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1 La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

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1La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

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La cultura del trabajoy la danza de la lluvia

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La cultura del trabajoy la danza de la lluvia

Emilio Pauselli

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Pauselli, Emilio

La cultura del trabajo y la danza de la lluvia. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos

Aires : Grupo Editor Latinoamericano, 2011.

188 p. ; 19x26 cm. - (Estudios políticos y sociales)

ISBN 978-950-694-886-3

1. Sociología . I. Título

CDD 301

6

© 2011, by Emilio Pauselli

© 2011, by Grupo Editor Latinoamericano S.R.L.

Avda. Jujuy 1142, PB, “C” Buenos Aires,

Argentina. Tel - Fax: 4308-0308

[email protected]

Queda hecho el depósito que dispone la ley 11723.

Impreso y hecho en la Argentina. Printed and made in Argentina.

Colaboraron en la preparación de este libro:

Imagen de tapa: collage de Julián Gutiérrez

Diseño interior: Pablo Barragán.

Impresión y encuadernación: E. del Cuarto Mundo.

Películas de tapa: Proyección.

Se utilizó para el interior papel Obra Boreal de 80 gs.

y para la tapa cartulina Ilustración de 280 g provistos por Papelera Alsina SA.

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7La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

A mis hijos,

excelentes trabajadores

y una posibilidad permanente

de aprendizaje

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8 Emilio Pauselli

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9La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

Índice

Introducción 13

Capítulo 1. Sobre premios y castigos 17La pérdida del derecho a ser castigado 18La lucha por la vida, esa vieja historia 22La batalla ganada, la conciencia perdida 24Por una exégesis de la falta de trabajo 27

Capítulo 2. Tecnología y ganancias 31La aplicación de tecnología y la desaparición de puestos de trabajo 31El fin del trabajo. El sentido de esa metáfora 34El famoso tema de la “competitividad” 36La acumulación de riqueza y la vida social 39

Capítulo 3. El trabajo como actividad socialmente codificada 43El trabajo como práctica social 48Empleo, desempleo y control de las personas 51

Capítulo 4. La falta de trabajo transformado en “problema social” 57Desocupación y desocupados 61Ambigüedad en los discursos sobre el empleo y el trabajo 66

Capítulo 5. Las distintas versiones de la danza de la lluvia 71Conocimientos y habilidades: el primer paso de la danza de la lluvia 73Segundo paso: la actitud proactiva 79Los microemprendimientos: usted ya es un bailarín 81

Capítulo 6. La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 85Instrucción y acceso al trabajo 87La educación para el trabajo y la demanda social 90¿Cómo educar a la educación? 94

Capítulo 7. El trabajo y la economía social: la maestría en danzas autóctonas 101El trabajo y la economía “natural” 103

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10 Emilio Pauselli

La asociación y la cooperación: ¿para todos o para los marginados? 107La economía alternativa y el desarrollo local 110¿Economía alternativa o economía para pobres? 113

Capítulo 8. El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 121Trabajo y pobreza 122Los jóvenes y el trabajo 125Trabajo y derechos 128La cultura del trabajo 131

Capítulo 9. Algunas reflexiones ante la limitación de puestos de trabajo 139Estrategias de control horario 140Actualización de la definición de derechos humanos 144Los cuidados de la vida 146La protección del trabajo en las crisis globales y regionales 150Recuperación de saberes productivos 154La renta básica universal o el ingreso ciudadano 156

Capítulo 10. ¿El ocaso de la civilización del homo faber? 161

Apéndice 1. Pensamiento único y modelo de país 169¿Qué entendemos por “pensamiento único”? 169Papel de la imaginación en el desarrollo humano 172Para un modelo de país 175El trabajo y el pensamiento único 177

Apéndice 2. La ideología de la historia 179Los efectos in-creíbles de la historia 180Los supuestos del “modelo terapéutico” 181La historia: el pasado, el presente y el futuro 182Una intelección construida desde el futuro 185Las puertas de la razón y del deseo 187

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11La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

Agradecimientos

Este libro no hubiera sido posible sin la actitud generosa de decenas de organizaciones

sociales que durante los últimos 20 años compartieron francamente con su autor las ex-

periencias exitosas o frustrantes que realizaron en su intento por facilitar el acceso de ellos

mismos y de otros seres humanos al mundo del trabajo. Sus preguntas y sus prácticas han

sido nuestra principal inspiración.

La obra terminada se debe, a su vez, al concurso de diversas personas. Nancy Boufflet ha

sido no solo la agente editorial sino la principal comentarista y confidente mientras se ela-

boraron estas páginas. Su misión se ha extendido considerablemente, incluyendo la bús-

queda de títulos raros y sugiriendo otros que el autor simplemente desconocía. Félix Bom-

barolo ha realizado una lectura detallada del borrador, ha señalado aspectos de contenido

necesarios de aclaración o simplemente de mejor exposición y, con sus sugerencias sin-

tácticas, ha dejado sin trabajo a los correctores. Lino Ochoa ha sido nuestra principal re-

ferencia para pensar el tema desde el punto de vista de las prácticas de recursos humanos

en las empresas; su vasta experiencia en programas de aumento de productividad y su jui-

cio agudo nos han orientado en diversos aspectos. Claro, él no tiene responsabilidad en las

conclusiones que se sacan en el presente libro.

Finalmente, una serie de amigos han leído el primer borrador. Opinaron sobre la forma y

el contenido, criticaron y alentaron; en resumen, han constituido el indispensable ámbito

de afecto necesario para ir en contra de la corriente. Ellos son Damián Valente, Jaime Vi-

llarraga, Juan Pablo Acerenza, Juan Serra, Laura Gervasi, Leonor Cruz, Lilian Toledo,

Mario”El Diablero” Arias, Mercedes “La Negra” Vergara, Miguel Cerviño, Norma Fon-

zalida, Ricardo Caballero y Ricardo Rooschild. A todos, muchas gracias.

El libro como objeto

La tapa es una obra de Julián Gutiérrez, artista plástico argentino, quien combinó las téc-

nicas de collage y fotografía para formar ese bello conjunto de objetos del trabajo cobija-

dos por el dios azteca de la lluvia. El conjunto del libro es mérito de Luis Tedesco y Pablo

Barragán, quienes lo cuidaron con profesionalismo y con afecto hasta que vio la luz. A

todos ellos, muchas gracias.

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12 Emilio Pauselli

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IIntroducciónLa presente obra reúne una serie de ideas elaboradasdurante los últimos años, algunas de ellas aparecidasen artículos y otras compartidas y enriquecidas en tra-bajos, talleres y seminarios con organizaciones de basey equipos técnicos dedicados a la llamada promociónsocial. También han colaborado en la formación deestos puntos de vista los trabajos realizados como con-sultor en temas de desarrollo organizacional, incluidoasesoramiento en recursos humanos para empresas dedistintos rubros y magnitud.

Estas ideas giran alrededor del trabajo en nues-tras sociedades, su disponibilidad, las maneras de ac-ceso al mismo y los conocimientos y mitos que seconstruyen alrededor de su concepto.

Las presentes reflexiones van con cierta libertaddesde las experiencias tal como se nos representaronen su momento y las posibilidades de interpretaciónque hemos ido construyendo para volver a pensar enellas. El lector extrañará la ausencia de datos estadís-ticos macro que acompañen las afirmaciones particu-lares1. Como compensación, encontrará una manerade construcción de sentido que, según se nos señalareiteradamente, resulta en absoluta coincidencia consu experiencia cotidiana. ¿Cómo fundamentar, si faltahiciera, estas elecciones?

Podemos decir que el saber socialmente reco-nocido –la ciencia–, organizado en las llamadas disci-plinas, confiesa desde su autodenominación su inten-ción: disciplinar las percepciones humanas. Sistemasmenos eficientes de producción de saber han permi-tido que se reemplace, por ejemplo, la metáfora geo-céntrica de Ptolomeo por la heliocéntrica de Copér-nico, con las ventajas que ello ha implicado. Hoy no estan sencillo reemplazar la metáfora heliocéntrica, ¿ono está convencido usted que la tierra gira alrededordel sol?

13Introducción

1 Por ejemplo, supondremos que ellector conoce que en la “crisis” del2009 en los EEUU se perdieron 9millones de puestos de trabajo y que la“euforia” de la recuperación se basa enque en el año 2010 la economía estácreando 75.000 nuevos puestos pormes, sin datos sobre la expansión de laPEA (Población EconómicamenteActiva) en el mismo período.

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A este nivel epistemológico propiamente dichohay que agregar el entrecruzamiento entre el conoci-miento científico y el poder. Éste utiliza las normas deproducción de aquél para financiar las produccionesque, por ejemplo, demuestran que Minera La Alum-brera2 no contamina el medio ambiente. Esa evidenciase contrapone a otras que tienen los pobladores de lo-calidades de su radio de influencia: las plantas mueren,cada vez hay que perforar a más metros de profundi-dad para hallar agua, los zorros pierden el pelo y losríos no tienen peces. ¿Cuál saber elegir para alcanzarqué tipo de sociedad humana?

Cuando la comprensión religiosa de la vida quenos trasladaba de este valle de lágrimas hasta el másallá venturoso perdió su eficiencia a manos del indi-viduo moderno, se pudo comprender la expresión“Dios ha muerto”3. Quizás, mirando el mundo horro-roso que produce el saber sancionado socialmente, po-damos comprender que la ciencia ha muerto como re-fugio de la racionalidad, comprendiendo a ésta comola capacidad humana de elucidar4 el presente. Claroque aún hay santos en el bosque que no se han ente-rado y creen sinceramente que a las pasteras5 debenentrar los científicos y no los políticos6.

Pero aún más impresionantes que los efectosque el conocimiento y la tecnología tienen en elmundo natural, son los efectos en el mundo social. Elesfuerzo hecho por las ciencias sociales para ser reco-nocidas ellas también como conocimiento científicono ha sido en vano. Las principales ciencias socialesque regulan nuestras sociedades –la economía y el de-recho– no aciertan a proveer una vida mínimamentedigna para las seis séptimas partes de la población delplaneta. Las hermanitas pobres de aquellas –la socio-logía, la antropología y otras– describen y prescribencon escasa incidencia en la vida humana.

Estas contradicciones entre el “conocimientoobjetivo” y lo que realmente le pasa a millones de per-

14 Emilio Pauselli

2 Nos referimos a la compañía cuyopaquete mayoritario corresponde algrupo minero Xstrata Copper (de origensuizo, un país super cool), asentada enla Provincia de Catamarca, Argentina.Es un megaemprendimiento minero acielo abierto que contamina una ampliaregión que incluye las provincias deCatamarca, Tucumán, Salta y Santiagodel Estero. Consume 50 millones delitros de agua dulce diaria y liberaminerales pesados que van pasando –ymatando– a distintos organismosvivos. Los derechos de exploración yexplotación corresponden a YMAD(Yacimientos Mineros de Aguas delDionisio), grupo conformado por elgobierno de la provincia de Catamarca,el gobierno de la República Argentina yla Universidad Nacional de Tucumán.Xstrata pagó a YMAD en concepto deutilidades, correspondiente al segundotrimestre del 2010, U$S 58 millones. Enlos últimos cuatro años YMAD percibió729 millones de dólares por eseconcepto. La Universidad Nacional deTucumán, integrante de la YMAD, es laque controla y emite los informes sobrecontaminación ambiental producidospor la minera.3 Friedrich Nietzsche. Así hablabaZaratustra. También pertenece a estaobra la metáfora el “santo el bosque”.4 La institución imaginaria de lasociedad. Cornelius Castoriadis.“Elucidar es el trabajo por el cual loshombres intentan pensar lo que haceny saber lo que piensan”.5 Plantas de elaboración de pasta depapel asentadas en los márgenes de

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sonas se expresa con total brutalidad en el mundo deltrabajo. La versión “civilizada” o científica dice que lafalta de trabajo es una crisis del modelo. La compren-sión “cultural” de lo cotidiano parece decir que la faltade trabajo es el modelo.

De esta manera, reflexionaremos sobre el tra-bajo como inclusor social y su relación con la cultura.También aquí se nos ofrecerán opciones: la idea deque en una sociedad existen excluidos sociales es no-table ya que, en rigor, es contradictoria en sí misma.Una observación cuidadosa solo podría comprobarque hay excluidos de ciertos tipos de consumo, en mu-chos casos básicos. La idea de exclusión social es unametáfora que induce a creer que hay una sociedad quefunciona bien y de la que algunas personas o grupossociales están excluidos; solo se trata de que se inclu-yan y pasen a disfrutar de los beneficios de todos. Estametáfora oculta la realidad de que los llamados ex-cluidos son producidos y mantenidos –incluidos– enesa situación por esta sociedad que, solo así, “funcionabien”. Como comprenderán, no es lo mismo curar alexcluido para que logre incluirse –educando, contro-lando, sancionando– que curar a una sociedad enfermaque produce pobreza como resultado de su forma mo-délica de producir riqueza.

Finalmente, defenderemos la idea de que la cul-tura del trabajo es mantenida por los trabajadores ocu-pados y desocupados, y es atacada por las condicio-nes del mercado de trabajo y la creciente relación entretrabajo y pobreza. Hemos comprobado casuística-mente que aquellos que hacen el centro de su discursoen la necesidad de recuperar la cultura del trabajo sonpersonas que, en su inmensa mayoría, jamás han tra-bajado.

Sobre el orden del libro, el lector encontrará unprimer capítulo que plantea la dimensión cultural de lapráctica contemporánea del trabajo y, a continuación,tres capítulos que actualizarán las reflexiones consi-

15Introducción

los grandes ríos de Argentina yUruguay. Se sabe con certeza lacontaminación producida por AltoParaná S.A. en la provincia deMisiones, Argentina, limítrofe con larepública del Paraguay; y se sospechafuertemente de los efectos producidosen el medio ambiente por UPM (ex -Botnia) asentada en el departamento deFray Bentos, Uruguay, limítrofe conArgentina.

6 Siempre queda la ilusión final de quela ciencia es buena y los hombresmalos, que en algún lugar hay unaverdad incontestable, garantía de lafelicidad futura. El tema excedelargamente estas líneas, solo podemosdecir que esa ilusión funciona igual queDios: es bueno pero no está disponiblepara aliviar los sufrimientos de loshumanos.

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deradas como relevantes sobre el tema. En los capítu-los cinco, seis y siete se describen los intentos fallidoscon que la sociedad intenta responder a los problemasplanteados por la falta de trabajo. El capítulo ocho re-plantea la noción de “cultura del trabajo” y el nueveesboza algunas estrategias deseables para intentar re-correr nuevos caminos recreando la experiencia socialsobre estos temas. Finalmente, en el capítulo diezcompartimos preguntas y perplejidades sobre lostemas tratados.

Son parte de este libro dos apéndices. Un apén-dice puede ser algo que sobra o algo que completa, ellector decidirá al respecto. En el primero de ellos com-partimos algunas ideas sobre la manera en que el lla-mado “pensamiento único” impide pensar alternativasde sociedad. En el segundo tratamos de llamar la aten-ción sobre el papel del futuro en el sistema de moti-vaciones humanas.

Sobre el libro como objeto, el mismo está pre-parado con un margen generoso con dos objetivos: elprimero, que ese margen aloje las notas que acompa-ñan al texto y facilite su incorporación por parte dellector. El segundo objetivo es que el lector pueda, encaso de desearlo, transformar el presente libro en uncuaderno de trabajo escribiendo sus propias notas,ejemplos, coincidencias, disidencias, nuevas ideas. Osea, que el lector pueda también en forma explícita –siempre ocurre– transformarse en autor7.

Una nueva civilización se acerca: como siem-pre, la tendencia parece ser que sus características ladecidan unos pocos; pero, quizás una vez más –yvan…–, podamos hacer el intento de que incluya partede los deseos profundos de toda la humanidad, tantasveces escamoteados por nuestra impericia para tenerpoder sobre el poder.

16 Emilio Pauselli

7 Es por eso que uno encuentrasiempre una gran diferencia entre unlibro leído y la película realizada sobresu texto, por más fiel que sea laversión. Es que mientras leímos eltexto nos transformamos en autores,definimos el paisaje, colocamos voz alos personajes, hasta las sonrisas y lasmuecas son nuestra creación. En lapelícula no encontramos nada de eso,de ahí la decepción.

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Capítulo1

Sobre premios y castigos1

La modernidad ha tematizado con ingenio muchos delos aspectos que giran alrededor de los sistemas depremios y castigos que supuestamente organizan ymejoran la vida humana. Desde el refuerzo positivoque recibe el bebé cuando logra pronunciar correcta-mente una palabra, hasta la amenaza de cárcel y aunde pérdida de la vida para los que se animen a exhibirdeterminadas conductas, puede comprenderse la so-cialización como influida, real o imaginariamente, poreste sistema pendular que promete beneficios o ame-naza con penas a veces indescriptibles.

Mucho se ha dicho también sobre la asimetríaexistente entre unas y otras promesas. Mientras los pre-mios llegarían siempre tarde o nunca, los castigos serepiten con envidiable regularidad de manera perma-nente durante toda la vida de un ser humano. Y a me-dida que se ingresa en la edad adulta, más aún. Ya lasgolosinas, la lectura de un cuento o dormirse a upa deun ser querido, no alcanzan a restañar las heridas quenos ha producido la vida, en forma prevista o total-mente espontánea. En esto también se nota la diferen-cia: espontáneamente, también llegan pronto los casti-gos y casi nunca los premios, como pueden certificarlos millones de participantes en los juegos de azar.

Tampoco se puede ignorar que muchos premiosy castigos funcionan de manera diferente, depen-diendo de quién es el sujeto que debe recibirlos. Mien-tras algunos en general logran evitar los castigos pre-vistos, ya sea eludiendo la ley, modificándola o dero-gándola, otros ven como llueven sobre sí lascalamidades, aun las que quizás solo por casualidadno merecen. Las regulares crisis financieras son unejemplo donde las sociedades sufren sus consecuen-cias en términos de desaparición de ahorros y de pues-

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1 Este capítulo sigue el texto delartículo Sobre premios y castigos. Surelación con la experiencia del trabajo.Pauselli, 2002. Lamentablemente, apesar de haber transcurrido casi unadécada, las correcciones necesariasfueron mínimas.

Sobre premios y castigos

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tos de trabajo y los causantes reciben apoyo econó-mico para resarcirse de los efectos de sus recientesdesmanes.

Finalmente, el prestigio alcanzado por este sis-tema obedece a sus profundas raíces en la cultura, almenos occidental. Una humanidad originaria solo sededicaba a ser feliz, cosa bastante lógica, ya que paraqué vivir si no es para ello2. Pero alguien, o algunos,o algunas, o algunos y algunas, hicieron algo no de-bido (de donde se hace evidente que la felicidad y eldeber llevan un largo matrimonio, aunque no siempreduerman en la misma cama) y allí se desencadena lalógica del premio y el castigo. El primero queda prác-ticamente diferido hasta un más allá de la vida que dasentido al presente3, mientras que el segundo se hacepresente de manera cotidiana, haciéndonos desear fer-vientemente que ese más allá exista de alguna manera,cualquiera sea ella.

Este cuadro de la vida humana, aunque triste ensí, presenta la inmensa ventaja de que con el transcu-rrir de los siglos nos hemos terminado acostumbrandoa él. Es más, si lográramos un poco más de equidaden el reparto de los castigos, creo que muchos nos sen-tiríamos medianamente satisfechos, algo así como laconcreción de la máxima de que “quien las hace, laspaga”. Pero tenemos malas noticias. Casi nunca hanfuncionado los premios, eso ya lo sabemos; peroahora: ¡han dejado de funcionar los castigos! ¿Cómovivir sin ellos? La humanidad se encuentra al bordede la disolución.

La pérdida del derecho a ser castigadoTodos hemos vivido o como padres de niños en edadescolar, o como tíos, o simplemente como adultos encontacto con niños, la aparición rubicunda de algunapequeña personita que se empeña en destruir todo a supaso, si pudiera a nosotros mismos. Muchas veces le-

18 Emilio Pauselli

2 Nos referimos al sentido clásico–aristotélico– de felicidad. EticaNicomaquea. Libro I.

3 Ver en San Agustín, Civitas Dei, laidea de un presente que se interpretadesde esta operación diferida y, engeneral, en qué sentido solo asípodemos hablar de historia.

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vantamos la vista hacia alguno de sus progenitores,sospechando que quizás a ellos les cabe alguna res-ponsabilidad por los destrozos manifiestos, pero nosencontramos con una sonrisa compresiva ante nuestraperplejidad. Si uno tiene suerte, hasta le será explicadoque contradecir el deseo del niño en ese momento im-plicaría infringirle un trauma que repercutiría en todasu vida afectiva posterior. Si usted ha vivido esa si-tuación en la sala de espera de un pediatra, en la salidaa la plaza de los niños del jardín al que la maestra loinvitó para que colaborara en el cuidado de los ange-litos, o simplemente en su casa, no podrá negar quedebió reprimir un fuerte deseo de intervenir en la si-tuación, pensando que no ejecutar su deseo tendríaconsecuencias para su vida psíquica aun peor que parala del niño. Finalmente, usted logró reprimir esa vio-lenta intención, ayudado por la imagen de bondad(ahora destruida) que acompaña a la niñez, sintiendoque había privado a ese pequeño ser de una oportuni-dad de ingresar a la cultura a través de su estentóreo yamenazante grito: “¡Pará, bestia!”

Pero las sociedades no son niños. Están confor-madas por una mayoría de adultos que, mal o bien,hemos aprendido a no romper las cosas de la sala deespera. Y los poderes y los gobiernos no son padres,cuya responsabilidad sea ayudarnos a compartir una–como la vida– no elegida cultura. El problema de lapérdida del derecho a ser castigado se refiere no a unaspecto formativo, sino constitutivo. Hay castigos quenos constituyen como seres humanos, al punto dehaber generado corrientes de pensamiento que hacenconsistir la humanidad justamente en la realización delcastigo, y han hecho del cumplimiento del mismo unorigen y una virtud.

Uno de los libros pre–formadores de occidente4

abunda en imágenes relacionadas con nuestro tema.Nos referimos a los conocidos castigos bíblicos queacompañaron a la falta cometida por esos primeros –y

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4 Curiosamente, una colección de librosorientales.

Sobre premios y castigos

Page 20: La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

mal aconsejados– seres humanos. No se salvó ni la ser-piente, que fue explícitamente condenada a arrastrarsesobre su vientre5, aunque sabemos que también perdióel don del habla, ya que nunca más se la ha oído con-versando con un ser humano –a excepción, claro está,de Harry Potter–. La mujer perdió su deseo, y le fueronagregados numerosos dolores en su actividad de parir6.Y al hombre, doblemente estúpido, por haber transgre-dido la norma divina y por haberlo hecho por iniciativaajena, le fue quitado todo sustento espontáneo que lepodría ofrecer la naturaleza: “Maldita será la tierra portu causa, con dolor comerás de ella todos los días de tuvida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantasdel campo. Con el sudor de tu rostro comerás el panhasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste to-mado; pues polvo eres y en polvo te convertirás7”.

Sin ponernos a investigar minucias –como si lamuerte se agregó como castigo, o ya estaba prevista ysolo le fue anunciada por enojo en esa oportunidad–,sabemos que el “parirás con dolor” y el “ganarás elpan con el sudor de tu frente” atravesaron miles deaños, para ser aún hoy proverbios conocidos explíci-tamente por una cantidad importante de personas, yposiblemente anidado en la conciencia aun de los queno podrían informarnos sobre su origen o existencia.A este tipo de castigos nos referimos cuando habla-mos de castigos constitutivos.

El castigo del trabajo se transformó en teoría dela aparición de la propia existencia humana8. Con bue-nas razones se indica que ha sido el trabajo justamentelo que permitió al hombre constituirse como tal, y rea-lizar una experiencia diferenciada (?) del resto de lanaturaleza. El trabajo se ha constituido como virtud,como ya lo demuestra la diferente suerte que sufrieronla cigarra y la hormiga9. En fin, tan constitutivos sonestos mandatos que hasta la mujer ha reivindicado,como signo de igualdad, ser ella también castigadacomo el hombre y peleó duramente hasta ser admitida

20 Emilio Pauselli

5 Génesis, 3, 14-15. Dicen que“génesis” quiere decir origen, y es elnombre que lleva el primero de loslibros que componen la Biblia.

6 Otra vez Génesis, 3, 16.

7 De nuevo Génesis, 3, 17-19.

8 Engels, Federico. El papel del trabajoen la transformación del mono enhombre, obra canónica, si las hay,sobre este tema.

9 Nos referimos a la fábula popular, enla que la cigarra pasa el veranocantando y en invierno no tiene paracomer; mientras que la laboriosahormiga se sacrificó acarreando hojitasdurante la mejor estación, y cuandollegó el frío no tuvo inconvenientespara sobrevivir. Ver la denuncia quehace Javier Bardén en la película Loslunes al sol sobre el supuesto carácterpoco solidario de la hormiga.

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masivamente en el mercado de trabajo; aunque elhombre, para compensar, solo pueda hacer el patéticopapel de (mal) acompañante en la sala de partos.

Claro que no ignoramos el valor metafórico deltrabajo como castigo, pero tampoco lo interpretamoscomo la versión mítica de un proceso natural evidente.Porque la pregunta previa a la del papel que el trabajodesempeñó en la constitución de humanidad, es ¿porqué el hombre trabajó? Si se entiende que nunca huboalgo así como humanidad antes del trabajo, solo ha-ríamos más precisa la pregunta: ¿por qué esa especieque devendría en hombre a través del trabajo, lo hizoy devino efectivamente en esa dirección?

Desconocemos la respuesta. No parece ser eltrabajo del hombre similar al de otras especies, comolas abejas, las hormigas o los castores, entre las másparadigmáticas por el carácter colectivo de parte desus actividades. En algún sentido también trabaja elanimal que caza o que recolecta. Pero el trabajo hu-mano parece poseer una posibilidad creativa diversaa la de otros seres, aunque tenga en común ser una ma-nera de relación con el resto de la naturaleza orientadaa resolver necesidades de sobrevivencia.

Lo que queremos decir es que es frágil nuestroconocimiento causal sobre el carácter laborioso del serhumano10. En especial teniendo en cuenta que en mu-chas ocasiones la tendencia parece ser más a la perezaque al trabajo y hay un sinnúmero de técnicas y teoríaspsicológicas, sociales y económicas orientadas a mo-tivar al ser humano para que trabaje. Es conocida lapolémica que gira alrededor de modelos de salario so-cial o subsidio abierto al desempleo en cuanto a susefectos no deseados como anulador de incentivos paraesforzarse en pertenecer al mundo del trabajo.

Los procesos de alienación11 del producto y delas decisiones que organizan el proceso del trabajoson, con seguridad, parte de las causas de la compleja

21

10 Si, como sospechamos, la especiehumana lleva dando vueltas por esteplaneta desde hace cerca de un millónde años, lo que conocemos de maneramás cercana no excede los 15.000 añosy de manera muy indirecta no más de40.000. El que se sienta seguro deexplicar cómo terminamos trabajando,que tire la primera piedra.

11 Alienación es un concepto que indicaque algo se vuelve ajeno a un sujeto.Según Rousseau, el hombre se enajenaen una sociedad fallida; según Hegel, apartir de su creencia ideal en el mundo;según Feuerbach, en la idea religiosa;según Marx, en la producción material.En todos los casos se está pensandoen procesos donde algo generado porel ser humano se vuelve ajeno almismo.

Sobre premios y castigos

Page 22: La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

relación del hombre con el trabajo. Pero la esperanzade que la eliminación de la alienación –suponiendoque ello fuera posible en términos materiales y no soloimaginarios– humanizaría o re–humanizaría el trabajo,nos obliga a una nueva serie de preguntas. Todas ellasgirarían alrededor de qué entendemos por humaniza-ción del trabajo. Una de las tantas respuestas posiblessería: que deje de ser un castigo. Como vemos, no hayun abismo entre las pretensiones de la ciencia y las delos mitos. Ambos hablan de las cosas que no conoce-mos o no comprendemos.

Cuando aumenta año tras año la cantidad deseres humanos que no logran insertarse en el mundodel trabajo a escala planetaria, parece que el reclamopor el derecho al trabajo es un reclamo por el cumpli-miento del castigo prometido. Millones de personashoy ya no pueden ganarse el pan con el sudor de sufrente, ni de ninguna otra manera. Si pudieran cum-plir la pena, lograrían vivir más dignamente, atender alas necesidades propias y de sus descendientes y, sobretodo, no sentirse discriminados respecto a otros indi-viduos que sí disfrutan de ese castigo. Y este deseo noes tan descabellado. Mientras que la condena digni-fica al reo, ya que lo transforma en sujeto de derecho,la inimputabilidad lo borra de la lista de los seres ra-cionales que aún creemos ser los humanos12.

La lucha por la vida, esa vieja historiaMás allá del origen del trabajo, del hombre y de lospremios y los castigos, la actividad transformadora dela naturaleza, que el hombre ha encarado desde que te-nemos noticias, ha sido parte de su lucha por sobrevi-vir en la superficie de un planeta pequeño, aislado enel borde de una galaxia, aparentemente sin vecinos bio-lógicos en un radio bastante considerable13. El conoci-miento, el desarrollo de la técnica y de la ciencia, hansido probablemente uno de los resultados de esta lucha.

22 Emilio Pauselli

12 Ver La locura enloquecida, IgnacioLewkowicz, 2004.

13 “En un apartado rincón del universocentelleante, desparramado entreinnumerables astros, hubo una vez unplaneta en el que animales inteligentesinventaron el conocimiento. Fue elminuto más altanero y falaz de laHistoria Universal; pero, a fin decuentas, solo un instante. Tras brevesrespiraciones de la Naturaleza, el astrose heló y los animales inteligenteshubieron de perecer”. F. Nietzsche, Laverdad y la mentira en sentidoextramoral.

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Más allá de la trascendencia de este hecho, lapermanente alianza y combate con la naturaleza –quedesarrollamos desde el momento en que debemos in-gerir nutrientes y producir desechos para sobrevivir–,ha marcado profundamente nuestra manera de ser hu-manos. No solo en lo referido a la construcción so-cial, que en muchos aspectos puede entenderse comoaleatoria14, sino en la propia construcción de la per-sonalidad. Así, Freud creía que dominar la pulsión se-xual era una función social cuyo motivo es “en su raízúltima, económico; como no posee [la sociedad] losmedios de vida suficientes para mantener a sus miem-bros sin que trabajen, tiene que restringir su númeroy desviar sus energías de la práctica sexual para vol-carlas al trabajo. Vale decir, el eterno apremio de lavida, que desde los tiempos primordiales continúahasta el presente”15.

¿Será efectivamente eterno el apremio de lavida? En un sentido, sí. Todo depredador se constituyedesde la lucha con lo otro, y en casos extremos, con-tra lo mismo otro, como lo demuestran el canibalismoy el capitalismo. En otro sentido, la expectativa de re-solver ese apremio puede ser muy diversa. En ocasio-nes, solo la casualidad permite salir triunfante. Otrasveces, una adecuada tensión de todas nuestras fuerzasnos garantizará una razonable expectativa de resolu-ción. Y un cambio profundo en la capacidad del hom-bre de relacionarse con la naturaleza de manera deatender sus necesidades puede transformar la resolu-ción de los apremios en algo totalmente expectable yel fracaso solo se podría producir en caso de negli-gencia grave y estupidez generalizada de la especie.

Presentaremos una tesis que bordea esta últimaposibilidad, aunque siendo piadosos con nosotros mis-mos, intentaremos acompañarla de algunas hipótesisque nos disculpen o propongan buenas razones quejustifiquen nuestra negligencia y estupidez.

23Sobre premios y castigos

14 Sobre este punto, recomendamosrevisar las profundas –y en muchosaspectos proféticas– reflexiones deCornelius Castoriadis, La construcciónimaginaria de la sociedad.

15 Freud, Sigmund, 20º Conferencia. Lavida sexual de los seres humanos.

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La batalla ganada, la conciencia perdidaEl soldado japonés había quedado solo en la isla. Lalucha por la existencia era dura, pero podía arrancarlea la selva –no sin esfuerzo– los recursos mínimos parasobrevivir. Se sentía con fuerzas para continuar la gue-rra, siendo fiel a su patria y a su Emperador. El con-tacto con su mando hacía meses se había interrum-pido, probablemente la guerra no estaba siendo fácil;pero cuando le tocara entrar en acción, iba a estar listopara oponer su vida a cualquier intento del enemigode utilizar esa isla en contra de sus hermanos. Ni elaislamiento ni el paso de los años habían hecho mellaen su disposición al combate. Finalmente, después demucho tiempo, llegaron seres humanos a la isla. Elsoldado no supo si amigos o enemigos. El asombrofue mutuo: el combatiente no comprendía por qué notenía que combatir y los recién llegados no compren-dían que aún no se hubiera enterado de que la guerrahabía finalizado hacía 24 años.

Noticia, relato imaginario, un poco y un poco;ésta puede ser una metáfora de la humanidad. Hemospasado cientos de miles de años enfrascados en unalucha a brazo partido por sostenernos en la isla.Somos hijos de antepasados remotos, que en ocasio-nes –muchas veces solo por casualidad– tuvieron des-cendencia antes de morir a una edad que hoy consi-deraríamos joven o adolescente. Los sacrificios auto-impuestos para sobrevivir, y los impuestos a losdemás en tanto lo creían necesario y era posible ha-cerlo y sufrirlo, hacen de la idea del trabajo como cas-tigo una versión mucho más creíble que la metáforadel trabajo como causa y efecto de la aparición de lainteligencia. Quizás esta última solo se desarrollópara tratar de aliviar un poco ese tremendo castigo.Noticia o relato imaginario también esto, la supervi-vencia de la especie humana no es de los prodigiosmenores de la naturaleza.

Así como el soldado japonés hizo de la lucha el

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sentido de su vida, del mismo modo la humanidadvivió concentrada en lograr vencer en esa porfía:arrancarle a la naturaleza los medios necesarios parala propia vida. Esa tensión milenaria claro que pre-formó su comprensión del mundo (Marx), la consti-tución de su individualidad (Freud) y la producciónde su discurso (Nietzsche). Es más, cada uno de lossistemas sociales que conocemos ha consistido en lo-grar delicados –no equitativos ni voluntarios– equili-brios entre las personas y los grupos de personas parasalir victoriosos de esa lucha.

Quizás el producto más refinado y cruel paraque la humanidad libre esa batalla con éxito haya sidoel desarrollo del capitalismo. Generalizar la compe-tencia entre los que manejan el poder –tanto en el te-rreno militar como en el económico y en el cultural–ha constituido un fuerte impulso a la superación paraimponerse. La situación de poner a las personas y gru-pos de personas en competencia entre sí a fin de apro-piarse de esos medios de vida ha favorecido una es-pecie de sobrevivencia de los más aptos16.

La opulencia de las sociedades actuales ha sidodesconocida en todas las constelaciones humanas delas que tenemos noticias hasta ahora o que nos pode-mos imaginar. El dominio alcanzado sobre la natura-leza, la aplicación de la ciencia a la técnica y vice-versa, la capacidad de producir y crear, transforman alhombre en un hacedor de milagros, pocos siglos atrássolo reservados a Dios o sus intermediarios. Este ho-rizonte se ha construido en un período relativamentebreve, quizás durante los últimos 300 años. Como sidespués de una extensa, agotadora, y muchas vecesderrotada lucha de guerrillas desarrollada durantecientos de miles de años, luego de las batallas de losúltimos milenios, en un arrebato frenético finalmentehubiese tomado el cielo por asalto17.

Este ejército victorioso debería comenzar a dis-frutar de los beneficios de la victoria, pero algo está

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16 La pregunta pendiente es: ¿másaptos para qué?

17 “Tomar el cielo por asalto” es una delas metáforas más actuadas en losúltimos 50 años. Así lo certifican lainvestigación espacial y la nueva modade algunos poderosos de la tierra depasar sus vacaciones en una estaciónorbital. Arrastramos la creencia de queel cielo está arriba y el prejuicio de queestar arriba es siempre mejor.

Sobre premios y castigos

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saliendo mal en esta historia. Los seres humanos, quehan realizado esta epopeya, cada vez encuentran másdificultades para sobrevivir. El sentido de la lucha seha vuelto irrealizable una vez que conseguimos eltriunfo. El soldado japonés puede pensar que no se en-teró del fin de la guerra porque habían sido derrota-dos, pero a nosotros, ¿qué excusa nos queda?

Propondremos entonces la tesis de que, ha-biendo la humanidad logrado los conocimientos, téc-nicas y recursos necesarios para obtener previsible-mente los medios que necesita para su vida, aún siguepolítica, social y culturalmente organizada como si es-tuviera en una guerra por obtenerlos. Pareciera nopoder reconocer su propia victoria, en especial, por-que en ese ejército hay generales, coroneles y todo tipode jerarquías que, habiendo obtenido inmensas venta-jas en esta antigua guerra, no están dispuestos a infor-mar de la victoria. Y muchos, sencillamente, no se handado cuenta.

El arquero de ese equipo de fútbol tenía unatarea cada vez más complicada. No es que su equipose viera muy exigido; en general predominaba en eljuego y solo muy de vez en cuando se acercaban losrivales hasta su arco. Pero el partido se jugaba denoche, y aunque la iluminación era muy buena, nuncaes como el sol: hay que estar doblemente atento. Enla mitad del primer tiempo comenzó a bajar una es-pesa niebla sobre el estadio; la verdad es que apenasveía algo más allá del área grande. Por suerte pasó unrato sin que nadie disparara sobre su meta; es más,tampoco veía a sus defensores, que estarían paradosrecién en la mitad de la cancha. Cuando estaba agu-zando todos sus sentidos para percibir cualquier tipode peligro sobre su valla, ve acercarse a uno de suscompañeros, pero en ropa sport y con su bolso cru-zado en el hombro. “Nos olvidamos de vos”, le dijo,“hace veinte minutos que se suspendió el partido por-que no se veía nada”, a lo que el paciente arquero, ol-

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vidando en el instante la ofensa, respondió: “Ya meparecía raro tanto dominio”.

¿No nos empezará a parecer raro que el mundofuncione sin requerir ninguna intervención de parte demillones de personas a las que no se les demanda tra-bajar?

Por una exégesis de la falta de trabajoQuizás debamos comenzar a pensar que algo hay decierto en las descripciones de una era donde finaliza eltrabajo18, o de una época de éxodo de la sociedad detrabajo19. La hecatombe que representan los millonesde personas sin trabajo quizás sea el anuncio de la vic-toria, quizás sea el síntoma de una futura sociedaddonde el trabajo ocupe solo una parte cada vez máspequeña de la vida del hombre.

En el siglo pasado, mentes precursoras alerta-ban sobre el riesgo de que una mayor acumulación deriquezas en la sociedad llevara a una hipertrofia de lasociedad de consumo, destruyendo así la idea de pro-greso y la lucha permanente por una vida cada vez máshumana20. Y ese alerta se confirmó como absoluta-mente razonable cuando 30 años después, en la eufo-ria que en algunos sectores desató la caída del muro deBerlín, se proclamaba el fin de la historia y la reduc-ción de la voluntad humana al deseo de comprar nue-vos artefactos21.

Pero la historia no ha sido así o, al menos, nototalmente así. El insalvable desajuste entre una pro-ducción social de riqueza que luego se apropia pri-vadamente, hace inviable aun el consumismo. Labúsqueda de aumentos de ganancia que le permitanal capital competir con otros capitales crea una ló-gica de disminución de costos, o sea, entre otros, sa-larios y puestos de trabajo. Esto disminuye la capa-cidad de consumo del mercado al que están destina-dos justamente los productos y servicios que brindan

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18 Ver El fin del trabajo, Rifkin, 1996. Enel capítulo 2 presentaremos algunasideas de este autor.

19 Ver Miserias del presente, riquezas delo posible, André Gorz, 1998. En elcapítulo 3 nos referiremos a esta obra.

20 Ver El hombre unidimensional,Herbert Marcuse.

21 Ver El fin de la historia, FrancisFukuyama.

Sobre premios y castigos

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esos capitales que, ante la recesión, deben volver areducir costos, y así de seguido22. La globalizaciónincorpora aceleradamente los mercados aún no mun-dializados y, si en el futuro próximo no se descubrennuevos planetas habitados en las cercanías o la ma-nera de que algunas personas puedan comer 85 vecespor día, manejar 64 autos simultáneamente y vivir en126 casas en el mismo instante, el problema no pa-rece tener solución.

Si nuestra hipótesis de que el castigo bíblicopodrá ser cada vez menos cumplido resulta correcta,podríamos estar ante una inmensa crisis en nuestracultura. Nuestra relación con el castigo organiza nues-tra supervivencia: el que más castigo recibe más me-dios de vida obtiene, ser castigado es la única manerade ser admitido. En verdad, ser castigado es la únicamanera de ser.

Las personas no nos presentamos diciendo cosascomo “mucho gusto, yo soy algo soñador”, o “yo soyamante de las emociones fuertes”. “– ¿Qué es usted?– Una persona honesta, aunque con mal carácter”.Nada de eso, decimos en cambio “soy empleado de unBanco”, “soy abogado”, “trabajo en mantenimiento enuna textil”, “soy taxista”. Eso somos, justamente loque hacemos. Es como decir: “– Yo soy aquel al quele tocó esta parte del castigo. – Ah, mucho gusto”.

Porque, pensándolo bien, ¿qué otro derecho po-dríamos exhibir para apropiarnos de parte de la ri-queza generada por el trabajo de los humanos?

– ¿Usted trabaja? – En realidad, no.– Entonces ¿por qué quiere recibir medios de

vida? – Pero, no encuentro en qué trabajar. – Ah, señor, ese es su problema. ¿Qué ha hecho

usted para merecer un ingreso? – Bueno, en realidad he nacido. – ¿Nacido? ¿Está seguro? Mire que todos los

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22 Dicen los que saben que estosprocesos se ven compensados por labaja de los precios. Solo queremos dardos pistas: en muchas ocasiones labaja de precios no se produce,sencillamente por acuerdos oposiciones dominantes en losmercados y la baja de costos soloproduce aumento de las utilidadesdestinadas a reforzar la posicióndominante. Además, la tendencia a quelas cosas “no valgan nada” abonanuestra tesis sobre la inutilidad delcapitalismo como modelo, justamentepor su anacronismo.

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que nacemos estamos condenados a ganarnos el pancon el sudor de nuestra frente.

– ¿Le parece? ¿No habré nacido? – Yo que usted, me aseguraría.

Esta disminución de la necesidad del trabajo,que no es paralela a una disminución de las necesida-des humanas en general, crea una situación sin salidamientras sean el capital y el trabajo los distribuidoresde riqueza. Es más, nos atrevemos a afirmar que elmantenimiento del capitalismo actual hace cada vezmás inviable la vida humana, al menos, como lahemos conocido hasta ahora.

Un siglo XXI que ha comenzado con guerras,atentados, hambrunas, violaciones groseras de los de-rechos humanos reconocidos formalmente por las na-ciones; quizás no nos está hablando de belicismo, te-rrorismo, falta de alimentos o poco desarrollo de lasdemocracias. Quizás este sombrío inicio nos esté ha-blando de que así ya no podremos vivir.

Durante decenas de miles de años el hombre es-tuvo empeñado en una lucha feroz por sobrevivir. Qui-zás esa necesidad haya modelado nuestra civilización,llevando a la humanidad a una barbarie sofisticada.¿Por qué sofisticada? Porque antes la barbarie era unacuestión de fuerza, ahora es una cuestión de derecho.Quizás ahora, que ya podemos asegurar la sobrevi-vencia de todos, esa impronta civilizatoria haya per-dido su razón de ser.

Este puede ser un mensaje para los que estamos,para los que vienen o para los que queden. Siemprepara los que amen. Con seguridad, para los que puedendiferenciar a una persona que duerme en la calle ta-pada con papel de diarios del actor que interpreta esemismo papel en una película. ¿Usted no está conven-cido de la gravedad de la situación? Siéntese en elsuelo, despierte a esa persona y converse un rato conella. Intente comprender si hay mucha diferencia entre

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esa manera de ser humano y la suya. Y si usted es lapersona que duerme debajo de los diarios, acepte laconversación, estará haciendo algo por un mundomejor. Quizás sea cierto que “solo gracias a aquellossin esperanza nos es dada la esperanza”23.

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23 Walter Benjamin. Citado por HerbertMarcuse en El hombre unidimensional

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Capítulo 2

Tecnología y gananciasLa tecnología –el análisis de las técnicas apropiadaspara obtener determinados resultados– es una de lasmás grandiosas creaciones del género humano. A tra-vés de la tecnología el hombre se ha hecho pájaro ypuede volar, se ha hecho pez y puede respirar debajodel agua, se ha hecho dios y puede crear la vida.

A su vez, la tecnología permite a los seres hu-manos producir los mismos bienes utilizando muchomenos tiempo de su vida, pone al alcance de nuestracivilización el sueño de trabajar para vivir y no tenerque vivir para trabajar.

Pero los innumerables beneficios que la cienciay la técnica podrían aportar al ser humano no estánocurriendo. Por el contrario, cuanto mayor es el desa-rrollo de la técnica más difícil se vuelve la vida paramillones de congéneres. Daremos tres ejemplos deesto:

La aplicación de tecnología y la desaparición de puestos de trabajoEn el año 2001 trabajamos con un grupo de desocu-pados en el contexto de la crisis desatada ese año en laArgentina. Estos trabajadores pertenecían a la indus-tria telefónica, donde revistaron durante más de 30años. Habían vivido el proceso de privatización1 de lacompañía telefónica estatal y luego deambulado pordistintas empresas fantasma a través de las cuales losnuevos dueños tercerizaban el trabajo precarizando lascondiciones laborales y siendo así “más eficientes”.Hacia el momento en que nos encontramos ya estabanllegando al desempleo abierto.

Estas personas interpretaban su situación de la

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1 Eufemismo con el que se designó latransferencia de activos productivosdel Estado a empresas privadas aprecios viles, transformando la idea deservicio público en la de negocio quebrindaría servicio a quien lo pudierapagar a un precio denominado “demercado”.

Tecnología y ganancias

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siguiente manera: “Somos técnicos recibidos en la dé-cada del 50, cuando no existía la tecnología digital.Ahora que vino la tecnología digital, nos barrieron”.En el proceso de investigación que estas personas rea-lizaron aprovechando sus amistades de tantos años enla industria, comprobaron que la idea que tenían de sudesempleo era totalmente errónea. Estudiando el casode una central que pasó de tecnología electromecánicaa tecnología digital descubrieron que la tasa de re-cambio de personal en ese lugar fue de 64 a 1. Dondetrabajaban 64 personas había quedado solo una2. Osea, aunque hubieran sido unos genios en el manejode la tecnología digital, igualmente habrían quedadosin trabajo.

Otro ejemplo: en la década del 60, la industriade la caña de azúcar incorpora tecnología que modi-fica sustancialmente la actividad, en especial la cose-chadora integral, que sintetiza el trabajo de hachada,despunte y pelado de la caña.

Leonardo, el portero del edificio que ocupamosen Tucumán, nos relata así en el 2010 su visión de laactualidad de la actividad cañera: “Mi padre se hizosu casa pelando caña, yo me hice mi casa pelandocaña, ¿de qué vivirá ahora la gente?” Por suerte paraél, haber accedido a un puesto de trabajo en la ciudadle hace ignorar la respuesta a esa pregunta. Esas per-sonas, desde el 60 en adelante, emigraron masiva-mente hacia otras geografías o simplemente quedaronsin trabajo.

Una de las principales actividades económicasen la provincia de Misiones, Argentina, está consti-tuida por la industria forestal. El cultivo de bosquesprovee la materia prima tanto para tablas, chips condestino a tableros y combustible, y pasta de papel. Elmantenimiento del bosque requiere, además de suplantado, actividades de raleo, limpieza y tala. Es untrabajo duro, de gran exigencia física, y con los riegosque ocasiona la fauna del lugar, en especial las ser-

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2 Esta cifra puede parecer exagerada,pero hay que tener en cuenta que enmuchos casos se salteó la tecnologíaanalógica pasando directamente de laelectromecánica a la digital

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pientes venenosas y distintos tipos de insectos peli-grosos para la vida humana.

Ese trabajo, realizado actualmente por motosie-rristas, está siendo aceleradamente mejorado con la in-corporación de máquinas “cosechadoras de árboles”:volteadoras y procesadoras. Una persona, en la cabinade la máquina respectiva, va talando y apilando los ár-boles, con riesgos controlados para su salud y un es-fuerzo mínimo comparado con el trabajo anterior-mente descripto. Pero esta mejora produce un despla-zamiento de la mano de obra que antes realizaba lastareas forestales, de manera tal que cada nueva mejoradel trabajo significa más desocupación y pobreza paralos habitantes de la zona. El trabajo que hace un hom-bre con la utilización de la volteadora reemplaza eltrabajo de 10 motosierristas que, a su vez, ya habíanreemplazado anteriormente el trabajo de los hacheroscon una ratio que desconocemos. El trabajo que rea-liza la procesadora reemplaza a más de 20 motosie-rristas. El trabajo de limpieza ha sido reemplazado porherbicidas químicos que lo hacen innecesario.

Cualquier persona puede comparar –con sus re-cuerdos o informándose de personas de más edad–cómo se realizaban y cómo se realizan actualmentedistintos oficios y podrá construir sus propios ejem-plos de eliminación de puestos de trabajo a manos dela tecnología. No más pensar en cómo era y como esel trabajo en un Banco, en una estación de servicio, enun puerto o en la construcción de viviendas.

Nuestros recuerdos infantiles nos pintan las es-taciones de tren repletas de cargadores estibando eltrigo embolsado. La tecnología del sinfín o “chi-mango” transformó esos lugares en sitios espectrales.Los fantasmas deambularon largos años por la perife-ria de esas mismas estaciones, dejando con su muertevacíos los ranchos donde habían vivido y sido felices.

En las obras de construcción de viviendas o edi-

33Tecnología y ganancias

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ficaciones de diverso tipo, el día que se hacía “la losa”era un día especial, se trabajaba sin horario, veníagente nueva. El día pasaba corriendo sobre los tablo-nes para llegar a volcar el material “antes de que fra-güe” porque si no, “no suelda más”. Muchas espaldasjóvenes quedaban deterioradas después de esas jorna-das. Hoy los camiones vienen preparando el hormi-gón, las cañerías suben el material con impulsión hi-dráulica. Algún anciano pasa por la vereda y mira in-crédulo la velocidad con que crecen esos edificios.

El fin del trabajo. El sentido de esa metáforaLa obra ya clásica de Jeremy Rifkin popularizó la ideade que el trabajo estaría por llegar a su fin. El crecientereemplazo de la mano de obra3 por tecnología hace lle-gar al autor a esa conclusión, en especial por el cam-bio de calidad en ese tipo de reemplazo.

Mientras las revoluciones industriales reempla-zaban la capacidad manual del ser humano quedabaintacta la idea de que el hombre era el diseñador y con-ductor de todos esos procesos. “En la primera revolu-ción industrial el vapor se empleó para abrir minas demetales, producir textiles y fabricar un amplio abanicode productos que en épocas anteriores, habían sido fa-bricados a mano. Los buques de vapor sustituyeron alos viejos veleros y la locomotora de vapor ocupó ellugar de los vagones tirados por caballos”4.

“Al igual que lo que ocurrió con la revolucióndel vapor, el petróleo, la electricidad y los inventosque acompañaron a la segunda revolución industrialcontinuaron transfiriendo el peso de la actividad delhombre a la máquina. En la minería, la agricultura, eltransporte y la fabricación, las fuentes inanimadas depotencia combinadas con las máquinas permitían au-mentar, amplificar y, finalmente, sustituir cada vezmás al hombre y al animal en las tareas propias delproceso económico”5. Aun así se mantenía la creencia

34 Emilio Pauselli

3 Vamos a emplear, en generalindistintamente, las denominaciones“mano de obra”, más utilizada en laindustria; “recursos humanos”,expresión usada en los departamentosde personal y cuando existe ciertaprofesionalización en el manejo de lasrelaciones del trabajo; o “fuerza detrabajo”, figura teórica vinculada a laeconomía, en especial en la tradiciónmarxista.

4 Jeremy Rifkin. 1996. El fin del trabajo.Cap. 4: Cruzando la frontera de la altatecnología.

5 Rifkin otra vez.

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de que, detrás de una máquina nueva que perfeccio-nara la manera de hacer una operación, habría nece-sariamente un operario calificado que la estaría ma-nejando.

Pero cuando se entra de lleno en la época de larobótica esa confianza comienza a tambalear. “La ter-cera revolución industrial apareció inmediatamentedespués de la segunda guerra mundial y es en la ac-tualidad cuando empieza a tener un impacto signifi-cativo en cómo la sociedad organiza su actividad eco-nómica. Los robots controlados numéricamente y losordenadores y sus avanzados “software” están inva-diendo las últimas esferas humanas disponibles: elreino de la mente. Adecuadamente programadas, estasnuevas “máquinas pensantes” son capaces de realizarfunciones conceptuales, de gestión y administrativas yde coordinar el flujo de producción, desde la propiaextracción de materias primas hasta el marketing y ladistribución de servicios y productos acabados”6.

Estos planteos de Rifkin recibieron diversostipos de críticas. Desde el liberalismo se niega que eldesarrollo del modelo conduzca a la limitación de lasoportunidades de vida que tenemos los seres huma-nos; solo se trataría de ajustes temporarios producidospor el mercado para volver a generar un nuevo cicloexpansivo que remediará la situación. La tendencia delos últimos 40 años a la disminución de los puestos detrabajo no hace mella en este dogma.

Desde un horizonte ideológico inverso se señalaque la idea del fin del trabajo ignora la existencia de laclase obrera como clase central de la sociedad capita-lista y, lo que es más relevante aún, intentaría desco-nocer su potencialidad revolucionaria y confundirsobre su verdadero papel de ser la sepulturera del ré-gimen actual.

Ambas críticas tienen en común con la obra deRifkin el aceptar como definición de trabajo al trabajo

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6 Y dale con Rifkin.

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socialmente codificado como tal7, o sea, al trabajo enel contexto del capitalismo.

Pero también se puede interpretar la idea del “findel trabajo” como una metáfora que habla de un cam-bio en el mundo que conocemos. Esa actividad so-cialmente codificada como trabajo, que permitía la so-brevivencia y en ciertos contextos el ascenso social,ha sufrido profundas transformaciones, al punto de noser reconocible. Una nueva Circe habría desfiguradosu rostro y al querer reencontrarnos con el viejo amigo–“no trabaja el que no quiere”– nos vemos de frenteante una realidad enigmática.

El “fin del trabajo” puede estar hablando del finde un mundo. No del fin del mundo que sobrevendríacon cada milenio. Tampoco del eterno retorno ni delmundo que se consume en el fuego para volver a re-nacer. Solo hablaría del fin de la idea moral del tra-bajo, del paradigma de que hay que “ganarse la vida”,de la asociación entre esfuerzo y recompensa.

El “fin del trabajo” podría estar hablando del finde la esclavitud, del fin del reino de la necesidad y dela entrada en el paraíso de la posibilidad. Aunque, porahora, no estamos para paraísos; antes de ser expulsa-dos debemos lograr entrar.

El famoso tema de la “competitividad”El fenómeno denominado “globalización”, que poneen competencia a producciones humanas realizadas encualquier lugar del planeta, ha disminuido la posibili-dad de obtener ventajas competitivas sin afectar el tra-bajo humano.

La posibilidad de mantener secretos tecnológi-cos es casi imposible; en pocas semanas se copianproductos y procesos haciendo que la obtención deventajas a través de la exclusividad de ciertos saberessea mínima. Como contrapartida, se acentúan todos

36 Emilio Pauselli

7 Sobre este tema volveremos en elcapítulo siguiente, el tercero de estelibro.

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los conflictos relacionados con patentes y, más en ge-neral, con las cuestiones relacionadas con la propie-dad intelectual8.

La otra manera de tomar ventaja en el mercadofue tradicionalmente el acceso a recursos naturalespara transformarlos en materias primas. La geografíadel planeta y la constitución de los Estados nacionalesestablecían ciertas ventajas competitivas difíciles deignorar. Esta esfera ha perdido su papel como dife-renciador de oportunidades. Por un lado, las tecnolo-gías de la comunicación hacen posible gobernar pro-cesos productivos, financieros y comerciales a distan-cia. Por otro, si el recurso que yo necesito está en otrolado y las condiciones para obtenerlo comercialmenteno me fueran ventajosas, está el viejo recurso de laguerra, la invasión y el saqueo, como ya hemos vistoejemplos en este nuevo siglo9.

Si no puedo mantener durante largos períodossuperioridad tecnológica y tampoco la disponibilidadde materias primas me hace más competitivo, la únicamanera de obtener ventajas es logrando hacer lomismo con la utilización de menos mano de obra. Lareducción del “recurso humano” es, por estos días, loque más disponible se muestra a la hora de planificarla obtención de ganancias.

En esta línea hay que interpretar las distintasmodificaciones legales en los estatutos de trabajo que,bajo denominaciones como “flexibilización laboral”o “modernización del trabajo”, hacen posible unamayor precarización del trabajo. Las medidas orien-tadas a hacer más barato el trabajo no han producidomás trabajo justamente porque se inscriben dentro deuna estrategia de disminuir el costo del trabajo comocomponente del costo total de la producción. O sea,son parte de un movimiento que asigna mayores re-cursos al capital a expensas del trabajo y, por lo tanto,precarizan puestos de trabajo existentes y eliminanotros.

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8 Aunque, como bien acota Juan Serra,una cosa es copiar el invento y otradistinta replicar el sistema tecnológicoque lo produjo.

9 Como preguntaba el niñoestadounidense a su papá con motivode la invasión a Irak: “¿Por qué elpetróleo nuestro está debajo de laarena de ellos?”. Chiste gráficoaparecido en un diario norteamericanoque no hemos conservado.

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La falta de perspectiva de este modelo se hace asíevidente: para competir se deben eliminar trabajadores10

pero, al hacerlo, se están eliminando a su vez consumi-dores. La llamada “crisis del 30” ya anticipaba esa me-cánica perversa y motivó que el senado norteamericano,en el año 1933, aprobara la enmienda Black que esta-blecía la semana de 30 horas de trabajo. Claro que laclase industrial reaccionó inmediatamente e impidió quedicha solución fuera confirmada por la Cámara de Re-presentantes; de esa manera se frustró la experiencia po-sitiva que muchas empresas ya venían realizando con laestrategia de reducción horaria11. La disminución de lajornada laboral es una de las estrategias centrales parapensar en un mundo con trabajo para todos; su filosofíaes compartir el trabajo existente y su implementación esabsolutamente factible a condición de que se realice aescala planetaria12.

Mientras esto no ocurra, la única vía de estabi-lización precaria del modelo es lograr que los que con-sumen consuman más –sea esto provechoso o no parasus vidas humanas–. “En su forma original consumirsignificaba destruir, saquear, someter, acabar o termi-nar. Es una palabra forjada a partir de un concepto deviolencia y, hasta este siglo, tenía tan solo connota-ciones negativas. A finales de los años 20 la palabra seempleaba para referirse a la peor de las epidemias: latuberculosis. La metamorfosis del concepto de con-sumo desde el vicio hasta la virtud es uno de los fe-nómenos más importantes observados durante eltranscurso del siglo XX”13.

La denominada “sociedad de consumo” no es unresultado natural de la evolución de la humanidad. Porel contrario, instalar la idea de consumo como idea po-sitiva obligó, entre otras cosas, a derrotar las estrate-gias de ahorro y sacrificada previsión que gran partede la población mundial había desarrollado durante elsiglo XIX y principios del XX como recursos para en-frentar las crisis cíclicas del capitalismo.

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10 Ricardo Roodschild hace notar ladoble dimensión que incluye la idea de“eliminar trabajadores”: eliminarpuestos de trabajo y eliminar a los quetrabajan. En la historia reciente deAmérica Latina estos dos sentidos sehan expresado conjuntamente.

11 Para ampliar la información sobreeste proceso, consultar la ya citadaobra de Rifkin, Capítulo 2.

12 Sobre este tema, el del controlhorario como estrategia para ladistribución del trabajo, volveremos enel capítulo 9.

13 Jeremy Rifkin. 1996. El fin del trabajo.Cap. 2: Tecnología cambiante yrealidades de mercado.

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La aplicación de mayor tecnología a la produc-ción de bienes y servicios tenía históricamente dos po-sibilidades de desarrollo: liberar tiempo humano de-dicado al trabajo disminuyendo la coerción de la su-pervivencia y ampliando los espacios de libertadpersonal, o aumentar las ganancias de los inversoresmientras las compañías pudieran colocar de algunamanera su producción lograda a menores costos. Sesiguió este segundo camino y, a pesar de las adver-tencias de Keynes, no se ha podido modificar el re-sultado general de desempleo creciente, subempleo ytrabajo precario.

La acumulación de riqueza y la vida socialPero, para seguir este camino también debieron pro-ducirse importantes cambios en la cultura. El principalde ellos fue abandonar la ancestral experiencia hu-mana que indicaba que el exceso de riqueza es algomalo. Efectivamente, la relación entre el éxito y la ri-queza, que parece tan natural hoy –hasta existe un ran-king de las personas más ricas del mundo–, no siem-pre fue algo aceptado como “normal”. Al contrario,empezando por el “es más fácil que pase un camellopor el ojo de una aguja a que un rico entre en el reinode los cielos”14, todas las constelaciones humanas co-nocidas establecieron algún tipo de limitación para lariqueza aceptable. Es probable que las calamidades so-ciales producidas por la acumulación de riqueza sinlímites haya inscripto esta prescripción en distintosdiscursos: religiosos, políticos, filosóficos.

Aristóteles, en la Política, indica cinco génerosde vida de los hombres, a saber: el pastoreo, la agri-cultura, la piratería, la pesca y la caza15. Considera “na-turales” estas maneras de vida, a diferencia del comer-cio, al que juzga resultado de la práctica y de la técnicadesarrolladas por los hombres a partir de los exceden-tes y las carencias a las que su producción natural o bá-

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14 Evangelio según San Mateo, 19, 24.

15 “En mucho se diferencian losgéneros de vida humana. Los másperezosos son los pastores. Estosobtienen su alimento de los animalesdomésticos, sin trabajar, aunque les esnecesario cambiar de lugar losrebaños, en busca de pastos, y ellosmismos se ven forzados aacompañarlos, como si cultivaran uncultivo viviente y móvil. Otros viven dela caza, y unos de un género de caza yotros de otra distinta. Por ejemplo, losunos de la piratería, otros de la pesca–los que viven vecinos a lagos,pantanos, ríos o a un mar– y otros de lacaza de aves y animales salvajes; perola mayoría de los humanos vive de laagricultura. Son, pues, más o menos,éstos los tipos de vida que tienen unaactividad productiva por sí misma yque no se procuran el sustentomediante el cambio y el comercio: elpastoreo, la agricultura, la piratería, lapesca y la caza. Otros viven conholgura combinando esos géneros devida, supliendo así lo que más falta asu género habitual para ser suficiente.Por ejemplo, combinan el pastoreo y elbandidaje, o la agricultura y la caza”.Aristóteles, Política. Siglo IV AC. Libroprimero, Capítulo VIII. Alianza Editorial,Buenos Aires, 1995.

Tecnología y ganancias

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sica los somete. El comercio ya presenta problemas, yaque “se obtienen ganancias a costa de otros”16, perotanto el comercio como las actividades básicas tienenlos límites de lo que los hombres pueden administrar yusar. Esto se modificará con la aparición del dinero. In-ventado según Aristóteles para favorecer el intercam-bio, el dinero parece abrir la posibilidad de una acu-mulación de riqueza ilimitada. Ya en aquella época selanza una advertencia: “Con la mejor razón es aborre-cida la usura, ya que la ganancia, en ella, procede delmismo dinero, y no para aquello para lo que se inventóel dinero, que se hizo para el cambio. El interés resultacomo dinero hijo del dinero. De forma que de todos losnegocios, éste es el más antinatural”17.

Y esto dice Aristóteles, quien considera que “elesclavo es una posesión animada”18 y que la pirateríao bandidaje es uno de los géneros naturales de vida.Nuestro autor resulta, en este sentido, un testigo nota-ble. La única manera que considera no permitida paraobtener ganancias es la que deriva del préstamo de di-nero. Y es muy comprensible: los hombres libres grie-gos, que defendían valerosamente sus ciudades de susenemigos, terminaban perdiendo su libertad a manosde los prestamistas19.

No es muy difícil de comprender esta lógica dereflexión: si el trabajo humano crea una cantidad de-terminada de riqueza en el mundo, lo que se apropiauno no puede ser apropiado por otro. Si unos pocos sequedan con mucho, la sociedad resultante será cala-mitosa. Por ejemplo, en la Argentina de principios delos 70 la relación entre el decil que más ingresos teníay el de menores ingresos era de 7 a 1; en el 2001 esarelación llegó a 41 a 1. ¿Qué había ocurrido en elmedio? Treinta mil desaparecidos y una sociedad re-sultante permeable al discurso neoliberal que reciénen la última década está retomando, de a poco, la re-flexión política sobre los modelos de desarrollo.

Estos fenómenos sociales también se constru-

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16 Vamos, Aristóteles.

17 Aristóteles, Política. Siglo IV AC.Libro primero, Capítulo X. AlianzaEditorial, Buenos Aires, 1995.

18 I´ll be back. Aristóteles.

19 “A tu viejo le pasó lo que al mío: ladeuda lo estragó, le partió el mate, ledemacró su sonrisa, esa de andar encasa, como soberano del aireconstruido. Nunca se perdonaron. Paraellos, si uno debe, uno no es, uno esuna lacra, un pedazo de carne invadidopor la plata que no tiene, tomado por lavoz que dice y dice, por el síncope, porel terror de despertar. Tu viejo no fueun malhechor, tu viejo, como el mío, nose patinaban el sueldo en farras dechampán. Tuvieron sus quimeras –laparra, la tranquilidad del patio, elfondito, la parrilla, sembrar unasverduras–, todo se lo llevó el pagaré, lahipoteca, la parca grúa de la deuda. […]A tu viejo le pasó lo que al mío, a vos tepasa lo que a mí: cada cual vive en unacasa cercada por la deuda, cada cualocupa un cuerpo tironeado por la zarpadel trabajo”. “Deuda”, de Luis O. Tedesco, en Lomasdel Mirador.

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yen al interior del mundo del trabajo. En un mismomercado hay gerentes y ejecutivos cuya remuneraciónequivale a la de 200 operarios. Si se toman ejemplosde casas matrices en países centrales y plantas en paí-ses periféricos, la relación va entre 800 y 2000 a 1. Novamos a desarrollar el tema, por demás interesante, dela valoración de los distintos trabajos y sus factores deremuneración. Solo indicaremos que las necesidadesde persona a persona nunca varían en ese rango de am-plitud.

Esto lleva a otra observación aristotélica –reto-mada luego por Locke y otros en la modernidad–: el lí-mite de la riqueza tiene que ver con los bienes quecada uno puede manejar. El exceso de bienes se ex-presa en forma de dinero o de activos que producendinero, y ese dinero pasa a ser el origen de más dinero.Esa descripción de cuatro siglos antes de Cristo pa-rece ser aplicable a la realidad del capitalismo finan-ciero actual. Y a quienes creen que Aristóteles no es unbuen testigo económico, les recordamos que es el queplantea las ideas de valor de uso y valor de cambioluego retomadas por Marx20. Quizás tenga razón En-gels al señalar que la aparición del dinero en la Greciaantigua “les hizo sentir a los atenienses toda la bruta-lidad de su juventud”21.

En las diversas culturas se pueden rastrear fuen-tes que ratifican esta sencilla sabiduría de la humani-dad, hoy puesta en segundo plano. Estas expresiones,que relacionan la riqueza excesiva con el mal, han re-cibido dos tipos de crítica. Por un lado, se ha indicadoque eran parte de una ideología de adaptación para quelas clases populares, mayoría en todas las sociedadesconocidas, aceptaran su situación de pobreza comovirtuosa. Esta idea no es excluyente de la otra línea deinterpretación que se resume en la pregunta “¿es queestá mal ganar dinero?”, la que se esgrime cuando seesboza alguna crítica a la obscena desigualdad social.En esta última versión, la crítica a la riqueza excesiva

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20 “De cada objeto de propiedad resultaposible un doble uso. Uno y otro sonusos del objeto como tal, pero no en unmismo sentido, ya que uno es propiodel objeto, y el otro, no, como, porejemplo, el uso de un zapato comocalzado y como objeto de cambio. Esdecir, tanto uno como otro son usos delzapato. Porque también el que cambiaun zapato suyo al que lo necesita acambio de dinero o comida utiliza elzapato en cuanto zapato, pero no es suuso natural. Ya que no se ha hechopara el cambio. Del mismo modo losdemás objetos de propiedad”.Aristóteles, Política, Libro I, Capítulo IX.

21 Federico Engels. El origen de lafamilia, la propiedad privada y elEstado.

Tecnología y ganancias

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habría significado un freno al desarrollo, ya que seconsiderará a todas luces beneficioso para los indivi-duos y para la sociedad orientar todos sus esfuerzos aenriquecerse.

Pero esta controversia entre los fines humanosno nace con el capitalismo. El capitalismo solo pro-veyó maneras de acelerar la unilateralidad de estosfines.

Como indica André Gorz, “la reproducción ma-terial y cultural de las sociedades entra en crisis y laanomia, la barbarie, las guerras ‘civiles’ larvadas o no,el miedo a un desfondamiento de la civilización y laimplosión de la economía globalizada basada en lasfinanzas, en la cual el dinero produce dinero sin ven-der ni comprar nada más que dinero, se extienden atodos los continentes.”22

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22 André Gorz, Miserias del presente,riqueza de lo posible. Introducción.1997.

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Capítulo 3

El trabajo como actividad socialmente codificada1

En algo tenía razón Marx: el capitalismo llevaba en síuna contradicción insalvable. Que el proletariado –hoyenvidiado por millones de seres humanos que quisie-ran estar en su lugar– no haya sido su sepulturero, oque el desarrollo de las fuerzas productivas no hayanimpulsado a la historia en la dirección deseada, nocambia lo acertado del análisis. Efectivamente, un mo-delo de creación social y apropiación privada tenía unlímite en sí mismo.

El fluctuante “ejército de desocupados” desti-nado a regular el precio de la mercancía “fuerza de tra-bajo” se transformó en “los condenados de la tierra”2.Nadie los espera para que se incorporen al mercadode trabajo en las fases expansivas del ciclo económico,tampoco para que trabajen por menos precio, ni si-quiera para constituir una amenaza para los ocupadossobre cuál sería su situación de no someterse a ese tra-bajo: básicamente, nadie los espera.

Esta creciente porción de la humanidad que“está sobrando” es el resultado de la “abolición deltrabajo” en el sentido planteado por Gorz3. No es quese haya abolido la obligación de trabajar, lo que se hasuprimido es la posibilidad de que todos tengamos laoportunidad de hacerlo. Aun iniciativas que tienden aremediar radicalmente el problema de la falta de em-pleo como son las que impulsan diversas variantes de“ingreso ciudadano”4, aceptan la división de la huma-nidad en aquellos que tienen derecho a participar en latransformación del mundo y aquellos que tienen de-recho a tener ingresos pero se deben abstener de dejarsu huella en el proceso productivo.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? De ma-

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1 Este capítulo sigue una serie dereflexiones aportadas por André Gorz,filósofo francés fallecido en 1997,planteadas entre otros escritos en susobras La metamorfosis del trabajo yMiserias del presente, riqueza de loposible.

2 Franz Fannon.

3 André Gorz, Miserias del presente,riqueza de lo posible. 1997. Primeraedición en Argentina por Paidos 1998.

4 Se volverá sobre el particular en elcapítulo 9.

El trabajo como actividad socialmente codificada

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nera muy sencilla: compitiendo. La idea fantástica deque el progreso sería resultado de la competencia yno de la colaboración es la que está en la base de esteresultado.

Como ya se ha dicho, en el mundo actual es casiimposible sostener una ventaja tecnológica por un pe-ríodo superior a algunos meses, tanto en lo que se re-fiere a la tecnología aplicada en el proceso de pro-ducción de bienes y servicios, como a la utilizada parael desarrollo de diseños organizacionales que haganmás productivo el trabajo humano. Tampoco consti-tuyen ventajas decisivas el acceso geográfico a re-cursos naturales.

Como se dijo, cuando la tecnología y el acceso alrecurso natural no pueden producir ventajas competi-tivas, la competencia queda limitada a la reducción delcosto del recurso humano. Esta es la línea que lleva ala “eliminación” del trabajo a través de tres expresio-nes principales: una es pagar menos por la misma pres-tación humana y esa fue la experiencia del traslado detrabajo a sociedades donde por la disrupción cultural,la falta de organización de los trabajadores o los con-textos políticos represivos, éstos debían aceptar reali-zar su trabajo por menor precio. Esta práctica producela ilusión de que se están generando puestos de trabajoaunque en realidad éstos disminuyen no solo en los paí-ses centrales sino en general, ya que el aumento de laexplotación del trabajo que conllevan estas prácticashace que, a mayor productividad por puesto de trabajo,se generen menos puestos de trabajo5.

La otra manera de “eliminación” del trabajo, quese ha transformado en permanente, es el reemplazo demano de obra por aplicación de tecnología. Mientraspreparamos estas líneas tomamos un remise desde VillaConstitución, en la provincia de Santa Fe, hasta San Ni-colás en la provincia de Buenos Aires. Este recorridoatraviesa una de las regiones más importantes en la pro-ducción de acero y derivados (chapa, alambre, etc.) y

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5 Esta afirmación se irá aclarando alavanzar en esta lectura. La opción de amayor productividad mayor producciónestá seriamente limitada por el procesode eliminación de consumidores quesupone el actual modelo decompetencia.

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productos de fundición de hierro. Le preguntamos aljoven que manejaba cómo estaba el trabajo en la zona.Nos dice que parece que va a mejorar, pero que porahora las fábricas no están llamando. El ahora pertene-ciente al área de los “servicios” por cuenta propia relataque trabajó cinco años en la industria, de los 21 a los 25años. Prestaba servicios en una empresa contratista deAcindar, actualmente una empresa integrada al grrupoArcelormittal en la Argentina. Eran 15 empleados queen tres turnos de cinco personas movían ciertos mate-riales dentro la empresa. Pero, “trajeron un bichito”,entiéndase robot, “que él solo hacía más trabajo quenosotros 15 juntos”. La empresa contratista cerró y conla indemnización compró el vehículo con el que nos es-taba transportando. Preguntado sobre la viabilidad de laactividad actual nos relató lo que nosotros ya conoce-mos por nuestros trabajos: “vivo, pero me estoy co-miendo el auto”. Efectivamente, el servicio de remise,aun en grandes ciudades, es una actividad transitoriadonde la persona va transformando en efectivo su ca-pital y, al momento de tener que renovar la unidad, sehace evidente que ya no tiene ni dinero ni trabajo6.

La tercera manera de eliminación de trabajo essuprimir funciones socialmente necesarias con el ar-gumento de que “no son sustentables”. Como es deimaginar, estas supresiones, en general, afectan a laspoblaciones de menos recursos, pero en muchas oca-siones también hacen difícil la vida de otros sectoresde la sociedad. Esto es lo que le sucede al trabajadorque debe caminar seiscientos metros para sacar el bo-leto que le permita viajar en tren, ya que tener un bo-letero que expida boleto en cada andén se considera“un costo excesivo” o la colocación de expendedorasautomáticas de boletos “una inversión imposible derealizar”. O lo sufre la persona que tiene un desper-fecto en algún servicio como puede ser la telefonía,un servicio financiero o el funcionamiento de algúnaparato electrodoméstico: el contestador automáticole hará elegir opciones cada vez más sofisticadas y, si

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6 Esto explica por qué en las agenciasde remises está permanentementecolgado el cartel que dice “Tomo Auto”,indicando la permanente necesidad deincorporación de nuevas unidades alservicio sin que aumente la demandaglobal del mismo.

El trabajo como actividad socialmente codificada

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tiene la suerte de que luego de mucho tiempo invertidolo atienda alguna persona de carne y hueso, ésta le diráque “toma nota del reclamo”. Ni qué decir de los hos-pitales sin médicos o las escuelas sin docentes.

De esta manera, el fenómeno de la reducción delcosto de mano de obra vía su menor remuneración, sueliminación por la generación de tecnología o por lasupresión de servicios necesarios se va acelerando.

A principios de los 2000 una empresa nortea-mericana con planta en la Argentina nos consultasobre el siguiente tema organizacional: la empresa es-timula la innovación y tiene diversos mecanismos paraque el personal exprese sus ideas para la mejora deprocesos, pero los aportes son cada vez más esporádi-cos. Revisando los ejemplares de la revista corpora-tiva bimensual de los últimos años descubrimos quese destacaban notas sobre distintos innovadores quehabían propuesto formas de aumentar la produccióno, lo que es lo mismo, producir ahorros significativosde tiempo en los procesos. Buscados estos innovado-res destacados, descubrimos que casi ninguno de ellostrabajaba ya en la empresa; en muchos casos sus in-novaciones habían hecho desaparecer equipos com-pletos de trabajo que, en algunos casos, los incluía. Laexperiencia realizada transformó el concepto positivode innovador en una categoría negativa de “alcahuetede la patronal” para decirle cómo podía hacer para “sa-carse de encima gente”.

“Varios desarrollos producidos a finales de laEdad Media sentaron las bases para la total conversiónde la vida económica al poder de la máquina. [...] Elmotor a vapor se convirtió en un nuevo tipo de esclavodel trabajo, una máquina cuya potencia física excedíacon mucho la fuerza conjunta de animales y seres hu-manos”7. Bella declaración que explica cómo comen-zaron a quedarse sin trabajo los “viejos esclavos”.

Las condiciones de desarrollo de la técnica y el

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7 Nuestro ya conocido Jeremy Rifkin, Elfin el trabajo. 1996.

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conocimiento aplicado al trabajo no significaron hastaahora para la humanidad una posibilidad de progreso.En vez de permitir una mayor libertad humana dismi-nuyendo la cantidad de horas aplicadas al trabajo parareproducir la vida, nos da como resultado una mayorexplotación del trabajo, mayores jornadas con mayorproductividad… y una desocupación creciente. Eltriunfo de la humanidad no puede ser disfrutado porlas mayorías: alguien escamoteó la victoria.

Pero el modelo ha encontrado su límite. La com-petencia basada en la eliminación de puestos de tra-bajo constituye, como otro lado de la moneda, la per-manente eliminación de consumidores. Competimospara producir más bienes que cada vez menos perso-nas pueden comprar. Y allí aparece la población exce-dente. Sobra en tanto no es necesaria para el procesoproductivo y se refuerza su exclusión ya que tampocopuede constituirse como consumidora porque la prin-cipal vía de acceso a renta para la casi totalidad delgénero humano es el trabajo8.

Pero, con razón, se pregunta Gorz de qué trabajose habla cuando se anuncia el fin del trabajo. “No setrata del trabajo en sentido antropológico o en sentidofilosófico. No se trata del trabajo de la parturienta, nidel escultor ni el poeta. No se trata del trabajo como‘actividad autónoma de transformación de la materia’,ni del trabajo como ‘actividad práctico–sensorial’ porla cual el sujeto se exterioriza produciendo un objetoque es su obra. Se trata sin duda del ‘trabajo’ especí-fico propio del capitalismo industrial: un trabajo al quenos referimos cuando decimos que una mujer ‘no tienetrabajo’ si consagra su tiempo a educar a sus propioshijos, y que ‘tiene trabajo’ si consagra aunque más nosea una fracción de su tiempo a educar a los hijos deotra persona en una guardería o un jardín de infantes”9.

Pero un trabajo del otro ha quedado distanciado,frente a frente ya no se podrían dar la mano. “Es ur-gente reconocer que el verdadero trabajo no está más

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8 Justamente es esta realidad la quehace aparecer formas alternativas deacceso a la renta aunque hasta hoysean muy limitadas, como son lossubsidios estatales directos–transferencias de ingresos–,subsidios estatales indirectos –abienes y servicios como luz, gas otransporte– y filantropía privada.

9 André Gorz. Miserias del presente,riqueza de lo posible.

El trabajo como actividad socialmente codificada

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en el ‘trabajo’; el trabajo, en el sentido de poiesis10,que se hace, no está más (o no está más que de maneracada vez más rara) en el ‘trabajo’ en sentido social,que tenemos”11.

La idea de que existe un “verdadero trabajo”claro que es una metáfora, ya volveremos por ello. Peroaquí Gorz llama la atención sobre la diferencia entre lanecesidad humana de obtener medios de vida y enri-quecer su posibilidad expresiva a través del trabajo,respecto de la intención de utilizar el trabajo comomedio de enriquecimiento del capital y, en la actuali-dad, al servicio de los negocios financieros. La modi-ficación de la tasa de interés por parte de la ReservaFederal de los EEUU. determina, en gran medida,cuántos puestos de trabajo aparecerán o desaparecerány qué países y regiones serán viables o inviables12.

El trabajo como práctica social13

La modernidad14, contrariamente a uno de sus progra-mas consistente en el dominio racional del hombresobre su vida, ha devenido en una experiencia socialde máximo control sobre las personas y los procesos.La aparente “diversidad” que muestra el mundo actuales la uniformidad de sistemas que garantizan la re-producción y el aumento de las posiciones de privile-gio de los grandes centros de poder económico. La ra-cionalidad, en vez de habitar en el sujeto liberado, re-side en las estructuras burocráticas que garantizan laaplicación de las normas del capital.

No sabemos si el proyecto de la modernidad fra-casó, como plantean diversos autores, o solo está de-morado en su realización. Pero para nuestro tema lo im-portante es percibir el carácter disciplinario de esta so-ciedad, quizás mucho mayor que sociedades pasadas enla vida humana. Desde las tarjetas de crédito hasta losdistintos sistemas de ayuda social, toda la poblaciónestá absolutamente identificada hasta en sus hábitos de

48 Emilio Pauselli

10 Del griego, ‘producción’, “lo que sehace”. También la poesía comocreación.

11 Gorz, Introducción. No deje de leeresa introducción, no tiene desperdicio.

12 “El poder financiero al quepúdicamente llaman “los mercados”, seautonomiza respecto de las sociedadesy de la economía real e impone susnormas de rentabilidad a las empresasy los Estados”. ¿Quién escribió esto?Gorz. Adivinó.

13 “ ‘El trabajo solo es fuente de riquezay de cultura como trabajo social’, o, loque es lo mismo, ‘dentro de la sociedady a través de ella’. Esta tesis es,indiscutiblemente, exacta, pues aunqueel trabajo del individuo aislado(presuponiendo sus condicionesmateriales) también puede crearvalores de uso, no puede crear niriqueza ni cultura”. Carlos Marx, Críticadel programa de Gotha. 1875.

14 Se denomina “modernidad” a unacorriente heterogénea de pensamientoque identificó en la capacidad racionaldel hombre, independizado de losmitos y las religiones, la posibilidad deconstruir una sociedad amable para elser humano. “Libertad, Igualdad,Fraternidad”, como propusiera laRevolución Francesa en 1789, tan lejosde haberse realizado a más de 200 añosde su proclama.

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consumo. Las nuevas posibilidades comunicativas,como Internet, también refuerzan ese control15.

El trabajo también ha seguido ese camino. Sibien el aumento de la división del trabajo ha diversi-ficado las actividades laborales, el control institucio-nal sobre éstas es inmenso. Por eso no trabaja la madreque educa a sus hijos, porque esa actividad no está ti-pificada como trabajo. “La madre que se queda en elhogar seguiría sin tener ‘trabajo’ aunque existiera unsubsidio social igual al salario de una puericultora. Se-guiría siempre sin tener ‘trabajo’ aunque también tu-viera un diploma de educadora. ¿Y eso por qué? Por-que el ‘trabajo’ está definido como una actividad so-cial, destinada a inscribirse en el flujo de losintercambios sociales a escala de toda la sociedad. Suremuneración testimonia esta inserción, pero tampocoes lo esencial16: lo esencial es que el ‘trabajo’ llena unafunción socialmente identificada y normalizada en laproducción y la reproducción del todo social. Y parallenar una función socialmente identificable, él mismodebe ser identificable por las competencias social-mente definidas que pone en funcionamiento segúnprocedimientos socialmente determinados. Debe, enotros términos, ser un ‘oficio’, una ‘profesión’, esdecir, la puesta en obra de competencias institucio-nalmente certificadas según procedimientos homolo-gados. La madre que se queda en el hogar no llenaninguna de estas condiciones”17.

No está en discusión que la madre trabaje en elsentido de atender innumerables responsabilidades yagotar su energía física y espiritual en la realizaciónde sus tareas maternales; lo que se está diciendo es queno “tiene” trabajo. Como no tiene trabajo el que cons-truye su propia casa, o el que anima las veladas de sucomunidad cantando o bailando. Esas actividades, queen diversas sociedades pueden ser consideradas muyimportantes, no son “trabajo” (copiando las comillasde Gorz para referirse al trabajo capitalista).

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15 Una de las principales líneas deacción que financia el BID –BancoInteramericano de Desarrollo– dentrode las acciones de mejoramientosocial, se destina a favorecer laobtención de documentación personalde la totalidad de la población de lospaíses latinoamericanos. El registro dela población enfrenta dificultades, enespecial en los grupos más pobres. Laidea de que tenerlos identificados va amejorar su vida pasa la raya de laingenuidad; sí parece ser necesariopara tenerlos más controlados y, encaso de necesidad, más reprimidos. Ver Oportunidades para la mayoría,Banco Interamericano de Desarrollo,Washington, 2006.

16 Efectivamente. Hay trabajos noremunerados que se identifican como“trabajo voluntario”, pero este tampocoes el caso del trabajo de la madre.Nadie diría que una madre trabajavoluntariamente, solo que es suelección cumplir con las tareasmaternales. La voluntariedad, en estecaso, no se asocia con el trabajo. (Esta nota es de Pauselli)

17 Y, Gorz de nuevo, qué le vamos ahacer…

El trabajo como actividad socialmente codificada

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Que no se “tiene” trabajo quiere decir una de doscosas, o que se lo perdió o que nunca se lo obtuvo. Per-der el trabajo es una experiencia lamentablemente ge-neralizada en las últimas décadas. No haberlo obtenidopuede, a su vez, deberse a que no se lo pudo adquirir oa que nadie nos lo dio. En todos los casos, el “trabajo”es algo ajeno a las personas, independiente de su vo-luntad. Se tiene o no se tiene, depende de no haberloperdido o de haberlo recibido de alguna manera.

Pero: ¿quién tiene el trabajo-uno que no tene-mos? Nadie lo tiene, no es necesario para los que do-minan el mundo. Sencillamente, el trabajo-dos des-apareció cuando la manera predominante de obtenerganancias se fue independizando del trabajo-tres. Eltrabajo-uno expresa nuestra necesidad de realizar ac-tividades por las que se nos remunere y de esa manerasostenernos en la superficie del planeta. Esto es asíporque la manera habitual de obtener medios de vidase realiza a través del dinero y éste se asigna para lamayoría de las personas a través del trabajo. El tra-bajo-dos es la modalidad asalariada del trabajo, la queconstituyó la principal forma de trabajo en el capita-lismo que conocimos18. El trabajo-tres fue la masa deactividad humana necesaria para producir gananciaspara los poderosos en condiciones de baja productivi-dad del trabajo humano.

Los teóricos del trabajo en el siglo XIX pensa-ron en los fenómenos de alienación del trabajo comoextrañamiento del objeto producido. Ahora se le ha su-mado a la alienación del producto la alienación de laactividad no en términos derivados de la primera, sinoen sí misma. Quizás por eso la situación de estar em-pleado y ser explotado por el capital constituye una si-tuación deseable, una manera de ser reconocido so-cialmente19. Y si bien subsisten actividades producti-vas no asociadas al capital, éstas resultan marginalesrespecto de la acumulación material y simbólica delmundo actual.

50 Emilio Pauselli

18 La falla insanable de las propuestasque imaginan que, desaparecido eltrabajo asalariado, éste seráreemplazado por las actividades porcuenta propia se basa en la omisión deldato de que esos mismos poderososhan acaparado los medios de trabajo:herramientas, materias primas yrecursos naturales.

19 Así, mientras en los 60 y los 70 seluchaba contra la explotación delhombre por el hombre, hoyreclamamos que se haga presente elque nos tiene que explotar, que no sehaga el distraído y que nos explote ya.

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Para evitar equívocos, vamos a aclarar que todotrabajo es una actividad socialmente codificada. Pen-sar el trabajo como una actividad natural del hombreaislado es, en términos de Marx, una robinsonada. Loque se señala al denunciar que el trabajo ya no se en-cuentra en el trabajo capitalista, es que el código deesta forma social de trabajo ya no satisface aquellosrequerimientos básicos que como seres humanos ha-cemos al trabajo.

Tampoco se afirma que el trabajo haya degene-rado hasta la práctica social actual; no creemos en unparaíso perdido. De hecho, el trabajo capitalista re-emplazó parcialmente formas de esclavitud personal yde servidumbre menos deseadas aún. Lo que se quiereafirmar es que la definición capitalista del trabajo hadevenido exageradamente unilateral ya que casi suúnico criterio es la rentabilidad del capital. Toda acti-vidad que no produce ganancias al capital no es tra-bajo20. No se trata ni siquiera de recuperar otros senti-dos del trabajo, sino de crearlos. La ineficacia y la faltade futuro de la sociedad salarial no solo lo hace posi-ble, sino necesario21.

Empleo, desempleo y control de las personasLas sociedades de pleno empleo han encontrado en eltrabajo un poderoso medio de disciplinamiento social.El Estado de bienestar permitía, aunque por distintosmotivos, que coincidieran en gran medida las necesi-dades de las personas y las del control social.

La disminución del trabajo debería haber creadola posibilidad de una renovada expresión individual;también debió provocar una disminución de la efica-cia de las estructuras burocráticas y tecnocráticas quereglamentan la vida humana. Pero eso no ocurrió.

Una de las razones es que la disminución del tra-bajo no implicó tiempo liberado de calidad para laspersonas. Por el contrario, mientras los “ocupados”

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20 Como se pregunta Viviane Forrester:“¿es ´útil´ una vida que no le daganancias a las ganancias?” El horroreconómico, 1996. En español porFondo de Cultura Económica, BuenosAires, 1997.

21 Como expresa nuestro amigo Gorz:“Hay que atreverse al Éxodo. No hayque esperar nada de los tratamientossintomáticos de la ‘crisis’, pues ya nohay más crisis: se ha instalado unnuevo sistema que tiende a abolirmasivamente el ‘trabajo’”.

El trabajo como actividad socialmente codificada

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trabajan extensas jornadas, de alta intensidad, debidoa la demanda de “eficiencia” y a la competencia conotros trabajadores, los que no tienen trabajo, si biencuentan con tiempo no tienen ni los recursos ni la va-loración social ni el estado espiritual necesario paratransformar ese tiempo en valioso. Ni siquiera ocurreeso en el plano de la reproducción familiar; como nosdecía una persona: “¿Con qué autoridad va a educar asu hijo si no le puede dar de comer?”.

Pero que los ocupados en “buenos” trabajoscumplan extensas jornadas no es un desajuste opera-tivo del mundo del trabajo; es, por el contrario, unaoperación plena de sentido. “Es económicamente másventajoso concentrar el poco trabajo necesario en pocagente, a la que se le ha inyectado el sentimiento de seruna elite privilegiada que merece sus privilegios porun celo que la distingue de los ‘perdedores’ ”22.

Una producción intelectual valiosísima enfocóen el siglo XX el problema de qué haría una sociedaduna vez que hubiera satisfecho sus necesidades másurgentes. Así Adorno, Marcuse, Arendt, por mencionaralgunos, plantearon la necesidad de rescatar las fun-ciones valorativas de la razón para no quedar sumer-gidos en la sociedad de consumo. El riesgo era real:una abundancia de bienes para todos podría transfor-marnos en una especie de pollitos que, bajo la lámparay comiendo el alimento balanceado, pasáramos nues-tra vida engordando sin plantearnos ninguna cuestiónde sentido alrededor de la existencia. Pero ese mundono se concretó: la televisión ilumina bastante, pero es-casea el balanceado. O, dicho de otra manera: la críticaa la sociedad de consumo comienza cuando todos pue-den consumir.

La otra razón que ha hecho que las personas nogeneraran una nueva impronta civilizatoria a partir dela disminución del tiempo global dedicado al trabajo,ha sido la planificación del control a través de prácti-cas sociales alternativas al trabajo. Ante la potencial

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22 Definitivamente, le recomendamosleer a André Gorz.

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pérdida de eficiencia del control ejercido sobre las per-sonas por el poder económico, en tanto éstas son pro-ductoras y consumidoras, éste “debe ahora buscar do-minarlos también en su tiempo disponible, en las ac-tividades no productivas, no materiales, por las cualesse producen a sí mismos. [...] El aflojamiento de lasrestricciones socializadoras y las posibilidades de unaautonomía creciente de las personas deben entoncesser presentadas como vacíos amenazantes, en los cua-les las identidades de recambio ofrecidas en el mer-cado por las industrias de la moda, de la “comunica-ción”, de la cultura, del entretenimiento y de la saludevitarán que caigan los individuos”23.

A este respecto juega un papel destacado la edu-cación superior. Cada vez nos acobardamos más losque tenemos alguna actividad en selección de personaspara puestos directivos de empresas al tener que en-frentar a los candidatos “potables” para esas funciones.Parece existir una relación directa entre la realizaciónde posgrados, maestrías, doctorados y otros estudios, yuna profunda incomprensión del mundo. Las relacio-nes sociales del trabajo pasan a ser funciones y la ma-terialidad de la producción una esfera desconocida.

Claro que estas personas, así entrenadas, sonfuncionales a las necesidades de las organizaciones ac-tuales, ya que éstas no progresan en base a su eficaciani a su eficiencia, sino a sus relaciones de poder, es-pecialmente financiero. Si usted se siente escandali-zado por esta afirmación le pedimos disculpas, pero sien algún lugar no habita la racionalidad humana es enlas actividades de las empresas capitalistas. Y no nosreferimos a temas de largo plazo, como la conserva-ción del medio ambiente o la preservación de la so-ciedad humana. Nos referimos a su actividad diaria, ala suma de decisiones irracionales que se toman pormoda, por conveniencia o por la necesidad de mante-ner los inestables sistemas de poder en estas organi-zaciones.

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23 No me haga decir lo que usted yasabe: Gorz.

El trabajo como actividad socialmente codificada

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Ciertamente, la empresa capitalista no encarnala racionalidad ni siquiera en la aplicación de la razóninstrumental, para pensarlo en términos de la Escuelade Frankfurt24. Se tiene la idílica idea de que en la em-presa capitalista se hacen las cosas “bien”, se cuidanlos costos, no hay ningún gasto innecesario, se aplicala tecnología apropiada, etc.; lamentamos informarleque no. Esta idea surge de identificar como costos pro-ductivos aquellos que incluyen a las materias primasy al mundo del trabajo, pero no se consideran los cos-tos empresarios. Estos últimos están compuestos porlas ganancias de los accionistas y de sus administra-dores: los altos ejecutivos. La aparente eficiencia de laempresa capitalista solo responde a la fórmula queGorz atribuye a Alain Lipietz: costos salariales bajosy costos patronales altos.

Y cuando se dice que una empresa pierde plata,uno de los argumentos habituales para el cierre deplantas, se está diciendo una de dos cosas: o que ganamenos que el promedio del grupo al que pertenece oque hay un mejor negocio en otra parte. En el primercaso, no hay CEO que se pare ante una asamblea deaccionistas a explicar que aunque el retorno promediodel grupo es del 17 % anual esa operación va a retor-nar solo el 5%, porque sabe, con razón, que en esemismo momento la asamblea está pensando en cómoreemplazarlo. Por eso, lo que termina diciendo es quehay que terminar esa operación porque “se pierdeplata”. En muchos casos, de esta manera, está ha-ciendo perder ganancias futuras a esos mismos accio-nistas al resignar la posibilidad de trazar estrategiaspara la evolución probable de los escenarios futuros.Pero el mundo es muy inestable, mejor gano hoy–piensan los ejecutivos– y mejor gano hoy –piensa elaccionista–. Esta es la pobre racionalidad de las deci-siones de negocios.

El otro caso es el de replanteo de negocios. Cie-rro una planta no porque no sea eficiente sino porque

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24 Escuela de Frankfurt: nombreasignado a una corriente filosóficainiciada en esa ciudad de Alemaniapara la tercera década del siglo XX yorientada inicialmente a partir delpensamiento de Max Horkheimer.Algunos de los pensadores que enmayor o menor medida transitaron esecamino han sido Theodor Adorno,Löwenthal, Pollock, Erich Fromm,Herbert Marcuse, Jürgen Habermas,Alfred Schmidt. La escuela de Frankfurtplantea dos usos de la razón, un usoinstrumental y un uso valorativo. Lamanera de desarrollo capitalista de lasociedad occidental estaríarepresentando una preeminencia deluso instrumental de la razón –queenlaza causas y efectos– y sería lacausa del deterioro de la relación entreel hombre y la naturaleza. Por otraparte, se habría reducido el usovalorativo de la razón, el que permitiríaa los seres humanos reflexionar sobrela elección de los fines.

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quiero quedarme con su mercado y fabricar en otraparte. Bueno, es más barato fabricar en otra parte, diráalguien con razón. Pero no es este el caso en muchasocasiones y ésta va a ser una experiencia cada vez másfrecuente ante la necesidad de los países centrales derecuperar trabajo para sus sociedades. ¿Es que es másbarato fabricar válvulas para motores en Alemania queen Rafaela? La Argentina, lamentablemente, es toda-vía un país donde los capitales internacionales puedencomprar fábricas para cerrarlas. Esto parece naturalporque es una de las estrategias que desde antiguo hanutilizado también los capitalistas argentinos para am-pliar su dominio del mercado, siendo probablementeel caso paradigmático el del acero.

Pero hemos llegado hasta aquí hablando decómo el poder económico ha desarrollado maneras al-ternativas de dominio sobre las personas. La maneraen que algunos miles de personas, todas ellas con es-tudios superiores, dirigen las empresas y los países esun serio llamado de alerta. La reciente estafa que entrelos dirigentes políticos de las principales potencias ylos banqueros han realizado con la consecuencia demillones de puestos de trabajo perdidos debe hacer-nos reflexionar al respecto. Sobre todo cuando las so-ciedades no pudieron impedir que esos mismos Esta-dos favorecieran con billones de dólares a esos mis-mos bancos causantes del desastre.

Habrá que creer que, efectivamente, “el mundoque se instala bajo el signo de la cibernética, la auto-matización y las tecnologías revolucionarias, y quedesde ahora ejerce el poder, parece zafarse, parape-tarse en zonas herméticas, casi esotéricas. Ha dejadode ser sincrónico con nosotros”25.

Ni las personas desempleadas o subempleadaspueden hacer de su tiempo libre una herramienta paraconstruir una sociabilidad distinta, ni los dirigentes detodas las esferas pueden utilizar sus conocimientos ysu información para incidir en la existencia de un

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25 Viviane Forreter. El horror económico.

El trabajo como actividad socialmente codificada

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mundo mejor. En esta encrucijada se ignora que lafalta de trabajo es un resultado derivado de la manerade producir y acumular riqueza y, en cambio, se lo de-fine como un “problema social” equivalente a una epi-demia o al analfabetismo26. Lo que se quiere ignorar esque el desempleo no es una crisis del modelo, es elmodelo27.

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26 Y no es una metáfora. Personasquizás bien intencionadas afirman queno saber inglés y computación es seranalfabeto en el siglo XXI y, claro está,un analfabeto no va a conseguir trabajoen la sociedad de la tecnología.

27 Los gobernantes menos fantasiososreconocen que en el tema del empleo“todavía queda mucho por hacer”. Esun mérito que no se engañen conestadísticas preparadas para bajarartificialmente los índices dedesempleo, pero siguen presos de lailusión de que “el problema se va asolucionar”, aunque desconozcancómo.

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Capítulo 4

La falta de trabajo transformado en “problema social”1

La falta de trabajo no llega fácilmente a considerarseun problema social. “Trabajo hay, lo que ocurre es quela gente no quiere trabajar”. “Las capacidades que tie-nen las personas no son las que demanda el mercadode trabajo, por eso no consiguen empleo”. “No vierona su padre trabajar, por eso no tienen la cultura del tra-bajo”. “A las personas les falta espíritu emprendedor,quieren la comodidad de un sueldo a fin de mes”. “Loque faltan son inversiones, cuando vengan las inver-siones habrá trabajo para todos”. “Lo que no hay esempleo, trabajo sobra”. “No hay seguridad jurídica,cuando se asegure la libertad de mercado va a habertrabajo”.

El lector podrá agregar otras expresiones que in-dican que la falta de trabajo no es un problema. O setrata de limitaciones de las personas o de políticas gu-bernamentales equivocadas. Mejorando aquéllas o co-rrigiendo éstas, la situación estará superada.

De poco vale decir que cada vez hay menos re-lación entre el crecimiento del PBI o el aumento delas inversiones y la creación de trabajo2. Tampoco quedurante los períodos de gobierno más libremercadistases cuando más puestos de trabajo se pierden. Menos senos cree aun cuando afirmamos que casi el cien porciento de las demandas de sectores pobres y margina-dos es tener un trabajo.

En un ejercicio que hacemos de integración deaudiencia con públicos heterogéneos generacional-mente obtenemos regularmente el siguiente resultado:las personas nacidas a mediados del siglo pasado ex-presan que la principal preocupación que marcó suvida ha sido la reivindicación de justicia y paz en el

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1 Años atrás, cuando estábamossorprendidos por las distintas manerasen que se negaba que la escasez deempleo fuera una situación derivadadel modelo de sociedad vigente y nouna anomalía del mismo, nosencontramos oportunamente con laobra de Murray Edelman: Laconstrucción del espectáculo político.Sus enfoques, que resumen aportes deNelson Goodman, Jerome Bruner,Michael Foucault y Jacques Derrida,entre otros, han orientado las ideaspresentadas en este capítulo.

2 Para analizar qué mide y qué no mideel PBI, consultar Qué es bueno, qué esmejor. La medida del progreso eneconomía. Ing. Enrique Martínez.Presidente del INTI. En Debates parahonrar el Bicentenario. Nº 1, marzo de2010.

La falta de trabajo transformado en “problema social”

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mundo. Los nacidos hasta los años 70 señalan comosus prioridades las posibilidades de desarrollo perso-nal y profesional. Las generaciones nacidas luego delos 70 indican que su principal angustia consiste enimaginar de qué van a vivir.

Eso está hablando de cómo percibió el mundocada una de esas generaciones y hace suponer que hayun sustrato de realidad detrás de esas inquietudes. Laspersonas nacidas en las décadas del 50 y 60 del sigloXX sufren actualmente la falta de trabajo en mayor omenor medida que el resto de la población; la dife-rencia es que conocieron una sociedad de pleno em-pleo e interpretan su situación actual como una ano-malía. Las personas más jóvenes, en cambio, encuen-tran un mundo donde la precariedad de los sistemaspara obtener medios de vida es la regla.

Pero las ideas que circulan alrededor de la faltade trabajo como problema social no parten de registrarlos cambios que se producen desde la salida del lla-mado “Estado de bienestar” hacia modelos de menorregulación del capital. Por el contrario, expresan lasvaloraciones morales que se tienen sobre el trabajo y,claro, las personas que no ejercen esa virtuosa activi-dad algún tipo de disfuncionalidad están expresando.

La condena al que no tiene trabajo, la culpabili-zación de la víctima, cubre un espectro importante dela atribución de responsabilidades por la falta de em-pleo. Otras causas se agrupan en críticas al Estado porla ejecución de determinadas políticas o la no ejecu-ción de otras. En pocos casos la responsabilidad seatribuye a una causa sistémica, especialmente relacio-nada a lo que los centros de poder económico deciden,en orden a obtener las máximas ganancias posibles.

Como dice Edelman3, “el espectáculo consti-tuido por las noticias continuamente construye y re-construye los problemas sociales, las crisis, los enemi-gos y los líderes, creando de tal modo una sucesión de

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3 Murray Edelman, La construcción delespectáculo político. 1988.

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amenazas y seguridades”. Esta afirmación, que poneen duda la creencia ingenua de que en la actualidad através de los medios de comunicación estaríamos in-formados de “lo que ocurre” en la realidad, nos lleva apreguntarnos sobre cuál es el verdadero estatus de ver-dad de las afirmaciones públicas sobre este y otrostemas. La tesis de Edelman es que las noticias políticasno son un relato de hechos ante los que la gente reac-ciona, sino la creación de públicos interesados en eltema. “Convertir la ambigüedad en certidumbre, laspersonas multivalentes en egos con ideologías fijadas,y las predilecciones del observador en la esencia de laracionalidad, es un incentivo que penetra el discursocotidiano y la práctica de la ciencia social”4.

Así, la explicación de por qué millones de per-sonas no tienen trabajo o tienen un trabajo precario,no resultaría de un estudio sistemático sobre la gene-ración y la eliminación de lo que se denomina “tra-bajo”, sino que estaría expresando en sus distintas ver-siones intereses y creencias de diversos actores socia-les. Estas versiones también se interpenetran: así, esposible oír a dirigentes de agrupaciones de desocupa-dos hablar de que sus representados deben recuperar lacultura del trabajo, o a empresas que sistemáticamentereducen puestos de trabajo incluir en sus logros de res-ponsabilidad social empresaria la creación de fuentesde trabajo.

Esa ambigüedad es posible porque los “proble-mas sociales” siempre tienen dos caras: una habla delos perjuicios mientras otra habla de los beneficiosque producen. “El término ‘problema’ solo vela te-nuemente el sentido en el que las condiciones deplo-radas crean oportunidades. Hay otros modos de refe-rirse a los beneficios que producen los problemas:abundancia de mano de obra, evitación de la interfe-rencia gubernativa en los mercados del trabajo y deproductos, un clima comercial favorable, incentivospara la ambición”5.

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4 Edelman sí.

5 Edelman vuelve.

La falta de trabajo transformado en “problema social”

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En esta ambivalencia se expresa el hecho de quelas situaciones socialmente disfuncionales no lo sonpara todos. De allí que cualquier política de mejora,programa social o de desarrollo que no indique conclaridad a qué beneficiarios de esa disfuncionalidad seestará desplazando, no puede ser sometido a un análi-sis serio6. Tanto el desarrollo económico como la ejer-citación de derechos no favorecen a todo el mundo:atiende a las necesidades de algunos e impide los be-neficios obtenidos por otros. La posibilidad de mejoraen el capitalismo parece muy amplia ya que siemprelos afectados resultan ser una pequeña minoría, aun-que su habilidad política ha consistido históricamenteen presentar sus intereses como los de la mayoría.

Una de las estrategias más comunes para mante-ner esta ambigüedad entre perjuicios y beneficios queproducen los problemas sociales, radica en hacer res-ponsables de su situación a los que viven los efectosaparentemente no deseados. “La construcción de losproblemas a veces lleva consigo un efecto perverso demás largo alcance: ayuda a perpetuar o intensificar lascondiciones definidas como el problema, un desenlaceque típicamente proviene de los esfuerzos tendientes asuperar la condición cambiando la conciencia o la con-ducta de los individuos, mientras se preservan las ins-tituciones que generan conducta y conciencia”7.

Esta situación se vive de manera amplificada enel tratamiento social de los problemas del trabajo. Sibien la percepción del problema ya lo identifica comouna situación global que se sufre en todo el planeta,las explicaciones y estrategias correspondientes a su“superación” son siempre particulares y mágicas.Ocupa un espacio relevante en el discurso de los polí-ticos aunque luego no se expresa en acciones de go-bierno. Se sigue privilegiando a las empresas como“dadoras de trabajo” cuando en realidad reducen per-manentemente los puestos de trabajo. Se “educa” a losdesocupados para un trabajo que nunca le ofrecerán.

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6 Por ejemplo, en la Argentina de estosaños es un “problema” recurrente el dela “seguridad” en relación con laconcreción de delitos. Pero laconstrucción del problema eludesistemáticamente analizar el papel de lapolicía en el manejo del tráfico dedrogas, de la trata de personas y delrobo “controlado”. Aumentar laseguridad ciudadana sin afectar a lasmafias policiales es algoabsolutamente imposible. Por eso losdistintos gobiernos que se sucedenenuncian enfáticamente el problemapero no producen ningún cambioefectivo en la situación. Claro que noes un problema cognitivo; esefuncionamiento mafioso también ofrecegarantías a otras cadenas ilegales enlas que obtienen ganancias muchosdirigentes políticos, sociales yempresarios.

7 Edelman pa’ todo el mundo.

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Días pasados recibí en mi casa un folleto de ungrupo religioso que estaba encabezado por la siguientepregunta: “¿Sabe usted quién gobierna el mundo?” Larespuesta, claro está, era “el demonio”. Me quedé pen-sando que, en algún sentido, yo también estaba ha-blando de ese tema. Pero a diferencia de ese ser ma-ligno que se ocupaba activamente de que ocurriera elmal, mi demonio era un ser anodino que cuidaba desus inversiones y poco le importaba lo que ocurría enel planeta salvo que afectara su manera de obtener ga-nancias. Es más, hasta era un demonio inconscienteque, como subjetividad, incluso se lamentara de quetantas otras personas no tuvieran una vida mediana-mente digna; situación con la que, obviamente, él notenía nada que ver y, sobre todo, nada que hacer8.

¿Cómo se sostienen esta mecánica de explica-ción mágica e inacción social frente al tema? “Las per-sonas angustiadas, temerosas y desalentadas por lacondiciones de sus vidas responden con esperanza yentusiasmo a promesas enfáticas de mejoramiento deesas condiciones, y también a definiciones claras delos enemigos responsables de sus privaciones. La pri-vación y la angustia pueden alentar la credibilidad y lacredulidad”9.

Como vemos, poco podemos esperar de la ma-nera habitual en que la sociedad trata los problemasdel desempleo y la precarización del trabajo. Sin em-bargo, muchas de las políticas se orientan, justamente,a producir mejoras en ese terreno. En el próximo ca-pítulo analizaremos el carácter de esas políticas ycomprenderemos, así sea parcialmente, por qué noproducen ninguno de los efectos buscados.

Desocupación y desocupadosHace muchos años, en una entrevista de selección la-boral, pregunto a una mujer si en ese momento se ha-llaba desocupada. La entrevistada me corrigió di-

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8 “¿Por qué esta casta habría deocuparse de las turbas deinconscientes que insistenmaniáticamente en ocupar perímetrosconcretos, establecidos, conocidos,donde clavar clavos, atornillar tornillos,operar máquinas, clasificar cosas,hacer cuentas, meterse en todo comomoscas, con circuitos lentos a lamedida del cuerpo, esfuerzosevidentes, cronologías y ritmos tanantiguos como las carrozas?” VivianeForrester de nuevo.

9 Vamos Edelman todavía.

La falta de trabajo transformado en “problema social”

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ciendo: “Nunca estuve desocupada, en verdad tengomuchas ocupaciones. Lo que estoy es desempleada”.Tomé debida nota y nunca volví a usar, en ese con-texto, el término “desocupación”.

La persistencia del uso del término “desocupa-ción” como sinónimo de “desempleo” no es una ope-ración inocente. Está expresando los valores moralesque giran alrededor del trabajo considerado como ac-tividad principal del hombre, donde el “ser” y el“hacer” se confunden, en español, hasta fonética-mente. ¿Cómo diferenciar la pregunta de “qué vas aser cuando seas grande” de la pregunta “qué vas ahacer cuando seas grande”? Hay allí un vasaser y unvasahacer indistinguibles.

Estar desocupado es malo, ya lo dice el refrán:“el ocio es el padre de todos los vicios”. Un sinónimode “desocupado” es “vago”, alguien indolente que nose ocupa de hacer las cosas obligatorias que constitu-yen una vida decente. Así, el trabajar queda asociadoa una decisión personal, como el dar el asiento a unaembarazada en el colectivo. El que lo hace es una per-sona educada, el que no lo hace es un cafre. ¿Pero esese el estatus del acceso al trabajo?, ¿depende de ladecisión de cada persona? Los que vemos deambulara las personas de aviso en aviso, las largas colas quese forman ante el anuncio de un trabajo, la utilizaciónde conocidos para acceder a alguna oportunidad de en-trevista laboral, estamos convencidos de que hace ratoel acceso al trabajo ha dejado de ser un bien univer-salmente disponible.

Pero esta realidad se choca con dos sistemas devalores creados a lo largo de los años: uno corres-ponde al embellecimiento moral del trabajo que hizoel capitalismo que, para constituirse, ha debido des-poseer a amplios sectores sociales de sus medios deproducción y destruir sus maneras de vida; de estemodo podía contar con mano de obra para sus em-prendimientos. Otra es el recuerdo de una sociedad de

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pleno empleo asociada al Estado de bienestar donde,efectivamente, el acceso al trabajo era un problemaabsolutamente menor.

Sobre el primero de los fenómenos, no hace faltaremontarse a la Europa de hace cuatrocientos años nivolver a leer La situación de la clase obrera en Ingla-terra10. Basta con reconstruir, por ejemplo, la historiadel desarrollo de los ingenios azucareros en el norteargentino. ¿Por qué iban a querer las familias que per-tenecían a diversas culturas agrarias autosuficientes ira trabajar al ingenio que quedaba en otro lugar y dondeel sistema de trabajo era totalmente ajeno? Las prin-cipales maneras de reclutamiento de mano de obrafueron dos: la más difundida era el endeudamiento delas poblaciones locales en condiciones que éstas nuncapodrían resolver y la cancelación de esas deudas a tra-vés de trabajo en el ingenio. La otra manera, más bru-tal aún, era directamente la destrucción de los sem-brados de estas comunidades para privarlas de mediosde vida, obligándolos a trabajar en el ingenio para so-brevivir. Trabajar en el ingenio era bueno, no trabajaren el ingenio era ser un vago, perseguido por la poli-cía, castigado por la sociedad.

La otra influencia sobre el sistema de valoresasociados al trabajo es de más reciente data. Las so-ciedades de pleno empleo surgidas luego de la finali-zación de la segunda guerra mundial representaronuna oportunidad de ascenso social para muchas per-sonas. Con razón quedó asociada la idea de trabajo alde mejora personal y familiar. En los 70 casi no con-siderábamos el índice de desempleo como un factorde análisis del mercado de trabajo, más bien se tomabael dato de rotación entre un trabajo y otro, o sea, eltiempo que tardaba una persona entre que dejaba unempleo y adquiría otro nuevo. Cuando la rotaciónmedia percibida superaba las dos semanas se conside-raba que había “problemas” en el mercado de trabajo.

Son innumerables las historias de este tipo en la

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10 Federico Engels, 1845.

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Argentina. Personas que un día tenían una diferenciacon su patrón, se desvinculaban y al día siguiente em-pezaban en un nuevo empleo. Historias de migracióna las ciudades, donde antes de conseguir hotel paraalojarse ya habían conseguido trabajo. Los que creanque fantaseamos sobre estas cosas, tómense la moles-tia de hablar con personas de más de 60 años y pre-gúntenles cómo fue su historia laboral.

Nosotros, en muchas ocasiones, estaremos utili-zando indistintamente los términos “desocupación” y“desempleo”, atendiendo a esa comprensión culturalsobre el tema. Más adelante estableceremos algunasdistinciones que consideramos útiles para pensar crea-tivamente sobre estos problemas.

La desocupación, además de un problema queafecta a muchas personas y de una categoría de expli-cación social, también es un índice. Ese índice ha natu-ralizado discusiones que en otras condiciones serían in-sostenibles, por ejemplo, considerar casi un éxito de laspolíticas públicas que la desocupación sea “menor a dosdígitos”, como si un problema que afecta a millones depersonas sea totalmente aceptable si no afecta a más del10% de la población económicamente activa –o sea,aproximadamente al 30 o el 40% de la sociedad–.

Durante el año 2010 se discutía en la Argentinasobre la cantidad de pobres existentes. Mientras que eloficialismo decía que la pobreza afectaba a 4 millonesde personas la oposición señalaba que eran 8 milloneslos incluidos en esa condición. De alguna manera, esosinterlocutores habían perdido de vista el horror quesignifica millones de personas sumidas en la pobreza,con las secuelas de desnutrición, falta de educación ydeterioro de su habitat, en un país especializado en laproducción de alimentos.

La funesta magia de los índices, lejos de ponde-rar la gravedad de los problemas sociales, hace olvidarla magnitud de los mismos. Un amigo, en ocasión de

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ser informado por su médico que tenía pólipos intes-tinales y que debía someterse a una cirugía, hizo unalipotimia y se desmayó. Luego de reanimarlo, el fa-cultativo le dijo: “Amigo, no se ponga así, el 99% deestos casos son benignos”, a lo que mi amigo, avisadoen cosas de la vida además de las derivadas de las es-tadísticas, le respondió: “Es que, sabe usted, si a mime toca el 1 % para mí va a ser el cien por cien”. Parael cien por ciento de los millones de desocupados quehabitan el planeta la vida es un infierno.

Pero los índices tampoco son neutrales, en sudefinición se expresan las ideas que la sociedad tienesobre el trabajo y, más grave aún, se establecen cate-gorías que no resistirían el menor análisis de sentidocomún. Por ejemplo, para que una persona no esté des-ocupada, en muchas mediciones basta con que hayatrabajado una hora la semana anterior. Si preguntára-mos a diversas personas si consideran que una personaen esas condiciones está ocupada, creo que difícil-mente alguien respondería afirmativamente. En otrasmediciones, si la persona no ha buscado trabajo en elúltimo mes, tampoco se la considera como desem-pleada, desconociendo el fenómeno tan estudiado deldesánimo que va ganando a las personas que buscantrabajo durante largos períodos sin hallarlo.

Tampoco se repara en la calidad ni el estatuslegal del trabajo de las personas. Las mismas estadís-ticas que muestran este tipo de “ocupación”, recono-cen que gran parte de la fuerza laboral trabaja en con-diciones precarias, fuera de la ley, “en negro” comose dice en Argentina, o que la formalidad de su trabajose reduce a un “contrato basura”, sin ninguna obliga-ción de permanencia en el tiempo para el empleador,o directamente se cuenta como ocupados a los benefi-ciarios de diversos planes sociales que no tienen nin-guna relación con el trabajo.

Aun construidos de esta manera, los índices dedesempleo muestran a una parte importante de la po-

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blación con serios problemas de trabajo o sin trabajo.Imaginemos si se midiera la situación de acceso al tra-bajo a través de categorías del sentido común: nosavergonzaríamos aún más del tipo de sociedades enlas que vivimos. Una manera de aproximar la magni-tud estadística del problema se obtendría si sumamosel índice de desempleo al de subempleo, tanto de-mandante como no demandante. Esa sería una cifraaproximada de la parte de la población que enfrentalos más serios problemas de trabajo. Para comprenderel problema en su conjunto hay que agregar, a la cifraanterior, aquella población que se desempeña en tra-bajos ilegales denominados “empleo en negro” que,en muchos casos, incluye formas de servidumbre y detrabajo esclavo. Con seguridad esta cifra abarca a másde la mitad de la población de nuestras sociedades.

Ese tipo de índices acompañan lo que algunos autoresdenominan el paso de la sociedad de "pleno empleo"a la sociedad de "plena empleabilidad". La plena em-pleabilidad se lograría cuando las personas aceptancomo trabajo ocupaciones precarias, ilegales y, en mu-chos casos, poco dignas para el ser humano.

Ambigüedad en los discursos sobre el empleo y el trabajoUno de los mitos ya mencionados es aquel de que tra-bajo hay, lo que falta es empleo. Sobre esta ambigüe-dad se monta gran parte de los discursos públicossobre el tema del trabajo. Los índices que se utilizanhablan permanentemente de empleados y desemplea-dos, reconociendo que el acceso al trabajo sigue ocu-rriendo, primordialmente, a través del empleo. Porotra parte, se imaginan soluciones al tema del desem-pleo que no pasan justamente por el empleo sino poremprendimientos autogestionados, ya sean individua-les, familiares o comunitarios.

Pero cuando el mercado tiene un pico de de-

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manda de trabajadores, como fue en algunas ramasdesde el 2003 hasta el 2005 por procesos de sustitu-ción de importaciones en Argentina, recrudece el dis-curso sobre la cultura del trabajo. Esos trabajadoresque necesitan las empresas no están disponibles paratrabajar, justamente porque han desarrollado algún sis-tema autogestionado de vida. No quieren volver a laempresa ya que han hecho la experiencia de lo efímeroque es el compromiso de ésta con él: apenas dismi-nuya el trabajo, nuevamente serán despedidos.

¿En qué quedamos entonces? Cuando la em-presa no necesita trabajadores es virtuoso que éstos searreglen de alguna manera por su cuenta. Pero cuandolos necesita porque tiene una oportunidad de ampliarsus ganancias, entonces los trabajadores deben aban-donar sus actividades y volver a emplearse. Esta am-bivalencia es expresada permanentemente por los de-cisores políticos y los responsables de áreas de em-pleo, no se sabe si por la falta de comprensión delproblema o simplemente por otras causas.

Por un lado se habla de “trabajo decente”cuando, en la realidad de las sociedades latinoameri-canas, aproximadamente la mitad del trabajo existentees, justamente, indecente. Por otro lado se insiste enestrategias de precarización del empleo, disminuyendolas obligaciones para los empleadores controlados ypermitiendo, por no ejercicio del poder de policía delEstado, la existencia de formas de trabajo no permiti-das por la ley.

En fin, esta es una breve reseña para mostrar lapoca seriedad del discurso y de las políticas referidasal trabajo. La misma ambigüedad en la expresión delproblema se expresa a la hora de posicionarse frente alos afectados por el desempleo. Éstos son vistos alter-nativamente como víctimas de un problema social alos que hay que proteger, o como desadaptados socia-les. Una de las tácticas-consuelo que emplean los go-biernos es considerar que el desempleo es siempre he-

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redado de otras gestiones, y que su propia gestión estáen vías de resolverlo, sin reflexionar sobre la maneraen que sus propias políticas están creando las basesdel desempleo futuro.

Lo que en definitiva no se puede asumir es que laexistencia de estos grupos con trabajo precarizado o sintrabajo son, en verdad, funcionales a todo modelo socialque haga del mercado su categoría central, ya sea por suorientación libremercadista –neo liberales–, o porquedispongan controles para evitar los peores efectos dellibre funcionamiento del mercado –social liberales–.

Aun desde el enfoque de las políticas sociales yde la militancia política comprometida con el mejora-miento de las condiciones de vida de la población, eltratamiento de estos temas también está impregnadode ambigüedad. La imposibilidad de analizar el ago-tamiento de un modelo basado en la competencia detodos contra todos lleva, a la hora de analizar sus efec-tos, a “una forma reveladora de ambivalencia [...] conrespecto a las personas de las que normalmente sehabla con afecto y compasión, pero que en muchas si-tuaciones son tratadas como si fueran peligrosas, in-morales e incompetentes para vivir vidas autónomas.[...] Ellas son vulnerables en todas partes a la explota-ción en el trabajo, a la negación de derechos y opor-tunidades de los que otros disfrutan rutinariamente, ya formas severas de disciplina típicamente denomi-nadas ‘de ayuda’. [...] El lenguaje del afecto, la pie-dad, la compasión y la ayuda, oculta ante uno mismoy ante los otros la importancia de la explotación deesos grupos para el mantenimiento del orden social”11.

Desde el paradigma neoliberal la comprensióndel problema es peor aún. La pregunta que resume superplejidad ante el tema es: ¿por qué hacen falta polí-ticas específicas para garantizar el trabajo? El pro-blema del trabajo es un problema de cada individuo,cada cual verá cómo lo resuelve. Es el mito de que “notrabaja el que no quiere” o, peor aún, toda política que

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11 Murray Edelman. Obra ya muy citada.

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mitigue los efectos de la falta de trabajo será un estí-mulo para que las personas no trabajen.

El diario Ámbito Financiero, vocero de interesesempresariales, lo explica con brutal crudeza: indicacon título catástrofe que “falta mano de obra para lacosecha” de uvas y aceitunas “por auge de los subsi-dios”. Pero veamos la nota. “La causa principal [de lafalta de mano de obra] según los empleadores es eltemor de los obreros de perder la Asignación Univer-sal por Hijo y demás subsidios y programas socialesque el Gobierno otorga a los desocupados”. Claro,¡cómo es que no prefieren trabajar dos o tres meses,que es el período que dura la cosecha, y despreocu-parse de lo que pasa el resto del año con sus ingre-sos!12 Pero el diario termina aclarando su idea: “La crí-tica situación se repite igual que la campaña pasadapero con el agravante de la intensificación de los con-troles de indocumentados dispuesto por las autorida-des nacionales, que frenó el impulso de la mano deobra ‘golondrina’ que año a año peregrina desde Bo-livia”13. En fin, está claro que son estos gobiernos quedan subsidios a los desocupados y se oponen al tra-bajo esclavo y al abuso de extranjeros indocumentadoslos que acaban con las posibilidades empresariales deprogreso y de creación de puestos de trabajo; un tantoexageradamente precarios y breves, pero puestos detrabajo al fin.

En realidad, la respuesta a esta perplejidad esmuy sencilla: los Estados deben tener políticas que ga-ranticen el empleo en tanto garantizan sistemas de pro-piedad que hacen del empleo algo aleatorio. Como sepregunta el economista José Luis Coraggio: “¿Puedeuna sociedad definir el trabajo como mercancía y de-jarlo librado al funcionamiento del mercado, cuando elresultado termina siendo que una gran cantidad de susciudadanos no logra resolver sus necesidades más ele-mentales?”14

“Una mayoría de seres humanos ha dejado de

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12 Por otra parte, esta interrupción esuna situación contemplada por dichosplanes aunque puede a veces existiralguna complicación administrativapara hacerla efectiva.

13 Ámbito Financiero, Buenos Aires,10 de marzo de 2011. Nota seleccionaday sugerida por Nancy Boufflet.

14 José Luis Coraggio. La economíacomo construcción social. BuenosAires, 2010. En “Economía Social yAgricultura Familiar”. INTA.

La falta de trabajo transformado en “problema social”

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ser necesaria para el pequeño número que, por regir laeconomía, detenta el poder. Según la lógica domi-nante, multitudes de seres humanos carecen de motivoracional para vivir en este mundo donde, sin embargo,llegaron a la vida”15.

Para que funcione el paradigma de que el tra-bajo es un problema de cada uno, deberíamos vivir enla Australia de Los lunes al sol, donde se divide la tie-rra por la cantidad de habitantes y se le da a cada unolo suyo16. Este concepto de “suyo” está muy lejos dela percepción del mundo dominante.

¿Qué hace la sociedad ante un problema acu-ciante pero construido de manera absolutamente equí-voca? Interpreta la danza de la lluvia.

70 Emilio Pauselli

15 Viviane Forrester. El horroreconómico.

16 “Porque te dan tu parte. Cuando tejubilas, por una ley que hay, dividen…dividen, dicen, a ver: tantos kilómetrosde país, no sé, los que sean, entretantas personas, tanto… no sé, ponledos kilómetros cuadrados, treskilómetros cuadrados, lo que toque… yte lo dan, a cada uno su trozo. ¿Teimaginas? Toma, pum, lo tuyo,… pa tipa siempre. Ahí haces lo que te salgade los huevos”. Monólogo del actorJavier Bardén en la película españolaLos lunes al sol.

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Capítulo 5

Las distintas versiones de la danza de la lluvia Dicen que nuestros antepasados, cuando los fenóme-nos climáticos les eran desfavorables, ensayaban pro-cesos mágicos tratando de conjurar esas fuerzas des-conocidas e indomeñables. La versión más popularque ha llegado, caricaturizada, hasta nuestros días, esposiblemente “la danza de la lluvia”. Cuando la sequíahacía peligrar la progresión de los sembrados amena-zando con un hambre cierta en el futuro próximo, losmiembros de la comunidad se reunían y, posiblementeconducidos por sus jefes, realizaban una danza ritualpara convocar a las nubes proveedoras de agua y asísalvar su existencia inmediata.

La sociedad contemporánea, también conducidapor sus jefes, organiza acciones del mismo tipo paraconjurar la falta de trabajo decente. Aunque el cálculode probabilidades favorecía a nuestros antepasados,no por eso los líderes políticos e intelectuales actualesponen menos esmero en ejecutar procedimientos má-gicos para ver si ese fenómeno incontrolable se vuelvemás propicio para los humanos.

Hoy, en relación con esas poblaciones origina-rias, conocemos algo más del ciclo de las lluvias y lassequías. Quizás es hora de comenzar a indagar conmás seriedad los ciclos del trabajo y el desempleo.

El acceso al trabajo se presenta como una de-manda de carácter universal, pero el ciclo de vida tra-dicional se ha visto interrumpido. Ya nacer, crecer, es-tudiar y trabajar no es un proceso garantizado. Unagran parte de las personas que nacen lo hacen en ho-gares pobres e indigentes, así que ya crecer para elloses una actividad problemática. La posibilidad de estu-diar se ha acrecentado en nuestras sociedades, aunquede manera cada vez más fragmentada. Mientras unos

71Las distintas versiones de la danza de la lluvia

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pocos concluyen estudios superiores y realizan pos-grados y doctorados de especialización, la mayoríacierra su ciclo educativo en la enseñanza primaria omedia en los mejores casos. De allí a obtener un tra-bajo el paso es aún más largo. Mal alimentados, pocoinstruidos, son las mayorías menos favorecidas las pri-meras en sufrir los efectos de la sequía.

En la Argentina, la desaparición del trabajo comoun bien accesible para todas las personas es un fenó-meno relativamente nuevo: data de inicios de la décadadel 90 del siglo pasado. Así, mientras hasta principiosde 1992 el índice de desempleo oscilaba alrededor delos 4 puntos, en mayo de ese año llega al 6%, en octu-bre de 1993 al 12%, y en junio de 1994 al 18%. Antesde ese período se consideraba el desempleo como “fric-cional”, resultado de ajustes momentáneos entre laoferta y la demanda de puestos de trabajo1.

La triplicación de las personas sin trabajo en unperíodo tan corto de tiempo –menos de tres años–,acompañada de la permanencia de muchas de esaspersonas en su nueva condición de desempleados,tuvo un tremendo impacto en el tejido social, aunquesus efectos fueron diferidos, entre otras causas, por laincumplida profecía de que ese cambio del mercadode trabajo tenía que ver con el progreso y el ingreso enel primer mundo. La eficacia de ese discurso tendióun velo que disimuló el importante proceso de paupe-rización que en esos años se había iniciado, la pro-yección de una sociedad dual –con incluidos y margi-nados– y, en definitiva, la transformación del trabajoen un bien escaso, de imposible acceso para todos.

En los últimos veinte años se desarrollan en elcono sur de América Latina acciones cuya intencióndeclarada es paliar la situación de falta de trabajo queafecta –de manera variable– a segmentos más o menosimportantes de la población. Llaman la atención trescaracterísticas que rodean esos esfuerzos: la primera,su falta de concordancia con los diagnósticos de orga-

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1 Sobre este tema se puede consultarHéctor Palomino. La crisis del mercadode trabajo y los distintos enfoquessobre la solución del desempleo. 1999.Centro de Documentación en PolíticasSociales. Ciudad Autónoma de BuenosAires. Documentos / 23.

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nismos especializados en la materia que ya veníanalertando sobre esta situación en la región desde losaños 80 del siglo pasado2. La segunda, y en parte re-lacionada con la primera, su falta de eficacia. La ter-cera, que dichas acciones, preformateadas y financia-das por organismos multilaterales de crédito, no hansufrido prácticamente modificaciones cuando esa fi-nanciación cesó y pasaron a ser parte de los presu-puestos de los propios países donde se aplican.

Finalmente, puesta ante la nueva realidad, la so-ciedad ensaya distintas estrategias para controlar elmal. En este capítulo lo introduciremos en esa danzaritual y, en los próximos dos capítulos –la educación yla economía social– lo acompañaremos en una visitaguiada por los postgrados de la especialidad.

Conocimientos y habilidades: el primer paso de la danza de la lluviaLa mayoría de las acciones que actualmente se des-pliegan como programas orientados a generar trabajoestán moldeadas en la matriz de las políticas de orga-nismos financieros multilaterales: Banco Mundial yBanco Interamericano de Desarrollo. Debería llamarla atención, en primer lugar, que las políticas socialessean elaboradas y fiscalizadas por dos entidades fi-nancieras. Superada esa perplejidad, no es posible ig-norar la relación de esos organismos con un modelode “progreso” que hoy está en crisis en todos los lu-gares del mundo donde sus políticas han sido las pre-dominantes. Eso genera una lógica que, aplicada a losprogramas sociales, desplaza la mirada de las causasque generan la inequidad y eliminan la necesidad detrabajo humano, trasladando la responsabilidad a dis-tintos tipos de factores, como son las denominadas es-casas capacidades de las personas sin trabajo, la su-puesta falta de espíritu emprendedor por parte de lasmismas, el denominado mal hábito que implica la

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2 Ver la producción de la CINTEFOR –Centro Interamericano para elDesarrollo del Conocimiento en laFormación Profesional. OrganizaciónInternacional del Trabajo– en eseperíodo, donde con lucidez se indicaque los cambios que están ocurriendoen el mercado de trabajo no podrán serimpactados a través de intervencionesde formación profesional. En los años90 y actualmente la mayoría de losesfuerzos con los que se cree seresolverá el tema del desempleo seorientan, justamente, a acciones deformación profesional.

Las distintas versiones de la danza de la lluvia

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existencia del empleo estatal, el acostumbramiento alos planes sociales de ingresos y otras. No es un pro-blema de bondad o maldad de estos organismos, o deoscuras intenciones. Solo se trata de la coherencia conun punto de vista que, sosteniendo la corrección y per-tinencia del modelo denominado de “libertad de mer-cado” –que sería mejor llamado de “desprotección delos elementos social y productivamente más débiles”–como factor del desarrollo, se obliga a velar porquetodos los efectos que contradigan esa creencia seanatribuidos a factores externos al mismo.

En esa línea de pensamiento, las principales ac-ciones orientadas a mitigar la falta de trabajo se handesarrollado sobre la idea de que capacitando a laspersonas desocupadas éstas conseguirían incorporarseal mercado de trabajo. Estas orientaciones, además deun profundo desconocimiento de lo que ocurre en eseámbito, parten de un diagnóstico implícito: el pro-blema reside en las personas o, como se dice hasta elcansancio, éstas no tienen los conocimientos que elmercado demanda.

Los cultores de tales ideas, impasibles ante lafalta de resultados de programas millonarios como elPARP3 o como el Seguro de Capacitación y Empleo4,esgrimen la prueba que consideran el fin de toda dis-cusión: las empresas requieren de mano de obra y nola consiguen, es necesario formarla.

Allí comienza la clase inicial: tome al aprendizpor los hombros y gírelo hasta que visualice la com-putadora. Luego, con delicadeza, lo vuelve un cuartode vuelta y ve los destornilladores y las pinzas, otrocuarto de vuelta y lo esperan la pala y el serrucho.Claro, si el indeciso no sabe manejar ninguna de esasherramientas, mal futuro le aguarda a la hora de bus-car trabajo.

Permítale elegir: ¿qué quiere ser / hacer? Perono le haga creer que es Julio Boca, nada de salto triple.

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3 Programa de Apoyo a la ReconversiónProductiva, desarrollado en laArgentina durante la década de los 90;fue creado por los contratos depréstamo con el Banco Interamericanode Desarrollo 925/SFARy 816/OC-AR. Incluyó dentro de suscomponentes el Proyecto Imagen,Proyecto Joven y ProyectoMicroempresas. Se calcula que supresupuesto fue del orden de los 400millones de dólares. Durante el períodode su vigencia –1994 a 1997– seprodujo la triplicación de ladesocupación en la Argentina,situación que se mantuvo sin varianteshasta aproximadamente el 2005. Suimpacto fue nulo.

4 Programa desarrollado desde el 2004y hasta la actualidad, creado porDecreto Presidencial N° 336/2006 del 29de marzo de 2006. En verdad,aprovechando el prestigio que da eldiscurso de “impulsar” el trabajo, esteprograma estuvo destinado a desarmarun Programa de ingresos universalcomo fue el Jefes y Jefas de HogarDesocupados. Ver Método, metodologíay reconocimiento del otro, Pauselli,2008.

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Carpintero, albañil, electricista, operador de PC,mozo…, puede ser. Médico, abogado, contador, inge-niero, historiador…, ni se le ocurra, eso no es para él.

En el año 2003 estábamos realizando un talleren la Provincia de Jujuy con personas que atendían co-medores comunitarios y estaban incorporando la ideade que la solución a mediano plazo para las personasque concurrían a los mismos no era la asistencia ali-menticia sino la obtención de trabajo. Paralelamente,existía una oferta variada de programas que estimula-ban la formación en oficios. En una dramatización rea-lizada en ese taller, dos personas informaban a los jó-venes sobre esas posibilidades que incluían, efectiva-mente, albañilería y carpintería. Uno de los quepersonificó a “un joven”, cuando escucha la oferta,queda dubitativo, no se decide por ninguna de las dosalternativas. Entonces quien personificaba a “la insti-tución”5 le pregunta que, si no le gusta ninguna de lasdos opciones, ¿qué es lo que quiere hacer? El “joven”responde: “Me gustaría seguir estudiando la secunda-ria”. La “institución” piensa unos segundos y se escu-cha decir a sí misma, con espanto propio y generali-zado: “Pero…, eso no es para vos”.

Queda pendiente la afirmación de que las em-presas no encuentran la mano de obra que necesitan.Las reflexiones circulantes basadas en las demandasespecíficas de especialidades, que hoy el mercado detrabajo no logra resolver satisfactoriamente, pierdende vista la desproporción entre la escasa magnitud delos especialistas solicitados por un lado y los millonesde personas que no tienen un puesto de trabajo ni ofre-cido ni autocreado.

Cuando desde el mundo empresario se dice quefalta tal o cual tipo de mano de obra especializada, laprimera respuesta no debería ser invertir recursos paraformar personas en esas especialidades. La primera re-acción debería ser constatar esa afirmación. Coordi-nando un taller de desarrollo productivo donde parti-

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5 Cuando usamos la palabra“institución” nos estamos refiriendo,en un margen, al resultado de laactividad instituyente de la sociedad,en el sentido que lo utiliza Castoriadisen la obra citada, por lo que en muchoscasos será sinónimo de “instituido”. Enel otro margen estaremos usando laidea de institución como red deprácticas reconocibles, en el sentidoque lo usa Ignacio Lewkowicz:“Nuestro principio historiador deexistencias es laxo pero pródigo. Noantepone requisitos de coherencialógica ni de consistencia ontológica.Algo existe para el discurso si se anotacon su nombre en una red de prácticas.Si hay un nombre y una red deprácticas en que algo funciona, esealgo constituye una institución”, en Lalocura enloquecida, 2004.

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cipaban varios empresarios, se instaló el tema de lasespecialidades faltantes6. Pregunté a uno por uno sipodía describir aquellos puestos de su empresa que nolograban cubrir satisfactoriamente. El resultado fueque ninguna de las empresas allí presentes sufría esasituación, pero “sabían por otros” que había empresasque no conseguían los trabajadores necesarios.

La segunda pregunta debería ser: ¿por qué no seconsigue contratar a esos trabajadores? No necesaria-mente es que no existe esa calificación. Se trata de in-dagar cuánto se paga por ese trabajo, qué relación esta-blece con otras oportunidades de ingresos que tienenlas personas que poseen esa calificación, en qué condi-ciones culturales se prestan esos servicios y cuáles sonlas condiciones demandadas ahora por las empresas.

Vamos a tomar cuatro casos para ejemplificar eltema, que son otras tantas formas de entrar y salir deeste primer paso de la danza:

Año 2005: una empresaria de la construcciónnos informa que no consigue yeseros. Le preguntocómo se las arregló habitualmente para realizar esostrabajos y me cuenta que ella tenía un excelenteequipo de yeseros, pero ahora que los había vuelto aconvocar “no querían trabajar”. La realidad es que esaempresa había atravesado una serie de altibajos, habi-tuales en ese mercado, y en los momentos en que eltrabajo disminuía, los yeseros, claro, eran desvincula-dos. Luego de una serie de desvinculaciones consecu-tivas la mayoría de ellos consiguió otros trabajos. Al-gunos en diferentes empresas y varios como vende-dores ambulantes. La convocatoria no era atractiva ypor ello las personas privilegiaban otros trabajos másprevisibles. De hecho, desde su perspectiva, en casode responder positivamente a la empresa solo inicia-ban un nuevo ciclo de empleo-desempleo.

Año 2002: un empresario del rubro de manteni-miento industrial indica que “no hay” matriceros. Este

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6 Juntos y Organizados. Sociedad Ruralde Tucumán. 2010.

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es un oficio efectivamente diezmado por los largosaños de importaciones sin barreras que destruyó granparte de la industria nacional. Como su empresa pres-taba servicios en un parque industrial, hicimos una in-vestigación sobre el volumen de la demanda de ma-triceros en dicho ámbito. En verdad, era la única em-presa de las que necesitaban operarios con esaespecialidad que carecía de ella. La política de la em-presa consistió durante muchos años en la importaciónde piezas de repuesto, lo que la llevó a no desarrollaruna capacidad de matricería propia, salvo para de-mandas muy simples. La modificación de la situacióncambiaria hacía conveniente comenzar a fabricar y,ante esa oportunidad de beneficios, resultaba que “nohabía mano de obra”. La verdad es que en poco tiempoconseguimos la persona que la empresa necesitaba:ésta indicó que solo trabajaría de lunes a jueves porquede viernes a domingo se dedicaba a sus nietos, y quedebían buscarlo en auto en su casa y llevarlo nueva-mente a su domicilio al finalizar la jornada de trabajo.¡Eso es funcionamiento del mercado!

Año 2006: una cámara de empresas de la cons-trucción solicita se forme a oficiales albañiles ya que lademanda de trabajo supera en mucho la oferta de esaespecialidad. Consultados al respecto, indicamos que,de acuerdo a estudios realizados recientemente, en esemercado no faltaba tal tipo de mano de obra. ¿Los em-presarios eran unos mentirosos? No, solo que no con-seguían contratar a precio de convenio. ¿Por qué?: esosprecios eran tan bajos que cualquier albañil experi-mentado obtenía el mismo ingreso haciendo dos o trespequeños trabajos por mes que trabajando de lunes asábado para la empresa. En un convenio entre el Es-tado y la UOCRA7 se formaron seiscientos jóvenes enesas actividades y se le entregó a las empresas deman-dantes los listados con las personas capacitadas. A unaño de esa experiencia, las empresas habían contratadosolo a nueve personas de esas seiscientas.

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7 Unión Obrera de la Construcción de laRepública Argentina, sindicato queagrupa a los trabajadores el sector.

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Año 2009: en una zona rural se detecta la nece-sidad de algunos tractoristas ya que, en los momentosde cosecha, éstos eran insuficientes. El carácter esta-cional de la demanda hace pensar en la convenienciade formar personas que habitualmente desarrollanotras tareas en esa zona agrícola. Hecho un releva-miento entre los agricultores del lugar, con 6 ó 7 trac-toristas adicionales se cubrían bien las necesidades yera relativamente sencillo proponer a los candidatos.Justamente, en ese momento estaban disponibles cur-sos dictados por el Ministerio de Trabajo que podíanincluir formación de tractoristas, pero… no se pudohacer. El formato de trabajo establecía taxativamenteque no se habilitarían cursos para menos de veinte per-sonas. Ese es el paso de baile, todo lo que choque conla figura será desestimado.

Para discernir sobre esas situaciones es necesarioun correcto diagnóstico. De otra manera, nunca sabre-mos si se están generando nuevas oportunidades de tra-bajo, o solo se están precarizando puestos que podríanser cubiertos por mano de obra calificada existente.

Una generación más moderna de acciones se haconcentrado en mejorar los procesos de intermedia-ción laboral. Redes de Oficinas de Empleo tratan dedetectar necesidades de formación y el acceso a pues-tos disponibles. El capital simbólico necesario paracircular en estas redes no es pequeño, por lo que suacción se hace más efectiva en segmentos de desocu-pados con cierto nivel de escolaridad e inserción pre-via. No llegan a tocar el núcleo duro de la desocupa-ción y, en general, arrastran muchas de las ideas má-gicas que circulan en el mundo de los programassociales relacionados con el trabajo.

También se corre permanentemente el riesgo deestar afectando puestos de trabajo de mayor calidad ysu sustitución por otros más precarios. Un Secretariode Seccional de la UOM8 me confiaba: “En la UOMel precio mínimo de la hora es de $ 8, nadie trabaja

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8 Unión Obrera Metalúrgica, sindicatoque agrupa a los trabajadores de esaespecialidad.

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menos de 200 horas, nadie gana menos de $ 1.600”.Pero un programa de “fomento” del empleo denomi-nado Jóvenes por Más y Mejor Trabajo9 ofrece a losempresarios aprendices por valor de 500 pesos men-suales, de los cuales 375 paga el Estado. Mucha ten-tación ¿no?

Pero puede ocurrir que, una vez dominado esteprimer paso, siga sin llover para esa persona. Dominael baile pero le falta actitud: allá vamos.

Segundo paso: la actitud proactivaEn América Latina millones de personas han pasadolargos períodos sumidos en el desempleo o desempe-ñando trabajos precarios. Eso hace creer que esas per-sonas no han podido construir la actitud necesaria parapostularse a un empleo o no cuentan con la disciplinapersonal para desarrollar una actividad por cuenta pro-pia. Como se ve, es más de lo mismo: otra vez la culpala tienen las personas que sufren la falta de trabajo.

Pero esta lamentablemente extendida creenciaes la que define el segundo paso de la danza de la llu-via. Usted deberá, con gracia y donaire, impulsar te-diosos talleres donde se le explique a las personas“qué se espera de ellos” en el mundo del trabajo. Estono será muy original, claro, aunque sí un tanto con-tradictorio. Se les pedirá creatividad para resolver pro-blemas y obediencia a las normas internas estableci-das; control de su personalidad y agresividad para des-truir a otros en el mercado; compromiso con laempresa y comprensión de que la empresa no puedehacerse cargo “de todo”; observancia estricta de la leysalvo en los casos de seguridad industrial, defensa delmedioambiente, pago de impuestos, cumplimiento delas leyes del trabajo y otras minucias. En fin, la pro-actividad es hacer en el momento justo, justo lo que elpatrón, jefe o supervisor crea que hay que hacer en esemomento.

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9 Desarrollado por el Ministerio deTrabajo y Seguridad Social de laArgentina

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Usted puede empezar este segundo paso sin exi-girle mucho al físico. Basta con enseñar a hacer un cu-rriculum vitae y ya se estará moviendo en la direccióncorrecta. Cuando el aprendiz esté acostumbrado a esafigura, se podrá agregar intensidad modelando el des-empeño que deberá tener en una entrevista de trabajo.Así, sucesivamente, se podrá ir agregando fantasía:trabajo en equipo, solución de conflictos, relación conla autoridad, capacidad de liderazgo.

Pena que dance para nadie o, en el mejor de loscasos, para desplazar a otros danzantes menos afortu-nados en el proceso de selección para el único puestode trabajo que estaba disponible10. No hay una coreo-grafía que lo incluya de acuerdo a sus condiciones: elbaile es ajeno y se necesita tarjeta de invitación. Siusted no cree en todo eso, corte camino. Enséñele aresolver test psicológicos y a hacerse amigo del jefe derecursos humanos. No suena tan bello pero suele sermuy efectivo a la hora de despeñar a otros bailarinespor las escaleras.

Hace pocos años conocimos un programa de em-pleo en Uruguay denominado “Uruguay Trabaja” yluego “Trabajo por Uruguay”. Éste representaba unaversión más humana de este segundo paso. Consistíaen incorporar a las personas desocupadas a un programade empleo estatal durante seis meses donde gozaban detodas las protecciones de la ley, incluidos servicios mé-dicos. Estos grupos de personas, durante esos meses,hacían trabajos necesarios en distintos lugares públicosde su comunidad y… se arreglaban la dentadura11.

De más está decir que los logros obtenidos eraninmensamente superiores a cualquier diseño teóricode enseñar cómo es “el trabajo”, suponiendo que al-guno de ellos no lo supiera. Pero al finalizar el períododel programa venía el trago amargo. Éste consistía enque esas personas volvían a quedar desempleadas y aperder sus coberturas sociales, pero no alcanzaba coneso: debían escuchar la lectura de una carta firmada

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10 “Los consejos ofrecidos a títuloindividual a los desocupados en losorganismos especializados les indicancómo ganar un puesto milagrosamentedisponible, lo cual significa que otro nolo obtendrá. Se les aconseja sobre lasmejores artimañas para hacersepreferir, hacerse elegir en lugar deotro”. El horror económico. VivianeForrester. Agrega Félix Bombarolo queeste es el adiestramiento para“competir” con otros, el “sálvese quienpueda”, el “tú puedes”…

11 Era notoria la diferencia entre losparticipantes del programa y susfamiliares. Mientras estos últimosocultaban los pocos dientes quequedaban en su boca, aquéllosmostraban orgullosos su nuevadentadura. La capacidad de nuestrospueblos para sobrevivir(nos) no tieneigual.

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por una ministra que terminaba afirmando más omenos lo siguiente: “Después de realizar esta expe-riencia, su futuro depende de usted, porque se acabó elUruguay del ‘no se puede’ ”.

Las personas, para evitar el sufrimiento de laculpa, podemos hacer cualquier cosa. En este caso,responsabilizar de su situación de postergación sociala los postergados. Yo le enseñé el paso con esmero du-rante seis meses y si usted no logra que llueva, ya noes mi problema.

Un buen manejo de la actitud también agota rá-pidamente la vida útil del bailarín. Así lo certificancentenares de jóvenes profesionales captados por lasgrandes organizaciones a través de programas de Jó-venes Profesionales o directamente contratados paraocupar lugares subalternos en las distintas gerenciasde la empresa. Mientras estos jóvenes roban el tiempoa su descanso y a su familia para entregarlo a su con-tratante, otros jóvenes se están formando acelerada-mente para reemplazarlo; son los que –como él antes–pueden subvencionar su desocupación. En pocos años,ese profesional que trabajó promedio 12 horas diariaspara la empresa ha quedado obsoleto: no tuvo tiempopara actualizarse, para leer, para hacer nuevos cursos;un nuevo “joven exitoso, talentoso y pujante”, con ex-celente actitud, tomará su lugar.

Claro que no estamos diciendo que no tenganimportancia los conocimientos, las habilidades y el do-minio de los códigos. Sería como decir que no es buenoun analgésico para el dolor de cabeza. Lo que estamosdiciendo es que el analgésico no cura el cáncer.

Los microemprendimientos: usted ya es un bailarínPero pudiera ocurrir que, aun realizando el paso unocon solvencia y el dos con gracia, la persona no lo-grara un lugar en el escenario del trabajo. ¿Qué hacerentonces? A no desesperar: el trabajo por cuenta pro-

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pia, donde uno decide dónde y qué bailar, resultaráuna estrategia infalible. Claro que el entrenamientoaquí ya se complica: mercado, costos, actitud em-prendedora, planificación, control, competencia…,todos serán como piecitos dibujados en el piso del em-prendedor y éste deberá aprender a desplazarse porellos sin cometer una sola falla. Una cosa es bailardonde uno quiere, otra cosa es caerse de narices en lamitad de la pieza.

En ese sentido, otra de las acciones destinadas apersonas sin trabajo consiste en “desarrollar su espírituemprendedor” porque, de esa manera, se incorporaránal mercado de trabajo como oferentes de productos oservicios. Algunas corrientes imaginaban que estasunidades pequeñas, insertas en la lógica de la terceri-zación del trabajo por parte de las unidades más gran-des, proveerían bienes y servicios a éstas. La creaciónde micro y pequeñas empresas en el contexto de la pri-vatización de YPF12 constituye un ejemplo de estaorientación. Otros enfoques solo consideraban que lacreación de una oferta de servicios dirigida a un mer-cado indeterminado iba a producir inclusión y gene-ración de valor. Mientras la lógica del primer modelose agotó rápidamente en el contexto del desgaste delos puestos de trabajo generado por la incorporaciónde tecnología, casi nunca disponible para esas mi-niempresas; lo que la lógica del segundo enfoquenunca explicó es a qué mercado podrían concurrir esosoferentes, ni atendiendo a qué franjas de consumo des-arrollarían sus microemprendimientos.

Pocos actores sociales detentan el poder econó-mico y de decisión, y la mayoría de la sociedad so-brevive en los intersticios de trabajos que aún no hanpodido ser eliminados. El modelo ideal sería el mo-delo “soja”, casi sin trabajadores. Una tierra, una se-milla, unos químicos, unas máquinas, permiten con laparticipación de poquísimas personas obtener unarenta elevada. Porque, cuando se habla de aumentar la

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12 Yacimientos Petrolíferos Fiscales,empresa estatal argentina deprospección y extracción de petróleo yelaboración de derivados, privatizadadurante los años 90.

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eficiencia, de mejorar la estructura de costos, de ha-cerse competitivo a nivel internacional, se habla enverdad de utilizar menos mano de obra, o más barata.

Con este resultado de la evolución social pro-ducido en las últimas décadas, asociar estrategias deinserción productiva al estímulo del carácter empren-dedor equivale a decirle a millones de personas: “el98 % de los recursos ya tiene dueño, con el 2 % res-tante todos ustedes deben organizar su vida”. La únicamanera ética de asociar desarrollo con capacidad em-prendedora estará vinculada a una profunda redistri-bución progresiva de la tierra, la tecnología y el di-nero. En cualquier otro contexto dicho discurso cons-tituye una variante de la ideología neoliberal vigenteen los años 90, o, más propiamente, gatopardismo13.

Pero si usted ya domina los pasos uno, dos ytres, no se detenga: los estudios superiores lo esperan.

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13 “Gatopardismo” es una expresiónderivada del refrán que dice “De noche,todos los gatos son pardos”, que hacealusión a la imposibilidad de distinguir,en ciertas situaciones, un gato de otro.En política, expresión usada paraindicar que no es fácil diferenciar unaintención de otra distinta.

Las distintas versiones de la danza de la lluvia

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Capítulo 6

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile Educación y trabajo han estado ligados desde hacemuchas décadas, tanto en términos reales como ima-ginarios, y dicha relación era consistente en socieda-des de pleno empleo. Una demanda sostenida de tra-bajadores hacía del aprendizaje de profesiones y ofi-cios una vía segura no solo de inclusión sino tambiénde ascenso social para las personas.

El fracaso creciente de las estrategias formati-vas como facilitadoras del acceso al trabajo no hacemella en esta institución tan antigua. Ella tiene supoder y sus secretos. Ese bailarín fracasado, cuandocaiga en sus manos, va a aprender cómo se hace tro-nar y caer rayos con el poderoso meneo de sus cade-ras. Quizás, lo que se dice agua, no abunde: pero un tí-tulo es un título; y si no lo cree, pregunte a todos losque no tienen uno y verá cómo su vida es mucho másdifícil. “La desocupación afecta en especial a los queno han terminado estudios primarios y etc., etc., etc.”.

La gradual desaparición de la economía domés-tica o de autoconsumo y el crecimiento de la economíade mercado, impulsó fuertemente el aprendizaje deoficios. Significó un hito en la liberación social de mi-llones de personas, especialmente mujeres y jóvenes,que de esa manera pudieron ampliar su capacidad deelección y no seguir forzosamente los mandatos de latradición familiar.

Pero la evolución de ese proceso se ha visto in-terferido por el desarrollo que siguieron nuestras so-ciedades a partir de la forma en que se generalizó la in-corporación de tecnología orientada a la producciónde ganancias. Se ha roto la relación entre el creci-miento de la producción y el crecimiento del empleo.

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Un trabajo humano cada vez más productivo hizo quela demanda de trabajadores fuera mermando hasta laactualidad, donde el empleo constituye una oportuni-dad de inserción social solo para una parte –variable–de los integrantes de la sociedad.

La desaparición de las sociedades de pleno em-pleo ha afectado desde la base el valor de la educacióncomo práctica social, como así también la formaciónprofesional y, más en general, la capacitación para eltrabajo. Antes, estas acciones educativas adquirían efi-cacia en tanto se relacionaban con demandas reales delmercado de trabajo. Ahora que la demanda de mano deobra, por lo general, o no existe o es muy limitada, laeducación lucha con su propia sombra. Como nos di-jera una profesora de adultos que trabaja en un barriomuy humilde de Buenos Aires: “Debemos sostenerque la finalización de los estudios primarios es algomuy importante para ellos, pero no por eso sus condi-ciones de vida cambiarán”.

Sin embargo, el discurso normalizado sigue ha-blando de educar para que las personas puedan conse-guir empleo. Ha quedado atrás, esperamos, la ilusiónnoventista de que los excluidos de América Latina seiban a insertar en el mercado como microemprende-dores. La imposibilidad de producir y vender para so-ciedades pauperizadas ha estado en la base del fracasode esas estrategias. No ha sido justamente la falta deespíritu de trabajo o de capacidad emprendedora lo queha frustrado esta salida; ha sido más bien el resultadode una distribución regresiva del ingreso que achicó lacapacidad de consumo de grandes poblaciones1.

El final abrupto del paradigma donde lo valiosoera ser un trabajador especializado y con el dinero per-cibido acceder a la esfera del consumo, significa unretroceso de ese proceso liberador que estuvo en labase de las sociedades de pleno empleo. Pero, a dife-rencia de aquellos productores para autoconsumo opara pequeños mercados locales, estos nuevos grupos

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1 Microcrédito: una industria sinclientes. Pauselli, 2002.

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que no son incorporados por el mercado de trabajo notienen bienes de producción –ni aun sencillos–, no tie-nen tierra para pequeñas producciones alimentarias,se ven sometidos a la competencia de los grandes gru-pos económicos y, lo que es más grave, no tienen yalos conocimientos culturales que les permitían soste-nerse en ese círculo de autosuficiencia.

Esta tensión entre el discurso de la educación y larealidad de la falta de demanda de trabajadores es unode los terrenos donde se expresa con crudeza la tensiónentre la actividad instituyente de las sociedades y la re-sistencia de lo instituido2. Es probable que la falta deopciones de las sociedades actuales para incorporar a latotalidad de sus miembros a procesos productivos y, deesta manera, garantizar su inclusión social, esté en labase de esta resistencia a aceptar que aun la formaciónprofesional tiene un bajo impacto en la inserción pro-ductiva de las personas. Pero, aplicado a cualquier pro-yecto de capacitación para el trabajo que hace segui-miento de sus egresados, esto es una evidencia.

Esta compleja situación se agrava cuando vemoslas prácticas de la educación de adultos, concebidacasi enteramente como una práctica remedial queapunta a compensar las fallas del sistema educativoque considera al niño en la escuela primaria, al ado-lescente en la escuela media y al joven adulto en launiversidad. Todos los caídos de ese “tren de la edu-cación” deben ser recogidos por la educación de adul-tos. Las necesidades educativas de los adultos que hancompletado con éxito esos tramos educativos y cuyaexpectativa de vida se extiende en un mundo cam-biante, parecen no tener existencia en las estrategiaseducativas actuales.

Instrucción y acceso al trabajoComo el fracaso en la trayectoria educativa vieneacompañado, en casi todos los casos, por condiciones

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2 Sobre este tema se puede consultar laobra de Cornelius Castoriadis, Lainstitución imaginaria de la sociedad.

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socioeconómicas de base, dicha educación terminasiendo una educación para pobres. Mientras el quepuede financiar su propia desocupación accede a ca-rreras –en general en el sector privado o posgrados delsector público también pagos–, que le parece puedenmejorar su posibilidad de acceder a un trabajo, aquélque no reúne esas condiciones es un sujeto deseablepara al enseñanza pública en esta materia. El mandatodice que si aprende un oficio o algunas competenciaslaborales tendrá posibilidades de insertarse en un em-pleo, desconociendo las altas tasas de desocupaciónentre los mismos egresados de las escuelas técnicas ode las propias universidades e institutos terciarios3.

Que la desocupación acompañe casi simétrica-mente los niveles de escolaridad alcanzados no debellamarnos a engaño. Evaluemos la siguiente afirma-ción: “En el año 2004, la población joven entre 15 y 29años en la Argentina ascendía al 26,8% de la poblacióntotal del país, totalizando 9.789.629 personas. La infor-mación censal existente nos demuestra que es el segmentode edad con mayores dificultades relativas para insertarselaboralmente, problema que se agudiza cuando no se al-canzan los niveles de escolaridad requeridos”4.

Esta frase está tomada al azar y se puede en-contrar en muchísimos documentos, tanto de organis-mos internacionales como locales, que fundamentanpolíticas de mejora social. A primera vista nos estápresentando una verdad incontestable; cualquiera quehaya revisado estadísticas al respecto sabe que, efec-tivamente, entre la población desocupada predominanlos que tienen menores niveles de escolaridad.

Ahora, veamos un poco más en detalle: elmismo texto podría terminar con la expresión “pro-blema que se agudiza cuando no se cuenta con aguapotable”, o “problema que se agudiza cuando se ha su-frido o se sufre desnutrición”, o “problema que se agu-diza cuando se vive en barrios de menores ingresos”,o “problema que se agudiza cuando se vive en condi-

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3 El concepto de desocupación queestamos utilizando incluye los índicespropiamente de desocupación más lasubocupación medible. A su vez, nosreferimos también a la imposibilidad deaplicación de conocimientosprofesionales adquiridos, como el delingeniero que atiende un drugstore o elyesero que se dedica a la ventaambulante. Veremos que esta últimanoción tiene importancia para analizarla promesa actual de la educación parael trabajo.

4 Análisis realizado en el marco de lacooperación de la Comunidad Europeacon el Ministerio de Educación de laArgentina.

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ciones de hacinamiento”, o “problema que se agudizacuando se muere de enfermedades curables”, o “pro-blema que se agudiza cuando no se tiene cuenta co-rriente en el sistema bancario”, o “problema que seagudiza cuando no se ha viajado a Europa”, y todosesos finales tendrían la misma exactitud estadísticaque el primero mencionado.

Sin embargo, la afirmación citada es el funda-mento de copiosos programas que suponen, sin nin-gún fundamento, que esa preparación le permitirá alos desempleados encontrar trabajo. Por el contrario,no se ha pensado en que proveer de agua potable atoda la población, mejorar su acceso a la salud, ga-rantizar la vivienda digna, tenga algo que ver con eltrabajo. Menos aún se ha pensado en hacerlos viajar aEuropa.

En verdad, la afirmación citada contiene unenorme, monstruoso error. Con toda su apariencia deinocencia y de verdad está expresando una mentira ma-yúscula. ¿Por qué mayúscula? Porque no solo la reali-dad no es aproximadamente así, sino que es exacta-mente al revés. La población que no ha alcanzado ma-yores niveles de escolaridad ha sido porque ellos o suspadres no han tenido trabajo. La falta de trabajo es lamisma causa por la que no tienen agua potable, vi-vienda digna, acceso a la salud ni cuenta bancaria.

Se puede decir en defensa de esa frase que, entodo caso, está expresando la verdad de un resultado.Pero no es esa la conclusión que se desprende de esetipo de expresiones. Las afirmaciones como las men-cionadas no se orientan a indicar consecuencias sinocausas. Lo que vienen a decir es que, ¡oh!, descubiertoel origen del problema –en este caso el bajo nivel deescolaridad– solo hay que poner manos a la obra: aeducar se ha dicho. No hay ningún problema en el sis-tema, todo funciona bien, solo hay que ayudar a losretrasados a encontrar el paso.

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Si hasta ahora la formación impartida no dio re-sultado es porque ha sido parte de acciones dispersas,programas focalizados, ONGs sedientas de ingresos.Ahora que la persona ha llegado hasta aquí ya está ennuestras manos, que son las manos de la redención,clavadas a la idea de que la verdad es evidente y todolo puede. Y, claro, si se trata de la verdad, qué mejorlugar que venir a la escuela. Muera el postmodernismoque duda de nuestra capacidad de verdad.

De esta manera se realimentan, de la maneramás nefasta, la ilusión social de que las personas noencuentran trabajo por su baja instrucción con la ne-cesidad de autovalidación de las prácticas educativasinstitucionalizadas, cada vez más ineficaces.

La educación para el trabajo y la demanda socialMientras los equipos educativos siguen pensando porqué sus diseños técnicos no impactan en el acceso delas personas a puestos de trabajo, la sociedad reviertesobre la educación una fuerte demanda en orden a sucolaboración con la preparación de las personas –jó-venes en especial– para el trabajo. Creemos que estademanda tiene dos componentes que es necesario di-ferenciar, ya que tanto su lógica como su posibilidadde satisfacción son realmente diversas.

Por un lado, se reclama a la educación que ac-tualice sus curricula con el fin de que los jóvenes ad-quieran conocimientos y habilidades que les sean úti-les al momento de incorporarse al mundo del trabajo.Ese requerimiento parece estar orientado principal-mente hacia el nivel medio de la enseñanza, y coin-cide con las preocupaciones de muchas personas quetrabajan en el sector educativo y dan cuenta de las di-ficultades que tienen también estas instituciones enadaptarse a los cambios que los procesos del trabajohan sufrido en las últimas décadas.

Mientras la enseñanza técnica ha logrado man-

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tener cierto vínculo con las demandas productivas,otras ramas de la enseñanza probablemente tienen aúnmás dificultades en definir el perfil deseable de susegresados. Segmentos educativos que en teoría debe-rían adaptarse mejor al cambio, como los denomina-dos “no formales”, parecen tener más retraso aún: pe-luquería, prácticas de escritorio y corte y confeccióntienen poco que ver con estética integral, computacióno industria textil.

Si a esto sumamos las condiciones reales de losformadores, tanto en lo que hace a las limitaciones desu preparación profesional como a sus condiciones detrabajo, estamos ante un nudo de problemas que efec-tivamente hay que desatar para favorecer la inclusiónproductiva.

Sin embargo, es en este terreno donde las posi-bilidades de mejora parecen más inmediatas. Lo que lasociedad no quiere ver es que la falta de trabajo no escausada por una formación inadecuada –aunque éstapueda ser mejorada–, sino por un funcionamiento sis-témico del modelo.

El segundo aspecto comprendido en la demandaque se realiza al sector educativo tiene ya que ver conlo actitudinal y es mucho más difícil de resolver. Losjóvenes egresados, en este caso tanto del nivel mediocomo del terciario o universitario, no cuentan con laactitud “proactiva”, “independiente”, “responsable” y“flexible” que demanda el mercado de trabajo. No lo-gran relacionarse adecuadamente con otras personasque les permitirían acceder a trabajos, o les cuestaadaptarse a ámbitos de trabajo. No tienen el lenguajeni la práctica adecuados para insertarse en el mundodel trabajo.

Sin desconocer lo que las escuelas y universi-dades pueden hacer en estos aspectos, esta demandaen muchos casos transfiere a la educación responsa-bilidades de socialización que tradicionalmente se re-

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solvieron en el mundo del trabajo. Efectivamente, asícomo la familia se encargaba –y en gran medida se en-carga aún– de la llamada “socialización primaria” dela persona, la escuela proveía la llamada “socializa-ción secundaria”. Pero había una fase posterior deaprendizaje, indispensable para ingresar al mundoadulto, que era la socialización producida en el mundodel trabajo. Desde el joven que “no quería estudiar” yentonces se incorporaba a algún trabajo que en mu-chos casos otorgaba una especialización u oficio enpocos años; pasando por el egresado de la escuelamedia –especialmente las que brindaban formacióntécnica– que empezaba a hacer sus armas en algunaempresa, oficina o comercio, o se sumaba a las res-ponsabilidades del negocio familiar; y terminando conel profesional universitario que, como todos saben enel ámbito del trabajo, cuando llega con su título de re-cién recibido “no sabe nada”; todos esos jóvenes em-pezaban el proceso de “adaptación al trabajo”, que eraen realidad un proceso central en su adaptación almundo adulto.

El desarrollo de habilidades relacionales, laconstrucción de conductas concretas de responsabili-dad asociada a metas, el establecimiento y el manejode relaciones múltiples de autoridad –distintas a la pa-ternal y la profesoral–, el desarrollo de habilidades denegociación y muchas otras aptitudes se construían oconsolidaban en el mundo del trabajo. El mundo deltrabajo ha perdido esa capacidad, no solo para los des-ocupados, sino también para los millones de personasque se encuentran en una ocupación precaria. Aun lostrabajadores de “cuello azul, de cuello blanco y decuello de silicio”5 han comenzado a alternar su perte-nencia a organizaciones de gran poder socializadorcon períodos importantes de inactividad profesional.

Mucho más grave, entonces, es esta situaciónpara los jóvenes. Con escasas posibilidades de accedera un trabajo ahora llamado “tradicional” o “formal”,

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5 ¿Se acuerdan de Rifkin? Ese mismo,clasifica así a los trabajadoresnorteamericanos en su libro yamencionado El fin del trabajo. Poraquellas tierras llaman “de cuello azul”a los trabajadores manuales, “de cuelloblanco” a los que trabajan en oficinas y“de silicio” a los trabajadores delconocimiento.

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van creciendo en edad y carecen de ciertas habilidadessociales que exhibirían si hubieran tenido la oportuni-dad de insertarse en el mundo del trabajo. Revertir esademanda sobre la educación es como pedirle que pro-duzca jóvenes que tengan una experiencia de vidacomo si hubieran vivido. Parece mucho ¿no?

Este tipo de demanda expresa, ante la desarticu-lación de los mecanismos que sostenían la vida socialtradicionalmente, el deseo de que alguien se haga cargode remediar el desastre. No incluye ni el análisis de lascausas por las que esa manera de vida ha llegado a sufin, ni las reales posibilidades de las instituciones de-rivadas de ese modelo para hacerse cargo de los cam-bios. Así, las escuelas son crecientemente un recursopara paliar la crisis alimentaria, garantizando a sus asis-tentes el “vaso de leche” o instalando directamente co-medores para sus asistentes; también se cuenta conellas para aplicar distintos tipos de planes sanitarios,especialmente con la niñez, y así de seguido.

Mientras tanto, estas ilusiones son reforzadasdesde el mensaje del poder. Muchos planteos genero-sos creen que la educación todo lo puede y solo setrata de aumentar sus recursos. Otros, más mezquinose irresponsables, culpan de la situación “a los maes-tros”, quienes no cumplirían adecuadamente con susfunciones profesionales. Mientras tanto, éstos expo-nen diariamente su salud psíquica y física para en-frentarse a sus educandos y su entorno social, que re-sultaron totalmente distintos de aquello para lo quefueron preparados en los institutos académicos.

Si la escuela puede dar de comer, puede vacunar,puede prevenir, puede formar adultos antes de ingre-sar al mundo adulto, sería una buena idea disolver elEstado y toda otra organización social y transformar lasociedad en una gran escuela. Aunque, claro, empeza-ría la pelea por quién es el Director... ¿No hay una teo-ría sobre el origen divino del poder de los directores?

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¿Cómo educar a la educación?¿Cómo hacer evolucionar el concepto de educaciónpara el trabajo en un modelo que suprime el trabajosocialmente codificado? Esto tiene por lo menos dosrespuestas: la primera, educando ciudadanos que com-prendan qué políticas y qué prácticas sociales supri-men el trabajo y cuáles lo alientan. La segunda, apro-vechando los recursos disponibles en la educación–docentes, instalaciones, saberes, tradiciones– que soninmensos y están en gran parte desperdiciados porquemiran hacia una sociedad que ya no existe.

El primer eslabón de la educación para el tra-bajo es la educación política de las personas, en el sen-tido más griego de la palabra política: lo que tiene quever con la vida en común. Las personas accederán altrabajo, en especial las personas humildes, solo si lo-gran revertir el dominio social de los grupos concen-trados de poder que obtienen sus ganancias elimi-nando el trabajo humano.

Si las personas que participan durante meses yaños en diversos procesos formativos institucionali-zados no logran identificar los discursos que, hablandodel trabajo, van en contra del trabajo, todo el procesoeducativo ha sido en vano. No importa que hayaaprendido tal escala de medidas o tal técnica parahacer algo en el mundo; no comprendió qué es lo quele permitirá hacerlo o no. Para hacer la instalacióneléctrica de un edificio saber de electricidad es unacondición necesaria, pero no suficiente. Las condicio-nes en que se contratan esos trabajos6 y, más en gene-ral, la parte de la población que puede tener acceso aviviendas y la seguridad eléctrica requerida para esasconstrucciones, serán los factores que determinarán sisus conocimientos son requeridos o no.

Mientras el mensaje siga siendo que para traba-jar de electricista hay que aprender electricidad, demecánico mecánica y de médico medicina, estamos

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6 Estas condiciones incluyen lasnormas generales –legales– del trabajo,las normas específicas de la actividad,la remuneración, la extensión de lajornada, etc. Por ejemplo, una situaciónes si el mercado está obligado acontratar electricistas matriculados,hacerles los correspondientes aportessociales y previsionales, garantizar unajornada razonable de trabajo. Otrasituación es si el trabajo se encarga aun electricista que factura como“trabajador independiente” y pararealizarlo contrata “en negro” a unoschicos que trabajan 14 horas por díapasando cables e instalando los tomasy llaves correspondientes.

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ante una educación que engaña a sus educandos y quese coloca como una fuerza hostil frente a las necesi-dades de las clases populares. Eso es lo que expresacon crudeza Vivianne Forrester al decir sobre la edu-cación en Francia que “cualquiera sea su valor y ne-cesidad, los docentes y la institución escolar están vin-culados con quienes excluyen y humillan, con quie-nes relegaron a sus padres (y por lo tanto a sus hijos)a callejones sin salida para abandonarlos ahí, encerra-dos fuera de la vida por el resto de sus vidas. Son losdelegados de una nación que generalmente trata a esosalumnos y sus familias –sean ciudadanos o no– comoilotas o parias”7.

No se trata, claro está, de adjudicar este rol a unadecisión voluntaria del trabajador de la educación: enocasiones, éste llega a vivir casi tan marginalmentecomo sus alumnos. Nos estamos refiriendo al sentidoreal de la práctica social que constituye la educacióninstituyendo valores en desuso, mientras que ofrece“esos valores como se le ofrecían a Alicia, en el paísde las maravillas, esos platos suculentos pero fugaces,retirados de la mesa antes de que pudiera probarlos”8.

Los verdaderos valores de esta sociedad no sonlos del trabajo, eso es ya a esta altura una cortina dehumo; los verdaderos valores son los del formato te-levisivo de Gran Hermano: el que logra la libertad sa-liendo de la casa, pierde; el que logra permanecer en-cerrado en ella sobreadaptándose a las necesidades delguión hasta eliminar a todos sus competidores, gana9.

Un maestro –en el sentido más noble que se lepueda atribuir al término– que no haga un ejercicio deempatía con sus educandos poniéndose en su lugar, esun fraude. En ocasiones, algún colega o amigo llamapara avisar que el trabajo está flojo, que cualquieroportunidad le avise. Yo siempre respondo con lamisma broma: “Hacé lo que enseñamos en los tallerespara desocupados”. Y cuando yo mismo tengo pocotrabajo, me pregunto cuáles de las cosas que afirmo

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7 Viviane Forrester. El horroreconómico. 1996. Fondo de CulturaEconómica. Argentina, 2006.

8 Otra vez El horror económico de laForrester. No deje de leerlo.

9 Sobre este tema se puede consultarde César Hazaki: El cuerpo mediático,Editorial Topía, Buenos Aires, 2010.“En la apología del encierro que elformato Gran Hermano repite endiversos programas se puede observarque todos los participantes, actores yespectadores glorifican y se apasionanpor la claustrofilia, ese amor por elencierro que es un paradigma deadaptación social. [...] Requiere yestimula que el espectador tome supapel, que sea un actor de repartoimprescindible de la oferta de los massmedia. No solo tiene que mirar elprograma, sino que debe participar enlos desarrollos y eventos que en lacasa-cárcel ocurran. En el formato Granhermano, para que dicha participaciónsea posible se lo invita, al espectador, apermanecer las 24 horas del díamirando la vida cotidiana de losencerrados; dándose así una situacióninteresante y reveladora: ¡el espectadorde Gran Hermano está tan encerradocomo los participantes de la casa oisla! Para que esta permanencia puedasostenerse, se ilusiona al público conla creencia de que puede torcer elcurso de los acontecimientos”.

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sobre el trabajo tienen sentido y cuáles solo son cre-encias piadosas para no ponernos de frente a la reali-dad de fin de ciclo que tiene nuestra civilización.

El fin de un ciclo siempre es una experienciamuy fuerte, tanto en la historia personal como de gru-pos y organizaciones. Imaginemos el grado de pánicoque nos produce imaginar el fin de un tipo de civili-zación costosamente construida durante cientos deaños, la pérdida de las referencias, la incertidumbreacerca de dónde quedaremos en los nuevos tiempos.

¿Cómo hago yo, como formador, para educarpolíticamente, mientras todos los mecanismos socia-les tienden a ocultar las causas sistémicas de los pro-blemas?10

Bueno, amigo, no estamos diciendo que seafácil. Solo decimos que si usted quiere comer brow-nies necesita chocolate. La educación, para mantenersu deteriorada imagen de veracidad, debería decir másmodestamente que enseña algunas técnicas que, enciertas ocasiones, pueden ser demandadas en el mer-cado de trabajo, aunque eso sea poco probable.

Pero además de esta dimensión política, que esla que realmente puede permitir a las personas mejo-rar sus posibilidades de trabajo, existe una dimensiónpropiamente educativa sobre la que queremos refle-xionar: ¿cómo definimos el trabajo cuando hablamosde educar para el trabajo?, ¿por qué la educación iden-tifica trabajo exclusivamente con actividades que ren-tabilizan al capital?, ¿por qué la educación para el tra-bajo no aborda las dimensiones antropológicas y fi-losóficas del trabajo?, ¿por qué la educación noesclarece sobre los procesos de alienación que losseres humanos sufrimos en el trabajo? En resumen,¿por qué se cuenta una fábula en nombre del saber yde la verdad?

La inexistencia de estos objetivos hace de la edu-cación para el trabajo una preparación calificada para

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10 Claro que ésta no es una tareaindividual. Estamos pensando que nose podrá incluir esta dimensiónimprescindible en la educación para eltrabajo si no comienza a ser tema delas autoridades educativas, de lascomunidades escolares y de lasorganizaciones de los trabajadores dela educación.

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bailar la danza de la lluvia, ignorando la propia expe-riencia de los miles de docentes que deben luchar du-ramente para obtener un mínimo de dignidad en el tra-bajo que ejercen. ¿Por qué imagino que lo que yo ape-nas puedo resolver estando sindicalizado yactualizándome de manera permanente, mi alumno loobtendrá gracias a unos conocimientos técnicos que leimpartiré en un semestre o en dos años? Y además, nose trata de Maya Plisétskaya11: las propias prácticas edu-cativas derrapan con poca gracia por los escenarios so-ciales, es cierto que difíciles, en los que les toca actuar.

Creemos, como ya hemos dicho, que la forma-ción profesional y la capacitación laboral son eficacescuando coinciden con reales demandas del mercadode trabajo. Pero siendo estas demandas escasas tam-bién parece limitado el campo de estas prestacioneseducativas. Y es efectivamente así cuando la únicaaplicación de esos conocimientos se relaciona con laventa de los mismos en el mercado.

La lógica de trabajar para un mercado que nosremunera con dinero, que a su vez nos permite adqui-rir los elementos que necesitamos para nuestro con-sumo, se ha roto y no resulta claro cómo se puede re-componer. Seguir pensando que la educación para eltrabajo solo tiene sentido en tanto habilita para sercontratados en el mercado de trabajo implica una dedos posibilidades: o se está muy mal informado de loque ocurre en el mundo o se acepta, sin decirlo, quedicha formación tiene poca importancia en orden a lainclusión social.

La salida del mundo privado que significó la ge-neralización del empleo se hizo a través de un modeloconstruido históricamente. Así, la sociedad de con-sumo fue una creación harto trabajosa que apuntó acrear las condiciones para que las personas desearanadquirir los muchos productos que generaba la am-pliación de la productividad del trabajo humano. Laopción de que la mayor productividad del trabajo hu-

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11 Legendaria bailarina rusa del balletdel Teatro Bolshoi.

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mano redundara en menor tiempo de trabajo naufragóa manos de la ambición de los fabricantes, quienes en-tendieron que esa mayor oportunidad de producir ob-jetos debía aprovecharse para obtener mayores ga-nancias. El cálculo fue exacto en un sentido, pero pro-dujo como consecuencia el excedente de gran parte delos seres humanos; una parte considerable de éstos de-jaron de ser necesarios como productores.

A su vez, la demanda de trabajadores que esa so-ciedad requirió fue solventada no solo por los Estadossino por las propias empresas. En la Argentina hasta ladécada del 70 y principios de los años 80 muchas em-presas líderes en su rama –FORD, GRAFA, HULY-TEGO, PHILIPS y otras– tenían sus propias escuelastécnicas para garantizarse la provisión de mano deobra especializada. Esas escuelas se fueron cerrandoen la medida que la automatización hacía innecesariala generación de tantos trabajadores calificados. Ac-tualmente la oferta de trabajadores es excedente y secubre con recursos que han podido acceder a esa for-mación a través de la educación técnica pública –to-davía relevante en la Argentina– o a través de la edu-cación privada en los casos de las personas que puedendesarrollar estrategias de inversión en su carrera pro-fesional o subvencionar su propio desempleo.

Ya está dicho que la escasez de empleo no esuna crisis del modelo, es el modelo. En ese contextohay que volver a pensar qué cosas ganamos las perso-nas al poder ampliar nuestras posibilidades de elec-ción a través del acceso al empleo y qué cosas perdi-mos –innecesariamente– en ese mismo proceso. Por-que no parece que sea posible el retorno a la vida deautoconsumo familiar en un mundo interconectado yque ha hecho del respeto a las aspiraciones personalesun valor. Pero, por otro lado, hay que pensar en estra-tegias que permitan la real inclusión social de un nú-mero creciente de personas que no son demandadaspor el mercado de trabajo entendido como empleo.

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12 En La locura enloquecida, IgnacioLeikowicz plantea la idea de que encada sociedad es la exclusión la quedefine los límites de la inclusión.Sugiere que en la sociedad actual,donde se han invisibilizado losmecanismos generadores de exclusión,todos estamos cada vez menosincluidos. Se puede consultar esteartículo en Pensar sin Estado, PAIDOS,Argentina, 2004. 13 No expresamos aquí la idea de“hombre en sociedad” o de “vidasocial” porque es redundante. No hayningún “hombre individual” o “vidahumana individual” que puedaoponerse a aquellos conceptos. Esto

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Lo que está centralmente cuestionado es el pro-pio concepto de trabajo. Dicho concepto está cons-truido culturalmente sobre el par inclusión-exclusión12

que determina, a través de las condiciones de desem-peño de la actividad, qué será considerado socialmentecomo trabajo y qué no, aunque esté constituido por lasmismas operaciones físicas e intelectuales en elmundo.

El trabajo, como actividad social, no puede teneruna definición unívoca. De hecho ha sido consideradode diferentes maneras en lo que de historia tenemoscomo humanidad. Nosotros pensaremos, provisoria-mente, que el trabajo es la actividad práctico-senso-rial que realizamos las personas para proveernos delos medios que necesitamos para sostener nuestravida13. Nuevas dimensiones del concepto de trabajotambién abren nuevas posibilidades para las presta-ciones educativas.

La danza de la lluvia es una danza tradicional,no incluye nuevos pasos ni otros ritmos. El trabajo eslo que hemos conocido como trabajo: una actividadhumana que rentabiliza al capital. No le compliquen lavida a la educación: si van a hablar de otra cosa, pón-ganle otro nombre; una palabra, un objeto del mundo:si no le gusta, nos vemos en marzo14. ¿O no es ese elsueño de todas las épocas? A qué salir, si no, de la ca-verna15; si afuera todo va a estar tan confundido comoadentro…

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implica que lo necesario para sostenernuestra vida es una construccióncultural. “La sociedad misma, así comoproduce al hombre como hombre, esproducida por él. La actividad y el goce,tanto por su contenido cuanto por sugénero de origen, son sociales; sonactividad social y goce social. Laesencia humana de la naturaleza estáallí solo para el hombre social; porquesolo en la sociedad es donde lanaturaleza existe para él como lazo conel hombre, como existencia de élmismo para el otro y del otro para él,así como elemento vital de la realidadhumana; solo allí ella es para él elfundamento de su propia existenciahumana. Solo allí su existencia naturales para él su existencia humana y lanaturaleza se ha convertido para él enel hombre”. Carlos Marx. Manuscritosde 1844.

14 En la Argentina, marzo es el mes enque los estudiantes reprobadosdurante el año anterior deben aprobarnuevos exámenes para pasar de ciclo.

15 Platón, en La República, plantea lallamada “alegoría de la caverna”. Loshombres vivimos mirando el fondo deuna caverna oscura y nos llegan tenuesresplandores desde el exterior; solo elque se anime a dar la vuelta y salir dela caverna podrá –superado elencandilamiento– conocer la verdad.Busquen este pasaje y léanlo, es deuna belleza deslumbrante, como el solque brilla en el exterior de la caverna.Por otra parte, el mismo Platón nodesconocía la opacidad del lenguaje ala hora de conocer y a ello ha dedicadocasi toda su obra. El conocimientocontemporáneo parece haber tomadode esta alegoría solo la idea de que,cuando las cosas son complicadas,mejor es mirar para otro lado.

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Capítulo 7

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas1

Amigo: si usted ha adquirido conocimientos y habili-dades, tiene actitud, sabe desempeñarse por su cuentay ha terminado los niveles educativos necesarios paraobtener el título correspondiente, y aun así no lograobtener un trabajo decente, le decimos dos cosas: pri-mera, usted es un pata dura; segunda, no está todoperdido, usted puede incorporarse a la economía so-cial. Mire, la economía social hace llover hasta en losdesiertos dejados por el capital.

Aquí vamos a vernos ante las mismas dificulta-des que encontramos al considerar la falsa promesa dela educación: tendremos que criticar prácticas socialesplenas de valores deseables pero que, en el actual con-texto civilizatorio, se transforman en propuestas má-gicas que invitan a las personas a esperar “que llueva”,a esperar que “aparezca” el trabajo, mientras todo elsistema se empeña en eliminarlo cotidianamente.

Tenemos que aclarar algunos términos parapoder entendernos adecuadamente. En primer lugar,ponernos de acuerdo en qué sentido vamos a hablarde “economía social”. Todos sabemos que la econo-mía es social ya que es el resultado de una serie de ac-ciones que realizamos las personas que vivimos en so-ciedad2. Podemos entender, como dicen algunos auto-res, que cuando hablamos de economía social nosestamos refiriendo a una economía solidaria. Creo quees una buena manera de entenderlo. Toda la economíaes social, pero mientras la mayoría de la actividad eco-nómica se orientaría solo a obtener ganancias más alláde cómo les vaya a las personas, algunos proyectostambién piensan en los efectos sociales que las activi-dades económicas tienen. Recuerden ustedes este sen-

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1 Alguna de estas ideas fueronpresentadas en el artículo Trabajo,empleo y proyectos comunitarios, o lossospechosos de siempre. Pauselli,2003.

2 “Por supuesto que toda economía essocial y que toda sociedad tiene sumanera de organizar la obtención ydistribución de bienes para la provisiónde sus necesidades. Ahora bien, todaeconomía es social pero el mercado nocrea sociedad. Desde el nacimiento dela moderna economía se la denominóeconomía política (Smith, Ricardo,entre otros), pensando que la políticareglaba las relaciones de los hombresconviviendo en una sociedad y laeconomía era una parte de la misma.Pero con el transcurso del tiempo sefue escamoteando la obvia incrustacióndel mercado en una sociedad y se nostrató de formar en la idea de que lasrelaciones de competencia y no las decolaboración, eran las ‘normales’ y‘permanentes’ entre los sereshumanos, priorizando objetivosindividuales sobre los colectivos,lógica que se trasladó a la esferapública”. Roberto Roitman, economistaargentino, en diario Los Andes,Mendoza, 14-10-2010.

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tido del término “economía social”, como economíasolidaria3. Porque luego veremos que hay otro sentidoque acompaña al término “economía social”, que esbien distinto y tiene otras implicancias.

Lo desafortunado de la denominación de “eco-nomía social” para designar actividades que intentanresaltar la solidaridad entre las personas frente al ego-ísmo que propone el capitalismo no es solo el oculta-miento de que toda la economía es social, en tanto esel resultado de las acciones de las personas que vivenen sociedad. Lo más dañino de esta caracterización esque deja a la economía capitalista en el lugar de la“economía natural”, aquélla que se regiría por leyeseternas e inmutables de la competencia en la lucha porla vida.

A su vez, esta idea de “economía social” incluyeprácticas en verdad diversas: desde la economía soli-daria, la economía popular, la economía del trabajo,la economía cooperativa, y otras denominaciones4 queintentan diferenciar estas prácticas de aquéllas que serealizan bajo un esquema clásico de mercado5.

Habitualmente, las iniciativas generadas bajo elnombre de “economía social” están orientadas a la cre-ación de trabajo e ingresos para personas que se en-cuentran desplazadas del mercado de trabajo formal.Consideramos en esta categoría desde el microem-prendedor o el grupo familiar que desarrollan una ac-tividad económica de subsistencia –en ciertos contex-tos denominada “autoempleo”–, hasta grupos comu-nitarios que encaran proyectos económicos ytrabajadores que intentan reactivar sus antiguas fuen-tes de trabajo.

Estos proyectos son, efectivamente, muy diver-sos. Los proyectos individuales o familiares se dife-rencian de los proyectos de grupo. Estos últimos de-sarrollan en general una serie de valores y prácticasasociativas que son parte constitutiva de sus posibili-

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3 “La propuesta de la economía socialno es la de ampliar la economíapopular, porque la economía popular esparte de la economía capitalista, sinosuperarla. Desarrollar su potencial paraconstituirse en una economía solidaria,en una economía del trabajo–trabajadores libremente asociados yco-responsables por la vida de losotros trabajadores y de la vida engeneral. Debemos asumir que unsistema económico puede ser unproceso socialmente consciente deconstrucción”. José Luis Coraggio,Pensar desde la perspectiva de laeconomía social, 2010, en EconomíaSocial y Agricultura Familiar, EdicionesINTA. Señalaremos en este capítulo quelas iniciativas denominadas de“economía social” raras veces cumplencon esta orientación que tan bienexpresa Coraggio, sobre todo la de lalibre asociación de los trabajadores.

4 Estas denominaciones se refieren aenfoques que tienen diferencias entresí, aunque no nos detendremos en suanálisis. Sobre el particular puedenconsultarse con provecho diversosartículos de José Luis Coraggio: LaEconomía Social como vía para eldesarrollo social, en De la emergencia ala estrategia. Más allá del “alivio a lapobreza”, Espacio Editorial, BuenosAires, 2004.

5 En verdad, la idea del “clasicismo” delmercado incluye varios contenidos,algunos comprobables y otrosmágicos. Muchas veces denotacreencias generalizadas sobre este tipode organización económica, difíciles deencontrar luego en alguna formaciónhistórica determinada. Pero a losefectos de estas líneas entenderemoscomo “proyectos de economía demercado” aquellos cuyo único objetivo

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dades de realización. Los primeros, en cambio, no in-cluyen necesariamente la construcción de vínculos in-tersubjetivos diferentes a los habituales en el mercadoy, en muchas oportunidades, solo reproducen en su in-terior las relaciones de explotación del trabajo exis-tentes. A su vez, los proyectos grupales comunitariosse articulan por lo general alrededor del territorio y lavecindad, mientras que los intentos de recuperaciónde antiguas fuentes de trabajo construyen grupos decarácter más profesional.

Pero todas estas iniciativas tienen en común elconstituir intentos de generación de trabajo alternati-vos al mercado formal de empleo. Ante la escasez dela oferta de puestos de trabajo, las personas, familiasy grupos transitan otros caminos para tratar de sobre-vivir en la superficie del planeta. Claro que el hecho deque sean alternativos al mercado no quiere decir quese desarrollen fuera del mercado, o que puedan igno-rar lo que ocurre en el mercado.

El trabajo y la economía “natural” 6

En la comprensión clásica –liberal– de la economía, eltrabajo aparece como un factor de producción “natu-ral”, siempre disponible, ignorando su origen culturaly su construcción a partir de las inversiones socialesen educación, formación técnica y profesional. Com-parar la no utilización del trabajo –la desocupación–en el mismo nivel epistemológico que la no utiliza-ción de otros factores naturales de producción, como,por ejemplo, la tierra, es una fuerte definición moral:restringe el carácter humano del trabajo y niega, porprincipio, todo derecho del trabajador.

Esta profunda incomprensión de la evolucióncultural entendida como la relación de los hombres yel mundo lleva, por caso, a poner como ejemplo de“bien libre” al aire, desconociendo los efectos de lacontaminación de la atmósfera, las diferentes posibi-

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es la obtención de ganancias, con totaldespreocupación de las condicionessociales que esa búsqueda genera. Enotra oportunidad pensaremoscríticamente cómo esta definicióntermina siendo gravosa para eldesarrollo de proyectos económicosalternativos, dónde la obtención deganancias queda así estigmatizada.

6 “Es el pensamiento económicohegemónico que nos dice que nosomos libres como sociedad paraelegir el sistema económico quequeremos. La hegemonía económicanos dice que no somos libres deinterferir en el sistema que tenemosporque la economía tiene sus propiasleyes, ecuaciones, equilibrios, y nodebemos interferirlos sino respetar ‘lasleyes de la economía’. Esta visiónhegemónica de la economía pretendesituarla en un campo regido por leyesprácticamente naturales, similares a lasque rigen la física o la astronomía. Loreal es que aun la economía liberal nopuede funcionar sin un Estado fuerte”.José Luis Coraggio.

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lidades de acceso a aire de calidad mínima que estádisponible para distintos grupos humanos, e ignorandoel creciente nivel de inversión que requeriría la exis-tencia de aire de buena calidad en todo el planeta. Eldesconocimiento del carácter cultural de la naturalezaparece más propio del hombre primitivo que de loshijos de la modernidad7.

La fantasía profunda de que una naturaleza te-leológicamente dispuesta se presenta ante el hombrepara que éste la explote debería llegar a su fin, no tantopara difundir la noción de escasez –lamentablementetan bien conocida por la inmensa mayoría de las per-sonas que en el pasado y el presente habitan la tierra,aun sin haber estudiado economía– sino para llamarla atención sobre la posibilidad de que un sistema irra-cional de producción de bienes, justificado en el ca-rácter supuestamente egoísta del hombre, nos lleve acatástrofes inimaginables.

Una ciencia económica que ha perdido la con-ciencia de su carácter moral, como el de toda cienciasocial, deja un inmenso vacío en la capacidad racionaldel hombre de controlar su futuro y establecer susprioridades respecto a la vida que merece ser vivida.Los complejos modelos matemáticos que hoy se ma-nejan en esa ciencia no parecen tener relación con laposibilidad de los hombres de vivir mejor y, en los úl-timos cuarenta años, esta disciplina ha superado a laspredicciones meteorológicas en cuanto a pronósticosno cumplidos.

Claro que el problema que tenemos por delanteno ha sido originado ni por los economistas ni por esadisciplina y, por el contrario, aquéllos y ésta tendránseguramente mucho que aportar a una mejor genera-ción y distribución de los bienes producidos por el tra-bajo humano en el futuro. Solo llama la atención cómose puede sostener la producción de contenidos abso-lutamente disociados de los resultados que esos con-tenidos permiten obtener. La situación resulta insos-

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7 “La famosísima ‘unidad del hombrecon la naturaleza’ se dio siempre en laindustria”. Carlos Marx, La ideologíaalemana, Capítulo 1. 1845.

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tenible, como si asumiéramos una disciplina médicaimpávida ante la muerte reiterada de los pacientes quesiguen sus indicaciones.

Pero iniciar una discusión moral sobre las ma-neras de creación de valor y sus repercusiones en lavida humana no se puede seguir postergando. La po-breza, aunque antigua, no es en principio inevitable.El nuevo fenómeno de la falta de trabajo para todosno es un cometa que se va a estrellar inevitablementecontra el planeta Tierra; es el resultado de un cambioen la manera en que la humanidad produce bienes yservicios.

Lo que parece estar en el fondo de esta crisis decomprensión es la idea naturalizada sobre las venta-jas de la propiedad privada y la libertad de mercado.Esta última comienza a recibir ciertas restricciones,producto del aumento de la inequidad que supone esasupuesta libertad donde compiten “pesos pesados” con“pesos plumas”. La tesis de que el “peso pluma” se iráfortaleciendo mientras recibe el castigo del “peso pe-sado” no se ha visto confirmada aún. Es más, pareceque este último se encuentra cada vez más maltrecho.

En un mundo globalizado, el agente “racional”que supone el mercado ya no podría estar circuns-cripto a decisiones que maximicen sus intereses encuanto productor o consumidor; esta responsabilidaddebería extenderse por lo menos en dos direcciones:una, la comprensión racional de lo que sus decisionesimplican para otros seres humanos, y dos, las conse-cuencias que sus acciones “racionales” tienen para laviabilidad del planeta que, no está mal recordarlo, esnuestra única casa.

No parece posible sumar todas esas responsabi-lidades en la decisión de ofrecer o comprar por partede personas y organizaciones. El Estado, como espa-cio privilegiado de lo público, debería facilitar la ins-talación y el respeto de los intereses sociales por en-

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cima de los premios y castigos que el mercado otorga,sobre todo si reparamos en que los premiados sonpocos, los castigados muchos y, salvo alguna excep-ción que confirma la regla, son siempre los mismos.

Los supuestos derechos que se estructuran alre-dedor de la propiedad privada mantienen aún ciertohalo de “derecho inalienable”. Eso resulta curioso porvarias razones. En primer lugar, en América Latina lostítulos que pueden exhibir los propietarios son inmen-samente precarios. Salvo el derecho de los pueblosoriginarios, si se quisiera tomar la conquista como ori-gen de ese derecho, pocos de esos títulos pueden re-montarse a la época colonial. La mayoría se constru-yeron durante el siglo XX sobre la base del despojo alos descendientes de esas sociedades originarias o decriollos empobrecidos, la destrucción de registros ca-tastrales y la connivencia con el mandatario de turno.

A su vez, esta santidad atribuida a la propiedadprivada permite conductas definitivamente antisocia-les. “Yo pago la leche y si quiero la tiro a la zanja”,dicho por un industrial lácteo. O: “Es mi frutilla y sime conviene le paso con el tractor por encima” dichopor un gran productor frutillero. Estas son expresio-nes que reflejan, en el límite, la incompatibilidad deese tipo de concepción sobre la propiedad privada yla vida comunitaria. El reconocimiento de que todapropiedad es social, en tanto el derecho que la consti-tuye solo se sostiene socialmente, deberá permitir elsurgimiento de otra idea de “bien” relacionada con lasconsecuencias de la forma en que se usa la propiedady el bienestar social que la manera de producir bienesy servicios genera para toda la comunidad.

O sea, que la “economía natural” es la menosnatural de todas. Se basa en unos derechos de propie-dad que se construyeron a través de los siglos me-diante el saqueo de los más poderosos sobre los másdesprotegidos. Los griegos obtenían fuertes tributosde sus posesiones8, los romanos de sus dominios, los

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8 En Lesbos se sitúa el nacimiento delamor entre las mujeres y de ahíproviene el nombre de “lesbiana”. Eso no obedeció a una especialconcentración de mujereshomosexuales en ese lugar sino a laaniquilación de los varones de la islaante su negativa a pagar tributo aAtenas. Safo es otro ejemplo de que elser humano produce belleza aun en lassituaciones más extremas.

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colonizadores europeos saqueaban a sus colonias deAmérica, Asia y África; EEUU. a Irak y su petróleo,los capitalistas de la Argentina al pueblo al que hicie-ron cargo de su deuda privada estatizándola…; es muylarga la lista como para ignorarla.

Llamaré a esta “economía natural” economía demercado y economía alternativa a las prácticas quecaen bajo la denominación de “economía social”. Exa-gerando sus rasgos diferentes, la primera tendría comouno de sus principios rectores la competencia, la se-gunda la colaboración; la primera haría centro en larentabilidad del capital mientras que la segunda en larentabilidad del trabajo. Luego veremos que en el casode las economías alternativas estas fronteras no sontan claras pero, al menos en principio, ésa sería suorientación.

Los nuevos pasos de la danza de la lluvia soncuatro y tienen nombre: se llaman asociatividad, de-sarrollo local, reagrarización y reindustrialización.Con esfuerzo y convicción usted irá aprendiendo.Tiene costos: los egresados de terciarios y tecnicaturasen economía social lo pueden demostrar, pero…¿quién les quita lo bailado?

La asociación y la cooperación: ¿para todos o para los marginados?Los sentimientos humanos de cooperación, fraterni-dad y ayuda mutua parecen aconsejables solo para losque quedaron fuera del modelo. Más allá de las de-claraciones, loables por otra parte, de que la “econo-mía social” no consiste en una economía para pobres,lo que no se comprende es cómo esto sea posible, enla medida que los puestos de trabajo de calidad soloexistan en la economía formal. En sociedades duales,siempre el espíritu queda del lado de los pobres –asíenaltecidos–, mientras que la riqueza material quedadel otro lado –así escarnecido–. El problema del Ariel

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de Rodó es que la historia no resultó como se preveía.Y como sabemos bien los argentinos: ¡qué lindo que esno ser campeones morales!

Una vez saqueado el capital de verdad queda el“capital social”. Éste estaría expresando la capacidadde coordinar acciones, llegar a acuerdos, construirnuevos espacios sociales, pero sin tocar lo que ya tienedueño. El bailarín debe ir sorteando todos esos obstá-culos. La tierra es un medio de trabajo que ya tienedueño; por lo tanto, a saltar con gracia y ni tocarla. Eldinero lo mismo, está bien guardadito en los bancos,nada de estrategias de boqueteros9: se termina en lacárcel. La tecnología, ni hablar: le caen encima con laley de patentes y ahí nomás se acabó la danza. Semi-llas, ni se le ocurra, hay que exhibir factura de compray no se puede reproducir por cuenta propia. En fin,nada de lo que usted ve, sabe o toca puede utilizarse eneste baile. Justamente, la habilidad del danzante de lalluvia consiste en hacer llover sin utilizar más que lascontorsiones de su cuerpo.

En el mundo actual, ese cuerpo cada vez másdespreciado en el mundo del trabajo –no se puedecomparar un robot con un cuerpo humano en orden asu productividad, queda a la vista– también se utilizadirectamente para conseguir ingresos. Así lo certifi-can los soldados profesionales, la venta de órganospara transplante y el turismo sexual. Ese cuerpo di-vino, el que no se puede matar, el que no se puedeabortar, el que no se puede tocar, ese es el último re-curso para los danzantes menos afortunados.

Es casi una estrategia de sobrevivencia el queesos cuerpos se junten, esas almas se unan, esas men-tes se coordinen. Claro, siempre que no sea para re-clamar aumento de salarios, trabajo decente o respetoa los derechos. Esa posibilidad asociativa depende, enparte, del bailarín. Pero, en parte, también de la músicaque toca el mercado.

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9 Denominación que se da en Argentinaa las bandas de asaltantes de Bancosque utilizan la técnica de realizartúneles de acceso al Banco en cuestióny robarlo sin producir enfrentamientoscon las fuerzas que lo custodian. Porrazones bien comprensibles este tipode acciones cuentan con la simpatíapopular.

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Un ejemplo: en los últimos años en el norte ar-gentino se han fortalecido muchas cooperativas y aso-ciaciones de agricultores familiares que producen cañade azúcar. Eso se debió a un sensible aumento en elprecio del producto y a la decisión del Estado de in-corporar alcohol a las naftas. Muchas de esas mismascooperativas fracasaron cuando las condiciones delmercado no favorecían la actividad, y cuando esovuelva a ocurrir las personas irán abandonando las or-ganizaciones, no porque no hayan aprendido el paso,sino porque ya no hay escenario donde lucirlo.

En especial en contextos urbanos, muchos deestos espacios asociativos constituyen lugares de pasopara personas con serios problemas de trabajo. Apenasaparece una oportunidad en el mercado formal o in-formal de trabajo, muchos de los participantes de em-prendimientos asociativos toman esas nuevas opcio-nes. ¿Es que es tan frágil la voluntad humana?, ¿tandébil la comprensión de la necesidad de estar agrupa-dos? Para nada, todos comprendemos muy bien lo queestá en juego, pero necesitamos vivir. ¿Usted no lo ne-cesita?

A su vez, estas iniciativas asociativas, cuandoconsiguen producir y vender algunos productos y ser-vicios en un mercado determinado, comienzan la ca-rrera por sostenerse y mejorar sus ingresos. Y adivinequé deben hacer: intensificar el trabajo, incorporar tec-nología, lograr ventajas competitivas respecto de otrospobres.

La posibilidad de las personas de colaborar entresí probablemente constituye uno de los pilares de cual-quier modelo superador de sociabilización humana.Pero si restamos de la esfera de la colaboración a todosaquellos que revisten en situación de privilegio, éstaparece transformarse en una estrategia para entretenerpobres.

No puede haber ningún modelo de economía so-

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cial que no parta de la socialización de la riqueza yeso, lo sabíamos, depende de la política y no de la eco-nomía10. Pensar que en el contexto de prácticas domi-nantes que fomentan la depredación de los recursosnaturales y humanos existe algo así como un modeloeconómico alternativo, no solo es poco serio; habríaque pensar que hasta puede ser malintencionado.

La economía alternativa y el desarrollo localSe plantea, con razón, que estos proyectos económicosalternativos solo podrán ser viables en la medida que seinscriban dentro de una estrategia de “desarrollo local”.Nos referimos con esta denominación a las ideas queimaginan que en este nivel, el local, se podrían resol-ver algunas de las articulaciones necesarias entremacro y microeconomía, e incorporar a distintos gru-pos sociales desde sus propias identidades, respetandoasí sus preferencias y construyendo un futuro deseado.

La posibilidad de planificar a nivel local, dondesupuestamente la oportunidad de superar las diferen-cias entre actores diversos sería mayor, permitiríadotar a las comunidades de perfiles productivos ade-cuados que garantizarían su inserción en el mercado y,así, las condiciones para la reproducción de la vida.Detrás de estas ideas hay una potencialidad difícil desobreestimar. De hecho, su desarrollo consecuentelleva a un nuevo enfoque del trabajo, posiblementevinculado a la resolución de algunos de los problemasque aquí tratamos.

Pero en las condiciones en que se desarrollannuestras sociedades estas intenciones pueden, fácil-mente, transformarse en argumentos “científicos” paraliberar de responsabilidades tanto al Estado como ex-presión de lo público11, como a los beneficiarios pri-vados de la actual estructura económica, depositandouna vez más exclusivamente en la espalda de los po-bres la responsabilidad por su desarrollo.

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10 Como indica nuestro ya conocidoCoraggio, “la economía real estáfuertemente asociada a la capacidadpolítica de una sociedad. La política, enuna sociedad democrática, es la víapara evitar un proceso deconcentración ilimitada de la riqueza”.

11 No nos referimos aquí a que elgobierno promueva una ley o unaexención impositiva que favorezcaestas iniciativas comunitarias, o a queun juez produzca un fallo favorable alos trabajadores. Pensamos laresponsabilidad del Estado comoencargado de garantizar el desarrollocon equidad en tanto representante delo público. ¿Cómo conciliar la imagendel Estado representando lo públicocon la realidad del Estado comorepresentante de intereses de clases ygrupos hegemónicos? Como anticiposolo diremos que esos grupos quecontrolan el Estado pueden imponersus políticas en tanto las presentancomo de interés público.

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El desarrollo local tiene dos caras. Por un ladorepresenta una oportunidad para realizar un ejerciciode ciudadanía y de soberanía, que permite a los afec-tados por la crisis social una instancia de participaciónmás cercana donde influir en las decisiones sobre sufuturo. Pero observando el camino que recorrieronestas ideas en la Argentina, uno duda si está frente a unintento de mayor participación ciudadana o si simple-mente se trata de decirle a la sociedad: arréglensecomo puedan.

El desarrollo local así entendido parte de acep-tar que la riqueza, la tecnología y la ciencia han que-dado definitivamente acaparadas por los poderosos.Su lugar de existencia sería el mercado capitalista. Lo“nuevo” consistiría en reproducir una “economía conlas sobras”, con aquello que la voracidad del capitalno ha engullido aún.

Pero aun esta alternativa tiene obturada su víade sostenimiento a futuro. La escasa práctica de desa-rrollos alternativos que han ocurrido durante estosaños muestra que, apenas se han revelado como ren-tables, han sido capturados por la mecánica del “libremercado”, vaciados de sus objetivos originales ytransformados en actividades sometidas a la superex-plotación del trabajo con el aniquilamiento respectivode los puestos de trabajo generados. No tiene que vercon la maldad humana, solo es expresión de la in-compatibilidad de una lógica de todos contra todos yuna lógica de todos para todos.

Claro que la demanda no consiste en que un Es-tado centralizado se encargue en soledad de planificarel desarrollo. La idea de desarrollo local, si algo tienede potente, consiste justamente en imaginar que mu-chísimas personas puedan participar de la discusiónde los destinos comunes. Implica, por lo menos, el en-riquecimiento del ejercicio de una ciudadanía quepara la experiencia de la mayoría de las personas soloconsiste en votar.

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Solo alertamos sobre la falta de consistencia quetienen los planteos que esperan que el desarrollo localproduzca efectos de manera independiente al modelode país que sepamos construir. Es indispensable que lasociedad se comprometa con el desarrollo del trabajo,pero es una falacia que eso pueda suceder si no se mo-difica la asignación de recursos establecida12.

Otro intento por generar más trabajo consiste enla denominada re-agrarización de algunas comunida-des tradicionalmente agrícolas, algo así como unavuelta a un pasado mítico donde “todo estaba bien”, oal menos mejor. Esta idea de volver a economías agra-rias que produzcan para el autoconsumo y cuenten conun excedente para comercializar en algún mercado re-gional muchas veces choca con los deseos de las pro-pias personas de esas comunidades pero, principal-mente, deben responder a realidades que se han mo-dificado sustancialmente. Así, mientras el relato de losabuelos se refiere a pequeños grupos que muchasveces no excedían a algunas decenas o cientos de ha-bitantes, hoy esas comunidades cuentan con variosmiles de personas, jóvenes que deben emigrar por faltade posibilidades de sostener su vida en esos lugares,adultos que oscilan entre el empleo público y la pocademanda de mano de obra en las actividades produc-tivas de la zona. Paralelamente al crecimiento de esapoblación, la mayoría de las veces los medios de tra-bajo se han concentrado en el mismo período. Mayorinversión y tecnificación, menor cantidad de puestosde trabajo, mayor población: una mezcla realmenteexplosiva.

El otro mito es el de la reindustrialización. Ha-bría un pasado donde todos podían fabricar y vender,que se habría abandonado por razones de comodidado “pérdida” de la cultura del trabajo. Se trataría, en-tonces, de volver a incentivar ese afán productivoacercando tecnologías posibles para las inversionesdestinadas a esos proyectos. Se elude el estudio dete-

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12 En todo caso, es comprensible queuna dictadura militar haya instalado unmodelo de este tipo, intentandoeliminar toda oposición por parte de lasociedad. Es menos comprensiblecómo el mismo modelo se ha podidosostener durante veinte años dedemocracia. Era impensable sostenerlosin represión después de la huida deun presidente por los techos de la casade gobierno. Hoy parece haberseabierto en varias sociedadeslatinoamericanas una discusión sobrecómo debería ser un modelo socialsostenible. Estas líneas pretenden serun aporte en esa discusión.

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nido de esa sociedad “de oferta” y las condiciones enque pasó a ser una sociedad “de demanda”. A su vez,ignora la actividad desarrollada por los grandes gruposindustriales justamente para atender, de ser posible,las demandas de todos los sectores sociales.

Esto no niega la posibilidad y la convenienciade incentivar mercados locales y regionales, proteger-los con legislación específica, favorecer las ventajascompetitivas de la agricultura familiar y la pequeñaindustria. Lo que se alerta es contra la idea mágica deque esas acciones, que efectivamente en algunos con-textos alivian la situación de los más postergados,constituyan un nuevo modelo con la posibilidad demodificar la actual impronta civilizatoria.

El modelo social basado en el trabajo para el ca-pital se quiebra y no hay uno nuevo. Y uno nuevo noes cualquiera, no es uno viejo pintado de nuevo. Noes autoempleo si falta empleo, no es un mercado depobres si los pobres no tienen acceso al mercado. Esun cambio en la organización política y productiva dela sociedad.

¿Economía alternativa o “economía para pobres”?Los proyectos de la “economía social” son impulsa-dos, en la mayoría de los casos, desde las políticas so-ciales. Como decíamos años atrás, las políticas socia-les son la Cruz Roja de las políticas gubernamentales.Mientras la guerra se libra en los ministerios de Eco-nomía, Finanzas y Obras Públicas –y allí hay presu-puestos para comprar tanques, aviones y municionespesadas–, los empleados del desarrollo social son en-viados al campo de batalla con una libreta y un lápiz.En la libreta deben anotar a los sobrevivientes y, deacuerdo al estado de cada uno, prescribirle la medi-cina que necesita: al que perdió el brazo, un Segurode Capacitación y Empleo; al que nunca logró un tra-bajo en blanco, un Jóvenes por Más y Mejor Trabajo;

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el que esté dado vuelta por la droga, un ProgramaVida, y así de seguido.

El carácter de “política social” que acompaña aestos proyectos, lejos de hacerlos viables, por lo ge-neral contribuye a su fragilidad, los deja fuera de loscircuitos económicos sustentables y, apenas finaliza elsubsidio o las condiciones especiales en las que na-cieron, dejan de existir y con ellos los precarios pues-tos de trabajo tan dificultosamente generados.

Se agrega a estas dificultades un detalle que noes menor: los funcionarios y técnicos que alientan yasesoran estos emprendimientos tienen un sistema per-sonal de ingresos que es independiente de la suerte delemprendimiento. Esto permite que puedan existir si-multáneamente programas y funcionarios exitosos quedesarrollan acciones –algunas que insumen grandessumas de dinero– sin que las mismas signifiquen unamejora en la condición de trabajo de las personas a lasque están destinadas. Aquí sí se aplica la canción deSerrat: “Bienaventurados los que dan consejos…13”.

Finalmente, cuando una actividad alcanza supunto de equilibrio y puede ser reproducida en condi-ciones de mercado, en general otros agentes econó-micos no motivados socialmente comienzan a partici-par competitivamente de ese mercado. El modelo deexplotación del trabajo vigente les permite alcanzarrápidamente ventajas comparativas, arruinan los pro-yectos comunitarios y reinician el ciclo económicobajo la modalidad de bajar costos reduciendo la in-versión en trabajo humano.

Acá tampoco estamos libres de las modas.Mientras en los años 90 parecía que las iniciativas co-munitarias iban a sostenerse si sus miembros apren-dían a calcular costos, llevar la contabilidad y tener unplan de comercialización, ahora parece que van a serexitosas si justamente ignoran todas esas cuestiones ysolo privilegian la construcción de vínculos.

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13 “… porque serán sabios a costa delos errores ajenos”.

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Pero posiblemente el principal elemento a con-siderar para impulsar iniciativas que no sean “activi-dades de pobres” sea la atención puesta en la calidaddel trabajo generado.

Un matrimonio mayor que, con gran esfuerzo,contrató trabajos de remodelación de su casa, al ver labaja calidad de las refacciones realizadas reclamó a laspersonas encargadas. La respuesta los dejó estupefac-tos: “para lo que estaba, bastante bien ha quedado”.

La calidad de los trabajos generados en el con-texto de iniciativas comunitarias parece responder a lamisma lógica de pensamiento. Si la persona está de-sempleada y la posibilidad de obtener medios de vidase encuentra comprometida, cualquier tipo de inserciónlaboral será, por definición, “bastante buena”, como lehabían contestado a los apenados propietarios.

Un puesto de trabajo se puede medir de diversasmaneras. Para nuestro análisis, será suficiente repararen algunos puntos fácilmente registrables, como lashoras trabajadas, la remuneración percibida –tipo,monto y regularidad14– y la protección legal de la re-lación de trabajo. Estas informaciones, y el conoci-miento del mercado de trabajo, nos permitirá refle-xionar sobre el principal peligro que enfrentan estosproyectos: el de estar aniquilando puestos de trabajoen lugar de crearlos, o el estar sustituyendo puestos demayor calidad por otros más precarios.

La remuneración del trabajo es siempre un as-pecto clave para diferenciar “economía social” de eco-nomía de pobres. La comparación con la remunera-ción de puestos equivalentes en el mercado formal einformal de trabajo nos dará una pista confiable eneste sentido.

Los organismos técnicos encargados de respal-dar estos proyectos económicos alternativos tienen es-pecial dificultad en comprender el carácter de la re-muneración que en los mismos obtienen los trabaja-

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14 Tipo de remuneración: en dinero,especies o derechos. Monto: valor endinero de lo percibido. Regularidad:variabilidad de monto y período depercepción.

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas

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dores. Se confunde habitualmente remuneración deltrabajo con obtención de ganancias. Así, muchos delos integrantes de estos proyectos quedan a expensasde los resultados obtenidos: si éstos no son buenos,mala suerte. Como nos dijo un estudiante de un ter-ciario de Economía Social: “El resultado es aleatorio,lo importante es que te guste lo que hacés”. Extrañamanera de encarar la desalienación del trabajo ha-ciendo que… ¡el trabajo ya no provea medios de vida!

En los últimos diez años hemos interactuado encontextos de capacitación, asesoramiento e implemen-tación, con algunos cientos de personas en proyectosorientados a estas variantes económicas alternativas.Podríamos decir que más del 90% de estas personasconsideran la remuneración del trabajo, en los contex-tos aludidos, como un costo variable. Lo cual está lejosde indicar una dificultad de comprensión de los impli-cados; demostración suficiente de ello es que com-prenden perfectamente y sin errores el resto de los con-ceptos referidos al análisis de costos. Y cuando algo“todos lo entienden mal”, más no sea por economía depensamiento, es muy útil permitir el crecimiento de lasospecha: quizás todos estén entendiendo bien.

Efectivamente, la realidad de muchos de estosemprendimientos es que el trabajo humano es la va-riable de ajuste, y ésta es la principal fortaleza del pro-yecto. No ha faltado quien creyó descubrir en esta pe-nosa realidad que, al ser los trabajadores de estas ini-ciativas sus propios dueños –una especie deproto-capitalistas–, en verdad lo que perciben no esremuneración por el trabajo sino retiros personales deganancias.

Vamos a compartir un caso por demás ejempli-ficador: un grupo de trabajadores desocupados se aso-cian para ofrecer servicios de reparaciones de vivien-das. Reúnen en el grupo las principales destrezas ne-cesarias para tal fin, abarcando los gremios másrequeridos en ese tipo de trabajo: construcción, gasis-

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tas, electricistas, pintores. El grupo tiene acceso a con-ceptos básicos de comercialización de servicios, lo quelo lleva a realizar su oferta en mercados de capacidadadquisitiva acordes. Finalmente, al definir la manerade circulación de su producto, establecen como “dife-renciador” de la competencia el siguiente: “el clientepone el precio”. Así, ante las demandas de trabajo, suspresupuestos constan de gastos en materiales y elcliente debe agregar lo que esté dispuesto a pagar porese trabajo15.

Este grupo tiene una razonable capacidad aso-ciativa y una información media sobre economía soli-daria y cooperativismo, o sea, no es una suma de per-sonas desinformadas16. Lo llamativo no es que la di-námica de proyectos de este tipo exacerbe lacompetencia entre trabajadores, eso ha existido siem-pre. Lo realmente extraño es que sean presentadoscomo un modelo superador de la economía capitalista.

Cuando participan organismos especializadosla cosa no es mucho mejor. Analizando distintos em-prendimientos que cuentan con importante apoyo téc-nico del Estado y de ONGs especializadas, nos en-contramos con que, por lo general, no hay datos sobrela remuneración a percibir por los trabajadores. Añosde trabajo de técnicos en elaboración del producto, encomercialización y en desarrollo cooperativo no re-gistraron la necesidad de contemplar este tipo de cos-tos fijos. Nuestra perplejidad fue superada por la per-plejidad con que esos técnicos escucharon nuestrasobservaciones, tan fuera de la lógica de esos proyec-tos: son pobres, ganarán lo que ganen, eso no es algoa calcular17.

De esta manera, la comparación entre la protec-ción legal del trabajo en estas iniciativas y las existen-tes en el mercado formal es un capítulo obligado en lareflexión sobre la calidad del nuevo puesto de trabajogenerado. Entre otras, el acceso a servicios socialespara todos los trabajadores del proyecto, la previsión

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Percibida Percibidaaleatoriamente regularmente

Remuneración Muy incierta Variablevariable

Remuneración Incierta Previsiblefija

La previsibilidad del ingreso deltrabajador es un aspecto difícil desobreestimar a la hora de evaluar lacalidad de un puesto de trabajo.

17 Las variables más simples que sepueden aplicar a la remuneración deltrabajo se refieren a la regularidad ymodalidad de su percepción. éstas danlugar a cuatro alternativas, resumidas en el siguiente cuadro:

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15 Imagine usted la situación en la quequeda el trabajador independiente quedurante años ha peleado por percibiruna remuneración digna por su trabajo,ante la competencia de este nuevogrupo de trabajadores.

16 Lo que son es un grupo de personasnecesitadas, con toda la autoridad quetiene la necesidad en la vida. Y elproyecto no es en sí mismo inviable,todo lo contrario: ajustando algunostemas como la amortización deherramientas y reservas porimprevistos, puede sostenerse en eltiempo. Cada vez que realizan untrabajo, se repartirán lo que el clientehaya considerado adecuado pagar, deacuerdo a algún criterio tambiénfactible, como calificación de losmiembros del grupo y horas trabajadas.

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para la vejez, los seguros de riesgo de la actividad, elestatus de los empleados si los hubiera y otros18.

Se ha hecho famoso por estos años un formatotelevisivo llamado Bailando por un sueño. El sueñoes mitigar alguna de las calamidades sociales disemi-nadas a lo largo y lo ancho de nuestras geografías, lasdesgracias compiten entre sí a través del esfuerzo delos farandulescos bailarines. Salas precarias de aten-ción médica, casas de atención a la niñez en lugarespostergados, comedores comunitarios y fundacionesque atienden discapacitados se disputan el honor deser los más desamparados y la causa más bella almismo tiempo. El premio para la pareja ganadora es eldinero para cumplir ese “sueño”19.

Hace pocos años, otro programa de competenciatelevisiva ofrecía como premio la obtención de un tra-bajo decente20. Se presentaban candidatos desocupa-dos, mostraban sus habilidades y actitudes, y el queganaba a través del voto del televidente era contratadopor una de las empresas auspiciantes del programa.Era otro tipo de baile, un antecedente de la danza de lalluvia. Quizás por eso Quién quiere ser millonario21

termina con un trepidante baile en los andenes de laestación de Bombay.

El riesgo en las actuales condiciones es que serefuerce el otro sentido que tiene la expresión “eco-nomía social” sobre el que alertábamos al principio deeste capítulo. ¿Cuál es ese otro sentido? Ese otro sen-tido es entender, no en el discurso pero sí en las ac-ciones prácticas, a la “economía social” como econo-mía de pobres. Sin afectar el poder simbólico y realdel capital concentrado, pretender desarrollar una eco-nomía diferenciada es hablar de economía de pobres.

Como decíamos del desarrollo local, tambiénhay una poesía de la “economía social”: los empren-dimientos comunitarios, las fábricas recuperadas, laconstrucción de un nuevo sujeto del trabajo, el desa-

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18 El “trabajo capitalista” también haincorporado las reivindicaciones de lostrabajadores y los reclamos sociales. Lasalida del “trabajo capitalista” no nosdebería hacer retroceder en esos logros.

19 Esto sí que está bien: solo en sueñosse pueden resolver los problemas másgraves que afectan a nuestra sociedad.Quizás en su vuelo el Chamán tambiénsoñaba con un mundo mejor. Comodice el chiste popular: “Hay un mundomejor, pero es carísimo”.

20 El programa se llamaba RecursosHumanos, iba de lunes a viernes a las19 horas por canal 13 y lo conducía elpopular Néstor Ibarra. Reseña AdrianaBruno en el diario Clarín del 17-4-2002:“El esquema es bastante básico.Primero se presenta a la empresa ocomercio que ofrece el trabajo. Para eldebut, fue un supermercado de RamosMejía y el puesto en juego era el derepositor y cajero. Luego se muestra alos dos participantes y, en distintosbloques, se los va presentandomediante el relato propio y el de susfamilias. En el medio se les hacenpreguntas —con el sistema de múltiplechoice— tendientes a averiguar hastaqué punto están capacitados para esetrabajo y también son sometidos a untest grafológico público. Mientras tanto,ya desde el primer corte publicitario, elpúblico va votando cuál de los dos esmás merecedor de ese trabajo. ¿Enbase a qué vota el televidente? Porsimpatía, porque le gustó más una caraque la otra, porque lo conmovió más eltestimonio de la mamá de uno que el dela tía del otro, o porque le pareció queuno era más pobre que el otro.Cualquiera de estos motivos puede serválido, y cualquiera puede determinarquién se queda con el tesoro, o sea,con el trabajo”.

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rrollo de nuevos modelos de asociatividad. Y nadiepodría negar lo deseable de esos valores. Pero tambiénhay una prosa de los mismos procesos, donde la ma-yoría de las personas que participan de ellos viven demanera mucho más precaria que los trabajadores de laeconomía formal y generan un producto o servicio demucha menos calidad que aquélla. La “economía so-cial” así entendida se transforma en un lugar de pasodonde las personas obtienen algún ingreso mientrasno consiguen algo mejor. Claro, comparado con notener ningún trabajo es un paso adelante. Pero justa-mente esa es la concepción heredada de los años 90 yque, probablemente sin decodificar, se repite en algu-nos de los planteos que insisten en la “economía so-cial” como modelo alternativo.

Es valioso que las personas, en una sociedaddonde la riqueza se ha concentrado de la manera an-tedicha, busquen resquicios donde poder obteneralgún medio de vida, aunque éste sea precario. Perootra cosa es hacer teoría de esa realidad y justificar, deese modo, la naturalidad de la existencia de una eco-nomía de dos pisos: la del mercado que ya se ha apro-piado del 99% de los recursos y la denominada “so-cial” que, con el 1% sobrante, debe proveer medios devida para amplios grupos marginados.

Los seres humanos somos, en el sentido técnico,depredadores. Para subsistir necesitamos destruir yasimilar recursos de nuestro medio ambiente. Mien-tras no podamos crear con nuestra mente una energíaque alimente el metabolismo de nuestras células, esaes nuestra suerte. Cada constelación humana a travésde la historia puede ser analizada, también, como unsistema para garantizar la destrucción y la asimilaciónde lo otro necesario para sobrevivir. De los sistemasconocidos hay dos que sobresalen por su grado decrueldad: el canibalismo y el capitalismo. El españoles un gran idioma, suenan casi igual. La crueldad deestos sistemas consiste en que el otro humano es nada

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21 El título original de esta película fueSlumdog Millionaire y está basada en lanovela de Vikas Swarup, Q & A.

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más que un recurso para la sobrevivencia. Un recursoalimenticio en el canibalismo, un “recurso humano”en el capitalismo.

Quizás hasta era más disimulado el canibalismo,el otro destruido era el derrotado, el de otro grupo.Ahora hacemos convivir a los derrotados en la mismasociedad y después nos escandalizamos de que falteseguridad. No hagamos de la denominada “economíasocial” una economía de derrotados.

“En el barrio del Retiro hubo un mercado de es-clavos…”22 o, como actualizara el padre de la ciber-nética, “recordemos que la máquina automática esjusto el equivalente económico del trabajo con escla-vos. Cualquier forma de trabajo que compita con éldeberá aceptar las consecuencias económicas del tra-bajo de esclavos”23.

Qué lío, ¿no?

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22 Milonga de marfil negro, Jorge LuisBorges

23 Norbert Weiner, The Human Use ofHuman Beings: Cybernetics andHuman Beings. Citado por Rifkin.

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Capítulo 8

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo1

Hace más de una década que todos los discursos sobreel tema del trabajo apelan a la necesidad de recuperar lacultura del trabajo. La pregunta que es legítimo haceres: ¿de qué hablan los que hablan de que hay que recu-perar la cultura del trabajo?, ¿qué creen que se ha per-dido?, ¿cómo imaginan que se la puede volver a en-contrar?, ¿a qué llaman trabajo?, ¿a qué llaman cultura?

Vamos a empezar por el final: entenderemos porcultura el conjunto de recursos que una época, socie-dad o comunidad tiene disponibles para enfrentar y re-solver diversos problemas planteados por la repro-ducción de la vida. Es una definición muy amplia, im-pugnable en algunos aspectos –¿cuál no?–, perocreemos que nos va a permitir pensar con coherenciael tema de la cultura del trabajo.

La segunda serie de preguntas, si las primeraspudieran ser decididas, se orientarían a pensar: ¿cómose pierde la cultura?, ¿es una decisión de las perso-nas?, ¿es el resultado de cambios sociales profundosque hacen innecesarios los recursos culturales cons-truidos? Por ejemplo, hoy pocas personas podríanhacer arrancar a manija un auto con motor de explo-sión. ¿Qué es la manija? Ay, Dios, cuánta gente jovenhay en el mundo: la manija era una varilla de acero desección redonda, con forma de taladro manual y untrinquete en su punta. Ese trinquete se enganchaba enuna pieza conectada con el cigüeñal que sobresalíadel block del motor y permitía hacer girar los pistoneshasta que la ignición se producía y el motor arran-caba. Claro que la rejilla delantera del auto tenía es-pecialmente previsto un agujero que permitía alinearmanija y cigüeñal. ¿Por qué hoy no se arrancan a ma-

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1 Este capítulo incluye ideasexpresadas en el artículo ¿Se haperdido la cultura del trabajo? o cómoconfundir las causas con lasconsecuencias. Pauselli, 2005,inspirado en una investigaciónrealizada en la Provincia de Tucumánsobre la inclusión de jóvenes en elmercado de trabajo que incluyó, desdepersonas que toman decisiones sobreesos temas en las empresas y elEstado, hasta las propias personaspara las que el acceso al trabajo esproblemático. Mi agradecimiento atodos los tucumanos y tucumanas quenos recibieron en sus casas privadas oinstitucionales y se emocionaronhablando del trabajo. Sin conocernos ysin tener nada que esperar de nosotros,nos abrieron sus puertas, compartieronsu mate, y nos permitieron salir de allíun poco menos ignorantes sobre lostemas que nos ocupan y con nuestracultura del trabajo enriquecida.

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nija los autos? ¿Porque la gente dejó de practicarlo oporque los automóviles dejaron de fabricarse con esedispositivo?

Algo parecido se puede estar diciendo sobre lasociedad y el trabajo, pero la metáfora sería algo in-exacta. El auto que arrancaba a manija era la sociedadde pleno empleo, si ella no regresa no hay manija quevalga. Lo que sería más aproximado es imaginar a unapersona con la manija en la mano, dando vueltas alre-dedor del auto, sin encontrar el agujero. Porque elagujero… ya no es el agujero.

Trabajo y pobrezaExiste en los últimos años una discrepancia notoriaentre los índices de desocupación y la creencia socialal respecto; independientemente del nivel de esos ín-dices2. Mayoritariamente se cree que la desocupaciónes mucho mayor que la que aparece reflejada en lasmediciones estadísticas.

Esta situación puede estar alentada por la exis-tencia de comunidades donde efectivamente la des-ocupación es, como nos dijeran algunos de nuestrosentrevistados, “del 50 %”. Esto es posible ya que losíndices toman algunos conglomerados urbanos dondela situación difiere bastante de los pequeños pobladosque siembran la geografía de la patria.

Pero, a su vez, las personas toman nota de la ma-nera en que se releva esta información y creen que,por ejemplo, sumar como ocupado a alguien “quevende una bolsita de dulces regionales por día” no estábien, ya que esa persona “con eso no puede vivir”. Oque la persona que trabajó un día la semana anteriortampoco sea considerada como desocupada.

Aquí no subyace una discusión técnica sobrecómo debe medirse el desempleo, aquí lo que se ex-presa es una diversa definición del trabajo: nuestros

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2 En la Argentina ocurre este fenómenoen los últimos veinte años, períododonde los índices variaron de maneraamplia.

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interlocutores, en este caso, definen trabajo como unaactividad que le permite a la persona vivir, categoríatransformable, sin mucha posibilidad de error, a obte-ner recursos culturalmente considerados mínimos paraexistir con alguna dignidad.

En esta articulación y contraposición de senti-dos se juega la relación entre trabajo y pobreza. Se hacomprobado en los últimos años la posibilidad prác-tica de coexistencia entre trabajo y pobreza, y el au-mento de la pobreza incluso sin aumento de la tasa dedesempleo. A diferencia de las sociedades de plenoempleo de la postguerra, donde tener trabajo era jus-tamente lo contrario a ser pobre, o donde salir de lapobreza estaba directamente relacionado con obtenerun trabajo, en la actualidad la práctica social del tra-bajo no siempre garantiza condiciones de vida míni-mamente dignas.

Si volvemos a la definición anterior compren-deremos que la precariedad laboral hace que situacio-nes que se toman como trabajo no sean consideradasasí por la sociedad; o los trabajos reales cumplen tanpoco el requisito de “permitir vivir” que no son iden-tificados como tales.

La adaptabilidad a esas prácticas sociales reñi-das con lo que históricamente ha sido el trabajo esta-blece ventajas ocasionales para distintas franjas de lapoblación. En algunos casos los jóvenes tienen ven-taja a la hora de incorporarse al mercado de trabajo yaque son demandados para empleos de alta intensidad,de baja calificación y baja remuneración. Consultasefectuadas con oficinas de Recursos Humanos y em-presas dedicadas al empleo temporario así lo confir-man. La preferencia por estos trabajadores pareceestar vinculada a sus posibilidades de resistencia fí-sica, por un lado, y a su escasa experiencia en mate-ria asociativa y sindical, y, en general, al desconoci-miento de sus propios derechos. Esto no quita que serequiera, para trabajos de baja calificación, a personas

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con secundaria completa, estableciendo así barrerasartificiales –y por lo tanto discriminatorias– de accesoal trabajo para los menos afortunados en su recorridoescolar.

En otras franjas del mercado tienen algunas ven-tajas las mujeres. Se aprecia su mayor flexibilidad ala hora de acordar jornadas irregulares de trabajo, secree que son más manipulables y, en especial, se va-lora la posibilidad de pagarle menos que a un hombrepor la misma tarea. En gran parte de las prácticas in-formales de trabajo se recurre al trabajo de niños comorecurso habitual y aun se rodea de belleza este hecho:“está aprendiendo a trabajar y además come”, dicenpersonas en las que se ha adormecido hace tiempo elreflejo cultural de protección a la infancia, más no seaque como instinto de permanencia de la especie.

A su vez, aparece connotado negativamente eldeseo de las personas por acceder a un trabajo “tra-dicional”. Esta es una de las clásicas inversionesentre efecto y causa que hemos encontrado frecuen-temente. Se identifica el deseo de acceder a un em-pleo como una de las causas de que esa persona estédesocupada. La lógica de esta inversión parece ex-presar: “Si en vez de querer un puesto de trabajo queno existe para él creara su propio puesto de trabajo ose aviniera a las ofertas reales que hay en el mercado,no sería un desocupado. Por lo tanto, su avidez poracceder a un empleo es una de las causas de la des-ocupación”. Lo llamativo es que, revisando nuestrasnotas, casi el cien por cien de las personas que ex-presan esta idea tienen un empleo, ya sea en el sectorprivado o público.

Resulta un poco difícil sostener a la vez la nece-sidad de recuperar la cultura del trabajo y condenar eldeseo de las personas de acceder a un empleo. Comonos dijera uno de nuestros informantes, “queremos tra-bajo de verdad, con aguinaldo, obra social, vacacio-nes”. Una vez más parece que no se trata tanto de cul-

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tura del trabajo, sino de a qué llamamos trabajo. La to-talidad de las personas con las que hemos trabajado enestos años, especialmente los integrantes de organiza-ciones de desocupados, expresan una firme voluntadde trabajo. Aun jóvenes que prácticamente nunca hantrabajado construyen el imaginario del trabajo desde elrelato de sus mayores, que hablan de la época en quetenían trabajo, como imaginamos que hablaría Adándel paraíso luego de haber sido expulsado3.

Los jóvenes y el trabajoEn el caso de los jóvenes se acentúa la cantinela deque hay que recuperar la cultura del trabajo. “No hanvisto a sus padres trabajar”, dicen los instruidos, yconcluyen con sabiduría que lo que no se ha visto nose puede hacer. Esto inaugura un mundo en verdad no-table, donde, por ejemplo, todo el que no haya visto asus padres tener sexo morirá virgen, el que no hayavisto a su madre drogarse jamás consumirá sustanciasy el que no haya visto a su padre jugar al fútbol mirarácon ojos estúpidos a la gente saltar cuando Argentinasale campeón del mundo4.

En verdad, la falta de trabajo afecta tanto la ob-tención de medios de vida como el desarrollo culturalde las jóvenes generaciones. El no tener “nada quehacer” es uno de los castigos más crueles que puedesufrir una persona en su etapa de incorporación a lasociedad adulta. Se acrecienta por esta realidad la per-cepción de “prescindibilidad social”, y no se acierta aconstruir estructuras de valores compartidas con aque-llos a los que la sociedad no tiene en cuenta. En mu-chos casos, el único aglutinante social que se mantieneoperable es la comunidad de consumo y, ante la faltade recursos propios para volcar al mismo, las personasdeben generar otras alternativas de ingresos no vincu-ladas al trabajo, constituyendo complejas formas deintegración social.

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3 Nos ha conmovido en uno de nuestrostrabajos ver a una docena de jóvenesescuchando a una mujer contar cómoera la época en que ella era obreratextil, antes de que la empresa sevendiera, incorporara tecnología yredujera sustancialmente a supersonal. El relato incluía cómoviajaban en el micro que las llevaba altrabajo, cómo era el trato con los jefes,cómo se festejaba el día del textil“donde todos era iguales, los jefes ylos operarios”. Era difícil evitar laemoción al ver la cara de esos jóvenes,pendientes del relato, probablementeimaginando qué felices hubieranpodido ser viviendo en esa época quehabía ocurrido… diez años antes.

4 A su vez, esta simplificación groserade la relación del joven con la culturadesconoce un mundo cotidiano dondela influencia de la familia en sentidoamplio es solo uno de los estímulosformativos que éstos reciben. Porejemplo, la preocupación de laviolencia que se asocia con la pobrezapasa por alto el contenido de violenciapermanente que se exhibe en losnoticieros televisivos y en especial através de las películas norteamericanasaptas para todo público, donde nadietrabaja y casi todos matan,especialmente los buenos. Eso sí, nose ve ni una teta –de mujer, claro,porque la de hombre está permitida–…ya entendí, el problema es la leche. Ose preguntan “¿qué estará haciendo elnene en Internet?” mientras los adultosse divierten y excitan cuando unconductor de televisión pellizca nalgasde mujeres o dice chistes soeces.

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A su vez, los jóvenes de las franjas sociales másafectadas por la falta de empleo5, enfrentan retos adi-cionales como permanecer en el sistema educativo ymantenerse dentro de sus propias familias, muchasveces en vías de desintegración por la carencia de tra-bajo de los adultos que la componen. En algunos casosno logran completar la escolaridad por las demandasdel trabajo familiar y en otras por la limitación de re-cursos ocasionada por la falta de trabajo. Ya no es su-ficiente ser alfabeto para incorporarse al mercado detrabajo.

Las limitaciones para acceder al trabajo que en-frenta esta franja etaria se superponen también con elpico de actividad reproductiva. Pero la función repro-ductiva que se comienza a ejercer en esta etapa de lavida no genera solo demandas de carácter sanitario.Es especialmente importante la afirmación de los rolespaternal y maternal, y la imposibilidad de acceso altrabajo implica un severo daño a la construcción cul-tural necesaria para ese fin. Así, a la desprotección dela madre y el niño, se suma la imposibilidad del padrede concurrir con eficacia a sostener a su propia prole.Como dijera uno de nuestros entrevistados, “si no lepuede dar de comer, ¿qué autoridad va a tener para de-cirle algo?”

Los jóvenes ven agravada su situación: entre serexpulsado del paraíso y no haber ingresado nunca hayuna diferencia sustancial. En el límite, se dice “vamosa hacer un trabajo” cuando en realidad se sale a robar.Hasta en estas actividades marginales se expresa lacultura del trabajo.

En términos generales, según nuestra experien-cia, no existe tal problema como la inserción de los jó-venes en el mundo del trabajo; el problema real es laescasez de trabajos decentes para los jóvenes6. A lostrabajos decentes los jóvenes no tienen ninguna difi-cultad en acceder, compiten por ellos. Los que no lo-gran esos puestos también resultan en general igual-

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5 “Algunos de estos ‘jóvenes’ –tal veztodos– viven un sueño loco: integrarseen una sociedad geográficamentecontigua, pero inaccesible a susbiografías. Muchos de ellos, muchosmás de los que se cree, desean hacerrealidad ese sueño tanto más irrealcuanto más concreto: conseguirtrabajo. ¡El trabajo es para ellos lo queel Grial para los caballeros! [...] Sinembargo, se tiende a considerar que nose los prepara lo suficiente –o demanera directa– para ingresar enempresas que no los quieren. [...] Losjóvenes de esos barrios parecenpresentir que la educación es impartidapor personas engañadas. No se enseñala sórdida aspereza de los guetosmiserables de los Estados Unidos, elhacinamiento de las villas miseria deManila, las favelas de Río y tantasotras. Se pasa por alto esa geografía.Se desconoce la lista infernal de losfamélicos de África, Sudamérica y otrasregiones, así como la desgracia sufridapor un ser consciente que no estabafabricado para convertirse en unmiserable, una víctima, aunque esefuera su destino. [...] ¿De qué sirvedarle a los jóvenes los medios paraadquirir conciencia de su situación,sufrirla más que antes y criticarla siahora la aceptan tan tranquilos? Esmejor atraparlos más, hundirlos másque nunca en su condición de‘buscadores de empleo’, ocupación quelos mantendrá tranquilos y juiciosospor mucho tiempo.” Viviane Forrester.

6 Sube la señora al colectivo y viendoque todos los asientos están ocupadosdice en voz alta: “Ya no quedancaballeros”, a lo que uno de lossentados le responde: “No, señora, loque no quedan son asientos”.

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mente exitosos en el acceso a trabajos más precarios,de corta duración y nulas oportunidades de carrera.

El problema real que existe ante la escasa ofertade trabajo del “que permite vivir” es que esta inser-ción es parte importante del proceso de socializaciónde los jóvenes en el mundo adulto, y de cómo se re-suelva esa incorporación dependen muchos aspectosde la vida de nuestra sociedad futura. Una sociedadque ofrece a sus jóvenes precariedad e incertidumbresobre el futuro de su vida poco puede esperar de símisma. Más tenebroso aún es hacerlos responsablesde esa situación.

Las limitaciones para la inclusión productiva delas nuevas generaciones afectan a distintos niveles so-cioeconómicos, no es una realidad exclusiva de la po-blación más postergada social o económicamente. Eljoven que abandonó la escuela a temprana edad yquedó atrapado en el sistema de trabajo-no trabajo delos ciclos agrícolas o en trabajos descalificados en laciudad, es el caso más penoso. Pero también deambu-lan buscando una ocupación digna los egresados de laenseñanza media o el egresado de la universidad. Ellostambién tienen pocas opciones de incorporación a tra-bajos estables y dignos.

Parece ser que los factores que facilitan o limi-tan el acceso al mercado de trabajo son de orden ge-neral. No existe un mercado demandante de trabajohumano y jóvenes con dificultades de acceder almismo. Por el contrario, existe un modelo cuyo desa-rrollo exitoso incluye la reducción permanente de lamano de obra y de su costo7.

Tampoco existen adultos que conocen el valordel trabajo y jóvenes displicentes que lo ignoran. Alcontrario, cuando existen demandas específicas parajóvenes éstos hacen colapsar los mail de las seleccio-nadoras y abarrotan los pasillos de las direcciones delos avisos. A fines del año 2004 la Policía de Tucumán

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7 “A propósito del trabajo, es comúnlamentar que se le quite a uno lo que seda a otro. O regocijarse que le den auno lo que le quitan a otro. Leemos, porejemplo, que se espera alcanzar elobjetivo de que dos de cada trescontratados nuevos sean jóvenes. Estoexpresa una muy buena voluntad, perosignifica que dos de cada tresdesocupados mayores no hallaránempleo. Lo mismo sucede cuando hayquien se regocija al ver disminuir elporcentaje de desocupados de largadata; en este caso los jóvenes habránobtenido incluso menos empleos quelo que hacía temer el aumento de ladesocupación”. Nuestra ya conocidaViviane Forrester.

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hizo un llamado para contratar 1000 Agentes de Pa-trulla en San Miguel de Tucumán. Los requisitos eranser menor de 25 años y tener el secundario completo.Se presentaron 10.000 jóvenes. En el mes de febrerode 2005 se presentaron 700 jóvenes para 60 vacantesde la Escuela de Cadetes de la misma institución. Enel mes de marzo se realizó una nueva convocatoriapara contratar 800 Agentes de Patrulla, esta vez parael interior de la Provincia: se presentaron 12.000 can-didatos. Como dijera una de las personas responsablesde la selección, “es imposible que exista tal vocaciónpolicial en ninguna sociedad del mundo”. Efectiva-mente, lo que esos jóvenes buscaban era una oportu-nidad de trabajo remunerado legalmente.

Lo que probablemente los jóvenes expresan conmayor crudeza es la pérdida de tracción del paradigmaque ubica a la educación y al trabajo como vehículosde ascenso social. Pero eso no sería tanto una limita-ción sino más bien una virtud: sociedades cuyos jóve-nes no aceptan las hipocresías cotidianas y llaman alas cosas por su nombre son sociedades con esperanza.

Es posible que esa serie de dificultades que en-frentan los jóvenes al momento de acceder al mercadode trabajo haga pensar que no poseen cultura de tra-bajo. Invitamos a los que así piensan a que se tomentiempo para hablar con los jóvenes. La cultura del tra-bajo no depende exclusivamente de la experiencia deltrabajo, así como la cultura en general no se adquiereviviendo personalmente todos los eventos que estánen la base de su existencia. La cultura del trabajo pre-existe a los hábitos del trabajo y, según nuestra expe-riencia, en verdad es la que permite su formación.

Trabajo y derechos¿En qué consiste el derecho a trabajar? Cuando unapersona no “encuentra” trabajo, ¿a quién debe diri-girse? Las dificultades para responder a estas pregun-

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tas son de dos órdenes: la primera, el término trabajo,como hemos visto, designa distintos tipos de prácti-cas sociales, desde el empleado en blanco de una firmamultinacional hasta el trabajador precarizado o, enocasiones, esclavizado en un circuito de dependenciaya no solo económica sino personal.

Esta no es una pequeña dificultad. “Buscaba tra-bajo, yo le ofrecí pero no quiso”. El trabajo ofrecidoquedaba a una gran distancia de la vivienda del traba-jador; la remuneración, una vez deducido el costo deviaje, era irrisoria; la asistencia a ese precario trabajole impediría seguir buscando una oportunidad más ra-zonable. El trabajo ofrecido tampoco era estable, nose sabía cuánto iba a durar. Pero, esa persona, ¿siguesin poder ejercer su derecho al trabajo?, ¿qué tipo deoferta cumple ese derecho?

Otro ejemplo: si se prohibieran por inhumanostodos los trabajos que afectan la salud, ¿cuántas nue-vas personas quedarían sin poder ejercer su derechoal trabajo? Pero, desde otro punto de vista, ¿qué pen-samos de la persona que rechaza un trabajo porque esriesgoso para la salud?, ¿la seguimos considerandocomo alguien que no puede ejercer su derecho al tra-bajo o como el exigente que tuvo una oportunidad y ladesperdició?

Como verán, la dificultad de a qué llamar “untrabajo” no es menor. Pero se agrega un segundo in-conveniente: el derecho al trabajo no está instituido,solo declarado. Cualquier persona, independiente-mente de su condición, sabe que si está enferma debeconcurrir a un hospital. Y nadie desconoce que paraaprender a leer y escribir se va a la escuela, ni siquieralos analfabetos. A eso llamamos que un derecho estéinstituido. La existencia de esas instituciones permiteorganizar el esfuerzo comunitario para que el hospitalcuente con los medios adecuados y para que el accesoa la escuela sea real, y así de seguido.

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Esa constitución de derecho, que hoy resulta tannatural, no ha existido desde la creación de los tiem-pos. Ha sido una construcción humana que, siguiendociertas ideas, conceptualizaron necesidades y eleva-ron valores que se consideraron relevantes para lavida. Esos conceptos y valores permitieron a las so-ciedades conquistar esos derechos.

La novedad que implica la desaparición del tra-bajo como un bien universalmente disponible –esteproceso se ha desplegado en gran escala recién en lasúltimas décadas– aún no ha permitido constituir estanecesidad en el terreno del concepto. Tampoco se hainstalado la estructura de valores acorde para resol-verla. En su lugar se apela a conjuros fantásticos, re-flejos de un mundo construido pero ya desaparecido,y cuyas expresiones más sinceras no resisten ningunaindagación medianamente seria sobre lo que está ocu-rriendo en el mundo del trabajo.

Es más, hay una activa resistencia social a cons-tituir el derecho al trabajo. Una de sus expresiones esel sentimiento de muchas personas de estar contribu-yendo con “sus” impuestos a “mantener a esos vagos”que no quieren trabajar. Por otro lado, la asociaciónde delincuencia y desocupación es creciente, sin darsepor avisados de la profunda responsabilidad institu-cional que está en la base de la inseguridad personal8.Finalmente, el que tiene un buen trabajo se siente unelegido y el que tiene un trabajo precario se siente unesforzado: la tautología implícita dice que nadie quetrabaje es un desocupado9.

La diferencia con el hospital o la escuela no con-siste tanto en la existencia del tipo de institución, sinoen la convicción de que la enfermedad o la falta de co-nocimientos no es “culpa” de las personas10. Por elcontrario, las dificultades de acceso al trabajo sí re-visten en esa categoría: es una responsabilidad perso-nal que nada tiene que ver con las condiciones socia-les imperantes.

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8 Dicho sea de paso, los bajos salariosde las fuerzas de seguridad hacen másdifícil aún desmantelar las mafias en suinterior.

9 Benditos juicios sintéticos a priori,¡por qué no existirán!

10 Bueno, esto no es absoluto. Muchoshan considerado al SIDA como laconsecuencia de conductas sexualesirresponsables y, para muchos gruposreligiosos, reprobables. La derechapolítica cree firmemente que laeducación de las personas no es unaresponsabilidad pública y que lasfamilias deben costear la educaciónprivada de sus hijos y de ellos mismos.

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Las organizaciones que agrupan a personas des-ocupadas, las redes de emprendimientos solidarios, lacreación de proyectos cooperativos, son otras tantasformas de comenzar a ejercitar, a ensayar, una idea dederecho al trabajo. Pero en verdad no constituyen esederecho, de la misma manera que un comedor comu-nitario no constituye el derecho de las personas a tenerseguridad alimentaria. Este es el límite de la metáforadel hospital y de la escuela: el trabajador desocupadono es ni un enfermo ni un ignorante; es un ciudadanoque no tiene trabajo.

Probablemente el ejercicio del derecho al tra-bajo no se pueda alcanzar a la vez en todas las dimen-siones sociales del trabajo. Parece más accesible ga-rantizar el derecho al ingreso económico que el tra-bajo incluye. Los aspectos relacionados con laidentidad y el reconocimiento social son de más com-pleja resolución, aunque no imposibles.

La cultura del trabajoFinalmente, se deberán decodificar fenómenos queocurren en el mercado de trabajo y que generan atri-buciones causales totalmente contradictorias. Elcaso más frecuente se refiere a las dificultades queenfrentan las demandas de trabajo fallidas realiza-das por empresas. Hay empresarios que ofrecen tra-bajo y sienten que es muy difícil convencer a las per-sonas de que se incorporen al mismo. De ahí a laconclusión de que “la gente no quiere trabajar” nohay mucha distancia. Consultoras en selección depersonal nos relatan casos frecuentes en que el pos-tulante desiste del puesto antes de ir a la entrevistaen la empresa o a los pocos días de haberse incor-porado11.

Mientras tanto, las mismas personas convoca-das sienten que no hay reales oportunidades de tra-bajo. Desean trabajar, y el hecho de que ya no lo bus-

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11 Una de las preguntas efectuadas en elmarco de nuestros trabajos es: “¿Cuáles, en su opinión, la principal o lasprincipales causas de ladesocupación?” Muchas de lasrespuestas hacen referencia a la faltade educación de las personas, a que nodominan un oficio o a que prefierenrecibir un subsidio del Estado. Bienmirado, éstas podrían ser respuestaspertinentes a la pregunta: “¿Cuáles sonlas principales consecuencias de lafalta prolongada de trabajo?”

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quen tan activamente tiene más que ver con reiteradosfracasos en esa búsqueda que a la falta de deseo deestar incorporado a una actividad laboral. Lo que seofrece en el mercado a veces no alcanza a compensarlos gastos de traslado, o la ropa que hay que usar parapoder desempeñarse en el mismo. En ocasiones, sim-plemente el trabajo cultural de la persona vale más queel precio ofrecido en el mercado de trabajo.

¿Cómo pueden ocurrir estos dos fenómenos a lavez? En verdad, se trata de que estos empresarios oconsultoras en recursos humanos llaman trabajo a unacosa, y las personas desocupadas o con trabajos pre-carios llaman trabajo a otra. Mientras que para los pri-meros el trabajo es una actividad temporaria y aso-ciada a necesidades puntuales de la empresa o el Es-tado, para los segundos constituye una actividadpermanente y asociada a necesidades vitales de suexistencia humana. Como nos dijeran en muchas opor-tunidades: “Queremos trabajo de verdad”.

Nosotros, para ayudarnos en la interpretación deestos fenómenos –aparentemente contradictorios–, di-ferenciamos entre dos categorías: Mercado de trabajo,y Mundo del trabajo.

Por Mercado de trabajo entendemos el conjuntode ofertas y demandas de trabajo –ya sea por / paraterceros o por cuenta propia–, y los contratos reales–formales o de hecho– que se realizan entre empre-sas, trabajadores, cuentapropistas y familias.

Con la expresión Mundo del trabajo nos referi-mos al Mercado de trabajo más el conjunto de repre-sentaciones que las personas y los grupos sociales tie-nen sobre el trabajo como actividad social y econó-mica del ser humano, incluida una ética del trabajo.

La perplejidad que produce la situación de de-mandas de trabajo no satisfechas efectuadas por lasempresas contra un fondo de elevado desempleo estáreflejando, en nuestra opinión, que los paradigmas del

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Mercado de trabajo son divergentes de los paradigmasdel Mundo del trabajo.

De alguna manera el primero está organizadosobre las formas civilizatorias actuales, que en mu-chos aspectos se hallan desfasadas de los mandatosculturales siempre más profundos y perdurables quelas modalidades impuestas de organización econó-mica. Y en América Latina, sobre todo, pensar en lavictoria de la civilización sobre la cultura es estar pocoinformado.

La cultura del trabajo parece estar profunda-mente arraigada en nuestros pueblos. Desde el es-fuerzo para producir el maíz y la papa por parte de lascomunidades originarias, hasta el sincretismo que seprodujo con la vieja España y la nueva Europa, la in-corporación de la industria moderna y el desarrollode economías regionales, han surgido inmensos re-cursos creados a partir del trabajo.

Los que dicen que hay que recuperar la “culturadel trabajo” debieran mejor ocuparse de generar lascondiciones para que haya trabajo, pero respetando loque se considera culturalmente como trabajo. Si no,es solo un juego equívoco. Es llamar trabajo a unasactividades precarias, inestables, imprevisibles, dondelas personas consumen su tiempo y energías sin obte-ner a cambio los medios de vida necesarios. Y si laspersonas no quieren someterse a esas “nuevas” con-diciones que no proveen los medios culturalmente ne-cesarios para la reproducción de la vida, se los acusade que han perdido la cultura del trabajo.

Cuando las empresas eliminan trabajadores portecnología o cambios en las condiciones del mercado,las personas deben ser emprendedoras; cuando el mer-cado permite valorizar el capital incorporando trabajohumano adicional, entonces deben recuperar la culturadel trabajo. ¿Qué loco, no?

La cultura del trabajo pertenece al Mundo del

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trabajo y no se la puede definir desde el Mercado detrabajo. Éste puede ofrecer alternativas más cercanaso más alejadas a la cultura del trabajo, pero no la de-fine: la cultura del trabajo es preexistente, se ha for-mado a través de siglos y violentarla de la manera enque lo hace el actual Mercado de trabajo es, justa-mente, un intento de destruir la cultura del trabajo.

Lo que está ocurriendo en realidad es que esaviolencia –que se lleva a cabo en el marco de procesosprofundamente inequitativos– intenta acabar con lacultura del trabajo. La cultura del trabajo contiene losderechos del trabajo, el respeto a la salud del trabaja-dor, el procurar una remuneración que garantice el ac-ceso a los bienes indispensables para la reproducciónde la vida humana, la existencia del descanso diario,semanal y anual, la garantía de que trabajando respon-sablemente se tendrá una vida digna. Eso es cultura deltrabajo. Cada nueva “flexibilización laboral” ha sidouna puñalada por la espalda a la cultura del trabajo.

Recuperar la cultura del trabajo pasa, entonces,por reducir la inequidad en el desarrollo, impedir laexistencia de mafias que violan sistemáticamente lasleyes que protegen a las personas y a los recursos na-turales necesarios para el trabajo, y establecer políti-cas de Estado que permitan desarrollar estrategias efi-caces para la inclusión de las personas en el Mercadode trabajo.

Identificar a un desocupado que hace años nologra incorporarse a un puesto de trabajo decente y, enel proceso de destrucción de su dignidad, termina afe-rrándose a un miserable subsidio estatal llamado Planal que imagina más perdurable que cualquier changaque pueda ocasionalmente conseguir; identificar, de-cimos, a este trabajador desocupado con alguien queha perdido la cultura del trabajo, es un ejercicio pocodigno. Justamente porque ese trabajador desocupadoestá expresando la cultura del trabajo, frente a un mer-cado que no lo demanda como trabajador.

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La demanda de recuperar una cultura del trabajosupuestamente perdida es especialmente llamativacuando proviene de dirigentes políticos. Además de laignorancia o mala intención que refleja la idea de que“la gente no trabaja porque no quiere”, es justamente laclase política la que está identificada por la sociedad ar-gentina como la que –llegada al cargo– rápidamente seenriquece no justamente con actividades vinculadas altrabajo. Y la demanda de que la gente tiene que recu-perar la cultura del trabajo es sencillamente lamentablecuando proviene de representantes de organizacionesde trabajadores desocupados que califican de esa ma-nera a sus propios representados, mientras ellos “traba-jan” de dirigentes, muchos en despachos oficiales.

“Ya nos quitaron el trabajo, ahora nos quierenquitar los planes” nos dice una apenada mujer dequince años de industria y diez de desocupada. La ideade que quitar los planes hace nuevamente disponibleesa mano de obra, está expresando la posibilidad hi-potética de destruir la cultura del trabajo para imponerlas condiciones exigidas por el Mercado de trabajo.Personas a las que se les quite todo medio de vida es-tarían así dispuestas a abandonar su cultura12.

Claro que eso no es un destino. El cuestiona-miento a este tipo de lógicas es creciente y en el pro-pio Mercado de trabajo se hace dificultoso sostenerprácticas consistentes con este modelo depredador deltrabajo humano. Se inutilizan poderosas herramientaspara estimular el rendimiento como son la motivación,la obtención de ventajas mutuas y la búsqueda man-comunada de beneficios.

Los modelos anti-culturales de trabajo exacer-ban la falta de compromiso con la tarea, el despilfarrode recursos, crean dificultades crecientes para alcanzarcalidad y excelencia en los productos y servicios. Lospropios estamentos gerenciales se ven sometidos a uninmenso stress ante la demanda de acciones perma-nentes para sostenerse en el propio puesto de trabajo.

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12 Es el viejo truco, ¿no? La rendiciónpor hambre.

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La vida de un puesto de trabajo está en relacióninversa a la capacidad y el compromiso de los traba-jadores, sean éstos de mayor o menor calificación. Lademanda de ahorrar tiempo y recursos, de innovar endirección a la maximización de la ganancia empresa-ria, hace que los grupos más activos y comprometidosen las mejoras sean los que en primer lugar hacen in-necesarios más puestos de trabajo.

En tanto aumente el desgaste de los puestos detrabajo, la entrada y salida de una persona en el Mer-cado de trabajo se hará más frecuente. En nuestra ex-periencia profesional es habitual encontrar personasentre 30 y 35 años que ya han pasado por cinco o seistrabajos, siendo común que a medida que aumenta laedad los tiempos entre un trabajo y otro se hagan másprolongados.

Muchas de estas personas, la mayoría de las cua-les no perciben ningún plan social, alternan “changas”por su cuenta con períodos de desempleo, y van desa-rrollando nuevas estrategias de supervivencia acordesa la época donde el trabajo ha dejado de ser un bienuniversalmente disponible. ¿Eso deteriora la culturadel trabajo en esas personas? Vamos a responder conun ejemplo.

Nuestras actividades coordinando proyectos dereinserción laboral para personas desplazadas de la in-dustria nos permite estar en contacto habitual con di-versos contingentes de desocupados. En estos proyec-tos, que son extensos en el tiempo, por la propia me-todología utilizada se establecen vínculos profundoscon las personas y de ellos nacen no pocas amistades.Uno de esos amigos llama por teléfono a casa.

Nos habíamos conocido varios años atrás, unaindustria lo había desplazado y esta persona en un añode crisis y dificultades –esposa sin trabajo y dos niñospequeños– definió con su familia que se iba a dedicara la cría de perros de raza. Los inicios no fueron muy

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alentadores, pero la prudente administración de la in-demnización le permitió sobrevivir con ese empren-dimiento no muy rentable. Un año después de iniciadoel proyecto colaboramos para hacer una reingenieríadel sistema de ventas y eso trajo algún alivio y mejo-res perspectivas de desarrollo para la actividad. Final-mente, en cuatro años, esta persona logró una posiciónbastante segura en el mercado de cría. Es el ejemplo demanual ¿no?

Pero suena el teléfono y este amigo dice quetiene una gran noticia para darme. Por su entusiasmoyo imagino: espera otro hijo. O habrá firmado un con-trato de venta de cachorros muy ventajoso que le per-mite hacer unos caniles proyectados para ampliar sucriadero. O se habrá recibido la mujer, que estudiabaenfermería. No, nada de eso. La noticia era: “me lla-maron otra vez de la fábrica, empiezo el lunes”.

Yo me angustié terriblemente. Otra vez a la fá-brica, pensé, para que lo vuelvan a dejar en la calleapenas disminuya la demanda o se incorpore una me-jora tecnológica. Va a cambiar su vida construida poruna vida ajena. En fin, traté de disimular –mal– esossentimientos y mi primera pregunta fue que qué iba ahacer con el criadero. Claro que el hombre ya teníamuy bien dispuesto cómo seguir con el criadero y meagregó: “No me pasa más lo de hace cuatro años, queme quedé en el medio de la calle”. Pero eso era el cre-cimiento, el aprendizaje. La verdadera alegría era quelo habían vuelto a llamar de la fábrica. ¿Lucha por elreconocimiento?13 De todo un poco, pero, por sobretodo, cultura del trabajo.

Resumiendo, lo que deteriora la cultura del tra-bajo es el Mercado de trabajo. La cultura del trabajoestá profundamente arraigada en la sociedad argen-tina, no en el sentido arcádico de una disposición in-nata al esfuerzo incondicional, sino basada en el res-peto a la propia dignidad que encuentra en el trabajola manera de ser un ciudadano independiente, que

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13 Hegel, La fenomenología del espíritu,1807. La autoconciencia, o concienciahumana, es el resultado delreconocimiento que el otro hace denuestro deseo. La empresa, aldespedirme, hace prevalecer su deseoy desconoce el mío; al volver aconvocarme me está reconociendo.Ver de Alexandre Kojeve, La dialécticadel amo y del esclavo en Hegel.

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come lo que quiere, sale a donde quiere y se junta conquien quiere.

“Cuando mi papá se quedó sin trabajo entró lamiseria en mi casa”, nos dice una persona ya hoy deunos 35 años que solo tuvo trabajos episódicos. Claroque esa persona ya tiene su familia y sus hijos, quecrecen con un panorama similar por delante. La com-prensión de la relación entre la miseria y la falta detrabajo es cultura del trabajo.

“No quiero que me hagan el baño, quiero queme den trabajo y yo hago mi baño como quiero”, nosdice otra persona objeto de un programa de mejora-miento de la vivienda. La comprensión de la relaciónentre la dependencia personal y la falta de trabajo escultura del trabajo.

“Que no nos den una máquina de coser a cadauna para que cosamos en nuestra casa. Que nos denun lugar, todas ahí. Que se controle lo que se hace”,nos dice una persona, objeto de un programa de em-prendimientos. La comprensión de la relación entre ladestrucción de los vínculos sociales y la falta de tra-bajo es cultura del trabajo.

Un Mercado de trabajo que ofrezca oportunida-des para que las personas no vivan en la miseria, de-sarrollen su independencia personal y reconstruyanvínculos sociales encontrará, sin duda, una fuerte cul-tura del trabajo donde apoyarse14.

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14 Nos estamos refiriendo tanto aempleos como a actividades deeconomía alternativa y por cuentapropia. Así como hay empleos de altacalidad y protección, también hayemprendimientos comunitarios ytrabajadores independientes cuyaactividad les permite una vidaculturalmente considerada digna. A suvez, muchos empleos soninmensamente precarios y muchostrabajadores por cuenta propia laborany viven en condiciones penosas. ElMercado de trabajo parece, conexcepción de una franja “privilegiada”,establecer una media en este sentido.

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Capítulo 9

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajoEste capítulo ha tenido algún mérito en sobrevivir yaque es tal la desproporción entre los problemas des-criptos y las posibilidades de mitigarlos que, muchasveces, nos hemos acobardado ante la hoja en blanco.Sobre todo porque la posibilidad de construir otra his-toria no es un problema teórico sino práctico, en elsentido de producción y de creación de nuevas reali-dades por parte de las sociedades humanas. En todocaso, la teoría es una de las prácticas disponibles.

Pero quizás no ha sido esa la causa principal quele obturó durante mucho tiempo su inclusión en estelibro: la razón de más peso ha sido el temor a que seinterprete como una necesidad de proponer “solucio-nes”. Hay una literatura sobre el tema del trabajo –y enverdad sobre muchos otros temas– que descalificatodo análisis que no proponga “soluciones”. Es unapostura difícil de interpretar: podría obedecer a unmandato que diría que aquellos problemas de los quedesconocemos la solución no deben ser mencionados,como el cáncer cerebral o los terremotos. O tambiénpuede obedecer al proverbio atribuido a los chinos:“Si tiene solución, para qué preocuparse; y si no tienesolución, para qué preocuparse”, o sea, ante los pro-blemas no hay que preocuparse: hay que solucionarloso dejarlos estar. Por suerte el inventor de la rueda noparticipaba de esta idea.

Finalmente, alentó la inclusión de este capítulola confianza en que el lector sabrá cómo interpretar yqué hacer con estas opiniones. Dos indicaciones im-portantes que valen para todas ellas: la primera, nin-guna de estas estrategias es sostenible en un contextoexclusivamente local o nacional. Compartimos la idea

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con Gorz de que “no es contra la globalización quehay que luchar tratando de sustraerse a ella; es en elcontexto de la globalización en curso que es precisoluchar por una globalización diferente1”. Por ejemplo,no son sostenibles las estrategias de control horariodel trabajo si no abarcan a una región y, a largo plazo,si no se mundializa una nueva definición de cuántashoras semanales de trabajo son aceptables.

La segunda indicación es que no es posible mo-dificar las condiciones en el mundo del trabajo sinafectar la desigual y obscena apropiación de riquezas.No se trata de que todos consumamos a lo loco comolos segmentos más pudientes de la sociedad humanapor la sencilla razón de que eso no es posible. Un pla-neta, una naturaleza, una fuente de energía: no esta-ban muy lejos de la verdad las culturas que adorabanal sol. No se trata de imitar un “estilo de vida”, se tratade crear un estilo de vida sustentable.

Estrategias de control horarioMi abuelo materno, inmigrante italiano en Argentina,decía de la crisis de 1930 que le tocó vivir: “A ningúnobrero panadero italiano le faltó trabajo. Dividíamos losdías que trabajábamos, si había muy poco trabajo to-caba dos o tres días por semana, pero no que uno traba-jaba toda la semana y el otro nada”. Este es el principiosimple de las estrategias de control horario de la jornadade trabajo: repartir el trabajo existente entre todos.

Está demostrado que la productividad del tra-bajo está en relación inversa a la cantidad de horas dia-rias trabajadas. Es más productivo el trabajo de unapersona que cumple una jornada de seis horas de tra-bajo respecto al que cumple 10 horas diarias. De 9 o10 horas diarias en adelante se achata la productivi-dad de manera tal que la hora once o la hora doce equi-vale a algunos minutos de las primeras horas de la jor-nada. En los casos de los sistemas productivos en línea

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1 “Negarse a la globalización, pretendersustraerse a ella nacionalmente,conduce infaliblemente a capitularfrente a esta globalización. [...] Laresistencia al capital transnacional nopuede ser ella misma más quetransnacional; la resistencia a losagentes de esta globalización exige,ante todo, agentes de otraglobalización, guiada por una visión,una solidaridad, un proyecto decivilización planetarias”. André Gorz,Miserias del presente, riqueza de loposible, Capítulo 1: Del Estado Social alEstado de Capital

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que mantienen un ritmo uniforme, esa ineficiencia seva repartiendo a lo largo del día a través de distintos li-mitantes como paradas, reparaciones, accidentes o,simplemente, autorregulación de la fuerza de trabajo.

El análisis de la productividad del trabajo es labase para enfrentar la resistencia de empresas y traba-jadores a las estrategias de control horario. El ideal dela empresa es tener disponible la menor cantidad po-sible de mano de obra por el mayor tiempo posible. Elideal del trabajador es trabajar la mayor cantidad dehoras posibles para optimizar su remuneración2. Deesta manera se realimenta la tendencia a las extensasjornadas de trabajo que, entre otras cosas, elimina oimpide la creación de nuevos puestos de trabajo.

La reducción de la jornada de trabajo es uno delos aspectos en que más se nota la necesidad de medi-das conjuntas entre países de regiones económicas im-portantes. De otra manera, restricciones horarias decarácter nacional solo alterarían las condiciones decompetencia entre unos mercados nacionales y otros.Los que eligieran estas estrategias quedarían en des-ventaja respecto a los que permanecieran con sistemasde jornadas de trabajo ilimitadas. Operativamente,construir estrategias de control horario requiere demodificar tres componentes: la reducción progresivadel trabajo en negro, el restablecimiento de una jor-nada semanal máxima y un fuerte aumento del valorde las horas extraordinarias3 que excedan esa semana.

Complementariamente, será beneficiosa todaampliación de derechos de los trabajadores: por ejem-plo, una licencia paga por nacimiento de un hijo de unaño para la madre y de otro año para el padre aliviaríapresiones sobre el mercado de trabajo y aportaría unainmensa cantidad de horas al cuidado de la reproduc-ción cultural.

Como se verá, la implementación de este prin-cipio tan sencillo como repartir el trabajo existente, se

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2 Claro que esta demanda de lostrabajadores no es “natural”, es laforma en que el trabajador ocupadopuede acceder a un ingreso que lepermita vivir dignamente.Históricamente, ha sido unareivindicación de los trabajadores lareducción de la jornada de trabajo. El 1ºde mayo se rememora justamente a losMártires de Chicago, asesinados porsolicitar las ocho horas de trabajodiarias.

3 El precio de la hora extraordinaria sefija en la negociación atendiendo alesfuerzo adicional que hace eltrabajador; así, oscila entre un 50% yun 100% más de su valor dependiendode las condiciones de realización. Peroes necesario introducir el concepto delesfuerzo adicional que debe hacer lasociedad para sostener la posibilidadde trabajo extra que impide la creaciónde nuevos puestos de trabajo. Unanálisis de las horas extras que sepagan en una empresa permite predecircon bastante exactitud cuál es el puntode no conveniencia de esta manera decontratación que permite abrir unnuevo puesto de trabajo y, no lo dude,con ventajas para la propia empresa.Ese nuevo precio que contemple elesfuerzo social en ningún caso debieraser inferior al 600 % del valor de la horanormal.

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orienta precisamente en dirección contraria a todas lasnormas de flexibilización laboral que se han imple-mentado en las últimas décadas. Esas estrategias nosolo no crearon puestos de trabajo, sino que aceleraronla destrucción de muchos puestos de trabajo que, aunen condiciones de incorporación de tecnología, teníantodavía una vida útil de muchos años.

Miremos cómo son nuestras sociedades de tra-bajo actuales: el que “tiene trabajo” cumple extensasy agotadoras jornadas. El que “no tiene trabajo” jus-tamente de lo que dispone es de tiempo. Pero, ¿cómoes esto?, pregunta alarmado el trabajador ocupado,¿debo compartir mi salario con otra persona? Estosdelicados interrogantes tienen dos tipos de respuesta.La primera, que puede resultar tranquilizadora, es queel origen de los recursos para mantener los niveles deremuneración disminuyendo las horas trabajadas debeprovenir, justamente, de la construcción de un mundomucho menos desigual. Dicho en términos de mer-cado, de la baja de los costos patronales para transfe-rirlos a los costos del trabajo. Dicho en términos deteoría económica, de la reducción de la plusvalía ob-tenida por puesto de trabajo4.

La segunda respuesta, quizás más movilizadora,es que compartir no es malo, sobre todo si nos va a de-volver una sociedad más vivible5. Hoy nos cuesta máscreer –ojala fuera solo una crisis momentánea de fe–en una clase obrera redentora de todos los oprimidosde la tierra; pero tampoco es imaginable una nueva so-ciabilidad humana basada en el egoísmo y el “sálvesequien pueda”. La apatía con que las organizaciones detrabajadores han visto reducirse sus filas y su total des-preocupación por la situación de las personas desocu-padas también ha colaborado en la aceleración de laeliminación de puestos de trabajo6.

Las personas, aun las que no son poderosas,también participan en la producción de sociedad. Estarealidad es difícil de ver, en parte porque los disposi-

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4 Plusvalía: diferencia entre el valor delo que produjo el trabajador y el valorde la remuneración percibida por esetrabajo.

5 “ ‘No puedo yo vivir bien, si los otrosno viven bien también’. Es un conceptomoral, pero también práctico. Es serconscientes de que no podemos teneruna buena vida en soledad, aislados delos demás, sin relaciones de afecto, sinrelaciones sociales, sin sociabilidad”.Nuestro ya conocido José LuisCoraggio.

6 “Una complicidad estructural liga altrabajador con el capital: para ambos,la meta determinante es ‘ganar dinero’,la mayor cantidad de dinero posible.Ambos consideran al ‘crecimiento’como un recurso indispensable dealcanzar. Ambos están sometidos alapremio inmanente del ‘siempre más’.‘siempre más rápido’ ”. Andre Gorz enCrisis mundial, decrecimiento y salidadel capitalismo, 2007.

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tivos de dominio hacen sentir justamente que la vidadepende de otros, de los que tienen, de los que pue-den. Como contrapartida, muchos imaginan que sonel Estado, las empresas, las universidades, las respon-sables de proveer una vida mejor y que, sinceramente,ellos no tienen nada que ver. Unos padres poderosos yunos hijos que pueden maldecirlos, pero que no losmatan ni los comen porque después, ¿quién se hacecargo?

Días pasados escuchaba una discusión sobre lainconveniencia de la construcción de una nueva re-presa hidroeléctrica sobre el río Uruguay, en la fron-tera entre Argentina y Brasil. Muchas personas creenque puede producir alteraciones no deseables en laecología de la región. Uno de los participantes del in-tercambio agregó: “Si no queremos la represa tene-mos que empezar por tirar todos los aire-acondiciona-dos de nuestras casas y oficinas que consumen eleva-das cantidad de energía eléctrica”. Efectivamente, lareunión se estaba realizando en un cómodo lugar con22 grados de temperatura mientras en el exterior lamisma era de 42 grados. Su observación no fue muypopular pero resultó muy exacta: no podemos desearlos resultados sin aceptar las causas.

Probablemente, una inducción para fomentareste tipo de estrategias tendrá que ver con políticas queidentifiquen las prácticas económicas que son absolu-tamente inadecuadas para la generación de trabajo, o,de manera más universal, determinar la “riqueza de tra-bajo” que cada práctica económica implica. Por ejem-plo, si yo reemplazo un cultivo de algodón por otro desoja estoy reduciendo los puestos de trabajo por hectá-rea con todos los efectos que eso crea. Eso deberá lle-gar a ser considerado “malo”, y si el mercado globalofrece ventajas para el segundo cultivo deberemosestar convencidos “económicamente” de que son ne-cesarias fuertes compensaciones para remediar el“mal” que esa decisión provoca a toda la sociedad.

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En el plano de la industria, las decisiones sobreprocesos y tecnologías impactan directamente en lacantidad de trabajo disponible. Una “moral” del tra-bajo debería argumentar la evidente necesidad decompensar las mayores ganancias obtenidas por la eli-minación de mano de obra con otros aportes en ordena la vida social. Por ejemplo, premiar la reducción ho-raria y gravar las jornadas de trabajo extensas deberíarevestir la misma importancia, por lo menos, que de-fender las ecuaciones monetarias –tan mal comproba-das, por otra parte–.

Finalmente, el uso de la propiedad en relación ala tasa de trabajo que genera debería ser un criteriotanto para su imposición tributaria como para su “res-peto”. Una humanidad que pena por falta de acceso altrabajo parece tener derecho a organizar sus recursosde modo tal que todos los hombres y mujeres puedandesempeñar una actividad con sentido en el planetaque habitan y, de esa manera, obtener los medios ne-cesarios para la reproducción de su vida.

Actualización de la definición de derechos humanosOtra de las definiciones que impacta directamente enla creación de trabajo tiene que ver con lo que se con-sidera el mínimo de condiciones socialmente disponi-bles que deben gozar los seres humanos.

La definición de qué disponibilidad de energía,que infraestructura de caminos, qué tipo de educación,qué clase de vivienda, qué calidad de agua potable ydemás aspectos que hacen a la vida humana, mostra-rán con claridad la distancia que aún separa a una ma-yoría de la humanidad de esas prestaciones mínimas.

Así como el concepto de derechos humanos enalgún momento se ha concentrado –por las urgenciasdel caso– casi exclusivamente en el derecho a la vida,hoy nadie discutiría que también forman parte de esos

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derechos las libertades políticas, el derecho a la edu-cación, la seguridad alimentaria y otros.

Hay que acompañar la tendencia a ampliar la de-finición básica de derechos humanos o, en muchoscasos, hacerla realidad. Si se quisieran cumplir, porejemplo, las declaraciones de derechos de los niños enun mundo donde la principal masa de seres humanospobres e indigentes son niños, eso obligaría a la crea-ción de multitud de puestos permanentes de trabajo.

Pero hay ejemplos más sencillos. Para tomarcasos de la Argentina: la recuperación y ampliaciónde los ferrocarriles como medio para que las personaspuedan ejercer el derecho de trasladarse ellas y susproducciones equivale a millones de horas de trabajorepartidas en no menos de dos décadas. Grandes zonasde nuestro país no cuentan con redes de gas natural niequivalentes de energía eléctrica: la definición de queel acceso a una fuente de energía suficiente y barata esun derecho, impulsaría obras de largo alcance.

Solo para dotar a las escuelas y a los hospitalesdel personal adecuado sería necesario crear miles depuestos de trabajo de alta calidad. Ese sería un enfo-que de derechos humanos que no finalice con la cons-trucción de edificios que, si no quedan vacíos, tienenuna capacidad operativa lamentable. Tampoco contri-buye a la generación de trabajo cubrir parcialmenteesos puestos con contratos basuras, de tiempo parcialy plazo limitado, que se cobran mucho después deprestados los servicios contratados, donde las personasdeben previamente pagar impuestos para poder traba-jar y de esa manera liberar al empleador –la mayorparte de las veces el propio Estado– de sus obligacio-nes como tal.

Si se quiere agregar a las definiciones básicasde estos derechos humanos el respeto a los derechosdel consumidor, muchas firmas privadas y públicasdeberían ampliar sensiblemente sus planteles de aten-

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ción a usuarios y cumplimiento de obligaciones postventa.

La aplicación irrestricta del derecho a un medioambiente saludable sería otra fuente de creación denuevos puestos de trabajo de alta calificación.

En resumen, la posibilidad de privar a gran partede la sociedad del acceso a bienes y servicios que hoydeberían ser considerados indispensables, permite eli-minar muchos puestos de trabajo y embolsar esos re-cursos como ganancias. Por el contrario, garantizar unestándar básico de vida es una fuente de recuperacióny creación de nuevos puestos de trabajo.

Los cuidados de la vidaLa vida en la era de la tecnología requiere de nuevoscuidados. Hay por lo menos dos factores que modifi-caron profundamente las maneras de vida conocidasanteriormente y esos cambios reclaman nuevas prác-ticas de parte de la sociedad humana.

La primera de esas modificaciones es la apari-ción del tiempo libre7. Ese tiempo libre aparece de ma-nera engañosa ya que, en general, lo deseable es estar“ocupado” en extensas jornadas de trabajo para el ca-pital, ya que eso permite la obtención de dinero paraadquirir los medios necesarios para la reproducción dela vida. Pero el stock de tiempo libre se expresa contoda crudeza en la situación de los millones de des-empleados que acompañan desde hace varias décadasla evolución de nuestras sociedades.

Ese cúmulo de tiempo no reclamado social-mente abre nuevos interrogantes sobre la manera deevolución probable de la vida humana. Ya sea que es-trategias de control horario de la jornada de trabajopermitan a todos contar con más tiempo “libre” o que,lo más probable, durante muchos años aún se expreseesta diferencia entre personas demandadas por el Mer-

146 Emilio Pauselli

7 El tiempo libre, ¿está libre de qué?Está libre del trabajo. Las clases altasde todas las sociedades fueron las quelograron conquistar primero el tiempolibre de trabajo. El trabajo es esfuerzo,desgaste, sacrificio: por eso pudo serdescripto como castigo. En todas lassociedades que conocemos, un criteriode distinción entre posiciones socialeselevadas y posiciones subalternas hasido la necesidad o no de trabajar, enespecial identificada con el trabajomanual. Tener que utilizar el propiocuerpo para obtener medios de vida erauna situación muy cercana a laesclavitud, aun para los ciudadanoslibres de Atenas. El siervo sediferenciaba del señor en que éste seencargaba de los temas del gobierno,de la guerra o de las letras, mientrasque aquél debía ocuparse de todas laslabores manuales, en especial lasrelacionadas con la producción dealimentos. La exaltación del trabajoque acompañó el surgimiento delcapitalismo también estuvoacompañada de la división entre tareaspropiamente empresarias–planificación, decisiones financieras ycomerciales– y proletarias. Laposibilidad de que la tecnología iniciarauna cultura de trabajo deseable paratodos se vio obturada por el desarrollode la sociedad de consumo.

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cado de trabajo y personas no necesarias, esa masa detiempo libre que ha aparecido en nuestras sociedadeses un hecho nuevo.

Ese tiempo liberado no siempre se expresa endesempleo y pobreza. Son parte de esta nueva reali-dad la prolongación de los períodos formativos de losjóvenes de clases medias que pueden financiar su pro-pio desempleo. Así, se suceden formaciones de basecon especializaciones, maestrías, doctorados, becas ytodo tipo de actividades que demoran el ingreso de esapersona al mercado de trabajo. Hay países que tienenpolíticas de estímulo a esta permanencia de las perso-nas en los ciclos formativos como manera de aliviar lapresión por ingresar al mercado de trabajo.

Otra manera de expresión de este tiempo librees el retiro “anticipado” de trabajadores que, a unaedad que se podría considerar de plena productividad,ya son desechados por el mercado de trabajo. En al-gunos casos estos trabajadores pueden organizar es-trategias de actividad por cuenta propia que les per-mite mantener su estándar de vida, aunque en la ma-yoría de las situaciones este retiro anticipado precarizasus ingresos y, en muchos casos, los enfrenta a una si-tuación de pobreza en poco tiempo.

Finalmente, la mayoría de la población desem-pleada forma parte de los barrios marginales8 que ocu-pan gran parte de nuestras ciudades, de donde salenpara realizar algún trabajo ocasional. O directamenteno salen ya ni hay a qué salir y el control sobre suscuerpos y vidas los limita a esos espacios.

Un espacio paradigmático para comprender laincapacidad que tenemos para enfrentarnos a la nuevarealidad del tiempo libre lo constituyen las cárceles.En ellas, miles de pobres consumen su tiempo inútil-mente, o es el tiempo quien los consume inútilmente,desperdiciando así una oportunidad increíble de trans-formar ese espacio en la construcción de nuevos sen-

147Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo

8 “… estos habitantes jóvenes de losbarrios llamados ‘difíciles’, pero quemás bien son aquellos donde vive lagente que está en grandes dificultades.[...] No obstante, el único lujo de estosjóvenes, ¿no es acaso el tiempo libreque podría permitirles, entre otrascosas, incursionar en esos mundosefervescentes? Pero no les permitenada porque están amarrados a unsistema rígido, vetusto, que les imponeprecisamente lo que les niega: una vidaligada al trabajo asalariado ydependiente de él. Lo que se llama unavida ‘útil’ ”. Viviane Forrester, El horroreconómico. ¿No leyó aún este libro?No deje de hacerlo, no tienedesperdicio.

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tidos para su vida futura. En el mejor de los casosaprenden oficios para realizar actividades que, una vezliberados, nadie les demandará.

El refrán popular ya lo dice: “el ocio es el padrede todos los vicios”. No dice: el padre de todas las crea-ciones intelectuales, ni el padre de las obras de arte, niel padre de la felicidad. El ocio de los ricos está rode-ado de glamour, el ocio de los pobres debe ser elimi-nado de raíz. La práctica social por excelencia para eli-minar este ocio indeseable fue, durante muchos siglos,el trabajo. “Houston, we have a problem”9.

La segunda modificación planetaria de la vidahumana estuvo dada por la incorporación de la mujeral mercado de trabajo dominado por el capital. Esteavance, insoslayable para la igualdad entre los géne-ros, paralelamente restó millones de horas destinadaspor la humanidad a la reproducción de la cultura a tra-vés del vínculo “persona a persona”. Esas funcionesfueron diseminadas probablemente entre las institu-ciones escolares y, principalmente, los medios de co-municación masiva.

Sin embargo, la matriz de la transmisión cultu-ral no parece haber cambiado aún; solo le dedicamosmenos tiempo. Recogemos en nuestro trabajo mues-tras claras del papel de autoridad que ejerce la madreen contextos donde todo sistema de autoridad pareceabolido. “A mí me hacen caso porque si no hablo consu madre”. “Estos no le tienen miedo a nada, ni a lapolicía, pero si se entera la madre, ahí están en pro-blemas”. Esa madre no es un ser angelical, ella tam-poco le tiene miedo a nada y sobrevive como sobrevi-vimos todos, pero hay un vínculo de respeto que aúnparece central en la evolución de la especie.

Una expresión grotesca de esta realidad lo cons-tituyen los programas de hogares sustitutos. La socie-dad, preocupada por la suerte de esos cachorros depersonas destruidas por la falta de trabajo, los reab-

148 Emilio Pauselli

9 “Houston, tenemos un problema”,frase paradigmática de la películaApolo XIII. La nave que se dirigía a laluna sufre un accidente y pierde surumbo. Ya no puede llegar perotampoco se sabe cómo hacerlaregresar.

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sorbe en su seno para tratar de hacer de ellos, si nobuenos ciudadanos –eso implica derechos– por lomenos elementos no tan peligrosos. Nuevos Bambis10

que, luego de haber perdido a su madre asesinada porel capital, igual logran crecer de alguna manera, claroque nunca llegan a ser jefes de la manada.

La necesidad de recuperar la transmisión cultu-ral personalizada, como hacía la madre que no estabaincorporada al mercado de trabajo, implica la creaciónde multitud de puestos permanentes de trabajo. No setrata solo de puericultura ni de jardines maternales,aunque también de eso, sino de la asignación perma-nente de recursos –hombres y mujeres– para lograrque los nuevos integrantes de la especie puedan sen-tirse, efectivamente, bienvenidos.

Transformación del tiempo libre en tiempo va-lioso e inversión en transmisión de la cultura son, pro-bablemente, núcleos de demanda de muchos de lospuestos de trabajo que esperan en el futuro. No en laforma de promotores o técnicos de programas socia-les, sino como actividad más parecida a la de los an-cianos de la tribu; no estamos pensando en decir cómosino en escuchar qué.

Un ejemplo penoso ocurrido en la reina delPlata11: nuestra ciudad, con hermosas y amigables pla-zas públicas donde nos hamacamos por primera vez odimos el primer beso, amaneció en un par de años contodos esos espacios enrejados. Ahora es difícil atrave-sarlas de día ya que hay que ubicar las pequeñas puer-tas que permiten entrar y salir de las mismas, e impo-sible hacerlo de noche donde cerraduras, cadenas ycandados nos impiden transitar por esos lugares.¿Cómo nos fueron sustraídas las plazas públicas? Esoocurrió asustando a la población con la “inseguridad”y con el “vandalismo”. Gobiernos de distinto signoideológico acordaron encarcelar a nuestras plazas.

Suponiendo que hubiera efectivamente un fenó-

149Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo

10 Nos referimos a la lacrimosa historiainfantil del cervatillo huérfano por laviolencia humana. Los resultados de laviolencia humana para la propiasociedad humana merecenprobablemente muchas más lágrimasque la de aquella historia.

11 Como dice la hermosa canción deMaría Elena Walsh:

“Una vez y otra vez cantaremos la fiel serenata. Díganme dónde está, cómo es Buenos Aires la reina del Plata… Es París en el teatro Colón y en los libros de Plaza Lavalle.… Es el tiempo tirado en cafés y es memoria en la Plaza Dorrego.… Y también es morirse de amor un otoño en el Parque Lezama”.Vals Municipal.

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meno de vandalismo –y no queremos distraer a la po-licía que está ocupada custodiando a los traficantes dedrogas y a los proxenetas12– la pregunta sería: ¿quénos están diciendo esas personas que ocupan de esamanera, así sea esporádicamente, el espacio público?Ni rejas ni policía: equipos integrados por sociólogos,antropólogos, antiguos vecinos del barrio, especialis-tas en culturas urbanas, en resumen, equipos de sereshumanos preparados para decodificar, facilitar la co-municación e integrar socialmente desde el respeto ala idiosincrasia de cada grupo.

Los cuidados de la vida, así lo llamamos a faltade un nombre mejor. No de la vida en el sentido deque los delincuentes no nos maten, de la vida en elsentido de esa experiencia única que hace comenzarel mundo cada vez que nacemos. De la vida como po-sibilidad de proyectarnos hacia un futuro y de sabo-rear el agridulce jarabe de la existencia. Es probableque los cuidados de la vida sean cada vez más im-prescindibles para obtener una vida social de calidad.

La protección del trabajo en las crisis globales y regionales13

Ante cada “crisis” de la economía mundial capitalistase vuelve a poner en el centro el tema del trabajo asa-lariado. Resulta natural que si hay síntomas de rece-sión el empleo disminuya ya que, si las empresas tie-nen menor demanda, parece razonable que achiquensus planteles de personal.

Pero este hecho “natural” en realidad es solo elresultado nada natural de la asimetría en la relaciónentre el capital y el trabajo. Mientras el primero puededeterminar una lógica de preservación de sus intereses,sobre el segundo recaen cíclicamente las crisis en cuyageneración no tuvo ninguna responsabilidad.

Esta “lógica” claro que no es natural, pero enverdad tampoco es racional. Solo atiende a las nece-

150 Emilio Pauselli

12 Actividades que, a todas luces, danmucha más ganancia que custodiarplazas.

13 Este subtítulo reproduce casiliteralmente la nota La crisis y eltrabajo. Una vieja historia de mentirasaprendidas. Pauselli, 2009

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sidades inmediatas de ciertos beneficiarios del capi-tal, ni siquiera de todos. Vamos por partes. ¿Quéquiere decir que no es racional? Quiere decir que losdespidos y suspensiones que se producen cada vez quehay alguna conmoción en los mercados apuntan a pre-servar la estabilidad de los cuerpos de alta gerenciaaliados a los accionistas que, aun en las peores crisisde las últimas décadas, no quieren disminuir sus ga-nancias, pero no incluye una visión estratégica de me-diano y largo plazo que defienda verdaderamente losintereses de las compañías. En el futuro habrá nuevascompañías que reemplazarán a las viejas que, merceda esta irracionalidad, quebrarán. En esas nuevas com-pañías encontrarán trabajo esos gerentes y en ella po-drán volver a invertir los accionistas que hayan so-brevivido14.

Vamos a ejemplificar la irracionalidad de las re-ducciones de plantel en tiempos de crisis: en el año2002 tuve la oportunidad de coordinar programas dereinserción laboral para el personal de una planta ubi-cada en el parque industrial de La Plata que, en dosetapas, despidió a 340 operarios y empleados. De ladescripción de la situación del mercado hecho por lagerencia local de esa firma multinacional no parecíauna idea muy feliz desprenderse de esa mano de obracalificada ya que –y nosotros lo hemos visto extensa-mente en estos años–, algunas de esas personas, lasmás versátiles, cambiarán de oficio y se moverán a ac-tividades más estables, mientras que otras serán reab-sorbidas con el paso de los meses por las otras em-presas del ramo que logren recuperar mejores nivelesde trabajo. Uno de los vicepresidentes de la compañía–gringo el señor–, de visita en la Argentina expresabaque ese momento era una oportunidad para nuestropaís ya que la mano de obra y la materia prima esta-ban “más baratas que en China”, y resumía su afirma-ción diciendo que si el país no despegaba ahora no loharía nunca más.

151Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo

14 …que son casi todos los poderosos yno así los pequeños ahorristas, losfondos de pensiones, inversiones decooperativas y otras formas de ahorrosocial que son regularmenteexpropiados por el poder financiero sinque nadie mueva un dedo en defensade la “propiedad privada”. Ah, no…, yacaigo: para este tipo de inversionessociales, “propiedad privada” quieredecir que te privaron de la propiedad.¡Aprendan, burros!

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A pesar de ese optimismo, por alguna razón pa-recía evidente que había que disminuir el plantel demás de 800 personas a menos de 500. No había “sufi-ciente trabajo” y entonces mantener el personal era un“gasto innecesario”. Lo mismo le parecía a los sindi-catos involucrados que, con el telón de fondo de unadisputa de encuadramiento sindical, competían porasesorar mejor a la empresa sobre la manera más ba-rata de despedir15.

A los seis meses de iniciado el proceso de rein-serción laboral de esas personas fuimos convocadosde urgencia por la gerencia de recursos humanos de laempresa. Nos preguntaban si en un plazo breve po-dríamos lograr que entre 80 y 120 de los operarios ce-santeados volvieran a la empresa, que atendiéramosespecialmente a determinadas calificaciones y que, enlo posible, seleccionáramos a las personas que menosse habían resentido con la organización por el despido.Fin de la historia: en el año 2005 la firma cerró susoperaciones en la Argentina, no logró recuperar es-tándares de calidad y volumen adecuados al negocio yterminó siendo menos rentable que empresas delgrupo radicadas en China y Alemania.

En términos más generales, para reflexionarsobre el aspecto irracional del despido de trabajado-res habría que pensar qué participación en el mercadopierden las empresas cuando no consiguen el perso-nal adecuado a sus necesidades. Claro que cuando estose produce no aparece en primer plano la responsabi-lidad de esas mismas empresas por haber disconti-nuado el desarrollo profesional de su mano de obra,sino que las responsabilidades son del gobierno, de lospropios trabajadores que no se capacitan o de la es-tructura educativa que no forma lo que yo, justo esedía, necesito.

Pero la desafectación de trabajadores tampocoes un hecho natural, en el sentido de necesario e in-evitable. La primer pregunta que hay que formularse

152 Emilio Pauselli

15 La gratificación por esa colaboraciónsindical aparece a veces humanizadabajo la forma de “la empresa se harácargo por un año más de la obra socialde los despedidos” que, por lo general,desplazados y deprimidos, ya noutilizarán.

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es cuál es la incidencia de la mano de obra en los cos-tos totales de la empresa. Este índice varía mucho porrama y por nivel tecnológico, pero a las personas queno trabajan en estos temas les sorprenderá saber quedichos costos por lo general oscilan entre el 1,5 y 4 %del total de los costos16. Si se discrimina la remunera-ción correspondiente a la alta gerencia en pocos casossuperará el 2 %. O sea que cuando se suspende o sedespide a grandes planteles de trabajadores lo que seestá haciendo es “aprovechar la ocasión” para reposi-cionarse en un nivel de costos más bajo. Es en verdaduna decisión estratégica, no obligada, entre muchasotras que se podrían tomar17.

El efecto cascada que estas desvinculacionesproducen es formidable: paralizan gran parte delconsumo interno, detienen la producción de bienes yservicios que terceros proveían a las grandes firmas,y las áreas de logística complementarias quedan casiparadas. En un país como la Argentina, donde losgobiernos han creído que la cantinela de “flexibili-zar” las normas del trabajo decente era una estrate-gia de generación de empleo sin reparar en la de-pendencia que los institutos de bienestar –jubilación,servicios médicos, otros– tienen respecto al salarioen blanco, toda pérdida del trabajo deviene inme-diatamente en pobreza extrema y exclusión social18.

Un empresario mediano, sobreviviente de la cri-sis del 2001, nos explicó sencillamente su estrategia:“nosotros trabajamos con dos años de sueldos de re-serva. En los primeros meses del 2002 pintamos todala fábrica, remodelamos, hicimos el mantenimiento deequipos que son muy difíciles de parar. Cuando se re-activó la demanda teníamos nuestro plantel intacto”.

En estos días, pensando en ese relato, se nosocurrió que legislar para defensa de la sociedad en paí-ses como el nuestro, implicaría hacer obligatoria esacláusula para todas las empresas de más de determi-nada cantidad de personal. Toda empresa debería con-

153Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo

16 Indica el Ingeniero Lino Ochoa, titularde Consultora Factor, Ochoa yAsociados, especializada en costosindustriales y políticas deremuneración, que en su experienciaprofesional los costos del trabajonunca exceden el 10%, aun enindustrias de baja aplicación detecnología.

17 “Se prefieren lo despidos en masa alos retiros más pausados, que puedencostar un poco más o incluso algomenos; y eso porque provocan unasubida del valor de las acciones,aunque sirva solamente para que lospropios gerentes obtengan gananciasrápidas en un solo día. Asimismo, y porla misma razón, se cierran sin previoaviso factorías que pueden llegar amantener comunidades enteras, quizássin que se haya hecho un esfuerzo paramejorar su eficiencia”. Edward Luttwaken Turbocapitalismo. 1998.

18 Este es un tema complejo, ya queimpacta tanto en el costo de la mano deobra como en la diferencia entreempleados en blanco, otros tipos detrabajadores y desempleados. Unamanera de compensar el paso de lasociedad de pleno empleo a lasociedad actual hubiera sidoreemplazar paulatinamente losinstitutos de bienestar dependientesdel salario por servicios universales deexcelencia brindados por el sectorpúblico. La salud es un ejemplo claro:hospitales de alta calidad de prestaciónlimarían las diferencias en el acceso ala salud de las personas empleadas enblanco y el resto de la sociedad. Lomismo se puede decir sobre laeducación pública y otras prestacionessociales. Claro que no ha sido ese elcamino seguido hasta ahora. Sobreeste tema, se puede consultar La crisis

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tar con un fondo equivalente a dos años de la masa sa-larial que paga en ese momento19. Adicional, y para-dójicamente, se estarían favoreciendo los intereses deesas mismas empresas. Una legislación de ese tipoprotegería claramente a los más débiles en la relaciónde trabajo y haría imposible la elección de estrategiassalvajes para mantener el nivel de ganancia20. Noexistiría así la justificación para “gatillar” inmediata-mente despidos ante una fluctuación de mercado que,dicho sea de paso, nunca se puede justipreciar en todossus alcances. Y para adelantarnos a una objeción ha-bitual a toda medida que proteja el trabajo: ningunaempresa se va de un país por medidas como las pro-puestas ya que no se está afectando la lógica del mer-cado que es obtener ganancias; solo se está evitandoque esas ganancias sean obscenas porque, para obtenerganancias obscenas, hay que hacer cosas obscenas...,como despedir a los trabajadores que crearon esa ri-queza.

Recuperación de saberes productivosEn el proceso de constitución de las sociedades deconsumo fue necesario hacer retroceder los saberesproductivos de las personas para, de esta manera,transformar a todos los productores en consumidores.Cada producto o servicio que las personas se proveíana sí mismos o a sus familias era una “pérdida” para laeconomía de mercado21.

Así, la quinta del abuelo que proveía de verduraa la familia pasó a ser obsoleta; la mamá que cosíapara sus hijos, una muestra de la esclavitud femenina.Lo realmente moderno era tener un empleo y con eldinero percibido ir a comprar a la verdulería o a latienda. En el mundo actual, la única manera de soste-ner ese modelo es la extensión de programas univer-sales de ingresos, por ahora más teóricos que reales.

A su vez, la recuperación de capacidades de las

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del mercado de trabajo y los distintosenfoques sobre la solución deldesempleo. Centro de Documentaciónen Políticas Sociales. CiudadAutónoma de Buenos Aires.Documentos / 23.

19 Esto requiere de estudios específicospropios de la labor parlamentaria.Habría que determinar una línea dediferenciación en tamaño de empresasdonde la cantidad de personalprobablemente sea decisiva pero no elúnico factor. De esta manera se podríanestablecer políticas diferenciadas parala micro, pequeña, mediana y grandesempresas. A su vez, también requierede consultas especializadas ladeterminación de los mecanismosfinancieros aceptables para que estareserva pueda, en ciertas condicionesque garanticen su liquidez, ser partedel crédito privado y/o fiscal de laempresa.

20 Un papel muy parcial en estadirección se ha intentado duplicando laindemnización que deben pagar lasempresas en épocas de crisis. Estasmedidas no han sido muy eficaces, enparte porque el volumen de“regímenes especiales” o contratosbasura son importantes y quedanexceptuados de obligacionesindemnizatorias, pero especialmenteporque, aunque el costo del recursohumano es muy bajo en el costogeneral de las empresas, las ganancias–a veces llamadas ‘ahorros’– queproduce la eliminación de trabajohumano son mayores que las“penalidades” que hay que pagar porhacerlo.

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personas como productores en distintos aspectos ne-cesarios para la vida, crea la posibilidad de contar conuna población crecientemente apta para intentar es-trategias de desarrollo de mercados locales. Políticasque intenten financiar esos desarrollos basados en laproducción y el consumo local encontrarán una po-blación en mejores condiciones de sumarse a esas es-trategias22.

La modesta hipótesis que proponemos es que, sianalizamos aquellas prácticas productivas que hemosperdido en el proceso de aparición de las sociedadesde consumo y pleno empleo, encontraremos una seriede saberes productivos que, si hoy estuvieran dispo-nibles, permitirían desarrollar nuevos puestos de tra-bajo. Las prácticas educativas pueden hacer un aporteimportante en este sentido, solo hay que liberarlas deldiscurso engañoso de que educar para el trabajo essolo educar para producir ganancias para el capital.

Las personas necesitamos trabajar para estar in-cluidos en la sociedad, pero no solo a través de la re-muneración dineraria; también nuestra capacidad detrabajo nos incluye en la medida que podemos prove-ernos de esos medios necesarios para sostener nuestravida23.

Para finalizar: el problema no es la tecnología;ésta podría liberar al hombre de trabajos penosos y ga-rantizar la producción de medios de vida de manerasuficiente para todos los habitantes del planeta. Tam-poco proponemos volver a ser unos “robinsones” an-clados en la producción de autoconsumo, entre otrascosas porque la isla en la que naufragamos ya no esnuestra –o nunca lo fue–. Los problemas que estaépoca plantea en orden a la inclusión social y, por ex-tensión, a la producción de subjetividades, son com-plejos y su superación –no sabemos a qué costo– estáen el futuro, ese reino donde todo es posible e impo-sible a la vez.

155Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo

21 “La transformación del trabajadoramericano en alguien con plenaconciencia consumidora era un cambioradical. La mayoría de los americanosseguían produciendo en su casa suspropios productos para autoconsumo.Los publicistas empleaban cualquiermedio a su alcance y cualquieroportunidad para denigrar losproductos ‘caseros’, promocionandolos ‘comprados en la tienda’ y los‘producidos en la fábrica’. Los jóveneseran objeto de especial atención. Losmensajes transmitidos estabandiseñados para que se avergonzasendel uso de productos caseros. Elargumento fundamental era, cada vezmás, el de lo moderno frente a lopasado de moda”. Jeremy Rifkindescribe así este proceso en EEUU. enlos años 20. Como vemos, nada nuevobajo el sol, hasta eso copiamos.

22 Actualmente en la Argentina, el INTI–Instituto Nacional de TecnologíaIndustrial– está fomentando modelosde desarrollo basados en adecuartecnologías para producir en el lugar lonecesario para el lugar. Desdedesarrollo de energía hasta tecnologíaindustrial a pequeña escala, estaestrategia parece por demásinteresante a la hora de pensar en larecuperación de las capacidadesproductivas de las personas ycomunidades dejadas al costado delcamino por el tren rápido que va de“tecnología-a-ganancias”.

23 El concepto de vida no se refiere a sudimensión biológica sino a sudimensión social –o humana–. Laexistencia biológica es un supuesto deaquélla.

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La renta básica universal o el ingreso ciudadanoAnte la ineficacia que muestra el salario para distri-buir la riqueza creada por la sociedad se ha propuestocon criterio la necesidad de garantizar un ingreso novinculado al trabajo24. El requisito para asignar dichoingreso podría ser la ciudadanía o, simplemente, laexistencia.

Esta propuesta tiene una lógica impecable quese deriva del siguiente principio: todos los seres hu-manos tienen derecho a la vida. Pero, en verdad, ese esel principio que está cuestionado en el desarrollo ac-tual de nuestras sociedades: aquél que no encuentra lamanera de rentabilizar al capital pierde, parcial o to-talmente, ese derecho. En el terreno político esta ló-gica estará diciendo que si un Estado administra unmodelo de mercado que no incluye a todos los habi-tantes, debe generar formas eficaces de ingreso paraquienes quedan fuera de la demanda de mano de obra.

La viabilidad de este tipo de propuesta está bienfundamentada por sus impulsores: desde impuestos alas transacciones financieras hasta el cálculo de cómoese dinero volcado a la circulación y el consumo man-tiene fuentes de trabajo y tributa impuestos, no habríaninguna razón técnica que impida su ejecución.

Los que se oponen a este tipo de propuesta dicenque desestimularía el deseo de las personas por traba-jar. Una parte de la población preferiría percibir estetipo de asignación antes de esforzarse por ingresar ycumplir tareas en el Mercado de trabajo. Es una situa-ción paradojal: en un modelo social que permanente-mente disminuye los puestos de trabajo se alerta con-tra el riesgo de que las personas no quieran ocuparesos puestos de trabajo inexistentes.

Definitivamente, en el corto plazo, los sistemasde ingresos universales constituyen la única respuestaeficaz a la “falta” de trabajo. Pero estos modelos plan-tean otros problemas, como el respeto al derecho de

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24 Sobre este tema se puede consultarDaniel Raventós, 2001: La renta básica.Por una ciudadanía más libre, másigualitaria y más fraterna, Barcelona,Ariel; José Luis Rey, 2007: El derechoal trabajo y el ingreso básico. ¿Cómogarantizar el derecho al trabajo?,Madrid, Dykinson-Instituto de DerechosHumanos “Bartolomé de las Casas”;Philippe Van Parijs, 1996: Libertad realpara todos, Barcelona, Paidós; PhilippeVan Parijs y Yannick Vanderborght,2006: La renta básica: una medidaeficaz para luchar contra la pobreza,Barcelona, Paidós; y por supuesto alargentino Rubén Lo Vuolo con susartículos y compilaciones en Contra laexclusión: la propuesta del ingresociudadano y La renta básica en laagenda: objetivos y posibilidades delingreso ciudadano, CIEPP-Miño yDávila Editores.

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participar en la transformación productiva del planetay en la creación de la propia vida entendida como cul-tura. Pero es real que permitirían sostener un acceso amedios de vida a través del dinero sin necesidad dedesarrollar prácticas productivas ya que éstas, deci-mos una vez más, en el contexto de economías de mer-cado con aplicación extendida de tecnología, estaríandisponibles para solo una parte de la humanidad.

Las propuestas de ingreso ciudadano parten deaceptar lo siguiente: ya que el trabajo no puede ser dis-tribuido, que se distribuya la riqueza producto de esetrabajo. La pregunta que es posible hacernos es si eltrabajo es un derecho, no en el sentido unilateral deltrabajo que se consume en la relación con el capital,sino el trabajo en sentido de práctica humana de trans-formación del entorno natural y social.

¿Por qué algunas personas pueden ejercer esaactividad de producción de bienes, servicios y sentidosmientras que otras no podrían hacerlo? El derecho detodas las personas a tener un ingreso es algo que estáfuera de discusión; el punto es si simultáneamente noexiste el derecho de dejar nuestra huella en el mundoa través del trabajo.

Algunas personas consideran que el trabajo noes una necesidad sino solo un satisfactor de la necesi-dad de contar con medios de subsistencia. No estamosseguros de que eso sea así. Parece que en el trabajoestán relacionados aspectos de lo creativo y lo identi-tario en la vida humana. En todo caso, otras constela-ciones humanas crearán otros modelos de relación conla naturaleza, pero mientras necesitemos producirnuestra vida no parece sencillo prescindir del trabajocomo un asignador de derechos.

La complejidad aparente de la implementaciónde propuestas como la del ingreso universal está vin-culada probablemente no tanto con el contenido en síde lo propuesto sino con la matriz de pensamiento

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desde la que está concebida. Ésta participa, como latotalidad de las intervenciones sociales25 previstas parasuperar la pobreza y la marginación social, del modelode relación Estado-Individuo como la óptima para eje-cutar este tipo de políticas.

Esta idea tiene dos componentes de signo dis-tinto: por un lado, privilegiar la relación Estado-Indi-viduo parece garantizar cierta universalidad e impar-cialidad en la asignación de responsabilidades y re-cursos26. La principal expresión operativa de esteprincipio es el “requisito”, o sea, qué condiciones hayque cumplir para acceder a cierto beneficio. Pero, porotro lado, y en las condiciones en que se han desen-vuelto las políticas sociales en nuestras sociedades,también incluye la idea de que toda mediación entre elEstado y las personas es mala, o, dicho sin eufemis-mos, que la única mediación aceptable es la media-ción anónima del mercado.

Habría que contemplar la posibilidad de que qui-zás no exista tal suceso, como el desarrollo de políticasde Estado para individuos27; quizás las personas queven vulnerados sus derechos solo a través de su propiaorganización puedan transformarse en sujetos indivi-duales y colectivos capaces de evitar los abusos.

Pero, por otra parte, las ideas relacionadas conun ingreso universal pueden ser inmensamente útilespara regular la participación de las personas en el mer-cado del trabajo. Por ejemplo, actualmente el sistemacapitalista del trabajo se ve frente a la siguiente con-tradicción: el achicamiento de los puestos de trabajodecente hace que cada vez sea relativamente menor laparte de aportantes a los sistemas de protección de lavejez como las jubilaciones, servicios médicos y otros.Para estabilizar el sistema se prolonga regularmentela edad en que las personas se retiran de esos puestosde trabajo. A su vez, esa prolongación limita seria-mente la posibilidad de que nuevas generaciones seincorporen al trabajo. Una política de ingreso univer-

158 Emilio Pauselli

25 Sobre la idea de intervención socialse puede consultar de Félix Bombaroloy Emilio Pauselli. Programas Sociales,Construcción de equidad y elParadigma de la intervención social.Centro de Documentación de PolíticasSociales. Documento 37. CiudadAutónoma de Buenos Aires. BuenosAires, 2007.

26 En algunas ocasiones esto seconsidera deseable ya que favoreceríala independencia de las personasrespecto a los favores del poderoso deturno. Pero este beneficio no puede serun argumento para impedir laparticipación activa de lasorganizaciones de la sociedad en larelación entre el Estado y losciudadanos como modo de enriquecerla vida social.

27 La propia noción de “individuo”incluye una cantidad de significadosconstruidos socialmente, por otra partenada transparentes. Sujeto, persona,ciudadano, para mencionar soloalgunos de los conceptos queutilizamos para referirnos al serhumano en su condición social. Todosnos acercan a algún aspecto de la vidasocial y nos alejan de otros. Esprobablemente en la práctica asociadade los seres humanos donde seencuentren las posibilidades de unasociabilidad superadora, sobre todo enla medida que esa práctica pueda sercada vez más consciente.

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sal, articulada a través de organizaciones sociales, po-dría crear nuevas modalidades de ingreso y retiro delmercado de trabajo, administrar jornadas reducidas endistintos momentos de la vida de las personas e incor-porar nuevos contingentes humanos al mundo del tra-bajo.

Quizás sea posible imaginar cómo la garantía deingresos para todas las personas no se contraponga almundo del trabajo y se integre con ese mundo, flexi-bilizándolo no en el sentido del “sálvese quien pueda”sino en otro muy distinto: organizando la circulaciónsocial de ingresos para que todos puedan.

El sentido que pueden tener políticas tendientes a la in-clusión de las personas en el Mercado del trabajo es elde poder comenzar a contrarrestar los efectos de la ma-nera de gestionar la creación de valor económico en lasociedad contemporánea, manera que conlleva un in-soportable costo para la mayoría de sus miembros.28

Estas políticas no se pueden reducir a unas ac-ciones simples y focalizadas. Por el contrario, a dife-rencia de otras políticas sociales que soportan muybien la metáfora militar como explicativa de su acción,en el terreno de la creación de trabajo no funciona nin-guna “campaña” como en el caso de la alfabetización,ni hay ningún maléfico virus que una vez “extermi-nado” devuelve la salud perdida a la población y laprotege para el futuro.

En materia de creación de trabajo, lo que se con-sigue hoy, se pierde mañana. Hay una manera en quelos humanos producimos bienes y servicios que nostermina privando a una gran mayoría del acceso a esosmismos bienes y servicios que producimos. La deci-sión social de hacer de otra manera, pudiendo ser im-pulsada por el Estado, solo puede tener perspectiva enla medida que sea el compromiso de una sociedad.

159Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo

28 La manera de producir riqueza ypobreza en nuestro mundo es difícil deimaginar. Según el informe del PNUDde 1998 las tres personas más ricas delmundo disponían de una fortunasuperior al PBI total de los 48 paísesmás pobres. La manera en que sedistribuye el gasto también refleja estarealidad: según el mismo informe, sedestinan 6 mil millones de dólares a laeducación para todos, mientras que elconsumo de cosméticos en EEUU.asciende a 8 mil millones o de heladosen Europa a 11 mil; en atenciónginecológica y obstétrica para todas lasmujeres se gastan 12 mil millones y enalimentos para mascotas en Europa ylos EEUU. 17 mil. Usted sacará susconclusiones. Citado por PatrickViveret en Reconsiderar la riqueza y elempleo.

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160 Emilio Pauselli

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Capítulo 10

¿El ocaso de la civilización del homo faber?

Si pudiéramos despojarnos de todo orgullo, si para definirnuestra especie nos atuviéramos estrictamente a lo que la

historia y la prehistoria nos presentan como la característicaconstante del hombre y de la inteligencia,

no diríamos quizás Homo sapiens, sino Homo faber.

Henri Bergson

Hemos llegado hasta aquí, querido lector, acumulandodudas y perplejidades. Una nueva humanidad preguntay un viejo mundo responde. Como reclamaban “losindignados” en España: ¿nos dejaréis soñar? Y el viejomundo responde: busque ese trabajo que no existe, ca-pacítese para un empleo que nunca tendrá, prepáresepara sobrevivir por cuenta propia, porque la sociedaden la que ha nacido no se hará cargo de sus cosas.

Porque la sociedad, que nunca fue tal, ya nimantiene su apariencia. Ese ente teórico que fue el“contrato social” ya está viciado de nulidad. Los in-mensos esfuerzos de los sistemas de derecho consistenen disimular que la sociabilidad en el contexto del ca-pitalismo, en términos estrictos, cae bajo la figura del“daño enorme” correspondiente a los tratos basadosen el abuso y la desigualdad insanable entre las partes.

Los dueños de los recursos naturales, del dinero,de la tecnología y del poder simbólico, “tratan” con lahumanidad y se comprometen a convocarlos cada vezque su trabajo les permite obtener ganancias. En cual-quier otro caso, olvídelo, su vida es su problema. Ycada vez es necesario menos trabajo para obtener ga-nancias.

161¿El ocaso de la civilización del homo faber?

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El fin del trabajo… ¿es esa una opción real paralos seres humanos? ¿Ha aparecido una nueva formade gestionar medios de vida de manera independientedel trabajo? ¿Es eso posible en algún horizonte ima-ginable del futuro? ¿Podrá la automatización inde-pendizarse del trabajo humano, adivinar nuestros de-seos y programar su satisfacción?

La ciencia ficción no lo ha logrado aún. O lossistemas de defensa se independizan dando lugar a lalucha entre hombres y máquinas, Terminator. O lasmáquinas pasan a gobernar y utilizan a los hombrescomo fuente de energía, Matrix. O simplemente elhombre perece y solo las máquinas perduran en la su-perficie del planeta, Inteligencia artificial.

Hay dos maneras en las que podemos pregun-tarnos por las cosas. Una es cómo son las cosas y otraqué son las cosas. Quizás toda la historia de la filoso-fía puede ordenarse de acuerdo a estas dos preguntasy, en la época moderna, por la importancia que adqui-rió la creencia de que la pregunta por el qué de lascosas o no tenía sentido, o era ilegítima, o simple-mente no estaba al alcance del hombre responderla1.

Saber qué sea el trabajo se ve dificultado aúnmás porque su surgimiento ha quedado fuera de nues-tra vista. Solo una bruma espesa nos devuelve el pa-sado cuando queremos mirar esos orígenes, compren-der esa génesis, aventurar por cómo fueron sus padrescómo será este hijo. ¿Cómo fue que los hombres seimpusieron a sí mismos esta práctica de reconoci-miento y utilización del resto de la naturaleza? ¿Cómofue que algunos hombres se lo impusieron a otroshombres? Situado entre la naturaleza y la cultura, entreel placer y la realización, entre la necesidad y el deseo,no es el trabajo de las maravillas menores que se pre-sentan al ojo humano.

A Marx le cabe el mérito de haber señalado queel trabajo es un aspecto constitutivo del ser humano.

162 Emilio Pauselli

1 Los espíritus valientes no faltaron enesta historia, como Giordano Bruno,Arthur Schopenhauer o Henri Bergson,pero, como siempre, los valientes sonminoría.

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Atravesó con su genio las envolturas que recubrieronal trabajo desde toda la historia, le quitó el sayo de“actividad inferior” o “mal necesario” o “momento dedesarrollo del espíritu” y, aun sin quedar desnudo, eltrabajo se reveló como la manera de ser humanidad. Éllo decía así: “El trabajo es, ante todo, un acto que sedesarrolla entre el hombre y la naturaleza. El hombremismo desempeña en él, frente a la naturaleza, elpapel de una potencia natural. Pone en movimiento lasfuerzas de que está dotado su cuerpo, brazos y pier-nas, cabeza y manos, con el fin de asimilar las mate-rias, después de darles una forma útil para su vida. Almismo tiempo que por medio de ese movimiento actúasobre la naturaleza exterior y la modifica, modifica supropia naturaleza, y desarrolla las facultades que dor-mitan en ella”2.

Esa naturaleza ha quedado lejana, apropiada porunos pocos, inaccesible para la casi totalidad de loshumanos. La relación del hombre con la naturalezaen el trabajo es fantasmal: la población agrícola delmundo se reduce sin remedio y la mayoría de los pues-tos de trabajo en las ciudades consisten en actividadesde una pobreza sensorial extrema. Se ha desarrolladouna envoltura del trabajo que lo separa de la natura-leza: consiste en administrar la circulación de losbienes y servicios que enriquece a una minoría3.

No se trata, claro está, de reivindicar los traba-jos dañinos para el cuerpo o el esfuerzo por el esfuerzomismo. Justamente, gracias al desarrollo de las técni-cas, el ser humano ha ampliado las posibilidades deno estropear su cuerpo en el trabajo. Solo llamamos laatención sobre el empobrecimiento en la utilizaciónde los sentidos de los que estamos provistos en nues-tra relación tanto con el mundo natural como con elmundo social. Un mercado de trabajo que creciente-mente prescinde de los cuerpos –de manera absoluta yrelativa– nos habla también del mundo que construye.Y, como decía Walt Whitman, “el cuerpo es el alma”.

163¿El ocaso de la civilización del homo faber?

2 Carlos Marx, El Capital, Tomo I, Capítulo VII.

3 Mi amigo Lino Ochoa, ingenierorosarino especializado enproductividad industrial, hijo de uninmigrante navarro de oficio carpintero,cuando viene a Buenos Aires mira losimpresionantes edificios con miles deoficinas en la zona de Puerto Madero yme pregunta: “Emilio, ¿de qué trabajatoda esta gente?” En el mismo sentido,Miguel Cerviño se pregunta si noestamos ante la civilización del HomoDispensator, o sea, administrador delos bienes de otro, aunque con lasospecha de que éste esté encubriendoal Homo Appetens, en el sentido de“hombre codicioso”.

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El homo faber ha quedado prisionero de sus fa-bricaciones, pero tampoco puede reproducir su vidasin seguir fabricando. Si en algún sentido se puedepensar en el fin de la civilización del homo faber es,justamente, imaginando el inicio de una era dondepueda dominar sus creaciones y ponerlas a su servi-cio. ¿De qué sirve producir alimentos para miles demillones de personas si miles de millones pasan ham-bre?, ¿para qué desarrollar medicamentos si la civili-zación enferma a la especie que los fabrica?, ¿paraqué fabricar si los fabricantes –los trabajadores realeso potenciales y sus familias– no pueden acceder a lofabricado?

El hombre llegó a ser Sapiens en tanto fueFaber. Quizás estamos en la encrucijada donde deberáser Sapiens para poder seguir siendo Faber. Como ex-tensiones de sí mismo, las máquinas y la automatiza-ción vuelven para destruirlo. Pero no para destruir sucuerpo, como vemos en las películas, sino para des-truir su alma. Como ya alertara Chuang-Tzu4, el hom-bre se transforma en lo que hace: la máquina lo trans-formó en máquina, la automatización en autómata.

Quizás, en disculpas del hombre, podemos decirque el cambio fue inmensamente veloz, casi imposiblede prevenir. Como indica Whitehead, “el mayor in-vento del siglo XIX fue el invento del método de in-ventar. Un nuevo método vio la luz. Para comprendernuestra época podemos descuidar todos los detallesdel cambio, tales como el ferrocarril, el telégrafo, laradio, el telar mecánico, los tintes sintéticos. Hemos deconcentrarnos en el método en sí; esta es la verdaderanovedad que ha demolido los cimientos de la vieja ci-vilización. [...] Uno de los elementos del nuevo mé-todo es precisamente el descubrimiento de cómo apli-carse a llenar el vacío entre las ideas científicas y elproducto último. Es un proceso de disciplinado ataquecontra una dificultad tras otra”5.

En ese ataque el hombre triunfó, pero… esa

164 Emilio Pauselli

4 Filósofo chino que vivióaproximadamente en el siglo IV antesde Cristo: “En sus viajes por lasregiones al norte del río Han, Tzu-Gungvio a un anciano labrando su huerta.Había excavado un canal de riego. Elhombre bajaba al manantial, llenaba unrecipiente con agua y lo vertía a brazoen el canal. Si sus esfuerzos eranenormes, los resultados parecían muymezquinos. Tzu-Gung le dijo: ‘Hay unmedio por el que podrías alimentar ciencanales en un solo día, y podrías hacermucho más con poco esfuerzo.¿Quieres que te lo diga?’ Alzose elhortelano, lo miró y dijo: ‘¿Qué mediopuede ser ese?’ Tzu-Gung replicó:‘Toma una pértiga de madera, ligera deuna punta, con un peso en la otra. Deeste modo podrás sacar agua tan deprisa que se derramará.’ El enojoasomó en el rostro del anciano, quiendijo: ‘He oído decir a mi maestro quecualquiera que emplee una máquinahará todo su trabajo como unamáquina. Al que hace su trabajo comouna máquina, el corazón se le vuelveuna máquina, y el que lleva en el pechoun corazón como una máquina pierdesu sencillez. El que ha perdido susencillez se sentirá inseguro en lasluchas de su alma. La inseguridad enlas luchas del alma no se aviene con elsentido honesto. No es que no conozcatales cosas; es que me avergüenzausarlas.’ ” Citado por Marshall Luhanen La galaxia Gutenberg.

5 Alfred North Whitehead, La ciencia y elmundo moderno, 1925.

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victoria ocurrió en el mundo equivocado: un mundoque reemplazó todos los fines por el fin de obtenerganancias. No se trata del mundo el siglo XIX, ni si-quiera del mundo que vio surgir al capitalismo. Setrata, sin eufemismos, del mundo de la codicia6,hecho posible sin restricciones a partir del dinero. Enlos orígenes de la civilización occidental ya se alertósobre ese cambio, pero, aquí sí, no hay peor sordo queel que no quiere oír. Oigamos: “No es objeto propiodel valor el procurar dinero, sino confianza, ni tam-poco del arte militar ni de la medicina, sino que sonla victoria y la salud, respectivamente. Pero algunoshacen de todas las artes medios de hacer dinero, comosi ese fuera su objetivo y fuera necesario aprestarlotodo con esa finalidad”.7

El hombre-individuo se olvidó del hombre-brote8. El individuo es el triunfo de la vida y el fracasode la vida. Una vez que comienza el individuo co-mienza la carrera hacia la muerte, y lo único que burlaa la muerte es la reproducción, justamente el no-indi-viduo. Una sociedad basada en la idea de individuosque compiten entre sí, es una sociedad que corre haciala muerte.

La necesidad permanente de destruir los bienesque se producen para volver a fabricarlos tiene comocontrapartida la alienación creciente del hombre en losobjetos que crea con su trabajo. Aun quienes no sonvíctimas ni del desempleo ni de la ocupación precariapueden recuperar su tiempo para usos humanos: sususos humanos. La contradicción entre acumulación yconsumo se hace, así, insalvable.

Pero sería erróneo pensar que el hombre estáprisionero de su relación con los objetos: si fuera así,cualquier tratamiento serio para controlar las adiccio-nes nos sacaría del pantano del presente. Lo que no lo-gramos controlar es la relación de los hombres con loshombres que, mimetizada, se traslada a los objetos. ElHomo Faber crea herramientas para fabricar, pero no

165¿El ocaso de la civilización del homo faber?

6 “Las clases dirigentes de la economíaprivada en ocasiones perdieron elEstado, pero nunca el poder. [...] Estasclases (o castas) jamás dejaron deactuar, suplantar, acechar. Tentadoras,dueñas de las seducciones, siemprefueron objeto de incitaciones. Susprivilegios siguen siendo objeto de lasfantasías y los deseos de la mayoría,incluso los de aquellos que dicensinceramente que los combaten”. Elhorror económico, Viviane Forrester.

7 Aristóteles, Política, Libro I, Capítulo IX.

8 “Un organismo tal como el de unvertebrado superior es el másindividuado de todos los organismos:sin embargo, si se observa que no essino el desarrollo de un óvulo queformaba parte del cuerpo de su madre yde un espermatozoide que pertenecía alcuerpo de su padre, que el huevo (esdecir el óvulo fecundado) es unauténtico nexo entre los dosprogenitores ya que es común a susdos sustancias, nos damos cuenta deque cualquier organismo individual,aun el de un hombre, es un simplebrote que ha crecido sobre el cuerpocombinado de sus dos padres. ¿Dóndecomienza entonces, dónde termina elprincipio vital del individuo? [...] Eneste sentido, puede decirse quepermanece unido a la totalidad de losvivientes por lazos invisibles”. HenriBergson, La evolución creadora, 1907.

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son esas herramientas ni lo que ellas fabrican lo quenos esclaviza: es la relación que establecemos conotros seres humanos en la construcción y utilizaciónde esas herramientas lo que nos hace esclavos de nues-tras creaciones.

Millones de personas están ocupadas en trabajosdonde deben adaptarse a redes de autoridad irraciona-les y ajenas9. Millones de personas trabajan fuera de laley en condiciones de precariedad extrema. Millonesde personas no hallan en qué trabajar. De nuevo Marx:“Precisamente del hecho de que el trabajo está condi-cionado por la naturaleza se deduce que el hombre queno dispone de más propiedad que su fuerza de trabajo,tiene que ser, necesariamente, en todo estado social yde civilización, esclavo de otros hombres, de aquellosque se han adueñado de las condiciones materiales detrabajo. Y no podrá trabajar, ni, por consiguiente, vivir,más que con su permiso”10. Yo te lo dije…

Esa es la realidad sobre cómo es el trabajo en elcontexto del capitalismo y de la propiedad privada.Otro trabajo quizás esté por nacer, pero ya no tieneque ver con éste. “No demostraremos la perennidadnecesaria de la ‘sociedad de trabajo’ invocando su ca-rácter antropológicamente necesario. Por el contrario,es necesario que salgamos del ‘trabajo’ y de la ‘socie-dad de trabajo’ para volver a encontrar el gusto y laposibilidad del trabajo ‘verdadero’ ”11.

El trabajo verdadero…, ¿sería verdadero el tra-bajo del hombre de la caverna que salía a cazar?, ¿oera más verdadero el trabajo de pintar sus emocionescuando regresaba a la cueva donde se protegía? ¿Esmás verdadero el trabajo del agricultor, el de la actrizque hace de campesina en Fuenteovejuna y nos emo-ciona hasta las lágrimas, o el del vendedor que nosacerca la verdura hasta nuestro barrio? ¿Cuál es laverdadera naturaleza del sonido?: ¿la de la explosiónque escucha el minero o la de la sinfonía que ejecutala orquesta? ¿Cuál es el rojo más auténtico?: ¿el del

166 Emilio Pauselli

9 “Esta pretendida organización racional[de la estructura productiva yeconómica] exhibe todas lascaracterísticas de un delirio sistemático.Reemplazar el hombre, ya sea obrero, oempleado, o incluso ‘ejecutivo’, por unconjunto de rasgos parcialesarbitrariamente elegidos en función deun sistema arbitrario de objetivos indicauna predominancia de lo imaginario, queno difiere en absoluto de las sociedadesarcaicas más ‘extrañas’. Tratar a unhombre como cosa, o como purosistema mecánico, no es menos, sinomás imaginario que pretender ver en él aun búho; pues no solamente elparentesco real del hombre con un búhoes incomparablemente mayor que el quetiene con una máquina, sino quetampoco ninguna sociedad primitivaaplicó jamás tan radicalmente lasconsecuencias de sus asimilaciones delos hombres a otra cosa que lo que hacela industria moderna con su metáforadel hombre-autómata. Y no haydiferencia alguna, en cuanto al tipo deoperaciones mentales, e incluso deactitudes psíquicas profundas, entre uningeniero tayloriano o un psicólogoindustrial por un lado, que aíslan gestos,miden coeficientes, descomponen a lapersona en ‘factores’ inventados piezapor pieza y la recomponen en unsegundo objeto, y un fetichista quedisfruta a la vista de un zapato de tacónalto o pide a una mujer que imite a unalámpara de pie. La diferencia radica enque el fetichista vive en un mundoprivado y su fantasma no tiene efectomás allá del compañero que se prestade buen grado; pero el fetichismocapitalista del ‘gesto eficaz’, o delindividuo definido por los tests,determina la vida real del mundo social”.Cornelius Castoriadis. La instituciónimaginaria de la sociedad, 1983.

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metal fundiéndose en el horno o el de las manzanasde Cezanne?

Sin tela no hay Cezanne, sin colores no haypinturas rupestres, sin hombre no hay ni lo uno ni lootro.

Emilio Pauselli San Miguel de Tucumán. Abril de [email protected]

167¿El ocaso de la civilización del homo faber?

10 Carlos Marx, Crítica del programa deGotha. 1875.

11 André Gorz otra vez.

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168 Emilio Pauselli

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169Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país

Apéndice 1. Pensamiento único y modelo de país1

“Más ha hecho la imaginación construyendo sin tregua, que el cálculo destruyendo sin descanso”.

José Ingenieros, El hombre mediocre

En los años 90 se comenzó a denunciar algo denominado “pensamiento único”. La de-nuncia tenía un claro sentido: protestaba contra la falta de alternativas al plan neoliberal.Toda propuesta diferente era descartada por inviable y, de hecho, la sociedad no acompañóproyectos que salieran de ese discurso. Pero, la pregunta es: ¿los hubo?

En un sentido la respuesta es afirmativa. Muchas expresiones políticas y sociales antici-paron con lucidez el futuro de pobreza y desarticulación social que tal enfoque traería apa-rejado. Pero es más problemático afirmar que esas propuestas diferentes estaban cons-truidas sobre una lógica alternativa a la del “pensamiento único”.

Estas reflexiones, entonces, comenzarán por señalar algunos rasgos de ese tipo de pensa-miento. Luego intentaremos reflexionar sobre en qué medida los planteos que se oponíanal neoliberalismo participaban parcialmente de las características del “pensamiento único”,y si de alguna manera eso sigue sucediendo actualmente en los grupos y movimientos quebuscan caminos transformadores para la penosa situación que viven nuestros pueblos. Fi-nalmente, si algo resulta de todo esto, intentaremos diferenciar proyecto político de pro-yecto económico, o, mejor dicho, modelo de país de estrategia de desarrollo.

¿Qué entendemos por “pensamiento único”?Las palabras adquieren significados en determinados contextos y por ello es tan difícil se-pararlas de su origen. Claro que luego, en su uso y sometidas a las necesidades del dis-curso, van sumando nuevos matices, como si mostraran potencialidades que dormían ensu interior y así se adaptan a la inagotable capacidad creadora de los seres humanos.

Es el conocido artículo de Ramonet2 el que pone en circulación en la época contemporá-nea esa expresión. Por eso comenzamos por su propia definición: “¿Qué es el pensamientoúnico? La traducción en términos ideológicos con pretensión universal de los intereses de

1 Con el mismo título, las principales ideas de este apéndice circularon como artículo en el 2008.2 Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique, enero de 1995, La pensée unique.

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170 Emilio Pauselli

un conjunto de fuerzas económicas, en particular las del capital internacional”3. Hacemosnotar la relación entre pensamiento y economía, ya que será una de las pistas a seguir.

El concepto de “pensamiento único” describía así los mecanismos intelectuales que sos-tenían la propuesta política neoliberal, cuyos componentes señalados en ese artículo eranla primacía de lo económico sobre lo político, el mercado como regulador social, la com-petencia como factor de crecimiento de las empresas, el libre cambio como base del co-mercio, la mundialización de la producción y las finanzas, la división internacional deltrabajo, la moneda fuerte como base de la estabilidad, la eliminación de todo control so-cial sobre esferas de interés de la economía y desarrollo del mercado de capitales en de-trimento de los Estados y del trabajo.

Como bien describe Ramonet, este “nuevo evangelio” definido en Bretón-Woods y sos-tenido por las grandes organizaciones económicas –Banco Mundial, Fondo Monetario In-ternacional, Organización de Cooperación y Desarrollo Económico y otras– se extiende ala producción académica y se refleja en los medios de comunicación de masas, “sabiendocon certeza que, en nuestras sociedades mediáticas, repetición equivale a demostración”4.Quizás lo más afligente del pensamiento único tal como lo plantea Ramonet es su efica-cia para inhibir, perturbar, paralizar y ahogar “cualquier razonamiento rebelde”5. De ahísu denominación de único: no parece posible pensar otra cosa.

Pero aunque este concepto sea contemporáneo no quiere decir que no tenga profundas raí-ces en la experiencia humana. Es probable que muchas épocas del pasado conocido sehayan organizado sobre la base de alguna serie de ideas que jugaban ese papel. El pensa-miento único como ideología –conjunto de representaciones que organizan una visión delmundo e intentan hacerlo previsible– resultaría así adecuado para generar una disciplinasocial indispensable que solo se vería afectada en períodos de transición social profunda.Por ejemplo, los mitos sobre el origen en las sociedades gentilicias o la religión cristianaen la Edad Media europea parecen haber jugado ese papel.

Ahora, si en vez de mirar hacia el pasado rastreamos el uso que la categoría de “pensa-miento único” ha sufrido después de acuñada, realmente veremos cómo se han extendidosus aplicaciones iniciales. Llamativamente, ha comenzado a ser usada por representantesde la derecha política para referirse justamente a su oposición6. Hay algo en el conceptode pensamiento único, del orden de lo incuestionable, que parece hacerlo posible.

3 Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique en español, 1996, El pensamiento único.4 Idem.5 Idem.6 Esperanza Aguirre, emblemática representante del PP en España y presidente de la Comunidad Autónoma de Ma-drid, ha indicado que “el pensamiento único es el de la izquierda”.

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171Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país

El propio pensamiento conservador comienza a cuestionar la primacía de lo económicosobre lo político. Quizás la declaración más impresionante en este sentido haya sido la deSarkozy al asumir la primera magistratura de Francia, al indicar que “el pensamiento únicoes el pensamiento de quienes lo saben todo, de quienes se creen no solo intelectualmentesino también moralmente por encima de los demás”7. Así, al pensamiento único no se lepuede oponer una “voluntad” distinta.

Claro que, en este caso, su voluntad es revertir el mensaje libertario del Mayo Francés, res-taurar el autoritarismo y la xenofobia. Pero esas categorías forman parte de un modeloque se intenta asociar a un “mundo mejor”, no desde el punto de vista económico sinodesde el punto de vista humano. Es probable que en la “derechización” del pensamientopolítico de distintos contingentes sociales haya una gran responsabilidad de los mediosmasivos de comunicación –grandes empresas controladas por los poderosos–, a lo que sesuma la dificultad que encuentran grandes grupos humanos hambreados y marginadospara transformarse en sujetos políticos; pero no habría que subestimar la iniciativa de laderecha en haber vuelto a plantear el debate de cara a la sociedad en el terreno de la polí-tica, o sea, de los valores.

También algunas corrientes marxistas creen que el pensamiento único es el resultadode la o las corrientes filosóficas denominadas postmodernas8. Éstas habrían antepuestolos “discursos débiles” a un discurso fuerte como el del marxismo que, así debilitado,dio paso al pensamiento único. El postmodernismo habría recluido a la persona en suindividualidad, desanimándolo de participar en acciones que tiendan a cambiar la so-ciedad9.

No escapan a nuestra comprensión las dificultades de fundamentación que esta posicióntiene, pero resulta especialmente interesante porque señala otra posibilidad de la catego-ría “pensamiento único”: también puede servir para designar aquello que no nos gusta oque va en contra de nuestras creencias.

De este breve recorrido por algunos de los conceptos relacionados con la expresión pen-samiento único nos va a interesar conservar los siguientes predicados. El pensamientoúnico sería una ideología, con pretensiones de universalidad, antepone la economía a la po-lítica, se impone desde la autoridad incuestionable y es algo no deseable.

Los corolarios de esos predicados serán los siguientes: está constituido por un conjunto derepresentaciones que interpretan el mundo, expresa una verdad equivalente a una verdadnatural, la economía es la ciencia natural de la sociedad, se sostiene por la acción conti-

7 Discurso de Bercy, 29 de abril de 2007.8 Ver Javier García, julio 1997, Globalización, postmodernimo y pensamiento único, en http://www.marxismo.org (2008)9 Extraño marxismo, que cree que las ideas desgarran la realidad y no que son el reflejo de una realidad desgarrada.

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nuada de instancias de poder simbólicas y materiales, lo no valorado del pasado será su an-tecedente y lo no deseado del futuro su consecuencia.

Papel de la imaginación en el desarrollo humanoUno de los principales logros del “pensamiento único” es haber desplazado la discusiónpolítica desde el terreno de lo deseable hacia el terreno de lo posible. Aparece así como unpensamiento de ‘madurez’, como un neo pragmatismo que sin hacer honor a sus ilustres an-tecedentes filosóficos, considerará que solo se puede aspirar a lo realizable y que lo reali-zable es aquello que permite la economía ya que el bienestar será equivalente a la capaci-dad de creación de bienes y servicios. Como bien dijera Marx, “el desarrollo de las fuerzasproductivas constituye una premisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ella solose generalizaría la escasez y, por lo tanto, junto con la pobreza comenzaría de nuevo lalucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la miseria anterior”10.

El engaño es sutil. Se trata solo de la modificación del valor semántico de un condicional.Esta forma gramatical y lógica es permanentemente utilizada por todos nosotros y tienela inmensa potencia de unir presente con futuro o de expresar las consecuencias de diver-sos sucesos de la vida. Se trata de todas las expresiones que indican que si algo sucede en-tonces, como consecuencia, ocurrirá tal o cual cosa. “Si llueve entonces mejorarán las co-sechas”; “si hay recesión mundial entonces caerán los precios de las producciones prima-rias”; “si se aprueba la ley de salud reproductiva entonces nos espera un futuro delibertinaje”. Todas estas expresiones que contienen el “si” y el “entonces” las llamamoscondicionales. En lógica la primer parte de la expresión –“si ocurre tal cosa”– se llama an-tecedente y la segunda –“entonces sucederá tal otra”– se llama consecuente.

La visión ‘madura’ de la realidad diría aproximadamente así: si la economía funciona dedeterminada manera –y eso es una ley natural– entonces la vida humana debe ser organi-zada de una forma predeterminada. Otra pretensión es ilusoria, son buenos deseos sin fun-damento; en el mejor de los casos se trata de populismo cuando no de demagogia. El ‘Es-tado de Bienestar’ no respetaba la evidencia de este razonamiento y por eso no pudo sos-tenerse en el tiempo. El socialismo tampoco y así le fue.

La manera en que funcionan estas expresiones tiene que ver con el lugar desde donde sedicen, con la situación y con los intereses de cada grupo social. Bajo la apariencia aser-tiva que estas frases parecen traer consigo se esconden un sinnúmero de posibilidades al-ternativas. Para tomar los ejemplos señalados, también se podría decir que “Si llueve en-tonces se inundarán los barrios más humildes y las personas deberán ser evacuadas”; “si

10 Carlos Marx, La ideología alemana, Capítulo 1.

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173Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país

hay recesión mundial entonces el peso de la crisis caerá sobre los más débiles”; “si seaprueba la ley de salud reproductiva entonces mejorará la planificación familiar”. La llu-via, la recesión mundial y la ley de salud reproductiva son las mismas lo que varía son lasconsecuencias que imaginamos que ellas tendrán11.

En este terreno se han movido muchas de las corrientes que se opusieron al avance del neo-liberalismo en estos años. Negaron con valentía –aunque sin creatividad– que las conse-cuencias esperadas del desarrollo económico fueran inalterables. La expresión programá-tica de esta impugnación se expresa en las propuestas de redistribución del ingreso. Mien-tras que el neoliberalismo insistió en “la teoría del derrame” –una vez que el capital veacompensada su inversión comenzaría a derramarse la riqueza al resto de la sociedad–, susoponentes sostienen que la sociedad tiene derecho a decidir cómo se utilizan los exce-dentes de la riqueza creada. La discusión se centró en el contenido del consecuente: cuálera la vida posible de acuerdo al desarrollo económico.

Pero el denominado “pensamiento único” no debe su fortaleza al contenido de su antece-dente o de su consecuente: la capacidad que tiene de anular toda crítica dentro del para-digma la obtiene porque ha invertido el antecedente y el consecuente. Y, en términos ge-nerales, la crítica al neoliberalismo no ha impugnado esa alteración. La expresión que in-dica que de acuerdo al desarrollo económico alcanzado es el tipo de vida que se puedellevar a cabo va a contramano de toda la experiencia humana. Si aún no estamos en cu-clillas a la orilla de un arroyo esperando atrapar un pez con nuestra mano es porque ima-ginamos12 que otra cosa era posible. Y lo que imaginamos puso en marcha nuestras capa-cidades para intentar obtenerlo, y las vuelve a poner en marcha cada día una vez que nosdespertamos (y probablemente antes también).

Así, en complicidad involuntaria con una interpretación del marxismo13, pasó desaperci-bida la profunda alteración que hacía parecer natural la expresión antedicha: si la econo-mía funciona de esta manera entonces la vida humana debe ser organizada de determi-nada forma. La expresión humana universal es, en realidad, la que sigue: si queremos quela vida humana esté organizada de determinada forma, entonces nuestra organización eco-nómica deberá ser de tales y cuales características.

Si bien en el artículo de Ramonet está muy bien señalada la preeminencia de lo económico

11 Sobre este tema, se puede consultar La lógica del discurso político, Pauselli, 2003. 12 Recomendamos releer con ojos del siglo XXI nuevamente a Cornelius Castoriadis y su tesis de la “imaginación ra-dical”. En “La institución imaginaria de la sociedad” ya presenta, en una nota al pie, la advertencia de que si alguna vezla humanidad aplicara las elaboraciones teóricas de la nueva escuela económica de Chicago –luego los Chicago´s Boy–se pondría en riesgo el desarrollo de la cultura.13 Ya en su artículo Ramonet indicaba que “El primer principio del pensamiento único es tan potente que un marxistadistraído no lo cuestionaría: ‘la economía supera a la política’ ”.

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sobre lo político como una clave del pensamiento único, quizás no se han sacado todas lasconsecuencias posibles de esa afirmación. De hecho, en la crítica al neoliberalismo mu-chas veces aparece desdibujada la discusión sobre medios y fines. En las versiones más re-finadas del pensamiento neoliberal se aceptará sin inconvenientes que la economía es unmedio y no un fin, pero se asegurará que “la economía es como es, no se pueden violar susleyes”. Sería como que el hombre quisiera volar –como efectivamente lo hace desde el ini-cio de la aviación–, pero quisiera hacerlo sin respetar las leyes de la física.

La economía en tanto opera con recursos es, efectivamente, una actividad sometida a leyes.La disponibilidad de recursos naturales, técnicos y humanos establecerá posibilidades con-cretas. Pero la economía en cuanto actividad social está sometida a las decisiones huma-nas y son éstas la que determinan en gran parte lo que está disponible y lo que no. En elprimer sentido no se podrían fabricar armas a base de kryptonita ya que no disponemos deese material en el planeta tierra y aún no hemos descubierto dónde está Kriptón –proba-blemente sea cierto que ha estallado–. En el segundo sentido, la desnutrición no se debea la inexistencia de alimentos sino a la manera en que éstos se producen, se apropian y seutilizan.

El neoliberalismo utiliza el primero de estos aspectos de la economía para equipararla a unaverdad sobre la que es inútil discutir. Cuando el refinamiento del discurso hace foco en el as-pecto social de la misma, la discusión se cancela sobre la base de una supuesta antropología“científica” que indica que “el hombre es como es, un ser que compite por la superviven-cia”14, y eso establecería una legalidad complementaria ante la que es necio rebelarse.

Esta “ciencia” que habla de los recursos, del hombre y de cómo se relaciona el hombre conlos recursos, deja en la oscuridad cómo se relacionan los hombres con los hombres. Este esel terreno propiamente de la política y éste debería ser el escenario donde se discute de fines.Pero en ese escenario se discute de “economía”: este es el triunfo del “pensamiento único”.

La expresión completa, entonces, del condicional invertido sobre el que opera el pensa-miento único diría algo así como que si la economía produce de acuerdo a sus propiasleyes, entonces la vida humana se debe organizar de la única manera posible, a saber, po-niendo en competencia a unos hombres con otros para apropiarse de los medios necesa-rios para su subsistencia. Para un rescate de la cultura hay que invertir esa expresión ydecir que si queremos vivir de determinada manera, a saber, incluyendo a todas las per-sonas en el disfrute de los bienes creados por la cultura, entonces hay que organizar laeconomía –entendida como una relación social– de la manera que lo haga posible.

14 Ver el artículo ¿Pensamiento único o ausencia de pensamiento? , Máximo Sandín, en http://www.uam.es/perso-nal_pdi/ciencias/msandin/pensamientounico.htm (2008). Analiza cómo las últimas informaciones obtenidas por la bio-logía terminan con toda fantasía de darwinismo social ya que el cambio en la propia naturaleza no respondería a unparadigma de competencia.

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175Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país

Para un modelo de paísExisten descripciones muy completas sobre nuestras patrias latinoamericanas: pobreza,indigencia, millones de personas sin trabajo o con trabajo precario –cuando son millonesno importa el índice–. Aparición y desarrollo de enfermedades que se consideraban erra-dicadas y, lo peor de todo, la desnutrición que mata miles de niños por año y deja secue-las irreparables en los que siguen vivos.

Las mejoras producidas en algunos países como la Argentina desde que se interrumpió lahegemonía del neoliberalismo son importantes en relación al momento más profundo dela depresión a la que llegaron nuestras sociedades, pero todavía están a una distanciaenorme de proveer vida digna y oportunidades para toda la población, ya que no han al-canzado aun los indicadores de bienestar de hace 30 ó 40 años atrás.

Estos no son efectos no deseados: es un modelo de país que en la división internacionaldel trabajo le toca aportar materias primas y mano de obra barata. ¿Por dónde empieza otromodelo de país? En el espíritu de estas líneas, diremos que la diferencia con la situaciónactual no es un plan económico; este sería solo el resultado de haber acordado un modelodiferente. Solo una definición de un “para qué” puede abrir la puerta a una discusión ra-cional sobre el “cómo”.

Cuando yo intento imaginar otro modelo de país pienso, por ejemplo, en primer lugar, enla educación –general, obligatoria, gratuita, igual para todos y de excelente calidad, co-gestión educativa con padres y maestros, modificación de los institutos formativos do-centes, etc– y, básicamente, considerar como objetivo central de la educación la educaciónpolítica. En segundo lugar pienso en la prevención en la salud –los hospitales son camposde exterminio y las clínicas privadas también–; en tercer lugar en la lucha antimafia –nuevapolicía no comprometida con el pasado represor, nueva educación para la policía, reformade todo el sistema penitenciario, disolución de las mafias delictivas comandadas por loscomisarios, terminar con la utilización de los menores recluidos en los institutos para de-linquir, desmantelamiento de las justicias comprometidas con el poder económico, luchacontra la trata de blancas y el narcotráfico, desplazamiento de la mafia sindical compuestapor personas inmensamente ricas que dicen defender a los trabajadores, etc–; y así de se-guido. Otras personas pensarán otras cosas, organizarán de otra manera las prioridades.Esa, creo, que es la discusión que hay que dar sobre el modelo de país.

Y claro, un proyecto económico para ese país de inclusión seguramente hablará de sobe-ranía sobre los recursos naturales, desarrollo de tecnologías propias, redefinición de áreasde inversión, utilización del ahorro interno, etc.

Es necesario diferenciar la distribución de la riqueza de la redistribución del ingreso, yaque lo primero se refiere a las posibilidades creativas de los seres humanos mientras quelo segundo solo a cómo repartir una parte de lo existente sin modificarlo. Un ejemplo: una

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176 Emilio Pauselli

educación de calidad es una riqueza, una asignación por escolaridad es un ingreso. Si laeducación presenta el deterioro actual no hay dinero que permita acceder a educación decalidad sencillamente porque no existe. Así se otorgue una generosa asignación por esco-laridad a todas las familias del país no se está distribuyendo riqueza, solo ingreso, que nopermitirá el acceso a la excelencia educativa ya que ésta aún debe ser construida15.

Otro ejemplo. Una red ferroviaria que enlace las distintas poblaciones del país es una ri-queza y un subsidio por zona desfavorable un ingreso. Dicho subsidio podrá permitir la so-brevivencia, pero jamás permitirá a las personas el desarrollo de su capacidad creativa yproductiva ya que su aislamiento le impide integrar sus valores al mercado16.

Otro ejemplo: la salud es una riqueza mientras que la atención gratuita de la enfermedades un ingreso. La primera depende de la educación, la práctica de algún deporte, de la pue-ricultura, de la alimentación y de la prevención sanitaria. Nadie está más sano por acce-der a un hospital cuando se enfermó17.

Dicho de otra manera, lo que incluye no es el dinero, al menos no el dinero obtenido de cual-quier forma. Por ejemplo, no hay inclusión en un país con programas sociales focalizadosque, basados en la idea de “discriminación positiva”, consideran la pobreza no como un re-sultado sistémico sino como un defecto de las personas y los grupos sociales. Solo un paísrico –en el sentido de riqueza mencionado anteriormente– puede ser un país de inclusión através del despliegue de políticas universales –o sea, que garanticen el acceso para todos.

Un modelo de país debería indicar qué tipo de riqueza se quiere construir. Así como ahorasabemos que no es lo mismo fabricar “acero que caramelos”18, deberíamos pensar si es po-sible una sociedad incluyente a base de celulares, servicios financieros y minería a cieloabierto.

Las propuestas, para ser alternativas a la lógica del pensamiento único, no pueden basarsesolo en lo que sabemos de un pasado mejor cuando el reparto entre el capital y el trabajoera más equitativo y, en mi opinión, deben concentrarse en estimular el debate sobre cómoqueremos vivir de cara a un futuro problemático. De cara a ese futuro deberemos asumir

15 Para los que estén lo suficientemente desinformados para creer que esa excelencia la ofrece la educación privadasolo diremos que, aunque así fuera, no alcanza para una parte significativa de la población..16 Este ejemplo permite, adicionalmente, comprender lo relativo de los términos “viabilidad” y “sostenibilidad”. La sos-tenibilidad y viabilidad de proyectos está en relación directa con la creación y distribución de riqueza. 17 No creemos que la salud hoy sea gratuita; los hospitales carecen de insumos y personal y las personas deben es-perar meses para ser atendidas. Solo indicamos la diferencia entre la salud como riqueza a construir y el gasto en aten-der la enfermedad.18 Latiguillo utilizado por los economistas de la dictadura militar argentina que usurpó el poder entre 1976 y 1983. Habíaque fabricar lo que el mundo compraba, daba igual una cosa que otra. Lo que estaba detrás de esto, como la historiademostró, era un modelo de país factoría sin independencia política.

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177Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país

la diversidad de identidades de nuestra sociedad –¿multiculturalidad? – y, en general, ha-cernos cargo de la diversidad del deseo humano y repensar las condiciones de satisfaccióny limitación de los mismos cuando los conceptos de pueblo y nación se han difuminadopara una parte considerable de dicha sociedad. Décadas pasadas hizo crisis el tema del in-greso –justicia social–, hoy ha hecho crisis también el tema del consumo –modelo de vidahumana sostenible–.

Decíamos que el “pensamiento único” se presentó como un pensamiento de madurez, desentido común. Lo que se le puede anteponer no es más sentido común sino un pensa-miento de buen sentido, como bella aunque quizás equivocadamente lo explicaba Inge-nieros: mientras que el sentido común resulta “eminentemente retrógrado y dogmatista”,el buen sentido será “innovador y libertario”19.

El trabajo y el pensamiento únicoEn uno de los temas donde más perdura el mecanismo de pensamiento único es en todolo relacionado con el trabajo. Aun desde planteos que enfrentan la ideología neoliberal sesigue insistiendo en que será el desarrollo económico el que creará puestos de trabajo y nise sospecha que será la decisión política de crear ciertos puestos de trabajo la única posi-bilidad de orientar un desarrollo económico favorable a la sociedad.

Así, el conjunto de las políticas públicas destinadas a fomentar el trabajo no se diferenciani ideológica ni metodológicamente de las desarrolladas durante los años 90. Se sigue cla-sificando, capacitando y asesorando a los desocupados para que obtengan trabajo: ellos sonel problema. Cuando eleven su nivel educativo, respondan a las expectativas que el mer-cado tiene de ellos y “recuperen” la cultura del trabajo, una nueva vida habrá comenzado.

Es difícil saber si los líderes políticos realmente ignoran la ineficacia de las políticas deempleo que impulsan. Son propuestas inconsistentes y regularmente se registra ese hechoen la aparición de nuevos contingentes de desocupados. Las propias mediciones estadís-ticas han sufrido tales cambios en los últimos años que ya es prácticamente imposiblecomparar los índices de la última década con los actuales.

El engaño más riesgoso es el que parecen sufrir gobiernos de la región que se esfuerzanpor garantizar que el mercado interno conserve un mínimo de capacidad adquisitiva y deesa manera sostener ciertos niveles de actividad económica. Sin embargo, la lectura quehacen de que eso constituye un “nuevo modelo” y que la resolución de temas básicos comoel acceso de las personas a puestos de trabajo es solo cuestión de tiempo, entraña riesgosimportantes.

19 José Ingenieros, 1913, El hombre mediocre, Capítulo 1, I. Tercera Edición de 1917.

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178 Emilio Pauselli

Una parte de esos riesgos tiene que ver con la evolución de la expectativa social y susconsecuencias políticas20. Pero los más importantes consisten en no registrar la masa hu-mana que sufre por falta de trabajo o por acceder solo a trabajos miserables. Como me dijouna médica en estos días luego de trabajar en la ciudad turística de Bariloche, uno de loscentros turísticos más desarrollado de la Argentina: “si yo pudiera recetar trabajo la ma-yoría de mis pacientes no volverían al hospital”.

Fue difícil en los años 90 ejercer la crítica, era el momento de apogeo del pensamientoúnico. En los temas que hacen a la protección y la generación de trabajo sigue siendo muydifícil también ahora. En la Argentina, si bien desde la etapa democrática inaugurada en1983 hemos tenido gobernantes de distintos grupos políticos y con diferentes enfoquesideológicos, han tenido algo en común: todos han sido personas inmensamente ricas.

Atrás quedó el peronismo que llevó dirigentes obreros a los puestos de gobierno; si hoyquisiera hacerlo se encontraría con que estos son parte de las grandes fortunas del país.Tampoco contamos ya con el radicalismo que promovió a las clases medias en la gestióndel Estado. Hoy ha quedado interrumpida la posibilidad de la sociedad de promover diri-gentes; en verdad, la sociedad no los elige: ellos se eligen entre sí. La sociedad luego votalo que le parece más conducente dentro de ese menú.

Pero con seguridad esa explicación es parcial. En países donde la aristocratización de lapolítica no es aún un fenómeno central como en Argentina, tampoco se están desarrollandoenfoques vinculados al trabajo distintos a las recetas de los organismos económicos in-ternacionales.

La idea de que favoreciendo el desarrollo del capital –cuya tendencia mundial es a elimi-nar puestos de trabajo– se van a crear puestos de trabajo en nuestras sociedades, navegaentre la incompetencia y la mala fe.

Así como tenemos un medio ambiente y hay que cuidarlo, ya que el planeta es nuestraúnica casa, también tenemos una sociedad y hay que cuidarla, porque esta sociedad esnuestro único vínculo con la cultura. Y hoy la sociedad está amenazada justamente por laprogresiva escasez de puestos de trabajo.

20 Como dijera el ex presidente Néstor Kischner en su discurso de asunción ante el Congreso, “el clientelismo políticocomenzó cuando empezó a faltar el trabajo”.

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Apéndice 2. La ideología de la historia1

El historiador y el poeta no difieren por el hecho de escribir en prosa oen verso. Si las obras de Herodoto fueran versificadas en modo alguno

dejarían de ser historia, tanto en prosa como en verso. Pero elhistoriador y el poeta difieren en que el uno narra lo que sucedió y elotro lo que podría suceder. Por eso la poesía es algo más filosófico y

serio que la historia; la una se refiere a lo universal; la otra a loparticular. Lo universal es lo que corresponde decir o hacer a cierta

clase de hombre, de modo probable o necesario.Aristóteles, Poética, 334 AC

El objetivo del presente apéndice es compartir la idea de que, en términos de modelos oexperiencias sociales, no hay ningún paraíso perdido al cual volver. Si algo mejor hay parala vida humana, eso está en el futuro.

Esta idea la consideramos especialmente apropiada para analizar los fenómenos del mundodel trabajo. Los que añoran los deseados años del pleno empleo o del Estado de Bienestarolvidan que su mecanismo de funcionamiento era el mismo que el actual: la explotación delhombre por el hombre. Las sociedades gentilicias que tan viva impresión han dejado comocontraste con el capitalismo occidental fueron posibles para pequeños grupos humanos se-parados por fronteras naturales casi infranqueables. La América precolombina, con su es-pecial relación con la tierra –pacha mama–, común a todas las sociedades agrarias, incluíacrueles condiciones de vida al interior de cada pueblo y en su relación mutua.

Notamos que una gran cantidad de discusiones, especialmente dentro de los grupos quehacen suya la tarea de impulsar modificaciones consideradas progresivas en los modelosde socialización vigentes, se centran en cuál situación o modelo del pasado es el más apro-piado para la humanidad futura. Muchas de esas discusiones, llevadas a cabo desde lasidentidades y las creencias, terminan reducidas al juego infantil de afirmar la propia posi-ción por descalificación del otro: “tu papá es pobre”, “tu hermano es negro”, “tu mamá esputa…” y allí se acababa la discusión: ningún niño bien nacido dejaría de agarrarse atrompadas anticipando a Papo en su “no se metan con la vieja”. No importa si la vieja esla Revolución Cultural China2, el Mayo Francés3 o el Human-Be In4.

Apéndice 2 - La ideología de la historia

1 La base de este apéndice es el artículo denominado La ideología de la historia o los supuestos del modelo terapéu-tico, Pauselli, 2003. 2 Proceso político liderado por Mao Tsé Tung entre los años 1966 y 1969 orientado a profundizar las transformacionesrevolucionarias en China. La revolución cultural se proponía desplazar a los “cuatro viejos”: las viejas costumbres, losviejos hábitos, la vieja cultura y los viejos modos de pensar. Personas mal intencionadas reducen este fenómeno a unalucha interna por el poder en el Partido Comunista Chino.

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Los efectos in-creíbles de la historiaLa noción de que existe una historia y de que esa historia está condicionando nuestro pre-sente es hoy parte constitutiva de nuestro sistema de percepción, tanto para la prefigura-ción de los procesos políticos, como de los sociales y personales.

Desde el momento en que la afirmación “la tradición de todas las generaciones muertasoprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”5 se transforma en una categoría ex-plicativa de acciones y omisiones del hacer humano, ya está incluida la idea de historiaoperante, de residuo cultural, de ideas previas condicionantes; en fin, de un accionar hu-mano influido por lo que anteriormente le ha acontecido a la especie en un universo de-terminado.

Para nosotros, contemporáneos, esta influencia resulta tan evidente que no nos podemosimaginar cómo podría pensarse un modelo discontinuo de desarrollo de nuestra cultura. Nohablamos de rupturas producidas por calamidades sociales o naturales, pensamos más bienen cómo podría construirse una metáfora del hacer humano desde una perspectiva dis-tinta.

La posición que sostendremos en este apéndice es que la idea de la historia como clave ex-plicativa del presente contiene una fuerte posición ideológica que denominaremos, poranalogía, “modelo terapéutico”. Esa ideología opera sobre supuestos antropológicos noconfirmados por la propia historia y es una de las causas de la sensación de frustración que,como contemporáneos, sentimos ante un mundo en aparente proceso de descomposición,al menos como sociedad basada en una cultura.

Como ya dice el refrán popular, el hombre es el único animal que tropieza dos veces conla misma piedra. La pregunta del millón es: ¿dónde está la piedra? ¿Quizás en el propiocorazón de cada uno de nosotros?

Gracias a los últimos descubrimientos de la genética, hoy sabemos que la vida no cuentacon un plan de envejecimiento. La vida termina solo por la acumulación de imperceptibleserrores en los miles de millones de operaciones de perpetuación que en todo momento

3 Denominación de las masivas manifestaciones realizadas en París por estudiantes y trabajadores que incluyeronhuelga general, toma de universidades y de fábricas en el mes de mayo de 1968. Una de las consignas de este mo-vimiento que quedó en la memoria mundial fue la de Interdit d’interdire –prohibido prohibir–. Personas mal intencio-nadas dicen que se trató de una revuelta de estudiantes perezosos que no habían preparado sus exámenes.4 En el año de 1967 en San Francisco, EEUU., se celebró el Human-Be In: A Gathering Of The Tribes –Encuentroentre humanos: Un encuentro entre las tribus–. En este encuentro, también conocido como “verano del amor”, cientosde miles de personas escucharon por The Mamas &The Papas el estribillo de San Francisco: “Si vas a San Francisco,no te olvides de llevar flores en el cabello... Si vas a San Francisco, el verano será una celebración de amor.” Perso-nas mal intencionadas reducen estos acontecimientos a una reunión de fumados libidinosos. 5 Marx, Carlos, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Capítulo I.

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181Apéndice 2 - La ideología de la historia

realiza. He aquí el misterio del fracaso del conatus espinoziano6. En verdad no se debía ala finitud de la natura naturata; por el contrario, esa finitud se produce por fallas en el pro-pio intento de las cosas por permanecer en su ser.

La ideología de la historia reemplaza la cruda condición del hacer humano por una fábulaque personas bien informadas sobre la marcha de la propia historia no deberían refrendar.Si algo quiere decir entrar en la edad adulta de la especie, esto debería consistir en dejarde creer en los reyes magos, en el jardín del Edén, y en hacer responsables a otros de loque nosotros somos capaces de querer y hacer en el presente.

¿Qué queremos decir? Que si hay alguna mejor suerte para la humanidad, esa realidadestá en el futuro, hay que construirla. Creo que esteriliza la creatividad social y generasectarismo y fundamentalismo la idea de que hay una situación pasada no problemática ala cual volver. No hay un paraíso perdido; quizás el único pecado que puede cometer elhombre es no esforzarse por tener un futuro mejor. Y nuestra gente no lo comete, le peleaa la vida a su manera, migrando a la ciudad cuando en las ciudades hay trabajo, estudiando,cultivando, empleándose.

Eso que todos hacemos para tener un futuro mejor hay que pensarlo cada vez más no comoun problema individual sino como una construcción política.

Los supuestos del “modelo terapéutico”Denominaremos “modelo terapéutico” a aquella concepción que considera que algún acon-tecimiento traumático ocurrido en alguna parte del pasado es la causa de una enfermedado síntomas del presente. Así, el gran descubrimiento de que las conductas histéricas no eranaleatorias sino que estaban concatenadas con otros acontecimientos de la vida psíquica dela misma persona, o, dicho de otra manera, el proceso de transformación de la conductano esperada en síntoma, echó luz sobre muchas condiciones de nuestro psiquismo.

Como toda teoría, ilumina algo y proyecta sombras sobre otras cosas. La idea de un eventocrítico que produce la enfermedad funciona sobre la creencia de que antes de dicho acon-tecimiento todo estaba bien. Ya sea que el antes corresponda a una situación de la vida deladulto o del niño, de la lactancia, del nacimiento o de la propia concepción del embrión hu-mano. Donde sea que se sitúe el momento del trauma, éste opera sobre un escenario donde“todo estaba bien”, o tendería a estarlo de no haberse interpuesto la situación traumática.

Así también la interpretación de la historia es, en cierto sentido, una analogía del modeloterapéutico así definido. La situación no problemática puede estar situada en las socieda-des aborígenes, en la Revolución Francesa, el Octubre ruso, el 45 de la Argentina, la Co-

6 Baruch Spinoza. Ethica more geometrico. 1677.

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muna de París o la democracia ateniense. Algo se perdió y no se pudo recuperar; o algopodría haber sido y no llegó a concretarse.

Esta curiosa manera de interpretar el pasado, como causa del presente, implica una ope-ración conceptual y axiológica notable. Reemplaza el mítico paraíso terrenal, creado porDios y por lo tanto irreproducible por el hombre, por modelos de “salud social” real o po-tencial que, por haber sido construcciones humanas, sí resultarán en principio reeditables.Y deposita la culpa originaria no ya en unos míticos padres de la humanidad, sino en ac-tores, clases y sistemas que representando al mal –como el pecado– producen el castigode la vida actual que nos toca transitar.

Claro que hay actores, clases y sistemas que dificultan sistemáticamente la realización dedeterminados deseos generalizados de las personas, en beneficio de otros deseos que po-dríamos llamar, provisoriamente, particulares, por oposición a lo público. A lo que nos re-ferimos es al lugar que las representaciones de esos acontecimientos ocupan en el momentode explicar un presente en muchos sentidos no solo inaceptable, sino, lo más curioso, casiinexplicable. Como ya escribiera Hume, es curioso como tan pocos dominan a tantos.

La historia: el pasado, el presente y el futuroQue la historia no es el pasado ya nos ha sido dicho con prolijidad por muchos historió-grafos e historiadores. No solo en el sentido de que no podemos poseer toda la informa-ción sobre el pasado, sino también por la fundamentada sospecha de que aun si por algúnmedio milagroso pudiéramos tener toda la información, en un sentido nunca sabríamos quées lo que allí acontecía.7

A esto se opondría en primer lugar el carácter presente de nuestra visión. Todo esfuerzohermenéutico es un desideratum que nunca alcanza un éxito completo y quizás ni siquieraaproximado. Pero existe aun una imposibilidad más radical: ¿cómo reconstruir lo que ocu-rría en el pensamiento y el sentimiento de las personas que vivieron en ese pasado? O,dicho de otra manera, los monumentos de la historia, ¿a qué o a quiénes representan y conqué fidelidad? O, desde otro punto de vista, ¿qué o quién representará para el futuro el pa-sado que será nuestro presente actual, el mío, el suyo, el de nuestra heterogénea sociedad?

El hiato existente entre la vida y el discurso constituye el abismo infranqueable entre el pa-sado y la historia.

No será difícil coincidir, entonces, en que el pasado como suma de acontecimientos, pen-

7 El final de la película Inteligencia artificial presenta un sugerente tratamiento sobre la posibilidad y los límites respectoa la actualización del pasado.

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183Apéndice 2 - La ideología de la historia

samientos y sentimientos, nunca llegará a ser historia. La historia será entonces un dis-curso siempre perfectible de hipótesis sobre algunos aspectos que creemos sucedieronde determinada manera. Ese discurso puede ser enormemente inteligente, puede rescatarde las informaciones disponibles elementos inmensamente valiosos para el desarrollo hu-mano, pero nunca es equivalente al pasado, por falta de completud y por heterogeneidaddel concepto.

A su vez, la historia, en tanto discurso hipotético, no está completamente disponible parauna sociedad. Ésta conoce solo parcialmente algunos pequeños fragmentos de ese dis-curso y, en general, recurre al pasado por otras vías, no siempre tan inteligentes como lasque propone la investigación histórica.

La historia parece ser historia en tanto presente. Como toda construcción intelectual, solovive en la mente de los seres humanos. Lo realmente operante parece ser lo que creemosque ha ocurrido en la historia, ya sea a través del discurso de la historia como disciplinao de la transmisión cultural.

Como indicaba Alejandro Korn, “las ideas participan de una mutabilidad esencialmente hu-mana y las del día son tan efímeras como las del pasado, no obstante el imperio que logranejercer en nuestro ánimo, con la vana pretensión de constituir la medida universal de lascosas. Cada época pensó con su propio cerebro e inspirose en su propio corazón. El histo-riador no se ha de aprestar, como un alcalde de barrio, a pronunciar la sentencia póstuma”8.

La metáfora de los “muertos presionando la conciencia de los vivos” tiene cada tanto visosde “realidad” en el sentido científico de esa palabra. Así, ya el cientificismo de Ingenierospostulaba que determinados logros espirituales de la humanidad se transmitían a través dela herencia9. Actualmente se reeditan líneas de investigación neurológica que tratan de en-contrar los lugares donde el cerebro alojaría ese tipo de “herencia genética cultural”.

El novedoso descubrimiento de que hay células nerviosas o neuronas que se reproducen,contra lo que se consideraba establecido anteriormente, además de traer inmensas espe-ranzas para el tratamiento de ciertos tumores cerebrales, alienta nuevas ediciones de esasinvestigaciones.

La propia ontogénesis del aparato nervioso central, y diversas teorías sobre su relacióncon la evolución humana, generan expectativas en esa dirección. Y no es casual que jus-tamente el pensamiento humanista haya prestado especial atención a esas investigacio-nes, ya sea para rebatirlas, en nombre del alma inmortal o de la creación ex-nihilo que re-produciría el hombre en sus actividades mentales; o desde el fisiologismo, que comprende

8 Alejandro Korn, Influencias filosóficas en la evolución nacional. Introducción.9 Ver José Ingenieros, La simulación en la lucha por la vida.

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toda la actividad psíquica como derivada de ciertas combinaciones morfológicas, físicasy químicas producidas en nuestro cuerpo.

En cualquier caso, las posibilidades de acuñar determinadas vivencias históricas en la es-tructura genética de la especie no parecen hoy probables. Si algún proceso de ese tipofuera pensable, siempre ocurriría en períodos de tiempo tan extensos que no nos eximiríade tematizar nuestra relación con la historia, sobre todo en el sentido que señalamos de lahistoria como presente.

Claro que definir la historia como una construcción intelectual es un poco simple. Es ne-cesario indicar que no entendemos lo intelectual como sinónimo de racional, sino másbien como el conjunto de operaciones de comprensión –racionales, afectivas, axiológicas,experimentales– que realizamos como condición de nuestra actividad práctica en el mundo.

En este sentido, la historia como presente, o sea, el conjunto de nuestras creencias y de-seos, es propiamente una base de lanzamiento hacia el futuro, único lugar donde vive laacción aún no realizada.

Como indicara la antropóloga Margaret Mead, hay culturas, o dispositivos dentro de unacultura, que permiten aprender del futuro.10 Los adultos podrían así aprender de los niños,como ocurre habitualmente en familias donde las nuevas generaciones alcanzan niveleseducativos superiores a los de sus antecesores.

Además, los jóvenes parecen ser los mejores dotados para comprender un mundo donde la tec-nología imprime una velocidad a la circulación de la información desconocida en el pasado.

Aun los modelos posfigurativos, que sitúan la verdad en el pasado, recurren a esa verdaden la medida que la consideran el mejor recurso para obtener ciertos logros en el porve-nir. La sensación de vivir una vida razonable, aprovechando la polisemia del término,tiende a encubrir estas ansias de futuro que constituyen toda cultura.

Esto nos indica que situar el valor de verdad en el pasado, el presente o el futuro es unaoperación social de dar sentido a una experiencia. Esto puede presentar diferencias entrelas generaciones, pero no parece ser lo esencial. Por el contrario, un modelo con fuertesmandatos de pertenencia a una tradición puede articularse sobre la consideración del pa-sado como recurso eficiente para la integración de todas las generaciones, mientras que so-ciedades en vías de disgregación resultarían especialmente ineficaces para incluir aun a lasgeneraciones maduras.

10 Margaret Mead distingue entre culturas posfigurativas, donde se considera que la verdad está en el pasado; cultu-ras cofigurativas, donde la verdad está en el presente; y culturas prefigurativas, donde las claves de comprensión seobtienen de un futuro en ciertos aspectos percibible, aunque aún desconocido. Estos dispositivos pueden acaecer si-multáneamente en una misma sociedad.

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185Apéndice 2 - La ideología de la historia

Lo importante es reflexionar sobre qué elementos darán sentido a esa experiencia cultu-ral, para orientarla en una u otra dirección. Creemos que es posible considerar las tareasdel presente de una sociedad como catalizadoras de esos legados del pasado.

Y estas tareas presentes estarán determinadas por el futuro al que esa sociedad, sus gru-pos hegemónicos y sus elites –dependiendo de la interacción entre sus miembros– aspi-ran para su realización individual, y en muchos casos, colectiva.

Parece razonable que un pasado no habilite a cualquier futuro, o al menos, que no sea ele-gible cualquier futuro al mismo costo de realización. Pero eso es algo a decidir. Y la de-cisión corresponde a los protagonistas, justamente, de la historia por hacer.

No debería ser la adscripción a un pasado lo que determine nuestras acciones presentesorientadas a un futuro y, de hecho, no lo es. Cuando se presenta esa apariencia, en verdad,estamos asistiendo al uso de la historia como fuente de autoridad para legitimar nuestrosdeseos presentes. Claro que ese uso es legítimo, ya que representa una interpretación po-sible del pasado, pero debemos aceptar que no tendrá fuerza vinculante para la construc-ción de un futuro en la medida en que la comunidad de los interpretantes no coincida conla comunidad de los deseantes.

Una intelección construida desde el futuroNo es este un intento original, los que han variado son los materiales disponibles parapoder realizarlo. Ya San Agustín proponía una interpretación del presente que solo eracomprensible desde el futuro. La Civitas Dei era la dadora de sentido a la ciudad terrenalque le servía de antesala.

Paralelamente a una racionalidad cuestionada y a la pérdida de eficacia de las ideologíasy los grandes relatos culturales, adquieren auge nuevos y viejos grupos religiosos y unacreciente demanda mística de las personas. Esto no debería ser causa de sorpresa: con unpasado del que tenemos noticias fragmentadas y un presente confuso donde la vida setorna cada vez más riesgosa, es razonable que se busque en el futuro –mucho más mol-deable a nuestros deseos– algunas claves de interpretación que nos ayuden a organizarnuestras conductas presentes.

Pero no parece enteramente realizable para el hombre contemporáneo poder construir esaintelección desde un discurso religioso también afectado por la desconfianza que acechaa todas las grandes verdades. ¿Qué alternativas puede haber para utilizar el futuro comoclave de organización del presente?

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No será tan difícil, de hecho es lo que hacemos de manera mucho más habitual de lo quecreemos. Desde la “zona de desarrollo próximo” indicada por Vigotsky como clave del de-sarrollo del niño, hasta los procesos de elección de profesiones, parejas, viviendas, traba-jos, etcétera, que realizamos en la vida adulta, el criterio de verdad está puesto en el futuro.

No es que elegimos tal profesión porque nuestros abuelos..., y así de seguido; sino que, conrelación a lo que esperamos alcanzar en el futuro, ponemos a su servicio todo lo que nospueda servir para lograrlo. Y claro, está mucho más disponible lo que nos sugiere la per-cepción que tenemos de lo que fue nuestro abuelo, que las máximas de Confucio o lasprácticas de las tribus nómades del África (salvo que seamos parte de esas culturas).

El pasado provee un material disponible, a veces en forma de historia, a veces en formade costumbre, a veces en forma de moral; casi siempre en forma de relato, quizás a vecesen forma de estructura neuronal. Pero el caballo, una vez más, está delante del carro. Noparece que la vida humana sea empujada por el pasado, como una locomotora auxiliarempuja un tren que ha perdido la suya. Da la impresión, más bien, de que hay estacionesfuturas a las que queremos llegar y eso nos hace meter mano a cuanto recurso nos ayudepara ir en esa dirección.

Conviene aclarar que la direccionalidad de nuestros esfuerzos humanos en el tiempo noestá necesariamente asociada a la noción de progreso; noción por otra parte cargada de sen-tidos, en parte gravosos, para la civilización que está acabando. Más bien, esa tendenciaal futuro registra la única posibilidad de realizar nuestros deseos, y reconoce la imposibi-lidad absoluta del regreso. No se regresa en la historia, no se regresa en la vida, parece queni la clonación hará posible el regreso en un sentido estricto.11

La verdadera discusión no es si podemos construir sentido desde el futuro, eso es lo quehacemos permanentemente. La discusión de fondo es si podemos compartir ese futuro enuna red de intercambio intersubjetivo, o, dicho de otra manera, si es posible reconstruir deuna manera humana el concepto y el sentimiento del bien común.12

Aun así, al cultor de la historia como causa eficiente le queda un cierto argumento. Se po-dría decir que nuestros deseos actuales están determinados por la historia de nuestras for-maciones culturales.

Si la historia como causa habla del drama de la historia, la historia como deseo será pro-piamente su versión comediada, en clave de Marx. Porque, ¿qué puede significar que lahistoria determina nuestros deseos? En primer lugar, sería una teoría de la génesis del

11 Lo “igual” no es “lo mismo”, como dos sillas iguales no son la misma silla. La identidad humana parece construirsesocialmente, y no genéticamente. Mientras el desarrollo genético permite responder a la pregunta ¿qué es?, pareceque solo el desarrollo humano –cultural– permite responder a la pregunta ¿quién es?12 Queda por tratar la diferencia entre “bien común” y “sentido común”, y entre este último y el “buen sentido”.

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deseo humano, o representaría ciertamente la idea de que el pasado está antes que el pre-sente. Pero a los efectos de la comprensión del presente y sobre todo de la construccióndel futuro, en lo que como seres humanos podemos construir del mismo, no nos está agre-gando ningún nuevo punto de vista.

Efectivamente, cualquiera sea el origen de nuestros deseos, la pulsión sexual, la demandanutricia, la represión de la cultura o la educación del intelecto, siempre enfrentamos el fu-turo desde esas preferencias. No será la historia, tampoco por esa vía, la causa directa denuestras decisiones. Claro que si no hubiéramos nacido, nada desearíamos, en fin, pero deeste debate participamos solo los que lo hemos hecho.

Sobre estos temas tuve una pista hace ya varios años, aunque no lo comprendí cabalmenteen ese momento. Eso ocurrió luego de haber conversado, en las cenas familiares, sobre lainequidad en el mundo, sobre cuántos pobres son necesarios para que exista un rico. Díasdespués, mi hijo –adolescente en ese momento– me dijo: “Papá, el mundo no tiene arre-glo”. Ante tan severa y aparentemente sincera afirmación, solo atiné a preguntar: ¿porqué?: “Porque los pobres quieren ser ricos”.

Quizás, sin la crisis producida en diciembre del 2001 en la Argentina, y sus aconteci-mientos posteriores, no hubiera vuelto a pensar en esa anécdota. El desarrollo de nuevosámbitos alternativos a la corporación del poder mostró, junto a un renovado esfuerzo dedesalienación de una parte de nuestra sociedad, la espontánea reproducción del autorita-rismo, la violencia y el oportunismo político.

¿Cómo interpretarlo? Pobrecitos “ellos”, son producto del pasado, dicen algunos, sin queentendamos muy bien qué los separa de esos ellos. O pobrecitos nosotros, decimos algu-nos, debemos comprender lo contradictorio de nuestros deseos y elegir aquellos que nospermitirán identificarnos en un futuro común.

Nunca los contratos han detenido a las espadas. El sueño de Hobbes y de tantos otros nose ha visto justificado. Otra vez la historia nos deja en el mismo lugar en que nos dejósiempre: desnudos, sin documentos, pero con la inevitable necesidad de ir a alguna parte.13

Las puertas de la razón y del deseo¿Dan estas puertas a la misma habitación, o a habitaciones distintas? No lo sabemos, solonos animamos a decir que están muy juntas, y en sus inmediaciones se producen situa-ciones harto confusas, hasta el punto de no “sospechar cuántas veces nuestra razón no essino el abogado de nuestros deseos, de nuestras pasiones y de nuestros intereses”.14

13 Y el viaje que proporcionan las sustancias, es, a estos efectos, excesivamente corto.14 Alejandro Korn, Influencias filosóficas en la evolución nacional.

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La racionalidad como vía de acceso a la verdad ha resultado históricamente en intoleran-cia, “aun cuando se enmancipe del dogmatismo religioso o invoque, en lugar de la razóndivina, la ley natural, la razón de Estado, la voluntad general o la justicia social”.15 La le-gitimación de los deseos de las personas, en tanto que sujetos sociales, no dispone de tec-nologías explícitas. Parece que lo que deseamos tiene un estatus inferior a lo que supues-tamente debemos hacer, pero en verdad toda nuestra vida se organiza en función de lo quequeremos, con las hipocresías del caso.

La posibilidad de legitimar un discurso que verse sobre preferencias, atribuyéndole unpapel vinculante entre habitantes de un mismo espacio geográfico y cultural, debería sercon propiedad el objetivo del discurso político. Pero éste se halla, lamentablemente, ocu-pado en otras funciones.16

Esto permitiría avanzar desde la idea de libertad acuñada en los años 90 –libertad es hacerlo que quiero como individuo–, a una idea de libertad como la posibilidad de hacer lo queelijo, en tanto puedo compartir expectativas de futuro con una comunidad. Mientras no po-damos transitar socialmente este camino, corremos el riesgo de no poder reconstruir nues-tros sistemas de identidad culturales.

Es una fantasía que la identidad tenga que ver con lo que fuimos, eso propiamente se llamanostalgia. El pasado no nos dice nada y la historia la inventamos nosotros. Como en lasviejas calles de Lisboa, “por la noche, en este espacio entre casas bajas, se juntan los tresfantasmas, el de lo que fue, el de lo que estuvo a punto de ser, el de lo que podría habersido, no hablan, se miran como se miran los ciegos, y callan”.17

Las crisis de pertenencia a grupos o partidos parecen obedecer a la misma dinámica. Nose expresa en ellas tanto una distinta exégesis del pasado, cuanto una distinta orientaciónhacia el porvenir. Y los argumentos que se toman prestados a la historia apuntan a justifi-car unas u otras posiciones con vistas al futuro.18 Pareciera que la constelación de creen-cias que constituye a diversos grupos humanos, muchas veces contiene el material nece-sario para fundamentar muy disímiles posiciones respecto de ese futuro.19

15 Ídem.16 Ver La lógica del discurso político, Pauselli 2003.17 José Saramago, Historia del cerco de Lisboa.18 Cuando un socialista español dice que Felipe González no es socialista, o un peronista argentino dice que CarlosMenem no es peronista, solo están diciendo que ellos desean cosas distintas a lo que demuestran desear sus líderes.La identidad construida sobre el pasado resultó así débil. Claro que siempre habrá otros que seguirán considerándo-los socialista o peronista respectivamente, y tampoco estarán basándose en el pasado, sino en que ellos –puestos enel lugar de su líder– hubieran tomado las mismas decisiones.19 Creemos que este ángulo de análisis también puede ser fructífero para pensar sobre los procesos de “sectarismos”,

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En verdad, la identidad tiene que ver con lo que queremos ser, en la medida que podamossaber si en ese futuro deseado tenemos algo en común. Así seleccionamos los grupos ac-tivos de pertenencia y nos identificamos con aquellos que en algún aspecto aspiran a lomismo que nosotros. Por eso son tan esporádicas las reuniones de ex alumnos.

Dicho de otra manera, nada será así porque alguna vez lo ha sido. Quizás, si podemosconstruir un diálogo inteligente y logramos reconocer con humildad nuestros deseos, algosea en el futuro más o menos parecido a lo que queremos.

como los que en la Argentina caracterizan a los grupos organizados autodenominados de izquierda. La diáspora infi-nita de estos grupos no atendería así tanto a sus fines o a los medios que creen eficaces para alcanzarlos, sino a losdiferentes intereses o deseos de esos grupos y sus líderes.

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