la guerra está a punto de desatarse en el continente

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LaguerraestáapuntodedesatarseenelContinente.

LosreinosdelSursealíanbajolasórdenesdeDimitri,quienamenazaconreunirunejércitosinprecedentesycobrarsesuansiadavenganza.Adhárel,talycomolasMusasauguraron,hacompuestolaPoesíaquepodríacambiareldestinodetodos.Ymientrastanto,alNorte,lajovenLysellsepreparaparadescubrirquiénes,enfrentarseasupasadoyasumirsupapelenunmundoplagadodetrampas,peligrosydesafíos.

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JavierRuescas

LosversosdeldestinoCuentosdeBereth-3

ePubr1.0Haiass23.11.14

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Títulooriginal:CuentosdeBereth3:LosversosdeldestinoJavierRuescas,2011Ilustracióndelacubierta:AnnaMaldonadoVallhonestaDiseñodecubierta:EvaOlayaMartínColaboradora(Poesíasydiseñodelmapa):CarlotaEchevarríaAlemany

Editordigital:HaiassePubbaser1.2

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ACarlota,sinlacualestecuentojamássehabríahechorealidad.

AmisabuelosLuisitayManolo,quemeregalaronaquelprimercuaderno

dondeempecéaescribir.

Amislectores,porquesonlosmejoresdeesteyotrosmundos.

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Prólogodelautoralaedicióndigital

PonerlepuntoyfinalalatrilogíadeCuentosdeBerethhasidounadelascosasmásdifícilesdemicarreraprofesional.Durantemeses,abríaeldocumento,lomiraba,ylovolvíaacerrarsinatrevermeaescribirunasolapalabra.Sabíaloquequeríacontar,loqueibaaocurrir,lospersonajesqueibanavivirylosqueno,peroporalgunarazónmeintimidabaponermeconello.

No se debía ni a la presión de los lectores ni a cómo estaban funcionando lasanterioresnovelas;enrealidaderaunproblemaconmigomismo.Queríaquefueseunfinal épico, que quedara en el recuerdo de todos para siempre. Pero me asustabasobremanera llegar a descubrir que no era capaz de hacerlo, que no podía atar demanera convincente todos los cabos que había abierto en las cientos de páginasanteriores,porloquepreferíanointentarlo.

Amarchas forzadas, escribí los tresprimeroscapítulos,quemás tarde tuvequeborrarporquenomeconvencieron.Ycuandoyacreíaquenopodríahacerlo,queelbloqueoseríadefinitivoyquelafechadeentregasemeecharíaencima,mispadresnosinvitaronamihermanayamíaunfantásticoviajeporloscastillosdelLoira.

La experiencia fue tal que mi imaginación y las ganas de contar historiasambientadasenaquelloslugaresdeensueñosedispararon.Yasí,enlascarreterasdeFrancia,nacióLosVersosdelDestino.

He tenido la infinita suerte de contar conunos lectores fieles y entusiastas quehan llevado la historia más allá de los epílogos con preciosos fanarts, originalesfanfics,canciones,videos,reseñas…Nuncadejarádesorprendermelamaneraenlaquemuchoshan llegadoaquerer,a sufriryaemocionarsecon lospersonajes.Soyconscientedequesinelloslaexperienciadeescribirestatrilogíanuncahubierasidolamisma.

Ahora,erestúquienseadentraenesteuniversodecuento,repletodesombrasyluces, aventuras, amor y traiciones. Espero que, como me sucede a mí, Berethpermanezcaentussueñosparasiempre.

JavierRuescas

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Prólogo

Habíaunavezuncastilloancladoalascorrientesdeaireyalasestelasdelosastrosqueflotabasobrelasnubes.Enél,lavegetaciónmásdisparyhermosaflorecíacomosi estuviera plantada en la mejor tierra y regada por la lluvia más pura. Ningúnhumanohabíavistojamássemejantejardínynuncalovería,puesquieneshabitabanaquelidílicoedénnopermitíananingúnviajeroacercarsemásalládelaspuertasdelacanceladeoroquelobordeaba.

Ensucentro,másalládeloslaberínticospinaresylafrondosaselvamulticolor,seerigíacomoungigantelaimponentefortalezadealabastro,mármolblancoytejaoscura que escalaba el cielo hasta el infinito. Más de cien torretas, con susbalaustradasytejadospuntiagudos,coronabanlosbrillantesmurosdeaquelcastilloquesoloteníacabidaenlossueñosdeloshombres.

Asualrededor,unfosodeaguacristalinaservíademoradaauncentenardepecesmulticolores cuyas voces rivalizaban con las de las sopranos y los tenores másbrillantes. Sin embargo, aquellas tonadas dignas de los más duchos trovadores nohablabandelasgestaspasadas,sinodelosacontecimientospresentes.Eran,porasídecirlo, loscronistasdeaquel lugar.ConunsimplevistazoalfondodesuestanqueveíancuantosucedíaenelContinentey,acontinuación,lopregonabanenformaderimasyestrofasaquienpudierainteresarle.

Quienesestabaninteresadasenelloeranlasmilesdeavesqueutilizabanaquellainmensa fortificación como pajarera de lujo. Una jaula de oro que sus dichososmoradorespodíandisfrutaracambiodellevaracabounsencillocometido:jugaraunjuego.

Peronounjuegocualquiera,sinounotremendamentecomplicadoyadictivo,quehablaba del presente, del pasado…y del futuro. Las reglas, para bien o paramal,cambiaban constantemente, y los participantes ni siquiera sabían que estabancompitiendo.

Eltablero,unainmensaplaniciequehacíalasvecesdesueloenlasalaconocidacomo lade lasVanidades, se extendíadeunapared aotravariandode tonalidadessegúnlasestacionesdelaño.Ylaspiezas,quenoerannialfilesnipeones,nitorresnicaballos,sinoreyesymendigos,criadasyprincesas,panaderosyartistas,príncipesygranjeros o soldados y ladrones, se diseminaban por su superficie como estatuaserigidasporseresdiminutos.

La estancia, de altas paredes e inmensos pilares que sostenían el resto de laestructura,permanecíasiempreiluminada.Graciasasusmúltiplesventanalesyalosdosenormesrosetonesquederramabansubrillomulticolordesdelasparedesesteyoeste, la luzdelsol,cuandono lade la lunay lasestrellas,entrabaa raudalesparaalumbraraquellapartidaque,comosuscreadoras,nuncadormía.

Yesque,siaquellasavesqueplaneabandeaquíparaalláeranlasencargadasdearrastrarlaspiezasporeltableroenconvenienciaaloquelospecesdelestanqueles

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indicaban,quienesdebíandecidiraquépruebassometerlaseranlasdosmujeresqueenesemomentotomabaneltéeneltechoabovedadodelaestanciacomosifueralacosamásnormaldelmundo,puestoque,paraellas,loera.

Una,lamásjovendelasdos,eraregordeta,deojossaltones,narizafiladaydedostandelicadoscomocuerdasdeviolín.Noexistíanadiequetuvieramejormanoconlosanimalesy,porello,sehabíaencargadodeamaestraratodoslosquevivíanenelcastillo para que llevaran a cabo sus funciones. Como su hermana, había recibidomuchosnombresalolargodeltiempo,peroelquemáslegustabaeraÁtropos.

Laotra,quepreferíaresponderalnombredeLáquesis,seasemejabaaunaespigadetrigodetandelgadayrubiaqueera.Enellanohabíamáscurvasquelasquelabrisadelexteriorleconferíaasuvestido,ysuparticularbelleza,remarcadaporunosojostanclaroscomogotasdelluvia,erasolocomparableasudestrezaconlasflores.

—Sabíamosque tarde o temprano sucedería—comentóÁtropos, sirviendounataza de té a su hermana.La colocó sobre un platito de porcelana y lo empujó consuavidadporelairehastasuregazo.Noestabaenfadada,perosímolesta.Silehabíadedicado tantas horas, tantos años, al entrenamiento de las aves y los peces delcastilloera,precisamente,paranotenerquevolveraponerunpieenaquellamalditaestancia.Igualquesuhermana.

—Yalosé,peronodejadeserunaofensa—replicó laotra,cogiendola tazayllevándoselaasus labiosprácticamente invisibles.Hacía tanto, tanto tiempoquenoprestaban atención a la partida que venía desarrollándose, que, aunque les dolierareconocerlo,seleshabíaolvidadocómojugarlimpiamente.

Átroposseechódosterronesdeazúcaryremoviólabebidaconlamentepuestaenotraparte.

—Tendríamos que haber cortado con todo esto mucho antes. Yo lo sé. Tú losabes.Yelloshantardado,perotambiénlohancomprendido.

—¿Aquéterefieres?—¡Aquedeberíamoshabernosmarchadohacetiempoparadejarquesematasen

yacabasencontododeunavezportodas!—Suvozreverberóportodalasalaconextremanitidez.

—¿Yquéhaydeloquenosotrascreamos?¿Echaríastodoporlaborda?¿Dejaríasqueellosganasen?

Átroposmiróasuhermanamayorynegóconlacabeza.—¿Quésentidotieneseguirluchandocontraloinevitable?—¡Elsentidoquenosotraslehemosdadodesdeelprincipio,malditasea!—Con

enfado, le dio un manotazo a su taza de té y ésta se desplazó por el aire hastaestrellarsecontralaparedsur.Porelcamino,espantóauncisnequeestabamoviendolapiezadeunbufón.

Lasdoshermanasseobservaronsindecirunapalabra.¿Acasohabíandejadoqueeljuegoenturbiaseinclusosurelación?Láquesisfuelaprimeraenhablar.

—Nopodemosrendirnosahora.Aceptarladerrotaserviríaparademostrarlesque

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sonmuchomáspoderososquenosotras,quepuedenseguirhaciendoloquelesplazcasin pensar en las consecuencias. Perderíamos todo lo que con tanto esmeroconstruimosjuntas.

—Nunca debimos dejar que ella interviniese… —masculló Átropos conamargura.

Laotrasoltóunacarcajada.—¿Desde cuando hemos tenido opción de controlar sus acciones? —suspiró,

cansada,ysemasajeó lafrente—.Clotonuncafueunaniñafácil,pero tiene tantosderechosylibertadescomonosotras.Nopudimosnegarlequeseinmiscuyeracuandonoslosuplicó.—Alzólamirada—.Yterecuerdoqueentoncesalasdosnosparecióbien.Divertido,emocionante.

Átroposnegórepetidasveces,intentandoespantarelrecuerdo.—Pero entonces no sabíamos en lo que nos metíamos. Ahora sí, ¿por qué no

podemos acabar con todo de la manera más rápida?—Chasqueó los dedos y ungorriónquesobrevolabacercadeellascayófulminadosobreeltablero,muerto.

—Ay,mipequeñahermana—selamentóLáquesis—.Noestansencillo.Ellosnonospertenecencomolohacenlasplantasolosanimales,ylosabes.Podemosjugarcon ellos, utilizarlos incluso, pero no poseerlos. Susmuertes no están en nuestrasmanos.

—Perosísusdestinos.Ellaseencogiódehombros.—Enrealidadsololosdeaquellosquellevencorona,noloolvides.—Laotrafue

areplicar,perosuhermanaseleadelantósabiendoloqueibaadecir,yañadió—.Sí,yenconsecuenciatambiénlosdesuspueblos,losé.Yyavesadondenoshallevadotodoesto.Poresomepregunto…

—¿Qué?Láquesiscerrólosojosyfruncióelceño.—Las dos sabemos que nuestra única intención ha sido siempre castigar la

vanidadhumanaydemostrarlesquenoerannadieenrealidad,¿correcto?Laotraasintió.—Que nada les pertenece y que quien piense eso tendrá que enfrentarse a las

consecuencias. —Hizo una pausa—. Pero ¿y si ya hemos cumplido con nuestramisión?

—Explícate.—Lapacienciaenaquellosmomentoseraloúltimoquelesobraba.—Mirahaciaabajouninstante—leordenóconeltonomásautoritarioquesuvoz

agudayestridentepodíaadoptar,locualnoeradecirmucho—.¿Quéesloqueves?La otra arrugó la nariz y obedeció.Apoyando lamano sobre el aire se reclinó

haciaunlado,comosiseasomasealmiradordeunvertedero.—Mipesadillaeterna—replicó,agotada.—Exacto.Nuestra pesadilla eterna. —Dio un sorbo a la taza de té—. Y por

primeraveztenemoslaoportunidaddedeshacernosdetodoello.

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—Pero…Laotralainterrumpió,alzandolamano.—Seríaabsurdonegarquelasdosestamoscansadasdetodoesto.Sí,esciertoque

nosotras lo iniciamos y que le hemos dedicado más tiempo del que ningún relojpodríaacumularensusagujas,pero¿noshemosparadoaobservarsihaservidodealgo?

Laotrahizounamuecadeindiferencia.—Ahora tenemos la oportunidad de retarlos directamente, como al principio.

Demostrarnos y demostrarles que han merecido la pena todos estos años deMaldiciones, avisos y Poesías. Creo que ese joven príncipe nos ha dado laoportunidadqueestábamosesperandosintansiquierasaberlo.—Sefrotólasmanosy, con ojos emocionados, añadió—: Hermana, por fin hemos encontrado a unosadversariosdignosdenuestrojuego.

—¿Adversarios…dignos?—replicó la otra, con las palabras atragantándosele,comosifueraincapazdepronunciaraquellostérminosenlamismafrase,comosisetrataradeundialectoolvidadohacíamuchotiempo.

Laotraquisodarmarchaatrás.—Loqueintentodeciresqueporfinpodemosjugarcomoantaño.—¿Quéestásinsinuando?Trasunsorbodetéunpocomáslargodelonormal,paramantenerlatensión,se

acercóbatiendosuavementesusesmirriadaspiernashastaeloídodesuhermana.—Quejuguemosestapartida…porturnos.—¡¿Perdón?!—Elgritoreverberóportodalasala,ylospájarosquenosalieron

huyendoporlosventanales,miraronhaciaeltecho,atemorizados.—¿Esquenoloves?—Láquesislaagarródelasrechonchasmejillasparaquela

mirase directamente—. ¡Es la oportunidad que buscábamos! Si logra superar laspruebasyganarlapartida,habremosdemostradoquenuestrométodofuncionóyquepuedenseguiradelante.

—¿Ysino?—Bueno,sinosiemprequedaránlosniños…—Los…—Átroposenmudecióuninstantesopesandolasposibilidades.Láquesis,antesdequeperdiera lapocaaceptaciónquehabía logradoacumular,

añadió:—Piénsalo.¡Estosoloharáquelacosasepongamásemocionante!—¿Emocionante, dices?—replicó la otra. Sus ojos parecían estar perdidos en

algúnpuntointermediodelcamino,sinsaberhaciadóndedirigirse—.Espeligroso.¡Muypeligroso!Podríavenirsetodoabajo.

—No lo creo. ¿Cuántos de ellos saben de nuestra existencia? ¿Y cuántos hanhechoalgoparadetenereljuegoentodoestetiempo?

Ninguno. Lo sabía bien, pues cada día se había despertado con la angustia deencontrarseelcastilloardiendoenllamasycadanochesehabíaidoalacamadando

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graciasydespertandoalamanecerconlamismasensación.Así,unayotravez.Peroahoraquehabíaalguienquesabíadesuexistencia…bueno,debíareconocerquenoeraparatanto.

—Entoncesproponesjugarporturnos.Láquesisasintió,emocionada.Sabíaquehabíalogradoconvencerla.—Si supera las pruebas, serán libres. Nos marcharemos y dejaremos que el

tiempodecidaporsímismoloquetengaqueserdeestelugar.—Conlamanobarriótodoelsueloextendidobajoellas.

—Ysino…—Ysino,dadoque fue él quien se atrevió adesafiarnos, tendráquepagar las

consecuencias: en caso de que no pueda ganar esta partida, lo perderá todo. Ynosotras habremos demostrado una vez más que estábamos en lo cierto desde elprincipioyqueestabanpredestinadosamatarselosunosalosotros.¿Noesperfecto?

Átropos observó pensativa las diferentes figuras talladas en madera que lospájarosmovíanaquíyallá,arrastrándolasconelpicoylaspatas,antesderegresaralaventanaparaescucharlasnuevasórdenesdelospecesyvolveraempezar.

El juegoestabayamuyavanzado.Algunas figuras estaban tandesgastadasquedaba pena mirarlas. Otras, las nuevas, brillaban como si llevaran varias capas debarnizencima.

Si jugaban por última vez terminaría todo. Para bien o para mal podríanmarcharsedeallí,desaparecer.Sesabíandemasiadoorgullosascomoparadejaralgoa medias. Pero ahora, gracias a la osadía de aquel príncipe engreído, tenían laoportunidadquehabíanestadoesperandosintansiquieraellassaberlo.Ysuhermanaestabaenlocierto:deningúnmododebíandesaprovecharla.Además,¿aquiénpodíahacerledañoalgodediversión?

—Deacuerdo,aceptemoselreto.Láquesisbatiópalmas,entusiasmada,yleplantóunbesoenlamejilla.Sin esperar más tiempo, se deslizó hasta el suelo y comenzó a estudiar la

disposicióndetodaslasfichas.Mientrastanto,Átroposseacercóalosventanalesyescuchótodaslashistoriasquelospecesestabancantandoenesemomento.

Cuandoestuvieronlistas,dieronunapalmadaytodoslospájarossalieronvolandohastalasvigasdeltechoylosalféizares,dispuestosapresenciarcomopúblicoelfinaldetanemocionantepartida.

—¿Estáspreparada?—preguntólamayor,exultante.Laotraasintió,conteniendounarisita.—Puesquedécomienzoeljuego.

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Sonpalabrasquetodosrepetimossintiendocomonuestras,yvuelan.Sonmásquelomentado.Sonlomásnecesario:loquenotienenombre.Son

gritosenelcielo,yenlatierrasonactos.

GABRIELCELAYA,LaPoesíaesunarmacargadadefuturo.

Apenashabíatocadoelhuso,secumplióelconjuroysepinchóconéleneldedo.Enelprecisomomentoenquesintióelpinchazo,cayósobrelacamaqueallíhabíaysesumióenunprofundosueño;yelsueñoseenseñoreóde

todoelpalacio.

LOSHERMANOSGRIMM,Labelladurmiente.

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1.Laniñasentomentalista

Laramaterminóporcederycombarsealrededordelasdemásraícesyhojashúmedasquedabanformaalaimprovisadadiademadehojas.

¿Oeraunatiara?Lysell arrancóvariasmargaritasquecrecíana sualrededory las fuecolocando

concuidadoenelentramado,comosifueranlasperlasdeuntocado.Olaspuntasdeunacorona.Una vez que estuvo lista, la hizo girar para contemplar el resultado y sonrió,

satisfecha.Habíaquedadopreciosa.Entoncescerrólosojoseimaginóquealguiensela colocaba sobre su despeinado cabello platino. Después de ajustársela tras lasorejas,sepusodepieenmitaddelpequeñoclaroygirólentamenteparasuponer,enfuncióndeloquesusombralemostraba,cómolequedaba.

Nopudoevitardarsecuenta,unavezmás,delomuchoquehabíacrecidoenlosúltimosmeses.Hacía ya un tiempo que era incapaz de reconocerse ante los pocosespejosqueencontrabaenelcampamento,yesolainquietaba.Aunquetodavíanoseapreciabanconevidencialascurvasdesucaderanidesuspechos,habíadejadoatrásel aspecto andrógino de la infancia para dar paso al de una mujercita de labiosgruesosypestañaslargasyclarasqueenmarcabansusinquietantesojosdelcolordelcieloinvernal.

Si bien seguía obstinándose en llevar sus habituales pantalones raídos y suscamisolas anchas que desdibujaban su aparente fragilidad, en secreto miraba conenvidia a las némades mayores que se confeccionaban sus propios atuendos deescotes generosos y faldas multicolores. Quizás algún día ella también llevaríaprendasasí.

Antesdeberíasaprenderacomportartecomounamujer,espectro,lediríaalgunadelasniñasdelcampamentoconmalicia.

Dejadecazarydeperderteporlosbosquescomoellosyalomejorempezaremosaconsiderarteunadenosotras,corearíaotra.

¿Unafalda?,¿tú?¡Perosiladesgarraríasantesdesalirporlapuerta!,añadiríaalgunamadrequeestuvieraatentaalaconversación.

LasonrisaenelrostrodelaniñasefuederritiendocomolasúltimasnievesdelbosquedeCélinor.¿Aquiénqueríaengañar?EllasiempreseríaEis.LaincorregibleydesesperanteEis.LaantesdeslenguadayahorataciturnaNiñadehielo.Unaprincesasintrono.Unanémadesincampamento.Unajovensinfamilia.

Poco más de medio año había transcurrido desde que aquel misteriososentomentalista se presentase en esemismo claro para entregarle un don que creíadesear,peroquesololehabíatraídodesdichasyproblemas.

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Con el invierno, Lysell dejó de hablar. Y aun entonces, a comienzos de laprimaveramás florida que nadie era capaz de recordar, seguía sin pronunciarmáspalabras que las estrictamente necesarias para sobrevivir… o para no llevarse uncoscorrónporpartedeBautata.

En realidad los comprendía.Ella temía tanto como ellos el incontrolable poderquelehabíasidoentregadoynohabíanochequenosuplicaraalasestrellasparaquedesapareciera.Perodenadalesirvió.

Encuantoalodeserlaprincesadealgúnreinolejano,intentabapensarenellolomenosposible.¿Cómoibaaserladueñadenadaquenofuerasuarcoysusflechas?¿Quiénsesuponíaqueibaobedecerlasiosaba,porlarazónquefuera,darunaorden?

Con un nudo en el estómago, la niña volvió a sentarse sobre la hierba acontemplarcómoelsolseibaocultandotraslascopasdelosárbolesparadarpasoaotra noche que auguraba ser lluviosa.Ojalá pudiera quedarse al menos hasta elverano,pensóreprimiendounescalofrío.

SialmenospudieracontárseloaalguienademásdeaBautata…Pero¿aquién?¡Solocomplicaríamáslascosas!Todossealejaríandeellaaúnmáspormiedoaquesussecretosmásíntimosquedaranaldescubiertoconunasimplepreguntasuya.Siyadeporsíestabasola,¿cómosecomportaríancuandorevelasesudon?Sololohabíautilizadodosvecesylasdoshabíantenidoterriblesconsecuencias.

Todavía sentía remordimientos al recordar el rostro descompuesto deKil Patdacuando descubrió que su marido la engañaba con su hermana cuando ella seencontrabafuera.Nohabíasidosuintenciónpreguntarle,peroundíaenelqueLyselllustrabasuarcosinmolestaranadie,Tronbatseleacercóy,condesdeñosohumoryalientoavino,lepreguntósinoestabahartadevivirallícuandopodíamarcharseasureinodeorigen, fueracual fuese.Entoncesella, sin reprimirsu lengua, lepreguntócon desparpajo si no estaba harto de acostarse con otrasmujeres que no fueran suesposa. Para cuandoquiso cerrar la boca,Tronbat ya estaba respondiendo, con tanmala fortuna que la desdichada Kil Patda pasaba por allí en ese momento y loescuchótodo.

Lasituaciónfueempeorandopormomentos.Sereprocharonverdadesquehastaentonces habían permanecido en las sombras y comenzaron a aflorar historias quedeberíanhaberseperdidoenelolvido.La situaciónse resolviódíasdespuésconeldestierrodeTronbatydelahermanadeKilPatdayelreceloposteriorhaciaLysellpor parte de todo el campamento como principal causante delmalestar general. Sihubieramantenidolabocacerrada,nadadeaquellohabríasucedido.

Nopasaronnidosmesesantesdequelamuchachavolvieraautilizarsudonsinquerer. Y aquella vez fueron muchos más quienes salieron mal parados. Lainfidelidad,afindecuentas,solohabíaafectadoatrespersonas,mientrasqueelhurtoylasmentirasquearaízdeunainocentepreguntadeLysellsedescubrieronentoncesamenazaronconecharabajobuenapartede loscimientossobre losquesesosteníaaquellegendarioclan.

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Entonces fue cuando Bautata se reunió con ella y le sonsacó el secreto. Conlágrimasenlosojos,laniñaleconfesólosucedidoasuabuelapostiza,laúnicaqueseguíamirándolaconciertaternura.LehablódelsentomentalistaquesehacíallamarEttoreydeldonquelehabíaentregadotrasdescubrirlasbrumasdesupasadoysuascendenciareal.

Paracomprobarquenoleestabamintiendo,Bautatalepidióquelepreguntaraloquefuera.Encuantolamujersesintióimpelidaaresponder,losojosseleagrandarony la certeza se dibujó en sus pupilas. No tardó en relacionar aquel suceso con lamarchadeTronbatyelrestodesituacionespasadasenlasquelamuchachasehabíavisto envuelta. Aquella niña, Eis, Lysell, se llamara como se llamase, era unasentomentalista.Laprimeradelaqueseteníaconstancia.Laúnica,posiblemente.

E incluso entonces, Bautata se mostró serena y relajada. Antes quesentomentalistaoprincesa,Lysellseguíasiendounacríaasustadaconundesoladorfuturo,suponía,pordelante.

Por supuesto, se guardó de decirle aquello y lo único que pudo hacer fueconsolarlayadvertirledequeapartirdeentoncesaprendieraarefrenarsulenguayano ceder ante las burlas de los demás némades. Pero aquellos consejos, comodescubriríanpronto,llegabantarde.

Para entonces,Azquetam, el chamán del campamento e hijo deBautata, y sushombresdeconfianzahabíantomadoladecisióndereunirseparaverquéhacíanconella.¿Erabuenaideaquepermanecieseconelloscuando,enrealidad,nadielaqueríaallíynoexistíanlazosquelaretuvieran?

Delapeormanerayatantempranaedad,Lyselltuvoqueaprenderque,aveces,laspalabraspodíanhacermásdañoquelasespadas.

Suspiró agotada de tanto darle vueltas a la cabeza ymiró con detenimiento eltocadoalquehabíadado formasinapenas ser conscientedeello.Aquella tarde sehabíainternadoenelbosqueparaaguardarlarespuestadeltribunalyasíaprovecharpara buscar ramas secas y construir nuevas flechas. ¿Cómo había terminado conaquellacoronadehierbajosenlamano?Deprontosintiólanecesidaddetirarla,perojustocuandosedisponíaahacerlo,escuchóungritoalolejos.

La niña se puso en pie de un salto, tan rápido que sus botas resbalaron en lahierbahúmedaytuvoqueagarrarsealesmirriadotroncodeunabetoparanocaerse.Prestóatención.

Esta vez, el ulular del viento trajo consigo el aliento cansado de algún tipo deanimalyeltroterápidodeunaspatassobreelterrenohúmedo.

Lysell sacó rápidamente el cuchillo que siempre llevaba atado a la bota y secolocóenposicióndefensiva.Cadavezseescuchabamáscercaeljadeodelanimal.Unlobo,supuso.Ounlincegrande.Semaldijopornohaberllevadoconsigoningúnarmamáscontundente.¿Porquésehabíavuelto tanconfiada?¿Acaso laverdad lasacaríadeunasituacióncomoaquella?

Loprimeroquevioemergerdeentrelosarbustosfueunapataoscura.Elrestodel

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cuerpovinodetrás.Setratabadeunlobodepelajetannegrocomolanoche.Susojos,ambarinos, resaltaban comoestrellas luminosas y parecían tanhumanosqueLyselltuvoquecontenerlatentacióndealargarlamanoparaacariciarleelhocico.

Por el contrario, el animal diovarios pasoshacia ella y después echó el cuellohacia atrás. Su aullido atravesó el bosque, y la niña se tapó las orejas con las dosmanospormiedoaquefueraaestallarlelacabeza.Aquelsonidoparecíaprovenirdelinteriorde la tierra.Antiguoyprofundo,sefundióconelviento,queloarrastróentodaslasdirecciones.

Lysellsuspiróresignada.Ellobobajólavistaparamirarladirectamente.Sabíaloquetocabaahora:esperar.Así,ensilencioyconlarespiraciónacelerada,aguardaronunofrentealotrohastaqueescucharonunospasosmenoságilesasuderecha.

Lobo y niña se giraron para ver aparecer junto a una roca a un muchacho decabellolacioytannegrocomoelpelajedellobo.Vekka.

—Por fin te encuentro—dijo sinmostrar un ápice de interés ni variar su tonomonocorde.

—Nolohashechotú,hasidoLue—replicóLysell,señalandoallobo,quetrotóhastaelmuchachoysefrotócontrasupierna—.¿Porquémebuscabas?—preguntótraspensarcadapalabraantesdepronunciarla.

—Tellamamipadre.Lysellsintióunnudoenlagarganta.¿Yaestaba?¿Habíandecididoquéhacercon

ella?—¿Sabessi…?Vekkaseencogiódehombrosynegóconlacabeza.—No me han dicho nada.—Su voz parecía rasposa. Como si de pequeño se

hubieratragadounpuñadodearenaquesubieraybajasecadavezquealzabalavoz.Noeradesagradable,perosíinquietante.

Adiferenciadesupadre,Vekkaeratodohuesos.Delgadocomounpaloyconlosmúsculospocodesarrollados, jamásinterveníaenningunapelea,nicompetíaenlascarrerasconlosjóvenesdesuedad,nisemostrabainteresadoportodoaquelloquesupadre,comochamán,pretendíaenseñarle.Era,paramuchos,unadesgraciadehijoyunapésimaopciónpara sucederaAzquetam.Yporesemismomotivo, aLysell legustaba.Leconsiderabasuúnicoamigo,oalgoparecido.

—No creo que les haga gracia tener que esperar, Eis—comentó el muchachoantesdedarmediavuelta y echar a andar con la cabezagachay lasmanos en losbolsillosdesupantalón.

—Yavoy—respondióella.Acontinuaciónañadió—:¡YmellamoLysell!Élsegiróymostróunadiminutasonrisaensuslabios.Poniendo los ojos en blanco, estrujó entre sus dedos la corona que había

construidoysaliócorriendotrasellos.—Megustaríapedirteunfavor—dijoderepenteeljovenconaqueltonodevoz

lánguidoquecrispabalosnerviosdetantos,peroqueaLyselllerelajaba.

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—Mientrasnomepidasmiarcoomisflechas…—Nuncasemeocurriría—replicóél,enbroma.Acontinuacióntragósalivayel

atisbodediversiónquehabíaasomadoensusojossedisipóantesdedecir:—Quieroque…sitevas,mellevescontigo.

Lysellsepusorígida.¿Habíaoídobien?—Nosabesloquedices,Vekka.Elniñosedetuvounpasopordelante.Ellobolosmiróybufó.—Séloquedigo,Eis…—Lysell.—Lysell.Estoyhartodevivirenestemalditocampamentoaferradoaestebosque

año tras año.Harto de que todo elmundomediga cómodebo ser y a quién deboparecerme. Quiero marcharme. Y lo voy a hacer… pero me gustaría hacerlo conalguien.

Ellobogruñóyelchicoañadió,palmeándolelacabeza:—Apartedecontigo,amigo.—Pero tu padre…Bautata…—Varias palabras le venían a la cabeza: traición,

vergüenza,destierro.—¿Sonellosquienesvanavivirmivida?—suvozseconvirtióenunsusurroal

final.—No, supongoque no. Pero…—esta vez fue ella quien bajó la vista antes de

seguir—.¿Ysinomemarcho?¿Te…teirástú?VekkaseencogiódehombrosporrespuestayacariciólasorejasdeLue.—Sí.La niña asintió y se mordió el labio inferior. Sabía que era verdad. A fin de

cuentas,lapreguntalahabíaformuladoella.—Vamos,sehacetarde—dijoél.Yjuntosmarcharonderegresoalcampamento

conellobotrotandoapasoligeropordelante.Dereojo,laniñaechóunvistazoaVekka.Noeraparticularmenteagraciado,se

dijo, pero sus marcadas facciones y aquellos ojos de un color indefinido entre elnegro de la noche y el gris de las sombras provocaban en quien los miraba tantafascinacióncomoangustiaydesconcierto.Eranunpozoenelquenadieseatrevíaaadentrarsesinunaluz.NadieexceptoLysell,quedespuésdetantotiempoasolasconélhabíaaprendidoacontrolarlasganasdeapartarlamirada.

PeroVekkanohabíasidosiempreasí.Hubountiempoenelqueaquelmuchachoesmirriadoapuntabamanerasparasucederasupadre.Desdequeaprendióahablaryamoversesoloporlasinmediaciones,sehabíaconvertidoenelreferentedetodoslosniños.Tenía,comomuchosdecían,almadelíder.Ypodríahaberseguidosiendoasí;podríahaberseconvertidoenelperfectochamánqueaquel sedentariocampamentonecesitaba.Peroentoncesseprodujoelataque,yVekkanovolvióaserelmismo.

Algunavezhabíaescuchadoalosadultosmurmurandoacercadelchicoydesutemiblemascota.Decómo,consolosentircercaalmuchacho,unsextosentido les

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advertíaquedebíantenercuidado,queteníanqueestaralerta.Ytambiéndecómoelmiedolosdejabaparalizadossinrazón,impidiéndolesreaccionardeningunaforma.Unmiedoirracionalquepalpitabasinningúnmotivocadavezqueéllosobservaba.Inclusosilohacíaconunasonrisaenloslabios.

Y,aunqueaquellonotuvierasentido,eraesemismomiedoconelquelosdemáslidiabanloqueaellalellevabaasentirseunidaaVekka.Afindecuentas,sialguienpodíacomprender losolaquesesentía, sihabíaalguienconquienpudierabajar laguardiaypasarhorassinnecesidaddehablar,eseeraél.Perosisemarchaba…

¿QuéharíaellasiVekkadecidíaabandonarelcampamento?Sielchicoselohubierapropuestovariosañosatráslehabríahechoellamismael

petate,peroahora…Sonrióparasíalrecordarlomalquesellevabanunosañosatrás.Lomuchoquele

gustabaaVekkaburlarsedelgélidocolordesupeloodequesecomportaracomounchico.Peroahoralascosashabíancambiado.Yellalenecesitabatantocomoélaella.Oesolegustabacreer.

Nuncasehabíaatrevidoapreguntarlequéfueloquesucedióenelbosqueaquellanoche de verano. Sabía que se había alejado del campamento poco antes delamanecerytambiénquesehabíadesorientadolosuficientecomoparanoencontrarel rastrodevuelta.Más tarde, cuandoquiso regresar, fueatacadoporalgúnanimalsalvajeyallíquedótendidohastaquesupadreloencontróvariashorasdespués.EsaeralainformaciónqueAzquetamhabíacompartidoconelcampamento,elrestoeranrumoresyespeculaciones.

¿Cómohabíasobrevividosiquieneshabíanestadoallíhabíanpodidocontemplarsu cuerpo destrozado? ¿Qué clase de brujería había tenido lugar durante aquellafatídica noche para que los gritos del muchacho desgarrasen la pazmientras unassinuosas y aterradoras siluetas, proyectadas en la tela de la tienda de campaña delchamánantelaluzdeunavela,danzaranalcompásdelossonidosdelbosque?

Ymásimportanteaún,¿porquéhabíaperdidosusombraelniño?Consolodiezaños,Vekkapasódeserelmásqueridoaserunacriaturatemiday

evitada.Nadielohacíademaneradirecta.Siemprehabíasonrisascongeladasensusrostroscuandoélaparecíaysuspirosdealiviocuandosealejaba.Y lasituaciónnohizomásqueempeorarcuandoelcachorrodelobo,aquienelpropiochicobautizócomoLue,aparecióunamañanaenlalindedelcampamentoyyanoseseparódeélnidedíanidenoche.

Lyselldiounpardezancadasrápidasyvolvióaponersealniveldelmuchacho.No conocía a nadie que semoviera entre aquellos árboles conmayor agilidad.Nisiquieraellamismapodíaseguirsuritmosinesfuerzo.Dealgúnmodo,Vekka,parabien o paramal, se había convertido en parte del bosque. En una criatura que lospergaminossobreplantasyanimalesquesehabíanrecopiladoalolargodelosañosnocontemplaban.

—¿Tienes miedo? —preguntó Vekka, sin dejar de mirar al frente. Lysell se

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preguntóduranteunsegundoquésucederíasinocontestabaalapregunta.¿Insistiríasuamigoenconocerlarespuestaolodejaríapasar?

—Nolosé.Unpoco,supongo.Élasintió,conforme.—Paseloquepase,noleshagascaso.Sobretodoamipadre.Jamáslehabíavistohablardelosmayoresdelcampamentoconundesgarrotan

pronunciadoensuspalabras.—Unaveztúquisistesercomoellos—replicóella,incapazdecontenerse.Legustabapensarqueaquelpasadoenelquehabíaestadosola,enelquetodos

los niños se burlaban de ella con Vekka capitaneándolos, no era más que el malrecuerdodeunapesadillaexcepcionalmentevívida.Sinembargo,tambiénsentíaunanecesidad imperiosa de recordarse una y otra vez que aquel tiempo fue real, queestuvosolayqueenelfondonolefuetanmal.Porsienelfuturovolvíaanoteneranadie.

—Hancambiadomuchascosasdesdeentonces—dijoél,serio—.Nolosconocíatanto como ahora. Es difícil tomar en serio la luz de quien se oculta entre tantassombras.

Laniñafueapreguntarleaquéserefería,perollegaronalosúltimosárbolesyelcampamentosedesplegóantesusojoscomoporartedemagia.Elsilencioquehabíareinadohastaentoncessedisipóengritosdechiquillería,órdenesdevocesgravesyrisascantarinas.

Vekkaleindicóconungestodelacabezaquelesiguiera.Seescabulleronporlapartetraseradelascabañas,sinhablarconnadiehastalamássuntuosadetodas.

La tiendade campañadeAzquetamera el dobledegrandeque lade cualquierotronémade.Forradacongruesaspielesdeanimalesyrevestidaenalgunaspartesdemadera,elhogardelchamáneraelclaroreflejodesumorador.Presuntuoso,altivo,egoístaeinsultantementepoderoso.

A laspuertas, un corrillodehombresymujeresmurmurabancongesto adusto.Asintiendo y corroborando la opinión de los otros con solemnidad. Sin llegar aescucharsuspalabras,Lysellsupoquehabíanllegadoaunadecisiónunánime.

Segiraronencuantoadvirtieronsupresencia,¿oladelloboyelniñosinsombra?Lentamente,sefueronapartando,ofreciéndolesunasuertedepasadizoquealaniñase le antojó como un corredor directo a la horca. Tragó saliva y bajó la mirada,sumisa.

Vekka iba delante. Se acercó al pedazo de piel curtida que hacía las veces deentradaysegiróunaúltimavezparamiraraLysell.Sinpalabras,ellabuceóensusneblinosaspupilasparaencontrarelconsueloquesus labiosnopronunciarían.Unaoleadadeoptimismolaembargóaltiempoquelasfaccionesdelchicoseendurecían.

Antes de que pudiera llegar a advertir el cambio,Vekka se diomedia vuelta ypenetróenlatienda.Lyselllosiguió.

Elolorasudoryahierbabuena,elagobiantecalorylafaltadeluzlaaturdieron

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unossegundosmientrassusojosseacostumbrabanalapenumbra,solocercenadaenalgunoslugaresporlosrayosdelsolquesefiltrabanaquíyallácomohilosdorados.Lysellpodía imaginarconextremaclaridadcómo,quienesahoraaguardaban fuera,habíanestadopisandoaquelmismosuelo,respirandoaquelmismoaromaenrarecidoydecidiendosobresufuturominutosantes.

—Gracias,Vekka—dijoAzquetamdesdeelextremomásalejadosintansiquieragirarseparamirarlos—.Puedesdejarnossolos.

El muchacho se dio media vuelta sin asentir, ni hacer una leve reverencia, nimostrarningúnrespetoporelhombremáspoderosodelcampamento.TampocomiróaLysellalpasarasulado.

El chamán se demoró unos instantes más antes de volverse hacia ella con uncuencodemaderaentrelasmanos.Lainfusiónhumeabahipnóticamente,trazandoenelaireelmismocaminohastaelenormebutacónquehacía lasvecesde tronoparaaquelreysinreino.

Azquetam tomó asiento y siguió en silencio otros insufriblesminutosmientrasdaba pequeños sorbos a su bebida y las voces del exterior se colaban por losresquiciosde la tela,arropándoloscomounanana indescifrable.Ungruesogoteróndesudorseescurrióporlafrentedelaniña,trazólaformadesuhuesudamejillayseperdió bajo su cuello. Ella no se movió. Intuía lo que el chamán pretendía: queperdiera la paciencia y que preguntase; que le diera un motivo específico paracomenzaracriticarsuinsaciablecuriosidad,lamismaquelahabíametidoenaquelembrollo.

Conestoicismo,aguardósinpronunciarpalabra,dispuestaanodarleaquelplacerque tanto deseo denotaba la creciente expectación del hombre. Por el contrario, seatrevióasonreírcándidaeinocentemente.Comosi,derepente,hubieraolvidadoporquéseencontrabaallí.

—Eis. —Azquetam pronunció su nombre con una mezcla de auténticasolemnidad e incontrolada burla. Como si la admirase por haber provocado todoaquelloyalmismo tiempose riesedequehubiesecometido tantasequivocacionesjuntas.También fueunmodode tentarla a replicar, pues todo elmundo sabíaque,desde el invierno, quería que la llamaran Lysell—.Me temo que no tengo buenasnoticiasparati.

Almenosestabasiendofranco,pensóella.Despuéscambióelpesodeunpieaotro.

—Cuandotupadretetrajonoerasmásqueunbebéqueapenassabíagatear.Hanpasadodoceañosdesdeentoncesyahoranosologateas,sinoquetambiéncorreteasporlosbosquesyjuegascontuarcoytusflechas.—Sí,conlosmismosquehabíanalimentadoabuenapartedelcampamentodurantelasfechasmásfríasdelinvierno,se dijo—. Sin embargo. También aprendiste a hablar. Y te volviste insolente,preguntonaymaleducada.

Lysellabriólosojos,incrédula.

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—Por tu culpa este campamento ha estado a punto de venirse abajo, dedesaparecer.¿Cómoesposiblequeunaniñatanimpertinentehayaestadotancercadeacabarconalgoqueexistedesdecasielcomienzodelostiempos?

Estabajugandoconella.Loveíaenelbrillodesusojosyenlasonrisaqueloslabiosocultabancondificultad.Soloqueríahacerleperder losestribos.Ella,porelcontrario,bajólamirada.

—Tu padre era un hombre agradable. No parecía estar muy acostumbrado atrabajar con las manos cuando llegó, pero aprendió rápido y se convirtió en unapersona útil.—¿Por qué no dejaba en paz a su padre? ¿Por qué no se limitaba adecirleelveredicto?¿Porquélaodiabatanto?—.Pordesgracia,surepentinamuertefueundurogolpepara todos. ¿Quién seharía cargode lapequeñaEis? ¿Cómo seadecuaría a las agresivas condicionesdelbosque sinunpadreniunamadreque laprotegieran?

Elmonólogoempezabaainquietarla.—PeroyohabléconBautatayledije:Madre,tenemosquecuidardeestaniña.Sé

quenoesnuestrayquebienpodríamosdejarlaenelbosqueparaqueselacomieranlas alimañas, pero somos personas de buen corazón y nuestro deber ahora esprotegerla.—El chamán lamiró y se llevó a los labios el tazón humeante—.Elladudó:yahabíacriadoaVekkacuandoyonopodíaatenderleporculpademistareasyestabacansado.Perologréconvencerlayjuntosteenseñamoscuantohasaprendido.—Hizounapausaysereclinóhaciadelante,entristecido—.Poreso,Eis,ahoramepregunto qué hicimosmal. Por qué nos deseas tantos pesares cuando lo único quequeríamoseradarteelamordeunafamilia.

—Yono…—¿Túno?¿Túno?—Lavozdel hombre cambióde registro a unomás frío y

peligroso, ya no había nada meloso en sus palabras—. Tú te has aprovechado denuestra hospitalidad y de nuestra bondad. Te has burlado de nosotros sin ningúnrespeto.Yesomehacesufrir.Sobretodocuandovienedealguienqueconsiderabamihija.

Lysell estaba conmocionada. ¿De verdad estaba sucediendo aquello? ¿Quépretendía diciéndole aquellas cosas? ¡Aquellas mentiras! Las palabras se leacumulabanen lagarganta,peronoencontrabaelmododeque llegaranasuboca.Azquetam la miraba con rabia y diversión, como quien le arranca las alas a unamariposaydespuéslaobservaintentaralzarelvuelosinningunaoportunidad.

—Elconsejohadecididoexpulsartedelcampamento.—Eraloqueesperaba,perono por ello fue menos doloroso—. Quieren que te marches inmediatamente. Alamanecer,aserposible.

Lysellasintióysetragóelnudoquelaimpedíarespirar.—Yo, sin embargo, te ofrezco algo diferente…—El hombre se puso en pie y

avanzóhaciaella.Antesdequesedieracuenta, lo teníaen frenteycon lasmanossobre sus hombros—.Sé quién eres. Igual que también sé por qué te gusta que la

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gentetellameLysell.La niña reprimió un escalofrío y sintió cómo enrojecían susmejillas, nerviosa.

¿Hablaba en serio? Necesitaba salir de allí y ordenar sus pensamientos. Aquelhombreleestabahaciendoperderlacabeza.

—Lohesabidotodoestetiempoysinembargonohedichonada.Antesdequetupadre muriera me confesó de dónde proveníais para que, cuando fueras mayor,pudierasregresaryocupartulugareneltrono.Tulugareneltrono…—Lyselldiounrespingo—.¿Ves?Heguardadotusecretoyeldetupadrehastaeldíadehoy.Podríahabertevendidoohaberleofrecido la informaciónalprimeroquemehubieradadounabuenacantidaddeberones,peronolohehecho.¿Ysabesporqué?—Lealzólabarbillaconsusenormesdedosparaquelamirase—.Porqueerescomounahijaparamí.

Una lágrimaseescurriópor lamejilladeella.Queríadejardeescuchar.Queríavolveralbosque.Queríavolveraestarsola.

—Ycomofamiliaquesomos,quieromarcharmecontigo.Lysell se atragantó y comenzó a toser. Debía de estar alucinando realmente.

¿Seríanacasolosvaporesdesuinfusión?—Heestadopensándoloyeslomejorparalosdos—continuóél,indiferenteasu

reacción—. Aquí nadie te quiere. Y a mí hace tiempo que este lugar se me haquedado…pequeño.

Así que era eso, pensó la niña, frunciendo el ceño. Aquel hombre lo habíaenredadotodoparaquelaexpulsasenytuvieraquemarcharse.Asítendríaunaexcusapara llevarle consigo a un lugar donde pudiera ser algomás que el chamán de uncampamentolargamenteolvidado.

Lysellseapartódeélunpaso.—¿Qué sucede? —preguntó Azquetam, compungido—. ¿No te gusta la idea?

¿Piensasviajartúsolaporestosbosquessinrumbofijo?Siguióretrocediendo.—¿Cómo crees que vas a encontrar tu lugar de origen sinmi ayuda?Nadie te

conoce,nadiesabequiéneres.Nadietebusca.—Quieromarcharme—dijo,conunhilodevoz.—Yyotambién.Poresoteofrezcolaoportunidaddeacompañarte.—No…—¿No?—Élavanzóhaciaella—.¿Cómoqueno?¿Acasotienesotraopción?Lo

he pensado todo. Te marcharás primero y yo te alcanzaré al anochecer. Podemostrazarunarutaparaencontrarnos.

Lysellestabaasustada.Yanoquedabaapenasespacioentreelchamánylateladelatienda.Elrostrodelhombrevolvióadulcificarse,peronolosuficiente.Laseddepoderseguíaempañandosusojos.

—Porfavor,Lysell.Losdosqueremossalirdeaquí.Nadanosata.Ayudémonoselunoalotro.

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¿Quenadaleataba?¿Ysufamilia?¿Suhijo?¿Supueblo?—No—replicóunavezmás,estavezintentandoquenoletemblaralavoz—.Me

irésola.—Pero…—elfuegobrillóensuspupilas,unfuegoquehabíatenidoatadohasta

el momento—. ¡Me lo debes, niña ingrata! ¡Yo te he mantenido viva todos estosaños!¡Tehecuidadoynohepermitidoquenadietehicieradaño!

—Esoesmentira—balbucióella.—¿Quésabrástúdelasmentiras?Elhombrelaagarródelhombroehizofuerzaconsuenormemano.—¡Mehacesdaño!—Másdañomehacestú,hijamía.—¡Yonosoytuhija!—gritóLysell,yleescupióenlacara.—Insolente…—Azquetamsequitólasalivaconlamanoydespuéslamirócon

furia—.Puessiyonomemarcho,tútampocoirásmuylejos.La niña luchó con todas sus fuerzas para liberarse, pero fue en vano. Vio con

impotenciacómoelchamánalzabaelpuñohaciaellaysedisponíaaatizarleconél.Perojustoenesemomento,cuandoyacreíaquenadadetendríaelgolpe,escuchóunavozdesdeelotroladodelatela.

—¿Azquetam?—elhombresequedóparalizadoyrápidamentesoltóalaniña.—¿Qué…quésucede?—preguntóconvozronca.—¡Tenéisquevenir!Loscazadoreshan…encontradoalgoenelbosque,señor.ElchamánmiróaLysellydespuésrespondió:—Voyenseguida.Trasescucharquelospasossealejaban,alzóeldedoendirecciónalaniña:—Túsabrásloquehaces,perosipiensasirtesola,mástevalesalircorriendo.Por

tubien.Lysell semordió los labiosy aguantó la embestida cuando el hombre la apartó

parasalirdelatienda.Laslágrimasnotardaronenasomarensusojosclaros,estavezconmásfuerza.Demiedo,devergüenza,deiraydeimpotencia.

Sellevólasmanosalosojosyselasarrancóconrabia.Ellaeraunareina.No permitiría que aquel hombre le volviera a hacer llorar nunca más. Se

marcharíacuandonadieloesperaseycomenzaríaunavidamuylejosdeallí.Pero¿ysiconsumisteriosodonAzquetamsevengaba?Tendríaquearriesgarse,decidióalsalirdelatiendadecampaña.

Vekkalaesperabafuera,conelloboalospies.—Losientomucho—dijo,taciturno.Ellanosuposisereferíaasuexpulsiónoa

loqueacababadeocurrir.Pero,porloquefuera,asintióyseencogiódehombros.—¿Qué es lo que ha pasado en el bosque?—preguntó, tragándose las últimas

lágrimas.—Nolosé.Loshombresvienenparaacá.—Seacercóaellayconemociónpoco

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contenida añadió—: Dicen que han encontrado a una mujer con un monstruo,heridos.

—¿Quéclasedemonstruo?Elchicomiróhaciaamboslados.—Unomitadhombre,mitadcuervo.

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2.Elreydelasmarionetas

Dimitri irrumpió en sus aposentos con la ropa cubiertademanchurronesde sangretodavíahúmedos.Trascerrarlapuertasedeshizoconrepugnanciadelacapaoscuraydelchaleco;sedesabotonólacamisolablancaylalanzóalsuelojuntoalodemás.Dedospatadassequitólosbotinesparadespuéshacerlomismoconlospantalonesoscuros.Noqueríatocarlos.Noqueríaniverlos.Jamásvolveríaaponerseningunadeaquellasprendas.Ordenaríaque loquemasen todo juntoalcadáverdelculpabledeaquellaescabechina.

Echóunúltimovistazoalmontónderopaysintióque la rabia recorría todosucuerpo;¡aquellacapaerasufavorita!,pensócerrandolospuños.

Así, con la respiración entrecortada y el pecho danzando todavía desbocado,quedófrentealenormeventanal,observandoelatardecerquesediluíaenelhorizontedeManseraldacomolasangreenelpatioempedradodelcastillo.Lasúltimashorashabíanechadoportierralalabordelasanterioressemanasytodoloquehabíapodidoirmal,habíaterminadosaliendopeor.

Golpeó elmarco demadera, enfurecido, y se volvió para encontrarse de frenteconsureflejoenelespejosituadoenlaparedopuesta.

Su pelo cobrizo, oscurecido durante los últimos meses, le caía sobre la frenteempapadoensudor.Lasfaccionesdesurostroparecíanhabersecinceladoconcadadecisiónquehabía tomadodesdequeabandonóBereth,ysuantañocolorida tezsehabíavueltodeungrislapidario.Contodo,subellezaseguíasiendoindiscutible.Lanuezsubíaybajabaensugargantademaneraespasmódicamientrasbuscabasalivaconlaquehumedecerseloslabios.Lospectorales,elvientreplanosinapenasvelloyparte del brazo se encontraban decorados con ribetes oscuros que habían idoextendiéndosecomolostentáculosdeunamedusaolaspatasdeunaarañadesdesumuñecaderecha.

Lamanoque reposaba juntoa lapelvisseocultaba trasunguantedecuerodelqueraravezsedespegaba;enbuenamedida,susegundapiel.Estabaclaroquehacíatiempo que había dejado de ser un príncipemalcriado.Ahora era el capitán de unejércitoquedaríasuvidaporélsiasíloordenara.

Concuidado,comosi temieraquepudieraconvertirseenpolvosisufría lamásleve sacudida, fue descubriendo la mano enguantada. Toda ella estaba tiznada decolor oscuro; como si la sangre que corría por sus venas fuera alquitrán, como siestuvierapodridapordentro.

Eljovenreydesentumeciólosdedostalycomohacíasiemprequesacabafuerzasdeflaquezaparacomprobareldeteriorodesupropiaextremidad.Susojossiguieronenelespejoelrecorridodelamanchaenelbrazoyelpecho.Porelmomentosudon

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nosehabíacobradomáspiel,peroprontolosprimeroshilososcuroscomenzaríanareptarporelcuelloyentoncesnohabríamaneradeocultarlos.Sentíatantarepulsiónpor su cuerpo como admiración y orgullo por su poder. Era temible en todos lossentidos.

Sobreelpechoreposabaunafríallavedoradadelaquenuncaseseparaba.Conpasolánguidosedirigióalarmariodedoblepuertaquehabíaasuderechay

escogióunospantalonesmarronesyunacamisaoscuraparabajaracenar.Sibienloúnicoquedeseabaenrealidaderatirarsesobrelaenormecamaydormirhastaeldíasiguiente, sabíaqueel tiempoapremiabayque teníaque reunirseconsushombresparadebatircuálseríasusiguientemovimiento.

Sialmenoshubierancontadoconundoncomoelquehabíandescubiertoaquellatarde…selamentóaltiempoquesevestía.Perono.Sehabíaesfumadoconlavidadesuportador.

YallevabamedioañoeneltronodeManseralda.Seismesesenlosquesuúnicapreocupaciónhabíasidollevaracaboelsueñoquerondabaensucabezadesdequeabandonó Bereth. Seis meses en los que se había dedicado a expulsar a cuantoshabíanosadointerponerseensucaminoyareuniratodosaquellossentomentalistasquealgunavezhabíansido repudiadosuobligadosa serviraun rey.Hombresquevagabansinrumbofijoporloscaminosylosbosquesenbuscadeunhogardondenotuvieranqueesconderseydondepudieranprepararsuansiadavenganza.

Con el tiempo, Manseralda se había convertido en el refugio de decenas depersonasconpoderesinimaginables.

Sin embargo, había quienes no lo veían así; quienes osaban rechazar lahospitalidad de Dimitri y optaban por marcharse y seguir su camino en solitario.ComosinofueranconscientesdelaoportunidadquelesbrindabaparaformarpartedelaHistoriadelContinente.Comosituvieranopción.

—Desagradecidos…—masculló para sí mientras se ataba los cordones de loszapatosnuevos.¿Acasonoloveían?¿Nocomprendíanlamagnituddelproyectoqueintentaballevaracabo?

Le resultaba inconcebible imaginarque alguien en su situación, alguien conundon,quisieraoponersea formarpartedelbrillante futuroqueDimitri sedisponíaaescribirconsangreenlastierrasdelContinente.

Por el Todopoderoso, ¡tendrían que haberle cortado el cuello antes de que lasituaciónsehubieradescontroladotanto!

Al igual que tantos otros que ahoramoraban en los terrenos deManseralda, elbárbaro que había provocado aquella escabechina durante la tarde había llegado alreino seducido por las palabras de Mantra, su segundo al mando. Este peculiarsentomentalista tenía elmaravilloso donde localizar a sus semejantes a cientos dekilómetros a la redonda y enviarles mensajes telepáticos sin que ninguno fueraconscientedesuprocedencia.Unabuenamañana,Mantrasepresentóanteelpalaciodel reino, asombrado por la cantidad de sentomentalistas que había sentido

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concentradosenunmismolugar.EncuantoDimitridescubriólasposibilidadesqueofrecía un don semejante, decidió someterlo a su voluntad y nombrarlo su manoderecha.

Gracias a él, el número de sentomentalistas se había multiplicado en los dosúltimos meses, y con ello, las posibilidades de que su sueño llegara algún día ahacerse realidad. Pero, como bien habían podido comprobar, no siempre resultabasencillo…

Teradochabíallegadoaquelmismodíaalahoradelalmuerzo,movido,nosolopor los hilos de Mantra, sino también por el olor a comida recién hecha que seescapabaporlaschimeneasdelcastillo.Hastaentoncessehabíamantenidosiempreenlassombrasdelosreinoscomounanimalsalvajeyunfugitivo,alimentándosedeloquerobabaydurmiendoenescondrijosycuevasenmitaddelbosque.Másbestiaquehumano,teníalamiradahuidizayvacilanteysemovíaencorvadocomounsimioounoso.Eraextremadamentedelgadoyllevabaelpelograsientoycubiertodehojas.Lapocaropaquecubríasudemacradocuerpoestabahechajironesyapestabaaorinay sudor. Cuando los lazos de Mantra captaron su presencia, todos los hombres,incluidoDimitri,seprepararonparadarlecazayaveriguarquéclasededonocultabaantesdequepudierautilizarlocontraellos.

Pordesgracia,todosehabíatrastocadoenelúltimomomento.Fidgerpatt,elhombremásgordoquesehubieracruzadoenlavida,seencontraba

obnubilado mirando la comida mientras el rey daba la orden de actuar contranquilidadante la llegadadelnuevohuésped.Asípues,cuandoTeradoccruzó lasmurallasdelpalacioysupestilentearomaseextendiópordoquier,todoshicieronunesfuerzosobrehumanoparaignorarlehastaqueDimitridieralaseñal.TodosmenosFidgerpatt, que en cuanto sus desarrolladas fosas nasales percibieron semejantehedor,sepusoamaldeciryagruñircontraaquelquelehabíaestropeadosuhoradelacomida.

Antesdequeningunopudierahacernada,elhombreselevantó,volcandolamesaytirandopartedelacubertería,ysegiró,gruñendoalreciénllegado.Este,comounarata acorralada, abrió los brazos de manera amenazadora y enseñó los dientesamarillosconungruñidoguturalmáspropiodeunroedorquedeunhumano.

Sin vuelta atrás, los treinta hombres que hasta entonces habían estadoconteniendoelalientosepusieronenpieyrodearonalsentomentalista.

—¡Quenadiesemueva!—HabíaadvertidoMantra—.Nohastaquesepamosquédonoculta.

—¿Acaso no está claro?—bramó el gordo con una risotada—. ¡El de oler amierda!

—Fidgerpatt,cierratumalditabocasinoquieresterminarconlaespadaensartadaentuenormepapada—siseóDimitricadavezdepeorhumor.Despuéssegiróhaciaelreciénllegado—:¿Cómotellamas?

Eltipodiounpasohaciaatrás,asustadoantelaideadequesedirigieranaél.

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Viendo que no llegarían a ninguna parte por el método tradicional, el rey sevolvióhaciasuizquierda.

—Tocón,sunombre.Tocón era un joven miope y desgarbado cuyo poder consistía en averiguar el

verdaderonombredetodoaquelquelemiraraalosojos.Másdeunavezhabíatenidoque soportar las burlas del resto de sus compañeros por poseer, a su parecer, tanpatéticodon.Noobstante,enocasionescomoaquellapodíaresultardelomásútil.

—Teradoc,señor—informótrasrelamerseloslabiosresecos.Elhombrediounrespingoalescucharaquelloyflexionólasrodillasotropoco.

Latensiónsereflejabaensusagarrotadosdedos.—Tranquilízate, Teradoc —susurró el rey dando un paso al frente—. No

queremoshacertedaño.¿Tegustaríasentartealamesaycomerunpoco?Elinterpeladoseirguióantelapropuesta,perocontinuóconlamiradavigilante.—Tenemosdetodo:pollo,conejo,jabalí,pescado…—Unsolorocedemisdedos

consupielysecalmarácomounbebé,sedijoparasíelrey.—Rayos—mascullóFidgerpattimpaciente—,semerevuelvenlastripassolode

imaginarquevamosacompartirnadaconeste…¡engendro!Al oír aquella palabra, Teradoc se irguió por completo y soltando un grito

inhumano,selanzóaporélconlamiradafijaensuoponente.ElgordoFidgerpattsecolocóenposicióndefensivaconmásmiedoquevergüenzayaguardóelgolpe.

Losacontecimientosposterioressesucedieronatalvelocidadqueinclusoahora,enlatranquilidaddesusaposentos,Dimitrieraincapazdeordenarloscorrectamente.

Loquesírecordabaconangustiosaclaridaderalamaneraenlaqueelmendigohabíaabierto losbrazoshastacasiunir los reversosde lasmanosa laespaldaparadespuésinvertirelmovimientoconintencióndedarunapotentepalmadacolocandolagordacabezadeFidgerpattentremedias.Sinembargo,eldiestroarmerodelejércitoseadelantóenunvalienteyestúpidogesto,ypresuponiendoelataque,selanzósobresu enorme compañero para interceptar la trayectoria. Antes de que nadie pudieraevitarlo,lasmugrientasmanosdeTeradocseaplastaroncontraelcráneodelherrero,yenunabrirycerrardeojos,elcuerpodeestereventóenunatormentadesangre,víscerasyhuesosqueempapóatodos.

TodavíaestabanaturdidoscuandoMantraselanzósobreelescuchimizadocuerpodelmendigoylerebanóelcuellosinmáscontemplaciones.

Dimitri se agarró lamano izquierda con laderechaparaquedejarade temblar.¿Enquémomentosehabíantorcidolascosas?Elreyresoplóconsternado.Losabíaperfectamente:cuandoelmalditoFidgerpatthabíaabiertolaboca.

Encualquierotracircunstancialohabríamatadodirectamente.Uncortelimpioensuenormepanzaysu inoportuna lenguasehabríacalladoparasiempre.Peroenelfondosabíaquenoleconvenía.

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Cadaunodeellos,cadadon,pormuyestúpidoquepareciera,podría serlesútilduranteelataque.Ypormuchoque ledoliera reconocerlo, inclusoelestómagosinfondodeFidgerpatt lespodríabeneficiar tardeo temprano.Haberperdidoaunoyahabíasidomásquesuficiente.Contodo,leimpondríauncastigoquejamásolvidaría.Deesopodíaestarseguro.

Enfurecido,golpeólacolchadelacama.¿Quién se encargaría ahora de armar a su ejército? ¿Quién podría elaborar

espadastanafiladasyligeras?Habíanperdidoaunpeóninsustituibledelanochealamañana.

Se puso de pie y se masajeó el cuello. La tensión de los últimos días se leacumulabaenloshombrosydurantelasnochesnoledejabaconciliarelsueño.Esteera el segundo traidor que se encontraban en los últimos días y empezaba a estarcansadodeellos.Porsuerte,elotronohabíacausadoningunabaja.

Sintió otra punzada en la espalda y gruñó de dolor. ¿Cuándo llegaría unsentomentalistacapazdecurarcualquierdolorconunsimplemasaje?

Se rió ante aquella estupidezmientras se dirigía hacia la puerta. Fue entoncescuandoescuchóunruidosecosobresucabeza.

—Espléndido…—murmuró con desgana. Tan oportuna como siempre, añadióparasí.

Giró sobre sus talones y se dirigió a la estantería que había junto al espejo depared.Agarróunlibrocontapasoscurasyfiligranasdoradasytiródeélhaciaatrás.Como si de una palanca se tratara, el volumen puso enmarcha unmecanismo decadenasyengranajesqueterminóconunsuave«Clic»procedentedelespejo.

Dimitri se acercó a él, metió los dedos en la finísima ranura que acababa deaparecer entre el cristal y la pared e hizo palanca. Cuando el agujero fue losuficientementeholgado,secolódentro.Trasesto,cerrólapuertasecretaycomenzóasubirlasescalerasdecaracolconapatía.

Cuantomás avanzaba,más claramente podía escuchar los golpes. Amitad delascensollegóasusoídosunlevegemidoentrecortadoquelasparedesmagnificabanhastaconvertirloenelllantodeunalmaenpena.

Jamáshabíamantenidoanadiedurante tanto tiempobajosuhechizocomoa lajoven reina Thalisa de Manseralda. Tras las primeras semanas actuando como unhipócritaenamorado,Dimitrihabíadecididopedirlelamanoalainseguraycrédulamuchacha. Esta, embriagada de amor, caricias y dulces mentiras, aceptó sinpensárselodosvecesysellósucompromisoconunlargoyapasionadobeso.

Dispusierontodoparacelebrarlabodaalasemanasiguiente:fueunaceremoniatranquila,sinapenasinvitadosymenoscelebración.Durantelanoche,elahorareyleconcedióelhonorasunuevaesposadeverquéseocultababajoaquelguantedelquenunca se desprendía.Cuando lamano negra surgió del cuero, lamuchacha intentógritar,peroDimitrilaagarróconfuerzadelamuñecay,concentrándoseenlaluchamental, logró doblegar el temor de Thalisa hasta tranquilizarla por completo. Tras

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ello, sededicóa juguetear con suspensamientosaquíyalláhastaconvertirla en lamarionetaquenecesitaba.

En los siguientes días, la joven, instigada por la magia de Dimitri, fuedespidiendounoaunoatodosaquellosqueosabancuestionarseelverdaderomotivoporelqueeljovenhabíadesposadoasureinamaldita.Trasello,ordenóatodoslossentomentalistas deManseralda que se reunieran a las puertas de su palacio y lesprometióriquezasycobijoenelpropiopalaciosimostrabanenpúblicosusdones.

Fueron muchos quienes abandonaron las tierras del reino tras aquel anuncio,aterrados ante la idea de una plaga de hombres con dones campando a sus anchasbajolaproteccióndesupropiareina.PrecisamenteloqueDimitrihabíabuscado.

De ese modo comenzó a reunir a su ejército. A cada día que pasaba nuevossentomentalistassepresentabanydemostrabansusdiversascualidades.Hubo,comosiempresucede,quienintentóengañarloscontretasy trucos.Perotras losprimerosahorcamientosdejarondeaparecerimpostores.

Elreysedetuvoanteelúltimotramodelasescalerasyseagarróalpasamanosdehierro.Despuésde la agotadora tardequehabíanvivido, nada le complacíamenosquetenerqueiraverasuesposa.Ahorabien,sabíaquenolequedabaotraopciónsiqueríaquelascosassiguieransiendoigualquehastaelmomento.

Dossemanasmáslehabíadadoalajovenantesdeapartarladelavidapública.Tras informar a sus súbditos y médicos de que había contraído una terribleenfermedadpor lacualnopodríaabandonarsusaposentosen loque lequedabadevida,Thalisasedespidiódeellosycumpliósupalabra,nosinantescomunicarlesquedesdeesedíasuesposo,elreyDimitri,tomaríaelcontrolyelpoderdeManseraldaensuausencia.

Asídefácilysencillohabíasido.Hubonumerososmédicosysanadoresquesuplicaronvera lareinaparaprobar

con ella sus potingues, peroDimitri se deshizo de ellos tan pronto como llegaron.Nadie excepto él tenía derecho a ver a la reina enferma. Y quien osara incumpliraquellasencillareglalopagaríaconlavida.

Seencontróconlaenormepuertademaderajustocuandoalguienlaaporreósinapenasfuerzadesdedentro.

—Ya voy, amor mío—dijo el rey, quitándose del cuello la cadena de la quecolgabaunallavedoradayabriendolacerradura.

ElcuerpodeThalisacayósobreélcomounpesomuerto.—MmmsssDimm…—murmuróellaconlosojosmediocerrados.Elreycogióa

suesposaenbrazosy ladepositó sobre la enormecamacondoselquehabíaenelcentro de la habitación circular.Unamesa demadera con una silla, un arcón y unbiombotraselqueseocultabaunabañeracompletabanelmobiliario.

—Yaestás,amadamía.Ahora,descansa.Thalisa agitó los brazos sin fuerza por encima de su cabeza, como si intentara

apartarunamosca…ounapesadilla.Dimitri sesentóasu ladoyconvozdulce le

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susurróaloídolomuchoquelaquería.Acariciósupeloysumejillacondelicadeza.Elrostrodelajovenseconstriñóenunamuecadeterror,acasodetristeza.Dimitrilaarrulló durante unos segundos antes de deshacerse del guante que cubría sumanoderecha.

—Tranquila,midamadelasestrellas.Prontovolverásadormir…Shhh…Concuidado,sinhacercasodelaresistenciaquelamuchachaoponía,el reyse

acercóasurostro,ymientrasuníasuslabiosconlosdeella,posólamanosobresupeloysucuello.LosalborotadospensamientosdeThalisaseagolparonenlasyemasde sus dedos antes de salir disparados hacia su mente. El rey cerró los ojos y seconcentró endomarlosy combatirlos.Acontinuación, los intercambióporunosdecalmaysueño,deprotecciónycuidado,deamoryesperanza.

—Todovabien,mireina—lesusurróaloído.Poco a poco los músculos de la joven se fueron relajando hasta que, con un

últimosuspiro,sequedódormida.Lediounúltimobesoenloslabiosyselevantó.AcontinuaciónlaarropóconlasmantasysepusoarecogerloqueThalisahabíatiradoallevantarse.

TodoaquellopodríahaberseevitadodenohabersidoporlamalditaPoesíaReal,sedijoairado;porelmiedoaenfrentarsealaqueeldestinolereservabasisumujerfallecía; por la vergüenza de no saber si podría soportar la presión y si acabaríamalditojuntoatodoManseraldatrasdestruirla.

No, aquello era mucho más sencillo: mientras Thalisa siguiera viva,independientemente de su estado, y su Poesía protegida, él podría reinar sinpreocuparseporunosVersosquesololimitaríansuspropósitos.

Sedirigióalarcónquehabíaalospiesdelacamayconlamismallaveconlaquehabía entrado en la habitación abrió la tapa. En su interior, bajo un puñado decamisones de diferentes texturas, había un pequeño cofre de madera. DentroaguardabaelpergaminoconlosdesigniosdelasMusasqueThalisahabíaescritoconletraclaralanocheenquesuanteriormarido,eljovenBaudelor,falleció.

Elreylocogiócondedostemblorososycomprobóqueseencontrabaenperfectascondiciones,algoquehacíacadavezquesubíaaverasuesposa.Trasello,volvióadejarlotodoensusitioysaliódelahabitaciónconunasonrisaenloslabiosymuchomástranquilo.

Mientrasbajabaal comedordonde le aguardaban sus fieles siervos se atrevióaburlarsedelasMusasypensóque,porprimeravez,unhombrelashabíavencido.

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3.Nuevavida

La luz del amanecer se derramaba por la enorme estancia cuando Duna bostezósonoramenteyabriólosojos.Inmediatamentevolvióacerrarlosygruñó.Searrebujóentre lassábanasdeseday lasmullidasalmohadas.Suscabellos,queparecíanaúnmásoscurossobreaquellatelablanca,seescurríancomohilosdehumonegrohastalalustrosacabecera.

AlargóelbrazoenbuscadeAdhárel,perosolopalpómástela.Estabasola.Abriólosojosyseincorporódandoungrito.Estuvoapuntodelevantarsecuando

sediocuentadedóndeseencontraba.Sintiéndoseunaidiota,sedejócaerdenuevosobreelcolchónysetapólacaraconlasmanos,avergonzada.

Instantesdespués,comoesperaba,escuchóunossuavesgolpesenlapuerta.—Señora,¿estáisbien?—preguntóunavozsuaveymelódicadesdeelpasillo.—Sí, sí—seapresuróa responderaunadesusdiligentesdoncellas—.Soloha

sidounsusto.El mismo de cada mañana durante las últimas semanas, durante los últimos

meses.Elmismoque la desvelaba enmitad de la noche y la obligaba a alargar elbrazoycomprobarquesupríncipenosehabíaconvertidoendragónotravez.

—¿Necesitáisalgo?—Estoybien.Notepreocupes,ahorabajaréadesayunar.—Deacuerdo,señora.LosdelicadospasitosseperdieronenladistanciayDunagolpeólassábanascon

lospuños.¿CuándolograríahacersealaideadequelaMaldicióndeAdhárelhabíaquedado atrás y que la luna no volvería a traer consigo su forma draconiana, quevolvíaaserunhumanocorriente,quelasMusashabíancumplidosupartedeltrato?

Respiróhondovariasvecesyjugueteóconlaspartículasdepolvoqueflotabanenel aire, sobre la cama, reflejadas en los rayos de sol. Hacía meses desde queregresarondeTronodePiedra y disfrutarondel últimovuelo del dragón, pero aúnentoncesleeradifícilreprimirlasganasderecordarleaAdhárelquedebíanocultarseenelbosqueconelcrepúsculo.

Algunasnoches todavíasoñabaconalzarelvueloyperderseenel firmamento,rodeadapor lasestrellasycobijadabajo laacogedorapanzade lacriaturaplateadaquedurantetantasnocheshabíasidoAdhárel.

Perolascorreríashabíanterminado.Labatallasehabíatrasladadoalosaposentosinferiores donde, siempre que sus quehaceres se lo permitían, el rey estudiaba conatenciónlosVersosdeaquellaterriblebromallegadadeloscielos.

Ahoravivíanenelpalacio.

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Eneselugarconelquetantasveceshabíasoñadocuandoestabaalasafuerasdelreino;cuandoeraunacampesinacuyamayorpreocupacióneraasistiralasclasesenla escuela, que todavía no había conocido al príncipe y que despotricaba contra lanoblezaytodaslasdemásformasdepoder.

Ahoraformabapartedetodoaquello.Oalmenosprontoloharía.Porelmomentovivíaallícomohuésped,comolafuturaesposadelnuevoreydeBerethylahijaqueAriadnesiemprequisotener.

Sibienamenudointentabarealizartodaslastareasporsucuenta,habíamuchasqueleestabanvedadas.Durantelaprimerasemana,trasrecibirunacartadesaludoyfelicitacióndepartedeWilma, lamujerencargadade la lavandería,habíadecididobajar a los pisos inferiores para saludar a sus antiguas compañeras. Sin embargo,cuando entró todas enmudecieron y comenzaron a hacer reverencias en su honor,Dunacomprendiórealmentelomuchoquehabíancambiadolascosas.

Fueronpocaslascarasquereconoció,peronopasóporaltoladelapérfidaDora,lamismaquedurantesuanteriorestanciaenelpalaciolehabíarecordadounayotravezloinútilytorpequeerafrotandotraposyqueahoradebíamostrarsetaneducadayreservadaconellacomoconelrestodelafamiliareal.

Habíansucedidotantascosasdesdequetrabajaraallí,desdequeasistieraalbaileyconocieraaAdhárel,queaquellashumillacionestanhuecasleparecíancosadelainfancia.Con todo, no pudo evitar regodearse de su nueva posición y lamiró unaúltimavezparaadvertirleconlosojosqueestaríavigilándoladecerca.

Quien no había cambiado en absoluto su modo de tratarla por muy cerca quedurmieradelreyypormuchosrumoresquerecorrieranlospasillosdelpalaciosobrela inminente boda era la vieja Grimalda. Vestida con lamisma ropa de labor queDunarecordabayconsusanteojosdesmesuradamentegrandes, lamujersepaseabaporlascocinas,lospisosinferioresylasalcobascomosisetrataradelamismísimareina.Ylomásdivertidodetodoeraquenadieseatrevíaacontradecirleennada.

LoprimeroqueledijoencuantolavioregresardesuviajeporelContinentefue:«Esperoquealmenostú,quesabesquéesestarahíabajo, intentesmancharmenosque el resto». Duna no pudo pormenos que sonrojarse y asentir como si hubierarecibidounedictoreal.Ydesdeluegoquehabíaintentadollevarloarajatabla.Inclusoconsusdoncellaspersonales,todasmásjóvenesqueella,intentabaserlomáscercanaposible.

Después de desperezarse, se ocultó tras los biombos que hacían las veces deparedesysedesvistióparameterseenlaenormebañera.Aunqueelaguaestabaunpocodestemplada,enseguidasintiócómosucuerposerelajabaysedejabaescurrirhastaelfondo.

Legustabapermanecerallí,conteniendoelaliento,dondelosescasossonidosdelpalaciollegabanamortiguados.Todavíanosehabíaacostumbradoalaquietudyalatranquilidad que arropaban el lugar.Era curioso preguntarse cómo en una casa tanpequeñacomoen laquehabíanvivido toda suvidapudierahabermásalgarabíay

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ruido que en la inmensa mole donde ahora residían. Allí no llegaban lasconversacionesdelagenteoelcantodelaschicharrasenverano.Lalluviasiemprerepiqueteabamásalládedondealcanzabalavista,ysoloellevesusurrodelasgotasperturbabaelsueño.

Perocontodo,yafuerapor loscientosdesoldadosopor lasanchasparedesdepiedra, allí al menos se sentía segura y protegida. Y después de todas las idas yvenidasporelpeligrosoContinente,nohabíanadaquepudieraagradecermás.

Cuandodioporconcluidoelbaño,salióparaponerseundiscretovestidodesedaverdequelaaguardabaestiradosobreelbutacónfrentealaenormecama.

Anteelespejo,terminódepeinarsesucabelleraazabacheylediounsuavebesoal colgante de luzalita que su madre le regaló tanto tiempo atrás. Ojalá Cinthiapudieraverprontotodoaquello,sedijo,reprimiendolasganasdellorar.

Antes de que el recuerdo de su amiga y de su injusto cautiverio en lo másprofundodelasMontañasSilenciosasenturbiaselamañana,saliódesusaposentosytomóaireparaenfrentarse,unavezmás,asunuevavida.

Aya y la reina Ariadne se encontraban desayunando en el comedor principal,arrebujadas enunade las esquinasdel inmenso tableroquepodía acoger amásdeochentacomensales,parloteandoyengullendolasdeliciasypastasqueloscocineroshabíanhorneadoaquellamismamañana.Dunainhalóeldulcearomadelospostresreciénsacadosdelfuegoyseacercóaellas.

—¡Duna,hija!¿Quéhorassonestasdelevantarse?—preguntóAya,conelceñofruncido—.¿Teencuentrasmal?

Ellaseacercóylesdiounbesoacadauna.—Estoyperfectamente,solomehequedadodormida.¿Vaisadejaralgunapastao

pensáiscoméroslastodas?Conuna sonrisa, sumadrastra lepasóelplatomientrasuncriado le servíauna

tazadeté.—¿HabéisvistoaAdhárelestamañana?—preguntótrasdarlelasgracias.Ariadnenegócompungida.Lamuchachasequedóobservandolospososdelainfusiónflotandoenelfondo.

Aveces sepreguntaba sihabía sidounabuena ideaproponerles a lasMusas aquelextrañopactoparaqueliberasenalrestodelContinentedesusMaldicionesyPoesías.Afindecuentas,¿porquéteníanquelucharelloslasbatallasdelosdemásreyes?

—Bueno, bueno —intervino Aya, haciendo un mohín—, tampoco hay quepreocuparse. Adhárel es un muchacho fuerte y listo, y estoy segura de quesolucionarátodoestoantesdequenosdemoscuenta.

—¡Ay!,ojaláqueelTodopoderosoteoiga.—Lareinalaagarródelbrazoycerrólosojos,intentandoquesuplegariallegaraalasnubes.

Dunaasintióymordisqueóunadelaspastas.Pordesgracia,sabíaqueallíarribanohabíaningúnTodopoderosoescuchando,sinodosmezquinascriaturasquehabíanesclavizado a los hombres con sus tiranas profecías y sus crueles castigos durante

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siglos.Sinembargo,trasregresardesuviaje,Adhárel,SírgericyellahabíandecididonocontarnadadelosucedidoanadieyguardarelsecretodelaverdaderaidentidaddelTodopoderosoalquetodosalababan.

Solo de pensar en la responsabilidad que había caído sobre los hombros deAdhárel tras ser coronado, el vello se le erizaba y un nudo se le formaba en lagarganta.Ynoeraodioniganasdevenganzaloquesentíaentonces,sinomiedo.Elmás puro y acérrimomiedo. Aquel que seguramente sintieran los reos al notar laásperasogaensuscuellos,oelmismoqueunamadresufríacuandoveíapartirasushijos a la guerra.Un terror apabullante que, además, no tenía unorigenhumanoycontra el que eramuchomás difícil lidiar. Por ello, lamanera en la queDuna seenfrentabaaltemordelosVersosera,simplemente,nopensandoenellos.

Estaba apurando las últimas cucharadas del té cuando la puerta que daba a lascocinasseabrióyporellaaparecióSírgericconunaenormemanzanaenlamanoylamiradaperdidaenalgúnpuntoindefinido.

—Buenosdías,Sírgeric—losaludólareina,captandosuatenciónconlamano.Elchicoparecióvolverensíysefijóenlastresmujeres.—Buenosdíasatodas.—Hizounareverencia—.Majestad,nooshabíavisto.—Normal.—Dunaasintió—.Esdifícilcontodalagentequenosrodea.Éllesonriócondesganayellahizolopropio.—¿Dóndehasestado?—preguntóAya.Suvenademadreseguíalatiendoconla

mismaintensidadqueeldíaenquedecidieronadoptarloensupeculiarfamilia—.¿Ydedóndehassacadoesafruta?YasabesqueaLebadiernolegustaqueandesporsuhuerto.

—¡Esta manzana es mía! —replicó el chico, cómicamente ofendido—. La hecompradoconmisberonesenelpueblo.

Dunaserió,divertida,ycomprobólomuchoquehabíacambiadosuamigodesdequeregresarondeTronodePiedra.TraspasarselargassemanasbuscandoaCinthiasinningún resultado, saber que se encontraba a salvo en lasmanosdel inquietanteFlautistalehabíapermitidovolveravivir…almenosunpoco.

Se había dejado crecer el cabello color fuego hasta la nuca y habitualmente lollevaba recogido en una coleta descuidada y mal atada. Su aspecto físico habíamejoradoconsiderablementeyyanoeraelmuchachoesmirriadoquehabíaaparecidoaquellanochedetormentaenlacasadeAyapararobarlesalgunasjoyas.No,ahoraSírgericposeíaunsemblante fuertequearrancabasuspirosycomentariosacuantasmujeressecruzabanensucamino.

Susojosazules,antañoinocentesydivertidos,sehabíanendurecidoporeldoloryla tristeza,otorgándoleel toquenecesarioparaquenadieosaradesafiarloconosinespadasdepormedio…

—Todavíanomehasdichodedóndevienes.…bueno,nadieexceptoAya,queseguíatratándolocomoauncríotravieso.SírgericseencogiódehombrosysesentójuntoaDuna.

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—Heidoadarunpaseoporelreino.Hoyesdíadecomercioyqueríasabercómodecaldeadosandabanlosánimos.

—¿Y?—preguntólareina,preocupada.—Metemoquenomehellevadounabuenaimpresión,majestad.Lamayoríase

quejan de que el palacio haya requisado todas las bombillas que no estuvierangastadassindarmotivos.

—YaseloadvertíaAdhárel.—Ariadneasintióparasí—Sabíaquepasaría.—Algunosinsinúanquenosestamospreparandoparaunabatallaytienenmiedo

dequevuelvaasucederlomismoqueconBelmont.—¿Cómo puede alguien pensar que Adhárel dejaría que sucediera algo

remotamente semejante? —Duna golpeó con enfado la mesa, haciendo titilar lavajilla—.¿AcasonoestabanallícuandoselesinformódelatraicióndeDimitri?

—Cálmate,Duna.Muchoshablanporhablar,yalosabes.—¡Me da lomismo! Si supieran por lo que está pasando, por lo que estamos

pasando,seguardaríansuspalabrasconmuchocuidado.—Sírgeric tiene razón, querida.—La reina semasajeó el puente de la nariz y

añadió—:Además,esagentenodejadeestarenlocierto.Siporalgohemosrecogidosusbombillasesparaprotegernosdeloquepuedavenir.

—Oatacar…—añadióeljoven,taciturno.Duna tragó saliva y bajó la mirada. Las máquinas de electricidad se habían

destruido tras el intento de Teodragos de hacerse con su poder y con el reino deBereth,oesoleshabíanhechocreeralosberethianos.Ensecreto,losingenierosdepalaciohabíanseguidoinvestigandoconellaslasposibilidadesarmamentísticasqueunafuerzatanpoderosacomoladelosrayosofrecía.Poresemotivohabíantenidoque pedir de vuelta las bombillas que hasta esemomento habían servido para usopersonaldelosaldeanos.

—Yesonoestodo—añadióSírgeric,trasdaruncrujientemordiscoalamanzana—.Elhechodequedesdehace tiempono seveaaningún sentomentalistapor lascallesestáagudizandolasensacióndequealgonoandabien.

—¿Tambiénnosculpandeello?—preguntólamuchacha,airada.—Duna…—lereprimióAya.—No,lodigoenserio.¿Decuántascosassomosnosotroslosresponsables?¿De

intentarsalvarleselpescuezo?¿DehacertodoloposibleparasobreviviralamalditaPoesíaReal?

—Perotodoesoellosnolosaben—dijolareina.—Tampocohacenningúnesfuerzoporentenderlo.—Tampocolohacíastúcuandoestabasentreellos—leespetóAya,conserenidad

yfranqueza.LamuchachasequedóensilencioyaceptócondignidadelpuntodeAya.Ariadnecarraspeóydijo:—HablaréconAdhárel.SiqueremosquelacalmasigareinandoenBerethhabrá

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quetomarmedidas.—Estoyseguradequeelreysabrácómotranquilizarasupueblo—comentóAya,

intentandoquitarlehierroalasuntoyconunasonrisatemblorosaenloslabios.Elrey.Dunasentíaescalofríoscadavezquealguiensereferíaaélconesenuevo

título.Tardaríatiempoenacostumbrarse.Apesardelanuevasituación,Ariadneseguiríasiendoconsideradalareinahasta

queelmuchachosedesposase.Yahoraqueyanoteníaquepasarlasnochesenvelacuidando de su hijo, su aspecto y lucidez habíanmejorado considerablemente. Sí,seguía teniendo el cabellomás platino que rubio, pero las arrugas de su rostro sehabíandulcificadoy la tensiónque antes cubría sus ojos se había desvanecido.Susaludhabíamejoradopor completo y había ganado algo de peso.Yano parecía lamujerdébilyquebradizaqueDunahabíaconocido.Parecíamásfeliz.

Por el contrario,Aya se había convertido en la sombra de lo que antaño habíasido.Estabamuchomásdelgadaylasoscurasojeraslaacompañabannocheydía.LadesaparicióndeCinthiano ladejabapegarojo.YaunqueDuna lehabíaaseguradoquesusobrinaseencontrababien, lamujerseguía tan inquietaypreocupadacomocabíaesperar.Elfantasmadelaausenciadesubuenaamigaseestabacobrando,deunmodouotro,lavitalidaddetodos,yDunatemíaquesielFlautistanolaliberabapronto,Ayaterminaraderrumbándose.

SírgericlediounúltimobocadoalafrutaydejólosrestosdentrodelatazavacíadeDuna.

—Yo tampoco dudo de que Adhárel tomará la decisión acertada, pero hastaentonces será mejor que todos lo ayudemos. Últimamente lo encuentro algo…desmejorado.

Enesemismomomento,comosilaspalabrasdeljovenhubieransidoelpiequenecesitaba,Adhárel entró en el comedor vestido con la ropa de tonos oscuros quehabitualmentellevaba.

Desmejoradoera solouneufemismoparadescribir el aspectodelnuevo reydeBereth. Si la falta de Cinthia estaba drenando las fuerzas de Aya, la Poesía Realestabaconsumiendo,literalmente,aAdhárel.

Susyadeporsímarcadasfaccionessehabíanendurecidoyanguladodetalformaquelamandíbulaselemarcabainclusocuandoestabadurmiendo.Traselviaje,elreyse había cortado el pelo y lo llevaba despeinado de una manera que a Duna leencantaba. Nunca llevaba la corona en público a no ser que fuera absolutamentenecesario.Queríadejarclaroque,pormuchoqueahorasesentaseenuntrono,seguíasiendoelmismohombrequehabíallegadoaBerethconlaintencióndelucharjuntoasushombres.Fueraporlacausaquefuese.

Por otro lado, la presión de las nuevas circunstancias le hacía madrugar cadamañanaparaentrenardurantevariashorasantesdecomenzarconsusquehaceresderey.Almenos,pensabaDuna,habíaganadoenmusculatura loqueduranteelviajehabíaperdidodepeso.

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Las dos noches anteriores a la inminente coronación, el rey, con ella, se habíaestado mentalizando para lo que las Musas les depararían con su poesía. Habíanestudiado a conciencia las de sus antepasados, igual que las de los reinos vecinos,intentando encontrar los puntos en común para, así, saber de antemano cómoreaccionar.

Pordesgracia,todofueinútil,yaquenadalospreparóparaloqueencontraronlamadrugadadeldíadesucoronación…

—Buenos días a todos —saludó Adhárel, conteniendo un bostezo—. ¿Habéisdormidobien?

—¿Aquéhoratehasdespertado?—Dunasepusodepieyseacercóparadarleunbesoenlamejillacubiertaporunabarbadetresdías.

—Mehedesvelado,peromehabíaacostadopronto.Mentira,pensóDuna.Lamedianochehabíaquedadobastanteatráscuandoelrey

semetióenlacama.Yaunquenodijonada,unamiradabastóparahacerlesaberquenolocreía.

—¿Hasdescubiertoalgonuevo?—lepreguntóSírgeric.—Nada.Estoesdelocos.¿Porquémetienequepasaralgoasí?—Supongo que el hecho de que te enfrentaras a Ellas tendrá algo que ver—

mascullóDunalosuficientementebajocomoparaquesoloéllaescuchara.Lareinasuspiró,alicaída.—Adhárel, debes descansar.Ya sabes que las poesías no se cumplende undía

para otro. —O sí, pensó la muchacha. Si no que se lo dijeran al difunto rey deManseralda—. Es posible que pasen años hasta que los Versos empiecen a teneralgúnsentidoparati.Agobiartenoservirádenada.

Dunasemordióellabio.Qué equivocada estaba. Aquella Poesía no era como la de los demás reyes y

reinasdelContinente.LosVersosqueAdhárelhabíaescritoennombredelasMusasno eran corrientes.Más que una Profecía, era un reto.Más que un aviso, era unatrampa.Másquehablardelfuturo,hablabadelpresente.YmásqueunaPoesía,eransolocuatroestrofas.

Por eso habían ocultado el secreto a todos, incluso a sus familias. Solo ella yAdhárelhabíanleídounayotravezlaspocaspalabrasquelasMusashabíandecididocompartirporelmomento.

Porelmomento.Como auguraban aquellosVersos, el resto de la Poesía se iría hilando ante sus

ojoscomountapizhechoconpalabrassegúnlasdecisionesquefuerantomandoylosactosquefueranllevandoacabo.Hastaelmomento,soloteníanunpuñadodefrasesconlasqueempezar.Aunque,almenos,tambiénleshabíaninformadodequeEllasintervendrían dos veces más. Cuándo y con qué intenciones, seguía siendo unmisterioqueestabadesquiciandoalrey.

—Estoybien—lesaseguróconunasonrisacansada.Seacercóalamesaycogió

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una pasta. Después se giró hacia Sírgeric—. Heredias te está buscando. Dice quequierehablarcontigosobrelosnuevosreclutas.

—Ya le he dicho que esos críos necesitanmásmano dura ymenos juegos conespadas de madera —replicó Sírgeric, alzando las manos en un gesto dedesesperación—.Llevantressemanasconlosmismosejerciciosynoveoquehayanganadoniunmínimodedestreza.

HerediaseraelnuevocapitándelaGuardiaReal.TalycomoBarlofhizoensumomento,seencargabadeadiestraryprepararalejércitodelreinoydeaconsejaraAdhárel en sus decisiones militares. Aun así, el rey había dejado claro que susegundo al mando sería Sírgeric y que ninguna decisión debía tomarse sin suconsentimientooeldesuamigo.

Porotrolado,noesquealpelirrojolehicierademasiadagraciaverseatadoporlascadenasdeunaposicióncomoaquella,perosabíaqueera lomínimoquepodíahacer después de la ayuda que el rey le había prestado tantas veces en el pasado.Fueracomofuese,nosellevabademasiadobienconelexigentecapitánnitampocoestabademasiadodeacuerdoconsusmétodosdeenseñanza.

—Habladlo entre vosotros—le cortóAdhárel—. Pero intenta ser un pocomáscomprensivo:estehombrellevaveinteañosprotegiendoelreino,esnormalquenoleagradetenerteahídiciéndolecómohacerlascosas.

—Noselodiríasinofueranecesario—mascullóelotro.—Avísamecuandobajes,Sírgeric.Quieroacompañarte—intervinoDuna.Adhárelcarraspeó.—Duna…—Ya hemos hablado de esto, Adhárel. ¿De verdad quieres tener la misma

discusiónotravez?Desdequehabíanvuelto,lamuchachasehabíamostradomásqueinteresadaen

aprenderablandirunaespada tantocomoenaprendera tensarunarco.Sabíaque,llegado el momento, era posible que tuviera que recurrir a las armas y no queríavolverasentirseunainútil.Yaunqueentodoesetiempohabíadejadomásqueclaroque ella no era como las demás jóvenes del reino, Adhárel todavía ponía algunaspegasconrelaciónaestetema.

—Sabesquenomegustaquepienseseniralaguerraycombatir.—Daráigualloquetegusteonotegustecuandosucedayyonopuedahacermás

quehuir,escondermeyesperaraqueregresesvivo.—Porfavor…—Adhárel, ella tiene razón—intercedió Sírgeric—. Además, ¿qué va a hacer

todoeldíaaquíencerrada?Elreylofulminóconlamiradayfruncióelceño,peronodijomás.—Bajaréencuantomecambie,Duna.Teesperoalaentrada.EllaasintióyfueapreguntarleaAyadóndeestabansuspantalonesoscurospara

entrenar, cuando la puerta se abrió una vez más y las carcajadas de varios

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adolescentestronaronportodalaplanta.—¡Zennion!—Adhárelseacercóalviejosentomentalistaylediounabrazo.Seis

muchachosdesgarbadosaparecierontraselmaestreehicieronunabrevereverenciaalverlosatodosallíreunidos.

Elreylessonrióconganas.—Cuántomealegrodeverosdevuelta.¿Cómohaidotodo?—No ha ido mal, no ha ido mal… —masculló el hombre, dirigiéndoles una

significativamirada—.Creoquealmenoshanaprendidoalgunascosas.—Unosmásqueotros—dijoHenry,cruzándosedebrazos.—Ytodosmásquetú—leespetóMarco,audaz.Enseguidasearmóunrevueloenormeparaverquiénhabíaconseguidohacerqué

cosasmejorqueelresto.PerobastóconqueZennionsellevaralamanoalacabezaycerraralosojosparaquelosjóvenesdejarandegritarysepusieranasuplicarquelesliberasedeaquelextrañoencantamiento.Dunacontuvounasonrisa.

Poco quedaba ya de los niños que habían ayudado a vencer a Teodragos en latorre del palacio. A medio camino para convertirse en hombres, en aquel escasotiemposuscuerpossehabíanestiradoysusvocessehabíanagravadohastapuntosbastantecómicosenalgunoscasos.

TailyHenry,losdoshermanosgemeloscapacesdecontrolarlossentidosdelaspersonas, habían crecido como auténticas espigas. Rubios y con la piel clara, eraimposibledistinguirlosdeespaldas.Solosurostro,eldelprimeromásdulcequeeldelotro,podíaayudaradiferenciaraestosdosmuchachosdedieciséisaños reciéncumplidos.Además, para hacerlo todomás complicado, les gustaba vestir siempreconropaidéntica.Unabromaprivada,decíancuandolespreguntaban.

Marco,apesardeserelmásjovendetodosellos,estabaapuntodealcanzaraloshermanos.Yafueraporsuslargassesionesdeentrenamientojuntoconlasdelrestodesoldadosoporlascarrerasquesedabaalrededordelpalacio,elmuchachohabíasuperadoelmetrosetentaenelúltimoaño.Supelonegrosehabíavueltoaúnmásoscuro,ylaspecasdesurostrosehabíanextendidoydiluidoporlospómuloshastaquedarunrastroapenasvisible.

EltaciturnoyesqueléticoSimonloseguíadecerca,perodebidoasunulafuerzafísica y a su siempre encorvado aspecto, parecía estar a años luz de conseguirsuperarlo.Supelocastañoestabatandescoloridocomosupropiotonodepiel,comosiestuvierarecubiertoporunafinaláminadepergamino,ysusojoserantanesquivoscomolosdeunaardilla.Siempreteníalavistapuestaenelsuelo,ycuandoalguienlehablaba,sesonrojaba.

Andrewtampocoseencontrabalejosdelosdemás,perosucabellorapadoysushombrosanchosagudizabanlasensacióndesermásbajoymásvoluminosoqueelresto.Nuncaseseparabadeuntrozodehierroquemoldeabaaplacer,creandodesdeespadashastacaballitosdejuguete.Siemprequepodía,Dunalepedíaquepracticasealgonuevoparaella,ynuncaladefraudaba.

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Morgan,tandespistadocomosiempre,seencontrabaunospasospordetrásdelosdemás,libredelhechizodeZennion,recogiendoenlamanounadiminutaarañaquesehabíacoladoenelsalónparallevarladeregresoaljardín.Debidoasuprematurocambio de voz, había adoptado la costumbre de no hablar si no era absolutamentenecesario.

—Debemoshablarconvos,majestad—comentóelMaestre,serio.Duna percibió la preocupación en sus palabras y se acercó. Sírgeric hizo lo

propio.—¿Sucedealgo?—preguntólareina.—Nada, majestad—replicó el sentomentalista, infundiéndole tranquilidad con

unasonrisa—.Unatontería,seguramente,peroquierocotejarloconvuestrohijo.Ariadneasintió,pococonvencida.Yencuantoapartólavista,Zennionlesindicó

quesalieranfueraahablar.Porelgestodesurostro,Dunapercibióque,enrealidad,síquesucedíaalgo.

Ynoparecíaserbueno.

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4.LasoledaddelaMusa

Cloto llevaba incontablesnoches sindespegar losojosdel firmamentoenbuscadealgunaseñalporpartedesushermanas.

Tras entonar ruegos, suplicar a los cielos y recurrir a las amenazas sin ningúnresultado, comenzaba a plantearse si habían hablado en serio cuando tomaron ladecisióndeabandonarlaallí,enelContinente,parasiempre.

Sí, era cierto que la discusión que habían tenido cuando el príncipe y susacompañantes se habían presentado en Trono de Piedra había sido acalorada; ytambién que no parecían demasiado convencidas de su decisión final, ni de quefueranaponerlotododesuparteparaayudaraloshumanos.Perodeahíadespedirsedeellatanrepentinamentey,enprincipio,parasiempre,habíaunlargotrecho.

La isla llevaba desiertameses, a excepción de ella y deTulius.Los peregrinoscomenzaríanallegarpronto,ahoraquelasúltimasnievessehabíanderretidoyqueelsolcalentabaconmayorímpetu.Aunasí,lasnochesseguíansiendodesapaciblesynopudoevitarestremecerseconelgélidovientoprovenientedelmar.

¿Oacasohabíasidopormiedoasaberse,porprimeravez,sola?Los labios le temblaron. Después de tantos años a su lado, velándola,

protegiéndola,¿poniéndolaaprueba?,habíanaceptadosusinoyno ibana regresarmás.¿Eraesoloquequeríanquecreyese?

Se alisó losmechones de su cabello platino ymiró al horizonte, allá donde elreflejodelalunabesabaelmar.

Después de cientos de años iba a tener que aprender a vivir sin sus voces niexigencias.Sinsusmandatos.Selohabíandejadodolorosamenteclaro:

—Elegistebandohacetiempo.Eshoradequeempiecesaecharlesunamano,¿noteparece?

No advirtió enfado en sus palabras, tan solo indiferencia. Pero quizás habíandescubiertolaayudaqueleshabíaprestadoalosmortales.

Un escalofrío le recorrió el espinazo. No, si fuera así se lo habrían dicho. Lehabríandejadoexplicarse,¿verdad?

—¿Jugaránlimpio?—lepreguntóaquellanochedeinviernoKastar.—Nuncalohanhecho,¿porquéibanaempezarahora?—respondióella.Jamás

imaginólacruelverdadqueocultabanaquellaspalabras.Laclaridaddeltiempolehabíadespejadolamente,¿ohabíansidoelmiedoyel

repentinorencorquesentíahaciaellas?Ahoraveíaclaroloquesushermanashabíanquerido decir con aquello de que no se lo pondrían nada fácil al príncipe; estabandispuestasacondenarleconunaPoesíatanoscuraycontundentequenadieentodoelContinentequedaraprotegido.

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Losbandosestabanclaros.Nolosformaríanlosreinosnitampocosusejércitos,noseríaelPueblocontraelPoder,nitampocolosSentomentalistascontraelrestodeloshombres,comoalgunoscreían.No,todoaquelloeraunasimplepantomimatraslaque se ocultaban los verdaderos propósitos. Sus hermanas, las Musas, queríanprobarseasímismasloútilesquehabíansidodurantetodoaqueltiemposusPoesíasyMaldiciones.YparaellohabíancolocadoelContinenteenunladodeltableroconeltenazpríncipedragónalacabezasintansiquieraélsaberlo.

Y ella, que había sido maldecida con una memoria infinita y una longevidadeterna,quesehabíamantenidodesdetiemposinmemorialesapartadadesusrencillas,moviendo cuando se lo pedían los hilos necesarios para que se cumplieran susdesignios,seveíaahorarelegadaaescoger.No,peor,ahacersealaideadequeellasyalohabíanhechoporella.

Bien,puessiasídebíaser,cumpliríaconsupapeldelamejorformaposible.Aunquehubieraperdidosuaspecto,ellatambiénseguíasiendounaMusa.Conungruñido,selevantódeltaburetequehabíacolocadofueradelatiendade

campaña,en lacimade la isla,y seapoyóensubastónpara regresaradentro.Loshuesos le dolían con cadamovimiento y las telas y los pañuelosmulticolores quedesdibujabansufigurasezarandeabancomounaauroraborealasualrededor.Parecíaquefueraaecharavolarencualquiermomento.

—¡Tulius!—Su voz sonaba enfadada y cansada, clara y potente.Nadie podríahaberimaginadoporsuaspectolaedadqueenmascarabanaquellasarrugas.

Elniñolevantólacabeza,comopilladoenplenatravesura,ysepusodepiedeunsalto sobre sus escuchimizadas piernecillas. Después se quitó el polvo de lospantalonesconsustodavíamássuciasmanosysaliócorriendo.

—¿Quésucede,Maestra?Maestra.Lamujernosuposiecharseareíroallorar.¿Maestradequé?Nadade

loquelehabíaenseñadoleserviríaalotroladodelmar.—Recogetuscosas.Nosvamosdeviaje.Elniño lamiródehitoenhito.Aquella islahabíasidoelmundoenteroparaél

desdequeconservabarecuerdos.NuncasehabíaimaginadocruzandoelembravecidomarenbuscadelContinente.TodocuantosabíadeéllohabíaescuchadodebocadelosviajerosqueveníanavisitaralaDama.

—Pero…pero…—Lapreguntaseleatragantaba.—¡Dateprisa!Notenemostodoeldía.—Pero¿ylosquevenganapedirosconsejo?—Tendránquedarsemediavueltayregresarsinrespuestas.Elmuchacho se quedó aúnmás desconcertado.Durante días enteros, sin parar

apenas para descansar, su maestra había atendido a todos aquellos némades que,comomandabala tradición,habíanperegrinadoaTronodePiedraparacomprendermejorsusvidas.¿Quéharíansinellaallí?

—No me mires así, Tulius —le reprochó, consciente de su conmoción—.

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Tampocoesqueyolesdiganormalmentecosasquenopudieransacarporsímismossiseesforzasenunpoco.

—Peronoeslomismo,Maestra.—¿Ah,no?—seapoyóconlasdosmanossobreelbastónyseinclinósobreél—.

¿Porquéno?—Porqueyocreoque loquemuchosnecesitannoes elmensaje, sinovuestras

palabras.—Bajólavistayserascóunapiernaconelempeinedelotropie,nervioso—.Porque…porquecreoquelesdaisunmotivoparahacerloqueellosyasabenquetienenquehacer.

DamaClotolomiróconternura.—En ese caso se darán cuenta tarde o temprano de que no pueden seguir

eludiendoloineludiblesoloporquenoselohayadicholapersonaadecuada,¿noteparece?

Tuliussequedóunossegundosensilencio,pensativo.—Supongo…—Venga,ahorahazloquetehedicho.Quierosalirantesdelamanecer.Elniñoasintióensilencioyseperdióenelinteriordelatiendadecampaña.Ocho años llevaba con Tulius a su servicio. Ocho años desde que sus padres

fallecieronenelviajedecaminoaTronodePiedracuandosubarcaseestrellócontralas piedras. Solo el niño pudo ser rescatado. Un bebé de menos de un año. Unmilagro.

Desdeentonceslohabíatenidoasuladoylehabíaenseñadoaleeryaescribir,adistinguir las plantas medicinales de las venenosas, a ulular como un búho o arelinchar como un potrillo. Siempre con el miedo a que en el futuro tuviera quemarcharsealContinenteparaconvertirseenunhombredeprovecho.

¡Quiénleibaadecirqueibaaserellamismaquienlellevaríadelamanohastalasfaucesdelabestiaquelehabíaarrebatadosudignidad,sufelicidadysusganasdevivirenelpasado!Lamismaquesushermanashabíanmaldecidodesdeloscielos.

Se obligó a no darlemás vueltas al asunto. No serviría de nadamás que paraponerla de peor humor. Además, quiénmejor que ella paramostrarle la caramáscruelyhermosadelContinente.

Suspiróangustiadaysemetióenel interiordela tienda.Lospostesfijadosa latierraquesostenían las telasydemásmaderasquehabíanañadidoparacombatiralfríoeninviernosebalanceabanpeligrosamenteacausadelviento.Almenosesperabaquelabarcaaguantaseelviajeyquenoacabaranestrellándosecontralosacantilados.

Un atisbo de duda la sobrecogió. Por un instante estuvo a punto de decirle almuchachoqueseestuvieraquietoyregresasealexteriorparaseguirjugando,quenosemarcharían.Perosecontuvoyellatambiéncomenzóarecogersuscosas.Sidejabaquelasinclemenciasdeltiempoladetuvieranahora,¿quépasaríacuandotuvieraqueenfrentarsedeverdadalosdesigniosdesushermanas?

Asípues,sacódeunrincónsusacosinfondoycomenzóaguardarensuinterior

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todaslasprendasdevestir,elcatalejodelatón,lostarrosdeespeciasyungüentos,susescasasjoyasylospergaminosymanuscritosquehabíaidoacumulandoconelpasode los años.La tela, como si nada de lo que echara ahí dentro le afectara, parecíaseguircasivacía.

—¿Hasterminado,Tulius?Elniñocogióentresusbrazostodassuscosasylasllevóhastaelsaco.Después

fuemetiéndolasordenadamentedeunaenunaensuinterior.—Medijisteisquemeloibaisaregalarpronto—sequejóelmuchacho.—No,recuerdoquetedijequeteloregalaríacuandocrecierasunpoco.Todavía

nomefíodequenovayasametertedentroydespuésnopuedasencontrarlasalida.LaDamasoltóunacarcajadaalverlacaradeenfurruñamientodelchico.Aquelhabíasidounodelosmuchosregalosqueunviejoamigohabíatenidoen

consideracióndejarle.HelindorhabíasidounodelossentomentalistasmástalentososqueelContinentehabíatenidoelorgullodealbergar,capazdehilarlosprodigiosmáscautivadores que Cloto hubiera visto en su larga vida. En aquellos años le habíatraído desde capas de invisibilidad hasta medias para convertir las piernas decualquiera en colas de sirena, cuerdas tan bien trenzadas y fuertes que podríanconteneragigantesoaquellapeculiarbolsaquepodíaalbergarcuantosemetieraenellasindarsedesí.

Cuando el niño guardó su par de zapatos de repuesto en el saco y tiró de loscordelesparacerrarlo,segiróy,bostezando,preguntó:

—¿Adóndevamos?DamaClotoechóunvistazoatodalatienda,asegurándosedequenosedejaban

nada,ydespuésmiróhaciaelhorizonteatravésdelaventana.Losastrosdesprendíanun brillo que, de algún modo, logró tranquilizarla. Con una sonrisa contenidarespondió:

—Avisitaraunosviejosamigos.

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5.Planesdeguerra

El ejército privado de Dimitri contaba con siete hombres que consideraba suscamaradasmáscercanos, aquellosque le ayudabanaplanificar cadamovimientoycadaestrategia.Despuésestabanlossoldadosyexploradores.Losprimerosformabanel grueso del ejército y, además de contar con poderes útiles en la batalla, sabíanpelear con espadas. Los segundos eran sentomentalistas con poderes menores,muchos de ellos completamente inútiles para luchar o, simplemente, demasiadojóvenes,queserviríanparairenavanzadillaeinformaralosdemásdelasituación.Por último estaban losArrepentidos.Decenas y decenas de humanos que, sin otrolugarmássegurodondevivir,habíanoptadopor rogarasiloenManseraldaaunquefueraacatandotodaslasdegradantesórdenesdesusnuevosamos.

Elreinoeraamplio,másdeloqueBerethllegaríaasernunca,sedecíaDimitrisiemprequeobservabaelpaisajedesde laventanadesuhabitación.El territoriosedividíaendospartesbiendiferenciadas:porunladoestabaMánser,encuyocastillomorabanélysushombresmientraselrestodesentomentalistassehabíanadueñadode las casas abandonadas de alrededor.Al este,Alda, donde tenían lugar lamayorparte de los entrenamientos. En las casitas desperdigadas junto a su fortaleza, loshumanos que se habían atrevido a cruzar las fronteras del reino malvivían comoanimalessinmáslibertadesquelasdelospresos.

Porúltimo,enelcentro,seencontrabaelrío.El recuerdode las aguas cristalinas comenzabaa emborronarse en sumemoria.

Desde hacía meses aquel lugar se había convertido en una zona de combateconstante.Díaynoche,lossentomentalistaspracticabantodaclasededonessindejardeladolosentrenamientosconarmas.

El reyhabíadadounaordenclaradequenoseprodujeranbajas.Losefectivoseran los efectivos, y perderlos por el camino no haría ningún bien al plan final.Incluso los Arrepentidos tendrían su valor cuando todo aquello comenzase. Pordesgracia,susórdeneserandesoídasconexcesivahabitualidad.

Con energías renovadas dio unas palmadas, se desentumeció el cuello y loshombrosyabrióelenormeportónquedabaalexterior.Allíloesperabansushombresconsucaballoensilladoylistoparasermontado.

Mantrahizounasuavereverenciasinbajarsedelcaballoy,losdemásloimitaron.Allí estabanCuervo, tan delgado y oscuro como siempre;Vilanís, el de la risa

siseante, capaz de encerrar a un hombre en símismo hasta volverlo loco con unasimple mirada; el viejo Dareen, el mayor de toda la comitiva y poseedor de lapercepciónmásagudaquepudieraexistir.Eracapazdesentir lasemocionesqueelvientoletraíadecualquierlugar.Solonecesitabaunasuavebrisaparaaveriguarsilos

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hombresqueseacercabanporuncamino,akilómetrosdedistancia,llevabanbuenasomalasintenciones,siestabanabatidosoemocionados,silesmovíalaseddesangreolailusióndelreencuentroconsusfamilias.AsíhabíalogradopermanecerinvisibleduranteañoshastaquedecidióunirseaDimitri.

Zucoestabaasulado,elmejorlanzadordedagasdetodoelContinente,conunapunteríayunpulsosobrehumanos,el jovende tierrasnorteñasera tanpálidocomounavolutadehumoytanágilcomoelviento.

Sagath era quienmás alejado se encontraba, pero no por ello dejó de hacer lareverenciafrenteasunuevoseñor.Lasuyaeraunamiradatanenigmáticayvacilantecomolasllamasdefuegoquepodíacreardelanada,yentodomomentolamantuvofijaenlosojosdeDimitri.

Estabancontrolados,sedijodeprontoalgointimidado.Nopodríanhacerlenadaniaunquequisieran.

—Buenos días, caballeros —saludó, saltando sobre su montura con unmovimientodelomáselegante—.¿Novedades?

Tiródelasriendasyenformacióndeflechasedirigieronhaciaelrío.—Ni rastro de Jack—informóMantra con un hilo de miedo implícito en sus

palabras—.Sentíqueviajabahaciaelnorte,peroterminéperdiéndolo.Esepaletonoslahajugadobien.

—Apestaba a miedo. No hay de qué preocuparse —añadió Dareen. Su voz,gangosaypococlara,sepegabaasushúmedasencíasyasusdientesnegros.Suponíaunverdaderoretoentenderle.

Dimitri asintió sin pronunciar palabra. Al menos era un crío demasiado idiotacomoparahaberaprendidonadadurantelasemanaqueestuvoconellos.Sí,podríahaberlesvenidobiensudon,perolidiarconsuinteligenciahubierasidocomplicado,añadiómordazmenteparasí.

—¿Más?—Han llegado dos hombres y una mujer más sin dones. Los hemos enviado

directamentealcastillodeAlda.Dimitriasintió.Nohizofaltapreguntarenquécondicionesseencontraban.Como

todos,seríanmendigosymuertosdehambre.—También han llegado dos nuevos sentomentalistas. —Vilanís era quien se

encargabadedecidiradóndeenviaralosnuevos.Segúnsudon,suedadysuestado,losmandabaentrenarconarmasparalaluchacuerpoacuerpooaunaposiciónmásestratégica desde donde pudieran ayudar sin llegar a internarse en el campo debatalla.

—¿Dones?—Reproducirconlavozelsonidodecualquieranimalquehayaescuchadoantes

y,elotro,retorcersecomounaculebra…—Esoloséhaceryotambién—mascullóZuco.—…sinromperseloshuesos.

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Dimitrifruncióelceño.—¿Solosabeimitarelsonidodelosanimales?¿Ylasvocesdelaspersonas?—

Aquellopodíaserinteresante.—Habríaquecomprobarlo.Alotrolohemosenviadodirectamentealazonade

combate.Veamossiestanágilconunaespadayunescudoenlasmanos.Elríoylassiluetasdeloscombatientesenlaplataformademaderaquesehabía

instaladoentrelasdosorillasaparecieronanteellosenlalejanía.—Deberíamos comenzar a tantear los demás reinos—dijo el rey—.Esposible

quehayasentomentalistasquequierandejarasusreyesyvenirsealucharpornuestranoblecausa.

—SipudieraregresaraBerethsinllamarlaatención,osaseguroqueconvenceríaaunbuenpuñadodecobardes.

Sagath había sido uno de los estudiantes de Zennion que, años atrás, cuandoDimitriyAdhárelnoeranmásqueunosniños,habíaabandonadoelreinodurantelallamadaNocheEncapuchada.Sialreylehubierandichounosmesesatrásquetendríabajo sumando a alguno de aquellos desdichados que habían roto la seguridad delpalacioparaescapar,escribiendoasíunadelaspáginasmásnegrasdelahistoriadeBereth,noselohabríacreído.

Tampoco hablaba mucho al respecto. Su memoria había hecho lo posible porolvidar todos losdetalles.Recordabaquehubomuertos,quelahuídanofuefácilyquelosañosquepasaronélysuscompañerosenBerethfueron,cuantomenos,unapesadilla.Porello,cuandoconocióaDimitriysupoquiénera,lasdudasloasediaron.Perotrasunalargacharladeconfidenciasyrevelacionesyeltoqueespecialdelrey,Sagath quedó tranquilo y apaciguado, ansioso por comenzar a trabajar en aquelambiciosoproyecto.

—No,conBerethdebemostenercuidado—lerecordó—.Pero¿quémedecísdeCaravás?Heoídoquehubodisturbiosynadiesabeacienciaciertaquésucedió.

—Alparecerllegóunnobleyretóasureyaunduelo.Elviejoaceptóyterminófregandoelsuelodesupalacioconlastripas—explicóDareen.

Dimitrihizounamuecadedisgusto.Sagathtomólapalabra:—Porloquemehancontadolosquevienendeallí,empezóavolverselocoyse

olvidódecuidardeellos.Poresosemarcharon.—Todoesonodejandeserrumoresyhabladurías.Quierolaverdad.Ytemoque

elasuntoapestaa sentomentalomancia.—Sabíaqueerauna teoríamuyvaga,perollevabademasiadotiemporodeadoporelloscomoparanoimaginarlosmildonesquepodíanhaberafectadoalreinadodeeseviejohombre.Ylomáscuriosodetodoeraque, por muchas versiones que hubiera oído de la historia, ninguna resultabaconvincente. No para él—. Quiero que le mandéis una misiva y le invitéis avisitarnos.

—Noservirádenada—mascullóDareen.—Puedequesí,puedequeno.Necesitamosaveriguarlocuantoantes.Alomejor

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estamosperdiendolaoportunidaddeganarunaliado.—Ounenemigo…—repusoMantra.Dimitrisevolvió.—Yasabesqueesosnoduranmuchoporaquí.Losdemásserieronconél.Avecestemíanoestarpreparadoparaaquello,pero

despuésmirabaa sualrededor, sorprendidopor todo loquehabíaconseguido,y sedabacuentadequenohabíanadaquetemer.

Unos minutos más tarde llegaron a la zona de entrenamiento. Las nubesdesperdigadasenel tranquilocieloazulpresentabanuncontraste tan radicalcon loqueseveíaenlatierraqueparecíandosimágenescompletamenteinconexas.

Allí abajo, los hombres luchaban como si la vida les fuera en ello. Lanzandoestocadas y deteniendo ataques con una brutalidad más propia de los bárbarosnémadesquedeunejército.Dimitrisediocuentadequenecesitaríanmástiempodelque pensaba utilizar para hacer de aquella cuadrilla de inadaptados una legión deaguerridoscombatientesquepudieranenfrentarseasuenemigo.

Almenos,sedijo,eraconscientedesuslimitacionesydesuspuntosdébiles.ComoZennionlehabíaenseñadodesdequeeraunniño,lafuerzasincontrolera

muchomáspeligrosaquepresentarbatallasinella.Contódoceparejaspeleandoenesosmomentos.Erafácildilucidarcuálestenían

algo de nivel y quiénes habían cogido por primera vez una espada de ese calibre.Muchos de ellos estaban acostumbrados al hurto rápido, a las navajas de filodesgastadoydemáspuñalesdepequeñotamaño.Losgruñidosygritosquesoltabanalatacartampocoayudabanamejorarelaspectogeneral.

—Es patético —masculló Dareen, como siempre haciendo patentes lospensamientosdelosdemás.

Dimitriseencogiódehombros.—Esloquehay.Ytendráqueservirnos.Almenospararompersusprimerasfilas.

Alomejorlesdesconcentravertantadesorganización.Elviejoserióconsarcasmo.—Alomejor,majestad.Alomejor…Su séquito se dispersó por los alrededores, analizando los ejercicios. Cuervo

avanzóconsucaballooscurohastaponerseasualtura.—¿CuándoqueréisqueenvíelamisivaaCaravás?—Hoymismo,aserposible.Elhombreasintió.—Sinlluviadeberíapoderentregarlaencincodías,aunqueconunpocodesuerte,

lasprecipitacionesalcanzaránestazonadelContinentepronto.No era casualidad que Dimitri hubiera orquestado todo aquello durante el

invierno para darle rienda suelta en la primavera, cuando las lluvias fueranmuchomáshabituales.

—No especifiques los detalles de nuestra empresa —dijo—. Limítate a

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engatusarle y a atraerle. Si vemos que no responde, ya pensaremos algo máscontundente.

Cuervo asintió y desvió la mirada hacia el horizonte, donde un par de niñosgolpeabanconsañaunmuñecodemaderacoronadoyconunasonrisadibujadaconpinturaroja.

—Cadavezsonmásjóvenes—mascullóconvoztaciturna.Elreysiguiósusojos—.Loquenooshanmencionado,majestad,esquelosdossentomentalistasquehanllegadohoynosuperabanlosveinteaños.

—Bueno,esunaedadmásquerazonableparalucharsin…—Entrelosdos.Silencio.—Yaveo.—Suspiró,ladeólacabezahaciaesehombrequeconociótantotiempo

atrásencircunstanciastandiferentesysepermitióbajarlaguardiaalmenosunavez—.Creesquetienesentidotodoesto,¿verdad?

Depronto aquella fraseparecíahaberladichoelDimitri del pasado.Aquelqueintentabaenorgullecerasuhermanomayor,peroquealmismo tiempodetestabaelhechodequesiemprefueraapermanecertrassusombra.Esequellorabasintonnisoncuandolascosasnosalíancomoélquería.Elmismoquehabíallevadoalcolapsonerviosoacasitodassusniñerasyquehabíadejadomoriraunhombrealatempranaedaddesieteañospornorendirlepleitesía.Elniñoquequeríaserrey,ynoelreyqueahoraera.

—Loestáishaciendobien,majestad.Esonoeraunarespuestaasupregunta,perolevalió.—Tenéis un buen ejército para empezar, y los sentomentalistas que habéis

reclutadotienensusdones.Además,estávuestropoder…—Dimitrilomiróparaquese explicara—.No confiaríami vida a ninguno de estos hombres, pero vos podéisestarsegurodequeseahorcaríansiasíselopidierais.

—Entonces…—Creo que esto tendrá el sentido que nosotros queramos darle, majestad. Es

posible que venzamos. Es posible que perdamos. Pero de un modo o de otro, elContinenteenterosabráqueestamosaquíyquevolveremosa intentarlounayotravezhastalograrnuestrosfines.Y,sobretodo—esbozólomásparecidoquelehabíavistoelreyaunasonrisa—,sobretodo,comprenderánporfinelpoderqueposeemosyquenotenemosqueseguirocultando.

Dimitrisesorprendióalencontrartantaferocidadysentimientoensuvoz,lasdosemocionesquenecesitabaparavolveraavivarelfuegodesudecisión.Lavenganzasellevaríaacabo.Teníanlasherramientasparaquesalierabien.Conélalacabeza,elContinente por fin comprendería que ellos no eran como el resto, que si habíanpermitido que los maltratasen y los ninguneasen durante tanto tiempo era porquenadiesehabíapuestoalacabezaparaorganizarlavenganza.

Peroporfinelmomentohabíallegado.

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Ydepaso le enseñaría a suvalientehermanoAdhárelque jamásdeberíahaberosadoenfrentarseaélenelpasado.

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6.Losmisteriosdelbosque

—¿Aquéosreferísconqueoíaisvoces?—Adhárelsecruzódebrazos.Llevabancercadediezminutosdiscutiendo.Durantelaexcursióndevariosdías

quehabían realizadoZenniony los seismuchachospor las afuerasdel reinohabíaocurridoalgofueradelocorriente.

—Puesaesoexactamente—comentóAndrewsindejardedarformaalabarradehierro—:nohabíanadieanuestroalrededorytodosescuchábamosesavozquenosseducíaparaquelasiguiéramos.

—¿Dedóndeprovenía?—preguntóSírgeric.—No lo sabemos —respondió Marco—. En cuanto nos alejamos de Bereth

empezamos a escucharla con mayor claridad, aunque estoy seguro de que si meconcentrotodavíapodríaoírla.

—¿Y,Henry,nohasintentadoaumentarsuagudezaauditivaparacaptarmejorelmensaje?—quisosaberDuna.

—Pues claro que lo he hecho —le espetó el muchacho, ofendido—. Y noescuchamosunasolarespiraciónhumanaenvarioskilómetrosalaredonda.Eracomosinoloestuviéramosoyendoconlosoídos.Eracomosi…

—Como si estuviera dentro de nuestras cabezas—balbució Simon,mirando alsuelo.Susmejillassehabíansonrojadoantesdeterminardehablar.

—¿Yquédecían?—Que siguiéramos nuestro instinto… y que rompiésemos las cadenas de los

reinos.Oalgoasí—respondióMarco.—Sí, y que lucháramos unidos para alcanzar lo que nos pertenecía —añadió

Morgan,asintiendo.—Despuéselmensajeseescuchabapeor—intervinoTail.—¿Romper las cadenas de los reinos?—preguntó Sírgeric.Duna yAdhárel se

miraronconsternados—.Lapróximavezquesalgáis,quieroirconvosotros.Losmuchachosasintieron,entusiasmados.Eraevidenteque lesencantabapasar

lashorasdeentrenamientoconSírgeric.—¿Creesqueesobradesentomentalistas,Zennion?—preguntóelrey.—Sinlugaradudas.Peronuncahabíaoídohablardeundontanpeculiar.Sí,sé

dealgunoquepuede leer lamenteomandarmensajes telepáticos,peronoa tantaspersonasalmismo tiempo,con tantaclaridadyaunadistancia tanalarmantementegrande…penséquedebíacomunicároslo.

—Hashechobien.—Adhárelsevolvióhaciaelresto—Muchasgraciasatodos.Por favor, si alguno descubre algo más, por nimio que parezca, que nos lo diga.Estamosentiempospeligrososycualquierchispapuedeserelorigendeunincendio.

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—Aveceseresdelomásalarmista—bromeóSírgeric,palmeándolelaespalda.Adhárelnopudopormenosquesonreír,aunquesumiradaseguíasiendoseria.—¿Algomás?—Tambiénhepercibidootracosaenelbosque,peroquierocomprobarloantesde

preocuparossinmotivo.Elreyestuvotentadodeinsistir,perosecontuvoporelmomento.—¿Yquétalvanlosalumnosmáspequeños?Soloeranquince,deentresieteydoceaños,simalnorecordabaDuna.Zenniongruñóyseencogiódehombros.—Hacemos lo que podemos, majestad, pero su progreso no está siendo

demasiado significativo. Temo que nos vaya a costar más de lo esperado quedesarrollensusdoneshastaunnivelaceptable.

Adhárelsuspiró,taciturno.—¿Ycuántosadultosestánlistos?—¿Apartedeellosseis?Veintiocho.Losmuchachossemiraron,henchidosdeorgulloalversecontempladosentrelos

«adultos».—Habráqueconfiarenqueseansuficientescuandollegueelmomento.Elviejosemesólabarbaazuladaehizounareverencia.—Simenecesitáisparaalgomás,estaréenlaSalaEstratega.Cómomegustaría

podervolarparanotenerquesubirtodosesosescalones—selamentó.—¡Perosiestáshechountoro,Zennion!—exclamóHenry,dándoleconelcodoa

Tailenelpecho—.Tienesmejorformaque…¡Ay!¡Vale!¡Yaparo!¡Yaparo!—Elmuchachosemasajeólafrente,dolorido.

—Ytútesubesconmigo—ordenó,sindarselavuelta.Henryrefunfuñóalgoylesiguió con la cabeza gacha mientras los demás chicos se desperdigaban por losjardinesenbuscadeaguafresca,comidaounasombrabajolaquedescansar.

—YodeberíaregresarpararevisarunacosadelaPoesía—comentóAdhárelconlacabezayaenlosVersosReales,supusoDuna.

—Teacompaño.—¿Noibasavenirconmigoalentrenamiento?—Tealcanzodespués,Sírgeric.Eljovenfueareplicar,peroenseguidaentendióquesobraba.—Noseáismalos.Dunaalcanzóalreydeunpardezancadasyloagarródelamano.—Adhárel,¿teocurrealgo?Él lamiró con aquellos ojos color bosqueque tantas cosas decíanyque tantas

callaban,yDunasintióunescalofrío.—Estoybien,princesa.—Intentóesbozarunasonrisa,peroinclusoaquelgestole

costómásdeloesperado—.Essoloque…essoloquenosésipodrécontodoestoyosolo.

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—Nodigas eso.Sabesqueno estás solo.Tienes a tushombres, aSírgeric.Metienesamí.

—Ynosabesloqueesomehacesufrir.Ojalápudieraenfrentarmeyosoloaesasmalditasarpíasyregresarsinponerteenpeligro.

Dunalesoltólamanoylepasóelbrazoalrededordelacintura.—Sabesquenotedejaría.—Entonces tendría que encerrarte en una torre —replicó él, parándose a las

puertasdelcastilloconunasonrisapícaraenloslabios.—¿Creesqueesomedetendría?—Dunaseacercóunpasohaciaélydespuésse

pusodepuntillasparadecirlealoído—:Porsinolosabes,yalointentaronunavezynosirviódenada.

Con los ojos cerrados, inhaló su aroma y después acercó sus labios a los deAdhárel.Cadavezechabamásdemenosaquellosmomentosenlosqueparecíaquelo único importante en elmundo eran ellos dos, en los que no había niMusas, niMaldiciones,niPoesías.Enlosqueparecíaqueunbesopudieraresolverlotodo.

Adhárellaestrechóentresusbrazos.—Avecesmepreguntosinodeberíahaberdejadolascosascomoestaban.—Nolohabríaspermitido.Poresotequierotanto.Elreysonrióylediounbesoenlafrenteantesdequesesepararan.—Supongoquetienesrazón.—Suponesbien—bromeóella—.Tedijequeromperíamoselhechizoyqueno

volverías a convertirte en dragón y lo hicimos, ¿verdad? ¿Qué te hace pensar queahoraestoyequivocada?—Sepusoseriayañadió—:EsasMusasnosabenaquiénseenfrentan.

Seadentraronenelfrescordelpalacioyseperdieronporlospasillosyescalerashastallegaralcuartocerradoconllaveycuyocartel,clavadoenlamadera,rezaba:AlmacéndelaGuardiaReal.

LaPoesía, como la de sumadre, se encontraba protegida en el interior.Nadie,exceptoAdhárelyDuna,conocíasuescondite.

Elreysesacódedebajodelacamisalallavedoradaquependíadesucuelloylaintrodujoenlacerradura.Unavezqueestuvoabierta,segiróhaciaDunayledijo:

—Respectoaloquetehedichoantessobreentrenar…Ellaarrugóelmorro.—Losiento,Adhárel.Peromemantengofirmeenello.Quieroaprenderapelear

ynovoya…—Espera,espera.Soloqueríapedirtedisculpas.—Sonrióyleapartóunmechón

traslaoreja—.Intentarénovolverasacareltema.Essoloque…—Séque lohacesparaprotegerme,peropiensaque a lomejornovas apoder

estar ahí cuando te necesite y será mejor que sepa cómo manejar una espada sinhacermedaño.

Adhárelasintióyseencogiódehombros.

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—Tevaaserdifícilseparartedemíllegadoesemomento,peroestoydeacuerdo.Despuéssediolavueltayempujólapuertademadera.Lasbisagrassequejaron

conungruñidosecoylastimero.Unavezqueestuvierondentro,volvieronacerrarla.Lapoesía,adiferenciadeladelareinaAriadne,noestabaprotegidaporningún

encantamiento ni tampoco permanecía en un hermoso atril. Se encontraba, pues,sobreundemacradoescritoriodemadera,conunapiedraencadaesquinahaciendolas veces de sujetapapeles. El pergamino permanecía vacío a excepción de losdieciséisprimerosversos,querezabanasí:

YaquepiensasquelasMusasjueganconlavidahumana,tedamosestaocasióndecompartirnuestracarga.

Vuestromundoeseltablero,ylasfichas,vuestrasalmas.Ysolodetidependesialfinalpierdesoganas.

Lasestrofasqueescribimosresultandetuspalabras.Esteesnuestroprimerturnodosmássonlosqueteaguardan.

Labatallaseaproxima,nopodrásdarlelaespalda,y,pormuchoquelointentes,nosabráscómoganarla.

—Bueno, al menos en algo se equivocan: Ellas creen que no sabremos cómoganaresaguerraqueseavecina,peroestenuevodescubrimientodeloschicospuedesernosmuyútil—comentóDuna,inclinándosesobrelamesaparaestudiarlaúltimaestrofa.

—Eso parece, pero ¿qué se supone que debemos entender? ¿Que lossentomentalistas están organizándose para atacar a quienes los mantuvieronprisionerosensusreinos?¡EsoseríaprácticamenteelContinenteentero!

—Porahoraesloúnicoquetenemos.Habráqueesperarselopeor.Élsecruzódebrazosyobservólaspalabrasquetanbiensesabíadememoria.—Labatallaseaproxima…—repitióconvozronca.Duna se acercó a él y apoyó la cabeza sobre su brazo. Era consciente de que

aquelloeraloquemáspreocupabaalrey:elenfrentamientoconsuhermanoDimitri.

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—Sabesquenopodrásimpedirlo,¿verdad?—ledijosinapartarlamiradadelaPoesíainacabada—.Queloúnicoqueestáennuestrasmanosesprepararnosparaelataquee intentar sortear suspruebas lomejorposible.Quedenadasirvequesigastorturándotepreguntándotesicualquierdecisiónvaaacarrearpeoresconsecuencias.

—Losé.Aunquemetemoquehayuntrechobastanteamplioentreloquedeberíahaceryloquedecido.—Suspiróconsorpresa,desganado—.Estoyasumerced.

Dunaseirguióylomiródefrente.—No,Adhárel.Ensusmanospuedenestarlasarmasparaquenosenfrentemosa

nosotrosmismos,desdedentroydesdefuera,perotodavíanosquedalalibertadparadecidirsihacerloono.Sialgoheaprendidoenestetiempoesqueeldestinonoseescribeen tinta,yquenosotros somosquienes locambiamosacada instante.Si terindes ahora que estamos tan cerca de conseguirlo, ¿de qué habrá servido todo lodemás?

Elreysealejóunospasosyapoyólaespaldaenlapareddepiedra.—Avecessolotengoganasderendirme,¿sabes?Medespiertoporlasmañanas

llenodefuerzaydeilusión,conelrecuerdodehabervencidolamaldicióndeldragónenmiconciencia.Perodespuésbajoaquí,cuando todavíanihaamanecido,ymiroestaspalabras,estegalimatías,ynosépordóndeempezar.Ylafuerzasemeescapa,y la ilusión desaparece, y el miedo a que el dragón vuelva a devorar mis nochesregresa.—Apretólosdientes,conseriedad,yañadió—:Tejuroquequieroserfuerte,Duna.Yenfrentarmeatodoloquemeenvíen.Pero¿cómovoyahacerlosinoséniquérumbotomar?CuandoaceptéeltratocreíquemedictaríanunaPoesíacorrienteyque tendría que enfrentarme a mi vanidad, o a mi orgullo, o a mi temor a losconflictos,oacualquieradelosdemásdefectosqueacarreo…¡Noesto!

—Bueno, quizás estaPoesía en realidad sea comoel resto, aunque ahorano loveamos—sugirióDuna,intentandodrenarelmiedodeAdhárel,suplicándoleconlamiradaquelepermitieracompartirpartedelpesosobresushombros—.Además,yasabes que eres perfecto. A lomejor por eso han tenido que cambiar de estrategiacontigo.

—Seguro—replicóAdhárel,evitandoaduraspenassonreír—.Noséquévoyahacer.

—Porelmomento,empezaraluchar.—Yalohago.—No, debes empezar a hacerlo de verdad. Tienes que olvidarte de la Poesía y

preocuparteportupueblo,portusamigos,porprotegernosllegadoelmomento.Siteobcecassoloenestudiarestaspalabrasserácomosi tecentrarasenunsoloárbolyperdierasdevistaelrestodelbosque.Yelataquepuedellegarporcualquierflanco,yalosabes.

Adhárel se quedó unos segundos pensativo. Todo cuanto había hecho hasta elmomentohabíasidoleeryreleeraquellaspalabrasenvenenadascomoquienestudiaelmapadeunlaberintosinatreverseaponerunpiedentro.Peroesoteníaqueacabar.

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Dunateníarazón:mientrasélaguardabaasustadoenaquellahabitaciónquecadavezlerecordabamásaunamadriguera,susenemigos,supropiohermano,sepreparabanparaactuar.DeéldependíaqueelreinodeBerethestuvieradispuestoacombatirlosoqueperecieraenelintento.

Era consciente de que no sería algo sencillo. De que su mente permaneceríapuestaenaquelpapirodíaynoche,esperandosentirlaurgenciadetomarunaplumapara escribir los siguientes Versos. Pero Duna estaba en lo cierto: si se dejabaarrastrarporlaobsesión,terminaríavolviéndoseloco.Soloesperabatenerlaenterezasuficienteparalograrlo.

—Oye—Dunaseacercóaél—,esnormalquetengasmiedo;todoslotenemos.Peroloestáshaciendobien.

Adhárelsonrióconalgomásdeconvicciónylediounbeso.—¿Nooshedichoquenohicieraiscosasmalas?—Sírgerichabíaaparecidoasu

ladoconunmechónnegroentrelosdedos.Extrañado,diounavueltasobresímismo—.¿Dóndeestamos?

—¿Quéhacesaquí,Sírgeric?—eltonodeAdhárelsevolviófrío,protector.Deunrápidomovimientosecolocóentreelpupitreyelreciénllegado.

—MemandaZennion.—Susojosnosequedabanquietos,estudiabanellugar—.Dicequesubáisinmediatamente.Hayalgoquetenéisquever.

ADunanolepasódesapercibidoelbrillodesorpresadesuamigocuandoreparóenelpergaminoqueelreyintentabaocultarsindemasiadodisimulo.

—¿Puedesllevarnos?—preguntóella,desviandosuatención.Laspreguntasseacumulabanensuslabiossinllegarahacerlaspormiedoalas

represalias.Tuvoquehacerunesfuerzotitánicoparacontrolarsuinnatacuriosidadycentrarseenloquelehabíanpreguntado.

—Claro.—Guardóenelbrochequellevabaalcuelloesemechónysacóunpardepelosgris-azulados—.Agarraosfuerte.

La SalaEstratega bullía de actividad cuando aparecieron junto almaestre. Losseis muchachos habían sido llamados y en ese instante todos se apelotonabanalrededordeunodelosventanucos.

—¡Henry,metoca!—exclamóMarco,apartandodeunempellónaSimon.—¡Eh,queestabayo!—Estaráquienyodiga.—¿Quéesloqueocurre?—preguntóAdhárel.Encuantoleoyeron,sevolvieron

yguardaronsilencio.—Antes os he dicho que había sentido algo en el bosque, majestad—explicó

Zennion—.Bien,puesahorapodemosverlo.Con un gesto le señaló el agujero en la pared y en cuanto los muchachos le

dejaronpaso,seacercóparacomprobarloporsímismo.—Noveonada—masculló,forzandolavista.—Henry,porfavor.

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Elchicodiounpasoalfrentey,entrecerrandolosojos,seconcentróenAdhárel.—¡Guau! —exclamó el rey, agarrándose a la pared para no marearse. De un

momentoaotro,suvisiónsehabíamultiplicadoyahoraeracapazdepercibircadadetalle, cada color y textura que antes no habría ni siquiera advertido; como si lehubierancolocadouncatalejoencadaojo—.Esespectacular…

—Gracias—comentóHenryconunasonrisadesuficiencia.—¿Qué es lo que tengoque…?—No llegó a terminar de formular la pregunta

cuando advirtió, a lo lejos, una figura que subía y bajaba entre las copas de losárboles,comosiestuvieraagachándoseeirguiéndoseunayotravez—.¿Quéeseso?

Se giró hacia los demás, pero tuvo que cerrar los ojos para no caer redondo.Enseguida,elsentomentalistaprocedióadejarlelavistacomolateníaantes.

—Nolosabemos—respondióZennionmientrasDunasecolocabaenellugardeAdhárelylehacíaungestoaHenryparaquelaencantase—.Peronomegusta.Lobuenoesquepronto entrará ennuestro campodevisiónypodremosanalizarlo sinpeligro.Lomaloesquequizásparaentoncesseademasiadotarde…

—Entonceshabráqueacercarse—intervinoSírgeric.Losmuchachos apoyaron la idea con entusiasmo.Adhárel, por el contrario, no

parecíamuyconvencido.—¿Quépropones?—Propongoqueyolosacompañeeintentemosdetenerloparatraerloalpalacio.

Encasodequelacosasecomplique,regresaremosinmediatamente—chasqueólosdedosysonrió.

—Estonoesunjuego,Sírgeric—leadvirtióZennion.—Yalosé.Perocreoquepuedeserunabuenaoportunidadparaqueestosjóvenes

osdemuestrendeloquesoncapaces.Elmaestrelosmiróconloslabiosarrugados.—Yasédeloquesoncapaces,peronocreoqueseabuenaidea…—¡Porfavor!—rogóMorgan.—¡Nuncaesbuenaidea!—sequejóMarco.—¿De qué nos sirve que nos condecorasen con la Insignia del Dragón si no

podemossalirniaecharunvistazoalbosque?—rezongóHenry.Sírgericsonrióparasí.—Estaréconellos todoelrato,Zennion.Loprometo.Ysialgunosepasade la

raya,recibiráunmerecidocastigo.—Eh…—Dunaleshizoungestoconlamanoparaqueseacercasen—.Pareceun

hombre.—¡Aver!—exclamóMarco,peroHenrylediounacollejayguardósilencio.—Escomosiestuviera…saltandooalgoasí.—¿Leveslacara?—preguntóAdhárel—.¿Quéedadpuedetener?Dunaseapartódelagujeroyesperóatenerdenuevolavistadesiempre.—Nolosé,peroaesavelocidadllegaráaBerethantesdequeoscurezca.

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Lasmiradasdepreocupacióndelosadultossemezclaronconlasdeemociónporpartedelosjóvenes.

—Estábien—accedióZennion,negandoconexasperación—.IdconcuidadoyhacedcasoentodoaSírgeric.—Despuéssegiróhaciaél—.Siocurrealgo,cualquiercosa,lostraesdevuelta.¿Entendido?

—Clarocomoelagua.Adhárellepalmeólaespalda.—Tenedcuidado.—Lointentaremos.—Sugestodesolemnidadsetransformóenunodeurgencia

alverlascarasdeAdhárelyladelmaestre—.¡Esbroma!¡Esbroma!Además,¿quévaapoderhacercontrasietesentomentalistascomonosotros?

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7.Losdosvisitantes

LysellsemantuvoapartadajuntoaVekkamientrasloshombrestraíanenunacamillaimprovisadaalacriaturaquehabíanencontradoenelbosque.Lamujer,cubiertadepies a cabeza con un vestido desgarrado, le seguía a su lado, sollozando y con elbrazoaparatosamentevendado.

El incidente conAzquetam seguía palpitando en sumemoria como una heridaabierta.Sabíaqueenesemomentodeberíaestarhaciendoelpetateparaalejarsedeallílomásrápidoposible,perohabíaalgoenaquelsucesoquelaatraíaferozmente.

Las palabras del hombre que le entregó su don resonaban en su cabeza confuerza:

—Lysell,prontovendránabuscarte.—¿Quién?¿Quiénes?—preguntóellaentonces.—Alguienqueteprotegeráyalguienqueintentaráhacertedaño.Alguien que la protegería y alguien que le haría daño. ¿Era casualidad que

precisamenteelmismodíaquepensabahuirtuvieralugaraquelsuceso?—¡Apartad!—gritó uno de los cazadores. Todo el campamento allí reunido se

echóhaciaunladoparadejarvíalibrealosportadoresdelcuerpo.Lysellsepusodepuntillasparaintentarveralgo,perofueenvano.

—Ven—ledijoVekka, agarrándola del codoy tirandode ella—.Desde allí loveremosmejor.

Con la ayudadel otroy lamirada siempre atentadeLue, se encaramaron a unárbolcercanoderamasanchasytroncogrueso.Aunaalturaconsiderable,teníanunapanorámica estupenda del círculo que se había formado alrededor de los reciénllegados.

Lamujersearrodillójuntoaquiendebíadesersuamadoycomenzóasollozarsuplicandoayuda.Laangustiasereflejabaencadaespasmodesucuerpo.

El otro, por su parte, parecía a primera vista un hombre corriente, de cabelloslargosynegros,conalgodebarbayunacapacubriéndoleeltorso.

LysellsevolvióhaciaVekka,decepcionada.—¿Deverdadesun…?Antesdequepudieraterminardepreguntar,elmuchacholeindicóquemirase.El

capitándelgrupodeexploradoressehabíaarrodillado.Mientrasunadelasmujeresseparabaa laheridaconcuidado,elotro leapartó lacapaalhombredeun tirónydejóalavistaunalustrosaalanegrasemejantealadeuncuervo.Laextremidadseperdíapordebajodelacamisolaquellevabaatadaalhombro,einclusoenelcuellotodavía se percibía un suave rastro oscuro que nada tenía que ver con el vellohumano.

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Lysellreprimióunescalofrío.Losrumoreseranciertos.Eraunhombrepájaro.Ounpájarohombre.Unarareza,encualquiercaso.

—¡Bautata!—Azquetamsecruzódebrazosyaguardóaquesumadrellegaraaél—.Haztecargodelmonstruohastaquedespierte.Peroencuantoabralosojos,envíaaalguienabuscarme.

—¡Noesunmonstruo!—gritó su compañera,golpeando sin fuerza al chamán,desesperada—.Nolotratéiscomotal.Éles…es…

Prorrumpióensollozosynopudoterminarlafrase.Lyselltambiénsesintióofendidaanteelinsulto,comosiselohubieranllamadoa

ella. Quizás porque en el fondo creía comprender por lo que debía de pasar esehombreadiarioaltratarse,probablemente,deunsentomentalista.

Bautataseacercóasuhijoylofulminóconlamirada.Despuésacogióalamujerentresusrechonchosbrazosparaquellorasesobreellaantesdeacompañarlahastasucabañaconpasorenqueante.

—¿Quieresqueloveamosdecerca?—preguntóVekka.Laniñasequedóunossegundospensativa.Podíaseguirleeinvestigarlosucedido

o, por el contrario, aprovechar la conmoción que ahora reinaba en el campamentoparahuir.Vekkadebiódeintuiralgo,puesfruncióelceñoydijo:

—Mi padre te ha pedido que temarches.—No era una pregunta. El diminutobrillodesusojosseextinguiósindejartrasdesíniunrastrodeceniza.

No,tupadremehapedidoquelolleveconmigo,pensó.—Algoasí.Vekkasegiróhaciaelchamánylededicóunamiradaglacial.—Losiento…Elmuchachosevolvióhaciaella.—Nolosientas.Yomevoycontigo.Yatelodije.—Pero…Élsedeslizótroncoabajohastaelsueloconlaagilidaddeunanimal.—Yahetomadounadecisión.Nointentesdisuadirme.—Nointentodisuadirte—sinsoltarsedelarama,sedescolgóasulado—.Intento

queentresenrazón.Aquítienesunfuturo,unafamilia…—¿Futuro,dices?—Tensólamandíbulaconindignaciónapesardequesutono

seguíasinvariar—.¿Permanecercomomipadreduranteelrestodemividaenestesitiotepareceunfuturo?Ynohablemosdefamilia…

No,mejorquenohablasensobreello.—Deacuerdo—sabíaqueseríainútilintentarhacerleentrarenrazóny,porotro

lado,¿conquiénmejorqueconVekkapararecorrerelContinente?—.Entoncesnosmarcharemosestamismanoche,cuandonohayatantaluz.

Lue trotó a su alrededor. Parecía encantado con la idea. Elmuchacho tambiénsonrió un poco. Lysell, sin embargo, tenía la cabeza puesta en los recién llegados.¿Unolaayudaría?¿Elotrolaharíadaño?

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—Perohastaentonces—insistióelchico,sacándoladesusdeliberaciones—,¿noquieresqueveamosalhombrecuervodecerca?

—Nocreoquenosdejen.Vekkaseencogiódehombros.—Estutiendadecampaña,¿no?—Bueno,técnicamenteyano—replicólachica.—Es igual. Bautata está a su cargo. Seguro que no le importa que nos

acerquemos.Además,seráunbuenmomentoparaquetedespidasdeella.Laspalabrasleprovocaronunhondopesar.Sisemarchabanovolveríaaverala

única mujer que había considerado alguna vez su familia. ¿Quién la protegeríacuandoellanoestuviera?¿Quién leaconsejaríaquécaminoescogeroquedecisióntomar?Parecíaque,entodoslosaspectos,habíallegadolahoradequecreciese.

Sealejarondeallíapasorápido.Unpardehombresrondabanlasinmediacionesencasodequelamujernecesitaraayuda,asíqueoptaronporlaentradatrasera.

—¿Bautata?—LysellsearrastróporelsueloalfombradoseguidadeVekka.Laancianaylareciénllegadasevolvieronencuantolosescucharonllegar.—¿Quéhacéisvosotrosdosaquí?Marchaosantesdequeosdescubraalguien.Losmuchachossehabíanquedadoparalizadosalaentradaconlamiradapuesta

enladesconocida.Ellasíqueteníalaaparienciadeunmonstruo,pensóLysellsinpodercontenerse.El rostrode lamujerparecíamásbienunamáscaradearcillacomo lasque los

niñosllevabandurantelosfestejos.Nadaensusfaccionesteníasentido:mientrasunojoparecíaeldeunciervo,conunacejapeludasobreél,elotroseasemejabaaldeunarana,pequeñoyviscoso.Sunariz tenía laformadeun tubérculo,mientrasquesuslabiosparecíandoslombricesanilladasyfinas.Ysupiel,secayllenadeporos,dabalasensacióndesermenossuavequelamismatierrasobrelaqueseasentabaelcampamento.

Lamujerentrecerrólosojosaldescubrirlamirandosinningúnpudor,yellabajólacabeza,avergonzada.

—No te preocupes. Estos dos son mis nietos: Vekka y Eis —habló Bautatamientrasaplicabaunasvendassobrelapielensangrentadadelhombrecuervo.

—Lysell—lecorrigiólaniñaenunmurmullo,todavíaconlosojospuestosenlaalfombra.

—¿Lysell?—Suvozparecíaperteneceraotrapersona.Eramelosayalgograve,peroindiscutiblementefemenina.Sihubieracerradolosojos,nohabríaadivinadoelrostrodesuposeedoranienunmillóndeaños.

Laancianaseinclinóhacialareciénllegadaylesonrióconcamaradería.—Semehabíaolvidado.Eis,Lysell,¿quéimportaunnombre?—Así es—corroboró la mujer—. ¿Qué importa un nombre cuando se es tan

bella?Laniñavolvióaenrojecer.

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—¿Aquéhabéisvenido?Vekkatambiénbajólamirada.—Averlo…—Estádormido—replicólaancianasinmásexplicación—.Pocopodrácontaros.—¿Tenéiscuriosidadpormihermano?Lysell alzó la cabeza con la boca abierta. ¡Era su hermano! Después asintió,

primeroconcautela,luegoconentusiasmo.—Nocreoqueleimporte.Leencantanlosniños.Por su tono de voz podría haber querido decir que le encantaban los niños…

cocinados.Oqueleencantabanlosniños…muertos.Peroaquellonodisuadióalosdosjóvenes.

PrimeroVekkaydespuéslaniña,searrastraronconciertoreparohaciaelcuerpoy loobservarondecerca.Lysell calculóquedebíade tenerentre treintaycuarentaaños. Las arrugas, aunque finas y desperdigadas, decoraban su rostro curtido yoscurecidoporelsol.Subrazohumanopresentabaunaspectoformidable;sindudahacíatodaslaslaboresconél,mientrasqueelala,aexcepcióndeloslugaresdondeseveía la sangre reseca, seencontraba lustrosay limpia.Daba la sensacióndequeunopudieraversureflejoencadapluma.

—¿Es… humano? —preguntó con un hilo de voz, intentando no sonarimpertinente.

—Yo diría que sí—respondió lamujer, apartándole el cabello de la frente. Sihabíasentidoalgúnimpulsoporculpadelhechizodelaniña,nolodemostró—.Elpobrenoesmásqueundesgraciadoconunamaldiciónacuestas.Comoyo.

VekkayLysellsemiraron,sorprendidos.—¿Quéclasedemaldición?—elchiconopudocontenerlaemoción.Bautatatambiénguardabasilencio,prestandoatención.—Bueno,ladecadaunoesdiferente—explicólamujer—.Yo,porunlado,no

siemprefuiasídemonstruosa.Unavezfuitanbellaquetodosloshombressegirabanal verme pasar, aunque entonces no me importaba. Hasta que un día apareció unsentomentalistaenlapuertademicasaymeofrecióuntrato:acambiodeloqueyomenosvalorabademímisma,meconcederíaundeseo.

Losniñosnoapartabanlosojosdelasmanosdelamujer,quetrazabaenelairelosrenglonesdelcuentosinpercatarse.

—¡Cuálfuemisorpresaalcomprenderquesereferíaamihermosura!—¿Ycuálfuevuestrodeseo?—preguntóVekka.Ellafuequienapartóesavezlamirada.—Podertenerunbebé.—¿Y os lo concedió?—insistiómientras Lysell pasaba lamirada de ella a él,

temiendoqueaquellahistorianoacabarabien.—Meloconcedió.Meconcediópoder tenerunbebé,no tener unbebé.—Una

lágrima se escurrió por sus deformes facciones hasta caer en la alfombra—. Pero

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¿quiénibaaquererdarleunhijoaalguiencomoyo?Lyselltragósaliva,conmovidaporsutristeza.—¿Y…ladeél?—Vekkaseñalóalhombrecuervo.Cuandoserecompuso,lamujerrespondió:—Intentótimaraunhombreenunataberna.—Cuandodijoaquelloparecíaque

todorastrodedolorsehubieraesfumado—.Mihermanonoesunhombresencillo.Bebemásdelacuentay,bueno,sepasaeldíaapostando.Poresotuvimosquedejarnuestracasaymendigarporlosreinos.Enunatabernacercanaquisojugárselaaunsentomentalistaylopagócaro.Desdeentoncescargoconélacuestas.

—¿Quiénosatacóenelbosque?—quisosaberBautata.Ellasevolvióhacialaanciana.—Un grupo de forajidos que venía siguiéndonos los pasos desde la taberna.

Esperaronhastaquenosdetuvimosadescansarparaabalanzarsesobrenosotros.—No…—Lysellabriólaboca,conmocionada.Lamujerpasólamanoporlafrentedesuhermano.—Unade susarmas loatravesócasipor completo.Yopudedeshacermede los

otros dos y espantarlos, pero si no llega a ser por vuestros hombres, no sé lo quehabríasucedido.—Laslágrimasamenazabanconvolveraderramarse—.Séquenoha sido un hombre bueno, que es peligroso, pero no se merece esto. No se lomerece…

—¡Bueno,yabastadecháchara!—ExclamóBautata,retomandoelcontroldelasituación—.Eshoradedescansar.

Elhombrecuervoseremovióconungruñidosinllegaraabrirlosojos.—Almenosnoestámuerto—murmuróLysell.—Porelmomento.—¡Vekka!—Losiento…Lasombradeunodelosguardiasseproyectósobrelateladelaentrada.—¿Bautata?—Ahoranopuedosalir.—Lamujerleshizoungestoconlacabezaaloschicos

paraquesealejaran—.¿Quéqueréis?—Azquetambuscaasuhijo.¿Lohasvisto?Sindejardefulminaralchicoconlosojosreplicó:—¿Cómo pretendes que lo haya visto si no he salido de aquí? ¡Estará en el

bosqueconeseendiabladolobo!Vekka se escurrió a gatas hasta la otra puerta. Lysell iba amoverse cuando el

guardiaañadió:—Detodasformasquierehablarcontigoyconlamujer.—¿Yquéhagoconelherido?—Dejarloahí,nocreoquevayaasalirvolando.—Elhombresoltóunacarcajada

quecoreósucompañero.

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—Ahora voy—gruñó Bautata, poniéndose en pie. Después ayudó a la reciénllegadaysegiróhaciaLysell—.Márchateencuantosalgamos,¿mehasentendido?

La niña asintió sin abrir la boca. Se ocultó tras unos jarrones cuando lamujerabrió la puerta y después se puso de cuclillas para salir corriendo, pero en esemomentosintióalgobajolasrodillas.

Enlatierra,formandounadeformaciónenlajunturadedosdelasalfombrasquecubríanelsuelo,habíaunbultoenelquenohabíareparadohastaentonces.

Extrañada, separó los dos trozos de tela para dejar libre lo que a primera vistaparecíaunahermosaflordepétalosdorados.

—¿Ytúdedóndehassalido?—preguntóenvozbaja.ComprobóqueBautatanoandabacercaydespuésacercólamanoaltallo.Perojustocuandoibaatocarlo,unosdedosgrandesyoscuroslaagarraron.

Ahogando un grito, se apartó del lugar y se quedó con el corazón desbocadoobservandoalhombrecuervo,queasuvezlamirabaconlosojosentreabiertos.

—Lysell…—mascullóconlabocaseca.Laniñamiróhaciatodosladossinsabersigritarparaalertaratodosydescubrir

suposiciónosalirhuyendoydejarloallísolo.Unmomento,¿cómopodíasabersunombre?Los labios agrietados del enfermo se curvaron en una sonrisa de lo menos

tranquilizadora.—Tehe…encontrado…—Lesobrevinoentoncesunataquedetos.Lysell se liberó de un manotazo y se alejó a rastras para que no pudiera

alcanzarla.Podíahaberlepreguntadoquiénera,siteníabuenasomalasintenciones,de qué la conocía; cualquier cosa, y habría conocido la verdad. Pero el miedo leagarrotólosmúsculosylesecólagarganta.

—No…huyas…Tevoya…—¡Está despierto!—exclamó en ese momento Bautata, entrando en la tienda,

seguidadelahermana—.Ytúsiguesaquí.—Peroyameiba—balbuciólaniñasinapartarlosojosdelhombrecuervo.—¡No!—exclamóelhombrecuervo,intentandoalcanzarla.—¡Hermano,estásvivo!—exclamólamujer.—¡Tú…!¡Debo…ahhh!—Suvozseconvirtióenungemidodedolormientras

Lysellsearrastrabaatodaprisahastalasalida.Elcorazónlelatíadescontroladoylospulmonesnoparecíanquerertrabajar.

Encuantoestuvofuerasepusodepiey,trastabillando,sealejódelcampamentohastaperderseen laespesuradelbosque,enelúnico lugarenelquepodíabajar laguardiaypensarsinsobresaltos.

Teníanqueserellos.Unolaprotegería,elotroleharíadaño.Aqueldesconocidosabíasunombre,aunquepodíahaberloescuchadomientrassehacíaeldormido,pero¿cómopodíaser?Lahabíaencontrado.¿Quéhabíaqueridodecirconello?¿Porquélahabíaestadobuscando?¿Porquésuhermananohabíadichonada?

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Se rodeó las rodillas con losbrazosymetió la cabeza entre ellasparadejardetemblar.

¿Eracasualidadquehubieranaparecidoaquelprecisodía?¿Ysisabíandedóndeprovenía?¿Ysipodíanayudarlaaencontrarsureino?¿Ysisoloestabanmintiendoparahacerledaño?¿Ysiquienesloshubieranheridoseguíanporlosalrededores?

Lasposibilidadeslaagitarontodavíamás.Tenía que marcharse del campamento. Aquello era lo único que debía

preocuparle.IríaabuscaraVekkainmediatamenteyjuntosescaparíandelbosquedeCélinor.

Lahabíaencontrado.Aquel fueelprimerpensamiento lógicoque inundósumenteantesdevolvera

perderlaconscienciaunavezmás.Despertóunratodespuésdebidoalaalgarabíadevoces que había a su alrededor. Una anciana vociferaba que todavía no se habíarecuperado lo suficientecomopara interrogarlo.Supusoquehablabandeél.Porelcontrario, la voz grave de un hombre replicó que no pensaban dejarlo en elcampamentodurantelanoche,encasodequefuerapeligroso.

Entoncesintervinounaterceravozenlaquenohabíareparadoyqueleresultabaextremadamentefamiliar.

—¿Quéqueréisdeél?¡Noespeligroso!¿Quiénlodefendíacontantoahínco?—Esonopodemossaberlo.Querida,túmismahasdichoqueesunbebedoryque

hasidoquienoshametidoenestosproblemas.Debían de estar refiriéndose a otro. Él no bebía, al menos que recordase. En

cuantoalosproblemas…—Pero…—Peronada.—Elhombreinsistióconmásferocidad—.Mientrasdecidimosqué

hacerconél,tepediríamosqueesperasesfuera.Suprotectorafueareplicar,perosedioporvencidaysealejódeallí.Wilhelm curvó los labios en una sonrisa, intentando imaginar de quién podría

tratarse,peroellatigazoquesintióenelhombrolehizogruñirdedolor.Deprontonotóunalientoranciocercadesucara.—¿Estádespierto?—Despierto,sí—respondiólaanciana—.Confuerzasparaqueloavasalles,no.HubounsilencioprolongadoenelqueWilintuyóelcrepitardeunfuegocercano

yelarrullodelvientoenelexterior.Debíaestarenalgúnlugarcubierto.—¿Creesquehanutilizadomidonparaesto?—¡Pamplinas!—exclamólamujer—.¿Cuántasveces tengoquedecirteque los

poderesdelossentomentalistassonirrepetibles?

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—Peroentonces…—Esalgodiferente.Algomuchomásoscuroyperverso.Quienselohicierasabía

cómoprovocardolor,aunqueporloquemehadichosuhermana,élselobuscó.—Entoncesestádecidido:noloquieroaquícuandoanochezca.Soyelchamány

esassonmisórdenes.—¡Pues yo soy tu madre y si no lo querías aquí, no haber permitido que tus

hombreslorecogieran!Wilhelmsentíasucabezaapuntodeestallar.¿Dequéhermanaestabahablando

aquella mujer? ¿Y dónde estaba la niña? Necesitaba salir de allí y buscarla. Losgordoloboshabíandadoconella.LasVoceshabíanestadoenlocierto.

LasVoces.¿Dóndesehabíanmetido?¿Porquésehabíancallado?Llevabasinescucharlas

desde…desde…Conunbramidoseincorporó,asustandoalhombreyalamujer,quesealejaron

aterrados.Indiferenteallacerantedolorquesentía,intentóponersedepie.Ahoralorecordabatodo.—¿Adónde…creesquevas?—Conmásmiedoquevergüenza,elquedecíaserel

chamánloapuntóconunadagaquehabíadesenvainadodesucinturón.—Debo…laniña…mihermana…Nolopudosoportarmás.Conungemido,volvióacaersobrelasábana.—¿Dequéestáshablando?—Lamujer,tanancianacomolahabíaimaginadoal

escuchar su voz, se inclinó sobre él con los brazos en jarras—. Vas a tener queaguantarsinmovertealmenosunpardenoches.

—Nohay…tiempo.—No,nolohay—corroboróelhombre—.Sisemuere,queseaenelbosque,no

enmicampamento.La anciana no daba crédito a lo que decía su hijo. Iba a replicar con fiereza

cuandoWilhelmmascullóunapalabracasisinaliento:—Lysell…Madreehijosevolvieronhaciaél.—¿Hasoídolomismoqueyo?—Elcuchilloletemblóentrelosdedos.—Protegeda…Peroantesdequepudiera llegarapronunciarsunombreunavezmás,volvióa

caerinconsciente,nosinantesrememorarlamiradadesuatacanteenelbosque.Sufuerzayrabiaalapuñalarlo.Lasvocesordenándolequenoserindiera.Aquellosojosyaquelrostrodeformequeunavezfuebello.

Firelalohabíaseguidohastaallí.Éllahabíatraídohastasusobrina.YahoraLysellseencontrabaasumercedycompletamentedesprotegida.

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—¿Lotienestodo?—siseólamuchachaconsupetatealaespaldayunpañuelooscuroalrededordelpeloparanollamarlaatención.

Vekkaasintió,seguro,ydespuéssalieronfueradesutiendadecampaña.Elsolsehabía ocultado casi por completo tras los árboles y el campamento comenzaba abrillarconlaluzdelashoguerasquecrepitabanenelcentro.

Depuntillas,intentandoquelatierracrujieralomenosposible,recorrierontodoelperímetro en dirección a la zona más espesa del bosque. Pero cuando iban ainternarseenél,sintieronlapresenciadealguienasusespaldas.

—¿Osmarcháis?Losdossedieronlavueltaparaencontrarseconlahermanadelhombrecuervo.—No…Nosotros…—Íbamosacazar—intervinoVekka,aladefensiva.Ellobosecolocóasuspiesy

enseñólosdientes.Lamujernoseinmutó.—¿Contodaesaropa?—Señalósuspetates.Vekkafruncióelceño.—¿Quéquieres?—Escaparconvosotros.Lyselldiounrespingo.—¿Escapardequién?—Elmuchachoseguíaentensión.—Demihermano,demividaconél.Quierovolveratenerlaoportunidaddeser

libreynoencontraréunaoportunidadmejorqueestaparaalejarme.—¿Lodejaríassoloahoraqueestámuriéndose?—preguntóLysell.—Sí—respondiólamujerconlaconvicciónqueeldondelaniñaprovocabaen

todos.Losdosmuchachossemiraronentresí.Sobrabanlaspalabrasparasaberque,una

vez que abandonasen la seguridad del campamento, cuantos más fueran, menospeligroscorrerían.Perotambiéneraunriesgoacogeraunadesconocida.

EntoncesLyselltomóunadecisión.—¿Sabesquiénsoy?—Sí, eres Lysell.—Guardó un instante de silencio y después añadió—: Y he

venidoaayudarte.Yoconocíatumadre.Laniñaabriólosojosantesdeentrecerrarlos,sorprendidaporsurevelación.—Lo sabía—masculló para sí. Dio un paso hacia ella—. ¿Por qué no me lo

dijisteantes?—Porque no quise.—Firela frunció el ceño ymovió los labios sin pronunciar

palabra—.Noqueríaquemihermanotedescubriera.Losiento.Lysellasintió.Lapreguntahabíasidoclara,ylarespuesta,concisa.—Puedevenir—dictaminó.—¿Qué?—Vekkalaagarródelbrazo—.¿Tehasvueltoloca?¿Ysimiente?—Confíaenmí.

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Élpareciódebatirseentresiaceptaronocuandoescucharonlasvocesdevarioshombresymujeresgritandosusnombres.Conenfado,soltóasuamiga.

—Seacomosea,tenemosquemovernos.Nosestánbuscando.Lyselllehizoungestoalamujeryellaasintióconunamuecaperturbadora.Manteniéndose siempre pegados a las telas y con Lue trotando a su lado, se

deslizaronhacia laespesuradelbosque,esquivando lamiradade losvigilantesquehacían guardia en los alrededores del poblado y de las luces que desprendían lasantorchas.

Unavezqueseencontraronrodeadosporárbolesyarbustos,echaronacorrersinrumbofijoconlaúnicaintencióndealejarselomáximoposibledeallí.Yadecidiríanquécaminotomarcuandoestuvieransegurosdequenadielosperseguía.

Firelaserelamiócongustocuandocomprobóquelamalasuerte,porprimeravezenmuchotiempo,parecíahaberledadounrespiro.Habíaencontradoasusobrina.Suhermanoseguramentemoriría.Yella,finalmente,seríalareinadeSalmat.Kendrasehubierasentidotanorgullosadeella…

Tuvoqueconcentrarseenelbosque,quepasabaanteellacomounaexhalación,paradejardepensarensuqueridayañoradahermana.

Su más leve recuerdo, fuera cual fuese: un consejo pasado, una anécdota, unasesinatoperpetradojuntas…ladevolvíaalclarodelbosquedondehabíaencontradosu cuerpo inerte. Al menos, ser un monstruo y que sus facciones se hubierandesfiguradotantoteníasusventajas.Pormuchoquesemiraseenunespejo,noveríani rastro de su gemela.Ni siquiera su cabello se había salvado de lamaldición deTézcar.

Esquivóunmontículodepiedrasysiguiócorriendotraslosniños.Desdeluegoyanoseencontrabaenlamismaformaqueantes.Supiernaderechasequejabaconcadairregularidaddelterreno,habíacomprobadoqueelflatolesobreveníamuchoantesdeloquelohacíaenelpasadoymontarencaballosehabíaconvertidoenunauténticosuplicio. Al menos, se dijo, había sacado una buena tajada al vender a su yegua,Zoya.

Con aquel intercambio de berones, además de vender su último lazo con elpasado,sehabíajuradonovolveraquereranadanianadieenloquelerestasedevida.Yporelmomentonolehabíaidonadamal.

TardóvariosmesesenencontrarelrastrodeWilhelmtrassuenfrentamiento.Dealgúnmodo,mientras ella lloraba lamuerte de su hermanadurante horas, él habíalogradoregresarporsusmedioshastaHamelyallíhabíaaguardadohastarecuperarsedetodaslasheridasycontusionesqueellamismalehabíaprovocado.

Sin embargo, por mucha intención que el hombre hubiera tenido de resultarinvisible, alguien con un ala de cuervo era bastante fácil de recordar. Para cuando

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estuvolistoysepusodenuevoenmarcha,ellayaleseguíalapista.DieronvueltasdurantesemanasporelinmensobosquedeCélinor.Éldelante,ella

abastantedistanciapordetrás.Lopeorhabíansidolasnoches.Apesardequeelfríodelinviernoresultabamenoscrudoentrelaforesta,nopodíaencenderniunahoguerapara no descubrir su posición. Desde entonces sentía la respiración mucho máspesada y los ataques de tos le sobrevenían con mayor intensidad cuando sedescuidaba.

Tuvo que apoyarse en un árbol para no caer. Los muchachos, al frente, sedetuvieron.

—¿Estásbien?—lepreguntóLysell,acercándose.—Meduelenelpechoylapierna.—¿Lapierna?¿Porquélehablabadelapierna

también?Firela empezaba a preocuparse.No era la primera vez que sentía aquellaurgenciatandesesperadaporresponderlaverdadaaquellaniña.

—Lysell, no podemos pararnos. —El chico era mucho más angustiante. Conaquelloboqueparecíasumascotayconesosojosdelcolordelatormenta,leponíalospelosdepunta.

—Estoymejor.—Seenderezóyforzóunasonrisa.Nohizofaltaquedijerannadapara saber que no les había tranquilizado con el gesto. Era un monstruo, inclusocuandosonreía;quenoseleolvidara.

—Puessigamos.Prontotuvieronqueencenderunasyescasparaesquivarlastrampasdelbosque.

Nohablarondurantetodoelrecorrido.Elloboaparecíaydesaparecía,ycadavezquesu figura se perfilaba entre los árboles, a Firela le daba un vuelco el corazón. Ibaarmada, sí,pero lasheridasquesehabía tenidoque infligira símismaparaqueelsupuestoataquedelosbandolerostuvieraalgodeverosimilitudleescocíancomomildemonios.

Y todo por esa niña que ahora tenía enfrente. Lysell. La reina de Salmat. Susobrina.Supresa.

Labocaselesecóalrecordarlapreguntaquelaniñalehabíahechoalsalirdelcampamento y el extraño deseo que había sentido de decirle la verdad.Dos vecesseguidas.Pero¿ysi lehubierapreguntadoporsusverdaderas intenciones?¿Habríatenidolamismaurgenciaderesponder?Habíamentidodurante todala tardea todaesagenteydespués,enelmomentomásinoportuno,¿casiloestropeabatodo?¿Quésentidotenía?¿Tézcar,ademásdesuedadysubelleza,tambiénsehabíallevadosuingenio?

No,ahíhabíaalgomás.Algoqueseescapabadetodalógicayquelacarcomíapordentro.Cadavezqueesaniñalehabíapreguntadoalgosolohabíapensadoenlaverdad,olvidándosede todolodemás, inclusode lasconsecuenciasque traeríaunarespuestaequivocada.

Sabíaqueera imposible,pero¿y si su sobrinahubiera sidomaldecidacomosuhermanoconalgúnpoder?

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Un sudor frío le recorrió la espalda. En mitad del bosque, rodeada por laoscuridad, Firela sonrió ante su buena fortuna. Si había superado aquella pruebainesperadasinproponérselo,eraevidentequenadapodríasaliryamal.YparacolmoreconocíaeselugarescarpadorodeadoporlaforestayaquellavistadelMonteÉrade.

Se detuvo en seco. No eran imaginaciones suyas, realmente sabía dónde seencontraba.

Semanas atrás,mientras buscaba aWilhelm, dio por casualidad con la enormefortificación.Encuantoinvestigópordentrolashabitacionesdescubrióunpuñadodepergaminos desparramados por los suelos y todos ellos firmados por el mismohombre:Drólserof.

Siestabaenlocierto,ysabíaqueloestaba,lasruinasdondeélhabíamalvividotodoaquel tiemponoestabanparticularmente lejosy,a todasvistas,seríanel lugaridóneoparallevaracabolapartefinaldesuplan.

—Esperad—exclamó.Ahoraquehabíandejadoelpeligroatráseraelmomentodeempezaramoversushilos—.¿Tenéisideadeadóndenosdirigimosoquérumbohemostomado?

Vekka miró hacia el cielo, pero el follaje le impidió ver las estrellas.Avergonzado,negósindecirnada.Firelasonrióparasíconsuficiencia.

—Hacia el este. En concreto, hacia el sureste. ¿Tenéis algún destino enmenteo…?

—Todavíanolohemospensado—respondióLysell.—ElreinomáscercanoesBelmont,ydadasusituaciónactualmetemoqueno

encontraremosnicomidani refugio.Sihubiéramostomadolaotradirección,enunpardenochesmáshabríamosllegadoaHamel.

—¿Yporquénonosavisasteis?—lerecriminóelmuchacho.—Porque pensé que sabíais adónde os dirigíais.—Sonrió y demostró toda su

entereza para no arrear un bofetón a aquel adolescente insolente—. Sin embargo,llegadosaestepuntoyoconozcounsitioquepuedeservirnosparadescansar.

—¿De qué se trata?—intervino Lysell. Su pelo destellaba como plata ante elfulgordelfuegoquesostenía.

—Uncastilloabandonado.Noestáen lasmejorescondiciones,peronosservirápararelajarnossinmiedoaquenadienosencuentre.

Vekkafueareplicar,peroLysellleagarródelamuñeca.—¿Lejos?—Adosnochesdeaquí.Quizásamenossinosapresuramos.—Estábien.Yotambiéncreoquedeberíamosirhaciaallí.—Seguidandandoentonces.Encasodequenosdesviemos,osavisaré.Prosiguieron lamarchaen silencioy solo sedetuvierona comeralgunos frutos

quehabíanrecogidoporelcamino.Calculóquellegaríanalasruinasalatardecerdeldíasiguiente,talvezalaluzdelasprimerasestrellas.Silaniñahubieraestadosolapodríahaberladescuartizadoallímismo.Peroelniñoyel loboeranharinadeotro

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costal y tenía la sensación de que le darían más problemas de los que podíanaparentarasimplevista.

Unospasospordelante,Lysellsedetuvoysevolvióparaesperarla.Firelatemióque le fuera apreguntar algo,peroen lugardeeso, cuando llegóa su lado laniñadijo:

—Gracias por tu ayuda. Me alegro de que nos estés acompañando. No sé sihabríamos llegadoasalirdelbosquesin ti.—Despuésbajó lamirada,avergonzada—.Y…ysientolodetuhermano.

LaAsesinadelHumolepusounamanosobreelhombromientrasqueconlaotraapartabaundiminutoatisboderemordimiento.

—Yotambiénmealegro,Lysell.Ynotepreocupespormihermano.Estoyseguradequesabráapañárselassolo.

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8.ElMarqués

SentomentalistashabíamuchosalolargoyanchodelContinente,peroningunopodíaequipararseaLaugarddeSiol,ocomogustabaserllamado:elMarqués.

Susprodigiossecontabanporcientos,sinomiles.Sedecíaquehabíaengañadoalamuerte,mendigadoalavidayestafadoalasuerte;quesehabíadesposadoconunadecenadeprincesasyhabíacombatidoenmilesdebatallassinmásarmaduraquesupechodescubierto;quetodoslosreinosledebíanfavoresyqueél loscobrabaaunaltoprecio,quehabíaluchadocontragigantesyloshabíavencidoconunaagujayunsedal,quehabíaleídocuantoslibrossehabíanescritoycompuestooinspiradocasitodos los romances, sonatas y canciones que alguna vez se hubieran recitado; queteníavástagosdiseminadosdenorteasurydamasenamoradasdeesteaoeste;que,endefinitiva,eracuantoélcreíaquetodohombrequeríallegaraser.

También se decía que era alto y apuesto, gallardo y valeroso, que sus cabellosrivalizabancon las tonalidadesdelotoñoyquesuespaldaera tananchacomounacadenamontañosa.Quesusojoslehabíanrobadoelcoloralmaryqueerancapacesde petrificar a sus enemigos y derretir el corazón de las mujeres; que sus labios,gruesosyenigmáticos,sabíandar losbesosmásdulcesy lascivosdelContinenteyquesulenguasolopronunciabagenialidadesagudascomosaetas,respuestasafiladascomodagasypiroposcálidoscomohogares.

TodoestoymuchomássedecíadelMarquéso,siendofielesalaverdad,sedijoalgunavezdeél,puesmuchotiempohabíapasadodesdequeLaugardnocabalgabasobre su indómito corcel por las tierras de los reinos avivando su leyenda yrecordandoatodossunombreysusproezas.

Desdehacía tanto tiempoqueni élmismo recordaba, sumundoy famahabíanquedadoreducidosalasparedesdelcastillodondeahoravivíayalaspocashectáreasdeterrenoquelorodeaban.Anadieleinteresabanyasushistorias,anadieexceptoasusirviente,asusdoscocinerasyalgato.Yseguroqueniaellosengañabaya.

La vergüenza que sentía por sí mismo era tal que había días en los que ni sedignabaasalirdelacamaparanoenfrentarseasureflejo.

Yaqueleraunodeesosdías.—¡Tengo hambre! —gritó desde sus aposentos, golpeando con los puños el

colchónylassábanasdescoloridas.Secruzódebrazosysequedómirandoaltechodesucama,donde,hiladoconvivoscolores,podíacontemplaruntapizdesímismovestidoconlasropasdeunmonarcayunacoronasobresulustrosocabello.

¿Dónde habían quedado aquellas prendas tan dignas y delicadas? ¿Dónde lacoronaylasjoyas?¿Ysulustrosocabello?

—¡Sebastian!¡Sebaaaastian!—Sugritoseconvirtióenunlamento,enelgruñido

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deun reciénnacido, en el agudoberridodeunniño consentido.El gatopersaquehabía a los pies de la cama se escurrió sin ser visto hasta ocultar por completo supelajeabundanteyblancobajoelmueble;conocíademasiadobienlosberrinchesdesuamo.

La puerta de sus aposentos se abrió de sopetón y en el umbral apareció unsirviente delgado como el cuello de una llave, de mirada alicaída, temperamentoinexistenteyespaldaenformadeinterrogacióndetantoreverenciarseenlavida.

—¿Sucedealgo,majestad?—Suvozeracomolasolasrotasalaorilla.Tranquila,grave,imperturbable.

—¡Quiero quemandéis quemar este tapiz! ¡Lo quiero ardiendo! ¡ARDIENDO!—LocontrarioaladelMarqués,quemientrasvociferaba,señalabaconsulargodedoíndicehacialasnubes.

—Sí,majestad.—¡Cuandomañaname levante no quiero verlo! Si por entonces sigue aquí os

caeráunbuencastigoatodos,¿mehasoído?¡Atodos!—Sí,majestad.ElMarquéssequedóresollandoconlosesmirriadosbrazossobreelpecho.Hacía

díasqueno forzaba tantoel cuerpo;estabaagotado.Sabía loquevendríaahora: lajaqueca. Esa dolorosa e incontrolable presión en la cabeza que anulaba cualquierintentoporsupartedehaceralgomásquenofueralamentarseygritar.

Ahívenía.Seagarrólafrenteentreeldedoíndiceyelpulgarymasajeóencírculosmientras

queconlaotraseñalabaaSebastian.—¿Quéhacestodavíaaquí?¡Ponteatrabajarinmediatamente!—Símajestad.Ahoramismobuscolaescaleray…—¡¿Qué?!—Detuvo losdedosyalzó lamirada.La rabiavolvíaa inflamarsus

pupilas—. ¿Pero te has vuelto loco? ¡¿Cómo que vas a buscar la escalera ahora?!¡Mírame!¡Nisiquieraestoyvestido!

—Losiento,majestad.—¡Ydejadellamarmemajestad!—Misdisculpas,maj…señor.—Fuerademivista.Sin hacer ruido y con la misma celeridad con la que se había presentado, el

sirvientedesapareciódejandoalMarquésconlacabezaenterradaentrelosdedosyunhumordeperros.

Necesitabasalirdeallí.No,debíasalirdeallí.Sipasabaunminutomásenaquellugarterminaríapidiéndoleasussirvientesquelodegollaranylotiraranalmar.

Conlosúltimoslatigazosdelmareoydelajaquecatodavíapersistiendo,sepusodepieyavanzóhastaelventanalconvistasalmar.Quitóelcerrojoysalióalbalcón.

Ladulcebrisadelocéanolecalmólosánimosylepusodemejorhumor.Inclusoelgatoseatrevióaasomarlacabezayaescurrirsefueradesucobijo.

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Aquellavistalerecordóelmotivodeporelquehabíadecididoasentarseallítantotiempoatrás.Llevabatodalavidaviajandosindescanso,viviendocomosicadadíafueraaserelúltimo,sinpreocuparseporlasconsecuenciasniporelpasado,conlavista siempre puesta en el futuro, en el siguiente paso, en el siguiente reino, en lasiguientementira.Perohastadeesosehabíacansado.

Todohabía empezadoavenirse abajocuando llegóallí.Desdequeesedichosocastillolellamótantolaatención,desdequeaquellasvistasleinstaronatirarelanclayaquedarseallíaenvejecerydisfrutardelabuenavidaquesehabíaganado.

—¡Peroestanoeslavidaqueyoquería!—gritóanadieenparticular,alcieloyalosacantiladosquesedespeñabananteél—.Estanoesmivida…

LapuertadelahabitaciónseabrióySebastianvolvióaaparecer,solícito.—¿Sucedealgo,señor?—¡No!—gritósinvolverse—.¡Dejadmesolo!¡Solo!Cuandolapuertasecerróasusespaldas,sedeslizóhastaelsueloyquedósentado

conlaspiernasdespatarradasentrelosbarrotesdehierrodelabarandilla.Sabía que los sirvientes se reían de él, que las cocineras murmuraban cuando

preparaban sus fugaces comidas en la cocina, que hasta el gato sonreía ante sudesdicha.

Cuántoodiabaaesedichosoanimal.Siaalguienteníaqueculpardesusituaciónactual,yporsupuestonoibaaseraélmismo,eraalgato.

¡Quéfelizseríasiaquelmininoytodassusposesionesnosehubierancruzadoensuvida!

Aéllegustabavisitarnuevoslugaressinunpeniqueypasardeserunpetimetrealnoblemejoratendidoconquientodamadrequeríacasarasushijasdelanochealamañana.Legustabaenfrentarseadiezhombresmásfuertesqueélysalirairososinhaberdesenvainadosuespada,robarlelasrimasylasmelodíasalosmejoresartistasy hacerlas suyas, difundir rumores y alabanzas para que se adelantaran y que lefueranpreparandoelterrenoasullegada.Moriríaporvolverasentirlaadmiraciónenlos ojos de quienes le rodeaban, por escuchar halagos y buenas palabras rogandoformarpartedesucírculomáspersonal,porserelcentrodeatenciónytenerlotodosinhaberhechonada.

Una sonrisa lánguida se escurrió por sus labios resecos.Quería volver a ser elalmadelafiesta.

El gato maulló desde el interior de la habitación y el Marqués se giró parafulminarloconlosojos,suslabiosformandounafinalínea.

—¡Dejadehacerruidootetiroalasaguas!Porrespuesta,elanimalbufóycorreteóporlaestanciahastaocultarsebajouna

mesitacubiertaporunmantel.—Eso,escóndete,¡escóndete,bichodeldemonio!Sevolvióhaciaelmarysuspirónouna,sinodosveces.Teníaquecalmarseoel

dolordecabezaregresaría.

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¿Aquiénqueríaengañar?¡Éleraquiensehabíametidoenaquellío!Ytambiénelúnicoquepodríasacarlodeallí.Pero¿cómohacerlosinmancharselasmanos?

Tareadifícil.Muydifícil.Aunque,llegadosaesepunto,¿quéotraposibilidadlequedaba?Sudonyanoeraelmismo;nodespuésdelúltimo truco.Ysuspalabras,paraquénegarlo,nocausabanlamásmínimaimpresiónsinello.

Alprincipiohabía intentadoentrenarse conquienes se encontrabancercade él,con quienes no huyeron en cuanto puso un pie en aquellas tierras. Principalmentefueron las decenas de doncellas que lavaban su ropa a diario, los campesinos quearabanlaqueahoraerasutierraoloscocherosylacayosdelascuadras.PeroprontotodossefueronyendounoaunohastasoloquedarSebastianylasdoscocineras.Yelgato.Yseguroquelostresprimerossehabríanmarchadotambiéndenoserporqueyaerandemasiadomayoresynoteníannifamilianilugardondecaersemuertos.

¿Tanmal se ledabaaquellodeenfrentarsealmundo real sinutilizar supoder?¿Cómopodíahacerloelrestodelosmortales?¿Quéhacíanellosparaganarseasussemejantes?¿Cuáleraelsecretoparahacerquelagentelossiguiesealláadondeellosordenasen?¿Unacorona?¡Élyahabíallevadounadeesasynolehabíaservidodenada!

Queríasudondevuelta.Suantiguavida.¿Acasoerademasiadopedir?Unosgolpesenlapuertaledevolvieronalarealidad.—¿Quién?—Soyyo,señor,Sebastian.ClaroqueeraSebastian.¿Quiénibaasersino?—Adelante—dijo, demal humor y sinmoverse del sitio. Lo escuchó entrar y

acercarse. Cuando se volvió, lo tenía a menos de un palmo de distancia. Dio unrespingo,asustado.

—Hallegadounacarta,señor.—¿Una…? —Le arrancó el sobre de las manos y lo despidió con tan malas

formascomosiempre—.¡Yquenadiememoleste!Esperóunossegundosantesdeabrirlo.¡Unacarta!Hacíameses;no,¡años!que

norecibíaninguna.¿Dequiénsería?¿Quéquerrían?¿Seríaesalapuertahaciasu…?Laemociónsefuedisipandoamedidaquelosrenglonesdesfilabanantesusojos.—El rey Dimitri… —mascullaba—. En nombre de… libertad y justicia…

rogamos atendáis nuestra propuesta… formar parte… ¡de un bando!—exclamódepronto. El gato, que se había ido acercando sigilosamente, se alejó de un salto—.¡Quierenqueformepartedeunbandodeataque!¡Unaguerra!

Se dejó caer de espaldas sobre el suelo de la habitación con una sonrisa bobadanzandoenloslabiosybatiendopalmas.

—¡Porfin!,¡porfin!—AquelreyDimitri,fueraquienfuese,habíaoídohablardeél.Sabíadesushazañas,teníalasemilladelacuriosidadgerminandoensuinterior,ahorasolofaltabaqueéllaregaseconlaspalabrasadecuadasparaquecrecieseysehicierafuerte.Yconella,sudonresurgiría.

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Sevolvióhaciaelgatoylomiródesafiante.—Yanomaúllas,¿eh?Claroqueno,gordinflón.Porquetúmevasaacompañara

esaguerra.—Elfelinobufódisgustado—.Tetendrévigiladodíaynoche.Nodejaréquetepasenada.¿Tegustalaidea?

Elmaullidosecofueunarespuestamásqueelocuente,peroniesolehizodejardesonreír. Ahora debía escoger su ropa, preparar sumontura. No, mejor el carruaje.SebastianlellevaríacomoalreyqueahoraerahastaManseralda.

Todosaldríabien.Todosaldríamásquebien.Ensustreintaycincoañosdevidanosehabíasentidonuncatanoptimista.

Con la energía renovada, se puso en pie y se dirigió a los armarios, dondeguardaba todos sus trajes olvidados tiempo atrás. Los había de todos los colores ytelas,peroparalaocasiónsepondríaunoformal,altivo,eleganteydistinguido.Unoquesabíaquepegabatanbienconsusojosysucabelloqueparecíahabernacidoconélpuesto.

No esperó ni un instante. Sin ocultarse siquiera tras el decoroso biombo, seembutióenélysemiródearribaabajoenelespejodeparedquecolgabafrentealacama.

—¡Espléndido!—señaló,dandounavueltaparaverelvuelodelapequeñacolade la chaqueta esmeralda. Con el pañuelo que encontró en uno de los bolsillossuperiores, se frotó los dorados botones hasta dejarlos relucientes. Orgulloso, sevolvióhaciaelgato—.¿Tienesenvidia?¿Tegustaríaverteasídeapuesto?Temoquenoestáatualcance.

Soltóunarisotadayvolvióatomarlacartadelsuelo.Elasuntodelaguerraeraloque más le inquietaba, pero tampoco en demasía. Un superfluo detalle sinimportanciaquesolventaríaencuanto tuvieraoportunidad.Élnoestabahechoparaguerrear.Soloparaque sunombrequedarabiendeletreadoyclaroen lo altode lalistade soldadosqueparticiparían enella.Sipodía ir acompañadode algúncargo,muchomejor.Elasuntode lasangre,deembarrarseenteroode tenerqueclavarelfilo de la espada en el pecho de alguien estaba completamente fuera de todaposibilidad.

Y no es que no fuera capaz de coger una espada y arremeter amandobles sinpiedad,nimuchomenos.Conocíamuybienel artede lasbatallas.Noenvano, supadre había sido general enAltoCielomuchos años atrás, cuandoLaugard no eramásqueuncríoyaquelreinounlugardeinconmensurablepoderahoraolvidadoportodos.

Poresoélhabíaescapado.Porqueparabrillarnopodíaquedarseensulugardeorigenyesperaraquedestacasecomosoldadoocomoartesano.Poresoyporque,cuandosupadredescubrióqueocultabaundon,noquisovolverallamarlohijo.

Si le viese ahora… ¡amo y señor de todo Caravás! ¿Con un sirviente, doscocinerasyungato?Minuciassinimportancia.Loshechoseranloshechos.Élsolohabíallegadomáslejosquesupadrecontodounejército,yenmenostiempo.Ojalá

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pudieraestarallíparaverlo.Serepasólaindumentariahastaquereparóenalgoqueseleolvidaba.—¿Dóndelahabrépuesto?—masculló,poniéndosedecuclillasparabuscarbajo

losmuebles.Sabíaque laúltimavezque lahabíavistohabía sidohacíaunparde semanas,

cuando la tiróal sueloyesta rodóa saberdónde.Teníaqueestarporallí.Criandopolvoen…

¡Ahíestaba!Bajo la cama, lejos de cualquier lado y oculta en las sombras, el dorado de la

coronadestellabalevemente.Alargóelbrazoyfuetanteandoconlamano,apartandolaspelusasdepolvoque

seadheríanaellahastaquecreyóintuirla.Yentoncessintióunzarpazo.—¡Ah!—Fuealevantarseperosegolpeóelcodoconlamadera.Unagudodolor

lesubióhastaelhombro—.¡Malditogato!¡Malditogato!Lapuertaseabrió.—¿Sucedealgo,señor?—¡Sí!¡Quieroaesegatomuerto!¡Muerto!—¿Disculpe,señor?—¡Yamehabéisoído!—Sepusodepieyselanzóaporelfelino,queloesquivó

conunmaullidoyunafacilidadinsultantes—.¡Noteescaparás!—Respectoalamisiva,señor…ElMarquéssevolvióhaciasusirvientecomountornado.—¿Qué?—¿Queréisquepreparealgoo…?La carta. Respiró. El traje. Una vez más. Lo esperaban. Poco a poco fue

volviendoensí.Serecompusocomopudoycontodalaeleganciaquelepermitíasuvoz,todavíaroncaporlosgritos,dijo:

—Preparad el carruaje.Ensillad losmejores corceles.MañanapartiremoshaciaManseralda.

Sebastian se quedó pensativo y mientras salía haciendo una reverencia sepreguntócuándosehabíananexionadoaquellosdosreinos.¿TantotiempohacíaquenosabíannadadelrestodelContinente?

De nuevo solo, el Marqués cogió una percha alargada y volvió a ponerse derodillas.Estavezalcanzólacoronasinproblemas.Cuandosepresentóanteelespejocon ella sobre los cabellos, sonrió satisfecho, y como si aleccionara a un niñopequeño,dijo:

—Voyarecuperartodo:midon,mifamaymipoder.Yabastadedescansarydetorturarme solo. Manseralda caerá rendida a mis pies, y después el resto delContinente.—Se giró hacia el gato—. Y tú lo verás sin poder hacer nada, bichoinmundo.

Elminino bufó con rabia antes de levantar la cola comodesaire y asomarse al

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balcón.Más allá de la barandilla, en el precipicio donde las olas rompían, elMarqués

creyó intuir una risa burlona que le retaba a cumplir su palabra, pero no se dejóintimidar.

Prontoseríacapaz,incluso,desecaraquellasaguassiasíseloproponía.

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9.Trabajoenequipo

—Tedigoquelohemosperdido.—¡Cierra el pico! —Marco volvió a tirarse al suelo. Henry puso los ojos en

blanco.—¿Vas a seguir rebozándote la cara mucho tiempo en la tierra o podemos

empezarabuscardeverdad?—¿Quieresque te reboceyoa ti lacara?—amenazóalgemelo,poniéndosede

pie.—Estoyesperando.Antesdequenadiepudierahacernadaestabanconlasfrentespegadas,comodos

machoscabríosencelo.—¡Parad!—Sírgericlosempujóunoacadalado—.¿Mehabéisoído?¡Dejadde

haceroslosdurosycontrolaos!Losdosmuchachossesepararonconungruñido.Marcolepegóunapatadaaun

trozo de piedra, haciéndolo volar por los aires mientras Henry se quitaba a suhermanodeencimaconunempellón.

Llevabandandovueltascercadedoshoras.Alprincipiofuefácil:bastóconqueHenryexpandieselacapacidadauditivadeunodeellosparaseguirelruidoatravésde la espesura. Sin embargo, no tardó en quedar agotado y tuvieron que dejar deconfiar en sudon. Intentaron subirhasta la copade algúnárbol, pero el riesgoerademasiadoaltoySírgericnoquisotentaralasuerte.

—¿Noshemosperdido?—preguntóSimonanadie enparticulary con losojospuestosenelcamino.

—¡Claroqueno!—Sírgericlepalmeólaespaldaparaanimarle—.Soloestamosunpoco…desubicados.

—Osea,quenoshemosperdido.—¿Cómosenospuedehaberescapadountipoquevuelaporencimadelbosque?

—sequejóAndrew,conlaesferadehierrobailandosobrelapalmayeldorsodesumanoenunmovimientohipnotizante.

—Yotelodiré—intervinoHenry—.PorculpadelpapanatasdeMarco.—¿Mi culpa? ¡Fuiste tú el que decidió tomar este sendero! ¡Dijiste que nos

encontraríamosconéldefrente!Sírgericlesdiounacollejaacadauno.—¿Nomehabéisoído?Callaosyprestadatención.Estonoesunjuego.Sinolo

encontramos,noquieronipensarloqueZennionoAdhárelnosharán.—Noscortaránenpedacitos—supusoMorgan,resignado.—Nos expulsarán sin contemplaciones. —Andrew machacó el metal con una

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palmada.HenrymiródesoslayoaSírgeric.—¡DeberíamoshabervenidoconZennion!—Vaya, pues no vi que ninguno os quejarais cuando me propuse para

acompañaros.—¡Porquepensábamosquepodríasencontrarlo!Deprontolatierracomenzóarugircercadeellos.Eltemblorseextendióporel

bosqueyvieronalosanimaleshuirendirecciónopuesta.Lospájarosalzaronelvueloysealejaroncaminoadentro,piandoagitados.

—¿Quéestáocurriendo?—Marcoseagarrabaconfirmezaauntroncocercano,temiendoqueelbosqueenterofueraaderrumbarse.

—¡Acercaos todos! —exclamó Sírgeric—. ¡Os llevaré de vuelta al palacio!¡Marco!¡Aquí!

Elmuchachoasintió.Fueasepararsedelárbol,peroeneseinstanteeltallodeunvegetal, verde, oscuro, grueso como una columna y con alguna hoja desperdigada,naciódelanadaentreélyelrestodelgrupoycrecióhastaelcieloaunavelocidadimposible.

—¡Esél!—gritó,haciendobocinaconlamanoymirandohaciaarriba.—¡Marco!¡Ya!—¡No!Esperad,creoquetenemosalgunaoportunidadde…El suelo volvió a temblar como si se tratara de un seísmo,más cerca de ellos.

Todossegiraronatiempodevercómo,unavezmás,avariosmetrosdedondehabíasurgidoelprimertallo,crecíaunonuevoeigualdevigoroso.Lospedazosdetierrasaltaronporlosaires,levantandoelsuelopordoquierydejandoalavistanumerosasraícesdelosárbolescolindantes.

Marcovolvióaalzarlamirada,estavezconlaintencióndeanalizarelauradeltipo.Conunasonrisasegiróhaciasuscompañeros.

—¡Tenemos una oportunidad! ¡Él es quien está haciendo todo esto, y estáagotado!

Sírgericdiounpasohaciaalante.—Teestoydiciendo…—¿Cómodeagotado?—Simonseadelantó.Marcosonrióasucompañero.—Lo suficiente como para que no tenga que costarte demasiado que pierda el

conocimiento.Sipudiéramosdesequilibrarlo…—¿Quécreéisquevaisahacer?—¡Estoservirá!—AndrewcorrióhastaSimonconsupedazodehierroenforma

de espada. La hoja era tan afilada y delgada que podía cortar cualquier cosa sinapenasesfuerzo.

—Estáissoñandosipensáisque…—¡Nosotros también ayudaremos! —exclamó Tail, agarrando del brazo a su

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gemeloyaMorgan.Latierravolvióaretumbaryunanuevaplanta,máspequeñaquelasdosanteriores,emergióunosmetrospordelante.

—¡Vamos!—¡No! ¡Esperad! —Sírgeric salió corriendo tras ellos, pero fue en vano. Los

muchachos ya estaban colocándose en posición—. ¿Quién me mandaría a mímetermeenestosberenjenales?

Lossentomentalistassedesperdigaronentrelosárbolescercanosalcaminoparaesquivarlosreciénaparecidosobstáculos.Cuandopasaronelúltimo,Marcoleshizounaseñalparaquesiguieranavanzandohastadondecreíaqueapareceríaelsiguiente.Yenelmomentoenquela tierracomenzóaestremecerse,Simon,quesemanteníaapartadotrasunasrocas,cerrólosojosyseconcentróenlasiluetaqueserecortabaenlasalturas.

—¡Henry!¡Morgan!¡Tail!—exclamóMarco—.¡Ahora!LosdosgemelosseconcentraroncomoZennion leshabíaenseñado:dejando la

menteenblancoyfocalizandosuatenciónenlavíctima.TailalzóelpulgaryHenryasintió.Elgritodelperseguidoresonóenelbosqueporencimadelestruendode latierra.EntoncesHenry lehizo su señal aTaily este se relajómientras suhermanotomabael relevo.Para rematar la faena,cuandoHenrysequedósin fuerzasycayóagotado,Morganseencargódehacerhervirlasangredeldesconocido.

Esta vez el grito fue mucho más agónico. Sírgeric observaba todo desde unadistanciaprudente,listoparasaltarencuantoseprodujeseunimprevisto.

Andrewtomóaquelgritocomosuseñaldeentrada.Agarrandoelhierroconlasdosmanos,echóhaciaatrás losbrazosydescargócon toda la fuerzade laque fuecapaz el arma contra el último tallo aparecido. Tras ello, se quedó observando,ansioso,sihabíaservidodealgo.

Empezabaaperderlafecuandolapartesuperiorcomenzóaescurrirse,dejandounrastrodesaviaporelcamino.

—¡Árbol va!—gritó el chico, con una sonrisa y sin reparar en que el vegetalestabacediendohaciadondeseencontrabansuscompañeros.

—¡Apartaos!—Sírgericsaliócorriendo,esquivandotodoslosobstáculos.Tail y Morgan tiraban de Henry con desesperación, pero pesaba demasiado.

Sírgericlosapartóconimpacienciaylevantóalmuchachoporlasaxilas.—¡Corredconlosdemás!¡Vamos!—Deuntirónvolvióameterloenelcaminoy

despuésloarrastróhastalaspiedrasdondeseocultabaelrestodesuscompañeros.—Noosmováisdeaquí,ahoradejádmeloamí.Estavez, todosobedecieronsin rechistar.Sediomediavueltahacia lacopadel

inmensotallo,quepocoapocoseibadesplomandosobrelosárbolescercanos.Aunadistancia prudencial, observó cómo el intruso se agarraba con fuerza a la plantamientrassuplicabaayuda.

Sírgericaceleróelpasoycalculóellugarexactodondedebíaesperarlo.Elfollajeylasramasamortiguaronlacaídadelvegetal.Lostroncossepartíanylatierrarugía

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bajo su peso mientras los montículos de tierra se desparramaban allí donde losárboleseranarrancadosderaíz.Sírgericsedetuvoytanteóelterreno.Eltallodibujótodo el arco de caída y quedó suspendido a unosmetros de altura. En su cúspide,magulladoysangriento,seencontrabaeldesconocidosentomentalista.

Corrióhaciaélparacomprobarsuestadoysoltóunsuspirodealiviocuandolovioretorcerseygemir.Después,escalóporlacortezadeaquellaextrañaplantahastaél.

—¿Puedesoírme?Porsuaspectodebíadeteneralrededordeveinteaños,aunquesupelorizadoy

del color de la paja y las pecas que poblaban su redondeada cara le conferían unaimagenmuchomásinfantil.Ibavestidoconunchalecodesgarradosobreunacamisacubiertademanchurronesyunospantaloneshastaelempeine.Llevabalospiesalairelibre,manchadosdeverdín.

—Habráquesacartedeaquí.—No me… toques… —No pudo pronunciar más palabras. Al instante cayó

inconsciente.Losseisniñosaparecieronentreelfollaje,cautelosos.Henryandabaapoyadoen

suhermanoyconlosojosmediocerrados.—¿Está…muerto?—preguntóMarco,temeroso.—No.Perosinolollevamosprontoalpalaciopodríaacabarasí.Mientraslosmuchachossubíanal tallo, trepandohastadondeestabaSírgeric,el

otrosacódelguardapeloelcabellodeZennion.—¿Listos?—preguntó.Todosseagarraronconfuerzadelasmanos.Élmiróasu

alrededorunaúltimavezy,antesdedesaparecer,pensóenlomuchoqueAdhárelseenfadaríacuandovieraaquelestropicio.

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10.Traslareina

Wilhelm se despertó sobresaltado. Esta vez, a pesar de que era de noche, podíavislumbrarsualrededorconclaridad.Aquellaeraunanochequeconocía,quenoledabamiedo.Nocomoladelapesadilla.Lasllamasdelashoguerasquecrepitabanenel exterior le recordaron dónde se encontraba. La memoria hizo el resto: Lysell;Firela,susmanos,lamentira,elataqueysujugadamaestraparadeshacersedeél.

Habíafracasado.Sintióun tiróncuandoseapoyósobresubrazo.Fueentoncescuandoreparóen

lasvendasmanchadasquecubríansuhombro.Llevabaelbrazoencabestrilloyalaalturadelpechoteníaunamancharesecadesangre.

¿Cuánto tiempo llevaba dormido? ¿Dónde estaba lamujer que lo había estadobuscando? ¿Y el chamán? ¡Necesitaba hablarles de su sobrina y rogarles que se latrajeran! Por fin había dado con Lysell. Por fin, después de meses y mesesbuscándola.

De pronto reparó en las voces que oía fuera. Tuvo que prestar atención paradistinguirsuspalabras.Llamabanagritosadospersonas:EisyVekka.Laslucesdeunasantorchasaparecíanydesaparecíantraslateladelatienda.Laincertidumbreleestabacarcomiendo.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano, se puso de pie. Unos mareos lesobrevinieroncomounoleajeembravecido.Seagarróaunodelospilaresdemaderaque aguantaban la estructura y esperó a que el malestar remitira. Una vez que seencontrómejor,abriólosojos.Secolocólacapaconayudadelosdientesylamanomientras el ala negra daba bandazos a su alrededor. Cuando consideró que podíapasardesapercibido,saliófuera.

El campamento era un completo caos de grupos corriendo de un lado a otroarmados con antorchas y gritando el nombre de los dos desaparecidos. Un niñollorabaenelinteriordeunadelastiendas,bañandolanocheconsuangustia.Habíapasadoalgomalo,Willosintióencadaplumadesuala.Algoque,sinsaberdequéforma,tambiénleconcerníaaél.¿Noeraacasoelportadordeladesdicha?

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó a un hombre mayor sentado frente a unahoguera.

—ElendemoniadohijodeAzquetamhadesaparecidoconlaniña.¿Elendemoniadohijo…delchamán?—¿Quéniña?—insistió.Elviejosevolvióhaciaél.—¿Cómoquequéniña?Pues lamocosaentrometidadeEis. ¡Ladelcabellode

anciana!Esperoqueselahayatragadoelbosque.

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Ladelcabellode…—¡Lysell!Ignorando los pinchazos y la sensación de que las curas y los vendajes que le

habían aplicado estaban perdiéndose con la carrera, avanzó a paso rápido hasta elgrupodenémadesentrelosqueseencontrabaelhombretónquehabíavistoantesensutienda:elchamán.

Cuandollegóasuladoloagarródelbrazoparallamarsuatención.—Debéisencontraralaniña,ellaes…—¿Qué haces tú aquí?—Alzó lamirada en busca de alguien—. ¿Qué hace él

aquí?Wilhelmnoseamilanóanteelbrillodesusojosoeldesdéndesuspalabras.—¿Hacecuántoquesehanido?¿Dóndeestámi…mihermana?—Ahoranotengotiempopararesponderatuspreguntas,bichoraro—leespetó,

apartándolodeunempujón.Wilhelm, ofendido, tiró la tela al suelo y batió el ala con fuerza. Todos los

hombres y mujeres que había cerca se volvieron para admirar su maldición. Paracontemplaralmonstruodecerca.

El hombre cuervo apretó con fuerza los dientes para no gritar. Si antes habíasentidountirón,ahoraledabalasensacióndequealguienloestuvieradesgarrando.No tardó en ver lamancha de sangre en su hombro tiñendo la venda ya de por sioscura.

—¿Dóndecreesquevas?—Escuchólavozdelaancianaasuespalda.Se dio la vuelta e intentó concentrarse en sus ojos para no caer allí mismo

desmayado,frenteaaquellosdesconocidosquesemanteníanensilencio.—Tengoque…encontraraLysell…—¿Dequéconoces tú aLysell?—Elchamán lo agarródelbrazoy leobligóa

girarse.Sucinturón,repletodepequeñossaquitos,sebamboleó.—He venido a buscarla.—Le costaba seguir en pie. Le costaba no perder el

equilibrioodejarquelospárpadosvolvieranaenviarloalanoche.Azquetampareciódesconcertadoporuninstante.Sinocreyesequeeraimposible,

Wilhubierapensadoqueestabaincómodopormanteneraquellaconversaciónfrenteatantagente.

—Puesestáclaroquesehamarchado—respondiótrasunossegundos—.Ysehallevadoconellaamihijo.

—Vuelve dentro o la herida se te pondrámucho peor.—La anciana señaló elcaminoconsubastón—.¿Acasoquieresquedartesintuúnicobrazo?

La angustia de haber perdido otra vez a su sobrina colapsó sus sentidos. Noescuchaba ni tampoco podía razonar. Había estado tan cerca… ¡tan cerca! Solotendríaquehaberpermanecidodespierto,habersedeshechodesuhermana.

Enfurecido,maldijo a gritos. Los némades se alejaron varios pasos, asustados.Todosmenoslaanciana,quevolvióaordenarlequelaacompañara.

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Sin prestar atención a los murmullos y comentarios, siguió sus pasos con lacabeza gacha. Cuanto más tardase, más posibilidades tendría Firela de cobrar suansiadavenganza.Lysellnuncahabíaestadotanenpeligro.

—Túmbate.¿Por qué sus Voces habían dejado de aconsejarle? ¿Cuándo volverían? El

cansancioestabavenciendolabatalla,peroteníaquepermanecerdespierto.—¿Deverdadconocesa…aEis?—preguntólamujer.—Esmisobrina.Ellaleaplicólapastacalienteyolorosasobrelaheridaabiertayasintió.Nohacía

faltasersentomentalistaparasaberqueestabaguardándosemuchaspalabras.—¿Cuándosehan…?—Nadie lo sabe. Nadie. —Su voz ya no sonaba tan autoritaria ni enérgica.

Parecía haberse marchitado—. Estaban aquí. Vinieron a verte. Yo les dije que semarcharan,queteníasquedescansar.Tuhermananospidióque…

Wilhelmseolvidóderespirar.—¿Mihermanatambiénsehaido?Elladetuvosumanosobrelaheridaysequedópensativa.—Ahoraquelomencionas,nolahevueltoaverdesdeque…desdequemihijo

mepidióquesalieray…—¡No!Wilhelmintentóincorporarse,peroellalodetuvo.—¿Quéestáshaciendo?¡Estatequietoahoramismo!Ellayaeslosuficientemente

mayorcomoparapoderirporlibre,¿noteparece?Elhombrecuervoarrugóelceño,confundido.—Yanoscontóelmotivoporelquesufristeiselataqueynopuedodecirqueesté

cómodacurandoaalguienaquienleimportatanpocosuvidayladesufamilia.—¿Cómo?—Jugar,beber,perderunbrazoporelcamino…¿Nosabesdeloquetehablo?Wilhelm la miró totalmente descolocado. Le hablaba como si fuera su madre,

peronocomprendíaningunodesusconsejos.—Yonobebo—replicó—.Nodesdehacemucho.—Noesloqueellanosdijo.—¡Estaba mintiendo! —Soltó un gruñido cuando la mujer presionó sobre la

herida.Cuandoeldolorremitió,añadió—:MintióporquelosdosbuscamosaLysell.Ellalemiróofendida.—¿Dequélaconoces?¿Ycómopiensascuidardeesaniñaentuestado?—¡Yonoestoyenningúnestado!—Amínomegrites—leordenólaseñora,señalándoleconeldedopringado—.

No sé quién eres ni por qué la buscas, pero más te vale que no estés planeandohacerleningúndaño.

—¡Esmihermanaquienquierehacerledaño!

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—Ellanomedijoquelaconociera…Wilhelmladeólacabeza,incapazdecreerselasituación.—Porfavor,escuchadme:Lysellcorrepeligro.Másdelquepodáisimaginar.Mi

hermanaosengañó:¡fueellaquienmehizoesto!Vinopersiguiéndomehastaaquíydespués…

—¿Ellateatacó?Perosinoshablódetumaldición,ydelasuya,ydecómooshabíanasaltadolosbandoleros.

—Debéiscreerme.Poresonecesitosalirdeaquícuantoantes.Laancianalomiróduranteunosinterminablessegundosvalorandosuspalabras.

Pero¿cómopodríaaveriguarsileengañabaélosieraciertoquelamentirosaerasuhermana?Y entonces se encogió de hombros: ¿y a ella quémás le daba?La niñahabíadejadode sernadasuyodesdequesuhijohabíadecididoecharlay,porotrolado,aquelloserantemasquenoleincumbían.Suficienteteníaconaguantarelreumayelincesantedolordepiernas.

—¿Cómosabráshaciadóndeir?Wil comprobó de un vistazo que las semillas de gordolobos seguían en su

cinturónysonriómástranquilo.—Tengomistrucos.¿Cuándocreéisquepodréponermeenmarcha?—Bueno…unaheridacomoestatardaráencerrarsebastanteymetemoquees

posiblequeseinfectesincuidadosdiarios,pero…Lamiradadelhombrefuemásqueelocuente.—Siahoradescansasycuandotepongasenmarchatellevasalgoparahacertelas

curastúsolo,mañanaporlamañanadeberíaspodersalir.Quizásparaentoncesfuerayatarde,peronodebíaperderlaesperanza.Talvezsu

hermanatuvieraunosplanesdiferentesparaLysell,alomejornobuscabasumuerte.—Osagradezco…—Conunamiradaseseñalóelcuerpo—.Bueno,esto.—Notienesporqué.—Sepusodepieylemiróalosojos—.Lohagoporlaniña.

Quieraono,lehecogidocariño.Ynomegustaríaquelepasaranadamalo.—Sefueadarmediavuelta,peropareciópensárseloyañadió—:Aunque,porotrolado,quiénsabesinoestaréayudandoalloboenlugardealcazador.

LoslabiosdeWilhelmsecurvaronenunasonrisacansada.—Quiénsabe…

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11.Jack

—Tienes tres segundos para contarme qué les ha pasado.—Zennion se cruzó debrazos y echo un último vistazo a sus pupilos arañados, doloridos, cansados ycubiertosdebarro.

—Ese tipo hacía crecer… ¡árboles!De la nada. Y caminaba sobre ellos. ¿Quémás quieres que te cuente? Los chicos actuaron lo mejor que pudieron dadas lascircunstancias.Todalaresponsabilidadesmía.

—¡Desdeluegoqueestuya!Marcodiounpasoalfrente.—Peroalfinalloatrapamos,¿noesesoloquecuenta?—Loquecuentaesquepodíaishaberacabadomuertos.Sírgericpusolosojosenblanco.Yvueltaaempezar.Llevabandesdequehabían

llegado, unas horas atrás, escuchando el sermón del Maestre sin descanso yanalizando todos los errores que habían cometido.No quería pensar lo que habríasucedidosialgunohubieraresultadogravementeherido.Fuera,lanochehabíacaídosobreBerethcomounmantodenieblayviento.

El intruso se encontraba en ese momento custodiado por un par de guardiassentomentalistasen laceldamásaceptablede loscalabozos, inconsciente,mientrasotro grupo de hombres había ido al bosque para intentar arreglar el estropicioocasionado.Aquella era una zona peligrosa en caso de producirse un ataque, y nopodíanpermitirseellujodetenertodalaforestalevantada.

—Sírgeric ya ha pedido disculpas, Zennion. ¿Qué más quieres? —Duna seencontraba sentada junto al maestre en la larga mesa del salón principal con laespaldaapoyadaenunodelosbrazosdelasillaylaspiernascayendoporencimadelotro. No era precisamente la postura más digna para una futura reina, pero habíacostumbresquecostabamuchoerradicar.

—Quieroquelequedenclarostodoslosfalloscometidosyqueestosjóvenes,pormuymayoresquepuedanparecer,siguensiendounosniños.

Los gruñidos de protesta y los bufidos indignados se sucedieron entre losmuchachos.

—Sonmuchomáscapacesdeloquecrees,Zennion.—HacíatiempoqueDunanoveíaaSírgerictanmolestoconalgo.

—¿Ylodicealguienquesoloseacercaaellosparajugar?Elotrofuearesponder,peroAdhárelentróenesemomentocomounatromba.—Sehadespertado.Todos se pusieron de pie a excepción de Henry, que en algún momento

indeterminadosehabíaquedadodormidoensusitioconlacabezasobre losbrazos

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cruzados.—¿Dóndelotienen?—preguntóSírgeric.—Loestántrasladandoaunadelashabitacionessuperiores.Dunalemirópreocupada.—¿Nocreesque…?—Estarávigilado.—Pues ¿a qué esperamos?—exclamóMarco, dando una palmada—. ¡Veamos

quiénes!Zennionsediolavuelta.—Vosotrosidadescansar.Esmásdemedianocheymañanatenéisentrenamiento.—¿Qué?¡No!—replicóelchico.—Nosotrosloatrapamos—añadióMorgansinningunaemociónensutono.—Yosloagradecemos—intervinoAdhárel,poniéndolelamanosobreelhombro

—.Peropuedeserpeligroso.—Peroacabáisdedecir…—Basta de cháchara. —La orden de Zennion no admitía réplica—. Os

informaremosencuantotengamosalgoconcluyente,noospreocupéis.—Siemprenosdejandelado…—mascullóAndrewmientrasdespertabaaHenry

deuncodazoysalíandeallí.

SellamabaJackyteníadiecinueveaños.Elgolpelehabíaprovocadounabuenaconmoción,peropocoapocoibarecuperandolaconscienciayparecíadetodomenosagresivo.Susojos,deuncolorverdeenfermizo,podríanhaberresultadoinquietantesy peligrosos de no ser porque tenía los párpados algo caídos, como si siempreestuviera adormilado o con un pie en la realidad y otro en otra parte. Su sonrisabovinatampocoayudaba.

PorladescripcióndeSírgeric,sabíanquesucabelloeradecolorpajizo,aunqueenesemomentoseencontrabacubiertoporunasgasas.

Lehabíanvendadolaspiernasconunastablillas.Segúnloscuranderosnohabíahabidofractura,perosíesguincesenlosdostobillos.Lamuñecaizquierdatambiénestabaentablillada.

Lohabíanamarradoconcuerdasalcamastro,aunqueDunasepreguntósiaquelloerarealmentenecesario:susextremidadesparecíantanfrágilescomoramasdeárbolocarámbanosdehielo.

—¿Q’ago aquí?—preguntó en cuanto los vio entrar en la habitación.Tenía unacentoqueDunanoconsiguióidentificar,peroquesupusodealgúnpobladoalejadodelasgrandesurbes.

Sírgericseacercóalacamaconcaradepocosamigos.—Lapreguntaesquéhacíastúenelbosque.

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—¿Yo?—Sí,tú.—LavozdeSírgericsonógraveypocoamistosa.Adhárelleindicóconunamiradaquesecalmara.—Pos…escapar.—¿Escapardequién?—intervinoelrey,muchomáscomedido.LosojosdeJacksaltabandeunoaotrocomounaliebreinquieta.Enelinstante

enquesedetuvieronenDuna,suspárpadosparecieroncobraralgodevidaantesdevolverunavezmásasuaspectoanterior.

Se quedómirando fijamente aAdhárel hasta recordar la pregunta que le habíaformulado.

—Deloslocos…—Sulabioinferiortemblóuninstante.—Tendrásqueespecificarmássiquieresayuda.Jacksepusoanegarcomounposeso.—No,no,no.Nopodéisacercarosallí.¡Esmupeligroso!¡Sosmatarán!—¿Quiénnosmatará?—Elreylocoysushombres.—Parecíaquehablasemásdeunmonstruoquede

unapersona,peroningunodelospresentesnecesitómáspistasparasuponeraquiénserefería.

—¿Elrey…Dimitri?Anteelnombre,Jackencogióloshombros,asustado,yasintió.DunamiróaAdhárel,consternada.Aquellaeralaprimeramenciónasuhermano

enmuchotiempo.Almenosporpartedeunafuentemásomenosfiable.SielterrorsehabíaapoderadodeJack,lairaylaimpaciencialohabíanhechodeAdhárel.

—¿Hasestadoconél?¿Dónde?—En… en… Yo estaba viajando y la oí. Y, pos la seguí. A la voz, digo. Y

entoncesestabanallí.Losotrosyél.—¿Quéotros?¿Dónde?—Adhárelseacercóalacamaporelotrolado.Jacktemblóantesderesponder.—Manseralda.EnManseralda,sí.Esomedijeron.DunamiróalreyyaSírgeric.Zennionnegóconlacabeza,preocupado.—¿Yqué estabanhaciendo?—insistióAdhárel—. ¿Teenterastede susplanes?

¿Porquéhuiste?¿Cuántoshabía?—¡Ay yo no sé tanto! —se quejó el muchacho, agobiado ante las preguntas.

Parecíaapuntodeecharseallorar.Duna se obligó a respirar hondo. Echó un vistazo por la ventana, donde las

estrellas brillaban en solitario sin una luna que las acompañase. Fue incapaz dereprimirlaideadepodersurcarelcielodenuevo,libre,sinpeligro,sinelmiedoalaguerraoalfuturo.

—Algosabrás.—Adhárelsecruzódebrazos—.Habla.—¿Soyunprisionero?—preguntóJack.Sírgericbufó.

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—Loestamosdecidiendo,yporelmomentotienesbastantespuntosparaqueasísea.

—En cambio, si nos ayudas —añadió el rey—, te indultaremos. Pero antestendrásquedemostrarquenoeresunaamenazayquepodemosconfiarenti.

—¡Yonosoyningunaamenaza!—sequejó—.¿Quétengoquehacerpaquemecreáis?¡¿Ydóndeestoy?!

—Estás enBereth—respondióDuna convozdulce—.Por favor, intenta hacermemoria.¿QuévisteenManseralda?

Jackposólamiradaenlamantaquelocubríaysepusoadibujarconeldedolasfiligranasdelatela.

—Estánorganizandounejércitooalgoasí.Tienenunpuñaodesentomentalistasqueentrenantoslosdíasyalosquetratancomoanimales.Peroellosparecenfelices.—Parecenfelicesporquealguienlosestáobligandoacreerquesonfelices,sedijoDuna—. Y luego hay personas corrientes por ahí. Pero son menos y son comoesclavosoasí.

Larespiracióndelreysehizomáspronunciada.—Jueganconellos,losutilizancomoceboocomopelelespapelear.Muerenya

nadieleimporta.Amíalprincipiotampoco.Yotambiénerafeliz.Peroentoncesundíadescubríporquéynomegustó.Desdeentoncesmeescondíhastaqueempezóaimportarme tó.Yporesome fui.—Una lágrimaseescurriópor sumejilla—.Unanoche se distrajeron y dije que me se había olvidao una cosa en mi habitación.Cuandoyanohabíaguardiasmesaltéporlaventana.—Dunadiounrespingo—.Yhuí.Mese echaronencima rápido.No lleguénihasta losmuros,perohabíaestadopracticandoensecretoypudeutilizarmiregalocontraellos.

—¿Turegalo?—preguntóSírgeric.—Tudon—aclaróAdhárel.Jackasintió—.¿Escapastesolo?Elmuchachoasintió,abatido.—Lo intentó otro amigo, pero no llegó a losmuros—se quedó callado—. Lo

mataronantes.Dunatragósalivaymascullóunpésameporaqueldesconocido.—Necesitamosmásdatos.Todoslosquepuedasproporcionarnos,Jack—eltono

del rey se había suavizado. Quizás ese muchacho fuera una brújula que pudieraayudarlos a dar los primeros pasos. Quizás no estuviera todo perdido ahora queconocíanalgodelosplanesdeDimitri.

—Peroesquenosémás.¿Cuándomeliberaréis?Sírgericlanzóunamiradaalrey.—¿Deverdadquerríassalirdeaquí,dondepuedesestarprotegido?Jackalzólavista.Parecíauncachorroapaleadointentandodiscernirlaverdadde

lamentira.—Sírgerictienerazón—añadióelrey—.Cuandosedesatelaguerramástevale

estaracubiertoyaserposibleenelbandoadecuado.¿QuécreesqueharánDimitriy

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sushombrescuandodencontigo?—Tú tienes una información privilegiada. Eres el primer sentomentalista que

logra escapar de allí. Sabes cómo funcionan las cosas. Lo que están preparando.Quizáshastasusiguientemovimiento.

—¡Perososhedichoquenoséna!—Sabesmásquetodosnosotrosjuntos,Jack—intervinoDuna—.Porfavor,no

solonosayudaríasanosotros,sinoalContinenteentero.YahasvistoloqueDimitriescapazdehacer.¿Selovasapermitir?

Elchicopasólamiradadeunoaotro,incómodo.Lasemocionesseacumulabanen los ojos del rey, de Sírgeric y de Duna, incluso en los de Zennion. Súplica,necesidad, cansancio, rabia, impotencia… Por mucho que les doliera, Jack era suúnicabazaparaconseguiralgodeventajaenaquelloqueDimitriestuvieraplaneandoenlaotrapuntadelContinente.

Jackenrollólamantaentresusmanos,nervioso,yasintiósuavemente.Adhárelaguantólarespiración.—¿Esoesunsí?Elmuchachorepitióelgesto.—¿Mesoltaréislascuerdas?Zenniondiounpasoalfrente,iluminandosubarbaazulconlaluzdelaantorcha.—Esoserácuandonoscuentesenquéconsistetu…regalo.

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12.Preguntasyrespuestas

ComoFirelahabíaprevisto, llegaronalcastillodondeunavezsealojóDrólserofalatardecerdelsegundodíadeviaje.

—Esaterrador—mascullóLysell,pegándoseaVekka.Alaluzdelcrepúsculo,lasruinasparecíanlasiluetadeunadentaduradepiedray

madera de incisivos rotos. Lamontaña sobre la que se erigía estaba pelada en sumayorparteylospocosárbolesqueseveíanerandelgadosyfaltosdefollaje.Abetosen sumayoría, las puntiagudas agujas verdes se clavaban en sus brazos desnudosmientrasascendían.

Lue iba delante, dando saltos y levantando polvareda en la tierra seca. Lysellperdiópieunpardeveces,yunpuñadodecantos rodadossedespeñaronmontañaabajo.QuienmáscómodaparecíaconaquelterrenoeraFirela,que,sinbajarelritmo,losguiabaporelcaminomástransitable.

Alcanzaronlacimaatiempodeveralsoldespedirseantesdeserengullidoporelhorizonte.Sudorososyconlosmúsculosagarrotadosporlatensióndelasubida,sedesplomaron sobre unas rocas cercanas a la entrada principal mientras Firela seaproximabaalapuertaytentabaelenormepicaporteconcerradura.

Tras unos cuantos chasquidos y la ayuda de su afilado puñal, los engranajescedieronylasbisagrasdieronunalánguidabienvenidaalosnuevoshuéspedesconsutétricolamento.

Doscuervosalzaronelvuelo,graznando, cuandoentraronenelvasto recibidordelcastillo.Laspiedrastambiénsequejabanenlasestanciasocultas,ylasmaderasdelsuelogruñíanconcadapasoquedaban.

Hacía tanto frío entre aquellas paredes que parecía que el invierno se hubierarefugiadoallídentroa laesperadequeelrestodeestacionesvolvieranapermitirlecamparasusanchasporelContinente.

—Loprimero será encender un fuego para calentarnos y cocinar—dijo Firela,alejándose en dirección a una puerta lateral que se encontraba en un estadolamentable.

Lysell seagarródelbrazodeVekkaparaentrarencalory juntossiguierona lamujerdeunahabitaciónaotra.

Tardaronmásdeveinteminutosenencontrarlaadecuada:unaqueseencontraraen esemismopiso, no fuera a derrumbarse con ellos dentro, nodemasiadograndecomo para que tardaran horas en aclimatarla y que se encontrara en un estado losuficientementeaceptablecomoparaqueelvientonosecolaraporningunagrieta.Lacocinafuelaelegida.

Trassalirdenuevoalaintemperieyrecogerlaleñasecaqueencontraronenlos

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alrededores, encendieron la chimenea y comprobaron que tiraba; no fueran aahogarseporculpadelhumo.DespuésVekkasacódesuatillodosconejosquehabíacazadodecaminoallíyLysellloscondimentóconalgunosfrutossilvestres.Mientrasloschicoslopreparabantodoenunadelasollaspolvorientasqueencontrarondentrodeunodelosarmariosbajosdelaencimera,Firelasededicóaabrillantaryafilarsusdospuñales.

—Sonlomásparecidoaunoshijosquetengo—comentóconunasonrisatorcidacuandodescubrióaLysellobservándolaconelceñofruncido.

Minutosmástarde,laestanciaenteraolíaabayas,carnefritayleñaquemada.Lostres se reunieron alrededor de la mesa de madera que había en el centro de lahabitación,sentadosensillascojas.

Durante un buen rato ninguno pronunció palabra. Sus bocas estabanexclusivamente al servicio de la comida.El agotamiento del viaje se disipó con elaroma del plato y no hubo más preocupaciones en las que pensar hasta que losestómagosnoestuvieronllenos.

Cuandoterminaron,serepanchingaronadescansaryarelamerselascomisurasdeloslabios.

Vekkasoltóuneructoylasdoschicasserieron.—Supongo que lo que Vekka quiere decir es que estaba delicioso—comentó

Lysellsintiéndose,porfindespuésdetantotiempo,relajadaytranquila.Porprimeravezdesdequehabíanhuidodelcampamentoempezabaaencontrarlealgúnsentidoatodaesalocura.

—Nopuedoestarmásdeacuerdo.—Firelacerrólosojosysecolocólasmanosenlanuca.Tambiénaellaparecíaquelehubieranquitadounenormepesodeencima.

Lue se encontraba frente a la chimenea, tumbado y con los ojos cerrados. Surespiraciónacompasadayprofundasemezclabaconelchisporroteodelfuegoylasramasagitadasporelvientoenelexterior.

Lysellsellevóalabocaunodelospequeñoshuesosquequedabanensuplatoy,olvidándosedesudon,preguntó:

—Firela,¿dedóndeeres?—DeSalmat—replicólaotra,abriendolosojosdepronto.—¿Pordóndeestá?—preguntólaniña,todavíaconlavistapuestaensucomiday

sinrepararenelgestodepreocupacióndelamujer.—Alsur,juntoalacosta.—Debedeserprecioso…—Loera—respondióFirela, sonriendo con los labios, pero no con los ojos—.

Recuerdaquehacemuchoquememarchédeallí.—Querrásdecirqueosmarchasteis,tuhermanoytú¿No?—No.Laniñafruncióelceñoysegiróhaciaella.—¿NoosfuisteisdeSalmatjuntostuhermanoytú?

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—No.Lue abrió sus ojos oscuros yVekka se tensó al percibir que algo nomarchaba

bien,apesardenosaberdiscernirdequésetrataba.—¿Tefuistesola?—No.Lentamente, sin que nadie lo advirtiera, Firela fuemoviendo sumano hacia la

cintura.—¿Conquiéntemarchastedeallí?—ConmihermanaKalendra.LysellmiróaVekka,quesemanteníaimpasible.Parecíaunaestatuadesímismo.

Elloboalzólasorejas,alerta.—¿Ydóndeestá…Kalendra?—Muerta.Parecía que estuvieran bailando una coreografía sobre un campo repleto de

trampas.Yqueconcadapasoquedaban,concadapreguntaquelaniñarealizaba,elterrenosefueracomplicando.

—Losientomucho—guardósilencio—.¿Cómomurió?—Asesinada.Sabíaquesidejabadehablarvolveríaalaseguridadquehabíadejadoatrás.Pero,

sinolohacía,nuncasabríaquéseocultabaalfinaldelcamino.Yaunqueenlosojosde Firela la oscuridad comenzaba a ganar terreno a la luz, no podía contener sulengua.

—¿Porquién?—sesonrojómientraspronunciabalaspalabras.—AdhárelForestgreen.Laniñameditó laspalabras.Firela sacóconsuavidadunode lospuñalesde su

vainayaguardóconelbrazoentensión.—¿Fuecuandoteencontrastecontuhermano?Firela pareció luchar contra sí misma por no abrir la boca, pero finalmente

respondió:—Sí.—YjuntosvinisteishastaelbosquedeCélinor,¿no?—No.Luecomenzóagruñirtanbajoqueelsonidoseconfundíaconelvientodefuera.—¿Novinisteisjuntos?—No.—LaAsesinadelHumotenía losojospuestosensusobrinay losdedos

alrededor de la empuñadura del arma mientras que su mente elucubraba el planadecuadoparalasituación.Necesitabaganartiempo—.Parecequetehasvueltomuycuriosa.

—Esundefecto—replicóLysell,dandounrápidogolpeaVekkaenlapierna—.¿TeencontrastecontuhermanoenelbosquedeCélinor?

—Asíes.

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LaniñasegiróhaciaVekkaymientrasvolvíalacabezapreguntó:—¿Loheristetú?—Sí.El puñal salió disparado de debajo de la mesa antes de que Lysell pudiera

advertirlo,peroVekkaestabapreparadoylaagarródelbrazoparatirarlaalsuelo.Luetambiénselevantódeunsaltoyseabalanzósobrelamujer.

Deunapatada,Firelasedeshizodelanimal,quecayógimiendosobrelaslosasdelacocina.Vekkarecogiórápidamenteelpuñalqueacababadelanzarparadevolverleel ataque, pero Firela saltó por encima de la mesa y le agarró del brazo pararetorcérselohastaqueelchicocayóalsuelo,gritando.

Lysellnosequedóquieta:gateóhaciaelrincóndondehabíadejadosuarcoysusflechas.Losagarróconmanostemblorosas,peroantesdequeconsiguieraapuntaranada,Firelalearreóunpuntapiéylanzóelarmaylosproyectilesalotroextremodelacocina.Acontinuación,desenvainóelsegundopuñal.

—¡Dijistequenoibasamatarnos!—sollozólaniña,pegándosealapared.—No.Loquedijefuequequeríaescapardemihermanoydelcampamento.Lo

demás lo dedujiste tú solita. —Se colocó un mechón tras la oreja y preguntó—:Entonces,¿eresrealmenteunasentomentalista?

Lysell entornó losojos.El tiempo se agotaba.Viouna sombra cruzar la cocinacomounaexhalación.

—¿Porquéquieresmatarme?—Porquefueelúltimodeseodemihermana.—Firelaguardósilencio,paralizada

poraquellaspalabrasqueparalaniñaseguíansintenersentido.El grito de Vekka las sacó a las dos de aquel extraño trance que habían

compartido.Seabalanzósobrelaespaldadelamujerconsucuchilloenlamano.Deun golpe certero, la intentó apuñalar a la altura del omóplato, pero falló por unsuspiro.Porsuerte,elarmadelamujerseescapódesusmanosycayóalsueloconuntintineometálico.Deunapatada,Vekkalamandócontralapared.Cuandofuearepetirelmovimiento,Firelaserevolvióylolanzócontralamesa.

Enfurecida, segiróhaciaLysellparadescubrirque laniñayano seencontrabaallí,sinojuntoasuarma.

Haciendotodoloposibleparaquelosnerviosnolatraicionasen,cargóelarcoyapuntóconélalaAsesinadelHumo.Lastornashabíancambiado.

—Sihacescualquiermovimientosospechoso,disparo.Firelalevantólasmanossobresucabeza.Vekkaseacercóalloboyleechóaguasobreelhocicoparaquesedespertara.En

cuantoestuvolisto,secolocaronjuntoalaniña.—¿Porquéqueríatuhermanamatarme?—ParahacerseconlacoronadeSalmat.El arco tembló en sus manos. No tuvo que aguardar para comprender las

implicacionesdeesarespuesta:sutronolaaguardabaenSalmat.

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—¿Dequéestáhablando?—preguntóVekka.Aquellamujerdeformeerasutía,igualqueelmonstruosohombrecuervo.Ysolo

habíallegadohastaellaparaasesinarla.—Tuhermano…tuhermanoqueríaprotegerme.Ellaseencogiódehombros.—Unapenaquefuerayoquienllegaraalcampamentoconsciente,¿nocrees?Lueenseñósusdientes.Elrugidosalíadesugargantacadavezconmásfuerza.—¿Ysiyohubierarenunciadoaltrono?—Tehabríamatadodetodasformas—replicóconelmismotonodesinteresado.—¿Ahoratúquieresserreina?—Laverdadesquemedaigual.—¿Reinadedónde?—insistióVekka.Lysell arrugó elmorro.Nopodía comprender la lógica quemotivaba a aquella

mujeramancharsusmanosconsangre inocente.Noquería reinar.Lohacíaporsuhermanamuerta.Ylavenganza…

—¿Quépasaconelhombrequelamató?¿Yaacabasteconél?Firelaseriósinganas.—No.MisúltimasnoticiassonquehasidocoronadoreydeBereth.Yalellegará

suturno.Lysellsintióquelasfuerzasempezabanafallarle.Todoaquellolasuperaba.Ella

noestabapreparadaparalasrencillaspalaciegasdonde,porencimadelavidadeloshombres,estabaelansiadepoder.

—Séquenovasadispararme—dijoFirela,acercándosealamesa.Laniñaretrocedió.—Noteacerquesmás.—Estástemblandocomounahoja,Lysell.Nuncahasmatadoanadie,¿creesque

estáslistaparahacerlo?Diootropaso.Layemadesudedosedeslizóporsucinturaenbuscadeladaga

ocultabajolaropa.—Loharésihacefalta.—¿Mataríasaalguiendetupropiasangre?—Noviqueatiesotepreocupara.Vekka llamó su atención con un dedo. Mientras hablaban, había entornado la

puertaparaquepudieransalir.—¿Pensáishuirsolos?—Seencontrabaaunmetroescasodelosmuchachos.Lue

seadelantóyaguardólaseñaldesuamoparatirarsesobreella—.¿Quévaisahacercuandoosencontréisenmitaddelbosque,denoche?

—Noslasapañaremos—replicóelchico.—¡Permitidmequeosloahorre!Alavelocidaddelrayo,Firelaagarróelmangodeunasarténquehabíasobrela

encimerayselacolocóenelpechoaltiempoqueLyselldisparaba.Laflecharebotó

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enelmetalconunruidoseco.Lanuevadagabrillóensusmanos.—¡Lue!¡Ahora!Elloboseabalanzórugiendosobreellacomounabestiaposeída.—¡Corre!—Vekkaagarródelbrazoalaniña,quesehabíaquedadoinmóvilante

laimagen,ylaarrastrófueradelaestancia,atravésdelrecibidoryalaintempestivanoche.

LosgritosdedolordelaAsesinadelHumotronaronjuntoalaullidodelvientoylostruenosdelatormentaquepocoapocoseibacerniendosobreelbosque.

Sindetenerseamirarhaciaatrás,sedejaroncaerpendienteabajosinpreocuparseporlaspiedrasqueseclavabanenlassuelasnienlasmagulladurasquelavegetaciónseca les estaba provocando.Más de cuclillas que de pie, alcanzaron la falda de lamontaña.

—¿YLue?Lysellseatragantóconsusalivaysedoblóconlasmanosenlasrodillas.Unavez

queserecuperó,sellevólosdedosalabocaysilbó.Elsonidoseescurrióentrelasrocasylosarbustoshastalacima.VekkarodeóaLysellconelbrazoyellaapoyólacabezasobresuhombro.Estaballorando.

—Tenemosqueseguir.—¿Ysilehapasadoalgo?—Estoysegurodequepodrásalirdeesta.Seperdieronentrelamalezacuandolasprimerasgotascomenzaronaempaparel

bosque. En pocos minutos su ropa y sus pocas pertenencias estaban caladas y nohabíanirastrodellobo.

Lysell permaneció en silencio con un huracán de imágenes dando vueltas sincontroldentrodesucabeza.Suarco,losojosdesutía,laflechadirectaasucorazón,ellobosaltandosobreella,lahuída.Ledolíaelpechoynoeraporelcansancio.

Habían cambiado tantas cosas en los últimos días, había desenterrado tantossecretossobresupasadodegolpeysobreelauténticopotencialdesudon,quenosereconocía.

¿Quién era ella? ¿Una princesa raptada? ¿Una niña maldita? ¿Una mujersentomentalista?¿Eis?¿Lysell?

Derepentenosupoquéhacíaenaquelbosquenihaciadondecorría,tampocodequéhuíaniquiéneraeljovenqueestabaasulado.Prontodejódesentirlatierrabajosuspiesy antesdequepudieradetenersepara tomaraire, sedesplomóyperdióelsentido.

NoescuchólosgritosdeangustiadeVekka,nitampocoeltrotedeunaspatasasulado.

Laoscuridadfuetirandodesuconcienciahastarobárselaporcompleto.

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Firela rodó por el suelo de la cocina con el persistente dolor de cabezaamenazandoconhacerqueestaestallara.¿Quéhabíasucedido?

Recordabaalosniñoscorriendofueradelacocinayalloboabalanzándosesobreellaconlasfaucesabiertas.Tambiénrecordabacómocayóalsueloyelgolpazodesucabezacontralapiedra.

Los ojos dorados de la criatura husmeando a través de sus pupilasmás allá dedonde nadie había llegado, su hambre feroz devorando algo que jamás había sidoconscientedeteneryqueeraincapazdeexplicar.

Abrió losojosyalzó losbrazosesperandoencontrarloscubiertosdesangre.Sequedóaturdidaalcomprobarquenohabíanirastrodemordedurasnidearañazos.Elpechotampocoparecíahabersufridounsolodesgarrón.¿Lohabríaimaginadotodo?

Sepusodepieapoyándoseenlamesa,perotuvoqueagarrarseconlaotramanoalaencimeraparanoperderelequilibrio.¿Cómoeraposiblequenohubierauncharcodesangreallídondesucabezasehabíaestrellado?

Cerrólosojosycontóhastacienantesdevolveraabrirlos.TardóunratomásenacordarsedesusobrinaydeVekka.Habíanescapado.Habíanescapadoyahorateníaquebuscarlosotravez.Elfuegodelairainflamósuspulmonesantesdedesinflarsedesopetón,comosi

alguienlehubieradadounpuñetazoenelpecho.Tomó aire varias veces y volvió a incorporarse. No sabía lo que acababa de

ocurrir,perosesentíaextraña.Notabaescalofríos,perolachimeneaseguíaencendidaynoestabatiritando.

El vacío en el pecho se hizomáspronunciado al dar unpar depasos; como sipresintieraqueselehubieraolvidadoalgo,ocomosiecharademenosaalguienqueya no recordaba. Como si el deseo y la ambición por seguir adelante se hubieranevaporado. El repentino vértigo la llevó a agarrarse de nuevo a lamesa. Inhaló yexhalóconfuerza,concentrándoseenqueeloxígenollegarabienasuspulmones.

Cuandoseencontrómejor,salióde lacocinaconlamanoenelpecho,comosifueseadarconelagujeroquedeprontosentíayqueembargabatodosuser.

Vagóporlashabitacionesacariciandolasmaderasastilladasyelmusgoentrelaspiedras. La única luz que entraba en las ruinas era la del cielo encapotado de lanoche.

Sepreguntó qué clase de enfermedadpodía haber contraído. ¿Estaría el conejoenvenado? No tenía sentido: los dos chicos lo habían devorado con tantas ansiascomo ella. Pero ¿qué si no? ¿Le habría contagiado alguna enfermedad el lobo altirarse sobre ella? Imposible: no tenía rasguñosnimarcasde sangre, ¿cómo si no?Teníaquecalmarseonoseiríaeldolordecabeza.

Noteníaprisaporponerseenmarcha.Soloqueríasentirsemejor.Eracomosiunavelaquenosabíaquehubierabrilladodentrodeellasehubiera…extinguido.¿Estaba

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perdiendolacabeza?Losniñossehabíanido.El lobolahabíaatacado.Yellasolodeseaba sentarse allí mismo, en los mugrientos escalones de aquella escalera yesperaraencontrarsemejor.

Lasituaciónestabapudiendoconella,peropormuchoqueintentabaverelladopositivodelasunto:queLysell todavíaestabacerca,queellaconocíaaquel terreno,quesolonecesitabaponerseenmarchaenese instanteparaalcanzarlos,no lograbalevantarelánimo.

—Teechodemenos…—murmuróderepentealasruinas.LaimagendesuhermanaKendrasepresentóanteellacomoelfantasmaqueera.

Quisoalargarlamanoparaacariciarlelostirabuzonescaobadesucabello,peroantesdequesusdedosseenrollaranenellos,sugestosecrispóenunamuecadedolorycayóalsuelo.

Hacíasemanasque laspesadillashabíandesistido,¿porqué teníanqueregresardenuevo?Sepusoenpiecomounresorte,intentandodistraeralasalucinacionesconlajaqueca.Diounavueltamásatodaslasestanciashastaque,derepente,sumanochocócontraalgoenloquenohabíareparadoantes.

Con gesto lánguido volvió sobre sus pasos y agarró con las dosmanos lo queparecía ser un picaporte. Parecía la entrada a un compartimento oculto entre losdemástablonesdelapared.

Hizopresiónconlosdedosy,gastandolaspocasenergíasqueparecíanquedarle,abriódeunempujón lapuerta secreta.Apuntoestuvodecaerse rodandoescalerasabajopor culpade la inercia.Pero sus reflejos lahicieronagarrarse a labarandillalateralquediscurríaenparaleloalosescalones.

Sabíaquelomejoreravolveracerrarla.Nopodíahabernadalosuficientementevaliosoallíabajo,enlasprofundidadesdelahúmedayoscuracuevaquecrecíaasuspies,comoparaarriesgarseadespeñarse.

Y fue a cerrarla, convencida. Pero entonces cambió de opinión y regresó a lacocina,cogióunaramadelgaday,trasprenderlefuegoaunadelaspuntas,seinternóeneloscuropasadizoreciéndescubierto.

Losescaloneserandepiedrayparecíanhaberseescavadoenlamismarocaquesosteníaelrestodelaestructura.LaprecariacadenaquehacíalasvecesdebarandillaeralaúnicaseparaciónqueFirelaencontróentrelaparedyeloscurovacío.

Bajóybajóaltiempoquelossonidosdelaplantasuperiorsemagnificabanallíabajo.Lasgoteras,elcorreteodelosroedoresyotrosanimalejoschapoteandosobreloscharcos,loslamentosdelviento…

Llegóalfinaldelaescalera.Zarandeólaimprovisadaantorchadeunladoaotroparapoderhacerseunaidea

de las dimensiones y la utilidad de aquel sitio abandonado.Adiferencia de lo quehabía creído en un principio, aquella gruta no era un simple calabozo, sino uninmensotallerartesanalconobjetosatamañohumanoocultosbajosábanasblancas.

Sedio la vuelta, intrigadapor aquel descubrimiento cuando reparó en la figura

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que lamiraba a unosmetros de distancia. El susto fue tal que la antorcha cayó alsueloyrodóporlasbaldosashastacasiextinguirse.Tardóunosinstantesendescubrirquesetratabadesureflejo.Unreflejomonstruosoquelerecordabaloqueundíafue.

Rápidamente recogió el leño del suelo y sopló sobre la llama para avivarla.Despuésarrancóuntrozodesábanayloenrollóenlapuntadelarama.

Estabarodeadadeespejos.Detodoslostamañosyformas.Mirasedondemirase,alavistauocultosporlastelas, loscristalesserepartíanporlasparedesyelsuelohastadondealcanzabansusojos.

Ysihabíaalgoqueodiabamásquesudeformidad,erasureflejo.Derepente,elvacíoquehabíasentidohastaesemomento,setransformóenuna

rabia incontrolable. Para cuando quiso darse cuenta, se encontraba empujando ylanzandoydestrozando todos losespejosque teníaamano.Loscristalesestallaronporlossuelos,reflejandolaluzdelaantorchaenmilpedazosdiseminadosasuspiescomoestrellas.

Cuandolasensacióndevacíoregresóconmayorintensidadyseencontróunavezmáspreguntándoseaquéhabíavenidoaquelataquedefuria,seapoyóenlamesaydejó que las lágrimas se escurriesen por sus mejillas hasta precipitarse sobre lamadera.

Ibaaestirarseparamarcharsedeallícuandoreparóenla tenueluzblanquecinaqueirradiabaelespejodemanoquehabíasobreunatorreconvarioslibros,frenteaella.

Firelalocogióconunamanoyselocolocóenfrenteparacomprobarquenosehabíavueltoloca.Peroallídondedebíaestarobservándolasureflejo,elrostrodeunanciano de ojos azules como el hielo le sonreía con las arrugas intensificando sugestodealegría.

—Porfinhallegadoelmomentodevolveracasa—dijoconvozcansada.Firela,asustada,dejócaerelobjetosobrelamesa.Cuando creyó que se había imaginado todo, que aquello era producto de su

agotadamente, que el venenode la cenao el golpe en la cabezao el cansancio leestaban provocando aquellas visiones, volvió a escuchar la misma voz de antes,amortiguada.

—Noessuficienteconpasarmeunaeternidadencerradoenunespejo,queencimatengoqueaguantarquemetratenasí.—Quienfueraguardósilencioantesdegritar—:¿Meoyealguien?

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13.Palabrasenvenenadas

Adhárel tambiénmadrugó al día siguiente, pero esta vez Duna estuvo atenta y sedespertóconél.DurantelasúltimasnochessehabíanquedadohablandohastatardesobreJackylainformaciónqueleshabíaproporcionado.

—¿Y si lo ha enviado mi hermano para que comprendamos a lo que nosenfrentamos?—preguntóentoncesAdhárel.

—¿Paraasustarnos?—Paradesmotivarnosyquenosrindamosantesdequelasangresederrame.—Nolocreo.¿Vistesusojos?¡Estáaterrado!Siguieron argumentando sus posturas hasta bien entrada la madrugada y no

llegaronaningunasoluciónconcluyente.Decidieron,pues,seguirconloplaneadoymantenervigiladoalchicoporsirevelabaunaactituddiferenteypeligrosa.

Encuantoasudon,Dunanuncasehabíaencontradoconalgotan…llenodevida.Aquelmuchachopodíahacercrecertodotipodeplantas,decualquiertamaño,formaocolor,solocondesearloy…bueno,escupirenunpedazodetierra.AsíhabíasidocomohabíaescapadoyhuidodeManseralda.

Perosuhistoria,comoladetantosotrossentomentalistasenelContinente,estabarepleta de sufrimiento.Años atrás tuvo que abandonar el hogar familiar cuando supadrastrodescubrióquenoeraunhumanocorriente.Enlugardeaceptarlocomoeray huir los tres a un reino donde sí estuvieran permitidos los dones, su padre, fielseguidordelreydeHamel,intentóvenderloalacorte.

AquellapartedelahistoriaconmovióprofundamenteaAdhárelyaqueéltambiénhabía pasado por algo similar: su padre era un desconocido al que Ariadne habíaamadoinclusodespuésdecasarseconsuposteriormaridoporobligación.

Por suerte, Jack pudo escapar cuando sumadre, arrepentida ante lo que estabasucediendo,lehablódelplanquesupadrastrohabíatrazadoasusespaldas.Antesdemarcharse,lamujerleregalóunavacaparaquetuviesealgúnmediodesubsistencia.

LlegóhastaBelmont,peroal final tuvoquesacrificarladadoquenoencontróanadieinteresadoenelesqueléticoanimal.Hacíasemanasqueyanodabalecheysuaspecto resultaba enfermizo.Suvoz sonó impasible cuando comentóque almenosesanochesediounbuenatracón.Lomalofuequealamañanasiguientelovomitótodo.

Yasísiguió,viajandoensoledad,alimentándosenadamásquedelasplantasquepodía hacer crecer en el suelo y de lo que lograba robar en los reinos hasta que,semanasdespués,llegóaManseralda.

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DunayAdhárelsevistieronsinprisaantesdebajar.Alentrarenelcomedor,seencontraronconAyadesayunandoenunodelosextremosdelamesa.Lamujerteníalamiradaperdida en el hermoso tapizque colgaba sobre el cuellode la chimenea.Dos gruesos lagrimones corrían por susmejillasmientras sus labios pronunciabanpalabrassinsonido.Enelexterior,lasprimeraslucesdelalbacomenzabanabañarelreinodeBereth.

Dunaseacercóapasorápidoalamujer.—Aya,¿estásbien?¿Hasucedidoalgo?Ellasegiró,sobresaltadaysesecólosojosaltiempoquecomponíaunasonrisa.—¿Qué? No, no, hija.—Le dio un beso y Duna sintió los labios calientes de

quienllevaunbuenratosollozando.Adhárelsemantuvoalejado,algoincómodo—.Estaba…noimporta.¿Habéisdormidobien?

—¿Es por Cinthia?—Al oír su nombre, el gesto de Aya se quedó congelado.Despuésasintióyapretólosdientes.Hastaesemomento,ygraciasalmaquillaje,lamuchachanohabíareparadoenqueteníapeoraspectodeloqueaparentaba—.Estarábien.Notepreocupes.

—¿Cómo quieres que no me preocupe?—dijo la mujer. No era una preguntaretórica. Sus ojos imploraban una respuesta a la que aferrarse para poder seguiradelante—.Me laarrebataronporuncrimenqueellanocometió.¿Cuándoseharájusticia?—Laslágrimasvolvieronasalpicarelmantel—.Quieroaminiñadevuelta.

Dunavolvióaabrazarlaconfuerzahastaquedejódetemblar.—Mírame,parezcounatonta—masculló,quitándoselaslágrimasconelreverso

delasmanos.—No—replicólamuchacha—.Pareceslamejormadrequepodríamostener.Adhárelseacercópordetrásyapoyóunamanosobresuhombro.—Cinthiavolveráacasa,Aya.Confíaennosotros.Duna asintió, convencida. Le dio otro fugaz beso y se alejó de allí

precipitadamente,endirecciónalascocinas.Elreyfuetrasella.Selaencontrófrentealaencimera,mirandoalapared.Con un gesto rápido ordenó a las dos únicas cocineras que había allí que los

dejaransolos.Conunabrevereverenciasalieronporlapuertalateral.—Duna…—letocóelhombroylediolavuelta.Ellatragósalivaysuspiró.Antesdequesedieracuentatambiénestaballorando.Se cubrió el rostro con las manos y Adhárel la atrajo hacia sí. Sin decir una

palabra, le acarició el cabello y la espalda, deseando poder liberarla de todos esosmiedosquelaasediabaninclusocuandoparecíaestarbien.

Allísequedaronmientraselsolcomenzabaaespiarporlasventanasyareflejarsuluzenlascacerolasysartenesquecolgabandelasparedes.

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ElritmodelcorazóndelamuchachasefueacompasandoconeldeAdhárelhastalatiralunísono.¿Quélesestabapasando?¿Porqué lereconfortaba tantounabrazoquecreíatenersiempredispuesto?

Larespuestadolíatantocomolapregunta,peronoporellodejabadesermenoscierta.Desdequehabíanregresado,lascircunstancias,laPoesíaytodoslospeligrosquelosacechabancomounalluviadecuchillosycristalesleshabíanrobadoaquellosinstantesqueahoratantonecesitaban.

Entre sus brazos, disfrutando de su aroma, sintiendo susmanos protegiéndola,Dunafueconscientedelomuchoqueloechabademenosapesardedormirconélenlamismacamanochetrasnoche;lomuchoquelonecesitabaparaseguiradelante.

—Tengo miedo —dijo en un susurro, con la cabeza apoyada en el pecho deAdhárelylosojosclavadosenlasrojizasnubesdelcieloatravésdelaventana.

Elreylaabrazóconmásfuerza.—Yotambién.Poresohayqueseguirluchando.—No,Adhárel.No tengomiedodeDimitrinide suejército.Ni siquierade las

Maldiciones.—Se apartó y lomiró a los ojos—. Tengomiedo de que tú tambiéndesaparezcas.

Elreyfruncióelceño.—¿Aquéterefieres?Sesecólaslágrimasconenfado.—Aque estamaldita guerra te transformede tal formaquedespués nopuedas

volveraserelchicodelquemeenamoré.Adhárel la apartó de él unos centímetros, sin embargo a Duna le pareció una

distanciamásgrande.Unaquenopodríasalvardeunsaltoyqueacadainstanteibahaciéndosemayor.

—Hacetiempoqueyanosoyelniñoquesolíatontearcontigoporelpalacio—dijoconlavozronca,dolido—.Másomenosdesdequetuvequelucharcontramipropiohermanoysalvaramimadredelamuerte,desdequedescubríquellevabalavidaenteramalditoyengañado.Desdequetuvequeviajarhastaelfindelmundoenbuscadeunacurayquevolvíconuncastigomuchomayorsobreloshombros.

Dunaguardósilencio,sorprendida.¿CuándohabíapasadoAdháreldeconsolarlaamirarlacontantoreproche?

Intentótenderunpuenteentrelosdos,disculpándose.Peronosirviódenada.—Sinoerescapazdeapoyarmeenestaguerra,diloahora.Porque temoque lo

quevengadespuésseamuchísimopeor.—¡Desdeluegoqueteapoyo!¿Cuándonolohehecho?El reybufó, peronodijo nada.Lamuchacha se lamentó por haber comenzado

aquelladiscusión.—Adhárel,porfavor.¿Notedascuentadeloqueteestápasando?¡Estánjugando

contigo!—Estánjugandocontodosnosotros.

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—Quierenquetevuelvasloco,quedesconfíeshastadetupropiasombra.¿Esquenoloves?Nosnecesitasparalograrloycadaveznosestásalejandomásdeti.Creesquenosproteges,cuando loúnicoquehaceseshacertemásvulnerable.—Dunasemordió el labio antes de añadir—: Sé que no es sencillo, Adhárel. Todos estamossufriendo,pero…

Elreysecarcajeó.—¿Todosestáissufriendo?—Sumiradaladesafiabaaresponder.¿Dóndehabía

huido todo el cariño con el que la había estado abrazando? También ella queríaesconderse—. ¿De veras? ¿Todos os levantáis cada noche cubiertos en sudor ymiedo, intentando despertar de una pesadilla que perdura incluso cuando hay sol?¿Tambiénvosotrosabríslosojosrogandopornoencontrarosfrenteaunpergaminoquehabéisescritosindaroscuenta?

—Esaspalabrasmehacentantodañoamícomoati—dijoenvozbaja—.¿Cómopuedessiquieradudarlo?

—Porquenuncaserácierto.Pormuchoquelasodiesolastemas,laculpadequeesaProfecíaexistaesmía.Solomía.Yelpesode la responsabilidadnuncapodráscomprenderlo.—Perdió la mirada en el exterior y después dijo—: Ojalá solo meafectaraamí.

—¿Quéestásdiciendo?—Ojalábastaraconqueyosufrieraparaquetodoestoterminara.—Porfavor,nosigas.—Lodigodeverdad.—Adhárel,basta.Cállate.El rey bajó la vista. Aunque pareciera imposible, había lágrimas en sus ojos

cuandodijo:—Ojalánotehubieraconocido.Dunasequedósinalientomientras laspalabraspenetrabanensucuerpo,ensu

menteyensualma.NopodíacreerqueaquelcomentariohubierasalidodeloslabiosdeAdhárel.Entendíaporquélohabíadicho,peronoporellolehizomenosdaño.Sindecirnadamás,serecompusocomopudoparaqueélnovieraeldolorensus

ojosyloapartódeungolpeantesdeabandonarlacocinaatodaprisa.Antesdequelaspuertasbatientesdemaderasecerrasen,estaballorandodenuevo.

Escuchó a su espalda la voz de Adhárel pidiéndole que se detuviera, que leescuchara,queleperdonase,peronoteníanilasfuerzasnilasganasdepodercumplirsusdeseos.

Yeldíasoloacababadecomenzar.

¿Quése lehabíametidoen lacabeza?¿Cómohabía sidocapazdedecirlealgo

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así?Adhárelcorrióhastaelvestíbulo,pordondevioaDunaperderseescalerasarriba.¿Quéleestabapasando?Larabiaquehabíasentidodurantetodaladiscusiónseevaporócomouncharco

deaguaenplenoverano.Alsalirdelpalacio,yanoquedabanirastrodeella,yahoraelhoyosehabíallenadodevergüenzayarrepentimiento.

—Soyunimbécil…—mascullóparasí,bajandolasescalerasprincipales.Peroellano loentendía, realmenteno lohacía.Aunque,¿cómo ibaaculparla?

Aquelloeramuchomásdeloquenadiepodríasoportar.Ynoqueríaquelosdemástambiénsufrierantantocomoél.Poresolehabíadichoaquello.

Eseúltimopensamientonoleconsolólomásmínimo.Eldañoestabahecho.La falta de sueño tampoco ayudaba. No recordaba haber dormido de un tirón

desde que regresaron a Bereth. Solo los primeros días pudo descansar hasta bienentradalamañana,peroaquellosedebióalagotamientoacumuladoduranteelviaje.Encuantoelcuerposeacostumbróal lánguidoritmopalaciegoy fuecoronado, laspesadillassehicierondueñasyseñorasdesusnoches.

LosVersossegrabaronensumemoriaafuego.Unfuegoque,sinquesehubieradadocuenta,lehabíaidoconsumiendoelánimo,lasfuerzasylasganasdeseguircontodo aquello.No había día en que las dudas no le asediasen. Solo hacía falta quebajara la guardiaparaque el nudo en el estómago subierahasta la garganta con laúnica intención de ahogarle e impedirle continuar. Duna solo había intentadoadvertirle…

¡Peroélyalosabía!Sedabaperfectacuentadequeyanoeraelpríncipequelahabíarescatadodelatorreconvertidoendragón,nielmuchachoquelahabíabesadoporprimeravezoquelahabíaacompañadoporelContinente.

Para empezar, ahora era rey. Sí, su madre le ayudaba en las situaciones máscomplicadas,peroengeneralyanopodíaescondersebajosufalday jugaraseruncaballero.Ahora tenía quedefender, proteger y cuidar deBereth.Y en cuanto a laPoesía, ¿qué más podía hacer sino aguardar a que el resto de los Versos fueranapareciendo?NoeranlosdesigniosdelasMusasloquemásleaterraba,sinonosabercuándo aparecerían, que le pillaran desprevenido y con la guardia baja, quesupusieranungolpetanduroquenopudieraseguiradelanteyserindiera.

Conungruñido,golpeóeltroncodeunárbolypartedesucortezasecacayóasuspies.Esaactitudnoleserviríadenada.

Por eso no había querido casarse con Duna por el momento. Sabía que losaldeanos murmuraban, que la corte entera se preguntaba por qué seguían siendoparejasinunirseanteelTodopoderosocuandoélyahabíasidocoronado.Perotodoaquello le daba igual. Mientras no contrajeran matrimonio, Duna no tendría quetemerquelasMusaslaencadenaranaunanuevaPoesíasiélfallecía.

Comoesperaba,ellasemostrócompletamenteendesacuerdocuandose lodijo.No por sus creencias ni por convertirse de una manera absoluta en soberana de

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Bereth.SimplementeporqueellatambiénqueríalucharcontralasMusassiAdhárelllegabaafaltar.Peroenaqueltemaélnodiosubrazoatorcerylamuchachatuvoquehacersealaidea.

Sindarsecuenta, suspasos lehabían llevadohasta el campodeentrenamiento.Allí, en dos patios separados por una pequeña muralla de piedra, humanos ysentomentalistaspracticabansusejercicios.

Sírgeric se encontraba dirigiendo uno de los bandos, con Zennion a su lado,mientrasHerediasgritabaórdenesalossoldadosenelotro.

Elreyapartósuspreocupacionesdenuevoalrincónmásoscurodesuconcienciaysecentróenlasituaciónprácticaqueteníadelante.Antesusojossedesplegabaunejércitodemásdecuatrocientoshombrescuyasedadesoscilabanentreloscatorceyloscasisesentaaños.Estabandivididosporedadesydirigidosporlossubordinadosde Heredias, expertos espadachines y guerreros que se encargaban de inculcar suconocimientoalosdemás.

—¿Marcha bien el entrenamiento?—dijo amodo de saludo, colocándose a suladoyconlasmanosentrelazadasalaespalda.

—Majestad —respondió el otro, inclinando la cabeza sin apartar sus ojos dehalcón del terreno—.Como veis, las tropas están cada díamejor preparadas y losnuevosreclutasseestánamoldandosinproblemasalosentrenamientos.

—Me alegra oír eso. Es probable que contemos con menos tiempo del quehabíamoscreído.

Elcapitánasintió,conforme,ypreguntó:—¿Cuándopensáisqueestaránlistaslasnuevasarmas?Esa era la manera en clave de referirse a los artilugios en los que llevaban

trabajandovariosmeseslosingenierosdelpalacio.Setrataba,enresumidascuentas,dearmasapequeñaescalaquepudieranutilizarlaelectricidadenelcombate.PorloqueAdhárelhabíaentendido,lametadelosingenierosresidíaenlograrcontrolaresafuentedeenergíatancodiciadaenelContinenteparalaluchacuerpoacuerpoynoagran escala, sin necesidad, pues, de las inmensas máquinas que antaño se habíanocultadoenlastorresdelpalacio.

—Es probable que tengamos las primeras muestras en las próximas semanas.Seráselprimeroenprobarlas,yalosabes.

Herediassonrió.—Gracias,majestad.Por precaución, y para evitar posibles filtraciones entre sus propios hombres,

habíaenviadoa los ingenierosa lasafuerasdel reino,aunacasadepiedraqueeravigiladadíaynochemientrastrabajabansindescanso.

Eraconscientedequehabíajuradoalosberethianosdeshacersedeaquelinfernaltesoroque tantosdisgustos leshabíaocasionadoenelpasado,perocuando llegóelmomentoylosingenierosleinformarondelosavancesquehabíanhechodurantesuausencia,tuvoquereconocerqueseríaabsurdonoaprovecharaquellaventajafrente

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alrestodelosreinos.Suúnicogolpedesuerteeneltiempoquellevabaeneltrono,sedecíamelancólicocuandocreíaquetodoestabaempeorandopormomentos.

—¿Oshaninformadoyadelsentomentalistaquellegóhaceunosdíasalpalacio?Elcapitándelaguardiasegiróhaciaelrey.—¿Elchicodelasplantas?—Sí, el chico de las plantas. Esperemos que tarde o temprano decida unirse a

nuestrobando.Nonosvendríanadamalundoncomoelsuyo.—Metemoqueyahahechosuelección.Yopormiparteesperaríamejorqueno

fueseun espía y quehubieramentido al facilitarnos esa información sobrevuestrohermano.

Adhárellemirósorprendido.—¿Quiénoshadichoeso?—Zennion ha madrugado para venir a verme y comentarme la posible

incorporacióndeunnuevoreclutaentrelossentomentalistas.Sindecirunapalabramás,AdhárelsealejódeallíendirecciónalMaestre.—¿HashabladoconJackestamañana?—Elviejosevolvióhaciaélconelreflejo

delacalmaentodassusarrugas—.¿Cómosabesquepiensaayudarnos?—Buenosdíasatitambién,Adhárel.Elreysesintióenrojecer,peronobajólavistaniunápice.—¿Ybien?—Asíes.Cuandodespertóhoydijoquesemoríadeseddespuésdelaspruebas

deayer.Alparecersudonlecansamásdeloqueaparentayledrenatodoelaguadelcuerpo. Yo mismo me encargué de llevarle un vaso y una jarra de agua y nosquedamoshablandohastaqueamaneció.

—¿Te contó algo más? ¿Ha dado alguna información sobre la situación enManseralda?

Zennionnegó,pausado.—Nadaquenodijeraantesdedormir.—¿Entonces?—Entoncesheestadoexplicándolelasituaciónenlaquenosencontramos,quién

erestúyturelaciónconesehombrequeintentódestrozarlelavida.Adhárelfruncióelceño.NolehacíamuchagraciaqueZennionhubierahablado

conelchicosinestarélpresente.NoesquenoconfiaraenelMaestre,perodenuevolasensacióndequecualquierpasoenfalsopodríaprovocarunacatástrofeleobligabaamedircontientocadadecisióntomadaporéloporquieneslerodeaban.

—Nopongasesacara,antesnosaseguramosdequesepodíaconfiarenél.—¿ComohicisteisconBarlof?Searrepintiódesuspalabrasencuantolashubopronunciado,pero,unavezmás,

yanohabíamarchaatrás.SialMaestreleafectaron,nodiomuestrasdeello.Enlugardereplicarleconenfado,agritos,lemirófijamenteyalzóunaceja,apesadumbradoysorprendidoalapar.

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—No, esta vez estábamos preparados y hemos utilizado otros métodos muchomáscomplejosquepudierancombatireldondetuhermanoencasodequelohubierautilizadoenél.

—¿Sepuedesabercuáles?—¿Noconfíasyaenmi,Adhárel?¿Noconfiabayaenél?,sepreguntóasímismo.¿Noconfiabayaensumaestro

más sabio? ¿Enquienhabía estado con él desde la cunapara educarloy enseñarlecuantoahorasabía?¿Tambiéndeéldudaba?Surespuestainmediatafuequeno,perola incertidumbre del futuro se cernía sobre cada afirmación que sus labiospronunciaban.Novelabasoloporsusactos,sinotambiénporlosdelosdemás.Yeltiempoylaexperiencialehabíanenseñadoquecorromperelhonordeunhombreeracuestióndeaveriguarelprecioporelquellegaríaahacerlo.

—¿Entoncesdicesquepodemoscontarconél?—Él mismo se presentó voluntario para ayudar a nuestro ejército, sí. Como

pudiste comprobar, necesitará más disciplina que el resto, pero me encargarépersonalmentedeprepararloparalabatalla.

Elreyarqueólascejas.—Parecequetehacaídoengraciaelmuchacho.Zennionnoserió.—¿Eresconscientedeloquepodríamoshacerconalguienquepuedelevantaruna

muralladetroncosconunpuñadodeescupitajos?—Supongoquesí.—Leenseñarétodoloquepuedaantesdequeempieceapracticarconlosdemás.—Pues parece que te ha salido un alumno aventajado. —Con un gesto de la

barbilla, el rey señaló al campo de batalla de los sentomentalistas, donde el chicoacababadeentrarconlacabezagacha,elpasorenqueanteylamiradaatenta—.Voyadecirlequevuelvaalacama.

—No.Veamosdequéescapaz.ZennionllamóconunsilbidoaSírgericyesteseacercótrotando.—Buenosdías,Adhárel.¿Necesitasalgo,Zennion?—ParecequeJacktieneganasdeentrenardesdehoymismo.—Ya veo —comentó el muchacho. Adhárel sintió una punzada de envidia al

comprenderquehastaSírgerichabíasabidodelaincorporacióndelchicoasusfilasantesqueél.

—PonleconBenzo.ElgestodeSírgericfuedelomáselocuente.—Nocreoqueseabuenaidea.—Hazloquetedigo.Veamosquéesloquesabehacer.ElmuchachomiróaAdhárelintentandoqueinculcasealgodesentidocomúnal

Maestre,peronosirviódenada.Sírgericpuso losojos enblancoygiró sobre sus talones.Pegóun silbidoyun

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puñadodechavalessegiraronparamirarle.Señalóaunodeellos,dehombrosanchosy cintura estrecha, que llevaba el pelo rapado y le indicó a quién tenía queenfrentarse.

TodaslascabezassevolvieronhaciaJack.Vestidoconunospantalonesatadosala cintura con un pedazo de cordel para que no se le cayeran y una camisadesabotonada,todosuaspectoparecíadecir:«soydébil,pégame».

Benzo, que rondaba los dieciocho años, se volvió hacia su profesor y abrió labocaparareplicarconlosojosdivertidos.Suslabiospronunciaronunasolapalabra:

—¿Bromeas?Sírgericpermanecióserioyvolvióaasentir.Elmuchachoseencogiódehombros

ysemachacólosnudillos.—¡Eh, tú!—gritó a Jack. Este, sintiéndose amenazado, se colocó en posición

defensivayconlospuñosenalto—.¿Quiéneresyquéhacesaquí?Asualrededorsefueformandouncírculodesentomentalistasamododearena

decombate.Ensucentro,elmatónseguíahaciendocrujirsusarticulaciones.—¿Nomehasoído?¿Quiéneresyquéquieres?—He… he venido a practicar —balbució el muchacho, sin perder de vista a

ningunodelossentomentalistasquesearremolinabancercadeél.—¿A practicar? No creo que estés en condiciones de practicar. Y menos con

nosotros.—Zennionmedijo…Benzosellevólasmanosalacabeza.—¿Zennion?¡Zennion!—lefulminóconlamirada—.MaestreZennionparati.Los demás chicos se rieron y se agolparon con más ahínco, formando una

perfectamurallahumana,sinhuecos.—Demuéstranosquepuedesentrenarconnosotros.—Yonotengoquedemostrarnáanadie.—Tic-tac,seacabaeltiempo.Las risas tronaron una vezmás al escucharle hablar. Jack buscó algún tipo de

ayuda en alguna parte, pero las únicas personas que conocía en aquel lugar seencontrabanlejosyfueradesuvista.

—Mira,paleto,aquímandoyo.Siconsiguesvencermeynomorirenelintento,tequedas.Sino,telargaspordondehasvenido.

LosojosdeJackreflejaronsuangustiaysumiedo.Yahabíapasadoporalgoasímuchasotrasveces,¿porquéhabíacreídoqueibaaserdiferenteenBereth?Zennionlohabíaengañadoyélhabíavueltoacaer,sedijo.

Sinquenadieloadvirtiera,acumulóunagotadesalivaenlapuntadelalenguayesperó,comosiemprehacía,aquesucontrincantehicieraelprimermovimiento.Paracuandointentaraunsegundo,élyaestaríamuylejos.

—Listoono,aquívoy—lasonrisadeBenzoseextendióporsuslabiosmientrasse llevaba lamano al chaleco y del bolsillo extraía un brillante reloj de oro—.Te

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presentoamiamigoDonReloj.Elreciénllegadoobservóelartilugioconcuidado.Noparecíapeligroso,peroel

tiempo le había enseñado a desconfiar de las apariencias. Comprobó que la salivaestabadispuestaytensólosmúsculos.

Benzoselanzóaporélenesemismoinstanteconelpuñoderechoenalto.Jackcalculó a toda prisa dónde estrellaría su mano el muchacho y se preparó paraesquivarlo, pero cuando estaba a punto de moverse, advirtió que su contrincantepresionaba un pequeño botón del reloj con su mano izquierda y que en lugar deabalanzarsesobreél,dibujabauncírculoenelaireconelpuño.Jacknoesperóparaverquémaquinaba.Seconcentróenelsueloquehabíabajosuspiesyescupió.Benzocompletóeldibujoyabrió lapalmade lamano.Elsuelo temblóy laplantasurgióentrelosdosmuchachosconelgrosordeunbarril.TodoslosmuchachosseapartaronaterradosmientrasJacksedisponíaasaltarsobreellayahuir.

Peroentonceseltiemposedetuvo.—Fascinante—mascullóZennion.Losdoschicosseobservaronaturdidosparadespuésobservarlaplantaalaaltura

desusrodillas.Jacknoesperómás tiempo.Volvióa tomarsalivayaescupirlaconfuerzaasu

alrededor.Y,denuevo,Benzodibujóelcírculoenelairemuchomásrápidomientrasapretabaelbotóndesureloj.Elsuelovolvióatemblar.Peroestavezlaplantaapenastuvotiempodeasomarelcomienzodeltallo.Habíavueltoaquedarsecongelada.

—Puedesparareltiempo—dijoJackconlamiradafijaensucontrincanteysindejardemoversealrededordelosdosvegetales.

—Ytúpuedeshacer…eso.—Señalóalasplantas.Jack escupió no una, sino tres veces a su alrededor. La tierra temblómientras

Benzodibujabatrescírculosrápidosenelaire.Estaveznosemolestóenapretarelextrañoreloj.Elrestodelossentomentalistassealejaronunospasos,asustadosporelterremotoqueseestabaproduciendo.Nomuylejosdeallí,lossoldadosyelpropioHeredias se habían detenido para observar. Sin embargo, como había ocurrido lasvecesanteriores,lasplantasapenascrecieronunospalmos.

—Pareces…cansado…—ledijoBenzo,apoyandolasmanosenlasrodillas.Jacksolosonrió.Noteníafuerzasnisalivapararesponder.Todavíanosehabía

recuperado por completo de lo sucedido el día anterior y, además, había quedadoclaroquenoteníannadaqueenvidiarelunoalotro.

—¿Terindes?Jackseencogiódehombros.—Supongoqueesunempate.Benzoasintió.—Ahora,sinoteimporta,tepediríaquetealejases.—Jackfruncióelceñoeibaa

respondercuandoelsuelovolvióaestremecerse.Benzocerrólosojosydejócaerlosbrazos,agotado.

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Jack dio unos pasos hacia atrás para observar cómo las plantas que se habíanquedadoamediocrecer,comenzabanasacudirseyaalargarsecomoserpienteshaciaelcielo.Amenosdedosmetros,volvieronaquedarcongeladas.

—¡Enhorabuena! —la voz de Zennion les llegó a lo lejos. Los estudiantesabrieronuncaminoalMaestre,queseacercóalosdoscontrincantesbatiendopalmas—.Graciasportucolaboración,Benzo.Hasestadoespléndido.Cincolazosalmismotiempo,tefelicito.

—Gracias,Maestre.—Ytú,Jack.Esperabaqueterindierascuandotuprimertrucofallase,peroyahe

vistoquetienesmadera.Elmuchacholemiróextrañado.¿Lazos?¿Enhorabuenas?Sírgeric también se acercó al grupo y les pidió que volvieran a sus

entrenamientos.DespuéssegiróhaciaJackyBenzo.—Idadarosunaduchaycomedalgo.Volveddespués,¿entendido?Losdosasintieron,conteniendounbostezoysealejarondeallí.—Podríanhabersematado—dijoAdhárelconpreocupacióncuandoseacercó.—Nosotroslohabríamosevitado—replicóSírgeric—.¿Hasvistolobienquese

complementaban sus dones? ¡Podríamos utilizarlos en un millar de situacionesprácticas!

—¿Cuáleselpoderconcretodeesemuchacho?Zennionsemesólabarba.—Benzo puede detener el tiempo de un lugar durante unos instantes. Pero con

cadasegundoqueutilizasudon,suenergíasevaagotando.—¿Y así detuvo el crecimiento de estas cinco plantas? —preguntó el rey,

palmeandounodelostallos—.¿Almismotiempo?—Asíes.—¿YJack?—Esemuchachocontrolaalaplantaentodomomento:sabequévaacrecer,su

alturaysugrosor.Digamosquelasamaestraparaquehaganloqueéldesee.—Entoncesnoentiendoporquénopermitióquecrecieranhastaelcielocuando

Benzodejódeutilizarsudon.Zennionsonrió.—Porqueestabatancansadoque,cuandolasplantasseliberarondeloslazosdel

otro muchacho, ya no tenía fuerzas para hacerlas crecer más. Por eso nuestraprincipallaborseráenseñarleaaguantarconsudontantotiempocomoseaposibleysinagotarse.

Elreyasintió,conforme.Sírgericlepusounamanoenelhombroysonrió.—Vamosporbuencamino,Adhárel.Elotronosearriesgóasonreírconvencido,nofueraaenfadaralasMusas.—Pedidleaalgunodevuestroschicosquearregleesteestropicio.Nosvemosmás

tarde.

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Los dos sentomentalistas hicieron una reverencia y observaron al rey alejarsesolo.

—Cadavezestámásraro—mascullóSírgeric,negandoconlacabeza.—Cadavezestámásasustado—lecorrigióelMaestre—.Yesoleestáhaciendo

débil.—Guardósilencioymiróalcielo—.Suspreocupacionesleestánnublandolarazón.Ysiexisteunarmacapazdevolversecontraelmismohombrequelaempuña,esaeselmiedo.Cadavezmegustamenoslasituación…

—¿Aquéosreferís?Zennion no respondió. Simplemente se dio la vuelta y llamó a un grupo de

muchachosparaquecortaranlasplantasyalisarandenuevoelterrenolevantado.Elsolalcanzósucenitunosminutosdespués.

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14.Alianzas

ElMarquésdescorriólacortinitadesucarromatocuandoatravesaronlasmurallasdeManseralda.Losdossoldadosdelapuerta,aterradoresyfieroscomoperrosdecaza,losdejaronpasarsinhacerningunapregunta.Supusoqueyaestabaninformadosdesullegada.

Sebastianibaenlapartesuperior,azuzandoaloscaballosconsufustadecuero.Durantetodoeltrayectonohabíaabiertolabocaniunasolavezy,aunquejamásloreconoceríaenpúblico,Laugardempezabaaaburrirsedenoteneranadieconquiencharlaroaquiengritar.

Elgatoparecíaserelúnicoqueestabadisfrutandodelextenuanteviaje.Aovilladoen lahermosa jaulademaderaqueLaugardhabíahechoconstruirparaese tipodeocasiones, le observaba con los ojos bien abiertos como único público de suinsoportable dramamientras daba buena cuenta de la comida que las cocineras lehabíanpreparado.Seencontrabatanhastiadoquenisiquieraintentódivertirseacostadelanimal.

Eltraqueteosevolviómuchomásconvulsocuandollegaron,unahoramástarde,alcentrourbano.ElMarquésarrugóelmorroalcontemplar,consternado,elprecarioestadoenelqueseencontrabanlascasasylasplazasdeManseralda.Parecíacomosiunamanadadebestiassalvajeshubieraarrasadolaciudaddejandoasupasoparedesdescascarilladas, estatuas rotas y desniveles en el suelo cubiertos de barro y otrassustanciasenlasqueprefiriónodetenerseapensar.

Lasdudasleacecharoncomofierasentrelamaleza:¿cómoencontraríaallíloqueél necesitaba?Las personas que se paseaban por las sucias calles tenían lamiradaperdida en el irregular adoquinado y la piel del color de la ceniza. Los pocos queparecíandisfrutardeaquellugar,ostentandosonrisasyabanderandocarcajadas,eranhombres.Y él, sobre todo, necesitabamujeres.Damas que estuvieran dispuestas adejarseengatusarporlaspalabrasdeunreyyleayudaranaconvertirseenemperador.Noesasqueobservabadesdeel carromatoarrastrando lospiesyvistiendoharaposcubiertosdesuciedad.

¿Dóndesehabíametido?Elbalanceosedetuvodegolpeyapuntoestuvodecomerselajauladelgatocon

elbichoincluido.Maldiciendo,golpeóconsubastóndeébanoeltechoenmoquetadodelhabitáculo.

—Hemosllegado,señor—escuchódeciraSebastian.Laugardsuspiróconfuerza,searreglólachaquetaylospantaloneslomejorque

pudoy se atusó el pelo con la corona.Si no le convencía loque allí le aguardase,siempre podía dar media vuelta y regresar a Caravás, donde podría continuar

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marchitándoseenelabonodelosrecuerdos.Elmayordomo,antescocheroyahorapaje,abriólaportezuela,yelMarquéssalió

cubriéndosesusdelicadosojosclarosdelairritanteluzdelsol.Sumorroseguíatanarrugadocomoeldelgato.

Conunmovimientorápido,sesacóunpañuelodelinodelbolsillodelachaquetayselollevóalanariz.Elolorasuciedadydepresiónascendíaporsusfosasnasalescomounvenenodispuestoamarearle.

Alzó la mirada y observó con cierto resentimiento y envidia la preciosaconstrucción que era el palacio de Mánser. Lo había visitado en el pasado pormotivos muy diferentes y todavía recordaba la alcoba donde se hospedó: en lasegunda planta, con vistas al río.Buenos tiempos que habían quedado atrás y queahorasoloregresabanenformaderecuerdosparaprovocardolor.

Laspuertasdoblesseabrieronconungruñidotosco,ylafiguradeunmuchachoapareció en el dintel con los brazos abiertos. ElMarqués alzó una ceja, incrédulo.¿Quéhacíaunmuchachoquenosuperaríanilosveinticincoañosconlacorona…?

Imposible.—¡Bienvenido,majestad!—saludó, dándole un apretón con las dosmanos. El

cuerodesusguantesdejóirritadasudelicadapiel.Huraño,asintióaceptandodebuengradoel títuloescogido—.SoyDimitri,maridode lahermosaThalisay,por tanto,reydeManseralda.

—Reyde…—Por favor, no os quedéis en la puerta. ¡Sois nuestro invitado! Seguidme, por

favor. Decidle a vuestro lacayo que traiga vuestras pertenencias. Mis hombres leindicarándóndedejarlas.

El Marqués subió las escaleras de piedra como un autómata mientras suspensamientos bullían como géiseres en su cerebro. ¿Cuánto tiempo llevaba enCaravás como para no saber que los dos reinos de Mánser y Alda se habíanfusionado?¡Sihastadondeélrecordabaloúnicoqueleshabíaunidohabíansidolosríosdesangrequesusespadashabíanregadoenesoscampos!¿YThalisa?¿Lacríade cinco años que no dejaba de preguntar tonterías cuando la conoció se habíacasado? ¿Con quién? ¿Quién era eseDimitri del que no había oído hablar nunca?Algúnnobleconmuchasuerte,sedijo,entrandoenelacogedorrecibidordelcastillo.Varios hombres aguardaban con las cabezas gachasmientras el nuevo soberano leguiabaporlospasillosalfombradosconpasoseguro,comoelseñoryamodeaquellapropiedadqueera.

ElMarquéscontuvosu incomprensible iracerrando lospuñosa laespalda,confuerza.

Nohablarondurantetodoelpaseo.Mejor,sedijo.Todavíaestabahaciéndosealaideadeaquella situaciónypodía soltar alguna inconvenienciaquedespuéspudieraacarrearlemásproblemasdelosqueyatenía.Debíapensarenpositivo.Conalgodesuerte el viaje no sería en vano y lograría encantar a un puñado de pueblerinos

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ineptos.Esmás,si jugababiensuscartas, lamismísimareinaThalisaleserviríadetrampolínparasuspropósitos.Pero¿dóndeestaba lamuchachayporquénohabíasalidoarecibirlojuntoalrey?

—Majestad.—Se adelantó unos pasos y se puso a su altura. Le sacabamediacabeza,peroelchicoeramásapuestoqueél.Sintióunanuevapunzadadeenvidiaensuorgullo.

Elotrosevolvióconunasonrisaenloslabios,sindejardeandar.—¿Sí?—¿CuándopodréveralareinaThalisa?Comobuenamigodelafamiliaquesoy,

me encantaría poder conversar con ella y que nos pusiéramos al día con todo elpasado.

ElMarquésrióentredientesyDimitrileimitó.—Comobuenamigodelafamiliaquesois,sabréisdelaenfermedadqueachacaa

mipobremujerdesdehaceyameses.Touché.—Algohabíaoído…Dimitriasintió.—Loscuranderosquelahantratadoinsistenenquenadielamolestehastaqueno

serecupereporcompleto.Definitivamente, la suerte lo había abandonado en el instante en el que había

puesto un pie en aquelmugriento reino. Sin la reina amano, las posibilidades delograrunmínimoavanceseveíandrásticamentereducidas.

—¿Esmuycontagioso?—insistió,desesperado.—Metemoquesí—respondióeljoven,apenado.—Losientomucho—dijo,tanbajoquedudabaquealguienlehubieraescuchado.ElreydeManseraldaloguióporunasescalerasdecaracolquehabíaalfinaldel

pasillo. Al final de ellas se cruzaron con unmuchachomiope que le dedicó unasbrevespalabrasalreyantesdedespedirseconunapretóndemanos.AlpasarjuntoalMarqués,sonrióe inclinó lacabeza.Loperdierondevistaencuantogiraronpor laprimera esquina y enfilaron el corredor iluminado por vidrierasmulticolores hastaunapuertademaderacubiertadepuntasdehierro.

—Me temo que tenemos algo de prisa—explicóDimitri, girándose—. Sé quedebéisestaragotadoporelviaje,peroospediríaqueaguantaseishastamástardeparadescansar.

—Locomprendo—replicóél,mordiéndoselalengua.El soldado que había junto a ella haciendo guardia se apresuró a abrirla y a

esperar con la cabeza gacha hasta que hubieron pasado. A continuación, volvió acerrarla.

ElMarquéstuvolarepentinaurgenciadedarselavueltaysuplicarquelesacarandeallí,peroaguantóeltipoyalzólabarbilla.

Lasalaenlaqueacababandeentrareracircularydetechosaltos.Desucentro

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colgaba una hermosa lámpara de candelabros que en esos momentos permanecíaapagada a favor de la luz del sol, que entraba con intensidad por los ampliosventanales.Losespaciosentreellosseencontrabancubiertosporestanteríasrepletasde libros y pergaminos que parecían haber estado allí desde que se construyera elcastillo.Bajolalámpara,habíaunamesagrandeyredondacuyopiecentralsemejabalas cuatropatasdeun leóncon susgarras incluidas.Frente a ella aguardaban sietehombresdediversosaspectosyedadesconcaradepocosamigos.

—Caballeros—dijoDimitri,acercándoseaellosconunasonrisatanampliacomolaquehabíaexhibidoalaentrada—,porfintenemosconnosotrosalgranaliadodeManseralda y buen amigo de la familia, el rey de Caravás. —Laugard asintió,complacido, aunque una repentina angustia comenzaba a aflorar en su interior alpreguntarse si almenos aquelloshombres conocían sunombre real—.Sumajestadnoshonraráconsupresencialospróximosdíasmientrasleinformamosdenuestrospropósitosparaelfuturo.Unospropósitosqueestaríamosabsolutamenteencantadosdecompartirconélpara,así,extenderlosporelrestodelContinenteymásalládelasfronterasdelsur.—Sevolvióhaciaélyañadió—:Sinmásdilación,majestad,tomadasientoyprestadatenciónacuantotenemosquecontaros.

ElMarquésaceptóelsitioqueelreyleofrecíaasuladoycruzólasmanosporencima de la mesa de manera solmene, dispuesto a escuchar lo que tuvieran quedecirle.

Fueel hombreque se sentaba en el extremoopuestode lamesaquien tomó lapalabra. Un tipo rudo y de voz grave que retumbaba en los delicados huesos delMarqués.Traspresentaratodossuscompañeros,dijo:

—Haceyaunosmeses, comoos informamosen lamisiva, sumajestadDimitripusoenmarchaunbrillanteplanquehastaeldíadehoynohadejadodecosecharéxitos.Desde el comienzo, su intencióny la de todos aquellos que le seguimosdemanerafiel,fuelade…

Blablabla,sedijoelMarqués,dejandodeprestaratenciónalaconversaciónsinparardeasentir.¿Cuándoempezaríanahablardeél?Acababadesentarseyyaestabaaburrido.Elviajehabíasidoinsoportable,ytemíaque,encima,lohubierahechoparanada. Allí nadie sabía quién era. Habían enviado la carta al rey de Caravás sinpreocuparseporquién la recibiese. ¡Sini siquiera sabían sunombre!Loúnicoquequerían era un soldadomás en su guerrilla personal contra algo que todavía no lehabíaquedadodemasiadoclaro.

¡Yencimaesasillaeradelomásincómoda!Siseguíaallísentadodurantemuchomástiempoacabaríaconlaspantorrillasdestrozadas.

—¿Quéopináis,majestad?El silencio cayó sobre la sala como una sábana. Todos los ojos puestos en él.

Todoslosoídosesperandosurespuesta.Todaslasespadasdispuestas,seguramente,arebanarleelcuellosinoacertabaalaprimera.

¿Cuántotiempohabíaestadohablandoelhombre?¿Ysobrequé?

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Idiota, idota idiota, se reprochó. ¡Debían de haber mencionado su nombremientrasnoprestabaatención!

NolepasarondesapercibidaslasmiradasqueDimitriledirigíaaltalMantra.¿Erairritaciónloqueveía?¿Oquizásimpaciencia?¿Enfadoacaso?Estabansudándolelasmanos. Los ceños fruncidos de los demás hombres se arrugaron todavía másaguardandosuresolución.¡Yahorasentíalapresenciadelajaquecazumbandoensusoídoscomounacolmenadeabejas!Necesitabacalmarse.Preguntardequéhablaban,estabadescartado; solopodíaarriesgarse,daruna respuestay rezarporque fuera laesperada.

—Estoy…¿deacuerdo?El corazón dejó de latirle mientras aguardaba la reacción. Tensó los músculos

dispuesto a correr llegado el caso. Las miradas se intensificaron. ¿Había fallado?Habíafallado,seguro.

EstabaapuntodeponerseenpieydisculparsecuandoDimitriasintióyleagarródelbrazo.ElMarquésfuearetirarlodeungolpecuandocomprendióqueeraungestoamistoso;aligualqueelrestodesushombres,estabasonriendo.

—Mealegrodequeasísea,Laugard—comentó,distendido.No tuvo tiemponide asimilarque sí que sabían sunombreyque lo conocían,

pues las felicitaciones y los halagos se sucedieron como una plaga mientras élmantenía el porte y les daba las gracias una y otra vez sin saber de qué estabanhablando.

¿Enquélíosehabíametido?

Estabadentro.Yaeranunomás.Dimitrisonrió,emocionadoantelasposibilidadesquesepresentabananteél.Un

nuevosentomentalistaensus filas, ¡ynadamenosqueun rey!Nopodíacreersesusuerte. Cuando lo vio descender de su roñoso carruaje con aquel gesto desuperioridad supuso que todo serían complicaciones, que necesitaría su don paralograracercarseaél.Prejuicios infundados;elhombrehabía resultadomanejableydócilcomouncachorro.Eigualdeestúpido.

Con aquella corona tan deslucida y ese traje tan viejo parecía más un bufónimitandoaunsoberanoqueunreydeverdad.Pero¿quéimportabamientrashubieradecididoestardesuparte?

LaugarddeSiol.Hastasunombreparecíaunabroma.Dimitriarrugóelpedazodepergaminoque

Tocónlehabíaentregadocondisimulocuandosecruzaronenlasescalerasyvolvióaesconderlo en el bolsillo de su pantalón. Hasta ese momento no había sabido nisiquieracómosellamaba.

Mantrafueelsiguienteenactuar.Conunsimplegestodecabeza,leinformóde

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queelreciénllegadoeraunsentomentalista.Ahorasoloquedabaaveriguarcuálerasudon.

MientraselrestodeloshombresterminabandefelicitaralreydeCaravás,MantraledirigióunasignificativamiradadesdeelotroextremodelamesayDimitriasintió,conforme.Letocabatomarelrelevodelaconversaciónyterminardeatartodosloscabos.

—Majestad,enesecasohabremosdesaberprimerocuálesvuestrodon.—¿Midon?Laugardpareciódeprontosorprendido.¿Acasonohabíaestadoescuchando?—Sí, vuestro don. Dado que vais a infiltraros, desde este lado nos gustaría

poder…—¿Infiltrarme?—Supiel,levementebronceada,sevolviócasitanpálidacomola

deZuco—.¿Endónde?Dimitrisemordiólalenguayvolvióasonreír.Obienelhombreteníamuy,muy

pocamemoria,obiennohabíaestadoprestandoatención.Laotraposibilidaderaqueseestuvieraburlandodeellos.

—Majestad,Laugard,quizásMantranosehayaexplicadoconsuficienteclaridad.—Conungestoleadvirtióasusegundoquenointentaraexcusarse.

—Esposible,esposible…—Lo que intentaba explicaros es la importancia de vuestra ayuda para lograr

sobreponernosalatiraníadelosreinosquehanestadoesclavizandoycontrolandoanuestragentedesdetiemposinmemoriales.

—Ajá.¿Ajá? ¿Ajá? Dimitri apretó los puños con fuerza bajo la mesa para no

estampárselosaesepaletoignoranteenlacara.—Entoncesnecesitáisque…—NecesitamosquevayáisaBereth,oscoléisenlacortedemihermanoAdhárel

ytrabajéisdesdeelinterioranuestroservicio.Laugardsegolpeteóellabioinferiorconeldedoíndice,pensativo.—O sea que, a fin de cuentas, estáis pidiendo que haga lo mismo que, según

vosotros,rechazáis.Losmurmullosdeenfadosesucedieronportodalamesa.Nopodíapermitirque

sesalieraconlasuyaniqueporunlevedescuidodesuindómitalenguadeshilachasealgunadelascorreasquemanteníantanmansosasushombres.Concuidado,sefuedeshaciendodeunodesusguantes…

—Noes lomismo—dijo, con la sonrisa tensa—.Ospedimos ayuda, comounfavor.Podéisnegarossinoqueréis…

—¿Yquéganaríayoacambio?Loacababade interrumpir.Aqueldesconocidonosoloparecíaestarburlándose

deél,sinoqueademáshabíatenidolaosadíadeinterrumpirlo.Dimitrihizoacopiodetodasupacienciayrespondió:

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—Berones,títulos,mujeres…loquedeseéis.ElreydeCaravássequedóobservandomeditabundoelventanalquesehallaba

frente a él, como si lasnubes, el cieloo elmismísimoTodopoderoso le estuvieraninfundiendoel toque justode inteligenciaparacomprender laspalabrasdeDimitri.Este,porsuparte, sacóotro trozodesumanodelguante,aunquesoloutilizaríasupoderantetodossushombresencasodequeLaugardmostrasealgúnsignomásderebeldía.Lomejorsería,encualquiercaso,esperaraestarasolasconélparaapresarcondoblenudosurazón.

—Berones,¿eh?—comentóelhombrealvolverensí.—Esoes…—¿Ypodréescogeryoalasmujeres?—Deentretodaslasqueencontréis.Laugardasintió,cadavezmásconvencido.—¿YquédecísquetendríaquehacerunavezqueestuvieradentrodeBereth?—Este hombre es imbécil—dijo Fidgerpatt lo suficientemente alto como para

que lo oyeran todos. Dimitri le dirigió una mirada tal que el gigantón se echó atemblar.Lohabíatraídoparaque,llegadoelcaso,pudieracontinuarconsucastigo.Laugardnosedioporenterado.

—Tendréis que averiguar cuáles son sus planes de ataque, dónde creéis queresiden sus puntos débiles, haceros con la Poesía demi hermano, descubrir si aúnquedaalgodeelectricidadenelreino…Cualquiercosanosseráútil.

Una sonrisamalvada se extendió por los correosos labios de Laugard antes devolversehaciaDimitri.

—¿Yporquéhedehacerloyoynoalgunodeloshombresquesesientanenestamesa?

Dimitrisuspirótanfuertequeapuntoestuvodemarearse.—Porqueellosyatienensuscometidos.Unosmuchomáshorriblesypeligrosos.

Yporqueserámássencilloquevos,comoreydeCaravás,podáisquedarosuntiempoenelpalacio.Aunquesipreferíscambiarosporalgunodeellos…

Denuevoguardósilencio.¿Quéteníaquesopesar?—¿Ybien?—preguntócontonoimpaciente.—Supongo que no me queda mucha elección —masculló. Dimitri apretó los

dientes.—Ahora,Laugard,necesitamosquenosreveléisvuestrodonparaorganizarentre

todoslamejortáctica.—Midon,¿eh?—Labrumavolvióacubrirsusojos,comosihubierabebidoole

faltarasueño.Quizásfueraesoyestabacansado—.Midon…bueno,midonconsisteen…

Dimitri observócómosushombres se tensabanen sus asientos. ¿Qué intentabaocultar? ¿Por qué no respondía directamente? ¿Tan patético era su poder? ¿Quizásdemasiadopoderoso?Malditasea,¿cuándollegaríaalguienquepudieradescubrirlos

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poderesdeotrossentomentalistasconsoloestarensupresencia?—Soy capaz de hacer crecer la desconfianza en cualquiera que yo desee —

respondiófinalmente.Loshombreslemiraronensilencioantesdeprorrumpirencarcajadas.—¿Nostomáiselpelo?—preguntóVilanís.—¡Esopuedehacerlocualquiera!—AñadióZuco,tanpocoimpresionadoqueni

siquieraleestabamirando,sinoquitándoselasuciedaddelasuñasconsudaga.Fidgerpattgolpeólamesaconlapalmadesumano.—Cortadle la cabeza y dejemos de perder el tiempo, por el amor del

Todopoderoso.DimitrimiróconreceloaLaugard.—¿Lodecísenserio?Si alguna vez había existido alguna duda en aquellos ojos, se esfumó en aquel

instante.Dimitrisegiróhaciaelúnicoquepodíasabersidecíalaverdad:—¿Dareen?Elviejoseencogiódehombros.—Parecenervioso,peronoestámintiendo.Almenosyonolopercibo,majestad.Laugardleamenazóconundedo,airado.—Yonuncamiento.Ymenosconalgotanserio.—Demostrádnoslo,pues—sugirióDimitri,abriendo losbrazos—.Fidgerpattse

ofrecevoluntario.—¿Queyoqué?Elreylomirósignificativamente.—Queteofrecescomovoluntario,¿noescierto?Las palabras que tenía listas para replicar se escurrieron por el interior de su

enormepapada,yasintió.—Hacetiempoquenolopractico—seexcusóelreciénllegadomientrasestiraba

elcuelloparadesentumecerlo—.Peronohacefaltaqueoslodemuestre,puestodosaquísabéisperfectamentequeyonosiemprefuireydeCaravás,¿verdad?

Dimitri hizo un gesto de sorpresa contenida. ¿A qué estaba jugando?Mientrascontinuabaconsusejerciciosmetódicamente,prosiguióconlahistoria:

—Odarión me precedió en el trono. Un tipo de lo más desagradable, si mepermitís la apreciación. —Estiró cada una de las falanges de sus dedos antes deañadir—:Prontosequedósinfamilianiamigos.Lossirvientesabandonaronelreinoparanovolvermásysucomportamientosevolviódelomásermitaño.Menudapestedesprendíaelcastillocuandoloencontré.

—¿Adóndequeréisiraparar?—preguntóDimitri,alzandounaceja.Laugardloignoró.—Llegué a Caravás una noche de tormenta hace algunos años. ¡Y menuda

tormenta! Solo con recordar sus rayos y truenos todavía seme ponen los pelos de

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punta.—¿Porquéseráquenomeextraña?—mascullóVilanís,siseando.—Cuando llegué, elhombrequisoecharme.Medijoquenohabíahabitaciones

libresensucastilloyque,además,nopensabadarcobijoaunharapientomendigo.—Sepusodepieysedoblóhastatocarselaspuntasdelospiesconlosdedos.Dimitrilomirósinentenderquéhacía—. ¡Unharapientomendigo! ¡Yo!Tuvequecontarlecuáleramidonyamenazarleconquemedejaraguarecermesinoqueríasufrirmiira.

Dimitri echó un breve vistazo de soslayo a sus hombres y descubrió, para susorpresa,queelrelatocomenzabaainteresarlesyqueguardabansilencio.

—¿Ycreéisqueinclusoconesastretasmedejóentrar?Osaseguroqueno.Esetipoeraunmonstruobajolapieldeunrey.Yselohicepagarconcreces.—Estirólosbrazoshacia el techoy añadió—:Encuantocerró lapuerta, comencéautilizarmidon,hablándolealamentesinqueélsedieracuenta,susurrándolelopeligrososqueeran todos aquellos que le rodeaban. Las intenciones ocultas que guardaban parahacerledaño.Elpeligrodemuertequecorríasisequedabaunasolanochemásentreesasparedes.—Sonrióconansia—.PeronocontentoconesotambiénañadíqueelrestodelContinente lobuscaba, que, allá donde fuera, lamuerte estaría al acecho.Quesusfamiliaresyantiguosamigoshabíanpuestounpreciomuyaltoasucabezayque pronto llegarían los primerosmercenarios a realizar el trabajo para cobrar susberones.

»El rey Odarión se volvió loco antes de llegar a sus aposentos. Para cuandoalcanzó el segundo piso del castillo, no pudo soportarmás la presión y se lanzó atravésde lacristaleradelpasillohacia losacantilados.—Seencogiódehombrosyconcluyó—. Así fue como llegué yo al trono. Tampoco es que hubiera muchoshombres sobre los que gobernar, y las tierras estaban tan descuidadas como undesierto.Peromeaceptaroncomoamoyseñordel lugary,dadoqueelhombrenohabíatenidodescendencia,nadievinoareclamareltítulo.

Lasalacontinuóensilencioinclusocuandoélcalló.Dimitripercibióenlosojosdesushombresunbrillodistintoalque teníancuandoLaugardhabíacomenzadoahablar.Yanolemirabanconlamismasocarronería.Nohabíaniunápicedeburlaensuspupilas,sibienciertadesconfianza.

—Bueno,¿quiénsehabíaofrecidoparalademostración?TodaslascabezassevolvieronhaciaFidgerpatt,queabriólabocaparaquejarse.LaugardmiróaDimitriycuandoesteasintió,conforme,seconcentróenlosojos

desuvíctima.Sinpronunciarpalabra,comenzóavocalizarsinemitirsonidomientrastodoslos

hombresloobservabandecerca.Alprincipionosucediónada,peroderepentehuboalgoquenublólosojosdelgordosentomentalista.Fidgerpattcomenzóatemblaryaobservarlosrostrosdesuscompañerosconunasombradeangustiaypreocupaciónquenohabíaexistidohastaentonces.Despuéscomenzaronlosgruñidos.Eracomosisehubieraconvertidoenunanimalqueestuvieraapresado.Susojossaltabandeunoa

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otro, aterrado. Sus manos temblaban como flanes, tensas y listas para arrear unmamporroalprimeroquesemoviese.

El viejo Dareen y Cuervo, que no habían intervenido apenas durante toda lavelada,sealejarondeélarrastrandosussillas.

—Majestad,creoqueyaessuficiente—sugirióelviejo.No,noloera.Sedijo.Queríasabercuálerasulímite.Laugardprosiguióconsuhabilidad,mascullandopalabrascadavezmásaudibles,

aunquedeltodoincomprensibles.Derepente,Fidgerpattselevantódeungolpeytirólasillaalsuelo.Todossealejarondeélconsusarmasenalto.Elbrillodelosacerosenfurecióaún

másalhombre,quesepusoagruñircomounperroconlosojosvidriosos.Dimitrisemantuvoenelmismositio,asombradoyconvencido.

—¿Podríashacerquemataseacualquiera?—dijoenunmurmullo.—Podríahacerloquemeordenaseis—replicóél—.Ahoramismonosefíanide

símismo.—Espléndido.Sagathseaproximóasurey.—Señor,nocreoqueseabuenaideaseguirconelexperimento.Yahademostrado

concrecessudon.Dimitri alzó las cejas, fascinado. Sus hombres temblaban como hojas, cuando

ellosmismosposeíandonesmuchomáspeligrosos.Más que complacido, le puso una mano en el hombro al rey de Caravás y le

indicóquepodíaparar.Laugardasintióydenuevo,conlamismacantineladeantes,hizoqueFidgerpatt

regresara a su estado natural. Una vez que estuvo completamente libre delencantamiento,sellevólasmanosalacabeza,mascullóqueledolíamuchoycayóredondosobreelsuelodepiedra.

Dimitriaplaudióconentusiasmoasunuevocaballeroyespía.

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15.Relámpagos

Lysellvolvióensívariashorasmástarde.Nosabíadóndeestaba,quéhoraeraniquéhabíaocurrido.SuúltimorecuerdoeraeldelsueloprecipitándosecontrasucarayelgritodeVekkaenlalejanía.

Los párpados le pesaban tanto que, aunque estaba consciente, tuvoque esperarvariosminutoshastapoderabrirlos.

Seencontrabaenalgúntipodecuevarocosa.Alguien,supusoqueVekka,lahabíacubierto con la capa y le había colocado el saco de tela amodo de almohada.Unreguero lento pero constante de gotas sueltas estaba formando a su ladoun charcodondesereflejabalainsegurallamadeunaantorcha.

Vekka la sostenía en alto mientras observaba el oscuro exterior sin moverse.Parecía una estatua protegiendo la entrada junto al lobo echado a sus pies.Con elhalo que las llamaradas despedían y su pelo largo y oscuro cayéndole sobre loshombros,parecíalavivaimagendeaquellosguerrerosnémadesquetantasleyendasymitoshabíaninspiradoenelpasado.

ElmuchachodiounrespingoyLuesegiróconsusojosbrillanteshaciaLysell.Ella sintió la urgenciade apartar lamirada, comounniñopillado en falta, pero selimitóaaguardaraquesuamigoseacercase.Sugestoeraserio.

—Me alegro de que te hayas despertado, aunque todavía quedan unas cuantashorasparaqueamanezca.

Lysell asintió conforme, como si elmuchacho pudiera hacer que el sol salieraantessiasíloprefería.Elmerorecuerdodelosúltimosacontecimientosleprovocóunaseriedenáuseasqueseagolparonensugarganta.Seobligóarespirarhondoyatranquilizarse.Habíansalidovivosdeaquelcastilloen ruinas,peroahora teníaqueenfrentarseasumejoramigo,a laúnicapersonaque le importaba,yexplicarleporquélehabíamentidoyocultadolaverdad.

—Vekka…El chico se humedeció los labios y se cruzó de brazos. Desde su posición, la

imagen del guerrero se había intensificado y parecía mucho más alto, fuerte… ypeligroso.

—Siento haberte mentido —musitó finalmente—. No se lo conté a nadie, noquisepreocuparteniquedejarasdevermecomo…

—¿Fueporesoporloquedecidisteabandonarelcampamento?—leinterrumpió—.¿Eresdeverdaduna…reinaoalgoasí?

Lysellnopudocontenerpormástiempolaslágrimas.Asintió.—Entiendo…—Porfavor,Vekka.

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—¿Desdecuándolosabes?—Conocíaunhombrehacealgunosmeses.—¿Unhombre?¿Dedónde?—MedijoquesunombreeraEttoreyque,aunqueyonolosupiera,élconocíami

verdaderonombreyprocedencia.—Lysell.Ellaasintió.—Ese esmi nombre, sí.NoEis ni cualquiera de los estúpidos apodos queme

pusisteisdepequeña—noseatrevióamirarhaciaarriba,aunquesupusoqueunleveruborsehabríaextendidoporlasmejillasdeVekka—.NacíenSalmat.Mimadrefuelareinahastaquemurió,segúnmedijoaquelhombre.

—¿Cómosabesquenomentía?Lueseacercóasuamoysequedórondandotrassuspiernas.—Porque…—la voz se le quebró. La posibilidad de perderlo a él también la

estabaasfixiando—.Porquesoyunasentomentalista.Si Vekka pensó que estaba bromeando no lo pareció. Se mantuvo quieto,

observándola.Lysellcreyóintuir losengranajesdesucabezaintentandoencajar laspiezasdeunpuzleimposible,porelloseapresuróaañadir:

—Yonoqueríanadadeesto.Puedojurarlo.—Sentíalaslágrimasenlacomisurade sus labios, amargas como la verdad—. Pero él me engañó. Me ofreció laposibilidadyyodijeque sí.Meconvirtió enuna sentomentalista.Lohizoydesdeentonces…desdeentonces…

Laangustiayelllantoseconvirtieronenhipidosincontrolados.—¿Por…porqué tienequepasarmeestoamí?¿Cómovoyareinarsinoséni

zurcirunoscalcetines?Sisolosoyunasalvajequejuegaacazarporlosbosques.—Enterrólacabezaentrelasrodillasyseconvulsionóconelllanto—.Nodeberíamoshabersalidonuncadelcampamento.Todoestohasidopormiculpa.¡Podríashabermuerto!Yyo…nomelohabríaperdonado.

Nopudoseguirhablando.Laspalabrasseleatragantabansinordenniconciertoenlacabezayenlalengua.Queríaestarsola,dejardeseregoístayconseguiralejarsedeélparaquenosufriera.

Deprontosintióunacariciapeluda.Todavíallorando,alzólamiradayvioaLuearrebujadojuntoaella.Vekkasesentóalotroladoconlasrodillasagarradasentrelosbrazosysequedóobservandolaentradadelagruta.

—Séquedebesonarteextraño,peromientrasesperabaaquedespertases,mehedadocuentadequenuncaantesmehabíasentidotanfelizylibre.Yque,pormuchoquetehayasequivocado,esgraciasati.

—Noquisehacertedaño…—volvióadecirella.—Loimagino.Supongoqueyohabríahecholomismo.—Sevolvióhaciaellay

lamiróconserenidad—.Peroesperoquenovuelvasamentirmeniaocultarmenada.¿Deacuerdo?

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Lysellasintióconefusividadysesecólaslágrimas.—¿Noestásenfadado?Élsuspiróydijoquenoconlacabeza.—¿Deverdad?—Deverdad.Colocóelbrazosobresushombrosylaatrajohaciasí.Fueungestotorpe,nuevo

para losdos,pero cargadodeuncariñoqueLysell necesitabayqueélno se sabíacapazdeofrecer.

Contagiadaporaquellasensaciónqueduranteunosminutoshabíacreídoperdida,Lysell tomóairey sedejó llevarporelmomentopara intentar explicarlecuanto lehabíasucedidoenlosúltimosmeses,enquéconsistíasudonolosproblemasquelehabíaacarreado.Intentóquecomprendiesesumiedoaquealguienlodescubrieseyloutilizaseenbeneficiopropioylaangustiadenopodercompartirloconnadie.

Habló y hablómientras sentía que todo el agobio acumulado se escapaba concadapalabrapronunciada.Tambiénlloró.Porloquehabíandejadoatrásyporloquenuncaconocerían.PorlaviejaBautatayporlosbuenosmomentoscompartidosenelcampamento.

Conciertotemor,lecontólaúltimaconversaciónquehabíatenidoconsupadrealahoradeserjuzgada.

—¿Mipadreteordenóquelellevarascontigo?—preguntó,incréduloyenfadado—.¿Cómosepudoatrever?

—Dijoquemeseríaútilallídondeyoreinase.—Respiróhondoysepensóbiencómohacerlelapreguntasinpreguntar.Permitiéndoleaéldecidirsiresponderono—.Vekka,megustaríasabercuálessudon.

DesdepequeñahabíaoídodiversosrumoresacercadelpoderdeAzquetam.PeronisiquieraBautatasehabíapronunciadoalrespecto.Ahoraqueyanoestabanenelcampamento,esperabaqueVekkapudierarevelárselo.Peroelmuchachopermanecióensilencioconlacabezapuestaenotraparte.

Temiendohaberseconfundido,Lysellpreguntó:—¿Creesquedeberíahaberlehechocaso?—¡No!Lysellseapartó,asustadaporelgrito.Elmuchacholepidiódisculpas.—Hicistebienhuyendodeallí.Mipadrees…—Selopensóunosinstantes—.Mi

padre no es bueno. Estamos mejor lejos de él. Sobre todo tú. Ojalá dejara elcampamentoyatodasesaspersonas…

Siyadeporsíeraextrañodescubrirciertaemociónenlavozdelmuchacho,másaúneraquefueramiedoloquedestilaba.Miedoasupropiopadre.

Laniñasecentróenlaareniscaacumuladaasuspiesyaguardóaqueprosiguiera.Sin embargo, Vekka guardó silencio; la conversación había finalizado en aquelmismoinstante.

—Deberíasdescansarunpoco—sugiriólaniña,cambiandodetema—.Yopuedo

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hacerguardiajuntoaLue.Elmuchachono senegó.EncuantoLysell abandonóel improvisado jergón, se

echócuanlargoerasobreélycayódormido.Ella,porsuparte,seacercóalabocadela cueva y se sentó con las piernas cruzadas a ver los regueros de agua corrermontañaabajo.

SeencontrabanenunapequeñacolinadesdelaquesepercibíaladensasombradelbosquedeCélinor.Supusoque,alolejos,conalgomásdeluzymenoslluvia,serecortaría la silueta de las ruinas donde su pesadilla había dado un nuevo giroinesperado.

Allí,conlafalsasensacióndetenerelmundoasuspies,sepreguntósialgúndíallegaríaasentirserealmentesegura.SiexistíaeselugarquepudierareconocercomohogaraguardándolaenalgúnrincóndelContinente.Simásprontoquetardepodríadejardecorrer,deesconderseydefingirserquiennoera.

Meditabunda, acarició el áspero pelaje de Lue y este aulló suave con la vistapuesta en los rayos que alumbraban el cielo y congelaban el paisaje durante unafraccióndesegundoantesdevolveraserengullidoporlaoscuridad.Quizássuvidaestuvieradestinadaasercomounanochedetormenta,sedijo:oscuraypeligrosalamayorpartedel tiempoyalumbradasolodevezencuandoporalgunosmomentosfelices,frágiles,fugacesybrillantescomorelámpagos.

Almenos,sedijo,habíasidocapazdeconfesarlelaverdadaVekka.La esperanza la embargó y el coraje para enfrentarse a ese mundo que había

demostradoestarhechodecrueldadcreciólosuficientecomoparaqueseatrevieraamirarlodefrente.

Elamanecersellevóconsigolasnubes,lalluviaylostruenos.Acambiodejóuncielodespejado,elpenetranteoloratierramojadayunasuavebrisaqueagitabalascopasdelosárboles.

FueVekkaquiendespertóalaniña,conunapequeñasonrisaenloslabios.—Meparecequelapróximavezvoyatenerquevigilarteparaasegurarmedeque

haceslaguardiacorrectamente.Lysell fue a protestar, arguyendo que acababa de cerrar los ojos, cuando se le

escapóunbostezoyperdiótodacredibilidad.—Intentaréestarmásatentalapróximavez—aseguró,levantándose.Vekkayahabíarecogidotodassuspertenencias.Ellobonoestabaalavista,por

loquesupusoquehabríasalidoadarunavueltayallenarelestómago.LatripadeLysellrugiómolestaporelenormeapetitoquesentía.—Encontraremos algo por el camino—dijo él, adivinando sus pensamientos y

ofreciéndoleelpellejoparaquebebiera—.Cuantoantesnospongamosenmarcha,mejor.

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—¿Sabesadóndevamos?Elchicosevolvió,extrañado.—ASalmat,supongo.¿No?Lysell apartó la vista. Ahora que el sol había salido y todo adquiría un matiz

muchomás real, no estaba demasiado segura de que aquello fuera lo que deseabarealmente.Trasdescubrirque,ademásdelacorona,eltronoylossúbditostambiéntendríaquelidiarconlospeligrosqueelpodertraíaconsigoylasenvidiasdecuantoslarodeasen,sintióquealgosedesinflabaensupecho.

—Lo he estadomeditandomucho, Lysell—continuó diciendo el chico—y nocreoquetengamosmejoropción.

Ellasonriósarcástica.—Cómosenotaquenoserástúquientengaquellevarelpesodelreino.Vekkalaagarródelhombro.—Piénsalo,podemosir,hacernosconsuficientesprovisionesydinero,ydespués

dejarlotodoyhuir.—¿Estáshablandodeabdicar?—Bueno,erestúquiennoquierequedarseallí.RecordóelconsejoqueBautatasiempre ledabaenestassituacionesyoptópor

enfrentarsealosproblemasdeunoenuno.—Estábien.VayamosaSalmat.Despuésyaveremosquéhacer.Alomejortodo

estonoesmásqueunaconfusiónyyahanencontradoaunsustitutoparamicargo.—Alomejor—bromeó.Lysellpusocaradeenfadadaylegolpeóconelpuñoenelbrazo.—¿Yquécaminotomamos?Vekkaseñalóunadirecciónconeldedo.—Salmat está hacia el sur. Iremos en esadirecciónhasta quenos topemos con

algúnreino.Allípodremoscomprarunmapaparacontinuarconelviaje.Descendieron la colina evitando los terraplenes y los charcos hasta volver a

internarse en el bosque. Lue les vino al paso un rato después. Llevaba el hocicohúmedoylalenguafuera.Vekkalepalmeóellomoantesdequevolvieraaperdersedevista.

Caminaron sin prisa, deteniéndose de tanto en tanto a probar algunos frutossilvestresquecrecíanentrelamaleza.Enalgunospuntosdelrecorrido,elfollajeeratanabundantequeelsuelonopresentabanielmásleverastrodelluvia.Lyselloptópor sacar el arco y las flechas, por si acaso se cruzaban con algún animaldesprotegido, pero pronto se dio cuenta de que el cansancio no le permitía estarsuficientementealertacomoparaprestaratenciónmásquealoqueteníadelante.

Amediodía, incapazdemantenerseenpiepormás tiempoy temiendovolveramarearsecomolanocheanterior,rogóaVekkaqueparasenadescansar.Elmuchachosemostróalgoreacioalprincipio,perocuandosetoparonconunpequeñoriachuelodeaguacristalina,éltambiéncedióalcansancioysesentaronasuorilla.

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Lysell sacóde supetate loquehabía ido recolectandodurante lacaminatay locolocó todo sobre una piedra para separar lo comestible de lo que no lo era, tal ycomoBautataleshabíaenseñadotantosañosatrás.Latareaapenaslesllevótiempoyparacuandoquisierondarsecuenta,nosololohabíanseleccionado,sinoquetambiénselohabíancomido.

—Sigomuertadehambre—selamentóLysell,rellenandoelpellejoconelaguaheladadelriachuelo—.¿CreesqueLuepodrácazarnosalgoparalacena?

Elmuchachoseencogiódehombrosantesdeapoyarlaespaldasobrelahierbaymeterlospiesenelagua.

—Podría intentarlo, pero está acostumbrado a comerse él solito todo lo queatrapa.

Después,cerrólosojosysurespiraciónsefueralentizando.Lysell se tumbó sobre su pecho ymetió los dedos en el agua, distraída con la

corrienteylasalgasinferioresquesearremolinabanalrededordesusuñas.Estabaapuntodequedarsedormidacuandosintióunapresenciatrasella.Susiluetaaparecióreflejada en el agua y fue a darse la vuelta para gritar cuando unamano grande ycubiertaporunvendajenegroletapólaboca.

El tumultohizoqueVekkase incorporaradeunsaltodispuestoadefenderasuamiga,peroelfilodelaespadaqueelreciénllegadoportabaseencontrabaaescasoscentímetrosdesucuello.

—Nohevenidoahacerosdaño—dijoelhombreconvozgrave—.Peronopuedopermitirquevolváisa…

Lueapareciódeprontoentre laespesuradelbosqueyse lanzósobreelhombreconsusfaucesabiertas.Lysellcayóalsueloconungritoantesdegirarseydescubrirdequiénsetrataba.

—¡Vekka!—exclamó,agarrandodelbrazoalmuchacho—.Es…¡EselhermanodeFirela!

—¿Qué? —Sacó del cinturón su puñal y se colocó en posición de ataque—.Vamos,tenemosquemarcharnos.

Lysellloretuvo.—¡No!¡No!¡Dilequepare!¡DileaLuequeseestéquieto!El hombre apartó de un golpe al animal, que volvió a arremeter con más

ferocidad.Elmuchachopareciódudarunossegundosmientraselhombrecuervosedebatía

contraelloboenunaclarasituacióndeinferioridad.—¡Porfavor!—rogólachicaconlamiradadesencajada.—¡Lue!—gritóelmuchacho—.¡Aquí,Lue!Ellobosegirótodavíaconlasfaucesabiertasymiróasuamo,sincomprender.—¡Vamos!—Segolpeóelmuslo—.Aquí.Ahora,Lue.Sin dejar de gruñir, el animal cerró su portentosamandíbula y retrocedió unos

pasos.Elhombrecuervoseapoyóenlarodillaconlamanohumanayseincorporó.

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Teníapartedesuropadesgarradayunfinohilodesangrelemanabaporelantebrazo.Habíaplumasnegrasesparcidasasualrededor.—¿Quéesloquequieres?—preguntóLysell.—Protegerte—respondióelhombre.Despuéssellevólamanoalabocaycerró

losojos.Ungruñidoseescapóentresusdedosmientrasunpuñadodeplumasoscurassurgíadondeantessolohabíahabidopieldecuello.

Losdosmuchachosdieronunpasohaciaatrásyquedaronalbordedelagua.Ellobodiounohaciadelante,gruñendoconfuerza.

—¿Qué…?—¡No!—leinterrumpióeldesconocido—.Porfavor,nohagasmáspreguntas.Te

lo ruego.Tediréquiénsoyydedóndevengo,pero,por favor…—Una lágrimaseescurrióentresusarrugadasfacciones.Algotanajenoaeserostroquealoschicoslescausóaúnmásimpresión—.Nopreguntesmás.

—De…deacuerdo—balbuciólaniñatrasmirardereojoaVekka—.Habla.—MellamoWilhelmysoy…soyelhermanodeFirela.Vekkalefulminóconlamirada.—Esoyalosabemos.TambiénqueereseltíodeLysell.Elhombrecuervoapretóloslabiosconfuerzaantesdeasentir.—Asíes.Yyaoshedichoaquéhevenido.—¿Cómonoshasencontrado?—preguntóelchico.—Conesto.—Wilhelmsedesenganchóunabolsadelacinturayseechósobrela

palma de su mano un puñado de semillas color mostaza— Son gordolobosrastreadores.Pueden…puedenencontraraquienseapormuylejosqueseencuentre.

—Gordolobosrastreadores.—Lyselllosmiróatónita.¿Tantovalíasuvidacomoparaquesetomaranaquellasmolestiasenencontrarla?

—Tienesquecreerme.Mihermanametendióunatrampa.—Diounpasohaciaellos,peroelloboloamenazóconlosdientesyWilhelmsequedóquieto—.Meatacóantesdequeencontraraelcampamentoydespuésseinventóunahistoria.Lysell,porfavor,créeme.

—Tecreo.Vekkasevolvióhaciaella.—¿Cómoquelecrees?¿Ysiestámintiendocomolamujer?Lysellpasósumiradadeunoalotro.—SéqueesverdadporqueEttoremeadvirtiódesullegada.—¿Ettore?—Esta vez fue el hombre quien se mostró confuso—. ¿Conoces a

Ettore?Enpocaspalabraslehablódesuencuentroconelsentomentalistacomoyahabía

hechoconVekkaydespuésañadiólapartequehabíaomitidoasuamigo:ladelosdosdesconocidosquevendríanabuscarla.

—Me dijo que uno me haría daño y que el otro intentaría protegerme. —Avergonzadabajólacabezaysuspiró—.Sientohabermeguiadoporlasapariencias

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enlugarde…depor…Wilhelmserelajóuntantoyesbozóelcomienzodeunasonrisa.—Es comprensible. Yo tampoco es que muestre mi mejor aspecto. —Alzó el

brazoyelalayunpedazode telaseescurrióhastael suelo.Lasvendasdelpechoestabanllenasdetierraysangre.

—Nosotros vamos…—se lo pensó unos segundos antes de seguir—.Vamos aSalmat.Siquieresacompañarnos…

—Esa es mi intención, sí —respondió Wilhelm, anonadado—. ¿Cómo habéispodidoaprendertantosobre…sobretientanpocotiempo?

—Firelanoslocontó—respondiólaniña.—Másbienselosacamosconel…—VekkamiródesoslayoaLysellyaguardóa

queasintieraparacontinuar—.Consudon.Elhombrecuervoentrecerrólosojosydespuésasintió.—Yaveo.¿Yahoradóndeestá?Lysellnególentamente.—Nolosabemos.—Nosllevóauncastilloeintentómatarnos.LamiradadeWilhelmseenfureció.—Pero logramos escapar con ayudadeLue.—Laniña se agachóy acarició al

loboenelcuello.—Tuvisteissuerte.EsamujeresunadelasmáspeligrosasqueelContinenteha

conocidonunca.—Y la más fea —añadió Vekka, haciendo que Lysell soltara una carcajada

nerviosayqueWilhelmsonriera.—Sí,supongoqueesotambién.—¿Creesquenoshabráseguidoelrastro?—preguntóLysell.Despuéssemordió

el labio al darse cuenta de que acababa de preguntar, pero su tío la tranquilizo alresponder.

—Si lo hubiera hecho, ya estaríais en sus manos. Es demasiado buena en sutrabajocomoparadejarescaparasupresa.

—TambiénLueloesenelsuyo.Lyselldiounrespingo.—¿Lovescapazdematar?Elmuchachoobservódesoslayoalanimal.—Sí.—Unleveruborseextendióporsusmejillas—.Nuncalehevistohacerlo,

perofuerzanolefalta.Ysiemprehayunaprimeravezparatodo,¿verdad?Lysell reprimió un escalofrío.Y a continuación se sintió estúpida. Firela había

intentadoasesinarlos.¿Porquéteníaellaquetenerremordimientos?Ojaláellobolahubiera dejado lo suficientementemalherida como para que no volviera a intentaracercarseaellos.

—Así que estáis decididos a ir a Salmat —dijo Wilhelm con seriedad. Una

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seriedadquealosdosmuchachoslessorprendió,puesestabanacostumbradosaqueningúnadultotuvieraencuentasussugerencias.

—Sí—respondióLysell.—Mealegraoíreso.Laniñasonrióyenunactoreflejolepreguntósinoqueríasentarseadescansar

antesdeseguirlamarcha.Encuantoelhombresederrumbósobrelahierba,Vekkalaagarró del brazo y se la llevó aparte. El lobo continuó con la mirada clavada enWilhelm.

—Entonces¿yalohemosdecidido?¿Vamosconél?—susurró.—Sí.Noséquépuedehaberdemalo.—¡Puede ser igual de peligroso que su hermana!En cuanto se recupere de las

heridasyLuedejedeprestarleatención,seabalanzarásobrenosotros.—Esonolosabes—espetólaniña—.Tedigoquepodemosconfiarenél.—¿Cómopuedesestartanseguradespuésde…?—¡Antesmeequivoqué!¿Vasaseguirreprochándomeloelrestodelavida?Vekkaentrecerrólosojosyapretóloslabios.Parecíaestarhaciendounesfuerzo

sobrehumanoparacontrolarse.—NosayudaráallegaraSalmat.Correremosmenospeligroyendoconél.—¿Tantomiedotedairsolaconmigoporelbosque?Lysellbufó,cansada.—¿Tienes que darle la vuelta a todas mis palabras? ¡No tiene nada que ver

contigo!Esehombreconoceelbosquey tiene los…los…¡las semillasesas!Yencasodequesucedieraalgo,Luepodríaactuar.

—Luenoestarásiempreparaprotegerte.Yyotampoco.Elmuchacho diomedia vuelta y de un salto se colocó en la orilla opuesta del

riachuelo.—¿Adóndevas?—preguntólaniña,asustada.—A dar un paseo—respondió de mal humor. Después dio un silbido con los

dedosenlabocayellobosevolvióhaciaélantesdecorrerasulado.Singirarseparamiraralaniña,azuzóalanimalyjuntosseperdieronentreelfollaje.

—¡Vale!¡Comotúquieras!—gruñólaniña,pateandounapiedraylanzándolaalagua.Despuésregresóconlospuñoscerradoshastadondehabíadejadosuscosasysesentó.Susojosechabanchispas—.Avecesesinsoportable.

—Supongoquetodoslosomosdevezencuando—comentóWilhelm.—Peroesque…¡esquenolehehechonada!—Élsolosepreocupaporqueestésbien.Quiereprotegerte.Deti,pensólaniña,aunquenollegóadecirloenvozalta.Reprimió un escalofrío y se negó a permitir que los prejuicios de su amigo

hicieran mella en ella. Por eso la había dejado sola con él: para que pudierarecapacitar y comprender el peligro continuo al que los sometería si finalmentehacíanelrestodelcaminojuntoaWilhelm.

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—Novasaasesinarme,¿verdad?—Lapreguntasaliódesuslabiosantesdequepudierasiquieraprocesarla.

—No, a no ser que sea la únicamanera de protegerte.—Lysell se giró conunrespingoyelhombrebajólamirada,angustiado—.Tepidodisculpas.Tudonavecespuederesultardemasiado…hiriente.

—Es la sinceridad con la que todos respondéis lo que duele—arguyó ella sinapartarlosojos—.¿Deverdadmemataríassifueranecesario?

—Sí.Si esde timismadequiendeboprotegerte. Igualharía si fuerayoquiensupusieraunpeligroparati.

Ahíteníasurespuesta.Noteníaqueverconamor,cariñoolazosfamiliares.Sudebereraprotegerlaytraspasaríacualquierlímiteporconseguirlo.

Asintiódespacio,comosiestuvieraaceptandountrato.Entoncesreparó,unavezmás, en las brillantes plumas negras queWilhelm estaba limpiandodespreocupadoconaguadelriachuelo.

—¿Tumaldición…?—¡No!—Elhombredejóloqueestabahaciendoyalargólamanoparadetenerla

—.Porfavor,nomepreguntessobreello.Es…nopuedodecírtelo.Losiento.Hayciertascosasquenopuedo…responder.

Ellaasintió,cohibida.—Noeramiintenciónasustarte—dijoelotroconvozgrave—.Essoloque…lo

consideroalgoprivado.—Notienesquedarexplicaciones.Avecespuedoserdemasiadoentrometida.Wilhelmrióentredientes.—A veces es bueno ser entrometida. Espero poder contártelo más adelante.

Cuandoseaseguro.No hablaronmás el resto del tiempo. Lysell se tumbó boca arriba y se quedó

observando,obnubilada,elinmensotechovegetaldeaquelbosquemientrasWilhelmseguíacurándoselasheridasycosiéndoselosdesgarronesdelaropa.

Un rato después escucharon el trote rápido deLue y vieron aparecer al animaljuntoaVekka.Llevabaenlasmanosunconejoyunaperdiz.

—Supusequetendríaishambre.Lyselllesonrióalverledebuenhumorotravezyasintió.—Yomeencargarédelfuego—propusoWilhelm.Yporunratopudieronolvidarsedesusdiferencias,deFirelaydelpeligroquelos

acechabaacadapaso.Unodeaquellosrelámpagosdeluz,sedijoLysell,quelavidaofrecíatanpocasvecesyqueteníanqueaprovechar.

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16.Juegodepies

—Concéntrateentuobjetivoynolopierdasdevista,¿mehasentendido?Duna asintió conforme, aunque con aquel inmenso cascodehierropocohabría

importadosisehubieramantenidoquieta.—Deacuerdo.Puesvolvamosaempezar.Lamuchacha alzó la enorme espada y aguardó en posición defensiva. Sírgeric

podía ser todo lo simpático y divertido que quisiera fuera del campo deentrenamiento, pero cuando estaban practicando se convertía en un ser tan frío ydesprovistodetactoqueempezabaadarlemiedo.

—Losenemigosnotendránningúnrespetocuandotenganqueapuñalarte—decíasiempre que ella le reprochaba su actitud. Aunque tampoco podía negarle que, detantoentanto,semolestabaenpedirdisculpassielgolpehabíaresultadodemasiadoduroodifícildeesquivar.Muydetantoentanto.

Eljovencomenzóamoverseencírculos,cruzandolaspiernas.—Esos pies —gruñó—. Más suaves, flexiona las rodillas un poco. ¡Estás

llevandounaespadaenlasmanos,Duna,nounacestaderopa!—¡Eh!—sequejóella—.¡Notepasesquesédóndeduermes!—Concéntrate.Lointentaba, lo intentaba,peronoloconseguía.Llevabadíassindejardedarle

vueltasalaspalabrasdeAdhárelytodavíanohabíasidocapazdeasimilarlas.¿Porquénolodejabacorrer?¿Quémáspruebasnecesitabaparasaberquenohabíasidosuintenciónherirla?Ninguna.Peroesonocambiabanada.

Bajócondisimulolamiradaparaintentarcomprobarelmovimientodesuspies.—¡Duna!Miraalfrente.Estonoesunaclasededanza.—Puesavecesloparece.Sírgeric cambiaba cada pocos segundos de estrategia, desviando el peso del

cuerpodeun ladoaotroparapillarladesprevenida.Su trabajoconsistíaen imitarletanrápidocomopudieraparapracticarlosreflejos.Dejólamenteenblancoeintentósacarlomejordesímisma.

Aguantóconestoicismolosdiezminutoslargosqueduróelejercicioobteniendocomoúnicarecompensaun«noestámal»desureluctantemaestro.

—Laideaesquetermineshaciéndolosindartecuenta—explicó.—Yasémovermesinprestaratenciónamispies,Sírgeric.Loquetúmepideses

quemeprepareunacoreografía.—Sí,peroadiferenciadeenelbaile,aquítuagilidadyvelocidadpuedenevitar

quealguientecorteunbrazo.Dunahizounmohínysequitóelcasco.Noquisoimaginarelaspectoquetendría

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conlasmejillasenrojecidasyelcabellototalmentealborotado.—Aveceseresdelomásdesagradable,¿losabías?—Siquiereslodejamosporhoyyotrodíapracticamosconlasespadas.—SiquiereslepidoaHerediasquemeayudeél—golpebajo.Sírgericseapartóunmechónrebeldededelantedelosojos.—La verdad es que no sé de qué te quejas.Me tienes aquí esclavizado y a tu

serviciocuandopodríaestardescansandoenmihabitaciónyencimameregañas.¡Noseréyoquiensequedeparavertellevandounacorona!

Dunasonrióanteelcomentarioysemasajeóelpuentedelanariz.Eloloracuerodelosguanteslehizoapartarlosdedosrápidamente.

—Losiento.Últimamentenoduermobieny…bueno,dalomismo.Sírgericseacercóaella.—Noloda.¿Quéocurre?Sabesquepuedeshablarconmigodeloquenecesites.Ellarespiróhondoyesbozólasonrisamássinceradelaquefuecapaz.—Lo sé. Pero estoy bien. Es solo cansancio.Y este tiempo horrible—añadió,

alzandolamiradahacialasoscurasnubesqueseestabancongregandosobreBerethcomoelauguriodeunapesadilla.

Sírgeric la miró con el ceño fruncido unos instantes más antes de rendirse.ConocíademasiadobienaDunacomoparasaberque,sinoquería,noabriríalabocaaunsiendotorturada.

—¿Seguimosentonces?Lamuchachaasintióyvolvióacolocarseelcasco.—Sinolvidarlopocoquehayaslogradoaprenderconelejercicioanterior…—Ja,ja.—… quiero que intentes atacarme. Después probaremos qué tal están tus

defensas.Dichoeso,DunaagarróconmanodurasuespadadesafiladaehizoloqueSírgeric

le había pedido.Tras cerca de dos horas esquivando espadazos, evitando perder elequilibrioy,devezencuando,probandosuerteconelataque,lasprimerasgotasdelatormentadieronporconcluidoelentrenamiento.

—No ha estado mal—comentó el muchacho con tal tranquilidad que parecíahaberestadojugandoalajedrezenlugardeluchando.Rápidamentesepusoarecogerlaspertenenciasdesperdigadasporelsuelo.

—Avecesnosabeslomuchoqueteodio—leespetóDuna,levantandolaviseradesuyelmo.

—Si tuviera que guiarmepor tus golpes, desde luegoque no. Pero ya sabes lofácil que me resulta discernir tus miradas de odio de las de amor. —Se echó alhombrosucamisetaysegiróhaciaella—.Sí,esaesdeodio.¿Loves?

—Notientesatusuerte.Sequitóelcascoporcompletoyselolanzóaljovenconalgomásdefuerzadela

necesaria para que lo llevara de vuelta a la armería.Alzó la cabeza y dejó que la

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lluviaseescurrieseporsupielysellevaraconsigoelsudordelafrente.—Veacambiarteantesdequeteresfríes—canturreóSírgeric,riéndosemientras

sealejabadeallí.—¿Quiéntecreesahora?—gritólamuchachaaltiempoqueeljovendesaparecía

porlapuerta—.¿Mimadre?Lasonrisasecongelóensuslabiosalprocesarlaspalabras.Chasqueólalengua,

molestaconsigomismaporencontrarseúltimamente tan irascible,yanduvoapasorápidohastaelcastillosinpreocuparseporloscharcosqueseestabanformandoenlatierra.

DesdequehabíanregresadodesusperiplosporelContinente,elrecuerdodesumadre se había vuelto más angustioso y latente. Como si haber visitado Luznalhubiera desenterrado todos los recuerdos, reales e imaginarios, que conservaba deella.

De tanto en tanto se descubría tarareando una canción que juraría no haberescuchadonunca,oacariciandoelcolgantedeluzalitaqueconservabadeellacomosifuera el dorso de su mano o su mejilla. Alguna que otra vez incluso, se habíadespertado en mitad de la noche, resollando, al imaginar sus gritos mientras losmercaderes de esclavos la alejaban de ella. El fantasma de su recuerdo poseía unainusitadasolidezquelaarrastrabaaderramarmáslágrimasdelasquenuncahubieralloradoporella.

Al Flautista intentaba no dedicarle ni un instante de su tiempo.Ni a él ni a lahistoriaqueleshabíacontadoensucuevadeHamel.

¿Yquésiaquelhombrehabíaconocidoasumadre?¿Yquésierarealmentesupadre? ¿Cambiaría algo? Solo atestiguaría la maldad de las Musas y avivaría lasllamasdelarabiaquesentíahaciaellas.

Yen suvidayahabíademasiadopor loqueodiar comopara seguir añadiendomotivos.

Despuésdedarseunlargoyrelajantebañoensuhabitación,Dunaseembutióenunvestidodoradocondoshombrerasredondasymangalargaparabajaracenar.

Semiróenelespejounavezmásysintióunapunzadadenostalgiaal recordaraquel día de verano, tanto tiempo atrás, cuando Aya las había llevado a ella y aCinthia a comprar algo que llevar al baile del vigésimo primer cumpleaños deAdhárel.Elvestidoque se acababadeponer le recordabaa aquelquenopudieronpermitirse.

¿Cómopodíanhabercambiadotantascosasentanpocotiempo?En el comedor la esperaban Aya y la reina, como siempre, charlando

animadamenteunaalladodelaotra.—Buenasnoches—saludólamuchacha,tomandoasientojuntoasumadrastra.—Duna,estáspreciosa—leasegurólareina.—Gracias.—Eratanbonitoquenopuderesistirlatentacióndetraérselo—explicóAya.

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Dunaserióconsuavidad.—Loquemerecuerdaque,porfavor,nomecompresmás.—¡Peroesquenopuedoevitarlo!—arguyólamujer—.Sivieraslasnuevastelas

quehantraídodelsur.¡Sonespléndidas!—Delsur…—Dunafruncióelceñoyseapuntóaqueldetalleparacomentárselo

a Adhárel cuando le perdonara. Es posible que ya lo hubieran hecho, pero sushombres no podían perder la oportunidad de hablar con quienes recorrían elContinente de una punta a otra. Nadie mejor que ellos les podría informar de lasituacióndeesosreinos.

—Ariadne—comentódepronto,recordandoalgo.—Dime,Duna.—HeoídoquesoisbuenaamigadelossoberanosdeGélinaz.Ellasonrió.—Así es. Nuestras familias llevan muchos años siendo aliadas. Pasé muchos

veranosdepequeñaensusmontañasheladas.Dunaasintió,ansiosa.—Entonces,¿creéisqueencasodequelaguerraestallasenosapoyaríanconsus

ejércitos?—EsperemosqueelTodopoderosonoquieraquenadadeesoocurra—rogóAya,

agarrándoseelfaldónconlasdosmanos.—Esposible—respondió la reinaconaireausente—.De todasformasAdhárel

noquiereprecipitarse.¿Lohashabladoconél?Dunanegóconvehemencia.—Puesdebeshacerlo.Seguramentea ti teescuchemásquea losdemás.Nose

perderíanadaporretomarelcontacto,desdeluego.Dunasonrióyasintió,complacidadehaberayudado.Ahorasoloteníaquelograr

perdonaraAdhárellosuficientecomoparacompartirsuidea.Se llevó un pedazo de pan a la boca cuando la puerta se abrió con un suave

lamentoyelreyentróenlasala.Susbotasibandejandohuellashúmedasenelsuelo.—Buenasnochesatodos.Disculpadlademora.Estaba…ConlaPoesía.Nohizofaltaquelodijeraenvozaltaparaquetodosasintieran.

Conungestorápido,lareinainformóaladoncellaqueaguardabajuntoalapuertadelacocinadequeyapodíancomenzaratraerlacena.

—¿HaynoticiasdeHeredias?—quisosaberlareina.Dunafruncióelceñosinsaberdequéhablaban.—SehatenidoquemarcharamediodíaconZennion—explicóAdhárel—.Uno

de los mercaderes proveniente de Salmat nos ha revelado cierta información quequeríamosinvestigarcuantoantes.

DesdeluegoqueAdhárelyahabíatenidoaquelloenmente,sedijolamuchacha.¿Cómopodíahaberlodudado?

Ayasequedósorprendidaantelanoticia.

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—¿Conlaqueestácayendo?—Laguerra,comoelamor,noentiendedetormentas—replicóélconunamedia

sonrisa—,solodetempestades.Dunasemordiólalenguaparaaguantarselasganasdereíralescucharaquello.Tres doncellas salieron de la cocina con una olla humeante y varias bandejas

repletasdepescadosyverduras.Cuandoterminarondeservirlosplatos,regresaronasusquehaceres.Durantelossiguientesdiezminutosnoseescuchómásqueelruidodeloscubiertostintineandocontralavajilla.

Sírgeric llegóenesemomentoconunelegante trajenegroyburdeos.Hizounarápidareverenciayporsaludodijo:

—Adhárel,deberíasestarorgullosodetuchica.Cadavezmecuestamástirarlaalsuelo.

Dunalefulminóconlamiradamientraselmuchachotomabaasiento.¿Cómosele ocurría sacar el tema del entrenamiento de esa forma? Parecía que una bombahubieracaídoenmitaddelamesa.Unsilenciomuchomáspegajososeinstalóentrelosplatosylasespinasdelospescados.Entonces,Adhárelrespondió:

—Lo sé, lo he visto.—Se volvió haciaDuna y le sonrió—.Todavía tiene quemejorar su postura, pero desde luego lo hace mucho mejor que algunos de missoldados.

La muchacha sintió que se sonrojaba. ¿Había estado espiándoles mientraspracticaban?¿Desdedónde?¿Yporquénosehabíaacercadoadecirlenada?Ariadnerecibió la noticia con un aplauso comedido, mientras que los ojos de Ayapermanecíanpuestosensucomida.Surostrohabíaadquiridountonomacilento.

Pordebajodelamesa,Dunaagarrósumanoyselaapretóhastaquesintióquelamujerlerespondíaalapretón.

—Essolounamaneradehacerejercicio.Odiomontaracaballoylodecorrermeresulta muy aburrido —comentó para quitarle hierro al asunto y animar a sumadrastra—.Además,miradquébrazossemeestánponiendo.

Intentósacarmúsculoperoapenassísepercibíaalgobajolatela.—Impresionante —masculló Sírgeric, provocando una carcajada general en la

mesa.InclusoAyaseatrevióacurvarloslabioslevemente.—Adhárel, antes de que se me olvide —comentó la reina, recuperándose del

ataquederisa—.Dunahatenidounaexcelenteidea.Quizásdebamos…Las puertas del comedor se abrieron lánguidamente y un criado se escurrió

dentro,carraspeóparallamarsuatenciónyunavezquesegirarontodos,dijo:—Ospidodisculpaspor la intromisión,majestades,peroha llegadounhombre

quediceserelreydeCaravás.Hapedidoaudienciaconvoscuantoantes.En un visto y no visto,Adhárel dejó a sumadre con la palabra en la boca, se

levantó de su sitio y desapareció fuera del comedor. Los demás no tardaron enseguirlo.

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17.Alotroladodelespejo

Firelaintentótragarsaliva,peroteníalabocaseca.Despuéssearrodillódespacioyalargó lamano.Susdedosestabanapuntode tocarelmarfilquerodeabaalespejocuandolavozregresó,muchomásenfadadaqueantes.

—¡Cómopuedotenertanmalasuerte!Elsustolahizocaerdeespaldasyarrastrarselejosdelobjeto.Sucorazónseguía

desbocado. Sus ojos le decían que aquello era imposible, pero sus sentidos lemostraban lo contrario: aquel espejo estaba vivo. ¿Qué clase de sentomentalista lohabíaembrujado?

Cerró los ojos y dejó que el aire entrara en sus pulmones. Se concentró en lainmensacuevaoscuray fría en laque seencontrabaydejóqueel chapoteode lasgoteraslicuándoseentrelaspiedrassosegarasusnervios.

Cuandoestuvolista,sepusoderodillasyavanzógateandohastaelespejo.Conciertotemblortodavía,agarróelintrincadomangoylolevantó.Unsuaveresplandoriluminó la piedra del suelo, la pared y lamesa que había junto a ella. También elcuerposinvidaquereposabaasuspies,muerto.

Dio un respingo y se alejó, asustada. A continuación giró el espejo paraenfrentarsealcristal.

Ahíestabaelhombredelosojosazules.Yanoparecíatanfelizcomoalprincipio.Sus despeinadas cejas blanquecinas se arrugaban en un gesto de disgusto. Su bocaparecíaestarapuntodedeciralgo,perovolvióacerrarseensilencio.Laasesinaloagradecióensu fuero interno,aunque tampocopronunciópalabra.Pocoapocosusdedosfueronrecuperandolaestabilidadydejarondeagarrarelmangodelobjetocontantafuerza.

Mástranquila,estudiócondetalleloqueteníaanteella:apartedelancianoquelaescrutabaconintensidadyquevestíaconauténticosharapos,descubrióque,trasél,la habitación era lamisma en la que ella se encontraba, solo que invertida.La luzprovenía del propio cristal. Como si le hubiera robado un destello al amanecer oestuvierahechoconluzalita.

—¿Eres…real?—preguntóconunpequeñogalloalfinal.Norecordabacuandofue laúltimavezquesintióelmiedo tandecerca;muchomenos laúltimavezquepermitióquellegaraanotárseleenlavozoenlosgestos.

Elviejodel reflejoasintióunavezsincambiarsugesto.Conaquellamacilentapielyesosojosdelcolordelaventisca,parecíatalladoenpiedrayencerradobajoelhielo.

—Di,¿eresreal?—estavezsonómásconfiada,mássegura,másFirela.—¿Quéesrealyquénoloes?—replicóelancianosinrelajarsuscejas.Suvoz

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sonabacomoelcrepitardelhieloalecharleaguaencima.—¿Cómotellamas?—insistiólamujer.Algose resquebrajóen la imperturbablemiradadelhombrealescucharaquella

pregunta.Desfruncióelceñoysuspárpadossecerraronantesderesponder.—Galasaz.Firelahizomemoriaporsialgunavezensuvidahabíaescuchadohablardeél,

pero fue en vano. Igual que tampoco había escuchado hablar jamás sobre unsentomentalistaquepudieraencerraranadieenunespejo.Yesosíqueeraextraño.

¿CómopodíaalguienconaqueldontanespeluznantenoserconocidoytemidoentodoelContinente?¿Podíaserquenadiehubierasalidoindemnedeunencuentroconél? En tal caso, ¿por qué iba a dejar abandonada una prueba tan fehaciente comoaquella sin ninguna protección? Sintió un escalofrío y no permitió que los nerviospudieranconella.Cuantomáspensaba,máspreguntasseacumulabanensucabezaymásdifícilleresultabaasimilaraquello.

—¿Quiéntehizoesto?GalasazmiróhaciaabajoydenuevoaFirela.—Salióbien,¿verdad?Porunmomentocreíquenololograría,peroyaveoque

miplanfuncionó.—¿Lo…lohicistetú?¿Atimismo?El viejo asintió, y Firela reprimió las incesantes ganas de lanzar el espejo de

nuevoalaoscuridadyhuirdeallípormiedoaquelehicieraalgosimilaraella.—Estafuemiúnicamaneradeliberarmedelascadenas.—Las… —de pronto la asesina reparó en las cadenas de hierro fijadas por

argollas a la pared que se escurrían bajo la mesa hasta los tobillos del cadáver.Asombrada,sevolvióhaciaelespejo.

—¿Drólseroftehizoesto?Galasazsoltóunacarcajadainsidiosa.—Ese enano solo fue capaz de ponerme las esposas, y no sin cierta dificultad.

Despuésselimitóadarórdenes.—Estabasasucargo.—Erasuprisionero.Necesitabasentarse,pensólamujer.Ybuscaralgúnlugarconmásluz.—Notienesbuenacara—comentóelanciano,genuinamentepreocupado.—Estoybien.Solonecesito…¿Puedosacartedelsótanosinqueocurranada?—Bueno,esaeslaidea,sí.¿Laidea?¿Quéidea?Noquisosaberlo.Primerovolveríaalpisosuperior.Con ayuda de la luz que emanaba el espejo, logró encontrar los primeros

escalones de la escalera. Las luces de la tormenta seguían destellando en la nochecuando cerró la puerta y regresó a la cocina.Las llamas de la chimenea estaban apuntodeextinguirse,porloqueechóunpardetroncosalalumbreylosazuzóhastaquelasmaderascomenzaronaprenderconvigor.

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Ensupecho,másalládelasensaciónfísica,teníalaimpresióndequeelagujeroquehabíacomenzadoasentiraldespertarseseguíacreciendoyextendiéndosecomounrumorincesante.Noledolía,nitampocoreparabaenélsinosefijaba,perosentíaun hondo pesar cuyo origen desconocía y que drenaba sus fuerzas y sus ganas deseguiradelante.

—Heolvidado loquees sentir caloro frío—escuchódecir aGalasazdesdeelespejo.

Concuriosidad,Firelalolevantóysepusodeespaldasalhogar.Despuésalzóelcristalycontemplólasllamascrepitandoenelreflejo,alaespaldadelanciano.

—¿Nolonotas?—preguntó.Galasaz se volvió dentro del reflejo y anduvo unos pasos hasta su chimenea.

Verlo de cuerpo entero dio una dimensión nueva a lo extraño de la situación. Elhombrecolocólasmanossobrelaslenguasdefuegoyseencogiódehombros.

—Nada—respondiódevueltaasuposicióninicial—.Solosientosucaricia,peronosuenergía.Quécurioso…

Porsutono,Firelasupusoqueeralaprimeravezqueprobabaalgoasí.—Mirar tan descaradamente a alguien es de mala educación —comentó con

ciertohumorelviejo.—Losiento.Esquenuncahabíavistoalgoasí.—Mehalagaelcomentario,hija.Esosignificaque,comoimaginaba,hesidoel

primeroenlograrsemejanteprodigioydemostrarquenoestabaequivocado.Firelaarrastróunasillaydespuéstomóasiento.Dejóelespejoensuregazoyse

inclinósobreélparaestudiarloconpaciencia.—¿Cómohashechoparallegarahídentro?—preguntóenunhilodevoz.—¿Quieresqueterevelemissecretoscuandotodavíanosénitunombre?Laasesinasintióquesesonrojaba.—Me llamoFirela.Fira para los amigos—añadió sin sabermuybienporqué.

Solosuhermanalahabíallamadoasí.—¿Y a mí me consideras tu amigo? —preguntó el otro, imaginando sus

pensamientos.—Esodependedesitienesintencionesocultasono.—¿Quéhombrenotieneintencionesocultassiemprequetomaunadecisión?Adiferenciade loquepodíaaparentar,no lemolestabaqueelhombre siempre

replicaraconotrapregunta;legustaba.—En cualquier caso, si lo que me quieres preguntar, pero no te atreves, es si

saldrédeaquícuandomenosteloesperesparamatarte,orobarte,olasdoscosas,notienesdequépreocuparte.Hastadondeyosé—golpeóelespejoconlosnudillos—,estoyencerrado.Ymuerto.

Firelanegóincrédula.—Estoes…¿Cómoterminasteahí?¿Porqué?—Nomequedabanmásopciones…—Elhombresealejóunpocodelcristaly

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tomóasientoenelreflejodeunasilla—.SabíaqueDrólserofacabaríamuertotardeotemprano.Erademasiadoidiotaparaestemundo.Yalbergabaciertasdudasdequeseacordaradeliberarmeantesdefallecer.Porloqueveo,acertépuntoporpunto.

—¿QuéqueríaDrólserofdeti?Galasazsemecióenlasilla.—Antesquiero saberdequéconocías tú a esehombre.—Sonriódesganado—.

Notuvelaoportunidaddetratarmuchoconél,peronomediolasensacióndequefueraalguienparticularmente…famoso.¿Cómopuedeserquedosalmastandisparescomolasnuestrasloconocieran?¿Casualidad?¿Destino?

—Me temo que todavía no nos conocemos lo suficiente como para poderresponderteaesto.

—¿Ycuándoseconoceaalguienlosuficiente?—Supongoquenunca.Galasazasintióensilencio.—Soy sentomentalista —confesó—. O al menos lo era antes de entrar aquí.

DrólserofmesecuestrócuandomeencontrabaderegresoaGélinaz.Erafabricanteycomerciantedeespejos.—Elancianodesviólamiradaalasllamasdelreflejoantesde proseguir—.Me encerró en el castillo para que trabajara para él. Creé casi uncentenardeespejosdiferentes.Unosquesolodecíanlaverdad,otrosquereflejabanelalmaynoelaspectoexterior,loshabíaparacomunicarseacualquierdistancia…—Lamujerdiounrespingoaladvertirqueellamismahabíautilizadounodeesosparamantenerse en contacto con Drólserof—. No sé cuánto tiempo ha pasado desdeentonces.Nisiquierasédondeestoy,nisimifamiliasigueesperandomiregreso.

Firelasintióunlatigazoenelcorazón.Culpa,opena,oalgosimilarquenosabíareconocerporquenuncasehabíaidentificadoconaquellasemociones.YmenosporundesconocidocomoGalasaz.

—Losiento—dijo.—Dejadesentirlotodo.Nadadeestoesculpatuya.—Aunasí,realmente…losiento.Galasaznopeleómás.Asintióycerrólosojos.Depronto fue conscientede lomuchoquehabíanecesitadohablar con alguien

despuésdetodoesetiemposinKalendra.Antes,aunquefueraencontadasocasiones,su gemela había estado allí para escuchar sus dudas y preocupaciones. Desdeentonces no había vuelto a abrir la boca más que para comerciar o pasardesapercibida hasta que se encontró con su sobrina. Pero ni siquiera entonces, auncon la imperiosanecesidaddedecirsiempre laverdad,habíasentido lomismoqueconaquellaconversación.Yesolepreocupaba.

—No sé cuándo te aprisionóDrólserof, pero nosotras lo conocimos hace unosmeses;acomienzosdelinvierno.

—Eraotoñocuandomeencerróensucastillo.¿Sigoaquí?—Supongoquesí.Nosonmásqueruinas,perodeuncastilloafindecuentas.

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—Entoncespuedequenohayapasadotantotiempo.—¿Nopasanahílosdíasylasnoches?Galasazseencogiódehombros.—No lo sé. Desde que crucé a este lado siempre he permanecido en los

subterráneosdelcastillo,sinalejarmedelespejo.Estaeslaprimeravezquesubo.Yporlasventanasnoveomásqueoscuridad.

—Es de noche aquí también. —Le indicó la gemela, esforzándose porcomprenderlarealidaddelespejo—.Noentiendoaquéterefieresconquenoquieresalejarte.¿Tienesotraopción?

—Existen tantas opciones como decisiones queramos tomar, querida. Y aquí,comoenelotrolado,yopuedorecorrerelContinenteentero,oalmenosesocreo.

—¿Yquételoimpide?—Déjameque te pongaun ejemplo sencillo: ¿quéocurriría si yo saliera por la

puertade este castilloy comenzara a alejarmehastaperderdevista las ruinas? ¿Yque,mientrasesosucede,tútellevaraselespejoenladirecciónopuesta?

—Nolosé.—Puesquemiúnicaventanaaesemundoseiríacontigoytardaríaunaeternidad

en volver a encontrarla, si es que tuviera la suerte de cruzarme con ella porcasualidad.—ElancianoatisbóelcomienzodeunanuevapreguntaenloslabiosdeFirela,porloqueseleadelantó—:Solomereflejoenesteespejo.Nopuedoviajardeunoaotroaplacer.

Lamujerguardósilencio,pensativa.Enelexterior,latormentafuedisminuyendode intensidad hasta convertirse en una mera llovizna que golpeteaba contra loscristales.

—¿Hayalgoqueyopuedahacer?—¿Hayalgoquequisierashacer?—replicóelviejo.Firelanorespondió—.Me

encerréaquíparahuirdel tiempo,conscientedequemidestinodejaríadeestar enmismanos.

—¿Y de qué sirve escapar del tiempo si a cambio debes pasar la eternidadencerrado?

—¿Eternidad?¿Quiénhahabladodeeternidad?Firelaapretóloslabios,sintiendoquejugabaconella.—En este mundo no corren los minutos. Si decidí atravesarlo no fue para

esconderme, sino para huir. Por desgracia, me di cuenta demasiado tarde de quenecesitaríaaalguienenesaotrarealidadquemeayudara.Alguienquemellevaradevueltaamihogarparapoderverunaúltimavezamimujeryamishijos.

Firelatragósalivaydijo:—Yoteayudaré.Yaestaba.Sinsegundospensamientos.Sinmeditarlo.El impulsohabíasidotan

fuertequenosupocontrolarlo.Elvacíoquesentíaahídentrodesdelapeleaconlosniños y el lobo seguía cavando su espacio a través de su pecho, sus pulmones, su

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alma…Quizásaquello,poralgúnextrañomotivo, laayudaríaacombatirlo.Quizásno.

—¿Estássegura?—Galasaznisiquieraseatrevióacontradecirlaoaofrecerlelaoportunidaddequeexplicaraquenohabíadichoaquello,tandesesperadoestaba.Susojos se abrieron por completo y se levantó para acercarse al cristal—. ¿Podríashacerlo?

Firela se mordió el labio y apartó los ojos para concentrase. ¿Podría hacerlo?¿Podríaanteponeraquelfavoralosdeseosdesuhermana?¿DebíadejarqueLysellhuyeseahoraqueestabatancerca?

Podía,sedijo.Yloharía.Almenoshastaquevolvieraaencontrarelsuficientesentidoasusactoscomopararetomarlos.

¿Esperaba redimir sus añosde asesina conungestode amabilidad tanvacuoysencillocomoaquel?

—Sí—respondióconseguridad.—¿Yellaquéopina?¿Tambiénvendrá?Firelasintióqueselesecabalabocayseponíaenalerta.—¿Dequiénhablas?Galasaz fue a responder, pero en lugar de eso señaló con su dedomás allá de

Firela.Lentamente,laasesinasediolavueltaysedispusoadefendersedeunataquesorpresa.Colocósumanosobresupuñalysegiróporcompleto.

Peroallínohabíanadie.Sevolvióhaciaelespejo,enfadada.—¿Teburlasdemí?¿Quieresquetedejeaquílaeternidadentera?Elancianopareciórealmenteofendidoyextrañado.—¡No!¡Desdeluegoqueno!—¿Entonces?—¿Nolaves?Firelavolvióadarselavuelta.—Meestásponiendonerviosa.Galasazsemasajeólafrente.—Ahí, detrás de ti, veo a unamujer. Lleva el pelo suelto largo, ondulado.No

habla.Solotemirafijamente.—¿Tehasvueltoloco?Antesdequeelviejopudieraresponder,laasesinaagarróelespejo.Elhombrese

asustócreyendoqueintentaríamachacarlootravez,peroensulugar,Firelamovióelobjetohastaobtenerunavisiónde lamismapartede lacocinaa laqueGalasazserefería.

Yentonceslavio.Sucorazónseolvidódepalpitar,labocaselequedósecaylosojosselellenarondelágrimas.

Allí,observándolaensilencio,estabaKalendra.

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18.LamentiradelMarqués

ElMarqués apareció en plena tormenta, entre relámpago y relámpago. Sus labiosdejaron escapar un chillido cuando sintió las gotas de lluvia repiqueteando confierezasobretodosucuerpo.Estabadesnudo,asustadoydemuymalhumor.

Se encontraba enmitad de un callejón empedrado. Junto a él, como le habíanindicadoquesucederíaantesdeemprenderelviaje,habíaunmorraldetelahundidoenuncharcodebarro.

—¡Gracias por vuestra comprensión! —gritó a nadie en particular mientrasrecogía la pesada bolsa de tela y deshacía el nudo. En su interior encontró unospantalonesoscurosyunacamisaabiertaconcordelesalaalturadelpecho.Sehabíanolvidadodeincluirloszapatos.

—Excelente. ¡Ay!—El gato salió de la tela de un salto. Cuando sus pezuñasentraron en contacto con la tierra húmeda y el agua sucia, soltó un bufido tanagresivoquellegóaasustaralMarqués.

—¿Vesqueyoestémejor?—lereplicó.Haciendo equilibrios, se embutió en las chorreantes prendas y después semiró

enteroconlosbrazosextendidos.Norecordabahabertenidopeoraspectoenlavida.—¿Ydeverdadquierenquealguiensecreaqueyosoyunrey?Elanimalsecolocóasuspiesyantesdequepudieraevitarlo,selanzósobresu

pechoparaqueloagarraraentrelosbrazos.—Yonopuedotenercarruaje,perotúsí.¡Meencanta!Refunfuñando sobre sumala suerte e indiferente a la incesante cortinade agua

quenodabatregua,Laugardmiróasualrededorparaintentarubicarse.PorlopocoquesehabíandignadoaexplicarlesobreBereth,elpalacioseencontrabaenloaltodelaladeraqueocupabalazonaamuralladadelreino.

Elaguacorríaporelempedradoendiminutosriachuelos.Intentandonopensarenlasinmundiciasqueseguramenteestuvierapisandoconsuspiesdesnudos,salióaunacallemásanchaydespuéslaenfilóhaciaarriba.

El gato maullaba cada vez que elMarqués saltaba de un extremo a otro paraevitar las zonasmás encharcadas.Más de una vez tuvo que reprimir las ganas decogeralfelinoyhundirsuhocicoenalgunodeelloshastaquedejaraderespirar.

—Lo haré como no te estés quieto—murmuró, seguro de que el animal habíaseguidoelhilodesuspensamientos.

Diezminutos,variaspiedrecitasclavadasyalgúnqueotroarañazodegatoenelhombromástarde,LaugarddeSiolllegóaunainmensaescaleradepiedra.Conlospulmonesechandohumo,alzólamiradaycontemplóensimismadolainexpugnablesombraqueeraelpalacio,conlamanoamododeviseraparaprotegersedelalluvia.

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Unapunzadade envidia le recorrió el espinazo.Quería vivir ahí.Quería reinarahí.Sedio lavueltaycontemplóBereth. Inclusobajoelmantode la tormenta, lassiluetas de las casas bajas y los tejados puntiagudos conferían al lugar un halohermosoymágicoquenohabíavistoenotrosreinos.NisiquieraenAltocielo.

—Listoono,allávoy.—Lepalmeólacabezaalfelinoyascendiólasescaleras.Acadapasoquedaba,másseconvencíaasímismodepoderlograrlo.LoshombresdeDimitriseencontrabanlejos,perosudonfuncionaríamientrasalguiencreyeseenél.

Llegó al patio de entrada con una nueva actitud. Podía estar empapado,magulladoysucio,peroseguíasiendoelreydeCaravás.Yasíselohizosaberalossoldadosqueguardabanlapuerta.

Sin dejar de acariciar el pelaje de su gato, el Marqués les contó los terriblesacontecimientos que había tenido que sufrir de camino allí. Cómo una banda deladrones le había dejado sin sumontura y pertenencias, cómo le habían robado lacoronayhastaloszapatosantesdeamenazarloconasesinaralgatosinohacíaloqueellos le ordenaban. Aderezó sus desventuras con algunos hipidos ocasionales y ladesesperanzadequienhaestadoapuntodemorirsinhaberllevadoacabolamisiónquelehabíallevadohastaallí.

Los soldados lo miraron desconfiados durante buena parte del relato, pero depronto, igual que había sucedido con Fidgerpatt en Manseralda, hubo algo en sumiradaquesenublólosuficientecomoparaquelasegundapartedesuhistorialesresultaramuchomásverosímil.

Y además estaba el hecho de que la información que llevaba era de vitalimportancia y que solo se la daría a su majestad, el rey Adhárel Forestgreen enpersona.

Para cuando los lagrimones de Laugard se mezclaron con la lluvia sobre susmejillas, el más joven de los guardias ya se había dado la vuelta en busca de susuperiorparaqueledejaranpasar.

Cuálfuesusorpresacuando,enlugardeveralguardiadevueltaconunsoldadodemásrango,seencontrómirandodefrentealarchiconocidosoberano.

—Pasaddentro—ledijoeljoveninmediatamente.Haciendounabreve reverencia,Laugard lo siguió al interior del palacio con el

rostroconstreñidoenunamuecadedesesperación.—¡Traed toallasy ropa limpia!—ordenóel reyaungrupodedoncellasquese

habíaarremolinadoenloaltodelasescalerasprincipales—.¿Cómoosllamáis?—LaugarddeSiol,majestad.SoyelreydeCaravás.—¡Odarión!Elgatoseleescapódelasmanosalescucharelgritoycorreteóporelvestíbulo

dejandoasupasolashuellasdebarro.Estuvotentadodepedirdisculpascuandolamujer que había pronunciado aquel nombre maldito se detuvo a unos pasos deAdhárelconlasmanosenelpecho.SusojossecerraronconsuspicaciaalcontemplaralMarqués.

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—VosnosoisOdarión.Unamuchachadepeloazabache,unjovendehombrosanchosypeloanaranjado

y una mujerona regordeta se colocaron a su alrededor, en un claro gesto deprotección.

—Nolosoy,no—replicóLaugardsinapartarsusojosdelosdeella.Dimitrilahabíadescritomuchomásviejaydesmejorada,peronolecabíaningunadudadequeseencontrabaantelareinadeBereth,Ariadne—.Vuestrohijomehapermitidoentrardebidoalatormenta.

—¿Entonces no sois quien decís ser? —intervino Adhárel al tiempo que dosdoncellasletendíanunpardetoallas.

Necesitabarecuperarlaconfianzadelosallíreunidosloantesposible.Sino,todasucuartadasevendríaabajo.

—SoyelreydeCaravás,sí.PerominombrenoesOdarión—sevolvióhacialareinaycongestoserioañadió—:mipredecesorfallecióhacetiempoyyoocupésulugar.

—Norecuerdoquetuvieraningúnhijo.Laugardsemordiólalenguaysonriótancordialmentecomofuecapaz.—Nosoysuhijo,sinosuaprendiz.MellamoLaugarddeSiolyestuveasulado

hastaeldíaenquefalleció.Lareinatragósalivaycerrólosojos.Elgatosearrebujójuntoasuspiernashasta

quelamuchachadepeloazabacheseagachóparaacariciarleellomo.—Nosabíaquehubiera…Losiento.—Laugard de Siol —repitió Adhárel con extrañeza—. Juraría haber oído ese

nombreenalgunaparte.ElMarquésseencogiódehombrosconinocencia.—ElContinenteesunlugarmáspequeñodeloqueimaginamos,supongo.—Supongoquesí.Elsilencióseapoderódelvestíbulo,interrumpidosoloporelincesanteronroneo

delgato.Laugardaprovechóparatomaraireyvolveralacarga.—Majestades,metemoquenotraigobuenasnoticias.—¿Dequésetrata?ElMarquésmiró a todos los allí reunidos y concluyó que sería una temeridad

intentarutilizarsudonentantosdesconocidosalavez.—¿Podríahablarosasolas?—Todo loque tengáisquedecirlepodéis compartirloconnosotros—replicóel

muchachopelirrojo.—Sírgeric —le dijo el rey, volviéndose—. Estaré bien. Mientras tanto, ve a

buscaraZennion.Dilequebajecuantoantes.Elotrofueareplicar,perosecontuvo.Asintióysacóelcolgantequependíadesu

cuello. Laugard no había terminado de procesar aquello cuando el muchachodesapareció.

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—¿Qué…?—diounpasohaciaatrás.Adhárelnolediolamásmínimaimportancia.—Madre,podéisterminardecenar.Yomeencargarédeesto.—Porelmodoen

que había sonado, pareciómás una amenaza velada hacia el recién llegado que unmensaje tranquilizadorpara la reina.Acontinuación sevolvióhaciaelMarqués—.Seguidme.

El rey seabriópasoa travésdelgrupo sinbajar lamiradaycruzóelvestíbulohastaunapuertalateral.

—¿Puedoalmenoscambiarmederopa?—preguntóelMarqués.Adhárelnodiomuestrasdehaberlooído.Laugardtragósalivaysonrió—.Mástarde,quizás.

Mejornotentaralasuerteydarseprisa,recapacitó.Yatendríatiempodespuésparacomodidadessilograbaqueaquellosalierabien.

Nadielossiguiócuandoatravesaronlapuerta,peroelMarquessintióvariosparesdeojospuestossobresuempapadanuca.Silbóunasolavezyelgatoselevantódelsueloylosiguióhastaelinteriordelanuevaestancia.

Setratabadeunpequeñodespachoosalaparatomarel té.Elmobiliarioestabacompuestoporunamesabajaenelcentroyvariossillonesasualrededor.Delaparedcolgabanlasamenazantescornamentasdeciervosymachoscabríos.

Aunquenoledisgustabaladecoración,nopodíaevitarsentirseatrapadoenunajaulademadera.Apartódeunplumazosusdudasyseconcentróenloshechos;ahoramásquenuncanecesitaríahaceracopiodetodasuconcentraciónparaqueAdhárellocreyese.

El rey no se sentó en ninguno de los sillones. Se quedó de pie escrutando alMarquésconlamirada.

—Vosdiréis.—Laguerra es inminente,majestad—se apremió a decir con la voz quebrada.

¿Deverdadibaatenerquemanteneraquellaconversacióndepie?—Losé.—No quería decirlo frente a vuestra madre, pero Caravás se encuentra en un

estado horripilante: nadie cultiva los campos ni cuida de los animales. Estamosviviendodelosalvadoenlosúltimosaños…ynosécuántotiempoaguantaremosdeestemodo.

Bajólacabezayseenjugólaslágrimasfalsasconelreversodelamano.—Losientomuchísimo—dijoAdhárel—,peronoséquétienequeveresoconla

guerraocon…—¡Fuevuestrohermano,majestad!—leinterrumpióelMarqués,conungruñido.

ElgestotorvodeAdhárellehizocomprenderquehabíadadoenelclavo—.DimitrisehacoronadoasímismoreydeManseraldayahoraenvíaasussecuacesagobernarenlastierrasdeotrosparaexpandirsuejército.

Adhárelavanzóunpasohaciaél.—¿Cómosabéiseso?

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—Porque lo he visto con mis propios ojos. —Por si no había quedadosuficientemente claro, se señaló la cara—. Vinieron a Caravás y me usurparon eltrono.Despuésse llevaronaManseraldaa todos loshombres,mujeresyniñosquequisieron.¡PorelTodopoderoso!—exclamó,llorandoconmásfuerza—.¿Porquénomellevaronamíensulugar?¡¿Porqué?!

Adhárellepusounamanosobreelbrazo.—Calmaos.¿Hacecuántoquesucedióesto?ElMarquéshizocomoquepensabaydespuésrespondió:—Cercadeunmes,quizásmenos.Elviajehastaaquíhasidohorribleylento.Y

después, al llegar, los ladrones… —La voz se le desgarró de una manera muyconvincente.

—¿PudisteishablarconDimitri?—Cada vez que vino. Antes de llevarse a mi gente me advertía que tarde o

tempranoseríayoelquemontaríaensusjaulasconruedas.—¿Porquénoenviasteisavuestroejércitoadefenderos?—¿¡Creéis que soy tan idiota como para no hacerlo!? —El grito le salió

demasiadoagudoypotente—.Ospidodisculpas,latensión…—¿Deboentenderquemihermanoysushombrespudieronconvuestraguardia?Laugardasintióysesentóenelsillón,indiferentealaprotestaenlosojosdelrey.

Despuésenterrólacaraenlasmanosysollozó.—Fueron los primeros en sucumbir.Nuncadebí quedarme enCaravás.Tendría

quehaberhuidocuandomimaestrofalleció.—Me temoque no habría servido de nada esconderse. Parece quemi hermano

sabedemasiadobienloquehaceytemoquelohayamossubestimadotodos.ElMarquésalzólamirada.—Ysoloacabadeempezar.AdhárelsepaseóalrededordelamesitahastacolocarsefrentealMarqués.Tomó

asientoyapartósuavementealgato,quesepaseabaindiferentealaconversación.—¿Averiguasteisalgomásacercadesusplanes?ElMarquésasintió.—Tiene sentomentalistas.Más de los que yo haya visto jamás reunidos en un

mismositio.—Somosconscientesdeello.Laugardsuspiró,nolodudaba.—Quierenhacerseconelcontroldelosreinoscolindantesantesdecomenzarsu

ascensiónhaciaelnorte.Caravásfueelprimero,peroyologréescapar.—¿Escapasteis?—ladudacruzólosojosdeAdhárel—.¿Cómo?Elotrosintióunagotadesudorescurriéndoseporlanuca.—Huí en un descuido de sus hombres. Mientras se llevaban a un nuevo

cargamento, yome escabullí conmi caballo y el gato a través de los bosques querodean Caravás. Por desgracia, si lo que querían eran tierras y soldados, los

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obtuvieron.Peronoamí.ElMarquésbajódenuevo lacabezayaguardóaqueAdhárelhablara.Sihabía

picadoonoelanzuelolosabríaenseguida.—¿Quéesloquequeréis?Perfecto.—Quemepermitáisguarecermeaquí.Adhárellomirócircunspecto.—Osayudarécuantoestéenmimano—añadiócondesesperación.Sepusoen

pie de un salto y transformó la sonrisa en un gesto serio—. Yo llegué tarde paradefender mi reino, ¡estaba desprevenido! Pero no permitiré que Dimitri vuelva asalirseconlasuyaunavezmás.

Adhárel asintió, agradecido, pero al Marqués le preocuparon las dudas queemanabandesusojos.

—Noquieromentiros—dijo—, pero es peligroso confiar en desconocidos conlos tiempos que corren. ¿Cómo sé que vos no sois un impostor? ¿Y si tenéis aOdariónencerradoenunamazmorraenCaravás?¿YsisoisunodelosladronesquehanatacadoalverdaderoLaugarddeSiolcercadeBerethyosestáishaciendopasarporél?

ElMarqués sintióque se le secaba laboca.Las indicacionesdeDimitrihabíansido sencillas y fáciles de memorizar: nunca, jamás, Adhárel desconfiaría de unapobre víctima. Era demasiado bueno y, por ende, demasiado tonto como parasospechardeél.¿Tambiénsehabíaconfundidoeneso?

Odiabaimprovisar.—Adhárel,yonopuedoofrecerosmásquemipalabra.Sibuscáismicorona, la

encontraréisenlossacosdeesosmaleantes.Lospocossirvientesquequedanenmicastillo podrían corroborar mi historia, pero ellos están allí y yo aquí. Decidme,¿deboseguircaminandoenbuscadeunnuevo reinoquemeacojaysedispongaapelearcontralalocuradevuestrohermano?

Yesosinhaberloprevistoniensayado.—Laugard,yo…—Elreyseinterrumpióalescucharunosgolpesenlapuerta—.

Adelante.ElMarquéssegiróa tiempodeverentraraunancianodebarbaralayazulada

vestidoconuncamisónamarillento.Susraquíticaspiernasasomabanhastalospies,calzadosconunasbotasclaramenteembutidasconprisa.

—Zennion,noeranecesariatantapremura.Elmuchachopelirrojoseencontrabadetrásdelviejocongestoserio.—Noimporta—dijoelhombreconlavozpastosadequienhabíasidoarrancado

delsueñohacíapoco—.¿Esél?Laugardsepusoenpiecomounresorteyletendiólamano.—MinombreesLaugarddeSiol,ysoyelnuevoreydeCaravás.—Esotengoentendido.Ahoracomprobemossiescierto.

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ElMarquéssevolvióhaciaelreyyloobservóconsternado.—¿Aquéserefiere?—Notenéisdequépreocuparos—replicóZennion,adelantándose—.Sidecísser

quienrealmentesois,notenéisnadaquetemer.—¿Vaisa…interrogarme?—Oh, no, claro que no. —El Marqués suspiró más tranquilo—. Eso llevaría

demasiadotiempo.Iremosmásrápidosiutilizomidon.Laugard creyó que se desmayaría allí mismo. Tenía que pensar rápido si no

quería…—Almenospodrécambiarmeantesdeempezar,¿no?—Alzó lanarizymiróa

losallíreunidosconlosairesquelecaracterizaban.Zennionfueareplicaralgo,peroestavezAdhárelnoledejó.—Lepediréaunadelasdoncellasqueosacompañeaunodelosaposentoslibres.

Despuéspodremosterminarconesto.Elreyhizoungestorápidoaalguienyenseguidasepresentóunamuchachade

pelorubioquenodebíaalcanzarnilosdieciséisaños.—Acompañaanuestroinvitadoaunadelashabitacionesdelprimerpisoparaque

secambie.—Comodeseéis,majestad—respondió la jovenmostrando losmodales que se

esperabandeella.DespuéssediolavueltaylehizoungestoaLaugardparaquelasiguiese. Antes de alcanzar la escalera escuchó al rey amonestar al viejosentomentalista.

—Nonosservirádenadasicuandoestésasolasconélsufreundesmayo.ElMarqués sonrió para sí. Se adelantó un poco hasta ponerse a la altura de la

muchachitaysedispusoautilizarsusencantosconella.—Sientohacertetrabajar—dijoconlavozmásacarameladaquepudo.—Noesproblema—respondióellasinralentizarelpasonigirarseparamirarlo.—Desdeluegoqueloes.Sinofuerapormíahorapodríasestardescansando.¡Y

aquíestáesteviejointerrumpiendotusueño!Ellasonrió.—Lodigodeverdad:noesproblema.Estoyacostumbrada.Esunplacerserviros.Giraronalfinaldelasescalerasporunpasillopocoiluminado.—¿Cuálestunombre?—Maia.—Esunnombreprecioso.ConocíaunaMaiahacetiempo,peronoeranilamitad

dehermosaquetú.ElMarquéscomprobóquesusmejillassehabíansonrojadoantesdeañadir:—Pero fue hace mucho tiempo. Cuando el Continente no se había vuelto tan

despiadadoypeligroso.Cuandolamuertenoacechabaencadarincón.Ella no comentó nada. Por supuesto que no lo haría: le habían enseñado a

mantenerlasorejasbienabiertasylabocaigualdecerrada.Perotodavíalequedaban

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unossegundos.—Temoestarsiendodemasiadopesado—seexcusóconvozinocente—.Hasido

unanochehorrible.Unapesadillaquemegustaríaolvidar loantesposible.Hesidovapuleado,robadoyagredido.Estoyempapadoymireino…Mireinosemueresinqueyopuedahacernada.

Ladoncellasedetuvofrenteaunapuerta.—Esaquí—dijo.ElMarquéssetensó:sinoconseguíaloqueseproponíaantes

demeterseenelaseo,novolveríaateneroportunidad.—Maia,¿creéisquesoyunmonstruo?—Yo…—Hedejadoquetodosmissúbditosfueranapresadosoasesinados,hehuidoyno

séquéhacer.Estoyasustadoytemonoestarpreparadoparaenfrentarmealfuturo…Ladoncellabajólacabeza;susmejillassehabíancoloreadotodavíamás.—Estoyasustándoteunavezmás.Losiento.Solonecesitabaalguienconquien

hablar.Temohabermeexcedidocontigo.ElMarquéssepreparópararendirsecuandoMaiahabló:—Nosoynadieparadecirossi…sisoisunmonstruoono,puesnoosconozco.

Peronoparecéismalapersona,simelopermitís.Soloalguienasustado.Yporloquemehabéiscontado,escomprensible.

Almenosesuncomienzo,pensó.—Sientomi cabeza como… como un laberinto.Quiero llegar al centro, donde

estálasalida,perocadavezqueencuentroelcamino,elmiedosevuelvepiedraymecortaelpaso.¿Cómovoyahacerparaquealguienconfíeenmísiniyomismomeconozco?

Suspiró,abatido.—Supongo…—Ladoncella semordió el labio antes de proseguir—.Supongo

que todosnosperdemos algunavezdentrodenosotrosmismos, ¿no?—Él asintió,mostrándoseirrevocablementeinteresadoporloqueellaopinase—.Elproblema…elproblemaesquenadiepuedeayudarnosasalirdeahí,¿no?Bueno,nolosé,yonosoy…

—¿Realmentelocrees?—leinterrumpió,condesesperación.—Eh…sí,creoquesí—respondiólamuchacha,bajandodenuevolacabeza—.

Ahoradebería…ElMarquéssehizoelsorprendido.—Oh, claro. Discúlpame. Gracias por tus palabras. Eres una jovencita muy

inteligente.Soloesperoqueelmiedoquesientonotardeendesvanecerseymedejesalirdeaquí—sediounosgolpecitosconeldedoenlacabezaysonrió.

Ellahizounabrevereverenciayélsemetióenelcuarto.Salióunosminutosmástarde.Con la ropa empapada hecha un gurruño y el corazón latiéndole desbocado,anduvo por el pasillo del palacio admirando cada pintura y cada escultura que seencontraba.Teníaquealargarelmomentotodoloquepudierasinllegarallamarla

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atención.Necesitabaquelaconversaciónquehabíamantenidoconlajoventerminaradeaposentarseensujustamedidayquesucoartadaseextendieseytomarafuerza.

Cuandollegóalbordedelasescalerascalculóquedebíandehaberpasadocercade diez minutos. ¿Sería suficiente? Se humedeció los labios y descendió losescalones.

Habíahechocosasmáscomplicadasenvecesanteriores.Estoseríasencillo.Soloteníaqueconcentrarse.Ysilacosafallaba…bueno,silacosafallabayDimitrihabíacumplidosupartedel trato,Cuervoestaríaesperándoleen la tormentapara llevarlede regreso aManseralda. Aunque, ¿qué haría después? ¿Regresar a la soledad deCaravás y aguardar a que alguien enviado por los reyes de Bereth le cortara elpescuezo?

—¡Basta!—gruñóenvozbaja.Enelvestíbulo,Adhárel,elpelirrojoyelviejosentomentalistasedieronlavuelta.—¿Habéisdichoalgo?—preguntóelrey.—Hasidounestornudo—improvisó—.Metemoquemeheconstipado.—Siestáislisto,megustaríaacabarconestocuantoantes.—Loestoy—respondióelMarqués,amagandounasonrisa.—Os dejaré solos —anunció Adhárel, apartándose de su camino mientras

Zennionvolvíaaentrarenlamismasaladondehabíanestadoantes.Cuandolaspuertassevolvieronacerrartrasellos,LaugarddeSiolsupoque,para

bienoparamal,sutiemposehabíaacabadoyquesisudonhabíasurtidoonoefectolodescubriríaenlosinstantessiguientes.

Se aseguró de tener cerca la ventana en caso de que algo fallara, tomó asientofrentealsentomentalistayletendiólasmanoscuandoesteselopidió.

A continuación cerró los ojos y dejó que el Maestre intentara descubrir lossecretosqueseocultabanensucabeza…siesquellegabaadarconellos,claro.

—¿Ybien?—Adhárel se abalanzó sobreZennion en cuanto la puerta se abrió.Había pasado más de media hora dando paseos por el vestíbulo sin descansar. Sihubieratenidolacostumbredemorderselasuñas,yanolequedaríaninguna.

ElMaestreselimitóanegarconlacabezayaponergestodeaturdimiento.—Parecequetodoescorrecto.ElMarquéssalióuninstantedespués,bostezando.—¿Cuálesvuestroveredicto?¿Vaisaofrecermeasiloopensáisencerrarmeenun

calabozo?ElreyagarródelbrazoaZennionyloalejódelMarqués.—Noteveomuyconvencido—dijo—.¿Sucedealgo?—Sí…ono.¡Nolosé!—murmuró,conenfado—.Puedequesoloseaqueestoy

cansado,pero¡porelTodopoderoso!,esehombreestáperdidodentrodesucabeza.

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—Tendrásqueexplicarteunpocomejorsiquieresqueteentienda,Zennion.Sonmásdelasdosdelamadrugadayelcansancioempiezaahacermellaenmisnervios—.Adhárelsemasajeólafrente,agotado.

Zennionsuspiró.—Normalmentepercibolamentedelaspersonascomounenormecristalquese

extiendebajomispies.Conun leveesfuerzopuedodeshacerloyentrarenelnivelinferior,dondeescondenlosrecuerdosysecretosmenosimportantes:quéhancomidoporúltimavez,quéfueloprimeroquehicieronaldespertarse…sihagomáspresión,pasaréal siguienteestrato,dondeocultanotro tipode informaciónmásprivada:dequiénestánenamorados,algunamentirasinimportanciaquepudieranhabercontado,esetipodecosas.Porsupuesto,todovaríaencadapersona:paraquienelalmuerzonofueimportante,paraotrapuedesuponerelmásoscurodesussecretossienvenenólacomidadesuhuésped.Así,pocoapoco,puedoirintroduciéndomeensumentehastallegaralosescalafonesmásbajos,dondeguardansusverdadesmásoscuras,aquellasque no desean que nadie, jamás, descubra. Traiciones, falsas intenciones… —ZennionsegiróhaciadondeaguardabaelMarquésyfruncióelceño—.Elproblemaconélesque,ademásdetenerqueatravesarloscristales,tengoquelucharcontra…¡paredesquesealzanysedestruyencontinuamenteyquenomedejanavanzar!

—¿Esundon?—Nopodríaasegurarlo.Todasesasbarrerasestáncreadasporsumente.Yalohe

vistoantes,peronodeunamaneratanaguda.Normalmentelasprovocaunmiedoountraumareciente.Digamosqueagitandetalformaalapersonaquenisiquieraellasabequéquiereesconderyquéno.Ysiniellamismalosabe,yonotengonadaquehacer.

—¿Dimitripodíahacereso?ElMaestrenegó,taciturno.—Tu hermano, por lo que sabemos, es capaz de insertar pensamientos y

recuerdosquenoexistíanpreviamenteparaconfundiralavíctimay,enconsecuencia,aquienintenteinvestigarla.Estoesdiferente:noescuestióndesepararlosrecuerdosointencionesrealesdelosfalsos;esque,simplemente,nopuedollegaramuchosdeellosporque…porquenosédóndeestán.

Adhárelsecruzódebrazos,pensativo.—Entalcasolomejorseráquesevaya.—¿YsiestamosechandoalreydeCaravás,Adhárel?—Mepreocuparíamás que estuviéramosmetiendo enBereth a un espía demi

hermano.ZennionseguíamirandoalMarquésconpreocupación.—Todo lo que he logrado desvelar sobre él no suponía ninguna amenaza.

Realmenteestáaterradoporloquetuhermanohizoconsureino.Teaseguroquelosmurosquesumentehalevantadonolosprovocaalguiendemaneraartificial.Perotútienes la última palabra. Solo quiero que pienses en las consecuencias antes de

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decidirte.—Te aseguro que las tengo muy presentes —masculló el rey. El cansancio

comenzabaatransformarseenunpersistentedolordecabeza.Pero¿quépodíahacer?¿Arriesgarse a tener a aquel desconocido rondando por su palacio? ¿Estabaconvirtiéndose,talycomoDunalehabíadichomásdeunavez,enunparanoico?¿Osoloestabasiendoprudente?

—Maldita sea…—¿Y si por el hecho de ordenarle que se fuera se ganaba unnuevoenemigoqueconfabularacontraélyBereth?Necesitabaaliados.¿PorquénoLaugarddeSiol?

—¿Vais a tardarmuchomás?—Cansancio, enojo y cierto aire petulante fue loúnicoqueAdhárelpercibióenlavozdelMarqués.

—Supongoqueladecisiónestátomada—ledijoenvozbajaalMaestre.Zennionasintió.

ElreysevolvióhaciaLaugard.—Podéis quedaros. Siento que hayáis tenido que aguardar tanto tiempo, pero

cualquiermedidaespocaconlostiemposquecorren.ElMarquéssonrióesplendoroso.Elgato,quehabíaestadorondandodeaquípara

allámientrasinvestigabanasuamo,sefrotócontrasupiernaantesdemaullar.—Osloagradezco,reyAdhárel.Noimagináiscuánto.Eljovenapartólavistaantesdeque,unavezmás,aquelhombreadultosepusiera

allorar.Leinquietabayleponíanervioso.—Osenseñaréyomismodóndepodéisdescansar.—¿Hasoído,minino?—escuchódeciralMarquésasuespalda—.Nosquedamos

paraluchar.¿Aquesí?¿Quiéneselgatomásmono?¿Quién?¿Quién?¡Au!AdhárelsegiróatiempodeveralMarquéslevantandoelpuñocontraelfelino.

Encuantopercibiósumirada,secontrolóysonrió.—Aveceses tan juguetónqueno sedacuentadeque susuñitaspuedenhacer

daño—seexcusó.Despuéssepusodepieysealisólaropa—.Ossigo.Elreysevolviócon losojosenblancoparaencontrarseconZennionriendoen

silencio.

Dunaseestremecióalsentirmovimientoasulado.Abriólosojosyaguardóhastaque sus pupilas se acostumbraron a la falta de luz. Para cuando logró ver algo,distinguiólasiluetadeAdhárelincorporándosedelacama.

Extrañada, se giróhacia la ventanapara comprobar queno se hubiera quedadodormida.Todavíaeranochecerrada.Elreysehabíaacostadolargoratodespuésqueella.¿Yasehabíadesvelado?¿Tanpronto?

—Adhárel,vuelvealacama,porfavor—ledijo,intentandoportodoslosmedioscontrolar sumal humor y no reprocharle que ya ni siquiera fuera capaz de dormir

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tranquiloniunpardehoras.Peroélnocontestó.—¿Adhárel?Porrespuesta,elreysepusoenpieyrodeólacamaendirecciónalapuerta.La

escasaluzdelalunaquesefiltrabaporlascortinasdelahabitaciónmostróeltorsodesnudodeljoven.

—¿Porquénomerespondes?¿Novasaponertenadaparasalir?—Dunasehabíadespabilado por completo. Se deshizo del barullo de sábanas y se puso en pie—.¡Estupendo!

Adhárelabriólapuertadelahabitaciónysalió.Dunabufó,secolocóunamantasobreloshombrosyseprecipitótrasél.Loadelantóamitaddepasillo.

Losojosdeélpermanecíancerrados.Sucarapresentabaelaspectomásapacibleytranquilo,peroahíestaba:andandoporlospasillossinproblemaalguno.

—Adhárel,porfavor.Meestásasustando.—Dunaleagarródelbrazo,perofueen vano.Él se deshizo de ella con facilidad y torció por la esquina para enfilar laescaleradecaracolquelollevaríaalospisosinferiores.

La muchacha se debatió entre pedir ayuda a gritos o aguardar para ver quéocurría.Noqueríaasustaratodosporunsimpleataquedesonambulismo.Porqueeraeso,¿cierto?Lasdudasyelmiedoseagolparonensupecho.

Lo siguió escalones abajo. Las pocas velas y bombillas que iluminaban loscorredoresdesiertosconvertíanelpalacioenunpaisajeonírico,aterradoryfascinantealmismotiempo.

¿Y si le despertaba? Temía que el remedio fuera peor que la enfermedad.¿Enfermedad? Que ella supiera esa era la primera vez que a Adhárel le ocurríaaquello, ¿no? ¿Y si lo había estado haciendo todas las noches? ¿Y si alguien lohubieraencantado?

—No…—Sintiólabocasecasoloconimaginarlaposibilidaddequevolvieraaconvertirseendragón.Loagarródelamano—.Porfavor,despierta.

Susdedosnoreaccionaron.Elmuchachoteníalapieldegallinaportodoelpechoyestabatiritandolevemente.Sinpensárselo,Dunasequitósumantayselacolocóporencimadeloshombros.

Llegaronalprimerpisoysiguieronbajandoporlaescaleracentral.¿Adóndeiba?Estaba decidida a gritar en caso de que optara por dirigirse al portón principalcuando,enelúltimomomento,torcióysedirigióalapuertaquehabíadebajodelasescalerasyquellevabaalalavandería.

¿Estaríasuficientementeconscientecomopara intentarhuirpor lapuertaocultaeneljardín?Fueracomofuese,ellaseencargaríadequenollegaramáslejos.Conungritoalertaríaatodoslosguardias.

Adhárelvolvióagirar.Nosedirigíanalalavandería.Nosedirigíananingúnsitioqueellaconociese.Dieronvueltassobreelsuelodepiedrafríoyhúmedo.Tomaronvariasbifurcacioneshastaquecomprendióquesehabíaperdidoyquenoseríacapaz

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de encontrar la salida. Y ya había tenido aquella sensación tiempo atrás. Muchotiempoatrás.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la joven. De pronto supo adónde estabanyendo.

Laspocasdudasquealbergabasedisiparoncuandoseencontrófrentealapuertaconelcarteldeaviso.Adhárelsequitólallavequecolgabadesupechodesnudoylaintrodujoen lacerradura.Lasvolutasdesualientoysurespiraciónentrecortadasemezclabanconelsonidodelasfiltracionesempapandoelsueloyelcorreteodealgúnanimalpequeño.

Lapuerta chirrió como tantasotras veces al abrirse.El pergaminode laPoesíaRealbrillabaconunhaloancestral,seductorypeligroso.

Duna se quedó en el dintel de la puerta observando al rey con lágrimas en losojos,aterradaporloquesabíaqueocurriríaacontinuación.

Adhárelseacercóalamesitaytomóentrelosdedosunaplumaoscuraquehabíaenunextremo.Lamojóenelfrascodecristalquehabíaasuladoyacontinuaciónsereclinósobreelpergamino.

El rasgarde lapluma sobreelpapelpenetrabaen losoídosdeDunacomomilagujas afiladas. Eran latigazos sobre la piel de su espalda, puñaladas en su pecho.Rápidas y continuas.Cerró los ojos e intentó contener las lágrimas, pero no pudo.Todos los consejos que había osado darle a Adhárel se derramaban por aquelladiminuta habitación al tiempo que el miedo y la rabia ocupaban su lugar. ¿QuécrueldadesleshabríanpreparadoahoralasMusas?¿Podríanconello?

El rasgar sedetuvo.Adhárel se incorporó,dejó lapluma sobre lamesitayunagotadetintanegrasedeslizósobrelamaderahastaformarundiminutocharcoenlabase.Eljovenagitólacabeza,desorientado.SediolavueltayseencontróconDunallorando.

—¿Qué…?—de pronto cayó en la cuenta de dónde se encontraban y se girócomounaexhalación.TomóelpergaminoentrelasmanosysusojosrecorrieronlosnuevosVersosquehabíacompuestosinsaberlo.

Dunaseacercóapasolento.AdháreldejólaPoesíaensulugarysedesmoronóenelsuelo.Seagarrólacabezaconlasmanosylaenterróentrelasrodillas.Dunaseagachóyloabrazócontodassusfuerzas.

—Lo siento…—susurró con la voz entrecortada—. Siento todo lo que te hedicho…losiento…

Adhárelsollozabacomounniño.DunanoseatrevióaleerlosnuevosmandatosdelasMusas.Todavíano.Loharíaconlaluzdelsol,cuandoelfríoylassombrasdelanochedejaranderesultartanamenazadoras.Ahoradebíapermanecerjuntoalreyparaconsolarlo.

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19.Reencuentro

Lacaminatafuelargayagotadora.Lalluvianoayudóamejorarlosánimosy,paracuando llegarona la fronteradel reinodeBereth,elmalhumorsehabíaextendidosobreelloscomounanubeoscuraapuntodedescargarunatormenta.

LysellyVekkahabíanvueltoadiscutirporuncomentariodelmuchachoreferidoa sumal ojo conFirela.Ella, en respuesta, le había dichoque, si no quería seguirviajando a su lado, podíamarcharse cuando le viniera engana.A loqueVekka sehabía limitado a responder con una mirada glacial antes de acelerar el paso paracolocarsevariosmetrospordelante.

Wilhelm, por su parte, intentó calmar a ambos bandos sin lograr nada salvoenemistaralosdosmuchachoscontraél.Elhombrecuervonosabíacómolidiarcondosadolescentesenciernesyloúnicoqueleapetecíacadavezqueloscomentarioshirientesy losreprochesvolvíanaflorecereraamordazarlosconun trozode telayobligarlos a andar juntos el resto del camino. Por supuesto no lo haría nunca:primero,porquelepreocupabademasiadoqueLysell llegaraaescaparseotravezy,segundo,porqueelanimalquelosacompañabanoselopermitiría,deesopodíaestarseguro.

Porsuerte,Lysellsehabíamantenidofielasupalabraynolehabíapreguntadonada respecto a su parte animal. Con todo, Wilhelm comenzaba a sentir unaspunzadasen loshombrospor culpade la tensiónacumulada.Yesque,pormuchoquelointentara,noeracapazderelajarsemientrassusobrinatuvieratalpodersobreél.

ElúnicoqueparecíaestardisfrutandoconlalargamarchaeraLueque,detantoen tanto, se separaba del grupo para campar a sus anchas, cazar y regresar variashorasdespuésconelestómagollenoylalenguafuera.

VislumbraronlaalargadasiluetadelpalaciodeBerethamediatarde,trasalcanzarla lindedelbosque.La idílica imageny lapromesadecomidaycobijo levantó losánimosdelosviajeroshastatalpuntoqueWilhelmsaliódesuhabitualhermetismopara contarles las pocas historias que recordaba sobre el reino y que sus amigoshabíancompartidoconéltiempoha.CuandoLyselllepreguntóacercadeAdhárelydelosmotivosquelellevaronaasesinaraKalendra,WilleshablódealgunasdesusaventurasporelContinente.

Escucharon todo tipo de historias durante un par de horas hasta que, todavíabastantealejadosdelosprimerosgruposdecasas,comenzaronasentiralgoextrañoenelambiente.Sinmotivoaparente,elvellodelosbrazosseleshabíaerizado.

—¿Vaalloverotravez?—preguntóLysell,alzandolavista.—Noloparece—respondióVekka—.Además,yonuncahabíasentidoestopor

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culpadeunatormenta.La intensidadde la energía se acrecentaba a cadapasoquedaban, electrizando

cadaporodesupiel,elpelodelacabezayeldelanuca.—Estonomegusta—mascullóWilhelm,sacandosuespadadelcinto.Losniños

loimitaronarmándosetambién.Elzumbidofuelosiguientequeescucharon.Unzumbidosuaveyconstantecomo

los gritos de una muchedumbre muy, muy alejada o un centenar de abejasrevoloteandocercadesusoídos.

Losniñosnosupieronquépodíaser,perodeprontoaWilhelmlesobrevinounrecuerdodecuandonoeramásqueunniñoyjugabaconsushermanasaencenderyaapagarunabombillaenunahabitaciónaoscuras.

—¡Eselectricidad!—dijoelhombrecuervosinningunaduda.—¿Terefieresa…?LapreguntamurióenloslabiosdeLysellalrepararenunacasadepiedracercana

encuyasventanasseadvertíaunresplandorqueseencendíayseapagabademaneraintermitente.Parecíacomosiunatormentaderelámpagosenminiaturaseestuvieraproduciendoensuinterior.

—Tengounmalpresentimiento.Creoquenodeberíamosacercarnos.—¿Nodecíasque eres amigodel reydeBereth?—inquirióVekka sindejar de

avanzarhacialaluz,comohechizado—¿Ysiestánconspirandocontraél?Wilhelm guardó silencio. Su curiosidad era proporcional al temor de estar

cometiendounaimprudencia,perodesdeniñosehabíasentidoextasiadoportodolorelacionadoconlasbombillasylasmáquinasdeelectricidad.

Lysellfuelamáscomedida.Concautela,sequedóaunospasosdeloshombresyalargóel cuellopara intentarver loque fueraqueestaba sucediendoentreaquellascuatroparedes.Tambiénfuelaprimeraenveralsoldadoquehacíaguardiasentadoenelescalóndelapuertalateral.

Fueaadvertirasusamigoscuandoelhombrereparóenellaydeunsaltosepusoenpie.

—¡Eh, vosotros! —exclamó andando hacia ellos con su lanza en alto. Uncompañeromásdelgadoybajoapareciótrasél,sorprendidoycoléricoalapar.

—¡Intrusos!Wilhelmsetapócondisimuloelalaylevantólamanoensondepaz.—Somosamigosdelafamiliareal.Los guardias desoyeron el comentario y siguieron apuntándoles con sus armas.

Pordetrásseacercabanunoscuantosmás,igualdearmados.—Nisiquieravoyaperdereltiempointentandoaveriguarporquéosmolestáisen

mentir. Os ordeno que os alejéis de esta propiedad antes de que terminéis convuestrostraserosenloscalabozosdelpalacio.

—Solo queríamos ver qué pasaba ahí dentro —se excusó el hombre cuervo,señalandoalaventana—.Nosabíamosqueestabaprohibido;noloponeenninguna

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parte.—¡A lo mejor podemos quitarles sus pertenencias como castigo! —sugirió el

soldadodelgado.—Cállate,Mirilla.—Nosotrosyanosvamos—insistióWilhelm—.¡Vekka!Segiróhaciaelchicojustocuandoéstesevolvíaparaexclamar.—¡Sonbombillas!¡Luzartificial!Unode lossoldadosqueseencontrabanmáscercade lacabaña loagarróde la

orejasincontemplacionesyloechóhaciaatrásconmalasformas.—Cogeatushijosymarchaosdeaquísinoqueréistenerproblemas—dijo.Elhombrecuervofueareplicarqueaquellanoerasudescendencia,perooptópor

agarrardelbrazoaVekkaydarmarchaatrás.Elniñosesoltóencuantoestuvieronaciertadistancia.

—¡Ynoseosocurravolver!—lesadvirtieron—.¡Lapróximaveznoseremostanbenévolos!

Sinvolverseniuninstante,cambiaronderumboyenfilaronelcaminodegravillahúmedaquedesembocaba,enladistancia,enelpalacio.

—Menos mal que somos amigos. No sé qué nos habrían hecho si noconociéramosanadie—comentóVekka,mordaz.

—Porfavor,nocompliquesmáslasituación.ElmuchachosegiróhaciaWilhelm.—¿Ylodicestú?¿Nosesuponequeaquísomosbienvenidos?—CuandolleguemoslepreguntaréaAdhárelquédiantresestápasandoahí.Hasta

entonces,hazloquetehanpedidoynolocomentesconnadie.—Comosituvieramuchosamigosconlosque…—Vekka,cállate—leinterrumpióLysellconuntonodelomásautoritario.Elmuchachocerrólospuños,peroobedeció.Sellevólosdedosalabocaysilbó

con todas sus fuerzas. Unos instantesmás tarde, escucharon el trote deLue a susespaldas. Como acto reflejo,Wilhelm se colocó entre el animal y la niña, lo queprovocóunarisotadaenvenenadaporpartedeljoven.

—¿CreesqueLueleharíadañoaella?El hombre cuervo lo fulminó con lamirada.Ya no quedaba ni rastro del poco

buenhumorquehabíancosechadoantesdeencontrarseconlamisteriosacabañadepiedra.

—Eselobosiguesiendounlobopormuchotiempoquehayapasadocontigo.Nodeberíasolvidarlo.

—Wilhelm,Luesabecomportarse—dijolaniñaconabsolutaseguridad—.Nolehevistoatacaranadienunca.

—QuerrásdecirexceptoamíoaFirela.—Vosotrososlomerecíais—leespetóelmuchacho.Perodebiódeveralgoenel

rostrodelhombrequelehizoañadir—:Almenosella.

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Era inútil discutir, se dijo Wilhelm. Y sumamente agotador. Pero con cadamomentoquepasabajuntoaVekkayellobo,máspreocupadoynerviososesentía.Losniños teníanrazón:elanimalparecía losuficientementebienamaestradocomoparanotirarseencimadenadiesinoeraparaprotegerlos,peroaunasíelpeligroeramásqueplausible.Además,estabalaarroganciaveladadeVekkaconlaqueteníanque lidiar para no terminar gritándose. Más de una vez lo había descubiertoburlándose con la mirada de él o de la niña, igual que tampoco le había pasadodesapercibida su rabia cuando tío y sobrina se ponían al día con lo vivido porseparado.

Prosiguieron con la caminata cada uno inmerso en sus pensamientos. Cuandopasaronjuntoalaestructurademetalenformademanoqueparecíasalirdelatierrayagarrarunabombilla, soloLysell sedetuvounos instantesa contemplarla.Su tíosupuso que le preguntaría por qué estaba allí, pero se contuvo y siguió andandocabizbaja.

Llegaronalamuralladelreinopocoantesdequecomenzaranacerrarlahastalamadrugada siguiente. Los soldados les preguntaron adónde iban, qué habían ido ahaceraBerethydedóndevenían.NohabíanirastrodellobocuandoWilsegiróparaexplicarle al chico que el animal debía quedarse fuera, lo cual no hizo más queacrecentarsuturbación.

Losguardias sedesentendieron rápidodeellos, cansados seguramentedehaberestado todo el día haciendo el mismo trabajo. Pronto se vieron imbuidos por lamarabuntadealdeanosquepaseabandeaquíparaalláconciertaprisa,cerrandolosestablecimientos y talleres.Wilhelm volvió a colocarsemejor la capa y guió a losniñosmientrasestosobservabanobnubiladoscuantolesrodeaba.Tardaronmásdelacuenta,puesLysell,cuandonoVekka,sedeteníaencadapuestoqueseencontrabahastaqueWilhelmlograbaconvencerlosdequevolveríanporlamañana.

Cuandollegaronalpalacio,laluzqueiluminabalosalrededoresyanoeraladelsol,sinoladelosfarolillosyantorchasquecolgabandelasparedes.

—Venimos a ver al reyAdhárel Forestgreen—informóWil a los guardias quecustodiabanelportóndeentrada.

—Me temo que es tarde para concertar citas—respondió este, mirándolos dearribaabajo—.Tendréisqueesperaralamanecer.

Vekkaresoplóasuespalda.—No.Tenemosqueverloahora.Somosamigos.—¿Más?—preguntóelotrosoldado,conevidenteburla—.¿Porquéseráquelos

amigosdelarealezaprefierenaparecercuandoelsolyasehapuesto?Elhombrecuervolomirósincomprenderelcomentario,perosemantuvofirme.—Noleharáningunagraciasaberquehetenidoquepasarlanocheenunaposada

porvuestraculpa.Perosipreferísarriesgaros,noesmipuestoelqueestáenjuego…Se dio media vuelta y comenzó a descender los primeros escalones cuando

escuchólapuertaabriéndosetrasél.

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—Estoyhartodeserelrecadero.Nomepaganparaeso—mascullóelsoldado,desapareciendoensuinterior.

—¡MinombreesWilhelm!Una brisa de viento agitó su capa y su pelo cuando se dio la vuelta. El otro

soldadocreyóveralgo,peroélsedioprisaenocultardenuevosudeformidad.Lysellestaba tiritando, frotándose los brazos con fuerza. Vekka aguardaba con lamiradapuestaeneloscurohorizonte,el fuegosereflejabaensuspupilasal tiempoquesupelo oscuro y lacio se agitaba a ambos lados de su rostro como las alas de unmurciélago.

—¿Wil?ElhombrecuervosegiróparaencontrarseconunAdhárelmuydiferentealque

recordaba:conelpelocorto,lasfaccionesmásmarcadasyelcuerpomásfuerte.—¿Erestúdeverdad?Porrespuesta,elhombrecuervoseapartólacapalojustocomoparaenseñarlas

plumasdelapunta.—¡Nopuedocreerlo!—Ademásdelailusióndelreencuentro,Wiladvirtiócierta

inquietudensuvoz.—Yotambiénmealegrodevertedenuevo,amigo.Elreylediounamistosoabrazoydespuésseseparóparaobservarloentero.—Noteesperábamos.—Yasabesqueraravezplaneoelpróximopasoquevoyadar.AdhárelreparóentoncesenlosdosniñosquehabíaacadaladodeWil.—¿Vienencontigo?—preguntó,sinperderlasonrisa.—Majestad,ospresentoamisobrinaLysellD’Artenaz.Adhárellomiródehitoenhito.—¿Es…?—LafuturareinadeSalmat,sí.ElreyseacercóaellayconelmismodesconciertoquehabíaapreciadoWilhelm

antes,leagarrólamanoyselallevóaloslabios.—Unhonorconoceros,majestad.Laniñasonrióyapartólamirada.Elreysevolvióhaciaelmuchacho.—EsteesVekka—explicóWil—.Un…amigosuyo.—Encantado igualmente.—Adhárel le tendió lamanoyelchicose laestrechó

condesgana—.Menudofríohaceaquífuera—comentó—.Porfavor,pasadadentro.—¡Wil!—Dunabajócorriendolaescaleraparasaludarlos—.¡Nopuedocreerlo!

Quéalegríatenerteporaquí.—Lediounabrazoysevolvióhacialoschicos—.Hola,mellamoDuna.

—YosoyLysell—respondiólaniña.Despuéslediouncodazoasuamigoparaquedijeraalgo.

—Vekka.—Apartólamiradaylaenterróenelsuelo.Wilnegóensilencio.Duna,porelcontrario,sonrióamigablemente.

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—Encantadadeconoceros,LysellyVekka.SeacercóaAdhárelylepasólamanoporlacintura.—¿Nomedigáisquemeheperdidolaboda?—preguntóWil,jocoso.—Porelmomentonotehasperdidonada—replicóDuna,haciendoungesto.El

hombrecuervolosmiróextrañadoyAdhárelseencogiódehombros.Lapuertadeunadelashabitacionesseabrióenesemomento.—¿Adhárel, piensas volver o termino de…?—Sírgeric se quedó en silencio al

reconoceralreciénllegado—.Alabadosseanlosojos.¿Wilhelm?—Elmismo—respondióhaciendounacorta reverencia.Sírgeric seacercóy se

estrecharonlamano.—¿Yquétetraeporaquí?—EstamosdepasohaciaSalmat.Elmuchachopelirrojofruncióelceño.—¿Vasavolver?WilseñalóaLysell.—Esmisobrina.Tenemosalgunosasuntospendientesporallí.—¿Lahijade…?—Sevolvióhacialamuchacha—.Vaya.Unplacerconoceros,

majestad.—Elplaceresmío—dijoellaconunhilodevoz,abrumadaantelasensaciónde

quetodossupieranquiénera.Dunadiounapalmadaparallamarlaatención.—Debéis de estarmuertos de hambre. Iré a avisar a las cocineras para que os

preparenalgo.—Gracias,Duna—respondióWil.—Sírgeric,¿puedespedirleaGrimaldaquepreparetrescamasmásestanoche?Y

quetenganlistossusbañosycojanropalimpia.—¿Yo?¿HablarconGrimalda?¡Anteslescedomihabitaciónentera!Adhárelalzólascejas.—Noséparaquétenéiscriadossisiempreacaboyohaciendolosencarguitos—

mascullóelmuchacho,perdiéndoseporlapuertaalalavandería.—Acompañadme.Podemossentarnosenelcomedor,mientras.Wil comprobócómo losojosde su sobrinabrillabanante lasmaravillasque se

desplegabananteella.—Son bombillas… —musitó, acercándose a la pared y rozando con el dedo

suavementeunaparahacerlabajardeintensidad.Wilsonrióalrecordarqueaquellahabíasidosumismareaccióncuandoentróporprimeravezallí.

Vekka,porelcontrario,nosehabíamovido.Teníalacabezagachayseagarrabaconunamanoelbrazocontrario.Willepalmeólaespaldaylepidióquelossiguiera.

Dunalosesperabaenelcomedormientrasvariasdoncellasponíanlamesaparaellos.Wilsesentóenunadelasesquinasylosniñosloimitaron.Adhárelsecolocóenfrente,juntoalajoven.

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Lacomidanotardóenllegar.Elaromadelguisodecerdoleshizolabocaagua.—Que aproveche —comentó Adhárel con una sonrisa cansada. Los recién

llegados no esperaronmás y se abalanzaron sobre su comida conmayor omenoreducación.

Durante los siguientesminutos nadie habló.Duna yAdhárel aguardaron a quellenaransusestómagosconlamiradaperdida,atendiendoasuspensamientos.

—Estátododelicioso—dijoWilhelm,limpiándoselasalsadelacomisuradeloslabiosconlaservilleta.Bebióuntragodelacopadevinoquelehabíanservidoyserecostóenlasilla—.Delicioso.

Dunacorroboróelcomentario.—Ydecidme,¿quétalosvacomosoberanosdeBereth?¿Yaoshabéisaburrido?—No tenemos tiempoparaeso—comentóAdhárel conamargura.Wilpercibió

ciertatristezaensuspalabrasydejódesonreír.—¿Ocurrealgo?—¿Notehasenterado?Losniñosdejaronderoerloshuesosdelplatoparaprestaratención.—No,¿dequé?—Wiltragósalivaysereclinósobrelamesa,agitado.—Dimitri,mihermano,eselnuevoreydeManseraldayhadeclaradolaguerra.—¿Aquién?¿Conquéhombres?Siemprecreíqueel surno interferíaencosas

delnorte.Adhárelnegóconsuavidad.—Está reuniendo a los sentomentalistas de todo el Continente para crear un

ejércitoqueconquisteelrestodelosreinos.—¿Hablasenserio?—Nobromearíaconalgoasí.Wilsemasajeólafrenteydirigióunamiradaasusobrina,quealmismotiempo

loobservabapreocupada.—Bueno.Yocreoqueeshoradeirseadormir,chicos—losapremió—.Elviaje

hasidoagotadorytampocopodemosabusardelahospitalidaddeestereino.—¿Cómoqueno?—leespetóDuna—.Podéisquedaroseltiempoquenecesitéis.

¿Verdad,Adhárel?Elreyseencontraba,denuevo,inmersoensuspensamientos.—¿Adhárel?—insistióDuna.—¿Qué?¡Oh!Desdeluego.Lo…loquenecesitéis,Wil.Elhombrecuervoasintió,complacido,ysepusodepie.—Ahoraloquenecesitamosesdescansar.Sobretodoestosjovencitos.Vekkalofulminóconlamiradaporllamarloasí,peroWilnoquisodarsecuentay

losacompañóalapuertadelcomedor,dondeesperabaunsonrientelacayoquehizounapomposareverencia.

—Yolosacompañaréasusaposentos—dijoconunasonrisa.Adhárel asintió desde lamesa.Lysell dio las buenas nochesmientrasVekka se

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limitabaaasentirconlacabeza.Encuantolosniñosdesaparecieron,Wilregresóasuasiento,ansioso.—¿Qué sabemos al respecto? ¿Ya habéis mandado alguna ofensiva? ¿Han

intentadoatacaros?—No,porelmomentonohemos…dadoningúnpaso.—Aexcepcióndelaelectricidad—tanteóWil.Adhárelsepusotenso.—¿Quésabesdeeso?—Calma, amigo —le dijo con un ademán—. De camino al palacio hemos

descubiertounacasitacercadelbosquerepletadeguardias.Elreyasintió.—Lo estamos manteniendo en secreto, por eso solo tenemos un pelotón

encargadodesuseguridad.Encualquiercaso,essolounproyecto.Laideaesutilizarlaelectricidadcomoarma,llegadoelmomento.

Wilhelmasintió.—Eso os proporcionará una gran ventaja. ¿Ya habéis enviado rastreadores a

inspeccionarlazona?¿Algunacuadrilla?—No,esono.—¿Yaquéesperáis?—preguntóconangustia.DunalepusolamanosobreelbrazoaAdhárelparaqueledejararesponderaella.—Noestansencillo,Wil.Haymáscosasenjuego.—Desoslayoobservóalrey.—LaPoesía—adivinóelhombrecuervo—.¿Tanmalaes?—Es…peligrosa—respondióAdhárelconunalacónicasonrisa.Subuenhumor

delprincipiosehabíaesfumado.—Porsuertetodavíanohanintentadoatacarnos—añadióDuna—.Oalmenosno

somosconscientesdeello.Sírgericentróentoncesenelcomedoramagandounbostezo.—Si Dimitri decide atacar —dijo— solo tenemos que dejar que Grimalda se

enfrenteaél.PorlasMusas,¡esamujertienelaenergíayelmalgeniodeunbatallónentero!

—¡Tehe oído!—escucharongritar a lamujer desde el vestíbulo. Sírgeric hizounamuecadepreocupación.

Dunalepalmeólaespalda.—Olvídatedevolveratenersábanaslimpiasenunabuenatemporada.—Estoymuerto.—Seechóelpelohaciaatrásconlasdosmanosydespuésmiró

aWil—.¿Dequéhablabais?—Meestabanponiendoaldía.Estosúltimosmesesnoheparadoenningúnreino

eltiemposuficientecomoparaenterarmedetodaslas…novedades.—¿Dóndehasestado?—preguntóelmuchacho—.Yavemosquelabúsquedaha

dadosusfrutos.Tienesunasobrinapreciosa.Elhombrecuervosonrió,cansadoyorgulloso.

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—Ha sido duro, pero ha merecido la pena. Lysell tiene el alma de una reina,aunquehayavividodesdequeeraunareciénnacidaconlosnémades.

—¿Némades? —Adhárel entrecerró los ojos con la cabeza en otra parte—.Némades…

Dunasuspiróyleacaricióelbrazoalrey.—Esoesfantástico,Wil—dijo—.¿Yelchico?—Essolounamigo.Apenasmehancontadonadasobresuanteriorvida,perono

debían de ser muy felices. En cuanto Lysell le dijo que se marchaba, él decidióacompañarla.

—Noparecemuyamigable,debodecir.—Noloes.Enabsoluto.Tampocoparecealguienpeligroso,pero…—Pero¿qué?—preguntóAdhárel,mirándoleinteresado.—Peronotienesombra.Lostrescomensalessequedaronconlosojosabiertosysinpalabras.—Losé,losé.Yotampocoleencuentroexplicación.—¿Esunsentomentalista?—preguntóSírgeric.—Queyosepa,no.Yelhechodenotenersombranole…—Nopodemosarriesgarnos—tercióAdhárel—.Zenniontendráqueanalizarlo.Wilhelmsecruzódebrazos.—Essolounniño,Adhárel.Elreypareciósorprendido.—¿Solounniño?Ahoramismonomefíonidemipropiaalma,Wilhelm.Sitúno

sabesnadadeélytampocoquieresquenosotrosloaverigüemos,nopodráquedarseaquí.

—Adhárel…—mascullóDuna—.Porfavor.—No,Duna,Adhárel tiene razón—intercedió el hombre cuervo—.Pero noos

preocupéis,tampocopensábamosquedarnosmuchomástiempo.—Wilhelm,no te enfades—intentómediar ella.El reynodijounapalabra.Se

limitó a observar al recién llegado—. ¿Pensáis iros a Salmat sin saber en quésituaciónseencuentra?

—¿Lohanasediado?¿Handestruidoelcastillo?—Quenosotrossepamos,no.—Entonces lo intentaremos, sí —su voz sonó tajante y agotada—. El reino

necesitaunasoberanayesaesLysell.LeprometíamihermanaquelaprotegeríaylallevaríaderegresoaSalmat.

Adhárelalzóunaceja.—Ydespués,¿qué,Wil?¿Piensasquedarteconellao,unavezquelasientesenel

trono,tedarásmediavueltaydesaparecerás?—¡Adhárel,basta!—lerecriminóDuna—.¿Aquévieneesto?—Veoque sigues siendo igualde impulsivoquecuandonos conocimos.—Wil

ladeólacabeza—.¿EsesoloquelasMusasteestánenseñandoacontrolar?

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Elreysepusoenpiedeungolpeytirólasillaalsuelo.Sírgericleimitóconigualrapidezyloagarróantesdequecometieraningunaestupidez.

—NoseteocurravolverainsinuarnadasobremiPoesía.Dunatambiénsepusodepie.—Creoquelomejorseráquetodosnosvayamosadescansar.Hasidoundíamuy

largoynosomosconscientesdeloquedecimos.—Yo siempre soy consciente de lo que digo —replicó Wilhelm—. De cada

palabraquepronuncio,créeme.—Serámejorquetevayasadormir—insistióDuna.—Yoteacompañaréatuhabitación—seofrecióSírgeric.—Buenasnoches—dijoelhombrecuervoantesdedarselavuelta.El reyno respondiónada.Leobservóconmirada furibundahastaque saliódel

comedor.Lamuchachasegiróyleobligóaquelemirasealosojos.—Adhárel…—Ahórratelo —le espetó él, liberándose—. O tendrás que volver a pedirme

disculpas.Dunafueareplicar,perolaspalabrasseleatragantaronenelpaladar,juntoala

indignación, la vergüenza y la rabia. No hizo nada por impedir que Adhárelabandonasetambiénlasala.Sedejócaersobrelasilla,apoyóloscodosenlamesaylacabezaenlasmanosmientraslosúltimosVersosdelaPoesíarevoloteabanensumentecomoavesderapiña…

Biensabelareinablancaquehaylazosquesedesatan;elpuñalquehoytedefiendemañanaestaráentuespalda.

Preguntaatuamigoelcuervosiconfíaensushermanasosiviveconelmiedodecaerenunatrampa.

Labatallaesinminente,todoshacenalianzas.Deberíaspreguntartequiénmerecetuconfianza.

Tetraicionaráunamigoqueahoraalojasentucasayhasolvidadoquealguiensiguequeriendovenganza.

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Laugardsonriónerviosoaltiempoqueseocultabaentrelassombrasdelvestíbuloparanoservisto.Estabasudandoamares,peroyaestabahecho.

Habíaresultadotansencilloquehastalecostabacreerquehubiesesalidobien.Sudonibacreciendoacadadíaquepasabaysolohabíanecesitadounpuñadode

palabras para alterar de aquella manera a Adhárel. Sabía que con cualquier otrohabríatenidomásdificultad,peroelreyestabatanconfusoquebastabacontocarlosengranajesadecuadosparaponerlamaquinariadesuiraenmarcha.

Demejorhumoryrecuperandoelaliento,comenzóasubirlasescalerashaciasuhabitación.DurantelamadrugadasepondríaencontactoconDimitriylecontaríaloquehabíadescubiertosobrelasarmasdeelectricidad.Yapodíaimaginarsevitoreadoyadoradoportodos.¡Nuncaimaginóquesutrabajofueraasertansencillo!

Cerrólapuertadesusaposentosybatiópalmascomounniñopequeño.SecreíatanpoderosoenesemomentoquehastapodríalograrqueAdhárelmataraacuantosle rodeaban antes de suicidarse él mismo. Sin embargo, Dimitri no quería eso.Necesitabaasuhermano.Enelpeorestadoposible,perolonecesitaba.

Tenía que haber guerra para que el resto delContinente supiera quién era él ycuáles sus propósitos. Si Bereth caía sin que, a primera vista, Dimitri hubieraintercedido,nadielotemeríatantocomoprecisaba.PorlopocoquehabíaconocidoalreydeManseralda,suorgullosealimentabadeltemorqueprovocabaenlosdemás.EramuchomáscansadoquelosmétodosdeLaugard,perotambiéndabasusfrutos.

Con la conciencia tranquila de quien había hecho un espléndido trabajo, elMarqués se desvistió y semetió dentro de su enorme cama. Se encontraba de tanbuen humor que hasta se permitió acariciarle la cabeza al gato antes de quedarsedormido.

¿Cómopodíalagentequejarsedelavidasieratansencilla?

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20.Almasprisioneras

Firela no podía apartar los ojos del espejo. Llevaban una semana de viaje, perotodavíano sehabíahecho a la ideadeque suhermanapudiera estar allí, con ella,paseandoporaquelmismobosque.Quehubieraestadoasuladodurantetodoaqueltiempoenquelacreyómuertayenterrada.

Kalendraestabaviva.Alotroladodelespejo,peroviva.—Tantocomoyo—leaseguróGalasazcuandoFirelalehizolapregunta—.Pero

hayalgoquedebescomprendersobreesteobjeto…Algo que su razón se obcecaba en no creer mientras sus ojos insistían en lo

contrario. El dolor del pecho se había intensificado mientras sus emociones sedesbordaban.Supenayalegría jugabanconsus recuerdosysu razónparadespuésemborronarlos. Y todo ello porque la vida había escondido a su hermana en unmundodefantasmasdelqueningúnmortalhabíatenidoconstanciahastaentonces.

—Somosalmasprisionerasdedeseos incumplidos.Muertosaun lado,espíritusvivosalotro.

—¿Porqué?—quisosaberella—.¿Cuálestudeseoincumplido?¿Cuáleseldemihermana?¿Porquénuncahaintentadoponerseencontactoconmigo?¿Porquénosabíaniqueestabaaquí?

Las preguntas se le atragantaban, incapaz de decidirse por una, impaciente porconocerlasrespuestasatodas.

—Mideseoesvolveraveramifamilia,comotedijecuandonosconocimos.Eldetuhermana,lodesconozco.Elmotivoporelquenuncasehapuestoencontactocontigo,queridaniña,esporqueellanosabequeestásaquí.Tesienteigualquemesienteamí,peroniyopuedohablarconellaniellapuedecomunicarsecontigo.Estarealidadhaexistidodesdesiempre,perohapermanecidoocultaenlosplieguesdelaimaginación de los mortales. Solo yo, después de mucho tiempo investigando alrespecto,meatrevíacrearunaventanaparaestudiarlo.Claroqueporentoncesnuncaimaginéquealgúndíallegaríaaatravesarlo.

—Sémásespecífico,porfavor—lesuplicóellasinánimodeempezarunanuevapelea.

SeencontrabanalnorestedelbosquedeCélinor.Llevabancaminandoseisdíassindescanso.Galasazlehabíarecomendadointernarseentrelosárbolesenbuscadecampamentos némades que pudieran ofrecerle cobijo y alimentos, pero ella habíadesestimadolaideasindarexplicaciones.

—Lo que te quiero decir—prosiguió el viejo— es que hay quienes morimoscuandotodavíanosquedanasuntospendientesqueconcluiraeselado.

Firela apartó la mirada de su hermana, que descansaba sobre unas rocas a su

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espalda,ylaclavóenelsentomentalista.—Pero tú quisiste cruzar… ¿no es así? —Con solo intentar comprender

vagamente la situación, le venían mareos—. ¿Por qué lo hiciste si todavía tequedabancosasaestelado?

—Lo único que hice fue trabajar a contrarreloj para crear este espejo que mepermitieraseguiratadoalotroladocuandomuriese.¡Yfuncionó!

Yfuncionó,sí,pensóellaalrecordarsucadáverenlossótanosdelasruinas.—Una vez que vea ami familia, les pida perdón yme despida de ellos podré

abandonarparasiempreestemundo.Poresoteagradezcotantoelesfuerzoqueestáshaciendo,Firela.

Ella apretó los labios y amagó una triste sonrisa. ¿Hacía cuánto que nadie leagradecía nada? ¿Cuándo fue la última vez que ayudó a alguien sin esperar unaretribuciónacambio?

—¿YKalendra?¿Quépuedohacerparaquesemarchetambién?—Lameraideadevolveraperderasuhermanaleescocíacomosalenunaherida,perocadavezleresultabamásinsoportableladesesperacióndeverlaynopoderacercarse.

—No lo sé.Ya te he dicho que no puedo hablar con ella. ¿Cuántas vecesmásnecesitasquetelodemuestre?Estemundoestannuevoparamícomoparati,peropareceserquenuestrasalmasseanclanaunapersonaalotrolado.Exceptolamía…

—Queloestáaesteespejo—concluyólaAsesinadelHumo,nosinciertohastío.Elviejoasintió.—Asíes.Simiscálculossoncorrectos,yraravezmeconfundo,bastaráconque

rompaselespejoparaqueyoquedelibre.Ojalátodofueratansencillo,meditóFirela.Ojaláconromperunsimplecristalsu

hermanaquedara libre,opudiera regresarasu lado,oalmenospudierahablarconella…

—Entonces, Kalendra… —le costaba decirlo—. Entonces mi hermana va apermanecersiempreeneseestado,persiguiéndomesinsaberqueyoestoyaquí,quelaveo,quelasientoyquelaescucho.Quepodríaliberarlasimedijeracómo.—Lamujercerróelpuñoconfuerzasobreelmango—.Noesjusto.

—Si lamuertenoesel finalmás justo,¿cuál loes?Tratapor iguala ricosyapobres,areyesyamendigos,a…

—Si no te callas, arrojaré el espejo contra el suelo —le advirtió ella con elcorazón abrasándose en las llamas de un fuego que creía extinto y que ahora sealimentabadesuimpotencia.

—Noloharías,querida—dijoelotroconabsoluta tranquilidad—.Nomientrassealaúnicamaneradepermanecerjuntoatuhermana.

—Podríadarmediavueltayalejartedetufamilia—loamenazó.—Podrías hacerlo, desde luego. Pero ¿qué harías después? ¿Regresarías a tu

anodinavidaahoraqueconoceslossecretosdeestemundo?—Mividanuncahasidoanodina.

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—Loimaginaba,solointentabaengañarteparaquemecontarasalgomássobreti.Firelasemasajeóelpuentedelanariznegandolevemente.—Nadaqueyohayahechoenelpasadopuedeinteresarte,créeme.—Tomóairey

dijo—:Comoteprometí,tellevaréhastatufamilia.Despuésencontraréelmododesacaramihermanadeaquí.

—Esoesimposible—comentóGalasazconindiferencia.—¡Eso túno losabes!—leespetóella—.No losabes.ElContinentealbergaa

sentomentalistasdetodaíndole.Sitúhaspodidocrearesteespejo,otropodrásacaramihermanadeél.

—Siyohepodidocrearesteespejohasidoporquesabíaloquebuscaba.Asífuecomoaverigüé lanecesidaddemuchasalmasdeaferrarse,noaestemundo,sinoaalgunade laspersonasquevaganpor él.Así fue comopude cambiarmidestinoypermanecerunidoaunobjetoenlugardealcuerpodeunfamiliarquejamásllegaríaapercibirmesiquiera.¡Ydejadeintentarsonsacarmemissecretos!

Firelaesbozómediasonrisaynegóconconvencimiento.—Lovoyalograr,Galasaz.Volveréaestarconella.Elviejosuspirócansadoyseencogiódehombros.—Nohayunpoderquelogremásmilagrosqueeldelafuerzadevoluntad.Siese

estusueño,noseréyoquienteloarrebate.Solomelimitoaprepararteparaunamásqueposibledecepción.

—Ydejadesermonearme.Con ese último comentario, Firela se colgó el espejo del cinturón y siguió

caminando.Durantelasjornadasquellevabandeviajenosehabíancruzadoconnadie.Sino

fueraporquesabíaqueeraimposible,creeríaquetodoshabíandesaparecidoyqueeralaúnicasuperviviente.De tantomiraralespejoempezóapreguntarsesi,quizás,elmundorealfueraeseynoaquelenelquelehabíatocadonacer.

Las tormentas se fueron volviendo más frías según dejaron el sur atrás. Unamañana,duranteladuodécimajornadadecamino,elfríovientodelasmontañasdelnortetrajoconsigounadelicadasábanadecoposblancos.

ParecíaquehubierapasadounaeternidaddesdequeFirelavioporúltimavezlanieve.Yentonceslloró,pueselrecuerdodelasprecipitacionestrajoconsigoeldesuhermana.

Firelamiróenel espejoyvioqueKalendraobservabael cielocongesto serio,indiferente a la nieve que se posaba en su piel y sus pestañas. Indiferente a estarmuerta.

Semanasmástarde,ateridadefríoyconunaposiblepulmoníaenciernes,FirelallegóaAltoCieloy sehospedóenunahumildeposadaa lospiesde la inmensayesperpénticamolequeeraelreino.Perosuviajenohabíaconcluido.

LasfríastierrasdeGélinazeransudestino.Lahumildecasaenterradaenpiedraque tantas veces le había descrito el viejo Galasaz con ojos soñadores, su meta.

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Aquellacuyaentradaseencontrabaenlaladeraoestedelasmontañasqueocultabanelreino.

Pero para llegar hasta allí, antes tendría que atravesar las inhóspitasMontañasVeladas, el fastuoso bosque de pinos y abetos que sombreaba su falda… y eldesangeladoDesiertodeCristal.

Dehabersabidodóndele llevaríasujuramento, jamáshabríaemprendidoaquelviaje.

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21.Dichadelarealeza

Lyselldiovueltassobreelcolchónsinlograrconciliarelsueño.Llevabanallícuatronochesytodavíaseguíapensandoqueaquelloerademasiadoperfectoparaserreal:elolor a lavanda y jabón que su piel desprendía, la suavidad de las sábanas que seescurríanentresusdedoscomoelagua,elvolumendelaalmohadaqueacariciabasusmejillas…

Cuatrodíasyseguíacreyendoquetodoaquelloeraunafantasía.Intentóqueelsueñolaembargaraconsucálidoalientocuandoungolpesecoal

otroladodelaparedlehizoabrirlosojos.Alguienabrióunaventanacercana.Deunsalto,sepusoenpieyseacercóalcristal.Lalunacreciente,apuñaladapor

jironesdenubesgrises,derramabasufríaluzsobrelosjardinesdelpalacio.Laniñaagarróelpicaporteydejóqueelvientoseescurrieraporsuhabitación.

—¿Vekka?¿Erestú?—lepreguntóalanoche.—Sí.Veteadormir—leespetólavozdelniño.Lysell se aupó al alfeizar y, agarrándose con unamano de la pared, se asomó

hastaverasuamigoenlaventanacontigua.—¿Vasasaltar?Porqueestáunpocoalto.—No,novoyasaltar.Laniñasemordióellabio.Noqueríaseguirpreguntandosinestarseguradeque

suamigoquisieraresponder,perolacuriosidaderamuchomásfuerte.—Entonces,¿quéhaces?—LlamaraLue.—Oh.Elniñoechóhaciaatráslacabezaydespuéslaempujóhaciadelante.Elaullido

quesuslabiosdibujaronenelairesedespegódelvahodesubocaysealejóflotandoporelcielo.Laniñaleobservórepetirlocondiferentestonalidades.

Larespuestallegóunossegundosmástarde.Suaveylejana,perollenadevida.Vekkarepitióunavezmáslatonadaantesdeguardarsilencio.

—Nosabíaquepodíashablarconél—mascullóLysell,conlavistapuestaenelbrillanteastro.

—Nosabesmuchascosassobremí,Lysell.Igualquetutío.—¿Quétienequevermitíoenesto?—Séquemeodia—selimitóacontestar—.Nolecaemosbien.NiyoniLue.—Esonoesverdad.—Sabes tan bien como yo que sí lo es. Estaría encantado si de pronto

decidiéramosmarcharnosydejartesolaconél.—Vekka, eso no lo sabes.Wil puede ser algo frío de vez en cuando, pero te

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aprecia.—No.Élmeestáagradecidoporhabertemantenidoconvidahastaquellegó;es

muydiferente.Laniñasequedóensilencio.ValorabaaWilpor todo loquesuponíaparaella:

una soga a la realidad que le había sido ocultada hasta que le conoció, la llave almundo al que sus padres habían pertenecido…PeroVekka era su amigo. Su guíadurante todo ese viaje. Alguien en quien podía confiar por muchas peleas quetuvieran.Alguienquesabíaquelaescucharíacuandonecesitarahablardealgoyqueguardaríasusecreto.

Queríaquese llevaranbien,peroella tambiéneraconscientede lopocoqueseagradabanelunoalotro.

—¿Quétepareceelpalacio?—preguntóparacambiardetema.—Grande.Asfixiante.Supongoquebonito.—Amímegustamucho.YelreyAdhárelmeresultaencantador.—¿Te resulta encantador? —La imitó—. ¿Se te han pegado tan pronto las

costumbresdelacorte?LysellsesintióenrojeceryagradecióqueVekkanotuvieraundonqueleobligara

aresponderlaverdad.—Cállate.Él se rió entre dientes. Sí, se le habían pegado.O almenos deseaba que se le

hubieranpegado,pensóLysell.Legustabaaquellavidaquesolohabíacomenzadoasaborear. También seguía teniendo miedo de las pérfidas intenciones de quienespudieran estar a su alrededor, pero los beneficios eran demasiado brillantes yhermososcomoparaobviarlos.

Duranteelviajehastaallísehabíaconcienciadodelomuchoquequeríallegaraserunabuenasoberana.Ayudarasussúbditos,aprendersobrepolíticayarreglarlasinjusticias.¿PorquélecostabatantoaVekkacomprenderlo?Nohabíahabladoconélal respecto, pero ¿de verdad no era capaz de advertir por sí solo lo feliz que seencontrabaallí?¿Nopodía,aunquesolofueraporunavez,aceptarqueesepodríasersumundo?

—Memuerodesueño.Buenasnoches,Eis—dijoelmuchacho.Laniñagolpeóconlospuñoslapiedra.—¡MinombreesLysell!—exclamó,perolaventanacontiguayaestabacerrada

—.Idiota.Volvióalacamaysetumbóconlosbrazoscruzadossobreelpecho.Mientraslos

pensamientosseibancalmandoyelsueñoledabaunanuevaoportunidadparaquelosiguiera, la niña se olvidó de Vekka, de Wil, de los reinos, del bosque y de losnémades.Ysolointentórecordaraunamadrequenuncaconocióynuncaconocería.

Paracuandolaprimeralágrimaseperdióenelintrincadotejidodelaalmohada,lajovenprincesayaestabadormida.

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Lediolasensacióndequehabíanpasadoapenasunosminutoscuandooyóquealguienllamabaconinsistenciaalapuerta.Desorientada,abriólosojosygirósobresímismahastaquedarbocaarriba.

—¿Lysell,estásdespierta?—EraWilhelm.—Sí…—mascullóconlavozpastosa.Lapuertaseentornóyelhombreasomólacabeza.—Buenosdías.Lysellbostezóconunasonrisa.—Buenosdías,tío.—Te traigo un vestido de parte de la reina—explicó,mostrando la prenda de

color verde esmeralda perfectamente doblada sobre los brazos y otramás sencilla,blanca—.Lohapedidoexpresamenteparati.

Lysellsaliódedebajodelassábanasygateóporlacamahastaelextremodondeelhombrecuervohabíadepositadolaropa.Pasólosdedosporlasfiligranasdelsuaveescoteyalzólamirada.

—Esprecioso.Dalelasgracias.—Yatendrástiempodedárselastúmismaestanoche:hanpreparadounacenade

galaentuhonor.Lyselltragósaliva,intimidadayhalagadaalapar.—Vaya…—Trasunossegundosensilencio,añadió—:Megustaestelugar.—Amítambién,perosabesquenopodemosquedarnosmuchotiempo.—Suvoz

quedóveladaporalgoquelaniñanosupoidentificaryquenoseatrevióapreguntar—.Vístete.Teesperaréfueraparabajarjuntos:estepalaciopareceunlaberinto.

FueasalircuandoLysellrecordóalgo.—¿YVekka?Élencogióloshombrosenungestodeignorancia.—Hepasadoporsuhabitaciónantesyestabavacía.Quizáshayasalidoadarun

paseoporlosjardines.La niña desvió los ojos hacia la ventana y, en cuanto su tío cerró la puerta, se

lanzóamirarporelcristal.Apartedesetosperfectamenterecortadosyparterresdehermosasfloresmulticolores,allínoseveíaunalma.

Conciertadificultad,sepusoelvestidosobrelaotraprendadelinoconformadetúnicay,agarrándoselapartedelantera,seobservóenelespejoquehabíajuntoalosarmarios,sonriente.Ahorasíqueparecíaunaprincesa.Supeloblancoyenmarañadoseasemejabaalosúltimosvestigiosdeunanevadasobreelbosque.Sesorprendiódelo mucho que había crecido en las últimas semanas; sin ningún lugar dondecontemplarsureflejoduranteaqueltiempo,elcambioleresultóevidente.

Estabadandounavueltasobresímismacuandoalguienllamóalapuerta.—Lysell,soyyootravez.Mehabíaolvidadodelcalzado.¿Puedopasar?Laniñasecolocóelvestidocorrectamenteydijoquesí.—¡Vaya! ¿Deverdaderes tú?—bromeóWilvisiblemente sorprendido—.Estás

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guapísima.Ellasesonrojó.—Necesitoayudaconloslazosdelaespalda…El hombre cuervo asintió, dejó los zapatos que llevaba en la mano y fue a

acercarsecuandoreparóenalgo.—Metemoquenosoyelmásindicado—conlamanoapartólanuevacapaque

llevabaencima,rojayconbordadososcuros,ydejóalavistalasplumasnegras.—Oh,losiento.Nopretendía…—laniñadeseóqueselatragaralatierra.—Losé.Nopasanada.—Latranquilizóconunademán—.Esperaaquí.Sinperderuninstante,volvióasalir.Lysellsesentóalbordedelacamaynegó

en silencio. ¿Cómopodía ser tandesconsiderada? ¿Así iba a actuar cuando tuvieraqueresolverlosdilemasdesussúbditos?¿Obviandosusauténticosproblemas?WileraWil, pero cualquier otro podría haberse ofendido de verdad si hubiera pensadoqueseestababurlandodeél.

LapuertavolvióaabrirseyporellaentraronDunayelhombrecuervo.—Buenosdías,Lysell.—Hola—saludólaniña,intentandoborrardesusojoscualquierrastrodetristeza.—Osdejosolas—dijoWil,haciendounabrevereverencia.Laniñasepusodepieparaseñalarselaespalda.—Nollegoaabrocharme—explicó.—Déjameamí.Con manos expertas, Duna fue cerrando el vestido desde la cintura hasta los

hombros.Cuandoterminó,lediolavuelta.—¿Teaprietademasiado?Lysell negó repetidas veces, ansiosa por poder colocarse frente al espejo. En

cuantoDunaleliberóloshombrossegiróparaencontrarseconsureflejo.—Apenasmereconozco…Dunasonrió.Ellatragósalivayseatrevióapreguntarsesi,porfin,lasnémades,

esas que siempre se habían burlado de ella por corretear por los bosques arco enmano y por llevar pantalones y camisolas desgarradas, la reconocerían y larespetarían.

—Tieneselportedeunareina—comentóDuna,mirándolasonriente—.Yesoszapatostevanaquedarcomoanilloaldedo.

Lysellasintió,agradecidaporelcumplidoy,porprimeravezenmuchotiempo,seatrevióaseralgocoqueta.

—Peromipelo…—mascullósinsabercómoseguir—.Esculpadeestecolortanraro.

—¿Esocrees?—Dunasepusodepieyseacercóaella—.Amímepareceunodeloscoloresmásbonitosquehevistonunca.Comolanieveoelhielo.

—Lodicesparaquenomeofenda—repusolaniña.—Todavíanomeconoces—dijoDunaconunasonrisa—,peropronto tedarás

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cuentadequesoydemasiadosinceracomoparamentirenestastonterías.—Lysellleregalóelatisbodeunasonrisa—.Perosíqueesverdadquenecesitaspeinarte.

Laniñaasintióencantada.—Déjamequetequiteelvestidoparanomancharlo.Encuantoseviolibredelasataduras,ataviadasoloconlaprendainterior,volvió

asentirsetancorrientecomolanocheanterior.—Aguardaaquí.Lysellobedecióyseacomodóenlasillaquehabíafrenteal tocador,situadoen

unaesquinajuntoalaventana.¿Deverdadestabaahí?¿Nodespertaríadeprontoenmitaddelbosqueparadescubrirquetodoaquellohabíasidounsueño?

Elcorazónle latíaconentusiasmo.Teníaqueobligarsearespirardespacioparatranquilizarse.Nadie,jamás,sehabíainteresadoypreocupadotantoporellacomoenaquelpalacio.NoentendíacómoVekkanopodíaverlotanclarocomoella.

Elrecuerdodesuamigolenublóelánimo.¿Ysilehabíaocurridoalgo?¿Ysi…se había ido por su cuenta?No.Vekka nunca haría algo semejante. Estaría, comohabía presupuesto su tío, dando un paseo por los alrededores del palacio. Quizás,incluso,sehabíaacercadoalbosqueparareunirseconLue.

—Lysell,tepresentoaMaia.Laniñadiounrespingoysegiróparaencontrarseconunamuchacharubiaque

sonreía,algoazorada,conunabandejarepletadefrascosenlamano.—Yosolopodríaenredarteaúnmáselpelo—confesóDuna—,peroellaesuna

auténticaartista.—Encantadadeconoceros,majestad.—Bueno, todavía no me han coronado —se atrevió a bromear—. Puedes

llamarmeLysell.Dunachasqueólosdedos.—Manosalaobra.La niña se dio la vuelta y se quedómirando a su reflejomientras la doncella

jugabaconsucabello, levantandoalgunascapasyprobandodiferentesopcionesdeflequillo. Durante todo el rato que duró la prueba, Duna se mantuvo de pie,observandocomplacidaelhacerdeladoncella.

Tardaroncercadeunahoraenterminardearreglarla.Paraentonces,sustripassequejabancon tantasansiasporelhambrecomosucuellodoloridopor la incómodaposturaquedebíaadoptar.Eliryvenirdetijeras,pinzasypeinesllegódespués.

—Yaestá—dijoMaiaunratomástarde.Diounpasohaciaatrásyaguardó.Lysell se giró poco a poco con la reminiscencia del tacto de los dedos de la

doncella todavía fresca en la cabeza y observó a la jovencita que le devolvía lamiradadesdeelespejo.

—Nopuedeser…—fueloúnicoqueseatrevióadecir.Contemor,alargólosdedoshastalaspuntasdesunuevopeinadoylasacarició

concuidado.

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—Buentrabajo—dijoDunaaladoncella.Aquelloeramejorqueunbuentrabajo.Eraperfecto,pensólaniña.Yanohabía

pelos flotando a su alrededor, ni mechones más largos y encrespados que otros.Llevabael cabello lisoybrillantehasta loshombrosyel flequillo recogidoendostrenzas.

—Es…—sintióqueseibaaponerallorarcuandoungritoenelexteriorhizoquelastressevolvieranhacialaventana—.¡Vekka!

LaniñaselanzócontraelcristalparadescubrirasuamigoyaLuerodeadosporunpuñadodemuchachosqueibancerrandoelcírculoasualrededor.

—¿Quéestánhaciendo?El niño empuñaba un palo alargado y decía algo que, a esa altura, Lysell no

lograbaentender.—Tengoqueayudarle.Sin dejar tiempo a Duna y aMaia para que reaccionasen, vestida solo con la

camisola interior, se puso los zapatos que su tío le había traído y bajóatropelladamentelasescaleras.

Trasperderseunpardevecesy tomar las escaleras equivocadas, se arrojó a laintemperiedelexteriorconlarespiraciónentrecortada.Elfríodeljardínlaabrazócondescaro,burlándosedelopocoquelecubríalaprendaquellevaba.

Cuando llegó al lugar donde su amigo lidiaba con los otros, el grupo se habíacerrado casi por completo. Incluso a aquella distancia podía distinguir el rugidoapagadodellobo.

—¡Vekka!—exclamó. Losmuchachos que estaban acosándolo se volvieron alunísono,clavandosusdesdeñosasmiradasenella.

—Laquefaltaba—mascullóelmásaltodeellos.—Henry,déjalaenpazyvayámonosdeunavez.—Cállate—leespetóeste,avanzandohaciaLysell.—¿Qué le estáis haciendo? —preguntó la niña, sintiendo una inyección de

adrenalinaportodoelcuerpo.—Asustándolounpoco.Notemetassinoquieressalirmalparada.—Dejadloenpazsinoqueréissalirvosotrosmalparados.Se reprochó no haber cogido con las prisas el arco y el carcaj. En realidad no

teníamásquesuspalabrasparaamedrentarlos.—¿Deverdad?—insistió elmuchacho, cruzándose de brazos.Los otros chicos

también se alejaron unos pasos deVekka, aunque sin quitarle el ojo de encima—.¿Vasallamaratuejército?¡Uy!Perosinotienes…

Lysellsemordióconfuerzaellabioinferiorantesderesponder.—ComoreinadeSalmatosordeno…Hubouninstantedesilencioquecasiestuvoporparecerreverencialantesdeque

Henryestallaraencarcajadas.—¿Dequéteríes?

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—Dequeyonoobedezcotusórdenes—replicóelmuchacho,algoconfundido.Lysellarrugólanarizysetirósobreelchico,quelesacabaunacabezaymedia.

El empujón le hizo retroceder unos pasos, pero rápidamente volvió a recuperar laestabilidad.Yano estaba en el campamento.Yano tenía que seguir las normas deBautataodeAzquetam.Allí,sialguiensemetíaconella,podíadefendersesinmiedoalasrepresalias.

—¡Miradalagatita!—Henry,basta—estavezfueunchicomorenoquienseinterpusoentreellayel

abusón.—¿Todavía no entiendes que no necesito estar a su lado para dar lecciones,

Marco?—El tal Henry cerró los ojos y Lysell sintió que todo a su alrededor semagnificabacomosideprontolehubieranpuestodoslupasenlosojos.

Gritóangustiadamientrascaíaalsuelo.Cercadeellaescuchóungritodeenfado,variosdeterroryunrugidoanimal.Despuéssehizoelsilencio.

Cuandologrórecuperarsedelinesperadomareoyabriólosojosseencontrótiradaenlatierra.Alguienlaestabaagarrandodelbrazo.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó el muchacho de pelo azabache y tezmorena.Ellaasintióy,consuayuda,sepusoenpie.

Unhombre anciano estaba regañando a gritos al grupodemuchachosmientrasVekkaacariciabaconpacienciaaLue.Lysell sedeshizode lamanodel chicoy seacercóasuamigounpocomareada.

—¿Estásbien?—lepreguntó,acuclillándoseasulado.—Sí. ¿Qué te has hecho en el pelo?—quiso saber elmuchacho, arrugando la

nariz.—¿No te gusta? —Lysell se acarició con nerviosismo las puntas. Por unos

segundossehabíaolvidadodesunuevoaspecto.—Sí.Supongo.Tequedararo.—¡Estoesvergonzoso!—gritabaelancianomientrasseñalabaaloschicosconel

dedo—.Nopuedocreerqueseáisalumnosmíos.—¡Perolasombra…!—intentóexcusarseelmásbeligerantedetodos.—¡Basta!¡Noquierosaberlasestúpidasrazonesqueoshanllevadoaactuarasí

con un inocente! Henry… Tú y yo ya hablaremos. Antes de que se ponga el solhabrásrecibidotucastigo,notequepalamenorduda.¡Yvosotrostambién!

Con un gruñido, el hombre se dio la vuelta y se acercó a Lysell y a Vekka.Tambiénelchicodepelonegroseencontrabajuntoaellos.

—¿Estásmejor?—lepreguntó.Laniñaasintió,cohibida.—MinombreesZennion,majestad,ysoyelMaestresentomentalistadelacorte.

Esunhonortenerosaquí.—Gracias—respondióella,tragandosaliva.Cuatrodíasytodavíanoconocíania

losprincipaleshombresdelreino,meditó.—Os pido disculpas en nombre de los muchachos. Y a ti también —añadió,

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ladeandosucabezahaciaVekka—.Novolveránaatreverseahacerosnada.Lysellechóunvistazoalgrupoycomprobócómoeljovenquehabíaempezado

todolosfulminabaconlamismarabia,omás,queantes.—Ahorahayalgunosasuntosquerequierenmipresencia,perosinecesitáisalgo

podéisllamarme.Dicho esto, se dio la vuelta y se alejó de allí. Antes de llegar a la puerta del

palacio,Dunaapareciópidiendoexplicaciones.Elancianoladetuvoylecontóloquehabía sucedido. Lamuchacha le dedicó un vistazo a Lysell y ella aprovechó parasonreírydecirleconlasmanosqueseencontrababien.Dunaledevolvióelgestoypareciótenerlaintencióndeacercarse,peroZennionlepidióqueregresaraalpalacioconél.

—Vamos,levántate—ledijolaniñaasuamigo—.TenemosquellevaraLuedevueltaalbosque.Aquínosepuedequedar.

—¿Qué?No—replicótajante—.Luesequedaaquíoyomevoyconél.—Puesentoncesyaestástardando—intervinounavozdesdeñosaasuespalda.El

restodelgrupopermanecíaalejado.—¿Notehadichotumaestroquenosdejesenpaz?—leespetóLysell.—Sí—replicósinquererelmuchacho.—Puesentoncesparaya,Henry—ladefendiódenuevoelotrochico—.Otevas

ameterenunlíomuygrande.—¡Aquívieneelsalvadordedamiselas,MarcoSinPadre!ElniñocerróconfuerzalospuñosyseencaróaHenry.—Repítelositeatreves—ledijoentredientes.—¿Meestásamenazando?Elmuchachosepreparóparaatacar,peroenesemomentounchicocuyoparecido

aHenryerainnegableseleacercópordetrás.—Debes de haberte golpeado en la cabeza o algo, hermano. ¿Qué crees que

haces?—Sí, Henry, es una reina—añadió uno con pinta de estar a punto de caerse

redondoallímismo—.Deberíasdejarladeunavez.Henrysedeshizodesusamigosysecruzódebrazosconairedesuperioridad.—Noeraconellaconquienhablaba.Dehecho,nisiquierameestabametiendo

con la niña.Esél quiennodebería estar aquí.Alguien sin sombranopuede ser…normal.

Ellobosepusoagruñirotravez.EstabaclaroqueVekkaestabahaciendotodoslosesfuerzosposiblesporcontrolaralanimalyquenoselanzasesobreelmuchachoadesgarrarleelcuello.

—Esuninvitado—tercióMarco.—¿Ysualimañatambién?YaveremosquélepareceaHerediascuandodescubra

quehayunloboasesinopaseándoseasusanchasporlosterrenos.—¡Noesunasesino!—gritóVekka,aladefensiva.

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—Vaya,perosielrarosabehablar.—Vekka,vámonos—ledijoLysell, agarrándoledelbrazo.Peroél se soltócon

premura.—Hazle caso, sí. Márchate y esconde a tu bicho antes de que vengan los

soldados;ellosnotendrántantapacienciacomonosotros.—Notetengomiedo—mascullóelniñoconlarabiaimplícitaencadapalabra.—Pues deberías—le advirtió—. Esta noche, más te vale cerrar tu puerta con

pestilloporquealomejorteencuentrasconunasorpresaaldespertar.Vekkaseacercóaélhastaquesusnaricesestuvieronapuntodetocarse.Eraalgo

másbajoqueHenry,peroelodioqueemanabaeratalqueHenrytragósaliva.—Erestúquiendeberíatenercuidado—selimitóadecirantesdedarselavuelta

yecharacorrerhacialaexplanadaverdequehabíamásalládeljardín.Ellobogruñóalchicoydespuéslosiguió.Lysellsequedóensusitiosinsabermuybienquéhacer.

Henrytardóunossegundosenquitarseelescalofríodeencima.—Menudo gallito está hecho el niño —comentó a sus amigos una vez logró

serenarse.—Henry,déjalodeunavez—repitióMarcoconlamiradapuestaenlasiluetaya

lejanadeVekka—.Lodecíademasiadoenserio.—¿Ysisevuelvelocoyprendefuegoalpalacioentero?—dijoelmásapartado

delgrupomientrasjugabaconunaboladehierroensusmanos.Lysellsevolvióhaciaellos,escandalizada.—Vekkanuncaharíaalgoasí.Soisvosotroslos…los…¡Ugh!—conungruñido

semarchótrassuamigo.Mientrassealejaba,llegóaescucharelcomentarioquehacíaHenry:—Mira, en eso estoy con ella.No seáis idiotas. Le tendremos vigilado y si se

atreveamoverunsolodedo…selopartimos.LaniñanoparódecorrerhastaalcanzaraVekka,quesehabíasentadoenelborde

deunahermosafuenterodeadaporuncaminodegravilla.—Vekka,—dijo, recuperando el aliento.Las tripas le rugían cadavez conmás

fuerza—.¿Estásbien?Elniñosesecólaslágrimasconelbrazoyapartólacaraparaquesuamiganolo

viera.—No.¿Quéquieres?—Yo… —Lysell se sentó a su lado, azorada. Lue se encontraba a sus pies,

repanchigado—.Losiento.—¿Quésientes?—leespetó—.¿Acasolosenviastetú?—No,claroqueno.Siento…sientoquetehayanhechoeso.Fueraloquefuese.

—Derepentesesintióidiotayserevolvió—.¿Quépasa,quetampocopuedosentirlástima?

—¡Síquepuedes!—Vekkasegiróhaciaella.Teníalosojosrojos—.¿Contenta?¿Haslloradosuficientepormí?

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Lysellnosupoquéresponder.—Este es tu maldito mundo, no el mío —le dijo el chico—. Y esos…

desgraciadossolomelohanrecordado.Noexisteningúnlugarparamí.—Nodigaseso,sabesquenoesverdad.Elmuchachosonriócondesgana.—Túpuedesdecirlo,doñareina.Todoelmundotemimaytequiere.Despuésde

sonreírtetodossegiranhaciamíysepreguntanquiénsoy,quéhagoperturbandosuperfectomundoydóndeestámisombra…

Luealzólasorejas.—¡No todos son así!—se defendióLysell—.Duna es encantadora.YAdhárel

también.Esoschicossonbobos,¿porquédejasqueteafecteloquetehandicho?—¡Porquetienenrazón!Las palabras flotaron entre los dos como una maldición. Lysell comprobó

asombradaelmalaspectoqueVekkahabíaadquiridoenlasúltimashoras.Supiel,depor sí macilenta, se había vuelto un poco más gris, y sus ojos enrojecidos noayudabanamejorarsuaspecto.

—Deberíasdescansar—ledijo—.Tienesmuymalacara.—Nopiensohacerlohasta que…—noquiso continuar y sumirada le indicó a

Lysellquemáslevalíanopreguntar.—Volvamosalpalacio.SeguroqueAdhárelentiendequenoquierasseparartede

Lue.—Mevoyamarcharestanoche—anunciódeprontoelniño.Lysellcreyóqueseibaamarear.—Nopuedesirte.—Claroquepuedo.Yvoyahacerlo.Túdecidessiacompañarmeoquedarteaquí

yvivirentucasitademuñecas.Sintióquealgosepartíadentrodesucorazón.—Vekka,porfavor…—¿Ahoraquehabíaencontradosusitio,ahoraqueporfin

empezabaasentirqueencajaba,leobligabaaelegir?Tragósaliva.—Lo he decidido y no pienso volverme atrás —se puso en pie y añadió sin

mirarla—.Ojaládecidasacompañarme.Nosotrosnonecesitamosnadadeesto.Todoestelugarestápodrido,comoelcampamento.Yonecesitoserlibre.—SevolvióhaciaLysell—. Y la Eis que yo conozco, también. El pelo que llevas, la ropa, esoszapatos…sonsolocadenasparaencerrarteaquí.¿Deverdadquieresquetecacen?

Colocósumanosobresumejilla,consuavidady tensión.Laniñasintióel fríomanandode supiel, igualque si fuera roca.Cerró losojose intentóaveriguarquécallabasuamigo.Cuandolosabrió,VekkasealejócorriendojuntoaLue.

Solayasustada,agachólacabezaparaencontrarseconsuimagenenelaguadelafuente.Conlapalmadelamanodeshizoelreflejoygruñóconexasperación.

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22.Auraemponzoñada

DunallamóconlosnudillosalapuertayaguardóaqueAdhárellepermitieraelpaso.—Buenosdías,princesa—dijo,sonriendo.—¿Aquéhora tehasdespertadohoy?—lepreguntóella,sentándoseenunode

lostaburetes.LaluzdelsolinundabaelenormemapadesplegadosobrelamesadelatorreEstratega.

—Pronto,comosiempre—contestóél,despreocupadoysindejardeobservarlosdiagramas.

—Tenemosquehablar.SobreWilysusobrina.Yelniño.Adhárelalzólamirada.—¿Ha ocurrido algo?Si vas a venir a hablarme del lobo tú también, no tengo

tiempo.—Henryysupandillahanaprovechadolamañanaparaacosaralcrío.—¿YZennion?¿Dóndeestaba?—EnclaseconJack,comosiempre.—Hizounapausa—.Esemuchacho,Henry,

cadavezestámásdescontrolado.—¿Porquénoestabanentrenando?—insistióelrey.—Nolosé,Adhárel.Nosoysuniñera.Soloteestoyadvirtiendodequemásos

valepararlelospiesaesechicoantesdequemetalapataenunagujerodemasiadoprofundoynopuedasacarla.

—SelodiréaHerediasparaqueloscansetantoquenotenganganasnidecomer.Dunaasintióysepusoajuguetearconuncompásquehabíasobrelamesa.—¿HashabladoconWil?—preguntó,concuidado.—Nocreoquehayanadadeloquehablar.—¿Ah, no? ¿Yquémedices sobre algunode los últimosVersos de laPoesía?

¿Esosquemencionanuncuervo?Adhárelsuspiró.—¿Estásinsinuandoquedeberíacompartirlosconél?¿Darlelaventajadesaber

quelovigiloconcuidado?—¿Porquéhablasasídetuamigo?¿Notehademostradosuficientesvecesquees

defiar?SilasMusasquierendividirnos,loestánconsiguiendo.Algúndíatendrásquevolveradirigirlelapalabra.

—Nomientrassupongaunaamenaza.—Paratitodossomosamenazas.Sequedaronobservándoseensilencio.—Noestanfácil—dijoAdhárelfinalmente.—Me temo que sí que lo es.Ya estamos otra vez con lomismo: vuelves a no

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confiarenquienesterodean.—Ytúvuelvesainsistirsinmotivo.—Adhárel, ¿tengo que recordarte la cena del primer día? ¡Saltaste como un

maníaco!—Las Musas me advierten de una traición, Wil ha traído a un chico que no

conocemosdenada,que,porloquesé,rondaconunlobolosjardinesdelpalacioyqueencimaseenfrentaamissentomentalistas,¿ydicesqueyosoyelmaníaco?

Dunagolpeóconlospuñoslamesa.—¡Notergiverseslascosas!Yonohedichoqueelcríosehayaenfrentadoatus

sentomentalistas,sinoalcontrario.¿Yporquéteponesaladefensiva?¡Nodigoquenotengastusreservas!Peroesonodeberíaserunmotivoparaquelosdemás…

—Estoysegurodequesoloestabanjugando.—¡Bah! —Duna se dio la vuelta y se cruzó de brazos—. Estoy cansada de

enfrentarmea tidía trasdía.—Volvióagirarseyamirarlodefrente—.Séque losúltimosVersosylallegadadeWilnosonbuenaseñal,peronoentiendoporquétecuestatantoconfiarenél.Teayudóarescatarmeyaundespuéssemantuvoanuestrolado.

—Túnoloentiendes…—¡Desdeluegoqueno,sinomeloexplicas!¡Nosoyadivina!Adhárelabriólaboca,peroalinstantevolvióacerrarla.—Estoy trabajando, Duna. Las máquinas de electricidad están casi a punto y

debo…Lamuchachatragósalivayasintió.—Loentiendo.—Sedio lavueltayabrió lapuertaparamarcharse—.Avísame

cuandodejedeserunamolestia.—Duna…Lapuertasecerróconunchasquidoseco.

Para Adhárel fue como el ruido de un cañón. Aquel sonido tan inofensivosignificabaotramurallalevantadaentreélyDuna.

Miróelmapacondesgana.EnfadadoconlasMusas,conlosVersosy,sobretodo,consigomismo.¿Porquénoeracapazdemedirsuspalabrasantesdepronunciarlas?

Todavía podía correr escaleras abajo y no dejar que se fuera. Darle un beso ypedirleperdón.Asegurarlequeellanuncaestorbaba,quesiempreerabienvenida,quesin ella nada de lo que hacía tenía sentido… Y con todo se quedó allí parado,observandoaquelpergaminoextendido,intentandodescifrar,nosololossecretosdesumundo,sinolosdelmismísimocielo.

Wilhelm era una nueva prueba, lo sabía. Desde que había llegado, unaincomprensible desconfianza se había apoderado de él. No porque pudiera atacar

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desdedentrooporquecreyese lasúltimaspalabrasqueKalendrahabía compartidoconélantesdemorirenmitaddelbosque.Wilhelmoíavoces.Vocesqueledecíanquéhaceryquénohacerencadamomento,quérumbotomaryquédecisionesllevara cabo a cada instante. Voces que, perfectamente, podían pertenecer a las propiasMusas. ¿Y si le habían enviado para vigilarle, para conocer de primera mano susestrategias?¿YsilatrampadelaquelosVersoshablabanlosarrastrabaatodosconél?

No podía fiarse. Tiempo atrás juró que no revelaría a nadie su secreto, peroaquellonosignificabaqueéltuvieraqueconfiarensupresencia.Wilhelmnoeradefiar,estabamanchadoporunaMaldiciónquepodíasalpicaracuantosseencontrabana su alrededor. Tenía que sacarlo de Bereth. Era su deber como soberano y comoprotector deDuna y de su familia. Ella se quejaba de que no confiaba en quienesteníaasualrededorcuandoloúnicoqueintentabaeramantenerloslejosdelpeligro.

Se levantó del taburete, malhumorado, y anduvo en círculos por la sala hastaquedarfrenteaunadelasventanas,observandolamañana.

Pero¿ysieraélquienestabaequivocado?¿YsiWil,apesardeloquelosVersosinsinuaban,tuvieraqueestarasuladoparaayudarlo?¿Ysi…?

Alguienllamóalapuertaenesemomento.—Adelante—respondióél,deseandoquefueraDuna.Sinembargo,fueLaugard

quienentró.—Estoyagotadodesubirescaleras—sequejóelhombre,pasándoseunpañuelo

porlafrente.Adhárelrecuperólacomposturayleindicóuntaburetedondepodíadescansar.El

reydeCaravásloobservóconciertoreparo,peroterminóaceptando.—¿Queríaisverme,majestad?—preguntó,estudiandoconinteréselestadodesus

uñas.—Sí—respondióAdhárel—.Necesitoquemesigáiscontandocondetalletodolo

que sepáis acerca de Dimitri y sus planes de ataque. Cualquier dato puede serfundamental,asíquenoosdejéisninguno.

LaugarddeSiolsuspiróconhastíoantesdeasentirycomenzaradivagar…

Durante la siguiente hora, el Marqués habló sin parar acerca de los terriblesataques que su gente había sufrido. Se inventó el número de soldados que losasediaron,losmétodosqueemplearonylaformaciónqueutilizaron.ImaginóenvozaltaelsufrimientodecientosdefamiliasylasamenazasdeloshombresdeDimitriydel propio rey. También mencionó algunos dones sentomentalistas para darleverosimilitud al relato, aunque dejó bien claro que él siempre semantuvo lejos detodosellos.

Fuehilandounamentiraconotramientrassalpicabasuhistoriaconcomentarios

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envozbajaqueibancalandoenAdhárelsinqueélsedieracuenta.Al tiempoque lamente del rey digería las tragedias inventadas deCaravás, su

alma se iba emponzoñando con las dudas hacia Wilhelm que el Marqués ibacompartiendoconél.

Unratomástarde,cuandosequedósinideas,comenzóallorar.—Essuficiente—ledijoAdhárel,incómodo.—Siento…sientonoserdemásayuda.—Noshabéisayudadomásdeloquecreéis.Ahorapodéis…retiraros.ElMarquéssepusodepieyasintió.—Sinecesitáisalgomás,estaréenmisaposentos.Elreylediolasgracias,inmersoenlasnotasquehabíatomado.Laugardsalióde

latorreEstrategaybajólasescalerassintiendoalgoextraño.No era enfado ni indignación. Tampoco era la falsa rabia que había intentado

transmitiraAdhárelunosinstantesantes,nielremordimientodequiensabequeestáhaciendoalgomalo.

Eravergüenza.Vergüenza de sí mismo por haberse dejado embaucar para aquel juego tan

mezquino.Vergüenzaporsaberqueaquelloeracomounaboladenievebajandosinningúntipodefrenoporunamontañahelada.Vergüenzaporque,sidecidíaencararseaDimitriydecirlequenoqueríaseguirconsujuegodeverdadesymentiras,acabaríamuertoantesdequesedieracuenta.O,peor,olvidadoportodos.

¡Conlofelizquesehabíasentidounosdíasatrás!Cerródegolpelapuertadesuhabitaciónysetiróenlaenormecamacondosel.

Elgatoseencontrabaenunaesquina,limpiandoconlabocaunasraspasdepescadoquealgunaconsideradasirvientaledebíadehabertraído.

¿Qué iba a ser de él?, se lamentó. Cuando habló con Dimitri y le contó sushallazgos respecto a lasmáquinas de electricidad, esperaba que le felicitara por sutrabajoylepermitieraregresaralaseguridaddeManseralda.Pero,porelcontrario,elreylehabíaordenadoquesiguierainvestigando,sembrandoladudaenAdháreleintentandohacerseconaquellosartilugiosdelosquehabíaoídohablar.

¡Queríaquefueseunladrón!¿YsiDimitriseequivocabay lacosanosalía tanbiencomoélpensaba?¿Ysi

terminabamuerto?Laposibilidadnoresultabatanremota,dadaslascircunstancias.Searrastróhastaelbordedelacamayvolvióaponersedepie.Anduvohastala

ventana, desganado, y se quedó observando los jardines tal y como había hechocuandoseentretuvopracticandosudonconloscríossentomentalistasyelniñodellobo.

Entonces recordó los entrenamientos que había visto los días anteriores y leinvadióunhondopesar.Sediolavueltapreocupadoyseapoyóenelcristalconlosbrazosalrededordelpecho.

No,BerethnoteníanadaquetemeraloshombresdeDimitri.Allídebíadehaber

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varios centenares de soldados ejercitándose y lo menos cuarenta sentomentalistasdesarrollandosusdones.Donespoderosos,peligrosos.

Estabaasustado.Diantres,estabaasustado.Sabíaquesisemarchabasinacabareltrabajo,DimitriseencargaríadequeacabaramuertoenalgunaciénagaenmitaddelbosquedeCélinor.Viviríaconmiedoelrestodesuvida,incapazdefiarsedenadie.

Elgatomaullóenesemomento,satisfechoconlapanzallena.—¿Teloestáspasandobien?¿Tegustaestesitio?—le inquirióelMarquéscon

desdén—.Puescomoamímecortenlacabeza,túvasdetrás.El animal lomiró sin comprender. Laugard sintió que le faltaba el aire. Tragó

salivaycerrólosojos.EraelsentomentalistamáspoderosodelContinente,¿verdad?Puesdebíaempezarademostrarlo.

Necesitaba salir de allí. Respiró hondo y agitó los brazos para deshacerse deaquellasensacióntanmiserable.Despuéssaliódesusaposentos.

Llegóalaescaleraprecisamentecuandoelportónprincipalseabríaylajauríadecríosdeantes irrumpíaarmandobarulloenelvestíbulo.Condesgana, los saludóatodosydespuéssedirigióalexterior,dispuestoapasarunhermosodíaporlascallesdeBerethpracticandosuespecialidad:engatusaramujeresyengañarahombres.Nolepasódesapercibidalamiradaqueunodeloscríoslededicó.

—¡Oestásconellosoestásconnosotros!—leadvirtióHenryaMarcocuandoentraronenelpalacio.

Elmuchachotardóunossegundosendarsecuentadequehablabaconél.SusojossiguieronalreydeCaraváshastaverlodesaparecerporlapuerta.

—Noestoyniconunosniconotrosporquenotengoqueestarniconunosniconotros.

—Ya, seguro—prosiguióHenry—.Todos vimos cómo cambiaste de bando encuantolaniñadelpelodeviejaapareció.

—EsaniñaconelpelodeviejaeslareinadeSalmat.Mástevaldríatenerunpocoderespeto.

Ibandecaminoa laclasedondeZennionlosesperaba.Elrestodelgrupoveníadetrás.

—Esperoquenoseamuyduroconelcastigo…—mascullóTailasuespalda.Suhermanogemeloseencogiódehombros.—Amínomepreocupa.¡EstanochehequedadootravezconDivania!—Sedio

la vuelta sin dejar de andar y alzó lasmanos para que se las chocaran—.Gracias,gracias…

Marcosemordiólalengua.Sesuponíaquenodebíansalirdelpalaciopasadalahoradelacena,ymuchomenosparareunirseconchicas.Eraunareglasencilladecumplir, ¿por qué Henry tenía que complicarlo todo siempre? Desde que había

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conocidoaesaaldeana,suconcentracióndurantelosentrenamientoshabíamenguadomientrassumalhumorporfaltadesueñoaumentabaenproporción.Silacosaseguíaasí,hablaríaconZennionaexpensasdequelellamarantraidor.ParecíaquesoloélsepreocupabaporlasituacióntandelicadaenlaqueseencontrabaBereth.

Llegaron al aula indicada y se alisaron los chalecos y casacas hasta quedarmedianamentepresentables.Después,Henryllamóalapuertaconlosnudillos.

—¡Pasad!—lesgruñóelMaestredesdedentro.Entraron en fila, rápido y con las miradas pegadas al suelo. Cada uno tomó

asientoenunpupitre.Jacktambiénseencontrabaallí,enlamesadelaprimerafilamásalejadadelapuerta.

—Solocincominutostarde—mascullóelhombre,mirandoelrelojdecucoquecolgabadelapared.

—Losentimos—dijerontodosalunísono.—Nosentísnada,pandadezagalesmentirosos.Marcotragósaliva,sololebastóecharunamiradarápidaparacomprobarlarabia

yladecepciónqueelauradeZennionirradiaba.—¿Habéisperdidolacabeza?—lespreguntó,moviéndosedeunladoaotrocon

susandaresrenqueantes—.¡Primeroatacáisauninvitadodelreyymástardedejáisinconscienteaunareina!

Jackdiounrespingoensusitio,anonadado.—No fuimos todos—mascullóMorgan, sin atreverse a apartar los ojos de su

mesa.—Fuisteistodos,dadoqueningunodetuvoalprincipalagresor.Henryesbozóunasonrisamaliciosa.—¡Ay!—exclamódepronto,golpeandolamesaconlospuños—.¿Porquéyo?Zennionseacercóalmuchachoyleamenazóconeldedo.—Niseteocurrareírtedealgotanserio.Lapróximavezremoverétussecretos

detalformaquenosabrásniloqueintentasocultar.Elmuchacho enrojeció.Marco se volvió para ver cómo los colores de su aura

pasabandelverdemásoscuroalburdeosmásintenso,salpicadoenalgunossitiospormotasoscuras.SurabiasoloeracomparablealadelMaestre.

—Como castigo —prosiguió Zennion, volviéndose hacia los demás—, estasemanaosencargaréisdehacerlaguardiadelPalacio.

—¿¡Qué!?—Losmuchachosgruñeronymaldijeronenvozbaja.Nohabíacosaquedetestaranmásquepasarlanocheenvela,alaintemperiey,dadasusuerte,enplenatormenta.

—Vigilaréis —añadió, subiendo el tono para acallar sus voces— la murallaexterior y la interior. Si descubro que alguno se escabulle —miró a Henry conespecialinterés—lasconsecuenciasseránpeores.

Diounapalmadaytomóasientoensusilladerespaldoalto.—Ahora poneos con el trabajo que os mandé ayer e intentemos sacar algo

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productivodeestamañanatannefasta.Marcofueareplicar,peroZennionalzóundedoyleadvirtióquecerraralaboca

yobedeciera.Conungruñidoapagado,elmuchachoguardósilencioyserecostóensusillaparapasardoshorasenaquellaclaustrofóbicaaula.

Más tarde, tras la comida, los entrenamientos conHeredias y los ejercicios demeditación, losseisamigossevistieronconsusmejoresgalas,comoelcapitándelejército leshabíadicho,ybajaronacenar.Ningunoesperabaencontrarseconaquelbanquetepreparadoenlasaladebailedelpalaciodondesehabíandispuestocuatrolargas mesas que cruzaban de punta a punta la inmensa estancia y que estabancubiertasdemanjaresdetodotipoycondición.

—Porsitecabíaalgunadudadequiéneralaniña—ledijoenvozbajaMarcoaHenry.

SiguieronaZennionporelpasillocentralhastaellugarqueleshabíanpreparado,frentealamesahorizontalquepresidíaelrestodelasala.Enella,ademásdeDuna,Adhárel,Sírgeric,Aya,HerediasylareinaAriadne,sesentabanlajovenLysellysuoscuro acompañante de aspecto peligroso. En uno de los extremos, el otro reciénllegado,elreydeCaravás,sonreíaemocionado.Nohabía,sinembargo,nirastrodelniñoconellobo.

—Alomejorlohanexpulsadoporfindelreino—sugirióconmaliciaHenry.Laenormesalafuellenándosepocoapocodegentey,enconsecuencia,devoces

yrisasquetronabanconmayoromenorfuerza.Marcomiródesoslayoparaveralareinahablandoanimadamenteconlaniña.

Lysell llevabaunhermosovestidoverdeque se ceñía a supálido cuerpo comounasegundapiel.Teníasumisteriosopeloplatinorecogidotraslasorejas,adornadascon un par de elegantes pendientes de esmeraldas que titilaban cuando la luz losrozaba.Pero,al igualquecuando lamuchachasalióadefendera suamigo, loquemás impresionó a Marco fue su aura: de unos colores tan claros y dulces queeclipsabalasdetodoslosdemás.Eracomoverunarcoirisenmitaddeunatormenta.LadelreyAdhárelvariabadelnegromásoscuroaunocredorado,mientrasqueladeDuna se mantenía estática en un aséptico gris plata. La menos sincera de todas,comprobóelniño,eraladeLaugard.Eracomosiunapartedeélestuvieraluchandoporque sus verdaderos colores no salieran a la luz, si es que aquello tenía algúnsentido…

Lacollejalellegósinesperarla.—¡Ay!—sequejó, girándose para encontrarse con un sonrienteAndrew—. ¿A

quéhavenidoeso?—¿Nosabesqueesdemalaeducaciónmirartanfijamente?—Cierraelpicoydéjameenpaz—replicóél,gruñón.Zenniondiounapalmadaytodossegiraronparamirarle.—Noquiero tonterías esta noche.Os he colocado aquí cerca para teneros bien

vigilados.Encuantodenlasonce,osmarcháissinhacerruidoavuestrospuestosen

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lamuralla.AfueraosestaráesperandoIgdom.—¿Igdom?—selamentóTail.—Pasadunadulcevelada—dijoZennionantesdedarselavueltaytomarasiento

juntoaHerediasenlamesaprincipal.—Tenéisquecubrirme—lespidióHenryencuantoseaseguródequeelMaestre

nopodíaoírle.—No.Túhaceslaguardiacomotodosnosotros—lecortóAndrewantesdeque

siguierahablando.—¿Estáspirado?¿YperdermelacitaconDivania?Nimuerto.—Seguro que a Divania no le importa esperar a mañana—añadió Simon sin

demasiadoconvencimiento.—Cómosenotaquenoconocesalasmujeres.—Henrypusolosojosenblanco

—.Comonovayahoy,yapuedoolvidarmedevolveraverlanunca.—Henry…—leamonestósuhermano,preocupado.—Por favor, Tail. Por favor. —Juntó las manos para rogarle—. Tú deberías

comprenderlomejorquenadie.Cúbreme.—¿YcómoquieresquetecubraconIgdomvigilándonos?—Sí,esetipoestápirado.Heoídoqueunanochedespeñóaunodesushombres

porlamurallaporqueledescubriódurmiendoenplenaguardia.—Pamplinas.Nomedamiedo.DerepenteMarcosintióunescalofríoenlanucaysediolavueltaatiempodever

llegaralmuchachodellobo.Elrestodelosamigosladearontambiénlacabeza.Sindecirunapalabra,VekkatomóasientojuntoaAndrewysequedómirandofijamentesucubertería.

—¿Quéhaceelraroenestamesa?—gruñóenvozbajaHenry.Marco se volvió hacia lamesa principal para descubrir a Zennion vigilándolos

fijamente.—Nosestáponiendoaprueba—ledijoasuamigo—.Intentanoarmarlaotravez

y,alomejor,nosreducenelcastigo.Elgemeloarrugóel labioconascoygiró lacaraparaescuchareldiscursoque

Adhárel,ahoradepie,sedisponíaapronunciar.—Queridos berethianos —dijo con una sonrisa—, guerreros, sentomentalistas,

amigosycompañeros.Seacercan tiempososcurosypeligrososparaelContinente.Losmomentosdedichaylascelebracionessoncadavezmásescasosmientrasqueeldueloylapenasevancobrandoacadadíaquepasamásalmasinocentes.—Marcoleobservabaconatenciónmientras las tonalidadesde suaurabailabana sualrededorcomolasolasdelmar,cambiandodelanteriorocreaunbrillantedorado—.Perohoypodemosolvidarnosdelmiedoydelatristeza.Hoynoshemosreunidoenestamesa,enestasala,parahonrarlapresenciadelajovenyfuturareinaLysellD’Artenaz,deSalmat,ydeLaugarddeSiol,soberanodellejanoreinodeCaravás.Juntos,luchandocomohermanos,protegiéndonoslosunosalosotros,podremoshacerfrenteatodos

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lospeligrosqueeldestinonostengapreparados.—Unamanchaoscuraseextendiódeprontoporsuaura,contaminandoelrestodeloscoloressinqueAdháreldejaradesonreír.Marco frunció el ceño, extrañado—.Por ello, hermanos en armas, os pidoquealcemos lascopasybrindemosporelporvenir.Porel triunfodelbiensobreelmal.PorlapazenelContinente,lafamilia,laamistadyelamor.

—¡Viva!—vitorearon un centenar de voces al unísono.Marco y el resto de lapandillatambiénlevantaronsuscopasyasintieron.

Elmuchachosonrió,aúnpreocupadoporloqueacababadepercibirconsusextosentido, cuandodescubrióque la jovenLysell lo estabaobservandodesde lamesa.Con cierto reparo y el corazón acelerado, se humedeció los labios, sonriótímidamenteyalzólacopaunpocomás,antesdellevárselaaloslabios.Peroellanosemovió.Susojosparecíantraspasarleyobservaralgoquehubieramásallá,más…

Marco se volteó para encontrarse conVekka, que tambiénmiraba aLysell congesto serio.Negó una vez y se centró en la comida que había ante él.Después sevolvió hacia la joven princesa para descubrir que ella también había dejado deestudiarelpanorama,centrándoseenlaconversacióndelasoberanaAriadne.

Mohíno,dejólacopaensusitioysesintióaliviadodeserelúnicoenaquellasalacapazdeestudiarlasauras.EsperabaqueLysellnolehubieravisto.

—Oye,¿estásbien?—lepreguntóAndrew.Simonalzólamirada.—Sí,Marco,tieneslacararoja.¿Quieressaliradarunpaseofuera?—¡Estoybien!—lesespetódemalhumor—.Queaproveche.Susamigospusieroncaradeextrañezaytambiéncomenzaronacomer.—Oíd, lodigoenserio.—Henrydejó loscubiertossobreelplatoyvolvióa la

carga—. Por favor, que alguienme cubra esta noche.Os juro que os devolveré elfavor.

—Povaviaefcoiefpeandoaquemeeulvaseleaeanaasada—sequejóAndrewconlabocallena.Losdemásrieron.

—Siestamosenestelíoesportuculpa—lerecordóTail—.Encimanonosdejessolosahora.

—Pero Divania…—Cambió de estrategia—: Hagamos una cosa. Os pago unberónacadaunosimeayudáisairhastalaplazayavolverantesdequeamanezca.

—Pero¿cuántotiempopiensasestarconella?—lepreguntóTail,asombrado.—Elquehagafalta—replicósuhermano,guiñándoleunojo.—No—zanjóMarco.—Meniego—añadióAndrew.—Yonoquierolíos—comentóMorgan.—Losiento,hermanito—mascullóTail.Henrygolpeólamesaconlospuños.—Notendríaqueestarpidiéndoosestosilagenteraratuvieraprohibidoelpasoal

palacio.

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MarcosevolvióparadescubriraVekkacentradoensucomida,indiferenteasuconversación.

—Henry,para—leadvirtió.—¿Qué? ¿Tampoco puedo hablar? ¡Sois unos cobardes! —gruñó. Le dio un

mordisco a su muslo de pollo y dijo—: Y todo para que seguramente hayansacrificadoalasquerosoloboyhayamosevitadoquealguienresultaraherido.

Estavezelmuchachosevolvióparamirarlo.Marcodiounrespingo.Suaura…suauraresultabacasitransparente,invisible.Lacomidaseleatragantóenlagargantayseapresuróabeberagua.Jamáshabíavistoalgoparecido.Zennionnuncalehabíamostradoesaposibilidadensuslibros.

Vekka no dijo nada, observó en silencio a Henry, entrecerró los ojos y acontinuaciónselevantó.

—¿Adóndetecreesquevas,bichoraro?Peroélnodijonada.Apartósusillaysinmiraratrássedirigióalapuertaporel

pasillocentral.Marco se quedó unos instantes observándolo, anonadado ante aquel extraño

descubrimiento.TeníalospelosdepuntacuandoZennionaparecióalotroladodelamesa.

—¿Qué le habéis hecho? —Marco se volvió con el corazón en un puño,sorprendido.

—Nada—respondieronlosseisalunísono.ElMaestrelosmiróconelceñofruncido.—Másosvale…Másosvale.—Alzólacabezaymiróelrelojquehabíaen la

paredopuesta,sobrelapuertaporlaqueVekkaacababademarcharse—.Osquedanveinteminutos.

Ydichoesto,sediomediavuelta.—Yo ya no tengo más hambre —masculló Marco, cruzándose de brazos y

fijándose de soslayo en Lysell. Ella, como esperaba, tenía la mirada puesta en lalejanía.

—Yotampoco—confesóTail,imitandoaMarco.—¿Tambiénvaisaculparmeamídeeso?—Porunavez,Henry—ledijosuhermano—,cierraelpicoyterminadecomer.—¡Vale,vale!Yotambiénheacabado.Vámonos.Sin esperar a que Andrew, Morgan y Simon decidieran si su cena había

concluido,todosselevantaron,hicieronunabrevereverenciaalamesadelreyysealejaronapasorápidodeallí.

Unavezfuera,searroparonconsuscapasparacombatirelfrío.—¡Buenas noches, princesitas!—rugió Igdom con lasmanos entrelazadas a la

espalda.Másanchoquealto,parecíalavivaimagendeunminotauro,peludo,sucioyconcarademalauva—.¿Estabaricaycalentita lacena?¡Esperoquesíporquenovaisavolveraestaracubiertohastaqueelsoldespunte!

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Losniñossemiraronentreellos,desesperados.—¡Vamos,gandules!¡Avuestrospuestos!Tú,túytú—dijoseñalandoaMarco,

HenryyAndrew—osquedáis aquí,vigilando la entradaalpalacio.Losotros tres,bajadalamuralladelreino.Enlapuertaosindicarándóndetenéisquecolocaros.

ElauradeHenrysevolviódeunrojobrillantemientraslasaletasdesunarizseabríanysecerrabanconfuria.

—¿Algoqueobjetar?—preguntóconvozdulce Igdom—.¿No? ¡Pues fuerademivista!¡Ya!

Bajaronlasescalerasdelpalacioensilencioyfueronasepararsesegúnleshabíaindicadoelhombre,cuandoTailagarróasuhermanodelbrazo.

—Escucha,voyaacercarmealaplazadecaminoamipuesto.SiveoaDivaniahablaréconellaylediréloquehaocurrido.¿Deacuerdo?

ElenfadodeHenrydisminuyóconsiderablementeyasintióagradecido.—¡Nadadecháchara!—gritóIgdomdesdearriba.Losmuchachos se despidieron entre gruñidos y se prepararon para combatir el

fríoyalassombrasdelanoche.

—Yomedesvíoporaquí—anuncióTailaMorganySimon.—Te vas a meter en un buen lío por culpa de tu hermano…—le advirtió el

segundo,arrebujándosebajosucapa.—Notardaré.El muchacho salió corriendo calle abajo sin mirar atrás. Si se encontraba con

alguien,reduciríasussentidoshastaquenopudierapercibirle.Además,solopensabaquedarseunminutoparadisculparaHenry.

Torcióporlasegundabocacallequeencontró,descendióunasescalerasdepiedray dejó atrás la tienda de artesaníamás grande del reino.Comenzó a vislumbrar laplazaalfondocuandoescuchóunospasosasuespalda.Sedetuvoenseco.

Miróhacia todos ladospara intentaraveriguarenquédireccióndebía lanzar sudon, pero el sonido no volvió a repetirse. A lo lejos, una contraventana sueltagolpeteabacontrauncristalacausadelviento.

Conciertaangustia,retomólacarrera.Loslatidosdesucorazónseintensificaronsegúnseapremiabaporllegaralfinal

yregresarconsusamigos.Entonceslosruidosvolvieronarepetirse.Máscerca,másintensos.Aladerecha.

Segiró comounaexhalaciónpara toparse con lamismanegrura.La luzde losfarolillosquetitilabanenlasparedesreflejabacomofuegosfatuossumarchitaluzenelhúmedoadoquinado.

—¿Hayalguienahí?—preguntósinconvicción—.¿Soisvosotros,chicos?Seordenóasímismorespirarcontranquilidadyprepararsepararesponderaun

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posibleataque.Perounavezmás,quienfuera,habíadesaparecidoenlapenumbra.A pasomuchomás lento recorrió los últimosmetros que le quedaban hasta el

lugar de la cita. El viento arreció al llegar a él. Un gatomaullaba a la noche condesgana.Tailsupoquenoerabuenaidea loqueestabahaciendo.Siel idiotadesuhermanoqueríameterseenmáslíos,queselasapañaraélsolito.

Un trote rápido le sacódesuspensamientos.Definitivamente teníaquesalirdeahí.El ruidodepisadas seaceleró.Elvientoparecíaarrastrarlodesde la izquierda.No, desde la derecha. No, desde la espalda. Se giró, desesperado, y alzó lastemblorosasmanos.

—¿E…erestú,Divania?Porrespuesta,ungruñidoamortiguadopenetróensusoídos,directoasusnervios.

Sintióunescalofríoyechóacorrer.Noqueríaquedarseaaveriguarquéeraaquello.Se dio la vuelta y enfiló la primera calle con la que se topó. Sentía los latidostronandoensusoídosylospulmonesamenazandoconsalírseleporlaboca.Peronobajóelritmo.Necesitaballegarcomofueraalamuralla.Pedirayuda.¡Algo!

Unasombralecortóelpasoaunosmetrosdedistancia.Tailgritó.Nisiquierasedetuvoapracticarsudon.Sediolavueltayprobóuna

nueva dirección. No había dado ni diez pasos cuando una nueva silueta oscura ymuchomáspequeñasecruzóensucamino.

—¿Q…quéqueréis?—logróarticular.Segiró,pero laotrasombraya lehabíadadoalcance.Noteníaescapatoria:estabaatrapado.

Lapequeñasearrastrópor lanoche,evitando loscírculosde luzquedespedíanlosfuegosdelosfaroleshastaqueTailfuecapazdepercibirlasnubesdevahoqueescalabansuhocicoalrespirar.

—Eres… el lobo…—sin esperar un instante, alzó la mano e intentó dejar alanimalaturdido:sinoído,sinvista, ¡sinalgo!Perodenadasirvió.Elcánidosiguióavanzandoconcalmahastaqueelniñoadvirtióelbrillodoradodesusojos—.¡Lobo!—gritócondesesperaciónparaadvertiralosvecinos—.¡Lobo!¡Socorro!

Pero si alguien lo escuchó, llegó demasiado tarde. Pues en aquelmomento, elanimalrugióconferocidadyseabalanzósobreelniñoconelhambre,elansiaylarabiabrillandoensuspupilascomoascuasdelinfierno.

Laspuertasdelasaladebaileseabrierondeparenparyunadoncellaseescurriópresurosahastalamesareal.Allí,seinclinójuntoaAdhárelylesusurróaloídounaspalabras.Elreysepusoenpieinmediatamenteycorrióporelpasillo,seguidoporlosdemásmiembrosdelarealezayladoncella.

Lamúsicade los trovadoresdejódesonary lasvocesse fueronacallandoasupaso.

—Unaniñaloviotodo—explicabaladoncella,sindejardeavanzarasulado.

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—¿Hahabidoheridos?—Sí,majestad…—¡Henry! —exclamó Duna al salir al vestíbulo y encontrarse a Morgan y a

Simonsosteniendoasuamigo,inconsciente.Noparecíatenerningúnrasguñovisible.—No,esTail—dijoZennionconvozpausada.—¿Quéhaocurrido?—quisosaberAdhárel.Los niños estaban conmocionados.Unos pasosmás allá, unamuchacha tapada

conunmantónllorabaensilencio.—No lo sabemos. Se… separó del grupo —respondió Andrew—. Dijo que

volveríapronto,pero…peronovolvió.—Escuchamoselgritodespués—añadióSimon—.Peroyaeratarde.—Hayquellevarloaalgúnsitiourgentemente—dijoAdhárel—.Sírgeric,súbelo

alaenfermería.Deprisa.El muchacho obedeció. Cogió al chico entre sus brazos y se perdió escaleras

arriba.—Yovoyconél—dijoelMaestre.Wilhelm fue el último en entrar, tras elMarqués.Cerró la puerta en silencio y

apoyó la espalda. Lysell también se encontraba allí, a su lado, agarrada a su largacapa.

Adhárelsegiróhacialosniños.—Ahoraquieroquemecontéisloquehayáisvisto.AndrewySimonsemiraronentresíycomenzaronarelatarelmotivoporelque

Tail sehabía rezagado, singanasde seguirmintiendo.Habían llegadoa lamurallaunos minutos más tarde. Intentaron inventarse alguna excusa verosímil paracompartir con los guardias, pero sin demasiada suerte. Fue entonces cuandoescucharonelgrito.PrimeroeldeTail.Despuéseldeunamuchacha.

Divania,asulado,seconvulsionóconelllantoysetapólacaraconlasmanos.Adhárel fueaacercarse,peroDuna lodetuvo,negócon lacabezayseagachóellafrentealaniña.

—Necesitamosquenosayudes,Divania—ledijoconvozdulce—.TenemosquesaberquéhaocurridoparaintentarcuraraTail,¿loentiendes?

Ellaasintióyseapartólasmanosdelosojos.Tragósalivavariasvecesantesdehablar.

—Fueellobo—dijoconunsusurro.ADunaseledetuvoelcorazón.—¿Leatacóunlobo?Laniñaasintióconmásvehemencia.—Se… se lanzó sobre él y…y yo grité y salí corriendo—de nuevo volvió el

lamento.Lapuertadelcomedorseabriódeparenpar.—¿Dóndeestámihermano?—gritódesesperadoHenry.TrasélveníanMarcoy

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Andrew.—Enlaenfermería—respondióSimon,acercándoseaellos.—¿Quélehapasado?¿Quélehanhecho?Dunamiró aAdhárel poco convencida de que fuera una buena idea decírselo,

peroelreynoestabaprestándoleatención:susojosestabanfijosenWilhelm.—Hasidotuculpa…—mascullóelreyconlavozronca.MorganagarróaMarcoyaHenrydelbrazoparallevarlosalpisodearriba,pero

el primero se liberó para observar aquella escena tan… extraña. Los otros cuatromuchachossalierondelcomedorsinquenadielesprestaraatención.

Adhárelseacercóalhombrecuervo.—Noteprecipites,Adhárel—leavinoWil,separándosedelapared.—Hasidotuculpa—repitióelrey.—Notenemosmásquelapalabradeesaniña—replicó,pococonvencido.—Niñaono,eslaúnicatestigo.Ynocreoquehayamuchoslobosrondandopor

mi reino, Wilhelm. Ha sido ese maldito niño que vino contigo y su endiabladoanimal.

—¡NohablesasídeVekka!—intervinoLysell,colocándoseentrelosdos.—Lysell…—dijoDuna.LaniñaseapartódesutíoycorrióhastaDivania.Laagarródelbrazoylamiró

directamente.—¿Esverdadquevistealloboatacándole?—Sí.—¿Qué más pruebas necesitas?—preguntó Adhárel, dando otro paso hacia el

hombrecuervo.Ninguna, pensaron él y Lysell al unísono. Porque sabía que la respuesta había

sidoabsolutamentesincera.—Adhárel,porfavor,yo…—¡Cierralaboca!—rugióelrey.Dunacorrióasuladoylepusolamanoenelbrazodemaneraconciliadora.—Debedehaberunaexplicación…—¿Tambiénparaesto?¿Cuándovasadartecuenta,Duna?¡Élestáconellas!¡Él

trajoalniñoyallobo!—¡Yonotrajeanadie!—sedefendióWilhelm—.Vinieronsolos.Yolosqueríaa

miladotanpococomotú.Lysell se volvió hacia él, abatida y con la sorpresa y el dolor impregnando su

inocentemirada.Marcoseguíalaescena,atónitoyasustado.—Nosonmásqueexcusas—leespetóelrey—.Quieroquemedigasquéhaces

aquí.CómotemanejanlasMusas.Aquéhasvenido.Todo.—Adhárel…—Susojosbrillaronconauténticopavor.Elreydesenvainósuespada.

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—Ahora.—¡Adhárel!¿Quéestáshaciendo?—leespetóDuna.—Notemetas.Estoesalgoentrenosotros.Lysellsequedóenelsitio,juntoaDivania,paralizadademiedo.—Adhárel,teloruego…—Dunanopodíacreerloqueveíansusojos:lágrimas

enelrostrodeWilhelm.VolvióaacercarseaAdhárel.—¡Basta!¿Estásloco?¿Nopodéishablarlocomopersonascivilizadas?Elreysezafódesumanoyseacercóalhombrecuervoconlaespadaenlamano.—Las palabras ya no sirven—dijo en voz baja—.Nada ocurre porque sí. No

cuandoestehombreestácerca.Respondeamispreguntas.—¡Sabesloquemepasarásilohago!Adhárelavanzóendoszancadashastaponerseasulado.—Noséloqueocurrirásihablas.Perosíséloquepasarásinolohaces—elfilo

delaespadarozóelcuellodeWil.Elhombrecuervoseconvulsionóenunsollozosilenciosoeintentósoltarse,pero

fueinútil.—Teloruego…Elhilodesangreseperdióentrelasplumasnegrasdesucuello.Dunaobservaba

laescena,aterradaeincapazdemoverse.—Seacabamipaciencia—susurróAdhárelconlosojosdesorbitados.YentoncesWilhelmcomenzóahablar.Les contó cuanto había sucedido desde que se separaron. Su viaje por el

Continenteenbuscadesusobrina,elataquesorpresadeFirelaenelcampamento,sureencuentroconLysell,superegrinajehastaallí…CómolasVoceslehabíanindicadoqué paso dar en cada instante y qué decisión tomar cuando no parecían existiropciones.Sunegativa a que se interpusiera entreLysell y el niño con el lobo.SusórdenesparaqueledejaraviajarconellosysusavisosdequenoinformaraanadieenBerethde la existenciade aquelpeligrosoanimal.Susdeseosdeque aguardasemásdisposicionescuandollegaraalpalacio…

Hablósindescansodurante largosminutosmientrassucuerpose ibacubriendodeunplumajetanoscurocomoeldesuextremidad.Prontonohubonirastrodepielhumana. Su tamaño fuemenguando al tiempo queAdhárel lo soltaba, asustado, yobservaba cómoel hombre se retorcía en el suelo sin dejar de hablar hasta que suúltima palabra salió en forma de graznido del pico de un cuervo grande y de unlustrosocolorazabache.Susojoshabíanperdidocualquierrastrodehumanidad.

Elruidodelaespadademetalcayendoalsueloreverberóportodalahabitación.—¡Wil! —gritó Lysell, echándose sobre la ropa que había quedado bajo el

animal,amododenido,paraintentarcazarlo.Peroelavefuemuchomásrápidayseescabulló de sus dulces dedos, remontó el vuelo y antes de que nadie pudieraimpedirlosecolóporelresquiciodelapuerta—.¡No!

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—¿Quéhehecho?—escuchólamentarseaAdhárel.Sinpensárselodosveces,laniñaagarrólaspertenenciasdeWilhelmysaliótras

elanimal.—¡Hasidoél!—gritódeprontoMarcodesdeelcomedor,peroellanosevolvió

paraveraquiénserefería—.¡Quevengalaguardia!Elvestíbuloseencontrabatodavíaatestadodecuriosos.Elcuervosobrevolólas

cabezasy atravesóelportónprincipal ante lasmiradasde sorpresay losgritos.Almismotiempo,Lysellesquivópiernasyvestidostanrápidocomopudohastallegaralafríanoche.

Después,echóacorrertanrápidocomopudolejosdeaquellugardepesadillasinvolverlavistaatrás.

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Despuésdetodosloscuentosdehadasquehabíaleídoyestudiado,laúnicaposibilidadquenuncaselehabíaocurridoeraesta:quefuesenverdadoque

tuvieranciertabasedeverdad.Queelmundopudieseadmitirdehechoposibilidadescomolasdegigantescosososmágicosquesupiesenlanzar

piedrasylasdemujeresencantadasquepudieranyacersiempreencomaenesperade…Uncaballero.

ORSONSCOTTCARD,Encantamiento.

MientrasestabansacandoalpobreMarquésdelrío,elgatoseacercóalacarrozaydijoalReyque,mientrassebañabasuamo,habíanvenidounos

ladronesquesehabíanllevadosuropa,aunqueélhabíagritado«¡alladrón!»contodassusfuerzas;elmuypícarolashabíaescondidobajounagranpiedra.ElReyordenóenseguidaalosencargadosdesuguardarropaquefueranabuscarunodesushermosostrajesparaelseñorMarquésde

Carabás.

CHARLESPERRAULT,Maesegatooelgatoconbotas.

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1.MisivasdesdeBereth

TresfueronlascartasquelareinaAriadneescribióaquellaterriblenochededoloryengaños.

MientraslosguardiasapresabanaLaugarddeSiol,MarquésdeCaravás…Mientras el joven Tail se esforzaba por aferrarse a la vida sin un hilo de

esperanza…MientraselcuervonegroqueahoraeraWilhelmsobrevolabaelcielodeBereth

endirecciónalbosque…MientraslajovenherederadeSalmathuíaenbuscadeVekkaydesulobo…Mientras Duna intentaba consolar el corazón emponzoñado de su amado

Adhárel…LasoberanadeBerethseencerróensusaposentosysesentófrentealescritorio

parasuplicarayuda,comosupadrehizocuandolosdragonesasolabanelContinente.Quizásfuelaoscuridadquesepegabaaloscristalescomoelalientodelmundo,o

tal vez el temor que impregnaba la tinta con la que Ariadne escribía, pero unescalofríorecorriósuespinazoalrecordaraaquellaniñadediezañosquecompuso,tantotiempoatrás,losVersosdelasMusas.

Sinembargoestavezlohacíademaneraconsciente.EstavezhabíatomadopapelyplumacomoreinadeBerethparasuplicarayudaenaquella inminenteguerra.Seguardólaslágrimasparamástarde,paracuandotodosehubieraperdido,paracuandosolopudierallorarynoluchar,ysedispusoahablarconelcorazón.

Mientras laplumadesfilaba renglóna renglónpor lospergaminos, rogandoporquelosdemásreinossealzaranenarmascontraeljovenalqueunavezllamóhijo,comprendió que por mucho mal que las Musas y sus Versos hubieran hecho alContinente eran una vez más la codicia y el odio humanos los que, de nuevo,amenazabancondestruircuantoexistía…

ElreyDrammadeHamelfueelprimeroenrecibirsucarta.Laleyóprimeroenvozbaja,saltándosepárrafospara llegara lacuestiónprincipal.Después la leyóensusurros,concentrándoseenloqueAriadnepedíayofrecía.Porlanoche,enlacama,antesdedormiryparaescucharlaopinióndesumujer,lavolvióareleerenvozalta.

—¿No tenemos suficiente con lo nuestro que encima tenemos que luchar otrasbatallas? —comentó la reina Sabella, airada, mientras se colocaba su peluca dedormir—.¿NosayudaronellosacasoconelasuntodelendiabladoFlautista?

—No te sulfures, cariño.Mira qué sencillo es.—Dramma agarró la carta y la

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rompiópor lamitad.Ydespuésvolvióarepetirelgestoconesamitad.Yasíhastaquetuvounmontoncitodepapelesensurechonchamano—.Yaestá.Queseapañenellossolos.Nosotrostenemosquevelarpornuestroreino,noporeldelosdemás.

—Asíes.—Siquierenquelosayudemos,quenosofrezcantierrasacambioodinero.—Tierras o berones, eso está bien.—Sabella le acarició con cariño los pocos

pelosrizadosquelequedabanalreyenlacabezayasintió.—Pero no la simple amenaza de que alguien, en el remoto sur, piensa atentar

contratodoelContinente.Ellaprorrumpióenvenenosascarcajadas.—¡Habrase visto!EsaAriadne nunca ha estado bien de la chaveta, y sus hijos

tampoco. ¿El fin del Continente como lo conocemos? ¿La venganza de lossentomentalistas?Máslevalíadescansarunpocoydejarsedemolestaralosquenotenemosningunaculpa.

—Hum.Dramma asintió dos veces y después se rascó el vello oscuro que cubría su

papada.—Aunqueenalgotienerazón—concediótrasmeditarlo—.Esosmonstruosdela

naturaleza…—Sentomentalistas,cariño—leinterrumpiólareina—.Yasabesque…—¿Nopuedoreferirmeaelloscomomevengaengananisiquieracuandoestoy

contigo?—sequejó,cruzándosedebrazos.—Claro que sí,mi amor. Perdona.—Ledio un beso en lamejilla para que no

siguieraenfurruñado—.¿Quéestabasdiciendo?—Esasabominaciones…yoyalodije:algúndíaibanadarproblemas.Problemas

deverdad.Pero¿creesquealguienmeescuchócuandopropusesuexterminación?—No.Nolohicieron—corroboróella.—Exacto.Puesahoraque seaguanten.Nosotrosyaechamosa todosdeHamel

hace mucho tiempo. Ni uno osaría poner un solo pie en nuestras tierras. Todavíaquedanhorcasporprobar.

Lareinasonrióconloslabios,peronoconlosojos.Sumenteseencontrabaallídondeelvientoululabaconfuerza,enlasMontañasSilenciosas.

—¿Yquéharemoscon…?—lareinacerrólaboca.—EseFlautistaterminarámuriendo—leespetóDramma,conlamismaconfianza

conlaquedecíaqueeldíadabapasoalanoche—.Tardeotemprano.Yyoestaréahíparaverlo.

—Pero…perollevamostantosañosconlomismo.Tupadreytuabueloyanosloadvirtieron,¡yahísigue!

Elmiedosehabíacoladosinqueningunosedieracuentaenlosaposentosrealesysehabíaacurrucadoalospiesdesucama.HablardelFlautistaestabaprohibidoentodo el reino, igual que permitir a nadie pasear durante las noches en las que las

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corrientesdeairetrajeranconsigoelmacabrosonidodesupífanoendemoniado.—¡Noes elmismo!No lo es.Nopuede ser.Debede ser suhijoounpariente

lejano.—Pero¿ysi…?—¿Ysiqué?—leretósumarido.—¿Ysifuerainmortalynopudiéramosmatarlo?Dramma golpeó la colcha con los puños, enfurecido, ofendido y secretamente

asustado.—Yotedemostraréquenoloes.—Meestásasustando,cariño.—Sabellaconocíaaquellamirada.Lahabíavisto

demasiadas veces en la vida. La misma que puso cuando decidió erradicar a lossentomentalistasdeHamel.

—No tienes nada que temer. Durmamos ahora, mañana lo veremos todo másclaro.

Lareinaasintiópococonvencidaysegiróparaapagarlavelaquehabíasobresumesilladenoche.Drammafueahacerlomismo,sinembargoelresplandorrojizodelallamalodejóobnubilado.

Paracuandotomóaireylaextinguiódeunsoplido,yahabíaesbozadouncobardeyeficazplanensucabeza…

LasegundapersonaenrecibirlamisivadeBerethfueelpríncipeLoriandeAltoCielo.La leyó conpremuramientras se dirigía a los aposentos de su padre, el reyFilócades,enlomásaltodelaestructuraquehacíalasvecesdereinoydepalacio.

Alto Cielo era conocido por muchos en el Continente como la Ciudad de lasnubes.Noexistíancallesniplazasallí.Nocomolashabíaenelrestodelosreinos.Debidoa lasguerrasya lamaladisposicióndelosreyesanteriores,aquel lugarnohabíacrecidoaloanchosobreinmensasextensionesdetierra,puesnotenía,sinoaloalto.Torresobretorre,conectadasentresíconlargospuentesygaleríasyescalerasycolumnas que sostenían un piso sobre otro como un castillo de naipes, el reino sehabíadesarrolladohastaalcanzarunaalturaquerivalizabaconlasdelasmontañasdelosalrededores.

Porello,nohabíanadiequerecordaselaúltimavezqueaquellugardejódeestaren construcción.Cuando no era una reforma en una de las torres del este, era unaampliaciónenlasdeloeste.Lacuestióneraquenunca,jamás,parecíaestaracabada.Yaquellocostabamásberonesdelosquelasarcasrealesguardaban,ymáshumanosysentomentalistasdelosquepodíanpermitirsetrabajargratisacambiodeunpardemíserosplatosdecomidadiariosyunlechoenelquepasarlasnoches.

Aqueleraelmotivoporelquesumajestadhabíaenfermadotantotiempoatrás.Suúnicosueño,suúnicametaenlavidaeraverterminadalaobraylograrquefuera

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muchomásbrillanteygrandequelaquesupadreledejóenherencia.Contodo,larealidaderaotramuydiferenteyni losmateriales llegabanya,ni losconstructoresseguíantrabajandoenello.EigualqueAltoCielopresentabaelaspectodelasruinasdeloquedebíahabersido,lasaluddesusoberanoseencontrabaenelmismoestado.

Cuandoelimprovisadoascensordemadera,quefuncionabaconcuerdasypoleasdistribuidasportodoellugar,sedetuvoenelpisocorrectoyelguardiaapostadoallíle abrió la portezuela demadera,Lorian bajó de él y corrió por el pasillo hasta elfondo. Allí tragó saliva, respiró profundamente, se agitó como para quitarse deencimaelmiedoy sealisó la ropaantesde llamara lapuerta con losnudillos.Supadrepodíaestarapuntodemorir,perosuvistaseguíasiendoigualdeafiladaquesushirientescomentarios.

—¿Quién?—La voz sonó autoritaria, ronca y agrietada, como las piedras delpalacio.

—Soyyo,padre.—Pasa.Lorian tuvoquecontener el alientocuandoelhedorde lahabitacióncerrada le

golpeóenlacara.—Padre,¿nodeberíasventilaresto?—¿Ytúnodeberíasestarorganizandoalosobreros?—Elgruñidoterminóenun

estrepitosoataquedetosquelehizodoblarseporlacintura.Elpríncipefueaacercarse,perosupadreleindicóconlamanoqueseestuviera

quieto.—HallegadounacartadeBereth—dijo,inseguro.—¿DeBereth?Déjamever.Lorian le tendió el sobre y después colocó lasmanos a la espalda para que su

padrenopudieravercómotemblabandeemoción.—Estesobreestáabierto—dijoFilócades,mirandoasuhijodesoslayoyconlos

labiosapretados.—Tenía…curiosidad,padre.Losiento.—No, no lo sientes, pero ya no hay nada que hacer —le espetó su padre,

cogiendo de lamesilla las gafas con dedos temblorosos y colocándoselas sobre suganchudanariz.

Lorianhabíacumplidolosveinticincoañosacomienzosdeveranoysinembargoseguíacomportándosefrenteasupadrecomounniñodediez.Nuncalelevantabalavoz,jamásseatrevíaarebatirlenadaapesardesaberqueestabaequivocadoybajoningúnconceptolellevabalacontrariaenningunadesusórdenes.Desdequeelviejoreysehabíavistoobligadoapermanecerenlacamaporculpadesusfrágileshuesos,al amparodecuranderosy sentomentalistasquenadapodíanhacerpor su salud,elpríncipesehabíaconvertidoensusojos,bocayoídos.

Erasudeberreportarle todoloquesucedíaalotroladodelapuertay,a lavez,llevarlasórdenesdesupadreadonderequiriese.Siempredemaneradiligente,jamás

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recibiendoacambiounagradecimientoofelicitación.Nuncaesperándolos.Filócades tosió de nuevo yLorian apartó la vista en dirección al cuadro de su

madre que colgaba frente a la cama. De ella había heredado los ojos verdes y elabundantepelorizadoynegroquesehabíadejadocrecerhastaloshombros.Desupadre,labarbillacuadradaylaprominentenariz.

La reina Edna había sido todo lo que un hijo habría deseado por madre. Eracariñosa,amable,protectoray sabíaescuchar.Cuandosuhijo lehablóde su sueñoviajar lejos de allí, ella le animó a hacerlo y le regaló mapas y libros sobre elContinente.Cuando ledio lanoticiadequenopensabacasarseconningunade lasdoncellasquesupadrehabíapropuesto,ellalocomprendióyledijoquenohabíadequépreocuparse.

PoresoLoriansufriótantocuando,cuatroañosatrás,sumadrefallecióalcaérseleencimaunaenormelosetadeltechomientraspaseabaporunadelaszonasdelreinoenconstrucción.Fueunamuerteinstantánea.Nadiepudohacernadaporella.

Durantemeses,Lorian llorósupérdiday regóconaquellasmismas lágrimaselodiohaciasupadreyhaciasuafánporconstruirunreinomásymásalto.Conveladodeseoesperabaque,araízdeltrágicoaccidente,lalocuradesupadreremitiese,peroelefectofueelopuesto.Altiempoquesusaludyhumorempeoraban,susansiasporquesureinosiguieraescalandoelcielo,aumentaron.

Detodaslasmanerasposibles,Lorianintentóconvenceralreydequeseolvidarade una vez de aquella empresa tan absurda y se centrara en revivir lo poco quequedaba del antiguo esplendor de Alto Cielo, pero su padre no era alguien queatendieraarazonesyleamenazócondesterrarlosiinsistíaenelasunto.Aquellafuelaúltimavezquehablaronsobreeltema.

No tenía más hermanos, y los pocos amigos que había hecho de pequeñoabandonaronelreinoencuantopudieronenbuscadefuturosmásprometedores.Él,porelcontrario,seguíapresoenAltoCielocomounpájaroenunainmensajauladepiedra,maderaycristal.

—Puedesecharlaal fuego—dijodeprontosupadre, tirando lacartaalsueloyquitándoselasgafascongestocansado.

—¿Alfuego,padre?—respondióincrédulo,agachándosearecogerelpergamino—.Nospideayuda.

—Nospideunejércitoquenecesitamosytambiénberonesparacostearsuguerra.—Enlacartanoponenadadedinero.—Amínomerepliques—leadvirtióelviejo,coneldedoenalto.—¡Peroesqueno lo entiendo! ¿No lohas leído? ¡El sur se está levantandoen

armasylossentomentalistasnoshandeclaradolaguerra!Filócadesrióconaspereza.—Mipobreeingenuohijo.—Nosoyingenuo—lecorrigióentredientes.—Y sin embargo te comportas como tal.—La tos regresó de nuevo con más

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fuerza, pero Lorian ni se inmutó—. ¿No ves… no ves lo que quieren? ¡Será unatrampa! Querrán que nuestro ejército abandone sus posiciones para partir al surmientrasnosatacandesdeelnorte.

Lorianlemiróconincredulidad.—¿Quéejército?¡Apenastenemosunpuñadodesoldadosquehacenmáslabores

dealbañilesquedeguardias!Elreyentrecerrólosojos.—Nosetevuelvaaocurrirlevantarmelavoz,Lorian.—Acontinuaciónnegócon

lacabeza—.¿Cómopuedotenerunhijotantonto?¡Ay,quéserádemireinocuandoyofalte!

El príncipe se mordió la lengua una vez más para no responder a susimprecaciones.Aquellaeralaoportunidadquehabíaestadoesperandoduranteañospara poder abandonar el reino y cumplir sus sueños.No se rendiría tan fácilmentecomolasotrasveces.

—Padre,yoguiarénuestroejército.—¿Ejército? ¿No decías que eran solo albañiles? —se mofó el anciano—.

Además,túnopodríasdirigirniaunpuñadodedoncellasalascocinas.Lorian se sonrojó violentamente, pero esperaba que con la falta de luz de la

habitaciónsupadrenolopercibiera.Serecuperódelataqueyvolvióalacarga.—Lodigoen serio, ¿quémejoroportunidadqueestapara recordara todosque

AltoCielosiguevivoydispuestoaluchar?Filócadesdesviólamiradahacialaventanacerrada.—Pronto no harán falta oportunidades como esta, hijo. Dentro de nada,

cualquieraquealcelavistaalcieloverálamagnificenciadenuestroreino.—Padre,porfavor…—¡No!—rugióelrey,volviendodesusensoñaciones—.¡Malditasea!¿Además

decobardeeinútiltehasvueltosordodepronto?Loriansentíaelcorazón latiendoconfuerzaensusoídosy labocaseca.Jamás

habíaestadotanenfadado.Surespiraciónseacelerócomosihubieraestadocorriendodurantehoras.Lalenguahablósola.

—Memarcho—dijoconvozseria.—Sí,veteydejadedesatendertusquehaceres.Loriannegóunavez.—No,padre,memarchodel reino.Me llevaréa loshombresquequieranvenir

conmigo.Laexpresióndelreysesuavizóconterrorantesdeendurecerseconrabia.—¿Quéhasdicho?—Quememarcho—Cuántomás lo repetía,más fuerte se sentía ymás real le

parecíalaidea,menosdescabellada—.MemarchoaBereth,aayudarenlaguerra.Filócadesprorrumpióenrisotadasvenenosas.—¿Tú?¿Quévaahacerunaprincesacomotúenunabatalla?

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—Másdeloqueuncobardeegocéntricocomotúhahechoensupropioreino—respondióelmuchachosinpodercontenerlarabia.

—¿Cómohasdicho?—Adiós,padre.Elancianoseincorporódelacama,peroprontovolvióadoblarsededolor.—Nohagasalgodeloquetevayasaarrepentirmástarde,Lorian.—Suvozera

estricta,perosumirada,vacilante.—Nuncaheestadomássegurodealgo.—Seencaminóalapuerta.—Sitemarchasnopodrásvolver.Tedesterraré.¡Dejarédeconsiderartemihijo!Giróelpicaporteysevolvióhaciaelrey.—Yohacetiempoquedejédeconsiderartemipadre.Conunareverencia,abandonólosaposentos.—¡Lorian!¡Hijoingrato!¡Vuelveaquíypídemedisculpas!¡Lorian!Los gritos del reyFilócades lo persiguieron por todo el pasillo.A pesar de las

lágrimas que recorrían susmejillas, el príncipe jamás se había sentidomás libre yfeliz.

—¡Más te vale llevarte a toda la guardia contigo, pues el resto irá a por ti portraidor!¿Meoyes?¡Portraidor!

El príncipe se metió en el ascensor de madera ante la mirada de sorpresa delguardiaylehizoungestoparaquelobajase.Mientrasdescendía,elvientoarrastrólasúltimaspalabrasqueoiríadesupadre.

—¡Lorian,regresa!¡Traidor!¡LORIAN!

LareinaKylmaseencontrabaenlahabitacióndesushijoscuandosudoncellaleentrególacartaqueacababadellegardesdeBereth.UnasonrisaseextendióporsucaraalreconocerlacuidadacaligrafíadesubuenaamigaAriadne.

Condedoságilesabrióel sobrey sacó lahojade su interior, seacomodóenelsillónysedispusoaleer.Massubuenhumoryalegríasefueronextinguiendosegúnibacomprendiendoelpropósitodeaquellamisiva.Cuandollegóalfinal,susojossedesviaroninstintivamentehaciasustreshijos,quejugabanenelsueloconuncazodeagua.

Los sentomentalistashabíandeclarado laguerraal restode losmortales.El suramenazaba con conquistar el Continente yAriadne lo consideraba suficientementeimportantecomoparapedirleayudaaellayaGélinaz.

—Niños,enseguidavuelvo—dijo,poniéndoseenpie.Loscríosdejaronloqueestabanhaciendoyalzaronlamirada.—¿Adóndevas,mamá?—quisosaberUrik.—Sí,¿adónde?—lesecundóAshaz.—¿Puedoircontigo?—preguntóEldavor.

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—Erikä jugaráconvosotroshastaqueyovuelva, tengoquehablar convuestropadre.

Losniñosseencogierondehombrosysiguieronalosuyo.—Pero¿puedoircontigo?—insistióelmáspequeñodetodos.—No,cariño.—Lediounbesoenlacabezaysaliódelahabitaciónatodaprisa.

Afueraseencontróconsudoncella.—Notardaré—leasegurótraspedirlequecuidaradeellosensuausencia.Enfilóellargopasillodemarfilblancoconlamiradapuestaenelpasado.Pocas

veceshabíasalidodelreinoquelavionacer;aquellainmensamontañaheladahabíasido todo lo que ella buscó delmundo. En los pocos viajes que realizó al sur fuecuandoconocióaAriadne,entoncesprincesadeBerethyalgomayorqueella.Desdeelprimerinstantesehicieronbuenasamigasylacorrespondenciaentrelosdosreinosnunca se detuvo. En ella encontró una maestra y una hermana con la que poderdesahogarse.Losveranosenlosqueellalavisitabahabíansidoinolvidables.Poresoleentristecíatantoladesesperaciónqueimpregnabasuspalabrasenlaúltimacarta.

Lacoladesulargovestidoazulsearrastrabaporelbrillantesuelocomolasondasdeunpezsobrelasuperficiedelmar.Suszapatosdecristalmarcabanelritmodesucarrera en busca de sumarido. El tiempo apremiaba y era consciente de que cadasegundopodíasercrucialen losacontecimientosvenideros.Nosediocuentade lofuertequeestabaagarrandolacartaenlamanohastaquesedetuvofrentealapuertadeldespachodelreyOer.

Nollamó.Irrumpióenellaconelcorazónenunpuño.—Lee —ordenó a su marido con mirada suplicante. El rey no esperó más

indicaciones,hizoloquelepedíamientrasellaaguardabadepie.Cuandoterminó,Oeralzólamiradaconsternado.—¿Losniños…?—preguntóconvozgrave.—Noparecequehayanoídonada,queyosepa.Perolespreguntaré.El rey asintió, despacio. La preocupación se vislumbraba en cada arruga de su

rostro.Subarbablancaysusojoscasitransparentesleconferíanunaspectopeligrosoquenadateníaqueverconsuafablecarácter.

—¿Quéhacemos?—Bueno,creoqueestáclaro,¿no?—releyólacartayvolvióamirarasumujer

—.DebemosiraBereth.Kylma asintió y las puntas del cuello de su vestido, largas y afiladas, se

zarandearontrassunuca.Nonecesitabanmáspalabrasniexplicaciones.Desdequeseconocierondescubrieronenelotroelalmagemelaquesiemprehabíanbuscado.Elsuyo era un matrimonio feliz, unido e igualitario. Como en su reinado, ningunotomabadecisionessinconsultarloconelotro.

—Partiremospasadomañana—dijoOer,poniéndoseenpie.Teníaelaspectodeunosogrande,fuerteyalgobarrigón.Seacercóasumujerysinqueellalopidieralaestrechóentresusenormesbrazos.

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Ella,delgadayfrágilcomouncopodenieve,agradecióelgestoysepermitióuninstantededebilidadquejamásmostrabaenpúblico.Suslabiosazules,ajuegoconlasombradeojos,dejaronunsuaverastroenlacasacadesumaridoalsepararse.

—¿Deberíamosdejaralosniñosaquí?—preguntó,dubitativa.Oerpensólarespuestaantesdehablar.—Creo que estarían mejor con nosotros, Kylma. Al menos allí podremos

protegerlosencasodequeocurraalgo.Lareinarespirómástranquila.Nodeseabasepararsedeellospornadadelmundo.—Entoncesiréadisponerelviaje—dijo.Sumarido le devolvió lamisiva y ella la guardó en uno de los pliegues de su

falda. Después se dio media vuelta y regresó a sus aposentos. Debía contestarenseguidaaAriadneparahacerlesaberque,comosiemprelehabía jurado,Gélinazresponderíaasugritodeayudacuandolonecesitase.

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2.Sombras

AquellaeralasegundanochequeLysellpasabaalaintemperie,solayenmitaddelbosquesinmásarmasqueunpequeñopuñal.Sabíaquenosepodíapermitirmásqueunpardehorasparadescansar,perosuspiernasnolasosteníanpormástiempoy,siintentabaseguirbuscandoaVekkasindarseunrespiro,terminaríadesfalleciendo.

Por el camino había logrado cazar un par de liebres que ahora se estabancocinandoenelpequeñofuegoquecrepitabafrenteaella.Asuladoteníaunpuñadodearenalistoparaextinguirlasllamassipresentíaquealguienpodíaestarcerca.

Eloloracarnechamuscadahizoquesus tripasgruñeran,hambrientas.Despuésdehaberseacostumbradoalcómodoritmodelpalacio,dondenuncafaltabadenada,pasarhambrenoeraalgoqueleestuvierasentandodemasiadobien.Rápidamentesequitó de la mente aquellos pensamientos. Sabía que si se dejaba llevar por ellosterminaría llorando amares y suplicando ayuda.Debía ser fuerte, buscar aVekka,intentarcomprenderqué lehabía llevadoahuircon tantapremura…yaveriguarsirealmenteLuehabíaatacadoaaquelchico.

Deserasí,teníaquehaberunaexplicaciónrazonableatodaslaspreguntasquenoconseguíaquitarsede lacabeza.Peroera imposible,ellavioelcuerpodeTailynoestabasangrando.Noteníaarañazosnimordeduras,¿cómosesuponíaque lehabíapodidohacerdañoLue?

—¡Déjaloya!—gruñóparasí,quitandodelfuegoelpaloquesujetabalacarnedelaliebre.Aguardóaqueseenfriaraunpocomientrassoplaba.

Elgraznidodeuncuervolehizodarunrespingo.¿Sería…sutío?—Wil…—susurróalanoche,peronoobtuvorespuesta.Elcorazónlediounvuelcoalrecordarlaimagendelhombreconvirtiéndoseen

ave.¿Cómohabíapodidoocurrir?ElreyAdharelteníalaculpa.Nohacíafaltamásque ver el rostro de terror de Wilhelm para saber que estaba sufriendo con elinterrogatorio.AhoracomprendíaporquénoqueríaqueLyselllepreguntaranadaensuviajehastaallí.

Unalágrimaseescurrióporsusmejillas.¿Dóndeestabasutío?¿QuéibaahacerellasolaenSalmat?No,nopodíavolverasureino.Noenaquellascircunstancias.Elpocovalorque

suestanciaenBerethlehabíainsufladohabíadesaparecidoconelcuervoenlanoche.CuandoencontraraaVekkalepropondríaotroplan.Fueraelquefuese,seríamejorqueaceptareltronoyhacercomosinadadeaquellohubierasucedido.

CuandoencontraraaVekka…Lavozquelahabíaacompañadodurantetodoelcaminovolvióconmásfuerza.

Se tapó los oídos y escondió la cabeza entre las rodillas, pero no sirvió de nada.

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Como el frío que anidaba en sus huesos, las palabras de aquel desconocido seasentabanen sumentecomo la letradeunanana.Debía ir aManseralda, ledecía.Dondeseríafelizypodríalucharporlossuyos,dondeningúnreyvolveríaasometersuvoluntad.¿SeríaaestoaloquesehabíareferidoelreyAdháreldurantesuprimeranocheenBereth?Puesquizásnofueratandescabelladalaposibilidaddeacercarseyverquéofrecían,barruntóaltivayofendida.

Probó su comida y tuvo que esforzarse por no escupir la correosa carne delanimal.Sinningunaespeciaqueecharporencima,elsabordelaliebreeramásbienamargo.Dejóelpalodenuevosobreelfuegoy tomóaguade lacantimploradesutío.

MenosmalquehabíacogidotodoloqueWilhabíadejadoasupasoantesdesalircorriendotrasél.Entresuspertenencias,ademásdelagruesacapaenlaqueahorasearrebujaba, también encontró el pellejoqueutilizabade cantimplora, unpuñaly labolsitaconlassemillasdegordolobosrastreadores.

Por instinto, se llevó la mano a la cintura y comprobó que, sobre el hermosovestido de la cena, ahora estropeado por las inclemencias del bosque, seguía elsaquito. Wil le había explicado cómo funcionaba cuando se dirigían a Bereth ygracias a ello, al menos, sabía que estaba siguiendo el camino correcto hacia suamigo.

Seterminóelrestodelaliebreyacontinuaciónsealejóunospasosparaenterrarlos restos en la tierra y así no tener que preocuparse por las alimañas durante lashorasdesueño.

Avivó el fuego echando algunas ramas secas que encontró a su alrededor ydespuésseechósobrelahierbaconelpuñaldeWilhelmagarradoconfuerza.Echabaenfaltasuarcoysusflechas.

Despertó varias horas más tarde con un persistente dolor de cabeza y la voztomada.Temióhaberseconstipado,puesprontocomenzaronlatosylosestornudos.

Recogió a toda prisa el campamento y, tras comprobar que no quedaba ningúnascuaencendida,desperdigólacenizaylacubriódehojashúmedasparacamuflarsupaso.Si losguardiasdeBerethibantrasella,ytemíaqueasífuera,noseloqueríaponerfácil.

Tardó unos instantes en dar de nuevo con el rastro de gordolobos que llevabaguiándoladesdequese internóenelbosque.Cuantomáscrecía lavegetación,máscomplicadoeraencontrarlaspequeñasfloresdecolormostaza.

Secolocó lacapaburdeossobre lacabezay loshombrosparaentrarencaloryreanudólamarcha.Todavíarecordabaelsustoquesehabíadadocuando,trasverquelas flores funcionaban y que iban marcando el camino hacia lo que esperaba quefuera el paradero de Vekka, había empezado a recogerlas con la mano. Antes dellegaraolerlas,estassedeshicieronenhumonegro.Apartirdeentonces,paraborrarsurastro,selimitóaaplastarlasconlospies.

Elamanecerseescurrióprontoentrelasramasmásaltasdelbosque,seguidodela

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mañanaydelmediodía.PeroLysellno sedetuvoadescansar.SiqueríaalcanzaraVekka tenía que esforzarse por llevar un ritmo, comomínimo, tan rápido como elsuyo.Soloesperabaquenoledieraporcorrer…

Encontróunmontículodepiedrasvariashorasdespués,dondesedetuvoacocinarla segunda liebre antes de continuar la marcha. Apenas pudo darle un par demordiscos antes de escupir los restos, de tan seca que estaba la carne. Parecía quehabía olvidado todo lo que había aprendido en el campamento durante los últimosdiezaños.Nopodíacazaryguardarlaspresassinponerlasensaloaguahelada,¿aquéveníaesedescuido?

Tuvo que agarrarse con fuerza la cabeza por culpa del dolor y de la incesantecantinela que no callaba. La tos se había vueltomuchomás agresiva en el últimotramo y la garganta parecía que se le hubiera llenado de espinos.No podía ni tansiquierarespirarsinsentirdolor.Sinosetomabaalgoprontocomenzaríalafiebre,yenmitaddelbosquealgoasípodríaterminarconsuvidadeunplumazo.

A media tarde el sol quedó cubierto por los nubarrones y el bosque seensombreció, pero para entonces Lysell ya no era apenas consciente de ello.Vagódurante el resto del camino siguiendo el rastro de los gordolobos e intentandoencontraralgunadelasplantasmedicinalesqueBautatalehabríarecomendadotomaren su situación.Peronoeracapazde recordarcualeserannidedistinguirningunaotraquenofueranlashermosasfloresambarinas.

Conelocaso,elsolsellevósusúltimasfuerzas.Rendida,seapoyóenelinmensotroncodeunrobleysedejócaerhastaquedarsentadaenelsuelo.Cerrólosojosysearropóconlacapa.Sindarsecuenta,sequedódormida.

Soñó con sombras. Sombras que se arremolinaban a su alrededor y que sedesvanecían,que regresabany lazarandeabanyvolvíanadejarlaallí, sombrasconojosrojos,blancosydorados.Sombrasqueaullabanalanocheyqueseenterrabanentresusbrazosparaconservarelcalor.Sombrasquesecamuflabanenlosresquiciosde la oscuridad, asustadas. Sombras que la llamaban y le pedían cosas que noentendía.Sombras…

—Lysell,¿meoyes?—Lavozlellegabadistorsionada,comosituvieralacabezametida en agua y el sonido proviniera de la superficie—. Lysell, tienes quedespertarte…Porfavor,Lysell,hazunesfuerzo…

Pocoapocofueentendiendoconmayorclaridadlasórdenes.Debíadespertarse.Nopodíaseguirremoloneando.SeguramenteBautatayahubierasalidodelacabaña.Si quería cazar debía darse prisa. Las presas grandes eran más fáciles de atrapardurantelamañana…

Con lentitud, abrió losojos.Tardóunos segundosenenfocaryentender loqueestaba viendo.Era unmuchacho.El pelo le caía a ambos lados de la cara.Vekka.Intentóhablar,perodesistióalsentirunpinchazoagudoenlagarganta.

—Shhh—leconminóél—.Tranquila,estoycontigo.Laniñavolteólacabezaydescubrióqueseencontrabandentrodeunacabañade

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madera.Laluzdeunachimeneabrillabacercadeella,arrullándolaconsucalor.—Tómateesto—ledijo.Lysellcerrólospárpadosyvolvióaabrirlos.Parecíaquelepesaranunatonelada.

SintióqueVekkalaincorporabaylecolocabaunoscojinesenlaespalda.Estabaenunacamajuntoaunapared.

—Lysell,bebe.Laniñalomirósincomprender.¿Quéhacíaallíyporquéseencontrabatanmal?

¿DóndeestabaBautata?—Vamos,tienesqueponertemejor—insistióelmuchacho.Le colocóun cuencohumeante en los labios y ella abrió la boca.El contenido

abrasó su garganta, pero no tuvo fuerzas ni para escupirlo. Siguió bebiendo ensilencio,sorbitoasorbito,hastaterminarsetodoellíquido.Noledesagradóelsabor,dulzónyunpocoácido.Ademástuvolasensacióndequeeraloprimeroquellegabaasuestómagoendías.Peroesoeraimposible,porquelaúltimavezquecomiófue…

El último sorbo salió disparado de su boca al recordar de sopetón los últimosacontecimientos.SevolvióhaciaVekka,indiferentealcansancio,yleechólosbrazosalcuello.

—Puessíqueespotenteestemejunje—dijoelmuchachoconunamediasonrisa—.Deberíaplantearmecomercializarlo.

Lysellseseparólentamentedesuamigoyloobservóconlágrimasenlosojos.—¿Teencuentrasmejor?—lepreguntóél.Ellaasintiócomounaautómata.Como

retazos de humo, los recuerdos de sus últimas horas vagando por el bosque levinieronalacabeza.Podíahabermuerto.Podíahabersidoatacadaporcualquierfierasinquenadieseenterara.PeroahoraVekkaestabaallí,frenteaella,sanoysalvo.

Eljovenlesecóunalágrimaconsusásperosdedos.—Yapasótodo.Aquíestásasalvo.HabíaalgoenlosojosdelmuchachoqueLysellhabíaechadodemenosyenlo

quenohabíareparadohastaahora,algoqueporfinhabíaregresadoasuspupilas.Nosabíaquéera,peroleagradabavolveraencontrarloensumirada.

Lysellhizoungestoparapreguntarcómohabíanllegadohastaallí.VekkalehizotomarotrosorbodelabebidayleexplicócómoLuelahabíaencontradoenmitaddelbosque,resollando,mientraséldescansabaenaquellacabañaabandonadaquehabíaencontrado.Encuantoescuchóelaullidodelanimal,saliócorriendo.

—Yhastaahora—concluyó.Laniñaasintióagradeciday,conayudadelasmanos,lepreguntódóndeestaban.—SeguimosenelbosquedeBereth,cercadeSalmat.Al decir aquello, sus ojos se ensombrecieron. Lysell le puso una mano en la

mejillaynegóconlacabeza.DespuésseseñalóaellayluegoaVekka.—¿Te…tequedasconmigo?—lepreguntóelmuchacho.Ella asintió con entusiasmo. Vekka sonrió un instante, pero después volvió a

ponerseserio.

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—Nosésiesbuenaidea—echóunvistazoatravésdelaventanayañadió—:lodeBereth…

Lysell negó con la cabeza.No quería hablar del tema, no en esemomento.Yahabríatiempoparalasexplicaciones.

—Bueno,ahoraloimportanteesquetemejores,¿deacuerdo?Se incorporó y la ayudó a tumbarse sobre la cama. Después la arropó con la

manta.—Quedescanses.Lysellsonrió,cerrólosojosysequedódormida.

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3.Donesymáquinas

—¡Levántate! —rugió Adhárel, agarrando a Laugard del cuello de la camisa yvolviendoa tumbarledeunpuñetazo en la cara.El sonido reverberópor todos loscalabozos,ahoravacíos.

—¡Adhárel,para!—SírgericloagarródeloshombrosyloapartódelmagulladoreydeCaravás—.Silomatasnonosservirádenada.

Era el tercer día de interrogatorioy todavíanohabían logrado sacarle nada.ElMarqués sollozaba hecho un ovillo con la nariz sangrante y una mirada deconmiseraciónquenosirviómásqueparaempeorarelhumordeAdhárel.Susropas,igualqueelrestodesucuerpovisible,seencontrabanenunestadodeplorable.

—¡Es un espía, Sírgeric! ¡Nos ha engañado y ha hecho queWil…!—no pudoterminarlafrase.Conunrugidolevantóalhombreylocolocóenlasillademaderaquehabíajuntoalapared.

—¡Y tendrá su castigo!—insistió el joven, volviendo a agarrarle del brazo—.Peroahoraloquenecesitamossonrespuestas.

—Sírgericestáenlocierto,majestad.—Herediaslevolvióacolocarlascuerdasalrededordelcuerpo.Aunque,ensuestado,másqueparaquenolosatacase,servíanparaquenosecayera.

Laugard intentaba mantener el equilibrio sobre la silla sin dejar de llorarlastimosamente.

—Mástevalehablardeunavezycontarnoslaverdadsobretiymihermano—leadvirtió Adhárel con ira contenida—. Si estás intentando ganar tiempo para queDimitrivengaasalvarte,pierdeseltiempo.Tehautilizadocomoatantosotrosantesqueatiyahoravasapagarlasconsecuencias.Estásagotandonuestrapaciencia.

Elhombreapartólacara,esperandorecibirunnuevogolpequenollegó.Zennion, que no había podido bajar a los calabozos hasta entonces debido al

estado tan grave en el queTail se encontraba, se acercó con paso lento hasta él y,apoyadoensubastón,lepreguntó:

—¿Cuálestudon?Sabemosquetienesuno,detidependedarnoslainformaciónporlasbuenasoporlasmalas.

El Marqués tembló sin abrir la boca. Desde que el niño aquel había gritadoacusándolodelosucedidolanochedelacena,todosuplansehabíaidoaltraste,ycon él, su libertad. Antes de que pudiera siquiera reaccionar, dos guardias loapresaron sin esperar ni una explicación por su parte.Más tarde averiguó que esemalditocríolehabíadescubiertoinfluyendoenAdhárelparaqueperdieralosestribosconsudon.

Zennionnoesperómás.Cerrólosojosyaguardóaescucharelgritodedolordel

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Marquésparadetenerse.—Sinohablas,seguiréhaciéndotesufrir.—Porfavor…—mascullóelMarqués,sinapenasfuerzas.—Esanoeslarespuestacorrecta.ElMaestrerepitiósutáctica.—¡Basta!¡Basta!—rogóentonces.—Terepitolapregunta:¿cuálestudon?—Os… os lo diré. ¡Os diré la verdad! Pero por favor, no volváis a…—Las

lágrimassetragaronelrestodelafrase.Adhárelsecruzódebrazosyaguardó,impaciente.ElMarquésnosabíapordóndeempezar.¿Cómoexplicarunpoderqueélapenas

comprendía?—Midon…eselqueyoquieraquesea.Elquelesdigaalosdemásquetengo—

explicó—.Yfuncionarásiempreque…siemprequealguiencreaenmílosuficiente.Adhárelseacercóunpaso.—Estámintiendo.—¡No!¡No!—elMarquésabriólosojosdesmesuradamente—.¡Eslaverdad!—¿Esposible,Zennion?Elviejoseencogiódehombros.—Supongo que en la sentomentalomancia todo es posible. —Se giró hacia

Laugarddenuevo—.Ysinadieteconoce,¿quéocurre?¿Ysinoterecuerdan?—Entoncesnotendréninguno—respondió,conunhilodevoz.Denadahabíaservidosusilenciolosúltimosdías,comoAdhárellehabíadicho,

Dimitrinopensabairarescatarlo.Ahorasolopodíaintentarquedarlomejorposiblepararecibirunapenamenosdura.

—¿Mihermanolosabe?Laugardnegórepetidasvecessinatreverseamirarlo.—Solosabeloqueyolehehechocreer,oslojuro.—Tupalabrahadejadodetenervalor—comentóSírgericconvozseria.—¿QuéledijisteaDimitrientonces?—quisosaberZennion.Laugardtuvoquehacerunesfuerzoporrecordarlo.—Que…quepodíacreardesconfianzaencualquiera.Conqueélysushombres

creyeranenmidon,tuvesuficientepara…—Dejólafraseinconclusa—.Peroestanoesmiguerra.Nosabíaloquehacía.Porfavor,liberadmeyperdonadmelavida.¡Fueunerror!

—Cállate—leespetóAdhárel—.Limítatearespondera loquetepreguntemos.¿Fueesoloquehicisteconmigo?¿Temetisteenmicabeza?

ElMarquésasintió,asustadodequeaquelloincendiaradenuevolafuriadelrey.—Nosabíaqueél…lodelcuervoyono…—Ysinembargoesculpatuya.—Adhárelapretólospuños,conteniéndosepara

nogolpearlo.

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—Escurioso—comentóZennion, extrañado—, cuando te analicé la nochequellegastenoparecíaqueDimitrihubierahechonadacontigo.¿Fuetudecisiónveniryayudarlo,entonces?

—¡Yonosabíaquepasaríaesto!—seexcusóLaugardconlágrimasenlosojos.Jamáshabíacaídotanbajo,nosabíacómosedebíacomportarunoenestoscasos.Élsiempre había sido quien preguntaba y ordenaba a los demás, no el que debíasuplicar.

—¿Quéteprometió?—insistióAdhárel.Las mejillas se le sonrojaron violentamente, aunque esperó que con la sangre

pasarandesapercibidas.—Famayberones…Adhárelgruñócondesprecio.—Ytúteofrecistesinpensártelo.Noeresnadasintudon.Soloelreflejodelo

quelosdemásvenenti,yparaesolosnecesitas.—Guardósilencioantesdeañadir—:TambiénpensabastraicionaraDimitri,¿meequivoco?

ElMarquésasintió.—Esminaturaleza.Yosoloquiero…—Sepensócómocontinuarlafrase—que

mequieran.—Loquequieresesquetequieranportusmentiras—aclaróSírgeric.—Ylopeoresquetedaigualcómoconseguirlo—secundóAdhárel—.¿Quémás

da si mueren cientos de personas mientras a ti te alaben los supervivientes? Eresmuchomáspatéticoyrastrerodeloquecreía.

Porprimeravezenmucho tiempo,Laugardno tuvoquefingir las lágrimasqueahoraderramabacondesesperaciónporque sabíaqueAdhárel estabaen lo ciertoyque,pormuchoqueledoliera,nopodríacambiarjamás.

—Vas a ser condenado a la horca —anunció el rey. Laugard alzó la mirada,desesperado—.Nointenteshacernoscambiardeparecer.

—No,no,no,no.Porfavor…porfavor…—Estarás solo—dictaminó el rey—.Sírgeric se encargaráde traerte la comida

hastaeldíadetuejecución.Seráinútilqueintentesutilizartupatéticopoderconél,yateloadvierto.

SírgericseacercóalMarquésylevantósuespadahastalaalturadesucabeza.Elhombresoltóunaullidodepavor,cerrólosojosesperandoquelerebanaseunaorejaoelcuello,peroélselimitóacortarleunmechóndepelo.

—Tampocohasidoparatanto—comentóelmuchacho,socarrón.Despuéspartiólascuerdasqueleatabanalasilla.

Adhárel segirópara salirde laceldacuandoelMarqués se tiróa suspiesy lerogóquenolodejaraallí.

—¡Oshedicholaverdad!¡Tenedpiedaddemí!—Haberlopensadoantes—replicóelrey,liberándosedeunapatada.TodossalieronyHerediascerróconllave.ElMarquésseabalanzósobrelasrejas.

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—¡No sabía lo que hacía! No me matéis. Por favor. Clemencia, os pidoclemencia…—Laslágrimassemezclabanconlasangredelacaraybajabanhastasucamisa.

—Túnolatuvisteconnadie.Ahoranonoslapidasanosotros.Dichoesto,Adhárelyel restode loshombresseperdieronpasilloadelantecon

loslamentosdelpresotrasellos.

DunalosesperabaenelcomedorjuntoalareinayAya.ElgatodelMarquéssepaseabaentresuspiernas,indiferentealasituaciónenlaqueseencontrabasuamo,cuandolapuertaseabrió.

—¿Ybien?—preguntóDuna,levantándose.Lareinaseinclinóhaciadelante.—¿Hahablado?—Sí—respondióSírgeric—.Esunsentomentalista,comoMarcodijo.—¿Ycuálessudon?¿Cómologró…?—¿Engañarme?—le interrumpió Adhárel—. ¿Hacer que perdiera la cabeza y

traicionaraamiamigo?Sírgericvolvióatomarlapalabra.—No tiene un don específico. Ese hombre es más peligroso de lo que nos

pensábamos.Con pocas palabras les explicó lo que el Marqués les había dicho en los

calabozos.—Seráahorcadoestasemana—añadióAdhárel,sentándoseenunodelossillones

yapoyandolacabezaensumano.Dunasevolvióhaciaél.—¿Qué?¿Penademuerte?—Espeligrosotenerlovivo,yademásesuntraidor.—Tambiénesunrey.—Eso habrá que comprobarlo —espetó Adhárel. A continuación reparó en el

felino—.¿Todavíanooshabéisdesechodeél?—¿Yquéculpatieneelgatodeloquehicierasuamo?—preguntóAya,ofendida

antelameraideadesacrificaralpobreanimal.Elreynodiscutió.Selimitóanegarconlacabeza.—¿Haregresadoyalapartidadelbosque?Ariadnenegó,taciturna.—Debendeestarapuntodevolver.Esperemosquehayantenidosuerte.Dunasemordiólalenguaparanodecirloquepensaba.Wilsehabíamarchadoen

forma de cuervo, ¿cómo iban a dar con él? Podía estar en cualquier rincón delbosque,oinclusomáslejos.IgualqueLysell.

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—Voyasaliradarunpaseo—anunció.—¿Quieresqueteacompañe?—preguntóAdhárel.Ellaasintió, taciturna.El reysepusoenpieyantesdesalir trasDuna ledijoa

Sírgeric:—Venabuscarmeencuantohayaalgunanoticia.—Descuida.Los dos jóvenes abandonaron el palacio en dirección a los jardines. El sol del

mediodía, apenas cubierto por un puñado de nubes desperdigadas, brillaba con lafuerzadelverano.

Anduvieronen silencio sin tan siquieradarse lamano, cadauno inmerso en sumundo, intentandoponerenordensuspreocupaciones.Cuando llegarona la fuentedeCalíame,Duna se sentó.Adhárel se limitó a colocar el pie sobre la piedra y aapoyarseensurodilla.

—Aquellanocheestuveapuntodebesarte—dijoderepente.Dunasonriósinvolversehaciaél.—Unalástimaquetumadreaparecieseenelmomentomásinoportuno.—Bueno,hizoquelacosasepusieramásemocionante.—Queempezarasadudardesiestababienoestabamal…—Desialgunavezunpríncipepodríaenamorarsedeunacampesina…—Desi explotarlaa trabajar era lamejormaneradehacerqueella se fijaraen

ti…El rey soltó una suave carcajada. La primera en muchos días, tantos que ni

recordabacuándofuelaúltima.—¿Tantohecambiado?—preguntótrasuninstantedesilencio.—Metemoquetodoshemoscambiado—respondióDuna.Despuéssuspirócon

fuerza—. Si esto es hacerse mayor, me gustaría permanecer como una niña parasiempre.

Adhárelsesentóasuladoylecogiólamano.—Esonoespropiodeti.TúeresDunalavaliente,laindestructible.Soyyoelque

seescondeyselamentaporlasesquinascomounbebé.—No es justo. A veces a mí también me gustaría sentirme como un bebé—

bromeó—.Ynoquerríaimaginarcómoestaríaentusituación.Adhárelamagóunasonrisa,peronodijonada.Eneljardínnohabíamássonidos

quelosdelabrisameciendolasramasdelosárbolesylostrinosdelospájaros.—Mimadrehamandadolascartasalosdemásreinos—dijo—.Séquefuistetú

quienlediolaidea.—Nofuenada…—comentóella,intentandoquitarleimportanciaalasunto.—Esigual.Loimportanteesquelohahechoyquetodosehapuestoenmarcha.Dunasevolvióparamirarlealosojos.—Supongoquelaguerrayaesinevitable,¿verdad?Adhárel semasajeó los párpados y dijo que sí con la cabeza. Ella se acurrucó

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juntoaélyesperóhastaquelepasóunbrazoporencimadelhombro.—Todosaldrábien,yaloverás.—EsomedigocadamañanaantesdebajaraecharunnuevovistazoalaPoesía.

Sialmenos…—semordióel labioinferior—.SialmenossupieracómoutilizarlaventajadelosVersos,peronohacenmásquecomplicarmemásymáslacabeza.

—Adhárel, tienes queparar.—Duna se separó paramirarle con seriedad—Nopuedesseguir leyéndolos.Debesdejardepensaren lasMusas,ensusPoesíasyensusMaldiciones.Loúnicoquehacenesdistraerte.Quieroquemejuresquenovasavolveraleerla.

—Sabesquenoheterminadodeescribirla…—¡Medaigual!EldíaqueescribaslosúltimosVersoscerraráslapuertadeesa

habitaciónacalycantoytecentrarásenloqueimporta:esto—conlamanoseñalóasualrededor—.Depocoserviráquelogresentendersusprediccionessiparaentoncesyanotequedanadaqueproteger.

Adhárelnodijonada.EsperóaqueDunaterminaradehablarydespuéslaagarródelasmejillasyseinclinóparabesarlaenloslabios.Cuandoseseparódijo:

—Meencantacuandoteponestanseria.—Hazme caso —consiguió decir, obligándose a no caer en la tentación de

sonreír…odedevolverleelbeso.—Loharé.—Levantólapalmadelamanoyañadió—:Lojuro.La jovenvolvióaapoyarsesobreelpechodeAdhárelycerró losojos.Allí,en

eseinstante,respirandolapazylatranquilidaddelpalacio,nadiepodíaimaginarqueprontofueraaestallarunaguerra.

Asustada, sus pensamientos regresaron al Marqués y al extraño poder queSírgericleshabíadescrito:poseereldonquequisieraconqueelrestocreyeraenél.Podríavolar,vomitarberones,crearelectricidad,devolverlavidaalosmuertos…

Devolverlavidaa…Dunaseincorporódeungolpe.—¿Qué?—preguntóAdhárel,alarmado.Ellalomiróconelceñofruncido.Queríacontarleelplanquehabíaestalladoen

sucabezacomoun fuegoartificial,pero sabíaqueno lepermitiría llevarloacabo.Antesdeaceptarqueaquellopodríasalirbienlaencerraríadenuevoenunatorre.Poresoguardósilencio.

—¿Quéteocurre,Duna?—insistióél—.¿Estásbien?—Sí, sí…estoy…—Nose leocurríaquédecir.Sumenteseguíaenotraparte,

lejosdeallí,enloscalabozosdelpalacio.De repente escucharon un silbido lejano. Se volvieron al unísono para ver a

Sírgeric saludándolos desde la distancia. Antes de que pudieran levantarse de lafuente,Sírgericapareciójuntoaellos.Dentrodelagua.

—¡Oh,vengaya!—Selamentó,guardandoelcabellodeDunaenelcolgante—.¡Creíqueestoyalohabíasuperado!

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ElreyyDunalomiraron,divertidos.—Ya.Muy gracioso—coreó Sírgeric—. Venía a deciros que las máquinas de

electricidadacabandellegar.ElsemblantedeAdhárelsevolvióserio.—¿Dóndeestán?Sírgericsaliódelaguaysesacudiólospantalonesconpocosresultados.—Heredias está con ellas en la armería. Le he dicho que no tocase nada hasta

que…—Adhárel le dejó con la palabra en la boca y echó a correr hacia allí— túllegaras.

Dunaseagarrólosbajosdelvestidoytambiénsaliócorriendotrasél.Para cuando llegaron al enorme almacén que había junto a los campos de

entrenamiento, Adhárel sostenía entre sus manos una alargada y estrecha caja demaderaquedejó sobreunamesa.Sofocados,DunaySírgeric se colocaron junto aHerediasaesperar.Asualrededor,cercadetreintacajasidénticasseamontonabanenel suelo, todas ellas custodiadas por un hombre enjuto que los observaba conextrañeza.

Con un ruido seco, la tapa cedió y el rey pudo empujarla hasta apartarla porcompleto.Colocólacajaenposiciónhorizontal,frenteaél,ysereclinóparasacarsucontenido.Losdemástambiénseacercaron.

Rodeadoporvariascapasdepajaqueloprotegían,habíaunaespeciedebáculocilíndrico de piedra y cristal de unmetro ymedio de largo.Adhárel lo cogió conmanostemblorosasylosacóparaestudiarloconprecaución.HastaentoncesDunanohabía reparadoen lapuntadelarma:hechaconespejoscombados, sedisponíandemayor a menor tamaño hasta llegar al último, tan pequeño como la uña de sumeñique.

—Ante vos tenéis un invento revolucionario, majestad—dijo el desconocido,dando unos pasos hacia Adhárel—. Una máquina de electricidad para combatir avuestrosenemigos.Lafuerzadelrelámpagoenlasmanosdeunhombre,comonospedisteis.

—¿Cómofunciona?—quisosaberelrey,admirandoelartilugio.—Aquídebajotenéisunapalanca,miseñor.—Elhombresecolocóasuladoyle

mostróaloqueserefería.DunatambiénseinclinóparaobservarcómoAdhárelechabahaciaatrásunafina

varademetal.Encuantolohizo,comenzóasonarunzumbidoseco.—Se está cargando—explicó el ingeniero—. Todo el cilindro está repleto de

electricidad con una carga de disparo de al menos diez rayos de potenciaconsiderable.Cuandoestabombillaseencienda—comosilehubieraescuchado,unapequeñaluzambarinarefulgiócasienlapuntadelamáquina—querrádecirqueyaestá lista. Lo único que hace falta es seleccionar un objetivo y volver a bajar lapalancaanterior.

Adhárelasintió,conelrostroconstreñidoenungestodeseguridad,ydespuésse

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encaminó al exterior. Los demás lo siguieron intrigados. Una vez fuera, el reyseleccionó un objetivo alejado dentro de la zona de entrenamiento, que en esosmomentosseencontrabavacía,ydisparó.

Duna soltó un grito y se pegó a Sírgeric cuando vio salir el rayo. Con unapotenciasinpar,elrelámpagoatravesóenunabrirycerrardeojosladistanciayseestrellócontraelmaderoalquehabíaapuntadoel rey,haciéndolo saltaren llamas.Trasunosinstantes,laluzsedesvaneció.

LosbrazosdeAdháreltodavíatemblabancuandosegiróhaciaelingeniero.—Esperfecto.¡Perfecto!Seosrecompensaráporello—leaseguró,sonriente.A

continuación se volvió hacia los demás—. ¿Lo habéis visto? ¡Con solo un rayopodríamosarrasarunacaballeríaentera!

—Habrá que tenermucho cuidado con ellas—conminóHeredias, con el ceñofruncido.

—Soloselasdaremosalosmejorestiradoresylesharemospracticarantesdelabatalla.Nopodemosarriesgarnosaquehayaunaccidente.

Sírgericsevolvióhaciaelhombrequehabíacreadoaquellasarmas.—¿Cómodesegurasson?—¿Mepreguntáissipuedenestallarenlasmanosdeunhombre?Elmuchachoseencogiódehombros.—Noqueríaplantearloasí,perosí.Esoesaloquemerefería.—Podéisestartranquilos.Elcilindrodepiedraycristalquerecubreeltanquede

la electricidad está tratado para evitar esos incidentes. Ahora bien, no puedoasegurarosque,sirecibenundurogolpe,nosucedaloinevitable.

—Escomprensible—accedióelrey,sinapartarlamiradadelamáquinaqueteníaenlasmanos—.¿Túquéopinas,Duna?

—Es… increíble, supongo—dijo, con una sonrisa congelada.No le gustaba elmodo en que Adhárel admiraba aquel artilugio. La demencia de quien se creetodopoderoso brillaba con demasiada intensidad en sus ojos—. Pero debes tenercuidado,estonoescomounaespada.

Elingenierosoltóunarisitaentredientes.—Una espada —masculló—. Eso, jovencita, está completamente obsoleto.

Bienvenidaalfuturo—añadió,ensanchandosusonrisa.Dunafueareplicarlequepormuypasadodemodaqueestuvieraunaespada,en

el tiempo que cargaba aquella cosa, su filo podía rebanarle el cuello, pero en esemomentoeljovenSimonapareció,boqueandoporlacarrera.

—Majestad…Zennionosbusca.Adhárelseacercóaél.—¿Ahoraquéhaocurrido?—Sonlosdemás,sehanido.Sírgericsoltóunamaldiciónysaliócorriendohaciaelpalacio.AdhárelleentregóelarmadeelectricidadaHeredias.

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—Guárdalaensusitioyordenadquecierrenelalmacénhastaqueyodélaorden.—Sí,majestad.Trasesto,siguióaSírgeric.Dunasequedóalgorezagadaydespuésseencaminó

alpalacio,perono siguióaAdhárel.Encuantopudo, sedesvióe intentóponer enorden sus pensamientos. Si quería que aquel plan funcionara, necesitaba a alguienquelaayudase.Alguienquepudieratenertantafecomoellamisma.Notuvoquedarmuchasvueltasparadarconlapersonaindicada:Aya.

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4.Laciudaddehielo

FueunaexpediciónlaqueencontróelcuerpodeFirelamedioenterradoenlanieve.El capitán del grupo dio la voz de alarma cuando, desde su trineo, advirtió unamancha oscura en mitad del infinito blanco. A su alrededor, la planicie de hielo,otroralago,comenzabaaresquebrajarsebajosupeso.

Losaguerridosnorteñostuvieronqueactuardeprisaparaintentarsalvar,siesquetodavíaseguíaconvida,alatemerariamujerquesehabíaaventuradosolaenaquelinfiernocongelado.Así,armadosconpicos,cuerdasyeldondesucapitán,capazdecrearhielosoloconposarlasmanossobreunasuperficie,avanzaroncontientohastaella.

Unavezque laalcanzaron,unode loshombressequitó lagruesamanoplaqueprotegíasumanoderechaycolocósusdedossobreelcuellodelamujer.

—Vive—dijo,trasencontrarsulentopulso.Sin cruzar más palabras, los exploradores llevaron el cuerpo de regreso a sus

trineos de madera y colocaron a la desconocida entre mantas y cojines. El másrezagadode todosadvirtió, justoantesdedarsemediavuelta, el elaboradoespejitoquelamuchachallevabaconsigoyquehabíacaídoconellaenlanieve.Lorecogiócon cuidado y contempló cómo el hielo y los copos se habían adherido al cristal,haciendoimposibleverel reflejo.Sinmencionarsudescubrimientoyconelespejoprotegidodentrodesuenormeabrigo,regresóasutrineoyemprendieronelviajedevueltaaGélinaz.

Fireladespertócuatrodíasmástarde,cuandotodoscreíanqueyanuncaloharía.Lafiebreseguíasiendoalta,peroalolargodelamañanaygraciasaloscuidadosdelamujerquelahabíahospedadoensuhogar,fueremitiendo.

Esanoche fuecapazde tomarseunahumeante sopadeverdurasya lamañanasiguientesedespertósinhabersufridopesadillas.Enningúnmomentofueconscientededóndeestabanitampocotuvoánimoparapreguntar.Sedejócuidarensilencio.

Durante todoese tiempono recordóelespejo,aGalasaznia suhermana.Perocuando una mañana escuchó una estampida irrumpiendo en la guarida dondereposaba,supoquealgohabíaocurrido.Algorelacionadoconaquellostreselementosquehabíanpermanecidotantosdíasalejadosdesuconciencia.

—¡Tengo que hablar con ella!—exigió alguien al otro lado de la puerta de suhabitación.

—Estádurmiendo,¿quésucede?—preguntóNivae,puesasísellamabalamujer—.¿Quéestáshaciendo?¡Tray!¡Detente!

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LapuertaseabriódegolpeyFirelarecibióunbofetóndeairesobresudeformerostro.Intentóarrebujarseentrelasmantas,peroalguiensesentósobreelcolchónylaobligóavolverse.

—¿Eresunasentomentalista?Se trataba de un joven apuesto y fuerte, de hombros anchos y barba negra y

recortada. Su oscuro vello contrastaba radicalmente con su pálida tez y sus ojosazules.UnosojosqueenesosinstantesatravesabanaFirelacomodospuñales.

—¡Responde!—N…no,no—eranlasprimeraspalabrasquepronunciabadesdequeelDesierto

deCristalpudoconella—.¿Cómovoya…?—Entonces¿eresunaladrona?—¡Tray,basta!—LavozdeNivae sonópreocupadaycoléricaa lapar—.¿No

vesquetodavíasigueconvaleciente?Elhombresevolvióhacialapuerta.—¡Encontramosestoentresuspertenencias!Nopiensoirmedeaquíhastaqueme

digadedóndelosacó.El hombre se refería, por supuesto, al espejo. Los recuerdos regresaron a la

memoria de Firela de golpe. Se incorporó como un resorte e intentó recuperar elobjeto,peroelhombrefuemásrápidoyloalejódeella.

—Asíquesabesdeloquehablo—ledijo,conseriedad.—Es…mío—dijoconlavozrota.—Tray,esunmalditoespejo—lerecriminólamujer—.Ytúyatienesmásdelos

queningúnserhumanoutilizaríaenlavida,¿deverdadtienesque…?—¡Esteerademipadre,Nivae!—leinterrumpióél,enarbolándolocomosifuera

unabandera.Lamujer se quedó paralizada. Con su falda de lana, la chaqueta de punto, las

rosadasmejillasyelpelopeinadoendos trenzassobre lacabeza,aquelgestoserioresultabaextrañoenella.

TraysevolvióhacialaAsesinadelHumo.—Poresoquierosaberdedóndelohasacadoestaladrona.Firelabufóofendida.Siquisiera,podríacortarleelcuelloallímismoyhuirantes

dequelamujerllegaraapedirayuda.Siquisiera…ysituvieraalgúnsentidohacerlo.Porelcontrario,respiróhondoydijo:—Tupadre…tupadremepidióquelotrajera.—Mientes.—Elfríoque lasgruesasparedesdelhogarseafanabanencontener

habíapenetradoconaqueljoven—.Mipadreestámuerto.—¡No!—respondióella,antesdemeditarsuspalabras—.No…deltodo.Trayalzósupobladacejayapretóloslabiosconfirmeza.Firelareparóenqueaquellaseríalaprimeravezquehablaríaconalguiensobreel

espejo.Conalguienvivo,almenos.—Estáalotrolado.

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—Alotro…—Lediolavueltaalespejoyobservóelreflejodesuhabitación—.¿Quéquieresdecir?

Firela se lo arrebató de lasmanos y contempló con angustia el cabecero de lacama. No había ni rastro de su propio reflejo, ni tampoco de la imagen del viejoGalasaz.

—Estaba…estabaaquí—aseguróconlabocaseca.—¿Teburlasdemí?—gruñó,haciéndosedenuevoconelobjetodeladisputa.—Tray…—Nivaequisoacercarse,peroeljovensepusodepieyladetuvocon

ungestodelamano.—Escúchame, ladrona —le advirtió a Firela, señalándola con el espejo—.

Averiguarédedóndesacasteesteespejoyquéhicisteconmipadre.Ytejuroqueteharépagarporello.

Nivaeapartólamanodeljoven,irritada,ydijoconvozseria:—Creoquedeberíasmarcharte,Tray.Estardeyellatodavíatieneque…Firela aprovechó su distracción para descubrirse completamente y abalanzarse

sobreelhombre.Deunempellónlequitóelespejodelamanoy,trastabillandoasupaso, le lanzó lamanta contra el rostro para distraerle al tiempo que huía ante eldesconciertodeNivae.

—¡Malditasea!—rugióTray,deshaciéndosedelatelaycorriendohacialapuertaqueFirelahabíacerradoasupaso—.¡Daelaviso!¡Teadvertíqueerapeligrosa!

Nivaeasintióconabsolutodesconcierto.—¡Vamos!—escuchógritaral jovenantesdeverlodesaparecerporelcorredor

traslaenferma.Firela también escuchó el grito, pero ya estaba atravesandoun nuevoy amplio

corredordeparedesblancas,techosabovedadosysuelosdelosasdemarfil.Conlospiesdescalzosycubiertasoloporellargocamisónquelehabíanprestado,dejóatrásestatuas esculpidas en cristal y cuadros de paisajes gélidos de indiscutible belleza.Necesitaba escapar de aquella cueva como fuera. Huir de los guardias que prontosaldríanensubusca.Esconderse.Pero¿dónde?Y,¿paraqué?

Deprontoreparóenunaampliapuertaentreabiertabatiéndosesuavementealsondeunacorrientedeaire.Elfríoenaquelnuevopasilloeraconsiderablementemayorqueeldelrestodelasgaleríasquehabíaatravesadohastaelmomento.Tantoeraasíquenisiquierahabíaantorchasencendidas.Sindudaruninstante,empujólapuertaycruzóalotrolado…

…paradescubrir,cuandologróacostumbrarseaaquellablancura,unmiradorconuna gruesa balaustrada de piedra. A su derecha, una escalera de peldaños cortosdescendíahastaelreinoquesepresentabaanteellacomolamaquetadeunlugardeensueño.

A pesar del peligro que corría, no pudo evitar detenerse unos instantes acontemplarelpaisaje.LascasasdeGélinaz,puesahoranolecabíalamenordudadedóndeseencontraba,erandeuncolorgris,casiblanco,comoelcieloquesepercibía

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alláenloaltodelacumbreacristalada.Soloeranecesarioobservarlascorrientesquearrastrabanporelexteriorribetesdenieve,paraadvertirqueaquelaislamientodebíadeserobradesentomentalistas.

Hombres y mujeres entraban y salían de las casas, paseaban por las cuidadascallesembutidosengruesosabrigosmientraslosniñoscorreteabanengruposconsuscabezascubiertascongorrosdecolores.Habíaplazasconfuentes,galeríasestrechasy amplios soportales, edificios de varias plantas y casitas pequeñas, jardines conestanques y trovadores desperdigados que cantaban para un público siempre enmovimiento. En el horizonte, allá donde apenas alcanzaba la vista, se percibía unampliocamposobreelquepastabananimales,yunlagoensuextremooccidental.

Y en mitad de aquel reino, en la zona más elevada de la suave ladera quedescribíaelpaisaje,encerradoentrelasparedesdelamontaña,elpalaciodeGélinazsealzabacomounbaluarte conocho torretaspuntiagudascoronándolo.Construidocon diferentes tipos de piedra, se contaba que en su interior ocultaba varias salashechasenteramentedehielo.

Descendiólosúltimosescalones,conlospiesateridosdefríoylasrugosidadesdelapiedraclavándoseleenlasplantas,hastalaparteinferiordeloqueeraunodelosmúltiplesedificiosescarbadosenlapropiapareddelamontañayquebordeabanelrestodelreino.Unavezabajo,seinternóentrelascallejuelas.Prontosediocuentadequellamabademasiadolaatención;necesitabaencontrarropaadecuada.

Cuandolesobrevinounataquedetos,seapoyóenlapareddeunacasapequeñapararecuperarelaliento.¿Quéestabahaciendo?¿Dóndepensabahuirsiaquelreinoeraunaprisiónderocaensímismo?

—¿Teencuentrasbien?—escuchódeciraalguien.Firelasegirócomounanimalacorralado,ylaseñoraquesehabíadetenidoparaayudarladiounpasohaciaatrás,sobresaltadaantesudeformerostro.

Mejor, pensó ella echando a correr con más fuerza y desapareciendo por laprimerabocacallequeencontróparavolveragirarenlasiguienteesquina.

Así fue avanzando, ocultándose de las aglomeraciones de gente hasta quedescubrióunpequeñopatiojuntoaunacasasolitariaenelquehabíatendidasvariasprendasderopa.

Conpocodisimulo,conlaspiernasheladasdefríoylapieldegallina,seacercóhasta las cuerdas y arrancó un abrigo y un par de calcetines algo húmedos.Desaparecióantesdequenadiedescubrieseelhurto.

Unavezsegura,escondidaenunasolitariaplazoletay rodeadaporvariascasasaltas,secubrióconelabrigoysepusoloscalcetinesconmanostemblorosas.Nuncasehabíasentidotanindefensacomohastaentonces.Yaquelloleaterraba.

SecolocóelespejoencantadodelantedelosojosydiounrespingoalrepararenlaoscurafiguradeKalendra,aguardandodepietrasella,vigilanteyperdida.

Firela susurró el nombre deGalasaz, esperando que acudiera, pero no sucediónada. El viejo había desaparecido. ¿Y si se había perdido mientras cruzaban el

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DesiertodeCristal?Firelareprimióunescalofrío.No.Noqueríanipensarlo.Debíadeestar…

Entonces escuchó una voz lejana. La mujer alzó la vista, preparada para salircorriendo,cuandoadvirtióqueelsonidollegabadelespejo.

—¿G… Galasaz? —preguntó con un hilo de voz, tiritando. Debía de haberlesubidolafiebre—.¡Galasaz!

Peroelespejoseguíavacío,aexcepcióndeKalendra.—Estoyaquí—repitióconmásfuerza—.¡Gala…!El viejo apareció ante ella de sopetón y Firela estuvo a punto de dejar caer el

objetoalsuelo.—EstamosenGélinaz—dijoelhombreconunasonrisa—.Loconseguiste.—¿Dónde estabas?—le preguntó ella, aliviada ymolesta a la vez—. ¡N… no

sabesenell…líoenquemehasm…metido!—¿Porquéestástemblando?—sepreocupóGalasaz—.Ypermítemequeseayo

quientepregunteatiquéocurrió.Cielos,creíque…Firelasefrotóunbrazoconlamanocontrariaparaentrarencalorycerrólosojos.—M…me salvaron un grupo de hombres, p… por lo queme explicaron.Me

encontraronapuntodemorirc…congelada.—No…—selamentóél.—Sí.Heestadovariosdíasinconsciente.—Poresonosupenadadeti…—dedujoél.Firelaasintió.—¿Yquédiabloshacesfueradelacama?¡Vuelveadentro!Ellasonriócondesganaantesdeenvolverseconmásahínco.—Estamañanahaentr…radounhombreenlacasad…dondedescansaba.Ll…

llevabaelespejo.M…meacusód…dehabértelorobado.Elviejosemostróofendido.—Y…yoleaseguréqueno.P…peronomecreyó.—¿Yquiénera?¿Cómopudoalguienreconocermifirmaenelespejo?—Erat…tuhijo.Tray.Galasazsequedólívido.Susarrugasparecierondesapareceraltiempoqueabría

losojosdesmesuradamente.—¿Hasvistoa…Tray?—Me ha am… menazado con mat… tarme si no le decía d… dónde había

escondidot…tucadáver,cuantomenos.—Creenquehemuerto.—Noeraunapregunta.—Queyot…tematé,paraserexactos.—Tienesquevolver—leapremió—.Tienesquellevarmeconél.Necesitoverlo.Firela advirtió cierto brillo de ansiedad en sus ojos, que no había visto hasta

entonces,tancalmadocomosehabíamostradoentodomomento.—¿Porq…quénoestabasenelespejoantes?—quisosaberella.

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—¡Meperdí!—respondióconimpaciencia—.Cuandocaísteenlanieveelespejoseempañóymequedésolo,asíquemepuseaandarhastaquelleguéaGélinaz,elGélinazdeaquí:solitarioyfrío.Encasodequenovolvierasadespertar…almenospodríapasarlaeternidadenmireino.

Firelasesintiómolestaporquelahubieradejadoallísolaenmitaddelaestepa,peronodijonada.Tampocopodía.Los temblorescadavezeranmás fuertes,y loscalcetineshúmedosenlugardeayudar,habíanempeoradosuestado.

—¡La hemos encontrado! —escuchó gritar a alguien de repente. Un guardia.Detrásaparecieronotrostres,Trayentreellos.

Levantó la mirada dispuesta a salir corriendo, pero no sirvió de nada. Loshombreslecerraronelpasoinclusoantesdequeselevantaradelbanco.

—N…nohehechonada—lesaseguró,sinfuerzasparaintentardefenderse.—Miente—dijoconvozroncaTray—.Sino,nohabríasalidocorriendo.—¡C…corríparas…salvarmivida!—Norecordabalaúltimavezquetuvoque

rebajarseadarexplicaciones.¿Cómopodíahabercambiadotantosinadvertirlo?—.¡T…tupadremedijoquet…tetrajeraelespejo!

Trayseacercóaellaylaagarródelcuellodelabrigo.Aunpalmodesurostro,siseó:

—Novuelvasahablardemipadre.—¿Tray?EljoventragósalivasinsoltaraFirela.Losdoshabíanoídoaquellavozlejana.ConferocidadeltiposoltóaFirelayestacayósobreelbanco.—¿Cómohashechoeso?¡Nointenteshechizarme!—¿Trayquésucede?—lepreguntóunodesuscompañeros,acercándose.Peroél

loalejóysecolocólasmanosenlacabeza.—¡N…noteestoyhechizando!—leaseguróFirela—.T…tupadreestáaquí.Yconestaspalabras,alzóelespejoparaquelosojosdepadreehijosevolvieran

areencontrardespuésdetantotiempo.

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5.Medidasdesesperadas

—Hasidodurantelanoche—dijoZennionconlamiradaclavadaenlaparedopuestadelahabitación.Seencontrabanenlosausterosaposentosdelossentomentalistas.

—¿Nadielosviomarcharse?—preguntóSírgeric.—Supongoqueutilizaríansusdonesparaquenolosdescubrieran—comentóel

Maestre con una lacónica sonrisa en los labios—. Parece que les hemos enseñadobastantebien…

Adhárel se paseó entre las literas, esperando descubrir alguna pista de adóndepodíanhabersemarchado.Lascamasestabandeshechas,ylasestanterías,vacías.Elreysevolvióhaciasuamigo.

—¿Nopuedeshacernadaparaencontrarlos?Sírgericnegó,compungido.—Notengonadadeellosparaviajarhastadondeestén.Nopuedohacermásque

vosotros.—Pero ¿por qué se fueron? ¿Y adónde? —Adhárel se apoyó en la ventana,

preocupadoporloqueaquellopodíasuponeraesasalturasdeljuego.—VanabuscaraVekkayallobo—respondióunavoztrasellos.Lostresadultos

segiraronparaencontrarseconSimonenlaentrada.Adhárelsepusodepiecomounresorte.—¿Sehanmarchadoporvenganza?—Supreocupaciónsehabíaconvertidoenira

—.¿Cómoselesocurrealgosemejanteconociendolasituación?—Porquesonniños,majestad—tercióelMaestre,intentandocalmarlo.—No.Llegadosaestepunto,sonsoldados.Sírgericsemordiólalenguaparanoresponderalreyyseacercóalmuchacho.—Simon,cuéntanostodoloquesepas.Loschicospuedenestarenpeligroahora

mismo.—Ya lo sé—dijo él, serio—. Pero ya os he dicho todo lo que sabía. Querían

vengarseporloquelehicieronaTail.FueideadeHenry.—Menudanovedad…—mascullóelrey,bloqueandodemaneraintencionadael

recuerdodeDuna,advirtiéndolealrespecto—.¿YMarcolopermitió?—Intentódetenerlos,peroalverquenoleescuchaban,decidióunirse.—¿Ytúporquétehasquedado?—preguntóSírgeric.Elmuchachoenrojeciómásdelohabitual.—Porquesabíanquesololosretrasaría.—Has hecho bien contándonoslo, Simon—le dijo Zennion, levantándose para

palmearlelacabeza—.Sirecuerdasalgúndetallemás,dínoslo.Sírgericforzóunasonrisatranquilizadora.

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—Notepreocupes,losencontraremos.—Mandaré a un grupo de soldados para rastrear el perímetro—dijo Adhárel,

apretandoloslabios—.Sinosdamosprisa,podremosalcanzarlosantesdequesalgandeBereth.

—¿Cómopensabanellosencontraralniñoyallobo?—preguntóSírgeric.—ConeldondeHenry—replicóSimon.

Morganse tiróalsueloycerró losojos.Era la terceravezque lohacíaaquellamañana,ysusropascomenzabanaresentirse.

—Sedirigenalsur—dijoconmenosemociónqueenlasanterioresocasiones.Marcobufóenvozbaja.—Podríasercualquieranimal,¿cómosabesqueestamossiguiendosurastroyno

eldealgúncomerciante?—Porque si así fuera —intervino Henry con desdén—, habría escuchado el

traqueteode las ruedasdesucarroo lasboñigasdelanimalestrellándosecontra latierra.¿Algunapreguntamás?

Morgansesacudiólatierradelospantalones.—Estavezcreoquelosheoído.Losotrostresmuchachossevolvieronhaciaél.Unoconescepticismo,elotrocon

elbrillodelansiaensuspupilas,yelúltimo,aburrido.—¿Deverdad?¿Susvoces?—preguntóHenry.—Esocreo,pero…—¡Debemosdeestarallado!—exclamóelmuchacho,sinprestarmásatencióna

Morgan—.Vamos,tenemosqueaprovecharestaventaja.Marcoalzólosbrazosalcielo.—¡Dijiste que si andábamos durante toda la noche podríamos descansar al

amanecer!Henry semasajeó los ojos con fuerza. Estaba tan cansado como los otros tres,

perosiporélfuesenosedetendríanniparacomer.—¿NoquieresvengaraTailoqué?Marcosepusoaladefensiva.—¡Esano es la cuestión,maldita sea!Si estoy aquí es porquequiero ayudarte,

peronoquieromorirantesinclusodeencontrarmeconellos.—Loqueintentasesretrasarnosparanotenerqueluchar.Marcodio unpaso hacia él con el puñomedio alzado, peroAndrew se colocó

entrelosdosconsufragmentodehierroconvertidoenunavara.—Vale,tiempomuerto.Calmaoslosdos.Marcobufósonoramenteysediomediavuelta.Acadahoraquepasabafueradel

palacio, más convencido estaba de que debería haberse quedado para avisar a

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Zenniondelosplanesdesuamigo.Henry no atendía a razones desde el ataque de Tail. Su aura brillaba con una

intensidadinusitada.EracomositodoloqueelMaestreleshabíaenseñadodurantelos últimos años sobre el autocontrol y la paciencia se hubiera esfumado de sumemoria.

—Puedoseguirsolo,nonecesitovuestraayuda—espetóHenry,echandoaandar.Andrewpusolosojosenblanco.—Oye, espera un momento. Hemos llegado hasta aquí juntos y seguiremos

juntos,¿verdad,Marco?Unamiradaquepodíasignificar:«porelTodopoderoso,diquesíyacabemoscon

esto» o bien «si nome das la razón, te zurro» bastó para que el otro gruñese unaaceptación.

—Supongoquesí.Henrysedetuvoaunosmetrosdeellosyasintió.—Entonces,sigamos.Nosdetendremosamediodía,cuandohagamáscalor.—Bieeen…—canturreóMarcoenvozbaja,incapazdeseguirenfrentándoseaél.Si bien era cierto que solo llevaban aproximadamente seis horas caminando, la

vozquetodosoíanenlacabezayquenodejabadetentarlosparaquesedirigieranaManseralda, los estaba volviendo locos. El apagado murmullo que el primer díaadvirtieronsehabíaconvertidoenunaletaníaqueserepetíaunayotravezyqueeraimposibledeobviar.

Denadaservíaquesedistrajerancharlandoentreellosotarareandounacanción,elmisterioso ente persistía en su cabezamartilleando todas sus ideas. A tal puntollególaobsesiónqueduranteunratofueronmascullandoenvozcadavezmásaltalafrase,hastaterminarcoreándolaloscuatroagritosenmitaddelbosque.

Ylopeordetodoeraque,cuantomássealejabandeBerethymásseacercabanalsur,másrealyconsistentesevolvía.

—Sinonosmataelcansancioloharáeldolordecabeza—sequejóMorganconlasmanosenlasorejas—.¿Esquenosevaacallarnunca?

—Yocreoqueyano looigo.—Marcoguardósilencioyañadióunossegundosdespués—.Ah,sí.Ahíestá.Alfinalvamosaterminaracercándonos,aunquesoloseaparaverquéofrecencontantainsistencia.

HenrysedetuvoensecoyMorgansechocóconél.—¡Eh!¿Peroquétepasa?—Hetenidounaidea.—¿Otra?—sequejóMarco,doblándoseporlacinturaparaestirarlosmúsculos.—Esmásunasuposición,peronoseríamalaideatenerlaencuenta.—¿Dequésetrata?¿Volvemosacasa?—preguntóMorgan.Henrysonrióconsarcasmo.—Muygracioso.No.Todolocontrario.Quizásnoseatanmalaidealoquehas

dichoydebamosdirigirnosaManseralda.

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—¿Qué?—leespetóMarco,incorporándosedegolpe.—Bromeas,¿no?—LasonrisadeAndrewsecongelóensucara—.¿No?¡No!—Desde luegoqueno. ¿Soy el únicoque lo ve lógico? ¡Ellos se dirigenhacia

allí!—¿YporquénohaciaSalmat?¿Tengoquerecordartequeellaeslareina?—Pensadlounmomento:despuésdetodoloquesucedióenBereth,¿creéisquela

niñatendráganasdesubirseauntrono?Esaestáhuyendoconsuamiguitoaunlugardondepuedanserlibres.

—¿YquétehacepensarqueeselugaresManseralda?—preguntóMorgan.—¿Entoncesdamosporhechoquesonsentomentalistas?—añadióAndrew.Apenas había una base sólida sobre la que sostener aquel argumento, pero no

debíanpasarloporalto.PorloqueZennionleshabíadichocuandosubieronaveraTail y lo que Marco pudo comprobar en su aura, el ataque que el gemelo habíasufridonohabíasidofísico,sinodeotraíndole.Comosisololehubierandejadolosdespojosdelalmaparanodesfallecer.

Además,estabaelhechodequeeljovensepasearaporahísinsombra…—Ya casi no me duele—masculló Tail cuando logró despertar. No recordaba

nada. Solo los ojos ambarinos del animal abalanzándose sobre él. Después sintiómiedoyganasdellorar.Susojosestabanagrietadosylaalegríaylatranquilidadqueacostumbrabaatransmitirsehabíanesfumadoconelcolordesuaura.Yesque,anteelasombroyeltemordeMarco,laluzquesiemprehabíaacompañadoaTailsehabíaevaporadocasiporcompleto,volviéndosetanfrágilcomounapompadejabón.

—Tengounpresentimiento,¿vale?—dijoHenry—.¿Aalgunooscabelamenorduda de queVekka es un sentomentalista? ¡Fijaos cómo se comporta con ese lobosarnoso!Estoyconvencidodeque tardeo tempranoterminaráyendoaManseralda,conosinreina.

—Nosé si serábuena idea.—Marco intentabaponeralgode sentidocomúnalasunto,peroerainútil—Yahabéisoídolasnoticias.Dimitrieselreyallí.

—¡Puesmuchomejor!—exclamóHenry—.SeremoslosespíasdeBereth.Morganasintió,entreconvencidoydeseosodequeaquelloterminaradeunavez.—Nosvamosameterenunlíocuandovolvamos,yaveréis.Henryesbozósuprimerasonrisadesdequesugemelofueatacado.—¿Másdeloquenoshemosmetidoya?

DunallamóalapuertadelahabitacióndeAya,primeroconsuavidadydespuéscon premura. Sabía que si se paraba a sopesar todo lo que estaba en juego no seatreveríaaseguiradelante.

—¡Yavoy!—lellególavozdelamujerdesdedentro—.¿Aquévienetanta…?Duna,¿quésucede?

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—Tengo que hablar contigo —respondió ella, entrando en la habitación ysentándosealospiesdelacama.

Ayacerrólapuertaysecolocófrenteaella.Sugestosehabíacongeladoenunamuecadepreocupación.

—¿Yahaempezado?Laguerra,digo.Porquesiesasí,yotambiénpuedoluchar.Dunalamirócomosinofueracapazdecomprendersudialecto.—¿Qué?No.NotienequeverconlaguerraniconBereth—dijo,masajeándose

losdedos,nerviosa.Ayasuspiróaliviadaysellevólamanoalpecho.—Entonces¿dequésetrata?—sesentójuntoaella.—Es…sobreCinthia.Lamujerseenderezó,alerta,peronohabló.—Notedijimostodalaverdadsobresu…situación.—¿Está…herida?¿Muerta?—Laspalabrassalíandesubocaconunmiedoatroz

aquesehicieranrealidad.—Noestámuerta,nitampocoherida.Pero…perotampocoestábien.UnalágrimafurtivaseescurrióporlasdemacradasmejillasdeAya.—Quiero que me lo cuentes todo, Duna —dijo con voz grave—. Por muy

horriblequesea,serámejorqueloquemiimaginaciónhasupuesto.Lamuchachaasintióyrespiróhondo.Enunintentoporprotegeralamujerdela

verdad, le habían hechomás daño del que podían imaginar. Ya era hora de poneralgúnremedioy,consuerte,unasoluciónefectiva.

—Teníasrazón,Aya.CinthiadesaparecióporculpadelaMaldicióndelasMusas.Suexpresiónfuemásqueelocuente.—¿Cómopuedesestartan…segura?—preguntóconunhilodevoz,temiendola

respuesta.—Porquelavimos.AellayaloscientosycientosdeniñosqueelFlautistahabía

raptadoportodoelContinente.—Mihija…Dunatemíaque,siseguíahablando,lamujerterminasedesmayándose.Quizásse

habíaprecipitado.PeroAyasevolvióparamirarla.—¿Dóndeestá?—En…Hamel.—¿YAdhárellosabe?¿Aquéesperaparaenviaralaguardia?¿Nolohahecho

porsuamigocuervo?¿Ymihija?Dunacerrólosojoseinspiró.—Noseasasí,Aya.Esmuchomáscomplicadodeloquepareceyvoyanecesitar

unbuenratoparaexplicartetodoslosdetalles.—Pues empieza a hablar, jovencita—le ordenó lamujer, secándose los ojos y

recuperandodeprontoeltonodevozquetantohabíaechadodemenos—.Empiezaahablarinmediatamente.

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Yellaobedeció.Al igual queCorpuskai y el propio Flautista hicieron en sumomento,Duna le

hablóacercadelorigendelasMaldicionesydelasPoesías.Delahistoriadeamoryodioquehabíadesencadenadotodoenunprincipio,delaavariciadeKastar,otroraEttore,ydelalocuradesuhermanoGiacomo.DelcastigodelasMusasydelalaboralaqueestaríasometidoeljovenFlautistadeahíenadelante,raptandoalosniñosdelosreinosmalditosyocultándolosenlasprofundidadesdelaMontañaSilenciosa.

LosojosdeAyasefueronentrecerrandosegúnibaavanzandoelrelato,peronodijo palabra.Duna le explicó tan bien comopudo el estado en el que su amiga seencontraba,elencantamientoquelamanteníacongeladaeneltiempoypresaeneselugar.Leaseguróquenadapodíanhacerpordespertarlayque,almenos,allíestaríaprotegida.Cuandoterminódehablar,gruesosgoteronesseescurríanporlapielajadadelamujer.

—¿Volveréaverla?—preguntóconlavoztomada.—¡Sí!—leaseguróDuna,agarrándolelasmanos—.Claroquesí,Aya.Volveráa

Berethpronto,telojuro.Peronecesitotuayuda.Lamujersesecólaslágrimasconunpañuelitoqueguardabaenelvestido.—No digas tonterías, Duna—soltó una carcajada amarga y volvió a quedarse

seria—. ¿Qué puede hacer una vieja como yo en una situación como esta si nisiquieravosotrospudisteis…?—guardósilencio—.Esinútil.

Lamuchachanegórepetidasveces.—Esa es la cuestión: ¡no lo es!—Miró a su alrededor, como si pudiera haber

alguienocultoenlahabitaciónydespuésprosiguió—.ElreydeCaravásnosayudará.—¿Te has vuelto loca?—lamujer abrió los ojos, aterrada—.Es un traidor, un

asesinoyunmentiroso.¿Tecreesquevoyadejarsiquieraqueteacerquesaél?—¡Perotengounplan!Ayabufó,molesta.—No.Unplanquenecesiteaalguiencomoesehombrenopuedeserbuenaidea.—¡CreíquequeríassalvaraCinthia!—Contodamialma,Duna—dijoconvozgrave—.Peronovoyaarriesgarmea

perderteatitambiénporelcamino.—¡No tienes por qué perderme! Déjame que te lo explique, por favor. —La

desesperaciónestabaimplícitaencadapalabra.Aya fuea replicarunavezmásparazanjarel asunto,pero fue incapaz.Era tan

conscientecomoDunadelasganasqueteníadevolverateneraCinthiaasulado,protegida.Y,comoellasabía,haríaloqueestuvieraensumanoparalograrlo.Conunsuspiroysincambiarelgestodepreocupaciónpreguntó:

—¿Paraquémenecesitas?—Bajemos a la cocina, cojamos unamanzana y te lo explicaré por el camino.

Debemosdarnosprisa.

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AlMarqués no le quedaban ya lágrimas que llorar. Se encontraba tirado en elrincóndelacelda,conlosmúsculosentumecidosenunapatéticaposiciónfetalyconla cara aplastada contra el frío suelo de piedra. Su respiración era un gruñidoenfermizoy flemáticoquearrastrabapor las losaselpolvoy losgranitosdearena.Ibaamorir.¿Quéimportabaquealguienlevieradeesaguisaoquesutraje,yadeporsí manchado por su propia sangre, se ensuciara aún más? Su tiempo se agotabadesesperantementerápido,yantesdequepudieradarsecuentaestaríaconlasogaalcuelloysufriendoespasmosavariosmetrossobreelsuelo.

Un lamento propio de los reos se escurrió por su garganta como una babosa.Tenía sed y hambre y ganas de bañarse. Quería volver a Caravás, al pasado, a suimperfecto y tranquilo mundo. Allí al menos había tenido un mayordomo, doscocinerasyungato.¿QuéhabríasidodeSebastian?¿SelohabríadadoDimitriasushombres para que lo desollaran? ¿Lo haría cuando descubriera su situación?Sorprendido,dejóescaparunalágrimaporelviejosirviente.

Al menos cuando estaba en Caravás le quedaba la esperanza de que su vidavolvieraasertanperfectacomolohabíasidoenelpasado.Ahorayanoteníanieso.Habíajugadosuscartasyhabíaperdidolamano;lavidavendríadespués.Ytodoporhacer caso a ese loco deDimitri. ¡Él no estaba acostumbrado a luchar ni a actuardirectamente!Élsolohabíaaprendidoacolgarselasmedallasyalucirtrajesbonitosenlasgalas,¿cómoselehabíapodidoocurrirqueestavezseríadiferente?

Ibaavolveraaullardedesesperacióncuandoadvirtióunhazdeluzprovenientedel pasillo. Con esfuerzo, volteó la cabeza para ver cómo una luz anaranjada ibaarrinconandolaoscuridadasupaso.Unamuchachaapareciópocodespuésagarrandounaantorchaconlasdosmanos.Ynoestabasola.

—A lomejor ya estámuerto…—oyó susurrar a lamujer que iba con ella. SetratabadeAya,laotraera…

—¿Duna?—mascullócon lagarganta seca.Quizásnoestuviera todoperdidoafindecuentas.

—Parece que hemos llegado a tiempo—comentó la joven, acercándose a losbarrotesdelacelda—.Levántate,queremoshablarcontigo.

Apenas habían cruzado cuatro palabras durante su estancia en el palacio. Noentendía qué podía hacer allí abajo sin Adhárel y con la otra mujer, pero guardósilencioparanoespantarlas.Conunpocodesuerte…

Sepusodepieapoyándoseenlasmohosasparedesydespuésavanzóhastalaluzdelaantorchacomounamoscatullida.

—Vosotrasdiréis—comentó,aparentandoindiferenciayocultandoelmiedoyladesesperanzaenlassombras.

Lamuchachasegiróhacialamujerylehizoungesto.Esta,sinapartarlamiradadelMarqués,sacódesuespaldaunamanzanarojaybrillantecomounrubí.

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—Gracias…—mascullóelhombre,abalanzándosesobreella,peroantesdequesusdedoslarozaran,lafrutavolvióadesaparecertraselfaldóndelaseñora.

—Estonoesparati—leespetóDuna,alejándoseunpasodeél—.Noparaquetelacomas,almenos.

ElMarquésesbozóunasonrisacansada.—¿Quieresquelequitelaspepitasylaplanteparaestarentretenido?—Vaya,nosabíaqueademásdeunmentirosoydeuntraidorfuerasunbromista

—dijoDuna,sinamilanarse.Laugardvolvióadesinflarseyestuvoapuntodeecharseallorarpatéticamente.

Lapetulanciaquedurantetantosañoslehabíaacompañadoparecíahaberseescurridofueradeaquellacelda.

—Adhárelmehahabladosobretudon.¿Hasvueltoamentiroestavezhasdicholaverdad?

ElMarquésseencogiódehombrosypaseólosdedosporlosbarrotes,despacio.—Eslaverdad.DunaasintióyvolvióapedirleaAyalamanzana.Laagarróconunamanoyla

lanzóalaireantesderecogerladenuevo.—Tenemosunamisiónparati.ElMarquésabriólosojos,contrariado.—¿Nohaquedadoclarolomalquesemedaesodecumplirórdenesyllevara

cabomisiones?—Estanoesdifícil—leaseguró—.Notendrásniquesalirdelacelda.—Espléndido…—Acambio,sinosayudas,intentaréqueAdhárelteperdonelavida.—¿Lo intentarás? —se mofó—. Voy a necesitar un aliciente mucho más

prometedorsiquieresqueteescuche.Dunacambióelpesodeunpieaotro.—Deacuerdo,harétodoloqueestéenmimano.—Noessuficiente.—¿Quéquieresentonces?—preguntó,alzandolavoz.Lamujerlepusounamanosobreelhombroparaquesecalmara.—Noalceslavoz,Duna.—Asíqueelreynosabequeestáisaquíabajo—dedujoelMarqués,ensanchando

susonrisa.—¿Quéquieres?—repitióellacon los labiosapretados.Habían logradocolarse

enlasmazmorrasduranteelcambiodeguardia.SiAdhárelladescubría…—.Di.—Lalibertad.Quemesaquesdeestaratonera.—Imposible.—Entoncescreoquepodéisvolveravuestrasmullidascamas.Dunaloagarródelamangaantesdequellegaraagirarse.—Primerotendréquecomprobarquenonoshasengañado.

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—Nosédequésetrata,pero¿quéocurresi todofuncionayaunasídecidesnocumplirtupartedeltrato?

—Mipalabra, a diferenciade la tuya, siguevaliendo algo. ¿Creesque estás ensituacióndedudardeella?

El Marqués se deshizo con delicadeza de la mano de Duna y la observó condetenimiento.

—Si le contara a Adhárel que has estado aquí proponiéndome un trato seenfadaríamucho.

—Si lohicieras, tecolgarían inmediatamente.Tenpor seguroquemipeleaconAdhárelnoseríanadafueradelocorriente.

Laugardtragósalivayarrugóelmorro.—Québuscáis.Dunalevantólamanzanaylacolocófrenteasusojos.—Necesitoquehagasqueestamanzanaconsigadespertaracualquieraqueledé

unmordisco.—¿Disculpa?Dunabufóyseapartóelpelodelafrente.—O que pruebe su jugo, da lo mismo.—Se volvió hacia Aya, intranquila—.

Técnicamente si está dormida no creo que pueda morder, ¿no? Bueno, me lasingeniarécomoseaparaque…

—¡Un momento! —El Marqués le dio en el hombro para que se girara—.¿Quieresquehechiceestafruta?

Las dosmujeres asintieron. Laugard se las quedómirando antes de soltar unacarcajadaqueprontomutóenunatosincontrolable.

—¿Dóndeestáeltruco?—dijo,recuperándose.—Nohaytruco.Necesitamosquelohagasparapoder…despertaraunaamiga.—¿Nosirveconunsopapoounjarrodeaguafría?Dunapusolosojosenblanco.—No.—Ya veo: sentomentalomancia, ¿eh? —El Marqués asintió, pensativo—. En

cualquiercaso,noesposible.Si tu rey tehaexplicadoalgosobremidon,necesitonutrirmedeunafuentedefesuficientementepotente…

—Y aquí la tengo. —Duna se apartó y agarró a Aya del brazo para que seacercara.

—¿Solo ella? —sus cejas se alzaron hasta casi pegarse con las entradas delcabello.

—Bueno,yyo.¿Puedeshacerloono?ElMarquésobservócondetenimientoalasdos.—Puedointentarlo.Sinentrarendetalles,lamuchachaleexplicólasparticularidadesdelasituación

enlaqueseencontrabaCinthia.NomencionaronalasMusasnitampocoalFlautista,

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pero el Marqués no tardó en comprender que se trataba de algo mucho máscomplicadodeloqueaparentabaasimplevista.

—Porsupuestonopodíaseralgosencillo.—Novoyainsistirmás:¿vasaayudarnosono?ElMarquéscruzósumiradaconladelajovenydespuésconladeAya.Elbrillo

desusojosalaluzdelfuegoreflejabalapredisposiciónquesiemprehabíanecesitadopara llevar a cabo sus trucos. Funcionara o no, debía intentarlo; no encontraríamuchasmásoportunidadesdepoderescaparconvidadeaquellacelda.

—Dame lamanzana—dijo con tono cansado.Duna se la tendió y después seseparódelajaula—.Necesitoqueosconcentréisencreerenmí.Deboadvertirosquees laprimeravezque intentoalgoasí; siempre logroquemisvíctimascreanporsímismas,nosésifuncionará.

—Túhaztutrabajoquenosotrasharemoselnuestro.Tieneselpoderparahacerqueestamanzanapuedadespertaracualquieraquepruebesujugo,¿verdad,Aya?

Lamujerasintió,primerodespacioymástardeconentusiasmo.—Unpoder ilimitado—prosiguióDuna, con asombro—.Conuna gota de ella

podríasdespertarauncentenardedurmientes.Losejércitoste temenylosreyestebuscanparaquecompartastupoderconellos.

ElMarquéscerrólosojosyfuealimentándosedelaspalabrasdelamuchachaydeldeseodecreerdelamujer.Alprincipiotemióquenofuncionaría,quesupropiodon se había dado cuenta de que estaban haciendo trampas. Respiró hondo y seconcentróenaferrarsealoshilosdefequepocoapococomenzabanamanardesusvisitantes.Unoshilostanfinoscomolosdelasarañas,queprontofueroncreciendoenintensidadyembargándolopordentro.

Ya no prestaba atención a las palabras de Duna. Sus sentidos estabanconcentradosenlainagotablefuentedelamujerque,sinverla,sabíaquellorabadelaemoción,noporcreerqueaquellopodíafuncionar,sinoporquehabíanencontradoaalguienquepodíasalvaralajovenCinthiaconayudadeaquellamanzanaroja.Sufeenélcomenzabaadesbordarseconcadaminutoquepasaba.Limpia,clarayperfectaparaelfinúltimo.

Cuandoconsideróqueestabalisto,apretólosdedoscontralafrutaydejóquesuconsabidodonhicierasutrabajo.¿Despertaraunadurmienteconaquellamanzana?Pancomido;lollevabahaciendotodasuvida,afindecuentas.Sintióuncosquilleorecorriéndole el pecho y viajando por los brazos hasta las yemas. La energía fueabandonando su piel y se fundió con la de lamanzana.Como detalle personal, sepermitióellujodeofreceralafrutaunbrilloespecialqueladiferenciaradecualquierotra.

—¡Listo!—dijo,abriendolosojosysonriendo,cansado.Dunainterrumpiósuletanía.—¿Yaestá?¿Hafuncionado?Por respuesta, el Marqués lanzó la fruta al aire como había hecho antes la

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muchachayvolvióarecogerla,laestelarojizapintólaoscuridadconclaridad.—Créeme,estamanzanapodríadespertarhastaaunmuerto.Ayasesecólaslágrimasconelreversodelamanoydespuéslediolasgracias.

Laugardasintiócomplacidoy leacercó la frutaaDuna,perocuando ibaacogerla,estelaalejó.

—Encuantocomprobéisquefunciona,meliberaréis—ledijo.—Enesohemosquedado,sí—replicóella,ansiosa—.HablaréconAdhárelpara

quenoteejecuten.Telojuro.Laugardnegóconimpotenciayselaentregó.Tendríaqueconfiarenella.—Esperoqueasísea.

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6.Lasombraporellobo

DejaronatráslaespesaforestadeBeretheneltercerdíadeviaje.Frenteaellos,losúltimosárbolespreviosalValleInocentesemostrabancomoelprólogodeunterrenosinapenasvegetaciónysalpicadoporriachuelosocultosentrelamalezacorta.

—Atravesarlo supondríaexponernosaquenosvierandesdecualquierpunto—dijoVekka,preocupado—.Deberíamosbordearlo.

—¿Salmatestáaleste?—preguntóLysell.El muchacho señaló a lo lejos, donde, prestando mucha atención, podían

advertirselassiluetasdelasprimerascasasdelreino.—¿Quieresquevayamos?Laniñanegóconenergía.—SigamoshaciaManseralda—comentó.—¿NosabesdóndeestáSalmatperosíManseralda?Lysell enrojeció. No le había dicho todavía nada sobre la hipnótica voz de su

cabeza.—Ya escuchaste a Adhárel la primera noche: los sentomentalistas se están

reuniendoallí.Vekkaalzóunaceja.—¿Ycreesqueesbuenaideaquenosacerquemos?Ellaseencogiódehombros,intentandoaparentarindiferencia.—Sinonosgusta,siemprepodremosmarcharnos.Lue llegó al trote de entre los árboles con algunas hojas y ramas pequeñas

enganchadas al pelaje.Vekka se agachó a su lado y le limpió el lomo con esmeromientraslaniñalosobservabaconelceñofruncido.Ahoraonunca,sedijo.

—Vekka…—¿Hum?—nosegiróparamirarla.—Me…gustaríasaberquéfueloquepasóenBereth.Éldejó lamanoquietasobreel loboyLysellviocómosecrispabansusdedos,

peronohabló.—Vekka,porfavor.Necesitosaberlo.—¿Lonecesitas?—preguntóél,girandoelcuellolentamente—.¿Paraesoviniste

trasdemí?¿Paraencontrarunarazónparaperdonarme?Laniñaenrojecióalversedescubierta.—¿Quéharássinotelodigo?—insistióVekka—.¿Teirássola?—¡No!Essoloque…Elchicosepusodepie.Susojosgrisesseensombrecieroncuandolamiraron.—Voy a ponértelo sencillo: sí, Lue atacó a ese idiota en Bereth —reveló de

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pronto.Lysellnodiocrédito.Sellevólamanoalabocayseechóparaatrás,asustada.—¿Tú…tútambiénestabasallí?—preguntóaturdidaysinsabersimirarleaélo

alanimal.—Sí.Lysellnegó,incrédula.—¡Cómo…!—noterminólafrase—.¡Puedequeahoramismoestémuerto!Vekkahizounmohín.—Siasífuera,selomerecería.Esperoquelosdemáshayanaprendidolalección.—Túnoeresunasesino.¿CómodejastequeLue…?—¡Luehizoloqueyoleordenaba!—leinterrumpió—.¿Tambiénvasajuzgarme

tú?Elarranquedesinceridadestabacayendosobreellacomounalluviadeguijarros.

Queríaqueparase,perotambiénnecesitabasaberlotodo.—¿Soloporqueserierondeti?—preguntó.—No.—¿Meharíaslomismosillegaraelcaso?Vekkaapretóloslabios.Susfosasnasalesseabrieronycerraronconenergía,pero

nosirviódenada.—Sí.Ellasintióunescalofrío.UnalágrimaseescurrióporlacenicientatezdeVekka.—Serámejorquenosseparemos—mascullóelmuchacho.Lysellcerrólospuñosconfuerza.—Novamosasepararnos—ledijo,golpeándoleenelhombroparaquesediera

lavuelta—.CuéntamequéestápasandocontigoyconLue.Dimeporquénohicistenadaparaevitarelataqueyporquéhuiste.Necesitosaberlo.

Elmuchacho se dio la vuelta, pero fue incapaz de enfrentarse a los ojos de suamiga.Losclavóenlatierra,porelcontrario.

—Espeligrosoquesigamosjuntosytúyatehasrecuperadolosuficiente.—Notehepreguntadoeso—leespetóella—.Dimequéestápasandoaquí.Seguíatemblandoyteníamiedo.Yanosolodelaverdad,sinotambiéndeLuey

deloscambiosdetemperamentotanincontroladosdesuamigo,peroeseterroreraelmismoqueleestabaotorgandolafuerzaparaseguiradelante.

—No soy un chico corriente—dijoVekka con un hilo de voz—.Mi padre seencargódeellohacetiempo…

—¿Tupadre?¿Quétienequeverélcontodoesto?Elmuchachoalzólamirada.—Élmeconvirtióenloquesoy.Élmerobólasombrayselaentregóalbosque.El corazón deLysell se detuvo un instante antes de seguir palpitando conmás

fuerza. El viento arrastró un puñado de hojas de los árboles cercanos, que navegósobresuscabezassinrumbofijo.

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—Algunavezmehaspreguntadoquéocurrióesanocheenelbosque,cuandomeatacaronloslobos.

Laniñaasintió.—Mi padre intentó curarme con todos los ungüentos que encontró, pero los

cortes, según me dijeron más tarde, eran tan profundos que apenas me quedabasangreenelcuerpoparasobrevivir.Fueentoncescuandodecidiórecurrirasudon.

LysellsehabíapasadolamayorpartedesuinfanciapreguntándosesirealmenteAzquetamescondíaunpodersecretoositodoloquehabíaoídosobreéleramentira.Ahora,más lejosdelcampamentode loque jamáshabíaestado,nocreíaestar listaparaconocerlaverdad.

—Mipadresiemprehasidouncobarde.Teníatantomiedoasupropiodonquesolocuandovioquesuhijomoriríasedecidióautilizarlo,ynisiquieraentonceslohizobien.—Vekkaalzó lamiradaa lasnubes—.Por lopocoqueentendí, tenía lacapacidad de realizar cualquier intercambio, siempre que fuera justo. Según meexplicó, todas nuestras acciones tienen consecuencias. Esas consecuencias son lanaturaleza reajustándose, equilibrando la balanza. Nosotros no podemos elegir elprecioquepagamosporellas;mipadre,sí.

—¿Esoquésignifica?—Quepuedemodificar la realidadsiacambiohacesacrificiosquerestaurenel

orden.—SecruzódebrazosymiróaLysell—.Enmicaso,viendoqueestabaapuntode morir, le pidió al bosque que me salvara y, a cambio de mi sombra, este meentregóunanueva…Luz.

—¿Unaluz?Vekka sonrió, observándola con admiración, orgulloso de que ella hubiera

permanecido ignorante de aquellas pesadillas que a él lo habían asediado sindescanso.

—LaLuzesesoquenoshaceseguiradelantecuandohemosperdidolaesperanza—explicó—.Eslailusiónyeldeseodevivir,delucharporloquequeremos.—Hizouna pausa antes de seguir—.Yo perdí lamía esa noche. Segúnmi padre, llegué aestarmuertoun instante, suficienteparaque seextinguieraporcompletodentrodemí. Por eso el cambio fue más complicado; no valía con que siguiera con vida,necesitaba algún modo de recuperar una fuente de… de Luz como la que habíaperdido.Sinella,simplemente,notendríaganasdevivir.

UnaposibleteoríacomenzóafraguarseenlosaterradospensamientosdeLysell.—Alfinalllegaronaunacuerdo.Elbosquesellevaríaconsigomisombrayme

ofreceríaacambiounacriaturaquepudierarobarlaLuzdeotrosparamí.—Unlobo—supusolaniña.—Así es. Al mismo tiempo que yo recuperaba la vida, esta cría abandonó su

manadayaparecióenelcampamento.—Vekkaseacercóalloboyrozósulomoconlapuntade losdedos—.PorentoncesLueno teníamásqueunascuantassemanas,peroencontróelcaminohastamíymereconocióinmediatamente,igualqueyoaél.

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—¿Poresoestácontigo?¿PararobaraotrossuLuz?Vekkaasintió.—Lamismaquesevaextinguiendodentrodemíacadainstantequepasa.—Se

mordió los labios y añadió—:Te juro,Lysell, que hacer daño a las personas es loúltimo que deseo, pero a veces el hambre es tan… es insoportable y ladesesperanza…sientounagujeroaquí—segolpeóelpechoconelpuño—quesevahaciendocadavezmásgrandeyquemeengullecuandomedespisto.

Laslágrimasrodaronporsusmejillashastalapuntiagudabarbilla.—Yo no quería convertirme en un asesino ni hacer daño, pero nadie me ha

enseñadocómoparar.Yquieroseguirviviendo.—Suvozseconvirtióenunsusurro—.Tengomiedodemorirotravez.

Lueselevantóenesemomentoyseacercóalmuchachopararestregarsecontrasupiernaamistosamente.

—¿Porquénomedijistenadaantes?—acertóapreguntarLysell,conmocionada.—Porvergüenza. Igualque tú tampocomemencionaste tudon.Comoves,mis

secretossonunpocomásoscurosquelostuyos—bromeósinunápicedeganas—.Estoy maldito, Lysell. Por eso creo que lo mejor será que nos separemos; tengomiedodeloquepuedallegarahacerte.

—Esolodecidiréyo—replicóella,testaruda.—Pordesgracia,aquínomandamosnitúniyo,sinoelhambre.Mihambre.Laniñaseechóelpelohaciaatrásconlosojoscerrados,intentandoencontraruna

solución.QueríaseguirconVekka,ayudarlo.Independientementedeloquesupusieraparaella.

—¿Ynopuedes…evitarlodealgúnmodo?Elmuchacholamiróconojostristes.—Me temo que no. Tú no sabes lo que es… esto. Descubrir que no tienes

motivosparaseguiradelante,desearqueeltiemposedetengacomolohanhechotusganas de vivir, sentir que todo temolesta, que nada te agrada porque sabes que elagujeronosecerraráconpalabrasbonitasnibuenasintenciones.

—Quieroayudarte.—Peronopuedes—añadióél,conunasonrisatriste.—¡Haréloquesea!—estallólaniñadegolpe—.Quieroquesigamosjuntos.Me

daigualsimepasoelrestodelavidaamargadaytriste.—¿Asíescomomeves?—dijoVekka,conunamediasonrisa.—Porfavor,noteseparesdemí.Tenecesito.Los ojos deVekka eran un banco de niebla impenetrable, pero Lysell no tenía

miedo.Necesitabaperderseenellosparahallarasuamigoyliberarlo.Seacercóunpasoyloagarródelasmanos.Eljovennoapartólamirada,perose

pusotensocomolacuerdadeunarco.Surespiraciónsevolviófuerteypesada,ylosmúsculos de sus brazos se agarrotaron, alerta. Lysell no se inmutó. Tragó saliva eintentóolvidarsedelpalpitarquetronabaensusoídosydelasposiblesconsecuencias

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desusactos.Lentamenteacercóloslabiosalosdesuamigohastarozarlos.Vekka no reaccionó en un primer instante, pero en cuanto la piel de Lysell

comenzóadesearlasuya,subocacedióyledevolvióelbeso.Torpeybrusco,tiernoyreal.Todas lasemocionesque los jóvenessentíanse licuaronenaquelgestoysemezclaronconlascariciasdesusinexpertosdedos.ElmuchachoagarróaLyselldelanucaylaatrajohaciasí,enterrandolamanoensuscabellosplatino.Lavergüenzayladudadieronpasoaladecisiónyalaavidez;aldeseodequepudieranalargaraquelbeso eternamente sin tener que preocuparsemás por lo que el porvenir les tuvierapreparadoniporotrahambrequenofueraladelcariñocontrario.

Cuandosesepararon,lapielpálidadeLysellsehabíasonrojado.LatezdeVekkatambiénsehabíaoscurecido.Semirarondesoslayoyamagaronunasonrisa.Éldejóescapar el cuello de ella y ella liberó su espalda. Y sin embargo, sus manosencontraronelmododevolverajuntarse.

—¿Esto…significaquetequedas?—preguntóLysellconunnudoenlagarganta.—No,nosignificaeso—respondióVekka—.Peroloharédetodasformas.Lysellsehumedecióloslabiosysinprevioavisoseabalanzósobresupechopara

quenolavierallorar.Cuandolosbrazosdelmuchacholacubrieron,dejóescaparunsuspiroycerrólosojos.

SequedaronensilenciounosminutosantesdequeVekkadijera:—¿HayalgúnmotivoenparticularporelquequierasiraManseralda?Lysellrespiróhondoantesderesponder.—Oigounavozquemedicequevayamoshaciaallí.Elmuchachoseseparóparamirarlaconpreocupación.—¿Unavozenlacabeza?Ellaasintió.—Parecedehombreymediceque…quelossentomentalistasnosreunamosen

eselugardondeestaremosprotegidos.—Pero…—La guerra —le interrumpió ella, bajando la vista—. Lo sé. Pero no quiero

acercarmeaSalmat,Vekka.Tengomiedodeloquemepuedanhacerallí.—Yloentiendo,pero…—Quizáspodamossacaralgodedineroparanodependerdenadieydespués…Vekkaladeólacabezahaciaelinmensovalleydespuésseencogiódehombros.—Luesiemprepuedesacarnosdeapurossinosequivocamos—selimitóadecir.Lepalmeóelhocicoalanimalyechóaandarhaciaelsur.—Espera.—Lysellleagarródelbrazootravez—.¿Cómoteencuentrasahora?—Estoybien—respondióél—.Mejordelonormal.Ellaleapretóelbrazo.—Estoyaquí,¿vale?Vekka asintió, taciturno, y volvió a retomar la marcha. Lysell no le soltó.

Esquivaron el primer riachuelo que encontraron casi cuando ya estaban sobre él.

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Aquelcamino,inclusosi lobordeaban,estabarepletodezanjasypequeñascharcasbastantepeligrosasparalostobillos.

Apesardequeelsolbrillabaconfuerza,elfríocadavezeramásintenso.Pocoapoco el catarro de Lysell iba remitiendo, pero la muchacha no dejó de ingeririnfusionescalienteshechasabasedelasplantasmedicinalesqueencontrabanporelcamino.

Vekka,porelcontrario,parecíaincombustible.Semanteníaensilenciolamayorpartedel tiempoycon laatenciónpuestaenelcaminoyenelhorizonte.Nohabíairregularidadesenelterrenoquesusojosnopercibiesenatiempoparaesquivarlas.

Cuando llegó el amanecer del segundo día consideraron que todos susmiedosprevioseraninfundadosyquenohabíalugarmásdesamparadoysolitarioqueaquelvalle enmitad del Continente.Apenas se cruzaron con un puñado de carretas queviajabanhaciaelnorteycuyosconductoresnosedignaronniamirarlos.

Quizásporeso,oporqueenesemomentoestabanriéndosedeuncomentariodeLysell,ningunodelosdosprestóatenciónatiempoalosaullidosdealertadeLue.

Cuandoquisierondarsecuenta,dosdardospuntiagudosseclavaronenelbrazodeLysell, otro en el pecho de Vekka y varios en el lomo del animal. Antes de quelograran arrancárselos o de que al menos pudieran advertir quién se los habíalanzado,elvenenoqueconteníanlaspuntasseextendióporsusangrehastahacerlosdesfallecersobrelahúmedaexplanada.

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7.Elejércitodelnorte

Berethparecíaestardefiestaaquellamañana.Losaldeanossearremolinabanenlascallesy losbalconesparaver el impresionante ejércitoplateadoqueatravesaba lascallesdelreinoendirecciónalpalacio.Loscomerciantessefrotabanlasmanosconavaricia pensando en las ganancias, mientras las jóvenes solteras cuchicheaban engrupitos admirando la pose de aquellos hombres del norte. Los niños correteabanentrelaspiernasdelosmásadultos,conlosojosbrillantesdeemociónantesemejanteespectáculo.

Gélinazcautivabaa todosconunmaravillosodesfiledondeno faltabadenada:jamelgos blancos de patas robustas y pelaje largo, caballeros vestidos con lasmáselegantes armaduras, carrozas cubiertas de intricados detalles invernales en susparedes,yunséquitodecortesanosysirvientesquesaludabanalosallíreunidosconentusiasmo.

En la cola de la comitiva cabalgaba un grupo de treinta hombres con capasdiferentes de color burdeos. En silencio y sin girar tan siquiera la cabeza hacia elpúblico,avanzaronalunísonoabuenpaso.

ElreyOerpresidíalaenormecabalgataconunasonrisacálidaylamanoderechasiempreenaltoparasaludaratodos.Sumujer,Kylma,viajabaasuladoenunayeguaensillada con la más brillante pedrería. Sobre sus cabezas, la corona y la tiara decristaldestellabancuandolosrayosdelsolesquivabanlassombrasdelascasas.Trasellos, un caballero erguido y de sonrisa bondadosa saludaba a los aldeanos conparsimonia.Susropajes,rojosynegros,ibanajuegoconlasarmadurasdelosúltimoscaballeros.

En lo alto de la colina, al final de la calle principal,Adhárel,Duna y la reinaAriadneaguardabanconentusiasmosu llegada.También sehabíancongregadoallíHeredias, Sírgeric y Zennion, todos ellos con sus mejores ropas y unas sonrisasdeslumbrantes.

Oerbajódeunsaltodesumonturacuandollegóalcomienzodelaescalinataydespuésayudóasumujeradescabalgar.Encuantoestuvoenelsuelo,lasdosreinascorrieronaabrazarse,ilusionadasconelreencuentro.Agranvelocidad,mientraslosvítoresdelosberethianosseibanapagandopaulatinamente,lossirvientesdelpalaciosedispusieronaayudaralacaballeríaainstalarseenlasinmediaciones.

—¡BienvenidosaBereth,majestades!—saludóAdhárel,ofreciendosumanoparaqueelreyOerselaestrechase.

—Esunverdaderohonorvolveraestastierras.—¡Quétiempotanmaravillosotenéisaquísiempre!—dijoKylma,acercándosea

Adhárelparacederlesumanoyqueéllabesara.

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—OspresentoaDunaAzuladea—dijoél—,mifuturaesposa.Losreyes lemiraronsonrientesydespuéssaludaronconentusiasmoa la joven,

aturdidaalhabersidopresentadaporprimeravezdeesemodoporAdhárel.—Erespreciosa—le aseguró la reina—,nome extrañaquehayas cautivado el

corazóndeunrey.—Gracias,majestad—dijoDunaantetantocumplido.—Y estos de aquí son mis hombres de confianza —prosiguió Adhárel—:

Heredias,capitándelejército;Zennion,maestredelossentomentalistas,ySírgericmisegundoalmando.

Traslossaludosderigor,Oersegiróhaciaelhombrequehabíaaguardadotodoesetiempoaunospasosdedistanciaparapedirlequeseacercase.

—EnelcaminoaBereth—explicó—noshemosencontradoconotrocaballeroquetambiénsedirigíahaciaaquí.

—Esunhonorserviralacausa,reyAdhárel—dijoporpresentacióneljovendetirabuzonesnegros.Traslareverenciaderigorañadió—:SoyelpríncipeLorian,deAltoCielo.

Adhárellomirósorprendidoantesdevolversehaciasumadre.—¿Yvuestropadre,querido?—preguntóella.Elmuchachoparecióincómodo.Nególentamenteydijo:—Metemoquenoatenderávuestrapetición,majestad—parecióqueibaadecir

algo,perodespuéscerrólabocayselopensómejor—.Susaludseloimpide.—Oh, cuánto lo siento—musitóAriadne—.Espero queno sea gravey que se

repongapronto.—Yotambiénloespero.—Loriansonrióyladeólacabeza.—Nodejandeserbuenasnoticiasqueestéis todosaquí—intervinoAdhárel—.

Esestupendoquehayáispodidovenirtanpronto.Perononosquedemos…—¡Papá!—¡Madre!—¡Esperadme!Lasvocecitasacristaladasdetresniñosvestidosconchaleco,camisaypantalones

hastamediapiernaenminiaturaseabrieronpasohastaOeryKylma.Elorondoreysoltóunacarcajadamientrascogíaaunodeellosenbrazos.—Ospresentamosanuestrossoldadosdeconfianza,Ashaz,UrikyEldavor.—YosoyEldavor—advirtióelmáspequeñode todos,señalándoseelpecho—.

¿Ytú?—Adhárel—respondióelinterpelado.—Yosoypríncipe,¿ytú?—Yolofui.Ahorasoyrey.ElniñoloescrutóconsusojosazulesantesdegirarsehaciaOer.—Éltambiénesrey—ledijoasupadrealoído.—Losé,losé—respondióelhombre.

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—Peronotienebarba…—¡Cállate!—leespetósuhermanomayor,molestoeimpaciente.Losdemásrieronelcomentario.—Nonosquedemosaquí—intervinoAriadne—.Estaremosmuchomáscómodos

enlosjardinesdelpalacio.Dichoesto,agarródelbrazoaKylmayjuntasascendieronlaescalinatahablando

sobretrivialidadesacercadelviajeydelclima.Losdemáslassiguieron,alegres.Yahabría tiempomás tardepara enfrentarse al verdaderomotivopor el que sehabíanreunidoallí.

—Sírgeric, tengo que hablar contigo.—Duna interceptó a su amigo en cuantoAdháreldesapareciójuntoalosdemásmiembrosdelarealeza.

—¿Nopuede esperar?Tu futuromarido quiere que esté a su lado comobuenamanoderechaquesoy—bromeó.

—Esurgente.DebiódeverlaangustiaenlosojosdeDuna,puessindecirunapalabralasiguió

hastaunadelassalaslaterales.—¿Ybien?LamuchachasacódesuvestidolamanzanarojaencantadaporelMarqués.—Notengohambre.—Noesparati,bobo.EsparaCinthia.ElgestodeSírgericsetornófrío.—¿Yalohemossuperadocomoparaburlarnosdeello?—¿Qué?¡No!—Dunahizoungestoconlamanoparatranquilizarlo—.Déjame

queteloexpliqueynomeinterrumpashastaquetermine,porfavor.Eljovensecruzódebrazos.—EstamanzanapodrádespertaraCinthia.Está…encantada.LosojosdeSírgericbrillaronconemociónypánicoalapar.—¿Estássegura?¿Dedóndelahassacado?—Tehedichoquenomeinterrumpas.—Duna…—SeladiaLaugardparaquelahechizara.ElpánicovencióalaemociónySírgericestalló:—¡¿Qué?!¿Hasperdidolacabeza?—Agarrándoladelbrazo,laalejódelapuerta

para internarsemás en la habitación—. ¿Cómo se te ocurre andar a solas con eseloco?

—EselocoesnuestraúnicaposibilidaddequeCinthiavuelvaacasa.—¡Tonterías!—Elpánicohabíadadopasoalarabiacontenida—.Voyadecírselo

aAdhárel.Nosabemoshastaquépuntonoshascomprometido.

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—¡No!—DeunmanotazoseliberódeSírgeric—.Noteestoypidiendopermiso,soloteestoyinformando.Estamanzanatienelacapacidaddedespertaracualquieraquebebasujugo.

—¿Cómosabesquenotehamentido?¿Lahasprobadoya?Dunacerrólabocaconfuerzayrespiróvariasvecesantesderesponder.—Séquefuncionará.—¿Ysiesunatrampa?¿Otramentiramásdeesehombre?—¡Peromiracómobrilla!—lafrutairradiabaunsuavehalorojizoqueiluminaba

la penumbra de la sala. Los dos se quedaron observándola hasta que los labios deSírgeric securvaronenuna sonrisa.Antesdedarsecuentaestabacarcajeándoseenvozbaja.Dunaloimitósinpodercontenerse.

—Sí, Duna.Me has convencido.—Volvió a ponerse serio—. ¿Y si la hubierahechizadoparaqueCinthiasetransformaraenrana?¿Oparaquesevolvieradeoro?¡Nomefío!

—Déjameintentarlo,porfavor.Hemossidonosotrasquienesleotorgamoseldon.¡Lamanzanaladespertará!

—¿Nodecíasquenomeestabaspidiendopermiso?Ellabajólavistahacialamanzana.—Supongoquesí.—Escucha,yotengolasmismasganasquetúdequeCinthiaregrese,perotemo

haceralgoquepuedacomplicarlasituación.—Funcionará, Sírgeric. Estoy segura. Nos convencimos de que Laugard podía

hechizarlamanzanaparanuestrospropósitosysurtióefecto.—¿Nos?—Ayayyo.Eljovensellevólamanoalacabeza.—¿Ayatambiénestáenteradadeesto?¿Quiénmás?—Soloella.—Adhárelnoscortaráelcuelloatodos.Dunaloagarródelamano.—Notieneporquéenterarse.—Claro,comonosehaconvertidoenunreyparanoicoquenonosdejaniiralos

jardinessolos…—Notepases—leamonestóDuna.—Losiento.Perosabesque tengo razón.¿Quépiensasdecirleparaque tedeje

salirdeBerethahoraqueestáapuntodeestallarunaguerra?—Noselodiré.—Ah.Escaparte.Unaideasensacional.¿Quieresquedepasotecorteunamanoy

seladejecomorecuerdo?¡Nopuedesirtesindecírseloosevolverálocoyanosotrosconél!

—Nomehadejadootraopción.

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—¿Lohasintentadoalmenos?—No,pero…—Hazlo.Explícaselo.Perointentasermásclaraqueconmigo.Lamuchachabufódesesperada.—Nomehasdadonitiempoparahablarantesdeponertecomounbasilisco.EnfrentarseaAdhárel. ¡Ni siquiera se lehabíapasadopor la cabeza!Desdeun

principiohabíadecididomarcharseyvolversindecirlenada.EstabaconvencidadequeelmalhumordelreyseaplacaríaencuantovieraaCinthiaconvida.

—Hazmecaso,Duna—insistió.—¡De acuerdo, de acuerdo! No hay quien te aguante cuando te pones

responsable.—Aya no piensa lomismo—replicó él, sonriendomás tranquilo—.Volvamos

antesdequealguienpregunte.Cuandosalieronaljardín,losinvitadosmanteníanunaacaloradadiscusiónsobre

elmododeactuar.MientrasqueOerestabaconvencidodequelamejorestrategiaeranoesperarypillarlosporsorpresa,LorianyAdhárelopinabanquedebíanaguardar.

—Silequedaalgodedignidad,Dimitrideclararálaguerracomodebe.—¿Ydesdecuándoesecríohahecholoqueseesperadeél?—leespetóAriadne

conferocidad.—Poresodebemosutilizarlaventajaconlaquecontamosahora—intervinoOer

trasdaruntragoasucopa.—Nonosrebajaremosasualtura.—AdhárelsegirócuandoviollegaraDunaya

Sírgeric.Extrañadoporsumisteriosadesaparición,lesdedicóunamiradaacusadora,peronoañadiónada.

—¿Concuántoshombrescontamos?—preguntóLorian—.EnAltoCielosolohepodidoreclutaracincuenta…

—Y os agradecemos el esfuerzo —comentó la reina de Bereth, sonriendocálidamente.

—Desde Gélinaz hemos traído a unos doscientos soldados y dieciochosentomentalistas.

—Veintiuno,querido—lecorrigiósumujerKylma,divertida.—Metemoquenuestroshijosnoestántodavía…entrenados.Elcomentariohizoreíralosallíreunidosyrelajóconsiderablementelosánimos.—Ahora es pronto para hablar sobre esto—dijo Adhárel—, estáis cansados y

seguramentehambrientos.Peroporlatarde,despuésdecomer,megustaríareunirmeconvosotrosparaponerosalcorrientedetodo.

Losmurmullosfuerondeconsentimiento.UnsirvienteseacercóenesemomentoalareinaAriadney,trassusurrarleunaspalabras,volvióaretirarse.

—Yaestándispuestosvuestrosaposentos—comentólamujer—.Nosveremosalahoradelalmuerzo.

En escasosminutos, el jardín quedó en silencio y vacío a excepción deDuna,

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AdhárelySírgeric.—¿Dóndeoshabíaismetido?—preguntóelrey—.Creíqueveníaisdetrás.DunamiróaSírgeric.—Tenía que hablar con él. También contigo —añadió—, pero tú estabas

demasiadoocupado.Suamigoasintióparaatestiguarlo.Adhárelfruncióelentrecejo.—¿Yquéesloqueocurre?Dunasehumedecióloslabios.—Quiero…quieroirabuscaraCinthia.—¿AHamel?—Nohabíaenfadoensuspalabras,soloextrañeza.Ellaasintió.—Tengoalgoquepodríadespertarla.—Sinesperaraque lepreguntara,sacó la

manzana.—Yolaveobastantecorriente…—Estáencantada—intervinoSírgeric.—¿Qué sentomentalista te ha ayudado?—preguntó el rey, tomándola entre las

manosparainspeccionarla.Alverquenorespondían,alzólamirada—.¿Ybien?—Laugard.LarabiadilatólaspupilasdeAdhárel.—¿Hablasenserio?—Adhárel,cálmateunmomentoyescúchala—avinoSírgeric.—¡Nohaynadaqueescuchar!Esehombreesuntraidoryunasesino.¿Cómohas

podido…?Dunalearrebatólamanzanadelamano.—Sabíaquenoerabuenaideaintentarrazonarcontigosobreesto.SírgericledioungolpeenelbrazoaAdhárelencuantoDunaapartólamirada,y

lehizoungestoconlacabeza.Elreyfuearesponderalgo,perooptóporcalmarse.—¿Ysiesunatrampa?—dijoconvozsuave.—Esomismolehepreguntadoyo—comentóSírgeric,agarrandolafruta—,pero

tienerazónenquehansidoellasquieneslehanproporcionadosudon.Quisieraono,estamanzanadeberíadespertaracualquieraquelamordiese.Yademás,fíjate:brilla—añadióconhumor.

Adhárelalzólacejaporrespuesta.—No perderemos nada si no funciona—dijo Duna, con ánimos renovados—.

Solo necesito ir hasta Hamel, ponerle unas gotas del jugo en su boca y ver sireacciona.

—¿Y qué ha pedido Laugard a cambio? Porque sé que no habrá aceptadoayudartedemaneraaltruista.

—Sulibertad.—Denegada—replicóelrey—.¿Algomás?—No, nada más. Pero al menos espera hasta que regresemos, quizás para

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entonces…Adhárellainterrumpió:—Novoyacambiardeopinión,teloadvierto.HamentidoytraicionadoaBereth

ynoshapuestoenpeligroatodos.—Al menos perdónale la vida —imploró Duna, sin comprender por qué le

preocupabatantoaqueldesconocido.—Yalohablaremoscuandoregreses.ElrostrodeDunaseiluminóconunasonrisa,creíahaberescuchadomal.—¿Puedo…ir?Adhárelseencogiódehombros.—Teibasaescapardetodosmodos.Nointentesnegarlo—leadvirtió,antesde

quepudierasiquierasepararloslabios.—Gracias—dijoDuna,dándoleunfugazbesoenloslabios—.Volveréloantes

posible,teloprometo.—Sírgericteacompañará—añadió,girándosehaciasuamigo.—¿Quiéneres túyquéhashechoconAdhárel?—bromeóelmuchacho—.¿Lo

dicesdeverdad?¿PuedoirconDuna?—No puedes, debes. Es una orden.Y si le pasa algo serás tú quien pague las

consecuencias.—Estoydeseandoponermeenmarcha—comentóconironía.—Saldremosestanoche,Sírgeric—ledijoDuna—.Veapreparartuscosas.—Traducción:déjanossolosunratoypiérdeteporelpalacio.Elbuenhumordelmuchachoeracontagioso.Trasdespedirsedeellos,regresóal

interior.DunasevolvióhaciaAdhárel.—Séqueyatelohedicho,perogracias.—No hay de qué, princesa—respondió él, acariciándole el pelo—. Las cosas

parecenirdemalenpeor,quizásunabuenanoticianoslevanteelánimoatodos.Y,oye,yavasiendohoradequehagacasoaalgunodetusconsejos,¿no?

—Loestáshaciendobien,Adhárel.Perohaycosasquenopuedescontrolar.Laimagendelosniñossentomentalistasdesapareciendoenmitaddelanocheola

deWilhelmconvirtiéndoseencuervoleperforólamemoria.Adháreldebiódesentirlomismo,puesseacercóparaabrazarla.

—Necesitoquetodoterminepronto,noaguantarémuchomás.—Acabará antes de que te des cuenta. Encontraremos aMarco y a los demás,

WilhelmvolveráaserhumanoyDimitriacabaráahogadoensupropioveneno.Adhárelsonriócansado.—Almorcemosalgo,metemoquenosesperanunosdíasagotadores.Fueasepararsedeella,peroDunatiródeélinesperadamenteyloatrajohaciasí

para juntar sus labios una vez más. Con aquel beso quiso perdonarle todas lasrencillasdelosúltimosdíasyagradecerlesuconfianzaenella.Lolograraono,fue

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ungestoqueselimitaronadisfrutarsinprisas,evadiéndoseunavezmásdelaoscurarealidad.

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8.LaCortedeManseralda

Dimitriaguardabaaquesushombresregresarandelacaceríareclinadoeneltrono,impaciente.Llevabanfueraseisdías.Si loscálculosdeMantraerancorrectosynohabíahabidocomplicaciones,debíandeestarapuntode llegar.Entre susdedos, lallavedeoroquemanteníaencerradosaThalisaylosVersosRealesenloaltodelatorre, se zarandeaba de un extremo a otro del colgante de manera hipnótica.Obnubilado por los débiles reflejos que despedía el metal, se perdió en unosrecuerdosquecreíaextintosdesdequeabandonóBereth…

Erasudecimosegundocumpleañosy,enelexterior,unatormentasinprecedentesarrasabaelreinoentero,amortiguandolosdemásruidos.Porlaoscuridadreinanteyelincesanteruidodelalluviasobreloscristales,eljovenDimitrisesentía,másquenunca,encerradoenunaclaustrofóbicajaula.

Se encontraba en la sala del trono. Su hermano Adhárel tamborileaba con losdedosdistraídoasuladomientrasaguardabanaquesumadrebajara.Lacamaenlaque la reina se pasaba la mayor parte del día parecía encontrarse a una distanciainsalvable,yeljovenpríncipecomenzabaaimpacientarse.Laropalepicabacomosiestuviera hecha de esparto, y los zapatos amenazaban con llenarle los pies deampollas,peronosemoveríadeallíhastaquelareinahicieraactodepresenciaylerindierapleitesíacomosemerecía.Alfinyalcabo,erasudía.

Cuatrosirvientesdeespaldarectaymodalesimpolutosleshacíancompañíaconlamismachácharaqueladelasarmadurasdecorativas.Susmiradasseperdíanenlaparedopuestasintansiquieraparpadear.Poruninstante,Dimitrijugueteóconlaideadequepudieranestardisecados.Unasonrisatraviesaelevósusrechonchasmejillasantesderecordarelmotivoporelqueestabanallí.

Lavastedaddelasalahacíamuchomásevidentelainsoportablevacuidaddeesta.No había venido nadie a la fiesta. Ningún familiar había podido acercarse paracelebrarconelpríncipesucumpleaños.Lasdoncellasyloscriadosqueaguardabansus órdenes esperaban a ambos lados de la salamientras los cocineros dejaban unapetitosopastelsobrelamesaquehabíafrenteal trono.Unruborseelevódesdeelcuellodelmuchachohastalapuntadelanariz.

Ysumadreseguíasinaparecer.Acadasegundoquepasaba,másodiabaserquienera.Sisehubiera tratadodel

cumpleañosdeAdhárel la sala estaría a rebosar, no le cabía lamenor duda.Nadiehabría tenido en cuenta que se tratara de un día de fiesta y la corte entera habríahecholoquefueraporasistir.

Sinembargo,conéllascosaseranmuydistintas.Nadieenlacorteloagasajabaconcumplidososaludoscordialesanoserquenolesquedaramásremedio.Tampoco

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lossirvientescuidabandemaneraespecial lasazóndesusplatoso lomullidasqueestuvieransusalmohadasdelacama,comohacíanconAdhárel.Ensusojos,Dimitrisolo percibía miedo, hastío e inquietud a la hora de servirle. Pero al menos lorespetaban.Suhermanoera tanbondadosoyeducado, tangentil y caballeroso, tanhumildeyconsideradoquenadie,exceptoDimitri,advertíalaverdadqueyacíamásalláde sus sonrisasy susaduladoraspalabras.Adhárelerapresuntuosoyegoístaysiemprequeteníaoportunidadlerecordabasuinferioridad.Porsupuestosuhermanomayor se guardaba mucho de no hacerlo con palabras; eran sus actos los quemanifestabansemejanteactitud.

Dimitri cerró los puños y se clavó con fuerza el anillo que llevaba en el dedocorazón. Cuando sintió que su respiración volvía a estar controlada, fuedesentumeciendolosmúsculos.SiAdhárelhabíaadvertidosurepentinoataquedeira,nodiomuestrasdeello.

Habíarobadoelanillodelacómodadesumadreeldíaanteriorduranteelcortoratoqueestasaliódesusaposentosparabajaraalmorzar.Cuandonadiemiraba,secolódentroy,trasrebuscarportodosloscajonesyarmarios,dioconelpequeñocofreaterciopeladoqueescondíaelúnicorecuerdodesupadre.Porelmomentonadie lohabíaadvertido,yasíqueríaquesiguierasiendo.

Se tratabadeuna joyaúnica,quizásporesosumadrenosehabíadeshechodeella como había ocurrido con todo lo demás. El aro, de oro macizo, llevabaengarzadas tres piedras de alabastro en forma de lágrimas con las puntas unidasformandounelegantetriángulo.

Laspuertasdelsalónseabrierondeparenparenesemomento.Sumadre,conojos cansados y sonrisa lánguida, avanzó escoltada por tres doncellas hasta la silladondeDimitriesperaba.Elniñonosemovió.Lafulminóconlamiradayloslabiospegadosenunafinalínea.

—Sientolatardanza,cariño—dijolareina,conlavozgangosa.Aunquellevabaunhermosovestido,sudesmejoradorostroapagabalailusión—.¿Nohabéisprobadolatartatodavía?

—Teestábamosesperando—leespetóelmuchacho.Deunsaltosepusoenpieypasóasuladocomounaexhalación,sindetenerse

tansiquieraadarleunbeso.Escuchóasuhermanomascullaralgoasuespalda,perono se volvió. Por el contrario, tomó asiento en la cabecera de la mesa y con elcuchillodeplatacortóuntrozodelpasteldecumpleaños.

Adhárelysumadresesentaroncadaunoaunladosindecirunapalabra.Dimitricarraspeóconfuerzayunsirvienteseacercóparaservirleunpedazodepastel,quecomenzóadevorarconvoracidad.Apartólamiradacuandoasumadreselecayósuservilletaalsuelomientraslesservíanelagua,yAdhárelseagachópararecogerla.

—Gracias,cielo—ledijoAriadne.Dimitripusolosojosenblancoyengullóelúltimotrozodegalletaquequedaba

ensuplato.Lareinasegiróhaciaélyleagarródelamuñeca.

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—Felizcumpleaños,Dimitri.Esperoqueloestéspasandomuybienhoy.—Llueveacántarosynopuedosalir.Todoslosinvitadosestánconsusfamiliaso

fueradel reino.La tartaestababastante insípida…Sí, creoqueeselmejordíadelaño.

Adhárelbufómolesto.—¿Yesnuestraculpatambiéneso?—Cállate.Nohablabacontigo.—Niños—intervinolareina,conteniendolatos—,noospeleéishoy,porfavor.—¿Dóndeestámiregalo?—demandóelpequeño.Ariadneforzóunasonrisaehizounademán.—Estaba fuera,cariño.Teheconseguidounhermosocorcelparaque locuides

y…LavozdeAriadneseapagóderepente.Comosisehubieraquedadosinalientoo

nosupieraquéveníaacontinuación.Dimitrisevolvióhaciaella,extrañadoyconelsemblante frío.Todavíaentonces recordaba losojosde sumadre fijos en sumano.No,ensumanono,enelanillo.

Como acto reflejo, fue a esconder lamano debajo delmantel, peroAriadne lodetuvoyconunavelocidadpasmosaleagarrólosdedos.

—¿Quéeseso?—preguntóconvozgélida.—Mehacesdaño—sequejóelniño.Adhárelseguíalaescenaperdido.—¿Dedónde…lohassacado?—repitióAriadneconunhilodevoz.—¡Erademipadre!—gruñóelniño,liberandosusdedos.—Quítateloinmediatamente.—¡No!—Deunempellón,separólasilladelamesaysepusoenpie.Ariadne hizo lomismo y antes de que elmuchacho pudiera salir corriendo, lo

agarró del brazo y forcejeó con él para sacar la joya, indiferente a los gritos ygruñidosdeDimitri.

—¡Suéltame!¡Déjameenpaz,maldita!Con un sonoro bofetón, el muchacho se quedó quieto y Ariadne terminó de

arrancarle el anillo.Unavez libre,Dimitri se llevó lamanoa lamejillay sintió elcalordeltortazo.

—Hijo…—intentóexcusarseella,peroelmuchachodiounpasoatrás.—Teodio…—masculló—.Teodio,teodio,teodio…Ariadnelomirócontristeza,peronodijonadamás.Apretóloslabiosylanzóla

joya al fuego que crepitaba en la chimenea. Con un grito de rabia, Dimitri saliócorriendodelasaladeltronosinvolverlavistaatrás…

Casi diez años habían pasado desde aquel incidente, pero el recuerdo era tanvívidocomosihubieratenidolugareldíaanterior.Enunasaladeltronodiferente,enunascircunstanciasdistintas,Dimitriesperabaunregalodecumpleañosmuyespecialmientrassepreocupabapornodejaralavistalosdedosdesumanoderecha.

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Conparsimonia,secolocóelguanteyobservófijamentelaenormepuertaalotroextremodelasala.Acontinuacióndesviólamiradahaciaelventanal.Elsolbrillabaconunaextenuanteclaridad.Élnecesitabalalluviaylastormentas,¿dóndesehabíanmetido?Laluzleprovocabadolordecabezayretrasabatodossusplanes.Nodebíaperderlaesperanza;eltiempovolveríaacambiarprontoylastormentasregaríandesangreloscamposdelContinente.

Irritado,sepusoenpieparapasearalrededordeltrono.Ojaláestuvierasupadreallí,pensó.AdiferenciadeAriadne,estabaconvencido

dequeélsísesentiríaorgullosodetodoloquehabíalogradoporsucuenta.DesdequeeraunbebéhabíaoídorumoressobreelantiguoreydeBereth.Acerca

desumalgenioydesutemperamentodifícil,siempresusurradospormiedoaquelareinaAriadnellegaraaescucharlos.

Ojalá hubiera sido su padre quienviviera y sumadre quienhubieramuerto, selamentó.Peroconsiderandolascartasqueeldestinolehabíaentregado,noteníadequé quejarse. Pronto, si nada fallaba, sería él quien repartiría la suerte en elContinenteentero.Yquenoesperasenbenevolencia.

Enesosmomentosescuchóunestruendoalotroladodelapuertayseapresuróaretomarsuposicióneneltrono.Nohabíaterminadodecolocarselacasacacuandolaspuertasseabrieron.

—¿Majestad?—Mantraasomólacabeza—.Yahemosllegado.—Adelante—ordenóeljoven,alzandolacabeza.Fidgerpatt y Cuervo aparecieron tras él, llevando cada uno un fardo que

resultaronserdosniños.—¿Quémetraéis?—preguntóDimitri,levantándoseinteresado.Dejaronalospiesdeltronoalosdoscríosconungruñido.—Estánapuntodedespertar—advirtióMantra.—¿Ylosdemás?—Zuco,VilanísyDareensehanquedadounashorasmás—explicóCuervo.—¡Notenían…suficienteconundíaenterodepaseosporelbosque!—bromeóel

gordointentandotomaraire.Dimitripusolosojosenblancoeignoróalhombre.—¿Mantra?—Hepercibidoacuatrosentomentalistasmásyhandecididoesperarparatraerlos

tambiénaManseralda.Elreyalzólaceja.—¿Sinmiconsentimiento?—Siesperábamos,majestad,perderíamoselrastro.—Yestabancerca—aseguróCuervoconvozqueda.Eljovenasintiódespacio.Nolegustabaquehubieranactuadoporsucuenta.Sin

decirnada,sepusoenpieybajólosdosescalonesdelatarimadondeseencontrabaeltrono.Seagachóydescubrióelrostrodelaniñaprimero.Nodebíadesuperarlos

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treceaños,ysucabelloblancoeratandesconcertantecomoelhermosovestidoquellevaba puesto. El muchacho, por el contrario, parecía más bien un mendigo conropasajadasybotinesdescosidos.

—¿Ibanjuntos?—Sí,majestad.Zuco lesdisparó losdardosencuantoentraronensucampode

visión.Solopercibíalaniña,peroelmuchacho…—¿Alaniña?—leinterrumpióDimitri,aturdido—.¿Cómoqueala…?¿Esuna

sentomentalista?Mantraasintióconpremura.—Sabíaqueos interesaría.Tambiénhabíaun lobo,pero lohemosencerradoen

unajaula,fuera.—Unaniñasentomentalista—repitióelrey,sindarcrédito—.¿Cómoesposible?Ningunorespondió.—¿Habéisaveriguadocuálerasudon?De repente, la jovencita se removió en sueños y batió las pestañas antes de

enfocarporcompletoasualrededor.Nohubopasadouninstantecuandoseincorporóycomenzóagritar.DimitridiounpasohaciaatrásaltiempoqueCuervolaagarrabadelosbrazosylaretenía.

—Cálmate, shhhh… —le pidió Dimitri, haciendo gestos con la mano—. Nogrites,somos…amigos.

Laniñalomiróasustadamientrassedebatíaconlosbrazosparasoltarse.—¿Quiénessois?—preguntóconunhilodevoz.—MinombreesDimitri.—Cuervo.—Mantra.—Fidgerpatt.Los cuatro hombres se quedaron aturdidos al percatarse de cómo habían

reaccionadoantesupregunta.Laniñatambiénobservóalreyconextrañeza.—Somosamigos,osencontramosenelbosque—improvisóDimitriatodaprisa

—.¿Oshabíanatacado?La jovencita abrió la boca, pero volvió a cerrarla. Se habían sonrojado en el

últimosegundo.—Nolorecuerdo…Elotromuchachoserevolvióenelsueloyabriólosojos.Elnarcóticoconelque

Zucohabíaimpregnadolosdardoslanzadoshabíaperdidosuefecto.EncuantovioaCuervo agarrando a su amiga, se arrastró por el suelo hasta ponerse de pie, peroFidgerpattestabalistoyloagarróporloshombros.

—¿Dóndetecreesquevas?—¡Vekka…!—dijolaniña.—Lysell, ¿qué está pasando? —preguntó el chico, pasando la mirada de un

hombreaotro.

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—¡Calmémonosunpoco,por favor!—pidióDimitri,masajeándose la frente—.Noesloqueparece.

—¿Noshabéiscazadovosotros?—preguntóderepentelamuchacha.—Sí —respondió el rey con seguridad—. ¡No! —se corrigió rápidamente—.

Nosotrososestábamos…—¿Intentasmentir?—prosiguiólaniña,conlavozatropellada.—Sí—silencio—.¡Malditasea!¡Cuervo,tápalelaboca!Elhombrefueaobedecer,perolosdientesdelamuchachasecerraronsobresu

pielcuandolointentó.Conunrugidodedolor,latiróalsueloysacósuespada.—Sivuelvesaintentaralgoasí,tecortoelpescuezo.Lasalaquedóensilencio.Dimitrinuncalehabíavistoperderlosestribosdeesa

manera.Lysellresollabasobrelaslosasdepiedra,peronosemovió.—¿Vais amatarnos?—preguntóconunhilodevoz, temerosadequeel filo la

rebanaseenunabrirycerrardeojos.—No—respondierontodosalunísono.Dimitri laobservófascinado.¿Quémáspruebasnecesitabaparaconvencersede

suinsólitodon?Elentusiasmoleembargóalpensarentodoloquepodíaconseguirconél.

—¿Novaisa…matarnos?—insistiólaniña.—No—repitióDimitri—.¿Noconfíasyaentudon?Lyselltomóaire.—Sí,nosotrososdisparamoslosdardosparadormiros,perosolofueparatraeros

hastaaquí.—¿Dóndeestamos?—EnManseralda—respondióMantra.Elladiounrespingoalescucharsuvoz.—Túeres…¡teoíaenmicabeza!—exclamó,asustada.Porrespuesta,elhombrehizounareverencia.—Osestábamosesperando—comentóDimitri,intentandoesbozarlasonrisamás

sincera de la que era capaz. La muchacha pareció tranquilizarse un poco. Acontinuaciónsevolvióhaciaelchico,queseguíacongestohurañolaconversación—.Os pedimos disculpas por lasmedidas de… seguridad que hemos tomado, pero elreinoyanoesloqueeraysolopuedenentrarquienesnosotrosautorizamos.

—¿Yenquéreinonoesasí?—mascullóelchico,insolente.Dimitricontuvolasganasdearrearleunbofetón.

—¿YdóndeestáLue?—quisosaberlaniña—.¿Ellobo?—Afuera—respondióMantra—.Enunajaula.—¡Soltadlo ahora mismo! —ordenó Vekka, intentando de nuevo liberarse de

Fidgerpatt.—Calma,pipiolo.—Porfavor,soltadallobo—suplicólaniña,máscalmada—.Esinofensivo.

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—Loharemos—le aseguróDimitri—,pero antes quiero hablar convosotros ysaberquéhacíaisvagandosolosporelContinente.

Derepente,lastripasdeLysellgruñeron.Laniñabajólosojos.—¿Tenéis hambre? ¡Por el Todopoderoso, soy un desconsiderado! —Hizo un

gestoasushombres—.Liberadlos.Cuervo,bajaelarma.Sonamigos,¿verdad?Cuervonoparecióconvencido,perohizoloquelepedíanysealejóunpasodela

niña.Fidgerpatttardóunosinstantesmásenreaccionar,perotambiénsoltóaVekka.—Marchaos y dejadnos solos. Decid en las cocinas que nos sirvan

inmediatamentelacomida,¡yquenoescatimenennada!—SevolvióhaciaLysellylehizounalevereverencia—.Porfavor,seguidmealcomedor.

Losdosniñossemiraronsincomentarnada.Después,siguieronaDimitrifueradelasaladeltronoporlosampliospasillosdelcastillo.

Conungestorápido,elreyordenóasushombresquedesaparecierandesuvista.Mientras aguardaba a que el resto llegara del bosque y le contara las novedades,aprovecharíaparamantenerunacharlaconlosreciénllegados.Sitodoibabien,antesdelatardecerestaríanbajosucontrol.

El mediodía había quedado bastante atrás cuando Morgan, Henry, Andrew yMarcosalierondelaespesaarboledadelbosquedeBereth.

—¡Fantástico! —exclamó el último, con desgana—. Ya nos hemos recorridomedioContinenteytodavíanohemosencontradoniunmíserorastrodeellos.

—Tampoco exageres —le espetó Henry, estirándose y dejando que el solacariciasesupiel,húmedaporlavegetación.

—¿Entonces vamos a seguir adelante con el plan de ir hasta Manseralda?—preguntóMorgan,desconfiado.

—Sí—respondióHenrysindudar.Eljovensoltóunbufidoyseapoyóeneltroncodeunárbolcercano.Elcansancio

generaleracasitaninsoportablecomoelhambre.Enlosdosúltimosdíasnohabíancomidomás que bayas y otros frutos silvestres, aparte de alguna perdiz despistadaquesehabíacruzadoensucamino.Teníanlaropacubiertadesuciedadylasmanosnegrasdetierra.

—Ahora mismo cambiaría hasta la Insignia del Dragón por un buen baño—mascullóAndrew,utilizandoelpedazodehierroparaquitarselatierradelasuñas.

—Marco,tetoca—dijoHenry.—¿Qué?—sequejóelotro—.¿Porquéamí?—Enelbosquenohassubidoniunasolavez—lerecordóMorgan.Conungruñido,seacercóalúltimoárboldelaforestaysedispusoaescalarlo.

Minutosmástarde,pegóungritodesdelacopa.—¿Contentos?

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—Agárrateaalgoynotemarees—leadvirtióHenryantesdecerrar losojosyconcentrarseenaumentarlelavisiónasuamigo.

Nadiedijonadadurantelossiguientesinstantes.EntoncesMarcoexclamó:—¡Veoalgorojoadoskilómetrosdeaquí,másomenos!—¿Sangre?—preguntóMorgan,preocupado.—Parecemás…ropaoalgoasí.—Sefijóconatenciónantesdeañadir—.Creo

queesunacapa.¡Sí,esunacapa!—Degolpe,susojosvolvieronalanormalidadyapuntoestuvodeprecipitarsealvacío—.¡Eh!,avisaantes,¿no?

Elsilenciofuelaúnicarespuestaquerecibiódesusamigos.—¿Osparecedivertido?—preguntó,restregándoselosojosconlasmanoshasta

recuperarse—.¡Eslaúltimavezquesubo!¿Meoís?¡Laúltima!Olióelhumoantesdeverlo.Cuandoabriólosojos,unaespesanubeoscuralorodeabaporcompleto.—¡Eh!¿Quéhacéis?¿Quépasa?—Terecomendamosquebajescuantoantes—ledijounavozdesconocidadesde

elsuelo.Unavozadulta—.Nosabemoscuántomásaguantaráestearbolito,peronotienebuenaspecto.

Aterradoyconunatosincontrolable,elmuchachobuscóatientasunaramaquelesirvieradeasideroparacomenzarabajar.Elairesevolviómásespesosegúnibadescendiendo.Derepentesintióqueeltroncocedía.

Desesperado y sin ninguna referencia de dónde estaba el suelo,Marco saltó alvacíoydejóquelahumaredaselotragara.Lacaída,aunqueaélleresultóeterna,nodurómásdeunsegundo.Sintióunpinchazoagudoenlarodillacuandochocócontrala tierra.Elestrépitode laplantaderrumbándosea su lado leobligóa rodarporelsuelosindirección.Abriólosojosyatisbóunasombraqueseacercabahastaél.

—¡Sonríe!—dijo el tipo de piel pálida antes de lanzarse sobre él y clavarle lapuntadeundardoalaalturadelhombro.Marcointentórevolverseyescapardeallí,pero no se hubo puesto ni siquiera de rodillas cuando un sueño soporífero fueparalizandosusmúsculoshastadejarloinconsciente.

Despuéstodofueoscuridad.

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9.Elejércitodelosdurmientes

AvistaronlamuralladeHamelenelcuartodíadeviaje.Sírgericibadelante,mientrasDunagalopabaasuespalda.

—Llegáis, probáis la manzana con Cinthia y, si funciona, regresáisinmediatamenteadondeyoesté—leshabíaadvertidoAdhárelantesdequepartieran.Losdosasintieronconformes.

Untruenoretumbóalolejos.Nohabíallovidoenlosúltimosdías,peroparecíaque,enlasalturas,comenzabaafraguarseunatormenta.

Sírgerichizoungestoconlamanoparaindicarquebordearíanelreinoenlugardeatravesarlo;sudestinoeranlasMontañasSilenciosas,afindecuentas.Azuzandoalos animales, los dos jóvenes dejaron a la izquierda el alto muro de piedra yprosiguieronconlamarcha.

Nosedetuvieronadescansarhastabienentrada la tarde, cuando la intimidantesiluetadelasmontañassurgióanteelloscomounmonstruodepiedrayarena.

—Serámejorquesigamosapieapartirdeaquí—surgióSírgeric—,norecuerdoexactamentedóndeestabalaentrada.

Se bajaron de los caballos y amarraron las riendas a un árbol cercano. Sin laayudadeTimmy,elniñocojoquelosguióhastalagrutadelFlautista,eltrabajonoseríatansencillo.Todaslasparedesdepiedrayareniscaparecíaniguales,perosabíanque una de las rocas los conduciría a las entrañas de la tierra, a la guarida delFlautista,alaprisióndeCinthia.

Se separaron para cubrir el terreno cercano. Durante los siguientes minutosninguno habló, cada uno estaba inmerso en sus pensamientos y recuerdos, en supropiaversióndeldespertardesuamiga.

—¡Sírgeric!—exclamódeprontoDuna, señalandohaciaabajo,avariosmetrosdesuposición—.¡Creoqueloheencontrado!

—¿Esahí?—preguntóél,pococonvencido.Sin responderle, Duna se dejó caer y palpó la piedra con mano experta,

arrancandoconelpiealgunasmalashierbasdelsuelo.—Aquí fue donde esperamos a que Giacomo saliera la última vez —dijo,

sonriendoconánimosrenovados.El jovensearrastróhastasuposiciónyellaagarróconfuerzaelcolgantedesu

pecho.Cinthiaestabaalotroladodeaquellapared.Sinofueraporqueeraimposible,juraríaqueinclusoescuchabalatirsucorazón.

—¿Cómovamosaentrar?—preguntóeljoven,buscandoalgunafisuraoculta.Dunaalzólamiradaconlasmanosenlacintura.—Debería abrirnos él, pero pueden pasar días hasta que descubra que estamos

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aquí.—¿Ysigritamos?—propusoelmuchacho.—Porprobar…Primero con cierta reticencia y después a pleno pulmón, los dos jóvenes

comenzaronallamaralFlautista.Golpearonlapiedra,desesperadosporqueelruidosetransmitieraporlatierrahastaelinterior.Sírgericlanzópiedrasdeltamañodesucabezacontra lapared,perotodofueestéril.Elvientoseburlódeellosarrastrandosusvoceslejosdelasmontañas.Alcabodeunosminutos,susgritosseconvirtieronenlamentosy,mástarde,ensusurroscansados.

—Tienequehaberotraentrada…—¿Y si no está?—preguntóDuna, con temor—. ¿Y si se ha ido a raptarmás

niñosynopiensavolverhastadentrodevariosdías?—Tienequeestar—replicóSírgeric,exasperado—.Tienequeestar.¡Cinthia!—

gritódenuevo—.¡Flautista!¡Giacomo,déjanosentrar!¡Flautista!Dunasedejóarrastrarhastaquedarsentadaenelsuelo.Enterrólacabezaentrelas

manos y suspiró con desesperación. Su plan era perfecto, no podía fallar. Tenía lamanzana,habíanviajadohastaallí.SolofaltabaencontrarseconCinthiay…

¿Cómohabíanpodidosertanidiotasdecreerquenohabríacomplicaciones?,selamentó.

—Nopiensorendirme—escuchódeciraSírgericenesemomento.—¿Yquépiensashacer?—Crearunapuerta.Dunalemiródehitoenhito.—¿Quéestásdiciendo?¡Esunamontaña!—Notemuevasdeaquí,enseguidavuelvo.—¡Sírgeric!No tuvo tiempo de retenerlo. Entre un parpadeo y el siguiente, el joven se

volatilizó.—¡Malditasea!—gruñóDuna,poniéndosedepie—.¡Vale!¡Yaesperoaquísola!Con enfado, le atizó una patada a un arbusto cercano y lo arrancó de raíz.

¿Adóndehabía ido?Esperaba que no se le ocurriera sacar de su jaula alMarqués;Adhárellostrituraría.Además,seguíasiendopeligroso.

Comenzó a andar en círculos, como una fiera enjaulada, hasta que su amigoregresódeimprovisoysechocóconél.

—¿Dóndeestabas?—almenoshabíavueltosolo.—Heencontradounallave—respondióél,sonriente.—¿Dequéestás…?Sírgericdiounpasohaciaatrásysacódesuespaldaunadeaquellasmáquinasde

electricidadconformadebáculo.—Sírgeric…—Aparta.—Secolocó frentea lapareddepiedrayagarróelarmacon lasdos

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manos.—¿Estássegurodequeesbuenaidea?—lamuchachasecolocóasuespaldayse

tapólosoídos.—Ahoralocomprobaremos.—Suslabiosdibujaronunasonrisatensaal tiempo

quemovíalapalancaquecargabaelarma—.Tres,dos,uno…¡fuego!La luz se acumuló en el extremopuntiagudo antes de salir despedida contra la

roca.Elestruendofueensordecedor.Laspiedrassaltaronporlosairescuandoelrayogolpeólamontaña.Elrugidodesusentrañasparecíaelcomienzodeunaavalancha.

Cuando el humo y la polvareda se disiparon, comprobaron que, si bien habíanlogradoabrirunpequeñoboqueteenlasuperficie,seguíasinsersuficiente.

—Voyaintentarlootravez.Lasegundaexplosiónfuemuchomáscalamitosa.Tuvieronquevolverlaespalda

ycubrirseconlosbrazoslacabezaparaevitarquelosalcanzasealgúnfragmento.Elestallidodebíadehaberseoídoenvarioskilómetrosalaredondayaunasí,laparedseguíasiendoeso:pared.

—¿Ysinoshemosequivocadodelugar?—preguntóDunasinapartarlosojosdelasalturas,esperandoverprecipitarseunarocagigantesobreellos.

—Era…aquí—respondióSírgeric,recuperandoelaliento.—¿Entoncesporquénovemoseltúnel?—No lo sé, ¿de acuerdo?—Con rabia, dejó lamáquina en el suelo—.Esto es

estúpido.¡Nosdijoqueeraunamarionetamás!¿Porquénonosechaunamanoparaterminarcontodoesto?

Enojado,cogióunadelaspiedrasdesprendidasylalanzóconfuerzasinesperareltemblorposteriorqueseprodujoderepente.Asustados,seapartaronvariosmetrosyseocultarontrasunmontículocercano.DunaseagarróaSírgericporsiteníanquedesaparecerdeallímientraselmuchachosacabaunmechóndepelodesucolgante.

El suave terremoto fue remitiendo hasta focalizarse en el lugar donde habíandisparadolosrayos.DunasevolvióhaciaSírgeric,asustada.Estecorrióarecogerlamáquinadeelectricidad.

Una fisura en la piedra comenzó a crecer soltando arenisca. Cuando fue losuficientemente ancha, el Flautista enmascarado surgió de la falda de la montañablandiendounaespadaoxidada.Nohabíacambiadoniunápiceentodoaqueltiempo.

—¿Quiénandaahí?—preguntóelhombre,buscandoalosculpables.Dunasalióatodaprisadelesconditeysecolocófrenteaél.—Somosnosotros.Giacomoenarbolóelarmacontraella.—¿Y quién eres tú? ¿Querías encontrar al Flautista? ¡Pues ahora vais a pagar

las…!—¿Nonosrecuerdas?—leinterrumpióSírgeric,contrariado.Elhombresecolocómejorlamáscaraquelecubríalamitaddelrostroydioun

pasohaciaellos.

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—¿Qué…quéhacéisvosotrosaquíotravez?—Almenosbajaelarma,¿no?—dijoSírgeric,conteniendolasganasdereír.—Hemosvenidoapornuestraamiga.ElFlautistaenvainólaespadaaltiempoquenegabaconlacabeza.—¿No os quedó claro la última vez que vinisteis? ¡No puedo hacer nada por

vosotros!Sediomediavueltaconintenciónderegresaradentro.—Espera,porfavor—Dunaloagarródelhombro—.Estaveztenemosalgoque

puededespertarla.Túnotienesqueintervenir.Déjanosintentarlo…—¡No puedo!—exclamó el Flautista, apartando sumano—. Siento que hayáis

vueltoahacerelviajeenbalde.—No nos vamos a ir de aquí sin Cinthia—lo amenazó Sírgeric, colocándose

frenteaél—.Siesnecesarioteataremosdepiesymanos.Giacomosoltóunbufidodedesesperación.—¿Nuncaterindes,muchacho?—Nocuandosetratadeella.ElFlautistasevolvióhaciaDuna,quelomirabaconangustiacontenida.Después

segiróhaciaelagujerodelagruta.—Pasad.Noquieroquenadieosvea—diounospasoshacialaentradaantesde

añadir—:meheganadounareputaciónquenoquieroperderporvuestraculpa.El interior de la cueva estaba tal y como lo recordaban. El mismo sofá

desvencijado,lahogueraimprovisada,lasescasasantorchasdesdibujandolasrugosasparedes…

—Me habéis destrozado la entrada—se quejómientras colgaba de la pared lacapaoscura.Cuandosevolvióhaciaellos,habíacambiadolaespadaporelpífano—.¿Ybien?¿Cómopensáisdespertaravuestraamiga?

Dunasemetiólamanoenlosdoblecesdelaropaparasacarlabrillantemanzanaroja.

—Bastaráconquepruebeestafrutaparaqueserecupere.ElFlautista losmiró,divertido,esperandoqueencualquiermomento ledijeran

queeraunabroma.Acontinuaciónsoltóunacarcajada.—Debéisdeestartomándomeelpelo.—Qué va —le aseguró Sírgeric—. ¿Es que nadie se fija en cómo brilla la

manzanita?Duna le dio un codazo para que se dejara de tonterías.Aunque sabía que solo

intentaba aplacar los nervios, lo que menos les interesaba era hacer enfadar aGiacomo.

—Por favor,hazquevengaCinthiay loprobaremos.Sino funciona…—Dunatragósaliva—.Sinofuncionanosmarcharemosinmediatamente.

—Ynovolveréis—añadióelhombre.—Yno…volveremos.

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ElFlautistasediounosgolpecitosconelinstrumentoenlabarbilla.—Supongoquesiyonointervengoyvosotroslográisdespertarla…Con cierta reticencia, Giacomo se llevó el pífano a los labios para tocar una

rápida melodía. Duna se quedó ensimismada observando sus largos y elegantesdedos.Condisimulo,agachólosojosparaobservarsupropiamano.

Unruidoeneltúnelmáscercanolehizodarunrespingo.Eranpasos.Sírgericseadelantó, pero el Flautista lo retuvo por la espalda. El muchacho no forcejeó, sequedójuntoaDunaesperandoveremergeraCinthia.Ycuandoellaapareció,lefaltóaireparaseguirrespirando.

Nadaquedabadelosandareságilesdesuamiga;aquellaCinthiasemovíacomouna autómata. Llevaba el pelo rubio algo despeinado y los ojos inusitadamenteabiertos.Nodiomuestrasderepararensupresencia.SecolocófrentealFlautistayaguardóórdenes.

Sírgericdiounpasohaciaellayalzó lamano,perono llegóaacariciarla.Conunalágrimaescurriéndoseporsusmejillas,seapartóparadejarvíalibreaDuna.

—Daosprisa,notengotodoeldía.Lajovenhizounagujeroalabrillantepieldelafrutaydespuéslacolocóenlos

labios de Cinthia. Apretó con fuerza para que varias gotas se derramaran por suslabios. Cuando desaparecieron dentro de la boca, se separó y aguardó con larespiracióncontenida.

Degolpe leasediaron lasdudas.Hastaese instantenosehabíaqueridopararapensarqueelplanfueraafracasaroqueeldondelMarquéshubierafallado.Cinthiadebíadespertar…

¿Yentoncesporquénolohacía?¿Porquéseguíansusojoscongeladosmirandola distancia? ¿Por qué no se volvía hacia ellos y les dedicaba una sonrisa? ¿Quéestabaocurriendo?

—Voya intentarlootravez—dijo,agujereando lamanzanadenuevoal tiempoquelacolocabasobrelabocadeCinthia.Estavezlacantidaddejugoqueseescurrióentresuslabiosfuemayor—.Vamos,despiertaCinthia,porfavor…—mascullóentredientes.

El Flautista y Sírgeric aguardaban tras ella sin hacer un solo ruido e igual deexpectantes.Trasunossegundosdesilencio,elFlautistasuspiró.

—Yaquíterminavuestraaventura.Porfavor,marchaosinmediatamentey…Cinthia parpadeó. Fue algo tan fugaz y repentino que todos creyeron que lo

habían imaginado. Pero entonces sus pupilas parecieron reaccionar y enfocaron elrostroqueteníaenfrente,eldeSírgeric.Sugargantasemovióenunespasmoaltragarsalivaysusmúsculosserelajaron.Justocuandoparecíaqueibaacaerseallímismo,eljovenlaagarródelacinturaylasostuvo.

—Sírgeric…—musitóella,esbozandounafinasonrisa.DunasoltóungrititodeemociónmientrasélacercabasuslabiosalosdeCinthia.—Soyyo,mivida.Yaestásasalvo.Yaestásasalvo.

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—Esimposible—dijoelFlautistasinaliento.Dunanopudocontenersepormás tiempoy se abalanzó sobre sus amigospara

abrazarasuhermanastra.—Bienvenidadevuelta—ledijo,enterrandolaslágrimasensucabellodorado.—¿Cómo…?—Giacomoseguía sindarcréditoa loqueveían susojos.Eraun

milagro,undescuidode lasMusas,unerror…—Tenéisquemarcharos.Osfelicitopor…poresto,peronopodéisseguiraquí.—Elmiedoempañabasuspalabras.

Dunaseincorporóparamirarlefijamentealosojos.—¿Y los demás? ¿Por quéno intentamosdespertar al resto? ¡Almenos a unos

cuantos!—¡Ni lo pienses!—estalló el Flautista, negando con la cabeza y lasmanos—.

Estohasido…unfavorpersonal.Nopuedo.Nodebopermitirquesigáisaquí.Silodescubren…

—¿Qué…ocurre?—preguntóCinthiaconvozcansada.Pocoapocosupielibaganandocolor.

—Luegoteloexplico—susurróSírgeric,sinsoltarla.—¿Porquéno?¡Túnolesdebesnada!—insistióDuna.Giacomotuvoquecerrarlosojospararecuperarelcontrol.—Esmideber.Ospidoqueosmarchéis.—¡Nosinunaexplicación!¿Quépiensanhacerconestosniños?¿Utilizarlosenla

guerra?¿Convertirlosensoldados?ElFlautistasellevólasmanosalosoídos,comouncríoquenoquisieraescuchar

laverdad,comosinopudieraenfrentarsealoshechos.—¡Responde!¿Esesesuplan?¿Lucharánconunbandooconotroydejaránque

mueranniñosinocentes?—¡Cállate!—gruñóGiacomo—.¡Marchaosdeunavez!—Nosinunarespuesta.¡Contestadeunavez!ElFlautistarugióenvozbajayagarródeloshombrosaDuna.—Nolosquierenparapelear.LosquierenpararepoblarelContinentecuandono

quedenadietraslaguerra.Ellossonelfuturo.Dunasequedóparalizada.Elmensajefuecalandoensucabezalentamente.Repoblar.RepoblarelContinentetraslaguerra.Elloseranelfuturo…Laguerraacabaríacontodo…ElenfrentamientoentrelosreinoshabíasidoprevistodesdeelprincipioporEllas.Noibaahabervencedoresenaquellabatallaqueestabaapuntodeestallar.Solo

sangre,muerteyvencidos.—Adhárel…—musitó,altiempoqueelFlautistalaliberaba.—DebemosregresaraBerethyavisaratodosinmediatamente—dijoSírgerictras

llegaralamismaconclusiónqueDuna.Unalágrimaseescurrióbajolamáscaradelhombreyrecorriósuafiladoperfil.—Salvaosvosotrosquepodéis.Huidahoraqueestáisatiempo.

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Sírgeric agarró a Cinthia de los brazos para levantarla del todo. Una vez queestuvodepie,comenzóaandarapasoscortos.

—Graciaspor…ElFlautistanodejóqueDunacontinuara.Conungestodelamanolepidióque

nosiguierahablando.Sesecólaslágrimasdesurostroysedirigióalaentradaparaliberarlos.

—Buenasuerte—dijo—.Lavaisanecesitar.Sinsegundospensamientos,Dunalorodeóconlosbrazosylediounsuavebeso

sobrelamejilla.—Portodo.Nohuboningunareacciónporpartedelhombre.Selimitóacolocarelpífanoen

suslabiosyatocarseisnotasrápidas.Cuandolagrietadesgarrólaparedyabrióunconductoalexterior,lasllamasde

un incendioysuconsiguientehumareda losobligaronadarmarchaatrás.Másalládel crepitar del voraz fuego, los gritos de protesta de una multitud engulleron elatronadorsilenciodelaMontañaSilenciosa.

Estabanatrapados.

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10.LosúltimosVersos

Adhárelsedespertóconelrepiqueteodelaguasobresucabeza.Abriólosojosa laoscuridadyalinstanteprefiriólaseguridaddelsueño.Seencontrabaenlahabitaciónde la Poesía y tenía los dedos manchados de tinta húmeda. Frente a él, sobre eldesgastadopergamino,habíacompuestascuatronuevasestrofas;unanuevaprueba;elúltimoreto.

¿Deverdadhabíascreídoquepodríashacertrampa?¿Queíbamosaignorarqueteayudanuestrahermana?

¿Quepodríasengañarnosynoteharíamosnada?¿Quemástardeomástempranonoquerríamosvenganza?

Ahoravamosatenerqueequilibrarlabalanzaporesotequitaremostumáspoderosaarma.

Lucharáscontratuhermanoportandosolotuespada.Nuestrojuegohaterminado.Quecomiencelabatalla.

Sualientocontenidoseescapólentamenteenformadevaho.LasMusashabíandictado sus últimas órdenes.Que comenzara la guerra, decían.Que luchara contraDimitriconsuespada.Perolomásinquietantedetodonoeraeso,sinoelhechodeque,porunmotivoquedesconocía,losibanacastigar.Elmiedoarañósupechocongarrasheladas.

NecesitabaaDunaasulado,ahoramásquenunca.Sabía lo que le había prometido, pero en esos momentos se veía incapaz de

cumplirlo. Aquellas palabras eran el mapa hacia el futuro. No podía dejarlas allíenterradasyolvidarsedeellas.Nopodía.

Cogió el pergamino y, tras comprobar que la tinta se hubiera secado por

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completo, lo enrolló para ocultarlo en un bolsillo interior con la intención de novolverasepararsedeélenningúnmomento.

Lospasillosdelpalacioseguíandesiertoscuandoregresóasusaposentos.Sentíalapresiónsanguíneamartilleandosucabezaconintensidad.¿DóndeestabanDunaySírgeric?¿Porquénohabíanvueltotodavía?

Se obligó a calmarse. Quizás hubieran tenido problemas para encontrar alFlautista,oalomejornoestabaenlaguaridayhabíandecididoesperarloenHamel.Nohabíadequépreocuparse.Sabíancuidardesímismos.

Sesentíacompletamentedesveladoyahora tendríaquehacermuchosesfuerzosparallegaradormirseantesdelamanecer.

EncendióunpardevelasquereposabansobreelescritorioysesentóenlasillaaterciopeladaparareleerlosnuevosVersos.

Alguienhabíahecho trampasenaquel juego.Suhermana. ¿Cloto?Pero¿cómopodía haber hecho nada aquella anciana que se encontraba en los confines delContinente?

En consecuencia, Ellas equilibrarían la balanza, advertían. Les arrebatarían suarmamáspoderosa.Su…

—Laelectricidad—mascullóAdhárelalcaerenlacuenta.¡Solopodía tratarsedeeso!¿Quéotros juguetes teníansino?Lasmáquinas les

conferían una enorme ventaja frente a su hermano. Si las perdían… si las perdíantendrían poco que hacer contra el ejército deDimitri.Debía prevenir a laGuardiaparaqueprestaranmásatenciónyreforzaranlaseguridad;noselopondríafácil.

De un soplido volvió a dejar la habitación a oscuras. Regresó a la cama y setumbó boca arriba sobre el colchón. Fuera se había desatado una nueva tormentaigualdefuertequelasanteriores.Tendríaqueirhaciéndosealaideadequeeltiemponolosacompañaríadurantelabatalla.

Labatalla…¿Estaríanpreparadosparaenfrentarsealejércitodesuhermano?Poruninstante

se preguntó si podría haber evitado todo aquello. Si, de haber tratado mejor a suhermanodepequeños,todoaquellonohabríasucedido.

Sediomediavueltaysequedóobservandolosrelámpagosyelaguaceroatravésdel cristal. No podía seguir preocupándose por el pasado. No cuando el presenterequería toda suatención.Todavíanohabía rastrodeWilhelm, losniños sehabíanvolatilizadoenlanocheyDunaySírgericseguíansinaparecer.Sintióunnudoenelestómagoalcomprenderdeunamaneratandesgarradoralosoloqueseencontrabaenesos momentos. Siempre había combatido junto a sus amigos. Duna, Sírgeric,Wilhelm,Cinthia…¿Dóndeestabanahora?

Alguienllamabaalapuertainsistentemente.—¡Adhárel,abre!El reymaldijo entre gruñidos y abrió los ojos.La claridad de lamañana había

sidoengullidaporuncúmulodenubesquedescargabaunaincesantemantadeagua

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sobreelreino.Selevantóenplenobostezoysepusounabata.Entoncesreparóenelpergamino

conlaPoesíasobreelescritorio.Rápidamente,loocultóenunodeloscajonesdelacómoda.Nohubonigiradoporcompletoelpicaportecuandosumadreirrumpióenlahabitacióncomountorbellino,enarbolandounacartaenlasmanos.

—¡Hallegadoestamañana!—¿Quées?—preguntósuhijo,ahoratotalmenteespabilado.—Lahatraídounhombreenmitaddelatormenta.Selatendióconuntemblorquenopresagiabanadabueno.Adhárelrasgóelsobre

y sacó la hoja de su interior. No tardó en reconocer la caligrafía que firmaba lamisiva.Eraladesuhermano.

Sus ojos cruzaron los renglones como un animal encabritado, captando ideassueltas, incapaz de concentrarse en ninguna. Una vez que llegó al final, volvió aempezar,estavezconmáscalma.Cuandoterminó,sevolvióhaciasumadre.

—¿Dónde está el mensajero? —Sentía sus manos ardiendo, como si el papelestuvierahechodefuego.

—Desaparecióencuantolaentregó.—Lareinasesentóalbordedelacamaylomiró preocupada—. Dijo que volvería esta noche para conocer la respuesta. ¿Larespuestaaqué,Adhárel?

—Reúneatodosenlasaladeltrono—replicóconvozseca.Diezminutosmástardeabríalaspuertasdelsalón,congelandolosmurmullosen

elaire.Cruzólahabitaciónsinapartarlamiradadelfrenteyllegóhastaelfinal.Unavezallísevolvióhaciasussúbditosyaliadosyhablóconvozclara.

—Como ya debéis de saber, Dimitri nos ha enviado un mensaje esta mismamañana.—Nadie dijo nada. La incesante lluvia exterior chocaba en los cristales,obligándoleaelevareltonodevoz—.Nosofreceunultimátum:rendirnossinsufrirbajasoseguiradelanteconlaguerra.

Estavezsíquehuboalgúnqueotrocomentario,peronofuecapazdecaptarlos.—Tienealoschicos.—No…—musitó sumadre junto a él. Zennion también se revolvió incómodo

entreelpúblico.—Sus hombres los atraparon ayer en la linde sur del bosque. Cuatro

sentomentalistasjóvenesquedecidieronporsucuentayriesgomarcharsedeBerethyqueahorasirvenderehenesaManseralda.—Seobligóacontenerlaimpotenciaquesuspalabras destilaban, como siDuna se lo estuviera advirtiendo al oído—.Dicenqueiránmatándolosunoaunoporcadanochequetardemosenresponder.

—¿Quéhayquepensarse?—preguntóOer,alzando lavoz—.¡Hemosvenidoalucharynonosiremosdeaquíhastaaplacarlarebelión!

—¿Podemosconfiarensupalabra?—Zennionestabapálidocomoelmármol—.¿Ysiyaloshaasesinado?¡Notenemospruebas!

—Tendremosquearriesgarnos—intervinoHeredias.

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OjaláestuvieraallíSírgeric,pensóAdhárel.Necesitabasuopinióntambién.¿Porquénohabíanvueltotodavía?

—¡PodéiscontarconAltoCielo!—exclamóLorianconlaseguridaddeunrey.Adhárelasintió,conforme.Nopodíadudar,ahorano.—Partiremosmañanahaciaelsur,pues.NosencontraremosconellosenelValle

Inocente. Preparad a vuestros hombres para la batalla. Zennion, tú diriges a lossentomentalistas. Heredias, Lorian y Oer, por favor, reuníos para organizar losbatallones.Madre,Kylma,Aya.—Lastresmujeresasintieron,expectantes.Laúltimatenía los ojos rojos de haber estado llorando largo tiempo—, necesito que osencarguéisdereuniralosancianos,mujeresyniñosdentrodelasmurallasinteriores.Querecojantodoslosvíveresylosguardenenlosalmacenes.Enviadexploradoresalas afueras para que ningún aldeano se quede atrás.Avisad de que los portones secerrarán mañana al mediodía y no volverán a abrirse hasta que… —Debía seroptimista—.Hastaqueregresemos.

Hizounapausayañadió:—Nosécuálesdemisdecisionesnoshanllevadoaestasituaciónnisipodríamos

haberloevitado.Tampocosésisuejércitoserádiezvecesmásfuertequeelnuestro.Pero lo que sí que sé es que cuando os llamamos, vinisteis. Cuando os pedimosayuda,noslaofrecisteis.Cuandonoquedabanesperanzas,vosotrosaparecisteis.Metemoquenotengoelpoderdepredecirsiestabatallaterminarábienomal,osiserálaúltimaosololaprimeradecienañosdeguerra.Perocuandoosmirodesdeaquínoveoterritoriosnipercibolasmurallasquesealzanalrededordenuestrosreinos.Veoahombresymujeresquevanaofrecertodoloquetienen,incluidassusvidassifueranecesario, para luchar juntos por defender el Continente. Por nuestra tierra. Nodejaremos que nadie nos la arrebate a base de tretas, engaños y amenazas.Y estedeseoquehoynosune aquí, aunque seabajo circunstanciasoscuras, esmás fuertequecualquiermáquinaderayosocualquiersentomentalistaquepuedaexistirjamás.

»Dicenquelauniónhacelafuerza.DemostrémosleaDimitriqueelContinenteno le teme y que no permitiremos que siga haciendomás daño a su gente. Podéismarcharos;yasabéisloquetenéisquehacer.

Peronadiesemovió.Elsilencio tensoque lohabíarecibidoalentraren lasalaminutosatrássehabíavueltomáscálido,máshumanoymáscercanoamedidaquehablaba.

—¡Porlavictoria!—exclamóHeredias.—Porlavictoria—losecundaronZennionylareinaAriadne.El resto de los presentes, los reyes de Gélinaz, el príncipe Lorian y demás

guerrerosysentomentalistas,fueronuniéndosealgritoconfiereza.Adhárelalzólosbrazosytambiénlorepitió.Unavezmásselamentódequeningunodesusamigosestuviera presente. Pero se negó a volver a caer en las crueles fauces de ladesesperación. Comenzó a gritar con más energía. Por ellos. Por Duna, Sírgeric,Cinthia,Wilhelmyelresto.Porqueprontoestaríanconél.

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Cuando abandonó el salón del trono seguía con los nervios a flor de piel. Loprimeroqueharíaseríabajarahablarconlosguardiasencargadosdelasmáquinasdeelectricidad. Tenía que advertirles de que, a partir de ese momento, podía ocurrircualquiercosa.Ahorasolonecesitaba…

El hilo de pensamientos se cortó en seco cuando vio los ojos de lamujer queacababadeaparecerenelportóndelpalacio.Comosisehubieratragadounyunque,suspiessequedaronclavadosenelsuelo.

—Buenosdías,Adhárel—saludólaancianaClotoconlamismavozrasposaquerecordaba. Llevaba un descolorido vestido y colgantes ymedallones alrededor delcuello.Desuhombrocolgabaunenormesaco.Asuspies,agarradoasucintura,elniñoquetrabajabaparaellacomopajeobservabaaljovenconlosojosbienabiertos.

—¿Quéhacéisaquí?—preguntóelrey.—Sientonohaberpodido avisar demi llegada con antelación—respondió ella

conunasonrisa.—Nosoisbienvenidos—leespetósincontemplaciones.—Nisiquierasabesporquéhemosvenido—replicóella,avanzandounospasos.

Elcayadosobreelque seapoyabaparecíamásviejoquecualquierade losárbolesquehubieraenelbosquedeBereth.

—Eres una de ellas.No necesito ni quiero saber por qué te han enviado. ¿Lespareceninsuficientessusamenazas?¿Quierenverquétalmelasapaño?

—Hasidodecisiónmíavenirhasta aquí—leaseguróella, convozcalmada—.Mis…hermanasmehanabandonado.

—Mientes.LaMusasoltóunacarcajadaamarga.—Meencantaríaqueasí fuera, perome temoqueno,Adhárel.Meobligarona

escogerbando,yelsuyoestabayacompleto.—¿Dequéestáshablando?—¿Podemosretirarnosaalgúnlugarmásapacible?Elreumameestámatando.—

Elcomentariodebiódeparecerledelomásingenioso,puesvolvióareírconganas.Elreylaexaminóconcuidadoantesdeasentireindicarleelcamino.Una vez que estuvieron acomodados en los sillones de la pequeña habitación,

dijo:—Mástevaleserconcisayconvincente,estoypreparandounaguerra.A Cloto no le pasó desapercibido el tono con el que había añadido el último

comentario.—Quieroayudaros—dijo.Elcríosearrebujójuntoaellasindejardeobservaren

silencioalrey.—Nosapañamosbiensinvosotras.—Nomeentiendes—leespetóella, aparentandopreocupaciónporprimeravez

—.Noséqué intenciones tienenmásalládeenfrentaralContinenteenteroenunaguerrasinprecedentes,peroesperanqueperdáis.

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—¿Ytúno?—¡HecruzadoelmardelsurymedioContinenteparallegarhastaaquí!¿Crees

quelohabríahechodesaberqueestabatodoperdido?—Nolosé.Túereslasabiaaquí.Adhárelrecordabacondolorosaclaridadlanocheenlaqueaquellamujerlepuso

entre la espaday la paredobligándole a decidir sobre sudestinoy el del resto delContinente. ¿Qué pretendía apareciendo allí precisamente el día en que habíaterminadodecomponersuPoesía?¿Deverdadqueríaquecreyesequesetratabadeunacasualidad?

—Soyunavíctima,comotodosvosotros.—No,comotodosnosotrosno.TúnotuvistequeenfrentarteaningunaPoesíani

aningunaMaldición.Porrespuesta,lamujermetiólamanoenelsacoquetraíayrebuscóensuinterior

hastadarconalgo.SinmediarpalabraletendióaAdháreluntrozodepergaminoenunestadotanprecarioqueparecíaapuntodedeshacerseenpolvo.

—¿Quées?—MiPoesía.MiMaldición.Elreyfruncióelceñoybajólavistaparaleer.—Y ahora, ¿no lo ves como una enfermedad? —leyó en voz baja—. ¿No te

pareceunmalsueñodelquequererdespertar?…AquellosVersosdestilabantantamaldadcomolosdesupropiaPoesía,nocabía

lamenorduda.Peroseguíasinfiarse.Leyóunaestrofatrasotrasindetenerse…—Porquenoesuncastigo,tequeremosayudar.Perotúnosolvidasteylotienes

quepagar.Despreciasteatushermanasyelcalordenuestrohogar.Yaquesolasnosdejaste…Disfrutatusoledad.

AlzólamiradayseencontróconlamiradadeCloto.—Esreal,telojuro.Ytienetantosañoscomoyollevoenestemundo.—¿Porquénonoslodijiste?Ellasesecólaslágrimas.—¿Queeralareinadeunpeñónenmitaddelmar?¿Queestofueloúnicoqueme

dejaronmishermanasacambiodeunaeternidadsiendosuesclava?Porquenopodía.Nodebía.—Guardósilencioyleacaricióelcabelloalniño—.Yotambiénfuijovenuna vez, Adhárel. Y cometí errores que he arrastrado hasta ahora. No sé si mishermanas saben que estoy aquí o han dejado de prestarme atención, pero no meimporta.Nopuedolucharnirecomendartetácticasdeataque—serióentredientes—,pero quería que supierais que cuando acepté cerrar aquel trato contigo, mishermanas…

—¿Hasvenidoaquíahoraquetehandejadosola?—leinterrumpióAdhárel.—No…—Sequedóensilenciounossegundos—.Bueno,supongoqueenparte

sí.Todoactotienesusconsecuencias.Estahasidolamíayseríainútilnegarlo,igualquetambiénloseríapararseapensarquéhabríaocurridosilascosassiguierancomo

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antes.Elreyledevolviósupergaminoconrespetoycuidado.—Siento que todos estemos sufriendo por culpa de Ellas—dijo, no sin cierta

ironía—,peronoesperesuntratoespecialpormiparte.—No lo espero,muchacho. Pero permíteme que te pregunte una cosa: ¿habéis

conocidoyaalaniñasentomentalista?Lysell.Adhárelabriólabocayvolvióacerrarlasinarticularsonido.—¿Cómolaconoces?LaMusaignorólapregunta.—Entalcaso,quizásnoestétodoperdido.—Yano está aquí—le advirtió el rey, sintiéndose obligadomoralmente—.Me

temoquehadesaparecido.Clotoseencogiódehombros.—Alomejoryahahechosutrabajoopuedequeestédecaminoaello.Adhárel no quiso contradecirle. Por desgracia conocía demasiado bien sus

galimatías.—¿Yquétienesqueverconella?—preguntó,porelcontrario.Laviejaseencogiódehombros.—Tenemosalgúnconocidoencomún.Yentonceselreycayóenlacuenta.—¡Latrampa!¿Fueasícomointercediste?¿HechizandoaLysell?Clotolomiródehitoenhito.—¡Yonohicetrampas!—respondió,ofendida—.Melimitéadarlemásemoción

aljuego.Adhárelfueareplicar,peroescucharonunosruidosfuerayselevantaronatoda

prisa.—¡¡Alerta!!—gritóunsoldadoarmado.—¿Quéhaocurrido?—preguntóelrey,saliendodelsalón.—Los guardias han sido envenenados. Las… las máquinas de electricidad—

tartamudeóeljoven,intimidado—.Noestán.Lashanrobado.AdhárelsevolvióhacialaMusa,quesehabíaasomadoalapuerta.—No te muevas de aquí —le advirtió. Después salió corriendo hacia los

almacenes con los últimos Versos martilleándole la conciencia. Podía haberloevitado,podíahaberloevitado…

Sedetuvoavariosmetrosdelapuerta,dondesereuníanunpuñadodehombresencírculo.

—Dejadmepasar.¡Apartad!—ordenó.Enelsuelo,tendidossobrepajaytierra,ochodelosnuevehombresencargados

deguardarelportónpermanecíaninconscientes.Juntoalamanodeunodeellos,unpellejoabiertoderramabasucontenidosobreelsuelo.Vino,aprimeravista.

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Untipojoven,vestidoconlatúnicadelossentomentalistas,seacercóalreycongestocircunspecto.

—Envenenaronlabebida,majestad.Estántodosdormidos.—¿Quién?¿Quiénhasido?—preguntóelrey,pasandolamiradadeloscuerpos

alhuecovacíodondedebíanencontrarselasmáquinasdeelectricidad.—Solofaltaunsoldado,majestad.MariusPath.Adhárelconocíaaesejoven.—Mirilla.Elsentomentalistaasintió,hizounabrevereverenciaysealejó.Adhárelapretóloslabios,conteniendolarabiaylasganasdedarunpuñetazoa

algo.Loshabíatraicionadounpropiosoldadodesuguardia.¿Derepente?¿Porqué?Unnombrelevinoalamenteeneseinstante,ynoeraeldeCloto.—Laugard…

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11.Presos

Dimitrinopodíacreersusuerte.Primerolaniñasentomentalistayelmuchachodelloboy después la cuadrilla de berethianos.Parecía que su hermano se lo estuvieraponiendoenbandeja,quenoquisieranipelear.Nisiquieralanoticiadequehubieranapresado al rey de Caravás había logrado empañar su buen humor. El hombre yahabía cumplidocon su labor, loque leocurrierade ahí en adelante le eradel todoindiferente.

Elreydiounapalmada,emocionado,ydescendiólasescalerasdepiedrahacialoscalabozosdelcastillo,dondehabíanencerradoalosreciénllegados.LysellyVekkaibantrasélconlacabezagacha.

Cuando levio llegar,elhombrequecustodiaba laentradaa laprisiónhizounagran reverencia y a continuación posó una mano sobre el muro que había a suespalda.Este,comosideuntelóndeescenariosetratara,seretorciósobresímismohastadejaralavistaeloscuropasilloquealbergabalasceldas.Dimitrinoseinmutó,pero los dos muchachos se quedaron observando anonadados la piedra macizamientras cruzaban.Una vez al otro lado, la pared volvió a su posición normal; lafunciónqueDimitrisedisponíaainterpretarnoeraaptaparatodoslospúblicos.

Había decidido encerrar a cada sentomentalista en una celda diferente; lo quemenos le interesaba era que pudieran urdir algún plan cuando él no lo previera.Además,porsiesofuerapoco,habíaordenadoaVilanísquelossometieraasudon,encerrándolosensímismos.

—Están tanmansos como corderitos—dijo el hombre, frotándose lasmanos ysiseandosurisaconexpectaciónasuespalda.

Dimitri no le contestó. Golpeó los barrotes según pasaba frente a los distintosagujeros.Losniñosalzabanlacabezacuandoadvertíansupresenciaantesdeponersea gritar desesperados porque los sacaran de allí. Las llamas de las antorchas quecolgabandelasparedesbrillabanensusojosciegos.Nopodíanniverniescucharloquehabíaasualrededor.Dimitrisoltóunasuavecarcajada.

—¿Quiénseráelprimeroenmorir?—sepreguntó,divertido.—Alomejorvuestrohermanocontestahoyynohacefaltaqueosmanchéislas

manos,majestad—respondióLysell,impasiblealassúplicasdelosmuchachosbajoeldondeDimitri.ConaquelvestidoblancodeThalisayelpelorecogidohacíaatrásenunadiademaderubíes,parecíaunareinadelasnieves.

—Alomejor,alomejor…—comentóDimitri—.Pero¿ysinolohace?¿Quiénqueréisqueseaelprimero?

VekkasedetuvofrentealaceldadeHenry.—Este—dijosinunápicededuda.

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Dimitri se acercópara contemplar cómoelmuchacho intentabaponersedepie,con las manos apoyadas en las paredes. Las piernas le fallaban cada poco y seprecipitabacontraelsuelodeunamanerapatética.

SevolvióhaciaVekka.—Mepareceestupendo.Más de tres horas había necesitado Dimitri para obtener la sumisión de aquel

misteriosojoven.Noeraunsentomentalista,perotampocounhumanocorriente.PorlopocoquehabíalogradosacarenclaroconayudadeldondeLysell,erael

loboquienlomanteníaconvidaabasederobarlealaspersonasalgoquellamabanLuz.No le hizo falta investigarmás.El animal seguía encerrado en una jaula y eljoven había terminado rindiéndose a los deseos de Dimitri. Esmirriado y sin untalentoespecialmentemarcado,nocreíaquelesirvierademasiado,perosiempreeramejortenerlodesuladoquemuerto.

Losgritosdesocorrodelsentomentalistaencerradoasuderechalehicierondarunrespingo.

—¡Cierralaboca!—gritó,enojado.Eljovenenmudecióalinstante.—Túteencargarásdeél—añadió,palmeándolelaespalda—.Otulobo.Vekkaasintióconconvicción.Anduvieron en silencio otro par de metros hasta la celda contigua. Marco se

encontraba acurrucado en la esquina opuesta, con la cabeza entre las piernas. Nolloraba ni tampoco gritaba clemencia. Una mueca de disgusto se extendió por elrostro de Dimitri al mirar al hijo de Barlof. Él había sido uno de los principalesculpablesdequelaanexiónenelpasadodeBerethconBelmontsalieramal,ynoseloperdonaríanunca.

Señalóalchico.—Vilanís,liberaaeste.Quierocharlarconél.El sentomentalista cruzó el pasillo en unas cuantas zancadas y se quedó

observando al muchacho durante unos segundos hasta que, con un gemido, estevolvióensí.

—Buenosdías,Marco—susurróDimitri.Elchicodesentumeciólosmúsculosyse incorporó. De un vistazo rápido advirtió dónde se encontraba—. ¿Has dormidobien?

—Cobardetraidor—leespetóconrabia.Dimitriignoróelcomentario.—Acércate.—Entraabuscarme.—Vilanís…BastóunsegundoparaqueMarcocayeraalsuelosufriendounespasmo.Cuando

volvióensí,estaballorandoderabia.—Acércate—repitióelreysinalterarelniveldevoz.—N…no—mascullóelchico.

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UngestodecabezabastóparaqueVilanísactuaradenuevo.Estavezelaullidodedolordebiódellegarhastaelexterior.

—Podemos seguir así toda lamañana—comentóDimitri, mirándose las uñas,distraído.

Nohizofaltamás.Elmuchachosearrastróporelsuelohastadondeaguardabanellos. Cuando alzó la mirada, advirtió la presencia de los dos muchachos queescoltabanaDimitri.

—Ly…Lysell…—tartamudeó.—Parecequetumemoriasigueintacta—bromeóelrey,recordandocómohabía

reaccionado el grupo entero al descubrir aVekka y a la niña a su lado cuando losarrastrarondentrodelcastillo.¡Sevolvieronlocos!Unosgritandoquelosmatarían,otros que eran unos traidores, Marco intentando advertirles acerca del don deDimitri…Tuvoquecerrarlelabocadeunguantazoparaquenosiguierafarfullandomásverdadesdelacuenta.

—Levántate—ordenóelrey.Apresandoconfuerzalosbarrotes,Marcofueponiéndosedepie.Laspiernasle

temblabancomosiestuvieranhechasdepapel.Almenossabíaquesupatéticodonnoleserviríamásqueparaversusauras.

—Necesitabapreguntartealgunascosas,Marco.—Túmatasteamipadre—leespetóelmuchachoaunpalmodesucara.—¿Yo?—Dimitri pareció genuinamente sorprendido—.Fuemi hermano quien

diolaorden,sinorecuerdomal.Marcosacólamanoentrelosbarrotesylearreóunpuñetazoenlamejilla.Antes

de que pudiera seguir, Vilanís volvió a encerrarlo en sí mismo, arrancándole otrogritodelasentrañas.

—¡Déjalo!—ordenóDimitri,colérico—.¡Levántate!¡Levántateahora!El niño tuvo que intentarlo varias veces antes de conseguir ponerse en pie de

nuevo.Unavezqueestuvoasualtura,Dimitriloagarródelcuello.—Yomismotecortarélacabeza,teloaseguro.Marcosonrió,cansado.—Siguessiendo…elmismocobardequeseescondíaenelpalaciodeBereth…

Peroprontoterminarátodo.El reydesenvainó ladagacortaque llevabaenelcintoyconun tajocertero le

rebanóunodelosdedosquesesujetabanalosbarrotes.Altiempoqueelmuchachoprorrumpíaengritos,lediounempellónylomandó

devueltaalsueloconunsonorogolpe.Dimitriapartódeunapatadaeldedoseccionadoylimpióelarmaenlaropade

Vilanís.Despuéssegiróhacialaniña.—Pregúntalecuálessonlosplanesdemihermano.Lysellasintióyobedeció.—Nolosé—respondióMarcoentresollozos.

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ElreyfulminóaLysellconlamirada.Laniñadiounpasohaciaatrás,asustada.—Nopuedohacernadasinolosabe,majestad.Dimitriserelajóunpoco.—Quierosabercuántoshombrestienesuejército.—Cercadedoscientos,creo—dijoMarcotrasescucharlapreguntadebocadela

muchacha. Con el bajo de la camiseta intentaba detener la hemorragia—. ¡Lysell,tienesquedespertar!¡Teestáutilizando!

—PregúntalecuántossentomentalistashayenBereth.Marcoapretólamandíbulaparanotenerqueresponder,perofueinútil.—Treintaoasí…—Másquepalabras,parecierongruñidos.Dimitrisonrió.Aquellaniñaeraunportento.—La electricidad. ¿Qué sabes de las máquinas que mi hermano ha mandado

construir?—¡Nada!Dimitribufó,molesto.—Déjamequepiense…—Seacariciólabarbilla,distraído.Marcoaprovechólaoportunidad.—¡Lysell, mira lo que nos está haciendo! ¡Te tiene hechizada! ¡Debes desp…

Ahh!DimitrisevolvióhaciaVilanís.—Bienhecho.Elhombreasintió,complacido.—Puesnosemeocurrenmáscosasporahora—dijoelreyenvozbaja—.Bueno,

siemprepodemosbajarmástarde,¿verdad?LysellyVekkaasintieronalunísono.—Vuelve a encerrarlo —ordenó a Vilanís tras darse media vuelta. Marco se

arrastrócorriendoporelsueloparaagarrarelvestidodeLysellymancharloconsusangre.

—Porfavor,tienesquedespertar.¡Lysell!—NoviovenirlabotadeVekka,queseestampócontrasunariz.

—Nolatoques—siseóelmuchacho.Dimitrilomiró,complacido.—Quedescanses,Marco.

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12Recuerdosenterrados

—¿Cuándopiensanmarcharse?—preguntóDuna,jugueteandoconelpolvodelsueloentresusdedos.

SeencontrabansentadoscercadelfuegoconunoscazosdecomidaqueGiacomohabíapreparado.Cinthianoapartabalosojosdelaparedderoca,preocupadaporquese abriera de repente.Desde que había vuelto en sí, no había dichomás de cuatropalabras.

—Cinthia, tómate un pocomás—insistió Sírgeric, acercándole la cuchara a laboca—.Novanaentrar,notienesdequépreocuparte.

Con laparedcerrada, todos losgritosyprotestasde fuerahabíandesaparecido,peronoelhumo,queflotabasobresuscabezascomounaadvertencia.

—¿Los habéis traído vosotros?—preguntó el Flautista, indiferente.Cinthia dioun respingo y se pegó a Sírgeric al escuchar su voz.Aunque no recordaba qué lehabía ocurrido durante los últimos meses, sentía un miedo irracional hacia esehombre.

—¡Claro que no! —le espetó el muchacho—. ¿Por qué íbamos a traer a unacuadrilladeenajenadosatupuerta?

Giacomoseencogiódehombros.—Nolosé.¿Encasodequelodelamanzananofuncionara?—Sacóelcucharón

arebosardelacacerola—.¿Alguienquieremás?—NecesitamosregresaraBereth—dijoDuna—.¡Nopodemospermaneceraquí

escondidos!Adhárelestarápreocupado.—Adhárel…—Cinthiasonrióalescucharelnombreycerrólosojos.Dunamiró

alFlautista,consternada.—Tranquilos.Estávolviendoensípocoapoco.Nolaagobiéis.Imaginadcómo

ossentiríaissihubieraispermanecidodormidostantotiempo.Mañanaseencontraráperfectamente.

—¿Cómo lo sabes? —le increpó Sírgeric—. ¿Alguna vez había despertadoalguien?

—No,pero…Noledejóseguir:—Puesesperoqueseacomodices,porquesinoseréyoquienintenteprenderte

fuego.—¿Otravez?—replicóelFlautistaconunalacónicasonrisaquelevantóunpoco

lamáscaraquellevaba.—Dejad de pelearos—intervino Duna—. Cinthia se recuperará por completo.

Centrémonosennuestroproblemaprincipal:salirdeaquí.

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Lo habían intentado varias veces, pero los hombres al otro lado de la gruta sehabían mostrado igual de amigables todas ellas, enarbolando sus antorchas ylanzandobolasdefuegoimprovisadassobreellos.

—Han venido a por mí —dijo Giacomo, con aburrimiento—. Y no mepreocuparíasinofueraporquevosotrosestáisaquí;nopensabasalirdelamontañaenunalargatemporada.

Dunaesbozómediasonrisayseterminódeunsorboelcaldoquequedabaensucuenco.

—Lomejorseráqueesperemos—propusoelFlautista—.Noes laprimeravezquepasaalgosimilarysiempreterminanmarchándose,aburridosdeesperar.

Cinthia bostezó en esemomento y se acurrucó en los brazos de Sírgeric. Él lamiróconlosojosbrillantes,emocionadodepodersostenerlatancerca.

—¿Por qué no os echáis un rato?—sugirióDuna—.Os avisaré si hay algunanovedad.

Sírgeric tomó en sus brazos a la joven y la llevó hasta el butacón.Después sesentóasuladoavelarleelsueño.

DunasevolviócuandoescuchóunsuspirodelFlautista.—Hacenbuenapareja,¿verdad?Elhombrehizoungestodeindiferencia,aunquedespuésasintió.Sacódelbolsillo

el pífano y comenzó a limpiarlo metódicamente. La muchacha le observó hacer,intentandoquenosenotaralonerviosaqueestaba.

Fueadeciralgo,perosedetuvoantesdepronunciarpalabra.Recogióloscuencosdesusamigosylosapiló,despuéslediovueltassobreelsuelosinalzarlamirada.

—Háblame sobre mi madre.—No fue consciente de lo que acababa de decirhastaqueloprocesó,yparaentoncesyaeratarde.

Giacomosiguió limpiando su instrumentoen silencio.Primeroporunextremo,despuésporelotro.

Mejorasí,pensóDuna.Quizásnoestuvierapreparadapara…—Eramaravillosa—dijoGiacomoconvozagrietada—.Suvozeratandulceque

nunca me cansaba de escucharla.Mientras yo tocaba el pífano ella cantaba letrasinventadashastaquelarimaterminabapornotenersentidoynosechábamosareír.

Dunasonrióydoblólasrodillasparaapoyarlabarbillasobreellas.—Algunas mañanas me dejaba acompañarla a la escuela y, entre lección y

lección, yo entretenía a los niños e inventaba juegos con lamúsica. Le encantabapasearyencontrarnuevoslugaresocultosenlosquenohubieraestadonadieantes.Undíaestuvimosapuntodecaernosalmarcuandodecidióqueteníaqueenseñarmeunacuevaqueencontrójuntoalosacantilados.

LasonrisaquesehabíaidoformandoenloslabiosdelFlautistaquedócongelada.Duna imaginó la razón: los acantilados; los niños que lasMusas lanzaron al marcuandoéldecidiódesobedecer…

—Mealegrodequealmenosunode losdos la recuerde—dijoconunhilode

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voz.GiacomosevolvióhaciaDuna.—Teregalaríatodosmisrecuerdosconellasifueraposible.Suspalabrasdestilabantantodolorquelamuchachatuvoqueapartarlamiradade

lahermosamáscaraquecubríaelrostrodelhombre.¿Erarealmentesupadre?¿Corríasusangreporsusvenas?¿Sumaldición?¿Ysi

asífuera,quécambiaría?¿Iríacadadíaavisitarlo?¿LoacompañaríaensusviajesporelContinenteenbuscademásvíctimasdelasMaldiciones?¿YsiundíaacabaraenBereth? Ella ya no era una niña a la que salvar; ¿sería capaz de dejarla allí,marchitándose?

—Estás llorando —le dijo el Flautista, acercando su mano para secarle unalágrima.

Dunadejóquelohiciera,perodespuéssevolvióparaquitarselasdemásconlasmangasdelvestido.

—Estoybien.—Losiento.Ellasegiróhaciaél.—Notienesnadaquesentir;estucastigoynopuedeshacernadaporevitarlo.—Nomerefieroaeso—dijoél,apretandolos labios—.Hehechomuchodaño

quepodíahaberevitadoyquenadateníaqueverconmimaldición.Silencio.Laspalabrasquedaronenterradasdondeningunollegaraaalcanzarlas.DunaacercósumanotemblorosahastaelhombrodelFlautista.Sinestarsegura

de por qué, quería trasmitirle… algo. Demostrarle que no estaba solo. Sus dedostemblaronhastaaferrarseenelhombrodeGiacomo.Estesevolvióylamiró,primerosorprendido,despuésagradecido.

—Prontoseacabarátodo—leaseguró.Élsonrió.—Deberíaseryoquientedijeraalgoasí.Aunquesupongoquedaigualquienlo

haga;temoquenoseharárealidad.Dunasuspiró.—Quiénsabe…Sinapartar losojosde losdeGiacomo, fue subiendo lamano lentamentehasta

rozar lamáscara.Teníaun tacto fríoy seco,pero los relievesdoradoseran suaves.DibujóconlayemalascartasdeltarotqueparecíanmanardelosojosdelFlautistacomolágrimas.Después,laechóhaciaarriba.

ElrostrodeGiacomo,desfiguradotantotiempoatrásporelfuego,aparecióanteellacomounrecordatoriodeloquelasMusaserancapacesdehacer.Nosintiómiedoniaversión.Conternura,leacaricióelrostroigualquesumadredebíadehaberhechocuandoseenamoraron.

Unalágrimafurtivabajóporsudeformemejillahastaestrellarseenelsuelo.—Deberíamos descansar nosotros también —dijo Giacomo, agarrando con

suavidad lamanodeDunay apartándola de su rostro.Ella asintió, conforme, y se

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pusodepieparaextenderlamantasobrelaquehabíanestadosentados.—Estarévigilando—ledijoelhombre,mientrasrecogíalacomida.Duna musitó un agradecimiento y cerró los ojos. Sin darse cuenta, se quedó

dormida.

Parecíaelpicoteodeunpájarocarpinteroenbuscadecomida.Unsonidoseco,rápido e incesante que se repetía a intervalos regulares.Como si alguien estuvierachasqueando los dedos o practicando con la espada en un pelele de madera. Ungolpeteoconstantequeparecíanotenerfin.

Estabanechandolaparedabajo.La claridad con la que llegó a aquella conclusión le hizo abrir los ojos e

incorporarse de golpe. Giacomo pasó en ese momento junto a Duna como unaexhalaciónendirecciónalaentrada.

—¿Mmm… qué está pasando? —preguntó Sírgeric desde el sofá, bostezandosonoramente.

—Intentanentrar.Ahoraqueestabadespiertapodíapercibirclaramenteelruidodelosmartillosy

lospicosgolpeandolarocaalotrolado.—¿Nodecíasqueterminaríanmarchándose?—imprecóSírgeric.—Seríalaprimeravezque…Dunasoltóungritocuandoseprodujoungolpemuchomáspotenteycercanoque

losanteriores.—¡Sehanvueltolocos!—exclamólamuchacha.SírgericyCinthiaaparecierona

sulado.—Tenemos que salir y hablar con ellos antes de que sea demasiado tarde—

propusoSírgeric.—Giacomo,abre.Porfavor.ElFlautistaseencontrabafrentealapared,observándolaobnubiladocomosise

trataradeunespejo.—No creo que sea buena idea—respondió en voz baja, sinmoverse—.No os

escucharán.Estánobcecadosenentrar…—¡Tenemosqueintentarlo!¿Oesquequieresquesecuelenportodalacueva?El hombre se giró y los amenazó con su dedo. Parecía un niño asustado. No

quedabanirastrodelhombreconelqueDunahabíahabladolanocheanterior.—¡Sivosotrosnohubieraisdestrozadolamitaddelaparedahoraellosnoestarían

intentandoecharabajolaotramitad!—¿Vasaseguirechandoculpasonosvasadejaractuar?Conunbufidoderesignaciónsacóelpífanoytocólamelodíacorrespondiente.Lostresjóvenessedispusieronasalirjuntos.Sírgericsearmóconlamáquinade

electricidadyapretóloslabios.Altiempoquelagrietaibacreciendo,escucharonmásgritosycomentariosasustadosalotrolado.Seestabanapartando.Cuandoelagujero

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fuesuficientementeamplio,cruzaronalotrolado.Unavezfuera,laentradavolvióadesaparecer.

Loprimeroqueadvirtieronfuequeelsolhabíasalidohacíatiempo.Losegundo,queelsueloestabacubiertodemontículosdepiedrasyareniscamachacada.

Ante ellos, una multitud de al menos treinta personas los miraba furiosa,desconcertada y temerosa. Sírgeric dio un paso hacia delante y los apuntó con elinvento.Losintrusosdieronunpasohaciaatrás.

—¿Q…quiénessoisvosotros?—preguntóunhombredepapadaconsiderable.—VenimosdelreinodeBereth—improvisóSírgericsinbajarelarma.—¿Y qué hacíais ahí dentro?—le imprecó unamujer de ojos diminutos y tan

anchacomoelhombrequehabíaasulado.—Nosotros…—¡Sois compinches del Flautista! —exclamó otra mujer, escondida entre la

multitud.—¡No!—aseguróDuna—.Hemosvenidoaayudar.Sabemos…sabemosporqué

estáisaquí.—¿Habéisvistoalosniños?—¿Siguenvivos?—¿Seloshacomido?Laspreguntassesucedieroncomoolasrompiendoenunacantilado.—¡Losniñosestánperfectamente!—exclamóparahacerseentender.—¿Dóndeestán?—¿Cuántoshay?—¿Porquénoloshabéissacado?—¿Cómohabéisconseguidoentrar?Concadapregunta,seacercabanmásymásaellos.Paraentonces,seencontraban

aunmetroescasodelapiedra.—No…—Duna no sabía qué decir. ¿Cuántos de aquellos hombres y mujeres

habíanperdidoasushijos?—.Tenéisquecreernos.Están…—¡Protegidos!—intervinoSírgericdepronto,tomandoelcontroldelasituación

condecisión.—¿Protegidosdequé?—preguntóelhombrequehabíahabladoprimero.—Delaguerra.—¿Guerra?¿Quéguerra?ElmuchachosevolvióhaciaDuna.¿Cómopodíahaberalguienquenosupieralo

queestabaapuntodeocurrirenelContinente?—¿Dedóndesoisvosotros?—preguntóextrañado.—De aquí, deHamel—respondió lamujer, bajando el pico que llevaba en la

mano.—¿Todos sois deHamel?—Duna se acercó aSírgeric—. ¿Yno sabéis…nada

sobrelaguerra?

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—¡Intentandistraernos!—gritóalguienasuderecha.—¡No!¡No!—lesaseguróeljoven,separandolosbrazosyapartandolamáquina

—.Elsursehaalzadoenarmascontraelnorte.Los…lossentomentalistassehanreunidoenManseralda,¡podéiscomprobarlo!¿Nooshadichonadavuestrorey?

Elsilencioseextendióentrelosallíreunidosconmiradasdeextrañeza.—Él nos dijo que liberásemos a los niños y que prendiéramos fuego a esta

guaridadelmal—confesóelhombretón,visiblementeextrañado.—¿Prender fuego a unamontaña?—Sírgeric no daba crédito—. ¿Y no os dijo

nadadetodolodemás?Berethenviómisivasatodoslosreinosparaqueestuvieranlistos.

—¡Siguenmintiendo!—insistiólamujer,ensustrece.—¡Yolozcdeo!—dijounavozentrelamuchedumbre—.¡Lozconozco!Dunasonrióantesdeverlo,incluso.Elmuchachotullidoseabriópasohastaellos

con unamuleta demaderamás larga que la que recordaba, sus ojos grandes y superennesonrisa.

—¡Timmy!—exclamó,acercándoseparadarleunabrazo.SírgericlerevolvióelpelocuandoDunalosoltó.

—Yyotambién—añadióunamujertraseljovencito;sumadre.Lesguiñóunojoyacontinuaciónsegiróhacialamuchedumbre—.¿Quéosextrañatanto?ElreinadodeDrammasiemprehasidounatiranía.¿Cuántosdenuestrosvecinoshantenidoquemarcharse cuando tuvieron un hijo sentomentalista? ¿Cuántas mujeres siguen sinpoderentrarenlasescuelas?¿Deverdadospareceraroquenonoshayadichonadasobreesaguerraquesefraguaenelsur?

Lagenteescuchabaensilencio.DunanopudoevitarrecordarelgolpazoqueleasestóalordGunterntiempoatráscuandointentabaasesinarasuhijo.

—Sinembargo,nosazuzaparaquevengamoshastaaquíeintentemosacabarconunhombrequellevamástiempoenestasmontañasquenuestrospropiosabuelos—su voz transmitía carácter y decisión—. ¿Dónde está mientras Dramma? En sucastillo,aguardandoplácidamenteaqueregresemosconsucabezaparaexhibirla.¿Ysimorimosenelintento?Estoyseguradequenolepreocuparálomásmínimo.Aéllos niños le traen sin cuidado; él quiere al Flautista muerto, como al resto desentomentalistasdelContinente.Ynosotrosselohemospermitido.

Dunaseacercóaella.—Tenéisquecreernos.Losniñosestánbien;duermen.ElFlautistaloscuidaylos

protegeylosdejarálibrescuandotodoacabe.—Eslaverdad.LavozdeCinthiasonócansada,perosincera.AgarrólamanodeDunaantesde

añadir:—Yoheestadoahídentrodurantemeses,ymiradme.Estoybien.Losmurmullosdesorpresae incredulidadseextendieroncomounenjambrede

abejas.Allínohabíamadresnipadresdeniñoshechizados,comprendióDuna.Solo

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curiososyperrosazuzadosporsuamoparaactuarsindetenersearecapacitarsobreelporqué.

—Noesaquídondedeberíamosestar—prosiguiólamadredeTimmy—,sinoenelcastillodeDrammapidiéndoleexplicaciones.¿Seacercaunaguerraynisiquieranoshaadvertidoparaquenospreparemos?¡Yaeshoradequelascosascambien!

Nohizofaltamás.Rumiandolaspalabras,loshameliensesfueronabandonandoellugarconsusherramientasalhombro,deregresoalreino.Lamujermásescépticalosmiróunaúltimavezconelceñofruncido,comosifueraadescubrirlatrampa,peroelhombretónlaagarródelbrazoylainstóaqueloacompañase.Prontoellugarquedóvacíoaexcepcióndeellostresysusdosintermediarios.

—Podpocoozlinchan—comentóTimmy,secándoseunagotadesudorinvisibledelafrente.

—¿Quéhacéisvosotrosporaquíotravez?—preguntósumadreconalegría.—Hemos venido a buscarla —respondió Sírgeric, abrazando a Cinthia, que

tambiénsonrió.—Entonces…¿escierto?—SusojospasabandelosdeDunaalosdesuamiga.—Tanto como la guerra de la que os hemos advertido—respondió Sírgeric—.

Debéisprotegerosporloquepuedapasar.—¡Yoquiedoluchad!—exclamóTimmy—.¿Puedoacompañados?—Me temo que no vas a poder —le dijo el otro, agachándose frente a él—.

Recuerdaquetienesqueprotegeratumadre.—Clado…—dijoelchico, resignado.DespuésmiróaDuna—.¿Yelpdíncipe?

¿Eztáenlagueddaya?Fuecomosilarealidadloshubieragolpeadoenelpecho.—Tenemosquevolver—dijoella,nerviosa.LamujeragarróaTimmydeloshombros.—Noosentretenemosmás.Graciasporelaviso.—Esperoquenosvolvamosaverpronto—dijoSírgeric,revolviéndoleelpeloal

crío.—Cuandotodoestoacabe—añadióDuna—,nodudéisenvisitarnosenBereth.

Estaremosencantadosderecibiros.—En cuanto reunamos suficiente dinero, nos marcharemos de Hamel. Buena

suerte.Noaguardaronmás.SírgericsacódelguardapeloelmechóndeAdhárely…—Espera—le detuvoDuna—. ¿Y si ya han salido?Necesitamos el de alguien

que sepamos que va a estar en el palacio, no podemos aparecer enmitad… de larefriega.

Sírgericestuvodeacuerdo.GuardóloscabellosdeAdhárelysacóelmechóndeAya.

—¿Mejor?Dunaasintió.LostresseagarrarondelbrazoysedespidierondeTimmyydesu

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madre.Conelsuspirodeunaráfagadeaire,sedesvanecieron.

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13.ElAsdelasMusas

AldernathKastarsetragósuslágrimas,conscientedelasrepercusionesquesusactostendríanenlosacontecimientosvenideros,ysevolvióhaciaMariusPath,quemirabaasualrededorcomosidescubrieraporprimeravezelmundo.

—¿Cómohashechoeso?¿Dóndeestamos?—preguntó,maravillado.Elhombreignorólapreguntaquehabíacontestadounadecenadevecesantesyle

espetó:—¿Yasabesloquetienesquedecir?—EstamosenManseralda,¿aquesí?¡Yalocreoquesí!Kastarsintióauténticodesprecioporaquelmuchachoqueacababadeenvenenara

suscompañerosporunabolsadeberonespararobarlasmáquinasdeBereth.Laqueéllehabíapagado.

—¿Nos dejarán pasar? Espero que sí. ¡Por el Todopoderoso, vamos a sermásricosqueunrey!—Alzóelpuñoalaireydespuésazuzóaloscaballosenganchadosalcarroparaquesepusieranenmarcha.

El sentomentalista se colocó en la parte trasera, con los pensamientos tanrevueltoscomosuestómago.

Conunpocodesuerteaquellonoafectaríaporcompletoaldevenirdelaguerra,¿verdad?Conunpocodesuerte,BerethpodríacrearmásmáquinasdeelectricidadoalgosemejanteparacombatiraDimitri…

Elhombreresolló,desesperado.¿Aquiénqueríaengañar?LasMusassabíanloquesehacían.Silehabíanenviado

a Bereth para engatusar a aquel enclenque pelirrojo era precisamente para queManseralda tuviera toda laventaja.Pero¿porquéél? ¿Porquéno lopodíanhabermantenidoapartadodeestoalmenos?

Inspiróyespiróairevariasvecesconlosojoscerrados.Lohecho,hechoestaba.LehabíapagadoalcríounamiseriaylohabíaconvencidodelomuchoqueelreydeManseraldaledaríaporlasvaliosasmáquinasdeelectricidad.Yélhabíaaceptadosinpensarlo.Sehabíadeshechodesuscompañerossindudaryhabíacargadotodaslascajasenaquelcarrosinrechistar,conunasonrisadeorejaaoreja.

Él, que era libre de hacer lo que quisiera, que las Musas no controlaban deningunamanerasusino,habíaaceptadoalinstante.Lacodicia,elodioylaestupidezhumananuncadejaríandesorprenderle.

Pero no era su deber juzgar, sino acatar órdenes.Y eso hacía ahora, yendo decaminoalcastillodeManseraldayprotegiendoelcontenidodeesecarromatohastaquellegaraamanosdeDimitri.Teníavíalibreparautilizarlosdonesquenecesitarapara ello; así había conseguido teletransportarse en un abrir y cerrar de ojos sin

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levantarsospechasdesdeBereth.Conlofelizquehabíasidodurantelosúltimosmeses.—Novamosarequerirtuserviciopormástiempo—lehabíandichounanoche,

mesesatrás.—Seguirás bajo nuestro yugo—añadió la otra—, pero sin órdenes. Queremos

quelosacontecimientossedesarrollensinnuestraintervención.Sinnuestraintervención.—Mentirosas…—masculló.—¿Dicesalgo?—preguntóMarius,girandolacabezaporencimadelhombro.Norespondió.Yenunprincipiocumplieronsupalabra; ledejaronvagarporelContinenteen

paz, sin tener que preocuparse más que por encontrar algún sitio donde dormir ocomida para llenar el estómago.Una suerte de libertad que le hizo feliz, pero quedurópoco.

Hastaquedescubrieronquehabíaencantado,mesesatrás,aunamuchachitabajolasórdenesdeCloto.

—¡Nosabíaqueosestabatraicionando!—lesaseguróconconviccióncuandoleacusaron.¡Yeraverdad!ÉlservíaalastresDamas,¿cómoimaginarqueunajugabaaespaldasdelasotrasdos?

—Esonoimporta.Ahoratendremosqueintervenir—dijoconvozlastimosaunadeellas.

Kastarseagarróunamanoconlaotraparaquedejaradetemblar.Clotolehabíaadvertido lo que significaría para el Continente entero queBereth y su nuevo rey,Adhárel,fracasasenovencieranalasMusas.Prontolocomprobaríaconsuspropiosojos.

—¡Hemosllegado!—avisóeljovencochero,alegre.Todoseibaporlabordayeseimbécilnodejabadesonreírybatirpalmas.Ylo

peoreralaimpotenciadesaberloynopoderhacernadaparacorregireltranscursodelosacontecimientos.Unsentimientoqueibadevorandosusentrañascongula.

Bajódeunsaltoyarrastrólospieshastaelportóncerradodelamuralla.Mariusloimitóysecolocóasulado.

—Yoantes trabajabaen lamuralladeBereth,¿sabías?—dijo trasescupirenelsuelo—.Menudaspropinastesacabassisabíasconquiénhablar.

—¿Quiénva?—preguntóunavozdesdeloalto.Kastarsecubriólosojosconlamanoyalzólamirada.—Venimosaverasumajestad,elreyDimitri.—¿Quétraéisenesecarro?—Unregalomuyespecial—aseguróelmuchacho, frotándose lasmanosporel

frío. Las nubes iban y venían sin orden por el cielo, aguardando elmomento paracomenzaradescargarotravez.

Unrepentinovendavalalzólatelaquecubríalascajasporlosaires.Elsoldadode

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latorresacóuncatalejoylasestudióconél.—¿Quécontienen?—Máquinasdeelectricidad—dijoKastar, cansado—.Ysumajestadseenojará

muchosiaveriguaquenonosdejabanpasarconellas.Nohizofaltamás.Lascadenasquesujetabanlapuertadeentradacomenzarona

gruñirhastaqueelagujerofuesuficientementeampliocomoparaquepudieranpasar.—Aguardadaquí—lesadvirtióel soldadocuandobajó.Sealejóunosmetrosy

habló con otro guardia que rápidamente salió corriendo en dirección a la toscafortificaciónqueeraelcastillo.

Marius se apoyó en el carromato y empezó a tararear una insoportablecancioncillamientraslanzabasudagaalaireylarecogíaalvuelo.Seleveíatanfelizque Kastar tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para no estrangularlo allímismo.Élnoeraunasesino.NosinoselopedíanEllas.

Un tumulto a su espalda le hizo girarse; llegaba el rey con su séquito. Seishombres de aspecto variopinto se acercaron con gesto serio y el resplandor de lasarmasbrillandoensuscintos.

Mariussealisó la ropaysecolocó juntoaKastar.EncuantoDimitri reparóenesteúltimo,fruncióelceño.

—Yoosconozco.Vossoiselamigodemimadre…MaeseKastar,¿noescierto?—Sedetuvofrenteaélysurostroseoscureció—.¿Quéostraeporaquí?

ElsentomentalistahizounabrevereverenciaqueMirillaseapresuróaimitar.—Hemos traído algo que quizás os interese. —Alzó el brazo y señaló al

carromato.Losojosdelreytraspasaronaljovenantesdeposarseenlascajas.—¿Quéson?—Las máquinas de electricidad, majestad—respondió Marius, corriendo a su

lado—.Lasherobadoyo,majestad.DeBereth.Dimitrilomirócomosiestuvieraloco.—Imposible.—Sevolvióhaciasushombres—.Bajadunadeellas.Deprisa.Conayudadelasespadas,abrieronlatapa.Entrepaja,comohabíandicho,reposabaelbáculodeelectricidad.Dimitrilocogióconemociónpococontenida.—¿Cómo funciona?—preguntó, girándose haciaKastar. Pero el hombre ya no

estabaallí;sehabíaesfumadocuandonadiemiraba—.¿Dónde…?Mirillaestabatanasombradocomolosdemás.Seencogiódehombroseintentó

sacarpartidodeello.—Élsolomeindicóelcamino—explicó,orgullosodesuproeza—.Perofuiyo

quienrobólasmáquinasparavos,majestad.—¿Ytúquieneres?—preguntóDimitri,conindiferencia.—Marius.MariusPath.—Letendiólamano—.Peroalgunosmeconocencomo

Mirilla.Elreysealejóconelarmaenlasmanossintocarlosdedosdelmuchacho.

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—¿Cuántomepagaréisporellas?—insistióeljoven,guardándoselamanoenelbolsillo del pantalón. Todavía llevaba puesto el uniforme de Bereth—. Hayveintiocho.Lashecontadomientras…

—Corre—leordenóDimitri.—¿Disculpad?—Hedicho que corras.Hacia allí.—Señaló en dirección el camino por el que

habíavenido.—¿Pa…paraqué?—¿Nomehasoído?—Dimitrilededicóunamiradarepletadeodio—.Ahora.LanuezdeMariussubíaybajabaenlagargantademaneraespasmódica.—Estáisbromeando,¿verdad?—Diez.—¿Noiréisa…?—Nueve.—¡Soydefiar!¡Oslashetraído!—Ocho.—DimitriapuntóalpechodeMarius.—¡Os lo suplico!—Elmuchacho juntó lasmanos en señal de plegaria—. ¡Por

favor!—Siete…—Encontrólapalancaenelextremodelbáculoylaaccionó.Unsuave

zumbidoseextendióporelpatiodelcastillo—.¡Seis!Las lágrimasseescurrieronpor lasmejillasdeMarius.Sinesperarmás tiempo,

echóacorrerporelcampo,zigzagueandocomounloco.—Cinco,cuatro,tres,dos,uno…—Elreyseacercóhastaelportón.—Cero.Elhazdeluziluminólascarasdelosallíreunidos.Conungritoagudo,Marius

Pathquedóreducidoaunpuñadodecenizasyunacolumnadehumo.Complacido,elreysevolvióhaciasushombres.—Nuncame han gustado los traidores—dijo con las primeras gotas de lluvia

cayendosobresuscabezas—.Llevadlascajasadentro.Aquella noche, además de relámpagos, truenos y más lluvia, la tormenta trajo

consigoaCuervoylarespuestadeBereth:acudiríanalaguerra.Emocionado, Dimitri acarició una de las máquinas de electricidad que tenía a

mano y sonrió. Por fin, después de tanto tiempo esperándolo, llevaría a cabo sudeseadavenganza.

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14.Elgato

AyaySimonseencontrabanenlosaposentosdelossentomentalistashumedeciendolafrentedeTailcuandoDuna,SírgericyCinthiaaparecieron.

Lamujer sepegó tal sustoqueel traposalióvolandopor losaires,ySimonsecayódelasilladesdedondeguardabaelsueñodesuamigo.

—¡PorelTodopoderoso!¿Peroqueréismatarmedeunsustoo…?LaspalabrasquedaroncolgandodelafrasecuandolamujerreparóenCinthia.—Aya… —La muchacha se abalanzó sobre los brazos de la mujer, que

permanecíainmóvil,incapazdereaccionar.—Yadijequelatraeríamos—bromeóSírgeric.Y entonces ella también la abrazó. Con fuerza, con emoción, con necesidad.

Enterrósurostroensuscabellosyllorótodaslaslágrimasquehabíaderramadoporsufalta.Labalanceóentresusbrazoscomosifueraunbebéynolasoltódurantelossiguientesminutos.

Sírgeric rodeó por los hombros aDuna, que también estaba llorando sin darsecuenta,yellaapoyólacabezaensuhombro.Lasguerrasylasprisaspodíanesperarunpoco,sedijo.

—Miniña.Hasvuelto.Hasvuelto…Tailseremovióentrelassábanasdelacamayabriólosojos.—¿Mmhhquépasa?—musitó.AyaagarródelasmejillasaCinthiayleplantóotropuñadodebesosmás,quela

muchacharecibióconentusiasmo.—¿Cinthia…?Simon también se acercópara saludarla al tiempoqueTail se incorporabapara

comprobarquenoestabasoñando.—Mealegrodeverte—dijoelprimero,realizandounabrevereverenciafrentea

ella.—Simon,¿erestúdeverdad?—Ellalediounabrazoyseasombródelomucho

que había crecido en los últimos meses. Después se giró hacia la cama—. ¿Tail?¿Quétehaocurrido?

Sírgericlepasóunbrazoporlacinturayledijoaloído:—Tenemosmuchoquecontarte.Aya no soltaba lamano de lamuchacha. Se aferraba a ella con desesperación,

temiendoquefueraadesaparecerencualquiermomento.—Deberíamos salir —sugirió Duna cuando Tail cerró los ojos y se quedó

dormidoderepente—.Todavíanoseharecuperado.Cinthiaquisopreguntarquésucedía,peroSírgericlepidióqueesperaranaestar

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fuera.Conungestorápido,DunaledijoaSimonquetambiénlosacompañara.AyagiróaCinthiaparaquelamiraradefrenteencuantocerraronlapuerta.—¿Estásbien?¿Tehizodañoesehombre?—Estoy perfectamente, Aya —le aseguró la muchacha, sonriendo—. Aunque

tengounpocodehambre.Nohizofaltamás.Ayaseprecipitópasilloadelanteendirecciónalascocinas.—Traedlainmediatamente,Sírgeric—exclamó,sintansiquieravolverse—.Voy

apedirquelepreparenunabuenacomida.Dunasonrió,aliviadadeverdevueltaalaantiguaAyaycomprobarqueCinthia

ibadespertandodelsoporpocoapoco.—¿DóndeestáAdhárel?—preguntóaSimon.—Semarcharonantesdequeamaneciera.Dunasellevólamanoalpecho.—¿Entonces…?—¿Hacomenzadolaguerra?—tanteóSírgeric.Eljovenasintió,apesadumbrado.—Zennionmepidióquemequedara.—Conlacabezagacha,añadió—:Todoel

mundoprefierequemequede.Sírgericnegóconincredulidadylepusounamanoenelhombro.—Vendrásconnosotros.—¿Yquiénestáenelpalacio?Elchicopareciórecobrarciertavivacidadgraciasalcomentarioanterior.—SumajestadAriadneylareinadeGélinazseencuentranabajoconotramujer

quenoconozcoylosniños.—¿Unamujerquenoconoces?Dunamiróasusamigosconelceñofruncido.—Mejor bajemos a verlas—dijo Sírgeric—. Se alegrarán de saber que hemos

vuelto.LasmuchachasasintieronyfueronaseguirlecuandoDunarecordóalgo.—Unacosamás,Simon:LaugarddeSiolsigue…—Está en su celda, sí. —Se quedó pensativo antes de añadir—: Pero sé que

Adhárelseenfadómuchoconélayer.Creoquehaocurridoalgoconunasmáquinas,oalgoasí.

—Unas…¡Lasdeelectricidad!Sírgericpusopiesenpolvorosa.—Necesitocomprobaralgo—leexplicóaCinthia,yaenmovimiento.—Claro.Notepreocupespornosotras.Ve.CuandoSírgericdesaparecióporlasescaleras,DunayCinthiasedespidieronde

Simonysedirigieronalsalón.Decaminohaciaallí,Dunaagarróconfuerzalamanodesuamiga.

—Mealegrodequeestésdevuelta—leaseguró.

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—Yotambién—respondióella,devolviéndoleelapretón—.Peromesiento tanperdida…Parecequehayapasadounavidaenteradesde…quenosmarchamos.

Lamuchachasehabíatomadoconbastantetranquilidadelhechodequehubierapasadohechizadatantotiempo.Cuandoselocontaronporencima,selimitóaasentir.Ahoraparecíaquelaideaibacalandopocoapocoensuconciencia.

—Tampoco es necesario que te agobiemos con todo lo que ha ocurrido—dijoDuna, intentando quitarle hierro al asunto.Temía que si la presionaban no pudierasoportarlo.

—Notodo,Duna,peromegustaríasaberquéhapasadoenBereth.¿DóndeestáAdhárel? ¿Quées esode laguerra? ¿Qué lehaocurrido aTail?—Hizounapausaantesdeañadir—:¿YquéhabéishechoconmiSírgeric?

Dunasonrióextrañada.—¿Quéleocurre?—¿Túlehasvisto?Norecuerdoquetuvieraesosmúsculos.Dunaprorrumpióencarcajadas.EsaeralaCinthiaqueellaconocía.—¡Ytodavíanohascomprobadosusentidodelaresponsabilidad!¡Perosihasta

dejó que Adhárel lo nombrara su hombre de confianza!—bromeó, haciendo queCinthia se riera—. Se volvió loco cuando desapareciste.Hizo cuanto estuvo en sumanoparasacartedeallí.Haluchadocadadíaporquevolvieras.Ysihaentrenadotanto ha sido precisamente por si tenía que zurrar al Flautista para que nos dejarasacarte.

Cinthiaperdiólamiradaenelinfinitoconunasonrisaenloslabios.Unasonrisailusionada, de enamorada. La misma que a Duna tanto le costaba descubrir enAdhárelúltimamente.

—Para mí no ha sido más que un sueño…—dijo, con los dedos rozando labarandilladelaescalera—.SírgericmecontóquelanocheenqueacampamoscercadeBelmontmedespertésiguiendounamelodíaquesoloyooíaymefuiandandosolahastaHamel,peronorecuerdonadadeeso.Paramísolohapasadoundíadesdequemedormíbajolasestrellasasulado,¿cómoesposible?

Suvozsehabíaconvertidoenunmurmullo.—Estabashechizada,noledesmásvueltas.Loimportanteesqueporfinestásde

vueltayquecuando todoesto terminepodremoscontarte todas lashistoriasque tehasperdido.

La agarró del brazo y la condujo por el largo pasillo que desembocaba en laescalinataprincipal.

—¿Deverdadvamosaveralareinaahora?—Desdeluego.Novaacreersequeestésaquí.—Peromírame,Duna.¡Estoyhechauntrapoyseguroquehuelomal!Dunalededicóunasonrisatranquilizadora.—Cálmate, nadie va a juzgarte. —Le dio unos golpecitos con el codo en el

costado.

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Cinthianegóconfingidoasombro.—Ojalápudierahablarconmiyodehaceunpardeañitos,soloparaquedejara

decoquetearconcualquiernoblequesecruzaraensucamino.—¿Hacíaseso?Lamuchachaseencogiódehombros.—Solocuandonomeveías.—Paraqueterminarasenamoradadeunladronzuelo…—Delamanoderechadelrey,disculpa—lecorrigióella.Volvieronareírseconganas.Dunanoveíaelmomentodepodersentarseconella

tranquilamente y hablar y hablar y hablar… como habían hecho hasta quedesapareció.Perodebía serpacientehastaque llegara elmomentooportuno.Hastaque,comotantasotrasvecessehabíarepetido, todoaquelloterminara.Porquetodoaquello debía terminar. Y Adhárel podría volver a casa, feliz. Y las Musasabandonaríanesemundo.YWilhelmrecuperaríasuformahumana.YelContinentevolvería a ser un lugar habitable y tan peligroso como los hombres quisieran quefuera.

Necesitabacreerqueibaaserasí.¡Teníaqueserlo!Elrestodelasposibilidadeseran tan tristes y angustiosas que el mero hecho de planteárselas le drenarían lasganasdeseguirluchando.

Llegaron a las puertas del salón. Tras llamar suavemente con los nudillos,entraron. Las tres mujeres que se agolpaban sobre unos mapas extendidos, sevolvieronhaciaellas.

—Esunmilagro—mascullóAriadne,poniéndoseenpie.EsquivóalosniñosquejugabanasuspiesyalgatodelMarqués.Conunasonrisa

vacilante,agarródeloshombrosaCinthiaylaestrechóentresusbrazos.—Bienvenida,pequeña.Bienvenida…Lamuchachasequedórígida,cohibidayabrumadaporlainesperadarecepción.

Condisimulo,lediounosgolpecitosaDunaenlamanoparaqueleayudaraasalirdel atolladero, pero esta ni se inmutó. Sus ojos estaban clavados en lamujermásancianadelsalón.

—¿Quéhaceellaaquí?—preguntóconfrialdad.AriadneseseparódeCinthiaymiróextrañadaaDuna.—Esunaamigavuestra,¿noesasí?Adhárelnosdijoquesequedaríaunosdías.—¿Una…amiga?Clotolededicóunaagradablesonrisayellavolvióensíatiempoparaasimilarla

situación. Adhárel sabía que estaba allí y le había dejado quedarse. Esmás, se lahabíapresentadoasumadresinmencionarsuverdaderaidentidad.Conunesfuerzosobrehumano,lamuchachaintentóseguireljuego,fueraelquefuese.

—Mealegrodeverosdenuevo,DamaCloto.¿Quéostraeporaquí?—Pensé que ya era hora de queTulius conociese elContinente—respondió la

anciana amigablemente—. He creído que sería mejor que lo viera por sí mismo.

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¡Menudacasualidadquetermináramosaquí!—Sí,quécasualidad—rezongóDunasinemociónenlavoz.Kylmapermanecióensusitio,sonriendoamigablementeyconunaplumaenla

mano.—¿Qué es todo esto? —preguntó Duna, acercándose a la mesa con interés.

ParecíanmapasdeBerethydelpropiopalacio.—Estatarderecibiremosenelpalacioatodoslosberethianos—explicólareina

delnorte.—Hemosenviadoaunacuadrilladesoldadosparaquedenlaordenyparacargar

conlasprovisiones.Dunareprimióunescalofrío.Laguerrahabíadejadodeserunaposibilidadpara

convertirseenunarealidad.Ylasconsecuenciasestabanallímismo,frenteaella.LaspalabrasdeGiacomoretumbaronconfuerzaensucabeza.

—Tenemosquepararla…—dijo,envozbaja.—¿Elqué,querida?—preguntóAriadne.Dunalaagarródelasmuñecas.—Laguerra.Nopuedehaberla.Sinolohacemos…Lasmujereslamiraroncomosiacabaradeescupirfuegoporlaboca.—Necesitas descansar, Duna —le recomendó Ariadne antes de girarse hacia

Cinthia—.Ytútambién.—No—leespetóDuna,dandounpasohaciaatrás—.Tenemosqueencontrarel

mododedetenerla.—Duna,espera…Antesdequelamanodelareinallegaraatocarla,lamuchachasediolavueltay

saliódelsalónatodaprisa,seguidadeCinthia,quesealejórealizandotodotipodereverencias.

—¡Duna!—exclamósuamigaunavezfuera—.¿Adóndevas?—Tengoquehablarconalguien—replicó,sindejardecorrer.—¡Niñas!—Ayaaparecióeneldinteldelapuertadelcomedor—.¿Adóndevais?—Tenemos…¡ahoravamos,Aya!—atajó.Lamujerpusocaradeexasperación,

perovolviódentro.Duna se giró justo cuando Sírgeric apareció frente a ella. Sin tiempo de

reaccionar,sechocócontrasupechoyestuvoapuntodecaersealsuelo.Eljovenlaagarróatiempo.

—¿Adóndevascontantaprisa?—Esomismaleacabodepreguntaryo—dijoCinthia,alcanzándolos.—TengoquehablarconLaugard.—Yotambién:ayerelsoldadoencargadodeprotegerlasmáquinasdeelectricidad

envenenóalosdemásguardiasyselasllevó.Dunasintióquelabocaselesecaba.—¿Qué?¿Hasidoél?

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—Esloquequierocomprobar.—¿Dequiénhabláis?¿QuiéneseseLaugard?—preguntóCinthia.Dunasuspiróconnerviosismoyseencaminóaloscalabozos.—Es el rey de Caravás y un traidor. Se presentó en Bereth como aliado, pero

resultóque trabajabaparaDimitri…También fuequienhechizó lamanzanaque tedespertó.

Cinthiaalzóunaceja.—¿Entoncesesbuenooesmalo?—Espeligroso—replicóSírgeric,trasellas.El guardia de la puerta los dejó entrar en cuanto vio a Sírgeric.Recorrieron el

oscurotúnelapasorápidohastalaceldadelMarqués.—Laugard—Dunagolpeólosbarrotesparadespertarlo—.¡Laugard,arriba!ElMarquésabriólosojosysedesperezócomosuminino.—¿Quéqueréisahorademí?—¿Quéhaocurridoconlasmáquinasdeelectricidad?—lepreguntóSírgeric.Elhombreterminódeincorporarse.Sesentóconlaspiernascruzadasysefijóen

Cinthia,ignorandolapregunta.—¿Esposiblequeestasealajovencitaquefuisteisabuscar?—¡Laugard! —Sírgeric lo amenazó con el dedo—. No juegues con nosotros.

¿Hicistealgoalsoldadoparaquerobaralasmáquinas?—¡Desde luegoqueno!—respondió,ofendido—.¿Qué tehascreído?Yase lo

dijeavuestrorey.Yosiemprecumploconmipalabra,¿verdad,Duna?Lajovenlofulminóconlamirada.—Mientes.YalohicisteconAdhárel:loengañasteparaquetraicionaraaWil.Le

metisteenlacabezaesospensamientosyseguramentehayashecholomismoconelsoldado.

Laugardalzólasmanosalcielo.—¡Yaosexpliquécómofuncionamidon,malditasea!¡Heestadoencerradoaquí

desdequeosmarchasteis!¿Cuándosesuponequehehabladoconesesoldado?¿Ostengoquerecordarminuevodon?Dameunacestademanzanasydespertaréatodounreino,peronomepidasquememetaenlacabezadealguienquenoestoyviendoporquenopodré.

—¿Ysilohicisteantesdequeteencerraran?—leespetóSírgeric.—Estonofuncionaasí.—¿YsitodavíacreenentiloshombresdeDimitriyposeeselprimerdon?—Entoncesmehabríametidoen tu cabezaparaqueme liberaras laúltimavez

quemetrajistelacomida,queporciertofuehacebastante.DunamiróaSírgericsinsaberquédecir.—Puessitúnohasrobadolasmáquinas,¿quiénhasido?—AldernathKastar.Ettore—respondióunavozasuespalda.LostressevolvieronaltiempoqueSírgericdesenvainabasuespadayapuntabaal

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túnel.—Bajaesoantesdequetehagasdaño,muchacho.Clotoaparecióanteellosportandounaantorchaenunamanoysubastónen la

otra.ConpasorenqueanteseacercóhastalaceldadeLaugard,miróensuinteriorydespuéssevolvióhaciaDuna.

—MishermanashanenviadoaEttoreparaequilibrarlabalanza.—¿Québalanza?—preguntóSírgeric—.¿Ycómohasentradoaquí?Lamujerdesestimólasegundapreguntanegandoconlacabeza.—Parece que todavía no lo habéis entendido: esto es una guerra entre ellas y

vosotros…o,mejordicho,nosotros.Ynoleshizomuchagraciaque,bueno,intentaraayudaros.Aunqueyaveoquesabéisapañároslassolos—añadió,echandounvistazorápidoaCinthia.

—¿Cómosesuponequenosayudaste,sipuedesaberse?—preguntóDuna.—MandéaKastarencantaraesadulceniñitanémade.AlareinadeSalmat.—¿Lysell?—Soyundesastreconlosnombres.Sírgericleindicóconlasmanosquesedetuviera.—¿Porquéhicisteeso?¿Conquépropósito?—Paraayudaros,¿cuántasvecesmásmevaisahacerquelorepita?—Sonbastantedesconfiados—comentóelMarquésdepasada.—Supongamosquediceslaverdad—aceptóDuna—,¿cómosabíasqueeraeso

loquenecesitábamos?NoveoqueLysellhayaayudadoadetenerlaguerra.—Notodasnuestrasaccionestienerepercusionesinmediatas.Sírgericbufó,impaciente.—Asíque,comotúencantasteaLysellseguidaporunpresentimiento…—Por un presentimiento, no. Por recomendación de un buen amigo y un gran

sentomentalista,muchachoimpertinente.—¿Yquétedijoeseamigotuyo?—preguntóDuna.—¡Por todos los cielos, os hablo de alguien que vivió incluso antes de que

vosotrosnacierais!¿Creéisquerecuerdolosdetalles?—Hazunesfuerzo.—Sírgericexhibióunaampliasonrisa.—Vay-Kazpodía leerel futuroconunahermosabarajadecartasqueélmismo

construyó—explicóCloto,reticente—.Sepaseabaporlosreinosganandoberonesacambiodeleerelfuturoalosviandantesmásconfiados.

—Algrano—leapremióeljoven.Ellalofulminóconlamirada.—Una vez vino a verme porque estaba preocupado. Me contó que había

vaticinadounaguerraavariaspersonascompletamenteajenasentresí,dediferentesreinos.Queríaaveriguarquémesaldríaamí,pueseradelospocosquesabíaacercademi…—miróalMarquésdesoslayo—inmortalidad.

—Yentonces…—elmuchachohizoungestoconlamanoparaqueavanzase.—¡Un día esa lengua tuya va a meterte en problemas! —Soltó un gruñido y

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continuó—.Enmimanoaparecieron,entreotras, la figuradeundragón, ladeunaniñaconcoronayladelaMuerte.

—¿Yesoquéqueríadecir?—insistióDuna.—Yo no sabía leerlas, pero él me dijo que, por el orden en el que habían

aparecido, demí dependía seguir al dragón…o a laMuerte.Enmitad del caminoentreesasdossolohabíaunacarta:ladelareina.

—Resumiendo —la cortó Sírgeric—: como ese amigo tuyo te dijo eso, túdecidiste,trasconoceraAdhárel,queloquedebíashacereraencantaraLysell,ynoacualquier otra reina del Continente, y evitar así laMuerte. Y por ese motivo, tushermanas, allá en los cielos, han decidido castigar a Bereth robándonos la únicaventajaqueteníamossobreManseralda,¿esasí?

Laviejaasintiódosveces,confirmeza.—Ya veo… —Sírgeric también asintió, pensativo—. Pues la próxima vez,

mantentealmargen,porfavor.—Críomaleducado…—leregañólaseñora,golpeandoconsubastónenelsuelo.—Estupendo.Ahoraquehemosaclaradoelasuntodelladróndebombillas—dijo

elMarqués, sacudiéndose el polvo de los pantalones—, ¿os importaría sacarme deaquíydecirmedóndeestámigato?

DunamiróaSírgericsinnadaqueobjetar.—Élhacumplido,ahorametocaamí.Llamaalcarcelero.—Noseránecesario.Conresignación,elmuchachosacódelcolganteelmechóndepeloquelehabía

cortadoalMarquésdíasatrásyapareciódentrodelajaula.—¡Ah!—gritóelhombre.Sininmutarse,elmuchachocambióelmechónporeldeDunaycruzódevueltaa

lalibertad.—¡Basta!—exigióLaugard,alejándosedeélconun tambaleo—.¿Quéhasido

eso?—Esoesmidon.Algunoslotenemosbastantedefinido.Yapuedesmarcharte.—No sin mi gato —le espetó el hombre, alisándose la roñosa casaca con

dignidad.Clotoseacercóaélylegolpeóenelpechoconlapuntadesubastón.—¿TúereselreydeCaravás?Elhombrelamiródearribaabajocondesprecio.—¿Quiénlopregunta?—Sí,esél—respondióDuna.LamujerseacercótodavíamásaLaugardyalzólaantorchaparaexaminarsus

facciones.—EstenoesOdarión—leespetó lavieja—.RecuerdoaOdarión.Elúnico rey

tansupersticiosocomoparaacercarseami islaparaencontrarrespuestassinserunnémade.Túnoeresreydenada—añadió,arrugandoellabio.

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SírgericyDunasecolocarontraslamujer.—¿Nosmintióenesotambién?—preguntóelmuchacho.—Decidmedóndeestáelmalditogatoymemarcharédeaquí—insistióLaugard,

cadavezmásalterado.—RespondealaMusayterminemosconesto.—Dunabufóhastiada.—¿Ala…?¿Vossois…?—ElmiedoparalizóalMarqués.—¿QuéhashechoconOdarión?—lepreguntóCloto,golpeándoledosvecesenel

pecho—. Oí los rumores de que un desconocido se había hecho con el trono deCaravás,peronuncalleguéacreerlos.Yhastadondeyosé,Odariónsiguevivo…

ElMarquéssellevólamanoalaboca.—Yonohematadoanadie.—Puesentoncesdimeunacosa,¿cómopuedesestarreinandoallísinPoesía?Laugardcambióelpesodeunpiealotro,intimidado.Dunanoentendíanada.—¿CómosabesquenotienePoesía?—Tengomisfuentes.Caravássigue teniendoelmismorey,créeme.Asípues…

—sevolvióhaciaLaugard—.¿DóndeestáOdarión?PeroelMarquésdiounpasoatrás,desesperado.—Si esto fuera verdad—comentó Sírgeric—, ¿por qué el verdadero rey no ha

intentadovolveraCaravásyreclamarsutronoo…osuicidarseparacastigarleaélconunaPoesía?

Clotosevolvióconunasonrisa.—Alomejornopuede.Alomejornosabequelehanrobadotodo.—¿Cómonovaa…?—¿Elgato?—propusoCinthia.DunaySírgericsevolvieronparamirarla,anonadados.—Yaséquenotienesentido,peromesentíaunpocofuerayqueríaayudar—se

disculpóella—.Losiento.—¡No!—exclamóDuna,girándosehaciaelMarqués—.Claroquetienesentido.

De alguna manera engañaste a ese pobre rey para hacerle creer que… que teníasalgún tipodedonque tepermitía convertir a loshumanosenanimales,o algoasí.Unavezlolograste,solotuvistequetransformarloaél.¿Esasí?

Laugardlosmiródehitoenhitoantesdeecharsealsueloderodillasycomenzarallorarconhisterismo,conlasmanoscubriéndoleelrostro.

—¡Yonoquisequepasaraeso!¡Lojuro!—Losdemásnodijeronnada—.Él…élmeretóyelsitioeratanbonitoyelcastillotangrandeylagente…tancrédula.Soloquisejugarunrato,pe…perodespués…—Sesorbiólosmocos—.Ay,despuésfuedemasiadodifícilnoprestaratencióna todo loqueganaríasimequedaba.A…asíquemequedé.Yluego…luegoyanopudedarmarchaatrásporquetodoshuyeronyelreyyanopodía…eraun…yonoquise…

—Elgatoestáarriba—dijoSírgeric,dándoselavueltaytomandoaCinthiadelamano—.Yyahemosperdidodemasiadotiempo.

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—¿Estás seguro de que habéis perdido tiempo? —le increpó la Musa, sinvolverse. Su voz auguraba el comienzo de un acertijo—. ¿O quizás lo habéis…ganado?

Duna no lo soportó más. Le dio igual qué ocurriría a continuación, pero lasituaciónexigíamedidasdesesperadas.Conunaarrebato, agarróa lamujerpor loshombrosylazarandeó.

—Sisabesalgo,mástevaledecírnoslootequedasaquíabajoencerradaelrestodelaeternidad.

—¡Duna!—exclamóCinthia,corriendohaciaella.—No,deDuna nada.Estoyharta de sus juegos y adivinanzas.Quiero quenos

digaquéhaqueridodecirconesecomentario.Yquieroquenos lodigaahora—sevolvióhaciaCloto—,nocuandoseademasiadotarde.

La Musa debió de considerar que estaba hablando en serio, pues sus ojosvacilaronenlaoscuridadyloslabiosletemblaroncomosifueraunpezboqueandoporaire.

—¿Ybien?—insistiólajoven.—Tenéis…tenéisqueaveriguarlovosotros.Yonopuedo…—¿Comolodelgato?—Dunaapretólosdientesconfuerza—.¿Estáapuntode

desatarseunaguerraqueterminaráconelContinentecomoloconocemosyatisolotepreocupanlasnormas?

—¡Siyorompoestanormatodoseiráaltraste,niñaingrata!—leespetóCloto—.Utilizadunpocolacabezayllegadalaconclusiónvosotrosmismos.Siyohablo,mishermanaslosabrán.Yentoncesnohabráservidodenada.

Gatos. Musas. Poesías. La guerra. Dimitri. ¿Cómo podía estar todo aquellorelacionado?Larespuestateníaqueestarahí,anteellos.Soloteníaqueverlodesdeotraperspectiva.Necesitabapensarconlamentefebrildeesasdiosasvanidosasquecreían poder controlarlo todo. Algo que fuera tan básico que les hubiera pasadodesapercibido.Algocomo…

—Creoqueyalotengo.—Dunasoltóalamusa—.EsDimitri.—¿Quétienequeverélconelgato?—¡Él es como el Marqués! ¿Verdad? —Cloto se encogió de hombros por

respuesta. No parecía molesta por el comportamiento anterior de Duna, tan soloindiferente—.Tienequeserlo: lasúltimasnoticiasque tenemosdeManseraldasonquelareinaThalisasigueenferma,muyenferma,¿no?Yquenadielavedesdehacemeses…

—SoloDimitri—dijoSírgeric,siguiendoelrazonamiento.—Esoes.Dunaseacariciólabarbilla,pensativa.—Asíque…DimitriestáreinandosinPoesía.—¡PoresomantienevivaaThalisa!—exclamóelmuchacho—.Parapoderactuar

asusanchas,sinmiedoalasMusas.

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—Cerdocobarde…—mascullólamuchachaparasí—.Entonces¿cómovamosadetenerlosinoconocemossupuntodébil?

—Bueno…—intervinoCinthia—.Alomejoreseessupuntodébil.Sevolvieronparamirarla.—AyermedijisteisquecuandounreydestruyesupoesíavieneelFlautistay…se

lleva a los niños. Por esome raptó amí enHamel, porque yo escapé de Térmidicuandoerapequeña,¿no?

Todosasintieronalunísono,inclusoelMarqués,quehabíadejadodellorarynoentendía muy bien de qué hablaban, pero que contemplaba la escena igual deintrigadoqueelresto.

—PeroalosadultosnoselosllevabaelFlautista.Lesocurríaloquelessucedióalosbelmontinosyatantosotros:perdíanlasganasdevivir.

—Ydeluchar—concluyóDuna.Entendiendoadóndequeríairapararsuamiga.Sírgericsoltóunacarcajada,incrédulo.—Entonces, ¿solo tenemos que ir aManseralda y hacer que Thalisa rompa su

propiaPoesía?¿Asídesencillo?—Asídesencillo—ironizóDuna.—Eseyanoessureino—prosiguióSírgeric—.LoshabitantesdeManseraldason

todo sentomentalistas inducidos por Dimitri a luchar contra el norte, la mayoríacriminalesyasesinos.

—¿Ynoafectaráagenteinocente?—preguntóCinthia.Sírgericseencogiódehombros.—En principio solo deberían pagar aquellos que estén allí por voluntad, y no

presosoesclavizados.—LomásdifícilseráencontraralareinaysuPoesía—dijoDuna.—Yllegarallíatiempo—añadióCinthia.Sírgerichizounademán,restándoleimportancia.—Esotienesolución…—ConunasonrisapícarasevolvióhaciaelMarqués—.

¿Verdad?

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15.Elpago

Gélinazparecíamásfríoquenunca.EnsuscallesyanohabíarastrodelbullicionidelfervorqueFirelaencontróasullegada.Lossoldadosylafamiliarealsehabíanllevadoconsigoelcalorcuandomarcharonalaguerra.Alsur.

Y todavía no había habido noticias de cómo se estaban desarrollando losacontecimientos.Los pocos comerciantes que regresaban a casa apenas sabían quéestabaocurriendo.Sentomentalistasuniéndoseenunejércitosinprecedentes,decíanunos.Berethalacabezadelejércitodelnorte,añadíanotros.Nada,endefinitiva,quenoleshubierandicholosreyesdeGélinazantesdepartir.

El reino de la montaña pareció replegarse en sí mismo por temor a lo que elfuturotrajeraconsigo.Lagenteyacasinosalíadesuscasas,comosilosejércitosdelsurfueranaarrasardeunmomentoaotrolascalles.Lasmercancíashabíansubidodeprecioconsiderablementedelanochealamañanaylosánimosestabancadavezmáscrispados.

Enelúnicolugarenelqueparecíaseguirexistiendociertaalegría,ciertacalidezhogareñae ilusión,eraenelde la familiadeGalasaz,pues,aunquenofueracomoningunoesperaba,elpatriarcahabíavuelto.

Firela se recostó en la silla demadera y contuvo un bostezo. La familia y losamigosdelsentomentalistaseapiñabaasualrededorparahablarconelviejoconojosllorososyemocionespococontenidas.

Atrás habían quedado las riñas y las amenazas de muerte. En cuanto Galasazdemostróque realmenteeraélyqueFirelanoeramásque lamensajera,quenadatenía que ver con que estuviera encerrado en el espejo, todo fueron palabras deagradecimientoydisculpas.

Ludaela,lamujerdelanciano,eramenuda,debajaestaturayojospequeños.Sucabello gris y rizado le caía en cascadas hasta casi la cintura y no parecía estaracostumbrada a llorar ni, mucho menos, a que nadie la viera hacerlo. En cuantorecibió la noticia de que su marido había regresado encerrado en uno de susendemoniados inventos que tanto había detestado y admirado durante su largomatrimonio, semetió en su habitación con el objeto y durante varias horas estuvohablandoconél.Desdeelotro ladode lapuertaapenas llegabamásquealgúnqueotro susurro o sollozo. Una vez que terminó, salió con gesto serio y les tendió elespejo a sus hijos. Firela no vio ni rastro de llanto en sumirada. Por el contrario,parecíaunpocomásfeliz,calmaday…libre.

LanoticiadelregresodeGalasazcorriócomolapólvora.Elrumorviajódepuntaapuntadelamontaña.¡Nadiequeríaperderselahistoriadelcreadordeespejosquehabía logradoengañara lamuerte!Así, sindarsecuenta,Firelasedescubriódeun

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momentoaotrorodeadaporlosvecinos,amigosyfamiliarescercanosylejanosdelviejosentomentalista,queveníanaverelprodigio.

Firelanosemoviódesuasientoenningúnmomento.Surepentinafamaentrelosnorteños era algo que le costaba asimilar. Sobre todo siendo esta tan positiva yhalagadora. Estaba acostumbrada a que la temieran, a que la respetasen por sucrueldad.Y aunque una parte de ella se sentía sobrecogida ante la bondad de esaspersonas,laotra,másgrandeydecisiva,detestabatodaaquellasituación.

—Voyasaliratomarelaire—dijoenunmurmullo,indiferentealaopinióndelosdemás.

—Espera.—FueGalasazquienhabló—.Déjameacompañarte.Firela puso los ojos en blanco, alargó el brazo y la hija pequeña del

sentomentalista,Daya,letendióelespejo.Sindecirnadamás,abandonaronlacasaendirecciónalaquietudnocturnadela

ciudad.—No eres una mujer a la que le gusten las multitudes—bromeó Galasaz en

cuantosalieronalaintemperie.—Vaya,para loobservadorqueeres siempre, tehacostadomuchoapreciarese

rasgomío—leespetóellaconhastío.Descendió las escaleras de piedra y se sentó en los últimos peldaños. A

continuaciónapoyólacabezaenlasrodillasyseobligóarespirarprofundamente.—Firela. —La voz del viejo le llegaba amortiguada—. Todavía no te he

agradecidocomomereceselesfuerzoquehasrealizadoparatraermehastacasa.Ella alzó lamirada y se colocó el objeto frente a los ojos. Llamarlo espejo le

parecía absurdo. Podía tener esa forma, pero en realidad era una ventana. Unaventanadesdedondepodíacontemplarsumayordeseoysupeorpesadilla.Kalendraaguardabaunosescalonesporencima,sentadaconlaspiernasjuntasyestiradassobrelapiedra.

—Si te soy sincera —replicó con voz queda—, preferiría que dejases deagradecérmeloytelimitarasadecirmecómosacaramihermanadeallí.

Galasazsemasajeóelpuentedelanarizynegóensilencio.—Nosabesloquemepides.—¡Loséperfectamente!—exclamóella—.Losédesdequeteconocí.Déjatede

evasivas,Galasaz.Yahetenidosuficientepaciencia.Sirealmentecreesquemerezcoalgunarecompensaporhabertetraído,quieroqueseaesta.Almenosdimepordóndeempezarabuscar—añadióenunsusurro.

Los ojos de la Asesina del Humo resplandecían bajo la luz de las antorchascercanas.Galasazapretólamandíbulay,después,contonopaternal,dijo:

—Almenosprométemequenocometerásningunalocura.—Sinohubieracometidounalocura,metemoquenoestaríamosaquíningunode

losdos,asíquenopuedoprometertealgoasí.Elviejoaceptóelcomentario,peronosedioporvencido.

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—Estemundoesfrío,Firela.Másfríoysolitariodeloquepuedeparecerdesdeese lado.Másqueeldesiertodehielodondeestuvisteapuntode fallecer.Aquínohaymásluzqueelreflejodelsolylosvestigiosdesubrillo…nohaymásvidaquelaque nosotros nos empeñamos en conservar en nuestramemoria. La única emociónque recordaba hasta que tú apareciste fue la desesperación y la añoranza. Laesperanzanotienecabidaenesteladodelespejo.—Guardósilencioydespués,convozgraveeimpotencia,añadió—:Laúnicamaneradequevuelvasareunirtecontuhermana es que aceptes cruzar a este lado con ese propósito, ¿de verdad estásdispuestaasacrificarlotodoporalguienqueyanoestá?

Firelaignorólapregunta.Sumiradaseafilóentresuspárpados.Ladeferenciay,quizás,elcariñoconlosquehabíaterminadomirandoaGalasazsehabíanesfumadocomoelvahosobresucabeza.Ensulugar,soloquedólaincredulidad,eldoloryelodiodehabersidotraicionada.

—Mementiste—dijo.—¡Soloquise…!—Mementiste—leinterrumpióella,alzandolavoz—.Medijistequenosabías

quéteníaquehacerpara…¡Medijistequeeraimposible!—¡Tendrías que morir para ello! —se excusó él, alzando también la voz—.

¿Cómoibaapermitírtelo?¿Cómoibaacargarcontumuerteenmiconciencia?Firelatragósalivaysintióquetragabaarenaycristales.—Loúnicoquetepreocupabaerallegaracasa.Mehasutilizado.—Nodigaseso…—Confiéentiymeutilizaste.—Lapalabraresultabararaensuboca.Ella,que

jamássehabíaacercadoanadiequenofuerasuhermana,quehabíajuradoodiaryasesinaracualquierhombrequeosaraaprovecharsedeella,quehabíadesconfiadodetodos cuanto la rodeaban, había caído en una burda trampa.Tonta, se dijo. Habíabajado laguardiayahorapagaría lasconsecuencias.Estabadestinadaa la soledad.¿Porquésehabíaplanteadosiquieraqueaquellocambiaría?

—Firela. —Galasaz le imploraba con la mirada—. Escúchame, por favor.Siento…sientohabertementido,¿deacuerdo?Peroestabadesesperado.Mifamilia…¡yalosviste!

Una lágrima se escurrió por su arrugada mejilla, pero Firela se mantuvoimpasible.Sabíaquenollorabaporpena,sinopormiedo.

—Explícamecómofuncionaelespejo.Ynoquierolaversióncorta.Respondeatodasmispreguntasyalomejor…

Elviejoentrecerrólosojos,asustado.—Alomejor,¿qué?—Norompoelespejoaquímismo.Ahoramismo.—Noteatreverías…—mascullóconinseguridad.Porrespuesta,Firelarecogiódelsuelounapiedraafiladaylapasóporelextremo

delcristal,dibujandounagrietazigzagueante.Allídondelarocarajabaelcristal,la

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oscuridadsetragabaelreflejo.—¡Detente! ¡Hablaré! —Se apresuró a decir el viejo con genuino terror—.

Hablaré,pero,porfavor…Ellaapartólapiedrayladejóasulado.Acontinuación,asintió.Elsentomentalistamiróhaciatodosladosyellaloimitó.Lacalleestabadesierta.

Elreinodormíasinsabersussecretos.—Nosoymásqueunviejoquehaobservadodurantemucho,mucho tiempo la

realidad.Estayesa—señalóalespejo—.Pero,afindecuentas,lamayorpartedemiconocimientorespectoaestetema…bueno,secomponedesuposiciones.

—Lasmismasquetellevaronallí—lerecordóFirela.—Peronoporellodejadeserciertoque,hastaquecrucé,notuvelacertezade

quefueraaservirdealgo.Eransuposiciones.Comoloquemepidesquetediga.Ellaseencogiódehombros.—Meconformo.—Igualqueturealidadtienesusreglasysuequilibrio,laquehaymásalládela

vida, también.Y laMuerte es su amay señora.Laúnicaquedecidequiénentraycuándo.

—Quierolaverdad,nounodetuscuentosparadormir.Ymeestoyempezandoaimpacientar.

—¡Escuchayprestaatención!Estoyintentandoquelocomprendasconfacilidad.—Nomesubestimes.—Imaginalamuertecomo…¡comounaposada!Unaposadainmensaconmiles

dehabitaciones,todasellasocupadas.Cuandounanuevaalmatienequecruzaraeselado,laMuertelepreparaunahabitaciónydejaquedescanseallí.

—Hablasdeeseladocomositúnoestuvierasenél.—¡Y es que no lo estoy! —respondió él con exasperación—. Ni tu hermana

tampoco.Como tantosotrosdesdichadoshemosquedadoatrapadoseternamente eneste…limbosinposibilidaddellegaralaposada.Noshemosperdidoporelbosque—añadióconunarisitaboba—.Pero,adiferenciadelrestodealmasenpena,yosíquepuedoencontrarelcamino.Bastaríaconque…

—Conqueelespejoserompiera—dedujoella.—Asíes.—¿Ymihermana?GalasazladeólacabezaparaobservardesoslayoaKalendra.—Ellateestábuscando.Quiereestarcontigo…—Por eso yo necesitaríamorir.—Guardó silencio—. ¿Y no habría posibilidad

de…?—¿Dequevolvierade entre losmuertos?Me temoqueno.Si tandesesperada

estásporreunirteconella,tendrásquepasartú.Firelafueaasentir,peroentoncesadvirtióalgoenlamiradadelsentomentalista

quelehizodudar.

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—Hayalgomás,¿verdad?Nopodíasertansencillo.¿Dequésetrata?Galasazsemasajeólafrente.—Cuando yo crucé, sabía lo que hacía, que nome iría del todo. Que, pormi

deseodepermaneceratadoalespejo,loconseguiría.—Hizounmohínconlamano—.Bueno,alprincipiofueunasuposicióndesesperada,¡perofuncionó!

—Algrano…—Tuhermanamuriósinsaberqueteníaasuntospendientesenvida.Oquizássí

losupo,peronopodíahacernadaporcambiarlo…yalnoirseenpaz,comotantosotros,quedóatrapadaenestarealidad—señalóasuspies—,amitaddecaminoentrela vida y la muerte sin pertenecer a ninguna ni poder dar marcha atrás. Comofantasmas.

—¿Atadaamí?¿Yosoysuasuntopendiente?—Fruncióelceño—.¿Cómosabesque no es…otra cosa?—Que se convirtiera en reina, que vengara sumuerte, queacabaraconsusobrina…Unmillóndeideascruzaronsumente.

—Porquetepersigue—respondióél—.Antesdecruzar,antesinclusodecrearelespejo,dehecho,aprendíacomprenderestarealidadyadvertíquelos…fantasmas—parecía que le doliera usar esa palabra—, nos atamos tanto a personas como aobjetos.Situhermanahubieraqueridoposeer,porejemplo,turiqueza,nosehabríaseparadodelarcadondeguardaraslosberonesduranteelrestodelaeternidad.Nodeti.

Firelapareciópococonvencida,poresoGalasazañadió:—Míramesinoamí.—¿Yentoncesqué se suponequedebohacer?¿Bastaráconque…conqueme

suicide?Laimpacienciahabíaborradotodorastrodeodiodesuvoz.—Ahíestáelproblema:ningunode losqueestamosaquí tenemos…habitación

enlaposadadelaMuerte.—¿Quéquieresdecir?—Que no sé qué ocurrirá si tú te decides a cruzar para liberarla y tu hermana

quedalibreparaseguirte.—LaMuertetendráquedejarnoscompartirhabitación,supongo.Galasaznoserió,estabaconcentradoensushuesudosdedos.—¿Quépiensas?—preguntóella.—Quequizás…¡ysolodigoquizás!Paraque tuhermanapuedamorir, alguien

tendríaquevolveralavida.Lameraidealehizoestremecerse.—Esoes…—Nodigasimposible—leordenóelsentomentalista—.Nomientrasyoestéaquí.

La Muerte no cuenta con nosotros, ¡se ha olvidado de que existimos! ¿Qué harácuandointentemoscruzarasusdominios?

—Habrásitiodesobra.Eslamuerte,alfinyalcabo.

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—¡Noloentiendes!Telohedichoantes:hayunequilibrio,unasleyesquenosepueden romper. Nosotros… nosotros ahora pertenecemos a este mundo. Es dondedebemosestar.Silointentamos…

Firelaapretóloslabios.—Essolounateoría.—Raravezmeequivoco.—PuesentonceslaMuertetendráquecambiarsusreglas—siseó,notandocómo

larabiaseapoderabadeella—,porquesiyodecidocruzarparasalvaramihermana,tepuedoasegurarquealláadondeyovaya,ellavendráconmigo.

Galasazsuspiróresignado.—Hazloquequieras.Perocuando…cuandodecidascruzar,tenbienclaroquetu

únicodeseo seavolver a estar con tu hermanao las dosquedaréis atrapadas comofantasmasaestelado.

LaAsesina delHumo asintió despacio antes de que la puerta en lo alto de lasescalerasseabrierayTrayseasomara.

—Deberíaisvolver,yaestarde—comentó.Firelaledijoquenosepreocuparaysepusoenpie.Kalendralaimitóalotrolado

delcristal.—Voy a hacerlo, Galasaz. No permitiré que mi hermana pase el resto de la

eternidadencerradaahídentro.Cuandoestélista,volveréareencontrarmeconella.Yestavezseráparasiempre.

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16.LabatalladelValleInocente

Elcieloderramabasu llantosobreelvallecomopreludiode laguerraqueestabaapuntodedesatarse.

Adhárel seencontrabaenel interiordesu tiendadecampaña,conelpellejodeaguaenlamanoylamiradaperdidaenlateladesgastadadelaentrada.Sinapartarlavista, inclinóel recipiente sobre subocaydioun largo trago.Aundespuésdeunajornada de viaje sin descanso hasta la linde sur del bosque de Bereth, no habíalogradohacersealaideadeloquesucederíaalamañanasiguiente.Estabaapuntodeliderarunpuebloalaguerra.Unaguerradeverdad.

¡CuántasveceshabíaleídoacercadelasbatallasenloslibrosdeHistoria!¡ConquéentusiasmoescuchabaaZennionexplicarlasmotivaciones, lasestrategiasylasalianzas que tuvieron lugar para llegar a aquella situación! Y qué pocas se habíadetenidoapensar,aunquesolofueraduranteuninstante,enalgunodelosmilesdeindividuosqueparticiparonenellas.

Unhijoquehabíaabandonadoasumadreparacombatir.Unpadrequeesperabaregresaracasacargadodeoroparasufamilia.Unsoldadoobligadoalucharenunaguerra que no comprendía.Un amante que soñaba con volver a ver los ojos de suamada.Unreyquetuvieraquemostrarasupueblosusonrisamáscreíbleyseguracuandopordentroelmiedoestabaresquebrajándoloenmilpedazos…

Yaunquenoerajusto,fueentoncescuandopensóenellos.Enlossoldadosquehacían guardia ahí fuera, con la tormenta arreciando por momentos. En Heredias,todavíareunidoconloscapitanesdelosdiferentesbatallonesasegurandoposiciones.Ensumadre,protegiendoalosdesvalidosenBerethyconlapreocupacióndequesuhijonofueraaregresar.EnDuna…

Necesitaba aDuna.Todo sería un pocomás sencillo con ella a su lado.Sabríadecir las palabras adecuadas para calmarlo y otorgarle la confianza que estabaabandonándolo por momentos. Los nervios lo estaban consumiendo. La cabezaamenazaba con estallarle si no cerraba los ojos de una vez por todas. Tenía quedescansar. En los últimos días no había dormidomás de cinco horas y la jaquecacomenzabaahacermellaensurazón.

Con un suspiro en forma de vaho, se recostó sobre la cama improvisada y secubrió con una manta. Escuchando el sonido de la lluvia y los truenos sobre sucabeza,fueperdiendolaconscienciahastaque…

—¡Adhárel!¡Majestad,despertad!Elreyapretólospárpadosconfuerzaantesdeatreverseaabrirlos.

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—¿Quésucede?—preguntó,incorporándose.Sentíalaspupilasirritadas,comosisehubierapasadolanocheenteraadmirandolasllamasdeunahoguera.

Herediasseencontrabafrenteaél,vestidoconlaarmaduradecombateyelyelmoenformadecabezadedragónsobrelacabeza.Estabaempapadoyformabauncharcoasuspies.

—Yaestánaquí,miseñor.Losvigíashandadoelaviso:elejércitodeManseraldaacabadeabandonarlasfaldasdelasMontañasÁridas.

Adhárelasintióytomóaire.—Gracias,Heredias.Voyavestirme.Enseguidasalgo.—Muybien,majestad.Hizounareverenciayabandonólatiendachapoteandoconlasenormesbotas.Adhárelsepusodepieyseestiró.Almenoseldolordecabezasehabíaido.Se

frotólosbrazosconfuerzaparaentrarencalorydespuésseagachófrentealarcónqueguardabasuropa…ylaPoesía.

Sacódelcuelloelcolgantedelquependíalallavequeloabríaylaintrodujoenlacerradura.Lasdiferentespartesdelaarmaduradestellaronconlaluzdelasvelasquehabíaenlatiendacuandoabriólatapa.Bajoellas,dobladoconesmero,aguardabasutrajedecombate.

Comosideunritualsetratara,fuevistiéndoseconparsimonia,asegurándosedenodejarningunacorreaoenganchesueltos.Trasprotegerselaspiernasylacintura,secolocóelpetoconeldragóndeBerethenelfrentesobrelacotademalla.Enlasmanos se puso losmismos guantes de cuero cubiertos de pequeños fragmentos demetalquehabíautilizadoBarlofmientrasestuvovivo.Losguanteletestambiéneransuyos.SeríalamaneraperfectadevengarsumuertesillegabaaenfrentarseaDimitri.

Unavezlisto,sacóelhermosocascoquehabíapertenecidoasuabueloAmadísycontemplósureflejoenél.Denuevovolveríaaconvertirseendragón,pensó.Quizásporúltimavez.Lasfaucesdelacriaturahacíanlasvecesdevisera,yelyelmoestabacoronadoconunpenachodeplumasrojasyverdes.Respiróhondoyselocolocóenla cabeza. A continuación, sacó el pequeño cofre cilíndrico en el que guardaba lapoesíayextrajoelpergamino.Lodoblóconcuidadoyloguardóenelinteriordesuguante,protegido.Despuéssalióalexterior.

Elvientoagitabaconfuerzalascopasdelosárbolesbajolasquesecobijabaelcampamento.Loshombrescorríandealláparaacá,ensillandocaballos, terminandode colocarse las armaduras o practicando con las armas. Los sentomentalistas seencontrabanreunidosenunenormecírculoconZennionenelcentro,quegesticulabaconlasmanosaltiempoquedabalasórdenespertinentes.

AdhárelseacercóaHeredias,queestudiabaconinterésunmapadelazona.—No es el mejor lugar para pelear, pero me temo que no hay otra opción,

¿verdad?—HerediassevolviósonrienteyAdhárelnegótaciturno—.Yaheadvertidoa los hombres que deben tener cuidado con el terreno: hay riachuelos escondidosentrelamalezaquepuedenhacerlescaeropartirleseltobillosinotienencuidado.

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El rey asintió conunnudoen el estómago. ¿Cómose suponíaque iban a estarintentando protegerse de los ataques de los soldados de Dimitri al tiempo queesquivabanzanjasinvisibles?Alzólamiradaylaperdióenellluviosohorizonte.Unrelámpagoiluminóelpaisaje.

—¿Cuándoestáprevistoquenospongamosenmarcha?—Enseguida,mi señor.Zennionqueríadarunasúltimas recomendacionesa los

sentomentalistas.Lasmáquinas…Adhárelsevolvióhaciaelcapitán.—Yasabíamosquelasutilizarían—replicó,resignado.—Sonmásdelosqueesperábamos.—¿Ysuejército?—Tienendetodo:bárbaros,criminales,hombressalvajessinningunaformación,

pero que pueden resultar inclusomás peligrosos que nuestros soldados. No tienennadaqueperderysiconsideranquesumisiónmereceelsacrificio,arrasaráncontodoelquesecruceensucaminoaunquepierdanlavida.

Nohablaronmás.Elsonidodeuncuernolejanolesadvirtióquelaprórrogahabíaterminado. Que, para bien o para mal, la batalla más importante de sus vidas losesperaba.

Dimitrimovióelcuellodentrodelyelmoparadesentumecerloyvolvióafijarlavistaalfrente.Sucaballotrotabasinprisaalacabezadesuejército.Aamboslados,sushombresloescoltabanensilencioconlasmáquinasdeelectricidadensusmanos.

ElValleInocenteseextendíacomounmardoradoyesmeraldaembravecido.Elvientodibujabaolasenlahierbaylasespigas.Dimitrisonrióconsuficiencia.Llovía.Talycomohabíaprevistoydeseado.

Todas las dudas que había cosechado en los últimos meses se desvanecieronaquella madrugada al despertar y comprobar que, punto por punto, su plan habíafuncionado. Bereth, con Adhárel a la cabeza, aguardaba para enfrentarse aManseralda.Ensusfilashabíalogradoreunirmássentomentalistasdelosqueenunprincipioimaginó.Loshombressindoneshabíanrespondidoconentusiasmocuando,unoauno,fueconvenciéndolosparaquecombatieranporsureinoysuContinente.Yademásllovía.¿Quémáspodíapedir?

Cuervoeraelúnicoquenoseencontrabaallí,sinoenelcastillo,protegiéndolodeposibles intrusos junto a un puñado de guardias. En caso de que hubiera algúnproblema grave, tenía el deber de viajar hasta la batalla y llevarse a Dimitri deregreso aManseralda. Por supuesto le había ordenado tácitamente que nadie, bajoningúnconcepto,entraseensusaposentosreales.Porlasjoyasytesorosqueocultabaenellos,lehabíadicho.ElsecretodeThalisaseguíasiendoeso:unsecreto.

Lasiluetadelejércitodesuhermanoaparecióalolejos.Unamanchaoscuraque

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seextendíaporelhorizontecomounacapadealquitrán.Dimitrialzólamanoparaindicarasushombresquesedetuvieran.AcontinuaciónseacercóalviejoDareen.

—Sientenmiedo—dijoelhombre,cerrandolosojosparapodercaptarmejorlasemocionesdelbandocontrario—.Perotambiéndecisión.ConsideranqueessudeberestarahíparaprotegeralContinentedeladevastación.

Dimitriserióentredientes.—Cómono…¿Algomás?—Nadaquenosepamos:noparecequeelmiedovayaafrenarlos.—Bien.Anosotrostampoco.Dichoesto,tiródelascorreasdesumonturaparagirarseyencararseasuejército.—¡Guerreros,sentomentalistasyaliados…!

—¡Reinos libres!—Elvientoy los truenosengullían lavozdeAdhárel—.HoyseráundíaqueelContinente recordará siempre.Eldíaenquehombrescorrientes,guerrerosysentomentalistasdejaronsusdiferenciasaunladoyunieronsusfuerzasparacombatirporsutierra.

—Todosnostemen.Vosotros,misaliados,¡mishermanos!,habéishechoposibleelsueñodelevantardesdeloscimientosunreinodondenotenemosqueocultarnos,donde no debemos esconder nuestros dones. Un reino que podéis llamar hogar.¡Manseraldaeselrefugiodelasmentesmásbrillantesyloshombresmáspoderososde todo el Continente!Y no nos detendremos aquí: si lo hemos hecho con el sur,lograremosconquistarelrestodelContinente.¡Nadiepodrádetenernos!

—Loslazosquenosunennoentiendendeaspecto,creenciasocondición.Ysonestoslazoslosquenoshacenmásfuertes.¡Hoyluchamospornosotrosyporquienesnossucederán!EstamosaquíparademostraraquienhagafaltaqueelContinenteseha levantado sobre los hombros de personas humildes y trabajadoras, de padres ehijos,de amigosquehan trabajadocodoconcodoparaperpetuar lapazqueahoraintentanarrebatarnos.¿Vamosapermitírselo?¡No!

—¡Aquí tenéis laoportunidadqueestabaisesperandoparasaciarvuestrasedde

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venganza!—Dimitri señaló alValle—.Hoy, en esta tierraquepronto seránuestra,podréis dar rienda suelta a vuestros instintos, hermanos. ¡Liberad los dones quedurante tanto tiempo os han obligado a ocultar como criminales y demostradles loquevaléis!¡Quesusangrerieguenuestroscampos!

—¡Por nuestros hijos! ¡Por nuestras familias! ¡Por elContinente! ¡Por nuestrosdestinos!¡¡Alataque!!

Adhárelsecolocóelyelmoyclavósusespuelasenellomodelcaballo.Conunrelincho,elanimalselanzóalacarrerahaciaelenemigo.Heredias,elreyOer,LorianyZennionseencontrabanaambosladosconlasespadasalzadasylamiradafijaenelbatallón de combate de Manseralda. Tras ellos, el ejército y los sentomentalistasrugieronconlafuerzadeundragón.

Manseraldatambiénsepusoenmarcha.Aunavelocidadinconcebible,lashordasdeguerrerosrecortaronterrenoconunadecisiónmáspropiadecaballosdesbocados.Losbramidosdelosdosbandossefundieronenuncoroqueaugurabamuerte,sangreydesolación.

Yentoncescomenzóla lluviaderayos.Suspropias invenciones,susenvidiadasarmas se habían vuelto contra ellos. La electricidad cegaba y consumía vidas pordoquiermientras los sentomentalistas, dirigidos por Zennion, levantabanmuros detierrayplantasparaprotegersede los relámpagos.Prontoelvalle secubriódeunaespesa nube de humo oscuro que los envolvió como preludio del infierno que sevislumbrabaenelhorizonte.

Adhárel se encontró de pronto asestando mandobles a diestro y siniestro paraabriruncaminohaciaelfrente.Habíadejadodeprestaratenciónalosfogonazosdeluz,preocupadosoloporavanzar.Loshombresgritabanentodaslasdirecciones.Loscaballos relinchabandesesperados enmitadde la refriega.Unhombre convirtió enpiedraunamonturaconelsimpletoquedesumano.Otrodurmióacuantosrozóconsusdedoshastaquealguienlerebanólosbrazos.Unmuchacho,queseretorcíacomouna serpiente, esquivó espadazos y arremetió con su propio sable hasta que unasraíces salieron del suelo y lo inmovilizaron por completo. Adhárel no se quedó aobservarcómoperdíalavida.

Jack, en primera línea de ataque, escupía sobre la tierra de sus enemigos sinmostrar un ápice de cansancio, los ojos brillando de emoción y fuerza. Troncos ytallossealzabanbajosucontrolgolpeando,protegiendoycerrandoelpasoaquienesosabancruzarseensucamino.AdhárelsemaravillóanteeltrabajoqueZennionhabíahechoconelasustadizomuchachoentanpocotiempo.

Bolasdefuegosurcaronloscieloscomofuegofatuos,indiferentesalhumoyalalluvia. Las flechas sobrevolaban las cabezas en busca de objetivos inciertos. Losrelámpagossesgabanvidasconestallidosindiscriminados.Elincesantemurmullode

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espadas y escudos entrechocando parecía advertir: el siguiente eres tú, el siguienteerestú…

DuranteunfugazinstantepudoveraZenniongritandoórdenesyhaciendogestos.Entoncesreparóenunhombrequesedirigíahaciaélconunhachaenalto.Adhárelazuzóasuanimalyse lanzócontraél.Detuvoelarmaaescasoscentímetrosde lacabellera del Maestre. Con un segundo golpe y una patada logró desequilibrar alcontrarioytirarloalsuelo.Uninstantedespués,laespadadeZennionseclavabaensupecho.

—Gracias.Adhárelasintióporrespuesta,devueltaalabatalla.Elvientocomenzóaagitarse.

Nodemaneranatural,sinodeunaformaextraña.Unsurcocircularseformóasuspies.Lasbriznasdehierbasesacudíanviolentamente.Adhárelalzólamirada.

Paracuandoadvirtióalhombrequeestaballevandoacabolaproezayaeratarde.Comosiagarraraunenormelátigo,elsentomentalistadirigiólacorrienteoelciclónenminiaturahaciaelrey.Adhárelintentósaltardelamonturaparahuir,peronofuesuficientemente rápido. Como si un gigante lo hubiera agarrado de los hombros,sintióqueelvientoloelevabaporlosaires.

Intentó gritar, pero su boca estaba concentrada en respirar dentro de aqueltornado.Susmanosapenaspodíansostenerlaespada.Losojosselecerraronporlavelocidad.Estabaapuntodeperderlaconsciencia.Elmundoenterocomenzóadarvueltasasualrededor…yentoncessedetuvo.Elviento,elruidoensordecedorylasensacióndeinestabilidaddesaparecieron.

Ysedescubriócayendoalvacío.Un grito le hizo abrir los ojos. Se encontraba a unos centímetros de la hierba,

flotando.Benzopermanecía cerca de él, con unamano contraída que parecía estardomandoalvientomientrasconlaotrasosteníatodoelpesodeAdhárel.

Ungestorápidodelreybastóparaindicarlequeestabalisto.Elmuchachoasintióyestesepreparóparalacortacaída.Encuantosehuborecuperadodelgolpe,sepusoenpie.Elmuchacholiberóelpequeñotifónenesemomento,pillandodesprevenidoalsentomentalistaadulto,queperdióelcontrolsobrelaráfagadeviento.Sinesperarmás,elreyseabalanzósobreélyantesdequepudieradesenvainarsuarma,leclavólasuyaenelestómago.

—Mehassalvadolavida—dijo.—Voshabríaishecholomismopormí,majestad—respondióelchico.De nuevo se separaron sin más palabras; la batalla no había hecho más que

comenzar.A lo lejos, Heredias combatía con su espada y un hacha ensangrentada. Una

avalancha de salvajes sinmás protección que una simplemalla o incluso a pechodescubierto,seabalanzabansobreél,desesperadosporalcanzarlocomounajauríadelobos.ElpríncipeLoriancorrióasuladoparasocorrerlo.

Adhárel comprobó con desesperación la juventud de muchos de ellos, el

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lamentable estado en el que se encontraban, las armas tan inútiles con las queluchaban. Mientras los caballeros con armaduras blandían espadas anchas comopuertas,aquellospobresdesgraciadosnoteníanmásqueazadasycuchillosdecocinaenormesydesafilados.

Unruidoasuespaldalehizovolverseatiempodeesquivarlaspúasdelmangualqueenarbolabaunhombrebarbudocongestoanimal.Adhárelagarrósuespadaconfuerza y aguardó al siguiente ataque. Cuando se produjo, se agachó y arremetiócontraeltipo,peroelgolpeapenaslerozóelmuslo.Necesitabasermásrápido.Noprevinoelsegundoataqueconsuficienteantelaciónylacabezadelarmalogolpeóenelhombro,arrancándoleunaullidodedolor.Apesardelaarmadura,habíasentidoelgolpeenlacarne.Larabiaylaadrenalinaseapoderarondesusmúsculos.Conunafuerzaquedesconocíatener,seabalanzósobreelhombreylearreódospuñetazosenlacaraconlosguantesdehierro.Elterceronohizofalta,pueselhombrenoparecíaestarencondicionesdevolveralevantarse.

Adhárelmiróasualrededortraslamantadelluviaconlaespadaenalto.Aquíyallá,sentomentalistasyhumanos,conarmadurasosinellas,seenfrentabanconunavoracidaddesesperada.Lasbolasdefuegoseguíancayendodesperdigadasjuntoalasflechas,perolaprimerastardabanpocoenapagarseacausadelaguaylassegundasnoteníanningúnobjetivoconcreto,porloquelamayoríaterminabanclavadasasualrededorosobreloscadáveres.

Había decenas. Desperdigados por doquier, mirara donde mirara la lluviaarrastrabacomoríosdelavalasangredesuscuerpos.Hombresanónimosqueyanoabriríanlosojosnuncamás.Quenoregresaríanasuscasasnivolveríanaabrazarasusfamilias.

Adhárel cerró los ojos un solo instante para concentrarse. No podía perder elcontrolahora; teníaqueseguir luchando.DeaquellabatalladependíaeldestinodelContinente,deélmismo.Elpergaminode laPoesía loabrasabadentrodelguante,comosi fuerahierro fundido.Losúltimosversosnodejabancabidaadudas:debíaenfrentarse a Dimitri. Pero ¿de qué serviría matar a su hermano cuando aquellacruenta batalla seguiría tiempo después? ¿Cómo detendría a todos esossentomentalistasqueahoralanzabanporlosairesasushombres,quelosdisminuíandetamañoparamachacarlos,quelostransformabanenpiedraolosvolvíanlocos?

Un simple vistazo sirvió para comprobar la situación tan precaria en la que seencontraban ambos bandos. Principalmente el del norte. Las máquinas deelectricidad, como esperaban, habían hecho estragos. Los gritos de ataque y rabiahabíandadopasoa losaullidosdeauxilioydolor.Almasenpenaquese retorcíancon filos y puntas y hojas clavadas en la piel. Habían perdido. No podía seguirmirando. De nada habían servido los últimos meses. No estaba preparado paraaquello.Eraelfin…

Derepenteescuchóungalopedecaballosenlalejanía.Parecíantamboressobrelatierrahúmeda.Latidospalpitandoesperanza.Larefriegaasualrededortambiénse

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detuvoaladvertiraquelsonido.Adhárelsediolavueltaparaobservar,entrelamantadeagua,variasdocenasdejinetesconhachasyespadasenalto.

Némades.Segúnsefueronacercando,elreydeBerethadvirtióaCorpuskaialacabezadel

séquito, seguido de cerca por sus hombres de confianza y por el joven Leda, queempuñabaunhachacorta.

SeencontrabanaunadistanciaconsiderabledelabatallacuandoAdháreladvirtióadoshombresarremetiendoelunocontraelotro.Nolehabríanllamadolaatencióndenoserporquelosdoseranmanseraldinos.Elmásgrande,ungigantóndebarrigaprominente,desencajósumandíbulacomounacobraantesupresaysetirósobreelotropara zampárselodeun trago.Pero sucontrincante fuemuchomás rápidoy loesquivó lanzándose al suelo. Con manos temblorosas, agarró la máquina deelectricidad enterrada en el barro cerca de él y se volvió a tiempo de cargarla ydispararcontraelgordosentomentalista,queestallóencenizas.

Adhárelapartólamirada,aturdido.—Mealegrodeverte,hermano—lavozcarentedesentimientodeDimitrilehizo

volversecomounresorteconlaespadaenalto.—Dimitri…—Porrespuesta,elotroselevantólaviseradesucascoyasintió.Nopodíaserél…ysinembargo loera.¿Cómopodíahabercambiado tantoen

pocomásdeunaño?NohabíaenélnirastrodelmuchachoqueabandonóBereth.Surostro,sumusculatura…sumirada.LamaldadylaoscuridadquelorodeabaneranperceptiblesinclusosineldondeMarco.Aqueleraelartíficedetamañalocura.Porfinleponíacaraalmonstruo.Contodo,nopermitióqueelasombrosereflejaraensusojos,porelcontrario,leimprecó:

—¡Miraloquehashecho!—¿Yo? ¡Has sido tú, Adhárel! —Dimitri bamboleaba su espada con fingido

desinterés—.¡Túnoshasllevadoaesto!¡TúhascondenadoalContinente!—¿Tushombressematanentreellosymeechasamílaculpa?Con cada palabra la distancia entre ellos se recortaba. Adhárel permanecía

pendienteasualrededor,augurandounposibleataque.—¡Fuistetúquiendecidióentrometersecuandonodebía!—¿Terefieresacuandoestuvisteapuntodecondenaratureino?—¡Berethnuncafuemireino!Adhárelsoltóunacarcajadacargadadelástima.—¿Cuándovasadejardeengañarteatimismo?Yaeresmayorparaafrontarla

realidad,¿no?—Lasmejillasdesuhermanoseencendieronconira,empapadasporlatormenta,peronodijonada.Selimitaronaseguirrotandoconlaespadaenalto—.¡Mirahastadóndehallegadotupataletaestavez!¿Cuántosdeestoshombresestánbajotudon?¿Cuántosdeellostesiguenportusidealesoporqueconfíenenti;porquienerestúynoporunamentira?

—Pronto no tendrás lengua con la que aleccionar a todos los que te rodean,

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Adhárel.Dime, ¿ya te ha dejado esa fulana deDuna o sigue robando de las arcasreales?

Con un gruñido, el rey de Bereth se echó sobre su hermano. Las espadasrestallaronenmitaddelfragordelabatallaasualrededor.Conunempujón,DimitrisequitódeencimaaAdhárelyvolvióalaposicióndedefensa.

—Veoquesiguespeleandocomounadoncella—sejactóDimitri,recuperandoelaliento—yquenecesitasatusamigoslossalvajesdelbosqueparaqueteayudenenunaguerraquelosdossabemosqueperdistehacetiempo.

La ira de los dos brillaba en sus ojos como la sangre y el agua sobre susarmaduras.

—Piensasquecontrolasatodasestasmarionetas,peroelúnicoquetienelarazónatadaaunhiloerestú,hermano.

—¡Hacetiempoquedejédesertuhermano!ElarmadeDimitriatravesólalluviayseabalanzósobreAdhárel.Este,apocos

centímetrosdesergolpeado,seapartóparadespuéscontraatacar.Dimitriesquivóelgolpeconunafinta.

Enaquella luchaestabanpresentes todas las rencillas, todas laspelas, todos losmomentosdeiracontenidaquehabíancompartidoalolargodesuvida.Yanoexistíaningún Maestre ni ninguna madre que pudiera detenerlos. No era una riña entrehermanosloqueestabateniendolugar.

Adhárel y Dimitri arañaban las oportunidades que la suerte propiciaba paragolpearconmás fuerzaymássañaquenunca.La rabiay la locuraeran lasúnicasdueñas de su razón en aquellosmomentos. La impaciencia y la desesperación porvenceralotro,pornomorirenel intento.Pueslosdossabíanquedeaquella luchasolopodíasalirunoconvida.

Adhárel esquivó una nueva estocada y arremetió con un mandoble fuerte ycerteroquedesequilibróasuhermano.Enunmovimientosecolocóasuespalday,deunapatada,lolanzóalsueloembarrado.Suarmasalióvolandohastaclavarseenlatierrahúmeda.LaarmaduradeDimitrisecubriódeunfangoespesocuandointentólevantarse.ElreydeBerethnoperdiólaocasión:selanzósobreélconlaespadaenalto,perocuandoseacercaba,Dimitrialzólapiernaylearreóunfuertepuntapiéenla espinilla. Adhárel intentó cambiar el peso de pierna, pero no tuvo tiempo y seestrellócontralatierra.Laespadacayóinstantesdespuésfueradesualcance.

SumiradasecruzóconladeDimitri.Nohizofaltamás.Comounposeso,elreydeManseraldasearrastróaporsuarmaaltiempoqueAdhárelhacíalopropioconlasuya.AntesdequeDimitrillegaraatocarelmangodelasuya,seencontróconelfilodelaespadadesuhermanoalaalturadelagarganta.

Sobre la punta se escurrían las gotas de lluvia en procesión. Un relámpago sereflejó en la hoja. Adhárel dejó de percibir las trifulcas y peleas de su alrededor.Dimitriyelfinaldetodaaquellapesadillaeranloúnicoqueleimportaba.

—Hastasiempre,hermano.

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Alzó la espada. Los dedos se aferraban al mango con decisión. Observó porúltimavezlosojosdesuhermano.Elmiedo,lavergüenzaylairasemezclabanconelaguaensuspárpados.Unsologolpe.Eraloúnicoquenecesitaba.Concentrótodalafuerzaenlosbrazosylanzóelfilocontrasuadversario.

De súbito, algo desvió su ataque. La espada salió volando de sus manos y seclavó en la tierra, junto aDimitri.Un rasguño en elmetal de su peto fue el únicorastroquehabíadejado.Losdoshermanosseobservaron,sorprendidos.

Adhárel se volvió para averiguar quién lo había atacado. No había nadie.Entonces recibióungolpeenelestómago.Antesdecaerdeespaldaspudoadvertirunasiluetaoscuraquesedesvaneciósindarletiempoaprocesarla.

Se enderezó con dificultad, intentando recuperar el aliento, a tiempo de veraparecer junto a Dimitri a un hombre vestido entero de negro y con una capacubriéndolelasfacciones.Searrodillójuntoasuhermanoylesusurróalgoaloído.ElrostrodeDimitrisecontrajoenunamuecadeenfadoantesdemostrarunasonrisacanina.SevolvióhaciaAdhárel.

—Me temo que tendremos que posponer nuestra pelea—. El rey de Bereth lomirósincomprender.Dimitrisepusodepieconayudadelreciénllegado—.Parecequetuqueridaaldeanasehametidoenunlíodelquemetemonosaldrábienparada.

—Duna…—Intentóponerseenpie,perosuhermanoloapuntóconsuespada—.Siseteocurrehacerlealgotearrancarélavidaconmismanos.¡Telojuro!

—Cálmate,Adhárel. La trataré como semerece.—Sonrió con suficiencia y seagarróalotrohombre—.Porcierto,miradetrásdeti.

Enesemomentoocurrierontrescosas.La primera fue que Dimitri y el desconocido se desvanecieron enmitad de la

lluvia.La segunda, queAdhárel se volvió a tiempo de ver a un tipo pálido como un

cadáverlanzándoleunadagadirectaalagarganta.Latercerafuequealguienaparecióasulado.Eltiempoparecióralentizarseaojosdeljoven.Todoasualrededorseemborronó.

Aquelladagaibaaacertarle,hicieraloquehiciese.Loviocontantaclaridadquesolopudoresignarseypedirperdónporhaberfallado.Elarmacruzóelairealtiempoqueelreciénaparecidoseinterpusoensucamino.

NohizofaltaqueAdhárelsevolvieraparasaberquiénera.Yloquemáslamentófuenopoderactuarparadetenerlo.

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17.Intrusos

Aparecieron en el interior de un salón amplio y vacío. Durante los primerossegundos,nadiesemovió.Dunasosteníacondecisiónunaespadamuchomásligeraquelasquehabíautilizadoparaentrenarse.Sírgeric,supuñalyelmechóndepelodeAya. Cinthia portaba su antiguo arco y, a la espalda, su carcaj de flechas. Simonllevabaunsable,yelMarqués…bueno,elMarquésseagarrabaconfuerza la tripapara no vomitar allí mismo. Les habían dejado la máquina de electricidad a lasmujeresenelpalacioporsinecesitabandefenderse.

—Todo despejado —susurró Sírgeric, separándose unos pasos del grupo parainspeccionarellugar.

—¿EstamosenManseralda?—lepreguntóDunaaLaugard.—¿Dóndesino?—leespetóél—.¿Puedoirmeya?¡Porfavor!—Tendrásqueacompañarnosunratitomás—respondióSírgeric—.Nomefíode

quenovayasaavisaraalguienencuantotesoltemos.Laugardapretólospuñosconenfado.—¿Cómopodéisseguirdesconfiandodemí?Dunalepalmeólaespalda.—Nomehagasresponder,porfavor.Habíanviajadohastaaquellasaladeltronocreyendofervientementeeneldondel

Marqués. La suave luz del amanecer teñía la lluvia y las grandes cristaleras connitidez. Al fondo estaba la regia silla sobre la tarima. La tormenta del exterioramortiguaba cualquier sonido, provocando la sensación de que estuvieran en uncastilloabandonado.

—Y ahora, ¿adónde vamos?—preguntó Cinthia, sacando una de las flechas ycolocándolasobreelarco.

—Primerorescataremosaloschicos.LuegonosencargaremosdelaPoesía.Sírgericregresójuntoalgrupo.—¿Conocesladisposicióndeloscalabozos?—Nisiquierasésitienen—mascullóLaugard,enfadado.—Entoncestendremosqueaveriguarlo.Abrieronlapuertadelahabitaciónconcuidadodenohacerruido.Sírgericasomó

lacabezaycomprobóqueelvestíbuloestabavacío.—Paranoarriesgarnos,haremosunacosa.Duna,quédateconLaugardySimon.

YoiréconCinthiaainvestigar.Unavezqueencontremosunsitioseguro,volveréaporvosotros.

Todosasintieron.—Sabéis que podría gritar, ¿verdad?—comentó de repente el rey de Caravás.

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Chasqueólosdedos—.Estoesloquetardaríanenaparecerlosguardiasaquí.—Estamostranquilos—leaseguróDuna—.Somosconscientesdelomuchoque

apreciastuvidaydelopocoqueduraríasiseteocurrierahaceralgoasí.ElMarquésapretóloslabiosysesonrojó.—Enseguidavuelvo—lesaseguróSírgeric,agarrandodelamanoaCinthia.Las

dosamigassemiraronyasintieron.El suelo de aquel lugar estaba formando por un centenar de baldosas negras y

blancas,semejandountablerodeajedrez.Aambosladosdelanchocorredorhabíandispuesto algúnqueotrobancodemadera talladaypequeños abetos enterrados enmacetasdecerámica.Sírgericseescurrióhastaunode losarcosqueguardaban losventanalesyluegolehizoungestoaCinthiaparaquelosiguiera.

—¿Ysiestamossolos?—mascullóCinthia.—Puesalomejor…—bromeó,eibaacontinuarcuandoadvirtióunasombraalo

lejos.ColocósubrazosobreelpechodeCinthiaylapegóalcristal.Un instante después escucharon unos pasos acercándose a su posición.Cinthia

preparóelarcoy la flecha.Apesardehaber transcurridocercadeunañodesde laúltimavezquetuvounarmaenlamano,susdedosreaccionaronalinstante,comosisetrataradeunatonadadelainfanciaquenohubieraolvidado.

El guardia se puso a tararear distraído. Sírgeric le hizo una señal aCinthia. Seagachóyseasomóparacomprobarqueeltiposeencontrabaadiezmetrosdeellos.Lamuchachasostuvoelarmaenalto, listaparasalirydisparar.El joven lemostrótres dedos. Después dos. Uno. Y cuando iba a bajarlo, escucharon los pasosapresuradosdeunsegundohombre.

Sírgericechóunvistazoydescubrióquesetratabadeotrosoldado.—¿Quéhacesaquí?—preguntóelreciénllegado.—Medijeronquevigilaralaentrada.—Vuelveinmediatamentealasescaleras.Unapatrullayasedirigealpatio.—Pero…—¿Quépartede«vigilaloscalabozos»nohascomprendido?Conungruñido,elinterpeladodiomediavueltaysealejódeallí.Elotro,porel

contrario,avanzóhaciaellos.Sírgeric asintió con la cabeza y se puso de pie, pegado a la pared. Cuando el

hombre pasó a su lado sin advertir su presencia, se lanzó sobre él y lo dejóinconscienteconungolpeenlanuca.

Cinthiasaliódelescondrijoparaayudarleaocultarelcuerpocuandoescucharonnuevospasosasuespalda.

—Estoypensandoquedetodasformasdebería…¡Eh!La muchacha volvió a agarrar el arco con las dos manos. Cargó la flecha y

disparó.Todoterminóenunabrirycerrardeojos.Elguardianotuvotiemponidereaccionar.Cayóalsuelo,fulminado.

Sírgericlaobservóanonadado.

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—Esqueibaadarlaalarma…—seexcusóella,bajandoelarma.Élsonrió,todavíasorprendido.—Ayúdameconesteyahorairemosaporelotro.Unosmetrosmásallá,enmitaddelvestíbulo,habíaunapuerta.Seacercaroncon

el cuerpo a rastras y comprobaron que estuviera vacía.Una vez que recogieron alsegundoguardia,atravesaronel restodelpasillo.Cinthiaestaba temblando,peroseobligóarespirarhondoyatranquilizarse.

—Loscalabozosdebendeestarporaquí—supusoSírgeric.Siguieronelnuevocorredor,deteniéndosecadapocosmetrosparacomprobarque

noveníanadie,hastaunanuevabifurcación.La tormentaenelexteriorseoíacadavez más lejana según se iban internando más y más. Por el contrario, el silencioreinanteenelvestíbulohabíadadopasoaunachácharasocarronadealmenoscuatrohombres,nomuylejosdeallí.

SírgericlepidióaCinthiaquevolvierahastalaúltimapuertaquehabíandejadoatrás.Laabrieronsinhacerruidoyentraron.Setratabadelascocinas.Lasparedes,eltechoabovedadoyelsueloeranenteramentedepiedra.Enelcentro,sobreunmueblede metal negro, se amontonaban las sartenes y cacerolas que no colgaban de lasrepisas. En uno de los extremos estaba la enorme chimenea, ahora apagada.Descendieron los tres peldaños que la antecedían y se ocultaron en una de lasesquinas.

—Voyairabuscarlos.Nopodemosenfrentarnosatodosesossoldadosnosotrossolos.

Cinthiasemostróconforme.—Notemuevasdeaquí,¿deacuerdo?—Descuida.SírgericsacóelmechóndepelodeDunaysevolvióhacialajoven.Ibaarepetirle

quetuvieracuidadocuandoellaseabalanzósobreél.Suslabiosseencontraronenunnuevobeso.

Sinaire,eljovenseseparó,sonrióydesapareció.Cinthianotuvotiempomásquede colocarse en un lugar alejado de la cacharrería de la cocina antes de que susamigossematerializasenasulado.

Sírgericsecolocófrentealgrupo.—Bien,esteeselplan:Simon,túteencargarásdedejarinconscientecontudona

unodelossoldadosquehayfuera.Delrestonosocupamosnosotros.—¿Yyo?—preguntóelMarqués.Eljovenseencogiódehombros.—Túlimítateaquenotematen.Salierondenuevoalpasilloyseapelotonaroncontralapared.SírgericySimon

iban a la cabeza. Cuando llegaron a la esquina, el muchacho cerró los ojos y seconcentróenabsorber lasdefensasdeunode loscuatrosoldadosqueguardaban lapuerta.

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—¡Eh,Bralián!¿Quéteocurre?—Me encuentro…—El cuerpo de uno de ellos cayó al suelo, produciendo un

estrépitometálico.—¿Sehamareao?—preguntóotravoz.—Nolosé…Sírgericleshizoungestoatodosparaquesemovieran.Lossoldadosnosupieroncómoreaccionarcuandolosvieronaparecerdepronto.

Unoestabasentadoenuntaburete,losotrosdos,intentandodespertaralcompañerodesfallecido.

Cinthia los apuntaba con su arcomientrasDuna,SírgericySimonenarbolabansusespadas.ElMarquésselimitóasonreírinocentemente,agazapadoasuespalda.

—¿Quiénessoisvosotros?—preguntóelqueestabadescansando.Losdemásfueronmuchomásavispados.Dejaronelcuerpodelotroenelsueloy

sacaron sus espadas. Mientras el del taburete se ponía de pie, los otros dos selanzaronsobreellos.

Cinthiadisparóunaflechadirectaalpechodelqueintentabaincorporarse.Duna sintió que le temblaban las piernas cuando vio al tipo de nariz aguileña

abalanzarsesobreellaconsuespadaenristre.Levantósuarmadeformaautomáticayrepelióelprimerataque.Semiróparacomprobarqueseguíabienyadvirtióqueelpunzantedolordelbrazosedebíaalapresión;nolahabíanherido.

Conmayorseguridad,sevolviócontraelmismoguardiaycomenzóaesquivarestocadasyaintentarrecordareljuegodepiesenelqueSírgericlahabíainstruido.Prontodejódehacerlo:loúnicoquelepreocupófueevitarelfilocontrario.

Todo iba bien y no había sido alcanzada ni una vez cuando su espalda chocócontra algo frío.Laparedestaba tras ellayno lequedabamásespaciopara seguirretrocediendo.Elhombresonrióconsuficienciaysepreparóparadescargarungolpeletal.Duna agarró con fuerza elmango de su espada, lista para recibirlo. Pero, depronto,elgestodelhombrese transformó.Susonrisapareció licuarsehastaquedarserio. Los ojos se le pusieron en blanco y Duna apenas tuvo tiempo de apartarsecuandovioquelosbrazos,ylaespadaconellos,seprecipitabancontraelsuelo.

Simonseencontrabatrasél,sonriente.—¿Te he dicho ya que siempre has sido mi favorito? —le preguntó Duna,

aprovechandolaoportunidadparagolpearalguardiaconelmangodesuarma.Sírgeric estaba teniendo más problemas con el que quedaba… hasta que este

reparóenqueelrestodesuscompañeroshabíancaídoencombateyquelosdemásinsurrectosteníanlamiradaylasarmasapuntándole.

Asustado, dirigió su filo hacia unos y otros sin decidirse a quién atacar.Desesperado,seabalanzósobreSírgeric,contanmalasuerteque,justocuandoibaagolpearle,estedesapareció.Conunsonorogolpe,elguardiacolisionócontralapareddepiedraycayóalsuelo,fulminado.

EljovensentomentalistaaparecióunsegundodespuésjuntoaDuna.

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—Buentrabajo—lesdijo,envainandosuespada.Apartaroneltabureteyelcuerpodelguardiacaídosobreélycruzaronlapuertaa

su espalda. Las escaleras se encontraban iluminadas por un puñado de antorchasamarradasalapared.

Bajaron en fila, con los músculos en tensión y el entusiasmo comedido de suprimeravictoria.Simonse ibaagarrandoa laparedconsuspálidosdedos,yDunatemióquefueraacaerinconscienteencualquiermomento,agotado.

Abajosolohabíaunhombreyparecíadormido.Teníalacabezaapoyadasobrelaparedylabocaentreabierta.Elpasillonoteníamásdetresmetrosdelargo.

Sírgericsevolvióparamiraralgrupo,desconcertado.Sinpensárselomucho,seacercóalhombreylozarandeóporloshombros.

—¡Eh!—Elguardiaabriólosojos,asustado—.¿Quépasa?¿Quéocurre?—Fueaincorporarse,peroSírgericseloimpidió.

—¿Dóndeestánloscalabozos?—preguntó.—¿Quiénessoisvosotros?¿Qué…quéqueréis?Eljovenvolvióaempujarlocontralapared.—Responde.Elguardiasequedóensilenciounossegundosantesderesponder.—A…aquí,estánaquí…—Colocólapalmadesumanosobrelaparedyestase

descorrió. Los adoquines de piedra se doblaron y el resto del túnel apareció anteellos.Alguienalfondosoltóungritoahogado.

—Estupendo.—Con un golpe en la cabeza le hizo perder el conocimiento. Acontinuación se enfrentó a las sombras que venían hacia él. Dos eran de estaturanormal,laotra…

—¡Lysell!—exclamó Duna, acercándose a la niña. Pero antes de que pudierallegarasulado,ellobodeVekkaseabalanzósobreellaylatiróalsuelo.

—¡Duna!—Sírgeric corrió a socorrerlay conayudade la espadayunapatadacerteraechóalanimalalsuelo.Encuantotocólapiedra,ellobovolvióaponerseacuatropatasyaarremetercontraél.

Cinthianoaguardó:sacóunanuevaflechadesucarcajyladisparó.Leacertóenunapata,haciéndoletropezarygolpearseelmorrocontralapiedra.

LysellyVekkaobservabanlaescenaaunosmetros.—¡Arriba,Lue! ¡Arriba!—el animal obedeció, pero esta vez más despacio—.

¡Aquí!Más allá, los gritos y gemidos de un puñado de niños les pusieron la piel de

gallina.—¿Porquénopodemosirnosya?—preguntóelMarqués,asustado.DunaselevantóconayudadeCinthia.—Lysell,Vekka…—EstánbajoelcontroldeDimitri—explicóSírgeric—.Nointentesrazonarcon

ellos.Nohaytiempo.

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La joven fue a acercarse, peroLue sevolvió contra ella, amenazante.Vekka learrancólaflechadelapataylosatravesóconsumirada.

—¡Tenéisquedespertar!—lesgritóDunadesdeunadistanciaprudencial.—No debéis estar aquí —dijo Lysell, con tono monocorde—. ¿A qué habéis

venido?—Asalvaralosniños—respondierontodosprácticamentealunísono.—Nopodéis.Cinthiaseacercóconelarcocargadodenuevo.—Yalocreoquesí.Ysinesperaramásreacciones,tensólacuerdaysoltólaflecha.Ellobonopudo

esquivarlaycayóabatidoconunaullidomudo.—¡Lue!—gritó Lysell. Como si de un cristal estrellándose contra el suelo se

tratase,elencantamientodeDimitrisedesvanecióenlaniña.—¿Quéhashecho?—exclamóVekka,igualdealteradoyconlosojosllenosde

rabia.El muchacho desenvainó su puñal y se lanzó sobre Cinthia, pero Sírgeric lo

agarródelacinturaalpasarporsuladoyloretuvo.—¡Suéltame!¡Temataré!—Ellaretrocedió,asustadaporsuferocidad—.¡Lohas

matado!¡Lohas…matado!De pronto pareció quedarse sin energía.El puñal cayó al suelo, ymás tarde el

restodesucuerpoperdióconsistencia.—¿Quéestáshaciendo,Simon?—preguntóSírgeric,volviéndosehaciaelchico.—¡Nohesidoyo!—seexcusóelotro.DunacorrióhastalaprimeraceldasinprestaratenciónalossollozosdeLyselly

miróensuinterior.—¡Sírgeric!¡EsHenry!Hechounovillo,cercadelaentrada,eljovensecontraíagimiendoenvozbaja.ElsentomentalistadejóaVekkaenelsueloyseacercóaDuna.Consuarmale

cortóunmechóndepeloaHenryyseapareciódentrodelacelda,lorescatóyvolvióasacarloayudándosedelcabellodeDuna.

—¿Qué le ocurre?—preguntó Simon, acercándosemientras los otros dos ibanliberandoalosdemás.

—Están hechizados —respondió con un murmullo Lysell, agachada junto aVekka. Simon se volvió hacia ella. Sus ojos habían recuperado el brillo natural—.Un…unsentomentalistalosencerródentrodesímismos.

DunasoltóungritoalllegaralaprisióndeMarco.—¿Quélehanhecho?—Sírgericaparecióconelniñoenbrazosylollevójuntoa

unaantorcha.Elmuñóndeldedocercenadoteníaunpésimoaspecto.Dunacreyóque iba amarearse.Desde suposiciónveía a todos losmuchachos

tendidos en el suelo, gimiendo y suplicando ayuda; a Vekka tirado en el suelo,removiéndoseensueños;alloboconlosojosentreabiertos,echadosobreunbañode

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sangre,yaLysellcon lágrimasen losojos,observándolaconseriedad.Parecíaunapesadilla.

—¡Laugard!—gritóSírgeric—.¡Rápido!—¿Yahoraquéquieresdemí?—Lavozletemblabatantocomolaspiernas.—Cúralos.—¿Yo?—¡Deprisa!Nohizofaltanadamás.Todoslosqueyasabíancómofuncionabasudoncerraron

losojosyseconcentraronenhacerquefuncionara.—Solotúpuedesliberarlos.Vamos,Laugard—decíaSírgeric—.Eseestudony

siemprelohasido.¿Cómo…cómononoslodijisteantes?Liberarlasmentesdelagenteesloquemejorsetehadadosiempre.Hazlounavezmás.Unavezmás…

Nosucediónada.Almenosduranteelprimerminuto.Después,Marcotomóunasonorabocanadadeaireyabriólosojos.Conungesto,SírgericlepidióalMarquésquefueraconlosdemásmientrasélayudabaalmuchachoavolvercompletamenteensí.

Minutos más tarde, los cuatro jóvenes respiraban con normalidad y los ojosabiertos.Laugard,porelcontrario,sedesplomóenelsuelosinenergía.

—Lohashechoestupendamente—ledijoSírgeric,palmeándolelaespalda.CinthiaayudóaDunayaSimonaquetodossefuerandespertandoporcompleto.

Traslosminutosdedesconciertoylossaludos,sefueronponiendodepie.ConpasotambaleanteseacercaronaSírgericparadarlelasgracias.

—Hicisteisunalocuraypodríahaberoscostadolavida—losamonestóél,serio.Todosbajaronlacabeza.—Amíme ha costado un dedo—mascullóMarco,mirándose la sangre de la

mano. El grupo sonrió en silencio. Al instante siguiente se echaron sobre Sírgericparaabrazarlo,indiferentesatodo.

Henryfueelprimeroensepararse.Teníalamiradapuestaunosmetrosmásallá,enelcuerpodeVekka.

—Esél…—masculló.—Henry,no.—Sírgericloagarródelbrazo,peroelmuchachosezafó.—¡Suéltame!Sihemosvenidohastaaquíhasidoparahacerlepagarporeldaño

quelehizoamihermano.—PeroTailestámejor,Henry—leaseguróSimon,colocándosefrenteaél.Deun

empujón,loapartódesucamino.CuandoestabaapuntodellegaralcuerpodeVekka,Lysellsepusoenpieconlos

brazosabiertos.—Noseteocurratocarle—ledijoconunhilodevoztanafiladocomoladaga

quesujetaba.—Déjame pasar —le espetó él, empujándola del hombro. Ella descargó con

fuerzaelarmasobresubrazo,yHenrydiounsaltohaciaatrás—.¿Quétecreesque

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haces?—Telohedicho.Déjalo.Losadultosrodearonalmuchacho.—Henry,dejadecomportarecomounidiotayescúchame—leordenóSírgeric—.

ElContinente está en guerra y solo hay unamanera de detener toda estamasacre:destruyendo la Poesía de Thalisa. Tenemos que encontrarla y necesitamos trabajarjuntos para ello, ¿entendido?—le agarró de la cara para que lemirase—. ¿Lo hasentendido?Élnoeselenemigo.

Elmuchachopermanecióunos segundosmás con losmúsculos tensos antesderespirarhondoyasentir.

—Detodasformas,pareceestarmásmuertoquevivo.Lysell comenzó a llorar en silencio tras escuchar aquello. Se volvió a agachar

juntoaVekkayleacariciólacabeza.CuandoHenryregresóconelgrupo,Simonleatizóunpuñetazoenelhombro.

—Estopordejarmetirado—dijo.Yantesdequeélllegaraareaccionar,leatizóotroenlacara—.Yestoporserunchulo.

Henryfueadevolvérselo,peroSírgericloagarródelbrazocondecisión.—Hedichoqueseacabó.DunaseacercóaLysell.—¿Quéleocurre?—preguntó,mirandoaVekka,quemascullabaalgo.—Es… el lobo —dijo entre lágrimas la niña—. Están u… unidos. Y si Lue

muere,Vekka…Elllantosehizomáspronunciado.Dunaalzólamiradaparaencontrarseconlade

Cinthia.—Yo… lo siento —dijo la joven—. No quería… vino hacia mí y tuve que

defenderme.Lysellnorespondió.LediounbesoenlafrenteaVekkaysepusodepie.—Quieroquelocurevuestroamigo.Comohizoconellos—suvozsonótanseria

yclaracomoladeunadulto.TodossevolvieronhaciaelMarquésdeCaravás,queintentabasentarserecto.—Podría…intentarlo…—masculló,conlacabezabamboleándosehaciadelante

ylosojosentrecerrados.SírgericlehizoungestoaAndrewyjuntosloarrastraronhastaellobo.Unavez

ahí, le colocaron lasmanos sobre el lomo y a continuación explicaron en voz altacómofuncionabaeldondeLaugard.

—Peronodebemosquedarnosaquí—dijocuandoterminó.—Entonceshabráquecreerenél…adistancia—bromeóMarco.Eljovenasintió.LysellseacercóalMarqués.—Yomequedo.—Lysell,alomejornecesitamostudon—ledijoDuna,poniéndoleunamanoen

elhombro.

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—¿Midon?Estáclaroqueloúnicoquehahechohastaahorahasidometernosatodosenproblemas.

Lajovenseacuclillófrenteaella.—Todosucedeporalgunarazón—leexplicó,recordandoelcomentariodeCloto

—.Tienesqueservaliente.Cuando todoestoacabeserás la reinadeSalmat,y tussúbditostequerrányteprotegeráncomotúaellos.AyúdanosasalvaralContinente.Porellos,porVekka,portufamilia…

Laniñasemordióellabio,nerviosa.Volviólavistahaciasuamigo.Selaveíatanperdidacomoaunbarquitodepapelenmitaddelocéano.LosojosselellenarondelágrimasantesdeecharsesobreDuna.

—Todosaldrábien.Vekkasepondrábien.CreeenLaugardyélharálodemás.ElMarquéssonrióanteelcomentario.—Tenemosqueirnos—avisóSírgericdesdelaentrada.Antesdesubir,ledioun

nuevo golpe en la cabeza al guardia de la entrada para asegurarse de que nodespertaría.Acontinuación, subieron lasescalerascorriendo.Fuera sehicieronconlasarmasdelossoldadosheridosysedispusieronpararecibirórdenesdeSírgeric.

—Buscamos a la reina Thalisa. Debe de estar oculta en alguna habitación.ConociendoaDimitri,enlamásinaccesible.

—Elcastillotieneunatorre—dijoLysell—.Porloquesé,losaposentosdelreyestabanallí.

—Excelente. —Sírgeric le dedicó una sonrisa de agradecimiento—. Nosdirigiremoshaciaallí.Lomejorseráque…

—¡Eh!¡Ahíhayalguien!Sírgeric se volvió a tiempo de ver a un tipo vestido de negro en el extremo

opuestodelpalacio.—¡Séquienes!—exclamóMarco—.¡Fuequiennostrajohastaaquí!Viajaconla

lluvia.—Conla…—Sírgericsegiróhacialaventanamáscercana,dondelosgoterones

dibujaban caminos en el cristal. Sin decirmás, salió corriendo hacia él—.Malditasea.¡Idyendo!¡Osalcanzaré!

Atravesóelvestíbulocomounaexhalación.El tipode la ropaoscura le sacabaunaventajaconsiderable,peroelportónprincipalestabacerradoyaprovechóaqueltiempo para recuperar distancias. No sabía hacia dónde se dirigía, pero tenía unapremonición…

…que se confirmóen cuanto salió a la intemperie yvio ante suspropiosojoscómoelhombresedesvanecíaentregotas.

—Maldita sea…—Con los dientes apretados, rebuscó en su colgante, pero elbrocheestabaatorado.

—¡Ahíestá!Unavozasuderechalehizovolverse.Unapatrulladesoldadossedirigíahaciaél

corriendo.

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—¡Ábrete!—masculló,intentándoloconlasuñas.Lossoldadosestabanaescasostresmetros.Elcolgantecedió.CondedostemblorososbuscóelmechóndeAdhárel.Elfilodeunadelasespadasseencontrabasobresucabeza.Cerrólosojos…

Elcuchilloperforósuabdomendesprotegidoconunasuavidadextrema.—¡No!—gritóAdhárel, cogiendo el cuerpo de Sírgeric antes de que cayera al

suelo.Unamanchaoscuracomenzóaimpregnarsucamisaalaalturadelestómago.Adhárelsevolvióparavercómosuagresorsacabaunanuevadagaysedisponía

arepetireltiro.Peronollegóahacerlo.Cuandoechólamanohaciaatrásparatomarimpulso, el filo de un hacha se la rebanó. A continuación perdió la cabeza de lamismaforma.Corpuskaiasintiótrasélcongestoserioyvolvióalarefriegasinmásmiramientos.

—Coge…el…Duna—mascullóSírgeric,conunamuecadedolor.Adhárelnolehizocaso.Conlamayordelicadezaposiblelearrancóelarmadelaheridaydespuéscolocólatelasobreellaparaintentardetenerlahemorragia.

—Nointenteshablar…—ledijo.Sírgericnegóconlosojoscerradosylosdientesapretados.—¡Vamos!—Elgritodesesperadoseconvirtióenungruñido.Adhárel obedeció. Se quitó uno de los guantes a toda prisa y sacó el mechón

negrodelcolgantedesuamigo.Acontinuaciónselopusoentrelosdedos.—A… agárrate—le dijo Sírgeric, amagando una sonrisa. Cerró los ojos y los

sacódeallí.

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18.Sangreyfuego

Dunaliderabaelgrupo.Habíandejadoatráselvestíbuloyahorarecorríanunnuevopasillo con una hermosa escalera de piedra al fondo. Los muchachos parecían irdespertando poco a poco del sopor al que habían sido sometidos durante tantotiempo.De vez en cuando sentía que sus oídos se agudizaban o que apreciaba lascorrientesdeaireconunasensibilidadsobrehumana.

—Losiento—oíamascullarinstantesdespuésaHenry—.Quieroestarlistoparacuandolonecesitemos.

Andrew,porsuparte,habíamodificadolaespadaque lehabíarobadoaunodelosguardiasparaobtenerunadoblehojayunmangomuchomásmanejable.Marcollevaba la mano herida vendada con la propia tela de su camisa y manejaba unaespadaconlaotra.Elrestovigilabalaretaguardiaconsusarmasenalto.

Alcanzaronlaescalinatayadvirtieronqueseguíantansoloscomoantes.—Henry, oído—le pidióDuna.Cerró los ojos y aguardó hasta que el don del

muchachohizoefecto.Entoncesseconcentróparapercibircualquierruidocercano.Escuchópasosytambiéngritosdealarma.Espadastintineandocontraarmaduras.

—Seacercansoldados—dijo,volviéndosehaciaelpasillo—.Estánenelpatioyvienenhaciaaquí.

—¿Cuántosson?—preguntóCinthia.—Almenosunadecena.Marcohizounmohínconlamano.—Podemosconellos.—Nos retrasarán. Y no podemos arriesgarnos—añadió al descubrir aMorgan

restregándoselospárpados—.Vamos,arribaparecetodomástranquilo.Se pegaron a la pared y fueron ascendiendo uno tras otro.El piso superior era

igualdeamplioqueelquehabíandejadoatrás.Teníanqueseguirsubiendo.Dunafuela primera en advertir la extraña disposición de aquella segunda escalinata,muchomásanchaquelaanterior.

—Parecedoble…—mascullóCinthiaasuespalda.La escalera era de doble revolución, por lo que tenía dos comienzos en aquel

mismopiso.Losgritosylascarrerasascendieronporelhuecodelaescaleracomoelhumoporunachimenea.

—Yaestánaquí—mascullóSimon.—¿YSírgeric?—preguntóCinthia,preocupada.Dunanegóconlacabezaysecalmóparatomarunadecisión.—Será mejor que encontremos algún sitio donde esperarlo. Aparecerá en

cualquiermomento.

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—¡Eh!—Marcoleshizounaseñalatodos.Acababadeabrirunadelaspuertascercanasalaescalera—.Estávacía.

—Corred—dijoDuna.Unavezqueestuvierontodosdentro,Andrewcolocólamanosobreelpomodela

puerta y lo deformó para atrancarla. Se volvió para enfrentarse a una espaciosahabitación con cuadros colgando de las paredes y varios sillones desperdigadosalrededordeunahermosamesademadera.

—¿Yahora?—preguntóHenry.—Esperemos.Seguramenteesté…Dunasintióunempujónycayóalsueloconungritoahogado.—¡Sírgeric!—exclamóCinthia,tirandoelarco.Dunasevolvióparaencontrarse

a Adhárel agarrando el cuerpo ensangrentado de su amigo. Ambos estabanempapados.

—Lohanherido—explicóelrey,quitándoseelyelmoyapoyandolacabezadeSírgericenelsueloconsuavidad.CuandovioaDunaseechóasusbrazos—.¿Estásbien?YhabéisvueltoconCinthia.

Ellaasintióconunnudoenlagargantaydespuéscorriójuntoasuamigo.—Te…lodije…—balbucióSírgeric. Intentó sonreír,peronopudoaguantar la

muecaenloslabios.Tosióconfuerza,salpicandosucamisaconmássangre.—¿Quéhaocurrido?—preguntóDuna.Enpocaspalabras,Adhárellespusoalcorrientedelasituaciónenelvalle.—Esa…esadagaeraparamí—mascullóalfinal—.Sírgericnodeberíahaber…—No puedes morirte, ¿me oyes? —Cinthia le apartó un mechón de pelo

empapadoylediounbesoenloslabios—.Notelopermitiré.Eljovenvolvióatoseryellanopudoaguantarpormástiempolaslágrimas.—¿Qué hacemos? —preguntó, volviéndose hacia los demás. Sus labios

temblabanincontrolados.Dunalerompiólacamisaydejóalavistalaherida.Coneltrozoqueacababaderompersuamiga,Cinthiataponóelcorte—.Sedesangra…—masculló,impotente.

—Tenemos que volver a por Laugard —dijo Henry. El resto de los niñosobservabanlaescena,mudos.

—Esinútil—leespetóMarco,intentandomantenerlacabezafría—.Nocreoquetengafuerzaniparacuraral…

SecallócuandoadvirtiólamiradadeLysell,acuosa.—Losiento…—¿Dónde estamos?—preguntóAdhárel, deshaciéndose de su armadura. En el

últimomomentoocultóelpergaminodelaPoesíaensucintura.—Manseralda —respondió Duna. A continuación se volvió hacia Morgan—.

Manténsucuerpocaliente.Elmuchachoasintióycerrólosojos.Fruncióelceñoyalzólasmanossobreel

temblorosocuerpodeSírgeric.

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—¿Quéestáishaciendoaquí?—preguntóelrey,conunatisbodeenfado.—SalvarlosydestruirlaPoesíadeThalisa.—¡¿Qué?!¿LaPoesíade…?—Silohacemos,todosloshabitantesdelreinodejarándeluchar.¡Sedetendrála

guerra!Adhárel fue a replicar, pero un golpe en la puerta los advirtió de que ya no

estabansolos.—¡Heoídoalgoaquídentro!—dijounavozalotrolado.Elpicaportesezarandeó

conunruidoseco,peropermanecióatrancado.—Dimitriestáenelcastillotambién—explicóAdhárelconunsusurrorápido—.

Debedesaberloquetramáis.Unnuevogolpehizotemblarlamadera.—Sientran,Sírgericnotendráningunaoportunidad—advirtióMorgan.Cinthia levantó la mirada. El joven había cerrado los ojos y su respiración se

habíavueltomáspesadaenlosúltimosminutos.—TenemosqueencontraraThalisaydespertarla—insistióDuna—.Creemosque

estaráenloaltodelatorre.—Primerotendremosquesalirdeaquí.Hayquedistraerlos.—¡Peronosabemoscuántosson!Lysellsesecóunalágrimaqueseescurríaporsumejillayseacercóalapuerta.—¿Cuántossois?—preguntóenvozalta.—Seis—respondieronvariasvocesalotrolado.—Solucionado—seencogiódehombrosanteaquelladiminutavictoria.Lossoldadossiguieronaporreandolamadera,protestandoantelaincomprensión

deloocurrido.—Muy bien —dijo Adhárel con voz ronca—. Cinthia y Morgan, vosotros os

quedaréis aquí con Sírgeric. Nosotros encontraremos a Thalisa… y a Dimitri.Ocultaosenesaesquinaparaquenoosveancuandosalgamos.Lesharemoscreerquenoquedanadiedentro.

Entretodoslosmuchachosmovieronelcuerpodeljovenhastacolocarloenunodelossillones.

—Sepondrábien—leaseguróDunaaCinthia,dándoleunbesoenlafrente.LaotraasintióyvolvióaabrazaraSírgericparaprotegerlodelfrío.

Cuandoestuvieronlistos,Andrewagarróelpicaportedelapuertaylaabriódeungolpe. El camino quedó libre y el soldado que se disponía un instante antes aatravesarconsucuerpolamaderaperdiópieyseestrellócontraelsuelo.

Despuéssolohuboconfusión.Espadasentrechocando,hombresgritandoalsentirsimplesrasguñoscomosiloshubieranatravesadoconhierroshirvientes,espadasqueseconvertíanenplatosplanossinmotivo,estocadasydefensas,gruñidosdevictoriaydederrota…

Unavezquelossoldadosfueronreducidos,Morganregresóalapuertaastilladay

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arregló con su don los estropicios.Después bloqueódesde fuera la cerradura y lasbisagras,fundiéndolasparaquepermanecieranrígidasynopudierangirar.

—Asegurada—dijocuandoterminó.Adhárelasintióyencabezó lamarcha.Losescaloneseranampliosysinapenas

altura. Como Duna ya había visto, existía una segunda hilera enrollada sobre elmismoeje,yaunqueparecíalamismaescalera,setratabadeunadiferente.Apartólamirada y se concentró en el suelo que pisaba para no marearse. Al llegar arribadescubrieron que aquel era el último piso. No parecía haber manera de seguirascendiendo.Ellugarseencontrabacompletamentedesierto.

—Los aposentos de Dimitri se encuentran…—Lysell no terminó la frase. Lapuerta a la que señalaba se abrió de par en par y una docena de hombres tanempapadoscomoAdhárelirrumpieronenelsilenciosocorredor.Guerrerosdelvalle.

Tras ellos surgió el rey de Manseralda vestido con ropas igual de húmedas.DuranteunsegundosequedósorprendidoalveraAdhárelallídepie,aunquenodijonada.Conunaseriedeórdenesasushombresbloqueócualquierposibilidaddequepudieranpasar.

—Nosécómohabéisllegadohastaaquí—dijo—.Peropuedoasegurarosquenosaldréisconvidadelcastillo.

—Esoyaloveremos—replicóAdhárel.Dimitriasintióconunasonrisabravuconaychasqueólosdedos.Sushombresse

abalanzaroncontralosintrusoscomoperrosdecazasinningunaorganización.Eran,supusoAdhárel,humanoshechizadosporsuhermanosinningunavoluntadsobresusactos. Losmuchachos se prepararon para recibirlos con sus espadas en alto y susdonesdispuestos.

—Túquédatepegadaalapared—lesusurróMarcoaLysellantesdeembestiralprimer hombre que se cruzó en su camino, con la mano sana. La niña miró a sualrededorantesdeagazaparsedetrásdeunacolumna,juntoalaescalera.

El primer soldado cayó al suelo pocos segundos más tarde, con dos hilos desangreescurriéndoseporsusoídos.DimitrifueapartandodesucaminoatodoshastaencontrarsedenuevoconAdhárel.Estavezningunohabló.ElhermanomenorlanzóunaestocadadirectaalpechodeAdhárel,queesteaduraspenaspudoesquivar.Conungirorápido,elreydeBerethledevolvióelataqueyleobligóaretrocedervariospasos.Losdostuvieronlasensacióndequeyahabíanpeleadoaquellabatallamuchoantes,enunatorreyunpalaciodiferentes.

Adhárelsintióqueeldestino,acambiodelavidadeSírgeric, lehabíaofrecidounasegundaoportunidadparaenmendarsuserrores.

Se arrepintió enseguida de haber tenido aquel pensamiento. Sírgeric se pondríabien.Sírgericnoestabamuerto.

Noestabamuerto.Conlaseguridadabsolutadequeasíera,arremetiócontrasuhermanolanzando

una ristra de ataques indiscriminados que el otro lograba repeler con dificultad.

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Prontoseencontraronenelextremoopuestode lagalería,dondeelentrechocardesusespadasprovocabaunecoa sualrededory apagabael restode los sonidosdelmundo. Los ventanales estaban abiertos, empapando el suelo con la fría lluvia delexterior.

Ellos eran las propias espadas que sostenían, y cada golpe, cada intento dearrancarlelavidaalotrodeunadentelladamortal,eralaúnicamaneraquelavidaylas circunstancias les habían dejado para resolver sus diferencias. Y a los dos lesparecíabienlaalternativa.

EnunmomentodedistracciónporpartedeDimitri,Adhárelencontrósuflancobajodescubiertoylelanzóunapatadaalestómago.Suhermanocayóalsueloconunsonorogolpeycuandofueacogersuespada,Adhárelselaalejódeunpuntapié.Lalluviacaíasobreélporlaventanaabierta.

Nohubopalabras.Noquisoremarcarsuacciónconunafraselegendariaquesolouncadáverrecordaría.Conunmovimientorápido,suespadaleatravesóelpecho…

…solo que no fueDimitri quien recibió la estocada.Elmismohombre que lehabíaarrastradofueradelabatallaenelvalleboqueabafrenteaélconelfilodesuespadaclavadoenelpecho.

Adhárel se apartó con el arma en la mano, incapaz de reaccionar. Elsentomentalistadefaccionesafiladasseescurrióhastaelsueloyquedótendidoasuspies,muerto.Dimitriaprovechóelmomentoparaponersedepieyapartarlosinmásmiramientos.

—Unalástima—dijo,sinatisbodepena.Seagachóyrecogiósuarma.Adhárelnodabacréditoasufrialdad—.Eraunbuenhombre.

—¡Adhárel!—lavozdeDunallegódesde laotrapuntadelcorredor,aunque leparecióqueproveníadeotromundo—.Vamosaentrarenlahabitación.

Dimitrisoltóunacarcajada.—¿A qué jugáis? ¿No os rendís todavía? Habéis vencido a un puñado de

pueblerinos,perotodavíamequedaunescuadrónenlamanga.Adhárel escuchó el tumulto de sus amigos entrando en la sala contigua a las

escaleras;losaposentosdeDimitri.—Nojugamosanada—leespetóAdhárel,intentandodistraerle.Suarmabrillaba

ferozmenteconlasangredelsentomentalistamuerto—.VamosadestruirlaPoesíadeThalisayconellatuplandegobernarelContinente.

Unatisbodedudaypreocupacióncruzólamiradadesuhermano,peroenseguidamutóenunadefingidasorpresa.

—Parecequealguienhahechosusdeberes…Sinprevioavisolanzólaprimeraestocada,queAdhárelrepelióconenergía.—Ríndeteahoraquepuedesyquizásteperdone,Dimitri.Estavezlarisotadafuemássonora.—¿No tiene límites tu misericordia, hermano? ¿Cuánto más necesito para

enfadarte?¿BastaráconquemateaDunadelantedetio…?

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Adhárelnolepermitióacabar.Desatóunatandadegolpesquefueronhaciéndoleretroceder.Elúltimoleacertóenelbrazo.

Conungritodedolor,Dimitrisedeshizodelguantequeloprotegíaydejóa lavistalapielpútridaycuarteada.

—¿Qué…?—Adhárelloobservóconmocionado.—¡Aquínohaynada!—exclamóDunaconurgencia—. ¡Alguienseacercapor

lasescaleras!Adhárelvolvióensí.—¿DóndeescondesaThalisa?¿DóndeestásuPoesía?—¿Creesquetelovoyarevelarasícomoasí?Alguienseacercócorriendoporelpasillo.—Aélno,peroamísí—dijoLysell,condecisión.—¡Cállate!—leordenóDimitri.—¿DóndeestáThalisaydóndeescondessuPoesía?El rey se puso rojo de ira, apretando los labios como si se tratara de un niño

dispuestoanorespirar,peronolesirviódenada.—Enloaltodelatorre—lavozlesaliórasgadayseca—.LaPoesíaestáenun

arcónasuspies.DimitriintentóesquivaraAdhárelparaatacaralaniña,peroelreydeBerethse

loimpidió.—¿Ycómopodemosaccederalatorre?—Hayunpasadizosecreto—másquepalabras,parecíaqueestuvieraescupiendo

arena.—¿Dónde?—En mi habitación… —Dimitri soltó un gruñido—. ¡Te mataré como no te

calles!Laniñanoseamedrentó.—¡Lysell,deprisa!—leapremióDuna.—¿Cómoaccedemosalpasadizo?¿Dóndeestálapuerta?—Elespejoeslapuerta.Sitirasdellibrocontapasoscurasyfiligranasdoradas

quehayenlaestantería,seabrirá.La niña giró sobre sus talones y salió corriendo hacia la habitación. Los dos

hermanossequedaronsolosenelampliovestíbulo.—Es cuestión de minutos—le dijo Adhárel a Dimitri—. Pronto todo esto se

acabaráyelContinentepodrávolveralanormalidad.LasaletasdelanarizdeDimitriseabríanysecerrabanconrabia.—Antesteensartaréestaespadaenelestómago—leaseguró.—Medas lástima, hermano.Nuncahas apreciado todo lo que tenías y siempre

has necesitado más. Parece que tu avaricia ha terminado destruyéndote—con ungestoseñalósumano.

—¿Destruirme,dices?—Dimitrialzólosdedosnegros—.Estomehadadopoder.

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El mundo entero me recordará como el gran emperador que unió a todos lossentomentalistasenunaguerrasincuartel.

EstavezfueAdhárelquienrióconlástima.—No,Dimitri.Todosterecordaráncomoelcobardequeengañóytraicionóasu

propioreinoyasufamiliaparaconseguirpoder.Yaesetipodepersonas,eltiempoterminaborrándoleselnombre.

Descubrieron el pasadizo secreto y entraron. Al final de los escalones seencontraron conunanuevapuerta cerrada.Andrew se acercó a ellamientrasDunainclinaba la antorcha que habían desenganchado al comienzo de la escalera parafacilitarlelalabor.

—Sial final resultaráque supoder eramásútil de loqueparecía…—bromeóHenry,dándoleuncodazoaMarco.Elotronisemolestóensonreír.

Lahabitaciónquedescubrieroneracircular,ampliaysinapenasmuebles.Ensucentro,sobrelacamacondosel,lareinaThalisadormíaplácidamente.Almenosenapariencia.

—También ella se encuentra bajo el influjo de Dimitri —dijo Marco,acercándose.

—Tenemosquedespertarla.EsellaquientienequedestruirsuPoesía.Andrewsepusoderodillasycomenzóatrastearconelcerrojodelbaúlhastaque

lodeshizo.Trasrebuscarentrelaropaguardada,encontróuncofredemadera.—Latengo—dijo,sinalientoyalzandoelpergamino.DunazarandeóelcuerpodeThalisa,peronodioresultado.—Vamos,despierta.¡Tienesquelevantarte!¡Thalisa!—Esta es paramí—comentóHenry.Cerró los ojos y respiró hondo.Todos se

quedaron en silencio, aguardando. Elmuchacho volvió a abrirlos—. ¿Qué hacéis?¡Seguiddiciéndolecosasonoservirádenada!

LosmuchachosyDunaempezaronallamaragritosaThalisaparaquevolvieraensí.MientrasDunalaagarrabadelbrazo,Marcoagitabasuhombroopuesto.

Yentonces,abriólosojos.—¡Ah!—Intentó alejarse, pero no pudo moverse apenas—. ¿Qué…? ¿Dónde

estoy?¿Quién…Quiénessois?—Laspalabrasseleatragantabanenlagarganta,porelmiedo.

—ReinaThalisa, soyDunaAzuladea.Osconocí tiempoatrás.NecesitamosquedestruyáisvuestraPoesía.

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Dimitri atacó sin piedad. Sus golpes contenían toda la rabia que su oscurocorazónpodíaalbergar,peroAdhárellosdetuvounotrasotro.

—Siempre te has creído tan perfecto,Adhárel—dijo, resollando—, cuando nohassidomásqueelproductodelazar.Yotendríaquehabernacidoprimero.Cuántascosashabríansidodiferentes.Yohabríasabidocómodomaraldragón.

Adhárellemiróaturdido,nocreíahaberoídobien.—¿Estásdiciendoquetambiénenvidiabasmimaldición?—Másbienmedabalástimaverlopocoquelaaprovechaste.Hastacomobestia

resultasteunadecepción.Adhárelcontuvosurabiay,conloslabiosentensión,masculló:—Quizásdebassaberqueeldragónnosiemprefueunadecepción.—¿Ah,no?¿Cuándonolofue?—Losdosgirabanalunísono,retándoseconlas

mirada.Lasespadassoloestabanseparadasporelfríovientodefuera.—Cuandoasesinéatupadre.Cuandolocarbonicéalprotegeranuestramadre.—¿Mipadre?—Somosmediohermanos—revelódepronto—.¡Yonisiquieradeberíaserrey!

Mipadrefueunpobreberethianoqueseenamoródenuestramadreantesdecasarse.—Mientes.—Sabesbienqueno,Dimitri.—Inclinólacabeza—.Asíqueyaves:enrealidad

túdeberíashabersidoelreydeBerethdespuésdenuestramadre.Suhermanopequeñoentrecerrólosojos.¿Eradolorloquereflejaban?—Todosestosaños…—Laspalabrasseleatascaronenunestertor—.Túmataste

a mi padre. —No era una acusación. Era un hecho. Y por cómo se marcaba sumandíbula,senotabalosesfuerzosqueestabahaciendoporcontenerlarabia—.Mipadre.Noestá…portuculpa.

Adháreltragósaliva,desconcertado.Noesperabaquelanoticiafueraaafectarledeesemodo.Esperabaqueavivasesuiradetalmodoqueperdieraelcontrol,noquelodesarmara.UnalágrimaseescurrióporlamejilladeDimitri.Otralasiguió.

Suhermanoestaballorando.Soltólaespadaydejóquetintineasesobreelsuelodemármol.

—Acabadeunavez—dijoenunsusurro.PeroelreydeBerethsequedóquietosinsabercómoreaccionar.—Tendría que haber sido diferente —replicó, intentando poner en orden sus

ideas.AdhárelyDimitriburlándosedeZennioncuandosevolvíahacialapizarra…DimitrirobandocomidaaescondidasdelascocinasmientrasAdhárelvigilaba…Adhárelenseñándoleamontaracaballocondosponis…Dimitri llorando con las rodillas ensangrentadas tras caerse y Adhárel

intentandotranquilizarlo…Denoche,juntoalachimenea,escuchandouncuentoleídoporsumadre…

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Recuerdos,recuerdos,recuerdos…—Nopuedo—mascullóAdhárel, tan sorprendidocomodevastado.La rabia, el

odio,elenfado…todosehabíaesfumado.Estabacansado.Deluchar,dellevarsobresus hombros semejante carga. De sus responsabilidades y del sufrimiento queconllevabancomounamaldición.¿Unamuertemás?¿Ladesuhermano?Nopodríaconella.Noasí…

Dimitrialzólamirada,taciturno.—¿Quénoshapasado?—preguntóelpequeño,llorando—.¿Quéhe…hecho?ElreydeBerethnegósinpalabras.—HansidoEllas.LasMusas.Elotroasintióconloslabiosapretados.—Estoyharto—musitó—.Quiero…quieroquetodoestotermine.Quierovolver

aBereth.Se secó las lágrimascon lamano izquierday fueadarunpaso,pero sintióun

mareo y se tambaleó.Adhárel se apresuró a agarrarlo del brazo para evitar que secayera.

Yentoncessediocuentadesuerror.

—¿Qué?¡No!Desdeluegoqueno—exclamólajovenreinaconlasmanosenlacabeza para contener la jaqueca—. ¿Cómo podéis pedirme algo así? —Reparóentonces en todos losdemásmuchachosque la contemplabanensimismados—.¿Yquiénessoisvosotros?¡Abandonadmis…misaposentos!

—Noestáisenvuestrosaposentos—ledijoDunaconvozcalmada.—Noestoy…—fruncióelceño—.¿Ydóndeestoy?Dunarespiróhondoyhablódespacioparahacerseexplicar.—Dimitrioshatenidoencerradaenestatorredesdequesecasóconvos.—¿Mipríncipedelaluna?—Sisintióalgúnapuroporrevelarelapodofrentea

todosaquellosdesconocidos,nodiomuestrasdeello.—Sí, majestad. Dimitri. Ha convertido Manseralda en un reino cuyos únicos

habitantessonsentomentalistasconseddevenganza.DebéisdestruirlaPoesíaparaquetodosellospierdanlasganasdeluchar.

—¡Hayunaguerraenmarcha!—intervinoMarco,muchomenosimpaciente.—¿Manseralda…?—Noparecíaentendernada—.¿Unreinode…?¿Dimitrime

encerróaquí?¡Nodecísmásquemajaderías!Osadviertoquegritarésinome…Dunalaagarródeloshombrosylaobligóaquesecentrase.—Utilizó su don,majestad. ¿No os acordáis?Os hechizó para que durmierais,

peronomurieseis.QueríareinarsinPoesía,perotambiénsinvuestrasrestricciones.¡Llamadalaguardiasinoycomprobadlovosmisma!

—Mehacéisdaño…—sequejóThalisa,asustada.

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—Porfavor.Tenéisquerecordar.¿Cuándofuelaúltimavezquevisteislaluzdelsol?¿Queospaseasteisporvuestroreino?

—Fue…yo…—Surespiraciónseaceleró.Perdiólamiradaenlalejaníaeintentóconcentrarse,perodenadasirvió—.Nomeacuerdo.

—Dimitrioshaestadoutilizando.¡Debéishacérselopagar!Thalisaasintió.Primerodespacio,acontinuaciónconseguridad.—Lo recuerdo. Sus… sus visitas—balbució—.Me…Me…—una lágrima se

escapódesusojos.Dunalaabrazó.—DestruidvuestraPoesíayacabadcontodoesto.

Los dedos negros de Dimitri se cerraron alrededor de la muñeca desnuda deAdhárelcomouncepoasupresa.

—Yaeresmío—musitóDimitriconelmásacérrimoyfríoodio.Adhárel intentó liberarse,peroentoncessintió laoscuridadascendiendoporsus

nerviosydirectaasurazón.Laspiernasleflaquearonycomenzóavertodoborroso.—Nunca cambiarás, Adhárel —dijo Dimitri, concentrándose en combatir la

resistencia que su hermano oponía—. Un puñado de lágrimas y te desmoronas.Patético.Yahoraque sé loque sucedió realmente conmipadre, acusaré anuestramadredeasesinato.Omejor,loharástú.

Los tentáculossedesperdigaronporsucuerpoysumentecomomil serpientes.Devorando su voluntad y su interés por seguir luchando. Por seguir adelante. Laoscuridadqueofrecían eramuchomásdulceque la realidad.Solo teníaque ceder,dejarsemecerporesasvocesqueselopedíanconronroneosycaricias.Yanosentíamiedo.Prontonilorecordaría.

—Despídetedeestemundo—escuchóenlalejanía—.Ahoraserásmimarioneta.Unamarioneta.¿Despedirsedeestemundo?Todavíanopodía.Habíaalgo…algoqueseleolvidabaysinloquenoseiría.O

alguien.Sí,alguienquenoestabaconélenaquellaoscuridadyquetampocoqueríaquelo

hiciera.Duna.Duna debía permanecer fuera. No podía dejar que llegara allí. Tenía que

advertirle.Laoscuridadledabamiedo.Aunque las voces intentaran convencerle de que no tenía por qué, el pánico

comenzó a crecer en su interior. Y con el pánico también regresaron las ganas devolveraverlaluz,devolveraverlaaella.Desalirdeallí.

Algodetodoaquellonoestababien.Nopodíadejarsevencer.Nopodía…Contodassusfuerzas,AdhárelempujóaDimitrilejosdeél.Suhermanosacudiólacabeza,aturdido,yrápidamentevolvióaarmarse.Adhárel

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advirtiódeprontolaespadaquesujetabacondedostemblorososenlaotramanoysedispusoaresponderalosataques.

Sinuninstantederespiro,Dimitriarremetiócontraélconlasañarefulgiendoensusojos.Peroestavezsusestocadasfuerondiferentes:noexistíaningúnmétodonicontrol.Ladesesperacióneraloquemovíaelcuerpoyelarmadeljoven.Lasangredevenganza,lanecesidaddesalirvivodeaquelcombatelocegaronysetropezó…

ElgritodeAdhárelcontuvotodosudolor,lástimaytriunfo.Suespadaarrebató lavidadeDimitrideunsologolpe.Susojosse llenaronde

lágrimasyelarmaseprecipitóalsueloconuntintineoseco.Alivio.Pena.Miedo.Angustia.Paz…nolograbacontrolarsusemociones.Cayó de rodillas ante el cuerpo inerte de su hermano y dejó que el llanto se

mezclaraconlasangredeDimitri.

LareinadeManseraldasevolvióhaciaDunayasintió,seria.Después,agarróelpergamino que Andrew le tendía y lo colocó con decisión sobre la llama de laantorchaquesujetabaLysell.

Acto seguido observó cómo las llamas iban consumiendo su Poesía Real. Ymientrasestoocurría, losúltimosmilagrosypesadillas tomaron formaa lo largoyanchodelContinente…

Dospisosmásabajo,anteladesesperadamiradadeCinthiaylaimpotenciadeMorgan,Sírgericexpulsósuúltimoaliento.

Lueabriólosojos,serevolviócontraeldesconcertadoMarquésyantesdequeeste pudiera defenderse, saltó sobre su pecho ymuy lentamente le fue robando laescasaLuzquequedabaensuinteriorparasalvaraVekka.

Los manseraldinos del valle bajaron sus armas, detuvieron sus dones y sepreguntaron al unísono qué hacían tan lejos de sus hogares con las ropas y lasmanos teñidas de sangre. Sus ganas de luchar se consumían como la tinta en elpergamino.

Enmitad del bosque deBereth, en plena tormenta, en lo alto de los frondososárboles, sin recuerdos ni emociones, guiado tan solo por un instinto que habíatraspasadolasbarrerasdelcuerpo,elcuervonegroqueahoraeraWilhelmabriólosojosysupohaciadóndedebíadirigirse.

Caminóhastaelbordedelaramadondeseencontrabaybatiólasalas.Pronto

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remontóelvueloyseperdióentrelanieblaylalluvia.Sudestino,Salmat.

Aldernath Kastar sintió una presión en el pecho como si todo el universo sehubierareunidosobresuscostillas,comosialguienintentaraarrancarleelcorazóndecuajo.Boqueósinaliento.Intentónogritarparanopreocuparaltabernero.Susmanosseagarraronalbordedelamesayapretóhastaquesevolvieronblancas.Yentonceseldolorremitió.Tanrepentinamentecomohabíallegado,desapareció.

Unpardecampesinoslomiraronpreocupados,peroélnoseinmutó.Sucabezaintentabaprocesarlasúltimaspalabrasquesoloélhabíaescuchado.Ereslibre.Ereslibre.Tieneshastalapróximalunallena.Conlágrimasenlosojos,sepusodepieyabandonólatabernaenbuscadesuhermano.

Giacomo despertó con sus voces. Libéralos. Una lágrima se escurrió por susmejillasdeformadas.Conmanos temblorosas tomóelpífanoquedescansabasobresuregazoyobservóelinstrumentocomosifueralaprimeravezqueloveía,comosihubieraolvidadoparaquéservía.

Habíallegadoelmomento.Parabienoparamal…parabienoparamal…Loagarróentresusdedos,cerrólosojosysoplósumúsicaencantadaporúltima

vez.

Clototambiénlosintióenloshuesos.Sinprevioavisosedesmayóenelsillóndelpalacio en el que hasta hacía un instante había estado hablando animadamente.Cuando despertó, escuchó las voces de sus hermanas. Era libre hasta la próximalunallena,despuésabandonaríaelContinente…quisieraono.

Sutiempoallíhabíallegadoasufin.

LasMusasaceptaron suderrotacondignidad.Miraroncon resignación loquedejaban atrás y abandonaron los cielos del Continente sin intención de regresarjamás.Que,paraellas,suponíaunatemporadamuy,muylarga.

YFirelaaceptócruzaralotrolado.

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19.Yfueronfelices…

AdhárelvolvióelcuelloytomólasmanosdeDunaentrelassuyas.Estabapreciosaconaquelvestidoblancoconloshombrosalaireyunasmangasanchas,vaporosas,casitransparentes.Elcorazónlelatíaconfuerzaenelpecho,comosihubieraestadocorriendo en lugar de quieto, de pie, los últimosminutos. No pudo evitar sonreír.Dunaledevolviólamiradayadvirtióunadiminutalágrimacristalinacorriendoporsumejilla…

ElcastillodeManseraldaparecióahogarseenelsilenciocuandoelpergaminoconlaPoesíadeThalisaterminódeconsumirseenceniza.Unsilencioclaustrofóbicoy frío, falto de vida. Asustada e impaciente por lo que pudiera encontrar, Dunaregresó corriendo a la galería dondeAdhárel yDimitri se habían batido en duelopara encontrarse al rey deBereth arrodillado junto al cadáver de su hermano. Seacercó conpaso vacilante, temerosa de descubrir que aquel charco de sangre quecrecíaasualrededorpertenecieraasuamado.PeroentoncesAdhárelsegiró,alzólamiradayasintió.

—Yaestá—dijoconunnudoenlagarganta.Dunacorrióhastaélyseabalanzóensusbrazos,enterrólacabezaensupechoysollozóaliviada.Sí,yaestaba.

Ayaordenó a sus sobrinos que se estuvieranquietos.Hänsel yKorbes, los doshermanosdeCinthia,decincoysieteañosrespectivamente,habíanregresadojuntoconlosdemásniñosencantadosdelacuevadelFlautistavariassemanasatrás.Desdeentonces,sehabíanconvertidoenelsueñoylapesadilladelamujer,quesedebatíaacadamomentoentre estrujarlosen susbrazosomandarlosa sushabitacionesenelpalacio,castigados.

Cinthia,indiferentealenfadodesutía,admirabalaescenaconlosojosbrillantesylabocaseca.¿Podíaserrealaquello?Despuésdetantosufrimiento,detantodolor,¿eraposiblequealfineldestinoleshubieradadounfinalfeliz?

Instigada por un presentimiento, ladeó la cabeza para encontrarse con la dulcemiradadeSírgericclavadaenella.Apretóloslabiosparanolloraryserecostósobresu hombro. Un escalofrío le sobrevino al recordar los últimos momentos enManseralda.Habíaestadotancercadeperderlo.Tancerca…

Andrewposó lasmanossobre lasbisagrasdeformadasde lapuertaycerró losojos. En cuanto estas volvieron a su forma habitual, abrieron la puerta de unempellónyentraronenlasaladondeaguardabanCinthia,MorganySírgeric.

Duna se quedó paralizada ante la escena. Su amiga lloraba sobre el cuerpoinerte del sentomentalistamientrasMorgan semantenía aovillado, con los brazos

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alrededordesusrodillas,enunsillóncercano.Su corazón se saltó un latido cuando su abotargada mente llegó a la cruel

conclusión de que Sírgeric, finalmente, había dado su vida por salvar a Adhárel.Cinthialevantólamiraday,conlosojosrojos,negósuavemente.Nopodíaser.Noselocreía.Nopodíaestarsucediendo…

Duna corrió a consolarla como tantas otras veces había hecho de pequeña.Comoseesperabadelahermanamayorqueera.

Cinthia se dejó mecer, agonizando de dolor. Sírgeric se había ido. Los milrecuerdos compartidos con el joven cruzaron por sus mentes, estallando en laoscuridadydesvaneciéndosedenuevoensumemoriacomofuegosdeartificio.

Yentonces,sucedióloimposible.Eljoventomóunasonorabocanadadeaireyvolvióaquedartendidoenelsueloconlosojosabiertos.

Habíaregresadoalavida.Pero¿cómo?

Sírgeric inhalóelaromaquedesprendíaelcabellodeCinthiay lediounsuavebeso en la cabeza. Después volvió a mirar al frente. El traje de gala que llevabapuesto, con la Insignia del dragón resplandeciendo bajo el sol y demáscondecoraciones,lemolestabaconlosvendajesygasasqueprotegíansuscicatrices.Almenos,sedijo,habíasobrevivido.

Todavía no era capaz de describir con palabras lo que había sucedido conexactitud.RecordabahabercerradolosojosapesardelosruegosdeCinthia,quelesuplicabaquesiguieradespierto.Sintióelfríoembargándolopordentro,indiferentealdondeMorgan,quehabíaluchadopormantenerlocalientehastalaextenuación.

HabíaqueridopedirleperdónaCinthiay recordarle cuánto laquería, cuánto laecharía demenos; queno sufriera, que estaría bien…Uncentenar de ideas que sequedaron sin palabras pues, de allí a donde iba, jamás podría escapar con su don.Pronto dejó de notar el lacerante dolor en su estómago e instantes después sintiócómoelsuelosedesvanecíabajosucuerpo.Yentoncestodosevolvióoscuro.

Másalládeaquelrecuerdonohubonada.Fueronsensacionesynohechosloqueexperimentóentonces.Elmiedoalodesconocido,eldesalientodehaberabandonadoaCinthia, la tranquilidaddehaberhecho lo correcto, la esperanzadequehubieranvencidoalasMusas…

Y de pronto sintió un tirón que incluso en aquel estado letárgico supo que nopodíasernatural.Sinentenderporquéniporquién,sevioarrastradoyzarandeadoporunamareainvisible,porunascorrientesdeaireyunoleajeintempestivoyfuerade control. Y en aquel último instante antes de abrir los ojos de regreso enManseralda, creyó ver algo.Algo que no había comentado a nadie y que se habíaconvertidoenunaobsesiónsinrespuesta.

Antesdedespertarviounrostro.Unrostroqueapenasrecordaba.Eldeunamujerdecabellorojizoyenmarañado,miradaafiladaylabioscongeladosenunamuecadeterror.

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Abrazó con fuerza a Cinthia y se obligó a tranquilizarse.No era más que unrecuerdo,sedijo.

Sunombrelevinoalamemoriacuandoabriólosojos.Kalendra,lahermanadeWilhelm.

LejosdeManseralda,delValleInocenteodeBereth.Lejosdelcalordelsolydelfragordelabatalla,delastormentasydelosojosdelasMusas,Firelaalzóelespejoconlasdosmanosyconsurespiraciónempañólevementeelcristal.

Kalendraseencontrabaallí,trasella,encerradaenelreflejo,conlamiradatanperdidacomolasotrasvecesylatristezamaquillandosurostro.Galasaztambiénlamirabaconpreocupacióny lástima.Peroellayahabía tomadounadecisiónyerairrevocable.

Desenvainósupuñal.Elmismoquesuhermanalehabíaregaladotantotiempoatrás,cuandonoeranmásqueunasniñasquejugabanaserguerreras,ydejóquesufiloresplandecierabajolatenueluzdelsolquesefiltrabaporlaventana.

No quería tener que presenciar los ruegos ni el llanto de personas que noconocía. Suficiente tendrían con llorar lamarchadeGalasaz cuando le llegara lahora.No,paraevitartodoesosehabíaencerradoenunadespensavacíadelacasadelsentomentalista.Unlugarcomootrocualquieraparamorir.

Dejóelespejosobreunamesitacojayagarróelpuñalconlasdosmanos.Yavoy,hermana,Pensó.ErasuturnodecruzaralotroladoyarrastrarconellaaKalendra.¿Trastocaría losplanesde laMuerte?¿Provocaríauncataclismo imposiblede

imaginar?¿Otorgaríalavidaaalguienquemuriese?Con lamiradapuesta en suhermanay sudeseode volvera estar con ella, se

clavóelpuñalenelcorazón.Quefueseloquetuvieraqueser.

Lysellcolocólasmanosdetrásdelaespaldaysesecólaspalmasconlafaldadelhermosovestidoquellevaba.Estabanerviosaycansada.NodormíabiendesdequeregresarondeManseraldaynoparecíaquelasituaciónfueraamejorarpronto.Solocon las pócimas de Zennion lograba relajarse lo suficiente como para no pasar lanocheenvela.Yreinareneseestadoestabasiendomuyduro.

Vekka la había abandonado, pero regresaba todas las noches en las recurrentespesadillas…

Cuando bajaron a los sótanos del castillo de Manseralda y descubrieron elcuerpo delMarqués, aparentemente, sin vida, ella salió corriendo en busca de suamigo, indiferente a los peligros que todavía pudieran aguardarle más allá delportónprincipal.Perotodofueenvano.VekkayLuesehabíandesvanecidocomosinuncahubieranexistido.

Nunca lloróunas lágrimas tanamargas.Habíanhuidocomolaarenaentre los

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dedos;sehabíandesvanecidosindejarmáspruebasdesuexistenciaqueelrecuerdo.Yellasehabíaquedadosola.SolaenunContinenteenguerra,llenodetraicionesypenurias.Yanohabríamásrelámpagosdeluzensuvida.

Dunalaencontróunratodespués,llorandoconlacaraenterradaensusmanos,arrodillada en mitad de la llanura que rodeaba el castillo y bajo la incesantetormenta.Comounreciénnacido, sedejóabrazaryconsolar.Comosi laspalabraspudieranhaceralgo,selamentó.

¿Volveríaaverlo?¿Seatreveríaaregresaryapedirledisculpas?¿Cuándo?Ellobohabíavueltoacazar.EstavezhabíasidoLaugarddeSiolquienhabíaperdidosuLuz,susganasdevivir,pero¿ysilasiguienteeraella?Sabíaqueelúnicomotivoporelquesehabíamarchadoeraparanoponerlaenpeligro,peroseguíadoliendolomismo.

Sin sabermuybiencómosucedió, variosdíasdespués sedescubrióenel reinoque la vionacerpara ser coronadaante supueblo.LaReina sinPoesía fue comomuchos la llamaron. La ReinaCuervo, otros, pues durante la ceremonia,Wilhelmdescendió desde las alturas, se posó sobre el trono y graznó con fuerza. Comootorgándolesubeneplácito.

Desdeesedía,nosevolvióaseparardesusobrina.

Echóunvistazoasuderechayacariciólajauladeoroqueconteníaalaoscuraave. La impotencia y el desconsuelo le hicieron derramar un par de lágrimas quealguien se apresuró a secar de su rostro. Lysell levantó los ojos, aturdida, y seencontróconlacálidaysinceramiradadeMarco,queamagóunasonrisa.Ellaasintiópara hacerle saber que estaba bien y volvió a mirar al frente al tiempo que susmejillassesonrojabanlevemente.

Marco, por su parte, bajó lamirada hacia sus lustrosas botas y le ordenó a sucorazónquedejaradepalpitartanfuerte.Comosifueraahacerlecaso…

Llevaba la mano herida vendada y el mismo traje oficial que el resto de suscompañerossentomentalistas.InclusoTail,acomodadoenunasillademaderayconcierta inquietud en sus ojos, contemplaba el panorama con una leve sonrisa. Novolveríaaserelmismo,leshabíaadvertidoZennion,aunquealmenospodíahablarycadavezlograbamantenersedespiertomástiempo.NocomoelMarqués.

Laugardnoreaccionóanteningúnestímulo.Parecíamuertoenvida.ElataquequehabíasufridoTailnoeracomparablealdeaquelhombre.Elúnicosonidoquelograbaarrancarde sus resecos labios eraun continuado lamentoqueparecíanotener fin. Su manipuladora labia se había apagado. Su mirada inquieta se habíavueltovidriosa.

ElMarquésquetodosconocíansehabíaperdidoparasiempre.Con todo, lo llevaron de vuelta a Bereth y allí permaneció atendido por

sanadores y sentomentalistas. Cuando Lysell explicó lo que le había sucedido,

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cuando les habló de la Luz y de la verdad sobre el lobo de Vekka, perdieron lasúltimasesperanzasderecuperarlo.

YconellolaposibilidaddevolveraotorgarsuformahumanaalreydeCaravás,ahorafelino…

El gato dio una vuelta sobre las rodillas delMarqués, cuya silla se encontrabajuntoaladeTail,yvolvióarepanchigarseindiferentealosacontecimientos.Soltóunmaullidoysequedódormido.

HenrylediouncodazoaMorganyseñalóalanimal.Encuantocomprobóquesuamigoestabaprestandoatención,seconcentróychasqueólosdedos.Elgatoalzólasorejas, abrió los ojos y pegó un brinco antes de salir huyendo lejos de allí ante eldesconciertodetodos.

EljovensevolviópararecibirlosaplausosdesusamigoscuandosetopóconlairacundamiradadeZennion.Nohizo faltamásparaquesupieraquevolvíaaestarcastigado.Genial.

Unosmetrospordetrás,Clotopusolosojosenblancoyseaguantólarisa.TuliusdormíasobresuregazomientrasGiacomoyEttorelaescoltabancadaunoaunlado.Lostressonreían,vestidosconsusmejoresgalas.Todoolvidado.Todoperdonado.

LamáscaradelFlautistabrillabacomonunca,ocultandosudeformidad,peronolaslágrimasquedevezencuandoencontrabansucaminohastasuafiladabarbilla…

LasMaldicionesnohabíandesaparecidoconlasMusas.Almenosnolasqueyaestaban en marcha. Los reinos cuyos soberanos habían destruido sus Poesíassiguieron encantados, aletargados,marchitos. Sin embargo, como leprometieronaAdhárelalcerrarelpacto,losniñosqueelFlautistahabíamantenidoprotegidosensucuevaquedaronlibres.

El tiempo no había pasado por ellos.Muchachos que se encontraron con unarealidad que desconocían: padres muertos años atrás, casas que habían sidoderruidas, hermanos a los que no reconocían… Muchos descubrieron que noquedabanadiequecelebrasesuregreso.

EncuantoalossentomentalistasquehabíanparticipadodurantelaguerraenelbandodeManseralda,lesocurriócomoalrestodelosaldeanosyaldeanascuyoreyo reina habían roto la principal regla de las Musas. Poco a poco fueronconvirtiéndoseenalmasenpenaquevagabanporelContinentesinpoderrecordarsupasadonidisfrutarsufuturo.

Ni siquiera cuando se marcharon pudieron jugar limpio, meditó Cloto conlástima.

Almenosaellostresleshabíandadotodounciclolunarparacerrarsusasuntospendientesydespedirse.

Ytodograciasaunpríncipevaliente…

Adhárel pronunció el «Sí, quiero»y atrajo aDunahacia sí para darle un beso.

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Cuando se separaron, los invitados estallaron en vítores de alegría. El rey fue agirarseparasaludar,peroDunaloagarrócondecisiónyvolvióajuntarsuslabiosconlossuyosenunbesomáslargoyapasionado.

El público comenzó a aplaudir emocionado al tiempo que los trovadores yjuglares daban rienda suelta a sus melodías. Levantando los bajos de su delicadovestido blanco, Duna descendió los escalones del altar agarrada con decisión delbrazodeAdhárel.

AyaylareinaAriadnelessalieronalpasoparaabrazarlosybesarlos.Losreciéncasados respondieron con entusiasmo a todos los comentarios y saludaron con lamano a los más alejados mientras recorrían el largo pasillo hasta el portón delsantuario.

CuandoDunapasó junto aGiacomo, sedetuvounos instantes.Lo agarróde lamanoyselaacaricióconfuerza.Bajolamáscara,ambasmiradasseencontraron.Nohicieronfaltapalabrasparatransmitiraquellossentimientos.Después,lentamente,ladejómarchar.Trasellos,lacorteenterasepusoenmarcha.

Enel exterior, un centenardeberethianos se agolpabanen laplazay las callescircundantesgritandosalvasyfelicitaciones.AdhárelatrajohaciasíaDunaylediootrobesojuntoalaoreja.

—Lologramos—dijoenunsusurro,sindejardesaludar.—Lo logramos—respondió Duna con un nudo en el estómago y las lágrimas

amenazandocondesbordarsedefelicidad.Frenteaellos,varioscarruajesdecaballosaguardabanpara llevarlosaellosya

los invitados al palacio, donde proseguiría la celebración. Adhárel y Duna semetieronenelprimero,elmásespléndidodetodos,ysepusieronenmarcha.

—Lysell…—La voz de la vieja Cloto se escurrió entre los invitados hasta lamuchacha,quesevolvióconlajauladeoroentrelasmanos.

—¿Me habéis llamado?—preguntó, algo intimidada por la anciana. Tulius seencontrabaasulado,agarradodelafaldadesuvestido.

—Sí,querida.¿Teimportasicompartimoscarruaje?Lamuchachamiróalosdosguardiasquelaescoltabancomosusombradentroy

fueradeSalmatydespuésasintió,intentandomostrarsecortés.Unavezdentrodeunodelosvehículosyconeltraqueteodelasruedasdefondo,

laMusasemetiólamanoentrelosplieguesdesuvestidomarrónysacóunabolsadetela doblada. Bajo la atenta mirada de Lysell y Tulius, fue abriéndola hasta queadquirióuntamañoconsiderable.Lajovenmiróelsacoconpreocupación.

—Tranquila,noestoypensandoenencerrartedentro,siesesoloquetepreocupa—bromeóellaalversugesto.

Lysell se puso colorada y desvió los ojos hacia la estrecha calle por la que

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circulaban.Mientrastanto,Clotometiólamanoenlabolsa,aparentementevacía,ycomenzóarevolverensuinterior.

—Juraría que estaba por aquí…—mascullaba cuandono semordía el labio—.Siempreguardolascosasyluego…¡Ah!¡Aquíestá!

Con una sonrisa triunfal sacó una bola de lana de un color marrón de lo máscorriente.Lysellcreyóquesehabíavueltoloca.

—Estoqueteentregovalemásquecualquiertesoroquehayasvistojamás.Másque todas las coronas y joyas de los reyes del Continente juntas. Guárdalo concuidado—leadvirtiólamujerconseriedad.

—Es…lana—seatrevióareplicarella.—¡Yaséqueeslana!—leespetóella,ofendida—.Peronounalanacualquiera.

Fue un regalo de un viejo amigo—explicó tras un suspiro—.Delmismo quemeregalóestesacotanútil.Laprendaquetejasconestalana,queridaniña,serácapazdedeshacercualquierhechizoquerecaigasobrelapersonaqueselapruebe.

Lyselldiounrespingoysevolvióhaciaelcuervonegro,queobservabalaescenaensilencioentrelosbarrotesdorados.

—¿Podría…?Laancianaasintióconunasonrisa.—Pero todoenestavida tieneunprecioyestonoserámenos.—Se inclinóun

pocohaciadelanteyprosiguió—.Mientras lo tejas, nopodráspronunciaruna solapalabra. Desde el momento en que des la primera puntada y hasta el día en quetermines la chaqueta, no podrás comunicarte con nadie, ni asentir ni negar ensilencio,nipodrásreírteniesbozarunasonrisa.Ytampocopodrásadvertiranadiedeloquevasahacer.Siincumplesalgunadeestasreglas,sumagianosurtiráefecto.

—¿Necesitotejer…ensilencio?—Enabsolutosilencio,asíes.Unasolapalabra,querida,ytusesfuerzoshabrán

sidoenbalde.—Pero…—Hemosllegado—seescuchólavozdelcochero.Clotoguardódenuevoelsacoensuvestidoysedispusoaabandonarelcarruaje.—De tidepende intentarloono.Megustaríaque fueramássencillo,perohace

tiempoqueesascosasdejarondedependerdemí.Conunguiñofueasalir,perolaniñalaagarródelbrazo.—¿Es cierto…?—Respiró hondo y lo intentó de nuevo—. ¿Es cierto que vos

mandasteisquemehechizaran?—Sí—respondiólamujer—.Asíes.Yestoyseguradequetudonteserámuy

útildurantetulargoreinado,LysselD’Artenaz.Yestavez sí, lamuchacha sequedó sola enel compartimentoconelovillode

lanaenunamanoylajauladeoroenlaotra.

LosviolinescomenzaronasonarcuandoDunayAdhárelentraronenlapistade

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baile.Delbrazodelrey, la jovenseacercóalcentrode lasalaydespuéssecolocófrente a él. Un cosquilleo la embargaba por dentro. Los nervios, la emoción, unrepentino pánico escénico. No sabía lo que era, pero con todo, no podía dejar desonreír.

Adhárel alzó sumano y ella la agarró con delicadeza antes de sentir cómo laacercabaaélporlacintura.Entraronlasarpasyelpianoyelloscomenzaronagirarlentamente.Lamúsica se extendió por toda la sala y los envolvió con sumelodía,haciéndolesolvidarcuantohabíaasualrededor.

Losojosdeellapuestosenlosdeél.Larespiracióndeélacompasadaaladeella.Dieron una vuelta y sus rostros volvieron a encontrarse. Ambos tranquilos,sonrientes,felices.Violasyviolonchelostronaroncondecisión,coronandoescalasyarpegios.

YentoncesDunalorecordó.—Estafue…—susurró.—Lapiezaquesonódurantenuestroprimerbaile—terminóél,sonriendo.—¿Cómo…?—¿Cómohehechoparaquelatocarandenuevo?—sugirióél,altiempoquela

reinaAriadneentrabaenlapistaacompañadadeHerediasySírgericdeCinthia—.¿Ocómoesquelaherecordado?

Dunanosabíaquédecir.Elgestohabíasidotanperfecto,tandulceeinesperadoquenopudocontenerpormástiempolaslágrimas.

—¿Todavía no entiendes lo mucho que me importas? —le preguntó el rey,atrayéndola hacia sí y apoyándola contra su pecho—. ¿Qué más necesitas paracomprender que no podría vivir sin ti, que te amo con locura?—Respiró hondo yañadió—:Sientomicomportamientodurantelosúltimosmeses,yo…

Pero ella no le dejó continuar. Colocó un dedo sobre sus labios y negósuavemente.

—Hagamoscomositodoesonohubierasidomásqueunsueño;unahistoriamásquecontaranuestroshijos.Almenosporestanoche.

Adhárelsonrió,complacido.—Elcuentodeunadesvalidadoncellaalgo testarudaydeunvalerosopríncipe

dragón.Dunasoltóunasuaverisa.—Metemoquetehasconfundidodehistoria—replicóellaconbravuconería—.

Enmi cuento ella es hermosay diestra con la espaday él…bueno, él es unpocoquejica.

—¿Ah,sí?—preguntóélenvozbaja.—Ahá.—Batiólaspestañasconcoqueteríayañadió—:Estáenloslibros.Puedes

comprobarlo.Adhárel sedetuvoenmitadde lapistadebaile, indiferentea lamúsicaya los

invitados,yacercósurostroaldeellaparadarleunnuevobeso.

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—Entoncessupongoqueserácierto.SinlaamenazadelasMusascerniéndosemássobreellosseatrevieronapensar

que,porfin,susdestinoserancompletamentesuyos.Unosdestinosque,porelmomento,guardaríanensuscorazonesparasentirse,al

menosduranteunanoche,felicesparasiempre.

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Epílogo

Lysell abandonó la sala del trono seguidapor toda la corte deSalmat y se dirigió,comocadamañana,alhermoso jardín interiordelcastillo.Allí,en loaltodelárbolbajoelquehabíasidoenterradasumadre,sesentabadíatrasdíaparaconfeccionarunasencillachaquetitaconelovillodelanaqueClotolehabíaentregadoenlabodadeDunayAdhárel.

El resto de la corte se desperdigópor la hierba, algunos con instrumentos paraamenizarlaveladayotrosconlibros,costurasolienzos.Elárbolerasoloparaella.Además,¿quiénesdetodosellosseatreveríanasubirasusramas?Lamásjovendesusacompañantesledoblabalaedad.

La muchacha dejó la jaula dorada con el cuervo a los pies de la planta, seremangóelvestidoy sin ayudadenadie escaló igualquehacía cuandovivía enelcampamento.Unavezquealcanzósuramapreferida,sacótodoslosbártulosdelabory prosiguió con la extenuante tarea, indiferente a las miradas de soslayo de suscortesanos.

Llevaba tres semanas sin pronunciar palabra, tiempo este durante el cual loscortesanos creyeron que había perdido la cabeza.Mal de amores, decían unos. Eltraumade lovivido, argüíanotros.Pronto laspalabrasde lástimaydeconsuelo sevolvieronmuchomásmezquinas y peligrosas. Susurradas en los pasillos o cuandoellaabandonabaunahabitación,loscomentarioserancadavezmáshirientes.Comosi,pornocontestar,tampocopudieraoírlos.

Peroellatampocopodíahacernadapordefenderse.Apesardehaberescogidoaconciencia elmomentomás adecuadopara comenzar la labor, parecíaque si no sedaba prisa pronto los cuchicheos y murmullos terminarían ahogándola o, peor,empujándolafueradeltrono.

Enaquel tiempo, la lanaencantadasehabíaconvertidoensuúnicaamiga.ConellacompartíatodossusrecuerdosrelacionadosconVekka,consuviajeatravésdelContinente, con los furtivos y escasos besos que había compartido con elmuchacho…oconlasmiradascómplicesquehabíadescubiertoenMarcolasúltimasvecesquelahabíavisitadoenSalmat.

Aquella telay las agujas fueron tambiénconfidentesde supenay rabiapornohaberestadoahíparadefenderasumadredesushermanasoporhaberpermanecidotanto tiempo engañada, oculta sin ella saberlo en lo más profundo del bosque deCélinor.

Perotodoaquellohabíaquedadoatrás.Porfinestabaallí,devueltaensureinoypronto terminaríadecoser aquella chaquetapara su tío.Unamangamás, se decía.Unamangamásymividaseráalgomenossolitaria.

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Por eso apreciaba tanto las visitas de sus amigos deBereth.En especial las deMarco,puesdenadaservíanegarquesoloconél llegabaaencontrarse tanagustocomolohizoensumomentoconVekka.

Vekka… Su nombre seguía doliendo como los pinchazos de una zarza. ¿Quéhabríasidodeél?¿Seguiríavivo?¿Estaríaescondidoen lasmontañasopasaría lasnoches en posadas? Un suspiro silencioso se escapó de sus labios antes de dar lasiguientepuntada.

Aquellaeralasegundavezquelointentaba,pueslaprimera,cuandoacababadecomenzar,serióenvozaltaduranteunacomidaysupoquedenadahabríaservidoseguir.Peroestavezestabaconvencidadequelolograría.

Variashorasmástardecomenzaronarepiquetearenlacopadelárbollasprimerasgotas de lluvia. Con parsimonia, guardó todo de nuevo y dobló la chaqueta conesmeroantesdedescenderdevueltaaljardín.

Loscortesanoscorríandeunladoparaotrogritandocomoniñosyriéndoseconhisterismo.Lysellpuso losojosenblancoe intentóesconder lapunzadadeenvidiaquesentía.RecogiólajauladeWilhelmyacaricióelpicoalaveantesdealejarsedelárbol. Cuando estuvo a una distancia prudencial, se diomedia vuelta, como hacíasiempre,ylanzóunbesoconlamano.Sabíaquesumadreestaríaallípararecibirlo.

Apretólachaquetitaamedioterminarcontraelpechoycerrólosojos.Pronto,serepitióconelentusiasmorenovado.Muypronto…

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Agradecimientos

HanpasadomásdecincoañosdesdequeCuentosdeBerethcomenzóagestarseenmi cabeza. Durante todo este tiempo, amigos y familiares, libros y películas,melodías y versos han ido entretejiendo, sin yo darme cuenta, los detalles de estatrilogíaqueconcluyeconestelibro.

Dicen que es mucho más complicado cerrar una historia que abrirla. Esabsolutamentecierto.Porelloquierodarlasgraciasaunaseriedepersonasquehanestadoamiladoentodomomentodurantemiluchapersonalporconcluirestecuentoquenuncadejarádepalpitarconfuerzaenmicorazón.

ACarlota.Comosiempre,porprácticamentetodo.Porlashorasdesueñoqueteherobadoparacorregir,porlamaravillosaPoesíadeAdhárelquehascompuesto,pormostrarme la luz cuandonoveíamás que oscuridad.Por esas clases deHistoria yArquitectura rápidas que tan bien le han venido al libro. Por obligarme a noconformarme con cualquier cosa y a intentarmejorar,mejorar ymejorar. Por estarsiempreahí.Estecuentoesparati,yalosabes.

Al equipo de Versátil y en particular a Irene, por estos tres años de trabajo ydedicación.Por todosvuestrosconsejose ilusión.Porquesihe llegadoaponerleelpunto y final a esta aventura ha sido, en buena parte, gracias a queme disteis laoportunidaddecomenzarla.Nuncaosolvidaré.

Amifamilia,porapoyarmeyrecordarmeunayotravezqueestonoesmásqueel comienzo de un largo camino. Por ese inolvidable e inspirador viaje por loscastillosdelLoiraquetanbienmevinoparamoldearconmásdetalleelContinente.Gracias,papá,mamáyMarta.

AKeko,Leara,MaríaJoséyPablo,porhaberosdejadoembaucarparaquefueraismis «lectores-esclavos» y sufrierais conmigo las correcciones de los primerosborradores.Esperoque,auncontodo,hayáisdisfrutadolanovela.

Atodosmislectores,queenloscorreos,mensajesenlasredessociales,firmasdelibrosypresentacionesestáissiempreapoyándomeyotorgándomelosánimosquemefaltan.Todoestesueñonoseríaniremotamenteparecidosinvosotros.Gracias.

Amisblogueros favoritos, porquehace tiempoquedejéde considerarosmeroscríticosparallamarosamigos.Gracias.

Yahorasí:colorín,colorado…

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JAVIER RUESCAS (Madrid, 1987). Javier Ruescas Sanchez nació en Madrid en1987 y es Licenciado en Periodismo. Su carácter abierto y dinámico, suprofesionalidadyaficiónporlalectura,lehanconvertidoenunodelosjóvenesmásconocidosdelared.Compaginalaescrituraconeltrabajoeditorialylacreacióndepáginasweb.

Hasta el momento ha publicado la trilogía Cuentos de Bereth (Editorial Versátil),TempusFugit.LadronesdeAlmas(Alfaguara),PLAY,SHOWyLIVE(Montena)yPulsaciones, coescrita con Francesc Miralles (SM), y varios relatos en diferentesantologías.TantosunovelaPLAYcomoPulsacioneshansidoseleccionadasentrelasmejores novelas juveniles de 2012 y 2013, respectivamente, según los expertos enBabelia(ElPaís).

Además,Ruescaseseditoryhaparticipadoennumerosasponencias,charlasymesasredondas internacionales sobre las nuevas tecnologías, los jóvenes autores y lasituacióndelaliteraturajuvenilenEspaña.

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