la iglesia y la salud en el virreinato peruano
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La Iglesia y La Salud en El Virreinato PeruanoTRANSCRIPT
LA IGLESIA Y LA SALUD EN EL VIRREINATO PERUANO
Conviene recordar que en la construcción del Nuevo Mundo tuvo especial impacto en la salud de
los naturales de Indias, pues los españoles recién llegados fueron portadores involuntarios de gérmenes
patógenos desconocidos hasta entonces en América y que provocaron gran mortandad: viruela, gripe,
escarlatina, sarampión, tifus. A ello hay que añadir las enfermedades endémicas propias de de cada
región.[1]
Para enfrentar dolencias y plagas, se publicaron leyes acerca de la protección de las personas, de
crean los primeros servicios de salud y se dictamina acerca de la intervención sanitaria, normativa sobre el
uso y cuidado de las aguas, alcantarillado... Para conocer la gigantesca tarea debemos rastrear las
normativas, ver las instituciones, conocer los profesionales y las instituciones protagónicas.
Curar es una obra de misericordia. El P. Acosta, tan cercano en todo a Santo Toribio,
sentenciará:" Si tenemos sed de ganancias de almas no hay camino más compendioso que la
beneficencia".Me complace compartirles tres bellos textos de la proverbial caridad y acción social vivida en
Lima, Ciudad de los Reyes, para enmarcar el tema enunciado de la acción benéfica de la Iglesia a través
de la salud. .
…El primero –a fines del S.XVI- nos lo ofrece el gran cronista Bernabé de Cobo, S.I. Historia de la
fundación de Lima Libro segundo. Capítulo Primero: "De la mucha piedad y religión de esta república"
No resplandece ni campea menos la piedad y misericordia con los prójimos, como lo testifican los muchos
hospitales que hay fundados, donde con singular amor y regalo son curados los enfermos; las
gruesas limosnas que se recogen para sustento de los necesitados; las memorias pías dotadas de buenas
rentas, que se expenden en dar estado a doncellas pobres y en remediar necesidades de gente
desamparada; y lo que no es de menor estimación, el buen acogimiento, agasajo y comodidad que en esta
república (digna por ella del honroso título de madre común) hallan todos los forasteros de cualquier nación
que a ella vienen, que es tan notable, que los más ponen en olvido a sus propias patrias y se avecindan en
ésta y la tienen pro propia, atraídos y pagados del amor y cortesía con que son recibidos y tratados y la
igualdad con que ella reparte entre sus habitadores, sin aceptación alguna de personas naturales o
extranjeras, los bienes, comodidades y honras que otras repúblicas sólo distribuyen y comunican a sus
propios hijos y naturales, excluyendo de ellos a los advenedizos y forasteros.
El segundo el arzobispo de Lima, Mons. Heras: INFORME A LA SANTA SEDE. Madrid, 3 de diciembre de
1823:
Se admiran en la capital generalizadas ciertas virtudes que son dignas del aprecio: tales son una
misericordia compasiva, una devota piedad, un gran respeto y veneración por los católicos dogmas y
ministros del santuario y otros; el genio suave y dócil de las gentes de aquel país los hace sensibles a las
miserias humanas; no pueden oír o ver una aflicción en el prójimo, sin que sus corazones se enternezcan;
empeñan todo su poder y ys haberes por remediar una desgracia; al que ven caído lo auxilian; socorren
con generosidad toda clase de necesidades; se compadecen de los enfermos, habiendo casas que, así
de día como de noche, tienen medicinas y caldo pronto para los pobres que lo piden; ejercitan la
limosna, y por decirlo de una vez reluce en Lima la caridad fraterna y compasiva en toda la extensión de
sus objetos[2]
El tercero se refiere a Matías Maestro y nos lo da el recientemente fallecido Miguel Rabí Chara Sociedad
de Beneficencia de Lima Metropolitana. 172 años de historia (1834-2006) Lima 2006
El capítulo II lo dedica a nuestro MM: “La gran obra social y filantrópica de D. Matías Maestro. Su
contribución a la protección y asistencia social”. Pp.43-62:“Debemos rescatar del olvido y de la indiferencia,
la brillante participación que le correspondió a D. MM, tanto durante el régimen virreinal como en el periodo
de vida independiente de nuestro país; siendo en esta segunda etapa su intervención de enorme
importancia y trascendencia para la protección y asistencia social de la población; cuando se señalaron
las bases del sistema sanitario y social, al combatirse eficazmente las enfermedades, las plagas y
las epidemias, y lograrse la estructuración y la financiación de todo un complejo sistema
asistencial...Después de transcurridos 171 años de su lamentable desaparición, fallecido en la pobreza
más digna y elocuente de quien fue rico en ideas y grandes cambios estructurales, generoso en su
constante siembra del bien, del bienestar, de la asistencia, de la protección, en el tiempo su personalidad
se agiganta e incrementa por la genial obra realizada, y por el enorme sacrificio y abnegación dedicada a
una “buena e inestimable obra” como fue el dar salud y protección a las clases más necesitadas. DON
MATÍAS MAESTRO distribuyó su fortuna entre varias instituciones piadosas. Construyó el cementerio
general de Lima. En el año 1826 fue nombrado Director General de Beneficencia y en este puesto prestó
grandes servicios a las casas de misericordia"
La Medicina en el Perú
La medicina logró grandes conquistas en Perú como el hallazgo de las propiedades de la corteza de la
quina para la curación de la malaria; la quina, quinina o cascarilla –“chinchona”- en honor a la Condesa de
Chinchón, esposa del virrey Luis Jerónimo de Cabrera y B0obadilla, quien en 1629 duró sus fiebres con tal
medicamento. De igual manera se logró combatir epidemias como las de viruela, tifus (tabardillo), sarampión
y lepra.
El papel de los médicos en el virreinato se restringía a tratar y aminorar las dolencias producidas por el
refrío, la apoplejía (derrame cerebral), la gota (hinchazón de piernas, el cáncer, la alfombrilla o sarampión,
la perlesía (debilidad muscular), el pasmo (dolor de huesos), la hidropesía (retención de líquidos), las
tercianas y cuartanas (calenturas).
La medicina no era una profesión exclusivamente ejercida por médicos universitarios, pues los documentos
señalan que los barberos como Martín de Porres practicaban como “recetadores” y “sacamuelas”. Que
aliviaban dolores con ungüentos y brebajes. Hubo en el Perú tres tipos de cirujanos: el cirujano latino o con
estudios universitarios latinistas, el romancista o práctico y el sangrador o curandero. Junto a ellos hay que
añadir las “recibidoras” o mujeres parteras o comadronas.
En el Perú los estudios científicos de Medicina se inician en 1634 en San Marcos con las cátedras de Prima
y Vísperas de medicina; la primera por las mañanas incluía lecturas clásicas como el “Canon de Avicena”
y en 1660 enriquecido por la cátedra de Método de Galeno regentada por Francisco de Vargas Machuca.
Después de la fundación de ciudades, el ejercicio legal de la medicina fue controlado por los protomédicos,
cuyos títulos debían ser reconocidos por los cabildos. Los protomédicos vigilaban la acción de boticarios,
herbolarios, cirujanos y flebótomos. En 1646 se creó el Tribunal del Protomedicato que tenía como misión
controlar a los cirujanos y a los que sangraban y recetaban brebajes.
A lo largo del siglo XVI se crean varios hospitales. También se publican estudios médicos como el de
Francisco de Figueroa sobre la difteria en 1616, el de Matías de Porres sobre el consumo de bebidas frías,
1621, el del Dr. Navarro sobre el momento más oportuno para sangrar o purgar, 1645, de Juan de Figueroa
en torno a la relación entre la astrología y la terapéutica, 1660; José Miguel de Ossera y Estrella, sobre la
ética profesional, 1691; manual sobre el sarampión del P. Francisco Vargas Machuca, 1693; Alvarado,
prevenciones sanitarias para combatir las epidemias, 1694; descripción de José de Rivilla y Bonet sobre
caso teratológico o gigantismo, 1695; Federico Bottoni sobre la circulación de la sangre, 1723; Pablo Peti y
el cáncer de mama, 1723 y la sífilis 1730; José Eusebio de Llano Zapata sobre la higiene.
El estudio más completo sobre el tema es el de la Academia Peruana de Salud y lo ha titulado proyecto
«Historia de la salud en el Perú» El libro primero es La salud en la Historia del Perú Etapa de la conquista
y virreinato del Dr. Teodoro Hampe Martínez quien ha tenido la gentileza de enviarme el ESQUEMA DE
CONTENIDOS
1. FACTORES DEMOGRÁFICOS Y BIOLÓGICOS DE LA ÉPOCA
1.1. Apuntes sobre la población del Tahuantinsuyo
1.2. El impacto de las epidemias en la Conquista
2. LA OBRA MÉDICA DE GALENO Y SUS SEGUIDORES
2.1. Teoría y procedimientos en la medicina de Galeno
2.2. El Medioevo: la medicina de la Escolástica
2.3. La Conquista: la medicina del Renacimiento
2.4. El Virreinato: la medicina del Barroco
3. INSTITUCIONES: HOSPITALES Y EL CONCEPTO DE SALUD
4. El HOSPITAL DE SAN ANDRÉS DE LIMA
4.1. San Andrés y la salubridad en el Virreinato
4.2. San Andrés, o la última morada de los Incas
5. EL HOSPITAL DE SANTA ANA DE LIMA
5.1. La obra fundacional del Arzobispo Loayza
5.2. Atención sanitaria y pleitos de administración
5.3. Nuevos destinos para el Hospital de Santa Ana
6. EL HOSPITAL DE SAN BARTOLOMÉ DE LIMA
6.1. La obra fundacional del Padre Vadillo
6.2. Constituciones, terremotos y médicos
6.3. Fin de la atención a la población negra
7. LA CARIDAD: HOSPITAL DE MUJERES EN LIMA COLONIAL
8. FUENTES EN EL ARCHIVO CENTRAL DE BENEFICENCIA
Aunque Carlos V ordenó a Pizarro la fundación de hospitales y el virrey Toledo publicó sus ordenanzas de
1575 en las que obligaba a los indios a tributar con un tomín de plata, apenas se habían construido en
tiempos de Mogrovejo (1580-1606). Con motivo de su visita pastoral a Yungay donde celebra el III Sínodo,
en 1585, impondrá a los párrocos la fundación de hospitales a costa del tomín (c.22). Tal medida se recoge
en la Recopilación de Leyes de Indias (lib.1º, tít.IV) y atenderá al indígena frente a riesgos imprevisibles.
Para ello, fue necesario que el tomín saliese de las Cajas de Comunidad en poder de los corregidores. Así
lo manifiesta en carta de 1589 a Felipe II: "La causa de haberse hecho ha sido que la necesidad no
daba más lugar, ni el dejarse de hacer se cumplía con el descargo de la conciencia de Vuestra Majestad y
la obligación que tiene a que estos naturales sean tan favorecidos y amparados de su favor; me obliga,
moviéndome a ello demás de lo dicho, la miseria, pobreza y calamidad en que estos miserables están
puestos, que es tanta que si no es viéndolo en persona no se puede ni deja de entender".
Al conseguir en 1591 el cambio de situación de los bienes de hospitales por el Consejo de Indias, el prelado
pasaba a intervenir en su administración tomando cuenta a los administradores y cobrando alcances. De
este modo, el dinero comenzaba a invertirse en la finalidad que le otorgaba la ordenanza de Toledo. Los
bienes patronados de hospitales serán bienes civiles y el Rey otorgaba al Arzobispo y a sus sucesores el
derecho de intervención. El Sínodo de 1592 será contundente:"Visitarán los hospitales de indios y de
españoles; exigirán las cuentas a los administradores y corregidores y ecónomos, obligándoles con todo el
rigor del derecho a intervenir estos bienes en lo necesario"(c.15). En su segunda visita general de 1593 los
corregidores invierten el dinero del tributo en los hospitales ya fundados. Por esta razón, en el Sínodo de
1594, ordena que "los dichos corregidores de aquí en adelante no gasten ni distribuyan lo que pertenece a
una iglesia y hospital en otros, sino que cada iglesia y hospital haya e goce de lo que fuere suyo y justamente
le pertenece"(c.16). De la lectura de los cánones sinodales se desprende el hecho de que el control
administrativo se llevó escrupulosamente, sobre todo cuando la peste acometía las reducciones de pueblos.
Obligaciones de los médicos. En el Sínodo de 1594 se advierte seriamente a los cirujanos que visiten todos
los pueblos de indios: "Porque suele suceder que los cirujanos que son de las provincias de indios no visitan
todos los pueblos que tiene la provincia donde son nombrados y señalados ni los hospitales que tienen a
su cargo y llevan el salario de los bienes del dicho hospital por entero e estando obligados a visitar todos
los pueblos de la Provincia acudiendo al bien y utilidad de los dichos indios, ordenamos e mandamos a los
dichos corregidores no den ni paguen a los dichos cirujanos el salario de los pueblos y tiempo que no
hubieren visitado y nuestros Visitadores haciendo lo contrario no se lo pasarán en cuenta en las visitas y
rentas que les tomaren y se lo harán volver y restituir y meter en la caja de comunidad, donde se meten y
ponen los pesos pertenecientes a los hospitales, de manera que los dichos cirujanos haya e cobren el
salario que justamente les perteneciere y debiere"(c.17)
El P. Acosta nos habla de los hospitales en su obrita sobre el jesuita Bartolomé Lorenzo. N.13 En la doctrina
o pueblo de Cepo. EN EL HOSPITAL
"Cuando entró a Panamá, llegó todo su caudal a real y medio, y hallando el otro compañero un amigo con
quien se acomodar, Lorenzo se fue al hospital, bien mojado y destrozado de aquel penoso camino, aunque
corto.Detúvose algunos días en Panamá buscando en qué ocuparse, y no lo hallando, por ser toda tierra
de mercaderes y marineros, al cabo se topó con un clérigo que le llevó consigo a una doctrina que tenía en
Cepo, 18 leguas de Panamá; allí se detuvo dos meses aficionado al trabajo del campo, y comenzó a
entender en unas labranzas y rozas, y andando un día por aquella montaña, se le hincó una caña muy
aguda que le pasó una pantorrilla, y viendo que se le hinchaba mucho y hacía cantidad de materia, se vino
a Panamá a curar, y trujo el camino a pie por no haber mejor comodidad, con grande dolor de la pierna y
corriendo sangre todo el camino; pero, a su parecer, con el andar se mitigaba el dolor y así andaba sin
parar. Entrando en el hospital con licencia del deán, se curó y pasó mucho trabajo de cauterios de fuego y
otros tormentos, al cabo de lo cual le conoció un portugués de junto a su tierra, y le regaló y acomodó de
algunas cosas de que tenía allí tienda; y después, el oidor Villalta, visitador del hospital, pareciéndole
hombre de bien, se encargó de él y le llevó a su casa a convalecer, donde él y su mujer, que eran personas
de caridad, le regalaron, y el oidor le procuró pasar al Perú, viendo su necesidad y bondad, y al cabo no
pudo por contradecirlo los demás oidores" N.13
Ante la epidemia del VÓMITO NEGRO Y TERREMOTO
En 1604 regresa a la metrópoli. A pesar de su precario estado de salud, continuaba haciendo grandes
penitencias y pasaba noches enteras en oración. Sus visitas a la enfermería se hicieron cada vez más
frecuentes. Sin embargo, iba a menudo a visitar a los enfermos o salía a las calles a predicar con su
pequeño rabel y una cruz en las manos. Así conseguía juntar a un gran número de personas y las
congregaba en la plaza mayor, donde se dirigía a la muchedumbre en alta voz. Su predicación se
fundamentaba en citas bíblicas y en la doctrina de los Padres de la Iglesia. Predicaba en todas partes: en
los talleres artesanales, en los garitos, en las calles, en los monasterios e incluso en los corrales de teatro.
Especial significado tuvo su oposición a ciertos espectáculos teatrales en los que a su juicio se ofendía a
Dios. En España se había producido una corriente de opinión en contra de este género, y muchos artistas
se tuvieron que desplazar hacia el Nuevo Mundo, donde gozaban de mayor aceptación popular. En Lima
había tres compañías de comedias. Solano entraba en los corrales con un Cristo en la mano y mucha gente
le seguía abandonando el lugar. Más de una vez consiguió que hubiera que anular la representación, porque
con él se iba todo el mundo.
En 1604, Arequipa se vio afectada por la peste del vómito negro. El 21 de diciembre de 1604, Solano
pronunció un sermón que conmovió en gran manera a los habitantes de Lima. Ese día llovió copiosamente,
y muchos temían que se produjera una inundación. En tono apocalíptico, el Santo dijo que si no se
convertían habría que lamentar grandes desastres como la destrucción de la ciudad. El efecto que tuvieron
sus palabras sobre la multitud fue tal que la gente iba de un lado para otro propagando su terror ante lo que
habían escuchado. Se armó un gran revuelo, y por la noche se abrieron todas las iglesias y muchos se
confesaron. Se sacaron procesiones, y por la calle se podía ver a muchos disciplinantes. La vista de aquel
fraile, espejo de la penitencia, el ardor de su mirada y el fuego de sus palabras, conmueve a sus oyentes.
Le siguen hasta la plaza mayor y allí el gentío se hace cada vez más numeroso de tal manera que deben
dejar abiertas las iglesias por petición popular de la confesión. Durante un mes, las confesiones fueron muy
abundantes. También cuentan que hubo grandes conversiones de pecadores, que se reconciliaron
numerosas amistades y que muchos solucionaron las disputas que mantenían entre sí.
En octubre de 1609, hubo un terremoto en la ciudad de Lima. La primera sacudida fue de noche, pero
después se produjeron hasta 14 nuevos temblores de tierra. Cuentan que el agua se derramaba de las
fuentes y que las campanas tocaban solas. Las iglesias se llenaron de gente. Solano salió a predicar,
aunque apenas si podía tenerse en pie. Como de costumbre, daba grandes voces invitando al
arrepentimiento y la conversión.
Hospitales
1. Casa enfermería promovida en 1538 por gente caritativa en la calle de la Rinconada de Santo Domingo
(a espaldas del convento de santo Domingo, sobre dos solares). Tenemos los datos del mayordomo Alonso
Pérez de Valenzuela y el P. Francisco de Molina. En la real provisión de 9 de octubre de 1577 del Virrey
Toledo prescribirá: “El P. Francisco de Molina, clérigo presbítero...fundó el hospital de esta Ciduad de los
Reyes…siendo hombre lego hizo y fundó el hospital de esta Ciudad de los Reyes…y movido de caridad
comenzó a curar a los pobres españoles que hallaba enfermos y los sustentaba con limosnas”. En 1550
desaparece en beneficio del hospital “Dos de Mayo” por Chocharas.
2. 1548, Hospital y templo de Santa Ana, sobre terrenos del Arzobispo Loaisa comprados al Veedor García
de Salcedo. El Arzobispo aplicó todos sus bienes personales y limosnas recibida para comprar los solares
y limosnas para comprar solares y edificar las salas o enfermerías. Los naturales colocaron al pie de la
tumba: “Indorum Pauperem Pater”
3. 1556, Real Hospital de San Andrés por iniciativa del Arzobispado de Lima y el Cabildo de la Ciudad. Se
refunde en él las rentas y organización de la enfermería primitiva y contó con el apoyo del P. Francisco de
Molina.
4. Hospital de Santa María de la Caridad o de los Santos Cosme y Damián, 1559, por la Hermandad de
Nuestra Señora de la Caridad y de la Misericordia, con el apoyo de Loaisa y el Virrey Hurtado de Mendoza.
Dedicado sobre todo a las mujeres con internado casi conventual; introduce como novedad la atención
domiciliaria con médico y boticario al efecto; además, hay escuela de enfermeras o asistentes entre las
doncellas recogidas en el hospital.
5. Hospital o Ladrería de San Lázaro, 1563, por el espadero Antón Sánchez. Instala capilla y salas para
cuidar, alimentar y proteger a los leprosos.
6. 1575, Miguel de Acosta, comerciante de origen griego, y un grupo de navieros, funda el Hospital del
Espíritu Santo para atender a la gente de mar, creando cuotas del 5% sobre las soldadas y pagos a cargo
del naviero o propietario en función del peso de la mercadería de las naves. Se hacen las primeras prácticas
de cirugía. Subsiste hasta 1822 en que se trasladó a Bellavista, siendo la base del Hospital naval.
7. Casa de Convalecencia de San Diego 1593, para mejorar y robustecer la salud de los pacientes que
egresaban del Hospital de San Andrés. Se le conoce también como Hospital de San Juan de Dios de Lima.
8. 1594, Hospital de San Pedro, para los sacerdotes, merced a la iniciativa de Santo Toribio, creándose una
Hermandad para el cuidado de la salud, asistencia, servicios de funeral, enterramiento y oficios religiosos.
En 1767 se traslada al Colegio de San Pablo de los PP. Jesuitas, subsistiendo hasta 1875. Aunque Lima
disponía de hospitales para todos los grupos sociales, faltaban los sacerdotes. Al efecto, en 1594 se reúnen
varios sacerdotes en la sacristía de la Catedral de Lima con el ánimo de fundar una cofradía, que bajo la
advocación de San Pedro, para ayudar a los sacerdotes necesitados. Se redactaron las constituciones y el
29 de julio de 1595 les fue concedida la licencia de mano del Sr. Deán, Pedro Muñiz. Como Hermano Mayor
resultó elegido el P. Pedro de Escobar, el bachiller Miguel Bobadilla mayordomo, Luis López de Alarcón
diputado y el P. Gaspar de Montabo, vicario de Coro. Los Hermanos serían 24, aportando 25 pesos de
limosna y un cirio de 5 libras al inscribirse; anualmente, dos pesos. El resto de los sacerdotes miembros
deben abonar 12 pesos y un cirio de a libra al ingresar y dos pesos al año. La fiesta principal sería el 18 de
enero, cátedra de San Pedro en Roma. En un primer momento se reúnen en la misma Catedral, pero más
adelante contarán con un local propio con iglesia - desde 1607- llamada San Pedro u Hospital de San Pedro.
Debido a la generosidad de los sacerdotes Gabriel Solano y el canónigo León, pudieron adquirir una casa
donde se atendía a los sacerdotes enfermos desde 1598. El edificio constaba de dos patios, uno para los
enfermos y el otro para los convalecientes y forasteros.
El centro, que contó con el apoyo decidido del Santo, se convirtió en institución floreciente. Sin embargo,
en 1671 se concedió su dirección a los Padres del Oratorio de San Felipe Neri. Con la expulsión de los
Jesuitas, los Oratorianos se responsabilizaron de la iglesia y colegio de San Pablo (el actual San Pedro),
trasladando a uno de sus patios el Hospital. El antiguo edificio fue traspasado a las Amparadas de la
Purísima, convirtiéndose posteriormente en Escuela de Bellas Artes.
9. 1598, Luis de Ojeda (Luis Pecador) establece la Casa de Huérfanos y Expósitos, que contó con el apoyo
del Virrey Conde de Monterrey y la Hermandad de Escribanos de la Ciudad. Subsistió hasta que en 1919
se refundió en el Puericultorio Pérez Araníbar.
10. 1646, Hospital de San Bartolomé, para gente de color. Contó con el apoyo del Deán del Cabildo, don
Juan de Cabrera y Benavides, del Capitán don Francisco Tijero de la Huerta, y del P. G. Perlín, S.J. y Fray
Bartolomé de Vadillo... Sigue hasta la fecha
11. Hospital de la Santa Cruz de Atocha, 1649, para niñas huérfanas y abandonadas.
12. 1648, Hospital de Convalecencia de Nuestra Señora del Carmen para los naturales. Lo atienden los
Hermanos Betlemitas
13. Hospital Santo Refugio de los Incurables, 1669 bajo el patrocinio de Santo Toribio de Mogrovejo y con
el auspicio de Fray José de Figueroa, OSA, visionario de la parición de Cristo Pobre; don Antonio Dávila,
sacerdote, donante inicial de la casa y huerta donde se dio el milagro; además, Don Domingo de Cueto,
comerciante y hombre de negocios, quien dio su fortuna; en 1698 lo regentan los Betlemitas. En el proceso
de beatificación de Santo Toribio nos encontramos numerosos datos sobre nuestro hospital: Comprende
del 21 de abril de 1689 al29 de noviembre de 1690 y se refiere especialmente a “Juan de Salcedo, cirujano,
desamparado de la salud, ético y tísico de tercera especie, desamparado de Pedro del Campo y de Don
Lorenzo de Ulloa médicos que le curaban por ver que las medicinas no hacían operación alguna lo dejaron
como incurable; y con esto su mujer solicitó que lo llevaran al hospital de los incurables de esta corte, erigido
y fabricado debajo de la protección del mismo Toribio donde estuvo desde julio del año pasado de 83 hasta
septiembre del mismo año, tan flaco que aun en la misma cama no se podía mover y alentándole a que con
viva fe y todas las veras de su corazón le pidiese a Dios Nuestro Señor la salud si le convenía alentado con
la viveza de su fe y con seguridad de la esperanza que tuvo en la intercesión del dicho Beato Toribio se
hizo llevar a la capilla del oratorio del dicho hospital donde está la imagen del dicho Beato Toribio debajo
de un dosel y fueron tantas las lágrimas y oraciones que le acompañaron, hijas unas y otras de su ternura
y devoción y a la eficacia de sus ruegos y súplicas se halló totalmente restituido a perfecta salud y sanidad
el que antes había ido arrastrando por el suelo, sirviéndole de muletas y arrimado un hijo suyo y admirando
lo improviso y subitáneo del caso así el licenciado don Francisco de Quirós capellán del dicho hospital como
Carlos de Montoya enfermero, D. Juan Carrasco, mayordomo del dicho hospital, doña María de Carbajal
mujer del dicho Juan de Salcedo, Lic. D. José de Carvajal su hermano y Doña Feliciana Quintana su madre
y los médicos que ha referido y el Reverendo Padre Maestro Fr. José de Figueroa del Orden de San Agustín
y otras muchas personas, todas a una voz lo tuvieron por milagro manifiesto conseguido por la intercesión
del dicho Beato Toribio”
BIBLIOGRAFÍA:
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