la filosofia en la reforma educativa-(trab. villarini filosofía y pedagogia 12-01)

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LA FILOSOFIA EN LA REFORMA EDUCATIVA: HACIA UNA CONCEPTUALIZACION DE SU NATURALEZA Y SU ROL Angel R. Villarini, Ph. D. Organización para el Fomento del Desarrollo del Pensamiento La aportación más importante que la filosofía hace a la investigación y al saber humano es el ayudarnos a desarrollar una actitud crítica. Esta actitud crítica, sobre todo, consiste en que aprendamos a examinar nuestros propios pensamientos, los conceptos con los cuales construimos conocimiento y que, a la larga, llevan a construir el propio objeto de la investigación. Cuando hablamos de un tema como el de la filosofía o los principios filosóficos para el año 2000, si vamos a ser críticos, tenemos que comenzar reflexionando sobre el concepto de “filosofía educativa” con el que estamos operando. Este concepto va a condicionar nuestro trabajo de investigación, como por ejemplo, el llevado por los estudiantes en el curso que organiza este foro. Como aportación a la crítica a la investigación que se lleva a cabo, en lugar de entrar en cuestiones sustantivas acerca de los principios filosóficos educativos, vamos a dedicar nuestra atención a cuestiones metódicas que nos permitan crear condiciones para una discusión crítica de dichos principios. La Filosofía Educativa Como Práctica y Opción de Lucha Cultural Lo primero que necesitamos es superar falsas pretensiones de lo que la filosofía hace o puede hacer por la educación. La filosofía no le dicta principios a la

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Se analiza el rol que le corresponde a la filosofía en los procesos de reforma educativa.

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LA FILOSOFIA EN LA REFORMA EDUCATIVA:HACIA UNA CONCEPTUALIZACION DE

SU NATURALEZA Y SU ROL

Angel R. Villarini, Ph. D. Organización para el Fomento

del Desarrollo del Pensamiento

La aportación más importante que la filosofía hace a la investigación y al saber humano es el ayudarnos a desarrollar una actitud crítica. Esta actitud crítica, sobre todo, consiste en que aprendamos a examinar nuestros propios pensamientos, los conceptos con los cuales construimos conocimiento y que, a la larga, llevan a construir el propio objeto de la investigación. Cuando hablamos de un tema como el de la filosofía o los principios filosóficos para el año 2000, si vamos a ser críticos, tenemos que comenzar reflexionando sobre el concepto de “filosofía educativa” con el que estamos operando. Este concepto va a condicionar nuestro trabajo de investigación, como por ejemplo, el llevado por los estudiantes en el curso que organiza este foro. Como aportación a la crítica a la investigación que se lleva a cabo, en lugar de entrar en cuestiones sustantivas acerca de los principios filosóficos educativos, vamos a dedicar nuestra atención a cuestiones metódicas que nos permitan crear condiciones para una discusión crítica de dichos principios.

La Filosofía Educativa Como Práctica y Opción de Lucha Cultural

Lo primero que necesitamos es superar falsas pretensiones de lo que la filosofía hace o puede hacer por la educación. La filosofía no le dicta principios a la educación. Si queremos entender lo que es la filosofía educativa, tenemos que abandonar viejas perspectivas ideológicas ya superadas y reconocer que hacernos la pregunta sobre qué es una “filosofía educativa” significa: ¿cómo funciona?, ¿qué papel desempeña? Una de las aportaciones del pensamiento post-modernista, que es la versión última del pensamiento crítico, es habernos enseñado que si queremos entender la realidad de las cosas, la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué función desempeña dentro de las instituciones? ¿qué efectos produce? En el caso de la filosofía educativa debemos preguntarnos: ¿cómo funciona dentro de los sistemas educativos, dentro de las instituciones educativas? De esta manera es que nosotros nos acercamos al problema de la “filosofía educativa”; lo primero que notamos sobre este funcionamiento es que la filosofía nunca le ha dictado principios a la educación y que, por lo tanto, todos los intentos de “dictar” una filosofía educativa son, probablemente, una pérdida de tiempo.

La educación formal es una empresa humana, una actividad forzada y deliberada, orientada al logro de ciertas metas que satisfacen ciertas

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necesidades y ciertos intereses sociales. Para satisfacer esas necesidades, esos intereses y lograr esas metas, se vale de diferentes disciplinas, entre otras, de la filosofía; dicho sea de paso, cada vez en menor grado. Actualmente hay disciplinas, como la sicología y la sociología, que definitivamente tienen efectos sobre la educación mucho más importantes que los de la filosofía. Tal vez en la medida en que entendemos lo que es la función real y no ideológica de la filosofía, ésta podrá jugar un rol más importante. La filosofía educativa funciona en tres planos que muchas veces no se tocan. Primero, el plano de la práctica de los maestros (las ideas, conceptos, valores, teorías que animan sus prácticas). Segundo, el plano político-ideológico de los que trazan política educativa (las ideas, conceptos, valores que representan los intereses de ciertos grupos sociales y se expresan en “documentos oficiales”) y, tercero, el plano académico de los intelectuales (las ideas, conceptos, teorías y valores derivados, en gran medida, de la investigación y la experimentación educativa y recogidas en libros y revistas). Cuando hablamos de la “filosofía educativa” en el presente contexto no nos referimos al discurso de ciertos líderes políticos o al de los intelectuales. Una filosofía educativa es, en primer lugar, el discurso de los educadores, el que organiza los propios maestros. La filosofía de un sistema no es un tanto lo que aparece en los documentos, sino lo que se dice, lo que trasluce en la práctica de los docentes, sobre todo en el discurso del maestro en el salón de clases. Por ejemplo, en los últimos años, en nuestro trabajo con los maestros hemos prestado atención y convertido en objeto de reflexión el uso de las metáforas por parte de los educadores. Recientemente, en un diálogo con estudiantes de práctica docente en Arecibo, comenzamos explorando cuál era su concepción o filosofía educativa al solicitarles que expresaran cuál es la metáfora que ellos piensan que mejor representa lo que es la educación. Surgieron metáforas tales como la que dice que el maestro “moldea al estudiante”. Esta metáfora probablemente expresa lo que es la filosofía educativa de estos futuros maestros, no como algo que está en libros, sino como algo vivo que se traslucirá en su práctica y que organizará su actividad, como una cultura. Una filosofía, que se traduzca en metáforas y oriente la práctica de los maestros, una nueva cultura educativa, es la que nos interesa elaborar, la que nos interesa ayudar a construir en el Puerto Rico de hoy. De ello depende en gran medida la reforma educativa de la escuela puertorriqueña.

En un foro similar a este planteábamos en 1987 la idea (metáfora) del maestro como “promotor del desarrollo humano”, metáfora que no es original nuestra y que tiene una larga tradición en la educación. Desde entonces hemos seguido elaborando, refinando esta idea conceptualmente. Pero más importante aún es que, durante los últimos años, hemos compartido esta metáfora con miles de maestros y profesores universitarios a través de talleres, experiencias prácticas, investigaciones doctorales, cursos en la universidad, entre otros. Creo que es de esta manera que vamos a hacer filosofía educativa en Puerto Rico. La filosofía educativa representa un saber que está inserto en la práctica de los docentes, que surge y se nutre de ella para, a su vez, elevarla

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a concepto y reflexión crítica. Hablar de la filosofía en el año 2000 es preguntarnos: ¿cuál será la filosofía que oriente la práctica de los docentes en el año 2000? Eso es realmente lo que debe preocuparnos. Si queremos introducir una “nueva” filosofía, entonces la pregunta que hay que hacer es, no cuál debemos legislar, o cuál queremos inventar, sino qué nos dice el proceso histórico y la práctica de los maestros acerca de qué tipo de filosofía se puede imponer y cuál va a ser la filosofía del futuro. ¿Cuál es la filosofía educativa que se presenta como “viable”, de acuerdo con la investigación histórica, la práctica social y el trabajo de vanguardia educativa que realizan ciertos grupos de educadores? ¿Por cuál filosofía educativa debemos luchar? ¿Cuál es la nueva cultura educativa que debemos esforzarnos en crear?

La Filosofía de la Educación Como Instrumento de Lucha

¿Qué es lo que la filosofía, en cuanto disciplina académica, proporciona a la educación? En primer lugar, la filosofía tiene una función especulativa, proporciona a la educación una visión de lo que el ser humano debe llegar a ser y la clase de sociedad que ello requiere. Probablemente todo maestro, implícita o explícitamente, tiene esta visión. Esta visión se manifiesta, por ejemplo, en la metáfora del maestro como “moldeador del ser humano”. Esta metáfora es desastrosa. Implica una violación de la dignidad del ser humano, de la capacidad para la autodeterminación y excelencia del ser humano. Los seres humanos no son pedazos de barro que son moldeados por la voluntad de un maestro o tutor. Toda la investigación sicológica, antropológica, sociológica nos lleva a una imagen mucho más complicada del ser humano, totalmente distinta a lo que esta metáfora insinúa. Por lo tanto, esa metáfora hay que empezar a desalojarla del escenario educativo y empezar a sustituirla por aquéllas más adecuadas, que den cuenta de la verdadera naturaleza del ser humano. En la medida en que a través de la crítica filosófica, en seminarios, cursos, damos la lucha para combatirla y sustituirla estaremos estableciendo la filosofía educativa del año 2000; integrando la filosofía educativa académica y la práctica.

En segundo lugar, la filosofía nos proporciona un conocimiento que no es originario de ella. Este es un consenso que se ha ido generando entre los filósofos: la filosofía no produce conocimiento. La filosofía, más bien, sintetiza el conocimiento que se genera en las más diversas disciplinas. La primera función de la filosofía es especulativa y esto, sobre todo, tiene que ver con la ética: crearnos una visión de lo que deber ser el ser humano y su sociedad. Pero esta visión de lo que debe ser el ser humano no puede ignorar, sin embargo, los avances que se hacen en las diferentes disciplinas. Sobre todo, disciplinas como la neuropsicología, la sociología, la sicología cognoscitiva social, la antropología y la lingüística, han revolucionado por completo las ideas que nosotros teníamos anteriormente de lo que es el ser humano. Incluso disciplinas como la neurología nos están enseñando que fenómenos que

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consideramos naturales, como por ejemplo el cerebro, no lo son. La estructura misma del cerebro es producto social y cultural. De modo que, aunque la filosofía especule, no lo puede hacer sobre el aire, tiene que tomar en cuenta el conocimiento que se genera en las diferentes disciplinas. La tarea de la filosofía es sintetizar todo ese conocimiento, para entonces construir esa visión de lo que el ser humano puede y debe llegar a ser y el medio social y educativo que se requiere para ello.

Tercero, otra función de la filosofía, a partir precisamente de esa visión elaborada, a partir de la síntesis, es proporcionarnos propósitos y metas. Pero las metas y los propósitos no pueden ignorar esa visión y ese conocimiento sintético.

Cuarto, la filosofía nos proporciona también estrategias generales para el desarrollo humano, para fomentar el desarrollo humano. La elaboración de currículo, la creación de sistemas educativos que en efecto promuevan el desarrollo humano son cuestiones en las que la filosofía juega un papel fundamental clarificando conceptos, evaluando la coherencia entre fines y medios, entre otros.

Finalmente, la filosofía nos proporciona una perspectiva crítica sobre el discurso educativo y su contenido socio-cultural. Con la presente reflexión hemos querido, sobre todo, traer una perspectiva crítica al discurso educativo que se hace acerca de lo que es la filosofía educativa.

Tomando en cuenta las cinco funciones de la filosofía antes señaladas para entender lo que puede llegar a ser la filosofía educativa del año 2000, tenemos que abrir los ojos y preguntarnos acerca del conocimiento que se está generando en las diferentes disciplinas y que nos lleva entonces a una visión totalmente distinta de lo que es el ser humano y sus procesos de aprendizaje y desarrollo. Este conocimiento debe servir de lanza para promover el desarrollo de nuevas metáforas educativas. Por otro lado, si va a haber unos nuevos principios filosóficos orientando la práctica de los maestros en la educación del año 2000, ya tienen que estar ocurriendo cambios en la empresa educativa, en la investigación, la teoría y la práctica, que sean un anticipo de estos principios.

Fuentes y Preguntas Para Recopilar Información Sobre los Principios Filosóficos del Año 2000

Primero, la Universidad de Puerto Rico o el Consejo General de Educación podrán iniciar estudios sobre el discurso de la práctica de los maestros, a ver si en esa práctica podemos delimitar nuevos principios filosóficos. Informalmente hemos conversado con profesores de pedagogía en diferentes universidades del país y éstos nos han comentado que parece haber señales de que los maestros han comenzado a utilizar un nuevo vocabulario,

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nuevos conceptos. Por ejemplo, ahora se utiliza mucho la palabra “pertinencia”, “la educación tiene que ser pertinente”, “hay que darle pertinencia a la educación”. Ese fue uno de los principios del trabajo de la revisión curricular del Departamento de Educación (1986-1992). Hay que ver hasta qué punto ese proceso de revisión curricular, que se llevó a cabo durante siete años, ha empezado a filtrarse en la conciencia, en el discurso de los maestros. Otras ideas como, por ejemplo, la preocupación por el pensamiento crítico y el rechazo de la “educación bancaria” (Freire), pueden ser indicio de que, en efecto, poco a poco se está creando una nueva cultura y una nueva filosofía educativa y de que, por lo tanto, cuando el maestro se acerca a la tarea de enseñar lo hace ahora desde una nueva óptica.

Segundo, ¿qué necesidades sociales, nacionales y globales, las instituciones educativas serán obligadas a atender y cómo esto afectará el desarrollo de principios filosóficos educativos?

Tercero, ¿qué base de apoyo puede encontrar una nueva filosofía en el sistema educativo actual? ¿Qué cambios se han introducido en el mismo que sienten bases para una nueva filosofía educativa?

Cuarto, ¿qué principios filosóficos representan los movimientos educativos de base en Puerto Rico?

La filosofía no inventa principios filosóficos. La tarea de las personas que quieren elaborar filosofía educativa es nutrirse de la práctica de los maestros y toda la investigación que se está generando en diferentes campos, y a partir de ella, comenzar a generar (sintetizar) esos principios y dar la lucha cultural por ellos. La filosofía educativa se convierte así en la expresión sistematizada y crítica de la cultura.

Movimientos Hacia Nueva Cultura Educativa

Tomemos un ejemplo de estos principios que está generando la investigación. Recientemente la revista de la American Educational Research Association publicó un artículo titulado “A Knowled Based for School Learning” (Haerbel & Walberg, 1993). Este artículo es lo que se llama un metanálisis, es un análisis de múltiples (miles) análisis que se han hecho por los últimos diez o quince años, acerca de cuáles son las variables que tienden a ser las de mayor influencia en el aprendizaje humano. Los autores hacen un estudio que sintetiza 11,000 estudios y descubren lo siguiente: la variable más importante en el aprendizaje se refiere a las característica o habilidades cognitivo-afectivas del propio estudiante. Un maestro puede ser el mejor maestro del mundo, pero si tiene estudiantes que carecen de estas habilidades y actitudes va a suscitar menos aprendizaje con relación a ciertas metas que un maestro malo que tiene los mejores estudiantes. La investigación nos indica que una de las

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características que tienen los mejores estudiantes, los que más aprenden, es la habilidad meta cognoscitiva. En otras palabras, el estudiante, quien tiene la mayor capacidad de analizar su propio pensamiento, el que controla los procesos de atención, los procesos de estudio y autoevaluación, es el que más aprende. Otra de las características de los estudiantes exitosos en el aprendizaje escolar son las capacidades cognitivas, lo que nosotros hemos trabajado en Puerto Rico como destrezas de pensamiento. Finalmente, una tercera característica es la motivación. Este aspecto ha sido el caballo de pelea del conductivismo. Pero nuestro concepto de motivación se ha revolucionado con las aportaciones de la teoría cognoscitiva social. Constructos como el del “propósito de la actividad de estudio”, “autoconepto y autoestima cognitiva” y la teoría de la “atribución”, para mencionar algunos, nos han hecho comprender lo inseparable de la cognición y la motivación.

La investigación nos dice que si queremos suscitar aprendizaje tenemos que trabajar con las habilidades metacognitivas, cognitivas y actitudinales de los estudiantes; ahí está el futuro de la educación. Uno puede anticipar que en el futuro de los sistemas educativos, para ser productivos, se van a concentrar en trabajar con el enfoque de desarrollo de las habilidades y actitudes de aprendizaje del estudiante, lo que antes se llamaba “enseñar a aprender a aprender”. Esta es parte de la agenda de lo que en Puerto Rico se ha llamado el “movimiento de pensamiento crítico”. Las habilidades cognitivo-afectivas son la variable fundamental en el aprendizaje. Mientras sigamos en esta obsesión de estarle “trasmitiendo conocimiento” al estudiante y no trabajemos con su capacidad de aprendizaje, con su pensamiento, mientras no entendamos y practiquemos eso que decía Hostos en el Siglo 19, “Educar es enseñar la razón”, no lograremos suscitar auténtico aprendizaje.

Los factores segundo y tercero que señala la investigación como decisivos para el aprendizaje escolar: las interacciones en el salón de clases y en el hogar, tienen el mismo peso. Las prácticas en el salón de clases, la manera como se organiza el salón de clase, las interacciones, la discusión, la cantidad de tiempo que se dedica a las tareas, el clima, los sistemas de evaluación o “assessment” que existen, son decisivos. En el futuro, los sistemas educativos que quieren ser sistemas efectivos en promover aprendizaje, tendrán que trabajar con transformar las prácticas en el salón de clase para que estén a tono con el primer factor, las características de aprendizaje de los estudiantes. Los docentes tienen que cambiar mentalidades y actitudes y reorganizar el salón de clases para fomentar los factores cognitivos y afectivos que promuevan el aprendizaje. Por eso es que en el futuro el énfasis de toda reforma educativa va a estar en los programas de facultad, de desarrollo y profesionalización de los docentes. Mi experiencia reciente en la Convención de la American Educational Research Association, en New Orleans, donde tuve la oportunidad de interactuar con educadores del Oriente, de España, de Noruega y de Suiza, es, que a nivel mundial, se está en esta misma corriente. A nivel mundial se está generando el consenso de que

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el futuro de las reformas educativas depende de la calidad de los programas de desarrollo de facultad que puedan crearse. Aquí está el futuro de la educación. A los españoles les tomó varios años descubrirlo. Conversando con directores de la reforma educativa en Valencia y Granada, me comentaban: desafortunadamente nosotros cometimos un error, legislamos primero la reforma y ahora, al cabo de doce años, es que hemos iniciado en gran escala y en forma sistemática los programas de capacitación docente. Los docentes no entienden la reforma y no saben lo que significa y ahora tenemos hostilidad hacia las leyes de la misma.

El tercer factor que condiciona el aprendizaje exitoso es el contexto educativo de la comunidad. La investigación tiende a indicar que tan importante es lo que ocurre en el salón de clases como lo que ocurre en el hogar. El clima en el hogar, el nivel socioeconómico de los padres, el apoyo y el estímulo que brindan, la forma en que usan los estudiantes el tiempo, el grupo de pares que frecuentan, son decisivos para el aprendizaje escolar. En la atención que damos a estos tres factores, los procesos cognoscitivos-afectivos del estudiante, las interacciones y organización del salón de clases, el apoyo de los padres al proceso de aprendizaje, está el futuro de la educación. La filosofía educativa que se vaya a construir tiene que concentrarse en establecer principios acerca de estos tres factores.

Los otros factores que mencionan los autores, el currículo y la política pública educativa, están muy distantes de tener la misma importancia que los tres factores anteriores. Sin embargo, cuando nosotros hablamos de filosofía educativa y reforma educativa, pensamos en estos dos últimos factores, en el currículo y en la legislación. Una filosofía y una reforma educativa no se legislan meramente, se lucha por hacerlas realidad en los salones de clase, trabajando (educando) con los estudiantes y trabajando (educando)con los que trabajan con los estudiantes, los maestros.

Las tareas que se infieren de la investigación que hemos citado en extenso coinciden con lo que podemos llamar las dos grandes revoluciones de mayor impacto en la educación y que tienden a indicarnos cuál será la filosofía educativa del futuro. La educación ha estado dominada por la idea de la modificación del comportamiento, o, como dice el conductismo, de la conducta. Para esta corriente, enseñar es suscitar aprendizaje y el aprendizaje es modificación de conducta. Cuando uno analiza las metáforas, el lenguaje, el discurso de los educadores, uno descubre la cantidad de palabras que delatan esta filosofía, esta orientación conductista: “tengo que cubrir el material”, “le tengo que meter esto al muchacho en la cabeza”. Estas expresiones delatan la óptica conductista, que apenas comenzamos a desalojar del sistema educativo; el sistema es, sobre todo, la mentalidad del maestro.

El conductismo comienza a hacer crisis en la mente del docente en el momento que descubre que el comportamiento no es sino la expresión de algo

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interior, algo que los conductistas no querían discutir: la cognición (incluyendo factores afectivos). En otras palabras, para entender el comportamiento y para modificarlo, tenemos que trabajar con la cognición, con el pensamiento de los estudiantes y para esto no bastan los estímulos y los refuerzos. Hay que desarrollar una nueva filosofía y una nueva pedagogía de cómo trabajar con el pensamiento y la cognición: que es lo que da estructura y orientación (propósito) al comportamiento humano. Esta es la gran enseñanza de Piaget y el interaccionismo, una de las bases fundamentales para la filosofía educativa del futuro: el ser humano es constructor de conocimientos, de sentido; es el conocimiento que el ser humano construye, el que explica su comportamiento, el que lo estructura.

No bien la revolución cognitiva comenzaba a implantarse en las prácticas educativas, ocurre una segunda ola de la revolución en la psicología del aprendizaje. Comenzamos a darnos cuenta de que el pensamiento y la cognición son el resultado de procesos que los rebasa. Si queremos entender el comportamiento y sus bases en el pensamiento, tenemos que ir a las relaciones sociales, a la cultura y a las relaciones de poder, a todo el ambiente en que vive el ser humano. Esta es la idea que aporta Vigotsky en su polémica con Piaget. Vigotsky; he aquí un pensador clave para la filosofía educativa del futuro, para la nueva cultura educativa que emerge en los albores del Siglo XXI.

En la conferencia de Nueva Orleáns, que mencioné anteriormente, me reuní con profesores, investigadores de diversos lugares del mundo, incluso de Suiza, y pregunté ¿cuál es el nombre clave para la educación del futuro? ¿Es Piaget? No, Vigotsky. La respuesta fue unánime. Se presentaron alrededor de mil ponencias en la mencionada conferencia y las ideas predominantes son las de Vigotsky. Es una ironía, Estados Unidos ganó la guerra fría al comunismo en el campo político, pero en el campo de la investigación educativa, por no mencionar otras áreas en las Humanidades y Ciencias Sociales, se ha perdido por completo la guerra. La teoría que tiende a dominar la investigación educativa es la teoría que tiene base en la escuela soviética, que a su vez tiene su base en el marxismo.

Resumiría de este modo la gran revolución en la psicología del aprendizaje: del comportamiento a la cognición, de la cognición a las relaciones sociales y a la educación; de esta revolución tiene que nutrirse la filosofía. Necesitamos una filosofía que refiera el proceso de aprendizaje y enseñanza a la cognición y a lo socio-cultural. En esta línea de pensamiento se formularon las ideas recogidas en el documento que guía la revisión curricular del Departmento de Educación, Principios Para la Integración del Currículo (Villarini, 1987). El documento intenta formular una filosofía consistente con estas ideas, intenta ser la expresión de todo un movimiento histórico social que se está dando en el mundo, de que si queremos transformar la enseñanza, tenemos que ocuparnos de la cognición, de las

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relaciones sociales, de la cultura y del poder. Esta nueva cultura educativa también quedó expresada en el documento Bases Filosóficas Plara la Reforma de la Educación (1990), que produjera el subcomité de filosofía de la Comisión de Reforma que presidió el Dr. Leonides Santos y Vargas y del cual fuimos miembros activos. Estos dos documentos recogen, a mi entender, mejor que ninguno otro, la filosofía educativa que se está generando y por la cual se está luchando; tratando de integrar el trabajo de los académicos con la práctica de los maestros y la “bendición” de los políticos.

La otra gran revolución que orientará la filosofía educativa del futuro, es lo que podríamos llamar la revolución organizacional. Esta revolución se asocia sobre todo con lo que se llama la Calidad Total, el TQM (Total Quality Management). Esta es una idea que brota, inicialmente, no tanto de la investigación científica como de la propia práctica social en el mundo de las empresas. Tanto en el área de las empresas privadas como en la de los gobiernos, la centralización y la cultura burocrática han hecho crisis. La organización centralizada, autoritaria, jerárquica, de ley y orden, de distribución monopolista del poder para tomar decisiones, del “adiestramiento” y la “supervisión” fracasó. Ha demostrado que no sirve, que no es adecuada en términos productivos. Esta organización comienza a ser sustituída por otro tipo de organización, de base participativa, democrática, crítica, que fomenta la creatividad y el aprendizaje continuo de sus miembros. La nueva cultura organizacional reconoce al talento pensante y concibe la gerencia, no como supervisión orientada al control y la estandarización, sino como práctica de lo que los educadores llamamos procesos de “assessment” para dar apoyo al desarrollo humano profesional de los integrantes de esas empresas. Este es el otro gran movimiento que marca pautas en el mundo y que es la base para la filosofía educativa del futuro.

La revolución cognitiva social y la revolución organizacional son más que perfectamente compatibles. Recientemente tuve la oportunidad de participar en un Encuentro de Educación y Pensamiento, celebrado en Ponce. Participó en el mismo el Dr. Raúl Chao, reconocido especialista en el campo del TQM. Fue sorprendente la coincidencia entre nuestros puntos de vista: la revolución organizacional necesita de un proceso de aprendizaje basado en la teoría cognitivo-social; a su vez, la implantación del aprendizaje basado en la teoría cognitivo-social supone una organización con las características de la calidad total.

Conclusión

Cualquier intento de generar una filosofía educativa, tiene que nutrirse de estas dos corrientes que hemos analizado. En este sentido creo que en Puerto Rico, se ha comenzado a generar en la práctica de los maestros esa filosofía educativa. Hay dos grandes proyectos que se han iniciado en Puerto

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Rico como parte de la reforma educativa. Desafortunadamente, en este momento, por razones de control político partidista sobre el proceso de cambio educativo, estos dos proyectos se encuentran separados. Me refiero al proyecto de Revisión Curricular que se inición en el Departamento en el 1986, y que actualmente está prácticamente estancado, y el proyecto actual de la escuela de la comunidad. Cuando haya oportunidad de analizar sosegadamente el concepto de Escuela de la Comunidad y lo separemos de los elementos político partidistas que contiene la ley, reconoceremos que, a pesar de sus muchas limitaciones y los errores tan graves que se han cometido en la manera de implantarla, es una buena y necesaria idea. Reconoceremos, entonces, que detrás de la idea de la escuela de la comunidad lo que hay es esto: la idea de que para que el sistema educativo funcione, tiene que tener como fundamento otro sistema organizacional. Pero para que este nuevo sistema funcione, tiene que trabajarse con la cognición de los docentes y los estudiantes. Tiene que surgir una nueva cultura educativa como la que se desprende de la revolución cognitivo-social.

Creo que en Puerto Rico se han hecho dos cosas bien importantes para una filosofía del año 2000: el concepto de revisión curricular, que sobre todo consistió en un trabajo que se hizo de capacitación, de orientación, de taller con los maestros y este nuevo proyecto de la Escuela de la Comunidad. Espero que en el futuro tengamos la oportunidad de integrar estos dos proyectos más allá de líneas partidistas y sentar con ellos las bases para la filosofía educativa del año 2000.