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La empresa familiar: problemas que se presentan La empresa familiar suele surgir cuando el padre incorpora a su familia a las labores del negocio y mas corrientemente cuando fallece o se retira. Al pasar la responsabilidad a la viuda y los hijos, ya tenemos la empresa familiar. Originalmente pudo haber sido una sociedad tipo Monomio (un solo dueño) o bien una firma personal. Y ahora se encuentra que son varios dueños, los familiares del fundador. ¿Qué consecuencias tiene esto?. En primer lugar diremos que la continuidad del negocio no está garantizada porque para ello haría falta que los sucesores estuvieran a la altura del fundador, pero las peculiaridades personales no siempre se trasmiten. Si abriéramos las páginas amarillas de una guía telefónica de hace muchos años veríamos que allí los que aparecen desplegados, hoy día no los conoce nadie. Se trata de empresas desaparecidas con el correr de los años. ¿Qué fue lo que pasó?. Pues que los hijos o los nietos, por su falta de interés,

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La empresa familiar: problemas que se presentan

La empresa familiar suele surgir cuando el padre incorpora a su familia a las labores del negocio y mas corrientemente cuando fallece o se retira. Al pasar la responsabilidad a la viuda y los hijos, ya tenemos la empresa familiar. Originalmente pudo haber sido una sociedad tipo Monomio (un solo dueño) o bien una firma personal. Y ahora se encuentra que son varios dueños, los familiares del fundador. ¿Qué consecuencias tiene esto?. En primer lugar diremos que la continuidad del negocio no está garantizada porque para ello haría falta que los sucesores estuvieran a la altura del fundador, pero las peculiaridades personales no siempre se trasmiten.

Si abriéramos las páginas amarillas de una guía telefónica de hace muchos años veríamos que allí los que aparecen desplegados, hoy día no los conoce nadie. Se trata de empresas desaparecidas con el correr de los años. ¿Qué fue lo que pasó?. Pues que los hijos o los nietos, por su falta de interés, de empeño o de constancia, dejaron morir la empresa. Cuando tuvieron que enfrentarse al mundo de los negocios, no supieron adaptarse, no aportaron ideas, no movieron el timón con energía y como el negocio ya estaba establecido, creyeron que el buen nombre y la antigua y fiel clientela eran suficientes. Pero poco a poco se ha ido dando cuenta que la empresa no crece por encima de la inflación, que la competencia se ha vuelto descarada, que cada día hay menos dinero en caja; en fin, empiezan a verse caras largas.

Un peligro está en que los herederos no entiendan que el mal radica en su propia pasividad. El fundador también tuvo que

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luchar contra la competencia y demás factores negativos. “pero aquellos tiempos eran otros” dicen los sucesores para justificarse.

Recordamos de hacen años el caso el socio administrador de una empresa mayorista que se lamentaba todas las mañanas de lo mal que iba el negocio. Su pesimismo contribuía a hundirla.

A veces, el padre, que apenas tuvo una educación mediana, al triunfar como empresario pudo mandar sus hijos a estudiar a E.U.A. y salieron graduados en administración comercial. Pero aún suponiendo que se hayan graduado con buenas calificaciones, ello no quiere decir que vayan a ser buenos negociantes, empresarios o administradores. La universidad les forja la herramienta pero quién la maneja se forja en el hogar. Conocemos dos casos en Caracas de hijos de padres brillantes y triunfadores, con más destreza en manejar el palo de golf que el negocio que heredaron. Un caso de estos lo practica en el Country Club, el otro en Valle Arriba. Las empresas que crearon sus respectivos padres o abuelos, hace tiempo que dejaron de existir. Por otro lado también conocemos casos de herederos que sobrepasaron en capacidad a sus progenitores y mejoraron el negocio que habían recibido.

En el caso de que los herederos no tengan interés en la empresa pues gozan de buenas rentas o su destino les lleva por otros caminos, quizás iniciados desde antes del fallecimiento del padre, poco o nada es lo que podemos decir a su favor pues siempre ocurre lo que tenía que ocurrir y es que la empresa o empresas cierren o pasen a manos de otras personas siguiendo una ley que podríamos enunciar diciendo que las cosas deben ir a parar a quién sepa usarlas.

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Y si es el caso que los herederos –hijos o nietos- si tienen la voluntad de seguir el negocio heredado pero ven que la empresa se les va de las manos por las complejidades que implica su gerencia, la solución que a menudo ha tenido éxito es buscar asociados entre gente preparada y a tono con las necesidades de la empresa; es decir salirse del limitado círculo familiar e inyectar sangre nueva. Si buscamos gente de valía entre nuestros propios parientes o amigos quizás no encontremos a nadie disponible. Pero si ampliamos nuestra vista y buscamos entre los cientos o miles de personas que son potenciales gerentes y directores con creatividad, quizá –y esto ocurre a menudo- demos con la solución que salva el negocio y lo revitaliza.

Supongamos que se heredó un negocio valorado en equis millones de bolívares. Poseemos todas las acciones porque somos los hijos. Pero si el negocio no marcha bien, antes de que sea tarde debemos buscar a gente con dinero capaz de invertir y darles a cambio la gerencia- si ello es preciso-. Esta es la forma como en muchos países – en Estados Unidos, Europa y aquí en Venezuela- una empresa familiar puede transformarse en el tiempo en una gran empresa, una “corporation” de magnitud, por el procedimiento de aumentar el capital con nuevos accionistas que aporten dinero y talento. Es verdad que el peso específico de los herederos en la empresa irá disminuyendo. Si la disminución es fuerte tendrán que acordar alguna medida protectora de sus derechos. Pero este porcentaje menor quedará compensado por el mayor valor de las acciones y la seguridad de que la empresa está bien administrada y por lo tanto cabe esperar ganancias. Una solución es la sociedad binomio, con los herederos al 50% del capital y el nuevo accionista con el otro 50%. Los herederos si quieren colaborar con la empresa con su

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propia actividad, pueden pasar de ser como eran los dueños y administradores de una empresa decadente a miembros de una Junta Directiva de una empresa dinámica. Todo esto implica un aumento del capital social, aunque no necesariamente.

En efecto: si se da con alguien bien dispuesto y con ideas nuevas pero que carece de una cantidad significativa de dinero para poder suscribir acciones de la misma, la solución puede estar en ofrecerle un paquete de sueldo combinado con una buena participación en las ganancia de la sociedad, algo que lo motive a dedicarse a la empresa en cuerpo y alma.

Los negocios tienen sus propias leyes no escritas. De ahí la frase “los negocios son los negocios”. Quiere decir que no debemos mezclar los negocios con los sentimientos, Es lógico y humano que una empresa que por razón de las circunstancias se haya convertido en una sociedad de hijos de papá, reserve los cargos más importantes a los propios miembros de la familia –viuda, hijos, yernos, etc.- Pero no es lógico que dicho familiar se mantenga en el cargo no por su capacidad sino por ser quién es. Si eso ocurre y el nepotismo no se corrige a tiempo, la empresa iniciará una cuesta abajo cuyo final ya sabemos cuál es: el traspaso a precio de gallina flaca o bajar la Santamaría. En conclusión, es anticomercial que una persona dirija un negocio por el mero hecho de ser propietario de tantas acciones o pariente cercano del propietario o por tener un apellido ilustre.

Todo lo dicho hasta ahora se refiere a negocios medianos o grandes. En cuanto a las pequeñas empresas la situación es otra. Aquí puede no haber mucho que repartir entre los herederos; o bien se queda uno de ellos con el negocio y va pagando su parte a los demás, o se vende o se liquida. Los negocios modestos se

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prestan más que los grandes a rencillas entre los hijos precisamente porque no hay mucho que repartir.

Cuando los negocios son pequeños y manejables y tienen alguna ventaja comparativa no es tan determinante la capacidad del dueño, pues dicha ventaja compensa muchas deficiencias. Por ejemplo, una farmacia situada en una esquina estratégica, o un estacionamiento de vehículos o bomba de gasolina en un lugar muy concurrido. También puede tratarse de un negocio que comparte una patente o marca que le da una especie de exclusiva o bien vende una mercancía o presta un servicio difíciles de duplicar o imitar. En todos estos casos aunque los dueños o gerente no sean gente extraordinaria, el negocio puede seguir bien, y no se presenta la necesidad de encontrar otros adquirentes o inversionistas para que lo salven.

Terminaremos con una cita de un número reciente del “Business Week! que aunque se refiere a Alemania nos sirve de referencia. “Cerca de 1.3 millones de negocios familiares, muchos ya en la quinta o sexta generación constituyen la celebrada clase media de Alemania. Representan dos tercios de la economía nacional. Por muchos años han estado en el corazón del poderío económico alemán. Ahora una cuarta parte de ellos, o sea trescientas mil compañías que emplean cuatro millones de personas, se espera que cambien de mano en los próximos cinco años . A medida que los dueños ya viejos entregan las riendas, algunos hijos e hijas se encargan de buscar a la compañía nuevas oportunidades, empeñados en que siga funcionando. Pero muchos fundadores encuentran al retirarse que sus hijos no están interesados en la empresa y se ven obligados a cerrar o venderla… Y a su vez esos jóvenes herederos, con el dinero recibido, emprenden nuevos negocios. Son millares los que se

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apresuran a explotar el creciente mercado tecnológico y de servicios de Alemania,

Conclusiones que se derivan de todo lo dicho:

1.- El que el hijo o hija se empeñe en llevar la empresa que heredó y piensa poner lo mejor de su parte para sacarla adelante no garantiza el éxito.

2.- Si la empresa no sigue bien, la solución primera no es venderla o cerrar sino buscar gente capacitada de afuera ofreciéndole una buena participación en las ganancias que se originen.

3.- Buscar socios que aporten conocimientos y capital para mejorar y ampliar el negocio

*Artículo Tomado de Ediciones Juan Garay