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1012 LA JERUSALÉN CELESTE. IMAGEN BARROCA DE LA CIUDAD NOVOHISPANA Martha Fernández Universidad Nacional Autónoma de México De acuerdo con las creencias religiosas antiguas y modernas, el lugar perfecto, pleno de santidad y de placeres, no se encuentra en la Tierra, sino en el cielo, por ser el sitio donde habitan los dioses; por lo tanto, el ideal de todo ser humano ha sido establecer contacto con ese lugar y volver a él después de la muerte. Pero también ha sido un ideal persistente en el hombre tratar de reproducir en la Tierra la ciudad que los dioses habitan en el cielo. Las diversas imágenes de esa ciudad, con sus jardines y palacios, que el hombre ha construido a lo largo de la historia, conforman uno de los temas más interesantes y más importantes para conocer el desarrollo de la arquitectura y del urbanismo en todas las religiones. Concretamente, el cristianismo, adoptó una gran cantidad de elementos de la tradición judía, lo que se explica primero, por el origen étnico de Cristo, pero además, por haber sido ésa la única religión monoteísta cuando nació Jesús. Sin embargo, judíos y cristianos compartieron también costumbres y tradiciones culturales y religiosas más antiguas, que transformaron y adaptaron a su propia ideología. Con el tiempo, esa combinación se vio aún más enriquecida con el nacimiento de la religión musulmana. Si bien hoy en día creemos que la tradición cultural de las tres religiones monoteístas está bien delimitada, en realidad en la antigüedad no fue así; en aquellos tiempos, la comunicación entre los pueblos del Oriente Próximo era mucho más fluida; en medio de sus diferencias, las influencias mutuas eran constantes. 1 Incluso en la época Medieval, cuando los Cruzados, representantes de una religión ya consolidada ideológicamente, emprendieron la reconquista de Jerusalén, se dejaron influir nuevamente por una serie de tradiciones, alrededor de las cuales elaboraron leyendas propias que favorecieron nuevamente la adopción de las tradiciones orientales -musulmanas y judías- allí existentes. Cada vez que el Templo de Jerusalén era destruido, para los autores judíos el misticismo del trono de Dios adquiría una nueva importancia. La réplica terrena de la Casa de Dios desaparecía, pero su arquetipo celestial era indestructible. Para los autores judíos, concretamente para Ezequiel, 2 la Jerusalén celestial era eterna y volvería a tomar forma física en una ciudad terrena en el antiguo lugar sagrado y Dios moraría en medio de su pueblo en el mundo terreno. Esta nueva Jerusalén sería el paraíso terrenal: los que habitasen en ella gozarían de una intimidad perfecta con Dios; el pecado sería vencido y la muerte aniquilada en la victoria.” 3 San Juan tenía una visión parecida, pero con una diferencia fundamental: una vez que se perdió el Arca de la Alianza, el debir del Templo de Jerusalén quedó vacío, 1 LEWIS, Bernard: Los árabes en la Historia , pp. 156-161. Este autor explica cómo desde la lengua hasta el arte árabes, incluyendo la religiosidad, se vieron influenciados por diversas culturas en su periodo clásico; al mismo tiempo que la cultura árabe aportaba elementos culturales y científicos de gran importancia a las otras culturas. 2 EZEQUIEL: XL, XLI, XLII, XLIII. 3 ARMSTRONG, Karen: Jerusalén: una ciudad y tres religiones , p. 201.

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LA JERUSALÉN CELESTE.IMAGEN BARROCA DE LA CIUDAD NOVOHISPANA

Martha FernándezUniversidad Nacional Autónoma de México

De acuerdo con las creencias religiosas antiguas y modernas, el lugar perfecto,pleno de santidad y de placeres, no se encuentra en la Tierra, sino en el cielo, por serel sitio donde habitan los dioses; por lo tanto, el ideal de todo ser humano ha sidoestablecer contacto con ese lugar y volver a él después de la muerte. Pero también hasido un ideal persistente en el hombre tratar de reproducir en la Tierra la ciudad quelos dioses habitan en el cielo. Las diversas imágenes de esa ciudad, con sus jardines ypalacios, que el hombre ha construido a lo largo de la historia, conforman uno de lostemas más interesantes y más importantes para conocer el desarrollo de laarquitectura y del urbanismo en todas las religiones.

Concretamente, el cristianismo, adoptó una gran cantidad de elementos de latradición judía, lo que se explica primero, por el origen étnico de Cristo, pero además,por haber sido ésa la única religión monoteísta cuando nació Jesús. Sin embargo,judíos y cristianos compartieron también costumbres y tradiciones culturales yreligiosas más antiguas, que transformaron y adaptaron a su propia ideología. Con eltiempo, esa combinación se vio aún más enriquecida con el nacimiento de la religiónmusulmana. Si bien hoy en día creemos que la tradición cultural de las tres religionesmonoteístas está bien delimitada, en realidad en la antigüedad no fue así; en aquellostiempos, la comunicación entre los pueblos del Oriente Próximo era mucho más fluida;en medio de sus diferencias, las influencias mutuas eran constantes.1

Incluso en la época Medieval, cuando los Cruzados, representantes de unareligión ya consolidada ideológicamente, emprendieron la reconquista de Jerusalén, sedejaron influir nuevamente por una serie de tradiciones, alrededor de las cualeselaboraron leyendas propias que favorecieron nuevamente la adopción de lastradiciones orientales -musulmanas y judías- allí existentes.

Cada vez que el Templo de Jerusalén era destruido, para los autores judíos elmisticismo del trono de Dios adquiría una nueva importancia. La réplica terrena de laCasa de Dios desaparecía, pero su arquetipo celestial era indestructible. Para losautores judíos, concretamente para Ezequiel,2 la Jerusalén celestial era eterna yvolvería a tomar forma física en una ciudad terrena en el antiguo lugar sagrado y Diosmoraría en medio de su pueblo en el mundo terreno. Esta nueva Jerusalén sería elparaíso terrenal: los que habitasen en ella gozarían de una intimidad perfecta conDios; el pecado sería vencido y la muerte aniquilada en la victoria.”3

San Juan tenía una visión parecida, pero con una diferencia fundamental: unavez que se perdió el Arca de la Alianza, el debir del Templo de Jerusalén quedó vacío,

1 LEWIS, Bernard: Los árabes en la Historia, pp. 156-161. Este autor explica cómo desde la

lengua hasta el arte árabes, incluyendo la religiosidad, se vieron influenciados por diversas culturas en superiodo clásico; al mismo tiempo que la cultura árabe aportaba elementos culturales y científicos de granimportancia a las otras culturas.

2 EZEQUIEL: XL, XLI, XLII, XLIII.3 ARMSTRONG, Karen: Jerusalén: una ciudad y tres religiones, p. 201.

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pero Juan vio a Jesús, identificado con el mismo Dios, sentado en el trono celestial,por lo tanto, el evangelista describió su Nueva Jerusalén de la siguiente manera:

“Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo del lado deDios, ataviada como una esposa que se engalana para su esposo. Oí una voz grandeque del trono decía: He aquí el tabernáculo de Dios entre los hombres, y erigirá sutabernáculo entre ellos, y ellos serán su pueblo y el mismo Dios será con ellos”.4

Esta nueva Jerusalén, sin embargo, no era una simple ciudad en la que seerigiría un Templo para adorar a Dios, sino que la ciudad toda se había convertido enun Templo, al mismo tiempo que Dios era el Templo mismo, por lo que Juan explicó:“Pero Templo no vi en ella, pues el Señor, Dios todopoderoso, con el Cordero, era sutemplo.”5

Como en otras versiones proféticas, fue un ángel quien se encargó de mostrar aJuan la Ciudad Santa, uno “de los siete ángeles que tenían las siete copas, llenas delas siete últimas plagas”. Con una caña de oro midió la ciudad y “la ciudad estabaasentada sobre una base cuadrangular y su longitud era tanta como su anchura” ytenía “doce mil estadios, siendo iguales su longitud, su latitud y su altura.” Esto es, unaciudad cúbica, símbolo del centro del mundo y símbolo también de la unidad eintegridad de Dios.

La ciudad tenía un muro “grande y alto” cimentado sobre doce hiladas en lasque estaban inscritos “los nombres de los doce apóstoles del Cordero”. Para ingresar ala ciudad había “doce puertas” en las que se encontraban doce ángeles y los nombresde las doce tribus de Israel. Estas puertas se encontraban distribuidas de tres en tresmirando hacia los cuatro puntos cardinales.6 Aunque San Juan no lo aclara, esprobable que con ello hiciera alusión a las tres tribus que constituían cada una de lascuatro escuadras en las que se distribuyó el pueblo de Israel en torno al Tabernáculolevantado por Moisés, manteniendo además, el doce como número tradicional de laperfección de la comunidad, pero en este caso ya no étnica -como lo fue para losjudíos-, sino cristiana.

En medio de la ciudad había una plaza en la que se levantaba “un árbol de vidaque daba doce frutos, cada fruto en un mes” cuyas hojas tenían la propiedad de sanara la gente. Del “trono de Dios y del Cordero” que también se encontraba en la plaza,manaba un río “de aguas de vida, clara como el cristal.”7

Pero San Juan, por más que fue el único evangelista que describió la ciudad-templo de Jesús, el dios de los cristianos, ésta no ha sido la única fuente en la quehan abrevado quienes han pretendido convertir en realidad la utopía de reconstruir enla Tierra, la Jerusalén celestial. También se han combinado las versionesveterotestamentarias relacionadas con el campamento que Moisés levantó alrededordel Tabernáculo, así como la visión apocalíptica de Ezequiel. Todo ello afectadotambién por tradiciones, leyendas y mitos que se fueron tejiendo alrededor del Temploy de la ciudad celeste de Jerusalén. Todos los casos, sin embargo, coinciden en unaspecto: la centralidad de Dios.

Es así que en el plano urbano, la Jerusalén celestial fue interpretada de dosmaneras: ciudades de planta circular y ciudades de planta ortogonal. Aunque todaslas fuentes bíblicas citadas hacen referencia a ciudades de planta cuadrada, muchas

4 Apocalipsis: XXI, 2-3.5 Apocalipsis: XXI, 22.6 Apocalipsis: XXI, 9-16.7 Apocalipsis: XXII, 1-2.

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ciudades medievales adoptaron la planta circular, radio-céntrica. En esa concepcióndebieron influir varios factores: la centralidad de Dios impuesta por Moisés, laconstrucción de la capilla cristiana de la Anástasis -que era de planta circular-,algunas iglesias bizantinas que también eran centradas y quizá también las leyendasmedievales que se elaboraron alrededor de la Mezquita de la Roca, relicariocentralizado, que llegó a concebirse como el Templo o la réplica del Templo que habíalevantado el rey Salomón.8 Igualmente, en tiempos más recientes debieron influirtambién las ideas filosóficas de la irradiación de la Divinidad del centro a la periferia,al mismo tiempo que la periferia contiene lo creado y, por lo tanto, es igualmenteDivina. En cualquier caso, es claro que en esta clase de imágenes de la Ciudad deDios, “la iconografía prevaleció sobre los textos, incluso sobre los más explícitos”.9

Finalmente, en esas concepciones también debió de haberse tomado en cuenta laJerusalén terrena y real que era de planta circular.

La planta ortogonal, por su parte, se asimiló con mayor facilidad a la imagen dela Jerusalén celeste descrita en los textos bíblicos, aunque sus raíces morfológicaspuedan encontrarse en los castrum romanos. En este tipo de ciudades, los santuariosse ubicaban generalmente al centro y solían tener puertas orientadas hacia los cuatropuntos cardinales.

Del ideal de reproducir la Jerusalén celeste en la Tierra, la Nueva España nopodía ser una excepción, más bien al contrario. El hecho de que los cristianosencontraran al otro lado del Atlántico una tierra de infieles, alentó el mesianismo nosólo franciscano, sino también de las autoridades españolas y de los propiosnovohispanos. Era la oportunidad de volver al verdadero espíritu cristiano y también

8 RAMÍREZ, Juan Antonio: Edificios y sueños. Estudios sobre arquitectura y utopía, pp. 43-100.

RAMÍREZ, Juan Antonio: “Evocar, reconstruir, tal vez soñar. (El Templo de Jerusalén en la Historia de laArquitectura)”, pp. 1-50.

9 CARBOZ, André: “La Ciudad como Templo”, pp. 55-56.

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la oportunidad de reproducir en la Tierra, la Ciudad de Dios y su Palacio Celestial. Elpropósito de esta ponencia es repasar, así sea de manera general, algunos elementosque los novohispanos utilizaron para hacer de sus ciudades y pueblos la imagenterrena de la Jerusalén celestial y con ello, proporcionar una explicación a lainmutable morfología que mantuvieron a lo largo del virreinato.

Desde el punto de vista morfológico, la traza ortogonal tuvo tal aceptación en laNueva España, que en las Ordenanzas de Pobladores del año de 1573, expedidas pararegular la construcción de las ciudades hispanoamericanas, se incluyen preceptospara que las calles estuvieran dispuestas en damero, existiera una plaza central y losedificios públicos se edificaran alrededor de ella incluyendo, desde luego, las iglesias,las capillas y las catedrales. Por lo tanto, como bien afirma Antonio Bonet Correa, lasplazas fueron el centro, pero también el origen de las poblaciones en la NuevaEspaña.10

Sin entrar en la polémica acerca de la fuente de inspiración de este tipo detrazado, es conveniente recordar que para la cultura occidental León Battista Albertihabía concebido las ciudades modernas precisamente con ese tipo de morfología; entanto que en las propias ciudades prehispánicas los centros ceremoniales y suscalzadas de acceso tenían la misma disposición. Con esto quiero decir que en lasciudades novohispanas, las razones prácticas y estéticas (de la estética moderna)quizá fueron tomadas en cuenta antes que el sentido simbólico, para definir suscaracterísticas.

No obstante, el vínculo con los templos debió de influir en la concepciónsimbólica con la cual se fue dotando a las ciudades. Como bien ha explicado ElenaIsabel Estrada de Gerlero, el programa arquitectónico de los conventos del siglo XVI,

10 BONET CORREA, Antonio: El urbanismo en España e Hispanoamérica, pp. 175-191.

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“acorde con el espíritu de retorno a las fuentes escriturarias, patrísticas, y con lastradiciones antiguas”, es el resultado de

“una síntesis bíblica que condensó la historia del largo peregrinar del génerohumano, desde la expulsión del Paraíso...hasta que, a través de la redención, llegue suculminación en la supraterrena Jerusalén de la visión de San Juan...ya que a través dela imagen del paraíso se describe el reino mesiánico”.11

Pero no sólo los conventos en sí mismos, sino que, desde el principio, en lospueblos evangelizados se fue adoptando la idea de la centralidad de Dios al convertiresos edificios, así como las capillas de visitas, en el centro de las poblaciones. Tal fueel arranque de un proceso de concepción de las ciudades y pueblos de la NuevaEspaña en la reproducción terrena de la Jerusalén celestial.

Del mismo modo, en las capitales de las diferentes provincias novohspana lascatedrales, tanto basilicales como claustrales, tuvieron también la pretensión deconvertirse en reconstrucciones ideales del Templo de Jerusalén, siempre al centro desus respectivas plazas mayores.

Algunas representaciones gráficas de diversos pueblos y ciudadesnovohispanas, comenzaron desde las primeras décadas del siglo XVII a dar muestra dela concepción simbólica que se estaba forjando respecto a su morfología, como lomuestra, por ejemplo, el mapa de Tetela del Volcán, que se conserva en el ArchivoGeneral de la Nación, fechado en 1618.12 En él, es clara la intención de representar elconvento en un costado de la plaza, rodeada por doce barrios indígenas, que muchorecuerdan las diversas imágenes que se desarrollaron respecto al campamento queMoisés levantó alrededor del Tabernáculo, es decir, las cuatro divisiones de tres tribuscada una. Cabe recordar que este campamento, así dispuesto, ha sido consideradotradicionalmente como imagen o prefigura de la Iglesia de Jesucristo.

Para el siglo XVIII, incluso se llegaron a incorporar ciudades circulares, con unaiglesia central y doce capillas alrededor, como aparece en el mapa de San AndrésSinaxtla, Oaxaca, del año de 1714,13 imagen semejante a algunas representacionesmedievales de Jerusalén.

Sin embargo, más que un catálogo de imágenes, lo que me interesa ahora esperfilar el proceso que se desarrolló para llegar a ese tipo de representaciones, el cual,desde mi punto de vista, llegó a su madurez a partir de fines del siglo XVII y logró susmejores expresiones en la época que conocemos como barroca, esto es, en la plenitudde la cultura criolla novohispana.14 Por razones de tiempo y espacio, voy a ejemplificarese proceso a partir de la historia de dos ciudades: Puebla y México.

En el caso de Puebla, su conceptualización como Jerusalén Celeste comienza,con la concepción de su Catedral como Templo de Jerusalén. En 1650 AntonioTamaríz de Carmona, estableció el lógico y recurrente paralelismo entre los reyes deEspaña con quienes se llevó a cabo la construcción del edificio y el rey Salomón, apartir de una interpretación de los textos bíblicos que reza: “prometiendo Dios a David,que eternizaría el Trono de Salomón, no pone por medio rectitud o sabiduría, ni el serhijo de David, título que para sí eligió su omnipotencia, sino que señala por único, que le

11 ESTRADA DE GERLERO, Elena Isabel: “Sentido político, social y religioso de la arquitectura

conventual novohispana”, p. 29.12 AGN (Tierras : vol. 83, exp. 3, f. 55. Ilustraciones: 613). El autor del mapa fue Jorge Alvarado.13 AGN (Tierras : vol. 308, exp. 4, f. 28 bis. Ilustraciones: 670). Mapa anónimo.14 En relación con la cultura criolla novohispana véase: O’GORMAN, Edmundo: Meditaciones

sobre el criollismo.

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edificará un templo: para darnos a entender que entre las raras y excelentes virtudes deun Rey y que más se granjea la remuneración del Supremo Monarca, es levantar a Dios,templos y consagrarle altares donde sea alabado y venerado en la tierra.”15 Elprograma arquitectónico de la Catedral, muy especialmente el que consiguió concretardon Juan de Palafox y Mendoza, pretendió ser una reconstrucción ideal del Templo deJerusalén, como he explicado en otros estudios;16 pero un templo consagrado a laInmaculada Concepción de María, que sería el centro de una Jerusalén, cuyosignificado simbólico se iría precisando entre los siglos XVII y XVIII.

La leyenda de la fundación y de la traza de la ciudad de Puebla, implica sucarácter de ciudad sagrada, aunque al parecer esa leyenda no surgió desde elmomento mismo de su fundación, sino que se fue conformando a lo largo del tiempo.El escudo de armas que concedió Carlos V a la ciudad, el 30 de julio de 1538 tiene,entre otros elementos, “una ciudad con cinco torres de oro, asentadas en campo verde ydos ángeles vestidos de blanco y calzados de púrpura, asidos a la ciudad”, pero el lemade la orla reza solamente: “Dios mandó a sus ángeles que cuidasen de ti. Los cuales teguardarán en cuantos pasos dieres”,17 es decir, que el lema no contempla ninguna delas leyendas posteriores que justificaron el nombre de la ciudad.

Para el siglo XVII, autores como fray Baltasar de Medina,18 fueron tejiendo laleyenda de la fundación y traza de la ciudad, sin embargo, otros como fray Agustín deVetencurt sólo dice que la ciudad fue fundada el 16 de abril de 1530, “en la infraoctava de la Resurrección de Christo, venerada de los Ángeles en el Sepulcro, día de

15 TAMARÍZ DE CARMONA, Antonio: Relación y descripción del Templo Real de la ciudad de la

Puebla de los Ángeles en la Nueva España y su Catedral , p. 9.16 FERNÁNDEZ, Martha: “La catedral de Puebla en tiempos de Palafox”, en prensa.17 Además de los elementos citados, el escudo tiene dos letras de oro: la “K” y la “V”, iniciales del

nombre de Carlos V, así como un río de agua en campo celeste. Véase: SALAZAR MONROY: Heráldica civily religiosa del Estado de Puebla, s/p.

18 MEDINA, fray Baltasar de: Crónica de la Santa Provincia de San Diego de México, f. 242 v.- 243r.

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Santo Toribio, Obispo de Astorga” . Cuenta que fue tarea de los religiosos franciscanosbuscar el sitio para fundar la ciudad “para españoles, que se aplicasen al ejercicio delabranza y cultura de las tierras” y que, “habiendo examinado muchos y diversosparajes, fue elegido de común parecer el que hoy tiene, hallado por el Padre Fr. ToribioMotolinia, por acomodado, por las circunstancias y calidades de conveniencia queconcurre.” Y agrega, “cometióse la nueva fundación al Oidor D. Juan de Salmerón y alPadre Fr. Toribio...Tirándose los cordeles, trazándose las viviendas y repartiéronse lossolares a cuarenta moradores.”

De acuerdo con su versión, la ciudad se llamó de los Ángeles debido a que losindios de Tlaxcala, Huejotzingo y Tepeaca que acudieron a la construcción de laciudad, “venían con tal regocijo y gozo de la nueva planta Cathólica con diversidad deinstrumentos de música, bailando y cantando, que parecía hacer eco la armonía de suplacer a la alegría que tienen los Ángeles del Cielo a la conversión de un pecadorpenitente...”19

Por su parte, Miguel Zerón Zapata coincidía con Vetencurt en la fecha de lafundación pero consideraba que el nombre de Puebla de los Ángeles podía deberse auna de tres circunstancias milagrosas: una relacionada con el rescate de cautivos enel cerro de Belén por “angélicos espíritus” y, la otra fundada en “tradiciones antiguas”,según la cual durante la conquista, cuando se presentaban batallas en ese mismocerro, “veían los naturales ejércitos de espíritus angélicos a cuya vista rendían suorgullo sin atreverse osados a proseguir la pelea.”

Finalmente, no deja de contemplar, la leyenda que se refiere a “los cordeles queecharon los ángeles en este sitio” para marcar la traza de la ciudad, pero concluye que“algunos motivos hubo para darle este honorífico título y nombrar por su patrón alglorioso Arcángel San Miguel...”20

Para 1746 en que Diego Antonio Bermúdez de Castro escribió su TheatroAngelopolitano, la leyenda ya se encontraba más estructurada, de manera que segúnsu narración, la ciudad fue fundada por el obispo don Julián Garcés el 29 deseptiembre de 1529, día de la festividad de San Miguel y su nombre se debía a que lavíspera, el obispo había tenido un sueño milagroso

“en que le mostró Dios el sitio que le agradaba para la población de dicha ciudad,porque vio en un Llano en que había ciertos ojos de agua que entraban donde hoy estála plaza, un río no muy grande por la parte del Oriente que es el que llaman de Sn.Francisco y otro más caudalosos a media legua de distancia por el poniente que es elque nombran de Atoyac. En este expresado sitio, vio su Ilustrísima unos Ángelesechando unos cordeles y señalando la planta de la futura ciudad, midiendo sus cuadrasy proporcionando las calles...”21

Al otro día, el prelado salió a buscar el sitio y, al encontrarlo dijo: “Éste es el queme mostró el Señor y donde quiere que se funde la Nueva Ciudad ”.22

En estos relatos, Dios muestra al obispo el paraje donde se había de fundar laciudad por medio de ángeles, quienes además, son los encargados de trazarla “por

19 VETANCURT, fray Agustín de: Teatro mexicano, pp. 45-46.20 ZERÓN ZAPATA, Miguel: La Puebla de los Ángeles en el siglo XVII. Crónica de la Puebla, pp. 26-

27.21 BERMÚDEZ DE CASTRO, Diego Antonio: Theatro Angelopolitano..., p. 134.22 Ibidem, p. 135. Véase también: FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Mariano: Historia de

la fundación de la ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España..., t. I, pp. 41-42

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ilustración divina” .23 Sin extenderme mucho en este asunto, creo que es evidente elparalelismo con los relatos bíblicos que refieren el éxodo de los israelitas bajo elliderazgo de Moisés hacia la tierra prometida; pero también es clara la referenciaimplícita al ángel que le muestra a San Juan la Jerusalén Celeste y, desde luego, a laconstrucción del Templo de Jerusalén, cuya traza -según las tradicionesjudeocristianas- fue siempre inspirada por Dios.

Pero para no dejar mucho a la imaginación, el propio Bermúdez de Castro seencarga de puntualizar ese paralelismo entre la ciudad de Puebla y la Jerusalénceleste, con las siguientes palabras:

“Si a San Juan se le presentó en su Apocalipsis la Santa Ciudad de Jerusaléndescendiendo de los cielos tan adornada como una Esposa que compuesta de todas lasgalas, riquezas y perfecciones que pudo solicitar su cuidado, aguarda festiva a suconsorte, haciéndola más agradable a la vista su hermosa figura cuadrada, y máscuando por orden del que lo dispuso todo con medida, llevaba un Ángel una [vara] paramedir los espaciosos tamaños de su latitud, lo nivelado de sus muros y lo arreglado desus bien compasadas cuadras. Siendo a esa dichosa ciudad tan parecida ésta de laPuebla, y habiendo sido los que midieron sus calles no otros que de la misma especiedel que por orden del Altísimo niveló la Sagrada Seon, se puede con mediano discursoinferir la hermosura que tendrá esta Ciudad Angélica por sus bien dispuestas calles,hermosos templos, ricas casas, y oficinas con su forma y figura cuadrada.”24

En la ciudad de México, la historia comenzó de modo parecido. Su catedral, alcentro de la plaza mayor, también estaría dedicada a la Virgen, este caso, en sumisterio de la Asunción, y también pretendería convertirse en una reconstrucciónideal del Templo de Jerusalén. Una diferencia fundamental se encuentra precisamenteen su leyenda fundacional, pues en este caso, la tradición prehispánica tuvo un pesomucho mayor, al grado de condicionar las características del primer escudo que leconcedió el emperador Carlos V a la Muy Noble, Leal e Imperial Ciudad de México.25

No obstante, ya desde 1648, el cronista guadalupano Miguel Sánchez escribió:

“Me persuado, que como el demonio dragón tan expulso del cielo, no puede volveral cielo a inquietar a la ciudad del cielo, ni a sus hijos los ángeles, halla en México...unanueva ciudad de Jerusalén, ciudad de paz, bajada del cielo...”26

Aunque desde esa época ya es manifiesta la idea de concebir a la ciudad deMéxico como una nueva Jerusalén, ésta se fue desarrollando a lo largo de los siglosXVII y XVIII y su morfología se fue adecuando a ella. En este sentido, son muyrepresentativos los testimonios de los diferentes cronistas de la ciudad, incluidos losviajeros, quienes aun en momentos en los que en Europa (especialmente en Italia) se

23 FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Mariano: op. cit., t. I, p. 40.24 BERMÚDEZ DE CASTRO, Diego Antonio: op. cit., p. 148.25 De acuerdo con el relato de fray Agustín de VETANCURT, “la Majestad del Señor Emperador

Carlos Quinto, por provisión del año 523, le concedió como a cabeza y Corte de la Nueva España usase delas armas compuestas de las que tenía en tiempo de su gentilidad, de un escudo con un castillo de trestorres, un Águila sobre un tunal con una culebra en la boca, al pie del tunal las aguas, a los lados delescudo afuera dos Leones, y una corona imperial por su remate.” Teatro mexicano. Descripción breve delos sucesos ejemplares, históricos y religiosos del nuevo mundo de las Indias , pp. 5-6.

26 SÁNCHEZ, Miguel: Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, milagrosamenteaparecida en la ciudad de México (1648), texto reproducido en: TORRE VILLAR, Ernesto de la y NAVARRODE ANDA, Ramiro Navarro de Anda: Testimonios históricos guadalupanos, pp. 176-177.

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desarrollaba un sentido urbanístico que podemos calificar como barroco, seadmiraban -como en Puebla- de la traza ortogonal de la ciudad. Tal es el caso, porejemplo, de fray Baltasar de Medina, quien en 1682 escribió con orgullo:

“...su calles en crucero de oriente a poniente, de norte a sur, tan iguales todas,parejas y reguladas por nivel, que estando en la plaza mayor se ven todos los confinesde la ciudad y de tanta anchura y capacidad que caben parados cuatro coches degrandísimo número...”27

De opinión similar fue Giovanni Francesco Gemelli Carreri, quien en 1694 dejótestimonio de que la ciudad parecía “un hermoso tablero, por sus calles rectas, anchasy bien adoquinadas, orientadas hacia los cuatro vientos cardinales; por lo que no sólodesde el centro...sino desde cualquier parte se ve casi toda entera.”28

Del mismo modo, fray Agustín de Vetancurt alababa la planta de la ciudad porser “cuadrada, con tal orden, y concierto, que todas las calles quedaron parejas, anchasa catorce varas, y tan iguales, que por cualquiera calle se ven lo confines de ella...”29

El plano de la ciudad, de fines del siglo XVII, conocido como el de los Condes deMoctezuma y atribuido a Diego Correa, muestra una traza rectilínea, afectadasolamente por las acequias. Es claro que se sobre esa traza se edificaron incluso losmonumentos que hoy calificamos como barrocos, los cuales, al no poder invadir callesy plazas con su presencia y, mucho menos alterar su traza de líneas rectas, tuvieronque hacerlo hacia lo alto. Quizá por ello José Antonio de Villaseñor y Sánchezcomentaba con gusto todavía a mediados del siglo XVIII que

“aunque ha crecido el número de sus habitantes, se ha acomodado en menosrecinto formal, por ocuparse el aire con sus altos, ciñéndose a menos ámbito lo muylucido de la ciudad...”30

Es decir, que se prefirió elevar los edificios antes que alterar la traza. De estehecho incluso da cuenta un anónimo arquitecto que hacia esa misma época escribióun tratado titulado Architectura mehcánica conforme la práctica de esta ciudad deMéxico en el que informa que el “aire de una casa” también se compraba y solíasuceder “ser una casa de dos dueños: el suelo de uno y el aire de otro...”31

En el mismo sentido se pronunció Juan Manuel de San Vicente el año de 1768,al alabar nuevamente las calles “anchísimas...y tan iguales hasta los estremos de suextensión, generalmente hablando así las de Norte a Sur, como las de Oriente aOcaso...”32

27 MEDINA, Fray Baltasar de: op. cit., f. 234 vto.28 GEMELLI CARRERI, Giovanni Francesco: Viaje a la Nueva España, pp. 21.29 VETANCURT, Fray Agustín de: op. cit., texto reproducido en: VETANCURT, Agustín de, SAN

VICENTE, Juan Manuel, VIERA, JUAN DE: La ciudad de México en el siglo XVIII (1690-1780), p. 43.30 VILLASEÑOR Y SÁNCHEZ, José Antonio de: Theatro Americano. Descripción general de los

Reynos y Provincias de la Nueva España y su jurisdicción. Dedicados el Rey Nuestro Señor D. PhelipeQuinto. Monarcha de las Españas , t. I, p. 33.

31 Architectura mechánica conforme la práctica de esta ciudad de México, f. 4 r. El tratado ha sidoatribuido al arquitecto Lorenzo Rodríguez. En la actualidad, a ese tipo de casas se le conoce en Méxicocomo “duplex”.

32 SAN VICENTE, Juan Manuel de: Exacta descripción de la magnífica corte mexicana, cabeza delnuevo americano mundo, significada por sus esenciales partes, para el bastante conocimiento de sugrandeza, texto reproducido en: VETANCURT, Agustín, SAN VICENTE, Juan Manuel de, VIERA, Juan de:La ciudad de México en el siglo XVIII (1690-1780), p. 148.

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Como es claro, a lo largo de la época virreinal, especialmente en aquellos añosen los que las artes y los oficios produjeron las obras que calificamos como barrocas,en el urbanismo existió una clara voluntad por mantener la traza ortogonal,manierista, que la había caracterizado desde el siglo XVI. Nunca se permitió que semodificara y, cuando por la mala disposición de algunos inmuebles se llegaba aalterar, las protestas se presentaron incluso a fines del siglo XVIII, como se manifiestaen el testimonio de un anónimo cronista que nos cuenta, respecto a las calles, que senotaba ya

“un absoluto abandono y torpeza, no labrándose con la dirección y simetría quelas primeras obras, sino torciendo o angostando las calles, de un modo que han privadoal casco de la ciudad y a sus habitantes de la hermosura material y de la salubridadcon que circularía el aire, dejando, si hubiese unos dilatados puntos de vista, unhorizonte agradable y seguido”.33

A esa traza, así esquemática y uniforme, se adaptaron los edificios, tanto en susespacios internos como externos, pues todo formó parte de la concepción ediliciaintegral de la ciudad.

La explicación simbólica de esta reiterada insistencia para el siglo XVIII nos laproporciona fray Juan de Viera, quien en 1777 escribió que la ciudad de México

“situada en un hermosísimo valle cuya circunferencia es un abreviado diseño delparaíso, porque la circundan tres hermosísimas lagunas bastantemente grandes ycapaces...es su figura casi cuadrada...sus calles son tan derechas, que por una y otraparte se descubren los horizontes; hacen su cuadratura en forma de cruz, pues cadacuadra tiene de longitud 250 varas, y la cabecera en forma de cuadro tiene 150.” 34

Una concepción ortogonal y uniforme de la ciudad, que en mucho respondía alideal de la Jerusalén Celestial, que completa Viera al equiparar la planta de la ciudadcon una cruz, símbolo de Cristo y con una “cabecera en forma de cuadrado”, comorepresentación ideal del debir en el Templo de Jerusalén; en concreto, un “abreviadodiseño del paraíso”.

A estas concepciones, vinieron a sumarse los baluartes, que flanqueaban ydefendían la ciudad en los cuatro puntos cardinales: Nuestra Señora de los Remedios,al poniente; Nuestra Señora de la Bala, al oriente; Nuestra Señora de la Piedad, al sury, al norte, Nuestra Señora de Guadalupe, “escudo, torre, y baluarte de toda laAmérica”35

Como todos sabemos, el culto a la Virgen de los Remedios y a la Virgen deGuadalupe, se inició en el siglo XVI, lo mismo que la construcción de sus primerossantuarios, aunque los que conservamos, corresponden ambos al siglo XVIII. En losdos casos, se trata de imágenes aparicionistas a indios, aunque el culto a la Virgen delos Remedios tuvo mayor arraigo entre la población española.36

Por su parte, corre la leyenda de que la imagen de Nuestra Señora de la Piedadfue llevada de Europa por encargo de un religioso y colocada en el siglo XVII en el

33 Reflexiones y apuntes sobre la ciudad de México (fines de la Colonia), p.47.34 VIERA, Fray Juan de: Breve compendiosa narración de la ciudad de México, corte y cabeza de

toda la América septentrional , año de 1777, pp. 1-3.35 Ibidem, p. 117.36 VICTORIA, José Guadalupe: Ideología, patronazgo y arquitectura. Los baluartes de México,

inédito. Agradezco al licenciado Pedro Ángles el haberme proporcionado este valioso manuscrito.

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convento dominico, adscrito a la Provincia de Santiago de México, el cual se habíaconstruido a principios de aquella centuria y se había ampliado a mediados de lamisma. No obstante, esa imagen adquirió gran devoción gracias a que “se cayó en lacuenta de que la mano divina se había puesto de manifiesto en ella...”37 al convertir elbosquejo que un pintor español había entregado al mencionado fraile en una pinturaperfectamente acabada.38

Finalmente, según otra leyenda Nuestra Señora de la Bala, al parecer erapropiedad de una señora de Iztapalapa, quien acusada de infidelidad por su esposo, seacogió a la protección de la imagen, la cual recibió la bala que había disparado sobrela mujer el agraviado esposo. La imagen entonces fue llevada al hospital de SanLázaro, donde recibió culto.39 En realidad se desconoce la fecha exacta en que laimagen fue trasladada, pero con seguridad se realizó antes del año de 1688, en que lacita Francisco de Florencia en su obra La Estrella del Norte de México.40

Estos datos nos dan idea de que la concepción de las cuatro advocacionesmarianas como “baluartes” de la ciudad de México, también fue producto de unproceso que llegó a su consolidación en el siglo XVIII, a través de autores comoCayetano Cabrera y Quintero41 y Mariano Fernández de Echeverría y Veytia,42 peroque ya vemos conformado hacia fines del siglo XVII. De hecho, uno de los autores quemayor influencia ejerció en la conformación de la idea de los “baluartes” marianos fueprecisamente Francisco de Florencia, quien en la obra mencionada explicó:

“quiere esta Señora tanto a esta ciudad de México, y en ella a toda la NuevaEspaña, que parece que se ha puesto, como su amparo seguro en las cuatro partes deMéxico, en cuatro imágenes milagrosas suyas, que le sirven de cuatro castillos roquerosque la defiendan...A cargo del Señor y de la Señora están los cuatro ángulos destatierra; sobre ellos se funda y afirma la estabilidad deste Nuevo Mundo...Si nos guardany defienden en México el Señor por medio de su Madre por cuatro partes: si puso Diospor centinelas, que por nosotros velan, cuatro milagrosas imágenes de María en loscuatro ángulos della, ¿quién podrá invadir y ofender a esta ciudad? ¿Por dónde vendráel azote de la justicia divina, que no encuentre con su Madre, que se lo quite de la manoy aplaque? ¿Qué enemigos visibles e invisibles la podrán asaltar, si en sus cuatrosantuarios tiene cuatro baluartes que la defiendan? Al oriente, N. Señora de la Bala, quesabe recibir en sí las balas, porque no hieran a quien della se vale. Al poniente, a laVirgen de los Remedios, que está hecha a cegar y derribar por tierra a sus enemigos. Ala de la Piedad, que con su hijo difunto en los brazos está llorando nuestros delitos yaplacando a Dios por nuestras culpas, al sur. La de Guadalupe al norte, que comoestrella fija nos guía y alumbra: que como la principal de todas, se ha puesto alseptentrión, porque de él dice la Escritura, que amenaza todo el mal...”43

37 VICTORIA, José Guadalupe: “De blasones y baluartes mexicanos”, p. 106. José Guadalupe

Victoria: Ideología, patronazgo y arquitectura. Los baluartes de México.38 FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Mariano: Baluartes de México, p. 88.39 VICTORIA, José Guadalupe: “De blasones y baluartes mexicanos”, p. 107. VICTORIA, José

Guadalupe: Ideología, patronazgo y arquitectura. Los baluartes de México.40 FLORENCIA, Fray Francisco de: La Estrella del Norte de México..., texto reproducido en: TORRE

VILLAR, Ernesto de la y NAVARRO DE ANDA, Ramiro: Testimonios históricos guadalupanos, pp. 394-395.41 CABRERA Y QUINTERO, Cayetano: Escudo de armas de México.42 FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Mariano: Baluartes de México.43 FLORENCIA, Fray Francisco de: op. cit., pp. 394-395.

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Este texto nos da idea de la cosmogonía religiosa de la época. En ella, serecogen tradiciones ancestrales, como aquella de la imagen del mundo, en este casodel Nuevo, como un cuadrado con los cuatro pilares del Universo orientados hacia loscuatro puntos cardinales. De esas mismas antiguas tradiciones procede la idea de loscuatro mensajeros de Dios que custodian el Mundo en sus cuatro ángulos, talesmensajeros solían ser ángeles, mientras que en la ciudad de México, es la mismaVirgen, Madre de Dios, adoptando cuatro advocaciones, quien custodia la ciudad deMéxico y con ella al Nuevo Mundo, a la Nueva España. Pero también está presente laJerusalén Celeste descrita por San Juan, como ella, la ciudad de México tenía plantacuadrada y también estaba resguardada por una muralla imaginaria, en cuyosextremos se levantaban sus cuatro baluartes defensivos.

En la interpretación del padre Florencia también es de destacarse la ubicacióndel Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, que era el principal y por eso seencontraba al norte, pues en la tradición cristiana ese punto cardinal “no es sólo larepresentación de las tinieblas infernales, sino también la región del cielo en la que elsol permanece un momento oculto antes de elevarse de nuevo por encima delhorizonte”.44 En sentido figurado, marca el nacimiento del mundo a la luz delcristianismo, en este caso, del mundo de la Nueva España.

De todos modos la ciudad de México así concebida, como un cuadradocustodiado por cuatro baluartes, entre los que se destaca el Santuario de Nuestra

44 BURCHARDT, Titus: Chartres y el nacimiento de la Catedral , pp. 17-18.

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Señora de Guadalupe, al norte, recuerda también las diversas imágenes históricas,legendarias y apocalípticas del Templo de Jerusalén, cuyo atrio exterior estabarodeado por una barda abierta por medio de tres puertas: una para hombres ymujeres, otra sólo para hombres y la tercera, para sacerdotes. Al fondo, cerraba elconjunto, precisamente el Templo. Igualmente, en sentido figurado, en la ciudad deMéxico, tres de los baluartes podrían representar las tres puertas del atrio del Templo,en tanto que al fondo, se levantaría el santuario principal, el de Nuestra Señora deGuadalupe, representación simbólica del Templo de Jerusalén.

En efecto, en otros estudios y en otros congresos, he tenido ocasión de analizarla imagen arquitectónica del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe “extramurosde la ciudad de México”,45 como una reconstrucción hipotética del Templo deJerusalén y el conjunto arquitectónico del Tepeyac, como una reproducción, asímismo ideal, del Monte del Templo.46

Estas hipótesis se vienen a corroborar con los textos relacionados con elsignificado de la Virgen de Guadalupe para el mundo novohispano y la vinculaciónestrecha que establecieron entre ella y la Virgen del Apocalipsis descrita por San Juan;así como la relación que encontraron entre la Apocalíptica y la propia ciudad deMéxico. El texto más explícito en este sentido es el titulado Imagen de la Virgen MaríaMadre de Dios de Guadalupe, de Miguel Sánchez, quien al exponer los objetivos de suobra explicó que siempre que contemplaba la imagen de la Virgen de Guadalupe

45 Véase: FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Mariano: Baluartes de México, portada.46 FERNÁNDEZ, Martha: “El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe: una reconstrucción

novohispana del Templo de Salomón”, pp. 95-121. Martha Fernández: La imagen del Templo de Jerusalénen la Nueva España, en prensa.

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“se me representaba la imagen, que el evangelista San Juan, en el capítulo docede su Apocalipsis, vio pintada en el cielo, y deseaba con mi pluma, a un mismo tiempocrear aquestas dos imágenes, para que la piedad cristiana contemplase en la imagendel cielo el original por profecía, y en la imagen de la tierra el trasunto por milagro...”47

De esa manera resultó que la “mujer vestida de sol” era México, pues “todosconocen que aquesta tierra se tuvo por inhabitable, por ser región tan vecina al sol”;48 laluna bajo sus pies era también la propia ciudad, “por lo natural fundada sobre aguas,en que predomina la luna” ;49 las doce estrellas que coronaban la cabeza de la Virgen,“es el sol que la viste, y esta mujer México vive amparada, honrada y favorecida debajode esta corona.”50

Es así como, gracias a la Virgen de Guadalupe, la ciudad se convirtió para losnovohispanos en la “ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo del ladode Dios, ataviada como una esposa que se engalana para su esposo”,51 con un monteSagrado al norte, donde se levantaba -como ahora- su propio Templo hierosolimitano,para guardarla de los enemigos y de las calamidades. Como bien explica AntonioRubial,

“México, la Jerusalén de María (como la otra lo era de Jesús) se concebía comouna ciudad santa que con sus virtudes y su armonía respondía perfectamente al modelode la ciudad celestial. Además del geométrico urbanismo que compartían en su trazaambas ciudades, la Jerusalén-México y la celeste eran realidades que se remitían a larenovación de los tiempos mesiánicos, cuando la acción de Dios transformaba lacreación. Ambas eran ciudades de elección divina y la segunda, México, fue asimilada ala tierra prometida al igual que su conquista por los españoles lo era a la de Canaan porlos judíos.”52

Es claro, entonces, que para los novohispanos México era la ciudad sagrada deMaría. Pero no sólo eso, en realidad, su significado es todavía más profundo, pues asícomo en la Jerusalén celeste Juan no vio templo en ella, “pues el Señor, Diostodopoderoso, con el Cordero, era su Templo”,53 en México, su Templo era María. Deesta manera, la centralidad de Dios se trasladó a la Virgen y la ciudad de México, seconviertió toda ella en una ciudad-templo.

Si Puebla había sido trazada por ángeles y la ciudad de México era la ciudad-templo de María, se comprende fácilmente la necesidad que tuvieron sus habitantespor mantener incólume su morfología, a pesar de los cambios de estilo que semanifestaron a lo largo de los tres siglos del virreinato en sus edificaciones. Aunque esclaro que muchas de ellas las aprovecharon precisamente para completar el sentidosimbólico de la ciudad, tales como los monumentos de la calzada de los Misterios, queconformaba una especie de “Vía Sacra, pero más apacible”, al decir de Francisco de

47 SÁNCHEZ, Miguel: op. cit., p. 157.48 Ibidem, p. 165.49 Ibidem, p. 167.50 Idem.51 Apocalipsis: XXI, 2.52 RUBIAL GARCÍA, Antonio: “Civitas Dei et novus orbis. La Jerusalén celeste en la pintura de la

Nueva España”, p. 68.53 Apocalipsis: XXI, 22.

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Florencia;54 las capillas de las plazas, los nichos de esquina en las casas habitación,las “estampas” y, desde luego, las mismas portadas-retablo de los templos.

De ahí que el colofón de esta historia y de la sacralización del espacio urbanoen la Nueva España sea la construcción tardía de una villa, nuevamente de plantaortogonal, al pie del cerro del Tepeyac: la villa de Guadalupe.

Su historia comenzó cuando, el 9 de febrero de 1725, el Santuario de NuestraSeñora de Guadalupe fue erigido en “insigne y real Colegiata” ,55 lo que hizo necesarioerigir en pueblo, a la población indígena que habitaba la zona y, en villa, a lapoblación española. En 1735 la Real Audiencia de México autorizó la erección delpueblo, de manera que ese mismo año, los naturales del Santuario celebraron suprimer cabildo.56

En el caso de la villa, la erección no sólo contempló los procedimientos jurídcosnecesarios, sino también el diseño de una traza para ella. Desde 1736 hasta 1779 sepresentaron diversos proyectos para llevar a cabo dicha traza.57 Todos, contemplaronla construcción de la villa al sur del Santuario y en todos se planeaba la apertura deplazas, cuyo número variaba de dos a cuatro. Los proyectos que se realizaron fueron:primero el de Manuel Álvarez y José Eduardo de Herrera, del año de 1750 y, después,el elaborado por Ildefonso de Iniesta Bejarano y Francisco Antonio Guerrero y Torres,del año de 1779.

Sin embargo, más que lo hecho, es interesante analizar algunos aspectos deesos proyectos, aunque sólo hayan quedado en papel. En el proyecto de IniestaBejarano y Guerrero y Torres, se abrirían cuatro plazas. El número cuatro ha tenidoun especial significado simbólico en las religiones desde la Antigüedad; ya hemencionado lo relativo a los cuatro puntos cardinales, que custodiaban cuatroángeles, lo que finalmente viene a ser la representación más antigua y simple delmundo. Pero también, tiene que ver con los cuatro ríos del paraíso, con las cuatroescuadras en las que Moisés dividió a las tribus de Israel en torno al Tabernáculo; conlas cuatro tribus Levitas de sacerdotes, los cuatro Evangelistas y, en la ciudad deMéxico, con las cuatro torres del Santuario y, por supuesto, con los cuatro Baluartes.

En lo personal, me resulta muy interesante el proyecto que presentó elingeniero Felipe Feringán Cortés el año de 1748, en el cual se abría al centro de la villauna plaza octogonal, cuyo significado simbólico se encuentra en la reconstrucciónideal del Templo de Jerusalén, a través de las leyendas medievales en torno a laMezquita de la Roca y del significado simbólico que otorgó San Ambrosio (340-397) aesa forma geométrica, como símbolo de la resurrección.58 Esta plaza, así dispuesta,

54 Francisco de Florencia: op. cit., pp. 26-28.55 O’GORMAN, Edmundo: Destierro de sombras. Luz y origen de la imagen y culto de Nuestra

Señora de Guadalupe del Tepeyac , p. 284. La distinción tuvo efecto hasta el año de 1751.56 LÓPEZ SARRELANGE, Delfina: Una villa mexicana del siglo XVIII, pp. 31-33.57 Estos proyectos han sido analizados desde el punto de vista morfológico por: LÓPEZ

SARRELANGE, Delfina: op. cit., pp. 37-60 y SENTÍES R., Horacio: La villa de Guadalupe. Historia,estampas y leyendas , pp. 19-26.

58 De acuerdo con San Ambrosio: “el templo de ocho capillas se irigió para usos santos. La fuenteoctogonal es digna de este premio. A este número convino que surgiera el aula del sacro bautismo, con elcual a los pueblos retorna la verdadera salud con la luz de Cristo resurgente, que abre los claustros a lamuerte, y levanta los túmulos a los exánimes.” Citado por Bulmaro Reyes Coria en la nota 19, p. LXX dela edición de las Instrucciones de la fábrica y ajuar eclesiásticos, de Carlos BORROMEO. Igualmente, paraponderar el baptisterio con ocho hornacinas, anexo a la iglesia de Santa Tecla de Milán, San Ambrosiograbó en sus paredes la siguiente leyenda: “La ocho hornacinas de esta iglesia se abren para los ritossagrados. Ocho ángulos tienen sus siete fuentes, ocho como corresponde a sus dones. Era convenienteasentar este lugar para el santo bautismo sobre un número sagrado; lo que aquí el pueblo recibe es lasalvación.” Citado por Oliver BEIGBEDER, en: Léxico de los símbolos, p. 336.

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tenía su correspondencia con los elementos octogonales del Santuario de Guadalupe,que tendría a sus espaldas, muy especialmente con la cúpula y con las torres a partirde su amplio significado simbólico; pero también con la imagen de la Jerusalén celesteque ya se había desarrollado en la Nueva España, como una ciudad de plantaoctogonal, como se aprecia en algunas representaciones pictóricas de los siglos XVII yXVIII.

Pero quizá lo más interesante sea que ninguno de los proyectos contemplabaiglesia ni capilla en la plaza central lo que, desde el punto de vista urbanístico resultalógico si pensamos que su templo era el propio Santuario de Guadalupe, que tendría asus espaldas; sin embargo, desde el punto de vista simbólico no deja de ser sugerente,pues ese sólo hecho aleja la plaza de la villa, de las plazas novohispanas tradicionalesdonde, como expliqué antes, se ubicaban los poderes civiles y religiosos. Esto nosconduce necesariamente a vincular de alguna manera a las plazas propuestas en losproyectos de la villa con la imagen de la Jerusalén celeste y de nuevo con el pasaje del

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Apocalipsis en el que san Juan describe una ciudad sin templo, porque su templo eraDios mismo; en este caso, nuevamente la propia Virgen.

En cualquier caso, estos proyectos vienen a reforzar la necesidad que tuvieronen la Nueva España por representar la ciudad de Dios en la Tierra, su modelo fue -yno podía ser otro- la Jerusalén celeste descrita por San Juan, la cual se convirtió en laciudad ideal de la cultura criolla y con ello, en la ciudad ideal del barroconovohispano.

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