la huelga de los inquilinos

128
1 La Huelga de los Inquilinos De la acción cívica al desafío colectivo Historia de una manifestación por el alto precio de los arrendamientos en Bogotá y la participación de La Liga de Inquilinos entre 1920 y 1930 Francisco Javier Sierra Pinzón Universidad Nacional de Colombia Facultad de Artes Maestría en Historia y Teoría del arte la Arquitectura y la Ciudad Bogotá Colombia 2019

Upload: others

Post on 11-Jul-2022

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: La Huelga de los Inquilinos

1

La Huelga de los Inquilinos

De la acción cívica al desafío colectivo

Historia de una manifestación por el alto precio de los arrendamientos en Bogotá y la

participación de La Liga de Inquilinos entre 1920 y 1930

Francisco Javier Sierra Pinzón

Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Artes

Maestría en Historia y Teoría del arte la Arquitectura y la Ciudad

Bogotá Colombia

2019

Page 2: La Huelga de los Inquilinos

2

La Huelga de los Inquilinos

De la acción cívica al desafío colectivo

Historia de una manifestación por el alto precio de los arrendamientos en Bogotá y la

participación de La Liga de Inquilinos entre 1920 y 1930

Francisco Javier Sierra Pinzón

Trabajo de investigación presentado como requisito parcial para optar al título de:

Magister en Historia y Teoría del Arte la Arquitectura y la Ciudad.

Director:

Luis Carlos Colón Llamas.

Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Artes

Maestría en Historia y Teoría del arte la Arquitectura y la Ciudad

Bogotá Colombia

2019

Page 3: La Huelga de los Inquilinos

3

INDICE

INTRODUCCIÓN

Metodología de la investigación

Marco teórico

I. Causas sociales y materiales del inconformismo: Los problemas de la

ciudad

INTRODUCCIÓN

1. Formas de la carestía de la vida

1.1 La falta de habitaciones

1.2 La carestía y los arriendos

1.3 Los acaparadores

1.4 Otras causas

1.5 Los salarios

1.6 El alza de los impuestos

1.7 El problema del agua

1.8 Propuestas y peticiones de solución al problema de los arriendos caros

2. Estado material de la ciudad

2.1 El problema de la vivienda

2.2 El barrio de Las Cruces y algunos núcleos habitacionales

2.3 Los Inquilinatos

2.4 El papel del Estado ante la crisis de la vivienda y los arrendamientos

2.5 Las alcantarillas y el mal estado de las calles

A MODO DE CONCLUSIÓN

II. Causas ideológicas de La Huelga de Inquilinos. La solidaridad y las

referencias locales

INTRODUCCIÓN

1. El socialismo como referente

2. Referentes locales: La Liga de Barranquilla

3. La Liga Cívica comanda una protesta

4. La solidaridad y la sensación de injusticia

5. Oportunidades Políticas

Page 4: La Huelga de los Inquilinos

4

6. Los arrendatarios: componente social

7. Modalidades y ciclos de la protesta

8. Estructuras de organización

9. Redes de difusión y el papel de la prensa

A MODO DE CONCLUSIÓN

III. La Huelga de Inquilinos y el poder de un movimiento: triunfos o derrotas

INTRODUCCIÓN

1. La naciente Liga de Inquilinos: primera parte

2. La Liga de Inquilinos: segunda parte

3. La Liga de Inquilinos y la Huelga en 1929

4. La recomposición de La Liga de Inquilinos

5. El centro departamental de estudiantes y la Liga de Inquilinos

6. Primera manifestación de Inquilinos como remate de las manifestaciones de la década

de los veinte

7. Primeras deliberaciones en torno al proyecto de los alquileres. El papel del cabildo de

Bogotá y el concejal Gaitán

8. El llamado a la Huelga de los Inquilinos

9. La Huelga de los Inquilinos: última parte

10. El poder de un movimiento: triunfos o derrotas

11. Epílogo

BIBLIOGRAFÍA

Page 5: La Huelga de los Inquilinos

5

INTRODUCCIÓN

Las ciudades son susceptibles de transformación, para el deleite de todos y no de unos pocos.1

En junio de 1921, y luego del alza inusitada de los arriendos por parte de algunos propietarios,

revendedores de los alquileres y agencias de arrendamiento, la Liga de Inquilinos en sus albores,

se disponía a organizar una Huelga. Transcurridos seis años, y en el entorno de una situación

económica en recuperación, la Liga volvería a la escena de la manifestación y la protesta cívica.

Para ese entonces, la Liga estaría conformada por los líderes del reciente consolidado partido

socialista colombiano creado en 1926, así como por jóvenes políticos de tendencia liberal cuya

participación le daría un talante de organización y orientación en la confrontación contra los

acaparadores de la vivienda y el Estado. La Liga en proceso de organización de su movimiento,

tenía como finalidad incidir en las decisiones gubernamentales sobre el problema de los

arriendos caros. Hacia 1929, La Liga se reorganizaría con el concurso y liderazgo del centro

departamental de estudiantes y las jóvenes promesas del partido liberal y conservador. Las

oportunidades políticas presentes al finalizar la década influyeron en la recomposición de la

Liga y proporcionaron la decisión de ir a la Huelga por parte del comité ejecutivo, pero así

mismo influyeron en su disolución.

El problema de los arriendos caros estuvo ligado indefectiblemente a otros problemas de

carácter social y urbano que afectaban a todas las capas de la sociedad, pero especialmente a la

clase media y a los más pobres. Muchas veces en los periódicos, se argumentaba que el alto

precio de los arriendos era la razón principal de la carestía de la vida en Bogotá. Debido a la

multiplicidad de problemáticas urbanas por las que atravesaba la ciudad, el gobierno creó una

comisión de expertos encargada de analizar las posibles causas. El resultado de estos análisis

determinaba que la carestía de la vida tenía otros matices, más allá de establecer como razón

principal el alza indiscriminada de los arriendos. A estas causas se le sumaban la falta de

construcciones, el acaparamiento de los víveres, el problema del agua entre otros, conformando

una crisis urbana y social, incidiendo en el alto costo de los arriendos. Así mismo, al alza

inmoderada de los arriendos se le acuñaban otras causas proporcionando el inconformismo de

los arrendatarios y la ciudadanía en general.

El presente trabajo tiene como finalidad entre otras cosas, estudiar las causas que incidieron en

la problemática del alto precio de los arriendos y la carestía de la vida en Bogotá en la década

de los veinte y determinar en qué consistió y cómo se manifestó la inconformidad ciudadana;

analizar el surgimiento, la organización, la recomposición y el declive del movimiento social de

arrendatarios, en lo que se conoció como La Liga de Inquilinos, y describir el proceso dado para

1 HARVEY, David. Ciudades rebeldes. Del Derecho de la Ciudad a la Revolución Urbana. Ediciones Akal.

Argentina. 2013.

Page 6: La Huelga de los Inquilinos

6

decretar la Huelga por el alza indiscriminada de los arriendos. Así mismo y como objetivo

principal, determinar qué poder real tuvo o no, dicho movimiento, de incidir con sus acciones

cívicas y colectivas, en la transformación de las condiciones de vida de los arrendatarios,

relacionado con el problema de la vivienda y la concreción de leyes que contuvieran el alza

injustificada de los arriendos.

Teniendo en cuenta la revisión sobre el tema de la protesta social, los movimientos sociales en

Bogotá y las luchas cívicas, se visualizan dos etapas en la lucha urbana: una antes y otra después

a 1918 arrojando como resultado algunas categorías y modalidades clásicas de la protesta 2. Las

primeras manifestaciones, se produjeron bajo una combinación de carácter socioeconómico y

sociopolítico, siendo las más sobresalientes en número y calidad las relacionadas a las

reivindicaciones de carácter nacionalistas-antiestadounidenses cuyo resultado proporcionó la

modalidad del boicot y la asonada, entendidas estas como las primeras manifestaciones y

referentes en el entorno de la ciudad. De igual manera las relacionadas a las manifestaciones de

carácter socioeconómico, que van enfocadas al inconformismo ciudadano referido entre otras

causas a la carencia y deficiencia en la prestación de los servicios públicos, los altos precios de

los alimentos, el problema de la chicha entre otros.

Las posteriores a 1918, igualmente se dividen en varios frentes de referencia, donde hay una

combinación entre las luchas socioeconómicas referidas a la conformación de la ciudad para la

industrialización, y las relacionadas a las problemáticas de carácter urbano como el problema

de la vivienda y los arriendos. En las socioeconómicas se tiene como protagonista principal al

obrero y el respaldo del socialismo como garante, visualizando como categoría de la protesta la

modalidad del boicot, la asonada y la huelga3, entendida ésta como el poder que tenían los

trabajadores para generar zozobra ante el capitalista paralizando el trabajo en la fábrica.

De otro lado, y como lo explica Germán Mejía4, a razón de las dinámicas internas de la

masificación de las ciudades, producto, como en el caso bogotano, a razón de la inmigración de

población como rezago de la guerra de los mil días; o por el fenómeno de los brazos caídos por

la falta de trabajo en las obras públicas del país, entre otras razones. En estas intervienen todas

las manifestaciones cuya diversificación pasa por razones sociales, políticas y económicas de

2 Si se quiere ver el análisis detallado sobre las causas y modalidades de las protestas cívicas en Colombia, las

cuales se tomaron como referencia para el presente escrito recurrir a: TORREJANO Vargas Rodrigo Hernán. La

protesta cívica en Colombia a principios del siglo XX 1902-

1930https://www.researchgate.net/publication/28233408_La_protesta_civica_en_Colombia_a_principios_del_siglo_XX_1902-1930 3 El derecho de asociación sindical fue consagrado por primera vez en la legislación colombiana mediante la ley

78 de 1919 que “entiéndase por huelga el abandono del trabajo en una o varias fábricas, empresas industriales,

agrícolas, convenio aceptado (sic), voluntariamente por número tal empleados obreros (sic), trabajadores, que

produzca suspensión funcionamiento fábricas, empresas, con el objeto de mejorar condiciones retributivas como

jornales, salarios, horas de trabajo, condiciones higiénicas., siempre que abandono de trabajo se efectúe en forma

pacífica” En: “La propagación de la legislación obrera. El ministro de industrias y la ley de huelgas”. El Tiempo.

Abril 27 de 1924. Año XIV. No. 4527. P, tercera. 4 MEJIA Pavony Germán. “Pensando la Historia urbana. En: CHAPARRO Valderrama Jairo. “La ciudad y las

ciencias sociales: ensayos y aproximaciones”. Editores Germán Rodrigo Mejía Pavony, Fabio Zambrano Pantoja.

Santafé de Bogotá: CEJA, 2000. P. 51.

Page 7: La Huelga de los Inquilinos

7

carácter urbano y por ende con acciones cívicas de la manifestación. El repertorio de las

acciones cívicas incluye todas las modalidades, desde el boicot y los disturbios, las

concentraciones espontáneas, la asonada, hasta las peticiones en forma de cartas, la marcha

pacífica y la Huelga, éstas últimas, características principales de la modalidad de lucha de la

Liga de Inquilinos de Bogotá.

En este orden de ideas, la primera acción cívica que se trabajó en el escrito para determinar la

inconformidad de la población en el entorno de las problemáticas de la ciudad, fue la consistente

en las quejas y peticiones descritas en columnas de prensa y misivas tanto de ciudadanos del

común como de los representantes de la Liga de Inquilinos, así mismo, como la relación

epistolar entre los vecinos y el Concejo para recabar de éste solución a las problemáticas

urbanas. Se visualiza en ellas la conciencia ciudadana, el inconformismo y la ideologización

como resultado de los distintos procesos de formación. La segunda acción estuvo relacionada

con las marchas pacíficas para acompañar los proyectos de ley ante las entidades

gubernamentales correspondientes. La tercera, la acción colectiva traducida como “el desafío

colectivo”, producto del rechazo de los proyectos de ley impulsados por la Liga de Inquilinos

para su aprobación en la Cámara, cuya posterior consecuencia provocarían la Huelga de los

Inquilinos terminada la década en estudio. Esta se presentó por etapas, al principio de manera

simbólica con la cesación de pagos y al final en asonada, con manifestantes violentos cansados

de contener la huelga de manera pacífica. De igual manera su característica principal radicó en

el hecho de ser una acción planteada por manifestantes que compartían un objetivo en común y

solidaridades, en una interacción mantenida contra el Estado, los arrendadores y las autoridades.

Se escogió el período de tiempo comprendido entre 1918 y 1930 por dos puntos de inflexión en

particular. Primero, en 1918 hay un acontecimiento catastrófico para la población como fue la

epidemia de la gripa que determinó la expedición de la ley 46 de 1918 de habitaciones que

modificara el urbanismo y la salubridad en la ciudad. A pesar de existir planes y leyes de

salubridad, hasta que las clases más favorecidas no vieron que esta problemática podía

afectarlas, no se actuó con eficacia. A partir de esta ley, fue más riguroso el Estado en el tema

de la inspección sanitaria y la creación de barrios para obreros, como lo fue el primer barrio

construido en las afueras de Bogotá el primero de mayo de 1923. Así mismo, finalizada la

década se produce un cambio en la conducción política del país, auspiciado por el desprestigio

que tenía ante la opinión pública el gobierno conservador. Este desprestigio se hacía evidente,

entre otras cosas por las leyes anti huelgas, la llamada rosca conservadora que muchas veces fue

señalada como artífice de los fraudes electorales, la masacre de las bananeras o el fatídico 8 de

junio, y la poca intervención estatal en las políticas económicas, en el entorno de una crisis

económica a nivel global, pero con repercusiones a nivel local. Estos acontecimientos

permitieron a la prensa liberal impulsar el desprestigio llamando a un cambio de gobierno. En

este inconformismo se gestan las principales oportunidades políticas para la reivindicación de

los derechos del movimiento social de la Liga de Inquilinos y la Huelga a finales de la década.

De otro lado, se encontró que la década de los veinte da nacimiento, organización y

posteriormente el lento desmantelamiento de la Liga de Inquilinos hacia 1931 cuando por medio

de la coyuntura social, política y urbana se decretaron leyes a favor de los arriendos caros, así

como intrigas y rencillas políticas al interior de la organización.

Page 8: La Huelga de los Inquilinos

8

Segundo, porque es en esta década donde la gente va tomando conciencia de derechos de

ciudadanía, crece la industria, crece la población casi al doble en 10 años, y la ciudad no da

abasto habitacional a estos fenómenos masivos de migración. Se presentaba el inconformismo

social propio de las ciudades capitalistas, con manifestaciones cívicas y sociales por la

reivindicación de muchos derechos y a todo lo largo del país.

La protesta de inquilinos auspiciada por la Liga de Inquilinos en defensa a una injusticia como

es la usura en el cobro de los arriendos y por tener características de movimiento, suscita

solidaridades comunes a todos los necesitados de una vivienda sin corresponder a una clase

social en particular. El componente social que la determina va más allá de la categoría “pueblo”

o mejor, la reinterpreta y engloba a profesionales, estudiantes, comerciantes entre otros5, estos

también denominados proletarios, pero con un poder adquisitivo y cultural mayor que las capas

menos favorecidas de la ciudad. Siguiendo esta idea, si hay algo que afecta en una ciudad al ser

humano como su naturaleza a ser feliz, a pertenecer, a amar, o a ser libre, el ser humano tratará

por medio de la acción y la protesta la obtención de estos derechos que van más allá de los

grupos con conciencia de clase o socialistas6.

El primer capítulo, ofrece un análisis de las causas materiales y sociales del inconformismo

social y de la determinación de ir a la Huelga. Dichas causas tienen que ver en concreto con la

carestía de la vida, el alza de los impuestos y los bajos salarios, en medio de una economía en

su máximo apogeo entre 1925-19287. El problema de la vivienda, el alto costo de los arriendos,

la especulación de los precios por parte de los propietarios, los revendedores de los alquileres y

las casas de arrendamiento. La falta de construcciones y programas estatales de vivienda, la

poca atención al saneamiento de las ya existentes o el problema del agua, el fenómeno de los

inquilinatos y el mal estado de las calles sin pavimentar, los malos olores del alcantarillado y la

insalubridad tanto en las habitaciones existentes como en el ambiente que se respiraba. Toda

esta problemática a su vez, va generando un descontento cívico en cuanto a las condiciones

adecuadas para poder vivir en la ciudad y la relación con el alto precio de los arriendos. En

medio de esta problemática urbana crece el movimiento de inquilinos existente ya para la época,

pero consolidándose en el tiempo, acompañado del contexto urbano del deterioro social.

El segundo capítulo de la investigación, describe y cuenta el componente ideológico de la

influencia de la Liga de Inquilinos, en la cual se incluye la sensación de injustica en las capas

menos privilegiadas y la clase media y las solidaridades, elemento característico de los

movimientos sociales. Se resaltará la influencia de otras protestas urbanas como las lideradas

5 El nombre “pueblo” se trabajó, no solo para hacer referencia a las capas más pobres de la ciudad sino también a

los citados. Esto se establece, entre otras cosas, con relación a una nota de prensa: “no parece que el espíritu de

ahorro haya arraigado precisamente en la clase popular, sino más bien en ciertas clases medias, que son también

proletarias, pero que están sin duda en un plano de vida material un poco menos miserable que el del elemento

social conocido entre nosotros con el nombre de “gente de pueblo”. Ver: “El ahorro en Bogotá” El Tiempo. Julio

21 de 1923.Año XIII. Número 4250. P, tercera. 6 Fromm Erich. Las cadenas de la ilusión. Una autobiografía intelectual. Ediciones Paidós Ibérica. Barcelona.

2008. p.p. 124 y 125. 7 SERNA Dimas, adrián- GOMEZ Navas, Diana. Estado, Mercado y Construcción de Ciudad. Una historia social

de los conflictos vecinales en la cuenca del río del arzobispo, Bogotá (1885-2000). Bogotá, junio de 2011.

Page 9: La Huelga de los Inquilinos

9

por la Liga Cívica, así como las manifestaciones de arrendatarios a nivel nacional como la

protagonizada por los arrendatarios de Barranquilla. Dicho fenómeno se dio a todo lo largo del

territorio nacional, tanto que, finalizada la década, pasó de ser La Liga de Inquilinos a La Liga

Nacional de Inquilinos. De otro lado el protagonismo de la prensa, las oportunidades políticas,

los ciclos de la protesta, y la forma como se organizó la lucha a todo lo largo de la década,

fenómenos todos estos dados como antesala a la gran irrupción.

Por último, el tercer capítulo y a manera de conclusión, fue construido en torno a la pregunta si

la acción colectiva del movimiento Liga de Inquilinos traducida en el desafío colectivo,

tuvo poder real o no de incidir en la transformación; se mantuvo en el tiempo o fue efímero

y qué tanto aporte tuvo en el logro de los arrendatarios por la reivindicación de sus derechos. Se

estudiará el surgimiento de la liga y su organización, su posterior re aparición hacia 19278 y su

recomposición finalizada la década y entrados los años treinta. Las primeras acciones que

emprenden al inicio de la década cuyo descontento se va acrecentando. La forma en la que se

difunde la protesta, el relato de las acciones directas y la forma de colisión contra el Estado, y

sus otros oponentes. La finalización de la década que resalta la caída del gobierno hegemónico,

junto con los triunfos o derrotas de la intervención de la Liga y demás temas que permitan dar

cuenta del movimiento social de la Liga de Inquilinos. De otro lado, dejar las pautas para el

análisis en un segundo momento, del nacimiento de una década con esperanzas para la

población, evidenciadas en un cambio de gobierno más proclive en el plano teórico a los

intereses del pueblo, pero con un panorama de crisis económica a nivel local y global.

La importancia de investigar la Liga de Inquilinos, su participación como movimiento social en

la década de los veinte y la Huelga, desde la historia urbana, radicó en el hecho de completar y

ampliar el análisis de los fenómenos sociales que determinaron el devenir de la ciudad. Así

mismo, porque se ancla a una serie de problemáticas urbanas, socioeconómicas, y políticas,

verificadas desde distintos frentes, pero como pocos, estudiadas desde los análisis de la prensa,

las voces de sus protagonistas y los relatos en sitio de las acciones que se dieron en el

inconformismo de la población, y en la lucha por el acceso a precios justos en el pago de los

arriendos caros. Teniendo en cuenta que la mayoría de los escritos sobre el inconformismo social

reduce su campo de acción al problema de los obreros en el capitalismo9, el objetivo aquí fue

8 Según Tarrow, es más probable que los trabajadores se declaren en huelga durante un periodo de bonanza que

durante una depresión. En: TARROW, Sidney. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción

colectiva y la política. Alianza editorial. Madrid. 1997.P, 152. 9 Para complementar la información, remitirse a Mauricio Archila “Cultura e identidad obrera 1910-1945”. Mérida

2003. “Movimientos sociales, estado y democracia en Colombia”. Bogotá 2001. “Ni amos ni siervos: memoria

obrera de Bogotá y Medellín 1910-1945”. Cinep. Bogotá, 1989; Medófilo Medina. “La protesta urbana en

Colombia en el siglo XX. Ediciones Aurora. Bogotá, 1984. Ignacio Torres Giraldo. “Los inconformes: historia de

la rebeldía de las masas en Colombia”. Volumen IV. Margen Izquierdo. Bogotá, 1973-1974. Miguel Urrutia

Montoya. “Historia del sindicalismo en Colombia”. Ediciones Universidad de los Andes. Medellín 1976. Entre

otros, quienes tratan la temática de la protesta social como una lucha de clases y referidas exclusivamente a las

relaciones de producción y el sindicalismo en la naciente industria, los cuales sirvieron de referencia, como punto

de partida. Así mismo, la tesis “Entre el Vecino y el Concejo” de Lena imperio. “Entre el Concejo y el vecino:

correspondencia y peticiones sobre las condiciones urbanas en Bogotá (1919-1929). (2016). Tesis de posgrado.

Maestría en Historia y teoría del Arte la Arquitectura y la Ciudad. Universidad Nacional de Colombia. En cuyo

contenido examina la relación epistolar entre los vecinos de los barrios de Bogotá en la década de los veinte y el

Page 10: La Huelga de los Inquilinos

10

ampliar las razones por las cuales la ciudadanía tiene la determinación de agruparse, crear

movimiento y enfrentar mediante estrategias de lucha, al Estado, oponentes y autoridades que

en el terreno se muestran fuertes y de pocas garantías sociales para salvaguardar los derechos

para todos.

Este escrito lo que pretende es sacar a la luz, a un grupo poblacional de inquilinos en medio de

una prosperidad económica y dineros producto de la indemnización de Panamá, y de

modernización de Bogotá tanto en el plano material como mental, social y cultural10. De otro

lado, aportar a la historia de esa otra ciudad pobre y segregada producto de fenómenos de

urbanización capitalistas, pero también que anidan en la cultura capitalina. A su vez, cómo este

grupo en un principio desorganizado, autónomo y disperso va conformando movimiento en

procura de la reivindicación de derechos debido a unas causas concretas que lo llevan de las

acciones cívicas al desafío colectivo como característica principal de la acción colectiva, base

de los movimientos sociales, traducidas en la irrupción en aprovechamiento de unas

oportunidades políticas. Se pregunta entre otras cosas, si el movimiento surgido por el problema

de los arriendos tuvo poder o no, de transformarse a sus más anhelados deseos11, premisas de

Harvey para el derecho a la ciudad.

Concejo, ampliando la noción de responsabilidad más allá del Estado, dotando a las asociaciones vecinales y

dándoles voz a sus proclamas en las decisiones urbanas, tema que sirvió de antemano para guiar el presente escrito,

en cuanto a los temas del primer capítulo, y el análisis de la fuente. 10 CASTRO-GÓMEZ, Santiago. Tejidos Oníricos. Movilidad, capitalismo y bio política en Bogotá (1910-1930). 11 HARVEY, David. Ciudades rebeldes. Del Derecho de la Ciudad a la Revolución Urbana. Ediciones Akal.

Argentina. 2013. P. 19.

Page 11: La Huelga de los Inquilinos

11

Metodología de la Investigación

Una primera aproximación sobre las problemáticas de la ciudad de Bogotá en la década de los

veinte, fue estudiada en los comités de historia urbana a partir de los escritos de Germán

Colmenares y conllevó algunos de los siguientes interrogantes: ¿Cuál fue la forma en que el

gobierno atendió la constante inmigración y el vertiginoso crecimiento de su población a lo

largo de la década de los veinte? ¿Cómo solventó la crisis de la vivienda, evidente en la relación

del aumento de la población y el poco espacio urbanizable de la ciudad? ¿Por qué se gestaron

las principales manifestaciones y confrontaciones contra el Estado, de hecho, el mayor número

en la historia de la ciudad y qué papel tuvo la ciudadanía del común en su participación? ¿Cuáles

fueron las causas del fenómeno de los arriendos caros y cuál fue el aporte de la Liga de

Inquilinos en la reivindicación de los derechos de los arrendatarios a todo lo largo de la década?

¿Cuáles fueron las principales problemáticas de la ciudad en medio de este vertiginoso ascenso

de población y de qué recursos disponía el Estado para la confrontación de esta crisis? ¿No

fueron suficientes los ingresos por el cobro de los impuestos y el sinnúmero de empréstitos

solicitados al extranjero? ¿De qué manera el gobierno de la ciudad enfrentó la problemática

urbana y social y le dio respuesta a las quejas y peticiones y a la protesta cívica y social?

La investigación preliminar apoyada en la teoría de Harvey y Romero12, daba a entender que

para la época existieron unas causas del malestar propias de las ciudades capitalistas que recaen

siempre sobre los más pobres. De estas causas del malestar social, la injusticia y la problemática

urbana, se observa que hay una problemática relacionada con el incremento en el valor de los

arriendos y la especulación de la vivienda. Por tal motivo se escogió este tema por ser una de

las problemáticas más sensibles para los pobladores. Adicionalmente se observó que se le

endilgó ser la causante principal de la carestía de la vida en la ciudad en dicha década de estudio.

Dentro de las causas del malestar social y la decisión de ir a la huelga, se desprendían dos temas.

Por un lado, el denominado como causas materiales, y sociales y por otro el de las causas

ideológicas relacionadas estas últimas con el inconformismo, la sensación de injustica gestante

de la protesta social y como referencia a ideologías locales y foráneas. Para escribir sobre las

causas, se estableció el paso a seguir en la recopilación de la información y las fuentes a trabajar.

La búsqueda de la información se dio por dos medios en particular: Primero, en la lectura de los

fondos del Concejo para obtener de una fuente primaria, algunos aspectos del inconformismo e

insumos en forma de correspondencia entre los vecinos y el Concejo. En este punto se partió

del registro bibliográfico que juiciosamente realizó Lena Imperio13. Se seleccionaron solo

aquellas cartas que, si bien, en una primera instancia se presentaban ilegibles, sin una secuencia

clara año por año, o entremezcladas con cualquier otro tipo de inquietudes, estipulaban el

malestar y el descontento por las condiciones materiales de la ciudad y el alto precio de los

arriendos. Por otro lado, en la lectura de la prensa y la revista cromos, de amplia circulación en

12 HARVEY David. Ciudades Rebeldes y ROMERO José Luis. Latinoamérica las ciudades y las ideas 13 IMPERIO, H.L. (2016). Entre el Concejo y el vecino: correspondencia y peticiones sobre las condiciones

urbanas en Bogotá (1919-1929). Tesis de posgrado. Maestría en Historia y teoría del Arte la Arquitectura y la

Ciudad. Universidad Nacional de Colombia.

Page 12: La Huelga de los Inquilinos

12

la década de los veinte, enfocándose la búsqueda en la organización de la protesta y el

seguimiento a la Liga de Inquilinos.

La información se rastreó a partir de columnas de opinión del diario El Tiempo y El Espectador.

Los titulares de la prensa, los editoriales, las columnas llamadas “cosas del día” “casos y notas”

y “página especial para obreros” y crónicas de la revista cromos. Se conformó un amplio

material de datos desde 1920 hasta 1930 y se analizó año por año la problemática urbana de las

causas materiales y sociales de la protesta. Se verificó en los hechos más sobresalientes,

decisiones gubernamentales sobre propuestas de cambio en la intervención urbana, o, por el

contrario, mayor incertidumbre y desasosiego como si a lo largo de la década nada pasara o

empeorara. De igual manera, las causas ideológicas de la protesta social también se rastrearon

por estos mismos medios.

A lo largo del tiempo de investigación, mismo que ha durado con intermitencias un periodo de

dos años, se revisaron también en el Archivo Distrital un total de 10 libros aproximadamente

con folios de 500 páginas cada uno. Entre éstos: “correspondencia enviada”, “correspondencia

registro”, “proposiciones Concejo Municipal”, “actas proposiciones y decisiones”,

“comunicaciones”, entre otros. En la Biblioteca Luis Ángel Arango y Biblioteca Nacional, los

periódicos y la revista cromos de la misma época, entre 1918 y 1930.

El libro “El poder en movimiento”14, proporcionó la manera de mirar lo concerniente a los

movimientos sociales urbanos. Sirvió en la selección de algunas de las categorías de análisis

más importantes que se trabajaron en el capítulo sobre el movimiento de La Liga de Inquilinos,

para explicar su organización, modalidad de lucha, características de las acciones colectivas y

el desafío y la oportunidad de irrumpir en la ciudad. Por tal motivo es importante mencionar que

dicho capítulo se construyó con la lectura de la prensa de la época a la luz de estas categorías de

análisis estudiadas en este texto. De otro lado la miseria y el abandono moral del capitalino, se

trabajó a partir de la lectura de la novela “Casa de vecindad” del cronista y poeta bogotano

Osorio Lizarazo, quien hace un panorama crudo pero real de la crisis económica y social en la

ciudad.

14 TARROW, Sidney. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política.

Alianza editorial. Madrid. 1997.

Page 13: La Huelga de los Inquilinos

13

Marco Teórico

El sentido de la historia urbana es el de entender cómo la ciudad se ha hecho y quiénes han

intervenido en su producción15. Así mismo demostrar y analizar los hechos históricos haciendo

indispensable el diálogo entre concepto y dato empírico conducido por hipótesis sucesivas e

investigación empírica, en una línea limpia y éticamente conducida desde lo histórico. Por tal

motivo en este objeto que es la ciudad se está Ad portas de conocer las características de las

sociedades que la han hecho realidad lo cual para el autor es el sentido que se le debe dar a la

historia urbana16. Esto se pretendió hacer en el presente escrito.

De otro lado, los fenómenos de crecimiento de la ciudad como lo expone Germán Mejía17, no

siempre se dan como antesala a la industrialización sino muchas veces por fenómenos propios

de la expansión de la ciudad y que son característicos en la formación de las mismas. Al

respecto, todo el tema de la problemática de la vivienda que se hereda en la década de los veinte

se da entre finales del siglo XIX y la primera década del siglo XX. Específicamente con la poca

construcción de viviendas en el espacio de la ciudad y la problemática urbana que genera las

malas condiciones al interior de éstas y la situación social de inconformidad.

En lo que tiene que ver con el término “derecho a la ciudad” propuesto en este escrito es un

término acuñado por Lefebvre para el estudio de la ciudad de los años sesenta y reinterpretado

por Harvey para dar cuenta de la actual crisis de la ciudad neoliberal. Su argumentación principal

señala el hecho de que el derecho a la ciudad radica en la capacidad de sus ciudadanos de

transformarse a sus más anhelados deseos.18 La libre competencia, la apertura al mercado como

política económica estatal, la intervención del Estado en desigualdad de oportunidades para

todos, así como la ausencia en importantes decisiones urbanas en Bogotá, y las características

principales de la urbanización capitalista contribuyeron al panorama de exclusión y segregación

vigentes aún hoy en día.

1. La acción colectiva y el desafío.

El 20 de julio de 1921 más de seiscientos inquilinos se reunían en la casa del pueblo con la

premura de decretar la hora cero de la manifestación. Dicha urgencia radicaba en el hecho del

cansancio del pago injusto e incrementado del valor de los arriendos y si bien, a esta reunión no

acudía la mayor parte de la representatividad de los obreros si existía la posibilidad de tomar

decisiones y programar una huelga. Se presentaba un desafío para los organizadores de

organizar un movimiento social, ya que, para la época en mención en medio de una serie de

problemas urbanos, los arrendatarios que asistieron, un corto número para la gran cantidad que

albergaba la vivienda arrendada en la ciudad, no estaban enterados, organizados y

15 PIÑÓN, Juan Luis. Reflexiones sobre la comparación y la generalización en historia urbana. 1993. 16 Ibid. 17 MEJIA Pavony Germán Rodrigo. Los años del cambio. Historia urbana de Bogotá 1820-1910”. Bogotá; CEJA.

1998. 18 HARVEY, David. Ciudades rebeldes. Del Derecho de la Ciudad a la Revolución Urbana. Ediciones Akal.

Argentina. 2013. P, 20.

Page 14: La Huelga de los Inquilinos

14

concientizados, y tuvieron que pasar por otras circunstancias adicionales al deterioro para la

movilización y creación de dicho movimiento.

Para los analistas e interesados por el tema del problema de los arriendos caros, la Liga de

Inquilinos se había formado con la finalidad de llevar a cabo la lucha que entrañaba “la

especulación de los traficantes de víveres y la codicia de los propietarios de habitaciones” así

como de una vez por todas actuar en cuanto a lo que se consideraba una injusticia contra el

verdadero pueblo colombiano, el cual había soportado con valentía, paciencia y resignación, las

injusticias sobre el problema de los arrendamientos caros19. Si estas palabras se dictaban

finalizada la década de los veinte, se puede colegir que el desafío colectivo en este momento se

determinaba como la acción colectiva para decretar la Huelga.

El desafío colectivo como primera medida, es la acción colectiva de un movimiento social, que

para el caso que nos compete se tradujo en el objetivo común y la solidaridad que se evidenció

en torno al problema de los arriendos caros y la coyuntura social y material de la ciudad; a su

vez se caracterizó por poseer un enemigo a vencer, en este caso el Estado, los propietarios y las

casas de arrendamiento. En este orden de ideas y siguiendo a Tarrow, la mejor manera de definir

a los movimientos sociales, es como “desafíos colectivos planteados por personas que

comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las élites, los

oponentes y las autoridades”20.

El objetivo en común, se planteaba como la solución total o parcial a los problemas

enfáticamente con una ley que pusiera fin al cobro excesivo y sin límites en el precio de los

arriendos y la mejora en las condiciones de habitabilidad. La solidaridad, se caracterizaba, por

el fortalecimiento del grupo en redes sociales establecidas en comités y juntas barriales, en

reuniones políticas y culturales en la casa del pueblo y del estudiante, así como el fortalecimiento

de los líderes en encausar su lucha y conformar tal categoría, primero de identidad de pueblo, o

de arrendatario, y luego a partir de allí la concientización de la problemática de los arriendos y

sus posibles soluciones. El movimiento de la Liga de Inquilinos lejos de pertenecer a una sola

clase social, en ella convergía la identidad colectiva de un grupo al cual se le estaban vulnerando

sus derechos. Sin embargo, la característica de los organizadores y líderes de la Liga, consistía

en matizar el escenario y agudizar la visión de capturar las oportunidades políticas para la

acción, llámese de esta manera a la acción colectiva, por la mejora de sus condiciones cívicas.

Esta acción inició como resultado de la organización de los vecinos en asociaciones libres para

mandar cartas, hacer uso de su habitabilidad, establecer líneas de comunicación y reunión, darle

identidad al grupo social de los inquilinos, obreros y clase media, y en el momento adecuado,

actuar por medio de otro tipo de acciones en la forma de proceder para la obtención de sus

derechos. Por medio de la acción colectiva, producto de la organización, la unión a otros

gremios, y con un fuerte espíritu de solidaridad “sin el cual ningún Estado es capaz de resolver

19 “En favor del abaratamiento de los alquileres y los víveres. Conferencia dictada por el profesor Adán Pereira el

día 13 de noviembre” El Tiempo. Noviembre 25 de 1929. Año XIX. Número 6521. P, 10. 20 TARROW, Sídney. 1997. El poder…P.21.

Page 15: La Huelga de los Inquilinos

15

ninguna de las innumerables cuestiones que interesan directamente a los trabajadores”21 la Liga

de Inquilinos llamó a Huelga a todos los interesados por el tema de los arriendos caros finalizada

la década, para ese momento ya altamente organizados y, por tanto, sin temor a equivocarnos

con un movimiento social.

Una acción colectiva no es necesariamente una acción violenta, y menos para el caso bogotano

de los arrendatarios, sino es la acción que tiene un grupo de personas inconformes de enfrentarse

a instituciones poderosas y que tienen todas las de ganar22. Para el caso bogotano, estas acciones

van ganando fortaleza debido a la formación y organización de los arrendatarios en movimiento,

y estos a su vez adquiriendo la experiencia para la irrupción, la confrontación y la

recomposición23. En 1927 en una de las tantas reuniones de la Liga de Inquilinos se ve cómo se

estableció la lucha a partir de la creación de comités encargados de difundir y llevar a cabo las

tareas subdividas en varios frentes. A su vez, una acción colectiva puede ser breve o mantenida

en el tiempo, institucionalizada o disruptiva, monótona o dramática. Según Tarrow24, se

convierte en contenciosa cuando es utilizada por gente que carece de acceso regular a las

instituciones, que actúa en nombre de reivindicaciones nuevas o no aceptadas y que se conduce

de un modo que constituye una amenaza fundamental para sus rivales25.

Las huelgas a lo largo de las décadas anteriores proporcionaban el insumo para la organización

de base y la dinámica propia partía con cierto grado de experiencia, pero beligerante en su

contenido. Los líderes a los cuales estaba destinado tanto el momento de las lecciones o las

charlas en los lugares destinados para tal fin, como los encargados de las proclamas y los

discursos en plaza pública alentando el movimiento, fueron cambiando su actitud a lo largo de

la década proclive al socialismo, a un tono más cívico en la forma de encauzar la Huelga.

Para que un movimiento como el conformado por el grupo de inquilinos permaneciera en el

tiempo y lograra sus objetivos después de diez años de lucha, era necesario que resistiera

moralmente la problemática urbana por la que estaba atravesando, manteniendo fuertemente los

lazos de solidaridad por un objetivo común, integrados a todas las acciones cívicas manifestadas

en la época, es decir, que la difusión de la protesta y el entendimiento por otras causas en común

eran parte de la fuerza con la que este grupo social actuaba en la lucha social. En septiembre de

1921 se convocaría una de las primeras manifestaciones para recabar del Congreso el estudio

de los proyectos de ley sobre inquilinatos, es decir, la limitación de los cánones de

arrendamientos y el de los nuevos impuestos sobre valorización de la finca raíz. Así mismo

finalizada la década, la Liga de Inquilinos no tuvo más remedio que el desafío colectivo a partir

de la acción colectiva entendida esta como la Huelga de los Inquilinos.

La acción colectiva y el desafío colectivo del movimiento social traducido como el movimiento

de la Liga de Inquilinos, se estudió desde Sídney Tarrow con “El poder en movimiento; Los

21 “El Congreso Obrero”. El Tiempo. Abril 29 de 1924. Año XIV. Número 4529. P,1. 22 TARROW Sídney. 1997. El poder… De igual manera hemos estudiado para el caso en mención el poder del

Estado en un sinnúmero de leyes anti huelgas y persecución a los líderes del naciente partido socialista de 1926. 23 TARROW, Sídney. 1997. El poder… 24 TARROW, Sídney. 1997. El poder…Pgs. de la 20 a la 25. 25 TARROW, Sídney. 1997. El poder…P. 19

Page 16: La Huelga de los Inquilinos

16

movimientos sociales, la acción colectiva y la política”. A partir de este texto, se encontraron

las más importantes referencias al poder de los movimientos sociales y la adquisición de

derechos por medio de la huelga. Es con la lectura de este texto que se planteó como hipótesis

principal: que es a partir de las oportunidades políticas que los grupos en movimiento

logran desestabilizar y obtener dividendos en sus peticiones y triunfo en sus derechos.

Así las cosas, se determinaron como categorías de análisis la solidaridad, la acción cívica, el

desafío colectivo y la acción colectiva, las oportunidades políticas, los ciclos de la protesta, el

objetivo común, el enemigo a vencer, y demás que, junto con los datos obtenidos de la fuente

primaria de la prensa, lo fondos del Concejo y fuentes secundarias que relacionan el surgimiento

de las ideas socialistas permitieron esbozar el tema sobre el surgimiento y organización del

movimiento Liga de Inquilinos.

2. Causas sociales materiales e ideológicas.

Con respecto a las causas sociales y materiales, se refiere al análisis de las políticas de Estado

en la ciudad en la década de los veinte y sus respectivas consecuencias en el plano socio

económico. Estas repercuten en la vida de la gente mostrando un panorama de desigualdad,

carestía de la vida, incremento y ajuste de los impuestos, la especulación de la vivienda y por

ende el alza en el precio de los arriendos. Así mismo, falta de programas amplios y contundentes

de vivienda que dieran cabida a todos los habitantes, así como un panorama geográfico de

segregación socio espacial, gestando el inconformismo y por ende la lucha por ganar un espacio

en la ciudad.

Las causas materiales se dividen en dos temáticas en particular. Por un lado, la problemática de

la vivienda y por otro el estado material de la ciudad. Las causas ideológicas, se presentan como

referentes, y se refieren al criterio de los ciudadanos por dar respuesta a esta crisis del

capitalismo anteriormente descrita. Se enfocan en la toma de conciencia de los ciudadanos por

sus derechos, por un lado, en aprovechamiento de las oportunidades políticas, en el carácter

sociocultural del bogotano, en la recepción de las teorías ideológicas y protestas locales y

foráneas que marcan la influencia de la manifestación. De otro lado, en la solidaridad y la

sensación de injusticia, cuyas características completan el componente teórico de los

movimientos sociales y que se evidenciaron en el grupo de arrendatarios e inquilinos

pertenecientes a la Liga de Inquilinos.

Page 17: La Huelga de los Inquilinos

17

Causas sociales y materiales de La Huelga de los Inquilinos: Los

problemas de la ciudad. «Me entregaré a la ciudad incoherente y fatal, que devoró mis esperanzas, mi vida, mis estúpidas ilusiones y que negará también el consuelo inútil de una sepultura para mi pobre cadáver, destinadas a las cuchillas impías del anfiteatro o a la voracidad de los perros en un recodo incógnito del Paseo Bolívar”26 INTRODUCCIÓN

En septiembre de 1930,27 se iniciaba en segundo debate del Senado de la República, la sesión

con relación al tema de la rebaja de los altos precios en los alquileres. Por esos días28, una

manifestación civil, alegre y carnavalesca llenaba las calles de Bogotá, alentando la posibilidad

de que un proyecto de ley de tal magnitud se aprobara en los debates necesarios.29 Los cantos

alegres y la algarabía planificada presagiaban que de nuevo los bogotanos, inquilinos de toda

procedencia social, religiosa y política saldrían y se tomarían las calles de forma civilizada30

evitando hasta donde fuera posible, experiencias violentas que terminaban desprestigiando la

manifestación, como había sucedido meses atrás con la Liga de Inquilinos. No se podía permitir

que el gobierno, motivado por la experiencia en la retina, la disolviera en uso de la fuerza, o lo

que es peor, se dirigiera con discursos populistas que enfriaran la manifestación y calmaran

momentáneamente la emoción.

Este hecho de la discusión en el parlamento sobre un proyecto de tal magnitud y necesidad para

los arrendatarios fue el resultado de una oportunidad política, traducida en el pico más alto de

una coyuntura social y urbana y un cambio de gobierno. Sin embargo, la intensificación de la

protesta, las distintas modalidades que se dieron a lo largo de la década y su cambio progresivo

en la irrupción y confrontación, su estructura organizativa, el fulgor del sentimiento de

solidaridad por parte de un pueblo unido en un objetivo común, la toma de conciencia producto

de un sinnúmero de factores ideológicos y cívicos, dimensionaron y acotaron esta oportunidad

política. Le dieron valor a la organización de la acción cívica producto de la experiencia de unos,

de la unión de fuerzas de varios, de la ayuda intelectual de otros y de la fuerza interior de

muchos, en muchas ocasiones arriesgando sus vidas.

En la década de los veinte fue amplio el repertorio de la prensa en torno a la problemática de los

arrendatarios, llevando las quejas, reclamos y peticiones de los pobladores, en un acto cívico y

solidario de la situación por la que atravesaba la mayor parte de la población. Peticiones del

estilo, “cuándo se acabará la carestía de la vida” o “qué hacer ante el problema de la vida cara”,

26 OSORIO Lizarazo José Antonio. La casa de Vecindad. Edición Laguna Libros Bogotá. Marzo de 2013. P. 216. 27 “El Senado aprobó ayer en segundo debate la ley que reglamenta los alquileres. Texto de las nuevas

disposiciones” El Tiempo. Septiembre 26 de 1930. Año XX. Número 6819. P, 1. 28 “La baja de los alquileres” El Tiempo. Septiembre 22 de 1930. Año XX. Número 6815. P, 9. 29 Ibid. 30 Ibid.

Page 18: La Huelga de los Inquilinos

18

era el espacio predilecto para que la gente opinara. En septiembre de 192131 un titular de la

prensa anunciaba que la Liga de Inquilinos haría presencia en las calles para pedir a las entidades

gubernamentales y miembros del Concejo de la ciudad su intervención en procura por la rebaja

de los arriendos caros. Sin embargo, a lo largo de toda la década las peticiones no solo iban

referenciadas a la baja de los arrendamientos sino a otros temas adicionales que enmarcaban las

problemáticas de Bogotá. Otros comités vecinales, personas del común, agrupaciones de

ciudadanos, y otras ligas, también oponían resistencia cívica utilizando las cartas como formas

de quejas y peticiones. En medio de estas peticiones y relacionadas con la problemática urbana,

las principales tenían que ver con la carestía de la vida, el tema de la vivienda, tanto por su

estado material como la carencia de las mismas, y derivado de esto, el problema del alto precio

de los arriendos.

1. Formas de la carestía de la vida

En el sinnúmero de causas por las que la vida en Bogotá en la década de los veinte se hacía cada

vez más costosa para la gran mayoría de la población, el gobierno en razón de atender la crisis,

indagar las causas, y dar respuesta con sustento científico a la problemática en mención, creó

un comité de expertos el cual se encargaría de analizar de manera detallada la diversificación de

la problemática. Mediante la expedición del decreto 482 del 15 de marzo de 192732 se crearía

dicho comité cuya finalidad consistía en alertar al gobierno con miras a que éste diseñara

políticas económicas destinadas a solventar la crisis.

Dentro de dichos análisis se establecieron causas antiguas y recientes como determinantes de la

crisis, que afectaban la carestía de la vida en la ciudad. Las antiguas se agruparon en cuatro

secciones, desde las que se encontraban la afectación en la producción de alimentos, la

circulación, el consumo y la vivienda. En cuanto a las recientes también agrupadas en cuatro

ítems, éstas iban desde el ensanche de la moneda y del crédito, el absentismo, el reciente

incremento de las obras públicas, los empréstitos externos y la especulación de la finca raíz33.

1.1 La falta de habitaciones

Bogotá se fue haciendo poco a poco ciudad, y entrada la década de los veinte las

transformaciones urbanas fueron evidentes en su componente espacial y arquitectónico. Como

todo crecía, crecían también las necesidades34como lo hacía saber un editorial. En una pequeña

lista de la arquitectura que adornaba la ciudad, se podía divisar dicho progreso35. Un analista en

31 “La manifestación obrera de mañana”. El Espectador. Año XXXIII. Número 3544. Septiembre 3 de 1921. P.1. 32 “Informe del comité encargado de estudiar el problema de la carestía de la vida” El debate. Mayo 25 de 1927. P.

Tercera. 33 Ibid. 34 “El desarrollo de Bogotá en los últimos veinte años”. El Tiempo. Noviembre 21 de 1922. Año XII. No. 4013. P,

cuarta. 35 “En esta época de paz se han fundado en Bogotá, y llevan vida próspera, siete grandes bancos: el Banco Central,

el Banco Hipotecario de Colombia, el Banco Londres, y Río de la Plata, el Banco López, el Banco Mercantil

Americano, el Banco Francés e Italiano y el Commercial Bank of Spanish America Limited” Ver: “El desarrollo

de Bogotá en los últimos veinte años” Ibid.

Page 19: La Huelga de los Inquilinos

19

el año de 192236 y 192337 respectivamente manifestaba su preocupación sobre las pocas

construcciones que se edificaban para vivienda y la escasez de las mismas para albergar el

progresivo aumento de la población en la ciudad. Para este analista la falta de construcciones

para habitaciones determinaba la carestía de las existentes y por tanto el aumento en los

arriendos. De igual manera “dificulta y oprime la vida de muchos ciudadanos, pues tales

edificaciones ocupan los sitios y absorben los dineros y las energías que pudieran aplicarse a la

construcción de casas de habitación que contuvieran algo el alza de los arrendamientos”38.

En un análisis fechado el 28 de octubre de 1927 se encontró la siguiente información que

sustentaba el hecho de que la falta de construcciones para la cantidad de población vigente en

esa época determinaba con justa razón la causa de la carestía de los arriendos explicado en el

hecho de la ley de la oferta y la demanda y la especulación de la vivienda. El análisis elaborado

por el doctor Liborio Escallón amigo del diario El Tiempo sintetizaba cifras extraídas de catastro

donde se argumentaba que por ejemplo en 1923 se habían edificado “69 casas cubriendo un área

de 13,902-50 metro cuadrados. En 1926 se edificaron 283 casas y se cubrió con ellas un área de

96,158-60 metros cuadrados”39 aumentando en una gran proporción el área en metros cuadrados

cubiertos en la ciudad. Si a estas cifras se le añadía que la población de Bogotá sin contar con

sus corregimientos se podía calcular en 200.000 habitantes40 se colegía de antemano, junto con

el analista Escallón que la cantidad de casas no eran las suficientes para la población vigente y

que por tal motivo para los analistas de la época la falta de construcciones fue una de las causas

principales del problema de la vivienda y del alto costo de los arriendos.

1.2 La carestía y los arriendos

A la falta de edificaciones en la ciudad, se le sumaba la constante y numerosa inmigración,41 la

ley de la oferta y la demanda, o las leyes naturales que causaba sus incrementos con relación a

los precios que se ofrecían en el mercado, debido a la falta de habitaciones y programas de

vivienda pues estos tendrían a subir indiscriminadamente. En 1922 se le aducía como la mayor

causa del alza de los arriendos, al hecho de que algunos propietarios eran renuentes a edificar

en sus lotes con la idealización de verlos valorizados en el tiempo debido a las construcciones

de sus vecinos. Esta problemática fue muy común en la cultura capitalina, demostrando por

36“Para fomentar las construcciones en Bogotá” El Tiempo. Noviembre 16 de 1922. Año XII. No. 4009. P, segunda. 37“El problema de las habitaciones en Bogotá”. El Tiempo. Abril 21 de 1923. Año XIII. Número 4160. P, 8. 38“Para fomentar las construcciones en Bogotá” El Tiempo. Noviembre 16 de 1922. Año XII. No. 4009. P, segunda. 39“Interesantes datos sobre el desarrollo de Bogotá. El incremento de la población-Incremento de las

construcciones- El movimiento de la propiedad raíz- El tranvía” El Tiempo. Octubre 28 de 1927. Año XVII.

Número 5781. P, 1. 40 En este artículo el señor Escallón dice que “este dato está conforme con la natalidad de la ciudad, con el

crecimiento de ésta, formado por el elemento adventicio y con el aumento de los consumos de primera necesidad”

para determinar la cantidad de población en 1926 y su relación con la falta de construcciones. Según este análisis

señala: “La natalidad fue en 1922 de 5193 niños y en 1926 de 6421 lo cual da un aumento del 20%. En cada uno

de esos años la natalidad ha ido aumentando en relación con el anterior. Ver: “Interesantes datos sobre el desarrollo

de Bogotá. El incremento de la población-Incremento de las construcciones- El movimiento de la propiedad raíz-

El tranvía” El Tiempo. Octubre 28 de 1927. Año XVII. Año XVII. Número 5781. P, 1. 41 Alejandro López. “La trashumancia de la mano de obra” El Tiempo. Octubre de 1929. Año XIX. Número 6480.

P,1.

Page 20: La Huelga de los Inquilinos

20

parte de algunos propietarios la mezquindad y la intención del beneficio propio en contra de los

beneficios de la ciudad42.

Los arriendos caros, con incrementos y sin solución a lo largo de la década de los veinte,

presentaba picos altos a finales del año de 1926. En un editorial del diario El Tiempo se

explicaban las principales razones del alza inusitada del precio de los arriendos aduciendo

razones al alto costo de la vida. Los editorialistas de los principales periódicos exhortaban al

gobierno diciendo que tal vez Colombia y Panamá fuesen los únicos países civilizados donde

los gobiernos no tomaban cartas en el asunto en torno a las leyes de fijación de los topes de los

arrendamientos43.

La principal causa del alto precio de los arriendos, según otros analistas, consistía en “la

ambición de lucro de la mayor parte de las agencias de arrendamiento”44. Los dueños de las

agencias ofrecían a los propietarios de las casas para arrendar una comisión con el fin de que

arrendaran sus casas a un precio mayor del que la tenían colocadas, pero que de todas formas

sin la anuencia de los propietarios éstos se arrogaban el poder de colocar avisos en las casas

desocupadas anunciándolas por un precio mayor que el que el propietario las tuviera

presupuestadas45. Otra forma irresponsable de esta ambición de lucro consistía en el hecho de

que empleados de algunas agencias de arrendamientos ofrecían a los propietarios, clientes que,

según ellos, ofrecerían mayor valor del que los propietarios estarían recibiendo por sus

propiedades46.

Según otras opiniones sobre la situación social, hacia 1928 un sinnúmero de causas se establecía

como las principales a tener en cuenta y la petición por la intervención estatal. Por un lado, la

falta de higiene local, entendida como la carencia de una política pública de higienización

homogénea de la ciudad, ocasionando la aglomeración en aquellos lugares más higienizados de

la ciudad disparando los precios altos en un sector característico central de la ciudad, y a donde

recurría la mayor demanda por una habitación salubre y espaciada. De otro lado a la falta de

control en la moralidad, honestidad y profilaxis, entendida como la razón por la cual la gente se

alejaba de los lugares del vicio aglomerando de igual manera espacios lejos de dicha condición

social. La falta de servicios públicos en particular el agua y la luz, encareciendo a las

edificaciones cuyas obras colmaran dichas expectativas de provisión de tales servicios públicos.

La falta de técnica en las obras públicas complicando el acceso a ciertos lugares de la ciudad en

particular los cercanos a las faldas de Monserrate y Guadalupe. Y un fenómeno menos

recurrente pero igual presente consistió en el alza de los víveres cuyas clases privilegiadas y de

poder adquisitivo de la ciudad prefirieron muchas veces alterar el precio indiscriminado en los

arriendos lejos de abstenerse del consumo de bienes suntuarios47.

42 “Para fomentar las construcciones en Bogotá” El Tiempo. Noviembre 16 de 1922. Año XII. No. 4009. P, segunda. 43 “La vida cara”. El Espectador. Noviembre 28 de 1926. Año XXXVIII. Número 5405. P, tercerea. 44 Manuel Bermúdez. “El alto precio de los arriendos” El Tiempo. Octubre 12 de 1926. Año XVI. No. 5406. P,

décima. 45 Ibid. 46 Ibid. 47 “El problema de los arrendamientos”. El Tiempo. Abril 4 de 1928. Año XVIII. Número 5937. P, 2.

Page 21: La Huelga de los Inquilinos

21

En otro orden de ideas y según analistas de la época, recaía la culpa sobre los mismos inquilinos

los cuales se ofrecían a pagar cifras exorbitantes por el pago de los arriendos, ya fuera por el

boom económico que representaba una casa bien ubicada para el comercio, así como en el

entendido de querer vivir en lugares lejos de la contaminación tanto del aire, como de aquellos

lugares considerados como malos ejemplos para la moral pública. De esta forma, nos lo hace

saber estos dos editoriales del diario el Tiempo: “En la época del boom, hubo comerciantes de

la Calle Real que ofrecían el cincuenta por ciento más sobre el precio que pagaba un antiguo

inquilino para quitarle el local. Así mismo sucedía con las casas de inquilinato, por las cuales se

pagaban precios fabulosos”48.

En una sesión del 16 de septiembre de 1929 en el Municipal y tratándose de instalar una junta

de inquilinos definitiva para la lucha, la intervención de una mujer, sastre de profesión, daba a

entender otra de las facetas por las cuales los arriendos en Bogotá tenían precios exorbitantes.

Según ella, parte de las causas por las cuales los arriendos se elevaban tenían que ver con el

hecho de que algunas personas se habían convertido en una especie de revendedores de

alquileres49. Significaba esto, que gentes que tomaban a precios elevados casas de alguna

capacidad para el subarriendo de las habitaciones a precios altísimos, las revendían. Así mismo

exigiendo para el arriendo papeles imposibles y aceptando solo a aquellos que ofrezcan el valor

pedido.

Analizada la problemática y expuestas las casusas del alza indiscriminada de los arriendos por

parte de expertos y ciudadanos del común, la Liga de Inquilinos terminada la década de los

veinte y en un comunicado que alertaba sobre la necesidad de ir a Huelga estableció sus razones

en cuanto a -según ellos- las verdaderas causas del alza indiscriminada de los arriendos. Según

sus directivas, éstas iban desde las relacionadas con el dinero en la ciudad y la inflación

producida por los empréstitos que aumentaron las obras públicas, el aumento de la población

ávida de trabajo conglomerando la ciudad, dejando al campo y a la agricultura sin brazos para

el trabajo. De otro lado a problemas relacionados directamente con la vivienda que variaban

desde el hecho de la falta de construcciones debido al encarecimiento de los materiales de

construcción, la transformación urbana de la ciudad cambiando la morfología de la ciudad y el

cambio de uso de las edificaciones pasando de vivienda a bancos y casas comerciales, oficinas

y almacenes disminuyendo el número de habitaciones, y aumentando la atracción que ejerce la

ciudad en el campesinado.

1.3 Los acaparadores

Iniciada la década en estudio, en junio de 1920, las subsistencias de primera necesidad se

describían en columnas de opinión de este mismo estilo: “El problema de las subsistencias en Bogotá

se agrava por momentos. Los artículos de primera necesidad se cotizan en el mercado a precios poco menos que

imposibles para la generalidad de las gentes. Alarma general ha causado el precio excesivo de la carne en los

lugares destinados para el expendio”50

48“Baja de los alquileres”. El Tiempo. Septiembre 14 de 1929. Año XIX. Número 6452. P,3. 49“La reunión de inquilinos ayer en el Municipal”. El Tiempo. Septiembre 16 de 1929. Año XIX. Número 6454.

P,11. 50 “El coste de la vida”. El Tiempo. Junio 7 de 1920. Año X. P.5.

Page 22: La Huelga de los Inquilinos

22

En los albores de la década, se hacía ver el problema de los acaparadores como una de las

principales razones de la carestía de la vida, así como la poca intervención estatal en contener

dicha problemática, razones que las resaltamos desde distintas columnas de opinión en los

principales diarios del país: “El Tiempo comenta la carestía de la vida y dice que los abusos son constantes,

que la represión de tales abusos por parte de las autoridades es ninguna, que se está explotando nuestra pasividad,

y que ha llegado la hora de que se ponga remedio a tal situación”51.

Posteriormente, hacia 1927 de nuevo se acusaba a los acaparadores de ser los causantes de la

carestía de la vida y de los altos precios de la mayoría de los víveres y subsistencias. Según las

quejas de los ciudadanos, el acaparador era como un todopoderoso que no permitía que la ley

de la oferta y la demanda se cumplieran; así mismo se cuestionaban de cómo era posible que

habiendo abundancia en toda clase de artículos los precios no bajaran. Para ellos todo conducía

a la estrategia del acaparador:

“Hay que seguir luchando para infringirle la derrota completa. Hay que gritar de todos los tonos que es una

iniquidad insoportable la de pagar aquí una arroba de papas a $1.30; un kilo de pan malo a 50 centavos; una libra

de arroz a 20 centavos, una libra de azúcar a 18 centavos. O sea, a los precios más altos que se registran en el

mundo. Hay que llevar al ánimo de los consumidores la verdad de que esos precios no son la obra de la fatalidad,

sino de la especulación. Mientras el pueblo permanezca inerte, mientras no se organice la resistencia y mientras el

estado no intervenga para defender al consumidor, en vano se dictarán leyes y decretos. Ellos favorecerán tan dolo

al gremio formidable y cada vez más ansioso de riquezas de los acaparadores.”52

Según el comité de expertos, esta nueva arista de los acaparadores se convertiría en el paso a

seguir en la formulación de leyes que contuvieran a esos comerciantes que según para la mayoría

de la población, no eran más que comerciantes avivatos y especuladores.

En julio de 1927 el presidente de la república expedía un decreto en contra de los acaparadores53.

Este decreto estaba compuesto por nueve artículos en los que el gobierno ejercería la inspección

y vigilancia de los negocios de compra y venta de los alimentos de primera necesidad evitando

el acaparamiento, así como el de intermediar en los contratos entre las personas que se

propusieran fijar los precios entre ellos. Dicho decreto contenía una serie de formulaciones que

pasaban por el hecho de hacer inscribir ante la alcaldía a dichos comerciantes con el fin de llevar

un registro pormenorizado de tales entidades o individuos; darle facultades a las alcaldías para

supervisar sin previo aviso las tiendas, almacenes o depósitos destinados al negocio de la

compra y venta de esta clase de artículos de subsistencia; dar a conocer los precios a los

consumidores de manera clara y oportuna en lugares visibles junto a sus puestos en plazas de

mercado o en los almacenes. Y un punto no menos importante fue que el gobierno al expedir

este decreto fomentaba las cooperativas de protección y consumo.

51 “La carestía de la vida: ya es tiempo de poner un remedio”. El Espectador. Junio de 1920. Edición de Medellín. 52 “¿Cuándo bajarán los víveres? El Tiempo. Julio 7 de 1927. Año XVII. Número 5669. P,3. 53 “El presidente de la república en uso de sus facultades extraordinarias de que fue investido por la ley 3ª. De 1926

dictó ayer el siguiente decreto” Ver en: “El decreto contra los acaparadores” El Tiempo. Julio 16 de 1927. Año

XVII. Número 5676. P, 5.

Page 23: La Huelga de los Inquilinos

23

A pesar de que en junio de 192754 se lograba con el concurso del gobierno ganar una lucha en

torno a la carestía de la vida por medio de ese decreto “mal llamado de emergencia” según los

analistas, no se veía como la única salida al problema de la carestía de la vida en la ciudad. Sin

embargo, este decreto determinaba la rebaja arancelaria consistente en la reducción de los

derechos de aduana para la introducción de víveres extranjeros cuyo primer efecto se sintió en

una rebaja considerable aproximadamente del 30 por ciento del precio de mercancías de

consumo popular, como el arroz, el trigo y el azúcar55 los cuales en años anteriores era imposible

rebajarlos. Para los analistas, sin embargo, dicha solución era parcial y la intervención estatal se

hacía necesaria en la vigilancia permanente, en el sentido de “asegurar un régimen de precios

normales en el mercado para todos los artículos de consumo indispensable”56 no solo el azúcar

y el trigo.

1.4 Otras causas

Para muchos analistas, varias eran las razones por las cuales la carestía de la vida no tenía pronta

solución en Bogotá57. En esta columna del diario El Tiempo se argumentaba que una de las

problemáticas consistía en el excesivo uso de “brazos” para las obras públicas abandonando el

campo y la agricultura y, por ende, como consecuencia de esta práctica la carestía de los víveres

por escasez en su producción. De igual manera junto con esta problemática la carencia de vías

de comunicación para transportar estos insumos agrícolas o en una supuesta importación de los

mismos ya sea por carencia de los producidos por el mismo municipio. De esta opinión se

derivaba un rifirrafe de culpas con relación a la falta de voluntad por parte del gobierno para

una obra que según las discusiones políticas consistía en la construcción del ferrocarril central

del norte como la obra más importante y urgente que Colombia necesitaba58. Contratar la

terminación del ferrocarril con una compañía extranjera, contratar mano de obra especializada

quizás cinco mil o más hombres del exterior, suspender las obras no tan urgentes para el país,

eran estas consideraciones de peso que se proponían como fórmulas para el abaratamiento de la

vida ya que con esto se lograría que “por este medio vendrá automáticamente la nivelación de

los jornales a los precios racionales, volverán muchos brazos a la agricultura, y en pocos meses

se habrá corregido el mal de raíz, para no tener que seguir importando víveres cuando somos

país agrícola”59.

De otro lado, si bien el hecho de que los nuevos lugares urbanizables producto de la extensión

de las líneas del tranvía o de la expansión de la ciudad hacia otros sectores de la ciudad, hacía

que muchos lotes quedaran en espera de una futura valoración, esto daba como resultado la

paradoja de ver que ni los lotes se prestaban para la edificación de habitaciones que contuvieran

el problema de los arriendos, ni se explotaban con fines agrícolas necesitando Bogotá de terrenos

fértiles para la producción de los propios víveres de consumo interior. Este “desparramiento”

como lo expresaba un editorialista en su tesis sobre propuestas de soluciones, hacia ver en el

54 “Por la vida barata” El Espectador. Junio 8 de 1927. Año XL. Número 5690. P, tercera. 55 Ibid. 56 Ibid. 57 “La carestía de la vida”. El Tiempo. Abril 4 de 1927. Año XVII. Número 5577. P,8. 58 Ibid. 59 Ibid.

Page 24: La Huelga de los Inquilinos

24

alargamiento de la ciudad, en la falta de lotes cultivables y en los lotes de engorde para la

valorización y no para la edificación de habitaciones para obreros como las problemáticas más

importantes a atender como causas de la situación urbana60. Sin embargo, como se aducía en

junio de 1927, si el problema del exagerado monto en los cánones de arrendamiento no tiene

solución nada se sacaría con el abaratamiento de la carestía de la vida61

La década tomaba su curso y al finalizar en virtud de la continuidad del alza de los principales

víveres, la federación de trabajadores colombianos alzaba la voz de su reclamación en torno a

dicha problemática62. En una extensa declaratoria publicada en el diario El Tiempo dicha

federación en representación de los obreros de Colombia, pero también de la clase media, como

así lo hicieron ver, expresaban su rechazo al alza de los víveres y el reclamo por no tener trabajo

para asumir las obligaciones como el pago de un lugar para vivir. Dicha misiva explicativa de

la situación social y económica por la que se encontraba la población a nivel nacional iba

acompañada de una resolución la cual consistía sobre todo en convocar a la gente a manifestar

su rechazo por medio de acciones cívicas, en forma de “manifestaciones escritas o verbales o populares

de imperativo categórico para que dicte disposiciones y medidas que reglamenten las relaciones que en todo país

deben existir entre vendedores y consumidores, a fin de suavizar el costo espantoso de los artículos, siquiera los de

primera necesidad, y así mismo a las municipalidades y demás autoridades para que reglamenten la compraventa

de víveres y mercaderías sobre bases que traten de facilitar esta vida tan cara y así evitar muchas complicaciones

por hambre, con remedios como cooperativas, fondos de producción o almacenes de consumo, etc., todo de acuerdo

con el espíritu que anima a esta federación”63

1.5 Los salarios

Los salarios debían ser la base contractual por la cual el gran capital iría creando imaginarios de

bienestar entre las clases trabajadoras. El capitalismo en la ciudad debía formar la conciencia

del progreso para alejar al pueblo de contaminarse de liberalismo o de algo peor como era el

socialismo vigente para la época. Por tal motivo garantizar un buen salario por lo menos para la

clase media naciente era una finalidad consciente de los grupos políticos vigentes en el poder.

Sin embargo, en muchas ocasiones, y sobre todo para las capas más pobres de la ciudad, debido

a la carestía de la vida y al alto costo de los arriendos, el 50% de los jornales de los obreros se

destinaba para pagos de los alquileres. “En la capital y en algunas de las grandes ciudades del

país, el alto precio de los arriendos constituye para muchas familias una pesadísima carga, que

a duras penas puede sobrellevar”.64

60Julio González Concha “Abaratamiento de la vida” El Tiempo. Abril 5 de 1927. Año XVII. Número 5578. P,2. 61 “La lucha contra los alquileres caros” El Tiempo. Junio 15 de 1927. Año XVII. Número 5647. P,3. 62 “Para abaratar la vida” El Tiempo. Noviembre 9 de 1929. Año XIX. Número 6505. P,8. 63 Ibid. 64“Los alquileres y la vida cara”. El Tiempo. Febrero 28 de 1924. Año XIV. Número 4470. P,1.

Page 25: La Huelga de los Inquilinos

25

Como producto del análisis que estableció el promedio de los salarios de muchos de los

trabajadores de clase media y militares, se llevó a cabo la relación entre los salarios promedio y

lo que pagaba un ciudadano por su habitación alquilada65.

Este análisis extraído de la prensa de la época promediaba el sueldo de un empleado público

con el de un empleado en particular. Los datos se obtenían de los sueldos oficiales extraídos del

presupuesto de gastos nacionales y de los sueldos de los particulares extraídos de las grandes

empresas, que daban por la época trabajo a cientos de personas, al igual de los negocios en

pequeños almacenes y tiendas. El resultado arrojaba un promedio de sueldo relativo a los $60

cuyo promedio mensual para el arriendo de una habitación para ese empleado de clase media

era de $36. En este ejemplo, el asalariado de clase media, destinaba el 60 por ciento para pagar

el alojamiento y el 40 por ciento restante para alimentación, educación, médicos, viajes,

distracciones, entre otros gastos. Este valor dividido por el mes daba un saldo poco oneroso de

80 centavos al día66.

En julio de 1927, en medio de los debates intensos sobre la carestía de la vida, un alivio para el

salario de los obreros surgía en forma de legislación por el Senado de la República consistente

en la reglamentación del salario en relación con el abaratamiento de la vida. Una ley surtiría su

primer debate consistente en que el salario de los obreros no era embargable, ni podía ser

retenido, ni demorado bajo ningún motivo. Así mismo solo se pagaría en víveres y enseres, caso

muy común en la época, siempre y cuando así lo hiciera ver el obrero67. Entre otras disposiciones

dicho proyecto de ley establecía lo siguiente:

“Los pagos se harán semanalmente. No son embargables las pensiones, jubilaciones o indemnizaciones por

accidentes del trabajo. El contrato del trabajo puede ser verbal o por escrito en papel común. Las obreras tendrán

derecho a medio salario treinta días antes y treinta días después del alumbramiento. Las disputas entre patronos y

obreros por salarios las resolverá un tribunal de arbitramento cuyos miembros serán nombrados uno por el

gobernador del departamento o la primera autoridad política del lugar, otro por el patrono y otro por los obreros.

No podrá funcionar ninguna empresa como fábricas, talleres, etc., sin que el patrono presente a la primera autoridad

política del lugar el reglamento de los trabajos. El salario no paga impuesto sobre la renta.”68

De otro lado, finalizada la década un proyecto en otro sentido alarmaba a la opinión pública con

relación a una recomendación de la junta de notables y de los expertos economistas del gobierno

sobre la rebaja de los salarios a los empleados públicos para solventar la crisis económica. En

medio de las circunstancias por las que atravesaba la ciudad en cuanto a su carestía de la vida,

pero sobre todo a la falta de viviendas y por ende la problemática de los precios altos de las

mismas, una medida de estas era más que antipopular y se expuso al denigre de la opinión

65 “La rebaja de los alquileres. Exposición de motivos del proyecto de ley por la cual (sic) se fija el canon de

arrendamiento de las propiedades urbanas, que acaba de ser presentado a la cámara de representantes. Un estudio

del problema de los alquileres y de la edificación” El Espectador. Julio 22 de 1927. Año XL. No. 5633. P, sexta. 66 Ibid. 67 “Reglamentación del salario y el abaratamiento de la vida” El Espectador. Julio 27 de 1927. Año XL. No. 5638.

P, diez. 68 Ibid.

Page 26: La Huelga de los Inquilinos

26

pública. Se decía entre otras cosas, por ejemplo: “si en condiciones normales”69 refiriéndose a

una situación fiscal normal con los salarios establecidos “el pago del arrendamiento disminuye

en proporciones imposibles de soportar el presupuesto familiar, con la disminución de los

sueldos la cuestión se complica hasta indecibles límites”70. En una reunión por parte de los

Inquilinos en sesión del 8 de septiembre de 1929 tomó la vocería el señor Enrique Vélez de

facción liberal y sostuvo que una medida de este tipo era menos que improcedente.71Según

Vélez:

“olvidaron aconsejar como consecuencia para hacer aceptable de buen grado la medida, para que se le acogiera con

entusiasmo por los empleados y para que produjera los resultados económicos fiscales que con ella se perseguía,

proponer las medidas que conduzcan a eliminar la usura en los arrendamientos, el agio en los artículos de primera

necesidad y la explotación del comercio”72

Según su discurso, las casas antihigiénicas tenían un valor de arriendo promedio de $100

mensuales, y viviendas de un corte más acomodado $200, mientras que los sueldos se

concretaban en un promedio de $150 a $20073. Si calculamos que la mayoría de empleados en

la ciudad, más que pertenecer a la clase media, pertenecían a los obreros proletarios cuyos

sueldos oscilaban por debajo de los $100, entonces medidas de este tipo iban a ser un punto más

en la agenda del movimiento de la Liga de Inquilinos. No solo la problemática se evidenciaba

en la escasez de dinero para el pago del alto costo de su habitación, sino en el costo de la vida

con el exiguo remanente de 30 a 110 pesos con el que se quedaría el empleado luego del pago

de su alquiler.

1.6 El alza de los impuestos

En agosto de 192174, en el Congreso de la República se esgrimía la necesidad del alza de los

impuestos para la finca raíz utilizando como excusa el hecho de que Bogotá tenía que mejorar

su estructura material, sanearse con obras de alcantarillado y arreglo de las calles, proveer agua

potable a todos los pobladores y dando por hecho, que estas mejoras redundarían en el beneficio

de todos los habitantes, incluyendo los propietarios de finca raíz.

El alza en el pago del impuesto predial tenía unas razones que ponían en discusión tanto a los

representantes del Estado como a los arrendatarios e inclusive a los dueños de propiedades. Por

esas mismas fechas y en dicho debate en el Senado se estipulaba además la necesidad de crear

un impuesto adicional al del catastro con el destino del saneamiento de varias ciudades, pero

sobre todo de la capital de la república. En este debate se aprobó en primera instancia el impuesto

a la finca raíz, aspecto que no sería bien visto por los propietarios de casas, generando

posteriormente parte del problema del alza indiscriminada de los arriendos, así, como parte de

las razones del malestar social de los arrendatarios.

69 “Opiniones de la prensa. Mundo al Día. Comentando el actual movimiento iniciado para obtener la rebaja de los

arrendamientos”. El Tiempo. Septiembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6448. P,4. 70 Ibid. 71 “La reunión de los inquilinos” El Tiempo. Septiembre 9 de 1929. Año XIX. Número 6447. P,13. 72 Ibid. 73 Ibid. 74 “Los nuevos impuestos” El Tiempo. Año XI. Número 3558. Agosto 18 de 1921. P.1.

Page 27: La Huelga de los Inquilinos

27

Un proyecto en la Cámara de agosto de 1921 consistía en fijar el 4 por mil sobre la propiedad

raíz a fin de atender el ensanche del acueducto, exclusivamente para corresponder al

saneamiento de las ciudades entre estas primordialmente la capital de la Republica. El proyecto

consistía en crear un impuesto adicional al del catastro, sobre las propiedades urbanas de la

siguiente forma: “La propiedad de menos de $2.000 con el 1 por mil. De $2.000 a $5.000 con

el 3 por mil; y así sucesivamente hasta llegar hasta las que valieran más de $20.000 con el 10

por mil”75, cobrándose anualmente por las municipalidades y referidas exclusivamente a las

obras de saneamiento entre los que se encontraban la pavimentación de las calles,

modernización del acueducto y construcción de alcantarillado, entre otras obras.

En el fondo este proyecto de valorización lo que pretendía era que los ricos, o por lo menos las

personas potentadas dueñas de una finca raíz contribuyeran con un pago adicional por la

valorización de sus edificios haciéndoles ver que con el recaudo, la ciudad podría encontrar

solución a sus ingresos y por ende así mismo sus construcciones mejorar sus réditos. En medio

de las condiciones sanitarias adecuadas la ciudad podría albergar a una mayor cantidad de gente

de otros lugares y por ende ver multiplicado sus ingresos con el valor de los arriendos. Sin

embargo, las clases privilegiadas como nos la hace ver una columna de opinión estaban lejos de

ver estas fórmulas como las mejores para sanear las finanzas de la ciudad y si por el contrario

veía en tales leyes el fantasma del socialismo. Adicionalmente el columnista se sorprende con

la actitud del pueblo en relación con el temor por ser expulsados de sus viviendas si tal impuesto

prosperara, en el sentido que el pueblo:

“esté oponiéndose a la creación de un impuesto que no pagará él, y que constituye el único recurso, óigase bien, el

único para darle a esos barrios pobres y retirados, lo mismo que al resto de la ciudad, los elementos de vida y de

salud que le faltan. Hoy la epidemia acecha en toda hora al mísero padre de familia que necesita trabajar sin reposo.

La enfermedad le roba al obrero un día de salario cada semana, y ese día no hay pan en el hogar. ¿Y apóstoles con

conciencia quieren convencerlo de que higienizar el Municipio es un crimen?”76

El caso del impuesto predial y la actualización del catastro nos muestran el siguiente análisis en

1921. “Una casa que vale en la capital $28060 se sabe que produce $100 mensuales lo que equivale a un producto

anual de $1200. No es exagerado suponer que de esta suma deja de coger el dueño por razón de las mejoras que

frecuentemente requieren las fincas para lograr lo quien se estima “un buen inquilino” y cubrir además la

posibilidad de estar desocupado un tiempo durante el año, la cantidad de $200. A los $1000 restantes deben

quitársele 300 por razón de impuestos municipales (el predial 5 por mil y el nuevo 10 por mil) más $20 por impuesto

sobre la renta, o sea, en total la suma de $520. Saldo en favor del propietario $680, que viene a representar para él

el poco halagador negocio de un 3-4/10 anual de su capital, cuando la rata del interés bancario es cuatro y cinco

veces superior y cuando en cédulas hipotecarias, hoy con considerable descuento, obtendría en cambio un interés

del 12 y aún del 15 por ciento anual, sin las dificultades sin número que generan los inquilinos y demás alquileres.”

75 “En la Cámara. Aumento de impuestos” El Espectador. Año XXXIII. Número 3524. Agosto 13 de 1921. P,

sexta. 76 “El nuevo impuesto”. El Espectador. Año XXXIII. Número 3528. Agosto 18 de 1921. P, tercera. Sin embargo,

percibimos una opinión sesgada en cuanto a la urgencia de crear un impuesto para ser asumido por la sociedad, así

sea a la sociedad de los potentados, y no como presión al gobierno de turno para expedir leyes más fuertes en cuanto

al saneamiento de las habitaciones ya existentes.

Page 28: La Huelga de los Inquilinos

28

Resultado consecuencial de estas simples operaciones aritméticas tendrá que ser, o bien la desvalorización efectiva

de la finca raíz, entrando en serias y peligrosas fluctuaciones del mercado, puesto que el dinero irá a buscar

rendimientos efectivos, o el alza aún mayor de los arrendamientos ya que el impuesto proyectado que al parecer

tiene el carácter de contribución directa, es en el fondo esencialmente indirecta, porque los propietarios buscarán

su defensa en los elevados cánones de arrendamiento a sus inquilinos, los contribuyentes verdaderos”77.

Un analista manifestaba su preocupación en relación a dicha Ley, que con su aprobación pudiera

presentarse para grandes injusticias, así como para el deterioro aun mayor de la confianza del

ciudadano de a pie con los exponentes de las leyes. Una causa podía ser el hecho de la

desproporción de los avalúos, otra que se creasen fondos comunes para sufragar otros gastos

menos pertinentes para el bienestar de la ciudad y la otra porque el proyecto denominaba a unas

fincas urbanas destinadas a pagar el impuesto y las que no las denominaba así no; es decir,

cuando estas últimas tuvieran acueducto y alcantarillado producto del ensanche necesario para

tal labor se enriquecerían a costa del pago de los impuestos de otras, “haciendo poderosamente

ricos a sus afortunados dueños que nada han tenido que cubrir o desembolsar para tan pingues

resultados”78.

Los propietarios se convierten ahora en actores principales en el escenario de la ciudad, con

cartas y quejas que como en el caso de los arrendatarios apelan al buen juicio del gobierno de

turno y exigen que sobre todo el pago de los impuestos sea anulado de los debates y se formulen

leyes de control político al tema de los arriendos o que se estructuren los mismos79.

Adicionalmente tal proyecto encontró sus detractores en los mismos legisladores los cuales

planteaban exactamente el mismo temor de los arrendatarios en el sentido de que “este proyecto

no iría contra los propietarios, sino contra los inquilinos, pues los arriendos subirían, y esto

cuando los existentes han hecho un clamor general a las puertas mismas del Congreso”80.

Si no se quería perder el horizonte de atender la problemática de las habitaciones caras tenía que

virarse el timón hacia el lado del catastro. Para los analistas en septiembre de 1929, los

avaluadores conformaban un gran grupo de economistas a los cuales era imposible hacerles

cualquier reclamo. En una misiva que criticaba los cobros del impuesto del catastro el

columnista subrayaba el hecho de que “El impuesto del cinco por mil en esas condiciones

arbitrarias y atentatorias contra la propiedad resulta demasiado gravoso para los propietarios.

Mayormente para los que tienen que atender al pago de intereses por tener sus fincas hipotecadas

que no son pocos”81. Si bien se pensaba contribuir en la problemática de los arriendos no se

tenía en cuenta según la opinión del analista que “los productos de las fincas de Bogotá eran

recibidas por los acreedores y el fisco, circunstancia que naturalmente contribuye a encarecer

los arrendamientos82.

77 “Sobre los nuevos impuestos”. El Tiempo. Año XI. Número 3569. Agosto 29 de 1921. P. Cuarta. 78 Ibid. 79 Vemos entonces que el fenómeno de los arriendos tampoco es que les incumbiera solo a los arrendatarios sino

la problemática del alza inmoderada incomodaría paradójicamente también a los propietarios, generando un

desencuentro entre ciudadanos y dejando al Estado como el árbitro en dicha confrontación, o a las leyes de la oferta

y la demanda. 80 “En la Cámara. Objeciones”. El Espectador. Año XXXIII. Número 3524. Agosto 13 de 1921. P, sexta. 81“Los arrendamientos y la junta de catastro”. El Tiempo. Septiembre 9 de 1929. Año XIX. Número 6447. P,1. 82 Ibid.

Page 29: La Huelga de los Inquilinos

29

Esta búsqueda de recursos por parte de los legisladores para encontrar soluciones que le dieran

a la capital la posibilidad de invertir en su saneamiento y en su progreso social y material, será

una constante a todo lo largo de la década, haciendo ver así mismo, que con los pocos recursos

que tenía la ciudad para emprender obras, hubiera sido una fuente importante de inversión.

Debido a la corrupción y también a una estrategia difícil de hacer efectivo el cobro de éste y

otros impuestos, la ciudad vería frenada la posibilidad de entrar de lleno en el mundo moderno,

pero sobre todo en el beneficio del saneamiento de las habitaciones para los más pobres y la

construcción de suficientes proyectos habitacionales83.

1.7 El problema del agua

En una misiva firmada por un gran número de obreros del ramo de la construcción84se resaltaba

el malestar por la falta de trabajo cuya consecuencia redundaba en la falta de salarios a lo que

se sumaban los altos precios en la mayoría de los víveres y la creciente alza de los arriendos.

Ante tal situación los obreros plantearon propuestas consistentes en echar a andar cerca de cien

proyectos para la construcción que se tenían en archivo los cuales, según ellos, el Director de

Higiene Municipal no se había molestado en examinarlos. La respuesta del director iba

encaminada a plantear la problemática del agua, es decir argumentaba que “para que se pueda

edificar en un predio cualquiera de la población de Bogotá se requiere que haya agua del

acueducto y alcantarillado”85. Si bien esto era muy cierto, los obreros debido a su criterio,

demostraban conocimiento de la problemática afirmando sus peticiones de esta manera:

“el obrerismo de Bogotá no tiene la culpa de que la ciudad carezca de agua suficiente y no se hayan dictado las

disposiciones que ordenen la construcción de las alcantarillas que tanto echa de menos el Director de Higiene.

Rogamos al señor director de traslado a quien corresponda respecto a este reclamo, para que se corrijan lo más

pronto posible las irregularidades que lo ocasionan y se concedan siquiera la mitad de las licencias para edificar

que hay pendientes y se solicitan y así habrá trabajo para tres mil obreros por lo menos”86.

El problema del alza de los arrendamientos, triplicado su valor hacia 192887 no se podía

entender sin la relación de ésta con la falta de construcciones y la falta de agua en la ciudad. En

esta nota de prensa se especificaba la sin salida de la ciudad consistente en el déficit de

habitaciones y la relación muy superior de la demanda con relación a la oferta. “El remedio

parece pues, el de construir, pero no se podrá construir mientras no haya agua suficiente para

las nuevas edificaciones y mientras los materiales de construcción tengan precios prohibitivos.

De modo que la baja del alquiler es la de dotar a Bogotá de aguas suficientes”88.

El problema del agua recorrió la vertiente de la década de los veinte entre las decisiones del

estado para proveer la mejor solución al abastecimiento de tan necesitado servicio público y la

lucha de sus habitantes por su abastecimiento. Así mismo, la insuficiencia de este servicio

83 SERNA Adrián. 84 “Las construcciones en Bogotá”. El Tiempo. Septiembre 9 de 1923. Año XIII. No. 4300. P, sexta. 85 Ibid. 86 Ibid. 87 “El problema de los alquileres”. El Tiempo. Octubre 17 de 1928. Año XVIII. No. 6129. P, 3. 88 Ibid.

Page 30: La Huelga de los Inquilinos

30

público produjo problemáticas sociales en cuanto al desaseo e higiene, y de salud, en cuanto a

su consumo. Por último, la falta de construcciones en parte causada por la carencia de este

servicio público en circunstancias urbanas de hacinamiento en las habitaciones de la ciudad.

1.8 Propuestas y peticiones de solución al problema de los arriendos caros

La escasez de habitaciones y el alza de los arriendos, fue una problemática desde inicios de la

década en estudio, así como las propuestas de la ciudadanía en general para que el gobierno

atendiera la crisis. En 1922 y en una carta dirigida al señor Joaquín Emilio Cardozo director de

Obras Públicas de la ciudad de Bogotá, un ciudadano consciente y conocedor de la problemática

se permitía enviar un borrador de proyecto, para ser analizado por el Concejo y sirviera de base

en futuro proyecto de ley enviado al Congreso Nacional. En este se autorizaba a los “Consejos

Municipales de los Distritos que tengan acueductos metálicos para gravar la propiedad raíz

urbana sin edificar, por cuyos frentes pasen las tuberías que formen las redes de distribución

hasta con el 10 por 1.000”89.

En los principales medios impresos de la ciudad, se reclamaban soluciones a la problemática de

los arriendos caros. En el diario el Tiempo, por ejemplo, encontramos una petición que

reclamaba el apoyo del gerente del Ferrocarril de Cundinamarca para que cumpliera con la

autorización ya existente por parte de la junta directiva de dicha empresa para traer dos carros

de gasolina para el servicio de los habitantes de las poblaciones de la sabana cercanas a la línea

del ferrocarril. De esta manera se podría vivir con relativa tranquilidad en poblaciones cercanas

como Madrid, Mosquera o Fontibón, cuya finalidad consistiría en descongestionar un poco a la

capital “puesto que saldrán muchas familias a establecerse definitivamente en ciertos lugares

próximos a la línea del citado Ferrocarril, en busca de arrendamientos más bajos y de mejores

condiciones higiénicas”90. Esto se justificaba entre otras cosas en el sentido que, en los meses

de diciembre y enero, época de los veranos, sufrían los arrendamientos una baja considerable y

se encontraban casas con relativa facilidad.91

En la misma línea y desde frentes anónimos del estudio, se esgrimían argumentos explicando la

problemática del arrendamiento indiscriminado de la siguiente manera: “Tan altos son los alquileres,

que hay muchas personas que viven de la explotación de este negocio: toman una casa de 60 ú $80 y subarrendando

piezas y apartamentos, doblan estas sumas, con el sudor de los inquilinos, la mayor parte mujeres y humildes

trabajadores, los cuales tiene que pasar amargas abstinencias para poder encontrar un albergue donde el cuerpo

recupere las fuerzas agotadas por el duro bregar de la existencia”92.

89 “Para fomentar las construcciones en Bogotá”. El Tiempo. Noviembre 16 de 1922. Año XII. No. 4009. P,

segunda. 90 Un vecino de Fontibón “Para tener habitación barata”. El Tiempo. Marzo 19 de 1924. Año XIV. Número 4490.

P, once. 91 Ibid. 92 Francisco E. Corredor. “El problema de los alquileres”. El Tiempo. Marzo 7 de 1924. Año XIV. Número 4478.

P, once.

Page 31: La Huelga de los Inquilinos

31

Una vez el anónimo concluía su análisis de la problemática de los arriendos continuaba con su

propuesta en el sentido de que el gobierno debería expedir urgente una ley que regulara el asunto

de los arriendos de una manera justa y equitativa y la argumentaba de la siguiente manera:

“En la ley que se expidiera, pudiera insertase un modelo corto, común para todas las clases de contratos de

arrendamiento; y timbrado este en papel correspondiente, podría darse al expendio, a $0.30 cada sello, formando

con esto una nueva renta sabiendo que los colombianos no somos reacios a los impuestos justos y generativos de

bien general”.93

Sin embargo, la mejor parte de la propuesta vendría a continuación: Dicha ley podría tener los

artículos siguientes:

A) No serán válidos los contratos que vayan en papel distinto; B) Las oficinas expendedoras de papel llevarán un

libro anotador de esos contratos, rayado en columnas para el número de orden, fecha, nombre del inquilino, del

arrendador, del dueño de la finca, dirección, predio, condiciones, valor y observaciones. C) Los contratos se harán

por duplicado, uno para inquilino y otro para arrendador; y una vez firmados, deben presentarse dentro del tercero

día a la oficina anotadora para su registro. E) El pago mensual del arrendamiento lo anotará el inquilino en una sola

línea al pie del documento que conserve el arrendador; fecha, valor, firma y estampilla anulada; y el arrendador

hará igual anotación en el documento que tenga el inquilino, pero sin adherir estampillas. F) Cundo un contrato se

fenezca, es decir, cuando el inquilino entregue la finca al arrendador lo que debe hacerse constar en ambos

documentos, se presentarán a la oficina anotadora para que se haga constar en el libro respectivo el

FENECIMIENTO, se examine si se han adherido las estampillas del caso, según la ley, y ser archiven allí ambos

ejemplares, los que servirán para la cuenta y a estadística respectiva. G). En el auto en que se libere mandamiento

ejecutivo, se ordenará igualmente la entrega de la finca pidiendo hacerse esta notificación por edicto. H) Se deroga

la ley de DESAHUCIO, pues los contratos estarán respaldados con la responsabilidad de un fiador abonado, quien

firmará también el contrato”94.

En 1927 se retomó la lucha para contrarrestar el problema de la carestía de la vida desde otros

escenarios, en especial con el auspicio de la prensa capitalina en su relación con los arriendos

caros. En esta época los arriendos habían crecido de manera exponencial, suscitando con su alza

menos lugares para habitar, en especial para los más pobres. Un arriendo mensual en Bogotá,

ciudad donde los arriendos eran los más caros en el país costaba $100. En cinco años se había

incrementado en un cien por ciento ya que los arriendos de casas en 1922 equivalían a $50

promedio95.

De otro lado, finalizada la década, y luego de una manifestación de los inquilinos ante los

principales diarios del país96 empezó a tomar efecto una medida tendiente a solicitar de los

propietarios su intervención directa en la rebaja de los arrendamientos: “Quisiéramos nosotros

como quieren todos aquellos que hoy se empeñan en mantener esta acción social dentro de los

límites de la más perfecta compostura, que los propietarios colaboren leal y eficazmente en la

adopción de la fórmula que premiosamente (sic) se necesita hallar”97. Así mismo se resaltaba el

altruismo de algunos propietarios en la iniciativa de la rebaja de los alquileres, vista con muy

buenos ojos por la prensa alabando el compromiso social de dichos benefactores. Un ejemplo

93 Ibid. 94 Ibid. 95 “La lucha contra los alquileres caros”. El Tiempo. Junio 15 de 1927. Año XVII. Número 5647. P,3. 96 Tema que miraremos con detenimiento en el capítulo 3 de nuestra historia. 97 “Por la baja de los alquileres”. El Tiempo. Septiembre 21 de 1929. Año XIX. Número 6459. P,3.

Page 32: La Huelga de los Inquilinos

32

que delimita este accionar fue el de la señora Doña Matilde Osorio de Pombo, propietaria del

edificio (antiguo Policarpa Salavarrieta) en Bogotá. Atendió una petición del total de 150 de sus

inquilinos rebajando el precio de los arrendamientos en un 25%, mostrándose atenta al llamado

de la prensa y exaltada por estos mismos medios editoriales98.

Finalizada la década y en el contexto de una crisis económica mundial y nacional de alarmantes

consecuencias para la sociedad del país en general, un editorial del diario El Nacional registrado

en El Tiempo relataba de manera contundente la situación económica por la que atravesaba la

sociedad y enfáticamente relacionada con el alto precio los arriendos:

“En el propio instante en que miles de obreros son puestos en las calles y en los caminos como consecuencia de la

crisis de las obras públicas y en que se presenta como solución a la crisis fiscal que agobia a los estadistas del

régimen, la rebaja de todos los sueldos del personal administrativo, la cuestión de los arrendamientos asume una

capital importancia. Porque son los obreros y la clase media los que en último análisis vienen pagando todos los

errores y todas las faltas de los encargados de gobernar el país. Cada vez que se presenta en el horizonte el espectro

lívido de la crisis, la única medida que se les ocurre a los gobernantes y a legisladores es la de que, quienes viven

de su trabajo honrado, deben contribuir a pagar la inmoralidad y el desgreño administrativos”99

Posteriormente, en octubre de 1929, cuando al parecer nuevos proyectos se decidirían en la

Cámara de representantes favorables a la lucha contra los precios altos de los arrendamientos,

un analista del tema consideraba que se podía dar parte de la solución a la problemática actuando

de un modo directo y uno indirecto. El primero lo relacionaba con la fijación del canon de

arrendamiento y con el hecho de que las condiciones no se podían fijar obligatoriamente por

parte del Estado ya que se regían por la ley de la oferta y la demanda.100En cuanto al modo

indirecto se dependía de la inmigración constante a la ciudad y la difícil emigración. Para esto,

proponía como medida facilitadora de la emigración la baja de los transportes. De esta manera

el analista concluía dos cosas: que el alto costo de los arriendos se debía a que las casas subían

en relación al alza proporcional que habían subido todos los víveres por leyes naturales y en

segunda medida, por la constante y numerosa inmigración de gentes hacia la capital101.

2. Estado material de la ciudad

2.1 El problema de la vivienda

Los costos de los víveres, finalizada la década, bajaron momentáneamente; pero la situación de

los arriendos caros, los sueldos precarios, la falta de trabajo y la problemática urbana, hacía

difícil vivir en la ciudad al 95% de la población, es decir a aquellos que no eran propietarios de

sus viviendas, según un analista de la época102. Con todo y los altos precios de los arriendos

98 “La baja de los arrendamientos”. El Tiempo. Octubre 5 de 1929. Año XIX. Número 6472. P,8. 99 “Opiniones de la prensa. El Diario Nacional”. El Tiempo. Septiembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6448. P,4. 100 José C. Borda “Dos palabras sobre alquiler de casas”. El Tiempo. Octubre 16 de 1929. Año XIX. Número 6483.

P,1. 101 Ibid. 102 “La rebaja de los alquileres. Exposición de motivos del proyecto de ley por la cual (sic) se fija el canon de

arrendamiento de las propiedades urbanas, que acaba de ser presentado a la cámara de representantes. Un estudio

del problema de los alquileres y de la edificación” El Espectador. Julio 22 de 1927. P. Sexta.

Page 33: La Huelga de los Inquilinos

33

varias problemáticas se presentarían en paralelo a la carestía de los víveres, y arrendamientos.

Nos referimos al insuficiente y precario estado de las habitaciones, que lejos de contar con las

suficientes, las existentes mostraban una alarmante crisis en cuanto a su escasez, el

hacinamiento, la insalubridad, el abandono y la especulación de las mismas por parte de los

propietarios y del Estado.

En mayo de 1922 se publicaba un boletín de estadística que daba como resultado el censo de

Bogotá levantado en 1918. Bogotá contaba con 143.994 habitantes y el barrio más poblado era

el de Las Cruces. Estos datos nos dan a entender que de él se proveerían la mayor cantidad de

habitaciones para alquilar, así como la de mayor cantidad de asociados a la Liga de Inquilinos.

Los barrios que más aglutinaban gente eran precisamente los barrios para obreros, es decir los

barrios pobres. El barrio de Las Cruces era el que más contaba con población, con un número

alrededor de 19.990, no precisamente propietaria de sus viviendas. Entre Chapinero y Sucre,

barrios extendidos hacia el norte solo representaban el 11.5% de la población y sin querer decir

del todo que ésta fuera propietaria de su vivienda103, o que allí tampoco hubiera inquilinatos. La

cantidad de habitantes sin saber leer ni escribir era de 51.864 entre hombres y mujeres104.

La situación de las habitaciones era algo más dramático para la misma fecha que inicia este

estudio. Bogotá contaba con 18.725 habitaciones para el total de población es decir un promedio

de 8 habitantes por habitación. En 1927 Bogotá contaba con 1.160 hectáreas con una densidad

poblacional de 172 habitantes por hectárea. El 17 de enero de 1929, terminada la década y luego

del censo avalado en representación de las oficinas del censo municipal por el señor Cecilio

Gutiérrez, director de la estadística municipal, y esperado por toda la ciudadanía, la ciudad

contaba con un total de 224.211 habitantes.105 Según este censo escrutado barrio por barrio los

resultados eran los siguientes: “Barrios del Centro 61.122. Barrios del Oriente: 41.147. Barrios

de Chapinero: 20.862. Barrios del Sur: 40.525. Corregimiento de Pasquilla: 1520.

Corregimiento de Nazareth: 2.491. Barrios de Occidente: 38.271. Para un total de 224.211

habitantes.

Otros datos nos acercaban a la totalidad de 235.000 habitantes, razón que se explicaba en el

hecho de que el censo se había realizado por habitantes y no por casas rectificadas las cuales

resultaba siempre en aumento”106. Así las cosas, la población de Bogotá finalizado 1928 era

exactamente de 235.702 según el censo levantado el 16 de noviembre de ese mismo año107 y un

total de 17.767 casas. Esto representaba una razón de 14 habitantes promedio por casa, valor

inadmisible para mantener la higiene en una ciudad.108 Aunque Bogotá aumentó su población

103 LONDOÑO Botero, Rocío. SALDARRIAGA Roa Alberto. La Ciudad de Dios en Bogotá. Barrio Villa Javier.

Fundación Social 1994. 104 Ibid. Suponemos que las personas letradas y educadas en la lectura, estudiantes y pertenecientes a la clase media,

asimismo afiliadas a la Liga de Inquilinos, serán las encargadas de generar la influencia y la concientización de la

lucha por los arrendamientos, así como de llevar la vocería con sus discursos en las intervenciones en la plaza

pública. 105 “El censo dio a Bogotá un total de 224211 habitantes”. El Tiempo. Enero 17 de 1929. Año XIX. No. 6217. P,1. 106 Ibid. 107 “Población de Bogotá”. El Tiempo. Abril 9 de 1929. Año XIX. No. 6297. P,4. 108 “Es necesario construir casas en Bogotá”. El Tiempo. Mayo 24 de 1929. Año XIX. No. 6341. P,8.

Page 34: La Huelga de los Inquilinos

34

durante la década en estudio, la falta de construcciones en razón de este número de habitantes

promedio por habitación produjo un problema recurrente de densificación, de hacinamiento al

interior de las habitaciones, y un alza fuerte en los arrendamientos, acompañado por las

problemáticas sociales (estudiadas con anterioridad). Entre estos problemas, el mal estado de

las calles sin pavimentar, el problema de las alcantarillas, y la proliferación de las epidemias,

ocasionó el temor por el regreso de la fatídica gripa de 1918 que había afectado a una gran capa

de la población especialmente la más pobre.

En 1914 escasamente el 5% de la población tenía acceso al alcantarillado y la epidemia de la

gripa, producto del hacinamiento fue en gran medida la que produjo una de las más nefastas

epidemias que acabó con muchas vidas en el periodo de finalización de la década de los diez.

Entre otras cosas, esto motivó a la Junta de habitaciones para obreros, entidad del Estado que

operó entre 1919 y 1932, a intervenir junto con otras entidades de carácter auxiliador como lo

era la sociedad de San Vicente de Paul y el Círculo de Obreros quienes enfocaron su trabajo en

la construcción de casas de alquiler e inquilinatos109.

Debido a la crisis de la vivienda en Bogotá, en 1918 la epidemia asaltó la aparente tranquilidad

en la ciudad. Como resultado de esta experiencia catastrófica el Concejo aprobó la expedición

de la Ley 46 de 1918 la cual destinaba los recursos para habitaciones y programas de vivienda

y fundó la Junta de habitaciones para obreros. El gobierno planteó con esta Ley una propuesta

para atacar la problemática de la falta de habitaciones y la proliferación de epidemias. La ley 46

de 1918 entre otras cosas había dirigido la posibilidad del saneamiento de las habitaciones para

obreros. Para materializar las ideas allí expuestas, la dirección departamental de higiene, junto

con la comisión sanitaria y la junta municipal antituberculosa decidieron realizar inspecciones

a las casas y exigir determinadas condiciones higiénicas al interior de éstas110. La función en

concreto de la dirección de higiene y de las entidades encargadas consistía en controlar, alertar

y difundir medidas sanitarias que controlaran o hicieran viable una vivienda en la ciudad.

Ante tal temor por la supervisión de las anteriores entidades institucionales, muchos de los

arrendadores de estos inquilinatos de manera inmisericorde, pero alertados bajo el peligro de

multas, echaban a la calle a sus arrendatarios e inquilinos, profundizando la crisis social que se

vivía por esas épocas la ciudad111. Y es que no era para menos. Basta recordar que las epidemias

luego de la acaecida en 1918 fueron causa de intervención y saneamiento, por parte de las

entidades encargadas. En lo relacionado con la dirección de higiene, su labor principal consistía

en la propaganda como base de la acción temprana de alarmas a las enfermedades para tener

posibilidades de curación. Sin embargo, en aras de las condiciones urbanas de la ciudad, con

seguridad, la falta de viviendas y el estado material de las mismas fue una causal de descontento

y deterioro moral del habitante más pobre de la ciudad. Para corroborar lo dicho basta mirar los

análisis sobre salubridad y estado material de las habitaciones desarrollados por analistas de la

109 CORPORACIÓN Colegio de Villa de Leyva. CEHAP, Medellín. CITCE, Cali. Estado, ciudad y vivienda.

Urbanismo y arquitectura de la vivienda estatal en Colombia, 1918-1990. Inurbe Bogotá 1996. P,97. 110 Carlos E. Velásquez. “Casas de alquiler”. El Espectador. Junio de 1920. Año XXXIII. Número 3072. P, 1. 111 Ibid.

Page 35: La Huelga de los Inquilinos

35

medicina, haciendo una introspección por la mayoría de las casas de los barrios obreros de la

ciudad.

De otro lado el gobernador de Cundinamarca y sus secretarios de gobierno, hacienda e

instrucción pública iniciada la década aprobaron cumpliendo a estos propósitos el denominado

plano Bogotá futuro “levantado en virtud de lo dispuesto en las ordenanzas números 53 de 1919

y 92 de 1920”112 proponiendo que Bogotá fuera en realidad una ciudad moderna.

Si se partiera del hecho de que una ciudad promedio podría albergar solo un número de 8

habitantes por habitación y teniendo en cuenta estos datos suministrados por el censo de 1928,

Bogotá necesitaba 29.693 casas. Con relación a las existentes, había un faltante de 11.696

habitaciones a las cuales el Estado debía darle solución en planes de urbanización y de vivienda

sobre todo en los lugares populosos de la ciudad. Así mismo, según los cálculos de los analistas,

el incremento poblacional en la ciudad había sido del cuatro por ciento anual que, calculado en

la cantidad de habitantes censados, para 1929 había aumentado en 9.428. Para estos, y en razón

al mismo promedio de habitantes por casa, se requerían la construcción de otras 1.178 casas113.

Según los analistas de la época, si este panorama no tenía solución en corto tiempo, y con los

recursos de la nación y de la misma ciudad no se lograba construir un número de casas tal que,

por lo menos paliara en algo la falta de habitaciones para el nutrido grupo de la población aún

en ascenso, el problema de los arriendos caros movido por la falta de construcciones parecía no

tener solución114.

Propuestas en vías de la solución a la problemática del hacinamiento y la falta de habitaciones

en la ciudad, planteaban la necesidad de intervenir en la sanidad de las existentes, como nos lo

hace saber este habitante del barrio obrero de la Perseverancia:

“Lo más práctico lo menos costoso, y lo mejor sería higienizar los actuales barrios, salvando muchas vidas y

evitando que pueda desarrollarse una gran epidemia sobre la ciudad. En la parte alta de San Diego hay un barrio

obrero llamado La Perseverancia, el más central de todos y que está densamente poblado; allí ha edificado sus

hogares miles de obreros”… “a costa de privaciones han logrado edificar una choza que los resguarde contra las

inclemencias de la vida, algo que proteja a la mujer y los hijos, de donde no os puedan arrojar cuando no tengan

con qué pagar el arrendamiento. Más allí no hay higiene, no hay agua, ni alcantarillas. Calles angostas y

desniveladas, edificaciones desharrapadas, en miseria y abandono y desaseo por todas partes, algo que contrista el

ánimo115

Según la Ley 99 de 1922 expedida por el Congreso, el Estado solicitaba y autorizaba la

desinfección de las habitaciones de los obreros y de los más pobres de la ciudad, así mismo,

contenía el protocolo de salubridad para atender de una manera pronta y científica la serie de

enfermedades susceptibles a formarse debido al mal estado y hacinamiento de las habitaciones

112“El plano de Bogotá futuro. La labor del administrador de obras públicas”. El Tiempo. Febrero 24 de 1924. Año

XIV. Número 4466. P, diez.

P,10. 113 “Es necesario construir casas en Bogotá”. El Tiempo. Mayo 24 de 1929. Año XIX. Número 6341. P,8. 114 Ibid. 115 Luis G. Galindo. “Habitaciones de obreros”. El Tiempo. Abril 5 de 1924.Año XIV. Número 4507. P, once.

Page 36: La Huelga de los Inquilinos

36

de los más pobres116. Recordemos que en estas casas de pobres la mayoría carecía de los

servicios públicos básicos, incluyendo ventilación y servicios sanitarios117.

Como consecuencia del hacinamiento y del mal estado de las calles los vecinos interpusieron

quejas que alertaban a la comunidad y las elites bogotanas del peligro que podrían llegar a tener

en caso de que tales peticiones no se tuvieran en cuenta. Los vecinos de los sectores con

problemas de pavimentación alertaban a las Juntas de Higiene no solo por el mal estado de las

calles sino porque observaban que al interior de las habitaciones vivían más personas de las que

aparentemente aparecían. Así mismo, que éstas carecían totalmente de agua, y por tanto de

excusados e inodoros convirtiendo la calles en un verdadero muladar y en un alto foco de

infección. Posiblemente se van a ver muchos otros ejemplos a lo largo de la década de los veinte

como el mencionado a continuación:

“Rogamos a usted muy respetuosamente se digne dar cabida en su importante y leído periódico a una justa como

imprescindible reclamación de los habitantes o moradores de la carrera 20 de esta ciudad, en medio de las calles

14 y 15, por el estado de descuido en materia de aseo en que se halla la parte final de la mencionada carrera”118

Y terminaba: “Ojalá que este reclamo tenga una buena acogida de parte de la respectiva Junta y en consecuencia

una solución favorable”119.

2.2 El barrio de Las Cruces y algunos núcleos habitacionales

En la ciudad de Bogotá para la década de los veinte la parte oriental de la ciudad estaba

aglomerada específicamente por habitaciones para obreros y de las menores condiciones de

habitabilidad y estética arquitectónica. Así mismo, según leemos de los análisis científicos para

la formulación de leyes sanitarias, este paisaje estaba conformado por aproximadamente 20

núcleos de habitación. Adicionalmente a las problemáticas de las condiciones materiales de las

habitaciones de los más pobres y al problema del hacinamiento, se le adicionaba el problema de

los vientos del sur este y del nor este120 que llevaban a su paso gérmenes extraídos de las

alcantarillas y calles sin pavimentar convertidas en focos de infección y epidemias, muy

frecuentes en dicha década.

En 1920 el barrio de las Cruces conformado en su gran mayoría por artesanos que ya para la

época se autodenominaban obreros y con tendencia política hacia el socialismo iba a ser el lugar

donde se conformaría la primera Liga de Inquilinos.121 En la primera etapa de la Liga, el barrio

de Las Cruces fue el lugar donde se llevaron a cabo las primeras reuniones de esta Junta

116 Ley 99 de 1922. “Por la cual se adicionan las leyes sobre higiene pública”. En:

http://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=12339 117Luis G. Galindo. “Habitaciones de obreros”. El Tiempo. Abril 5 de 1924.Año XIV. Número 4507. P, once.. 118 Rafael Gallo L., Joaquín Albán G. “Por la salubridad pública. Descuido desagradable”. El Tiempo. Abril 19 de

1923. Año XIII. No. 4159. P, octava. 119 Ibid. 120 TAVERA Zamora, Camilo. Habitaciones obreras en Bogotá: tesis para el doctorado en medicina y cirugía. P.

39. 121 URIBE, María Tila. Los años escondidos: sueños y rebeldías en la década del veinte. Cestrá. Santafé de Bogotá,

1994. P.38.

Page 37: La Huelga de los Inquilinos

37

provisional, así como el lugar predilecto de la conformación de las principales protestas del

gremio de los artesanos. Los barrios obreros es una nueva categoría urbana de la ciudad122.

El barrio de las Cruces, el cual lo hemos escogido como el de mayor habitabilidad en la ciudad

era, según los contemporáneos, un lugar con “callejuelas inaccesibles, pegajosas y

descuartizadas”123. Las habitaciones en su mayoría, estaban ubicadas entre las calles 3ª y 2ª

hacia el sur y de la carrera sexta hacia el oriente124. Las peores condiciones de las viviendas en

el barrio quedaban abajo de la carrera séptima, éstas carentes de agua y alcantarillado. Según

este estudio, la calle 1B Bis entre 8ª. y 7ª era uno de los sitios más sucios y antihigiénicos de la

ciudad. Este era “un callejón sin salida, tortuoso, de 3mts de ancho, lleno de piezas ciegas”125.El

estado exterior estaba en verdadero estado de contaminación. En las calles predominaba el

paisaje fétido de materias fecales, orina, basuras y trapos sucios y todo este paisaje, razón

suficiente para la intervención necesaria de las juntas de higiene para su sellamiento y

desocupación de todas las habitaciones que pululaban allí. En algunas otras calles, sin embargo,

y en los lugares hasta donde estaba instalado el servicio del agua de la ciudad, la presentación

de las habitaciones no era tan pauperizada.

Con relación a otro núcleo habitacional, este relacionado con el barrio Belén, las condiciones

de las viviendas eran menos precarias. Según el analista, allí las calles no estaban tan

contaminadas y los olores fétidos tampoco eran muy evidentes debido entre otras cosas a los

hábitos de higiene de la mayoría de sus habitantes. La mayor parte de las habitaciones allí, eran

locales ciegos de 27 m2 aproximadamente. Por la calle 6ª entre carreras 3ª y 2ª había un callejón

sin salida, en cuyo lado occidental había una hilera de casas pequeñas carentes de agua y luz126.

Gran parte de las casas de estos núcleos habitacionales tenía como característica primordial la

falta de baños, agua y pisos y provistas de caños rudimentarios, terminando hacia las calles por

las puertas de entrada.

Las epidemias se acrecientan en lugares altamente densificados. Las habitaciones, pero ahora

específicamente las chozas y los tugurios, otra modalidad de casas desprovistas de cualquier

margen de salud eran espacios poco habitables. Estas, eran causantes de la mayor problemática

en cuanto al hacinamiento y la promiscuidad debido a la falta de habitaciones para la intimidad.

Como las describe Gaitán en una de sus intervenciones púbicas127, eran las causantes del mayor

foco de infección y desatención por parte del Estado atribuyéndole más a éste que a aquellas la

causa de la problemática social.

122 URREGO Miguel Ángel. Sexualidad, Matrimonio y Familia en Bogotá 1880-1930. Fundación Universidad

Central, Editorial Ariel. Bogotá 1997. 123 De esta forma se refería un editorialista en el año 1921. En: José Mar. “Del parlamento. Fomento urbano”. El

Espectador. Año XXXIII. Número 3525. Agosto 14 de 1921. P, tercera. 124 TAVERA Zamora, Camilo. Habitaciones obreras…P. 39. 125 TAVERA Zamora, Camilo. Habitaciones obreras…P. 40. 126 Ibid. Pag.34. 127 “En primer debate se aprobó en el Concejo el proyecto sobre rebaja de alquileres” El Tiempo. Diciembre 3 de

1929.Año XIX. Número 6529. P,4.

Page 38: La Huelga de los Inquilinos

38

En paralelo a la crisis económica de la carestía de la vida y de los arrendamientos en la ciudad,

la Junta de Habitaciones y las entidades de higiene en representación del Estado, formulaban las

condiciones en las cuales se debería construir o reconstruir una habitación. Según la Junta, éstas

eran:

“Piso seco, que tengan un pavimento como madera, ladrillo u otro cualquiera; la altura de los muros no será nunca

inferior a 4 mts. y se mantendrá en perfecto estado de aseo; toda pieza debe estar suficientemente ventilada y el

espacio comprendido por las puertas y ventanas de cada pieza debe ser por lo menos igual a la quinta parte de la

superficie d ella, para que penetren en cantidad suficiente el aire y la luz; el volumen de air para cada persona será

por lo menos de 15 mts. cúbicos; toda casa pequeña de alquiler estará provista de cocina, separada de las piezas de

habitación, y de un excusado con agua corriente, que se mantendrá en buen estado de aseo y tendrá menos

desagües128.

2.3 Los Inquilinatos

Al finalizar la década casi no había casa donde no se encontrase un aviso como el de nuestra

casa de vecindad cuyo letrero “se arriendan piezas”129abría un amplio abanico de posibilidades

a los necesitados de un lugar para vivir en la ciudad aglomerada. Dos descripciones ambas cuan

lamentables retrataban la problemática social al interior de esta modalidad de vivienda en la

ciudad. En la primera descripción, el protagonista de la Casa de Vecindad muestra la

distribución y adecuación espacial de las piezas y los servicios al interior del inquilinato que

habitó, repasándonos una idea arquitectónica sobre estos lugares, cuya apreciación por parte de

nuestro habitante lo denota como un lugar indigno y lamentable para vivir:

“El patio es cuadrado y está rodeado por un pasillo o corredor, como dicen aquí, pavimentado también de ladrillo.

En cada uno de los costados del patio hay tres columnas y en la que hace ángulo está un tubo de latón, de eso que

se llaman canales, que conduce al centro las aguas de la lluvia. Sobre cada uno de los dos pasillos en ángulo se

abren tres cuartos que deben ser semejantes al mío, puesto que es uno de estos el que habito. Otro pasillo está

limitado por una pared lisa, que debe ser medianera de la casa vecina y el otro, que hace ángulo con este, por un

bastidor de vidrios, algunos de colores. Esto debe ser el comedor, pero también está alquilado. Lo digo porque los

vidrios aparecen tapados con papel de periódico, sin duda para evitar que los curiosos puedan mirar hacia adentro.

A un lado del comedor, otro pasillo se precipita al fondo de la casa. Es, precisamente, el que está limitado por una

pared lisa. Yo fui al interior de la casa. Hay otro patio, en cuyo centro se levanta una fuente. Está cruzado por

cuerdas en todas direcciones para poner a secar la ropa que se lava en la fuente. Allí queda la cocina y allí se reúnen

todas las mujeres de la casa. Luego, separado de este patio por una pared muy baja, hay un solar. En él se encuentran

los otros servicios higiénicos y hay también muchas cuerdas, que estaban ocupadas esta mañana por ropa blanca.

Había pantalones muy remendados con telas de otros colores, lienzos que debían ser sábanas y ropa de mujer. Unas

camisas amplísimas, también remendadas. Algunas parecían casi inservibles.

Así es la casa. Yo no sé si la habré descrito bien. Los cuartos que se abren en el primer patio hacia occidente deben

tener ventanas a la calle. Para llegar a mi habitación, al entrar por el zaguán se tuerce a la izquierda, pasando por

frente a estos últimos cuartos, vuelve a torcerse hacia la derecha y la tercera puerta de este nuevo pasillo. ¡Dios

mío! ¡Tengo la preocupación de que no he logrado describir bien esto!130.

128 Carlos E. Velásquez. “Casas de alquiler”. El Espectador. Junio de 1920. Año XXXIII. Número 3072. P, 1. 129 “El inquilinato”. El Tiempo. Noviembre 1 de 1930. Año XX. Número 6855. P, 5 130 Ibid. Osorio Lizarazo. La casa de… P. 14 y 15. Es una pequeña descripción del inquilinato en el que vivió el

protagonista de la novela.

Page 39: La Huelga de los Inquilinos

39

La segunda es una descripción referida al problema social que se escondía al interior de estos

lugares donde vivían los más pobres y menesterosos. Esta descripción realizada en 1930 por

parte de un observador, nos muestra de igual manera un panorama lúgubre de la habitabilidad

en estos lugares:

“Situado en un lugar muy céntrico, en su aspecto exterior la casa nada tiene de particular. Una vez traspasado el

umbral de la puerta Ensor, Goya, Gallot, y a veces Paulbot empiezan a figurar. En ramadas y cobertizos se han

fabricado guaridas, llamadas pomposamente por el dueño, cuartos, en las que vive, si es posible emplear este

eufemismo, una pobre humanidad doliente en condiciones más que miserables. Hombre, mujeres, niños, allí se

amontonan tras de carteles formados de tablas, latas, bastidores viejos, biombos de papel periódico, y en medio de

los más heterogéneos trebejos”…” En la puerta de cada cuarto, o en el fondo, en la penumbra húmeda, se veían

siluetas de mujeres, cansadas, ensombrecidas por la miseria, mujeres que debían conocer mejores días, y que hoy,

sabe Dios, por qué vicisitudes se encuentran allí. Que horrible sensación de tristeza me embargaba cuando salí. ¡De

tristeza y de pavor! En aquellos “inquilinatos” hay un terrible problema social al cual las autoridades deben poner

remedio. Yo no sé si haya disposiciones especiales que reglamenten tales casas; si las hay, una vez más, no se

cumplen. Si no las hay, es necesario crearlas, pues tras de estos inquilinatos hay una explotación infame de los

dueños de casas, esta si verdaderamente grave, y que clama con urgencia una represión severa”131.

Bajo este panorama de pauperización de la ciudad, el Estado no intervenía de manera adecuada

en la formulación de planes de infraestructura urbana. Los arreglos de pavimentos y alcantarillas

y la formulación de planes de programas de vivienda fueron insuficientes para la época y en más

de las veces con el aporte de los mismos propietarios de las habitaciones, esperando obtener un

rédito. Las quejas y reclamos por esta situación fue una constante queja social por las

condiciones de vida material y su relación con el alto precio de los arriendos. La falta de higiene,

las consecuencias epidemiológicas, la falta de construcciones y por ende del descontento del

ciudadano por su ciudad, la problemática de la escasez del agua, fue la constante a lo largo de

la década de los veinte en Bogotá sin aviso de solución.

2.4 El papel del Estado ante la crisis de la vivienda y los arrendamientos

El Estado guarda para sí el momento de actuar por temor132 o para contribuir a la problemática

de la ciudad en cuanto a lo social y material, formulando leyes y decretos que sirvieron de

contingencia en la problemática estudiada. En este orden de ideas la insalubridad y la mortalidad

tuvieron en las políticas de higiene, la respuesta parcial del Estado en la aglomeración urbana.

Una de ellas fue la primera ley de habitaciones, conformación de primeros barrios y respuesta a

las peticiones dispuestas en diferentes frentes.

La construcción de habitaciones obreras en buenas condiciones materiales y ambientales era una

petición que se esgrimía desde las esferas médicas, científicas, y económicas. Si las habitaciones

gozaran de espacio para el confort y el verdadero descanso, el obrero dejaría de frecuentar la

chichería, y mejoraría su capacidad de trabajo. Si adicionalmente estas habitaciones se

construyeran cerca a sus lugares de trabajo la fábrica también gozaría de mejor clima laboral y

productivo. De allí que reunidas estas condiciones filosóficas para la construcción de

habitaciones y barrios para obreros el gobierno de la ciudad se preocupó por llevar a cabo las

131 “El inquilinato”. El Tiempo. Noviembre 1 de 1930. Año XX. Número 6855. P, 5. 132 TARROW, Sidney 1997. El poder...

Page 40: La Huelga de los Inquilinos

40

finalidades propuestas en la ley 46 de 1918. Con la ley de habitaciones, emprendió la primera

propuesta de carácter urbano destinado al saneamiento de la ciudad a partir de dichas

construcciones.

Según el acuerdo No. 37 de 1919 se creaba la Junta de Habitaciones para obreros encargada de

dar cumplimiento a la ley 46 de 1918. Esta ley es un punto de inflexión en las políticas urbanas

de creación de lugares para vivir y en atención del Estado a la problemática del hacinamiento.

Allí se dictaban mediadas conducentes a atender la problemática de la vivienda. Se exigía a los

municipios con más de 15.000 habitantes “destinar el dos por ciento (2 por 100) del producto

de sus impuestos, contribuciones y rentas, a la construcción de viviendas higiénicas para la clase

proletaria. Dichas viviendas tendrían que llenar las condiciones determinadas por la dirección

general de higiene. Por habitarlas se cobraría solamente un arrendamiento equivalente al seis

por ciento (6 por 100) anual del valor de su costo, más un cuatro por ciento (4 por 100) sobre el

mismo valor, destinado a cubrir éste; todo conforme a los reglamentos ejecutivos de esta Ley, y

los que, sin contrariar los ejecutivos, dicten los respectivos Concejos Municipales”133.

De otro lado, para contrarrestar la falta de habitaciones el gobierno destinó recursos producto

del pago de los impuestos, el reajuste del catastro para el cobro del impuesto predial, y algunos

recursos de los empréstitos subvencionados para ser pagados. Como hemos visto en el tema de

los impuestos, a pesar de su estrategia para el cobro, por medio de esta forma no se alcanzó a

recoger el dinero esperado.

Una primera tabla de salvación en la relación de los arrendamientos caros con algunas de sus

causas como la falta de construcciones, planes de vivienda y habitaciones para los obreros y la

ciudadanía en general en Bogotá se dio con la aprobación en segundo debate por la Cámara de

Representantes el día 25 de octubre de 1927, para encausar al banco Agrario Hipotecario, la

posibilidad de generar préstamos a la ciudadanía y constructores para la edificación de casas

para obreros, con préstamos amortizables hasta por 30 años134.

“El día en que una persona pueda obtener, sin necesidad de poseer bienes de fortuna, una suma de cinco, diez o

quince mil pesos, a treinta años de plazo, y lentamente amortizable, y al cinco por ciento de su interés, para invertirla

en construir una casa, el precio de los alquileres será de la mitad o menos del que hoy alcanzan, y habremos tratado

radical y felizmente uno de los problemas sociales más agudos y peligrosos de nuestra vida urbana”135

La carestía de la vida y su relación con los arriendos caros y la falta de construcciones en la

ciudad tenían la oportunidad de revertirse o controlarse con la intervención del Estado en cuerpo

del Banco Agrícola. El Estado tendría el cuerpo financiero para respaldar a su banco ante

eventualidades de los pagos a los prestamistas externos y de paso generar confiabilidad en

futuras negociaciones de empréstitos. En épocas donde los bancos particulares elevaban su

133 Ley 46 de 1918. Artículo 7. En:

https://camacol.co/estudios_juridicos/Archivos/LEY_CONGRESO_NACION_0046_1918.html 134 “Por las habitaciones baratas”. El Tiempo. Octubre 25 de 1927. Año XVII. Número5778. P, 1. 135 Ibid.

Page 41: La Huelga de los Inquilinos

41

interés para los préstamos, el Banco Agrícola Hipotecario estaba en condiciones de rebajarlos

al 8 por ciento136.

En marzo de 1928, un decreto por parte del ministerio de industrias para reglamentar las

habitaciones baratas fue sometido a consideración del señor presiente137. El decreto consistía en

financiar por parte del Banco Agrícola Hipotecario la construcción de edificaciones urbanas

escasas en la ciudad. Sin embargo, este proyecto tuvo opositores que, en sentido contrario,

solicitaban que no se abusara de las funciones o alcances de dicho banco cuya filosofía radicaba

en el cuidado de la agricultura y no de los préstamos a construcciones.138

A nivel de políticas de Estado, el gobierno no era muy proclive a la construcción o al

apersonamiento del problema. Podemos ver que muchas veces el mismo Concejo aplaudía las

iniciativas de construcción y por otro lado fomentaba que los propietarios fueran los mismos

constructores de sus viviendas incentivando la construcción de lotes, así como castigando la

especulación de terrenos. Dentro de estos castigos, se haría necesario reevaluar el avaluó de los

predios, es decir, reformar al catastro, ya que, según informaciones de la época, grandes predios

que tenía Bogotá estaban avaluados en la tercera, quinta y aún la décima parte de su valor139. En

una columna de opinión, un ciudadano del común exigía por parte de la opinión pública y la

prensa la fijación de impuestos fuertes para los lotes sin edificar que se encontraba dentro del

perímetro urbano; para este columnista:

“estos lotes son alcancías que sus dueños dejan para que la ciudad se las llene con su progreso, con sus obras de

todo género, con sus adelantos, y así se ve a diario que un lote comprado hoy en diez mil pesos, vale a los diez años

cien mil, sin que su dueño haya hecho otra cosa que la ciudad crezca y mejore”140.

Por ende, una de las propuestas para atender el llamado al problema de la vivienda y de paso

tratar de aliviar el problema de los arriendos caros fue fomentando las edificaciones y las

construcciones a partir del gravamen de impuestos fuertes sobre los lotes urbanizables. Esto no

haría ver del todo razonable ni completa la intervención del gobierno, ya que se exigía de su

participación eficiencia, con leyes para el abaratamiento de la vida. Diseñar planes de vivienda

en los barrios más populares y aglomerados, con el fomento a la edificabilidad, con la

posibilidad de regular los créditos destinados para vivienda, hasta con el fomento a la industria

de la construcción y la intervención en la rebaja de los materiales para este oficio.141

136 “Habitaciones baratas”. El Tiempo. Marzo 21 de 1928. Año XVIII. Número 5923. P,1. 137 “El decreto sobre habitaciones baratas” El Tiempo. Marzo 7 de 1928. Año XVIII. Número 5909. P,2. 138Entre sus detractores se encontraba el expresidente doctor Carlos E. Restrepo y el exministro de despacho

ejecutivo doctor Ospina Pérez. En un aparte de los comunicados del doctor Ospina encontramos parte de sus reparos

a la expedición de dichos decretos de habitaciones baratas “Dice que el hecho de destinar la mayor parte de los

recursos del Banco a hacer préstamos para edificaciones urbanas puede dar resultados benéficos, pero reviste un

peligro para dar cumplimiento a uno de los fines primordiales del Banco, que es, fomentar la agricultura si aquel

sistema no se aplica con tino, cuidando de no anteponer los intereses de las edificaciones urbanas a los del desarrollo

de la agricultura. Ver: “Ospina Pérez y las habitaciones baratas”. El Tiempo. Marzo 10 de 1928. Año XVIII.

Número 5912. P,1. 139 “Los impuestos de saneamiento”. El Tiempo. Año XI. Número 3583. Septiembre 12 de 1921. P.1. 140 Ibid. 141 “La ley sobre arrendamientos”. El tiempo. Agosto 4 de 1927. Año XVII. Número 5696. P,9.

Page 42: La Huelga de los Inquilinos

42

Y por último en defensa del Estado, y al final de la década, analistas de la situación

argumentaban que el Estado no podía intervenir en los negocios lícitos de los particulares, así

como impedir el movimiento inmigratorio. De otro lado según este mismo análisis “las

condiciones y precios de los arrendamientos por medio de leyes simplistas, es sencillamente

absurdo, porque ellas podrán ser burladas por las partes a causa de la imposibilidad del

control”142. Difícil tarea tendría la ciudadanía y el Estado en dirimir dicha situación a favor de

una ciudad que no daba abasto a la cantidad de población y las problemáticas urbanas.

2.5 Las alcantarillas y el mal estado de las calles

Al cansancio por el pago de los arriendos caros, el hacinamiento, y la lucha por las inclemencias

de la carestía de la vida, los pobladores de la ciudad también tenían que vivir en medio de una

ciudad proclive a las enfermedades y epidemias producto de su condición material y el mal

estado de las calles y alcantarillas143. Entre el invierno y el verano se rotaban los bogotanos su

aflicción en torno a la contaminación de las calles ya fuera ésta por el barro o por el polvo. Por

un lado, a las habitaciones llegaba el polvo del verano con todo su halo de infección, y debido

a las carencias habitacionales, el resultado se traducía en problemas de higiene y de salud. En

cuanto al barro, era insoportable transitar por algunas de las calles más populares de la ciudad,

como bien lo peticionaba de manera desesperada un habitante de la ciudad: “o se decide uno por las

charcas del invierno que nos obligan a caminar a saltos, en la punta de los pies, o en tacones, como unos muñecos

rígidos y mecánicos”144..

En un sinnúmero de cartas publicadas por el diario el Tiempo y El Espectador, se deja ver la

impaciencia y la impotencia del ciudadano por dar cabida a la solución a los problemas urbanos: “Por lo que más quiera, implore la misericordia del Concejo hacia esta ciudad, llena de moscas de malos olores, de

polvo y lodo en invierno y de gallinazos. Ya es inhabitable, no se puede vivir, las autoridades municipales han

puesto criaderos de moscas en los lugares más inadecuados y si seguimos así, puede venir otra peste”145.

“Con motivos de las recientes inundaciones en Las Cruces, un grupo de vecinos de ese barrio ha solicitado al señor

alcalde de la ciudad que dicte prontamente las medidas que tome indispensable para que proceda a arreglar el

alcantarillado del barrio. Efectivamente en las inundaciones fueron muchas las casas que sufrieron graves daños

debido a que las aguas de las alcantarillas obstruidas escapaban por los sifones de los patios. Es seguro que el doctor

142 “Dos palabras sobre alquiler de casas” El Tiempo. Octubre 16 de 1929. Año XIX. Número 6483. P,4. 143 En carta dirigida al director del periódico El Tiempo, trabajadores del sector de las Nieves aducían que haría

más o menos cuatro años existía en la carrera 10 entre calles 20 y 21 frente a los expendios de víveres un foco de

infección causado por un caño destapado donde se vierten aguas sucias que junto con las aguas que salen del lavado

de mercado se depositan en una cuneta generando olores nauseabundos y temores a una nueva epidemia de gripa,

y sobre todo tratándose de un barrio central de la ciudad; que tal situación ya se había puesto en consideración del

Honorable Concejo Municipal y que éste en respuesta a la comunidad el 7 de julio de 1922 aseguraría que sería

arreglada esta parte de la carrera y solucionado tal foco de infección. Pero que para malestar de estos habitantes la

solución a dicha problemática no se había verificado. En: “Un terrible foco de infección”. El Tiempo. Mayo 4 de

1923. Año XIII. Número 4172. P,7. 144 “El polvo y el barro”. El Tiempo. Septiembre 20 de 1923. Año XIII. No. 4311. P, tercera. 145 Observador. “Al Concejo”. El Tiempo. Febrero 10 de 1924. Año XIV. Número 4452. P, once.

Page 43: La Huelga de los Inquilinos

43

Piedrahita procederá inmediatamente a poner en seguridad las habitaciones de los vecinos de las Cruces haciendo

reparar a la mayor brevedad posible las alcantarillas que se encuentran en mal estado.”146

Muchas veces la solución a las peticiones no tenía más remedio que la acción directa de los

vecinos sobre sus peticiones. En Julio de 1921, iniciada la década, la junta de mejoras del barrio

de las Cruces se reunía para planificar cómo embellecer el barrio y “salvarlo del abandono a lo

que han entregado las autoridades municipales”147. Inclusive en esta alusión se establecía dentro

de su programa de acción habilitar avenidas, abrir nuevas calles, pero sobre todo reparar las ya

existentes. Sin embargo, de manera algo esperanzadora terminaba esta crónica solicitando el

apoyo que el municipio dignara. Este mal estado de las calles se traducía para el bogotano de a

pie como el abandono al que se tenía la ciudad por parte del Estado a principio de la década de

los veinte.

El problema de los pavimentos fue un problema general y visible; inclusive con vicios de

incumplimiento por parte de ciertas entidades encargadas de la pavimentación de las principales

calles de la ciudad. Los pavimentos se dividían en tres categorías. Los de asfalto, los de ladrillo

y los de piedra, sin embargo, otras calles estaban tal y cual existían desde sus comienzos en

tierra. Una de muchas según la crónica de la época era la calle 15 entre las calles Real y de

Florián, en la cuadra donde se estaba construyendo el nuevo palacio para la gobernación. Para

el peticionario, las calles en piedra eran las peores ya que según él “la piedra que tenemos aquí

es de muy mala calidad para esos usos y no dura nada”148. Había calles que no tenían ninguno

de los anteriores. Muchas de las calles construidas en piedra también tenían el inconveniente de

contener mucho polvo y tierra y llegado el cambio estacionario, las lluvias convertían en un

lodazal el escenario de las calles y los andenes.

El mal estado de las calles vendría a tener una primera respuesta por parte del alcalde Ernesto

Sanz de Santamaría quien delegó un comité para el arreglo de los pavimentos. De la

organización de este comité se estableció que a finales de julio de 1921 quedaba funcionando la

fábrica municipal de asfalto. Este comité como nos lo menciona la crónica del diario El Tiempo

atendería en la época la pavimentación de un sinnúmero de calles, varias vías arterias y muchos

otros daños no menores, pero si evitando que los hoyos se agrandaran más por culpa del tráfico

de la ciudad. Así mismo, se solicitaba explícitamente la participación de los barrios que junto

con las juntas locales debían ser las garantes del buen estado de las calles y su manutención,

dejando de contado, la responsabilidad en los ciudadanos y el problema en manos de las Juntas

Barriales.149.

Encontramos otras peticiones sobre el mal estado de las calles iniciado el año de 1927, en enero

y febrero particularmente. En estas solicitudes nuevamente salía a relucir la incomodidad del

ciudadano por la problemática del barro y del polvo aduciendo que el mayor problema por el

que atravesaba Bogotá era el del mal estado de las calles sin pavimentar. Se solicitaba con

146 “Se pide la reparación de las alcantarillas de las Cruces” El Espectador. Diciembre de 1926. 147 “Junta de mejoras del barrio de Las Cruces”. El Tiempo. Año XI. Número 3516. Julio 7 de 1921. P, cuarta. 148 St. Remy “Por los habitantes de Bogotá”. El Tiempo. Octubre 24 de 1921. Año XI. Número. 3625. 149 “Los pavimentos de la ciudad. Las obras que realiza el comité de pavimentación”. El Tiempo. Año XI. Número

3601. Septiembre 30 de 1921. P, sexta.

Page 44: La Huelga de los Inquilinos

44

premura la pavimentación por lo menos de las principales calles de la ciudad no de manera

provisional o experimental sino definitiva, explicitando que las que se pavimentaran, se

mantuvieran en el tiempo, con una buena dosis de mantenimiento. Según la petición se aducía

que según la experiencia de los años de pavimentación y a partir de la comparación entre las

distintas formas de pavimentar se establecía que definitivamente el ladrillo era muy superior al

asfaltado de las calles y se colocaban varios ejemplos150.

En el año de 1927 en medio de una época saludable de la economía bogotana dicho clamor de

desespero por la situación de las calles en Bogotá daba visos de inquietud por parte de los

bogotanos. Según los editorialistas que registraban las quejas de los ciudadanos de a pie, la

expresión más común era tildar a algunas calles de Bogotá y a la ciudad en si como de un

muladar, de una vergüenza y con expresiones como “aquí no se puede vivir, o qué porquería de

ciudad. Pero lo que más incomodaba al ciudadano común era la explicación a la relación entre

el buen crédito financiero, los suficientes recursos que anidaba la ciudad, y la buena imagen de

una de las mejores casas dedicadas a la construcción de obras públicas municipales, con el

estado material deplorable de la ciudad:

“La Ullen nos va resultando un redentor demasiado lento y pachorrado, y sus administradores e ingenieros corren

el peligro de acostumbrarse a vivir como nosotros, con el barro a las rodillas. Pasan los meses y los años, y la

presencia de la compañía americana, en vez de redimirnos nos empeora. Antes una llovizna de tres días con acababa

con la ciudad. Ahora Bogotá no resiste ni una semana de verano ni unas horas de invierno. Estamos perdidos y no

se sabe hasta cuándo seguiremos así”151.

Terminada la década, hacia noviembre de 1929 reiteramos la observación de la desatención por

parte del Estado y el gobierno de la ciudad de la falta de una política pública urbana que

atendiera de manera proporcionada los problemas de pavimentación y arreglo de las calles. La

pavimentación de la carrera 13 fue una demostración de dicha falta de planeación pública. Se

comprende en el hecho de que para la época en mención al Estado le preocupaba más el

embellecimiento de la ciudad, que la atención de programas sociales asistencialistas en torno a

la vivienda. De otro lado la atención a la pavimentación de las calles en el entorno de la ciudad

se hacía en lugares privilegiados, atendiendo primero aquellas en zonas comerciales de alta

demanda y en beneficio de los propietarios que allí tenían su comercio, como en el siguiente

ejemplo:

“Desde hace varios días se dio principio a esta magna obra de progreso cuya coronación será altamente benéfica

para la capital, no esto por el aspecto del embellecimiento, sino por de la higiene y salubridad, y traerá como

consecuencia inmediata una inmensa valorización para las propiedades que dan frente a la Avenida de la paz. La

obra ha sido decretada por un acuerdo según el cual los dueños de casa y lotes que estén situados en la mencionada

carrera deben pagar más o menos el cuarenta por ciento del valor de dicha pavimentación, incluyendo algunas obras

accesorias y acometiendo a los que lleguen a demorar el pago de su respectiva cuota a la jurisdicción conectiva. En

vista del gran beneficio que recibirán los propietarios, creemos que nadie demorará el pago de lo que le

corresponde.”152

150 Entre otros el ejemplo del tramo de la calle 12 entre novena y décima asfaltada y deteriorada y la avenida colón

la cual luego de pavimentarse con ladrillo aún permanecía inmóvil en el tiempo. Ver: “Las calles de Bogotá”. El

Tiempo. Enero 26 de 1927. Año XVII. No. 5509. P, tercera. 151 “La catástrofe de Bogotá”. El Tiempo. Julio 16 de 1927. Año XVII. Número 5676. P, 3. 152 “La pavimentación de la carrera 13”. El Tiempo. Noviembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6507. P,3.

Page 45: La Huelga de los Inquilinos

45

Según vemos, en 1926 y según el acuerdo No. 63 de 1922 expedido por el Concejo Municipal,

los propietarios de finca raíz estaban en “la obligación de construir y reconstruir a sus expensas

los andenes, alcantarillas o colectores, canales y tubos de desagües en el frente de sus fincas, así

como el pavimento en toda la extensión del frente hasta la mitad de la cuadra, ya sea en plaza,

calle, callejón, carrera, avenida y paseo en donde esté situado el inmueble”153. De allí que

muchas veces los clamores y las quejas de los vecinos por la espera en la solución a los

problemas urbanos, no tenía como respuesta del Estado la posibilidad de acción.

A MODO DE CONCLUSIÓN

De principio a fin de la década de los veinte, se evidencia en los análisis de prensa y en los

hechos encontrados que la carestía de la vida fue una constante en la problemática social sin

carácter de solución, afectando a todas las clases sociales, e incidiendo en otras categorías del

inconformismo, sobre todo en lo que tiene que ver con el problema de la vivienda.

La problemática del fenómeno de los arriendos caros, como lo señala Romero154, es una

característica común de las ciudades latinoamericanas. Consiste en que éstas, para poder

albergar los fenómenos de migración sufrieron una masificación y generaron por ende el alza

de los precios, generando como consecuencia, la tugurización de la ciudad y la especulación

traducida en el alza de los precios de la tierra y de los arriendos, dejando al libre mercado la

potestad de pedir lo que quisiera por un terreno o un lugar para vivir.

En 1927 la inmigración se elevó a su potencia y fue un fenómeno que colisionó con el poco

espacio geográfico destinado para albergar a toda la población. La ciudad se expandió dejando

muchos lugares para habitar, pero también dejando que avivatos y comerciantes de la vivienda

hicieran de las suyas usufructuando el espacio y subiendo los precios indiscriminadamente a los

arriendos. De otro lado entre 1923 y 1928, cinco años de condiciones inflacionarias de la ciudad,

la propiedad raíz venia subiendo en una forma absurda y discriminadora. Las fincas duplicaban

y triplicaban su precio con una rapidez vertiginosa. La prensa de la época proclive a las causas

nobles, comparaba los altos costos de una vivienda en la calle Real con una casa en la Quinta

Avenida155.

La carestía de la vida, junto con la insalubridad, los bajos salarios de la ciudadanía en general,

las malas condiciones de vida, las injusticias de la miseria y demás fenómenos característicos,

fueron conformando la base del descontento social. De estas problemáticas surgió el

inconformismo, por lo cual los ciudadanos se manifestarían en forma de quejas y peticiones en

reiteradas oportunidades. El alza en los arriendos y las condiciones indignas de la relación

153 “El Concejo de Bogotá y el impuesto de pavimentación”. El Tiempo. Mayo de 1926. Año XVI. Número 5266.

P, cuarta. 154 ROMERO, José Luis. Latinoamérica, las ciudades y las ideas. Siglo XXI Editores. Buenos Aires 2001. 155 “La finca raíz en Bogotá” El Tiempo. Abril 3 de 1928. Año XVIII. Número 5936. P,3.

Page 46: La Huelga de los Inquilinos

46

propietarios arrendatarios, fue generando en detalle, la necesidad de crear un frente en común

en contra de tales políticas arbitrarias.

En las misivas, columnas de opinión y notas de prensa en forma de quejas y reclamos se

evidencia la petición por las mejoras urbanas, por la inconformidad de la crisis urbana que recae

sobre los más pobres y en especial por la inclemencia en el alto precio por el pago de los

arriendos. Para la década en mención se sentía una total desprotección por parte de las

instituciones del Estado en cuanto a sus políticas urbanas y era un reclamo general por parte de

la opinión pública su pronta intervención formulando leyes que reglamentara los costos de los

vivieres y los arriendos. Este, al menos en lo relacionado con las clases pobres y medias y en la

primera parte de la década en estudio, siempre enfundó razones de no intervención en las leyes

de la economía, dejando que la oferta y la demanda o el principio de la libertad de industria

obrara en el destino de la economía de la ciudad156.

Con oleadas de estabilidad económica, pero con índices de crisis hacia 1929, y bajo la presión

organizada de la sociedad en torno a la defensa de sus derechos, el gobierno de turno generó

estrategias urbanas, en medio de esta coyuntura social. Elaboró planes urbanísticos, aplicando

lo escrito en las primeras leyes de vivienda con la creación de barrios para obreros, o asistiendo

con medidas y decretos emergentes para poner fin a tanta problemática urbana. Que se hayan

generado estos planes de vivienda, respondiendo al afán de la Liga de Inquilinos en sus quejas,

peticiones y reclamos por generar mejores condiciones de vida en la ciudad, o que hayan sido

suficientes para abordar la problemática urbana entrada la década de los veinte, no es fácil de

determinarlo en la corta duración de esta investigación.

Ante tanta problemática urbana y prácticas urbanas depredadoras157, no nos queda más que

preguntarnos, como así mismo se pregunta Harvey ¿cuándo comenzará el pueblo a responder

ante tanta iniquidad de clase, sufrida en la ciudad por causa de la insalubridad, los desahucios,

los bajos salarios, la carencia de servicios públicos, la desatención del Estado, la violencia

política de los gobiernos de turno, y en sí, todo un cúmulo de injusticias estudiadas en este

capítulo de la historia, con relación a los más pobres y a la clase media?.

La protesta de inquilinos no se puede entender sin todos estos fenómenos visualizados de la

problemática urbana en la ciudad en la década en estudio, tampoco, sin las causas cada vez más

razonables para hallar el momento de la acción colectiva y del desafío, como lo veremos a

continuación, en los distintos ciclos que tuvo esta protesta, en las oportunidades políticas y en

la ideología como influencia de la organización y de la Liga de Inquilinos para decretar la

Huelga.

156 “El gobierno y los obreros”. El Tiempo. Abril 7 de 1924. Año XIV. Número 4509. P,1. 157 HARVEY, David 2013. Ciudades rebeldes... P. 89.

Page 47: La Huelga de los Inquilinos

47

Causas ideológicas de La Huelga de Inquilinos. La solidaridad y las

referencias locales.

Por fin estoy instalado. Los arrendamientos en Bogotá han ascendido a sumas inverosímiles y no he logrado conseguir este cuartico de ocho pesos al mes sino después de dos semanas de buscarlo. Es frecuente ver en la ciudad el clásico aviso colgado de una ventana o adornando alguna puerta Se arriendan piezas y apartamentos. ¡Pero qué precios! La más modesta habitación vale un dineral. ¡Es imposible vivir! y más imposible para mí, que llevo ya dos meses sin trabajar. La vida está muy dura para los pobres”. 158 INTRODUCCIÓN

Iniciada la década de los veinte, más exactamente en octubre de 1921 ante la presencia de más

de 3500 arrendatarios que no estaban en capacidad de pagar sus arriendos los inquilinos

organizaron una «huelga»159. Se exigía que dicha huelga se desenvolviera de manera pacífica,

pero manifestando el inconformismo por la incontrolada alza en los precios de los arriendos y

la falta de una política pública clara que detuviera el abuso en el cobro por los propietarios. Se

solicitaba ante las entidades del Estado correspondientes la pronta solución a sus problemas.

Años después, en febrero de 1930 una misma problemática reunía a los mismos pobladores en

el mismo lugar, pero bajo un programa organizado de la protesta. Para ese entonces, se pedía

nuevamente que la manifestación se realizara de manera pacífica, en orden y bajo un protocolo

dirigido por la Liga de Inquilinos que hablaría esa tarde en la alcaldía y en el Concejo.

El hecho de que existiera tanto tiempo entre una manifestación y otra la podemos entender en

los siguientes aspectos. Primero, el gobierno conservador llevaba ya varios años conteniendo la

huelga de manera violenta y por ende éstas se tenían que dar muy organizadas, tiempo que se

destinó entre otras cosas para dicha organización160. Segundo, las oportunidades políticas se van

gestando con el paso de los años. Pueden ser momentáneas, y revivir cuando ciertas condiciones

se presenten para ser aprovechadas por los actores y en situación de verdaderas coyunturas. En

este sentido, hubo un hecho en 1927 que provocaría la indignación de la Liga de Inquilinos

referido al rechazo de un proyecto de ley por parte de la Cámara, cuyo valor aguardaba las

esperanzas de los arrendatarios. Tercero, también porque las protestas tienen ciclos que se van

conformando de acuerdo a ciertas características que se deben dar, como, por ejemplo: la

formación de los líderes, la consolidación de las revoluciones locales y foráneas, y de esta

manera la manifestación de las oportunidades políticas, las cuales en el momento de la acción

garantizaran resultados efectivos. Y cuarto, porque como hemos hecho notar el gobierno diseñó

estrategias de urbanización que contuvieron por un tiempo la protesta.

158 OSORIO Lizarazo José Antonio. La casa de Vecindad. Edición Laguna Libros Bogotá. Marzo de 2013. P. 1 159 VEGA Cantor, Renán. Gente Muy Rebelde 3. Mujeres, artesanos y protestas cívicas 160 Basta recordar los hechos acaecidos en el país relacionado con la masacre de las bananeras y el 8 de junio en la

ciudad con la masacre de los estudiantes, dos intervenciones que demostraban el pulso del Estado ante los conatos

de manifestación cívica y social.

Page 48: La Huelga de los Inquilinos

48

La principal característica del concepto desafío radica en la acción. Para la época era ya sabido

de antemano por parte del Estado que estas acciones conllevaban cierto terror en su proceder,

sobre todo en las experiencias socialistas de anteriores sublevaciones. Especialmente se

recordaban las huelgas de los artesanos de finales de siglo XIX y la de 1919. Por tal motivo

parte de este capítulo sobre la organización de la Liga de Inquilinos en el escenario de la ciudad,

es el análisis de la influencia de las ideas socialistas como parte de la moral y la estructura

organizativa y social de la Liga de Inquilinos. Así mismo, no se pueden desconocer la influencia

que se extenderá en la época y las réplicas a las protestas por los conflictos de arrendatarios

provenientes del extranjero, específicamente en Panamá, Buenos Aires y Santiago, así como la

influencia de la revolución rusa y la revolución mexicana.

De otro lado, las causas ideológicas de la protesta tienen que ver con una época en la que el

bogotano medio está ejerciendo sus derechos de ciudadanía, en particular apoyados por las

lecciones de la Liga Cívica. A su vez, otros grupos sociales en particular los obreros que se

reúnen en la casa del pueblo o en la casa del estudiante van a iniciar un proceso de formación,

no solo de ideología socialista, las más de las veces, sino de formación en cultura, arte, política,

entre otros temas que con el tiempo consolidarán la toma de conciencia de los ciudadanos

pertenecientes y partícipes en la Liga de Inquilinos.

Verificar y teorizar sobre todas estas características es el objetivo de esta parte de la historia

entre 1920 y 1930 en Bogotá. Iniciaremos el capítulo como debimos haber terminado el primero,

es decir, a partir de las influencias ideológica y cívica en la concientización de la defensa de los

derechos como parte integral de la decisión de la lucha y la Huelga de Inquilinos. Así mismo,

analizaremos los temas referidos específicamente a la organización y demás relacionados al

papel de la Liga en su accionar como movimiento en procura de la rebaja de los arrendamientos

caros en la ciudad.

1. El socialismo como referente

Uno de los eventos más importantes en la escena política de la década de los veinte fue la

aparición y progresiva consolidación del partido socialista en Colombia en 1926. El

socialismo161 como ideología, había tenido sus primeras manifestaciones en la escena de la

ciudad respaldando todas las luchas del gremio de los artesanos tanto a finales del siglo XIX

como en la primera década del veinte162. Para una parte importante de los obreros el ideario

socialista correspondía a sus referencias políticas por tratarse de respaldar las condiciones socio

económico y laboral de los más pobres. Sin embargo, el partido político que más representaba

161 Para 1920, la ideología marxista no estaba del todo conformada en el imaginario colectivo, y las principales

influencias se basaban en simpatizantes, si bien documentados poco organizados. Esas primeras manifestaciones

de asociación se desarrollaban en cafetines, en lugares públicos y en casas del centro destinadas para las reuniones

de tipo asociativo pero que en mayor medida estaban destinadas a planificar la protesta y el modus operandi. Ver:

URIBE, María Tila. Los años escondidos. P. 162 URIBE, María Tila. Los años escondidos: sueños y rebeldías en la década del veinte. Cestrá. Santafé de Bogotá,

1994.P. 27.

Page 49: La Huelga de los Inquilinos

49

al pueblo en su conjunto fue el liberal163 en su facción social. Desde entrada la década de los

veinte el partido liberal siempre influyó en los obreros para que fuera éste y no el socialista el

encargado de llevar las banderas de las reivindicaciones sociales.164

En una etapa de la Liga de Inquilinos165 su estructura social estaba conformada por varios de los

líderes que protagonizaran la lucha socialista a lo largo de la década y posteriores, como artífices

y creadores del partido socialista colombiano. Su componente social estaba conformado por

intelectuales líderes del futuro partido socialista entre los que se encontraban principalmente

figuras rutilantes como Juan C Dávila, Leopoldo Vela Solórzano, Enriqueta Jiménez, Pablo E

Rangel, Julio D´Achiardi y Fideligno Cuéllar166. Allí al igual que ellos, otros grupos de artesanos

revolucionarios afines a los reglamentos socialistas trasmitían sus conocimientos en la

conformación de otros grupos que en las distintas épocas de la década de los veinte formarían

identidad en el camino de la protesta cívica, como forma de protestar y alcanzar sus derechos.

El socialismo como primera instancia política de la Liga de Inquilinos, no necesariamente estaba

compuesto de artesanos llamados obreros. Según Tila Uribe167 también estaba compuesto por

gente prestante de familias aristócratas que aburridas de su situación de “gente de bien” se

correspondían con las luchas cívicas de las cuales grupos como los de la Liga Cívica y la Liga

de Inquilinos representaban y conformaban su ideario reivindicativo168. Así mismo llegó a

permear el estudiantado y el sector intelectual de la sociedad que (como miraremos más

adelante) tuvo un gran protagonismo en la Huelga de la Liga de Inquilinos.

Luego de su apertura en el imaginario de los obreros de la capital, aleccionados en la casa del

pueblo y en la casa del estudiante, y de un sin número de congresos obreros que fueron

delimitando el accionar del socialismo como ideología, se requería la creación y organización

social del socialismo como partido. En este sentido, se dieron los primeros pasos para la

formación del partido socialista. La ilusión del socialismo en sus inicios como ideología antes

de la década de los veinte como necesidad ideológica de los pueblos que nos describe Vega

Cantor, correspondía a las reivindicaciones de los pobladores más pobres de la ciudad:

163 Según Vega Cantor, esto se explicaba debido a que para que hubiera verdadero socialismo en Colombia tenía

que haberse desarrollado el capitalismo como en Europa ya que “el socialismo se funda en el derecho del hombre

al trabajo y en el derecho del trabajo a una retribución equitativa. De ahí el equilibrio buscado entre el capital y el

trabajo. Para que la lucha se establezca es necesario que exista como primer factor el trabajo, y eso es lo que falta

justamente en Colombia” VEGA, Cantor Renán. Gente muy rebelde 4. Socialismo, cultura y protesta popular. P,

105. 164 Sobre la relación entre los partidos políticos liberal y conservador y su agenda social en la década de los veinte,

hablaremos más adelante en el tema del contexto político y las oportunidades políticas, que estudiaremos en este

capítulo.

165URIBE, María Tila. Los años... P. 27. 166 Ibid. P. 38. 167 Ibid. P. Estamos hablando de María Tila Uribe, hija de Tomás Uribe líder y fundador del partido socialista

colombiano. Siendo niña alcanzó a estar presente en los hechos más importantes de la creación del partido

socialista, así como de todas las vicisitudes sufridas por los líderes en la confrontación contra el Estado. Debido a

su edad, en el momento de realizar la investigación, fue imposible hacerle obtener un recuerdo adicional con

relación a la Liga de Inquilinos que hubiera enriquecido el escrito. Ante esto, manifestó que sus anécdotas las había

plasmado en su libro sobre los años escondidos, amplio referente para la consolidación de este capítulo. 168 URIBE, María Tila. Los años… P, 40

Page 50: La Huelga de los Inquilinos

50

“ellos (los socialistas) saben que es una injusticia cruda la explotación a la que se somete al obrero y al trabajador

por la prensa y en la tribuna para que esa explotación cese, para que la repartición de los gajes del esfuerzo humano

se haga equitativamente. Pero cuando esa injusticia en vez de disminuir crece, entonces la desesperación viene al

corazón del ciervo y protesta con los labios y las manos contra tanta iniquidad”169

“La misma presión de su dolorosa vida ha llevado a los obreros en las grandes metrópolis primero, en las minas,

en las explotaciones industriales de distinto género, a organizarse para la defensa y propaganda de la justicia. Las

sociedades obreras, los sindicatos, las cooperativas de producción y de consumo, han sido el fruto de ese anhelo

por la liberación que les ha hecho comprender que solo unidos en la idea y en el hecho pueden prácticamente

libertarse de la tiranía de sus explotadores”170

“Entonces la prensa se ha puesto al servicio de la idea, la escuela obrera ha ido iluminando el cerebro de los

retrasados; la huelga ha servido de arma eficaz de defensa contra la codicia capitalista y la esperanza casi extinguida

del corazón de los hombres de bien ha renacido.”171

Una segunda etapa del naciente partido socialista se da entre 1919 y 1924 donde lo más

importante tiene que ver con la difusión a nivel nacional del término socialismo y su adhesión

al ideario por ciertos sectores del partido liberal como garante de los derechos de los más pobres.

En plena discusión del futuro del partido, algunos grupos del socialismo consideraban

importante unir fuerzas con el liberalismo ya que, según ellos, éste tenía entre sus idearios

políticos la representación de los más pobres y la lucha por las reivindicaciones obreras,

argumentos que no todos los líderes del socialismo veían como ciertas. Entre la filosofía del

socialismo las reivindicaciones coincidían con el liberalismo, sin embargo, se le reprochaba a

éste la poca voluntad que tuvo en la contienda política para la presidencia de 1922 donde

contundentemente saldría victorioso el partido de la hegemonía. Parte de la filosofía socialista

apelando a la intervención del Estado en las decisiones económicas se traducían en lo siguiente:

“Por sobre toda consideración, el partido socialista preconiza y defiende la teoría intervencionista del Estado en la

función social, es decir, su injerencia máxima para la sanidad pública, el abaratamiento de la vida, las habitaciones

de pobres, la protección de la mujer, el mejoramiento de la especie, la instrucción obligatoria, y laica, la educación

técnica y profesional, el matrimonio civil y muchos más puntos que sería prolijo enumerar”172

En esta segunda etapa del naciente partido socialista la figura más importante del partido y que

posteriormente sería uno de los líderes de la Liga de Inquilinos fue Juan de Dios Romero. J.D.

Romero, nos hace una descripción acertada de lo que era el socialismo y su relación con la lucha

por las causas que alertaban a los obreros y que fueron parte de las luchas que la Liga de

Inquilinos tuvo que afrontar, tanto en aras del desprestigio por su ideario socialista en principio,

como la forma de ir a la lucha en torno a las huelgas y las protestas pacíficas cívicas:

169 Marco Tulio Amorocho, “El partido socialista”, La libertad diciembre 20 de 1916 en VEGA Cantor Renán. P.

107. 170 Ibid. P. 108 y 109. 171 Ibid. P. 109 172 VEGA Cantor, Renán. Ibid. P. 113.

Page 51: La Huelga de los Inquilinos

51

“la sustancia del socialismo está en el sindicalismo que tiene como fundamento el ahorro y la huelga” “el

sindicalismo es diario instrumento de rebelión obrera sin violencia y su principio fundamental es la huelga pacífica

pero firme”173.

Como podemos apreciar, Juan de Dios Romero con sus disertaciones filosóficas publicadas en

su diario “confesiones socialistas” daría en un principio las bases ideológicas de la Liga de

Inquilinos en lo que se refiere al llamado a Huelga, la reivindicación de derechos de los más

pobres por causas justas, y la intención por todos los medios de una huelga pacífica. De esta

manera se estaría llevando el mensaje a la opinión pública de que socialismo no significaba

anarquismo, ni violencia, ni gente camorrera, como a bien se tenía la imagen del socialismo

creado por las clases dirigentes, el clero y sobre todo la prensa de la época, como, por ejemplo:

“se calumnia a los socialistas, a los obreros, a los descamisados, porque dizque para lograr sus fines acuden a la

más cruda de las violencias. Esta es una calumnia de sus enemigos, que pretenden que, cuando el esclavo humillado

escarnecido por el capataz al sentir en sus espaldas el látigo que lo hiere, protesta y se defiende, ese esclavo es un

malandrín, y facineroso que se revoluciona contra el orden social”174

La tercera etapa del socialismo se dio como fundación del partido socialista revolucionario en

1926 luego de la discusión en los distintos congresos que existieron antes de la fecha para

acordar la línea programática. A partir de 1924, en los distintos congresos obreros reunidos para

la consolidación de su línea programática, el afán por la organización se traducía en un

sinnúmero de discursos que delimitaban el accionar y el devenir de la organización obrera como

requisito indispensable en la obtención de derechos. Llegaría a ser bastante significativo su

participación y su poder en la formación de los movimientos como en el caso que nos compete

en la influencia ideológica de la organización de la Liga de Inquilinos. Sus discursos eran

contundentes y explícitos aleccionando a las capas sociales obreras y proletarias del país y la

ciudad a tomar conciencia de su situación social y material:

“En Colombia, país único el alto costo de la vida jamás atormentó la mente de nuestros hombres públicos.

Gobernantes, legisladores y publicistas, ignoraron hasta ayer, con el consentimiento de las masas, resignadas por

educación a la miseria y al dolor, la trágica injustica económica que entraña el desequilibrio entre la compensación

pecuniaria que recibe el colombiano por su trabajo manual e intelectual y el precio de lo que consume su

modestísimo y angustioso sustento”175.

Y no solo el Congreso Obrero se reunía a deliberar, aleccionar y concientizar al obrero, sino que

adicionalmente planteaba un desafío colectivo al Estado en misivas que iban sustentadas con

datos y argumentos teóricos sobre los problemas económicos que afectaban a los más pobres.

Se argumentaba con propuestas económicas a tener en cuenta en muchos de los problemas

sociales, pero sobre todo formalizando la lucha convocando en más de las veces a la protesta

social urbana. Para el caso de la década en estudio, el gobierno conservador de turno siempre

las vio con cierto temor:

173 Carlos Melguizo, “cuatro palabras” en Juan de Dios Romero, Conferencias socialistas, Tipografía Latina,

Bogotá, 1920, p3. En VEGA Cantor, Renán. Ibid. P. 114. 174 Marco Tulio Amorocho, “El partido socialista”, La libertad diciembre 20 de 1916 en VEGA Cantor Renán

Ibid. P.108. 175 “La carestía de la vida”. El Tiempo. Mayo de 1924. Año XIV. Número 4547. P, 1.

Page 52: La Huelga de los Inquilinos

52

“El congreso nacional obrero considerando: que el alza de los precios en los artículos de primera necesidad se

acentúa día a día en forma que hace cada vez más precaria y angustiosa la vida de los trabajadores y asalariados.

Que en gran parte se debe esta aguda situación al control que ejercen, con caracteres de verdaderos trust algunas

empresas de la ciudad. Que según recientes declaraciones el asesor de la Contraloría se está acumulando

mensualmente en el presupuesto nacional un superávit de doscientos a quinientos mil pesos, hecho este que revela

claramente una situación fiscal halagadora, en tanto que la economía es alarmante, sobre todo entre las clases menos

favorecidas por la fortuna…resuelve: Protestar enérgicamente contra los acaparadores, por la explotación indebida

de que hacen victima al pueblo por el sistema de los trust.”176

El socialismo en Colombia promotor de las luchas que tuvieron que ver en defensa de las

problemáticas urbanas entre ellas la defensa del inquilino, entraría en una etapa de desgaste ante

la opinión pública producto del problema de la persecución policial y gubernamental. Este era

auspiciado por la prensa de la época que paradójicamente había interviniendo con buenos réditos

patrocinando la entrada en escena de luchas cívicas como las lideradas por la Liga Cívica y por

la Liga de Inquilinos. A su vez, la prensa de la época tuvo su vitrina del desprestigio del

movimiento socialista en más de una ocasión, alertando a la ciudadanía y a los mismos

movimientos del peligro que conllevaban sus acciones. A lo largo del año 1929 se ven columnas

de opinión en las que se explicitan atentados o tomas del poder por parte del comunismo y la

persecución evidenciada en la lucha frontal del Estado en contra de los principales líderes del

partido socialista acusados de perpetrar complots en contra de la desestabilización

gubernamental177. En paralelo, y en la otra orilla del espectro social, caminaba la carestía de la

vida, el alto precio de los arriendos y el constante desprestigio del gobierno de turno para

contener la situación social.

La recomposición de la Liga de Inquilinos en octubre de 1929, sentó las bases de un organigrama

con perfil liberal, si bien recargado hacia los intereses del pueblo, justificando el capitalismo;

pero un capitalismo sano, justo y perdurable, lejos de los que representara el socialismo, visto

con malos ojos para el resto de la opinión pública. En palabras del doctor Carreño, presidente

de la Liga de Inquilinos, en un discurso ante la Cámara, se dejaba claro el mensaje anti socialista

del perfil de la dirección de la Liga de Inquilinos finalizada la década de los veinte:

“sepa usted que mi tesis del Estado nos coloca tan lejos de los que desconocen la propiedad, la persiguen y la

hostigan, como aquellos que la ejercitan como instrumento de abuso y represión. La propiedad es el concepto más

noble y espiritual que han labrado los hombres y defenderla es defender a la humanidad misma. De allí que los

economistas clásicos se obstinen en buscar el procedimiento de eliminar a sus enemigos por medio de la justicia y

le equilibrio. En cuanto al socialismo revolucionario, él es hoy una simple curiosidad histórica. Desde una cátedra

de París, le extendió certificado de defunción Henri de Man, cuando dijo que le Marxismo había muerto”178.

2. Referentes locales: La Liga de Barranquilla

176 “Congreso Obrero. Sesión de ayer”. El Tiempo. Mayo 18 de 1924. Año XIV. Número 4547. P, segunda. 177 Editoriales del estilo:” el complot de las bombas”, “María Cano, el Dr. Quevedo Álvarez y dieciséis más

arrestados en Medellín, “La conspiración de las bombas” “El país contra el complot” “Torres Giraldo y otros

comunistas detenidos” y más, difundidos por la prensa a lo largo de 1929, como por ejemplo este último “Los

comunistas tenían preparado un golpe para adueñarse de las principales ciudades” en: El Tiempo. Febrero 12 de

1929. Año XIX. Número 6243.P,1. 178 “La actitud del R. Camacho Carreño en el Congreso”. El Tiempo. Noviembre 2 de 1929. Año XIX. Número

6499. P,2.

Page 53: La Huelga de los Inquilinos

53

Los ciclos de la protesta como lo hemos estudiado en el presente escrito y desde Tarrow,

albergan la posibilidad de la creación de oportunidades políticas que se traducen en un

sinnúmero de condiciones que se dan en un escenario para que los movimientos sociales

irrumpan en el escenario para la reivindicación de sus derechos. En este escenario de la creación

de las oportunidades políticas se gestó una relacionada con la relación y referencia a otras Ligas

de Inquilinos del país, las cuales se habían organizado para una lucha similar en sus regiones.

Las influencias iban y venían, es decir, todas las ligas fueron interdependientes entre sí, con el

propósito de crear referentes y experiencias para la acción.

Es el caso de la Liga de Inquilinos de Barranquilla, la cual fue la referencia local más importante

para la Liga bogotana. Por la misma época de la década de los veinte para la capital de la

República, la Liga de Inquilinos a partir de otros referentes, pero motivados por causas comunes

como el alza indiscriminada de los arriendos y el abuso de los cobros por parte de propietarios

y agencias, se organizaron y llevaron adelante su causa. Allí, a diferencia de la bogotana, si fue

indispensable y triunfante la referencia al socialismo y las acciones por vías de hecho

conformaron el accionar beligerante en su organización179. De igual manera la participación de

las mujeres fue más visible en esta Liga barranquillera y su papel fue primordial en los triunfos

o derrotas por la consecución de sus derechos.

El fenómeno Gutarra fue el más ponderado en cuanto a quien comandaba la batalla, organizando

si se quiere de manera democrática a la Liga con base en gremios, juntas y organizaciones que

tomaran las decisiones todas en conjunto. El lamentable desenlace de su aporte a la Liga se dio

con su expulsión del país en el año de 1924, tras cuatro años apenas de crecimiento de la Liga

de Inquilinos barranquillera. La Huelga de los inquilinos en esta ciudad, tuvo en principio las

mismas causas de la bogotana, pero su desarrollo tuvo dos características sobresalientes que hay

que desatacar para evaluar su influencia para la bogotana. Primero, determinó las huelgas en el

país, es decir su característica fue el boicot, entendido este como la paralización de las labores

para hacer el llamado al gobierno. Segundo su disolución se dio por medios violentos por parte

del Estado y la persecución a sus líderes por catalogarlos pertenecientes o afines al socialismo

o al comunismo. Tercero, si bien sus logros hay que analizarlos en el tiempo, la participación

femenina fue crucial en el momento de ir a la Huelga. Otro factor importante es el que entrañaba

en su filosofía. Si bien el 19 de noviembre de 1923 se escenificó su principal toma de las calles

con el llamado a Huelga, ésta siempre se recomendó que se llevara a cabo de forma pacífica,

cosa que, si bien si se dio de esta manera, la policía ordenada por el gobierno de turno se encargó

de generar la zozobra y el fin fuera algo distinto a lo planificado.

3. La Liga Cívica comanda una protesta

En julio de 1927 surgían espacios de opinión en la prensa bogotana tanto del diario El Tiempo

como del Espectador donde la Liga cívica se manifestaba en torno al problema de los arriendos:

“La Liga Cívica de Bogotá propenderá por el abaratamiento del costo de la vida, principalmente

179 Para estudiar los detalles de la organización de la Liga de Inquilinos de Barranquilla, hay un estudio detallado

en: VEGA Cantor, Renán. Gente Muy Rebelde.

Page 54: La Huelga de los Inquilinos

54

de la reducción de los arrendamientos”180. Su solicitud iba encaminada a requerir de la alcaldía

y del catastro en particular, la abstención del alza de los impuestos a la finca raíz ya que de esto

derivaría inevitablemente un alza inusitada de los arriendos agravando la crisis por los altos

costos en la ciudad. En una carta en forma de petición firmada por su secretario el señor

Bernardo Rueda Vargas se denotaba la intención de la Liga de propender por el bienestar de la

ciudadanía en cuanto a sus quejas y peticiones por el problema de la carestía de la vida y de los

arriendos caros en la ciudad.

“Diríjase al concejo municipal, al alcalde de la ciudad y a la junta de catastro de municipio, suplicándoles

prescindan por ahora de re avaluar las fincas de la ciudad en vista de las razones anotadas, ya que por el aumento

de la contribución predial vendrá necesariamente el alza de los arrendamientos hasta un punto de hacer imposible

la vida en la ciudad, y mientras el congreso nacional estudie las resoluciones del comité de experto para lograr el

abaratamiento del costo de la vida”181

Para la época en mención, la liga cívica competía con otros movimientos en la movilización

ciudadana como era el caso de la Liga de Inquilinos, pero a su vez, influía en la acción cívica

cuya filosofía y proceder debía ser siempre pacífica, así como de propender por el cambio en la

filosofía del bogotano, muchas veces indolente y poco comprometido con su ciudad: “La Liga

Cívica tiene que luchar en primer término con la indolencia de los bogotanos, tiene que luchar

con esa resignación de muiscas, que ofende más que la pobreza y el desaseo. La Liga Cívica

tiene que luchar luego contra el espíritu de crítica y de mofa, que ve en todo entusiasmo noble

algo ridículo”182.

La Liga Cívica tenía como propósito influir y potenciar en la población el carácter cívico que

según en Bogotá se había perdido, aunque su proceder no siempre estuvo al tono de las

necesidades populares del promedio bogotano, razón por la cual las editoriales de las revistas

semanales que circulaban en Bogotá auspiciaban por solicitar a la Liga una participación

verdaderamente popular: “Por consiguiente, si la Liga Cívica de Bogotá, no quiere perder el

tiempo, concrete sus ideas, haga una labor de propaganda genuinamente popular, de propaganda

callejera, que es la única propaganda verdaderamente real”183. Un reclamo general se

evidenciaba en el hecho de que, si la liga continuaba esa forma de proceder, el gobierno de turno

pasaría por alto sus peticiones. Con esta manifestación, se quería demostrar por parte de la

opinión pública, que esta liga no representaba en su mayoría de acciones la voluntad del pueblo,

y de otro lado, no hacía despertar el menor asombro por parte de las entidades de gobierno.

Como hemos dicho el gobierno mantenía el juego de posibilidades, pero actuaba con frialdad y

contundencia ante el menor asomo de protesta.

En cuanto a su accionar y como referente para la Liga de Inquilinos, la Liga Cívica comandó

una protesta hacia 1926 reclamando soluciones a la carestía de la vida. Dicha manifestación se

difundió masivamente por el diario el Tiempo y fue bastante publicitada aduciendo que dicha

manifestación no tendría visos políticos en su reivindicación por los derechos: “Allí no habrá

180 Nota de prensa publicitaria en: El Espectador. Julio 4 de 1927. P. Segunda. 181 “Por el abaratamiento de los arrendamientos”. El Tiempo. Junio 20 de 1927. Año XVII. Número 5652. P,12. 182 “La Liga Cívica y las opiniones del concejal Saiz”. Cromos. Abril 24 de 1926. Volumen XXI. Número 503 183 “Las labores de la Liga Cívica”. Cromos. Mayo 22 de 1926. Volumen XXI. Número 507.

Page 55: La Huelga de los Inquilinos

55

sentimientos de política, de casta, de interés personal”184. Supuestamente la manifestación

surgía espontáneamente, y prometía la adhesión de todos los partidos políticos y todas las clases

sociales sin intereses particulares o electorales. La marcha convocó a los representantes de los

bancos, de las industrias, los propietarios de vehículos, y personas prestantes, así como

representantes del pueblo. “En este movimiento, que es brote espontáneo de todo un pueblo,

todos, gobernador, secretarios, comerciantes, munícipes (sic), periodistas, estudiantes, obreros,

empleados, ricos y pobres, tenemos el mismo interés” se llevará a cabo una manifestación

convocada para el sábado 29 de mayo de 1926185. Como se puede ver poco representante del

pueblo y si una gran algarabía en su difusión por medio de la prensa escrita y el diario El

Tiempo186.

La manifestación tenía como objetivo la construcción de una carretera al rio magdalena para

sacar a la ciudad del aislamiento en el que se encontraba. “Que la manifestación se ha inspirado

y se desarrollará dentro de un ambiente inalterable de civismo y cultura”187. De todas formas,

los organizadores de la manifestación, reiteraban el carácter de la marcha, estrictamente

manteniendo un buen comportamiento, así como adicionalmente, exigiendo que ni un solo grito

debía manchar la marcha del patriotismo bogotano, “a fin de que elementos extraños no logren

tergiversar la verdadera finalidad del movimiento”188. Dichas consideraciones aludían al

comunismo y socialismo vigentes para la época en la ciudad y los cuales tendrían qué decir en

la organización de la Liga de Inquilinos.

En este orden de ideas, por tanto, no fue poco el reproche o la crítica que recibía la Liga Cívica

en su tarea de comandar la lucha en contra de las injusticias de la vida cara y el alza de los

precios de los víveres y los arriendos. Sin embargo, en medio de estos intereses, la Liga Cívica,

desde su cívica manera de protesta, insinuaba una queja al gobierno, sobre todo en relación a la

baja de los impuestos. Para ella, el impuesto predial relacionado como el reajuste que preparaba

el gobierno al alza de la finca raíz en la ciudad, tendría como resultado “el alza general de los

arrendamientos”189 causa principal de la carestía de la vida según lo manifestaron sus mismos

líderes190.

Sin embargo con misivas y declaraciones en contra de la carestía de la vida y su relación directa

con el alza indiscriminada de los arriendos, consideramos que la Liga mostró su característica

184 “La manifestación y el entusiasmo”. El Tiempo. Mayo 28 de 1926. Año XVI. Número 5270. P, tercera. 185 Ibid. 186 Podemos colegir, con beneficio de duda, que su difusión y publicidad, por ser la primera manifestación con

capacidad de reunir a toda la ciudad sin distingos de credos políticos y condición social, podría garantizar la

coexistencia de las capas menos privilegiadas de la ciudad. De otro lado, si podemos concluir, siguiendo el rastro

de la noticia a todo lo largo de mayo de 1926 que el desenvolvimiento de la protesta se llevó a cabo de la mejor

manera cívica, quizás por el grupo social que la comandaba. Ver: Antonio María Pradilla “Bogotá en masa

concurrirá a la gran manifestación de hoy”. El Tiempo. Mayo 29 de 1926. Año XVI. Número 5271. P, 1. 186 Ibid. 187 Ibid. 188 Ibid. 189 “El aumento de impuestos” El Tiempo. Junio 21 de 1927. Año XVII. Número 5653. P, 3. 189 Ibid. 190 Ibid.

Page 56: La Huelga de los Inquilinos

56

principal en favor de la ciudadanía en general con su talante y modalidad cívica en su forma de

manifestación como nos lo hace saber parte de la siguiente misiva: “Esperamos pues, que el

memorial de la Liga cívica será atendido, y que el pueblo de Bogotá respaldará firmemente la

actuación benéfica dela Liga. Mientras exista la amenaza del alza de los impuestos, no será

posible obtener reducción ninguna de los alquileres”191.

4. Otras referencias

En lo que tiene que ver a otras referencias de la protesta por los arriendos también un fenómeno

similar se evidenciaba en Buenos Aires, Panamá y Santiago, donde hay datos estadísticos de un

sinnúmero de colisiones entre arrendatarios con el Estado192. Por eso no nos extraña que la

conformación, como veremos más delante de la Liga de Inquilinos de Bogotá tenga un amplio

referente de la misma problemática a nivel latinoamericano. A nivel latinoamericano justo para

la época en mención el fenómeno de los arriendos, así como muchos otros eran de una similitud

comprensible. La lucha por los arriendos y la adquisición de un lugar para vivir se traducía en

marchas y protestas que intentaban hacer cambiar las políticas estatales en favor de ellos. Solo

que, para el caso colombiano, la época en que dichas protestas se daban reñía con un gobierno

conservador que contenía la protesta en más de las veces de manera abrupta y violenta

destacándose como un gobierno autoritario, clasista y antipopular.

5. La solidaridad y la sensación de injusticia “En Bogotá, por una irritante anomalía, y debido quizás al alto precio de la finca raíz de primera clase, los alquileres

de gente acomodada, los que se refieren a casas de muy buenas condiciones, suelen no pasar del seis o siete por

ciento anual del valor total del inmueble. En cambio, las casas pequeñas, las tiendas las míseras habitaciones de los

proletarios, pagan fácilmente el uno, el uno y medio y hasta el dos por ciento mensual, exceso agravado por las

pésimas condiciones sanitarias de esos locales, que en la mayor parte de los casos pecan contra todas las

disposiciones vigentes sobre higiene”.193

La obtención de logros de la acción colectiva de los arrendatarios por sí sola no pudo

desenvolverse sin los lazos de solidaridad, con el apoyo de la prensa escrita, así como de otras

modalidades de lucha presentes en la década, elementos característicos de toda acción colectiva.

Dentro de las características más importantes de los movimientos se nos dice, para la

consecución de sus fines y su esencia en el triunfo a lo largo de los años, se debe mantener fuerte

sosteniendo la lucha a partir de la solidaridad. Este arraigo solidario, no por sí mismo va a

garantizar el triunfo; ya que, para que un movimiento pequeño como en este caso el de La Liga

de Inquilinos se mantenga en el tiempo y no se convierta en algo para sí mismo debe estar

integrado a procesos más amplios de cambio social194. Esto significaba, adscribirse a una gran

red de movimientos que para el caso que nos compete, como el de los procesos de urbanización

capitalista se dieron en pequeñas proporciones a lo largo de la década en estudio, y que se

191 Ibid. 192 http://laestrella.com.pa/panama/nacional/movimiento-inquilinario-1925-poder-masas/23898500.

https://losojosdehipatia.com.es/cultura/historia/historia-de-las-huelgas-de-inquilinos/. 193 “Los alquileres y la vida cara”. El Tiempo. Febrero 28 de 1924. Año XIV. Número 4470. P,1. 194 HARVEY David. Ciudades Rebeldes.

Page 57: La Huelga de los Inquilinos

57

manifestaron con el apoyo a otras protestas, La Liga Cívica y la Federación de obreros, así como

la adhesión del comité departamental de estudiantes finalizada la década.

La solidaridad se fue forjando también a través de la prensa y de los discursos en los distintos

escenarios de masificación donde se solicitaba que acudiera el obrero. A partir de los discursos

en las manifestaciones, se concientizaba de su condición. En algunas columnas de la prensa

inclusive se reproducían los discursos, para que luego en otros lugares de reunión se dispusiera

a su lectura. En 1923 una columna resumía de esta forma una de las manifestaciones de

generación de identidad y lucha por los derechos y una causa en común:

“El señor Rozo A. Páez, quien hizo una larga exposición de la vida obrera bogotana. Pidió el mejoramiento de los

servicios de agua y luz que tienen las familias proletarias, que son deficientes y caros. Terminó recomendando

orden y cultura a todos los manifestantes, para evitar comunicaciones prejudiciales”195

Y otra determinando los lazos de solidaridad que era necesario que se infundiera en la masa del

proletariado bogotano como requisito en la formación de movimiento. La solidaridad crea

identidad, y es ésta la que le confiere poder al movimiento:

“El sindicato Central Obrero de Colombia se apresura a presentar sus más férvidos agradecimientos a las

sociedades, Gremios y grupos de obreros de esta ciudad que tan entusiásticamente correspondieron a su invitación

para celebrar la lujosa manifestación de ayer” …” Al mismo tiempo aprovecha esta oportunidad para excitar a los

compañeros obreros aún no asociados a que se organizasen y estrechen la unión y solidaridad salvadoras para

hacernos más dignos y merecedores del mejoramiento y reivindicaciones que se reclaman. Transcríbanse a las

sociedades y gremios organizados, en nota de estilo, y publíquese por carteles y en la prensa”196

“El movimiento obrero carece de unidad y de precisión, es decir carece de poder, desde que no exista una amplia

red de organizaciones que cobije por lo menos los gremios más importantes de trabajadores. Entre nuestros obreros

existe naturalmente, porque ese es un fenómeno que se cumple de manera absolutamente determinada entre todos

los hombres que llevan una misma vida y sufren las mismas necesidades, el sentimiento de la solidaridad”197

Como nos lo hace ver el señor profesor Adán Pereira en una conferencia en favor de los

alquileres, manifestó que “serían infructuosos todos los esfuerzos de la Liga de Inquilinos si

todos los seis millones de arrendatarios no se solidarizan, se coaligan estrechamente y forman

en cada población una directiva que trabaje de consuno con la de la capital y en cada barrio

organizan una junta parroquial que verifique el empadronamiento de los inquilinos”198.

Adicionalmente el conferencista dejaba entrever en su discurso que la solidaridad, motor de la

organización y de la Liga de los Inquilinos a nivel nacional, le confería poder al movimiento en

la reivindicación de sus justas causas.

También en este mismo orden de ideas, en una decisión trascendental del plan de acción de la

Liga de Inquilinos para generar estrategias que aludieran a la solución a la problemática y se

195 “La espléndida manifestación obrera de ayer. Los discursos pronunciados”. El Tiempo. Agosto 27 de 1923. Año

XIII. Número 4287. P,1. 196 Ibid. 197 “El congreso obrero”. El Tiempo. Abril 29 de 1924. Año XIV. Número 4529. P,1. 198 “En favor del abaratamiento de los alquileres y vivieres. Conferencia dictada por el profesor Adán Pereira el día

13 de noviembre”. El Tiempo. Noviembre 25 de 1929. Año XIX. Número 6521. P,10.

Page 58: La Huelga de los Inquilinos

58

contrarrestara la represalia según ellos de los enemigos naturales de la lucha, se decidieron

acuerdos que se consideraba tendrían sus frutos respectivos siempre y cuando se establecieran

fuertes vínculos de solidaridad y compañerismo entre todos los inquilinos del país199.

Por tanto, cuando un ciudadano ve que la ciudad crece en forma inequitativa, tiene referentes

para reflexionar ya sea el contacto humano con otros que pasan por la misma situación, por

medio de las lecturas, o por medio de su propio sufrimiento, se une e intenta buscar solución a

su crisis personal y familiar. Esta sensación de injusticia del habitante pobre capitalino que ve

que la ciudad no responde a sus condiciones ideales de vida y si por el contrario se va a sentir

expulsado de su lugar de hábitat por la incapacidad de pagar un arriendo y por ende de habitar

en la ciudad, genera la posibilidad de la asociación, la solidaridad y la identidad con otros

pobladores que sufren la misma situación200.

En una columna de opinión, un analista se manifestaba en favor del obrerismo mencionando

todos aquellos flagelos por los cuales el obrero sufriría las impericias de la ciudad:

“¿A quién puede ocultársele que la deficiencia del salario, la carencia de hogar, o los defectos que lo hagan

inhabitable, la ignorancia, las enfermedades, si bien hacen sus inmediatas víctimas entre los trabajadores, no tardan

en afectar la riqueza y la vitalidad de la nación? No es pues un ánimo de rebelión y desorden, ni una disposición

demagógica que quiera halagar las pasiones populares, lo que dicta este anhelo renovador. No es tampoco la piedad,

el sentimentalismo que pudiera ser tachado de enfermizo. Es, a un tiempo mismo, el sentimiento de previsión y de

justicia”201

6. Oportunidades Políticas

Las guerras intestinas del siglo XIX serán las encargadas de dar el nacimiento al siglo XX

abriendo el panorama político de los conflictos partidistas, así como dejando en el poder la

fracción conservadora. En la historia de Colombia se llama al periodo de gobierno comprendido

entre 1886 y 1930 como la hegemonía conservadora grupo político que regirá los destinos de la

nación en dicha década, actor primordial de la lucha social y al cual le tocará afrontar la

contienda y la irrupción de la organización social en procura de causas para reivindicar sus

derechos. La hegemonía termina en esta década de estudio, motivo por el cual se hace

indispensable entrelazar la relación entre esta y la lucha social. La hegemonía conservadora con

sus políticas antipopulares va a ser el caldo de cultivo de la defensa de los derechos de una clase

social subalterna. El nacimiento del socialismo en Colombia no se pude entender si no se presta

atención a dicha relación.

199 “Trascendentales determinaciones de la Liga de Inquilinos”. El tiempo. Diciembre 14 de 1929. Año XIX.

Número 6540. P,4. 200 Un ejemplo lo encontramos en esta nota de prensa: “Por una irritante anomalía, y debido quizás al alto precio

de la finca raíz de primera clase, los alquileres de gente acomodada, los que se refieren a casas de muy buenas

condiciones, suelen no pasar del seis o siete por ciento anual del valor total del inmueble. En cambio, las casas

pequeñas, las tiendas las míseras habitaciones de los proletarios, pagan fácilmente el uno, el uno y medio y hasta

el dos por ciento mensual, exceso agravado por las pésimas condiciones sanitarias de esos locales, que en la mayor

parte de los casos pecan contra todas las disposiciones vigentes sobre higiene”. En: “Los alquileres y la vida cara”.

El Tiempo. Febrero 28 de 1924. Año XIV. Número 4470. P,1. 201 Armando Solano. “Cuestiones obreras”. El tiempo. Abril 5 de 1924. Año XIV. Número 4507. P,1.

Page 59: La Huelga de los Inquilinos

59

Es necesario dimensionar en su justa causa la influencia de la hegemonía conservadora en el

surgimiento de la protesta social. En 1917 se deterioraban las relaciones entre el pueblo y sus

gobernantes. En 1918, un grupo de ciudadanos 220 en total, firmaban una carta y un memorial

de injusticias provenientes del incremento al pago de impuestos, y el cual los consideraban poco

pertinentes a la situación económica de la época en la ciudad.202 A finales de la década más

exactamente en 1928, se gestó la masacre de las bananeras haciendo que el conservatismo

enterrara sus aspiraciones políticas para una nueva temporada en el gobierno. Se demuestra con

esta pequeña carta y los hechos históricos parte del descontento que se iba gestando y a la

hegemonía conservadora como factor de dicho inconformismo. Por la misma época el presidente

de la Liga de Inquilinos el dignatario elegido Representante Camacho Carreño entablaba un

debate en el Senado en contra del presidente Abadía Méndez, mostrando la falencia reinante en

una situación fiscal y económica de despilfarro y corrupción203.

Se puede entender el temor de la clase dirigente por la irrupción violenta de la protesta ya que

para la época otras luchas tenían como modalidad la asonada y el boicot. Por todos lados de la

década encontramos referencia a la lucha y la relación con el gobierno de turno. También

debemos reconocer que los grupos de anarquistas presentes para la época eran grupos violentos

y en más de las veces lograron su cometido como el de la zozobra y el temor del Estado. Era

necesaria la irrupción violenta para ir abonando el terreno, la organización y la oportunidad

precisa, ya no por medio de la irrupción sino del tipo de manifestaciones cívicas, para evitar el

descrédito de la marcha y el posible consenso en la reivindicación de los derechos.

En medio del panorama de la lucha de la Liga de Inquilinos por conformar y definir su

organización en paralelo la Liga dejaba entrever su respaldo a la candidatura del doctor Olaya

como representante del partido liberal y como político pro causas sociales como la lucha social

de los arrendatarios. En un comunicado de prensa por parte de la Liga de Inquilinos se

manifestaba, con relación a la política algo más o menos como lo siguiente: “La junta directiva

de Inquilinos se advierte a los ciudadanos que las inscripciones para la elección de presidente

de la República se cierran el 31 del presente mes”204.

Paralelo a esta lucha una gran manifestación, finalizado el año 1929 más exactamente el 27 de

diciembre de 1929205, catapultó la candidatura del liberalismo a la presidencia y un cambio de

gobierno era inevitable que se diera en el país dando fin a la hegemonía conservadora de tantos

años en el poder. Paralelamente a esto (dentro de las temáticas que hemos planteado en cuanto

al desprestigio del gobierno conservador hegemónico), falta decir que para la época de finales

de 1929 y comienzos del 30 donde las manifestaciones populares en torno a la candidatura del

202 Fondo de quejas y reclamaciones del Concejo. 1918. 604-3628. Tomo 76. P.92 203 “El régimen conservador puesto al desnudo ayer en la cámara de representantes. El R. Camacho Carreño analiza

la obra de un presidente elegido unánimemente por el conservatismo y que es el producto de 40 años de poder. Los

Dres. Pérez Montalvo defienden al presidente”. El Tiempo. Octubre 24 de 1929. Año XIX. No. 6491. P,1. 204 “Una importante invitación de la Liga de Inquilinos”. El Tiempo. Diciembre 19 de 1929. Año XIX. Número

6545. P, tercera. 205 “La Manifestación de ayer”. El Tiempo. Diciembre 27 de 1929. Año XIX. Número 6552. P, 14.

Page 60: La Huelga de los Inquilinos

60

doctor Olaya, se hacían más recurrentes, el gobierno prohibió las protestas206 en medio de una

situación social incontrolable. Argumentos de este tipo nos hacen pensar que la manifestación

de la liga de Inquilinos, por tal motivo, se presentó al vaivén de otras formas de lucha y protesta

más allá de la sola irrupción beligerante en las calles de la ciudad.

Las oportunidades políticas para una acción colectiva pasan por buscar las causas del deterioro

de la relación entre el Estado y la sociedad para establecer las formas en que una ciudad se

organiza, crece y atiende las condiciones de vida de sus pobladores. De igual manera, deben

presentarse cuatro elementos característicos como son, “la apertura del acceso a la participación,

los cambios en los lineamientos de los gobiernos, la disponibilidad de aliados influyentes y las

divisiones entre las élites y en el seno de las mismas207, causas éstas que se dieron en la década

de los veinte y constituyeron la estructura de las oportunidades políticas En alusión a lo dicho,

en esta época se fueron presentado las primeras características de las oportunidades políticas

para la protesta, como fue la participación de nuevos protagonistas en el escenario político, el

desgaste del gobierno de turno en conjunto con la división al interior de su partido, y la

participación de la prensa y líderes del partido liberal en la Liga de Inquilinos. Así mismo otras,

como las relacionadas con las causas materiales y sociales del deterioro urbano en el proceso de

urbanización de la capital. En este orden de ideas, el devenir de la política fue la principal

oportunidad política que encontraron los pobladores para el llamado a la solidaridad y el derecho

a la huelga, pero a su vez y paradójicamente, también parte de las causas de la desintegración

paulatina del comité organizador de la Liga de Inquilinos, por rencillas y reclamos al interior de

la organización en época de elecciones.

Las marchas y manifestaciones a lo largo de la década crearon oportunidades políticas a las que

la lucha de los arrendatarios se acogió. Pero así mismo como estas otras modalidades de protesta

en manos de otros grupos poblacionales crearon las oportunidades políticas de nuestros

protagonistas, éstos crearon las oportunidades políticas para otros en este caso los propietarios.

A principios de la década de los treinta en marzo de 1931, éstos sintiéndose vulnerados en sus

derechos a la luz “del alza inmoderada del impuesto predial, alza que ha despertado una justa

alarma entre los municipios de Bogotá, dichos propietarios han resuelto formar una liga, que

tiende (sic) a la defensa de sus intereses”208.

7. Los arrendatarios: componente social

Los arrendatarios estaban divididos en dos categorías según su forma de habitar y su lugar de

residencia. Éstos estaban divididos en proletariados con un mínimo poder adquisitivo habitantes

de inquilinatos del centro de la ciudad, y otros, los más pobres hacinados en las periferias

206 J.B. Castaño R. “El general Castaño y las manifestaciones públicas en Bogotá”. El Tiempo. Febrero 8 de 1930.

Año XX. Número 6594. P, 3. 206 Ibid. 207 TARROW, Sidney. 1997. El poder en movimiento…P,156. 208 “Liga de propietarios. Ayer quedó constituida la liga. Junta directiva”. El Tiempo. Marzo 14 de 1931. Año XXI.

Número 6986. P, 5.

Page 61: La Huelga de los Inquilinos

61

circundando los núcleos habitacionales del centro oriente con la característica de habitaciones

aglomeradas y en bajas condiciones higiénicas. Esta capa más baja de la sociedad arrendataria,

hacía referencia a la clase social excluida de todas las oportunidades, naciente del producto de

las oleadas migratorias asentadas en lugares periféricos en particular en el oriente de la ciudad,

conformando núcleos habitacionales de infección y epidemias, de inseguridad y de baja calidad

material de las calles y de las habitaciones.

En la ciudad otros pobladores más antiguos también hacían parte del paisaje geográfico

capitalino. A ellos pertenecían gentes de origen campesino que venían de generación en

generación haciendo parte del poblador bogotano. Este grupo social en general perteneció a la

base social más baja del grupo de los arrendatarios representados siempre por la Liga de

Inquilinos, que, aunque nunca estuvieron organizados, sindicalizados o haciendo parte de un

colectivo mayoritario sino por su precaria situación llevaron siempre la peor parte en la

conformación de lugares dignos para vivir, como los que vivían en chozas y en tugurios.

También otros pobladores un tanto con mejor poder adquisitivo, pero para el caso de la ciudad

aglomerada y con pocas casas existentes, muchos de estos simples arrendatarios, con poder de

pago, pero también consientes de la realidad social y económica de la ciudad. La Liga de

Inquilinos nunca representó a los poderosos. Como lo hemos dicho su base social fueron los

obreros, pero también un gran grupo social de clase media entre quienes se encontraban

“funcionarios públicos, dependientes del comercio, policías, estudiantes, trabajadores manuales,

pequeños industriales, y todo el cortejo de personas que viven sometidas a una triple

explotación: como productores, como consumidores y como inquilinos”209

La contrapartida la representaban gente con un criterio mejor avanzado, pero con poca

conciencia de clase o lo que es peor con poca conciencia de lo que pasaba con el alza de los

precios en general y de los arriendos en particular. Un observador casual relator de una columna

de opinión, expresaba su razonamiento en cuanto al alza de los arrendamientos como

problemática social en 1927:

“Los hechos son muy claros: vivo, por ejemplo, en una calle principal de la ciudad, donde pago por al arrendamiento

de una pieza $20, y la dueña me advierte que, en el mes siguiente, tendré un alza de $10, y como no puedo pagar

el alza, ¿qué sucede? Qué yo busco otra pieza, talvez mejor que la que ocupo, pero en una calle menos central y

pago solo $15; luego me he defendido, no he pagado el alza y he hecho una economía. Con esta pequeña explicación

dejo muy claro lo que tanto se habla hoy en día de alza inmoderada de los arrendamientos”210

Esto en pocas palabras se traducía como la poca comprensión de la problemática por parte de

un grupo poblacional de arrendatarios, que, si bien sufrían el agobio por parte del alza de los

arriendos realidad inobjetable, asumían un rol indiferente y más bien de carácter individual ante

la amenaza del desahucio o del desalojo. Se pensaba que quizás lo que le sucedía no era producto

de la usura sino de las leyes de la naturaleza, como según ellos, la oferta y la demanda a la cual

nadie podría escapar sino más bien pagar o asumir su destino.

209 “Se quiere declarar la Huelga de Inquilinos para el 20 del presente”. El Tiempo. Diciembre 5 de 1929. P. 2. 210 Observador. “Sobre el alza de arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 9 de 1927. Año XVII. Número 5701. P, 5.

Page 62: La Huelga de los Inquilinos

62

8. Modalidades y ciclos de la protesta

Una modalidad en la protesta es la forma como un grupo poblacional despliega sus tácticas y

sus estrategias en la confrontación con los grupos de poder. Junio de 1929 fue un hito real y

destacado en el imaginario de la generalidad de la población. Años antes y a todo lo largo de la

década de los veinte hubo también manifestaciones de todo tipo de carácter y con modalidades

diversas en el proceder de la protesta social. El carácter y el estilo era diverso; tanto las

manifestaciones excesivamente cívicas y culturales como la comandada por la Liga Cívica,

hasta las beligerantes terminadas en mitin o asonadas como las de los tranviarios y artesanos.

La protesta social se va intensificando primero como una inquietud de parte de los pobladores211

por una serie de cartas al Concejo solicitando la revisión a sus problemas por la economía, hasta

llegar al estallido. Esta intensificación data de toda la década de los veinte. Una modalidad

aplicada por la Liga de Inquilinos para hacer valer sus derechos al finalizar la década se

identificó con el boicot consistente en la cesación de pagos, modalidad que ponía a pensar al

gobierno de turno sobre la seriedad del movimiento y su nivel de organización. Con esta presión

y modalidad de la protesta se entraba a deliberar pronto en el Congreso medidas conducentes a

aclimatar los ánimos. Otra modalidad, y la que causó más indignación y mala imagen de la Liga

de Inquilinos, fue la consistente en la asonada. Esta en su accionar, causó daños materiales en

algunas casas de arrendamiento, pero sobre todo los daños fueron de percepción para la opinión

pública como para los propietarios, haciendo ver que la Liga había devenido en un grupo de

revoltosos comunistas, caso que fue desmentido por la misma junta directiva de la Liga días

después, pero que determinó su declive para los años treinta212.

Así mismo, la protesta tiene unos ciclos y dichos ciclos se evidencian también en la década en

estudio, con polos de atención al principio y al final de la década de los veinte, donde se

evidencia una mayor organización del movimiento y una huelga más irruptora213.

Llamamos ciclos de protesta a aquellas épocas en que la historia nos muestra los principales

hechos, y estos hechos están enmarcados por unas causas en común214. En 1921 comienza la

organización de la Liga de Inquilinos, pero se evidencia un acelerado proceso justo en el

momento en que los precios de los arriendos se incrementan producto del coletazo sobre el alza

de los impuestos, de la carestía de la vida y de las causas urbanas que empobrecieron al obrero

pero que también se evidenciaron en el estado material de la ciudad. Todo esto seguido a partir

del inconformismo manifestado en las cartas de la población al Concejo.

211 Romero José Luis. Latinoamérica, las ciudades y… 212 Análisis que determinaremos en detalle en el último capítulo de nuestra historia. 213 Dentro de los estudios de los movimientos sociales determinar estos ciclos de la protesta en los hechos es una

tarea ardua para el historiador, razón que en nuestro caso los traducimos en tres hechos en particular detallados en

la introducción del texto. 214 TARROW Sídney. 1997.

Page 63: La Huelga de los Inquilinos

63

Para el caso de la década de los veinte y ampliando el concepto de los ciclos de la protesta de la

Liga de Inquilinos identificamos tres ciclos muy evidentes analizados de la siguiente manera:

uno cuya primera manifestación data de 1921. Allí hemos considerado que la Liga de Inquilinos

hace su aparición en el escenario de la ciudad de Bogotá, producto de toda la problemática del

alza indiscriminada de los arriendos, así como de la situación social arrastrada desde principios

de siglo XX. Un segundo ciclo en 1927 donde se ha consolidado el partido socialista y éste le

ha dado un tono de organización y liderazgo al movimiento. Así mismo, por aquellas cosas que

suceden en la ciudad que hace que las personas reaccionen a su mal estado social de vida.

También porque “los elementos disuasorios son considerables: los participantes se cansan y

abandonan; las protestas que tienen éxito tempranamente crean el espacio necesario para otras

protestas y para la aparición de movimientos antagónicos”215; (como veíamos con anterioridad

la conformación de la liga de Propietarios). Así mismo, para este año, la economía marchaba a

buen ritmo, cosa contradictoria que se percibía en el ambiente de los arrendatarios y del

problema de la vivienda. Y un último ciclo finalizada la década, donde se evidencia la

oportunidad política, como símbolo del desgaste del gobierno de turno en 1929, las elecciones

presidenciales, así como una situación económica precaria a todo lo largo del mundo y la nación.

Los ciclos de protesta se enmarcan por las oportunidades políticas que se presentan. Tal vez por

esta razón se establece que las protestas de finales de la década de los veinte estarían marcando

el descontento reinante de la población bogotana y nacional por un gobierno desprestigiado y

autoritario. La oportunidad política de derrotar al gobierno de turno, tuvo que pasar su prueba

de fuego durante toda una década. Se moldeó por el sabotaje de las elecciones en más de una

ocasión; por el alza constante de la carestía de la vida, de los arriendos impagables, en las leyes

heroicas anti huelga y finalmente en la forma de contener la protesta social y generar en el

descontento bogotano los sentimientos de solidaridad e identidad de clase por un objetivo

común.

También en la Liga de Inquilinos se manifiestan los ciclos de la protesta. La primera acción fue

una modalidad de protesta pacífica, con el interés por ejercer presión ante las entidades estatales

hacia el año de 1921, año en el que sale a escena la Liga de Inquilinos con su acción cívica pero

poco organizada. Un segundo ciclo con modalidad de huelga hacia el año 1927, donde

observando que se podía obtener beneficios tratando de contrarrestarle fuerza al gobierno de

turno acompañó la protesta; adicionalmente por su composición socialista y liberal. Una huelga

con muchos más integrantes, mejor organizada, pacífica en su filosofía, pero con la experiencia

de los organizadores y con unas bases de apoyo consolidadas y aleccionadas desde las juntas

barriales, gremios de La Liga encargados de conformar las bases para la acción. Y un último

ciclo, pacífico en sus orígenes debido al talante liberal y direccional de la recomposición de la

Liga de Inquilinos finalizada la década de los veinte, pero beligerante por su componente

socialista aún vigente en los albores del 30. Dicha modalidad se gestó con el propósito de

acompañar un proyecto de ley que pusiera fin a la usura y al alto precio de los arrendamientos,

pero terminó en boicot, desprestigiando a la Liga de Inquilinos por ser la causante de la

promoción de la defensa de los derechos y de las ansias del bogotano inconforme, de manera

violenta.

215 Tarrow Sídney. 1997.

Page 64: La Huelga de los Inquilinos

64

9. Estructuras de organización

La Liga de Inquilinos en su trasegar por la década de los veinte, sumó bastantes ayudas de

carácter social en su lucha entre los que se encontraban el comité estudiantil y los jóvenes líderes

del partido socialista. Estos a su vez, junto con los líderes del partido liberal, le imprimieron el

civismo, la compostura, pero también la organización que se requería como antesala a la gran

irrupción. Sin embargo, los derechos no fueron adquiridos simplemente con la sumatoria de

estas fuerzas sino con la decisión de ir a Huelga a finales del año 1929, previa consolidación y

fortalecimiento de la Liga de Inquilinos tanto en sus bases, en su junta directiva como en su

desafío colectivo para enfrentar a sus grandes enemigos.

Con el vaso a rebosar, la Junta de Inquilinos decidió mejorar sus lazos de identidad del gremio

y organizar de una manera más metódica y sigilosa la causa de los inquilinos con la creación de

una serie de comités que le daban la posibilidad de actuar desde diferentes ámbitos en una

interesante división del trabajo. La fecha de finales de 1929 se erige en la historia del

movimiento como la crucial en las nuevas determinaciones y en la que va a destacar la

organización final de la Liga de Inquilinos de Bogotá. El día diez de diciembre de 1929 en horas

de la noche tuvo lugar una reunión de la junta general de la Liga de Inquilinos en la que

participaron los principales miembros de la junta directiva, los presidentes de los comités de

barrio y gran parte de la ciudadanía, y luego del debate rutinario en torno al problema de los

arriendos y las decisiones que había que tomar, se determinaron las acciones pertinentes en el

devenir del fortalecimiento de la organización216.

Estas acciones se definieron con la creación de varios comités, entre ellos el comité de

conciliación y arbitramento, cuyo liderazgo lo asumieran prestantes figuras públicas encargadas

de dirimir y determinar acciones inapelables en las relaciones conflictivas que se establecieran

entre los propietarios y los arrendatarios que para la época en mención estaban bastante

deterioradas debido al trato injusto y humillante de los desahucios y los juicios de lanzamiento.

Este comité estaría conformado por tres miembros de la junta directiva de la Liga de Inquilinos

y tres nombrados por los propietarios o arrendadores “en una asamblea general de éstos, con

amplias autorizaciones y con suficientes personas”217.

El comité de huelgas218, el cual se establecía solo cuando aquellas acciones de tipo conciliatorio

no surtieran efecto desde el comité de arbitramento y no hubiera lugar otra acción más allá. Para

la junta directiva de la Liga de Inquilinos este comité se consideraba como el más importante

ya que la huelga se presentaba como aquella última y eficaz salida a la que apelaban los

inquilinos una vez la experiencia les había mostrado la poca solución a sus problemas tanto en

la relación con los propietarios, en la expedición de leyes por parte del Congreso y en el abuso

de los cobros por parte de las agencias de arrendamiento:

216 “La Liga de Inquilinos continúa perfeccionando su organización”. El Tiempo. Diciembre 11 de 1929. Año XIX.

No. 6537. P, 1. 217“Trascendentales determinaciones de La Liga de Inquilinos. Fueron nombrados anoche los comités de

arbitramento, de defensa e información”. El Tiempo. Diciembre 14 de 1929. Año XIX. Número 6540. P,4. 218 Ibid. P.13.

Page 65: La Huelga de los Inquilinos

65

“Uno de los principales oficios de este comité será el de vigilar, controlar y activar por todos los medios el

empadronamiento de todos los inquilinos de los barrios, mediante la expedición de cédulas que darán derecho a

cada inquilino para acudir al comité de arbitramento como primer recurso cuando quiera que se le presente una

dificultad con el casero y con el comité de huelga después, para que todos tomen las medidas que estimen oportunas

y eficaces dentro de la ley. Solo cuando materialmente se llegue al convencimiento de que no es posible la

inteligencia se decretará la huelga”219

Finalmente se organizaron dos comités de amplio reconocimiento y trascendencia que debían

representar de manera digna las decisiones de la Liga ante cualquier evento y ante cualquier

instancia de promoción y conflicto. Uno de éstos fue el comité de defensa, el cual tenía como

función principal la de defender a los inquilinos ante cualquier acción o amenaza sin causa

justificada como los juicios de lanzamiento y desahucio, las habitaciones insalubres o los abusos

por parte de los propietarios, o agencias de arrendamiento, siempre y cuando éstos estuvieran

debidamente empadronados y registrados en los libros de actas como afiliados a la Liga de

Inquilinos.

El otro y último comité avalado y constituido esa noche, fue el comité de información y

propaganda, el cual estaría compuesto por tres miembros de la Liga nacional de Inquilinos; tal

vez el comité en el que más se posaba la responsabilidad de generar los mecanismos de difusión

y el merecimiento a su favor de la opinión pública. A este comité se le encomendaron entre otras

las funciones de organizar subcomités para dictar conferencias sobre inquilinato en todo el país,

para difundir por medio de hojas sueltas, “carteles, manifiestos, correspondencia postal y

telegráfica artículos en la prensa, reseñas de sesiones, etc.220. Así mismo otras, y no menos

importantes, las de establecer vínculos con la prensa de todas las regiones del país, la de

entenderse con el gobierno nacional para publicitar la problemática del inquilinato por radio, y

la de establecer estrecha relación con las directivas de las otras comisiones creadas como la de

arbitramento, defensa y huelgas a fin de cerrar el círculo de la lucha y actuar debidamente

organizados ante los enemigos del inquilinato.

Para la comisión de conciliación y arbitramento se delegó por parte de la Liga de Inquilinos a

los doctores Carlos Uribe Echeverry, Pedro Blanco Soto y José Arturo Andrade. Ellos serían los

representantes que, junto con los delegados de los propietarios y arrendadores, previa asamblea

general conformaría dicho comité221. Para el comité de defensa, el cual se requería que fueran

abogados, se eligieron por unanimidad y aceptaron formalmente el cargo los doctores Moisés

Prieto, Abel Botero y Sabogal González.222 Para el comité de información y propaganda se eligió

por unanimidad a los doctores Silvio Villegas, José Mar y Antonio Vicente Arenas. Para el

comité de huelgas, aquel comité que para muchos directivos de la Liga de Inquilinos era el más

importante, quedó de definirse en una próxima reunión convocada para el día martes 17 de

diciembre del año en curso con la finalidad de nombrar los directivos para dicho comité, pero

siempre con la filosofía pacifista que debiera tener la organización.

219 Ibid. 220 Ibid. 221 Ibid. 222 Ibid.

Page 66: La Huelga de los Inquilinos

66

Así mismo esa noche quedaron constituidos los comités de todos los barrios sobre todo en

aquellos donde no se había consolidado el movimiento, y se determinó que según el primer

empadronamiento realizado desde que se había encargado tal función en el libro en la casa del

estudiante se había consolidado una suma total hasta la fecha de seis mil inquilinos inscritos y

resueltos a ir a la huelga. Se convino así mismo convocar, organizar y conformar un congreso

nacional de inquilinos cuya campaña consistiría en la adhesión a todos los otros movimientos

cívicos de inquilinos del país cuya problemática era similar.

Para ese entonces, fecha trascendental en la decisión de organizarse e ir a Huelga la Liga de

Inquilinos junto con sus delegados barriales tenía los siguientes representantes en su

organigrama. Una presidencia dual en cabeza de los doctores Camacho Carreño y Gabriel

Turbay. Primer vicepresidente Pedro E. sabogal. Segundo vicepresidente la señora Elisa de

Ranvold. Tesorero Julio Medina. Los vocales los señores Pedro Blanco Soto, Eutimio Sánchez,

Dionisio Amaya, ramón Bernal Azula, Pedro F. Beltrán, Eliseo Sánchez, José Vicente Gaitán,

entre otros. Secretario Erasmo Valencia. Como presidentes de los comités barriales figuraban:

Por las aguas Manuel Camargo Latorre; por San Victorino Sixto Rodríguez; por Las Cruces

Ramón Cifuentes; por Belén David Rosas; por San Diego Leopoldo Flórez; y por Santa Bárbara

Eliecer Cuervo. En cuanto al Centro Departamental de Estudiantes como junta de control de la

Liga de Inquilinos figuraban los señores: Antonio Vicente Arenas, Santos María Pinzón, Alberto

Aguilera Camacho, Mauricio Guerra, Efraín Vásquez y Francisco Gómez Pinzón, todos y cada

uno de ellos de amplia recordación y protagonismo en las determinaciones de la Liga de

Inquilinos.

En este mismo orden de ideas, es decir, en la coyuntura que le otorgaba a la Liga de Inquilinos

la historia del movimiento en la creación de un plan general de acción para contrarrestar la

andanada de desahucios y la problemática de los arriendos, se redactó -en reunión realizada el

día 13 de diciembre de 1929- los articulados respectivos con sus parágrafos correspondientes

con las atribuciones y las funciones respectivas en detalle de cada una de las funciones de los

comités creados la noche anterior223.

Con relación a otro aspecto de la organización y de las rutinas propias que adquirieron las

distintas manifestaciones de los inquilinos a lo largo de la década de los veinte, en cuanto a las

marchas, éstas tenían su punto de reunión hacia las cinco de la tarde hora adecuada para contar

con el auspicio de la mayoría que a esa hora salía de sus lugares de trabajo, y el lugar de

concentración, aunque variaba se prefería la plaza de Nariño224, otras veces el Parque de

Santander y en no menos pocas ocasiones La Plaza de Bolívar. Luego de reunidos un alto

número de participantes con los que se destinaba iniciar la marcha los líderes del partido liberal,

223 Haciendo un resumen, dentro de las funciones por ejemplo se estableció el hecho de que “una vez constituido

el comité de conciliación y arbitramento procederá a resolver en el término de diez días previo estudio de todos los

factores, la rebaja en el precio de los alquileres” en: “Trascendentales determinaciones de La Liga de Inquilinos.

Fueron nombrados anoche los comités de arbitramento, de defensa e información”. El Tiempo. Diciembre 14 de

1929. Año XIX. Número 6540. P,4. 224 “La manifestación de hoy en pro de los alquileres baratos”. El Tiempo. Agosto 5 de 1927. Año XVII. No. 5697.

P,3.

Page 67: La Huelga de los Inquilinos

67

por lo general, no perdían oportunidad en sus discursos, para motivar a los asistentes y generar

la energía necesaria luego de un arduo día de trabajo. El lugar recorrido por lo general fue la

carrera 8 en dirección al Capitolio Nacional. El repertorio por lo general era el mismo, la marcha

arengando alusiones a los arrendatarios y al derecho de los obreros por una vida digna, el

recibimiento por parte de las comisiones encargadas de recibir la marcha en el Congreso, los

discursos tanto de los representantes de los arrendatarios como de los representantes de la

Cámara y el cierre que en la mayor parte de los registros de las marchas terminaron de manera

decorosa y pacífica, con el entusiasmo de que la intervención en la calle había logrado sus frutos

como motivar leyes que detuvieran el abuso del alto costo de los arriendos.

10. Redes de difusión y el papel de la prensa.

Uno de los legados, como lo plantea Germán Mejía que dejó el siglo XVIII para la expresión

como individuos y emitir los propios juicios fue el papel de la prensa escrita225. En 1920 los

periódicos de mayor circulación y que promocionaron las causas de la Liga de Inquilinos fueron

el diario El Tiempo y el Espectador, ambos de carácter liberal. El Espectador inició su

circulación en la capital de manera vespertina hacia 1923 fecha en que se traslada de Medellín

a Bogotá entre otras cosas por la muerte de su fundador el señor Cano. Si bien el liberalismo

representaba la oposición ante el conservatismo, eran diarios que entrañaban el prestigio y la

lucha de clases definiendo con sus editoriales y columnas de opinión el mantenimiento del statu

quo.

En 1922 funcionaban en la ciudad 57 imprentas y tipografías y tres litografías, y se editaban

siete grandes diarios, cuatro revistas semanales ilustradas y gran número de periódicos pequeños

y revistas de todo género226. En 1927 entraría en la escena de la capital el diario el Debate de

naturaleza conservadora, paradójicamente a servir de critica a las posturas del gobierno

conservador de turno, cuando desde sus editoriales aducían que una buena forma para hacer ver

la rebaja de los alquileres por parte del Estado conservador era la propuesta de ir a la Huelga

por parte del movimiento de Inquilinos.

En un titular de prensa del año 1927 227 la Liga de Inquilinos, la cual reaparecía en el escenario

de la ciudad por aquello de los ciclos de la protesta, exhortaba a la prensa en su aporte para

esgrimir ideas que facilitaran la rebaja de los alquileres, recomendar en manos de quién podría

llegar a quedar la nueva dirección de dicha Liga, adquirir los recursos para su manutención, así

como preguntarle si sería posible que el Estado “una vez organizada la Liga, facilite a ésta,

terrenos o lotes donde se puedan edificar casas baratas e higiénicas para el alojamiento”228. De

igual manera, en marzo de 1924 un ciudadano conocedor de la problemática, se permitió

formular opiniones muy precisas en cuanto al problema de los alquileres no sin antes solicitar

225 MEJÍA Germán. En busca de la intimidad (Bogotá, 1880-1910) 226 “El desarrollo de Bogotá en los últimos veinte años”. El Tiempo. Noviembre 21 de 1922. Año XII. No. 4013.

P, cuarta. 227 La prensa y el abaratamiento de los alquileres”. El Espectador. Junio 29 de 1927. Año XL. Número 5611. P,

segunda. 228 Ibid.

Page 68: La Huelga de los Inquilinos

68

formalmente al diario El Tiempo, su intervención por los alquileres altos de la siguiente manera:

“Haga usted señor Santos, una campaña firme en el sentido indicado, la que no dudamos será

secundada por los demás colegas de la Prensa (sic) y que al fin se conseguirá hacer práctica esta

medida, que aliviará sustancialmente la vida a un gran número de personas”229.

A partir de 1927, cuando se retoma la lucha por el abaratamiento de los alquileres, la Liga de

Inquilinos entendió producto de sus años de organización y deliberación que debía realizar

acciones de un corte espectaculares230 que le permitiera hacer presencia en el escenario de la

lucha. Debido a su falta de institucionalización y representatividad ante el Estado, su deber debía

buscarse en apoyo a la opinión pública, la cual se fue formando gracias al papel de la prensa.

Veamos una misiva del diario el Espectador del 4 de agosto de 1927:

“La Liga de Inquilinos en sesión de esta fecha, teniendo en cuenta que la prensa es el factor más valioso con que

cuenta la civilización y la causa de la humanidad, ha acordado dirigirse a usted de la manera más atenta para pedirle

nos preste el concurso de su ilustrado periódico para llevar a cabo la manifestación que tendrá lugar el día viernes

cinco a las cinco de la tarde, con el fin de solicitar del Congreso una ley sobre la baja de los arrendamientos y el

abaratamiento de la vida. En tal virtud ruega a usted se digne hacerle la propaganda en su prestigioso diario a la

vez que le suplica invite individualmente a nombre de su periódico a dicha manifestación. En la confianza de ser

atendidos, nos es particularmente grato suscribirnos de usted consecuentes servidores. El presidente: J. Albarracín

C. El secretario: Eugenio Molina Palacios.231

Con el primer llamado a huelga por parte de la Liga de Inquilinos se obtuvo un logro consistente

en la primera forma de hacer motivar a la ciudadanía en general. Este llamado prendió las

alarmas y justo el día 20 de junio de 1927 la prensa de la época tomaba partido aparentemente

a favor de la Liga de Inquilinos manifestando su respaldo a los temas relacionados con el alto

precio de los arriendos; sin embargo, dos cosas dejaron entrever su postura gobiernista

parcializada. La primera, el hecho de su oposición a que por medio de una huelga se pudieran

obtener los beneficios y derechos a tan noble causa, explicitando que era una “bizarra medida”232

y que más bien de esta forma se podría llegar a malograr el esfuerzo popular y de la Liga en

favor de la reducción de los arrendamientos. En este orden de ideas la prensa si bien dispuso de

su capital para la promoción de la rebaja de los alquileres a lo largo de la década y sin su

participación no se hubiera masificado la información, así mismo no dejó de escandalizarse por

el temor a las huelgas o la intervención de causas patrocinadas por el socialismo, generando en

más de las veces opinión contraria a la presupuestada por la lucha social.

La manifestación de 1927 se fue intensificando con movimientos que para la prensa de la época

no eran los mejor utilizados, ya que las arengas y los símbolos en más de una ocasión aludían a

la intromisión del socialismo y anarquismo a la marcha. Debido al desprestigio de tales

movimientos u organizaciones políticas promocionado desde los pulpitos, desde la prensa, pero

también porque el capitalino de por sí siempre se declaró liberal, la Liga de Inquilinos y su

accionar debía contar con otro repertorio que aludiera a partir de la problemática a toda la

229 Un vecino de Fontibón. “Para tener habitación barata”. El Tiempo. Marzo 19 de 1924. Año XIV. Número 4490.

P, once. 230 TORRES Carrillo Alfonso. 231 “La gran manifestación de esta tarde”. El Espectador. Agosto 5 de 1927. Año XL. Número 5647. P,1. 232 “La huelga de los inquilinos”. El Espectador. Junio 20 de 1927. Año XL. Número 5602. P. Tercera.

Page 69: La Huelga de los Inquilinos

69

población en general. En este orden de ideas la huelga siempre contó con el accionar de los

líderes del partido liberal los cuales en su momento casi siempre como cierre de la manifestación

abordaban la plaza pública con discursos que movían a las masas y la hacían reaccionar de

esperanza y entusiasmo.

Finalizada la década, más exactamente el 15 de septiembre de 1929, la junta de Inquilinos

reunida en el teatro Municipal había acordado organizar gremios que acudieran a los distintos

periódicos de la ciudad para dejar manifiesta su inconformidad y el apoyo de estos medios de

comunicación en procura a la solución ya desesperada del grave problema del alto precio de los

arriendos. El 19 de septiembre se llevó a cabo dicha manifestación acordada en el Municipal a

la cual asistieron los respectivos gremios presentando frente a cada diario su programa y

solicitando la participación de la prensa en la difusión de dicha problemática. En dicha ocasión

la prensa fue proclive a la solicitud de dichas peticiones y en columnas de opinión posteriores,

pero enfáticamente en la del 28 de septiembre de 1929 argumentaban con vehemencia la

situación del estado de las habitaciones, de la problemática de los arriendos y de su relación con

la precaria vida de muchos de los habitantes de la cuidad.

Si bien el papel en ese momento de la prensa jugaba un rol importante en la masificación de la

información, lo que no nos deja tranquilos del todo es la posición tan enfática como dichos

editorialistas opinaban, diciendo de antemano cosas como:

“No se levanta ahora la banderola demagógica para arremeter contra los ricos, ni para sentar los programas

calenturientos de un comunismo de importación que ha hecho el más estruendoso crack, a un alto precio de zozobra

y de vidas humanas. Lo que se busca con este movimiento es hallar la fórmula que, dentro de todas las normas

cívicas, de acuerdo con patrones técnicos que nos facilitan la historia y la experiencia de otros pueblos, facilite la

batida a los monstruosos precios del alquiler de las habitaciones”233

Así mismo elogiando de manera particular y soberana las decisiones de algunos propietarios en

la iniciativa propia de la rebaja de los alquileres como si fuera la gran solución a la problemática.

Esto lo que nos deja ver es de alguna manera una prensa poco dada a la confrontación y si muy

reacia a las políticas de turno, es decir una confrontación parcial hacia el oponente político. Con

todo y esto y lejos de nuestras opiniones, la prensa de la época fue proclive a la asistencia desde

sus tribunas a criticar la situación respectiva al problema del alto costo de los arriendos. “La

baja de los alquileres es una necesidad que no da tregua y las columnas de este periódico serán

el hogar natural de todo esquema y de todo programa que, dentro de la corrección y la sensatez,

se preocupen por satisfacerla”234.

La prensa también ocupó un lugar importante en la difusión de la información por medio de los

anuncios a los llamados por cuenta de la Liga de Inquilinos en sus sesiones más importantes y

las que se pensaba tendrían decisiones trascendentales. En noviembre de 1929 encontramos una

de estas invitaciones de la junta directiva de Inquilinos, dirigida a todas aquellas personas que

sufrieran el problema de los arriendos caros y otros, como el de desahucios o usuras por parte

de las casas de arrendamiento o los mismos propietarios. En esta columna se invitaba entre otras

233 “Por la baja de los alquileres”. El Tiempo. Septiembre 21 de 1929. Año XIX. Número 6459. P,3. 234 Ibid.

Page 70: La Huelga de los Inquilinos

70

cosas para que asistieran “a que tomen parte activa en las deliberaciones de la cuarta asamblea

general que se llevará acabo a las 10.00 a.m. en el Teatro Municipal, para tratar asuntos de

demasiada importancia. La entrada es libre. Presidirán la sesión los doctores Gabriel Turbay, y

José Camacho Carreño, en su calidad de presidentes de la Liga Nacional de Inquilinos235

En lo que tiene que ver con el tema de la carestía de la vida, las condiciones del deterioro

paulatino de la ciudad y del alza indiscriminada de los arriendos y la participación de la Liga de

Inquilinos en el escenario de la ciudad para delatar su inconformiso, informar a la ciudadanía y

servir de vínculo de opinión ente los líderes y el resto de la población, estos periódicos

desempeñaron un papel muy importante en dicha lucha. El 1º. De julio de 1921, iniciadas las

primeras reuniones y alusiones a la liga de Inquilinos, los organizadores y la junta provisional

de los inquilinos demostraban su agradecimiento a estos editorialistas como puntos de apoyo en

la información, dejando constancia por escrito de su “profundo agradecimiento y gratitud por la

solicita acogida que siempre usted dispensó en su respetable diario, a todos los trabajos de

organización y propaganda que se permitió solicitarle”236. Esta corta misiva iba firmada por el

secretario encargado de la junta provisional el señor F. Cuéllar, y daba muestras que desde el

principio hasta el final de la década de alguna u otra manera dichos periódicos mantuvieron

informada a la población en general, específicamente a aquellos que sabían leer.

Con relación a los lugares de reunión que se prestaron para recibir y filtrar la información, entre

éstos figuraron cafetines, salones públicos como el salón Olimpia, las chicherías, las cuales

fueron lugares más de esparcimiento y de lúdica, las tiendas de barrio donde reciente las

personas tenían la posibilidad de ir a hacer sus compras, e inclusive las mismas calles

principales, entre otros. Sin embargo, los dos lugares que formaron a la gran mayoría de los

interesados por la educación, el arte y la cultura, y otros temas de artes y oficios, pero también

en las charlas relacionadas con la concientización de las problemáticas urbanas, fueron la casa

del pueblo y la casa del estudiante. Uno de estos lugares de reunión ubicado en el barrio de Las

Cruces en carrera 9 entre calles 2 y 3 se había escogido inicialmente como el lugar de reunión y

gestación de la naciente Liga de Inquilinos como la casa de referencia para dichos usos los fines

de semana. Al finalizar la década la secretaría de la Liga de Inquilinos funcionó en la carrera

séptima número 364 en frente del Capitolio.

Otro punto de reunión donde se presenciaron la mayoría de las sesiones y reuniones tanto de los

asambleístas como de la junta directiva de la Liga de Inquilinos, fue el teatro Municipal, ubicado

en la carrera octava justo al frente de la casa del estudiante. Para noviembre de 1929, y luego de

una velada importante donde se tomarían decisiones de fondo en el proseguir en torno a la

manifestación por los alquileres altos, uno de los vocales de la liga nacional de inquilinos el

doctor Beltrán, solicitaba al nuevo Concejo de la cuidad que se instalaba para un nuevo periplo,

la posibilidad de atender el llamado de la junta en lo relacionado con el préstamo gratuito de las

instalaciones del teatro para las sesiones siguientes de la asambleas generales de inquilinos y se

235 “Asamblea general de inquilinos”. El Tiempo. Noviembre 3 de 1929. Año XIX. Número 6500. P,2. 236 “La huelga de inquilinos”. El Espectador. Julio 1 de 1921.P. Séptima.

Page 71: La Huelga de los Inquilinos

71

eligió en aquella sesión una comisión que fuera encargada de llevar la voz al cabildo por parte

de las directivas.237

La casa del estudiante fue el lugar de reunión de la Liga de Inquilinos recompuesta hacia finales

de la década en 1929. Allí, se proyectaron las reuniones que tendrían como finalidad convocar

a la manifestación por los alquileres altos y su rutina consistía en que los arrendadores de todos

los lugares asistieran, firmaran el libro de asistencia y expusieran sus motivos y la problemática

con el respectivo propietario. En diciembre de 1929, se exigió como categoría de organización

el empadronamiento de los inquilinos de la ciudad en la casa del estudiante y se empezó a utilizar

este sitio como el lugar de encuentro.

De otro lado la manifestación debía ser difundida y proclamada por todos los medios posibles

de la época, desde los atrios, hasta las plazas públicas de los barrios. En un momento de la

necesidad de la masificación de la información y en aras que una gran parte de la población no

sabía leer ni escribir, en muchas ocasiones se encargaron a las juntas barriales para que en el

escenario de la plaza pública los oradores más sapientes llevaran la información alertando a la

población y concientizando por la necesidad de la lucha para la reivindicación de sus derechos.

Se fue organizando un entramado de redes sociales que fuera actuando como parte de las

estrategias de difusión, lideradas por los más experimentados y sapientes en el mensaje de la

protesta. Sin embargo, el apoyo intelectual no fue tan asiduo como se esperaba ni tan fértil;

quizás debido al hecho de que en más de una ocasión éstos criticaron el accionar de muchos de

los pobladores de los tugurios y chozas de la ciudad donde los asimilaban a los causantes

principales del deterioro moral y social de la ciudad.

A MODO DE CONCLUSIÓN

La lucha de los arrendatarios por poseer un componente humano heterogéneo, entre pobres y

clase media, no propiamente beligerante, requirió de otros factores para su confrontación contra

los acaparadores de la vivienda, propietarios y el mismo Estado. El tiempo para la organización,

el aprovechamiento de las oportunidades políticas y el liderazgo, en principio llevado a cabo

por los líderes natos da la manifestación, pero luego, por el sentido de identidad y solidaridad

por un objetivo común, aunque no del todo consolidado y entronizado, determinó la conciencia

para un grupo mayor de personas la decisión de salir a las calles. De igual manera, proporcionó

las bases para el desafío colectivo, que se manifestó en la organización del movimiento social y

la aparición de formas de asociación lideradas por la Liga de Inquilinos y previamente por un

grupo de ciudadanos adscritos al partido socialista y al movimiento obrero.

En un principio, la organización del movimiento Liga de Inquilinos se perfilaba con carácter

socialista en la mitad de la década de los veinte, donde los procesos de organización y

consolidación del partido socialista aglutinaba la masa de los obreros y de las clases menos

privilegiadas en la ciudad, así mismo en medio del fulgor y la aparición de oportunidades

237 “Liga de inquilinos. La junta directiva de la Liga nacional de inquilinos y las proposiciones y soluciones que

adoptó en la sesión de ayer”. El Tiempo. Noviembre 2 de 1929. Año XIX. Número 6499. P,4.

Page 72: La Huelga de los Inquilinos

72

políticas referidas al desprestigio de la hegemonía conservadora, en las postrimerías de su

gobierno. En los distintos congresos obreros, así como en aquellos lugares destinados para la

concientización de la problemática urbana, se fue conformando una base social para la lucha en

contra de todas las vicisitudes sociales, así como la gesta lucha por la problemática de la

vivienda. Consolidado dicho movimiento político, encarnando la justa lucha de las clases menos

favorecidas de la ciudad, colisionó con las rencillas políticas, así como con el desprestigio

auspiciado por la prensa de la época y el gobierno conservador hacia el comité organizador.

Como característica principal de este fenómeno de desprestigio, el socialismo libraría bastantes

batallas, desde el encarcelamiento de sus líderes, tergiversación de su ideología y en cuanto al

componente social de la Liga de Inquilinos su descomposición, por sus ideas de carácter

socialista, bastante controvertidas para la época y las discusiones al interior de los distintos

comités organizadores en divergencia a las ideas de perfil liberal, catalogadas como oportunistas

y promovidas como inconvenientes en la coyuntura política lejos de representar los intereses del

pueblo. Pero de igual manera ayudaron a configurar ideológicamente el clamor por la delación

de las injusticias y la obtención de los derechos de ciudadanía y sociales que fueron bastante

vulnerados hacia la fecha de la década en estudio. Luego de la recomposición de la Liga, (como

lo veremos más adelante), su liderazgo se mostró partícipe de ideas contrarias al socialismo238.

La Liga de Inquilinos aprendió en el camino de la lucha, por el que transitó algunos años más

de una década, y con la estela pedagógica de las ideas socialistas, que si quería la atención del

gobierno de turno, -con la expedición de leyes que los favoreciera, pero también por medio de

la acción cívica colectiva- acceder a sus peticiones y lograr objetivos comunes como la rebaja

de los arriendos por parte de los propietarios y las casas de arrendamiento, debía conformar una

organización robusta y fortalecida que desafiara a las entidades y les hiciera ver la capacidad de

negociación a la hora de hacer valer sus derechos. Por eso es importante mencionar que dicha

organización se terminó de consolidar a finales de la década de los veinte cuando dentro de las

decisiones de la junta directiva de la Liga de Inquilinos se determinó convocar a una Huelga.

Es difícil pensar que el movimiento Liga de Inquilinos triunfó por sí solo. Lo que hemos acabado

de argumentar es que fue necesaria la solidaridad de todas las causas nobles en el ámbito de la

sensación de injusticia la que fructificó en la lucha, así ésta no se haya consolidado del todo. La

élite tanto la conservadora como posteriormente la liberal, se sentó a negociar más por el temor

238 Esto lo podemos ver en una sesión de la junta en noviembre de 1929, cuando al evaluar una manifestación que

se había llevado a cabo en días pasados en Bogotá por parte de la Liga de Inquilinos y los arrendatarios, unas

pancartas alusivas al socialismo en cuanto al color rojo de las ideas y las arengas que se describían hicieron correr

la voz de que se trataba de una marcha socialista. En la explicación se aclaraba que la manifestación y la Liga en

sí, no coincidían con ideas de este tipo. De igual manera se reprochó la forma en que algunos de los integrantes

habían increpado a un representante a la Cámara y se dejó claro que el actuar de la Liga de Inquilinos y su actual

movimiento no correspondía a las leyes de la violencia y la anarquía sino al buen proceder cívico del bogotano.

Ver: “La lucha por la baja de los alquileres. Ayer tarde se realizó la gran manifestación de inquilinos. Hablaron a

la multitud desde el Capitolio los RR. Turbay, Camacho, Gaitán, Lleras y Villegas”. El Tiempo. Noviembre 1 de

1929. Año XIX. Número 6499. P,1.

Page 73: La Huelga de los Inquilinos

73

a la irrupción violenta y a la catástrofe ocasionada por marchas violentas que por querer

reivindicar unos derechos.

En cuanto a la prensa, si bien ésta fue crucial en la masificación y difusión de la información,

manteniendo a la opinión púbica alerta ante cualquier movimiento gestado y llevado a cabo por

la Liga de Inquilinos y la Liga cívica, así mismo, no siempre fue objetiva en su actuar político.

En más de una ocasión en sus editoriales y columnas de prensa se alertaba a la ciudadanía, el

peligro del comunismo y el anarquismo como fuente ideológica de la acción social. Estos,

proporcionaron la forma en particular en el proceder para la reivindicación de los derechos por

medio de la huelga, el mitin o la asonada, casos que evidenciaban que dichos movimientos

podrían traer ideas que afectaran el normal desarrollo de la vida en Bogotá. La creación del

miedo desde la tribuna periodística y de los pulpitos católicos influenció en los obreros

bogotanos que siempre se sintieron más liberales que socialistas. El temor por la beligerancia

en sus acciones, cuyo resultado girara en contra de sus pretensiones, hizo plantear desde otros

escenarios la recomposición ideológica de la Liga de Inquilinos.

De otro lado, las oportunidades políticas se presentaron a partir de una coyuntura política donde

el liberalismo saldría triunfante en las elecciones para comandar el país a partir de 1930. El

resultado fue la oportunidad para que la Liga de Inquilinos y sus líderes, en aprovechamiento

de esta oportunidad política, traducida en el desgaste del gobierno conservador de turno, pero

también como influencia de un año electoral, influyera en las decisiones del Estado, enmarcando

una de nuestras hipótesis principales.

Page 74: La Huelga de los Inquilinos

74

La Huelga de Inquilinos y el poder de un movimiento: triunfos o

derrotas.

No es la violencia material preordenada al fin, el arma que pretendemos esgrimir; es el derecho legítimo de no hacer, de no obrar, de omitir un acto en defensa del ahorro. Pero no por eso el movimiento revertirá consecuencias menores. Recordad todos, las palabras de Mirabeau en el tercer Estado. Esa masa que parece imponente, no necesita para convertirse en un portentoso mecanismo de guerra sino cruzarse de brazos y permanecer inmóvil”239. INTRODUCCIÓN

En junio de 1921 comenzó a gestarse la asociación de inquilinos dispuestos a obtener beneficios

por medio de la unión de fuerzas para mejorar sus condiciones de vida en lo que se conoció

como La Liga de Inquilinos. Sus peticiones en particular tenían que ver con la expedición por

parte del gobierno nacional de leyes que pusiera punto final al abuso incontrolado del alza de

los arriendos, a los procesos de desahucio y la creación de planes de vivienda que dieran abasto

para la mayor parte posible de la población.

La protesta de inquilinos en Bogotá tuvo como precedente la modalidad de la acción cívica

traducida en una serie de peticiones que fueron conformando el insumo del inconformismo

social, mostrándonos cierta apropiación del término de los derechos por parte de sus remitentes,

así como la idiosincrasia del respeto y el decoro del bogotano humilde e ilustrado, de igual

manera, la protesta pacífica propia de la decisión de los organizadores para evitar

confrontaciones contra el Estado. Tal vez por esto y debido a la falta de liderazgo y organización

en la petición de derechos, así como a la acción capitalista sobre la ciudad, esta modalidad no

prosperó lo suficiente. Fue con el tiempo, con la organización, con la influencia del ideario

socialista, con el ejemplo y solidaridad a manifestaciones locales y foráneas, con el sentido de

identidad como grupo, y en aprovechamiento de las oportunidades políticas, después de algunos

ciclos característicos de la protesta urbana que dicha acción cívica se convirtió en desafío

colectivo, base de los movimientos, protagonizando en el escenario de la ciudad la

reivindicación por sus derechos y promoviendo con su acción colectiva la mirada del gobierno

a la solución a sus problemas.

La protesta cívica bogotana tuvo como receptor al Estado representado por el Concejo y el

Congreso y manifestada por el ansia de los arrendatarios en la expedición de leyes que

contuvieran el alza desproporcionada de los arriendos por los propietarios, agencias de

arrendamiento y especuladores de la vivienda. En la solicitud de mediación del Estado entre los

individuos o grupos sociales, ésta no fructificó del todo ente otras cosas por la improbabilidad

de que una ley de tal magnitud sobre los arrendamientos contuviera el problema de fondo y

antes por el contrario generara en la constante interacción entre arrendatarios y propietarios una

239 Antonio Vicente Arenas. “Los planes del cabildo para resolver el problema del inquilinato”. El Tiempo.

Diciembre 6 de 1929. Año XIX. Número 6532. P,15.

Page 75: La Huelga de los Inquilinos

75

problemática mayor. En este capítulo evaluaremos los resultados de la lucha, las distintas

transformaciones que tuvo la Liga a lo largo de la década de los veinte en Bogotá, las acciones

en su proceder antes de la irrupción y la recepción en la opinión pública y la prensa, también

protagonista de nuestra historia.

Como veremos, estos temas cruciales se entran a discutir en inicios de la década de los treinta

más exactamente hacia 1931. Posteriormente transcurrieron otras luchas y protestas de

asociaciones de inquilinos en el escenario de la ciudad, pero es en la larga duración y en otros

lugares donde se puede contrastar y evaluar si la Liga de Inquilinos influyó a otras

organizaciones y líderes de la protesta por los arriendos caros, y decidir el poder del movimiento

nacido, estructurado, resuelto y disuelto a todo lo largo de la década de los veinte en Bogotá.

1. La naciente Liga de Inquilinos y la huelga. Primera parte

En junio de 1921 la junta organizadora provisional de la Liga de Inquilinos de Bogotá se

aprestaba a tomar decisiones en cuanto a su actuar con referencia a la carestía de la vida

relacionada directamente con el alza indiscriminada y el abuso del cobro de los arriendos, por

parte de algunos propietarios, mercaderes de la vivienda y agencias de arrendamiento. Una Junta

provisional acordaba convocar a los inquilinos inscritos para apoyar el movimiento a partir del

1º de julio de 1921. En esa primera convocatoria se elegiría la junta directiva que asumiría la

dirección de la gran Liga de Inquilinos, en la consecución de los derechos expuestos en el acta

fundamental, asesorada por las comisiones nombradas en esa misma reunión. A fin de que todos

los inquilinos quedaran representados, se escogió organizar la Liga en forma de gremios con un

número de seis miembros por cada uno. Estos gremios estaban conformados por el de la prensa,

el comercio, los profesionales, universitarios, empleados públicos y por último el de los obreros,

y a lo cual al interior de cada uno de ellos se votaría por tres individuos: uno principal y primero

y segundo suplentes.240

La Liga de Inquilinos, gestora de las huelgas de los inquilinos en la década de los veinte se

formó como necesidad de agruparse para velar por la intervención del Estado en la problemática

del alza indiscriminada de los arriendos, así como de la obtención de leyes para fijar los cánones

de arrendamiento. Veíamos que, con el paso del tiempo, La Liga fue cambiando en su accionar,

en su componente estructural y en su forma de irrumpir y crear fuerza colectiva en el escenario

de la confrontación social contra el Estado, así como forjar poder a partir de la búsqueda del

apoyo permanentemente en la opinión pública.

En esta primera estratificación y organización de la Liga, los impuestos, las condiciones

materiales de la ciudad y los altos precios de los arriendos aquejaban a un gran grupo poblacional

heterogéneo en su derecho a la vivienda, pero era al obrero al que más le correspondía luchar

por sus derechos porque se hacía evidente que era el grupo social más vulnerable a los que

correspondían los gremios. Sin embargo, la primera reunión convocada y llevada a cabo en la

casa del pueblo cuya finalidad consistía en el pulso de los arrendatarios para luchar contra el

240 “Organización de inquilinos”. El Tiempo. Junio 25 de 1921. Año XI. Número 3504. P. Sexta.

Page 76: La Huelga de los Inquilinos

76

Estado y contra los mismos propietarios no tuvo el éxito que se esperaba, ya que a dicha reunión

asistiría un bajo número de arrendatarios241.

En la noche del 9 de junio de 1921 solamente 600 inquilinos de todas las clases sociales se

reunían en la casa del pueblo242para atender el llamado de la Liga a estar atentos a la situación

actual por la que atravesaba la ciudadanía con relación al alto precio de los arriendos:

“El señor J. Albarracín, propuso se constituyera una Junta compuesta de dos Gerentes, un Tesorero, un secretario

y tres Vocales, que representara los intereses de los inquilinos, y resolviera lo que se estimara conveniente, en

relación con el motivo que los congregaba en aquel lugar.

El señor Albarracín en un largo discurso, expuso las razones en que fundaba su proposición y concluyó

sometiéndola a la consideración de la concurrencia. Después de discutida brevemente fue aprobada”.243

En dicha reunión y con tono irónico uno de los delegados -el doctor Valencia- expresaba que

dicha proposición era mejor reconsiderarla en el sentido de que hasta que no fuera un

convencimiento de todos los inquilinos de la ciudad, no tendría razón de ser tal aprobación

manifestándolo de la siguiente manera: “En las calles de Bogotá no se oye otra frase que esta:

los arrendamientos están caros. Y yo os podría decir, en presencia del relativo corto número que

me escucha: los arrendamientos están baratos.”244 La ironía consistía en exhortar a toda la

ciudadanía, pero sobre todo a los comités y gremios formados para la época de trabajar en

procura de la convocatoria, de la concientización de la problemática y de la creación de la

solidaridad en torno a una causa común, caso que al parecer surtió sus efectos algunos años

después.

Para la época se calculaba que había 60000 inquilinos que sufrían los embates de la injusticia y

tiranía de los propietarios, la desatención por parte del Estado y la usura auspiciada por las casas

de arrendamiento. Ante la baja asistencia, y en miras de ir consolidando el grupo, el precoz

movimiento convocaría una próxima reunión ya no en la casa del pueblo sino en el salón

Olimpia, un sito más amplio para reuniones y en la cual se definirían los representantes de la

Liga en sus futuras intervenciones. En esta primera conferencia, se pedía que la acción fuera de

carácter cívico, de manera serena pero contundente, pidiendo que el propietario actuara en honor

a la justicia fijando cánones de arrendamiento adaptados a la situación económica del obrero y

del capitalino trabajador, al empleado público o al trabajador independiente que todos en una

misma situación sin condición exclusiva de clase social eran damnificados del alto precio de los

arriendos. Estas palabras y razones del doctor Valencia fueron acogidas con gran entusiasmo

241 Esto se puede explicar en el sentido de que toda organización para ser movimiento necesita cumplir con ciertos

requisitos estudiados con anterioridad para la conformación de un grupo humano consciente y caracterizado por la

solidaridad entre sus miembros. Era apenas de esperarse que la Liga de Inquilinos y el movimiento de arrendatarios

estuviera en su primer punto de ebullición. 242 “Junta de inquilinos. Sesión del 9 de junio de 1921, en la Casa del Pueblo”. El Tiempo. Junio 15 de 1921. Año

XI. Número 3494. P, cuarta. 243 Ibid. 244 Ibid.

Page 77: La Huelga de los Inquilinos

77

por el público asistente a esta reunión.245 La proposición redactada que se aprobó fue la

siguiente:

“En vista de la situación apremiante por la que atraviesa actualmente el obrero de Bogotá, por falta de trabajo, y el

subido precio de los alquileres de las habitaciones, sin que se haya logrado llegar a un acuerdo definitivo sobre la

rebaja de las localidades, La sociedad de Inquilinos resuelve:

1º. Decretar la huelga desde el 20 de julio en adelante, para no pagar los arrendamientos o propiedades que valgan

más del 6 por 100 de interés anual que tenga establecido en el registro de Catastro.

2º. Pagar las mensualidades de los arrendamientos vencidas.

3º. Para el desahucio no se admitirán los términos que usan hoy las agencias que negocian en el asunto, sino treinta

días, tal como lo determina la ley.

4º. Los inquilinos que deseen entrar en la huelga firmarán un acta por la cual se comprometerán solidariamente a

no pagar arrendamiento que no esté de acuerdo con lo estipulado en la resolución, hasta conseguir de las autoridades

administrativas, del Poder Legislativo y de los arrendadores propietarios, el triunfo de los derechos de los

inquilinos.

5º. Las agencias que no apoyen el movimiento de la huelga serán boicoteadas.”246

En esta resolución se dejaba entrever la situación de usura en la que se veían abocados los

arrendatarios de la ciudad y la justicia de sus reclamos. También el llamado a la solidaridad y

una luz de esperanza en el poder legislativo al cual se tendrían que acoger en la solicitud y en el

proceder de esta acción de naturaleza cívica, como fue en primera instancia la petición a los

representantes, la convocatoria a la manifestación, asumida siempre en el aplomo, pero en la

beligerancia respectiva de ser necesaria, y la huelga consistente de forma prematura en los

inicios de la década en no pagar los arriendos, como manera de generar incertidumbre.

Una tercera reunión se llevó a cabo en el mismo mes de junio de 1921. Se aclaraba por parte de

los inquilinos que habían asistido a las reuniones anteriores que la manifestación o la protesta

no radicaba en el hecho de no pagar los arriendos sino en exigir por todos los medios legales

y acciones cívicas el llamado para no pagar más del seis por ciento anual del avalúo, registrado

en el catastro municipal. Adicionalmente, si los propietarios no recibieran ese valor acordado

por los inquilinos, éstos depositarían los dineros en las casas bancarias más respetables de la

capital. Se denotaba el anhelo por la fundación del gran inquilinato, que exonerase a los

poseedores de la habitación de tanto trámite y papeleo burocrático al que los tenía

acostumbrados las casas de arrendamiento, exigiendo comisiones a los dueños de las

propiedades que administraban. En esta nueva reunión algo de vital importancia de resaltar

consistió en el nombrar comisiones para llevar oradores a las principales plazas de los barrios e

inquilinatos aleccionando y concientizando los motivos y razones de la creación del naciente

movimiento de Inquilinos247.

En medio de este panorama el gobierno decretaba un proyecto de ley que reformaba la ley 57

de 1907, consistente en ocho artículos que intervenían en el problema de los arrendamientos

245 Ibid. 246 “Para la rebaja de los alquileres. Proposición aprobada por la ´sociedad de inquilinos´”. El Tiempo. Año XI.

Número 3492. Junio 13 de 1921. P, séptima. 247 “La huelga de inquilinos. No se trata de dejar de pagar los arrendamientos”. El Tiempo. Año XI. Número 3496.

Junio 17 de 1921. P, tercera.

Page 78: La Huelga de los Inquilinos

78

caros, enfáticamente referidos al problema de los desahucios248; sin embargo, las peticiones de

la Liga de Inquilinos iban a ir más allá, sin términos de solución a la corta distancia.

En este orden de ideas, y valiéndose de la primera organización de la Liga de Inquilinos en su

reciente junta directiva, ésta convocaría a una manifestación para el domingo 4 de septiembre,

“con el fin de solicitar la expedición de medidas que pongan coto al abuso de los propietarios

de fincas”249, así como solicitando al Senado el nombramiento de una comisión, para la

recepción de la delegación. Como presidentes de la junta de la Liga de Inquilinos se designaba

para tal efecto a los señores Julio Rodríguez, García Córdoba. Olaya, Gaitán, Vélez, De Greiff

y Torralbo, personajes que más adelante tendrían su protagonismo respectivo en la lucha por los

alquileres altos. En cuanto a la Cámara, ésta delegó a los RR. Arciniegas, Arbeláez U. y

Llorente, los cuales, tenían como función entre otras pasar “el memorial a la comisión del

Senado que estudia el proyecto” 250.

Las peticiones de la nueva junta directiva de la Liga de Inquilinos, como lo hemos mencionado,

pedían recabar del Congreso Nacional el estudio de proyectos de ley sobre inquilinatos. Sus

peticiones se limitaban a exigir “la limitación de los cánones de arrendamiento y el de los nuevos

impuestos sobre valorización de la finca raíz”251. Las condiciones de alojamiento que ofrecía la

ciudad eran precarias especialmente para los más pobres, así como el alto precio que había que

pagar por ellas.

La programación planificada, consistió en una acción cívica traducida como una marcha

pacífica, inicialmente conformada por una reunión principal de todos los inquilinos, propietarios

y pueblo en general en el parque Santander, en donde se dirigiría a la multitud el señor Julio

Cesar Delgado252. Acto seguido se planeaba una marcha por la Calle Real con dirección al

Congreso, donde las comisiones nombradas por éste escucharían las justas peticiones de la Liga

de Inquilinos en la voz de sus representantes en relación sobre los mencionados actos de ley que

proponía el motivo de la manifestación.

Estas acciones cívicas, que se conocen como la manifestación organizada por la Liga de

Inquilinos llamando al pueblo a manifestarse por el alto precio de los arriendos fue en paralelo

con otras dos acciones cívicas, como lo fue en su orden, el compendio de quejas y reclamos por

las condiciones sociales y urbanas de la ciudad en deterioro (que hemos estudiado en anteriores

capítulos), así como de la Huelga de Inquilinos de 1921, muy prematura para lograr efectos

importantes.

Dentro de las respuestas rutinarias que daba el Congreso y sus representantes siempre salían a

colación temas como: “informa a nombre de la comisión encargada de recibir la manifestación

de La Liga de Inquilinos. Dice que a los discursos de los manifestantes respondió el senador

248 “El problema de los arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 8 de 1921. Año XI. Número. 3548. P, cuarta. 249 “En la Cámara. Manifestación de inquilinos”. El Espectador. Año XXXIII. Número 3541. Agosto 31 de 1921.

P. Sexta. 250 Ibid. 251 “La manifestación obrera de mañana”. El Espectador. Año XXXIII. Número 3544. Septiembre 3 de 1921. P.1. 252 Ibid.

Page 79: La Huelga de los Inquilinos

79

César Julio Rodríguez, con la oferta de que el Congreso procuraría armonizar los diversos

intereses, para conseguir la solución al problema de los alquileres.”253De allí que, en estas

primeras intervenciones de la Liga de Inquilinos en el escenario de la ciudad, muchas veces por

su falta de contundencia en su accionar cívico se hacía necesario una huelga cuyas características

generaran la incertidumbre deseada.

2. La Liga de Inquilinos y la huelga: segunda parte

La Liga de Inquilinos, producto de la madurez de sus organizadores, conformada en movimiento

producto de la concientización de un mayor grupo de personas afectadas por el problema de los

arriendos y del sentimiento de solidaridad por una causa en común, se fue transformando. Luego

del deterioro paulatino de la ciudad y de la poca respuesta a las peticiones de los arrendatarios

y de la ciudadanía en general a las acciones cívicas en forma de cartas y marchas pacíficas, la

Huelga se intensificó seis años después, retomando labores y el “pie de lucha” hacia 1927, época

en la que paradójicamente la ciudad no tendría tantos problemas económicos como a principios

o a finales de esta época.

Seis años después de estas acciones, en una sesión de la Liga de Inquilinos de junio de 1927, la

junta se reunía sin tener un previo organigrama propuesto de su organización. Proponía como

puntos a tratar en una próxima reunión, el concepto que el periodismo tendría para aportar en

su opinión a la forma práctica de provocar la baja de los arriendos, así como una propuesta de

solicitar quién podría comandar la dirección de dicha Liga, e ideas para conseguir los fondos de

dicha noble causa. Preguntarle a la prensa en mención, si el Estado una vez organizada la Liga,

podría facilitar lotes y/o programas para habitaciones baratas e higiénicas, la forma en que se

adquirirían, así como para quién irían dirigidas y cuál sería la forma de pago. La Liga en

formación le agradecía amablemente la asistencia de la prensa a dicha reunión en la carrera 5

19 B y registrar lo acontecido, promoviendo por ese medio las conclusiones y temas más

trascendentales de sus reuniones254.

Posteriormente en dicha reunión y llevada a cabo en la dirección antes mencionada, la Junta

provisional de Inquilinos en la sesión del jueves 28 de junio de 1927 aprobaba las siguientes

proposiciones: “Nómbrese una comisión de propaganda para que agite la opinión pública en

favor del problema del inquilinato en Bogotá255”. Dicha comisión quedaría integrada por

jóvenes con tendencia al partido liberal socialista como Luis Cano, Felipe Lleras Camargo, y

otros con tendencia al reciente conformado partido Socialista colombiano como Tomás Uribe

Márquez, Juan de Dios Romero y Benjamín Alarcón256. Así mismo caracterizaba la

problemática de los arriendos proponiendo soluciones como la “fijación de un precio máximo a

los alquileres, severa represión a toda especulación al inquilinato; exención de impuestos a la

253 Ibid. 254 E. Molina. “Una sesión de la liga de Inquilinos. El Tiempo. Junio 30 de 1927. Año XVII. Número 5662. P,5. 255 “Junta de inquilinos”. El Tiempo. Julio 1 de 1927. Año XVII. Número 5663. P,2. 256 El desprestigio del socialismo para la opinión pública, así como la persecución constante a la que fueron

sometidos sus principales líderes por parte del gobierno de turno, terminaría anteponiéndose a los objetivos de la

Liga con carácter socialista.

Page 80: La Huelga de los Inquilinos

80

construcción de casas para obreros, establecimiento de un impuesto progresivo a los predios

urbanos no edificados”257

La característica principal de dicha elección fue el componente ideológico de dicha comisión,

mostrando un comité de lucha y agitación bastante proclive a las tendencias socialistas, que

como habíamos señalado, fue liderado desde las figuras del reciente creado partido socialista

colombiano. Sin embargo, con el tiempo, y en medio del acalorado debate político de la nación

a finales de la década y en épocas electorales, la Liga se fracturaría en su liderazgo con críticas

de lado y lado. Desde su componente socialista, se criticaba la facción liberal por ir a la protesta

buscando beneficios políticos y personales, y ésta, criticando el accionar beligerante y

guerrerista de la facción socialista del componente de la Liga. Estas divisiones redundarían en

la poca capacidad de cohesión y solidaridad de la Liga y serían parte característica de las causas

del declive y desaparición a futuro (como lo veremos más adelante).

Volviendo a nuestro rumbo, lo que se pedía con precisión relacionado con el alza de los precios

de los arriendos y atajar la carestía de la vida en Bogotá consistía enfáticamente en que se fijara

un precio máximo de los alquileres, una contundente represión a los conatos de especulación

por parte de avivatos y comerciantes de los alquileres, una exención de impuestos a la

construcción de casas para obreros y el establecimiento de un impuesto progresivo a los predios

urbanos no edificados258.

El primer triunfo de las peticiones con relación al tema de los arriendos, pero también como

solución desde el Estado a dicha problemática, se dio con la expedición del decreto de Ley

emergente. En él se fijaba el canon de arrendamiento de las propiedades urbanas expedida por

el Congreso de la República el 20 de julio de 1927, poco tiempo después de la retoma de la

lucha por parte de La Liga de Inquilinos. En sus apartes más importantes dicho decreto

explicitaba que el canon de arrendamiento de las fincas raíces urbanas “no podrá exceder

mensualmente desde la promulgación de la presente ley, de la rata del 4% anual sobre el precio

del avalúo con que tales fincas figuren en el catastro.”259 De otro lado, se especificaba en dicha

ley, que si los dueños desacataban dicho artículo ofreciendo en arriendo sus casas con mayor

porcentaje al cual lo estipulaba la ley, quedaban limitados del ejercicio de las acciones de

desahucio y lanzamiento que establecía la ley 57 de 1905, pudiendo solo dar por terminado los

contratos de arrendamiento por las vías legales que establecía el código civil. Dicha ley

presentada a la honorable Cámara de Representantes iba suscrita por los representantes Eutimio

Sánchez, Roberto Caicedo, Eliseo Arango, Manuel J Uribe, Rafael Trujillo Gómez, Armando

Solano entre otros con fecha el 20 de julio de 1927.260

Dicho triunfo debía respaldarse con una manifestación en terreno por parte de los organizadores

de la Liga de Inquilinos y su pueblo, con la finalidad de impulsar de forma definitiva, la voluntad

257 Ibid. 258 “Junta de inquilinos”. El Tiempo. Junio 28 de 1927. Año XVII. Número 5663. P,2. 259 “Por la baja de los alquileres. Proyecto de ley, por el cual se fija el canon de arrendamiento de las propiedades

urbanas”. El Tiempo. Julio 21 de 1927. Año XVII. Número 5682. P,5. 260 Ibid.

Page 81: La Huelga de los Inquilinos

81

de los legisladores para que dicho decreto se hiciera Ley, así fuera con los ajustes necesarios.

Como se había anunciado por parte de la Liga de Inquilinos, la reunión se llevó a cabo el 31 de

julio del año de 1927 en un local ubicado en el número 73-11 de la carrera 8, con el fin de definir

la hora cero para la acción colectiva, definida ésta en palabras de ellos mismos como una acción

continua y enérgica para obtener sus respectivos logros. En medio de una numerosa

concurrencia entusiasmada y ordenada y luego de la oratoria en voz de los señores Erasmo

Valencia, Salazar y Castro, se acordó con anuencia de los asistentes de ir a la Huelga por la

rebaja de los arrendamientos, que según todos era la causa principal de la carestía de la vida.

Entre otras cosas se acordó lo siguiente:

“Hacer una gran manifestación el viernes 5 del presente, para felicitar a los representantes autores del proyecto

sobre rebaja de los alquileres y pedirles que se esfuercen porque sea Ley”…“se dispuso también lanzar un

manifiesto, en el cual se enumeran todos los prejuicios de los alquileres caros y se demuestra que por lo menos un

50 por ciento de los jornales de los trabajadores se invierten en el pago de arriendos, no quedándoles así casi nada

para alimentarse y vestirse261.

Analizado a escala el decreto ley por el cual se fijaba el canon de arrendamiento de las

propiedades urbanas presentado ante el Congreso para surtir su aprobación, tenían algunas

determinaciones que es necesario precisar. Para algunos analistas de la época la medida era justa

debido a la relación del alto costo de los arriendos con la carestía de la vida, a la cual, el Estado

debía intervenir para regular y reglamentar los cánones de arrendamiento. Para otros, la

intervención del Estado lo conduciría a un totalitarismo de Estado haciendo que el problema de

los arriendos dejara sin la posibilidad a la iniciativa privada, así como el pensar que “los

fenómenos económicos que obedecen a leyes naturales, como la de la oferta y la demanda, no

se regulan con leyes o decretos.” 262

Con todo y esto dicha ley, no fructificó en el terreno de las pretensiones de los arrendatarios

sino antes por el contrario significó el recrudecimiento de los precios altos y especulativos de la

vivienda por parte de los propietarios. Las causas de los propietarios se especificaban en el

hecho de que éstos exigían garantías al valor real de sus viviendas, a lo que los impuestos

estipulados por catastro y predial habían virado en contra de ellos mismos. Razón por la cual se

les exigía demasiado y no tendrían mayor solución que continuar con el alto precio de los

arriendos. Ningún propietario, nos decía un observador “que ante la amenaza de una reducción

no se apresurara a subirle a los alquileres” 263

Había quienes exponían que esta medida no era la oportuna o por lo menos suficiente para acabar

con la problemática en cuestión. Según los editorialistas, ninguna persona estaría dispuesta a

sacar solo el 4% anual de ganancia sobre su vivienda sabiendo el costo de las reparaciones, el

cúmulo de impuestos decretados, pudiendo colocar esos dineros al 10 o 12 y medio por ciento

anual. Todo para terminar pensando que, si la ley se decretaba permanente y de forma drástica

se formaría un círculo vicioso, paralizando las construcciones, escaseando aún más las

261 “La junta de ayer de la liga de inquilinos”. El Tiempo. Agosto 1 de 1927. Año XVII. Número 5693. P,12. 262 “La ley sobre arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 4 de 1927. Año XVII. Número 5696. P,9. 263 “Los inquilinos y el Congreso”. El Tiempo. Septiembre 25 de 1927. Año XVII. Número 5748. P,3.

Page 82: La Huelga de los Inquilinos

82

habitaciones, dándole motivos a los propietarios para subir de nuevo a los arriendos y dejando

a los inquilinos igual o peor de como cuando se instauró la ley264

La posibilidad de que tal ley afectara en grado sumo a los propietarios de finca raíz tenía su

contraparte en los análisis que documentados ciudadanos formulaban como apoyo a la

expedición de este decreto. En una columna del diario El Tiempo, firmada por su colaborador

el señor Emiliano Restrepo Vargas, se relacionaba la inversión en finca raíz con la inversión en

préstamos en metálico. Se comparaba que, si bien un propietario disponía en el catastro su finca

colocándola con un 20% menor a su valor real, al cabo de unos años, con el redito el 4% anual

como lo estipulaba la ley, triplicaba su capital sin exponerlo. Mientras que el prestamista con

este mismo valor de inversión arriesgándolo lo había apenas duplicado. Si a esto se le sumaba

que dentro de otros años el avalúo catastral cambiaba, dicho propietario podría incrementar el

valor de la propiedad y por ende los réditos obtenidos265.

Para los detractores de la ley, el verdadero problema de los arriendos caros consistía en la falta

de construcciones y planes de vivienda. Las propuestas de solución se daban, no por la

afirmación de una ley como la anteriormente estudiada sino con otras instancias entre las cuales

figuraba la libertad de industria para la construcción de habitaciones. De alguna manera ésta

libertad equipararía la oferta con la demanda, en la intervención del Estado en la construcción

de planes de vivienda en lugares populosos. Así como en la baja de los derechos de aduana, en

la baja de los costes de materiales de construcción, en la baja de interés de los bancos para el

préstamo de dinero destinado para la edificación, y en el gravamen con impuestos altos y

rigurosos sobre los lotes sin construir, siendo irrelevante cualquier otra medida para proteger el

interés ciudadano sobre los arrendamientos caros266.

A favor de esta situación el comité de expertos formuló un proyecto de Ley para ser debatido

en el Congreso relacionado con el fomento a la construcción de habitaciones para obreros con

pequeños créditos hipotecarios a bajo interés. Así mismo, la exoneración a estas casas, del pago

de impuestos por espacio de cinco años.267 Sin embargo, alargar la espera por la solución o

comprensión de todas estas temáticas volvía a colocar los arriendos caros en el foco del

problema de la vida cara en Bogotá y a los arrendatarios en medio de este fuego cruzado

dispuestos a seguir la lucha.

A las cinco y media de la tarde del 6 de agosto de 1927, una manifestación ordenada de la Liga

de Inquilinos llegaba al Congreso de la República para manifestar su inconformismo. Su

proclama en cuanto a la obtención por parte de dichos representantes de la Ley, radicaba en que

de una vez por todas fijara precio a los alquileres y a la especulación de la vivienda. La reunión

inicial se había establecido en la plaza de Nariño reunida allí desde las cuatro de la tarde donde

un gran grupo poblacional se dirigiría manifiesta y diligentemente hacia el Capitolio Nacional.

En esta plaza se hallaba en pleno La Liga de Inquilinos, el comité organizador de la

264 “La finca raíz urbana y su valor real”. El Tiempo. Julio 31 de 1927. Año XVII. Número 5692. P,10. 265 Ibid. 266 “La ley sobre arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 4 de 1927. Año XVII. Número 5696. P,9. 267 Ibid.

Page 83: La Huelga de los Inquilinos

83

manifestación y la Flor del Trabajo como representante del comité femenino. Una hora propicia

para contar con el grueso del pueblo que a esta hora salía de sus trabajos e industrias, con el

permiso que con anterioridad se había tramitado, sabiendo que a esa hora se llevaría a cabo una

gran manifestación en la ciudad268.

La irrupción se dio de tal manera que a los gritos de “viva el proletariado y abajo los

arrendamientos” una gran multitud desfiló por la carrera octava en dirección al Capitolio

Nacional. Allí, desde un balcón del corredor oriental de dicho Capitolio, el doctor Felipe Lleras,

de facción liberal daría su discurso para llamar la atención de los representantes de la Cámara.

La vehemencia del discurso contenía apartes donde el orador invitaba a los inquilinos de toda

procedencia sin importar su condición social a manifestarse en contra de los más reacios

capitalistas. Así como una voz de aliento a que no se declinara en la lucha, en torno a esos

factores apremiantes que conllevaban las circunstancias de la vida cara269.

En el sector opuesto y luego de que se terminara la sesión que en ese día se discutía en el

Congreso, los representantes nombraban su comisionado. Se eligió al representante Mesa

Merlano para la intervención en la plaza pública, quien en un tono populista no solo por el

entusiasmo en que pronunciaba sus palabras sino en el entendido de las mismas, declaró a los

manifestantes que la Cámara era consciente de la justicia que entrañaba la petición de los

inquilinos. Adicionalmente, que de su parte haría todo el esfuerzo posible para obtener una

reforma constitucional en el sentido de abaratar el costo de los alquileres y de igual manera

manifestaba que “en el estado actual de las cosas la legislación en favor de los obreros, y de las

clases necesitadas no es un anhelo que pertenezca exclusivamente a una de las dos grandes

corrientes en que está dividida la ideología del país”.270

De lo más importante que hay por rescatar de la intervención que prosiguió a la del representante

Mesa Merlano en voz del doctor Gabriel Turbay basta decir que solicitó a la manifestación de

inquilinos su deber de no detenerse allí. Que era el principio de una labor que “debiera ser

permanente, activa y tenaz para conseguir que los hombres del parlamento se enfilen hacia una

modificación sustancial en materia de legislación social que pide el predomino definitivo de la

justicia social”.271 Para finalizar, intervino el universitario Carlos Lleras Restrepo en

representación de los estudiantes y la primera acción colectiva terminó en completo orden. De

esta manifestación podemos deducir algunas cosas. El hecho de que el doctor Turbay

interviniera en un discurso que propició la hilaridad de la multitud lo catapultó como posible

miembro importante de la Liga de Inquilinos a futuro. De otro lado, y no menos importante, la

intervención del estudiantado que (como veremos más adelante) será determinante en la futura

acción colectiva y en una Huelga de mayor importancia finalizada la década de los veinte.

Con todo y el impulso que le dio La Liga de Inquilinos a la iniciativa presentada por el

representante para que la baja de los alquileres se hiciera Ley, en septiembre de 1927 La Liga

268 “La manifestación de ayer contra los arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 6 de 1927. Año XVII. Número 5698. 269 Ibid. 270 Ibid. 271 Ibid.

Page 84: La Huelga de los Inquilinos

84

fue notando que tal iniciativa se podía quedar engavetada como muchos otros proyectos de

iniciativa similar ya se habían quedado antes detenidos en el pasado272. La Liga descubrió por

razones de los tiempos necesarios que se exige para el estudio de los proyectos, que allí en la

Cámara no se le daría solución y pensó entonces dirigirse a otras instancias. En efecto el

proyecto que pretendía reducir el precio de los alquileres no se había estudiado ni devuelto para

su aprobación, por lo cual la Liga decidió no volverlo a presentar al parlamento. De esto nos da

fe la siguiente nota de prensa:

“Señor Presidente de La Liga de Inquilinos de Bogotá. E.L.C. Tengo el honor de poner en conocimiento de usted

refiriéndome a su atento memorial de hoy, que la comisión de asuntos sociales que estudia para segundo debate el

proyecto de ley que fija el canon de los arrendamientos en un cuatro por ciento anual, sobre el valor que tengan las

fincas en el catastro, no lo ha devuelto aún para que continúe su curso reglamentario”273.

La desilusión que tuvo esta respuesta fue razón suficiente y evidente para entender el proceder

de la Liga de Inquilinos en representación de su presidente el señor J. Barreto, en cuanto a

manifestar prescindir de la Cámara para la solución a sus problemas y en una pequeña nota de

página de periódico la indignación se evidenció de la siguiente manera:

“Prescindir en absoluto de la cooperación de los cuerpos legislativos y gubernamentales en lo concerniente a sus

labores, desde luego que la Liga de Inquilinos no se dirigirá para nada a esas corporaciones. Además, el pueblo de

Colombia nada espera ni nada pide de los poderes públicos, por considerarlos enemigos de sus tendencias.”274

3. La Liga de Inquilinos y la Huelga en 1929

A finales de la década y luego de muchos años en que las quejas y peticiones de los inquilinos

no se hacían escuchar, se pensó por parte del comité organizador de la Liga, que seguramente

la referencia al tema de la propiedad privada, era una causa importante de preocupación y

desatención por parte del Estado. Se especificaba que no se buscaba atentar contra la propiedad

privada, caso que, colocaba a este movimiento, dividido, entre la facción socialista, la cual

inquietaba permanentemente al gobierno de turno, así como al ala liberal, más proclive a

soluciones reformistas. Pero lo que, si se buscaba con la finalidad del movimiento y la lucha,

era recabar en las injusticias y los atropellos de los propietarios y las casas de arrendamiento.

Así mismo, desde la prensa se auspiciaban dichas peticiones temiendo que las expresiones de la

protesta social terminaran en asonadas violentas como ya había sucedido en otras

manifestaciones en épocas anteriores.

La Liga de Inquilinos en una petición que se publicaba en el diario El Tiempo en febrero de

1929275, reiteraba la problemática de la carestía de la vida y su relación con el alza

272 “Los inquilinos y el Congreso”. El Tiempo. Septiembre 25 de 1927. Año XVII. Número 5748. P,3. 273 Fernando Restrepo “La Liga de Inquilinos y la Cámara”. El Tiempo. Septiembre 25 de 1927. Año XVII. Número

5748. P,4. 274 Ibid.

275 “Suplicamos a la prensa de la capital, se sirva luchar sin tregua en nuestro favor y llamar la atención a quien

corresponda sobre el particular. Esta benéfica obra la hará acreedora a la eterna gratitud de todos los inquilinos que

Page 85: La Huelga de los Inquilinos

85

indiscriminada de los arriendos. En esta misiva, a la cual le daremos el inicio del desenlace de

nuestra historia que durará aproximadamente tres años entre 1929 y 1931, se estipulaba el

descontento o mejor, la inquietud por la situación a la que había darle respuesta las entidades

pertinentes en cuanto a la gravedad de la situación. Como nunca antes se había visto, los

incrementos de los arriendos habían tenido un alza que alarmaba a los peticionarios “situaciones

difíciles se han presentado, pero nunca como la presente”.276 Para ellos seguía latente la relación

del alza de los arrendamientos con la usura de las casas de arrendamientos las cuales por medio

de los contratos anticipados habían generado esta alarmante situación. “Ellas, en su afán de lucro

suben los alquileres cada nuevo contrato quince o un veinte por ciento y se quedan tranquilos”277

amparadas por la inexistencia de una ley que las regulara o detuviera en sus acciones. De igual

manera según la queja, muchas veces las alzas se hacían inclusive sin el consentimiento de los

mismos dueños278.

Según las cuentas de los críticos de los arriendos para encontrar una habitación media había que

contar con $150 de ahí en adelante. Pero el drama se ponía en evidencia, al delatar los sueldos

de los empleados públicos, los obreros y ni qué decir de los sin trabajo, característica ésta última

como problemática social. “La hipótesis es clara: o bajan los arrendamientos o suben los sueldos

de todos los empleados en proporción directa.”279

El remedio al problema de los arriendos y el control a los precios que se había planteado en la

ley en 1927 suscitando las esperanzas para la Liga de los Inquilinos y la mayoría de la población,

había desembocado en algo peor que la enfermedad. Se degeneraron las relaciones entre los

propietarios y los arrendatarios, en una serie de súplicas y quejas para no ser expulsados de su

vivienda, entre otras cosas en jornadas de desahucios que llegaron a presentarse por dos mil en

esa época de 1929 en la ciudad280.

Recompuesta entonces las cargas, pero con los ciclos mismos de la protesta los cuales varían en

torno a aquello inexplicable y que hemos estudiado en capítulos anteriores, la Huelga estaba

destinada a desarrollarse con más ímpetu a finales de dicha década. Hacia 1929, ciertos hechos

a los que hemos denominado oportunidades políticas se dieron en torno a la carestía de la vida

y la problemática social y material de la ciudad a punto de colisionar, junto con el alza aún

mayor del precio de los arriendos como represalia de los propietarios a las exigencias de la

nueva Ley, y también y no menos importante con la recomposición de la Liga de Inquilinos

llamada desde ese entonces Liga Nacional de Inquilinos.

4. La recomposición de La Liga de Inquilinos

son hoy las tres terceras partes de los habitantes de la capital”. Ver: “La alarmante carestía de la vida. El alza

escandalosa de los arrendamientos”. El Tiempo. Febrero 7 de 1929. Año XIX. Número 6238. P,4. 276 Ibid. 277 “La carestía de la vida en Bogotá”. El Tiempo. Febrero 16 De 1929. Año XIX. Número 6247. P,2. 278 “La alarmante carestía de la vida. El alza escandalosa de los arrendamientos”. Febrero 7 de 1929. Año XIX.

Número 6238. P,4. 279 Ibid.. 280“La defensa del inquilino”. El Tiempo. Septiembre 8 de 1929. Año XIX. Número 6446. P,3.

Page 86: La Huelga de los Inquilinos

86

Al parecer la propuesta del proyecto de ley no cobró fuerza entre los propietarios de las casas

en Bogotá y fueron a agravar la situación de la carestía y del incremento de los arriendos desde

1927, producto así mismo por la inflación derivada de los dineros de Panamá. Si a esta

problemática se le añade el hecho que la carestía de la vida desde otros frentes, como el problema

del acaparamiento de los víveres, entre otros temas, no tenía control por parte de las entidades

encargadas, la década terminaba con una alta posibilidad de rechazo social. La Liga de

Inquilinos y los ciudadanos en general, afectados por los altos precios de los arriendos,

decidieron volver a la lucha con otra modalidad en las acciones cívicas.

Pasados dos años luego de la flamante marcha de La Liga de Inquilinos de 1927 a la que hemos

hecho referencia, el domingo 8 de septiembre de 1929 se avizoraba una recomposición de los

interesados en el tema de los arriendos caros, por lo menos en la idea en particular de retomar

la lucha. Para la época, debido al excesivo precio de los arriendos, y a las condiciones sociales

y materiales en las que se encontraba la ciudad, se precipitó la convocatoria de la población de

inquilinos en general. Paradójicamente también se invitó a la Junta de Notables, a los

representantes y senadores y a la prensa en general281. La finalidad era la instalación de una

Junta de Inquilinos que retomara las banderas que se habían ondeado en años anteriores, o por

lo menos, dar respuesta definitiva y delimitar el accionar con respecto a dicha problemática.

Que se convocara gente que en el pasado había demostrado en su accionar soluciones populistas

a la problemática como el caso de los representantes, tiene que ver con el hecho de esperar de

éstos nuevos proyectos a la limitación del canon de arrendamientos. Así mismo, la prensa fue

la encargada de promocionar a viva voz dicha reunión, promoviendo que dichas medidas

salieran las que salieran se desenvolvieran en el más alto grado de civismo y cordura para que

no fuera a terminar en frustración y degeneración de la marcha o la manifestación282.

En capítulos anteriores habíamos referido que a la Liga Cívica en particular le había hecho falta

decisión y contundencia en el abordaje de la problemática, según los involucrados en el tema, y

los analistas pertinentes. Pareciera ser que a la prensa igual que al gobierno las manifestaciones

o huelgas beligerantes les produjeran tanto temor que preferirían que las cosas se surtieran por

un camino menos escabroso. Una columna de opinión en el diario El Tiempo, con referencia a

dicha reunión que se destinaria esa noche en el salón Olimpia es evidencia de lo dicho: “es

absolutamente necesario que todos los elementos que determinan y mantienen el orden, la

tranquilidad y el civismo, se apresuren a rodearlo y dirigirlo”283. Con seguridad creemos que

estas alusiones de la prensa sobraron en la coyuntura por la cual estaban pasando los inquilinos

y la Liga de Inquilinos, en su recomposición, tomaría otros cauces en la confrontación contra el

opositor de turno. Actuaría en honor a la experiencia de muchos y a la altura que la historia les

tenía asignada en la lucha por sus derechos.

281 Ibid. 282“La defensa del inquilino”. El Tiempo. Septiembre 8 de 1929. Año XIX. Número 6446. P,3. 283 Ibid.

Page 87: La Huelga de los Inquilinos

87

“Tres aspectos de la manifestación de los inquilinos”. El Tiempo. Septiembre 20 de 1929. Año XIX. Número

6456. P,1.

Aclarados estos impases y retomando el cauce del desenlace de nuestra historia, ese 8 de

septiembre poco antes de las once de la mañana concurrieron al salón Olimpia, alrededor de

quinientas personas de inquilinos interesados en el tema de la convocatoria. Algunos entusiastas

expositores entre ellos el señor Enrique Vélez hicieron una amplia exposición concientizando a

los asistentes sobre la problemática social. Esta, según Vélez, se relacionaba con el alto costo

de las subsistencias, el alto precio de los arriendos y la ilógica de una medida que rondaba por

ese entonces en la junta de notables como era la de proponer la rebaja de los sueldos a los

empleados públicos284.

284 Ibid.

Page 88: La Huelga de los Inquilinos

88

Acto seguido intervino el doctor Lucas Caballero285. Explicó las causas del deterioro social por

el que se encontraba la nación, así como argumentó que la mejor manera de resolver la carestía

de las habitaciones pasaba por la legislación en torno a la construcción de un mayor y mejor

número de éstas para obreros. Vehementemente insistía en la necesidad de que el movimiento

de inquilinos que se creara esa noche “para que fuera efectivo debería mantenerse dentro de una

organización seria, respetable y científica y que en esta forma podía dicho movimiento contar

con su entusiasta y decido apoyo”286. Como nos lo mostrarán los hechos el doctor Lucas

Caballero duraría poco en el movimiento, por las mismas razones a las que le temía, es decir, a

la beligerancia proclive de una tendencia de la Liga de Inquilinos. Por la Cámara el único

asistente presente en la reunión fue el representante Francisco de P. Vargas por la

circunscripción de Cartagena, quien en su discurso declaró que estaba dispuesto a hacer todo lo

posible de su parte en lo que fuera necesario para la reducción en el precio de los arrendamientos.

Como representante de la clase media, según él, se sentía más en ésta el flagelo y la tiranía que

en las clases menos favorecidas. El turno le correspondió al señor Alberto Villareal cuya oratoria

iba encaminada a subrayar la importancia de llevar el movimiento hasta el fin287 lo entendemos

como hasta sus últimas consecuencias. Para terminar, otros asistentes pidieron la palabra y su

batería se enfiló a delatar las usuras de las casas de arrendamientos288. Como inicio de la retoma

del movimiento se convino en organizar un comité ejecutivo encargado de dirigir la campaña

en el cual estuvieran presentes todos los gremios de la ciudad afectados por la problemática de

los arriendos.

Como se puede ver en ciertas columnas de opinión de los principales periódicos de la ciudad, el

análisis que se hacía de dicha reunión, primera en dos años, llevaba sobre su peso, la razón de

que el pueblo ya no podía hacer llevadera su vida con su sustento. Aspiraba a que fuera el inicio

del punto final al problema que emanaba del alto precio de los arrendamientos289 y entrañaba la

petición de los inquilinos en que se legislara como en los países modernos en relación a dicha

problemática.

Al día siguiente, lunes 9 de septiembre, se llevó cabo una reunión en el salón Olimpia, donde

más de trescientas personas decidieron retomar en definitiva la lucha y organizar a los

inquilinos290. Luego de la toma de la palabra de los oradores del día anterior, que hemos descrito,

habló el señor Alain Lemos para hacer un análisis comparativo entre la relación de los salarios,

los cuales se invertían casi en su totalidad en el pago de los arriendos. Lo más importante que

hay que destacar de dicha reunión aparte de la decisión de ir a los últimos fines como lo había

afirmado un orador, fue que se constituyó nuevamente una junta organizadora del movimiento

de inquilinos. La finalidad de esta primera reunión era hacer extensivo el mandato y el

285Lucas Caballero, director del Banco Agrario Hipotecario que influiría en propuestas para la rebaja de los

alquileres. 286 “La reunión de los inquilinos”. El Tiempo. Septiembre 9 de 1929. Año XIX. Número 6447. P,13. 287 Ibid. 288 Ibid. 289 “Opiniones de la prensa. Mundo al día. Comentando el actual movimiento iniciado para obtener la rebaja de

los arrendamientos”. El Tiempo. Septiembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6448. P,4. 290 “Interesante reunión sobre inquilinato”. El Tiempo. Septiembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6448. P,8.

Page 89: La Huelga de los Inquilinos

89

surgimiento de este movimiento a todos los barrios que en su mayoría albergaban dicha

problemática de la especulación y el alza indiscriminada de los arriendos291.

La Junta quedaba conformada por los siguientes integrantes: “doctor Francisco Bruno,

Francisco Marchesello, doctor Aníbal Ardila Durán, doctor Cecilio Martínez C, doctor Dioniso

Amaya, Enrique Vélez, Adán Pereira, Alain Lemos, Néstor Sanín, Eliseo Sánchez M, Manuel

Carrizosa, Eliseo Esteban, Mardoqueo Corredor, Erasmo Valencia, Benjamín Alarcón, Juan De

Dios Gutiérrez Pegui, Ignacio Franco, Julio Medina, Luis A. Griales, Antonio V Arenas, Carlos

Lleras Restrepo, Humberto Soto, Efrén Londoño, Jesús Castaño”292. Se nombró de presidente

de esa junta al doctor Francisco Bruno.

En virtud de esta reunión se llevó a cabo una sesión el día 15 de septiembre del año 1929 en el

teatro Municipal, donde se convocó a un gran número de inquilinos y afectados por el tema de

los arriendos, los cuales en masiva concurrencia llenaron los palcos y los puestos de la platea.

Se aproxima que a la sesión asistió un número aproximado de dos mil personas, donde por

primera vez, según la crónica del editorialista la presencia femenina fue de amplio

reconocimiento.293 El presentador explicitaba que la iniciativa en manos de los propietarios de

bajarle por si mismos el precio a los arriendos no había cobrado los efectos masivos que se

esperaba y peor aún en una época donde la crisis fiscal de la ciudad y la nación tomaba rumbos

alarmantes. Más allá de todas las intervenciones que de nuevo fueron nutridas y con datos

importantes que fueron reconocidos y ampliamente exaltados y vitoreados, destacamos tres

hechos en particular. Primero: el discurso de uno de los invitados el doctor Pedro Blanco Soto

para quien sus disertaciones si bien no estaban del todo respaldadas por insumos científicos o

estadísticas de la problemática se atrevió a plantear soluciones de manera ingeniosa y respaldada

por las multitudes.294 Su propuesta iba encaminada a salir de la situación contando con dos

escenarios tanto en forma inmediata como a un tiempo mayor. A parte de lo que cada inquilino

pudiera lograr en su tira y afloje con el propietario, se debía acudir a acciones de orden solidario

y en colectivo por la vía legal, solicitando al cabildo entre otras cosas que las construcciones

pequeñas fueran eximidas del pago de impuestos municipales, la construcción de habitaciones

baratas para los obreros, la formación de cooperativas, “y otros remedios por el estilo que en

parte radican en una labor legislativa continua y permanente”295. Para esto según el doctor

Blanco Soto, era necesario formar gremios de inquilinos en cabeza de un comité ejecutivo de

expertos en temas sociales y económicos que formularan los proyectos, que analizaran la

situación de fondo para adherirse a dichas conclusiones y formular las tareas a ejecutar tanto en

el corto como en el mediano plazo. Luego de dicha exposición de motivos la cual fue bien

recibida por la totalidad de los participantes, se procedió a crear dicho comité ejecutivo296.

291 Ibid. 292 Ibid. 293 “La reunión de inquilinos ayer en el Municipal”. El Tiempo. Septiembre 16 de 1929. Año XIX. Número 6454.

P,11. 294 Ibid. 295 Ibid. 296 Ibid.

Page 90: La Huelga de los Inquilinos

90

El segundo hecho importante en particular fue que la sesión se llevó en forma de debate donde

los asistentes tuvieron la posibilidad de interponer sus puntos de vista para la claridad de la

problemática a los asistentes y de igual manera concientizar a las mayorías presentes en esta

reunión. Por ejemplo, una intervención fue hecha en representación del comité femenino de los

inquilinos quien resaltó la problemática de lo que ella denominó “la reventa de los alquileres”.

Esta consistía en un fenómeno masivo y causante en gran parte del alza indiscriminada de los

arriendos. “Contra estos subarrendadores o revendedores de alquileres, debe encaminarse una

acción tenaz, porque son ellos los que contribuyen a encarecer los arriendos y a hacer además

que las gentes tengan que vivir pésimamente dentro de piezas estrechas sin ninguna condición

higiénica”297. Como podemos ver salían a flote en este número de intervenciones elementos que

para muchos no eran tenidos en cuenta a la hora de analizar las causas y de otro lado las acciones

que se debían tomar a la hora de enfrentar la situación.

El tercer hecho, fue la propuesta de uno de los oradores manifestando la convocatoria a una gran

manifestación de inquilinos ante los principales diarios de la ciudad. Se llevaría a cabo el día

jueves 19 de septiembre en horas de la tarde, en el parque Santander, para explicar los temas

relacionados con el problema de los arrendamientos298. Se convocó a una próxima reunión para

el siguiente domingo donde se entrarían a discutir temas relacionados con la consolidación del

comité ejecutivo y las propuestas a los gremios de inquilinos para llevar a los gobiernos

municipal y nacional, considerando así mismo las acciones a seguir. La reunión se disolvió con

el mayor orden como se había desenvuelto.

Esa reunión proyectada para el próximo domingo 22 de septiembre no se llevó a cabo como se

tenía previsto, pero en la misiva que lo determinaba se dejaba entrever que se pasaría un

proyecto de ley a la cámara, así como el hecho de que cualquier otra reunión de inquilinos

programada que no tuviera la firma de la junta directiva carecía de validez299. Al parecer otras

reuniones de inquilinos se desarrollaban en paralelo en la época, motivo por el cual creemos que

al movimiento le faltó esta unidad de fuerzas, solidaridad en la acción y el poder necesario para

enfrentar las decisiones del Estado. Eso es algo que trataremos de determinar pronto en el

escrito. La Junta de inquilinos que firmaba esta misiva estaba compuesta por el presidente señor

Manuel de Sandoval, vicepresidente, Aníbal Ardila Durán, y como secretarios Francisco Osses

y J. Romero.

Un día antes a la manifestación programada para ese jueves ante los principales diarios de la

ciudad, esta junta provisional se reuniría con el fin de organizar los comités de oratoria que

comandarían la vocería, explicitando la razón de la organización de la Junta en torno al problema

de los arrendamientos. Se nombraron los distintos comités y se designó al señor Sabogal para el

diario El Tiempo, Manuel Sandoval para el Nuevo Tiempo; el señor P. Beltrán ante el diario

nacional; El doctor Ramón Bernal para el Debate; ante El Mundo al Día al doctor Lozano y

Lozano como parte de los estudiantes y ante el Diario El Espectador la señora Elisa de Renavelt.

De igual manera en esta reunión se designaron a los abogados doctores Ricardo Hinestroza Daza

297 Ibid. 298 Ibid. 299 “Hoy no hay reunión de inquilinos”. El Tiempo. Septiembre 22 de 1929. Año XIX. Número 6460. P,10.

Page 91: La Huelga de los Inquilinos

91

y Luis Felipe Latorre y Miguel Arteaga para elaborar el proyecto de Ley sobre inquilinatos300.

Esta iniciativa, había sido sugerencia del orador el doctor Pedro Blanco, en la tarima del

Municipal en días anteriores301.

En el planteamiento de las soluciones el representante Vargas, que se había comprometido con

la junta de inquilinos en la reunión del teatro Municipal para sacar leyes a favor del movimiento,

presentó un proyecto de ley “por el cual se adiciona el capítulo 5 título 26 de libro cuarto del

código civil, sobre arrendamiento de casas, almacenes y otros edificios”302. Este proyecto

contenía propuestas similares a las del proyecto de 1927 presentado por la Liga de Inquilinos el

cual contenía las bases del límite a los cánones de arrendamiento al uno, tres cuartos y medio

por ciento sobre las fincas cuyo valor en el catastro estuvieran entre los cinco mil y más de

quince mil pesos, limitando el derecho constitucional del derecho a la propiedad303. Un halo

populista se entrecruzaba entre las peticiones de la ciudadanía y la presentación de este proyecto

por el honorable representante Francisco Vargas. Si bien esto era lo que se esperaba por parte

de la Junta de Inquilinos, es decir que se actuara desde la legalidad con leyes sobre los

arrendamientos, la experiencia y la historia de leyes de este tipo se había demostrado con

anterioridad que atentaban contra los mismos precios de los alquileres.

Ante este proyecto, la Junta de inquilinos apeló a opiniones entendidas sobre el tema, las cuales

apuntaban a dilucidar los alcances de proyectos de este estilo y la posibilidad de éxito o fracaso.

En tal sentido se encomendó al señor Antonio Pantoja para que asesorara a la Junta de inquilinos

sobre los proyectos presentados. Ante esto, el asesor manifestaba lo inconstitucional de un

proyecto de esta monta, en lo que tiene que ver con la violación a la propiedad privada y

argumentaba que razones de este tipo habían provocado el fracaso del proyecto en épocas

pasadas. La recomendación a la Junta de Inquilinos para la elaboración de su proyecto, radicaba

en el hecho de pedir de igual manera por la vía legal y en un proyecto de ley ordenar una revisión

científica del Catastro. Y argumentaba “Los municipios persistentemente tratan de aumentar sus

erarios, fijando caprichosamente el valor de la propiedad inmueble. En las épocas de crisis por

exceso, llenan sus arcas con prejuicio manifiesto de las clases medias y pobres de la sociedad,

y en las épocas de crisis por defecto acrecen sus entradas violentando la situación el

propietario”304.

Con todo y lo que hemos hablado que al parecer respondía a las exigencias del gremio de los

inquilinos, el hilo de la junta de inquilinos se fue descociendo para delatar el accionar al parecer

relacionado con la firma de compromisos políticos por parte del comité de la Liga. Se empezó

a descuidar su filosofía de pertenecer y comprometerse con la lucha de los inquilinos por el alto

precio de los arrendamientos. De un momento a otro, pero también como la gota que rebosa el

vaso, las quejas se desprendieron una a una en contra de las directivas que en ese momento

300 La reunión de inquilinos efectuada ayer”. El Tiempo. Septiembre 19 de 1929. Año XIX. Número 6457. P,1. 301 “La reunión de inquilinos ayer en el Municipal”. El Tiempo. Septiembre 16 de 1929. Año XIX. Número 6454.

P,11. 302 Antonio José Pantoja. “El problema de los alquileres altos”. El Tiempo. Septiembre 17 de 1929. Año XIX.

Número 6455. P,5. 303 Ibid. 304 Ibid.

Page 92: La Huelga de los Inquilinos

92

presidian la junta de Inquilinos y fue necesario la recomposición social y directiva de la Liga

para no perder el momento de impulso obtenido ante la posible incidencia en la solución al

problema de los arriendos caros. La recomposición de la Liga de Inquilinos se empezó a gestar

en una misiva expresiva que delataba las falencias, pero sobre todo la corrupción que al interior

de la Junta se estaba presentando. En este orden de ideas, la Central Obrera y Campesina de

Colombia CO y CC, expresaba su malestar, al resaltar que el rumbo de la nueva organización

de la Liga de Inquilinos, “estaba tomando caracteres de auto-bombo para conquistar simpatías

sufragistas”305 así como, según ellos “existiendo dentro del comité ejecutivo de esta

corporación, elementos no dignos de confianza, por sus actuaciones anti-proletarias y de

´manzanillismo´”306. Resolvía “dejar constancia que esta entidad directiva por conducto de los doctores

Ernesto León Gómez, Pablo Sabogal González y otros de la misma pulcritud, inició dicho movimiento y lo está

ayudando moral y personalmente, pero previene el desastre, sino se depura ese comité de los elementos de dudosa

solvencia moral, que están actuando y que fueron estigmatizado (sic) por la opinión pública en la jornada del 8 de

junio”307

En medio de esta confrontación al interior de la organización de la Liga de Inquilinos, el

proyecto en el Congreso de nuevo tuvo un revés y el pretexto perfecto para recomponer la

directiva de la Liga. Se planteó la propuesta de llevar el proyecto ahora al Cabildo, y de otro

lado, el que más se veía venir con ansias como medio de solucionar la crisis de los

arrendamientos, el decretar la Huelga de los Inquilinos para diciembre 23 de 1929, fecha en que

los juzgados cerraban sus sesiones.

5. El centro departamental de estudiantes y la Liga de Inquilinos

El centro departamental de estudiantes entraba en la escena de la conformación y vocería de la

nueva recomposición de la Liga de Inquilinos finalizada la década de los veinte más exactamente

el domingo 13 de octubre de ese año, con la firma de una misiva. Luego de las quejas pertinentes

encaminadas a la delación que se hacía por parte de este centro estudiantil ante las faltas graves

acarreadas al comité de la Liga de Inquilinos resolvió en su misiva entre otras, cosas muy

importantes como las siguientes:

“1. convocar a todos los Inquilinos de Bogotá a la asamblea general que habrá de reunirse el domingo veinte de

octubre a las diez de la mañana en el teatro Municipal. 2. Nombrar por la presidencia una comisión de dos miembros

del centro Departamental para que elabore un proyecto de estatutos de la Liga de Inquilinos y lo presente con una

exposición verbal de motivos a la consideración de la próxima asamblea general de los inquilinos de Bogotá. 3.

Comprometerse a ejercitar un constante control sobre todos los sectores de la organización y de este modo evitar

que se siga explotando a los inquilinos so pretexto de favorecerlos. 4. Costear con fondos de la federación todos

los gastos de propaganda como carteles, publicación de los estatutos, etc. 5”308.

Dicha misiva iba firmada por los señores Antonio Vicente Arenas, Alberto Aguilera Camacho,

Efraín Vásquez Santos, María Pinzón, Mauricio Guerra y Pedro Alejandro Cortés, con fecha 13

305“Proposiciones aprobadas por unanimidad en la reunión obrera de anoche” El Tiempo. Septiembre 21 de 1929.

Año XIX. Número 6459. P,13. 306 Ibid. 307 Ibid. 308 “Para la efectividad de la baja de los alquileres”. El Tiempo. Octubre 18 de 1929. Año XIX. Número 6485. P,5.

Page 93: La Huelga de los Inquilinos

93

de octubre de 1929. Al parecer fue bien recibida la misiva por la prensa enfatizando la idea de

la pertinencia de sacar la lucha de las manos en las que se encontraba. Esto, debido a lo

relacionado con el hecho de prestarse para compadrazgos políticos, lo cual, para este comité

departamental, la lucha no ganaría el respaldo necesario ni la solución a la problemática.

Dicha reunión para una segunda asamblea general de inquilinos convocada por el centro

departamental de estudiantes se llevó a cabo el día domingo 20 de octubre de 1929 en horas de

la mañana como era de esperarse. De los días transcurridos entre la sesión del 13 de octubre y

ésta que se había llevado a cabo, se había presentado la desintegración paulatina de la anterior

junta directiva de inquilinos producto de las irregularidades que el centro departamental de

estudiantes había sacado a la luz. Cosa que aseguraban los representantes de los estudiantes no

se daba por concluido en su afán de depurar “hasta lograr que los elementos corruptores de la

política, sean desplazados de las instituciones de origen popular”309.

La reunión se efectuó de manera cívica y respetuosa y los puntos más importantes que se trataron

fue la lectura del proyecto de estatutos elaborado por la junta, el cual se aprobó en su totalidad.

De igual manera en la intervención de muchos de los asambleístas, éstos agradecieron al centro

departamental de estudiantes su dedicación y preocupación por el problema de los alquileres,

en un momento donde la Liga, en su dirección se veía diezmada y así mismo, necesitaba más

que siempre el apoyo incondicional de otras instituciones de la sociedad. Como punto final, se

leyó el proyecto de ley, que recordemos había sido aprobado en primer debate en el Senado de

la República, y que presentado por el senador Lanao Loaiza había pasado en comisión al senador

Uribe Echeverry.

De esta reunión quedaron en manifiesto dos temas de mayor importancia. El primero fue que la

asamblea en unanimidad acordó acompañar este proyecto por medio de una manifestación

cívica que hiciera comprender del Senado la urgencia por la cual se encontraban los

arrendatarios por el problema de los alquileres altos. Y como segundo tema no menos

importante, el hecho de conceder por unanimidad, facultades ampliamente reconocidas al centro

departamental de estudiantes para que con su actuación reformara y recompusiera la junta

directiva de la Liga de Inquilinos, la cual entraría en escena en el desenlace de nuestra historia.

El siguiente paso a seguir, -y otorgándole protagonismo a la casa del estudiante constituida para

los fines de asuntos populares- permaneciera en ella “un libro con el objeto de que todo aquel

que pretenda pertenecer a la asamblea, inscriba su nombre y dirección, especificando el valor

del arriendo que paga”310. En una próxima reunión de la junta directiva de los inquilinos

convocada para la mitad de esa semana se tratarían los temas del procedimiento a seguir en la

lucha por los arriendos caros.

Muchos de los personajes y asambleístas que participaran en las distintas sesiones de la Liga de

Inquilinos antes y después de su recomposición vinieron a formar parte de la nueva junta

directiva de octubre de 1929. En la nueva configuración de la junta directiva la cual se le

309 “La reunión de ayer de la liga de inquilinos”. El Tiempo. Octubre 21 de 1929. Año XIX. Número 6488. P,8. 310 Ibid.

Page 94: La Huelga de los Inquilinos

94

otorgaba la potestad al centro departamental de estudiantes de su organización, resultaba elegido

presidente el abogado José Camacho Carreño. Él, como veíamos con anterioridad había

acompañado las marchas realizadas por la Liga de Inquilinos en manifestaciones cívicas

anteriores. Los otros integrantes que por decisión del comité de estudiantes harían parte de la

junta directiva de la Liga de Inquilinos decidida ese 27 de octubre fueron entre otros los

siguientes personajes: El doctor Pedro Blanco Soto, profesor y sapiente orador conocedor del

tema de los arriendos; el abogado doctor Paulo E. Sabogal. El también abogado doctor Ramón

Bernal Azula; el dentista doctor Dionisio Amaya; el hacendado general Eutimio Sánchez; el

universitario señor Jorge Forero Vélez; la señora sastre Elisa de Renaveld; los comerciantes

señores Néstor E. Sanín y Eliseo Sánchez; el peluquero señor Erasmo Valencia; el zapatero

señor Julio Medina; el chofer señor José Vicente Gaitán el señor Pedro P. Beltrán, cronista de

el “Mundo” y el sombrerero señor Julio Z. torres. De igual manera se dejaba estipulado que el

centro departamental de estudiantes tomaría parte de las deliberaciones de la junta conformada

pero no tendría derecho al voto311.

Así las cosas, los cargos que nombró la junta directiva de la Liga de Inquilinos quedaron

distribuidos de la siguiente manera: “presidente, José Camacho Carreño; vicepresidente, Paulo

E. Sabogal; segundo vicepresidente, señora Elisa de Renaveld; tesorero, Julio Medina;

secretario, Erasmo Valencia; subsecretario, Francisco Osés. Como hemos dicho, algunos de

ellos viejos integrantes y partícipes de las asambleas de los inquilinos312. Lo que podemos

observar y analizar en esta recomposición de la Liga de Inquilinos, entre otras cosas es el perfil

social y político de la Liga luego de sus dignatarios elegidos. De presidente se había elegido a

un Representante por la Cámara que en días anteriores había dirigido un debate fuerte en contra

del presidente conservador Abadía Méndez, sobre la situación fiscal y económica de la crisis

del país, lo cual consideramos fue una de las etapas del desmoronamiento del partido

conservador en el poder tras 40 años de hegemonía conservadora.

En este orden de ideas, la Liga de Inquilinos entraba de lleno con un liderazgo político,

casualmente lejos de corresponder a los anhelos del comité departamental de estudiantes.

Suponemos, más bien, que las verdaderas intenciones del comité departamental, era la

participación de dignatarios del partido liberal313. De otro lado, la poca representación de gente

del pueblo raso. Si bien había un componente humano relacionado con el obrerismo, la Junta

directiva de la Liga de Inquilinos mantenía un perfil más intelectual y político que dirigiera de

manera articulada sus peticiones a la Cámara. Un grupo experto que aprovechara las

oportunidades políticas y liderara las acciones, como en efecto sucedió y en la base, un grupo

social de inquilinos, los mayores necesitados de las reformas esperanzados y confiados en sus

dirigentes capaces de dirigir la acción en la conducción del barco a un feliz puerto.

En la reunión de la tercera asamblea llevada a cabo ese domingo 27 de octubre, aparte de la

verificación y aprobación de la nueva junta directiva de la Liga de Inquilinos, se desarrolló el

311 “Junta directiva de la liga de inquilinos”. El Tiempo. Octubre 27 de 1929. Año XIX. Número 6494. P,3. 312 Ibid. 313 Como se verá más adelante en la adhesión del Representante Turbay como acompañante en lo que se conoció

como la presidencia dual de la junta de La Liga de Inquilinos

Page 95: La Huelga de los Inquilinos

95

primer discurso de su nuevo presidente. Su discurso, aparte de llevar datos importantes sobre la

problemática en mención sobre los alquileres altos y las penurias por las que atravesaba el

grueso de la población reiteraba su apoyo a los inquilinos. En tal sentido expresaba: “esta

campaña no tiene los minúsculos lineamientos de una cuestión de dinero sino las grandes

proporciones de reivindicar la paz, la tranquilidad, base fundamental de la patria”314. Para los

editorialistas de la época “el público llegó hasta el delirio y aclamó a su presidente”315.Así

mismo, y luego del magnífico discurso de Camacho Carreño, el acto seguido prosiguió con la

lectura de una proclama por parte del vocal Bernal Azula. Esta contaba con dos datos

sobresalientes en particular que se incluirían en los nuevos estatutos. Por un lado, la reiteración

a la directiva del comité departamental de estudiantes para que en nombre propio se erigiera

como junta de control de la Junta de Inquilinos y de otro lado el cambio del nombre de la Liga

de Inquilinos, por el de Liga Nacional de Inquilinos, el cual empezaría a regir a partir de la

fecha.316 Como tercer punto del vocal Bernal, enfatizó en convocar para el jueves siguiente 31

de octubre, a todos los inquilinos de la ciudad a una manifestación ante el Congreso de la

República para acompañar los proyectos y “nombrar como oradores para la manifestación a los

doctores Jorge Eliecer Gaitán, Gabriel Turbay, Silvio Villegas y Felipe Lleras Camargo y como

representante de la Liga ante el congreso al doctor José Camacho Carreño”317presidente de la

Liga de Inquilinos.

En aras de la acción para la fortaleza y crecimiento del movimiento, el vocal Sabogal dentro de

sus proposiciones adicionó el llamado a los inquilinos a la solidaridad. Los inquilinos deberían

protestar en contra de las iniquidades que observaran en el alto precio injustificado de los

arriendos y los juicios injustos y hostiles de desahucio, bajo la mala intención de los propietarios

en el desconocimiento del derecho de los arrendatarios. De igual manera, se hacía un llamado

urgente de solidaridad a todos los arrendatarios de distinta procedencia, fueran comerciantes o

particulares, para impedir que uno de sus miembros de inquilinos cuya situación actual fuera

precaria, pasara por la penosa situación de ser expulsado de su propiedad sin justa causa. Todos

estos puntos y los que vamos a describir a continuación fueron aprobados por unanimidad por

la junta directiva de la Liga de Inquilinos, determinando su publicación en carteles y la prensa

de la ciudad.

Como cierre de la reunión de domingo en horas de la mañana, se determinó crear la presidencia

dual de la Liga Nacional de Inquilinos como pedido del actual presidente el doctor Camacho

Carreño. Para su compañía y trabajo mancomunado en la presidencia de la Liga se encomendó

al dignatario Gabriel Turbay para que asumiera este cargo compartido en la presidencia. Luego,

en medio del frenesí y el entusiasmo de los asistentes, se modificaron los artículos

correspondientes y la presidencia de la Liga Nacional de Inquilinos desde ese momento se lideró

con lo que se conoció como la presidencia dual318. La manifestación se llevaría a cabo como lo

hemos mencionado el día jueves 31 en horas de la tarde.

314 “Sesión de la junta de inquilinos muy sensacional”. El Tiempo. Octubre 28 de 1929. Año XIX. Número 6495.

P,1. 315 Ibid. 316 Ibid. 317 Ibid. 318 Ibid.

Page 96: La Huelga de los Inquilinos

96

6. Primera manifestación de Inquilinos como remate de las manifestaciones

de la década de los veinte.

Algo en paralelo que influyó de manera determinante a la ciudadanía en general, pero sobre todo

a la Liga de Inquilinos en el proceso de su organización fue una manifestación cívica llevada a

cabo en completa calma por el centro departamental de estudiantes, el día jueves tres de octubre

de 1929 en horas de la noche. Dicha convocatoria tenía como finalidad felicitar a los jóvenes

representantes y legisladores de ambos partidos, quienes según ellos habían sido los encargados

de restaurar la moral de la República. Todos estos líderes al momento de llegar suscitaron vítores

y aplausos entre quienes, como personajes más representativos figuraban el R. Gaitán y el R.

Turbay desfilando en completa armonía desde la Plaza de Bolívar por la Calle Real en dirección

del Parque Santander. “Allí frente al club Santander la multitud que había crecido

extraordinariamente y se mostraba muy entusiasta se estacionó demostrando su simpatía por la

labor parlamentaria de los grupos llamados Leopardos liberal y conservador”319. Cuando le

correspondió hablar al doctor Gaitán palabras más palabras menos aclaró:

“Aclaró el orador, que, contra esa corriente, se había levantado esta nueva generación, esta juventud que no sabe

de las concupiscencias electorales, esta brava juventud, dispuesta a despojar de sus posiciones en forma definitiva

a los representantes del manzanillismo conservador, y a los del manzanillismo liberal, rosca todavía más nefanda

que estaba ensuciando la historia del glorioso partido liberal. Aconsejó que los elementos civiles de la ciudadanía,

unidos a los muchachos universitarios, vigilarán de cerca esas roscas e impedirán la continuación del fraude

electoral, si necesario era haciendo uso de la violencia”320.

Finalizada la década, y retomando nuestra historia, como se había previsto el jueves 31 de

octubre de 1929 se llevó a cabo la manifestación que se tenía programada en la tercera asamblea

de la Liga de Inquilinos organizada por la junta directiva de la liga y del centro departamental

de estudiantes. Con un cálculo aproximado de más de mil personas inicialmente, las cuales

sumaban adeptos pasadas las cinco de la tarde en las locaciones del Parque Santander, los

manifestantes sin distinción de clase social o filiación política, pero si los desposeídos e

inquilinos afligidos por la situación social del alto precio de los alquileres, se dirigieron con

rumbo a la carrera séptima y la plaza de Bolívar al Capitolio Nacional. Con los vítores “viva la

Liga de Inquilinos” pero en completo orden y de manera civilizada, los manifestantes a su paso

iban pidiendo de los comerciantes del lugar su apoyo en cuanto al cierre temporal de sus

negocios y el acompañamiento irrestricto a la unidad de la marcha. Como respuesta a dicha

petición, muchos atendieron el llamado. Las calles multiplicaron su afluencia de gente y se

calculó por los editorialistas de la época un total de algo más de cinco mil personas presentes en

la Calle real con rumbo al Capitolio Nacional321.

319 “La manifestación de anoche”. El Tiempo. Octubre 5 de 1929. Año XIX. Número 6472. P,4 320 Ibid. 321 “La lucha por la baja de los alquileres. Ayer tarde se realizó la gran manifestación de inquilinos. Hablaron a la

multitud desde el Capitolio los RR. Turbay, Camacho, Gaitán, Lleras y Villegas”. El Tiempo. Noviembre 1 de

1929. Año XIX. Número 6499. P,1.

Page 97: La Huelga de los Inquilinos

97

Con carteles en letra roja y consignas tales como “La opresión y el hambre son el lema de la

burguesía” se dejaba entrever un halo socialista en la manifestación. Creemos nosotros que este

hecho, fue producto en parte por el rezago de años anteriores del comité organizador de la Liga

de Inquilinos en su vertiente socialista. Sin embargo, este símbolo desconcertó a más de un

incauto paseante que luego de comprobar lo nutrido y diversificado componente social de la

marcha continuó sin darle importancia a este pequeño detalle, el cual para muchos no dejaba de

ser sospechoso322. Imaginarnos el patio principal del Capitolio Nacional colmado y abarrotado

de manifestantes arengando cantos y gritos cada vez con más efervescencia y entusiasmo, no

deja de parecernos un espectáculo de marca mayor y de presión para los convocados. Este

espacio abarrotado de manifestantes, con júbilo por lo que se llegase a presentar en solución a

sus problemáticas y ansiosas de que se llegara a un feliz término, era el entorno ideal para

disponer en la tarima de oradores nombrados por la Liga de Inquilinos y el comité departamental

habían destinado para tal fin. En orden de aparición para la oratoria se presentaron los jóvenes

representantes designados para recibir la manifestación. El Representante Gabriel Turbay, el

presidente de La Liga el economista Camacho Carreño, el doctor Gaitán, el doctor Lleras

Camargo y por último, y para terminar, el doctor Villegas, quien en un acto de imprudencia sus

palabras fueron dirigidas a la defesa del doctor Abadía Méndez. Esto generó como consecuencia

la exasperación de los ánimos de los asistentes y en medio de la bullicea y el descrédito dicho

representante no culminó su intervención323.

Las cuatro intervenciones que antecedieron el desafortunado discurso del doctor Villegas

encarnaban palabras de ánimo y concientización sobre el problema de los alquileres y las

injusticias de los precios altos de los arriendos que recaían siempre sobre los más pobres.

Mientras que todo había bajado, solo los alquileres permanecían por las nubes anotaba en su

discurso el doctor Turbay. En cuanto a la presentación del doctor Camacho, su alocución estuvo

más encaminada a generar esperanzas en cuanto a que había llegado de una vez por todas el

momento para la reivindicación de los derechos a la ciudad y adicionalmente:

“en la defensa del techo que ampara a nuestros hijos, que guarda el tesoro de nuestros afectos, que defiende el

temblor de las cunas y el brazo amoroso de la esposa, el sueño sosegado de los padres, o que se trata de proteger

contra la codicia desmedida de clases explotadoras que no tienen corazón ni entrañas.”” Invitó a los concurrentes

a que una noche de estas bellas noches bogotanas, cuando algún grito haya de turbar el tranquilo sosiego de todos

los hogares, todos estén listos para defender la justicia que hoy ha jurado defender la ciudadanía de la capital”324.

El discurso del doctor Gaitán se encaminó a desacreditar y delatar la concupiscencia y el

desprestigio del gobierno de turno tanto de la facción liberal como la conservadora reunida en

todo momento “en torno al presupuesto para explotar la riqueza del pueblo que la amasa con su

sudor y su sangre”325. Adicionalmente elogió al congreso liberal y “condenó a los plutócratas y

capitalistas. Dijo que nada temía a las amenazas de unos y otros, porque estaba en la seguridad

que la juventud del parlamento era la verdadera representación del pueblo y de las juventudes

322 Ibid. 323 Ibid. 324 Ibid. 325 Ibid.

Page 98: La Huelga de los Inquilinos

98

universitarias que palpitaban en la manifestación”326. El discurso posterior del doctor Lleras fue

un tanto más demagógico, comparando a los manifestantes con los descamisados de la toma de

la bastilla. Aducía que “eran exactamente los mismos que ahora piden la abolición de una

aberrante injusticia de las clases explotadoras y prometió que en un cuarto de hora, cuando

volvieran al parlamento harían aprobar la ley tendiente a conseguir el abaratamiento de los

alquileres”327.

Una vez los discursos llegaban a su punto final, la asistencia crispó sus ánimos y en forma de

algarabía y aclamación a las palabras ofrecidas en este lugar, se sentaron las bases para la

consolidación de una huelga. En caso que las leyes acompañantes en el Congreso en cuanto a la

rebaja del canon de los arrendamientos no correspondieran a las esperanzas del pueblo y no

brotaran de ellas los frutos anhelados, se determinaría esta acción colectiva.

Al día siguiente de la manifestación, la Junta directiva de la Liga de Inquilinos sesionó en el

Teatro Municipal con los ánimos y la esperanzas a flor de piel y en el camino de la movilización

siempre por medio de las acciones cívicas. Si bien la sesión inició analizando la actuación y

reprochando algunos de los incidentes como el ocasionado con la actitud de los manifestantes

ante el discurso del Representante Villegas, la sesión tenía como finalidad acordar unos puntos

determinantes en el devenir próximo de las acciones de la Liga de Inquilinos en la ciudad. En

este orden de ideas dos puntos fueron tratados como acto seguido a los análisis de la marcha.

Por un lado, el vocal doctor Ramón Bernal Azula presentaba un proyecto a la Junta. Este

consistía en recabar del Ministro de Obras públicas, del Gobernador del departamento y de las

empresas privadas de transportes la posibilidad de la rebaja de los pasajes a los habitantes de la

ciudad que se establecieran en los alrededores de la Sabana. De otro lado, se exhortaba a los

jueces municipales para que los juicios de desahucio se aplicaran con criterio moralizador, en

aras de salvaguardar los derechos que amparasen el patrimonio familiar. Se impedía con esto,

la coacción moral que les venían imponiendo a los inquilinos “condiciones usurarias e

inmorales”328. La sesión terminó con la invitación a seguir participando en próximas reuniones

convocadas para el siguiente domingo tres de noviembre en las instalaciones del Teatro

Municipal329.

La cuarta asamblea se patrocinó con carteles y editoriales de prensa invitando a todas las

personas afectadas por el problema de los arriendos caros a que participaran de manera activa

en las deliberaciones que se tomaran ese día en horas de la mañana en las instalaciones del

Teatro Municipal, lugar donde habitualmente se desarrollaban dichas reuniones330. De estas

deliberaciones se aprobaron aspectos de vital importancia para el devenir de la Liga de

Inquilinos, como la sindicalización del gremio para prever en futuros conflictos problemas de

orden de abuso de las autoridades, los propietarios y las casas de arrendamiento, así como estar

listos para cuando las leyes del legislativo entorno a los arriendos fueran aprobadas. “El gremio

326 Ibid. 327 Ibid. 328 “Liga de inquilinos. La Junta Directiva de la Liga Nacional de Inquilinos y las proposiciones y resoluciones

que adoptó en la sesión de ayer”. El Tiempo. Noviembre 2 de 1929. Año XIX. Número 6499. P,4. 329 Ibid. 330 “Asamblea general de inquilinos”. El Tiempo. Noviembre 3 de 1929. Año XIX. Número 6500. P,2.

Page 99: La Huelga de los Inquilinos

99

por su parte, puede hacer una defensa muy acertada si organiza desde ahora su sindicalización,

de modo que cuando las leyes pertinentes lleguen a expedirse encuentren todo ya listo”331.

Sin embargo, lo que más nos interesa resaltar de esta última asamblea fue la concientización de

la lucha encaminada a fortalecer la solidaridad del gremio y las estrategias que se tendrían en

cuenta en caso de la no consecución de fines y los proyectos en la Cámara. Así mismo, la manera

de organizar la lucha a largo plazo, lenta y madura y con organismos para tareas puntuales y

efectivas. Las propuestas concretas a las que se refería en su discurso el doctor Turbay fueron

entre otras:

“el pago de una cuota gradual o fija percibida por el sistema de las cajas de ahorros, y destinada a que el inquilino

se haga propietario por el sistema de la amortización gradual que es el ideal a que mejor puede aspirar hoy por hoy

quien está sometido a la tiranía del propietario que desahucia y templa el alquiler cuando le viene en gana. Todas

estas reformas se pueden llevar a término inclusive con el asentimiento y cooperación de elementos de la Banca

del comercio, y los mismos propietarios, y tiene una manera de desarrollo y complemento en el fomento de las

construcciones urbanas, paralo cual está u bien que sean gravados fuertemente los lotes urbanos no construidos.

Para ello también no cabe dejar de considerarse el problema del acueducto de Bogotá que es necesidad imperiosa

también para llegar a esa finalidad. Es un programa de varios puntos y que para que dé resultado requiere una firme

organización, un respaldo constante, y elementos directivos que vayan sorteando diariamente las resistencias que

puedan oponerse y que naturalmente se opondrán”332.

Sin embargo, a pesar de la lectura crítica que hacia el doctor Turbay y de las propuestas

examinadas científicamente a la luz de la problemática y la coyuntura, no se dejaba de lado el

hecho de que lo primero y más importante era la legislación. Generación de leyes que sirvieran

como reformas sustanciales a atender dicha situación que ponía en discusión a propietarios y

arrendatarios, en torno a la lucha por el problema de los arriendos caros, y la usura. En este

orden de ideas, se convino, estar atentos al desarrollo de los debates, esperar la determinación

del Congreso sobre el futuro de estos proyectos, y estar aprestos para nuevas asambleas y nuevas

decisiones.

Los debates en la Cámara fueron fuertes y no fructificaron en una primera instancia. Se aducía,

que la forma vehemente en que los llevaba a cabo el representante Turbay en dicho recinto, era

más una imposición dictatorial que una postura concertada para hacer aprobar sus proyectos. En

contra de él, algunos representantes, entre ellos el R. Villegas, consideraban que un proyecto de

esta magnitud era más una postura demagógica que en realidad una respuesta a la solución a la

problemática de las injusticas por culpa de los arriendos caros. Para sustentar su idea, la

especificaba ejemplificando el hecho de que, según su investigación y datos estadísticos

proporcionados por el propio Catastro, podía comprobar que “existen casas que valen setenta

mil pesos, que están arrendadas en doscientos o trescientos pesos mensuales y que de acuerdo

con el canon fijado en la ley vendrían a quedar en $350 mensuales, y otros tantos por estilo333.

Se discutía por parte de los representantes opositores, su acuerdo con expedir leyes en beneficio

331 “La interesante reunión de los inquilinos ayer”. El tiempo. Noviembre 4 de 1929. Año XIX. Número 6501.

P,1. 332 Ibid. 333 “CAMARA. El problema del inquilinato”. El Tiempo. Noviembre 5 de 1929. Año XIX. Número 6502. P,6.

Page 100: La Huelga de los Inquilinos

100

de los arrendatarios, pero siempre respaldadas de análisis científicos que generaran realidad y

no falsas expectativas para los arrendatarios.

7. Primeras deliberaciones en torno al proyecto de los alquileres. El papel del

cabildo de Bogotá y el concejal Gaitán.

Nuevas caras se verían en el Concejo de Bogotá producto de la rotación que se hacía en él cada

dos años. Para el periplo 1931 1933, se eligió como presidente del cabildo al concejal Jorge

Eliecer Gaitán y como secretario el señor Roberto Liévano. Ente los cabildantes figuraron

señores que tendrían algún protagonismo posterior con el tema de la legislación sobre los

arriendos como los señores concejales Torres Umaña, Valbuena, Portocarrero, Vargas, Malo

Baños, Sandoval, Soto del Corral, entre otros muchos. En un acto de apertura y bienvenida el

alcalde de la ciudad el señor Alfonso Robledo Jaramillo manifestó sus esperanzas al nuevo

cabildo recordando que al anterior y anteriores Concejos se les endilgaba parte de la

problemática actual en cuanto a los visos de corrupción y desmantelamiento del Estado334. Una

de las primeras determinaciones con relación al tema de los arrendamientos caros en la ciudad

de Bogotá fue la de nombrar una comisión para estudiar dicha problemática. En palabras del

propio concejal Valbuena éste señaló que “era necesario acabar con los procedimientos

usurarios de los dueños de agencia que extorsionaban de manera cruel a los ciudadanos que no

pertenecían a las clases acomodadas”335. Así mismo se nombró al C. González como

representante del cabildo para hacer parte de la Junta de habitaciones creadas bajo los

reglamentos de la ley de habitaciones. Ésta, según el cabildo en pleno había asistido de manera

oportuna en la construcción de casas para obreros y en la fijación de un canon de arrendamiento

para éstas oscilando en un precio entre cinco y ocho pesos mensuales.

En cuanto a los problemas sociales y materiales de la ciudad y de carácter urbano, había que

enfrentarlos desde varios frentes de acción para solucionar el inconformismo social, pero sobre

todo la restauración moral del Concejo. Adicionalmente tendría en sus manos que atender la

coyuntura del problema de los arrendamientos caros, ahora enfrentando a un grupo poblacional

más organizado y consciente como el encarnado por la Liga Nacional de Inquilinos y su comité

departamental de estudiantes, en medio de una situación prácticamente sin control. Abierto el

espectro para el estudio de los arriendos caros, la esperanza seguía creciendo desde los

arrendatarios, y en palabras del comité de acción liberal por Bogotá, se les convocó para que se

hicieran presentes en las barras del cabildo para apoyar esta iniciativa, misiva que iba firmada

por el secretario L.J. Correa336. De igual manera la Liga de Inquilinos instaló una serie de

carteles con la convocatoria para la tarde noche del martes tres de diciembre donde se llevaría

el debate en el cabildo.

Con las barras colmadas y acaloradas que habían llegado desde temprano, el debate se inició

como se tenía previsto hacia las seis y treinta de la tarde en las instalaciones del Concejo. Se

334 “El mensaje del alcalde al nuevo Concejo. Restauración moral y asistencia pública”. El Tiempo. Noviembre 2

de 1929. Año XIX. Número 6499. P,9. 335 “Concejo. Nueva adición”. El Tiempo. Noviembre 6 de 1929. Año XIX. Número 6503. P,4. 336 “Inquilinos”. El Tiempo. Noviembre 30 de 1929.

Page 101: La Huelga de los Inquilinos

101

debatirían dos proyectos, uno por el C. Gaitán y otro por los concejales Malo Baños, Torres

Umaña y Sandoval en similitud de puntos a tratar con relación, en palabras del mismo doctor

Gaitán a la “inexplicable y excesiva carestía de los arrendamientos en Bogotá”337. Como

antesala, la intervención inicial la llevó a cabo el Concejal Malo Baños quien se enfocó en

delatar a las casas de arrendamiento como “acaparadoras de arrendamientos” y sustentó su

oratoria aduciendo que la problemática de los arrendamientos caros se debía en particular a la

usura en el cobro de los arriendos por estas agencias. Dentro de los apartes de su intervención

se refirió a decir que la única medida que veía con las herramientas propias del Concejo, era

imponer impuestos elevados a dichas agencias. Propuso “un impuesto de $500 mensuales para

las agencias de primera clase y de $400 para las agencias de segunda” y determinó que con

dichos impuestos se construyeran casas para pobres. Adicionalmente instó al Municipio a dar

facilidades para los programas de construcción de viviendas, imponer un impuesto a las casas

desocupadas y la creación de la agencia de arrendamiento oficial338. De su intervención posterior

rescatamos el hecho de proponer en la vía de la protesta y la lucha de la Liga de los Inquilinos,

que se debían delatar las casas en donde los arrendamientos fueran excesivos, “con el fin de que

el pueblo de Bogotá deje de ocuparlas, por lo menos seis meses, como castigo a la desmedida

ambición de los propietarios339. Como se podrá notar, dicha intervención fue ampliamente

ovacionada por las barras que muy atentamente escuchaban.

El turno en la oratoria le correspondería al autor del otro proyecto el concejal Gaitán. Como

hacíamos notar en otros apartes del escrito, fue determinante en la lucha de la Liga de los

Inquilinos, por cuanto su popularidad iba ganando adeptos, en el delato de las injusticias y en el

desenmascare de las clases dirigentes, causantes según él de la debacle económica y social de

la ciudad y la Nación. Sus puntos de vista se enfocaron en dos aspectos en particular.

Primeramente, en proponer un sistema de acceso a las viviendas para las clases pobres y

segundo, en delatar a las clases altas y capitalistas, detallando de una manera crítica y

concienzuda la problemática del arrendamiento340. Con seguridad para los participantes y para

la tribuna, sus palabras fueron una cátedra de conciencia social y humanitaria. En el primer

sentido, sus propuestas si bien fueron ambiciosas e irrealizables, entrañaban una idealización de

solución al problema de los arriendos. Ésta relacionada con el sistema de adquisición de

vivienda creando una sociedad de pequeños propietarios a futuro, para lo cual se delegaba a las

comisiones encargadas por el Concejo para el estudio de la problemática. Planteó así mismo,

que el municipio se endeudara con un empréstito de cien mil pesos para la construcción de casas

para obreros, sencillas, cómodas e higiénicas, cuyo valor de construcción no excediera los

$5.000. Las personas, en pago de sus bonos o en pago de su arriendo, por el sistema de clubs,

se les permitirían ser los propietarios de sus casas arrendadas. Su intervención no paró allí, y

como hemos hecho notar su punto principal de ataque iba dirigido a las clases altas y capitalistas

337 “En primer debate se aprobó en el Concejo el proyecto sobre rebaja de alquileres”. El Tiempo. Diciembre 3 de

1929. Año XIX. Número 6529. P. 4. 338 “En primer debate se aprobó en el Concejo el proyecto sobre rebaja de alquileres. El Dr. Jorge Eliecer Gaitán,

autor del proyecto, pronunció un discurso para sustentarlo. – El Municipio venderá casas por sistema de clubs”. El

Tiempo. Diciembre 3 de 1929. Año XIX. Número 6529. P. 1 339 Ibid. P. 4. 340 Ibid.

Page 102: La Huelga de los Inquilinos

102

de la ciudad quienes así mismo consideraban a los que hablaban sobre el derecho a la propiedad

como comunistas que pretendían acabar con la propiedad privada341.

El proyecto de acuerdo radicado por el concejal Gaitán 207 de 1929 “por el cual se provee a la

construcción de casas económicas y se dictan otras medidas de interés social”342consistente en

12 artículos con sus parágrafos respectivos, sustentado de manera magistral por el concejal, fue

aprobado en primer debate esa noche del dos de diciembre de 1929. Con esto, se dio por sentada

la postura de este Concejo municipal de 1929 en torno al problema de los arriendos caros y la

defensa irrestricta de los inquilinos y arrendatarios. De otro lado, el proyecto de acuerdo 206

“por el cual se dictan algunas disposiciones tendientes a disminuir el precio de los

arrendamientos urbanos y se dictan otras disposiciones”343 consistente en diez artículos con sus

parágrafos correspondientes presentado por los concejales Malo Baños y Sandoval, fue leído y

acordado344. Una cierta tranquilidad y un halo de esperanza circundó momentáneamente a los

inquilinos y la Liga de Inquilinos esperó prudentemente el desenvolvimiento de esta ley en el

Concejo de Bogotá.

Pero con todo y esto nuevas críticas de manera justificada y sustentada desde la misma junta de

control de la Liga de Inquilinos no se hicieron esperar. En vocería del comité departamental de

estudiantes el señor Antonio Vicente Arenas, ponía en aprietos la posibilidad de contener la

problemática del alza inmoderada de los arriendos con leyes argumentadas esta vez desde el

cabildo. Su propuesta iba encaminada a sugerir como única y mejor salida en la coyuntura social

de los arriendos la determinación de ir a una huelga. Era apenas lógico -según Arenas- que las

propuestas hechas en los proyectos de Gaitán y Malo, no tendrían salida desde el punto de vista

341 Los discursos de Gaitán, según nuestra apreciación, no solo se componían de la emotividad propia de su oratoria,

sino que así mismo detallaban la problemática de los arrendamientos, la situación del hacinamiento en las

habitaciones y la alta proliferación de epidemias y mortandad en las clases menos favorecidas. Así mismo sobre

las injusticias en los juicios de lanzamiento, la forma en que se prohibía arrendar a familias con niños de bazos, el

problema del agua en la ciudad que junto con las condiciones materiales de la vivienda eran proclives aún más a

las epidemias y enfermedades. De la crítica a los propietarios, el preguntarse el por qué no podían bajar éstos los

precios de los arrendamientos y demás situaciones cotidianas que mostraban las problemáticas como la realidad a

la que diariamente asistían las familias más pobres de la ciudad en Bogotá a todo lo largo de la década de los veinte,

sin visos de mejoramiento. De otro lado un conocimiento de la situación fiscal y económica argumentando las

causas de la carestía de la vivienda relacionada con la inflación proveniente de la bonanza de los empréstitos los

cuales aumentaron el costo de la vivienda tal vez para no volver a bajar. 342 “En primer debate se aprobó en el Concejo el proyecto sobre rebaja de alquileres”. El Tiempo. Diciembre 3 de

1929. Año XIX. Número 6529.P. 4. 343 “La campaña del Concejo contra la carestía de las habitaciones. Proyecto de acuerdo No. 206. ´por el cual se

dictan algunas disposiciones tendientes a disminuir el precio de los arrendamientos urbanos y se dictan otras

disposiciones´”. El Tiempo. Diciembre 4 de 1929. Año XIX. Número 6530. P.4. 344 Ibid. Dentro de las disposiciones más importantes del acuerdo 207 nos gustaría resaltar dos artículos

preponderantes. El séptimo, relacionado con la creación de la “agencia municipal de arrendamientos”, la cual

serviría de intermediaria gratuita en todos los contratos de arrendamiento entre dueños e inquilinos, dejando con

esto sin piso a las agencias de arrendamiento. Y el artículo primero el cual sostenía que después de seis meses dicha

sanción del acuerdo, “los lotes de terreno que no tengan edificios, y que estén comprendidos dentro del plano de

Bogotá futuro, pagarán un impuesto trimestral equivalente al uno por mil del avalúo catastral” promoviendo con

esto muchas de los argumentos que se habían propuesto con anterioridad por parte de la Liga de Inquilinos como

pate delas medidas en cuanto al problema de la usura de los alquileres de los propietarios de este tipo de

construcciones.

Page 103: La Huelga de los Inquilinos

103

constitucional. Así mismo según él, propuestas de este tipo de corte radical, atentaban contra el

derecho adquirido de propiedad privada de los propietarios, entre otras cosas pudiendo hacer

éstos uso y desuso de sus casas ocupadas o desocupadas todo el tiempo que lo consideraran. La

contradicción de los proyectos y el posible fracaso, se reforzaba en el artículo 32 de la

constitución vigente en ese año el cual “en tiempo de paz, nadie podrá ser privado de su

propiedad en todo o en parte, sino por pena, o apremio, o indemnización, o contribución general

con arreglo a las leyes”345. Es decir, para que las propuestas de estos proyectos prosperaran,

debían seguir su curso en la constitución. El proyecto según el representante de los estudiantes,

estaría destinado al fracaso en la instancia del Congreso. Otras razones de igual peso, aducía

Arenas, se daba en la crítica de inconstitucionalidad de estos proyectos presentados en el

cabildo. En este mismo orden de ideas, el punto relacionado con la creación de la oficina

municipal para la colocación gratuita de casas, se caería constitucionalmente aduciendo atentar

contra la libertad de industria que la constitución protegía346.

Pero sí, por el contrario, Arenas fue enfático en promover como característica más importante

en el triunfo de las manifestaciones de las ligas de Inquilinos en otras latitudes, “la Huelga

pasiva”, consistente ésta en la moratoria de pagos de los alquileres. “Yo estoy convencido que

el solo anuncio de la huelga será suficiente para que los propietarios de casas cedan de manera

resuelta, no por cobardía sino por patriotismo y por sometimiento a los principios éticos”347.

Producto de la experiencia de años anteriores, pero también producto de una decisión

contundente de la lucha, la Liga de Inquilinos se reorganizó. En esta oportunidad, de manera

más precisa, con comités de huelga en los barrios y con un diseño organizativo propicio para la

ocasión. Con la consideración que, sin una organización de tal base, la lucha no sería vista con

el rigor que se merece.

8. El llamado a la Huelga de los Inquilinos

Nos hemos referido en anteriores ocasiones a observar que la principal característica del

concepto desafío radica en la acción. Así mismo, que el tipo de acción al que creíamos obraba

el movimiento de inquilinos era una acción colectiva referida exclusivamente a la protesta en

las calles como tradicionalmente se desenvolvían las manifestaciones por reivindicar los

derechos en Bogotá. Decíamos que para la época era ya sabido de antemano por parte del Estado

que estas acciones conllevaban cierto terror en su proceder. Por tal motivo el temor a la huelga

radicaba en la asonada y la falta o la pérdida del control por parte de las autoridades competentes

y los gobiernos de turno. Lo que no recordábamos era que la Liga en su recomposición entre

otras cosas motivada por la supervisión del centro departamental de estudiantes había

desmantelado el organigrama beligerante. A su lugar, habían llegado dirigentes -si bien con

tendencia socialista- afluentes a las acciones cívicas y pacíficas, sin tinte político y actuando en

nombre y representación de todas las clases sociales. Basta recordar las insinuaciones

promocionadas por la prensa de la época en torno a esta problemática: “Toda organización de

345 Antonio Vicente Arenas. “Los planes del cabildo para resolver el problema del inquilinato”. El Tiempo.

Diciembre 6 de 1929. Año XIX. Número 6532. P. 15. 346 Ibid. 347 Ibid.

Page 104: La Huelga de los Inquilinos

104

inquilinos debe apoyarse en principios de índole social y económica y permanecer siempre ajena

a las luchas de partido. Por desatender esta verdad primordial fracasó lastimosamente el primer

intento serio de acercamiento de las fuerzas urbanas”348.

Si a esto le agregamos el talante pacifista del ciudadano típico bogotano, el valor que había

adquirido el civismo en cuanto a la forma de las reclamaciones de los derechos, el desprestigio

por las marchas comunistas que terminaban en asonadas, la coyuntura del problema de los

arriendos la cual no se podía exponer a terminar en violencia por temor a no ser atendidos sus

reclamos; y de otro lado, la actitud del gobierno en torno a la recepción de las huelgas, era obvio

pensar que dicha acción colectiva debía conllevar otras formas en las acciones de lucha para

contabilizar un éxito seguro.

Finalizado el año de 1929 y en coincidencia con la clausura de los tribunales, la Liga de

Inquilinos decretó una Huelga para el día veinte de diciembre del año en curso. Su propuesta de

fijar una fecha determinada radicaba en el hecho de conocer que los tribunales al cerrar sus

puertas no tendrían la oportunidad de ejecutar desahucios. Para este entonces y luego de pasada

una época en la que se acumuló la experiencia de sus organizadores, pero también el aumento

del descontento, la nueva directiva se había dedicado a organizar a los inquilinos por barrios349.

Había nombrado comisiones que se entendieran directa y permanentemente con las agencias de

arrendamiento, había proporcionado el contacto permanente con los inquilinos en las distintas

sesiones de las asambleas que desde octubre de ese presente año se habían llevado a cabo.

El llamado a Huelga iba respaldado por un cúmulo de razones que recordaban el hecho de la

gran manifestación ocurrida en octubre. Esta como recordamos, estaba destinada a recabar del

Congreso la posibilidad de la expedición de la ley del canon de arrendamiento que aliviara

momentáneamente la aflicción por el pago indiscriminado de los arrendamientos. Pero no había

dado los frutos esperados y de otro lado se esperaba del cabildo, la expedición de leyes que de

igual manera los beneficiara. Sin embargo, en vista de la renuencia por parte del Congreso en

dilatar los debates y de los proyectos en el cabildo con bajas probabilidades de éxito, se

determinó que la Huelga era el camino más efectivo con el que contaban los inquilinos contra

los propietarios que pretendieran explotarlos. Esta declaratoria como la miraremos más adelante

no contó con el respaldo de uno de sus presidentes el doctor Camacho Carreño produciendo

posteriormente su renuncia.

La filosofía de la junta de la Liga de Inquilinos en esta última etapa del movimiento, fue la de

concientizar en todo momento a los inquilinos del problema para formar la identidad del grupo

en la lucha por un objetivo común. Demostrarles que no debían conformarse solamente a la

espera de la expedición de leyes o acuerdos que los beneficiaran, sino como solución global

para todos los que vivieran en locales arrendados. Aislarlos del temor que se pudiera presentar

en cuanto a los desahucios y la pérdida de sus lugares para vivir si se actuara en solidaridad de

348“La Liga quiere decretar la Huelga de Inquilinos para el día veinte de diciembre. Coincide este decreto con la

clausura de los tribunales, que será aprovechada para evitar los juicios. -Considerandos de esta resolución-”. El

Tiempo. Diciembre 5 de 1929. Año XIX. Número 6531. P.1. 349 Ibid. P.2.

Page 105: La Huelga de los Inquilinos

105

cuerpo. Motivar a la unidad no solo de la Liga bogotana sino del fortalecimiento de una liga a

nivel nacional que contuviera todas las acciones en una sola. Concientizar sobre la realidad

política la cual se había evidenciado en la Cámara, que no asistían hombres honorables que

legislaran en torno a estas nobles causas. Todas estas razones en común acuerdo, fueron

perfilando otro tipo organizativo de la Liga, con hombres y mujeres más conscientes de su

situación en espera del llamado a esta modalidad de Huelga que se estaba cocinando en la ciudad

de Bogotá y que se había programado para el 20 de diciembre del año en curso. “Mientras el

pueblo no tenga derecho a dictarse por sí mismo las leyes que le van a favorecer precisa una

acción diferente”350.

En el marco del llamado a huelga como factor determinante a la hora de la acción colectiva, la

instauración de leyes en varios aspectos de la problemática seguía siendo la primera en el orden

de predilecciones por parte de La Liga, para dar por hecho cualquier salida al conflicto. Sin

embargo, según la experiencia, estas medidas contaban con bastante posibilidad de fracaso. Para

la junta directiva de la Liga de Inquilinos mientras que se nombre “con el carácter de legisladores

a hombres que desconocen las necesidades de los pobres y que a pesar de sus predicaciones

insinceras son y seguirán siendo sus cordiales enemigos, todo intento de reforma social se

quebrará lastimosamente o se volverá contra las clases que finge proteger”351.

Como otro punto importante en la propuesta que tenía la Liga antes del llamado a huelga estaba

la creación de oficinas municipales de arrendamiento junto con el control del Concejo y la Liga

de Inquilinos. Su participación era indispensable para evitar la burocratización, así como para

la participación activa de las organizaciones en la administración pública en beneficio de los

trabajadores352. En el mismo orden de ideas de los proyectos presentados en el cabildo por los

concejales Gaitán y Malo, La Liga de Inquilinos asentía el hecho de la creación de impuesto a

las casas desocupadas. Este consistía en aumentar progresivamente con relación al tiempo en

que estuvieran desocupadas, pero con la variable de que, si dichas casas estuvieran consignadas

para su colocación en la oficina Municipal, dicho cobro no se realizara. De otro lado, el

Municipio se encargaba de los servicios de colocación gratuitamente “de modo que esta oficina

terminaría en corto tiempo con las agencias particulares de arrendamiento y eliminaría

automáticamente los intermediarios353.

En este orden de ideas iban las propuestas de las directivas de la Liga de Inquilinos que como

miraremos más adelante tuvieron su rechazo. Este se dio en parte por la opinión pública, por los

legisladores, por los propietarios de casas y también por algunos de los representantes del comité

departamental de estudiantes que supervisaba a la Liga. Estos consideraban que, de realizarse,

las verían como inconstitucionales y fáciles de dirimir ante los despachos judiciales para su

derogación. Por último y no en menos categoría de importancia, La Liga asumiría la vocería de

la Huelga de Inquilinos programada para el veinte de diciembre de 1929, medida que se llevaría

a cabo, en caso de no atender dichas propuestas.

350 Ibid. 351 Ibid. 352 Ibid. 353 Ibid.

Page 106: La Huelga de los Inquilinos

106

La Huelga de Inquilinos promocionada con mucho tiempo de anterioridad que pasó de la acción

cívica primero por medio de quejas y reclamos en forma de cartas, misivas y publicaciones de

prensa bajo el acompañamiento con marchas en los distintos momentos, pasó a una forma

inusual pero efectiva de la acción colectiva. Dicha modalidad consistió en el llamado a la

cesación de pagos de los alquileres por todo el grupo social de los inquilinos de la ciudad; en

lo que Vicente Arenas llamó la Huelga pasiva354. En palabras de la junta directiva de Inquilinos,

si esta acción estuviera acompañada de la fortaleza de la organización, de la solidaridad del

grupo total de inquilinos y de la fortaleza en la contención de lo que se pudiera venir en materia

de desahucios y desalojos, “La Liga de Inquilinos será invencible, y entonces habremos

dominado el problema”355. Esta Huelga en dicha modalidad, quedó convocada para el 20 de

diciembre, fecha en la cual iniciaban las vacaciones judiciales. En ese entonces, los jueces no

tendrían contacto con las demandas que se pudieran producir por parte de los propietarios

afectados356, y se extendían:

“Esta moratoria, absolutamente pasiva y por consiguiente ajustada a la ley, es un recurso que debemos abocar si

no queremos retrasar más tiempo la solución del problema. Esta acción tendrá cabal éxito, pero aún en el caso de

que circunstancias adversas llegasen a restarle eficacia, sería con todo, una voz de alerta para los que han cerrado

sus oídos ante el clamor unánime de los que sufren”357.

Y de otro lado estas esperanzadoras palabras de Vicente Arenas en su discurso de crítica ante el

proyecto de arrendamientos presentado en el cabildo, con las cuales encabezamos este capítulo:

No será la violencia material, pre ordenada al fin, el arma que pretendemos esgrimir; es el derecho legítimo de no

hacer, de no obrar, de omitir un acto en defensa del ahorro. Pero no por eso el movimiento revertirá consecuencias

menores. Recordad todos, las palabras de Mirabeau en el tercer Estado. Esa masa que parece imponente, no necesita

para convertirse en un portentoso mecanismo de guerra sino cruzarse de brazos y permanecer inmóvil”358.

9. La Huelga de los Inquilinos: última parte

Con una organización definida, formada y fomentada a todo lo largo de la década, y establecida

su base social y política en diciembre de 1929 con el llamado a Huelga, la Liga de Inquilinos de

Bogotá entraría en la etapa final de sus decisiones, y en su punto más álgido de la historia. Como

recordamos, la Liga de Inquilinos en decisiones tomadas para fortalecer su organización contaba

con el comité de conciliación y arbitramento y los subcomités por barrios como antesala en la

decisión de convocar la huelga. Recordemos que este comité debía preceder a la huelga, es decir,

tratar por todos los medios de la razón y la sensatez actuar de intermediario entre los propietarios

y los inquilinos en el acuerdo de pagos, entre otras cosas. En este orden de ideas La Liga de

354 Subrayado nuestro. 355 Ibid. P.4. 356 Ibid. P.4. 357 Ibid. 358 Antonio Vicente Arenas. “Los planes del cabildo para resolver el problema del inquilinato”. El Tiempo.

Diciembre 6 de 1929. Año XIX. Número 6532. P. 15.

Page 107: La Huelga de los Inquilinos

107

Inquilinos en diciembre de 1929359 convocaba por medio de la prensa a propietarios y delegados

de las casas de arrendamiento para una reunión, en ésta, se definirían los representantes de éstos

y se conformaría dicho comité. La finalidad, era tratar los temas relacionados con el monto

excesivo de los arriendos, y las cláusulas de los contratos, entre otros temas, que generaran un

buen entendimiento entre las partes a fin de evitar colisiones o protestas que no condujeran a

ningún fin.

Pero dicho comité por lo menos en sus inicios no se concretó. La negativa en la participación

de los delegados de los propietarios a dicho comité motivó la indignación de la Liga de

Inquilinos en el desborde de su paciencia, decretándose la cesación de pagos para el día 1º. de

enero de 1930. Efectivamente en dicha sesión en la casa del estudiante y con la presencia en

pleno de la junta directiva de la Liga de Inquilinos y las sub juntas de los barrios se decidió

convocar a una asamblea general para el primero de enero de 1930 en el Teatro Municipal.

Dicha reunión tenía como finalidad resolver definitivamente la moratoria de pagos en vista de

la dilación de los propietarios en su compromiso a la asistencia a las reuniones de conciliación,

así como resaltar el hecho del engaño a los inquilinos por las agencias de arrendamiento, en el

incumplimiento a la promesa de la rebaja de los arriendos que nunca se dio360.

En otro frente de la acción y en paralelo, los comités de barrios se encargaban de tratar de

eliminar a los intermediaros relacionados como los principales causantes del precio injusto y el

alza en los cobros de los arriendos. Con relación al proceder de los intermediarios catalogados

como antiético y antihumano, la Liga de Inquilinos tenía amplio conocimiento y se preparaba

también para tratar de incidir en ellos. En el llamado a la reunión que se celebraría el 31 de

diciembre,361 uno de los puntos a tratar se refería específicamente a este asunto. De igual manera,

otra finalidad consistió en denunciar varios casos de intermediarios y exponer el caso de los

locales pequeños y habitaciones insalubres ocupados por gentes pobres a la que recaía con más

peso las injusticias de los precios altos.

La convocatoria a la cesación de pagos para el primero de enero del año en curso de 1930 fue

acompañada por una primera manifestación de los inquilinos. Estos solicitaron el apoyo de las

autoridades en la baja de los arrendamientos y en la atención a sus requerimientos planteados

por la Liga de Inquilinos en estas últimas asambleas extraordinarias. Según lo leemos de un

editorial del diario El Tiempo362, con la presencia de más de mil inquilinos marchando por las

calles de Bogotá y al unísono de la algarabía y los vivas a la Liga de inquilinos y arengas de

protesta contra las agencias de arrendamientos y los propietarios usureros en el cobro de los

arriendos, la comitiva de los manifestantes se apostó en frente de los balcones del Palacio

Municipal en aras de ser escuchados por el alcalde de la ciudad. En vista de que el alcalde ni

ninguno de sus designados, como era costumbre en las manifestaciones, se presentó para la

359 “Una importante invitación de la Liga de Inquilinos”. El Tiempo. Diciembre 19 de 1929. Año XIX. Número

6545. P,3. 360 “La Liga Nal. (sic.) de Inquilinos declarará la moratoria el primero de enero”. El Tiempo. Diciembre 30 de 1929. 361 “Los comités de inquilinos tratan de que se elimine a los intermediarios". El Tiempo. Diciembre 31 de 1929.

Año XIX. Número 6556. P,9. 362 “La manifestación de los inquilinos. El alcalde ausente -Las pretensiones del inquilinato – Los oradores”. El

Tiempo. Enero 5 de 1930. Año XIX. Número 6560. P.2.

Page 108: La Huelga de los Inquilinos

108

réplica en contra de los manifestantes, éstos se encaminaron con rumbo al Capitolio, lugar donde

se escenificaría una oratoria.

Para llenar de razones a los manifestantes y en aras de seguir consolidando la lucha que se tenía

organizada, continuando con el editorialista, uno de los representantes del comité departamental

de estudiantes tomó la palabra. Enérgicamente en solicitud al momento histórico por el que se

transitaba, enfatizó que no se declinara en las intenciones de la campaña por obtener la rebaja

de los arriendos caros363. En sus palabras de concientización a la muchedumbre, el representante

estudiantil, hacia caer en cuenta sobre las injusticias y las ofensas por las que atravesaba el

inquilino y sobre todo el más pobre. Así mismo, especificó que bajo ningún aspecto se podían

seguir pagando los alquileres a ese precio que se venían pagando en años anteriores y en

condiciones económicas aún menos difíciles. En este orden de ideas “les recomendó llevar a las

autoridades la protesta formal pero categórica contra los dueños de casas arrendadas que habían

privado a los inquilinos de los servicios de agua y luz, como medida contra los reclamos hechos

por medio de la Liga y de la prensa de la capital”364.

Pasado un mes -y luego de la poca atención a los reclamos justos del grupo de inquilinos por

parte de las casas de arrendamiento, los propietarios y los arrendadores- la junta de Inquilinos

convocó a una asamblea general de inquilinos para tomar las medidas correspondientes a seguir.

Dicha invitación iba con fecha dirigida 12 de febrero de 1930365.

10. El poder de un movimiento: triunfos o derrotas

No hay lugar en este escrito para determinar el proseguir de los debates que iniciaron en el

senado de la República con respecto al problema de los arriendos caros y la expedición de leyes

que contuviera la situación anárquica de la relación entre propietarios e inquilinos. Si bien a

partir de 1931 se empezó a discutir la posible expedición de leyes robustas para la fijación del

canon de arrendamiento, es necesario aclarar que la Liga de Inquilinos tuvo un paso efímero en

la ciudad de 10 años aproximadamente. Su influencia, concientización y formación de un grupo

social, determinaría el devenir de los arrendatarios posteriores a la década de los veinte.

Como nos lo hace ver la contundente misiva declaratoria de la junta directiva de la Liga de

Inquilinos, que analizamos con anterioridad para declarar la huelga el 20 de diciembre de 1929

consistente en la cesación de pagos, éste no era un lugar para los débiles y quienes no estuvieran

de acuerdo o titubeantes ante la ocasión eran proclives al fracaso. Pero la cuerda suele romperse

por el lado más frágil. Antes de llevarse a cabo el día D, la junta directiva empezaba a

erosionarse y a denotar rasgos de desintegración. Estos, con seguridad repercutirían en los

triunfos o derrotas de este joven aún movimiento de Inquilinos. A la par con la renuncia del

doctor Lucas Caballero quien hábilmente había presagiado el destino beligerante y menos cívico

363 Ibid. 364Ibid. 365“El domingo habrá una asamblea general de inquilinos”. El Tiempo. Febrero 15 de 1930. Año XX. Número 6601.

P, 2.

Page 109: La Huelga de los Inquilinos

109

de la Liga, el cual le había proporcionado su decisión de renuncia, el ahora copresidente de la

Liga, doctor Camacho Carreño de facción conservadora se retiraba de la junta directiva de la

Liga de Inquilinos. Apenas contados días de su nombramiento, aducía razones de abuso de

confianza en el entendido que la misiva nunca fue consultada por él y si por el contario fue

falsificada su firma366. Pero si nos atenemos a lo expuesto en su discurso comunicando su

renuncia, podemos leer entre líneas su falta de pertenencia a los intereses del pueblo en cuerpo

de los inquilinos. Manifestaba que, antes por el contrario, con esa modalidad de la protesta cívica

se atentaba contra la justicia social y la equidad económica, desacomodando a la ley y a los

sanos principios367.

Precipitando los acontecimientos y el final de nuestra historia, en febrero de 1930, con los

ánimos caldeados, y con la decisión en meses anteriores de la cesación de pagos, como parte de

la acción colectiva planificada por la Liga de Inquilinos para administrar los triunfos que se

pudieran dar, la Liga fue tomando otro curso. Bajo el inicio de otro liderazgo político en la

conducción del país, la Liga empezó a verse como la causante de una ruptura social sin poder

de solución entre los propietarios y los inquilinos.

La última modalidad de la protesta producto de lo escenificado con anterioridad, fue el uso de

la violencia y la asonada. Sin embargo, como parte final de la modalidad de la acción colectiva

leemos del diario El Tiempo, que la estrategia del movimiento fluía de una manera quizás

arriesgada, entendida ésta, como el uso de la moratoria solo desde los inquilinos empadronados

en la casa del estudiante. ¨Por tal motivo, se convocaba a los inquilinos para recibir

instrucciones” en lo relativo a los depósitos hechos por cuenta de los arrendamientos que no han

entregado a los caseros y los que vayan a hacerse mientras dura la moratoria368.

Como represalia a las manifestaciones de los Inquilinos, los propietarios, arrendadores y dueños

de casas de arrendamiento, iniciaron una campaña de represión consistente en cortar los

servicios de agua y luz a los deudores morosos; esto con el fin de generar zozobra y desánimo

en las capas frágiles de los manifestantes afiliados a la Liga, clase media y los más pobres. En

una carta del señor alcalde de la ciudad doctor Hernando Carrizosa, en respuesta a la Liga de

Inquilinos que para la época de diciembre de 1929 se había dirigido a éste, manifestó que en

realidad no era mucho lo que él podía hacer en el sentido que “esas empresas están manejadas

como entidades autónomas, independientes de la directa injerencia del alcalde369. Sin embargo,

el alcalde, no fue del todo tajante y expresó su conformidad con atender a la queja solicitando a

“los gerentes de las empresas dichas para que reciban de los inquilinos el pago de los servicios

de luz y agua en todos aquellos casos en que los propietarios no hayan accedido a la exaltación

de esta alcaldía, verificando un 25 por 100 en la rebaja de los alquileres”370.

366 “El doctor Camacho Carreño se retira de la Liga de Inquilinos”. El tiempo. Diciembre 6 De 1929. Año XIX.

Número 6532. P.3. 367 Ibid. 368“La junta general de inquilinos”. El Tiempo. Febrero1 de 1930. Año XX. Número 6587. P,4. 369 Hernando Carrizosa “La Liga de Inquilinos. Una carta del alcalde”. El Tiempo. Enero 15 de 1930. Año XIX.

Número 6570. P, 5. 370 Ibid.

Page 110: La Huelga de los Inquilinos

110

En una misiva firmada el 12 de febrero de 1930371 y en vista de que los propietarios y las casas

de arrendamiento arreciaron con los atropellos e irregularidades a los inquilinos, la Junta de

Inquilinos convocó una asamblea para el siguiente domingo. Los asambleístas se volvieron a

reunir entonces de manera urgente en el Teatro Municipal el día domingo 16 de febrero, para

acordar una manifestación. Luego de las arduas labores llevadas a cabo con anterioridad para

recabar de los propietarios, de las juntas de arrendamiento, así como del Estado leyes y

soluciones al problema de los arriendos caros, no quedaba otro remedio más que la

manifestación por otro medio un tanto menos pacifista.

En sesión de la Liga de Inquilinos celebrada ese domingo en el Teatro Municipal y ante un

auditorio no menor de ochocientos inquilinos, el señor Erasmo Valencia a quien le correspondió

liderar la oratoria manifestó entre otras cosas que “para poder llegar al triunfo era necesario la

colaboración de todos y cada uno de los inquilinos federados, haciendo notar al gobierno

municipal y a la opinión pública que ellos constituyen el mayor número y que su situación

verdaderamente alarmante, merece el apoyo de todas las clases sociales”372.

Para esa fecha la junta directiva estaba compuesta por los señores Felipe Lleras Camargo, Paulo

E. Sabogal, Erasmo valencia, Julio Medina, Dionisio Amaya, Mauricio Guerra, M.T. Aguilera

Camacho, Pedro P. Beltrán, M. Botero de la Calle, Ovidio Palmera, entre otros a los cuales la

asamblea le dio su respaldo total373. Dentro de los puntos importantes que se debatieron en

aquella sesión, encontramos el hecho de exhortar del Concejo el estudio de varios acuerdos.

Claves para resaltar surgieron la creación de lonjas de arrendamiento, el impuesto a las agencias

de arrendamiento y la rebaja del impuesto predial. Casi todas estas peticiones, esta vez al análisis

del Concejo, se habían solicitado desde muy temprana la década en estudio. Estas declaraciones

serían presentadas al Concejo por una comisión popular creada así mismo en esa sesión, para

tal fin. En cuanto a otros temas no menos importantes que se decidieron esa mañana, se

recomendó autorizar a la directiva central de la Liga de Inquilinos la “fundación de un órgano

periodístico para encauzar el movimiento”374. Dichas solicitudes se publicarían en carteles, en

hojas sueltas y en la prensa de la ciudad, razón por la cual obtuvimos su información.

Sin embargo, el punto más álgido de la sesión, no por la forma en que se deliberó, sino en sus

consecuencias a futuro, como lo veremos, fue organizar una manifestación para el siguiente

sábado 22 de febrero a las cuatro de la tarde ante el alcalde y las instalaciones del Concejo

Municipal. Se nombraron comisiones en todos los barrios, para organizar las conferencias que

se dictarían las noches de los días 20 y 21 de febrero, “con el objeto de preparar a los inquilinos

371“El domingo habrá una asamblea general de inquilinos”. El Tiempo. Febrero 15 de 1930. Año XX. Número

6601. P,2. 372 “La asamblea general de inquilinos tomó ayer importantes medidas”. El Tiempo. Febrero 17 de 1930. Año XX.

Número 6603. P, 6. 373 Ibid. 374 “Boletín de Inquilinos”. Con este nombre empezó a publicar desde el sábado 22 de febrero de 1930 la Liga de

Inquilinos, temas relacionados con los intereses de los arrendatarios.

Page 111: La Huelga de los Inquilinos

111

para la gran manifestación”375suponemos para seguir obteniendo adhesiones, conformar la

identidad y apretar los lazos de solidaridad necesarios para un posible triunfo.

Con los comités de barrios organizados, éstos asistieron durante la semana a la secretaría de la

Liga para recibir las últimas instrucciones en cuanto al contenido y los oradores de las

respectivas charlas, delegando a nombre de los inquilinos al doctor Juan Escobar Navarro, para

liderar la oratoria en la manifestación ante el Concejo. En representación de aquel se designó a

los concejales Malo Baños y Jorge Eliecer Gaitán, para recibir la manifestación376. Ambos

concejales ponentes del proyecto sobre los arrendamientos.

Nuevamente una marcha convocaba las calles de Bogotá en procura de la obtención de derechos

en cuanto a la baja de los alquileres y la construcción de viviendas, pedidos esta vez al Concejo

de la Ciudad. Las marchas como siempre iban precedidas de la intención de que se

desenvolvieran de manera pacífica, como hasta la fecha en duración de diez años había sucedido.

Sin embargo, la presión de los manifestantes, de la Liga de Inquilinos, pero sobre todo de sus

bases, no contuvo la fortaleza del civismo, y su lado oscuro, beligerante y para muchos -

saboteador de la causa- entraron en escena en la parte final de nuestra historia.

La marcha que se ubicó en las instalaciones del palacio Municipal en un número aproximado de

quinientos manifestantes iniciaba con las intervenciones de los representantes de la Liga de

Inquilinos. En un primer discurso, escrito por la señorita Ilva Camacho, pero leído por el señor

Mario Botero De la Calle se abocaba por el trato justo a los inquilinos. Su discurso iba más

sustentado desde el corazón que desde la razón, apelando al sentimiento de injusticia, desamparo

y olvido al que se hallaba el pueblo representado en este caso por el inquilino que protestaba.

“Reconozco que el problema es complejo y está subordinado a las leyes económicas de la oferta

y la demanda, las cuales, sin embargo, no pueden supeditar a las de la conciencia, la honradez,

la equidad, el amor al prójimo y la sinceridad de los preceptos cristianos que todos decimos

profesar”377.

El discurso leído también iba en la intención de reclamar a los propietarios que solo cobraran el

interés racional al capital invertido en la construcción y sostenimiento de las habitaciones. Habló

de que “mientras las lujosas casas centrales apenas dan un rendimiento por debajo de medio por

ciento anual, las viviendas destinadas a los pobres, sin higiene ni comodidades, sobrepasaban

ese interés del uno y medio”378. Las intervenciones siguientes tanto la de los representares

designados del Concejo como del delegado Escobar Navarro, prosiguieron en la tónica de

aprobar una serie de disposiciones en torno a resolver la problemática de los arrendamientos

caros y la problemática de la vivienda para los más pobres. Pero siempre en aras de la solución

375 “La junta de inquilinos”. El Tiempo. Febrero 20 de 1930. Año XX. Número 6606. P,8. 376 “Los inquilinos harán hoy una manifestación al Concejo Municipal”. El Tiempo. Febrero 22 de 1930. Año XX.

Número 6608. P,8. 377 “La manifestación de ayer de los inquilinos al cabildo degeneró en un mitin agresivo. Intervino la policía. -Fue

apedreada una honorabilísima casa que nada tiene que ver con los manifestantes- El distinguido comerciante Carlos

Baena, fue víctima del mitin”. El tiempo. Febrero 23 de 1930. Año XX. Número 6609. P,1. 378 Ibid.

Page 112: La Huelga de los Inquilinos

112

concertada en el talante pacifista que siempre había caracterizado a la Liga y los discursos de

sus oradores.

Lo que vino después fue un salto abismal en la historia de la Liga de Inquilinos. Apenas

comprensible en el evento del desgaste por una lucha infructuosa a todo lo largo de una década

de triunfos y derrotas. Como ruedas sueltas, pero cansados por el resultado en contra de sus

acciones, algunos de los asistentes a la manifestación arremetieron en contra de algunos

propietarios y casas de arrendamiento y generaron el caos y el desorden. En la coyuntura y con

los ánimos caldeados muchos otros manifestantes que no veían posibles soluciones, desataron

así mismo la furia en contra de estos, a los que consideraban sus enemigos. Para los cronistas

de la época, en honor a la verdad manifestaron que “los atacantes eran reducidos en número y

que no había allí gente de verdadera responsabilidad por su cultura y por sus antecedentes”379.

De lado a lado de la carrera séptima, desde la plaza de Bolívar y en dirección a la Calle Real en

búsqueda del almacén de un prestigioso arrendador el señor Baena, la turba vociferante lo

intentó agredir. Al no lograrlo conseguir debido a la custodia policial en la que el arrendador se

había refugiado, la masa lo persiguió obligándolo encerrarse en el Hotel Plaza de la ciudad. Al

ver los manifestantes que en este caso su furia no tendría respuesta por la ocasión, dirigió su

búsqueda en dirección por la carrera sexta con calle trece al encuentro de una casa de

arrendamiento de propiedad del señor Bernal. Ciento cincuenta manifestantes

aproximadamente, según el cronista de la escena, perpetraron tales vejámenes. En medio de la

furia por la imposibilidad de la agresión al arrendador anterior, y apostados en la casa de

arrendamiento del señor Bernal, se aprestaron a lanzar piedras rompiendo todos los vidrios de

la casa arremetiendo inclusive contra los vidrios de una casa de familia situada en el segundo

piso, sin nada que ver en el asunto. Para terminar y en un acto simbólico de triunfo, se arrancaba

la tabla de la agencia y se retiraron complacientes por los acontecimientos acaecidos380.

La violencia de las manifestaciones traducidas en mítines en contra de propietarios y agencias

de arrendamiento que no tenían nada que ver en la problemática, sino más como revanchismos

proclives al simple capricho de no pagar el arriendo, empezó a generar en el imaginario de la

gente y en las opiniones de la prensa de la época un leve rechazo a sus acciones. Sin embargo,

más allá del imaginario, al encuestarse al señor Baena, arrendador de un inquilinato y

protagonista de la anterior persecución, manifestaba la intromisión de la Liga de Inquilinos en

la decisión de sus arrendatarios de no pagar los arriendos.

Como consecuencia, se evidenció un desmonte progresivo por parte de muchos, inclusive por

parte de arrendatarios, en la procura de las soluciones al problema de los arriendos con

intervención de la Liga de Inquilinos como líder de la protesta. Tres días después cuando la

ciudad amanecía con la experiencia en la retina de lo sucedido a razón de publicaciones de

prensa en titulares del día, la Liga de Inquilinos y sus representantes del comité de prensa

explicaron la situación desde su punto de vista, aclarando cosas que volvían a colocar en la

escena de la lucha las acciones de la Liga de manera cívica por encima de las violentas. Sin

379 Ibid. 380 Ibid.

Page 113: La Huelga de los Inquilinos

113

embargo, la piedra que se tira y no se puede regresar ya se había lanzado, y una nueva

explicación tendría que emerger del fondo de las directivas de la Liga, inclusive aminorando el

problema por los arriendos caros para entrar a justificar sus maneras violentas de proceder.

11. Epílogo

Un movimiento social tiene como característica fundamental el hecho de mantener la acción

colectiva, de generar identidad a partir de la potencialización de la solidaridad, de luchar por

objetivos comunes y de evidenciar un enemigo a vencer. De igual manera tiene poder cuando

se cumplen ciertas características propias de los movimientos sociales, entre otras, el desafío

colectivo ante el Estado y sus otros oponentes, despertar solidaridades, generar incertidumbre

en el contendor y cobrar significado al interior de la organización a la que pertenecen381. Si se

hilvanan los hechos ocurridos en Bogotá, en torno a la causa de los arrendatarios y a su proceder

en torno a la lucha por sus derechos, se podría definir si el movimiento Liga de Inquilinos tuvo

poder o no, es decir si se cumplen con algunas de las características antes mencionadas.

La manifestación no se dio de un momento a otro o en un estado de ira repentina por parte de

los arrendatarios, o como la gota que rebosaba el vaso. La manifestación fue el resultado de la

organización de los afectados en un movimiento social gestado en comités barriales, reuniones

y demás, que poco a poco se fueron concientizando y mezclando en ámbitos de solidaridad,

cuya causa común, representaba el pormenor de la lucha. Parte de la organización del

movimiento de la Liga de Inquilinos estuvo a cargo de los líderes del movimiento obrero y del

partido socialista quienes proporcionaron las primeras influencias en la Liga de Inquilinos desde

el momento en que algunos de sus organizadores fueron simultáneamente los artífices de la

creación del partido socialista colombiano creado en 1926. Así mismo, comprender que la lucha

social tuvo sus antecedentes en Bogotá en décadas anteriores y que por tal motivo partía con

cierta experiencia en la confrontación social. En este sentido la Liga de Inquilinos inició su

proceso de organización y su estructura con ideas del partido socialista, donde las primeras

medidas que se adoptaron como filosofía radicaban en la manifestación para la obtención de los

derechos.

Sin embargo, el languidecer de la Liga de Inquilinos, hasta donde la pudimos rastrear, fue

causado por varias causas que entraremos a enunciar, desde la insuficiente cohesión social de

su movimiento, en la falta de identidad y solidaridad, en parte entendido por el temor sobre todo

de las clases pobres a los procesos de desalojo y desahucios muy comunes en esa época hasta la

miopía de un sector que comandó la Liga en las postrimerías de la década de los veinte y que

lejos de responder al clamor del pueblo, buscó sus intereses propios y electorales en la lectura

de la oportunidad política que se estaba presentando en las elecciones de 1930. Sin embargo,

consideramos que el movimiento protagonizado por la Liga de Inquilinos a todo lo largo de la

década de los veinte fue el epicentro en la concientización de un grupo social conformado desde

todas las vertientes políticas y clases sociales, encarnadas en los más pobres. Mediante una serie

de charlas, conferencias, sesiones, asambleas y demás reuniones en la casa del estudiante, en el

381 Tarrow Sidney. 1997. El poder en movimiento…P. 20.

Page 114: La Huelga de los Inquilinos

114

teatro Municipal y en la casa del pueblo, se juntó siempre un gran porcentaje de los necesitados

de un lugar para vivir para determinar las acciones que redundaran en la obtención de logros por

un objetivo común.

No es fácil dimensionar la característica de una asistencia masiva de más de mil inquilinos a las

marchas y manifestaciones, número que parece exiguo, pero que para la época de la dimensión

de la ciudad era una cifra exorbitante. Así mismo, aclimató la Huelga consistente en pagar lo

justo por habitaciones unas veces cómodas pero costosas, e insalubres en la mayoría de los

casos. De otro lado, pionera en influencia de la huelga mediante la cesación de pagos y la

declaratoria de mora de los alquileres otorgándole poder para desafiar al Estado, a los

propietarios y a las casas de arrendamiento, seleccionados como el enemigo a vencer. Este fue

un punto determinante en el pulso que ejerció la junta de inquilinos en su acción colectiva de

ponerse a la altura de los acontecimientos. En momentos donde la coyuntura política se mostraba

reacia a la conformación de grupos para la protesta, la Liga de Inquilinos ejerció su poder de

convocatoria incentivando la identidad colectiva y estrechando los lazos de solidaridad para un

cambio y el derecho a vivir en la ciudad dignamente.

Que no haya triunfado la Liga de Inquilinos con la formación y gestación del movimiento de

Inquilinos, que haya quedado en la boca del periodismo, y de parte de su componente social que

en muchas ocasiones nunca participó, no es razón para determinar su fracaso. El futuro del

problema de los alquileres, la discusión en el Senado y en la Cámara entorno a esta problemática

y la futura intervención estatal con programas amplios de creación de barrios para obreros, es

apenas una señal en la dirección contraria. El poder que tuvo el movimiento social de inquilinos,

conformado y comandado por La Liga de Inquilinos fue básico, en la procura de cimentar

cambios por el derecho a la ciudad, para el beneplácito de todos, la clase media y los más pobres

y no de unos pocos, como lo pudimos apreciar en el anterior relato.

A las cuatro menos cuarto del día 25 de septiembre de 1930, el senado de la República

aprobó en segundo debate una ley que reglamentaba los alquileres caros; proyecto

presentado por el honorable senador J. R. Lanao Loaiza382.

La opinión pública y la prensa capitalina gran protagonista de nuestra historia recibió con

doble racero la manera como tal proyecto de ley se había aprobado en el Senado. Por un lado,

los que inconformes con dicha medida vaticinaban una problemática mayor relacionada con

otro inconformismo y estallido social desde la esquina de los propietarios inconformes con el

resultado y garantes del nacimiento de la liga de propietarios. La otra, una opinión conforme

a lo obrado por el Congreso, presentándose como la salvación en épocas de diluvio. Lo que

382 “El artículo segundo de dicha Ley consistía en que “a partir del 1º. De enero de 1931 ninguna propiedad urbana

destinada pata habitación podrá devengar un alquiler mayor del diez por ciento anual sobre su valor catastral. En

esta renta se incluyen las contribuciones de cualquier naturaleza que no paguen a la nación, al departamento o al

municipio. Parágrafo: Son de cuenta del propietario el arreglo y reparación del predio arrendado, con la obligación

de mantenerlo en condiciones higiénicas y dar al inquilino la mayor seguridad, dotando la casa de todas las

reparaciones indispensables”. Ver: “El Senado aprobó ayer en segundo debate la ley que reglamenta los alquileres.

Texto de las nuevas disposiciones” El Tiempo. Septiembre 26 de 1930. Año XX. No. 6819. P, 1

Page 115: La Huelga de los Inquilinos

115

veamos a futuro será materia de una segunda parte de la investigación en el análisis de la

vivienda para los años venideros, luego de una década del surgimiento, lucha y declive de la

Liga de Inquilinos en su paso por la ciudad en la década de los veinte y su influencia en la

sociedad.

Page 116: La Huelga de los Inquilinos

116

BIBLIOGRAFÍA

Notas de prensa

1920

Carlos E. Velásquez. “Casas de alquiler”. El Espectador. Junio de 1920. Año XXXIII. Número 3072. P,1.

“El coste de la vida”. El Tiempo. Junio 7 de 1920. Año X. P.5.

“La carestía de la vida: ya es tiempo de poner un remedio”. El Espectador. Junio de 1920. Edición de Medellín.

1921

“Para la rebaja de los alquileres. Proposición aprobada por la ́ sociedad de inquilinos´”. El Tiempo. Año XI. Número

3492. Junio 13 de 1921. P, séptima.

“Junta de inquilinos. Sesión del 9 de junio de 1921, en la Casa del Pueblo”. El Tiempo. Año XI. Número 3494.

Junio 15 de 1921. P, cuarta.

“La huelga de inquilinos. No se trata de dejar de pagar los arrendamientos”. El Tiempo. Año XI. Número 3496.

Junio 17 de 1921. P, tercera.

“Organización de inquilinos”. El Tiempo. Año XI. Número 3504. Junio 25 de 1921. P. Sexta.

“La huelga de inquilinos”. El Espectador. Julio 1 de 1921. Año XXXIII. P. Séptima.

“Junta de mejoras del barrio de Las Cruces”. El Tiempo. Julio 7 de 1921. Año XI. Número.3516. P, cuarta.

“El problema de los arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 8 de 1921.Año XI. Número. 3548.

“En la Cámara. Aumento de impuestos” El Espectador. Agosto 13 de 1921. Año XXXIII. Número 3524. P, sexta.

“En la Cámara. Objeciones”. El Espectador. Agosto 13 de 1921. Año XXXIII. Número 3524. P, sexta.

José Mar. “Del parlamento. Fomento urbano”. El Espectador. Agosto 14 de 1921. Año XXXIII. Número 3525. P,

tercera.

“Los nuevos impuestos” El Tiempo. Agosto 18 de 1921. Año XI. Número. 3558. P,1.

“El nuevo impuesto”. El Espectador. Agosto 18 de 1921. Año XXXIII. Número 3528. P, tercera.

“Sobre los nuevos impuestos”. El Tiempo. Agosto 29 de 1921. Año XI. Número 3569. P, cuarta.

“En la Cámara. (del acta oficial) Manifestación de inquilinos”. El Espectador. Año XXXIII. Número 3541. Agosto

31 de 1921. P. Sexta.

“La manifestación obrera de mañana”. El Espectador. Año XXXIII. Número 3544. Septiembre 3 de 1921. P.1.

“Los impuestos de saneamiento”. El Tiempo. Septiembre 12 de 1921. Año XI. Número. 3583.P,1.

Page 117: La Huelga de los Inquilinos

117

” Los pavimentos de la ciudad. Las obras que realiza el comité de pavimentación”. El Tiempo. Septiembre 30 de

1921. Año XI. Número. 3601. P. sexta.

St. Remy “Por los habitantes de Bogotá”. El Tiempo. Octubre 24 de 1921. Año XI. Número. 3625.

1922

“La casa del pueblo” El Tiempo. Enero 13 de 1922. Año XII. No. 3704. P, cuarta.

“Para fomentar las construcciones en Bogotá” El Tiempo. Noviembre 16 de 1922. Año XII. No. 4009. P, segunda.

“El Desarrollo de Bogotá en los últimos veinte años”. El Tiempo. Noviembre 21 de 1922. Año XII. No. 4013. P,

cuarta.

Ley 99 de 1922. “Por la cual se adicionan las leyes sobre higiene pública”. En:

http://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=12339

1923

Rafael Gallo L., Joaquín Albán G. “Por la salubridad pública. Descuido desagradable”. El Tiempo. Abril 19 de

1923. Año XIII. Número 4159. P, octava.

“El problema de las habitaciones en Bogotá”. El Tiempo. Abril 21 de 1923. Año XIII. Número. 4160.P,8.

“Un terrible foco de infección”. El Tiempo. Mayo 4 de 1923. Año XIII. Número. 4172. P,7.

“Habitaciones obreras”. El Tiempo. Mayo 4 de 1923. Año XIII. Número. 4172. P, tercera.

“El ahorro en Bogotá” El Tiempo. Julio de 1923. Año XIII. Número. 4250.P, tercera.

“La espléndida manifestación obrera de ayer. Los discursos pronunciados”. El Tiempo. Agosto 27 de 1923. Año

XIII. Número. 4287. P, 1.

“Las construcciones en Bogotá”. El Tiempo. Septiembre 9 de 1923. Año XIII. Número 4300. P, sexta.

“El polvo de las calles” El Tiempo. Septiembre 19 de 1923. Año XIII Número 4310. P, novena.

“El polvo y el barro”. El Tiempo. Septiembre 20 de 1923. Año XIII Número 4311. P, tercera.

1924

Observador. “Al Concejo”. El Tiempo. Febrero 10 de 1924. Año XIV. Número. 4452. P, once.

“El plano de Bogotá futuro. La labor del administrador de obras públicas”. El Tiempo. Febrero 24 de 1924. Año

XIV. Número. 4466. P, diez.

“Los alquileres y la vida cara”. El Tiempo. Febrero 28 de 1924. Año XIV. Número. 4470. P,1.

Francisco E. Corredor. “El problema de los alquileres”. El Tiempo. Marzo 7 de 1924. Año XIV. Número. 4478. P,

once.

Page 118: La Huelga de los Inquilinos

118

Un vecino de Fontibón “Para tener habitación barata”. El Tiempo. Marzo 19 de 1924. Año XIV. Número. 4529. P,

once.

“La propagación de la legislación obrera”. El tiempo. Abril 27 de 1924. Año XIV. No. 4527. P, tercera.

Armando Solano. “Cuestiones obreras”. El tiempo. Abril 5 de 1924. Año XIV. Número. 4507. P, 1.

Luis G. Galindo. “Habitaciones de obreros”. El Tiempo. Abril 5 1924. Año XIV. Número. 4507. P, once.

“El gobierno y los obreros”. El Tiempo. Abril 7 de 1924. Año XIV. Número. 4509. P,1.

“El Congreso Obrero”. El Tiempo. Abril 29 de 1924. Año XIV. Número. 4529. P,1.

“La carestía de la vida”. El Tiempo. Mayo 18 de 1924. Año XIV. Número. 4547. P,1.

“Congreso Obrero. Sesión de ayer”. El Tiempo. Mayo 18 de 1924. Año XIV. Número. 4547. P, segunda.

1925

“El Congreso obrero” El Tiempo. 1925. Año XV

“Problemas de Bogotá. Los pavimentos”. El Tiempo. 1925. Año XV

“Congreso obrero nacional. Las sesiones ordinarias”. El Tiempo. 1925. Año XV

1926

“La manifestación de mañana”. El Tiempo. Mayo 28 de 1926. Año XVI. Número. 5270. P,1.

“La manifestación y el entusiasmo”. El Tiempo. Mayo 28 de 1926. Año XVI. Número. 5270. P, tercera.

“El impuesto de Bogotá y el impuesto de pavimentación”. El Tiempo. Mayo 24 de 1926. Año XVI. Número 5226.

P, tercera.

Antonio María Pradilla “Bogotá en masa concurrirá a la gran manifestación de hoy”. El Tiempo. Mayo 29 de 1926.

Año XVI. Número. 5271. P,1.

Manuel Bermúdez. “El alto precio de los arriendos” El Tiempo. Octubre 12 de 1926. Año XVI. Número 5406. P,

décima.

“La vida cara”. El Espectador. Noviembre 28 de 1926. Año XXXVIII. Número 5405. P, tercera.

“Se pide la reparación de las alcantarillas de las Cruces” El Espectador. Diciembre de 1926.

https://losojosdehipatia.com.es/cultura/historia/historia-de-las-huelgas-de-inquilinos/.

1927

“Las calles de Bogotá”. El Tiempo. Enero 26 de 1927. Año XVII. Número. 5509. P, tercera.

Page 119: La Huelga de los Inquilinos

119

“La ordenanza sobre huelgas”. El Tiempo. Abril 4 de 1927. Año XVII. Número. 5577. P,3.

“La carestía de la vida”. El Tiempo. Abril 4 de 1927. Año XVII. Número. 5577. P, 8.

Julio González Concha “Abaratamiento de la vida” El Tiempo. Abril 5 de 1927. Año XVII. Número. 5578. P,2.

“Informe del comité encargado de estudiar el problema de la carestía de la vida” El debate. Mayo 25 de 1927. Año

XVII. Número. 5626. P, tercera.

“Por el abaratamiento de los arrendamientos”. El Tiempo. Junio 20 de 1927. Año XVII. Número 5652. P,12.

“El aumento de impuestos” El Tiempo. Junio 21 de 1927. Año XVII. Número 5653. P,3.

“Por la vida barata” El Espectador. Junio 8 de 1927. Año XL. Número 5690. P, tercera.

“La lucha contra los alquileres caros” El Tiempo. Junio 15 de 1927. Año XVII. Número. 5647. P,3.

María Luisa de Rodríguez. “Una buena idea para abaratar la vida”. El Tiempo. Junio 15 de 1927. Año XVII.

Número. 5647. P,5.

“Ruy Blas”. El Tiempo. Junio 16 de 1927. Año XVII. Número. 5648. P,8.

“Ley contra las huelgas”. El Tiempo. Junio 17 de 1927. Año XVII. Número. 5649. P,3.

“La huelga de los inquilinos”. El Espectador. Junio 20 de 1927. Año XL. Número 5602. P. Tercera.

“La prensa y el abaratamiento de los alquileres”. El Espectador. Junio 29 de 1927. Año XL. No. 5611. P, Segunda.

E. Molina. “Una sesión de la liga de inquilinos”. El Tiempo. Junio 30 de 1927. Año XVII. Número. 5662. P,5.

“Junta de inquilinos”. El Tiempo. Julio 1 de 1927. Año XVII. Número. 5663. P, 2.

Nota de prensa publicitaria en: El Espectador. Julio 4 de 1927. Año XL. Número 5616. P. Segunda.

“¿Cuándo bajarán los víveres? El Tiempo. Julio 7 de 1927. Año XVII. Número. 5669. P, tercera.

“Los acaparadores” El Tiempo. Julio 8 de 1927. Año XVII. Número. 5670. P,3.

“El decreto contra los acaparadores” El Tiempo. Julio 16 de 1927. Año XVII. Número. 5676. P,5.

“La catástrofe de Bogotá”. El Tiempo. Julio 16 de 1927. Año XVII. Número. 5677. P,3.

“Por la baja de los alquileres. Proyecto de ley, por el cual se fija el canon de arrendamiento de las propiedades

urbanas”. El Tiempo. Julio 21 de 1927. Año XVII. No. 5682. P,5.

“La rebaja de los alquileres. Exposición de motivos del proyecto de ley por la cual (sic) se fija el canon de

arrendamiento de las propiedades urbanas, que acaba de ser presentado a la cámara de representantes. Un estudio

del problema de los alquileres y de la edificación” El Espectador. Julio 22 de 1927. Año XL. Número. 5633. P.

Sexta.

“Reglamentación del salario y el abaratamiento de la vida” El Espectador. Julio 27 de 1927. Año XL. Número

5637. P, diez.

“Por el abaratamiento de la vida” El Tiempo. Julio 29 de 1927. Año XVII. Número. 5690. P,8.

Page 120: La Huelga de los Inquilinos

120

“La finca raíz urbana y su valor real”. El Tiempo. Julio 31 de 1927. Año XVII. Número. 5692. P.10

Observador. “Sobre el alza de arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 9 de 1927. Año XVII. Número. 5701. P,5.

“La manifestación de hoy en pro de los alquileres baratos”. El Tiempo. Agosto 5 de 1927. Año XVII. Número.

5697. P,3.

“La junta de ayer de la liga de inquilinos”. El Tiempo. Agosto 1 de 1927. Año XVII. Número. 5693. P,12.

“La ley sobre arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 4 de 1927. Año XVII. Número. 5696. P,9.

“La gran manifestación de esta tarde”. El Espectador. Agosto 5 de 1927. Año XL. No. 5647. P,1.

“La manifestación de ayer contra los arrendamientos”. El Tiempo. Agosto 6 de 1927. Año XVII. Número. 5698.

P,9.

“La manifestación de los inquilinos” El Espectador. Agosto 7 de 1927. Año XL. Número. 5649. P, tercera.

“Sobre el alza de los arrendamientos” El Tiempo. Agosto 9 de 1927. Año XVII. P,5.

“Los inquilinos y el Congreso”. El Tiempo. Septiembre 25 de 1927. Año XVII. Número. 5748. P,3.

Fernando Restrepo “La Liga de Inquilinos y la Cámara”. El Tiempo. Septiembre 25 de 1927. Año XVII. Número.

5748. P,4.

“Proposición de la Liga de Inquilinos”. El Tiempo. Septiembre 25 de 1927. Año XVII. Número. 5748. P,4.

“Por las habitaciones baratas”. El Tiempo. Octubre 25 de 1927. Año XVII. Número 5778. P,1.

“Interesantes datos sobre el desarrollo de Bogotá. El incremento de la población-Incremento de las construcciones-

El movimiento de la propiedad raíz- El tranvía” El Tiempo. Octubre 28 de 1927. Año XVII. Número. 5781. P,1.

1928

“Habitaciones baratas”. El Tiempo. Marzo 21 de 1928. Año XVIII. Número. 5923. P,1.

“El decreto sobre habitaciones baratas” El Tiempo. Marzo 7 de 1928. Año XVIII. Número. 5909. P,2.

“Ospina Pérez y las habitaciones baratas”. El Tiempo. Marzo 10 de 1928. Año XVIII. Número. 5912. P,1.

“La finca raíz en Bogotá” El Tiempo. Abril 3 de 1928. Año XVIII. Número. 5936. P,3.

“El problema de los arrendamientos”. El Tiempo. Abril 4 de 1928. Año XVIII. Número. 5937. P,2.

“El problema de los alquileres”. El Tiempo. Octubre 17 de 1928. Año XVIII. No. 6129. P, 3.

1929

“El censo dio a Bogotá un total de 224211 habitantes”. El Tiempo. Enero 17 de 1929. Año XIX. Número. 6217.

P,1.

Page 121: La Huelga de los Inquilinos

121

“La alarmante carestía de la vida. El alza escandalosa de los arrendamientos”. El Tiempo. Febrero 7 de 1929.Año

XIX. Número 6238. P,4.

“La carestía de la vida en Bogotá”. El tiempo. Febrero 16 de 1929. Año XIX. Número 6247. P,2.

“Población de Bogotá”. El Tiempo. Abril 9 de 1929. Año XIX. Número 6297. P,4.

“Es necesario construir casas en Bogotá”. El Tiempo. Mayo 24 de 1929. Año XIX. Número 6341. P,8

“Reunión general de inquilinos”. El Tiempo. Septiembre 7 de 1929. Año XIX. Número 6445. P,1.

“La defensa del inquilino”. El Tiempo. Septiembre 8 de 1929. Año XIX. Número 6446. P, 3.

“Los arrendamientos y la junta de catastro”. El Tiempo. Septiembre 9 de 1929. Año XIX. Número 6452. P, 1.

“La reunión preparatoria de los inquilinos”. El Tiempo. Septiembre 9 de 1929. Año XIX. Número 6447. P,1.

“La reunión de los inquilinos” El Tiempo. Septiembre 9 de 1929. Año XIX. Número 6447. P,13.

“Opiniones de la prensa. El Diario Nacional”. El Tiempo. Septiembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6448. P, 4.

“Opiniones de la prensa. Mundo al Día. Comentando el actual movimiento iniciado para obtener la rebaja de los

arrendamientos”. El Tiempo. Septiembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6448. P, 4.

“Interesante reunión sobre inquilinato”. El Tiempo. Septiembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6448. P, 8.

“Baja de los alquileres”. El Tiempo. Septiembre 14 de 1929. Año XIX. Número 6452. P, 3.

“Una buena iniciativa contra los alquileres altos”. El Tiempo. Septiembre 14 de 1929. Año XIX. Número 6452.

P,4.

“La reunión de inquilinos ayer en el Municipal”. El Tiempo. Septiembre 16 de 1929. Año XIX. Número 6454.

P,11.

Antonio José Pantoja. “El problema de los alquileres altos”. El Tiempo. Septiembre 17 de 1929. Año XIX. Número

6455. P, 5.

“El problema de los alquileres altos” El Tiempo. Septiembre 17 de 1929. Año XIX. Número 6455. P,5.

“La reunión de inquilinos efectuada ayer”. El Tiempo. Septiembre 19 de 1929. Año XIX. Número 6457. P, 1.

“Por la baja de los alquileres”. El Tiempo. Septiembre 21 De 1929. Año XIX. Número 6459. P, 3.

“Proposiciones aprobadas por unanimidad en la reunión obrera de anoche”. El Tiempo. Septiembre 21 de 1929.

Año XIX. Número 6459. P, 13.

“Hoy no hay reunión de inquilinos”. El Tiempo. Septiembre 22 de 1929. Año XIX. Número 6460. P,10.

“El régimen conservador puesto al desnudo ayer en la cámara de representantes. El R. Camacho Carreño analiza

la obra de un presidente elegido unánimemente por el conservatismo y que es el producto de 40 años de poder. Los

Dres. Pérez Montalvo defienden al presidente”. El Tiempo. Octubre 24 de 1929. Año XIX. Número. 6491. P,1.

“La manifestación de hoy” El Tiempo. Octubre 3 de 1929. Año XIX. Número 6470. P,3.

Page 122: La Huelga de los Inquilinos

122

“La manifestación de anoche”. El Tiempo. Octubre 5 de 1929. Año XIX. Número 6472. P,4.

“La baja de los arrendamientos”. El Tiempo. Octubre 5 de 1929. Año XIX. Número 6472. P,8.

Alejandro López. “La trashumancia de la mano de obra” El Tiempo. Octubre 13 de 1929. Año XIX. Número 6480.

P,1.

“Para la efectividad de la baja de los alquileres”. El Tiempo. Octubre 18 de 1929. Año XIX. Número 6485. P,5.

José C. Borda “Dos palabras sobre alquiler de casas”. El Tiempo. Octubre 16 de 1929. Año XIX. Número 6483. P,

3.

“La reunión de ayer de la liga de inquilinos”. El Tiempo. Octubre 21 de 1929. Año XIX. Número 6488. P,8.

“Junta directiva de la liga de inquilinos”. El Tiempo. Octubre 27 de 1929. Año XIX. Número 6494. P, 3.

“Sesión de la junta de inquilinos muy sensacional”. El Tiempo. Octubre 28 de 1929. Año XIX. Número 6495. P, 1.

“La lucha por la baja de los alquileres. Ayer tarde se realizó la gran manifestación de inquilinos. Hablaron a la

multitud desde el Capitolio los RR. Turbay, Camacho, Gaitán, Lleras y Villegas”. El Tiempo. Noviembre 1 de

1929. Año XIX. Número 6499. P,1.

“La actitud del R. Camacho Carreño en el Congreso”. El Tiempo. Noviembre 2 de 1929. Año XIX. Número 6499.

P,2.

“Liga de inquilinos. La Junta Directiva de la Liga Nacional de Inquilinos y las proposiciones y resoluciones que

adoptó en la sesión de ayer”. El Tiempo. Noviembre 2 de 1929. Año XIX. Número 6499. P,4.

“El mensaje del alcalde al nuevo Concejo. Restauración moral y asistencia pública”. El Tiempo. Noviembre 2 de

1929. Año XIX. Número 6499. P,9.

“Asamblea general de inquilinos”. El Tiempo. Noviembre 3 de 1929. Año XIX. Número 6500. P,2.

“La interesante reunión de los inquilinos ayer”. El tiempo. Noviembre 4 de 1929. Año XIX. Número 6501. P,1.

“Un plan general de defensa para los inquilinos”. El Tiempo. Noviembre 4 de 1929. Año XIX. Número 6501. P,1.

“CAMARA. El problema del inquilinato”. El Tiempo. Noviembre 5 de 1929. Año XIX. Número 6502. P,6.

“Concejo. Nueva adición”. El Tiempo. Noviembre 6 de 1929. Año XIX. Número 6503. P,4.

“Para abaratar la vida” El Tiempo. Noviembre 9 de 1929. Año XIX. Número 6506. P,8.

“La pavimentación de la carrera 13”. El Tiempo. Noviembre 10 de 1929. Año XIX. Número 6507. P,3.

“En favor del abaratamiento de los alquileres y los víveres. Conferencia dictada por el profesor Adán Pereira el día

13 de noviembre” El Tiempo. Noviembre 25 de 1929. Año XIX. Número 6521. P,10.

“En primer debate se aprobó en el Concejo el proyecto sobre rebaja de alquileres. El Dr. Jorge Eliecer Gaitán, autor

del proyecto, pronunció un discurso para sustentarlo. – El Municipio venderá casas por sistema de clubs”. El

Tiempo. Diciembre 3 de 1929. Año XIX. Número 6529. P.1

“La defensa oficial del inquilinato” El Tiempo. Diciembre 4 de 1929. Año XIX. Número 6530. P,3.

Page 123: La Huelga de los Inquilinos

123

“La campaña del Concejo contra la carestía de las habitaciones. Proyecto de acuerdo No. 206. ´por el cual se dictan

algunas disposiciones tendientes a disminuir el precio de los arrendamientos urbanos y se dictan otras

disposiciones´”. El Tiempo. Diciembre 4 de 1929. Año XIX. Número 6530. P,4.

“La Liga quiere decretar la Huelga de Inquilinos para el día veinte de diciembre. Coincide este decreto con la

clausura de los tribunales, que será aprovechada para evitar los juicios. -Considerandos de esta resolución-”. El

Tiempo. Diciembre 5 de 1929. Año XIX. Número 6531. P,1.

“Se quiere decretar la Huelga de Inquilinos para el día veinte de diciembre”. El Tiempo. Diciembre 5 de 1929. Año

XIX. Número 6531. P,2.

“El doctor Camacho Carreño se retira de la Liga de Inquilinos”. El tiempo. Diciembre 6 de 1929. Año XIX. Número

6532. P,3.

Antonio Vicente Arenas. “Los planes del cabildo para resolver el problema del inquilinato”. El Tiempo. Diciembre

6 de 1929. Año XIX. Número 6532. P,15.

“La Liga de Inquilinos continúa perfeccionando su organización”. El Tiempo. Diciembre 11 de 1929. Año XIX.

Número 6537. P,1.

“Trascendentales determinaciones de La Liga de Inquilinos. Fueron nombrados anoche los comités de

arbitramento, de defensa e información”. El Tiempo. Diciembre 14 de 1929. Año XIX. Número 6540. P,4.

“Una importante invitación de la Liga de Inquilinos”. El Tiempo. Diciembre 19 de 1929. Año XIX. Número 6545.

P,3.

“La Manifestación de ayer”. El Tiempo. Diciembre 27 de 1929. Año XIX. Número 6552. P. 14.

“La Liga Nal. (sic.) de Inquilinos declarará la moratoria el primero de enero”. El Tiempo. Diciembre 29 de 1929.

Año XIX. NO. 6554. P, 4.

“Los comités de inquilinos tratan de que se elimine a los intermediarios". El Tiempo. Diciembre 31 de 1929. Año

XIX. Número 6556. P,9.

1930

“La liga Nal. de inquilinos declaró la moratoria de inquilinatos”. El Tiempo. Enero 4 de 1930. Año XX. Número

6559. P,10.

“La manifestación de los inquilinos. El alcalde ausente -Las pretensiones del inquilinato – Los oradores”. El

Tiempo. Enero 5 de 1930. Año XX. Número 6560. P,2.

“La Liga de Inquilinos. Una carta del alcalde”. El Tiempo. Enero 15 de 1930. Año XIX. Número 6570. P, 5

“El domingo habrá una asamblea general de inquilinos”. El Tiempo. Febrero 15 de 1930. Año XX No. 6601. P, 2.

“La junta general de inquilinos”. El Tiempo. Febrero1 de 1930. Año XX. Número 6587. P,4.

J.B. Castaño R. “El general Castaño y las manifestaciones públicas en Bogotá”. El Tiempo. Febrero 8 de 1930. Año

XX. Número 6594. P,3.

“La asamblea general de inquilinos tomó ayer importantes medidas”. El Tiempo. Febrero 17 de 1930. Año XX.

No.6603. P, 6.

Page 124: La Huelga de los Inquilinos

124

“La junta de inquilinos”. El Tiempo. Febrero 20 de 1930. Año XX. Número 6606. P,8.

“Los inquilinos harán hoy una manifestación al Concejo Municipal”. El Tiempo. Febrero 22 de 1930. Año XX.

Número 6608. P,5.

“La manifestación de ayer de los inquilinos al cabildo degeneró en un mitin agresivo. Intervino la policía. -Fue

apedreada una honorabilísima casa que nada tiene que ver con los manifestantes- El distinguido comerciante Carlos

Baena, fue víctima del mitin”. El tiempo. Febrero 23 de 1930. Año XX. Número 6609. P,1.

“La baja de los alquileres” El Tiempo. Septiembre 22 de 1930. Año XX. No. 6815. P, 9

“El Senado aprobó ayer en segundo debate la ley que reglamenta los alquileres. Texto de las nuevas disposiciones”

El Tiempo. Septiembre 26 de 1930. Año XX. No. 6819. P, 1.

“El inquilinato”. El Tiempo. Noviembre 1 de 1930. Año XX. Número 6855. P,5.

.

1931

“Liga de propietarios. Ayer quedó constituida la liga. Junta directiva”. El Tiempo. Marzo 14 de 1931. Año XXI.

No. 6986. P, 5.

Cromos

“La Liga Cívica y las opiniones del concejal Saiz”. Cromos. Abril 24 de 1926. Volumen XXI. Número 503.

“Las labores de la liga cívica” Cromos. Mayo 22 de 1926. Volumen XXI. Número 507.

Fondos del Concejo

Fondo de quejas y reclamaciones del Concejo. 1918. 604-3628. Tomo 76. P.92

Fondos del consejo: Quejas y reclamos. Libros Nos: 604.4727/

3701/3702/3704/3705/3706/3609/3641/3721/3713/3714/3718/3712/3722/4693/4720/3716/3717/3711.

Leyes decretos y acuerdos

Ley 46 de 1918. Artículo 7. En:

https://camacol.co/estudios_juridicos/Archivos/LEY_CONGRESO_NACION_0046_1918.html

Libros y artículos

AGUILERA, Peña Mario y VEGA, Cantor Renán. Ideal democrático y revuelta popular.

Bosquejo histórico de la mentalidad política popular en Colombia. Editorial Instituto María

Cano. Bogotá, 1991.

ARCHILA, Mauricio. Cultura e identidad obrera 1910-1945. Mérida 2003.

……………………………. Movimientos sociales, estado y democracia en Colombia. Bogotá

2001.

……………………………. Ni amos ni siervos: memoria obrera de Bogotá y Medellín 1910-

1945. Cinep. Bogotá, 1989.

Page 125: La Huelga de los Inquilinos

125

ARANGO, Z Carlos. Crónicas de la lucha por la vivienda en Colombia. Bogotá 1981.

CARRILLO, Bedoya Jaime. Los paros cívicos en Colombia. Editorial La oveja negra. Bogotá

1981.

CASTELLS, Manuel. Imperialismo y urbanización en América latina. Gustavo Gili. Barcelona,

1993.

………………………………..La ciudad y las masas. Sociología de los movimientos sociales

urbanos. Alianza Editorial. Madrid, 1986.

……………………Movimientos sociales urbanos. Siglo XXI editores. Madrid España 2008.

CASTRO-GÓMEZ, Santiago. Tejidos Oníricos. Movilidad, capitalismo y bio política en Bogotá

(1910-1930).

CHAPARRO Valderrama Jairo. “La ciudad y las ciencias sociales: ensayos y aproximaciones”.

Editores Germán Rodrigo Mejía Pavony, Fabio Zambrano Pantoja. Santafé de Bogotá: CEJA,

2000.

COLMENARES, Germán. Ricardo Rendón: una fuente para la historia de la opinión pública.

Tercer mundo. Bogotá, 1998.

COLÓN, Luis Carlos. El saneamiento del Paseo Bolívar y la vivienda obrera en Bogotá.

CUEVAS, Homero. Introducción a la economía. Universidad Externado de Colombia. Santafé

de Bogotá, 1992.

ENGELS, Friedrich. Contribución al problema de la vivienda. Edición en lenguas extranjeras.

Moscú, 1900.

GIRALDO, Javier. La reivindicación urbana. Cinep. Bogotá, 1987.

HARVEY, David. Ciudades Rebeldes. Del derecho de la ciudad a la revolución urbana.

Ediciones Akal. Buenos Aires, 2014.

………………….Urbanismo y desigualdad social. Siglo XXI editores. Bogotá 1979.

………………….Espacios del bienestar

Historia de Bogotá siglo XX. Alcaldía Mayor de Bogotá. Villegas editores. Bogotá, 2007.

HOBSBAWM, Eric. Gente poco corriente: resistencia, rebelión y jazz. Editorial Planeta.

Barcelona 2013.

IBAÑEZ, Pedro María. Crónicas de Bogotá

……………………….Contribución al estudio de la higiene pública en Bogotá. Tomo 3.

Page 126: La Huelga de los Inquilinos

126

LONDOÑO, Botero Rocío y SALDARRIAGA, Roa Alberto. La ciudad de Dios en Bogotá;

Barrio Villa Javier. Fundación social. Bogotá 1994.

MARTÍNEZ, Carlos. Bogotá reseñada por cronistas y viajeros ilustres. Escala Fondo editorial.

Bogotá, 1978.

MEDINA, Medófilo. La protesta urbana en Colombia en el siglo XX. Ediciones Aurora. Bogotá,

1984.

PALACIOS, Marco. La clase más ruidosa y otros ensayos sobre política e historia. Editorial

Norma. Bogotá, 2002.

MEJÍA, Pavonny Germán. Pensando la Historia urbana. En: la ciudad y las ciencias sociales.

Ensayos y aproximaciones. Pp. 47-73. Alcaldía Mayor de Bogotá. CEJA, Fabio Zambrano y

Germán Mejía editores. Bogotá, 2000.

…………………………..Los años del cambio. Historia urbana de Bogotá, 1820-1910.

Bogotá, CEJA, 2000.

MELO, Jorge Orlando. Proceso de modernización en Colombia, 1850-1930. En: Revista de

extensión cultural. No. 20, diciembre 1985.

ORTEGA, Ricaurte Daniel. Cosas de Santafé de Bogotá. ABC. Bogotá, 1959.

OSORIO, Lizarazo. La casa de vecindad. Laguna libros. Bogotá, 2013.

PALACIOS, Marco. El café en Colombia, 1850-1970: una historia económica, social y política.

El Ancora. México, 1983.

PIÑÓN, Juan Luis. Reflexiones sobre la comparación y la generalización en historia urbana.

1993.

ROMERO, Juan de Dios. Conferencias socialistas. Tipografía Latina. Bogotá, 1920.

ROMERO, José Luis. Latinoamérica, las ciudades y las ideas. Siglo XXI Editores. Buenos

Aires 2001.

SALDARRIAGA, Roa Alberto. BOGOTÁ SIGLO XX. Urbanismo. Arquitectura y vida urbana.

DAPD. Bogotá, 2000.

SAMPER, Gnecco. Cuando Bogotá tuvo tranvía y otras crónicas.

SAMPER, Miguel. La miseria en Bogotá y otros escritos. Universidad Nacional. Bogotá, 1969.

Page 127: La Huelga de los Inquilinos

127

SANTANA, Pedro. Bogotá 450 años. Retos y realidades. Pp.11-92. Foro por Colombia. Bogotá,

1988.

SERNA Dimas, adrián- GOMEZ Navas, Diana. Estado, Mercado y Construcción de Ciudad.

Una historia social de los conflictos vecinales en la cuenca del río del arzobispo, Bogotá

(1885-2000). Bogotá, junio de 2011.

SOWELL, David. Artesanos y política en Bogotá 1832-1919. Ediciones pensamiento crítico.

Bogotá, 2006.

TARROW, Sidney. El poder en movimiento, Los movimientos sociales, la acción colectiva

y la política. Alianza Edidorial. Madrid 1997.

TAVERA Zamora, Camilo. Habitaciones obreras en Bogotá: tesis para el doctorado en

medicina y cirugía.

TILLY, Charles. Conflictos políticos y cambio social. En IBARRA, Pedro y TEJERINA,

Benjamín. Los movimientos sociales.

TORREJANO Vargas Rodrigo Hernán. La protesta cívica en Colombia a principios del siglo

XX 1902-1930.

TORRES, Giraldo Ignacio. Los inconformes: historia de la rebeldía de las masas en Colombia.

Volumen IV. Margen Izquierdo. Bogotá, 1973-1974.

URIBE, María Tila. Los años escondidos: sueños y rebeldías en la década del veinte.

Cestrá. Santafé de Bogotá, 1994.

URIBE, Márquez Tomás. Rebeldía y acción: al proletariado colombiano. Editorial Minerva.

Bogotá, 1927.

URREGO, Miguel Angel. Sexualidad, matrimonio y familia en Bogotá 1880-1930. Ariel

Historia. Bogotá, 1997

URRUTIA, Montoya Miguel. Compendio de estadísticas históricas de Colombia. Universidad

Nacional. Bogotá 1970.

URRUTIA, Montoya Miguel. Historia del sindicalismo en Colombia. Ediciones Universidad de

los Andes. Medellín 1976.

VARGAS Lesmes Julián. Bogotá 450 años. Retos y realidades. Foro nacional por Colombia.

Bogotá. 1988.

Page 128: La Huelga de los Inquilinos

128

VEGA, Cantor Renán. Gente muy rebelde. Protesta popular y modernización capitalista en

Colombia (1909-1929) Tomo IV Socialismo, cultura y protesta popular. Ediciones

pensamiento crítico. Bogotá 2002.

…………………….….Gente muy rebelde. Protesta popular y modernización capitalista en

Colombia (1909-1929) Tomo III Mujeres, artesanos y protestas cívicas. Ediciones pensamiento

crítico. Bogotá 2002.

Tesis de grado

IMPERIO, H.L. (2016). Entre el Concejo y el vecino: correspondencia y peticiones sobre las

condiciones urbanas en Bogotá (1919-1929). Tesis de posgrado. Maestría en Historia y teoría

del Arte la Arquitectura y la Ciudad. Universidad Nacional de Colombia.

Internet

http://laestrella.com.pa/panama/nacional/movimiento-inquilinario-1925-poder-

masas/23898500.

https://losojosdehipatia.com.es/cultura/historia/historia-de-las-huelgas-de-inquilinos/.