la habana con la mandíbula

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La Habana en la mandíbula Por Justo Planas Una triste aritmética terminó enseñándome que con 500 pesos de salario mensual no se puede comer todos los días en la calle y llegar a fin de mes. Después de reunir durante un cuarto de año —mi primer año de periodista trabajador— para celebrar con mi novia nuestro aniversario en el Barrio Chino, y de paso quitarme la curiosidad de lo que sería un trato con “todos los honores”; quedé escarmentado de la aventura. Primero, la displicencia de los otros camareros con los que me había tropezado en la vida, me hizo sentir verdaderamente incómodo ante el servicio esmerado de la muchacha del Lung Cong. Segundo, el sabor de la comida, sobre todo del cheesecake, se iba por encima de lo ordinario, sí, pero también noté que el precio lo justificaba mejor la cantidad que la calidad. Y tengo entendido que este restaurante del Barrio no es de los más exagerados con la ración. Imagino que este hábito no sea una costumbre china sino muy cubana, aquí comemos con los ojos, como obesos obsesos, atormentados diariamente por una hambruna cultural. Sin embargo, yo —lamentablemente— no comparto ese apetito especulativo y visual; y sudé grandes y frías gotas antes de dejar el plato del Lung Cong limpio, el mío y el de mi inapetente novia. Sudé pero quedó limpio en honor al gran sacrificio, la inmolación inminente de mi billetera. La última razón por la que nunca gasté de nuevo 20 cuc en una noche de comelata chinesca, y la más importante de todas las razones, se debió a que siempre tenía algo mejor o más urgente en qué invertir después de romper el cochinito. Entonces nos convencimos mi novia y yo de que era casi lo mismo visitar restaurante estatales, para asalariados estatales y estudiantes universitarios. Y así lo creo hoy. A pesar de que en ninguno se puede ser muy exigente con la limpieza: o el mantel tiene manchas de otros comensales, o los cubiertos están cubiertos de un 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37

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La Habana en la mandbulaPor Justo PlanasUna triste aritmtica termin ensendome que con 500 pesos de salario mensual no se puede comer todos los das en la calle y llegar a fin de mes. Despus de reunir durante un cuarto de ao mi primer ao de periodista trabajador para celebrar con mi novia nuestro aniversario en el Barrio Chino, y de paso quitarme la curiosidad de lo que sera un trato con todos los honores; qued escarmentado de la aventura. Primero, la displicencia de los otros camareros con los que me haba tropezado en la vida, me hizo sentir verdaderamente incmodo ante el servicio esmerado de la muchacha del Lung Cong. Segundo, el sabor de la comida, sobre todo del cheesecake, se iba por encima de lo ordinario, s, pero tambin not que el precio lo justificaba mejor la cantidad que la calidad. Y tengo entendido que este restaurante del Barrio no es de los ms exagerados con la racin. Imagino que este hbito no sea una costumbre china sino muy cubana, aqu comemos con los ojos, como obesos obsesos, atormentados diariamente por una hambruna cultural. Sin embargo, yo lamentablemente no comparto ese apetito especulativo y visual; y sud grandes y fras gotas antes de dejar el plato del Lung Cong limpio, el mo y el de mi inapetente novia. Sud pero qued limpio en honor al gran sacrificio, la inmolacin inminente de mi billetera.La ltima razn por la que nunca gast de nuevo 20 cuc en una noche de comelata chinesca, y la ms importante de todas las razones, se debi a que siempre tena algo mejor o ms urgente en qu invertir despus de romper el cochinito. Entonces nos convencimos mi novia y yo de que era casi lo mismo visitar restaurante estatales, para asalariados estatales y estudiantes universitarios. Y as lo creo hoy. A pesar de que en ninguno se puede ser muy exigente con la limpieza: o el mantel tiene manchas de otros comensales, o los cubiertos estn cubiertos de un empaado dudoso, o los platos entonces cargan con la duda; a pesar de todo, a veces la atencin y la comida son agradables, incluso muy agradables atendiendo a su precio.Eso s, los locales gastronmicos responden a una ley que, parodiando a Marshall Berman, siempre me recuerda aquel ttulo: Todo lo slido se desvanece en el aire. Como a muchas otras instituciones cubanas, se les puede aplicar el principio de que escobita nueva barre bien, lo que ya presupone que (citando a Shakira) luego vas a ver desgastadas las cerdas.Por ejemplo, cuando la furia de los panes con perro, cuando muchas cafeteras de La Habana se transfiguraban en Casas del Perro, haba una, la Frankfurt, ah por 23 y 16, que se reservaba por causas o azares el privilegio de ser la institucin modelo de todas ellas. Eso significa que era superpriorizada. Contaba con mesas, a diferencia de la de 23 y L. No le echaban agua ni al ktchup ni a la mostaza. Te ponan los pomitos para que te sirvieras a gusto y en cantidades. Y, muy importante, te incluan un paquete sellado con papas fritas. Todo esto costaba solamente 10 pesos, o sea que con el dinero invertido en una hora en el Lung Cong podra haber comido pan con perro, mostaza, ktchup y papitas durante dos o tres meses.Camajanes de cafetera como ramos mi novia (hoy mi esposa) y yo, sin embargo, decidimos no entusiasmarnos demasiado con nuestros perros de Frankfurt, tan oportunamente bien situados a unos pocos pasos del cine Chaplin. As, no hubo decepciones cuando la ira de Zeus cay sobre esa Casa del Perro y las papitas renunciaron convenientemente a su paquete sellado para custodiar los panes sobre el plato. Luego, las vimos mes tras mes reducir su nmero. Y con los aos, como el parpadeo de esos alegres bombillitos que acompaan el rbol de navidad, las hemos visto tambin desaparecer y regresar.A pesar de que a veces nos han servido perros verdes, a pesar de que los familiares y amigos de los empleados se sienten tan en casa que entran y salen de la cocina como el Pedro del dicho, incluso a pesar de que hemos descubierto a la camarera dndole un pellizquito al pan camino a servirlo; la Frankfurt contina siendo la mejor, la de mejor mostaza y ktchup, y la de mejores perros. La ms estable de todas. La que recin abrieron frente a mi casa en la Esquina de Tejas tiene una foto con un perro salchicha (y me refiero al animal no al alimento, aunque hubo en el Perodo Especial algunos cubanos confundidos). El perro est envuelto en un pan de goma y mira a los clientes con una cara de lstima que quita el apetito. Eso siempre me dio mala espina. Y despus de dos o tres veces de pasearnos a las 12 de la noche, atravesar el grupo de vecinos que acompaa a la camarera del otro lado del mostrador, preguntarle si tiene perro y recibir un no por respuesta a pesar de que los perros son perfectamente visibles; ratificamos nuestra decisin de que la Frankfurt continuaba al tope del hit parade.Y as contina, sobre todo porque en La Habana nocturna, opaca y aburrida para el que lleva 40 pesos en el bolsillo, existen redondeando dos opciones culinarias, el pan con perro y la comida italiana. Pero la pizza y el espagueti habaneros merecen otra historia.