la llamada de jesÚs · 2018-02-07 · despierta las búsquedas más hondas y vivas, las más...

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A Ñ O L X X V I I I 1 4 D E E N E R O D E 2 0 1 8 N.º 4 0 2 6 †Antonio, Card. Cañizares Arzobispo de Valencia Vieron dónde vivía y se quedaron con él. Juan 1, 35-42 LA LLAMADA DE JESÚS Este domingo segundo durante el año podríamos denominarlo el domingo de las llamadas: A Samuel. A Andrés y Juan: “Venid y veréis”. A Simón, Pedro. Jesús pasa No debemos desaprovechar su paso. “Este es el Cordero de Dios”. El Bausta hace lo que ocurre en muchas vocaciones, lo que ocurre sencillamente en la vocación crisana: Hay alguien que señala el camino. y se comienza a seguir a Jesús. Juan señala el camino porque ha visto, en el Jordán, al Mesías, al Salvador, al Hijo predilecto, al que es ungido por el Espíritu. Ha visto la luz, la verdad, y la ha experimentado. Da tesmonio de lo que ha visto y oído, de lo que ha experimentado. No habla de oficio, ni inventa teorías. No hace elucubraciones. Da tesmonio. El tesgo no inventa, se remite a los hechos, a lo que ha pasado y ha visto. Señala la ruta al caminante, si se señala hacia uno mismo, ¡se causa un atropello múlple!. Así es el Bausta, así es el tesgo. El tesmonio se comunica, el tesmonio contagia. Después se consigue el conocimiento personal y directo. Los judíos que escuchaban a Juan conocían la misión del Cordero. Habían visto sacrificar a muchos corderos en el templo en la Pascua para la purificación de los pecados. Según esa experiencia, Jesús cargaría con los pecados del mundo camino del sacrificio. Jesús pregunta: ¿Qué buscáis?”. Es la primera palabra que pronuncia Jesús en el Evangelio de Juan. Jesús apela al deseo profundo de estas personas. La respuesta, aunque parece torpe,: “Maestro, ¿dónde vives?”, en el fondo indica lo importante: saber dónde vive Jesús, para estar con Él. No querían saber algo, sino estar con Él. Contra el crisanismo excesivamente racionalizado, la experiencia de Dios. Hoy también Jesús pasa y quita el pecado del mundo, y salva, y llena de luz, y abre camino de esperanza, y despierta las búsquedas más hondas y vivas, las más importantes de los hombres. Nos lo muestran los tesgos suyos, nos lo señalan esa inmensidad de gentes que se han encontrado con El, que enen experiencia de El, que han estado con El, que reconocen su presencia salvadora y dichosa. Nos lo mostraron a todos el Papa Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI, tesgos excepcionales de la verdad que nos hace libres y de la esperanza que no defrauda, nos lo muestra ahora el Papa Francisco, tesgo singular del Evangelio de la alegría y de la misericordia, tres hombres auténcos, defensores de la verdad de Dios y del hombre, tesgos de Dios vivo, infinito en su amor, cuyas palabras son verdaderas y cuyos gestos son signo y presencia de las aspiraciones humanas que sólo en Jesucristo hallan respuesta y realidad. Nos ha mostrado al Señor y lo ha señalado entre nosotros Teresa de Calcuta, tesgo del amor y de la misericordia en favor de los pobres más pobres a los que Dios ama; ella apuntó siempre a Dios que es Amor, rico en piedad y misericordia. El mundo ene necesidad de estos tesgos, de hombres y mujeres que señalen a Cristo al paso de los hombres, al hilo de la vida. No dejemos que pase de largo; no seamos indolentes ante su paso. Sigámosle Él, Jesús, nos pregunta. Él pregunta a los hombres de hoy, Él pregunta a esa muchedumbre de jóvenes que andan sin norte como oveja s sin pastor, pero con un corazón ansioso: ¿”Qué buscáis?”. Los hombres de hoy, los jóvenes de hoy andan ansiosos de ser libres, enen hambre de vida, de vida que llene, enen sed de sendo y de esperanza para sus personas y sus proyectos, andan hambreando felicidad y dicha desbordante, quieren paz y amor. Buscan todo eso, aunque lo busquen por caminos errados y sin salida. Únicamente Jesucristo es capaz de responder a esas búsquedas; sólo El es capaz de saciar esta sed. Ante esta pregunta, los hombres, a veces sin saberlo muy bien, pero asbándolo, también, como Andrés y Juan, responden “¿Maestro, dónde vives, dónde estás, para estar congo, para tener al experiencia de , en el fondo y úlmo término, para comprobar que es verdad que El es la vida, y la felicidad, y el perdón, y la esperanza que andamos buscando.

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Page 1: LA LLAMADA DE JESÚS · 2018-02-07 · despierta las búsquedas más hondas y vivas, las más importantes de los hombres. Nos lo muestran los testigos suyos, nos lo señalan esa inmensidad

A Ñ O L X X V I I I 1 4 D E E N E R O D E 2 0 1 8 N.º 4 0 2 6

†Antonio, Card. CañizaresArzobispo de Valencia

Vieron dónde vivía y se quedaron con él. Juan 1, 35-42

LA LLAMADA DE JESÚSEste domingo segundo durante el año podríamos

denominarlo el domingo de las llamadas: A Samuel. A Andrés y Juan: “Venid y veréis”. A Simón, Pedro. Jesús pasa No debemos desaprovechar su paso. “Este es el Cordero de Dios”. El Bautista hace lo que ocurre en muchas vocaciones, lo que ocurre sencillamente en la vocación cristiana: Hay alguien que señala el camino. y se comienza a seguir a Jesús. Juan señala el camino porque ha visto, en el Jordán, al Mesías, al Salvador, al Hijo predilecto, al que es ungido por el Espíritu. Ha visto la luz, la verdad, y la ha experimentado. Da testimonio de lo que ha visto y oído, de lo que ha experimentado. No habla de oficio, ni inventa teorías. No hace elucubraciones. Da testimonio. El testigo no inventa, se remite a los hechos, a lo que ha pasado y ha visto. Señala la ruta al caminante, si se señala hacia uno mismo, ¡se causa un atropello múltiple!. Así es el Bautista, así es el testigo. El testimonio se comunica, el testimonio contagia. Después se consigue el conocimiento personal y directo.

Los judíos que escuchaban a Juan conocían la misión del Cordero. Habían visto sacrificar a muchos corderos en el templo en la Pascua para la purificación de los pecados. Según esa experiencia, Jesús cargaría con los pecados del mundo camino del sacrificio.

Jesús pregunta: ¿Qué buscáis?”. Es la primera palabra que pronuncia Jesús en el Evangelio de Juan. Jesús apela al deseo profundo de estas personas. La respuesta, aunque parece torpe,: “Maestro, ¿dónde vives?”, en el fondo indica lo importante: saber dónde vive Jesús, para estar con Él. No querían saber algo, sino estar con Él. Contra el cristianismo excesivamente racionalizado, la experiencia de Dios.

Hoy también Jesús pasa y quita el pecado del mundo, y salva, y llena de luz, y abre camino de esperanza, y despierta las búsquedas más hondas y vivas, las más importantes de los hombres. Nos lo muestran los testigos suyos, nos lo señalan esa inmensidad de gentes que se han encontrado con El, que tienen experiencia de El, que han estado con El, que reconocen su presencia salvadora y dichosa. Nos lo mostraron a todos el Papa Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI, testigos excepcionales de la verdad que nos hace libres y de la esperanza que no defrauda, nos lo muestra ahora el Papa Francisco, testigo singular del Evangelio de la alegría y de la misericordia, tres hombres auténticos, defensores de la verdad de Dios y del hombre, testigos de Dios vivo, infinito en su amor, cuyas palabras son verdaderas y cuyos gestos

son signo y presencia de las aspiraciones humanas que sólo en Jesucristo hallan respuesta y realidad. Nos ha mostrado al Señor y lo ha señalado entre nosotros Teresa de Calcuta, testigo del amor y de la misericordia en favor de los pobres más pobres a los que Dios ama; ella apuntó siempre a Dios que es Amor, rico en piedad y misericordia. El mundo tiene necesidad de estos testigos, de hombres y mujeres que señalen a Cristo al paso de los hombres, al hilo de la vida. No dejemos que pase de largo; no seamos indolentes ante su paso. Sigámosle

Él, Jesús, nos pregunta. Él pregunta a los hombres de hoy, Él pregunta a esa muchedumbre de jóvenes que andan sin norte como oveja s sin pastor, pero con un corazón ansioso: ¿”Qué buscáis?”. Los hombres de hoy, los jóvenes de hoy andan ansiosos de ser libres, tienen hambre de vida, de vida que llene, tienen sed de sentido y de esperanza para sus personas y sus proyectos, andan hambreando felicidad y dicha desbordante, quieren paz y amor. Buscan todo eso, aunque lo busquen por caminos errados y sin salida. Únicamente Jesucristo es capaz de responder a esas búsquedas; sólo El es capaz de saciar esta sed. Ante esta pregunta, los hombres, a veces sin saberlo muy bien, pero atisbándolo, también, como Andrés y Juan, responden “¿Maestro, dónde vives, dónde estás, para estar contigo, para tener al experiencia de tí, en el fondo y último término, para comprobar que es verdad que El es la vida, y la felicidad, y el perdón, y la esperanza que andamos buscando.

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yos productos ofrecidos por los vecinos de los pueblos y barrios han llenado los economatos y locales de Cáritas, comedores sociales, etc. A estas se la labor diaria realizadas por las Herma-nitas de los Ancianos Desam-parados, mostrada a través de Youtube en el documental reali-zado por el Servicio Audiovisual del Arzobispado; y las vacacio-nes navideñas destinadas a ni-ños sin recursos en el colegio diocesano de El Cabanyal.

Después de servir a la Iglesia partió a los ochenta y seis años, desde Betania a la Casa del Pa-dre el sacerdote Juan Bautista Martínez Cheralt. Natural de Benifaraig, fue vicario de Ayora, párroco de Fuenterrobles, Mas-salfasar y Massarrojos, profesor de Religión en Massamagrell, beneficiado y canónigo de la Catedral de Valencia.

Cuando entres en la iglesia, observa y descubrirás personas preparando el altar, ayudando en silencio, sin protagonismo.

Domingo, 14. II DEL TIEMPO ORDI-NARIO. Verde. Misa. Gloria. Credo. Sm 3, 3b-10. 19. Sal 39, 2 y 4ab. 7-8ª. 8b-9. 10. Jn 1, 35-42. Santoral: Eufrasio. Nino. Odón.

Lunes, 15. Verde. Feria. Misa. Sm 15, 16-23. Sal 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23. Mc 2, 18-22. Santoral: Raquel. Mauro. Boni-to. Arsenio.

Martes, 16. Beata Juana Mª Condesa Lluch (Propio dioce-

SENTIR VERGÜENZA

Me resultó sugerente la reflexión que hace el papa Francis-co respecto al sentimiento de vergüenza, al hilo de la petición de perdón que rezamos en el Padre nuestro. Cita a tres perso-nas que sintieron vergüenza por su comportamiento: Pedro, el buen ladrón y Judas.

Pedro, negó conocer a Jesús cuando las cosas llegaron al punto álgido del conflicto. El canto del gallo le hace sentir vergüenza por su negación y le remueve por dentro; la mi-rada de Jesús le desborda en lágrimas. La segunda persona es el ladrón crucificado junto a Jesús, que se siente culpable y avergonzado. Dice san Agustín que con esta vergüenza robó el Paraíso. Judas es la tercera persona que siente vergüenza por su traición y reconoce ante los sacerdotes impasibles el mal que ha hecho. La vergüenza le lleva a la desesperanza, y la desesperanza a la horca.

Cita el Papa la importancia que ante los momentos de des-esperanza, las personas puedan tener cerca a personas que les ayuden a encontrar el auténtico y reparador camino de la vergüenza. Sigue diciendo el papa francisco que la vergüenza es una gracia, y que a las personas que no sienten vergüenza por el mal hecho se les puede llamar con propiedad “sinver-güenzas”.

También podemos considerar el dolor de los pecados que forma parte de la confesión, la vergüenza por los pecados co-metidos, como puerta abierta para el nacimiento de actitu-des reparadoras ante el mal del que nos arrepentimos. La ver-güenza siempre puede sacarnos de la desesperanza cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios que nos perdona y nos capacita para perdonar.

¿Por qué está la puerta de la iglesia abierta? Gracias a la generosidad de muchas perso-nas, quienes abren el templo, preparan el altar y todo ello por amor a su parroquia, a la Igle-sia.

Servida por nuestros obis-pos: el cardenal Cañizares quien recibió en la sede epis-copal a los sacerdotes que en Roma trabajan al servicio de la Santa Sede, Alejandro Cifres, Francisco Vinaixa, José Jaime Brosel y José Antonio Teixeira; y cursan estudios Luis Torró, José Doménech, Antonio Márquez, Joaquín Sarrión, Francisco Fu-rió y Luis Ochoa. D. Arturo Ros en la Basílica presidió la misa de los Santos Inocentes orga-nizada por la plataforma “Va-lencia, sí a la vida”; D. Esteban Escudero acompañó el final del año a los sacerdotes enfermos y jubilados de la residencia de las religiosas Cooperadoras de Betania en Quart de Poblet.

Miles de personas cuya fe se alimenta de las enseñanzas y el testimonio de san Vicente Ferrer. Ellos y todos los valen-cianos vamos a tener la oportu-nidad de celebrar el sexto cen-tenario de su muerte merced al Año Jubilar concedido por la Santa Sede a las diócesis pre-sentes en la Comunidad Valen-ciana, inaugurándose el día de su festividad.

Numerosas son las iniciativas en favor de los más desfavore-cidos, particularmente durante las fiestas de la Navidad. Entre ellas las campañas del Kilo cu-

sano). Verde. Feria. Misa. Sm 16, 1-13. Sal 88, 20. 21-22. 27-28. Mc 2, 23-28. Santoral: Marcelo. Honorato. Tiziano.

Miércoles, 17. San Antonio, Abad. Memoria. Blanco. Misa. Sm 17, 32-33. 37. 40-51. Sal 143, 1. 2. 9-10. Mc 3, 1-6. Santoral: Antonio. Julián. Roselina.

Jueves, 18. Verde. Feria. Misa. Sm 18, 6-9. 19, 1-7. Sal 55, 2-3. 9-10ab. 10c-11. 12-13.

Mc 3, 7-12. Santoral: Prisca. Re-gina.

Viernes, 19. Verde. Feria. Misa. Sm 24, 3-21. Sal 56, 2. 3-4. 6 y 11. Mc 3, 13-19. Santo-ral: Ábaco. Arsenio. Ponciano.

Sábado, 20. San Fabián, Papa y Mártir. San Sebastián, Mártir. Santos Fructuoso, Obis-po, Augurio y Eulogio, Diáco-nos, Mártires. Santa Mª en sábado. Verde. Feria. Misa. Sm 1, 1-4. 11-12. 19. 23-27. Sal 79, 2-3. 5-7. Mc 3, 20-21. Santoral: Cipriano. Benito.

Ismael Ortiz Company

Reflexiones pastorales

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R∫. Aquí estoy, Señor, para hacer tu volun-tad.

V∫. Yo esperaba con ansia al Señor; él se in-clinó y escuchó mi grito. Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R∫.

El día del Señor

Primera Lectura - 1 Sam 3, 3b-10. 19

Segunda Lectura - 1 Cor 6, 13c-15a. 17-20

Evangelio - Jn 1, 35-42

Salmo Responsorial - Sal 39, 2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10 (R∫.: cf. 8a y 9a)

DOMINGO II T.O.

aventuraprodigiosa.es

Comenzamos el tiempo ordina-rio. La mayor parte en nuestra vida es tiempo ordinario, tiempo de tra-bajo o de estudio, tiempo para las actividades cotidianas. Pero eso no significa que sea un tiempo de cate-goría inferior. Las fiestas, los tiempos fuertes, están para estimularnos y ayudarnos a vivir mejor este tiempo.

El evangelio de hoy nos indica algunos elementos importantes que no deben faltar en nuestro día a día. Cada día es una ocasión para encontrarnos con Jesús. Necesita-mos personas que nos ayuden y nos indiquen por dónde se acerca a no-sotros. También es una oportunidad para seguirle, porque nuestra vida de fe es seguimiento del Señor. Nos recuerda que somos sus discípulos y que queremos aprender de Él para vivir como Él.

En el camino Jesús nos pregun-ta: ¿Qué buscáis? Es fundamental la respuesta que demos a esa pregun-ta, para orientar nuestros pasos. Los discípulos debieron verse sorpren-didos, de manera que responden con otra pregunta: ¿Dónde vives? No es una pregunta ingenua. Han descubierto algo en Jesús que les hace querer estar con Él, compartir su vida, poder encontrarlo siempre. Y el Señor los llama al seguimiento. Para conocer a Jesús hay que seguir-lo, hay que jugarse la vida tras sus huellas.

Nada hay mejor que estar con Je-sús, que dejarnos mirar por Él, que experimentar su amor. Es un en-cuentro tan fuerte y determinante en la vida, que aquellos discípulos se acordaban hasta de la hora.

Y esto es algo tan serio que uno no puede menos que comunicarlo. Andrés va y se lo cuenta a Pedro, su hermano. Y lo lleva a Jesús. Esa es también nuestra misión para cada día: acercar a las personas a Jesús, provocar que tengan un encuentro con Él y que se dejen mirar. Jesús ya sabe la misión que tiene que confiar a cada uno. Así lo hace con Pedro y con nosotros si le queremos escu-char.

“Entonces tú, [mi Dios], tratándome con mano suavísima y llena de miseri-cordia, fuiste modelando poco a poco mi corazón”.

San Agustín (354-430)

En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el Arca de Dios. El Señor llamó a Samuel. Este respon-dió: «Aquí estoy». Corrió adonde estaba Elí y dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Respondió: «No te he llamado. Vuelve a acos-tarte». Fue y se acostó. El Señor volvió a lla-mar a Samuel. Se levantó Samuel, fue adonde estaba Elí y dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Respondió: «No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte». Samuel no conocía aún al Señor, ni se le había manifestado toda-

vía la palabra del Señor. El Señor llamó a Samuel, por tercera vez. Se levantó, fue adonde estaba Elí y dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Comprendió entonces Elí que era el Señor el que llamaba al joven. Y dijo a Samuel: «Ve a acostar-te. Y si te llama de nuevo, di: “Habla Señor, que tu siervo escucha”». Samuel fue a acostarse en su sitio. El Señor se presentó y llamó como las veces anteriores: «Samuel, Samuel». Respondió Samuel: «Habla, que tu siervo escucha». Samuel creció. El Señor estaba con él, y no dejó que se frustrara ninguna de sus palabras.

V∫. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;entonces yo digo: «Aquí estoy». R∫.

V∫. «—como está escrito en mi libro— para ha-cer tu voluntad.»Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R∫.

V∫. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R∫.

Hermanos: El cuerpo no es para la forni-cación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Y Dios resucitó al Señor y nos resuci-tará también a nosotros con su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la inmoralidad. Cualquier pe-

cado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios? Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos dis-cípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pre-gunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y lo veréis». Entonces fueron,

vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como lahora décima. Andrés, hermano de Si-món Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su herma-no Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

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