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Versículo clave: Mateo 21:1-11 INTRODUCCIÓN: : Pocos días antes de su sufrimiento en la cruz (lo que se conoce como "La Pasión"), Jesús entró en la ciudad de Jerusalén en medio de las alabanzas y de la popularidad de la gente. Su entrada a Jerusalén no fue por casualidad ni por capricho de Jesús. Sino que Él lo hizo para cumplir la voluntad perfecta de Dios. Vamos a estudiar tres hechos importantes en cuanto a su entrada a Jerusalén. DESARROLLO 1) El Primer Hecho: El primer hecho es que la entrada de Jesús montando un asno había sido profetizada en las Escrituras. Aproximadamente quinientos años antes de que Él naciera, el profeta Zacarías escribió: "He aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna." (Zacarías 9:9). Para cumplir con lo dicho por el profeta, Jesucristo entró montado sobre un asno. Él, como Hijo de Dios, pudo haber entrado a Jerusalén de la manera más fastuosa, pero para cumplir con la Palabra de Dios se humilló a sí mismo (Fil 2:8) entrando sobre un asno. De la manera más humilde, Jesucristo no sólo entró a Jerusalén montando un asno, sino que también fue obediente hasta la muerte para salvarnos, cumpliendo así con la voluntad del Padre (Mt 26:39,42 –En Getsemaní). El que haya entrado montado sobre un asno pone de manifiesto su humildad. Pudo haber entrado en la ciudad acompañado de una hueste de ángeles y con gran sonido de trompetas, pero entró humilde, y cabalgando sobre un asno (Zacarías 9:9; Mateo 21:5). Antes de su entrada a Jerusalén, Él dijo de sí mismo a sus discípulos y al pueblo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11:29). Como ya hemos visto, las palabras y los hechos de Jesús eran completamente diferentes a los de los escribas y fariseos. Nosotros hoy, como creyentes y seguidores de Él, debemos ser humildes ante Dios y ante las personas, como Jesús nos lo enseñó. 01 La Entrada Triunfal de Jesús

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Page 1: La Entrada Triunfal de Jesús - iglesiagalilea.org entrada.pdf · Versículo clave: Mateo 21:1-11 INTRODUCCIÓN:: Pocos días antes de su sufrimiento en la cruz (lo que se conoce

Versículo clave: Mateo 21:1-11

INTRODUCCIÓN: : Pocos días antes de su sufrimiento en la cruz (lo que se conoce como "La

Pasión"), Jesús entró en la ciudad de Jerusalén en medio de las alabanzas y de la popularidad de

la gente. Su entrada a Jerusalén no fue por casualidad ni por capricho de Jesús. Sino que Él lo

hizo para cumplir la voluntad perfecta de Dios.

Vamos a estudiar tres hechos importantes en cuanto a su entrada a Jerusalén.

DESARROLLO

1) El Primer Hecho: El primer hecho es que la entrada de Jesús montando un asno había sido profetizada en las Escrituras. Aproximadamente quinientos años antes de que Él naciera, el profeta Zacarías escribió: "He aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna." (Zacarías 9:9).

Para cumplir con lo dicho por el profeta, Jesucristo entró montado sobre un asno. Él, como Hijo de Dios, pudo haber entrado a Jerusalén de la manera más fastuosa, pero para cumplir con la Palabra de Dios se humilló a sí mismo (Fil 2:8) entrando sobre un asno.

De la manera más humilde, Jesucristo no sólo entró a Jerusalén montando un asno, sino que también fue obediente hasta la muerte para salvarnos, cumpliendo así con la voluntad del Padre (Mt 26:39,42 –En Getsemaní).

El que haya entrado montado sobre un asno pone de manifiesto su humildad. Pudo haber entrado en la ciudad acompañado de una hueste de ángeles y con gran sonido de trompetas, pero entró humilde, y cabalgando sobre un asno (Zacarías 9:9; Mateo 21:5). Antes de su entrada a Jerusalén, Él dijo de sí mismo a sus discípulos y al pueblo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11:29).

Como ya hemos visto, las palabras y los hechos de Jesús eran completamente diferentes a los de los escribas y fariseos. Nosotros hoy, como creyentes y seguidores de Él, debemos ser humildes ante Dios y ante las personas, como Jesús nos lo enseñó.

01

2) El Segundo Hecho: El Segundo hecho es: "El Jesús que recibió alabanzas". Cuando Jesús

entró en Jerusalén, una gran multitud lo aclamó: ¡Hosanna en las alturas! Hosanna significa

"sálvanos ahora".

En ese tiempo, Israel estaba bajo el dominio del Imperio Romano. El pueblo estaba oprimido y los

judíos eran explotados como esclavos por el gobierno romano. Como Jesús se presentó y realizó

milagros bajo tales circunstancias, los judíos pensaron que Él sería el libertador que los salvaría

del Imperio Romano. En otras palabras, los judíos no comprendieron el propósito de la venida de

Jesucristo a la tierra. El vino para dar vida y libertad a toda la humanidad. Jesucristo vino para

vivificar nuestra alma marchita mediante su preciosa sangre derramada sobre la cruz, y para que

pudiéramos recibir de Él la bendición de una vida abundante.

Sin embargo, los israelitas sufrieron una gran decepción cuando se dieron cuenta de que Jesús

no sería su libertador del Imperio Romano. No obstante, Jesús no cambió su propósito. Él estaba

destinado a llevar la cruz en conformidad con el plan de Dios, para que el precio del pecado

pudiera ser pagado. Por esto, muy pronto las alabanzas de "hosanna" en los labios de los judíos

desaparecieron, y comenzaron a vociferar: "¡Sea crucificado, sea crucificado!"

El amor de Dios y la obra redentora de Jesucristo fue tan grande que ni aun las piedras podían

callar sus alabanzas. Nosotros, también, debemos vivir hoy alabando a Jesucristo con corazón

puro, semejante al de los niños (Sal 109:1).

3) El Tercer Hecho: El tercer hecho es: "Jesús es el Rey de reyes". Cuando Jesús entró en

Jerusalén el pueblo tendió sus mantos sobre el camino y lo aclamó: “¡Bendito el que viene en el

nombre del Señor, el Rey de Israel!”(Jn 12:13).

¿Qué clase de rey fue Jesús? Él no utilizó un caballo, sino un asno. Un caballo es símbolo de

guerra, mientras que un borrico es símbolo de paz. Jesús vino al mundo como Príncipe de paz

(Isaías 9:6) para darnos la paz. Cuando nació, coros angelicales proclamaron que Él es el Príncipe

de la paz: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”

(Lc 2:14)

Una prueba clara de que Jesús vino como rey está en el hecho de que la gente le tendió sus

mantos en el camino. Podemos ver en 2 Reyes 9:13 que el pueblo puso sus mantos debajo de

Jehú cuando él fue hecho rey. El hecho de que tendieran sus mantos para que sobre ellos pasara

Jesús, nos indica en realidad que Él entró a la ciudad como rey.

Sin embargo, el reino de Jesucristo no es de este mundo; es un reino celestial. Es el reino de Dios,

que será regido por Jesucristo cuando Él vuelva otra vez. Gracias a Cristo llegamos a ser

ciudadanos del reino de Dios (Fil 3:20), y Jesucristo se ha convertido en nuestro Rey y Señor.

Cuando Jesús purificó el templo con la autoridad de un rey, nadie se le enfrentó. Muy pronto,

Jesucristo regresará a la tierra como el Rey de reyes. Por lo tanto, todos los días debemos

alabarlo como nuestro Príncipe de paz, y vivir con esperanza y gozo, esperando su regreso.

APLICACIÓN:

a. Que así como Jesús tuvo una actitud humilde y pacífica cuando entró en Jerusalén sobre un

asno, seamos nosotros ejemplos de paz y humildad para los demás.

b. Que debemos ser creyentes que demos gloria y alabanza a Jesucristo.

c. Que seamos creyentes que demos la bienvenida a Jesucristo en su venida, como el Rey de

reyes.

d. Reconocer a Jesucristo como nuestro Señor, salvador y guía en nuestra vida.

La Entrada Triunfal de Jesús

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Versículo clave: Mateo 21:1-11

INTRODUCCIÓN: : Pocos días antes de su sufrimiento en la cruz (lo que se conoce como "La

Pasión"), Jesús entró en la ciudad de Jerusalén en medio de las alabanzas y de la popularidad de

la gente. Su entrada a Jerusalén no fue por casualidad ni por capricho de Jesús. Sino que Él lo

hizo para cumplir la voluntad perfecta de Dios.

Vamos a estudiar tres hechos importantes en cuanto a su entrada a Jerusalén.

DESARROLLO

1) El Primer Hecho: El primer hecho es que la entrada de Jesús montando un asno había sido profetizada en las Escrituras. Aproximadamente quinientos años antes de que Él naciera, el profeta Zacarías escribió: "He aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna." (Zacarías 9:9).

Para cumplir con lo dicho por el profeta, Jesucristo entró montado sobre un asno. Él, como Hijo de Dios, pudo haber entrado a Jerusalén de la manera más fastuosa, pero para cumplir con la Palabra de Dios se humilló a sí mismo (Fil 2:8) entrando sobre un asno.

De la manera más humilde, Jesucristo no sólo entró a Jerusalén montando un asno, sino que también fue obediente hasta la muerte para salvarnos, cumpliendo así con la voluntad del Padre (Mt 26:39,42 –En Getsemaní).

El que haya entrado montado sobre un asno pone de manifiesto su humildad. Pudo haber entrado en la ciudad acompañado de una hueste de ángeles y con gran sonido de trompetas, pero entró humilde, y cabalgando sobre un asno (Zacarías 9:9; Mateo 21:5). Antes de su entrada a Jerusalén, Él dijo de sí mismo a sus discípulos y al pueblo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11:29).

Como ya hemos visto, las palabras y los hechos de Jesús eran completamente diferentes a los de los escribas y fariseos. Nosotros hoy, como creyentes y seguidores de Él, debemos ser humildes ante Dios y ante las personas, como Jesús nos lo enseñó.

2) El Segundo Hecho: El Segundo hecho es: "El Jesús que recibió alabanzas". Cuando Jesús

entró en Jerusalén, una gran multitud lo aclamó: ¡Hosanna en las alturas! Hosanna significa

"sálvanos ahora".

En ese tiempo, Israel estaba bajo el dominio del Imperio Romano. El pueblo estaba oprimido y los

judíos eran explotados como esclavos por el gobierno romano. Como Jesús se presentó y realizó

milagros bajo tales circunstancias, los judíos pensaron que Él sería el libertador que los salvaría

del Imperio Romano. En otras palabras, los judíos no comprendieron el propósito de la venida de

Jesucristo a la tierra. El vino para dar vida y libertad a toda la humanidad. Jesucristo vino para

vivificar nuestra alma marchita mediante su preciosa sangre derramada sobre la cruz, y para que

pudiéramos recibir de Él la bendición de una vida abundante.

Sin embargo, los israelitas sufrieron una gran decepción cuando se dieron cuenta de que Jesús

no sería su libertador del Imperio Romano. No obstante, Jesús no cambió su propósito. Él estaba

destinado a llevar la cruz en conformidad con el plan de Dios, para que el precio del pecado

pudiera ser pagado. Por esto, muy pronto las alabanzas de "hosanna" en los labios de los judíos

desaparecieron, y comenzaron a vociferar: "¡Sea crucificado, sea crucificado!"

El amor de Dios y la obra redentora de Jesucristo fue tan grande que ni aun las piedras podían

callar sus alabanzas. Nosotros, también, debemos vivir hoy alabando a Jesucristo con corazón

puro, semejante al de los niños (Sal 109:1).

3) El Tercer Hecho: El tercer hecho es: "Jesús es el Rey de reyes". Cuando Jesús entró en

Jerusalén el pueblo tendió sus mantos sobre el camino y lo aclamó: “¡Bendito el que viene en el

nombre del Señor, el Rey de Israel!”(Jn 12:13).

¿Qué clase de rey fue Jesús? Él no utilizó un caballo, sino un asno. Un caballo es símbolo de

guerra, mientras que un borrico es símbolo de paz. Jesús vino al mundo como Príncipe de paz

(Isaías 9:6) para darnos la paz. Cuando nació, coros angelicales proclamaron que Él es el Príncipe

de la paz: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”

(Lc 2:14)

02

Una prueba clara de que Jesús vino como rey está en el hecho de que la gente le tendió sus

mantos en el camino. Podemos ver en 2 Reyes 9:13 que el pueblo puso sus mantos debajo de

Jehú cuando él fue hecho rey. El hecho de que tendieran sus mantos para que sobre ellos pasara

Jesús, nos indica en realidad que Él entró a la ciudad como rey.

Sin embargo, el reino de Jesucristo no es de este mundo; es un reino celestial. Es el reino de Dios,

que será regido por Jesucristo cuando Él vuelva otra vez. Gracias a Cristo llegamos a ser

ciudadanos del reino de Dios (Fil 3:20), y Jesucristo se ha convertido en nuestro Rey y Señor.

Cuando Jesús purificó el templo con la autoridad de un rey, nadie se le enfrentó. Muy pronto,

Jesucristo regresará a la tierra como el Rey de reyes. Por lo tanto, todos los días debemos

alabarlo como nuestro Príncipe de paz, y vivir con esperanza y gozo, esperando su regreso.

APLICACIÓN:

a. Que así como Jesús tuvo una actitud humilde y pacífica cuando entró en Jerusalén sobre un

asno, seamos nosotros ejemplos de paz y humildad para los demás.

b. Que debemos ser creyentes que demos gloria y alabanza a Jesucristo.

c. Que seamos creyentes que demos la bienvenida a Jesucristo en su venida, como el Rey de

reyes.

d. Reconocer a Jesucristo como nuestro Señor, salvador y guía en nuestra vida.

La Entrada Triunfal de Jesús

Page 3: La Entrada Triunfal de Jesús - iglesiagalilea.org entrada.pdf · Versículo clave: Mateo 21:1-11 INTRODUCCIÓN:: Pocos días antes de su sufrimiento en la cruz (lo que se conoce

Versículo clave: Mateo 21:1-11

INTRODUCCIÓN: : Pocos días antes de su sufrimiento en la cruz (lo que se conoce como "La

Pasión"), Jesús entró en la ciudad de Jerusalén en medio de las alabanzas y de la popularidad de

la gente. Su entrada a Jerusalén no fue por casualidad ni por capricho de Jesús. Sino que Él lo

hizo para cumplir la voluntad perfecta de Dios.

Vamos a estudiar tres hechos importantes en cuanto a su entrada a Jerusalén.

DESARROLLO

1) El Primer Hecho: El primer hecho es que la entrada de Jesús montando un asno había sido profetizada en las Escrituras. Aproximadamente quinientos años antes de que Él naciera, el profeta Zacarías escribió: "He aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna." (Zacarías 9:9).

Para cumplir con lo dicho por el profeta, Jesucristo entró montado sobre un asno. Él, como Hijo de Dios, pudo haber entrado a Jerusalén de la manera más fastuosa, pero para cumplir con la Palabra de Dios se humilló a sí mismo (Fil 2:8) entrando sobre un asno.

De la manera más humilde, Jesucristo no sólo entró a Jerusalén montando un asno, sino que también fue obediente hasta la muerte para salvarnos, cumpliendo así con la voluntad del Padre (Mt 26:39,42 –En Getsemaní).

El que haya entrado montado sobre un asno pone de manifiesto su humildad. Pudo haber entrado en la ciudad acompañado de una hueste de ángeles y con gran sonido de trompetas, pero entró humilde, y cabalgando sobre un asno (Zacarías 9:9; Mateo 21:5). Antes de su entrada a Jerusalén, Él dijo de sí mismo a sus discípulos y al pueblo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11:29).

Como ya hemos visto, las palabras y los hechos de Jesús eran completamente diferentes a los de los escribas y fariseos. Nosotros hoy, como creyentes y seguidores de Él, debemos ser humildes ante Dios y ante las personas, como Jesús nos lo enseñó.

2) El Segundo Hecho: El Segundo hecho es: "El Jesús que recibió alabanzas". Cuando Jesús

entró en Jerusalén, una gran multitud lo aclamó: ¡Hosanna en las alturas! Hosanna significa

"sálvanos ahora".

En ese tiempo, Israel estaba bajo el dominio del Imperio Romano. El pueblo estaba oprimido y los

judíos eran explotados como esclavos por el gobierno romano. Como Jesús se presentó y realizó

milagros bajo tales circunstancias, los judíos pensaron que Él sería el libertador que los salvaría

del Imperio Romano. En otras palabras, los judíos no comprendieron el propósito de la venida de

Jesucristo a la tierra. El vino para dar vida y libertad a toda la humanidad. Jesucristo vino para

vivificar nuestra alma marchita mediante su preciosa sangre derramada sobre la cruz, y para que

pudiéramos recibir de Él la bendición de una vida abundante.

Sin embargo, los israelitas sufrieron una gran decepción cuando se dieron cuenta de que Jesús

no sería su libertador del Imperio Romano. No obstante, Jesús no cambió su propósito. Él estaba

destinado a llevar la cruz en conformidad con el plan de Dios, para que el precio del pecado

pudiera ser pagado. Por esto, muy pronto las alabanzas de "hosanna" en los labios de los judíos

desaparecieron, y comenzaron a vociferar: "¡Sea crucificado, sea crucificado!"

El amor de Dios y la obra redentora de Jesucristo fue tan grande que ni aun las piedras podían

callar sus alabanzas. Nosotros, también, debemos vivir hoy alabando a Jesucristo con corazón

puro, semejante al de los niños (Sal 109:1).

3) El Tercer Hecho: El tercer hecho es: "Jesús es el Rey de reyes". Cuando Jesús entró en

Jerusalén el pueblo tendió sus mantos sobre el camino y lo aclamó: “¡Bendito el que viene en el

nombre del Señor, el Rey de Israel!”(Jn 12:13).

¿Qué clase de rey fue Jesús? Él no utilizó un caballo, sino un asno. Un caballo es símbolo de

guerra, mientras que un borrico es símbolo de paz. Jesús vino al mundo como Príncipe de paz

(Isaías 9:6) para darnos la paz. Cuando nació, coros angelicales proclamaron que Él es el Príncipe

de la paz: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”

(Lc 2:14)

Una prueba clara de que Jesús vino como rey está en el hecho de que la gente le tendió sus

mantos en el camino. Podemos ver en 2 Reyes 9:13 que el pueblo puso sus mantos debajo de

Jehú cuando él fue hecho rey. El hecho de que tendieran sus mantos para que sobre ellos pasara

Jesús, nos indica en realidad que Él entró a la ciudad como rey.

Sin embargo, el reino de Jesucristo no es de este mundo; es un reino celestial. Es el reino de Dios,

que será regido por Jesucristo cuando Él vuelva otra vez. Gracias a Cristo llegamos a ser

ciudadanos del reino de Dios (Fil 3:20), y Jesucristo se ha convertido en nuestro Rey y Señor.

Cuando Jesús purificó el templo con la autoridad de un rey, nadie se le enfrentó. Muy pronto,

Jesucristo regresará a la tierra como el Rey de reyes. Por lo tanto, todos los días debemos

alabarlo como nuestro Príncipe de paz, y vivir con esperanza y gozo, esperando su regreso.

APLICACIÓN:

a. Que así como Jesús tuvo una actitud humilde y pacífica cuando entró en Jerusalén sobre un

asno, seamos nosotros ejemplos de paz y humildad para los demás.

b. Que debemos ser creyentes que demos gloria y alabanza a Jesucristo.

c. Que seamos creyentes que demos la bienvenida a Jesucristo en su venida, como el Rey de

reyes.

d. Reconocer a Jesucristo como nuestro Señor, salvador y guía en nuestra vida.

03

La Entrada Triunfal de Jesús