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La huella afri en Cuba Dr. Juan Antonio Alvarado Ramos Antropólogo

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La huella afrienCuba

Dr. Juan Antonio Alvarado RamosAntropólogo

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a trata esclavista trasatlántica y laesclavitud africana en América no sóloconstituyeron tragedias universales

que involucraron a tres continentes, sino que resulta-ron decisivas para la formación de las sociedadesamericanas contemporáneas, escenarios de un inten-so proceso de interacciones biológicas y culturales enel que intervinieron los más diversos conglomeradosétnicos y raciales. Las culturas americanas tienen elsello visible del encuentro forzado entre aborígenesamericanos, colonizadores europeos y esclavos afri-canos, a los que en el transcurso de varios siglos sesumarían oleadas migratorias procedentes de otrasregiones del mundo. Sin embargo, la participaciónde los africanos en ese proceso y la intensidad con quepuede observarse su huella no ha sido igual en todaslas áreas. Ello ha dependido de muy diversos facto-res históricos, económicos, sociales y demográficosque exigen un estudio específico para cada región opaís.

Cuatro siglos de trata esclavistaLa introducción de africanos en Cuba, inicia-

da en los primeros años de la conquista y coloniza-ción de la Isla, se mantuvo durante casi cuatro siglosde trata esclavista, a través de la cual se desangrabaal continente africano y se incorporaba violentamen-te a estos hombres en condición de esclavos a las nue-vas sociedades que se gestaban en América.

Se trajeron esclavos de prácticamente toda elAfrica subsaharana, lo que explica la gran variedadde grupos étnicos que participaron en el proceso detransculturación que diera como resultado la forma-ción del pueblo cubano y de su cultura. Entre esosgrupos cabe destacar a los procedentes de los terri-torios que se extienden entre la parte norte del ríoCongo y el sur de Angola, pertenecientes al áreaetnolingüística Bantú y que fueron conocidos enCuba como congos; los yoruba, de la región sudestede la actual República de Nigeria y con enclaves

L

Ensayocana

Vega tabacalera

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demográficos en Benin y Togo, denominados lucu-mí; los ibo, ibibio y ekoi de la región sudoriental deNigeria, identificados como carabalí y los ewe-fonprocedentes del antiguo Dahomey, hoy República deBenin, llamados arará.

En los primeros tiempos, el arribo de africanosse produjo en pequeñas cantidades, como correspon-día a las escasas necesidades de la economía insular.La función de Cuba, y especialmente de La Haba-na, quedó reducida por varios años a ser punto detránsito de las naves españolas en sus viajes inter-continentales, además del lugar que se le reservabaen el sistema de defensa del resto delimperio colonial. La escasa pobla-ción residente no tuvo otra alternati-va que la práctica de una ganaderíaextensiva, en la que se requería muypoca fuerza de trabajo. Durantetodo ese tiempo la introducción deesclavos se haría en cifras relativa-mente reducidas.

El aporte económico: azúcar y café

El aumento de las importacioneshumanas dependería entonces de loscambios económicos que paulatina-mente se iban produciendo. Pero suinusitado incremento tuvo lugar en elperíodo de florecimiento de la econo-mía azucarera de plantaciones, inicia-do a finales del siglo XVIII y que alcanzó su clímaxen el XIX.

En 1820, cuando se puso en práctica el tratadode abolición de la trata esclavista firmado entre Españae Inglaterra, el comercio de esclavos se hizo ilegal. Sinembargo, esta disposición tenía lugar en pleno perío-do de esplendor de la economía esclavista de plantacio-nes en Cuba, con la consiguiente demanda progresivade fuerza de trabajo. Por lo tanto, la entrada de escla-vos continuó, pero ya como parte de un lucrativocomercio de contrabando, para cuyo desembarco seutilizaron zonas costeras apartadas de los centrosurbanos que permitían encubrir esas prácticas.

Todavía en nuestros días pueden verse eviden-cias de la magnitud que alcanzaron los ingenios azu-careros y los cafetales, principales receptores deesclavos africanos y escenarios del más potente apor-

te de Africa al desarrollo económico de la Isla y dehecho a la producción y el comercio mundial. Peroel aporte africano no se limitó a esas actividades eco-nómicas, sino que alcanzó también la produccióntabacalera (1), la minería y la construcción de vías decomunicación, fortificaciones y grandes mansionesen las ciudades, exponentes que han resistido el pasodel tiempo.

¿Cuántos esclavos?Es difícil calcular el monto demográfico exacto

de africanos introducidos en Cuba hasta 1873, cuan-

Ingenio azucarero tradicional

Ruinas de casa de vivienda. Cafetal “Angerona”. La Habana.

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do fue descubierta la última entrada ilegal de la quese tiene conocimiento. El más aceptado hasta elmomento es de 1 300 000 esclavos. Esta cifra hablapor sí sola del impacto económico, social, biológicoy cultural que se derivó de esos hechos.

En el período que media entre los censos elabo-rados de 1774-1775 y 1862 se produjo un aumentomayor al millón de habitantes de la Isla. Una de lasrazones principales de este vertiginoso incrementofue la introducción masiva de africanos. De acuerdocon el censo de 1792, recién iniciado el período azu-carero de la historia de Cuba, los esclavos constituí-

an ya el 31,06 por ciento del total de los habitantesde la Isla, siendo mucho más elevada su proporciónen las principales jurisdicciones azucareras de lazona occidental. Su aumento continuaría, con lasvariaciones propias de cada etapa, hasta mediadosdel siglo XIX, cuando los esclavos llegaron a repre-sentar el 40,73 por ciento y los libres de “color”(negros y mestizos) el 15,1 por ciento. Esta fue laépoca de los grandes ingenios azucareros con varioscentenares de esclavos y de los barracones donde seles mantenía confinados en los breves períodos dedescanso.

La vida del esclavo: castigos y torturas

La sed insaciable de riquezas, para cuya satis-facción se introdujeron los grandes contingentes deafricanos, configuró la forma de vida a que fue some-tido el esclavo. Al trabajo abrumador durante largasjornadas de trabajo(2) y el hacinamiento en los barra-cones, habría que sumarle los castigos que se lesinfringían ante cualquier infracción de su drásticorégimen de servidumbre. El castigo más común era el

Torre del ingenio “Taoro”. La Habana

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de los azotes, también conocido como bocabajo.“Algunas veces se metía al esclavo en un cepo, otrasse le ataba por sus extremidades; pero lo más fre-cuente era utilizar a dos o más esclavos que sujetabanal reo para someterlo al castigo” (3). El régimenrepresivo incluía también la prisión(4) en inmundoscalabozos; el cepo(5), verdadero suplicio donde semantenía al esclavo durante varias jornadas; el gri-llete(6) y el collar(7).

La rebeldíaLas reacciones de los esclavos ante los rigores

del trabajo, los severos castigos y al régimen de vidacarcelario se produjeron desde los primeros momen-tos de la introducción de los africanos en la Isla. Larebeldía se expresó de diferentes formas e incluyódesde la resistencia pasiva tendiente a frenar la pro-ductividad del trabajo (abandono de las tareas, rotu-ra de instrumentos, etc.), el aborto y el suicidio queno solo lo libraba del peso que la esclavitud hacía

Cafetal “La Ermita” Pinar del Rio

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recaer sobre él, sino que privaba al dueño de unimportante y costoso valor económico, hasta elcimarronaje, el apalencamiento y las sublevaciones.

Cimarrones y apalencadosMientras los cimarrones eran esclavos prófugos

que deambulaban solos o en cuadrillas de un lugar aotro muy cerca de las plantaciones, de las cuales fre-cuentemente obtenían su sustento diario, el palenqueconstituyó una forma de asentamiento de relativaestabilidad para los fugitivos. Su ubicación geográ-

fica tenía lugar en zonas intrincadas y de difícil acce-so, para evitar las constantes batidas de los ranchea-dores auxiliados de perros, expresamente entrenadospara esos menesteres.

En Cuba suman más de cien los palenquesregistrados mediante investigaciones documentales,muchos de ellos localizados a través del trabajo deterreno. De igual forma, se cuentan varias decenasde refugios de pequeños grupos de cimarrones que selocalizan fundamentalmente en la Sierra de losÓrganos, la Sierra del Rosario, en la provincia dePinar del Río, y en las Alturas de Habana- Matanzas.

Son muchos los relatos obtenidos a través delos diarios de rancheadores que narran la resistenciaque ofrecían los apalencados y las represalias quecontra ellos se tomaban cuando eran capturados. Tales el caso del capitán de los reunidos en el palenque“El Tambor”, en la actual provincia de La Habana,que se enfrentó ferozmente a los rancheadores paraque sus compañeros tuvieran tiempo de dispersarse ysólo fue vencido cuando le cortaron las dos manos amachetazos.

En los palenques se desarrollaba una economíade subsistencia basada en gran medida en la produc-ción de viandas, junto a los ranchos que les servíande albergue y no pocas veces llegaron a desarrollarvínculos comerciales con haciendas cercanas. En1848, en Las Cuchillas del Toa, en la zona más orien-tal de Cuba, una partida de rancheadores asaltó yocupó el palenque “Todos tenemos”. Según se regis-tró en la documentación correspondiente, en estepalenque había 59 casas y 35 bohíos, estos últimosdel tipo vara en tierra, que servían de graneros. Allíse ocuparon 200 sacos de arroz y 25 arrobas de tasa-

Ruinas del barracón de esclavos. Cafetal “Angerona” La Habana.

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jo. Contaba además con siete corrales donde teníancatorce cerdos y una iglesia con un simulacro dealtar. Entre las siembras se encontraron plátanos,malanga, boniato, yuca, ñame, caña de azúcar, jengi-bre, verduras y árboles frutales(8).

Las sublevacionesLas sublevaciones de esclavos se produjeron

desde fechas tempranas en Cuba y no pocas veceslograron estremecer los cimientos del régimen escla-vista. Como consecuencia inmediata del auge quealcanzaron estas sublevaciones en la década de 1840y el desarrollo de las ideas abolicionistas, en 1844 seprodujo la denominada “Conspiración de la escale-ra” que justificó una cruenta represión en la queperecieron no sólo esclavos, sino también negros ymulatos libres. Incluso algunos blancos con ideasabolicionistas se vieron obligados a emigrar portemor a las represalias. Los esclavos eran atados auna escalera y a fuerza de latigazos les arrancaban lasdeclaraciones. De ahí el nombre de la conspiración.Se calcula que fueron miles los que perecieron a causade las torturas. De acuerdo con Fernando Ortiz, enla organización y extensión de los preparativos deesta conspiración desempeñaron una función impor-tante los cabildos y los toques de tambor en las plan-taciones. El tambor significó un medio de comunica-ción muy frecuentemente utilizado entre los esclavos.

Las expresiones de rebeldía y lucha por la liber-tad de la población de origen africano en Cubaalcanzaron una connotación mucho más relevante en

la segunda mitad del siglo XIX, durante las luchaspor la independencia del colonialismo español.

El aporte culturalDurante el largo período esclavista, los africa-

nos no sólo fueron arrancados de su medio natural,económico y sociocultural, sino que al llegar a la Islaeran dispersados mediante la venta entre las diferen-tes plantaciones y poblaciones. Al estudiar los padro-nes de la época no es difícil encontrar una muestra delmosaico étnico africano donde la trata encontró sus-tento. Estos grupos étnicos no sólo hablaban lenguasdistintas, sino que también eran portadores de unmundo espiritual a veces grandemente diferenciado.Quizás el elemento más común fue el color de la piel,que llegó a convertirse en un elemento identificador.Tales circunstancias constituían un serio obstáculopara las relaciones interétnicas de los africanos y deestos con los grupos hispánicos

Su propia condición de esclavos, privados de losmás elementales derechos, constituía una limitaciónque pudo haber resultado insalvable. A ello se uníaque la política y la práctica de los esclavistas estuvoencaminada a privarlos de todo su patrimonio cultu-ral, imponiéndoles instituciones, costumbres, reli-gión y lengua que nada tenían que ver con su vidapasada. A pesar de eso, no pudieron destruir impor-tantes expresiones de su cultura tradicional, comotampoco lograron impedir que componentes de lasculturas africanas subordinadas se trasmitieran a lacultura dominante de origen hispánico, se fundieran

Casa de Vivienda restaurada. Cafetal “Buena Vista”. Pinar del Rio.

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con ella y, progresivamente, dieran lugar a un fenó-meno que más tarde se expresaría en la cubanía.

La interacción afrohispánica tenía lugar enmuy diversas facetas. No se limitaba a los reducidosy entrecortados contactos en las plantaciones, dondeel elemento que más intervenía era el látigo delmayoral, sino que también abarcaba la servidumbredoméstica, tanto en el campo como en la ciudad,especialmente en esta última, donde las condicionesde vida y trabajo eran menos violentas y el sistema derelaciones y contactos más cercano e intenso.

Cabe destacar también la participación del sec-tor de los negros y mulatos libres que desde los pri-meros tiempos comenzó a incrementarse lenta, perocontinuadamente, en virtud de la disposición realque desde 1526 dio a los esclavos el derecho a obte-ner su libertad, mediante el procedimiento conocidocomo coartación. Algunos de ellos llegaron a for-mar parte activa de una pequeña burguesía en for-mación, hasta que las represalias con motivo de la yacitada “Conspiración de la escalera” les propinó ungolpe demoledor.

Madre negra. Crío blancoMucho tiene que ver en lo planteado la función

desempeñada por la mujer negra. Como esclavadoméstica, no sólo se encargaba de realizar las labo-res cotidianas de la casa del dueño (cocinar, lavar,limpiar, etc.), sino que hasta llegaron a amamantar alos propios hijos de los amos, “Los cargaría, los acu-naría, los dormiría, les pondría la comida (que anteshabía preparado) en la boca, jugaría con ellos, lesinquietaría la imaginación con los primeros cuen-tos...”(9). ¿Cuántas huellas de las culturas ancestra-les africanas pasarían a formar parte del nuevo críocomo ser social? Simultáneamente tenía lugar larelación de carácter biológico, ostensible desde tiem-pos muy tempranos y que trajera como resultado elalto grado de mestizaje que muestra hoy el pueblocubano.

El racismo. Legado funestoA pesar de lo señalado, el menosprecio hacia

todo lo que llevara el sello distintivo africano o evi-denciara sus aportes y contribuciones a la nación y lacultura cubanas, al ser evaluado por los códigos de lacultura dominante “blanca”, trascendió el períodoesclavista y ha llegado hasta nuestros días. Todo ello

como resultado de uno de los más nefastos legados dela esclavitud africana: el racismo. Sus distintas expre-siones han continuado reproduciéndose de acuerdo alas condiciones históricas de cada período. La luchacontra el racismo constituye uno de los más impor-tantes retos para la sociedad cubana del siglo XXI.

NOTAS y BIBLIOGRAFIA1. Marrero, L, Cuba, economía y sociedad.

Editorial Playor, Madrid, Vol. 11, 19842. Particular crudeza tuvieron las condiciones de tra-

bajo en las plantaciones azucareras, donde las jor-nadas de trabajo, en períodos de cosecha, podíanllegar a las 19 horas. La esclavitud no tuvo fronte-ras para someter a agotadoras jornadas laborales aniños entre 6 y 12 años, mujeres y a ancianos(Ortiz, 1987:195-198)

3. Ortiz, F, Los negros esclavos, Editorial deCiencias Sociales, La Habana, 1987

4. Departamento del barracón preparado con inmun-dos calabozos. Frecuentemente la prisión se agra-vaba con el cepo.

5. Consistía en un tablón grande y grueso con aguje-ros en los que se introducían los pies, las manos o lacabeza del esclavo.

6. Argolla de hierro que se ponía en el tobillo de losesclavos por medio de remaches, que hacían muydifícil que el propio esclavo se lo quitase. Existíatambién el grillete doble en el que una gruesa cade-na sujetaba los dos grilletes (simples argollas o arosde hierro con barretas ajustadas a la pantorrilla), yel negro para andar debía recogerla, atarla a la cin-tura o llevarla en la mano izquierda (Ortiz,1987:236).

7. Era un instrumento muy denigrante, que consistíaen un aro de hierro que se le colocaba en el cuello alpenado, cerrándose con llave o remache. De estearo partían dos piezas a modo de cuernos, tambiénde hierro, que sobresalían por los lados de la cabe-za y tenían en los extremos superiores una campa-nilla cada uno (Ortiz, 1987:237).

8. Estas informaciones fueron suministradas porGabino la Rosa. Véase además sus libros: Loscimarrones de Cuba. Editorial de CienciasSociales, La Habana, 1988; Los Palenques delOriente de Cuba, Resistencia y acoso, EditorialAcademia, La Habana, 1991.

Entralgo, E., La liberación étnica cubana.Universidad de La Habana, La Habana, 1953