la ética utilitarista es consecuencialista

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La ética utilitarista es consecuencialista. Eso quiere decir que, desde el punto de vista de la ética utilitarista, el valor moral de una acción se mide en función de sus consecuencias. Desde esta perspectiva, las acciones carecen de un valor moral intrínseco, siendo este extrínseco o relacional. Las éticas consecuencialistas se diferencian entre sí en el fin o consecuencia al que deben aspirar las acciones morales. Este es el componente teleológico que las define como tales. Un ejemplo clásico de ética consecuencialista es la hedonista, según la cual nuestras acciones deben llevarnos a la consecución del máximo placer. El utilitarismo exige una gran reflexión sobre las consecuencias de nuestras acciones. Según la ética utilitarista, a diferencia de la hedonista que hemos puesto como ejemplo, nuestras acciones han de estar orientadas a la consecución de la máxima felicidad para el mayor número de personas. Este fin es, a su vez, un procedimiento decisorio que, a la hora de enfrentarnos a un dilema moral, ha de ayudarnos a decidir el curso de acción más adecuado con respecto a este objetivo. El primero en proponer esta teoría ética fue Jeremy Bentham, a finales del siglo XVIII en su obra Introducción a los principios de

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La ética utilitarista es consecuencialista. Eso quiere decir que, desde el punto de vista de la ética utilitarista, el valor moral de una acción se mide en función de sus consecuencias. Desde esta perspectiva, las acciones carecen de un valor moral intrínseco, siendo este extrínseco o relacional. Las éticas consecuencialistas se diferencian entre sí en el fin o consecuencia al que deben aspirar las acciones morales. Este es el componente teleológico que las define como tales. Un ejemplo clásico de ética consecuencialista es la hedonista, según la cual nuestras acciones deben llevarnos a la consecución del máximo placer.

El utilitarismo exige una gran reflexión sobre las consecuencias de nuestras acciones.

Según la ética utilitarista, a diferencia de la hedonista que hemos puesto como ejemplo, nuestras acciones han de estar orientadas a la consecución de la máxima felicidad para el mayor número de personas. Este fin es, a su vez, un procedimiento decisorio que, a la hora de enfrentarnos a un dilema moral, ha de ayudarnos a decidir el curso de acción más adecuado con respecto a este objetivo.

El primero en proponer esta teoría ética fue Jeremy Bentham, a finales del siglo XVIII en su obra Introducción a los principios de la moral y la legislación. Su seguidor, John Stuart Mill desarrollaría el punto de vista de Bentham.

1. La ética utilitarista y sus variantes

La ética utilitarista, al igual que ocurre con otras muchas teorías filosóficas, ha experimentado un notable desarrollo a lo largo del tiempo, de tal modo que se pueden distinguir, además del utilitarismo clásico o utilitarismo de la acción, dos variantes de esta teoría.

La primera de ellas es el utilitarismo negativo. En esta versión la tesis principal se formula negativamente, en términos de sufrimiento, en lugar de en términos de felicidad. Bajo

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nuestro punto de vista es una variante pesimista del utilitarismo. Según el utilitarismo negativo, el valor moral de una acción se mide en términos del sufrimiento que evita para el máximo número de personas. Es una versión pesimista en la medida en que los filósofos que defienden esta posición piensan que, dado que hay más oportunidades de causar sufrimiento que de causar felicidad, seremos moralmente más eficientes si evitamos causar sufrimiento.

La segunda versión es el utilitarismo de la regla o de la norma. Muchos utilitaristas de la regla tratan de conciliar la teoría utilitarista con la ética kantiana, como es el caso del prescriptivismo universal de R. M. Hare. Según esta versión, el valor de una acción moral se mide en función de que siga la regla o norma que mayor utilidad proporcione. Hemos de recordar aquí que Kant defendía, a grandes rasgos, que una acción era moralmente valiosa si, y solo si, queremos que todo el mundo, en las mismas circunstancias, elija ese curso de acción.

2. Críticas a la ética utilitarista

Como ya sabrá el lector, nada en filosofía está exento de crítica y, en el caso de la ética utilitarista, no se da la excepción. En efecto, el utilitarismo ha recibido diversas críticas. La más interesante de todas, que lo convierte en un principio absurdo impracticable, consiste en el ataque a su supuesto básico, a saber, la capacidad de los agentes morales para medir la cantidad de felicidad que causarán con sus acciones y la cantidad de personas a las que se le causará esa felicidad. ¿Somos capaces de hacer estas mediciones y cálculos? Y en el caso de que lo seamos, ¿lo haríamos en el tiempo suficiente como para actuar en el momento oportuno? Además, enlazado a este supuesto existe otro, según el cual la felicidad es cuantificable, algo demasiado fantástico y digno de toda duda.

Otro de sus supuestos básicos que también ha sido criticado consiste en la conmensurabilidad de la felicidad entre personas. En efecto, supongamos que Y es feliz pegando a su hijo, X. Por su parte, el hijo de Y es feliz si su padre no le pega. Ahora bien, la abuela de X es utilitarista y en su mano está dejar que Y pegue a X o impedirlo. La cuestión es que tiene que decidir si la felicidad de Y es equivalente a la de X, además de saber si Y es más feliz pegando a X de lo que X lo es cuando Y no le pega o al revés, que Y es menos feliz pegando a X, de lo que lo es X cuando no le pega Y. En este caso vemos que el utilitarismo estaría en contra del sentido común.

Lee todo en: La ética utilitarista | La guía de Filosofía http://filosofia.laguia2000.com/los-valores/la-etica-utilitarista#ixzz2MbWYky6A2. TEORÍA ÉTICA de KANT El hombre nos sólo es un ser que conoce también es un ser que actúa y que además sedeja guiar por la razón para que oriente su acción. De este modo la razón se convierte enRazón Práctica cuando guía la voluntad.Kant sostiene que por encima de las cuestiones teóricas al hombre le preocupan lascuestiones prácticas aquellas que responden a la pregunta ¿qué debo hacer? A estapregunta han respondido a lo largo de la historia distintas teorías éticas y todas ella lohan hecho desde una perspectiva material (éticas materiales).Estas teorías éticas

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secaracterizan por ser éticas a posteriori, es decir, fundamentadas en la experiencia, éticasparticulares y contingentes, fundamentadas en imperativos hipotéticos, que prescriben laacción con relación a un fin y que son heterónomasFrente a estas teorías se encuentran laséticas formalesque se caracterizan por ser apriori, es decir anteriores a la experiencia, son universales y necesarias, se fundamentanen imperativos categóricos, prescriben la acción con relación a sí mismas y sonautónomas. Las éticas formales consideran la posibilidad de que una acción sea buena omala independientemente del contenido de la acción, atendiendo únicamente a laposibilidad de que se convierta en universal.Kant rechaza las éticas materiales porque considera que no son propias de un ser mayorde edad al estilo ilustrado. La ilustración reivindica la libertad y la emancipaciónrespecto a cualquier sujeción o dependencia ya sea Iglesia o Estado. Esta emancipaciónexige una ética autónoma en la que sea el hombre quien determina la ley moral y esto esincompatible con la ética material por eso defiende una ética formal.Las éticas formales carecen de contenido, no nos indican qué tenemos que hacer sinocómo lo tenemos que hacer. Los imperativos de las éticas formales son categóricos, esdecir, nos obligan, no ponen condiciones o hipótesis como hacen los imperativos de laséticas materiales. Kant formula elimperativo categóricode la siguiente manera:“Actúa de tal modo, que tu máxima pueda convertirse en ley universal”en realidades una reformulación de haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti y al contrario.No nos dice si tenemos que ayudar a alguien o no o en qué medida, sólo hace que tecuestiones racionalmente cuál debería ser el criterio a adoptar universalmente, sin teneren cuenta otras premisas que la propia acción y no sus consecuencias o la felicidad quete procure.En otros textos aparece formulado de otros modos:“Trata a las personas siemprecomo un medio y nunca coma un fin”. Es decir, las personas nunca pueden ser usadaspara tus propios fines o los de otros, tienen valor en sí mismas por este motivo las

  acciones deben ser desinteresadas. El único fin legítimo de la acción solo puede ser eldeber, pero no actuar por deber, sino actuarconforme al deber, es decir sintiendo unconvencimiento real y un respeto interno hacia el mismo, sin buscar otra finalidad. Sóloen esta caso podemos decir que somos seres morales.Sin embargo, para poder hablar de moralidad en este sentido hay que presuponer lalibertad del hombre. En un planteamiento determinista sería impensable.La Libertad humana era impensable desde la Razón teórica puesto que es una cuestiónque traspasa los límites de la experiencia y choca con las posibilidades intelectualeshumanas por eso Kant defiende ante estas cuestiones una posición agnóstica. Sinembargo estas cuestiones son imprescindibles para que podamos hablar de moralidad.Las ideas trascendentalestienen que entenderse como

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postulados de la razónpráctica, es decir son ideas a cerca de las cuales no podemos tener nunca certeza peroque hemos de presuponer existentes. Los postulados de la Razón Práctica son, por tanto,indemostrables científicamente pero necesarios moralmente. El primer postulado es la LIBERTADEl hombre, a pesar de ser parte de la naturaleza y a pesar de que ésta está sujeta a leyes,puede decidir la propia acción. Y aunque sea imposible su demostación esimprescindible para poder hablar de acción y responsabilidad moral. El segundo postulado es LA INMORTALIDAD DEL ALMA.El alma y su inmortalidad también son indemostrables, sin embargo es necesariopresuponerlas para que la virtud del hombre sea recompensada con una existencia felizya que la práctica de la virtud no nos protege de las injusticias y de la tristeza o eldolor. El tercer postulado es DIOSLa existencia de Dios es necesaria como última garantía del sentido de la existenciahumana. Únicamente Dios garantiza que quién se ha hecho digno de la felicidad laalcance, y esto es posible porque en Dios felicidad y virtud se identifican.De acuerdo con todo esto, según Kant si actuamos de un modo desinteresadoatendiendo sólo al deber y sin esperar nada a cambio podemos aspirar a la felicidad.Solamente la inmortalidad del alma, y la existencia de Dios pueden garantizar quevirtud y felicidad se lleguen a unificar algún día.

Sobre el bien y el mal ¿Cuál debe ser el criterio moral que nos permita decidir si una acción es correcta o no? ¿La acción en sí o las consecuencias de las acciones?

A la hora de valorar las acciones sería bueno diferenciar claramente entre ética y moral, ya que pese a que suelan considerarse como palabras sinónimas, no lo son. Entendemos por moral el conjunto de elementos que acompañan el proceso de decisión sobre qué acciones son correctas y qué acciones no lo son; la ética, en cambio, es la reflexión filosófica sobre cuestiones morales. Como podemos comprobar tienen una estrecha relación, pero no son exactamente lo mismo. Así, por ejemplo, decidir que una situación es injusta formaría parte de la moral y, en cambio reflexionar sobre cuáles deben ser los criterios morales formaría parte de la ética.

La Ética

La Filosofía, naturalmente no trata sobre la moral, sino sobre la ética, es decir que la Filosofía no nos dice qué acciones son correctas, sino que reflexiona sobre qué mecanismos hemos usado para llegar a la conclusión moral.

Éticas deontológicas y éticas teleológicas

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Para clasificar las diferentes teorías éticas existen diversos criterios; ahora bien, el criterio que considero más interesante es el que divide las teorías éticas en función de si el criterio moral es la acción en sí (éticas deontológicas) o las consecuencias de las acciones (éticas teleológicas)

Éticas teleológicas

Las éticas teleológicas son aquellas que consideran que el criterio moral a la hora de juzgar una acción es el de las consecuencias que la acción tiene. Así, Aristóteles considera que una acción es correcta cuando nos proporciona Felicidad, mientras que Epicuro considera que una acción es correcta cuando nos proporciona placer, entendiendo placer como ausencia de dolor, buscando un placer moderado. Es importante tener presente que el planteamiento de Epicuro o Aristóteles es individual.

El Utilitarismo

El pensamiento teleológico por excelencia en la actualidad es el Utilitarismo, uno de los movimientos filosóficos fundamentales del siglo XIX, iniciado por Jeremy Bentham y James Mill, siendo su máximo representante John Stuart Mill. Podríamos definir el Utilitarismo como la extensión a la comunidad de las teorías individuales de Epicuro o de Aristóteles. Así, el principio del Utilitarismo puede definirse en los siguientes términos: una acción es correcta si proporciona el mayor bien posible a la mayor cantidad de personas posible.

Éticas deontológicas

Las éticas deontológicas consideran que el criterio moral ha de estar basado en la acción en sí. El Imperativo Categórico Kantiano sería la máxima expresión deontológica formulada en los siguientes términos: "Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal".

La ética discursiva de Habermas

Con el pensamiento de John Rawls y de Jürgen Habermas las propuestas deontológicas también han traspasado el ámbito individual, llegando al ámbito colectivo, al igual que hizo el Utilitarismo en la ética teleológica.