la llaga abierta por horacio verbitsky

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  • 8/23/2019 La Llaga Abierta por Horacio Verbitsky

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    PADRE, QUE HICISTE TU DURANTE LA GUERRA SUCIA?

    UN DEBATE LATENTE SE REABRE EN LA IGLESIA CATOLICA

    La llaga abierta

    Desde el Uruguay, el sacerdote Orlando Yorio neg que el actual arzobispo de

    Buenos Aires Jorge Bergoglio haya hecho algo por su libertad sino todo lo

    contrario cuando estuvo secuestrado en la ESMA, de mayo a octubre de 1976.

    Los liberaron por gestin del Vaticano, no de Bergoglio, que los entreg, dice

    Anglica Sosa de Mignone. Se reabre un debate latente en la Iglesia sobre laconducta de la jerarqua durante la dictadura. Responde un sacerdote que

    conoce el pensamiento de Bergoglio. La represin a los curas villeros despus

    del golpe militar. Los contactos con los ex dictadores Videla y Massera.

    Jorge Bergoglio, arzobispo deBuenos Aires, abril de 1999.Lbreme el Seor de alzar la mano

    contra el ungido del Seor

    Orlando Yorio en el juicio a lasJuntas, julio de 1985Bergoglio no nos avis del

    peligro en ciernes

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    Por Horacio VerbitskyLa designacin del monseor Jorge Bergoglio como arzobispo de

    Buenos Aires y su prevista exaltacin al cardenalato, han reabierto enla Iglesia Catlica el siempre latente debate sobre la conducta de sus

    jerarquas durante la guerra sucia militar contra la sociedad argentina

    de la dcada del 70. El sacerdote Orlando Yorio, quien durante cinco

    meses de 1976 estuvo secuestrado junto con su colega Francisco Jalics

    en la Escuela de Mecnica de la Armada, dice que Bergoglio, quien

    desde 1973 haba sido su superior inmediato como Provincial de la

    Compaa de Jess, no nos avis del peligro en ciernes y tampocotengo ningn motivo para pensar que hizo algo por nuestra libertad,

    sino todo lo contrario. Los dos sacerdotes fueron liberados por la

    gestiones de Emilio Mignone y la intercesin del Vaticano y no por la

    actuacin de Bergoglio, que fue quien los entreg, agrega Anglica

    Sosa de Mignone, Chela, la esposa durante medio siglo del fundador del

    Centro de Estudios Legales y Sociales, quien muri en diciembre. Pero

    la Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Alicia Oliveira,quien lleg a ese cargo con el respaldo del CELS, donde desarroll su

    militancia por los derechos humanos, defiende con tesn la conducta

    del actual Arzobispo de Buenos Aires. Es un tema que yo he discutido

    durante aos con Emilio. Cuando comenz la represin militar hubo

    quienes sostenan que lo mejor tanto para los militantes como para la

    gente de la villa era que quienes iban all a hacer trabajo de

    alfabetizacin y evangelizacin se alejaran por un tiempo. Yo he

    participado en discusiones con catequistas que se negaban a hacerlo

    porque decan que tenan mandato de Dios, y en ese caso no haba

    cmo obligarlos. Con el mismo criterio de preservar a la gente,

    Bergoglio les orden a los sacerdotes que se alejaran de la villa. Pero la

    Compaa de Jess es una Orden organizada en forma militar desde

    San Ignacio de Loyola. No le obedecieron y los separ de la Compaa.

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    Yo no afirmo que esa haya sido la mejor actitud posible, pero no puede

    confundirse con entregarlos, sostiene la Defensora del Pueblo, quien

    tiene recuerdos contemporneos a los hechos de las gestiones del ex

    Provincial jesuita para obtener la libertad de Yorio y Jalics.

    Cuando recuper su libertad, en octubre de 1976, Yorio pas a

    depender del arzobispado de Quilmes. Actualmente atiende una

    parroquia en la Repblica Oriental del Uruguay, donde acept narrar su

    historia. Jalics es de origen hngaro y vive en una casa de oracin de

    Alemania, donde fue consultado para este artculo. Ha pasado casi un

    cuarto de siglo, estoy muy lejos de todo eso. Para qu remover

    recuerdos dolorosos?, dijo. Bergoglio recibi al autor de la nota en sus

    oficinas en el segundo piso de la sede del arzobispado, junto a la

    Catedral, pero slo para decir que no estaba molesto con el artculo del

    domingo pasado y que no concedera ningn reportaje. No obstante el

    silencio que Jalics y Bergoglio prefirieron hacer sobre los hechos de

    1976, sacerdotes que conocen en profundidad las posiciones de uno y

    otro aceptaron transmitir el pensamiento de cada uno de ellos, bajocondicin de anonimato.

    Comunista y subversivoEra obvio para todos el peligro que exista, comienza Yorio. En mayo

    de 1974 haban ametrallado a Carlos Mujica, poco despus mataron a

    dos sacerdotes villeros ms, uno en San Isidro y otro en Bernal. A

    comienzos de 1975 yo fui separado de mis ctedras de teologa en lafacultad de los jesuitas de San Miguel. All, como responsable de la

    planificacin pedaggica haba hecho una relectura social de la

    teologa, lo que se conoci como teologa de la liberacin. Se me

    separ sin proceso y sin razones acadmicas. Solamente se me dio un

    mandato de obediencia, siendo Bergoglio el Provincial. El mismo

    Bergoglio personalmente reconoci luego que eso fue muy injusto,

    pero lo deca como si l hubiera sido un tercero ajeno. Lo que te

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    hicieron, deca, como si lo ocurrido no hubiera dependido de l. Al

    mismo tiempo, desde San Miguel y el provincialato se hacan correr

    por debajo, sin darme lugar a defenderme, rumores acerca de que yo

    era comunista, subversivo y guerrillero y que andaba con mujeres.

    Rumores que llegaban de inmediato a los sectores sociales que en ese

    momento manejaban el poder y la represin. Francisco Jalics fue el

    primero que varias veces hizo notar el peligro. En ese sentido advirti

    por escrito a varios jesuitas del peligro al que la Compaa me estaba

    exponiendo, y haciendo notar que el responsable era Bergoglio. La

    persona que acept transmitir algunas reflexiones de Jalics dijo que

    durante meses Bergoglio cont a todo el mundo que los dos

    sacerdotes estaban en la guerrilla. Hay testigos de eso. Jalics y Yorio

    fueron a hablar con algunos profesores del Colegio Mximo que

    repetan esas versiones. Dijeron que tenan noticias seguras. Un obispo

    le confes a Jalics que era Bergoglio quien se lo haba dicho. Jalics le

    reproch que jugara as con la vida de ambos, y Bergoglio lo neg, dijo

    que le iba a decir a los militares que no les hicieran nada. Dos semanasdespus, Jalics le pregunt si haba hecho esa gestin y Bergoglio

    respondi que an no haba podido. A la semana siguiente los

    secuestraron. Un sacerdote que conoce la intimidad del pensamiento

    del Arzobispo de Buenos Aires neg esos tremendos cargos. Bergoglio

    nunca pudo haberlos caracterizado como guerrilleros o comunistas,

    entre otras cosas porque nunca crey que lo fueran, dijo.

    El secuestroNosotros habamos ido a vivir a la villa del Bajo Flores con aprobacin

    y con mandato de Bergoglio. Y eso significaba un gran compromiso con

    mucha gente. Yo tena 30 catequistas, algunos hoy desaparecidos,

    estaba comprometido con el grupo de sacerdotes villeros, por nuestra

    casa pasaban continuamente religiosos, sacerdotes y laicos

    comprometidos con los pobres. Jalics daba retiros espirituales a 500

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    personas por ao, yo tena tres centros de evangelizacin en la villa.

    Era una presencia notable, contina Yorio. A los pocos meses de

    habernos enviado a la villa, Bergoglio empez a decirnos que sobre l

    pesaban fuertes presiones desde Roma y desde la Argentina para que

    disolviramos dicha comunidad y abandonramos la villa. El como

    Provincial podra habernos ordenado que saliramos de all, pero no

    quera asumir esa responsabilidad. Quera que nosotros dejramos

    voluntariamente todos nuestros compromisos, que asumiramos

    abandonar a los pobres, despus de darnos el mandato de ir all. No

    poda decirnos de dnde provenan dichas presiones. No puedo

    defenderlos, deca.

    Yorio viaj a Mar del Plata donde el cardenal Eduardo Pironio, que era

    el encargado de los religiosos de todo el mundo, le aconsej que dejara

    la Compaa, porque el General estaba en contra de nosotros. Fue un

    camino de dos aos en el que se saba que me podan matar, por esa

    desproteccin en que nos dejaba la Iglesia dirigente, como tambin

    fueron los casos de Mujica y del obispo Angelelli. Finalmente Bergogliovino de Roma con una carta del general de los jesuitas, Pedro Arrupe,

    agrega Yorio. La carta nos ordenaba que en 15 das dejramos la villa.

    Fue a fin de febrero de 1976, el mircoles de ceniza, antes de que

    comenzara la cuaresma, luego de dos aos de tironeo. A Jalics lo

    trasladaban fuera del pas, y debamos cortar todos nuestros

    compromisos. Le hice notar a Bergoglio el escndalo y la cobarda que

    implicaba abandonar bruscamente todo lo emprendido. Me contestque la solucin era que pidiramos salir de la Compaa. En ese caso l

    gestionara que nos dejaran unos meses ms en la villa, para poder

    retirarnos ordenadamente. Entonces le pedimos al General salir de la

    Compaa, pero nunca llegamos a conocer la respuesta. Para salir

    necesitbamos un obispo que nos recibiera y nos protegiera, porque no

    puede haber curas que no dependan de alguien. Pasamos dos meses

    buscando un obispo benvolo. Vimos a [l obispo de Morn Miguel]

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    Raspanti, a [l de Santa Fe, Vicente] Zaspe, a [l de Lomas de Zamora,

    Desiderio] Colino, a [l vicario del arzobispado de la Capital, monseor

    Mario Jos] Serra. Nos atendan bien pero pronto vena un aviso de que

    haba informes graves secretos contra nosotros, por lo que no nos

    podan recibir en sus dicesis. Cuando preguntbamos por qu, nos

    respondan que le preguntramos al Provincial.

    Le preguntaron?

    El deca son cosas de Raspanti que est viejito, o de tal otro obispo que

    tiene muchas vueltas. Dos meses pasamos as, en aquel momento

    terrible.

    Por ltimo, recurrieron a un canonista experto en derecho. Nos dijo

    que la situacin era muy grave, que slo un obispo canonista poda ver

    eso y nos pidi turno con monseor Horacio Bossoli. Pero llegado el

    momento nos hizo decir que tena prohibicin de recibirnos. Un lunes

    monseor Serra me comunic que [el Cardenal Juan Carlos] Aramburu

    haba decidido suspendernos a divinis. Fui a verlo a Bergoglio, me dijo

    que eran berretines del cardenal, pero que no me preocupara ysiguiera celebrando en privado. La entrevista frustrada con Bossoli fue

    el mircoles, el viernes Raspanti recibi en su dicesis a otro sacerdote

    jesuita de nuestro grupo, Luis Dourrn, pero a Jalics y a m no. El

    domingo nos chup la Armada. Aos despus, Yorio recibi a travs

    de un canonista un mensaje de Aramburu: Quera que yo no pensara

    que l me haba entregado.

    Dilogos con los comandantesAlicia Oliveira conoci en aquel momento las gestiones de Bergoglio

    para conseguir la libertad de ustedes.

    No tengo indicios para pensar que Bergoglio nos liber, al contrario. A

    mis hermanos les avis que yo haba sido fusilado, no s si lo dijo como

    cosa posible o segura, para que fueran preparando a mi madre. Cuando

    qued en libertad me confes que dos veces lo visit un oficial de la

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    polica para avisarle nuestro fusilamiento. Monseor [Emilio Teodoro]

    Graselli les inform a los sacerdotes villeros que ya habamos muerto.

    Tengo muchas misas de difuntos dichas por m. Tambin se lo dijo

    Tortolo a las Religiosas de Mara Ward que tenan casa en Paran. Fuera

    del pas, en el New York Times se public la noticia de nuestra muerte,

    la Cruz Roja internacional tena esa informacin, los familiares de

    Jalics celebraron funerales dice Yorio.

    A su juicio, Bergoglio tena comunicacin con Massera, le habran

    informado que yo era el jefe de los guerrilleros y por eso se lav las

    manos y tuvo esa actitud doble. No esperaban que no pudieran

    encontrar nada para acusarme, ni que saliera vivo. Los carceleros me

    informaron que a todos los que estaban en nuestra situacin,

    encadenados de pies y manos, sin informacin, sin luz, los mataban.

    Ms an, sospecha que Bergoglio estuvo presente en la casa operativa

    de la Armada en la que pasaron varios meses luego de salir de la ESMA.

    Una vez nos dijeron que tenamos visita importante. Vino un grupo

    de gente, en junio. Francisco Jalics sinti que uno era Bergoglio, dice.Cmo lo sinti?

    En esas circunstancias uno hasta reconoce al carcelero por los latidos

    del corazn. Uno de los visitantes dijo: Ah, esos son los curas amigos

    de [l padre Alberto] Carbone. (Carbone es el sacerdote que fue

    acusado por su relacin con Mario Firmenich en el secuestro del ex

    dictador Pedro Aramburu).

    Yorio no slo se basa en las percepciones sensoriales de su compaerode cautiverio. Tambin menciona una visita que Bergoglio recibi en

    junio, de Alicia McCormick de Moore, madre de un pastor metodista

    desaparecido. Ella le pregunt por nosotros. Bergoglio le dijo que nos

    haba visto, que no pasbamos fro, porque tenamos frazadas. Y era

    cierto, nos dieron frazadas, que no todos tenan, dice Yorio. Otros

    sacerdotes jesuitas sealan que si el recuerdo de Alicia Oliveira fuera

    cierto, Bergoglio se habra reunido con Massera para pedir por Yorio y

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    Jalics recin cinco meses despus de su secuestro.

    El sacerdote que conoce el pensamiento de Bergoglio sobre esta

    cuestin niega tal cronologa. Lo de los cinco meses no es cierto.

    Bergoglio se movi desde el primer da y vio dos veces a Videla y otras

    dos a Massera, pese a lo difcil que era en ese momento conseguir

    audiencia con ellos. En la primera reunin con cada uno, tanto Videla

    como Massera le dijeron que no saban qu haba ocurrido y que iban a

    averiguar. Cuando Bergoglio tuvo informacin de que estaban en la

    ESMA, pidi una nueva audiencia con Videla y se lo comunic. Videla

    dijo que el Ejrcito y la Marina tenan comandos separados, que iba a

    hablar con Massera, pero que no era fcil. En la segunda reunin,

    Massera estaba fastidiado con ese jovencito de 37 aos que se atreva a

    insistir. El sacerdote corrigi algunos detalles del dilogo entre el

    entonces Provincial de los Jesuitas y el ex jefe de la Armada, que fue

    publicado aqu el domingo ltimo.

    Ya le dije a Tortolo lo que saba dijo Massera.

    A monseor Tortolo corrigi Bergoglio.Mire Bergoglio comenz Massera, molesto por la correccin.

    Mire Massera le respondi en el mismo tono Bergoglio, antes de

    reiterarle que saba dnde estaban los sacerdotes y reclamarle por su

    libertad, dice el sacerdote que conoce el pensamiento de Bergoglio.

    Cuenta de concienciaYorio y Jalics fueron drogados y conducidos en un helicptero hasta unbaado en Cauelas donde despertaron rodeados de pastizales. Fue en

    vsperas de la reunin del Episcopado con Martnez de Hoz. El diario La

    Opinin entendi que era una forma de congraciarse con el

    Episcopado. Pero los propios diarios se preguntaban por qu las

    autoridades eclesisticas no dieron ningn informe de lo sucedido,

    dice Yorio. El 16 de julio de 1985 cuando Yorio declar como testigo

    ante la Cmara Federal que juzg a Videla, Massera & Cia, el defensor

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    de Massera, Jaime Prats Cardona le pregunt si haba averiguado luego

    por qu le quitaron las dispensas.

    No. Como toda disposicin de la Iglesia fue para favorecerme. No

    caba averiguar respondi Yorio. Tambin dijo que en cuanto

    recuper su libertad se escondi en una iglesia y se comunic con

    Bergoglio, a quien entonces no consideraba cmplice de lo sucedido.

    Ante los jueces, Yorio tambin dijo que Bergoglio haba hecho

    gestiones por su libertad ante Massera. Al salir yo pensaba que era

    jesuita todava. Los jesuitas hacemos algo que se llama la cuenta de

    conciencia, le contamos al superior hasta las cosas ms ntimas. Yo lo

    cumpl hasta ltimo momento, porque crea en Bergoglio. A l le haba

    dado una carta que le escrib al general de los jesuitas y que el padre

    Pedro Arrupe nunca recibi. Mi trmite para abandonar la Compaa

    qued en una situacin no clara. Yo no firm las dimisiones, hice el

    pedido pero nunca recib ningn informe. Antes de que me

    secuestraran, Bergoglio me dijo que me dejaba seguir celebrando en

    privado. Por eso cuando qued libre lo llam. En el interrogatorio en laESMA me hicieron alusin a que ya no era sacerdote. Al quedar libres,

    el propio Bergoglio, vino a verme y me avis que no era ms jesuita,

    porque l haba hecho el trmite sin necesidad de que yo me molestara,

    para comodidad ma, que estaba escondido. Pero despus en Roma me

    enter que me haban expulsado. Ese da Bergoglio reconoci que una

    serie de jesuitas haban hablado con los obispos para que no nos

    recibieran pero que l ya lo haba arreglado y que haba conseguidoque un obispo me recibiera. Se trat de Jorge Novack, en cuya dicesis

    de Quilmes Yorio estuvo desde entonces, salvo tres aos que pas en

    Roma.

    Bergoglio no me quera mandar a Roma, pero por presin de mi

    familia y de Novack sal. Estaba escondido, porque hubo una orden de

    Videla de buscarme. Haba razzias. Recin cuando llegu a Roma, el

    secretario del general de los jesuitas me sac la venda de los ojos. El

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    padre Gavia, colombiano como el actual general Restrepo, haba

    estado en la Argentina, fue maestro de novicios y provincial mo, me

    conoca bien. El me inform que yo haba sido expulsado de la

    Compaa. Tambin me cont que el embajador argentino en el

    Vaticano le inform que el gobierno deca que habamos sido

    capturados por las Fuerzas Armadas porque nuestros superiores

    eclesisticos haban informado al gobierno que al menos uno de

    nosotros era guerrillero. Gavigna le pidi que lo confirmara por escrito,

    y el embajador lo hizo, dice Yorio. Otro de los puntos que destaca es

    que el ex Provincial, nunca quiso presentarse ante la Justicia. Cuando

    fue el juicio yo me remit a l. Fue citado y rehus presentarse, porque

    estaba enfermo en Crdoba. La fiscala le pregunt si supo que se

    informara a la autoridad eclesistica das antes de su liberacin. Yorio

    dijo que estando en prisin no. Fuera me lo comentaron, que Massera

    avis al Nuncio Pio Laghi. La versin que transmite el sacerdote que

    conoce el pensamiento de Bergoglio afirma que a raz de problemas

    ocurridos en la comunidad del Barrio Rivadavia, frente a la villa delBajo Flores, el Provincial haba dispuesto que los sacerdotes deban

    dejar esa comunidad o la Compaa. En el momento del secuestro Yorio

    ya no era jesuita, pese a lo cual Bergoglio hizo todas las gestiones para

    conseguir su libertad, dice.

    Por qu deban dejar la villa?

    La villa no, la comunidad jesuita del Barrio Rivadavia. De hecho otros

    sacerdotes jesuitas siguieron en las villas y la Compaa no se losprohibi.

    La uncinMnica Candelaria Mignone, de 24 aos, fue detenida en el domicilio

    donde viva con sus padres por una patrulla que dijo ser del Ejrcito, el

    14 de mayo de 1976 y nunca reapareci. El 23 de mayo ms de cien

    soldados con camiones militares y patrulleros policiales arrearon con

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    los sacerdotes y con otros siete catequistas. Los catequistas quedaron

    en libertad al da siguiente, luego de or el sermn de un encapuchado

    que se present como El Verdugo y les dijo: La villa no es para

    ustedes. No vuelvan a pisarla o aparecen en un zanjn. En una carta

    abierta que ningn medio de la poca public, Mignone escribi en

    agosto de 1976: Acaso no se neg, pese a todas las evidencias, que los

    sacerdotes jesuitas Yorio y Jalics que estn incomunicados desde hace

    tres meses, sin cargos contra ellos no haban sido detenidos? Lo mismo

    que los quince catequistas que fueron largados encapuchados y

    encadenados despus de doce horas de hambre y fro en el Acceso

    Norte. El almirante Montes, jefe de Operaciones Navales, que niega que

    mi hija est detenida en su arma (afirmacin de la que me permito

    dudar totalmente) me dijo que ese procedimiento haba sido realizado

    por la Infantera de Marina, y que los secuestrados fueron conducidos a

    la Escuela de Mecnica de la Armada. Pero todo eso se neg durante

    dos meses, hasta que se descubri por la filtracin de la esposa de un

    oficial.Dos dcadas despus, Chela Mignone relata que Emilio escriba una

    minuta de cada entrevista y la haca circular como carta, razn por la

    cual recibamos muchas amenazas. Un da lo llamaron de la

    presidencia, un general Ricardo Flouret, quien le mostr la carta en la

    que Emilio deca que los sacerdotes estaban en la ESMA y le pregunt si

    era suya. Emilio le dijo que s y Flouret le pregunt cmo lo saba. Cada

    cosa que Emilio le deca, Flouret tomaba nota. Emilio se inquiet y lepregunt qu pasaba. Flouret le dijo que estaba muy interesado porque

    el Papa le haba pedido a Videla por los sacerdotes. Despus de esa

    reunin los dejaron en libertad. Emilio siempre entendi que se debi a

    esa gestin del Vaticano y no de Bergoglio, concluye su compaera de

    medio siglo. El sacerdote que conoce a Bergoglio recuerda que el actual

    arzobispo se encontr con Mignone luego de una misa de jueves santo

    en la Catedral. Quiso hablarle, pero Mignone tena una posicin

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    tomada y no quiso escucharlo, dice.

    Vestido con un viejo traje gris, cerrado con un cuello de celuloide

    blanco sobre la camisa oscura como nica identificacin sacerdotal,

    Bergoglio calza unos gastados y brillosos zapatos negros. Si estas

    cuestiones debieran dirimirse por impresiones personales, el

    Arzobispo correra con ventaja. Habla con el lenguaje llano de Buenos

    Aires, pero sin los constantes lunfardismos de su predecesor, Antonio

    Quarracino. Delgado, con un mechn de pelo gris que cae sobre su

    frente y le da un aire juvenil a sus 62 aos, tiene algo de Fred Astaire o

    Stan Laurel. Es clido y persuasivo, muy parecido al retrato que pintan

    sus ex compaeros jesuitas que hoy lo aborrecen. De nada de eso est

    dispuesto a hablar. Le doy esto para que me conozca, dijo mientras

    entregaba una copia de su homila en la Misa Crismal del 1 de abril de

    este ao. Ese texto espiritualista se refiere a la uncin con el aceite

    perfumado, que es smbolo de gozo y alegra. Redactado semanas

    antes de que se iniciara esta polmica, contiene referencias a las

    dificultades y conflictos que suelen suscitarse entre nosotrossacerdotes. Al respecto sostiene que especialmente en esos conflictos

    queremos tener aquella uncin que le haca decir a David, en medio de

    sus luchas con Sal: lbreme el Seor de levantar la mano contra el

    ungido del Seor, para que as abundemos en respeto y concordia

    fraterna.

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