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LA ENERGÍA NUCLEAR EN LA HORA DE LA VERDAD SEIS RAZONES QUE SUSTENTAN EL ARGUMENTO EN PRO DE LA ENERGÍA NUCLEOELÉCTRICA POR JOHN RITCH III BOLETÍN DEL OIEA, 44/2/2002 C on el paso de los años, la simple palabra "nuclear" ha llegado a ser el centro de una polémica aparentemente inter- minable, cargada de pasiones e ideologías que emanaron, en un principio, de un temor lógico a la guerra nuclear, pero que se convir- tieron en un enfrentamiento exal- tado, y ahora un tanto instituciona- lizado, que ha debido enfrentar el discurso público en cuanto a la mejor forma que pueden los países del mundo satisfacer sus necesida- des de energía en el siglo XXI. A lo largo del camino, la sola idea de la energía nuclear devino en un sustituto político y psicológico. El escepticismo con respecto al gobierno, la desconfianza en las grandes empresas, la preocupación por los efluentes industriales tóxi- cos, un temor subconsciente a un cataclismo, todos esos sentimien- tos y temores se han hecho realidad para muchas personas en un con- cepto vago denominado "la indus- tria nuclear". Cuando hablamos de la industria automovilística, de la industria de la confección, la ali- mentaria o las industrias proveedo- ras de combustibles fósiles, nos referimos a grandes ramas de la producción y la prestación de ser- vicios a las que están incorporados cientos de miles de empleados que procesan grandes cantidades de productos básicos de alto valor. Los colosales ingresos provenien- tes de esos productos básicos generan poderosos intereses crea- dos, capaces, en gran medida, de destinar recursos a la defensa de su posición en el mercado y muy dados a ello. En contraposición a la energía nucleoeléctrica, nos referimos a un producto básico abundante llamado uranio, cuya característica fundamental radica en que un poco rinde mucho. No cabe duda de que la explotación, elaboración y uso de ese combustible de ura- nio crea cierto interés económico. Sin embargo, en cuanto a dimen- sión y alcance, ese interés es exi- guo en comparación, digamos, con el carbón, el petróleo o el gas natural. Precisamente porque sólo una pequeña cantidad de ura- nio relativamente barato contiene energía equivalente a la de un tren cargado de carbón, los intereses económicos creados, presentes en el ciclo del combustible nuclear, son relativamente limitados. Tal vez se pudiera discurrir que un importante interés creado por el uranio se podría encontrar en el punto de uso final del ciclo del combustible nuclear, en el cual la asombrosa densidad de energía del uranio se aprovecha plenamente. Ahora bien, en su lugar encontra- mos una entidad denominada compañía que crea un producto genérico denominado electricidad, utilizando, por lo general, diversos combustibles y centrales eléctricas. De ser así, esta compañía de com- bustibles múltiples quizás prefiera defender la generación de electrici- dad a partir de la energía nuclear, pero también prefiere defender la generación de electricidad utilizan- do combustibles fósiles. Desde luego, esta ambivalencia podría cambiar si hubiera un mer- cado grande o preferido para un producto denominado "electrici- dad generada limpiamente". En ese momento, se asignará inmedia- tamente un valor especial a la elec- tricidad proveniente de! uranio. Sin embargo, nuestras sociedades aún se encuentran en las etapas ini- ciales de la creación de un incenti- vo de esa índole para el mercado. Todo lo anterior es una forma de decir que, al examinar la "industria nuclear" como un interés económi- co creado, uno se tropieza exacta- mente con lo que Gertrude Stein se encontró en Oakland: no mucho. En la Asociación Mundial de Energía Nuclear estamos trabajan- do para unificar y apoyar a las compañías que abarcan la industria nuclear del mundo y promover la tecnología que representan. Sin embargo, a pesar de lo que podrí- an suponer nuestros opositores ecologistas, no representamos un interés económico amplio. Estamos luchando, al menos, no sólo por una idea, sino también por una industria. Hoy quiero referirme a que esta es una idea cuyo momento ha lle- gado: que la energía nuclear a medio siglo de su inicio, ha llegado a la hora de la verdad, en no menos de seis importantes aspectos: B Primero. La tecnología ha alcanzado la mayoría de edad. Aún cuando el progreso es cosa del futuro, la energía nucleoeléctri- ca ha alcanzado una vigorosa madurez, no sólo desde el punto de vista científico, sino también en las instituciones que hemos creado para apoyar y encauzar su uso. John Ritch III es el Director General de la Asociación Mundial de Energía Nuclear. El presente artículo se basa en el discurso que pronunció ante la Soáedad Británica de Energía Nuclear con motivo de la celebración del 40° Aniversario en Londres en julio de 2002. Para más información sobre la energía nuclear, consulte el sitio web de la WNA en uniw.ivorld-nuclear.org

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Page 1: LA ENERGÍA NUCLEAR EN LA HORA DE LA VERDAD · 2014-10-10 · LA ENERGÍA NUCLEAR EN LA HORA DE LA VERDAD SEIS RAZONES QUE SUSTENTAN EL ARGUMENTO EN PRO DE LA ENERGÍA NUCLEOELÉCTRICA

LA ENERGÍA NUCLEAR EN LA HORA DE LA VERDADSEIS RAZONES QUE SUSTENTAN EL ARGUMENTO EN PRO DE LA ENERGÍA NUCLEOELÉCTRICA

POR JOHN RITCH III

BOLETÍN DEL OIEA, 44/2/2002

Con el paso de los años, lasimple palabra "nuclear" hallegado a ser el centro de

una polémica aparentemente inter-minable, cargada de pasiones eideologías que emanaron, en unprincipio, de un temor lógico a laguerra nuclear, pero que se convir-tieron en un enfrentamiento exal-tado, y ahora un tanto instituciona-lizado, que ha debido enfrentar eldiscurso público en cuanto a lamejor forma que pueden los paísesdel mundo satisfacer sus necesida-des de energía en el siglo XXI.

A lo largo del camino, la solaidea de la energía nuclear devino enun sustituto político y psicológico.El escepticismo con respecto algobierno, la desconfianza en lasgrandes empresas, la preocupaciónpor los efluentes industriales tóxi-cos, un temor subconsciente a uncataclismo, todos esos sentimien-tos y temores se han hecho realidadpara muchas personas en un con-cepto vago denominado "la indus-tria nuclear". Cuando hablamos dela industria automovilística, de laindustria de la confección, la ali-mentaria o las industrias proveedo-ras de combustibles fósiles, nosreferimos a grandes ramas de laproducción y la prestación de ser-vicios a las que están incorporadoscientos de miles de empleados queprocesan grandes cantidades deproductos básicos de alto valor.Los colosales ingresos provenien-tes de esos productos básicosgeneran poderosos intereses crea-dos, capaces, en gran medida, dedestinar recursos a la defensa de suposición en el mercado y muydados a ello.

En contraposición a la energíanucleoeléctrica, nos referimos aun producto básico abundante

llamado uranio, cuya característicafundamental radica en que unpoco rinde mucho. No cabe dudade que la explotación, elaboracióny uso de ese combustible de ura-nio crea cierto interés económico.Sin embargo, en cuanto a dimen-sión y alcance, ese interés es exi-guo en comparación, digamos,con el carbón, el petróleo o el gasnatural. Precisamente porquesólo una pequeña cantidad de ura-nio relativamente barato contieneenergía equivalente a la de un trencargado de carbón, los intereseseconómicos creados, presentes enel ciclo del combustible nuclear,son relativamente limitados.

Tal vez se pudiera discurrir queun importante interés creado porel uranio se podría encontrar en elpunto de uso final del ciclo delcombustible nuclear, en el cual laasombrosa densidad de energía deluranio se aprovecha plenamente.Ahora bien, en su lugar encontra-mos una entidad denominadacompañía que crea un productogenérico denominado electricidad,utilizando, por lo general, diversoscombustibles y centrales eléctricas.De ser así, esta compañía de com-bustibles múltiples quizás prefieradefender la generación de electrici-dad a partir de la energía nuclear,pero también prefiere defender lageneración de electricidad utilizan-do combustibles fósiles.

Desde luego, esta ambivalenciapodría cambiar si hubiera un mer-cado grande o preferido para unproducto denominado "electrici-

dad generada limpiamente". Enese momento, se asignará inmedia-tamente un valor especial a la elec-tricidad proveniente de! uranio.Sin embargo, nuestras sociedadesaún se encuentran en las etapas ini-ciales de la creación de un incenti-vo de esa índole para el mercado.

Todo lo anterior es una forma dedecir que, al examinar la "industrianuclear" como un interés económi-co creado, uno se tropieza exacta-mente con lo que Gertrude Stein seencontró en Oakland: no mucho.

En la Asociación Mundial deEnergía Nuclear estamos trabajan-do para unificar y apoyar a lascompañías que abarcan la industrianuclear del mundo y promover latecnología que representan. Sinembargo, a pesar de lo que podrí-an suponer nuestros opositoresecologistas, no representamos uninterés económico amplio.Estamos luchando, al menos, nosólo por una idea, sino tambiénpor una industria.

Hoy quiero referirme a que estaes una idea cuyo momento ha lle-gado: que la energía nuclear amedio siglo de su inicio, ha llegadoa la hora de la verdad, en no menosde seis importantes aspectos:B Primero. La tecnología haalcanzado la mayoría de edad.Aún cuando el progreso es cosadel futuro, la energía nucleoeléctri-ca ha alcanzado una vigorosamadurez, no sólo desde el puntode vista científico, sino también enlas instituciones que hemos creadopara apoyar y encauzar su uso.

John Ritch III es el Director General de la Asociación Mundial de Energía

Nuclear. El presente artículo se basa en el discurso que pronunció ante la

Soáedad Británica de Energía Nuclear con motivo de la celebración del

40° Aniversario en Londres en julio de 2002. Para más información sobre la

energía nuclear, consulte el sitio web de la WNA en uniw.ivorld-nuclear.org

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H Segundo. A escala nacional,los temas claves que comprome-ten la energía nuclear exigirán enbreve la adopción de una decisión.En Gran Bretaña, como principalejemplo, la necesidad de tomarmedidas decisivas en cuanto a laenergía nucleoeléctrica ha llegadoa un momento crítico, comopronto ocurrirá en otros países.

• Tercero. Los suministrosde combustible fósil podríanresultar sencillamente inade-cuados para satisfacer las nece-sidades mundiales de energía.Pronosticamos ahora un futuro aescala mundial en el que la deman-da de energía será tan colosal quetal vez sea necesario aumentar con-siderablemente la energía nucleoe-léctrica, aun dejando a un lado losaspectos medioambientales.B Cuarto. Las formas benefi-ciosas de emplear la energíanucleoeléctrica pronto se multi-plicarán. El mundo está entrandoen una época en la que probable-mente se diversificará la funciónde la energía nucleoeléctrica: desuministrar sólo electricidad a apo-yar otros dos elementos muyimportantes de la economía mun-dial, a saber, el transporte propul-sado por hidrógeno y la obtenciónde agua salubre por desalación.B Quinto, y de gran impor-tancia. Un viraje trascendentalhacia la energía nucleoeléctricaes ahora ecológicamente indis-pensable. Cuando enfrentamoslo que posiblemente sea la mayorcrisis de la historia humana —elconstante debilitamiento de labiosfera terrestre debido a la acti-vidad económica— el mundo sen-cillamente no puede conciliar lasnecesidades de los seres humanosy la seguridad del medio ambientesin depender grandemente de laenergía nucleoeléctrica.

• Sexto. Esta hora de la ver-dad para la energía nucleoe-léctrica exige que se diga laverdad. Teniendo en cuenta quela conciencia pública y la decisiónpolítica constituyen una necesi-dad imperiosa, los que puedenhacerlo deben exponer ahora los

argumentos a favor de la energíanucleoeléctrica de manera con-vincente, sin apología o subterfu-gio y con efecto persuasivo.Mucho depende de que sefomente el conocimiento y lavoluntad de emplear la tecnologíanuclear en beneficio de todos.

Permítanme referirme a cadauno de esos seis aspectos de laenergía nucleoeléctrica en lo quedescribo como el momento de laverdad.

Madurez tecnológica. Conello no quiero decir vejez, sinomás bien el surgimiento de unaadolescencia prolongada llena demolestias cada vez mayores.

A lo largo de su historia, se hanrelacionado a la energía a la energíanucleoeléctrica con cuatro esferas:la proliferación, la seguridad ope-racional, los desechos y el costo.

Durante los últimos cincuentaaños —de hecho, a partir del dis-curso "Átomos para la paz" pro-nunciado hace 49 años por elPresidente Eisenhower—, la cien-cia y la diplomacia se han unidopara lograr grandes progresos enlas cuatro esferas. Esos progresoshan contribuido a crear una sólidabase para ampliar considerable-mente el empleo de la energíanucleoeléctrica en el siglo XXI.

Al refrenar los peligros queconstituyen las armas, el Tratadosobre la no proliferación de lasarmas nucleares representa unéxito trascendental en la historiade la diplomacia. Todos los paí-ses, menos tres, ahora son partesen el Tratado, y todos los países,menos ocho —aquellos tres y loscinco que, según el Tratado, sonreconocidos como Estados po-seedores de armas nucleares—,están sometidos a las salvaguar-dias totales destinadas a impediry detectar cualquier intento defabricar armas nucleares.

En el decenio de 1990, el des-cubrimiento del programa secre-to del Iraq para fabricar labomba motivó a que se fortale-cieran esas salvaguardias a medi-da que el OIEA adquiría tecno-logías de detección mejoradas,

un acceso ampliado a las fuentesde información nacionales y unamayor autoridad en el campo dela investigación.

El TNP no constituye —nipodría constituir— una garantíacontra cualquier amenaza de acti-vidad nuclear ilícita. En cambio,constituye una garantía contracualquier peligro real de que se uti-lice un programa de energía nu-cleoeléctrica del sector civil comofuente encubierta para desarrollararmas ilícitas. El TNP ha creadoun muro de confianza en cuanto aque la producción de energía nocontaminante a partir de energíanucleoeléctrica no estimulará a laspersonas malintencionadas.

En todo caso, lo que podríahaber ahora es un vínculo defensi-vo útil, y no peligroso —de mane-ra que la vigilancia mundial delOIEA, que requiere el uso de latecnología nuclear con fines pacífi-cos, contribuye ahora a propiciarun sistema de alerta tempranocontra usos ilícitos.

En la práctica, el aspecto de laproliferación sencillamente noocupa el lugar que merece cuandohablamos de emplear la energíanucleoeléctrica para satisfacernecesidades mundiales de energíano contaminante. La t r ^o r partedel consumo actual de energíatiene lugar en los países que yaposeen armas nucleares o en losque se puede confiar por ser partesde buena fe en el TNP. Además,China y la India son, los principa-les mercados desde el punto devista del crecimiento en materiade consumo energético, y esos dospaíses ya poseen armas nucleares.

En resumen, en los casos enque la energía no contaminanteproveniente de la energía nucleo-eléctrica sea lo más importante,la proliferación no constituye nisiquiera un problema.

Los delegados a la Conferencia

General del OIEA celebrada en sep-

tiembre de 2002 en la República de

Corea, asisten a una reunión de infor-

mación sobre la energía nuclear.

(Cortesía: Calma I'OIEA) BOLETÍN DEL OIEA, 44/2/2002

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BOLETÍN DEL OIEA, 44/2/2002

Pasando a la seguridad operacio-nal, el progreso es igualmente nota- .ble. La creación de la Asociación¡Mundial de Explotadores deCentrales Nucleares (AMEIN)constituye un logro extraordinarioen la diplomacia del sector privado,al establecer una segunda gran ins-titución nuclear paralela al OIEA.

La práctica de seguridad impe-cable debe ser siempre la mayornecesidad imperiosa de la indus-tria nuclear. Por intermedio de sured de intercambio técnico y delexamen por homólogos en todaslas centrales nucleares del mundo,la AMEIN no sólo ha elevado lasnormas, sino que también ha ins-titucionalizado una cultura de laseguridad nuclear mundial.

En cuanto a los desechos—que es, en realidad, la mayorventaja comparativa de la energíanucleoeléctrica—, durante muchotiempo se ha tratado de una cues-tión más bien de política que deciencia. Se están considerandodos acontecimientos que mejora-rán esta política.

El primero es un crecientereconocimiento del público deque, en efecto, esta ventaja com-parativa sí existe: de que la cues-tión de los desechos, lejos de serexclusiva de la energía nucleoe-léctrica, es la debilidad funda-mental y, casi sin duda, irreme-diable del combustible fósil.

El segundo acontecimiento es elprogreso que se realiza parademostrar con hechos la factibili-dad de la disposición final de losdesechos nucleares. La votaciónabrumadora el año pasado en elparlamento finlandés, las decisio-nes tomadas este año con respectoal repositorio de Yucca 'Mountainen los Estados Unidos, y los pro-gresos que se realizan en Suecia encuanto a la aceptación por parte dela comunidad de un emplazamien-to permanente de disposición final

La unión de la autoridad moralde Escandinava y el liderazgotecnológico de los EstadosUnidos enviará un mensaje almundo: que los países deberán, ypueden, tomar medidas raciona-

les para la disposición final per-manente de desechos nucleares.

Esos progresos no excluyen elsurgimiento futuro de emplaza-mientos de disposición finalregionales. Sin embargo, esosotros progresos sólo se puedenlograr después de ratificar el prin-cipio de responsabilidad nacional.Sólo con medidas nacionalespuede lograrse que la cuestión dela disposición final pase del terre-no de la polémica persistente al dela normalidad aceptada. Estemovimiento ya está en marcha.

Podemos esperar y suponer queesas novedades recientes daránvalor a los gobiernos de paísescomo Gran Bretaña, donde la faltade determinación en cuanto a losdesechos sigue pesando sobre ladecisión razonable acerca del futu-ro de la energía nucleoeléctrica.

Con referencia al cuarto aspecto,el costo y la competitividad, todoslos factores son positivos. Los fac-tores internos de la industria debenreducir los costos, mientras es pro-bable que los externos aumentenlos costos en otros lugares.

Dentro de la industria, la multi-plicidad de diseños de reactoresque caracteriza el primer mediosiglo de la energía nucleoeléctricaahora dará paso a una era de nor-malización que reducirá inevitable-mente los costos de construcción.

A tono con lo anterior, variosfactores están contribuyendo areducir los gastos de explotación:la experiencia práctica de mediosiglo, los del aumento de la capa-cidad estimulados por la liberali-zación, el intercambio tecnológi-co mundial propiciado por laAMEIN y la eficacia de los dise-ños de nuevos reactores.

Entre tanto, a diferencia delcombustible fósil, el uranio siguesiendo un factor de bajo costo conun precio predecible. Aun cuandola energía nucleoeléctrica se de-sarrollara mucho, no es probableque el precio del material fisiona-ble aumente los costos totales,sobre todo con el desmantela-miento de las armas, que comple-menta considerablemente las

reservas conocidas. Hoy día, unade cada 10 bombillas estadouni-denses se alimenta de combustibleprocedente de ojivas soviéticas.

En el momento en que tal vezsurja algún problema relacionadocon el costo del combustible, elmundo deberá estar preparadopolíticamente para utilizar reacto-res reproductores que extraen, almenos, 50 veces más electricidaddel combustible de uranio. El ade-lanto tecnológico, asociado a lanecesidad económica, tambiénpodría abrir la posibilidad deextraer uranio del agua de mar.

En el caso de los competidores,es probable que las fuentes de ener-gía renovables sigan dependiendode una fuerte subvención, ya que surendimiento es limitado; aunque nocabe duda de que los combustiblesfósiles estarán casi, cada vez másexpuestos a los aumentos de losprecios y a la inestabilidad, así comoa las preocupaciones por la seguri-dad en materia de energía y por elmedio ambiente.

En cuanto a cómo una medidagubernamental podría afectar elmercado, cualquier sistema racio-nal para restringir el carbono—ya sea por un impuesto direc-to sobre el carbono o por dere-chos de emisión— aumentará elcosto del combustible fósil ymejorará la competitividad de laenergía nuclear.

Sólo un sistema irracional decontrol del carbono —como ungravamen del cambio climáticoque inclu5'e la energía nucleoeléc-trica—, no mejorará el costocomparativo de la energía nucleo-eléctrica. En vista de las necesi-dades imperiosas ambientales dehoy día, cualquier plan que pongaen desventaja una importantefuente energética "no contami-nante" constituye una deforma-ción de la política pública.

En términos generales, se hadado respuestas firmes y convin-centes a las interrogantes tradicio-nales acerca de la energía nucleo-eléctrica: la proliferación, la segu-ridad, los desechos y el costo.Basándose ahora en más de

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10 000 años-reactor de experienciay evolucionando aún como unatecnología fuerte, la energía nucle-oeléctrica ha alcanzado las prime-ras fases de una madurez pujante,es decir, está lista y es capaz deproducir energía sin contamina-ción y con seguridad en una escalageneral de límites infinitos.

La energía y la seguridad delmedio ambiente. El segundoaspecto de esta hora de la verdades la imperiosa necesidad nacional—de muchos países—, de hacerfrente a las exigencias de la energíay la seguridad ambiental que, endefinitiva, no se pueden enfrentarsin la energía nucleoeléctrica.

En ninguna otra parte esto esmás cierto que en Gran Bretaña.Siempre este país, ha estado dotadode abundante energía fósil que sus-tentó su revolución industrial yapoyó su prosperidad desdeentonces. Sin embargo, GranBretaña inicia el siglo XXI conreservas limitadas de combustiblefósil y el reto de dirigir una econo-mía moderna de alta energía con laseguridad en materia de energía,aire limpio y una reducción soste-nida de las emisiones de gases deefecto invernadero.

Diez años atrás, en la generaciónde electricidad en Gran Bretañapredominaba el carbón nacional, yla energía nuclear suministrabaalrededor del 25% de la energíaeléctrica. Un decenio después, la"fiebre del gas" ha dado lugar a unequilibrio aproximado entre el car-bón, el gas y la energía nuclear. Seha registrado cierta reducción enlas emisiones de gases de efectoinvernadero, aunque al importantecosto de que las otrora ricas reser-vas del precioso gas natural de lasque Gran Bretaña disponía ahoraestán en buena parte agotadas.

De acuerdo con las hipótesisactuales de que tanto el carbóncomo la energía nuclear se dejaránde producir en 2025, Gran Bretañapuede esperar un futuro en el quela electricidad provendrá principal-mente del gas natural importado através de miles de millas de oleo-ductos desde Rusia, el Oriente

Medio y África Septentrional,complementado con una pequeñacuota, aún desconocida, de fuentesde energía renovables.

Ante esa perspectiva, GranBretaña habrá pasado, exactamen-te en un tercio de siglo, de la sobe-ranía plena en lo que concierne a laenergía a la dependencia total defuentes externas inestables, com-plementadas por fuentes internassólo disponibles con irregularidad.

Como alternativa a este futurode vulnerabilidad, British Energj>,mayor generador del ReinoUnido, ha sugerido la idea de queGran Bretaña debe "sustituir laenergía nuclear con energía nu-clear". Este sensato mensaje sepuede sustentar con los sólidosargumentos de que la "innova-ción" tendrá lugar en los actualesemplazamientos de disposiciónfinal, usará las líneas de transmi-sión existentes, mantendrá la con-tinuidad del empleo y gozará deaceptabilidad política en comuni-dades locales que ya lo apoyan.

La "sustitución de la energíanuclear con energía nuclear" tam-bién tiene la ventaja política de queno parece ambiciosa. BritishEnergy ofrece un futuro en el quela cuota de electricidad provenien-te de la energía nuclear sencilla-mente se mantiene en el 25%,mientras las fuentes de energíarenovables llegan a asumir unacuota creciente de la electricidadque ahora el carbón proporciona.

Alcanzar incluso este objetivono será una hazaña de pocamonta. Para sustituir las viejascentrales nucleares de GranBretaña se debe empezar a trabajarpronto a fin de construir diez reac-tores de un gigavatio en un perio-do de 20 años, empresa que eldirector gerente de British Energy,Robin Jeffrey, califica como "unode los más grandes proyectos deinfraestructura que se haya acome-tido en el Reino Unido".

En vista de la inminente pers-pectiva de una dependencia ener-gética peligrosa —y de la necesi-dad de energía nuclear para dar ungiro político hacia la revitaliza-

ción—, la propuesta de BritishEnergy es modesta y muy válida.

Sin embargo, una medida de ladifícil situación que está atravesan-do Gran Bretaña es que hasta estevasto programa de innovaciónnuclear seria, de hecho, sólo unprimer paso en una estrategia acer-tada para satisfacer las necesidadesde este país en cuanto a seguridadenergética y medio ambiente.

Aún "sustituyendo la energíanuclear con energía nuclear", elsector del transporte de GranBretaña seguirá dependiendototalmente de fuentes externas,el de la electricidad, casi en el50%, y —muy en particular —los niveles de emisión aúnmucho más altos de lo que, a lalarga, cualquier régimen ambien-tal sensato debe necesitar.

Cada país tiene su propio per-fil de consumo de energía. Sinembargo, el ejemplo de GranBretaña pone de relieve el segun-do aspecto de esta hora de la ver-dad. Al comenzar el siglo XXI,la imperiosa necesidad energéticay ambiental de un país comoGran Bretaña exige un viraje—de proporciones significativasy estables— hacia la energíanucleoeléctrica.

Demanda mundial de ener-gía. El tercer aspecto de esta horade la verdad es que tal vez ahora,estemos entrando en un era en laque los suministros mundiales decombustible fósil —con o sin res-tricciones ambientales— son sencillamente insuficientespara satisfacer la demanda mundialde energía.

La cuestión de las reservas deenergía obtenida a partir del carbo-no es uno de los temas más con-trovertidos de la industria energéti-ca; además, la necesidad de actuarcon cautela surge de los resultadosimprecisos de pronósticos anterio-res que, a menudo, han sido refu-tados más bien por un aumentoestable que por un agotamiento delas reservas de combustible fósilque se conocen.

Ese aumento de las reservas hareafirmado la confianza de quienes BOLETÍN DEL OIEA, 44/2/2002

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BOLETÍN DEL OIEA, 44/2/2002

se inclinan a suponer que la fuerzadel mercado siempre nos librará delos déficit, o sea, que cualquieraumento de la escasez de combus-tible fósil generará su propio reme-dio, pues la subida de los preciosreduce la demanda y estimula losnuevos esfuerzos dirigidos aexplotar los recursos que se cono-cen y encontrar otros.

Sin embargo, hasta en la indus-tria petrolera hay algunos queempiezan a creer que tal vez esaconfianza no venga al casoahora. Hace poco, el presidentede la Asociación Francesa deProfesionales del Petróleo,Pierre-Rene Bauquis, presentóun importante documento en elque hace una nueva valoraciónde la oferta y la demanda deenergía a escala mundial en lospróximos cincuenta años.

El punto clave en este análisisradica en que los aumentos ante-riores de las reservas identifica-das, constituyeron en su mayorparte, un fenómeno sui génerisen el que se ajustaron al alza losrecursos conocidos en cuanto acantidad y accesibilidad.

Lo que resulta de este análisises que esta vez, de hecho, el peli-gro podría ser inminente.

El análisis comienza con unaproyección generalmente aceptadade que la demanda mundial deenergía se duplicará y, posiblemen-te, se triplicará en el año 2050.

El análisis se torna interesanteen la proyección de los límites alaumento del combustible fósil,aunque no haya limitacionesimpuestas por consideracionesambientales.

En los próximos 50 años se pro-yecta que la producción de carbóny gas solo podrá duplicarse, mien-tras la producción de petróleo pri-mero aumentará y después caerápor debajo de los niveles actuales.

Si esto sucede, la produccióntotal de combustible fósil puedeaumentar sólo en 50% ante unademanda mundial de energía quese duplica o triplica.

Este escenario deja un enormevacío energético que se llenará

con energía nuclear y fuentesde energía renovable. Si enton-ces aplicamos criterios realistassobre el crecimiento potencial delas fuentes de energía renovable,la energía nucleoeléctrica debeaumentar en un factor de entre7 y 20 veces en los próximos cin-cuenta años.

Ello significaría que en elmundo habría entre 3 000 y 8 000reactores de 1 gigavatio, lo querequiere en los próximos 50 añosun ritmo de construcción de cen-trales eléctricas no menor de unapor semana como mínimo y hastauna cada dos días como máximo.

Esta proyección sugiere laimportante posibilidad de que talvez no sólo la política ambiental,sino también una verdadera res-tricción de la disponibilidad decombustible fósil impulsen unviraje de gran envergadura haciala energía nucleoeléctrica en lospróximos decenios.

Diversificación. El cuartoaspecto de este nuevo período dela energía nucleoeléctrica es ladiversificación del propósito.

En los últimos años, como elconcepto de desarrollo sostenibleha obtenido aceptación en elmundo, los partidarios de la tecno-logía nuclear han promocionadocon razón, sus enormes posibilida-des como fuente de electricidadgenerada sin contaminación.

Los defensores también señalanun impresionante conjunto deaplicaciones nucleares que puedenhacer un aporte altamente eficazen función de los costos al de-sarrollo sostenible empleando laradiación y los radioisótopos paracontribuir al aumento y la preser-vación de los alimentos, perfeccio-nar el control de calidad en laindustria, apoyar el análisis am-biental, mejorar la nutrición, pro-teger el ganado y diagnosticar ytratar las enfermedades humanas.

En ambos terrenos —la elec-tricidad y las aplicaciones técni-cas— el aporte de la ciencianuclear puede ser inmenso.

Sin embargo, como vemos conmás claridad nuestro concepto

de futuro sostenible, empezamosa prever otras dos funciones fun-damentales de la energía nucleo-eléctrica, cada una de las cualesrequiere energía no contaminan-te en las enormes cantidades quesólo la energía nucleoeléctxicapuede suministrar.

La primera es la desalaciónpara obtener agua limpia. Nosólo en el Oriente Medio, sinotambién en muchas otras regio-nes muy pobladas del mundo, elrégimen de consumo de aguapotable ahora supera conside-rablemente el reabastecimientode agua, creándose la impresión deque dentro de los próximos 25años, más de la mitad de la pobla-ción mundial pudiera enfrentaruna grave escasez de agua dulce.

La energía nucleoeléctrica ofre-ce la opción más amplia de que sedispone para producir agua pota-ble en gran escala sin exacerbar laagresión del ser humano contra elmedio ambiente.

Se puede lograr producir agualimpia por desalación con energíanuclear a partir de proyectos inde-pendientes con técnicas que ya seconocen bien.

En comparación, la segundanueva función potencialmenteinmensa de la energía nucleoeléctri-ca —el uso de la energía nuclear enapoyo al transporte accionado porhidrógeno— surgirá de un procesode cambio sistémico radical en laseconomías modernas. Sin embar-go, un cambio así ya puede vislum-brarse en el horizonte.

La forma más sencilla de pensaren ello es que el transporte delfuairo en una sociedad basada enla energía no contaminante funcio-nará, sobre todo, con electricidad,y que las baterías y el hidrógenoserán las formas de almacenar esaelectricidad. Sólo la energía nu-cleoeléctrica puede suministrar lasenormes cantidades de energía pri-maria no contaminante que reque-rirá este sistema.

El hidrógeno también se puedeconsumir sin utilizar la electrici-dad, y sin emisiones de carbono,en un motor normal de combus-

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tión interna, y muchos automóvi-les de prueba ya están equipadosasí. No obstante, es probable queel principal uso del hidrógeno seaen celdas de combustible quecatalizan la oxidación del hidró-geno para convertirlo directa-mente en electricidad.

El hidrógeno se puede almace-nar en refrigeración criogénica auna temperatura muy baja, a altapresión o químicamente comolos hidruros. En cuanto a losautomóviles, se considera que elalmacenamiento de hidrurostiene las mayores posibilidades.

Se espera que en 2004 estén enel mercado de vehículos automo-tores los primeros automóvileseléctricos de celdas de combusti-ble de hidrógeno.

Ya hay una industria mundialmuy importante que suministrahidrógeno como sustancia quími-ca utilizada en la producción defertilizantes nitrogenados y en laconversión de petróleo crudo debaja ley en combustible para trans-porte. Sin embargo, este hidróge-no se hace con gas natural, lo queda lugar a emisiones de CO2.

Para producir hidrógeno sincontaminación en gran escalacabe pensar en dos procesos depropulsión nuclear. A cortoplazo, el hidrógeno se puede pro-ducir de manera económica porelectrólisis del agua, utilizandoenergía nucleoeléctrica en horasde menor consumo. En el futu-ro, una posibilidad muy impor-tante es la conversión termoquí-mica directa del agua utilizandoreactores de alta temperatura.

Por supuesto, la distribuciónde hidrógeno en grandes cantida-des para apoyar un sistema com-pleto de transporte exigirá cam-bios importantes en la infraes-tructura. Ahora bien, los usosdel hidrógeno no relacionadoscon el transporte inducirán esatransición.

Por ejemplo, en los EstadosUnidos, ya existe un importantesistema de distribución de hidró-geno mediante oleoductos quepermiten que las instalaciones de

producción estén distantes de losusuarios.

Otro paso de transición hacia unsistema íntegro de distribución dehidrógeno se deriva del hechode que el hidrógeno se puede utili-zar para pequeñas instalacionesgeneradoras independientes.

Por ejemplo, en un complejoresidencial o de oficinas grande, talvez sea económico producir hidró-geno in situ utilizando electricidadbarata en horas de menor consu-mo y después convertir ese hidró-geno en electricidad para ahorrardinero en los períodos de mayorconsumo. Entretanto, zonas urba-nas y suburbanas como esta podrí-an desempeñar la doble función depuntos de distribución local en losinicios del transporte accionadocon hidrógeno.

Una de las ventajas del vínculoentre la energía nuclear y el hidró-geno es la armonía que se estable-ce entre la generación de electrici-dad y la producción de hidrógeno.Hasta este momento, se ha consi-derado únicamente que la energíanucleoeléctrica proveedora decarga de base de electricidad. Eluso del hidrógeno para almacenarenergía para el transporte abre laposibilidad de explotar centralesnucleares para satisfacer la deman-da de electricidad a niveles supe-riores —hasta en períodos devolumen máximo de trabajo—utilizando todo el excedente deenergía para producir hidrógeno.

Por supuesto, el desplazamientode una economía basada en elhidrógeno, exigirá un importanteimpulso de parte del gobierno amodo de usos u otras restriccionesy penalidades establecidas pormandato en cuanto al carbono.Sin embargo, una vez en marcha—tan pronto como el rumbo sehaya determinado y ampliamenteentendido— se puede esperar quelas ingeniosas fuerzas creadorasdel mercado libre emprendan elvuelo para adentrarnos en esefuturo a una velocidad que podríaser impresionante.

En efecto, esa transición haciauna economía que funciona sin

energía contaminante —queincorpora plenamente el prin-cipio del hidrógeno producidocon energía nucleoeléctrica— esprecisamente el tipo de visiónque puede entusiasmar y motivara toda una nueva generaciónde ambientalistas, científicos yempresarios.

Cambio climático catastrófi-co. Esta concepción apunta alquinto y más profundo aspectode la energía nucleoeléctrica enesta hora de la verdad: su fun-ción imprescindible si es que elmundo se propone evitar uncambio climático catastrófico.

Pasar a una economía sostenibleexigirá muchos cambios en la tec-nología y la conducta humana. Sinembargo, ningún aspecto del logrode la sostenibilidad es más esencialque producir grandes cantidadesde energía no contaminante para lacreciente población mundial.

En un escenario no realista', estereto puede enfrentarse sin otorgaruna función fundamental a la ener-gía nuclear, y sin un inmenso creci-miento mundial en la industria quela proporciona.

Pocos hechos sencillos captanlas dimensiones del reto mundial.Habituados como estamos a lavieja geopolítica de la GuerraFría, hemos demorado en reco-nocer que esos hechos constitu-yen ahora las realidades predomi-nantes de la geopolítica del sigloXXI. Son hechos a los que nin-gún país puede escapar:H En primer lugar, en los próxi-mos 50 años, la población mun-dial crecerá de 6 000 a 9. 000millones. En un mundo donde lamiseria humana ya está extendiday generalizada, las necesidadesinsatisfechas del hombre se mul-tiplicarán de manera drástica.• En segundo lugar, de aquí a2050, a medida que los paísesprocuran satisfacer las necesida-des de esta población que crecevertiginosamente, el consumomundial de energía se duplicará y,posiblemente, se triplicará. Enese período limitado, la humani-dad consumirá más energía que

BOLETÍN DEL OIEA, 44/2/2002

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el total de la que consumió entoda su historia anterior.• En tercer lugar, la tasa mun-dial de las emisiones de CO2—que ya asciende a 25 000 millo-nes de toneladas anuales u 800toneladas por segundo— sigueen aumento. La acumulación degas de efecto invernadero previs-ta crecerá durante el siglo XXI, amás del doble del nivel alcanzadoen la etapa preindus trial.ü En cuarto lugar, para estabi-lizar los gases de efecto inverna-dero, incluso en ese nivel tan altoy posiblemente peligroso, serequiere reducir las emisionesmundiales en 50%. Los países endesarrollo no podrán evitar emi-tir más gases de efecto inverna-dero. Por tanto, cualquier espe-ranza de conjurar un cambio cli-mático catastrófico depende deque los países industrializadosreduzcan las emisiones en 75%.

Esos hechos —apenas pococomprendidos por muchos delos principales dirigentes:— nosindican que si la historia es unrío, la humanidad está a punto dellegar al rompiente.

El Protocolo de Kyoto consti-tuye un modesto paso hacia laadopción de medidas mundialescon relación al medio ambiente.Ahora bien, como sus objetivoslimitados y el éxito dudoso seponen de manifiesto de forma tanfehaciente, nuestras institucionesgubernamentales acaban decomenzar a responder a los gran-des retos mundiales que ahoraexigen un papel predominantepara la energía nucleoeléctrica.

Un régimen climático serio—si se ha de desarrollar— debeir más lejos que el establecido enKyoto, abarcando a todos los paí-ses y empleando algunas variacio-nes del concepto conocido como"contracción y convergencia":O Por contracción se entiende queen el presente siglo debemos tra-zar una trayectoria que reduciráel total de emisiones en el mundoal menos en 50%, mientrasaumentan las poblaciones y laseconomías.

B Por convergencia se entiende queentre tanto, debemos admitir elprincipio de que toda persona enla Tierra tiene derecho a un nivelde emisiones per capita igual.

Dicho de manera tan descar-nada, el objetivo de lograr unacontracción del 50% parece dra-coniano, mientras el principio deigual derecho a las emisionesparece utópico. De hecho,ambos conceptos son sumamen-te realistas.

En cuanto a la contracción,sólo una reducción de las emisio-nes en 50%J ofrece alguna espe-ranza de impedir un cambio cli-mático catastrófico. Con estarestricción —que supone unareducción de 75% en las econo-mías avanzadas actuales— lomás que se logra es estabilizar losgases de efecto invernadero en elmundo en un nivel de más deldoble del que había hace exacta-mente dos siglos.

En cuanto a la convergencia,ninguna otra cosa que no sea elprincipio de igual derecho a lasemisiones ofrece una base para elconsenso mundial del que debedepender un régimen climáticoeficaz. Igual derecho no significaemisiones iguales; es más bien labase para una distribución dederechos a partir de la cual sepuede estructurar un sistemajusto y racional de intercambiode derechos de emisión.

Un sistema basado en ese prin-cipio —y me atrevo a decir quesólo un sistema basado en eseprincipio— se puede destinar ala creación del sentido de equi-dad, la predictibilidad y losincentivos económicos sanosque se necesitan para transitar sinproblemas hacia un futuro deenergía no contaminante. Esosincentivos pueden funcionar demanera constructiva tanto en lospaíses desarrollados como enlos países en desarrollo.

En este esquema, el sentido deequidad y predictibilidad se creanya desde el principio del régimen.En un momento acordado, lapoblación de un país sería la base

para establecer el límite de susemisiones a largo plazo, alrededordel cual estaría comprometido aseguir una trayectoria estable.

Para facilitar una transición sintropiezos y económicamenteracional hacia ese objetivo, elintercambio de derechos de emi-sión permitiría a los países ysociedades trazar su mejor tra-yectoria, vendiendo permisos,cuando sea posible, y comprán-dolos cuando sea necesario.

El índice de convergencia a unnivel común se diseñaría paragarantizar que, durante una tran-sición prolongada, para lospaíses ya industrializados en sutotalidad sea ventajoso comprarpermisos de emisión a paísesmenos desarrollados.

Este flujo de capital podríasatisfacer el interés común por eldesarrollo sostenible —y la esta-bilidad climática— financiandouna infraestructura basada en laenergía no contaminante en lospaíses en desarrollo.

Estructurar este régimen estáal alcance de la inteligenciahumana. De hecho, su sencillezy viabilidad contrastan favorable-mente con el caos, el desplaza-miento social, el gasto enorme yla miseria humana que podríaacarrear el cambio climático des-medido, a lo que ningún paíssería inmune. Si alguna vez lacorriente del Golfo cambiara surumbo, como temen algunoscientíficos, la población de GranBretaña podría enterarse ense-guida de lo que significa vivir enLaponia.

El avance inestable del mundohacia el logro de cualquier régi-men semejante ha sido una razónsólida para preocuparse.

Como la atención se ha centradotanto en la política estadounidense,cabe mencionar cpe el conceptoesencial del intercambio de dere-chos de emisión constituyó unvalioso aporte de los EstadosUnidos al proceso del cambio cli-mático, derivado de la logradaexperiencia de ese país con nuestraLey de protección de la calidad del

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aire y se introdujo en el Protocolode Kyoto enfrentando una tenazoposición por parte de los ecolo-gistas europeos, quienes opinanque nada puede salir bien sin oca-sionar dificultades a la colectividad.

Me apresuro a agregar que lapolítica estadounidense actual, ola ausencia de ella, constituye unarenuncia indigna al liderazgo quedebe enmendarse, ya sea por elpresidente Bush o su sucesor. Si,en efecto, el Protocolo de Kyototiene imperfecciones, como esefectivamente el caso, los EstadosUnidos le debe al mundo unacontrapropuesta profundamenterazonada, en lugar de insistir ennegar que el problema del cam-bio climático aún persiste.

En esta etapa de poco sirve pen-sar demasiado en si los EstadosUnidos ratificarán el Protocolo deKyoto. De hecho, las oportunida-des son nulas y, aunque se aplicaraplenamente, los compromisosinherentes al Protocolo de Kyotorepresentan un progreso insufi-ciente e incoherente hacia objetivosa largo plazo que se pueden llevaradelante con éxito sólo medianteuna estrategia de elevado diseño.

Es hora de empezar a mirarmás allá de Kyoto y preguntar quétiempo les tomaría a todos lospaíses del mundo —industriali-zados y en desarrollo— contraerel tipo de compromisos de granalcance plasmados en el conceptode "contracción y convergencia".

Yo afirmaría que el principalobstáculo radica no en estemodelo básico que ya ha demos-trado ser muy atractivo, sino másbien en la ausencia de una visióngeneralmente aceptada de cómose podrían cumplir de maneraobjetiva esos compromisos.

Una vez que una parte impor-tante de la opinión pública mun-dial preste atención a esa visión—y sólo entonces— tendremosel fundamento político impres-cindible para los trascendentalescompromisos que este problemaexige con tanta urgencia.

Exposición de los argumen-tos . L¿7 necesidad imperiosa de esta

visión clara y realista nos lleva al sextoaspecto de la energía nucleoeléctrica enesta hora de la verdad: el requisitoindispensable de que los argumentos a

favor de la energía nuclear se exponganahora de manera convincente y convalentía política.

La energía nuclear enfrenta hoydos barreras:B Uno de ellos consiste en quese persiste en suministrar infor-mación errónea sobre la propiatecnología, la cual abarca todaslas cuestiones conocidas —y elfolklore— relacionadas con laseguridad, los desechos, la proli-feración y el costo.H Un segundo obstáculo es queno se valora completamente, nisiguiera al más alto nivel delgobierno, de toda la gravedad delproblema mundial que exige conurgencia del aporte en gran esca-la de la energía no contaminante,que sólo la energía nucleoeléctri-ca puede hacer.

En muchos países, esosdos obstáculos suelen asociarsea dos aspectos del espectro políti-co. Observamos que la izquierdapolítica muestra una oposición ala tecnología nuclear y que laderecha política se opone a enca-rar con decisión los grandes pro-blemas del medio ambiente y eldesarrollo, que para resolverlosdebe emplearse la energía nuclear.

Para decirlo con toda claridad,la derecha política aún no haaceptado el problema, y laizquierda no ha adoptado aún latecnología que es imprescindiblepara la solución del problema.

Una parte de este síndrome—indiferencia ante el proble-ma— se refleja en la actual polí-tica estadounidense.

La otra parte —un enfoquedescabellado respecto de la solu-ción— se encuentra entremuchos de los participantes en lasnegociaciones sobre el cambioclimático. Con sincera convicciónnos instan a resolver un problemaenorme y muy real. No obstante,la visión que ofrecen a modo desolución —una combinación deconservación y un paisaje salpica-

do de molinos de viento— estámás bien arraigada en una ideolo-gía romántica que en la realidad.

Lo que nuestro mundo necesitahoy desesperadamente es una sín-tesis constructiva. Nuestro obje-tivo debe ser establecer un con-junto de opinión sólida y crecien-te —entre ciudadanos y políticospasando por todo el espectropolítico— que admita toda lagravedad del problema queenfrentamos, a la vez que seadopte una visión que sea tecno-lógicamente viable.

Ya se dispone de esa visión quese refleja en una sociedad futuraque evoluciona hacia una altadependencia de la energía nucleoe-léctrica y las fuentes de energíarenovables para suministrar electri-cidad directamente y por medio delhidrógeno a fin de satisfacer susamplias necesidades de energía.

En la creación de una coaliciónpolítica que apoye esa visión, labatalla se debe llevar a cabo —ante todo, a nivel nacional— entodos los países del mundo.Dados el prestigio y la influenciade Gran Bretaña como lídermundial, una organización comola Sociedad Británica de EnergíaNuclear (BNES) puede ser deinmenso valor.

Tradicionalmente, puede quehaya sido suficiente considerar a laBNES una sociedad erudita.Ahora bien, es justo decir que lahistoria los convoca a desempeñarun papel más activo. Ustedes sonlos guardianes de una tecnologíaque su propio país y el mundonecesitan en un grado muchomayor de lo que se suele com-prender. Por tanto, les correspon-de alistarse como tropas de prime-ra línea en la batalla por la com-prensión y el apoyo del público.

Nuestro objetivo en laAsociación Mundial de EnergíaNuclear es ayudarlos a ustedes ya otros —de todas las formasposibles— a llevar a cabo estabatalla hasta la victoria total.

No considero nada exageradodecir que el futuro mismo de nues-tro mundo depende de ello. Q BOLETÍN DEL OIEA, 44/2/2002