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191 RIDEP · Vol. 19 · Nº1 · 2005 La función parental en la adopción The parenting function in Adoption ALEJANDRO ÁVILA ESPADA 1 RESUMEN La decisión de adoptar deriva no sólo de una compleja situación psicológica secundaria a la imposibilidad de tener hijos por vía biológica, sino como efecto de variables sociales y de edad. En este trabajo se recorren los conceptos de parentalidad, maternidad y paternidad, situando el proceso de la parentalidad, como despliegue de la función materna y paterna; funciones que van más allá de las características asociadas a los roles sexuales y de género. Se propone que la experiencia de la infertilidad implica una herida al narcisismo al enfrentarse a la incapacidad de ser fértil, considerada esencial en muchas culturas, y se con- sideran otras determinaciones sociales que influyen en la adopción. Tras revisar, siguiendo principalmente a Winnicott (1998a,b), las diferentes trayectorias y problemáticas de la adopción y la importancia de requerir a tiempo ayuda pro- fesional, se presta especial atención a la adecuada transmisión de información de los padres a sus hijos adoptivos, factor clave para resolver la tensión entre la tendencia a la negación –por el hijo o por los padres- del origen y de todas las marcas que puedan señalar ese rastro, y la necesidad de afirmarse en la diferen- cia y expresar su identidad, fenómeno que hace especial eclosión en la adoles- cencia. Se subraya que responder a las preguntas sobre el origen no es transmi- tir un saber adquirido, sino un aspecto de la construcción de la parentalidad en los padres adoptantes, y con ello la posibilidad de abrir un espacio psicológico para sí como padres, y para el hijo/a, como tal. 1. Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la Universidad Complutense, Facultad de Psicología, Madrid (España). E-Mail: [email protected]

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RIDEP ·· Vol. 19 ·· Nº1 ·· 2005

La función parental en la adopción

The parenting function in Adoption

ALEJANDRO ÁVILA ESPADA1

RESUMEN

La decisión de adoptar deriva no sólo de una compleja situación psicológicasecundaria a la imposibilidad de tener hijos por vía biológica, sino como efectode variables sociales y de edad. En este trabajo se recorren los conceptos deparentalidad, maternidad y paternidad, situando el proceso de la parentalidad,como despliegue de la función materna y paterna; funciones que van más alláde las características asociadas a los roles sexuales y de género. Se propone quela experiencia de la infertilidad implica una herida al narcisismo al enfrentarsea la incapacidad de ser fértil, considerada esencial en muchas culturas, y se con-sideran otras determinaciones sociales que influyen en la adopción. Tras revisar,siguiendo principalmente a Winnicott (1998a,b), las diferentes trayectorias yproblemáticas de la adopción y la importancia de requerir a tiempo ayuda pro-fesional, se presta especial atención a la adecuada transmisión de informaciónde los padres a sus hijos adoptivos, factor clave para resolver la tensión entre latendencia a la negación –por el hijo o por los padres- del origen y de todas lasmarcas que puedan señalar ese rastro, y la necesidad de afirmarse en la diferen-cia y expresar su identidad, fenómeno que hace especial eclosión en la adoles-cencia. Se subraya que responder a las preguntas sobre el origen no es transmi-tir un saber adquirido, sino un aspecto de la construcción de la parentalidad enlos padres adoptantes, y con ello la posibilidad de abrir un espacio psicológicopara sí como padres, y para el hijo/a, como tal.

1. Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la UniversidadComplutense, Facultad de Psicología, Madrid (España). E-Mail: [email protected]

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Palabras clave:

Adopción, Parentalidad biológica, Parentalidad adoptiva, Maternidad,Paternidad, Adolescencia.

ABSTRACT

The decision to adopt derives no only from a complex psychological situa-tion secondary to the impossibility of having children by biological means, butas an effect of social and age variables. This paper covers the concepts of paren-thood, both maternity and paternity, defining the parenting process as the unfol-ding of maternal and paternal functions; functions that go beyond the characte-ristics associated to sexual and gender roles. The paper proposes that the expe-rience of infertility implies damage to the narcissist ego, as it faces the incapa-city to be fertile, which in many cultures is considered essential, and studiesother social determinants which influence adoption. After revising, principallyfollowing Winnicott (1998a,b), the different paths and problems inherent toadoption and the importance of requesting professional support in time, specialattention is given to the adequate transmission of information from the parentsto the adopted child, as a key factor to resolving the tensions between the ten-dency –of parents or children- to denial the origin of all the marks that maypoint out that trace, and the need to affirm the difference and express his/herown identity, a phenomenon that outbreaks particularly in adolescence. It ispointed out that to answer questions about origin is not merely a transmission ofan acquired knowledge, it is an aspect of the construction of parenthood inadopting parents and with this the possibility of opening a psychological spacefor themselves as parents and for the adopted child, as such.

Key words:

Adoption, Biological Parenting, Adoptive Parenting, Motherhood,Fatherhood, Adolescente.

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Parentalidad biológica y adoptiva:algunas consideraciones

La decisión de adoptar suele deri-var de una compleja situación psico-lógica secundaria a la imposibilidadde tener hijos por vía biológica, ocomo efecto de variables sociales y deedad. Asumir y ejercer la paternidad omaternidad es tomar conciencia de unproceso complejo, y a la vez un rol aconstruir, una función que cada unodespliega en forma singular y que nose reduce a las consecuencias de unhecho biológico. La capacidad de pro-crear por sí sola no nos hace padres,de la misma manera que ser hijo adop-tivo no trae per se una carga patógena,sino como efecto de lo secreto y delmodo anómalo de manejar la informa-ción acerca del origen y la diferenciacon “los otros”.

¿Qué sabemos de las diferenciasentre la parentalidad2 adoptiva y labiológica?

Empezando por la psicología com-parada, además de las leyendas y rela-tos novelescos que plasman los ejesde nuestra cultura, la paternidad adop-tiva ha sido observada claramente enperros salvajes, lobos (de la que nues-tra cultura romana hace honor al darlea la loba capitolina su decisivo papelen el origen de la civilización), chaca-les, leopardos cazadores, gaviotas, y

en los monos papiones (entre los quese ubica la leyenda novelesca deTarzán) (Masson, 2000). En la psico-logía animal se constatan así abun-dantes ejemplos de que la parentali-dad no se asienta solo en la biología.

En lo que atañe a la adopción, lamaternidad y paternidad derivan delas capacidades para ejercer la fun-ción materna y paterna respectiva-mente, o incluso para ejercer ambas,porque aunque en la pareja de padresbiológicos las funciones paterna ymaterna pueden en ocasiones sola-parse, desdibujarse y alternarse,encontraremos sin embargo ciertoscaminos rotulados por la biologíadesde el mismo embarazo; es en lapaternidad y maternidad de origenadoptivo donde la distinción entreambos roles será mucho más difusa.Entonces el varón, p.e., según suscaracterísticas psicológicas, puededesplegar más función materna que lapropia mujer que forma esa pareja,quien complementariamente, o porefecto de su personalidad, podría des-plegar más características de la fun-ción paterna. Ese potencial intercam-bio de roles, esa plasticidad o formaidiosincrásica de ejercer los roles, quese puede observar también en la pare-ja biológica, tiene en la adopciónamplias posibilidades y límites muchomás difusos, precisamente porque

2. Usaremos el termino parentalidad para referirnos indistintamente al despliegue de la paternidado maternidad, bien por separado o conjuntamente.

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ninguno ha tenido al bebé dentro de sífísicamente, previamente a encarar latarea de crianza. Y las fantasías quellevan al despliegue del rol maternoen los varones que adoptan sonmucho más intensas y frecuentes queen los padres biológicos; fenómenopotenciado por las dificultades de lamujer para desplegar su papel demadre a partir de la evidencia de suinfertilidad, donde la elaboración dela pérdida o dificultad de disponer deesa función precede a poder ocupar demanera sana su lugar como madre.Esta situación vincular debe clarifi-carse conjuntamente para que la pare-ja parental supere el encasillamientoen lugares frecuentemente falsos (p.e.la esterilidad de la mujer vs. la poten-cia del varón) como nos demuestranlas abultadas tasas de esterilidaddeterminada por el factor masculino,y que la pareja encare las dificultadesde fertilidad como una situación com-partida, soslayando las estructuras denegación que sostienen algunos pape-les tópicos que nos muestran al varón“solo fecundo como madre” o a lamujer “fálica y estéril como madrepero potente como padre”.

La paternidad y la maternidad esuna dimensión psicológica y construi-da que no se basa en lo biológico, sinoen qué sea posible ocupar el papel depadre o madre, a los cuales se accedepor un sistema relacional complejo,que incluye el sistema de los cuidadosy la palabra. Se trata de la capacidadde prestar ciertos cuidados que son

fundamentalmente de tipo emocional,engarzados en torno a la palabra, conla que el padre y la madre despliegansu papel. De la misma manera padresy madres biológicos y adoptantes,ocupan ese espacio de paternidad ymaternidad, y lo hacen de forma idén-tica, pues se puede tener un hijo bioló-gico sin desplegar la función paterna omaterna. Somos padres y madres ocu-pando ese lugar, desplegando la capa-cidad de cuidado y la palabra inheren-te al mismo. Los procesos de preocu-pación maternal primaria, característi-cos de la función materna, así como lafunción de diferenciación y ley que esinherente a la función paterna, confi-guran el escenario y procesos de laparentalidad, a través del desplieguede ambas funciones: materna y pater-na, funciones que van más allá de lascaracterísticas fenotípicas de los rolessexuales y de género.

¿Habrá en esa madre, y padrepotenciales, capacidad empática sufi-ciente para sostener al bebé y paraocupar ese espacio de palabra que leshará padres o madres? Es necesario,que uno de los miembros de la parejaparental, ordinariamente la madre,pueda desplegar una cualificada capa-cidad para cuidar y sostener, mientrasque las dificultades que genera esatarea y la recomposición a la queimplica el ocupar ese lugar, serán faci-litadas por el otro miembro de la pare-ja, en este caso el padre, que sostienea la madre. Una trama vincular en laque puede insertarse un hijo/a y tener

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lugar. Reiteramos que una mujerpuede desplegar la función paterna yun hombre puede desplegar la funciónmaterna, mientras que en las familiasmonoparentales las cosas se compli-can un poco más, ya que si bien unasola persona podría desplegar ambasfunciones, estará sobrecargada, yrequerirá estar adecuadamente soste-nida por una amplia red de relacionesde familia extensa o pares.

Las personas que vienen de un dila-tado recorrido por experiencias deinfertilidad y fracaso conceptivo pre-sentan una problemática específicaque se manifiesta como herida grave asu propio narcisismo, provocado porla experiencia de enfrentarse a unaincapacidad esencial, la de ser fértil,que viene a ser considerada esencialen la mayoría de las culturas, donde seha creado el arquetipo de que unamujer que no tiene hijos no está com-pleta o no tiene valor. La casuística clí-nica nos ha aportado abundantes ejem-plos de que en estos casos puede darseuna profunda ambivalencia en torno aldeseo de tener hijos, representadocomo un lenguaje de espera y anhelo,pero a la vez negado en un cuerpo queno da el soporte necesario, que serebela, en un clima emocional entre latristeza de no lograrlo y a la rabia, disi-mulada o reprimida derivada del senti-

miento de “no valer, de no ser nadie sino se es madre” bien ante la pareja, laconstelación familiar de origen o elcontexto social de pertenencia. Losfactores psicodinámicos y socialesmás consistentemente constatados enla clínica de la infertilidad han sido yaexpuestos en trabajos anteriores(Langer, 1964; Ingelmo, Vaz ySilvestre, 1984; Ávila, 1993). La ten-sión estructural de este conflicto ha deser reconocida, elaborada y resuelta engran medida, antes de que se encarenlas exigencias reales de la parentali-dad, para no lastrarla con ella.

El escenario emocional que lleva ala adopción puede derivar también deotras representaciones sociales, comolas de las identificaciones solidariascon entornos o culturas con gravesdificultades económicas3, o como unaexperiencia de juego o aventura “queestá de moda”, escenarios que nosiempre son positivos, y que puede seractuaciones negadoras de la acepta-ción de lo imposible o de las dificulta-des inherentes de enfrentar los cam-bios del ciclo vital. Enfrentar la paren-talidad adoptiva requiere un elevadogrado de madurez, y no es una formamás de evitación o solución de con-flictos en la propia identidad o en lapareja. La adopción es un recursosocial más, en la medida en que hay

3. El boom de la adopción en España se disparó después de la emisión por los medios de comuni-cación de masas de un documental sobre las más que precarias condiciones en que vivían las niñasen los orfanatos chinos (v.g. “Las habitaciones de la muerte” Documentos TVE).

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niños y niñas que necesitan padres yentornos adecuados para su desarro-llo, y que pueden ser confiados a per-sonas capaces de enfrentar la tarea decrianza, tarea que hay que abordarsobre todo con delicadeza y generosi-dad, tanto por los potenciales padresadoptantes como por los profesionalesque asesoran en este campo.

Adoptantes y adoptados habrán degestionar sus dificultades. Comosubrayó Winnicott (1998c) los padresadoptivos comparten con los padras-tros y las madrastras la dificultad deno poderse identificar plenamente consus hijos adoptivos o hijastros en elmismo nivel profundo que con sushijos biológicos, teniendo que resol-ver dicha diferencia en sus diferentesclaves: biológica (la transmisión here-ditaria), antropológica (el tabú delincesto), entre otras.

Hemos de tener en cuenta tambiénlos especiales problemas emocionalesque se constatan comúnmente enniños/as adoptados (Grinberg yValcarce, 2003), quienes han de ela-borar, además de los problemas inhe-rentes al desarrollo normal, las expe-riencias y fantasías de haber sidoabandonados, rechazados por suspadres biológicos, o la incapacidad deéstos para cuidarles. Aunque casitodos los niños desarrollan con ciertafrecuencia fantasías de haber sidoadoptados, vivir la realidad de tenerdos pares de padres reales, los bioló-gicos y los adoptivos, parece interferircon la función constructiva y regula-

dora de las fantasías. El haber sidorealmente objeto de abandono mantie-ne en lo actual ese peligro y hace sen-tir la ansiedad de que toda fantasíapueda “realizarse”. Es decir, comosubrayan Grinberg y Valcarce (2003),no sólo existe la vivencia de una pér-dida ocurrida, que produce dolor, ver-güenza y rabia, sino la angustia deque pueda repetirse. Este escenarioestructural provoca un incremento dela ansiedad de separación, bien comoaumento de la dependencia de lamadre adoptiva o bien rechazarla paravengarse o anticiparse al rechazo. Y lamadre adoptiva puede ser vista comola “salvadora todopoderosa” quepuede también deshacerse del niño/a,si éste no se porta como ella quiere,conduciendo a una actuación como si,al despliegue de un falso self queagrade a la madre. Este concepto nosacerca al pensamiento de D.W.Winnicott, quien se ocupó amplia-mente de la adopción, tanto a partir desu clínica como de su propia expe-riencia con adolescentes.

Winnicott formula algunos indica-dores sobre la adopción que marcaninteresantes puntos de reflexión.Primero, sobre el horizonte de la nor-malidad: “Si la adopción marchabien, la historia que se desarrolla escomún” (1998a) insistiendo en que¿por qué hemos de ver la adopciónnecesariamente como una “historiaexcepcional”? Lo que no implicanegar las diferencias, siempre crucia-les tanto para los hijos como para los

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padres: “Por más que una adopcióntenga éxito, siempre habrá (…) algodistinto de lo habitual tanto para lospadres como para el niño (modifica-ción del sentido de obligación). Losniños no tienen que agradecerles asus padres biológicos haberlos conce-bido, aunque de hecho pueden echar-les la culpa por ello. Pueden presumirque sus padres experimentaron algomuy valioso para ellos en todo ellapso que llevó al momento de conce-birlos. Con los niños adoptados noocurre lo mismo (…) los padres bioló-gicos que los concibieron son desco-nocidos e inaccesibles, y con suspadres adoptivos la relación real nopuede llegar a los niveles más primi-tivos de su capacidad para relacio-narse. En algunos casos, cuando hayproblemas, este rasgo se torna tanimportante que una vez que los hijosadoptivos llegan a la edad adulta seempeñan en indagar el tema de su ori-gen, y no se satisfacen hasta haberencontrado a uno de sus padres rea-les, o a ambos” 4 (1998a). Tanto lodiferente como lo común de las histo-rias familiares de la adopción necesitaser construido como historia propia,encarada por sus actores, compartidacomo escenario de relación.

Winnicott propone considerar doscategorías de problemas en la adop-ción: los problemas en el manejo de laadopción misma, inherentes poten-cialmente a toda adopción, y las com-plicaciones resultantes del manejodeficiente del bebé antes de que sea

adoptado, que en algunos casos semanifestará como psicopatologías,incluso graves. Para estos últimos, elconocimiento de la historia tempranapermitiría valorar de qué índole seránlos problemas que pueden encontrarlos padres adoptivos en el desarrollode su hijo/a. De ahí la importancia deminimizar el impacto potencial dedichas dificultades a través de laadopción temprana. Dice Winnicott:“La adaptación activa a la idea deadoptar activa sentimientos profun-dos. Cuando los padres se decidenfinalmente a adoptar un bebé, estánen el momento justo para hacerlo, yuna demora de meses puede ser insa-lubre (…) Si un bebé no puede sercriado por sus padres biológicos, lomejor que puede pasarle es que se loincorpore a una familia, y se lo críecomo parte de ella” (importancia delsentido de pertenencia, que da laadopción legal), (1998b)

Cómo dice Winnicott, a veces másque adoptar un hijo, la madre sustitu-ta se lleva consigo “un caso”, al con-vertirse la madre en “terapeuta” de unniño deprivado. Dice Winnicott muygráficamente, hablándoles a los agen-tes sociales encargados de gestionarlas adopciones en la Inglaterra de lapostguerra: “Cuando plantan un niñoen medio de unos padres, no se tratade ofrecerles meramente una pequeñadistracción, sino que altera toda suvida. Si todo sale bien, pasarán lospróximos veinticinco años resolvien-do el enigma que Vds. les han plante-

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ado. Y si las cosas no salen bien –y amenudo tendrán que salir mal- uste-des los habrán involucrado en la difí-cil tarea de la decepción y la toleran-cia a la falla” (1998a).

Clarificando este punto de vista, yresumiéndolo, constatamos tres trayec-torias tipo o categorías de adopción:

1. Adopción temprana normal: Elniño/a es recogido lo antes posi-ble cuando es bebé, y criado enun hogar estructurado, que fun-ciona normalmente y en el queno hay secretos relevantes; lospadres adoptivos se preocupanpor él/ella, y buscan consejo, sies necesario, recurriendo a loscanales normales, como haríancon sus propios hijos, o paraenfrentar sus propias crisis.

2. Adopción tardía, sin historiatraumática de especial relevan-cia: La adopción es tardía oimplica complicaciones, pero elniño/a tuvo un buen comienzo,estuvo adecuadamente sosteni-do. Los problemas tienen quever con el hecho de que el niño/aha conocido a otras personasque lo cuidaron, y posiblementea uno de sus progenitores oambos, con los que permaneceuna huella de vínculo significa-tivo. La necesidad de elaborarsuficientemente esta pérdida ysus causas, requiere un cuidadoasistencial prolongado.

3. Adopción traumática: El niño/ase hallaba perturbado en el

momento de la adopción y enconsecuencia los padres adopti-vos tienen que aportar más cui-dados que con un niño normal,lo que resulta insuperable máspronto o más tarde y requierecontar con la ayuda de un profe-sional. Si no se ha dado antes, esen la adolescencia cuando seproduce la crisis, para la que hayprestar las medidas de ayudanecesarias. Usar adecuadamentelas ayudas profesionales evitaque los padres se conviertan enimposibles terapeutas de sushijos adoptivos.

Un factor clave en la adopción: la adecuada transmisión de información al niño/a.

La adopción implica recorrer algu-nos caminos complejos, como la tomade la misma decisión de adopción, lacomprensión y aceptación de los dife-rentes límites legales, la superación delas sucesivas evaluaciones y trámites,la espera, a veces interminable, yfinalmente, si el recorrido tiene éxito,la integración del niño en la nuevafamilia. Entre ellos, uno de los ámbi-tos más complejos es el que atañe alas preguntas que los niños/as hacen,fundamentalmente sobre su origen ycondición, y las respuestas que losnuevos padres pueden dar. La dinámi-ca de estas preguntas, expresadastanto en el lenguaje manifiesto comoen las actitudes latentes sutiles, es

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cambiante, y los interrogantes setransforman conforme el contexto delniño/a va cambiando, así como lasclaves desde las que los padres adop-tantes pueden responderlas.

Interrogarnos sobre el origen esuno de los lugares comunes de laespecie humana. ¿Quienes somos?,¿de dónde venimos?, ¿qué justificanuestro origen?, son preguntas quetodas las personas nos hemos hechoen uno u otro momento. Necesitamosentender tanto la causa inmediata (lafiliación biológica) como la últimacausa de la existencia de todo nuestromundo (la atribución del origen a laexplicación religiosa o material).Cómo seres individuales, la filiaciónimplica entender quiénes son nuestrospadres, a la par que reconocer tanto loque nos asemeja a ellos como lo quenos diferencia. Coexisten en nuestromundo simbólico tanto explicacionesmateriales como relatos míticos, y sibien los relatos cambian, de algunamanera todos atravesamos la dialécti-ca entre que “nos trajo una cigüeña deParís” y las muchas veces farragosasdescripciones de “la semillita de papáque fecundó el huevo de mamá” contodos sus correlatos. Entre los herma-nos –y muchas veces por los propiospadres- circulan “bromas” del tipo deque “a ti te dejaron en la puerta unosgitanos”, o sea que en el mundo sim-bólico de nuestro desarrollo emocio-nal circulan muchas interrogantessobre nosotros, nuestros padres, y losverdaderos lazos que nos unen a unos

y a otros, sin que el tema de la adop-ción esté por medio.

¿Qué significa ser adoptado?Representa ser una persona igual quelos demás pero con una historia vividaque empieza antes del encuentro conquienes serán de hecho sus padres.Nuestra historia como personascomienza en cierto sentido cuandotenemos conciencia de historia propia.Este sentido de historia personal se“re-escribe” constantemente a lo largode la vida, y su primera versión vienebasada en un relato construido por lospadres, quienes ofrecen una narraciónsobre la etapa anterior a nuestro naci-miento, cómo nacimos, cómo fuenuestra crianza, las anécdotas y crisisde la misma, y así sucesivamente hastaque nosotros mismos tomamos el pro-tagonismo del relato, generalmentediscrepando o introduciendo maticesque nos diferencian de nuestrospadres. Y si nuestro desarrollo afectivoy social avanza normalmente llega unmomento en que tenemos concienciade “ser alguien en el mundo”, con laconvulsión que esto provoca, unmomento que habitualmente tendrálugar en torno a la adolescencia.

En este proceso de construcción ydesarrollo de la identidad personal, elniño/a adoptivo tiene que enfrentaruna complejidad mayor, simplementeporque su historia es más complejaque la promedio, y muchas veces con-tiene lagunas significativas o realida-des de difícil comprensión en momen-tos precoces.

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Y en la historia de todo niño adop-tado hay una madre biológica (ypadre, aunque no siempre identificadoo consciente de serlo) que no pudo oquiso tenerlo o criarlo, que por fuerzade sus circunstancias sociales, fami-liares o personales ha de ceder o aban-donar a su hijo, y una madre y unpadre adoptivo que optan a ser tales,en cuyo entorno crecerá, ya en el senode una familia a la que pertenece porderecho. Del entrecruce de esos dosmundos, con sus respectivas historias,deriva la historia propia del niño/aadoptado. Pero ¿cómo pueden abordarlos padres su tarea de ayudar al niño aconstruir su historia propia, procesoque coexiste muchas veces con supropia necesidad de entender el signi-ficado de la adopción para todos losimplicados en ella?.

Sobre este aspecto se han efectua-do muchas propuestas, todas coinci-dentes en un elemento crucial: decirleal hijo/a adoptado la verdad, y lo antesposible, sin caer en el error común de“esperar a que lo pregunte”. Hablar dela adopción, y de la historia del origencomo un elemento natural más de suhistoria propia. Pues conocer la propiahistoria personal es un derecho esen-cial de toda persona, tenga la edad quetenga. Está disponible una extensaliteratura sobre las maneras de facili-tar a los padres adoptantes esta tarea(Kweller, 1991, 1999; Giberti et al,2001; Baeta, 2001). Consideremosque el adulto que miente al hijo, en loesencial, no lo hace para proteger al

hijo de la “dolorosa” verdad, sino porsu propia incapacidad para enfrentarel significado de dicha verdad, suspropios límites o fallas como persona.Y recordemos que asumir las fallaspropias es elemento crucial de la evo-lución a la madurez.

Winnicott insiste también en estepunto y subraya que ser engañado enuna cuestión tan esencial a la propiaexistencia no se supera fácilmente:“Se ahorran muchas dificultades si alniño se le dice a temprana edad queha sido adoptado (…) Es absoluta-mente necesario que se les diga a losniños adoptivos cuales fueron loshechos de su vida. Otros niños se lasingeniarán para averiguar las cosasaquí y allí, y jugar con la imaginacióny el mito; pero los adoptivos tienenque tener respuestas cabales y serayudados para que formulen las pre-guntas adecuadas” (1998c).

El niño/a adoptado necesita poneren palabras un saber sobre su origenque deriva de muchas fuentes, desdeun saber inconsciente, hasta una mul-tiplicidad de aferencias internas yexternas que lo corroboran. Un saberque se organiza como pensamiento sise puede construir un relato, una his-toria de vida que incluye el origen ysus vicisitudes, por qué fue cedido, ypor qué fue aceptado, la cual haceposible la construcción de un espaciointerno, necesario para el desarrollode la identidad tanto de los padresadoptantes como de los niños adopti-vos. Re-construir la propia historia

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requiere no solo texto, sino quizáobjetos, fotografías, documentos pro-pios, dibujos, etc.)

Un lugar típico de conflicto se daen torno a cómo nombrar a la madrebiológica, con una amplia variedad detópicos, que a veces incluye tambiénal padre biológico, entidad más abs-tracta. Además del nombre y denomi-nación, el niño/a adoptado necesitarecuperar “objetos” o signos de lamadre biológica, para procesarloscomo objetos internos que consolidansu identidad a través de la funcióntransicional. Dice Winnicott: “Estosniños necesitan información, pero lainformación sola no basta. Necesitanademás contar con una persona con-fiable, que se ponga de su lado en labúsqueda de la verdad y comprendaque tienen que experimentar la emo-ción propia de la verdadera situa-ción” (1998c). Es decir, requierenque un adulto les acompañe en sentirel dolor, y expresar la emoción ade-cuada, evitando que se creen espaciosde secreto o innombrables que lindancon la angustia psicótica. Este fenó-meno se torna muy intenso en la ado-lescencia. Donde de nuevo se re-expe-rienciarán las ansiedades básicas deun hijo/a adoptivo: el miedo a ser nue-vamente abandonado por su familia,la desconfianza ante los adultos, y lacreencia de que nada perdura, clavesque serán inevitablemente enfrentadasen esa época de pérdidas y descubri-mientos que es la adolescencia.

“En los inicios de la pubertad

sobreviene una nueva necesidad deverdades fácticas (…) la pubertadfuerza a cada niño a adoptar unanueva orientación con respecto almundo. Hay una fase de la adolescen-cia (…) que es una mezcla de desafíoy de dependencia. Los adultos puedenperjudicarlos si suponen, por su com-portamiento, que son adultos, o si losridiculizan por su infantilismo (…) Enla adolescencia, los niños adoptadosno son iguales a los otros niños, pormás que pretendamos lo contrario”(1998c). Se trata de una entradaabrupta y rápida, sobre todo en lagenitalidad, una etapa en la que expre-sar la rebelión, y llegar hasta los lími-tes, poniéndolos a prueba constante-mente. Para manejar este período ydesplegar esa función, los padresadoptivos pueden tener dificultades, ypueden ser especialmente útil unaintervención profesional: “En gene-ral, los adolescentes precisan aalguien ajeno a la familia, con quienpuedan ver su hogar desde cierta dis-tancia, evaluarlo y criticarlo. El niñoadoptivo tal vez encuentre muy peli-groso usar con ese fin a sus amigos, yde hecho no es raro que sucedancosas sorprendentes en una amistadcuando se da esa información sobrela adopción. Surge la necesidad deuna relación profesional con unextraño, que no se preocupe directa-mente de la conducta, los logros o losaspectos morales, sino que pueda serusado para explorar ciertas ideas”(1998c).

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La ayuda profesional facilita que eladolescente averigüe datos acerca delmundo real, reduce el misterio a unaentidad manejable, reduciendo laintensidad de las fantasías, así comola carga potencial de emociones deamor, ira, horror, asco, siempre inmi-nentes pero nunca suficientementeexperimentadas. Y como diceWinnicott, si la emoción no es experi-mentada, jamás se la puede dejaratrás. La vida es un recorrido de crisis,donde lo esencial no es que las haya ono, sino cómo se comparten y gestio-nan. Ser padres tiene su riesgo, comoser hijos: “Sin duda al llegar a la ado-lescencia muchos hijos adoptivos sedan cuenta de que si hubieran podidoelegir no habrían optado por lospadres que se les asignó; pero así

como los padres adoptivos tienen quecorrer un riesgo, también los hijosadoptivos deben hacerlo (…) Todoslos niños reorientan su vida hacia lapubertad, y los hijos adoptivosenfrentan a esta edad una tarea espe-cial, y necesitan ayuda especializada.También los padres adoptivos necesi-tan ayuda para el manejo de sus sen-timientos…” (1998c).

Para los padres y madres adoptan-tes, y los hijos e hijas adoptivos quedaun amplio camino por recorrer, cadauno desde su lugar. En lo esencial noserá un camino diferente del de cual-quier otra experiencia de parentalidado filiación, a condición de que no senieguen las diferencias que dimanande la singularidad de cada historiavivida.

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