la importancia del elogio sincero

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1 La importancia del elogio sincero No trates de averiguar el porqué de los actos del otro. Elogia sus actos, interpretándolos como provenientes de buenas intenciones. Si el otro actuó con malas intenciones, se sentirá incómodo con el elogio. Enseguida imaginará que sería feliz si hubiese actuado con buena voluntad y mereciese realmente aquel elogio. Entonces, en el intento de alcanzar esa felicidad, él se esforzará para actuar siempre con buena intención y terminará lográndolo, volviéndose así una persona correcta. Las palabras de elogio son esenciales para mejorar a las personas. (Del Libro 'Palabras De Sabiduría' De Masaharu Taniguchi)

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La importancia y el cómo valorarte y sentirte MB. a través del elogio.

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Page 1: La importancia del elogio sincero

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La importancia del elogio sincero No trates de averiguar el porqué de los actos del otro.

Elogia sus actos, interpretándolos como provenientes de buenas intenciones.

Si el otro actuó con malas intenciones, se sentirá incómodo con el elogio.

Enseguida imaginará que sería feliz si hubiese actuado con buena voluntad y mereciese realmente aquel

elogio.

Entonces, en el intento de alcanzar esa felicidad, él se esforzará para actuar siempre con buena intención y

terminará lográndolo, volviéndose así una persona correcta.

Las palabras de elogio son esenciales para mejorar a las personas.

(Del Libro 'Palabras De Sabiduría' De Masaharu Taniguchi)

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¿Sabes Elogiar?

A las personas en general nos resulta más sencillo fijarnos en los aspectos negativos de los demás que en los positivos. Elogiar es una manera estupenda de motivar, premiar y reconocer pero en ocasiones, genera efectos contrarios a los deseados ¿Por qué? Porque no se lleva a cabo de la manera correcta y acaba pareciendo una adulación, algo falso o exagerado. Hay tres elementos a cuidar en la forma de elogiar para no caer en la adulación gratuita: - el motivo - el momento - la forma ¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE EL ELOGIO Y LA ADUACIÓN?

El adulador dirige sus halagos hacia la persona y no hacia lo que hace: “eres el mejor cocinero del mundo”. La persona que sabe elogiar hace lo contrario, felicita por lo que otros hacen, no por lo que son “el postre estaba exquisito”.

¿QUE PODEMOS HACER ENTONCES PARA QUE NUESTROS ELOGIOS SURTAN EL EFECTO DESEADO? Estas son algunas ideas:

1.- ¿ES TU ELOGIO UN EVALUACIÓN? El elogio puede llevar implícita una evaluación. A nadie le gusta sentirse evaluado, aunque sea en positivo. La mayor parte de las personas se sienten incómodas, cuando no ofendidas, cuando son evaluadas.

2.- PLANO DE SUPERIORIDAD. El elogiar a alguien puede hacer que nos situemos en un plano de superioridad con respecto a él, nos estamos poniendo en posición de enjuiciar, si esto ocurre, podemos conseguir que la persona se sienta amenazada.

3.- EL PELIGRO DE CREERLO. Aceptar un elogio y realmente creernos merecedores del mismo puede llevarnos a crear la obligación de no defraudar las expectativas puestas en nosotros. Considerar que eres “la más guapa” y tener que defender esa posición puede ser agotador además de imposible.

4.- LO NO ELOGIABLE. La inteligencia no es elogiable y así lo respaldan estudios recientes (Mueller y Stemberg) que demostraron la enorme brecha entre las personas elogiadas por su esfuerzo en lugar de por su inteligencia cuando se producen resultados no deseados. Las personas elogiadas por su esfuerzo consideraban que, simplemente, debían esforzarse más, mientras que los alabados por su inteligencia se autoconsideraban estúpidos si los resultados no eran los esperados.

5.- AUTOESTIMA A PRUEBA DE ELOGIOS. No dejes que tu autoestima esté en función de que te puedan o no te puedan elogiar o de las críticas recibidas. Cuando buscamos la aprobación de los demás n os convertimos en esclavos de un amo imposible de contentar.

6.- CREDIBILIDAD. La credibilidad de un elogio no solo radica en su forma y contenido, también depende de cómo se vea a sí misma la persona elogiada. Si elogiamos la belleza de una adolescente qu e no se acepta a sí misma, encontraremos por su parte resistencia para admitir el comentario, porque la credibilidad del elogio depende también de las características y necesidades psicológicas de quien lo recibe.

7.- EL VALOR DE LO ESCASO. Si elogiamos constantemente a la misma persona, la credibilidad de nuestros comentarios se reduce. Administra con prudencia.

8.- SÉ SINCERA. Las personas están más dispuestas a aceptar y agradecer elogios que encajan con su propia evaluación. Reflexiona sobre las cualidades de tu interlocutor antes de hablar. En caso de duda, aplaza tu comentario para un mejor momento.

9.- ACIERTA EN LA ELECCIÓN DEL MOMENTO. De ello dependerá en gran medida su acogida. Procura no incluir en la misma conversación un elogio y la petición de un favor. Sonaría chirriante.

10.- EVITA LAS GENERALIZACIONES. Intenta ser original y personaliza. Olvídate de frases hechas y adjetivos manidos. Y recuerda, debemos elogiar lo que alguien hace bien, no lo que uno es.

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Formas de Elogiar a Alguien 1 Sinceridad.

Lo más importante a la hora de elogiar es ser sincero. De lo contrario, el lenguaje no verbal te delatará. Ten una actitud de búsqueda de lo positivo.

2 Elogia la conducta y no a la persona. Si tienes hijos, les debe quedar claro cuál es la conducta que te agrada para que la repitan. Intenta ser muy concreto. Es conveniente utilizar 'mensajes yo' y lenguaje emocional. El elogio debe expresarse en un tiempo próximo a la conducta que nos agrada y queremos reforzar.

3 ¿Para qué sirve elogiar? Favorece que caigas bien y te conviertas en una persona significativa o de confianza. Hace consciente al otro de aquello que nos agrada de él. Es un gran incentivo, más potente que el castigo o la crítica.

El elogio es muy útil si quieres potencia la autoestima positiva y la motivación en el otro.

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101 MANERAS DE ELOGIAR A SU HIJO Los niños responden al elogio/la alabanza (el refuerzo positivo). El elogio tiene un impacto increíble en el amor

propio/autoestima del niño, y también ayuda a incentivarlos, animarlos, motivarlos, alentarlos a un mejor

funcionamiento diario.

Por otro lado, el modo más eficaz de formar una buena conducta es moldearla con elogios. Moldear con

elogios es una herramienta educativa que debe usarse repetidamente para mostrar la aprobación de los

comportamientos. El propósito de elogiar es aumentar conductas deseables en el niño, y a la vez fortalecer la

confianza de su niño en si mismo. Utilice los elogios con frecuencia, ya q por lo general centramos mas la

atención en lo que hacen mal que en lo que hacen bien…

Para el comportamiento adecuado, dele recompensas inmediatas. Inmediatamente señale el buen

comportamiento con elogios, o dele una palmada de aprobación en la espalda, o si usa un sistema de puntos

súmele un punto inmediatamente.

Aquí están algunas maneras de decir a su niño que usted está orgulloso de él. Palabras de aliento y estímulo

para los niños del mundo:

1. ¡Buen trabajo!

2. Así se hace

3. Súper bien

4. Eres especial

5. Extraordinario

6. Excelente

7. Te quedo estupendo tu dibujo

8. Lo estás haciendo mejor. Lo haces cada vez mejor

9. Que estupendo

10. Bien

11. Formidable

12. Yo estoy muy orgullosa de ti

13. Sabía que podías hacerlo

14. Fantástico

15. Me gusta la manera q tu....

16. Tienes una manera unica de ver las cosas

17. Vas muy bien

18. Se ve que dominas la matemáticas (o clase q el domine)

19. Correcto

20. Ya lo haces tu solo

21. Ya le encontraste el truco

22. Muy bien!

23. Bravo

24. Eres Increible

25. Eres fantastico

26. Esa es la manera

27. Vas por buen camino

28. Que inteligente eres

29. Lo hiciste!

30. Eres sorprendente

31. Chocar las palmas de la mano / dar palmaditas en la espalda / abrazarlo

32. Es lindo lo q has hecho

33. Estupendo

34. Q idea tan ingeniosa

35. Eres lindísima/guapísimo

36. Eres único

37. Nada podrá detenerte ahora

38. Bien, muy bien

39. Te quiero

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40. Eres todo un campeón

41. Excelente trabajo

42. Tú eres bueno en eso,

43. Espectacular

44. Admirable

45. Eres tan querido

46. Eres precioso

47. Magnifico descubrimiento

48. Haz descubierto el secreto

49. Nada se te escapa

50. Q buen esfuerzo de tu parte

51. Hiciste un trabajo fantástico

52. ¡Admirable!

53. Tú eres el mejor Dylan (el nombre de su hijo) que he conocido

54. Tú demostraste mucha responsabilidad cuando...

55. Eso es, perfecto

56. Te lo aprendiste bien

57. Que buena imaginacion tienes

58. Que bueno eres para escuchar

59. Eres tan divertido

60. Tu estas progresando en........ cada vez mas

61. Excelente progreso

62. Se ve que te interesa

63. Que excelente rendimiento en la escuela

64. Bien por ti

65. Yo confio en ti

66. Tu significas mucho para mi

67. Me gusta tu compania

68. Tu me haces feliz

69. Cada dia me sorprendes mas

70. Hoy me diverti tanto contigo... tu eres la mejor compañía del mundo

71. Q suertudos somos de tener un hijo como tu

72. Mucho mejor,

73. Tu significas el mundo para mi

74. Estas en lo cierto

75. Sonreír, aprobación con la cabeza, reclinarte a su altura.

76. Eres un tesoro

77. Eso es,

78. Que buenas ideas tienes

79. Eso está bien, perfecto

80. Hiciste un trabajo excepcional

81. Eres el mejor

82. Me gusta tu....

83. Tu q crees?

84. Te quiero

85. Tu dibujo me gusto mas

86. Q listo eres

87. Buena idea

88. Lo estas haciendo mejor

89. Fenomenal

90. Magnifico

91. Q rápido aprendes

92. Bingo

93. Te quedo espectacular

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94. Me gustan tus ideas

95. Me puedes ensenar como lo hiciste

96. Q bien lo aprendiste

97. Yo estoy completamente feliz de q seas mi hijo

98. Estoy tan impresionada contigo

99. Un súper abrazo para un súper niño

100. Gracias por escucharme

101. Tú iluminas mi día

La ausencia del elogio

Después de diecinueve años de trabajo en una multinacional de publicidad, Félix decidió cambiar de aires y

fichó por una pequeña agencia local. En sus primeros días de trabajo en la nueva oficina, uno de los

directores lo llamó y le pidió si podía preparar una presentación para un cliente. Tenía solo dos días.

Félix trabajó con intensidad y a las cuarenta y ocho horas le dejó al director el dosier de la presentación en la

mesa. Al poco rato, el director fue a verlo y con la presentación en la mano le dijo:

– ¡Brillante!

Jorge no sabía cómo interpretar aquellas palabras y se apresuró a decirle:

–Lo siento, he tenido solo dos días, he trabajado muy rápido, quizá demasiado, y no todo está como me

gustaría, pero no he podido hacer más…

El director lo miró con extrañeza y le cortó el discurso para decirle:

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–Félix, parece que no me estás entendiendo, te estoy diciendo que me parece brillante, te estoy dando las

gracias.

Jorge se disculpó:

–Perdona, es que pensaba que lo decías con ironía porque esperabas un trabajo mejor.

El director, con expresión contrariada, le dijo:

–Amigo, estás fatal. No sé cómo te trataban en tu antiguo trabajo…

En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de

desprecio” (Albert Camus)

Somos implacables transmitiendo a los demás nuestras críticas y sin darnos cuenta omitimos los halagos.

Cuando algo no nos gusta de otro, cuando ha hecho algo mal, sentimos la necesidad de decírselo. Y si

ocupamos una posición de poder, esta necesidad se convierte en una responsabilidad más de nuestro trabajo.

Sin embargo, cuando las cosas salen bien, cuando estamos contentos del trabajo de alguien o nos gusta

especialmente algo de su manera de hacer las cosas, nos cuesta muchísimo decírselo. Nos parece

innecesario y hasta contraproducente. Como le oí decir a un alto ejecutivo a propósito del excelente trabajo de

un subordinado, “mejor no decírselo, que se lo cree y se relaja”.

Lo cierto es que con mayor o menor consciencia de ello, nos sobrecargamos los unos a los otros de críticas y

reproches, y prescindimos de los halagos y los reconocimientos. Recibimos proporcionalmente muchos

menos halagos que críticas, a pesar de que, como ha demostrado la investigación científica, necesitaríamos

para un correcto equilibrio emocional al menos cinco halagos por cada crítica, ya que para la mente humana

lo malo es más fuerte que lo bueno.

Es un signo de generosidad halagar de manera generosa”

(André Maurois)

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Nadie es inmune a la sobrecarga de juicios negativos. Al mismo tiempo, todos necesitamos una dosis

razonable de reconocimiento. La ausencia de halagos deja huella en nuestro estado emocional: la persona

que solo recibe crítica en lo que hace acaba creyendo que hace las cosas mal, y que no es bueno en su

trabajo. Acaba perdiendo la autoestima.

En el caso que he descrito, Félix dudaba de la intención de las palabras de su nuevo director, porque tras

años y años de ausencia de reconocimientos y de críticas innecesarias había dejado de creer en sí mismo y

no concebía que aquel comentario pudiera ser un halago.

La falta de reconocimiento mina la autoestima. No a todos por igual y de la misma manera, pero lo hace. Y si

se combina con una sobredosis de crítica, el efecto se multiplica.

Sería bueno revisar nuestro comportamiento comunicativo con los demás: ¿cuándo fue la última vez que le

reconocí a determinada persona algo bueno?, ¿me cuesta decirle lo que me gusta de él?, ¿me ahorro

sistemáticamente los halagos? Y corregir el balance entre críticas y halagos.

Es bueno halagar generosamente a los demás cuando lo merecen, como es bueno saber recibir y disfrutar de

un halago merecido. Ambos comportamientos son signo de seguridad interna. Lo que no es bueno en

absoluto es llegar a depender de los halagos de los demás, ya que ello nos hace terriblemente vulnerables.

Cuando dependemos del reconocimiento ajeno para sentirnos bien, acabamos haciendo lo que sea necesario

para obtenerlo, prescindiendo, en el límite, de nuestros propios valores.

Rechazar una alabanza es desearla doble” (François de La

Rochefoucauld)

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Contaba el desaparecido maestro Oriol Pujol Borotau que nuestra autoestima es como un gran saco que

llenamos cada día con todo lo bueno que nos ocurre. Pero este saco tiene un agujero, de manera que por la

noche va perdiendo su contenido, y cada mañana necesitamos llenarlo de nuevo. Podemos llenarlo desde

fuera –con el reconocimiento y la estima de los demás– o podemos llenarlo desde dentro –con nuestra propia

estima y reconocimiento–. Si lo hacemos desde fuera, cada mañana viviremos la angustia de tener que lograr

el reconocimiento de los otros, de tener que hacer cosas para que estén contentos y nos lo den. De tener que

ganarnos su estima. Y si el reconocimiento no llega, el saco no se llena y nos sentiremos mal. Si, en cambio,

nos acostumbramos a llenarlo desde dentro, desde nuestra propia estima, seremos seres independientes y

podremos vivir el reconocimiento de los otros –si llega– como un gran regalo, pero no como una necesidad

para nuestra subsistencia.

Hace uno bien en alabarse a sí mismo cuando no encuentra

otro apologista” (Erasmo de Rotterdam) Quizá nos toque vivir en un entorno parco en halagos y lleguemos a dudar de nuestras capacidades y

aptitudes. No será una situación agradable, sin duda, pero incluso en estos casos hay un trabajo que siempre

podemos hacer para no perder la autoestima: tomar consciencia de nuestras virtudes.

Para ello ayuda mucho un sencillo ejercicio: escribirlas. Hacer una lista de veinticinco virtudes que

consideramos nuestras y, una vez completada, pegarla en el espejo del baño para leerla cada mañana. Si la

lista es demasiado corta, pidamos ayuda a los amigos. Que nos ayuden a confeccionarla con todo aquello que

ellos experimentan de nosotros en positivo y que quizá nosotros no somos capaces de ver. Si es demasiado

larga (ocurre pocas veces), una pequeña dosis de humildad nos ayudará a recortarla saludablemente.

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El poder de autoelogiarte El elogio es una herramienta muy efectiva para motivar y crear un profundo sentimiento de autoestima, la cual es la cualidad más importante y delicada que un ser humano pueda poseer. A razón de ello, todos necesitamos en mayor o menor medida el reconocimiento de los demás. Sin embargo; a veces, cu ando lo recibimos un elogio, no lo acogemos, no lo hacemos nuestro. Nos quitamos rápidamente de encima esa medalla porque nos provoca miedo o vergüenza, no le damos importancia o la consideramos falsa. Para que esto no ocurra, es necesario aprender primeramente a autoelogiarnos. El autoelogio es una manera de hablarse positivamente a uno mismo. Es una forma de contemplarse y de reconocer nuestras actuaciones adecuadas. Para ello, no hace falta, ni es necesario que lo hagas en voz alta y en público. Las personas que se sienten bien consigo mismo suelen sentirse bien con la vida; son capaces de resolver con seguridad los retos y las responsabilidades que se les plantea. Por eso, si: ¿Llevaste a cabo bien tu deber?, ¡Felicítate! ¡Regálate un “muy bien”! Tu principal deber es para contigo. ¡Date un abrazo! Admira las cosas materiales que te rodean y te pertenecen. ¡Felicítate por tenerlas! Involúcrate en tus propios autoelogios; por ejemplo: “Esta camisa me queda bien”, “Definitivamente mi casa muestra que tengo buen gusto”, “Hoy estoy muy bien vestido”, “Sé elegir muy bien a mis amistades”, etc.

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La autoexpresión de sentimientos positivos nos hace sentir bien, sencillamente porque es agradable el buen trato. El autoelogio tiene grandes ventajas en el control y fortalecimiento de nuestras emociones, porque es rápido, económico, se puede aplicar cuando y donde uno quiera, no se ve pero se siente, no es criticable, es de uso exclusivo personal y utilizado con cautela, no se desgasta. Si lo practicamos el autoelogio cotidianamente, logramos la capacidad de elogiar a los demás de manera fácil. Los elogios son otra de las armas poderosas para llegar al éxito y la felicidad. Si practicas todos los días en ti mismo como en los demás, los elogios estarán cargando a tu mente de energía positiva; por lo mismo de seguro, lograrás todos tus deseos y acciones programadas. Elogiar les rinde excelentes resultados a los novios, a los entrenadores, a los empresarios, a los padres para con los hijos, a los buenos profesores y jefes en los trabajos. Es un camino hacia la grandeza, lleva en sí la fuerza motriz de todas las virtudes positivas que tenemos cada uno de nosotros. Sé rico en elogiar y avaro en menospreciar Cuando elogiamos a los demás por sus logros o por s u buen rendimiento, ellos se esfuerzan por rendir más y mejor. No procures decir: “¡Tonto, inútil, ¡Qué mal!, ¡Usted no sirve para nada!” Diga siempre: “¡Qué bien! ¡Tú puedes! ¡Animo¡ ¡Adelante! ¡Vuelve a empezar! ¡Confío en ti! ¡Lo lograrás!”, ¡Tú eres un ser maravilloso!, ¡Tú eres exitoso! Sí; el poder motivador del elogio es ilimitado. He aquí unos ejemplos para autoelogiarse:

Ø Yo soy saludable.

Ø Yo soy exitoso (a).

Ø Yo soy próspero (a).

Ø Yo soy millonario (a).

Ø Yo soy alegre y feliz.

Ø Yo soy un ser maravilloso.

Ø Yo soy dueño (a) de mis emociones.

Ø Yo soy el hombre (la mujer) más feliz del

mundo.

Ø Mi perfección interior se manif iesta ¡¡ahora!!

Ø El amor llena mi ser.

Ø La paz está dentro de mí.

Ø Mis obras serán exitosas indefectiblemente.

Ø El éxito de mis proyectos ya es una realidad.

Ø Estoy rebosante de salud y libertad.

Ø Yo soy un rayo de luz que emana el Universo.

Ø Yo he venido al mundo solo para amar, solo para.

ayudar, solo para servir, etc.

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Que mejor forma de autoelogiarse que creer en uno mismo:--------->

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