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T.S. KuhnLA ESTRUCTURA

DE LAS REVOLUCIONESCIENTÍFICAS

Para que el cultivo de la historia de la ciencia ad-quiera cabal sentido y rinda todos los frutos quepromete, se impone el examen de ciertas coyun-turas, propias del desenvolvimiento científico. La"revolución científica" es quizá la circunstanciaen que el desarrollo de la ciencia exhibe su plenapeculiaridad, sin que importe gran cosa de quémateria se trate o la época considerada.

El presente trabajo es un estudio, casi único ensu género, de las "revoluciones científicas". Basa-do en abundante material —principalmente enlos campos de la física y la química—, procuraesclarecer conceptos, corregir malentendidos y,en suma, demostrar la extraordinaria compleji-dad del mecanismo del progreso científico, cuan-do es examinado sin ideas preconcebidas: más deuna sorpresa nos reserva este camino, más de unrecoveco del análisis incita a protestar con vehe-mencia antes de quedar convencidos. A fin decuentas, el itinerario que parecía simple y ra-cional resulta ser complejo y proteico.

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La estructura de lasrevoluciones científicas

por THOMAS S. KUHN

FONDO DE CULTURA ECONÓMICAMÉXICO

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Traducción deAGUSTÍN CONTIN

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Primera edición en inglés, 1962Primera edición en español (FCE, México), 1971Octava reimpresión (FCE, Argentina), 2004

Título original: The structure of scientifícrevolutions © 1962, University of Chicago Press

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ÍNDICE

Prefacio................................................. 9

I. Introducción: un papel para la historia....................................................... 20

II. El camino hacia la ciencia normal. . . 33

III. Naturaleza de la ciencia normal ...... 51

IV. La ciencia normal como resolución deenigmas................................................. 68

V. Prioridad de los paradigmas ............. 80

VI. La anomalía y la emergencia de losdescubrimientos científicos .............. 92

VII. Las crisis y la emergencia de las teorías científicas ................................. 112

VIII. La respuesta a la crisis ................... 128

IX. Naturaleza y necesidad de las revoluciones científicas .............................. 149

X. Las revoluciones como cambios delconcepto del mundo........................... 176

XI. La invisibilidad de las revolucionescientíficas ........................................... 212

XII. La resolución de las revoluciones. . . . . 224

XIII. Progreso a través de las revoluciones 247

Posdata: 1969 .............. .................................. 268

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AJAMES B. CONANT,

que puso esto en marcha

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III. NATURALEZA DE LA CIENCIA NORMAL

¿CUÁL es pues la naturaleza de la investigaciónmás profesional y esotérica que permite la acep-tación por un grupo de un paradigma único? Siel paradigma representa un trabajo que ha sidorealizado de una vez por todas, ¿qué otros pro-blemas deja para que sean resueltos por el grupounido? Estas preguntas parecerán todavía másapremiantes, si hacemos notar ahora un aspectoen el que los términos utilizados hasta aquí pue-den conducir a errores. En su uso establecido,un paradigma es un modelo o patrón aceptado yeste aspecto de su significado me ha permitidoapropiarme la palabra 'paradigma', a falta de otrotérmino mejor; pronto veremos claramente queel sentido de 'modelo' y 'patrón', que permiten laapropiación, no es enteramente el usual para defi-nir 'paradigma'. En la gramática, por ejemplo,'amo, amas, amat' es un paradigma, debido aque muestra el patrón o modelo que debe utili-zarse para conjugar gran número de otros ver-bos latinos, v.gr.: para producir 'laudo, laudas,laudat'. En esta aplicación común, el paradigmafunciona, permitiendo la renovación de ejemploscada uno de los cuales podría servir para reem-plazarlo. Por otra parte, en una ciencia, un para-digma es raramente un objeto para renovación.En lugar de ello, tal y como una decisión judicialaceptada en el derecho común, es un objeto parauna mayor articulación y especificación, en con-diciones nuevas o más rigurosas.

Para comprender cómo puede suceder esto,debemos reconocer lo muy limitado que puedeser un paradigma en alcance y precisión en elmomento de su primera aparición. Los paradig-

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mas obtienen su status como tales, debido a quetienen más éxito que sus competidores para re-solver unos cuantos problemas que el grupo deprofesionales ha llegado a reconocer como agu-dos. Sin embargo, el tener más éxito no quieredecir que tenga un éxito completo en la resolu-ción de un problema determinado o que dé resul-tados suficientemente satisfactorios con un nú-mero considerable de problemas. El éxito de unparadigma —ya sea el análisis del movimientode Aristóteles, los cálculos hechos por Tolomeode la posición planetaria, la aplicación hecha porLavoisier de la balanza o la matematización delcampo electromagnético por Maxwell— es al prin-cipio, en gran parte, una promesa de éxito discer-nible en ejemplos seleccionados y todavía incom-pletos. La ciencia normal consiste en la realizaciónde esa promesa, una realización lograda mediantela ampliación del conocimiento de aquelloshechos que el paradigma muestra como particu-larmente reveladores, aumentando la extensióndel acoplamiento entre esos hechos y las predic-ciones del paradigma y por medio de la articu-lación ulterior del paradigma mismo.

Pocas personas que no sean realmente prac-ticantes de una ciencia madura llegan a compren-der cuánto trabajo de limpieza de esta especiedeja un paradigma para hacer, o cuán atrayentepuede resultar la ejecución de dicho trabajo. Yes preciso comprender esos puntos. Las operacio-nes de limpieza son las que ocupan a la mayoríade los científicos durante todas sus carreras.Constituyen lo que llamo aquí ciencia normal.Examinada de cerca, tanto históricamente comoen el laboratorio contemporáneo, esa empresaparece ser un intento de obligar a la naturalezaa que encaje dentro de los límites preestableci-dos y relativamente inflexible que proporciona

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el paradigma. Ninguna parte del objetivo de laciencia normal está encaminada a provocar nue-vos tipos de fenómenos; en realidad, a los fenó-menos que no encajarían dentro de los límitesmencionados frecuentemente ni siquiera se los ve.Tampoco tienden normalmente los científicos adescubrir nuevas teorías y a menudo se mues-tran intolerantes con las formuladas por otros.1

Es posible que sean defectos. Por supuesto, laszonas investigadas por la ciencia normal sonminúsculas; la empresa que está siendo discu-tida ha restringido drásticamente la visión. Peroesas restricciones, nacidas de la confianza en unparadigma, resultan esenciales para el desarrollode una ciencia. Al enfocar la atención sobre uncuadro pequeño de problemas relativamente eso-téricos, el paradigma obliga a los científicos ainvestigar alguna parte de la naturaleza de unamanera tan detallada y profunda que sería inima-ginable en otras condiciones. Y la ciencia normalposee un mecanismo interno que siempre que elparadigma del que proceden deja de funcionarde manera efectiva, asegura el relajamiento delas restricciones que atan a la investigación. Enese punto, los científicos comienzan a compor-tarse de manera diferente, al mismo tiempo quecambia la naturaleza de sus problemas de inves-tigación. Sin embargo, mientras tanto, duranteel periodo en que el paradigma se aplica conéxito, la profesión resolverá problemas que esraro que sus miembros hubieran podido imagi-narse y que nunca hubieran emprendido sin él.En lugar de ello, la investigación científica nor-mal va dirigida a la articulación de aquellos fe-nómenos y teorías que ya proporciona el pa-radigma.

1 Bernard Barber, "Resistance by Scientists to Scien-tific Discovery", Science, CXXXIV (1961), 596-602.

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Para mostrar de manera más clara lo que en-tendemos por investigación normal o basada enun paradigma, trataré ahora de clasificar e ilus-trar los problemas en los que consiste principal-mente la ciencia normal. Por conveniencia, pos-pongo la actividad teórica y comienzo con lareunión de datos o hechos, o sea, con los experi-mentos y las observaciones que se describen enlos periódicos técnicos por medio de los que loscientíficos informan a sus colegas profesionalesde los resultados del progreso de sus investiga-ciones. ¿Sobre qué aspectos de la naturaleza in-forman normalmente los científicos? ¿Qué deter-mina su elección? Y, puesto que la mayoría delas observaciones científicas toman tiempo, equi-po y dinero, ¿qué es lo que incita a los científicosa llevar esa elección hasta su conclusión?

Creo que hay sólo tres focos normales para lainvestigación científica fáctica y no son siempreni permanentemente, distintos. Primeramente, en-contramos la clase de hechos que el paradigmaha mostrado que son particularmente reveladoresde la naturaleza de las cosas. Al emplearlos pararesolver problemas, el paradigma ha hecho quevalga la pena determinarlos con mayor precisióny en una mayor variedad de situaciones. En unmomento u otro, esas determinaciones fácticasimportantes han incluido: en astronomía, la po-sición y magnitud de las estrellas, los periodosde eclipses binarios de los planetas; en física,las gravedades y compresibilidades específicas delos materiales, las longitudes de onda y las in-tensidades espectrales, las conductividades eléc-tricas y los potenciales de contacto; y en química,la composición y la combinación de pesos, lospuntos de ebullición y la acidez de las solucio-nes, las fórmulas estructurales y actividades óp-ticas.

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Los esfuerzos por aumentar la exactitud y elalcance con que se conocen hechos como ésos,ocupan una fracción importante de la literaturade la ciencia de observación y experimentación.Repetidas veces se han diseñado aparatos espe-ciales y complejos para esos fines, y el invento,la construcción y el despliegue de esos aparatoshan exigido un talento de primera categoría, mu-cho tiempo y un respaldo financiero considerable.Los sincrotrones y los radiotelescopios son tansólo los ejemplos más recientes de hasta dóndeestán dispuestos a ir los investigadores, cuandoun paradigma les asegura que los hechos quebuscan son importantes. Desde Tycho Brahe has-ta E. O. Lawrence, algunos científicos han adqui-rido grandes reputaciones, no por la novedad desus descubrimientos, sino por la precisión, la se-guridad y el alcance de los métodos que desarro-llaron para la redeterminación de algún tipo dehecho previamente conocido.

Una segunda clase habitual, aunque menor, dedeterminaciones fácticas se dirige hacia los he-chos que, aunque no tengan a menudo muchointerés intrínseco, pueden compararse directa-mente con predicciones de la teoría del para-digma. Como veremos un poco más adelante,cuando pasemos de los problemas experimenta-les a los problemas teóricos de la ciencia normal,es raro que haya muchos campos en los que unateoría científica, sobre todo si es formulada enuna forma predominantemente matemática, pue-da compararse directamente con la naturaleza.No más de tres de tales campos son accesibles,hasta ahora, a la teoría general de la relatividadde Einstein.2 Además, incluso en los campos enque es posible la aplicación, exige a menudo,

2 El único punto duradero de comprobación que esreconocido todavía en la actualidad es el de la precesión

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aproximaciones teóricas e instrumentales que li-mitan severamente el acuerdo que pudiera espe-rarse. El mejoramiento de ese acuerdo o el des-cubrimiento de nuevos campos en los que elacuerdo pueda demostrarse, representan un desa-fío constante para la habilidad y la imaginaciónde los experimentadores y los observadores. Lostelescopios especiales para demostrar la predic-ción de Copérnico sobre la paralaje anual; lamáquina de Atwood, inventada casi un siglo des-pués de los Principia, para proporcionar la pri-mera demostración inequívoca de la segunda leyde Newton; el aparato de Foucault, para demos-trar que la velocidad de la luz es mayor en elaire que en el agua; o el gigantesco contador decentelleo, diseñado para demostrar la existenciadel neutrino —esos aparatos especiales y muchosotros como ellos— ilustran el esfuerzo y el inge-nio inmensos que han sido necesarios para hacerque la naturaleza y la teoría lleguen a un acuerdocada vez más estrecho.3 Este intento de demos-trar el acuerdo es un segundo tipo de trabajo

del perihelio de Mercurio. El corrimiento hacia el rojodel espectro de la luz de las estrellas distantes puedededucirse a partir de consideraciones más elementalesque la relatividad general y lo mismo puede ser posiblepara la curvatura de la luz en torno al Sol, un puntoque en la actualidad está a discusión. En cualquier caso,las mediciones de este último fenómeno continúan siendoequivocas. Es posible que se haya establecido, hace muypoco tiempo, otro punto complementario de comprobación:el corrimiento gravitacional de la radiación de Mossbauer.Quizás haya pronto otros en este campo actualmente activo,pero que durante tanto tiempo permaneció aletargado.Para obtener un informe breve y al día sobre ese problema,véase "A Report on the NASA Con-ference onExperimental Tests of Theories of Relativity", de L. I.Schiff, Physics Today, XIV (1961), 42-48.

3 Sobre dos de los telescopios de paralaje, véase AHistory of Science, Technology, and Philosophy in theEighteenth Century (2a ed., Londres, 1952), pp. 103-5, de

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experimental normal y depende de un paradig-ma de manera todavía más evidente que el an-terior. La existencia del paradigma establece elproblema que debe resolverse; con frecuencia, lateoría del paradigma se encuentra implicada di-rectamente en el diseño del aparato capaz deresolver el problema. Por ejemplo, sin los Prin-cipia, las mediciones realizadas con la máquinade Atwood no hubieran podido significar nada enabsoluto.

Una tercera clase de experimentos y observa-ciones agota, creo yo, las tareas de reunión dehechos de la ciencia normal. Consiste en el tra-bajo empírico emprendido para articular la teo-ría del paradigma, resolviendo algunas de susambigüedades residuales y permitiendo resolverproblemas hacia los que anteriormente sólo sehabía llamado la atención. Esta clase resulta lamás importante de todas y su descripción exigeuna subdivisión. En las ciencias de carácter másmatemático, algunos de los experimentos cuyafinalidad es la articulación, van encaminados ha-cia la determinación de constantes físicas. Porejemplo: el trabajo de Newton indicó que la fuer-za entre dos unidades de masa a la unidad dedistancia sería la misma para todos los tiposde materia en todas las posiciones, en el Uni-verso. Pero sus propios problemas podían resol-verse sin calcular siquiera el tamaño de esaatracción, la constante gravitacional universal; y

Abraham Wolf. Sobre la máquina Atwood, véase Patternsof Discovery, de N. R. Hanson (Cambridge, 1958), pp. 100-102, 207-8. Para los últimos dos aparatos especiales, véase"Méthode génèrale pour mesurer la vitesse de la lumièredans l'air et les milieux transparents. Vitesses relativesde la lumière dans l'air et dans l'eau...", de M. L. Fou-cault, Comptes rendus... de l'Académie des sciences, xxx(1850), 551-60; y "Detection of the Free Neutrino: A Con-firmation", de C. L. Cowan, Science, CXXIV (1956), 103-4.

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nadie diseñó un aparato capaz de determinarladurante todo el siglo que siguió a la apariciónde los Principia. La famosa determinación deCavendish, en 1790, tampoco fue la última. A cau-sa de su posición central en la teoría física, losvalores perfeccionados de la constante gravita-cional han sido desde entonces objeto de esfuer-zos repetidos por parte de experimentadores ex-traordinarios.4 Otros ejemplos del mismo tipo detrabajo continuo incluirían la determinación de launidad astronómica, el número de Avogadro, elcoeficiente de Joule, la carga electrónica, etc.Pocos de esos esfuerzos complejos hubieran sidoconcebidos y ninguno se habría llevado a cabosin una teoría de paradigma que definiera elproblema y garantizara la existencia de una solu-ción estable.

Los esfuerzos para articular un paradigma, sinembargo, no se limitan a la determinación deconstantes universales. Por ejemplo, pueden te-ner también como meta leyes cuantitativas: laLey de Boyle que relaciona la presión del gas conel volumen, la Ley de Coulomb sobre la atraccióneléctrica y la fórmula de Joule que relaciona elcalor generado con la resistencia eléctrica y conla corriente, se encuentran en esta categoría.Quizá no resulte evidente el hecho de que seanecesario un paradigma, como requisito previopara el descubrimiento de leyes como ésas. Confrecuencia se oye decir que son descubiertas exa-minando mediciones tomadas por su propia cuen-ta y sin compromiso teórico, pero la historia noofrece ningún respaldo a un método tan excesi-

4 J. H. Poynting revisa unas dos docenas de medicio-nes de la constante gravitacional entre 1741 y 1901, en"Gravitation Constant and Mean Density of the Earth",Encyclopaedia Britannica (11a ed.; Cambridge, 1910-11),XII, 38549.

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vamente baconiano. Los experimentos de Boyleno eran concebibles (y si se hubieran concebidohubieran recibido otra interpretación o ningunaen absoluto) hasta que se reconoció que el aireera un fluido elástico al que podían aplicarsetodos los conceptos complejos de la hidrostática.5

El éxito de Coulomb dependió de que constru-yera un aparato especial para medir la fuerzaentre dos cargas extremas. (Quienes habían me-dido previamente las fuerzas eléctricas, utilizandobalanzas de platillo, etc., no descubrieron nin-guna consistencia o regularidad simple.) Pero asu vez, ese diseño dependió del reconocimientoprevio de que cada partícula del fluido eléctricoactúa sobre cada una de las otras a cierta dis-tancia. Era la fuerza entre esas partículas —laúnica fuerza que con seguridad podía suponerseuna función simple de la distancia— la que bus-caba Coulomb.6 También los experimentos deJoule pueden utilizarse para ilustrar cómo de laarticulación de un paradigma, surgen leyes cuan-titativas. En efecto, la relación existente entreel paradigma cualitativo y la ley cuantitativa estan general y cercana que, desde Galileo, talesleyes han sido con frecuencia adivinadas correc-tamente, con ayuda de un paradigma, muchos

5 Para la conversión plena de conceptos hidrostáticosa la neumática, véase The Physical Treatises of Pascal,trad, de I. H. B. Spiers y A. G. H. Spiers, con una intro-ducción y notas de F. Barry (Nueva York, 1937). La pre-sentación original que hizo Torricelli del paralelismo("Vivimos sumergidos en el fondo de un océano del ele-mento aire") se presenta en la p. 164. Su rápido desarrollose muestra en los dos tratados principales.

6 Duane Roller y Duane H. D. Roller, The Developmentof the Concept of Electric Charge: Electricity from theGreeks to Coulomb ("Harvard Case Histories in Experi-mental Science", Caso 8; Cambridge, Mass., 1954), pági-nas 66-80.

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años antes de que pudiera diseñarse un aparatopara su determinación experimental.7

Finalmente, existe un tercer tipo de experi-mento encaminado hacia la articulación de unparadigma. Estos experimentos, más que otros,pueden asemejarse a la exploración y sobre todoprevalecen en los periodos y en las ciencias quese ocupan más de los aspectos cualitativos que delos cuantitativos relativos a la regularidad de lanaturaleza. Con frecuencia un paradigma, desa-rrollado para un conjunto de fenómenos, resultaambiguo al aplicarse a otro estrechamente rela-cionado. Entonces son necesarios experimentospara escoger entre los métodos alternativos, aefecto de aplicar el paradigma al nuevo campode interés. Por ejemplo, las aplicaciones del pa-radigma de la teoría calórica, fueron el calenta-miento y el enfriamiento por medio de mezclasy del cambio de estado. Pero el calor podía sersoltado o absorbido de muchas otras maneras—p. ej. por medio de combinaciones químicas,por fricción y por compresión o absorción deun gas— y la teoría podía aplicarse a cada unode esos otros fenómenos de varias formas. Sipor ejemplo, el vacío tuviera una capacidad tér-mica, el calentamiento por compresión podría ex-plicarse como el resultado de la mezcla de gascon vacío. O podría deberse a un cambio en elcalor específico de los gases con una presión va-riable. Además, había varias otras explicacionesposibles. Se emprendieron muchos experimentospara elaborar esas diversas posibilidades y parahacer una distinción entre ellas; todos esos expe-rimentos procedían de la teoría calórica comoparadigma y todos se aprovecharon de ella en el

7 Para obtener ejemplos, véase "The Function of Mea-surement in Modern Physical Science", de T. S. Kuhn,Isis, LII (1961), 161-93.

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diseño de experimentos y en la interpretaciónde los resultados.8 Una vez establecido el fenó-meno del calentamiento por compresión, todoslos experimentos ulteriores en ese campo fueron,en esa forma, dependientes del paradigma. Dadoel fenómeno, ¿de qué otra forma hubiera podidoseleccionarse un experimento para elucidarlo?

Veamos ahora los problemas teóricos de la cien-cia normal, que caen muy aproximadamente den-tro de las mismas clases que los experimentaleso de observación. Una parte del trabajo teóriconormal, aunque sólo una parte pequeña, consistesimplemente en el uso de la teoría existente parapredecir información fáctica de valor intrínseco.El establecimiento de efemérides astronómicas,el cálculo de las características de las lentes y laproducción de curvas de propagación de radioson ejemplos de problemas de ese tipo. Sin em-bargo, los científicos los consideran generalmentecomo trabajos de poca monta que deben dejarsea los ingenieros y a los técnicos. Muchos deellos en ningún momento aparecen en periódicoscientíficos importantes. Pero esos mismos perió-dicos contienen numerosas discusiones teóricasde problemas que, a los no científicos, deben pa-recerles casi idénticos. Son las manipulacionesde teoría emprendidas no debido a que las pre-dicciones que resultan sean intrínsecamente va-liosas, sino porque pueden confrontarse directa-mente con experimentos. Su fin es mostrar unanueva aplicación del paradigma o aumentar laprecisión de una aplicación que ya se haya hecho.

La necesidad de este tipo de trabajo nace delas enormes dificultades que frecuentemente seencuentran para desarrollar puntos de contacto

8 T. S. Kuhn, "The Caloric Theory of Adiabatic Com-pression", Isis, XLIX (1958), 132-40.

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entre una teoría y la naturaleza. Estas dificul-tades pueden ilustrarse brevemente por medio deun examen de la historia de la dinámica des-pués de Newton. A principios del siglo XVIII,aquellos científicos que hallaron un paradigmaen Principia dieron por sentada la generalidad desus conclusiones y tenían todas las razones parahacerlo así. Ningún otro trabajo conocido en lahistoria de la ciencia ha permitido simultánea-mente un aumento tan grande tanto en el alcancecomo en la precisión de la investigación. Encuanto al cielo, Newton había derivado las Leyesde Kepler sobre el movimiento planetario y ha-bía explicado, asimismo, algunos de los aspectosobservados en los que la Luna no se conformaba aellas. En cuanto a la Tierra, había derivado losresultados de ciertas observaciones dispersas so-bre los péndulos, los planos inclinados y las ma-reas. Con la ayuda de suposiciones complemen-tarias, pero ad hoc, había sido capaz también dederivar la Ley de Boyle y una fórmula impor-tante para la velocidad del sonido en el aire.Dado el estado de las ciencias en esa época, eléxito de estas demostraciones fue extraordinaria-mente impresionante. Sin embargo, dada la ge-neralidad presuntiva de las Leyes de Newton, elnúmero de esas aplicaciones no era grande yNewton casi no desarrolló otras. Además, encomparación con lo que cualquier graduado defísica puede lograr hoy en día con esas mismasleyes, las pocas aplicaciones de Newton no fue-ron ni siquiera desarrolladas con precisión.

Limitemos la atención por el momento, al pro-blema de la precisión. Ya hemos ilustrado suaspecto empírico. Fue necesario un equipo espe-cial —el aparato de Cavendish, la máquina deAtwood o los telescopios perfeccionados— paraproporcionar los datos especiales que exigían las

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aplicaciones concretas del paradigma de Newton.Del lado de la teoría existían dificultades simi-lares para obtener el acuerdo. Al aplicar sus leyesa los péndulos, por ejemplo, Newton se vio obli-gado a considerar el disco como un punto demasa, con el fin de proporcionar una definiciónúnica de la longitud del péndulo. La mayoría desus teoremas, siendo las escasas excepciones hi-potéticas y preliminares, pasaban también poralto el efecto de la resistencia del aire. Eranaproximaciones físicas que tenían solidez. Sinembargo, como aproximaciones restringían elacuerdo que podía esperarse entre las prediccio-nes de Newton y los experimentos reales. Lasmismas dificultades aparecieron, de manera to-davía más clara, en la aplicación de la teoría deNewton al firmamento. Las simples observacio-nes telescópicas cuantitativas indican que los pla-netas no obedecen completamente a las Leyesde Kepler, y la teoría de Newton indica que nodeberían hacerlo. Para derivar esas leyes, New-ton se había visto obligado a desdeñar toda laatracción gravitacional, excepto la que existe en-tre los planetas individuales y el Sol. Puesto quelos planetas se atraen también unos a otros, sólopodía esperarse un acuerdo aproximado entre lateoría aplicada y la observación telescópica.9

Como en el caso de los péndulos, la confirma-ción obtenida fue más que satisfactoria para quie-nes la obtuvieron. No existía ninguna otra teoríaque se acercara tanto a la realidad. Ninguno delos que pusieron en tela de juicio la validez deltrabajo de Newton, lo hizo a causa de su limitadoacuerdo con el experimento y la observación. Sinembargo, esas limitaciones de concordancia de

9 Wolf, op. cit., pp. 75-81, 96-101; y William Whewell,History of the Inductive Sciences (ed. rev.; Londres, 1847),II, 213-71.

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jaron muchos problemas teóricos fascinantes alos sucesores de Newton. Fueron necesarias téc-nicas teóricas para determinar, por ejemplo, la"longitud equivalente" de un péndulo masivo.Fueron necesarias asimismo técnicas, para ocu-parse de los movimientos simultáneos de más dedos cuerpos que se atraen mutuamente. Esos pro-blemas y muchos otros similares ocuparon a mu-chos de los mejores matemáticos de Europa du-rante el siglo XVIII y los primeros años delXIX. Los Bernoulli, Euler, Lagrange, Laplace yGauss, realizaron todos ellos parte de sus trabajosmás brillantes en problemas destinados a mejorarla concordancia entre el paradigma de Newtony la naturaleza. Muchas de esas mismas figurastrabajaron simultáneamente en el desarrollo delas matemáticas necesarias para aplicaciones queNewton ni siquiera había intentado produciendo,por ejemplo, una inmensa literatura y varias téc-nicas matemáticas muy poderosas para la hidro-dinámica y para el problema de las cuerdas vibra-torias. Esos problemas de aplicación representan,probablemente, el trabajo científico más brillantey complejo del siglo XVIII. Podrían descubrirseotros ejemplos por medio de un examen del pe-riodo posterior al paradigma, en el desarrollo dela termodinámica, la teoría ondulatoria de laluz, la teoría electromagnética o cualquier otrarama científica cuyas leyes fundamentales seantotalmente cuantitativas. Al menos en las cien-cias de un mayor carácter matemático, la mayo-ría del trabajo teórico es de ese tipo.

Pero no todo es así. Incluso en las cienciasmatemáticas hay también problemas teóricos dearticulación de paradigmas y durante los perio-dos en que el desarrollo científico fue predominan-temente cualitativo, dominaron estos problemas.Algunos de los problemas, tanto en las ciencias

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más cuantitativas como en las más cualitativas,tienden simplemente a la aclaración por mediode la reformulación. Por ejemplo, los Principiano siempre resultaron un trabajo sencillo de apli-cación, en parte debido a que conservaban algode la tosquedad inevitable en un primer intentoy en parte debido a que una fracción considerablede su significado sólo se encontraba implícito ensus aplicaciones. Por consiguiente, de los Ber-noulli, d'Alembert y Lagrange, en el sigloXVIII. a los Hamilton, Jacobi y Hertz, en el XIX,muchos de los físicos matemáticos más brillantesde Europa se dieron repetidamente a la tarea dereformu-lar la teoría de Newton en una formaequivalente, pero más satisfactoria lógica yestéticamente. O sea, deseaban mostrar laslecciones implícitas y explícitas de los Principiaen una versión más coherente, desde el punto devista de la lógica, y que fuera menos equívoca ensus aplicaciones a los problemas recién planteadospor la mecánica.10 En todas las ciencias han tenidolugar, repetidamente, reformulaciones similares deun paradigma; pero la mayoría de ellas hanproducido cambios más substanciales delparadigma que las reformulaciones de losPrincipia que hemos citado. Tales cambios son elresultado del trabajo empírico previamentedescrito como encaminado a la articulación deun paradigma. En realidad, la clasificación deese tipo de trabajo como empírico fue arbitraria.Más que cualquier otro tipo de investigaciónnormal, los problemas de la articulación deparadigmas son a la vez teóricos yexperimentales; los ejemplos dados antes serviránigualmente bien en este caso. Antes de quepudiera construir su equipo y realizar medi-

10 René Dugas, Histoire de la Mecanique (Neuchâtel,1950), Libros IV-V.

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ciones con él, Coulomb tuvo que emplear teoríaeléctrica para determinar cómo debía construirdicho equipo. La consecuencia de sus medicio-nes fue un refinamiento de esa teoría. O también,los hombres que idearon los experimentos quedebían establecer la distinción entre las diversasteorías del calentamiento por compresión fuerongeneralmente los mismos que habían formuladolas versiones que iban a ser comparadas. Traba-jaban tanto con hechos como con teorías y sutrabajo no produjo simplemente una nueva infor-mación sino un paradigma más preciso, obtenidomediante la eliminación de ambigüedades quehabía retenido el original a partir del que traba-jaban. En casi todas las ciencias, la mayor partedel trabajo normal es de este tipo.

Estas tres clases de problemas —la determina-ción del hecho significativo, el acoplamiento delos hechos con la teoría y la articulación de lateoría— agotan, creo yo, la literatura de la cien-cia normal, tanto empírica como teórica. Porsupuesto, no agotan completamente toda la lite-ratura de la ciencia. Hay también problemasextraordinarios y su resolución puede ser la quehace que la empresa científica como un todo re-sulte tan particularmente valiosa. Pero los pro-blemas extraordinarios no pueden tenerse apetición; surgen sólo en ocasiones especiales, oca-sionados por el progreso de la investigación nor-mal. Por consiguiente, es inevitable que una ma-yoría abrumadora de los problemas de que seocupan incluso los mejores científicos, caigan ha-bitualmente dentro de una de las tres categoríasque hemos mencionado. El trabajo bajo el para-digma no puede llevarse a cabo en ninguna otraforma y la deserción del paradigma significa de-jar de practicar la ciencia que se define. Prontodescubriremos que esas deserciones tienen lugar.

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Son los puntos de apoyo sobre los que giran lasrevoluciones científicas. Pero antes de comenzarel estudio de esas revoluciones, necesitamos unavisión más panorámica de las empresas científi-cas normales que preparan el camino.