la lengua griega y el lenguaje científico de hoy

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 A LENGUA GRIEGA Y EL LENGUAJE CIENTfFICO DE OY sumamente lenta y está en sus principios sujeta a multitud de vacila ciones e imp recisiones. No sólo, en efecto, debe el ho mb re de ciencia poner en orden sus ideas y conocimientos, a partir, por lo regular, de medios muy rudimentarios, sino también re- currir a la lengua usual, única que posee, para buscar en ella, por métodos directos o metafóricos, la expresión de los descubri- mientos que quiere comunicar. Así ya en los primeros escritores griegos que pudiéramos cali- ficar de cient ífi cos. Lo s fragmentos de los preso crático s nos han sido transmitidos muy imperfectamente, a través de otras fuen- tes, y así casi nunca sabemos de cierto si la terminología es de ellos mismos o de sus transmisores. Nadie ignora, en efecto, que los primeros filósofos jónicos fue ron llam ados físicos, meteoró- logos, fisiólogos o cos mólo gos: todas estas expresiones son poste- riores o se refieren a su interés primordial hacia la ~~ULS, naturaieza, el cosmos o rd p-r¿opa los fenómenos meteoroló- gicos, del aire o del cielo. Es probable que Anaximandro acudiera a la lengua popular para tomar de ella dpxq como principio vital, y tal vez fue también él mismo quien utilizara ~ LPOV, o ilimitado, como término técnico; pero el denominar o . r o ~ ~ i~, elementos, a los cuatro tradicionales, tierra, agua, aire y fuego, fue ya cosa, mucho más tarde, de Platón. En Anaxímenes consti- tuyó una innovación el hablar de jp como principio vivificante y no sólo como aire: no otra cosa es el alma, qmxfi (en SU origen, aliento o algo similar), que nos mantiene unidos, ouy~pcrcsi, y del mismo modo (con aparición del positivo concepto del hombre como microcosmos o pequeño organismo) otro soplo, nv ijpa (lo

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Manuel Fernández Galiano

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  • LA LENGUA GRIEGA Y EL LENGUAJE CIENTfFICO DE HOY

    La formacin del lenguaje tcnico es en todos los idiomas sumamente lenta y est en sus principios sujeta a multitud de vacilaciones e imprecisiones. No slo, en efecto, debe el hombre de ciencia poner en orden sus ideas y conocimientos, a partir, por lo regular, de medios muy rudimentarios, sino tambin re- currir a la lengua usual, nica que posee, para buscar en ella, por mtodos directos o metafricos, la expresin de los descubri- mientos que quiere comunicar.

    As ya en los primeros escritores griegos que pudiramos cali- ficar de cientficos. Los fragmentos de los presocrticos nos han sido transmitidos muy imperfectamente, a travs de otras fuen- tes, y as casi nunca sabemos de cierto si la terminologa es de ellos mismos o de sus transmisores. Nadie ignora, en efecto, que los primeros filsofos jnicos fueron llamados fsicos, meteor- logos, fisilogos o cosmlogos: todas estas expresiones son poste- riores o se refieren a su inters primordial hacia la ~ ~ U L S , O naturaieza, el cosmos o .rd p-ropa, los fenmenos meteorol- gicos, del aire o del cielo. Es probable que Anaximandro acudiera a la lengua popular para tomar de ella dpxq como principio vital, y tal vez fue tambin l mismo quien utilizara ~6 &&LPOV, lo ilimitado, como trmino tcnico; pero el denominar o . r o ~ ~ & i ~ , elementos, a los cuatro tradicionales, tierra, agua, aire y fuego, fue ya cosa, mucho ms tarde, de Platn. En Anaxmenes consti- tuy una innovacin el hablar de &jp como principio vivificante y no slo como aire: no otra cosa es el alma, qmxfi (en SU origen, aliento o algo similar), que nos mantiene unidos, ouy~pcrcsi, y del mismo modo (con aparicin del positivo concepto del hombre como microcosmos o pequeo organismo) otro soplo, nv&ijpa (lo

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    que luego se llamara espritu), el propio aire, guarda tambin la cohesin del universo. Es dudoso que fuera ya del propio pensa- dor la idea del ~opoq como combinacin ordenada y bella: en todo caso, este fragmento (B 2 D.) nos muestra ya un intento de terminologa filosfica a partir de palabras vulgares.

    Ms difcil es conocer los autnticos trminos de las ensean- zas pitagricas, y ello por su mismo carcter hermtico. Sabemos, con todo, que el fundador de la escuela fue el primero que se llam a s mismo q~hooqoq, no sabio, sino amante de la sabidura o ooqa: haba, pues, una diferencia de matiz entre este vocablo y ooqq o tambin ooq~o.rfiq, que designaba al parecer un tipo de conocimiento ms dogmtico y menos conexo con la investi- gacin; con el tiempo, esta palabra tom matiz peyorativo al denominar a individuos del talante que hoy llamamos sofstico. Otro vocablo clave de la secta pudo ser &ppv[a, no solamente empleado en el sentido musical; de otros trminos ms concreta- mente matemticos (la propia palabra p&qp, enseanza, se especializ en un tipo de ciencia muy cultivado por los pitag- ricos) no sabemos gran cosa: es probable que ellos llamaran ya .ra.rpa~.r& al nmero diez, cifra perfecta, suma de los cuatro pri- meros; y seguro que Pitgoras mismo no llam todava teorema ni, en el aspecto filosfico-religioso, metempsicosis (pero s quiz palingenesia) a lo que hoy recibe tales nombres.

    Mucha importancia tiene, en el desarrollo del vocabulario cientfico, la antigua Medicina, a partir ya de Alcmen de Crotn, un pitagrico que cifraba la salud en la armona de los elementos corporales, una toovo@ o igualdad que evite el excesivo dominio o monarqua de uno de ellos. Posteriormente, la terminologa de la escuela hipocrtica se difundi mucho en otros campos: histo- riadores como Tucdides y poetas como Sfocles y Eurpides hacen uso, con frecuencia metafricamente, de muchos de sus vocablos.

    Los fragmentos de Herclito y Parmnides nos han llegado transmitidos, segn parece, en forma ms exacta, lo cual nos permite inferir, respecto al segundo, el empleo existencial del verbo y la aplicacin ontolgica, no slo fsica, del adjetivo &~[vq.coq, inmvil, que tanta importancia iba a adquirir en la Filosofa posterior. En cuanto al oscuro filsofo de feso, de l es ya el uso tcnico de qo~q, naturaleza (que los sofistas iban a oponer a vpq o ley convencional); fjeoq, carcter o tempe- ramento; p&Qqo~q, aprendizaje; y una serie de palabras de tres

  • races que, a lo largo de todo el pensamiento griego, designaran casi indistintamente los procesos mentales: $povfo y su grupo (
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    Y algo parecido ocurre en Blatn a pesar de la mayor compli- cacin de su p8060q, mtodo, en su origen camino. Resulta fcilmente observable, sobre todo en sus ltimos dilogos, la pre- ocupacin por la G ~ a p ~ o ~ q o distincin y el 6poq o definicin; el pijeoq, mito o relato alegrico, cumple una funcin paradig- mtica, como x a ~ & & ~ y p a , ejemplo; la 6vap~q empieza ya a ser potencia o potencialidad; la pp-pq o imitacin, la copia o & [ K ~ v , el ~Llja).ov O imagen van siendo remedos cada vez menos imperfectos del 6PS~q O la i6a pura; la &vpvyotc o reminis- cencia es un procedimiento aprehensivo del alma a partir de experiencias anteriores; la oCo[a es ya trmino tcnico que co- mienza a definir la esencia o sustancia misma. Si a esto se aaden los nombres de las asignaturas del currculo de los guardianes (yaopa~pcc, &orpovo$a; p o u o ~ q como cultura o cultivo general de las Musas; y u p v a o ~ ~ ~ q como cuidado del cuerpo en todos sus aspectos, no slo gimnsticos, sino tambin mdicos); la fijacin de las cuatro virtudes cardinales (6~~a~oovy O justicia; tvbp~a, valor o fortaleza; ooqpoovq, templanza o moderacin; y una cuarta en que alternan la oo@a o rppvqo~q, la &A+~ELc( O vera- cidad y la gx~o~tjpq o conocimiento frente a la 6

  • tenes, Estrabn y Ptolemeo; los grandes matemticos Euclides y Arqumedes; los mecnicos Filn y Hern; los botnicos y far- maclogos Teofrasto y Dioscrides; los mdicos Galeno y Oribasio y tantos otros.

    A travs, claro est, del latn, unas veces por mediacin de los autores clsicos, como Cicern, y otras de la Filosofa medie- val, principalmente tomista. As han llegado a nosotros, volviendo a Aristteles, causa a partir de ai~a; materia de Bhq; sujeto de subiectum y ste de ITOK&~~&VOV; accidente de accidens y ste de OV~PEP~KS; siendo de notar que los traductores oscilan entre una simple transcripcin (energia, entelechia, categoria) y su tra- duccin ms o menos exacta (actus, perfectio, praedicatio).

    La mayora de los helenismos de nuestro idioma corresponde al estrato muy antiguo de los trados a Hispania por los Romanos, que ya empleaban en la metrpoli estos vocablos tomados al griego en prstamo. No contamos, claro est, con suficientes datos sobre el latn usado en la Pennsula durante los comienzos de la poca visigtica, antes de la llegada de los musulmanes y la mayor relacin con Galia e Italia; pero hay palabras cuya apari- cin en los diccionarios latinos clsicos, en los testimonios medie- vales y en los primeros textos castellanos permite establecer con mayor o menor seguridad una cadena ininterrumpida de trans- misin popular y todava no libresca, lo cual es causa de las gran- des modificaciones sufridas por el original grecolatino en su evo- lucin; esto puede verse claramente si se compara cada palabra con la forma culta o semiculta que en algunos dobletes o triple- tes damos.

    Otro problema es el de hasta qu punto podemos o no calificar de cientficos determinados vocablos; pero de una manera un poco amplia situaramos en este apartado unos cuantos trminos de varios mbitos:

    a) geogrfico-geolgico: aire; ncora o ancla; astro con su derivado astroso, aquel a quien las estrellas no son propicias; barca o barco; esfera; gobernar, manejar el gobernalle o timn, de donde dirigir zdn pas (ciberntica es vocablo modernsimo); greda (tierra abundante en la isla de Creta); hora; los dialectales miedro o mietro significando medida (es reciente el metro como unidad de longitud); pilago (el mar, de ah archipilago y el onornstico antiguo PeZagio, de donde el nombre de nuestro rey

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    Pelayo), proa; yermo (desierto; eremita es el que vive en un tal lugar; ermita, Con paso al femenino, la habitacin en que mora), etc.;

    b) lapidario (nombres de piedras preciosas): alabastro, berilo, diamante, esmeralda, jaspe, topacio;

    c) botnico: almendra (la amgdala es un rgano de forma semejante), caa, camo, cedro; cima (copa de un rbol, que viene de K U ~ C X significando hinchazn o renuevo), comino, esp- rrago, esparto, olivo, rbano, tallo, etc.;

    d) zoolgico: camalen, concha, escorpin, esponja, perdiz, pulpo (plipo es lo que tiene forma similar), salamandra, etc.;

    e) mdico: catarro, citica (cia se llama la cadera; el isquin es su hueso), ciruga (con su adjetivo quirrgico), clera, dieta, estmago, fsico (designando a un mdico), lepra, melancola (en su origen, ataque de bilis negra), parlisis (la forma es totalmente culta frente al vulgar perlesa), pasmo (aqu, en cambio, lo culto es espasmo), podagra, romadizo (ms tarde surgi reumatismo), tsigo (que se comporta frente a txico como atosigar frente a intoxicar), etc.;

    f ) literario o artstico: bandurria o pandero (igualmente leja- nos del original), caramillo (disimilatorio a partir de calamillo, diminutivo de clamo, que es una caa), carta, cedra (menos culto que ctara y ms que guitarra), cuerda, escuela, rgano, zampoa (opuesto al cultismo moderno sinfona), etc.

    Un captulo especial merecen los muchos vocablos cristianos que penetraron en el castellano, a partir de la temprana evange- lizacin de Hispania, desde el latn, que a su vez los haba reci- bido del griego ya con el establecimiento de los primeros adeptos de esta religin en Italia. Por tratarse de palabras que se apren- dan en libros y escritos, gran nmero de ellas son cultismos e incluso pertenecen a lo que aqu llamamos lenguaje cientfico desde los puntos de vista teolgico y litrgico; pero alcanzaron enorme difusin entre gentes humildes, y esto deform extraor- dinariamente otras muchas. Casi puras del todo se preservaron apstol, Biblia, catecismo, catecmeno, catlico, epstola, estola, eucarista, evangelio, mrtir; levemente modificadas, cementerio, dicesis y parroquia, que deberan haber dado cemeterio, dicesis y parecia; prcticamente irrecognoscible resulta patena, con gran mutacin semntica a partir de

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    de los lugares en que se imponen los bleos) y bribn (el que todo se lo sabe, hasta la Biblia, ntese en dialecto leons, con mettesis y cambio de lquidas, Bribia). Dobletes o tripletes claros son arcediano (archidicono); bateojbautizo/bautismo (y aun baptis- mo, forma totalmente culta), BatistajBautista (y aun Baptista); cadera (parte del cuerpo que se asienta) o el aragons cadiera (silla) frente a ctedra (sede de un cannigo, que con otras forma la catedral); calonjejcannigojcannico; Grijalba (topnimo que significa Iglesia blanca)jiglesia/eclesistico; lego (en sus dos sen- tidos de ajeno a la iglesia y a la comunidad monacal propiamente dicha) frente a laico; obispo (episcopal); palabra (con prdida del sentido sacral) frente a parbola. Muchos de estos trminos, como no poda menos de ocurrir, estn tomados a la religin pagana: xtasis (lo hay, por ejemplo, en cultos bquicos), mitra y tiara (ornamentos de religiones orientales), pompa (procesin), presbtero (persona respetable), snodo (reunin cualquiera), etc.

    A lo largo de la poca medieval, salvo un puado de palabras, generalmente no correspondientes al vocabulario cientfico, que pasaron a las lenguas peninsulares desde el griego a travs del rabe, francs o italiano, todos los incrementos helnicos a nues- tro lxico se producen por va culta y mediante el manejo de manuscritos redactados primeramente en latn y, desde el si- glo XII, tambin en idioma romance; pues los cdices griegos llegaban rara vez a estas tierras y con menos frecuencia an eran ledos en ellas.

    Tal es el procedimiento por el cual, hasta aproximadamente el final del siglo XVII, van completando la terminologa culta multi- tud de helenismos transmitidos desde el latn y con un ritmo tanto ms decreciente cuanto ms escasos van siendo los objetos o fenmenos culturales que quedan sin recibir un nombre tomado a la Antigedad clsica.

    No pretendemos, claro est, dar una lista completa de los helenismos cultos que a lo largo de este perodo penetraron en nuestra lengua, pero s veremos los ms curiosos e importantes. A este respecto volvemos a distinguir reas de conocimiento casi iguales a las que antes establecamos y distinguimos, de manera muy esquemtica, cuatro fases de introduccin de estos vocablos: antes del 1300 poco ms o menos, a travs de Berceo, Libro de Apolonio, Libro de Alexandre, Alfonso el Sabio; hasta finales del

  • m, en que constituyen claros testimonios los diccionarios hispa- nolatinos de Nebrija y Fernndez de Palencia; y, ya constituida la unidad nacional, los siglos XVI, muy frtil en aportaciones cien- tficas y literarias de tipo renacentista, y xvn, menos activo en tal aspecto.

    Los grupos lxicos en cuestin vuelven a ser: a) geogrfico, poco abundante en la poca plenamente medie-

    val (clima, planeta) y muy nutrido, a causa sobre todo de las navegaciones y descubrimientos, en los siglos xv (antpoda, rtico, boreal, catarata, cfiro; eclipse, recurdese el tremendo vulgaris- mo cris de Sancho Panza; giro, nauta, ocano, polo, trpico, zodaco, zona), XVI (horizonte, istmo, topografa) y XVII (coluro, cometa, geografa, meteoro, nutico, pirata);

    b ) botnico, en que van siendo denominadas plantas exticas (y, por tanto, carentes de nombres populares procedentes del latn) o relacionadas con la Mitologa en lo medieval (loe, amomo con sus compuestos cardamomo y cinamomo) y siglos xv (acacia, celi- donia; cerfollo, vulgarizado luego en perifollo, de donde emperi- follar; jacinto, narciso, nardo) y XVI (acanto, achicoria, crisantemo, menta, mirto, opio);

    c) farmacolgico, pues an no podemos hablar de una Qu- mica propiamente dicha, con el medieval blsamo y algunas crea- ciones del xv (amonaco, arsnico, cola), XVI (custico, colofonia) y m1 (fsforo);

    d) zoolgico, grupo compuesto exclusivamente, como es natu- ral, de nombres de animales no comunes en Europa y a los que, por tanto, no se haba denominado directamente en lengua vulgar: as en lo medieval (tiempo de narraciones fabulosas y llenas de aventuras) ballena, bfalo; camello y gamello (de donde gamella para un recipiente que recuerda la jiba del animal); cocodrilo, con mettesis a partir del lat. crocodilus; elefante; en el xv, spid, bisonte; el cultismo cnife en vez de mosquito; delfn, dromedario, hiena, lince, tigre; en el xvr, hipoptamo; en el XWI, el estrictamente cientfico anfibio con foca y rinoceronte;

    e) mdico, con una jerga tcnica que se ha ido ampliando incesantemente, unas veces a causa de novedades o descubrimien- tos y otras por razones de reserva profesional, moda o simple capricho: antes del 1300 tenemos ya, por ejemplo, anatoma y apopleja; antes del 1500, agona, arteria, cardaco, cauterio, clico, diarrea, epilepsia, gangrena, pronstico, tsico; en el XVI, antdoto, ntrax, asma, cataplasma, colirio, erisipela, laringe, narctico,

  • pleura; en el XVII, alopecia, embrin, epidemia, sntoma, trquea y un sinfn de otros trminos;

    f ) matemtico, con creaciones muy tempranas como aritm- tica, centro y geometra; otras anteriores al 1500, como cilindro, cono, cubo y las propias matemticas; al x v ~ pertenecen baco y pirmide; al XVII , cateto, dimetro, elipse, hipotenusa y paralelo;

    g) lo que pudiramos llamar histrico, poltico o social, con neologismos muy antiguos (brbaro, ceptro o cetro, cornica o crnica, estoria o historia) y otros relativamente ms modernos, que hallamos fechados antes del 1500 (hroe, periodo, poltico, tirano) y en el XVI (aristocracia, dspota, xodo, oligarqua) y XVII (anarqua, democracia, economa, poca, tnico, monarca);

    h ) lo que clasificaramos con cierta amplitud como mitol- gico, esto es, aquellos helenismos que forzosamente tenan que entrar en la lengua si, como ocurri a partir del Renacimiento, se comenzaban a traducir, estudiar o comentar obras antiguas: son, pues, medievales amazona, centauro; draco, drago o dragn; gigante y grifo, pintorescamente vulgarizado hasta hoy a travs de los caseros artefactos que recuerdan cabezas de monstruos mticos; anteceden al 1500 formas como ambrosa, arpa, laberinto, musa, stiro, sibila y sirena; son del XVI coloso, nctar y ninfa y del xvI~ caritide, disco, esfinge, falange, himeneo;

    i ) un sector que calificaramos de filosfico y a que pertene- cen, en los siglos medievales, dialctica, filosofa, lgica, sofisma, teologa; en fecha anterior al 1500, anttesis, cnico, estoico, peda- goga, sofista; en el x v ~ , antinomia, dilema, idea; y en el X ~ I I , anlisis, anlogo, axioma, categora, emprico, escptico, tico, hiptesis, mtodo, problema, smbolo, tesis;

    j ) una mnima seccin jurdica, con bgamo antes del 1300 y epiqueya o hipoteca antes del 1500, entre muchos vocablos ms que cabria rastrear;

    k) y, finalmente, un inmenso grupo de trminos gramaticales, literarios, etc. en que no parece til hacer distinciones cronolgi- cas y en que figuran palabras tan usuales hoy, y no slo en la enseanza, como afresis, alegora, alfabeto, anstrofe, apcope, apcrifo, aplogo, apstrofe, asterisco, biblioteca, buclico, caco- fona, catlogo, coma, comedia, crtico, dialecto, diapasn, diresis, diptongo, dstico, ditirambo, drama, elega, pico, epigrama, ep- logo, episodio, epteto, epopeya, escena, etimologa, eufona, filo- loga, frase, glosa, gramtica, idilio, idioma, lxico, lira, lrico, meloda, metfora, metro, oda, ortografa, paradoja, parntesis,

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    pleonasmo, poeta, proemio, prlogo, retrico, ritmo, slaba, sina- lefa, sncopa, sinnimo, sintaxis, solecismo, teatro, tomo, tono, tragedia.

    El siglo XVIII presencia la aparicin de un gran nmero de neologismos: son cien aos de gran progreso material y espiritual y, como por otra parte en los aspectos literario y artstico est de moda la imitacin clasicista, no es extrao que la lengua griega, cuya fecunda y gil formacin de compuestos tan bien se presta a ello, haya sido elegida como fuente de creaciones Ixicas apli- cadas a inventos o descubrimientos. Generalmente tales vocablos nacen en otros pases europeos y llegan a Espaa con cierto retraso y a veces, como luego diremos, teidos de galicismo: as, si nuestros diccionarios estn en lo cierto, hasta despus de 1700 no aparecen en nuestra lengua palabras como logaritmo, bar- metro, neumtico, telescopio o mbolo, y ello aunque ya desde los principios del siglo XVII fueron siendo pblicos los hallazgos respectivos de Neper, Torricelli, Guericke (los hemisferios de Magdeburgo) y Boyle (mquina neumtica), Newton y Papin (m- quina de vapor). En otras ocasiones el retraso es menor, pero siempre la lengua helnica figura como base de los recin creados trminos cientficos. As, desde 1710 a 1802 el mundo presencia la aparicin o grandes avances en la teodicea (Leibniz), termme- tro (Fahrenheit), microscopio (Leeuwenhoeck), psicologa (Hume), automatismo (Vaucanson), hidrulica (dJAlembert), botnica (Mu- tis), oxgeno (Lavoisier), didctica (Pestalozzi), magnetismo (Mes- mer), aerstato (Montgolfier), hlice (Littleton), fenmenos elc- tricos (Volta), taquigrafa (Mart), etc.

    Y no menos ricos en estos neologismos han sido los siglos XIX y xx. Una simple lista de ellos comparada con las actividades diarias del hombre de hoy resulta impresionante: astronauta, autgena, batiscafo (primer galicismo acentual de los que veremos muchos, en vez de batiscafo), cinematgrafo (abreviado en cine), cosmonauta, dinamo (mejor dnamo), el hoy ubicuo discoteca, escafandra, fotografa (y foto), helicptero, hemeroteca, hipdro- mo, litografa, magnetfono, mecanografa, micrfono, pinacoteca, plstico, semforo, taxmetro (y taxi), telfono, telgrafo, termo- sifn, tipografa. Con un montn de inevitables hbridos de griego y latn, o al contrario, en cuanto a composicin o sufijacin: aeroplano, aeropuerto (aerdromo ha quedado reservado a la len- gua militar), automvil (abreviado en auto), bicicleta, bicfalo, cablegrama, candromo, coxalgia, cuadrisilabo, dictfono, dinami-

  • ta, fotocopia, hemoglobina, hipertensin, metropolitano (ferroca- rril que recorre la metrpoli o capital, abreviado en metro), moto- cicleta (d. en moto), pluvimetro, radioterapia, radiotelefona (d. en radio), televisin, xerocopia y muchos ms.

    Es bueno que se haya llegado a este tcito acuerdo, homenaje adems al genio de la cultura y la ciencia griegas, para denominar a partir de la lengua helnica los logros tcnicos, y ello hara muy necesario que, al menos en un nivel elemental, recibieran instruccin de ella todos los alumnos de Bachillerato, que en su vida futura necesitarn conocer el sentido de las ms importantes races, sufijos y compuestos. Pero tambin es conveniente hallarse preparado, desde el punto de vista de la defensa de nuestro idio- ma, para evitar que, por ignorancia o descuido, pululen en l, ms frecuentemente todava hoy, formaciones pseudogriegas monstruo- samente creadas o desarrolladas. Es cierto que no hay defensa alguna totalmente eficaz contra tales abusos. El hombre de la calle, cuando habla de estos temas, muestra siempre obsesin hacia lo que se puede o no decir, lo prohibido o admitido por el diccionario o la Academia, que mandaran o vetaran que se dijera tal o cual cosa. Mas no es sa la cuestin. La Real Academia Espaola se encuentra siempre en un difcil equilibrio entre el inmovilismo y la tolerancia. Si hace del diccionario un registro cerrado, la lengua vulgar se saltar la dbil barrera y seguir produciendo partos teratolgicos; si, por el contrario, se limita cada edicin a registrar sin ms lo que la gente dice, perder su prestigio como organismo que limpia, fija y da esplendor- a nues- tro idioma sin cohibir a sus hablantes, pero orientndoles. En esta encrucijada es forzoso que tambin la Academia cometa erro- res, pero stos no deben justificar la anarqua.

    Y cuando nuestros cientficos, ojal con frecuencia, sientan la necesidad de dar nombres a sus invenciones, deberan desor la fcil tentacin de la copia automtica de vocablos similares del francs o ingls para proceder autnomamente con unas cuantas reglas no gubernativas ni menos penales, sino simplemente indi- cativas y defensoras de la independencia lingstica nacional, del buen gusto y de la coherencia o casticismo -s, por qu no?- de la lengua castellana, como es correcto denominarla cuando se la compare con otros idiomas peninsulares tan hispnicos como ella, o espaola, pues tal es la denominacin secular que viene

  • recibiendo en Hispanoamrica y en el mundo entero el idioma nacido en Castilla y elevado luego a uso nacional. Cuya pureza es menester defender, tanto ms cuanto que est ya amenazado, en el habla vulgar, por una verdadera avalancha de galicismos frente a los que no siempre se reacciona bien por lo que toca a rechazo o adaptacin. En los aspectos que ahora nos ocupan la influencia del ingls afortunadamente es menos nociva, pero por desgracia se hizo habitual, sobre todo en otros tiempos, anteriores poco ms o menos a 1930, en que las Humanidades clsicas espa- olas prcticamente no existan, la copia indiscriminada de las expresiones usuales en los libros franceses, casi los nicos que de entre los extranjeros se manejaban. En las lneas que siguen se vern ejemplos de esta corrupcin de nuestro idioma.

    Procedan o no del francs, las anomalas en los helenismos tcnicos de nuestra lengua son muchas, aunque a este respecto todas las modernas pecan de parecidas desviaciones. Plantase, pues, en cada caso no ya la necesidad, sino la posibilidad de corre- girlas, pues son muchsimos los ejemplos en que la antigedad de la forma impropia y el general beneplcito que encuentra en la lengua hablada y escrita impiden enmendar el error. Se halla, pues, el lingista, como antes indicbamos, en un continuo dilema entre la admisin y el repudio y expuesto siempre a crticas de los que alternativamente juzguen su decisin demasiado dura o laxa. As nos va a suceder tambin ahora a nosotros; pero, para endosar en parte la responsabilidad al lector, seremos bastante neutros en nuestra exposicin, limitndonos a anteponer un aste- risco a aquellas formas que nos parezcan del todo rechazables, entendindose que en lo no marcado as desearamos a priori res- tituir lo ortodoxo, pero comprendemos los escollos con que tropezara un uso discordante del avasalladoramente impuesto en el vulgo. Pero si estos prrafos sirvieran para mejorar nuestra lengua en unos cuantos pormenores no tan insignificantes como pudieran parecer, nos daramos por muy satisfechos.

    Cada sonido o, en algunos casos, grupo de sonidos de la len- gua griega tiene una determinada equivalencia en la latina, que ha de ser por fuerza, esto no se olvide, elemento transmisor in- cluso cuando el neologismo sea creacin moderna, y ello porque, procediendo tambin del latn la mayor parte de las palabras castellanas, el paso por dicha aduana transliterativa o transcrip-

  • toria es lo que mejor puede asegurar una uniformidad que, por hablar nosotros un idioma romance, est a nuestro alcance el lograr, con resultados evidentemente positivos en punto a eufona, mucho mejor que, por ejemplo, en el ingls o alemn, muy defi- cientes en sus sistemas de absorcin de helenismos y latinismos.

    La u griega, pongamos por caso, tiene que dar i castellana a travs de y latina, salvo como segundo elemento de diptongo: resultan, por tanto, correctos glcido, glicina, glicgeno frente a un anmalo glucosa. A la responde z latina, para reproducir la cual se tiende en general a c: resulta explicable enzima, para evitar confusin con el adverbio, pero menos eczema, de la misma raz que pcima. La K produce en latn c, que debera conservarse con pronunciacin oclusiva sorda (ante a, o, u) o fricativa sorda (ante e, i), pero hay una serie de excepciones con qu (anquilo- sis; autarqua es vlido, prescindiendo del acento, si significa gobierno de s mismo o por s mismo, pero no si quiere decir autosuficiencia, pues en ese caso sera mejor autarca; carioqui- nesis, disquinesia con telequino, nombre de1 famoso invento de Torres Quevedo, frente a cintico, cinematgrafo; epiqueya, es- queleto; queratina frente a ceratotoma, quiste frente a cistitis), ch (achicoria) o incluso k: solamente un afn de chocante extran- jera puede designar la curacin de lesiones rnotrices como "kine- siterapia o la proclamacin de la verdad como *kerigma o, peor an, *kerygma, segn es frecuente hoy entre los jvenes telogos.

    En cambio, la x griega, ch latina, debera dar c ante vocales posteriores y qu delante de anteriores, no obstante lo cual encon- tramos batracio, celidonia (una planta), citica, ciruga, selacio; o bien chiridia (esquema de la futura mano en un embrin) frente a quiromancia o quirptero; o el indesarraigable kilo- (que ade- ms habra de ser quilio-) en unidades mtricas.

    El llamado espritu spero del griego, una h aspirada, da lugar a otra tal, muda ya, en latn y espaol, pero con muchas excep- ciones: endeca-, exa-, odmetro, olgrafo.

    Los grupos iniciales o mediales de varias consonantes tienden a simplificarse: la q-, compuesta en realidad de labial sorda ms silbante, procede as en salmo y seudnimo, pero la Academia se equivoc hace aos al producir la impresin de que abogaba por tal procedimiento, que realmente no haca ms que autorizar, en los fesimos *sicologa, *sicosis, *squico que,, despus de un tiem-

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    po de cierta boga en peridicos y libros, han dejado va libre a los universales psicologa, etc. Tampoco ha tenido mucho arraigo el dudoso "nemotecnia por mnemotecnia; pero s, en cambio, se han generalizado, como simplificaciones respectivas de m-, m-, OK- y $e-, neumtico y neumona; tialina, tisana y tomana; cirro; tiriasis, tsico.

    Problema muy espinoso es el del acento, uno de los males cuyo origen hay que buscar en el francs, que, al generalizar las pala- bras agudas (o llanas si se cuenta la -e muda) en casos como atmosphere, diatribe, parasite, prototype y tantos otros, dej a nuestros eruditos, desconocedores del latn y el griego por des- gracia, en la duda sobre muchas palabras. Sin embargo, la regla escolar est clara: penltima latina larga, acento en ella; penl- tima latina breve, acento en la antepenltima.

    Como consecuencia de este grave error, no son y deberan tericamente ser palabras esdrjulas las que en latn y griego tienen:

    a) penltima a breve, como los compuestos en -cfalo, -fugo, -guafo, &ata (prstata), &ato (aerstato, restato; mal acentua- dos estn el nombre de uno de los elementos del sistema peri- dico, el gas "astato, y termostato) o tambin tisana. Es de ad- vertir que, si a la a precede i, la Academia concede razonable autorizacin para diptongar o no: amoniaco o amoniaco, cardiaco o cardaco, etc.;

    b) d. e breve, como los compuestos en -metro y -ptero: as "asfodelo, cateto, crisantemo, eczema, esqueleto, enema, erisipela;

    c) d. i breve, como los derivados en -ico y (con acento en la slaba anterior a la i) los compuestos en -algia, -bio, -cardia, -cardio, -cracia, -emia, -fagia, -filia (y -filo), -fobia, +copia y -scopio: tales armona (en realidad debera ser harmonia), homila (el Tenorio de Zorrilla acierta por casualidad al rimar homilia con familia), diatriba y grupos enteros en que la acentuacin griega primitiva se ha impuesto sobre la latina, como los derivados en -a y com- puestos en -antropa, -arqua, -fona (recurdese el correcto zam- poa), -grafa, -logia, -mana, -metra, -sofa; apopleja tambin, pero no el bien acentuado hemiplejia; e igualmente deberan ser esdrjulos los compuestos en -lita, como aerolito o monolito;

    d) d. o breve, como en los compuestos en -dromo, -fobo, dogo: as "antistrofa, electrodo (frente a ctodo y nodo);

  • e) d. u breve, que en latn da y, como en los compuestos en -dctilo: as hemoptisis y el grupo entero de arquetipo, pro- totipo.

    Y, a la inversa, no son y deberan tericamente ser llanas las que en latn y griego tienen:

    a) penltima e larga: exgesis y exgeta, sindresis; b) d. EL que en latn da i larga: son correctos energa frente

    a alergia y los compuestos en -pata frente a los en -mancia; c) d. i larga, como los derivados en -itis: as *acnito, par-

    sito; d) d. o larga, como los derivados en -oma (sntoma est mal

    acentuado) y -osis (*metamrfosis y "metempsicosis son totalmen- te rechazables y smosis anmalo): as *anmona, asntota, ploro, pltora y todos los compuestos en -ntropo, -fona (antfona), -fono, -gono (polgonos);

    e) d. C(L que en latn da e larga: atmsfera frente a estratos- f era, fotosfera, pirosf era.

    Naturalmente, la vocal que precede a dos consonantes es larga por posicin: as en ypdppa y SUS compuestos y, por tanto, son vulgarismos insufribles, si es que existen todava, *pentgrama y *telgrama.

    Y esto es lo ms importante en lo relativo al acento, que tantas dudas provoca en los profanos: agregaremos, aunque esto no toque ms que muy superficialmente al lenguaje tcnico, que, en cuanto a los nombres propios, la batalla de la ortodoxia est desde luego perdida cuando el onomstico incorrecto (Doroteo; Elena con h inicial etimolgica o sin ella; Sofa, Telesforo, Te- dulo, Tetimo, Timoteo, Vernica) es ms o menos frecuente en el santoral, pero otras anomalas ("Andrnico, Arstides, Arqume- des, Cerbero, Cclope, "Cratilo, Edipo, Eolo, Esquilo, *Fercides, *Henico, Herclito, "Herodoto, "Hiprides, Pegaso, *Praxiteles, Urano) de tipo galicista (Aristide, Archimede, Cratyle, Eschyle, etc.) podran desaparecer si todos los que escriben sobre temas griegos unificaran sus grafas.

    En cuanto a morfologa, bastar con exhortar a quienes nos lean a no confundir la hiprbola (geometra) con la hiprbole (exageracin), la sncopa (fontica) con el sncope (medicina), el apstrofo (signo grfico) con el o la apstrofe (frase), el cometa (astronoma) con la cometa (juguete), el coma (sopor) con la coma

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    (puntuacin), la apotema (geometra) con el apotegma (dicho), el eclipse (astronoma) con la elipsis (sintaxis) o la elipse (geometra), el Gnesis (libro sagrado) con la gnesis (origen) el clera (enfer- medad (con la clera (ira); a respetar el gnero masculino de el reuma (mejor que el rema) y el femenino (ntese la ortografa) de la paralaje (nutica) frente a la enlage y la hipage (estils- tica) y a no ceder innecesariamente ante los resultados de un grosero galicismo (un sede, un uhapsode, un stratkge frente a un athlkte, un pokte) escribiendo *un aeda o *un rapsoda en vez de un aedo o un rapsoo: acrbata, autmata y poZiglota, casos simi- lares, nos tememos que no tengan remedio; estratega podra em- plearse, aun siendo feo, para las dotes de un general moderno, pero no para un estratego de la antigua Atenas.

    En el campo de los sufijos cientficos es donde ms se dejan notar los efectos del galicismo indiscriminado: aparte de casos que no afectan al griego ms que de refiln, como el abuso de -aje, sealaremos la mala interpretacin del francs -en, femenino -enne. As se han podido leer barbarismos como *acayenos y 'acayenas por aqueos y aqueas, *traquinianas por traquinias en el ttulo de la tragedia sofoclea y ltimamente, desde que se ha abierto la veda para estas materias, "lesbiana: bien est que Baudelaire, por ejemplo, dijera Iesbiennes para referirse a supues- tas homosexuales de Lesbos (aunque nada tiene que ver tal vicio con aquella isla), pero en nuestra lengua lo correcto sera lesbias como femenino de lesbios. Error tan grave como *protozoario por protozoo, siguiendo a protozoaire; el hilarante *soriano por saurio, de un mal traductor que haba ledo en francs saurien; o los inaceptables, hoy ya casi desaparecidos, 'Teetetes, de Th- tete, por Teeteto; *Polinice, de Polynice, por Polinices; "Colona, de Colone, por Colono; y 'Alcestes, de Alceste, por Alcestis.

    Merece mencin tambin el hecho de que, al alternar en griego los sustantivos en -oq con los adjetivos en -TLKS, (6otq, dona- cin, y ~OTLKS, relacionado con la donacin; as otvhuotc y o t v a h u ~ r ~ ~ , o6vQ~o~q y ~uvQE-cLK~), se crearon hace algunos aos, con base en las parejas de nuestra lengua nfasis / enftico, neurosis / neurtico, formas como "apotetico frente a apoteosis y el apotesico muy usado en los peridicos de entonces, "mittico frente a mitosis, etc.: lo cual no es correcto, sino que las corres- pondientes formas en -sic0 son tan normales como bsico, fsico,

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    gensico, protsico (dental) al lado de prottico (gramatical), tsico y trifsico.

    Frmense enhorabuena todas las nuevas palabras que a partir del griego hagan falta, pero con disciplina y consistencia al empal- mar primero con segundo trmino del compuesto o raz y sufijo del derivado; y que no proliferen dislates como estos pocos de una lista que podra prolongarse hasta el infinitivo y en que des- pus de cada vocablo (casi todos los cuales, ni que decir tiene, habran de llevar asterisco) se aade entre parntesis lo que sugeri- mos como adecuado: catirrino (catarrino), corionitis (coritis), edeoitis (edeitis), elitroitis (elitritis), escolopsia (escolopia), esper- modermo (espermatodermo), fagedenia (fagedena), fosfuria (fos- faturia), gonitis (gonatitis), inositis (initis), micosis (micetosis), miositis (mitis), neumosis (neumonosis), neumotrax (neumato- trax), opsico (pico), pireticosis (piretosis), platelminto (plati- heminto), semforo (sematforo), taxonoma (taxinoma), teno- sitis (tenontitis).

    Y , en cuanto a hibridismo, bastara con formar, con cierto cuidado, series paralelas a partir del griego y el latn respectiva- mente en que alternaran monograma con unicelular, disilabo con bpedo, irreligioso con ateo, multiforme con policfalo.

    Aparte de las obras de manejo usual en relacin con la lengua espaola (Gramtica histrica de Menndez Pidal, diccionarios de la R. A. E., etimo- lgico de Corominas, etc.) merecen mencin:

    F. CADAVID RESTREPO Races griegas y latinas. Etimologas mdicas y bioldgi- cas, Bogot, 1942.

    1. ERRANDONEA en pgs. XIV-XVIII del tomo 1 del Diccionario del mundo clsico, Barcelona, 1954.

    C. ESEVERRI Diccionario etimolgico de helenismos espaoles, Burgos, 1945. E. FERNANDEz GALIANO Algunas reflexiones sobre el lenguaje biolgico, Madrid,

    1948. - En tomo al lenguaje biolgico, en Arbor XVI 1950, 415-421.

  • M. FERNLNDEz-GALIANO La transcripcin castellana de los nombres propios griegos, Madrid, 196g2.

    - Los neologismos de base clsica en la lengua castellana, en Las Ciencias XXVI 1961, 121-133.

    - Lengua griega y lengua espaola, en Est. Cl. VI11 1964, 184-204. - Helenismos, e n Encicl. Ling. Hisp. 11, Madrid, 1966, 51-77. - Algunas consideraciones sobre etimologa, en Espaol Actual, no0 24, 1973,

    1-6. - Sobre las etimologas griegas del diccionario acadmico, e n Helmantica

    XXVIII 1977, 137-161. P. UN E ~ G O Patologa del lenguaje mdico, e n Medicamenta, 29-XII-1956

    y An. Fac. Med. Univ. S. Marc. Lima XL 1957, 936-949. A. MATEOS Etimologas griegas del espaol, Mxico, 1949'. R. MENDIZABAL Manual de la lengua griega, Madnd, 19562, 123-156. G. MOLDENHAUER Aportaciones al estudio lingiistico de los helenismos espa-

    oles, especialmente de la terminologa mdica, en Homenaje a Fritz Kriiger 11, Mendoza, 1954, 217-246.

    E. TERRADAs Neologismos, arcasmos y sinnimos en pltica de ingenieros, Madnd. 1946.