la edad de bronce

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La Edad de Bronce (China) La búsqueda de un nuevo material de mayor resistencia y posibilidades técnicas frente a la cerámica y el jade determina la aparición del bronce, lo que supuso una total transformación no sólo material, sino social y política. Su uso va a estar íntimamente relacionado con el ritual y la guerra y su conocimiento con el poder. La primacía del bronce da nombre al período histórico denominado la Edad del Bronce, que incluye las dinastías Xia (2205-1767 a. C.), Shang (1767-1123) y Zhou (1122-221). Es en este largo período de tiempo cuando se conforman los elementos socio-políticos, filosóficos y científicos de la cultura china: la formación de la noción de Estado, la estratificación social, el nacimiento del confucionismo, taoísmo, moísmo, los sistemas de canalización y drenaje, los aperos agrícolas, y el desarrollo de la medicina y la escritura. Su estudio ya no está únicamente ligado a los objetos materiales sino que existen fuentes escritas para su análisis; la aparición y desarrollo de la escritura señaló el paso entre prehistoria e historia, ofreciéndonos los protagonistas de los hechos una valiosa información, recogida primero en los caparazones de tortuga (jiaguwen) y objetos en bronce (jinwen), más tarde en recopilaciones de textos tanto contemporáneos como crónicas históricas de tiempos posteriores (Suma Qien...). Las Dinastías Xia y Shang (China) Sobre la dinastía Xia no existen evidencias arqueológicas que prueben su existencia, sólo referencias literarias que sitúan en esta dinastía los hechos mitológicos o inexplicables de su historia, como es el caso de los tres emperadores míticos: Fu Xi, Huang Di y Shen Nong, a los que se les atribuye, entre otras cosas, la invención de la escritura o el hallazgo del capullo de seda. Así pues, la dinastía Shang es la primera de la que tenemos referencias históricas; de ella conocemos gran cantidad de datos que nos permiten establecer una base real sobre su organización social y política, economía, ritual, astronomía... Se han descubierto dos ciudades correspondientes a las capitales de la dinastía; en los primeros tiempos la capital de la dinastía Shang estuvo situada en Erliang, provincia de Henan, conocida entonces como "la ciudad de Ao" fundada por el Rey Zhongding (1562-1550 a. C.). En ella se puede observar un recinto amurallado, estructuras palaciegas y la ubicación de talleres artesanales fuera del perímetro de la ciudad. Más tarde, y en sucesivas ocasiones, la capital fue trasladada a Yincu, en la provincia de Henan, conocida como Yin (Anyang) siendo su nombre sinónimo de esta dinastía. Yin fue fundada hacia el año 1300 a. C., por el rey Pan Gen, y su descubrimiento en el yacimiento de Anyang ha constituido la más valiosa documentación arqueológica sobre este período dado el gran número de necrópolis ahí encontradas. Su emplazamiento se conocía desde tiempos de la dinastía Song (960-1268 d. C.), si bien hasta fechas muy recientes no se realizaron excavaciones. En las necrópolis de Anyang se ha podido observar cómo los cuerpos mantienen una posición cara al sur, siguiendo los principios geománticos, y cómo van acompañados de una gran cantidad de objetos: bronces, inscripciones, lacas, jades, así como de animales domésticos (caballos, cerdos, perros...). Existió ya una clara estratificación social en estos pequeños territorios en torno a la cuenca del río Hoang He, a la cabeza de los cuales se sitúa la figura del rey (Wang), apoyado en una aparato administrativo compuesto por guerreros, chamanes (wu), sacerdotes escribanos (shih) y una fuerza de trabajo formada por campesinos libres y esclavos. La propiedad de la tierra era distribuida por el rey a cambio de prestaciones militares y el pago de tributos en especie. El campesino no estaba ligado a la tierra, a excepción de los esclavos, teniendo una cierta movilidad que se acentuó con la dinastía Zhou. Los esclavos, además de constituir el grueso de las fuerzas de choque del ejército, formaban la mano de obra necesaria para la construcción de obras de ingeniería, relacionadas principalmente con la contención de la crecida de los ríos (uno de las mayores azotes que ha conocido el pueblo chino). Los cultivos se adecuaron a las condiciones geográficas de la zona, destacando el trigo en cuanto a extensión; se utilizaron instrumentos agrícolas en piedra y madera y muy escasamente en bronce. La especialización del trabajo de los artesanos fue ya un hecho tal y como lo atestiguan los restos arqueológicos. Los talleres se encontraban en las afueras de la ciudad: al norte y al sur los broncistas, al oeste los alfareros, al noroeste los artesanos de hueso y jade. Con los Shang se inicia el comercio, cubriendo un área muy extensa, efectuándose el pago en conchas, caparazones de tortuga e incluso en monedas de bronce, si bien aún en escaso número. Toda esta organización social descansaba en los rituales, ofrecidos por los chamanes (hombres y mujeres), ligados al culto de los antepasados por medio de los ritos funerarios. Para realizar dichos ritos se tenía en cuenta no sólo la ubicación idónea, atendiendo a los principales geománticos alusivos a las corrientes aéreas y subterráneas, sino también al tiempo adecuado. La dinastía Shang conoce ya un calendario solar y lunar,

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La Edad de Bronce

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La Edad de Bronce (China)

La búsqueda de un nuevo material de mayor resistencia y posibilidades técnicas frente a la cerámica y el jade determina la aparición del bronce, lo que supuso una total transformación no sólo material, sino social y política. Su uso va a estar íntimamente relacionado con el ritual y la guerra y su conocimiento con el poder. La primacía del bronce da nombre al período histórico denominado la Edad del Bronce, que incluye las dinastías Xia (2205-1767 a. C.), Shang (1767-1123) y Zhou (1122-221). Es en este largo período de tiempo cuando se conforman los elementos socio-políticos, filosóficos y científicos de la cultura china: la formación de la noción de Estado, la estratificación social, el nacimiento del confucionismo, taoísmo, moísmo, los sistemas de canalización y drenaje, los aperos agrícolas, y el desarrollo de la medicina y la escritura. Su estudio ya no está únicamente ligado a los objetos materiales sino que existen fuentes escritas para su análisis; la aparición y desarrollo de la escritura señaló el paso entre prehistoria e historia, ofreciéndonos los protagonistas de los hechos una valiosa información, recogida primero en los caparazones de tortuga (jiaguwen) y objetos en bronce (jinwen), más tarde en recopilaciones de textos tanto contemporáneos como crónicas históricas de tiempos posteriores (Suma Qien...).

Las Dinastías Xia y Shang (China)

Sobre la dinastía Xia no existen evidencias arqueológicas que prueben su existencia, sólo referencias literarias que sitúan en esta dinastía los hechos mitológicos o inexplicables de su historia, como es el caso de los tres emperadores míticos: Fu Xi, Huang Di y Shen Nong, a los que se les atribuye, entre otras cosas, la invención de la escritura o el hallazgo del capullo de seda. Así pues, la dinastía Shang es la primera de la que tenemos referencias históricas; de ella conocemos gran cantidad de datos que nos permiten establecer una base real sobre su organización social y política, economía, ritual, astronomía... Se han descubierto dos ciudades correspondientes a las capitales de la dinastía; en los primeros tiempos la capital de la dinastía Shang estuvo situada en Erliang, provincia de Henan, conocida entonces como "la ciudad de Ao" fundada por el Rey Zhongding (1562-1550 a. C.). En ella se puede observar un recinto amurallado, estructuras palaciegas y la ubicación de talleres artesanales fuera del perímetro de la ciudad. Más tarde, y en sucesivas ocasiones, la capital fue trasladada a Yincu, en la provincia de Henan, conocida como Yin (Anyang) siendo su nombre sinónimo de esta dinastía. Yin fue fundada hacia el año 1300 a. C., por el rey Pan Gen, y su descubrimiento en el yacimiento de Anyang ha constituido la más valiosa documentación arqueológica sobre este período dado el gran número de necrópolis ahí encontradas.

Su emplazamiento se conocía desde tiempos de la dinastía Song (960-1268 d. C.), si bien hasta fechas muy recientes no se realizaron excavaciones. En las necrópolis de Anyang se ha podido observar cómo los cuerpos mantienen una posición cara al sur, siguiendo los principios geománticos, y cómo van acompañados de una gran cantidad de objetos: bronces, inscripciones, lacas, jades, así como de animales domésticos (caballos, cerdos, perros...). Existió ya una clara estratificación social en estos pequeños territorios en torno a la cuenca del río Hoang He, a la cabeza de los cuales se sitúa la figura del rey (Wang), apoyado en una aparato administrativo compuesto por guerreros, chamanes (wu), sacerdotes escribanos (shih) y una fuerza de trabajo formada por campesinos libres y esclavos. La propiedad de la tierra era distribuida por el rey a cambio de prestaciones militares y el pago de tributos en especie. El campesino no estaba ligado a la tierra, a excepción de los esclavos, teniendo una cierta movilidad que se acentuó con la dinastía Zhou. Los esclavos, además de constituir el grueso de las fuerzas de choque del ejército, formaban la mano de obra necesaria para la construcción de obras de ingeniería, relacionadas principalmente con la contención de la crecida de los ríos (uno de las mayores azotes que ha conocido el pueblo chino). Los cultivos se adecuaron a las condiciones geográficas de la zona, destacando el trigo en cuanto a extensión; se utilizaron instrumentos agrícolas en piedra y madera y muy escasamente en bronce. La especialización del trabajo de los artesanos fue ya un hecho tal y como lo atestiguan los restos arqueológicos. Los talleres se encontraban en las afueras de la ciudad: al norte y al sur los broncistas, al oeste los alfareros, al noroeste los artesanos de hueso y jade. Con los Shang se inicia el comercio, cubriendo un área muy extensa, efectuándose el pago en conchas, caparazones de tortuga e incluso en monedas de bronce, si bien aún en escaso número.

Toda esta organización social descansaba en los rituales, ofrecidos por los chamanes (hombres y mujeres), ligados al culto de los antepasados por medio de los ritos funerarios. Para realizar dichos ritos se tenía en cuenta no sólo la ubicación idónea, atendiendo a los principales geománticos alusivos a las corrientes aéreas y subterráneas, sino también al tiempo adecuado. La dinastía Shang conoce ya un calendario solar y lunar, dividiendo los años en meses lunares y los años en base a la posición del sol. Así resultó un cómputo de doce meses al año, de treinta o veintinueve días de duración, intercalando un mes al final del año.

Los ritos se realizaban sacrificando animales y personas para acompañar al difunto y en ellos el uso del bronce, en forma de recipientes para alimentos y bebidas, sirvió como instrumento para lograr la comunicación entre el cielo y la tierra. Además del bronce, acompañaban al difunto piezas en jade, de tamaño pequeño, colocadas en diferentes partes del cuerpo, así como los bi y los cong.

La Dinastía Zhou (China)

Hacia finales del siglo XI a.C. se produjo un cambio dinástico debido a las constantes luchas territoriales. La dinastía Zhou, reino feudatario de los Shang, inauguró un nuevo período histórico en el que se incluyen la época de "Primavera y Otoño" (Zhun Qin, 722-481 a. C.) y "Estados Combatientes" (Zhang Guo, 450-221), nombres dados por la historiografía china para definir los cambios en el equilibrio del poder con anterioridad a la primera unificación territorial. Es bajo esta dinastía cuando se operan las mayores transformaciones sociales debidas fundamentalmente a dos causas: 1) paso de una sociedad esclavista a una sociedad feudal; 2) aparición del hierro e inicio de un proceso de industrialización.

La primera capital de la dinastía Zhou se situó cerca de Xian, provincia de Shaanxi, razón por la cual a los años en que estuvo ahí situada (1122-711 a.C.), se les denomina Zhou del Oeste, frente al período comprendido entre los años 770-221 a.C., cuando se

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traslada la capital a Luoyang, provincia de Henan, denominándose Zhou del Este. El área de influencia del primer período de la dinastía Zhou, abarca desde Mongolia Interior a la cuenca del río Yangzhi, y desde la provincia de Gansu a la costa este. Esta gran extensión territorial estaba dividida en pequeños territorios dirigidos por nobles al servicio del rey, en calidad de tributarios y vasallaje. La nobleza adquirió un carácter hereditario, inicio de la importancia de la línea de sucesión directa y masculina, así como de la justificación de la poligamia para asegurar un heredero. La base económica continuó siendo la agricultura, mejorando los cultivos mediante un sistema de rotación y añadiendo la soja a los cereales ya existentes. Es esta gran masa de campesinos quienes crean un excedente económico capaz de instrumentar unos inicios de industrialización y comercio, y, en consecuencia, una mayor producción de bienes de consumo (bronces, jades, cerámicas, textiles...).

La aparente prosperidad económica se vio mermada por el poder que fueron adquiriendo los nobles frente al rey, fundando sus propios estados. En el 770 a.C., debido también al empuje de las incursiones foráneas, se debilitó el poder real y la dinastía se hizo bicéfala al nombrar dos soberanos independientes. Uno de ellos traslada la capital a Luoyi (Luoyang), dando paso a la época llamada "Primavera y Otoño", nombre procedente de una obra clásica, "Los Anales de Primavera y Otoño", que dio la primera cronología exacta de la historia china.

Frente al poder de los Estados del Norte, se inició una emigración hacia el sur, de clima más benigno y con unas culturas nuevas que aportaron el cultivo del arroz. Todos estos factores favorecieron el autogobierno de los territorios y el comienzo de los particularismos regionales, de manera que los estados más poderosos absorbieron a los débiles. De unos doscientos territorios estados existentes en el siglo VIII a. C., en el año 500 a. C., sólo veinte de ellos pudieron mantener su independencia. Es en este período, siglos IV-V a. C., cuando se conoció el hierro, utilizado primero como material para instrumentos de labranza y, más tarde, en la fundición de armas. "El hermoso metal (el bronce) se usa para fundir espadas y lanzas; se utilizan junto a los caballos y a los perros. El metal feo (el hierro) se usa para hacer azadas que arrancan las malas hierbas; se usa en la tierra fértil". El hierro va lentamente introduciéndose en la vida cotidiana, en sustitución del bronce, favoreciendo el desarrollo industrial, la mejora de comunicaciones y estimulando el crecimiento de las ciudades.

Los "Estados Combatientes" (450-221 a. C.) ponen fin al período clásico, hasta conseguir con la dinastía Qin la unificación territorial. Estos Estados Combatientes fueron el resultado de la anexión mencionada, quedando reducidos a siete: Qin, Wei, Zhao, Han, Qi, Chu y Yan, que conocerán un próspero comercio por el incremento de las comunicaciones, lo que favorece el auge de los talleres locales y propicia, sobre todo, una edad de oro para el pensamiento científico y humanista.

Los Tres Reinos y las Seis Dinastías (China)

Bajo esta denominación, la historiografía china engloba cuatro siglos de desmembración del imperio que abarcan desde la caída de la dinastía Han (220) a la reunificación con la dinastía Sui (581-618). Los Tres Reinos Wei (220-265), Shu (221-263) y Wu (222-280) se formaron como resultado de la descomposición del imperio Han. Tras aplicar los emperadores de esta dinastía una política de asentamientos de aliados bárbaros en territorio chino, se produjeron constantes enfrentamientos militares entre los diferentes pueblos para lograr el control del tambaleante trono Han. El primero de ellos, el reino de Wei, fundado por Cao Cao (155-220) ocupó el territorio septentrional, mientras que los reinos de Shu y Wu se asentaron en el sudoeste y sudeste, respectivamente, fundando nuevas capitales. Chengdu, en la provincia de Sichuan, fue elegida por los Shu por su ubicación estratégica en la zona de los cuatro ríos, rica por su tierra fértil, mientras que los Wu eligieron Nanjing, provincia de Jiangsu en el curso medio del río Yangzi, por el control sobre el comercio marítimo y los cultivos de los valles especialmente el de arroz.

La dinastía Jin (265-316), a caballo entre los Tres Reinos y las Seis Dinastías, supuso un breve período de unidad imperial que terminó con luchas entre las diversas facciones cortesanas, iniciándose una etapa de caos y guerras civiles en la que se llegaron a contabilizar, entre el siglo IV y los inicios del siglo V, más de veinte Estados. Los pueblos bárbaros supieron aprovechar la oportunidad que les brindaba este desorden para lograr una fácil invasión, instalándose por todo el territorio septentrional e imponiendo a sus súbditos chinos nuevos modos culturales. Se inició así el período de las Seis Dinastías (420-581), con el que los historiadores chinos nombran a los seis Estados legítimos de la China meridional, si bien los últimos estudios se refieren a esta época con el nombre de las Dinastías del Sur y Norte (Nan Bei Chao), al considerar con la misma legitimidad los reinos septentrionales y meridionales. Los nombres de estas dinastías son: Dinastía del Este (Dong Zhao, 420-589), Wei del Norte (386-534), Wei del Este (534-550), Qi del Norte (Bej Qi, 550-577), Wei del Oeste (535-556) y Zhou del Norte (Bej Zhou, 557-581).

En este confuso panorama dinástico podemos encontrar una línea de actuación común, partiendo de su estructura socio-política y su reflejo en la historia del arte. La solidez ideológica del imperio Han se quiebra ante la desintegración política y la militarización de los Estados, que forzaron una emigración masiva hacia el sur en busca de un refugio ante las constantes invasiones y guerras civiles. La quiebra de las instituciones y del sentimiento de colectividad condujo a un fuerte individualismo alejado de los dogmas confucianos, propiciándose el auge del taoísmo como vía individual. Muestra de ello fue la creación de sociedades secretas tales como los Turbantes Amarillos o Los Siete sabios del bosquecillo de bambú. Para Yong Yap y Arthur Cotterell: "el taoísmo respondió a una crisis nacional y se convirtió en la religión autóctona de la salvación individual que se desarrolló en dos niveles distintos: la especulación filosófica tan apreciada por los shih y los ritos mágico religiosos exigidos por los nung con una ferviente respuesta popular".

En el campo artístico esta búsqueda individual favoreció una intensa creatividad cuyo máximo exponente fue la expresión artística de la caligrafía y el desarrollo de nuevas formas poéticas. Sin embargo, a partir del siglo IV e inicios del siglo V, esta corriente individualista tuvo que aprender a convivir con el budismo, cuya fuerza se hizo imparable entre todos los estamentos sociales. El budismo, religión procedente de la India, penetró en China a través de las rutas comerciales iniciadas con la dinastía Han. Constituyó el impacto cultural e ideológico más fuerte que ha sufrido China hasta el siglo XX con la introducción del marxismo.

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A Sidharta Gautama (563-479 a. C.), se deben los fundamentos de esta religión, cuyo nombre deriva de la palabra buda o iluminado, estado espiritual al que debían llegar sus seguidores. Sidharta, hijo del príncipe del país de Sakya, reino al pie del Himalaya, abandonó su casa paterna al comprender los sufrimientos de la vida más allá de los muros de palacio. En sus salidas tuvo encuentros que le marcaron el camino hacia la búsqueda del conocimiento absoluto, único medio para terminar con la enfermedad, la muerte y el deseo. Para comprender la existencia de estos males y buscar una solución a ello consultó a los brahmanes, realizó prácticas de mortificación y, por último, tras comprobar que ninguno de estos métodos le aportaba soluciones, se retiró a meditar en solitario hasta que logró el camino de la iluminación, que no es otro que el conocimiento de la naturaleza intrínseca de las cosas. Buda inició sus enseñanzas en Varanasi (India) promulgando las Cuatro Nobles Verdades: existe la infelicidad; hay una causa para su existencia; la infelicidad puede terminar, y el conocimiento de la verdad termina con el sufrimiento.

Los métodos que aconsejaba nada tenían que ver con la celebración de ritos, sacrificios u oraciones, sino con la interiorización individual de la verdad y la práctica constante de las virtudes, rechazando la muerte, el uso de estimulantes, y la apropiación indebida de las cosas. No creó dioses ni figuras que adorar, puesto que cualquier persona que observara sus enseñanzas podía romper la rueda de las reencarnaciones y llegar a ser un iluminado o buda. De su doctrina se deriva un alto grado de tolerancia y confianza en uno mismo, así como una total ausencia de afán proselitista, si bien los hombres y el paso del tiempo transformaron en su propio beneficio la doctrina original.

Los primeros seguidores de Sidharta Gautama se unieron en comunidades (shanga) que se extendieron no sólo por la India, sino por los países próximos: Sri Lanka, Birmania, Thailandia..., iniciando la interpretación de la doctrina en dos escuelas principales: el Budismo Hinayana (pequeño vehículo) y el Mahayana (gran vehículo), fundadas a raíz del Cuarto Concilio Budista. El Budismo Hinayana, fundamentado en el Canon Pali, propugnó una vía de liberación individual, el único camino seguido por Buda, mientras que el Budismo Mahayana se hizo rodear de un panteón de divinidades o bodhisatvas que renuncian al nirvana en atención al sufrimiento de los demás, guiándoles en el camino hacia la iluminación. Avalokitesvara fue el bodhisatva principal del Budismo Mahayana, junto a la figura de Maitreya (Buda del Futuro) que dieron lugar a una rica iconografía. Esta escuela budista fue la que se conoció en China, extendiéndose más tarde hacia Corea y Japón.

La difusión del Budismo en China se realizó fundamentalmente a través de los comerciantes, a los que siguieron los monjes de Partia y Sogdiana, siendo alrededor del año 65 d. C., cuando se tienen los primeros datos fidedignos sobre el Budismo en China. Un siglo más tarde, en el 148 d. C., se iniciaron las primeras traducciones de textos budistas del sánscrito al chino, favoreciendo su difusión tanto entre las clases letradas como entre el pueblo. Se ha querido hacer coincidir este hecho con las invasiones bárbaras del siglo V d. C., sin tener en cuenta que ya en el año 300 d. C., existían más de ciento ochenta monasterios budistas en Changan y Luoyang, teniendo por tanto una relación más directa con la desintegración del confucionismo y su sistema social que con la llegada de los invasores.

El Budismo en China entró rápidamente en contacto con la filosofía taoísta por la proximidad de los supuestos filosóficos, especialmente conceptos como el de la no-acción, la ausencia de método y la búsqueda de la individualidad. Si estas razones fueron suficientes para llamar la atención de la clase letrada, las clases populares vieron en ella un elemento de cohesión y un panteón tangible al que dirigir sus súplicas. Es en este aspecto en el que el Budismo se integró en el arte, al favorecer el desarrollo de lugares necesitados de unas formas arquitectónicas (pagodas y monasterios) y una decoración (escultura y pintura capaces de cubrir las necesidades del clero y los fieles).

Los Tres Reinos y las Seis Dinastías, a caballo entre la grandeza Han y la sublimación y cosmopolitismo de los Sui y Tang, constituyeron un período de vital importancia para el desarrollo del arte, ya que en esta época se originaron los principios del Arte del Pincel (caligrafía, pintura y poesía), asimilando las influencias foráneas sin abandonar su propia tradición.

Dinastías Sui y Tang (China)

A la fragmentación política de los Tres Reinos y las Seis Dinastías le sucedió una de las dinastías de mayor vigor histórico y artístico, heredera de la tradición Han: la dinastía Tang que se mantuvo en el poder durante casi cuatro siglos: 618-907. Sin embargo, de la fragmentación mencionada al brillo de la corte Tang, existió una dinastía considerada de transición entre ambos períodos con sólo treinta y seis años de duración pero sumamente fructíferos para el desarrollo posterior. La dinastía Sui, fundada por Yang Jian (c. 541-604) inició la unificación territorial del país teniendo como punto de partida los territorios del norte y como elemento aglutinador el budismo. En el año 583 Yang Jian trasladó la capital de nuevo a Chang'an, alternando períodos breves de Luoyang y Yangzhou para controlar su extenso imperio. Aunque la figura de Yang Jian no es comparable a la del primer emperador de China, Qinshi Huangdi, sí se pueden establecer ciertos paralelismos. Ambos unificaron y pacificaron un territorio dividido y en guerra; fueron promotores de grandes obras públicas como la Gran Muralla y el Gran Canal; sus dinastías fueron tan efímeras como sus reinados, dando paso tras su muerte a dos grandes dinastías: la Han, en el caso de Qinshi Huangdi, y la dinastía Tang, tras la muerte de Yang Jian. El emperador de Sui tuvo durante su reinado dos grandes preocupaciones: asentar sus victorias militares mediante la consolidación de las instituciones e intentar rehacer la economía tanto en el comercio (Gran Canal) como con la creación de inmensos graneros, reservas para tiempos inestables. Las instituciones del Estado fueron reformadas tomando como patrón las existentes en la dinastía Han, que es lo mismo que decir un renacimiento del confucionismo frente a la presencia budista. Se establecieron las ceremonias de antaño, se reeditaron los clásicos confucianos, y se amplió el sistema de exámenes dando una mayor oportunidad a aquellos aspirantes que no pertenecían a los shih. Sin embargo, todos estos cambios no dieron sus frutos en la dinastía Sui, sirviendo de punto de partida a la explosión de madurez de la cultura Tang. La economía basada en la agricultura y el comercio necesitaba nuevas vías de distribución, dada la importancia que había adquirido el sur sobre el norte por el aumento de cultivos, así como por ser camino obligado de las exóticas mercancías procedentes de los estados tributarios del sur (Vietnam, Thailandia...). Fueron creados en Luoyang y Chang'an graneros suficientemente grandes como para servir de despensa a su población, sistema que pronto se difundió por todo el territorio. Transportar del sur al norte mercancías y personas resultaba en aquella época un ingente esfuerzo, dada la

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larga distancia existente entre ambos puntos, así como la ausencia de una red viaria. Tomando como punto de partida la primera desviación del río realizada en tiempos de Qinshi Huangdi, Yang Jian se propuso realizar un canal, aprovechando y manipulando los cauces del río Yangzi y sus afluentes. En un recorrido de 1500 km el Gran Canal unió Zhe, localidad próxima a Beijing, con Hangzhou, pasando por Luoyang de donde partía una desviación a Chang' an. Con la dinastía mongola Yuan (1206-1368), el Gran Canal fue remodelado logrando una longitud total de 1800 km, constituyendo desde entonces la principal vía de comunicación entre el norte y el sur. Al igual que la Gran Muralla, la construcción del Gran Canal tuvo un coste político, económico y humano para la dinastía Sui. La ingente cantidad de personas que intervinieron en las obras tuvo que ser reclutada tanto del campesinado como del ejército, en un número cercano a los tres millones de personas. Cada grupo de cinco familias tenía que proporcionar un anciano, un niño o una mujer para transportar alimentos y bebidas a los obreros, vigilados día y noche por 50.000 soldados relevados de los puestos militares. Tal esfuerzo hizo que se agotaran los graneros ante la ausencia de mano de obra en el campo, lo que unido a una fuerte presión fiscal para financiar la obra provocó la sublevación popular que derrotó a la dinastía Sui. En el año 617 Li Yuan (566-635) consiguió pacificar el territorio, nombrándose emperador de una nueva dinastía, la Tang, con el nombre de reinado del emperador Ciaozu, el mismo que utilizara el primer emperador de la dinastía Han. Con ello quiso manifestar su deseo de entroncar con la antigua dinastía y continuar la idea imperial por ellos forjada. Su hijo Li Shimin (reinó entre 626 y 649), es considerado el iniciador de facto de la dinastía, que subió al trono tras asesinar a su hermano mayor, legítimo heredero. Li Shimin adoptó el nombre de Taizong, dándonos su reinado las pautas de la grandeza de la dinastía: el eclecticismo y la apertura a influencias extranjeras de todo tipo. A la China de la dinastía Tang llegaron gentes procedentes de toda Asia: estudiantes y monjes budistas de Corea y Japón; jefes de tribus turcas, khitanes y uighures; embajadores, artistas y músicos de los reinos de Asia Central; comerciantes de Samarkanda, Bokhara, India, Persia, Siria... Reflejo de este mosaico racial y cultural lo constituyó Chang' an (hoy Xian), capital de la dinastía, la ciudad más populosa del mundo con más de dos millones de habitantes y centro de irradiación cultural en toda Asia.El emperador Taizong consolidó y mejoró la estructura administrativa y política esbozada con los Sui, creando una administración pública poderosa, capaz de controlar todos los rincones del imperio. Para ello dividió el territorio en provincias, codificó nuevas leyes y destruyó el poder militar de los pueblos fronterizos, asegurándose así el control de las rutas comerciales. Chang' an fue un ejemplo de convivencia cultural y religiosa, permitiendo la existencia de centros de enseñanza y lugares de culto a todos los credos: budistas, maniqueos, nestorianos, musulmanes, confucianos y taoístas. Esta acertada política conllevó un renacimiento cultural sin precedentes, enriquecido por las aportaciones de todos los pueblos. Se desarrollaron nuevas artes tales como la poesía lírica y la pintura de paisaje; la arquitectura manifestó la grandeza del imperio, tanto en construcciones civiles como religiosas; la bonanza económica y el lujo de la vida cortesana se vio reflejado en una intensa actividad de las artes decorativas: cerámica, seda, orfebrería, laca .... Se descubrió la porcelana y la imprenta que ayudó a la extensión de la cultura y a la unificación cultural del país. Bien es cierto que los cuatro siglos de la dinastía Tang estuvieron jalonados de sucesos históricos que marcaron los distintos períodos: emperadores visionarios, golpes de Estado y crisis económicas azotaron intermitentemente al país sin conseguir romper la grandeza de la dinastía. Por primera vez en la historia china una mujer accede al trono imperial. Una concubina de Daizong logró que a su muerte, su hijo el emperador Gaosun (reinó entre 650 y 685), le otorgase el título de emperatriz viuda. No satisfecha con ello intrigó y asesinó a las facciones cortesanas opuestas a ella, proclamándose emperatriz en el año 683 y fundando una nueva dinastía. Reinó con el nombre de Wu Zetian del año 683 al 705, legitimando su mandato al considerarse la reencarnación de Maitreya, el Buda del Futuro. Wu Zetian trasladó la capital a Luoyang, enriqueciendo la ciudad con templos y palacios; a ella se debe la ampliación de las grutas budistas de Longmen y la reconstrucción del templo del Caballo Blanco. Su labor política estuvo marcada por falsas intrigas palaciegas y el desplazamiento del poder de las familias tradicionales en favor de nuevos talentos. A la edad de ochenta años sufrió un golpe de Estado que la obligó a abdicar, tomando de nuevo las riendas del imperio un sucesor de la casa reinante Tang: Xuanzong (713-755). Su reinado coincidió con uno de los momentos más brillantes de la dinastía por la prosperidad conseguida y el florecimiento de todas las artes. Su mandato imperial se inició con la destitución de Yang Gue Fei. Su belleza e inteligencia nublaron los ojos del emperador ya senil; donde él sólo veía disfrute y placer, ella veía poder para sus familiares y amigos. Se iniciaron revueltas en las fronteras, fortaleciéndose el poder de los jefes militares de las guarniciones, mientras que en la Corte sólo se atendía a la celebración de suntuosas fiestas en honor del emperador y su concubina. Uno de estos jefes militares, An Lushan, apoyado por sus tropas supo encontrar partidarios dentro de la corte para provocar el golpe de Estado que acabó con el reinado de Xuandong y la influencia de Yang Guei Fei. En el año 755 se inició la rebelión de An Lushan, apoderándose de la capital en el 756, lo que obligó no sólo al exilio del emperador sino al asesinato de la concubina y sus partidarios.La dictadura militar de An Lushan fue breve, pues murió asesinado en el 757, y sus seguidores aniquilados y alejados del poder en el 763. A partir de entonces y aunque se vuelva a restablecer el trono imperial, no alcanzaron las altas cotas de los años anteriores a la rebelión. Emperadores sin dotes de mando y organización, sublevaciones en las fronteras, que manifestaron la supremacía del poder militar sobre el civil, crisis económica... fueron mermando la unidad imperial hasta su total desintegración en el año 907, iniciándose un nuevo período de división en la historia china: las Cinco Dinastías (907-960). La historia popular ha visto la causa de la caída de la dinastía Tang en el edicto de prohibición y persecución del budismo del año 845, ordenado por el emperador Wazong. Según la misma, una divinidad budista tomó la revancha, sembrando el caos y destituyendo al último emperador.

Dinastía Yüan (China)

Este período, que representó una época de dominación extranjera y el fin de lo que muchos historiadores denominan la Civilización China Clásica, es quizá la más conocida por el mundo occidental debido a las narraciones de viajeras occidentales que, como Marco Polo, quedaron asombrados por el modo de vida y la libertad de cultos existentes en China. Kublai Khan será el emperador más importante de este período de sincretismo religioso y cultural, pero que en realidad ocultaba el monopolio del poder por parte de la minoría mongola.

Los mongoles gobernaron China durante casi cien años. Aunque los historiadores chinos consideran que el comienzo del imperio mongol o Yüan fue en 1279, había habido una dinastía mongol establecida en el norte de China desde la subida al trono de Kublai Khan, y desde 1263 fue Beijing, y no Karakorum, el centro mundial del poder mongol. Este periodo supuso un eclipse parcial de la civilización china, una temporal extinción de las actividades culturales asociadas a la administración imperial tradicional.

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La conquista de China es obra de Kublai (1215-1294), hijo de Tului y nieto de Gengis-Khan, quien inició el ataque a la China de la dinastía S´ung en 1259, si bien hasta final de la década de los sesenta no se realizaron campañas de envergadura aprovechando una serie de profundas crisis sociales chinas. Kublai se proclamó emperador en 1271 antes incluso de apoderarse de la capital song, Hangzhou, y del reino de los song del Sur (1276-79).

Una vez conquistado el imperio chino fracasó en sus intentos de apoderarse del Japón (1274 y 1281), así como de dominar directamente el sudeste asiático, área en la que tuvieron una diversa fortuna, ya que el mar siempre fue un gran obstáculo para los pueblos de la estepa, al igual que la selva indochina era un marco poco accesible para la caballería mongola.

Kublai se anexionó fácilmente el Reino de Pagán, en Birmania, y Yünnan, y logró que reconociesen su lejana soberanía el Reino de Champa y los Reinos siameses del Norte, Sukhotai y Lopburi, después de sus campañas de 1282 y 1288, si bien las fuerzas mongolas sufrieron cuantiosas perdidas por no estar acostumbradas a hacer frente a las tácticas guerrilleras. Fracasó estrepitosamente en su intenso de conquista de Java (1291-93).

El dominio mongol en China se basó en la desconfianza hacia los pueblos sedentarios dominados, si bien se tuvieron que aceptar muchos de los métodos administrativos del secular funcionariado chino. La política mongola condujo a una auténtica segregación entre los mongoles, los chinos y las etnias no chinas. Los mongoles conservaron por vía hereditaria los cargos de dirección y los gobiernos provinciales, a la vez que se les reservaba una cuarta parte en los puestos del funcionariado, a pesar de su escasa preparación en comparación con los chinos. La prohibición de los matrimonios mixtos debía teóricamente asegurar este monopolio de funciones a la minoría mongol.

La dinastía Yüan desarrolló una mayor fiscalidad que en épocas anteriores, sobre todo en las regiones marítimas y del Sur, pero supo cuidar y mantener la estabilidad interna de la sociedad china, lo que le valió el apoyo de los grandes propietarios. Si a esto añadimos la realización de grandes obras públicas, como el famoso canal imperial que unía el río Amarillo con Beijing, o la mejora de las comunicaciones internas, y la emisión de papel moneda de valor estable, se puede comprender la admiración que despertó en los viajeros occidentales que llegaron a China el reinado de Kublai. Viajeros como Marco Polo o Guillermo Robruck quedaron sorprendidos por la tolerancia religiosa de la dinastía mongol, la relativa seguridad del comercio terrestre y la amabilidad con que se trataba a los extranjeros, a pesar de que Kublai se había convertido al budismo, pero por superstición y para no ofender a las otras fuerzas divinas mantuvo la política de tolerancia religiosa, si bien de hecho no hizo más que continuar la política en esta materia que se había practicado en China durante el milenio anterior.

El imperio yüan ya dio muestras de decadencia antes de la muerte de su fundador. La violencia de los primeros avances mongoles había empobrecido provincias enteras y mermado su población.

Temür (1295-1307), nieto de Kublai, dirigió el gobierno con gran energía, pero sus sucesores fueron perdiendo el poder, entre otras cosas por su mediocridad, por los problemas sucesorios y sobre todo por mostrar más afición al harén y al vino que a arreglar los graves problemas de la sociedad. La oposición popular estuvo dirigida por una sociedad secreta conocida con el nombre de "El Loto Blanco", cuyas doctrinas eran una amalgama de las cosmologías budista y taoísta. El foco central de la oposición estaba en la cuenca del río Huai, escenario de repetidas hambrunas en la década 1350-60. Las autoridades aplastaron estos movimientos, pero surgieron otros en el valle del Yangtze.

Toghan Temür (1333-1368) fue el último soberano mongol en China. No podo hacer frente al creciente empeoramiento de la economía, ni a las rebeliones populares que tienen como objetivos a los extranjeros establecidos en el país. El dirigente Chu Yüan Chang, antiguo monje, venció a las tropas mongolas, primero conquistó el sur de China y Pekín en 1368, teniendo que huir a Mongolia el último emperador de la dinastía Yüan. Una nueva época se iniciaba en China, la de la dinastía nacional de los Ming (1368-1644), cuyo ejército saqueó en 1372 Karakorum y persiguió a los restos de la horda mongola hasta el centro de Siberia.

Casi cien años después de la conquista de China por los mongoles su dinastía desaparecía, demostrando que detrás de la leyenda, forjada esencialmente por los relatos de los viajeros occidentales, solo había el vacío.

La Dinastía Ming (China)

La dinastía Ming (1368-1644) fue la última dinastía propiamente china, ya que estuvo precedida por una de origen mogol (Yuan) y seguida por otra de origen manchú (Qing).

El germen de la dinastía Ming lo constituyó una sucesión de sublevaciones populares, cuyas causas hay que buscarlas en la corrupción interna de la corte Yuan, unida a una serie de desastres naturales (desbordamiento de los grandes ríos, pérdida de cosechas) así como en el empobrecimiento del campesinado chino. La diversidad de componentes y su interrelación hace difícil encontrar una única causa que motivara la creación de grupos dispersos por el país unidos por un mismo afán: derrocar a la dinastía reinante.

La crisis social y económica se agudizó durante el reinado del último emperador mogol y fue aprovechada por sectas de origen mesiánico (Turbantes Rojos, Loto Blanco...) que, bien organizadas, fueron oponiéndose militarmente al ejército imperial. En estas luchas destacó Zhu Yuanzhang, hombre de origen campesino, que aglutinó a diferentes grupos sublevados, y se autoproclamó Duque de Wu tras la anexión de la zona central de China. El inicial carácter popular de esta revuelta fue adulterándose a medida que se unían a él miembros de las clases económica y socialmente fuertes, variando los fines del movimiento, cuyo principal objetivo pasó a ser de carácter nacionalista, esto es, el derrocamiento de la dinastía extranjera. En el año 1368, los rebeldes tomaron Dadu, la capital, y Zhu Yuanzhang fue nombrado en Nanjing emperador de China con el nombre de reinado de Hongwu (hueste universal).

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Para esta nueva dinastía Hongwu eligió el nombre de Ming, formado por los caracteres del sol y la luna, que significan brillante, estableciendo la capital en Nanjing.

En 1387 reunificó todo el país, comenzando a hacer realidad la reorganización del imperio. La administración imperial central fue estructurada siguiendo los modelos de las anteriores dinastías chinas y reforzada por un marcado carácter absolutista. Hongwu, de origen campesino, fue paradójicamente el emperador más conservador de toda la dinastía, celoso de innovaciones y de los grupos de poder cercanos a la corte.

Se reinstauraron de nuevo los exámenes para acceder al cuerpo de funcionarios, cuyas áreas de influencia se vieron limitadas por el emperador. Si en la dinastía Song los diferentes organismos tuvieron una relativa autonomía dependiendo del control de los funcionarios, Hongwu, temeroso de sus influencias, concentró todo el poder en sus manos.

Con la nueva organización administrativa, el emperador Hongwu consiguió relanzar la maltrecha situación económica y dotar al país de un sentido de cohesión nacional y prestigio en el exterior, sentando los principios de actuación política y económica de los siglos XV y XVI.

En política exterior, los sucesores de Hongwu afianzaron la posición de China en el sudeste asiático, teniendo la mayor parte de los países que aceptar de nuevo el carácter de estados tributarios. Durante el siglo XV, se mostró de un modo práctico la superioridad técnica china en el campo de las aplicaciones en navegación. Este desarrollo permitió a los navegantes chinos llegar hasta el Golfo Pérsico y mantener un comercio constante con todos los puertos asiáticos. Zheng He (1371-h. 1434), uno de los expedicionarios más conocidos de esta época, navegó a principios del siglo XV hacia Java y Sumatra (1405), Sri Lanka (1408-11) e incluso al puerto de Jidda en el Golfo Pérsico (1412-1415). Sus viajes fueron seguidos de la publicación de diferentes libros ("Los reinos bárbaros de los océanos occidentales", "Maravillas de los océanos") así como del desarrollo de la cartografía y técnicas de navegación.

Sin embargo, la segunda mitad del siglo XV conoció un retroceso en el control marítimo de los mares circundantes. En vez de potenciar la creación de una flota defensiva y comercial, la marina china dedicó sus esfuerzos a proteger la costa frente a la amenaza constante de los piratas japoneses. La gran longitud de costa hizo esta tarea inoperante, continuando los ataques y el comercio de contrabando.

En el segundo tercio del siglo XVI llegaron por primera vez, vía marítima, los occidentales a China. En 1517 arribaron a las costas de Guandong los portugueses, iniciando su penetración comercial, cuyo resultado más visible fue su establecimiento en Macao en el 1557. A estos primeros contactos les sucedió la llegada de misioneros jesuitas y comerciantes holandeses.

Por el norte continuaron las amenazas de las tribus mogolas asentadas en Manchuria, a base de constantes escaramuzas militares que obligaron a un reforzamiento de la línea defensiva. Esta línea seguía el antiguo trazado de las murallas levantadas en siglos anteriores, desde tiempos del emperador Qinshi Huangdi (siglo IV a. C.). Por ello, durante el siglo XV, se reconstruyeron las antiguas murallas junto con una segunda línea de defensa, de una longitud total de más de cinco mil kilómetros. La Gran Muralla fue levantada de nuevo para evitar los ataques militares y para dividir dos mundos aún irreconciliables. En el siglo XVII y tras la invasión manchú, la muralla perdería su valor militar al pasar Manchuria a formar parte del imperio chino.

En el interior del país se rehizo la economía rural, así como el sistema impositivo y se concedió una gran importancia al comercio interior y exterior. El Estado redujo su presión directa sobre las transacciones comerciales internas, permitiendo el auge y desarrollo de la clase mercantil ubicada en el sur de China. Sin embargo, hasta 1567, se mantuvo la prohibición para los particulares de comerciar con el exterior.

Durante los últimos años del siglo XVI fueron fraguándose los primeros síntomas del fin de una dinastía que hacía honor a su nombre brillante. Las fronteras comenzaron a verse amenazadas por las ofensivas mogolas y los ataques de los piratas japoneses amenazaban el comercio exterior. En el interior los gastos cada vez se hacían más insostenibles y, a pesar de los esfuerzos del emperador Longqing (r. 1567-1573) preocupado por la justicia social, la reforma agraria y la reducción de gastos en la corte, no lograron contener más que momentáneamente los inicios de la crisis.

Los eunucos de la corte controlaban todos los aspectos económicos y políticos con un fuerte componente de corrupción que les enriquecía, en detrimento de la población. Para hacer frente a los enormes gastos de una corte cada día más numerosa e improductiva, se decretó una fuerte subida de impuestos que acarreó la ruina de multitud de empresas artesanales y el consiguiente descontento social. El intento de reacción, creando grupos leales a la corte enfrentados a los eunucos, no hizo más que agravar la crisis, poniendo en tela de juicio el propio sistema absolutista. En fin, la anarquía general, la ruina de las finanzas públicas, el suicidio del emperador y la debilidad de los ejércitos crearon la situación más propicia para que los amenazantes vecinos manchúes, a los que habían llamado en auxilio ciertas facciones de la corte, no encontrasen ninguna resistencia que les impidiese el inicio de una invasión que culminaría en 1644 con la proclamación de la dinastía manchú, llamada Qing.

La vida cultural de la dinastía Ming careció de uniformidad, si se tiene en cuenta que estamos analizando un período histórico que abarca casi tres siglos. La impresión de libros adquirió un gran auge ligado al desarrollo de la emergente clase social de mercaderes y burguesía urbana, menos selectiva intelectualmente, pero ávida de ocio. Las novelas, los libros de historia y los dramas escritos en lenguaje popular, fueron los géneros más demandados. Entre ellos, cabe citar la "Historia de los Tres Reinos", compendio novelado de estratagemas militares y "La Historia de la Ribera". Ya en la segunda mitad del siglo XV se asistió a un cambio en el gusto de los lectores, prefiriéndose la crítica y sátira de las intrigas y corrupciones de la corte ambientadas en épocas anteriores.

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La novela "Jinpingmei" (Flores de ciruelo en un jarro de oro), de carácter costumbrista, relata las condiciones sociales de los últimos años de la dinastía Ming, situando a sus personajes en los siglos XII y XVIII. De gran éxito entre la burguesía de su tiempo, fue prohibida en 1687, tachándola de pornográfica.

El afán enciclopédico del emperador Yongle (r. 1402-1424) quedó reflejado en la recopilación de una enorme colección de obras diversas, titulada "Yongle dadian" o "Gran enciclopedia de Yongle", que contenía más de once mil volúmenes, y de los que hoy sólo quedan sesenta, tras haber sido destruidos por las tropas británicas y francesas en el siglo XIX, durante el saqueo del Palacio de Verano.

Pero no sólo se publicaron obras literarias, sino que aparecieron gran número de publicaciones de carácter científico, relacionadas con los campos de la filología histórica, las matemáticas, la medicina, y todos aquellos de carácter práctico (botánica, agricultura, geografía...).

La creación de Beijing como nueva capital fomentó el desarrollo de todas las artes. La arquitectura tuvo un papel predominante en la construcción de palacios y templos; la escultura ornamentó las tumbas imperiales, mientras que la pintura, caligrafía y porcelana mantuvieron su categoría de arte mayor unidas, en unos casos, a la corte y, en otros, a la clase ilustrada centrada en el sur del país. Otras artes decorativas, como la laca, esmalte, jade, bronce... engalanaron el interior de palacios y templos, recreándose en el pasado o bien incorporando nuevos repertorios formales y técnicos.