la cuestión del sahara

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La cuestión del Sahara Author(s): Cristóbal Ramírez Source: Política Exterior, Vol. 16, No. 88 (Jul. - Aug., 2002), pp. 143-153 Published by: Estudios de Política Exterior S. A Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20645309 . Accessed: 08/09/2014 01:54 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Estudios de Política Exterior S. A is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Política Exterior. http://www.jstor.org This content downloaded from 138.130.73.97 on Mon, 8 Sep 2014 01:54:06 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Page 1: La cuestión del Sahara

La cuestión del SaharaAuthor(s): Cristóbal RamírezSource: Política Exterior, Vol. 16, No. 88 (Jul. - Aug., 2002), pp. 143-153Published by: Estudios de Política Exterior S. AStable URL: http://www.jstor.org/stable/20645309 .

Accessed: 08/09/2014 01:54

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Page 2: La cuestión del Sahara

La cuesti?n del Sahara

Crist?bal Ram?rez

La ONU ha encargado un nuevo proyecto para acabar con el contencionso del Sahara

Occidental Inclado en 1975. De no encontrar una soluci?n viable, se retirar?an los

'cascos azules' y se reanudar?a una la guerra despu?s de m?s de diez a?os de tregua.

El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, hizo el pa sado 19 de febrero un llamamiento para poner punto final al vigen te plan de paz en la ex colonia espa?ola del Sahara Occidental. Su propuesta en el Consejo de Seguridad implicaba expl?citamente la

partici?n del territorio en disputa: el norte para Marruecos; el sur ser?a un Estado saharaui independiente, sugiriendo a los litigantes que delimitasen la frontera sin condicionantes previos, aunque bas?ndose en el reparto de no

viembre de 1975 entre Marruecos y Mauritania. Si bien todo apunta a que esta iniciativa no saldr? adelante debido a la

firme negativa de Rabat, s? supone un giro de 18(Xgrados por el contexto en el que ha sido presentada.1 Adem?s de la idea de la partici?n, y previendo que iba a ser rechazada, Arman pidi?, al mismo tiempo, a James A. Baker, su

enviado personal y ex secretario de Estado con Ronald Reagan, que se pre

pare para presentar al Consejo de Seguridad un nuevo proyecto que termina

ra de ima vez por todas con el contencioso iniciado en 1975, y que lo hiciera

sin la aprobaci?n de las partes implicadas; en otras palabras, que lo impon

ga. "Esta v?a hacia una soluci?n pol?tica dar? a cada una de las partes algo de lo que ha pedido, pero no todo", dec?a Annan en su informe.

Por otro lado, el secretario general anunci? que, de no encontrar una solu

ci?n viable, no quedar?a otra opci?n que retirar los cascos azules; es decir, de

jar que se reanude la guerra despu?s de algo m?s de diez a?os de tregua Los antecedentes ya se conocen. En 1991, Marruecos y el independentis

ta Frente Polisario firmaron en la ONU un Plan de Arreglo que inclu?a un al to el fuego bilateral con efecto a partir del 6 de septiembre de ese a?o y un

Crist?bal Ram?rez, periodista, es experto en asuntos del Sahara.

Pol?tica Exterior, 88. Julio / Agosto 2002

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144 Pol?tica Exterior

refer?ndum de autodeterminaci?n que deber?a tener lugar en enero de 1992 sobre la base del censo elaborado por Espa?a en 1974. El fin de las hostilida des se decret? sin m?s incidentes que una sorprendente ofensiva marroqu? en agosto, con el envenenamiento de pozos de la zona de 3 , y con m?l

tiples violaciones de lo acordado pero sin disparos, y se ha mantenido hasta

hoy.2 La consulta popular, en la cual los 73.497 saharauis censados por Espa ?a deber?an decidir si la ex colonia se integraba en Marruecos o prefer?a la

independencia, nunca tuvo lugar, a pesar de haber sido convocada una y otra vez, y siempre retrasando la fecha.

?se era el escenario a comienzos de 2001, agravado porque las objecio nes marroqu?es al censo que actualizaba la ONU hab?an paralizado el proce so.3 En los meses anteriores, los gobiernos occidentales hab?an hecho llegar al Frente Polisario el mensaje de que el rey Mohamed VI, hijo y sucesor del fallecido Hassan II, necesitaba cierto tiempo, cronol?gico y pol?tico, para ha cerse con las riendas del pa?s e impulsar una apertura democr?tica que a la

postre le beneficiar?a. En pleno comp?s de espera comenz? el rally Paris Dakar, que iba a cruzar el Sahara Occidental.

En esos momentos el Frente Polisario acog?a en su seno a las tres ten

dencias consolidadas en esos a?os de alto el fuego. La mayoritaria, conside

rada centrista, la encabeza Mohamed Abdelaziz, presidente de la autoprocla mada Rep?blica ?rabe Saharaui Democr?tica (RASD, no reconocida por ning?n pa?s de la Uni?n Europea). Agrupa a los l?deres de la tribu m?s nume rosa, los erguibat, y se asienta sobre tres pilares: la soberan?a del territorio como reivindicaci?n irrenunciable, la b?squeda del di?logo directo con Ma rruecos y el plan de paz de 1991 como gu?a de cualquier actuaci?n.4 A su de

recha se encuentran grupos desarticulados y con escaso predicamento en

los cuatro grandes campamentos de refugiados que ocupan una parte del de

1. "Si hay indicaciones de que Argelia y el Frente Polisario podr?an aceptar una divisi?n del territorio, no sirve de nada continuar por esa v?a porque el gobierno de Marruecos no quiere discutir ese enfoque", manifest? ante el Consejo de Seguridad el propio Kofi Arman. "Ni hoy, ni ma?ana ni en cien a?os aceptaremos esa opci?n", declar? Mohamed Bennuma, embajador de Marruecos en la ONU, nada m?s conocer la propuesta El d?a 21 de febrero, to da la prensa marroqu? emprendi? una campa?a contra Argelia por entender que era la instiga dora, en la que se advert?a que, de seguir adelante, se desencadenar?a la guerra entre ambos pa?ses.

2. Las violaciones al alto el fuego se refirieron en todos estos a?os a movimientos de tro pas por los dos bandos, reforzamiento del muro defensivo por parte de Marruecos y otras ac ciones simb?licas, como el intento de Rabat de abrir y asfaltar una carretera en Guergerat, al suroeste del Sahara.

3. Valga como an?cdota que jeques representantes de Marruecos en las sesiones de las comisiones de identificaci?n que ten?an lugar en Argelia ralentizaban, una y otra vez, el traba jo, con alegaciones constantes a necesidades higi?nicas personales, cansancio, calor o pre sencia en la sala de alg?n occidental.

4. El 27 de febrero de 2001, y en el discurso pronunciado ante cuatrocientos represen tantes internacionales con motivo del 25? aniversario del nacimiento de la RASD, Mohamed Abdelaziz calific? de "seudopropuesta" la iniciativa marroqu? de integrarse en el reino alau? a cambio de la autonom?a.

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Page 4: La cuestión del Sahara

Crist?bal Ram?rez 145

sierto cercano a la localidad estrat?gica de Tinduf, en el oeste de Argelia. Se

trata de ex combatientes de mediana edad que creen imposible derrotar a

Marruecos y que resultar?a m?s eficaz llegar a alg?n tipo de pacto con el fin de volver a su tierra, pacto que en ning?n caso se ha concretado en propues ta pol?tica y p?blica alguna.

Con la ca?da en desgracia del pactista Bachid Mustaf? Sayed, durante a?os el rostro del Frente Polisario y en la pr?ctica su "n?mero dos", se pen s? que ?l podr?a encabezar una tendencia organizada en ese sentido. Estas

esperanzas resultaron vacuas puesto que las discrepancias de Sayed, m?s

tarde convertido en alcalde de uno de los cuatro campamentos de refugia dos (D?jla) y defensor del entendimiento con el r?gimen de Rabat, no fueron m?s all? y se mantiene fiel a los postulados del Frente Polisario.

Es posible que muchos j?venes que no cono cieron la guerra ni la casa de sus padres en las zo

nas ocupadas, pero s? las grandes escaseces de los

campamentos, simpaticen en su fuero interno con

esta alternativa. En cualquier caso, las deserciones

de la primera mitad de la d?cada de los noventa se han detenido, a pesar de la libertad de movimien

tos de que gozan los saharauis en los enclaves don

de sobreviven.

Una tercera tendencia tendr?a su l?der natu

ral en Brahim Gali, hoy delegado del Frente Poli sario en Espa?a y militar de gran prestigio, que

El plan Baker, inspirado por

Francia, constata

que hoy por hoy un r?f?rendum es imposible

dise?? los ataques de los a?os ochenta. Gali es conocido como uno de los "duros" del Polisario, aunque est? por ver si su

"exilio dorado" en Madrid no le ha hecho perder demasiada influencia en los ?rganos de decisi?n que se re?nen a 2.000 kil?metros de distancia y con los que no hay comunicaci?n (no hay cobertura, apenas cuentan con

tel?fonos fijos y alg?n fax y, al menos hasta hace unos meses, Internet no

llegaba ni a Rabuni, el ?nico centro con edificios de adobe y donde se ha lla la administraci?n. Es posible que ahora en algunos sitios de esta ciu

dad s? cuenten con Internet, pero ser? anecd?tico. El poder de Gali est? en las regiones militares, sobre todo en la II, y ah? no tienen). La mayor

parte del Ej?rcito Popular Saharaui apoyar?a una pol?tica de mayor dureza contra Marruecos y, desde luego, en esa l?nea est? la fundamental Segun da Regi?n Militar, con base en fariti y comandada por un respetado y jo ven estratega que tambi?n fue ministro de Defensa, Brahim Ahmed Mah mud. Los integrantes de esta tendencia no creen que una conflagraci?n se

pueda ganar en un plazo breve, pero entienden que el actual alto el fuego no lleva a ninguna parte. En su opini?n, la propia negociaci?n del alto el

fuego se llev? a cabo deprisa y los t?rminos en que se firm? perjudican claramente al Polisario.

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146 Pol?tica Exterior

Por ello presionaron durante todo el mes de diciembre de 2000, y el d?a 22 la c?pula independentista decidi? retomar las armas para atacar el Par?s

Dakar. No tanto a la carrera en s?, que iba a discurrir por territorios a los que resultar?a dif?cil creer que llegasen sus comandos, como al muro minado de

unos 2.000 kil?metros que los marroqu?es han levantado a lo largo del de sierto y que divide en dos a la ex colonia; es el llamado "sexto muro" (la ber

ma) y que, como su nombre indica, sucedi? y complement? a otros cinco.

La propuesta del sector duro tuvo eco en los campamentos, con una pobla ci?n harta despu?s de m?s de nueve a?os sin nada que hacer, y el desplaza

miento de unidades a centros de entrenamiento y al frente de combate se hi

zo constante a lo largo de las Navidades de ese a?o. El propio Mohamed Abdelaziz cedi?.

Marruecos y sus pa?ses amigos, sobre todo Francia, enviaron un mensa

je a Argelia para que detuviera al Frente, y Argelia, sumida en sus problemas internos, hizo de correa de transmisi?n, respaldada por la Organizaci?n para la Unidad Africana (OUA). En algunas unidades la orden de repliegue lleg? una hora antes de la fijada para comenzar a disparar. Testigos presenciales

aseguran que muchos combatientes regresaron a los campamentos con l?

grimas en los ojos. La lectura pol?tica de esa marcha atr?s debilit? a Mohamed Abdelaziz,

puesto que no abri? ninguna v?a de di?logo: en efecto, las cosas volvieron a es

tar como antes. Por el lado negativo, y como se?al? la prensa espa?ola, el ges to se entendi? como una en?sima concesi?n que no ocultaba otra cosa que la

debilidad de una fuerza que s?lo se aglutina en torno a las armas. En ese nue

vo escenario, James Baker fue el primero en decantarse por abandonar el plan de paz y se hizo eco de una vieja idea marroqu?, eufemisticamente identificada como "devoluci?n de la autoridad gubernamentaT. Es decir, la integraci?n del

Sahara en el reino alau? en un plazo de tiempo algo superior a un lustro.

Baker comenz? a elaborar un plan distinto al acuerdo firmado por ambas partes en 1991. El 5 de mayo, en una visita secreta, se lo present? a

Abdelaziz y a la c?pula del Frente Polisario, que lo rechazaron con viru

lencia. Al parecer, la mayor?a de los dirigentes independentistas entendi? que el ex secretario de Estado les hab?a traicionado y, en palabras de uno de ellos, "esto demuestra que el ciclo Baker est? acabado. No hay nada

m?s que hablar con ?l".

El plan Baker tiene todos los visos de haber sido inspirado por Francia, y que habr?a valorado que Argelia, sumida en un proceso de recomposici?n

social, no tendr?a tiempo ni fuerzas para permitir que el Polisario reanudase la guerra. La iniciativa fue bien acogida por Kofi Annan, deseoso de encon

trar una salida digna para un conflicto enquistado desde la guerra fr?a. El

Consejo de Seguridad acept?, como estaba previsto, prolongar la presencia de la Misi?n de las Naciones Unidas para el refer?ndum en el Sahara Occi dental (Minurso), pero se cuid? de no respaldar la nueva propuesta, escu

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Crist?bal Ramirez 147

d?ndose en f?rmulas ambiguas del tipo "alienta a las partes a que examinen el proyecto del acuerdo marco y negocien cualquier modificaci?n concreta

que deseen introducir".5 Tambi?n recuerda que "nada se considerar? acorda

do hasta que se haya llegado a un acuerdo general".6 El plan Baker constata que un refer?ndum es, hoy por hoy, imposible,

sin acusar a una de las partes en concreto de haberlo torpedeado, por lo que

propone sustituirlo por la integraci?n en Marruecos (aunque no cita esta ex

presi?n de manera textual), si bien con una autonom?a que no contempla ni

pol?ticas fiscales (aunque s? recaudaci?n de ciertos impuestos), ni defensa,7 ni labores de polic?a (incluida la pol?tica),8 ni representaci?n exterior, etc? tera. En esencia, y sin facilitar fechas, propone el regreso de los refugiados a su tierra de origen, la definici?n de un cuerpo electoral formado por todas

las personas que residan en el Sahara en el a?o anterior a la cita con las ur

nas y que de ?stas salga la composici?n de un ?rgano legislativo; asimismo, todos los que en estos momentos han sido identificados por la ONU como saharauis elegir?an el primer gobierno aut?nomo. Dentro de cinco a?os, co

mo m?ximo, se celebrar?a un refer?ndum para decidir de manera inapelable el destino de la ex colonia, consulta en la que tendr? derecho a voto todo aqu?l que resida en el territorio "durante el a?o anterior",9 lo que incluye de hecho a unos 200.000 o 500.000 colonos marroqu?es. Resulta imposible decir una cifra m?s o menos concreta ya que nadie tiene datos, ni siquiera la

ONU. Si se tiene en cuenta que la ONU s?lo ha identificado como saharauis en estos nueve a?os y medio a 86.381 personas, se entender? f?cilmente que la integraci?n en Marruecos es, as?, una realidad.

Y cuando las aguas parec?an volver a su paralizado cauce, la Casa Blanca

puso la guinda en el pastel: tras haber mantenido una neutralidad pol?tica for

5. Resoluci?n 1.359, aprobada por el Consejo de Seguridad en su sesi?n de 29 de junio de 2001.

6. Idem.

7. El informe del secretario general de la ONU de 19 de abril de 1991 al Consejo de Segu ridad especificaba que "Marruecos se comprometi? a reducir sus tropas en el territorio hasta un nivel no superior a los 65.000 soldados de todas las graduaciones, en un plazo de once se manas a partir del "d?a D", en que entrar? en vigor la cesaci?n [sic] del fuego. He aceptado di cha reducci?n por ser apropiada, sustancial y gradual, de conformidad con las propuestas de arreglo". En realidad, todo apunta a que Marruecos no ha hecho una retirada sustancial de sus tropas, en buena parte por razones de pol?tica interna. "La situaci?n relativa al Sahara Oc

cidental". S/2464, p?g. 4, ep?grafe 14. Versi?n espa?ola de original ingl?s. En cualquier caso, ha destruido 3.000 minas antitanque, 37.000 minas antipersonas y 27.000 detonadores y muni ciones. Al respecto v?ase el "Informe del Secretario General sobre la situaci?n relativa al Sa hara Occidental", p?g. 3, ep?grafe E14.

8. Todav?a el 14 de febrero del a?o en curso la polic?a marroqu? disolvi? en El Aai?n una manifestaci?n convocada por la Asociaci?n de Parados Saharauis, constituida el 7 de enero, para protestar porque la administraci?n se negaba a legalizarla.

9. Sorprendentemente el plan Baker-Annan no aclara si hay que residir todo el a?o ante rior, s?lo un per?odo de tiempo que no fija o si se refiere a los doce meses anteriores a la con sulta. Teniendo en cuenta los enormes malentendidos que existen para configurar un censo

de acuerdo al Plan de Arreglo de 1991, la cuesti?n no es balad?.

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148 Pol?tica Extenor

mal de puertas para fuera durante d?ca

das aunque suminis

trando armas a Ra

bat, Washington se

descolg? el 25 de abril de este a?o con

el anuncio p?blico de que plantear?a en

el Consejo de Segu ridad la integraci?n en Marruecos -v?a

autonom?a- como

modelo de resolu

ci?n del enquistado contencioso. El pre sidente George W.

Bush, que veinticua

tro horas antes ha

b?a recibido al rey Mohamed VI, obvia

ba, entre otras co

sas, la petici?n hecha por escrito de veintitr?s congresistas de su pa?s respal dando el Plan de Arreglo y pidiendo que se celebrara cuando antes el

refer?ndum de autodeterminaci?n. Curiosamente, el gobierno de Jos? Mar?a

Aznar s?lo tard? horas en rechazar esa soluci?n integradora o cualquier otra

que fuese impuesta a las partes, al entender que no conllevaba en s? misma el

fin del conflicto: ni implicaba un "acuerdo duradero" ni llevar?a "estabilidad" a

la regi?n. Aznar aprovechaba de manera inteligente la direcci?n del viento pa ra plantar cara ante un pa?s vecino que segu?a sin embajador en Madrid tras la

sorprendente decisi?n de retirarlo sin un motivo claro aparente. Rusia se uni? con rapidez a la postura espa?ola.

?Cu?l ha sido el error del Frente Polisario para recibir un varapalo de tal calibre? Indudablemente, no haber atacado con motivo del Par?s-Dakar, rest? credibilidad a sus peri?dicas amenazas de vuelta a las armas. Su debi

lidad pol?tica arranca en ese momento, y la incredulidad internacional se hi

zo patente en los meses siguientes. Los independentistas hab?an ca?do en la

trampa marroqu? de dejar pasar el tiempo, ya que Rabat estaba convencido

de que el reloj corr?a a su favor.

Pero la mayor equivocaci?n se encuentra en el "debe" de la ONU. Si en

los primeros a?os de su desembarco en el Sahara tuvo que soportar des

plantes por parte de los marroqu?es, y sus hombres siguen sin controlar ni

administrar el territorio, tal como establec?a el Plan de Arreglo, desde Nueva

, Rabat? *Fez

- UCeanO Casabianca^Khem?sset El Jadida

Atl?ntico / . Khenitra

Settat

Safi J,

Es Souira?^

i

Azila Er Rachidiaj Marraquech

Quarzazate

Marruecos .,??'"

islas Canarias Tiznit ..??**

Goulimine i ? . . Tantane : TindUT

Frontera en disputa j -?-i-??: Al 2g muro \ }w >?.

1 I mum *??... Argelia

Mauritania

Zona controlada """

por los saharauis 0 km 200

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Page 8: La cuestión del Sahara

Crist?bal Ramirez 149

York no se tuvo la suficiente vision ni fuerza para sentar a Marruecos en la

mesa de negociaci?n, admitiendo, sin embargo, las declaraciones de Hassan

II de que el refer?ndum s?lo se celebrar?a si era para "confirmar la marro

quinidad de las provincias del Sur (en referencia al Sahara)".10 El problema de fondo es que se ha olvidado que un refer?ndum es un

instrumento t?cnico y no, como se hizo creer a la opinion p?blica occidental, una herramienta pol?tica destinada a dirimir un problema por ende pol?tico. En palabras de un diplom?tico espa?ol, en su d?a destinado en la subdirec ci?n general de ?frica del Norte, conocedor del Magreb por haber residido y trabajado en ?l, "nadie en su sano juicio piensa que el Polisario pierde por unas docenas de votos y entrega sus armas al enemigo, le da un abrazo y lue

go jure fidelidad al rey de Marruecos". Obviamente, tampoco ocurrir? lo con

trario, salvando las diferencias protocolarias. Es

decir, la convocatoria del refer?ndum para 1992

(postergada una y otra vez a a?os siguientes) no anula las negociaciones directas, sino que tiene que dar por hecho que se van a celebrar y, en su caso, debe forzarlas. En resumen, y por permitir una li

cencia coloquial utilizada en el ministerio de Asun tos Exteriores espa?ol, es preciso definir el "qu? pasa si gano yo, qu? pasa si ganas t?".

Acudir a un refer?ndum sin esas condiciones

ser?a suicida para Marruecos, pues todo apunta a

La presencia de los 231 'cascos azules' en la

regi?n no se

puede prolongar hasta el infinito

que lo perder?a, y el Frente Polisario deber?a aban donar su postura, ciertamente cerrada, de "prime ro votar, luego negociar" con el fin de definir su modelo de Estado y el enca

je de ?ste en la regi?n magreb?. En medio, la ONU no supo ni pudo sentar a ambos en la mesa de negociaciones y obligarlos a no levantarse (ese fue el

modelo de los acuerdos de Dayton para la ex Yugoslavia) hasta alcanzar un

compromiso pol?tico que ser?a ratificado en refer?ndum. Pensar en un Sahara independiente en veinticuatro horas, versi?n Ti

mor Oriental, como aducen las activas asociaciones de Amigos del Sahara

repartidas por medio mundo, es inconcebible. Las situaciones no son, en ab

soluto, extrapolables, e Indonesia y Marruecos s?lo se parecen en la religi?n

10. Al respecto, Frank Rudy, vicepresidente del comit? de organizaci?n del refer?ndum y miembro de la Minurso, present? su dimisi?n a mediados de la d?cada de los noventa denun ciando con gran dureza los inconvenientes que Marruecos hab?a puesto constantemente a las Naciones Unidas y el fraude que Rabat estaba, en su opini?n, preparando. V?ase el informe

completo en Papeles, num. 54, primavera 1995 del Centro de Investigaci?n para la Paz/Funda ci?n Hogar del Empleado. Por otro lado, y para anticiparse a la propuesta de Kofi Arman, Ar

gelia propuso a mediados de enero que la ONU se encargase de la administraci?n del Sahara Occidental hasta que no se encontrase una soluci?n duradera, algo rechazado de plano por el

propio Arman porque ve?a que ello significaba el empantanamiento de la misi?n y, sobre todo, el enfrentamiento radical con el r?gimen de Rabat.

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150 Pol?tica Exterior

mayoritaria y en el n?mero de letras de su nombre. Por tanto, aun presupo niendo que los independentistas venciesen en el refer?ndum, no podr?an as

pirar a una retirada apresurada de los m?s de 100.000 soldados marroqu?es y de los cientos de miles de colonos que, entre otras cosas, no tendr?an d?nde

ir. De ah? la aparici?n, en 1997, en un segundo pero fundamental plano, del

ex secretario de Estado adjunto, Chester Crocker, hombre de confianza de

James Baker que en su d?a negoci? la puesta en pr?ctica de la autodetermi

naci?n de Namibia, otrora ocupada por una Sur?frica dominada por el

apartheid. A ?l se atribuyen dos iniciativas que no desminti? en una conver

saci?n privada celebrada con este periodista en uno de los campos de refu

giados: la confederaci?n de Estados y el alquiler del pa?s. La primera es una f?rmula cl?sica: las partes contendientes llegar?an al

refer?ndum reconociendo, ima, el derecho a un Sahara independiente, con su

propia bandera, himno, hacienda y ej?rcito; y otra, la necesidad de confede rarse y delegar en la primera (obviamente, Marruecos) ciertas funciones de

representaci?n exterior (embajadas) y de gesti?n de los recursos econ?mi cos. Por la segunda f?rmula, Rabat aceptaba un resultado desfavorable en las

urnas y el Frente Polisario, consciente de su incapacidad para sacar adelante

un pa?s, pues carece de m?dicos, t?cnicos, administrativos y funcionarios en

general, recurrir?a a la ayuda de su vecino del Norte, que lo representar?a en el

exterior y explotar?a productivamente el territorio a cambio de un canon.

De hecho, Mohamed Abdelaziz, presidente de la RASD y secretario ge neral del Frente Polisario, puso una nota de realismo en su visita privada a

Madrid el 31 de mayo y reconoci? que "estamos dispuestos a repartir nues

tras riquezas con Marruecos" y que, si la preocupaci?n de Rabat se centraba

en la seguridad, "tambi?n se estudiar?". Resulta ocioso insistir en que Abde

laziz dej? claro que antes que todo eso estaba la independencia como reivin

dicaci?n irrenunciable.

El Consejo de Seguridad no admiti? el plan auton?mico de Baker-An nan. Se limit? a conceder cinco meses a ambas partes para que explorasen la v?a de la autonom?a, pero desde el principio se sab?a que era tiempo per dido: el Frente Polisario la rechaz? de plano y en los campamentos continu

ban los preparativos para la guerra. La frase "no hemos vivido veinticinco

a?os en tiendas de campa?a para ser s?bditos marroqu?es", pronunciada

por los exiliados casi como una contrase?a o un s?mbolo de identidad, da

una medida del descontento social que existe entre los refugiados en las cercan?as de la ciudad argelina de Tinduf .

Consciente de ello, Baker convoc? al Frente Polisario, a Argelia y a Mauri tania en Pinedale (Wyoming, Estados Unidos) del 27 al 29 de agosto de 2001 para intentar un pen?ltimo esfuerzo. En la delegaci?n independentista, integra da por cinco personas, figuraba un crecido Brahim Gali. Fue un visye en balde,

puesto que, adem?s de cuestiones que no eran nuevas pero s? ciertamente im

portantes como los "presos pol?ticos" (en palabras de los propios polisarios),

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Cnst?bal Ram?rez 151

la delegaci?n africana se neg? a hablar con su anfitri?n de cualquier otro arre

glo pol?tico que no fuera el plan de paz de 1991, entendiendo que resolver las

impugnaciones individuales al habeas electoral del refer?ndum presentadas por decenas de miles de supuestos saharauis (ciudadanos marroqu?es, seg?n el Polisario, y todo apunta a que tiene raz?n) era posible en un plazo de tiempo determinado, con lo cual el problema del censo quedar?a solventado para

siempre y podr?a tener lugar la consulta de autodeterminaci?n. Uno de sus miembros record? que, cuando en los primeros d?as de marzo de 1997, Baker

acept? el encargo de las Naciones Unidas, el Frente Polisario hab?a advertido que consent?a esa mediaci?n siempre que ?sta fuese "cre?ble, imparcial y res

ponsable", algo que parec?a poner en duda a finales del pasado verano.

Pero, ?por qu? Baker, que supo aglutinar al mundo ?rabe contra Irak (ex cepto Jordania) durante la guerra del Golfo, ha puesto sobre la mesa un pro

yecto que semeja a bote pronto un sinsentido de principio a fin? No hay que ol vidar que se trata de planes de arreglo que la ONU s?lo aplicar? si las dos partes est?n de acuerdo. Por ello, haber llegado al Consejo de Seguridad sin la aprobaci?n de una de ellas es manejar de antemano papel mojado: simplemen te inaplicable, a pesar de que tambi?n resulta indudable que la propuesta cons

tituye un torpedo a la l?nea de flotaci?n de la tendencia centrista que rige el Po lisario y un gran triunfo para las tesis autonomistas marroqu?es, defendidas en abstracto desde hace ya casi una d?cada por el desaparecido Hass?n II.

La respuesta a esa pregunta es que Baker sac? adelante su proposici?n con el respaldo de Annan como mero revulsivo y para romper una din?mi

ca paralizante: sabiendo ya que no ten?a margen de actuaci?n, coloc? a am

bas partes (y procede insistir en estas dos ?ltimas palabras) en la tesitura de negociar o de reanudar la guerra. Y lo hizo con un plazo fijo que se?al? el Consejo de Seguridad (el 1 de diciembre de 2001) y sin ambig?edades: la situaci?n actual no se puede prolongar hasta el infinito, con los veinticinco

agentes de la Minurso y con los 231 cascos azules desplegados en el territo

rio, quienes en la zona controlada por el Polisario ("zona liberada", seg?n su terminolog?a) carecieron durante m?s de un a?o de libertad de movi

mientos desde el Par?s-Dakar.11 En teor?a, la Minurso dispone de 48,8 millo

nes de d?lares para el periodo comprendido entre el 1 de julio de 2001 y el 30 de junio del 2002.12

En el nuevo marco era el Frente Polisario quien ten?a las de ganar, pero s?lo de momento. Los centristas hablan de nuevo de volver al campo de ba

11. "...no se permite que las patrullas terrestres de la Minurso se aproximen a menos de

ochocientos metros de las unidades de combate o los puestos de observaci?n del Frente Poli sario y se las obliga a estar escoltadas, en todo momento, por oficiales de enlace del Frente Polisario", adem?s de otras restricciones, a?reas incluidas. "Informe del Secretario General sobre la situaci?n relativa al Sahara Occidental". S/2001/613, p?g. 3, ep?grafe E13, e informe del mismo t?tulo S/2002/178, p?g. 2, ep?grafe C.9.

12. Resoluci?n 55/262 de la Asamblea General de la ONU, de 14 de junio de 2001.

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152 Pol?tica Exterior

talla, y la diferencia con los "halcones" es s?lo el objetivo. Mientras que ?s

tos se preparan para combates sin fin a la espera de que Marruecos se debi

lite de forma gradual pero cuanto m?s r?pida mejor, aqu?llos se refieren a "reconducir el proceso de paz".

Un d?bil Polisario jug? su mejor baza, aunque tambi?n es cierto que tampoco ten?a muchas m?s: dejar que pasaran los d?as, sabiendo que si el 1 de diciembre no hab?a acuerdo el problema se agudizar?a para Marruecos; la

alternativa, a corto o medio plazo, no era otra que la guerra, excepto que se

produjese ima disgregaci?n social con la juventud dispersa por Argelia y la

desaparici?n biol?gica de los mayores, que permanecer?an en los campa mentos sin tener d?nde ir.

Lo que Mohamed Abdelaziz piensa es que los ca?onazos que se anun

cian para fin de a?o o principios del pr?ximo servir?n para llevar a Marrue

cos a la mesa de negociaci?n, con lo cual nos encontrar?amos con una gue rra de corto recorrido y centrada no tanto en la destrucci?n de

infraestructuras como en la captura de prisioneros, debido a su repercusi?n social en la retaguardia. El Polisario tiene 1.361 presos de guerra, la mayor?a de los cuales lleva entre quince y veinte a?os detenidos. Por su parte, Ma

rruecos asegura que ha liberado a todos los saharauis que hab?a capturado,

pero organizaciones de defensa de los derechos humanos sostienen que hay algo m?s de cuatrocientos desaparecidos, algunos de ellos tras haber sido

capturados en combate.

As?, la salom?nica propuesta de febrero de Kofi Arman de dividir en dos la ex colonia es, en realidad, un ultim?tum, contradictorio en s? mismo y, en

?ltimo extremo, un jug?rselo todo a cara o cruz. Descartado el refer?ndum

porque nadie -ni siquiera Estados Unidos- fue capaz de obligar a Marruecos a aceptar su realizaci?n con un censo depurado y cre?ble, y rechazada la au

tonom?a puesto que no solucionaba el problema principal -la soberan?a del

territorio es la esencia y causa del litigio-, el secretario general de la ONU lanz? una idea condenada al fracaso ?nica y exclusivamente para dejar ex

pedito el camino hacia la f?rmula final: la imposici?n de un nuevo plan dise

?ado en el Consejo de Seguridad en el que tienen mucho que decir Francia, principal e incondicional aliado de Rabat con independencia de los avatares pol?ticos internos de uno y otro pa?s, y EE UU, todav?a con el shock del 11 de septiembre y que no es partidario de experimento alguno.

Pensar que el Frente Polisario, y con ?l los 150.000 saharauis refugiados en Argelia, aceptar?n un plan que no cuente con su opini?n significa no co

nocer el factor humano del problema. Es decir, la intervenci?n de Annan an

te el Consejo de Seguridad el 19 de febrero de este a?o no es m?s que el re conocimiento de que la ?nica alternativa que resta es la que ?l present? en

?ltimo lugar como consecuencia no deseable: la retirada de los cascos azu

les, el reconocimiento de que los 1.500 millones de euros (cifra oficiosa) in vertidos en el intento de soluci?n del conflicto no han servido para mucho y

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Page 12: La cuestión del Sahara

Crist?bal Ram?rez 153

permitir, sin m?s, que se reanuden los enfrentamientos. Curiosamente, un

amplio sector del Frente Polisario estaba preparado para el momento en que llegase ese envite, que concede aliento a ima organizaci?n paralizada y carente de iniciativas pol?ticas en los dos ?ltimos a?os.

Sin embargo, Marruecos no puede permitirse una conflagraci?n. Con un

rey reci?n llegado al trono, y cuya capacidad de maniobra e independencia en relaci?n a las fuerzas armadas reales a?n est? por ver,13 reanudar las hos

tilidades supone acabar con la estancada apertura llevada a cabo por un go bierno novato de corte socialista y, por consiguiente, incrementar la repre si?n en un Sahara ocupado que ha dado muestras de seguir neg?ndose a

aceptar al vecino del Norte. Esto, a su vez, puede dar lugar a la aparici?n de

sabotages y de episodios terroristas. Todo en verdad muy inquietante, en especial si se tiene al lado a una Ar

gelia en la que el integrismo deja su reguero de sangre peri?dicamente. Y m?s inquietante para Espa?a, claro, porque un Magreb inestable y con el de

terioro de las relaciones bilaterales Madrid-Rabat sit?a a Ceuta y Melilla en el ojo del hurac?n. Y eso s? que son palabras mayores.

13. "La crisis entre Marruecos y Espa?a y la evoluci?n del conflicto del Sahara son un ejemplo de que las cosas ya no son como en los tiempos de Hassan . Ahora no se sabe bien d?nde est?n los centros de poder", declaraba en Madrid el 20 de febrero el periodista de Le

Monde, Jean-Pierre Tuquoi, especialista en el Magreb.

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