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La Gran RevolucióN De Octubre Y Los Intelectuales Páginas de la historia de la incorporación de los intelectuales de la época zarista a la construcción del socialismo 5 INTRODUCCIÓN p Los intelectuales y la revolución... Sin duda alguna, este fue uno de los problemas sociales planteados por la Gran Revolución Socialista de Octubre que despertó singular interés en todo el mundo, promovió una gran polémica y dio motivo a no pocos juicios erróneos y falseamientos de la realidad. p En la vertiente de los siglos XIX y XX el capitalismo entró en su edad postrera: en la fase imperialista de desarrollo. Acercábase la época de las conmociones revolucionarias. En Rusia, donde maduraban con particular rapidez las premisas de la revolución, el proletariado debería asumir el cumplimiento de la más revolucionaria de las tareas del movimiento obrero internacional de aquellos tiempos: desbrozar el camino del socialismo. p En las filas del partido fundado por V. I. Lenin, intelectuales que figuraban entre los más eruditos de la época llevaban a cabo una amplia agitación política entre los obreros, encauzaban la acción de los trabajadores por la vía revolucionaria y ayudaban a las masas obreras a conocer la teoría marxista, a pertrecharse con la ideología clasista proletaria. p Lenin, genial pensador, estratega y táctico de la revolución, llevó tras él no sólo a los obreros avanzados, sino también a intelectuales de espíritu progresista que hicieron suya la ideología de la clase obrera y se convirtieron en revolucionarios profesionales. p No menos importante es el aspecto doctrinal de la cuestión. Por los clásicos del marxismo-leninismo se postuló y fundamentó ampliamente la tesis según la cual la clase obrera, sólo con sus propias fuerzas y hallándose en las condiciones de opresión económica y espiritual, no puede crear la conciencia socialista. La doctrina del socialismo debe llevarla al movimiento obrero su vanguardia, el partido marxista, al que, junto con los obreros avanzados, se incorporan personas instruidas de las clases pudientes, los intelectuales que han abrazado la causa del 6 proletariado. Por tanto, es lógico que la mejor parte de la intelectualidad no vaya “cerca” del ejército revolucionario del

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La Gran RevolucióN De Octubre Y Los Intelectuales   Páginas de la historia de la incorporación de los intelectuales de la época zarista a la construcción del socialismo

5 INTRODUCCIÓN  

p Los intelectuales y la revolución... Sin duda alguna, este fue uno de los problemas sociales planteados por la Gran Revolución Socialista de Octubre que despertó singular interés en todo el mundo, promovió una gran polémica y dio motivo a no pocos juicios erróneos y falseamientos de la realidad.

p En la vertiente de los siglos XIX y XX el capitalismo entró en su edad postrera: en la fase imperialista de desarrollo. Acercábase la época de las conmociones revolucionarias. En Rusia, donde maduraban con particular rapidez las premisas de la revolución, el proletariado debería asumir el cumplimiento de la más revolucionaria de las tareas del movimiento obrero internacional de aquellos tiempos: desbrozar el camino del socialismo.

p En las filas del partido fundado por V. I. Lenin, intelectuales que figuraban entre los más eruditos de la época llevaban a cabo una amplia agitación política entre los obreros, encauzaban la acción de los trabajadores por la vía revolucionaria y ayudaban a las masas obreras a conocer la teoría marxista, a pertrecharse con la ideología clasista proletaria.

p Lenin, genial pensador, estratega y táctico de la revolución, llevó tras él no sólo a los obreros avanzados, sino también a intelectuales de espíritu progresista que hicieron suya la ideología de la clase obrera y se convirtieron en revolucionarios profesionales.

p No menos importante es el aspecto doctrinal de la cuestión. Por los clásicos del marxismo-leninismo se postuló y fundamentó ampliamente la tesis según la cual la clase obrera, sólo con sus propias fuerzas y hallándose en las condiciones de opresión económica y espiritual, no puede crear la conciencia socialista. La doctrina del socialismo debe llevarla al movimiento obrero su vanguardia, el partido marxista, al que, junto con los obreros avanzados, se incorporan personas instruidas de las clases pudientes, los intelectuales que han abrazado la causa del 6 proletariado. Por tanto, es lógico que la mejor parte de la intelectualidad no vaya “cerca” del ejército revolucionario del proletariado, sino que enraice en él, marchando en sus primeras filas.

p Lenin hizo hincapié en la misión que correspondía desempeñar a los intelectuales revolucionarios también durante el período en que el joven Estado soviético, nacido de la revolución, emprendía la restructuración socialista de la sociedad. En el propio Gobierno soviético, presidido por V. I. Lenin, trabajó una pléyade de notables revolucionarios, dirigentes políticos y estadistas, que abordaron desde auténticas posiciones científicas la solución de los complejísimos problemas concernientes a la reorganización revolucionaria de la vida en la Rusia Soviética. El partido construía el nuevo Estado apoyándose, según la expresión de V. I. Lenin, en un material humano "de una calidad realmente moderna”, en "lo que haya de verdaderamente mejor en nuestro régimen social”. Aquí Lenin incluía, en primer lugar, a los obreros avanzados, a los que "atraía la lucha por el socialismo”, y, en segundo lugar, a "los elementos realmente instruidos”, "los elementos con conocimientos, educación, instrucción"  [6•1 .

p En el informe dedicado al centenario del nacimiento de V. I. Lenin, el Secretario General del CC del PCUS, L. I. Brézhnev, dijo: "En aquella Rusia descompuesta y removida de cabo a rabo por la guerra y la revolución, en aquella complejísima trama de tendencias socioeconómicas y fuerzas políticas y de concepciones y estados de ánimo contradictorios, hacía falta una mente que penetrase hasta lo más profundo, un gran caudal de conocimientos y un audaz vuelo del pensamiento para poder mantener una clara orientación, descubrir y presentar en irreprochable forma teórica las líneas fundamentales del movimiento hacia el socialismo. Esto lo hizo Lenin"  [6•2 .

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p El autor de este libro no se propone analizar detalladamente el papel jugado por el sector de la intelectualidad que luchó contra la autocracia militando en el Partido Bolchevique, que, en unión del proletariado, hizo la Gran Revolución Socialista de Octubre y construyó el socialismo. En la obra que ofrecemos al lector se fija la atención en otro problema: en la actitud del Partido Comunista y del Estado soviético hacia la 7 intelectualidad de la época zarista, intelectualidad que el régimen burgués-terrateniente dejó al País del Socialismo y que después de la revolución siguió viviendo largo tiempo bajo el influjo de las viejas ideas y de la sicología burguesa.

p Para arbitrar soluciones a este problema el Partido Comunista hubo de avanzar por sendas inexploradas, ya que debía buscar respuesta a cuestiones que nunca ni por nadie fueron planteadas.

p Lenin, el dirigente y teórico del partido, veía en la incorporación de los intelectuales burgueses a la construcción de la nueva sociedad una de las condiciones indispensables para la victoria del socialismo. Por él se formularon los principios esenciales de la línea de conducta que se debía observar con ellos. De estos principios, los más importantes eran: atraer a la construcción del socialismo a todos los intelectuales, cualesquiera que fuesen sus ideas políticas; controlar su actividad; estudio de los obreros y campesinos con el concurso de los especialistas burgueses, y reducación de los intelectuales en el espíritu socialista. "Es imposible expulsar y exterminar a los intelectuales burgueses —decia Lenin—; lo que se debe hacer es vencerlos, transformarlos, refundirlos, reducarlos..."  [7•3 

p Cuando en octubre de 1917 el proletariado de Rusia se convirtió en la clase gobernante no contaba con el número suficiente de especialistas que le ayudaran a llevar el timón del Estado, dirigir la economía nacional y asegurar la defensa del país y el desarrollo de la ciencia y de la cultura. En aquellos días los enemigos del bolchevismo declaraban que había sido una locura lanzarse a la conquista del poder por el proletariado sin disponer de los intelectuales propios que hacían falta. Mas la experiencia histórica del País de los Soviets refutó tales afirmaciones. La clase obrera de Rusia tomó la única decisión justa: se adueñó del poder sin esperar a que se formara una intelectualidad nueva, socialista.

p El socialismo llevó por primera vez a la práctica el sistema de dirección planificada de la vida social.

p En los primeros años de existencia del Poder soviético, el partido se planteó la tarea de formar una nueva intelectualidad, tarea que fue cumpliéndose paso a paso. Sin embargo, la preparación de nuevos intelectuales es un proceso muy complejo, que requiere largos años de trabajo y enormes gastos. Mas la joven república no tenía entonces a su disposición reservas para esta obra. De ahí que en los albores del Estado 8 soviético adquiriese singular importancia atraer a los intelectuales de la época zarista a la colaboración con el Poder soviético.

p “No podremos organizar el poder —señaló V. I. Lenin— si no se aprovecha esa herencia de la cultura capitalista que es la intelectualidad"  [8•4 . Para formar .el aparato del Estado y un ejército regular, restablecer y desarrollar la economía del país y elevar el nivel cultural de las masas populares eran precisos numerosos especialistas en todas las esferas de la economía, de la ciencia, de la técnica y del arte militar. Y aunque los intelectuales burgueses no comprendieron ni aceptaron en su mayoría la Revolución de Octubre, y después desconfiaron de los planes del Partido Comunista orientados hacia la transformación radical del país, no era posible prescindir de ellos. En esto estribaba una de las peculiaridades dialécticas del proceso de formación de la sociedad socialista en Rusia.

p Lenin tuvo que encabezar y sostener una porfiada lucha de principios contra los elementos oportunistas dentro del partido, que negaban la necesidad vital de utilizar a los intelectuales burgueses. Dedicó muchas energías y tiempo para que el partido adoptara como línea general la única concepción justa: la de que la intelectualidad es un elemento social sin el que no es posible construir el socialismo.

p Debe hablarse también de la inmensa influencia de la personalidad de Lenin sobre los

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intelectuales como dirigente político, como corifeo de la ciencia y como intelectual en todo el sentido de esta palabra. Su extraordinario bagaje de conocimientos, su profunda erudición, su tacto político a! zanjar muchos problemas “sutiles” y su conocimiento a fondo de los caminos y las encrucijadas de la intelectualidad rusa contribuyeron en buena medida a granjearle la simpatía de las personas cultas de la vieja sociedad.

p El Partido Comunista y los organismos de los Soviets, económicos y militares dispensaron primordial atención a la tarea de incorporar a los intelectuales a la obra de la construcción del socialismo. Sería difícil mencionar un congreso del partido, de los sindicatos o de los Soviets celebrado en los primeros años del Poder soviético donde no se tratara en una u otra forma de la política de la clase obrera respecto a los intelectuales burgueses y de las vías y los métodos para inclinarles a participar en la edificación socialista y en la defensa del país. Del gran alcance que tenía este problema para 9 el naciente Estado soviético puede juzgarse sabiendo que el VIII Congreso del PC (b) de Rusia  [9•5  reunido en marzo de 1919. que aprobó el segundo programa del partido (las tareas del primero habían quedado cumplidas al triunfar la revolución), dedicó especialmente un apartado del programa al tema de los especialistas burgueses.

p A la par con la labor encaminada a incorporar y reducar a los intelectuales burgueses, el partido trabajó con gran celo para preparar especialistas entre los obreros y campesinos. No obstante, los intelectuales del viejo régimen seguían desempeñando un importantísimo papel en la vida económica y cultural del país. Lenin escribió: "Como cualquiera otra clase de la sociedad moderna, el proletariado no sólo forma su propia intelectualidad, sino que, además, conquista partidarios entre toda la gente culta"  [9•6 .

p El partido y la clase obrera tuvieron que realizar un gran trabajo para asegurar que la parte más cualificada de la intelectualidad burguesa colaborase en la construcción del socialismo. En esta obra fueron logrados grandes éxitos, pero también hubo que lamentar serios reveses. Apoyándose en los aciertos y subsanando los errores, el Partido Comunista pudo establecer relaciones correctas entre la clase obrera y los intelectuales. La historia muestra que cualquier país que emprende la vía de desarrollo socialista tropieza inevitablemente con el problema de la utilización de los intelectuales burgueses y de la formación de nuevos especialistas entre los obreros y campesinos. Por ello, la experiencia del Estado soviético ha sido aprovechada por otros países socialistas, pero sin olvidar sus respectivas peculiaridades nacionales e históricas.

p Esta experiencia de la Unión Soviética y de otros países socialistas acredita que sólo marchando decididamente por la senda de Lenin pueden los partidos comunistas y obreros asegurar el anudamiento de buenas relaciones entre la clase obrera, su partido y los intelectuales, así como la participación activa de éstos en la magna empresa de crear la nueva sociedad.

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p Hoy día la intelectualidad soviética constituye una gran fuerza integrada por treinta y tres millones de trabajadores de la ciencia, la técnica y la cultura. El número de intelectuales sigue creciendo con rapidez, en particular la intelectualidad científica y técnica, que aventaja en su ritmo de desarrollo a otros grupos sociales. Este proceso es lógico. Lo suscita el progreso científico-técnico y la propia política del partido, que refleja cabalmente las necesidades objetivas del desarrollo de la sociedad socialista.

p En el curso de la transformación socialista del país se moldeó una intelectualidad de nuevo tipo, que se diferencia radicalmente de la intelectualidad burguesa. Obreros y campesinos escalaron las cumbres del saber y se convirtieron en científicos, ingenieros, agrónomos, maestros, médicos, artistas, administradores y jefes del Ejército Soviético. Los sociólogos burgueses, obsesionados por falsear la realidad socialista, dicen que en la URSS los intelectuales forman una "élite”, la "parte pensante" especial de la sociedad, una especie de "burguesía estatal" que cierra las puertas de su morada a la gente del pueblo. A este propósito citaremos un solo ejemplo, pero muy elocuente. En la fábrica de motores de turbina de los Urales se hizo una encuesta entre más de 1.100 ingenieros y

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técnicos medios. Resultó que el 44,4% de ellos eran de origen obrero; el 25,6%, procedían de campesinos; el 24,3%. de empleados, y sólo el 5,7% eran hijos de especialistas. Este ejemplo revela toda la inconsistencia de esa faramalla sobre el "espíritu de casta hereditario”, la formación de "élite" y otras patrañas. Los intelectuales soviéticos están entrañados en cuerpo y alma con su pueblo, unidos indisolublemente con él.

p La intelectualidad soviética se distingue de la intelectualidad de la Rusia prerrevolucionaria no sólo por su composición social, sino también por sus características nacionales. En el socialismo todas las nacionalidades que pueblan la URSS han formado su intelectualidad propia.

p La intelectualidad soviética es el reverso de la medalla de la intelectualidad burguesa en el ámbito de su mundo espiritual y a sus concepciones ideopolíticas. Le son inherentes el colectivismo, la acción social y un alto espíritu cívico.

p Además de haber hecho cambiar el semblante social y espiritual de la intelectualidad, el socialismo ha confiado a su iniciativa nuevas tareas creadoras. Erigir la nueva sociedad no sólo supone desarrollar todo lo posible las fuerzas productivas. Requiere también educar a todos los soviéticos en el espíritu del ideario comunista científico. La lucha por esculpir el hombre de raigambre socialista es un aspecto esencial de la múltiple acción 11 de la intelectualidad soviética, en primer término de sus destacamentos en el campo de la literatura y el arte, que ejercen un influjo extraordinario en la vida ideológica y cultural del país.

p Los intelectuales coadyuvan considerablemente a la creación de la base material y técnica del comunismo. Los científicos, ingenieros y técnicos medios forman una poderosa fuerza creativa de la sociedad soviética. En el último tiempo han hecho importantísimos descubrimientos y han alcanzado notables éxitos en las ramas principales de la ciencia y la técnica.

p El análisis objetivo de la suerte corrida por los intelectuales rusos después de la Revolución de Octubre tritura todas las supercherías de los investigadores y publicistas burgueses reaccionarios sobre el “calvario” de la intelectualidad de Rusia, toda la cual, según ellos, rechazó el Poder soviético y luchó contra él, siendo perseguida por los bolcheviques, que obligaron a su mejor parte a abandonar la patria y privaron de los derechos civiles a los intelectuales que se quedaron en ella. Por lo común, a los investigadores burgueses no les interesan las tradiciones democráticas en el ideario de buen número de intelectuales de la época zarista, ni su amor al pueblo y a la patria, ni el poder de atracción de las ideas socialistas sobre la intelectualidad. El hecho de que los intelectuales burgueses colaboraran con el Poder soviético lo atribuyen a un motivo demasiado trivial: a la necesidad de "ganar un pedazo de pan" o al miedo que les infundía el "terror bolchevique".

p Una versión muy extendida es la de que los bolcheviques "obligaron brutalmente" a los intelectuales a ponerse al servicio de sus objetivos políticos. Los historiadores burgueses tratan de hacer creer a los lectores que V. I. Lenin fundamentó cierto "sistema de violencia y coerción" que servía de base a las relaciones entre la clase obrera y los intelectuales  [11•7 .

p Al polemizar con los historiadores burgueses, el autor de este libro cree ver su tarea en el análisis objetivo del proceso de paso de los intelectuales burgueses a las posiciones del Poder soviético, con lo cual quedará demostrada la fragilidad de esa versión.

p Ahora bien, ¿cómo entender este término de “paso”? Ténganse en cuenta que un intelectual podía trabajar en una u 12 otra institución soviética y cumplir concienzudamente la labor encomendada, pero sin dejar de ser por sus convicciones políticas un enemigo del Poder soviético, un "emigrado interior”. Por ello, el paso de cualquier intelectual a las posiciones del socialismo sólo podía considerarse definitivo cuando ese intelectual se convertía en un hombre soviético en su fuero interno. De ahí que el autor haya estimado necesario mostrar por qué caminos fueron llegando los intelectuales burgueses a la comprensión de las ideas socialistas.

p En el presente estudio se fija sobre todo la atención en aquella parte de la intelectualidad que recibió a la Revolución de Octubre enseñando los dientes o que adoptó una actitud neutralista,

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expectante. El libro está dedicado principalmente a exponer la política del Partido Comunista y del Estado soviético con esa parte de intelectuales, los procedimientos que se emplearon para atraerlos a la construcción del socialismo y los resultados a que se llegó. El libro se refiere sobre todo a la intelectualidad rusa, pero debe advertirse que los procesos operados entre los intelectuales de otros pueblos de la Unión Soviética ofrecen gran interés para el historiador y pueden servir de tema a un estudio especial.

Por último, señalemos que este trabajo abarca el período comprendido entre octubre de 1917 y la mitad de la década de 1930, tiempo en que, a la par de darse cima a la construcción de los fundamentos del socialismo, finalizó el paso de los intelectuales a la causa del Poder soviético. Por entonces ya se había creado en la URSS una nueva sociedad, integrada por trabajadores y libre de antagonismos de clase. También se había formado, en lo fundamental, la nueva intelectualidad soviética. Mas en la finalidad de este libro no entra la tarea de explicar el papel y la situción de esta nueva intelectualidad.

* * *  

Notes

 [6•1]   V. I. Lenin. Más vale poco y bueno. O. C., t. 45, págs. 389. 390. 391. (Esta y las demás referencias a los textos citados corresponden a las ediciones en ruso, salvo los casos señalados expresamente. —N. de la Edil.)

 [6•2]   Centenario del nacimiento de V. I. Lenin. Recopilación de documentos. Moscú, 1970, págs. 118–119.

 [7•3]   V. I. Lenin. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo. O. C.. t. 41, pág. 101.

 [8•4]   V. I. Lenin. Informe sobre la posición del proletariado ante la democracia pequeñoburguesa en la reunión de los funcionarios del partido. 27 de noviembre de 1918. O. C., t. 37, pág. 223.

 [9•5]   PC (h) de Rusia: Partido Comunista (bolchevique) de Rusia. Fn 1898 (en el I Congreso) adoptó el nombre de Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), y en 1917 pasó a llamarse Partido Socialdemócrata (bolchevique) de Rusia. Fn el VII Congreso (1918) cambió su nombre por el de Partido Comunista (bolchevique) de Rusia. Con motivo de la formación de la URSS, el XIV Congreso acordó denominarlo Partido Comunista (bolchevique) de la URSS. Por último, en el XIX Congreso tomó su nombre actual: Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).

 [9•6]   V. I. l.enin. r-’l tivenlitrerisino revolucionario. O. C., t. fi. pág. 389.

 [11•7]   L. Shapiro. The Coniuu/ni.st Party of the Soviet Union. N. Y., 1959; W. Chamherlin. Ruasian’s Iron A)>e. Boston, 1934; J. Reshetar. Concite History of the Comnninist Party of the Soviet Union. N. Y., 1960; F. Lówental. Das Komniunistische F.xperiment. Tlieorie itnd Praxis der Marxismus-Lenimsinus. Koln, 1957; O. S. Counts. The Challenge of Soviet F.dncation. N. Y., 1957. y otras obras.

Capítulo 1 LOS INTELECTUALES EN LOS PRIMEROS AÑOS DEL PODER SOVIÉTICO  ACTITUD DE LOS INTELECTUALES HACIA LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE  

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p En la historia de la intelectualidad de Rusia hay muchas páginas heroicas vinculadas a nombres de gloriosos luchadores por la libertad del pueblo.

p A comienzos del siglo XX, cuando Rusia era ya un país capitalista, los intelectuales democráticos habían recorrido un largo camino de lucha política contra el régimen de servidumbre  [13•1  y la autocracia zarista.

p En las condiciones del capitalismo la intelectualidad es heterogénea por su situación de clase y por sus opiniones políticas. La engrosan personas que proceden tanto de las clases explotadoras como de las clases explotadas. En concordancia con esto, la intelectualidad (o más exactamente, sus diversos grupos) expresa las aspiraciones y los intereses sociales de las clases a las que sirve. Lenin escribió que "la intelectualidad se llama precisamente así porque es la que refleja y expresa de modo más consciente, decidido y exacto el desarrollo de los intereses de clase y de grupos políticos en toda la sociedad"  [13•2 .

p La aparición del proletariado en el escenario de la lucha política originó una diferenciación dentro de la intelectualidad. Los intelectuales más revolucionarios fueron uniéndose cada 14 vez más apretadamente con el proletariado. Al mismo tiempo se desarrolló un proceso de consolidación de los sectores burgueses de la intelectualidad, que evolucionaron con rapidez hacia la derecha.

p También se pusieron en movimiento los intelectuales pequeñoburgueses, que se distinguían por su versatilidad política, amorfía de clase y vaguedad de objetivos de lucha. Cuando la revolución va en ascenso, estos intelectuales se sienten capaces de combatir valientemente y pelear en las barricadas. Mas en cuanto se vuelven las tornas, y más aún si viene la derrota, huyen despavoridos y, con frecuencia, van a parar al campo de los enemigos.

p A la par que se formaba la intelectualidad burguesa y pequeñoburguesa, fue configurándose la intelectualidad proletaria, socialdemócrata, que llevó a cabo una inmensa labor de difusión del marxismo entre las masas obreras de Rusia. Esta intelectualidad atraía a su seno las figuras más relevantes de la intelectualidad burguesa y pequeñoburguesa que habían hecho suyo el ideario de la clase obrera y las iniciaba en la práctica de la lucha revolucionaria. Con la intelectualidad socialdemócrata se fundían los obreros revolucionarios más capacitados. El Partido Bolchevique les pertrechaba con el conocimiento de la teoría revolucionaria y les elevaba al nivel de organizadores y dirigentes del movimiento obrero.

p Al preparar a la clase obrera para los combates revolucionarios, V. I. Lenin y el Partido Bolchevique dedicaron gran atención a crear las relaciones más correctas entre el proletariado y los intelectuales. La línea política del partido consistía en aislar a los intelectuales liberal-monárquicos, denunciar su conciliación con el zarismo y su famosa postura "suprapartidaria”. Por supuesto, esto no significaba que el partido se negase a colaborar con los elementos progresistas de la intelectualidad burguesa. Completamente distinta era la actitud de los bolcheviques hacia los intelectuales democráticos. Sin dejar de criticar su volubilidad y sus vacilaciones entre la burguesía y el proletariado, los bolcheviques atraían a los intelectuales demócratas a la acción revolucionaria por las reivindicaciones democráticas generales y el derrocamiento de la autocracia.

p Los acontecimientos de la primera revolución rusa (19051907) demostraron que la intelectualidad democrática, impotente por sí misma, podía ser una fuerza importante en la lucha contra la autocracia siempre que se uniera con las masas trabajadoras bajo la dirección del proletariado. Los intelectuales participaron activamente en los tempestuosos eventos de 1905.

15

p Sin embargo, cuando la primera revolución rusa fue derrotada y en el país se desencadenó la furia de la reacción, muchos intelectuales, sobre todo los de etiqueta liberal, se apresuraron a arrepentirse de sus "pecados revolucionarios”, denigrando por todos los medios la revolución y calumniando a la socialdemocracia.

p No obstante, sería erróneo considerar que la intelectualidad en pleno se había apartado del pueblo

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y traicionado la revolución. Sus mejores hombres, personificados por los intelectuales socialistas, militantes del partido, prosiguieron su incansable labor encaminada a crear las condiciones para un nuevo estallido revolucionario y a preparar a las masas para decisivos combates de clase.

p El periodo de nuevo ascenso revolucionario (1912–1914) también levantó los ánimos entre parte de la intelectualidad. Reanudóse la afluencia de intelectuales al Partido Bolchevique y a otros partidos políticos opuestos a la autocracia zarista. Se celebraron congresos de maestros y de otros grupos de la intelectualidad. Los intelectuales demócratas protestaron airadamente contra la feroz matanza de los obreros huelguistas en el río Lena, de Siberia, en 1912 y la represión de los marineros de la flota del Báltico en 1913. Mas esta reanimación, ligada con el ascenso revolucionario general, quedó interrumpida al estallar la guerra mundial.

p La política belicista de la autocracia contaba con el apoyo de los terratenientes y de las altas capas de la burguesía comercial e industrial. El virus del chovinismo contagió también, por lo menos al comenzar la guerra, a amplios estratos de la burguesía media, de la intelectualidad burguesa y de los profesionales.

p La guerra puso al desnudo toda la podredumbre del régimen autocrático, irremediablemente condenado a desaparecer. Los bolcheviques, dirigidos por Lenin, se pronunciaron desde el primer momento por la derrota del zarismo en la guerra, por la transformación de ésta de guerra imperialista en guerra civil. Las derrotas de las tropas zaristas en la guerra, el desbarajuste económico, el brusco descenso del nivel de vida de los trabajadores y el creciente espíritu revolucionario de las masas influyeron en la radicalización de los intelectuales.

p Sin embargo, en las "altas esferas" de la intelectualidad no se pensaba todavía en el derrocamiento revolucionario del zarismo. V. Stankévich, destacado dirigente del partido de los mencheviques  [15•3 , escribió: "Todos mantenían una actitud 16 definidamente negativa respecto a las posibilidades de la acción popular, por temor a que el movimiento de masas, una vez puesto en marcha, pudiese discurrir por los cauces de la extrema izquierda, creándose así dificultades extraordinarias para conducir la guerra. Incluso la cuestión del paso a un régimen constitucional suscitaba serios temores y el convencimiento de que el nuevo poder no podría evitar rigurosas medidas para mantener el orden e impedir la propaganda derrotista"   [16•4 .

p No obstante, bajo los embates de las masas populares, alentadas por los bolcheviques, en febrero de 1917 se desplomó la monarquía que tenía siglos de existencia. En unos días fue barrida por la revolución. Los intelectuales burgueses se apresuraron a reconocerla y a declarar que era "su revolución".

p En Retrogrado y otras ciudades de Rusia se constituyeron los Soviets de diputados obreros y soldados. En el Soviet de Retrogrado, como en muchos otros, la mayoría de las personas elegidas para integrar su órgano rector —el Comité Ejecutivo— estaba compuesta por representantes de los mencheviques y de la intelectualidad burguesa. En Retrogrado se formó el Gobierno Provisional, presidido por el príncipe Lvov.

p A fin de evitar que siguiera desarrollándose la revolución, asegurar el poder incompartido de la burguesía y continuar la guerra hasta la "victoria final”, algunos portavoces de la intelectualidad burguesa —el abogado Kerenski, los profesores Miliukov, Kishkín y Manúilov, el médico Shingariov, el literato Peshejónov y otros— entraron en el Gobierno Provisional. Se iniciaron los ametrallamientos de manifestantes y las expediciones punitivas contra los trabajadores.

p El derrocamiento de la monarquía y la instauración de la república burguesa correspondía sobre todo a los intereses de los grupos de intelectuales ocupados en la esfera de la producción capitalista y que formaban parte del aparato del Estado.

p La intelectualidad rusa apoyó al Gobierno Provisional en sus acciones. "¡Guerra hasta la victoria final!" Este lema adquirió inmensa popularidad en algunos círculos. Los llamamientos del Gobierno Provisional a guerrear contra los "bárbaros alemanes" 17 y “en aras de la libertad y de la paz eterna"

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indujeron a error a Alexéi Tolstói e incluso Máximo Gorki llegó a creer en ellos. El escritor Vladímir Korolenko se dejó arrastrar por aquellos vientos que corrían entre la intelectualidad rusa y en marzo de 1917 publicó en el periódico Russkie viédomosti un artículo titulado "La patria está en peligro”, en el que exhortaba a la sociedad a estar presta "para los combates, para las batallas, para derramar su sangre y la sangre ajena".

p Mas a las amplias masas trabajadoras no les seducía la perspectiva de pasar de la opresión del zarismo a la opresión de la burguesía y ofrendar su sangre en defensa de los intereses de los señores burgueses. "La peculiaridad del momento actual en Rusia —escribió V. I. Lenin— consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado suficiente de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado"  [17•5 . El país avanzaba inconteniblemente hacia la revolución socialista. Y en cuanto la clase obrera planteó el problema de la revolución socialista y de la dictadura del proletariado como cuestión del día, parte considerable de los intelectuales dieron la espalda al movimiento revolucionario, ya que el objetivo supremo de la intelectualidad no radicaba en implantar en Rusia el poder de la clase obrera, sino crear la república burguesa.

p Los acontecimientos que se produjeron entre febrero y octubre de 1917 confirmaron una vez más que los intelectuales, en su inmensa mayoría, sólo pueden ir en unión con el proletariado cuando la lucha está enfilada hacia la conquista de las libertades democráticas generales. En cambio, en el combate por la revolución socialista la intelectualidad es una aliada nada segura. Esto se reflejó incluso en algunas personas poco firmes que se consideraban “bolcheviques”. En la resolución del VI Congreso del partido (1917), se decía: "El abandono de las filas del partido proletario por los intelectuales, iniciado en 1905, cobró proporciones masivas después de la Revolución de Febrero, cuando el contenido de clase de la acción de nuestro partido hizo inevitable que los elementos no proletarios definieran su actitud hacia él"  [17•6 .

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p La Gran Revolución Socialista de Octubre, realizada en la noche del 24 al 25 de octubre de 1917  [18•7 , conmocionó todo el país, hizo germinar los procesos sociales más profundos y envolvió en su torbellino a todas las clases y capas de la sociedad. En tanto que las clases adoptaron una actitud clara hacia la revolución socialista, la intelectualidad, capa social intermedia, no lo hizo así. La intelectualidad, que por su origen, relaciones laborales y otros vínculos estaba ligada con otras clases, entre ellas clases contrapuestas, constituía por su fisonomía política un grupo muy abigarrado y heterogéneo. Del intelectual ruso eran característicos, en grado considerable, el eclecticismo ideológico, la poca firmeza de principios y la vaguedad de ideales sociales.

p El factor clasista (el origen y la situación social) no era siempre lo determinante en la postura adoptada por uno u otro intelectual ante la revolución. La historia de la intelectualidad rusa de aquel tiempo conoce situaciones tan paradójicas que no siempre cabe enjuiciarla con los criterios corrientes. Por ejemplo, el barón von Taube, que era general, mandó en Siberia tropas soviéticas y murió en una prisión de Kolchak, y, por el contrario, Kornílov, hijo de un escribiente militar y de una kazaja analfabeta, estuvo al frente de las fuerzas contrarrevolucionarias en la lucha contra los trabajadores. El príncipe Pototski, por encargo del Gobierno soviético, efectuó los trabajos de restablecimiento de las factorías petroleras de Bakú, mientras que el "demócrata" Sávinkov organizó conjuras y sublevaciones antisoviéticas. El noble Blok escribía la palabra "Revolución" con mayúscula, en tanto que otro noble, Bunin, redactaba un periódico de los guardias blancos.

p Por ello no sería exacto y objetivo en todos los casos fundarse únicamente en la situación social al enfocar la actitud de algunos intelectuales hacia la revolución socialista. No se puede considerar incuestionable que si el intelectual procedía de una familia obrera o campesina debería defender por fuerza sus intereses. Ni tampoco que si el intelectual era de origen noble o burgués procedería sin duda alguna como paladín de los terratenientes y capitalistas. Por supuesto, estas excepciones no van en menoscabo de la exactitud y justedad general del enfoque clasista de los fenómenos sociales.

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p Una parte de los intelectuales de Rusia, consciente de los cambios progresistas que el nuevo régimen social aportaría al 19 destino de la patria, reconoció la Revolución de Octubre y puso sus conocimientos y experiencia al servicio del Poder soviético. En la historia de aquellos días hay inscritos muchos nombres de eminentes científicos, ingenieros, escritores, artistas, médicos y otros intelectuales que abrazaron la causa del pueblo revolucionario.

p Uno de los primeros intelectuales de la época zarista que se pusieron de parte del Poder soviético y lo apoyaron con entusiasmo fue el insigne científico materialista ruso Kliment Timiriázev. Sus artículos y cartas dirigidos a los intelectuales jugaron un notable papel en la incorporación de relevantes figuras de la ciencia, la cultura y el arte a la construcción del socialismo.

p Estando ya en el lecho de la muerte, Timiriázev mandó llamar al médico comunista V. Vaisbrod y, en presencia de su hijo, le expresó sus últimas palabras dirigidas al Partido Comunista y a V. I. Lenin: "Siempre procuré servir a la humanidad y en estos graves minutos para mí me alegra verle a usted, representante del partido que sirve verdaderamente a la humanidad. Los bolcheviques, que aplican el leninismo, trabajan, así lo creo y estoy convencido de ello, para la felicidad del pueblo y lo conducirán a ella. Yo siempre estuve con ustedes y fui de los suyos... Hágale saber a Vladímir Ilich mi admiración por su genial enfoque de los problemas mundiales en la teoría y en la práctica. Me considero dichoso de ser contemporáneo suyo y testigo de su gloriosa actividad. Me inclino ante él y quiero que todos lo sepan"  [19•8 . Estas palabras se convirtieron en el "símbolo de la fe" para los intelectuales que habían reconocido incondicionalmente el Poder soviético.

p También entre los primeros que acogieron con alborozo la revolución había dos grandes poetas rusos del siglo XX: Alexandr Blok y Vladímir Mayakovski. "¿Aceptarla o no aceptarla? Este dilema... no ha existido para mí. ¡Es mi revolución!”, dijo Mayakovski. En el artículo "La intelectualidad y la Revolución”, publicado el 19 de enero de 1918, A. Blok hizo un llamamiento a los intelectuales: "Con todo el cuerpo, con todo el corazón, con toda la conciencia, escuchad a la Revolución".

p En aquellos graves días, A. Blok, autor de poesías profundamente líricas, habló en su poema Los doce con la voz de las plazas y las calles:

p "¡El paso revolucionario marcad!

p ¡El incansable enemigo no duerme!

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p Atizaremos el incendio universal

p con dolor para todos los burgueses..."

p Habiendo roto decidida y valientemente con el mundo del pasado, A. Blok instó a los intelectuales a ayudar con sus conocimientos y su talento al pueblo revolucionario. A la pregunta de un periódico burgués: "¿Pueden los intelectuales trabajar con los bolcheviques?”, Blok contestó sin la menor vacilación: "Pueden y están obligados a hacerlo”. Blok acertó a comprender la naturaleza social y el significado histórico universal de la Revolución de Octubre. "La importancia de lo vivido por nosotros en unos instantes de la historia —escribió poco después de la victoria de la Revolución de Octubre— equivale a la importancia de un lapso de tiempo de varios siglos... Cada vez se perfilan más claramente en nuestros días los rasgos, no de una época intermedia, sino de una nueva era..."  [20•9 .

p Con sencillez y naturalidad ofreció su colaboración al nuevo poder el poeta Valeri Briúsov. En su autobiografía escribe: "Después de la Revolución de Octubre, ya a finales de 1917 empecé a trabajar con el Gobierno soviético..."  [20•10 .

p Hechos análogos se observaron también en los medios artísticos. Uno de los que comprendió el hondo sentido de que sucedía fue el famoso cantante Leonid Sóbinov. De lleno aceptó la Revolución de Octubre el conocido director de escena Evgueni Vajtángov: "La revolución, con una

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línea roja, ha dividido el mundo en “viejo” y “nuevo”~”   [20•11 . Decía a los alumnos de su estudio teatral: "Abrid las ventanas: que entre aquí el aire fresco. Que entre aquí la vida. No hay que temer a la vida. Nosotros debemos marchar juntos con la vida"  [20•12 . Algunos literatos y artistas saludaron la revolución convencidos de que brindaría posibilidades de creación artística en nuevas formas. Ya en los primeros días que siguieron a la Revolución de Octubre Vsévolod Meierhold dedicó su talento al servicio del pueblo revolucionario.

p El eminente jurista y destacada personalidad social A. Koni se ofreció asimismo al nuevo poder. Este senador, académico y miembro del Consejo de Estado acogió la Revolución de Octubre calificándola de nueva era de la humanidad.

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p Apenas fue implantado el Poder soviético en la ciudad de Kozlov, el seleccionista ruso Iván Michurin se presentó a los comisarios locales y les expresó su disposición a trabajar para la revolución. "Acogí la Revolución de Octubre como algo que debía suceder —escribió—, como una necesidad histórica por su justedad e inevitabilidad, e inmediatamente me dirigí a todos los especialistas de la agricultura honrados, invitándoles a ponerse de parte del Poder soviético y marchar incondicionalmente por la vía de la clase obrera y su partido”   [21•13 .

p Con entusiasmo saludaron la Revolución de Octubre el notable ingeniero metalúrgico ruso Mijaíl Kurako y el talentoso ingeniero de minas, profesor Mijaíl Protodiákonov. Robert Klasson, destacado especialista energético, consagró todos sus conocimientos y experiencia a la obra de la revolución.

p El geólogo Andréi Arjánguelski, futuro académico, tuvo posibilidad de observar el desarrollo de la revolución en el campo, en la gubernia  [21•14  de Riazán. "Comprendí—escribió— qué gran obra se había realizado, aunque percibía confusamente las perspectivas que se abrían ante nosotros. Saqué la conclusión de que había llegado el momento de cambiar mi actitud hacia el Estado y de empezar a ayudar al nuevo Poder a formar la nueva vida. Por eso, en enero de 1918 fui a Moscú para hacer esto"   [21•15 .

p Aquí se han citado sólo unos cuantos nombres de prestigiosas personalidades de la cultura, la ciencia y el arte. Mas, a la par con ellas, millares de intelectuales "de fila" —médicos, maestros, agrónomos, pintores, escultores y actores— se adhirieron sin reserva al nuevo poder. El primer Comisario del Pueblo de Cultura del País de los Soviets, Anatoli Lunacharski, dijo que "con agradecimiento podemos mencionar decenas de grandes nombres y referirnos a centenas, o quizás, a millares de modestos trabajadores que inmediatamente, o poco más o menos pronto, pero con absoluta sinceridad, se incorporaron al trabajo de defensa y construcción de la nueva patria socialis- ta"  [21•16 . Los mejores representantes de la intelectualidad democrática no sólo acogieron calurosamente la revolución, sino que 22 también la “hicieron”, en unión de los obreros, los soldados y los campesinos.

p No debe considerarse casual que cierta parte de la intelectualidad se uniera al pueblo revolucionario y aceptara la Revolución de Octubre. Sería erróneo suponer que en la década anterior a la revolución toda la intelectualidad de Rusia se había pasado al campo de la reacción. Entre una parte de los intelectuales se mantenían vivas las tradiciones democráticas, que les llamaban a servir al pueblo trabajador. Precisamente la fidelidad a los mejores ideales, auténticamente democráticos, de los intelectuales revolucionarios, movió a muchos científicos, técnicos, literatos y artistas a romper con la vieja ideología y trazarse como objetivo de su vida y trabajo la emancipación del pueblo. La Revolución de Octubre fue acogida por ellos como una grandiosa tempestad que desbrozaba el camino para el resurgimiento económico y cultural de Rusia. Muchos intelectuales progresistas supieron comprender que los bolcheviques eran cabalmente los verdaderos portavoces y defensores de los intereses del pueblo.

p Para explicar la actitud de esta parte de los intelectuales debe tenerse en cuenta también la exacta definición clásica de tales situaciones dada por C. Marx y F. Engels en el Manifiesto del Partido

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Comunista, en el que escribieron: "...En los períodos en que la lucha de clases se acerca a su desenlace, el proceso de desintegración de la clase dominante, de toda la vieja sociedad, adquiere un carácter tan violento y tan agudo que una pequeña fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está el porvenir"  [22•17 . Esto es lo que sucedió con cierta parte de los intelectuales de la Rusia zarista. En los días de los choques más duros entre las clases supo elevarse por encima de la ideología de la burguesía y de la nobleza, a las que había estado íntimamente ligada, comprender el sentido lógico y la necesidad histórica de la revolución socialista y seguir la bandera del proletariado revolucionario. El factor que le impulsó a adoptar esta decisión fue la profunda insatisfacción hacia el régimen político de la Rusia prerrevolucionaria y la visión crítica de la realidad rusa.

p Sin embargo, sólo una parte relativamente pequeña de la intelectualidad se unió sinceramente al pueblo, aceptó la Revolución de Octubre y reconoció el Poder soviético. Gran número de intelectuales no supieron comprender los 23 acontecimíenlos que se producían y adoptaron una postura neutral, expectante, declarando que no se mezclaban en la "política”. Estos intelectuales procedían principalmente de las capas pequeñoburguesas. No querían ir contra el pueblo y por eso no se enfrentaban a los bolcheviques, los que, aun siendo, a juicio suyo, unos “usurpadores”, gozaban del apoyo de los obreros y campesinos. Muchos de estos intelectuales continuaron trabajando en empresas e instituciones, pero lo hacían únicamente por "penosa necesidad”. No creían que los obreros y campesinos, bajo la dirección de los bolcheviques, pudiesen crear un potente Estado.

p Pero, a la vez, esta parte de la intelectualidad era consciente de que su trabajo lo necesitaba el pueblo. Por ejemplo, una asamblea de la Unión de Ingenieros celebrada en Petrogrado en diciembre de 1917 aprobó una resolución en la que se decía que los ingenieros de Rusia no apoyaban la idea del sabotaje y que se incorporaban a la obra de restablecimiento de la economía del país. Mas, al mismo tiempo, los asistentes a la asamblea manifestaron que no compartían la ideología y la táctica de los bolcheviques.

p Muchos intelectuales, incluso de espíritu liberal, que poco antes de esto habían aplaudido entusiasmados el derrocamiento del zarismo, después de la revolución socialista no quisieron intervenir en los acontecimientos, por considerar que la revolución era el mayor infortunio que había podido caer sobre Rusia. He aquí, por ejemplo, los recuerdos del académico L. Orbeli sobre el estado de espíritu del gran fisiólogo ruso Iván Pávlov en los primeros años del Poder soviético: "La Revolución de Octubre causó gran pesar a Iván Petróvich, creía que la patria había perecido, que las potencias beligerantes la despe- dazarían"  [23•18 . Hubieron de transcurrir años para que I. Pávlov pudiese apreciar debidamente el alcance de la revolución socialista para los destinos del pueblo y se convirtiera en un ardiente patriota soviético. Iván Pávlov no fue un caso único en su pesimismo. Algunos otros científicos y artistas auguraron francamente que la cultura perecería en las condiciones de la nueva Rusia. El académico Serguéi Oldenburg, secretario perpetuo de la Academia de Ciencias, en su informe sobre la actividad de la misma en 1917 habló con amargura a sus colegas: "El pueblo ruso no ha resistido la gran prueba histórica y no se ha mantenido firme en la gran lucha mundial: las masas atrasadas e ignorantes cedieron ante la engañosa seducción de 24 frivolas y criminales promesas, y Rusia se ve al borde de la perdición".

p Muchos intelectuales cayeron en un profundo pesimismo, tomando el fin de la dominación de la burguesía, la clase a la que creían la depositaría única de la cultura, por el fin de la cultura en general. Temerosos y desesperados lloraban el pasado de Rusia, no viendo un rayo de esperanza en los temibles eventos que sacudían al país.

p Grupos considerables de científicos, escritores, maestros, médicos, ingenieros y artistas declararon que se hallaban "al margen de la política" y no deseaban mezclarse en los acontecimientos. Debe decirse que buen número de los “neutrales” habrían apoyado sinceramente de seguro al Poder soviético de no habérselo impedido su temor al pueblo revolucionario, al espectro de los excesos y destrucciones de la cultura y de los valores culturales, temor que

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dimanaba de la falsa idea que la intelectualidad tenía del pueblo.

p Un grupo importante de intelectuales, lejos de aceptar la revolución socialista o declararse neutral ante ella, emprendió la vía del sabotaje de las medidas del Poder soviético o de la lucha activa contra él. Funcionarios de las instituciones del Estado y especialistas de las empresas dejaron de acudir al trabajo en señal de protesta contra la conquista del poder por la clase obrera y torpedeaban el cumplimiento de medidas del Gobierno vitales para el pueblo, tratando de este modo de desprestigiar al nuevo poder ante los trabajadores.

p El sabotaje se hacía en las más diversas formas. Las más difundidas eran la deserción del servicio, las huelgas, la preterición de las disposiciones de los órganos del Poder soviético, el boicot de los empleados y especialistas que colaboraban con el nuevo poder, la negligencia en el cumplimiento de las obligaciones del servicio, etcétera. A la vida normal de las ciudades causaban gran daño el sabotaje y las huelgas de los empleados de las instituciones del Estado y de los organismos municipales. Se interrumpía el transporte, dejaban de funcionar las centrales eléctricas y cerraban sus puertas los hospitales. Los organismos de abastecimiento suspendían el suministro de víveres y de combustible a la población.

p En los sabotajes participaban diversas categorías de intelectuales, pero lo que repercutía más sensiblemente eran las huelgas de maestros y del personal médico. El 2 de diciembre de 1917, respondiendo al llamamiento de la dirección contrarrevolucionaria de la Unión de Maestros de toda Rusia, los maestros de Moscú se sumaron a la huelga de los empleados de la administración urbana de Moscú. De los cuatro mil maestros 25 fueron muy pocos los que continuaron dando clases en las escuelas. Los maestros de espíritu antisoviético se mantuvieron en huelga durante tres meses. Fueron a la huelga también los maestros de Petrogrado. Hubo asimismo paros breves de maestros en Ufa, Ekaterinburgo y Astraján. Las secciones locales de la Unión de Maestros de toda Rusia desplegaron una amplia campaña de apoyo a los maestros huelguistas, recogiendo dinero para ellos, organizaron mítines de protesta contra las medidas del Gobierno y desarrollaron una propaganda antisoviética en las escuelas, entre los alumnos.

p La directiva de la Sociedad de Médicos Rusos, denominada Sociedad de Pirogov, en memoria de N. Pirogov, condenó duramente la "usurpación" del poder por los bolcheviques y exhortó a los trabajadores de medicina a sabotear las medidas del Poder soviético en ia esfera de la sanidad. Las huelgas y los sabotajes en los establecimientos sanitarios adquirieron proporciones particularmente considerables en Moscú y Petrogrado. Las directivas de las asociaciones de practicantes, enfermeras y farmacéuticos aprobaron resoluciones en las que se recomendaba no mantener contacto laboral con los bolcheviques. "Médicos de todos los rangos y posiciones, generales del cuerpo de medicina y mediocres médicos rurales "amantes del pueblo" se contaminaron con la prédica del sabotaje "ideológico" —escribió en aquellos días el médico bolchevique Z. Soloviov—. Cubiertos con la toga del "proletariado intelectual en lucha”, toga trivial, alquilada y muy ancha para ellos, se dedicaron, minuciosa y concienzudamente, a destruir el aparato de que disponían para prestar asistencia médico-sanitaria a las grandes masas. Los médicos de los hospitales cerraron las puertas de ellos ante los enfermos; los médicos sanitarios dejaron campo libre a las epidemias para que creciesen y se multiplicaran"  [25•19 . En efecto, en enero y febrero de 1918, sobre el terreno propicio del desbarajuste económico, el hambre y el frío, en Moscú aumentaron los casos de tifus.

p Los profesores burgueses, aunque sin llegar a abandonar la labor de enseñanza en los centros docentes superiores, también eran hostiles en su mayoría al Poder soviético. En noviembre y diciembre de 1917, las altas esferas del profesorado declararon que no reconocían el nuevo poder y que consideraban usurpadores a los bolcheviques. Algunos catedráticos y profesores declararon el boicot a los colegas suyos que habían decidido colaborar con el Poder soviético y hacían la vida imposible a los estudiantes democráticos.

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p El estudiantado, que en su mayoría procedía de las clases pudientes, también se mostró hostil a la

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revolución. Rememorando una de sus primeras visitas a un centro docente superior en aquel período, A. Lunacharski escribió: "Recuerdo la terrible impresión que me produjo, unos días después de haber sido nombrado Comisario del Pueblo, mi primera visita en calidad de tal a uno de los centros superiores de enseñanza de Leningrado. Verdad es que no se confirmó la advertencia que alguien me hizo a lápiz en un papel gris de que se me recibiría con una obstrucción química, aunque sí me vi rodeado literalmente de ojos de lobo. Los muchachos y muchachas que llenaban el auditorio me miraban como a un enemigo"  [26•20 .

p Boicoteó igualmente el nuevo poder parte considerable de la intelectualidad técnica. De sus opiniones y estado de ánimo era portavoz la Unión de Ingenieros de toda Rusia, organización constituida poco después de la Revolución de Febrero para defender los intereses profesionales de los ingenieros, pero que, en realidad, participaba activamente en la lucha política contra la clase obrera desde las posiciones de la burguesía. La actitud de la parte reaccionaria de los especialistas hacia el Poder soviético apareció formulada con la mayor precisión en las intervenciones de los delegados y en las resoluciones del congreso de esta asociación celebrado a comienzos de enero de 1918 en Moscú. El congreso acordó prohibir a los afiliados a la Unión de Ingenieros que colaborasen con las organizaciones cuya política contribuía a "desmoronar la industria" y las apoyaran con sus conocimientos y experiencia.

p En ciertos círculos de la intelectualidad artística se reaccionó con gran hostilidad contra la victoria de la Revolución de Octubre. En los primeros días siguientes a ella, en señal de protesta contra el Poder soviético, fueron suspendidos durante varios días los espectáculos en algunos teatros de Petrogrado y Moscú. Gran parte de los actores de la compañía del Teatro Alexandrinski saboteó todas las medidas del Poder soviético. Entre sus enemigos más implacables se encontraban V. Davídov e Y. Yúriev, corifeos de la compañía.

p Los intelectuales reaccionarios declararon traidores a quienes colaboraban con los Soviets; tomaron represalias contra ellos y les condenaron al ostracismo. He aquí cómo se describía en una reseña periodística de aquellos días la asamblea de una organización de escritores: "Se ha celebrado la asamblea ordinaria de la sociedad de escritores Sredá, con asistencia de 27 unos sesenta escritores, poetas, periodistas e invitados, entre ellos I. Bunin, E. Chírikov y otros. Presidió Yuli Bunin. Después del debate, con autorización del presidente, hizo una declaración el señor Orlov, quien dijo: "Entre nosotros, señores, se encuentra en el presente momento un escritor que no debe estar aquí. Todos nosotros le conocemos: es el señor Serafimóvich, Ha aceptado hacerse cargo de la sección literaria y artística de las Noticias del Soviet de diputados obreros y soldados de Moscú. De ese modo se ha unido a los actuales usurpadores del poder, y para él no debe haber sitio entre nosotros...” El escritor Chírikov manifestó: "Voy a hablar contra el señor Serafimóvich, aunque haya sido mi antiguo compañero de trabajo en Znanie. No puedo estar junto con él... No puedo darle la mano..."  [27•21 .

p Al poeta Valeri Briúsov se le persiguió por sus antiguos colegas literatos. Fue expulsado de sociedades literarias, se le boicoteó, etcétera.

p Parte de los intelectuales no se limitó a un breve sabotaje contra el nuevo poder o a la preterición del mismo durante sus primeros meses de existencia. Convirtióse en enemigo ideológico de la revolución socialista.

p El grupo más considerable de esta parte de intelectuales lo constituían los oficiales, los profesores reaccionarios y muchos abogados e ingenieros descollantes. Entre ellos había también maestros, médicos y otros componentes de las capas democráticas de la intelectualidad. Sus voceros eran los escritores y publicistas reaccionarios.

p El 26 de noviembre de 1917 se organizó en Petrogrado, en el cinematógrafo Soleil, un aparatoso mitin de protesta contra las acciones del Gobierno soviético. Entre los participantes en el mitin figuraban literatos mencheviques y sin partido: V. Bazárov, F. Dan, V. Zasúlich, A. Potrésov, A. Peshejónov, D. Merezhkovski, Z. Guíppuis, F. Sologub y otros. Coincidiendo con el mitin se

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publicó un número especial de un periódico que sólo apareció esa vez: la Gaceta-protesta de la Unión de Escritores Rusos, con artículos que llevaban significativos títulos, tales como "El muro rojo”, "Los Borbones”, "Servidores del demonio”, "Profanación del ideal" y “Violadores”. El escritor A. Remízov reaccionó ante la Revolución de Octubre con la obra antisoviética Canto a la perdición de la Tierra Rusa. Era un grito desgarrador, en el que se ponía de manifiesto con extraordinaria plenitud y veracidad el impotente furor y la 28 desesperación bíblica de los que en octubre de 1917 habían quedado privados de las fábricas y las grandes haciendas. "Harapiento y mudo —escribió A. Remízov— estoy de pie en un desierto donde un día se alzara Rusia. Mi alma está cerrada. Todo lo que tenía me lo han robado, me han arrancado la ropa que llevaba. ¿Qué necesito? No sé. Nada me hace falta. Y la vida no tiene sentido. La rabia hierve en el alma, hierve impotente, pues media vida ha sido consumida en aras de la Rusia que se ha convertido ahora en nada y que hubiera podido serlo todo... Compréndanlo, nuestra vida se alarga a duras penas"  [28•21 .

p Por sus convicciones políticas, este grupo de intelectuales era heterogéneo. Una parte la componían monárquicos impenitentes, que no habían perdido las esperanzas de restaurar el poder del "legítimo soberano”; otra parte estaba formada por miembros de los partidos burgueses, que luchaban contra los bolcheviques y la clase obrera bajo la bandera de una "auténtica democracia”, es decir, de la república burguesa. Entre los contrarrevolucionarios más furibundos figuraban también quienes se hacían pasar por revolucionarios y socialistas. Mas toda esta gente de diferentes ideas políticas estaba maridada y vinculada por un sentimiento común: el odio a los bolcheviques, al Poder soviético, a la dictadura de la clase obrera.

p Los intelectuales contrarrevolucionarios no mostraban escrúpulos al elegir los medios de lucha contra el Poder soviético. Participaron en los destacamentos de guardias blancos, colaboraron con los intervencionistas, organizaron conjuras y sublevaciones, desplegaron calumniosas campañas en la prensa burguesa dentro del país y en el extranjero; todo era aceptable para el “probo” intelectual en el combate contra los obreros y los campesinos.

p ¿Por, qué, pues, los intelectuales que se llamaban a sí mismos “populares” y proclamaban en alta voz su amor al "hermano menor" —los obreros y campesinos—, adoptaron en su mayoría una actitud hostil al Poder soviético y se unieron a los saboteadores, huelguistas y contrarrevolucionarios? Las causas son varias. Naturalmente, muchos trabajadores intelectuales estaban estrechamente ligados con las clases explotadoras: la burguesía y la nobleza. Algunos procedían de estas clases y estaban unidos con ellas, por decirlo así, con "lazos de sangre”, vivían en una situación privilegiada y, por supuesto, no querían verse privados de todos sus beneficios.  [28•22 

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p Por añadidura, los intelectuales burgueses no podían resignarse a que los puestos clave de la dirección en el Estado revolucionario estuvieran ocupados no por ellos ni por la burguesía de cuyos intereses eran defensores, sino por el "hermano menor”, por los obreros y los campesinos. Debe tenerse presente que muchos intelectuales de Rusia estaban adheridos a los partidos burgueses y pequeñoburgueses: de los demócratas constitucionalistas  [29•23 , los mencheviques y los eseristas  [29•24 , y si no formaban parte de ellos formalmente, en todo caso simpatizaban con sus programas. Los demócratas constitucionalistas, los mencheviques y los eseristas apoyaban a los saboteadores, moral y materialmente. Para este fin se destinaban recursos de diferentes organizaciones sociales y mutualidades, dinero de los ministerios, etcétera.

p En la actitud de los intelectuales jugó un papel importante la circunstancia de que la dirección de las asociaciones a que pertenecían, como, por ejemplo, la Unión de Ingenieros de toda Rusia, la Unión de Maestros de toda Rusia, las asociaciones de médicos y de estudiantes y otras organizaciones, estaba integrada, en general, por mencheviques y eseristas o por demócratas constitucionalistas, dirección que mediante su autoridad y presión directa impelió a los miembros de las asociaciones a organizar huelgas y mítines de protesta contra el Poder soviético. El espíritu

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gremial y de solidaridad estaba muy arraigado en estas asociaciones y muchos se sumaron a la actitud de su dirección antisoviética movidos por un sentimiento de “camaradería".

p Por último, en la intelectualidad influyeron perniciosamente los llamamientos anarquistas de la organización Proletkult  [29•25  a "tirar por la borda" la cultura burguesa, la proyectomanía de algunas figuras soviéticas de la instrucción, la cultura y el arte —planes de destrucción de la antigua escuela y del teatro, de rebajamiento de la misión de las universidades al nivel de 30 propagandistas de la ciencia, etcétera. Por ejemplo, a muchos pedagogos les parecieron absurdas, y no sin razón, las propuestas sobre la restructuración de la escuela hechas en los primeros meses de existencia del Poder soviético por algunos funcionarios del Comisariado del Pueblo de Instrucción Pública. Proponían, entre otras cosas, suprimir las clases, las lecciones, los deberes para casa, renunciar a los programas y manuales e implantar las elecciones de los maestros por los alumnos. Huelga decir que estas sugerencias “izquierdistas” desconcertaron a muchos pedagogos, quienes, defendiendo de la destrucción a la escuela amada por ellos, se pronunciaron contra el nuevo poder.

p A propósito de tales extremismos, A. Lunacharski señaló justamente que de ellos se aprovechaban los reaccionarios para sus fines antisoviéticos. "A los maestros de la oposición, contrarrevolucionarios, les alegraron incluso la brusquedad de las consignas y la intransigencia de los que querían volver a crear todo. Esto les permitía o bien ayudar con sus propias manos a la destrucción y decir después "¡Véase adonde nos han llevado los bolcheviques!" o bien encastillarse en sus viejas posiciones: "No sabemos cómo dar un solo paso hacia vuestras lejanas estrellas""  [30•26 .

p En la prensa burguesa de aquel tiempo se podía leer con frecuencia que el sabotaje y las huelgas de parte de los intelectuales constituían su reacción contra las medidas impuestas por las autoridades revolucionarias a determinados sectores de la población, entre ellos a la intelectualidad: detenciones, despidos laborales, desahucios de apartamentos, hoteles, etcétera, y “azuzamiento” de los obreros por los bolcheviques contra la intelectualidad. Pero, en realidad, ocurría todo lo contrario. Era la intelectualidad reaccionaria y su prensa quienes azuzaban a las masas pequeñoburguesas contra los representantes de las autoridades revolucionarias e instigaban a las acciones antisoviéticas. Desde los primeros días, el Poder soviético mostró una actitud de confianza hacia los intelectuales, hizo todo lo posible para mejorar su situación y los exhortó a incorporarse a la labor constructora conjunta. Únicamente cuando se perfiló la postura antisoviética de algunos círculos de la intelectualidad y éstos respondieron con el sabotaje y las huelgas a los llamamientos de colaboración, los órganos soviéticos se vieron obligados a recurrir a la violencia.

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p Acerca de ello, V. I. Lenin escribió: "El sabotaje lo iniciaron los intelectuales y los funcionarios, en su mayoría burgueses y pequeñoburgueses... La irritación de los obreros y campesinos a causa del sabotaje de la intelectualidad es inevitable, y si cabe “culpar” a alguien es sólo a la burguesía y a sus cómplices voluntarios e involuntarios.

p Si nosotros —continuaba V. I. Lenin— hubiésemos "azuzado" contra la “intelectualidad”, deberíamos haber sido ahorcados por ello. Mas lejos de instigar al pueblo contra ella, hemos propagado en nombre del partido y en nombre del Poder la necesidad de facilitar a los intelectuales mejores condiciones de trabajo"  [31•27 .

Por tanto, nada más que una parte de la intelectualidad hizo suya sinceramente la causa del pueblo. Por el contrario, la mayoría se enfrentó al Poder soviético o adoptó una actitud de neutralidad ante él. El Partido Comunista hubo de llevar a cabo una ingente labor para atraer hacia el Poder soviético no sólo a los intelectuales vacilantes, sino también a los que mantenían una actitud hostil, para reducarlos y aprovechar sus conocimientos y experiencia en la obra del fortalecimiento y la defensa del primer Estado socialista del mundo.

* * *  

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Notes

 [13•1]   El régimen de servidumbre dimana del "derecho de servidumbre”, que era el derecho del dueño de la tierra en el feudalismo a disponer de la persona, el trabajo y los bienes del siervo de la gleba. El concepto de "derecho de servidumbre" proviene del rasgo esencial de la servidumbre: el siervo estaba afecto a una heredad y no se desligaba de ella al cambiar de dueño. Las supervivencias de la servidumbre en Rusia, que se conservaron después de la reforma de 1861, fueron liquidadas por la Gran Revolución Socialista de Octubre

 [13•2]   V. I. Lenin. Tareas de lu juventud. O. C., t. 7, pág. 343.

 [15•3]   Menchevismo: tendencia oportunista de la socialdemocracia rusa. Se formó en 1903, en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR). En el congreso, la mayoría de los socialdemócratas se pronunció a favor del programa revolucionario leninista y de los principios leninistas de la estructura orgánica del partido; la minoría los rechazó. De ahí la denominación de bolcheviques (mayoritarios) y mencheviques (minoritarios). En vísperas de la Gran Revolución Socialista de Octubre, los mencheviques se pasaron definitivamente al campo de la burguesía contrarrevolucionaria.

 [16•4]   V. Stankévich. Memorias. 1914–1919. Berlín, 1920, pág. 65.

 [17•5]   V. I. Lenin. IMS tareas del proletariado en la presente revolución. O. C"., t. 31. pág. 114.

 [17•6]   El PCUS en las resoluciones \ acuerdos de los Congresos y Conferencias y de los Plenos del CC. t. I. Moscú. 1970, pág. 499.

 [18•7]   El 14 de febrero de 1918 se implantó en el país el calendario gregoriano (el llamado nuevo estilo). Por eso, la fecha de la revolución se consideran los días 7-8 de noviembre de 1917.

 [19•8]   Kommunistícheski trud, 29 de abril de 1920.

 [20•9]   A. Blok. Obras, t. VIII, págs. 132–133.

 [20•10]   Valeri Briúsov. Poesías. Poemas. Moscú, 1958, pág. II.

 [20•11]   E. Vajtángov. Documentos y artículos. Moscú, 1959, pág. 166.

 [20•12]   Borís Zajava. Vajtángov y su estudio. Moscú, 1930, pág. 77.

 [21•13]   I. Michurin. Obras, t. 1. Moscú, 1948, pág. 609.

 [21•14]   La gubernia (provincia) era la unidad superior de la organización administrativa y local de Rusia. La división del país en gobiernos fue suprimida entre 1924 y 1929, siendo sustituida por la división de la URSS en regiones y territorios.

 [21•15]   Véase V. Uliánovskaya. Formación de la intelectualidad científica en la URSS. 1917–1937. Moscú, 1966. pág. 66.

 [21•16]   A. Lunacharski. Acerca déla intelectualidad. Recopilación de artículos. Moscú. 1923, pág. 42.

 [22•17]   C. Marx y F. Engels. Manifiesto del Partido Comunista. Moscú. 1959, págs. 43–44.

 [23•18]   L. Orbeli. Memorias. Moscú-Leningrado, 1966. pág. 83.

 [25•19]   Noticias de la medicina soviética, 1918, N° 2-3, pág. 3

 [26•20]   A. Lunacharski. Diez años de las Facultades Obraras. “El estudiantado rojo”. 1929. N° II, pág. 2.

 [27•21]   Noticias del Soviet de diputados obreros \ soldados de Moscú. 6 de diciembre de 1917.

 [28•21]   Skifi. Recopilación. 2, Retrogrado, 1918, pág. 197.

 [28•22]   [MISSING IN ORIGINAL.]

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 [29•23]   "" Los demócratas constitucionalistas formaban el partido principal de la burguesía imperialista de Rusia fundado en octubre de 1905. Pretendían mantener el zarismo bajo el aspecto de monarquía constitucional, procurando atraerse a los campesinos.

 [29•24]   Los eseristas, o socialistas revolucionarios, componían un partido pequeñoburgués que surgió en Rusia entre finales de 1901 y comienzos de 1902.

 [29•25]   Proletkult era la abreviatura de! nombre de la organización educativa y cultural Cultura proletaria, fundada en septiembre de 1917. Los planteamientos esenciales de esta organización eran erróneos en gran parte, como, por ejemplo, la prédica de la teoría sobre la creación de una "cultura puramente proletaria”, rompiendo con el desarrollo cultural anterior. Proletkult se desmoronó a comienzos de los años 30.

 [30•26]   Comisariado del Pueblo de Instrucción. 1917–1920 (Balance resumido). Moscú, 1920, págs. 4–5.

 [31•27]   V. I. Lenin. Respuesta a la carta abierta de un especialista. O. C.. t. 38. pág. 220.

SE LOGRA VENCER EL SABOTAJE. VIRAJE DE LA INTELECTUALIDAD HACIA LA COLABORACIÓN CON EL PODER SOVIÉTICO  

p Uno de los primeros pasos en el establecimiento del contacto entre el Poder soviético y la intelectualidad fue la superación del sabotaje. Era preciso arrancar a los intelectuales del influjo de la gran burguesía e inclinarlos a servir al pueblo. Ya el 15 de noviembre de 1917, por encargo del Gobierno soviético, el Comisario del Pueblo de Instrucción, A. Lunacharski, hizo un llamamiento en el que invitaba a los intelectuales a ayudar al pueblo trabajador. "Acudid en ayuda de él. Está rebosante de fuerzas, pero cercado por la desgracia. Gloria a quienes en la grave hora de la prueba de fuego están con el pueblo... Oprobio a quienes le abandonan. Y sabed que la revuelta, la indecente revuelta de la intelectualidad contra el pueblo trabajador, si 32 acaso continuara, sembraría de nuevas espinas su camino ya sin ellas lleno de martirios, pero no podría detener su carro. El pueblo os llama a trabajar juntos... No hay retorno al pasado".

p El sabotaje de los intelectuales no era un fenómeno extendido a todas partes y omnicomprensivo. A él sólo fueron arrastrados ciertos grupos de la intelectualidad, principalmente en las ciudades: empleados de las instituciones, maestros y médicos. Procede señalar a la vez que no todos los maestros, médicos y empleados se declararon en huelga. Gran número de ellos protestaron enérgicamente contra tales formas de oposición al poder revolucionario e hicieron públicas su desconformidad con la línea política de los líderes antisoviéticos de las asociaciones de intelectuales y su baja en ellas.

p Dieron el ejemplo los pocos intelectuales comunistas afiliados a esas asociaciones, manteniendo con valentía y firmeza la única actitud justa: máximo apoyo al Gobierno soviético y lucha contra los promotores y organizadores del sabotaje. En la reunión del 26 de diciembre de 1917 de la directiva de la Sociedad de médicos Pirogov se dio lectura a una carta del médico bolchevique I. Rusakov con motivo del acuerdo de huelga aprobado por la directiva de la sociedad. En su carta, I. Rusakov protestaba enérgicamente contra este acuerdo y comunicaba que se daba de baja en la sociedad. Una carta análoga escribió el médico Z. Soloviov. Los médicos comunistas M. Vladímirski, N. Semashko, V. Obuj y otros llevaron a cabo una gran labor de esclarecimiento entre los trabajadores de medicina, explicándoles lo que era en esencia el Poder soviético y qué fines perseguía e invitándoles a una colaboración activa y práctica con él.

p Las huelgas del personal médico levantaron una ola de protestas entre la población y, también,

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entre los médicos que habían permanecido fieles a su deber profesional. Los militares que se curaban en uno de los lazaretos protestaron contra la huelga del personal sanitario y pidieron a los médicos que no dejaran sin asistencia facultativa, víveres y combustible a los soldados víctimas de la guerra. Las alumnas de los Cursos Superiores Femeninos declararon en una resolución su plena solidaridad con sus compañeras de estudio que habían remplazado en sus puestos a los saboteadores. El comité sindical de empleados inferiores del Hospital urbano Yáuza acordó denegar productos alimenticios a los huelguistas y considerarlos despedidos. Al mismo tiempo, expresó profundo agradecimiento a los trabajadores sanitarios que no habían abandonado el cumplimiento de sus obligaciones.

33

p El proceso de viraje de las personas honradas hacia la colaboración con el Poder soviético también avanzó entre los maestros La actitud antisoviética de los dirigentes de la Union de Maestros de toda Rusia suscitó la protesta de la población y de muchos maestros progresistas, que exigieron poner fin al criminal sabotaje y no convertir la escuela en instrumento de la lucha política. En las redacciones de periódicos y revistas se recibían cartas de pedagogos que manifestaban su rompimiento con la dirección contrarrevolucionaria de la Unión de Maestros. He aquí lo que decía una de aquellas cartas colectivas: "Los abajo firmantes protestamos contra la posición adoptada por la Unión de Maestros de toda Rusia, que en momentos tan decisivos ha tomado partido claramente por los enemigos del pueblo, colocándose entre los saboteadores y expulsando de sus filas por convicciones políticas a los más prestigiosos trabajadores de la enseñanza. Protestamos, creemos inadmisible continuar en tal asociación y declaramos darnos de baja en ella”. Incluso organizaciones que estaban muy influenciadas por la dirección contrarrevolucionaria de la Unión de Maestros se rebelaron contra la política de sabotaje. A demanda de los maestros de Moscú, a finales de febrero de 1918 se efectuó un referéndum sobre el problema de la huelga. De los 1.305 participantes en él, 1.289 se pronunciaron por el cese de la huelga.

p Entre los trabajadores del arte aparecían cada vez más personas deseosas de colaborar honradamente con el nuevo poder. Por ejemplo, en el Teatro Alexandrinski, al que ya nos hemos referido como uno de los centros de sabotaje, había fuerzas que acogieron lealmente los llamamientos del Gobierno soviético. Al frente de este grupo estaba el actor I. Urálov. Según el testimonio de un contemporáneo, en los momentos de mayor desenfreno de los saboteadores, cuando intentaban suspender las representaciones y hasta exigían cerrar el teatro "en señal de protesta”, I. Urálov y, con él, E. KorcháguinaAlexandróvskaya, M. Domásheva, A. Chizhévskaya y P. Leshkov, además de otros actores, prepararon urgentemente un espectáculo con el que se pudiera sustituir la representación interrumpida por los saboteadores. En la dirección del teatro se acentuó el influjo de los artistas que apoyaban el Poder soviético.

p Sin embargo, a comienzos de 1918 un grupo de 35 personas anunció que abandonaba la compañía del teatro. Lunacharski se vio obligado a destituir de la dirección del teatro a F. Bátiushkov, uno de los promotores del sabotaje. En respuesta a su disposición, siguió la amenaza de baja colectiva de la 34 compañía. Al ver la lista de los que “abandonaban” el teatro, A. Lunacharski comentó: "En fin, amigos míos, por triste que sea, sin ellos el Teatro Alexandrinski no nos hace falta”. Así y todo, mantuvo su decisión, pero hizo grandes esfuerzos para explicar a los artistas lo que el pueblo y el Poder soviético esperaban de ellos. Su paciente, inteligente y flexible política acabó por triunfar. La vida de la compañía del Teatro Alexandrinski fue entrando por un cauce normal.

p Cada día más y más intelectuales se persuadían de que habían sido engañados, de que habían servido de ciego instrumento en manos de la burguesía y de sus edecanes para la lucha contra el pueblo revolucionario. Las medidas del Gobierno soviético para mejorar la situación de la intelectualidad y para proteger los valores culturales, sus disposiciones tan progresistas sobre la implantación de una nueva ortografía, la separación entre la Iglesia y el Estado y entre la escuela y la Iglesia y la firme política del Gobierno soviético en los problemas cardinales de la vida del país mostraron a las más amplias capas de la intelectualidad que el nuevo poder actuaba en beneficio del

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pueblo, incluidos los intelectuales. Todo lo que había de honrado y sano en la intelectualidad de Rusia rompió con la contrarrevolución y emprendió el camino de la colaboración con el Poder soviético.

p A la par con esto, el nuevo poder hubo de emplear medidas coercitivas contra los saboteadores y huelguistas más inconciliables. A iniciativa de V. I. Lenin, en diciembre de 1917 se formó la Comisión Exraordinaria de toda Rusia (Cheka) para combatir la contrarrevolución y el sabotaje. Suscitó su formación la necesidad de acabar cuanto antes con la resistencia de las clases derrocadas y sus fautores entre la intelectualidad burguesa. La Cheka sostuvo una enérgica acción contra el sabotaje, desenmascarando y castigando a sus inspiradores y organizadores.

p El sabotaje causó enorme daño a la naciente República de los Soviets; la lucha contra él fue complicada y difícil, pues la intelectualidad poseía un arma de la que carecían los obreros: los conocimientos.

p Ya en los primeros días del Poder soviético el partido y la clase obrera promovieron de entre sus filas a centenas de organizadores talentosos, que remplazaron con éxito a los especialistas saboteadores. Los obreros y los comunistas más instruidos asumieron la dirección de los bancos, de la instrucción pública y de muchas fábricas. Por ejemplo, al bolchevique N. Markin, antiguo marinero, se le encargó de normalizar la actividad del Comisariado del Pueblo de Negocios Extranjeros. 35 Dirigió la edición de los documentos diplomáticos secretos: los tratados secretos del zarismo contrarios a los intereses del pueblo. Sin embargo, los obreros de vanguardia sólo pudieron ser utilizados principalmente para formar el aparato administrativo. En cuanto a las esferas de la economía y de la cultura, en las que se exigía conocimientos especiales, los intelectuales, en los que estaban personificados estos conocimientos, eran imprescindibles.

p Acabar con el sabotaje significaba lograr que volviese al trabajo el especialista saboteador e impelerle a cumplir sus obligaciones. Debe señalarse que en aquel tiempo no se reprimió con rigor a los saboteadores. En realidad, no se les impuso otros castigos que la confiscación de sus fondos, la detención por poco tiempo de los dirigentes del sabotaje, la privación de la ración de alimentos y la suspensión de sueldo. Aquello fue una lucha, pero no una lucha contra la intelectualidad como tal, sino contra los desertores del frente del trabajo, que habían condenado al pueblo a nuevos sufrimientos. Como todo poder legítimo, el Poder soviético tenía perfecto derecho, incluso desde el punto de vista de la legalidad burguesa, a imponer el cumplimiento de sus obligaciones directas ante el Estado a los ciudadanos que se negaban a hacerlo guiándose por fines políticos preconcebidos.

p El Poder soviético castigó no sólo por la organización del sabotaje, sino también por la persecución a los intelectuales que habían aceptado el programa soviético. Les defendió contra las represalias de los reaccionarios y les prestó apoyo moral.

p En la primavera de 1918 el sabotaje de la intelectualidad había sido, en lo fundamental, vencido. Un motivo muy importante que influyó en el cambio de actitud de los intelectuales fue la marcha triunfal del Poder soviético por el país, el desplome del viejo aparato del Estado y su remplazamiento por un nuevo aparato. La disolución de la Asamblea Constituyente  [35•28  echó por tierra las esperanzas de las fuerzas 36 contrarrevolucionarias en una victoria próxima. Esta circunstancia no podía dejar de reflejarse en la posición de los grupos que saboteaban el nuevo poder. Por ejemplo, los delegados al Congreso de maestros de la gubernia de Moscú señalaron en una resolución sobre la actitud de los maestros hacia el Poder soviético que la coyuntura política había cambiado bruscamente en el último tiempo en el sentido del paso de todo el aparato del Estado, tanto en el centro como en las localidades, a manos de los Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados. El congreso reconoció que era "imposible la acción colectiva de los maestros contra este poder en forma de huelgas" y estimó necesario para los maestros entrar en relaciones prácticas con el Poder de los Soviets.

p Señalaremos que el cese del sabotaje de los intelectuales estuvo ligado en cierta medida a la reanudación en febrero de 1918 de las operaciones militares de la Alemania imperial contra la

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República Soviética. Esto repercutió especialmente en los médicos huelguistas. Su situación en unas condiciones de fervor general del pueblo para hacer frente al enemigo se hizo angustiosa y equívoca, provocando contra ellos el odio del pueblo, que los miraba como a cómplices de facto de los ocupantes alemanes. Esta fue una de las razones por la que la asamblea de trabajadores de medicina de Moscú acordó el 2 de marzo de 1918 formar un cuerpo sanitario para atender a las unidades del Ejército Rojo. A los defensores de la patria enfermos y heridos ofrecieron su ayuda la Unión de Enfermeras de toda Rusia y los estudiantes de la Academia Militar de Medicina. El conocido microbiólogo D. Zabolotni dirigió el trabajo de los equipos antiepidémicos.

p La intervención militar extranjera, emprendida por los países de la Entente, y la exacerbación de la guerra civil también aceleraron el proceso de diferenciación de la intelectualidad y el viraje hacia su colaboración con el Poder soviético. Grupos considerables de intelectuales ofrecieron sus servicios al nuevo poder. Por ejemplo, en marzo de 1918, el presidente de la Academia de Ciencias, A. Karpinski, en una carta a A. Lunacharski, comunicaba que entre el personal de la Academia había arraigado la opinión de que era necesario colaborar con el Poder soviético. Muchos intelectuales que se consideraban situados al margen de la política empezaron a interesarse vivamente por los acontecimientos políticos que conmovían al país. Así lo prueban los mítines de intelectuales y sus intervenciones a través de la prensa. Todos los intelectuales honrados reaccionaron con la mayor indignación al conocer el abominable atentado contra V. I. Lenin. En este período se 37 empezó a constituir organizaciones de masas de los intelectuales que se regían por los principios soviéticos. Algunas de estas nuevas asociaciones de intelectuales surgieron espontáneamente, a iniciativa de las personas más progresistas y siempre obtuvieron el apoyo más resuelto del Partido Comunista y del Estado soviético. Ya a finales de 1917, un grupo de trabajadores de medicina progresistas puso comienzo a la formación en Petrogrado de su asociación profesional, a la que se dio el nombre de Unión Federal de Trabajadores de Medicina de toda Rusia. A mediados de marzo de 1918, también en Moscú y su gubernia organizaron los trabajadores de medicina su asociación profesional, que, según sus estatutos, tenía entre otras tareas la de "prestar su concurso al Poder soviético en la organización de la obra médica y en el estudio de los problemas médico-sanitarios, en consonancia con las tareas de la República Soviética y de la organización de los trabajadores de medicina que aceptaban el programa del Poder soviético”. A fines de 1917, en oposición a la contrarrevolucionaria Unión de Maestros de toda Rusia, se fundó la Unión de Maestros Intemacionalistas, que agrupaba a todos los trabajadores en la esfera de la enseñanza y de la educación que "se mantenían sobre el terreno de la revolución social..."

p Organizaciones y asociaciones análogas se formaron igualmente entre los intelectuales:artistas, pintores y periodistas, así como entre los funcionarios del Estado. A comienzos de 1919, los sindicatos que reconocían el Poder soviético agrupaban: 58.683 trabajadores de correos y telégrafos; 505.241 trabajadores de las instituciones de los Soviets, sociales y comerciales; 27.234 trabajadores de banca; 12.613 trabajadores de farmacias; 97.779 trabajadores de medicina; 27.586 trabajadores del arte; 18.557 trabajadores agronómicos, y 15.007 trabajadores de silvicultura. En total, unas 800.000 personas.

p En el otoño de 1918 fue más rápido el proceso de viraje de los intelectuales hacia la colaboración con el Poder soviético. Por entonces un número considerable de especialistas burgueses ya trabajaban en instituciones y empresas soviéticas, centros científicos y escuelas superiores y servían en unidades del Ejército Rojo. Interesante exponente del viraje de la intelectualidad hacia el Poder soviético fueron los mítines conjuntos de obreros e intelectuales celebrados durante el otoño de 1918 en diversas grandes ciudades del país. En la organización de estos mítines participaron Máximo Gorki y A. Lunacharski. Al que tuvo lugar en Petrogrado el 6 de octubre asistieron más de 20.000 personas. Los reunidos aprobaron unánimemente una resolución que decía:

38

p "La asamblea de obreros e intelectuales convocada por la Comuna de Trabajo de Retrogrado y presidida por Máximo Gorki, después de haber oído a varios oradores, reconoce que la historia del

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último año ha mostrado el profundo carácter popular de la Revolución de Octubre... La asamblea considera necesario el acercamiento entre el pueblo-dictador trabajador revolucionario y los elementos sanos de la intelectualidad trabajadora, que reconoce la justedad de la política general del Poder soviético y está duspuesta a sostener estrechamente unida con la clase obrera y con los campesinos pobres la gran lucha por el socialismo”. Las resoluciones de tales mítines influían sobre amplios círculos de intelectuales, incluidos los que se negaban obstinadamente a colaborar con el Poder soviético.

p Una ilustración no menos brillante del viraje de la democracia pequeñoburguesa hacia el Poder soviético fue el cambio de actitud política de una parte de los miembros de los partidos de los mencheviques y de los eseristas. Temeroso de perder definitivamente el prestigio entre las masas, ya sin ello profundamente deteriorado, el CC del partido de los mencheviques, reunido del 17 al 21 de octubre de 1918, aprobó una resolución en la que exhortaba a rechazar por el partido la colaboración política "con las clases hostiles a la democracia”. En otra resolución, del 14 de noviembre, el CC de los mencheviques expresó su disposición a romper "decidida e irrevocablemente" su alianza con la burguesía y "adoptar una actitud incondicionalmente adversa a la intervención de los rapaces extranjeros...” Los mencheviques declararon que reconocían el Poder soviético "como hecho de la realidad, pero no como principio”. A pesar de que la última reserva acreditaba que los mencheviques seguían siendo esencialmente enemigos del bolchevismo, su declaración de que renunciaban a la lucha activa contra el Poder soviético fue valorada como un hecho positivo por el Gobierno soviético.

p Una posición semejante adoptaron los eseristas de derecha. En la resolución aprobada el 8 de febrero de 1919 por su conferencia se llamaba a las organizaciones eseristas de derecha a combatir contra los guardias blancos y los intervencionistas. La conferencia se pronunció en contra del derrocamiento del Poder soviético mediante la lucha armada y la formación de un bloque con la burguesía.

p El Partido Comunista comprendía muy bien que la naturaleza social de la pequeña burguesía determinaba sus constantes fluctuaciones en dependencia de la correlación de las fuerzas en lucha en cada momento dado y que los partidos 39 pequeñoburgueses eran compañeros de viaje poco seguros, proclives a la vacilación y a la traición, como habría de demostrar el giro ulterior de los acontecimientos. Mas a pesar de todas estas vacilaciones y traiciones de la democracia mencheviqueeserista, los bolcheviques apoyaron el viraje de estos partidos hacia el Poder soviético, ya que, en definitiva, de lo que se trataba no era de los partidos pequeñoburgueses, sino de las masas pequeñoburguesas, incluida la intelectualidad.

p “No basta apoyar este viraje y acoger amistosamente a quienes vienen hacia nosotros —escribió V. I. Lenin—. Un político que comprenda sus tareas debe aprender a suscitar ese viraje en las distintas capas y grupos de la amplia masa democrática pequeñoburguesa si está convencido de que existen causas históricas serias para semejante viraje”. Pero esto no significa en modo alguno, advirtió Lenin, que se deba renunciar a reprimir a los enemigos. "Sería una farsa intentar “convencerlos”, y, en general, "influir psicológicamente" en ellos. Pero en la misma medida, si no más, sería ridículo y estúpido insistir exclusivamente en la táctica del aplastamiento y del terror con relación a la democracia pequeñoburguesa cuando la marcha de los acontecimientos la obliga a orientarse hacia nosotros"  [39•29 .

p Las causas del viraje de la democracia pequeñoburguesa hacia el Poder soviético en aquel período hay que buscarlas ante todo en la política del Partido Comunista con respecto a los intelectuales, así como en los cambios operados en la situación interior e internacional de la República Soviética en el otoño de 1918. El período transcurrido desde la Revolución de Octubre había enseñado mucho a los intelectuales. Vieron que el Poder soviético era fuerte y que las masas populares, bajo la dirección de los bolcheviques, se afanaban por restablecer la economía, conservar los valores culturales y concertar la colaboración honrada con la intelectualidad. En su artículo Las preciosas confesiones de Pitirim Sorokin, V. I. Lenin señaló los motivos principales que promovieron el viraje

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de la democracia pequeñoburguesa hacia la colaboración con el proletariado y el derrumbamiento de sus ilusiones. Estos motivos habían sido, en primer lugar, la bancarrota del imperialismo alemán y la anulación del tratado de Brest en noviembre de 1918, que dificultó mucho el acercamiento entre la intelectualidad y el Poder soviético, y, en segundo lugar, la implacable revelación 40 por el curso de los acontecimientos de la falsedad de la fe en la "democracia pura".

p La firma, en marzo de 1918. de la increíblemente penosa paz de Brest con Alemania obedeció a la necesidad de obtener una tregua en la guerra y no permitir al imperialismo alemán que aplastara la revolución. En su gran mayoría, la intelectualidad juzgó esta paz como “humillante”, “vergonzosa” y “traidora”. "La amargura, la ira y la furiosa indignación suscitadas por esta paz son comprensibles”, escribió Lenin  [40•30 . Todo esto creó enormes dificultades para atraer moralmente a los intelectuales hacia el Poder soviético.

p Una importante razón del viraje de la intelectualidad hacia el Poder soviético fueron los acontecimientos de la guerra civil, que hicieron ver claramente a los intelectuales que la intervención y la contrarrevolución de los guardias blancos constituían una amenaza de muerte para Rusia. Ante la intelectualidad se planteó el dilema de aceptar el Poder soviético, que defendía los intereses del pueblo trabajador, o pronunciarse por la república burguesa, bajo la égida del imperialismo anglo-norteamericano, que restablecía la reacción en todo el mundo.

p La parte de la intelectualidad en la que estaban arraigados los sentimientos patrióticos y que estimaba la independencia nacional de Rusia se iba convenciendo día tras día de que era sólo el Partido Bolchevique quien defendía esta independencia y decidió ponerse al servicio del Poder soviético. El conocido físico soviético Abraham loffe refiere en su libro Mi vida y trábalo, cómo llegó a reconocer la legitimidad de los Soviets: "El significado de la Revolución de Octubre no lo comprendí de golpe. En la toma del poder por los bolcheviques vi al principio un episodio de la revolución, determinada por el afán de poner fin a la guerra, y pensaba que los campesinos, provistos de armas como resultado de la desmovilización, jugarían el papel decisivo, pero que no serían capaces de mantenerse en el poder. Sin embargo, mi estancia durante el verano en Crimea, donde bajo la protección del ejército de ocupación alemán se mantenía el poder de la burguesía, el atentado a Lenin en Moscú y el odio feroz de los liberales crimeos al proletariado me decidieron definitivamente a fijar mi actitud. Para mi ya no cabía duda: aquí, ante el proletariado, un esplendoroso futuro; allí, ante la burguesía, el mísero pasado podrido. Al regresar en septiembre de 1918 a Petrogrado decidí firmemente unir para siempre mi destino con el País de los Soviets y contribuir con mi aporte a la 41 futura construcción”. El camino seguido por A. loffe hacia el Poder soviético fue el típico de muchos intelectuales.

p El viraje de la intelectualidad hacia la colaboración con el Poder soviético fue tomado en consideración y aprovechado inmediatamente por el Partido Comunista. Lenin escribió varios artículos en los que analizó las causas del acercamiento de la pequeña burguesía al proletariado y formuló las tareas del partido en la nueva situación. En una asamblea de activistas del partido celebrada el 27 de noviembre de 1918 en Moscú, V. I. Lenin dijo que era necesario aprovechar al máximo el viraje de la intelectualidad hacia el Poder soviético y atraer a grupos cada vez más considerables de ella a la construcción del socialismo.

p La actividad del Partido Comunista en esta dirección adquirió gran amplitud sobre todo después de aparecidas las resoluciones del VIII Congreso del partido, que expresó en el Programa el criterio cardinal del partido sobre la intelectualidad, atribuyendo una importancia vital a la utilización de la experiencia y los conocimientos de los intelectuales en provecho de la edificación del socialismo. Las resoluciones del congreso contribuyeron mucho a la vez a hacer cambiar la actitud de las masas trabajadoras hacia la intelectualidad y a que esta misma modificara su conducta.

p La política del Partido Comunista, política justa, fundada en el análisis de la correlación objetiva de fuerzas entre las clases y de la naturaleza social de la intelectualidad, reportó fructíferos resultados. El Estado soviético incorporaba a su aparato un número cada vez mayor de especialistas. Científicos, ingenieros, maestros, médicos, expertos militares y otros especialistas iban entrando al

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servicio del Poder soviético.

El Partido Comunista se daba perfecta cuenta de que las vacilaciones de los intelectuales con inclinación hacia la burguesía continuarían en el futuro, que el éxito más insignificante de la contrarrevolución movería a parte de la intelectualidad a ganar el campo del enemigo y de que, al cambiar la situación, retornaría a servir al Poder soviético. Lenin enseñaba a no temer esta volubilidad de los intelectuales. Dijo que sus titubeos eran inevitables. "Pero nosotros, a través de todas estas vacilaciones, conseguiremos que las capas de los intelectuales cultos engrasen las filas de los colaboradores soviéticos y eliminaremos a los elementos que continúen apoyando a los guardias blancos"  [41•31 .

* * *  

Notes

 [35•28]   La Asamblea Constituyente en Rusia era una institución representativa de la población. La convocación de la Asamblea Constituyente la preparó el Gobierno Provisional en 1917 bajo la presión de las masas. Las elecciones se celebraron en noviembre, pero según las listas confeccionadas antes de la Revolución de Octubre. Por ello, en la Asamblea Constituyente predominaban los partidos contrarrevolucionarios. Convocada en Petrogrado el 5 (18) de enero de 1918, la Asamblea se negó a ratificar los decretos del II Congreso de los Soviets sobre la tierra, la pa7. y el paso del poder a los Soviets y la Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado. El 6 de enero, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia disolvió por decreto la Asamblea Constituyente.

 [39•29]   V. I. Lenin. Las precioxux confesiones de Pitirim Sorokin. O. C.. t. 37. pág. 194.

 [40•30]   Ibídem. pág. 190.

 [41•31]   V. I. Lenin. Informe sohre el programa del partido, pronunciado el 19de ni/ir:n. (VIII Coiif-reso del PC (h) de Rusia.) O. C.. t. 38. pág. 169.

Capítulo II LA POLÍTICA DEL PARTIDO COMUNISTA CON LOS INTELECTUALES DE LA RUSIA ZARISTA  V. I. LENIN ACERCA DE LA UTILIZACIÓN DE LOS ESPECIALISTAS BURGUESES COMO UNA FORMA DE LA LUCHA DE CLASES  

p La clase obrera de Rusia empezó a construir el socialismo en una situación extraordinariamente complicada y difícil. La guerra mundial había dejado extenuada la ya de por sí débil economía del país. La industria sufría una aguda insuficiencia de mano de obra, materias primas y equipo. Las fuerzas productivas de la agricultura también habían sido quebrantadas. La población del inmenso país pasaba hambre. El poder de los obreros y campesinos debía hacer frente a la encarnizada resistencia de la contrarrevolución interior, apoyada por los imperialistas extranjeros.

p La falta casi absoluta de personal cualificado para dirigir el Estado, la economía y el ejército planteaba arduas tareas a la clase obrera y al Gobierno revolucionario. Es natural, pues, que en el período inicial de la existencia del Estado soviético fuera importantísimo incorporar a los

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intelectuales de la Rusia zarista a la construcción del socialismo, a la defensa del país y a la preparación de nuevos especialistas entre los obreros y campesinos. "La cuestión de los especialistas burgueses está planteada en el ejército, en la industria, en las cooperativas, en todas partes. Es una cuestión muy importante en el período de transición del capitalismo al comunismo"  [42•1 , dijo V. I. Lenin en el VIII Congreso del partido.

p La historia de la lucha revolucionaria no conocía la experiencia de utilización a gran escala por los obreros y los campesinos, de especialistas ajenos a su causa y, en muchos casos, hostiles a ella. Esta cuestión tampoco había sido 43 elaborada teóricamente. Lenin señaló: "Cuando incluimos en el programa revolucionario de nuestro partido el problema de los especialistas, resumíamos la experiencia práctica de nuestro partido sobre uno de los problemas más importantes. No recuerdo que los precedentes maestros del socialismo, que previeron mucho de la futura revolución socialista y señalaron muchos de sus rasgos, no recuerdo, digo, que se manifestaran sobre este problema"  [43•2 .

p En la solución del problema de la incorporación de los intelectuales que la vieja sociedad había dejado al Estado proletario, el Partido Comunista se rigió por los planteamientos básicos formulados por V. I. Lenin y por sus indicaciones prácticas.

p En muchas de sus obras que tratan del período prerrevolucionario, Lenin puso al descubierto la naturaleza de clase de los intelectuales como capa social intermedia que vacila entre las clases fundamentales de la sociedad y trazó las vías y formas de utilización de los especialistas burgueses. En su obra ¿Se mantendrán los bolcheviques en el podef. (septiembre de 1917), escribió que el proletariado, después de tomar el poder, pone a su servicio a los economistas, ingenieros, agrónomos y otros especialistas, pero implanta obligatoriamente sobre ellos el control de las organizaciones obreras.

p Lenin dispensó especial importancia a este problema después de la conquista del poder político por el proletariado, cuando la naciente República Soviética perseguía el objetivo de aprovechar para la transformación socialista de Rusia todas las realizaciones de la ciencia, la técnica y la cultura del capitalismo. Lenin consideraba que el socialismo hay que empezar a construirlo sobre la base tecnoeconómica que ha quedado de la vieja sociedad, utilizando por todos los medios a la intelectualidad burguesa, en cuyos conocimientos, habilidad y experiencia está personificado el aspecto “espiritual” de la producción capitalista. "... Del capitalismo aplastado no se puede vivir —señalaba—. Hay que tomar toda la cultura que dejó el capitalismo y construir el socialismo a base de ella. Hay que tomar toda la ciencia, la técnica, todos los conocimientos, el arte. Sin eso no podemos edificar la vida de la sociedad comunista. Y esa ciencia, esa técnica y ese arte los poseen los especialistas, están en sus cabezas"  [43•3 .

p Lenin advertía que la tarea de atraer a los especialistas de la vieja sociedad a la construcción del socialismo, con abstracción 44 de sus ideas políticas, es compleja y difícil, pero, a la vez, no hay más remedio que cumplirla, porque tiene inmenso alcance para el proletariado. No es casual, pues, que V. I. Lenin caracterizase la utilización de los intelectuales burgueses como una forma de la lucha de clases.  [44•4  Ahora bien, es una forma especial de la lucha de clases, que se distingue sustancialmente de formas como el aplastamiento de la resistencia de las clases explotadoras, la guerra civil y otras.

p No era una forma de lucha de clase contra la intelectualidad como tal, sino una lucha por ella.

p En tanto que respecto a las antiguas clases explotadoras el proletariado seguía la política de aplastamiento de su resistencia, en orden a la intelectualidad de la época zarista el Partido Comunista se orientaba a ejercer una "sistemát(ica) influencia rectora (también = lucha, pero de género especial, superación, verdad es, de cierta resistencia, pero completamente distinta...)"  [44•5 . AI mismo tiempo, esta forma de la lucha de clases presuponía que el sujeto paciente de la influencia no era sólo la intelectualidad. El Partido Comunista debería llevar a cabo una tesonera y sistemática labor a fin de hacer cambiar la actitud de la clase obrera y todas las

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masas trabajadoras hacia los intelectuales. Es más, se necesitaba lograr la unidad de criterio y de acción en el propio seno del partido, venciendo los estados de ánimo sectarios de izquierda y nihilistas entre una parte de los comunistas. Por lo tanto, esta forma de la lucha de clases era multifacética y complicada, no estando exenta de contradicciones dialécticas.

p A juicio de V. I. Lenin, una condición imprescindible de la incorporación de los intelectuales de la Rusia zarista a la construcción del socialismo era la implantación del control sobre su actividad por parte de la clase obrera y de su partido. El Partido Comunista y la clase obrera invitaban a los intelectuales a colaborar activamente. Para asumir la dirección política de la sociedad, la clase obrera había sido preparada por toda la experiencia anterior de la lucha de clases y no estaba dispuesta a ceder a nadie su "mando supremo”. Mas en lo que se refería al ejercicio práctico de su dictadura, a la "técnica de la gobernación”, a la aptitud, apoyada en fundamentos científicos, para organizar la vida económica y cultural del país, la experiencia del proletariado victorioso era escasa y debería adquirirla. Por ello, V. I. Lenin consideraba necesario que los obreros y campesinos aprendieran de modo sistemático y 45 perseverante las enseñanzas de estos intelectuales, de los especialistas en el ámbito de la ciencia, la técnica, la cultura y el arte militar. Podríamos aducir numerosos ejemplos demostrativos de cómo Lenin criticaba acerbamente la presunción burocrática y la propia idea de que la clase obrera no tenía que aprender nada de la burguesía vencida. "Nuestra tarea —dijo— es atraer, a modo de ensayo, gran cantidad de especialistas, remplazados luego mediante el adiestramiento de nuevo personal de mando, de un nuevo conjunto de especialistas que habrán de aprender el dificilísimo, nuevo y comlejo oficio de administrar"  [45•6 .

p Para Lenin, el problema de la participación de los especialistas del viejo régimen en la construcción soviética estaba ligado indisolublemente con la cuestión general de la actitud hacia la herencia cultural del pasado. Señaló una y otra vez que eran los trabajadores, con todo derecho, los herederos de la "suma de conocimientos humanos" y que sin llegar a poseer esta herencia, sin conocer todas las realizaciones de la cultura universal no podrían poner manos a la construcción de la cultura del futuro, la cultura socialista, y, por consiguiente, serían incapaces de edificar el socialismo. Lenin entendía que el conocimiento y la transformación con sentido creador de la cultura creada a lo largo del desarrollo de la sociedad humana constituían una condición obligatoria e indispensable.

p Definir claramente la posición del Partido Comunista en orden a la herencia cultural del pasado era importante también para atraerse moralmente a las fuerzas culturales de la nación, pues los intelectuales burgueses cambiarían su actitud hacia el proletariado, serían vencidos moralmente y empezarían a ponerse de su parte nada más que cuando viesen en la realidad que las capas avanzadas de la clase obrera no sólo tenían en alta estima la cultura, sino que ayudaban a llevarla a las masas.

p En aquellos tiempos estaban extendidas entre círculos bastante amplios de la intelectualidad de la Rusia zarista las tendenciosas ideas de que la revolución provoca el derrumbamiento general de la cultura y la muerte de la civilización. Los intelectuales burgueses, perplejos, desesperados, gemebundos, repitiendo los viejos prejuicios, intimidados y asustándose a sí mismos, lloraban la cultura “pereciente”. Atribuían a todos los trabajadores el anarquismo de las capas pequeñoburguesas, que les atemorizaba y repelía. El académico S. Oldenburg, 46 refiriéndose a sus inquietudes en aquellos complicados días, las describía con estas palabras: "Sobre todo era grande el peligro para la cultura, cuyas profundas raíces arrancaban de la vieja vida anterior y, por eso, parecía a menudo completamente inaceptable o poco adecuada para el nuevo régimen. De ahí que fuera excepcionalmente difícil encontrar en este aspecto el verdadero camino. Hubo momentos en que parecía llegar el fin de la cultura, y de la ciencia, ligada a ella, en que parecía que nadie las necesitaba en aquella gran revolución realizada con tanta rapidez".

p Los literatos mencheviques y eseristas instigaban los juicios pesimistas sobre los procesos históricos y espirituales suscitados por la Revolución de Octubre. Y debe decirse que muchos intelectuales de la época zarista picaron en el anzuelo de las falaces afirmaciones que culpaban a los

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bolcheviques de la destrucción de la civilización, no vieron más que el derrumbamiento de lo viejo y declararon abiertamente que no trabajarían bajo la dirección del Poder soviético.

p Complicó la situación el que V. I. Lenin y el Partido Comunista hubieron de luchar contra la actitud nihilista mantenida por Pmletkult. Aprovechándose del inmenso afán de conocimientos y de cultura que mostraba el pueblo, Proletkult extendió por todo el país una red de clubes obreros, círculos literarios, estudios de artes plásticas y grupos teatrales. Todo esto era muy necesario y útil. Sin embargo, los dirigentes de Proletkult divergían radicalmente en sus planteamientos de la política del Partido Comunista. Declaraban que la tarea primordial de la clase obrera consistía en crear una "cultura proletaria específica”, que repudiara por entero la herencia de las generaciones anteriores. Los dirigentes de Proletkult rechazaban las mejores obras del genio humano fundándose en que habían sido creadas en las condiciones de la sociedad explotadora. Estos “revolucionarios” incitaban a destruir los museos, a "quemar a Rafael”, a "pisotear las flores del arte”. Proponían suprimir en las escuelas la enseñanza de la historia y de la literatura clásica, reducir los cursos de ciencias naturales, etcétera.

p Los ideólogos de Proletkult menospreciaban a la intelectualidad artística de la época zarista, pues consideraban que la tarea de la construcción de la cultura proletaria sólo podía ser cumplida por las fuerzas del propio proletariado, esto es, por los científicos, pintores, artistas, ingenieros, etcétera, salidos de su seno. Incluso la idea misma del carácter del arte proletario se reducía en ellos a negar el contenido ideofigurativo del arte y su significación estética.

47

p Lenin fustigó despiadadamente a los ideólogos de Proletkult, tildándoles de fantaseadores aislados de la vida, que podían inferir considerable daño al Estado y al pueblo. En su discurso en el III Congreso del Komsomol, celebrado en octubre de 1920, dijo: "La cultura proletaria no surge de fuente desconocida, no es una invención de los que se llaman especialistas en cultura proletaria. Eso es pura necedad. La cultura proletaria tiene que ser el desarrollo lógico del acervo de conocimientos conquistados por la humanidad bajo el yugo de la sociedad capitalista, de la sociedad terrateniente, de la sociedad burocrática"  [47•7 .

p A la vez, V. I. Lenin y el Partido Comunista subrayaban que heredar la cultura del pasado y penetrarse de ella no significaba ser poco escrupulosos en la selección del acervo cultural. Combatieron porfiadamente los intentos de enfocar con criterio simplista y global la herencia cultural y se opusieron a quienes afirmaban que era posible aprovechar incondicionalmente y sin crítica alguna todos los elementos de la vieja cultura. Heredar la cultura de la sociedad precedente significaba que se debía separar de ella todo lo rutinario, reaccionario y antipopular y poner al servicio de la nueva sociedad todos los elementos valiosos, saludables y democráticos contenidos en ella.

p Como ya se ha dicho, parte considerable de la intelectualidad burguesa reaccionó hostilmente ante la Revolución de Octubre o se declaró neutral respecto al poder proletario. ¿Cuál fue la actitud del Poder soviético hacia los diferentes grupos de la intelectualidad?

p En cuanto a los intelectuales que se habían alistado en el campo de la contrarrevolución y los intervencionistas, contra ellos se sostuvo una lucha sin cuartel, que llegaba hasta el terror. Pero en cuanto estos intelectuales empezaron a vacilar y desde las posiciones enemigas fueron pasando a las de neutralidad y de colaboración con el Poder soviético, con ellos se establecieron relaciones de entendimiento y de buena vecindad.

p No tuvo nada de extraño ni fue inesperado que cierta parte de los intelectuales burgueses se proclamara neutral ante el poder de los obreros y campesinos y declarase que se mantenía "al margen de la política”, pues no hay revoluciones que puedan triunfar y convencer de pronto, logrando que al momento se ponga la fe en ellas. Hubiera sido ingenuo esperar que inmediatamente después de la toma del poder por el proletariado todas las clases y capas de la sociedad harían suya la ideología socialista. La tarea no estribaba en que al día siguiente 48 de la revolución se hicieran

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partidarios de ella los que sustentaban otras ideas. El objetivo del partido consistía en atraer a la obra del robustecimiento de la nueva sociedad y conquistar moralmente a los intelectuales que se decían neutrales. Más aún, V. I. Lenin consideraba la neutralidad como un peldaño en la vía de la intelectualidad hacia el reconocimiento de las ideas socialistas: "... de la hostilidad al bolchevismo pasar a la neutralidad, y luego a apoyarlo..."  [48•8 .

p Huelga decir que en una situación de encarnizada lucha de clases la neutralidad de la pequeña burguesía y de los intelectuales no es más que una ficción, un prejuicio político. El intelectual que se definiese como neutral entraría a servir a los enemigos del Poder soviético apenas la contrarrevolución alcanzara cualquier éxito, por pequeño que fuera. Así y todo, esta neutralidad inconsistente, vacilante e indefinida fue reconocida y ayudó al robustecimiento del Poder soviético. Si el Partido Comunista hubiese visto en la neutralidad de los intelectuales un mal absoluto y hubiera conducido la lucha contra él partiendo de que el neutral es un enemigo, en realidad o en potencia, entonces, como dijera Lenin, nos habríamos desbaratado a sí mismos. Desarrollando esta idea, Lenin añadió: "Y cuando dicen que quieren ser neutrales y vivir en términos de buena vecindad con nosotros, respondemos: eso es, precisamente, lo que deseamos"  [48•9 .

p Además, los comunistas razonaban como hombres prácticos: en unas condiciones de agudísima falta de especialistas cualificados, era necesario utilizar a la intelectualidad neutral, apolítica, y sacar de esa actitud suya el mayor provecho posible. Había que llegar a un acuerdo con ella, establecer un compromiso. Es más, habría sido un error temer el espíritu reaccionario de tales o cuales elementos, inevitable en el primer período de la existencia del Poder soviético. Por el contrario, era preciso atraerlos ampliamente a la obra de la construcción y de la defensa del Estado socialista.

p La neutralidad de los intelectuales fue, hasta cierto momento, ventajosa para el Poder soviético. Por sus concepciones ideológicas, la intelectualidad, sobre todo sus altas esferas, estaba más cerca de la burguesía que de la clase obrera, y si, esgrimiendo un “apoliticismo” y una “neutralidad” espectrales no se había decidido a levantar la espada por la 49 contrarrevolución, sino que tomó el camino de la colaboración con el Poder soviético, esto debía ser apreciado como un fenómeno positivo. De otro modo, habrían ganado los enemigos de la revolución y el Poder soviético se hubiera visto privado de un número considerable de especialistas altamente cualificados. En aquel tiempo para el Estado soviético fue preferible que cierta parte de los intelectuales se mantuviera ajena a los partidos, apolítica y neutral a que tomara parte en la lucha activa contra la dictadura del proletariado.

p A la par que veía en la neutralidad de los intelectuales un fenómeno objetivamente útil para el Poder soviético, el Partido Comunista les explicaba que debían abandonar su neutralismo y que no era posible que viviesen en la sociedad soviética y permanecieran extraños a sus intereses y aspiraciones.

p La política leninista de incorporación de los intelectuales burgueses a la dirección de la economía y del ejército y al desarrollo de la cultura fue objeto de virulentos ataques de los grupos oportunistas, sobre todo el de los "comunistas de izquierda"  [49•10 . Por ejemplo, a comienzos de 1918, en sus Tesis sobre el momento actual, los “izquierdistas”, en vez de analizar sensatamente la situación y tomar en consideración el estado real de las fuerzas, levantaron un alboroto demagógico, acusando a V. I. Lenin de que aplicaba una política de "restablecimiento de la dirección de los capitalistas”, de "centralización burocrática de la República Soviética y trapichees de gabinete con negociantes burgueses y pequeñoburgueses”. En los momentos en que la clase obrera estaba dedicada a cumplir complejas tareas de organización, los “izquierdistas” seguían enseñando los dientes a las medidas prácticas del partido para organizar la economía, sobre todo en lo que se refería a la utilización de los especialistas burgueses. La opinión de los "comunistas de izquierda" de que los especialistas burgueses eran un elemento puramente parasitario, del que, en realidad, se podía prescindir en la producción, sólo hacía el juego a los enemigos del Poder soviético.

p Añádase a esto que las consignas demagógicas de los "comunistas de izquierda" encontraban eco

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entre cierta parte de los obreros. Los “izquierdistas” se aprovecharon hábilmente de la desconfianza de las masas obreras a los especialistas, como 50 auxiliares de la burguesía —desconfianza natural en aquella situación—, para oponerse a la política leninista de máxima utilización de los especialistas de la vieja sociedad para construir el socialismo.

p Lenin criticó duramente a los "comunistas de izquierda”, diciendo que su actitud no podía ser más vergonzosa y significaba la completa abjuración del marxismo. Señaló que los “izquierdistas” no habían comprendido toda la complejidad y las peculiaridades de las formas de la lucha de clase que el proletariado debería sostener después de la conquista del poder. No tenían en cuenta que no todas las contradicciones formadas en el capitalismo a lo largo de un proceso histórico se solucionan por el simple hecho de la conquista del poder y de la expropiación de la burguesía por el proletariado y que la clase obrera sólo puede resolverlas a través de una larga y porfiada lucha de clases.

p Nada, en verdad, distinguía de los "comunistas de izquierda" a los anarquistas en la cuestión de la intelectualidad de la Rusia zarista. Acusando calumniosamente a Lenin de "complicidad con la burguesía”, los anarquistas exigían la represión masiva de la intelectualidad como principal método de influencia del Poder del Estado sobre ella. El anarquista A. Gue, en una sesión del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia  [50•11 , declaró que a los “especialistas” sólo se les podía obligar a trabajar bajo amenaza de fusilamiento.

p La cuestión sobre la incorporación de oficiales y generales del antiguo ejército a la defensa del país provocó discusiones verdaderemante tempestuosas. Esta cuestión era tan delicada y compleja, y su justa solución tenía tanta importancia para fijar la política general del partido con relación a los intelectuales y para la defensa de la República de los Soviets, que hubo de ser sometida al examen del VIII Congreso del partido.

p La mayoría de los delegados al congreso apoyaron a V. I. Lenin y reprobaron la opinión de los "comunistas de izquierda" y de otros que se oponían a la incorporación de la intelectualidad de la vieja sociedad a la construcción del Estado soviético. Además de aprobar la línea leninista, el congreso incluyó un apartado en el nuevo Programa del partido, que decía: "... La tarea de desarrollar las fuerzas productivas exige la utilización inmediata, amplia y múltiple de los especialistas de 51 la ciencia y de la técnica que nos ha dejado el capitalismo, a pesar de que en la mayoría de los casos están penetrados inevitablemente de la ideología y de las costumbres burguesas... El partido debe, en estrecha unión con los sindicatos, seguir su línea anterior: de un lado, no hacer la menor concesión política a esta capa social burguesa y reprimir sin piedad todo conato contrarrevolucionario de ella; de otro lado, combatir con igual inclemencia la presunción falsamente radical, y de hecho ignara, según la cual los trabajadores están en condiciones de superar el capitalismo y el régimen burgués sin necesidad de aprender de los especialistas burgueses, sin utilizarlos, sin seguir una larga escuela de trabajo junto con ellos"   [51•12 .

p Sin embargo, aún después de que la política de incorporación de los intelectuales burgueses a la construcción del socialismo había sido formulada como tesis programática del partido, no cesó la acción de algunos comunistas sectarios contra la línea leninista. Poco después del VIII Congreso del partido, A. Shliápnikov, que dirigía a la sazón el Buró Central de los Sindicatos, publicó en Pravda el artículo Acerca de los especialistas, en el que acusaba a la dirección del partido de "connivencia con los especialistas" y atribuía al partido la consigna "Todo, a los especialistas”. Shliápnikov motejó al CC del partido de haberse apartado de la clase obrera y de ser complaciente con los intelectuales burgueses y exigía del partido que rechazara el servicio de los especialistas.

p A comienzos de 1920, la lucha en torno a la incorporación de la intelectualidad se recrudeció con motivo de la postura del llamado grupo del "centralismo democrático"  [51•13 , que, al tiempo de defender la "infinita colegiabilidad" en la dirección de la economía nacional, condenaba la dirección unipersonal y la centralización de la administración del Estado. Los miembros de este grupo no se oponían abiertamente a la utilización de los especialistas burgueses, pero, al igual que los "comunistas de izquierda”, intentaron aprovecharse para sus fines de la desconfianza a los especialistas por parte de los obreros.

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p El grupo del "centralismo democrático" fue derrotado en el IX Congreso del partido, que se reunió en la primavera de 1920. 52 En el informe al congreso, V. I. Lenin mostró la total inconsistencia de los argumentos de este grupo. Defendió firmemente las tesis programáticas sobre la incorporación de los especialistas burgueses a la dirección de la economía bajo el control y la dirección del partido y del Estado. Apoyando la línea leninista, el congreso, en la senda resolución "Los especialistas en la industria" volvió a poner de relieve el gran significado de la cuestión de los especialistas para el restablecimiento y el desarrollo de las fuerzas productivas del país, reiteró las exigencias programáticas respecto a los especialistas burgueses y señaló en la forma más categórica que todos los comunistas no olvidaran la tarea de incorporar ampliamente a los especialistas de la vieja sociedad a la vida productiva en las empresas.

p La línea del partido en la cuestión de la intelectualidad fue combatida igualmente por la llamada "oposición obrera"  [52•14 . En sus demagógicos ataques al CC del PC(b) de Rusia los oposicionistas denunciaban que se habían cometido graves errores en la utilización de los intelectuales burgueses, que fueron atraídos a colaborar no especialistas de la ciencia y de la técnica, sino antiguos organizadores de la economía capitalista, en quienes se había depositado injustificadamente una gran confianza. En el folleto La "oposición obrera”, que apareció en 1921, Alexandra Kollontái  [52•15 , refiriéndose a la grave situación material de la clase obrera y a los casos de actitud incorrecta de algunos especialistas hacia los obreros, decía: "...El obrero siente, ve y palpa a cada paso que los especialistas... sacan a empellones a los obreros corrientes... Y el partido, en vez de bajar los humos a este elemento extraño a la clase obrera y al comunismo, es complaciente con él".

p Los oportunistas plantearon esta cuestión en el X Congreso del partido y presentaron un proyecto de resolución en el que se proponía señalar que la política del CC del PC(b) de Rusia había pecado de incredulidad en Jas fuerzas creadoras de la clase obrera y de concesiones a la pequeña burguesía y a las castas burocráticas burguesas. En el discurso pronunciado en el congreso, V. I. Lenin calificó de pura demagogia las 53 declaraciones de que los especialistas humillaban a los obreros, de que el CC no confiaba en la clase obrera e impedía el acceso de los obreros a los organismos directivos. "Nos agobia la falta de hombres —dijo Lenin— y estamos dispuestos a tomar con ambas manos cualquier ayuda de un hombre más o menos eficiente, y con mucha más razón si es un obrero"  [53•16 .

p El congreso descargó un golpe demoledor sobre ¡a ponencia de la "oposición obrera”. Por la resolución del CC votaron 514 delegados, y por la que presentó la "oposición obrera”, sólo 45. Así pues, a la par con otros planteamientos antipartido de la "oposición obrera”, fue rechazada su exigencia de expresar un voto de desconfianza a la política del CC del partido respecto a los intelectuales.

p A finales de 1922, la cuestión de qué actitud observar frente a la cultura burguesa y a la intelectualidad de la época zarista volvieron a agitarla en la prensa central los enemigos de la línea leninista. El 27 de septiembre de 1922 apareció en Pravda un artículo titulado En el frente ideológico, de V. Pletnev, en el que éste propagaba concepciones nihilistas hacia los intelectuales y la ciencia. Esgrimiendo la tesis de que la nueva cultura únicamente podría ser construida con ayuda de los intelectuales proletarios, V. Pletnev escribía: "Y sólo entonces, cuando el proletariado tenga sus científicos en todas las esferas del saber y sus artistas en todas las manifestaciones del arte, únicamente entonces será cumplida la tarea que tenemos planteada".

p V. Pletnev sostenía que en la nueva sociedad no había sitio para los intelectuales educados antes de la revolución en un ambiente no proletario. Este criterio le llevaba a negar la función de toda la intelectualidad, en general, y a ser incrédulo en sus fuerzas. No comprendía que el socialismo posee un inmenso poder de atracción y que la mejor parte de la intelectualidad llegaría a identificarse con la teoría más avanzada de su época e incluso a aceptar cualquier sacrificio en aras de los grandes ideales. Era este poder de atracción del socialismo lo que precisamente tenía en cuenta V. I. Lenin cuando ya en abril de 1919, en el folleto Éxitos y dificultades del Poder soviético, se mofó de

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quienes soñaban construir el socialismo con hombres químicamente puros, cultivados en invernaderos, y dijo que el comunismo podía atraer a la esfera de su influencia a las capas más diferentes de la población.

p En el período de la Nep, Lenin señaló como una tarea primordial la utilización de los intelectuales de la época zarista procedentes de medios no proletarios. Recomendó cuidar como 54 de las ninas de los ojos a cada especialista que trabajase honradamente y con conocimiento de su profesión.

p En el menosprecio de los conocimientos y de la experiencia de la intelectualidad, en los intentos de oponer a la clase obrera a los intelectuales y en la presunción comunista Lenin vio uno de los peores y más peligrosos males, contra el que se debía luchar con tanta energía como contra el soborno. Para V. I. Lenin, la presunción comunista era especialmente nociva cuando trascendía a las relaciones con los intelectuales. En este aspecto, advertía, es necesario mostrar el mayor tacto, saber tratar de modo especial al intelectual, tomar en consideración en cada caso concreto el interés del intelectual en el trabajo, cuidarse de que cada especialista se sienta satisfecho de su labor y cobre conciencia de su utilidad social.

p El artículo En el frente ideológico, de V. Pletnev, provocó una discusión en la que participaron N. Krúpskaya, I. Skvortsov-Stepánov e Y. Yákovlev, entre otros. Lenin siguió atentamente el giro de la discusión. En el artículo ¿Qué es un especialista y cómo se le hace?, publicado el 28 de octubre en Pravda, I. Skvortsov-Stepánov afirmaba que "la dictadura del proletariado se vendrá abajo... si estos especialistas no son nuestros especialistas, que ven su tarea en robustecer y desarrollar la dictadura de la clase obrera”. En una carta al autor del artículo, V. I. Lenin le decía sin rodeos que su opinión era equivocada. "Tales especialistas no los tendremos durante mucho tiempo, hasta que desaparezcan los especialistas burgueses y los especialistas pequeñoburgueses, hasta que todos los especialistas sean comunistas"  [54•17 . Lenin escribió que, como tardaríamos aún en tener especialistas propios, la utilización de los especialistas de la época zarista y su educación y reducación constituían una obra de mucho tiempo, que se alargaría "hasta el fin de la dictadura"  [54•18  del proletariado.

p Los días 24 y 25 de octubre de 1922 apareció en Pravda el artículo Acerca de la "cultura proletaria" y de la “Proletkult”, de Y. Yákovlev, subjefe de la sección de agitación y propaganda del CC del PC(b) de Rusia.

p Apoyándose en los planteamientos de Lenin, Y. Yákovlev criticó las tesis erróneas de V. Pletnev sobre la interpretación de la cultura en general y sobre la necesidad de “socialistizar” la ciencia y el arte, es decir, de destrozar y rehacer por la violencia, en un dos por tres, la vieja cultura. Oponiéndose a 55 Pletnev, Yákovlev decía que su menosprecio hacia quienes procedían de capas sociales no proletarias sólo podía conducir a enemistar a los intelectuales con el Poder soviético. "En un país donde la población campesina constituye la inmensa mayoría —escribía—, el problema de la propia existencia del Poder soviético es el de aprender, por medio del catedrático, del ingeniero y del maestro que nos ha dejado el capitalismo, a luchar contra el atraso y la ignorancia y a elevar la cultura de las masas trabajadoras. Hay que aprender esto a toda costa y orientar el trabajo cultural del maestro, del profesor de enseñanza media y del catedrático por el cause que determinan los intereses del proletariado".

p En el curso de esta discusión quedaron definitivamente demolidas las teorías vulgarizadoras de la Proletkult, triunfaron la interpretación leninista de la cultura y la actitud leninista hacia los intelectuales.

p Desde el momento de la Revolución de Octubre hasta los tiempos en que la intelectualidad burguesa aceptó plenamente el socialismo y se convirtió en intelectualidad soviética, no sólo de nombre, sino también por íntima convicción, la política del Partido Comunista respecto a los intelectuales de la época zarista no experimentó ningún cambio fundamental. El partido aplicó, da manera firme y consecuente, la línea de amplia incroporación de los intelectuales burgueses a la construcción del socialismo y a la defensa del país, estimulando a quienes ayudaban honradamente

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al Poder soviético, reducando en el espíritu de la ideología socialista a los vacilantes e indecisos y atajando con energía toda tentativa contrarrevolucionaria de los intelectuales reaccionarios.

p El Partido Comunista mostró extraordinario tacto político, gran entereza y flexibilidad y sabia tolerancia para resolver el problema de la intelectualidad burguesa. En las resoluciones de sus congresos y conferencias y de los Plenos del Comité Central señaló reiteradamente que la ideología burguesa de la intelectualidad de la Rusia zarista debería ser superada mediante la cotidiana labor educativa de los comunistas y de la clase obrera. Sin embargo, el propio hecho de la existencia de supervivencias de esa ideología no podía ser óbice para rechazar terminantemente la colaboración con los portadores de ellas.

p A la vez conviene hacer constar que el partido, paralelamente a su múltiple labor encaminada a hacer comprender a los intelectuales de la época zarista cuál era su puesto en la construcción de la nueva sociedad y a crearles las condiciones necesarias para un trabajo fructífero, montaba la guardia permanente de los intereses de clase del proletariado y no hacía 56 a los intelectuales la menor concesión en la esfera de la ideología.

Esta era la política general del Partido Comunista para con la intelectualidad de la época zarista. Ahora bien, no bastaba con trazar una política correcta: se requería también elaborar los métodos para llevarla a la práctica, señalar el camino de la incorporación de los intelectuales burgueses al campo del socialismo y hacer gigantescos esfuerzos para cumplir realmente las exigencias concretas del programa del partido.

* * *  

Notes

 [42•1]   V. I. Lenin. Informe sobre el programa del partido, pronunciado el 19 de marzo. (VIII Congreso del PC (h) de Rusia.) O. C., t. 38. pág. 165.

 [43•2]   V. I. Lenin. Informe del Comité Central. O. C., t. 38. pág. 139.

 [43•3]   V. 1. Lenin. Exitos y dificultades del Poder soviético. O. C.. t. 38. pág. 55.

 [44•4]   Véase V. I. Lenin. La dictadura del proletariado. O. C.. t. 39, pág. 264.

 [44•5]   Recopilación leninista. Moscú-Leningrado, III, pág. 494.

 [45•6]   V. I. Lenin. El VII Congreso de los Soviets de tuda Rusia. .O.C., t. 39, pág. 431.

 [47•7]   V. I. Lenin. Tareas de las juventudes comunistas. O. C.. t. 41. pág. 304.

 [48•8]   V. I. Lenin. Las preciosas confesiones de Pitirim Sorokin. O. O, t. 37, pág. 193.

 [48•9]   V. I. Lenin. Reunión de activistas del partido de Moscú. O. C., t. 37. pág. 220.

 [49•10]   Los "comunistas de izquierda" constituían un grupo fraccionalista en el Partido Comunista, organizado en diciembre de 1917. durante el período de las negociaciones sobre la paz de Brest con Alemania. La lucha del partido contra los "comunistas de izquierda" giró en torno a diversos problemas cardinales del marxismo-leninismo en la nueva situación histórica.

 [50•11]   El Comité Ejecutivo Central (CEO de toda Rusia fue hasta 1937 el órgano legislativo, ejecutivo y de control superior de la RSFSR. Era elegido por el Congreso de los Soviets de toda Rusia. Funcionó hasta el momento de ser elegido el Soviet Supremo de la RSFSR.

 [51•12]   El PCUS en las resoluciones v acuerdos de los Congresos \ Conferencias \ de los Plenos del CC. t. 1. Moscú. 1970. pág. 52.

 [51•13]   El grupo del "centralismo democrático" era un grupo antipartido, que se oponía a la dirección centralizada del Estado, a la dirección unipersonal y a la participación de los especialistas de la Rusia zarista en la producción. En el fondo, este grupo rechazaba la disciplina de partido y

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para con el Estado y la función rectora del partido en los Soviets y en los sindicatos.

 [52•14]   La “oposición obrera” era un grupo antipartido que impugnaba la función rectora del partido y de la dictadura del proletariado, considerando que los sindicatos constituían la forma superior de organización de la clase obrera.

 [52•15]   A. Kollontái (1872–1952). revolucionaria profesional. Participó activamente en la insurrección armada de Octubre. Figuró en el grupo de los "comunistas de izuquierda" y luego en el de la "oposición obrera”. Desde 1923 brilló como personalidad social, estatal y política de la Rusia Soviética. Fue la primera mujer que desempeñó cargos diplomáticos.

 [53•16]   V. I. Lenin. X Congreso del PC(b)R. O. C., t. 43. pág. 48.

 [54•17]   V. I. Lenin. Nota a los miembos del Buró olítico del CC del PC(b)R y provecto de carta a Hoover. O. C., I. 54. pág. 310.

 [54•18]   Ibídem. pág. 311

VÍAS Y MÉTODOS DE INCORPORACIÓN DE LA INTELECTUALIDAD A LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO Y A LA DEFENSA DEL PAÍS  

p Al fijar los métodos de incorporación de los intelectuales burgueses al servicio del Estado socialista, el Partido Comunista y su jefe, V. I. Lenin, tropezaron con enormes dificultades. Hubiera sido ingenuo esperar de los intelectuales burgueses, que habían servido a los capitalistas, y de los obreros y campesinos, que habían-derrocado el poder de la burguesía, que encontrasen desde el principio un lenguaje común y establecieran relaciones basadas en la confianza mutua y la colaboración en un espíritu de camaradería.

p A crear la colaboración entre la intelectualidad y los trabajadores dedicaron el Partido Comunista y el Poder soviético mucha atención, energías y tiempo. Esta obra empezó a realizarse en los primeros días de la revolución y no se cesó en ella hasta que la abrumadora mayoría de la intelectualidad abrazó definitivamente la causa del socialismo.

p Ya en el primer período de la revolución el Partido Comunista hubo de afrontar una tarea muy compleja: encontrar los caminos y los procedimientos de atracción de los intelectuales burgueses a la colaboración con el Poder soviético que, de una parte, aseguraran la mayor eficiencia laboral de los especialistas, y, de otra parte, permitieran ayudar a los intelectuales a cambiar su ideología.

p Para determinar las vías y los métodos de trabajo orientados a incorporar a los intelectuales burgueses a la construcción del socialismo y a la defensa del país, el Partido Comunista y el Poder soviético tuvieron presente la situación privilegiada que disfrutaba esta capa social en el capitalismo, la acuciante 57 necesidad de especialistas altamente cualificados que acuciaba al Poder soviético y, además, las condiciones de la lucha de clases.

p Ante todo surge esta pregunta: ¿Que lugar ocupaba el elemento de la coerción en las medidas del partido y del Poder soviético en orden a los intelectuales burgueses?

p Según los historiadores -burgueses, Lenin fundamentó la teoría de "la violencia y la persecución" contra la intelectualidad. De otro lado, algunos investigadores y escritores soviéticos presentan a V. I. Lenin como un "no resistente”, dispuesto a perdonar todo a cualquier enemigo. Tanto una opinión como la otra son falsas. Lenin fue un hombre extraordinariamente humano, que odiaba cualquier forma de violencia del hombre sobre el hombre. Anatoli Lunacharski refirió cómo V. I. Lenin le

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había dicho reiteradamente: "A un gran científico, a un gran especialista en una u otra rama se le debe perdonar hasta lo último, incluso si es un reaccionario”  [57•19 . Mas cuando se trataba del destino de la revolución, de las vidas de millones de obreros y campesinos amenazadas por las acciones contrarrevoluconarias de los conspiradores, agentes de los guardias blancos, Lenin era un hombre de indoblegable firmeza. Advirtió que en la situación extremadamente difícil en que se hallaba la joven República Soviética, "...sin una represión sistemática, implacable de la resistencia de los explotadores, sin detenerse ante ninguna fórmula democrático-burguesa, es inconcebible no sólo la revolución socialista, sino también una revolución consecuentemente democrática, son inconcebibles cualesquiera medidas serias para combatir la crisis y el desbarajuste económico provocado por la guerra"  [57•20 .

p La actitud de V. I, Lenin respecto a los intelectuales contrarrevolucionarios puede apreciarse en la correspondencia entre él y Máximo Gorki en 1919. Esta correspondencia fue motivada por las siguientes circunstancias. Cuando en el verano de ese año se creó una situación muy tensa en Petrogrado a causa de la ofensiva de Yudénich, general de los guardias blancos, los órganos de la Comisión Extraordinaria de toda Rusia adoptaron medidas para poner fin a las acciones de las fuerzas contrarrevolucionarias en la retaguardia soviética. El 14 de junio, con ayuda de los destacamentos obreros efectuaron registros generales en las barriadas burguesas de Petrogrado, incautándose de gran cantidad de armas. A fin de evitar nuevas 58 conspiraciones se hicieron muchas detenciones. Entre los detenidos había numerosos profesores, ingenieros, artistas y maestros. Algunos de ellos no habían participado directamente en las conspiraciones, otros se vieron mezclados con las organizaciones de guardias blancos "por imprudencia o por exceso de confianza”. Mas una parte considerable de los detenidos eran militantes activos de las organizaciones contrarrevolucionarias clandestinas. Los interrogatorios de los detenidos proporcionaron abundante material que permitió descubrir organizaciones antisoviéticas clandestinas en Retrogrado, Moscú y otras ciudades.

p Sin esperar a conocer los resultados de la investigación en curso, Máximo Gorki escribió una carta a V. I. Lenin, que le envió con V. Tonkov, presidente de la Academia Militar de Medicina. En la carta, según cabe suponer (el texto original no ha sido encontrado), M. Gorki expresó su indignación por la detención de los intelectuales. Según testimonio de V. Tonkov, en la carta figurada incluso la siguiente frase: "Si no cambia la situación de los intelectuales, me paso de los bolcheviques a los blancos”. En la carta de respuesta a M. Gorki, Lenin escribió: "Querido Alexéi Maxímovich: He recibido a Tonkov, pero ya antes de recibirle y de serme entregada su carta habíamos decidido en el CC designar a Kámenev y a Bujarin para que comprueben la detención de intelectuales burgueses de tipo cercano a los demócratas constitucionalistas y para que se ponga en libertad a quienes se pueda. Pues para nosotros está claro que también aquí se han cometido errores.

p Está claro asimismo que, en general, la medida de detención del público demócrata constitucional (y cercano a él) ha sido necesaria y correcta... ¿Con qué motivo pronuncia usted palabras extraordinariamente airadas? Con motivo de que algunas decenas (o aunque fuesen centenas) de señoritos demócratas constitucionalistas o cercanos a los demócratas constitucionalistas pasen unos cuantos días en prisión para evitar conspiraciones como la de la entrega de Krásnaya Gorka, conspiraciones que amenazan con la muerte de decenas de miles de obreros y campesinos.

p ¡ Vaya qué desgracia! ¡Qué injusticia! ¡Mantener unos días o aunque sean unas semanas a los intelectuales en la cárcel para evitar la matanza de decenas de millares de obreros y campesinos!...

p A las "fuerzas intelectuales" que desean llevar la ciencia al pueblo (y no servir al capital) les pagamos un sueldo superior al medio. Esto es un hecho. Cuidamos de ellas. Esto es un hecho. Decenas de millares de oficiales prestan servicio al Ejército 59 Rojo y vencen a despecho de centenas de traidores. Esto es un hecho"  [59•21 .

p Así era el verdadero humanismo de V. I. Lenin.

p Es sabido que el Estado obrero y campesino no se mostró vengativo con sus enemigos de clase

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únicamente porque habían pertenecido antes a las clases explotadoras. Nunca, en ningún Estado, la burguesía, al derrocar el poder de los feudales, fue tan humana y tolerante con sus enemigos de clase como lo había sido el proletariado en Rusia. En efecto, el Poder soviético ni siquiera se propuso en sus primeros meses de existencia instituir órganos punitivos extraordinarios. "Después de la revolución del 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917 —señaló V. I. Lenin— ni siquiera clausuramos los periódicos burgueses, y no podía ni hablarse de que hubiera terror. Pusimos en libertad no sólo a muchos ministros de Kerenski, sino incluso a Krasnov, que luchaba contra nosotros"  [59•22 .

p En este período actuaban en el país los comités militares revolucionarios, cuya única misión consistía en aislar temporalmente a los elementos que podían obstaculizar el robustecimiento del nuevo poder. Los comités militares revolucionarios se circunscribían a ordenar detenciones de breve duración y hacían amplio uso de sus atribuciones para poner en libertad a los detenidos bajo palabra de honor. Sin embargo, incluso estas medidas encontraron la enconada oposición de los intelectuales burgueses, que lanzaban por doquier acusaciones contra el terror, la "violación de las libertades" y el "menoscabo de los derechos individuales".

p En realidad, la primera sentencia de muerte por motivos políticos sólo fue ejecutada en julio de 1918, contra algunos eseristas de izquierda facciosos. El Poder soviético no se vengó de la intelectualidad porque ésta hubiera servido a las clases explotadoras ni porque gran parte de ella no aceptara la Revolución de Octubre e incluso se aprovechase con fines malignos del espíritu de paz del nuevo poder.

p No obstante, la exacerbación de la lucha de clases a causa de haberse recrudecido la guerra civil (de lo cual fue culpable asimismo cierta parte de la intelectualidad) obligó al Poder soviético a aplicar una política punitiva más dura, también contra los intelectuales contrarrevolucionarios. Mas en cualquiera de estos casos se les reprimía no porque fuesen intelectuales, sino porque eran contrarrevolucionarios. A 60 agudizar la lucha de clases en el país contribuyó en enorme medida la invasión de las tropas de los intervencionistas. Después de la sublevación de los eseristas de izquierda en Moscú y del infame atentado a V. I. Lenin en agosto de 1918, el Poder soviético implantó el terror rojo contra los enemigos de clase alzados en armas contra la dictadura del proletariado. Esta medida excepcional fue la respuesta a los numerosos actos terrorísticos, conjuras y sublevaciones organizados por los restos de las clases derrocadas, a los que ayudó determinada parte de la intelectualidad.

p Mas incluso en las condiciones de guerra civil y de intervención, el Poder soviético mostró suma precaución en cuanto a la exigencia de responsabilidad a los trabajadores intelectuales.

p El 14 de diciembre de 1918 se publicó una disposición firmada por V. I. Lenin sobre el procedimiento de detención de los empleados y especialistas que desempeñaban cargos de responsabilidad, fijando ciertos límites a la actuación de las correspondientes autoridades.

p En la Orden del Presidium de la Comisión Extraordinaria de toda Rusia del 17 de diciembre de 1919, se decía: "... A detener a un especialista sólo se procederá cuando haya sido comprobado que su trabajo tiende a derrocar el Poder soviético. Detenerle únicamente porque es un antiguo noble o porque en el pasado fue empresario y explotador, no podrá hacerse si cumple bien con su trabajo"  [60•23 .

p El emigrado blanco S. Melgunov publicó en 1924 en Berlín el libro Terror rojo en Rusia, en el que describía con acentuado dramatismo los "sangrientos ejercicios" de los "despiadados chekistas”. Ciertamente, Melgunov estuvo “preso” en la Cheka en 1919. Fue llevado a ella por su participación en un complot contrarrevolucionario para derrocar el Poder soviético y asesinar a los jefes de la revolución. ¿Cómo se portaron con él el Poder soviético y los "comisarios de la Cheka"? Melgunov fue condenado por el tribunal revolucionario a una pena de prisión menor, y en 1921 se le autorizó a marchar al extranjero. Por tanto. Melgunov fue testigo, en realidad, no de la crueldad “absurda” y "estúpida" de los tribunales soviéticos, sino de su benignidad con el enemigo derrotado. A muchos

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como Melgunov. que habían luchado contra el Poder soviético, este poder no sólo les perdonó la vida, sino que les permitió marchar al extranjero.

61

p El que a Melgunov, contrarrevolucionario y demagogo, se le dejara marchar impunemente fue uno de los extremos en que se cayó entonces. Pero también se incurrió en el otro extremo. Sería ingenuo afirmar que, en la aplicación del terror rojo, pudo lograrse que no cayeran víctimas innecesarias ni se incurriese en errores y disparidades entre la magnitud de la culpa y la del castigo. Estos casos se dieron. Los órganos locales del partido y de los Soviets cometieron equivocaciones en el trabajo con los intelectuales, que provenían, como dijera V. I. Lenin, de que "la gente utiliza burdamente el poder"  [61•24 . En el fragor de la encarnizada lucha de clases y del odio al rojo vivo de las partes en lucha se cometieron errores.

p Estos errores fueron resultado de la insuficiente experiencia política de algunas personas que ejercían el poder, mas el partido y los órganos de los Soviets tomaron medidas para evitar semejantes yerros e injusticias.

p Las severas medidas represivas aplicadas por los órganos del Poder soviético en los años de la guerra civil eran temporales. Ya en enero de 1920, no terminada aún la guerra, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia y el Consejo de Comisarios del Pueblo  [61•25  de la RSFSR acordaron la abolición de la pena de muerte. Pero incluso en el período en que regía la ley extraordinaria sobre el terror contra la burguesía contrarrevolucionaria, el Poder soviético y sus órganos punitivos recurrieron a la represión sólo en los casos en que habían sido agotadas todas las demás medidas y el enemigo no había rendido las armas.

p A la par que hacía frente enérgicamente a los contrarrevolucionarios, el Poder soviético exhortaba a los especialistas de la vieja sociedad explotadora a colaborar con él y les confiaba altos cargos económicos y militares, en consonancia con sus conocimientos y experiencia y haciendo abstracción de sus convicciones políticas. A colaborar se atrajo incluso a intelectuales que por el resbaladizo camino de la "repulsa de la revolución" se habían deslizado hasta el campo de la contrarrevolución. Con estas personas los órganos de los Soviets mostraban tacto y atención cuando se habían arrepentido sinceramente de sus errores.

62

p Del Poder soviético no era propio aplicar el mismo rasero a todos los hombres y a su destino. Cuando del enemigo se podía hacer un aliado o, en el peor de los casos, un ayudante eficaz, el Poder soviético emprendía gustoso este experimento. Y, por lo general, no quedaba defraudado en sus esperanzas. Por supuesto, eso llevaba implícito cierto riesgo, y también hubo que lamentar reveses.

p El Poder soviético saludó cada paso de un intelectual burgués a las posiciones de la clase obrera. "Apreciamos a todo el que quiera trabajar..."  [62•26 , dijo V. I. Lenin. Pero, al mismo tiempo, la clase obrera castigó con justo rigor a quienes intentaron luchar contra ella empuñando las armas.

p Planteóse la cuestión de las vías y formas de incorporación de los intelectuales burgueses a la construcción del socialismo.

p Una de las formas fue la utilización de los intelectuales (sobre todo los altamente cualificados) a lo antiguo, a lo burgués, es decir, pagándoles grandes sueldos y creando para ellos las mejores condiciones materiales. El Estado soviético no escatimó recursos para estos fines. En los penosos años del desbarajuste económico, de la guerra y del hambre, los especialistas cualificados recibían los mayores sueldos, cinco, seis y hasta más veces superiores a los de los Comisarios del Pueblo y del propio jefe del Estado, V. I. Lenin.

p A la situación material de la intelectualidad se dedicó considerable atención. El Estado soviético hizo cuanto pudo por los intelectuales en aquellos difíciles tiempos. Ya entre finales de 1917 y comienzos de 1918 se acordó una gran alza del sueldo mensual de los maestros. Naturalmente, en

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las condiciones de brusca baja del poder adquisitivo del rublo esta medida significó una ayuda muy modesta. Pero en aquellos tiempos no fue posible hacer más. Algo después, el Gobierno adoptó varias disposiciones que mejoraban las condiciones de existencia de diversas categorías de intelectuales. En 1919, en Petrogrado se formó, con la participación de Máximo Gorki, una comisión especial encargada de mejorar la situación material de los científicos; se ocupaba de la distribución de las raciones alimenticias y del mejoramiento de las condiciones de vivienda de los científicos, técnicos, literatos y artistas. Posteriormente, comisiones análogas fueron organizadas en algunas grandes ciudades, y en Moscú quedó constituida la Comisión Central 63 para el mejoramiento de las condiciones de vida de los científicos.

p Esta política del Gobierno soviético no siempre fue comprendida por determinados círculos de la intelectualidad, que en los grandes sueldos y el mejoramiento de la situación material veían el propósito del Poder soviético de “comprar” sus conocimientos y experiencia. En marzo de 1919, M. Dukelski, profesor del Instituto Agrícola de Vorónezh, dirigió una carta abierta a V. I. Lenin en la que decía que el Poder soviético pretendía “sobornar” a los intelectuales con la perspectiva de un "bienestar animal”. Dukelski afirmaba que ningún especialista, sin inspiración y necesidad creativa, daría nada por muy largamente que fuera remunerado su trabajo.

p Es significativo el propio hecho de que un intelectual, un profesor de vieja formación, enviara una carta abierta al jefe del Estado obrero y campesino. Esto acreditaba que la gran mayoría de los intelectuales no se había metido en su concha y que los llamamientos del Poder soviético a colaborar con él encontraban cierto eco entre personas alejadas de las ideas socialistas.

p En su carta, el profesor Dukelski reflejaba el estado de ánimo, el pensar y el sentir de muchos intelectuales rusos de la época zarista. Por ello, V. I. Lenin estimó que debía contestar a su carta a través de Pravda. Escribió que no cabía pensar en ningún “soborno”, ya que también antes se había pagado altamente el trabajo de la intelectualidad y en la época soviética se mantenían para ella sueldos elevados, aunque inferiores a los precedentes, pero, así y todo, bastante considerables. Al mismo tiempo, V. I. Lenin explicaba en esta carta a los intelectuales que si mostraban una actitud de comprensión, simpatía y camaradería hacia los soldados exhaustos y los obreros agotados por el trabajo y exasperados por siglos de explotación, entonces el acercamiento entre las masas trabajadoras y la intelectualidad avanzaría a pasos gigantescos  [63•27 . Esta carta de Lenin coadyuvó en gran medida a incorporar a la colaboración con el Poder soviético a parte de los intelectuales burgueses vacilantes aún.

p La atracción de los grandes especialistas de la vieja sociedad mediante sueldos elevados no podía jugar un papel determinante en el aseguramiento de su colaboración. Como método principal y más eficiente de incorporación de los intelectuales, el Partido Comunista eligió el influjo moral, la superación de la 64 incredulidad en el socialismo. No se podía rechazar a las personas que todavía no habían comprendido los objetivos y las tareas de la revolución socialista.

p Ahora bien, los hombres que gobernaban el timón del país y del partido eran conscientes de que no se podía reducar a toda la intelectualidad, ante todo a aquella parte de ella que antes de la revolución poseía capital y que, en el fondo, no se diferenciaba en nada de los capitalistas. A estos intelectuales no había que enseñarles, sino expropiarles, someterlos al Poder soviético.

p En cuanto a la parte considerable de intelectuales fieles a su obra profesional, pero incapaces de resignarse de golpe a la pérdida de la situación privilegiada de que habían gozado en la vieja sociedad y de romper con las tradiciones burguesas, la tarea de utilizarlos y subordinarlos al Poder soviético se ligó directamente con la de su reducación socialista en el proceso de la amplia construcción económica y cultural.

p Con el acceso de la clase obrera al poder se acrecentaron inmensamente las posibilidades de la influencia proletaria sobre todas las personas honradas en las clases y capas sociales no proletarias, incluidos los intelectuales. En manos del proletariado y de su partido había medios tan poderosos de influjo sobre las masas como el entusiasmo revolucionario, la disciplina, la organización, el peso

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moral, el convencimiento en la justedad de su causa y, como lo más importante de todo, la fuerza y la verdad de su ideología, y los grandes fines por los que se había alzado a la lucha.

p Para incorporar felizmente a los intelectuales de la sociedad capitalista se requería una buena organización, disciplina camaraderil entre las masas, influencia del proletariado sobre el resto de la población y crear condiciones en las que el intelectual burgués viera que su obra sólo podía hacerla con los comunistas que trabajaban a su lado, dirigían a las masas y se habían granjeado su absoluta confianza.

p Simultáneamente era preciso crear en torno de los intelectuales burgueses un ambiente de confianza y benevolencia, de colaboración y de estima a su trabajo, sin renunciar a influir sobre ellos a través de las organizaciones sociales. Estos conceptos fueron inscritos en el Programa del partido aprobado en 1919 y confirmados reiteradamente en resoluciones del partido.

p A la par que exigía de los trabajadores una actitud camaraderil hacia los intelectuales, el partido advertía a éstos que sólo podrían conquistar la confianza de los obreros y los campesinos si ellos mismos adoptaban una actitud equivalente, 65 si trataban con espíritu de camaradería a los trabajadores exasperados por siglos de explotación.

p La tarea de transformar la sicología y cambiar las concepciones ideológicas de los intelectuales era muy compleja. Este proceso no transcurría, ni mucho menos, por sendas llanas y tranquilas. Su corriente, zigzags y revueltas estaban determinados por las peculiaridades de la situación interior y exterior del Estado soviético y, en definitiva, por los éxitos de la construcción socialista. La obra de reducación de los intelectuales burgueses y de máximo aprovechamiento racional de sus conocimientos y experiencia sólo podía llevarla a cabo el partido con ayuda de las organizaciones sociales, en primer término los sindicatos. El Partido Comunista puso gran atención en atraer a los intelectuales a los sindicatos, sobre todo a los especialistas ligados con la producción. El IX Congreso del partido (1920) escribió en sus resoluciones: "Se debe acabar definitivamente con los prejuicios contra que ingrese en los sindicatos el personal técnico superior de las empresas e instituciones. Incluyendo en sus organizaciones a los ingenieros, médicos, agrónomos, etc., los sindicatos ayudarán a estas personas, en base a la experiencia de la colaboración camaraderil con el proletariado organizado, a incorporarse al trabajo activo de la construcción soviética y adquirirán los trabajadores que más necesitan, poseedores de conocimientos científicos especiales y experiencia"  [65•28 

p Los aspectos principales en los que hacían hincapié los sindicatos en su labor con los intelectuales eran la protección de sus intereses laborales, su incorporación a la construcción del socialismo, la elevación del nivel de su conciencia política y el robustecimiento de los vínculos entre la intelectualidad y las masas trabajadoras.

p A reducar a los intelectuales e inducirlos a participar más activamente en la construcción socialista contribuyeron en gran medida los más diversos congresos, conferencias, seminarios, cursos, asambleas y mítines de intelectuales.

p En octubre de 1921 se celebró el VIII Congreso Electrotécnico de toda Rusia, al que asistieron alrededor de mil quinientas personas. En el congreso se discutieron ampliamente las cuestiones relacionadas con la electrificación del país. Muchos especialistas escépticos habían acudido al congreso con el temor de que su labor se redujese a una agitación mitinesca por la electrificación. Sin embargo, el planteamiento práctico de los 66 problemas, la amplitud de los propósitos del Partido Comunista y la plena confianza de los dirigentes del Estado soviético en la competencia de los delegados derritieron la fría desconfianza de los especialistas. "El éxito más considerable obtenido en las labores del congreso —recordaría más tarde uno de los asistentes a él— fue, quizá, el brusco cambio del estado de ánimo de la mayoría de los delegados”. Congresos y conferencias de este género, convocados casi cada año para diversas ramas de la ciencia, la técnica y la cultura, sirvieron de gran escuela de educación de los intelectuales.

p Debe señalarse asimismo lo positivo que fueron para la evolución ideológica de la intelectualidad

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diversas sociedades y asociaciones (sociedades científico-técnicas, asociaciones de escritores, de pintores, etc.). Funcionaban como centros en los que las ideas de la creatividad eran entrelazadas con los problemas concretos del desarrollo de la economía socialista y de la educación del nuevo hombre.

p Por último, sobre la mentalidad de la intelectualidad burguesa, sobre todo la intelectualidad científica y técnica, influyeron profundamente los planes y la acción práctica del Estado soviético en orden a la transformación económica del país. En el proceso de elaboración y cumplimiento de estos planes fue moldeándose un nuevo enfoque de los científicos y técnicos respecto a la solución de las tareas prácticas de la organización de la producción. Les sedujo la novedad de los principios de la planificación socialista, la idea de la combinación de las diferentes ramas de la producción, la idea del emplazamiento racional de las fuerzas productivas, etcétera. Todo esto hizo despertar el pensamiento creador de los especialistas sinceramente fieles a su trabajo y suscitó su simpatía hacia el nuevo poder. Quizá muchos de ellos no compartiesen ni comprendieran los objetivos políticos de los bolcheviques, pero veían y se daban cuenta de que los bolcheviques eran hombres de acción, que sabían lo que querían y poseían aptitudes para organizar las cosas debidamente.

p He ahí por qué los planes constructivos del Partido Comunista y del Poder soviético no podían dejar de encender el entusiasmo de la mejor parte de la intelectualidad. En una carta a V. I. Lenin del 28 de noviembre de 1918, el presidente de la sección científico-técnica del Consejo Supremo de la Economía Nacional (CSEN), N. Gorbunov, contaba el siguiente episodio: "Después de la reunión de ayer sobre Kará-Bugaz, su papel, el de Bakú y el de toda la zona del Caspio como centro mundial de la futura industria química... los profesores que vinieron 67 especialmente de Retrogrado para esta reunión se quedaron después mucho tiempo conmigo y hablaron animadamente y con júbilo del nuevo trabajo y de los nuevos planes... Ellos mismos empiezan a entusiasmarse, y, enfervorizados, comienzan a apasionar a sus escépticos colegas".

p La historia de aquellos días conoce muchísimos casos de centenas de especialistas que iban a las empresas llenos de incredulidad respecto a los planes de los bolcheviques y a su capacidad para organizar el funcionamiento normal de las fábricas en una situación increíblemente difícil. Sin embargo, transcurrió algún tiempo y, contagiados por el entusiasmo laboral de las masas obreras y atraídos por la idea del resurgimiento económico del país, se convirtieron en excelentes jefes de la producción, que poco a poco fueron aprendiendo a mirar todo desde otros puntos de vista. Los especialistas se convencieron de que precisamente en las condiciones del Estado socialista se abría un campo infinito a sus conocimientos y talento para aplicarlos al trabajo creador. "Nuestras ideas y los objetivos que nos hemos planteado —escribió F. Dzerzhinski— son tan grandiosos e ingentes que los hombres poseedores de conocimientos pueden ser (de hecho) cautivados por la grandeza de nuestra obra creadora de masas, de la obra creadora de la colectividad de obreros y campesinos.

p Podemos cautivar en grado mucho más elevado del que en el capitalismo cautivaban los capitalistas"  [67•29 .

p La acertada solución de problemas tan complejos y audaces con los que estaba ligado el destino de grandes grupos de intelectuales —como el plan leninista de electrificación del país, la supresión del analfabetismo, la construcción del ferrocarril Turkestano-Siberiano y del complejo metalúrgico de Magnitogorsk, la creación de nuevas ramas de la industria y el ritmo de la industrialización y de la colectivización de la agricultura no podía por menos de atraer al científico, ingeniero, maestro y agrónomo amante de su profesión. Aprovechar todas las realizaciones de la ciencia, la técnica y la cultura no para enriquecer a un puñado de personas, sino para servir a todo el pueblo: esta finalidad de la producción socialista fue un motivo impulsor de inmensa fuerza para el paso definitivo de los intelectuales de la vieja sociedad a las posiciones del socialismo.

p De la incorporación de los intelectuales a la construcción del socialismo y a la defensa del país se ocuparon los mejores hombres del partido. Encarnando en la realidad la política 68 leninista para los intelectuales de la época zarista, llevaron a cabo una continua labor, no condicionada por ningún reglamento, pero trascendental, de conquista moral de los intelectuales burgueses.

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p En esta obra la prensa soviética prestó una gran ayuda al Partido Comunista. Los diarios Pravda e Izvestia, el semanario Bolshevik y muchos otros órganos de prensa publicaban a menudo informaciones y artículos que analizaban los procesos que se operaban entre la intelectualidad y ayudaban a los intelectuales a formarse en una cosmovisión justa, científica.

La experiencia histórica del País de los Soviets ha mostrado que los métodos de trabajo con los intelectuales que elaboró el Partido Comunista y las vías fijadas por él para que los intelectuales pasaran a colaborar con el Poder soviético fueron completamente correctos y los únicos viables. La conquista moral de la intelectualidad, su acercamiento a los intereses del pueblo revolucionario, la confianza en la experiencia y la idoneidad de los especialistas y el estrecho contacto de los intelectuales con las masas obreras y campesinas ayudaron al Partido Comunista a salir airoso de una tarea de enorme complejidad: arrancar de la burguesía a la intelectualidad y reducar a los intelectuales burgueses, convirtiéndoles en intelectuales socialistas. Esto fue un proceso prolongado, fue un camino largo, pero el más justo y seguro.

* * *  

Notes

 [57•19]   A. Lunacharski. Li¡ intelectualidad y su lunar en la construcción del socialismo. Revoliutsia i kultura, 1927. No ¡. pág. 29.

 [57•20]   Recopilación leninista, XXXVI, págs. 24–25.

 [59•21]   V. I. Lenin. Carta de V. I. Lenin a A. Gorki. O. C.. t. 51. págs. 47–49.

 [59•22]   Respuestas n las preguntas de un periodista norteamericano. O. C., t. 39. pág. 113.

 [60•23]   De la historia de la Comisión Extraordinaria de toda Rusia. 1917–1921. Recopilación de documentos. Moscú. I95K. ñau. 346.

 [61•24]   V. I. Lenin. Reunión de activistas del partido de Moscú. O. C., t. 37, pág. 228.

 [61•25]   El Consejo de Comisarios del Pueblo fue hasta 1946 el órgano ejecutivo y administrativo supremo de la URSS. Por ley que aprobó el Soviet Supremo de la URSS en marzo de 1946 el Consejo de Comisarios del Pueblo fue transformado en Consejo de Ministros de la URSS.

 [62•26]   V. I. Lenin. Intervención en la reunión conjunta del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado y representantes del frente. 4(17) de noviembre de 1917. O. C., t. 35. pág. 64.

 [63•27]   Véase V. I. Lenin. Respuesta a la carta abierta de un especialista. O. C.. t. 38, págs. 218–222.

 [65•28]   El PCLIS en lux resoluciones v acuerdos de lux Congresos \ Conferencias v de los Plenos del CC. t. 2. pág. 160.

 [67•29]   F. Dzerzhinski. Obran Escogidas en dos tomos, t. 2. Moscú. 1957, págs. 157–158.

Capítulo III INCORPORACIÓN DE LOS INTELECTUALES BURGUESES A LA DEFENSA DEL PAÍS Y A LA CONSTRUCCIÓN ECONÓMICA Y CULTURAL DURANTE LA GUERRA CIVIL  LOS ESPECIALISTAS MILITARES

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p La guerra civil impidió a los obreros y campesinos de la Rusia Soviética desplegar con la mayor amplitud la construcción de las bases del socialismo. La tregua de paz había concluido y el Gobierno soviético hubo de poner en tensión todas las fuerzas para rechazar a los numerosos enemigos.

p Al intensificarse la guerra civil y la intervención militar, la tarea de defender el país, organizar el Ejército Rojo y dirigir las operaciones bélicas adquirió primordial importancia. El destino del primer Estado socialista del mundo dependía del acierto con que el Partido Comunista cumpliera esta tarea. Poner en pie de guerra a las empresas industriales, movilizar a las fuerzas científicas para la defensa y asegurar mandos al ejército requerían la existencia de especialistas cualificados, con experiencia, conocimientos e iniciativa.

p En enero de 1918, un decreto del Gobierno soviético firmado por V. I. Lenin puso comienzo a la formación del Ejército Rojo. Obreros y campesinos se alistaban voluntariamente en él. Posteriormente, el reclutamiento para el Ejército Rojo se haría a base de llamamientos a filas y de movilizaciones. Sin embargo, contaba con muy pocos mandos expertos.

p A los cargos de jefes y oficiales eran promovidos millares de soldados y marineros fieles a la revolución, así como suboficiales del Ejército y la Marina de Guerra zaristas que se habían curtido en la rigurosa prueba de la guerra mundial. Organizáronse escuelas y cursos de preparación de mandos. Muchos jefes y oficiales se forjaron en el fragor de la guerra civil, que fue una buena escuela de experiencia militar. Estos mandos del Ejército Rojo jugaron un papel de primer orden en la consecución de la 70 victoria del Estado soviético sobre los numerosos enemigos de la revolución.

p El Partido Comunista incorporó ampliamente a la organización de las fuerzas armadas soviéticas a los especialistas militares del Ejército y la Marina de Guerra antiguos, no obstante las serias dificultades que esto suscitaba, sobre todo de carácter político.

p En la Rusia anterior a la revolución el cuerpo de oficiales había sido uno de los principales puntales de la autocracia. El zarismo propagó intensamente entre la oficialidad el espíritu de casta, educándola en la fidelidad al trono y el odio a las masas trabajadoras. Sin embargo, el ascenso del movimiento revolucionario en el país obligó a parte de los oficiales a revisar sus convicciones políticas.

p La guerra mundial influyó considerablemente en la radicalización del cuerpo de oficiales. Que el pueblo no necesitaba la guerra lo comprendieron no sólo los obreros y campesinos que se habían puesto el capote de soldado. A la misma conclusión llegó la mejor parte de la oficialidad. Por añadidura, debe tenerse en cuenta que en el transcurso de la guerra los militares de carrera, que eran los más reaccionarios entre la oficialidad, quedaron diluidos en gran parte entre los reservistas incorporados, a quienes eran ajenas las tradiciones y las ideas de los militares zaristas. A los contingentes de oficiales tuvieron acceso relativamente amplio hombres de la pequeña burguesía e incluso obreros. La Revolución de Febrero también coadyuvó en buen grado a la democratización del cuerpo de oficiales.

p La Revolución de Octubre escindió el cuerpo de oficiales en varios grupos. Uno de ellos, pequeño hasta cierto punto, se solidarizó en seguida con los obreros y campesinos. Diéronse casos de oficiales, a veces de elevada graduación, que se presentaron ante los órganos del Poder soviético y ofrecieron sus servicios al pueblo revolucionario. No destituido todavía el Gobierno Provisional, el general N. Potápov, segundo jefe del Estado Mayor General y jefe del Servicio Logístico del Ejército, se puso a disposición de los bolcheviques. Esta decisión del conocido general contribuyó mucho a que gran número de altos oficiales del antiguo ejército definieran su actitud política.

p Muchos mandos del ejército zarista, aunque no se pusieron voluntariamente al servicio del nuevo poder, desde los primeros días cumplieron incondicionalmente sus órdenes. Su adhesión a los

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Soviets se realizó exteriormente sin obstáculos, sin las atormentadoras dudas y vacilaciones propias de tales casos.

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p Parte considerable de los oficiales no reconoció el Poder soviético, pero tampoco emprendió la lucha manifiesta contra él; quedó a la expectativa. Estos oficiales procedían, principalmente, de las capas pequeñoburguesas. No querían combatir contra el pueblo, y por ello no se opusieron a los bolcheviques, que, como podían ver, gozaban del apoyo de las grandes masas trabajadoras.

p Por último, un grupo de oficiales tan numeroso como el anterior, estrechamente vinculado a las clases explotadoras, se pasó sin tapujos al campo de la contrarrevolución, convirtiéndose en su fuerza de choque. En su inmensa mayoría, eran representantes de la vieja Rusia, enemigos ideológicos inconciliables del Estado obrero y campesino. La lucha contra ellos causó muchas pérdidas humanas.

p Teniendo en cuenta la gran insuficiencia de mandos expertos para el Ejército Rojo, V. I. Lenin planteó la tarea, audaz, pero fundada en el análisis concreto de la situación, de incorporar a los especialistas militares burgueses a la organización del Ejército Rojo y a la defensa de la joven República de los Soviets frente a los ataques de sus numerosos enemigos. Se trataba no sólo de vencer las dudas de los “neutrales”, sino también de atraer hacia el pueblo revolucionario a los elementos vacilantes del campo de la contrarrevolución.

p Lenin fue el primer marxista en el mundo que postuló la incorporación de los especialistas militares burgueses a la organización de un ejército de nuevo tipo.

p En una situación sumamente compleja, V. I. Lenin supo ver que si no se utilizaban los conocimientos y la experiencia de los especialistas militares de la época zarista no se podría organizar el ejército obrero y campesino, en el plazo más breve, y sin él sería imposible salvaguardar las conquistas de la revolución socialista.

p En este enfoque del problema, Lenin encontró el apoyo de la mayoría del Comité Central del Partido Bolchevique y de sus organizaciones locales; con él coincidieron destacados dirigentes del partido y del Estado. Sin embargo, en aquel tiempo no había completa unidad en el partido acerca de esta cuestión. A la línea leninista se opusieron significados funcionarios del partido y una parte de los comunistas de la base. Por ejemplo, G. Zinóviev, V. Volodarski y M. Lashévich, miembros del Comité Central, escribieron en Petrográdskaya pravda, en abril de 1918, que a los especialistas militares burgueses se les debía utilizar "en calidad de ordenanzas nuestros" y que cuando desapareciera la necesidad de los antiguos especialistas, se les tiraría como "un limón exprimido que ya no hace falta”. Huelga 72 decir que todo esto no contribuía a lograr el entendimiento entre el Poder soviético y la intelectualidad.

p Otra parte de los miembros del partido temían que. al admitir en el Ejército Rojo a los antiguos oficiales y generales, el partido debilitaría sus posiciones entre las masas y que se crearían objetivamente condiciones favorables para la restauración del poder de la burguesía. Especulando con estos estados de ánimo, los "comunistas de izquierda" declararon demagógicamente que V. I. Lenin aplicaba la política de restablecimiento del antiguo cuerpo de oficiales y del poder militar de los generales zaristas. Otro serio obstáculo era que parte considerable de los comunistas no comprendía que a los antiguos oficiales y generales del ejército zarista se les pudiera poner al servicio de la revolución y no creía que fueran capaces de actuar contra su clase. No fue casual que V. I. Lenin dedicase mucha atención a explicar a los equivocados y a los recelosos que era absolutamente necesario incorporar a los especialistas militares al Ejército Rojo y. por último, a desarrollar una tesonera lucha contra los enemigos convencidos de esta única línea correcta y a vencer su resistencia.

p En la segunda mitad de marzo de 1918 se celebró una conferencia a la que asistieron representantes del Comisariado del Pueblo de Asuntos Militares y un grupo de antiguos generales

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zaristas que habían reconocido el Poder soviético. En esta conferencia una parte considerable de comunistas se pronunciaron contra la incorporación de los oficiales de carrera al Ejército Rojo.

p Lenin rechazó resueltamente tales opiniones, señalando que era preciso adquirir conocimientos militares y aprender los métodos de dirección militar, y para ello había que instruirse con los especialistas militares.

p Las discrepancias en el partido a este propósito resurgieron a finales de 1918, cuando en Pravda aparecieron unos artículos de los "comunistas de izquierda" V. Sorin y A. Kamenski. El primero de ellos, en el artículo titulado Los mandos y los comisarlos en el ejército de operaciones, criticaba duramente el proyecto de reglamento sobre las relaciones entre los Consejos Militares Revolucionarios y los mandos de los ejércitos y de los frentes, que establecía el mando único del jefe militar en los asuntos militares. La línea del partido orientada a utilizar a los especialistas militares en la defensa de la república era interpretada por V. Sorin como una entrega premeditada del poder en el ejército a los generales zaristas, como una línea tendente a debilitar la vigilancia revolucionaria de los militares comunistas, e instigaba a "combatir enérgicamente... las 73 tentativas de cercenar la dictadura del Partido Comunista en el ejército"   [73•1 .

p En el artículo Hace mucho que se debe cambiar, A. Kamenski se solidarizó con el autor del otro artículo: "El camarada Sorin pregunta: "¿Cómo se atreven los mandos militares de Nicolás II a tener su propio poder en el país donde está en el poder la clase obrera?" Contestaré al camarada Sorin. Este poder se atreven a tenerlo en base a los artículos del proyecto citados por usted, y por eso hay que plantear otra cuestión diferente: ¿Cómo se atreven quienes confeccionan los proyectos a atribuir tales derechos a los contrarrevolucionarios nicolasianos?"  [73•2 . Esto fue una calumnia contra la política del partido, que en modo alguno concedió a los antiguos generales un poder incompartido en el ejército, sino que, por el contrario, los puso bajo control.

p La tentativa en plena guerra civil de desacreditar a través de la prensa central las bases de la política militar del partido estaba preñada de graves consecuencias, y por ello el Comité Central del partido reaccionó inmediatamente. El CC del PC (b) de Rusia, en su resolución especial "Acerca de la política del Departamento militar”, condenó con rigor los ataques calumniosos de A. Kamenski contra la política militar del partido. En la resolución se hacía hincapié en que la política del Departamento militar no era producto de las opiniones propias de algunas personas o grupos, que se aplicaba en conformidad con las directrices generales dadas por el partido, personificado en su Comité Central, y bajo su control directo. El Comité Central del partido subrayaba que la "responsabilidad por la política del Departamento Militar en conjunto recae sobre el partido"   [73•3 . Los que se oponían a la utilización de los especialistas militares burgueses actuaron también en algunas organizaciones locales del partido. Mas debe señalarse que la mayoría de las organizaciones locales del partido y de los Soviets, así como las organizaciones del partido de las grandes unidades militares, se guiaban justamente por la situación real y apoyaban la línea leninista encaminada a incorporar a los especialistas militares a la organización del Ejército Rojo.

p Un serio peligro para el País de los Soviets supuso la actitud de Trotski y sus adeptos, que confiaban ciegamente en los especialistas burgueses y se inclinaban ante su autoridad. En octubre de 1918. Trotski pidió que fuesen puestos en libertad 74 todos los oficiales encarcelados como rehenes. El Pleno del CC del partido celebrado el 25 del mismo mes rechazó la propuesta de Trotski, indicando que "sólo procede poner en libertad a los oficiales respecto a los cuales no se haya comprobado que pertenecen al movimiento contrarrevolucionario"... Con la complicidad de Trotski se desmoronaron, y en febrero de 1919 fueron disueltas completamente, las comisiones de idoneidad, a las que se había confiado comprobar y seleccionar minuciosamente a los mandos antiguos antes de incorporarlos al Ejército Rojo.

p Especulando con los sentimientos clasistas de algunos comunistas honrados, los “izquierdistas” lograron atraérselos y formar una oposición a V. I. Lenin y al Comité Central en el VIII Congreso del partido. La oposición aducía una serie de casos de traición de altos especialistas militares, se oponía a que se les utilizase en el ejército como mandos militares en general y exigía que se

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concediese a los miembros de los Consejos Militares Revolucionarios y a los comisarios el derecho a participar en la decisión de las operaciones y que a los antiguos especialistas sólo se les empleara como consejeros o jefes militares sin derechos de mando.

p En el congreso, V. I. Lenin criticó acerbamente a los funcionarios del partido y militares que se oponían a la utilización correcta y razonable de los antiguos especialistas y pretendían volver a la dirección colectiva y a los métodos de guerrilla. El VIII Congreso del partido apoyó a Lenin. Señaló que incluso si el Ejército Rojo obtenía la posibilidad, en el curso de algunos años, de formarse metódicamente y preparar para sí, a la vez, nuevo personal de mando, tampoco había ningún motivo fundamental para renunciar a la incorporación de los especialistas militares que "o bien en su fuero interno se han puesto de piarte del Poder soviético, o bien por la fuerza de las circunstancias se ven obligados a servirle de buena fe"  [74•4 .

p Las resoluciones del congreso coadyuvaron a robustecer la capacidad combativa del Ejército Rojo y al establecimiento de relaciones normales entre la masa de soldados rojos y los especialistas militares. "Los especialistas militares —recordaba el Mariscal de la Unión Soviética G. Zhúkov—, que habían estado atentos a las deliberaciones del VIII Congreso del partido, comprendieron que el partido tenía confianza en ellos, les apreciaba y les atendía. Acercáronse bastante más a la masa de soldados rojos y a las organizaciones del partido. Los mandos 75 que habían sido oficiales del antiguo ejército zarista desplegaron más actividad y fueron más exigentes en orden a la disciplina y el servicio de las tropas. Todo esto repercutió favorablemente en su estado de preparación militar general y capacidad combativa. Los intentos de quebrantar la confianza en los antiguos oficiales fueron atajados enérgicamente por los comisarios, los instructores políticos y del partido e incluso los propios soldados rojos"  [75•5 .

p La política de utilización de los especialistas militares la empezó a aplicar el partido inmediatamente después de la victoria de la Revolución de Octubre. Por una disposición especial del Departamento militar soviético de diciembre de 1917 se fijaron las normas de licénciamiento de los oficiales y funcionarios militares del antiguo ejército. Fue prohibido a los especialistas militares retirarse sin autorización del ejército. A los que abandonaban las unidades sin permiso para ello se les obligaba a volver al lugar donde prestaban su servicio.

p A los especialistas militares se les incorporó a las operaciones bélicas contra los enemigos de la República Soviética. Ya en el rechazo de la ofensiva de las tropas del general Krasnov sobre el Petrogrado revolucionario (28–31 de octubre de 1917) participaron especialistas del antiguo ejército. A fines de octubre de 1917 se formó en Moguiliov, por orden de V. I. Lenin, el Estado Mayor Revolucionario de Campaña para hacer frente a la contrarrevolución, presidido por el alférez, de la Guardia M. Ter-Arutiuniants, que era bolchevique. Dirigía la sección de operaciones el coronel I. Vatsetis, quien en unión de su regimiento de fusileros letones se pasó al Poder soviético. Durante enero y febrero de 1918 combatieron en el Don contra el general Kaledin destacamentos mandados por los antiguos oficiales zaristas R. Sivers e Y. Sablin. En los Urales el alférez de navio S. Pávlov, bolchevique, mandó el Destacamento operativo del Norte.

p Fueron más los antiguos oficiales y generales que participaron en los combates contra las tropas de la Alemania imperial, viendo en ello un deber patriótico. A iniciativa de V. I. Lenin, un grupo de especialistas militares se ocupó en febrero de 1918 de la organización de la defensa de Petrogrado cuando surgió la amenaza de que fuese invadido por las tropas alemanas. El plan de la defensa de Petrogrado que elaboró dicho grupo de especialistas fue discutido el 22 de febrero en sesión ampliada del Presidium del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia e 76 inmediatamente después se inició la puesta en práctica del mismo. Gracias en parte considerable a los especialistas militares se pudieron formar sólidas líneas de contención en las cercanías de Retrogrado.

p En febrero de 1918 existía el peligro real de que los alemanes se apoderasen de los buques de la Flota del Báltico. El Gobierno soviético ordenó que la flota cambiara su base de Helsingfors por la de Kronstadt. A la dirección de esta operación fueron agregados destacados especialistas: los almirantes A. Zelenói y A. Rúzhek, el capitán de navio M. Petrov, el capitán de fragata L. Antónov

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y otros. Bajo el mando del almirante A. Zelenói se realizó felizmente el heroico paso a Kronstadt de la flota del Báltico, integrada por 211 buques.

p El 19 de marzo de 1918, el Gobierno soviético, después de haber discutido el problema en el Consejo Militar Superior, acordó incorporar ampliamente a los antiguos especialistas militares al Ejército Rojo. El 21 de marzo, el Consejo Militar Superior, a requerimiento de V. I. Lenin, dictó una orden que abolía el principio electivo en el ejército. De este modo se facilitó el amplio acceso de los antiguos oficiales y generales a las filas del Ejército Rojo. El 27 de marzo, el Comisariado del Pueblo de Asuntos Militares y el Consejo Militar Superior anunciaron oficialmente la incorporación de los especialistas militares al Ejército Rojo y "la institución de los comisarios militares como guardianes de los intereses supremos de la revolución y el socialismo".

p El llamamiento a filas de los especialistas militares se efectuó primeramente en base al principio de la voluntariedad y a condición de una gran publicidad. Sin embargo, el aumento de los efectivos del Ejército Rojo, debido a la agudización de la guerra civil y a la ampliación de la intervención, hizo crecer la necesidad de especialistas militares. El Gobierno se vio obligado a recurrir a la movilización de los antiguos oficiales, a cuyo fin el V Congreso de los Soviets de toda Rusia adoptó el 10 de julio de 1918 la correspondiente disposición. Fundándose en ella, por decreto del 29 de julio de 1918, el Consejo de Comisarios del Pueblo de la Federación Rusa anunció la primera incorporación (parcial) de los antiguos oficiales al Ejército Rojo.

p Durante 1918 y 1919 el Consejo de Comisarios del Pueblo y el Consejo de Defensa examinaron reiteradamente las cuestiones relacionadas con el registro y la utilización de las diferentes categorías de especialistas militares. Dado que se carecía casi por completo del registro de las personas sujetas al servicio militar, muchos oficiales podían eludir (como lo hicieron) su presentación a los centros de reclutamiento. No obstante, el 15 77 de agosto de 1920, según datos incompletos, ya se habían incorporado al Ejército Rojo 48.409 antiguos oficiales y generales en activo (sin contar los suboficiales y los asimilados a ellos). Además, en el Ejército Rojo servían 10.300 funcionarios militares, unos 14.000 médicos y 26.800 trabajadores sanitarios inferiores  [77•6 .

p Los antiguos especialistas militares constituían una parte muy considerable de los mandos del Ejército Rojo. Mijaíl Frunze, que en 1918 desempeñó cargos de alta responsabilidad en el Ejército Rojo, testimonia que en "los primeros años de existencia del Ejército Rojo la parte principal de los mandos estaba integrada por los restos del cuerpo de oficiales del antiguo ejército zarista, incorporados por nosotros a la obra de la organización militar. Esta fue una etapa completamente necesaria en el proceso de formación de la fuerza armada de nuestro Estado obrero y campesino"  [77•7 . Según datos del historiador soviético Y. Petrov, el peso relativo de todos los antiguos especialistas militares en el personal de mando del Ejército Rojo en 1918 pasaba del 75%; en 1919 equivalía al 53%, y en 1920 al 42%  [77•8 . Debe señalarse que esta proporción se redujo no porque los especialistas militares fuesen incorporados en menor número al Ejército Rojo o se les licenciara de él, sino en virtud de que aumentaron los mandos de procedencia obrera y campesina preparados en centros docentes militares y cursos o que se calificaron como tales en el frente. Como refiere V. Antónov-Ovséenko, que conocía bien la situación en los frentes, al finalizar la guerra civil, había entre el personal de mando un 6% de antiguos oficiales de carrera y un 28% de antiguos oficiales del período de la guerra  [77•9 , o sea, en total, el 34%. Estos datos coinciden con los de otras fuentes autorizadas. Por ejemplo, según los documentos preparados para el IX Congreso de los Soviets (diciembre de 1921), el personal de mando del Ejército Rojo se componía en un 33,7% de oficiales y funcionarios militares del antiguo ejército"   [77•10 . Estas mismas cifras las adujo Grigori (Sergó) Ordzhonikidze, uno de los más destacados dirigentes políticos del Ejército Rojo, en un informe presentado en 1922. Señalaba que "los oficiales del período de la guerra constituyen en el Ejército Rojo el 22,3%; los antiguos 78 funcionarios militares, el 6,1%, y los antiguos oficiales de carrera, el 5,6%. En total, el 34%, es decir, un tercio”  [78•11 .

p Teniendo en cuenta que en 1921 había en el Ejército Rojo 217.000 mandos de todos los grados y

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que la proporción de especialistas militares entre el personal de mando ascendía al 34%, puede deducirse que en las tropas soviéticas servían 70–75.000 antiguos oficiales y generales. Y si se toma en consideración que el 25 de octubre de 1917 el ejército ruso (el ejército de operaciones, las unidades de retaguardia y las organizaciones sociales, sin contar las tropas de repuesto y de reserva) contaba con 157.884 oficiales, debe reconocerse que casi la mitad del personal de mando del antiguo ejército servía en el Ejército Rojo.

p Los motivos que llevaron a este crecido número de intelectuales militares a las filas del Ejército Rojo fueron distintos. Cabe afirmar con seguridad que la mayoría de ellos no se guiaron por convicciones socialistas. En esta actitud lo predominante no fueron tampoco las razones de índole personal: el afán de obtener altos cargos del nuevo poder, de hacer carrera, etc. Sería ingenuo asimismo alegar que decenas de millares de oficiales se vieron obligados a servir en el Ejército Rojo bajo el imperativo de las amenazas y de la fuerza.

p A los motivos del viraje de la intelectualidad militar hacia la colaboración voluntaria con el Poder soviético hay que buscarles otra explicación.

p En las convicciones políticas de los antiguos oficiales y generales influyeron inmensamente la guerra civil y la intervención militar extranjera. Toda persona honrada comprendía que los imperialistas, en maridaje con los “gobiernos” de guardias blancos, podían aplastar la independencia y la libertad de Rusia, que dejaría de existir como Estado.

p El sentimiento patriótico y la aspiración de salvaguardar a Rusia como gran potencia movieron a muchos antiguos generales y oficiales a entrar al servicio del Poder soviético. Explicando las razones que indujeron a los especialistas militares a ponerse al servicio del nuevo poder, N. Podvoiski, que había trabajado mucho en la formación de las unidades del Ejército Rojo, escribió: "... todos los mejores funcionarios militares del Estado Mayor General no saboteaban y procuraban por todos los medios ofrecernos su concurso en la organización del ejército, no por simpatía política ni por ninguna 79 clase de miras personales, sino porque muchos de ellos eran auténticos funcionarios del Estado y daban a nuestro nuevo régimen lo que consideraban necesario darle... Habíanse convencido de que, al tomar el poder en nuestras manos, no abandonamos la guerra ni entregamos a Rusia a Alemania para que la despedazara, sino que continuaríamos la guerra hasta que se concertase la paz y que habíamos emprendido la conclusión de la paz y exigíamos que se hiciera en base a condiciones democráticas, es decir, las más honrosas y favorables para Rusia”. Más adelante, N. Podvoiski sacaba la conclusión de que todo esto permitió "formar junto a nosotros un grupo compacto, concienzudo y capacitado de miembros del Estado Mayor General que ayudó con la mayor eficiencia en el primer tiempo a organizar el Ejército Rojo"   [79•12 .

p El rechazo de la ofensiva de la Alemania imperial a comienzos de 1918 o de la Polonia terrateniente-burguesa en 1920 significó para los especialistas militares una tarea sumamente patriótica. Por ejemplo, el teniente coronel N. Krapivianski encabezó en 1918 el movimiento guerrillero contra las tropas alemanas en la región de Chernígov. Para luchar contra los guerrilleros mandados por él los ocupantes destinaron todo un cuerpo de ejército. El mando alemán ofreció una recompensa de 50.000 rublos oro por la cabeza del valeroso jefe de guerrilleros.

p En la primavera de 1920, cuando la Polonia terratenienteburguesa atacó a la Rusia Soviética, V. I. Lenin dijo que "incluso ex generales zaristas consideran injustas las pretensiones de Polonia y nos ayudan"  [79•13 .

p Sin compartir las ideas bolcheviques, muchos antiguos oficiales y generales hubieron de reconocer que la Revolución de Octubre había sido un fenómeno lógico y natural y que era absurdo luchar contra ella. He aquí cómo escribió sobre esto A. Brusílov, general zarista que abrazó la causa del Poder soviético: "... Ya antes había dicho firmemente que, ocurriese lo que ocurriera, no me separaría del pueblo ruso y quedaría con él. Así me he comportado desde el comienzo de la revolución hasta ahora. Comprendí que si la revolución había empezado en un Estado tan extenso y complejo como el antiguo Imperio ruso, no podía terminar por arte de birlibirloque, y que en 80

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nuestro país debería llegar infaliblemente hasta el bolchevismo...

p Hs evidente que a! comienzo de la revolución se producen excesos y desórdenes. Habría sido innatural esperar que no los hubiera en nuestro país. ¿Quién, cuándo y cómo enseñó a este pueblo y se preocupó seriamente de él? De viejo es conocido que las revoluciones no comienzan ni terminan por encargo. Aquí hay un desarrollo histórico natural de los acontecimientos que no pueden cambiar ni Denikin ni Kornílov.

p Perteneciendo a mi pueblo, he considerado completamente justo compartir su suerte..."  [80•14 .

p En 1920, al ser atacada la Rusia Soviética por los guardias blancos polacos, A. Brusílov, en unión de los conocidos generales del antiguo ejército A. Zaionchkovski, V. Klembovski, A. Gutor y otros, hizo un llamamiento a todos los antiguos oficiales, que se publicó en Prarda, instándoles a "incorporarse voluntariamente al Ejército Rojo, con plena abnegación y agrado, en el frente o en la retaguardia, adonde el Gobierno de la Rusia Soviética Obrera y Campesina les destine, y servir allí en cuerpo y alma, para que con su honrado servicio, sin escatimar la vida, defiendan a todo trance nuestra querida Rusia y no permitan que sea saqueada..."

p Sin embargo, el argumento más convincente para los especialistas militares fue la política del Partido Comunista y del Gobierno soviético, orientada a transformar la atrasada Rusia en una poderosa potencia y defensora de los intereses de las más amplias masas populares; fue también la confianza y el respeto que mostraron el partido y el Poder soviético hacia los hombres que se pasaban del campo contrario y servían honradamente a los obreros y campesinos.

p El Partido Comunista y el Poder soviético aprovecharon ampliamente los conocimientos de los especialistas militares. La incorporación de los antiguos oficiales y generales a la organización del Ejército Rojo permitió acelerar el encuadramiento de los comisariados militares locales, concertar su actividad, elaborar un sistema de registro de las personas sujetas al servicio militar, organizar la instrucción militar de los obreros y campesinos, adelantar la formación de los destacamentos dispersos de guardias rojos en unidades y grandes unidades regulares con capacidad combativa y poner en orden el suministro de armas, municiones y víveres al ejército.

p Inapreciable ayuda prestaron los especialistas militares a la organización de los centros docentes del Ejército Rojo y a la 81 preparación de los mandos rojos. En octubre de 1918 ya había organizados 39 cursos y escuelas del personal de mando. En enero de 1919 su número había llegado a 63, y en 1921 ya eran 153. Funcionaban asimismo algunas academias, entre ellas la Academia del Estado Mayor General, que preparaba personal de mando de cualificación superior. El profesorado de los centros docentes militares soviéticos fue integrado casi completamente con antiguos oficiales y generales. Por ejemplo, de los 378 mandos y profesores de los cursos en el Frente Occidental en 1920, había 349 antiguos oficiales y sólo 29 mandos rojos. Del total, 31 eran obreros; 94, campesinos; 236, intelectuales, y 17. de diversa índole  [81•15 ”.

p Parte considerable de los antiguos especialistas militares trabajaba en numerosas instituciones centrales y locales. Así, en la Dirección Principal de Artillería del Ejército Rojo sirvieron 184 especialistas militares, entre ellos 29 generales, 66 coroneles y tenientes coroneles, 35 capitanes y 54 tenientes, subtenientes y alféreces  [81•16 . En el Consejo Militar Superior, 10 generales, 26 coroneles y tenientes coroneles, 22 capitanes y 30 tenientes, subtenientes y alféreces   [81•17 .

p Mas la parte fundamental de los antiguos especialistas militares fue utilizada en el servicio activo en las unidades, así como en los grandes Estados Mayores y en las direcciones de ias tropas. No había ningún regimiento ni ninguna división donde los antiguos especialistas militares no tuvieran cargos de mando o no participasen en los Estados Mayores. En las unidades formadas durante el verano de 1918 en las regiones militares de Moscú, Petrogrado, Yaroslavl y otras, casi todo el personal de mando, desde los jefes de sección hasta los jefes de división, lo integraban antiguos especialistas militares.

p Eran muchos sobre todo los antiguos oficiales en las fuerzas acorazadas, la Marina de Guerra y la

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aviación, es decir, en las armas donde se requería poseer sólidos conocimientos técnicos. Por ejemplo, en las unidades de frente de las fuerzas aéreas la proporción de los oficiales del ejército zarista a comienzos de 1919 era la siguiente: el 80% entre los pilotos, el 60% entre los jefes de destacamentos y el 62% entre los jefes de aviación de los frentes y de los ejércitos  [81•18 .

p Decenas de millares de especialistas militares sirvieron lealmente al poder popular desde los primeros días de su 82 incorporación a las filas del Ejército Rojo. Rntre ellos, los antiguos coroneles del ejército zarista, que desempeñaron el cargo de comandante en jefe de las fuerzas armadas de la república. I. Vatsetis (desde mediados de 1918 hasta mediados de 1919) y S. Kámenev (desde mediados de 1919 hasta el final de la guerra civil). El coronel B. Sháposhnikov, que en los años de la guerra civil estuvo al frente de la dirección de operaciones del Estado Mayor de Campaña; el coronel A. Egórov. que fue jefe de frentes: el teniente M. Tujachevski. que también tuvo el mando de varios frentes; los tenientes Y. Bagramián y E. Tolbujin, y el teniente coronel A. Vasilievski serían posteriormente Mariscales de la Unión Soviética. El contralmirante V. Altfáter y, más tarde, el capitán de navio E. Berens mandaron las fuerzas navales de la república. El general-mayor A. Samoilo dirigió acertadamente las operaciones militares en el Frente Norte.

p El Mariscal de la Unión Soviética (¡. Zhúkov testimonia: "Recordando el trabajo conjunto con los oficiales del antiguo ejército debo decir que en su mayoría eran hijos de nuestro pueblo, honrados, concienzudos y fieles a la patria. Cuando fue necesario entregar la vida en los combates contra los enemigos, cayeron, sin temblar, con dignidad y valor en la lucha"   [82•19 .

p Muchos especialistas militarrs ofrendaron su vida por ei Poder soviético y se convirtieron en né’^ies de la guerra civil. El general del ejército zarista A. Stankévich, que, encontrándose herido, cayó prisionero, rechazó con indignación todas las promesas de los hombres de Denikin y fue ahorcado. Sus cenizas fueron colocadas en la muralla del Kremlin, en la Plaza Roja. Al antiguo general A. Nikoláev. por negarse a servir a los guardias blancos, se le ejecutó en la ciudad de Yámburg. El coronel del ejército zarista G. Petrov fue fusilado el 26 de septiembre de 1918 entre los 26 comisarios de Bakú por los ocupantes ingleses y los eseristas.

p Podrían citarse innumerables ejemplos análogos. Sin embargo, no todos los antiguos especialistas militares sirvieron honrada y escrupulosamente al Poder soviético. Fueron bastantes los que se incorporaron al Ejército Rojo con el propósito de quebrantar su poder combativo y de traicionarlo en provecho de la contrarrevolución. Muchas vidas costaron las felonías de especialistas militares que desempeñaban puestos responsables en el Ejército Rojo y traicionaron al Poder de los Soviets, tales como Muraviov, Nosóvich, Kovalevski y otros. Los casos de traición de antiguos oficiales y generales fueron muchos sobre 83 todo en 1918. Pero después, conforme iba robusteciéndose el Poder soviético, su número descendió bruscamente.

p En la organización del Ejército Rojo en general y en la provechosa utilización de los especialistas en particular jugaron un inmenso papel los comisarios militares. Los casos de deslealtad y traición habrían sido considerablemente más numerosos y sus consecuencias más graves si el Partido Comunista no hubiese implantado un firme y vigilante control sobre la actividad de los especialistas militares por medio de la institución del cuerpo de comisarios militares en abril de 1919. A finales de 1919, el número de comisarios militares en el ejército se cifraba en 5.200.

p El control sobre la actuación de los especialistas militares constituía una de las principales obligaciones de los comisarios. La necesidad de instituir el cuerpo de comisarios militares surgió con motivo de la incorporación de los oficiales del ejército zarista a puestos de mando en el Ejército Rojo. Además, el control de los comisarios militares sobre la conducta de los antiguos especialistas debería disipar la natural desconfianza de la masa de soldados rojos hacia los oficiales del ejército zarista. La firma del comisario en cada orden era la garantía de que en ella no se encerraba ninguna traición.

p Sería erróneo suponer que la obligación del comisario respecto al control de los especialistas militares consistía en obligarles a hacer por la fuerza lo que exigía la situación bélica. Era imposible

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obligar a un oficial experto en lides bélicas a elaborar, sin quererlo él mismo, acertados planes de operaciones y a dirigir los combates únicamente bajo la amenaza de las armas. Por añadidura, en el Ejército Rojo servían decenas de millares de especialistas militares, en tanto que el número de comisarios, por ejemplo, a finales de 1919, subía a poco más de cinco mil.

p La obligación de los comisarios militares estribaba, sin perjuicio de que se mostraran vigilantes, en no caer en una desconfianza enfermiza, en reducar a los antiguos oficiales zaristas y ayudarles a comprender la esencia y el sentido de lo que sucedía en el país y a adoptar la única actitud correcta que requería la lucha contra los intervencionistas y los guardias blancos. Merced a la cotidiana y minuciosa labor educativa de los comisarios militares, basada en la confianza y un gran sentido de responsabilidad, millares de antiguos oficiales dedicaron su experiencia y sus conocimientos a la causa de la clase obrera y de los trabajadores campesinos.

p Las relaciones entre los comisarios militares y el personal de mando fueron reglamentadas por instrucciones y ordenanzas 84 especiales. En ellas se exigía de los comisarios que crearan un clima de colaboración práctica, entendimiento mutuo y camaradería.

p A los comisarios militares se les atribuyeron derechos exactamente determinados con relación a los mandos que procedían del ejército zarista. Tenían atribuciones para separar provisionalmente del mando a un jefe militar cuando existían fundadas razones para ello, e incluso podían arrestarlo, dando cuenta inmediatamente a los órganos superiores. Sin embargo, en las cuestiones operativas decidía la opinión del jefe militar. El comisario debía firmar la orden del jefe, aun cuando discrepara de ella. En este caso podía elevar una queja contra la actuación del jefe a la instancia superior inmediata. Por supuesto, en la práctica de la dirección de las operaciones militares se produjeron situaciones en que fue necesario apartarse de estas reglas.

p Un deber esencial de los comisarios era explicar a los soldados rojos la política militar del Partido Comunista, la necesidad de utilizar a los antiguos especialistas militares y de poner fin a toda insubordinación y desconfianza manifiesta respecto a aquellos especialistas que servían honradamente al pueblo revolucionario. En el trabajo conjunto con los oficiales y generales del ejército zarista los comisarios militares aprendieron mucho de ellos y hasta llegaron a hacerse excelentes mandos.

p Por otra parte, los comisarios y los mandos comunistas ayudaron a los especialistas militares a romper definitivamente con su pasado y emprender el camino del servicio leal a la república socialista. Los antiguos oficiales y generales se convencieron de que los comisarios eran auténticos patriotas, que combatían abnegadamente por la libertad y la independencia de la patria. Esto causó un profundo impacto en sus concepciones ideológicas. Por ejemplo, N. Potápov, citado más arriba, manifestó que "el suave paso dado por el Ministerio de la Guerra zarista hacia el trabajo con los bolcheviques se debió en gran parte al tacto que mostró entonces N. Podvoiski, a la sazón presidente del Comité Militar Revolucionario de Petrogrado y, más tarde, Comisario del Pueblo de Asuntos Militares"  [84•20 .

p A la exitosa reducación de los mandos del antiguo ejército contribuyeron también, además del aporte de los comisarios militares, todo el trabajo político y de partido realizado en el ejército y la atención y estima de que se vieron rodeados los 85 especialistas militares que colaboraban honradamente con el Poder soviético. Todo esto les ayudó a convertirse en sinceros partidarios de los obreros y campesinos.

p Refiriéndose al proceso de reducación de los especialistas militares, V. I. Lenin escribió: "Cientos y miles de estos especialistas nos han traicionado, y decenas de miles han llegado a servirnos con una lealtad cada vez mayor porque en el curso de la misma lucha se sintieron atraídos hacia nosotros, porque el entusiasmo revolucionario que hizo maravillas en el Ejército Rojo provenía de que nosotros estábamos al servicio de los intereses de los obreros y campesinos y los satisfacíamos. Esta situación en la que masas de obreros y campesinos actúan en armonía y saben por qué están luchando ha causado efecto, y un número cada vez mayor de hombres que han llegado hasta

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nosotros desde el otro campo, algunos sin saberlo, se han convertido y se están convirtiendo en partidarios conscientes de nuestra causa"  [85•21 .

p Los generales de guardias blancos trataron de denigrar ante el Poder soviético a los especialistas militares que servían lealmente en el Ejército Rojo e intimidarles con la amenaza de una cruel represión. Y si un antiguo oficial-mando rojo caía prisionero de los blancos, con él no se tenía ninguna compasión. Para los oficiales de guardias blancos era más "traidor a la patria" que los propios comunistas convencidos. En uno de sus periódicos, los guardias blancos dijeron: "...Si a un bolchevique de filas todavía se le pueden perdonar sus pecados contra la patria, para un general, y más aún como Samoilo, no puede haber clemencia. ¡Hay que ahorcarle, por traidor!"

p En la obra de atracción de los antiguos oficiales y generales al servicio en el Ejército Rojo jugó un papel extraordinario V. I. Lenin. A la par que sostuvo una porfiada lucha contra los que se oponían a utilizar a los oficiales del ejército zarista, hizo mucho para reforzar el Ejército Rojo con mandos expertos, siguió de cerca la labor de los antiguos especialistas militares, les ayudó, conoció personalmente a muchos de ellos, les dio consejos y se aconsejó de ellos y participó directamente en la selección y promoción de los antiguos oficiales y generales para puestos de mando responsables.

p Como ya se ha dicho, el personal de mando del Ejército Rojo se componía en considerable proporción de antiguos oficiales y generales, que, además, ocupaban, por lo regular, altos puestos en los Estados Mayores y en las unidades y grandes unidades. 86 Los especialistas militares contribuyeron a asegurar las operaciones bélicas del Ejército Rojo. Sin embargo, no se puede formar juicio de su labor únicamente desde el punto de vista de su peso relativo en el personal de mando de las fuerzas armadas soviéticas.

p Los antiguos especialistas militares pudieron facilitar ayuda cualificada a los obreros y campesinos en la lucha contra los guardias blancos y los intervencionistas gracias tan sólo a la acertada política leninista de utilización de los mandos del antiguo ejército para la defensa del joven Estado soviético.

p El Partido Comunista y el Gobierno soviético también confiaron a los antiguos oficiales y generales altos cargos de mando en el Ejército Rojo después de terminada la guerra civil. Por ejemplo, en febrero de 1923 la proporción de antiguos oficiales era la siguiente: entre los mandos de los regimientos de infantería, el 82%; entre los mandos de cuerpos de ejército y divisiones, el 83%, y entre los mandos de tropas, el 54%. Constituían la minoría (el 41%) sólo entre los mandos de los regimientos de caballería  [86•22 . En cuanto a la Marina de Guerra, el alto mando en el Báltico, por ejemplo, incluso a comienzos de 1927 se componía de antiguos nobles en el 71%, y entre los mandos de los buques, el 90% procedía de la nobleza  [86•23 .

p Con el concurso de los antiguos especialistas militares se formó entre los obreros y campesinos a decenas de millares de mandos del Ejército Rojo que jugaron un papel de primer orden en la guerra civil, en el robustecimiento sucesivo del Ejército Rojo y en la dirección de las operaciones militares en la Gran Guerra Partria.

Para la mayoría de los intelectuales militares, del mismo modo que para la intelectualidad de Rusia en conjunto, el proceso de regeneración interna y de ruptura radical con sus anteriores concepciones ideológicas, fue complejo y doloroso. A muchos les intimidaba simplemente la singularidad del cambio en su destino y la vaguedad y complejidad de la situación. Así y todo, los intelectuales militares fueron los primeros en romper sus vínculos con el pasado y tomar una decisión definitiva en corto plazo. La intensa participación en las operaciones bélicas frente a la contrarrevolución interior y exterior, el heroísmo de los soldados rojos, el trabajo político de las organizaciones del partido y de los comisarios militares y la 87 aspiración de los bolcheviques a hacer de Rusia un país poderoso e independiente coadyuvaron a que decenas de millares de antiguos oficiales y generales se fundieran casi completamente con el resto del personal de mando del Ejército Rojo. En el combate, donde se revela el auténtico valor de los lemas políticos y de las cualidades humanas, al hombre honrado le era más fácil comprender de qué lado estaba la verdad. Mientras que en las

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condiciones “corrientes” al intelectual le hicieron falta años para aprender el gran significado de los acontecimientos acaecidos, en los encarnizados combates de la guerra civil al intelectual militar le bastaban a veces unos meses para llegar a captar su sentido. Aquí la disyuntiva era una sola: o servir lealmente al Poder soviético o traicionarle, poniéndose de parte del enemigo. Decenas de millares tomaron el camino de la dedicación al pueblo.

* * *  

Notes

 [73•1]   Pravda. 29 de noviembre de 1918.

 [73•2]   Ibídem, 25 de diciembre de 1918.

 [73•3]   Pravda. 26 de diciembre de 1918.

 [74•4]   El PCUS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos v Conferencias v de los Plenos del CC, 1. 2, Moscú,’ 1970, págs. 66–67.

 [75•5]   G. Zhúkov. Recuerdos y reflexiones. Moscú, 1969, pág. 58.

 [77•6]   La guerra civil de 191X-1921. Moscú, 1928. t. 2, pág. 95.

 [77•7]   M. Frunze. Obras Escogidas. Moscú, 1965, págs. 215–216.

 [77•8]   Y. Petrov. EL PCUS. dirigente y educador del Ejército Rojo (1918–1920). Moscú, 1961, pág. 273.

 [77•9]   V. Antónov-Ovséenko. La organización del Ejército Rojo en la revolución. Moscú. 1923, pág. 31.

 [77•10]   Cinco años del poder de los Soviets. Moscú. 1922. pág. 157.

 [78•11]   G. Ordzhonikidze. Artículos y discursos escogidos. 1918–1937. Moscú, 1945, pág. 79.

 [79•12]   N. Podvoiski. La or¡>aniiación del Ejército Rojo. Voenno-istorícheski zhurnal, 1968, No 12, pág. 70.

 [79•13]   V. I. Lenin. Discurso en una Conferencia ampliada de obreros y miembros del Ejército Rojo, en el distrito de Rogozhski-Símonovski de Moscú. O. C, t. 41, pág. 121.

 [80•14]   Rossía. 1924. No 3 (12). págs. 148–149.

 [81•15]   Datos del Archivo Central del Ejército Soviético.

 [81•16]   Ibídem.

 [81•17]   Ibídem.

 [81•18]   Ibídem.

 [82•19]   G. Zhúkov. obra cit.. pág. 57.

 [84•20]   N. Potápov. Notas aceren de los primeros pasos de la organización militar soviética. Voenno-istorícheski -hurnal. 1968, No I. pág. 62.

 [85•21]   V. I. Lenin. El VII Congreso de los Soviets de toda Rusia. O. C., t. 39, pág. 406.

 [86•22]   Noticias del CEC de toda Rusia. 23 de febrero de 1923.

 [86•23]   A. Iovlev. Contribución a ln historia de la Incluí del partido par la implantación del inundo único en el h’iército Rojo (1924–1931). Voprosy istórii KPSS. 1964. No 12, pág. 29.

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LA INTELECTUALIDAD CIENTÍFICA Y TECNICA  

p Después de la victoria de la Revolución de Octubre, ante la clase obrera y los trabajadores campesinos se plantearon las ingentes tareas de la restructuración radical de toda la economía del país. En numerosos discursos y artículos pronunciados y escritos entre fines de 1917 y comienzos de 1918, principalmente en su obra LÍÍ.V tareas inmediatas del Poder soviético, V. I. Lenin formuló con precisión los objetivos más urgentes para el robustecimiento político del Poder soviético y las tareas económicas inmediatas en orden a la restructuración socialista del país.

p Construir los fundamentos de la sociedad socialista habría sido imposible sin la utilización de los adelantos científicos y técnicos, y por consiguiente sin la colaboración de los especialistas de todas las ramas del saber. Lenin señaló que la construcción de los cimientos de la sociedad socialista sólo podría llevarse a cabo felizmente si se hacía a partir de una minuciosa evaluación de las realizaciones de la ciencia y de la técnica y que para edificar el socialismo era indispensable incorporar a los científicos, ingenieros y otros especialistas técnicos al cumplimiento de las tareas que se presentaban ante la República Soviética. "Sin la dirección de los especialistas de las diversas ramas de la ciencia, de la técnica, de la experiencia, es imposible la transición hacia el socialismo, porque el 88 socialismo exige un movimiento de avance consciente y de masas hacia una productividad del trabajo superior a la del capitalismo y basada en lo alcanzado por éste"  [88•24 , escribió V. I. Lenin. De ahí que la incorporación de los especialistas burgueses a la labor orientada a resolver los problemas económicos que surgían ante la clase obrera constituyese una parte del plan de iniciación de la restructuración socialista.

p Los intelectuales burgueses fueron atraídos por los órganos soviéticos a la colaboración en las ramas más diversas de la organización del Estado y de la acción cultural. Esto lo imponían no sólo las consideraciones de la política económica, sino también los imperativos del momento político. Era necesario que la intelectualidad participase en la vida productora y cultural, que ligara su actividad con la práctica de la construcción económica, había que convencerla de que el Poder soviético se proponía hacer resurgir la economía del país sobre cimientos económicos, políticos y culturales más potentes.

p Era importante sobre todo asegurar la colaboración de la parte más cualificada de la intelectualidad burguesa: los científicos, los grandes ingenieros y los catedráticos y profesores de los centros docentes superiores. Ya en enero de 1918 fue constituida, adjunta al Comisariado del Pueblo de Instrucción, una sección encargada de los asuntos relacionados con la incorporación de los científicos a la obra de la organización del Estado. En febrero del mismo año el Consejo Supremo de la Economía Nacional  [88•25  formó un Consejo de Expertos, que debía agrupar las fuerzas técnicas y científicas del país a fin de arbitrar soluciones de las tareas económicas, y en agosto, la Sección científico-técnica, creada para "acercar la ciencia y la técnica a la práctica de la producción”. La actividad de esta sección facilitó el contacto con los científicos y técnicos y atraerlos a la colaboración con los organismos soviéticos. En ella trabajaron en calidad de colaboradores permanentes, miembros de los consejos, consultantes y expertos 250 profesores, 300 ingenieros y otros 240 especialistas.

p El partido y el Gobierno soviético dispensaron gran atención a la Academia de Ciencias, la principal institución científica del país. Antes de la revolución, la Academia de Ciencias de Rusia gozaba de una situación privilegiada. El Gobierno zarista le 89 garantizaba cierta “autonomía”. Al mismo tiempo, los órganos gubernamentales se cuidaban muy bien de que la Academia de Ciencias no “profanara” su mansión, admitiendo a miembros con ideas “izquierdistas”.

p En los medios académicos se propagaba el espíritu de casta y el apoliticismo. Muchos científicos creían sinceramente que la ciencia y la política eran incompatibles y que en el laboratorio o el gabinete del científico no había sitio para la política.

p Su aislamiento de la vida social del país había llevado a los miembros de la Academia de Ciencias

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de Rusia a ver en la Revolución de Octubre un episodio inesperado y “absurdo”. Algunos de ellos confiaban en que el “alucinamiento” desaparecería pronto y las aguas volverían a su cauce. Mas transcurría el tiempo y la revolución se profundizaba y extendía. Los obreros y campesinos no estaban dispuestos a ceder a nadie el poder conquistado en durísimos combates. Fue entonces cuando en la actitud de los miembros de la Academia de Ciencias hacia el Poder soviético se observaron algunos cambios.

p Después de conversaciones previas, el Comisario del Pueblo de Instrucción, A. Lunacharski, dirigió en marzo de 1918 una carta oficial a la Academia de Ciencias. En ella preguntaba qué participación asumiría esta colectividad científica en la construcción del Estado soviético. La respuesta del presidente, A. Karpinski, acreditaba que la Academia de Ciencias ofrecía sus servicios "para el más rápido y fructífero conocimiento de todas nuestras fuerzas productivas a fin de dedicarlas a las necesidades populares"  [89•26 . A la carta de A. Karpinski se acompañaba una nota de la Comisión para el estudio de las fuerzas productivas naturales del país con una exposición detallada del plan de posible participación de la Academia de Ciencias en los trabajos previstos respecto a la prospección de minerales, la energética, el aprovechamiento de aguas, la agricultura, etc.

p El deseo de los científicos de colaborar con el Estado proletario no significaba, claro está, que hubiesen aceptado plenamente las posiciones soviéticas. Mas si los científicos expresaban el deseo de ayudar a su pueblo en aquel riguroso período, incluso a pesar de que el timón del país lo gobernaban los comunistas, esto significaba, y así lo consideró el partido, que era evidente la existencia de una base para ampliar la colaboración y reducar a los hombres de ciencia.

p El 12 de abril de 1918, el Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR tomó el acuerdo, en relación con la propuesta de la 90 Academia de Ciencias, de financiar los correspondientes trabajos de la Academia. El Gobierno reconoció como tarea importante y urgente la solución de los problemas relacionados con el correcto emplazamiento de la industria en el país y la utilización más racional de sus potenciales.

p A pesar de las condiciones extremadamente difíciles de la guerra civil, el Gobierno soviético supo encontrar recursos para fundar nuevos institutos de investigación científica, entre ellos el Instituto del Platino y Metales Raros, los institutos Químico, Hidrológico, Óptico, Físico-Técnico (en Retrogrado), Radiográfico y Aerohidrodinámico Central, el Laboratorio de Radio de Nizhni-Nóvgorod y otros centros científicos. En total, en los dos primeros años del Poder soviético aparecieron 117 instituciones científicas. "Por paradójico que esto parezca —recordaría el académico A. loffe—, fue preciso comenzar a organizar la ciencia en una época de hambre, frío y guerra civil... Los científicos considerábamos que esto constituía nuestro deber y que de esta manera cumplíamos nuestra misión ante el futuro. Por ello, muy pronto, ya en 1918..., en la época de los eventos más tempestuosos, empezamos a organizar ante todo los institutos científicos..."

p Los hombres de ciencia encontraron la mejor disposición por parte del Poder soviético. Baste decir que a los seis días de haber sido firmada por el Gobierno la disposición sobre la organización del Instituto Físico-Técnico, su personal pudo iniciar la labor científica. Y esto ocurrió en septiembre, cuando la República Soviética se hallaba en una situación desesperada.

p La política del Partido Comunista y del Poder soviético tendente a incorporar a los intelectuales científicos a la construcción de la nueva sociedad se reflejó favorablemente en el estado de ánimo político y en la sicología de los científicos y técnicos. El afán de muchos de ellos de colaborar con el nuevo poder se vio expresado en su aporte activo a la solución de los problemas económicos y de la defensa. Desplegó su labor la comisión de la Academia encargada del estudio de las fuerzas productivas naturales del país.

p Un grupo numeroso de científicos e ingenieros, al que prestaron gran concurso L. Krasin, G. Krzhizhanovski y el profesor M. Shatelen, inició trabajos de exploración en la esfera de la energía eléctrica. Se empezaron las labores de investigación y los proyectos para construir las centrales

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eléctricas de Shatura y Kashira, en las cercanías de Moscú, y las de Nizhni-Nóvgorod e Ivánovo-Voznesensk. Efectuáronse trabajos de prospección geológica en Kazajstán y en la parte meridional de los Urales, en la cuenca hullera de la región de 91 Moscú y en la zona de la anomalía magnética de Kursk. Expediciones de zoólogos y botánicos estudiaron problemas importantes para la economía nacional, como, por ejemplo, los métodos de lucha contra los parásitos de las plantas, examinaron el estado de las industrias pesqueras, etc.

p Se logró atraer a un grupo considerable de científicos a los trabajos relacionados con las necesidades de la defensa del país. Así, el Instituto Aerohidrodinámico Central, fundado en 1918 bajo la dirección de Nikolái Zhukovski, realizó estudios muy valiosos por encargo del ejército y de la marina de guerra. Otro tanto puede decirse del Instituto Físico-Técnico, que hizo investigaciones importantes acerca de las sustancias explosivas. Al tiempo que cumplían los encargos del Ejército Rojo, los científicos resolvían muchos problemas tecnológicos complejos.

p No cesó el trabajo de investigación científica en otras ramas principales del saber. En junio de 1920, el profesor Serguéi Vavílov, futuro fundador y primer presidente de la Academia de Ciencias Agrícolas de la URSS V. I. Lenin, hizo en el Congreso de seleccionistas de toda Rusia, celebrado en Sarátov, un informe de extraordinario valor científico y práctico, en el que expuso los nuevos fundamentos de la mutabilidad. Esta teoría, o, como la llamó su propio autor, "ley de las sucesiones homológicas en la mutación hereditaria”, constituyó un acontecimiento de singular alcance en la ciencia biológica mundial, convirtiéndose en la brújula por la que se guiaba en su trabajo el botánico, el seleccionista y el agrónomo. Este descubrimiento contribuiría en grado considerable a transformar la agricultura del País de los Soviets en un futuro no lejano.

p En medio de la guerra civil, un grupo de jóvenes científicos —M. Suslin, P. Urysón, P. Alexándrov, A. Jinchin, D. Menshov y A. Kolmogórov— se ocupó de importantes problemas teóricos en el campo de las matemáticas. El Instituto del Platino, dirigido por el académico Nikolái Kurnakov, coadyuvó grandemente a la ampliación del estudio de los metales raros. Los trabajos del laboratorio del académico A. loffe pusieron comienzo al estudio de las fuerzas de acoplamiento de los cristales. El director del Instituto Óptico, el profesor Dmitri Rozhdéstvenski, hizo en 1919 un gran descubrimiento en la esfera de la estructura atómica, esclareciendo la estructura del átomo del litio.

p No será exagerado decir que en los primeros años de existencia del Estado soviético se asentaron las bases de la escuela física soviética, a la que el mundo debe los primeros satélites de la Tierra y de la Luna, los primeros vuelos del 92 hombre al Cosmos y trascendentales descubrimientos en el ámbito de la energía atómica.

p En los años de la guerra civil el magnífico inventor y científico Frídrij Tsánder proyectó un motor para cohetes, que podía vencer la atracción terrestre. En su autobiografía, Tsánder escribió: "A finales de 1920 informé acerca de mi motor en la conferencia provincial de inventores en Moscú..., hablé de mi proyecto de nave-aeroplano interplanetaria... Vladímir Ilich me prometió apoyo. Después de esto, seguí trabajando con más intensidad, deseando presentar trabajos mejor elaborados..."

p Y cuando se levantó el bloqueo que tuvo atenazada a la República Soviética, el mundo científico extranjero conoció con verdadero asombro que el país rodeado de las líneas de fuego de la guerra y martirizado por los intervencionistas, del que se pensaba que todo en él era ruina y que los intelectuales habían sido "exterminados por los comisarios”, mostraba sus grandes éxitos en las líneas más avanzadas de la ciencia y la técnica.

p Un logro importante del pensamiento científico fue el plan de electrificación de Rusia. A iniciativa de V. I. Lenin, a comienzos de 1920 fue creada la Comisión Estatal para la Electrificación de Rusia, en cuyas labores participaron destacados científicos y técnicos: los profesores G. Graftio, E. Shulguín, A. Górev, I. Alexándrov, K. Krug, M. Shatelen y muchos otros. La comisión trabajó bajo la dirección inmediata de V. I. Lenin y del eminente científico comunista G. Krzhizhanovski. Lenin

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dijo que "más de 200 especialistas, casi todos ellos, sin excepción, enemigos del Poder soviético, han trabajado sobre esto con entusiasmo, aunque no son comunistas. Mas, desde el punto de vista de la ciencia técnica, no podían por menos de reconocer que éste es el único camino justo"  [92•27 .

p Los miembros de la comisión no coincidían en cuanto a la determinación de la envergadura del plan y de su alcance para el destino del país. En tanto que una parte de los especialistas, relativamente pequeña, no creía en la posibilidad de la transformación socialista del país y hacía todo lo posible por reducir el plan al simple restablecimiento de la economía destruida en los largos años de la guerra, la mayoría de los científicos, por el contrario, consideraba que el plan de electrificación de Rusia significaba el comienzo del resurgimiento del país sobre una potente base económica. Para ellos, la participación en la aplicación del plan fue una excelente escuela 93 de reducación política. Algunos grandes científicos supieron rebasar el reducido marco de las estrechas concepciones burguesas sobre el desarrollo de las fuerzas productivas y entrelazaban el crecimiento económico del país con los cambios sociales operados en Rusia. En el preámbulo del plan, los especialistas habían escrito: "Nos ha inspirado el ardiente deseo de hacernos eco, en la medida de nuestras fuerzas, de la grandiosa obra creadora de una vida nueva, de la que, por haberlo querido el destino, ha sido heraldo nuestro país... Nos sentimos tranquilos por nuestro destino, que está en las fuertes manos de auténticos constructores de la vida..."

En la circunstancia de que en las condiciones increíblemente difíciles del bloqueo, del hambre, de la guerra civil y de la intervención palpitara vivamente entre los científicos el pensamiento creador y la ciencia estuviera cada vez más cerca de la vida del pueblo y de sus necesidades debe verse un relevante fenómeno en la historia de la intelectualidad de Rusia. Máximo Gorki, que en aquellos años había conocido de cerca el mundo científico e hizo mucho para anudar el entendimiento entre los científicos y el Poder soviético, escribiría posteriormente al académico Serguéi Oldenburg: "Observé con qué modesto heroísmo y con qué valor estoico los artífices de la ciencia rusa soportaron el hambre y el frío atroces, vi cómo trabajaban y vi cómo morían. Mis impresiones de este tiempo se convirtieron en un sentimiento de profundo y reverente entusiasmo por ustedes, héroes del pensamiento libre, intrépido, investigador. Opino que los científicos rusos, su vida y su trabajo en los años de la intervención y del bloqueo ofrecieron al mundo una admirable lección de estoicismo y que la historia hablará al mundo de estos agitados tiempos con el mismo orgullo por el hombre ruso con que le escribo a usted estas sencillas palabras"  [93•28 .

* * *

p En los primeros años del Poder soviético se creó una situación muy complicada en los institutos y universidades. Después de la revolución, la inmensa mayoría de los profesores de la época zarista se vio en una encrucijada. De un lado, no participó activamente en la lucha antisoviética; de otro lado, aferrada a las viejas tradiciones, costumbres e ideología no podía aceptar el Poder soviético. En cuanto a los estudiantes, muchos alumnos de los centros docentes superiores vacilaban y 94 mantenían una actitud expectante; oiro*. en gran número también, se manifestaban como oposicionistas, pero i veces resultab i que ese espíritu siivo estaba menos inspirado en motivos políticos que en consiaeraciones religiosas, materiales o éticas. Mas h.:bía asimismo estudiantes que respondieron a los llamamiento^ en defensa de la i evolución. Entre otras cosas, el estudiantado democrático participo en la creación de las fuerzas armadas para hacer frente a los invasores alemanes. Por ejemplo, los estudiantes de la Universidad de Moscú formaron un batallón estudiantil, un destacamento sanitario, etc.

p Las altas esferas del profesorado burgués lanzaron la consigna de no ingerencia de la ciencia y de la escuela superior en la política. En esta línea, el cuerpo de profesores del Instituto de Mecánica y Maquinaria de Moscú adoptó en enero de 1920 una resolución en la que expresaba su actitud de "total no intervención en la vida política del país... ya que la técnica científica no tiene ninguna relación con la política”. Fueron muchas las declaraciones como esta.

p La "no ingerencia" en la política no significaba en modo alguno que cierta parte de los profesores no se inmiscuyera a cencerros tapados y a ojos vistas en los asuntos del joven Estado soviético,

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ayudando a los generales de guardias blancos y a los intervencionistas en sus intentos de derribar el Poder de los Soviets. Los catedráticos y profesores reaccionarios participaron en conspiraciones y revueltas contrarrevolucionarias, se negaron a trabajar en las universidades y en los institutos y sabotearon las medidas del Poder soviético en la esfera de la instrucción pública.

p Sin embargo, no había más pedagogos que ellos. Y fue necesario confiarles a estos profesores, apolíticos en su mayoría y, a veces, evidentemente antisoviéticos, la preparación de los nuevos especialistas. Tampoco fue posible ser demasiado escrupulosos en la selección de profesores por su procedencia clasista. Lo que estaba planteado era neutralizar y hacer inofensiva a la cúspide reaccionaria de esta capa de intelectuales, lograr el acercamiento de la masa fundamental de pedagogos con la parte más avanzada del profesorado y, por último, convencer a todos los viejos profesores de que sólo el régimen socialista podía crear las mejores posibilidades para el amplio desarrollo de la ciencia y de la cultura.

p Una de las primeras cuestiones abordadas entonces fue la democratización de la escuela superior, ya que sin profundas transformaciones de carácter revolucionario no podía ser puesta al servicio del Estado soviético. No se trataba de demoler completamente la estructura orgánica de la escuela superior y 95 expulsar de ella a todos los catedráticos y profesores burgueses, sino de reorganizarla con suma precaución, a fin de hacerla popular y accesible a todos y, de instrumento de dominación de clase de la burguesía que había sido hasta entonces, convertirla en instrumento de la restructuración de la sociedad en base a los principios comunistas.

p Al objeto de democratizar la escuela superior, se trazó una reforma de la enseñanza universitaria. El proyecto de esta reforma preveía la enseñanza gratuita, la supresión de los diplomas, la abolición de los grados científicos como requisito para desempeñar una cátedra, el concurso obligatorio y público para ocupar los cargos vacantes de jefes de cátedra y la elección de los profesores por no más de cinco años. Al frente de las universidades debía haber un Consejo integrado por representantes de los profesores y de los estudiantes, del Comisariado del Pueblo de Instrucción y de la población trabajadora. Se proponía también modificar los planes de enseñanza, tomando como base las necesidades de la economía del país.

p Una vez proyectada la reforma, los órganos del partido y de los Soviets se propusieron llevarla a cabo sin recurrir a presiones y a la coerción, sino mediante el acuerdo voluntario con los profesores burgueses. El proyecto de reforma de la enseñanza universitaria fue sometido al examen de dos conferencias de profesores de la escuela superior, celebradas en julio y septiembre de 1918. Se supuso que los profesores abordarían con espíritu práctico la discusión de los problemas esenciales de la escuela superior, harían observaciones y propuestas y, en lo fundamental, aceptarían el proyecto. Así fue cómo se comportó la parte progresista del profesorado burgués. Los estudiantes revolucionarios también acogieron calurosamente el proyecto de reforma democrática de la escuela superior.

p No obstante, los profesores de derecha se opusieron rotundamente al proyecto de reforma, lo que fue, en el fondo, una defensa de los viejos privilegios de casta. Todas las intervenciones de los enemigos de la reforma giraron en torno a la defensa del lema de la "autonomía" de la escuela superior y de la no ingerencia del Estado en sus asuntos.

p En conjunto, la discusión mostró que los profesores derechistas no rendirían sus armas y que el llamamiento a la colaboración lo consideraban una debilidad del Estado soviético. Conviene señalar también que la línea ultraizquierdista de los representantes de la Proletkult y de algunos funcionarios del Comisariado del Pueblo de Instrucción impidió lograr resultados positivos más sustanciales.

96

p El grupo de Proletkult presentó en el Comisariado del Pueblo de Instrucción su proyecto de reforma de los centros docentes superiores y de las instituciones científicas, en el que se proponía "para asegurar la unidad del plan y ahorrar fuerzas y recursos" clausurar las universidades y otros

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centros superiores de enseñanza y constituir en lugar de ellos "institutos científicodocentes de tipo homogéneo”. Proponían también que se disolviera la Academia de Ciencias.

p Por supuesto, el Partido Comunista no podía aceptar las exigencias de los elementos de izquierda y emprendió la reorganización paulatina de la escuela superior, venciendo poco a poco el espíritu y las concepciones reaccionarios de los profesores burgueses. Uno de los métodos principales de influjo sobre los profesores burgueses fue el cambio de la composición clasista de los estudiantes mediante el brusco aumento de los que procedían de las capas proletaria y campesina. Por disposición del Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR del 11 de diciembre de 1917, todos los centros docentes quedaron sometidos a la jurisdicción del Comisariado del Pueblo de Instrucción. El 2 de agosto de 1918, el Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR aprobó la disposición "Acerca del ingreso en los centros docentes superiores de la RSFSR”, de la que V. I. Lenin había escrito el proyecto. El mismo día Lenin firmó el decreto "Acerca de las reglas de ingreso en los centros docentes superiores”. Estos documentos fueron un hito importante en la vía de la formación de la intelectualidad nueva, soviética. Por estas disposiciones del Gobierno se abría las puertas de los centros docentes superiores a todos los ciudadanos que habían cumplido 16 años. Quedaron abolidas todas las restricciones nacionales, estamentales y clasistas para el ingreso en los centros docentes superiores, el pago de derechos de matrícula, la enseñanza de credos religiosos, etc.

p Por tanto, la supresión de los exámenes de ingreso en las escuelas superiores y el aseguramiento de condiciones materiales a los estudiantes más pobres constituyeron un gran paso hacia la liquidación de las barreras fácticas que cerraban el camino de la instrucción superior a los obreros y campesinos. Al mismo tiempo hubieron de buscarse las formas de organización de la preparación masiva de los trabajadores para hacer los cursos de la escuela superior que permitieran en el plazo más corto completar con estudiantes proletarios los centros docentes superiores.

p En el otoño de 1918 ya se inició la búsqueda de estas formas. Surgió la idea de organizar cursillos preparatorios que pudieran 97 dar a los estudiantes los conocimientos indispensables de instrucción general. Sin embargo, la experiencia de su organización en Moscú fue infructuosa. Entonces de las propias masas obreras salió la iniciativa de crear, adjuntas a los centros docentes superiores. Facultades Obreras con programas de estudios calculados para varios años. Es interesante señalar que esta idea obtuvo el pleno apoyo del profesorado de las escuelas superiores técnicas.

p La primera Facultad Obrera se formó en enero de 1919, adjunta al Instituto de Comercio de Moscú (en la actualidad. Instituto de Economía Nacional J. Plejánov), y a continuación otra, adjunta a la Universidad de Moscú. El 15 de septiembre de 1919, el Comisariado del Pueblo de Instrucción dictó la disposición "Acerca de la organización de Facultades Obreras adjuntas a las universidades”, que movió a organizarías también adjuntas a otros centros docentes superiores.

p La peculiaridad de las Facultades Obreras como establecimientos de enseñanza de tipo especial, clasista, consistía en que el derecho a estudiar en ellas sólo lo tenían los obreros y campesinos. Al desarrollo de las Facultades Obreras coadyuvó extraordinariamente asimismo el decreto, firmado por V. I. Lenin el 17 de septiembre de 1920, "Acerca de las Facultades Obreras”, que hacía hincapié en que la tarea principal de estas Facultades radicaba en "atraer a la Escuela Superior a las masas obreras y campesinas".

p Naturalmente, los decretos y disposiciones del Poder soviético no podían resolver de golpe el problema de la democratización de los centros docentes superiores. Pero sí abrieron las primeras brechas en la coraza de casta de la escuela superior. En las aulas de los centros docentes superiores entraron los obreros, los campesinos pobres, los soldados rojos. De año en año fue cambiando la fisonomía clasista de la escuela superior.

p A la par con las medidas que hacían cambiar la composición clasista del estudiantado de la escuela superior, el Poder soviético luchó contra el espíritu corporativo y de casta del profesorado. Los profesores burgueses se oponían obstinadamente a toda intervención en su actividad científica y

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docente y calificaban de brutal humillación cualquier tentativa de control sobre la calidad y el contenido de las lecciones por los organismos y las personas competentes. Debido a ello, en las cátedras de los institutos y universidades se propagaban a veces el oscurantismo y la mística más rabiosos.

p Es lógico que tal "autonomía" de los profesores y de la escuela superior en conjunto se reflejara perniciosamente en la 98 calidad de la preparación de los especialistas y frenara el crecimiento de los jóvenes científicos y pedagogos. El Estado soviético procuró crear condiciones para renovar el profesorado de la escuela superior y, a la vez, someter a control a los profesores antiguos. Por decreto del 1 de octubre de 1918 fueron abolidos los grados de doctor  [98•29  y maestro en Ciencias y el título de ayudante. Para estimular el acceso de fuerzas pedagógicas frescas se elevó a catedráticos a los asistentes de cátedra que leían ciclos de conferencias. Fue implantada la elección de catedráticos por concurso de toda Rusia, al que podían acudir las personas conocidas por sus trabajos científicos y actividad docente. Verdad es que esta medida no reportó al principio los frutos apetecidos. En el otoño de 1918, a base del concurso de toda Rusia, tuvo lugar la votación para elegir a los antiguos profesores, y los elementos reaccionarios lograron que fuesen rechazadas las candidaturas de algunos profesores progresistas, como, por ejemplo, la del conocido astrónomo bolchevique Pável Shtérnberg. El gran científico Kliment Timiriázev fue elegido para el cargo de catedrático por una insignificante mayoría de votos. Sin embargo, posteriormente la elección por concurso de los catedráticos y profesores permitió incorporar a los centros docentes superiores a gran número de científicos verdaderamente talentosos y avanzados.

p Fueron introducidos cambios sustanciales en el sistema de órganos directivos de los centros docentes superiores. Antes, al frente de ellos (en la dirección de los centros docentes superiores, de las facultades y de las cátedras) había principalmente representantes del profesorado derechista. Estos órganos aplicaban una política consonante con la mentalidad de sus dirigentes: trataban de impedir el ingreso de jóvenes obreros y campesinos en las facultades más importantes, organizaban conferencias privadas de profesores, en las que se aprobaban resoluciones antisoviéticas, etc.

p A fin de vencer la resistencia de los profesores burgueses y de los estudiantes reaccionarios que les apoyaban, en la escuela superior se instituyeron el cuerpo de comisarios delegados y los comités revolucionarios. Los comisarios delegados se designaban entre los funcionarios del partido y de los Soviets que poseían una elevada instrucción y conocían la escuela superior. Su misión consistía en ayudar a la restructuración 99 revolucionaria de los centros docentes superiores, contribuir a organizar a los estudiantes proletarios, agrupar a las fuerzas progresistas del personal docente y propagar las ideas socialistas. Grandes derechos y atribuciones se concedieron asimismo a los comités revolucionarios, integrados por activistas estudiantiles comunistas y sin partido.

p A quebrantar el espíritu de casta del profesorado derechista contribuyó también la inclusión en los órganos colegiales de los centros docentes superiores de representantes de los estudiantes comunistas y de otros grupos que mantenían una actitud de apoyo al Poder soviético. Esto permitió a los estudiantes proletarios intervenir activamente en la dirección de la escuela superior, atajar las acciones hostiles de los profesores de derecha y cohesionar a los estudiantes avanzados.

p A las medidas del Poder soviético encaminadas a democratizar la escuela superior opusieron resistencia los profesores reaccionarios y los estudiantes de espíritu antisoviético. Al Comisariado del Pueblo de Instrucción se enviaban protestas y declaraciones, se hacía obstrucción a los profesores progresistas, se presentaban dimisiones, etc. En 1919, en Petrogrado se organizó el Consejo Unificado de ’Centros Científicos y Docentes Superiores, que elevaba protestas contra las medidas del Gobierno en la esfera de la enseñanza superior y presionaba sobre sus miembros, prohibiéndoles desempeñar cargos administrativos. Mas al mismo tiempo, la actuación de los organismos soviéticos obtenía el pleno apoyo de los catedráticos y profesores avanzados y de la parte de los intelectuales que comprendían la significación de las transformaciones realizadas y ofrecían honradamente sus conocimientos al pueblo.

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p El Partido Comunista puso gran empeño en utilizar a los intelectuales de la época zarista en los organismos gestores de la industria y directamente en las empresas. Por un decreto se estableció el registro obligatorio de todos los especialistas, incluidos los que, sin poseer instrucción técnica especializada, habían ocupado durante dos años puestos de dirigentes técnicos responsables en empresas industriales, del transporte y agrícolas, así como los estudiantes de los cuatro últimos semestres de todos los centros docentes técnicos superiores especializados. A estos especialistas se les podía incorporar en cualquier momento al servicio.

p En 1920, en el sistema del CSEN trabajaban 14.890 especialistas; en el sistema del Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación, 4.936. etc. Kn total, en la Oficina Central de Registro de las Fuer/as Técnicas figuraban inscritos 50.275 100 Emacs-File-stamp: "/home/ysverdlov/leninist.biz/es/1976/GROI236/20060223/199.tx" especialistas de la economía que trabajaban en diferentes comisariados.

p En los organismos gestores de la industria se incluía con carácter obligatorio a los especialistas. Entre ellos había personas con instrucción superior y media administrativa, comercial y técnica, antiguos propietarios de empresas, ingenieros, técnicos medios, científicos, etc. Todas las disposiciones sobre la dirección de las empresas nacionalizadas hacían hincapié en la necesidad de que en los organismos de gestión económica participasen especialistas técnicos en una proporción no inferior al tercio del número total de empleados.

p La mayoría de los obreros era consciente de que sólo con ayuda de los especialistas burgueses se podía asegurar el funcionamiento normal de las empresas. El Gobierno recibía muchas solicitudes de fábricas y minas en las que los obreros demandaban el envío de ingenieros, técnicos y administradores. Los obreros veían que muchos especialistas observaban una actitud hostil al nuevo régimen y aprovechaban la primera oportunidad para abandonar las empresas, pero, no obstante, mantenían a aquellos hombres en los puestos de dirección.

p Por supuesto, no toda la intelectualidad técnica burguesa se había resignado a aceptar el nuevo poder, entró a su servicio o adoptó una posición de neutralidad expectante. Muchos especialistas burgueses sostuvieron una lucha activa o pasiva contra el poder de los obreros y campesinos y procuraron de una u otra manera oponerse a él.

p Con todo, la burguesía derrocada no había planteado aún ante los especialistas antisoviéticos la tarea de destruir los grandes núcleos económicos y las empresas. Por el contrario, tenía interés en conservar los bienes productivos fundamentales, pues estaba convencida de la próxima caída del Poder soviético y de la restauración del capitalismo.

p Los especialistas burgueses más reaccionarios no se circunscribían al sabotaje pasivo, sino que participaban directamente en las operaciones militares de los ejércitos de los guardias blancos y los intervencionistas contra el Estado soviético, eran miembros o dirigentes de las organizaciones contrarrevolucionarias clandestinas y efectuaban una actividad subversiva en el frente y en la retaguardia del Ejército Rojo.

p La época de la guerra civil está colmada de hechos de acciones antipopulares, contrarrevolucionarias de muchos especialistas burgueses. Su implicación en sabotajes manifiestos y disimulados, conspiraciones y sublevaciones era un fenómeno bastante extendido.

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p Es obvio que respecto a los contrarrevolucionarios jurados los órganos soviéticos procedían en consonancia con las rigurosas leyes de protección de la seguridad del Estado proletario. En cambio, a los especialistas que, aun no habiendo sido descubiertos como complicados en actos contrarrevolucionarios directos, seguían siendo enemigos potenciales del Poder soviético, no se les aplicaba la política de represión. Venciendo su resistencia y no haciéndoles concesiones políticas, el Estado soviético se esforzaba por atraer a los especialistas burgueses a la construcción de la economía socialista.

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p El IX Congreso del PC(b) de Rusia (1920) recomendó algunas variantes de control sobre el trabajo de los especialistas y del estudio bajo su dirección: 1) director de la empresa de procedencia obrera, y adjunto a él, como ayudante, un especialista; 2) ingeniero especialista como dirigente de facto de la empresa, y adjunto a él un comisario de procedencia obrera, con amplias atribuciones y el deber de intervenir en todos los asuntos relacionados con el funcionamiento de la empresa; 3) obreros, uno o dos, en calidad de ayudantes del director especialista, pero sin atribuciones para suspender las disposiciones del director, etc. Estas formas de control se seguían también en los talleres, donde se proponían a obreros para los cargos de dirección, siempre que recibieran enseñanza de especialistas.

p El IX Congreso del partido prestó singular atención a la función de los sindicatos en orden a la incorporación de los especialistas burgueses a la construcción del socialismo. Las primeras secciones de ingenieros en los sindicatos obreros surgieron en la primavera de 1919, al principio en el sindicato de metalúrgicos, y a continuación, en el sindicato de mineros.

p A la par que hacía suyo todo lo mejor creado por la sociedad burguesa, el proletariado educaba a especialistas salidos de su propio seno. Sin embargo, su promoción no podía resolver plenamente el problema de asegurar las necesidades de la economía nacional con especialistas de extracción obrera y campesina. La fuente principal de su preparación debía ser la escuela superior.

p La política del Partido Comunista y del Poder soviético atraía hacia la revolución a sectores cada vez más amplios de la intelectualidad científica y técnica. Entre parte considerable de estos intelectuales fue arraigando la aspiración patriótica de ayudar en una u otra forma al pueblo en su lucha contra los enemigos exteriores y las amenazadoras consecuencias de la ruina económica.

Los planes y proyectos presentados por el Partido Comunista parecieron irrealizables a muchos, no obstante lo cual fueron 102 examinados, se debatió sobre ellos y en alguna que otra parte ya empezaron a ser encarnados en la realidad. Todo esto hizo reflexionar a los círculos científico-técnicos,les obligó a intentar reconsiderar las verdades que antes les parecieran inconcusas. Merced únicamente a las tareas concretas a que fueron atraídos por el Poder soviético, muchísimos especialistas se vieron separados de la parte contrarrevolucionaria de la intelectualidad. Centenas de ingenieros bien preparados se incorporaron a las obras en construcción y a las empresas con gran escepticismo y profundamente ajenos a las ideas del socialismo. Mas transcurrió algún tiempo y. embarcados en la realización de los planes del Poder soviético para el resurgimiento económico del país, empezaron a creer en su viabilidad.

* * *  

Notes

 [88•24]   V. I. Lenin. Las tareas inmediatas del Poder soviético. O. C.. t. 36. pág. 178.

 [88•25]   El Consejo Supremo de la Economía Nacional (CSEN), se constituyó en dicimebre de 1917. adjunto al Consejo de Comisarios del Pueblo, para organizar toda la economía y las finanzas del país.

 [89•26]   Noticias ile ln Academia de Ciencias de Rusia, serie VI. 1918, N» 14, pág. 1395.

 [92•27]   V. I. Lenin. III Congreso de la Internacional Comunista. O. C., t. 44. pág. 51.

 [93•28]   Pravda, 4 de septiembre de 1925.

 [98•29]   El grado de doctor en Ciencias se restableció en la URSS en 1914. Fn 1973 había en el país 29.800 doctores en Ciencias. Hn 1934 fue instituido el grado de candidato a doctor en Ciencias. Fn 1973. eran candidatos a doctor en Ciencias 288.300 trabajadores científicos de la URSS.

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LOS MAESTROS Y LOS TRABAJADORES DE MEDICINA  

p Para robustecer el naciente Estado soviético era muy importante asegurar la colaboración de uno de los destacamentos más numerosos de la intelectualidad: el magisterio. El maestro, sobre todo en el campo, constituía una gran fuerza cultural, a veces la única, capaz de ejercer gran influencia política sobre la población. El pueblo amaba a los maestros: a ellos se acudía para pedir consejo y ayuda y en busca de explicaciones sobre el sentido de los acontecimientos que vivía el país. Para poner a esta fuerza al servicio del Poder soviético fue preciso llevar a cabo una paciente y minuciosa labor de esclarecimiento por las organizaciones del partido, los órganos del Estado y los sindicatos.

p Anatoli Lunacharski, dirigiéndose a los maestros, dijo que nadie exigía de los intelectuales que se infundieran de espíritu comunista y, en unión del partido, se dedicaran resueltamente a la creación del régimen comunista. Sin embargo, la colaboración era posible si el intelectual mostraba objetividad y acertaba a justipreciar el ingente trabajo trazado por los comunistas para transformar culturalmente el país. No obstante, por los motivos que se expondrán más abajo, el Poder soviético, en los primeros tiempos de su existencia, no encontró en la parte más cualificada del magisterio esta disposición al entendimiento y la colaboración práctica.

p Un serio obstáculo en la vía de la colaboración del magisterio con el Poder soviético fue la Unión de Maestros de 103 toda Rusia, sobre todo su directiva, personificada en el Gran Consejo y el Pequeño Consejo de esta asociación. Después de su fiasco en la organización de la huelga general de maestros en los primeros meses de existencia del nuevo poder, la Unión de Maestros no renunció a la lucha. Lo único que hizo fue cambiar sus formas, pasando de los ataques a la descubierta contra la política del Partido Bolchevique a métodos más flexibles y velados de actividad antisoviética. Los dirigentes de la Unión de Maestros no pudieron dejar de tener en cuenta un factor tan importante como el apoyo de las masas populares al Poder soviético. Con gran dolor de corazón, en un editorial de su órgano de prensa oficial hubieron de reconocer que "desde que se ha precisado claramente que el gobierno soviético y de los comisarios es apoyado y reconocido en cierta medida por las masas populares, no se puede preterirle y es difícil negarse en absoluto a mantener relaciones con él...” Esto, huelga decirlo, no significaba que la directiva de la Unión de Maestros, después de reconocer de facto el nuevo poder, hubiese decidido colaborar con él.

p Encubriéndose con los lemas de la salvación de la "auténtica democracia" y de las "conquistas de la revolución”, los jerarcas supremos del magisterio se orientaban especialmente hacia la autonomía de la escuela y su apoliticismo. En las condiciones de la lucha contra la autocracia zarista, la idea de la autonomía de la escuela era apoyada por la parte democrática del magisterio y tenía significado progresista. Pero después de la Revolución de Octubre, cuando el Estado soviético se había fijado como objetivo la instrucción de las amplias masas populares y cuando los intereses del Estado y de la escuela se unieron formando un todo, la idea de la autonomía escolar cobró un sentido contrarrevolucionario, anudándose con la idea del "apoliticismo" de la escuela. Los dirigentes de la Unión de Maestros de Rusia intentaron desterrar de la escuela la "política" y exigían que los dirigentes y partidos políticos no atentaran contra la escuela. Mas, como demostró la actividad de esta asociación, que hizo de la escuela una palestra de lucha política contra el Poder soviético, la escuela no podía permanecer al margen de la política. Los dirigentes "sin partido" y "apolíticos" de la Unión de Maestros se revelaron como avezados "políticos”, que expresaban claramente sus simpatías y antipatías sociales.

p La Unión de Maestros de toda Rusia constituía una fuerza considerable. En sus organizaciones se agrupaban unos 50.000 maestros, siendo de notar que eran los pedagogos más cualificados. La asociación gozaba de influencia entre los maestros, y sus órganos impresos, Noticias de la Unión de 104 Maestros de toda Rusia. El maestro. El maestro petrogradensey F.l maestro nacional, eran

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populares entre los maestros.

p La línea táctica del partido en orden a cualquier organización social de tendencia antisoviética estaba determinada no sólo por el carácter de la actividad de tal organización, sino también por la actitud de las masas hacia ella. Y como en el primer tiempo el magisterio tuvo puesta su confianza en la directiva de la asociación y la seguía en lo fundamental, se trató de incorporar a la Unión de Maestros al movimiento sindical de toda Rusia, encabezado por el Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia, a fin de lograr de este modo arrancar de la influencia ideológica de la burguesía a los miembros de la Unión de Maestros. Sin embargo, la directiva de esta asociación, integrada por demócratas constitucionalistas y eseristas, rechazó categóricamente su participación en las labores del I Congreso de los Sindicatos de toda Rusia, celebrado en enero de 1918. Entonces el partido cambió de táctica: desplegó un gran trabajo de esclarecimiento entre los afiliados de base de la asociación. Esta línea táctica fue la principal durante todo el año 1918, que transcurrió bajo el signo de la lucha por la agrupación de las fuerzas progresistas del magisterio.

p La Unión de Maestros de toda Rusia fue la organización de intelectuales burgueses que mant’jvo más tiempo sus posiciones. Sin embargo, como fruto de ¡a tiran labor propagandística de denuncia de la política de sus üiii¿ontes realizada por las organizaciones del partido y de los sindicatos y también como resultado del fortalecimiento del Poder soviético y de otros factores, en el otoño de 1918 empezaron a menguar rápidamente las filas de esta asociación. El otoño y el final de 1918 fue el período de completa descomposición de esta organización social del magisterio, que hasta poco antes había sido fuerte y prestigiosa. Verdad es que su directiva trató de continuar la lucha, intentando reunir congresos y conferencias de maestros, celebrados bajo sus consignas, y aprovechó cualquier ocasión para contribuir a la restauración del viejo régimen, pero cada vez era mayor el número de colectividades de maestros que declaraban su adhesión al Poder soviético.

p Así, en el congreso de maestros de la provincia de Kursk, celebrado a comienzos de mayo de 1918, la mayoría de los delegados (166 contra 3) aprobó una resolución en la que se decía: "El Poder soviético lo entendemos como el poder del pueblo, que aspira a restructurar la vida del Estado en base a los justos principios del socialismo... Consideramos que reconocer este poder y apoyarlo por todos los medios constituye una misión sagrada del maestro nacional en su trabajo social y 105 pedagógico"  [105•30 . Incluso los dirigentes de la Unión de Maestros de toda Rusia más rabiosos en su intransigencia frente al poder de los Soviets se vieron obligados a reconocer que "no hay un frente único del magisterio, no hay unidad de pensamiento y de acción".

p A finales de 1918, la Unión de Maestros, a consecuencia de su proceder antisoviético, había perdido definitivamente la influencia entre amplias masas de maestros. En los medios del magisterio ya era evidente el viraje hacia la colaboración con el Poder soviético. Después de analizar la situación existente, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia dispuso en diciembre de 1918 "disolver la UMR, personificada en sus organizaciones centrales y locales, y suspender su* órganos de prensa centrales y locales: Noticias de la Unión de Maestros de toda Rusia. El maestro petrogradense. El maestro y otros órganos...” El Gobierno soviético no adoptó ninguna medida represiva contra los antiguos miembros de la Unión de Maestros. En aquellos momentos la autoridad de esta organización era tan baja que su disolución no suscitó protestas.

p La suerte de la Unión de Maestros de toda Rusia fue muy aleccionadora para la intelectualidad burguesa. Vino a demostrar que las organizaciones de intelectuales que se habían apartado del pueblo y actuaban en pugna con sus intereses perdían en definitiva su influjo y prestigio y acababan desapareciendo de la arena política. Acreditó también que ningunos llamamientos y consignas demagógicos de la directiva de la Unión de Maestros podían llevar a éstos al camino de la lucha activa contra el Poder soviético. En su inmensa mayoría, el magisterio siguió fiel a sus tradiciones democráticas y a la idea de la dedicación al pueblo.

p Ahora bien, no debe suponerse q,ue la disolución de la Unión de Maestros de toda Rusia convirtió a la numerosa legión del magisterio en exponente y enérgico paladín entre el pueblo de la política del Poder soviético. Parte de los maestros, sobre todo en las ciudades, ofrecían una resistencia

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pasiva a las iniciativas del Poder soviético en la esfera de la instrucción pública, cumplían formalmente sus obligaciones y aprovechaban toda ocasión para señalar los errores y reveses de los organismos locales de instrucción pública y para hacer patente su propio “apoliticismo”.

p Dada la gran insuficiencia de fuerzas culturales, particularmente en el campo, el maestro hubiera podido jugar un gran 106 papel no sólo con respecto a la instrucción de las masas en general, sino también a su educación política.

p El Comité Central del partido se ocupó mucho del trabajo de propaganda y agitación entre los maestros. Se practicaban formas de influencia ideológica sobre ellos tales como la participación de los comunistas en la labor de sus congresos y conferencias, la formación de bibliotecas políticas para el personal de las escuelas, la instrucción de los maestros que impartían disciplinas sociales y la lectura de informes y conferencias sobre temas políticos para los maestros por funcionarios del partido. En las capitales de provincia y cabezas de distrito se organizaban cursillos de rudimentos políticos, escuelas del partido y de los Soviets y cursos de agitadores, que preparaban profesores de rudimentos políticos entre los trabajadores de la enseñanza. Se realizó una labor de propaganda por el ingreso de los maestros en el Partido Comunista.

p Fue dispensada singular atención al trabajo entre los maestros rurales. En aquel tiempo había muchos maestros en los pueblos que simpatizaban sinceramente con el Poder soviético. Era preciso organizarlos y prestarles ayuda. A este propósito ofrece gran interés la exposición de la función del maestro rura! y de los métodos para atraerle al trabajo social que hacían unas instrucciones enviadas a las localidades rurales por la sección del CC para el trabajo en el campo: "En los maestros hay que fijar la mayor atención. Los propios maestros... proceden del medio campesino y sólo por atraso se oponen al comunismo. Corrientemente, el maestro conoce bien todo lo que ocurre en la aldea y sabe quiénes viven en ella y qué les interesa; hay que acercarse más a ellos. Si el maestro es bueno, pero no consciente, hay que... procurar con cuidado ponerle de nuestra parte y ayudarle en lo que necesita, convencerle y ayudarle con víveres, mover un poco a las autoridades de la ciudad para que le den lápices y cuadernos, darle a leer un buen libro y atraerle a la labor cultural y educativa. Al maestro adecuado hay que zarandearle y hacerle que atraiga al trabajo a otros maestros y les ayude en su difícil y penosa obra"  [106•31 .

p En la I Conferencia de toda Rusia sobre el trabajo en el campo, celebrada en noviembre de 1919, V. I. Lenin subrayó que. a pesar de la compleja situación política y militar, el trabajo en el campo constituía uno de los problemas más importantes de la construcción socialista. Lenin exhortó a las organizaciones 107 rurales del partido a utilizar ampliamente a los especialistas burgueses. En las instrucciones aprobadas por la conferencia se recomendaba incorporar obligatoriamente a los maestros rurales a la participación en el trabajo del partido.

p En la obra de educación política del magisterio jugó un destacado papel Nadezhda Krúpskaya, veterano miembro del partido, compañera de lucha y esposa de V. I. Lenin. Maestra ella misma, conocía perfectamente el estado de ánimo, la sicología, la vida y las condiciones de existencia de este sector de la intelectualidad y sabía encontrar la mejor manera de abordar sus problemas. En los primeros años del Poder soviético no hubo un congreso de maestros de toda Rusia o un foro sobre asuntos de la instrucción pública en los que N. Krúpskaya no participase con la mayor actividad. Muy a menudo hablaba en mítines y asambleas de maestros, explicando la política del partido en la esfera de la instrucción pública y la misión del magisterio en la construcción de la nueva sociedad: criticó el lema "El maestro y la escuela, al margen de la política”, que era bien acogido por una parte considerable de los pedagogos. Por ejemplo, en uno de sus discursos dijo que "no hay nada más ingenuo que la afirmación de que la pedagogía puede y debe ser ajena a la política. ¿Qué es política en la acepción amplia del término? Es nuestra comprensión de las tareas del momento actual, de los medios para cumplirlas, etc. La pedagogía es. en tres cuartas partes, una ciencia social, y por eso no hay modo posible de separar de ella los problemas candentes de la política, los problemas candentes de nuestro tiempo"  [107•32 .

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p El libro La instrucción pública y la democracia (1919). de N. Krúpskaya. y numerosos artículos suyos sobre problemas de la enseñanza ayudaron a atraer hacia el Poder soviético a muchas personas que antes vacilaron o tuvieron un espíritu antisoviético.

p A la educación ideológica de los maestros hizo un gran aporte el viejo bolchevique S. Mitskévich, que, por encargo del partido, participó en la organización de la Unión de Trabajadores de la Enseñanza, de la que fue elegido presidente. Mitskévich sabía llevarse bien tanto con los jóvenes de ánimo exaltado como con los viejos científicos. Muchos corifeos de la pedagogía no aceptaban ingresar en la Unión recién constituida, se declaraban en huelga, formaban comisiones y presentaban peticiones en las que formulaban exigencias increíbles. Mas 108 Mitskévich, lejos de rechazar a los airados e incrédulos, les persuadía con palabras y hechos de la naturaleza progresista de la instrucción pública soviética.

p Complejo y difícil fue el proceso de agrupación profesional de los maestros. Como contrapeso a la Unión de Maestros de toda Rusia, a finales de 1917 fue organizada la Unión de Maestros Intemacionalistas, que agrupaba a los trabajadores de la enseñanza y de la educación que "se mantenían en el terreno de la revolución social y de la destrucción del actual sistema escolar”. Pero esta asociación era muy poco numerosa. A fines de 1918 sólo había llegado a tener algo más de 12.000 maestros. Este número tan insignificante de sus adherentes lo explica la circunstancia de que la Unión de Maestros Intemacionalistas adoptó una actitud errónea respecto a la mayoría de los maestros. Aislándose de los maestros de la base, únicamente admitía en su seno a los pedagogos "políticamente maduros”. Sus dirigentes mantenían posiciones sectarias, declarando que el Poder soviético incurría en una grave equivocación al no tomar medidas tajantes con relación a todo el magisterio de la época zarista, con el que, a su juicio, no se debía tener contemplaciones, ya que "si acaso una centésima parte de los maestros puede ser realmente apta para cumplir las nuevas tareas de la educación revolucionaria".

p Por otro lado, la Unión de Maestros Intemacionalistas llevó a cabo una gran labor para diferenciar políticamente a los maestros y elevar el número de partidarios activos del Poder soviético. No obstante, su acción en este sentido habría sido más eficiente de no haber pecado de estrechez orgánica y de sectarismo, que le impidieron convertirse en la organización masiva del magisterio soviético.

p En el verano de 1919, en base a la Unión de Maestros Intemacionalistas, se constituyó el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza y de la Cultura Socialista de toda Rusia (en 1921 cambió su nombre por el de Unión de los Trabajadores de la Enseñanza), que llegó a ser la verdadera organización masiva de los maestros de la ciudad y el campo. Esta asociación desplegó un gran trabajo de educación política de los maestros, de protección de los derechos profesionales de los trabajadores de la enseñanza y de incorporación de ellos a la creación de la nueva escuela.

p La propaganda y agitación generales del partido, la labor educativa de sus organizaciones de base y la fundación y actividad del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de toda Rusia no podían por menos de reportar fruto. Las informaciones que llegaban de las provincias de Tver, Tula, Arjánguelsk, 109 Penza, Kursk y otras se referían a la intensificación de la actividad social de los maestros, al ingreso de los mejores de ellos en el partido y a la reanimación del trabajo cultural y educativo en el campo. En la escuela empezó a centrarse paulatinamente la vida social de los pueblos. Muchos maestros rurales intervenían en las asambleas de campesinos, organizaban bibliotecas y Casas del Pueblo y prestaban su concurso a las organizaciones del partido en las campañas político-sociales. Por doquier surgían bibliotecas rurales, organizadas sobre todo por los maestros. Según datos incompletos del Comisariado del Pueblo de Instrucción, a comienzos de 1919 había 12.007 bibliotecas rurales.

p El Partido Comunista y el Estado soviético, pese a todas las dificultades acarreadas por la guerra civil y la intervención, se desvelaron por llevar adelante la instrucción pública. Y eso que las dificultades eran enormes. En las condiciones de la guerra y del desbarajuste económico, la escuela atravesó una situación sumamente grave. Los edificios escolares apenas se reparaban y el material

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pedagógico quedaba inservible. Sentíase una aguda falta de maestros y escaseaban los manuales, el material didáctico y los objetos de escritorio. Apenaba sobre todo el estado de las escuelas ubicadas en las zonas que habían sido teatro de las operaciones bélicas. Muchas escuelas fueron destruidas u ocupadas como cuarteles y hospitales; la situación económica de los maestros era difícil. Todo esto dejó marcada una lacerante huella en la escuela soviética de los primeros años de la revolución.

p Trabajar en las escuelas constituía una obra realmente complicada. Sin embargo, muchos maestros no cesaron en su labor, tan necesaria para el pueblo; con perseverancia y decisión procuraban reorganizar la escuela a base de los nuevos principios, venciendo inmensos obstáculos. El Poder soviético hizo todo lo que permitía aquella rigurosa época para aliviar la situación de las escuelas y de los maestros. Ya a comienzos de 1918, por decreto del Consejo de Comisarios del Pueblo se elevó de 50 a 100 rublos el sueldo de los maestros nacionales. A partir de marzo del mismo año su sueldo se fijó entre 300 y 500 rublos. En noviembre de 1918, a causa del aumento de la carestía, el sueldo mensual de los maestros fue subido a 600–800 rublos. Además, a los pedagogos se les concedió la misma superficie de vivienda que a los médicos e ingenieros y se tomaron medidas encaminadas a mejorar la situación de los maestros que habían quedado inválidos para el trabajo.

p El robustecimiento del Estado soviético y las victorias del Ejército Rojo, a la par con la labor de propaganda y agitación 110 del partido entre los maestros y la solícita actitud del Gobierno soviético y de las organizaciones sociales hacia ellos, determinaron que la masa de maestros fuera decidiéndose paulatinamente a colaborar con el Poder soviético. El diario Pravda señaló el 4 de septiembre de 1920 que "entre la inmensa masa de los que trabajan en el campo de la instrucción pública se observa un sensible viraje hacia la ideología comunista”. Entre los maestros seguía habiendo no pocos elementos antisoviéticos, pero en el período final de la guerra civil ya no tenían una influencia decisiva.

p El Partido Comunista dio los primeros pasos en orden a la preparación de nuevos pedagogos entre los obreros y campesinos. En 1919 se organizaron en el país más de 150 cursos pedagógicos. "La figura principal de los oyentes —se decía en la noticia que daba cuenta de esto— es la población trabajadora”. A esos cursos asistieron en total unas 6.500 personas. Las secciones locales de instrucción pública de los Soviets adoptaron eficaces medidas para readaptar a los maestros por medio de cursos breves, en los que pedagogos daban conferencias sobre los fundamentos del socialismo científico, sociología, teoría y práctica de la escuela laboral y metódica didáctica. Los congresos, conferencias y cursos ayudaban a la masa de maestros a formar claro juicio de la esencia de los eventos, revelaban el significado político de las reformas en la esfera de la instrucción, ayudaban a comprender los principios fundamentales de la organización de la escuela laboral única, etc.

p A pesar de las ingentes dificultades, la red escolar en el país, lejos de reducirse, fue ampliada considerablemente. En tanto que en el año escolar de 1914/15 el número de escuelas primarias y de enseñanza media se cifró en 106.400. estudiando en ellas 7.800.000 niños, en el curso escolar de 1920/21 llegaron a 118.408, con un total de 9.781.000 alumnos. En la consecución de este avance correspondió un inmenso mérito a los maestros.

p En la dura situación de guerra civil, intervención y desbarajuste económico, una tarea importante del Poder soviético fue atraer a los trabajadores de medicina a la colaboración con él. La recuperación de los combatientes heridos, la lucha contra las epidemias y las consecuencias del hambre, la asistencia médica a la población, las medidas profilácticas sanitarias y otras muchas cosas recaían sobre el destacamento poco numeroso de los trabajadores de medicina. Según los datos del censo hecho el 25 de febrero de 1920 por el Comisariado del Pueblo de Sanidad, en la República 111 Soviética (excluida Ucrania) había en total tan sólo 24.000 médicos, de los cuales casi el 40% estaba movilizado en el Ejército Rojo.

p El camino por el que los trabajadores de medicina habían llegado a la colaboración con el Poder soviético fue tan intrincado y escabroso como el de los maestros. Entre la parte superior de los intelectuales médicos hubo centros que intentaron llevarlos tras ellos contra el poder de los Soviets.

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Estos centros eran la Sociedad Pirogov y las directivas de la Unión Sindical de Médicos de toda Rusia y de la Unión de Sindicatos de Auxiliares Médicos de toda Rusia, es decir, de los practicantes. Al igual que entre los maestros, 1918 fue para los médicos, practicantes y enfermeras el año de viraje en su actitud hacia el Poder soviético.

p Después de su tristemente célebre llamamiento a los médicos, hecho el 22 de noviembre de 1917, en el que se les instigaba a "oponer resistencia a las fuerzas destructoras del país" y a "participar en la lucha contra la reacción que se avecina”, la directiva de la Sociedad Pirogov continuó la línea de “resistencia” al Poder soviético. El congreso extraordinario de la sociedad, celebrado del 13 al 15 de marzo de 1918 en Moscú, aprobó la actividad de los saboteadores en el ámbito de la medicina y adoptó varias resoluciones enfiladas contra el Gobierno soviético. El congreso acusó al Poder soviético de haber descompuesto el servicio médico-sanitario.

p La revista El médico social, órgano de la Sociedad Pirogov. desató una campaña de embustes y calumnias contra el Poder soviético, exigiendo que fuera "aislado moralmente”. En los artículos e informaciones insertos en la revista se definía el poder de los obreros y campesinos como "violencia absoluta" y "criminal experimento”, que llevaba a la "dominación de la anarquía general y de la guerra fratricida intestina”. En la revista aparecía la sección "Médicos en el campo de los bolcheviques”, que era una especie de "lista negra" en la que se incluían los apellidos de los médicos a los que se debía boicotear. Entre los primeros que figuraron en ella se hallaban los médicos comunistas Z. Soloviov, I. Rusakov y N. Semashko.

p Análoga actitud intransigente adoptaron la directiva de la Unión de Sindicatos de Auxiliares Médicos de toda Rusia y su órgano oficial. El noticiero del practicante. En verdad, sus ataques al Poder soviético fueron más inconciliables y desenfrenados incluso que los lanzados por directivos “pirogovianos”. Esta revista organizó la persecución de los practicantes que 112 colaboraban con los organismos soviéticos de sanidad e incitaba a pasar de la pasividad a la acción.

p Menos brusca, aunque, en el fondo, igual de intransigente, fue la conducta de la Unión Sindical de Médicos de toda Rusia, fundada en marzo de 1918, que era, en realidad, una rama de la Sociedad de Pirogov. La comisión organizadora de la Unión Sindical de Médicos hizo un llamamiento a todos los médicos rusos, invitándoles a apoyar los ideales de la "medicina social" y. de hecho, a oponerse al Poder soviético.

p A la par que proclamaban el "apoliticismo de la medicina”, las altas jerarquías de la intelectualidad médica sostenían una verdadera lucha política contra el Poder soviético, como lo confirmaban el carácter de su acción y las declaraciones de sus "líderes" y organizaciones. La falsedad e hipocresía de las declaraciones de “apoliticismo” de los médicos se vieron bien expresadas en el "Mensaje de los médicos de la región nórdica a los médicos de Inglaterra”, del 16 de agosto de 1919. En él se decía: "Nosotros... aseguramos que las tropas aliadas, defendiendo la región contra los llamados bolcheviques, no sirven en modo alguno los intereses de la reacción y a la restauración del antiguo régimen... Les exhortamos, camaradas médicos ingleses, a influir con su prestigiosa voz sobre su pueblo, a ayudarnos en esta hora llena de amenazas y, mediante el envío inmediato de fuerzas armadas, darnos la posibilidad de organizamos y establecer la paz y el orden en el país pisoteado por los bolcheviques”. La revista Noticias del Comisariado del Pueblo de Sanidad reprodujo en 1920 este mensaje, tomado de periódicos de los guardias blancos, presentándolo como ilustración del “apoliticismo” de los médicos y añadiendo, con cierto sarcasmo que "sobraban los comentarios".

p De todos modos, no se debe suponer que los trabajadores de medicina formaron frente único contra el Poder soviético. La Revolución de Octubre produjo una honda diferenciación entre ellos. La actividad antisoviética de los “pirogovianos” encontraba enérgica réplica de los trabajadores de medicina progresistas, alzados en apoyo del poder de los Soviets. Además, entre los intelectuales médicos había un grupo considerable de personas vacilantes que no habían calado aún en la verdadera raíz de los acontecimientos. Les intimidaba la novedad de las reformas de la esfera médico-sanitaria aplicadas por el Poder soviético, pero a la vez se indignaban por las formas de

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lucha que utilizaban contra este poder los “pirogovianos” y otros grupos de trabajadores de medicina que "no reconocían a los Soviets".

p Documento interesante de aquella época es una carta del médico N. Shvaitsar, sin filiación política, publicada en 113 Notician del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia el 17 de marzo de 1918. en la que censuraba duramente la posición del congreso de la Sociedad de Pirogov celebrado en marzo de 1918. "No han aprendido nada —decía N. Shvaitsar—. Las acusaciones de los pirogovianos contra los bolcheviques adolecen de los mismos lugares comunes que antes y son tan poco convincentes para las masas como siempre. Para salvar a Rusia ofrecen los medios arcaicos, harto trillados, inservibles en absoluto y criminales en la situación actual: hasta la huelga de médicos, de la que sólo se puede hablar enrojeciendo de vergüenza, sobre todo si se trata de los moscovitas”. Al final de su carta, N. Shvaitsar se dirigía a los médicos que continuaban "no reconociendo" el Poder soviético: "Se puede ser enemigo ideológico de los bolcheviques e incluso del bolchevismo (personalmente, como “salvaje”, no estoy afiliado a ningún partido), pero lo que no se puede hacer es dedicarse nada más que a la bolchevicofobia y no participar enérgicamente en la organización positiva de la vida, que en la actualidad es imposible sin contacto con el Poder soviético, por temor a que esa participación pueda afianzar a este poder... Créanme, él no se apoya en ustedes y no son ustedes quienes acabarán con él. Este poder no será eliminado mientras el pueblo sea la base sobre la que se sostiene.

p Quiéranlo o no, la nueva vida social les obligará a ustedes a subordinarse a sus poderosos imperativos".

p Ante el Partido Bolchevique se planteaba la compleja tarea de paralizar la actividad antisoviética de los “pirogovianos”, ahondar el proceso de diferenciación entre los trabajadores de medicina, arrancar a los intelectuales médicos de la influencia de los partidos pequeñoburgueses y atraerlos a la fructífera colaboración con los organismos del Poder soviético. En sus discursos y escritos del período de la guerra civil, V. I. Lenin habló reiteradamente del problema de organizar la medicina nueva, soviética, y exhortó a los médicos a dedicar al pueblo sus conocimientos y experiencia.

p En esta obra fue valiosísima la aportación de los médicos bolcheviques N. Semashko, Z. Soloviov, D. Uliánov (hermano de V. I. Lenin), I. Rusakov, M. Vladimirski, V. Obuj y otros. En numerosas intervenciones orales y escritas explicaron pacientemente y con gran tacto a amplios círculos de médicos, científicos y expertos en medicina, a profesores y practicantes que eran la propia lógica de la vida, los intereses del pueblo, el propio curso del movimiento de la ciencia médica, y no las órdenes desde arriba, lo que imponía la participación de los médicos en la organización de la medicina a base de los nuevos 114 principios. La conducta personal de aquellos hombres, dedicados abnegadamente a servir al pueblo, fue un ejemplo digno de imitar.

p Sin embargo, los esclarecimientos y las convicciones de los comunistas habrían sido poco eficientes si no hubieran estado apoyados en obras concretas. Después de la Revolución de Octubre experimentó grandes cambios la organización de la sanidad pública. El Estado soviético tomó a su cargo todas las instituciones sanitarias y asignó cuantiosas sumas para su sostenimiento. En julio de 1918 se formó el Comisariado del Pueblo de Sanidad, institución desconocida en la Rusia zarista, que centró en sus manos toda la obra médico-sanitaria del país. La asistencia médica se hizo gratuita y accesible a la población.

p Hay que señalar también la labor del primer órgano social impreso de la medicina soviética, la revista Noticias de la medicina soviética (posteriormente, Noticias del Comisariado del Pueblo de Sanidad), cuyo primer número apareció en mayo de 1918. Esta revista propagó ágilmente las ideas de la organización de los servicios médico-sanitarios a base de los nuevos principios, apoyó moralmente a los trabajadores de medicina que colaboraban con el Poder soviético y criticó acerbamente la acción antisoviética de los “pirogovianos” y otros enemigos de la democratización de la sanidad pública. La revista postuló la amplia incorporación de los intelectuales médicos a la creación del nuevo sistema de sanidad.

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p Hacia el verano de 1918, entre los trabajadores de medicina se perfiló claramente el viraje hacia la colaboración con el Poder soviético. La mayoría de médicos, practicantes y otros trabajadores sanitarios trabajaba en los organismos e instituciones soviéticos. La necesidad de mantener relaciones laborales con el Poder soviético acabaron por reconocerla incluso las directivas de la Sociedad de Pirogov y de la Unión de Sindicatos de Auxiliares Médicos de toda Rusia. No cejaban de propagar la naturaleza "antidemocrática" del Poder soviético, pero espoleadas desde abajo por sus afiliados de la base, no tuvieron más remedio que entrar en contacto laboral con los organismos soviéticos de sanidad.

p Serguéi Mitskévich, que conocía muy bien el estado de ánimo de los intelectuales médicos, hablaría posteriormente en sus memorias de las razones que movieron a los trabajadores de la "medicina social" a entrar al servicio del Poder soviético: "... al principio, parte de los médicos decidió trabajar en las organizaciones soviéticas porque era preciso trabajar en algún sitio para poder vivir; por añadidura, el Poder 115 soviético se afianzaba de mes en mes, y las esperanzas en su próxima caída, abrigadas por muchos en los primeros tiempos, se desvanecían cada vez más. La mejor parte de los médicos vio que el Poder soviético se trazaba como objetivo el bienestar y la felicidad del pueblo, la salvaguardia y el desarrollo de la cultura; los científicos de la medicina se convencieron pronto de cuan grandiosas eran las perspectivas que el Poder soviético abría al progreso de la medicina científica, y, como expresa Lenin, llegaron a reconocer el comunismo a través de los elementos de juicio que les ofrecía su ciencia".

p El proceso del paso de los trabajadores de medicina a la colaboración con el Poder soviético no fue, por supuesto, un acto simultáneo. En tanto que en las zonas centrales de Rusia el brusco viraje en las convicciones políticas de los intelectuales médicos se produjo ya en la primavera o el verano de 1918, en los lugares ocupados por las tropas de guardias blancos se retardó considerablemente este proceso y sólo tuvo lugar después de que fueron liberados aquellos territorios.

p Más complejo fue el proceso de reconocimiento del Poder soviético por los hombres más representativos de la intelectualidad médica, que en su mayoría figuraban en la Sociedad Pirogov. Por su composición numérica, esta sociedad era relativamente pequeña. En 1919 contaba con 845 miembros, y en 1920, con 1.126. Sin embargo, agrupaba a los facultativos más cualificados. Su concurso a la estructuración de la medicina soviética y a la amplia organización de la asistencia médica a la población habría sido muy valioso.

p La Sociedad Pirogov no constituía un todo estrechamente unido. En su misma directiva existían serias divergencias en cuanto a la determinación de la línea política. El giro de los acontecimientos, y en particular las medidas del Poder soviético en la esfera de la sanidad, obligó a una parte de los “pirogovianos” a reconsiderar sus opiniones. Ya entre finales de 1917 y comienzos de 1918 médicos prestigiosos empezaron a ofrecer su concurso a los organismos soviéticos. Los "pirogovianos" más activos no podían dejar de advertir las iniciativas progresistas del Poder soviético en el ámbito de la sanidad. Además, si se tiene en cuenta que el congreso celebrado por los “pirogovianos” en marzo de 1918 adoptó, a la par con las retumbantes resoluciones sobre el "no reconocimiento" del Poder soviético, el acuerdo de formar una comisión para combatir las epidemias, cabe suponer que incluso en un medio de clima tan antisoviético como el de los “pirogovianos” se daban ciertos pasos iniciales hacia la colaboración constructiva con el nuevo poder.

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p Al formarse en julio de 1918 el Comisariado del Pueblo de Sanidad se acentuó visiblemente el viraje de los “pirogovianos”. Muchos de ellos entraron a trabajar en los organismos del Comisariado y algunos fueron incluidos en su Consejo Científico.

p El proceso de diferenciación en la cúspide de los "pirogovianos" y la captación de su mejor parte para que colaborara con el Poder soviético fueron bastante espinosos. Nikolái Semashko, que por el presidente da la Sociedad Pirogov fue invitado a asistir a una de las reuniones de su directiva, contaría más tarde que, después de su informe sobre los principios de la medicina soviética, los

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reunidos organizaron contra él una especie de obstrucción. "Me atacó sobre todo Dorf, miembro de la directiva, que en un acceso de furor injurió al Poder soviético y a la sanidad soviética. Sólo el tacto y la autoridad de L. Tarasévich frenaron las pasiones del agresor. El asunto, naturalmente, no terminó en una simple formalidad. Unos días después de esta reunión, diversos médicos destacados conversaron con Tarasévich para tratar de la situación. Todos, a porfía, procuraron denigrar el Poder soviético, como anticipándose a expresar la actitud adversa a él que suponían en el propio presidente de la sociedad. Mas en esa reunión, el profesor Tarasévich dijo de pronto, para asombro de todos los presentes. "No, en vano se pronuncian ustedes tan negativamente respecto al informe sobre las tareas de la medicina soviética. Aquí hay algo, por cierto interesante y progresivo, y nosotros debemos saludarlo”. Estas palabras de Tarasévich causaron enorme impresión e hicieron vacilar a muchos en su actitud hostil hacia la medicina soviética. Conviene decir que posteriormente L. Tarasévich participaría con la mayor intensidad en la obra de asegurar asistencia médica a la población.

p Semejante cambio típico en la apreciación de la labor del Poder soviético se observó en P. Diatróptov, otro destacado dirigente de la Sociedad de Pirogov, a pesar de que en noviembre de 1917 había estampado su firma al pie del llamamiento antisoviético de la directiva de los “pirogovianos”. "Poco después de la Revolución de Octubre —recordaría N. Semashko—, cuando yo estaba al frente de la Sección de Sanidad de Moscú, vino a verme P. Diatróptov con la intención de conciliar con el organismo de Sanidad del Poder soviético a los médicos de dispensarios de Moscú, que hasta entonces mantenían una actitud saboteadora. Basta recordar la huelga de Moscú a la sazón para formar juicio de este hecho. En aquel tiempo la mayoría de los médicos moscovitas boicoteaban a la Sección de Sanidad del Soviet de Moscú. En algunos sitios el 117 boicot se convirtió en sabotaje... Y de pronto se presentó P. Diatróptov, hombre de nivea cabellera, que había visto y trabajado mucho en su vida y que, en realidad, en unión de su amigo L. Tarasévich, dirigía la Sociedad de Pirogov, para ofrecer la "rama de la paz" al Poder soviético; es más, actuaba como intermediario para incorporar a los médicos moscovitas al trabajo soviético".

p Advirtamos que el Poder soviético obró con suma cautela y tacto respecto a la Sociedad de Pirogov, pues confiaba en que poco a poco se incorporaría por entero a la organización de la medicina soviética. En efecto, la mayoría de los médicos rompieron con esta asociación, pero un pequeño grupo de sus miembros más activos se mantuvo aferrado a sus viejas concepciones ideológicas. La sociedad siguió existiendo unos años más y sólo fue disuelta en febrero de 1925.

p A la obra de convencimiento de los trabajadores de medicina para que colaborasen con el Poder soviético y de organización y funcionamiento del nuevo sistema de protección de la salud del pueblo coadyuvó considerablemente la fundación de la Unión de Trabajadores de Medicina de toda Rusia. Mas tampoco después de ser constituida se logró la completa unión de los trabajadores de medicina en el movimiento sindical: muchos médicos no se adhirieron al nuevo sindicato, siguiendo perteneciendo a la Unión de Sindicatos de Médicos de toda Rusia. Considerando anormal esta situación, la revista Noticias del Comisariado del Pueblo de Sanidad criticó enérgicamente a los dirigentes de esta asociación profesional, que torpedeaban la inclusión de los médicos en un sindicato único, y les previno sobre que, si no cambiaban de política, correrían el riesgo de verse en la situación de unos jefes militares sin ejército. Presionados por la opinión médica, los dirigentes de la Unión de Sindicatos hubieron de aceptar prolongadas conversaciones sobre el ingreso en la Unión de Trabajadores de Medicina de toda Rusia. A comienzos del verano de 1920 los médicos se integraron en ella.

p El Estado soviético se preocupó del aspecto material de la vida de los trabajadores de medicina. En aquellos difíciles años de la guerra civil no era posible hacer mucho en este sentido, pero, no obstante, el Gobierno concedió a los médicos ciertas ventajas y preferencias. Por ejemplo, el 10 de diciembre de 1919 V. I. Lenin firmó el decreto del Consejo de Defensa "Acerca de los subsidios al personal sanitario militar en los frentes”, en el que se disponía la entrega de un subsidio por una vez, así como equipo, calzado y prendas de abrigo, sin guardar turno, al 118 personal sanitario militar enviado al frente. A sus familias se les aseguraban cartillas de racionamiento

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complementarias.

p El mismo año se aprobaron las "Normas temporales sobre la ayuda asegurada a los trabajadores médicos en caso de enfermedad o fallecimiento a causa de epidemias”, según las cuales a los trabajadores de medicina enfermos se les pagaba todo el sueldo en dinero que percibían anteriormente y se les concedía un mes de vacaciones, fuera de turno, una vez restablecidos. Para las familias de los trabajadores de medicina caídos en la guerra se establecieron pensiones más elevadas.

p La mayoría de los trabajadores de medicina, convencida de la consistencia del Poder soviético y de la eficacia de sus medidas en materia de sanidad, se sumó a la construcción del socialismo. En las graves condiciones de la guerra civil y del desbarajuste económico supo cumplir con su deber.

p En la historia de la medicina soviética ha quedado inscrita como una heroica página la lucha del personal médico contra las epidemias de tifus, tifus exantemático, cólera y gripe en 1919–1920. "Sin exageración alguna puede decirse —escribió Z. Soloviov— que la lucha antiepidémica en el período de la guerra civil fue un asalto, un porfiado y cruento asalto, al que se lanzó conscientemente el médico militar, impulsado por su deber profesional y revolucionario”. La mayoría de los trabajadores de medicina sufrieron en estos años el tifus y el tifus exantemático. La mortalidad entre el personal médico fue cuatro veces mayor que entre el resto de la población. Con igual abnegación trabajó el personal de las instituciones de la Cruz Roja y de los hospitales rurales y urbanos. Por ejemplo, los dirigentes del servicio de sanidad de la provincia de Perm señalaron reiteradamente que entre los médicos no se dio un solo caso de negativa a trabajar en los sectores más peligrosos.

p El pueblo apreció altamente el noble trabajo y la abnegación del personal médico-sanitario. En la prensa central y local y en los periódicos del Ejército Rojo de aquel tiempo se pueden encontrar numerosas cartas y notas de habitantes de pueblos y ciudades y de soldados rojos heridos o enfermos que expresaban su gratitud a los trabajadores de medicina. Muchos de ellos fueron condecorados con órdenes, diplomas de honor y valiosos regalos.

Los trabajadores de medicina fueron uno de los primeros destacamentos de la intelectualidad burguesa que cesaron el sabotaje contra el Poder soviético y entraron al servicio del Estado obrero y campesino.

* * *  

Notes

 [105•30]   Pravda, 10 de mavo de I9IX.

 [106•31]   Datos del Arhico Central del Partido del Instituto de Marxismo–Leninismo.

 [107•32]   N. Krúpskaya. Del maestro Artículos, discursos y cartas escogidos. Moscu. 1960. pág. 78

LA INTELECTUALIDAD ARTISTICA  

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p El rigor de la situación durante la revolución y la guerra civil puso al descubierto la verdadera fisonomía política de los diferentes grupos de la intelectualidad artística. Muchos escritores, actores y otros profesionales de la intelectualidad artística se mantuvieron fieles al pueblo y a la revolución. Mas de esto no se debe deducir que todos ellos, inmediatamente después de la Revolución de Octubre, pudieron orientarse justamente en todas las complejidades y contradicciones de la revolución y de la guerra civil y que sus concepciones sociopolíticas y mentalidad estaban en plena consonancia con los imperativos de la época.

p La Revolución de Octubre profundizó la diferenciación entre literatos y artistas. Ya en los primeros días de la revolución se dio a conocer un puñado de literatos, artistas y pintores para quienes la revolución era un fenómeno completamente inaceptable. Esta gente, que hasta un día antes había cantado loas al pueblo y le había jurado fidelidad eterna, después de octubre de 1917 empezó a echar terribles maldiciones contra él. Por ejemplo, el poeta K. Bálmont, que en 1905 había escrito en una de sus poesías: "¡Oh, obrero, estoy contigo, canto tu tempestad!”, en 1918, refiriéndose a los luchadores por la libertad, expresó su odio en estas palabras: "Ya no son perros, sino lobos, perros rabiosos, que desgarran con sus dientes, salpicando saliva, la mano que les ha liberado"  [119•33 .

p Una poetisa, Z. Guíppius, en marzo de 1917 exaltó las banderas rojas e invocó: "¡Vayamos por las calles primaverales, vayamos a la ventisca dorada!”, pero después de la Revolución de Octubre predijo: "¡Para complacer a qué diablo, a qué perro, apresado de qué pesadilla, el pueblo, en profundo silencio, ha matado a su libertad, y no sólo la ha matado, la ha matado a latigazos!"  [119•34 .

p El escritor I. Bunin maldijo en un periódico de Denikin al "malvado planetario”, que se "ha sentado bien alto al cuello del salvaje ruso, y el salvaje ruso se ha aventurado a lo que habría aterrado al propio demonio"  [119•35 , y llamó a la lucha abierta contra la revolución.

p Los escritores como Z. Guíppius, D. Merezhkovski e I. Bunin definieron inmediatamente su credo político, ofreciendo 120 su talento a los enemigos del Poder soviético. Fueron “buenos” en el sentido de que no ocultaron sus convicciones y procedieron "a cara descubierta”. Mas serían muy pocos los capaces de obrar así.

p Entre otros grupos de la intelectualidad artística de aquella época podía observarse también la existencia de capas bastante pobladas de una especie de "ciénaga" que se distinguía por la inconsistencia de sus concepciones sociales. Hiciéronse amplios intentos de presentar la Revolución de Octubre no como socialista, sino como democrático-burguesa.

p Muchos notables artistas tendieron una linde bien marcada entre el arte y la política. Y como consecuencia de ello, mostraron el afán de impedir la intromisión de la "política" en la esfera del arte. El conocido director de escena Konstantín Stanislavski dijo que sus colegas y él quisieran "echar una mirada en el alma revolucionaria del país”, pero al mismo tiempo contraponía a la tendencia política de las piezas teatrales, "el germen de los sentimientos y las ideas humanos eternamente puros”. En 1920, en un mitin de los trabajadores del arte en el Gran Teatro se dio lectura a una carta de K. Stanislavski, en la que exponía la misma idea: "... el plano de nuestro arte es la estética, de la que no se puede, impunemente, trasladar el arte a otro plano, el de la política, extraño a su naturaleza, o a la vida utilitaria práctica, exactamente igual que no se puede trasladar la política al plano de la estética pura"  [120•36 .

p Incluso los artistas que acogieron sincera y calurosamente la revolución, no siempre abordaban con justedad el problema de la correlación entre la política y el arte. Alexandr Blok, que llamó a los intelectuales a "oir la música de la Revolución" de todo corazón, afirmaba a la vez que los escritores no hacían política y que "si hacen política, pecan contra sí mismos, porque "el que dos liebres sigue, no caza ninguna”; no harán política y perderán su voz"  [120•37 .

p En el artículo La organización del partido y la literatura de partido, V. I. Lenin habló de las formas específicas de participación del artista en la vida política. En definitiva, Lenin no

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propugnaba que el escritor abandonase la esfera de la creación artística en aras de la política, sino que la política se manifestara en el arte en las formas concordantes con la esencia del propio arte.

p Otro fenómeno extendido entre la intelectualidad artística pequeñoburguesa era la propaganda de una "tercera revolución, 121 la revolución espiritual”, que debía seguir a la Revolución de Octubre como condición necesaria para dar cima a la misma. Esta idea inspiraba la actividad de la Asociación Filosófica Libre, surgida en 1919. A esta asociación pertenecían las capas intelectuales más heterogéneas, que coincidían en su no reconocimiento del carácter socialista de la Revolución de Octubre.

p Fuerzas considerables de la intelectualidad artística se agrupaban en torno a la Casa de los Literatos y a la Casa de las Artes, fundadas a finales de 1918 por Máximo Gorki. La organización de estas casas vino a ser una peculiar tentativa de mantener a las fuerzas creativas y apoyar la vida artística en las condiciones tan difíciles de aquella época: en ellas tenían lugar discusiones sobre los manuscritos de nuevas obras y sobre cuadros, conferencias, polémicas, etc. Los literatos y artistas recibían allí raciones de víveres y se alimentaban.

p La Casa de los Literatos, en la que llevaban la voz cantante figuras tan venerables de la cultura como S. Venguérov, N. Kotliarevski, A. Kaufman, F. Sologub y otros, agrupaba a intelectuales "democráticos" de diversas tendencias. La añoranza de los viejos días, la esperanza en que pronto pasarían los "tiempos borrascosos" y la vida discurriría por sus cauces “normales”, las quejas por las dificultades, los agravios y la persecución, cortés, en el marco del decoro, pero venenosa y malvada, contra los trabajadores de la literatura y el arte que, de uno u otro modo, se habían decidido a colaborar con el nuevo poder, todo esto era el tono que destacaba en las intervenciones escritas u orales de los "emigrantes internos" que constituían el núcleo más activo de esta organización. De la actitud política de sus dirigentes, obstinados en no llegar a un entendimiento con el Poder soviético, puede dar idea un episodio referido por el escritor Konstantín Fedin. Cuando, después de oír una conferencia de S. Venguérov, le preguntó "si había entendido bien de su discurso que para la intelectualidad ha llegado el momento de acortar las distancias con las concepciones soviéticas”, S. Venguérov respondió lo siguiente: "Somos socialistas desde muy jóvenes; si alguien quiere acercarse a nosotros, puede hacerlo; en nuestras opiniones no hay que cambiar nada"  [121•38 . Igual actitud, pero orientada hacia el Occidente capitalista, mantenían los dirigentes de la Casa de las Artes.

p Los portavoces progresistas de la cultura rusa combatían el abatimiento y el pesimismo de la intelectualidad y se enfrentaban con energía a quienes veían en la revolución únicamente el 122 "caos universal" y no se fijaban en los grandiosos avances sociales operados en el país. El escritor A. Serafimóvich escribió airado en diciembre de 1917 en el periódico Noticias del CEC de toda Rusia: "¿Cómo ha podido ocurrir que los representantes de la literatura rusa que se desvelaban por los campesinos, los obreros y los soldados hayan ido a parar a un borde del abismo y estos mismos campesinos, obreros y soldados, al borde contrario?

p ¿Cómo ha podido ocurrir que Iván Bunin, quien con tanta sutileza y arte ha descrito al campesino, haya ido a parar a un borde del abismo y estos mismos campesinos, al otro borde?

p ¿Cómo ha podido ocurrir otro tanto a Evgueni Chírikov, que ha escrito de los campesinos, aunque no con arte, sí con compasión y amor, y a Yuli Bunin, que en su juventud luchó por los campesinos como revolucionario? ¿Y cómo ha podido ocurrir lo mismo a los demás miembros de la asamblea (la sociedad literaria Sredá.— S.F.), que hasta la revolución amaban al obrero y al campesino, y si no les amaban, a lo menos se sentían bien dispuestos hacia ellos y les compadecían?

p ¿Cómo ha podido ocurrir que quienes padecieron por el campesino y por el obrero, incluso yendo a presidio, hayan hablado con odio de este mismo campesino, obrero y soldado?

p Todo esto lo explica una sola palabra, pero una palabra fatal: ha llegado la revolución socialista, y ha separado, como el aceite del agua, a todos los ricos de los pobres. Y por eso los campesinos y los obreros se han visto en un borde del más profundo abismo, y los ricos y todos los vinculados de una

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u otra manera con ellos, en el otro borde".

p La "ceguera del espíritu creador”, como se expresara A. Serafimóvich, atacó incluso a un artista de tanta envergadura como Máximo Gorki.

p De la actitud del gran escritor hacia la dictadura del proletariado convendría hablar más detenidamente, ya que los errores de Máximo Gorki fueron en gran parte característicos de los intelectuales democráticos de aquella época, y su evolución hacia la toma de conciencia del verdadero sentido de la revolución socialista constituyó un ejemplo para muchos que vacilaban y se habían extraviado, en sus apreciaciones.

p Durante algunos meses, después de pasar el poder a manos de los Soviets, Máximo Gorki juzgó muy unilateralmente los acontecimientos: sólo observaba algunos fallos, reveses y errores del nuevo poder, adoptaba la postura de “acusador”, arremetiendo contra casi todas las medidas del "gobierno de los comisarios del pueblo" y no advertía más que ruina y caos en todo lo que estaba sucediendo.

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p Los extravíos del escritor se reflejaron con la mayor claridad en el ciclo de artículos Ideas intempestivas, publicado en un periódico. En los artículos "Rumbo a la democracia”, "9 de enero —

5 de enero" y muchas otras notas del susodicho ciclo, Gorki discrepaba de los bolcheviques en lo principal: en la tesis sobre la posibilidad de la victoria de la revolución socialista en Rusia. Afirmaba que en la situación existente entonces la revolución no podía triunfar. Por consiguiente, al alzar al proletariado a la insurrección armada, V. I. Lenin realizaba "un cruel experimento, condenado de antemano al fracaso"  [123•39 . A la consigna de dictadura del proletariado, Máximo Gorki contraponía la de "unidad de la democracia”, postulando la idea de la suavización de los choques entre las clases. Intentaba demostrar que a los campesinos les repugnaban físicamente la sicología, las ideas y los objetivos del proletariado urbano. Menospreciando la idea leninista de la alianza entre la clase obrera y el campesinado, el escritor cifraba exclusivamente sus esperanzas en la intelectualidad artística y técnica, augurándole poco menos que la función de dirigente único de la revolución.

p Sin embargo, a mediados de 1918 se inició el proceso de “clarividencia” política de Máximo Gorki. Con creciente frecuencia protestaba contra que se acusara a los bolcheviques de lo que no eran culpables y se silenciasen sus indudables méritos ante el pueblo. Escribió acerca de la sinceridad de las convicciones de los bolcheviques y del extraordinario valor con que luchaban por sus ideales. "¿Los bolcheviques? Imagínense, ellos también son hombres... Los mejores de ellos son excelentes personas, de las que con el tiempo se enorgullecerá la historia rusa, y los hijos y nietos de ustedes se sentirán admirados de su energía...

p Diré, sin saber a qué resultados nos llevará en definitiva su actividad política, que, sicológicamente, los bolcheviques han hecho ya un inmenso servicio al pueblo ruso, sacando del punto muerto a toda su masa y despertando en toda ella una actitud activa hacia la realidad, una actitud sin la que nuestro país habría perecido"  [123•40 .

p En el cambio del modo de pensar de Máximo Gorki influyó decisivamente (como en parte considerable de la intelectualidad) todo el curso del desarrollo de la revolución y los indudables éxitos alcanzados por ella dentro del país y en la palestra internacional. Disipóse la leyenda sobre que el proletariado de Rusia estaba completamente aislado. La firma 124 de la paz de Brest dio al pueblo una tregua en la guerra, permitió afianzar la alianza de la clase obrera y los campesinos trabajadores, reforzar el poder de los Soviets en las localidades y formar el Ejército Rojo. Decenas de millones de trabajadores aprendieron a regir su Estado. Todo esto mostraba al nombre imparcial y honrado que el Poder soviético era un poder popular, intérprete de los intereses vitales de los trabajadores.

p En el corazón de Gorki encontró doloroso eco el atentado de la eserista Kaplán contra V. I. Lenin. El 4 de septiembre de 1918, en conversación con A. Lunacharski, Gorki manifestó que los actos de

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terror contra los dirigentes de la República Soviética "le inducen a emprender definitivamente la vía de la colaboración con ellos"  [124•41 . Aquel mismo día, Noticias del CEC de toda Rusia, en una nota titulada Máximo Gorki y el Comisaríado de Instrucción, anunció por primera vez el cambio de actitud del escritor y su propósito de iniciar la labor de edición de clásicos rusos y extranjeros.

p No podría decirse que en Gorki no quedaron ya resonancias de las "ideas intempestivas”. De cuando en cuando asomaban en sus artículos. A veces siguió aún apreciando falsamente las posibilidades creadoras de las masas populares, reprochó al proletariado revolucionario de Rusia su poca generosidad, expresó su disconformidad con algunos "modos de actuar" del Gobierno soviético y elevó su protesta contra el proceso de los eseristas de derecha en 1922. Mas en lo principal, Gorki estaba de parte de los bolcheviques.

p El Partido Comunista y su jefe, V. I. Lenin, coadyuvaron muchísimo a que Gorki superara sus yerros políticos. Incluso cuando intervenía casi diariamente en Nóvaya zhizn con artículos profundamente erróneos, la Pravda bolchevique expresaba su firme seguridad en el pronto retorno del escritor al camino verdadero. En el artículo La revolución social y Gorki, el periódico decía el 20 de enero de 1918: "Gorki es demasiado afín a nuestra revolución social para que no creamos en que pronto estará entre sus jefes ideológicos, en el lugar que hace tiempo le corresponde como heraldo de la revolución social universal..."

p Lenin seguía con gran atención las búsquedas de Gorki y también estaba firmemente convencido de que el gran escritor elegiría el camino justo. Reiteradamente escribió cartas a Gorki en las que le aconsejaba una y otra vez que estudiara la vida del pueblo en las fábricas, en el frente, en las aldeas y en los poblados obreros, donde era fácil captar los gérmenes de lo 125 nuevo. Ya a mediados de 1918 Máximo Gorki comenzó a participar activamente en la construcción del Estado soviético y a desplegar una gran labor de organización y propaganda entre la intelectualidad.

p Otra página igualmente ilustrativa en la historia de las relaciones entre el Poder soviético y la intelectualidad artística la constituyen los tesoneros esfuerzos de los comunistas para ayudar a Vladímir Korolenko a formar certero juicio del verdadero sentido de las transformaciones revolucionarias en el país. Korolenko, admirable escritor realista, clásico de la literatura rusa, gozaba de inmenso prestigio y a su palabra prestaban oído los intelectuales no sólo de Rusia, sino también de Europa. La acción del escritor en defensa de la justicia y del humanitarismo le aureolaron como gran humanista y paladín de la verdad. Los últimos años de su vida, Korolenko los vivió en su Poltava natal, que experimentó plenamente los horrores de la guerra civil. Sin adherirse a ninguna de las partes en lucha, condenó con el mismo rigor a los blancos y a los rojos por la crueldad, por los fusilamientos y otras violencias y les exhortó a la clemencia recíproca. La actitud de V. Korolenko fue característica de algunos círculos de la intelectualidad artística.

p Después de que Poltava quedó definitivamente liberada de guardias blancos, A. Lunacharski fue allí y sostuvo una larga conversación con el escritor. Su diálogo giró en torno a los problemas más espinosos y contribuyó considerablemente a que el escritor comprendiera los objetivos del nuevo poder. Korolenko escribió varias cartas a Lunacharski, en las que le daba a conocer sus reflexiones.

p El Partido Comunista bregó resueltamente por ganar a la intelectualidad artística y atraerla a la colaboración. Lenin se dirigió repetidas veces a ella, explicándole que precisamente los bolcheviques luchaban por los mejores ideales de la intelectualidad y habían asumido la ingente tarea de poner en pie al pueblo y trazarle el camino de una auténtica vida humana. Para trabajar entre la intelectualidad artística el partido designó a A. Lunacharski, talentoso propagandista y escritor. "Anatoli Vasílievich parecía creado precisamente para cumplir admirablemente esta tarea... —testimoniaba K. Chukovski en sus memorias—. En su persona el Poder soviético, desde los primeros días de su existencia, apareció ante nosotros, intelectuales formados antes de la revolución, en su encarnación más atrayente. No podía dejar de imponernos la erudición de Anatoli Vasílievich, su cultura, su profundo conocimiento de todas las vías y encrucijadas del arte universal y su competencia en las cuestiones artísticas y filosóficas".

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p Para muchos intelectuales, el propio Lunacharski representaba la fórmula viva del paso del viejo mundo al mundo de las ideas socialistas. El encanto personal de A. Lunacharski jugó un gran papel en el proceso de "sovietización" de la intelectualidad, sobre todo la artística. No en balde hasta la revista burguesa Véstnik literatury dijo, refiriéndose a él: "Incluso el historiador no bolchevique, rendirá homenaje a quien está hoy al frente del Comisariado de Instrucción".  [126•42 

p Lunacharski trabajó mucho y con fruto a fin de "conquistar moralmente" a la intelectualidad, inclinándola hacia el Poder soviético. Y le asistía toda la razón cuando en un discurso pronunciado el 19 de octubre de 1918 dijo, hablando de sí mismo y de sus colegas del Comisariado del Pueblo de Instrucción, que "hemos tenido la dicha de ser el eslabón de engarce entre el pueblo y la intelectualidad rusa, el eslabón que coadyuvará al feliz desarrollo de la intelectualidad de Rusia..."

p Estas palabras pueden ser aplicadas también con pleno fundamento a Máximo Gorki, después de haber reconocido y superado sus erróneas opiniones acerca de la Revolución de Octubre. En condiciones increíblemente difíciles, Gorki llevó a cabo en Petrogrado una gran labor de esclarecimiento entre los intelectuales para atraerlos a la colaboración con el Poder soviético y prestó ayuda a escritores, científicos, pintores, escultores y actores. Formó en torno suyo un comité no oficial de ayuda a los literatos, científicos y artistas, gestionó la apertura de comedores y la entrega de raciones de víveres, organizó la publicación de obras, intercedió por personas encarceladas, etc. En una palabra, como se expresara A. Blok, el destino había puesto a Máximo Gorki "de intermediario entre el pueblo y la intelectualidad”. Al mismo tiempo, alrededor de Gorki se agruparon elementos hostiles al Poder soviético, que hacían agitación contrarrevolucionaria. Esto dio lugar a que interviniera la Comisión Extraordinaria de toda Rusia, practicando detenciones entre el "público cercano a los democonstitucionalistas".

p Máximo Gorki, excelso escritor ruso, miembro honorario de la Academia de Ciencias, gozaba de inmenso prestigio entre los intelectuales. Por eso fue singularmente valiosa su ayuda a la incorporación de la intelectualidad a la puesta en práctica de las medidas del Poder soviético.

p La actividad de Gorki y su nombre contribuyeron mucho a atraer a los intelectuales más relevantes a la vía de la colaboración con el proletariado.

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p Mas, claro está, la labor de tales o cuales personalidades, aun siendo tan eminentes como A. Lunacharski y M. Gorki, no habría reportado tan excelente fruto de no haber estado firmemente respaldada por el partido y el pueblo.

p Ya al día siguiente de la toma del poder por la clase obrera los problemas del arte y la protección de los valores culturales adquirieron primordial importancia estatal. A finales de octubre de 1917 se formó la Comisión para la protección de los monumentos artísticos y de la antigüedad, como "organismo idóneo y autorizado" del Soviet de Moscú. En la labor de esta comisión participaron activamente muchas de las principales figuras del arte.

p Además, fue creado un Comisariado del Pueblo especial: el del Patrimonio Histórico y Artístico de la república. En abril de 1918 este Comisariado publicó un llamamiento en el que se exponían los principios de la revolución socialista en orden a la herencia cultural del pasado. "Cada monumento de la antigüedad y cada obra de arte —se decía en el llamamiento—, de los que gozaban únicamente los zares y los ricos, son ahora nuestros: jamás se los cederemos a nadie y los conservaremos para nosotros y para las futuras generaciones, para los hombres que nos sucedan y deseen saber cómo y de qué vivieron sus semejantes anteriores a ellos...

p Huelga preguntarse en qué manos se hallaban antes los tesores artísticos o históricos: palacios, palacetes, templos, etc., en los que fueron puestos tanto trabajo y belleza, expresión de la obra creadora del pueblo. Lo importante es saber quién es ahora su dueño. Lo es toda Rusia, la Rusia trabajadora. Por eso, el odio que tiene el pueblo a sus antiguos amos, a los zares y otros opresores,

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no lo propaga a los objetos que no son culpables de nada, a los que desde ahora tratará como solícito dueño, a fin de que todos puedan estudiarlos y admirarlos".

p El valor principal para el Poder soviético lo constituían los propios depositarios y artífices de los bienes culturales, materiales y espirituales. Véase lo que hubo de reconocer la revista Rússkaya kniga, de los emigrantes, de la que no se puede pensar en modo alguno que simpatizara con los bolcheviques: "Sería injusto acusar a los bolcheviques de que persiguen individualmente o incluso desprecian a los literatos rusos o a los científicos rusos. Por el contrario, la imparcialidad, que, por desgracia, no es hoy cosa frecuente, exige reconocer que si ha habido alguna vida en Rusia menos amenazada durante este tiempo, ha sido la vida de los escritores y científicos. Para sostener y alimentar a los escritores rusos se han formado 128 amplias empresas editoriales, que encontraban apoyo en los círculos gubernamentales"  [128•43 .

p Con vistas a intensificar la acción política de los artistas y proteger sus intereses profesionales, a comienzos de 1919 se constituyó el Sindicato de Trabajadores del Arte de toda Rusia, en el que se integraron las anteriores organizaciones sindicales de actores, artistas circenses, trabajadores del arte musical y cinematográficos, tramoyistas y artistas del ballet privado, así como la Unión Internacional de Artistas Circenses. En el primer artículo de los estatutos del sindicato se fijaban las tareas políticas: solidaridad con el movimiento proletario internacional, agrupación de la amplia masa de los trabajadores del arte e incorporación de la misma a la construcción socialista. Los asistentes a su primer congreso (mayo de 1919) se pronunciaron por la más rápida aplicación de la total nacionalización de los teatros y decidieron adherirse a la movilización de los trabajadores del arte en defensa de la patria socialista.

p A la vez, en el congreso se expresó la opinión de que el Estado no debía inmiscuirse en las cuestiones del arte. El director del Teatro Maly, A. Yuzhin, dirigió al presidente del congreso una carta en la que circunscribía la misión del sindicato a la esfera de la vida artística y reivindicaba el derecho exclusivo de los actores a dirigir toda la vida teatral "... El teatro, por la esencia de la idea sobre la que descansa—escribía A. Yuzhin—, sólo conoce un trabajador único qe puede y debe, y tiene derecho a hacerlo, resolver todos los problemas relacionados con la vida del teatro. Este trabajador es el actor”. Fundándose en los principios de organización y en las tareas de los sindicatos, el congreso rechazó la propuesta de A. Yuzhin. "El sindicato unificado de los trabajadores del arte —se decía en la carta de respuesta de la presidencia del congreso— debe participar en la construcción general del Estado y por eso no puede limitar su acción a la esfera de las cuestiones artísticas".

p Los representantes del sindicato participaron intensamente en el trabajo de las secciones artísticas del Comisariado del Pueblo de Instrucción y en la preparación y puesta en práctica de todas las medidas más importantes del Estado en el ámbito del arte. Una de las principales tareas del sindicato era la de educar ideológicamente a los trabajadores del arte e intensificar la influencia comunista entre ellos. En mayo de 1920, por 129 resolución del Comité de Moscú del PC (b) de Rusia, todos los comunistas que trabajaban en profesiones artísticas deberían integrarse en la fracción comunista de este sindicato y cumplir las tareas que les encomendara el secretario de la fracción. Por indicación del CC del PC (b) de Rusia, fracciones análogas fueron organizadas en cuarenta ciudades de la RSFSR. En muchas directivas urbanas del sindicato parte considerable de sus componentes la formaban comunistas. Por tanto, se acentuó el influjo del partido no sólo en la organización sindical, sino también entre todos los trabajadores del arte.

p En junio de 1920, el II Congreso del Sindicato de Trabajadores del Arte de toda Rusia pudo decir ya en su resolución que "el sindicato propugna la realización del régimen comunista a través de la dictadura del proletariado, que lleva implícita la emancipación del arte".

p Habiendo agrupado a parte considerable de la intelectualidad artística, el sindicato coadyuvó a cambiar sus concepciones ideológicas y a que se incorporase a la construcción de la cultura socialista. Dando amplio impulso a variadas formas de propagación del arte en ciudades y pueblos y en el Ejército Rojo, con lo que contribuyó a que la intelectualidad se interesara por la actividad

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sociopolítica, el sindicato fue logrando la participación de los trabajadores del arte en el cumplimiento de las tareas generales de la construcción del socialismo.

p El trabajo del Partido Comunista entre la intelectualidad artística dio buenos resultados. Sus mejores representantes, haciendo oídos sordos a los abogados de la burguesía que pretendían intimidarles con el fantasma del socialismo, empezaron a prestar ayuda al Poder soviético en el terreno de la edificación cultural. Las fuerzas más sanas, las fuerzas democráticas de la intelectualidad artística optaron definitivamente, aunque poco a poco y con errores y vacilaciones, por el socialismo. Naturalmente, no todos estos intelectuales pudieron decir, como el poeta Vladímir Mayakovski: "¡Es mi revolución!”, pero en los años difíciles no abandonaron a su pueblo. Muchos quedaron en Rusia, quizá no empujados por el "instinto revolucionario”, pero sí movidos por un sentimiento nacional, patriótico, de amor al arte patrio.

p De este sentimiento de amor a la patria habló inspiradamente Anna Ajmátova en unas líneas que alcanzaron gran difusión: "Yo oía voz. Me llamaba consoladoramente, me decía: "Ven aquí, deja tu tierra sorda y pecadora, deja a Rusia para siempre. Te limpiaré la sangre de tus manos, sacaré de tu corazón la tenebrosa vergüenza, cubriré con un nuevo nombre el dolor de las derrotas y las humillaciones”. Mas, indiferente y tranquila, 130 me tapé con las manos los oídos para que estas indignas palabras no profanaran mi afligido espíritu"  [130•44 .

p Este sentimiento de amor a la patria fue lo principal también para muchos otros intelectuales rusos. Uno de los camaradas de I.eonid Sóhinov recordó: "Nos enseñaba no sólo la disciplina profesional, sino el amor a la patria: del conjunto de cantantes solistas casi nadie emigraría después, aunque a muchos, entre ellos a mí. se les propuso cambiar la "penosa realidad rusa" por la despreocupada existencia en un país capitalista. Durante la guerra civil. 1,. Sóbinov se vio casualmente en territorio ocupado por los blancos. Para llevarle a Occidente se le ofreció un buque especial. Pero él dijo: "Pase lo que pase y como quiera que ocurra, de Rusia no me marcharé nunca”. Uno de los hombres más ricos de Moscú. A. Bajrushin. fundador del Museo Teatral, hubiera podido emigrar sin grandes dificultades. Pero le retuvo en el frío y hambriento país el amor a la patria y a su obra. El Museo A. Bajrushin  [130•45 , que empezó siendo una pequeña colección particular, era muy conocido en Europa y en todo el mundo. Su dueño se lo donó a Moscú y él mismo colaboró activamente con el Comisariado del Pueblo de Instrucción. Tampoco se fueron de su patria los escritores y poetas V. Veresáev. S. Serguéiev-Tsenski. K. Treniov. S. Esenin. V. Shishkov, A. Chapyguin. A. Grin. N. Teleshov y otros. Al Canto a la perdición de la Tierra Rusa opusieron su seguridad en el saludable influjo de la renovación revolucionaria de toda la vida. Contestando a un cuestionario de la Unión de Literatos, A. Blok escribió el 13 de mayo de 1918: "... El artista debe saber que la Rusia que hubo, ya no la hay ni la habrá nunca. La Europa que hubo, no la hay ni la habrá... El mundo ha entrado en una nueva era. Aquella civilización, aquel Estado. aquella religión, han muerto. Pueden volver y existir aún. pero han perdido el ser, y nosotros, que hemos presenciado sus convulsiones mortales y monstruosas, quizás estemos condenados a presenciar ahora su descomposición y putrefacción... El artista debe arder en ira contra todo lo que pretende galvani/ar el cadáver... El artista debe prepararse a acoger acontecimientos más grandiosos aún, que han de advenir, y una vez que los ha acogido, saber inclinarse ante ellos"  [130•46 .

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p Al mismo tiempo, en el fragor de la guerra civil, se forjaron fuerzas literarias que pronto habrían de crear la literatura nueva, soviética. Los escritores D. Fúrmanov, I. Babel, V. Katáev, B. Lavreniov, A. Gaidar, A. Fadéiev, N. Ostrovski y otros podían haber repetido las palabras del poeta N. Tíjonov: "... Me hizo poeta la Revolución de Octubre. Me abrió los ojos para que mirase el mundo..."

p El Poder soviético estimuló el desarrollo del arte teatral. En 1919, por decreto del Gobierno soviético, fueron nacionalizados los teatros, que pasaron a depender del Comisariado del Pueblo de Instrucción. A los teatros más meritorios se les dio el título de académicos. El repertorio de los teatros lo determinaban en su mayor parte comisiones elegidas por los actores. Fue muy fructuosa la

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actividad de los equipos artísticos que salían a representar ante las unidades del Ejército Rojo y en los pueblos. A fin de estimular el trabajo artístico, en 1920, a iniciativa de V. I. Lenin, se instituyó el título de Artista del Pueblo de la República, que se concedió por primera vez a la gran actriz rusa María Ermólova. Sucesivamente se distinguió con él a K. Stanislavski, A. Nezhdánova, L. Sóbinov, E. Guéltser y otros artistas.

p A pesar de las difíciles condiciones de vida, la mayoría de los artistas trabajaba con abnegación, ensayando y representando en edificios fríos. El nuevo espectador correspondió a los artistas con una actitud entusiasta, que incluso los críticos teatrales burgueses hubieron de reconocer.

Entre los que jugaron un papel extraordinario en la obra de propagación de la cultura musical en los primeros años de la revolución encontramos los nombres de muchos compositores, intérpretes y maestros de música de primera fila: A. Glazunov, M. Ippolítov-Ivánov, R. Glier, S. Vasilenko, M. Gnesin, B. Asáfiev, N.Miaskovski, A.Goldenvéizer, A.Guédikeyotros. Al frente de los conservatorios de Petrogrado, Moscú y Kíev, principales instituciones musicales del país, estaban A. Glazunov, M. Ippolítov-Ivánov y R. Glier. El compositor S. Vasilenko, además de dedicarse a la obra creativa, era jefe del Buró encargado de la organización de conciertos, constituido en 1918, dirigía una orquesta sinfónica en Moscú, participaba como comentarista en los recitales musicales que se daban en los clubes de soldados rojos v en los hospitales y leía conferencias públicas sobre teoría e historia de la música. M. Gnesin llevó a cabo una gran labor de divulgación musical y pedagógica y leyó conferencias en Rostov del Don, participando activamente en la fundación del Conservatorio del Don.

132 * * *

p El curso de la lucha sostenida por los obreros y campesinos frente a la contrarrevolución interior y exterior convenció a grandes grupos de intelectuales de que eran irrealizables sus esperanzas en el próximo retorno del régimen burgués. La lógica de los acontecimientos empujó a parte considerable de la intelectualidad burguesa a aceptar la colaboración con el Poder soviético. He aquí, por ejemplo, las palabras que dirigió a los intelectuales científicos en 1918 el conocido siquiatra ruso V. Béjterev: "En el viraje de la historia no cabe quedarse en la encrucijada a la espera de lo que venga. Hace falta tener voluntad de acción, voluntad de entrega a la obra constructora y el trabajo creador, y nosotros, hombres de ciencia, que siempre hemos puesto nuestras fuerzas al servicio de la humanidad, no debemos vacilar. Hemos de decidir si estaremos con el pueblo, que, después de haber conquistado su libertad, quiere construir él mismo su futuro y nos llama a colaborar en esta construcción... Por eso, debemos aspirar a reducir en lo posible el tiempo de desbarajuste económico y dedicar enteramente nuestros conocimientos y toda nuestra aptitud al trabajo constructivo en las condiciones actuales de nuestro país y en bien del pueblo”. El venerable científico confirmó estas palabras con hechos. Dirigióse a V. I. Lenin, proponiendo organizar cursos de perfeccionamiento de practicantes para el Ejército Rojo, fundó el Instituto Siquiátrico, una de las primeras instituciones científicas soviéticas, y elaboró el proyecto de Instituto de Estudio del Cerebro.

p En la prensa periódica de aquel tiempo aparecían con creciente frecuencia artículos en los que por diversos intelectuales se intentaba definir su actitud hacia el Poder soviético, que no dejaba de robustecerse. A este propósito es interesante un documento publicado el 3 de marzo de 1920 en el periódico Noticias del CEC de toda Rusiabajo el título Declaración de los intelectuales trabajadores. En notas de la redacción del periódico se indicaba que procedía de un grupo que preparaba la formación de la Unión de Intelectuales Trabajadores, en el que había personalidades muy prestigiosas entre los intelectuales.

p El primer artículo del proyecto de Estatutos de la Unión de Intelectuales Trabajadores, citado en las notas de la redacción, se planteaba como objetivo de esta asociación "coadyuvar por todos los medios a la más conveniente utilización de las fuerzas intelectuales de Rusia al objeto de hacer resurgir su vida cultural y económica" y a "la distribución de las fuerzas intelectuales por sus

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especialidades".

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p Los autores de la declaración se dirigían a los "círculos sociales dirigentes de Europa y América y a nuestros compatriotas en el extranjero”, exhortándoles a:

p 1) cesar el apoyo a la intervención armada en los asuntos exclusivamente internos de Rusia;

p 2) reanudar con la mayor rapidez posible las relaciones culturales y económicas con Rusia, independientemente del régimen que existe en ella;

p 3) prestar amplio y múltiple concurso al pueblo ruso en la esfera del restablecimiento de sus fuerzas culturales, productivas y económicas".

p A la par, los autores de la declaración explicaban a los emigrantes blancos que "debían revisar muchos de sus puntos de vista y convicciones, por no corresponder ya a las necesidades actuales del país ni al estado de ánimo y modo de pensar’de las grandes masas populares, como tampoco de numerosos grupos de la intelectualidad, que han evolucionado considerablemente durante este tiempo...

p Por qué vías seguirá avanzando el proceso revolucionario ruso, qué ideas rectoras triunfarán definitivamente en él y en que’ se expresará el cambio sicológico que se opera en las masas, no es posible predecirlo ahora, y más difícil aún es influir sobre él con medidas violentas de presión".

p Es fácil observar que en esta declaración, aunque en formulaciones bastante veladas y cautelosas, resuenan algunas de las tesis de la recopilación Smiena vej“( Cambio de ¡alones”) aparecida al año siguiente, 1921, y que dio nombre a la tendencia llamada smienovejista.

p En forma más precisa, en numerosas declaraciones del catedrático de derecho N. Gredeskul se habló de la posibilidad e incluso de la necesidad del "cambio de jalones" para los intelectuales. Gredeskul, que figuró entre los dirigentes del Partido Demócrata Constitucionalista, intervino en 1920 con una serie de conferencias y artículos que fueron publicados en la prensa soviética, en particular en el periódico Noticias del CEC de toda Rusia. La redacción de este periódico acompañó los artículos de N. Gredeskul con la siguiente nota: "La redacción publica los artículos del camarada N. Gredeskul por ser un reflejo característico del proceso que tiene lugar ahora en los círculos intelectuales".

p ¿Qué planteaba a la intelectualidad este antiguo miembro del CC del partido de los democonstitucionalistas? El tema principal de las intervenciones de N. Gredeskul era la definición de la actitud que debían mantener los intelectuales respecto al sistema político y económico del Estado soviético. Fue en la 134 serie de artículos La intelectualidad en el viraje donde aparecía más netamente trazada su línea política. Gredeskul escribió: "Cada día es más evidente que no nos hallamos ante un atolladero de la historia ni ante un episodio fortuito de ella, sino ante un camino ancho, asendereado y luminoso por el que el proceso histórico, orientado también esta vez por los esfuerzos conscientes de personalidades perspicaces, nos conduce a un grandioso viraje en toda la historia humana.

p Hacia este lado debe inclinarse el observador, por cuanto tiene en cuenta lo que sucede. Mas nosotros no somos observadores; somos participantes directos de lo que ocurre en Rusia. E incluso si quedamos al margen de los acontecimientos, ellos se deslizarán, de todos modos, a través de nosotros y determinarán nuestro destino personal y el destino de nuestro país. No podemos limitarnos a sopesar las probabilidades, debemos salvarnos de calamidades de todo género y sacar a Rusia del desbarajuste económico en que se ve metida. Por eso, todos nuestros razonamientos y conclusiones debemos trasladarlos del dominio de la razón al de la voluntad, debemos tomar una decisión. Hemos de decir sí o no: ¿Con la Rusia Soviética o contra ella? La situación de personas “ajenas” en nuestro propio país no nos conviene y es indigna. Además, es simplemente mortificante y cada día se hace más penosa.

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p Nuestra intelectualidad militar rusa, los oficiales rusos, con el general Brusílov a la cabeza, han acabado con la vaguedad, han determinado cual es su voluntad y han tomado una decisión... Nosotros debemos decir asimismo: si estamos aquí con la Rusia Soviética o nos enfrentamos a ella.

p Creo que a favor de la respuesta afirmativa en esta cuestión tenemos aquí, en Rusia, otra consideración que disipará definitivamente todas las dudas y vacilaciones. Ustedes dudan de que triunfe la revolución, vacilan en que se pueda pagar por ella el precio que cuesta. Mas no olvidemos que en Rusia ya ha sido hecho todo: la revolución se ha realizado y ya se ha pagado el precio por ella... El capitalismo ha sido destruido, el país está de lleno ante la tarea de la restructuración socialista.

p ¿Significa esto, pues, que se debe seguir afirmando que la historia ha marchado por un camino que no es el nuestro y que es preciso hacerla volver atrás? ¿Pero cómo hacerlo sin contrarrevolución, sin una nueva guerra civil? Por consiguiente, ¿otra vez sangre, otra vez ruina, otra vez la dictadura, pero entonces burguesa, y no proletaria? ¿O acaso alguien piensa que se puede hacer retornar el paraíso anterior a través de los propios bolcheviques? Esto sería demasiado ingenuo. Sin hablar de todo lo demás, la historia no está tan sujeta en las manos de 135 los hombres eximo para poder hacerla girar arbitrariamente a un lado o a otro. No, nuestra suerte está echada, hemos pasado nuestro Rubicón. ya estamos en la otra orilla, y además con el pueblo entero, y debemos acomodarnos aquí o ahogarnos entre el disturbio y el pánico al pasar de vuelta al otro lado"  [135•47 .

p Debe decirse que los discursos de N. Gredeskul en los mítines de intelectuales congregaban grandes auditorios y eran acogidos, según las reseñas de Noticias del CEC de toda Rusia. con aplausos y la aprobación de resoluciones en apoyo de las iniciativas del Poder soviético.

p La Declaración de los intelectuales trabajadores y las intervenciones de V. Béjterev, N. Gredeskul y otros fueron una especie de signo de los tiempos, una prueba de que una gran parte de intelectuales que no reconocía antes el Poder soviético o que lo reconocía por necesidad, hacía público que lo aceptaba.

p No importa que los objetivos finales de estos intelectuales y del Poder soviético no coincidieran en todo. Mas, como resultado de su actitud, el Estado soviético obtenía la posibilidad de aprovechar los conocimientos y la experiencia de la intelectualidad burguesa. Y esto, en unas condiciones de acuciante falta de especialistas altamente cualificados, encerraba extraordinaria importancia para la joven República de los Soviets. Las declaraciones análogas a las reproducidas más arriba constituían un testimonio de la creciente acentuación del proceso de diferenciación de la intelectualidad de la época zarista y de desprendimiento de ella de grupos considerables que se mostraban leales al Poder soviético.

p Pero, al mismo tiempo, de la intelectualidad se perfilaron elementos netamente contrarrevolucionarios, que luchaban porfiadamente contra el poder de los obreros y campesinos. En los momentos en que la inmensa mayoría de los llamados “especialistas” trabajaban ya en las empresas e instituciones soviéticas, muchos “jefes” de la intelectualidad seguían atrincherados en sus posiciones antisoviéticas. Esto lo advirtió atinadamente el poeta S. Gorodetski: "Todos los especialistas llevan ya mucho tiempo trabajando, mientras que los pensadores y creadores oran ante los iconos cubiertos de hollín”. La participación de intelectuales en conspiraciones y sublevaciones eran fenómenos muy extendidos.

p Tal era el estado de cosas respecto a la intelectualidad que se hallaba en el territorio de la República Soviética, principalmente en el centro del país. Mas un número considerable de intelectuales quedó durante la guerra civil en las zonas 136 invadidas por los guardias blancos y los intervencionistas o huyó a ellas desde las regiones soviéticas. Muchos de ellos no participaron directamente en los eventos políticos; otros colaboraron con el centro propagandístico de Denikin, dedicado a la agitación contrarrevolucionaria, sirvieron en las tropas de guardias blancos, organizaron pogromos y fusilaron a personas civiles y a prisioneros de guerra.

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p Otra parte de la intelectualidad se apresuró a abandonar la patria en el curso de la guerra civil. Se trataba de altos funcionarios, políticos, abogados, periodistas, etc. Emigraron también muchas personalidades de la cultura rusa, como los escritores A. Kuprín e I. Bunin, los compositores S. Rajmáninov, N. Méther y A. Grechanínov, algunos científicos, artistas y pintores destacados. Los motivos que impulsaron a estos hombres a marchar al extranjero fueron muy diversos. Unos huyeron de Rusia por "desconformidad ideológica" con el poder de los obreros y campesinos. A otros les asustaron las dificultades de la vida en el país arruinado y pobre. Hubo quienes creían que Rusia había perecido en general, desapareciendo con ella la cultura rusa. Los demás confiaban en soslayar tranquilamente los años tempestuosos, a la espera de mejores tiempos.

p Así, por ejemplo, en la emigración se vio el conocido escritor Alexéi Tolstói. En sus obras, escritas en la primavera y el verano de 1917 saludó el nacimiento de "la nueva Rusia" y habló de la revolución como símbolo de la verdad y la justicia. Sin embargo, la realidad que siguió a la Revolución de Octubre resultó más complicada para el escritor que sus esquemas ético-sociales. Los horrores de la guerra civil, las crueldades de una y otra parte, el hambre y los sufrimientos de millones de seres hicieron creer a A. Tolstói que el país perecería. Y en 1919 marchó de Rusia  [136•48 .

p Muchos emigrantes prosiguieron en el extranjero la lucha "contra los Soviets”. Desataron una rabiosa propaganda antisoviética, denigrando en todos los tonos el poder de los obreros y campesinos, acusándole de haber acabado con la civilización y el patrimonio cultural e instigando a la cruzada contra el Estado soviético. El conocido escritor L. Andréiev dijo: "Lo mismo que el telegrafista de un buque que se va a pique lanza en la noche, cuando todo son tinieblas, su último mensaje: "¡Ayuda! ¡Cuanto antes! ¡Nos hundimos! ¡Salvadnos!”, también yo, movido por la fe en la bondad del hombre, lanzo al espacio y las tinieblas mi súplica por los hombres que se 137 ahogan. La noche es tenebrosa... ¡Y el mar es terrible! Pero el telegrafista tiene fe y llama obstinado, llama hasta el último instante, mientras no se apaga la última luz y no calla para siempre su telégrafo sin hilos"  [137•49 .

p Los primeros años de la revolución fueron para la intelectualidad rusa un período de "gran reconsideración de valores”. Para muchos intelectuales fue la etapa del camino que les llevaría a la aceptación consciente de las ideas socialistas y a la participación activa en la construcción del socialismo. Para otros, en cambio, este período se significó por la sucesiva profundización de su ruptura con el pueblo y el paso definitivo al campo de sus enemigos, al rancho de la emigración blanca.

p La línea política de V. I. Lenin y del Partido Comunista con respecto a la intelectualidad burguesa —cortarla acción de los elementos contrarrevolucionarios y utilizar a los leales—ayudó enormemente a la consolidación del Estado soviético. En los rigurosos años de guerra civil, intervención y desbarajuste económico, el Partido Comunista y el Gobierno soviético lograron la colaboración de gran número de intelectuales, que ayudaron a la clase obrera a defender el país contra la intervención extranjera y la contrarrevolución interna, a mantener la economía nacional y a dar los primeros pasos en la esfera del desarrollo de la ciencia y de la cultura. Esta colaboración fue asegurada, en primer lugar, mediante el continuo reforzamiento de la dictadura del proletariado; en segundo lugar, merced a la tesonera lucha de los trabajadores por la libertad y la independencia nacional, y, por último, gracias a la acertada política leninista del Partido Comunista con relación a la intelectualidad burguesa.

El que la masa fundamental de la intelectualidad de la época zarista se pusiera al servicio del Poder soviético no quería decir que ya hubiese hecho suya plenamente la ideología socialista y fuera defensora ideológica de la construcción de la nueva sociedad. Entre los intelectuales burgueses eran muchos los que no creían en el "experimento bolchevique" y sólo trabajaban inducidos por su patriotismo, amor a la profesión o motivos económicos. No obstante, el propio hecho del viraje de la intelectualidad de cara al Poder soviético fue una gran victoria del Partido Comunista. Significaba que, una vez dados los primeros pasos, los más difíciles, para separar de la burguesía a

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la intelectualidad, se habían puesto firmes cimientos a la colaboración creadora entre los hombres de la ciencia, la técnica y la cultura y la clase obrera.

* * *  

Notes

 [119•33]   K. Bálmont. Soy revolucionaría o no. Moscú. 1918, pág. 3.

 [119•34]   Z. Guíppius. Ultimas poesías. Retrogrado, 1918. págs. 39. 48.

 [119•35]   Tomado de Krásiuiya no\-, 1924, N° 3 pág. 253.

 [120•36]   Carta de Stanislavski, aparecida en Véstnik teatra, 1920, N° 48, pág. 12.

 [120•37]   Alexandr Blok. Obras, en dos tomos, t. 2. Moscú, 1955, págs. 227–228.

 [121•38]   K. Fedin. El escritor, el arte y el tiempo. Moscú. 1961. pág. 62.

 [123•39]   Nóvaya zhizn. 10 (23) de noviembre de 1917.

 [123•40]   Nóvaya zhizn, 26 de mayo de 1918.

 [124•41]   Noticias del CEC de toda Rusia, 10 de septiembre de 1918.

 [126•42]   Véstnik literatury, N° 4, pág. 10.

 [128•43]   Rússkayu kniga. Berlín, 1921, N° 1, pág. 3.

 [130•44]   Anna Ajmáhna. l.ti (iirn-rd del rieinpn. Leningiado. IWó. pag. 195.

 [130•45]   Después de la Revolución de Octubre, por disposición de V. I. Lenin si dio al museo e! nombre de su fundador. Rn la actualidad el museo cuenta con medio millón aproximadamente de objetos y es la mayor colección del mundo dedicada a la historia del teatro ruso y del multinacional teatro soviético.

 [130•46]   Alexandr Blok. Obras Escogidas en dos tomos, t 2. Moscú. 1955, pág. 291.

 [135•47]   Nuticitis del CEC de toda Rusia, 29 de julio de 1920.

 [136•48]   A. Tolstói (1882–1945) se repatrió en 1923 y participó activamente en la construcción de la cultura socialista. Fue elegido diputado del Soviet Supremo de la URSS.

 [137•49]   L. Andréiev. ¡Salvadnos! (SOS). París. 1918. pág. 14.

Capítulo IV LA INTELECTUALIDAD EN EL PERIODO DE RESTABLECIMIENTO DE LA ECONOMÍA NACIONAL  EL PASO A LA NUEVA POLÍTICA ECONÓMICA Y LA INTELECTUALIDAD. REANIMACIÓN DE LA IDEOLOGÍA BURGUESA. LA TENDENCIA DEL “CAMBIO DE JALONES”. REFORZAMIENTO DEL FRENTE IDEOLÓGICO.  

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p Después de cuatro años de guerra imperialista y tres años de guerra civil, el país quedó arruinado. Los intervencionistas y los guardias blancos ocasionaron enormes daños a la economía nacional, cifrados en 50.000 millones de rublos oro  [138•1 . Destruyeron fábricas, minas y medios de transporte. En 1920, la producción de la gran industria sólo llegó al 14,3% de la obtenida antes de la guerra. Quebrantada por la contienda bélica, la agricultura no podía asegurar el abastecimiento de productos alimenticios a la población. En el país se sentía una gran escasez de los artículos más necesarios, como pan, grasas, calzado, ropa, sal, jabón, kerosene y otros. En 1921, muchas regiones cerealistas (cuenca media e inferior del Volga, zona esteparia del sur de los Urales, Cáucaso, Crimea y parte de Ucrania) sufrieron una gran sequía, lo que provocó el hambre en masa. La guerra acarreó al país tremendas pérdidas humanas. De 1918 a 1920, tan sólo el Ejército Rojo perdió un millón de hombres. En total, durante este período en la República Soviética fueron muertos y heridos y perecieron a causa de las epidemias y el hambre unos ocho millones de personas  [138•2 .

p El desbarajuste económico, la pobreza y el hambre provocaron el profundo descontento de los campesinos. Durante la guerra se habían resignado a la contingentación de productos alimenticios  [138•3  y a la falta de mercancías. Mas en cuanto terminó 139 la guerra, el campesino empezó a exigir que se aboliera la contingentación y se le suministraran mercancías. A causa del cansancio y de las dificultades materiales también surgió el descontento entre parte de la clase obrera. Todo esto debilitó la base clasista de la dictadura del proletariado.

p Los enemigos del Poder soviético intentaron aprovechar para sus objetivos la compleja situación del país. Los eseristas, mencheviques y nacionalistas burgueses provocaron motines antisoviéticos en distintas zonas del país. El 28 de febrero de 1921 estalló una sublevación en Cronstadt, organizada por los eseristas y mencheviques.

p Las dificultades que atravesaba la República Soviética se reflejaron en el seno del partido. El otoño de 1920 se inició la discusión sobre los sindicatos, promovida por Trotski, y entró en acción la "oposición obrera”. Una parte de los comunistas se empezó a vacilar, bajo el influjo de una errónea idea acerca de las vías del desarrollo socialista.

p En estas circunstancias tan complicadas e increíblemente penosas se hubo de superar el desbarajuste económico y restablecer el nivel de la producción de antes de la guerra, tanto en la industria como en la agricultura. "Nos derrotarán —escribió Lenin entonces— si no logramos restablecer nuestra economía"  [139•4 .

p Rigiéndose por las leyes económicas de desarrollo de la sociedad y teniendo en cuenta minuciosamente la correlación de fuerzas en el país, V. I. Lenin trazó la línea que llevaba al robustecimiento y desarrollo de la construcción socialista, la línea de la Nueva política económica (Nep), aprobada por el X Congreso del PC (b) de Rusia, celebrado en marzo de 1921.

p La Nueva política económica del período de transición del capitalismo al socialismo estaba orientada a establecer una sólida alianza económica y política entre la clase obrera y los campesinos trabajadores, Esta política era la que reflejaba más ampliamente las leyes económicas objetivas del período de transición. Para restablecer la economía y edificar la sociedad socialista, el Estado, sin soltar de sus manos las empresas grandes y medianas, autorizó concesiones, arriendos y empresas privadas. En el marco del monopolio estatal sobre el comercio exterior y del comercio estatal y cooperativo, se 140 toleró la existencia de establecimientos comerciales privados. A los campesinos se les concedió el derecho de elegir la forma de cultivo de la tierra y se permitieron los arrendamientos agrícolas y la contratación de mano de obra. En sustitución de la contingentación de productos alimenticios fue implantado el impuesto en especie. El Estado fijó la cuantía de este impuesto en forma de porcentaje respecto a la cosecha de toda la tierra laborable de cada hacienda, tomando en consideración el número de miembros de la familia aptos para el trabajo, la existencia efectiva de ganado y el promedio del rendimiento agrícola por hectárea en la respectiva localidad. Después de pagar el impuesto, el campesino podía disponer libremente de los excedentes de su hacienda y venderlos en el mercado. Esto condujo a la extensión del comercio entre la ciudad y el campo y al fortalecimiento de la alianza obrera y campesina.

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p En las condiciones históricas de la época esta fue la única vía correcta y posible que llevaba al socialismo.

p El restablecimiento de la economía se llevó a cabo en medio de extraordinarias dificultades. Faltaban equipo industrial, materiales de construcción, materias primas, dinero y víveres. Grandes obstáculos ocasionaba asimismo la gran insuficiencia de especialistas de alta cualificación.

p Los órganos del partido y de los Soviets habían acaudalado considerable experiencia de trabajo con la intelectualidad burguesa en el período de la guerra civil. El paso a la Nueva política económica no introdujo cambios de principio en la actitud del partido hacia los intelectuales. Sin embargo, en las condiciones de la Nep cobraron mayor importancia política y práctica las cuestiones relacionadas con la aplicación racional de la experiencia y los conocimientos de los hombres de la ciencia, la técnica y la cultura y con su reducación en el espíritu socialista.

p Mas a diferencia de los años de la guerra civil, cuando la lucha frente a la contrarrevolución interior y exterior exigió prestar especial atención a los especialistas militares, en el período de posguerra ocuparon el primer plano los problemas relativos a la utilización de los conocimientos y la experiencia de la intelectualidad científico-técnica, en particular de los ingenieros y de quienes trabajaban en la esfera de la cultura.

p En la estructura general de la sociedad soviética de aquel período, la intelectualidad constituía una capa muy reducida. Su sector más nutrido era el magisterio. En cuanto a los trabajadores científicos, los ingenieros, el profesorado de las escuelas superiores y medias especializadas, los médicos, los literatos y los artistas, formaban grupos muy poco numerosos. 141 Y en aquel entonces esta era la única fuerza cultural real que el Poder soviético tenía a su disposición. La tarea estribaba, pues, a la par de preparar intelectuales propios, soviéticos, en convertir a los especialistas burgueses, según la expresión de V. I. Lenin, de servidores de los capitalistas en servidores de las masas trabajadoras y consejeros de ellas.

p ¿Cómo acogió la intelectualidad el paso del Estado soviético a la Nueva política económica? Naturalmente, toda la intelectualidad saludó esta política, ya por el hecho de que aliviaba su situación material y la de todo el pueblo trabajador y permitía elevar el nivel de vida. Esto, después de los años de hambre durante la guerra civil, era bastante importante para los intelectuales. Por eso, reaccionaron unánimemente ante el cambio con el mayor júbilo.

p Por lo que se refiere a la valoración política de la Nueva política económica y a su influencia en el destino de la revolución y del país, no cabe hablar de unanimidad. Los aspectos políticos de la Nep se interpretaron de diversa manera por los distintos grupos de intelectuales. Los motivos de ello eran muchos: la heterogeneidad social de la intelectualidad, sus vínculos con diferentes partidos y agrupaciones, la experiencia política, la situación económica, etc. Mas dentro del gran abanico de criterios, se podía señalar algunos grupos de intelectuales que se distinguían por “su” interpretación de la Nueva política económica y, en ligazón con ella, de la situación política y económica del país, de las perspectivas de desarrollo social, económico y cultural.

p Un grupo considerable de intelectuales, que había adquirido experiencia en la colaboración creadora con el Poder soviético en los años de la guerra civil, acogió la Nueva política económica como un testimonio de la vitalidad y la flexibilidad política del nuevo poder y supo apreciar cabalmente las posibilidades que ofrecía esta política para el ascenso económico y cultural del país. Estos intelectuales veían que precisamente en las condiciones del Estado socialista abríase ante los trabajadores de la ciencia, de la técnica y de la cultura un infinito campo de aplicación real de todos sus conocimientos y experiencia al trabajo creador.

p Cada año aumentaba el número de científicos, técnicos y trabajadores culturales que ayudaban sinceramente a la clase obrera y al campesinado a vencer las ingentes dificultades y a poner en pie la economía destruida. Trabajaban honrada y concienzudamente en fábricas, institutos de investigación científica, escuelas, hospitales y en el aparato del Estado. A estas personas se las podía llamar ya con todo fundamento 142 especialistas soviéticos. Las mejores de ellas habían ingresado

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en el Partido Comunista. Por ejemplo, el conocido científico I. Gubkin escribió: "Me siento dichoso de que el partido me hay a dispensado un gran honor y me haya admitido en sus filas... Este título lo pongo ante todo y lo aprecio más que todos los títulos obtenidos... merced a un tesonero trabajo. Lo aprecio más que a la vida, que estoy dispuesto a ofrecer, al primer requerimiento del partido, por la grandiosa obra de la emancipación del trabajo de la opresión del capital y por el magnífico futuro de la humanidad en la sociedad comunista"  [142•5 .

p La Nueva política económica fue aprobada por una parte considerable del magisterio, en cuyo estado de ánimo político se habían producido importantes cambios. En su mayoría, los maestros habían aceptado con la mejor disposición la colaboración con el Poder soviético. Por supuesto, hubo aún quienes prosiguieron haciendo cierta oposición y, a veces, mantenían una actitud hostil hacia el nuevo poder, pero ya no eran ellos los que determinaban la verdadera fisonomía de la masa del magisterio.

p Los intelectuales científicos también revisaban sus antiguos postulados ideológicos, que parecían inmutables. La Revolución de Octubre obligó a los representantes de la ciencia burguesa a reflexionar seriamente sobre los problemas del desarrollo social e intentar ahondar con sentido crítico en el pasado y analizar lo que había sucedido, cuáles eran las raíces de los acontecimientos acaecidos en Rusia y qué consecuencias podían traer. Los intelectuales científicos que habían formado una sensata opinión del tiempo presente trabajaban con honradez en el campo de la ciencia, más aún cuando la Nueva política económica creaba nuevas posibilidades para ello.

p Sobre todo ante los ingenieros y técnicos quedó abierta una amplia esfera de aplicación de sus conocimientos y experiencia. La Nueva política significaba un brusco viraje hacia la construcción con espíritu creador, y esto no podía dejar de repercutir entre la considerable masa de la intelectualidad técnica. Por eso, en la Nep vio un fenómeno positivo.

p Sin embargo, esta actitud realista la mantenía solamente una parte de la intelectualidad. Sus representantes más reaccionarios contemplaban laNueva política como una "artimaña" más de los bolcheviques, como una maniobra que perseguía el objetivo de "engañar a las masas”. De ahí que siguieran 143 confiando en que sólo la fuerza, con ayuda de la intervención extranjera, podía cambiar el curso de los acontecimientos.

p La participación de intelectuales en complots y sublevaciones en los primeros años de la Nueva política económica fue bastante corriente. La llamada "organización de combate de Petrogrado”, descubierta en 1921, estaba dirigida por el profesor V. Tagántsev y parte considerable de sus miembros eran intelectuales. Asimismo, intelectuales contrarrevolucionarios participaron en la actividad antisoviética del Comité de toda Rusia de ayuda a los hambrientos, en el Centro de Acción ucraniano, en las organizaciones terroristas del partido de los eseristas, en la sublevación de Cronstadt y en revueltas en la región de Tambov, en Siberia Occidental y en Georgia. Este grupo de intelectuales era poco numeroso, pero su acción antisoviética representaba cierto peligro.

p Entre estas dos zonas de la intelectualidad, antípodas respecto a su actitud hacia el Poder soviético y su política, se hallaban los neutrales, los “izquierdistas” y otros intelectuales que interpretaron la Nueva política económica en consonancia con sus esperanzas y convicciones políticas.

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p A la Nep le dieron un enfoque muy particular aquellos intelectuales que ocupaban el extremo mismo del flanco “izquierdo” o que se embozaban con una fraseología seudorrevolucionaria. Precisamente entre ellos cundían las ilusiones pequeñoburguesas y los extravíos románticos. La relativa admisión de elementos capitalistas en la economía del país llenó de pánico a los intelectuales “izquierdistas”, que la tomaron por una entrega de posiciones al capitalismo en todo el frente. Se desgañitaron anunciando la "era del diablo" y prometieron que lucharían contra los bolcheviques por... "los ideales de los bolcheviques”. Sin duda, en el grupo de los intelectuales de “izquierda” había personas que, por no comprender lo esencial de la Nueva política económica, expresaban su sincera alarma por la suerte de la revolución. Pero, al mismo tiempo, entre ellos actuaban “revolucionarios” que, llevados por el único fin de comprometer a los bolcheviques, clamaban contra el "hundimiento de la revolución" y su degeneración.

p Sin embargo, el grupo más numeroso era el de los “neutrales”, que prefería interesarse únicamente por sus asuntos estrictamente profesionales y no meterse en política.

p Por sus convicciones ideológicas, hábitos y tradiciones, la mayoría de la intelectualidad, ante todo los intelectuales que en la época zarista recibían elevados sueldos, continuaba fuertemente vinculada al pasado. Estos intelectuales, que en los años de la guerra civil quedaron privados de sus privilegios 144 económicos, sentían desconfianza hacia el nuevo poder. Las dificultades de la vida diaria provocaban entre ellos cansancio e irritación. Debe señalarse que en el seno de la intelectualidad seguían moviéndose mucho los restos de los partidos antisoviéticos derrotados, que atizaban en ella la volubilidad y el ausentismo políticos.

p La Nep ejerció inmensa influencia sobre todas las esferas de la vida de la sociedad soviética. La porfiada lucha en el frente económico se libraba a la par con un combate no menos reñido en el campo ideológico, el combate por las ideas y los sentimientos de los ciudadanos.

p La Nueva política económica profundizó y aceleró el proceso de diferenciación de la intelectualidad. De un lado, hizo que de su seno se destacaran más rápidamente las personas leales al Poder soviético y empezasen a prestarle activo apoyo. De otro lado, las condiciones políticas de la aplicación de la Nep (admisión parcial del capitalismo en la economía nacional, etc.) facilitaron objetivamente al ala derecha de la intelectualidad burguesa la posibilidad de intensificar su acción antisoviética.

p El paso a la Nueva política económica fue interpretado por parte de los intelectuales burgueses como el retorno al régimen capitalista. En la tesis del Comité Central del partido Veinticinco años de PC (b) de Rusia se decía: "Como resultado del restablecimiento parcial del capitalismo en el marco del sistema soviético, en los primeros meses de 1922 se ha puesto de manifiesto una reanimación de la actividad de los restos de la intelectualidad burguesa y se ha formado el pretendido frente ideológico (el resurgimiento de la ideología burguesa)".

p Entre los intelectuales burgueses comenzó a circular la teoría de la transformación del Estado soviético en una república burguesa parlamentaria, de la economía socialista en capitalista. La "crítica" de las ideas socialistas cobró formas veladas, se hacía enarbolando la bandera del “mejoramiento” del socialismo.

p La ideología burguesa, amén de otras consecuencias perniciosas, causaba los efectos más nocivos en la reducación de los intelectuales. Reaviváronse las esperanzas de restauración, las ilusiones en la inconsistencia del Poder soviético, resurgieron el misticismo, el idealismo y las ideas oscurantistas.

p Esto se expresó en las formas más diversas. Las publicaciones suspendidas en los años de la guerra civil por su evidente antisovietismo y las sociedades y asociaciones de la intelectualidad burguesa disueltas por el mismo motivo reanudaron su actividad al iniciarse la Nueva política económica.

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p Por ejemplo, en febrero de 1921 reanudó sus reuniones en Petrogrado la Asociación Filosófica, que tenía un órgano de prensa, la revista Mysl. Las páginas de esta publicación estaban llenas de concepciones oscurantistas, propagaban el misticismo y el idealismo y arremetían contra la teoría marxista. La revista mostraba clara preferencia por la religión frente a la ciencia. La Nueva política económica fue acogida por los intelectuales reaccionarios como una prueba de la crisis del bolchevismo y de sus ideales comunistas, como el fin de la revolución y el comienzo del lento descenso "desde la gran utopía a la sensata apreciación de la realidad renovada”. Como objetivo final del desarrollo de la revolución y de la vida sociopolítica y económica del país se proponía el restablecimiento del sistema político y económico burgués.

p Un rasgo distintivo de las exigencias políticas de los ideólogos de estas capas intelectuales fue el propósito de arrancar del control del partido y del Estado los sectores principales de la vida política y cultural del país. La revista Znamia, órgano de los intelectuales de corte eserista, reclamaba "reducir a cenizas hasta sus cimientos" el sistema soviético de gestión de la economía. Postulaba como reivindicación programática el "socialismo integral”, que "no está sujeto ni vinculado a una clase o a unos grupos determinados”. Los dirigentes de la antigua Unión de Maestros de toda Rusia propagaban entre los maestros la idea de la instrucción pública apolítica, instigando a que las escuelas quedaron fuera del control del partido y del Estado. La revista El médico social, órgano de los “pirogovianos”, que empezó a publicarse en 1922, demandó que todo el servicio médico-sanitario pasara a depender de los denominados Burós sanitarios, organismos colegiales con presidencias electivas, que deberían ser independientes del Poder soviético. Sugería que la red sanitaria rural se pusiera en manos de los organismos de los zemstvos  [145•6 , que la revista exigía restablecer. Los catedráticos hacían declaraciones en las que propugnaban que las escuelas superiores fuesen independientes del Estado.

p En la naciente "nueva ideología" de la intelectualidad burguesa también ocupaban un lugar visible las ideas sobre la "conciencia nacional”, es decir, el nacionalismo ruso y el chovinismo de potencia dominante, Al promover la formación 146 de un fuerte "Estado ruso”, los ideólogos burgueses pisoteaban los intereses nacionales de los pueblos habitantes del país. Para ellos las regiones periféricas de Rusia sólo eran, en realidad, colonias, fuentes de materias primas para la metrópoli.

p Al implantarse la Nueva política económica volvió a ser objeto de empeñada discusión un problema que había interesado vivamente a los círculos liberales después de la Revolución de Febrero: el lugar y la misión de la intelectualidad en la vida sociopolítica del país. La admisión parcial de elementos capitalistas en la esfera de la economía hizo forjar esperanzas a los ideólogos de la burguesía en que se produciría también una Nep en la esfera política. Entre otras cosas, se difundieron bastante ampliamente las reivindicaciones de independencia política de la intelectualidad e incluso de que fuera admitida a formar parte de la dirección del país en pie de igualdad con la clase obrera. Uno de los líderes de la parcela reaccionaria de la intelectualidad, A. Izgóev (conocido por el seudónimo de A. Lande), declaró que "la intelectualidad deba ser independiente del poder en los aspectos espiritual y moral"  [146•7 .

p En el artículo Acerca de las tareas de la intelectualidad, A. Izgóev trató bastante detalladamente del lugar y la misión de los intelectuales en la Rusia posrevolucionaria. En él, hablando en nombre de cierto grupo de intelectuales burgueses, afirmaba que precisamente la intelectualidad debía ser la "preceptora espiritual" del pueblo. Según Izgóev y sus partidarios, la intelectualidad estaba llamada a actuar como una fuerza situada por encima de las clases y los partidos, que debería "esclarecer la opinión pública del país y crear condiciones para la convivencia pacífica bajo el mismo techo de grupos separados con frecuencia por intereses contrapuestos y hostiles”, ya que "bajo la ley del lobo es inconcebible la vida conjunta de diferentes grupos sociales. Hay que crear relaciones humanas"  [146•8 .

p Por A. Izgóev no se suscitaba todavía la cuestión de dar acceso a la intelectualidad a la dirección del país con derechos iguales a los de la clase obrera, circunscribiendo su misión a la de "magisterio espiritual”. Más hubo también "teóricos" que, no queriendo enredarse en sutilidades sofísticas,

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exigieron sin rodeos la sustitución del poder. Por ejemplo, el director de la revista Nóvaya Rossía, I. Lezhnev, escribió a mediados de 1922: "La intelectualidad debe dejar de jugar el humillante papel de fuerza auxiliar y mercenario forzado del Estado. En el futuro 147 resurgimiento económico-cultural de Rusia la intelectualidad... tiene derecho a ejercer una función independiente en los asuntos del Estado... En estos tempestuosos años la máquina administrativa estatal se ha gastado físicamente y necesita una sensible reparación... Es preciso remozar el aparato... La intelectualidad debe aprovechar la posibilidad que aparece ante ella de ir hacia nuevos núcleos de energía y voluntad social, de ir... no como tercer elemento a cargo del Estado, sino como fuerza sociocultural... dueña de sí misma"  [147•9 .

p A los ideólogos burgueses les preocupaba especialmente el sucesivo rumbo de la construcción económica. Abogaban por que en la gran industria no fuera "prohibida a la iniciativa privada" y por que, en general, se dejara campo abierto a la acción empresarial privada, fuera suprimido el monopolio del comercio exterior, se tolerase la participación del capital extranjero y se desecharan los principios de la gestión económica planificada. A este programa de encauzamiento del país por la vía capitalista se le dio el nombre de "liberalismo económico”. Su expresión más patente la encontró en las revistas Ekonomist y Ekonomfcheskoe vozrozhdenie, publicadas en 1922 en Petrogrado, cuyos colaboradores eran principalmente, economistas de corte demócrata constitucionalista. En toda una serie de largos artículos revelaban ciertas esperanzas en la restauración del capitalismo.

p Los publicistas burgueses dedicaban primordial atención a la crítica de los fundamentos de la ciencia económica marxista y a revisar la política del Partido Comunista y del Estado soviético en orden a todos los problemas económicos más importantes. Intentaron demostrar la espontaneidad y la imposibilidad de controlación de las leyes del desarrollo económico y la inutilidad de la ingerencia del hombre en el "mecanismo económico”. Partiendo de esto, decían que el Estado soviético no estaba en condiciones de influir sobre el curso de los procesos económicos, por lo cual era mejor retornar al modo capitalista de economía, acreditado en la práctica.

p A juicio de los teóricos de la restauración, los principios económicos fundamentales debían ser los de la libre empresa capitalista. Para salvar a Rusia del caos del desbarajuste económico proponían marchar por la vía de la atracción de capital extranjero, tratando de demostrar que la realidad obligaba incluso a los "comunistas convencidos" a "esperar el mejoramiento merced al retorno parcial al capitalismo libre".

148

p En las revistas Ekonomist y Ekonomícheskoe vozrozhdenie se dispensaba considerable atención a las perspectivas de desarrollo de la agricultura. Sus colaboradores rechazaban la idea leninista de la cooperación en la agricultura y decían que estaban equivocados quienes "ven en la cooperación el camino de socialismo”. Los apologistas del "liberalismo económico" exhortaban de hecho a ahondar la desigualdad en el campo y se orientaban principalmente hacia el kulak, el capitalista agrícola.

p Estas eran algunas de las concepciones de la "nueva ideología" en cierne de la intelectualidad burguesa, ideología que en esencia se orientaba en definitiva hacia el restablecimiento del régimen capitalista.

p Las tendencias restauradoras se vieron reflejadas asimismo en la literatura y el arte. Algunos literatos exaltaban alborozados al nuevo hombre, al nepman  [148•10 ”, destinado a hacer "resurgir y sanear" a Rusia.

p Al tiempo que no cejaban en la lucha contra las tendencias reaccionarias en el seno de la intelectualidad, el Partido Comunista y el Estado soviético se esforzaban tesoneramente por atraer a los intelectuales a la construcción de la nueva vida. Pero, como se ha dicho más arriba, no toda la intelectualidad, ni mucho menos, comprendió el verdadero sentido de lo que sucedía. Muchos intelectuales, aun insertados en la vida económica y cultural del país, seguían siendo "emigrantes

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interiores”, que añoraban la restauración del capitalismo. Participaban en el restablecimiento de la economía y en la vida cultural del país considerando completamente posible e inevitable la paulatina regeneración del Estado soviético en una república democrático-burguesa.

p Debe señalarse que tal modo de pensar no constituía algo nuevo de la intelectualidad en este período. La idea de que Rusia, después de recorrer un turtuoso camino de experimentos y cataclismos sociales, arribaría a las "formas normales de vida estatal" no fue abandonada por cierta parte de la intelectualidad rusa tampoco durante la guerra civil. La instauración de la Nueva política económica y, unido a ello, el hecho de que parte de la influyente intelectualidad blanca en la emigración llegara también a deducir que era posible la "transformación del bolchevismo en parlamentarismo" no hicieron más que espolear tales tendencias. De ahí que merezca la pena referirse a los rasgos característicos de los procesos que se operaron entre la emigración blanca bajo el influjo de los éxitos del Poder soviético y a la formación del movimiento que en la literatura 149 política obtuvo el nombre de smienovejismo “(cambio de jalones”).

p Como es sabido, la emigración blanca constituía un peligro no pequeño para la República Soviética. "Han conservado su organización de clase en el extranjero—dijo V. I. Lenin en 1921, hablando de los terratenientes y capitalistas—como emigración, que asciende probablemente a millón y medio o dos millones de personas y tiene más de cincuenta diarios de todos los partidos burgueses y “socialistas” (es decir, pequeñoburgueses), restos del ejército y numerosos vínculos con la burguesía internacional. Esta emigración trabaja con todas sus fuerzas y por todos los medios para derribar el Poder soviético y restaurar el capitalismo en Rusia"  [149•11 .

p Entre la emigración blanca había un grupo considerable de intelectuales. En el extranjero la mayoría de ellos arrastraba la vida más indigente. Sin medios de existencia y sin conocer el idioma y las costumbres de los países donde se habían refugiado, fueron a engrosar las filas del lumpenproletariado y de los sin trabajo. El ingeniero se contrataba como conductor de taxi, el general vestía la librea de portero y el oficial se alistaba en la Legión Extranjera. El pintor I. Bilibin escribió con gran amargura sobre sus sufrimientos en la emigración y la situación del intelectual refugiado, falto de derechos, en el extranjero: "Desde septiembre de 1917 hasta septiembre de 1919 viví en Crimea. Después tuve que “largarme” a Novorossiisk, allí dormí en el suelo de los vagones y de algunas oficinas... Luego logré salir con la evacuación inglesa... estuve tras el alambre de espino del campo de concentración de -Tel El Kebir, odiosamente abrasador, perdido en las arenas del desierto, y, al fin, fui a parar a la famosa ciudad de El Cairo, donde trabajo mucho... Lo que me pagan por todo es una verdadera miseria, y apenas llega para vivir, pero no se puede discutir, pues eres un refugiado y un sansculotte: toma lo que te dan y encima da gracias a Dios... Mi trabajo predilecto, el de libros, no lo hay en absoluto. A veces siento gran nostalgia de Rusia y me entran deseos de ir allí"  [149•12 .

p Profundo desengaño por ei desenlace de la lucha contra el Poder soviético, pesimismo, oquedad espiritual, accesos de histeria reaccionaria, odio inconciliable a todo lo "soviético" en unos y completa postración espiritual, como especie de choque, 150 en otros: todo esto era lo que caracterizaba a la emigración blanca de aquel período.

p Entre tanto, la situación en la Rusia Soviética se robustecía. Afianzábanse sus posiciones en la arena internacional y en el país cobraban amplitud los trabajos de restablecimiento de la economía. Abríanse grandes perspectivas de construcción económica y cultural en un futuro no lejano. En estas circunstancias, muchos emigrantes intelectuales no sólo experimentaban simpatía por los planes del Gobierno soviético, sino que cada vez era más vivo su deseo de volver a la patria.

p Encontrándose lejos de Rusia, iban cobrando profunda y mortificante conciencia de la justedad y la lógica de las aspiraciones de su pueblo a llevar hasta el fin victorioso su lucha por el resurgimiento del país.

p Así era uno de los polos de la emigración. En el otro estaban D. Merezhkovski y Z. Guippius, D. Filósofov y B. Sávinkov, apareados con los antiguos “socialistas” de la índole de P. Struve, y día

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tras día blasfemaban y escupían todo su odio contra los bolcheviques. Todo esto acreditaba que entre la emigración blanca rusa, bajo el influjo de los logros del Poder soviético, estaba produciéndose un profundo proceso de diferenciación, de intelección del cataclismo que había estremecido a Rusia, de valoración de los actos propios en el reciente pasado y de fijación de posiciones para un futuro próximo. ¿Existían vías de conciliación de los intelectuales con los bolcheviques o habían sido quemados todos los puentes; retornar a la patria y ayudar a su pueblo en aquellos duros años o, aunque en el extranjero, seguir siendo inconciliables y "no arriar la bandera"?

p Parte de la emigración se inclinaba a la idea de la conciliación con el Poder soviético y de que era inútil la lucha armada contra é!. Ya en 1920, el profesor N. Ustriálov publicó en Jarbín el libro En la lucha por Rusia, en el que rechazaba el método de la intervención armada, reprobaba las sublevaciones contrarrevolucionarias y exhortaba a reconciliarse con los Soviets. Ideas análogas expuso a comienzos de 1921 el profesor S. Zagorski en un periódico parisiense. Los demócratas constitucionalistas A. Guróvich, I. Efimovski y otros postularon en un periódico de Praga la necesidad del "cambio de jalones”, de la conciliación con el Poder soviético y de sumarse a aquella parte de la intelectualidad que ya hacía mucho que "trabajaba con los Soviets”. Estos estados de ánimo se expresaron con la mayor claridad en la recopilación Smiena vej, aparecida a mediados de 1921 en Praga 151

p Los autores de la recopilación consideraban que su tarea consistía en, a la luz "de las últimas impresiones revolucionarias... conocer, al fin, el verdadero sentido de la revolución que hoy se está creando a sí misma"  [151•13 .

p Atreviéndose a hablar en nombre de toda la intelectualidad rusa, exponían las conclusiones a que habían llegado después de reconsiderar sus convicciones de antes de la revolución, extendiéndolas a toda la intelectualidad, incluida la que vivía y trabajaba en la Rusia Soviética. Mas si Kliúchnikov, Ustriálov y otros autores de la recopilación tenían cierto peso entre la intelectualidad blanca emigrada, en la Rusia Soviética eran pocos quienes les conocían.

p Los autores de Smiena vej hacían un análisis crítico de sus errores y se arrepentían de sus pecados ante el pueblo. Afirmaban que la intelectualidad de aquel tiempo no comprendía muchas cosas y eran muchos sus extravíos, pero en su mayoría ya no era enemiga inconciliable de la revolución y había alcanzado la madurez suficiente para reconocerla como un hecho consumado.

p En el artículo programático del profesor Kliúchnikov, que encabezaba la recopilación, se decía: "La guerra civil se ha perdido definitivamente. Hace tiempo que Rusia marcha por su camino, y no por el nuestro. La crisis ha terminado. La situación está definida. O reconocen a esta Rusia que odian ustedes o se quedan sin Rusia, pues una "tercera Rusia" concordante con sus recetas no la hay ni la habrá"  [151•14 .

p Los autores de la recopilación habían hecho su opción. Reconocían el Poder soviético como poder único y legítimo en Rusia. El conocido abogado petersburgués A. BobríschevPushkin escribía que "no puede haber otro poder (que no fuera el soviético. —S. F.): nadie podrá hacer nada y todos pelearán entre sí... Sólo el Poder soviético, que ha tenido frente a él una coalición universal, los ejércitos blancos, que ocupaban tres cuartas partes del territorio ruso, el desbarajuste económico interior, el hambre y la inercia centrífuga que arrastraba a Rusia a la anarquía, ha logrado vencer estas inauditas dificultades históricas"   [151•15 .

p La idea de la conciliación con el Poder soviético correspondía al estado de espíritu de muchos emigrantes y por ello obtuvo amplio eco. Durante 1922 en la emigración se editaron algunos periódicos de la tendenica del "cambio de 152 jalones": Nóvaya Rossía, en Sofía; Nóvosti zhizni, en Jarbín; Nakanune, en Berlín; Put, en Helsingfors, y Novy put, en Riga. El núcleo principal de la tendencia del "cambio de jalones" se agrupaba en torno al periódico Nakanune, que apareció diariamente desde marzo de 1922 hasta junio de 1924.

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p El camino recorrido por cierta parte de la intelectualidad, la opción hecha por ella y el típico curso de sus reflexiones y argumentos los mostró netamente la carta abierta que A. Tolstói envió al conocido dirigente de la emigración blanca, N. Chaikovski, publicada el 14 de abril de 1922 en el periódico Nakanune.

p "Yo represento —escribía A. Tolstói— el tipo natural de emigrante ruso, es decir, del hombre que ha recorrido todo el doloroso camino entre tinieblas. En la época de la gran lucha entre los blancos y los rojos estuve de parte de los blancos.

p Odiaba físicamente a los bolcheviques. Creía que eran los aseladores del Estado ruso, la causa de todas las desgracias..."

p Pues bien, terminó la guerra civil. En la Rusia Soviética se inició el restablecimiento de la economía nacional y se emprendió la construcción cultural. Los obreros y campesinos no querían en modo alguno tener en cuenta si el régimen instaurado en el país convenía o no convenía a los diferentes grupos políticos que vivían fuera de Rusia. En estas condiciones, A. Tolstói dedujo que el gobierno bolchevique era la fuerza real y única "que ahora defiende ella sola las fronteras rusas frente a los ataques de sus vecinos, apoya la unidad del Estado ruso y en la Conferencia de Genova interviene ella sola en defensa de Rusia frente a su posible sojuzgamiento y saqueo por otros países".

p Analizando el desarrollo de la revolución, el escritor reconocía que, dada la situación existente en el país y fuera de él, era equivocada la orientación hacia el derrocamiento de los bolcheviques, lo que con singular celo propugnaba la parte reaccionaria de la emigración blanca. Analizando las tres vías posibles, a su juicio, de mantenimiento del Estado ruso, examinaba minuciosamente los méritos y las deficiencias de cada una de ellas y se detenía en la que,’en su opinión, era la única justa.

p "Primera vía: formar un ejército de extranjeros, agregar a él los restos de los ejércitos blancos derrotados y, a través de las fronteras polaca y rumana, irrumpir en el territorio de Rusia y empezar a luchar con los rojos. Decidirse a esta obra sólo puede hacerse después de haberse dicho a sí mismo: tomo sobre mi conciencia la sangre de los rusos muertos y martirizados. En mi 153 conciencia no hay suficiente volumen para meter en ella sangre ajena.

p Segunda vía: rendir por hambre a los bolcheviques, dando de comer un poco, sin embargo, a los más hambrientos. Esta vía también entraña: I) el aumento de la mortalidad en Rusia; 2) la reducción de la capacidad de resistencia de Rusia como Estado. Mas la firme seguridad precisamente en que el gobierno bolchevique, protegido por tropas muy selectas y que, como todo gobierno, vive en mejores condiciones que los simples habitantes, será rendido por hambre antes de que muera la población de Rusia, esa segundad yo no la tengo.

p Tercera vía: reconocer la existencia real en Rusia de un gobierno llamado bolchevique, reconocer que no hay otro gobierno en Rusia y fuera de Rusia. (Reconocer esto de la misma manera que se reconoce que al otro lado de la ventana azota una furiosa tempestad, aunque se quisiera, estando junto a la ventana, que hiciese un día de mayo.) Después de reconocerlo, hacer todo lo posible para ayudar a la última fase de la revolución rusa a marchar hacia el enriquecimiento de la vida, hacia la obtención de todo lo bueno y justo de la revolución y el arraigo de esto que es bueno, hacia el aniquilamiento de todo lo malo e injusto que ha acarreado esta misma revolución y, por último, hacia el reforzamiento de nuestro poderío de gran potencia. Yo elijo esta tercera vía... La conciencia me llama a no descender al sótano, sino a marchar a Rusia y clavar aunque sólo sea un clavo propio en la nave rusa destrozada por las tempestades"   [153•16 .

p Esta carta contribuyó mucho a hacer cambiar el estado de ánimo político de parte considerable de la emigración blanca. Si una figura tan destacada como Alexéi Tolstói, un conde y un relevante escritor que había jugado un papel no despreciable en los círculos de la emigración, se pronunciaba públicamente por el regreso a Rusia, es comprensible que este ejemplo debía influir, como influyó, en efecto, sobre muchos expatriados, de rango inferior, pero que, como el linajudo aristócrata, se consumían atormentados por la duda y las vacilaciones.

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p La avalancha de “retornantes” aumentaba de año en año. Lejos de entorpecer la repatriación de los emigrantes dispuestos a colaborar honradamente con él, el Poder soviético les estimuló por todos los medios en este afán, aunque poniéndoles, verdad es, algunas condiciones completamente comprensibles y explicables. Dirigiéndose a los emigrantes rusos, el presidente del 154 Comité Ejecutivo Central de la URSS, Mijaíl Kalinin, escribió: "Si quieren ser útiles a su pueblo, sin artimañas, vengan a servirle, pero no a señorear".

p Los monárquicos, demócratas constitucionalistas, eseristas y otros enemigos ideológicos del Poder soviético organizaron la persecución de los “retornantes”, difundieron bulos provocadores sobre casos de represión de repatriados por los comunistas y perpetraron actos de terror contra quienes llamaban a volver a la Rusia Soviética. Por ejemplo, en Sofía secuaces de Wrangel asesinaron a A. Aguéiev, director del periódico Nóvaya Rossi’a, de los emigrantes. En Jarbín fue muerto también D. Cherniavski, director del periódico Nóvosti zhizni. El diario Nakanune, que sostuvo una lucha sistemática contra los guardias blancos más activos y los círculos antisoviéticos de la emigración, mereció de ellos los calificativos de “traidor”, “vendido”, "reptil soviético”, etc.

p El proceso de descomposición de la emigración, segregando de ella a las personas más sanas, condujo a que en los años 20 volviera a Rusia un grupo considerable de intelectuales, que resultaron muy útiles en la construcción de la nueva vida. Por otra parte, entre los que, por unos u otros motivos, se quedaron en el extranjero, se distinguieron algunos grupos que seguían con creciente simpatía los .éxitos de la construcción del socialismo en la URSS y procuraban de una u otra forma prestar ayuda a Rusia, convertida en país socialista. Esto habría de manifestarse con singular brillantez más adelante, cuando la Unión Soviética hubo de soportar rigurosas pruebas en los años de la Gran Guerra Patria.

p Por tanto, una de las conclusiones principales a las que llegó determinada parte de la intelectualidad blanca emigrada fue la del completo fracaso de la idea de la lucha armada contra el Poder soviético. Frente a esta idea se adelantó la tesis de la necesidad de la conciliación con el Poder soviético, de la colaboración leal con él, o, como entonces se decía, de "ir a servir a los Soviets”. Esta fue una idea sana y racional. Mas, a la par con ello, los autores de la recopilación Cambio de jalones y otros ideólogos de la intelectualidad emigrada expresaban sin ningún equívoco el objetivo de este servicio: coadyuvar a hacer del Estado soviético una república burguesa. Consideraban que "la revolución iba enfilada contra determinadas categorías de propietarios, a los cuales no se les podía arrancar el poder sin desposeerles de su propiedad. Pero está profundamente reñida con la realidad la afirmación de que en Rusia no existe la propiedad. En la propiedad sigue descansando todo el género de vida del pueblo, toda su existencia. Todo, en difinitiva, se ha 155 reducido a un reparto de lo adquirido por vía revolucionaria, o, como dirían los damnificados, de los bienes “robados”. Este reparto se efectúa completamente en base a la propiedad.

p Así pues, todo se arreglará. En Rusia habrá propiedad, iniciativa privada, comercio y cooperación; lo único que no habrá son los anteriores propietarios arrojados al extranjero"   [155•17 

p Para que Rusia pudiese avanzar más rápidamente por el camino de la restauración era necesario, a juicio de S. Chajotin, uno de los autores de la recopilación Smiena vej, "participar de la manera más activa en el restablecimiento de nuestra Patria”. Pero entonces, continuaba, algunos podrían pensar que "robusteciendo la situación económica del país, fortalecemos las posiciones de los bolcheviques”. ¿Cómo enlazar esto con las convicciones del “honesto” intelectual que ha luchado honradamente contra el Poder soviético? "Es precisamente lo contrario —tranquilizaba S. Chajotin—, en la buena concertación de los esfuerzos económicos reside también la raíz de la elevación del nivel cultural del país y de su saneamiento político"   [155•18 .

p Entre los voceros de la teoría de la regeneración del bolchevismo se destacó por su celo N. Ustriálov. En el artículo Patriótica y otros, publicados en Smiena vej, decía que "el bolchevismo, que ha cambiado su política económica y ha dejado de ser el "comunismo inmediato”, ya no es el bolchevismo de antes..."  [155•19 .

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p La ideología reaccionaria de los que propugnaban el "cambio de jalones" se daba la mano con los objetivos políticos de los mencheviques y los eseristas. Tanto unos como otros suponían 156 que la vía del desarrollo político de Rusia llevaba a la restauración del capitalismo. El 15 de septiembre de 1921, Sotsialistícheski véstnik, órgano del CC de los mencheviques, publicó un artículo de Y. Mártov, en el que éste calificaba de utopía la aspiración del proletariado a desbordar el marco de la revolución democrático-burguesa. Los mencheviques creían inevitable la regeneración del Poder soviético. Esta línea política era apoyada, de hecho, por diferentes grupos seudorrevolucionarios, que se llamaban a sí mismos “obreros” y “comunistas”. Antiguos dirigentes de la "oposición obrera" formaron el "grupo obrero”, que veía en la Nueva política económica el restablecimiento de "relaciones capitalistas normales" y exigía que se concediera la libertad de palabra y de imprenta a todos los partidos políticos de Rusia.

p Los llamamientos de la tendencia del "cambio de jalones”, e incluso de sus elementos más “derechistas”, a colaborar con el Poder soviético tenían, sin duda, un significado positivo. Ahora bien, lo que se ocultaba tras estos llamamientos y los objetivos políticos que perseguía esta colaboración debían ser explicados a las masas y al partido. En el informe a XI Congreso del partido, celebrado en 1922, V. I. Lenin dio una exacta definición de los motivos que habían movido a los intelectuales tipo Ustriálov a ofrecer su apoyo a los bolcheviques y a colaborar con ellos. Después de exponer la teoría de Ustriálov, Lenin caracterizó así su actitud: "Estoy de acuerdo con el apoyo al Poder soviético en Rusia —dice Ustriálov, a pesar de haber sido demócrata constitucionalista, burgués y defensor de la intervención—, y estoy de acuerdo con el apoyo al Poder soviético, porque ha adoptado un camino por el cual rueda hacia un vulgar poder burgués"  [156•20 .

p En las publicaciones históricas soviéticas se mantienen dos puntos de vista acerca del lugar y del tiempo de la aparición de la tendencia smienovejista. Una parte de los historiadores considera que esta tendencia surgió y se formó en el extranjero, siendo consecuencia de la descomposición del campo de la contrarrevolución y de las profundas divergencias entre la emigración blanca. La otra parte de investigadores se inclina a creer que como tendencia ideológica apareció antes de 1921 y no en el extranjero.

p Este último punto de vista no ha alcanzado gran difusión. Quienes lo sostienen se limitan a expresarlo, pero sin presentar argumentos que lo confirmen. No obstante, la opinión de que la 157 tendencia smienovejista nació precisamente en Rusia antes de pasar a la Nueva política económica es digna de atención.

p Si nos abstraemos de distintos matices en la actitud de personas o incluso de grupos, puede decirse que lo esencial de la tendencia del "cambio de jalones" son dos tesis fundamentales: la intelectualidad debe entrar al servicio del Poder soviético; el objetivo de este “servicio” es coadyuvar al proceso de regeneración del Estado soviético en una república democrático-burguesa. Esto es lo principal en la táctica política y la teoría de la recopilación Smiena vej. Mas es bien sabido que la intelectualidad, o a lo menos una parte considerable de ella, pasó a "servir a los Soviets" no después de que se proclamara la Nueva política económica ni desde la emigración, no después de que viera la luz la recopilación Smiena vej. Ya en diciembre de 1919, en la VIII Conferencia del partido, V. I. Lenin pudo dejar constancia de que "el Poder soviético cuenta con las simpatías, no sólo de la clase obrera, sino también de amplios círculos de intelectuales burgueses"  [157•21 . Decenas de millares de especialistas militares sirvieron en el Ejército Rojo y centenas de millares de maestros, médicos, ingenieros y técnicos trabajaron en la esfera de la economía y en el ámbito de la construcción cultural.

p Al mismo tiempo, sería erróneo suponer que muchos miles de intelectuales se decidieron a servir al Poder soviético guiados por el sincero afán de ayudarle a robustecerse. No todos ellos, ni mucho menos, a pesar de que se declararon apolíticos, deseaban que los bolcheviques triunfasen en la consecución de sus objetivos.

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p Sin embargo, cuando se fracasó en el intento de derribar la dictadura del proletariado por la vía armada y, en lo fundamental, ya se divisaba la victoria del Poder soviético (y en una serie de casos, antes de ello), apareció en escena la ideología de la "conciliación" con los bolcheviques y se cobró conciencia de que era necesario colaborar con ellos en la construcción económica y cultural. El apoyo de todo el pueblo al Poder soviético, los logros de éste, el desmoronamiento del campo de la contrarrevolución y la lógica de los acontecimientos en general impelieron a parte considerable de la intelectualidad burguesa a aceptar la colaboración con el Poder soviético.

p La Declaración de los intelectuales trabajadores y la actitud de Gredeskul, Béjterev y otros deben ser equiparadas por su espíritu a las manifestaciones de los partidarios del "cambio de jalones" de Praga. Podrían aducirse abundantes ejemplos de 158 cómo ya en los años de la guerra civil resonaron en las intervenciones de muchos representantes de los círculos intelectuales los mismos motivos que más tarde inspirarían la tendencia smienovejista. Por ejemplo, I. Grinevetski, notable científico especializado en termotecnia, en el libro Perspectivas de posguerra de la industria de Rusia (Jarkov, 1919) negaba carácter socialista a la Revolución de Octubre y pretendía trazar las perspectivas del restablecimiento de la economía de Rusia sobre bases capitalistas.

p Los hechos muestran que en el país se operaba un proceso, complejo, difícil y doloroso, de evolución anímica de la intelectualidad rusa. Pero acreditan también que en ella había un flanco derecho, para el que la meta del desarrollo social del país era la restauración del capitalismo, y un flanco izquierdo, que expresaba el pensar de los grupos de intelectuales que habían cambiado de rumbo, orientándose a colaborar honradamente con el Poder soviético.

p En cuanto a la recopilación Stniena vej, sus autores no hicieron más que dar la explicación "teórica" del proceso de cambio de jalones entre la emigración blanca y ponerle nombre. En la Rusia Soviética un proceso análogo a éste se inició antes, cuando los intelectuales se inclinaron hacia la colaboración con el Poder soviético, y continuó desarrollándose en los primeros años de la Nueva política económica. A los defensores de la burguesía, escribió A. Búbnov, jefe de la sección de agitación y propaganda del CC del partido, "no les fue necesario elaborar una ideología nueva; ya la tenían preparada y únicamente hacía falta adaptarla un poco a las condiciones de lugar, tiempo y espacio”. Y si utilizáramos el término "cambio de jalones" únicamente con relación a los comienzos de la década del 20, debe significar tan sólo que en este período acabaron de formarse definitivamente en una parte de la intelectualidad las opiniones que ya sustentaba en los años de la guerra civil.

p Por tanto, parece muy discutible la afirmación de que el "cambio de jalones" debe su surgimiento a la emigración blanca. Sus raíces arrancaban del interior del país. Las profundas discrepancias entre la emigración blanca y la decisión de "reconciliarse con los Soviets" fueron efectos de lo que estaba sucediendo dentro de la República Soviética. Y no es casual que uno de los autores de la recopilación Smiena vej, Kliúchnikov, reconociese que precisamente "de aquí, de Rusia, llegaron hasta nosotros corrientes que en el extranjero se han reflejado bajo la forma de la tendencia smienovejista: se trataba ante todo de cambio de sicología de los intelectuales rusos".

159

p Por ejemplo, el profesor V. Tan-Bogoraz, uno de los ideólogos más destacados de la intelectualidad después de la revolución, dijo: "Englobar a los que están en Rusia y los que se hallan en el extranjero supone, en realidad, una enorme equivocación. Lo importante no es el nombre. Llámennos, si lo desean, smienovejistas. Pero, con todo, es absurdo decir que nosotros, los de Rusia, hemos cambiado de orientación, al igual que los smienovejistas del extranjero... No nos olvidemos de que la verdadera Rusia, recia e inmensa, está aquí, y no allí, en el extranjero. Allí sólo está la Rusia N« 2. Y la auténtica intelectualidad también está aquí. En esta Rusia verdadera. Y ya van a hacer tres años que los intelectuales rusos empezaron a cambiar los jalones, mucho antes de este alumbramiento en el extranjero. Ha sido una cosa dolorosa y difícil"  [159•22 .

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p En la primavera de 1922, V. I. Lenin, en el informe presentado al XI Congreso del partido, indicó claramente dónde se debían buscar las raíces de la tendencia smienovejista. "Los smienovejistas —dijo— expresan el estado de espíritu de miles y decenas de miles de toda clase de burgueses o de empleados soviéticos, que participan en nuestra Nueva política económica"  [159•23 . Lenin tenía en cuenta aquí a Ustriálov y su grupo, es decir, a los “jefes” de la intelectualidad que "... representan una corriente que ha prendido en la Rusia emigrada..."  [159•24 .

p Conviene fijar la atención en el término "ha prendido" que emplea Lenin para designar un fenómeno proveniente de fuera, no propio del medio de que se habla. Mas, ¿de dónde si no de la Rusia Soviética podía llegar y “prender” el smienovejismo en "la Rusia emigrada"?

p Hay que tomar en consideración asimismo la circunstancia de que la recopilación Smiena vej fue publicada a mediados de 1921 en Praga. Para que la ideología de los partidarios del nuevo rumbo pudiera penetrar en amplias capas de intelectuales dentro del país soviético, ser comprendida y aceptada por ellas eran precisos un considerable lapso de tiempo y gran cantidad de literatura propagandística. Pero, como es sabido, las relaciones entre la República Soviética y los otros Estados habían quedado, por una serie de motivos, casi completamente cortadas. Los smienovejistas no tenían posibilidad de enviar en abundancia sus publicaciones a la Rusia Soviética desde el extranjero. Por lo expuesto, parece dudoso que pudiesen influir 160 en la sicología de los intelectuales en proporciones masivas y con sufiente eficiencia.

p Así pues, debe entenderse que, en lo fundamental, la tendencia del "cambio de jalones" fue un fenómeno de orden interior, que se produjo entre los intelectuales que habían quedado en la Rusia Soviética.

p ¿Qué extensión alcanzaron las ideas del smienovejismo entre la intelectualidad de la época zarista? De esto se puede formar cierto juicio por los datos reunidos en Moscú en 1922 durante una entrevista amistosa no oficial con 230 ingenieros que trabajaban en trusts y otras organizaciones de carácter económico. En el primer grupo de los encuestados figuraban antiguos propietarios de empresas, antiguos directivos de compañías anónimas y directores de fábricas, en total, 45 personas. El segundo grupo comprendía antiguos ingenieros corrientes, que eran 185. De los 230 ingenieros sin filiación política consultados, 110 mantenían las posiciones del smienovejismo, 46 declararon que su actitud ante el Poder soviético era indiferente, y 12, que eran adversos a él; 34 no contestaron y 28 manifestaron su simpatía por el programa soviético  [160•25 . Es significativo el número de personas hostiles al Poder soviético. Eran 12, en tanto que 28 se pronunciaron en apoyo de él. Todos los demás, sin ser ya enemigos del Poder soviético, tampoco eran partidarios sinceros de él. Si extendiéramos estos datos a toda la intelectualidad (lo que, por supuesto, sólo se puede hacer convencionalmente), las conclusiones mostrarían el inmenso éxito del Partido Comunista, que había logrado arrancar de la burguesía a los intelectuales.

p Al tiempo que reconocían la necesidad de "ir a servir a los Soviets”, los smienovejistas proclamaban los principios de la “neutralidad” y del “apoliticismo” de los intelectuales y su no ingerencia en la vida política del país. Por ejemplo, en 1922, en el I Congreso de toda Rusia de ingenieros miembros de los sindicatos, M. Evréinov, dirigente de la Asociación de Ingenieros de toda Rusia, dijo: "Nuestra tarea estriba en preservar a la asociación de acciones políticas y no convertirla en palestra de lucha política".

p Las ideas de la neutralidad y del carácter no partidista de la escuela y el arte resonaron en diversas intervenciones de destacadas figuras de la instrucción pública y del arte. El director cinematográfico I. Perestiani, realizador de la primera película de aventuras soviética, Los diablillos rojos, dijo: "Nunca, en ningún trabajo tuve dirigentes políticos. Trabajo 161 como me lo dicta mi fuero interno. Considero que mezclar las cuestiones de la política con el arte es una cosa sumamente nociva, lo mismo que tener bajo vigilancia a los directores".

p En su gran mayoría, la intelectualidad se daba cuenta de que el viejo mundo había sido derrotado, pero el futuro le parecía nebuloso y caótico. No podía acercarse definitivamente a los bolcheviques,

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mas, al mismo tiempo, no veía en el país las fuerzas a las que pudiera unirse para luchar contra el Poder soviético. De ahí, su espíritu de apoliticismo, de repulsa a los partidos y de espera a ver qué rumbo tomaban los acontecimientos. Sin embargo, debe advertirse que el “neutralismo” de los intelectuales era un grado importante y’, quizá, necesario para que pasaran a las posiciones del Poder soviético. Los intelectuales que sinceramente creían estar "al margen de la política”, por el propio hecho de su fructífero trabajo y obra creadora en las condiciones del nuevo régimen se ponían objetivamente de parte del Poder soviético.

p Aduciremos un ejemplo muy característico. En 1922–1924, el Teatro de Arte, con K. Stanislavski al frente de él, hizo una gira por el extranjero. La compañía no se consideraba ferviente partidaria de los bolcheviques y salió al extranjero no como propagandista del arte soviético. Por el contrario, las cartas de K. Stanislavski de aquel período permiten afirmar que por entonces se sentía sinceramente firme en el apoliticismo y extraño a toda lucha de ideas. "Se ha manifestado la tendencia a tomarnos por un teatro soviético. Por la afición a la intriga no se quiere reconocer que somos apolíticos. Nos vemos obligados a obrar con mucha prudencia"  [161•26 , escribió K. Stanislavski en 1922 desde el extranjero. Al artista le indignó la prensa burguesa: dijo a los periodistas la verdad sobre la Rusia Soviética, les habló de que los teatros habían obtenido autonomía, de que el gobierno se preocupaba de los teatros antiguos y no les ponía dificultades en su obra, y al día siguiente los periódicos gritaban: el Teatro de Arte de Moscú es un teatro bolchevique, Stanislavski es un agente del Kremlin. En aquel tiempo, K. Stanislavski no había comprendido que él, un artista "apolítico”, ya sólo con sus relatos verídicos e imparciales sobre el verdadero estado de cosas en la Rusia Soviética se convertía en un "propagandista del bolchevismo".

p Este episodio mostraba que el “apoliticismo” sustentado por muchos intelectuales empezaba, en realidad, a transformarse en 162 la más auténtica política. Por la propia marcha de las cosas, el intelectual "apolítico”, aun estando sinceramente convencido de que se mantenía "alejado de la pelea”, sentíase atraído a la vida social y política del país. Debe señalarse que la actitud apoliticista era sometida cada vez más a una crítica de principios por los propios intelectuales. En la prensa, en los mítines y en las polémicas se planteaba muy a menudo si tenía derecho el intelectual a permanecer apartado de todo lo que vivía el pueblo.

p En este sentido era sintomática la línea de conducta de la revista Rossía. En ella podían leerse con frecuencia artículos que exhortaban a los intelectuales a contribuir a la restauración del capitalismo, pero, a la vez, publicaba otros en los que se suscitaba cuáles eran la función y el lugar de los intelectuales en la nueva sociedad y si tenían derecho a permanecer apartados de todo lo que vivía el pueblo. Los autores de estos artículos eran personas progresistas, verdaderos patriotas.

p En el número 9 de 1923 de la revista apareció el artículo La intelectualidad rusa y sus tareas actuales, del profesor I. Alexándrov, conocido energético, artículo que encontró resonante eco entre los intelectuales. El profesor escribía:

p "Una honda crisis se ha apoderado de la intelectualidad rusa en la época contemporánea y hasta ahora no ha sido superada, pero ya se ha hecho imposible, por muchas razones, seguir manteniendo la misma posición: el país ha resultado ser capaz de resistir el vendaval destructor del primer período de la revolución y han empezado a aflorar a la superficie de la vida los brotes verdes de la obra creativa; entre las amplias capas populares han crecido en los últimos años vivas fuerzas jóvenes.

p Continuar situados al margen del proceso histórico es imposible. No se puede impunemente permanecer apartados espiritualmente durante una serie de años del grandioso proceso de restructuración de la formación social del país. El desenlace de esto sólo puede ser la muerte espiritual o la regeneración espiritual.

p Y la ausencia de los intelectuales de la palestra histórica o su participación en ella como especialistas que no responden de nada, conduce a la desfiguración de muchas valiosas

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realizaciones que podrían mejorar las formas de nuestro desarrollo intelectual y el proceso de resurgimiento económico del país ... ¿Acaso podemos permanecer indiferentes cuando el poder revolucionario no encuentra hombres a los que se pueda confiar sin temor una obra importante? ¿Será posible que a ninguno de nosotros le hiera la lucha sistemática que contra el 163 resurgimiento de nuestro Estado sostienen nuestros enemigos de antes, apoyados por el mundo burgués de Europa?

p Admitamos que no se pueda alcanzar todo, pero no olvidemos que el límite de las realizaciones se basa antes que nada en nuestra unidad, en nuestra energía, en nuestra voluntad de vida.

p ¿Cómo es posible que !a intelectualidad rusa no vea tras los árboles quebrados los vigorosos brotes de la gran belleza del naciente bosque que crece?"

p A continuación el autor del artículo decía que las dificultades, las deficiencias y las equivocaciones cometidas en el restablecimiento de la economía obedecían en grado considerable a la actitud pasiva de los intelectuales ante las medidas del Poder soviético. Verdad es que esta pasividad empezaba a desaparecer. "Sin embargo, esto es insuficiente —señalaba I. Alexándrov—. No basta con ser un “especialista” honrado; es preciso mostrar iniciativa, afanarse, trabajar con sentido creador, buscar nuevas vías. Hay que borrar esa linde fatal que existía y existe hasta el último tiempo entre los intelectuales y el pueblo. No sólo es necesario valorar y comprender la creciente personalidad del pueblo, sino fundirse con él formando una sola masa, en la que haya personas con talento y conocimientos diferentes, pero donde no haya castas ni tabiques, donde reine la comprensión mutua".

p Esta carta reflejaba cuan heterogéneos y complejos eran los procesos ideológicos que se operaban entre los smienovejistas. De un lado estaba la ideología de Ustriálov y Lezhnev, que proponían a los intelectuales coadyuvar a la restauración del capitalismo; de otro lado aparecía la ideología de personas que, como el profesor I. Alexándrov, invitaban a los intelectuales a ayudar desinteresadamente a! pueblo en su grandioso trabajo. Aceptemos que estos hombres no fuesen consecuentes en todo ni ideológicamente puros y rectos, pero hubiera sido erróneo e injusto meterlos en un mismo saco con los Ustriálov.

p El análisis de la naturaleza política del smienovejismo ofrece razones para definirlo como tendencia ecléctica y heterogénea. Sus diversos grupos perseguían objetivos distintos. El ala derecha, la más reaccionaria, de esta corriente (Ustriálov y otros) enfocaba el futuro del país sólo ligado a la restauración del capitalismo. Los smienovejistas de derecha se decidieron a colaborar con el Poder soviético precisamente con la vista puesta en este fin último. Pero dentro del smienovejismo había también un grupo de intelectuales, numéricamente bastante superior al de los "ideólogos”, que entendía el lema "cambio de 164 jalones" como la necesidad objetiva de acercarse todo lo posible al Poder soviético, intérprete de los intereses del pueblo. Para estos intelectuales la consigna "cambio de jalones" no significaba marchar hacia la restauración, sino mudar de mentalidad, cambiar su concepción del mundo, a partir del reconocimiento de que el país avanzaba hacia el socialismo, y no hacia el capitalismo.

p El smienovejismo condujo a gran número de intelectuales a colaborar con el Poder soviético, lo cual fue muy positivo en la situación de agobiante penuria de fuerzas capacitadas que se atravesaba entonces. La política de "conciliación" de los intelectuales con los bolcheviques, los llamamientos de los smienovejistas a colaborar con la clase obrera y su reprobación de la idea de la intervención armada en los asuntos de la Rusia Soviética condujeron, por una parte, a ahondar el cisma en el campo de la contrarrevolución, y por otra parte, influyeron objetivamente en el establecimiento de relaciones correctas entre la clase obrera y la intelectualidad.

p El Partido Comunista apoyó por todos los medios a esta rama del movimiento smienovejista. El Gobierno soviético autorizó a los partidarios de esta tendencia a editar revistas y periódicos, dar conferencias públicas, celebrar controversias de intelectuales, etc. La XII Conferencia del partido, reunida en agosto de 1922, señaló en su resolución lo que había de laudable en el smienovejismo.

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En ella se decía que "la llamada tendencia smienovejista ha jugado hasta ahora y puede seguir jugando aún un papel objetivamente progresivo. Ha unido y une a los grupos de la emigración y de la intelectualidad rusa que "se han reconciliado" con el Poder soviético y están dispuestos a trabajar con él por el resurgimiento del país. En este sentido, la orientación smienovejista se ha hecho merecedora de una actitud favorable a ella"  [164•27 .

p Al mismo tiempo, el Partido Comunista mantuvo una resuelta lucha de principios contra la esencia reaccionaria de la ideología smienovejista. La resolución de su XII Conferencia puso en guardia a la clase obrera y al partido contra las fuertes tendencias restauradoras burguesas de que adolecía el smienovejismo y contra el maridaje de los smienovejistas con los eseristas y mencheviques en la esperanza de que después de las concesiones económicas vendrían concesiones políticas orientadas hacia la ideología burguesa.

165

p Por tanto, el Partido Comunista combatía no el smienovejismo en conjunto, sino sus tendencias antisocialistas y su ideología antisoviética. Y como entre la intelectualidad se desarrollaba un proceso de diferenciación (del cual era exponente el smienovejismo), el partido formulaba su política respecto a cada grupo de intelectuales de manera que facilitara a los más leales el paso a la colaboración activa con el Poder soviético. En la resolución de la XII Conferencia del partido se decía: "... Nuestras organizaciones de partido deben saber abordar con seriedad y sentido práctico a cada grupo antes hostil al Poder soviético y que hoy muestra sinceros deseos, por pequeños que sean, de prestar una ayuda eficaz a la clase obrera y al campesinado en la obra del restablecimiento de la economía, de la elevación del nivel cultural de la población, etc. Ahora es más necesario que nunca que las organizaciones del partido traten diferenciauamente a cada grupo (e incluso a cada persona) de representantes de la ciencia, la técnica, la medicina, la pedagogía, etc.".

p Lenin advirtió que se debían distinguir los aspectos del smienovejismo favorables para el Poder soviético y no identificar a los smienovejistas con los verdaderos enemigos de la revolución. En mayo de 1922, V. I. Lenin escribió a F. Dzerzhinski: "Novaya Rossía N. 2. Suspendida por los camaradas petersburgueses.

p ¿No habrá sido suspendida prematuramente? Hay que enviarla a los miembros del Buró Político y examinar más atentamente el asunto. ¿Quién es Lezhnev, su director? ¿No es de los de El dial ¿No se podrían obtener referencias sobre él? Por supuesto, no todos los colaboradores de esta revista son candidatos a la expulsión del país"  [165•28 . Lenin se refería a la revista smienovejista Nóvaya Rossía, que había empezado a publicarse en 1922 bajo la dirección de I. Lezhnev. Como se desprende del texto citado, V. I. Lenin consideraba un error su precipitada suspensión. Y muy pronto, la revista volvería a editarse con un título algo diferente: Rossía. Se publicó hasta 1926.

p Mas a la vez, Lenin daba ejemplo de intransigente lucha de principios contra los smienovejistas que hablaban de la "evolución" del bolchevismo. Es sabido que en su discurso en el XI Congreso del partido Lenin criticó los rasgos morbosos de la tendencia "cambio de jalones”. De los intelectuales tipo Ustriálov habló como de enemigos.

166

p ¿Cuándo desapareció el smienovejismo como corriente social? Las publicaciones históricas soviéticas señalan los años 1925–1926 como su último término. De ordinario, esto se liga a la suspensión de la prensa periódica del smienovejismo en el país. Sin embargo, el "cambio de jalones" no era sólo una corriente social. En él se expresaba también el proceso estrictamente individual de reconsideración por el hombre educado a la antigua de todo su mundo ideológico, y de sus convicciones y de configuración de su percepción nueva de la realidad. Para muchos este proceso duró años enteros y llegó a su desenlace como resultado del derrumbamiento de las ilusiones restauradoras y de la intelección de la realidad soviética. El "cambio de jalones" continuó para muchos intelectuales después de 19251926, y para amplias capas de la intelectualidad culminó en su paso definitivo a las posiciones del socialismo. El "cambio de jalones" se llevó a efecto, pero

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no como lo había concebido el ala reaccionaria de la intelectualidad. La inmensa mayoría de los intelectuales se agruparon bajo la bandera del Poder soviético y no se produjo la esperada degeneración de este poder en alguna forma de parlamentarismo burgués.

p El "cambio de jalones" de la intelectualidad fue un fenómeno lógico y necesario. Anatoli Lunacharski hablaría de ello atinadamente: "¿Cómo es posible pensar en general que la intelectualidad, la originalmente soviética y la abroquelada en su anticomunismo, puede sin cambiar los jalones hacerse comunista? Esto es absurdo”. Y más adelante: "Cuando veo que un liberal se transforma en comunista en tres saltos mortales, no lo puedo creer. Me siento como en presencia de un juego de manos, que a veces incluso llega a parecer extraño, a veces es un arrebato, a veces es la mutación de colores de un camaleón. Mas el verdadero proceso es el cambio de jalones, cuando los hombres van adelante con la vista puesta en la historia, mirando hacia atrás"  [166•29 .

p Por tanto, pues, el smienovejismo, en la más amplia acepción del término, fue una de las manifestaciones del proceso de transición de la intelectualidad desde las posiciones burguesas o pequeñoburguesas a las del socialismo, transición que se inició después de la victoria de la Revolución de Octubre y terminó en los años 30, al darse cima a la construcción de las bases de la sociedad socialista.

p A la par con su decidido combate de las facetas reaccionarias del smienovejismo, el Partido Comunista y el Poder soviético lucharon contra la ideología burguesa, especialmente 167 embozada con las ideas smienovejistas de la "regeneración" del Poder soviético. Su peligro lo acrecentaba la circunstancia de que en los primeros años de la Nueva política económica se intensificó en el seno del partido la actividad de diversos grupos fraccionalistas (los trotskistas, la "oposición obrera" y otros). Por eso cobró singular importancia el frente ideológico de la lucha. Fue preciso mantener una gran vigilancia y estar con el ojo avizor a cualquier asomada de la ideología del enemigo. Ante todo hubo que organizar una amplia ofensiva contra la ideología burguesa, extender la propaganda comunista entre las masas y robustecer el frente teórico.

p En este sentido fue muy valioso para el desenlace de la pugna ideológica el artículo de V. I. Lenin Sobre el significado del materialismo militante, publicado en marzo de 1922 en la revista Bajo la bandera del marxismo. Este artículo señalaba las tareas del partido en la esfera ideológica para toda una época histórica y trazaba el programa de un prolongado trabajo, cuya finalidad consistía en defender y desarrollar los principios de la visión científica del mundo y lograr su predominio en todos los ámbitos de la vida de la sociedad soviética.

p La idea central de este artículo de Lenin se expresaba en la tesis de que la ideología tiene carácter de clase y de partido y que por ello la lucha sistemática y atacante contra la ideología burguesa, la filosofía reaccionaria y todo género de idealismo y misticismo constituye la obligación primordial de los comunistas. En esta lucha, subrayaba V. I. Lenin, es indispensable la unión entre los comunistas y los materialistas consecuentes, incluso aunque se hallen todavía fuera de las filas del partido. Lenin concedía gran importancia al estrecho nexo de la filosofía marxista con las ciencias naturales, de los filósofos marxistas con los naturalistas, ya que "sin la unión con los no comunistas, en los más diversos terrenos de la actividad, no puede ni siquiera hablarse de ninguna construcción comunista eficaz"  [167•30 .

p Un gran acontecimiento en la vida ideológica del partido y del país fue la aparición de la primera edición de las Obras de V. I. Lenin, que se hizo por disposición del IX Congreso del partido. La demanda de las Obras resultó tan grande que en 1922 se hubo de iniciar otra edición de las mismas. Además, se publicaron en ediciones sueltas con grandes tiradas los artículos de V. I. Lenin sobre los problemas principales de la vida del partido y del pueblo, así como sus intervenciones en los congresos del partido, de los Soviets y de la Internacional Comunista.

168

p Dióse comienzo asimismo a la impresión de las Obras Completas de C. Marx y F. Engels y a una serie de trabajos marxistas de autores contemporáneos soviéticos y extranjeros.

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p En la lucha contra la ideología burguesa y por la intensificación de la influencia ideológica en las masas desempeñó un papel extraordinario la prensa periódica. A este propósito fue importante el aporte de la revista Bolshevik y de los diarios Pravda e Izvestia.

p El Partido Comunista adoptó las medidas más enérgicas para organizar la “contraofensiva” en el frente ideológico. A este problema se dispensó particular atención en la XII Conferencia del partido, que puso al descubierto las tendencias restauradoras burguesas de los smienovejistas, mencheviques y eseristas y recomendó medidas concretas para impulsar la labor de agitación y propaganda entre ¡as masas, mejorar la preparación ideológica y teórica de los activistas del partido y elevar el papel de la prensa del partido y de los Soviets. A la vez que exponía como tarea cardinal "encauzar todos los esfuerzos hacia el reforzamiento ideológico del núcleo proletario de nuestro partido”, la resolución Acerca de los partidos y tendencias antisoviéticos, de la XII Conferencia del partido, señalaba: "Con respecto a las personas realmente sin partido entre los representantes de la técnica, la ciencia, el magisterio, los escritores, los poetas, etc., que han comprendido, aunque sólo sea a grandes rasgos, el verdadero sentido del gran viraje realizado, son precisos un apoyo sistemático y una colaboración eficaz.

p El partido debe hacer todo lo que esté a su alcance para coadyuvar a que cristalicen las tendencias y los grupos que muestran un verdadero deseo de ayudar al Estado obrero y campesino. Empezando por la capital y terminando por la ciudad de distrito, el partido debe aplicar, de manera paciente, sistemática y tesonera, precisamente esta línea con el fin de facilitar a dichas personas el paso a la colaboración con el Poder soviético".

p A influir ideológicamente sobre los intelectuales contribuyeron asimismo en gran medida distintas sociedades científicas marxistas, organizadas en los centros docentes superiores y en las instituciones de investigación científica, los círculos de estudio del marxismo y los cursos y seminarios de educación política. Es incalculable la aportación hecha al desarrollo del pensamiento social soviético por instituciones como la Academia Socialista y el Instituto del Profesorado Rojo.

169

Vemos, pues, que en la primera mitad de los años 20 se determinaron por el Partido Comunista las formas principales de influjo ideológico sobre las masas, incluida la intelectualidad, y que a las tentativas de reanimar la ideología burguesa opuso el partido la ofensiva del frente marxista-leninista militante de la ideología socialista.

* * *  

Notes

 [138•1]   Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética, t. 3, libro 2. Moscú, 1968, pág. 562.

 [138•2]     Ibídem.

 [138•3]   En las condiciones de la intervención militar extranjera y de la guerra civil (1918–1920), el Poder soviético implantó la contingentación de productos alimenticios. Este método de acopios de productos agrícolas consistía en la entrega obligatoria por los campesinos al Estado, a precios de tasa, de los excedentes de cereales y forrajes superiores a las normas fijadas para el consumo personal, así como de semillas y alimento para el ganado. Esta medida, impuesta por las circunstancias, aseguró el suministro de pan para el Ejército Rojo y la población. Fue sustituida en 1921 por el impuesto en especie.

 [139•4]   V. I. Lenin. VIII Congreso de los Soviets de toda Rusia. O. C., t. 42, pág. 142.

 [142•5]   Véase A. Ulianóvskaya. Formación de la intelectualidad científica en la URSS. 1917–1937. Moscú, 1966, págs. 106–107.

 [145•6]   Los zemstvos eran los órganos de la administración autónoma local. Su existencia en diversas provincias de la Rusia Europea se remontaba a 1864. Fueron suprimidos después de la

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victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre.

 [146•7]   A. Izgóev. El poder y el individuo. Véstnlk: litertiliiry, 1922, N° I, pág. 3.

 [146•8]   A. Izgóev. Acerca de las tareas de la intelectualidad. Parfenon. Recopilación I, Retrogrado, 1922. pág. 39.

 [147•9]   I. Lezhnev. Apuntes de un contemporáneo. Moscú. 1936, págs. 238–239.

 [148•10]   Nepman: nombre derivado de Nep. siglas de Nueva política económica.

 [149•11]   V. I. Lenin. III Congreso de la Internacional Comunista. O. C., t. 44, pág. 5.

 [149•12]   Dom iskusstv, 1921, Nb 2, pág. 130.

 [151•13]   Smiena vej. Praga, 1921. pág. 6.

 [151•14]   Ibídem, pág. 79.

 [151•15]   Ibídem, pág. 86.

 [153•16]   Alexéi Tolstói. Obras Escogidas en diez tomos, t. 10. Moscú, 1961, págs. 34–39.

 [155•17]   Smiena vej, 1921, pág. 111.

 [155•18]   Ibídem, pág. 139.

Es muy curiosa la suerte que correría en su vida S. Chajotin. En los años 20, encontrándose en el extranjero, escribió una serie de artículos en defensa de la República de los Soviets, que constituyeron un brusco contraste con el tono hostil de la prensa extranjera. El comisario del pueblo de Comercio Exterior, L. Krasin, invitó a S. Chajotin a dirigir una sección de la representación comercial soviética en Berlín. Sin embargo, el trabajo de organización no le complacía. Como era un destacado investigador biólogo, Chajotin se entregó a la indagación científica. Con autorización de las autoridades soviéticas (Chajotin era ciudadano soviético), se trasladó a Italia y, más tarde, a Alemania. Sin embargo, el trabajo científico no podía ser para él una muralla que le aislara de las tempestades políticas, y además Chajotin no se escondía de ellas. Participó activamente en la lucha contra el fascismo. Los hitlerianos le arrojaron a un campo de concentración. Libertado del cautiverio en 1944, S. Chajotin fue uno de los primeros organizadores del movimiento mundial de los científicos por la paz. Desde finales de los años 40, S. Chajotin vivió en la Unión Soviética y trabajó en el Instituto de Biofísica de la Academia de Ciencias de la URSS. Falleció en diciembre de 1973.

 [155•19]   Smiena ve], 1922 Ns 13, pág. 18.

 [156•20]   V. I. Lenin. - XI Congreso del PC (b) de Rusia. O. C., t. 45, pág. 94.

 [157•21]   V. I. Lenin. VIII Conferencia del PC (h) de toda Rusia. O. C., t. 39, pág. 350.

 [159•22]   Rossíti. 1922. N° I. págs. 12–13.

 [159•23]   V. I. Lenin. XI Congreso del PC(b) de Rusia. O. C., t. 45, pág. 94.

 [159•24]   Ibídem. pág. 93.

 [160•25]   Pravda, 3 de septiembre de 1922.

 [161•26]   K. Stanislavski. Obras, t. 8. Moscú. 1961, pág. 30.

 [164•27]   El PCUS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos, Conferencias y de los Plenos del CC. t. 2. Moscú, 1970, pág. 393.

 [165•28]   V. I. Lenin. Carta a F. Dzerzhmski. 19.V.1922. O. C.. t. 54. págs. 265–266.

 [166•29]   Archivo Central de Literatura y Arte del Estado.

 [167•30]   V. I. Lenin. O. C., t. 45, pág. 23.

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COLABORACIÓN ACTIVA ENTRE LA CLASE OBRERA Y LOS ESPECIALISTAS. EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES SOCIALES EN LA REEDUCACIÓN DE LOS INTELECTUALES  

p A la construcción del socialismo se incorporaron los intelectuales que habían comprendido, aunque sólo fuese en términos generales, el verdadero sentido de las transformaciones realizadas en el país y a quienes era necesario ayudar para que rompieran paulatinamente todos los hilos que les ataban al pasado burgués. Estos intelectuales habían avanzado por caminos diferentes, explicándose cada uno a su modo la experiencia de la nueva realidad soviética. La toma de conciencia de esta experiencia fue para ellos extraordinariamente difícil y dolorosa.

p Cumpliendo las indicaciones de V. I. Lenin sobre la incorporación de los intelectuales de la época zarista a la construcción del socialismo y su reducación en el espíritu de la ideología socialista, el Partido Comunista adoptó diversas medidas importantes para llevar a buen fin esta tarea.

p Se hizo mucho para mejorar la situación económica de los especialistas y elevar sus conocimientos científico-técnicos. Ya en agosto de 1921, en un período de durísimas pruebas para el País de los Soviets, el Gobierno soviético aprobó la disposición "Acerca de las medidas para elevar el nivel de los conocimientos ingeniero-técnicos en el país y mejorar las condiciones de vida de los ingenieros y técnicos de la RSFSR".

p Al objeto de poner en práctica esta disposición, el Presidium del CSEN formó una comisión especial que se dedicó a revisar los sueldos de los ingenieros y técnicos, y elaboró las cláusulas tipo del convenio colectivo, en las que figuraban puntos que protegían los intereses de los especialistas. Según datos de la encuesta efectuada por el Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia a mediados de 1925, el sueldo medio, por ejemplo, de los especialistas de la industria metalúrgica se cifró (sin 170 sobresueldos) en 165 rublos, y el de los especialistas altamente cualificados, en 500–600 rublos. O sea, que los sueldos de los especialistas eran muy altos, si se tiene en cuenta que un peón fabril ganaba 35 rublos al mes, y un obrero cualificado, alrededor de 100. Elevóse rápidamente el nivel económico de los trabajadores científicos.

p El XII Congreso del PC(b) de Rusia dedicó gran atención al mejoramiento de la situación material de los especialistas ocupados en la producción. En su resolución se decía que "deben crearse en las empresas condiciones normales de trabajo que puedan satisfacer moral y materialmente a los especialistas incorporados a ellas, aplicando, entre otras cosas, el principio de estímulo máximo por los éxitos técnicos o económicos obtenidos directamente en el proceso de producción (toda clase de ahorros, invenciones, perfeccionamientos, etc.). Los administradores y los técnicos que se han acreditado por su trabajo útil y emprendedor durante prolongado tiempo deben ser mencionados por el partido, los organismos de los Soviets y los sindicatos como trabajadores particularmente valiosos, extendiendo a ellos la estimación pública de que gozan los especialistas que trabajan fructuosamente en el Ejército Rojo”. El partido y el Estado soviético mostraron gran solicitud por aliviar las condiciones de vida de los maestros. En enero de 1921, el Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR aprobó una disposición firmada por V. I. Lenin sobre las pensiones a los pedagogos ancianos inválidos conocidos por sus méritos en la instrucción pública. A estos pedagogos se les asignaron pensiones superiores en el doble a las corrientes.

p En 1923 y en los años sucesivos, el Gobierno soviético encontró la posibilidad de acrecentar considerablemente las asignaciones para la instrucción pública y subir los sueldos de los maestros. En 1923–1924, la suma total de los gastos para la instrucción pública aumentó en más del doble, y la del fondo de salarios, en el 150%, con relación al año presupuestario anterior.

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p No obstante los grandes esfuerzos del Estado soviético, fue imposible mejorar en un corto período la situación material de los maestros, que siguió siendo penosa durante algunos años. El hambre que sobrevino en muchas provincias del país en 1921 golpeó con particular dureza a los maestros rurales. La fidelidad a su obra y la comprensión de su deber cívico les ayudaron a superar las enormes dificultades y permanecer en sus puestos.

p Sin embargo, el factor material no es la condición principal para atraer del modo más eficiente a los intelectuales a la construcción de la economía. Era preciso dar vida a una serie de 171 medidas de carácter político. Uno de los medios principales para asegurar a los especialistas el clima de confianza y de colaboración con espíritu de camaradería que exigía V. I. Lenin fue el establecimiento de correctas relaciones entre los intelectuales técnicos y la clase obrera. Este problema surgía de la propia vida y su solución favorable tenía gran significado para el ritmo de restablecimiento y restructuración de la economía del país.

p La dificultad estribaba en que cierta parte de la clase obrera veía en el ingeniero a un cómplice del capitalista. Las viejas ofensas, el recuerdo de las humillaciones inferidas a los obreros por los ingenieros reaccionarios, los azotes y las multas ilegales no podían esfumarse inmediatamente después de la revolución.

p En la memoria de los obreros estaban frescos aún el sabotaje y la resistencia de una parte de los especialistas contra las medidas del Poder soviético en los primeros años de su existencia. En el ánimo de las masas obreras pesaba también la participación de algunos ingenieros y técnicos en el sabotaje en las empresas del Estado y en la malversación de bienes del pueblo. En la prensa se publicaban reseñas judiciales de tales procesos, y esto, por supuesto, encontraba eco en los medios obreros.

p Conviene subrayar especialmente que el nivel cultural general de los obreros iba a la zaga del crecimiento de la industria. El atraso cultural y técnico de la clase obrera, herencia del capitalismo, constituía un grave obstáculo para el anudamiento de relaciones correctas entre los obreros y los especialistas. Esto se hizo sentir más vivamente cuando a las fábricas llegó una masa de campesinos semianalfabetos. En tanto que el obrero industrial cualificado, instruido por la propaganda del partido y de los sindicatos durante largos años, ya comprendía en general la importancia de los especialistas y había aprendido a establecer un trato adecuado con ellos, el nuevo obrero no se había descargado todavía de los prejuicios y errores sobre los especialistas. La desconfianza y, a veces, la hostilidad manifiesta de los obreros poco concientes a los ingenieros y técnicos, a sus propuestas de racionalización y restructura de la producción, de implantación de un régimen de ahorro y de aumento de la productividad de trabajo, complicaban el reforzamiento de la autoridad del especialista en la producción.

p En esta actitud hacia los especialistas incurrían no sólo los obreros poco conscientes. Los órganos del partido señalaban también reiteradamente casos de errónea actitud con los especialistas por parte de algunos dirigentes del partido y de los 172 sindicatos y sobre todo de los administradores de las empresas. Prueba de ello eran los despidos infundados de ingenieros y técnicos, el menoscabo de sus derechos en la producción, la preterición de sus propuestas, etc.

p La "fobia a los especialistas" no alcanzó proporciones masivas. Y si en la prensa de aquel tiempo aparecían con frecuencia informaciones que señalaban casos de actitud errónea hacia ellos, esto obedecía a que los periódicos del partido y de los sindicatos difundían ampliamente cada uno de tales hechos y lo condenaban con dureza.

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p La prensa contribuyó grandemente al establecimiento de relaciones de camaradería entre los obreros y los especialistas. En sus artículos y notas, los corresponsales obreros mencionaban a los ingenieros y técnicos concienzudos, criticaban a los que trabajaban mal, daban cuenta de la actividad equivocada o, a veces, hostil de tal o cual especialista y exhortaban a la vinculación más estrecha entre los productores y los científicos. En los periódicos centrales se publicaban a menudo artículos de dirigentes del partido y del Gobierno que propugnaban el establecimiento de relaciones normales entre los obreros y los especialistas.

p El Partido Comunista y el Gobierno soviético combatieron resueltamente toda tentativa de considerar enemigos manifiestos o embozados del régimen soviético a todos los especialistas y reprobaron los casos de incomprensión e incluso de comportamiento criminal con ellos. En 1922 atrajo la atención de la opinión pública soviética un proceso contra algunos funcionarios del partido y de los sindicatos culpables de haber organizado la persecución de un viejo y honrado especialista, V. Oldenbérguer, ingeniero jefe del sistema de abastecimiento de agua de Moscú, que acarreó su suicidio.

p El proceso sobre el suicidio de Oldenbérguer fue un acto cardinal del Poder soviético en defensa de los especialistas honrados. Esto lo puso de relieve, entre otras cosas, la circunstancia de que por disposición del 23 de enero de 1922 del Presidium del CEC de toda Rusia fue retirado este proceso de la jurisdicción ordinaria y lo vio el Tribunal Supremo de la república.

p En este proceso, el acusador público, N. Krylenko, contestando a la indicación de que Oldenbérguer recibió en octubre de 1917 cuatro mil rublos para ayudar a los especialistas en huelga, declaró: "... Si en el año 22 alguien alega como culpa de cualquier representante de la clase enemiga, ligado con ella por su origen social, lo que hizo, dijo y pensó en los críticos días de la Revolución de Octubre, si en el plano de la lucha política 173 actual unos jefes políticos argumentan con esta clase de documentos, a esos jefes políticos hay que sacarlos de la tribuna de la dirección política, pues eso significa que tales jefes políticos, además de no haber olvidado nada, ¡no han aprendido nada!"   [173•31 

p La condena de los procesados en este sumario, entre los que había comunistas, mostró que el partido y el Poder del Estado no estaban dispuestos en modo alguno a ser indulgentes con sus funcionarios que habían deformado la línea leninista de incorporación de los especialistas burgueses a la construcción de la nueva sociedad. Es interesante señalar a este respecto que el Tribunal Supremo de la república propuso a los tribunales locales que aplicaran el artículo 64 del Código penal (no simple homicidio, sino acto terrorístico) a los culpables de atentados a los dirigentes de empresas industriales e instituciones del Estado.

p Cada hecho de violencia de obreros poco conscientes contra los especialistas provocaba una ola de indignación y era calificado merecidamente por las masas obreras. La clase obrera comprendía el inmenso valor que los especialistas, con sus conocimientos y experiencia, representaban para la construcción del socialismo y cuan importante era asegurarles condiciones favorables para su fructífera actividad.

p Al mismo tiempo que exigía de los obreros una actitud de camaradería con los especialistas, el partido advertía a éstos que sólo podrían granjearse la confianza de los obreros si ellos mismos les pagaban en la misma moneda, si les trataban como a camaradas.

p Instaurar relaciones de camaradería entre los especialistas y los obreros era una cuestión difícil y compleja. Se trataba de cambiar, de reducar la sicología tanto del obrero como del intelectual, que formaban parte de grupos sociales separados antes uno de otro. Esto no se podría lograr únicamente con medidas de presión administrativa o el simple convencimiento verbal. Hacía falta llevar a cabo todo un conjunto de compleja labor de educación política entre los obreros y entre los intelectuales.

p Cumpliendo las indicaciones de los congresos y conferencias del partido, las organizaciones locales del partido, de los sindicatos, de los Soviets y del Komsomol desplegaron una amplia campaña de esclarecimiento entre los obreros. En las asambleas generales de las colectividades

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laborales se hacían 174 informes sobre la función de los ingenieros y técnicos en la construcción socialista, se celebraban veladas conjuntas de obreros e ingenieros y técnicos, se exponían pizarras de honor para ingenieros y técnicos, eran organizados clubes comunes de ingenieros, técnicos y obreros, etc.

p Merced a esta actividad educativa de las organizaciones del partido y de los sindicatos, el recelo y la hostilidad directa de los obreros hacia los ingenieros y técnicos fue convirtiéndose poco a poco en la opinión de que los especialistas eran hombres valiosos para la construcción del socialismo y miembros de la colectividad obrera en pie de igualdad con todos los trabajadores. Claro está, en el futuro todavía se darían casos de actitud errónea hacia los especialistas por parte de los obreros y de la administración de las empresas pero ya no tendrían la evidente tonalidad política de los primeros años del Poder soviético. Para este viraje fueron decisivos el afán de los obreros por incrementar la producción, el sentido de disciplina y la firmeza clasista de las masas proletarias y el trabajo de educación política del Partido Comunista.

p Mucho más intrincado resultó dar la vuelta a la sicología de los especialistas burgueses y hacer que cambiaran sus concepciones ideológicas. Este proceso no transcurrió a pie llano ni plácidamente. Sus corrientes, zigzags y revueltas estuvieron dictados por las peculiaridades -de la situación interior e internacional del Estado soviético, por la política de la clase obrera y de su partido respecto a este sector de la intelectualidad y en definitiva, por los éxitos de la construcción del socialismo.

p La tarea de reducar a los intelectuales burgueses y de utilizar lo más racionalmente posible sus conocimientos y experiencia no hubieran podido cumplirla felizmente el partido y el Estado sin el concurso de las organizaciones sociales, ante todo de los sindicatos.

p En los primeros años de posguerra los sindicatos se convirtieron en palestra de la lucha de clases, lo cual se explica por la reanimación de los elementos capitalistas con motivo de la Nueva política económica. Los restos de los partidos y tendencias contrarrevolucionarios trataron de intensificar su actividad, aprovechándose de las dificultades que atravesaba el país y, asimismo, de la insuficiente madurez política de los intelectuales.

p Los elementos antisoviéticos sacaron la cabeza principalmente en los sindicatos no industriales. En el congreso de médicos celebrado en la primavera de 1922 uno de los delegados manifestó que ellos, que eran demócratas, vivían en el "cerco 175 comunista" y que debían organizarse para oponerle resistencia. Algunos de los oradores se expresaron en el sentido de que "nosotros siempre hemos sido partidarios de la dictadura del proletariado y estamos siempre dispuestos a servir al proletariado, pero no prestaremos oído al Poder soviético".

p Declaraciones análogas se hicieron en los congresos de los agrónomos y de los geólogos y en algunos congresos provinciales de maestros.

p Las tendencias restauradoras se reavivaron especialmente con motivo de la discusión sobre los sindicatos impuesta por Trotski al partido en el otoño de 1920. Los elementos hostiles al Poder soviético creyeron ver en ella el comienzo de las querellas en el seno del partido, se figuraron que el partido había dejado de ser monolítico y que, por lo tanto, se podían abrigar esperanzas no sólo en el cambio de rumbo, sino incluso en el cambio de poder. Los enemigos de la dictadura del proletariado entre los intelectuales intentaron aprovechar la discusión sobre los sindicatos para liquidar las organizaciones sindicales de intelectuales.

p Se observó igualmente la tendencia a “fusionar”, a "estatizar" los sindicatos, lo que, en realidad, conducía también a suprimirlos. Otro fenómeno nocivo en la organización sindical fue la orientación a formar sindicatos sectarios, aislados de las grandes masas.

p La lucha se hizo muy tensa sobre todo en el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza, que era uno de los más importantes numéricamente entre los intelectuales. Los mencheviques y eseristas y los que habían dirigido la antigua Unión de Maestros de toda Rusia intentaron recobrar su pasada

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influencia sobre los maestros y difundieron entre ellos la idea de una instrucción pública al margen de los partidos, propagando que la escuela debía ser redimida del control del partido y del Estado.

p En 1922, en el Pleno ampliado del CC del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza la fracción comunista fijó la atención en la necesidad de intensificar grandemente el trabajo de partido en el sindicato a fin de acentuar el influjo comunista sobre la masa de maestros. También el CC del PC (b) de Rusia se ocupó mucho de las cuestiones concernientes a la labor interna del sindicato con los trabajadores de la enseñanza. Advirtió que no se podría asegurar la participación activa del magisterio en la construcción socialista si no se realizaba una labor política adecuada entre los maestros. En la resolución "Acerca de la labor entre los trabajadores de la enseñanza”, aprobada en 1921, el CC del partido ponía en guardia a las 176 organizaciones comunistas sobre lo errónea y perniciosa que era la actitud de desconfianza y, a veces, de hostilidad hacia los maestros, observada en algunas células del partido. "Hemos de comprender —indicaba el CC del PC (b) de Rusia— que hoy día esta actitud constituye un gran yerro, que perjudica seriamente la obra de la construcción del socialismo ... Debemos hacer todo lo que dependa de nosotros para que este grupo social muy útil se sienta atraído por los intereses y el trabajo creador del Estado soviético ..."

p Merced a la gran labor llevada a cabo por las organizaciones del partido y por los sindicatos, los mencheviques y los eseristas iban perdiendo el resto de prestigio que tenían aún entre los maestros; por doquier se les desplazó de los órganos representativos del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza.

p Testimonio de los éxitos del Partido Comunista en el trabajo con los maestros eran asimismo los congresos y conferencias de este sindicato. En ellos se censuraba acerbamente a los elementos antisoviéticos, iba progresando la unidad entre los comunistas y los sin partido y se revelaba el deseo de conocer la teoría marxista-leninista.

p A conquistar política y moralmente a los maestros ayudó mucho el artículo de V. I. Lenin Páginas de un diario, que dictó el 2 de enero de 1923. En este artículo se incluían los problemas de la instrucción entre las tareas más importantes de la construcción socialista y el magisterio nacional era considerado el eslabón decisivo en el logro de los objetivos de la revolución cultural. "El maestro nacional —decía Lenin— debe ser colocado en nuestro país a una altura en la que jamás se ha encontrado, se encuentra y se puede encontrar en la sociedad burguesa”. Más adelante señalaba: "Hay que reforzar sistemáticamente el trabajo de organización de los maestros nacionales para que, en vez de puntal del régimen burgués, como son hasta hoy en todos los países capitalistas sin excepción, se conviertan en puntal del régimen soviético, con objeto de, a través de ellos, desviar al campesinado de la alianza con la burguesía y atraerlos a la alianza con el proletariado"  [176•32 .

p La acrecida actividad política de los maestros se puso de manifiesto claramente no sólo en el trabajo de la propia escuela, sino también en la participación de masas cada vez más amplias del magisterio en la aplicación de la política del partido, ante todo en el campo. Muchos maestros daban conferencias y hacían informes ante los trabajadores, organizaban círculos de 177 estudio de la política actual, bibliotecas rurales y Casas del Pueblo y realizaban labor de propaganda.

p El acercamiento de los maestros al Poder soviético fue realmente sensible, pero aún serían necesarios grandes esfuerzos para captar por completo la voluntad de la masa del magisterio. Todavía quedaban sitios donde no estaba organizado seriamente el estudio políitico de los maestros, ante todo en el campo.

p Del trabajo con los maestros se trató detenidamente también en el XIII Congreso del PC (b) de Rusia, reunido en mayo de 1924. En este congreso se abordaron los problemas palpitantes de la instrucción pública y de la situación de los maestros y se señaló que en la mentalidad política de los trabajadores de la enseñanza se habían operado cambios sustanciales y que se sentían animados por el deseo de enlazar su labor con las tareas generalas de la construcción socialista. El congreso expresó en sus resoluciones que era preciso incorporar a los maestros a la participación activa en el trabajo sociopolítico entre la población, especialmente en el campo.

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p La labor educativa del partido entre los maestros dio resultados positivos. Los maestros empezaron a ingresar en el partido y en el Komsomol y a desplegar una intensa labor en los Soviets locales. El 1 de diciembre de 1925, de los 180.000 maestros de la RSFSR, 8.811 eran miembros y candidatos a miembro del partido, y 10.807, miembros del Komsomol. Por tanto la proporción de comunistas y komsomoles entre los maestros se cifraba en el 10,8%.

p Con su abnegado trabajo, el magisterio mostró que el período de ciertas divergencias suyas con el Poder soviético había sido vencido y que llegaba el tiempo en que los maestros empezaban a hacer suya la ideología socialista y participaban conscientemente en la edificación del socialismo. Puede decirse que, en general, al entrar en el año 1926, el Partido Comunista había logrado ya conquistar ideológicamente a la mayoría de los maestros y hacerse con un aliado seguro en la construcción de la cultura soviética.

p La labor sociopolítica se desarrolló también entre otros destacamentos de la intelectualidad. Se dieron los primeros pasos para agrupar profesionalmente a los trabajadores de la ciencia y de la escuela superior. Este grupo de intelectuales se negaba en redondo a ingresar en el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza. El Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia adoptó diversas medidas con carácter de compromiso. Sin dejar de oponerse categóricamente a la formación de sindicatos pequeños, de tendencia sectaria, aceptó que se 178 organizara en el sistema del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza una sección especial que agrupara a los trabajadores científicos y a los profesores de los centros docentes superiores. El Pleno del CC del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza, celebrado en abril de 1921, escribió en su resolución: "Tomando en consideración el inmenso papel que corresponde desempeñar en la organización de la instrucción a los trabajadores que poseen conocimientos científicos especiales es necesario dar solución inmediata a la institución como medida temporal, en el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de toda Rusia de una sección de trabajadores científicos (entendiendo como tales también a los profesores de los centros docentes superiores) orgánicamente ligada con el sindicato".

p A finales de 1922 empezaron a aparecer secciones de trabajadores científicos en el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza. Estas secciones se proponían proteger los intereses profesionales de los trabajadores científicos y de las escuelas superiores y atraerlos a la vida social del país. A finales de 1923 fueron organizadas 31 secciones, integradas por 8.818 trabajadores científicos. El 1 de noviembre de 1924, las secciones agrupaban ya al 85% de los trabajadores científicos.

p En noviembre de 1923 se celebró el I Congreso de trabajadores científicos miembros de los sindicatos. En él se puso de relieve la disposición de la mayoría de la intelectualidad científica a ayudar sinceramente al Poder soviético en la organización de la nueva vida. En la resolución del congreso se señalaba que "la animadversión existente en otro tiempo entre los trabajadores de la ciencia y la clase obrera ha quedado relegada al pasado y su lugar lo va ocupando un acercamiento cada vez mayor en el proceso del trabajo conjunto orientado a restablecer la vida económica y cultural del país. El congreso llama a los trabajadores científicos de toda la Unión de Repúblicas a sacudirse de encima las últimas vacilaciones y, mano a mano con todos los trabajadores, llevar hasta el fin la lucha por la creación de una sociedad libre, erigida en base a la unión de la ciencia y el trabajo".

p Fue complicado también el proceso de sindicación de los intelectuales técnicos. Como se ha indicado más arriba, las primeras organizaciones de estos sindicatos surgieron en el período de la guerra civil. Sin embargo, el proceso de incorporación de los especialistas a los sindicatos se desarrolló lentamente, tanto por la inercia de los intelectuales como por el afán de los dirigentes de algunos sindicatos de convertirlos en "puramente obreros".

179

p El Partido Comunista censuró esta errónea política de diversos sindicatos. Después del IX Congreso del PC (b) de Rusia, la adhesión del personal técnico a las organizaciones sindicales adquirió un ritmo más rápido, y en el otoño de 1921 ya existían secciones de ingenieros y técnicos

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en siete sindicatos. No obstante, en la determinación de su papel y lugar en los sindicatos se pecaba aún de muchas incomprensiones y se incurría en discordancias respecto a los requisitos de admisión de los ingenieros y técnicos. En una serie de casos se hizo tabla rasa simplemente de las indicaciones del partido acerca de la afiliación sindical de los ingenieros y técnicos.

p El XI Congreso del PC (b) de Rusia declaró que "sobre los sindicatos recae en lo que se refiere a los especialistas la más pesada y difícil tarea de influir diariamente en las más amplias masas trabajadoras al objeto de crear relaciones correctas entre ellas y los especialistas e, igualmente, de elegir y estimular a los especialistas más capaces y laboriosos, pues sólo esta labor puede reportar un fruto realmente serio y práctico".

p Después de las categóricas orientaciones del partido, así como de la resolución del V Congreso de los sindicatos (septiembre de 1922) sobre la organización de las secciones de ingenieros y técnicos, las agrupaciones sindicales de los especialistas técnicos empezaron a discurrir por justos cauces. A finales de 1922 tuvo lugar el I Congreso de toda Rusia de ingenieros miembros de los sindicatos. Asistieron a él 207 delegados, que representaban a unos 27.000 ingenieros y técnicos. El congreso formó el órgano directivo de las secciones de ingenieros: el Buró Interseccional de Ingenieros, adjunto al Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia. El congreso apoyó el llamamiento del partido a contribuir activamente al ascenso de la economía del país.

p El I Congreso de ingenieros miembros de los sindicatos dio impulso a la organización de secciones de ingenieros en otros sindicatos, así como a la formación de burós interseccionales. En el momento de la celebración del II Congreso de ingenieros (1924) ya había secciones en once sindicatos y agrupaban a 50.000 miembros (de ellos, 19.000 trabajadores de la agricultura). En este congreso se concedió a los técnicos el derecho a ingresar en las secciones de ingenieros, lo cual amplió \ democratizó considerablemente su composición. En 1927. .il reunirse el III Congreso de ingenieros y técnicos, el número de ellos en los sindicatos se había elevado a 105.600.

p En lo fundamental, las secciones de ingenieros y técnicos estaban integradas por especialistas que trabajaban en la 180 eslabones inferior y medio. En cuanto a los especialistas de cualificación más elevada, como se señaló en 1925 en un informe de la sección de organización del Consejo Central de los Sindicatos de la URSS, ingresaban a disgusto en las secciones de ingenieros y técnicos y preferían continuar en la Asociación de Ingenieros de toda Rusia. A mediados de 1926, a las organizaciones sindicales de ingenieros pertenecían: en Ucrania y los Urales, el 90% de la totalidad de los especialistas; en Leningrado, el 88%, y en Moscú, el 85%. En 1927, en las secciones de ingenieros y técnicos de toda la Unión Soviética figuraba el 90%, aproximadamente, de todos los ingenieros y técnicos del país.

p Los sindicatos llevaron a cabo un gran trabajo para dar vida a las secciones de ingenieros y técnicos y atraer a sus miembros a la actividad sindical.

p Las organizaciones sindicales de ingenieros hacían propuestas encaminadas a desarrollar de todo lo posible la producción en el país y acabar cuanto antes con su supeditación técnica al extranjero. Por ejemplo, el congreso de ingenieros de Leningrado reconoció en marzo de 1924 la necesidad de "continuar aumentando la carga productora de las empresas de las industrias metalúrgica y eléctrica mediante pedidos a las mismas desde el centro... Con este fin es necesario luchar con más energía contra que se hagan pedidos al extranjero cuando pueden ser cumplidos en el país”. Esto era ya un nuevo modo de apreciar la situación, que lo dictaba la preocupación por la independencia económica del país.

p Debe señalarse la positiva labor de las organizaciones sindicales de los ingenieros en orden a la elevación del nivel cultural y técnico de las masas obreras. Este aspecto de la actividad de las secciones progresó de año en año; se organizaban charlas y conferencias, excursiones y exposiciones; los ingenieros dirigían círculos profesionales y técnicos, impartían enseñanza en cursos de diverso carácter, etc.

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p En septiembre de 1925, el CC del PC (b) de Rusia aprobó la resolución Acerca del trabajo de los especialistas, en la que se consideraba necesario mejorar las condiciones de vida de los especialistas, incorporarlos a la discusión de las cuestiones relacionadas con la designación de especialistas para cargos de gran responsabilidad y reanimar el trabajo de las secciones respecto a los problemas económicos de la producción. El CC del PC (b) de Rusia encomendó a los comunistas que prestaran toda clase de apoyo a las organizaciones sindicales de ingenieros y robusteciesen su autoridad. El CC hizo hincapié en 181 que al calificar a los especialistas era preciso tener en cuenta su antigüedad laboral (sobre todo la soviética) y sus méritos en la modalidad concreta de su trabajo; en ningún caso se podía permitir que la actitud hacia ellos estuviera basada en su procedencia de clase. La resolución indicaba también diversas medidas tendentes a elevar los conocimientos profesionales de los especialistas, a facilitar el desenvolvimiento de las sociedades científico-técnicas, etc.

p Esta resolución, aprobada en el período en que se pasó del restablecimiento de la economía a su restructuración, guió la actividad de los órganos del partido y de los sindicatos orientada a crear las condiciones más favorables para los especialistas.

p A reducar a la intelectualidad y a incorporarla más activamente a la construcción socialista contribuyeron en gran medida los diversos congresos, conferencias, seminarios, etc.

p El Congreso de trabajadores científicos de toda Rusia (noviembre de 1923) y el I Congreso de maestros de toda Rusia (a comienzos de 1925) hicieron patentes los sensibles cambios operados en la ideología de los científicos y maestros y su afán de ayudar en la medida de sus fuerzas a la construcción económica desplegada en el país.

p Congresos y conferencias de esta clase, que se celebraban casi todos los años y comprendían diferentes ramas de la ciencia, la técnica y la cultura, fueron una gran escuela que impulsó la colaboración práctica de los intelectuales con el Partido Comunista y el Poder soviético.

El partido logró que cambiara sustancialmente la actitud de los trabajadores hacia los intelectuales. De la desconfianza en ellos se pasó a considerarles participantes muy valiosos en la nueva construcción.

* * *  

Notes

 [173•31]   N. Krylenko. En finco anos. 1918–1922. Discursos de acusación. Moscú-Petrogrado, 1923. pág. 438.

 [176•32]   V. I. Lenin. O. C., t. 45, págs. 365–366.

CAMBIOS EN LAS CONCEPCIONES IDEOLÓGICAS DE LA INTELECTUALIDAD CIENTÍFICA  

p A la vez que prestaban atención a reducar en el espíritu socialista a los intelectuales de la vieja época, el Partido Comunista y el Estado soviético se preocupaban constantemente de formar intelectuales entre los obreros y campesinos.

p En el período de restablecimiento de la economía continuó el proceso de promoción de los obreros mejor preparados, de comunistas, para desempeñar cargos administrativos y técnicos. Sin embargo, con ellos no se podía cubrir la enorme falta de 182 personal cualificado. De ordinario

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ocupaban los puestos de contramaestres o directores de empresas, teniendo como suplentes o consultores a especialistas burgueses. Los "directores rojos”, aunque aplicaban con acierto la línea del partido en la esfera de las relaciones de producción, eran poco competentes a veces en las cuestiones científico-técnicas, por lo que las resolvían apoyándose por entero en los consejos de los especialistas, reaccionarios con frecuencia. El país necesitaba como el aire especialistas surgidos de entre los trabajadores.

p La escuela superior seguía siendo la fuente principal de formación de intelectuales. El Partido Comunista se ocupó mucho de dar una nueva orientación a la escuela superior. En la resolución de la I Conferencia del partido sobre cuestiones de la instrucción pública, convocada por el CC del PC (b) de Rusia a finales de diciembre de 1920, se planteaba la tarea de conquistar políticamente la escuela superior, es decir, de "en primer lugar, asegurar la orientación revolucionaria de su labor; en segundo lugar, educar políticamente a todos los estudiantes que pasan por la escuela, y en tercer lugar, aprovechar la escuela superior para formar el mayor número posible de especialistas procedentes del proletariado y, en particular, miembros del partido".

p La proletarización del estudiantado se llevaba a efecto dando ingreso en los centro’s docentes superiores a los egresados de las Facultades Obreras y observando el principio clasista al admitir a los jóvenes en la escuela superior. La red de Facultades Obreras fue extendiéndose sin cesar. En tanto que en 1919 sólo había en el país 14 Facultades Obreras, en 1923 su número subía ya a 106, pasándose de 2.149 a 38.394 alumnos de ellas. Aumentó el porcentaje de estudiantes obreros y miembros del partido y del Komsomol. El X Congreso de los Soviets de toda Rusia (diciembre de 1922) registró con satisfacción los éxitos alcanzados en el acceso de obreros y campesinos a los centros docentes superiores. El Congreso propuso al Comisariado del Pueblo de Instrucción y a otras instituciones soviéticas que "dediquen singular atención al estudiantado proletario, a sus aspiraciones espirituales y a sus condiciones de existencia y adopten todas las medidas para que estas nuevas fuerzas, afluidas a la escuela superior, crezcan y se fortifiquen".

p A partir de 1923 millares de egresados de las Facultades Obreras se unieron a los estudiantes de la escuela superior. Por ejemplo, en 1925 constituían dos tercios del total de los estudiantes admitidos en los centros docentes superiores técnicos industriales, y la mitad de los ingresados en las escuelas superiores socioeconómicas.

183

p El principio de selección de los estudiantes ofrecía la posibilidad de dar ingreso en la escuela superior a las personas pertenecientes a otras clases y capas sociales, además de los obreros y campesinos. En los centros docentes superiores se admitía a jóvenes procedentes incluso de la burguesía y, ni que decir tiene, de la intelectualidad trabajadora. Mas, por supuesto, gozaban de preferencia los que provenían de la clase obrera y del campesinado trabajador.

p En los primeros años del período de restablecimiento de la economía fue muy compleja la situación en los medios estudiantiles. Entre los alumnos de los centros docentes superiores abundaban los que eran hostiles al Poder soviético y habían participado en la guerra civil junto a los guardias blancos y los intervencionistas. Oponíanse obstinadamente a las medidas del Estado soviético tendentes a democratizar la escuela superior y perseguían a los estudiantes que habían pasado a ella desde las Facultades Obreras. La mayoría de los estudiantes era apática y no mostraba el menor interés por todo lo que rebasaba los límites de la ciencia que querían aprender como profesión.

p Pero la revolución había dado vida a una juventud de nuevo tipo, crecida en el tenso ambiente de la lucha revolucionaria. Gran número de muchachos y muchachas de familias obreras y campesinas que hasta poco antes habían trabajado en las fábricas o en el campo entraron en los centros docentes superiores directamente desde las Facultades Obreras. Por eso, los primeros cursos de la escuela superior ofrecían en aquellos años un cuadro muy distinto. "Aquí—testimonia N. Mescheriakov— el estado de ánimo era mucho más vivo. La mayoría de estos jóvenes habían hecho suya la

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revolución. Muchos de ellos habían luchado por la revolución en el frente, con riesgo de su vida, y habían aguantado sus penalidades. La revolución había hecho de ellos demócratas. Un porcentaje considerable de esta parte de la juventud era comunista".

p Las organizaciones del partido de los centros docentes superiores realizaron un gran trabajo para reformar la escuela superior y cambiar la composición clasista del estudiantado. Controlaban directamente el ingreso de los aspirantes y hacían una amplia labor educativa con los estudiantes y los profesores. Al terminar el período de restablecimiento de la economía, las céludas del partido en los centros docentes superiores se habían convertido ya en grandes agrupaciones con centenas de comunistas. Por ejemplo, en 1925, la célula del partido de la Academia Agrícola de Moscú contaba con 757 miembros, o el 20% de la totalidad de estudiantes; la del Instituto Tecnológico de Jarkov, con 403, o el 20%; la del Instituto de Economía 184 Nacional de Moscú, con 1.050, o el 27%; la de la Primera Universidad de Moscú, con unos 1.800, o el 18%, respectivamente.

p En enero de 1925, por una disposición del Buró de Organización del CC del PC (b) de Rusia se restructuró el sistema de los órganos del partido en los centros docentes superiores. En vez de células del partido de estudiantes, de científicos y profesores y de empleados administrativos, independientes y poco ligadas entre sí, se formaron células únicas de todo el centro docente superior, lo cual permitió llevar a efecto más exitosamente el trabajo de cohesión de las colectividades de los centros de enseñanza. Se dedicó especial atención a intensificar la actividad de las organizaciones del Komsomol y de los sindicatos de las escuelas superiores y a mejorar su dirección por las células del partido.

p La proletarización de la escuela superior fue realizada en medio de la lucha contra el conservadurismo y, a veces, contra el sabotaje directo por cierta parte del profesorado. Esto se expresó más crudamente en la esfera organizativa, al revisar los estatutos, los programas de los centros docentes superiores, etc. Los profesores trataban por todos los medios de crear una muralla entre la escuela superior y el Estado, de aislarla de la "política" y de impedir su democratización.

p Los comunistas comprendían perfectamente que de pronto no se podía mudar el pellejo a los profesores burgueses y preparar nuevos pedagogos. De ahí que el Partido Comunista considerase que, a la par con la incoporación del mayor número posible de profesores comunistas a los centros docentes superiores, era preciso mostrar solicitud y tacto con los profesores de la época zarista. El partido se preocupaba constantemente de mejorar los métodos de dirección de la escuela superior y de establecer relaciones normales entre los órganos del partido, de los Soviets y sociales, por una parte, y el profesorado, por la otra. Al mismo tiempo, combatió firmemente la "autonomía”, que significaba, en realidad, el mantenimiento del espíritu de casta en la escuela superior y el aislamiento entre ésta y las masas populares. El partido luchó con empeño por lograr una situación en la que los métodos de dirección de la escuela superior por los órganos del partido y de los Soviets estuvieran en consonancia con el estado de ánimo específico y las tradiciones del profesorado y por que las medidas del nuevo poder no repelieran a este grupo de la intelectualidad, sino que, al revés, agruparan a su mejor parte en torno del Poder soviético.

p Sin embargo, en una serie de centros docentes superiores el 185 profesorado se dejó arrastrar en 1921 a conflictos con los órganos del poder. Uno de los motivos serios que acarrearon estos conflictos fue la errónea política de los dirigentes de algunas instituciones, entre otras la Dirección General de Instrucción Profesional, con respecto a los catedráticos y profesores, política que consistía en "apretarles las tuercas" y abusar del poder.

p Por ejemplo, a comienzos de 1921, el rector de la Universidad de Moscú, el catedrático comunista D. Bogolépov, que no había acertado a anudar relaciones correctas con los profesores, empezó a despedir a muchos de ellos simplemente porque eran “viejos”. Esta conducta suya fue respaldada por los jefes de la Dirección General de Instrucción Profesional y también por la célula comunista de la Universidad, integrada en su mayoría por jóvenes estudiantes y alumnos de las Facultades Obreras. Como es lógico, sobre el Gobierno llovieron las quejas y reclamaciones. Al enterarse del modo de proceder de D. Bogolépov, V. I. Lenin se opuso enérgicamente a la práctica de censura

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global, con frecuencia completamente infundada, del profesorado. En mayo de 1921, D. Bogolépov fue sustituido en el cargo de rector de la Universidad por el comunista V. Volguin, que supo calmar los ánimos entre el profesorado y efectuó un gran trabajo de cohesión de la colectividad universitaria.

p Un conflicto más espinoso surgió en abril de 1921 en la Escuela Técnica Superior de Moscú, con motivo del nombramiento de la directiva de este centro docente por la Dirección General de Instrucción Profesional, sin incluir en ella al candidato del profesorado. La asamblea de catedráticos y profesores, después de discutir este acto de la Dirección General, lo declaró ilegal y acordó, en señal de protesta, suspender las lecciones.

p A propuesta de V. I. Lenin, los hechos ocurridos en esta escuela fueron presentados a examen del Buró Político del CC, y aunque éste propuso hacer una amonestación a todo el profesorado por considerar inadmisibles semejantes formas de protesta, a la vez anuló el nombramiento de la directiva.

p En la declaración del Comisariado del Pueblo de Instrucción en que se explicaba la decisión del Buró Político del CC se reconocía que el jefe de la sección de centros docentes superiores de la Dirección General de Instrucción Profesional no era apto para desempeñar la función que se le había confiado, por lo cual fue destituido.

p Así quedó zanjado por esta vez el incidente con la Escuela Técnica Superior de Moscú.

186

p El 2 de septiembre de 1921 se promulgó, firmado por V. I. Lenin. el reglamento de ¡os centros docentes superiores de la RSFSR, en el que se definían claramente las tareas clasistas de la escuela superior, a la que correspondía la misión de preparar especialistas cualificados en las diversas ramas del saber, formar trabajadores científicos y difundir los conocimientos entre las amplias masas proletarias y campesinas, "cuyos intereses debían ocupar el primer lugar”. Al mismo tiempo, el reglamento asestó un fuerte golpe a la famosa autonomía de la escuela superior.

p La parte reaccionaria del profesorado, empecinada en conservar sus privilegios y tradiciones, rechazó hostilmente el reglamento de los centros docentes superiores. Le indignaron sobre todo los artículos de la disposición del Gobierno en los que se decía que las directivas de las Facultades serían designadas por la Dirección General de Instrucción Profesional, y las de los centros docentes superiores, por el Comisariado del Pueblo de Instrucción, a base de los candidatos propuestos por las colectividades de profesores y de estudiantes. Esto, a juicio del profesorado de la época zarista, significaba por parte del Estado "una agresión a las sagradas tradiciones de los derechos de la escuela superior".

p El descontento por la sensible restricción de la autonomía de los centros docentes superiores, los nombramientos no siempre acertados, las dificultades económicas a causa de la mala cosecha y los retrasos en el pago de los sueldos determinaron que en el invierno y la primavera de 1922 estallara la huelga de catedráticos y profesores de la Escuela Técnica Superior de Moscú, de la Universidad de Moscú y de algunos otros centros docentes superiores del país.

p La situación en la escuela superior fue examinada reiteradamente por el Buró Político del CC del partido. A fin de llegar a un arreglo rápido y pacífico de los conflictos, el Buró Político del CC acordó el 2 de febrero de 1922 formar una comisión mixta para estudiar los problemas económicos de la escuela superior, liquidar los atrasos en el pago de sueldos, proveer de instalaciones, etc. Sin embargo, la Dirección General de Enseñanza Profesional continuó insistiendo en la adopción de medidas represivas (incluido el arresto) contra los participantes en las huelgas, obteniendo el apoyo de las células comunistas de algunos centros docentes superiores. El Buró Político del CC del PC (b) de Rusia explicó al Comisariado del Pueblo de Instrucción que el acuerdo del CC del 2 de febrero "perseguía el objetivo de solucionar pacíficamente y con la mayor rapidez la huelga de los profesores, sin adoptar medidas represivas”, y el 9 187 de febrero impuso una amonestación a E.

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Preobrazhenski, A. Lunacharski y M. Pokrovski por incumplimiento del acuerdo del Buró Político del CC. Preobrazhenski presentó la dimisión del cargo de jefe de la Dirección General de Instrucción Profesional, que fue aceptada. El 13 de febrero, el Buró Político del CC aprobó las propuestas de la comisión constituida especialmente para dictaminar sobre el mejoramiento de la situación material del profesorado. Gracias a todas las medidas tomadas, el conflicto fue liquidado y en todos los centros docentes superiores se reanudaron las clases. Recordando la "huelga de los profesores" A. Lunacharski dijo que había sido el conflicto más tenso con la intelectualidad en todos los años del Poder soviético.

p La flexible política leninista del Partido Comunista con la intelectualidad burguesa reportó buenos frutos. En la primavera de 1921, un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Petrogrado intentó unir a su alrededor a los catedráticos y profesores al objeto de obtener su concurso a la reforma de la escuela superior y acercarlos al Poder soviético. El grupo de los "profesores rojos”, como se llamó a sí mismo, hizo pública una declaración en la que se decía que el proletariado era el aliado natural de la ciencia y su verdadero defensor, ya que "el desarrollo de la ciencia servía para él de garantía del triunfo de sus objetivos finales”, y que la dictadura del proletariado "crea por primera vez en la historia condiciones para el libre desarrollo de la ciencia y la amplia utilización de sus realizaciones en beneficio de toda la sociedad”. La declaración señalaba también la clamorosa contradicción entre el estado de la escuela superior y las tareas depositadas en ella por el Estado soviético. El grupo exhortaba a los pedagogos a organizar la enseñanza de las disciplinas sociales en base al materialismo histórico y subordinar la enseñanza de las ciencias aplicadas a la obra de cooperación al desarrollo armónico de las fuerzas productivas del país. El grupo se trazaba como finalidad de su actividad luchar contra el corporativismo y el espíritu de casta en la escuela superior y coadyuvar a la estrecha colaboración entre los profesores rojos y los estudiantes.

p El grupo petrogradense del "profesorado rojo" se limitó principalmente a propagar sus objetivos y tareas. Sus representantes intervenían en controversias públicas, asambleas estudiantiles y reuniones de catedráticos y profesores. Sin embargo, no podía ser portavoz del estado de ánimo de grupos del profesorado más o menos amplios. El obstáculo para ello era su heterogeneidad política y. también, su actitud sectaria en 188 diversos problemas. Por ejemplo, el rector de la Universidad de Retrogrado, catedrático N. Derzhavin, escribió que los miembros del grupo se habían deslindado demasiado marcadamente de las masas de trabajadores científicos de la escuela superior, quedando aislados por completo... No avanzaban adentrándose entre sus enemigos, sino marchando al margen de ellos. Por tanto, era evidente su error táctico.

p Más eficaz fue la acción del grupo del "profesorado de izquierda”, constituido en Petrogrado a finales de 1921. En él figuraban principalmente representantes de las ciencias humanitarias. En septiembre de 1922 componían el grupo 80 miembros; a fines de noviembre, 116, y en marzo de 1923 unos 150, entre ellos 42 comunistas.

p En su primera asamblea urbana, celebrada el 14 de mayo de 1922, el grupo aprobó unos estatutos en los que se fijaba el objetivo de "sostener una lucha organizada por la reforma y el desarrollo de la escuela superior, a base de su renovación ideológica, en consonancia con las nuevas vías de la ciencia y de la instrucción de las grandes masas populares trazadas ante la escuela superior por la Revolución de Octubre”. Como miembros del grupo se admitía a catedráticos, profesores y científicos.

p La autonomía de la escuela superior era una de las principales cuestiones que suscitaba animados debates, en los que se comprobaba la actitud del profesorado ante el Poder soviético. La línea política de los catedráticos y profesores reaccionarios se expresaba en el afán de independizar del Estado a la escuela superior, de sacarla del control del Poder soviético. Es natural que el grupo de pedagogos avanzados de la escuela superior no pudiera dejar de definir su actitud sobre este problema. Rechazó decididamente la consigna de autonomía porque propiciaba la ruptura entre la escuela superior y el pueblo e impedía la aplicación de las medidas del Poder soviético para

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renovarla. "En la nueva Rusia —se decía en el llamamiento A todos los científicos y profesores de la escuela superior, lanzado en septiembre de 1922 por el grupo del profesorado izquierdista— no se puede poner la escuela superior a la completa disposición de personas que conocen magníficamente una u otra ciencia, pero que a veces están huérfanas del don de gobernar y de la capacidad de ver y apreciar correctamente los imperativos del tiempo. El saber, por profundo que sea, no puede hoy conferir el derecho exclusivo a dirigir la escuela superior. En la Rusia Soviética, cuya divisa es la negación de las ventajas clasistas, no hay sitio 189 para la casta privilegiada de científicos. A los científicos se les puede reconocer tan sólo el derecho a ser respetados y merecer gratitud por sus servicios científicos, pero no el privilegio de dirigir la escuela superior. Gobernarla, lo mismo que gobernar a Rusia, corresponde hacerlo a los trabajadores, personificados por sus representantes de las organizaciones interesadas en la prosperidad de la escuela superior".

p Este grupo participó activamente en la restructuración del trabajo de los centros docentes superiores, en la confección de planes y programas de enseñanza, en la indagación del estado de la base material de las escuelas superiores, en la selección y recomendación de candidatos para integrar directivas, claustos y otros órganos de los institutos superiores y las universidades, celebró asambleas muy concurridas, organizó controversias y polémicas, etc.

p El CC del PC (b) de Rusia respaldó la iniciativa de los profesores avanzados petrogradenses. El 24 de febrero de 1923, en la reunión del consejo de la sección de agitación y propaganda del CC del PC (b) de Rusia para tratar de la labor entre los estudiantes se tomó el siguiente acuerdo: " ... Considerar necesario organizar en los centros más importantes el bloque del profesorado de izquierda a semejanza de la organización de Petrogrado, encargando a la sección de agitación y propaganda de dar las correspondientes indicaciones a los diversos lugares”. Cumpliendo estas orientaciones del CC del PC (b) de Rusia, las organizaciones provinciales, territoriales y urbanas del partido emprendieron este trabajo de formación de grupos del profesorado de izquierda y de fracciones comunistas dentro de ellos. Además del existente en Petrogrado, se constituyeron grupos análogos en Moscú, Kazan, Rostov del Don y otras ciudades del país.

p Los grupos de profesores de izquierda jugaron un visible papel en la diferenciación del profesorado, sacando de su masa a los pedagogos más avanzados e incorporándolos al trabajo activo para restructurar la escuela superior en base a los nuevos principios y aislar a la parte reaccionaria del personal docente. Hacia el otoño de 1923, con motivo de haber intensificado su acción la sección de trabajadores científicos del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza, que había sido constituida en 1921, fueron disueltos paulatinamente los grupos de profesores de izquierda, encargándose dicha sección de cumplir sus objetivos y tareas.

p El Partido Comunista dedicó considerables esfuerzos a sanear el clima ideológico en la escuela superior. Los centros 190 docentes del país se descargaron el fardo de los catedráticos y profesores reaccionarios. Por ejemplo, en la Universidad de Petrogrado fueron declarados cesantes los catedráticos N. Losski, N. Karsavin, P. Sorokin, S. Alkóldov, S. Frank y otros reaccionarios.

p Separar de las cátedras a los profesores más derechistas fue impuesto por todo el curso del desarrollo de la escuela superior soviética. En Pravda del 5 de enero de 1921 V. I. Lenin escribió que "el contenido de la enseñanza, cuando se trata de asignaturas de instrucción general (en particular, filosofía, ciencias sociales y educación comunista) deben determinarlo únicamente los comunistas"  [190•33 .

p El cumplimiento de esta tarea llevaba aparejadas inmensas dificultades, en primer término a causa de la gran insuficiencia de especialistas en ciencias económicas y sociales. En agosto de 1924, el CC del PC (b) de Rusia destinó para la labor de enseñanza en los centros docentes superiores a más de 60 funcionarios del partido muy destacados.

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p Sin embargo, la necesidad de profesores era tan acuciante que no hubo más remedio que confiar la enseñanza de asignaturas sociopolíticas a personas inseguras ideológicamente. Eran especialistas bien preparados, pero con ellos había que tener “ojo” para que no convirtieran la cátedra del centro docente superior en una tribuna de concepciones antibolcheviques.

p Los órganos del partido y de los Soviets atribuían gran importancia a la organización del estudio de la teoría marxista entre la intelectualidad, empezando por sus eslabones más altos. A esta tarea dispensó gran atención V. I. Lenin. Consideraba que a todos los profesores de las escuelas superiores, en particular los que enseñaban asignaturas sociopolíticas, se les debía obligar a estudiar los fundamentos del marxismo.

p En los centros de enseñanza superior se organizaban círculos, sociedades científicas de marxistas, cursillos, seminarios y simposios. Por ejemplo, en 1924, muchos catedráticos y profesores de la Facultad de Física y Matemáticas de la Universidad de Moscú asistían al círculo de estudio del marxismo. Cuando en la Universidad de los Urales se formó un círculo de estudio del materialismo histórico para los profesores, el interés mostrado por las clases fue muy superior a lo que 191 se esperaba. En la Universidad de Petrogrado, la sociedad científica de marxistas adjunta a ella realizó una intensa labor.

p A la par con esto se tomaron medidas para preparar científicos y profesores marxistas cualificados entre los jóvenes obreros y campesinos, entre los comunistas. En 1921 se fundó el primer instituto dedicado a la preparación de especialistas en disciplinas socioeconómicas: el Instituto del Profesorado Rojo, en el que se graduaron centenas de historiadores, economistas y filósofos muy competentes. La formación de especialistas en ciencias sociales se hacía también en los institutos de investigación en ciencias sociales de la Asociación de Rusia y en las Facultades de ciencias sociales de las Universidades.

p Escabroso y complicado fue el camino que hubieron de andar los profesores burgueses en el trabajo conjunto con el Poder soviético. Pero, de otro lado, esto era un proceso lógico e inevitable dimanante de todo el curso del desarrollo social. En el período que examinamos este proceso no finalizó aún, mas precisamente entonces el partido y el Estado lograron que se produjeran cambios decisivos en el ánimo y las concepciones ideológicas de la mayoría de los catedráticos y profesores de la escuela superior. Ya a mediados de 1925, el Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR pudo señalar en una disposición que se había operado una evolución considerable en la fisonomía ideológica y en el estado de espíritu del profesorado y que se observaba en él un viraje hacia el nuevo régimen. El Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR subrayó que concedía extraordinaria importancia a este fenómeno, como también al cambio simultáneo que en el mismo sentido se verificaba en general entre los científicos de la república.

p Los órganos centrales del partido y de los Soviets adoptaron medidas para impulsar los trabajos de investigación científica y rodear de las condiciones necesarias a los hombres de ciencia. En conmemoración del cincuentenario de la actividad científica del catedrático N. Zhukovski y de sus inmensos méritos como padre de la aviación rusa, el Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR, por disposición especial que llevaba la firma de V. I. Lenin, instituyó el premio anual N. Zhukovski para los mejores trabajos de matemáticas y mecánica y decidió asimismo conceder diversos beneficios personales al propio Zhukovski. Aprobó también una disposición por la que se mejoraban las condiciones de trabajo para I. Pávlov, K. Tsiolkovski y algunos otros científicos.

p Cuando I. Gubkin obtuvo los primeros grandes éxitos en sus trabajos de investigación V. I. Lenin presentó al Presidium del Consejo Supremo de la Economía Nacional la propuesta de 192 asegurar con medios económicos la continuación de estos trabajos y premiar a un grupo de investigadores concediéndoles condecoraciones y una gran recompensa en dinero.

p Testimonio de la solicitud por los hombres de ciencia fue la constitución de la Comisión Central para el mejoramiento de las condiciones de vida de los científicos, que acordó formar el Gobierno soviético en 1921 a iniciativa de V. I. Lenin y con la participación más directa de Máximo Gorki.

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Para atender las primeras necesidades se asignaron a esta comisión 2.900.000 rublos oro. La comisión se encargaba de distribuir las llamadas "raciones académicas"  [192•34  y subsidios en dinero, defendía los derechos de vivienda de los científicos, etc. En el Cáucaso y en los alrededores de Moscú se inauguraron sanatorios especiales para los científicos y pensiones balneológicas para los científicos ancianos y sus familias. En Moscú se fundó la Casa de los Científicos.

p Debe advertirse que el acuerdo del Gobierno sobre la formación de la Comisión Central para el mejoramiento de las condiciones de vida de los científicos y otras disposiciones encaminadas a mejorar la situación de la intelectualidad se aprobaron en un período dificilísimo para el Estado soviético, en los momentos en que un hambre pavorosa causaba estragos en todas las provincias centrales de Rusia, los obreros se veían obligados a trabajar recibiendo raciones de hambre y los campesinos se alimentaban de hierba y cortezas de los arboles. Esto demuestra que el Poder soviético no reparó en hacer duros sacrificios cuando se trataba de cuidar de los hombres de la ciencia y de la cultura.

p Por supuesto, la ayuda material prestada por el Estado soviético a los científicos fue uno de los factores que hicieron cambiar la actitud de éstos hacia la dictadura del proletariado. Mas lo principal consistía en que de ese modo se revelaba la preocupación del Estado por el desarrollo de la ciencia y por la incorporación de los científicos a la viva obra creadora de la construcción de la nueva economía y de la nueva cultura. Los científicos empezaron a comprender cada vez mejor que precisamente en las condiciones del socialismo en construcción la ciencia obtenía el más ancho campo para su expansión multifacética y el científico podía llevar a la práctica sus deducciones y propuestas.

p Toda la actividad del Estado soviético era prueba evidente 193 de que las palabras sobre el valor de la ciencia para la construcción de la nueva sociedad no eran pomposa fraseología y que la ciencia era un elemento consustancial de esta construcción. Convencidos de ello por sus propios ojos, los científicos, aun sin estar de acuerdo en todo con el Poder soviético, aceptaron la colaboración práctica y creadora con él.

p Un gran acontecimiento que marcó este viraje tan visible en el ánimo de parte considerable de los científicos, catedráticos y profesores de centros docentes superiores fue la I Conferencia de trabajadores científicos de Petrogrado, celebrada los días 5 y 6 de noviembre de 1923. Muchos científicos manifestaron en esta conferencia su sincero deseo de trabajar en pleno contacto con el Gobierno soviético. Conferencias análogas tuvieron lugar en otras ciudades del país.

p Los años de restablecimiento de la economía del país constituyeron un período de importantes realizaciones en el desarrollo de la ciencia, tanto en el ámbito de la teoría como en el terreno de su aplicación concreta a la práctica de la construcción socialista. Surgió un fenómeno fundamentalmente nuevo en la historia de la ciencia soviética y mundial: la planificación del desarrollo de la ciencia en consonancia con las tareas de la economía nacional. La idea de introducir en la ciencia el principio de la planificación les pareció irreal a muchos científicos, que vieron en ella "una fantasía bolchevique”. Algunos temieron que la planificación de la ciencia coartase la obra creadora individual y que el intento de establecer una interdependencia entre las investigaciones científicas y la economía nacional llevara a la declinación de la ciencia.

p Sin embargo, ya entonces había en el mundo científico personas conscientes de que en la calma de los despachos no se podía alcanzar un rápido progreso científico y técnico y que en la ciencia y las indagaciones científicas era inadmisible el “anarquismo”. Estos hombres de ciencia veían que sus "planes personales" debían estar dedicados a problemas científicos de gran alcance para el adelanto de la economía y de la cultura del pueblo.

p Considerables fuerzas científicas fueron incorporadas a la labor del Comité Estatal de Planificación de la URSS. Destacados hombres de ciencia trabajaron como consultores en los Comisariados del Pueblo y desempeñaron también importantes cargos de dirección en los organismos económicos.

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p En junio de 1925, después del fallecimiento de V. I. Lenin el Gobierno soviético aprobó la disposición "Acerca de la institución de los premios V. I. Lenin para obras científicas." 194 Este acto significaba que el Estado soviético se proponía estimular la actividad de los científicos que trabajaban en la dirección más afín a las ideas de V. I. Lenin, es decir, orientados a establecer un estrecho nexo entre la ciencia y la vida.

La realidad soviética confirmaba diariamente la opinión de Lenin sobre que el especialista llegaría a comprender las ideas socialistas a través de los elementos de juicio de su ciencia. Para el profesorado y los trabajadores científicos la primera mitad de los años 20 constituyó un período de deslinde ideológico, de grandes cambios en la ideología y de importante paso hacia la participación activa en la construcción del socialismo.

* * *  

Notes

 [190•33]   V. I. Lenin. Directrices del CC a ios comunistas que trabajan en el Coinisariado del Pueblo de Instrucción. O. C., t. 42, pág. 320.

 [192•34]   Subsidio mensual en especie que se facilitó a los trabajadores de la ciencia, la técnica, la literatura y el arte en los años más penosos en el aspecto económico (1918–1923).

EL PROBLEMA DE LOS “COMPAÑEROS DE VIAJE” EN LA LITERATURA Y EL ARTE  

p La superación de la influencia ideológica de la burguesía sobre la intelectualidad exigía de los funcionarios del partido y de los Soviets una profunda erudición, la comprensión de las condiciones concretas, el riguroso cálculo de la correlación de fuerzas, flexibilidad y tacto. A la ideología burguesa no se la podía “abolir”; lo único posible era vencerla mediante una sistemática presión ideológica sobre los depositarios de las supervivencias burguesas. La actividad de los comunistas entre la intelectualidad artística fue ejemplar expresión de la flexible y bien definida política del Partido Comunista, orientada a influir ideológicamente sobre los individuos no proletarios.

p La literatura y el arte constituyen un elemento trascendental de la vida espiritual de la sociedad. Por supuesto, para el partido no era indiferente el "viento ideológico" que hubiera de preponderar en esta esfera.

p El objetivo principal del partido en el terreno de la literatura y el arte en el período que examinamos consistía en fomentar el desarrollo de la nueva cultura y ayudar a los intelectuales del arte afines de una u otra manera al régimen soviético a descargarse el peso de la ideología burguesa y decidirse a tomar parte activa en la construcción del socialismo.

p La intelectualidad artística formada antes de la revolución fue cobrando conciencia paulatinamente de la nueva realidad del país. En sus medios continuó y se ahondó el proceso de diferenciación comenzado inmediatamente después de la Revolución de Octubre.

195

p El paso a la Nueva política económica acarreó una mayor agravación de las contraposiciones ideológicas. Muchos intelectuales del arte de la época zarista enarbolaban belicosamente la bandera del apoliticismo, del "arte puro”. Uno de ellos, el poeta, A. Bieli, llevó la defensa del apoliticismo y del no partidismo a la apología del pancismo, y convirtió el pancismo en cierto principio filosófico. "Me repuhga —escribió— todo gustillo de partidismo, que actúa conscientemente "en bien de los

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demás...” Entre dos males: ser una pequeña rana viva o una rana muerta, reventada por un falso afán de grandeza, prefiero ser rana viva, y me convierto en pancista".

p Algunos artistas, aun no coincidiendo en todo con el Poder soviético, intentaban explicar por qué vivían y trabajaban en la Rusia Soviética, donde estaba en el poder la clase obrera, encabezada por el Partido Bolchevique. He aquí, por ejemplo, lo que dijo el escritor V. Pilniak en Fragmentos de un diario: "...yo —que no soy comunista y que, por eso, no reconozco que deba ser comunista y escribir al estilo comunista— reconozco que el poder comunista en Rusia está determinado no por la voluntad de los comunistas, sino por los destinos históricos de Rusia, y como yo quiero seguir (como sepa hacerlo y como mi conciencia y mi razón me lo dicten) estos destinos históricos rusos, estoy con los comunistas, es decir, en tanto cuanto los comunistas están con Rusia, en tanto yo estoy con ellos (ahora, en estos días, más que nunca, desde luego, porque mi camino no es el del pancista); reconozco que los destinos del PCR me son mucho menos interesantes que los destinos de Rusia, el PCR es para mí nada más que un eslabo’n en la historia de Rusia ..."

p Pero, al mismo tiempo, entre la intelectualidad artística se destacaba un grupo considerable de literatos y artistas que trataban de ver en la revolución no sólo un hecho consumado, e intentaban cambiar de concepciones y comprender lo que la revolución había aportado al carácter de los hombres y a las relaciones humanas en general. Naturalmente, este proceso fue para ellos arduo y complejo. Las dificultades dimanaban ante todo de la necesidad de que los escritores, pintores, actores, etc., modificaran el contenido temático y la orientación ideológica de sus obras, cosa que, evidentemente, suponía cambiar toda su visión del mundo. Tales metamorfosis no se logran con facilidad ni se realizan sin dolor. Por añadidura, también pesaban sobre ellos los procedimientos creativos arraigados, el conjunto de medios de expresión y el estilo creador del artista. Podía ocurrir asimismo que los procedimientos creativos del artista fuesen buenos para reflejar la realidad prerrevolucionaria, pero resultaran completamente inadecuados 196 para describir verazmente y a alto nivel artístico la revolución y a sus hombres. En caballo de batalla se convirtieron no sólo los objetivos y las tareas de la literatura y del arte en la nueva sociedad, sino también los medios de expresión que debía emplear el artista. Así pues, el choque sobre el terreno de las concepciones sociopolíticas e ideológicas se entrelazó fuertemente con la lucha en el campo de la estética. De ahí que no se pudiese exigir ni esperar de los trabajadores de la literatura y el arte una redislocación instantánea hacia las posiciones revolucionarias. Y si ellos no ocultaban su fisonomía política, no cambiaban de colores como el camaleón y hacían confesión de fe en lo que entonces se llamaba "liberalismo humano suprapartidista”, ya sólo esto permitía a estos artistas abordar con gran comprensión y sensibilidad todo lo que, a su juicio, había de provechoso y bueno para el pueblo en la acción del poder, todavía extraño para ellos.

p Sobre las relaciones de esta parte de la intelectualidad y el Poder soviético dio una imagen metafórica muy fiel A. Lunacharski, refiriéndose al notable actor A. Yuzhin, "decano del Teatro Maly": "Sería extraño, por supuesto, esperar de Yuzhin el énfasis revolucionario. Sería extraño esperar de él la revolución en el teatro. En este aspecto es conservador, pero conservador en el sentido con que se llama así a quien cuida de un invernadero.

p Sí, en Yuzhin no hay que buscar espíritu revolucionario en el sentido que nosotros lo comprendemos, el único sentido justo. Pero entre nosotros y el viejo artista podríamos imaginarnos un diálogo que, en verdad sea dicho, ha sido hablado casi literalmente más de una vez no sólo entre él y yo, sino tambie’n entre él y otros representantes del Poder soviético.

p Yuzhin nos dice: "Yo no exijo de ustedes un milagro, yo no exijo que instauren en la tierra el paraíso socialista que prometen a las masas populares. Sé que están metidos ustedes en una lucha difícil, en la que a veces se agotan, pero creo que desean hacer un grandioso bien; creo que ustedes poseen grandes fuerzas y que ante ustedes hay grandes posibilidades. El futuro lo dirá, pero en todo caso ustedes no deben hollar los valores que han heredado del pasado".

p Y nosotros le respondemos: "Nosotros tampoco pedimos de usted un milagro. Sabemos que pertenece a otra falange y que no puede, de pronto, hacer florecer espléndidas rosas de la

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revolución, pero sabemos que usted hace llegar hasta nosotros con perfumada mano las flores más fragantes y delicadas que nos han dejado en herencia las generaciones pretéritas, y sabemos que en nuestra primavera, muy temprana aún nuestra 197 tierra, muy desnuda todavía de flores, necesita el presente ofrendado por usted".

p He aquí la Constitucio’n no escrita que existe entre el Poder soviético y los mejores representantes del viejo arte"   [197•35 .

p A la par que combatían a los enemigos, el Parido Comunista y el Poder soviético luchaban por los amigos, ayudándoles a desembarazarse de las influencias ideológicas hostiles y a ir acercándose al pueblo. Este proceso fue característico en todas las esferas de la construcción cultural en los primeros años del Poder soviético.

p En la historia de la cultura soviética y en la historia de la intelectualidad llena una brillante página la lucha del Partido Comunista por atraer a los llamados "compañeros de viaje" a la edificación del socialismo. Con este término se denominaba en los años 20 a los literatos y artistas que se esforzaban por comprender las transformaciones revolucionarias, tomar parte en la nueva vida y, en la medida de sus fuerzas y capacidad, contribuir al desarrollo de la misma. Habían aceptado la revolución, pero no tenían una idea completamente clara de sus tareas y fines. El te’rmino "compañero de viaje”, empleado en nuestra literatura, sobre todo con respecto a los escritores, no refleja la naturaleza y las peculiaridades del proceso vivido por la intelectualidad. El "compañero de viaje" es un compañero fortuito, un hombre que temporalmente y sólo en apariencia se adhiere a algún movimiento social, sin estar vinculado con él en su fuero interno. Mas el análisis de la vida social de los años 20 persuade de que los escritores, artistas, pintores y otros profesionales de la literatura y el arte no fueron compañeros de viaje casuales hasta una "estación" determinada. Por el contrario, fueron hombres que buscaron y encontraron su camino hacia la comprensión de la revolución y de las ideas socialistas.

p Al fijar su actitud en orden a los "compañeros de viaje”, el partido se fundó en que, en el transcurso de la construcción del socialismo, los escritores, los artistas en general, sabrían vencer las influencias ideológicas extrañas.

p El problema de los "compañeros de viaje" era muy complicado y áspero. En dar!e una solución correcta estaban directamente interesados el Partido Comunista y los propios "compañeros de viaje”. Este problema formaba parte de otro más amplio e importante: el de la adaptación de la herencia cultural del pasado y la inserción de sus elementos en la nueva cultura en desarrollo. Es natural que un proceso tan intrincado no pudiera desenvolverse lisa y llanamente, sin obstáculos, sin 198 errores y dificultades y sin conflictos y luchas. De todo esto hubo en la vida cultural del país de aquel tiempo.

p El problema de los "compañeros de viaje" despertó el interés de toda la opinión soviética. En torno a él se desataron las pasiones y se encendieron debates y discusiones en los que participaron destacados funcionarios del partido, escritores y críticos. En el ardor de la polémica se delinearon dos puntos de vista que en gran parte o por entero se excluían el uno al otro. Uno de los dos criterios estaba ligado principalmente con la revista Krásnaya nov y su director, A. Voronski, conocido crítico y organizador de las fuerzas literarias del país en los años 20.

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p En los primeros años de su publicación, la revista Krásnaya nov (fundada en 1921) logró felizmente poner de parte del Poder soviético a las fuerzas más vivas de la intelectualidad artística de la época zarista, incluidas personas vacilantes y no formadas aún políticamente, descubrir y apoyar a las nuevas fuerzas talentosas y crear un amplio frente de la literatura soviética, a la vez que combatía la ideología burcuesa y a la emigración “interior” y exterior. La redacción de esta revista mensual se afanó por agrupar a través de sus páginas a escritores de los grupos literarios y de los estilos artísticos más diversos. En Krásnaya nov aparecieron obras de jóvenes escritores soviéticos de gran valía que por aquellos años empezaron a probar las armas en la literatura: V. Ivánov, K. Fedin, M. Zóschenko, N. Aséiev, F. Gladkov, L. Seifúllina, A. Nevérov, L. Leónov, A. Malyshkin, N. Liashkó, A. Veseli, L. Réisner, V. Kazin, E. Bagritski, I. Babel y muchos otros.

p Voronski atrajo a la colaboración en Krásnaya nov a escritores que se habían iniciado en la vida literaria antes de la revolución: V. Veresáev, B. Pasternak, K. Trenev, V. Briúsov, A. Tolstói, M. Prishvin, S. Sergéiev-Tsenski, O. Forsh, M. Shaguinián, V. Shishkov, I. Erenburg, A. Chapyguin, I. Sokolov-Mikítov, V. Mayakovski, S. Esenin y otros.

p Hablando de la importancia y el provecho del trabajo con los intelectuales sin partido. A. Voronski dijo: "Hay que continuar trabajando con los escritores sin partido vacilantes y agrupándolos de modo -que enlacen más estrecha y orgánicamente su destino y sus obras con el destino de la Revolución de Octubre y del proletariado, coadyuvando a la alianza del partido con el campesinado y la intelectualidad... La flexibilidad y la precaución en el enfoque con los compañeros de viaje no deben ir acompañadas, claro está, de la difuminación de sus faltas ideológicas y artísticas"  [198•36 .

199

p Sin embargo, la actividad de A. Voronski y del grupo formado en torno a Krásnaya nov adoleció de serios errores. Voronski demostraba la necesidad de observar una actitud solícita y sensible con los escritores de la vieja época (y la llevaba a la práctica), pero no creía en la posibilidad de que fuese creada una nueva cultura. A la vez que enjuiciaba con prevención la obra de las jóvenes fuerzas literarias, veía talentos principalmente entre los "compañeros de viaje”, a los que consideraba auténticos continuadores de los clásicos, que habían cruzado "el puente estético entre el viejo arte y el arte actual”. Voronski defendía a los "compañeros de viaje" frente a los ataques y acusaciones injustos, mas a la par jaleaba inmerecidamente a ciertos escritores y condescendía con sus bandazos ideológicos y la penetración de concepciones adversas en sus obras.

p Las opiniones erróneas de A. Voronski y su orientación unilateral exclusivamente hacia los escritores "compañeros de viaje" fueron sometidas a justa crítica en los medios del partido y literarios. Anatoli Lunacharski dijo de A. Voronski que era uno "de los representantes más cultos y profundos de nuestro mundo comunista artístico o científico-artístico" y "el principal organizador de la vida literaria del período de transición”. Pero al mismo tiempo escribió sobre sus errores: "La amabilidad respecto a los intelectuales que han aceptado la Revolución de Octubre ha llegado hasta el coqueteo con ellos, hasta la exagerada apreciación de sus fuerzas, el menosprecio de sus debilidades y notas falsas que resonaban en sus obras y cierta actitud desdeñosa hacia los brotes de la literatura puramente proletaria que crecían rápidamente"  [199•37 .

p No obstante, los serios errores de A. Voronski, incluidos los de orden ideológico, no pueden borrar en conjunto el significado de su actividad muy fructífera y útil para atraer hacia la construcción de la cultura socialista a las fuerzas literarias más vivas.

p El otro criterio, diametralmente opuesto, sobre los "compañeros de viaje" lo expresaron los miembros de algunas agrupaciones artísticas de escritores y pintores proletarios (la Asociación Rusa de Escritores Proletarios, la Asociación de Pintores de la Rusia Revolucionaria, el grupo Lef  [199•38 , el grupo 200 Emacs-File-stamp: "/home/ysverdlov/leninist.biz/es/1976/GROI236/20060223/238.tx" Kúznitsa  [200•39  y otros). Estas agrupaciones jugaron, sin duda, un papel positivo en la organización de las fuerzas jóvenes de

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la literatura y el arte proletarios. Junto con esto, su actividad pecaba de muchos rasgos nocivos, tales como el ultraizquierdismo, el espíritu de grupo, el sectarismo y la sociología vulgar en las cuestiones teóricas.

p Fueron particularmente perniciosos los bruscos ataques de algunas agrupaciones artísticas proletarias a los escritores y pintores que no pertenecían a ellas. La crítica “izquierdista” mostraba especial desdeño y, a veces, hostilidad hacia los escritores y artistas procedentes de la intelectualidad democrática, los "compañeros de viaje”. Un botón de muestra del contenido político que daban a este término los críticos “izquierdistas” es la resolución de la I Conferencia de Escritores Proletarios de la URSS, celebrada en 1925. "El tipo predominante de "compañeros de viaje" —se decía en ella— es el escritor que en la litaratura desfigura la revolución y a veces la calumnia, el escritor impregnado del espíritu de nacionalismo, de potencia dominante, de misticismo ... La literatura de los "compañeros de viaje" es, en el fondo, una literatura enfilada contra la revolución proletaria”. Habíase elaborado una minuciosa clasificación de los "compañeros de viaje": simples compañeros de viaje; compañeros de viaje interiores; compañeros de viaje izquierdistas; emigrantes interiores; escritores neoburgueses, etc. La crítica solía convertirse en groseras blasfemias a través de la prensa, acompañadas de amenazas y ofensas. Las cosas llegaron al extremo de que, en el fragor de la polémica literaria, se llegó incluso a incluir a Mayakovski y a Máximo Gorki entre los "compañeros de viaje".

p De la errónea interpretación del "compañerismo de viaje" resultaba que el escritor "compañero de viaje" debía hallarse bajo la avizora vigilancia de sus colegas “proletarios”. Si un "compañero de viaje" reconocía que tal o cual grupo de escritores proletarios era el único intérprete de las tendencias comunistas en la literatura, entonces podía contar con su apoyo y aprobación. Pero si se abstenía de observar las indicaciones de los dirigentes de estos grupos, dejaba de ser "compañero de viaje" para convertirse en contrarrevolucionario al que era necesario “desenmascarar”. Así, la revista Na postú, órgano de la Asociación Rusa de Escritores Proletarios, que mantenía 201 posiciones de extrema izquierda, abusaba del empleo de fustigantes acusaciones políticas y se complacía en pegar a los "compañeros de viaje" toda clase de etiquetas políticas, trasladando mecánicamente a los fenómenos de la literatura y el arte la terminología de la lucha política.

p Al mismo tiempo debe decirse que muchos de los "compañeros de viaje" sustentaban efectivamente concepciones no soviéticas y pretendían deslizarías a través de la prensa. El mérito de la revista Na postú consistió en que propugnaba la organización de las fuerzas de la naciente literatura proletaria y el apoyo a las mismas y criticó con justedad las tendencias antisoviéticas en la literatura. Sin embargo, la redacción de la revista no tenía en cuenta las condiciones concretas del desarrollo de la literatura ni la complejidad de la lucha ideológica. Los escritores agrupados enrededor de Na postú rechazaban la propia idea de que los intelectuales de la época zarista podían "forjarse de nuevo”, hacer suya la ideología socialista. No podían comprender que el problema radicaba en ver qué política era la más razonable y cual era la mejor forma para atraerse a más amigos y cómo lograr el aislamiento y la neutralización de los enemigos.

p Las “batallas” organizadas por la crítica “izquierdista” encontraban la debida réplica ante todo en los medios de los Soviets y del partido y en el mundo literario. Lunacharski dijo que "cuando se pronuncian discursos llenos de una agitada irritación contra los compañeros de viaje, como si fueran camaleones, gente rastrera, chapuzeros, etcétera, hay que oponerse a ello con toda energía".

p Estos ataques, injustificados en su mayor parte, de críticos muy sectarios y sociológicamente vulgares provocaban legítima indignación a muchos escritores y trabajadores del arte. Testimonio de ello es, por ejemplo, la carta de un grupo de escritores a la que se dio lectura en una reunión dedicada a la literatura celebrada en la Sección de prensa del CC del PC (b) de Rusia en mayo de 1924. En ella se decía: "Consideramos que las vías de la literatura rusa contemporánea, y, por consiguiente, las nuestras, están ligadas con las vías de la Rusia Soviética posterior a Octubre... Saludamos a los nuevos escritores, obreros y campesinos, que entran ahora en la literatura. De ningún modo nos oponemos a ellos ni los creemos hostiles o extraños a nosotros. Su trabajo y

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nuestro trabajo constituyen el trabajo indiviso de la literatura rusa contemporánea, que marcha por un solo camino y hacia un solo fin.

p Las nuevas vías de la literatura soviética son vías difíciles, en las que son inevitables los errores. Nuestros errores nos 202 pesan a nosotros mismos más que a nadie. Pero protestamos contra los ataques globales de que somos objeto. El tono de revistas como Na posta y sus críticas, que ellas presentan, por cierto, como la opinión del PCR en su conjunto, abordan nuestro trabajo literario de manera preconcebida y falsa. Estimamos necesario declarar que tal actitud hacia la literatura no es digna de la literatura ni de la revolución y desmoraliza a la masa de escritores y lectores. Los escritores de la Rusia Soviética estamos convencidos de que nuestro trabajo literario es necesario y útil para ella”. Firmaban la carta A. Tolstói, M. Zóschenko, V. Kaverin, M. Prishvin, S. Esenin y otros, en total 37 personas.

p La situación anormal que se había creado en el mundo literario no podía dejar de inquietar al CC del PC (b) de Rusia. El problema de dirigir el desarrollo de la literatura estaba "en el orden del día”, como se expresó en la resolución del XII Congreso del partido.

p En mayo de 1924, en la Sección de prensa del CC del PC (b) de Rusia tuvo lugar una conferencia ampliada, en cuyas labores participaron funcionarios del partido, periodistas, escritores y críticos. Se trató de las tareas del partido en la dirección del movimiento literario, de la organización de las fuerzas de la literatura proletaria y de la actitud hacia los "compañeros de viaje”. La resolución de la conferencia reflejaba el afán del partido por ayudar a todos los escritores honrados a sustentar posiciones ideológicas justas y a ser defensores activos de las conquistas de la revolución. La conferencia aprobó una propuesta orientada a apoyar a la literatura proletaria. Al mismo tiempo, condenó la errónea y perniciosa táctica de “lucha” contra los escritores "compañeros de viaje".

p Sin embargo, la polémica continuó. En realidad, en el mundo literario se habían formado dos campos. Uno, capitaneado por la revista Krásnaya nov, a la que se sumaron las revistas Pechat i revoliutsia y Sibirskie ogní, y el segundo, formado por las revistas Na postú, Molodaya gvardia, Oktiabr y, en parte, Zvezdá. El debate entre estos “campos” trascendía a los problemas más importantes del desarrollo de la literatura soviética.

p El Partido Comunista no dejaba de dedicar la mayor atención a la situación en la literatura. A comienzos de 1925 se celebraron varias reuniones de la Comisión literaria adjunta al CC del PC (b) de Rusia. Destacados funcionarios del partido publicaron artículos en los que abordaban cuestiones de la política literaria. A fijar la línea del partido contribuyó considerablemente el artículo Acerca de nuestra línea en la 203 literatura y de los escritores proletarios, de I. Vareikis, aparecido en Pravda en febrero de 1925. En este artículo, Vareikis planteaba que era necesario prestar toda clase de apoyo a los escritores obreros y campesinos, a la vez que criticaba la actitud de la revista Na postú respecto a los "compañeros de viaje".

p En la reunión celebrada por la Comisión literaria el 3 de marzo de 1925, M. Frunze señaló los errores de uno y otro “campo” y dijo que, por una parte, el camarada Voronski, director de Krásnaya nov, debía volverse completamente de cara hacia la juventud proletaria, y, por otra parte, los colaboradores de Na postú, hacia los "compañeros de viaje".

p En la discusión sobre el lugar y el papel de los "compañeros de viaje" también intervino A. Lunacharski. En la controversia "Las primeras piedras de la nueva cultura”, que tuvo lugar el 9 de febrero de 1925, manifestó que la base social del "compañerismo de viaje" era la pequeña burguesía. Y aunque entre los "compañeros de viaje" eran muchos los extravíos y las vacilaciones y con frecuencia "dan vueltas de vals a la derecha o a la izquierda con damas sospechosas”, A. Lunacharski teníala firme convicción de que les repugnaba profundamente el régimen burgués y no eran enemigos de la revolución. Los "compañeros de viaje”, a juicio de Lunacharski, eran hombres que "pueden ofrecer cierto número de obras inspiradas ..., pero es preciso ponerles en el lugar debido y no darles bombo diciéndoles que precisamente ellos son la verdadera literatura, que son la fuerza principal en nuestra construcción cultural".

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p Refiriéndose a la intelectualidad, A. Lunacharski propuso la siguiente fórmula: "Los que están contra la burguesía, están con nosotros ... "  [203•40 .

p La política del partido en la literatura y el arte fue expresada con plenitud en la resolución "Acerca de la política del partido en la esfera de la literatura amena”, del CC del PC (b) de Rusia, aprobada el 18 de junio y aparecida en Pravda. El Comité Central del partido hacía hincapié en la necesidad de combatir firmemente todas las manifestaciones de ideología burguesa en la literatura y a los "elementos antirrevolucionarios" y criticaba con dureza el espíritu conciliador y capitulante. A la vez, el CC prevenía contra los intentos de incluir sin distinción a todos los "compañeros de viaje" en el campo de los enemigos de la revolución. "A este propósito, la directriz general debe ser la de observar una actitud comedida y solícita hacia ellos, es decir, 204 una orientación que asegure todas las condiciones para su paso más rápido posible a la ideología comunista”. Al mismo tiempo, la crítica debía "mostrar muchísimo tacto, prudencia y tolerancia con todas las capas intermedias literarias que puedan acercarse al proletariado y marchar junto con él".

p Esta resolución censuraba los métodos administrativos en la literatura y proponía la libre emulación de las diferentes agrupaciones y tendencias en el ámbito de las formas artísticas. "A la par que distingue el correcto contenido social clasista de las corrientes literarias, el partido en conjunto no puede de ninguna manera sujetarse a ninguna inclinación en la esfera de la forma literaria".

p Este documento fue extraordinariamente valioso para la cohesión ideológica de los escritores soviéticos y para acabar con las deformaciones existentes en el movimiento literario; definió el carácter del proceso del desarrollo literario y trazó la vía por la que debían encaminarse los escritores, cualesquiera que fuesen las agrupaciones con las que estaban vinculados. La resolución del CC ejerció gran influjo asimismo en el desarrollo del teatro, la pintura, la escultura y la cinematografía soviéticos.

p No es extraño, pues, que los años 20 se significaran por la aparición de grandes obras literarias y artísticas, acreditativas de que la joven cultura soviética había entrado en un anchuroso camino de impetuoso desarrollo.

p Por tanto, en la situación de la intelectualidad y en su ideología durante la primera década de existencia del Poder soviético se operaron grandes cambios. De fuerzas hostiles en general a las ideas socialistas, la inmensa mayoría de los intelectuales se convirtieron en una fuerza que colaboraba con el Poder soviético. La intelectualidad (quisiéranlo o no algunos de sus grupos) prestó una gran ayuda objetiva a la clase obrera y al campesinado en la organización de la dirección de la economía, en el restablecimiento de la economía destruida y en la construcción cultural.

p Bajo el influjo de las transformaciones socialistas en el país y paralelamente a ellas se verificó el proceso de deslindamiento de los diferentes grupos de la intelectualidad. Uno de ellos, relativamente poco numeroso (parte de los ingenieros, técnicos y trabajadores científicos y de la intelectualidad artística), siguió siendo enemigo del nuevo régimen, que esperaba la ocasión propicia para pronunciarse por la restauración del régimen burgués. Esta capa de la intelectualidad estaba integrada por los especialistas más cualificados, que ocupaban importantes puestos en la economía nacional y jugaban un gran papel en la vida cultural del país. No se les pudo desplazar del 205 trabajo porque por entonces no había nadie con quien sustituirles. Y esta circunstancia hubo de ser tenida en cuenta.

p El grupo más numeroso de la intelectualidad continuó siendo en su mayoría una masa de hombres inertes en el sentido político, que procuraban mantenerse exclusivamente en el ámbito de los intereses de la producción o de la ciencia. Así y todo, este grupo experimentó profundos cambios. El ambiente de trabajo heroico de la clase obrera y del campesinado, el entusiasmo político y laboral de las masas trabajadoras, la política del Partido Comunista y la actividad de los sindicatos y otras organizaciones sociales fueron haciendo entrar paulatinamente a los intelectuales en la nueva vida. Ayudando honradamente al Poder soviético en la esfera productiva, los intelectuales se

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incorporaron poco a poco a la vida social del país y fueron transformándose en participantes conscientes de la construcción del socialismo.

p Por último, hay que referirse a otro fenómeno característico del período de que hablamos: el constante aumento de la capa de intelectuales que habían unido plena e indisolublemente su destino al de la clase obrera y a la obra de la edificación del socialismo. Esta parte de la intelectualidad constituía un seguro puntal del Partido Comunista y de la clase obrera en todas sus iniciativas y en su lucha por reducar a la intelectualidad burguesa y convertirla en una intelectualidad nueva, soviética. Cada año fue aumentando y extendiéndose el ascendiente de este grupo sobre el resto de los intelectuales.

p Los años del restablecimiento de la economía del país mostraron que en la solución del problema de los especialistas de la vieja sociedad el Partido Comunista marchaba por buen camino. Grupos considerables de intelectuales colaboraban activamente con el Poder soviético. Esto significaba que se habían dado largos pasos en la obra de separar de la burguesía a los intelectuales y puesto firmes cimientos para la alianza de los hombres del pensamiento creador y la clase obrera constructora del socialismo.

Las medidas aplicadas por el Partido Comunista en el período de restablecimiento de la economía para atraer a los trabajadores intelectuales al servicio del Estado obrero y campesino tuvieron gran importancia para la intelectualidad burguesa. No obstante, la tarea no se había cumplido enteramente aún. Al Partido Comunista y a la clase obrera les quedaba todavía mucho por hacer para que los intelectuales de la vieja época rompieran definitivamente con su pasado burgués y se hicieran sustancialmente socialistas, por propia convicción.

* * *  

Notes

 [197•35]   Archivo Central de Literatura y Arte del Estado.

 [198•36]   Del Archivo Central de Literatura y Arte del Estado

 [199•37]   A. Lunacharski. Las etapas del crecimiento de la literatura soviética. Na literatiírnoin postú. 1927, N. 22–23, pág. 19.

 [199•38]   Frente Izquierdista de las Artes, grupo literario que existió en Moscú de 1923 a 1930. Las concepciones literarias de sus miembros estaban ligadas con el futurismo. Editó las revistas Lef (1923–1925) y Novy /e/(1927–1928).

 [200•39]   Kúznitsa “(La forja”). Revista fundada por un grupo de poetas soviéticos que en 1920 abandonaron la Proletkult. Los temas de la revista eran la poesía laboral, la camaradería, la solidaridad de clase y el romanticismo revolucionario. El grupo literario Kúznitsa existió hasta 1928.

 [203•40]   A. Lunacharski. Acerca de la intelectualidad. Moscú, 1923. pág. 19.

Capitulo V LOS INTELECTUALES DE LA ÉPOCA ZARISTA EN EL PERIODO DE LA RECONSTRUCCIÓN DE LA ECONOMÍA DEL PAÍS Y EN LOS AÑOS DEL PRIMER PLAN QUINQUENAL.  

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EL RUMBO DEL PARTIDO HACIA LA INDUSTRIALIZACIÓN DEL PAÍS Y LA COLECTIVIZACIÓN DE LA AGRICULTURA Y LA INTELECTUALIDAD CIENTOHCO-TECNICA  

p En 1926 terminó en lo fundamental el proceso de restablecimiento de la economía del país. La URSS alcanzó el nivel de la producción de anteguerra y lo rebasó en algunas ramas económicas. Sin embargo, esto era poco para llevar a cabo la restructuración radical de la economía nacional.

p Guiándose por el plan leninista de construcción del socialismo, el Partido Comunista y su Comité Central elaboraron sobre fundamentos científicos el programa de industrialización del país, de colectivización de la agricultura y de fomento cultural. Este programa preveía el desarrollo preferente de la industria pesada constructora de medios de producción. Sólo en base al máximo desarrollo posible de la industria podría cumplirse también otra tarea cardinal de la construcción socialista: la colectivización de la agricultura.

p El programa de edificación del socialismo en el país soviético se concretó en las resoluciones de los congresos del partido y en las disposiciones del Gobierno soviético, así como en los planes quinquenales de fomento de la economía y de la cultura del país.

p El cumplimiento de las tareas concernientes a la reforma radical de la economía y a la construcción del socialismo tropezó con dificultades específicas, entre las cuales no figuraba en último término el problema de asegurar a la economía nacional especialistas altamente cualificados. En el primer decenio del Poder soviético fueron preparados en los centros docentes 340.000 especialistas con instrucción superior y 198.000 con instrucción media especializada. A pesar de ello. 207 seguía siendo insuficiente el número de nuevos trabajadores intelectuales. A comienzos del período del primer plan quinquenal, más de un tercio de los especialistas ocupados en la economía pertenecían a la intelectualidad de la vieja sociedad, y en los centros docentes superiores y las instituciones científicas sumaban casi el 60%.

p Por su fisonomía ideopolítica, los intelectuales de la época zarista formaban todavía un cuadro muy abigarrado. En su artículo Los intelectuales y el socialismo, A. Lunacharski, refiriéndose a esto, escribió: "Aquí tenemos algo así como todo un haz, toda una serie de tipos sociales: unos no se han diferenciado aún en nada y se mantienen al nivel del pancismo apolítico; otros son simplemente concienzudos trabajadores por el sueldo soviético; los terceros simpatizan con nosotros en cierta medida, pero no creen mucho en nuestras fuerzas; los cuartos marchan y trabajan junto con nosotros, mas no les gustan muchas cosas, entre ellas, por cierto, los derechos insuficientes concedidos a la propia intelectualidad; los quintos aceptan totalmente la línea general del partido y, aunque dudan a veces sobre algunos asuntos, son verdaderos aliados nuestros; los sextos pueden ser auténticos comunistas sin el carnet del partido en el bolsillo".

p El período de ia reconstrucción de la economía nacional fue asimismo un período de reconsideración de valores general y definitiva, de formación de un tipo de intelectual socialmente activo, al que eran afines los intereses del socialismo. El rumbo del partido hacia la industrialización del país y la colectivización de la agricultura fue acogido con satisfacción por la mayoría de la intelectualidad.

p El partido y el Gobierno incorporaron a muchos intelectuales de la vieja época a la elaboración y discusión del plan del primer quinquenio. En los organismos planificadores del Consejo Supremo de la Economía Nacional, en el Comité Estatal de Planificación de la URSS y en los comités análogos de las repúblicas federadas trabajaron en la confección del plan quinquenal centenas de economistas, trabajadores científicos, ingenieros, etc.

p El programa de creación de una gran producción agrícola también encontró la aprobación y el apoyo de los especialistas de la agricultura. En algunos lugares, los agrónomos organizaron los

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primeros koljoses. El conocido científico V. Viliams fundamentó en 1928 la tesis según la cual la pequeña hacienda agrícola individual constituye "un disparate agronómico, una nociva utopía”. En realidad, esta conclusión se entrelazaba con el programa agrario del Partido Comunista. Consecuencia 208 natural y lógica de esta actitud de¡ científico fue su petición de ingreso en el Partido Comunista, presentada el mismo año. "Comprendo claramente que por mi edad (65 años. —S. FJno puedo tomar parte activa netamente expresada en la labor del partido —escribía Viliams—. pero me atrevo a pensar que mis conocimientos especiales pueden ser útiles en la principal tarea de choque del partido: la preparación de la joven generación de especialistas rojos en el frente que hoy tiene la significación más actual: en el frente de la conquista de las cumbres de la ciencia, y en el frente no menos importante de la organización de la producción agrícola. En estos frentes yo me encuentro aún piuio de fuerzas”. Viliams era muy conocido en el mundo agronómico y científico. Su actitud influyó en los agrónomos y científicos y les hizo reflexionar una vez más en el alcance del gigantesco trabajo de transformación socialista de la agricultura emprendido por el Partido Comunista.

p La mayoría de los intelectuales de la época anterior a la revolución se sumó al trabajo de realización de los planes de construcción del socialismo. En los planes del Partido Comunista les sedujeron las perspectivas de rápido incremento de las fuerzas productivas del país y la posibilidad que se brindaba a los hombres de la ciencia, la técnica y la cultura para aplicar plenamente su capacidad creadora y organizativa. Los intelectuales de la vieja sociedad promovieron a sus héroes del trabajo en el frente de la construcción socialista, hombres entregados a su profesión, que se habían granjeado la confianza absoluta de las masas trabajadoras y que fueron distinguidos con preciados galardones del Gobierno. Millares de trabajadores intelectuales que unos años antes no creían en ningún socialismo y observaban con manifiesto escepticismo los esfuerzos del nuevo poder para salir del caos económico, en el período de impetuoso despliegue de la industrialización supieron encontrar su sitio en la alineación general y comprender la grandeza de los objetivos de la edificación socialista. Sin embargo, entre una parte pequeña, pero la más influyente y acreditada de la intelectualidad burguesa, seguía siendo profundo el espíritu de incredulidad en los fines que se planteaba el Partido Comunista e imperaba una actitud escéptica y, a veces, claramente hostil a los planes de industrialización. Y no tiene nada de extraño que fuera precisamente en este medio donde se formaran las organizaciones saboteadoras que intentaban apartar el país de la vía socialista.

p A finales de los años 20, los órganos de la Dirección Política Estatal Unificada (así se empezó a llamar a la Cheka en 1922) descubrieron diversas organizaciones saboteadoras 209 contrarrevolucionarias: el grupo de saboteadores de Shajti  [209•1 , el llamado "Partido Industrial"  [209•2  y otros, integrados principalmente por intelectuales técnicos burgueses. Los saboteadores perseguían el objetivo de destruir grandes núcleos industriales y socavar el poderío económico de la URSS a fin de ayudar a las potencias imperialistas a organizar la intervención contra el país del socialismo en construcción y restaurar el régimen capitalista.

p Los elementos antisoviéticos, convencidos de que, como resultado de la Nueva política económica, al final del período de restablecimiento de la economía serían reforzados los principios burgueses en la política del Poder soviético, se equivocaron de medio a medio en sus cálculos. El paso del período de restablecimiento al de reconstrucción hizo ver que las posiciones del socialismo en la economía nacional, lejos de haberse quebrantado, eran considerablemente más robustas. Ya en 1924—1925, la parte correspondiente al sector socialista en la producción global de la gran industria pasaba del 96%. Poco a poco se fueron disipando las ilusiones de los restos de la burguesía en la regeneración del Poder soviético y de nuevo volvió a plantearse como tarea inmediata el derrocamiento de la dictadura del proletariado por medio de las armas.

p Uno de los elementos de la preparación de este derrocamiento era el sabotaje organizado por parte de los dirigentes de la intelectualidad técnica burguesa en las ramas más importantes de la economía soviética.

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p Dentro del país, los saboteadores no tenían tras ellos ninguna fuerza política con más o menos peso, y por ello se orientaban principalmente a la intervención extranjera.

p Por supuesto, el estado de ánimo político de los saboteadores no significaba que toda la intelectualidad técnica fuera contrarrevolucionaria. Por el contrario, los autos de los procesos judiciales contra los saboteadores de Shajti, el "Partido Industrial" y otros revelaron que el trabajo de zapa de 210 los grupos contrarrevolucionarios de especialistas burgueses no tuvo eco entre amplios círculos de la intelectualidad.

p Por esto, la derrota de las organizaciones saboteadoras no fue en modo alguno un "juicio contra la intelectualidad”, como pretendieron hacer creer los enemigos del Poder soviético. En 1930, después del proceso del "Partido Industrial”, el CC del PC (b) de la URSS subrayó que la masa fundamental de los ingenieros y técnicos no tenía nada de común con los saboteadores y había demostrado con hechos su disposición a marchar adelante estrechamente unida con la clase obrera.

p Todos los intelectuales honrados expresaron con firme decisión que disentían de la acción criminal de los saboteadores, que habían mancillado el título de ingeniero y de científico. En resoluciones de numerosos mítines y asambleas y en telegramas al Comité Central del partido, al Comité Ejecutivo Central de la URSS y al Presidium del Consejo Central de los Sindicatos de la URSS, ingenieros, técnicos y trabajadores científicos reprobaban severamente la acción de los saboteadores y manifestaban que dedicarían todas sus energías y conocimientos a la obra de la edificación del socialismo.

p La actividad saboteadora de los contrarrevolucionarios de Shajti y de los miembros del "Partido Industrial" y de otros grupos antisoviéticos creó graves dificultades en una serie de sectores de la construcción socialista. Los órganos soviéticos deshicieron a los grupos y organizaciones saboteadores. Sin embargo, teniendo en cuenta la plena confesión de su culpa por los criminales, el Tribunal soviético consideró posible con respecto a la mayoría de los culpables imponer condenas relativamente benignas. Por su parte, el Gobierno Soviético les ofreció la posibilidad de lavar sus culpas ante el pueblo con un trabajo honrado durante diversos períodos de reclusión.

p Muchos de aquellos saboteadores no sólo se arrepintieron sinceramente de su criminal pasado, sino que en un plazo muy corto hicieron un notable aporte al desarrollo de la industria y de la ciencia, siendo distinguidos por ello con altas condecoraciones del Estado soviético. El profesor L. Ramzin, uno de los principales organizadores y dirigentes del "Partido Industrial”, al que los imperialistas extranjeros habían pensado hacer dictador de la Rusia "democrática”, ya durante la vista del proceso comprendió el error que había cometido al actuar contra el Estado obrero y campesino. Ante el tribunal, L. Ramzin declaró que si "el tribunal proletario y el Poder soviético consideran posible perdonarme la vida, hago la firme e inquebrantable promesa de dedicarla enteramente hasta el fin al 211 reforzamiento del Poder soviético, al trabajo fiel^ abnegado e infatigable por la construcción del socialismo ... "  [211•3 

p El Poder soviético creyó a L. Ramzin y no se equivocó. Científico talentoso, uno de los más eminentes especialistas en termotecnia, hizo muchas cosas útiles para el robustecimiento del potencial industrial de la URSS. Por la creación de una caldera impar, con circulación de aguas y gases en el mismo sentido, a L. Ramzin se le concedió el Premio Nacional de primera clase.

p No se puede dejar de señalar el hecho de que el proceso de los saboteadores creó en diversos lugares una situación anormal, de gran nerviosismo, entre la intelectualidad técnica. Algunos ingenieros y técnicos se sintieron inseguros, pensando que un día u otro también a ellos se les podría acusar de saboteadores, con las consecuencias pertinentes. A tales estados de ánimo dio motivo la actitud errónea y extremista hacia los intelectuales en que se incurría en algunas partes.

p A veces, también la prensa adoptaba posiciones equivocadas. En periódicos y revistas abundaban las notas e informaciones sobre sabotajes en empresas y organizaciones. El lector llegaba a suponer que en cualquier rama de la economía y poco menos que en cada empresa habían anidado los saboteadores.

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p Lamentablemente, se dieron casos de represión ilegal de especialistas. Entre los condenados hubo un número bastante crecido de personas que no tenían nada que ver con los sabotajes. Tales hechos se registraron en Moscú, el Cáucaso del Norte, la región de los Urales y en algunas otras zonas del país. Poco tiempo después las personas inocentes condenadas serían rehabilitadas completamente y restablecidas en todos sus derechos civiles. Tampoco correspondía a la realidad la afirmación, muy extendida por entonces, de que la actividad saboteadora se había desarrollado en todas las ramas de la industria.

p Los casos de actitud errónea hacia los intelectuales, y en particular los intelectuales técnicos, estaban reñidos con la línea leninista del partido respecto a la intelectualidad, línea verificada en la práctica a través de los años.

p "Declaro con toda responsabilidad —contestó Valerián Kúibyshev a una de las preguntas que se le hicieron en una asamblea de ingenieros y técnicos— que todo cuanto se dice acerca de que el Gobierno y el partido quieren cambiar, ni 212 siquiera en lo mínimo, su política respecto a los especialistas es una patraña y una calumnia ... Y yo, en la medida de mis fuerzas, insistiré por todos los medios para que con el ingeniero honrado, que trabaja a conciencia ... se observe una actitud más atenta que hasta ahora"  [212•4 .

p Los casos de persecución infundada de especialistas fueron objeto de una rigurosa crítica de principio por el Pleno del Comité regional de Leningrado del partido celebrado en 1929. En la resolución aprobada a base del informe de Serguéi Kírov se señalaba la necesidad de crear a los ingenieros y técnicos una situación satisfactoria para su trabajo en las empresas. El Pleno del Comité territorial de Siberia del partido exigió "combatir con energía el estado de ánimo nocivo de grupos atrasados de obreros y apoyar resueltamente a todos los especialistas honrados y concienzudos, sin tolerar que se les persiga y vitupere sin distinción".

p Por último, el Comité Central del partido, incluso después del proceso de Shajti en el que se había revelado en toda su repugnante desnudez la actividad antipopular de los especialistas saboteadores, volvió a subrayar en abril de 1928 que "para la máxima incorporación a la actividad técnica en la producción de los especialistas cualificados que trabajan afanosamente no debe ser obstáculo en ningún caso la existencia entre ellos de estados de espíritu y prejuicios que siguen siendo todavía inevitable herencia del pasado, supervivencias del régimen burgués"  [212•5 .

p Atribuyendo gran importancia a la labor de esclarecimiento entre la intelectualidad, el partido encomendó a sus mejores propagandistas y publicistas intervenir ante los intelectuales, explicarles la política leninista referente a los especialistas de la vieja sociedad, informarles de la situación actual, poner al descubierto la verdadera naturaleza de la acción saboteadora y hacerles ver qué lugar y función correspondía a los intelectuales en la construcción del socialismo.

p Mas el trabajo de esclarecimiento hubo de hacerse no sólo entre los intelectuales. Era preciso eliminar la predisposición contra ellos por las masas obreras y algunos trabajadores administrativos y del partido, a veces de alto rango. Referiéndose al asunto de Shajti, José Stalin  [212•6  lo caracterizó de 213 contrarrevolución económica, fraguada por una parte de los especialistas burgueses. Al mismo tiempo señaló que sería erróneo suponer que toda la intelectualidad de la época zarista se sentía descontenta del Poder soviético. En su inmensa mayoría, pasaba a colaborar con él.

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p El Partido Comunista, el Poder soviético y todo el pueblo soviético sacaron importantes enseñanzas del descubrimiento déla acción saboteadora. El Pleno del CC del PC (b) de la URSS  [213•7  de abril de 1928 discutió la cuestión "El asunto de Shajti y las tareas prácticas para luchar contra las deficiencias de la construcción económica”. El Pleno señaló que era necesario utilizar a los especialistas de la ciencia y la técnica en la industria, el transporte, etc. A la par de castigar implacablemente a los siniestros saboteadores, los órganos estatales mejoraron las condiciones de trabajo de los especialistas honrados y entregados fervorosamente a su obra e intensificaron la lucha para extirpar la neutralidad y el apoliticismo de los intelectuales e incorporarlos a la intensa vida social del país.

El descubrimiento de la acción saboreadora permitió al partido y al Poder soviético extraer otra enseñanza de extraordinario alcance: la imperiosa necesidad de acelerar la preparación de la nueva intelectualidad, que hacía tanta falta a la economía nacional.

* * *  

Notes

 [209•1]   El grupo de saboteadores de Shajti era una organización contrarrevolucionaria que cumplía en los distritos de la cuenca hullera del Donbáss, entre otros el de Shajti (de ahí su nombre), tareas del centro de guardias blancos en el extranjero y de los servicios de espionaje de Estados imperialistas. El proceso por el asunto de Shajti se vio en Moscú (18 de mayo—5 de julio de 1928).

 [209•2]   El "Partido Industrial" era una organización clandestina que actuó en la URSS en 1926–1930. En ella se habían agrupado intelectuales técnicos burgueses enemigos del Poder soviético, que realizaban misiones de los capitalistas emigrados y de los servicios de espionaje extranjeros. Los dirigentes del "Partido Industrial" fueron condenados el 7 de diciembre de 1930 en Moscú por el Tribunal Supremo de la URSS.

 [211•3]   Proceso del "Partido Industrial”. 25 de novimebre — 7 de diciembre de 1930. Actas taquigráficas del proceso y documentos agregados al sumario. Moscú, 1931, pág. 305.

 [212•4]   Archivo Central del partido del Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS.

 [212•5]   El PCUS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos y Conferencias y de los Plenos del CC, t. 4. pág. 88.

 [212•6]   José Stalin (1879–1953) era a la sazón secretario general del partido. Fue elegido en su XI Congreso, celebrado en 1922.

 [213•7]   El PCUS en ¡as resoluciones y acuerdos de los Congresos v Conferencias y de los Plenos del CC. t. 4, pág. 88.

SUPERACIÓN DEL APOLITICISMO Y LA NEUTRALIDAD DE LOS ESPECIALISTAS. PASO DEFINITIVO DE LOS INTELECTUALES DE LA ÉPOCA ZARISTA A LAS POSICIONES DEL SOCIALISMO  

p La vida obligó a cada intelectual formado antes de la revolución a fijar definitivamente su conducta social. El Pleno del CC del PC (b) de la URSS celebrado en noviembre de 1929 hizo constar que a cierta parte de los especialistas de la época burguesa les era inherente "la volubilidad sociopolítica, el neutralismo e incluso la hostilidad”. En tanto que durante el período de

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restablecimiento económico todavía se pudo transigir con la neutralidad política entre cierta parte de la intelectualidad (ya que no era posible exigir de ella que en corto plazo cambiara radicalmente de ideología), en el período de la 214 ofensiva del socialismo desplegada en todo el frente se habían creado objetivamente las condiciones necesarias para superar la neutralidad política y el apoliticismo. El Partido Comunista y los órganos de los Soviets plantearon la cuestión de esta manera: el científico, el ingeniero, el agrónomo, etc., podrá encontrar justamente su puesto en la sociedad soviética si, además de poseer conocimientos profesionales, ha cobrado conciencia del significado socioeconómico del trabajo que realiza.

p ¿Eran muchos en el país los intelectuales de este tipo? A este respecto no se puede operar con cifras, que, además, no expresarían en el presente caso el verdadero estado de cosas. Sin embargo, puede afirmarse con seguridad que de año en año y a cada éxito sociopolítico o económico del País de los Soviets iba arraigando en la conciencia de infinidad de intelectuales una comprensión nueva, soviética, de la realidad.

p Este proceso se realizó bajo el influjo directo de todas las organizaciones soviéticas, que combatieron decididamente por extirpar el neutralismo y por hacer que la masa fundamental de los intelectuales participara activa y conscientemente en la construcción del socialismo.

p Cambiaron el contenido y los métodos del trabajo masivo entre los intelectuales. Adquirió también amplio desarrollo la acción netamente política.

p A transformar la sicología de los intelectuales y suprimir el encastillado espíritu de casta y el apoliticismo de los científicos, ingenieros, técnicos y médicos coadyuvó grandemente la Asociación de Trabajadores de la Ciencia y la Técnica para la Cooperación a la Construcción Socialista de la URSS, constituida en 1927. En la declaración del grupo fundador de la asociación, aparecida el 15 de octubre de 1927 en Pravda, se decía que "la idea rectora fundamental que nos une es la convicción de que en la sociedad de clases los científicos y técnicos no pueden permanecer neutrales políticamente. En virtud de ello, el objetivo principal de nuestra sociedad consiste en agrupar y organizar a los trabajadores tecnocientíficos del país que profesan ideas socialistas”. Al pie de esta declaración estamparon sus firmas relevantes figuras de la ciencia y la técnica patrias: A. Abrikósov, I. Alexándrov, A. Baj, N. Gamaleya, N. Koltsov, V. Kovalénkov, N. Kurnakov, D. Mushkétov, A. Oparin, A. Palladin, A. Skochinski, M. Zavadovski, Y. Zavadovski, B. Zbarski y otros.

p La Conferencia nacional de la asociación (abril de 1928) señaló en su llamamiento a los trabajadores de la ciencia y de la técnica que "en el significativo período de desarrollo económico y cultural pacífico, la intelectualidad no puede ser neutral, sino 215 que debe participar resueltamente en la obra de planificación y cumplimiento de la construcción básica de toda la industria del país".

p A la vez que dispensaba gran atención a la educación ideopolítica de los intelectuales, la asociación realizó una labor muy útil en la esfera de la propaganda científica, en la cooperación con los órganos de la Inspección Obrera y Campesina, en las indagaciones y los experimentos económico–científicos y en la consolidación de los vínculos entre la industria y la agricultura, la ciudad y el campo. Esta asociación llegó a gozar de gran popularidad entre los intelectuales. Prueba de ello es, por ejemplo, el ritmo de crecimiento de sus adherentes. De 564 a comienzos de 1929 pasó sucesivamente a 1.537 en 1930, 2.695 en 1931 y 11.000 a finales de 1932. La asociación se convirtió en una organización de masas, que engrosaba sus filas con jóvenes especialistas y trabajadores de la ciencia y la técnica altamente cualificados.

p A hacer cambiar de sicología a los científicos formados antes de la revolución contribuyó la emulación socialista al cumplimiento anticipado del plan del primer quienquenio (1928—1932), que cobró proporciones masivas. Por doquier surgieron en las fábricas equipos de trabajo de choque y aumentó el número de trabajadores de vanguardia en la producción. El entusiasmo laboral de la clase obrera no podía dejar de seducir a la mejor parte de la intelectualidad. En diversas empresas, por ejemplo, en las de la región de Moscú, los ingenieros y técnicos fueron en mayo de 1929 los

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promotores de la emulación, poniéndose a la cabeza de los obreros. Las organizaciones del partido y de los sindicatos de Riazán señalaron que los ingenieros y técnicos marchaban al frente de las masas obreras participantes en la emulación. A finales de 1932, a la emulación socialista se había sumado el 60% de los ingenieros y técnicos. La incorporación de los intelectuales técnicos a la emulación fue un testimonio más de los profundos cambios operados en la mentalidad de los especialistas.

p Exponente interesante de la creciente actividad social de los intelectuales era su eficiente trabajo encaminado a librar a la industria soviética de su supeditación al extranjero. Con el aporte de ingenieros de la época zarista, en 1931—1932 se llevó a cabo una gran labor para reducir los pedidos de maquinaria importada por las empresas. Equipos de ingenieros y técnicos comprobaron centenas de millares de solicitudes y recomendaron una reducción considerable de los pedidos a firmas extranjeras de máquinas e instalaciones que podían ser 216 construidas en empresas patrias. Gracias a esto se logró un gran ahorro de divisas. En 1932. a propuesta de las secciones de ingenieros y técnicos, se retiró de las peticiones de importación artículos por valor de 200 millones de rublos. Esta cuantiosa suma fue destinada para financiar la construcción de nuevas empresas industriales.

p La actividad de muchos trabajadores científicos y técnicos fue distinguida por el Gobierno, que condecoró con órdenes a centenas de especialistas entusiastas de la construcción del socialismo. Así, en vísperas del V Congreso de los trabajadores científicos y técnicos, celebrado en 1932, más de 300 especialistas, en su mayoría de la vieja generación fueron condecorados con la Orden de Lenin y la Orden de la Bandera Roja del Trabajo.

p También los obreros tenían en alta estima el esfuerzo de los científicos, ingenieros y técnicos para racionalizar la producción. He aquí lo que manifestó el obrero D. Kocherguín. en nombre de los millares de obreros que trabajaban en la fábrica "La hoz y el martillo":

p "El obrero sabe apreciar y el obrero siempre es agradecido con la ciencia y el pensamiento cietífico —dijo en el IV Congreso de trabajadores y técnicos, reunido en 1929— ...Citaré el ejemplo de nuestra fábrica. En ella nuestros dirigentes–ingenieros ... el año pasado empezaron a producir acero al manganeso, vaciados de acero al manganeso. Este acero teníamos que comprarlo antes en el extranjero y pagarlo con nuestro oro. Cuando nuestros ingenieros tuvieron la audacia y la iniciativa de fundir acero al manganeso y cuando la cosa salió bien y este acero se comenzó a producir en gran cantidad, ¿cómo podían no estar agradecidos por eso los obreros? ... Y pienso que los obreros de toda la Unión estarán agradecidos a los ingenieros que hablan y piensan con las mismas palabras e ideas que nosotros".

p Muestra importante de la actividad social y política de los especialistas era su afán cada vez más profundo por ingresaren el Partido Comunista. En unos meses de 1930 se presentaron 3.500 peticiones de ingreso sólo en algunas regiones del país; muchas peticiones las firmaban ingenieros y técnicos con quince y más años de actividad laboral. En vísperas del XVI Congreso del partido, celebrado en 1930, más de 4.000 de los mejores ingenieros y técnicos decidieron hacerse comunistas.

p Las históricas victorias alcanzadas por el pueblo soviético en la construcción estatal, económica y cultural en los años del primer plan quinquenal repercutieron hondamente en el espíritu de los intelectuales técnicos de la vieja época. El V Congreso de 217 ingenieros y técnicos de la URSS (1932), expresó en su resolución que se había operado entre "los intelectuales técnicos formados antes de la revolución un viraje decisivo hacia el Poder soviético y su dinámica participación en la construcción socialista".

p La primera mitad de los años 30 constituyó un período en el que desapareció del uso corriente el propio término de "especialista de la vieja época”, es decir, del especialista que en otro tiempo había sido burgués por su ideología. "Ahora podemos decir —manifestó G. Ordzhonikidze en 1934— que los ingenieros de la vieja época están con nosotros. Ahora podemos decir que a excepción de

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grupitos e individuos insignificantes... con que todavía habrá que tropezar entre los especialistas jóvenes y entre los especialistas viejos, los ingenieros de la época zarista trabajan con nosotros".

p El inicio de la industrialización socialista y, sobre todo, la lucha del pueblo soviético por el cumplimiento anticipado de los primeros planes quinquenales influyeron extraordinariamente en la mentalidad política de los intelectuales técnicos de la época burguesa. Precisamente en este período terminó el proceso de paso de la intelectualidad burguesa al lado del Poder soviético, proceso iniciado en octubre de 1917.

p No está de más insistir en lo trascendental que fue la lucha del Partido Comunista para lograr la incorporación de las fuerzas científicas de la época burguesa a la activa construcción del socialismo. Los intelectuales científicos formaban un complejo y difícil sector de la labor de las organizaciones del partido, de los Soviets y sindicales. Aquí se requerían especialmente una política prudente y flexible, muchísimo tacto y gran precaución. Si el pasar a tomar parte en la construcción socialista no suscitó en muchos científicos una reconsideración ideológica de valores, sí que sirvió de base en todo caso para que llegaran a esa reconsideración en los años inmediatos. Calificando el estado de cosas en los medios científicos, el editorial de Pravda del 9 de febrero de 1927 decía: "Hace falta ser ciego para no ver que nueve años de la dictadura proletaria han sido años de creciente acercamiento entre la ciencia, los científicos y los técnicos, por una parte, y el proletariado, por la otra. Madurado a lo largo de un proceso histórico, bajo el influjo de la política del zarismo y del “amansamiento” capitalista, el extrañamiento de la intelectualidad respecto a la clase obrera ha sido quebrado por el triunfal desarrollo del Estado proletario".

p Las organizaciones del partido y sociales hubieron de hacer frente a menudo a diversas reincidencias en el “izquierdismo” y 218 a las tentativas de suponer mezclado en malignas acciones a todo el profesorado. A pesar de algunos errores, los comunistas de los centros docentes superiores encontraban la vía justa de trabajo con los catedráticos y profesores. Por ejemplo, a comienzos de 1929, el buró de la célula del partido de la Escuela Técnica Superior de Moscú, en unión de los activistas, discutió la cuestión "Acerca de las relaciones con el profesorado”. Durante el debate, el buró de la célula condenó como erróneas y perniciosas las intervenciones de algunos comunistas, que consideraban inseguro políticamente a todo el profesorado de la época zarista y exigían que "se dejase de melindrear con él”. El buró de la célula tomó un acuerdo especial en el que declaraba inadmisible las desviaciones “izquierdizantes” respecto al profesorado.

p Desplegóse una gran labor encaminada a elevar la cualificación científica de los catedráticos y profesores de la escuela superior. Se puso orden en la adjudicación de los grados y títulos científicos. Por ejemplo, en 1938 se adjudicaron grados y títulos científicos a 4.300 hombres de ciencia. En 1938 había en los centros docentes superiores del país 40.500 trabajadores científicos y pedagógicos, entre ellos 4.600 catedráticos, 11.700 docentes y 7.800 candidatos a doctores en Ciencias.

p A la par que atraía al profesorado a la vida laboral y social del país, el Estado soviético, a ritmo acelerado, preparaba nuevos especialistas. A remplazar a los profesores de la vieja época iban llegando jóvenes profesores socialistas, capacitados ya en los años del Poder soviético. En 1930 había en la URSS 3.000 personas que hacían estudios superiores posgraduados; en 1933 eran ya 14.800. En tres años, de 1931 a 1934, terminaron los estudios posgraduados y obtuvieron el título de candidatos a doctores 6.600 personas. Entre los estudiantes posgraduados aumentó rápidamente el número de comunistas. En estos años finalizó el período de transición de los trabajadores de la escuela superior a la participación activa en la construcción del socialismo.

p Empezaron a tomar parte también en la edificación socialista las colectividades científicas en las que antes habían alcanzado gran difusión las consignas de apoliticismo y neutralidad. La principal de ellas era la Academia de Ciencias de la URSS.

p El Partido Comunista y el Poder soviético mostraron gran solicitud y circunspección con las tradiciones de la Academia. Se prestó a la Academia de Ciencias gran apoyo financiero y el

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Gobierno respetó la autonomía de la misma en sus asuntos internos, comprendiendo que en las relaciones con los científicos se debía proceder no por medios coercitivos, sino mediante 219 la persuasión. Lunacharski dijo: "¿Qué podíamos exigir de la Academia? ¿Que, con todos a una, se convirtiera súbitamente en una conferencia comunista, que de pronto se santiguara a lo marxista y, poniendo la mano sobre El Capital, jurase que era la bolchevique más ortodoxa? Creo que entonces no habríamos vivido tal acontecimiento sin cierta sensación de repugnancia, pues semejante transformación no podía ser sincera"  [219•8 .

p Sin embargo, aunque prestaba alguna ayuda al país en la construcción socialista, la Academia de Ciencias no había ligado orgánicamente aún su actividad con los planes de la construcción del socialismo. En realidad, era una especie de "Estado dentro del Estado”, que desenvolvía su vida en base a los estatutos aprobados en 1836. Muchos miembros de esta colectividad científica estudiaban temas que no tenían nada que ver con la práctica de la construcción socialista.

p Los intereses de la edificación del socialismo y del reforzamiento de la defensa del país y los intereses del fortalecimiento de la unidad política y moral de la sociedad soviética exigían con apremio que de la Academia de Ciencias, la principal institución científica, fuese desterrado el espíritu de apoliticismo, que la Academia participara del modo más directo y vivo en la construcción del socialismo y su actividad estuviese impregnada de las ideas que vivían los muchos millones de trabajadores del país.

p Entre finales de los años 20 y comienzos de la década del 30 se produjo un viraje radical en la actividad de la Academia de Ciencias de la URSS. En la base de este viraje estaba la idea de la íntima ligazón del trabajo de la Academia con la práctica de la construcción socialista y la supeditación de este trabajo a los intereses del Estado soviético. En los estatutos de la Academia aprobados el 23 de noviembre de 1935 se hacía hincapié en la misión que correspondía cumplir a la Academia en el desarrollo de las ciencias teóricas y aplicadas y en la necesidad de concentrar su actividad en la solución de los grandes problemas clave de la ciencia.

p La reorganización de la labor de la Academia de Ciencias se hizo a la vez mediante la renovación de sus componentes.

p En 1929–1932, nuevos miembros, sobre todo dedicados a las ciencias técnicas, engrosaron las filas de la Academia. Esto facilitó el reforzamiento de los lazos entre la Academia y la economía nacional. En 1930 se procedió a elegir el nuevo Presidium de la Academia. Se religió como presidente al 220 académico A. Karpinski y fueron elegidos como vicepresidentes los académicos V. Komarov, G. Krzhizhanovski y N. Marr y como secretario perpetuo al académico V. Volguin (los tres últimos eran comunistas). En conformidad con las indicaciones del CC de PC (b) de la URSS, el nuevo Presidium se puso al frente del trabajo de reorganización de la actividad de la Academia de Ciencias.

p El cambio en la orientación y el contenido de la actividad de la Academia y la renovación de sus miembros iban acompañados de una porfiada lucha, de la que fueron exponente las elecciones a la Academia el invierno de 1929. En sus preparativos y celebración estuvo imantada la atención de amplias zonas de la opinión soviética, que esperaba con razón que como miembros de la Academia fuesen elegidos no simplemente hombres que tenían algunos méritos científicos, sino destacados investigadores ideológicamente vinculados con la construcción del socialismo.

p Las elecciones, celebradas el 12 de enero de 1929, mostraron que en la Academia de Ciencias ocupaban fuertes posiciones todavía los adeptos de la "ciencia pura" y las tradiciones agonizantes. Los comunistas elegidos en las asambleas de las secciones —los científicos A. Deborin, N. Lukín y V. Friche— no obtubieron en la Asamblea General de la Academia la mayoría formal y por tanto no fueron elegidos académicos. La opinión científica soviética interpretó los resultados de la votación como una manifestación política de la parte de los académicos que se oponían a los cambios constructivos en la actividad de la Academia.

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p A las elecciones de la Academia de Ciencias dedicó un largo y áspero artículo A. Lunacharski, que apareció en febrero de 1929 en el periódico Izvestia. En él señaló la solicitud y la prudencia mostradas por el Gobierno soviético y por V. I. Lenin hacia la Academia: "Hemos concedido a los hombres de ciencia la más amplia libertad; sabemos que en esto no se puede hacer nada por la coerción y que es preciso proceder por medio del convencimiento. Les hemos concedido que en las esferas neutrales del pensamiento científico marcharan por sus caminos, confiando en que estos caminos cambiarían con el tiempo bajo el influjo de la gigantesca fuerza de atracción de los principios centrales del marxismo. Hemos esperado, hemos sido pacientes...” Pero había llegado el momento de renovar la composición de la Academia y de llevar a ella fuerzas científicas frescas que pudieran incorporarla al trabajo en aras del socialismo. "La Academia debería haber comprendido bien —escribió A. Lunacharski— que la opinión pública soviética y 221 que la revolución le planteaban determinadas condiciones. La Academia debería haber comprendido bien que rendía examen sobre el grado de su consciencia de la situación creada, sobre el grado de su capacidad para afrontar la operación bastante difícil de su sovietización, de su nueva creación, en la medida que esto es posible aún, debería haber comprendido si no se necesitarían las reformas de otro tipo, a saber, el planteamiento de la cuestión de cómo, desde el punto de vista soviético, socialista, construir nuestro mundo científico sin tener en cuenta para nada ningunos restos del pasado, derribando por completo todo el edificio del pasado y levantándolo a base de un plan absolutamente nuevo".

p El Presidium de !a Academia de Ciencias tomó el acuerdo de pedir al Gobierno que autorizase una nueva votación con respecto a los tres candidatos que no habían obtenido mayoría de votos en la Asamblea General, aunque fueron elegidos por las secciones. Esta petición fue satisfecha y, como resultado de la votación efectuada el 13 de febrero, a A. Deborin, N. Lukín y V. Friche se les elegió académicos.

p En la obra de renovar la Academia y aproximar su actividad a las necesidades de la construcción socialista realizó una gran labor la organización del partido de la Academia, constituida a comienzos de 1929. Como tarea principal se trazó, a la par de depurar la Academia de elementos extraños y robustecer en ella el influjo de la metodología marxista-leninista, hacer que la Academia virase hacia la vía de dedicación a las necesidades de la construcción del socialismo y expulsar de ella el espíritu del apoliticismo y de la neutralidad. Esta lucha fue enconada, fue en el fondo una lucha de clase contra los partidarios de la "vieja Academia".

p La organización del partido de la Academia se esforzó por influir ideológicamente sobre los científicos altamente cualificados, atrayéndolos paulatinamente a la percepción marxista–leninista de la realidad. Por supuesto, comprendía bien que este proceso se verificaría en muchos científicos con lentitud y complejidad y que para otros sería imposible. No obstante, este era el único camino justo a seguir.

p Ya en el comienzo mismo de la actividad de la organización del partido esta línea táctica suscitó la crítica de cierta parte de trabajadores científicos comunistas, que no consideraban conveniente "galvanizar el cadáver" de la vieja Academia y pedían su liquidación inmediata. Otra parte se orientaba, en divorcio con la situación real, a convertir en brevísimo plazo la Academia de Ciencias en un centro científico puramente comunista y a fusionarla con la Academia Comunista. Además, 222 se mostraba una gran intolerancia con las obras de los científicos no marxistas y se llegaba a exigir que se prohibiera su publicación. Se propusieron diferentes proyectos para trasladar a los académicos a la situación de consultores, excluyéndolos por completo formalmente de la dirección de la Academia, expulsar de algunas instituciones de la Academia a todos los no marxistas, etc. Resonaron asimismo voces que reclamaban obligar a los académicos a "arrepentirse de sus errores" y amenazas de considerar elementos clasistas extraños y hostiles a las personas que no aceptaran hacer sobre sí mismas esta operación.

p En honor de la organización del partido de la Academia debe decirse que aplicó de modo consecuente la política leninista con la intelectualidad burguesa. En una de las notas informativas

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enviadas por la dirección de la organización del partido al CC del PC (b) de la URSS en enero de 1932 se decía: "A juicio de la fracción, su línea táctica es correcta y está en plena concordancia con las indicaciones del partido. La fracción estima que todos nosotros nos encontramos aún en un período en que una de nuestras tareas principales consiste en organizar las fuerzas de los especialistas sin partido, acercarlos a nosotros e incluirlos en la construcción del socialismo; si nosotros nos dejásemos llevar por la tendencia “izquierdista” y renunciáramos a cumplir esa tarea, acarrearíamos un enorme daño a la causa del partido y del proletariado".

p Fue elevándose continuamente el prestigio de la organización del partido de la Academia, a la vez que crecía su composición numérica. De unos cuantos militantes que agrupaba a comienzos de 1929 pasó a contar en sus filas con 348 comunistas en el año 1933.

p La organización del partido de la Academia desplegó una amplia actividad de educación marxista-leninista de los trabajadores científicos.

p De año en año aumentaba el número de científicos incorporados al estudio marxista-leninista. En 1932 se organizó la primera Universidad de marxismo-leninismo para los trabajadores científicos. La tarea principal de tales universidades estribaba en "ayudar a los ingenieros, técnicos y trabajadores científicos a conocer perfectamente el método del materialismo dialéctico y comprender los fundamentos filosóficos del marxismo-leninismo, que constituye la ideología del proletariado".

p Entre 1933 y 1937 se abrieron 23 universidades de marxismo–leninismo, en las que estudiaban unos 6.000 trabajadores científicos y técnicos.

223

p En la esfera de la planificación de las indagaciones científicas se efectuó un gran trabajo. En su desenvolvimiento se hubo de vencer la resistencia de muchos académicos, convencidos de que la planificación de la labor científica desorganizaría y despersonalizaría a los hombres de ciencia, al paso que pondría trabas a la iniciativa científica. A este propósito, el académico V. Volguin escribió: "Muchos... quizás no se imaginen qué combate y cuántos esfuerzos, qué cantidad de conversaciones y argumentos de todo género exigió de nosotros introducir en la Academia la simple idea de la planificación de la labor científica; cuántos esfuerzos dedicaron a esta obra los comunistas, junto con el grupo de trabajadores sin partido que se pusieron en contacto con ellos al dar los primeros pasos en su actividad en la Academia de Ciencias".

p A fines de 1930 fue redactado el primer plan laboral de la Academia de Ciencias para 1931 y se inició el estudio del plan de trabajos de investigación durante el período del segundo plan quinquenal. La Academia de Ciencias de la URSS entrelazó más apretadamente su actividad con la vida y las necesidades de las repúblicas nacionales. En 1931 empezó a organizar sus secciones y bases. Al finalizar el primer plan quinquenal se habían formado sus secciones en los Urales, el Extremo Oriente y Transcaucasia y sus bases en Kazajstán y Tadzhikistán. En 1929 se fundó la Academia de Ciencias de Bielorrusia.

p Haciendo un balance del inmenso trabajo de reorganización de la actividad de la Academia de Ciencias en consonancia con las exigencias de la construcción socialista, el académico V. Volguin señaló a mediados de 1932: "Una cosa puede considerarse ahora... definitivamente asegurada: la inclusión de la Academia en la obra de la construcción socialista es un hecho real, palpable. La lucha en torno a este problema ha terminado. No tendremos que volver a hablar de este tema en el seno de la Academia de Ciencias".

p La restructuración de la labor de la Academia de Ciencias y de las instituciones de investigación científica y el acercamiento de su actividad a la práctica de la construcción socialista repercutieron benéficamente en los resultados del trabajo científico en el país. En el período de industrialización se alcanzaron muchos éxitos notables por la ciencia soviética en las más diversas esferas del saber. En este sentido hay que mencionar algunas realizaciones tecnocientíficas muy importantes logradas

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en el proceso de la reconstrucción técnica (ferroaleaciones, aceros especiales, metales ligeros, plásticos, nuevos materiales de construcción, máquinas agrícolas 224 combinadas, nuevas clases de materias primas y el perfeccionamiento de muchos procesos tecnológicos).

p Entre fines de la década del 20 y comienzos de los años 30 a diversos científicos soviéticos se les concedió el Premio Lenin por obras de gran valor científico y económico. Entre los primeros laureados figuraban hombres de ciencia tan insignes como V. Obruchev, A. Arjánguelski, A. Chichibabin, N. Kurnakov, E. Britske, V. Shújov, I. Gubkin, L. Pisarzhevski, A. Chernyshev, V. Mitkévich y otros.

p La ideología de los intelectuales científicos cambió profundamente. Muchos de los científicos de la época zarista, incorporados resueltamente a la construcción del socialismo, no habían llegado a tener antes de la revolución firmes convicciones políticas y ni siquiera claras concepciones estrictamente científicas. En los años del Poder soviético cambiaron en redondo sus opiniones. Su trabajo creador se enriqueció y dio resultados más palpables. "Dijérase que había nacido por segunda vez en mi vida científica y social — escribió el académico B. Kéller — . De hombre de convicciones izquierdistas indefinidas, la Revolución de Octubre me refundió en bolchevique, en miembro del PC (b) de la URSS. Al mismo tiempo, precisamente la revolución proletaria, de un científico provincial mediano me convirtió en académico, en miembro efecto de dos academias: la Academia de Ciencias de la URSS y la Academia de Ciencias Agrícolas V. I. Lenin.

p Al partido no llegué de golpe. Presenté mi petición para que se me admitiera como miembro suyo cuando cobré plena conciencia con todo mi ser de dos postulados:

p 1. Que la revolución proletaria había emancipado a masas de muchos millones de obreros y campesinos y que las conducía hacia el comunismo, la más grandiosa cultura humana.

p 2. Que esta cultura nace en condiciones difíciles, en duros combates entre las clases y que es preciso defenderla con toda la vida propia"  [224•9 .

p También entre la intelectualidad artística cambiaron mucho las cosas. Fue arraigando cada vez más en sus medios la convicción de que la cultura estaba indisolublemente ligada con los intereses del pueblo soviético y con las tareas que se había trazado y cumplía el Partido Comunista.

p El partido dedicó gran atención a poner al servicio de la construcción socialista una expresión tan masiva del arte como el teatro. "El Poder soviético — escribió A. Lunacharski — ha 225 conquistado con prudencia los teatros académicos. No queríamos romper su trama viva, no queríamos poner en juego la violencia... El Poder soviético se ha granjeado simpatías bastante amplias en los medios teatrales académicos gracias a su delicadeza y liberalismo, lo que ha facilitado el trabajo y lo facilitará en el futuro".

p En mayo de 1927 fue convocada por el Comisariado del Pueblo de Instrucción una Conferencia del partido dedicada a los problemas del teatro. Asistieron a ella funcionarios de los órganos centrales y locales del partido, dramaturgos y críticos teatrales. Tanto en los informes como en las intervenciones de los asistentes a la Conferencia se trató principalmente de la política que se debía seguir respecto al viejo teatro, del apoyo a los teatros revolucionarios y de las tareas del partido en la esfera del arte teatral en las condiciones del paso a la amplia construcción del socialismo.

p En sus resoluciones, la Conferencia señaló que los principios de la política artística del partido habían sido fijados por la resolución del CC del PC (b) de la URSS del 18 de junio de 1925 "Acerca de la política del partido en la esfera de la literatura amena”, cuyos planteamientos principales no habían perdido su significación y podían ser aplicados a la obra de desarrollo del teatro. La Conferencia indicó que, al igual que en el terreno de la literatura, el partido y el Poder soviético no podían atarse a cualquier tendencia teatral determinada. Mas al mismo tiempo era preciso tomar todas las medidas para que la emulación entre las corrientes teatrales condujera al cumplimiento pleno y eficiente de las tareas sociales que se alzaban ante el arte.

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p Los participantes en la Conferencia subrayaron que "la “herencia” teatral contenida en el teatro anterior a la revolución es un valor hacia el que se debe tener una actitud solícita y atenta" y que el paso de los viejos teatros a los cauces nuevos, socialistas, no podía producirse rápidamente; en razón a sus tradiciones y firmes lazos con la vieja cultura únicamente se realizaría "mediante cambios lentos y con frecuencia zigzagueantes”. La Conferencia del partido adoptó también una serie de importantes medidas tendentes a apoyar a los teatros revolucionarios y a lograr el acercamiento del viejo teatro a las tareas de la construcción socialista.

p En la situación de los viejos teatros, en la orientación de sus actuaciones y en la ideología de los artistas y directores de escena hubo grandes cambios entre fines de los años 20 y comienzos de los años 30. Poco a poco fue renovándose el repertorio teatral con obras de dramaturgos soviéticos. Lunacharski señaló que en 1927 se pusieron en escena en los teatros 226 académicos de Moscú y Leningrado de 20 a 25 piezas de nuevo repertorio. No es una cifra pequeña, si se tiene en cuenta lo fuerte que era en estos teatros el apego al repertorio "clásico".

p Uno de los primeros espectáculos soviéticos representados por los teatros académicos fue la pieza Liubov Yarovaya, de Trenev, puesta en escena por el Teatro Maly en 1926. El espectáculo alcanzó un inmenso éxito de público. A continuación del Teatro Maly, esta obra la representaron otros teatros del país. En 1927, el Teatro de Arte puso en escena El tren blindado 14–69, de V. Ivánov, y el Teatro Bolshói, La amapola roja, de R. Glier, que fue el primer ballet con tema revolucionario. Cada año creció el número de obras de dramaturgos soviéticos que figuraban en las carteleras teatrales. En tanto que en 1924 estas obras constituyeron el 3% del repertorio de los teatros, en 1927 se cifraron en el 19%, y en 1931, en el 35%. La primera mitad de los años 30 se significó por la puesta en escena de obras tan excelentes de la dramaturgia soviética como Egor Bulychov y otros, de Máximo Gorki; La tragedia optimista, de V. Vishnevski; Después del baile, de N. Pogodin, y otras. Los temas centrales de la dramaturgia soviética eran el trabajo socialista, las nuevas relaciones sociales y el nuevo héroe.

p La dramaturgia soviética no podía tampoco pasar de largo frente a los procesos que se verificaban entre la intelectualidad. En diversas obras notables se reflejó asimismo el proceso de formación de la nueva intelectualidad y la evolución ideológica de los intelectuales de la época burguesa. (La rotura, de B. Lavrenev, Miedo, de A. Afinoguénov, y otras).

p La saludable renovación del repertorio teatral contribuyó considerablemente a elevar la conciencia política no sólo de los espectadores, sino también de los propios artistas. Ahora bien, este proceso no transcurrió, ni mucho menos, idílicamente. Diéronse no pocos casos de teatros que se negaron a representar una pieza, y de actores que no quisieron interpretarla, simplemente porque rebosaba de "política”. Así ocurrió, por ejemplo, con P. Sadovski. Cuando se le invitó a interpretar el papel de Koshkin en la pieza Liubov Yarovaya dudó de que lograse crear la imagen del comisario. Posteriormente sería uno de los mejores intérpretes de este papel. ¿Y acaso le podía ser fácil vencerse a sí mismo al actor S. Kuznetsov, acostumbrado a interpretar papeles de reyes, condes y abates, y al que de pronto se le confió el papel del marinero revolucionario Shvandia, o a la actriz V. Pashénnaya, que después de representar a María Estuardo y a las heroínas de Ostrovski salió a escena con el traje de Liubov Yarovaya, maestra que había encontrado su sitio en la revolución? El proceso de adaptación a 227 la temática nueva, socialista, fue arduo y complicado para los actores de la vieja época. Parte de los artistas tardaron mucho en “compenetrarse” con los papeles de obreros, campesinos y revolucionarios, nuevos para ellos.

p Las tentativas de acelerar este proceso emprendidas por los trabajadores del arte “izquierdistas”, comunistas, estaban llenas de buenas intenciones, pero sólo acarrearon efectos evidentemente negativos. Los errores “izquierdistas” y los extremismos con relación a la intelectualidad artística merecieron una rigurosa crítica de las organizaciones del partido y de los Soviets.

p Los errores “izquierdistas” y los extremismos pudieron frenar, pero no detener el proceso irreversible del paso definitivo de los trabajadores del arte a las posiciones del socialismo. El Partido Comunista y el Estado soviético estimularon de mil maneras este proceso y combatieron

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con energía tanto los errores “izquierdistas” como las desviaciones burguesas derechistas en el arte, y esta actitud sirvió de garantía para consolidar las fuerzas en este frente.

p En el viraje de la intelectualidad artística hacia la participación activa en la construcción del socialismo y en la reanimación de su actividad sociopolítica en este período desempeñó un considerable papel la Unión de Trabajadores del Arte.

p Desarrolló una gran labor para vencer el neutralismo político y las manifestaciones de la ideología burguesa y para vincular el arte con la vida del pueblo. Grupos teatrales iban a representar en las fábricas y koljoses. Los teatros apadrinaron al Ejército Rojo.

p Se dedicó gran atención al estudio político de los trabajadores del arte. Las discusiones organizadas entre las postrimerías de los años 20 y los albores de la década del 30 sobre economía, filosofía, historia del partido y literatura despertaron vivo interés de la intelectualidad artística por los temas de la metodología marxista y de la teoría del arte y por las cuestiones ideológicas.

p La lucha por reducar a los trabajadores del arte en el espíritu socialista dio buenos resultados. Ya en 1932 el VIII Congreso de Trabajadores del Arte de la URSS pudo señalar en su resolución que "la intelectualidad artística de la vieja sociedad, persuadida del poderío y de la misión cultural del Estado soviético, aspira decidida y honradamente en su gran mayoría a caminar al paso de la clase obrera y de su partido”. No obstante, la terminación definitiva de este proceso fue entorpecida por la dispersión orgánica de las agrupaciones artísticas y las deformaciones “izquierdistas” de la línea del partido en el ámbito del arte.

228

p Intrincado y laborioso fue el proceso de transformación ideológica de los literatos. Muchos escritores no podían comprender aún la realidad soviética y se hallaban en un estado de depresión artística. Por ejemplo, el escritor Y. Olesha dijo: "Me es difícil comprender el tipo de obrero, el tipo de héroe revolucionario. Yo no puedo ser como ellos. Eso está por encima de mis fuerzas, por encima de mi entendimiento. Por esto no escribo de ello".

p Las dificultades del paso de los literatos a la plataforma del socialismo veíanse agravadas por la actitud izquierdista de la Asociación Rusa de Escritores Proletarios. Entre finales de los años 20 y comienzos de los 30 se continuó discutiendo ampliamente a través de la prensa, lo mismo que antes, el tema de los "compañeros de viaje" en la literatura y el arte. Esta cuestión la suscitaba con más frecuencia la revista Na literatúrnom posta, órgano de dicha asociación, que empezó a aparecer en 1926. Debe señalarse que la crítica a los "compañeros de viaje" por la revista era más moderada y objetiva que la preponderante en el período anterior en la revista Na postú. La revista Na literatúrnom postú, aunque señalando a los escritores sus errores ideológicos, no se apresuraba, sin embargo, a incluirlos en la categoría de antisoviéticos. Mas esto sólo fue al principio. En cambio, en el último período de vida de la revista (dejó de publicarse en 1932), los autores de los artículos aparecidos en ella ya no se proponían comentar objetivamente las obras de los escritores, sino que pretendían descubrir su "génesis social-clasista”, su "equivalente sociológico".

p En un tono grosero inadmisible, la revista criticó a S. Marshak y K. Chukovski. Alexéi Tolstói fue incluido definitiva e irremisiblemente en la categoría de los escritores neoburgueses, haciendo compañía a S. Serguéiev-Tsenski, I. Erenburg, L. Leónov y M. Shaguinián, a quienes se apuntó también en la misma lista. De M. Prishvin dijo la revista que "habiendo soslayado antes los temas sociales por poco ásperos que fuesen y presentado al hombre a solas con la naturaleza, se alza ahora abiertamente en contra de la transformación de los escritores y de la participación activa de la literatura en la vida social, es decir, se opone, en realidad, a que la literatura cumpla las tareas de la revolución”. Según la revista, V. Shishkov "presenta el modo de vida en la URSS de manera que es difícil distinguirlo del modo de vida en el Imperio ruso".

p La transposición mecánica de los conceptos de la lucha de clases a los fenómenos literarios y la incomprensión por algunos miembros de la asociación de los procesos que en aquellos años se

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operaban en la literatura fueron criticadas acerbamente en los 229 medios literarios y por la prensa soviética. El diario Pravdafijó reiteradamente la atención en la incorrecta actitud de los directivos de la Asociación Rusa de Escritores Proletarios y de sus órganos. El partido rechazó la tentativa de trasladar a la literatura los términos y las categorías de la vida interna del partido. Reprobó los métodos “prohibitivos”, considerando que "la cuestión no estriba en prohibir, sino en desalojar paso a paso de los especialistas la nueva y vieja maculatura no proletaria por medio de la emulación, a través de la creación de verdaderas e interesantes piezas artísticas de carácter soviético que puedan sustituirla".

p A fines de 1929, en un artículo de Pravda se indicó que "por supuesto, las discusiones teóricas son inevitables, y se puede y se debe discutir también acerca de las cuestiones de la política literaria práctica, pero es preciso ser cometido en el ardor polémico y no poner los intereses de grupo o los intereses estrechamente comprendidos de tal o cual grupo literario por encima de los intereses del partido, que exigen imperiosamente la consolidación de las fuerzas comunistas en base al marxismo–leninismo".

p Esta necesidad de la consolidación la dictaban con apremio las nuevas condiciones sociopolíticas, la unidad político-moral, en proceso de formación, de la sociedad socialista y el desarrollo de la literatura soviética. La división de los escritores, usada en otro tiempo, en “proletarios” y "compañeros de viaje" iba perdiendo evidentemente todo sentido. Muchos de aquellos a quienes, por vieja rutina, seguían llamando "compañeros de viaje" se hacían eco en sus obras de los acontecimientos contemporáneos no menos vivamente que los "escritores proletarios”. El tema de la construcción socialista y de la formación del hombre de nueva contextura moral era lo principal en libros de "compañeros de viaje" como K. Paustovski (Kará-Bugaz), M. Shaguinián (La hidrocentral), V. Katáev (¡Tiempo, adelante!), L. Leónov (Sof), I. Erenburg (El segundo día) y otros. El poeta V. Lugovskói, en el artículo Mi camino hacia la literatura proletaria, habló así de los cambios sustanciales que se habían producido en la conciencia del escritor: "La verdadera originalidad de la obra del escritor consiste en andar por el mundo colosalmente amplio de las ideas sociales que se extiende ante nosotros casi intacto y no reflejado, tan rico y tan espacioso en temas e imágenes, que bastan para cien generaciones por delante".

p Reaccionando sensiblemente ante los cambios socioeconómicos y políticos en el país soviético, la intelectualidad artística, ya a comienzos de los años 30, se pronunció a favor del 230 socialismo. Además de ser leal al Poder soviético, le prestó apoyo activo. Es natural que en estas condiciones su división en “proletarios” y "compañeros de viaje”, o sea, en "válidos" y “sospechosos”, encontrara enérgica repulsa entre los literatos, pintores y artistas. Alexéi Tolstói, al intervenir en octubre de 1930 en una conferencia sobre problemas de la dramaturgia, dijo: "Es muy dudoso y poco digno el sello puesto a mi actividad literaria... Me refiero al concepto del compañerismo de viaje. Quizá esta categoría, este casillero, tuviera algún sentido en otro tiempo. No sé... Ya es hora de acabar con esta palabra. Nosotros no corremos a la margen del camino bajo los amenazadores acordes de La Internacional. Vamos en sus filas, y me atrevo a asegurarles, camaradas, que muchos de los que ustedes, por feo tópico, siguen llamando compañeros de viaje y en los que les parece ver una organización espiritual de rabanillo, muchos de nosotros estamos en las filas de vanguardia. Tal es la dialéctica de la vida... Nosotros no somos compañeros de viaje. Somos escritores de la época del gran Plan"  [230•10 .

p En el proceso de consolidación de la intelectualidad artística ejerció gran influencia Máximo Gorki. Se opuso resueltamente al espíritu de grupo en la literatura y el arte, a los extremismos y fustigamientos en las polémicas literarias y a las acusaciones globales de “desviaciones” de diverso género; al mismo tiempo no cejó en su afán de unir a todas las fuerzas culturales en torno a los ideales socialistas. "Nosotros —escribió a A. Jalátov— hemos entrado firmemente en la época de la construcción de la auténtica revolución socialista. Esto exige la concentración de todas las fuerzas creadoras, de toda la energía"  [230•11 . La idea de la unión de todo lo vivo, talentoso y sano que había en la sociedad soviética en torno al cumplimiento de las grandes tareas de la construcción del socialismo era el leitmotiv de las numerosas intervenciones de Máximo Gorki ante la opinión

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pública soviética.

p Teniendo en cuenta los profundos cambios operados en la literatura y el arte, el CC del PC (b) de la URSS aprobó el 23 de abril de 1932 la resolución "Acerca de la restructuración de las organizaciones literarias y artísticas”. El CC del partido señalaba que en los últimos años, en base a los considerables éxitos en la construcción socialista, se habían logrado grandes avances en la literatura y el arte. Así como unos años antes 231 aparecía patente el sensible influjo de elementos extraños y eran débiles aún los cuadros de la literatura y el arte proletarios, entonces, cuando ya habían crecido esos cuadros, el marco de las organizaciones literarias y artísticas proletarias existentes se hacía cada vez más angosto y frenaba el desarrollo de la creación artística.

p Con este motivo, el CC del PC (b) de la URSS señalaba que "esta circunstancia crea el peligro de que estas organizaciones, de vehículo para la máxima mobilización de los escritores y artistas soviéticos en torno a las tareas de la construcción socialista, degeneren en medio de cultivo del aislamiento de grupo y de ruptura con las tareas políticas de nuestro tiempo y con grupos considerables de escritores y artistas que simpatizan con la construcción del socialismo".

p Fundándose en esto, el CC del PC (b) de la URSS dispuso disolver la Asociación de Escritores Proletarios y agrupar a todos los escritores en una sola Unión de Escritores Soviéticos, con una fracción comunista en ella. El CC decidió también efectuar modificaciones análogas con las demás organizaciones de la intelectualidad artística.

p La resolución del CC del PC (b) de la URSS hacía el balance de toda la época de desarrollo de la literatura y el arte soviéticos fijada en la resolución del CC del PC (b) de la URSS del 18 de junio de 1925 y señalaba los inmensos avances realizados entre los escritores, artistas y pintores, que se expresaban en la cohesión en rededor de las tareas de la construcción socialista y en la adhesión definitiva e irreversible de la intelectualidad de la época burguesa al Poder soviético.

p La resolución del CC del PC (b) de la URSS censuró duramente las tendencias sectarias en la literatura y el arte y el espíritu de grupo y acabó con la división artificial de los artistas en “proletarios” y "compañeros de viaje”. Después de ser publicada la resolución, estos términos desaparecieron muy pronto de las páginas de la prensa.

p En la vida de la intelectualidad artística constituyó un gran acontecimiento el I Congreso Nacional de Escritores Soviéticos, celebrado en agosto de 1934. El resultado principal del congreso fue la demostración del crecimiento ideopolítico de los escritores soviéticos y de su unidad orgánica y espiritual. "¿En qué veo la victoria del bolchevismo en el congreso de los escritores? —se preguntó M. Gorki, contestándose a sí mismo—. En que los considerados entre ellos como hombres sin partido y “vacilantes” han reconocido con sinceridad, de cuya plenitud no me atrevo a dudar, han reconocido el bolchevismo como la única idea rectora combativa en la creación artística..."

232

p En conformidad con la resolución del CC del PC (b) de la URSS, en 1932 fue disuelta la Asociación Rusa de Músicos Proletarios y se fundó la Unión de Compositores Soviéticos, que agrupaba a todos los compositores y músicos deseosos de participar en la construcción del socialismo. Según sus estatutos, la tarea primordial y más importante de la Unión consistía en "unir a los compositores y músicos que apoyan la plataforma del Poder soviético para que participen activamente en la construcción socialista”. El mismo año se formaron la Unión de Arquitectos Soviéticos y las Uniones regionales de pintores y escultores.

p Por tanto, entre fines de los años 20 y comienzos de la década del 30 hubo grandes cambios en la situación de la intelectualidad artística. Si hasta hacía muy poco tiempo tuvo aún en su seno a muchos hombres vacilantes, irresolutos y volubles, el sucesivo robustecimiento de las posiciones del socialismo había llevado a la mayoría de ellos a apoyar decidida y prácticamente la política del Partido Bolchevique. El conocido escritor L. Leónov habló así del proceso de transformación ideológica de la intelectualidad formada antes de la Revolución de Octubre: "La primera fase estaba

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caracterizada, poco más o menos, por este planteamiento sociosicológico de la intelectualidad: "Pues sí, estoy al servicio de la clase obrera, pero mis viejas tradiciones y concepciones se mantienen completamente puras e inviolables”. La segunda fase se distinguió precisamente por la revisión radical de estas tradiciones y de la percepción de la Revolución de Octubre ya no sólo como un hecho consumado, sino también ideológicamente, por vía de transición definitiva a las posiciones de la clase obrera".

p Las victorias del socialismo abrieron ante la mirada de los escritores, artistas y pintores las grandiosas perspectivas de la creación artística y fueron una ingente fuerza estimuladora de la expansión de sus talentos y capacidades. "La revolución —dijo V. Nemiróvich-Dánchenko-— liberó la creación artística, extendió su contenido ideológico..., planteó audaces e inmensos objetivos sociales y tareas artísticas íntimamente ligadas con ellos, vinculó a los artistas con toda la vida del país socialista, y esto constituye para nosotros, trabajadores del arte, el acontecimiento más grande, importante y decisivo en nuestra vida"   [232•12 .

p La realidad soviética creó condiciones para un auténtico florecimiento de la literatura y e! arte. La intelectualidad artística conoció la alegría de la creación para su pueblo, en 233 nombre de la realización de los ideales más nobles de la humanidad. "Sólo ahora —confesaba A. Tolstói—, cuando adquiero el conocimiento marxista de la historia, cuando la gran doctrina, que ha pasado a través de la experiencia de la Revolución de Octubre, me da un sentido de finalidad y un método para leer el libro de la vida, he conocido la verdadera libertad de creación artística y la amplitud temática, una riqueza de temas que una sola vida no puede abarcar"   [233•13 .

p "Antes de 1917 yo no sabía para quién escribía (por cierto que la tirada anual de mis libros sólo llegaba en el mejor de los casos a 3.000 ejemplares). Ahora percibo al escritor viviente, que me hace falta y me enriquece y que él también me necesita a mí. Hace veinticinco años arribé a la literatura como a una grata ocupación, como a un entretenimiento. Ahora veo en la literatura una potente arma de la lucha del proletariado por la cultura mundial, y, en lo que puedo, dedico mis fuerzas a esta lucha. Esta conciencia que vive en mí es un poderoso resorte de mi obra"   [233•14 .

p Estas palabras son de un hombre que recibió hostilmente a la revolución. Mas la gran verdad del socialismo fue la fuerza invencible que no sólo movió a retornar de la emigración al escritor extraviado, sino que, además, hizo de él un clásico de la literatura soviética.

p El pueblo soviético y el Partido Comunista tenían un alto concepto de la obra de los escritores, artistas y pintores soviéticos. A muchos de ellos se les concedieron preciados galardones del Estado. En 1936 se instituyó el título de Artista del Pueblo de la URSS. Entre los primeros que lo recibieron figuraban K. Stanislavski, V. Nemiróvich-Dánchenko, V. Kachálov, I. Moskvín, A. Nezhdánovay otros maestros de la escena. Un numeroso grupo de escritores, artistas y otros trabajadores de la cultura compaginaban su obra artística con la actividad social y estatal. Los escritores A. Fadéiev, A. Tolstói y M. Shólojov, los artistas V. Bársova, I. Moskvín, N. Jmeliov, L. Leonídov, A. Tarásova, N. Cherkásov y otros fueron elegidos diputados al Soviet Supremo de la URSS y a Soviets locales. "Mi vida está vinculada eternamente con el pueblo, y todos mis dones y toda mi maestría los ofrendo hasta el fin a la Patria socialista”. Estas palabras, pronunciadas por I. Moskvín en un encuentro con los electores, expresaban no sólo los sentimientos de este artista. Con pleno derecho podrían haberlas repetido millares, decenas de millares de hombres de la 234 literatura y el arte que supieron romper por completo con sus anteriores concepciones ideológicas y hacerse resueltos participantes de la construcción del socialismo.

p A la par con el incremento de la actividad de los intelectuales en la edificación del socialismo, fue elevándose continuamente su prestigio en el extranjero. Científicos soviéticos participaron con la mayor intensidad en diversos congresos y conferencias científicos internacionales y sus trabajos fueron muy elogiados por la opinión científica mundial.

p Los intelectuales soviéticos intervinieron en defensa de la paz, contra la creciente amenaza de una nueva guerra mundial. En marzo de 1932, en el apasionado llamamiento "¿Con quién estáis,

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maestros de la cultura?”, Máximo Gorki exhortó a los intelectuales del mundo a agruparse en un frente único contra la reacción y la guerra. España se convirtió en el frente más importante de lucha contra las fuerzas del fascismo y de la guerra. En este frente participaron intelectuales soviéticos.

p Los éxitos en la construcción socialista y el papel activo desempeñado por la intelectualidad en el trabajo creador y en la educación del nuevo hombre se dejaban sentir cada vez más entre los intelectuales que habían quedado en la emigración. En sus medios se profundizó la escisión. Una parte de los emigrantes blancos seguía odiando el régimen soviético; otra parte combatió por la libertad del pueblo español, simpatizaba calurosamente con el progreso de la URSS y se enorgullecía de los éxitos del pueblo soviético. En algunos países se empezó a formar sociedades de amigos de la URSS y comités de intelectuales emigrados, que se pronunciaban por el cese de toda acción política contra la Unión Soviética. Algunos emigrantes adoptaron la ciudadanía soviética o se repatriaron.

A mediados de 1935, el pintor I. Bilibin escribió exponiendo los motivos que le habían inclinado a pedir la repatriación desde Francia: "En los últimos años —decía—, siguiendo a través de la prensa local y del medio circundante lo que sucede en mi patria, he ido llegando a la plena y absoluta convicción de que permanecer aquí es un absurdo y una enorme equivocación... Y ahora, al ver el desarrollo extraordinario de mi patria, inaudito antes, aspiro, en la medida de mis fuerzas y posibilidades, a dedicar mi trabajo profesional a mi país y ser todo lo útil posible”. A I. Bilibin se le autorizó a repatriarse. En 1935 también volvió de Francia el conocido general y diplomático A. Ignátiev. En 1939 recobró su ciudadanía soviética y retornó de la emigración la inspirada poetisa M. Tsvetáeva. En el ocaso 235 de su vida se repatrió A. Kuprín. Tuvo el suficiente valor cívico para reconocer con este acto de su repatriación el trágico error cometido por él, y su culpabilidad ante el pueblo, al que abandonó en difíciles días.

* * *

p Ya en la aurora del Poder soviético, V. I. Lenin expresó su firme convicción de que "toda la experiencia vivida conducirá indefectiblemente a los intelectuales a nuestras filas...”   [235•15  Lenin tuvo profunda razón al hacer este pronóstico. En definitiva, la absoluta mayoría de los intelectuales de la época burguesa se pasaron al socialismo. Unos comprendieron antes sus extravíos y errores, otros tardaron más en ello, pero este paso tuvo lugar. En el período final de la construcción de las bases del socialismo, los intelectuales de la época zarista eran ya en el país soviético constructores del nuevo régimen tan activos e iguales en derechos como la clase obrera y los campesinos koljosianos.

p A la vez que incorporaban a la intelectualidad de la época burguesa a la construcción socialista y la reducaban, el partido y el Estado soviético dieron solución a otra ardua tarea: crear una amplia intelectualidad soviética de extracción obrera y campesina. Sin cumplir esta tarea era imposble transformar la URSS, de país atrasado, en país adelantado, de país agrario, en país industrializado.

p La revolución socialista había creado todas las condiciones y premisas necesarias para solucionar el problema de la educación de una nueva intelectualidad. Suprimiendo los privilegios de las clases explotadoras derrocadas, abrió a los trabajadores las puertas de las escuelas y de los centros docentes superiores.

p La formación de una intelectualidad nueva, popular, fue una obra tan insólita como la propia construcción de la sociedad socialista. Para este fin el partido y el Estado atrajeron también a los intelectuales de la época burguesa, pues eran ellos los únicos de quienes se podía aprender. Sólo con su ayuda millones de personas procedentes de la clase obrera y del campesinado llegaron a ser especialistas muy cualificados en todas las ramas de la ciencia, la técnica y la cultura. Así quedó confirmada una vez más la justedad de la tesis leninista: 236 construir la nueva sociedad con ayuda de los intelectuales que nos ha dejado en herencia el régimen burgués.

p En la preparación de la nueva intelectualidad se lograron grandes éxitos sobre todo en el período de los planes quinquenales de preguerra. Tan sólo en once años (1928–1938), en los centros

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docentes superiores de la Unión Soviética se graduaron 672.000 especialistas, y en los centros de enseñanza media especializada, 1.144.000, en total, unos dos millones de especialistas para todas las ramas de la economía y de la cultura. Un número considerable de obreros y campesinos capaces fueron promovidos a cargos administrativos y a puestos técnicos inferiores y para el trabajo en el aparato del Estado y en las organizaciones del partido y sociales. Crecieron los intelectuales artísticos. En total, en vísperas de la Gran Guerra Patria la intelectualidad soviética contaba en sus filas con unos doce millones de personas. La formación de esta legión de intelectuales fue una grandiosa conquista de la revolución socialista.

p La construcción de las bases del socialismo en la URSS tuvo como consecuencia profundas transformaciones en la estructura de la sociedad y en el destino de las clases y de otros grupos sociales, entre ellos la intelectualidad. A la par que arraigaba el nuevo régimen social, la intelectualidad de la época burguesa fue fundiéndose orgánicamente con la nueva intelectualidad, que era sangre de la propia sangre del pueblo e infinitamente fiel a la causa del comunismo.

Los intelectuales soviéticos, trabajando abnegadamente en unión de todo el pueblo, hicieron un admirable aporte a la obra de la edificación del socialismo: a la industrialización del país, a la colectivización de la agricultura, al reforzamiento de la capacidad defensiva del Estado y al desarrollo de la cultura soviética. El que la mayoría absoluta de los intelectuales de la época zarista abjuraran tarde o pronto, pero irreversiblemente, de su ideología burguesa y pasaran a las posiciones del socialismo significó una gran victoria del Partido Comunista y de la doctrina marxista-leninista. A la clase obrera y a su partido les fue difícil alcanzar la victoria en los frentes de la guerra civil, pero no menos ardua sería para el Partido Comunista y la clase obrera la tarea de "conquistar las mentes" de los hombres que, además de estar lejos de la ideología socialista, actuaron a veces como enemigos de ella. Esta feliz experiencia, la primera en la historia humana, de reducación de la intelectualidad burguesa y de incorporación de la misma a la construcción del socialismo tiene un significado de alcance histórico universal.

* * *  

Notes

 [219•8]   Archivo Central del Partido del Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS.

 [224•9]   B. Kéller. La revolución proletaria y los intelectuales. Moscú. 1937, págs. 26–27.

 [230•10]   Alexéi Tolstói. Obras en diez tomos. Moscú, 1961, t. 10, págs. 148–149.

 [230•11]   Archivo de M. Gorki, t. X. Máximo Gorki y la prensa soviética, libro 1.

 [232•12]   " V. Nemiróvich-Dánchenko. Artículos, discursos, conversaciones, carias. Teatrálnoe naslédie. Moscú, 1952, t. 1, pág. 49.

 [233•13]   Alexéi Tolstói. Obras en diez tomos, t. 10, pág. 202.

 [233•14]   Ibídem, págs. 190–191.

 [235•15]   V. I. Lenin. Acerca Je la candidatura de M. Kalinin para el i-argo de Presidente del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia. O. C.. t. 38. pág. 225.