la fachada de nuestra señora de la asunción
DESCRIPTION
Artículo escrito para el número 14 de la Asociación Cultural Arcamadre de Cogeces del Monte sobre el contexto inmaculista en el que tiene lugar la construcción de este elemento y su originalidad. ESCRIBANO VELASCO, Consuelo, HERGUEDAS VELA, Miguel, "La fachada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción", Arcamadre, 14, Cogeces del Monte, 2011, pp. 31-42.TRANSCRIPT
ARCAMADRE 14
1
Edita
Dirección y redacción:
Consuelo Escribano Julio Andrés Gustavo Herguedas Ismael González Roberto Losa Jerónimo Villar Miguel Herguedas Vela
Fotografías: Los autores. Álbum parroquial y otros.
Portada: Fotografía del campanario y parte de la fachada de la iglesia dedicada a Nuestra
Señora de la Asunción de Cogeces del Monte, Valladolid. Foto Consuelo Escribano Velasco
Contraportada: Edicio Velasco y Vicenta Niño en Madrid durante su luna de miel. Cortesía
de Olga Velasco Niño.
Sede de la Asociación:
Plaza de la Constitución 1.
Tel.983/ 699220
Los correos electrónicos:
El equipo de redacción de la revista Arcamadre no se hace responsable de los comentarios
personales vertidos en los artículos de opinión ni necesariamente está de acuerdo con ellos.
ARCAMADRE 14
2
Índice
.- Editorial pág. 3
.- Actividades de la Asociación. 2º Trimestre de 2011 pág. 5
.- Presentación oficial del grupo GIHEC pág. 7
.- Infraestructuras urbanas y salud pública en las ciudades de Castilla (Si-
glos XIV y XV). Juan Antonio Bonachía pág. 8
.- Costumbres y comportamientos sociales en torno a la comida en la Casti-
lla bajomedieval. Juan Carlos Martín Cea pág. 16
.- Construir para vivir en la Edad Media
Olatz Villanueva Zubizarreta pág. 21
.- El trabajo femenino en la Castilla del siglo XV
M Isabel del Val Valdivieso pág. 25
.- El mundo rural y la discapacidad.
Rocío Molpeceres Olea pág. 30
.- La fachada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Miguel Herguedas Vela y Consuelo Escribano Velasco pág. 31
.- Cambios y movimiento de mobiliario en la iglesia parroquial de Nuestra
Señora de la Asunción. Miguel Herguedas Vela pág. 42
.- Los colores de nuestra vida. Manuela Gutiérrez López pág. 50
.- Por el honor de los Vacceos, de Roberto Losa pág. 55
ARCAMADRE 14
3
LA FACHADA DE LA IGLESIA DE
NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN.
Miguel Herguedas Vela y
Consuelo Escribano Velasco
Entre las numerosas reformas que
se acometen en Cogeces del Monte du-
rante el siglo XVI, está la refundación de
su iglesia parroquial hacia 1550 como
forma de patrocinio de los duques de
Alburquerque. No obstante las obras se
extienden prácticamente hasta el siglo
XVIII, donde la mayoría de documentos
especifican reformas, ampliaciones y
numerosos arreglos. La parte más anti-
gua conservada es la del ábside, donde
se encuentra el retablo mayor, que hacia
1580 ya estaba finalizada. El resto del
edificio igualmente sigue las característi-
cas propias de mediados del XVI, sobre
todo porque es una iglesia de tipo salón,
con las tres naves a igual altura pero ya
la construcción sigue unas formas pro-
pias del XVII, en el mampuesto combi-
nado con ladrillo o en las cubiertas entre
otros aspectos. Además, sobre la cons-
trucción del templo también sabemos
que en 1664 se pagan trescientos no-
venta y nueve reales y medio por hacer
la torre1. También se conoce todo el pro-
ceso constructivo de finalización del edi-
ficio, los pagos que se dan año a año y
1 VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique, Catalogo
monumental de la provincia de Valladolid. VIII.
Antiguo partido judicial de Peñafiel, Valladolid,
1975, p. 69.
los maestros que participan en ella. Sin
embargo, en los libros de fábrica no se
menciona nada acerca de la fachada de
la iglesia, principalmente porque el dine-
ro no salió de las arcas de la parroquia
sino que fue una donación del conocido
sacerdote Juan de Rodrigo, pues así
consta en las anotaciones que hizo éste
en el libro de bautismos. En el año 1651
figura una nota en la que expone “…
Acabé yo este año la portada de la igle-
sia a mi costa.”2. Además fue este sa-
cerdote el que costeó muchas más obras
como el retablo del Señor, del lado del
evangelio; la primitiva sacristía, una tri-
buna y así como varias donaciones de
2 Ibídem, p. 72.
ARCAMADRE 14
4
platería litúrgica que aparecen firmadas
por él.
En cuanto a la fachada principal,
en primer lugar hay que saber que se
encuentra adaptada al urbanismo del
pueblo, siendo el elemento principal de
la Plazuela de la Iglesia. Está colocada
de tal forma que al acceder por la Calle
de la Iglesia, capte nuestra visión todo el
conjunto monumental. Por otro lado, hay
que tener en cuenta la originalidad de la
composición, o mejor dicho, la forma que
actualmente tiene, sobre todo por el ori-
ginal remate en frontón triangular. De-
muestra un elemento inacabado, princi-
palmente por su falta de proporciones y
su tosquedad aparente y por el contexto
histórico en el que se encuentra.
En 1656, en el libro de bautismos
aparece una nueva anotación donde ex-
plica que se hicieron los nichos y santos
de la portada de la Concepción (fachada
principal), y que había sido alabada por
todos, por cosa rara y excelente. Más
adelante apunta que las esculturas son
obra de Francisco de Isla Coterón, y que
habían sido muy valoradas por un escul-
tor que entonces ostentaba bastante
fama, Francisco Díez de Tudanca, que
destaca por haber realizado varios pasos
procesionales en Valladolid y Medina de
Rioseco, y por haber trabajado en el ta-
ller de Gregorio Fernández. Acerca de
Francisco de Isla Coterón, aunque Juan
de Rodrigo expusiera que era famosísi-
mo, realmente no se conocen datos de él
y ni siquiera se sabe si realmente su
apellido estaba bien escrito, por lo visto
era un escultor cántabro, vecino de
Pámanes, que había trabajado en dife-
rentes municipios realizando tareas de
ensamblador, como en el retablo de la
parroquia de San Andrés de Valdelomar
y en la iglesia de San Pedro del Rome-
ral3, ambos en la provincia de Cantabria.
Aprovecharía como otros tantos artistas
de su tierra, el momento para marchar y
ya lo encontramos finalmente en Coge-
ces del Monte.
La fachada está realizada en pie-
dra caliza, es pura mampostería que es-
taría enlucida con algún tipo de argama-
sa para así darle mayor solemnidad, de-
jando sin enlucir los sillares que rodean
las numerosas hornacinas que la compo-
nen y los sillares, también de piedra cali-
za pero éstos de mucha mayor calidad.
Formalmente se pueden distinguir tres
cuerpos: en el bajo se encuentra la puer-
3 GONZÁLEZ ECHEGARAY, María del Camen,
Artistas cántabros de la Edad Moderna: Su apor-
tación al arte hispánico, Universidad de Canta-
bria, 2000. p. 177.
ARCAMADRE 14
5
ta de acceso al templo, que se encuentra
adaptada, como se ha dicho a la Plazuela
de la Iglesia, y no al interior del templo,
pues probablemente en un principio, el
acceso principal se encontrara por deba-
jo de la torre, como bien se puede ob-
servar en la planta de la iglesia. En este
cuerpo bajo se distinguen dos accesos
cegados, rematados en arco de medio
punto que aparecieron tras el arreglo de
la fachada y después de retirar todos los
enlucidos. Son realmente curiosos, pues
no se ha conocido nunca un acceso des-
de éstos y probablemente fueran decora-
tivos pues son de pequeño tamaño. El
que se encuentra a mano izquierda co-
municaría con lo que es actualmente el
cuarto de calderas y el acceso al campa-
nario, hay que destacar que éste además
tiene un vano cegado en su interior, el
cual, probablemente, estuviera en un
pasado abierto a modo de respiradero.
En cuanto al otro vano cegado, idéntico
a éste anterior, comunicaría actualmente
con la capilla que se hizo para el grupo
de Acción Católica o con el atrio donde
se depositaban los féretros en los
ra-
les.
Es muy difícil que los sillares y las dove-
las que componen estas puertas cegadas
estuvieran algún día abiertas, pues no se
corresponden con el templo y menos aún
con la portada actual que es adintelada y
más proporcionada. Hay que señalar
también en este lugar la colocación de
cuatro pedestales, o estribos, como apa-
rece en la documentación, en el año
16584, por orden de Juan de Rodrigo,
sobre los que se colocan los que él llama
cuatro doctores, a los que en
4 VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique, Op. Cit., p.
72.
ARCAMADRE 14
6
1661 se les agregaron las peanas sobre
las que se encuentran en la actualidad.
Estos cuatro doctores a los que se refie-
re, son las cuatro esculturas de piedra
que están sobresaliendo. Debido a su
mal estado de conservación es muy difí-
cil identificarlos de una forma correcta
pero aunque hasta la actualidad se
hayan identificado con los cuatro evan-
gelistas, podría ser un error y que real-
mente representaran a los cuatro padres
de la Iglesia, que también son doctores;
aunque varios de ellos tienen un atributo
a los pies que se podría identificar con
un animal, muy deteriorado, y casi todos
están en actitud de escribir o de portar
un libro.
El segundo cuerpo, es el principal
y seguramente el único que se realizó
como se tenía previsto en un principio.
Está presidido por la escultura de piedra
caliza de Nuestra Señora de la Asunción,
o como se describe en la documentación
sería la imagen de la Concepción; ilus-
trando así el momento en que se realiza
este elemento y las creencias del patro-
cinador, destacando así el problema so-
bre el dogma de la Inmaculada Concep-
ción de María que además se
complementa con las cartelas que acom-
paña a sus pies. La escultura de la Vir-
gen, aunque es la que mejor conserva-
ción ostenta, es una talla sencilla que
representa el tipo de Inmaculada impul-
sado por Gregorio Fernández en Vallado-
lid: iconográficamente inspirada en la
visión apocalíptica de la mujer que se
aparece en el cielo, vestida de sol, con la
luna por pedestal y coronada de doce
estrellas5. Es una escultura simétrica y
cerrada, con las manos con las manos
juntas y el cabello largo con caída sobre
los hombros y el rostro inexpresivo, viste
una túnica con una capa que estaría de-
corada con estrellas relacionándose con
el relato bíblico, a los pies pisa una luna
que emerge de una nube y en el centro
tiene un querubín que complementa esta
obra.
Fruto de la disputa entre los in-
maculistas franciscanos y los dominicos
son las cartelas con inscripciones que
hay sobre el dintel de la puerta y bajo la
5 AP. 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab.
ARCAMADRE 14
7
hornacina de la Virgen: “Hombre si eres
racional, defiende con honra y vida que
es María concebida sin pecado original”.
Esta inscripción que se complementa con
una que hay más abajo: “Rezando un
padrenuestro y un avemaría a esta santa
imagen se obtienen cuarenta días de
indulgencia”. Como curiosidad, estas
inscripciones aparecían sobre el dintel de
las puertas de muchas viviendas, gene-
ralmente en los pueblos donde predomi-
naba el comercio, en muchas ocasiones
eran casas de conversos y era una forma
más para evitar sospechas y acusacio-
nes. Aunque en el caso de la portada de
la iglesia esto tiene la finalidad de real-
zar la figura de la Virgen María y su In-
maculada Concepción por iniciativa de
Juan de Rodrigo que habría estado más
en contacto con ese ambiente de discu-
siones teológicas.
En el lado izquierdo del espectador, se
encuentra en una hornacina de igual
calidad que la de la Virgen, pero ligera-
mente más baja, donde está la escultura
de San Geroteo, es fácilmente identifica-
ble porque su nombre aparece escrito a
los pies en una cartela, en la que
además se explica el por qué se encuen-
tra ahí: “Divino San Geroteo, primer
obispo de Segovia, Predicó a las honras
de la Virgen Santísima”. Por una parte,
hay que saber que Cogeces perteneció a
la diócesis de Segovia hasta los años
cincuenta del siglo XX, y que además era
una de las diócesis más antiguas de
Hispania pues este santo es del siglo I.
El patrocinador de esta fachada en los
apuntes que deja en el libro de bautis-
mos en varias ocasiones se muestra muy
contento porque supuestamente se hab-
ían hallado en una iglesia de Segovia los
ARCAMADRE 14
8
restos de este santo, del cual hasta se
dudaba, y se duda, de su existencia.
Pero por otro lado, en la última frase de
la cartela se explica que defendió la hon-
ra de la Virgen, por lo que se muestra
ante los cogezanos como un antecedente
de esta defensa de la Inmaculada Con-
cepción de María.
En el otro lado, se encuentra otra
hornacina igual que en este caso tiene
una escultura que representa al Venera-
ble Pedro de la Magdalena, en cuya car-
tela inferior se explica que era un trinita-
rio descalzo, que nació en Cogeces del
Monte en 1569 y fue tenido por santo. Es
muy curioso lo que después se expone,
pues entra dentro del contexto inmacu-
lista que se está explicando: Visitole la
Santísima Virgen e hizo varios milagros,
y falleció en 1609. A pesar de que este
personaje apenas fue reconocido, en su
pueblo natal se decidió honrarle con esta
escultura y además especificar una de
sus vivencias místicas como la de la visi-
ta de la Virgen.
En este cuerpo también hay que
señalar los escudos de Juan de Rodrigo
que se encuentran a cada lado: en él
aparece representado su trabajo como
comisario del Santo Oficio a partir de la
cruz floreada de los dominicos en un
campo y en el otro las llagas franciscana.
También aparecen las llaves en sotuer
que representan a la Iglesia y las armas
de los De Rodrigo de Cogeces. Este es-
cudo se encuentra en varias zonas de la
iglesia, es especialmente destacable el
ARCAMADRE 14
9
del exterior de la Sacristía, que fue otra
de las obras que procuró patrocinar.
En el último cuerpo se encuentran
unas esculturas de menor tamaño que
complementan el conjunto iconográfico.
La mala conservación hace prácticamen-
te imposible identificar los santos que se
encuentran en las hornacinas. Según la
documentación, cuando se hacen los
santos de la portada, Juan de Rodrigo
escribe “San Frutos, San Clemente y
todos los demás…”6. La escultura que se
encuentra en el centro sobre la hornaci-
na de la Virgen tiene gran similitud con
la que se encuentra en la portada de San
Frutos de la Catedral de Segovia, por lo
que probablemente sea este santo ya
que es el patrón del obispado de Segovia
al que pertenecía la localidad y hacia el
que se profesaba gran devoción. En la
hornacina que se encuentra a la derecha
de San Frutos, la escultura representa a
un santo con mitra, y revestido de sa-
cerdote con capa pluvial, que represen-
tará a San Clemente de Roma, obispo de
esta ciudad en el siglo I y cuarto papa y
6 VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique, Op. Cit., p.
72.
además es de la época de San Geroteo,
que es el santo sobre el que se le ha
colocado. La escultura que se encuentra
en el otro extremo su conservación tam-
bién supone una difícil identificación. En
cuanto a la documentación que expone
Juan de Rodrigo en el libro de Bautismos
en 1661 “… y puse yo a mi costa el San
Juan Evangelista del corrillo, a Dios Pa-
dre de la Portada, al Salvador y a San
Antonio en el Humilladero”7; de esta
forma deja clara la iconografía de este
cuerpo de la fachada y a este santo lo
podemos identificar con San Juan Evan-
gelista. Además la tipología e iconografía
de santo imberbe, joven y vestido de
romano y por la postura que presenta,
es sin duda éste, además de que es
prácticamente igual que la talla del reta-
blo mayor y también es el santo del pa-
trocinador de la portada, que lo colocaría
sobre la hornacina del Venerable Pedro
de la Magdalena como una forma de os-
tentación de su personalidad.
Para la historia de la iglesia pa-
rroquial son muy importantes las carte-
las que se encuentran entre las hornaci-
nas donde en la del lado derecho puede
leerse “A honra de la Iglesia de Dios, que
es Uno y Trino, de la Virgen Concepta
Sine Macula, dedica un cura hijo de veci-
no, esta portada plaza tercia y cilla” y
continúa en el siguiente lado “Juan de
Rodrigo es su nombre, su destino es
hacer una octava maravilla. No lo que
7 Ibídem.
ARCAMADRE 14
10
quiere, lo que puede hace. Y un de pie-
dad requiescat in pace 1651”. De esta
manera demuestra que la portada la
había hecho él pero que no la acabó y
por eso dice que hace lo que puede, de-
jando ésta incompleta, además es muy
curioso como denomina a la Plazuela de
la Iglesia: “Plaza tercia y cilla”, segura-
mente estuvieran también en esta plaza
los edificios para guardar el grano de la
tercia y la cilla.
Las hornacinas restantes son de
fácil identificación, fueron colocadas en
1661 como bien se expone en el libro de
bautismos y se encuentran sobre la ima-
gen de San Frutos. Representan a Cristo
Salvador, siguiendo la iconografía típica,
con el orbe en una de sus manos; y so-
bre él, coronando la fachada y, como no
podría ser de otra manera, aparece un
busto de Dios Padre representado como
un anciano sabio y, también, con el orbe
en sus manos. Entre estas dos hornaci-
nas hay una cartela en la que aparece
escrito: “A solo Dios la honra y la gloria”
y en otro sillar una cruz floreada que
podría ser la de los dominicos rodeada
de unas estrellas decorativas propias del
arte popular.
Se pueden extraer varias conclu-
siones en cuanto a la construcción de la
fachada, además del mensaje catequéti-
co y religioso, Juan de Rodrigo se em-
peñó en hacer una obra monumental que
se escapaba de sus posibilidades y tan
solo se consiguió hacer el primer cuerpo,
hasta la línea de imposta que marca el
comienzo del siguiente, el cual se adaptó
como se pudo, acortándolo en parte y
dejando la fachada con un canon muy
achaparrado, ya que fácilmente se nota
le falta una parte. Seguramente estuvie-
ra inspirada en las fachadas de las igle-
sias jesuíticas, propias del momento con-
trarreformista, o siguiendo modelos pa-
lladianos, rematándose de igual forma
pero más alargada, consiguiendo así
mayor vistosidad y monumentalidad,
pero de una forma muy difícil de costear.
Por lo que se detalla acerca de la cons-
trucción, la fachada gustó por su forma
extraña y ya nadie más se preocupó de
correr con unos gastos desbordantes
para finalizarla.
¿Por qué Juan de Rodrigo eligió
este tema de la Inmaculada Concepción
de María, para adornar e ilustrar y adoc-
ARCAMADRE 14
11
trinar la iglesia parroquial de Cogeces del
Monte cuya patrona es la Virgen de la
Asunción?
Parece que D. Juan de Rodrigo
era un firme marianista, un devoto de la
figura de la Virgen María en un momento
en el que la Inmaculada Concepción se
convierte en la patrona de España, una
cuestión que pasó (y pasa) bastante
desapercibida para el pueblo llano.
Conocer la apasionante historia
de este dogma, es ciertamente intere-
sante, pues no siempre la iglesia recono-
ció la concepción sin mácula de la virgen
María, que se produjo de un casto beso
entre Joaquín y Ana, sus santos padres.
Pero ¿por qué es tan importante
esta Inmaculada Concepción de María en
el XVII y qué significa para la iglesia,
para España y para Juan de Rodrigo?
Realmente la Biblia no enseña ni
habla de este tema. Sin embargo, tanto
los Papas como los teólogos han acudido
a los textos bíblicos para demostrar que
esta verdad ha sido revelada por Dios:
en el libro del Gén 3,15 se expone la
enemistad que Dios estableció entre la
mujer y su descendencia y la serpiente
como símbolo del pecado. Al hilo de
aquello, el papa Pío IX al definir este
dogma, en el siglo XIX, dice que la Vir-
gen Madre de Dios quebrantó con su pié
Inmaculado la cabeza de la serpiente
venenosa triunfando plenamente sobre
ella y otro fundamento bíblico de la In-
maculada, según los teólogos oficiales es
la escena de la Anunciación, cuando el
Ángel saludó a María: Dios te salve, llena
de gracia; el señor esta contigo. (Lc
1,28), entendiéndose que la plenitud de
gracia incluye todo pecado y en todo
momento. Por último, la Inmaculada
esta señalada de forma simbólica en la
mujer de capítulo 12 del Apocalipsis ella
es en verdad la mujer vestida del sol,
con la luna bajo sus pies, coronada con
la corona de doce estrellas. Como vere-
mos, a partir del XVII es así como la han
representado los artistas y la han canta-
do los poetas. Ella es la mujer que
triunfó sobre la serpiente o el dragón,
símbolo del pecado que no pudo conta-
minar en los más mínimo a la mujer,
madre del varón que instaurará la justi-
cia en el mundo (Ap 12,15).
Queda claro entonces que la Sa-
grada Escritura no menciona explícita-
mente el dogma de la Inmaculada Con-
cepción por lo que el tema ha sido objeto
de controversia teológica a lo largo del
tiempo.
Un capítulo desconocido para no-
sotros, tanto creyentes católicos como
culturalmente católicos, es que ya en el
siglo VII el profeta Mahoma establece
como dogma la Inmaculada Concepción
de María, siendo esta el paradigma de la
perfección en la mujer y su historia ad-
quiere tanta relevancia que la revelación
coránica le ha dedicado todo un capítulo,
la Sura 19, que lleva su nombre.
Parte del relato referido a la categoría
espiritual de María, y a su misión, puede
ARCAMADRE 14
12
encontrarse en la Sura tercera, llamada
“La Familia de´Imrán (Joaquín)”, versí-
culos 33 al 59. Así, el dogma islámico es
mucho más antiguo que el católico en
unos XII siglos.
Mientras, en el mundo cristiano
medieval y moderno se habían manteni-
do controversias sobre la veracidad de la
concepción de la inmaculada de María y
pocas cuestiones como ésta habían sus-
citado tanto interés.
La fiesta de la Concepción (no se dice
nada de Inmaculada) de María, se había
introducido en el siglo IX en el occidente
europeo desde Oriente, primero en
Nápoles y luego en Inglaterra.
Hacia el año 1128, un monje de
Canterbury llamado Eadmero escribe el
primer tratado sobre la Inmaculada Con-
cepción donde rechaza la objeción de
San Agustín contra el privilegio de la
Inmaculada Concepción, fundada en la
doctrina de la transmisión del pecado
original en la generación humana.
Así, el mundo teológico se había
dividido en dos bandos. En uno militaban
los defensores de la Inmaculada y en
otro sus opositores, si bien todos de-
fendían una santificación especial de la
Madre de Dios antes de su nacimiento.
En esta controversia intervinieron santos
de tanto prestigio y de una profunda
devoción mariana, como San Bernardo y
Santo Tomás de Aquino, que no acepta-
ban el privilegio de la Inmaculada. Entre
sus defensores figuran eminentes teólo-
gos: Juan Duns Escoto, franciscano, con
toda su Escuela, y los más destacados
representantes de la teología española
de los siglos XVI al XIX. Este franciscano
de principios del siglo XIV, inspirado en
algunos teólogos del siglo XII y por el
mismo San Francisco (siglo XIII, devoto
de la Inmaculada), brindó la clave para
superar las objeciones contra la doctrina
de la Inmaculada Concepción de María y
preparó el camino para la definición
dogmática.
El Papa Sixto IV, en 1483, casi 4
siglos antes del dogma, había extendido
la fiesta de la Concepción Inmaculada de
María a toda la Iglesia de Occidente.
Las controversias inmaculistas se
radicalizaron a partir del siglo XVI sobre
todo en España, que hizo causa común
en la defensa de este privilegio. Los re-
yes, los obispos, los teólogos, las Univer-
sidades, los ayuntamientos, los cabildos
de las catedrales, los superiores de las
órdenes religiosas, la nobleza y otros
estamentos civiles y eclesiásticos traba-
jaron con celo y fervor por el triunfo de
la sentencia piadosa, favorable a la In-
maculada Concepción.
En los primeros lustros del siglo
XVII se creó en España una Real Junta
de la Inmaculada, patrocinada por los
Reyes, para trabajar ante el Papa y la
Sede Apostólica a favor de una definición
ARCAMADRE 14
13
dogmática de esta verdad. Se enviaron
frecuentes legaciones a Roma; obispos y
teólogos escribieron densos y profundos
memoriales, muchos dirigidos al Papa,
exponiendo las razones y los argumentos
que favorecían y justificaban una defini-
ción solemne: para bien de la Iglesia y el
mayor honor de Dios, de Jesucristo y de
la Virgen su Madre. Los memoriales iban
refrendados por el deseo y la autoridad
de los Reyes de España, que realizaron
una labor excepcional en esta causa.
Uno de los momentos álgidos en
la historia de esta causa, se vivió en
tiempos del Papa Alejandro VII que pu-
blicó de la bula pontificia Sollicitudo om-
nium Ecclesiarum, en 8 de diciembre de
1661, tan favorable a la Inmaculada que
era el último paso que podía darse en-
tonces para llegar a su definición dogmá-
tica. (que llegó dos siglos más tarde, por
cierto, bajo el papado de Pío IX).
Es ahora cuando se produce la
explosión iconográfica y poética en torno
a la inmaculada concepción de María y es
precisamente en este contexto triunfal y
exultante en el que Juan de Rodrigo de-
cide levantar la fachada en honor a esta
cuestión en la que los españoles habían
trabajado más que nadie.
Lope de Vega. Coloquio pastoril en ala-
banza de la Limpia Concepción:
De mancha no pudo ser/
Porque siempre fue redimida;
No la redimió caída/
Pues lo fue antes de nacer
P.ues si con tan cuerdo aviso/
Pudo exceptuar a María,
¿Quién duda que no lo haría/
pùes que pudo cuanto quiso?
Por otra parte, Calderón de la Barca es
autor de una famosa pieza, en estilo de
auto sacramental, en alabanza de la In-
maculada Concepción: La Hidalga del
Valle:
¿Luego en gracia pudo ser
redimida y concebida?
Si, pues, con eterno aviso
Dios quiso hacer cuanto pudo
y pudo hacer cuanto quiso
luego que sea es preciso
esta Virgen escogida
para Madre, preferida
en todo, siendo en su estado
concebida sin pecado
y con sangre redimida.
(La Hidalga del Valle.)