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1 La Enfermedad Mental, un grave problema de Salud Publica escondido, subregistrado y subestimado. Dr. Eduardo Roberto Chávez Ruiz. Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta. Clínica Integral de Psiquiatría. [email protected] Durante mucho tiempo en El Salvador y muchos otros países de Latinoamérica con características sociales, económicas, políticas similares a los cuales se les ha denominado como de Renta baja, tercer mundo etc. se han caracterizado por tener como causa de mortalidad y morbilidad enfermedades infecto- contagiosas. Sin embargo, de unos años para acá, la epidemiologia de nuestras naciones en vías de desarrollo ha ido cambiando drásticamente de un tipo de enfermedades infecto-contagiosas agudas, de rápida mortalidad o letalidad asociada, hacia un tipo de enfermedades silentes, crónicas, degenerativas más propias de los países desarrollados e industrializados, como la hipertensión arterial y la Diabetes mellitus, enfermedad ateroesclerótica, entre otras. Países quienes no solamente nos han heredado los avances en materia de ciencia y tecnología sino también los factores de riesgo, estilos de vida y hábitos causales de este tipo de enfermedades. Debido a los grandes capitales, la forma organizada y capacidad de respuesta de los países desarrollados, las epidemias infecto contagiosas han podido ser eliminadas con mucho éxito. De manera contraria las enfermedades crónico degenerativas son un tanto diferentes a las infecto-contagiosas del pasado en cuanto a lo que en materia de tratamiento y de prevención se refiere, ya que son fenómenos que se desarrollan de forma inadvertida y silenciosa, y vienen a dar síntomas de alarma cuando ya han pasado mucho tiempo de estarse desarrollando y es demasiado tarde en la evolución de la enfermedad como para frenar el proceso y mucho menos para prevenirlo. Pese a las dificultades de realizar labor de prevención y tratamiento, mucho se ha adelantado en el tema en los países desarrollados. Con mucho esfuerzo, inversión en educación y salud se han logrado disminuir el avance de estas enfermedades, aunque en menor medida de lo esperado. Ya que continúan representando las mayores cargas económicas y las mayores factores de riesgo para muerte en estos países. En los países en vías de desarrollo, la carga de las enfermedades infectocontagiosas sigue siendo alta, pero esto no significa entonces que estamos libres del otro tipo de enfermedades crónicas, ya que no son mutuamente excluyentes. Por el contrario, estas enfermedades crónico degenerativas en nuestro medio han avanzado en mucho menor tiempo en nuestras poblaciones por la falta de educación de cómo prevenirlas y la falta de recursos para difundir dichos conocimientos, situándolas entre las primeras causas de muerte sumadas a las causas infecciosas antes descritas. Haciendo que la nueva epidemiologia y los nuevos retos de la salud pública sean ahora no solamente las enfermedades infecto-contagiosas del pasado,

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La Enfermedad Mental, un grave problema de Salud Publica escondido, subregistrado y subestimado. Dr. Eduardo Roberto Chávez Ruiz. Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta. Clínica Integral de Psiquiatría. [email protected]

Durante mucho tiempo en El Salvador y

muchos otros países de Latinoamérica con

características sociales, económicas, políticas

similares a los cuales se les ha denominado

como de Renta baja, tercer mundo etc. se han

caracterizado por tener como causa de

mortalidad y morbilidad enfermedades infecto-

contagiosas.

Sin embargo, de unos años para acá, la

epidemiologia de nuestras naciones en vías de

desarrollo ha ido cambiando drásticamente de

un tipo de enfermedades infecto-contagiosas

agudas, de rápida mortalidad o letalidad

asociada, hacia un tipo de enfermedades

silentes, crónicas, degenerativas más propias

de los países desarrollados e industrializados,

como la hipertensión arterial y la Diabetes

mellitus, enfermedad ateroesclerótica, entre

otras. Países quienes no solamente nos han

heredado los avances en materia de ciencia y

tecnología sino también los factores de riesgo,

estilos de vida y hábitos causales de este tipo

de enfermedades.

Debido a los grandes capitales, la forma

organizada y capacidad de respuesta de los

países desarrollados, las epidemias infecto

contagiosas han podido ser eliminadas con

mucho éxito. De manera contraria las

enfermedades crónico degenerativas son un

tanto diferentes a las infecto-contagiosas del

pasado en cuanto a lo que en materia de

tratamiento y de prevención se refiere, ya que

son fenómenos que se desarrollan de forma

inadvertida y silenciosa, y vienen a dar síntomas

de alarma cuando ya han pasado mucho

tiempo de estarse desarrollando y es

demasiado tarde en la evolución de la

enfermedad como para frenar el proceso y

mucho menos para prevenirlo.

Pese a las dificultades de realizar labor de

prevención y tratamiento, mucho se ha

adelantado en el tema en los países

desarrollados. Con mucho esfuerzo, inversión en

educación y salud se han logrado disminuir el

avance de estas enfermedades, aunque en

menor medida de lo esperado. Ya que

continúan representando las mayores cargas

económicas y las mayores factores de riesgo

para muerte en estos países.

En los países en vías de desarrollo, la carga de

las enfermedades infectocontagiosas sigue

siendo alta, pero esto no significa entonces que

estamos libres del otro tipo de enfermedades

crónicas, ya que no son mutuamente

excluyentes. Por el contrario, estas

enfermedades crónico degenerativas en

nuestro medio han avanzado en mucho menor

tiempo en nuestras poblaciones por la falta de

educación de cómo prevenirlas y la falta de

recursos para difundir dichos conocimientos,

situándolas entre las primeras causas de muerte

sumadas a las causas infecciosas antes

descritas. Haciendo que la nueva

epidemiologia y los nuevos retos de la salud

pública sean ahora no solamente las

enfermedades infecto-contagiosas del pasado,

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sino más bien un esfuerzo por combatir una

combinación de las antiguas enfermedades

infecto-contagiosas y las nuevas enfermedades

crónico-degenerativas. (1)

Tal y como lo hizo la Salud pública de los países

industrializados, también en nuestros países en

desarrollo la salud pública tiene que realizar

cambios en cuanto a su proceder de

prevención y promoción de la salud, con el fin

de modificar las conductas de riesgo asociadas

a estas enfermedades crónico- degenerativas y

aprender sobre la prevención de ellas.

Claro está que como todo cambio, implica

dificultades en la forma de pensar, sentir y en

las conductas de los responsables de la salud.

En primer lugar, los ministerios de salud, luego el

resto de los gobiernos y entidades reguladoras,

y posteriormente de la población en general.

En la actualidad, estas enfermedades aun se

encuentran entre las primeras causas de

morbi-mortalidad de nuestras poblaciones, y

continúan siendo un grave problema de salud

pública en nuestra población, a pesar que

pensamos que ya no aumentan en la forma

exponencial que se venían creciendo.

Ahora que recién empezamos a salir de esta

adaptación a las enfermedades crónico-

degenerativa nos enfrentamos a un nuevo

fenómeno peor que el mencionado

previamente, que está aumentando aun más

rápido y de forma más exponencial y más

silente la morbi- mortalidad de la población

salvadoreña.

Con esta nueva epidemia, nos referimos a las

mayores causas de muerte en El Salvador.

Estamos hablando del fenómeno de los

homicidios y la delincuencia. Un fenómeno

que no solo está matando mucha más gente

en nuestro país, sino que en vez de matar en su

mayoría gente de la tercera edad como las

enfermedades crónico-degenerativas, está

matando en su mayor proporción a los jóvenes

y más aun está acabando con nuestra

población en edad productiva y lo está

haciendo de una forma exageradamente

rápida. Este nuevo flagelo se sale del contexto

único de la salud ya que además de afectar a

las víctimas, tiene un impacto en los familiares y

allegados a estos. Que a su vez los hace tener

problemas de salud mental, problemas de sus

conductas, de su desarrollo económico y

desempeño en todos los ámbitos, etc. lo cual lo

convierte también en un problema Social,

afectando a individuos, familias y comunidades

enteras. Comunidades que por otro lado han

estado siendo bombardeada continuamente

por guerras, crímenes, desastres naturales,

emigración, desintegración del núcleo familiar

y muchos otros factores de riesgo asociados a

la disminución de la salud mental en las

poblaciones.

A su vez todos estos fenómenos sociales y el

trauma psíquico que producen estos factores

de riesgo en la población, aumentan las

enfermedades mentales, el desempleo, el

alcoholismo, las incapacidades laborales y

disminuye el desempeño ideal de los

trabajadores, la supervisión adecuada de los

hijos, entre otros factores predisponentes a la

criminalidad y que perpetuán las acciones

violentas y las conductas carentes de

consciencia de grupo, característica que

debería de estar presente en cualquier

comunidad prospera. Todo esto se convierte

entonces en un ciclo vicioso que agravia la

situación socio-económica del país, lo cual

debe de ser detenido en alguno de sus

eslabones.

Es entonces adonde debe de tomarse en

cuenta la enfermedad mental tras estos

problemas sociales, que si bien es cierto no los

explica por completo, explica en gran medida

la naturaleza de ellos. Y por esa razón es que

decimos que la enfermedad mental es un

problema de salud pública Escondido bajo

otras caras o facetas.

Un ejemplo de estas enfermedades mentales

que se esconden bajo otras situaciones sociales

es el del abuso y dependencia de alcohol y

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sustancias. Los cuales son sumamente

frecuentes, y debido a esta frecuencia,

también lleva a gastos tanto en razón de la

atención médica a las enfermedades físicas

secundarias a estos trastornos como a los

gastos por discapacidad. Sumándose a estos

gastos lleva a problemas sociales que no

repercuten solo en el paciente sino en la

familia, como son: violencia intrafamiliar física

y psicológica, maltrato y abuso infantil,

disminución en la supervisión de los hijos y

adolescentes, trastornos psiquiátricos en la

familia, aumento de la pobreza familiar,

imitación por parte de los hijos de patrones de

conducta del padre abusador de sustancia o

de patrones del conyugue co-dependiente

que perpetuán el ciclo de la adicción en las

siguientes generaciones, y en el caso más

especial del consumo de drogas ilícitas, llegar

hasta empeñar bienes, vender inmuebles

propios o de la familia y cometer robos entre

otros crímenes con tal de satisfacer la adicción.

Otro ejemplo, no menos importante es el de los

problemas de aprendizaje y déficit de atención

en la niñez y su evolución natural de una

proporción de ellos, si es que existen el resto de

los factores asociados en la personalidad y el

ambiente, para la progresión a los trastornos

oposicionista desafiante y trastorno de la

conducta. Para llegar a su estadio final en la

etapa de la adultez que es el trastorno

sociopatico o disocial de la personalidad, el

cual está presente en el 75 a 95% de la

población de reos de alta peligrosidad a nivel

mundial. Este ultimo consiste en un patrón

crónico de disfuncionalidad, inflexibilidad y

persistencia de problemas en las relaciones

interpersonales y en especial con las relaciones

con la autoridad y los derechos de los demás y

una marcada falta de culpa y consciencia de

grupo en cualquier accionar, pobre apego a

otros seres humanos y la sociedad en general

con el fin último de satisfacer necesidades

propias a costa de cualquier precio. (3,4)

Pero por otra parte, si revisamos nuestras

estadísticas de morbilidad en los centros de

atención en salud de El Salvador, no

encontramos que los trastornos psiquiátricos y

psicológicos sean problemas de salud

relevantes ni que se encuentren entre las

primeras causas de consulta en nuestro medio.

Entonces, será que a pesar de estos fenómenos

ya descritos o riesgos de padecer una

enfermedad mental, nuestra población ha

desarrollado defensas o inmunidad a este tipo

de enfermedad? O es que en realidad estas

enfermedades están subregistradas en nuestra

población, que no las detectamos o no las

investigamos.

Respecto a estos cuestionamientos, tal vez sea

importante remontarnos un poco a las

estadísticas y a la frecuencia de estas

enfermedades en otros países y la población

mundial, y lo que representan en razón de

carga y gasto sanitario según los registros

manejados por otras naciones un tanto más

involucradas en el ámbito de la investigación.

Según registros de la OMS, 450 millones de

personas experimentan problemas mentales o

neurológicos en el mundo. Por otra parte según

el Instituto Nacional de salud mental (National

Institute of mental Health) en Estados Unidos,

(entidad responsable de la investigación y la

regulación de la salud mental) en dicho país, el

25% de las personas padecen de uno o más

trastornos mentales a lo largo de la vida, lo cual

implica que 1 de cada cuatro personas

presentaran en algún momento de su vida una

enfermedad mental. (5)

La Carga Económica de la Enfermedad mental.

Según la OMS los trastornos Mentales suponen

el 13 % del gasto sanitario a nivel mundial en

materia del tratamiento y otras intervenciones

enfocadas a la prevención y rehabilitación de

estas enfermedades.(5)

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En América latina y el Caribe por su parte, los

trastornos mentales representan el 22 % de la

carga de enfermedades en general. (5)

Aparte de la carga real antes mencionada,

que las enfermedades mentales representan,

(según el estudio de la carga de enfermedad

en el mundo-Global Burden of Desease- que

fue desarrollado por la organización mundial

de la salud, la Universidad de Harvard y el

Banco Mundial) se encontró que estos

desórdenes constituyen 5 de las 10 principales

causas de discapacidad (el trastorno

depresivo, trastornos por uso de alcohol y la

esquizofrenia a la cabeza) lo cual se mide con

un índice que denominan AVAD (años de vida

ajustados en función de la discapacidad) que

es el resultado de los años de vida perdidos por

discapacidad (AVPD) y los anos de vida

perdidos por muerte prematura (AVMP). (6)

Se evidencio además en este estudio, que los

trastornos mentales han sido subestimados a lo

largo de la historia, entre ellos la depresión, la

esquizofrenia, la dependencia del alcohol entre

otros, al tomar como referente el modelo de

mortalidad, es decir darle importancia a las

enfermedades únicamente si matan a mucha

gente, sin tomar en cuenta la discapacidad

que estas producen, además del impacto

social y económico importante en los

individuos, familias y gobiernos. (6)

Solo algunas de las razones mencionadas en

dicho estudio por las cuales se da un mayor

gasto en función de la discapacidad son las

siguientes (6):

• Menor productividad por muerte

prematura.

• Menor productividad por los enfermos

mentales que no pueden trabajar.

• Menor productividad de familiares por

la necesidad de cuidados que en

ocasiones estos pacientes necesitan.

• Menor productividad de los pacientes

con enfermedades mentales mientras

trabajan.

• Necesidad de soporte que requieren los

familiares de pacientes mentales.

• Desempleo y posibilidades de agresión

y violencia.

• Pobre desarrollo cognoscitivo,

emocional y familiar en hijos.

• Carga emocional para las familias.

Por lo tanto podemos concluir que la carga de

enfermedad mental se mide por el uso de los

servicios de salud y los gastos en tratamientos

realizados a estos pacientes y las acciones

tomadas para la prevención de dichas

enfermedades. Lo cual indica que estamos

frente a una laguna sanitaria, ya que según

este enfoque, no se toman en cuenta las

perdidas por discapacidad que estas

enfermedades producen para los pacientes, los

familiares y los países.

Al ver la frecuencia y carga de las

enfermedades mentales, y la magnitud de este

problema en otras latitudes, me cuesta trabajo

creer que en nuestro país con todos los factores

de riesgo que tenemos asociados a estas

enfermedades, no hayamos desarrollado la

cantidad de trastornos psiquiátricos que esos

países tienen o al menos que no lo tengamos

registrado.

La salud mental y la ley.

Por su parte, en un informe de la OPS/OMS

“Salud en las Américas 2007” reporta que el

75% de los países de la región cuenta con

Legislación específica en relación a las

enfermedades mentales. En caso de El

Salvador, únicamente contamos con algunos

artículos del código de salud (54, 55, 186, 187,

188 y 203), y hablan explícitamente que es el

estado y más específicamente el Ministerio de

Salud Publica y Asistencia Social el encargado

de mantener la salud mental del pueblo.(5, 8)

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Políticas, presupuesto y recursos en Salud

Mental.

El 73% de los países de la región cuentan con

políticas explicitas de salud mental, pero la

mayoría en la realidad no las aplica, siendo

ejemplo de eso nuestro país, en el que el

Ministerio de Salud Publica y Asistencia Social

cuenta con un muy buen programa de salud

mental a nivel de planes, el cual incluso se

encuentra escrito en la página web oficial del

MSPAS, pero desgraciadamente

operativamente es irreal, ya que casi nada de

lo que ahí se describe existe y aunque hayan

planes de implementarlo, los planes no son

suficiente dada la problemática actual del

país.(5, 9)

En el 2005, el 78% de los países de América

latina y el Caribe tenían asignado un

presupuesto específico para salud mental. Sin

embargo la discrepancia entre la magnitud de

la carga de las enfermedades mentales y el

presupuesto asignado para Salud mental eran

abismales, siendo la mayoría alrededor del 1 al

2% del presupuesto sanitario general (en

comparación con el promedio de países

desarrollados de 6.9% y solo Estados Unidos 6.2%

según el NIMH), y en el caso de El Salvador,

Guatemala y Nicaragua 1 % o menos.

Presupuesto del cual aproximadamente el 90%

de los fondos se invierten en hospitales

psiquiátricos céntricos, con tendencia a

acumular enfermos crónicos, y adonde se

concentra la mayoría del personal especialista

en el área de la salud mental. (5)

En el mismo ámbito también hay una diferencia

entre el numero de psiquiatras de 9.8

psiquiatras por 100,000 habitantes en los países

europeos en comparación con 2 psiquiatras

por 100,000 habitantes teniendo en cuenta que

países como Chile, Argentina (9 psiquiatras por

100,000 habitantes), Brasil y Colombia tienen

mayor número de psiquiatras por 100,000

habitantes lo cual aumenta en gran cantidad

la media del resto de países. En el caso de los

psicólogos por 100,000 habitantes la relación es

un poco más equitativa con una relación de

Europa/ América latina de (3.1; 2.8). (5, 7)

En El Salvador, la cantidad de psiquiatras por

100,000 habitantes actualmente es

aproximadamente de 1.3 (7), sin embargo no

todos se encuentran laborando por desempleo

o porque no hay suficiente presupuesto para

empleos en salud mental porque simplemente

no son prioridad.

Y muchos de los profesionales en salud mental

al no encontrar trabajos después de su

formación como especialistas emigran a otros

países con el fin de buscar mejores

oportunidades económicas y laborales, y en

general, como en muchas otras aéreas

profesionales, no vuelven. El país invierte en la

educación de estos profesionales y al final de

todo, terminan siendo aprovechados por otros

países, y la inversión deja de ser inversión para

convertirse en un gasto para El Salvador y una

ganancia para otras naciones.

En el caso del MSPAS quien está destinado a

atender aproximadamente al 80% de la

población únicamente cuenta con un hospital

psiquiátrico en la zona central del país adonde

son referidos los pacientes psiquiátricos para

hospitalización, y consulta externa. Entre otras

opciones de tratamiento ambulatorio se

cuenta con un par de médicos psiquiatras

distribuidos en hospitales regionales como el

hospital Neumológico San Salvador, San Rafael

en Santa Tecla y San Juan de Dios en Santa

Ana que no ascienden a una cifra mayor de 5

especialistas.

El Instituto Salvadoreño del Seguro Social el cual

debe de atender a un poco menos del 20% de

la población, cuenta con un hospital

psiquiátrico, y varias unidades medicas con

equipos de salud mental conformados por

varios profesionales, cumpliendo con las

directrices dictadas por las autoridades

mundiales de salud, enfocadas a un sistema de

salud mental descentralizado y a la

rehabilitación y reinserción social del enfermo

mental a la comunidad. Sin embargo, la

cantidad de usuarios que se atienden sobre

pasan por mucho la capacidad de respuesta

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que estos equipos tienen, haciendo la labor

preventiva y curativa menos efectiva.

El resto de la población es atendida por

personal de salud contratado por Iglesias u

Organismos no gubernamentales, sobre todo

los centros de rehabilitación para el abuso y

dependencia de sustancias, y la práctica

médica privada.

Esta pobre capacidad de reacción que

nuestros sistemas de salud tienen en relación a

las enfermedades mentales, hace que en

algún sentido la capacidad de atención de las

enfermedades mentales sea menor que la

cantidad de enfermos que tenemos. Además

hay otros problemas inmersos aquí, los cuales

tocaremos más adelante, con relación a la

poca detección por parte del personal de

salud de estas enfermedades.

La Brecha de tratamiento.

Al residuo de pacientes que a pesar de tener

una enfermedad mental no reciben un

tratamiento adecuado, es lo que se le ha

llamado la brecha del tratamiento. (5)

Según informes de la OMS se estima que en

América latina y el Caribe la brecha de

tratamiento asciende del 35.5 al 50.3% en

países desarrollados y al 76.3 al 84.4% en países

en vías de desarrollo.

Específicamente la brecha de tratamiento por

enfermedades, tenemos que es del 32.2% en la

esquizofrenia, del 56.3% en depresión grave,

57% en el Trastorno de ansiedad generalizada y

el 78.1% en los trastornos por consumo de

alcohol. (5)

Ahora enfocándonos un poco en cifras de

enfermedad mental de otros países es

importante destacar el papel que la atención

primaria y comunitaria tiene en el ámbito de la

salud mental.

Enfermedad mental en Atención Primaria.

En el estudio ECA por sus siglas en ingles

Epidemiologic Catchment Area, en el que se

evalúa la frecuencia de enfermedades

mentales en la comunidad, se encontró que

aproximadamente el 7% de los residentes de la

comunidad habían buscado ayuda por un

problema de salud mental. (10)

El 60% de estos individuos nunca había visto a

un profesional de salud mental y buscaron

ayuda en el consultorio de medicina general

con su médico de atención primaria. (10)

Incluso entre las personas que llenan todos los

criterios para diagnosticarse con una

enfermedad mental, es 3 veces más común

que busquen ayuda con un medico en

atención primaria que con un profesional en

salud mental. (10)

Por lo tanto, los problemas psiquiátricos son

extremadamente más frecuentes en

poblaciones de atención primaria y se estima

que más o menos la mitad de los pacientes

ambulatorios en atención primaria tienen algún

síntoma psiquiátrico, encontrándose una

prevalencia de 25 a 35% de pacientes en

clínicas de medicina general que cumplen

todos los criterios para al menos un trastorno

mental y 10 % de los pacientes que tienen

sintomatología psiquiátrica significativa pero no

cumplen completamente los criterios suficientes

para diagnosticarlos como enfermedad

mental.

De los trastornos más frecuentemente

encontrados, la mayoría son trastornos del

humor, depresión y trastornos de ansiedad.

Por lo tanto por múltiples razones, es mucho

más frecuente que los pacientes consulten a un

médico de atención primaria antes que

consultar con un profesional de la salud mental

directamente. (10)

Sin embargo, se ha demostrado que los

médicos de atención primaria diagnostican

menos de la mitad de los trastornos mentales

presentes en sus pacientes. (10)

Pero por que podría ser que los médicos de

atención primaria u otras especialidades no

estén diagnosticando la enfermedad mental

de sus pacientes?

Para contestar la pregunta anterior se han

planteado tantas hipótesis, pero en general

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podemos mencionar a continuación algunas

razones que la evidencia nos ha sugerido. (10)

La población en atención primaria es diferente

que la que busca atención por un médico

psiquiatra. En general, estos se presentan con el

médico general en etapas más tempranas del

curso del desorden mental por motivos más

relacionados a la confianza que tienen con su

médico general tratante y se presentan más

comúnmente con quejas somáticas como,

dolores abdominales, de cabeza, fatiga,

cansancio, mareo, dolores de pecho etc. de lo

que se presentan con síntomas psiquiátricos

como tal. (10)

Por la naturaleza somática de sus quejas se

oscurece aun más el diagnostico de una

enfermedad psiquiátrica o de la causalidad

psicológica de los síntomas. Sin embargo las

presentaciones de dichos cuadros clínicos

tienden a ser un tanto atípicos en relación a los

cuadros clínicos orgánicos, y con frecuencia los

pacientes de atención primaria y con

enfermedad psiquiátrica tienden a quejarse

más exageradamente de sus síntomas

somáticos que el resto de los pacientes de

atención primaria. (10, 11)

El reconocimiento de los síntomas por parte del

médico general es necesario pero no

suficiente, ya que existen factores relacionados

al médico, al paciente y al sistema de salud en

si, que pueden entorpecer el proceso de

discutir temas de síntomas psiquiátricos. Es esto

a lo que se le ha denominado la ecuación (no

preguntar/no expresar)

Entre los factores relacionados a los médicos

para entorpecer este proceso (parte de la

ecuación: no preguntar) tenemos los siguientes

(10):

Dificultad para tomar una historia social

o realizar un examen mental

(comportamiento que se le ha atribuido

a la falta de educación en el tema)

Presiones de tiempo y productividad.

Mecanismos de defensa del médico

como la negación, la evitación, la

identificación y el aislamiento del

afecto.

Algunos médicos generales tienen

temor de que al tocar temas

relacionados a síntomas psiquiátricos el

paciente se moleste o se vaya del

consultorio

Otros, al no tener una respuesta

adecuada inmediata, o conducta a

tomar en relación al problema

psiquiátrico, es una razón de peso para

que la identificación del síntoma

psiquiátrico o causalidad psicológica no

se dé en el contexto de una cita de 15

minutos. Es decir la negación y la

evitación pueden prevalecer cuando el

médico presionado por el tiempo y

sintiéndose inseguro en cómo tratar, o si

es mejor tratar o referir al paciente.

Un ejemplo de este último punto puede

ilustrarse en un trabajo de investigación

realizado en el Hospital San Rafael de Santa

Tecla, en el que se tenía como objetivo el

conocer la prevalencia de trastorno

conversivo( Trastorno de somatización más

frecuente en servicios de emergencia a nivel

mundial) en los pacientes que consultaban en

la emergencia de dicho hospital, ya que

empíricamente se advertía como un

diagnostico frecuente pero las estadísticas de

morbilidad no lo reflejaban. Por lo tanto, por

medio de la revisión de expedientes, y con los

criterios diagnósticos reflejados para este

problema psiquiátrico, se encontraron 47

pacientes 2.35% de los pacientes que

consultaron a la emergencia en el periodo

tomado, cumplían criterios para ser

diagnosticados con trastorno conversivo.

Dentro de los diagnósticos bajo los cuales se

subregistraban dichos diagnósticos eran

Cefaleas tensiónales, Trastornos de ansiedad,

gastritis, colitis, infecciones de vías urinarias,

entre otros. Además eran manejados con

placebos y únicamente el 8% de estos

pacientes fue referido para tratamiento

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ambulatorio con un especialista en salud

mental. (12)

Esto en alguna medida perpetúa el ciclo de

consultas al departamento de emergencias ya

que refuerza en el paciente la creencia que

dichos síntomas son de origen físico y no

realmente de origen psicológico. Y al no darse

una referencia para tratar el problema según

su origen (psicológico), queda la oportunidad

de que el paciente regrese nuevamente al

tener síntomas similares, recurriendo de forma

reiterada al uso incorrecto de los servicios de

salud en emergencia de un hospital regional,

en vez de los de una clínica ambulatoria de

psiquiatría o psicología según el caso.

Haciendo así perder el tiempo de los médicos y

los recursos de emergencia del hospital que

podrían estar siendo aprovechados por

pacientes con emergencias medicas y podría

reducirse así el desgaste emocional/físico y

frustración del personal de salud.

En el otro lado de la ecuación encontramos al

paciente (no expresar) y entre los factores que

entorpecen este proceso podemos enunciar

(10):

La estigma que es frecuente entre los

pacientes así como entre los

proveedores de salud, en la que el

paciente se detiene o evita discutir sus

síntomas psiquiátricos por temor a la

crítica o por vergüenza.

El paciente puede creer que sus

síntomas psiquiátricos son debilidades

personales y pueden percibir que sus

médicos de atención primaria pueden

compartir dicha creencia.

Los pacientes pueden no saber que

tienen una enfermedad mental

diagnosticable y tratable.

Conclusión.

En Resumen, estamos hablando de un

problema de salud pública extremadamente

frecuente, con gran carga económica para el

país no solo en materia de cuidados sanitarios

sino en función de la discapacidad, a la que se

le suman barreras para la superación de la

misma como son las siguientes (5):

El financiamiento de los servicios de

salud mental es insuficiente.

La centralización de los recursos de

salud mental en instituciones de gran

tamaño, situadas en grandes ciudades

o en sus cercanías.

La integración eficaz de la atención de

salud mental en los servicios de

atención primaria es de naturaleza

compleja.

El número de personal especializado en

diferentes campos, debidamente

capacitado u supervisado para brindar

atención de salud mental, es

insuficiente.

Las frecuentes deficiencias de los

dirigentes en el área de salud mental en

cuanto su experiencia y destrezas en

materia de salud pública. (5)

Situación que nos afecta a todos y no

únicamente a un grupo pequeño de la

población susceptible a enfermedades físicas,

ya que se sale del contexto de salud para

sumarse o esconderse bajo una compleja

combinación de fenómenos que afectan varias

áreas de nuestra vida, por su impacto

económico, social, familiar.

Por lo tanto ante una epidemia tan compleja

como es la de las enfermedades mentales y

todos los problemas sociales derivados de ellas.

Es imperativo un cambio de enfoque de

resolución. Un enfoque que por la naturaleza

compleja del fenómeno, no involucre

únicamente una parte biológica como

habitualmente ha sido costumbre con las

enfermedades infecto-contagiosas y crónico-

degenerativas, sino un cambio hacia un

enfoque un tanto más complejo que involucre

tanto parte biológica, como psicológica y

social.

Además esta situación, debe involucrar un

esfuerzo conjunto en el que actúen todas las

fuerzas y recursos sociales actuales a favor de

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ella y aporte cada parte de la población una

pizca o un ladrillo en la gran construcción final

que es la adopción de nuevas ideas y medidas

de accionar, tanto preventivas como curativas

de la situación actual.

Entre las acciones que podemos tomar se

pueden mencionar:

Empezando por los entes responsables y

reguladores de la Salud, iniciar una reforma en

salud mental que incluya la descentralización

de los servicios psiquiátricos y psicológicos

hacia un modelo más comunitario dentro de

hospitales y centros de salud de atención

primaria, secundaria y de medicina general,

con un enfoque más de rehabilitación del

enfermo mental y la reinserción laboral y

comunitaria.

Fomentar la prevención, promoción e

investigación en salud mental con el fin de

hacer un diagnostico valido acerca de las

enfermedades mentales en la comunidad

Salvadoreña y poder enfocar de una forma

más orientada y especifica las políticas

sanitarias a la mejoría de la salud de la

población.

Por otro lado, asignar un mayor presupuesto al

tratamiento e investigación en salud mental

mas conforme a la carga real de las

enfermedades mentales, así como un mayor

presupuesto en entrenamiento y contratación

de personal profesional de la salud mental con

el fin de mejorar la salud general de la

población.

En cuanto a los políticos de otras áreas del

estado, involucrarse un poco más y tener

mayor voluntad política para la superación de

este problema e implementando leyes que

protejan los derechos humanos de esta

población vulnerable, que por su estado actual

le es más difícil defender sus derechos.

A los psiquiatras y profesionales de la salud

mental tomar un rol más protagónico en la

educación de los médicos generales y de otras

especialidades, así como los profesionales de la

salud en otras áreas de la medicina, ciencias

afines, docentes, profesores y educadores en

general para mejorar sus conocimientos,

actitudes y conductas en relación a la

detección, vías de referencia y estigma

asociado a estas enfermedades.

Y además unir esfuerzos para mejorar la

calidad y registro de las investigaciones en

salud mental.

A los médicos generales, especialistas en otras

áreas y demás personal de atención primaria,

una mayor detección e índice de sospecha de

la enfermedad mental entre sus pacientes y un

poco mas de tolerancia y empatía, y esfuerzo

por referirlos para manejo adecuado según su

causa real de enfermedad, así como también

un esfuerzo por educación continua en áreas

de salud mental dada la gran cantidad de

pacientes con dichos síntomas que se

presentan a sus lugares de trabajo.

A los educadores como profesores y docentes

a todo nivel, enseñar a sus alumnos y familiares

acerca de los mitos erróneos y la estigma

referente a la enfermedad mental y los datos

reales y consecuencias que estas

enfermedades traen a nuestra sociedad.

A las asociaciones gremiales, comunitarias y

población en general incluyendo a todas las

poblaciones antes mencionadas (es decir a

todos nosotros), mayor tolerancia, más apertura

y flexibilidad a tomar o aprender nuevas

posturas más sanas acerca de la enfermedad

mental y menos estigma para los enfermos

mentales o personas con trastornos

emocionales y de la conducta que tal como

cualquier enfermedad en otra parte del

cuerpo, son enfermedades diagnosticables y

tratables. Un enfoque menos individualista y

más comunitario con las personas que sufren

de males de esta índole, porque al final el

beneficio es para todos. Mayor apoyo a

familiares o miembros de su comunidad o de su

lugar de trabajo en relación a las

enfermedades mentales.

A los mismos pacientes con enfermedad

mental, el mayor apoyo y comprensión al resto

de personas con estas enfermedades, fe en el

personal que los trata y su vocación, paciencia

y apego a sus tratamientos, y un gran respeto y

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esperanza por sí mismos y por el difícil pero no

por lo mismo imposible fin de salir adelante con

su tratamiento y mejora en la calidad de vida.

Esto como medidas o consejos en general que

podrían contribuir al gran esfuerzo de cambiar

la forma de pensar y actuar con respecto a

este fenómeno de la enfermedad mental. Sin

embargo confió en que su criterio y sentido

común a la hora de actuar en este ámbito es la

mejor medida de lo correcto.

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