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67 AyTM 13.2, 2006 La fortaleza de La Iruela (Jaén) Vicente Salvatierra Cuenca RESUMEN En el presente trabajo se analiza en profundidad la fortaleza de La Iruela (Jaén). Ubicada en las proximi- dades de Cazorla, la importancia de esta última loca- lidad ha hecho que este interesante lugar pase casi desapercibido. No obstante, presenta algunas carac- terísticas y posibilidades de investigación arqueológi- ca, que lo convierten sin duda en un prototipo de las fortificaciones en pequeñas poblaciones que poten- ciaron los almohades, posiblemente en colaboración con las pujantes de comunidades campesinas. PALABRAS CLAVE: Arqueología, almohade, for- tificación, al-Andalus ABSTRACT This paper offers an in-depth analysis of the fortress of La Iruela (Jaén, Andalusia). Because of the greater importance of the nearby town of Cazorla, La Irue- la has always gone almost unnoticed. However, the fortress is a good example of the type of fortification that the Almohads promoted in small towns, probably with the co-operation of the local peasant commu- nities. For this reason, the fortress clearly constitutes an important archaeological site which deserves gre- ater attention and research. KEY WORDS: archaeology, Almohad, fortress, al- Andalus INTRODUCCIÓN El presente estudio es una primera aproxi- mación a la fortaleza de La Iruela. Este traba- jo se realizó como paso previo a la elabora- ción de una Ficha Técnica detallada que sirviera de base a un Plan Director de las Actuaciones: consolidación de las zonas en mayor peligro de derrumbe, excavación de las zonas princi- pales, con recuperación del imponente aspec- to que debió tener, restauración de lienzos, reconstrucción del complejo sistema de acce- so, etc. Todo lo cual realzaría la fortaleza y per- mitiría profundizar en su puesta en valor, en una zona ya de alto interés turístico. La fortaleza, en avanzado estado de ruina, ha sido objeto en el pasado de algunos inten- tos de puesta en valor que permiten en la actua- lidad acceder a ella, y recorrer algunas zonas. No obstante el estudio efectuado demuestra que su interés es considerablemente mayor del que puede observarse hoy, o deducirse de los esca- sos estudios que se le han dedicado. La complejidad de sus elementos defensi- vos –murallas, accesos, puertas en codo-, el interés de algunas de las piezas arquitectónicas que contiene, como la iglesia, y la aparente importancia del relleno arqueológico existen- te, apuntan todos a que se trata de una for- taleza relevante. La falta de estudios se debe sin duda al lugar que ocupa y sobre todo a que ha sido eclipsada por otros lugares de la zona, y por la mayor fama que rodea a Cazorla. SITUACIÓN La fortaleza de La Iruela es posiblemente el origen de la población del mismo nombre. Se ubica a un kilómetro al noreste de Cazorla,

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67AyTM 13.2, 2006

La fortaleza de La Iruela (Jaén)

Vicente Salvatierra Cuenca

RESUMEN

En el presente trabajo se analiza en profundidad lafortaleza de La Iruela (Jaén). Ubicada en las proximi-dades de Cazorla, la importancia de esta última loca-lidad ha hecho que este interesante lugar pase casidesapercibido. No obstante, presenta algunas carac-terísticas y posibilidades de investigación arqueológi-ca, que lo convierten sin duda en un prototipo de lasfortificaciones en pequeñas poblaciones que poten-ciaron los almohades, posiblemente en colaboracióncon las pujantes de comunidades campesinas.

PALABRAS CLAVE: Arqueología, almohade, for-tificación, al-Andalus

ABSTRACT

This paper offers an in-depth analysis of the fortressof La Iruela (Jaén, Andalusia). Because of the greaterimportance of the nearby town of Cazorla, La Irue-la has always gone almost unnoticed. However, thefortress is a good example of the type of fortificationthat the Almohads promoted in small towns, probablywith the co-operation of the local peasant commu-nities. For this reason, the fortress clearly constitutesan important archaeological site which deserves gre-ater attention and research.

KEY WORDS: archaeology, Almohad, fortress, al-Andalus

INTRODUCCIÓN

El presente estudio es una primera aproxi-mación a la fortaleza de La Iruela. Este traba-jo se realizó como paso previo a la elabora-ción de una Ficha Técnica detallada que sirvierade base a un Plan Director de las Actuaciones:consolidación de las zonas en mayor peligrode derrumbe, excavación de las zonas princi-pales, con recuperación del imponente aspec-to que debió tener, restauración de lienzos,reconstrucción del complejo sistema de acce-so, etc. Todo lo cual realzaría la fortaleza y per-mitiría profundizar en su puesta en valor, en unazona ya de alto interés turístico.

La fortaleza, en avanzado estado de ruina,ha sido objeto en el pasado de algunos inten-tos de puesta en valor que permiten en la actua-lidad acceder a ella, y recorrer algunas zonas.No obstante el estudio efectuado demuestra que

su interés es considerablemente mayor del quepuede observarse hoy, o deducirse de los esca-sos estudios que se le han dedicado.

La complejidad de sus elementos defensi-vos –murallas, accesos, puertas en codo-, elinterés de algunas de las piezas arquitectónicasque contiene, como la iglesia, y la aparenteimportancia del relleno arqueológico existen-te, apuntan todos a que se trata de una for-taleza relevante. La falta de estudios se debesin duda al lugar que ocupa y sobre todo a queha sido eclipsada por otros lugares de la zona,y por la mayor fama que rodea a Cazorla.

SITUACIÓN

La fortaleza de La Iruela es posiblemente elorigen de la población del mismo nombre. Seubica a un kilómetro al noreste de Cazorla,

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dentro del sistema montañoso compuesto porlas sierras de Segura, Cazola y Quesada, situa-do al Este de la provincia de Jaén, relativamentepróxima a las fuentes del río Guadalquivir. Ocupalas estribaciones inferiores del Cerro Escriba-no, extendiéndose por varias terrazas, y pro-tegida en el lado Este por el arroyo que pro-porcionaba -y aún proporciona- agua abundantea la localidad, y cuya actividad erosiva generóun barranco y la gran peña que caracteriza hoya la población, con precipicios de entre 40 y80 m. (Fig. 1; Lám. 1).

LA IRUELA EN LA EDAD MEDIA

No conocemos el origen de esta población,aunque no puede descartarse que hubiera unapequeña aldea (qarya) ubicada en el propiopromontorio rocoso surgida en época tardo-antigua o a principios de la época islamica. Peropor el momento, los datos arqueológicos nopermiten remontar la ocupación más allá delperiodo almohade.

Por otro lado no aparece, que sepamos,citada en las fuentes árabes. Las primeras noti-cias escritas que poseemos sobre este lugar sonde la época de la conquista, a partir de 1231cuando la ocupó Don Rodrigo Ximénez deRada, arzobispo de Toledo. Juan de Mata Carria-zo considera que es la localidad que aparecebajo los nombres de El Eruela, Areola, The-ruela y Arcola, lugares que se citan en diplo-mas del obispado de Toledo durante el sigloXIII, y que posiblemente son las distintas inter-pretaciones escritas que los castellanos hicie-ron de su nombre árabe, que como hemos indi-cado es desconocido.

Según los elementos hoy visibles, la pobla-ción presenta tres grandes fases. Entre finalesdel siglo XII y principios del XIII, los almoha-des levantarían el grueso de las fortificacionesde lo que hoy se considera el castillo (Fig. 2,RA). Aunque J. Eslava (1999) considera quepuede haber una fase más antigua, “probable-mente prebereber, que correspondería a los ves-tigios de grandes mampuestos observables endiversas partes”, la cronología de los mismosno está clara.

Después de la conquista comenzaría la trans-formación de la ocupación del lugar. Los anti-guos recintos almohades se convirtieron en elcastillo señorial, y quizá se reforzarían algunoslienzos de su muralla, mientras que la pobla-ción campesina se ubicaba al exterior de la for-taleza (Fig.2; RE, RI). Pero poco más debióhacerse, ya que muy pronto se inició una largaépoca de decadencia para La Iruela, cuando el23 de noviembre de 1256 el infante Don San-cho de Castilla, arzobispo de Toledo, la entre-gue como aldea de Cazorla. Esta última se con-vertirá progresivamente en el centro político,económico y militar de la región, sobre todocuando en 1333 pase a ser capital del Ade-lantamiento, y ello tuvo que repercutir en lasposibilidades de desarrollo de todas las demáspoblaciones del señorío, en especial de una tanpróxima como La Iruela.

Esta última recuperará su “autonomía” en1378, cuando el arzobispo Don Pedro Teno-rio le otorgue el privilegio de villazgo, como con-clusión de un largo enfrentamiento entre lalocalidad y Cazorla, que ha reconstruido Mªdel Mar García Guzmán (1985). De modo resu-mido, parece que durante la guerra entre PedroI y Enrique II (1362-1369) Cazorla apoyó aPedro I, en contra del propio arzobispo GómezManrique que apoyaba a Enrique; por ello elarzobispo separó de la jurisdicción de la capi-tal a las aldeas que se le mantuvieron fieles, yconcedió el privilegio de villazgo a La Iruela. Peroterminada la guerra el arzobispo derogó el pri-vilegio. Ello ocasionará en los años siguientesdiversos choques y litigios por la negativa deLa Iruela a someterse de nuevo a Cazorla, lle-gando incluso al enfrentamiento físico cuandooficiales de Cazorla agredieron a los represen-tantes de La Iruela, amenazándolos si no sesometían y destruyendo el documento quecontenía el privilegio de villazgo. Todo ello acabóen un juicio ante el arzobispo Pedro Tenorio,que ante el conjunto de hechos falló a favorde La Iruela.

Es muy posible que sea a partir de esemomento, pudiendo ya disponer de sus pro-pios recursos, cuando además de reparacionesen las murallas más antiguas, se levantó la hoydenominada Torre del Homenaje en la cima de

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la peña. Y sobre todo se amuralló la población,construyendo un recinto que se dotará de unapuerta de acceso a todo el conjunto.

El siglo XVI será en La Iruela, al igual queen todo el Alto Guadalquivir, una época degran pujanza. Se producirá entonces el primerensanche urbano de la población, ensanchelongitudinal hacia el Suroeste, siguiendo las cur-vas de nivel a lo largo de dos ejes, formadospor las calles Corredera y San Antón, que con-fluyen en la plaza, hoy denominada de La Cons-titución. Ensanche que rompe con la estructu-ra puntual, amurallada, que había caracterizadoa la población durante la Edad Media.

En la confluencia de los nuevos ejes men-cionados se levantó el edificio del Concejo, encuya planta baja se alojaría el Pósito (VV.AA.1991), formado por cinco naves paralelas, confábrica de sillería tosca e irregular, que comu-nican con el exterior a través de vanos demedio punto adovelados. Estaban cubiertas conbóvedas de medio cañón, que según P. Galera(2000) presenta notables similitudes con elpósito de Baza, por lo que podría atribuirse confundamento a Vandelvira. Las dos plantas supe-riores estaban realizadas con machones de ladri-llo y paños rectangulares de mampostería sepa-rados por hiladas de ladrillo. La cubierta era unaarmadura de madera a tres aguas cubierta conteja árabe, conjunto que aproxima la partesuperior de la construcción al mudéjar toleda-no. El edificio actual ha sido muy modificado,con cambios en la distribución de los huecosde las plantas superiores.

En la zona inicial de la ampliación menciona-da se levantó la iglesia dedicada a Ntra. Sra. dela Concepción, una de las dos parroquias conlas que contó la población. Madoz (1988) sólomenciona esta última. El antiguo templo de LaConcepción sería sustituido en 1956 por la igle-sia actual, un edificio de escaso valor artístico.

Por lo que se refiere a la segunda iglesia, hayque recordar que en 1534 Francisco de losCobos, el poderoso secretario de Carlos V,consiguió hacerse con el señorío del Adelan-tamiento, que permaneció en su familia hastaque el arzobispado de Toledo lo recuperó de

sus herederos en 1606. Durante este periodose construiría la que Rus Puerta (1998) calificacomo Iglesia Mayor, situada al pie del castillo,que dividiría el recinto urbano bajomedieval,creando una amplia plaza de armas al pie delacceso a la fortaleza. Esta iglesia estuvo bajo laadvocación de Sto. Domingo, lo que justifica Fº.Olivares (1987) en que Sto. Domingo de Silosera uno de los patronos de la población. El edi-ficio quedó arruinado entre los siglos XVIII yXIX, y convertido en cementerio, adosándo-se a sus muros los nichos. En el siglo XX sederrumba la techumbre y cesaría su funcióncomo cementerio.

La cronología y autoría de estas iglesias sonelementos muy discutidos, por la falta de datos.Por un lado autores como Chueca Goitia (1971)o Pedro Galera (2000) han señalado en la Igle-sia Mayor la existencia de algunos rasgos deco-rativos, o los elementos abarcantes de la partesuperior de los muros extremos del Crucero,que relacionan esta iglesia con el estilo deAndrés de Vandelvira, arquitecto utilizado pro-fusamente por Fº de Los Cobos, aunque conuna ejecución más pobre y tosca, que sugierela realización por parte de maestros locales,por lo que la construcción se habría iniciadodespués de 1534.

Sin embargo Luis Magaña (1954) recogióunos documentos según los cuales el canteroRodrigo de Gibaja, ligado al arzobispado deToledo, y encargado de diversas obras (la Cole-giata de Baza, la iglesia de Puebla de Don Fadri-que) en Granada, afirma que tenía a su cargolas obras de las parroquias de Sta. María en Que-sada y de La Iruela, por lo que P. Galera (2000)apunta que este pudo ser en realidad el arqui-tecto de la iglesia y que la construcción pudohaberse iniciado antes de 1534. No habría quedescartar que este maestro estuviese traba-jando en la iglesia parroquial de la Concepciónantes de 1534, mientras que Vandelvira pro-porcionó trazas para la de Sto. Domingo des-pués de esa fecha por intervención directa deFº de los Cobos, aunque de la ejecución seencargaron otros canteros.

Pero en esa discusión se parte de que ambostemplos serían del siglo XVI, algo que no está

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probado. Si la Iruela era villa a partir de media-dos del siglo XIV, sin duda tenía población sufi-ciente para disponer de una iglesia, y de estanada sabemos. Quizá la iglesia de La Concep-ción fuera ese primer templo. Pero el proble-ma es que como hemos señalado esta últimaiglesia se encuentra en la zona de ampliacióndel siglo XVI, fuera de las murallas, por lo queprácticamente hay que descartar que se tratede la fábrica medieval.

De hecho parece muy posible que esta seencontrase en el mismo emplazamiento que laiglesia mayor, al pie del castillo, y que precisa-mente de los Cobos edificase la nueva con elpropósito de engrandecerla. La posición de unaiglesia entre la alcazaba y la población es algomuy frecuente, y en parte heredado de losmusulmanes, aunque no hay datos para supo-ner que en la Iruela hubiese una mezquita, yaque como hemos señalado la población endicha época parece ser muy reducida, y limi-tada a la propia fortaleza.

LA FORTALEZA

Las fortificaciones de La Iruela se concentranen el extremo Oeste de la población actual, enun promontorio que gozaba ya de una buenadefensa natural, tanto por los fuertes cortadosde la roca existentes al Norte y Este, como porel barranco que lo separaba de las estribacionesdel cerro Escribano. Pueden distinguirse restoscorrespondientes a tres recintos, a los que hayque agregar el que luego se desarrolló al Oestey que abrazó la expansión de la población.

En época almohade (último tercio del sigloXII y primero del XIII) se organizaría lo que seráel núcleo de la fortaleza (Fig. 3). Su cierre porel Oeste se hizo mediante un largo lienzo detapial fabricado con muchas piedras de peque-ño tamaño. Este lienzo (que denominaremosLa Cortina) arranca en el extremo Norte,donde se apoya en la parte más elevada de lapeña, bajando con numerosos quiebros haciael Oeste, bordeando el precipicio. Práctica-mente donde este último termina se creó unaamplia terraza mediante el rebaje del terreno.En ese punto la muralla gira hacia el Sur, hasta

la parte baja del promontorio, donde terminaen una torre (Fig 3, 6) de la que arranca el muroperpendicular que cierra el Tercer Recinto (Fig.3, III), y del apenas quedan restos.

En la parte más elevada del afloramientorocoso se levantó un primer recinto (I), al menoscon dos niveles, que contaría con una peque-ña torre. Su cronología no ha podido estable-cerse por ahora. Los castellanos levantaron sobregran parte del mismo la que suele denominar-se Torre del Homenaje, pero que no correspondea esa tipología, sino que parece más bien unatorre de vigilancia, por lo que la hemos deno-minado provisionalmente Torre del Picacho.

En el área donde La Cortina cambia dedirección, aprovechando la menor altura exte-rior, se encontraba el acceso a la fortaleza, pro-tegida por un complejo sistema integrado portres torres (Fig. 3, 1 a 3). De este sistema arran-caba también el lienzo que cerraba el recintocentral (II). En este lienzo, se ubicaron al menosotras dos torres (4 y 5) de forma troncocóni-ca muy característica. La comunicación entre losrecintos II y III se realizaba por el extremo Este.

Aparentemente en época almohade no erasólo una fortaleza, sino que se trataría de unhisn semejante en muchos aspectos a otroscomo el de Los Guájares, en Granada (MALPI-

CA et alii 1986; BERTRAND et alii 1990; GARCIA

PORRAS 2001), de forma que en época islámicala población estaría asentada dentro del espa-cio amurallado.

Tras la conquista castellana al menos dos delos tres recintos de la fortaleza se convertiríanen el castillo señorial, y la población campesi-na se asentaría al exterior de la fortaleza. Eseespacio sería amurallado en el siglo XIV creán-dose un cuarto recinto (IV) o Recinto Exterior(RE), que sería profundamente transformado enel siglo XVI, al segregar del mismo, mediante laconstrucción de la iglesia de Sto. Domingo, elque hemos denominado Recinto Interior (RI).

En las páginas siguientes abordamos la des-cripción de cada uno de los recintos y los ele-mentos constructivos existentes en cada unode ellos.

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EL RECINTO EXTERIOR

En el lateral Este de la calle que separa elextremo de la terraza donde está la fortaleza,del resto de la población, quedan restos demuros y tapias que pudieron formar parte delrecinto que protegía la población por el Oeste,aunque en la actualidad están muy modificados(Fig.2). Están compuestos por la puerta de acce-so a todo el conjunto, y dos fragmentos de lien-zo situados al Sur de esta (Lám. 2), donde lacalle traza una curva.

El Lienzo Sur

El primer fragmento (Lam 3) es paralelo ala calle, y el segundo (Lám. 4) presenta un ángu-lo con respecto al primero, de forma que enprincipio trazan una curva con sentido este-Oeste. Ambos están separados por vegetación,que impide determinar con exactitud si haycontinuidad entre ellos. Están compuestos apa-rentemente por un zócalo de más de un metrode altura de mampostería, sobre el que se sitúaotro realizado en tapial, con piedras de ciertotamaño. Presentan numerosas huellas de refor-mas y arreglos.

La Puerta

El elemento más visible que puede corres-ponder en parte al recinto exterior es la pro-pia puerta de entrada al mismo (Lams. 5 y 6).Esta puerta fue probablemente reorganizadaen el siglo XVI, cuando se le dotó de ciertamonumentalidad. Según informaciones orales,tuvo hasta hace unos años un arco de mediopunto, que en la actualidad ha desaparecido. Delos elementos que la embellecían sólo quedanhoy algunos grandes sillares en piedra gris quese han reaprovechado en la “restauración” dela misma, colocándolos en los dos laterales dela misma, posición que quizá ocuparon origi-nalmente.

El camino que hoy conduce desde la Puer-ta del Recinto Exterior a la Torre Puerta delRecinto Interior, está probablemente muy modi-ficado. Se han construido muros de mampos-tería que regularizan considerablemente elacceso. No obstante, la estructura quebrada

del acceso, así como la pendiente existente,quizá sean en parte restos de la primitiva orga-nización (lams. 7 y 8).

El espacio interior

El muro que flanquea el lado Norte delacceso de la Puerta posiblemente está sustitu-yendo a uno original semejante, ya que tras élel terreno baja aún hoy considerablemente,formando una terraza que tardaría bastante enser ocupada. Sería este el límite de la pobla-ción bajomedieval.

Pero el espacio ocupado por aquella apa-rece en la actualidad reducido y segmentado(Lám. 9). A continuación del muro Norte cita-do, en ese mismo lado, se encuentra una grantorre puerta y la iglesia de Sto. Domingo, edi-ficios que redujeron notablemente el espaciode la población, no sólo por el terreno que ocu-pan, sino porque amputaron todo el sectorNorte, que se constituyó en plaza de armas(RI). De forma que esas construcciones formanel límite Norte de la antigua aldea, que seextendía hacia el Sur, subiendo ligeramente porla pendiente. Hoy hay diversas casas, de muydistintas épocas y tipologías, alguna de las cua-les presenta una indudable antigüedad, restosde lo que debían ser las construcciones popu-lares de la zona.

Al Este de la iglesia, la inclinación del terre-no se aprovechó para construir en la segundamitad del siglo XX un amplio anfiteatro, quebaja hacia el barranco, y que sin duda afectótambién a los restos arqueológicos que pudie-sen quedar en la zona de la antigua aldea.

Al Norte del anfiteatro, entre él mismo ylos restos de muros que cierran el Tercer Recin-to, espacio en cierta forma prolongación delRecinto Interior, existen algunos otros muros,que en principio parecen corresponder a para-tas y aterrazamientos realizados en diversosmomentos, pero todos en época moderna ocontemporánea. No obstante, alguno de ellospresenta al menos dos fases de construcción,como se observa por el cambio de material enaltura, muy visible en algunos donde la diferenciaaparece subrayada por el crecimiento vegetal

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entre las dos fases (Lám. 10). Esto puede hacerpensar que la inferior es mucho más antigua, yquizá convenga hacer un estudio más deteni-do. En cualquier caso es razonable pensar queen la zona debe existir un muro de cierre quecompletaría por este lado el recinto creado enépoca castellana.

EL RECINTO INTERIOR

Entre los muros de la fortaleza propiamen-te dichos y el muro exterior, una serie de ele-mentos dibujan lo que hemos denominadoRecinto Interior. Está compuesto por una plazaenmarcada al Sur por la Iglesia y la torre puer-ta (Lams. 11 y 12), el corte del terreno, queen algunos puntos tiene varias decenas demetros, al Norte y Oeste, y la fortaleza al Este,existiendo posiblemente una continuidad de lamuralla entre esta y la iglesia, que cerraría elacceso de la población por ese lado.

Aunque la superficie de la plaza está regu-larizada, en el centro hay un afloramiento roco-so, en el que se construyó en época con-temporánea un depósito de agua, hoy yaeliminado. Esta plaza se presenta hoy como unespacio totalmente despejado, lo que no esseguro que ocurriera siempre en el pasado. Dehecho, algunos de los muros-parapeto que larodean actualmente presentan restos quepodrían corresponder aparentemente a variosmomentos.

Lo existente en la plaza, a partir del datode su ubicación entre la fortaleza y la iglesia,permite formular una serie de hipótesis respectoa su creación, modificaciones, funciones, etc.

Como hemos dicho la población islámicaestaría situada dentro de las murallas, y este seríaun espacio no ocupado. Después de la con-quista la población pudo asentarse aquí. Noobstante no habría que descartar totalmenteque se crease muy pronto una plaza de armas,y quizá se levantó una primera iglesia bajome-dieval, siguiendo el esquema de iglesia situadaentre el recinto defensivo y la población, simi-lar al que se produjo en localidades comoCazorla o Alcaudete.

Ello explicaría mejor las razones por las quesituó en este lugar su notable construcciónFrancisco de los Cobos. La iglesia renacentis-ta, cuyos restos presiden hoy este espacio,pese a su estilo, no sería en este sentido sinoel final de la etapa medieval. Pero el hecho deque la puerta principal de la iglesia se abriesea la plaza, y que a esta se accediese a travésde una torre-puerta, quizá estén indicando quese concibió simultáneamente como espaciopolítico-ideológico. En cualquier caso el con-trol de la aldea por parte de Francisco de losCobos, la expansión de la localidad fuera delas murallas y la transformación social del sigloXVI, lo convertirían muy pronto en un espa-cio marginal.

La Torre-Puerta del Recinto

El acceso a la plaza se realiza a través deuna torre que servía además de campanario ala iglesia (Lams. 13 y 14). Este doble papel pare-ce indicar la existencia de un único programaconstructivo, uno de cuyos objetivos sería pre-cisamente generar la plaza como un espaciocerrado, lo que parece reforzar el hipotéticocarácter ideológico de la misma. Aunque latorre tiene sus paredes rectas y aplomadas, subase es ligeramente más ancha, con una ten-dencia troncopiramidal, lo que le daría mayorsolidez, algo necesario por la existencia de lapuerta en su base. El cuerpo superior de la torreha sido reconstruido recientemente, empleán-dose un tipo de mampostería que lo diferen-cia netamente del resto. No obstante la altu-ra de la misma parece escasa, ya que nosuperaría el techo de la propia iglesia. Si estaes realmente la que tenía la original, habrá quepensar en que no se concluyó.

La Iglesia de Santo Domingo

Se sitúa entre la fortaleza y la población,según un esquema muy frecuente en la BajaEdad Media. En cualquier caso la iglesia quehoy existe es obra del siglo XVI. Es un edifi-cio de gran tamaño que contrasta con el dela población en la que se ubica. Era un tem-plo de tres naves, la central de doble anchu-ra que las laterales y testero plano (Lam 15).El crucero está constituido por el tramo final

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de las naves. La ausencia de pilares, o huellasvisibles de ellos, y la imposibilidad de estudiarlos muros laterales, impiden determinar la lon-gitud de los tramos de la naves, y por tantoconocer si el crucero resaltaba en planta. Porel momento, sólo aparece marcado por pilas-tras adosadas a los muros laterales que resal-tan claramente de estos, y lo separan de lasnaves, y que se corresponden con contra-fuertes al exterior, los únicos con que pareceque contó el edificio.

En altura la iglesia presenta dos tipos deaparejo, separados por una cornisa. La divisióncabe relacionarla con el uso de materiales másligeros y baratos en altura.

La iglesia fue empleada en época contem-poránea como cementerio. Aunque a finales delsiglo XX este se retiró, quedan aún en susmuros abundantes restos de los nichos que seconstruyeron en ellos.

LA CABECERA

Se trata de una cabecera plana (Lám. 16).El conjunto está enmarcado por los espaciosque alojan las escaleras de caracol para subira las habitaciones de la planta superior. Por elexterior se refleja ligeramente la estructuratripartita interior que corresponde a las naves.Los sectores Sur y central son muy homogé-neos, animado el último sólo por la aberturade un gran rosetón en altura. El lado Norte,por el contrario, muestra una notable com-plejidad; en la planta baja existió una antiguapuerta, hoy tapiada, que estaba coronada porun elemento que sugiere cierto nivel de forti-ficación. Por otro lado la disposición de las pie-dras en el lateral izquierdo de esta puerta y lascajas de vigas existentes en el derecho y porencima, apuntan a que quizá existió otro cuer-po adelantado (Lám. 17).

Por encima parece que hubo dos habita-ciones superpuestas. Una recibiría luz a travésde un rosetón hoy tapiado. La situada encimala recibía a través de dos ventanas gemelas,una de ellas también tapiada.

Por el interior la estructura tripartita esmucho más acusada (Lam 18), con una capillacentral, que al igual que la nave tiene una anchu-ra doble que las laterales, que ha sido despo-jada de los elementos decorativos. En la coro-nación había un rosetón hoy tapiado (Lám. 19).La apariencia de las capillas laterales es desi-gual. La del lado Norte conserva sus elemen-tos estructurales: profundidad, puerta que debepermitir acceder a la escalera de caracol parasubir a las estancias superiores, así como res-tos de la decoración que la cubría, que apare-ce quemada (Lám. 20).

La capilla del lado Sur presenta, al igual quepor el exterior, una estructura muy simple yhomogénea, en ella se aprovechó la profundi-dad del muro para labrar unos nichos dondeubicar sepulturas (Lám. 21). Teniendo en cuen-ta el material esta actuación posiblemente serealizó en los siglos XVIII o XIX.

EL CRUCERO

El crucero está marcado por las pilastrasque separan ese espacio del resto del muro.Su anchura queda además resaltada por laestructura arquitectónica del conjunto visible enel lado Sur (Fig. 22). Se trata de la existenciade un elemento abarcante, un gran arco queengloba toda la anchura, y que en la plantainferior se divide en dos espacios, separados asu vez por otra pilastra, que apenas resalta delmuro, con una hornacina en su parte superior.

El elemento abarcante fue utilizado porAndrés de Vandelvira, pero también pertene-ce a la tradición de Diego de Siloe, encon-trándose en la catedral de Granada. Y la formade iluminación, con tres huecos en el tímpanoy la forma de estos, se relaciona igualmente conla tradición castellana alejándose de los modosvandelvirianos, siendo, entre otros, elementosque podrían atribuirse a la intervención hipo-tética de Rodrigo de Gibaja.

Los dos espacios inferiores, cubiertos conarcos, correspondían a sendas capillas, aunqueen las mismas se ubicaron, aprovechando suprofundidad, nichos del cementerio moderno,

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y no resulta por el momento posible hacer otrasprecisiones sobre las mismas, fuera de señalarque dicha profundidad parece ser bastante mayorque la de las capillas del frente opuesto.

El extremo del Crucero Norte está en laactualidad bastante deteriorado (Lám. 23). Seríasimilar al del lado opuesto, es decir, habría unelemento abarcante en la parte superior, quese divide en dos espacios en la inferior, que aco-gen sendas capillas. También la pilastra entreambas está coronada por una hornacina. Lascapillas, aunque están peor conservadas, sí pre-sentan muchos más elementos originales. Lade la izquierda (Oeste) ofrece en el fondo, yentre el arco y el friso, un aparejo de mam-postería irregular, diferente al existente en elresto del edificio. En la misma además se abrióuna puerta, con jambas y arco de yeso, que asu vez fue cegada, aunque en la actualidad estanuevamente abierta. Es posible que todo elfondo de esta capilla sea un cierre original pro-visional, es decir, que se preparase el muro paraconstruir en el futuro una capilla hacia el exte-rior que nunca llegó a levantarse. El resultadohabría sido en ese caso semejante al de la capi-lla derecha.

El arco cobija aquí una puerta, que debíadar paso a una estancia hoy desaparecida, o quetal vez nunca se construyó, quizá el lugar dondeiba a levantarse la sacristía. La portada con-serva algunos de los elementos de la decora-ción dispuestos en dos pisos: en el inferior elarco de entrada, con nichos laterales (Lám. 24),y en el superior una gran metopa muy dete-riorada (Lám. 25).

La decoración que presenta esta puerta enel frente que se abre a la iglesia, está ausenteen lo que hoy es el exterior, donde sólo resal-ta su estructura abocinada (Lám. 26). Estorefuerza la idea de que era la puerta a unacapilla, aunque el espacio en sí ha desapareci-do o nunca fue construido. Provisionalmentenos inclinamos por esto último, ya que no hayseñales de las rozas en las que encastrarían losmuros de una habitación, y la coloración delmuro que rodea la abertura es semejante entoda la extensión conservada, lo que no ocu-rriría si una parte hubiese estado protegida

durante un tiempo más o menos prolongadode la acción de los elementos, frente a otraszonas expuestas a los mismos.

LOS MUROS DE CIERRE LATERALES

El lateral Sur de iglesia está oculto por elinterior por los restos de los nichos del cemen-terio contemporáneo y una la extensa y fron-dosa enredadera que ha crecido sobre el mismo,todo lo cual impide por el momento realizarestudio alguno sobre el mismo (Lams 27 y 28).Entre los elementos ocultos hay una puerta, quees en parte visible por el exterior (Lám. 29).Esta puerta permitía acceder al templo desdeel recinto exterior.

El muro del lado Norte a partir del cruce-ro ha desaparecido en gran parte. Aunque sehizo una restauración para reponer parte delos elementos de la antigua puerta principaldel templo (Lám. 30). La cara interior, que daal templo, está totalmente desnuda (Lám. 31).

EL FRENTE OESTE Y EL CAMPANARIO

El Oeste de la iglesia está ocupado en partepor la Torre-Campanario, cuyo tramo inferior,al exterior, contiene la Puerta por la que se acce-de a la plaza. A sus plantas superiores se acce-día desde la iglesia. El tramo bajo la torre sesalva mediante una escalera de caracol adosa-da a la misma (Lám. 32). Después se prosiguepor un escalera ubicada en el interior.

El resto del muro Oeste presenta un fuer-te deterioro, quizá como consecuencia de lamayor debilidad del muro, no por la presenciaen la parte alta de una ventana/saetera, sinomás bien porque parece que en un momentodado esta trató de ampliarse, y quizá inclusose intentó abrir una puerta (Lám. 31).

LA CRIPTA

A la altura de la pilastra que marca el ini-cio del crucero, y en las proximidades de lamisma, se abre la entrada a una cripta, quedata posiblemente de la época de uso de laiglesia (Lám. 33). La misma no ha sido exa-minada.

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LA FORTALEZA

La fortaleza se articula internamente envarios recintos, construidos en diferentes épo-cas. Uno de los rasgos distintivos de esta for-taleza es la imagen de su frente Oeste. En esaimagen destaca la torre ubicada en la partesuperior del picacho más elevado, y aunqueaparentemente se alinea con el frente Oeste,en realidad se encuentra bastante alejada delmismo. El frente Oeste propiamente dicho eslo que hemos denominado La Cortina.

La Cortina

El frente Oeste, que cierra la fortaleza, esuno de los rasgos notables y distintivos de estelugar, y donde se acumulan varios elementosde entidad. Pueden diferenciarse tres torres(Fig. 3, I, II y VI) y los lienzos que las unen(Lams. 34 y 35).

La disposición natural de las rocas del cerroes muy irregular, debido al plegamiento de lasmismas. Este problema se salvó en la murallade cierre mediante la construcción de un granbasamento de mampostería regular, que relle-na y regulariza el espacio. Sobre ese base sedisponen los cajones de tapial. Es aún precisorealizar un análisis detenido del tapial de cadazona. En principio parecen haberse utilizadodos técnicas. Una empleando un tapial de grandureza, con piedras de pequeño tamaño, pre-sente en los lienzos de muralla, y en algunaszonas de las torres. Sin embargo, en estas serecurrió de forma generalizada a rellenar loscajones con piedras de mediano tamaño dis-puestas en hiladas regulares, unidas por arga-masa, echando después la mezcla de arena ycal, que proporcionó el recubrimiento exter-no, que en la actualidad se ha perdido enmuchos puntos.

Los frentes de las torres I y VI están situa-dos en el mismo plano que los respectivos lien-zos de la muralla vecinos a las mismas, y latorre II tampoco resalta excesivamente conrespecto al lienzo Sur. Esto no puede atribuir-se exclusivamente a la topografía de la zona,ni puede achacarse a una hipotética impericia

en el planteamiento defensivo. Por el contra-rio responde a una concepción sumamenteimaginativa que aprovecha al máximo las posi-bilidades del lugar.

Las torres I y II y la torre III, situada en elinterior del recinto, conforman un sistema estre-chamente relacionado, que defendía la puertade acceso a la fortaleza. (Fig. 3)

LA TORRE I (Lams. 36-38)

Se asienta en un largo y estrecho espolón,cuyo lado Norte está limitado por un precipi-cio (Lám. 37). El parapeto hoy visible al Nortees reciente, aunque posiblemente se apoyasobre estructuras antiguas. En consecuenciaesta torre forma el extremo Norte de la líneade fortificación. El espolón constituye en cier-ta forma un alcazarejo, independiente del restode la fortificación. La pared Este de la torre noexiste y quizá nunca existió, funcionando todoel espacio como entrada. Tuvo un segundopiso, cuyo sistema de acceso ha desaparecido,aunque al mismo quizá pertenezcan los con-fusos restos que hay en el interior (Lám. 38).La función del espolón en el que se asienta latorre era al mismo tiempo la protección delpatio de acceso a la fortaleza situado al Sur entrelas Torres II y III.

LA TORRE II (Lams 39-40)

Es la de mayor porte y forma parte delcomplejo sistema de acceso al interior de la for-taleza. Está muy deteriorada faltando buenaparte de las caras Norte y Este. En lo quequeda se advierte una notable variación en lacoloración, que puede deberse a su mayorexposición a los elementos, al diferente gradode deterioro o al tipo de material utilizado encada tramo en altura, más ligeros a medida quese subía, o de reparaciones realizadas ya enépoca medieval.

Tenía al menos dos plantas. La inferior conla entrada, y una segunda a la que se accede-ría desde el adarve. Desde esa sala se subiríaa la terraza, almenada. A la entrada se llegaen la actualidad mediante una escalera ado-sada al muro Oeste, que terminaba en el lien-

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zo Norte de la torre. La escalera quizá sea unaconstrucción tardía, aunque para aclararlo esnecesario un estudio detallado de los mam-puestos y el análisis físico-químico de la arga-masa utilizada.

La desaparición de los lados Norte y Estede la torre produce la errónea impresión deque el acceso era un gran espacio libre, aun-que en realidad era una puerta en codo. En ellado Norte aún quedan restos que permitenestablecer que había una gran puerta con arcode acceso. Posiblemente en el lado Este habíaotro, que daba paso al recinto central o Segun-do Recinto (R2) que constituía el centro de lafortificación. En la actualidad la desaparición debuena parte del lienzo Este de la torre ha per-mitido construir una escalera que lleva tam-bién al recinto inferior, que hemos denomina-do Tercer Recinto (R3), creando una ciertaconfusión acerca del funcionamiento de la for-taleza en la época de su uso como tal (Lam41). Desde el Este se aprecia con gran clari-dad que la torre apoya sobre un zócalo demampostería que impediría que la humedaddel suelo se trasladase a la parte superior.

A la salida de la Torre II hacia el 2º Recin-to había un patio a cielo abierto que resultahoy difícil de distinguir. Está empedrado comosi fuese un camino (Lám. 42), controlado porla Torre I (Norte) y el alcazarejo de acceso ala misma (Lám. 43), mientras que ha desapa-recido la parte superior del lienzo que lo cerra-ba por el lado Sur, que sólo puede apreciarsehoy desde el Recinto inferior (R3) que mues-tra varias alteraciones y reformas (Lám. 44).Igualmente falta el cierre que suponía la TorreIII, y a la que se accedía desde él mismo.

LA TORRE III

No forma parte de la Cortina propiamen-te dicha, pero si del complejo acceso originalde la fortaleza, por lo que nos referimos a ellaaquí. Era una torre-puerta de paso recto, dela que hoy sólo queda parte del paramento Sur(Lám. 45). Ignoramos si por encima del cuer-po al que pertenece este y que contenía el paso,había otro, o solamente una terraza. En el ladoNorte, frente al lienzo de la torre, formando

parte también del alcazarejo subsiste un grue-so machón de mampostería, que debió tenertambién relación con la torre (Lám. 37). A faltade un estudio detenido, su altura es el únicoargumento para suponer que la torre tuvo unsegundo cuerpo. Cuerpo o terraza, a ellos seaccedería desde el alcazarejo, y desde ellos secontrolaría también el patio, convirtiendo esteen una auténtica trampa para cualquier hipo-tético atacante.

LA TORRE VI

La “Cortina” termina en la actualidad porel Sur en una torre de tendencia troncocóni-ca, semejante a otras de la misma fortaleza,aunque notablemente delgada y estilizada (Lams.I y 47). Hace años fue objeto de una desafor-tunada “restauración”, o más bien de un recu-brimiento exterior, es de suponer que paradetener el deterioro de la misma, cuando yaeste estaba muy avanzado. Pero no se corrigióla deformación de la parte superior, que le daen la actualidad un extraño aspecto. Además,esa actuación ha ocultado la roza del lado Estedonde encastraría el lienzo que cerraba el recin-to por el lado Sur, y quizá otra en la cara Surque lo prolongaba hacia ese lado, aunque deeste no hay ningún indicio.

La posición del cimiento de mampostería dela torre respecto del “camino” que hoy existepor encima, indica la existencia de al menos 1metro de potencia arqueológica en esta zona,sin contar el desnivel que existe entre dicho“camino” y la base de la muralla que separaeste Recinto del Segundo (Lám. 47).

Por lo que se refiere a su estructura inter-na esta sólo puede observarse hoy desde lazona de acceso junto a la torre II (Lám. 48),que muestra que la torre era hueca. Esto juntoa la posición de las saeteras existentes en sustres frentes, indica que debía haber al menosuna cámara por debajo del nivel del adarve. Elacceso a la misma es otra incógnita a aclarar,ya que pudo existir una puerta en la parte infe-rior, o llegarse a ella desde arriba. Original-mente la torre era más alta. Le falta al menosuna terraza que estaría al nivel del adarve,desde el que se accedería a ella. Aunque tam-

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bién es posible que falte un cuerpo entero, concámara, al nivel del mencionado adarve, y laterraza por encima, siendo por tanto más seme-jante a las otras dos torres. El adarve está bas-tante dañado, pero la propia vegetación exis-tente sobre el mismo indica que posiblementese ha producido una acumulación de tierravegetal que protege el suelo original.

La muralla entre los Recintos II y III

Es el muro Sur del Recinto, Lo considera-mos ligado especialmente al II Recinto porquelas torres del mismo tienen todas su entradadesde este. El muro presenta por ese sectordiscontinuidades, con segmentos desapareci-dos, arruinados y otros “restaurados” de formadeficiente, siendo por otro lado muy difícil obte-ner una panorámica completa del mismo. Sinembargo, es desde este Recinto desde dondese accede a todos los elementos integrados enel mismo: adarve, aljibe, torres IV y V.

Por el contrario, el muro tiene una apa-riencia más relevante vista desde el III Recintoo desde el exterior, debido a la pendiente exis-tente (Lám. 49). Se aprecian tres sectores: elprimero al Oeste, que corresponde a la zonadonde el lienzo ha desaparecido visto desde elinterior. Existen una serie de refuerzos quesubrayan las modificaciones sufridas por el acce-so a la fortaleza. El sector intermedio, con unlienzo muy nítido que se asienta sobre la roca,correspondiente en el R2 a la zona con adar-ve y al aljibe. Y el Este, donde se sitúan las torresy estaba la puerta de comunicación entre losdos recintos.

Como en otras fortalezas existen en estadiversos elementos y detalles defensivos quehasta cierto punto reflejan el armamento de laépoca. Los más interesantes quizá sean las sae-teras para ballesta, de las que aún quedan algu-nas (Lám. 50 y 51). Notablemente estrechas yde poca altura, permitían al ballestero, situadode rodillas sobre el adarve y protegido por elantemuro, apuntar su arma, una de las másmortíferas de la época. Posiblemente se reali-zaron introduciendo en el “cajón” una estruc-tura o molde de madera con la forma, demanera que cuando se rellenaba el cajón con

la masa, quedaba el hueco, lo que explica queno se aprecie ruptura en el propio tapial, lo quesí sucedería si se hubiese “tallado” posterior-mente. Otro elemento destacado son las alme-nas, realizadas en tapial y que coronaban todoslos lienzos y torres.

El Segundo Recinto

Por motivos prácticos iniciamos la descrip-ción siguiendo a partir de la zona de acceso,por el que hemos denominado II Recinto, des-pués analizaremos el I y el III.

El II Recinto constituyó el núcleo de la for-taleza, donde se concentran la mayor parte delos elementos construidos detectados hasta elmomento. Igualmente era la zona mejor pro-tegida, que posiblemente actuó como alcaza-ba. No obstante, este aspecto funcional debe-ría ser investigado en profundidad. Esto esposible gracias a que conserva un importanterelleno arqueológico.

EL TRAMO JUNTO AL ACCESO

El sector más próximo a la torre-puerta esposiblemente el sector más afectado por eldeterioro, habiendo desaparecido todo el lien-zo en altura, y donde simplemente se ha cons-truido un muro a modo de parapeto por moti-vos de seguridad (Lám. 52).

A continuación hay un tramo algo mejorconservado incluyendo el adarve. No obstan-te, la rasante actual de la zona está práctica-mente a menos de 1m. por debajo del mismo,lo que parece implicar la existencia de un relle-no arqueológico notable.

EL ALJIBE

Hasta ahora sólo se conoce un aljibe enesta fortaleza. Está ubicado al final del sistemade acceso y muy próximo a la Torre IV, ado-sado a la muralla y su parte superior quedabaligeramente por debajo del aljibe (Lám. 53). Setrata de una obra realizada en tapial de grancalidad, con mucha cal. Es de mediano tama-ño, con 8’40 x 2’00 metros. Hoy está casi com-pletamente lleno de tierra, lo que impide cono-

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cer su profundidad, y esta resulta casi imposi-ble de calcular. Por el desnivel existente en elextremo Este puede rebasar como mínimo lostres metros, pero si tenemos en cuenta queestá casi al nivel del adarve, y hay que pensarque este a su vez estaba varios metros porencima del nivel del suelo, podemos estar anteuna obra de gran envergadura. En el bordeadosado a la muralla se advierte el arranquede la bóveda de medio cañón que lo cubría.Estaba realizada con argamasa y piedras demediano tamaño. Es posible que el exterior dela misma fuese plano y actuase como una amplia-ción hacia el interior, del adarve.

Por el lado Este se aprecia claramente la caídadel terreno desde el aljibe hasta la Torre IV (Lám.54), y que sigue bajando hacia el Este. Pero estapendiente no existía originalmente, el examenarqueológico del extremo Este, sugiere que enrealidad el suelo original está varios metros pordebajo del actual, no sólo a la altura del aljibe,sino también a la de la Torre, lo que confirmaríaque el aljibe es una estructura de gran relevancia.

En la pared Oeste del aljibe se observan enla parte superior una serie de agujeros, que quizácorrespondan a cajas de vigas. Aunque puedenser las huellas de las maderas empleadas en laconstrucción del propio aljibe, el hecho de quesea lo único que no aparece revocado con unagruesa capa de argamasa antigua, quizá impli-que que eran las cajas de las vigas del techode un edificio que habría estado adosado alaljibe, o de una amplia estructura de maderaque habría hecho las funciones de adarve, queen esta zona falta. Pero en este último casohabría estado encastrado en la propia muralla,de lo que no parece haber huellas. Por tanto,es probable que se trate de un edificio que, aligual que el aljibe, tuvo la función de adarve, yque al igual que este, se adosó a la muralla, perosin afectarla. Si ello es cierto, parte de la estruc-tura puede estar aún enterrada.

LAS TORRES IV Y V

Al Este del aljibe, pero separadas del mismopor un tramo hoy vacío, se encuentran, muycerca una de otra, dos torres, ambas bastantedeterioradas (Lám. 55). A causa del relleno del

II Recinto al que hemos aludido y por el des-nivel existente entre los dos recintos, las torresIV y V presentan en su parte posterior un desa-rrollo considerablemente mayor que en el fren-te, con el fin de apoyarse en la roca. Aunquepor el distinto grado de conservación resultaimposible afirmarlo, da la impresión de que setrata de dos torres gemelas, y su ubicación enel extremo, controlando al mismo tiempo lapuerta de acceso al recinto inferior, obligan aplantearse la posibilidad de que existiese eneste punto un pequeño reducto o alcazaba.De ser así, buena parte del mismo debe encon-trarse aún enterrado.

LA TORRE IV

Es la mejor conservada. Tiene una acusadaforma troncocónica, semejante a la Torre VI,apreciable especialmente desde el exterior, ycon claros paralelos en las de las Eras de Sta.Catalina en Orcera. Es una obra de tapial debuena calidad, que ha sido reparada en variospuntos en época moderna con mampostería.Tenía al menos dos pisos, el superior con unasaetera en la cara Sur, y la inferior con una enla Sur y otra en la Oeste, aunque estas estánmuy deterioradas y anormalmente próximas alsuelo (Lams. 56, 57, y 58). Por otro lado lapuerta de la torre es una construcción poste-rior, ya que está rompiendo los cajones detapial. Estos dos elementos, unidos a la incli-nación del terreno exterior ya comentado,sugiere que el suelo original estaba más abajo,y que del mismo modo quizá la puerta origi-nal estaba -o comenzaba- más abajo.

La parte inferior de la torre, vista desde elexterior, puede ser al menos en parte maciza.Pero teniendo en cuenta el desnivel de la parteinterior del II Recinto, y la propia estructura dela torre, no habría que descartar que existauna cámara ciega, que sirviese como lugar dealmacenaje, y a la que se accedería desde la 1ªplanta de la torre.

El tapial no se apoya directamente sobre laroca, sino que existe un zócalo de mamposte-ría que resalta ligeramente, sin llegar a consti-tuir una zarpa. Posiblemente su función fuecrear una plataforma que salvase las irregulari-

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dades de la roca, al tiempo que preservaba altapial de la humedad.

La torre fue construida con 14 cajones detapial (al exterior), y un coronamiento alme-nado, lo que da una altura desde este lado demás de 11 metros, que contrasta con la ima-gen del interior, donde hoy apenas son visiblescinco metros. La recuperación de la rasanteoriginal supondría el realce considerable de estatorre por su parte más visible e interesante.

LA TORRE V

Esta ha desaparecido totalmente en su fren-te Norte y en gran parte de los laterales situa-dos por encima de la rasante actual del 2ºRecinto, hasta el punto de que apenas puedereconocerse como tal torre, reducida casi a unmuñón (Lám. 59). No obstante la torre seríamuy semejante a la anterior, ya que por el exte-rior muestra la existencia de 13 cajones super-puestos, aunque sólo 6 sobresalen de la actualrasante del II Recinto (Lám. 60). Esta diferen-cia entre interior y exterior, la posición delsuelo actual en relación al primer cajón deltapial del fondo indica que, al igual que en elcaso de la anterior, probablemente buena partede la primera planta se encuentra enterrada.

El deterioro de esta torre prosigue en laactualidad, con pérdida progresiva de la masade los cajones de tapial de la pared Sur, cuyaparte superior también amenaza con derrum-barse, siendo indudablemente uno de los ele-mentos sobre los que resulta más urgente inter-venir para su preservación. La ruina de estaTorre se ve complicada además por la hiedratrepadora que ha surgido en la misma. Un autén-tico “árbol” que recubre toda la parte superiorde la torre por el exterior. Paradójicamente,aunque las raíces producen la destrucción dela torre, también contribuyen a mantener launión del conjunto, por lo que no debería eli-minarse hasta que se empiece la restauración.

LOS CIERRES ESTE Y SURESTE

El Recinto termina por el Este en un preci-picio de más de 40 m. de caída, en la partesuperior emerge la roca, y no quedan restos

de estructuras. La parte superior fue reforza-da con un parapeto y cierres de mamposteríaen las zonas con grietas que hipotéticamentepodrían permitir un asalto (Lám. 61).

El extremo del lienzo que separa los recin-tos II y III, una vez sobrepasadas las torres, con-centra una serie de problemas, cuya resoluciónes de gran interés para la historia de la forta-leza, y que además revalorizará notablementeesta construcción.

En primer lugar, visto el extremo por la partesuperior parece como si existiera la base de otratorre (Lám. 62). Pero el mismo extremo vistodesde el frente Este (Lám. 63) se advierte queen realidad hay un paño de mampostería quese adosa por el interior al muro principal, y quees ese engrosamiento lo que da la falsa impre-sión de torre en la parte superior. Por otraparte, la perfección del corte vertical de los cajo-nes en el extremo del muro, y el hecho deestar enfoscado, sugiere que se trata de unajamba, por lo que a continuación existía unhueco, y por su tamaño, este sólo puede seruna puerta. Es decir, ese final de muro sería unade las jambas de la puerta al recinto inferior. Elmuro adosado quizá habría tapiado dicha puer-ta en un segundo momento.

Sin aparente relación con estas transfor-maciones está la reparación existente en elmuro que se advierte al exterior del mismo(Lám. 64). Se trata de un “parche” que sellauna importante rotura deliberada. Una posibi-lidad es que en ese punto se abriese una puer-ta hacia el interior, cuando aún subsistía la rasan-te original, y que luego se tapió. Otra posibilidades que se rompiese en fecha más reciente,intentando acceder a un hipotético “tesoro”,fenómeno desgraciadamente frecuente enmuchas fortalezas, y que el parche sea una“restauración” reciente.

Por otro lado, este muro está también afec-tado por el florecimiento en su esquina de un“árbol” enredadera, que está deteriorándolaseriamente, sin que, al contrario de lo que ocu-rre en la Torre VI, en este caso parezca con-tribuir a la cohesión del muro. El desnivel actualentre los Recintos II y III se salva mediante una

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escalera moderna, adosada en su parte supe-rior al muro de cierre de la fortaleza, tambiénmoderno.

El desnivel entre los recintos II y III parecehaberse generado por la acumulación de sedi-mentos arqueológicos en el II Recinto a losque ya nos hemos referido. Aún aceptandoque la parte inferior del muro, donde la mam-postería es más visible, corresponda a la cimen-tación del mismo, y por tanto a niveles noarqueológicos o estériles, existiría una colma-tación no inferior a los 2 metros de potencia,que se extendería por buena parte del Segun-do Recinto. Su excavación cambiaría conside-rablemente el ya interesante aspecto de estafortaleza, aumentándolo, sin descartar la apa-rición de nuevas estructuras de ocupación.

El Primer Recinto

Hemos denominado Recinto I a la elevaciónexistente dentro del II Recinto, dominada porla Torre situada en la parte más elevada de lapeña. En este recinto pueden distinguirse porun lado un conjunto de muros que quizá for-maron el primitivo alcázar almohade, y por otrola torre y algunas estructuras adosadas, quehay que fechar ya en época castellana.

EL ALCAZAR ALMOHADE

Lo que hoy queda de este hipotético alcá-zar son los restos de varios espacios situadosal lado y por delante de la Torre castellana,destruidos por esta, y un largo recinto rectan-gular, que quizá servía de acceso a la cima dela peña.

De los primeros el único que presenta cier-ta claridad es el situado inmediatamente a lospies de la Torre castellana. Se trata de un espa-cio de tendencia cuadrada, donde pudo haberuna habitación (Lám. 65). Por su posición puedehablarse de torre, aunque el escaso grosor desus muros indica que no tendría más de una plan-ta. Desde el exterior (Lám. 66), se observa queel muro que corresponde a ese espacio tieneuna altura relativamente escasa, por lo que lapotencia arqueológica difícilmente superará elmetro. No obstante la vegetación que lo cubre

indica que existe al menos un nivel de tierra.Un sondeo arqueológico deberá verificar la exis-tencia o no de niveles arqueológicos.

El segundo espacio que consideramos partedel alcázar se encuentra al Este del anterior(Lams. 67 a 70). Presenta una planta de ten-dencia rectangular, bastante estrecha. Se apro-vechó un escalón en la roca, para delimitar unespacio cuyo uso no está determinado. El muropresenta dos tipos de tapial. El de la base esextraordinariamente abundante en piedras,hasta el punto de que parece casi una mam-postería, muy semejante al de la torres de lacortina. A partir de cierta altura se utilizó untapial de mucha mayor calidad, con abundan-te cal y menos piedras y de menor tamaño. Deeste tipo quedan menos restos, alguno de ellosen precario equilibrio por la erosión del muroque le sirve de base. La diferencia de compo-sición en el material utilizado no tiene necesa-riamente que deberse, en este caso, a dife-rencias cronológicas, sino a que el segundotapial tendría menor peso y por ello se utilizóen altura.

LA TORRE DEL PICACHO

En el punto más elevado de la peña se alzauna Torre (Lám. 71), adaptada a la estrechaplataforma. A ella se llega en la actualidadmediante una larga escalera que facilita el acce-so (Lám. 72).

Es una torre de mampostería, con sillaresencadenados reforzando las esquinas. Se tratade una pequeña torre de 6’40 x 5’00 metrosde lado y una altura aproximada de 7’00 metros(Eslava 1999). Tan escasa altura explica el aspec-to achaparrado de la torre, y por otro lado haceque no encaje en la categoría de Torre delHomenaje. Aunque algunos autores han suge-rido que pudo tener dos plantas, hay que notarque carece de saeteras, arpilleras u otro tipode hueco que iluminasen e hiciesen operativapara la defensa una hipotética cámara superior,por lo que posiblemente esta no existió. Teníacubierta con bóveda de cañón apuntada, en laque se abre la trampilla para llegar a la terra-za (Lám. 73). Por el grosor de los muros, el espa-cio interior sólo tenía 3’60 x 2’20 metros. Posi-

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blemente la mayor parte del interior conteníala escalera para llegar a la terraza. En algunospuntos se conservan mechinales, que debie-ron sostener la escalera, o quizá un piso inter-medio de madera, a modo de descansillo ydonde se guardaría el combustible para unahipotética hoguera de señales.

En conjunto, más que a una torre del home-naje se parece más a los modelos conocidosde torre atalaya o torre vigía, a lo que posi-blemente estaba destinada, sin descartar unacomplementaria función simbólica.

En el lado Este de la torre existió un peque-ño recinto, quizá reaprovechando estructurasalmohades. Hoy apenas queda nada de este,pero en tiempos hubo unos muros que cerra-ban las aberturas naturales de la roca y difi-cultaban la aproximación a la puerta de la torre.

Hoy se accede al interior de la torre porun hueco abierto en el lado Oeste. Pero se tratade una ruptura reciente, como puede adver-tirse por su posición, y la falta de regularidadde sus laterales. La puerta original se sitúa enla cara Este, es baja y estrecha, cerrada con arcode medio punto (Lám. 74). Su deterioro impi-de determinar si tuvo marco de sillares, aun-que el deterioro quizá se deba precisamentea su sustracción. Para llegar a ella era precisorodear la torre por el Norte, por un estrechoy difícil reborde, ya que la peña al Sur presen-ta un corte casi liso, y luego entrar en el recin-to por el Este.

El Tercer Recinto

El Tercer Recinto es en la actualidad el espa-cio más desarticulado de la fortaleza, debidoa la desaparición casi completa del muro decierre Sur, así como de las estructuras quepudieran haber existido en el interior (Lám. 49).El recinto se presenta hoy como una pen-diente dividida en dos zonas por un caminoque permite recorrerlo. En algunos puntos deesa pendiente, sobre todo en la parte supe-rior, aflora la roca, pero esa misma circuns-tancia indica que existió un aterrazamientoantiguo, que es el que ha dado lugar a la for-

mación de la pendiente, por lo que no hay dudade que la zona tiene amplias posibilidadesarqueológicas.

A la muralla que cerraría el Tercer Recinto(Muro Sur) pueden tribuirse varios fragmentosde muro. Aunque no tienen el mismo aspec-to, por la diferencia de conservación y quizádebido a diversas reparaciones. El de mayor enti-dad (Lams. 75, 76) está situado bajo las torresIV y V. Es muy delgado para lo que suele sernormal en una muralla. No se descarta portanto que fuese una cerca, que cerraría lo queinicialmente sería un albacar, pero que quizáluego fue reaprovechada. Tampoco puede des-cartarse por completo que en realidad estefragmento no formase parte de la muralla, sinoque perteneciese a una vivienda u otro edifi-cio situado en el interior del Recinto.

Otros restos atribuibles a esa misma cercatiene aún menos entidad. Entre ellos destacaun muro que se adosa a la cimentación de latorre VI (Lám. 77). Este muro es posiblemen-te reciente, colocado precisamente para con-tener la ladera, pero por su posición es posi-ble que se apoye sobre el muro original. Comoseñalamos al hablar de la torre, el enfoscadoque hoy la recubre impide determinar dondeencastraba exactamente el lienzo Sur.

Cabe por último referirse al muro existen-te bajo un aterrazamiento moderno, que cons-tituye uno de los “miradores” que se han colo-cado en esta zona (Lám. 78). El lugar, una“lengua” que se abre desde la base del Recin-to II, ampliando la superficie, con cortados aambos lados, implica que el muro describiríauna curva, para adaptarse al terreno. En el nivelactual de observación, no podemos descartarque ese cimiento sea también un muro de ate-rrazamiento más antiguo, pero su potencia, elmaterial utilizado y su disposición bajo el “mira-dor”, hacen pensar más bien en que formaseparte de la muralla.

LA CASA

Al pie del lienzo de separación entre losRecintos II y III, en su sector central, sobresa-le la roca de la vertical del mencionado lienzo,

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como si se tratase de una zarpa de cimenta-ción. Esta roca fue recortada en un sector,obteniendo una pared plana. En los laterales dela misma, donde en apariencia no existía con-tinuidad con las vecinas, se colocaron dos muros(Lams. 79, 80). Podría interpretarse todo estocomo un intento de regularizar la zona, tenien-do los muros la función de dar solidez al cimien-to en que se apoya la muralla.

Pero el rebaje de la roca sólo se ha efec-tuado en un sector, y los muros no soportanen ningún caso la muralla. Por ello, creemos quehipotéticamente pudieron formar los lados deuna habitación. No se prolongan en la actuali-dad más allá de la roca, porque el terrenodelante de este conjunto ha sido rebajado pordebajo de la hipotética línea de cimentación,por lo que tampoco existen posibilidades deencontrar niveles “in situ” relacionados direc-tamente con ese conjunto.

CONCLUSIÓN

El análisis detenido de la fortaleza de LaIruela muestra que se trata de un pequeñoconjunto, con múltiples elementos de gran inte-rés, que en cierta medida resume los avancesy organización a que se había llegado en la for-tificación a mediados del siglo XIII.

No obstante, es también evidente por loexpuesto, que aún quedan muchos aspectos poraclarar. Frente a una visión inicial, de que se tratade una ruina que no podía dar mucho más desí, resulta evidente que conserva una potenteestratigrafía, y esconde muchos elementos acerca de la organización para la vida diaria, másallá del mero aspecto defensivo.

El paso siguiente sería efectuar un detalla-do plano topográfico del lugar, así como unirexcavaciones y arqueología de la arquitectura,para aclarar muchos de los problemas crono-lógicos que subsisten.

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La IruelaMengíbar

Geolit

JAÉNCÓRDOBA

SEVILLAHUELVA

CÁDIZMÁLAGA

GRANADA ALMERÍA

ANDALUCÍA

Sierras > 600 m. altitud

Campiña alta > 400 m. altitud

Campiña baja > 200 m. altitud

Vegas < 200 m. altitud

Baeza Úbeda

La GuardiaMartos

JAÉN

Sierra Morena

SierradeSegura

SierradeCazorla

Sierra Má

gina

N

Fig. 1. Situación de La Iruela

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N

RE

RI RE

P IGLESIA

RA

Fig. 2. La Iruela. Castillo y población

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I

II

III

1

2

3

6

45

Recinto exterior

Carretera

Puerta

N

Fig. 3. La Iruela. Recintos de la fortaleza

12

3

NMurallaMuralla desaparecida

Torre

Fig. 4. Croquis de la puerta

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Lam. 1. La Iruela. Vista general desde el Norte

Lam. 2. La Iruela. El muro del Recinto Exterior en primer plano

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87AyTM 13.2, 2006

Lam. 3. El muro Oeste del Recinto Exterior. Detalle

Lam. 4. El muro Oeste del Recinto Exterior. Detalle

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Lam. 5. Puerta delRecinto Exterior

Lam. 6. Puerta delRecinto Exterior

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89AyTM 13.2, 2006

Lam. 7. Acceso al Recinto Exterior

Lam. 8. Acceso al Recinto Exterior. Detalle

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90 AyTM 13.2, 2006

Lam. 9. Vista del Conjunto desde el Este

Lam. 10. Muros de aterrazamiento. Detalle

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91AyTM 13.2, 2006

Lam. 11. Recinto Interior desde el Oeste

Lam. 12. Recinto Interior desde el Norte

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92 AyTM 13.2, 2006

Lam. 13. Torre-Puertae Iglesia

Lam. 14. Torre-Puertadesde la plaza

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93AyTM 13.2, 2006

Lam. 15. Plano de la Iglesia

Lam. 16. Exterior de la cabecera desde el Este

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94 AyTM 13.2, 2006

Lam. 17. Exterior de la cabecera desde el Noreste

Lam. 18. Interior de la cabecera

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95AyTM 13.2, 2006

Lam. 19. Rosetón

Lam. 20. Capilla Norte

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96 AyTM 13.2, 2006

Lam. 21. Capilla Sur

Lam. 22. Muro del Crucero Sur

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97AyTM 13.2, 2006

Lam. 23. Murodel Crucero Norte

Lam. 24. Puerta delcrucero Norte. Interior

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98 AyTM 13.2, 2006

Lam. 25. Metopa encima de la puerta del Crucero Norte

Lam. 26. Puerta del Crucero Norte. Exterior

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99AyTM 13.2, 2006

Lam. 27. Iglesia. Lateral Sur (a)

Lam. 28. Iglesia. Lateral Sur (b)

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100 AyTM 13.2, 2006

Lam. 29. Puerta Sur

Lam. 30. Fachada principal

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101AyTM 13.2, 2006

Lam. 31. Puerta principal(derecha) y Muro Oeste

Lam. 32. Escalera deacceso al campanario

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102 AyTM 13.2, 2006

Lam. 33. Entrada a la cripta.

Lam. 34. El Lienzo de cierre de la fortaleza (La Cortina) desde el Oeste

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103AyTM 13.2, 2006

Lam. 35. La Cortina desde el Suroeste

Lam. 36. La Torre I desde el Oeste

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104 AyTM 13.2, 2006

Lam. 37. La Torre I desde el Norte

Lam. 38. Interior de la Torre I

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105AyTM 13.2, 2006

Lam. 39. La Torre IIdesde el Oeste.

Lam. 40. La Torre II.Detalle del interior

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106 AyTM 13.2, 2006

Lam. 41. La Torre II desde el 3er Recinto.

Lam. 42. Patio de acceso. Al fondo la muralla entre las torres I y II. A la derecha la roca sobre la que se asienta la Torre I. A la izquierda en primer plano la Torre III.

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107AyTM 13.2, 2006

Lam. 43. La Torre I desde el patio de acceso.

Lam. 44. Refuerzos del muro Sur entre las torres II y III, desde el 3er Recinto.

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108 AyTM 13.2, 2006

Lam. 45. Conjunto del complejo de acceso. En primer plano restos de la Torre III

Lam. 46. La Torre VI desde el Suroeste.

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109AyTM 13.2, 2006

Lam. 47. Torre VI y desnivelrespecto a la base de la Torre II

Lam. 48. Torre VI. Interior

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110 AyTM 13.2, 2006

Lam. 49. Muralla entre los Recintos 2 y 3, visto desde este último

Lam. 50. Saetera en la muralla desde el 2º Recinto

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111AyTM 13.2, 2006

Lam. 51. Saetera en la muralladesde el 3er Recinto

Lam. 52. Área entre elacceso y el aljibe

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112 AyTM 13.2, 2006

Lam. 53. Aljibe, adarve y almenas

Lam. 54. Torre IV y lateral Sur del Aljibe

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113AyTM 13.2, 2006

Lam. 55. Torres IV y Vdesde el primer Recinto

Lam. 56. Interior de la Torre IV, seaprecian las dos saeteras del lado Sur

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114 AyTM 13.2, 2006

Lam. 57. Exterior de laTorre IV desde el Sur

Lam. 58. Exterior de laTorre IV desde el Oeste

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115AyTM 13.2, 2006

Lam. 59. Restos de laTorre V por al lado Norte

Lam. 60. Exterior de la Torre V

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116 AyTM 13.2, 2006

Lam. 61. Precipicio del lado Este

Lam. 62. Extremo Este de la muralla visto desde arriba.

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117AyTM 13.2, 2006

Lam. 63. Extremo Este de la muralla

Lam. 64. Alteraciones en la muralla desde el Sur

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118 AyTM 13.2, 2006

Lam. 65. Alcázar almohade. Habitación

Lam. 66. Alcázar Almohade. Muro de la habitación desde el exterior

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119AyTM 13.2, 2006

Lam. 67. Alcázar almohade. Recinto inferior

Lam. 68. Alcázar almohade. Recinto inferior

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120 AyTM 13.2, 2006

Lam. 69. Alcázar almohade. Recinto inferior

Lam. 70. Alcázar almohade. Recinto inferior

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121AyTM 13.2, 2006

Lam. 71. Torre del picachodesde la población

Lam. 72. Torre del picacho yescalera de acceso moderna

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122 AyTM 13.2, 2006

Lam. 73. Torre del Picacho,interior y bóveda

Lam. 74. Torre del Picacho. Puerta original

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123AyTM 13.2, 2006

Lam. 75. Muro Sur desde el Sureste

Lam. 76. Muro Sur. Detalle

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124 AyTM 13.2, 2006

Lam. 77. Muro Sur junto a la Torre VI

Lam. 78. Posible fragmentode muro bajo el mirador

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125AyTM 13.2, 2006

Lam. 79. Hipotética casa en el Recinto III. Vista general

Lam. 80. Hipotética casa en el Recinto III. Detalle