la excursiÓn del paucio del almirante nde zeppell · 2021. 2. 28. · zado la editorial oriente....

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Navegantes modernos LA EXCURSIÓN DEL NDE ZEPPELl" DETALLES DEL VIAJE B33RL1N 12 (9 n.).—El secre- tario general de la Sociedad inter- nacional para la exploración de la zona ártica por vehículos aéreos, Sr. Bruns, embarcará el próximo lunes en el vapor "Columbus", con destino a Nueva York, donde lo agTiarda el profesor Fridtjof Nan- sen, que hoy ha embarcado ya en Goeteborg para los Estados Uni- dos. Los Sres. Bruns y Nansen ce- lebrarán en el departamento de la Marina de Washington una re- unión con la Sección norteameri- cana de la Sociedad Internacional Aeroártica sobre las obras a rea- lizar en el aeropuerto para dirigi- bles de Nome, en el que se instala- rán un ijoste de amarre y un de- pósito de carburante para el "Graff Zeppelin", que aterrizará ailí después de haber atravesado la zona polar. El Sr. Bruns, antes de salir pa- ra los Estados Unidos, ha confe- renciado en Fric'Jrichshafen con el doctor Eckener, acordando de- talladamente todo lo relacionado con las instalaciones de dicho ae- ropuerto de Nome. Durante su estancia en los Es- tados Unidoí!, pl Sr. Nansen dará varias conferencias, algunas de ellas sobre el empleo del dirigible para Jas exploraciones en la zona ártica. Por otra parte, el Sr. Bruns espera terminar en los Estados Unidos las iniciadas negociaciones sobre los derechos de publicidad de la expedición polar para la Prensa y el "cinema". Por primera vez las impresio- nes recogidas desde el dirigible se- rán también transmitidas por te- lefotografía. (Fabra.) l^OYAL I Y. - Caíulo'Cástíllórrangfos. evista de libros 'v^/v«>/v^/s/^^^^^/^^/\^/^/^^^^/^»^w^<^^<^^^^»^^^/»^l^v^^^^^v\^ ENTO LITERARIO "CRIA Y EXPLOTACIÓN IN- DUSTRIAL DEL CONEJO DO- ItlESTICO", POR ALBERTO BRI- LLAT Es el libro que nos ocupa un in- teresante manual en el que, consi- derando la cunicultura desde el punto de vista industrial, se trata el tema con amplitud y verdadera maestría técnica. Desdo el origen del conejo, sus alojamientos más apropiados, las razas más selectas para las diver- sas aplicaciones de la industria, la alimentación adecuada, las enfer- medades y sus remedios, los di- versos y más vulgares procedi- mientos para el curtido de pie- les, todo ello está contenido y con- cienzudamente estudiado en este interesante manual que se publica en los oportunos momentos en que las industrias caseras propenden reciamente a romper con las ruti- nas y a buscar en la técnica en- señanzas que permitan obtener mayores rendimientos en su ne- gocio. Hasta para el mero aficionado ofrece observaciones curiosas la obra del Sr. Brillat, que lleva, ade- más, ilustraciones cuidadosamente hechas de los lugares de aloja- miento, de los tipos de las dife- rentes razas descritas y de las pie- les, ya confeccionadas y aplicadas a las artes del vestido. Y para que nada falte en el as- pecto informativo áf. este libro, cierra con una relación de los in- dustriales franceses que se dedi- can a la adquisición de pieles pa- ra transformarlas y darles la apli- cación adecuada. S. O. "JULIO JURENITO Y SUS DIS- CIPULOS", NOVELA, POR ELIAS ERENBURG. EDICIO- NES ORIENTE, MADRID "Julio Jurenito y sus discípu- los" responde al dictado de libro extraordinario con que lo ha lan- zado la Editorial Oriente. No es el libro nebuloso de la literatura rusa, incongruente con la psico- logía occidental. Lo cual no quie- re decir que la corriente interna animadora de la obra de Elias Erenburg no emerja del manan- tial puro del alma eslava. Pero el cauce por donde discurre esa co- rriente, la forma en que se tro- quela el alma desgarrada de la nación rusa, a través de este li- terato de postguerra, tiene nu se- mejanza en la literatura del más extremo occidente. Elias Erenburg ha creado a Julio Jurenito, dándole caita de naturaleza en Guanajato (Méji- co), para que sea el conductor y maestro de unos cuantos discipu- los, entre ellos el propio Eren- burg, quien, además de contribuir a hacer la historia de Julio Ju- renito, es el encargado de escri- birla. El maestro va haciendo la re- dada de discípulos a su paso por Francia, Italia y Alemania, y en inmigraciones sucesivas .56 en- frenta además con Méjico, Áfri- ca y Rusia. Y en cada caso y pa- ra cada aspecto de la vida en esos países tiene "Julio Jurenito" un desenvuelto análisis, servido por constante humor y despreocu- pado cinismo. De este modo todo cae bajo su sarcasmo, y, burla burlando, realiza una labor ico- noclasta, para dejar, no obstante, que destaque entre escombros la aspiración ideal de la Revolución rusa. Su obra demoledora alcan- za a sus propios discípulos, los cuales le sirven de símbolos. La técnica con que está escri- ta la novela—que, dicho sea con verdad, ofrece situaciones delicio- sas que llegan a provocar carca- jadas y momentos que invitan a la meditación—es más bien de un humorismo fácil, nada selecto, cu- yo tranquillo se capta a las pri- meras páginas. Ello no arguye contra la trascendencia de la obra. Pero si permite concebir la posibilidad de que la novela "Ju- lio Jurenito y sus discípulos" se prolongue indefinidamente. El au- tor lo reconoce implícitamente cuando, en busca del final, hace que Julio Jurenito vaya, provisto de unas espléndidas botas ingle- sas, a una población del sur de Rusia, a Konotop, para que el es- pejuelo de aquéllas lo haga victi- ma de los bandidos. Y, efectivamente, la divertida novela acaba cuando muere ase- sinado el gran Julio Jurenito, y su cadáver aparece descalzo. B. A. A. LA VOZ •1—^^^Mg—WaapM lili lili [•LMniiBW^Ma^i^—Bi—— Crónicas madrileñas su ADSni'ISM SUBSCRIi'CIONES A "I.A VOZ- I A "EL SOL» EN LA CASA DEL LIBRO, AVENIDA PI V MARGAIX, 7 (GRAN VIA> PAUCIO DEL ALMIRANTE Su leyenda. La linda tapada Cuentan los historiadores y cro- nistas de la época que donde es- taban las eras de .Vicálvaro levan- taron un suntuoso palacio con huerta y jardines el almirante de Castilla D. Gaspar Henríquez de Cabrera y su esposa, la bella du- quesa conocida entonces por la dama del escote "degollado", pues era su costumbre el usar corpi- no tan ligero que sólo le falta- ba para ir desnuda de medio cuer- po para arriba quitarse el perge- ño de jubón que sólo defendía la parte alta del estómago. Este palacio estaba situado en el sitio que hoy ocupa la parte de Recoletos correspondiente a las Pascualas; hacía recodo por la calle del Escorial (después del Almirante), hasta dar en la de los Reyes Alta (hoy de las Sale- Bas, Bárbara de Braganza y Ge- neral Castaños). Este palacio tenía galerías que hoy se ven tapiadas al pasar por las redes de alcantarillado de es- tas calles citadas, y buceando en los archivos de las casas ilustres herederas ds la del almirante don Gaspar Henríquez de Cabrera po- dríamos sin duda encontrar adonde se dirigían estas galerías. Unas, vi- niendo del lado de las Salesas, atra- vesaban el solar del antiguo jar- dín a gran profimdidad, y dicen que paraban en cierto coaivento de frailes, ya desaparecido, que ha- bía pasadas las huertas que por aquel entonces cubrían toda la parte del Prado, Recoletos y un trozo de la Castellana. Otras galerías iban en direc- ción a 1 o s conventos de Santa Bárbara, las Teresas y los Agus- tinos Recoletos, los que sin duda hicieron estos túneles pei-fecta- mente trabajados para comunicar- se sus acuerdos en momentos de- terminados; otras llevaban la di- rección del palacio de Buenavis- ta y del famoso convento de San Pascual; otras, como para despis- tar, iban zigzagueando por to- da la pai-te citada; así se ve que cuando se han abierto zanjas pro- fundas, como cuando se derribó el célebre teatro circo Príncipe Al- fonso, se vieron, repito, varias galerías interinimpidas a trozos. Yo de chico bajé a aquellas ga- ^¡,j\f\^y^^S^^%^^^S0'''tf'^'S^^^^^^^^^^'S^^'*y'>^S^*^*^'^'<>*S^*^»^''^*^>^***'''^'^''>^*^'>^''^*^>'*'^>'^^^^^ MODELO 509, 520 o 521 encontrará usted cualquier carretera suave como el terciopelo y llana como una mesa ae Diiiar. Píd anos una prueba y se convencerá. 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Pero hoy ya, edificado el solar del antiguo teatro, llenas de ca- sas de cinco y seis pisos las huer- tas y jardín del almirante, sur- gido de una parte del palacio, por voluntad de aquel ilustre magna- te, que a este efecto hizo" dona- ción de los terrenos, el convento de monjas de San Pascual, cuya iglesia hoy existe y fué la misma sala que sirvió de teatro al palacio de los duques de Medina de Ríoseco, la misma sala que sirvió de asilo li- terario a las academias más cé- lebres de aquel siglo, n o queda casi nada. Al entrar en la igle- sia rememoro las historias pican- tes de aquella época leídas en li- bros de los clásicos de entonces, los chistes audaces dichos por los comediantes en aquel escenario, el cuchicheo de amor atrevido ruña- do aj oído de la dama en las pla- teas y lunetas del coliseo, y todo lo comparo con el rezo salmódi- co de hoy, uniforme, distraído, con la canción del sochantre de iglesia en disparidad con 1 a se- guidilla alocada y el bolero, en el cual las bailarinas de entonces enseñaban sus carnes, sin enfun- dar en pantalón alguno, al dar las vueltas, cuyas vueltas "no te- nían miga si no se enseñaba lo que iba por cima de la liga", co- mo dice el cantable de cierta zar- zuela del pasado siglo. Fué desapareciendo todo, cor- tándose las bocas de las dichas minas. Desapareció el convento de Agustinos Recoletos, que era un verdadero parque; desapareció la puerta monumental de Recoletos que cerraba a Madrid por este lado, desapareció el antiguo pa- lacio de Oñate, célebre por sos fiestas, y el del marqués de Mon- tealegre, c u y o s solares fueron ocupados después por los palacios de Salamanca (hoy Banco Hipo- tecario) y el palacio de Calderón (más tarde del marqués de Cam- po). Quedó solo el convento de las Madres Teresas con sus galerías ya dichas, convento que encerra- ba historias muy interesantes; pero estorbó a la urbanización de la ciudad y también fué demoli- do. Se deshizo el conocido jardín de las Delicias, del que tanto he- mos leído, que es el lugar que después de desmontado vino a ocupar el hotel de la duquesa de Medina de los Torres. Todo des- apareció, pero la leyenda del pa- lacio del almirante perdura gra- cias a los escritores de entonces que con un poco de poesía supie- ron aliñarla para distracción de los madrileños. Y vamos a rela- tarla, ya que tiene su punto de majeza y manolería, su cuerpo de dama noble del antiguo Madrid. Amaneció el día alegre y rei- dor para la dama de mi cuento. Aderezóse, como era su costum- bre, con su jubón "degollado", de- jando ver sus limpias y blancas carnes; se rebozó en su manto de "soplillo", que permitía tener la escultural figura de la dama de curvas españolas, la que al an- dar enseñaba un lindo pie calza- do con cliapín de tacón alto, con lo que el pie se hacía más dimi- nuto, aumentando así el donaire de la dama. Era viernes de Cuaresma, y aunque el traje no fuera del to- do apropiado, con él asistió la ta- pada al miserere de los Capu- cliinos de la Paciencia, frailes de moda entonces, que siempre hu- bo modas de frailes como de cha- pines. Seguía a la bella tapada un viejo escudero con ferreruelo y espadín,, de taza, que supongo que para nada le serviría de te- ner que usarlo, ya que sus piernas ñas le flaqueaban a cada momen- to. Compró dulces la linda dama en casa del Valenciano, bajó por la calle de las Infantas, llegan- do hasta la casa de las Siete Chimeneas; dobló por la huerta de Juan Fernández, que venía a estar donde hoy el colegio de San Miguel, en la calle del Marqués de Valdeiglesias, y salió al Pra- do. En lo alto de este hermoso jardín atisbaba diligente—dice el cronista madrileñista—el conde de Monterey, presidente de Italia, acompañado del conde de Montes- claros, presidente de Hacienda, y antes de que llegase a su altura la linda tapada, salieron de un co- che cuatro dueñas de honor con sus mantos y tocas, reverendas por fuera y diablos o lacayos por den- tro, y con sendos garrotes los va- rearon, dejándolos maltrechos. La rebozada dama huyó, las dueñas siguieron su ejemplo y los malparados condes fueron recogi- dos por frailes recoletos y las ve- cinas monjas teresas, que ven- daron a los usías, curándoles las heridas con bálsamo de Fiera- brás. Este escandaloso suceso reco- rrió la villa y corte como regue- ro de pólvora; pero nada se pu- do averiguar de quiénes fueran los apaleadores ni p o r qué motivo fueron apaleados los nobles ca- balleros. A la dama de mi historia se la vio entrar apresuradamente en el palacio del almirante, forman- do calle los porteros y lacayos del mismo, lo que nos hace su- poner que fuera la dueña de la casa. Cuentan las crónicas que en el palacio del almirante hubo aque- lla nodie sarao y academia. Al toque de oraciones, y como a se- ñal de conjurados, fueron concu- rriendo ala aristocrática man- sión lo más lucido en damas, li- teratos y toreras más conocidos, los caballeros de las Ordenes, los títulos del reino y grandes de Es- paña, Recordaba aquella escena al Olimpo pagano del Buen Retiro, donde el Rey poeta y caballero español representaba todos los días el papel mitológico del dios Apolo, dice el historiador. La dueña de la casa, colocada en el estrado, recibía el homena- je de aquel conjunto de persona- lidades. Todos lucían sus galas oratorias ante la dama, rindiendo tributo de admiración a aquella beldad. Tocóle el turno al príncipe de Melito, ex embajador en Francia, quien se presentó cubierto de pie- dras y perlas simulando compli- cados bordados con tan bien disi- mulado artificio, que al hacer la reverencia ante la opulenta seño- ra saltaron todas las piedras de su vestido sobre la alfombra por vía de gala en obsequio de da- mas y cortesanos, sin cuidarse el príncipe de recogerlas ni consen- tir que se las devolviesen, y a media voz pudo escucharse el diá- logo .siguiente: —Huélgame, señora, de que el "miserere" de esta tarde no ha- ya acabado e n "tinieblas", pues diz que los apaleados se encuen- tran bien en la hospedería de Re- coletos. —Idos, duque, y callad; os lo suplico. —Me voy, señora, derretído de amor como esas piedras que al fulgor de vuestros ojos se espar- cen en arroyos de lágrimas. —Idos, duque—dijo severa la señora. —Me voy, señora, mas os aguardo... (Ño pudo oírse dónde.) —¡A las dos!—repitió la da- ma—. ¿Qué decís? Ño seáis im- prudente. Alguien, y este alguien era el viejo duque, sin escudiar, oía, su- jeto en su sillón de reumático, el diálogo anterior, mientras los "lindos" recogían piedras precio- sas para sus damas, y clavando sus uñas de gavilán en su sillón dejó a los que con él estaban. —¡Necio es el duque hasta en sus extravagancias! Tras de un bien servido cho- colate puro, tarea exclusiva para la c a s a , y un sorbete de rico arroz, dio principio la academia, o sea donde lucían sus talentos los literatas allí reunidos, que aquella noche fué notable por las preguntas y por las respuestas. Damas y galanes hicieron alarde de ingenio mientras D. Juan Gas- par Henríquez de Cabrera, duque de Medina de Ríoseco, parecía dormir. Serían poco más de las ocho cuando dio la queda la campana mayor del convento próximo; el desfile de retirada empezó, quedan- do solos el almirante y la duquesa. ¿Se acostaron los duques? Di- cen los cronistas que sí, aunque algunos asegtiran que al llegar la noche no dormía la pareja ducal como de costumbre. Al filo de las dos, una dama al parecer d e servicio, acompañada de un viejo escudero, descendía al teatro de la casa; de allí, bien recatada, bajaba al foso, y de allí, por galerías Subterráneas, aun lindo cuartito, donde se veía to- do dispuesto para orar. Poco tiempo había transcurrido cuando el duque sintió desasiego y quiso rezar a la Virgen de su predilección que se guardaba en el saloncito que hemos descrito, y allá fué el duque con sus reumá- ticas piernas a los fosos y gale- rías acompañado de su fiel servi- dor, y encontráronse al guardián de la dama dormido, entraron en el salón y no había nadie: sólo las luces encendidas y un hombre muerto en el espacio que quedaba del altar al reclinatorio que de- bió ocupar la dama. La virgen di- cen que movía los ojos, y su pe- cho agitado demostraba sentir sensación de sobresalto. El almi- rante sintióse enfermo y hubo que sacarlo prontamente de allí, te- niendo que descansar en la sala del teatro. Cuando fué subido a su cuarto la duquesa reposaba en su habi- tación y despertaba de un sueño de sobresalto. Al rayar el día Mzose llamar a un notario, y so pretexto de un sueño en el que habla visto pa- sear por los salones de su pala- cio a las roligiosas Pramcdsnas Descalzas de Medina de Ríoseco, cedía su casa-palacio el almiran- te para convertirlo en monasterio, este mismo monasterio que hoy es iglesia y que antes fuera teatro, y por cuya sala vimos atravesar bien de noche a una dama. Volvió el duque al siguiente día al saloncito oratorio, y la Vir- gen había desaparecido y el muer- to no estaba. Ante aquel suceso hizo labrar otra Virgen, sirviendo de modelo su esposa, imagen que durante mucho tiempo estuvo sepultada en aquellas galerías por disposi- ción de los duques. Todas las no- che» conturbaba el sueño de don Gaspar Henríquez unos lamentos que del sótano llegaban. ¿Qué fué de aquella Virgen? ¿Qué del ca- dáver insepulto ? Nadie 1 o sabe. De todo aquello y de aquel almi- " J U L P E R " las cura! Caiita propaganda una peseta. I A los fotógrafo de provincias LA VOZ pagará a diez pesetas toda fotografía qae se le envíe y pu< buque referente a asuntos de actualidad. rantazgo quedó la calle y la igle- sia de San Pascual, donde sin du- da sigue encerrada en sus gale- rías subterráneas la imagen que mandara labrar el donante. Tal vez se encuentre entre alguna de las galerías tapiadas al construir las casas inmediatas. Si nos dejan algún día vere- mos los sótanos de las Pascua- las. JUAN GÓMEZ RENOVALES LA COMPASIA DE MADERAS Madrid (Argumosa, 14; teléfonos 74.653 almacenes, y 72.840 ofici- nas), Santander, Bilbao, Gijón, San Juan de Nieva (Aviles), Pasajes, Alicante, Huelva y Murcia. Las víctimas del e r r o r judicial de Osa de la Vega TARANCÓN 14 (9 m.).—León Sánchez y Gregorio Valero, prota- gonistas del suceso de Osa de la Vega, han trasladado su residen- cia a Madrid. En lo sucesivo re- sidirán en el Puente de Vallecas, calle de San José, núm. 16. Tejidos finos. Espoz y Mina. da de una cuchi- llada ANDUJAR 14 (2 t.).—Lorenzo Agudo, de treinta y seis años, de pficio barbero, hace algún tiempo vivía maritalmente con Josefa Ruiz, de treinta años. Entre los dos se suscitaban frecuentes al- tercados, y ayer sostuvieron una violenta discusión, que se fué agravando por momentos, hasta que Lorenzo, empuñando una na- vaja barbera, se lanzó contra J6- Sffa y Is dio un tremendo corte en el cuello. Conducida Josefa al hospital, quedó en gravísimo estado. El agresor ha sido detenido. Los famosos alevines CANGREJOS PARA RÍO MANZANARES ANTE UN DECOMISO Desde que con toda solemnidad se echaron al canalizado Manza- nares muchos millares de alevines de trucha no habíamos vuelto a saber la suerte que habían co- rrido. Ahora tenemos noticias de ellos, y bastante satisfactorias por cierto. Parece que ya han pasa- do de la primera a la segunda si- tuación, y que en la nueva gozan de buena salud en esta su prime- ra edad, y del mayor humor, pues no es raro verlos junto a la su- perficie en grandes grupos jugan- do a sus juegos favoritos, que f=on los saltos. Ante tan resonante éxito, la Sociedad El Sport de Pesca y Ca- za cuida con celo de la conserva- ción de la especie, y atenta a la vez al cumplimiento de las leyes ha aprovechado un decomiso de cangrejos de rio hecho cor sus guardas. Estos decomisaron 600 kilos de cangrejos procedentes de Ateca y de Ciudad Real, que venían fac- turados a Madrid, y una parte de ellos los llevaron a La Navata para arrojarlos alríoy el resto se echó en otros sitios del Manza- nares, donde se calcula que están agrupadas las truchas. Según acta firmada por la pare- ja de Seguridad que presenció la operación de arrojar los cangre- jos y por los empleados de El Sport de Pesca y Caza que en ella intervinieron, la devolución a. las aguas obedece al deseo de evitar que los crustáceos, en ple- no período de "puesta", mueran por su larga permanencia fuera del agua. Evita la caída del pelo, le da fuerza y vigor, ilíOHOllifO ilL HBÜDIMO illíiiO ÉXITO CRECIENTE DESDE EL 28 DE NOVIEMBRE DE 1904 Premiado en varias Exposiciones. Venta exclusiva en Madrid: La filcoüQiera Espaiioio, Carmen, 10 Exíjase esta Cuidado con las imitaciones. precinto del frasco. marca en el N4^G4II0N£ ITALIAM LOS MAYORES TRANSATLÁNTICOS DEL MEDITERRÁNEO A LAS AMERICAS LINEA NORTEAMÉRICA EXPRESS Gibraltar-Nevr York. 21 enero 66 O M A " í Travesía a New York en 6 % días. •'; LINEA SUDAMERICA EXPRESS Barcelona, Brasil, Montevideo, Buenos Aires. 1 febrero "GIULIO CESARE" Travesía a Buenos Aires en 12 % días. LINEA A CENTRO AMERICA-SUD PACIFICO 2 febrero, de Barcelona. 4 febrero, de CÁDIZ. "VIRGILIO" para Venezuela, Colombia, Panamá, Perú y Chile. Agentes generales: Sociedad "ITALIA - AMERICA" . BARCELONA: Rambla Santa Mónica, 1. í Sucursal en MADRID: Calle Alcalá, 47. Agencias en: ALICANTE, paseo de los Mártires, 1.—BILBAO: plaza Circular, 3.—VALENCIA, Pérez Pujol, 5; avenida AmaliO Gimeno, 1, y Primado Reig, 7.—IRUN, Pi y Margall, 3.—LO- GROÑO, Once de Junio, 18.—PAMPLONA, Mayor, 51, primero.— SAN SEBASTIAN, Oquendo, 7.—ZARAGOZA, plaza Sas, 5.—SE- VILLA, plaza San Fernando, 5.—SANTANDER, paseo de Pereda, 27.—BURGOS, Gran Hotel Universal.—SORIA, Caballeros, 10.— CÁDIZ, Isabel la Católica, 22. ^^«^\íP'W*^'5^56l^«j!l«i.í*^teí^^,P**í»ísí9S:^^¿^*-*'W.

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Page 1: LA EXCURSIÓN DEL PAUCIO DEL ALMIRANTE NDE ZEPPELl · 2021. 2. 28. · zado la Editorial Oriente. No es el libro nebuloso de la literatura rusa, incongruente con la psico logía occidental

Navegantes modernos

LA EXCURSIÓN DEL NDE Z E P P E L l "

DETALLES DEL VIAJE

B33RL1N 12 (9 n.).—El secre­tario general de la Sociedad inter­nacional para la exploración de la zona ártica por vehículos aéreos, Sr. Bruns, embarcará el próximo lunes en el vapor "Columbus", con destino a Nueva York, donde lo agTiarda el profesor Fridtjof Nan-sen, que hoy ha embarcado ya en Goeteborg para los Estados Uni­dos.

Los Sres. Bruns y Nansen ce­lebrarán en el departamento de la Marina de Washington una re­

unión con la Sección norteameri­cana de la Sociedad Internacional Aeroártica sobre las obras a rea­lizar en el aeropuerto para dirigi­bles de Nome, en el que se instala­rán un ijoste de amarre y un de­pósito de carburante p a r a el "Graff Zeppelin", que aterrizará ailí después de haber atravesado la zona polar.

El Sr. Bruns, antes de salir pa­ra los Estados Unidos, ha confe­renciado en Fric'Jrichshafen con el doctor Eckener, acordando de­talladamente todo lo relacionado con las instalaciones de dicho ae­ropuerto de Nome.

Durante su estancia en los Es­tados Unidoí!, pl Sr. Nansen dará varias conferencias, algunas de ellas sobre el empleo del dirigible para Jas exploraciones en la zona ártica. Por otra parte, el Sr. Bruns espera terminar en los Estados Unidos las iniciadas negociaciones sobre los derechos de publicidad de la expedición polar para la Prensa y el "cinema".

Por primera vez las impresio­nes recogidas desde el dirigible se­rán también transmitidas por te­lefotografía. (Fabra.)

l^OYAL I Y. - Caíulo'Cástíllórrangfos.

e v i s t a de l ibros 'v^/v«>/v^/s/^^^^^/^^/\^/^/^^^^/^»^w^<^^<^^^^»^^^/»^l^v^^^^^v\^

ENTO LITERARIO " C R I A Y EXPLOTACIÓN IN­DUSTRIAL DEL CONEJO DO-ItlESTICO", POR ALBERTO BRI-

LLAT Es el libro que nos ocupa un in­

teresante manual en el que, consi­derando la cunicultura desde el punto de vista industrial, se trata el tema con amplitud y verdadera maestría técnica.

Desdo el origen del conejo, sus alojamientos más apropiados, las razas más selectas para las diver­sas aplicaciones de la industria, la alimentación adecuada, las enfer­medades y sus remedios, los di­versos y más vulgares procedi­mientos para el curtido de pie­les, todo ello está contenido y con­cienzudamente estudiado en este interesante manual que se publica en los oportunos momentos en que las industrias caseras propenden reciamente a romper con las ruti­nas y a buscar en la técnica en­señanzas que permitan obtener mayores rendimientos en su ne­gocio.

Hasta para el mero aficionado ofrece observaciones curiosas la obra del Sr. Brillat, que lleva, ade­más, ilustraciones cuidadosamente hechas de los lugares de aloja­miento, de los tipos de las dife­rentes razas descritas y de las pie­les, ya confeccionadas y aplicadas a las artes del vestido.

Y para que nada falte en el as­pecto informativo áf. este libro, cierra con una relación de los in­dustriales franceses que se dedi­can a la adquisición de pieles pa­ra transformarlas y darles la apli­cación adecuada.

S. O.

"JULIO JURENITO Y SUS DIS-C I P U L O S " , NOVELA, POR ELIAS ERENBURG. EDICIO­

NES ORIENTE, MADRID "Julio Jurenito y sus discípu­

los" responde al dictado de libro extraordinario con que lo ha lan­zado la Editorial Oriente. No es el libro nebuloso de la literatura rusa, incongruente con la psico­

logía occidental. Lo cual no quie­re decir que la corriente interna animadora de la obra de Elias Erenburg no emerja del manan­tial puro del alma eslava. Pero el cauce por donde discurre esa co­rriente, la forma en que se tro­quela el alma desgarrada de la nación rusa, a través de este li­terato de postguerra, tiene nu se­mejanza en la literatura del más extremo occidente.

Elias Erenburg ha creado a Julio Jurenito, dándole caita de naturaleza en Guanajato (Méji­co), para que sea el conductor y maestro de unos cuantos discipu-los, entre ellos el propio Eren­burg, quien, además de contribuir a hacer la historia de Julio Ju­renito, es el encargado de escri­birla.

El maestro va haciendo la re­dada de discípulos a su paso por Francia, Italia y Alemania, y en inmigraciones sucesivas .56 en­frenta además con Méjico, Áfri­ca y Rusia. Y en cada caso y pa­ra cada aspecto de la vida en esos países tiene "Julio Jurenito" un desenvuelto análisis, servido por constante humor y despreocu­pado cinismo. De este modo todo cae bajo su sarcasmo, y, burla burlando, realiza una labor ico­noclasta, para dejar, no obstante, que destaque entre escombros la aspiración ideal de la Revolución rusa. Su obra demoledora alcan­za a sus propios discípulos, los cuales le sirven de símbolos.

La técnica con que está escri­ta la novela—que, dicho sea con verdad, ofrece situaciones delicio­sas que llegan a provocar carca­jadas y momentos que invitan a la meditación—es más bien de un humorismo fácil, nada selecto, cu­yo tranquillo se capta a las pri­meras páginas. Ello no arguye contra la trascendencia de la obra. Pero si permite concebir la posibilidad de que la novela "Ju­lio Jurenito y sus discípulos" se prolongue indefinidamente. El au­tor lo reconoce implícitamente cuando, en busca del final, hace que Julio Jurenito vaya, provisto de unas espléndidas botas ingle­sas, a una población del sur de Rusia, a Konotop, para que el es­pejuelo de aquéllas lo haga victi­ma de los bandidos.

Y, efectivamente, la divertida novela acaba cuando muere ase­sinado el gran Julio Jurenito, y su cadáver aparece descalzo.

B. A. A.

LA VOZ •1—^^^Mg—WaapM lili lili [•LMniiBW^Ma^i^—Bi——

Crónicas madrileñas

s u ADSni'ISM SUBSCRIi'CIONES

A "I.A VOZ- I A "EL SOL» EN

LA CASA DEL LIBRO, AVENIDA

PI V MARGAIX, 7 (GRAN VIA>

PAUCIO DEL ALMIRANTE Su leyenda. La linda tapada

Cuentan los historiadores y cro­nistas de la época que donde es­taban las eras de .Vicálvaro levan­taron un suntuoso palacio con huerta y jardines el almirante de Castilla D. Gaspar Henríquez de Cabrera y su esposa, la bella du­quesa conocida entonces por la dama del escote "degollado", pues era su costumbre el usar corpi­no tan ligero que sólo le falta­ba para ir desnuda de medio cuer­po para arriba quitarse el perge­ño de jubón que sólo defendía la parte alta del estómago.

Este palacio estaba situado en el sitio que hoy ocupa la parte de Recoletos correspondiente a las Pascualas; hacía recodo p o r la calle d e l Escorial (después del Almirante), hasta dar en la de los Reyes Alta (hoy de las Sale-Bas, Bárbara de Braganza y Ge­neral Castaños).

Este palacio tenía galerías que hoy se ven tapiadas al pasar por las redes de alcantarillado de es­tas calles citadas, y buceando en los archivos de las casas ilustres herederas ds la del almirante don Gaspar Henríquez de Cabrera po­dríamos sin duda encontrar adonde se dirigían estas galerías. Unas, vi­niendo del lado de las Salesas, atra­vesaban el solar del antiguo jar­dín a gran profimdidad, y dicen que paraban en cierto coaivento de frailes, ya desaparecido, que ha­bía pasadas las huertas que por aquel entonces cubrían toda la parte del Prado, Recoletos y un trozo de la Castellana.

Otras galerías iban e n direc­ción a 1 o s conventos de Santa Bárbara, las Teresas y los Agus­tinos Recoletos, los que sin duda hicieron estos túneles pei-fecta-mente trabajados para comunicar­se sus acuerdos en momentos de­terminados; otras llevaban la di­rección del palacio de Buenavis-ta y del famoso convento de San Pascual; otras, como para despis­tar, iban zigzagueando por to­da la pai-te citada; así se ve que cuando se han abierto zanjas pro­fundas, como cuando se derribó el célebre teatro circo Príncipe Al­fonso, se vieron, repito, varias galerías interinimpidas a trozos. Yo de chico bajé a aquellas ga-

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lerías, 7 ante el temor de extra­viarme por aquellos fosos y con­trafosos retrocedí cien veces, aunque iba acompañado por el hi­jo del conserje del teatro, gran pi­caro que conocía aquellos escon­dites a maravilla.

Pero hoy ya, edificado el solar del antiguo teatro, llenas de ca­sas de cinco y seis pisos las huer­tas y jardín del almirante, sur­gido de una parte del palacio, por voluntad de aquel ilustre magna­te, que a este efecto hizo" dona­ción de los terrenos, el convento de monjas de San Pascual, cuya iglesia hoy existe y fué la misma sala que sirvió de teatro al palacio de los duques de Medina de Ríoseco, la misma sala que sirvió de asilo li­terario a las academias más cé­lebres de aquel siglo, n o queda casi nada. Al entrar en la igle­sia rememoro las historias pican­tes de aquella época leídas en li­bros de los clásicos de entonces, los chistes audaces dichos por los comediantes en aquel escenario, el cuchicheo de amor atrevido ruña­do aj oído de la dama en las pla­teas y lunetas del coliseo, y todo lo comparo con el rezo salmódi-co de hoy, uniforme, distraído, con la canción del sochantre de iglesia en disparidad con 1 a se­guidilla alocada y el bolero, en el cual l a s bailarinas de entonces enseñaban sus carnes, sin enfun­dar e n pantalón alguno, al dar las vueltas, cuyas vueltas "no te­nían miga si no se enseñaba lo que iba por cima de la liga", co­mo dice el cantable de cierta zar­zuela del pasado siglo.

Fué desapareciendo todo, cor­tándose las bocas de las dichas minas. Desapareció el convento de Agustinos Recoletos, que era un verdadero parque; desapareció la puerta monumental de Recoletos que cerraba a Madrid p o r este lado, desapareció el antiguo pa­lacio d e Oñate, célebre por sos fiestas, y el del marqués de Mon-tealegre, c u y o s solares fueron ocupados después por los palacios de Salamanca (hoy Banco Hipo­tecario) y el palacio de Calderón (más tarde del marqués de Cam­po). Quedó solo el convento de las Madres Teresas con sus galerías ya dichas, convento que encerra­ba historias muy interesantes; pero estorbó a la urbanización de la ciudad y también fué demoli­do. Se deshizo el conocido jardín de las Delicias, del que tanto he­mos leído, que es el lugar que después de desmontado vino a ocupar el hotel de la duquesa de Medina de los Torres. Todo des­apareció, pero la leyenda del pa­lacio del almirante perdura gra­cias a los escritores de entonces que con un poco de poesía supie­ron aliñarla para distracción de los madrileños. Y vamos a rela­tarla, ya que tiene su punto de majeza y manolería, su cuerpo de dama noble del antiguo Madrid.

Amaneció el día alegre y rei­dor para la dama de mi cuento. Aderezóse, como era su costum­bre, con su jubón "degollado", de­jando ver sus limpias y blancas carnes; se rebozó en su manto de "soplillo", q u e permitía tener la escultural figura de la dama de curvas españolas, la que al an­dar enseñaba un lindo pie calza­do con cliapín de tacón alto, con lo que el pie se hacía más dimi­nuto, aumentando así el donaire de la dama.

Era viernes de Cuaresma, y aunque el traje no fuera del to­do apropiado, con él asistió la ta­pada al miserere de los Capu-cliinos de la Paciencia, frailes de moda entonces, que siempre hu­bo modas de frailes como de cha­pines. Seguía a la bella tapada un viejo escudero con ferreruelo y espadín,, de taza, que supongo que para nada le serviría de te­ner que usarlo, ya que sus piernas ñas le flaqueaban a cada momen­to. Compró dulces la linda dama en casa del Valenciano, bajó por la calle de las Infantas, llegan­do hasta la casa de las Siete Chimeneas; dobló por la huerta de Juan Fernández, que venía a estar donde hoy el colegio de San Miguel, en la calle del Marqués de Valdeiglesias, y salió al Pra­do. En lo alto de este hermoso jardín atisbaba diligente—dice el cronista madrileñista—el conde de Monterey, presidente de Italia, acompañado del conde de Montes-claros, presidente de Hacienda, y antes de que llegase a su altura la linda tapada, salieron de un co­che cuatro dueñas de honor con sus mantos y tocas, reverendas por fuera y diablos o lacayos por den­tro, y con sendos garrotes los va­rearon, dejándolos maltrechos.

La rebozada dama huyó, las dueñas siguieron su ejemplo y los malparados condes fueron recogi­dos por frailes recoletos y las ve­cinas monjas teresas, q u e ven­daron a los usías, curándoles las heridas con bálsamo de Fiera­brás.

Este escandaloso suceso reco­rrió la villa y corte como regue­ro de pólvora; pero nada se pu­do averiguar de quiénes fueran los apaleadores ni p o r qué motivo fueron apaleados los nobles ca­balleros.

A la dama de mi historia se la vio entrar apresuradamente en el palacio d e l almirante, forman­do calle los porteros y lacayos del mismo, lo que nos hace su­poner que fuera la dueña de la casa.

Cuentan las crónicas que en el

palacio del almirante hubo aque­lla nodie sarao y academia. A l toque de oraciones, y como a se­ñal de conjurados, fueron concu­rriendo a l a aristocrática man­sión lo más lucido en damas, li­teratos y toreras más conocidos, los caballeros de las Ordenes, los títulos del reino y grandes de Es­paña,

Recordaba aquella escena al Olimpo pagano del Buen Retiro, donde el Rey poeta y caballero español representaba todos los días el papel mitológico del dios Apolo, dice el historiador.

La dueña de la casa, colocada en el estrado, recibía el homena­je de aquel conjunto de persona­lidades. Todos lucían s u s galas oratorias ante la dama, rindiendo tributo de admiración a aquella beldad.

Tocóle el turno al príncipe de Melito, ex embajador en Francia, quien se presentó cubierto de pie­dras y perlas simulando compli­cados bordados con tan bien disi­mulado artificio, que al hacer la reverencia ante la opulenta seño­ra saltaron todas las piedras de su vestido sobre la alfombra por vía de gala en obsequio de da­mas y cortesanos, sin cuidarse el príncipe de recogerlas ni consen­tir q u e se las devolviesen, y a media voz pudo escucharse el diá­logo .siguiente:

—Huélgame, señora, de que el "miserere" de esta tarde no ha­ya acabado e n "tinieblas", pues diz que los apaleados se encuen­tran bien en la hospedería de Re­coletos.

—Idos, duque, y callad; os lo suplico.

—Me voy, señora, derretído de amor como esas piedras que al fulgor de vuestros ojos se espar­cen en arroyos de lágrimas.

—Idos, duque—dijo severa la señora.

—Me voy, señora, mas os aguardo... (Ño pudo oírse dónde.)

—¡A las dos!—repitió la da­ma—. ¿Qué decís? Ño seáis im­prudente.

Alguien, y este alguien era el viejo duque, sin escudiar, oía, su­jeto en su sillón de reumático, el diálogo anterior, mientras los "lindos" recogían piedras precio­sas para sus damas, y clavando sus uñas de gavilán en su sillón dejó a los que con él estaban.

—¡Necio es el duque hasta en sus extravagancias!

Tras de un bien servido cho­colate puro, tarea exclusiva para la c a s a , y un sorbete de rico arroz, dio principio la academia, o sea donde lucían sus talentos los literatas allí reunidos, que aquella noche fué notable por las preguntas y por las respuestas. Damas y galanes hicieron alarde de ingenio mientras D. Juan Gas­par Henríquez de Cabrera, duque de Medina de Ríoseco, parecía dormir.

Serían poco más de las ocho cuando dio la queda la campana mayor del convento próximo; el desfile de retirada empezó, quedan­do solos el almirante y la duquesa.

¿Se acostaron los duques? Di­cen los cronistas que sí, aunque algunos asegtiran que al llegar la noche no dormía la pareja ducal como de costumbre.

Al filo de las dos, una dama al parecer d e servicio, acompañada de un viejo escudero, descendía al teatro de la casa; de allí, bien recatada, bajaba al foso, y de allí, por galerías Subterráneas, a u n lindo cuartito, donde se veía to­do dispuesto para orar.

Poco tiempo había transcurrido cuando el duque sintió desasiego y quiso rezar a la Virgen de su predilección que se guardaba en el saloncito que hemos descrito, y allá fué el duque con sus reumá­ticas piernas a los fosos y gale­rías acompañado de su fiel servi­dor, y encontráronse al guardián de la dama dormido, entraron en el salón y no había nadie: sólo las luces encendidas y un hombre muerto en el espacio que quedaba del altar al reclinatorio que de­bió ocupar la dama. La virgen di­cen que movía los ojos, y su pe­cho agitado demostraba sentir sensación de sobresalto. El almi­rante sintióse enfermo y hubo que sacarlo prontamente de allí, te­niendo que descansar en la sala del teatro.

Cuando fué subido a su cuarto la duquesa reposaba en su habi­tación y despertaba de un sueño de sobresalto.

Al rayar el día Mzose llamar a un notario, y so pretexto de un sueño en el que habla visto pa­sear por los salones de su pala­cio a las roligiosas Pramcdsnas Descalzas de Medina de Ríoseco, cedía su casa-palacio el almiran­te para convertirlo en monasterio, este mismo monasterio que hoy es iglesia y que antes fuera teatro, y por cuya sala vimos atravesar bien de noche a una dama.

Volvió el duque al siguiente día al saloncito oratorio, y la Vir­gen había desaparecido y el muer­to no estaba.

Ante aquel suceso hizo labrar otra Virgen, sirviendo de modelo su esposa, imagen q u e durante mucho tiempo estuvo sepultada en aquellas galerías por disposi­ción de los duques. Todas las no­che» conturbaba el sueño de don Gaspar Henríquez unos lamentos que del sótano llegaban. ¿Qué fué de aquella Virgen? ¿Qué del ca­dáver insepulto ? Nadie 1 o sabe. De todo aquello y de aquel almi-

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rantazgo quedó la calle y la igle­sia de San Pascual, donde sin du­da sigue encerrada en sus gale­rías subterráneas la imagen que mandara labrar e l donante. Tal vez se encuentre entre alguna de las galerías tapiadas al construir las casas inmediatas.

Si nos dejan algún día vere­mos los sótanos de las Pascua­las.

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da de una cuchi­llada

ANDUJAR 14 (2 t.).—Lorenzo Agudo, de treinta y seis años, de pficio barbero, hace algún tiempo vivía maritalmente con Josefa Ruiz, de treinta años. Entre los dos se suscitaban frecuentes al­tercados, y ayer sostuvieron una violenta discusión, que se fué agravando por momentos, hasta que Lorenzo, empuñando una na­vaja barbera, se lanzó contra J6-Sffa y Is dio un tremendo corte en el cuello.

Conducida Josefa al hospital, quedó en gravísimo estado. El agresor ha sido detenido.

Los famosos alevines

CANGREJOS PARA

RÍO MANZANARES

ANTE UN DECOMISO

Desde que con toda solemnidad se echaron al canalizado Manza­nares muchos millares de alevines de trucha no habíamos vuelto a saber la suerte que habían co­rrido.

Ahora tenemos noticias de ellos, y bastante satisfactorias p o r cierto. Parece que ya han pasa­do de la primera a la segunda si­tuación, y que en la nueva gozan de buena salud en esta su prime­ra edad, y del mayor humor, pues no es raro verlos junto a la su­perficie en grandes grupos jugan­do a sus juegos favoritos, que f=on los saltos.

Ante tan resonante éxito, la Sociedad El Sport de Pesca y Ca­za cuida con celo de la conserva­ción de la especie, y atenta a la vez al cumplimiento de las leyes ha aprovechado un decomiso de cangrejos de rio hecho cor sus guardas.

Estos decomisaron 600 kilos de cangrejos procedentes de Ateca y de Ciudad Real, que venían fac­turados a Madrid, y una parte de ellos los llevaron a La Navata para arrojarlos al río y el resto se echó en otros sitios del Manza­nares, donde se calcula que están agrupadas las truchas.

Según acta firmada por la pare­ja de Seguridad que presenció la operación de arrojar los cangre­jos y por los empleados de El Sport de Pesca y Caza que en ella intervinieron, la devolución a. las aguas obedece al deseo de evitar que los crustáceos, en ple­no período de "puesta", mueran por su larga permanencia fuera del agua.

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