la literatura, la obra propia -...

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so ser rey- sumido en una amnesia emotiva e intelectual que le impedía recono~erse a sí mismo en los gestos yen las palabras del héroe. No falta- ban, desde luego, los apocalípticos que establecían ociosos paralelis- mos entre el cuerpo maltrecho del general y las ruinas de una América desvertebrada, atacada de una leu- cemia histórica que le impedía for- mar un esqueleto aristocrático capaz de sostenerla. Los apocalípticos, los pesimistas de las profecías lúgubres, la logia negra del triste destino de América abusaba de los guiños que hacía la novela a la actualidad histó- rica y pretendían haber encontrado en ella las líneas necesarias para dar un baño de buena ley a sus senten- cias sobre la inabordable realidad americana: "Por favor, carajas, dé- jenos hacer tranquilos nuestra Edad Media". No terminaba ahí la procesión de lectores, pero un sentimiento común los iba uniendo a todos, como deu- dos en torno a un muerto, alrededor de la novela: que el crack, el hundi- miento del dandy de leyenda llama- do Bolívar que compartía con Pus- chkin hasta unas gotas de sangre ne- gra y que había dado nombre al bar- co el1que Byron zarpó para Grecia, no era en modo alguno el derrumbe de una sola persona sino que expre- saba la zozobra en la vulgaridad de todo un continente. No iba a ser fácil recordarles a los latinoamericanos que todos los héroes de su Indepen- dencia eran hijos de una madre -"!Puta patria!" - que se había muer- to en el parto. Hab.ían pasado las épocas en que sus novelas eran esperadas como un cometa milagroso que devolvería la vista a los ciegos. Ahora, en la edad del desamparo, se iba larvando un rencor glacialcontra el novelista y su mundo. Eran, en el fondo, la misma orfandad exasperada, la unánime cadena de la auto- denigración que recorre a América Latina. IY preci- samente ahora aparecía García Márquez con sus aires de brujo triste para decirnos que América era como El general en su laberinto! Ni se iba ni se moría. Se despedía para que- darse. ¿Ese era el mensaje del nove- lista laureado? ¿Que todavía tenía- mos por delante un calvario? ¿Que no nos hiciéramos pajas, que no nos embobara la canción del progreso porque todavía nos faltaban años de ser orinados por los perros, siglos de estupor insomne en la hamaca de la Independencia? Si América era un general ensi- mismado en su aura sombría, una patria grande pero hecha de ceniza y sembrada de traición y de peste, ¿por qué entonces no cambiábamos al general marquesina por el capitán de Whitman? Y por todo esto y por todo lo demás, El general fue recibi- do como se recibe una crucifixión in- necesaria y de mal gusto en vísperas de las vacaciones de Semana Santa. Era incorregible el abuelo Gabriel. Seguía con sus visiones en el mo- mento mismo en que ya estábamos vendiendo la casa. POLICARPO VARON LA LITERATURA, LA OBRA PROPIA: BIOY CASARES HABLA CON JOVENES Adolfo Bioy Casares: narrador de historias de amor, de historias fan- tásticas, poeta casi secreto, autor de un libro de ensayos, de traduccio- nes, de antologías, de guiones... Rasgos admirables de la vasta obra de Bioy Casares son su conocimien- to de personajes y espacios, su espa- ñol sencillo y estudiado, su gracia, su poética (dominio y análisis de la tra- dición y de los procedimientos per- sonales), una reticencia encantadora o enterada. Bioy Casares nació en 1914 en Buenos Aires. Procede de la clase rica y culta. Con contemporáneos - asegura que su relación con ellos es ejemplar- jugó fútbol, tenis, rugby. Declara que por enamoramiento o por necesidad expresiva empezó a "componer" y a "redactar" narracio- nes. Ha contado Bioy que, en la juven- tud, lo visitó el sueño de convertirse en campeón mundial de tenis. En 1940 publicó La invención de Morel, un notabilísimo relato de imagina- ción que ocasionó un largo reconoci- miento. Los libros previos a la nove- la mencionada han sido olvidados u omitidos -justamente- de su biblio- grafía. De 1940 a hoy Bioy Casares 79 ha publicado novelas, colecciones de cuentos algunos de los cuales han sido adaptados al cine; su vida -aca- so- es enteramente literaria. Las conversaciones a las que vaya referirme - Bioy Casares a la hora de escribir- (1) fueron realizadas en los años de 1984, 1987 Y 1988 por el ta- ller literario que coordina uno de los compiladores. El texto consta de preguntas y respuestas sobre aspec- tos concernientes a la vida y el ejerci- cio literario de Bioy Casares: la deci- sión de escribir, el oficio literario, la ficción: materia y forma y preferen- cias, memorias y amistades. "Me atrevo adar el consejo de es- cribir, porque es agregar un cuarto a la casa de la vida. Está la vida y está pensar sobre la vida, que es otra ma- nera de recorrerla intensamente [oo.]. Además escribir es un intento de pensar con precisión", el tono menor de Bioy Casares, el énfasis gobernado es legible en su narrativa; en estas reflexiones su austeridad sa- bia habla de autores preferidos, de (1) Cross Esther y Delia Paolera Félix, Bioy Casares a la hora de escribir, Barcelona, Tus- quets Editores, 1988, 128 pág. )

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so ser rey- sumido en una amnesiaemotiva e intelectual que le impedíarecono~erse a sí mismo en los gestosyen las palabras del héroe. No falta-ban, desde luego, los apocalípticosque establecían ociosos paralelis-mos entre el cuerpo maltrecho delgeneral y las ruinas de una Américadesvertebrada, atacada de una leu-cemia histórica que le impedía for-mar un esqueleto aristocrático capazde sostenerla. Los apocalípticos, lospesimistas de las profecías lúgubres,la logia negra del triste destino deAmérica abusaba de los guiños quehacía la novela a la actualidad histó-rica y pretendían haber encontradoen ella las líneas necesarias para darun baño de buena ley a sus senten-cias sobre la inabordable realidadamericana: "Por favor, carajas, dé-jenos hacer tranquilos nuestra EdadMedia".

No terminaba ahí la procesión delectores, pero un sentimiento comúnlos iba uniendo a todos, como deu-dos en torno a un muerto, alrededorde la novela: que el crack, el hundi-miento del dandy de leyenda llama-do Bolívar que compartía con Pus-chkin hasta unas gotas de sangre ne-gra y que había dado nombre al bar-co el1que Byron zarpó para Grecia,no era en modo alguno el derrumbede una sola persona sino que expre-saba la zozobra en la vulgaridad detodo un continente. No iba a ser fácilrecordarles a los latinoamericanosque todos los héroes de su Indepen-dencia eran hijos de una madre-"!Puta patria!" - que se había muer-to en el parto.

Hab.ían pasado las épocas en quesus novelas eran esperadas como uncometa milagroso que devolvería lavista a los ciegos. Ahora, en la edaddel desamparo, se iba larvando unrencor glacialcontra el novelista y sumundo. Eran, en el fondo, la mismaorfandad exasperada, la unánimecadena de la auto- denigración querecorre a América Latina. IY preci-samente ahora aparecía GarcíaMárquez con sus aires de brujo tristepara decirnos que América era comoEl general en su laberinto! Ni se ibani se moría. Se despedía para que-

darse. ¿Ese era el mensaje del nove-lista laureado? ¿Que todavía tenía-mos por delante un calvario? ¿Queno nos hiciéramos pajas, que no nosembobara la canción del progresoporque todavía nos faltaban años deser orinados por los perros, siglosdeestupor insomne en la hamaca de laIndependencia?

Si América era un general ensi-mismado en su aura sombría, unapatria grande pero hecha de ceniza y

sembrada de traición y de peste,¿por qué entonces no cambiábamosal general marquesina por el capitánde Whitman? Y por todo esto y portodo lo demás, El general fue recibi-do como se recibe una crucifixión in-necesaria y de mal gusto en vísperasde las vacaciones de Semana Santa.Era incorregible el abuelo Gabriel.Seguía con sus visiones en el mo-mento mismo en que ya estábamosvendiendo la casa.

POLICARPO VARON

LA LITERATURA,LA OBRA PROPIA:

BIOY CASARES HABLA CON JOVENES

Adolfo Bioy Casares: narrador dehistorias de amor, de historias fan-tásticas, poeta casi secreto, autor deun libro de ensayos, de traduccio-nes, de antologías, de guiones ...Rasgos admirables de la vasta obrade Bioy Casares son su conocimien-to de personajes y espacios, su espa-ñol sencillo y estudiado, su gracia, supoética (dominio y análisis de la tra-dición y de los procedimientos per-sonales), una reticencia encantadorao enterada.

Bioy Casares nació en 1914 enBuenos Aires. Procede de la claserica y culta. Con contemporáneos -asegura que su relación con ellos esejemplar- jugó fútbol, tenis, rugby.Declara que por enamoramiento opor necesidad expresiva empezó a"componer" y a "redactar" narracio-nes.

Ha contado Bioy que, en la juven-tud, lo visitó el sueño de convertirseen campeón mundial de tenis. En1940 publicó La invención de Morel,un notabilísimo relato de imagina-ción que ocasionó un largo reconoci-miento. Los libros previos a la nove-la mencionada han sido olvidados uomitidos -justamente- de su biblio-grafía. De 1940 a hoy Bioy Casares

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ha publicado novelas, coleccionesde cuentos algunos de los cuales hansido adaptados al cine; su vida -aca-so- es enteramente literaria.

Las conversaciones a las que vayareferirme - Bioy Casares a la hora deescribir- (1) fueron realizadas en losaños de 1984, 1987 Y 1988 por el ta-ller literario que coordina uno de loscompiladores. El texto consta depreguntas y respuestas sobre aspec-tos concernientes a la vida yel ejerci-cio literario de Bioy Casares: la deci-sión de escribir, el oficio literario, laficción: materia y forma y preferen-cias, memorias y amistades.

"Me atrevo adar el consejo de es-cribir, porque es agregar un cuarto ala casa de la vida. Está la vida y estápensar sobre la vida, que es otra ma-nera de recorrerla intensamente[oo.]. Además escribir es un intentode pensar con precisión", el tonomenor de Bioy Casares, el énfasisgobernado es legible en su narrativa;en estas reflexiones su austeridad sa-bia habla de autores preferidos, de

(1) Cross Esther y Delia Paolera Félix, BioyCasares a la hora de escribir, Barcelona, Tus-quets Editores, 1988, 128 pág.

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nábitos de trabajo (corregir, buscarla eufonía, conseguir el equilibrio,evitar los excesos), de la disciplina,la laboriosa tarea que exige escribir.

"Además, la literatura no es unaimposición, es un placer". Acaso laafirmación ataña al lector . Como estan arduo fijar los sujetos, la ironíade Bioy Casares -a pesar del cultoque se le profesa, lo cual justificaríasu estética- quien oye estas respues-tas perplejamente vacila o calla por-que Bioy Casares discurre razona-blemente ... Copio dos observacio-nes más: "Yo, después de haber pen-sado mis historias, las cuento a unamigo. Que le gusten me da ánimo.A veces sospecho que la gente a so-las es loca y que deja de serlo en laconversación". Esta inicial explicaprocedimientos composicionales; laotra es una preciosa curiosidad sobrepoética e historia literaria: "Proba-blemente la gran novela está escritaen tercera persona".

En algún momento -1988--10s in-terlocutores de Bioy Casares le pi-den que diga cómo elaboró el co-mienzo de su cuento "Catón". Hos-pitalariamente el escritor dio las cin-co variantes previas y el texto defini-tivo.

El tono de este libro es serio, re-flexivo, reticentemente sentencioso.Pero Bioy Casares explica uno de susrecursos habituales: el humor. Dice:"No sé. Yo debo vigilarme cuandoescribo para no dejarme llevar porlas bromas: muchas bromas irritan.No me parece difícil escribir con hu-mor; sin humor, sí: algo que exigedisciplina. ¿Es tan raro el humor?Un romano dijo: 'Todos escribimossatíricamente'. A mí el humor megusta y me parece que puede ser unaforma superior de la cortesía. Estolo dijo Saba refiriéndose a las pala-bras de Halo Svevo, cuando estabapor morir. Svevo pidió un cigarrillo,se lo negaron y comentó: 'Sería el úl-timo'. No dijo eso con amargura,sino para repetir una broma de todala vida sobre su frágil resolución dedejar el tabaco, y para aflojar así latensión del momento".

El fragmento final de este espera-do libro de Bioy Casares versa sobre

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amistades, sobre gustos, sobre el pa-sado ... Bioy evoca - quizá conmovi-do- su larga y fértil amistad con Bor-ges, nos dice palabras recordablessobre el poeta Carlos Mastronardi,sobre el excelente narrador ManuelPeyrou. Mastronardi -uno de losmayores líricos de su país-, cuentaBioy, repetía: "Quien pudiera decirPlatero y yo"; Mastronardi se'referíaa Emma Riso Platero amiga de am-bos.

No sólo esperadas, esperables es-tas preguntas a Bioy Casares. Su voztiene el agrado de sus cuentos, de susnovelas, de sus ensayos. Porque daalegría, porque es austero y sabio,porque - dijo alguien- muchos lecto-res privilegian los textos del autorque prefieren ..

POLICARPO VARON

TOBIAS WOLFF:LA NARRATIVA DE HOY

EN ESTADOS UNIDOS

EDICIONESAL~-º_W~RA

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Wolff nació en Alabama en 1945;las tierras del Sur, se cree --cuando sehabla de Faulkner, por ejemplo-,conciertan con la geografía y el hom-bre latinoamericanos; acaso de e~aconvivencia -¿moral? ¿estética?¿erótica? -proceda el uso en estosrelatos de léxico español. Wolff hizoestudios superiores, sus cuentos hansido premiados. Estas observacionesde lectura versan sobre De regreso almundo (1).

Una impresión inicial: en estos re-latos el hombre, los actos, los ele-mentos son previsibles; como hayuna creencia profana sobre EstadosUnidos, como la publicidad, el cine,la prensa, la literatura refuerzan esacreencia el trámite del lector de algu-nos relatos estadounidenses es sim-

(1) WolffTobías, De regreso al mundo, Ma-drid, Ediciones Alfaguara, 1988,235 págs.

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pIe: encuentra lo que pide y lo queespera.

Muy.raramente Wolff trabaja eldetalle -"el divino detalle" (Nabo-kov)-, su diálogo es verosímil, elbuen oído del autor se nota en la imi-tación del diálogo corriente, el rela-to fluye sin interrupción, con peri-cia, pero, también, sin belleza: lavida interna del estadounidense, suvida externa están representadascon verdad... Pero estéticamenteeste libro es pobre a pesar de que enél hallamos atributos centrales deEstados Unidos: el sueño america-no, la preocupación por el dinero, laansiedad por el cuerpo, los interio-res abarrotados de artefactos, laopresión de la cotidianidad, la mujermedia americana, las formas de pla-cer, de recreación, la adicción a ladroga, la vida religiosa, la vida mili-tar, los rasgos del sexo y del afectoen la sociedad industrial, la creenciareligiosa, la creencia moral.

Acaso ya se sugirió que estos rela-tos son lineales, que el imaginario deWolff no supera el seguimiento de larealidad, que este narrador no esinventivo argumentalmente ni sin-tácticamente, que es esencial en surepresentación la cotidianidad, quesu poética se apoya en el procedi-miento narrativo obvio. Si el lectorde estos relatos examina el texto"Avería en el desierto, 1968" y locompara con "Mojave" (de TrumanCapote, de donde procede, quizá, lanarración de Wolff) conocerá dos ar-tes narrativas y dos planos de bellezaconcertantes por sus diferencias.

John Barth sitúa a Tobías Wolffen la nueva narrativa de EstadosUnidos. Caracteriza a aquélla comominimalista y realista. Justifica sudesdén en los rasgos políticos, cultu-rales y religiosos de su país actual. ..Barth tiene razón: el tiempo de losmalditos y los bellos ha concluido; laloba tiene ahora una nueva cama-da ...

LUZ MERY GIRALDO

LA NOVELISTICADERODIDOOPARRASANDOVAL

O EL REVES DEL PARAISO

Mis abuelos crearon el mito y fueron capaces de hacerlo vivir en unmundo que lo hacía parecer arcáico, como una trama teatral que re-vive la ilusión del pasado por unos instantes. Mis padres se rebelaroncontra el mito, se desangraron, lo escribieron e iniciaron una rupturaque sin embargo no pudo ser total. Tuvieron la ilusión de haberlovencido, eso si, porque tal vez no comprendieron que nada es másuno mismo que aquello contra lo que uno lucha. A mi, la tercera ge-neración, me toca romper finalmente esta historia: por eso lapúblico,porque al hacerla pública acabo con su misterio, con el tejido de ocul-tamientos que le da vida.

Con este párrafo cierra RodrigoParra Sandoval (1) la presentaciónde una de sus últimas novelas, Lahora de los cuerpos, y así mismo, enboca de su narradora, señala la nece-sidad de abolir el misterio de la reali-dad, al hacer público, por la literatu-ra, "el tejido de ocultamientos que leda la vida". Trabajando con un argu-mentador engañoso o "narrador noconfiable" , como decía en su prime-ra novela El album secreto del Sagra-do Corazón, establece, una vez más,el juego con la literatura, con el lec-tor, con los personajes y, sobre todo,con la cultura, al parodiar y ridiculi-zar a unos y otros, con el objetivofundamental de revelar la verdad,desde la convicción de que el mundoes todo lo que acontece.

La novelística de Parra Sandovalestá conformada por una serie de tí-tulos aglutinados bajo el nombre deHistorias del Para(so (2), en los cua-les ubica los hechos en un espacio

(1) Rodrigo Parra Sandoval (Trujillo, Va-lle, 1937). Sociólogo de la Universidad Nacio-nal, especializado en Estados Unidos, fuemiembro de la Comisión Económica paraAmérica Latina (Cepal). Profesor universita-rio e investigador. Autor de varios libros desociología muy destacados, como: AnlJlisis deun mito, Ausencia de futuro: la juventud co-lombiana, Los maestros colombianos o la es-cuela inconclusa: la educación rural en Co-lombia.(2) Historias del Para{so está conformadapor: El Album secreto del Sagrado Corazón~

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nominal vallecaucano (Dagua, Cali,Cajibío, Silvia ... ) haciendo de estamanera relación con el mundo de lahacienda El Paraíso, entronizado enMar(a, la novela que define no sola-mente nuestro romanticismo litera-rio, sino cultural. El Paraíso adquie-re así una mayor carga semántica yllega a ser metáfora de la nación, dela literatura, de los ocultamientosculturales oficializados, etc., es de-cir, proyecta una cosmovisión. Enuna de las páginas de La amante deShakespeare, una frase parece resu-mir esta concepción: "el mundo eraun palimpsesto que superponía dostiempos en el mismo espacio: la rea-lidad de la imaginación y la fantasíade la realidad". Desde esa perspecti-va, estas novelas se desprenden de lo

cuya primera edición fue publicada en Méjicopor editorial Joaquín Mortiz en 1978, y reedi-tada en Colombia por editorial Oveja Negraen 1985. Esta novela recibió al finalizar la dé-cada del setenta numerosos elogios de ia críti-ca intemacional, destacándola como subver-siva del lenguaje, como asalto a la novela,como ganadora del reino de la literatura, se-gún Alfonso Monsalve, René Avilés, SeveroSarduy y Jacques Gilard. Le siguen en ordende publicación Un pasado para Micaela(1988), editorial Plaza y Janés, que ha publi-cado las posteriores, La amante de Shakes-peare (1989), La hora de los cuerpos y La di-dáctica vida de An{bal Grandas en la mismaedición, (1990).