la esencia de los dioses - walter otto

Upload: juan-carlos-vasquez-molina

Post on 02-Apr-2018

231 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    1/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 73

    IV. La esencia de los dioses

    Espritu

    y forma1

    Una galera de figuras brillantes pas ante nuestros ojos, y nos quedamos pensando. Quinesson estos poderes que llevan la riqueza del mundo en sus manos? Cada uno se nos present en sumanera particular; pero cul es la esencia, comn a todos, que los hace dioses? La palabra diosse pronuncia fcilmente. Pero aqu, entre los griegos de Homero, qu significacin tiene? Esta

    pregunta ha sido formulada muy a menudo, pero nunca con seriedad. El motivo pudo ser la inmensadistancia que media entre la antigua religin griega y la nuestra, razn por la cual se subestimsemejante idea. Esta distancia no debera excitarnos y aun despertar nuestra curiosidad en sumo

    grado? Ciertamente es necesario ser capaz de ignorar los presupuestos de la cosmovisinjudeocristiana para comprender el ser y acontecer desde un punto de vista totalmente nuevo. Puesqu podra ser ms interesante que la cuestin de cmo una humanidad como la griega ha podidoentender la divinidad, en su genial poca primitiva, o la naturaleza de los seres hacia los cualesestaba dirigida su mirada ms sublime y respetuosa?

    2

    Estos dioses tienen la misma naturaleza a pesar de las grandes diferencias de carcter ytemperamento. De esta suerte se los opone frecuentemente como unidad al gnero humano. Sonlos Dioses quienes determinan la suerte de los hombres. Muy a menudo el poeta dice slo Dios

    o la Divinidad, como si al final fuera un solo poder que obra desde arriba sobre la existenciahumana.

    La inmortalidad es comn a todos, se llaman los Eternos, que existan siempre. Por eso noconstaba dogmticamente que hubieran nacido. Qu significacin adquieren frente a la inmensidadde su vida! Sin embargo se los imaginaba en la ms resplandeciente juventud, rasgo valioso para laidea helnica de la divinidad y como smbolo de su existencia particular. Otros pueblos no tenanaversin a la idea de una divinidad vieja y aun viejsima, ya que ninguna imagen de su venerablesabidura poda ser ms impresionante. En cambio el sentimiento ms ntimo de los griegos seresista a aceptarla, pues para ellos la edad madura era un estado de fatiga, miseria y ofuscacin dela naturaleza, es decir, de aquella viva y sagrada naturaleza de la que nunca poda separarse elespritu. Incluso la suprema sabidura deba pertenecer a su fuerza ms alegre. El saber no debasimbolizarse mediante la cara de un anciano apartado del mundo, sino en la frente juvenil y en loslabios florecientes de Apolo. Inmortal y sin edad es el sello de todo lo divino. En el Himnohomrico a Afrodita (244 y sigs.) la diosa se queja cuando se despide del hombre mortal a quien re-gal su amor porque la edad aunque es un hombre muy joven lo atacar pronto sin piedad, laedad miserable y ardua, odiada por los dioses. Si alguien es digno de vivir con ellos tiene querecibir, adems de la inmortalidad, la eterna juventud. As ocurri a la rubia Ariadna, la hija deMinos, que Dioniso el de los cabellos ureos eligi como esposa (Hesodo, Teogona 949). Lamisma suerte fue destinada por Calipso a Odiseo, porque lo amaba. Pero l senta ansias de volver

    junto a su fiel esposa, aunque saba que no poda compararla con la diosa, ella, una mujer mortal,con la inmortal, exenta de la vejez (Odisea 5, 215 y sigs.). La belleza se agrega a la juventud y

    pertenece a la imagen de los dioses, que segn el concepto griego no puede ser perfecta sin notableestatura. Qu hermosas son las ninfas con las que rtemis juega! Pero ella misma se eleva porencima de todas con cabeza y frente (Odisea 6, 107). Cuando Demter se dio a conocer a losmortales cobr de repente una radiante hermosura y grandeza ante los ojos espantados de aqullos

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    2/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 74(Himno homrico 275 y sigs.). Pero un temor respetuoso a la naturaleza impide aumentar la estaturaa lo inmenso. La deidad no deba presentarse como gigante y monstruo, sino en la ms hermosa yexacta medida de la forma corporal con la cual la naturaleza produjo su obra ms ingeniosa. Eterna

    juventud y hermosura, poder y sabidura parecen frecuentemente ilimitados: su existencia esbienaventurada en esta posesin. Se llaman expresamente los bienaventurados. Su mansin,

    nunca afectada por tempestad, lluvia o nieve, est en lo alto, con eterno resplandor. All vivendiariamente en la dicha (Odisea 6, 42 y sigs.), muy por encima de los hombres cuya miseria ysufrimiento no les alcanza.

    Deberan los perfectos dejar turbar su bienaventuranza por una simpata demasiado seria con elhombre y su pena? No slo Hefesto censura a los dioses que se hallan discordes por dejarse

    perturbar en sus placeres a causa de los mortales; al mismo Apolo le parece incompatible con supropia dignidad luchar con sus semejantes por amor a los hombres (Ilada 1, 573 y sigs.; 21, 462 ysigs.). Pues qu son los hombres? Pobres criaturas que, despus de un corto florecimiento, declinany mueren (Ilada 21, 464). Las musas cantan la gloria eterna de los seres celestiales arriba, en la salade los dioses, y la comparan con las penas y el desamparo del hombre para el que no hay salvacinde la muerte ni proteccin contra la vejez (Himno homrico a Apolo 190 y sigs.). De esta suerte los

    dioses tienen conciencia de su grandeza y solidaridad por el contraste con los seres humanos.Nosotros estamos acostumbrados a considerar al ser divino ocupado por el hombre y sunecesidad; apenas preguntamos por su existencia ms all del hombre. Pero aqu el ojo espiritual

    busca un mundo superior donde el hombre ya no importa, y est encantado de la visin de su per-feccin. Esta visin la podemos percibir slo en un lejano reflejo, pero aun as resulta maravillosa.Por mucha solicitud que un olmpico haya recibido de los hombres y su desamparo, este hijo de laeternidad vuelve siempre a la gloria de su esplendor celestial. All en las alturas etreas no haydolores ni inquietudes, ni vejez ni muerte. En las delicias de la juventud, belleza y grandezacaminan por el espacio que les refleja la eternidad. All se encuentran con sus iguales, hermanos yhermanas, amigos y amantes; un dios se deleita con otro porque en cada uno est el esplendor de la

    perfeccin. Es verdad que la preferencia por hombres y pueblos produce a veces escenas violentas,

    pero la discordia no dura demasiado. Ningn da termina sin que ellos se junten festivamente para elgoce comn de su vida divina. Saben bien que pertenecen a la misma nobleza, nico gnero encuyos ilustres rasgos se marca, inequvocamente, el rostro de cada uno. El poeta de la Iladaconcluye significativamente su primer canto con la imagen de esta bienaventurada unidad celeste.Los reyes se enemistaron, el Seor del Cielo prometi a Tetis honrar a su hijo humillando a susofensores. Una discusin se levanta en el cielo: Hera hace vehementes reproches a su marido, por loque es speramente refutada. Est callada, con rencor apenas refrenado, y la indignacin se apoderade las filas de los dioses. En este momento Hefesto, hijo de Hera, se levanta para restablecer la paz.Afirma que es inaudito el que los dioses rian a causa de los hombres, perdiendo el deleite delgape olmpico. Todo se arregla en el momento en que su madre, comprensiva, hablaamistosamente con su padre para evitar la clera y que haga sentir su poderosa supremaca sobreellos. Y Hera sonre. Con gusto recibe la copa que el hijo le presenta. La alegra vuelve tambin alos rostros de los dems dioses. La risa y el canto resuenan hasta que llega la noche y Zeuscomparte el lecho conyugal con su amada esposa. As empiezan los grandiosos sucesos de laIlada:con una disputa de los dioses, resuelta rpidamente en la amenidad del mundo divino mientras queen la esfera humana las luchas y sufrimientos comienzan con toda seriedad.

    A veces, aunque en centelleos fugaces, el poeta nos describe algo de las moradas de los dioses,de sus salas de reunin y palacios, cmo el artificioso Hefesto los levanta en las alturas del Olimpo

    para decorarlos con oro. Pero estas imgenes no nos otorgan una visin clara y coherente. Aunqueel recuerdo del Monte Divino en Tesalia no se perdi y se eterniza por el nombre de los olmpicos,domina la conviccin de que estos dioses no tienen su morada en una cima terrenal, por muy

    majestuosa que se levante en el aire, sino en las alturas del cielo. Tambin permanecen slotemporalmente en los santuarios que los hombres han levantado para su veneracin. Bajan a la tierradesde el ter celestial y all vuelven. All se dirige la mirada y la mano levantada del devoto.Zeus, glorioso y mximo, que manda las oscuras nubes y vive en el ter!, ora Agamenn (Ilada

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    3/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 752, 412). Telmaco habla de su morada en el ter aunque lo llama el Olmpico (Odisea 15, 423).Para dirigir la suerte de las batallas el padre de los hombres y dioses desciende de las alturas a lacima del monte Ida (Ilada 11, 182), y desde el cielo manda a su hija Atenea al campo de batalla deTroya (Ilada 17, 544 y sigs., y 19, 350 y sigs.).

    As, en la inmensidad estn los dioses, elevados sobre la existencia humana, aunque su carcter

    es muy semejante al humano. La apariencia es la misma pero la perfeccin y la inmortalidad estnreservadas a la divinidad. Saben y pueden realizar incomparablemente ms que los mortales, delmismo modo que comparten con ellos los afectos y las pasiones. No pueden evitar totalmente elsufrimiento, ya que los bienaventurados lloran frecuentemente la muerte de sus favorecidoshumanos. Tambin ellos pueden sufrir. Apolo tuvo que soportar durante muchos aos la servi-dumbre bajo un patrn humano. La lanza de Diomedes hiere a Afrodita y es consolada por Dione,quien le seala los innumerables dioses que sufrieron de forma parecida (Ilada 5, 383 y sigs ). Zeusamenaza a Hera y Atenea con alcanzarlas con el rayo si desprecian su voluntad, de modo que susheridas no sanarn ni en diez aos (Ilada 8, 402 y sigs.), y no siempre eran meras amenazas (Ilada15, 17 y sigs.). Finalmente el parentesco natural entre mortales y divinos se levanta por encima decualquier duda mediante uniones matrimoniales: diosas dan a luz nios de padres humanos.

    Cuntas generaciones se jactan de que un dios descendi a una mortal para engendrar con ella a sufundador! Sobre esta creencia, orgullosa y profunda, se basan muchas de aquellas historiasamorosas que, desde pocas antiguas, atraan el reproche de inmoralidad del mundo de los diosesgriegos.

    As estn frente a frente hombres y dioses: emparentados y, no obstante, separados por un hondoabismo. Pndaro lo dice claramente: Una cosa es el gnero de los hombres, otra el de los dioses.Una sola madre engendr ambos. Pero son tan desiguales en todas sus fuerzas que el hombre no esnada; y el castillo del cielo de bronce queda firme (Nem. 6, 1). Esta relacin tiene una expresinsimblica en el concepto de su corporalidad. A pesar de toda semejanza superficial los moradoresdel cielo son de una sustancia mucho ms noble. No comen pan ni toman vino como los hombres;

    por eso tampoco fluye sangre por sus venas, sino el fluido de un elemento celesteeterno (Ilada 5,

    339).

    3

    Sabemos que hubo una poca en que las divinidades eran distintas. El espritu de este perodo esel objeto de nuestro segundo captulo. En aquel entonces no vivan en el cielo, sino en la tierra.Homero conserv evidentes recuerdos de la ciudadela divina en el Olimpo de Tesalia y del Ida, elmonte de Zeus. Tambin en otros lugares hay noticias acerca de una veneracin antiqusima de lasgrandes montaas, la amena morada de los dioses, como dice Hesodo (Teogona 129). Estabanms prximos a los hombres cuando vivan en los abismos de la tierra, en cavernas, rboles o ros.Por lo tanto deban de ser a sus adorantes mucho ms familiares que los moradores del reino de lasnubes y de la etrea lejana, cuyas mansiones ningn mortal poda visitar ni su ojo percibirlas. Laforma de esas deidades primitivas las alej, aparentemente, del hombre ms que de los diosescelestiales. Se mostraban con preferencia en cuerpos de animales, de lo cual dan testimonio antiguasleyendas: Zeus como toro, Poseidn como caballo y mujeres afines a Hera o rtemis como vaca uosa. Estas figuras animales y aun la monstruosidad de las formas mixtas eran sin duda de unandole que suscitaba estremecimientos sombros en la mente de los fieles y pona lmites a suaproximacin. Pero en los rasgos enteramente humanos del rostro divino homrico aparenta talsublimidad que existe una distancia mucho ms severa de aquella que pudiera causar cualquierforma animal o fantstica. Recuerda ms bien una lejana luminosa que los lugares familiares denuestro mundo terrenal. Lo que distingue al dios de la nueva poca del de tiempos pasados es una

    transfiguracin resplandeciente. La riqueza de su eterna naturaleza se ennoblece por libertad ygrandeza.Alguna vez debi de acontecer una revolucin por la que una noble generacin divina se apoder

    del dominio del pensamiento religioso. El mito griego conserva claras huellas de la superacin de la

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    4/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 76vieja fe. Zeus derrib a su padre Cronos y a los Titanes y los encerr en la oscuridad del Trtaro(Ilada 14, 203, 278; 8, 479, y ms detalladamente en la Teogona de Hesodo). La inmensaimportancia de este drama de dioses perdur largo tiempo. Los antiguos poderes se atisban todavaen las tragedias de Esquilo con terribles acusaciones, aplacadas con gran esfuerzo, en contra de losnuevos dioses. De todo esto queda buena parte en el enigma. Es indudable que, con la victoria de

    Zeus, una generacin divina ms noble y ms indicada para la dominacin del mundo subi al tronoceleste. El magnfico comienzo de la primera Oda Ptica de Pndaro alaba la bienaventuradaarmona del mundo de los nuevos dioses, que escucha encantado el sonido de la lira de Apolo y elcoro de las Musas. Los adversarios de Zeus, los salvajes enemigos en la tierra, el mar y el horribleinfierno, slo con asco perciben la cancin celeste.

    Los antiguos poderes han sido arrojados al abismo por la nueva comunidad divina slo encalidad de un conjunto reinante. sa es la significacin del acto por el cual Zeus encerr a losTitanes en el Trtaro. Su sabidura y fuerza eran muy superiores a la astucia titnica, como sealaHesodo de manera sobresaliente en el caso de Prometeo. Pero tambin los Titanes fueron liberadosdespus. Ciertamente no era una invencin del amor potico por la justicia, porque la idea deCronos en calidad de soberano de las islas de los bienaventurados (vase Pndaro, Olmp. 2, 77 y

    sigs.), o como dios y rey de la Edad urea (vase Hesodo, Trabajos 111), siempre que aparece enla literatura pertenece a la sustancia de la vieja creencia que nunca se perdi. A pesar de suantagonismo con los olmpicos, los antiguos poderes se reconocieron siempre en su existencia yvenerabilidad. Veremos a continuacin cmo la poesa homrica habla con respeto de lo antiguo,aunque se adhiere decididamente a los olmpicos. La figura de la nueva divinidad se va a destacarcon mayor claridad de este fondo.

    La nueva fe debi de llegar al poder en la poca prehomrica. El crculo relativamente pequeode dioses que dirigan los destinos en Homero y permanecieron preponderantes en el perodoclsico griego quizs fue reconocido tiempo atrs. Cuando el poeta pone a una deidad en ciertarelacin con la existencia terrenal siempre lo hace con natural sencillez. Los rasgos seguros con quela dibuja, a veces fugazmente, y sin equvocos, manifiestan que cada una posee un carcter

    pronunciado, familiar a todos los oyentes. De los dioses superados se conserva muchas veces sloinformacin mtica. Los nuevos soberanos, en cambio, estn continuamente presentes en el almafiel. Relaciones de parentesco, generalmente conocidas, se juntan en una unidad cuyo jefeindiscutido es Zeus. Esta unidad es remontable genealgicamente a Ocano y Tetis, los primeros

    padres de los dioses (Ilada 14, 201). Las descripciones individuales habrn demostrado que elcarcter crucial de estos dioses homricos es el mismo que conocemos en aquellos de la poca de suflorecimiento. Aunque los siglos poshomricos hayan descubierto nuevos rasgos de sumagnificencia divina, la esencia est intacta. Los artistas rivalizaban para esculpirlos en mrmol, talcomo Homero los haba cantado.

    Tampoco Fidias, el contemporneo de Pndaro, y los grandes poetas trgicos podan olvidar quelas figuras cuya majestad glorificaba el mundo homrico eran las mismas que ellos veneraban. Lareligin griega que ha llegado a nosotros es, por consiguiente, una creacin de la poca cultural

    prehomrica. Desgraciadamente sabemos tan poco de aquel perodo que no alcanzamos a distinguirlo antiguo de lo nuevo ni discernir un cambio hacia lo nuevo. Pero no cabe duda de que fue una erade pujante genialidad. Nuestra admiracin aumentar cuando penetremos ms hondamente en elsentido de la nueva cosmovisin, para reconocer, al mismo tiempo, que con ella se decidi ladireccin espiritual del helenismo.

    Tambin en otros pueblos la religin recibi su carcter de historia mundial mediante un granmovimiento revolucionario. Moiss y los profetas exhortaron al pueblo de Israel sobre el nico diossagrado. Sabemos por las escrituras del Antiguo Testamento del celo necesario para hacerabandonar a aquellas gentes los antiguos altares y conducirlos por el camino de la nueva religin.

    En Persia, Zoroastro rompi violentamente con el viejo culto y desterr sus dioses al infierno. ElSeor Sabio, cuya grandeza luminosa se manifestaba por su boca, exigi la guerra contra todo loque no era de l y de su clase. En ambos casos, entre los israelitas y los persas, la deidad se separdecididamente de lo natural alzndose a una esfera ideal. Entre los persas, Zoroastro se opuso

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    5/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 77grandiosamente, junto con los genios de la fuerza, la luz, la verdad, la pureza y la amplitud creadoraal imperio de lo oscuro, impuro, mendaz y estril. Entre los israelitas, la deidad est sola frente a su

    pueblo elegido como bendiciente santidad que dirige. Tambin la divinidad griega se alej de lonatural elevndose hacia una existencia superior. Cabe preguntarse con toda seriedad en qudireccin la visin de la divinidad se separ de lo natural y cul fue el nuevo sentido que adquiri.

    No podemos juzgar menos importante interrogar al pueblo griego con su grandeza espiritual por elobjeto de su suprema veneracin con respecto al pueblo israelita. La diferencia abismal entre lasideas sobre la divinidad de ambos pueblos ocasion gran embarazo a la investigacin religiosa ycaus numerosas ambigedades. Se habl de una religin artstica de los griegos creyendocolocar el problema en una esfera menos delicada. Pero ninguna persona razonable pretender creerque las grandes epopeyas griegas se dirigan puramente al sentido esttico de los oyentes. Lesmostraban maravillosas imgenes con todas las perfecciones anheladas y enaltecan slo a aquellosdioses hacia los cuales se sentan atrados con toda la fuerza de su ser. No debemos juzgar la

    juventud de una cultura con nuestra mentalidad, propia de una poca de disgregacin. En nuestraEuropa cristiana la religin camina al lado de la vida espiritual y material, permaneciendo extraasaun all donde se tocan. Culturas jvenes e integrales, en cambio, no conocen religin que no se

    enlazara inseparablemente con la existencia humana, entera. Todo vivir, pensar y actuar encuentraen la idea divina su infinidad y gloria. Ardua tarea la de investigar esta idea de lo divino en unpueblo con la mentalidad del griego y hacer la gran pregunta que las religiones asiticas nossugirieron desde hace mucho! Cul es la nueva revelacin de lo divino por la que Zeus, Atenea yApolo se hicieron objeto de la suprema visin y de la ms sublime veneracin?

    4

    El mundo homrico conoce un gran nmero de figuras divinas, pero su importancia es muydiferente. Son pocas las que se hacen presentes en los acontecimientos vivos y gozan de veneracin.Entre ellas, las grandes divinidades cuya santidad representa la religin en sentido propio forman un

    crculo muy reducido. Slo ellas reinan sobre la existencia entera y estn siempre y por doquiercerca del alma fiel. Las otras se limitan a ciertos distritos, y, segn la importancia, sus acciones

    pueden ser mayores o menores, pero no llenan la vida. Si les falta tambin este valor carecen delugar en la veneracin perteneciendo slo a la leyenda. Entre este grupo de dioses hay nombres

    brillantes, deidades que alguna vez fueron poderosas y dirigentes. Algunas adquieren tal relieve enla narracin mtica que en la misma medida podemos valorar su autoridad dentro de la religin.Llamados a la reflexin, no debemos engaarnos por los claros testimonios de una creencia viva,que a veces pueden dar una imagen muy distinta. Para esta creencia lo divino, en su sentidosublime, quedalimitado a aquel crculo de deidades selectas. Si queremos comprender el espritude la nueva revelacin divina cabe averiguar quines son estas divinidades y en qu se distinguen delas otras. Estas que tienen que retroceder pertenecen a la antigua creencia. Dos mundos de

    pensamiento religioso estn enfrentados: uno con todo el brillo de la presencia, otro esfumndose enla oscuridad. Varios rasgos de este mundo antiguo salieron poderosamente a la luz en la poca

    poshomrica; tampoco en Homero estn extinguidos, sino relegados a un segundo plano. Pero, endefinitiva, el nuevo espritu dio a la religin griega su cuo especfico y es muy importante medirlocon los objetos de la antigua veneracin para llegar, a partir de lo que no es, a la comprensin de laesencia de lo que es.

    5

    El imperio de los antiguos dioses linda por doquier con la religin de los muertos: toda vida est

    emparentada con la muerte. Para el espritu de este imperio antiguo no hay rasgo ms caractersticoque lo separe de los nuevos dioses. La tenebrosa morada del Hades donde habitan los muertos esun aborrecimiento para los dioses (Ilada 20, 65). Segn la creencia del perodo clsico, Apolo nodebe entrar en contacto con la muerte. El dios debe abandonar la casa de Admeto en Eurpides,

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    6/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 78querido por l, ya que la muerte espera a su esposa (Alceste 22). La diosa rtemis no puede reunirsems con su favorito Hiplito porque su fin est cerca.

    Adis! He de evitar ver agonizantes.

    El hlito de la muerte no debe profanar mis ojos,

    y ya no est lejos el odiado momento.Eurpides,Hiplito 1437

    En Homero, sin embargo, los dioses olmpicos no vacilan en tocar un difunto, aunque el reino dela muerte les sea extrao y adverso, y sus adoradores ya no se dediquen a la veneracin religiosa deellos. El culto de los muertos es incompatible con el de los olmpicos. A la nueva creencia se uni laconviccin de que los muertos carecan de toda significacin para el mundo de lo viviente y queellos, con cuyo poder se estaba antes tan hondamente compenetrado, se transformaban en endeblessombras, apartadas en inaccesible lejana.

    Se crey que el nuevo espritu estaba orientado hacia la luz y la vida con tal fervor que ya nopoda, como deslumbrado, discernir la muerte; que la existencia se reflejaba con su maravillosa

    claridad hasta en la ltima emocin vital, y hasta las crueldades de la destruccin le eran positivascomo forma; que la claridad del ojono poda penetrar ms all, por lo cual el muerto careca devalor para la nueva religin, y la antigua esencia sagrada del pasado y de la muerte estabaextinguida. Aunque todo eso suena convincente tiene slo la engaosa apariencia de la verdad. Lareligin homrica conoce un reino de la muerte, y los difuntos que all habitan no son unaabstraccin. Aunque ya no hay una relacin entre su mundo y el de los vivientes, existe una ideamarcada y singular de su ser y de su estado. El nuevo espritu suministr un concepto de lmite.Partiendo de un examen serio su idea de muerte y existencia pasada es tan nueva como audaz y

    profunda. Los muertos no estn excluidos de la nueva cosmovisin, sino que ocupan otro lugar, ynuestro primer objeto ser conocerlo. La creencia mortuoria en el sentido antiguo es uno de los msimportantes rasgos de la religin anterior. Por eso es factible esperar que su metamorfosis en el

    espritu nuevo demuestre, a la vez, la tendencia bsica de este espritu.

    6

    Al leer laIlada y la Odisea, en varios pasajes tenemos la impresin de que los dioses del avernoposean, para la fe de la poca homrica, casi tanta importancia como Zeus y los dioses que lorodeaban. Pero fijndonos con mayor detenimiento desaparece rpidamente esta impresin.Consideramos que los muertos ya no tienen vinculacin con el mundo terrenal ni reciben honores;se reducen a meras sombras. De esta suerte se ratifica la opinin de que el mundo de los muertos

    junto con sus dioses ya no tuvo profundo sentido para la cosmovisin homrica. La nueva idea seperfila desde un aparente vaco, y reconocemos una accin espiritual de grandeza histrica mundial.Hades, el Seor del averno, es frecuentemente mencionado por Homero. Ms de una vez la imagende su sombra majestad aparece a nuestros ojoscon espantosa claridad. Se llama el Fuerte, elInvencible, Zeus del Infierno (Ilada 9, 457). Su Mansin, de la que es poderoso guardin,es la eterna morada de los muertos. El vencedor le manda all abajo el espritu del vencido. Su pe-rro, un monstruo voraz con muchas cabezas y voz terriblemente resonante, vigila continuamente(Ilada 8, 368; Hesodo, Teogona 310 y sigs.). Cuando omos los corceles con los que Hades correcomo el viento, se dibuja la grandiosa imagen en nuestra mente: el Seor de la Oscuridad surge dela tierra hendida y se lleva en su carro de oro a Persfone, que jugaba cndidamente en una praderafloreciente (Himno homrico a Demter17 y sigs.). Desde entonces la ilustre Persfone, comoreina, comparte el trono junto a l. Oyen la maldicin cuando un desesperado golpea la tierra con

    sus manos invocando su nombre (Ilada 9, 568, 456). El dios de los muertos desempe unimportante papel en muchos mitos. LaIlada narra que Heracles, hijo de Zeus, luch un da con l ylo hiri gravemente. En otra ocasin se nos muestra fulminantemente su sala real y se ofrece untremendo espectculo: arriba se estremece la tierra, las montaas retiemblan desde el pie hasta la

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    7/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 79cima, y el rey de los muertos salta gritando de su trono, temiendo que la tierra pueda abrirse ymostrar al mundo de arriba los tenebrosos lugares del horror (Ilada 20, 61). Con tales ejemplos

    podramos creer que las figuras de la pareja real del infierno ocuparon vivamente la mente religiosadel tiempo homrico, pero no es as. Si prescindimos de leyendas antiguas y frases estereotipadasno queda mucho. El dios, cuya grandiosa visin aparece al poeta espordicamente, apenas importa a

    los vivientes. No se espera nada de l ni se le ofrecen honores. Slo la antiqusima santidad de lamaldicin y del juramento parece hallar eco en el abismo. Los mismos muertos, los moradores delreino de Hades, estn segregados por completo del mundo de los vivos. Ni la oracin ni el sacrificio

    pueden llegar a ellos, ningn camino los conduce de vuelta. Y abajo, en el lugar de su destinoeterno, qu son? Cuando el ojo del moribundo se cierra y el alma lo deja, ella baja de la hermosatierra hacia aquella firme mansin donde no espera una continuacin de la vida, sino unaexistencia espectral, ilusoria o desvanecida. Lo nico que los vivientes pueden llevar al alma deldifunto es el horror del recuerdo.

    La poca prehomrica conceba una idea diferente sobre los muertos. Tambin en Homero lacreencia antigua se mantena, aunque restringida a las costumbres solemnes como demostr ErwinRohde en su Psyche. A Patroclo muerto se le otorga el honor de que en su pira, juntamente con l,

    se maten y quemen ovejas y vacas, caballos y perros y doce jvenes troyanos, apresados para estefin. Estas connotaciones realmente difieren bastante del concepto homrico acerca de que el espritudel muerto sea una sombra desvanecida, carente de clara conciencia. Tales costumbres permitenconocer la clase de consideracin que tuvo el muerto en pocas anteriores. No se separ porcompleto del crculo de los vivientes, sino que oy sus oraciones y los protegi con su podermisteriosamente aumentado. En agradecimiento lo recordaban ofrecindole sacrificios en su tumba,

    pues su rencor demonaco persegua con terror y desgracia a los indiferentes y ofensores. Lahorrenda majestad del dios del averno pertenece a esta creencia; sus mitos, que el poeta picoconoce tan bien, nacieron de su carcter. La poca homrica perdi totalmente esta creencia en la

    perpetua vinculacin con los difuntos, en su grandeza y su poder; concepcin que, como todossabemos, estaba extendida por todo el mundo. Si conservramos nicamente los poemas de

    Homero, no podramos aceptar que se oraba a los padres o se les ofrecan sacrificios. En estedominio hace mucho que se impuso otra mentalidad. Cuando el hombre alcanz el fin de su vida, suexistencia en este mundo termin realmente para siempre. No se engrandece por la muerte ni sehace digno de honores divinos. Los sobrevivientes no podrn alcanzarlo con ofrenda alguna nitendrn nada que esperar o temer de l en el futuro. Pues en la negrura abismal, en el silenciosoimperio del pasado, no sern nada ms que una sombra.

    Cmo podremos comprender esta gran transformacin del pensamiento?

    7

    La investigacin reciente tiene una extraa preferencia en sus ensayos por interpretar las ideas ycostumbres de pueblos antiguos mediante los motivos ms burdos. Establece poco distingo entre los

    pueblos y sus talentos. La religin prehistrica de los griegos se nos describe generalmente como lade una comunidad primitiva cualquiera, como si las ingeniosas ideas que todos admiramos hubieransurgido, inmediatamente, de un montn de pesadez y de magia. En este sentido se dice que el temorfue el motivo decisivo para la expulsin del muerto de la esfera de los vivientes y que la cremacinde su cuerpo simboliz el medio para liberar a la familia lo ms rpido posible de l. De esta suertela cremacin hubiera sido originalmente un acto de defensa y la creencia mortuoria o mejor dichola nocreencia que encontramos en Homero una forma de autosalvacin del alma atemorizada.La comprobacin la hallamos en el mismo Homero, quien afirma expresamente que el espritu delmuerto es acogido en el reino de las sombras slo despus de la cremacin, acto por el cual queda

    desligado finalmente de este mundo (Ilada 23, 71). Adems, la etnologa proporcion casos en queun muerto, cuyas apariciones espectrales se hacan insoportables, era desenterrado y quemado paraterminar con semejante molestia. Qu prueban estos sucesos? Si una civilizacin que entierra a susmuertos toma esa decisin en un caso desesperado, slo por temor y repugnancia ante el muerto,

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    8/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 80esto no nos sirve para comprender el sentido original de la cremacin solemne. Recientemente seseal, con el debido nfasis, que la cremacin se ejecutaba en todos los lugares como homenaje almuerto y fiel cumplimiento con su propia voluntad (H. Schreuer, Zeitschrift fr vergl.

    Rechtswissenschaft[Revista de Derecho Comparado] 33, 1915,pg. 396 y sigs.). Pero la ocurrenciade pretender explicar la cremacin como un acto de temor y defensa acusa en s una sorprendente

    ligereza. Reemplaza el enigma por otro ms misterioso. No eran los muertos objeto de cordialveneracin como lo fueron en la poca poshomrica? Cmo puede ser que los antepasados, cuyooscuro rostro la veneracin mir tanto tiempo con cariosa devocin, perdieran todas sus nobles,amables y benficas calidades reteniendo nicamente lo lgubre, siempre adherido a la muerte, demodo que slo quedaban gestos defensivos contra ellos?

    No obstante, Rohde estaba en lo cierto cuando supona una afinidad mental entre la nuevacreencia mortuoria y la cremacin de los muertos que, sin excepcin, domina en Homero. Separa,en seguida, el espritu del muerto del espacio vital destruyendo su cuerpo. Se realiza Homero lodice expresamente en favor y honor del mismo muerto, porque tiene el poderoso deseo deabandonar esta tierra y deshacer la vinculacin con su ambiente. Esta creencia es propia de todoslos pueblos acostumbrados a destruir el cuerpo en vez de abandonarlo a la descomposicin

    paulatina o aun conservarlo artificialmente. Cuando el mismo muerto desea apartarse, nuestro deberes ayudarlo. Pues, en su esencia, pertenece a otro mundo hacindose extrao al nuestro. Lacremacin da testimonio de una singular creencia por la naturaleza de los muertos, que no naci deafectos o especulaciones primitivas sino que adquiere el valor de una idea genuina. El muerto noest separado de la existencia, sino que, ubicado en otro dominio de la misma, es concebible slo enextrema lejana. Sin embargo los mismos pueblos lo consideran capaz de aparecerse en este mundo

    para causar el bien o el mal, porque estas creencias, por diversos motivos, casi nunca sonconsecuentes. Encuentran en el espritu de la poca homrica la forma grande y clara cuyasignificacin nunca fue debidamente apreciada. Aparece as la sublime idea de vida y de muerte quedesde aquel entonces nunca se volvi a perder. En primer lugar el muerto debe permanecer en elotro mundo. Se hace extrao en el mundo viviente, su propia naturaleza lo empuja fuera de l. Una

    vez llegado al lugar de su destino, nunca volver; cualquier lazo de unin estar roto para siempre.Qu iba a hacer en el reino del sol y de la frescura vital la sombra endeble, la sorda copia del

    pasado? Pues esto es lo segundo: all el muerto no es un ser vigoroso como antes, sino un dbilhlito que posee la forma de la vida pasada, pero sin ninguno de sus poderes, ni conciencia. sta esla ltima consecuencia sobre la idea de que el muerto, en su esencia, permanece extrao a todo loviviente.

    8

    La concepcin ingenua y sentimental conservada an hoy no establece una diferencia absolutaentre vida y muerte. Deja continuar la existencia del muerto en una realidad palpable; aunque unacomprensin ms Honda lo coloca en otra existencia lejana, no por ello cambia mucho el aspecto;

    pues tiene all todava una realidad expresiva, el pasado sigue su existencia objetiva en el presente.En la cosmovisin homrica, sin embargo, ser y haber sido se enfrentan por primera vez comoentidades (le distinto orden, pero no significa que este ltimo valor se equipare simplemente a lanada. El nuevo espritu no ofrece una mera negacin, sino fina idea positiva. La vida que haconcluido el individuo que no puede tener ms historia no puede presentarse y actuar personalmenteen ningn lugar sino transfigurarse en una realidad de singular especie.

    Es la clase de genialidad cuyas manifestaciones surgen, con frecuencia, de la profundidad deantiqusimos conceptos para clarificarse y madurar Oportunamente y por primera vez. De estamanera ocurri tambin aqu. Un pensamiento primitivo que la humanidad renaci en la mirada bri-

    llante con que el griego contempl de nuevo el mundo. Tal pensamiento se expresa en la opinin deque el hombre sobrevive a su muerte, pero no como fuerza vital continuada sino mediante latransformacin de la existencia corporal en sombras y hlitos (vase Verfasser, Die Manen [Losmanes], 1923). Esta fiel imagen del muerto permaneca misteriosamente unida al cuerpo mientras

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    9/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 81estuviera intacto, pudiendo asustar o consolar a los deudos por su apariencia. Pero, cuando lamateria se descompona o se destrua enteramente, dicha imagen se retiraba a la lontananza, al lugarde su destino donde ya la haban precedido tantos difuntos. Los rasgos principales de este modo de

    pensar se conservan con notable fidelidad en la actual creencia en los espectros, lo que es un tes-timonio valioso para su temporalidad: las convicciones ms antiguas suelen ser a la vez las ms

    recientes en los puntos ms importantes del problema de la existencia. Los primitivos expresaban aveces con la misma certeza de Homero que el espritu de un muerto era una criatura insensible yendeble de la que no se poda decir que realmente viviera. Esta afirmacin resulta bastanteconsecuente: a la imagen nebulosa del muerto le faltan todas las fuerzas y savias de la vida delcuerpo, ahora destruido, y que haba posedo anteriormente (vase Odisea 11, 216y sigs.). Pero lacreencia en los muertos est siempre llena de contradicciones en sus grados ms ingenuos. Aquelhondo estremecimiento que demasiado subjetivamente denominamos temor, siendo al mismotiempo el sentimiento ms solemne y noble, atrae al muerto una y otra vez al presente activo. Alconcepto natural de que es slo una sombra se le une con rara firmeza la sensacin de una oscuravoluntad a la que obedecen fuerzas incalculables. Aunque lo recibi una nueva morada, esinnegable que est cerca, temiendo o esperando manifestaciones de su existencia.

    Pero en la poca homrica el pensamiento original de que los muertos eran sombras impotentespas a ser el centro de toda creencia en la muerte. Lo que queda del muerto no debe ser realmenteotra cosa que un suave hlito en forma humana al cual est negada la voluntad y fuerza para actuar.Un inmenso abismo debe separarlo del mundo donde reinan conciencia, voluntad y accin, ymantener para siempre su tenebrosa existencia en el antiqusimo dominio de la noche. sta es unarotunda negativa a la creencia ingenua y sus ms caras ideas. A pesar de eso no contiene una meranegacin. Si en la separacin del ms all los difuntos no podan continuar la vida activa que habanrealizado anteriormente en la tierra como crean otros pueblos y muchos griegos de pocas poste-riores, qu obstculo surga para declararlos extinguidos e invlidos? Quien siga atentamente el

    pensamiento homrico comprender de repente que dio un giro muy ingenioso al conceptoprimitivo de la impotencia mortuoria.

    La sombra del muerto que all abajo, en el averno, ya no puede actuar ni posee concienciacaminando sin objeto o accin por la eterna noche es la forma de lo que ha sido. No es la nada, tieneconsistencia, pero su realidad pertenece a una clase particular. Todo es pasado en l, todo se par,vuelto hacia atrs, sin presente y sin futuro. El haber sido, el pasado, se hizo idea por primera vez enel mundo. La permanencia de los muertos ya no es imitacin de la vida; han perdido una vez lasustancia esencial. Pero existen todava solemnes y ensimismados en una forma eterna. As seestableci la idea griega de la muerte. A pesar de fuertes y contrarias tendencias, permaneci ladominante en Grecia, suponiendo que se pueda llamar dominante una creencia que confesaron losespritus representativos. Encontr la expresin ms perfecta en el arte tico del siglo V, queconsigui dar la vida ms patente a tantas manifestaciones homricas. La vida terminada se apreciaen las esculturas de los sepulcros, en su porte natural como forma permanente, conmovedora,amable o con serena dignidad. El ojo, sin ser dirigido al futuro, mira emocionado la eternidad del

    pasado.De esta suerte el espritu luminoso que no poda mirar el reino de la extincin, ciego para su

    solemne grandeza, penetr ms all del sepulcro para ver cosas ms significativas que losadoradores de la muerte y del pasado. Lo pasado le revel por primera vez su rostro espectral ycomprendi ms all de los conceptos ingenuos de la creencia de la humanidad lo que significahaber sido y tener duracin eterna. Sin embargo, la antigua opinin reapareci en los siglossiguientes, y crculos de devotos se han reunido con la segura esperanza de una vida elevadadespus de la muerte. Pero la idea acuada por el espritu homrico era y permaneci siempre comoespecficamente griega. La tragedia, que como servidora de Dioniso, seor de los muertos, pareca

    destinada a perjudicarla mucho, era en realidad su nueva victoria. Aunque celebra a los noblesmuertos, lo hace como autoridades del pasado, no como demonios presentes. En el transcurso de lossiglos y todava en la poca de los romanos permaneci fuerte el pensamiento que con claridadoriginal aparece en Homero: el muerto ya no puede ser un sujeto activo, pero la figura del pasado

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    10/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 82no se extingue.

    Estoy en la meta de mi vida.

    Termin el curso que me destin la suerte,

    ahora huye del impetuoso juego de la vida

    mi gran sombra hacia la paz de la tumba.

    As habla la moribunda Dido (Virgilio, Eneida 4, 683). La sombra tiene entera realidad. Sequeda con sus semejantes en el ms profundo abismo, all donde slo Odiseo, aconsejado porsabidura divina, encontr el camino, o Fausto con ayuda de la llave mgica que le dio el diablo.Adquiere gran significacin que el pensamiento homrico, despus de miles de aos, renaciera en elespritu de Goethe cuando compuso la visita de Fausto a las Madres:

    Huye lo nacido

    hacia los espacios sueltos de las formaciones;

    delitate con lo que ya no existe hace mucho...

    Slo un milagro conduce al reino donde estn en lo infinito

    Las imgenes de la vida, despiertas, aunque sin vida.

    Lo que fue una vez, en todo su esplendor y brillo,

    se agita all, pues quiere ser eterno.

    Esto es lo que queda del hombre. La visin homrica demuestra su poderosa verdad hastanuestros das. Es la gran superacin del problema de la muerte que nunca fue sobrepasada, sinorepetida, conscientemente o no. Es el vencimiento de la muerte, genuinamente griego, porque re-sulta a la vez su ms perfecto reconocimiento.

    9

    El famoso concepto cuyo contenido acabamos de examinar aparece con la ms pura claridad. Sinembargo, tiene una faceta misteriosa. Tambin l termina en lo irracional, circundado por aquellostenebrosos estremecimientos que estn presentes en todos los genuinos pensamientos de la muerte.Por consiguiente no est libre de contradicciones. Precisamente por eso demuestra en caso de quefuera necesario que no es una obra del intelecto lgico, sino que abarc una amplia mirada en lahondura de la existencia.

    A las imgenes de la vida pasada que moran en lo oscuro se les niega toda actividad; no parecenms de lo que se las llama: sombras vacas. A pesar de su pasividad hay cierto movimiento en ellasque encuentra una emocionante expresin en la descripcin homrica del averno (Odisea 11). Lassombras se aprietan alrededor del visitante que, como viviente, encuentra el camino hacia ellas.Todas quieren beber de la sangre del hoyo del sacrificio para despertarse a la entera conciencia. Atodas las precede la madre, de cuya muerte Odiseo no tuvo noticia alguna. Es conmovedor observarcmo est all parada esperando hasta que pueda beber la sangre, de manera inconsciente, sinreconocer al hijo y, no obstante, frente a l. Mientras tanto, ste cumple con su objeto: pregunta aTiresias por su porvenir. La madre no escucha lo que hablan y sin embargo se detiene ante ellos.Amigos en la vida se juntan tambin como sombras: junto a Aquiles camina su amigo Patroclo,Antloco est con ellos, y yax, el ms excelente de todos los griegos despus de Pelida (467 ysigs.). No deja de ser natural que la idea de la inconsciencia de los muertos no se mantenga con

    severidad dogmtica. Poetas anteriores, como Pndaro, dejan a los difuntos percibir all abajo consu espritu tenebroso el premio del honor que se les canta arriba a ellos y sus descendientes(Pndaro, Istm. 5, 101). ste es el modo de pensar del Aquiles homrico, que su amigo Patroclo

    pueda recibir la noticia de la entrega del cuerpo de Hctor, y le ruega que no se enoje con l por esta

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    11/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 83causa (Ilada 24, 591 y sigs.). Se dice que al vate Tiresias le fue concedido expresamente conservar,aun all abajo, la capacidad de pensar (Odisea 10, 492 y sigs.; 11, 91 y sigs.). En la segunda partedel canto 11 (385 y sigs.) el poeta apenas menciona la bebida de la sangre cuando un difuntoreconoce a Odiseo y le habla. Baqulides (5, 67 y sigs.) deja hablar tambin al espritu de Meleagrocon Heracles sin que hubiera bebido sangre (vase Wilamowitz, Die Rckkehr des Odysseus [La

    vuelta de Odiseo] 194). En el segundo Canto a los Muertos (Odisea 24, 15 y sigs.) se otorga tantaconciencia a los moradores del infierno que los recin llegados pueden conversar sin dificultadsobre sus destinos con aquellos que los han precedido. Pero la visin consecuente autnticamentehomrica, en la que los muertos son normalmente inconscientes (Odisea 10, 493), exige un contactoespecial con el fluido vital para volver en s pasajeramente. Mediante esta seria reflexin la ideaadquiere sentido: las sombras del pasado viviente pueden despertar por un momento bebiendosangre fresca y volver a la vida y al presente, pero quin se la aporta? Ciertamente permanecentenues y fugaces como un hlito de aire; Odiseo trata en vano de abrazar a la madre, quien siemprese le escurre como una sombra o un sueo (Odisea 11, 204 y sigs.). Pero la muda e inconscienteimagen de la vida pasada surgi fugazmente, y a pesar de todo conoci al hijo y le habl para volvera ser despus tan slo una memoria del pasado. No es el mismo misterio el que nos habla aqu?

    Slo un Odiseo llega en persona al reino de las sombras. Pero nosotros mismos no sentimos que lafigura del pasado bebe de nuestra sangre y, de repente, desde ese pasado llega al presente, respira yvive en un momento fugaz? El espritu homrico dio un sentido muy profundo a la antiqusimacreencia de que el muerto se deleitaba con una ofrenda de sangre que la haca fluir a su mansinsubterrnea.

    Y an tiene ms secretos. Cuando la sombra despierta a la conciencia eleva la queja sobre la luzapagada de la vida. No podemos percibir esta voz conmovedora sin sentir que tambin ella

    pertenece al dominio de lo irracional, de donde provienen los grandes e imponentes pensamientossobre la muerte. Ninguna doctrina era capaz de quitar a las palabras muerte y separacin su

    propio sonido tenebroso para conferir uno ms claro, a menos que proyectara la sombra negra sobrela vida y osara declarar el ms all como la existencia verdadera. Y aun en este caso, qu poco se

    pudo hacer contra la naturaleza que, a pesar de todo, opone perpetuamente la alegra de la vida a latristeza de la noche y muerte y permite al ojo slo con lgrimas la mirada ms all de las tumbas! Elentusiasmo mstico del anhelo de la muerte queda siempre unido a la nocin de solemne ysempiterna melancola. Quien alabe todo esto no se atrever a limitar las costumbres fnebres quedesde tiempos remotos acompaaban a la muerte a meros temores o anhelos, en vez de buscar suorigen en las profundidades de la visin de la existencia. Este doloroso sonido llega tambin anuestros odos desde el mundo homrico. La imagen que est dirigida nicamente hacia atrs, queno puede actuar ms aunque despierte a la clara conciencia en el encuentro con lo viviente,comprende la muerte en ese estado y llora la vida desaparecida. Su lamento es ms conmovedor

    porque se limita a un grito de dolor y no termina en una filosofa de la vida. La figura heroica ybrillante de Aquiles, la corona de la Ilada, declara esta confesin: Oh, no me consueles de lamuerte, Odiseo! Preferira labrar el campo al sueldo de un pobre que tiene poca fortuna que ser elrey de todo el dominio de los muertos (Odisea 11, 487). La contradiccin que expresan estas

    palabras demuestra que el poeta habl aqu desde la misma profundidad. Sus muertos son incons-cientes, ni alegra ni dolor los conmueven. La cuestin de si la vida es preferible categricamente ala muerte no tiene importancia. Y con todo, la tristeza los acompaa con alas tenebrosas,especialmente despus de un momento de luz en la conciencia. Podra ocurrir de otra manera unavez que el hlito vital que los penetra fugazmente les lleva algo del olor del mundo radiante? Estesentimiento queda solo en su profunda seriedad. El pensamiento no ahuyenta la idea de que hay quegozar de la vida porque es breve y termina con la triste pobreza de la muerte. Cuando Aquiles,muerto, prefiere la vida ms miserable de jornalero bajo el sol al reinado entre los muertos, no

    hemos de sacar, de manera alguna, la conclusin de que sea una insensatez despreciar la gloriaeterna en vez de una vida larga. Este espritu elevado es demasiado orgulloso para permanecer en sutristeza. Su estallido se parece a un gesto doloroso de la mano para rechazar las beatitudes deOdiseo. Durante la breve duracin del contacte con lo viviente una sola cosa le interesa: or del

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    12/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 84viejo padre arriba si todava se lo honra y, lo ms importante, si el hijo que dej responde a lasesperanzas. Y cuando se entera del honor de su hijo Neoptlemo verbos a la gran sombracaminando conmovida alegremente sobre la pradera de los muertos.

    De esta suerte la misteriosa, antigua y eterna proximidad de los muertos que se sustrae a todalgica tambin encontr reconocimiento en la idea homrica. Ninguna indiscrecin racionalista la

    destruy, sino que se elev a la ms pura visin. Su vinculacin con lo terrenal, con la sordapesadez de los elementos, con la seriedad y solemnidad del fundamento maternal se deshizo. Sutristeza perdi el primitivo misterio hacindose sublime. Generaciones posteriores, entre las cualesla creencia en una influencia sensiblemente presente de la vida pasada volvi a hacerse poderosa,tenan motivos para temer el contacto con un muerto usando rituales para anular la impureza. Talessentimientos estn ausentes en las narraciones de Homero, donde la muerte entra en la vida encualquier momento. Slo una fugaz indicacin, como aquella en que Odiseo limpia su casa confuego y azufre despus de la matanza de los pretendientes, o como el nombre de Febo, que significaque este dios de la claridad libera tambin del horror de la contaminacin demonaca, recuerdan queestos sentimientos estuvieron una vez en vigencia. De forma distinta al Apolo de Eurpides (antesmencionado), el de Homero no teme cuidar cariosamente el cuerpo de un hroe como Sarpedn o

    Hctor(Ilada 16, 667y sigs.; 23, 18 ysigs.).

    10

    La creencia homrica manifest claramente su naturaleza por su posicin frente a la muerte. Noconsidera su misterio ms venerable, benfico y obligatorio porque est separado eternamente del

    presente, donde respira todo viviente y se revelan los dioses. Y con todo, la esencia no se retir delespritu lcido, y la santidad arcaica le habla todava aunque desde otra regin del ser.

    Con eso podemos dilucidar en qu punto queda la nueva creencia frente a los otros poderes de laesfera terrenal. Los prncipes de las sombras, Hades y Persfone, han desaparecido casi porcompleto. Tambin los otros, sean cuales fueren sus nombres, se dirigen con una parte de su ser a la

    noche de los muertos y pueden, cada uno a su manera, llamarse dioses de la muerte. Donde losmuertos desaparecan en otra existencia perdan mucho de su derecho a la vida, pues su bendicin,su sabidura y su ley eran siempre a la vez la bendicin, la sabidura y la ley de los muertos,despiertos en el abismo de las profundidades. Pero esa esencia sagrada y oscura que, en suscavernas nocturnas, estaba tan cercana a las viejas generaciones tena que retroceder ahoratmidamente hacia sus sombras. Fue superada por la magnificencia de los nuevos dioses, pero nocondenada y exiliada como lo hicieron otros pueblos con sus antiguas deidades al triunfar lasnuevas. ste es uno de los ms sugestivos testimonios de la nueva creencia: el celo y el ergotismoson ajenos a su noble sabidura. Su luminosa divinidad posee bastante grandeza para reconocer latenebrosa esencia que no es de su gnero. As, lo antiguo y arcaico permanece venerable en la

    profundidad, pero la corona de la verdadera divinidad tiene que cederla a un reino ms excelso.Homero conoce y nombra a casi todos los poderes de las profundidades a los cuales la devocin

    haba servido con fidelidad. Pero se hicieron ms escondidos y tranquilos, su ley no domina ya laexistencia, ni el amor es la fuente de todo bien, y su antigua fertilidad se parece a lejanos nu-

    barrones. El sagrado suelo donde vivan perdi toda monstruosidad. La necesidad que los unisolemnemente se desvaneci como una sonrisa. Algunos de ellos, como las Crites, las amenashijas de la hondura, pasaron a la luz olmpica hacindose compaeras de su brillo ureo. Otrosmantuvieron la antigua seriedad, pero la omnipotencia de las tinieblas ya no acompaaba suvenerabilidad.

    La Noche es todava sagrada, la Noche Veloz, porque en esas latitudes anochece casi derepente. La imagen de la reina silenciosa que, corriendo con rostro oscuro, persigue

    estremecimientos de la muerte est viva ante el poeta. La compara con el iracundo Apolo que bajapara perder a los griegos (Ilada 1, 47), o con Hctor, que irrumpe inconteniblemente en la puertadel campamento de las naves (Ilada 12, 463), o la sombra de Heracles que aun en el Hades infundeterror a su alrededor (Odisea 11, 606). La gran Nyx (noche) se llama una vez (Ilada 14, 259)

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    13/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 85vencedora de dioses y hombres, y nos enteramos de que el mismo Zeus tuvo que perdonar al diosdel sueo el que ante su ira se hubiera refugiado en ella porque tema enojar a la Noche Veloz. Sunombre suena a leyenda. No tiene lugar entre las deidades que se veneran. La esencia de lo divinohay que buscarla ahora en una esfera muy distinta.

    Tambin las Erinias, las horribles Hijas de la Noche (Esquilo, Eumnides 322, 416), cuyo

    parentesco con la profundidad terrenal se expresa en la venerable figura de la Demter Erinia, eranmuy conocidas para el pensamiento homrico. Cierran la boca al corcel de Aquiles, que habaconseguido voz humana repentinamente, por intervencin de Hera (Ilada 1 i), 418). Son, como diceHerclito (Diels, Fragm. 94), los verdugos de Dike los que se vengan de toda transgresin, desuerte que, por temor (le ellas, el mismo Sol no traspasar sus limites. Lo que ms cuidan son

    juramentos y maldiciones. Segn Hesodo son las nodrizas del joven Dios del Juramento que Erisdio a luz para perdicin de los perjuros (Trabajos 8113). Hasta bajo la tierra castigan a loshombres cuando uno jur en falso (Ilada 19, 260; vase pg. 32). Espritus de maldicin (Arai)se llaman en su morada bajo la tierra (Esquilo,Eumnides 417). Oyen cuando un padre o una madredesesperada maldice al hijo (Ilada 9, 454 y 9, 571). Persiguen a Edipo durante toda su vida, desdeque su infeliz madre y esposa se haba ahorcado con una maldicin en los labios (Odisea 11, 280).

    La maldicin de Penlope caera sobre Telmaco si por la fuerza expulsara a la madre del palacio(Odisea 2, 130). Y en Homero es un derecho antiqusimo, el derecho de la sangre parental, que lasErinias representan y cuya violacin persiguen con corazn despiadado. El ejemplo ms intensoes el destino del matricida Orestes. Homero, ciertamente, no sabe nada de esta historia; su horribleseriedad resucita posteriormente. Pero su poesa conserva ciertos rasgos, tales como aquel en quelos menores han de respetar la voluntad de los mayores porque las Erinias estn siempre al lado destos (Ilada 15, 204). Al armonizar estos juicios resulta un orden sagrado del pasado, creado porla veneracin de la sangre, el nacimiento y la muerte para recibir su confirmacin por la divinidaddel suelo maternal en el cual vida y muerte tienen su fundamento. De este antiqusimo ordenhablamos extensamente en el captulo segundo. En Hesodo aparece claramente lo que calla elmundo homrico por mucho que lo conozca: las Erinias representan los demonios de la sangre

    vertida por los padres. La Diosa de la Tierra las ha concebido y parido de las corrientes gotas desangre de Urano a quien el hijo castr (Hesodo, Teogona 185). Rea espera que por Zeus, al queest por dar a luz, las Erinias del padre caigan sobre Cronos (472). Pero para Homero estasvinculaciones y toda la esfera terrenal ya no poseen la santidad suprema. La ltima seriedad ya noest con los poderes de la sangre, tierra y oscuridad. Han perdido su carcter inevitable porque el

    brillo de lo divino resplandece en los ojosde Atenea y Apolo, que en Esquilo dan la razn al mismoOrestes contra la voz de la sangre materna vertida en el nombre de una ley ms espiritual.

    La figura de Temis ofrece un testimonio muy instructivo de este espritu que no suspende nicondena lo antiguo y arcaico sino que lo libera de su pesadez y lo lleva hacia la armona de unmundo de mayor luminosidad. Es una de las ms venerables manifestaciones de la deidad terrenal ymaternal (vase Esquilo, Prometeo 209) y se presenta como el espritu y la voluntad del derecho. Esella quien, segn la leyenda, antes de Apolo dio orculos en Delfos, sucesora de Gea, como dice lasacerdotisa en el comienzo de las Eumnides de Esquilo. El mito, con profundo sentido, le otorgalas tres Horas como hijas, Orden, Derecho y Paz (Eunomia, Dike y Eirene), que vigilan lostrabajos de los hombres mortales, y las Moiras, que otorgan bien y mal a los hombres mortales(Hesodo, Teogona 901 y sigs.). Junto con estos poderes sagrados Temis se elev a la esferaolmpica y se espos con el Zeus celeste (Hesodo, 1. c.). ElHimno homrico 23 la describe sentadaen el trono, inclinada hacia Zeus, quien est hablando reflexivamente con ella. Pero en las epopeyashomricas donde el mismo Zeus es el maestro de todo saber, Temis tiene slo la funcin de llamar alos dioses a la reunin (Ilada 20, 4), como comienza tambin el banquete divino (Ilada 15, 95). Enactitud ms seria, junto a Zeus consejero la sealan las solemnes palabras con las que Telmaco

    conjura a la asamblea de los itacenses: Por Zeus Olmpico y por Temis que rene en asamblea alos hombres y los despide! (Odisea 2, 68).La Diosa de la Tierra se vener bajo su nombre ms significativo de Gea como sagrada

    encarnacin de la sabidura. Era su palabra la que la voz del orculo dlfico enunci en tiempos

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    14/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 86remotos (Esquilo,Eumnides I). El mito teognico conserva la memoria de su antigua majestad, aligual que varias manifestaciones de tiempos posteriores. La Diosa ms antigua, la Tierra eterna einagotable, canta el coro de laAntgona de Sfocles (337). En elHimno homrico 23 percibimos laalabanza de esta encarnacin de madre cuyo favor da riqueza, orden pacfico, bellas mujeres ygraciosos hijos. Su dominio sobre la vida naciente se rene con el dominio sobre la muerte, porque

    todo lo que pare vuelve a su seno maternal. De esta suerte su carcter tiene tambin un aspectooscuro y severo que hemos visto en las Erinias. Su evocacin encabeza la conjuracin de los muer-tos (Esquilo, Persas 629). Su imagen estaba al lado de Plutn y Hermes en el santuario de las diosasimplacables del Arepago. All sacrificaban los afortunados que el tribunal de sangre haba absuelto(Pausanias 1, 28, 6). De esa manera las ideas de nacimiento y muerte, de bendicin, maldicin yderecho divino se renen en un sentido profundo. De toda esta tradicin permanecieron solamentefrmulas en la vida religiosa del mundo homrico. La Gran Diosa de la Tierra, junto con su esposode tiempos remotos, Urano, aparece todava en el solemne juramento de Hera (Ilada 15, 36). Elsacrificio del juramento se ofrece a ella y a Helio en el contrato entre ambos pueblos (Ilada 3, 104,277).

    Es muy significativo que la figura de la Deidad de la Tierra, destinada al esplendor real, la que

    con el nombre de Demter expresa inolvidablemente la maternidad, apenas ocupe un lugar en estemundo, aunque su autoridad se extienda a los tiempos ms remotos manteniendo su corona an ensiglos tardos. La unidad de vida, muerte y derecho sagrado encontr en ella el smbolo msvenerable. Homero desecha su relacin con el reino de los muertos. Si bien nombra muchas veces ala reina de los muertos, la ilustre Persfone, no menciona con palabra alguna el gran mito de surapto desde la superficie del mundo, ni que sea la hija predilecta de Demter, como se narra en elllamado Himno homrico por primera vez. No obstante el poeta conoce el antiguo conceptosignificativo de Demter. El mito que Goethe narra en la duodcima parte de susElegas romanas:

    Que Demter, la Grande,

    dio una vez su favor a un hroe,

    cuando un da a Yasin, vigoroso rey de los cretenses,concedi el dulce secreto de su cuerpo inmortal.

    En Homero, Calipso menciona esta historia (Odisea 5, 125; vase Hesodo, Teogona 969).Cuando agrega que un barbecho tres veces arado fue el tlamo de la diosa, el maravilloso misteriode la religin terrenal aparece ante nuestros ojos como una imagen. Homero sabe tambin que Zeusam a Demter y menciona su santuario en Praso florida (Ilada 14, 326; 2, 696). Pero ella mismase destaca poco en su mundo, la actividad se limita exclusivamente al crecimiento del trigo. Sellama la rubia. Una parbola de la Ilada (5, 500) nos la presenta separando en la era sagradalos granos de la paja con un soplo de viento. El alimento que produce la tierra labrada tiene sunombre (Ilada 13, 322; 21, 76). Aqu termina su influencia y significacin para la vida homrica.

    Esta exclusin de poderes sagrados y de ninguna manera olvidados de la comunidad de lasfiguras dominantes, esta admisin de su venerabilidad que ignora su extensin y hondura, sobretodo el tremendo misterio de su esencia, surge de una determinada valorizacin y una decidida vo-luntad. Se aclara en la forma ms ntida por la figura ms imponente de esta esfera: Dioniso. Sumasculinidad (como J. J. Bachofen observ muy bien) arrastra consigo irresistiblemente lo eternofemenino de esta esfera, permaneciendo ntimamente ligado a ella. Su espritu arde con la bebidaembriagante que se denomin la sangre de la tierra; sensualidad primitiva, delirio, disolucin de laconciencia hasta lo ilimitado sobrevienen a los suyos como un huracn; los tesoros de la tierra seabren a los extasiados. Tambin los muertos se renen alrededor de Dioniso, vienen con l en la

    primavera, cuando trae las flores. Amor y frenes salvajes, estremecimiento frgido y

    bienaventuranza se hallan lado a lado en su squito. Todos los primitivos rasgos de la Deidad de laTierra se acrecientan en l hasta lo ilimitado, pero tambin hasta la profundidad del pensamiento.Homero conoce muy bien la admirable figura divina. Denomina al dios el delirante. El salvajismode sus acompaantes que mueven el torso surge vivamente ante sus ojos. Pero estos elementos le

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    15/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 87sirven nicamente de parbola: como por ejemplo cuando compara una mnade con Andrmaca,que se precipita de la mansin en el oscuro presentimiento de lo ocurrido (Ilada 22, 460; vase

    Himno hom. a Dem. 386), o en la narracin ocasional de historias memorables (Ilada 6, 130 y sigs.;Odisea 11, 325). No hay mnades en el mundo homrico, en vano se busca un papel, aun modesto,de Dioniso. El alegre Dioniso (Hesodo, Trabajos 614) le es tan extrao como el doloroso y el

    pregonero del ms all. El exceso propio de l es compatible con la claridad que ha dedistinguir aqu todo lo verdaderamente divino.Tambin las otras figuras de la esfera terrenal se alejan mucho de esta claridad. Pueden estar

    circundadas del encanto ms dulce, llevar en la frente la seriedad ms noble, la sabidura y la leysolemne les asisten, pero estn ligadas a la materia terrenal tomando parte de su tenebrosa pesadez yfalta de libertad. Su favor es el del elemento maternal, su derecho tiene la rigidez de todos losapegos de la sangre. Todas se extienden hasta la noche de la muerte, o la muerte y el pasado seelevan sobre ellas al presente y la existencia de los vivientes. No hay una salida de la escena nitransicin de la existencia material hacia una esfera de elevacin, ni liberacin del crculo vital yactivo del pasado. Todo lo que fue permanece para siempre y presenta su exigencia con la mismaobjetividad de la que ningn refugio ofrece amparo. Es nada ms que una confirmacin de este

    carcter que percibimos, un acentuado predominio del sexo femenino en el mundo de esta esfera.En el crculo celestial de la religin homrica, sin embargo, ste retrocede de una manera que nopuede ser casual. Los dioses que estn all en primera fila no slo son de sexo masculino, sino querepresentan con toda firmeza el espritu masculino. Aunque Atenea se une a Zeus y Apolo ensuprema trada, ella desmiente el carcter femenino y se hace genio del masculino.

    11

    De esta suerte los nuevos dioses estn separados rigurosamente de los antiguos. Pero no nosconformemos con caractersticas que son casi exclusivamente negativas, como las mencionadashasta ahora. Lo verdadero y positivo del nuevo concepto de la divinidad espera todava la interpre-

    tacin. Por lo tanto hemos de seguir considerando lo negativo con miras a encontrar el punto dondese abre la perspectiva hacia lo positivo. De los tres grandes poderes que se han repartido el universoy que representan la divinidad, el rey del averno se retira de las tres esferas. Esa regin perdi casitoda importancia parada piedad popular. Los dioses en los cuales cree no habitan all. Tampocoestn en el reino de la tierra. Aunque la antiqusima Madre Tierra se haya representado bajo tantasfiguras memorables, casi todas desaparecen en la oscuridad, pues ninguna sabe manifestar algo delo que se llama ahora divino en sentido elevado. Y cuando dejamos averno y tierra para dedicarnosal dominio de Poseidn buscamos, tambin aqu y en vano, lo que est negado a aquellas esferas.

    En el primer momento esto parece inverosmil. No desempea Poseidn como divino aliado delos griegos en las luchas por Troya un papel tan importante como cualquier otra deidad? Sabemos elmotivo por el cual se hizo un enemigo irreconciliable de los troyanos: el rey Laomedonte, a quienayud a levantar los muros de Troya, lo enga retenindole la paga prometida (Ilada 21, 442sigs.). Su odio persigue a Hctor, nieto de Laomedonte, aun despus de la muerte de ste. Es uno deaquellos a quienes poco les interesa preservar el cuerpo de Hctor del furor inhumano de Aquiles(Ilada 24, 26). La Odisea comenta que es su ira la que persigue al hroe durante aos por todos losmares hasta que es arrojado, solo y desnudo, a la costa de los feacios. Ms all de las historias deesta obra, la admonicin que Tiresias da a Odiseo en el Hades (Odisea 11, 100 y sigs.) seala queincluso despus de su vuelta a la patria, habiendo vencido a los pretendientes, no se olvide de quePoseidn sigue encolerizado con l y que camine sin cesar hasta alcanzar el lugar donde el destinole permita liberarse de la ira de Poseidn. Las escenas de Poseidn recordemos su correramartima en el comienzo del canto decimotercero de la Iladapertenecen a las imgenes ms

    grandiosas y maravillosas de la poesa homrica. Tambin sabemos que este dios gozaba entre losgriegos, en todos los tiempos, de los mismos honores que su elemento el mar, y que en la pocaarcaica desempe un papel apenas superado. Pero precisamente aqu percibimos el lmite trazado

    por la religin homrica. Poseidn est demasiado ligado a la materia como para poseer la

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    16/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 88verdadera grandeza de lo divino. De esta manera le ocurri algo parecido a Demter: la amplitud desu actividad, que conocemos por muchos testimonios adems de Homero, se limit enteramente almar. Ciertamente eptetos estereotipados como Enosigaios, Enosichthon, Gaiaochos y el mismonombre de Poseidn extienden su poder tambin sobre la tierra que sacude en sus fundamentos,colocndolo al lado de la antigua Diosa de la Tierra como su seor y esposo. En la descripcin del

    combate de los dioses en el vigsimo canto de la Ilada el terremoto que lo acompaa se atribuye aPoseidn: tiemblan montaas y valles, y en la hondura el rey de los muertos salta gritando de sutrono por temor a que Poseidn abra la tierra sacando a la luz su horrendo imperio. Pero loshombres de la Ilada y la Odiseapiensan en Poseidn slo cuando se trata del mar. Para ellos sufuerza no acta en el interior de la tierra, ni en el crecimiento de los animales, ni tampoco en laabundancia de los ros. Una diferencia muy significativa resulta si comparamos su papel con el deHermes, Atenea o Apolo, los cuales protegen y santifican tantas condiciones de la vida humana consu presencia divina. Para el mundo homrico la esencia de un verdadero olmpico tiene un sentidode inmensa hondura y amplitud. La esfera del poder de Poseidn, en cambio, se restringe a unterreno material, firmemente circunscripto; el poder de su 1iombre suena como algo pasado yanticuado. Como ya mencionamos antes, no podemos ignorar que el poeta dio a la presencia de

    Poseidn un rasgo de tosquedad y bondad arcaica. Recurdese su probo y ceremonioso desafo aApolo en el combate de los dioses (Ilada 21, 435 y sigs.) o el ridculo percance del enamoradoAres del que l solo, entre todos los dioses, no puede rerse porque su compasin es demasiadogrande (Odisea S, 344). As, el soberano del mar que mantena la tierra en sus vigorosos brazos notoma parte en el verdadero esplendor de la divinidad, como se manifest en la poca homrica. Estdemasiado enredado en la naturaleza material como para rivalizar con los genuinos olmpicos enlibertad y envergadura.

    Por el mismo motivo comprendemos por qu un dios como Hefesto no alcanz ningunadignidad. No debera creerse que precisamente l, el dios del fuego, estaba destinado a revelar lasideas ms grandes y sublimes? No obstante, en el crculo de los dioses homricos no es nada msque el hbil artesano, condicin que no super nunca ni aun posteriormente. Perteneca por entero al

    elemento del fuego, era propiamente este mismo elemento, contemplado con el ojo de la veneracinpiadosa. En Homero el fuego no slo se llama la llama de Hefesto sino directamente Hefesto,tanto se identifican. Por eso Hefesto no significa casi nada para la religin homrica. En las escenasde las epopeyas donde aparecen dioses desempea un papel subordinado, decididamente ordinario yaun ridculo.

    De esta manera todas aquellas figuras que, segn la creencia homrica, no poseen la corona de ladivinidad perfecta tienen en comn que estn enraizadas en la materia representando con su personala santidad de determinados elementos. Las ms importantes son las deidades de la tierra cuyamaternidad comprende y santifica tambin la muerte. Hemos comprendido su gravedad y

    profundidad. Aun los contemporneos de Esquilo podan sentir con emocin lo que signific tenerque ceder de una vez el podero a los nuevos dioses. Ay de ti, joven generacin divina, habisaplastado y arrebatado de mis manos el antiguo derecho!, exclaman las Eumnides de Esquiloindignadas antes de aceptar la mano conciliadora de Atenea. Despus permanecen con losciudadanos de Atenas como venerables guardianas del derecho y prometen a la ciudad de la celestey masculina hija de Zeus la bendicin de la honda tierra maternal.

    Esta reconciliacin y reconocimiento es un smbolo para el dominio del nuevo espritu e ilustraclaramente su carcter. Los poderes femeninos de la tierra no habran buscado una avenencia sihubieran vencido. Quien no creyese en ellas habra sido irremediablemente vctima de su ira ciega,

    pues su grandeza y su horror radican en lo incondicionado. Su ley es igual a la de la naturaleza ysangre, poderes que abrazan lo suyo con cario maternal, pero cuando se las perturba o lesiona sonde una consecuencia ms despiadada. Los nuevos y celestes dioses, en cambio, son lo bastante

    libres como para no extirpar lo antiguo. Reconocen su verdad manifestando su superior sabidura.No quieren, como los nuevos dioses de otros pueblos, que toda adoracin distinta pase desdeentonces por impiedad y que todos los dioses que ya no lo son deban olvidarse para siempre. Ellos,los espritus de las alturas, dejan a la tenebrosidad de la tierra la venerabilidad que se le debe.

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    17/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 89nicamente tiene que quedar en sus lmites, porque encima de ella se abri un reino de luz al que deahora en adelante debe pertenecer el amor ms sublime del espritu humano. Los dioses que ahoradirigen la vida como conductores e ideales no pertenecen ya a la tierra, sino al ter. De los tresimperios y sus dioses, con cuya distribucin hemos comenzado este captulo, slo qued comolugar de la perfeccin divina el luminoso de Zeus.

    No obstante, los moradores del cielo no son habitantes de un ms all que est enteramenteseparado de este mundo terrenal. Las formas de su existencia son iguales a las de la tierra, ya queson antropomorfos. nicamente que la imperfeccin y fugacidad, cualidades nuestras, las poseen enforma transfigurada y perfecta. Su actuacin sobre la vida humana tampoco tiene nada desobrenatural ni es un poder absoluto que exija el reconocimiento de su ley. Su ser y actuar semueven totalmente por los caminos de la naturaleza. Qu relacin tienen con el reino de la materiay la naturaleza? Aunque estn totalmente unidos con l tienen su morada muy por encima.Pertenecen a dos mundos: las alturas del ter y la pesada corporalidad terrenal.

    Entre los dioses del crecimiento terrenal y de los muertos hay un dios cuya exclusin del crculode los grandes olmpicos merece particular atencin: Dioniso. Homero lo conoce bien juntamentecon la agitacin de su squito, pero en la religin homrica no ocupa el lugar ms modesto. Sin

    embargo l arrastra al hombre en sagrado encanto y sacude toda Grecia con la tempestad ardiente desu espritu. Precisamente esta forma de impulso debe de haber sido extraa al espritu de lo divino,como bien comprendi Homero. No hay duda de que es contrario a toda exaltacin, y sobre todoall donde cree realizar su milagro ms grande: la supresin de los lmites entre el finito y elinfinito, entre hombre y dios. Una parte importante de la religin dionisaca es la creencia relativaen los muertos, y tambin all el sentimiento conmovido no reconoce un lmite insuperable entre elaqu y el all. Cmo cambi esa creencia emocional en la claridad del pensamiento homrico!Entre el ser y el haber sido se hizo visible el eterno abismo. El pasado revel, por primera vez, suesencia especfica que lo separa para siempre del presente a pesar de todos los deseos y fantasas.

    No obstante, el misterio mantuvo su derecho sagrado. Se retir a su profundidad, ningunacuriosidad le sigui all. Slo en el conflicto con la luz, la oscuridad alcanza su profundidad ms

    honda. Es el destino de la fuerza espiritual que aspira masculinamente a ella, el conocer en la nochede los eternos abismos cosas ms estremecedoras que un alma femeninamente soadora yenamorada de todo lo que sea misterioso. Esta experiencia, hecha en todos los tiempos, se confirmtambin en la creencia mortuoria de Homero.

    Por consiguiente, es indudable que el concepto divino de Homero pertenece al dominioespiritual. Es el espritu el que dio su nueva forma memorable a la antiqusima creencia mortuoria.Es l quien rechaz la exaltacin de la religin dionisaca. Con cunta frecuencia se usa estasignificativa palabra irreflexiva o arbitrariamente! Se emplea con preferencia para lo ilimitado einmaterial, el ms all de toda forma y descripcin. Pero donde est el espritu dominan claridad yforma. Su elemento no es lo sobrenatural y trascendental, al contrario, un vnculo insoluble lo ligacon la naturaleza. Naturaleza y espritu viven uno en otro. La primera gran manifestacin delespritu es la religin homrica. Es, a la vez, la primera gran revelacin de la naturaleza. En laGrecia posterior apareci siempre en mltiples formas, pero nunca tan original como en estareligin del espritu vivo. Con ella el helenismo pronunci su eterna palabra sobre el mundo.

    La espiritualidad de las nuevas figuras divinas est vinculada con la ms ntima fidelidad natural;slo esta fidelidad nos hace comprender entera mente su espiritualidad. Friedrich Hlderlin, en sus

    palabras sobre Scrates y Alcibades, expres en la forma ms grandiosa cmo el espritu msprofundo es atrado a la naturaleza ms viva:

    Por qu rindes homenaje, sagrado Scrates,

    siempre a este efebo? No conoces nada ms grande?

    Por qu mira con amor,como a dioses, tu ojo hacia l?

    Quien pens lo ms hondo ama lo ms vivo.

    Comprende sublime virtud quien mir al mundo,

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    18/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 90y los sabios se inclinan

    tantas veces a lo hermoso.

    Que estos versos sirvan de lema a lo que sigue.

    12La antiqusima veneracin de los elementos y de los fenmenos del curso de la naturaleza

    todava es claramente perceptible en Homero y no se perdi nunca en el helenismo. Una devocinsingularmente extensa y profunda sentimos cuando los poemas homricos llaman a la noche, el day la tarde sagrados o divinos, y coronan de gloria divina con tales palabras a los mares y losros, los pases y las ciudades, los cereales, el olivo y el vino. Esta magnificencia del mundo no fuenegada por los nuevos dioses. De lo contrario se hubieran opuesto rgidamente a los antiguosgenios, y dnde estara entonces la unidad y armona del mundo homrico? La santidad de lanaturaleza se incluy en el ser de las deidades luminosas y aparece en ellas como sentido superior ygrandeza espiritual. Lo que eso significa podemos aprenderlo de cada una de las grandes figuras

    divinas. Se separaron de lo terrenal y estn todava presentes en todas sus formaciones. Pero esdigno de reflexin cmo se separaron y cmo estn presentes.La nueva deidad no est frente al mundo como un poder que lo mueve desde fuera sino en medio

    de l. Pero no est aislada en este mundo. La santidad del fuego, como genialidad de ciertoelemento, poda merecer respeto, pero nunca el grado de lo divino en sentido elevado. Ni lamajestad del mar puede elevarse a esta esfera. La deidad es siempre una totalidad, un mundo enteroen su perfeccin. Eso se aplica tambin a los dioses supremos, Zeus, Atenea, Apolo, portadores delos ms sublimes ideales. Ninguno de ellos representa una virtud individual ni se encuentra slo enuna direccin de la vida multiforme; cada uno quiere llenar, formar e iluminar con su espritu

    particular toda la esfera de la existencia humana. La deidad nunca significa para la humanidad unsolo deber o una sola esperanza, sino siempre una unidad vital. Tanto menos se manifiesta en forma

    unilateral en el gran mundo que comprende todos los elementos y seres vivientes junto con loshombres. No es de manera alguna un alma universal, fondo misterioso de todos los seres terrenales,sino siempre una entidad de carcter singular. Pero este carcter es siempre el cuo de un mundo

    perfecto en s mismo.Esto se manifiesta precisamente all donde se podra esperar una actitud unilateral y severamente

    limitada. Afrodita despierta el anhelo amoroso y lo satisface. Vista de este lado nicamente pareceel genio de una sola fuerza natural. Pero es infinitamente ms. Forma todo un mundo y lo anima consu espritu. De ella no viene tanto el entusiasmo del deseo sino el encanto que lo excita y arrebata.Ella es la delicia contenida en los seres que con su sonrisa cautiva los sentidos. No slo hombres yanimales, tambin plantas, objetos inanimados, aun verbos y pensamientos tienen de ella laseductora, hechicera y brillante dulzura. As su encanto hace nacer un mundo donde la graciarespira en el arrobo y todo lo desunido quiere confundirse dichosamente en la unin. Todas lasformaciones y anhelos amorosos estn comprendidos en esto, desde el oscuro impulso animal hastael anhelo hacia las estrellas.

    Encontramos lo mismo en todas las grandes deidades del nuevo orden. Forman y manifiestansiempre una creacin perfecta en s. Cada vez que el mundo muestra uno de sus grandes rostros, elespritu de esa creacin brilla en l.

    Un mundo totalmente distinto, pero otra vez un mundo entero es aquel que se refleja en la diosavirginal rtemis. Aqu no se sabe nada de la delicia que arrastra al abrazo, a la bienaventuranza dela unin. Todo es voluble, lejano y puro. La claridad de la diosa vuela sobre praderas y lagos; suespritu luminoso se mueve en la selva virgen, en la solitaria luz de las alturas; teje el misterioso

    encanto de la soledad de la naturaleza y su terror sofocado, su cario juguetn y la dureza en la quese puede transformar de repente. A ella pertenecen los animales del campo y de la selva profundaque maternalmente protege en sus necesidades, y en la cacera acosa a muerte con gustodesenfrenado. Pero tambin el hombre pertenece a su reino. Su revelacin es la spera dulzura del

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    19/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 91joven cuerpo y del alma joven, las delicias que no quieren entregarse, la ternura que se asusta anteel fervor del concupiscente y se pone cruel cuando alguien se acerca demasiado. La animadaagilidad que slo sabe correr y bailar, la frescura matinal con su brillo y claridad, en la que relucenlos multicolores fuegos de los rayos celestes como en una gota de roco, son sus cualidades propias.As ella es tambin el sentido y espritu de una realidad que comprende hombre, animal y

    naturaleza, que recibe de la diosa el cuo eterno de su esencia.Qu distinta es la expresin del mundo cuyo nombre divino es Hermes! Su rostro nocturnopuede mostrarlo tambin bajo el sol cuando todo acontece misteriosa y milagrosamente, cuandopodemos mirar la oscuridad a pesar de la claridad del da. El espritu de Hermes no se manifiesta enla paz de la noche en toda su majestad, sino en su peligrosidad y favor, en su repentino encontrar y

    perder, su inquietud y dulce goce, en sus rarezas, sus ilusiones y su sentido profundo del que nacitoda magia.

    As, vemos de nuevo que cada deidad est ligada ntimamente con los objetos de esta tierraaunque nunca significa algo particular, sino una eterna forma del ser en el crculo total de lacreacin.

    Tambin el que naci en das posteriores se pone reverente y devoto cuando estos poderes

    revelan su esencia y, de este modo, los imperios del mundo. Admirado, se da cuenta de la amplitudy profundidad de la contemplacin que ha medido estos reinos hasta la sagrada oscuridad del mis-terio, hasta el lmite de lo irracional donde encanto y espanto se confunden. Un maravillosoconocimiento que se puede llamar tambin experiencia vio en grandes esferas del ser el esprituelevado que lleva en s toda su esencia y la manifiesta a la mirada iluminada. De repente se le-vantaron las deidades por encima de los seres vivientes, vivas revelaciones del eterno espritu que

    penetra todo y est presente tanto en el brillo de lo sublime como en el hlito terrenal de los valles yde las alturas, en el crecimiento de las plantas y en el pulso de la vida animal. Estos poderes noactuaban de una forma que la creencia en ellos se difundiera y espiritualizara desde modestosconceptos de concreta actividad individual, en la medida que el pensamiento progres y los deseosvitales crecieron. La unidad esencial, la multiplicidad que irradia espiritualmente desde un centro se

    present de una vez, como la forma de un dominio existencial que manifest en ella su eternocontenido. As la antiqusima santidad de la naturaleza volvi a aparecer en una realidadtransfigurada. El espritu griego acord su primera y mxima veneracin a esta elevada realidad enla hora del nacimiento de su autntica religin. Vea y saba: todo lo individual es imperfecto ycaduco, pero la forma permanece. En ella est el sentido de todo ser y acontecer, es la verdaderarealidad, lo divino, lo omnipresente, es idntica a todas las manifestaciones del crculo vital quedomina. Pero como esencia suprema y eterno ser se encuentra sola en el esplendor etreo, muy porencima de lo terrenal.

    El hombre moderno est dispuesto a confundir la validez universal de tales conceptos conabstracta objetividad. Tambin hoy el investigador de religiones raramente sabe reconocer en las

    personas divinas de la fe antigua otra cosa que objetos naturales y poderes fsicos o conceptos iluso-rios generales. Esta voluntad interpretativa que vacila entre la cruda materialidad y el racionalismofracasa siempre en la vida plstica griega de la figura divina. Da testimonio de un conocimientosuperior en el que el comprender y el contemplar son idnticos. Este conocimiento encuentrasiempre totalidades, y de ellas toma precisamente esos rasgos para los que el intelecto lgico no

    posee norma: nobleza y majestad, solemnidad, magnificencia, bondad, aspereza, rareza, astucia,gracia, encanto y muchos otros significativos y manifiestos valores que el pensamiento racional hade pasar por alto. Este conocimiento ni siquiera necesita lo expresable porque recibe la forma que

    puede renacer una y otra vez en el destello de espritu a espritu. Su propio lenguaje es la creacindel poeta y del artista, lo que no impide reconocer su significacin eminentemente religiosa. Qusera religioso sino la emocin del hombre que mira las honduras de la existencia? Y aqu habla la

    hondura al espritu iluminado. Un momento puede hacer brillar figuras venerables a las que nuncase edific un templo. As Pndaro ora en su quintoHimno stmico a un ser que aparece slo aqu yen ninguna otra parte, aunque le da el nombre de Teia, madre de Helio (vase Wilamowitz,Pndaro,pg. 201 y sigs.): es el poderoso encanto que brilla en el oro, el esplendor maravilloso que

  • 7/27/2019 La Esencia de Los Dioses - Walter Otto

    20/21

    Walter F. Otto L O S D I O S E S D E G R E C I A 92ilumina las regatas en el mar y los caballos en el hipdromo, la gloria en la cabeza coronada delvencedor de los certmenes. Es el brillo, el resplandor esencial, la Divina de cuya grandeza datestimonio el sol y tambin el alma humana cuando resplandece en la bienaventuranza del momento

    perfecto.Este raro ejemplo al que se podran agregar otros varios nos muestra claramente en qu direccin

    el espritu griego ha sido religioso despus de encontrarse a s mismo. El haberse encontrado es elgran acontecimiento de la poca prehomrica. En este momento la generacin de los diosesapareci con claridad tan convincente que deba conquistar y conservar la suprema veneracin. Esindiferente para la comprensin humana de estos nuevos dioses qu importancia tuviera su culto entiempos arcaicos. La hora de nacimiento del concepto especficamente griego de la divinidad fue elmomento genial en que la deidad manifest por su esencia el sentido que acta en una esfera

    particular de la existencia y le otorga eterna duracin, unidad y nobleza.

    13

    Es digno de la clase humana ms ingeniosa y productiva que profes en su genial poca religiosa

    la creencia de reconocer lo divino no en lo absoluto de poder, sabidura o voluntad, sino deconocerlo y adorarlo en las formas primordiales de la realidad. As su religin da el mismo testi-monio para la unidad de naturaleza y espritu que para las artes plsticas.

    De esta unidad sali tambin la purafigura humana en la que la deidad est ante los ojos griegosdesde la poca homrica. No nos preocupemos aqu por la poesa homrica que revela a veces unaleve memoria de las antiguas formas animales. En cualquier caso, el antropomorfismo no se poneen duda por la elevacin ocasional de la imagen divina hacia lo colosal, por ejemplo cuando Hera

    pone sus manos sobre tierra y mar al jurar (Ilada 14, 272) o Ares, derribado en el suelo, ocupanueve yugadas con su cuerpo (Ilada 21, 407), sin tener en cuenta que tales imgenes son escasas ynunca se mantienen. Slo tenemos que esclarecer lo que significa este antropomorfismo y suvictoria sobre cualquier otra forma. Por s solo no es nuevo, porque era familiar sin duda a la poca

    arcaica junto a la forma animal, pero ahora es nico y exclusivo. Con eso la nueva fe se apartadecididamente de la antigua.

    La revelacin en forma animal demuestra una deidad antiespiritual, ligada a los elementos, lamateria y sentimientos inmensos e ilimitados que se agitan en su encuentro. La figura humana, encambio, anuncia una naturaleza divina que se perfecciona en el espritu. Con esta espiritualidad elconcepto nuevo se acerca, segn parece, al nuestro. Pero se aparta lo ms lejos posible de l por laconsagracin de la forma natural. Su clara definicin la considera una genuina manifestacin de lodivino, y por eso la deidad misma ha de representarse en la ms noble de todas las formas naturales:la humana.

    La filosofa religiosa de nuestro ti