEFENSORIA DEL PUEBLO, Derechos Humanos, para vivir en paz. La desaparición forzada y los
derechos de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Bogotá, 2005, p. 6. 104 MEDINA GALLEGO, Carlos, Conflicto armado y procesos de paz en Colombia. Memoria de casos FARC-EP y ELN. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2009, p. 44.
48
estructura social que subyace en un modelo de sociedad. Se entiende que un modelo social
es un conjunto de interrelaciones conformado por la familia, la nación, la cultura, la
religión, lo económico, una ideología y una axiología105
.
Lo que se está diciendo es que la estructura social es concomitante con la acción humana en
un sistema de relaciones donde intervienen distintos factores que llegan a ser comunes,
dinámicos e incluso antagónicos. Es decir, un modelo social determina un modo de
relaciones, intereses y acciones que posibilitan o no la libertad humana. De ahí que cada
ciudadano puede defender o enjuiciar un modelo de Estado, ya que, en su dinámica interior,
emergen distintos puntos de vista que llegan a generar confrontación y violencia y, con ello,
se desarrolla un sistema de injusticia y vulnerabilidad humana106
.
Se entiende, entonces, que la violencia política se origina desde la comprensión que el
hombre hace del mundo, la sociedad y su entorno, pues la sociedad actúa desde una
ideología, una axiología, unos intereses que llevan a tener poder, riqueza y bienestar, pero
que, al mismo tiempo, se desarrollan pugnas, confrontación, divergencias y desigualdades
que posibilitan o no materializar un modelo social107
.
Es un tipo de violencia acaecida en el contexto político inmediato con raíces históricas que
se puede describir así:
Recurrencia histórica a las armas como instrumento para alcanzar fines políticos,
ausencia de un Estado-Nación consolidado, permanencia de rasgos excluyentes en
el régimen político, aplazamiento constante de una reforma en la tenencia de la
propiedad, sobre todo de la tenencia de la tierra, profundas condiciones de
105 NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 185. 106
Op. Cit. MEDINA GALLEGO, Carlos, Conflicto armado y procesos de paz en Colombia. Memoria de casos FARC-EP y ELN. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2009, p. 44. 107
Ibídem.
49
inequidad social y marginalidad, contemporáneamente la cultura del narcotráfico:
todo con repercusiones en la vida cotidiana del país108
.
Es decir, que la realidad del conflicto y sus repercusiones sociales, son la evidencia de una
Nación que muestra un sistema de “luchas de poder”, inconstitucionalidad, desigualdad
social, poca participación democrática y victimización a quienes se resisten al sistema
establecido. Es ahí donde se sitúa la violencia política que lidera el Estado y actores en
conflicto, dejando al descubierto una realidad de injusticia, deshumanización y muerte.
Veamos, entonces, cuáles son los orígenes del actual sistema de violencia política que hoy
registra un número considerable de víctimas, cuyos derechos han sido quebrantados109
. Se
puede indicar que la violencia política tiene un trasfondo que se centran en el bipartidismo
político entre liberales y conservadores que, de 1919 a 1945 no se recurre a la eliminación
de personas para materializar sus políticas y divergencias, pero que, hacia 1945110
hasta la
década de los sesenta, se recurre a las armas, a la eliminación de personas en medio de la
confrontación entre partidos para mantenerse en el poder y legitimar el dominio,
reconocido este periodo como la época de la violencia111
.
Así, por la creciente violencia entre miembros de los partidos tradicionales, se creó el pacto
del Frente Nacional con la alternancia en el poder de los partidos tradicionales, liberal y
conservador, donde había un acuerdo entre estos partidos por mantenerse en el poder y
turnarse los periodos presidenciales, lo que va a generar la lucha contrainsurgente y
represiva contra quienes alternativamente pretendan un modelo de Estado distinto.
Este nuevo orden que trae el Frente Nacional, configura el escenario del conflicto en luchas
revolucionarias por la exigencia de un cambio de Estado: luchas por el poder político,
108 Ibídem, p. 32. 109
Ibídem. 110
Ibídem. 111 Ibídem, p. 36.
50
económico, social y cultural; revolución, levantamiento y conformación armada de parte
de las FARC, el ELN, y el EPL, como reacción a la exclusión socio-política, a la
concentración de riquezas en manos de unos pocos, a las pocas oportunidades de desarrollo
y prosperidad hacia las minorías y a la implantación de políticas militares
contrainsurgentes112
.
Según esto: “todos estos factores configuran situaciones de cierre de oportunidades
y de gran injusticia social propiciadas para el arraigo de actividades ilícitas de
diversa naturaleza, o de sentimientos de rebelión frente al orden establecido”113
.
Se puede entender que la violencia política se cristaliza en medio de la tensión producida
entre quienes quieren mantenerse en el poder y los que exigen un modelo de Estado
distinto, democrático, pluralista y equitativo. Bajo estos argumentos, el orden social
establecido, fundamentado en una política de Estado, concibe un sistema social injusto,
unas cadenas de desigualdad y focos de pobreza, exclusión, marginalidad y victimización,
pues quienes se resisten y exigen sus derechos, son vistos como adversarios de la
democracia y del sistema político y, por lo mismo, se busca su eliminación114
.
Pero, es importante que se reconozca que la violencia política funciona de modo directo e
indirecto. Así es que cuando se ataca, se intimida a una población y se vulneran sus
derechos, producto de una masacre, de asesinatos selectivos, bombardeos y hostigamientos
de parte de los actores armados (guerrillas, ejército y paramilitares), la violencia se ejerce
directamente sobre las víctimas, quienes pueden reconocer y enjuiciar a los victimarios;
pero, también existe un tipo de violencia política que funciona indirectamente que admite la
112
Ibídem. 113 CORREDOR, Consuelo, 1990, Democracia, economía y paz, en Primer congreso Nacional Universitario por la Paz, Edit. ICFES-Redunipaz-ASCUN, Bogotá. Citado por: CÁRDENAS RIVERA, Miguel Eduardo, La Construcción del Posconflicto en Colombia. Bogotá: Ed. Prisma Asociados Ltda. Primera edición 2003, p. 37. 114
Ibídem.
51
permanencia en el poder de entes administrativos corruptos; permite que se doblegue a la
humanidad por falta de oportunidades de trabajo, de estudio, de desarrollo comunitario y
promoción de la vida y la dignidad humana115
.
La violencia indirecta funciona soterradamente como medio de control, dominio y
caudillaje de la población. Es decir que se ejerce de manera encubierta hacia la población,
generando miedo, zozobra, angustia y desesperación116
. Tal es el caso de la situación
presentada en las zonas donde ha habido hostigamientos de los actores armados que,
después de algunos días de haberse presentado estos ataques, empiezan los comentarios
sobre la posibilidad de nuevas incursiones, nuevos allanamientos y se corren rumores que
amenaza a quienes son fichados como colaboradores y partidarios de los distintos grupos
alzados en armas117
.
La violencia indirecta es un medio de intimidación, humillación y supremacía de los actores
armados, quienes llegan a una población imponiendo su autoridad, sus políticas y su fuerza,
lo que hace que los pobladores, las familias, niños, etc., se sientan subordinados por los
actores en conflicto que operan en las distintas regiones del país. Sin embargo, se cree que
somos prisioneros de realidades humanas que no permiten el desarrollo social, familiar y
personal, pero a veces no se reconoce que, en gran parte, la crisis y la situación de injusticia
que vive una población y la sociedad en general, tiene sus consecuencias en las políticas del
Estado, en sus formas de gobierno y en los intereses egoístas de los entes y armados que
intentan controlar la Nación por medio de las armas, la violencia y la intimidación118
.
Por eso, es importante decir que más allá del contexto de violencia que subyace al conflicto
armado colombiano, debemos ver la naturaleza de un conflicto que tiene sus raíces en una
sociedad violenta, intolerante, competitiva y consumista, que se vislumbra con mayor
115
Ibídem. 116
Ibídem. 117
Ibídem. 118
Ibídem.
52
fuerza en los actores armados, los cuales actúan con muy poca conciencia ética a favor de
la vida y la dignidad humana. Ernesto Iregui Borda dice que “la violencia nace en el
interior del hombre, cuando pone una bomba, cuando mata a alguien, cuando secuestra,
cuando extorsiona, en fin, cuando agrede, mata o lesiona al otro, nace el impulso de
hacerlo desde su interior”119
.
Igualmente, es bueno ver qué tipo de estructuras funcionan para que se forme la violencia
política y se vulneren los derechos de las personas. Hay que decir que en gran medida
legitimamos un sistema de muerte, ya que al observar las estadísticas de muertos, hacer
actos de memoria de víctimas, hablar sobre el conflicto, lo hacemos de una manera fría,
plana y nos portamos como agentes externos del mismo120
. Quizás algo ha caracterizado a
esta generación: ser espectadores en medio de la realidad de injusticia colombiana, sin
tomar postura y acción frente a todos los atropellos que se cometen diariamente contra la
sociedad121
.
Tal es la realidad de violencia política que no permite la igualdad de oportunidades, ya que
existen represiones que no dejan entrar en razón que en realidad se requiere una reforma del
Estado en el cual los derechos, deberes, libertades y responsabilidades de la sociedad les
sean respetados, contrarrestando las luchas de poder, el anarquismos, la perpetuidad y la
dominación del más fuerte122
. En este orden de ideas, la violencia política se enmarca en el
contexto del conflicto armado como un mecanismo que históricamente ha cobrado víctimas
y ha permitido que se vulneren los derechos de las personas y se herede una conciencia
colectiva de dependencia y enajenación de la soberanía y libertad de los pueblos123
. Por eso
decía Walter Benjamín: “No nacemos inocentes. No es que nazcamos culpables, la
119 BORDA IREGUI, Ernesto, El interior de la violencia. 2da edición. Bogotá: Copyright, 2011, p. 3. 120
CINEP, REVISTA NOCHE Y NIEBLA de Enero a Diciembre de 2012 N. 45, Banco de datos de
Violencia Política, disponible en pdf, p. 7. 121
Ibídem, p. 2. 122
Ibídem, p. 9. 123
Ibídem, p. 10.
53
culpabilidad es personal e intransferible, pero la responsabilidad puede heredarse. Si mi
abuelo ha sido un ladrón y heredo su riqueza, no heredo la culpabilidad de mi abuelo pero
sí su responsabilidad”124
.
Este autor pone de manifiesto que somos herederos de una tradición que ha dejado un
impacto represivo en la sociedad y se evidencia con más fuerza en los marginados y pobres
de este tiempo. Con lo anterior se ha dicho que existe una historia que ha marcado
desigualdades sociales, originadas por estructuras injustas, lo cual ha producido que el
pueblo, oprimido y marginado, haya tenido que salir a reclamar sus derechos, su soberanía
y su libertad125
.
Por ello, las víctimas del conflicto armado están saliendo a señalar y enjuiciar a los
responsables directos e indirectos de su drama de marginación, injusticia y victimización.
Entonces, se puede ver que el modelo social colombiano y la estructura de Estado, se
enmarcan desde una comprensión de desigualdad general, pérdida del valor de la vida, poca
conciencia ética de un cambio social y defensa de la dignidad de las gentes, aunque no del
todo se puede decir que es así, pero hay un sector marginado, las víctimas del conflicto,
que merece que sus derechos le sean restituidos126
.
En este sentido, las víctimas, en medio del actual sistema de violencia política, están
inmersas en una realidad que ha destruido sus vidas, ya que los actores en conflicto no
tienen en cuenta su bienestar, su identidad y su dignidad, dado que empeñan sus esfuerzos
para lograr sus fines contrainsurgentes y revolucionarios, destruyendo la vida de las
124 FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE BOYACÁ, CIPADE, Derecho Internacional Humanitario Conflicto Armado y Tratamiento de las Víctimas, Compilador, Londoño Ulloa, Jorge Eduardo, 2002, p. 179. 125
Ibídem. 126
INICIATIVAS DE MUJERES COLOMBIANAS POR LA PAZ, documento N. 4, Justicia y seguridad
para las víctimas del conflicto armado. Disponible en pdf, p. 82.
54
personas, desarticulando la comunidad e imponiendo sus políticas por medio de la
represión127
.
Por consiguiente, según Max Weber128
, “el comercio se manifiesta como una acción
económica y racional con arreglo a fines”. Es decir que toda la acción humana, trayendo
consigo una realidad de marginación, muerte y violación de derechos, busca unos fines que
no pueden ser democráticos y colectivos, sino que favorecen los intereses de unos pocos.
Por eso, en la conciencia colectiva colombiana existen distintos puntos de vista: unos
defienden el modelo de Estado desde la Política de Seguridad Democrática y militarización
del país, ya que trae consigo la “seguridad, mantener el control territorial, evitar el desorden
y el “estado de sitio”129
. Al contrario, las víctimas, presas del terrorismo de los militares,
estatales y paraestatales, de bandas, sicarios e insurgentes, se ven en la obligación de
denunciar el sistema represivo que viven en las distintas zonas del país donde operan los
actores armados130
.
La historia colombiana ha mostrado que cuando se impone un sistema social injusto, la
humanidad reacciona contra la hegemonía del Estado, ocasionando una ruptura entre
Estado y sociedad, entre partidos políticos y una disputa territorial e ideológica por llagar al
poder, caso de las Farc, que es contestaría al sistema de Estado vigente131
. Podemos ver un
ejemplo de confrontación y poco consenso en el proceso de diálogo de paz iniciado por el
ex presidente Andrés Pastrana Arango en el año 1998 a 2002 con las Farc. Lo que se dice
de este proceso es que no llegó a buen término, porque las agendas de trabajo no se
127
Ibídem, p. 82. 128 HABERMAS, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad, p. 12. 129
Consultado en: http://www.observatori.org/documents/context_colombia.pdf. p. 13. Consultado:
09/02/2013. 130
Ibídem. 131
Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/venezuela/rvecs/gonzalez.pdf. p. 1 – 37.
consultado: 09/02/2013.
55
cumplieron y las exigencias y acuerdos bilaterales no obtuvieron el consenso de las partes
en negociación132
.
Es decir, mientras el Estado buscaba negociar el cese de hostilidades, que no se realizaran
más secuestros, que se depusieran las armas y se hiciera efectiva la salida política y
negociada del conflicto, los armados e insurgentes, exigían el cumplimiento de la agenda
política que buscaba crear un modelo de sociedad distinta, donde los intereses, políticos,
económicos, sociales y culturales, no favorecieran sólo a unos pocos, sino que beneficiara a
la gran mayoría. Así, el modelo de sociedad y la estructura estatal, se unen tanto para
legitimar un modelo social vigente como para condenarlo133
.
También es importante ver que la acción humana, dentro de una estructura social, esta
notablemente influenciada por el conflicto y las luchas de poder; pero, es la misma
Constitución Política el órgano mediador para que el poder no genere una dictadura, una
ideología absolutista y un Estado antidemocrático134
. En sí, lo que la sociedad colombiana
exige es una democracia participativa, dinámica y equitativa que provea a la humanidad la
felicidad, el bienestar y la convivencia, pues la muerte, la victimización de inocentes y la
negación del derecho a la vida, no pueden seguir siendo lo que caracteriza la realidad
colombiana135
.
Según Aristóteles136
, desde la concepción clásica de la política, ésta es vista como una
doctrina de la “vida buena y justa”; y ejercida en la polis desde una ciudadanía práctica,
racional, moral, personal y colectiva137
. La política es un ejercicio como signo exterior de
lo público en apertura, participación, trasparencia, regulación de acciones, bienes y
132
Ibídem. 133
Ibídem. 134
Consultado en: http://blog.colombiahoy.org/2007/02/07/ni-comunismo-ni-facismo.aspx, 09/02/2013. 135 MARDONES M., José, Fe y política. El compromiso político de los cristianos en tiempos de desencanto. Bilbao: Ed. Sal Terrae, 1993, p. 60. 136 Ibídem, p. 35. 137
Ibídem.
56
derechos en virtud de la razón, para lograr el bienestar personal, familiar y colectivo. Al
contrario, en Colombia vemos como la violencia política es una manera de opacar y cohibir
el buen vivir, la democracia, la participación y el derecho a la libertad y dignidad de todas
las personas138
. En este orden de ideas, bajo la represión a la que han sido objeto las
víctimas, se ha buscado que el dolor, el destierro y toda la victimización cometida, no
quede en el olvido y en la impunidad; se trata de exigir un clamor de justicia que lleve a la
restitución de los derechos y libertades vulnerados por el conflicto139
.
Pero, según dice Albert Nolan, “que los pobres tienen que salvarse ellos mismos, se
salvarán por sí mismos y, realmente, no necesitan a ti o a mí para salvarse”140
. Teniendo
presente esto, Albert Nolan141
nos dice que la realidad de marginación y pobreza a la que
han llegado las víctimas, no debe ser subsanada por las acciones y enmiendas que se hagan
para ayudar a resarcir el dolor que deja la injusticia social, sino que desde la misma realidad
de iniquidad y victimización, los afectados por el conflicto sacan las fuerzas para
contrarrestar su drama de dolor a través de los procesos organizativos de resistencia y lucha
por exigir sus derechos y su bienestar.
Pero, ¿qué es lo que determina que la violencia política haya cobrado víctimas,
marginalidad, pobreza e inconstitucionalidad? Lo primero que se puede decir es que
vivimos en una estructura de poder injusto donde se violan los derechos de las personas,
hay un sistema represivo que condiciona las voluntades de quienes piensan distinto y
exigen un sistema más igualitario; y existe una democracia partidista que se ha legitimado
en el poder, donde los demás sistemas democráticos y movimientos sociales han sido
silenciados y reducidos por sindicarlos de izquierdistas y revolucionarios142
.
138
Ibídem. 139
Ibídem. 140 NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 64. 141 Ibídem. 142
Consultado en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/colhoy/colo6.htm, 09/02/2013.
57
Así mismo, el sistema de justicia colombiana, ha estado mayormente de parte de los
victimarios que de las víctimas, pues, según se ha analizado, el sistema de justicia en
“Colombia es corrupto en actos u omisiones en el uso de la función pública para el
beneficio propio o de terceros. Dichos actos u omisiones pueden incluir soborno, extorsión,
intimidación, tráfico de influencias, o uso inadecuado de los mecanismos judiciales”143
.
Así, se entiende que la justicia colombiana no ha obrado conforme al Estado Social de
Derecho, pues, si hubiese existido un sistema judicial justo, la mayoría de los victimarios
estarían hoy en las cárceles y la justicia colombiana los hubiese responsabilizado de las
masacres y atropellos cometidos en el marco del conflicto armado144
.
Por ello se dice que:
“La corrupción de la justicia distorsiona su papel legítimo, que consiste en proteger
las libertades y derechos civiles de los ciudadanos y gestionar un juicio imparcial
gestionado por un juzgado competente y justo. La corrupción de la justicia permite
que acciones ilícitas queden impunes o nunca lleguen a ser descubiertas”145
.
Unido a esta realidad del sistema de justicia colombiana, los medios masivos de
comunicación no son veraces, imparciales y objetivos a la hora de difundir lo que ha ido
sucediendo en torno al drama que viven las víctimas en medio del conflicto armado, ya que
muchas veces las noticias son sesgadas, parciales, favoreciendo a uno u otro bando,
invisibilizando la realidad y ocultando los verdaderos responsables del drama de muerte146
.
Es sólo ver los medios de comunicación cómo le dan mayor credibilidad a las declaraciones
y confesiones que hacen los jefes de paramilitares y entes militares del gobierno, que
143 CORPORACIÓN TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. Transparencia en la Justicia. En: http://www.transparenciacolombia.org.co/trasparencia//tabid //67/Default/aspx, consultado: 30/08/2012. 144
Ibídem. 145 Ibídem. 146
Consultado en: http://www.monografias.com/trabajos31/medios-comunicacion/medios-
comunicacion.shtml, 09/02/2013.
58
escuchar los relatos y testimonios de las víctimas que han tenido que sufrir en carne propia
el drama del conflicto y sus efectos147
.
Ante esto, es importante que se tenga en cuenta que los medios de comunicación siempre
hacen una mirada subjetiva de la realidad del conflicto armado, haciendo que éste se vea
como un problema de grupos armados que accidentalmente o por error infringen la ley y
cometen arbitrariedades contra la población civil (caso de la Fuerza Pública), lo que hace
que la victimización y todos los atropellos contra la vida, la naturaleza y la dignidad
humana, no logran ser objetivados por los medios de comunicación148
.
Es por eso que se dice que la lucha es contra un sistema opresor y poco democrático, un
sistema que busca explotar antes que humanizar y resarcir la injusticia; un sistema poco
humano que ha visto en el consumismo, la indiferencia, la superficialidad de la vida y el
olvido, su mayor grado de expresión. Pero, más allá de esto, debemos mirar las raíces
psicológicas de la violencia represiva y odiosa que ha sido el detonante de la barbarie
cometida contra las personas víctimas en medio del conflicto armado colombiano149
.
Albert Nolan150
dice que vivimos inmersos en una conducta “anti social” que penosamente
está generando la crisis actual, pues no se explica con claridad qué hay en la conciencia del
verdugo cuando es capaz de asesinar, violar, torturar, mutilar a sus víctimas151
. Igualmente,
la insensibilidad nuestra y la de los entes territoriales del Estado, aunque es de conmoción y
147
Consultado en: http://www.caracol.com.co/noticias/judicial/antes-de-ser-extraditados-jefes-paramilitares-
libretiaron-versiones-ante-justicia-y-paz/20121030/nota/1787574.aspx, 09/02/2013. 148
Consultado en: http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/folios/article/viewFile/7334/6784,
09/02/2013. 149
Consultado en: http://www.unhcr.org/refworld/pdfid/48a928210.pdf, 09/02/2013. 150 Op. Cit. NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 64. 151
Consultado en: http://www.icrc.org/spa/resources/documents/report/colombia-report-intro-220410.htm,
09/02/2013.
59
análisis de detalles y situaciones que generan la victimización, no va más allá de ser una
reacción pasajera que lentamente pasa a ser olvidada152
.
Se puede afirmar que Colombia atraviesa por un estado de deshumanización, persecución,
violaciones de derechos y fallas constitucionales que legitiman la opresión y la injusticia153
.
También, según la espiritualidad que se maneja en algunas confesiones religiosas, teniendo
presente un alto grado en la Iglesia Católica, se predica un Dios opresor, justiciero, que
mira la conductas de los hombres como pecados de la carne, pecados contra la doctrina y
pecados contra la naturaleza, pero no ven que el pecado más fuerte es el “pecado social”,
que es tolerante de injusticias, atropellos y deshumanización personal, familiar y
colectiva154
.
En este sentido, se debe develar el papel, según Albert Nolan, que juega Dios en los
procesos de trasformación y liberación social155
. En 1987 el papa Juan Pablo II promulga la
encíclica Sollicitud Rei Socialis (SRS) y en ella describe las estructuras de pecado:
Número 36. “Por tanto, hay que destacar que un mundo dividido en bloques,
presididos a su vez por ideologías rígidas, donde en lugar de la interdependencia y
la solidaridad, dominan diferentes formas de imperialismo, no es más que un
mundo sometido a estructuras de pecado… Si la situación actual hay que atribuirla
a dificultades de diversa índole, se debe hablar de “estructuras de pecado”…
“Pecado” y “estructuras de pecado” son categorías que no se aplican
frecuentemente a la situación del mundo contemporáneo. Sin embargo, no se puede
152
Ibídem. 153
Consultado en: http://www.inspiraction.org/justicia-economica/conflicto-armado-en-colombia,
09/02/2013. 154
Consultado en:
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrlajustaviolenciadelosoprimidosparasul9/,
09/03/2013. 155
Op. Cit. NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 181.
60
llegar fácilmente a una comprensión profunda de la realidad que tenemos ante
nuestros ojos, sin dar un nombre a la raíz de los males que nos aquejan”156
.
Es importante señalar que “pecado social157
” y “violencia política158
” son distintos, pero
ambos estas mostrando una legalidad que camufla la injusticia y el estado de
deshumanización en que se encuentra la sociedad. Pues la violencia política la hemos ido
reconociendo como el cúmulo de intenciones, procedimientos y hechos que, dentro de una
colectividad política y de entes armados, se origina para reprimir, estigmatizar, violentar y
eliminar a una población; mientras que la comprensión que se hace del pecado social va en
la línea de la omisión, el olvido y la insensibilidad que se suscita en la colectividad ante el
exterminio y la victimización que ha generado el actual conflicto armado colombiano. Por
eso, se dice que las leyes, tanto civiles, religiosas o consuetudinarias, pueden ser justas e
injustas en la medida en que favorecen, castigan o legitiman un estado de impunidad y
genocidio, pues siempre muchas de estas normas y acuerdos se quedan cortas a la hora de
combatir y reparar el daño que deja un sistema injusto159
.
1.2. La realidad existencial de las víctimas
Cuando se habla del conflicto armado y la realidad de violencia que subyace en él, se
encuentra que la mayoría de personas víctimas han tenido que vivir una experiencia de
muerte que ha negado sus sueños e ideas, esperanzas y anhelos de construcción de un
proyecto de vida, pues, con la desaparición de personas, las muertes selectivas y la
desarticulación del tejido social, han quedado truncados todos los planes de vida y
desarrollo comunitario que involucra lo personal, familiar y colectivo.
156 Este texto apareció publicado originalmente, en 2007, en ANGELICUM, Revista de la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma. Citado por: NOLAN, Albert, Esperanza en una época de desesperanza. Santander: Ed. Sal Terrae, 2010, p. 183. 157
En: http://www.forojuanpabloii.org/index.php?option=com_content&view=article&id=2933:el-pecado-
social&catid=59&Itemid=87, 09/02/2013. 158
Consultado en: http://lahaine.org/global/herramienta/violencia_politica.htm, 09/02/2013. 159
Consultado en: http://derecho.laguia2000.com/parte-general/clasificacion-de-las-leyes, 09/02/2013.
61
Por ello, reconociendo el múltiple impacto del conflicto armado colombiano, el creciente
número de víctimas ha generado una situación difícil en las mismas, luego que, sus
pérdidas económicas, el dolor por la desaparición y muerte de sus seres queridos y la
realidad de pobreza y marginalidad que viven cada día, trae consigo una huella imborrable
que no logra ser subsanada bajo ninguna terapia o programa de reparación social160
.
Desde aquí se torna necesario superar la satanización de este conflicto armado161
, donde se
le ha visto como una realidad aislada que sólo involucra a los actores en conflicto y a
quienes han sido afectados; al contrario, se debe aborda, no sólo desde una mirada centrada
en lo militar o lo político, como tradicionalmente se ha hecho, sino también desde una
lectura humana del mismo (…); ya que, detrás del conflicto en mención, en sus actores
combatientes y población civil afectada, hay seres humanos con una historia de vida y unas
opciones que muchas veces provienen de diversas circunstancias, que, aunque no se
comparta su ideología y su modo de proceder, son personas que combaten, defienden unas
políticas, se enfrentan a toda la adversidad que el mismo conflicto armado les trae162
. Pero
de fondo, muchas de estas personas involucradas en la dinámica de este conflicto,
provienen de ambientes de maltrato, pobreza, presión familiar, pocas oportunidades de
estudio y desarrollo, viéndose obligadas a vincularse con los grupos armados como medio
de salida y emancipación frente a la situación personal y familiar que viven163
.
En este sentido, nos encontramos ante una realidad que implica la historia de vida de las
personas víctimas pero también de quienes son sus victimarios, personas que son heridas en
160
Consultado en: http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-205253-conflicto-colombiano-tiene-
consecuencias-devastadoras-los-civiles, 09/02/2013. 161
Op. Cit. DELGADO HERNÁNDEZ, Esperanza, Intervenir antes que anochezca. Mediaciones, intermediaciones y diplomacias no violentas de basa social en el conflicto armado colombiano, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Instituto de Estudios Políticos, Grupo de investigación en Ciencias Políticas, Línea de investigación en Paz, No violencia y Postconflicto, Mayo de 2012, p. 41. 162
Ibídem. 163 Ibídem.
62
su humanidad, en sus vidas y en sus experiencias vitales, trayendo consigo secuelas de
dolor, frustración, fracaso, tristeza y venganza, ya que, el mismo contexto social de
violencia, militancia y victimización, es visto como una guerra que sobrepasa la ética del
respeto por la vida y la dignidad humana, convirtiéndose en una lucha que enfrenta a civiles
contra militares y viceversa, permitiendo también que civiles ingresen a las filas armadas de
los distintos bandos para venir a cobrar venganza por el asesinato de sus familiares, amigos
y allegados. Pero, veamos en detalle cómo el conflicto armado afecta a nivel político,
económico, social y cultural164
.
1.3. La realidad de las víctimas a nivel político
Al analizar los impactos que entraña el conflicto armado colombiano en las víctimas, se
hace necesario distinguir que este conflicto es una realidad inconstitucional165
, ya que es
una violación de los derechos legislativos pactados en la Constitución que contrastan con
todas las lecturas que se hacen de esta carta programática.
Pues, según Rodrigo Uprimny, se dice que la Constitución de Colombia es aspiracional y
transformadora, incluyente, profunda y participativa166
; está llena de derechos, promesas y
bienestar para todos; camina hacia una democracia justa y participativa; es densa en
derechos económicos, colectivos y culturales; le apuesta a la trasformación desde los
mecanismos de participación democrática en la medida en que los indígenas, las mujeres,
entre otros, son reivindicados.
164
Consultado en:
http://lapluma.net/es/index.php?option=com_content&view=article&catid=116:debates&id=4204:victimas-y-
victimarios, 09/02/2013. 165
Consultado en: http://www.derechos.org/nizkor/colombia/ya/confarm1.htm, 09/02/2013. 166
Consultado en:
http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=estado_de_derecho&publicacion=978,
13/09/2013.
63
La Constitución tiene fuerza normativa, pues funciona como justicia constitucional desde
una deliberación democrática pública y vigorosa, luego que evita riesgos tales como que la
mayoría se legitime en el poder, que las mayorías se gobiernen a sí mismas y discriminen,
permitiendo que la Corte Constitucional sea un mecanismo de control en debates y
decisiones públicas, salvaguardando los derechos constitucionales167
. Sin embargo, no ha
prosperado como una representación democrática fuerte, ya que la parapolítica, la
corrupción administrativa y la poca gestión de los mecanismos de control público y
ciudadano, permiten que se viole el Estado Social de Derecho constitucional, lo cual
genera un escenario de injusticia social168
.
Así, en el escenario del conflicto armado, se deja una huella de marginalidad que atenta
contra la naturaleza física, psíquica y emocional de las personas, ya que la vida, la dignidad
y el respeto por las personas; el bienestar, la libertad, la identidad y la capacidad de
desarrollo personal, familiar y colectivo, queda truncado por la influencia del conflicto
armado, quien vulnera el progreso de la sociedad y destruye el tejido social que existe en
una región o territorio169
. En este sentido, si el Estado no se sirve de la Constitución para
gobernar con justicia social y democracia, imposible que se evidencie un Estado
constitucional170
.
Entonces, es responsabilidad del Estado proteger y garantizar la vida y la convivencia de la
sociedad según la Constitución, ya que no puede existir una normatividad que protege y
promueve la vida y la dignidad de las personas y, al mismo tiempo, la permanencia de un
sistema de impunidad y terrorismo que amenaza la integridad humana y convierte a las
poblaciones en víctimas, quienes, en el escenarios del conflicto armado, viven más de
cerca el fenómeno de la intimidación y la violencia ejercida por los actores armados171
.
167
Ibídem. 168
Ibídem. 169
Consultado en: http://docencia.udea.edu.co/derecho/constitucion/papel_estado.html, 09/02/2013. 170
Ibídem. 171
Ibídem.
64
Por eso se dice que el Estado hace presencia en el territorio nacional, no sólo desde los
organismos de control público como las Fuerzas Militares o entes armados del Gobierno,
sino desde la institucionalidad que conforman las entidades territoriales legítimamente
constituidas, las cuales deben actuar conforme a la Constitución, garantizando los derechos,
deberes, responsabilidades y libertades allí proclamadas172
. Sin embargo, según se ha
podido constatar, la violencia que se ejerce en medio del conflicto armado, es causada hacia
las víctimas por falta de gobernabilidad estatal y legitimidad de acciones políticas
reconocidas como corrupción, mala administración pública y arbitrariedad militar173
.
Dado lo anterior, es obvio reconocer una falla estatal de su deber constitucional de proteger
y salvaguardar la vida y los derechos de las personas que conforman la Nación, ya que
según la Constitución174
colombiana, el derecho a la vida es inviolable, que nadie puede
ser sometido a desaparición forzada, a torturas y tratos degradantes, que, en igualdad de
condiciones, todas las personas recibirán la misma protección del Estado sin importar su
condición social e ideología política, pero que, especialmente, el Estado protegerá a las
personas que presentan un mayor grado de vulnerabilidad. En este sentido, la injusticia que
se genera en las víctimas por acción del conflicto armado y negligencia gubernamental,
representa una falta de interés y voluntad política por servirse de la Constitución para hacer
legitimo el sistema democrático que permita la soberanía y el bienestar social175
.
Ante esto, es importante que se diga en qué el Estado ha sido negligente con la atención a la
población víctima, pues, la responsabilidad del Estado tiene dimensiones que es bueno
172
Consultado en: http://brc.com.co/archivos/METODOLOGIA%20ENTIDADES%20TERRI.pdf,
09/02/2013. 173 ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 136. 174
Constitución de Colombia, Ministerio de Gobierno, Artículos 11 – 13. 175
Ibídem.
65
destacar: a) la falta de responsabilidad política ante la victimización176
; b) la acción de la
Fuerza Pública y los demás entes armados (guerrilla y paramilitares) que produce víctimas
y desarraigo; c) los vínculos con el paramilitarismo, principal agente responsable de la
victimización; d) la no protección de los civiles en las zonas de conflicto; e) la falta de
ayuda humanitaria oportuna y suficiente ante las necesidades de las víctimas; f) la falta de
garantías para el retorno, y g) la impunidad frente a la victimización y el desarraigo
territorial177
.
Igualmente, a las víctimas, no se les ha permitido crear sus propios mecanismos para su
retorno y restitución de los derechos vulnerados por el conflicto armado, ya que el
gobierno no es suficiente para resarcir el daño causado, pues éste no contempla las
exigencias de reparación que reclaman las víctimas, en tanto que no se está reconociendo la
responsabilidad de los victimarios y, más bien, se intenta subsanar la injusticia cometida
con prebendas y bienes materiales, camuflando a los responsables y legitimando todo el
sistema de muerte y destierro que ha traído el conflicto armado178
. Así mismo, las
instituciones públicas y sus funcionarios, son o-misivos en el cumplimiento de la ley, dado
que muchos colombianos y servidores públicos no conocen la ley ni se sirven de la
Constitución a la hora de exigir los derechos y reparar el daño que deja la injusticia
cometida contra las poblaciones afectadas por el conflicto armado179
.
Sin embargo, gracias a que el Estado no ha respondido efectivamente para subsanar este
drama de injusticia que ha traído el conflicto armado, la mayoría de víctimas han ido a
refugiarse en casas de familiares, en albergues, en sitios poco aptos para convivencia como
176
Cfr. GÓMEZ ISA, Felipe, DE CURREA LUGO, Víctor; GODED, Mónica, E. SALAMANCA, Manuel y URRUTIA ASUA, Gorka, Colombia en su laberinto. Una mirada al conflicto. Bilbao: Ed. Catarata, 2008, pp. 207 – 208. 177 Ibídem. 178
Contado en: http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-
11868149.html, 09/02/2013. 179 ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 145 – 175.
66
son los campamentos, los hospedajes y lugares que han proporcionado las ONGS, pero
ninguno de estos lugares llega a ser igual que sus lugares de origen. Así, las víctimas en los
nuevos lugares de asentamiento, no han logrado remediar su drama de dolor y destierro,
pues muchas de ellas siguen siendo amenazadas, intimidades y perseguidas, lo que genera
intranquilidad, miedo y poca capacidad para rehacer sus vidas y buscar el bienestar180
.
Aunque se dice que la mayoría de las víctimas se han originado por la persecución y
violación de sus derechos producto de las incursiones, hostigamientos y amenazas de parte
de los actores armados (ejército, guerrillas y paramilitares), también es importante decir que
la victimización en medio del conflicto armado, es prueba de la existencia de un Estado que
legitima la acción violenta hacia las minorías, sindicándolos de pertenecer a la insurgencia
y de ser contestatarios de la Nación y la democracia181
.
Entonces, el impacto del conflicto en la población víctima, se pueden resumir así:
o Debilitamiento de los sistemas de justicia, lo que genera un Estado de impunidad y
violencia indiscriminada.
o Existe un menor cumplimiento de la ley de parte de las instituciones encargadas de la
protección de los derechos de propiedad de los bienes de las víctimas y de la población en
general.
o Interrupción de las funciones de las instituciones tales como las Juntas de Acción Comunal,
la Registraduría, los centros educativos, las alcaldías y todos los sistemas de participación
ciudadana donde el Estado cumple su labor asignando recursos para el desarrollo
departamental y municipal.
o Disminución y poca ejecución de programas de gobierno en prevención, nutrición e
inversión social, quedando las poblaciones y corregimientos a merced de los actores en
confrontación182
.
180
Consultado en: http://ferchosoto.obolog.com/desplazamiento-forzado-colombia-521710, 09/02/2013. 181
Consultado en: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0164/articulo0002.pdf, 10/02/2013. 182 BORDA IREGUI, Ernesto, El interior de la violencia. Copyright, 2da edición Bogotá, 2011, p. 328.
67
Se puede sintetizar que el conflicto armado, trae un impacto devastador no sólo a las
víctimas de modo directo, sino también sobre toda la región, trayendo consigo un
decrecimiento educativo, económico, cultural, territorial y humano183
. Por consiguiente,
para constatar este impacto, en las visitas realizadas por el investigador a los departamentos
de Santander, municipio de Tibú; el Meta, municipio de El Castillo corregimiento de
Medellín del Ariari; el Casanare y el Chocó, zona del Bajo Atrato, se observó lo
siguiente184
:
o Existe un déficit académico en la mayoría de los pobladores por la falta de Centros
Educativos que las administraciones municipales no han garantizado y que la violencia de
los actores armados no ha permitido.
o Hay debilitamiento de la institucionalidad del Estado por la poca promoción y
fortalecimiento de las Juntas de Acción Comunal y la grave situación de orden público que
se presenta.
o Se registra corrupción y mala gestión administrativa de parte de las alcaldías y demás
instituciones del Estado para liderar programas de desarrollo comunitario y promoción del
bienestar social.
o Hay abandono de parte de las administraciones municipales de las zonas influenciadas por
los grupos armados.
o Se vislumbra infiltración de los paramilitares en campañas políticas para mantener el
control político y territorial de una región.
o Se suscitan violencias intrafamiliares a causa de riñas ocasionadas por celos hacia las
mujeres que se involucran pasionalmente con los entes armados185
.
183
Ibídem. 184
Trabajo de campo realizado por el investigador en dichas zonas en el año 2009, lo cual se consigna como
una falta constitucional por garantizar los derechos en materia de salud, educación bienestar y desarrollo. 185 Información suministrada en entrevista a líderes comunitarios de los territorios afectados por el conflicto armado, en las visitas que realizó el investigador a estas regiones bajo el apoyo de los Misioneros Claretianos desde el año 2004 a 2011.
68
Es así como la violencia trae unos impactos sobre toda una región, que deja un vacío
institucional y administrativo, pero también unas secuelas emocionales, físicas y sociales
que no se pueden subsanar con sólo ayudas humanitarias ni planes de protección y
salvaguarda del Estado. Desde esta mirada, se hace necesario iluminar la realidad de
injusticia que viven las víctimas desde una propuesta ética, humana y cristiana, que permita
resignificar el daño causado y volver a reconstruir el tejido social opacado por la violencia.
1.4. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel económico
Se sabe que las víctimas a nivel económico, han perdido sus tierras o sus fincas y, con ello,
sus cosechas, cultivos y demás medios de subsistencia. Ante esto, Iván Mauricio Durán
Pabón186
, reconoce que “la violencia destruye capital humano y capital físico (…), que
afecta los flujos de comercio (…), genera incertidumbre que desincentiva la inversión (…)
y desvía gastos del gobiernos hacia actividades menos productivas como la seguridad
(Díaz y Sánchez, 2008, p. 393)”187
.
Por ejemplo, bajo la influencia de la siembra de palma aceitera, el impacto sobre la región
del Bajo Atrato (Chocó), fue muy devastador: “En el Bajo Atrato, donde hay siembra de
este cultivo, la palma ha significado 15 desplazamientos forzados: 2 en Cacarica y 13 en
Curvaradó; más de 200 crímenes, entre asesinatos y desapariciones forzadas, sin contar
con el saqueo de bienes, quema de poblados, destrucción de bienes de supervivencia,
tortura y bloqueo económico. La relación de la violencia contra las comunidades nativas
con la expansión de los cultivos de palma africana no deja lugar a dudas”188
.
186 Tesis, Conflicto armado y crecimiento económico municipal en Colombia. Por: Iván Mauricio Durán Pabón, Universidad Nacional, 2011, p. 1, disponible en pdf. 187 Ibídem. 188 Op. Cit. GOMES ISA, Felipe, DE CURREA LUGO, Víctor; GODED, Mónica, E. SALAMANCA, Manuel y URRUTIA ASUA, Gorka, Colombia en su laberinto. Una mirada al conflicto. Bilbao: Ed. Catarata, 2008, p. 75.
69
En tanto, según ACNUR y CODHES189
, reconoce que la victimización en medio del
conflicto armado, no es una guerra fratricida como locura de criminales y asesinos, “sino
una estrategia de guerra por dominios territoriales que obedecen a intereses locales de
concentración de tierras ahora económica y políticamente más valiosas, y a intereses
internacionales de explotación de recursos energéticos”190
.
Así es como en Colombia, entre 1985 a 1994, registró 1.843.000191
personas desalojadas,
siendo estas personas expropiadas de sus territorios por paramilitares, trasnacionales,
narcotraficantes, guerrillas y miembros de la Fuerza Pública.
Así: “la manifestación más dramática del despojo y el destierro de pequeños y medianos
propietarios de tierra en Colombia es que en 1995 y 1999 fueron abandonadas por sus
propietarios 1. 738.858 hectáreas pertenecientes principalmente a pequeños y medianos
propietarios, colonos, comunidades negras y poblaciones indígenas”192
.
Así mismo, se sabe que los actores armados, quienes no son la Fuerza Pública, se financian
con el narcotráfico, el secuestro, la extorción y las actividades ilícitas como la siembra de
Coca, el control y el comercio de madera, en el caso del Chocó, la ganadería y
monocultivos de palma aceitera, entre otros193
. Esta manera de financiación, hace que los
grupos armados ejerzan dominio y supremacía sobre las poblaciones, haciendo que sus
habitantes se sientan atraídos por el dinero fácil, el poder, el consumismo y el dominio del
más fuerte sobre el más débil194
.
189
Ibídem. 190 Ibídem, p. 168. 191 Ibídem, p. 33. 192 Ibídem, p.41. 193
Trabajo de campo realizado por el investigador en el departamento del Chocó, municipio de Riosucio en
los territorios del Cacarica y el Salaquí, como a los territorios del municipio del Carmen del Darién, zona de
Jiguamiandó, de enero a diciembre de 2011. 194
Ibídem.
70
Se puede resumir así la incidencia de los entes armados en las poblaciones afectada por el
conflicto armado: “en las veredas los paras eran una especie de paraestado que
solucionaba todos los problemas de los civiles, desde deudas hasta maltrato familiar (…) A
los jóvenes les gusta mucho ser paras y los que no lo son los admiran y respetan. Las niñas
se “derriten” por los comandantes y los combatientes. Siempre tienen carros, mucha plata
y armas (una habitante de Granada, Meta)”195
.
Tal influencia hace que los campesinos, indígenas y jornaleros, se pongan al servicio de los
mismos actores, trabajando diariamente como raspachines, madereros, palmeros, ganaderos
y procesadores de Coca, siendo esto un medio económico que los involucra y les permite
ganar algo para el sustento diario196
.
Entonces, es necesario llegar a definir qué está pasando en medio del conflicto armado con
las víctimas y porqué se está hablando de una violencia que los amenaza en su propio
territorio. Lo primero que se puede entender, es que las víctimas son perseguidas,
desterradas y enajenadas en su propio territorio bajo represiones armadas como una
experiencia fría y sin palabras que los violentos han dejado marcada en los rostros
sufrientes de niños, familias, trabajadores y grupos étnicos, quienes han tenido que
enfrentar todo el drama que implica ser expropiado de sus bienes en su propio territorio. En
este orden de ideas, las víctimas han tenido que emigrar dentro del mismo territorio
nacional, dejando su residencia y sus actividades económicas, ya que su vida, su integridad
física y su libertad, se encuentra amenazada por la violencia generalizada que se expresa en
disturbios, asesinatos selectivos y presencia constante de actores armados, esto indica que,
195 GONZÁLEZ E. Fernán, Editor, Hacia la reconciliación del país: Desarrollo, Política y Territorio en regiones afectadas por el conflicto armado. ODECOFI, COLCIENCIASM Y CINEP. Bogotá: Ed. Anthropos, Ltda. , 2008, p. 133. 196
Tesis realizada por: Lina Marcela Guzmán Quintero, Influencia de los factores aceleradores del conflicto
del Meda en la dificultad de desarrollo del departamento. Disponible en pdf, p. 1 – 46.
71
más que lo económico, la afectación se hace hacia el detrimento del bienestar de la
población197
.
Dados estos reportes, se puede decir que la expropiación y el desarraigo territorial, en el
escenario del conflicto armado, es una de las más cruentas violaciones a la vida e integridad
del ser humano. Sin embargo, las acciones colectivas y actividades organizativas de grupos,
junto con todo el trabajo que hacen las ONGS, las iglesias y los programas de reparación
del gobierno, son las razones por las cuales un gran número de víctimas ha ido logrando
transformar el daño que deja la violencia en sus territorios; pero, es muy difícil la
readaptación, ya que las víctimas del conflicto armado no pueden seguir hablando y
pensando en un nosotros colectivo, como se hacía antes de la violencia de los actores
armados, sino que se ha tenido que empezar a hablar de un Yo singular, fragmentado,
limitado y sin tierra, luego que el accionar del conflicto armado ha fragmentado sus vidas,
las relaciones interpersonales, el nivel económico y su capacidad de emancipación y
progreso a nivel personal, familiar y colectivo.
1.5. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel social
El impacto y la influencia del conflicto armado, marca una huella que se reproduce en la
vida, el ambiente y el desarrollo de las personas. Según cuenta el Padre Jesuita Javier
Giraldo, en 1989, tras la guerra que se anunciaba contra el narcotráfico, vino un reportero
profesional de guerra a cubrir la noticia a ver todo lo que se hacía para combatir el
narcotráfico; sin embargo, tras meses de observación, afirmaba que no había visto ningún
episodio de dicha guerra, pero si había descubierto una crisis humanitaria generaliza por la
violación de los derechos de las personas; que además había descubierto que tras la
victimización que dejaba el conflicto armado, la gente olvidaba con mucha facilidad a sus
197 Ibídem, p. 128.
72
muertos y que, aunque se hacía mucho duelo en el entierro a los que podían enterrar, al día
siguiente parecía que todo fuese normal198
.
En realidad es alarmante que hasta se olvide el nombre de las víctimas y se desprecie al
otro por tratarlo de fracasado, pobre y marginado. Es así como desde una mirada dura, fría
y pragmática, la muerte es el fin de la existencia, leída en clave material y biológica, que
deja al descubierto una muerte orgánica, económica, política, ideológica y simbólica. En
algunos casos, los mismos funerales evidencian y refuerzan la idea de dejar a la víctima en
el pasado, en el lugar de los muertos, que ya no volverá, y que su vida y su historia serán
recuerdos del pasado; es tanto que hasta se le tiene miedo a los muertos y a veces
destruimos sus pertenencias y todo lo que ha sido suyo199
.
Igualmente, se ha vistos que en los demás países donde ha existido violencia y
marginación, producto de conflictos armados internos, tales como en Argentina, Chile, El
Salvador y Guatemala, cuya mediación ha estado bajo la cooperación de la ONU, según el
sacerdote Jesuita Javier Giraldo, le pregunta es “si estas sociedades son hoy día realmente
sociedades reconciliadas. Hay que responder rotundamente que no. Todas ellas arrastran
traumas profundos, odios y heridas no sanadas sino más bien, en la mayoría de los casos,
infectadas y putrefactas, con peligro de contaminar gravemente todo el organismo social
mediante reediciones del conflicto en dimensiones aún más destructivas”200
.
Así mismo, junto con todas las secuelas, represiones y marginalidad en las regiones
impactadas por el conflicto armado, es notoria una presencia latente de miedo,
desconfianza, perturbación del ambiente, humillación y zozobra. La violencia contra la
198 GIRALDO S.J., Javier, Impactos y respuestas de las sociedades frente a los procesos de búsqueda y exhumación de victimas de desaparición forzada, exposición en el II Congreso Mundial de Trabajo Social en procesos de Exhumación, Desaparición Forzada, Justicia y Verdad-Bogotá, 22 de abril de 2010, pdf, p. 1. 199 Ibídem, p. 2. 200 GIRALDO S.J., Javier, Búsqueda de verdad y justicia. Seis experiencias en posconflicto. CINEP, disponible en pdf.
73
población civil y sus efectos en el conflicto armado, es una deshumanización y un atropello
que, aunque se diga de muchas maneras, entraña una connotación de irrespeto hacia las
personas, traición desmedida, esclavitud, dominio del más fuerte, subyugación y
destrucción de la vida y la naturaleza humana.
Por ello, son tan graves los impactos del conflicto armado, que se cuenta con la población
civil como una estrategia de guerra en medio de la acción del conflicto armado, pues,
involucrando a la población civil se siembra terror y esto permite contrarrestar cualquier
apoyo que los contrincantes puedan tener de parte de la población, ya que los entes armados
se sirven de las poblaciones para su protección y apoyo de sus acciones beligerantes como
para recoger información que lleve a la desarticulación del adversario201
. Es necesario,
entonces, ver cómo los actores armados involucran a la población civil, convirtiéndolos en
blanco de ataque en medio de las disputas territoriales y confrontaciones de estos grupos.
Ante esto, se observa que los entes armados que controlan el territorio, sobre todo en zonas
rurales donde habitan campesinos, indígenas y pobladores de las regiones, intentan
involucrar e incidir en la dinámica de vida de las poblaciones202
.
Por eso es visto que estos grupos, dentro de sus operaciones, tienen el objetivo de ganar
confianza e involucrar a la población civil, ya que con ello se informan del proceder del
contrincante y le muestran al país que hacen obras y están a favor del pueblo. Por ello, para
los insurgentes, no es tan importante la confrontación bélica, sino el vínculo existente entre
la población y la insurgencia (Wallace, 1997: 214)203
.
En consecuencia, partir del respeto por la vida y los derechos de las personas, hacen parte
de las exigencias claras que las víctimas hacen al Estado para salvaguardar al ser humano
como sujeto único, particular e intrínseco, de los atropellos de los actores en conflicto.
201
Consultado en: http://redmultimedia.ning.com/profiles/blogs/conflicto-armado-colombiano, 09/02/2013. 202
Ibídem. 203 Op. Cit. GIRALDO S.J., Javier, Búsqueda de verdad y justicia. Seis experiencias en posconflicto. CINEP, disponible en pdf. p. 238.
74
Por consiguiente, el hecho de involucrar a la población civil en la estrategia de guerra, es
visto como un arma de doble filo que, por un lado, intenta ser “una medida de protección”
hacia las personas, pero, por otro, es una sentencia de muerte, ya que por servir a un bando
es declarado objetivo militar de la contraparte204
.
Ante esto se suscitan las siguientes preguntas: ¿Por qué, militares, paramilitares y
guerrilleros, involucran a la población civil, implicándolos como colaboradores y
sometiéndolos a interrogatorios que llevan a los pobladores a sindicarse a sí mismos?
Así, es que cuando los militares hacen retenes, preguntan a los transeúntes: cómo está el
ambiente más arriba, sabiendo de hecho que la guerrilla está en la zona y que muy
probablemente esté informada de todas las operaciones que realizan militares y
paramilitares.
Según el analista Kilcullen, afirma que “en la contrainsurgencia resulta más beneficioso
lograr el respeto y confianza de la población local que aumentar la capacidad de combate
(Kilcullen, 2006: 134)205
.
De ahí que los grupos armados involucran a la población civil como un agente activo en la
dinámica del conflicto. Dado esto, como se decía arriba, la estrategia militar de guerra de
los actores armados es involucrar a la población civil y con ello llevar a cabo toda una
violencia ofensiva, represiva, intimidadora, sexual, verbal y traumática contra las
poblaciones y regiones donde hacen presencia.
Pero, veamos de cerca cómo el conflicto armado, en medio del escenario de confrontación,
incide en la colectividad, destruyendo la identidad y los proyectos de vida de quienes tienen
que salir por la fuerza de sus territorios, ya que si se analiza la realidad de las víctimas,
204
Ibídem. 205
Ibídem.
75
éstas presentan un desarraigo con su territorio evidentemente inhumano que trae consigo la
despersonalización con su núcleo social y la exposición a la vulneración física, psicológica
y colectiva. Pues, por medio del señalamiento, la amenaza, la intimidación, los rumores, las
desapariciones y muertes selectivas, los panfletos y letreros en zonas visibles, que indican
la presencia o no de los actores armados, se sienten amenazados en su propio territorio.
Es tanto que, los grupos armados, además controlar los territorios, realizan operaciones
directamente contra las poblaciones, cuyo resultado es la matanza de algunos miembros de
las comunidades, la desarticulación de la vida comunitaria, que es una de las denuncias más
fuertes que se hace en el marco del conflicto armado, ya que, si bien es cierto, cuando los
grupos armados hacen presencia en alguna región, van atentando contra la infraestructura
de las poblaciones, la ecología y la convivencia de los pueblos y regiones206
.
El impacto del conflicto armado colombiano manifiesta, entonces, una incidencia fuerte en
algunas regiones de Colombia, pero, especialmente las zonas más afectadas son la región
noroccidental con una disminución en la región suroriental207
; así mismo, gracias al control
territorial que ejercen los grupos armados en estas zonas, el aumento de víctimas es más
notorio hacia la región noroccidental, ya que en esta parte del país se desarrollan estrategias
de guerra que hacen más fuerte el conflicto armado, haciendo notar un estado de tensión y
latencia de ataques y vulneración de las poblaciones 208
.
Sin embargo, gracias a la desmovilización de las AUC a mediados del año 2006209
, se
registró una disminución de muertes y atropellos contra los civiles que, según los analistas,
206
Consultado en:
http://www.elmeridianodecordoba.com.co/index.php?option=com_k2&view=item&id=23597:incursi%C3%B
3n-armada-toma-fuerza&Itemid=117, 10/02/2013. 207
RESTREPO A, Jorge y APONTE, David, Guerra y violencia en Colombia. Herramientas e interpretaciones. Bogotá: Ed. Pontificia Universidad Javeriana, 2009, p. 215. 207 Ibídem, p. 63 – 64. 208 Ibídem. 209
Ibídem.
76
obedece a lo siguiente: disminución de la victimización por parte de los grupos
paramilitares, disminución de muertes de combatientes de parte de las fuerzas estatales y
autodefensas, quienes replegaron a la insurgencia a zonas alejadas y montañosas210
. Cabe
señalar, entonces, que la población civil después del año 2006 ha estado expuesta a la
violencia bajo los siguientes actores: neo-paramilitares o las BACRIM, las guerrillas y lo
Fuerza Pública211
.
En este mismo sentido, no en todos los casos, la violencia ha tenido un giro distinto, pues
existe una violencia de confrontación, disputa y combates, y otra soterrada, que es la que
genera la intimidación, la zozobra, la amenaza y el señalamiento, generando un impacto
social que desestabiliza la comunidad, impide la inversión y el desarrollo agrario212
.
1.6. El conflicto armado en la realidad de las víctimas a nivel cultural
Recordemos que los campesinos, indígenas, labradores y entes rurales, donde se ha
generado con mayor impacto el conflicto armado, tienen una identidad muy marcada con la
tierra o el territorio y su cosmogonía. Es decir que, tanto los bosques como los ríos, las
plantas, los animales y la espiritualidad que subyace en cada región, están en unidad con el
sujeto y son la razón fundamental de su identidad campesina e indígena, ya que su tierra,
sus tradiciones, sus modos de vivir y subsistir al igual que su música, la contemplación de
los paisajes naturales, el silencio y el aire puro, son indispensable en el desarrollo
emocional, social y cognitivo de una persona que tienen sus raíces en el campo.
Por ello, Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, dicen:
210 Ibídem. 211
Ibídem. 212
Vicepresidencia de la República, Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos,
Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH 1998 – 2002, p. 147.
77
“Cuando se pertenece a un grupo se experimenta una poderosa sensación de seguridad. El
campesino al saberse perseguido sin causa justificada, advierte que se le esfuma el factor
máximo de cohesión que es su grupo veredal o vecinal, donde adquiere sentido de
socialización, sufre el proceso natural de actitudes y hábitos, aprende la filosofía de lo
práctico, aplica el sentido común, desarrolla actividades laborales y rudimentario sentido
comercial, encuentra amistades, emoción vital, afinidades psíquicas, ayuda mutua,
educación básica, interacción de servicios, colmo de aspiraciones, novia y esposa, hogar
tibio, surco y asilo, consejo oportuno, logro de su alegría en el tiple fiestero, lecciones de
diamantina y honradez, relación social que al rebasar el hogar y la escuela forja al
ciudadano”213
.
En contraste, a nivel cultural, el influjo del conflicto armado, enmarca un trauma que no es
fácil de sanar, pues la agresión física y verbal, la desolación, los campos minados e
intransitables, paraliza todas las actividades de integración, vida comunitaria y familiaridad
entre los sectores, pues, cuando hay toques de queda, cuando se escuchan disparos,
agresiones verbales, malos tratos, la gente se concentra en sus casas para evitar problemas y
salvar su vida214
. Según las observaciones y análisis hechos en las zonas rurales donde se
siente el mayor impacto del conflicto armado, la desarticulación de las personas víctimas
con sus grupos de referencia, el asilamiento con el ambiente cultural y social, deja una
huella que es difícil de superar, dado que la violencia afecta todo el tejido social, el cual,
para los habitantes de una región, es demasiado importante para su desarrollo cultural, pues
enriquece todo el sentido de vida de una población215
.
Por consiguiente, este impacto queda grabado en la conciencia colectiva de los
sobrevivientes, quienes, en la mayoría de los casos, no logran recuperarse física y
emocionalmente y no pueden volver a ser prósperos ni desean volver a reconstruir su finca,
213 BORDA ORLANDO, Fals, La violencia en Colombia. Tomo I. Bogotá: Ed. Carlos Valencia, 1980, p. 150. 214
Ibídem. 215
Ibídem.
78
su casa y todo el significado territorial que lo identifica como campesino o indígena
agricultor y oriundo de una región216
.
Cuando se evoca este horizonte conceptual de la situación de las víctimas, lo que se está
evocando es un tipo de violencia que atenta totalmente contra la vida, la dignidad y la
identidad de los pueblos, ya que, además de ser una violencia injusta y confusa, porque la
mayoría de víctimas no entienden el porqué de su situación, es una violación de los
derechos que tienen los pueblos, una familia o un grupo determinado que habita un
territorio, ya que sus costumbres, tradiciones, modos de vida, formas de trabajar para
ganarse el sustento diario, sueños, relaciones e idiosincrasia, son truncados por la acción del
conflicto armado. Por lo mismo, los analistas creen que “la violencia se ha justificado ética
y argumentativamente. Sea la violencia de iniciativa o la de respuesta que aparece como
un derecho. Esta última se plantea como respuesta a una violencia que atenta
estructuralmente contra el derecho esencial de la vida y la integridad humana
histórica”217
.
Para citar un ejemplo, en al año 2004 en Riosucio – Chocó, los miembros del bloque Elmer
Cárdenas de las AUC, eran negros entre hombres y mujeres que se dedicaban a combatir a
sus mismos semejantes que estaban en la guerrilla de las Farc o negros que estaban
haciendo parte de la Organización de ASCOBA (Asociación de Consejos Comunitarios del
Bajo Atrato), los cuales se dedican a proteger y salvaguardar el territorio a través de la Ley
70218
. Así mismo, los indígenas, quienes han ingresado a la guerrilla en la misma zona del
Bajo Atrato – Chocó, se dedican a perseguir y enjuiciar a los mismos indígenas, Embera,
Wounnan, Zenú y Chamíes, que están con el Gobierno desde su organización CAMIZBA
216
Op. Cit. Vicepresidencia de la República, Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos,
Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH 1998 – 2002, p. 140 – 141. 217 REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Propuesta regulativa en búsqueda de la paz, por Eduardo Lanchero, N° 8, Abril – Junio 1998, p. 34. 218
Constatación de Trabajo de Campo realizado por el investigador en el municipio de Riosucio – Chocó,
zona del Salaquí, en el año 2004, cuando el Bloque Elmer Cárdenas de las AUC operaba en dicha zona.
79
(Cabildo Mayor Indígena Zonal del Bajo Atrato), quienes denuncian y se oponen a los
atropellos que este grupo guerrillero ejerce sobre la población indígena219
.
Es decir que, más que catalogar la violencia como una realidad de deshumanización en un
sistema político, es verla como realidad que atenta integralmente con lo más sagrado e
íntimo del ser: su vida, su posibilidad de soñar, vivir, hacer el bien y gozarse el mundo.
Por eso, la violencia no se puede justificar bajo ninguna política, religión o voluntad
humana, ya que ésta es la más baja condición a la que llegan los seres humanos: ser capaz
de asesinar y exterminar a los demás, volviéndose los verdugos de sus familiares, amigos,
compatriotas que comparten la misma raza y condición social220
. Así mismo, se proclama a
viva voz que los efectos más traumáticos que deja el conflicto armado colombiano son: el
destierro, la pobreza, la desarticulación con su grupo de referencia y la marginalidad a la
que quedan expuestas las víctimas una vez salen de su territorio. Por ello, la injusticia que
recae sobre las víctimas, en medio del conflicto armado, se reconoce como una violación
directa de los derechos de las personas, su dignidad e identidad, reduciéndolos a víctimas,
gracias a toda la despersonalización que deja el actual conflicto armado colombiano221
.
219
Constatación del Trabajo de Campo realizado por el investigador efectuado en la zona del Cacarica –
Chocó, donde opera el frente 57 de las Farc, luego del asesinato de tres indígenas del Resguardo de Perancho
por parte de este grupo armado en enero de 2011, quien los acusó de colaboradores del Ejército. 220
Ibídem. 221
Op. Cit. Vicepresidencia de la República, Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos,
Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH 1998 – 2002, p. 333.
80
CAPÍTULO II
COMPRENSIÓN HERMENÉUTICA DE LUCAS 4, 16 – 21:
ELEMENTOS DE RESIGNIFICACIÓN
2.1. El texto: Lucas 4, 16 – 21
Y vino a Nazaret, donde había sido criado, y entró, conforme a la costumbre de él, en el
día del sábado en la sinagoga y se levantó a leer. Y le fue dado un rollo del profeta Isaías y
tras abrir el rollo, encontró el lugar donde había escrito: el Espíritu del Señor está sobre
mí, por lo cual me ungió para evangelizar a los pobres, me ha enviado a proclamar a los
cautivos libertad y a los ciegos recuperación de la vista, para enviar a los oprimidos en
libertad, a proclamar un año del Señor aceptable. Y, tras enrollar el volumen, lo devolvió
al asistente, se sentó; y todos los ojos en la sinagoga estaban fijos en él. Empezó
diciéndoles: hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido este pasaje de la Escritura (Lc 4,
16 – 21)222
.
El texto se ubica en el inicio del ministerio público de Jesús en Galilea con el versículo 16,
donde se muestra que Jesús vive sus tradiciones religiosas de su pueblo y, en el día sábado,
en la sinagoga, realiza el anuncio de la Buena Nueva; imparte la enseñanza, cura a los
enfermos y realiza las señales del Reino, situación que es rechazada por los fariseos y
escribas. Esto permite indicar el sentido que tiene el Reino hacia los marginados y pobres
que ven la propuesta de salvación como una acción justa que honra el valor que tiene la
persona por encima de cualquier precepto religioso.
De igual modo, reunidos los creyentes para vivir y celebrar la fe, la sinagoga ocupa un
lugar importante en el relato de Lucas, pues ésta se conoce como una asamblea donde se
222 LA CUAVA, Francisco, Nuevo Testamento Interlineal Griego- Español. Editorial Clie.
81
hace oración, se da gracias al Señor, se recibe la bendición y se pide la acción de Dios a
favor del pueblo.
En la deportación a Babilonia 1587223
, el pueblo de Israel recurrió a la invención de la
sinagoga como medio de encuentro, memoria y vivencia de la fe en Yahvé generando un
vínculo entre sí mismos como medio de resistencia ante la dominación babilónica224
.
El versículo 17 del texto, contiene el sentido litúrgico de celebración o servicio religioso en
la sinagoga, el cual estaba organizado así: el escucha, Israel; la oración y bendición, lectura
de la Torá y lectura de un texto profético, lectura que en ese momento realizó Jesús. Pero,
el sentido del texto se encuentra en los versículos 18 y 19, así:
Versículo 18: El Espíritu del Señor está sobre mí porque él me ha ungido para que dé la
Buena Noticia a los pobres. Según la traducción de los LXX, el versículo 18 dice: “a curar
a los que tienen destrozado el corazón225
”, que, en sentido literal, este versículo tiene que
ver con el cumplimiento de la Escrituras en los pobres, donde se dará vista a los ciegos y se
sanarán los corazones destrozados por medio de la fe en Jesús, trayendo consigo la
liberación definitiva a la humanidad, a todas las naciones y a los pueblos paganos226
.
Igualmente, la mención que el texto hace a los que lloran y sufren, y a quienes tienen
destrozado el corazón, en Is 61, 1 – 2, hace referencia a los que lloran y están afligidos en
Sion227
; mientras que en Lucas, los pobres, los afligidos y quienes tienen el corazón
quebrantado, hace referencia a los bienaventurados, los pobres, marginados, excluidos,
perseguidos y explotados, que son los preferidos en la construcción del Reino (Lc 6, 21ss.).
223
GÓMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Verbo divino, Navarra, 2008, p. 114. 224 Ibídem. 225 BIBLIA JERUSALÉN, comentarios, texto (Lucas 4, 18). 226 GRILLI, Massimo, GÁNDARA, D. Landgrave y LANGNER, Córdula, Riqueza y solidaridad en la obra de Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 38. 227
Ibídem.
82
Se trata de restablecer la justicia, desatar las cadenas de injusticia, resarcir el sufrimiento y
proclamar la liberación definitiva como un año de gracia, perdón y encuentro con Jesús.
Ante esto, lo primero que se puede decir es que la obra de salvación, que se cristaliza en
Jesús hacia los pobres y marginados, esta notablemente impulsada por la fuerza del
Espíritu Santo, quien ungió a Jesús para llevar a cabo la misión salvadora. Lo segundo que
se concretiza es que el anuncio, la Buena Nueva, se traduce en gestos concretos de
salvación y liberación de la injusticia y del mal que sobrevive en el mundo, siendo los
pobres los destinatarios de la Buena Nueva, pues, Josep Ruiz Campos dice que: a los
pobres, a los cautivos, a los ciegos y oprimidos; a las viudas, los leprosos, paganos y
extranjeros, se les anuncia la Buena Nueva, según el Evangelio228
.
Sin embargo, se ha podido conocer que la Buena Noticia, el Evangelio que Lucas coloca en
la persona de Jesús, ya era una palabra usada en la época para trasmitir una noticia.
Una buena noticia podía ser el nacimiento del hijo del emperador y heredero del reino, las
visitas que hacia el emperador a alguna región del Imperio, la inauguración de obras
públicas, la liberación de presos, las regalías que el Imperio daba a la población y el
anuncio de diversiones. Los mismos esclavos se regocijaban de estas buenas noticias,
porque recibían prebendas, amnistías o algún estímulo. Pero, también, estas “buenas
noticias” muestran la dependencia y la sumisión a que el pueblo era sometido229
.
De igual modo, este anuncio de Buena Noticia230
, tras la confesión de fe de la comunidad
cristiana, donde se ubica Lucas (territorio de Asia menor, Siria – Antioquia, población judía
y gentil), cuya fe se estaba perdiendo por el influjo del paganismo y la tensión entre judíos
228 CAMPOS, Josep Rius, La obra de Lucas. Reseña Bíblica. Revista trimestral de la Asociación Bíblica Española. Navarra: Ed. Verbo Divino, 1996, p. 20. 229
MOSCONI, Luis, La buena noticia de Jesús según san Lucas. Pistas para una lectura contemplativa espiritual y militante. México: Ed. Dabar, 1993, p. 15. 230
Ibídem.
83
y cristianos, se fue relacionando con la acción salvífica que, en la persona de Jesús, trae
para el pueblo un mensaje de esperanza, liberación y justicia231
.
Por ello, la propuesta de Jesús, como Buena Nueva del Reino, reconcilió el pueblo bajo la
fuerza del Espíritu en un solo designio: traer la paz, el amor, la libertad y la justicia en una
sola fe en Cristo, Ef 2, 15 – 18: “anulando la ley con sus preceptos y cláusulas, reunió los
dos pueblos en su persona, creando de los dos una nueva humanidad; restableciendo la
paz. Y los reconcilio con Dios en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando muerte en su
persona a la hostilidad. Vino y anuncio la paz a ustedes, los que estaban lejos y la paz a
aquellos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo, todos tenemos acceso al Padre
por un mismo Espíritu.
Jesús mismo se presentó como la llegada del Reino de Dios que restituye la dignidad
humana y condena un sistema de opresión, desigualdad y marginalidad. Por ello, la Buena
Nueva del Reino significa un mensaje de esperanza, resistencia, lucha, comunión y
organización en medio de los signos de muerte que cobijan el mundo (Hech 5, 21 – 33. 40.
42).
Por ello, la frase el “Espíritu del Señor está sobre mí232
”, indica la llegada del profeta
escatológico que restaura la comunión con Dios y trae un mensaje de liberación233
.
Para proclamar el año de gracia del Señor: ante esta afirmación, la frase año de gracia
(versículo 19), está relacionada con la liberación de los cautivos, ya que, según Lv 25, 8 –
55, después del año 49, multiplicando 7 por 7, el año 50 era el año de gracia del Señor, que
231 Ibídem, p. 16. 232
En la versión de los LXX, el versículo 18 se traduce así: “a curar a los que tienen destrozado el corazón”. 233
Cfr. Biblia de Nuestro Pueblo, comentario al texto de Is 61, 1 – 3.
84
significaba la libertad para todos, la dispensa de deudas y cargas, el descanso de la tierra y
el restablecimiento de los derechos generales para todas las personas234
.
El año del jubileo se ve como un reparo que restituye la justicia, contrarrestando el aumento
de empobrecidos, la esclavitud y el desarraigo cultural y religioso. De fondo el año de
gracia del Señor, invitaba a cada uno a participar de las bendiciones del Señor para que
todos gozaran de la voluntad de Dios235
. En este sentido, lo que se pone de manifiesto es
que la cita de Isaías ocupa el centro del texto, lo que nos permite deducir que todo el
mensaje central del texto está en los versículos 18 y 19, ya que el texto que Jesús lee
corresponde a Isaías (61, 1 – 2).
Pero, este texto de Isaías ya es interpretado por la comunidad lucana y, por lo mismo, se le
han quitado elementos relacionados con Israel y Sión; igualmente, se toma de Is 58, 6 el
“dar libertad a los oprimidos,” cuya razón de ser es colocar en demostración la razón
salvífica que trae la presencia de Jesús en medio del pueblo236
.
Con el versículo 20 Lucas intenta mostrar el interés que la comunidad creyente deposita en
Jesús. Finalmente el versículo 21 indica el sentido que ya significa Jesús: ser el salvador de
la humanidad, el Mesías esperado en quien se cumplen las Escrituras237
.
Dado lo anterior, en el texto que se está analizando (Lc 4, 16 – 21), se percibe la relación
que establece el texto de Lucas con Is 61, 1 – 2 e Is 58, 6. Si se hace una observación, se ve
que el texto de Is 58, 6, pertenece al tercer Isaías y es la consolación al pueblo de Israel
después del exilio babilónico de 1587 a. C238
.; en contraste, hace una crítica al pueblo por la
234
Op. Cit. GÓMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Verbo divino, Navarra, 2008, p. 115. 235 Ibídem. 236
DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 113. 237 Ibídem. 238
Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114.
85
falta de solidaridad y justicia con los que sufren, mientras que Is 61, 1 – 2 hace referencia a
un tiempo que ha de llegar como consolación a los oprimidos, donde se espera un día nuevo
lleno de esperanza y liberación para el pueblo239
.
Por ello, según la comunidad lucana, la misión de Jesús se centra en prioridades que hacen
creer que la “Buena Nueva del Reino” no puede estar desligada de una opción por la vida,
la justicia y la dignidad humana. Dado lo anterior, el texto lucano se sitúa desde al anuncio
del ministerio público de Jesús a partir Lc 4, 16 – 21, principalmente como un anuncio
profético de esperanza para los desposeídos, aduciendo que el Reino de Dios es de los
pobres, de los que tienen hambre y de los que lloran; de los que son perseguidos,
insultados, despreciados y excluidos, para los cuales se les anuncia el año de gracia, el
perdón de sus deudas y la consolación de los sufrimientos (Lc 6, 20 – 23)240
.
Así, este pasaje se ubica en la sesión de la predicación del ministerio público o inaugural
del Jesús241
(4, 16 – 30) y es común con Mt 13, 54 – 58, Mc 6, 1 – 6, Is 61, 1 – 2 y, según
se ha entendido, las señales del Reino, en la predicación de la Buena Nueva, se sintetizan
en Mt 11, 5b y Lc 7, 22, donde se dice que: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan,
los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la
Buena Noticia242
.
En este sentido, esta cita se aplica a Jesús, el Hijo de Dios, ungido del Espíritu, para
significar la Buena Nueva a los pobres, los cuales, a la llegada del Mesías significaba la
liberación de sus males físicos, emocionales y estructurales. Por ello Jesús es honrado en la
239 Ibídem. 240
Ibídem, 115. 241
COMENTARIO BIBLICO INTERNACIONAL, Comentario católico y ecuménico para el siglo XXI.
Verbo divino, Pamplona, 1999, p. 1255. 242
Ibídem.
86
sinagoga, donde más adelante su anuncio profético de liberación será contradictorio hacia
los gentiles y paganos243
.
Entonces, es importante que se diga que este pasaje sintetiza la misión de Jesús como el
Mesías que inicia su tarea en galilea y termina en Jerusalén, quien, movido por el Espíritu,
a través de signos y señales, va mostrando cómo la Buena Nueva va siendo una experiencia
de fe comunitaria en las trasformaciones sociales y los hechos que la comunidad creyente
va resignificando como Reino de Dios244
.
Así mismo, el texto se ubica centrado en la tradición judía de respetar el sábado y dedicarlo
a la oración, lo que fue también algo que, en caso de las acciones proféticas realizadas por
Jesús en día sábado, fue motivo de contradicción en medio de su anuncio liberador (Lc 6, 1
– 11)245
.
Por tanto, al encontrarse frente al texto de Lucas 4, 16 – 21, inmediatamente se reconoce la
presencia de un escrito profético cuyo origen se encuentra en el Antiguo Testamento. Ante
esto se reconoce que hay una tradición profética que subyace al texto, que debe tener una
intencionalidad de aliviar y apacentar a un pueblo que vive situaciones de desesperanza,
miedo, dominio y opresión246
. Por ello, la presencia de Jesús en la sinagoga de Nazaret y la
lectura que él hace de Is 61, 1 – 2, lo ubican como aquel en quien se cumplen las Escrituras
y, al mismo tiempo, Lucas lo coloca como el ungido de Dios que trae la Buena Nueva del
Reino y quien es el cumplimiento definitivo de las promesas de liberación anunciadas
desde antiguo247
.
243
Ibídem, p. 1256. 244
Ibídem. 245
Ibídem. 246
Cfr. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 153. 247 Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114
87
Entonces, la fuerza espiritual que se le asigna a Jesús como el hijo de Dios, ungido y
enviado, maestro y Señor, tiene el trasfondo de indicar el sentido liberador que trae el
anuncio del Reino. Por ello se dice que la teología lucana se compone de la combinación
que hace el evangelista de Is 61, 1 – 2 e Is 58, 6, indicando el poder que significa decir el
“Espíritu del Señor está sobre mí,” lo que hace que sea en Jesús en quien se realice ese
cumplimiento y que, con ello, la finalidad de este anuncio radique en ser una Buena Nueva
a los pobres, a los sin tierra, a los marginado y explotados248
. Por ello se dice: “Ahora se
subraya la finalidad de eso don del Espíritu: beneficiar a los desgraciados por causas
económicas, físicas y sociales. Buena nueva a los pobres”249
.
Por lo mismo, el texto dice que: “El Espíritu del Señor esta sobre mí porque me ha ungido
para que dé la buena Noticia a los pobres” (Lc 4, 18). Esta afirmación indica la unidad de
la historia de la salvación que en Jesús alcanza su pleno cumplimiento, siendo Jesús el
puente entre Dios y la humanidad, quien actúa movido por Espíritu de Dios y es ungido
como el Mesías definitivo que trae la salvación a todas las generaciones250
.
Por consiguiente, reconociendo el carácter profético de donde es traído el texto: Is 61, 1 –
2: El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para
dar una buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para
proclamar la liberación de los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el
año de gracia del Señor (…); para consolar a los afligidos”, se hace la exhortación que
permite entender que el texto de Lucas 4, 16 – 21, se inscribe en la tradición profética para
indicar el carácter de consolación, reconstrucción y cambio de vida que trae volver a Dios,
248
Op. Cit. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 153 – 154. 249 Ibídem, p. 154. 250 Cfr. FLICHY, Odile, La obra de Lucas. Cuadernos Bíblicos. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2003, p. 9.
88
restablecer la alianza y, al mismo tiempo, extender su soberanía como gracia, perdón,
liberación de prisioneros y sanación de corazones desgarrados por la injusticia251
.
De la misma manera, en Is 35, 5 (“ Entonces se abrirán los ojos del ciego, las orejas de los
sordos se destaparán”) y en Is 58, 6 (“romper las cadenas injustas, soltar las coyundas
del yugo, dejar libres a los maltratados, y arrancar todo yugo”), resaltan el sentido de
justicia que Dios quiere para con su pueblo: permitir la libertad, que todos conozcan la
verdad de poder ver a Dios y sus maravillas, y que se restaure la justicia divina, donde las
personas, humilladas y oprimidas por los gobernantes, sean rescatadas de la injusticia y
puedan seguir viviendo en libertad y dignidad252
. Ante esto, Lucas 4, 16 – 21, intenta
mostrar la condición de Jesús que, ungido por Dios, viene a restaurar y consolar al pueblo
que pasa por condiciones de miseria, pobreza y opresión.
En este sentido, la predicación de Jesús, su opción en defensa de la vida y la justicia, pasó a
ser la “Buena Noticia” como mensaje de liberación y esperanza para todos los
empobrecidos por las cadenas de injusticia y el yudo imperial (Lc 4, 18ss)253
. Para los
cristianos la “Buena Noticia” de Jesús se convierte en el anuncio que vence el miedo y trae
alegría para todo el pueblo: “hoy ha nacido para ustedes un salvador, que es el Mesías, el
Señor” (Lc 2, 10 – 11). En este sentido, el kerigma que trae Jesús se convierte en
antagónico frente a las propuestas opresivas imperiales, pues ya los cristianos dan fe de esa
noticia tras ver a Jesús como el salvador, el Mesías, el Señor (Hech 10, 36ss)254
.
Bajo estas premisas, con esta unidad textual se está mostrando la relevancia profética de
Isaías, quien denuncia la desigualdad social y anuncia un tiempo de gracia, gozo y
251
Op. Cit. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 152. 252
Ibídem. 253
Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114. 254
Op. Cit. MOSCONI, Luis, La buena noticia de Jesús según san Lucas. Pistas para una lectura contemplativa espiritual y militante. México: Ed. Dabar, 1993, p. 16.
89
esperanza para los oprimidos y marginados. En el mismo sentido, Lucas da a conocer la
presencia mesiánica de Jesús que, enviado por Dios, viene a traer el mensaje de esperanza y
Buena Nueva a los pobres y marginados del siglo I255
.
2.2. El contexto de Lucas 4, 16 – 21
El contexto que envuelve el pasaje de Lucas 4, 16 – 21, indica la comprensión que el autor
del Evangelio tiene de Jesús. Lo primero que se puede decir es que Lucas ve a Jesús como
el Hijo de Dios (Lc 1, 35) enviado a salvar a los pobres y marginados de su tiempo desde
una propuesta de reinado que durará por siempre256
. La comprensión que hace Lucas es
reconocer a Jesús como el Mesías, el Señor (Lc 2, 11), que ungido se presenta en la figura
de un rey, pero que, en este caso, es el rey escatológico que trae la Buena Nueva del
Reino257
.
Es importante ver cómo a lo largo del Evangelio, Lucas muestra todo el sentido mesiánico
que tiene Jesús como el Hijo de Dios, el profeta escatológico que une el A. Testamento con
el N. Testamento hacia el cumplimiento de la promesa que Dios hizo a su pueblo para
salvarlo de la esclavitud, pues, por medio de los profetas (Is 65, 17 – 25) se anuncia la
restauración de Israel y el reinado de Dios desde un “cielo nuevo y una tierra nueva”, donde
nadie pasará hambre ni se oirá el llanto ni el crujir de dientes, como una intervención de
Dios ante las infidelidades e injusticia que se cometen258
.
Así mismo, el bautismo de Jesús pone en evidencia toda la novedad del Reino que trae
Jesús (Lc 3, 21 – 22), quien es acompañado por la fuerza del Espíritu Santo en todo su
255
Ibídem. 256
Ibídem. 257 QUESNEL, Michel y GRUSON, Philippe, La Biblia y su cultura. Jesús y el Nuevo Testamento. Bilbao: Ed. Sal Terrae, Santander, 2000, p. 98. 258
Biblia de Nuestro Pueblo, comentario sobre el texto de Is 65, 17 – 25, p. 821.
90
ministerio público; pero, además, para Lucas es muy importante la figura del Bautista,
quien prepara el camino del Señor y concreción real de la era mesiánica (Lc 3, 3 – 6)259
.
Es importante ver como Lucas coloca la figura de Juan el Bautista como el último profeta
que anuncia la llegada del Mesías, preparando el camino, abriendo el corazón como una
preparación interior ante la llegada inminente del Hijo de Dios, el Mesías esperado que trae
la salvación a la humanidad. Ante esto, es pertinente tener en cuanta todo el legado
profético que se le atribuye a Jesús.
Lucas busca mostrar, entonces, cómo Jesús viene a devolver la vida, la dignidad y la fe al
pueblo, pues, por el destierro, la desarticulación con el Templo y todo el influjo gentil que
intentaba opacar el anuncio de la fe en Cristo, la comunidad cristiana no lograba ver con
claridad la voluntad de Dios y direccionar el camino de encuentro con el Señor260
. Por ello
se creía que si el pueblo pierde la libertad y la visión de fe en Cristo, no puede ver
críticamente el mundo y, por lo mismo, no puede exigir la justicia como voluntad de Dios y
liberación para la humanidad261
.
Según Ivo Storniolo, la misión de Jesús es: “traer una palabra de esperanza para este
pueblo explotado y oprimido y, al mismo tiempo, realizar la acción que lo libera
concretamente de la situación de marginalidad”262
. En este sentido, la esperanza y Buena
Nueva del Reino que trae Jesús, se convierte en alivio, consuelo y justicia frente a la
subyugación en la que viven los pobres.
259
Ibídem, comentario al texto de Lucas 1, 3, p. 1616. 260
Op. Cit. MOSCONI, Luis, La buena noticia de Jesús según san Lucas. Pistas para una lectura contemplativa espiritual y militante. México: Ed. Dabar, 1993, p. 17. 261 STORNIOLO, Ivo, Cómo leer el Evangelio de san Lucas. Los pobres construyen la nueva historia. Bogotá: Ed. San Pablo, 2002, p. 49. 262 Ibídem.
91
Bajo esta mirada, es importante que se tenga en cuenta la idea de reino que se tenía desde
antiguo. Según las investigaciones hechas, los reyes del antiguo Israel tenían la tarea de
mantener el trono, gobernando en nombre de Dios y hacer efectiva ese reinado bajo tres
ideas fundamentales: mantener el reino, hacer eficaz el reinado y mantener la realeza263
, de
ahí que la tarea del rey se describe así: “la terea del rey consistía en establecer y
salvaguardar el Reinado de Dios. Muchos de ellos frustraron esa expectativa, que se
transfirió a la de un rey Mesías (…). Él sería quien instauraría realmente ese reino o
reinado: un periodo de observancia sin deficiencia alguna de la Torá, un reino de justicia
y de paz”264
.
Según esta comprensión, el Mesías esperado debería ser quien traería el verdadero Reino de
Dios, como una Buena Noticia para todos en un tiempo nuevo de gracia, perdón y
restablecimiento de la justicia y la fe.
El libro de Isaías, desde la tradición profética, narra la llegada de ese mesías esperado, que
se une al anuncio que hace Lucas en el pasaje de estudio, dejando en claro, cómo debe ser
ese mesías: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la
paz, que trae la buena nueva, que pregona la victoria, que dice a Sion: ya reina tu Dios!”
(Is 52, 7)265
. Este pasaje se sitúa muy estrechamente con el anuncio lucano que se coloca
en la figura de Jesús: ser pregonero de la paz, de la unidad, de la justicia y la libertad; es la
esperanza liberadora de los cautivos, quienes encuentran en Cristo la nueva vida.
Así, Lucas muestra el anuncio de la Buena Nueva como un programa en el cual Dios se
comunica con Jesús por medio del Espíritu y lo unge para llevar a cabo la misión salvífica
de liberar a la humanidad de todas las esclavitudes y traerles un tiempo nuevo o un año de
263 QUESNEL, Michel y GRUSON, Philippe, La Biblia y su cultura. Jesús y el Nuevo Testamento. Bilbao: Ed. Sal Terrae, Santander, 2000, p. 98. 264 Ibídem. 265
Ibídem.
92
gracia, que será motivo de alegría, fiesta y Reino de Dios266
. Por eso, Lucas coloca el
anuncio de la Buena Noticia en los pobres y pastores a quienes se les anuncia la llegada del
salvador (Lc 2, 10 – 12), exaltando a los humildes (Lc 1, 52), reconociendo el carácter de lo
sagrado, de lo que se hace de corazón, siendo en la propia vida donde Dios se hace presente
(Lc 21, 1 – 4).
Bajo este sentido, Lucas busca mostrar que la Buena Noticia es reconocida principalmente
en los marginados y empobrecidos, que de corazón reconocen la acción misericordiosa y
solidaria que trae el Reino de Dios. Por eso, es de mayor importancia reconocer todo el
camino que Lucas intenta mostrar para llegar al encuentro definitivo con Dios en la persona
de Jesús267
. Por tanto, el Evangelio se sintetiza en Lucas 24, 13 – 35, donde Jesús se hace
camino en medio de la comunidad discipular, trayendo consigo la tradición profética y la
Ley, colocando el carácter de Jesús como el profeta escatológico que trae la liberación
definitiva al pueblo de Israel, pero que fue asesinado por la estructura injusta de su tiempo.
Sin embargo, el mismo caminar de Jesús en medio de los discípulos, permite el encuentro
con el Resucitado al “partir el pan” y ser signo de comunión y vida268
.
De ahí que Lucas coloca la fuerza salvífica del Reino de Dios en el sentido de la comunión,
del partir el pan, de la solidaridad y del servicio de diaconía como primer fundamento de
la comunidad de fe. Por eso, bajo la presencia del resucitado, en los hechos de los apóstoles
(Hch 2, 42 – 47), la comunidad hace presente la llegada del Reino al partir el pan, escuchar
la enseñanza de los apóstoles, hacer la oración, crear unidad, solidaridad y vivir la alegría
del anuncio del Evangelio y la vida fraterna269
.
266
Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 115. 267
Op. Cit. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 152 – 155. 268
Ibídem. 269
Véase comentario, Biblia Jerusalén, Hechos 2, 42 – 47.
93
Esto permite entender la misión de Jesús en medio de los pobres, reconociendo la tradición
judía y la significación del sentido de la sinagoga, pues, ésta nace como resistencia por
mantener la fe en Dios270
. Se puede inferir, entonces, que el contexto lucano permite unir la
tradición del A. Testamento con la del N. Testamento, bajo una corresponsabilidad dada en
promesa y cumplimiento, que a nivel escatológico anuncia la llegada del Reino de Dios,
denunciando un sistema injusto que ha traído desolación, esclavitud dominación y
muerte271
.
Así, Lucas coloca todo el sentido escatológico en cabeza de Jesús, que une la tradición
antigua judía con la novedad del Reino aquí y ahora, cuya finalidad es rescatar a la
humanidad pobre y agobiada de todos los sistemas de muerte272
. Lo mismo, el evangelista
muestra cómo la misión de Jesús, en medio de la comunidad creyente, está enmarcada en la
tradición judía, pero que trae la novedad de ser Buena Nueva, esperanza y restitución
humana, en medio de la injusticia, como una nueva vida en Cristo (Ef 3, 14 – 20); por ello,
para los cristianos, Jesús es el ungido y el enviado de Dios que viene a su pueblo a traer la
paz y la dignidad humana; es la fuerza espiritual para vencer la adversidad y encontrar la
plenitud.
Entonces, el llamado que hace Lucas a los cristianos de finales del siglo I, es a poner los
ojos en el Señor, quien viene a liberar a los pobres, a los oprimidos y a todos aquellos que
no creen, del yugo de la esclavitud y de la muerte que se da por las injusticias y por todos
aquellos males que sobrecogen el mundo. Volver la vista al Señor es sinónimo de hacer
camino de encuentro con el resucitado (Lc 24, ss.), de volver a confiar en las promesas del
Señor y vivir bajo la Nueva Alianza que se da en Cristo, el Hijo de Dios273
.
270 Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114 – 115. 271
Ibídem. 272
Ibídem. 273
Op. Cit. DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 115.
94
Así, la Buena Noticia del Reino, es una opción de vida en justicia y dignidad que lleva a
reconocer el mensaje de Jesús como una propuesta de liberación. La salvación para el
pueblo se convierte, entonces, en una propuesta de emancipación espiritual, moral y física,
pues el pueblo exiliado debe reconstruirse emocional y espiritualmente desde la nueva vida
en Cristo. Así, el anuncio del Reino, según el texto lucano, nace como una experiencia que
se funda desde la sinagoga de Galilea, donde, según Lucas, inicia el ministerio público de
Jesús. Por eso, el anuncio profético de Jesús, en el contexto de la comunidad lucana, está
inmerso en el horizonte escatológico del anuncio del Reino que traerá justicia, liberación,
esperanza y un año de gracia274
.
Es importante decir que al año de gracia o “año jubilar” se traduce como “gozo” en la
tradición latina, pero en el hebreo se distingue por el símbolo de hacer sonar el “yobel,”
cuerno que se hacía sonar cuando iniciaba las fiestas o empezaba el año jubilar. El pueblo
de Israel celebrada cada siete años el año sabático, donde los israelitas recuperaban sus
propiedades, los esclavos eran liberados y dejaban descansar la tierra. Pero, cada 49 años,
multiplicando 7 por 7, se celebraba el año jubilar o año de gracia que fue siendo una
bendición para el pueblo, ya que las deudas quedaban sanadas, las tierras expropiadas
volvían a sus dueños y los prisioneros obtenían sus libertad275
.
Igualmente, el año jubilar coincidía con la fiesta de expiación, donde Dios otorgaba perdón
a su pueblo (Lv 25, 8 – 9). De ahí se deduce que la intención de Lucas de colocar a Jesús
como el profeta definitivo que trae la justicia, la paz y la unidad, es hacer presente la era
mesiánica que comienza en Jesús, quien restituye todo el amor, la solidaridad y la justicia
que el pueblo no tiene gracias a las injusticias y las estructuras de opresión. Por esto, la
acción de los profetas es un grito de esperanza y comprensión de Yahvé en categorías
humanas, cercanas y sencillas, que permiten ver a Dios encarnado en la historia, en la vida
y en la realidad de sufrimiento como una propuesta liberadora que se hace efectiva en
274
Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114 – 115. 275
Ibídem.
95
Jesús, el cual se hace Hijo de Dios para salvar a la humanidad de todas las formas de
esclavitud276
.
En contraste, en Éx 21, 1 – 11, se hace evidente la esclavitud y la manera de tratar a los
esclavos, hoy visto como una realidad de injusticia para con las personas, pero que en los
tiempos del Éxodo, más a menos en el año 1300 a. C., era una realidad normal que
socialmente se veía aceptable; sin embargo, ya se intentaba regular la esclavitud y asegurar
que los esclavos fuesen tratados con dignidad y que se les respetaran algunos de sus
derechos; es por ello que el texto dice que en el año séptimo los esclavos quedaban libres,
pero se debía prever para donde seguían y que derechos tenían. El código del
Deuteronomio (Dt 15, 1 – 11) también habla del perdón de las deudas en el año séptimo y
la restitución de los derechos de los esclavos277
.
Igualmente la Ley del sábado (Lv 23, 3 – 4)278
, que indica dedicar este día al Señor, no
trabajar, estar en oración y respetarlo como fiesta sagrada, se convirtió en el espacio de
oración y comunión con Dios, pero también allí se hacía memoria del éxodo, de la realidad
de sufrimiento, adversidad y vulnerabilidad social, donde históricamente el pueblo de Israel
fue reconociendo la acción salvadora de Dios279
. Estas leyes regulaban un poco la vida y,
aunque había esclavitud, estas consideraciones permitieron que el pueblo en nombre Dios,
de algún modo, remediara la esclavitud y el yugo del sistema monárquico; sin embargo,
cada vez más los Israelitas, pobres y marginados, eran vendidos como esclavos, perdían sus
tierras, se endeudaban, perdían sus derechos, siendo el año jubilar un tiempo de gracia
donde se esperaba recobrar las tierras, la libertad y su dignidad280
.
276
Ibídem. 277
Ibídem. 278
Véase comentario, Biblia de Nuestro Pueblo, Levítico 23, 1 – 4. 279
Ibídem. 280 Op. Cit. GOMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114 – 115.
96
Es decir que en estas leyes se está regulando normativamente un progresivo
empobrecimiento del pueblo, el cual esperaba el año jubilar para quedar libre de deudas y
ataduras y volver a empezar (Lv 25, 8 – 17). En el año del jubileo quedan libres los
esclavos, se recuperaban las tierras de quienes las habían perdido y se sanaban las deudas.
Así, la primera enmienda que trae el jubileo es la recuperación de la tierra y, con ello, las
familias recuperaban su legado ancestral y su bienestar social. El perdón de las deudas era
una tradición solo para los Israelitas, impartida en el código el del Deuteronomio, pero
lentamente fue leída como una bendición del Señor en el pueblo cristiano281
.
Se puede decir que la ley del jubileo se debe entender como una reforma social que busca
responder a las formas de desigualdad e injusticia que se viven al interior del pueblo de
Israel. Como ya se ha dicho, la monarquía trajo consigo pasar de un sistema de sociedad
tribal igualitaria a una forma de desigualdad social, cuyo efecto sólo logró regularse por
medio del jubileo, pero que siguió siendo objeto de denuncia por los profetas (Cfr. Am 2, 6;
5, 11; Hab 3, 14)282
.
Según estos escritos, el pecado de Israel es un pecado social que se evidencia en la
estratificación social entre ricos y pobres, oprimidos y opresores, pues se ha faltado a la
justicia en la protección al débil y defensa del inocente. Así, el sistema injusto que al
interior del pueblo de Israel se evidenciaba, trae consigo la denuncia a través de los profetas
de la injusticia, anunciando una justicia de Dios para los opresores y una clemencia para la
tierra, las personas y la sociedad oprimida como gracia de Dios o retribución por vivir
conforme a la ley. Se ha podido constatar que después del exilio babilónico no existen
vestigios de la práctica de la ley del Jubileo y el pueblo queda expuesto un sistema desigual
entre ricos y pobres, por ello, no hay registro en ninguno de los libros del Antiguo
Testamento después del exilio sobre el cumplimiento de esta ley283
.
281 Op. Cit. GÓMEZ ACEBEDO, Isabel, Lucas. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2008, p. 114 – 115. 282
Ibídem. 283
Ibídem.
97
En este sentido, el año jubilar se convirtió en una esperanza mesiánica que traería la
dignidad al pueblo, su soberanía y el bienestar para todos. Así es que una de las tareas del
mesías que vendría, sería la restauración de la dignidad humana a nivel económico,
cultural, político y religioso284
. Por tanto, en Is 61, 1 – 2, se intenta abrir la brecha a la era
mesiánica, cuya concreción, según la mentalidad de Lucas, era la llegada del Hijo de Dios,
el Cristo liberador, que une promesa y cumplimiento, siendo Jesús mismo la revelación de
Dios al corazón del hombre como un servicio de diaconía a favor de la justicia, la paz y la
restitución de los derechos y la dignidad humana.
En este orden de ideas, el anuncio liberador, “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque
me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, la vista a los ciegos, la libertad a
los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4, 16ss.), tiene el trasfondo
de rescatar al pueblo de la opresión y mostrar que la nueva alianza debe cambiar las
estructuras de muerte y unir a la comunidad creyente en un grito jubilar de justicia,
dignidad y soberanía humana285
.
Ante esto, a Jesús no le fue fácil entrar en la sinagoga, centro de convergencia de la
comunidad judía creyente y anuncio de la Palabra, a anunciar el mensaje salvador, que
Isaías también había invocado como un grito de esperanza, consuelo y lucha frente al
exilio, pero que, en la realidad de Jesús, era el grito de justicia, compasión y sensibilidad
frente al pueblo que seguía siendo preso de injusticias, de violación de sus derechos y
vulneración de la dignidad humana286
. Por ello se dice que: “en tiempos de Jesús los
Israelitas eran todavía un pueblo conquistado, oprimido y dividido”287
.
284
Ibídem. 285
Ibídem. 286
COMENTARIO BÍBLICO INTERNACIONAL. Comentario católico y ecuménico para el siglo XXI. Navarra: Ed. Verbo Divino, 1999, p.1256. 287 Ibídem.
98
Bajo la fuerza que trae la nueva alianza en el anuncio del Evangelio, Lucas intenta unir
promesa y complimiento (Lc 1, 1 – 4), indicando el carácter de continuidad de la acción
salvífica de Dios que se concretiza definitivamente en Jesús de Nazaret que, aunque no fue
aceptado por los suyos (Mc 6, 2 – 5), continuó su obra salvífica y, siendo reconocido y
confesado como el Hijo de Dios, vino a traer la liberación física, espiritual y moral a la
humanidad288
.
2.3. Lc 4, 16 – 21 y la mediación fe-justicia
Ante la mirada que se ha hecho al texto y contexto de Lucas, frente a la opción fundamental
de Jesús de anunciar el Reino como una realidad de justicia desde el perdón, la restitución
de la dignidad humana y los derechos fundamentales de las víctimas, se ratifica el anuncio
de la Buena Nueva del Reino desde una mirada al sufrimiento humano, a las injusticias
cometidas y a todo aquello que es visto como anti-reino en el contexto del siglo I y que hoy
también es una realidad que embarga a Colombia y al mundo entero289
.
Con ello se puede decir que la historia del pueblo de Israel tiene un eje trasversal de
injusticias, destierros, dominaciones y situaciones que han tenido que reformularse bajo la
óptica de Dios para que el pueblo no caiga en la injusticia social, la falta de amor y la
deshumanización290
. Por ello, la acción salvífica que viene de parte de Dios se concretiza en
Cristo como anuncio de sentido y restitución humana, ya que, bajo el anuncio profético del
Reino, la mediación fe-justicia se va realizando en acciones concretas tales como: dar vista
a los ciegos, curar a los enfermos, sanar las heridas de las víctimas, ser solidarios y vivir el
Reino de Dios como una experiencia de fe marcada por la justicia que nace en el corazón
288
Op. Cit. COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO, Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra. Ed. Verbo Divino, 2004, p. 152 – 155. 289
Op. Cit. DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 115 – 116. 290
Ibídem.
99
del hombre y se expresa en la vida misma. Según Lc 17, 20b y 21, la llegada del reino no
está sujeta a cálculos; ni dirán: míralo aquí, míralo allí. Pues está entre ustedes.
Lo anterior permite afirmar que la mediación fe-justicia es un eje trasversal que permite
comunicar la Buena Nueva de Dios desde una experiencia comunitaria de encuentro con el
resucitado que permite llenar la vida de Dios en amor, vitalidad, justicia y libertad, pues, en
medio del desconsuelo, de la injusticia social y de la victimización, los lazos de solidaridad,
la resignificación del duelo por medio de acciones conjuntas que traen organización, se
encuentra el sentido de vida, lucha y resistencia ante el drama de muerte que dejan los
actores armados como injusticia social291
.
Así, en el contexto de las víctimas y su realidad de injusticia que enfrentan por acción del
conflicto armado, es pertinente que el anuncio del Evangelio, la Buena Nueva del Reino,
sea en realidad un anuncio de resignificación del sufrimiento acaecido por el influjo del
conflicto armado, ya que, tomando como ejemplo el caminar de los primeros cristianos,
donde el sufrimiento y la persecución imperial se resignificó en una experiencia de fe que
marcó un sentido de justicia, equidad, comunión, solidaridad, fraternidad y compasión (Hch
2, 42 – 47), es posible combatir la injusticia con acciones y actitudes que lleven a la
comunión cristiana como signo de amor y solidaridad universal en repudio ante la maldad y
el dolor causado292
.
Desde aquí se está vislumbrando que el Reino de Dios, en el escenario de las víctimas del
conflicto armado colombiano, debe resignificar el dolor que causa la violencia desde una
praxis de fe-justicia en comunidad, siendo solidarios y sensibles ante el sufrimiento
generado por el terrorismo de los actores armados. Por ello, la liberación de los oprimidos
y el desate de las cadenas de injusticia, debe ser anuncio de fe- justicia como experiencia
291
Ibídem. 292
REVISTA CHRISTUS, Teología y Ciencias Humanas, agosto 1991, p. 30 – 31.
100
vital que trasforme las relaciones de inequidad y dominación en relaciones de justicia y
hermandad que permitan el diálogo y el respeto por el otro.
El mismo Evangelio de Lucas 4, 16ss está indicando que el año de gracia del Señor, se
concretiza en volver a Dios, no como una práctica intimista egocéntrica que busca ganar
indulgencias para alcanzar la salvación, sino como un camino que restablece la soberanía
de Dios en la humanidad a través de acciones concretas que reivindican la condición
humana de sujetos hijos de Dios, herederos del Reino y mensajeros de la vida en la
construcción de un mundo mejor293
.
Así, la mediación fe-justicia, como proceso evangélico de resignificación, exige que a las
víctimas les sean restituidos sus derechos desde un modelo social alternativo que haga
creíble una fe marcada por la justicia que contribuya a la reparación integral de las
víctimas, así: que haya justicia ante los crímenes y la barbarie cometida en medio del
conflicto armado; que se generen políticas agrarias que potencien la inversión social para
combatir la pobreza, el hambre y el desempleo, generando buenas oportunidades de trabajo
y progreso para mejorar el bienestar social; que hayan planes de gobierno que contribuyan a
combatir la injusticia, la inequidad y la falta de sensibilidad y cooperación ante la injusticia
social y la victimización294
.
En este orden de ideas, la fundamentación de la mediación fe-justicia no surge como una
yuxtaposición para unir la fe con la justicia, sino como fundamento que trae consigo la
exigencia de la justicia en términos de libertad, vida, derechos, bienestar y dignidad
humana. Por ello, según Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino295
, la mediación fe-justicia está
inscrita en una opción cristiana que nos hace sensibles ante el sufrimiento de las víctimas y
que, por lo mismo, es una denuncia profética ante el dolor causado por la victimización y la
293
Ibídem. 294
CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-política en
Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 4. 295 ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 18.
101
deshumanización que traen la injusticia social en medio del conflicto armado. Lo que se
pretende es que haya una reacción misericordiosa ante el sufrimiento de las víctimas que
ponga en evidencia todo el dolor que han generado los actores armados296
.
En sí, la mediación fe-justicia no nace como una teoría de la fe-justicia, sino como una
propuesta de vida cristiana que, bajo el Evangelio de Lc 4, 16ss., restituye la vida y la
dignidad humana; los derechos, deberes, libertades y responsabilidades constitucionales,
permitiendo que se vislumbre una brecha de resignificación del daño causado por acción
del conflicto armado297
.
Esto permite formular que el Evangelio debe erradicarse como camino de encuentro con el
resucitado, pero, al mismo tiempo, apostándole a la trasformación social desde el
restablecimiento de la equidad de género, la capacidad de emprendimiento en la
consecución del bienestar y la formación en valores que desarticule toda esa mentalidad de
muerte, violencia y confrontación armada.
Es así que como para Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino298
, la pasión por la justicia, no es sólo
aliviar la pobreza y la marginación de los pueblos oprimidos, sino de cambiar la mentalidad
de la sociedad y del mundo, cuyo antagonismo divide la sociedad entre ricos y pobres, entre
víctimas y victimarios, pues se reconoce en la figura de los pueblos victimizados a un Dios
crucificado que su soberanía, libertad y dignidad ha quedado a obsequio de los poderosos y
de los actores armados. Lo que Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino299
nos indican es que en los
pobres de América Latina está presente el rostro de Dios como un lugar teológico y
privilegiado, donde, desde la praxis de fe-justicia, se debe anunciar de salvación que
296
Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-
política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 14. 297
Ibídem. 298 Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 23. 299 Ibídem, p. 42.
102
posibilita la utopía del Reino como experiencia de Dios en las realidades concretas de
victimización y sufrimiento.
Por consiguiente, el horizonte de fe-justicia en el ámbito de la resignificación, recae como
un proceso de vida, revitalización y reelaboración del dolor que deja la violencia a partir de
los procesos de comunión, organización, solidaridad y vida al servicio de la causa de Jesús,
exigiendo la justicia y la verdad ante la injusticia cometida en medio del conflicto
armado300
. Esto permite ir configurando una idea descentrada de las categorías normales en
las cuales las víctimas han ido resignificando su dolor, pues, en medio de la satanización
que se le ha dado al conflicto armado y sus efectos, sólo se ha hecho una comprensión de
este conflicto en categorías de exigencia de la verdad, la justicia la reparación y la no
repetición, sin ver las estructuras de muerte que lo generan301
.
En este sentido, la victimización y toda la injusticia acaecida, debe verse, además de la
situación de coyuntura política que lo genera, como un proceso de resignificación del valor
que tiene la vida, las personas, el mundo y la naturaleza. Es decir, que bajo la fuerza que da
el Evangelio hacia la búsqueda de Dios, debe haber un proceso de trasformación social que
lleve a tener mayor conciencia y respeto por la vida y la dignidad del otro, dado que la vida,
los derechos y el bienestar social, son derechos inherentes a lo humano que la Constitución
colombiana así lo ratifica302
.
Ante esto, nos dice Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino303
que se requiere una civilización de la
pobreza donde se garanticen la satisfacción de las necesidades fundamentales de la
población vulnerada en escenarios de injusticia, donde se respete la libertad en las opciones
personales y de grupo, potenciando la creatividad en el desarrollo de nuevas alternativas de
300
Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-
política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 11. 301
Ibídem. 302
Ibídem, p. 17. 303 Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 51.
103
vida y cultura, para que haya una nueva relación con la naturaleza, con Dios, con los demás
y consigo mismo.
Es decir que la trasformación social requiere igualmente un proceso de conversión, cambio
y revaloración de la vida en categorías humanas, misericordiosas, igualitarias, fraternas,
solidarias y cristianas304
. La mediación fe-justicia, entonces, ha de llevar a descalificar el
mundo marcado por la producción desmedida y la promoción del capitalismo, fomentando
una cultura de fe-justicia en relaciones fraternas, oportunidades equitativas de trabajo,
educación, cuidado de la naturaleza, salud, vivienda y bienestar para todos.
Es decir que la fe y la opción por la justicia, debe ser una praxis liberadora como proceso
de resignificación, desde un estilo de vida cristiano que, más allá de lo piadoso y de la
religiosidad popular, es un modo de ser, de actuar, de valorar y resignificar el mundo desde
un compromiso que trascienda el egocentrismo y permita reconocer al otro como un alter
que me hace vivir en honestidad, responsabilidad, libertar y comunión305
. Es casi lo mismo
que ha dicho la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), pero aquí se busca encarnar la fe y
resignificar el dolor de las víctimas desde una experiencia de Dios que haga camino de vida
en las culturas y pueblos victimizados, restituyendo la dignidad humana, el valor de la
identidad y la comunidad en la experiencia de construcción del Reino de Dios306
.
Así, la mediación fe-justicia resignifica el dolor que deja la violencia desde un precedente
claro que no justifica ningún tipo de violencia ni alienación humana, aduciendo que la vida
está por encima de la muerte, que el amor está sobre el odio y que, ante la defensa del
pobre, marginado y excluido, el Evangelio es la fuerza espiritual que permite oponerse ante
las estructuras de muerte e injusticia y alienación307
.
304
Ibídem. 305
Ibídem. 306
REVISTA CHRISTUS, Teología y Ciencias Humanas, Del dolor a la esperanza, enero- febrero 1999, p.
22. 307
Ibídem.
104
Por consiguiente, la mediación fe-justicia, ante la inequidad y toda la deshumanización que
ha traído la violencia política, cuya reducción ha sido el impacto del conflicto armado en
las víctimas, se propone como una alternativa de salvación que históricamente busca la
liberación integral como propuesta de Reino de Dios que se concretiza en acciones que se
hacen a favor de la vida y el bienestar social en la defensa de los derechos de las gentes, la
restitución de la vida y la construcción del tejido social destruido por la violencia
política308
.
Es así que para Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino309
; la mediación fe-justicia, tiene sus raíces
en la figura de Jesús de Nazaret, quien anuncia la Buena Nueva de vida a quienes han sido
víctimas de la opresión y la injusticia social, ya que la misión de Jesús estuvo en defensa de
los débiles, marginados y víctimas de su tiempo, lo que lo llevó a anunciar la verdad y el
amor y a entregarse por la causa del Reino desde su disponibilidad y confianza infinita en
Dios.
Desde esta visión, el Reino de Dios no puede ser una realidad estática que se gana con
oraciones, rezos e indulgencias, sino una mirada profunda que haga entrar en razón sobre el
valor y la dignidad que tiene el otro como hijo de Dios y como ser natural que lleva en sí
mismo un valor que nadie le puede arrebatar. Pero, también el anuncio del Reino, es una
apuesta por la construcción de una sociedad justa, hermana y reconciliada, contrarrestando
las figuras poder, los egoísmo, las dictaduras y los absolutismos que denotan una sociedad
soberbia, mercantilista, tirana y opresiva que ve al otro como mercado, como alguien que
sirve a mis intereses, desconociendo su dignidad, su ser en sí mismo, su diferencia y sus
derechos.
308
Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-
política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 11. 309 Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 81 – 84.
105
En este sentido, cuando se habla de fe-justicia, no sólo se habla de unos deberes y derechos
para con el otro, se trata de rescatar el reconocimiento del otro, su valor intrínseco y su
complejidad como ser infinito. Desde esta mirada, se irá consolidando un postulado que nos
permita ver con claridad cómo la mediación fe-justicia es un eje trasversal en la historia de
salvación que, desde la figura de Jesús y su acción salvadora, se convierte en resistencia,
esperanza y consuelo ante la injusticia que se genera en medio del conflicto armado.
106
CAPÍTULO III
LA MEDIACIÓN FE-JUSTICIA:
UN PROCESO DE RESIGNIFICACIÓN
3.1. Fe-justicia como memoria
Para ubicarnos en este apartado, es necesario preguntarnos qué se entiende por memoria. La
memoria es el lugar del espíritu, el almacén humano donde se guardan los recuerdos de la
vida y hacen parte de nuestra historia y de la historia de la humanidad en relación con sus
vivencias.
La dimensión de la memoria es un elemento implícito y natural en el ser humano que le
permite ser y existir. Por ello, los reflejos de lo vivido por los seres humanos se llevan al
banco de la memoria, llegando a la construcción de la conciencia, de la existencia, del
paso por la vida de las personas, en cuanto se tienen recuerdos de la propia evolución y
experiencia de lo vivido. La memoria se construye como un recuerdo colectivo, un ejercicio
espiritual y político de recordar hechos, situaciones y luchas (…) y nace de la necesidad de
denunciar la impunidad, las injusticias producidas por la violencia institucional y
trasformar el dolor en denuncia, resistencia y camino (…) la memoria es catarsis de la
vida de las víctimas para que la humanidad se sensibilice y pueda solidarizarse ante su
dolor y sufrimiento y, a la vez, se convierta en exigencia de justicia310
.
En este sentido, recobrar el sentido de la memoria, es asumir un proceso en construcción
colectiva que va mostrando la verdad de los hechos ocurridos y, al mismo tiempo, revela la
verdad de sufrimiento y dolor que se ha producido en las víctimas por el accionar de los
actores en conflicto. Por ello, la memoria de las víctimas, las imágenes en carteles, fotos y
310 COMISIÓN-CORPORACIÓN CLARETIANA NORMAN PÉREZ BELLO (CCNPB), Boletín informativo N.14, junio de 2012, p. 3 – 6.
107
videos, recuerdan su rostro, sus historias de vida, sus enseñanzas y legados históricos que
las han caracterizado.
Por tanto, las víctimas no reclaman demasiados bienes económicos y ayudas humanitarias,
reclaman el respeto por la memoria histórica de sus muertos, la verdad de los hechos y la
responsabilidad de los victimarios; reclaman la justicia de Dios y la justicia del derecho;
exigen una reparación en la que el Estado y los victimarios se responsabilicen públicamente
ante la sociedad del genocidio y la barbarie cometida, y exigen la no repetición y el que
“nunca más” se repitan esta situación en Colombia y el mundo311
.
Así, desde los procesos organizativitos, se está hablado de la memoria de las víctimas como
verdad que no puede quedar en el pasado desde un discurso político, legitimador y
demagógico que olvida la realidad de los hechos victimizantes y hace caso omiso de los
procesos sociales que las víctimas están haciendo por rescatar su dignidad y resistir ante el
olvido, la impunidad y la barbarie312
. Hablar de la memoria, es hablar de la historicidad de
las víctimas desde sus propios relatos de vida, escuchando de sus propios labios todo
aquello que quedó marcado en su corazón y en sus rostros como un recuerdo que las armas
y los violentos no han podido callar313
. La memoria es, entonces, un relato colectivo que se
va construyendo y se va enriqueciendo de símbolos y signos que van indicando el sentido
sacramental y sagrado que tiene la vida como su sentido espiritual y político de denuncia y
repudio hacia quienes se proponen quitarla.
La memoria encarna una solidaridad universal que éticamente rechaza todos los actos de
crueldad cometidos y convoca a la unidad nacional e internacional para que se pronuncien
en nombre de la defensa de la vida y las culturas, salvaguardando el valor innato de la
existencia humana y el respeto por la memoria histórica de las víctimas.
311
Ibídem. 312
Ibídem. 313
Ibídem.
108
La memoria entraña, desde el horizonte fe-justicia, un encuentro con el pasado, el presente
y el futuro, dignificando la condición humana que en Cristo alcanza su pleno cumplimiento,
pues la memoria se comprende como experiencia de resurrección que tiene el trasfondo de
la pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios quien, desde la confesión de fe
discipular, se hace comunión de vida eucarística en anamnesis y actualización de su
entrega a favor de la justicia, la verdad y el amor en la construcción del Reino.
Por tal acontecimiento de entrega de Jesús, las víctimas descubren la acción salvadora de
Dios como un acontecimiento de justicia que se hace denuncia profética y reminiscencia
imperdonable de la victimización. Es decir, que el compromiso con la historia entraña un
recuerdo y una conexión con el pasado, una memoria anamnética de luchas, gozos,
conquistas y esperanzas que, en últimas, va indicando que Dios se revela históricamente en
la memoria colectiva de los pueblos como proceso emancipador que se resiste ante los
poderes totalitarios e instrumentales de alienación humana314
.
En este sentido, la experiencia cristiana del Jesús de la historia, fundamenta aún más la
razón anamnética, dado que, el culto al Cristo de la fe, se deriva acción salvadora del Jesús
de la historia, ya que, desde la pasión, muerte y resurrección, se origina todo el sentido de
la misión salvífica de Dios hacia la dignificación de lo humano. Es decir que el pasado, el
presente y el futuro se conjugan para simbolizar y representar la esperanza escatológica de
triunfo mesiánico que se inculturiza en la fe de los cristianos y se hace camino de
resurrección en las víctimas315
.
Así, la riqueza de la resurrección del Hijo de Dios, no debe estar honrada por su divinidad y
glorificación como el Cristo glorioso, puro y sagrado, sino por su pasión y muerte que lo
314
Ibídem, p. 8. 315
GARAVITO VILLAREAL, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 68 – 75.
109
llevaron a ser signo de amor, fidelidad y diaconía al servicio de Reino, que fue lo que en el
cristianismo primitivo se comprendió como resurrección. La confesión de fe cristiana no
radica en la presencia de Jesús de modo material que se aparece y está en algún lado, sino
en el recuerdo anamnético de la promesa liberadora de Jesús que se hace memoria,
Eucaristía y esperanza en medio de la violencia que enfrentan las víctimas316
.
Habermas ratifica esta comprensión al decir que: la visión bíblica de la salvación no
implica sólo la redención de la culpa individual, sino que abarca también la liberación
colectiva de las situaciones de miseria y opresión (…), la marcha escatológica hacia la
salvación de aquellos que sufren de modo injusto (…). Es más bien una alianza, que
promete al pueblo de Dios y a cada uno de sus miembros una justicia que se impone a su
historia de sufrimiento, y, en cualquier caso, la idea de una alianza, que ensambla libertad
y solidaridad en el horizonte de una intersubjetividad incólume (…)317
.
Sin embargo, Daniel Garavito Villarreal318
nos indica que la teología ha perdido la cultura
anamnética judeo-cristiana, pues se hace injusto el olvido de acontecimientos como el de
Auschwitz y el de todas las masacres de América Latina y Colombia que reclaman una
memoria y exigen un pronunciamiento que concatene con el sentido de la pasión, muerte y
resurrección cristiana319
. No obstante, la historicidad, en contraste con el historicismo, que
cuenta los hechos sin hacer reflexión ni anamnesis, adquiere una connotación dialéctica
donde realidad y sufrimiento se unen para indicar que la historia no es algo pasivo, plano y
lineal, sino que en ella se han dado procesos y situaciones que han suscitado luchas,
316
Ibídem. 317 HABERMAS, fragmentos-teológicos 90 – 93. Citado por: GARAVITO VILLAREAL, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 68 – 69. 318 Op. Cit. GARAVITO VILLAREAL, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 62 – 64. 319
Ibídem.
110
injusticias, sueños frustrados y dominaciones y, con ello, se ha fragmentado y destruido la
integralidad humana320
.
Según Metz, “sólo allí donde la historia es percibida y aceptada de manera tal que en ella
no sólo se manifiesta lo alcanzado, sino también lo destruido, no sólo lo realizado, sino
también lo perdido; sólo allí donde el “sentido” no es concebido, sin más, como expresión
del triunfo de lo que (evolutivamente) ha devenido se conjura este peligro de la linealidad y
el olvido”321
.
Bajo estas premisas, la memoria o el recuerdo de la existencia y consumación violenta de
las víctimas, conforman un entramado histórico que no pasará al olvido, sino que, en el
horizonte de la resurrección, tras la lucha por reivindicar los derechos y hacer visible la
memoria de los muertos, las víctimas van resignificando sus historias de vida desde la fe en
Jesús que se hace cumplimiento escatológico del Reino de Dios en los procesos liberadores
que las víctimas han ido forjando para resarcir el pasado, enfrentar el presente y proyectar
el futuro322
.
Según Moltmann, el horizonte escatológico se consigna como una teología de la esperanza,
así: es un anuncio, revelación y proclamación de un acontecimiento escatológico, revela el
dominio del resucitado sobre el mundo y libera al hombre, en la fe y la esperanza, para la
salvación venidera (…). Revela el presente del Señor que ha de venir323
. Según este
postulado, la invitación es a colocar la mirada sobre el Jesús de la historia que resucitó, y se
hace camino de dignificación de lo humano, donde Cristo se hace verdadero hombre y éste,
cada vez más, se hace uno con Dios. Entonces, el camino que nos abre Jesús, desde su
320
Ibídem. 321 METZ, Memoria passionis, p. 58. Citado por: Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 80. 322
Ibídem. 323 MOLTMANN, Teología de la esperanza, 372. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 86.
111
misión y anuncio del Reino, se traduce en una lectura de su labor como rescate, liberación y
justicia hacia quienes son invisibilizados por estructuras injustas, trasformando la realidad
del mundo en vivencia de fe-justicia para hacer que se restituya la paz y se restablezca el
equilibrio ecológico, la convivencia y la armonía humana324
.
Según Habermas y Metz325
, se reconoce que la memoria está dotada de una fuerza mística
capaz de operar retrospectivamente la reconciliación, es decir que la memoria implica la
salvación de la víctima, su resurrección, como promesa y cumplimiento, que se da en la fe-
justicia, originada en el recuerdo de la alianza y la promesa que se hace pan de vida y
camino de salvación en el sacramento del amor. Precisamente, porque en la entrada en
rigor el Reino de Dios, la dominación, el argullo y todas las disputas humanas, quedaron
aniquiladas por la preeminencia del reinado de Dios desde un amor infinito por mor de la
verdad y la justicia326
.
En este sentido, la mediación fe-justicia, como resignificación de la memoria de las
víctimas, es reconocida como la fuerza espiritual que se encarna en la conciencia de las
víctimas, indicando la presencia de Jesús resucitado en los procesos de organización que
permite entender que la barbarie y la victimización no ha quedado en el olvido y, antes, las
víctimas se han convertido en un fundamento de resurrección ante la muerte y el
exterminio. Por ello, se ratifica la idea de resurrección para quienes viven y mueren en la
alegría del Evangelio, anunciando la paz, la justicia y el reinado de Dios.
En Hch 2, 22 – 24 dice: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes
con los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por su medio, como bien saben. A
324
Ibídem. 325 Op. Cit. HABERMAS, fragmentos-teológicos 90 – 93. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 143. 326 Op. Cit. METZ, Dios y tiempo, p. 56. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 150.
112
éste hombre, entregado conforme a los planes y propósitos que Dios tenia hechos de
antemano, ustedes lo crucificaron y le dieron muerte por medio de gente sin ley. Pero Dios,
liberándolo de los rigores de la muerte, lo resucitó, porque la muerte no podía retenerlo.
También, en Jn 6, 48 – 51a, se dice: “yo soy el pan de vida. Sus padres comieron el maná
en el desierto y murieron. Este es el pan que baja del cielo, para que quien coma de él no
muera. Quien como de este pan vivirá siempre”.
En estos textos se ratifica el sentido de la resurrección bajo el signo de la fe y el
seguimiento a Cristo en la construcción del Reino, la búsqueda de la justicia, el amor y la
fidelidad en medio de la deshumanización que invisibiliza, olvida y se hace indiferente ante
el sufrimiento humano. En este orden de ideas, la mediación fe-justicia, encarna una
comprensión que se da en una experiencia cristiana de fe que trasciende lo biológico y hace
entender que la apuesta por el Reino va más allá de la materialidad de la vida, anunciando
que los muertos, las víctimas, presas del sufrimiento y la injusticia, en Cristo resucitan y
están vivamente en la memoria colectiva de los pueblos como denuncia profética de la
injusticia y penoso recuerdo de los asesinos que segaron sus vidas.
De esta forma, la justicia está estrechamente relacionada con la memoria de las víctimas
desde una responsabilidad moral, más allá del derecho positivo y de la jurisprudencia, que
congrega y une a la humanidad en una fuerza compasiva y misericordiosa que hace salir de
sí mismo para solidarizarse con el sufrimiento. Por tanto la justicia ha de ser una
construcción armónica de la sociedad y el mundo, donde se repudie todo acto que
disgregue, destruya y corte el progreso de la vida, el equilibrio de la naturaleza y no permita
la equidad, la igual y la soberanía humana. Es el fomento de una ética con justicia social,
con autoridad intersubjetiva, que hace que todos los seres humanos se sientan libres y
enérgicos para vivir en la gracia de Dios desde cada cultura y cada nación. La memoria,
entonces, se vincula con la justicia en un reconocimiento de la inviolable dignidad humana
como justicia que proyecta el quehacer humano en perspectiva de triunfo sobre la muerte,
113
gozo en la adversidad y fe en la lucha por reivindicar el sentido de lo humano y su razón de
ser en la historia.
Así, textualmente reconocen cómo ha sido su caminar: en medio de situaciones de
victimización, vivimos la experiencia de ser una comunidad convocada por la Palabra de
Dios y, guiados por esa luz, nos sabemos enviados a construir el Reino de Dios, en esta
historia (…) como el profeta que Dios le dice: pongo mis palabras en tu boca para arrancar
y derribar, para edificar y plantar (Jer 1, 10) y, aunque por Cristo vivamos muchos
sufrimientos, en Cristo rebosa nuestro consuelo (2 Co 1, 5)327
. Bajo estos argumentos, no se
puede dudar que la mediación fe-justicia se convierte en una premisa entrañable que lleva
al encuentro con la memoria histórica de las víctimas en actos, símbolos y momentos como
proceso de justicia y grato recuerdo de las personas que un día fueron torturadas, asesinadas
y desaparecidas328
.
3.2. Fe-justicia como reparación
Hablar de reparación y determinar cómo funciona la fe-justicia en el proceso de
resignificación de las víctimas del conflicto armado, se hace necesario comprender los
modelos en los cuales a nivel jurídico, político y ético se ha intentado reparar e interpretar
este concepto.
En Colombia se está hablando de una reparación como justicia retributiva y justicia
restaurativa en el marco de la Justicia Transicional desde la Ley de Víctimas y Restitución
de Tierras329
. La primera hace referencia a la condición punitiva de reparación que busca
327 CHRISTUS, REVISTA DE TEOLOGÍA Y CIENCIAS HUMANAS, N. 709, Año LXIV, Enero- Febrero, 1999, Artículo, Del dolor a la esperanza, p. 19. 328
Ibídem. 329
Documento, Verdad, Reparación y Justicia para Colombia: algunas reflexiones y recomendaciones, escrito por: Rodrigo Uprimny y Luis Manuel Lasso, disponible en pdf. p. 5 – 25.
114
castigar jurídicamente y constitucionalmente a los victimarios e indemnizar territorial y
socialmente a las víctimas; La segunda se comprende como un tipo de justicia restaurativa
que busca responsabilizar a los victimarios de sus acciones violentas contra la población
civil tales como masacres, torturas, asesinatos selectivos, desarraigo, desaparición forzada e
intimidación armada, y, al mismo tiempo, intenta que la impunidad no se quede en el
olvido y termine en un perdón general producto del interés político y de los actores
armados de salir del paso ante la victimización que deja el conflicto armado330
.
Es decir, que este tipo de justicia restaurativa no permite que se dé un perdón compensador
donde todo se solucione hacia la búsqueda de la paz, sin que se esclarezca la verdad, haya
reparación y justicia, puesto que la reparación, no puede negar la individualización de los
responsables y su castigo como una exigencia independientemente establecida por el
derecho internacional331
.
Por ello, la Corte Interamericana señala que “son inadmisibles las leyes que pretendan
impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los
derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o
arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por controvertir derechos
inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”332
.
En este sentido, la reparación integral debe proporcionar que se restablezca la paz y la
democracia por vía de la justicia que permita que haya una legalidad en el proceso de
reparación y no sea una estrategia más del Estado en complicidad con los actores armados,
por salir de la actual coyuntura de muerte que deja el conflicto armado. Por ello, con estas
aclaraciones podemos entender que la justicia restaurativa, en el marco de la reparación,
posibilita que se vaya contrarrestando la impunidad y se castigue el cinismo de los hechos
330
Ibídem. 331 Ibídem. 332 Ibídem.
115
victimizantes, se repudie todos los actos criminales hacia la destrucción de la vida y se
juzgue políticamente y socialmente los comportamientos delictivos de los victimarios333
.
La reparación que se propone, entonces, se ha de comprender desde el marco jurídico de
una justicia restaurativa que hace que se juzgue política, social e internacionalmente a los
victimarios y se repare el daño causado desde los mecanismos psicosociales de restitución
de la dignidad humana334
; igualmente, se propone reparar recíproca, económicamente y
constitucionalmente a las víctimas con responsabilidad social, participación ciudadana y
distribución equitativa de penas en la proporcionalidad constitucional e incidencia del
Derecho Internacional Humanitario, los entes sociales defensores de Derechos Humanos,
el poder judicial del Estado y la responsabilidad de víctimas y victimarios en el
esclarecimiento de la verdad335
.
Igualmente, desde los movimientos sociales, la reparación ha ido teniendo un componente
simbólico colectivo que ha ido resignificando el dolor de las víctimas, pues, desde los
actos celebrativos de memoria, la construcción de monumentos, la recapitulación de fotos,
recuerdos, consignas, datos, relatos y testimonios que van esclareciendo la verdad, las
víctimas han ido construyendo un universo simbólico como sentido de resurrección y duelo
que ha ido configurando el carácter sagrado de la vida y la dignidad de las víctimas, así
como que se visibilice públicamente el genocidio cometido y se deje un precedente de todo
lo ocurrido en el escenario del conflicto armado336
.
Ante esto, es bueno que se tenga en cuenta todas las formas que el Gobierno y las ONGS,
incluyendo el papel de la Iglesia, han ido formulando para lograr una reparación integral,
personal familiar y colectiva, lo cual ha hecho que hoy en el país haya un reconocimiento
333
Ibídem. 334
Ibídem. 335
Ibídem. 336
Op. Cit. COMISIÓN-CORPORACIÓN CLARETIANA NORMAN PÉREZ BELLO (CCNPB), Boletín informativo N.14, junio de 2012, p. 3 – 11.
116
social de la condición de víctima y se haya generado una conciencia colectiva de verlas
como sujetos tutelares de derecho que exigen una reparación como respuesta ante la
victimización y vulneración social337
.
En la Ley de Víctimas, en la cual se dictan medidas de asistencia, atención y reparación
integral a las víctimas, se contempla el reconocimiento de la dignidad de víctima y se
reconoce el principio de buena fe de éstas en sus declaraciones, siendo el Estado quien
puede investigar y poner en tela de juicio lo contrario a sus afirmaciones sobre el
esclarecimiento de la verdad338
.
La Ley de Víctimas propone el principio de igualdad, lo cual hace que, sin importar de
donde se hayan originado los hechos victimizantes, las víctimas tendrán las mismas
garantías de restitución de derechos; también plantea el principio de enfoque diferencial
que permite establecer medidas de reparación teniendo en cuenta la razón social de las
víctimas: la edad, el género, la orientación sexual y la situación de discapacidad que
presenten. Con esto, el Estado intenta hacer un esfuerzo por eliminar los esquemas de
discriminación y estigma social, desarticular los grupos armados ilegales, buscar la
reconciliación nacional y garantizar el proceso gradual y sostenible de la reparación339
.
Es bueno considerar que la reparación integral que exigen las víctimas no busca el
desconocimiento del Estado como garante de la reparación desde sus leyes y disposiciones,
sino que, además, la reparación debe ir más allá de una ley que busca indemnizar y dar una
respuesta jurídica y administrativa al problema del conflicto armado, pues, dónde queda la
responsabilidad de los victimarios y del Estado en todo el daño físico, material, moral y
espiritual que se ha causado, ya que todas las acciones desarrolladas en la implementación
337
Ibídem. 338
INICIATIVAS DE MUJERES COLOMBIANAS POR LA PAZ, documento público número 4, Justicia y
seguridad para las víctimas del conflicto armado, análisis en perspectiva de género. disponible en pdf, p. 19
– 23. 339
Ibídem.
117
de políticas públicas para la reparación, cuya participación exige el apoyo de las familias, la
comunidad y el Estado como garantía en el proceso de reparación, no son suficientes para
resarcir el daño causado.
Desde una mirada evangélica, la mediación fe-justicia como reparación, supone hacer un
examen a la realidad de las víctimas y entender cómo el anuncio evangélico interviene en
el proceso de reparación. Para lograr tal propósito, es preciso reconocer bajo qué
circunstancias la mediación fe-justicia es garante del proceso restaurador frente a la
situación de vulneración. Para ello, hay que decir que la reparación implica un
reconocimiento social de la condición de víctimas, superando la subordinación,
dependencia e indignidad a la cual han sido objeto; igualmente, la reparación debe llevar a
superar las situaciones de incertidumbre, exclusión y estigma social, superando las
vulneraciones de sus derechos y las pérdidas materiales, humanas y efectivas340
.
Supone hacer un puente entre justicia y ética, desde la necesidad de afirmar la verdad de los
hechos en el reconocimiento culpable de los victimarios, la sanción correctiva y la
reparación de lo destruido. Esto hace afirmar que la reparación debe orientarse a
“reconstruir lo destruido, como la devolución de tierras a los desplazados y su
restablecimiento en sus anteriores condiciones productivas; la indemnización de los
perjuicios y destrozos por las víctimas y por sus familias; su reconstrucción psíquica; la
reconstrucción de los tejidos sociales; la reparación moral a las víctimas y la salvaguarda
de su memoria en monumentos, publicaciones, efemérides, días de reflexión, eventos,
etc.”341
.
340 ACNUR Y CODHES, Desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 312 – 113. 341 REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Los desafíos de la paz. Escrito por: Javier Giraldo M., S.J. No. 8, Abril-Junio 1998, p. 17.
118
Además, se deben fortalecer las expresiones simbólicas e iconográficas de reparación que
las víctimas, con el apoyo de las ONGS, han ido construyendo para superar y visibilizar su
tragedia, entre éstos encontramos los siguientes: la reconstrucción de los relatos de vida, las
galerías de memoria, los símbolos de esperanza como afiches, estampas, consignas,
peregrinaciones a los lugares donde han ocurrido los hechos victimizantes y apoyo
psicosocial desde los talleres de artesanía, confecciones, alfabetización, sistemas y
ludotecas para la viva y creatividad de los niños/as víctimas.
Con esto se está resignificando todo el legado, territorial cultural y espiritual que las
víctimas han perdido por acción del conflicto armado como duelo y compensación ante la
injusticia cometida342
.
3.3. Fe-justicia como esperanza-praxis
La esperanza se destaca como uno de los términos que denota un estado posible de
realización de lo que deseamos; es también una virtud teologal en la cual se espera la
llegada del Hijo de Dios y la realización de sus promesas; es un sentimiento de espera
latente de cambio, confianza, alegría y consuelo en la fe que hace que prontamente el
sufrimiento se convierta en gozo. Así mismo, la praxis se comprende como un hacer
posible lo que teóricamente se ha planeado343
. Es una manera efectiva de hacer viable un
pensamiento, una idea o realizar un proyecto que se ha estado construyendo. Es la fase
tangible, fáctica y posible de concretarse un proceso del cual se esperan unos resultados. De
ahí que la esperanza y la praxis van en correlación y son el modo posible de realización de
342
Op. Cit. COMISIÓN-CORPORACIÓN CLARETIANA NORMAN PÉREZ BELLO (CCNPB), Boletín informativo N.14, junio de 2012, p. 3 – 11. 343
MOLTMANN, Teología de la esperanza, 372. Citado por Garavito Villareal, Daniel, Memoria en razón de las víctimas. Bogotá: Editado por la Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología, 2009, p. 86 – 94.
119
una idea. Es la ejecución de un sueño o de un proyecto anhelado como medio de
superación que en la praxis alcanza su pleno cumplimiento344
.
Desde este punto de vista, la mediación fe-justicia, entonces, es una apuesta por formular
una relación que no puede estar separada, ya que la fe entraña una confesión cristiana desde
una experiencia de Dios que se concretiza en un proyecto de vida que se va construyendo
conjuntamente como proceso de trasformación de la realidad.
Esta manera de hacer práctica la fe es una opción profética que lleva a la contemplación de
Dios en el otro, en la naturaleza y el mundo como lugar teológico donde Dios se revela. Se
comprende que la mediación fe-justicia es esperanza en la restauración de lo humano, la
naturaleza y el mundo en la trasformación de las realidades de esclavitud,
deshumanización, desesperanza, hambre y marginalidad que viven las víctimas, mostrando
un rostro compasivo y misericordioso de Dios que trae vida y reconcilia a la humanidad en
la realización del proyecto de Dios. Por ello, la fe-justicia van unidas, porque juntas van
simbolizando y siendo el signo profético del Reino en el aquí y el ahora del tiempo
presente.
Por consiguiente, la misma experiencia de Jesús de filiación con el Padre y su opción
fundamental por el Reino, fue un ambiente contradictorio al sistema político y religioso
impuesto, puesto que Jesús le da todo el sentido y valor a lo humano como signo profético
de la venida de Dios que se baja de su deidad y se hace alter en cada persona (Mc 2, 1 – 5);
enfatiza el amor a Dios como una experiencia trinitaria de comunión: Amarás el Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al
prójimo como a ti mismo (Lc 10, 27).
344
Ibídem.
120
Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino dicen: “Jesús fundamentalmente predica el Reino como
salvación de los hombres, y lo predica en virtud de una experiencia personal de profunda
unión con Dios y de profunda unión con los hombres”345
. Según estos autores, la
predicación no puede estar desligada de la construcción del Reino, dado que la fe se
encarna en la historia como una praxis liberadora que, necesariamente, lleva a la exigencia
de la justicia como señal de encuentro con Cristo en la trasformación de la realidad de la
vida que se traduce en una manera distinta de ver el mundo y de relacionarse consigo
mismo, con los demás y su entorno. Esto supone una valoración del mundo en categorías
de Dios, donde el mensaje liberador debe moldear la acción humana hacia la solidaridad y
la sensibilidad ante el sufrimiento del otro, en un compromiso libre, autónomo y
responsable por construir un modelo de vida alternativo ante el actual sistema de
despersonalización del valor de lo humano.
En tal sentido, la experiencia de Dios, el encuentro con el resucitado, la objetivación del
mundo, visto con los ojos de Dios, permite mantener la fe-justicia en una dinámica de
construcción de Reino en las experiencias de resignificación que las víctimas han ido
construyendo gracias a los procesos liberadores que se han ido consolidando346
. Por eso
Jesús ha resucitado en el corazón de las víctimas desde una experiencia trasformadora que
las ha llevado a resignificar el dolor a través de la comunión familiar, el arte, el estudiar y la
búsqueda de alternativas de vida que llevan a sobreponerse ante la injusticia y el destierro.
Dios se hace vida en las víctimas como camino de retorno, consuelo y lucha por la
restitución de los derechos y la dignidad humana347
.
Lo que se vislumbra es que la acción de Dios se hace vida en la experiencia humana como
un proceso de comprensión del mundo y de trasformación de realidades de injusticia, en
345 Op. Cit. REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Los desafíos de la paz. Escrito por: Javier Giraldo M., S.J. No. 8, Abril-Junio 1998, p. 196. 346
Op. Cit. ACNUR Y CODHES, desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 145 – 175. 347
Ibídem.
121
categorías de Reino de Dios, que llevan al cambio social desde una experiencia fundante de
Dios en la realidad de las víctimas. Ante esto, debemos dejar en claro algunas premisas que
permiten entender cómo se hace práctica y esperanzadora la mediación fe-justicia como
propuesta de resignificación ante la injusticia acaecida en las víctimas.
Según Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino348
, se beben tener en cuenta las siguientes
consideraciones:
a) Entender que la acción salvadora de Dios se da en la historia desde una praxis de fe que
lleva a la opción por la justicia como camino de resistencia, consuelo y esperanza ante la
victimización.
b) Estar en permanente conversión como respuesta al llamado de Dios, desentrañando el
pecado personal y social y fortaleciendo las acciones concretas que se realizan a favor de la
vida.
c) Hacer una intervención efectiva en la historia, leyendo los signos de los tiempos, en la
lucha por la fe y la justicia, que refleje la acción trasformadora de Dios, haciendo historia
desde las víctimas.
d) Que se ejerza una verdadera contemplación del misterio de Dios, desde el anuncio, la
celebración y la vivencia de la fe, como don escatológico de la presencia constante de Dios
en el proceso de duelo y resignificación de la condición de víctima.
3.4. Fe-justicia como reconciliación
Para introducir el tema de la fe-justicia como reconciliación, hay que hacer referencia sobre
qué se entiende por reconciliación. Lo primero que se puede decir es que la reconciliación
se puede concebir como la superación de la ruptura de relaciones, intereses y acuerdos entre
los seres humanos. A nivel teológico, la reconciliación supone un volver al encuentro con
348
Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 115 – 117.
122
Dios, acercarse al otro, rompiendo con las barreras de desamor y discordia que se han
formado a raíz de un conflicto, una disputa o una confrontación. Es volver a unir lo que se
rompió entre los seres humanos en relación con ellos mismos y su vínculo con Dios y
hacerlos participes de la Buena Nueva como encuentro y vuelta a la vida y la unidad
humana.
Por ello, al centrarnos en el tema de la reconciliación desde la fe-justicia, nos avocamos a
comprender que esta relación está en consonancia con el plan salvífico de Dios que, desde
Lc 4, 16ss, se enmarca como una teología del encuentro, la reivindicación, la justicia de
Dios, el desatar las cadenas injustas y permitir que la soberanía y la voluntad de Dios
reine349
. Desde aquí, la reconciliación funciona como una acción integradora y justa por
encontrar la armonía que se ha perdido por la discordia y el conflicto. Es como encontrarse
con Dios y, al mismo tiempo, encontrarse consigo mismo y los demás y resignificar ese
encuentro en alianza con el resucitado que une la comunidad y permite que se restablezca la
relación y la filiación.
Es decir, se deben asentar las bases para que, desde la fe-justicia, exista una verdadera
comunión de vida que haga renacer el plan de Dios en las víctimas, se reconcilien con su
pasado, se vuelva a crear confianza e identidad y soberanía territorial y se pueda
contrarrestar la fragmentación y la enajenación a la cual se han visto enfrentadas. Por ello,
Jesús va hacia el encuentro con las personas para hacer que la humanidad también se
encuentre con Dios y logren juntos caminar hacia la realización humana y se permita
trascender con la fuerza espiritual de la fe en la búsqueda de la justicia350
.
No podría ser reconciliación, un proceso que minimice la barbarie cometida y olvide la
memoria de las víctimas; un proceso que negocie con los actores armados a espaldas de la
349
Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-
política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 47 – 48. 350
Colección Palabra Misión, Gálatas, En la libertad de la gracia. Publicaciones claretianas, 1996, p. 10.
123
población civil, de sus organizaciones sociales, políticas, comunitarias, sindicales y
culturales, afirmando que la reconciliación sólo puede ser una reforma al sistema de justicia
y la puesta en marcha de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, desconociendo todo
el impacto físico y emocional que deja el conflicto armado351
. Al contrario, se está
buscando que la reconciliación sea un proceso donde se realicen soluciones justas, se
desarrollen cambios estructurales y se equilibre las relaciones a nivel de género, equidad y
participación en el desarrollo conjunto de las alternativas de resignificación entre las
familias el Estado y la comunidad en general.
Entonces, para lograr el propósito de la reconciliación, en el marco del conflicto armado,
hay que decir que, más que llegar a desarticular los actores armados que están generando la
barbarie social, que es una tarea que se debe hacer, se debe respetar la participación política
de los movimientos sociales en la denuncia de la injusticia y los sistemas de muerte y
corrupción que subyacen al interior del Estado; igualmente, fortalecer y respetar las
organizaciones populares en su proceso de autodeterminación y consolidación de su
identidad cultural y desarrollo social sostenible; así, también, satisfacer las necesidades
fundamentales de la población víctima a nivel de vivienda, empleo, salud, educación y
promoción de la vida y la dignidad humana, superando la iniquidad y la mala distribución
de los recursos económicos.
Esto también nos permite deducir que la reconciliación radica en hacer que las víctimas
sean restituidas a nivel integral en cada una de las dimensiones que conforman lo humano.
En primer lugar, se debe resignificar el valor ético de la vida como derecho natural que
garantice su libre desarrollo y realización de la persona como tal. En segundo lugar, se debe
fortalecer la capacidad de autonomía de las víctimas y llegar a la conciliación por vía no
violenta, mejorando la cooperación y la libertad en la toma de decisiones para su desarrollo
351
Una interpretación de la Historia Universal “Obras inéditas” Madrid, 1960, p. 333. Citado por REVISTA JUSTICIA Y PAZ, Artículo, Constancias históricas, Razones Jurídicas. Escrito por: Dr. Jorge Eliecer Molano, No. 13 Abril-Junio, 2000, p. 4 – 20.
124
integral. En tercer lugar, se deben generar encuentros para la reflexión sobre sus historias
de vida, desde la expresión de sentimientos y la socialización de los hechos victimizantes
por medio de experiencias lúdicas que simbolicen y dinamicen sus relatos de vida como
una terapia de reflexión crítica que, desde la iluminación bíblica, oriente el quehacer de las
víctimas en su proceso reconciliador.
La reconciliación, así planteada, debe pasar por converger y restablecer la relación que se
ha fragmentado desde una práctica de fe-justicia que permita el punto de intercesión para
que se dé la conciliación y se restablezca el orden y la armonía. Para ello, la justicia ha de
proporcionar el estado de derecho constitucional y democrático para que las víctimas
ejerzan su libertad de expresión, se garantice el derecho de los pueblos víctimas a su
autodeterminación y se restablezca el desarrollo de la autonomía, la libertad y la
responsabilidad como garante ético de la reconciliación352
.
Según Ortega y Gasset, la libertad para resarcir la injusticia, debe ampararse en la instancia
del derecho, así: “el derecho es algo fundamentalmente estable, quieto, una especie de
suelo firme en el que el hombre puede asentar muy firmemente sus talones para, desde ahí,
contemplar y vivir todo lo que en la vida humana hay de huidizo, de inestable, peligroso e
inseguro”353
.
En conclusión, la reconciliación requiere que las víctimas sean agentes activos en el
proceso de reparación, haciendo parte activa en la agenda política de negociación y su
efectivo cumplimiento en las trasformaciones sociales, económicas, políticas y
estructurales. Así mismo, la fe-justicia ha de suscitar una conciencia moral que apunte a
crear relaciones libres, respetuosas y dignas entre las personas. De igual manera, el
Evangelio debe ser la fuerza espiritual y profética que integre y permita la reconciliación, la
paz y la sanación integral de las víctimas.
352
Ibídem. 353 Ibídem, p. 9.
125
3.5. Fe-justicia como resistencia no violenta
La resistencia como fe y justicia, desde una propuesta pacífica, se propone en el marco del
restablecimiento de la armonía y la esperanza de los pueblos victimizados. En primer lugar,
la resistencia parte del principio de la no aceptación de la guerra bajo ninguna
circunstancia, pues, al aceptarla, estaríamos optando por legitimar la acción violenta de los
actores armados que destruyen el desarrollo armónico de la vida.
En segundo lugar, la resistencia debe posibilitar el restableciendo de la confianza y el
desarrollo integral de los pueblos victimizados desde sus propios mecanismos de
desarrollo, contrarrestando el silencio, el miedo y la incertidumbre que trae consigo el
conflicto armado.
En tercer lugar, la resistencia ha de llevar a superar la desintegración organizativa
comunitaria y familiar que genera la violencia, pues, desde la acción conjunta y la
organización, las víctimas se hacen sentir como sujetos que reclaman respeto por sus vidas,
su territorio y su cultura. Como cuarto lugar, la resistencia debe permitir la construcción
colectiva de la identidad en la toma de conciencia de la etnicidad y sus historiales de vida
como del cuidado y la preservación de la tierra y la cultura de los pueblos victimizados. Es
decir, que se ha de fortalecer todo el sentido del valor del territorio, la naturaleza, lo
ancestral y todo aquello que los identifica y los hace diferentes en medio de la
globalización.
Por tanto, la resistencia se comprende como una realidad dinámica y abierta de los pueblos
victimizados por crear todo un sistema educativo, político, diferencial y alternativo ante los
sistemas de dominación. Así, la creación de comunidades civiles de vida y paz, las zonas
humanitarias y las medidas cautelares hacia quienes se encuentran amenazados, es una
muestra eficiente por resistir en medio del conflicto.
126
Este tipo de alternativas permiten que las víctimas se protejan de la represión armada y se
cree una solidaridad entre sí mismos, salvaguardando sus vidas, sus derechos y
manifestando la no participación e involucramiento con los entes armados. Así mismo, la
resistencia tiene algunas connotaciones que es bueno señalar. Lo primero que se dice es que
las víctimas resisten como sujetos civiles, no armados, usando mecanismos de defensa
jurídicos y políticos como también sus propios sistemas de organización que las lleva a
sobreponerse ante el hambre, la persecución política y la desarticulación comunitaria.
Este tipo de resistencia también es un sistema democrático que permite la igualdad en la
toma de decisiones, el liderazgo femenino y la proyección de vida de los niños/as jóvenes y
adultos hacia el fomento de un desarrollo integral, familiar y comunitario, que permite la
equidad de género, el espíritu emprendedor y una economía solidaria y sostenible.
Igualmente, la resistencia se funda desde un crecimiento colectivo a nivel espiritual,
político y humano que estudia y comprende la coyuntura social y puede participar en las
decisiones políticas, económicas sociales y culturales en materia de restitución de derechos,
desarrollo social y reivindicación de la dignidad humana.
Bajo estos argumentos, la resistencia se va creando en la autodeterminación de los pueblos
victimizados, ya que, así como se hace responsable a los actores armados por el drama de
violencia, destierro y destrucción de la vida, las víctimas deben responsabilizarse de su
propio proceso de superación de la victimización desde la creación de una axiología que
contraste con las estructuras de subyugación de la dignidad humana. Desde aquí se debe
fortalecer la acción comunicativa Habermasiana354
que busca crear consenso, igualdad y
responsabilidad, respetando la diferencia, el trabajo comunitario y los espacios para la
convivencia, la integración familiar, la salud y la formación integral de las personas.
354
Guiddens Anthony, Habermas Jürgen, Jay Martin, McCarthy Thomas, Rorty Richard, Wellmer Albrecht y
Whitebook Joel, Habermas y la Modernidad, p. 266.
127
Entonces, la propuesta de fe-justicia como categoría de resistencia es restaurativa,
partidaria del desarrollo social sostenible y del progreso colectivo. De esta forma, la figura
de Jesús como portador de la Buena Nueva del Reino, nos muestra que la misión de Dios
está en que el hombre viva, se llene de sentido y se goce el mundo, reconociéndose como
sujeto constructor y pionero de su mismo destino.
Con este trabajo no se quiere hacer un itinerario de resistencia, sino dejar un precedente
que, desde el testo de Lc 4, 16ss, nos invita a mirar la realidad de las víctimas con ojos y
manos de Dios, donde se haga presente que el ser humano, la vida y el mundo, merecen
resignificarse con la óptica del Evangelio que invita al progreso y al bienestar integral. Así,
el sentido de resistencia debe ser integrador y exige un cambio social, donde se revise el
Estado Social de Derecho, se revise la formación de los militares y toda la axiología que
subyace en la sociedad que, de alguna manera, ha legitimado la violencia contra la
población víctima.
Por eso, desde el Evangelio se propone un cambio del paradigma social que exige un
cambio personal y colectivo desde los valores del Reino y no desde la materialidad y
cosificación de lo humano, pues, por ver el sentido humano en lo material, en una cosa
como tal, con un fin comercial y consumista, se perdió el valor de la vida y la riqueza del
encuentro con el otro y con la divinidad que hay en cada quien; se nos perdió el valor
ancestral de la naturaleza, ya que sólo la vemos desde los intereses egoístas para usufructo
y sustracción de materias primas; nos hemos quedado en lo inmediato, en intereses
egoístas, que ha olvidado el valor y la riqueza del silencio, la tranquilidad, el ver la familia
crecer y el disfrute de los parques naturales, hoy día militarizados por los actores armados
como cuidando una riqueza minera para usufructo de las trasnacionales, del Estado y de los
grandes comerciantes.
En este sentido, resistir exige una trasformación a nivel personal y colectiva, pero, también,
todo un cambio de paradigma social que permita, desde la fe-justicia, optar por ser signo de
128
Dios, esperanza y utopía de Reino en medio de los sistemas de muerte que hoy son los
causantes reales de la actual deshumanización que ha desmoralizado la conciencia social y
ha dejado centenares de víctimas, niños sin educación, jóvenes para la guerra, familias
destruidas y destrucción del hábitat natural esencial para la vida355
.
En este orden de ideas, la resistencia hace necesario resignificar el impacto del conflicto
armado desde el apoyo y la escucha de los relatos de vida sobre los hechos y realidades que
llevaron a las personas a ser víctimas; iluminar desde el evangelio los hechos de muerte que
las víctimas cargan en su conciencia a través de la comprensión contextualizada y
sectorizada de su situación, esclareciendo las realidades de muerte, sus actores, intereses de
fondo y contextos en los cuales sucedieron los hechos.
Igualmente, potencializar la autoestima y la capacidad de superación personal y colectiva
que permita enfrentar el reto de salir o resignificar el dolor y el estado de víctima desde las
acciones de grupo. Por tanto, es importante que se tenga en cuenta que no se puede medicar
el sufrimiento y todo el impacto emocional que deja el estado de víctima, sino que se debe
fortalecer la vida comunitaria y el apoyo psicosocial, más allá de las ayudas humanitarias,
que haga proceso con las familias víctimas en acciones concretas como conocer sus
historias de vida, el núcleo familiar, los roles familiares, escuchar y tratar de dar una
palabra ante las situaciones que ellos/as más les preocupa, hacer dinámicas de integración y
resocialización que permita que la comunidad, los vecinos y las familias se vuelvan a
encontrar significando que existen y pueden seguir adelante.
El Evangelio en todo su mensaje revelador, está siempre a favor del que sufre y vive
situaciones de opresión. Por eso, como decía Gustavo Baena: Dios siempre está salvando,
Dios siempre está en permanente ayuda, consuelo y deseo de vida, amor y dignidad; Dios
355
Op. Cit. Vicepresidencia de la República, Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos,
Colombia, conflicto armado, regiones, Derechos Humanos y DIH 1998 – 2002, p. 16.
129
siempre está dando una voz de aliento, exigiendo justicia y buscando que el hombre deje su
egocentrismo y reconozca la acción salvadora que trae el Reino356
.
Entonces, la acción salvífica que representa el Evangelio, no puede ser algo puramente
espiritual que sólo habla de la gracia de Dios como realidad etérea, sino que el anuncio de
la Buena Noticia, como una realidad de innovación y búsqueda de la dignificación humana,
está siempre trasformando e iluminando la realidad que se da como conflicto social,
enajenación, esclavitud y deshumanización357
.
José María Vigil y Jon Sobrino358
nos dicen que la injusticia, la desigualdad social y la
inequidad, están atravesando la historia y no queda otra opción que pronunciarnos en
nombre de Cristo para salvaguardar la vida y la dignidad humana alienada por las
estructuras injustas. Estos autores dicen que la injusticia suscita una indignación ética que
se experimenta bajo la insensibilidad ente el sufrimiento, la falta de compasión y
misericordia y la poca conciencia crítica ante los sistemas injustos, lo cual hace que desde
el Evangelio se proponga un proyecto social alternativo que permita apropiarse del destino,
siendo sujetos activos de la historia desde la construcción de una sociedad alternativa,
justa, fraterna, igualitaria, participativa359
.
Así, la propuesta de resistencia entorno a la fe-justicia, invita a ser sal de la tierra (Mt 5,
13), trasformando el entorno social, desde el testimonio de Cristo en la voz de los sin voz,
las víctimas, que en un grito de paz, consuelo y restitución, exigen la verdad, el servicio a la
causa de la justicia como justicia divina que se anuncia como libertad, desatando las
ataduras injustas, dando vista a los ciegos y proclamando la liberación de la opresión
como año de gracia del Señor (Lc 4, 16ss.).
356
Universidad Javeriana, argumento dado por el sacerdote Jesuita Gustavo Baena en la clase de San Pablo,
2005. 357
Op. Cit. VIGIL, José María, La opción por los pobres. Santander: Ed. Sal Terrae, 1991, p 19. 358 Op. Cit. ELLACURÍA, Ignacio y Sobrino, Jon, fe y justicia. Bilbao: Ed. Desclée, p. 135. 359 Ibídem.
130
Según Mons. O. Arnulfo Romero, Dios va siendo el Dios del pueblo, el que va con
nuestros signos, el que va con nuestras guerras y nuestras luchas, el que va con el pueblo
en sus justas re-vindicaciones (…) ¡el Dios de los humildes!(…), quien va trasformando
actitudes de odio en perdón, la división en caminos hacia la unidad, la desesperación en
apertura y esperanza, los conflictos en retos para la acción, la muerte en vida, el
cansancio en animo renovado360
.
3.6. Lineamientos pedagógicos desde la fe-justicia como memoria, reconciliación y
esperanza-praxis hacia el acompañamiento a las víctimas
Para hacer práctico este planteamiento, se parte del hecho de la comprensión de
implicación histórica a la que el hombre y la sociedad en general está inmersa. Es decir, que
el devenir del mundo hace corresponsables a los seres humanos desde un proceso de
aprendizaje como experiencia reorganizadora de elementos que lo hacen comprender y
objetivar el mundo en distintas perspectivas. De ahí que el ser humano se ubica en el
mundo como un ser en construcción insertado en la realidad o contexto del cual se hace
partidario de su propio desarrollo y, al mismo tiempo, de su trasformación.
En este sentido, la pedagogía lleva al ser humano al conocimiento e interpretación del
entorno y del mundo, optando por uno u otro camino, como también lo lleva a asumir una
postura crítica en la interpretación de elementos integradores de la vida, como de aquellos
que lo llevan a su desintegración y fragmentación. Según Paulo Freire: “la educación debe
estimular la opción y afirmar al hombre como hombre. Adaptar es acomodar, no
trasformar. El hombre se integra y no se acomoda. Hay una adaptación activa”361
.
360 CHRISTUS, REVISTA DE TEOLOGÍA Y CIENCIAS HUMANAS, N. 709, Año LXIV, Enero- Febrero, 1999, Artículo, Del dolor a la esperanza, p. 24 – 25. 361 FREIRE, Paulo, Educación y cambio. Buenos Aires- Argentina: Ed. Búsqueda, 1976, p. 26.
131
Esto permite deducir que la misión del hombre es propositiva, contextualizada y se ejerce
como una pastura crítica, que lo hace discernir su camino y, a la vez, trasformar la realidad
en un horizonte creador y articulador, haciéndolo partícipe del cambio del estatus social y
de todo aquello funcional y bancario que no permite la innovación, la creatividad y el
desarrollo libre de su capacidad de aprendizaje.
Desde aquí se piensa que, desde la fe-justicia como memoria, reconciliación y esperanza-
praxis, debe partir un ejercicio pedagógico, reflexivo y crítico como demostración activa de
construcción de un modelo de sociedad distinta que invierta los papeles maestro-alumno
para colocarlos en el mismo nivel y que ambos se comprometan en la construcción del
saber, pero, que esta misma construcción vaya plenificando la condición humana y su papel
protagónico en la construcción de una sociedad justa, igualitaria y hermana.
Por tanto, la pedagogía que se propone, radica en una praxis humana como proceso
operativo que va liberando a la humanidad de la alienación, cosificación e
instrumentalización de la vida, fomentando una conciencia crítica hacia el cambio, la
soberanía, la comunión y la independencia humana.
Para Paulo Freire:
“Cambio-estabilidad resultan ambos de la acción, del trabajo que el hombre ejerce
sobre el mundo. Como un ser de la praxis, el hombre, al contestar a los desafíos
que parten del mundo, crea su mundo: el mundo histórico cultural. El mundo de
acontecimientos, de valores, de ideas, de instituciones. Mundo del lenguaje, de los
signos, de los significados, de los símbolos. Mundo de la opinión y del saber.
Mundo de la ciencia, de la religión, de las artes, mundo de las relaciones de
producción. Mundo finalmente humano”362
.
362 Ibídem, p. 43.
132
Se puede decir, entonces, que la acción humana parte, en primer lugar, de una comprensión
crítica que el ser humano hace del mundo, que lo ubica en relación consigo mismo, con
Dios y con el medio natural y, desde esta objetivación, éste se ubica como un ser en
proyecto, en búsqueda y complementariedad en aquello que lo constituye en infinitud,
contingencia y trascendencia. Es ver la centralidad de lo humano en un horizonte posible de
infinita creatividad y capacidad de autogestión, emprendimiento y liderazgo, igualmente,
reconocer la contingencia humana que determina su finitud, carencia y afectación, pero
que, al mismo tiempo, lo abre a la trascendencia, la libertad y la trasparencia en Dios que lo
hace hermano en la fe, el amor, la esperanza y el diálogo.
Así, los elementos memoria, reconciliación y esperanza, se conjugan en pasado, presente y
futuro, del cual brota el sentido pragmático de la pedagogía que se formula en construcción
de utopías, sueños y sentidos de vida que recrean y enriquecen las culturas; igualmente,
desde un proceso de aprendizaje, en actitud de creación y recreación, la resignificación del
drama de violencia y victimización, se formula desde el elemento pedagógico de la auto-
formación363
como postura actuante y trasformativa de las víctimas que, en el contexto del
conflicto armado, se ven avocadas a sobreponerse ante el dolor y la muerte.
De ahí que la pedagogía que se propone, es una educación que parte de la libertad y la
animación de la capacidad emancipadora que tiene el ser humano que lo lleva a apropiarse
en la construcción de su mismo destino, permitiendo que Dios actúe en su existencia como
instrumento para la edificación del Reino.
Paulo Freire pone de manifiesto cómo funciona la pedagogía del oprimido364
que parte, en
primer lugar, de un humanismo pedagógico que se comprende, crítica y reflexivamente,
como algo que hace que el ser humano se sobreponga ante la adversidad y todo aquello
363 Ibídem, p. 74. 364
Op Cit. FREIRE, Paulo, Pedagogía del oprimido. México: Ed. Siglo XXI editores, 1979, p. 5.
133
que lo aliena y lo totaliza. Como según lugar, reconociéndose el hombre como sujeto
constructor de la historia, se proyecta desde una conciencia que lo hace optar, tomar
decisiones y comprometerse con el cambio social intersubjetivamente.
Es una pedagogía que se basa en la toma de conciencia del contexto social y la manera
cómo el ser humano se comprende en medio de éste, reflexiona y lo trasforma. Es una
pedagogía que se basa en el análisis, reconstrucción y resignificación de las situaciones
vividas para luego tomar distancia, reflexionar y direccionar el camino. Es como un
llamado a la conciencia crítica, según Pablo Freire, que lo lleva a superar el límite que lo ha
tenido paralizado por la acción de las estructuras de opresión365
.
Este tipo de aprendizaje, al aplicarlo en el contexto de las víctimas, hace que sea
significativo, dinámico y diferencial, puesto que aquí se está forjando una acción de
trasformación y cambio que exige la apropiación, el liderazgo y la toma de conciencia
sobre el papel fundamental que deben asumir las víctimas para resarcir y reparara la
afectación del conflicto armado.
Pues, no se acepta que el ser humano repita los patrones culturales, sociales y educativos
vigentes desde una manera mecánica de repetición de conceptos, palabras y fórmulas, sino
que el proceso significativo debe producirse como una forma de conquista humana por
hacer del mundo un medio de aprendizaje e inculturación donde la vida sea una obra de arte
abierta a la autodeterminación.
En este sentido, Paulo Freire afirma: “sólo piensa y practica un método pedagógico
que procura dar al hombre la oportunidad de redescubrirse mientras asume
reflexivamente el propio proceso en que él se va descubriendo, manifestando y
configurando: método de concienciación (…); la conciencia y el mundo no se
365
Ibídem, p. 6.
134
estructuran sincrónicamente en una conciencia estática del mundo: visión y
espectáculo. Esa estructura se funcionaliza diacrónicamente en una historia”366
.
Esto hace comprender que el modelo pedagógico para el acompañamiento a las víctimas, es
reflexivo, dinámico y reorganizador. Pues, dado la realidad de victimización, el papel de la
víctimas es tomar conciencia de lo que está pasando con sus vidas, sus derechos, el modo
como son tratados por los actores armados y el Estado. Desde lo dinámico, las
manifestaciones políticas, las denuncias y todos los actos simbólicos que evidencian el
resultado de las acciones de los actores armados, dan fe de una población víctima que no se
ha quedado atrapada por la subyugación y el terrorismo, sino que ha salido del silencio de
la intimidación para dar testimonio de fe-justicia desde sus propios mecanismo de
articulación en la defensa del territorio, la exigencia de respeto por la vida y la toma de
conciencia crítica que lentamente configura una sociedad itinerante, emprendedora y
militante de la vida, la paz y la esperanza.
Así mismo, el mismo proceso de duelo, destierro, barbarie y alienación, configura una
respuesta de causa-efecto que hace que las víctimas se reorganicen y sean capaces de
sobreponerse y superar su estado de víctima.
Por ello, como pauta de acompañamiento al proceso de resignificación de las víctimas, se
hace énfasis en afirmar que éste debe unir memoria, reconciliación y esperanza-praxis para
lograr que el pasado, el presente y el futuro se conjuguen y se haga un trabajo de
acompañamiento, no tan propositivo, pero sí reflexivo, consensuado y participativo. Esto
hace pensar en la construcción del sentido histórico del pasado de las víctimas para evitar
su eliminación, cuyos relatos orales, testimonios de vida y símbolos sagrados de su paso
por la tierra, deben quedar como riqueza cultural y testimonio de su existencia histórica
como legado y denuncia ante el cinismo de quienes segaron sus vidas.
366 Ibídem, p. 12 – 13.
135
Igualmente, el presente debe estar totalmente construido como un metarelato orientado
hacia el futuro, sin olvidar el proceso histórico que los ha llevado a resistir como
protagonistas en un mundo que ha conformado ejércitos de muerte para su eliminación.
Esto permite asumir el presente en perspectiva crítica y anamnética para proyectar el futuro
con fuerza política y capacidad emancipadora ante la muerte, pues el pasado debe hablarle
al presente, cuestionándolo preguntándole por el sentido de lo humano que en la historia no
puede quedar en el olvido.
El futuro, entonces, será en perspectiva reconciliadora que permita finalmente que el ser
humano viva y se realice integralmente. Esto hace necesario decir que el acompañamiento
se hace desde una óptica que posibilite las garantías necesarias para que las víctimas tengan
libertad de expresión, movilidad y capacidad de denuncia de los hechos victimizantes,
fortaleciendo su liderazgo, su autonomía territorial e identidad cultural.
De igual forma, se requiere que haya deliberación y claridad investigativa en el
cumplimiento de los acuerdos que se pacten para garantizar la verdad, la justicia, la
reparación y la no repetición, respetando el derecho a la memoria histórica, los
monumentos y símbolos sagrados que las víctimas han ido construyendo para resignificar
el dolor así como hacer seguimiento y veeduría a los procesos que van encaminados a
esclarecer la verdad y la judicialización de los hechos victimizantes.
Pero, yendo más a la realidad personal, familiar y colectiva de las víctimas, para hacer
efectiva la intervención como trabajo de acompañamiento, se ha de recocer que la
situación de las víctimas en nuestro país presenta una fragmentación severa a nivel
personal, familiar y colectivo, siendo los más afectados los niños y las mujeres. Pues, las
víctimas se ven obligadas a padecer un rápido proceso de organización- reorganización, que
con frecuencia provoca el traslado abrupto de responsabilidades, roles y rupturas que
afectan su desarrollo intelectual, físico y emocional. Igualmente, en la búsqueda de
136
supervivencia física y material, las necesidades emocionales y los efectos psicosociales
producidos por el impacto del conflicto armado, pasan a ser desapercibidas y secundarias,
lo que hace que se requiera una intervención oportuna367
.
Así mismo, la afectación en el ámbito individual, como repercusión en la salud mental,
acaba con el proyecto de vida de la persona, ocasionado por la presencia de dolor,
inseguridad y sufrimiento emocional368
. En el ámbito familiar la asunción de nuevos roles,
la elaboración del duelo y el ajuste de los miembros a las nuevas situaciones de adaptación,
se torna como una afectación que genera baja autoestima y pérdida de la capacidad para
alcanzar su desarrollo y emancipación social369
. En el ámbito social y comunitario, la
ausencia de sentido de pertenencia, la pérdida de grupos de referencia, el desempleo, las
condiciones infrahumanas de vivienda y la falta de oportunidad para la formación y
capacitación que les permita la vinculación al medio económico productivo, son efectos
irreversibles en las víctimas que requiere de una atención especial370
.
Es por ello que estos ámbitos, anteriormente relacionados, se definen unas necesidades
psicosociales en la población víctima que hay que atender, los cuales para su atención
requieren de la agrupación de acciones integrales que permitan el mejoramiento de la salud
física, mental y del entorno social de la población víctima. En este sentido, la perspectiva
psicosocial, como propuestas de intervención y acompañamiento, debe lograr la
recuperación y estabilidad emocional de las víctimas, elevando sus niveles de autoestima,
potencialidades y habilidades de comunicación que permita desarrollar relaciones
tolerantes, pacíficas en la interacción consigo mismas y el entorno social.
367
HERNANDEZ DELGADO, Esperanza, memoria del Seminario Taller Internacional: Superación de la
impunidad, reparación, reconstrucción y reconciliación. Cuadernillo pedagógico. Ed. Codice Ltda., Bogotá,
2000, p. 88 – 91. 368
Op. Cit. BORDA ORLANDO, Fals, La violencia en Colombia. Tomo I. Bogotá: Ed. Carlos Valencia, 1980, p. 150. 369
Ibídem. 370
Ibídem.
137
Igualmente, la intervención psicosocial hacia la población víctima, debe hacerse en
concertación con los entes territoriales y otras instituciones especializadas para generar un
abordaje común de sus problemas y necesidades desde mecanismos abiertos, flexibles y
adaptativos a la situación contextual de las víctimas. Es por lo anterior que se recomienda
el siguiente camino para un abordaje más pertinente que permita hacer una intervención
oportuna, eficiente y eficaz hacia la población víctima.
Por ello, durante el proceso de intervención o acompañamiento, es imprescindible construir
una mirada sistémica de las necesidades, demandas o problemas que se quieren abordar. Se
debe, entonces, considerar todas las variables que intervienen en relación con la
problemática que enfrentan las víctimas.
Así mismo, las necesidades y problemas de las víctimas, se deben abordar desde un marco
de confianza, empatía y comunicación, pues, las habilidades transversales de comunicación,
facilitan la concreción de soluciones más libres que deben revelar la corresponsabilidad y la
mirada estratégica de intervención a nivel local o departamental371
.
También, el nivel intervención psicosocial, deben transitar desde lo más básico, hasta lo
más complejo. En este sentido, se debe activar simultáneamente las redes familiares-
personales y las institucionales, fomentando permanentemente la participación comunitaria
e interinstitucional en las soluciones y apoyo conjunto.
Ante esto, se debe considerar que las víctimas, por su situación de vulnerabilidad, no
cuentan con los recursos, habilidades o condiciones personales para comprender y definir lo
que les está pasando y, a consecuencia de ello, tienen mayor dificultad para identificar
cuáles son los recursos institucionales externos que pueden apoyarle. Lo anterior deja ver
una necesidad de apoyo específico a cada una de las situaciones que las víctimas presenten
371
Op. Cit. ACNUR Y CODHES, Desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 242 – 246.
138
a lo largo del proceso de atención y acompañamiento, por ello, se debe prestar especial
atención a dos etapas que revisten particular importancia como son: la definición de las
necesidades y problemas de los usuarios/as, correspondiente a la etapa diagnóstica, y la
identificación de las instituciones que pueden dar respuesta a las necesidades y problemas
diagnosticados372
.
Dado lo anterior, se hace necesario formular algunas pautas de atención como marco de
acompañamiento e intervención hacia la población victima desde la organización, la
prevención y el tratamiento de la situación de vulnerabilidad.
1. Organización
Se expresa en acciones que estimulan la participación, sensibilización y educación a través
del desarrollo de estrategias que fomenten hábitos y conductas de auto cuidado personal,
familiar y/o comunitario, como la promoción de planes de desarrollo que posibiliten la
realización conjunta de estrategias de reivindicación de la vida y la dignidad humana. Estas
acciones promueven el reconocimiento temprano de los problemas bajo la idea de reducir
los factores de riesgo que inciden negativamente en el bienestar de las personas, familias y
comunidades. Las actividades más frecuentes en este nivel de atención son por ejemplo,
charlas formativas, eventos comunitarios, entre otras actividades pedagógicas de
integración social, siendo las más comunes, las del ámbito artístico, deportivo o recreativo
y organizacional373
.
372
Ibídem. 373
Op. Cit. CINEP, cartilla Victimas y Derechos, guía para la formación de víctimas de la violencia socio-
política en Colombia. Corcas editores Ltda. Bogotá, agosto de 2009, p. 31 – 33.
139
2. Prevención
Considera la realización de actividades o servicios tendientes a evitar la vinculación de
niños, jóvenes y adultos a los grupos armados. Generalmente se da a nivel de atención
individual-familiar y/o a través de actividades grupales en contextos institucionales o
comunitarios, que permitan llegar a la toma conciencia sobre la problemática social, los
factores que generan el conflicto y las alternativas que se vienen desarrollando para
prevenir y contrarrestar todo el efecto que deja la violencia política en medio del conflicto
armado. Las actividades más frecuentes en este nivel de atención, son las del ámbito
formativo, por ejemplo, talleres de autoayuda, consejería individual-familiar, visitas
domiciliarias y trabajo cooperativo hacia la búsqueda de la paz, la vida y la
autoconstrucción del ser humano374
.
3. Tratamiento y Reparación
A través de las organizaciones de iglesia y las ONGS y demás personas interesadas, se ha
de acompañar el desarrollo de programas relacionados con la formación, concientización y
restitución de los derechos de las víctimas (capacitación sobre la Ley de Víctimas y
Restitución de Tierras y formación sobre la coyuntura política-social)375
.
Así mismo, como algo que seguirá siendo muy urgente, es el hecho de seguir evidenciando
la problemática social que viven las víctimas en materia de salud, nutrición, educación,
seguridad social y bienestar, así como realizar acuerdos interinstitucionales que permiten la
cooperación, la unidad y el trabajo coordinado para contrarrestar la violencia y la
deshumanización que deja el impacto del conflicto armado376
.
374
Ibídem, p. 34 – 38. 375
Op. Cit. ACNUR Y CODHES, Desplazamiento forzado interno en Colombia: Conflicto, Paz y Desarrollo, Memorias, Seminario Internacional, junio 2000. Bogotá: Ed. Kimpres Ltda., 2001, p. 269 - 270. 376
Ibídem, p. 253 – 254.
140
Finalmente, encaminar a la población víctima a seguir luchando por su cultura, su
cosmovisión, su territorio, costumbres y tradiciones a través de la fe-justicia que permita la
integración familiar, la vida comunitaria y el trabajo cooperativo como proceso restaurador
de la vida y la dignidad humana377
.
377
Ibídem, p. 195 – 199.
141
4. CONCLUSIONES
El contexto de las víctimas enmarca, entonces, una mirada a la realidad de injusticia que ha
prevalecido históricamente producto de la violencia política, cuya mayor expresión ha sido
la victimización, la recurrencia a la confrontación armada, el bipartidismo político, la
desigualdad social, la pobreza, la marginación y las pocas garantías constitucionales para
que se respeten derecho de los pueblos. De este modo, la realidad de violencia, víctimas e
injusticia que subyace al interior de país, es la muestra de un conflicto que se ha perpetuado
por más de cincuenta años, el cual ha cobrado un sin número de víctimas, ha destruido la
paz de las comunidades rurales y urbanas y ha generado un deterioro en el nivel de
desarrollo del país en materia de inversión social, salud, educación, productividad y cultura.
Ante esto, se hace necesario, no sólo identificar los las causas, consecuencias y
manifestaciones del llamado conflicto armado colombiano, sino también la puesta en
marcha de los mecanismos de intervención, que permiten, de alguna manera, subsanar su
impacto. Bajo esta mirada, surge la necesidad de crear procesos, espacios y mecanismos
legales para que las víctimas se reconcilien con su pasado, se integren positivamente en la
sociedad y reconstruyan su papel protagónico como sujetos tutelares de derechos. De igual
modo, el papel protagónico de la sociedad en general, debe movilizar la participación
colectiva en la construcción de alternativas de vida que contrarresten el estado de
deshumanización y barbarie que deja el conflicto armado colombiano.
De ahí se deduce que se han de fortalecer la participación ciudadana en la toma de
conciencia sobre la coyuntura social que embarga la violencia sociopolítica, ejercitando la
memoria colectiva hacia la superación del conflicto, la exigencia de los derechos y la
reconstrucción conjunta del tejido social opacado por la violencia.
En este sentido, el análisis que se ha hecho sobre el conflicto armado entorno a la
postulación de la fe-justicia como categoría significativa ante la actual situación de
142
servidumbre que enfrentan las víctimas, devela una mirada crítica a la coyuntura política y
administrativa como a los actores armados, quienes han prevalecido como hegemonía de
dominio y subyugación hacia las clases menos favorecidas.
De este modo, la violencia política, en el escenario del conflicto armado, ha permitido la
imposición de las armas para alcanzar fines políticos, la ausencia del orden constitucional,
donde la democracia ha sido reemplazada por la intimidación, la represión y el control
político y territorial de los actores armados, la poca participación de las minorías étnicas en
los escenarios políticos, la inequidad en la distribución de la tierra, la corrupción
administrativa y la arbitrariedad de los actores armados.
En consecuencia, como ejercicio reflexivo, se ha de desactivar la mirada pacifista que se le
ha hecho al conflicto armado colombiano, por lo que se invita a la unidad nacional e
internacional a que se pronuncien a favor de la vida, la naturaleza y el orden mundial, pues
este conflicto, además de ser un problema social y gubernamental de negación de la vida y
la supervivencia, es una situación de degradación humana que ha degenerado su misma
condición. Por ello, los valores de justicia, libertad, participación democrática y dignidad
humana, han sido opacados en el escenario del conflicto armado, evidenciando, entonces,
un país con hambre, desempleo, insatisfacción de las necesidades básicas, deficiencia en la
aplicación de la justicia y desprotección de los derechos de las víctimas.
Sin embargo, la misma realidad de injusticia, destierro y victimización, convierten a las
víctimas en símbolo de justicia para redescubrirlas en dignidad, respeto e igualdad a la luz
del Evangelio. Esto lleva a formular el entrañable valor sagrado que tiene la vida en la
comprensión del hombre frente a Dios como realidad antropológica que debe trascender en
humanidad, armonía, reconciliación y dignidad. Por ello, la relectura del evangelio de Lc 4,
16 – 21, permite expresar cómo el pasaje manifiesta un contenido liberador y mesiánico
que se contextualiza en la realidad de las víctimas, suscitando un horizonte ético de
esperanza, consuelo y restitución de la dignidad humana.
143
Así, la comprensión del texto lucano indica la manera cómo Dios se manifiesta en las
luchas, utopías, sueños y esperanzas de los pueblos hacia la construcción de un mundo
alternativo, diáfano y en la verdad del amor de Dios, y no en la fuerza hegemónica de los
poderosos y de la opresión. Por ello, el texto de Lucas 4, 16 – 21, muestra cómo Jesús se
hace verdadero Dios y verdadero hombre en realidad de las víctimas, resignificando su
condición humana desde una propuesta de Reino hacia su liberación integral y encuentro
definitivo con Cristo en una experiencia de fe-justicia que lleva a ser semilla del Reino en
medio de la injusticia histórica y social que acontece.
Esto permite deducir que la categoría fe-justicia, es luz que se hace fundamento de vida en
las víctimas, como sujetos preferenciales del Reino, posibilitando el encuentro con el otro,
donde Dios se hace humano y sencillo y deviene como horizonte de trasformación, camino
de esperanza, consuelo y resignificación hacia la construcción de alternativas de vida que
superan la condición de víctima.
Entonces, es necesario decir que la mediación fe-justicia está estrechamente atravesada por
el anuncio del Evangelio, el cual es claro en proponer un modelo de vida donde la fe es una
práctica de justicia que se traduce en la condenación de todos los sistemas de opresión y
muerte que pueden existir en una sociedad. Por ello, el anuncio que hace Jesús de la Buena
Nueva del Reino, tiene unos destinatarios: los enfermos, los inválidos, ciegos, tullidos y
leprosos,378
pertenecientes a la clase menos favorecida de su tiempo y exige para ellos una
acción justa que desde el Evangelio es visto como un camino de liberación, búsqueda de la
tierra prometida y esperanza mesiánica de libertad, justicia, amor y prosperidad.
De esta manera, la mediación fe-justicia es garante del proceso de resignificación de las
víctimas en la medida que abre el horizonte comprensivo hacia la dignificación de la
378 Op. Cit. DILLMAN, Reiner y MORA PAZ, César A., Comentario al Evangelio de Lucas. Un comentario para la actividad pastoral. Navarra: Ed. Verbo Divino, 2006, p. 113.
144
condición humana y su plena realización en la construcción colectiva de la justicia, el
amor, la verdad, la reconciliación y el bienestar social.
Por consiguiente, la mediación fe-justicia se ubica en el horizonte de la esperanza, la
resistencia y la resignificación de la condición de víctima, proponiendo un camino distinto
que, según Is 65, 17 – 25, se postula como creación de un cielo nuevo y una nueva tierra,
donde nadie pasará hambre ni se oirá el llanto ni el crujir de dientes; será una tierra donde
no reine la muerte, sino un lugar donde la vida se protegerá, ya que, tanto niños, jóvenes y
adultos, gozaran de su longevidad en una tierra distinta que les provee lo necesario para su
desarrollo integral y les permite vivir en justicia, verdad y dignidad.
Es una tierra donde no se engendrarán hijos para la guerra ni para fortalecer la catástrofe
mundial de deshumanización y destrucción del hábitat, sino que se espera que la sociedad
se reconstruya en valores, autoestima y se enriquezca el valor sagrado de la tierra, las
personas, las culturas y todo aquello que aprovisiona de sentido al mundo. Así, el pasado, el
presente y el futuro de las víctimas, se convierte en un metarelato que no pasará al olvido,
sino que será el pilar que permite direccionar el camino en términos de ir formulando el
valor supremo de la vida, la tierra y el hábitat humano para que se vuelva a crear la
armonía, la convivencia y el bienestar social que ha sido fragmentado y violentado por el
conflicto armado interno colombiano.
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