la libertad de expresión
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Los medios de comunicación: ilusiones
de verdad
Por Paloma Botero
Hoy por hoy los medios de
comunicación son galerías de
estilos, vitrinas de cuerpos
hiperestesiados, almacenes de
ilusiones, escenarios dedicados al
espectáculo de su propia
humanidad, lugares dedicados a la
farándula del morbo y
especializados en vulgarizar
cualquier tipo de oposición.
La libertad de expresión se ha
convertido en la bandera que dan
los medios de comunicación ante
la opinión pública para dar una
apariencia de verdad y ante todo
de imparcialidad. Lugares con
apariencia de cárceles de alta
seguridad, que más que proteger
la verdad y velar por los intereses
colectivos. Están más ocupados
protegiendo intereses privados de
cemento o lo que es peor tierras
hurtadas.
Porque los medios de
comunicación se han transformado
en aparatos privados, enajenados
y olvidados de las realidades
polisémicas que transitan por las
calles. El problema entre otras
cosas consiste en que la libertad
de expresión se ha desvirtuado, ha
perdido su esencia, al punto que
hemos olvidado cual es su
verdadero propósito, cual es su fin
y su principio.
Pero como sí acaso se tratara de la
más escalofriante historia de terror
jamás contada o acaso
estuviésemos transitando por las
calles de Macondo en compañía de
ese ambiguo personaje llamado
Rebeca Buendía cuyo equipaje
constaba sencillamente de una
bolsita en, la cual, cargaba los
huesos de sus padres y que al ser
abierta difuminaba la enfermedad
del insomnio que como efecto
colateral genera olvido. Nuestra
sociedad se sumergió en la más
tenebrosa de las epidemias. La
leteomasis.
La leteomasis es definida como
una enfermedad social, que
deteriora altera y difumina la
memoria de la solitaria población.
De esa población ensoñadora y
mítica que asiste a su propia
enajenación y acude a quien
hábilmente la engaña, con un
descaro sorprendente, con una
facilidad asombrosa.
Los medios de comunicación, salvo
contadas excepciones, están
parcializados con sus
apreciaciones poco sensibles y su
cinismo. Se han convertido en una
galería que carga pornomiseria a
cuestas, de manera frívola,
superflua, que no hace análisis
profundos de los asuntos y se
olvida de la pluridimensionalidad
de la existencia humana. En el
marco de un mundo
convulsionado, triste y asustado al
vislumbrar su propia barbarie.
En el evento “La libertad de
expresión en los medios digitales y
convergentes” estuve presente en
una exposición que tuvo como
nombre: Nuevas formas de
socialización: Posibilidades en las
nuevas redes sociales virtuales. En
este trabajo los ponentes hablaban
acerca de cómo las redes sociales
en tanto espacios para la
socialización se daban relaciones
(a su juicio) interesantes, dado que
había una gran libertad para
comentar hechos de actualidad.
A mi juicio, considero que la
exposición era reiterativa y tenía
apariencia de ser improvisada. No
decía nada innovador, se tornaba
densa y poco critica. Dichas
conclusiones las saco desde la
formación que he tenido como
periodista en el cual el discurso
sobre redes sociales y manejo de
la red, era prejuiciosa e
improvisada debido a su manejo
del lenguaje, interpretación de la
información, entre otros. Que
llevaron a perder la expectativa
por que la formación de los
expositores demostraron no poder
rebasar mi formación como
periodista.