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CRITICÓN, 124, 2015, pp. 29-51. La dedicatoria de Cervantes «Al duque de Béjar» J. Ignacio Díez Universidad Complutense Casi todos los críticos disfrutan del don de la obviedad (Francisco Umbral, Los amores diurnos) Il n’y a pas de vanité intelligente (Louis-Ferdinand Céline, Voyage au bout de la nuit) Los problemas de una dedicatoria Probablemente casi nadie presta atención a las dedicatorias de los libros de los Siglos de Oro, con su habitual despliegue retórico, aunque el cliché también puede ser muy expresivo 1 . Cabe preguntarse incluso si el dedicatario lee la dedicatoria o se conforma con ver su nombre estampado en la portada y al frente de la pieza preliminar que la costumbre ha convertido en obligatoria de facto 2 . Cervantes sí se interesa en cómo hay que escribir las piezas preliminares o paratextuales y reflexiona sobre cómo componer un prólogo (precisamente en el bien conocido del Quijote de 1605) y sobre cómo debe ser una dedicatoria (en la muy original de las Novelas ejemplares) . Incluso se puede percibir cierta autocrítica burlona si se comparan dos de las dedicatorias cervantinas, la del primer Quijote y la de las 1 «La serie formada por la dedicatoria [al duque de Béjar] y los sonetos I-IV [al mismo sujeto] es de un desolador carácter tópico, pero justamente esa redundancia en el gélido y tímido lugar común es lo que nos dice de la relación entre un poeta áureo y su poderoso patrón» (Garrote Bernal, 2005, pp. 131-132). 2 La palmaria excepción se encuentra en Góngora, por su peculiar transmisión y porque «es imposible leer las Soledades sin empezar» por la dedicatoria a Béjar (Jammes en Góngora, Soledades, ed. 1994, pp. 73-74).

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CRITICÓN, 124, 2015, pp. 29-51.

La dedicatoria de Cervantes«Al duque de Béjar»

J. Ignacio DíezUniversidad Complutense

Casi todos los críticos disfrutan del don de laobviedad (Francisco Umbral, Los amores diurnos)

Il n’y a pas de vanité intelligente (Louis-FerdinandCéline, Voyage au bout de la nuit)

L o s p r o b l e m a s d e u n a d e d i c a t o r i a

Probablemente casi nadie presta atención a las dedicatorias de los libros de los Siglosde Oro, con su habitual despliegue retórico, aunque el cliché también puede ser muyexpresivo1. Cabe preguntarse incluso si el dedicatario lee la dedicatoria o se conformacon ver su nombre estampado en la portada y al frente de la pieza preliminar que lacostumbre ha convertido en obligatoria de facto2.

Cervantes sí se interesa en cómo hay que escribir las piezas preliminares oparatextuales y reflexiona sobre cómo componer un prólogo (precisamente en el bienconocido del Quijote de 1605) y sobre cómo debe ser una dedicatoria (en la muyoriginal de las Novelas ejemplares). Incluso se puede percibir cierta autocrítica burlonasi se comparan dos de las dedicatorias cervantinas, la del primer Quijote y la de las

1 «La serie formada por la dedicatoria [al duque de Béjar] y los sonetos I-IV [al mismo sujeto] es de undesolador carácter tópico, pero justamente esa redundancia en el gélido y tímido lugar común es lo que nosdice de la relación entre un poeta áureo y su poderoso patrón» (Garrote Bernal, 2005, pp. 131-132).

2 La palmaria excepción se encuentra en Góngora, por su peculiar transmisión y porque «es imposible leerlas Soledades sin empezar» por la dedicatoria a Béjar (Jammes en Góngora, Soledades, ed. 1994, pp. 73-74).

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Novelas ejemplares, separadas por un período de ocho años3. Quizá Cervantes oponeasí, no solo su evolución en el trato con los nobles y su evolución también en eldesarrollo literario de una pieza estereotipada como es la dedicatoria, sino que oponesobre todo la versión más tradicional de una dedicatoria a la novedad con la que halaga«a mi verdadero señor y bienhechor mío»4. ¿No fue el duque de Béjar en 1604 su señory su bienhechor como lo es en 1613 el conde de Lemos? Sin embargo, lo que másimporta es constatar el carácter único de la dedicatoria de la primera parte del Quijote(«Al duque de Béjar»), en parte porque «contrasta la brevedad de la dedicatoria y eltono distante, frío, de la misma, sobre todo si se compara con la enorme originalidad delprólogo»5, y en mayor medida porque entre el prestigiado prólogo y la (hasta hace pocomuy) olvidada dedicatoria hay una relación antitética, la que va de la originalidad alplagio. La de las Novelas ejemplares es original en los dos sentidos y una prueba de pesode que, al menos entonces, Cervantes es capaz de escribir una dedicatoria muy personaly muy diferente de las que impone el tópico. ¿Adquirió tarde esa habilidad Cervantes oya disponía de ella casi una década antes?6

Si el bien conocido prólogo del Quijote7 así como los poemas burlescos han atraídocon mucha razón a los lectores, no hay que extrañarse de que los preliminares legales nosean leídos con la misma fruición, pues la tasa, la fe de erratas y el privilegio son en elQuijote, como en el resto de los libros impresos de los Siglos de Oro, requisitosobligatorios que salen de las plúmbeas plumas de la administración. También estaría enesa categoría la aprobación, de la que, como es sabido, carece la primera parte delQuijote8. A su vez, la dedicatoria se ha vuelto muy incómoda para la crítica cervantinadesde que Hartzenbusch destapara hace ciento cincuenta años que es en gran medida unplagio. Durante casi tres siglos el plagio cervantino pasó sin ser notado ni por críticos ni

3 No está en el hecho de que haya «de ser breve y sucinta», ni en evitar al dedicatario «traerle a lamemoria, no solo las hazañas de sus padres y abuelos, sino las de todos sus parientes, amigos y bienhechores»,pero sí en ponerla «debajo de su protección y amparo, porque las lenguas maldicientes y murmuradoras no seatrevan a morderlas y lacerarlas» (Cervantes, Novelas ejemplares, p. 21).

4 Cervantes, Novelas ejemplares, p. 22; «el deseo que tengo de servir a VE como a mi verdadero señor yfirme y verdadero amparo» (Teatro completo, p. 13); «como criado que soy de Vuestra Excelencia» (DonQuijote de la Mancha , p. 623); «y sepa que tuvo en mí un tan aficionado criado de servirle, que quiso pasaraun más allá de la muerte mostrando su intención [...] y con ellas, fin de la Galatea, de quien sé estáaficionado vuesa Excelencia» (Persiles, pp. 45-46).

5 Alvar, 2007, p. 3267.6 En los «dos modelos» de dedicatoria que distingue Martín Morán (y el segundo se inicia con las

Ejemplares) la del Quijote de 1605 pertenece al primer grupo por descarte: Béjar «ha perdido la fisonomíaindividualizada de Ascanio Colona y se ha transformado en el epítome del mecenas (su despersonalizaciónpodría ser un indicio más a favor de la tesis del apócrifo)» (2009, pp. 58 y 66), aunque «parece absurdosuponer que quien en 1613 tenía ideas tan precisas sobre la forma y función de la dedicatoria recurriera en1605 a la copia por “desgana”» (Carrascón, 1991, p. 174). Es extraño que junto a la «despersonalización» dela dedicatoria del Quijote de 1605, en la colocada al frente de la segunda parte se dé también «un paso más enla despersonalización del mecenas, el conde de Lemos» que «es poco más que un soporte económico» (MartínMorán, 2002, p. 66). Por otro lado, una variación cervantina de mucho interés se ofrece en la mínimadedicatoria y en el escueto prólogo (aunque sea «notable la ironía de este prologuito», como dice Rivers) delViaje del Parnaso (pp. 54-55).

7 Trato siempre del Quijote de 1605 a menos que se indique otra cosa.8 La aprobación de Antonio de Herrera ha sido rescatada por Bouza en 2008 (puede verse en Bouza y

Rico, 2009, p. 15 y en Bouza, 2012, p. 12).

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lectores: ni siquiera Avellaneda lo percibe, aunque es posible que solo se interesara porel prólogo y desdeñara una pieza presumiblemente monótona y estereotipada.

El Quijote va «dirigido», en la portada, «al duque de Béjar, marqués de Gibraleón,conde de Benalcázar y Bañares, vizconde de la Puebla de Alcocer, señor de las villas deCapilla, Curiel y Burguillos», y la misma fórmula es la que abre la dedicatoria. No seemplean, pues, ni el nombre ni los apellidos de don Alonso Diego López de Zúñiga ySotomayor (1577-1619), duque de Béjar durante los dieciocho últimos años de su vida9.Por el contrario, tanto las Novelas ejemplares como la segunda parte del Quijoteprefieren otro modelo: «A don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, de Andradey de Villalba […]»10. Pero lo más interesante de la dedicatoria cervantina de 1605, «alduque de Béjar», es su nada fácil composición a base de seis remiendos: cinco frases deotra dedicatoria, la de Fernando de Herrera al marqués de Ayamonte, en susAnotaciones, y una más del largo prólogo de Francisco de Medina en la misma obra:

Ilustrísimo y Excelentísimo Señor:No me parece que satisfago a la estimación de Garcilaso […] podrán sufrir que se dedique aotro que al clarísimo nombre de V. Excelencia [1]. Servicio es pequeño […] merecedor por ladignidad del sujeto del buen acogimiento y honra con que favorece V. Excelencia todas laobras del ingenio [2]. Bien es verdad que ésta se halla desnuda de aquella elegancia y erudiciónque suelen tener las que se crían en las casas de los hombres que saben [3] […] y la mayor en larudeza y temeridad de mi ingenio, pues no conteniéndome en los límites de mi ignorancia [4] opoca noticia, escogí este argumento […] y me quise obligar al juicio de los que tienen menosconocimiento de esto, que son los que condenan con más rigor y menos justicia los erroresajenos [5] […]11.

El maestro Francisco de Medina a los lectores[…] habiendo sido nuestros príncipes y repúblicas tan escasas en favorecer las buenas artes,mayormente las que por su hidalguía no se abaten al servicio y granjerías del vulgo [6], digo,pues, que recebidos en cuentas estos inconvinientes, no es mucho de maravillar que no estédesbastada de todo punto la rudeza de nuestra lengua [...]12.

Al duque de Béjar, Marqués de Gibraleón, conde de Benalcázar y Bañares, vizconde de laPuebla de Alcocer, señor de las villas de Capilla, Curiel y Burguillos.En fe del buen acogimiento y honra que hace Vuestra Excelencia a toda suerte de libros [2],como príncipe tan inclinado a favorecer las buenas artes, mayormente las que por su nobleza

9 Tampoco aparecen en la dedicatoria de las Flores de poetas ilustres, compiladas por Pedro de Espinosa ypublicadas en 1605, ni en la de las Soledades de Góngora. Por otro lado no deja de resultar cuando menoscurioso que el nombre del duque, don Alonso, sea también el nombre «de pila de un ocioso hidalgo rural ymanchego» (Garrote Bernal, 2005, p. 138).

10 Cervantes, Novelas ejemplares , p. 2. En la segunda parte del Quijote el nombre aparece solo en lacubierta, mientras la dedicatoria se encabeza más simplemente «al conde de Lemos» (Cervantes, Don Quijotede la Mancha, p. 622). La fuente del plagio cervantino de 1605, las Anotaciones de Herrera, utiliza nombre yapellidos y títulos en la portada: «Al ilustrísimo y excelentísimo señor don Antonio de Guzmán, marqués deAyamonte […]» (ed. 2001, p. 165: como en el resto de las citas, modernizo el texto).

11 Herrera, Anotaciones, pp. 174-176 (la cursiva y la numeración son mías). Hartzenbusch (1874, p. 4)reproduce la dedicatoria completa y marca las frases plagiadas por Cervantes.

12 Herrera, Anotaciones, p. 194 (la cursiva y la numeración son mías).

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no se abaten al servicio y granjerías del vulgo [6], he determinado de sacar a luz al Ingeniosohidalgo don Quijote de la Mancha al abrigo del clarísimo nombre de Vuestra Excelencia [1], aquien, con el acatamiento que debo a tanta grandeza, suplico le reciba agradablemente en suprotección, para que a su sombra, aunque desnudo de aquel precioso ornamento de eleganciay erudición de que suelen andar vestidas las obras que se componen en las casas de loshombres que saben [3], ose parecer seguramente en el juicio de algunos que, no continiéndoseen los límites de su ignorancia [4], suelen condenar con más rigor y menos justicia los trabajosajenos [5]; que, poniendo los ojos la prudencia de Vuestra Excelencia en mi buen deseo, fíoque no desdeñará la cortedad de tan humilde servicio13.

Es evidente que «lo que Cervantes no hizo fue copiar una dedicatoria completa, locual sí supone un ahorro de esfuerzo y de imaginación, sino entresacar unas cuantasfrases para hilvanarlas en su propio texto»14. Es más, a la cita de Medina (lo másllamativo del engranaje) no se llega ni fácil ni casualmente pues está engastada en untexto relativamente extenso. ¿Es una broma el que la dedicatoria de Cervantesreconvierta la falta de ocupación de los «príncipes y repúblicas» en el adelanto de lasbuenas letras, tal y como dice Medina, en su justo contrario?15 Lo cierto es queCervantes elige precisamente esa frase para darle la vuelta16. Es evidente, además, que lainserción del texto de Medina parece proponer un juego no tan sencillo como seríaidentificar los calcos de Herrera. El desafío no le llegó a Fernando de Herrera, muerto en1597, pero sí a Francisco de Medina, que vivió hasta 1615. ¿Leyó Medina el Quijote?¿Se detuvo en la dedicatoria? ¿Reconoció su frase impresa en 1580? ¿Seguiría pensandoveinticinco años después, tal y como había estampado en las Anotaciones, que «losmalos impresores […] todo lo pervierten»?17 «Espigar en las primeras páginas de losComentarios [sic] de Herrera resulta una solución excelente: no se notará (a buenseguro: en cerca y de tres siglos), y, si se nota, el Divino es poeta grato a tirios y atroyanos, y la ratería podrá defenderse como un homenaje en forma de imitatio»18. Creo

13 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, pp. 7-8 (la cursiva y la numeración son mías). Se retocanademás dos expresiones de Herrera: «recibir y acoger agradablemente» y «osará parecer» («le recibaagradablemente» y «ose parecer»).

14 Carrascón, 1991, p. 168.15 «El maestro Francisco de Medina a los lectores» (Herrera, Anotaciones , pp. 187-203). La frase

seleccionada de Medina se encuentra en la primera de las cuatro causas que explican por qué ha «sido tandifícil a nuestra lengua henchir los números de la perfección que se halla en otras»: «La primera y más generales la dificultad que tienen las cosas de importancia y esta en particular […] y sobre todo habiendo sidonuestros príncipes y repúblicas tan escasas en favorecer las buenas artes, mayormente las que por su hidalguíano se abaten al servicio y granjerías del vulgo […]» (pp. 193-194).

16 En el cotejo de las variantes que ofrece el plagio cervantino sobre la dedicatoria de Herrera y el prólogode Medina algunas se explican para evitar repeticiones («hace Vuestra Excelencia», en vez de «favorece V.Excelencia», porque se copia de Medina «favorecer las buenas artes»; «nobleza» por «hidalguía», porqueconfluye con el título), pero otras son más difíciles de valorar: «toda suerte de libros» (por «todas las obras deingenio»), «componen» (por «crían»), «suelen condenar» (por «condenan»), y «trabajos» (por «errores»),entre otras. Sí resulta muy significativo el cambio del posesivo en «conteniéndose… su» (por«conteniéndome… mi»), pues supone el salto desde la (falsa) modestia de Herrera a la acusación de«ignorancia» en «algunos» receptores: la distancia que va de la revisión personal a la acusación a los otros.

17 Herrera, Anotaciones, p. 200.18 Rico, 2005a, p. 416. Más adelante, cuando el mero discurrir de las páginas convierte en verdad esta

hipótesis, tampoco hay una explicación: «como no aparecía la dedicatoria de Cervantes “Al Duque de Béjar”,

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que hace falta una explicación de mayor calado, pues las Anotaciones a la poesía deGarcilaso son un libro para eruditos (como presumía de serlo Lope, entre otros), y nouna obra de consulta en una imprenta o por un impresor de pocas «aficionesliterarias»19. Además, ¿quién leería y recordaría la dedicatoria de Herrera? ¿Y por quérecurrir a un extenso texto —en comparación con cualquier dedicatoria— en el queMedina diserta sobre problemas literarios y lingüísticos?

Con todo, el principal problema del plagio (que ocupa, con retoques, algo más de lamitad de la dedicatoria cervantina, como se ha visto) no es el plagio en sí, sino el choqueviolento con la imagen oficial de Cervantes, que bien puede resumirse como un «plagioque no deja de sorprender en la primera página de uno de los libros más originales quese han escrito»20. Otros, sin embargo, suponen que «Cervantes plagió con una finalidadconsciente», para atacar paródicamente las dedicatorias21. Desde luego, en este caso hayque pensar que una dedicatoria que plagia una buena parte de otra en un libro de humores ciertamente una dedicatoria «original» y que lo más importante no es analizar elcontenido de la dedicatoria, ni determinar si Cervantes habla o no de los antepasadosdel duque o si pide protección (en contra de lo que él mismo especificaba en ladedicatoria de las Novelas ejemplares), o detectar posibles expresiones cervantinasdocumentadas en el resto de su producción o encontrar si Cervantes muestra supersonalidad o la del duque. Lo que cuenta es valorar la intención de la pieza, sudisposición en relación con los demás elementos liminares del libro o en correlación conellos (véase, infra, el último apartado: «La unidad de un paratexto atípico y el comienzodel Quijote»).

U n a d e d i c a t o r i a p e r d i d a y o t r a a u t o r i z a d a :l i m i t a c i o n e s d e u n a h i p ó t e s i s

Coincidiendo con el centenario de la primera parte del Quijote, Francisco Ricopublicó un extenso volumen en el que recogía y ampliaba diversos textos anteriores paraproponer, entre otras muchas cosas, una explicación del plagio dentro de un marcomayor en el que se tratan otros problemas de los preliminares (como la falta deaprobaciones, notada desde antiguo; la existencia de dos tasas; las holguras y espaciosen la impresión de los preliminares del primer pliego). Rico pretendía cortar el nudo

Francisco de Robles se las ingenió para procurarse una saqueando los preliminares de las Obras de Garcilasode la Vega con anotaciones» (p. 466, la cursiva es mía). En el prólogo de Cervantes al Quijote de 1605 elamigo recomienda copiar un «abecedario» de autores y ponerlo al final del libro, «que puesto que a la clara sevea la mentira, por la poca necesidad que vos teníades de aprovecharos dellos, no importa nada […] y cuandono sirva de otra cosa, por lo menos servirá aquel largo catálogo de autores a dar de improviso autoridad allibro. Y más, que no habrá quien se ponga a averiguar si los seguistes o no los seguistes, no yéndole nada enello» (Cervantes, Don Quijote de la Mancha, p. 17, la cursiva sigue siendo mía).

19 En la hipótesis de Rico se salva este escollo por delegación, pues «no debemos entender, sin embargo,que quien confeccionó el collage fuera personalmente el mismo Robles: ni se le conocen aficiones literarias, nilas muestra su catálogo, ni hay rastro alguno de que le interesaran otras cosas que los negocios y el juego»(Rico, 2005a, pp. 466-467, la cursiva es mía).

20 Riquer, 1970, p. 42.21 MacCurdy y Rodríguez, 1981, p. 170.

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gordiano22, pues según su hipótesis el plagio no sería atribuible a Cervantes, aunqueCervantes lo habría «autorizado» por fuerza mayor. Salta inmediatamente a la vista, apesar de lo arriesgado de la hipótesis, la proximidad al viejo planteamiento queconsidera insólito en un creador de la capacidad de Cervantes un plagio como el quemuestra (y demuestra) la dedicatoria23. Hartzenbusch se preguntaba si «quizá ladedicatoria de Cervantes al duque de Béjar fue otra» y Rico, que no sigue el resto de lasuposición24, prefiere abrir la posibilidad de una segunda dedicatoria que reemplazara ala primera: «O me engaño de una forma lamentable o el importante hallazgo de Moll sediría que fuerza a suponer cuando menos una secuencia de hechos básica» 25. Sinembargo, de la impresión de una doble tasa, en Valladolid y en Madrid, no se siguenecesariamente, ni mucho menos, que la dedicatoria se extraviara.

La hipótesis de la dedicatoria original perdida y sustituida por otra zurcida conrapidez y por mano ajena deja muchos puntos oscuros o inexplicados, como ¿por quéelegir la dedicatoria de Fernando de Herrera en sus Anotaciones? Y, sobre todo, ¿porqué no reproducir una dedicatoria tal cual o casi, es decir, por qué no plagiarla demanera amplia? La práctica de plagios de dedicatorias se nutre de reutilizaciones paraencontrar otros mecenas y de plagios completos en los que el plagiario (material ointelectual) firma con su nombre26.

22 La idea sobre una supuesta dedicatoria perdida se formula en Rico, 1996 (recogida como «excurso 3»en Rico, 2005a, pp. 401-433) y se retoma en varios lugares: «el primer pliego del Quijote muestra unexcepcional desahogo tipográfico, con blancos insólitos, que hacen evidente que en el momento decomponerlo no se disponía de todos los textos preliminares que era usual incluir en cabeza de los libros. Una yotra circunstancia llevan a pensar que el mismo accidente que provocó el extravío de esos otros textos (enparticular, licencia y aprobaciones) hizo también que no se tuviera a mano la dedicatoria escrita por Cervantesy, en la urgencia por acabar la impresión, el editor, Francisco de Robles, con un proceder muy propio de suoficio, recurriera a improvisar otra, enteramente ajena a Cervantes, con fragmentos de Herrera y Medina»(Cervantes, Don Quijote de la Mancha, p. 7). Micó, muy prudentemente, se había limitado a notar elcontraste entre «la generosa disposición tipográfica del primero» y «la densidad del pliego de a ocho quecontiene, completos, el prólogo y los poemas […] parece indicar que el material preliminar […] no se concibióni se trató tipográficamente de manera conjunta y simultánea; cuando se requería más de un pliego, lo normalera lo contrario: que esos materiales se repartiesen equilibradamente en el espacio disponible» (1994, p. 834).

23 «¿Quién reconocerá a nuestro escritor en esas cláusulas incoloras, inodoras e insípidas? […] Al entraren el Quijote, por el contrario, nada vemos de la entonación biográfica, las salidas ingeniosas, la vanidad queno ofende, los desplantes castizos, la respetuosa cordialidad, nada, en suma, de la agilidad de pensamiento y lasingularidad de planteamiento que distinguen a las dedicatorias de Cervantes entre las infinitas de la época[…]. La fisonomía estrepitosamente no cervantina de la dedicatoria, se tome donde se tome, la denuncia en elacto como apócrifa» (2005a, pp. 417 y 425). Compárese con «la extraña circunstancia de haber Cervantesencajado por dedicatoria un hilván de otras que andaban en manos de todos en aquellos momentos, como si élno tuviese ingenio para hacerla […]. Ni su extensión, ni la humildad casera y servil de que va impregnada, sonseñales ni caracteres propios de la condición de Cervantes, que pecó siempre de confiado en el mérito de lo queofrecía a sus protectores» (Díaz de Benjumea, 1878, pp. 189 y 240).

24 «Quizás el duque la consultó con alguno, que pensó de ella mal, creyendo que envolvía alusionesdesfavorables a personas de su cariño; y hecho el reparo a Cervantes, recurrió él a un arbitrio ingenioso: tomópalabras (de otro autor y otro tiempo), cuya intención y espíritu no pudieran tacharse de sospechosos; dijo asícuanto quiso, y apareció no ser él quien hablaba de suyo» (Hartzenbusch, 1874, p 4).

25 Rico, 2005a, p. 403, la cursiva es mía.26 Interesante es el reaprovechamiento del soneto «A la grandeza del duque de Béjar» de Juan López del

Valle, en las Flores de poetas ilustres, para componer otro soneto elogioso a la duquesa de Medina Sidonia,

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En el proceso editorial del Quijote, como ya indicara Moll, «Robles solicitó a Cuestaque enviara a Valladolid algunos ejemplares del libro (incluidos los tres pliegos de lospreliminares) para que allí mismo se imprimiera, en el taller de Luis Sánchez, el texto dela tasa en el espacio que se había dejado en blanco (el recto de la segunda hoja) y asíanticipar la venta en la entonces Corte a finales de año»27. La dedicatoria, pues, tuvoque imprimirse en Madrid y viajó a Valladolid como parte de un primer pliegoincompleto, a falta de la tasa y de las aprobaciones28. La única pieza con «doblecomposición» es la tasa, pues era «con frecuencia el último documento en llegar a laimprenta»29. Como el Quijote se habría compuesto deprisa, pues entre el privilegio y lafe de erratas hay poco más de dos meses, al insistir en esta prisa (en relación con otrosbest sellers de 1604 y 1605)30 y en los cálculos sobre la tirada se prepara un escenario enel que el lector concluya que precisamente son esas prisas las que hicieron que seperdieran las aprobaciones y, rizando el rizo, ¿por qué no suponer también el extravíode la dedicatoria «original»? Pero el sistema que habría elegido Robles, o a quiensupuestamente hubiera comisionado, dificulta la idea de que se trate de un plagio rápidoy fácil, y esas mismas prisas ¿no se distancian del recosido de una dedicatoria previa enla que hay tiempo para insertar una frase perdida en otro texto? Antes que a las prisasde un editor poco cultivado, el procedimiento se parece mucho más al juego de un autorque conoce bien los límites y utilidades de la imitatio («podéis reconocer la primerafrase, quizá, pero no la segunda») y que escribe un libro divertido. Recientemente Reyesy González-Sarasa han explicado que en la imprenta de Juan de la Cuesta, tras cincuentadías para imprimir los ochenta pliegos de la primera parte del Quijote, «la actividad deltaller se centraba en los primeros pliegos. Transcurrieron veinte días entre la fe deerratas y la tasa, cuyos documentos se estamparían en unos pocos días en las prensasmadrileñas. Sin embargo, algunos ejemplares se enviaron a Valladolid para imprimir la

por Juan de Guzmán (Molina Huete, 2005, pp. 114 y 126-127) e interesante es el caso de Antoine Vérard(Chartier, 1996, pp. 91-92).

27 Reyes Gómez, 2005, p. 20. Los ejemplares vallisoletanos quizá iban destinados «a los miembros delConsejo de Castilla » (Moll, 2005, p. 47).

28 «Que estaba prevista la inclusión de otros textos (aprobación por ejemplo) es evidente cuando seobserva el desahogado espacio que ocupan la tasa y la fe de erratas, tan solo la mitad de la plana», aunque«tal vez lo escueto del texto, parco en elogios, pudo influir en la decisión de no reproducirlo, ya que desde elpunto de vista tipográfico había espacio de sobra para su inclusión» (Reyes Gómez, 2005, p. 21 y 2009,p. 320). Que la aprobación podía ser brevísima lo prueba la del Inventario de Villegas en la edición de 1565(«Vi este libro intitulado Inventario de Antonio de Villegas. No contiene cosa alguna contra nuestra santa fecatólica. En Madrid, trece de junio de mil quinientos y sesenta y cinco», Torres Corominas, 2008, p. 476; porcierto, el Inventario carece de tasa y de fe de erratas). Esta aprobación es aún más breve que la del DoctorCetina al Viaje del Parnaso (Viaje del Parnaso , p. 49). En agudísimo contraste la aprobación del licenciadoMárquez Torres al Quijote de 1615 se autoconsidera «un poco larga» y «alguno dirá que toca los límiteslisonjeros del elogio» (Cervantes, Don Quijote de la Mancha, p. 613).

29 «[…] y antes adelantaban el trabajo de composición dejando en blanco la página que debía ocupar esetexto […] Robles, haciendo gala una vez más de la prisa manifestada en sacar el libro a la venta lo antesposible, envió allí algunos ejemplares del libro —sin encuadernar— y con el primer pliego impreso a falta deincluir la Tasa en el espacio reservado para ello en el recto del segundo folio» (Martínez Pereira, 2013,pp. 206-207).

30 Micó, 1994.

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tasa en las prensas de Luis Sánchez, por lo que hay variantes en ese elemento»31. ¿Es enesos veinte días cuando se pierde la dedicatoria y se redacta una nueva sin contar conCervantes? Lo que resulta aún más curioso después de suponer que no es posible escribiruna segunda dedicatoria «original» (no por falta de creatividad, claro, sino por noencontrarse el autor a mano) es que Cervantes le escriba a Robles, entre 1607 y 1611«un par de hermosas dedicatorias» firmadas por el librero32.

Por otro lado, la falta de preceptos legales en las ediciones de los Siglos de Oro,aunque no sea lo más común33, conoce otros casos. De ciento sesenta y tres volúmenesestudiados en el período de 1550 a 1622 hay dieciséis que se publican sin aprobación, yel mismo año que se publica el Quijote salen así las Rimas de Lope y una Relación de lasfiestas34. La Pragmática de 1558 solo obligaba a la inclusión de licencia, tasa y privilegio(si lo había), pero en el privilegio del Quijote sí se indica que se imprimirá laaprobación: «Tal vez lo escueto del texto, parco en elogios, pudo influir en la decisiónde no reproducirlo, ya que desde el punto de vista tipográfico había espacio de sobrapara su inclusión»35. Y si el original contiene la dedicatoria, el prólogo y los poemas,¿por qué suponer que se perdió solo la dedicatoria? Aunque en el impreso vayan enpliegos distintos (la dedicatoria en el primero y el prólogo y los versos en el segundo ydoble), eso no invalida que se escribieran juntas las piezas36 y que las tres tuvieranconexiones evidentes, sobre las que vuelvo más tarde. ¿Se dejó más espacio para incluirlas aprobaciones? ¿Las supuestas prisas obligaron a cerrar el segundo pliego primero y arepartir después el espacio del primero? Nada impide que antes del 20 de julio de 1604,cuando Gil Ramírez de Arellano y Juan Gallo de Andrada «se hacen cargo de tramitar lapetición» de impresión, «finalizado el texto y, posiblemente realizada una copia en letra

31 Reyes Gómez y González-Sarasa, 2013, pp. 306-307. La segunda edición no se hace con tanta prisacomo supone Rico (marzo), sino uno o dos meses después (p. 307).

32 Rico, 1998, p. cc. Aunque las dedicatorias de Robles las escriban otros es él quien las firma (Rico,2005a, p. 424). Sobre los preliminares de la poesía de Diego Hurtado de Mendoza véase ahora Díez, 2015b.Sobre la afirmación de que la dedicatoria, el prólogo y el índice «se encargan siempre o casi siempre alimpresor o al librero que corre con los gastos de la edición. Raramente se trata de un hombre culto, de maneraque comete muchos errores en cada apartado» (Caramuel, Arte Typographica, p. 89; agradezco a Fermín delos Reyes la referencia), conviene recordar que las demás dedicatorias cervantinas y todos sus prólogos sonsuyos: quizá Caramuel se refiere a los libros no literarios, pues la cita permite una duplicidad que no secorresponde con la factura del prólogo del Quijote («En cuanto a los prólogos, ya estén escritos por el autor opor el impresor […]», p. 89). Lo más interesante para mí es que Caramuel distingue con mucho acierto quiénfirma la dedicatoria («Sin embargo, mientras veo que todos los libros van dedicados a los príncipes, bien porel autor o por el impresor o por algún otro […]», p. 87).

33 Andrés Escapa et al., 2000, p. 45., solo citan el «tratado médico de Luis Mercado [núm. 38], cuyoimpreso carece de licencia y el original contado por el componedor está sin rubricar».

34 Simón Díaz, 2000 (anexos sobre «intercambio de aprobaciones y poesías laudatorias», pp. 236-245).35 Reyes Gómez, 2009, p. 320.36 Rico dice que los autores solían llevar tarde los preliminares a la imprenta (como ocurre con el Marco

Bruto de Quevedo: Rico, 2005a, pp. 415 y 465-466, nota 3). Aunque las anomalías en el primer pliegodemuestren que se imprimió el último («Que se elabora aparte y después de ¶¶ implica que los textos quedebiera contener y no contiene no estaban a mano o no existían», p. 432), eso no prueba que la dedicatoria seperdiera, ni que no se pudo localizar a Cervantes para escribir otra, ni que la impresa la haya compuesto unamigo de Robles, ni que este sujeto supuesto en vez de escribir una nueva y tópica dedicatoria decidieraadaptar otra con una frase de un prólogo a pesar de que es un esfuerzo infinitamente superior. ¿No procedenesas anomalías de la impresión de la tasa y del espacio reservado a las aprobaciones?

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caligráfica»37, el manuscrito con la obra de Cervantes incluyera los cincuenta y dos ycapítulos más, previsiblemente, todos los paratextos de su pluma.

La suposición de que la dedicatoria original se perdió y hubo que muñir otrarápidamente tropieza también con el inconveniente del mantenimiento de esa mismadedicatoria en las ediciones siguientes. ¿Por qué no cambiarla entonces? La respuestaacude al expediente de que causaría mal efecto —¿en el duque?— y se descubriría elpastel38, pero no se puede descartar que la dedicatoria publicada fuera la que compusoCervantes y que precisamente por eso resultara ocioso cambiarla39. Es verdad que«aunque se hizo una recomposición de las hojas preliminares» en la segunda edición nose incluyen las aprobaciones40. ¿Continuaban perdidas? Por otro lado, otros impresoresy editores cambian las dedicatorias de otras obras según las ediciones y en el Quijote, sila dedicatoria no es de Cervantes, nada se opone a que la firme el editor41. ¿No pudoredactar Cervantes una dedicatoria, si es verdad que se perdió la original? ¿O quizásimplemente no se perdió y por eso Cervantes no la corrige o la cambia? ¿No es extrañoo absurdo que Cervantes no se ocupara de redactar e insertar la dedicatoria perdida yrecompuesta o de escribir una nueva y no plagiada? Pero, sobre todo, ¿qué se solucionaañadiendo un eslabón más a la ya larga cadena de suposiciones al imaginar unaautorización precisamente a partir del hecho de que la dedicatoria no se modifica?

Aunque la necesidad de los cervantistas (y de Rico)42 de exculpar a Cervantes de unplagio que sin duda consideran vergonzoso, parecería encontrar acomodo en las

37 Reyes Gómez, 2009, p. 319.38 «[…] el comportamiento habría resultado ofensivo; y no menos claro es que la cosa no le afectó lo

bastante como para redactar una dedicatoria propia que sustituyera la que Robles había improvisado para laprinceps […]. Ahora, al comprobarse que falta una pieza tan ineludible (y no simplemente porque el nombredel duque está en la cubierta), tal vez [Cervantes] anda por Valladolid, o por Esquivias, o Robles y Cuesta losaben tan poco como nosotros» (Rico, 2005a, pp. 154 y 415).

39 Fermín de los Reyes recoge («parece») la hipótesis del extravío y el plagio, aunque propone una suertede enmienda más o menos enmascarada cuando reflexiona que «quizá por tal circunstancia y aunque ocupa lacuarta hoja, es muy breve, al contrario de lo que se acostumbra. Claro que para la segunda edición de 1605, yno digamos para la de 1608, hubo tiempo de reconstruirlo y no se hizo. ¿No será porque Cervantes quería quefuese así?» (Reyes Gómez, 2005, p. 22). ¿Se ofendería el duque con una nueva dedicatoria, más personal, máslarga, que agradeciera su mecenazgo en las ediciones siguientes de la obra? No lo creo. Pero si la dedicatoria esde Cervantes ¿por qué cambiarla? Es importante recordar la revisión de Cervantes de la segunda edición (Rico,2013, p. 58).

40 «[…] hubo tiempo para modificarlo [el texto de la dedicatoria] en la segunda edición y no se hizo»(Reyes Gómez, 2006, p. 178).

41 En la edición de la Pícara Justina de 1608 se escamotea la dedicatoria y el escudo de armas de RodrigoCalderón y en su lugar aparece «dedicada por su editor a don Alonso Pimentel y Esterlicq» (Bataillon, 1964,p. 275). Las Academias Morales de las Musas, de Antonio Enríquez Gómez, fueron dedicadas hasta en sieteocasiones a dedicatarios diferentes, cuyos nombres se recogen en piezas cuidadosamente firmadas o por elautor o por alguno de los distintos editores (Díez, 2015a, pp. 86-92). «La prueba de que la dedicatoria no seconvertía en una pieza inseparable de la obra la aporta el hecho de que cuando tenía éxito y era reeditada confrecuencia la sustituían por otras, ya el autor, ya el costeador o el impresor » (Simón Díaz, 2000, p. 142; lacursiva es mía). La de Cervantes no cambia, pero sí lo hacen las de las distintas ediciones de Juan Mosco,Prado espiritual (1578): «la de Valladolid 1614 se sustituye por otra del impresor Francisco Fernández deCórdoba a una persona distinta. Otro tanto hace en la de Madrid 1674 el librero Gabriel de León que lacosteó» (Simón Díaz, 2000, p. 142).

42 «[…] no de cervantista, que ni lo soy ni quiero serlo» (Bouza y Rico, 2009, p. 19).

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prácticas editoriales de los Siglos de Oro43, lo cierto es que ni suele ponerse en duda quelos paratextos de todas las obras de Cervantes han salido de su pluma44 ni hay queolvidar los libros de otros autores preparados para la imprenta en los que se incluye ladedicatoria, incluso rubricada por el escribano. Algunos textos de Bocángel «nos hanllegado en forma autógrafa pero que a todas luces fueron preparadas para la imprenta:algunas tienen portada, a veces dedicatoria, aprobaciones, y censuras, y un texto muycuidado, con una letra regular y clara, sin tachaduras ni correcciones»45. También elDigressionario poético, de Francisco Mesa del Olmeda, incluye la dedicatoria y elprólogo, además de las dos aprobaciones, en la copia manuscrita que lo conserva, conlas planas rubricadas46.

En resumen, la pérdida de la dedicatoria original no queda probada en ningúnmomento y siempre se mantiene en el terreno de la conjetura, en un potente círculovicioso. Las abundantes suposiciones se formulan a partir de cuatro datos: la existenciadel plagio de la dedicatoria (que es, por otro lado, parcial y complejo, como se ha visto),las diferencias de la tasa, los espacios en blanco y la ausencia de aprobaciones. ¿Hay queseguir necesariamente a Rico en sus suposiciones sobre 1) la pérdida de las aprobacionesy 2) de la dedicatoria, 3) las supuestas prisas que impidieron que Cervantes rehiciera ladedicatoria, y 4) el encargo de Robles para que alguien muñera una extraña dedicatoriaa partir de otra (más un fragmento de un prólogo)? Incluso en ese complejo ycumulativo caso, ¿por qué seleccionar la de Fernando de Herrera? ¿Por qué incluir unafrase de Medina? ¿Es más rápido componer una dedicatoria a partir de fragmentos o esmejor redactar una nueva, ya sea por Cervantes o por uno de los colaboradores deRobles?47 Además, no se puede prescindir de la materia deslizante del Quijote, que el

43 «Es frecuente, por ejemplo, que las dedicatorias o los poemas nuncupatorios que hallamos impresos alcomienzo de los libros no figuren en el manuscrito original. Sabemos que estos inicios, junto con los textoslegales, se imprimían en último lugar y se relegaban al primer pliego. Sabemos también que estas hojaspreliminares no son objeto de la revisión final del corrector general, cuyo cometido es corroborar la identidaddel manuscrito y del impreso. Pues bien, tales dedicatorias, que tradicionalmente y sin precaución alguna sevienen atribuyendo al autor, pueden ser obra de editores o libreros [y citan a Rico…]. Podemos, pues pensar,que cuando una dedicatoria ocupa un cuaderno no preliminar y está sancionada por el escribano es, conbastante probabilidad, obra del autor. En otro caso, cuando ocupa los preliminares, no es posible afirmarnada respecto a su autoría» (Andrés Escapa et al., 2000, pp. 40-41; la cursiva es mía). Pero en el Persiles«¿cómo explicar asimismo que Cervantes redactara la dedicatoria al Conde de Lemos y, sobre todo, esamagnífica pieza que es el prólogo destinado al “lector amantísimo”, cuando este tipo de textos solo se escribeuna vez acabada la obra para la que se redactan?» (Montero Reguera, 2003, p. 72).

44 Bataillon propuso una academia o cenáculo como autoría colectiva de las décimas de Urganda y de laspoesías que cierran el volumen («las poesías finales de esta Primera Parte, a las que, a decir verdad, no serefiere el Prólogo, sugieren la idea de una mistificación colectiva procedente de un cenáculo quijotizante deValladolid» y se inclina porque dos de los preliminares puedan ser de Lasso de la Vega», 1964, p. 297). Creo,con Martín, que «to rob Cervantes of authorship of the preliminary verses and the epitaphs is unnecessary[…]. Given the lack of factual evidence, we should rely on the most logical conclusion» (1991, p. 131).También Suárez Figaredo se interroga sobre la dedicatoria y el prólogo del Viaje del Parnaso, pues «ellaconismo y sosería de la dedicatoria y el prólogo hacen dudar que sean suyos» (2009, p. 29). Suponer tieneun especial atractivo, claro está, aunque se precisa «factual evidence».

45 Dadson, 2006, pp. 226 y 228 (la cursiva es mía).46 Díez, 2003, pp. 78-80. Las aprobaciones van al final.47 Robles fue el autor intelectual, pero el muñidor de la dedicatoria pudo ser un autor de la casa o incluso

el corrector, pues se considera un trabajo poco complicado: «una labor de taracea, un minúsculo opus

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mismo Rico reconoce a veces con cita de Riley («nos vemos obligados a leer a Cervantesal mismo tiempo en serio y no en serio») o sin ella («es palpable que Cervantes concibeel Quijote en una vena ligera y burlesca con que pasaba por encima de no pocascontradicciones del relato, cuando no pretendía afianzarse poniéndolas de relieve»)48.

U n d e s t i n a t a r i o b o r r o s o : e l d u q u e d e B é j a r

La primera parte del Quijote está dedicada al duque de Béjar, pero en ningúnmomento se le identifica por sus nombres y apellidos. Se trata del VII duque49, donAlonso Diego López de Zúñiga Sotomayor y de Guzmán, Grande de España y caballerodel Toisón de Oro, «lo que Cristóbal Suárez de Figueroa denominó en su escala demecenas un “grandazo”»50. Suele subrayarse la importancia del duque («miembro deesta grandeza española que entronca con los reyes»)51, pero se repara menos en quequien recibe la dedicatoria de Cervantes es un casi recién estrenado duque de Béjar (lo esdesde 1601) que solo cuenta con veintiocho años. Las acusaciones de Rodríguez Marín,que recoge las de otros («hombre casi ignorante y derrochador, sin ningún interés por lacultura»), se esfuman en García Hernán que considera a Béjar un «miembroconvencional […] de la alta nobleza castellana de su época»52. Quizá Espinosa yCervantes «no calibran lo suficiente —quizá sí, y sus textos son más irónicos de lo quepensamos— [...que] el de Béjar era asimismo un marginadísimo noble rural que, comotantos otros por entonces, también ejercía labores de pretendiente»53. ¿Sería muy leídodon Alonso, duque de Béjar? ¿Se prestaría, como otros nobles, a la broma o al juego o ala travesura?54 La simple inserción en la parte convencional de la nobleza vendría adescartar tanto la inclinación a las bromas como la posesión de un bagaje intelectual,

tessellatum, que supone un cierto trajín. Tendría que haber razones de bastante más peso que el hecho (o,mejor, el percance) de encontrarla en el anómalo pliego ¶, para que concediéramos que Cervantes prefirierameterse en esos enjuagues a escribir un texto propio. Pero tales razones no sabemos que existan» (Rico 2005a,p. 422; luego propone que para «una chapucilla como extractar unos fragmentos de Herrera y Medina podíaconfiarse incluso al corrector de Cuesta (los correctores eran la élite de la tipografía, y todas las decisiones apropósito del primer pliego tuvieron que tomarse a pie de imprenta» p. 467; la cursiva es mía). Compáresecon «parece evidente que esa cuidadosa taracea de frases ajenas y propias expresa también una clara e irónicaindicación del desprecio que Cervantes sentía ya por la alabanza hueca y exorbitada que constituía el tópicocentral del subgénero de la dedicatoria» (Carrascón, 1991, p. 174).

48 Rico 2005a, pp. 316-317 y 141.49 Conde Mora, 2012, opta por considerarlo el VI duque de Béjar. La razón de los cambios de ordinal en

García Hernán, 2006 (que prefiere verlo como el VII duque).50 Molina Huete, 2005, p. 98.51 Bataillon, 1964, p. 292.52 García Hernán, 2006, pp. 1235 y 1236.53 Garrote Bernal, 2005, p. 138.54 Sobre el sentido del humor de algunos nobles puede recordarse la dedicatoria de «A la zanahoria», de

Diego Hurtado de Mendoza al duque de Sessa, en un poema de cuidadosa transmisión manuscrita (Hurtadode Mendoza, Poesía completa, pp. 22-26 ). Véase el cuento chino que inserta Cervantes en la dedicatoria delQuijote de 1615 al conde de Lemos (pp. 622-623), que demuestra un esperable sentido del humor en elreceptor y, en el caso de Cervantes, la porosidad de sus dedicatorias. Para un ejemplo de noble «seguramentedivertido» con una dedicatoria, véase también San José Lera, 2007, p. 178.

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aunque curiosamente el marqués de Saltillo pondera su biblioteca55. El terreno estáabonado para los prejuicios, como cuando se juzga que el duque de Béjar solo haquedado en la historia por la dedicatoria de Cervantes (y basta echar un vistazo a otrostextos del período para desmentirlo)56, o cuando solo se trata de su supuesta yproverbial tacañería57 (que hay que cohonestar con una donación anual al monasteriode San Francisco, en Béjar, precisamente desde el momento en que se convierte en duquede Béjar). El retrato del duque es, pues, fragmentario, en el mejor de los casos:

Era hombre de carácter melancólico, si hemos de creer a Cristóbal de Mesa; alejado del podery con problemas de dinero, parece que no se desplazó mucho a Madrid, aunque fue enocasiones para algunos actos religiosos, tal vez para asistir a alguna representación teatral, ypara pretender un cargo; su vida transcurriría entonces lejos de la Corte, en Béjar o Gibraleón,entre bufones, caballos, la práctica de diversos juegos, como el ajedrez, y la caza. Esta últimamás que una afición era casi una obsesión58.

Francisco de Rioja, en su epitafio, lo considera «varón sin ambición, magnánimo,apacible, benigno y liberal con todos»59, quizá por convencimiento, quizá porque notenía recursos60. Pero para mí lo más llamativo es que esa necesidad de explicar laelección de Cervantes tenga que recurrir a veces a un análisis de las palabras de un textoque es un plagio, con lo que de manera simple y reiterada se vuelve al punto de partida,pues lo único que está claro es que Cervantes dedica el libro a un mecenas (paraprobable beneficio de ambos)61. La supuesta falta de generosidad del duque, que se haconvertido en un lugar común, aparecería en «los versos preliminares», «piezasnetamente humorísticas. Alejandro, el personaje de la Antigüedad más citado en el

55 Solo nueve de los volúmenes que menciona se pudieron comprar en vida del duque, además del Quijotey las Flores de poetas ilustres (Lasso de la Vega, 1952, pp. 13-14).

56 Al mismo duque de Béjar le dedica Pedro Espinosa sus Flores de poetas ilustres, Cristóbal de Mesa susRimas, Góngora sus Soledades y Juan de Pineda sus Advertencias (1615), al tiempo que Lope de Vega lomenciona en varios poemas y Francisco de Rioja le escribe un epitafio. García Hernán (2006, p. 1236) razonade manera circular cuando afirma que «lo que es más significativo para nosotros es que solo con eso [con ladedicatoria de Cervantes], que era una figura lo suficientemente importante como para ser objeto de unadedicatoria por parte del más inmortal de nuestros escritores»: si tiene una dedicatoria de Cervantes es porquees importante y si es importante debe tener una dedicatoria… de Cervantes.

57 Una visión crítica en Matas Caballero, 2005, pp. 69-70: en la relación con Góngora «nada preciso yexacto se deduce […] una relación que pudo oscilar entre la expectativa y el desencanto, pues nada pareceindicar que no terminara como siempre acabaron sus relaciones con los grandes: tiempo y esfuerzomalgastados y la bolsa vacía» (p. 71). «Sobre don Alonso Diego se desplomaron todas las deudas adquiridas eimpagadas por la casa de Béjar durante décadas» (Rojo Vega, 2005, p. 230).

58 Colón Calderón, 2005, p. 76. Para un estado de las valoraciones oscilantes que ha recibido el duque,véase Molina Huete, 2005, pp. 99-102. «Rodríguez Marín, tras aplicarle el desprecio de no investigarlo,despachó con desagrado al personaje; por el contrario, Jammes presupone la cara amable de don Alonso yconstruye otra novella probable» (Garrote Bernal, 2005, p. 138).

59 Ponce Cárdenas, 2005, p. 201.60 «Don Alonso Diego fue un alejado de bullicios, de pocas ambiciones porque no podía tenerlas, porque

no podía vivir en la Corte, porque no tenía los recursos necesarios para presentarse en ella con la calidad queel honor exigía a un noble y grande de España. Por dicha razón su vida debió ser bastante melancólica» (RojoVega, 2005, p. 229).

61 Sieber, 1998, p. 95.

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Quijote, aparece en el poema atribuido a Urganda la Desconocida, en una comparaciónsocarrona con el duque de Béjar»62; caben, sin embargo, otras posibilidades63.

A la crítica parecen haberle preocupado más las razones por las que Cervantescambia luego de dedicatario y, aunque puedan ser muchas, a menudo se apoyan en lasupuesta mezquindad del de Béjar. ¿Le defraudó a Cervantes el duque de Béjar en suapoyo o eligió a alguien más poderoso para dedicar sus Novelas ejemplares y la segundaparte del Quijote? «Don Pedro Fernández de Castro, séptimo conde de Lemos, erasobrino y yerno del duque de Lerma, valido de Felipe III y a los veintisiete añospresidente del consejo de Indias, motivo por el cual empezaron a dedicársele libros enMéxico y Lima y algún otro referente a países exóticos como Etiopía»64. Puede ser unaironía, como dice Simón Díaz, que Cervantes no acompañara a Lemos a Nápoles ypuede ser útil interpretar a esa luz la dedicatoria del Quijote de 1615, cuando Cervantes«pudo jactarse, humorísticamente […] de que a pesar de la distancia seguía desde allí supermanente protección»65. Cervantes buscaría una influencia efectiva cerca de Felipe IIIy de su valido, como la que le podría proporcionar Lemos y no Béjar66.

¿Conocía Cervantes al reciente duque?67 Aunque es posible suponer un contacto68, semantiene la idea de una escasa relación con un joven duque de Béjar, casado a losdieciocho años y seguramente muy dedicado a las obligaciones de la nobleza. Ladedicatoria plagiada en parte no tendría, pues, tanto que ver con un supuesto ajuste decuentas con un patrocinador tacaño, sino con un juego que implica a un mecenas joveny distante, con un juego literario (tan caro a Cervantes) que apuesta por la dificultad deque se descubra el injerto, no tanto por el dedicatario como por «los hombres quesaben»69.

62 Barnés, 2009, p. 64; además «los versos de cabo roto, recién incorporados a la métrica española por lavanguardia poética sevillana, iban asociados a lo chulesco, lo marginal y lo humorístico» (Garrote Bernal,2005, p. 140). La estrofa del poema de Urganda donde se contiene la mención a Béjar (vv. 13-22) está«plagada de frases hechas» aunque Cervantes puso algo suyo, «el referido procedimiento de apropiación yasimilación de fuentes, haciendo suyos los materiales extraños» (Gaos, 1987, p. 17). En el mismo poema hayotro plagio, cuando en los versos 39-43 se copian «cuatro versos de fray Domingo de Guzmán contra frayLuis de León, parodiando a la vez otros anónimos en que se ridiculizaban los romances de Lope y empedrandorealmente toda la composición de frases hechas y reminiscencias librarias» (Gaos, 1987, p. 14).

63 « [...] la referencia a Alejando Magno es, cuando menos, ambigua, porque la tradición no presentabasolo al macedonio como generoso, sino también como borracho y lujurioso» (Garrote Bernal, 2005, p. 140).

64 Simón Díaz, 2000, p. 144.65 Simón Díaz, 2000, p. 146.66 Béjar «parece que no poseía la riqueza más importante de aquel momento: la riqueza simbólica del

poder, de un lugar cerca del rey […]. En la nueva corte no bastaba ser grande para obtener lo que se deseaba»(Sieber, 1998, pp. 97 y 98).

67 La ausencia de nombres y apellidos en la dedicatoria inducen a Lasso de la Vega a pensar que no (1952,p. 7).

68 Anastasio Rojo relaciona a Cervantes con el duque a través del casero del primero, Juan de las Navas ysu hijo del mismo nombre, que eran «alcaldes del palacio de los duques de Béjar en Valladolid» (2005,p. 259). «El propio Cervantes podría haber servido en los papeleos de los pleitos del duque […]. QuizásCervantes dedicó el Quijote a Alonso Diego, duque de Béjar, para mostrarle su agradecimiento por haberledado cobijo en las casas de su mayordomo y quizás, también, por darle trabajo como “hombre de negocios”en los innumerables memoriales, crecimientos de censos y pleitos de la Casa» (pp. 260-261).

69 A esta luz carecen de sentido los miedos y suposiciones tradicionales, que comparte Rico: «Después detan heterodoxas y desafiantes afirmaciones de originalidad, ¿podía exponerse al ridículo de que lo pillaran

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L a u n i d a d d e u n p a r a t e x t o a t í p i c oy e l c o m i e n z o d e l Q U I J O T E

Hoy no nos extraña que el Quijote fuera visto desde su nacimiento y durante dossiglos como una obra humorística, aunque esa calificación haya conllevado un aprecioreducido hasta la edición de 178070, ni tampoco asombra que el prólogo y las poesíasburlescas —destacadas piezas paratextuales— hayan sido contemplados como unapreparación para la lectura de una obra divertida y compleja. Así Díaz Migoyoconsidera que esa es su función, pues «el Prólogo preparaba a su lector de 1605 para unentretenimiento alternativo al habitual consistente en una lectura contestataria de lalectura canónica del conocido género de los libros de caballerías» 71. Redondo va másallá y retrotrae esa preparación a la portada, que distancia al Quijote de lo habitual enlos libros de caballerías; además «la dimensión paródica se confirma cuando el lector seda cuenta de que el paratexto encierra diversas poesías […] que proyectan una miradaburlona sobre el hidalgo […] esa corriente se halla ampliada cuando el receptor llega alprólogo. Este empieza de una manera también insólita, que invierte todas lasperspectivas»72. Pero más concretamente «lo primero que leemos» en el Quijote es «elprólogo —y la dedicatoria»73. La dedicatoria es una pieza incómoda, primero por sufactura convencional y fría y, luego, una vez descubierta la cuidada confección a partirde los textos de Herrera y Medina, por constituirse en un plagio. Sin embargo, si lasrelaciones entre prólogo y dedicatoria no son únicas de Cervantes74, ¿por qué excluir detoda esta armazón precisamente la dedicatoria, que no es un preliminar legal, sobre todosi Cervantes se vale de «un juego continuo»?75 ¿No juega Cervantes también aquí, enfunción de la parodia, como a veces se ha indicado, o en función de una ruptura con losclichés que ahogan los tres preliminares literarios (dedicatoria, prólogo y poemas)? Si«the buffoonesque structure provided by the sonnet framework has important

saqueando a Fernando de Herrera? Después de derrochar inventiva y talento en las décimas de Urganda ycuanto las sigue, ¿iba a faltarle aliento para escribir una dedicatoria sólita o insólita, en serio, en broma ocomo le diera la gana?» (Rico, 2005a, p. 421).

70 Martínez Mata, 2001. Cervantes es «el manco sano, el famoso todo, el escritor alegre y finalmente elregocijo de las musas» para el estudiante del prólogo en el Persiles (p. 48).

71 Díaz Migoyo, p. 542. «[…] la crítica no ha dejado de destacar la contribución suplementaria de estosparatextos a la comprensión del texto, resaltando el valor literario de la imbricación de unos en otros»(p. 539).

72 Redondo, 2006, p. 15.73 Martínez Mata, 2008, p. 17.74 «Adentrándose en los dominios del prólogo, la dedicatoria [de La Circe de Lope] afirma asimismo la

posición castiza de Lope frente a las jerigonzas culteranas, su opinión en el debate sobre la nueva poesía. En elprólogo Lope recuerda al conde duque su obligación de mecenazgo e incluye su alabanza, pues, como ladedicatoria, es el espacio de una transacción» (Güell, 2009, p. 27). Entre la «ficcionalización de los materialesprotocolarios» del Tomé de Burguillos se incluye junto al prólogo y algún poema (además de las dosaprobaciones, una de Valdivielso y otra de Quevedo) la dedicatoria al duque de Sessa (San José Lera, 2007,pp. 179-180).

75 Redondo, 2006, p. 31.

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hermeneutic implications for Don Quixote»76, creo que el marco se sitúa antes e incluyea la dedicatoria, es decir, a todos los preliminares literarios77.

Hace diez años defendí la hipótesis de que las tres piezas liminares están entrelazadasy comparten diversos elementos78 y no solo la burla79. La propuesta prologal en favorde descubrir la verdad no parece apuntar solo a los juegos con la autoría de los poemassino que señala también a la dedicatoria: desde la posición central, la pieza más personaly amplia de las tres, el prólogo, la más discursiva al mismo tiempo, revela, en el juegoque se urde gracias al diálogo de la voz autorial con el práctico y divertido y ficticioamigo, toda una técnica compositiva y resolutiva para los problemas que plantean lospreliminares. Dedicatoria, prólogo y poemas comparten humor e ironía y, como se havisto, la crítica supone que se redactaron al mismo tiempo, una vez acabados loscapítulos del Quijote. Que el duque sea mencionado en el poema de Urganda ¿no es unapista más para dibujar el entrelazado de los preliminares? Pero es la desafiante bromadel prólogo de copiar lo que sea necesario para aparentar una erudición que no se posee,una vez leída la dedicatoria y detectado su contenido «prestado», la que carga de uncontenido muy iluminador las dos piezas, dedicatoria y prólogo, que son contiguas80.No será el Quijote de 1605 la única obra cervantina que muestra bien entrelazados lospreliminares81, aunque la broma o trampa de un plagio es única y obedece a unaridiculización de los enemigos: como nadie se interesará en descubrir la verdad («nohabrá quien se ponga a averiguar si los seguistes o no los seguistes, no yéndole nada enello», explica el amigo en el prólogo), los escritores supuestamente tan cultos y tansabios como Lope de Vega demostrarán su real ignorancia precisamente a partir de untexto como el de Herrera, bien conocido en los círculos literarios (¿y en los de la

76 Martín, 1991, p. 173.77 Martín Jiménez une los tres preliminares como respuesta al prólogo de El peregrino en su patria, de

Lope (2006, p. 327).78 Díez, 2005.79 «En suma; siendo prólogo y versos burlescos y de finísima intención satírica, creo que encaja la

dedicatoria en el mismo plan, y tiene el mismo sello de familia, si bien dirigiéndose a un noble, no podía tomarotro camino que amontonar retazos de oratoria o elocuencia mendicante con toda la seriedad posible» (Díazde Benjumea, 1878, p. 240), aunque, como se ha visto, no toda la dedicatoria es un plagio. «¿Cómo se haceparodia de una dedicatoria literaria? Las opciones son, efectivamente, limitadas» (MacCurdy y Rodríguez,1981, p. 170).

80 Muy interesante es el enlace del prólogo de las Novelas ejemplares con la dedicatoria, justo antes de lamisma: «pues yo he tenido la osadía de dirigir estas Novelas al gran Conde de Lemos [...]» (p. 20). Lo mismo,aunque algo antes, ocurre en el prólogo del Quijote de 1615 cuando ante la «amenaza» de Avellaneda de«quitar la ganancia con su libro», Cervantes opone el «viva el gran conde de Lemos, cuya cristiandad yliberalidad, bien conocida, contra todos los golpes de mi corta fortuna me tiene en pie» (Don Quijote de laMancha, p. 620).

81 Sobre la relación de prólogo y dedicatoria en 1615, véase Stoopen (1998, p. 306), que considera queesta dedicatoria es «la más original de las escritas por Cervantes» y «es una continuación del prólogo en variossentidos», aunque, según ella, la posición de la dedicatoria en 1605, antes del prólogo, la distancia de estemodelo (p. 312). Por otro lado las intensas relaciones de los preliminares se dan también en las Novelasejemplares y en el Viaje del Parnaso. «Los prólogos y dedicatorias de Cervantes tienen un especial interésporque se salen de las convenciones del género para resolver el compromiso con habilidad y grandes dosis deironía […]» (Martínez Mata, 2008, p. 17). ¿No subraya, además, la dedicatoria cervantina de 1605, al fundiren uno la dedicatoria y el prólogo de las Anotaciones , la conexión de las dos piezas?

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imprenta?), lo que no convierte en imposible la detección de las apropiaciones, aunqueestén moderadamente complicadas con la inserción de la frase de Medina.

El engarce de todos los paratextos del Quijote82 se aviene particularmente bien con elreconocido carácter experimentador de Cervantes y con su extendido sentido del humor.El hecho de que la dedicatoria sea tan fría como un cadáver (y es de hecho una suerte deFrankenstein, si bien las piezas solo proceden de dos fuentes publicadas en el mismolibro) y de que tenga una sola y larga frase, ¿no forma parte del juego? ¿No llamaprecisamente la atención ese desapego al mecenas, al que solo se nombra por sus títulos?Su brevedad y la falta de datos bien pueden funcionar también como una cierta parodiade las dedicatorias, pues «Al duque de Béjar» demuestra que se pueden componercosiendo retales83 y que nadie se da cuenta. Es, pues, un juego controlado, donde hayriesgo y hay cálculo, pues ¿quién lee las dedicatorias? Ni el de Béjar, seguramente, que secontentaría con verse en la cubierta y, todo lo más, echaría un ojo por encima a lapropia dedicatoria. El texto tampoco está destinado al gran público, ni a los amigos (oenemigos) de Herrera, sino a los enemigos del autor: a Lope84, posiblemente a susseguidores, y quizá también a Alemán. Es más, el prólogo, que atrae todas las atenciones(el de Avellaneda es «menos cacareado y agresor de sus lectores» que el de Cervantes85),leído como burla de Lope aún hace ganar más sentido a la chanza de la dedicatoria yaún mucho más cuando el lector86 descubre que el prólogo propone valerse del plagiopara alcanzar el elevado y ridículo nivel de exhibición bibliográfica y sapiencial quedemuestran los libros en prosa de Lope de Vega87.

82 Redondo, 2001, p. 532.83 Precisamente porque «tenía que causar perplejidad la evidencia de que se trata de un zurcido que

resultaría ininteligible incluso en un escritor de segunda categoría, aunque solo sea porque fabricarlo conllevaun esfuerzo muy superior al de redactar una docena de líneas análogamente convencionales» (Rico, 2005a,p. 428), hay que preguntarse por el sentido de tal esfuerzo. Ya lo había indicado Gaos, por otra parte: «esingenuo suponer que a Cervantes, ni a nadie, pudiera costarle trabajo pergeñar cuatro frases estereotipadas.Lo difícil, en todo caso, pudo ser componer un texto trenzado de expresiones propias y ajenas» (citado enCarrascón, 1991, p. 168).

84 «Tras leer el prólogo de El peregrino en su patria, Cervantes compuso, de cara a su publicación, lospreliminares de la primera parte del Quijote (dedicatoria, prólogo y poemas laudatorios de naturalezaburlesca), en los que se burló de las prácticas del Fénix en otras de sus obras impresas de carácter nodramático (como la Arcadia, el Isidro, La hermosura de Angélica o El peregrino en su patria)» (MartínJiménez, 2006, p. 310). La burla de La Arcadia , el Isidro y El peregrino en su patria, empedrado de citas y conreferencias a la ignorancia («¿Cómo hay tantos que se atreven a juzgar lo que no entienden? Hay muchos quepor la opinión de otros condenan lo que ignoran y sin ellos no hablan, como los relojes, que no pueden dar, siotro no les sube la cuerda, o como los instrumentos, que la destreza se debe a la mano ajena y a ellos las vocessolas», Lope de Vega, El peregrino en su patria, p. 55) se compadece muy bien con la alusión de Cervantes enel prólogo a los que citan a Aristóteles y Platón: Lope cita a uno seis veces y a otro una en El peregrino en supatria (Martínez Mata, 2008, p. 38).

85 Fernández de Avellaneda, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, p. 7.86 «[…] al rechazar el peso de las Autoridades —como se señala en el prólogo—, en un momento en que,

con la Contrarreforma, triunfa el principio de autoridad, y al darle al lector una suprema autonomía, secreaba un espacio de libertad y se invertía radicalmente la orientación de la lectura al uso» (Redondo, 2001,p. 526). Cervantes se dirige a un lector «desocupado y hastiado por los tópicos de los preliminares y laretórica de la autoridad» (Martín Morán, 2009, p. 77).

87 Un análisis muy detallado del prólogo en Fernández Nieto, 2007.

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Desde la portada el libro busca proclamar su carácter divertido88, que solointerrumpen los preliminares legales. De hecho el texto cervantino comienza en ladedicatoria y se afianza en el prólogo y los poemas iniciales antes de abrirse a loscincuenta y dos capítulos que componen la primera parte. La narración quedacomprimida en el marco de unos poemas que abren y cierran el volumen, pero lanarración también está enmarcada entre una introducción o preliminar triple y unaconclusión. Más allá de considerar una «humorada» la dedicatoria, como hace Gaos,conviene insertarla en la unidad que forman las tres piezas liminares, soldadas por unidéntico deseo de no escribir las piezas esperables, obligadas por el uso como decía, y laquiebra de esa asentada práctica a partir de la composición de tres piezas muypeculiares: una dedicatoria que es en su mitad un plagio; un prólogo que explica cómoescribir un prólogo; y unos poemas que no son de los amigos del autor. Las bromasatraviesan todo el libro, y un libro que es una parodia, ¿no extiende el procedimientopara parodiar también la exigencia y la seriedad de la dedicatoria, el prólogo y lospoemas elogiosos, entre otros? ¿No rompe la norma de la seriedad desde los mismospreliminares? No es extraño para un lector del Quijote el interés cervantino por losjuegos, entre los que cabe contar la autonomía del lector que se defiende en el prólogo:«Debajo de mi manto al rey mato». Si la producción cervantina se define por suexperimentación y, tirando de ese hilo, si todos los textos del alcalaíno son diferentes,¿por qué no aceptar que lo es también todo el Quijote?

En suma, entre las posibles soluciones en torno al problema de la dedicatoria, unavez descubierto tardíamente el plagio, se puede optar, primero, por acogerse al ingeniodel autor del Quijote (como hacen los cervantistas, obligados al desprestigio del duque—que no recibió otras dedicatorias de Cervantes—, por más que otros autores lededicaran sus obras), a un supuesto plagio editorial que deja muy a salvo a Cervantes oa la burla de la pretenciosa erudición en un texto dedicado a un duque muy joven (ladedicatoria se inserta en un contexto más amplio, de modo que los tres preliminarescervantinos componen una unidad humorística que ridiculiza la exigencia dededicatoria, prólogo y poesías como introducción a la historia de don Quijote). Lasegunda solución, la que postula Rico en su hipótesis sobre la dedicatoria, carece deanclaje específico, pues a partir de «un par de incongruencias aparentemente de diversoorden hace tiempo advertidas en el primer pliego» se propone «desbordar los límites denuestra hipótesis esencial, que se me antoja bastante plausible, e irrumpir en un campomás resuelta y escurridizamente especulativo, donde será inevitable avanzarzigzagueando y a tanteos» para conseguir «una explicación unitaria»89. Estassuposiciones solo llevan a otras, pues de la pérdida de las aprobaciones se infiere la de ladedicatoria90 y el encargo de Robles a alguno de sus «amigos y paniaguados» (de losque «le sobran») para la redacción del «largo y jadeante período que basta para salir delpaso»: estas «conjeturas que acabo de esbozar» —sigue diciendo Rico— «tienen comobase que la «hipótesis que juzgo más pacífica es la relativa al carácter apócrifo de la

88 Redondo, 2001, pp. 528 y 532.89 Rico, 2005a, p. 407.90 «Pero si la pérdida de las aprobaciones, fiadas a recortes, a hojas volanderas, se me ofrece como

explicación aceptable para el yermo en que paró el folio ¶ 2 vuelto, al mismo azar y a las mismas ignotasrazones que lo produjeran habrá que atribuir que la dedicatoria se perdiera también» (Rico, 2005a, p. 414).

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dedicatoria»91. En mi opinión, en vez de una cadena de suposiciones, la interconexiónde los tres preliminares y la confesión palmaria del prólogo (relación y explicación muyreales y muy perceptibles) de que se pueden resolver algunos problemas copiando,porque nadie se dará cuenta, desvela la misteriosa cuestión del plagio parcial y a retalesde dos piezas de las Anotaciones. Es verdad que el prólogo no discute cómo escribir unadedicatoria: de haberlo hecho es muy posible que el plagio no hubiera tardado tantotiempo en percibirse. Pero también es cierto que el prólogo presenta un desarrolloparadójico de los propósitos de un autor que confiesa que no quiere escribir un prólogo(aunque lo hace) ni quiere recopilar poemas elogiosos (aunque también lo hace,firmados por autores imposibles)92, que pretende añadir citas en latín (y, a pesar deplantear la facilidad para incluir algunas, finalmente no están), que carece deanotaciones (aunque podría ponerlas con lugares comunes) y carece también de una listaalfabética de los autores citados (y podría plagiarla de otras obras sin que nadie se dieracuenta de nada): sin embargo, al final, resulta que «este nuestro libro no tiene necesidadde ninguna cosa de aquellas que vos decís que le falta»93, lo que no evitará que vayaacompañado de lo esencial, es decir, de un prólogo, de unos poemas elogiosos… y deuna dedicatoria, que no se menciona pero sí está, abriendo el libro. No hay citas, no haynotas, no hay índice alfabético de autores, todos ellos fáciles de imaginar y de plagiar(una vez «autorizado» el plagio como método, por burlón que sea, ¿se tiene que limitara la lista alfabética de autores citados?), pero sí hay una dedicatoria a la que no se aludeen el prólogo, aunque al dedicatario sí se le menciona en el poema de Urganda laDesconocida, una dedicatoria que es un plagio en gran parte, sin que haya habido encasi trescientos años «quien se ponga a averiguar si los seguistes o no los seguistes, noyéndole nada en ello».

La constatación de que Cervantes no plagia en otras dedicatorias hay que ponerla enrelación con que ningún otro prólogo es como el de la primera parte del Quijote, ni laspoesías preliminares (si las hay) son tampoco del mismo género: los preliminares de1605, los tres, son de otro tipo e inauguran un libro humorístico y ciertamente único,donde las parodias, paradojas y plagios enhebran todo un juego no siempre reconocidopor «los hombres que saben».

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91 Rico, 2005a, pp. 415 y 417: «No me consta que ninguno lo haya afirmado expresamente, pero tengo laconvicción de que muchos cervantistas se lo han recelado». Más tarde se trata de otra cosa: «Puesto que anadie se le ha pasado por la cabeza la posibilidad de que la pieza no fuera genuinamente cervantina […]»(p. 427).

92 «[…] solo quisiera dártela monda y desnuda, sin el ornato de prólogo, ni de la innumerabilidad ycatálogo de los acostumbrados sonetos, epigramas y elogios que al principio de los libros suelen ponerse»(Cervantes, Don Quijote de la Mancha, p. 10).

93 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, p. 17.

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Resumen. La dedicatoria al duque de Béjar, del Quijote de 1605, es, como se sabe, en buena parte un plagio.Para explicarlo caben varias posibilidades, y no solo la hipótesis que la supone redactada por alguien próximoa Robles tras una pérdida de la dedicatoria original. La dedicatoria cose fragmentos de dos procedencias,invierte el sentido de alguno de ellos, está firmada por su autor (y no por el editor) y no se reemplaza en lasreediciones. Además, los preliminares literarios (dedicatoria, prólogo y poemas) adelantan el carácter de librode entretenimiento que es el Quijote y forman una unidad. Por si fuera poco, el prólogo, justo a continuaciónde la dedicatoria, propone explícitamente recurrir al plagio si hace falta en algunos casos.

Palabras clave. dedicatoria, Béjar duque de, preliminares, lectura, autoría, Cervantes Miguel de

Obra estudiada. Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes 1605)

Résumé. La dédicace du Quichotte (1605) au duc de Béjar est en grande partie, on le sait, un plagiat. Plusieursexplications sont possibles, par-delà l’hypothèse d’un texte de substitution dû à l’entourage de Robles enraison de la perte de l’original. Cette dédicace réunit des fragments de deux provenances, en inverse parfois lesens, est signée de son auteur (et non de l’éditeur) et se retrouve dans les rééditions. En outre, les préliminaireslittéraires (dédicace, prologue et poèmes) laissent entendre le caractère du Quichotte comme livre dedivertissement et forment bien un tout. Qui plus est, le prologue, qui suit immédiatement la dédicace, défendl’usage du plagiat lorsque qu’il s’avère parfois nécessaire.

Mots clefs. dédicace, Béjar duc de, préliminaires, lecture, attribution, Cervantes Miguel de

Œuvre étudiée. Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes 1605)

L A D E D I C A T O R I A D E C E R V A N T E S « A L D U Q U E D E B É J A R » 5 1

Summary. The dedication of the Quixote (1605) to the duke of Béjar is, as is known, for the greater part aplagiarism. There are some possibilities to explain it and not only the hypothesis that supposes that it waswritten by someone close to Robles after the loss of the original dedication. This dedication is composedmixing fragments from two sources, changes the sense of one of them, is signed by the author (and not by theeditor) and is not replaced when the work was reprinted. Moreover, the literary preliminary pieces(dedication, prologue and poems) advance the feature of the book of entertainment that the Quixote is andthey form one whole. Moreover, the prologue, just after the dedication, explicitly proposes the use ofplagiarism if necessary in certain cases.

Keywords. dedication, Béjar duke of, preliminary pieces, reading, authorship, Cervantes Miguel de

Work studied. Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes 1605)

El autor . J. Ignacio Díez es Catedrático de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid. Hasido Visiting Scholar y Visiting Professor en la Universidad de California en Berkeley (USA). Ha dedicadonumerosos trabajos a la literatura de los Siglos de Oro (sobre Diego Hurtado de Mendoza, Garcilaso de laVega, Miguel de Cervantes, Vicente Espinel, Francisco de Quevedo, Antonio Enríquez Gómez, etc.) y a laliteratura del siglo xx (sobre Rafael Alberti, Luis Cernuda, Francisco Umbral, Gonzalo Torrente Ballester,Javier Marías, etc.). Entre los temas que más le interesan se encuentran la literatura erótica (es autor de Lapoesía erótica de los Siglos de Oro), Cervantes, Gracián, Francisco Umbral, el canon y el mercado [email protected]ón profesional: Dpto. de Filología Española II, Facultad de Filología, edificio D, despacho 01.340.Universidad Complutense 28040 MadridDirección personal: C/ Luis Vélez de Guevara, 9, 3º 17, 28012 Madrid