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113 CUADERNOS DE CC.EE. y EE., Nº 63, 2012, pp. 113-136 LA CRISIS ECONÓMICA ACTUAL Y SUS EFECTOS REGIONALES. PANORAMA GENERAL, PERSPECTIVAS Y POSIBLES SALIDAS Juan R. Cuadrado-Roura RESUMEN ∗∗ : La intervención que he preparado se centrará en cuatro secciones. En la pri- mera de ellas, mi objetivo es simplemente recordar y ordenar algunas ideas sobre las causas que subyacen en la crisis de la economía española actual. En la segunda, presentaré una serie de datos de carácter regional y mi visión sobre las expectativas de las distintas CCAA españolas. En la sección 3 trataré de anticipar cuál puede ser la evolución de la economía española en los próximos dos años y como cabría afrontar, según mi criterio, el futuro de las regiones. Esto último pasa, en mi opinión, como expondré en la sección de cierre, por adoptar un enfoque a medio/largo plazo que si siempre ha sido necesario como plan de navegación (de donde vengo y hacia donde me dirijo) todavía lo es más en estos momentos, en los que no cabe adoptar posturas que supongan simplemente ‘administrar’ o ‘gestionar’ la crisis, sino que hay que diseñar los objetivos a perseguir a medio/largo plazo y las líneas de actuación que son coherentes (y posibles) para alcanzarlos. PALABRAS CLAVE: Crisis financiera, Comunidades Autónomas españolas, Economía española. CóDIGOS JEL: E52, E61. ABSTRACT: This intervention will focus on four sections. In the first one, my goal is simply to remember and sort some ideas on the causes underlying the Spanish economic crisis today. In the second, I will present a series of regional data and my view of the expectations of the different Spanish regions. In section 3 we try to anticipate what may be the evolution of the Spanish economy over the next two years and as you might face, in my opinion, the future of the regions. The latter happens, in my opinion, as I will in the closing section, an approach for medium / long term if it has always been necessary as navigation plan (where I come from and where I’m heading) is still in right now, which does not fit postures involving simply ‘administer’ or ‘manage’ the crisis, but rather design objectives chase medium / long term and lines of action that are consistent (and possible) to achieve them. KEY WORDS: Financial crisis, Spanish regions, Spanish economy. (*) Catedrático de Economía Aplicada (Política Económica) de la Universidad de Alcalá. Madrid. (**) Este texto se basa en la exposición oral realizada por el autor el 13 de julio de 2012, en la sede de los Cursos de Verano de la Universidad de Málaga en Ronda. En la revisión de dicha intervención se han omitido las referencias bibliográficas y de apoyo, excepto en los casos estrictamente necesarios.

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    LA CRISIS ECoNóMICA ACTUAL Y SUS EFECToS...

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    LA CRISIS ECONÓMICA ACTUAL y SUS EFECTOS REGIONALES. PANORAMA GENERAL, PERSPECTIVAS y POSIbLES SALIDAS

    Juan R. Cuadrado-Roura∗

    RESUMEN∗∗:La intervención que he preparado se centrará en cuatro secciones. En la pri-

    mera de ellas, mi objetivo es simplemente recordar y ordenar algunas ideas sobre las causas que subyacen en la crisis de la economía española actual. En la segunda, presentaré una serie de datos de carácter regional y mi visión sobre las expectativas de las distintas CCAA españolas. En la sección 3 trataré de anticipar cuál puede ser la evolución de la economía española en los próximos dos años y como cabría afrontar, según mi criterio, el futuro de las regiones. Esto último pasa, en mi opinión, como expondré en la sección de cierre, por adoptar un enfoque a medio/largo plazo que si siempre ha sido necesario como plan de navegación (de donde vengo y hacia donde me dirijo) todavía lo es más en estos momentos, en los que no cabe adoptar posturas que supongan simplemente ‘administrar’ o ‘gestionar’ la crisis, sino que hay que diseñar los objetivos a perseguir a medio/largo plazo y las líneas de actuación que son coherentes (y posibles) para alcanzarlos.

    PALABRAS CLAVE: Crisis financiera, Comunidades Autónomas españolas, Economía española.

    CódigoS JEL: E52, E61.

    ABSTRACT:This intervention will focus on four sections. in the first one, my goal is simply

    to remember and sort some ideas on the causes underlying the Spanish economic crisis today. in the second, i will present a series of regional data and my view of the expectations of the different Spanish regions. in section 3 we try to anticipate what may be the evolution of the Spanish economy over the next two years and as you might face, in my opinion, the future of the regions. The latter happens, in my opinion, as i will in the closing section, an approach for medium / long term if it has always been necessary as navigation plan (where i come from and where i’m heading) is still in right now, which does not fit postures involving simply ‘administer’ or ‘manage’ the crisis, but rather design objectives chase medium / long term and lines of action that are consistent (and possible) to achieve them.

    KEY WoRdS: Financial crisis, Spanish regions, Spanish economy.

    (*) Catedrático de Economía Aplicada (Política Económica) de la Universidad de Alcalá. Madrid.(**) Este texto se basa en la exposición oral realizada por el autor el 13 de julio de 2012, en la sede de los Cursos de Verano de la Universidad de Málaga en Ronda. En la revisión de dicha intervención se han omitido las referencias bibliográficas y de apoyo, excepto en los casos estrictamente necesarios.

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    1. laS raÍceS de una crISIS cuyo FInal no eS todavÍa perceptI-ble

    El título de mi intervención indica ya con claridad cuál va a ser el tema sobre el que me propongo desarrollar algunas reflexiones. Muy pronto se cumplirán cinco años desde que la crisis se inició y todavía son escasas las expectativas de que la economía española pueda recuperarse pronto. Contamos, eso sí, con numerosas publicaciones que han contribuido a clarificar en qué medida España se ha visto afectada por la crisis financiera internacional y cuales han sido los factores y problemas internos que han hecho que la recesión de la economía española sea particularmente profunda. Permítanme, sin embargo, que aporte mi propia visión del tema, que nos servirá como marco de referencia para lo que más tarde expondré en relación con el comportamiento de las distintas regiones o Comunidades Au-tónomas desde que se inició la crisis. Lo que expondré a continuación quizás no resulte demasiado novedoso, pero creo que es necesario poner de relieve algunas ideas que están en la base de lo que ha ocurrido en el caso concreto de España, que nos diferencia claramente de lo que ha sucedido en otros países y que hace más difícil la salida de la crisis.

    El primer hecho que es necesario destacar es que la economía española estaba condenada a entrar en crisis y que ésta hubiera ocurrido con o sin el impulso que supuso la irrupción de la crisis financiera internacional. En otras palabras: la crisis española tenía que llegar y hubiésemos entrado en ella sin que mediara la crisis financiera internacional que se inicia en el último cuatrimestre del 2007. Las causas que justifican esta afirmación que acabo de hacer son esencialmente tres.

    La primera de ellas es, sin duda, el desequilibrado modelo de crecimiento que se desarrolló en España a partir la segunda mitad de los 90s y que prácti-camente se prolongó hasta 2008. Durante esta fase, la economía española creció –particularmente a partir del 2000– a unas tasas reales muy altas, bastante por encima de la media de la Unión Europea. Dicha expansión tuvo lugar gracias al crecimiento de algunos sectores concretos de baja productividad y orientados, esencialmente, al mercado interno: en concreto, el sector de la construcción y las actividades inmobiliarias –y con ellos todas las ramas de actividad que arrastra siempre la actividad constructora– y la demanda de consumo. En este último caso, su crecimiento se vio impulsado tanto por el gasto de los hogares (como consecuencia del crecimiento del empleo y de las retribuciones salariales y no-salariales, además de la incorporación de más de cinco millones de inmigrantes extranjeros), así como por los gastos de las Administraciones Públicas (desde el Gobierno Central a las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos), cuyos ingresos

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    y facilidades de endeudamiento permitieron un crecimiento del gasto público total y de las inversiones realmente extraordinario.

    La segunda causa radica, en mi opinión, en el apoyo que la política mo-netaria de la Unión Europea otorgó al fuerte proceso expansivo al que acabo de referirme. La creación del Euro y la puesta en marcha del Banco Central Europeo supusieron tanto para España como para los países de la Euro-zona renunciar a dos de los posibles instrumentos de contención de los que disponen generalmente los gobiernos de todos los países: poner en práctica políticas monetarias restrictivas y de elevación del tipo de interés cuando las economías viven una fase expansiva que se empieza a descontrolar, y también la posibilidad de utilizar el manejo del tipo de cambio –siquiera en último término– para equilibrar la balanza por cuenta corriente con el exterior. Ninguno de ambos instrumentos estaba ya en manos de las autoridades españolas desde la incorporación de España al Euro. Por el contrario, la política monetaria que practicó el BCE hasta algo más de mediados de la década se basó en un tipo de interés bajo y un fácil acceso al crédito. Esto permitió el vertiginoso ascenso del endeudamiento del país (ciudadanía, empresas y AAPP) y la expansión de la burbuja inmobiliaria, que incluso se intensificó en 2003 cuando los tipos de interés fueron negativos dado el ascenso de los precios. Asimismo, el hecho de que España pudiera endeudarse en Euros, una moneda en la que se tenía plena confianza, permitió a los inversores y entidades financieras internacionales prestar a nuestro país casi sin limitaciones; en Euros, por supuesto. El resultado final fue el fácil acceso a la financiación externa por parte del sistema financiero español, que a su vez podía incrementar sus préstamos al sector privado (hogares, empresas,…, mediante hipotecas y créditos) y a las AAPP. Uno de los grandes desequilibrios que se produjo entre 2000 y 2007 fue el aumento del déficit comercial y del déficit por cuenta corriente de la balanza de pagos española, que pudo mantenerse gracias a que sus saldos negativos pudieron financiarse –hasta que se dejó de confiar en España– mediante el fácil acceso a la financiación internacional, respaldada por el Euro.

    La tercera causa ha sido, sin duda, un comportamiento generalizado muy laxo desde el punto de vista de la política económica y de las tareas de vigilancia de algunas autoridades. En este sentido, uno de los protagonistas ha sido, sin duda, el Banco de España, que si bien lanzó diversas advertencias a la necesidad de enfriar la economía y a que el sistema financiero no debía continuar endeudándose como lo estaba haciendo, no sólo no encontró excesivo eco en el gobierno sino que tampoco condujo a aplicar por su parte algunas medidas de contención que sí estaban en sus manos. La extraordinaria burbuja inmobiliaria que se produce en España desde los primeros años de la década de los 2000 está directamente

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    relacionada con las facilidades crediticias, a las que se sumó también el hecho de que el BCE mantuviese (desde 2002 hasta finales de 2006) un tipo de interés básico muy bajo (figura 1). En las circunstancias españolas, lo deseable hubiera sido que el tipo de interés registrase progresivos aumentos y que la cantidad de dinero disponible en el sistema se sometiera a un mayor control. Sin embargo, la situación de relativo estancamiento de algunas economías europeas –y en particular de Alemania y Francia– hicieron que la política del BCE fuese la contraria: bajo tipo de interés y facilidades monetarias. Este hecho, acompañado por la despreo-cupación de las autoridades españolas en relación con el aumento del crédito y de las hipotecas, así como en cuanto al sistema de valoración que se aplicaba a las viviendas1, permiten explicar la ‘burbuja’ inmobiliaria que se fue produciendo y la fuerte expansión de la construcción residencial, a la que se sumó –por su-puesto– la realización de obras e inversiones también crecientes por parte de las Administraciones Públicas.

    FIgURA 1DOS INDICADORES DE LA BURBUJA INMOBILIARIA ESPAÑOLA: VISADOS DE

    VIVIENDAS Y TIPO DE INTERéS DE REFERENCIA DEL BCE

    (1) Las empresas tasadoras, muy vinculadas bastantes de ellas a las entidades financieras, otorgaban valoraciones basadas no tanto en el precio actual y objetivo de una vivienda o apartamento, sino en el precio que se esperaba que tuviera en el mercado en los meses siguientes. Al propio tiempo, la banca y sobre todo las cajas otorgaban créditos e hipotecas a las familias muy elevados (por encima del 100% del valor estimado del activo objeto del crédito), a largo plazo (30 y más años) y con limitadas garantías.

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    No cabe duda de que algunos datos que ofrecía la economía española podían considerarse muy positivos, aunque este calificativo debería matizarse ya que se trató de una expansión bastante descontrolada y con un elemento muy negativo: la muy baja productividad de la economía española. Entre 1996 y 2007 la economía española creció a una tasa media anual del 3,5-3,7%; el empleo se incrementó en un 61 %, alcanzando una cifra de 7,7 millones de nuevos puestos de trabajo (con alrededor de 5 millones de inmigrantes) y en el caso concreto de la Construcción la expansión del sector supuso un incremento del empleo total que más que duplicó la cifra de finales de los 90s. Una consecuencia de todo ello, que las autoridades anotaron de inmediato en su haber, fue la caída de la tasa de paro del país, que se redujo desde un valor inicial del 20,3% al 8,3%. Y otro elemento ‘positivo’ que pudo airearse como un logro fue que el PIB por habitante pasó de representar el 79% de la media de la UE-15 a mediados de los 90 al 94% en 2007.

    Sin embargo, la evolución de la economía española y esta serie de ‘logros’ en términos de crecimiento, creación de empleo y mejora del PIB por habitante, ocultaban –al menos para quienes no quisieran verlos– una serie de desequilibrios reales que, como he señalado al principio, fueron convirtiéndose en insostenibles y que hubieran desembocado en una situación de crisis económica y de necesidad de reajustes internos drásticos, con independencia de la irrupción de la crisis financiera internacional. Hay que hablar, en este sentido, de seis grandes desequilibrios que estallan precisamente cuando se inicia la crisis financiera internacional, en octubre de 2007. Para España, este hecho supuso que algunos problemas internos aflorasen rápidamente y que la ‘desconfianza’ externa en cuanto a la solvencia y capacidad de devolución de la enorme deuda que España había acumulado fueran claramente cuestionadas. Los problemas de la burbuja inmobiliario norteamericana y del des-control de muchas entidades financieras bancarias y no-bancarias de dicho país y en otros países (Irlanda, Inglaterra, Holanda, Bélgica…) generaron un proceso de enorme y rápida desconfianza en la evolución de las economías más afectadas, lo que condujo a que salieran a la luz muchos de los problemas que estaban subyacentes en algunas economías europeas y, por supuesto, en España.

    No parece necesario profundizar aquí en esos seis desequilibrios, pero sí que me parece oportuno, cuando menos, enumerarlos rápidamente.

    El primero fue el proceso de endeudamiento generalizado que se había ido acumulando a todos los niveles: las familias, pasaron del 33% del PIB a mediados de los 90 al 83% en 2007; las empresas, del 45% al 131% en los mismos años; la Banca pasó del 9% al 93% en 2007; y las AAPP (Admón Central, Comunida-des Autónomas y Ayuntamientos) habían ido acumulando una deuda conjunta que

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    alcanza el 148% del PIB. Este proceso de expansión del gasto tuvo además una consecuencia importante: a pesar del incremento en la producción, el descontrolado aumento del gasto total determinó que el déficit de la balanza por cuenta corriente alcanzara niveles poco tolerables macroeconómicamente durante bastantes años, con un saldo negativo por encima del 10% del PIB.

    El segundo desequilibrio fue la generación de un exceso de la capacidad productiva en algunos sectores, como el de la construcción y los que esta arrastra, de forma que cuando la demanda de viviendas y de obras de todo tipo se derrumba a partir de la 2ª mitad de 2007, toda la economía se ve arrastrada en la caída, con la consiguiente pérdida de empleos (que al finalizar 2011 era ya del 23% y ha seguido aumentando después hasta alcanzar los 6 millones de desempleados).

    El tercer desequilibrio está relacionado con el anterior: el desequilibrio oferta/demanda en la construcción residencial determina que se produzca un stock de viviendas sin vender que a partir de 2008 se estima que superaba más del millón, a lo cual se une un enorme volumen de terrenos rurales, teóricamente urbanizables o ya autorizados para ser urbanizados, que quedan vacantes hasta la fecha.

    El cuarto desequilibrio es la acumulación de riesgos por parte de las entidades financieras (Bancos y Cajas de Ahorros), sobre todo en relación con el sector inmo-biliario, pero también en cuanto a las empresas, la acumulación de préstamos a las CCAA y las Administraciones Locales y los préstamos a particulares (hipotecas) (ver figura 2). La caída de los precios de la vivienda y de los terrenos, por una parte, junto con el incremento del paro y de las renovaciones convierte una gran parte de dichos préstamos en incobrables, al mismo tiempo que las entidades financieras se habían endeudado por encima de lo razonable o, al menos, de lo prudente, con el exterior, lo que provoca la no renovación de préstamos y las correspondientes reclamaciones de pago por parte de los prestamistas internacionales.

    El quinto desequilibrio radica en el incremento del déficit fiscal de las AAPP en su conjunto y en particular en los casos de la Admón. Central y de las CC.AA. En este sentido, la caída drástica que se produce en la actividad en 2008 y 2009 determina que los ingresos se reduzcan de forma igualmente drástica y que, al propio tiempo, no resulte fácil reducir los gastos ordinarios e incluso algunas inversiones en curso. Se produce, así, una creciente expansión del déficit estructural, que se enfrenta a partir de 2007-2008 con una caída de los ingresos, hecho vinculado, al fuerte retroceso de la producción y el aumento del desempleo, que no sólo no se compensó con una reducción del gasto público sino que éste incluso se impulsó, con un aumento paralelo del endeudamiento del Estado a todos sus niveles.

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    FIgURA 2ENDEUDAMIENTO HOgARES ESPAÑOLES (MILLONES DE EUROS)

    Fuente: Elaborado con datos del Ministerio de Hacienda y el Banco de España.

    Por último, el sexto desequilibrio, realmente muy importante, radica en que la productividad laboral se movía en términos de mínimos, como ya se ha indicado, al tiempo que los costes de producción crecían muy por encima de aquella variable. El resultado ha sido una fuerte pérdida de la competitividad de nuestros productos, comprensible si tenemos en cuenta que en España los costes acumularon una media de aumento del 23% con respecto a los costes del resto de la Euro-área, destino principal de nuestras producciones, unido al incremento registrado durante bastantes años del ritmo de las importaciones, explica el empeoramiento casi sin pausa del déficit exterior.

    Cuando se contemplan conjuntamente estos seis desequilibrios y el progreso de las cifras de déficit, deuda, exceso de construcción y de gasto, déficit de la balanza por cuenta corriente, desequilibrios en el sistema financiero, etc. no queda duda alguna de que la economía española estaba avanzando con enorme rapidez hacia una clara crisis, que se hubiera tenido que producir en cualquier caso, aunque la irrupción de la crisis financiera internacional aceleró su explosión. Pero, sin duda hay que referirse también a la clara permisividad de la política económica aplicada en el país, que no sólo no frenó a tiempo el proceso que se estaba fraguando desde 2003-2004, sino que cuando ya la crisis era un hecho se adoptaron medidas expansionistas y de gasto –sobre todo a partir del 2º mandato del gobierno de

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    Rodríguez Zapatero– que empeoraron claramente la situación. Es cierto que dos posibles instrumentos, el tipo de cambio y la alternativa de devaluar la moneda, por una parte, y la utilización de la política monetaria para contener la excesiva expansión de la demanda, no estaban en manos de las autoridades nacionales. Pero no es menos cierto, que en 2007, 2008 y buena parte de 2009 el gobierno español y el Banco de España no actuaron correctamente.

    En el primer caso, porque el gobierno en lugar de proceder de inmediato a un ajuste del gasto público y a regular algunos aspectos de la expansión crediti-cia vinculada a la vivienda, optó por una política laxa e incluso incentivadora del gasto, donde se inscriben actuaciones como el llamado ‘Plan E’ de gasto público, la concesión de 400 euros a todas las familias, los premios a la natalidad, y, en general la expansión del gasto. Se pregonaba, además, que la crisis financiera no iba a afectar a España dada la supuesta fortaleza de nuestro sistema financiero en comparación con lo que ya sucedía en otros países, como Irlanda, Grecia, el Reino Unido y otros. Y en el caso del Banco de España porque, si bien los servi-cios de inspección interna advirtieron de los riesgos en que estaban incurriendo algunas entidades financieras, particularmente las cajas de ahorros, tampoco se actuó por su parte en la línea que hubiera sido la conveniente: exigir provisiones; exigir el cumplimiento de los topes a las hipotecas; marcar límites a la expansión crediticia; etc.

    Lo que ha sucedido en los años posteriores es también bien conocido. En mayo de 2011, el gobierno socialista, presidido por Rodríguez Zapatero, se vio forzado por la Comisión Europea, con el apoyo del FMI, a cambiar radicalmente su política, anunciando recortes en el gasto por valor de 15.000 millones de Euros, una reducción media del 5% en los sueldos del funcionariado, y también en las pensiones, inicio del saneamiento bancario, etc. Esto supuso, realmente, el comienzo de una nueva etapa de la economía y sobre todo de la política económica, que ha continuado con el gobierno del Sr. Rajoy, marcada por incrementos de impuestos, recortes en los gastos de todo tipo (empleo público, educación sanidad, gastos sociales, ayuda al exterior, etc.), exigencias de reducción de los déficit por parte de las CCAA y los municipios, inicio del saneamiento del sector bancario y de las Cajas –varias de ellas realmente quebradas–, desarrollo de algunas reformas básicas como la del mercado laboral, etc. No considero que deba descender a más detalles puesto que son aspectos bien conocidos por todos, así como sus consecuencias más graves, como son: la caída del PIB a tasas negativas (figura 3); los continuos retrocesos en el gasto de las familias (figura 4); el elevado y constante aumento del desempleo (figura 5); el endeudamiento generalizado de todos los agentes económicos (figura 6); las dificultades para reducir el déficit

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    fiscal e incremento de la Deuda del Estado (figura 7); la caída absoluta del crédito a empresas y familias; etc.

    FIgURA 3

    Fuente: Inst. Flores de Lemus. Los porcentajes se refieren a las estimaciones de la posible tendencia en 2013

    y 2014.

    El ejercicio 2009 fue, sin duda, el que registró una caída más profunda, pero la aparente recuperación que se inició en la segunda mitad de 2010 y parte de 2011 ha dado paso después a una nueva caída de las tasas de evolución del PIB, como muestra la figura 3. Caída que se confirmó en 2012, con una tasa negativa de variación del PIB del -1,3 %, que quizás pueda reducirse en 2013, aunque con valores negativos también y empezar a mejorar en 2014, aunque con bajas posibilidades de que se recupere la creación de empleo. Al menos en los términos y la cuantía que haría deseable una tasa de paro que alcanza más del 25% de la población activa.

    A todo lo anterior se suma el proceso de endeudamiento generalizado de todos los agentes de la economía española (figura 6): Administraciones Públicas, instituciones financieras, empresas y familias, cuya cuantía alcanzó el 400 % del PIB español en 2009. Una cifra realmente espeluznante, sobre todo si tenemos en cuenta que en 2003 sólo superaba ligeramente el 200 % del PIB. En el caso

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    concreto de las AAPP., la crisis ha supuesto – sobre todo a partir de 2008 – una aceleración del endeudamiento del Sector Público, como muestra la figura 7.

    FIgURA 4COMPORTAMIENTO DE LA DEMANDA DE LAS FAMILIAS (CREC. EN %)

    FIgURA 5EMPLEO Y PARO, PúBLICO Y PRIVADO

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    FIgURA 6 ENDEUDAMIENTO gENERALIzADO DE TODOS LOS AgENTES DE LA ECONOMíA

    ESPAÑOLA: 2000-2011 (% SOBRE PIB)

    Fuente: Elaborado a partir de datos del Banco de España

    FIgURA 7ENDEUDAMIENTO SECTOR PúBLICO EN LA ECONOMíA ESPAÑOLA (%PIB)

    Fuente: Elaborado con datos del Ministerio de Hacienda.

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    El nuevo retroceso que ha experimentado la economía española en 2011 y 2012 encuentra explicación no sólo en la caída de la demanda de las familias (figura 4), derivada del desempleo y los ajustes salariales y de otros ingresos, sino en la Formación Bruta de Capital. En el hundimiento de esta última variable ha tenido sin duda un elevado impacto la drástica caída de la construcción residencial que se produce desde 2007, pero a ello ha contribuido también el claro retroceso de las inversiones, ya sean en infraestructuras (vinculadas esencialmente al sector público, sometido a un duro ajuste) o de carácter directamente productivo, donde los datos indican con claridad el retroceso de las inversiones empresariales, las importaciones de maquinaria y equipos, y las escasas perspectivas de cambio que manifiesta el sector privado en función de la situación que se ha creado.

    Las perspectivas de futuro no auguran cambios relevantes en la economía española, que pudieran suponer el pronto inicio de una fase de recuperación. Esta es, al menos, la percepción que tenemos al iniciarse la segunda mitad de 2012, ejercicio que se cerrará con seguridad con una caída superior al -1,2 por 100 del PIB y con un nuevo incremento del empleo que superará el 25% de la población activa. Los ajustes que se están llevando a cabo por parte del gobierno y del resto de las AAPP (recortes en los gastos; reducción prácticamente a cero de las inversiones públicas; aumentos de impuestos; etc.) suponen en opinión de muchos economistas, entre los cuales me incluyo, una política que lo que está provocando y provocará es una prolongación de la recesión en 2013. Las expectativas para 2014 parece que deberían ofrecer una mejora, pero esta no puede ser sino modesta, con una tasa de expansión del PIB ligeramente positiva, insuficiente para que el grave problema de desempleo que padece el país y todas sus regiones pueda mostrar, todavía, un cambio muy significativo.

    2. loS eFectoS de la crISIS a eScala regIonal

    Como no cabía espera de forma distinta y como veremos a continuación, durante estos primeros cinco años de la crisis el comportamiento de las economías regionales ha sido, en general, negativo. Pero en absoluto ha sido homogéneo, algo que sin duda tiene también su lógica dadas las diferencias en las estructuras productivas regionales, las diferencias que existen en cuanto a las opciones para exportar (que ha sido uno de los pocos campos donde se han producido mejoras), además de la distinta situación de las cuentas públicas de cada Autonomía.

    Con todo, el ‘efecto país’ (es decir, el resultado del propio comportamiento de la economía española en su conjunto) ha afectado lógicamente a todas las

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    regiones. No disponemos en estos momentos de las cifras estimadas como tasa de variación de la producción en 2011, por lo que tendremos que conformarnos con cerrar nuestros comentarios en 2010, si bien al final se incluirán algunos comentarios a las más recientes estimaciones publicadas por el INE como avance sobre el PIB por habitante y su evolución por regiones.

    La tabla 1 recoge las tasas de crecimiento de las CCAA. durante el período 2004-2010 y merece algunos comentarios explicativos.

    El primer hecho que destaca es que la mayor parte de las CCAA registraron tasas bastante altas de crecimiento durante la etapa 2004-2007, siguiendo la tó-nica de la economía española en su conjunto. Esta situación se repite a partir del inicio de la crisis, pero, como puede observarse, contrastan los comportamientos que empiezan a tener algunas economías regionales si las relacionamos con el período anterior. Asturias, por ejemplo, experimenta una profunda caída en su PIB en 2008, y también son importantes los retrocesos de Castilla-La Mancha, Aragón, e incluso Cataluña, todas ellas con tasas de crecimiento positivas pero por debajo de la media española. Por el contrario, en ese mismo año son varias las CCAA que no retroceden con la misma intensidad y cuyas tasas quedan por encima de la media española, entre las cuales destacan: País Vasco, Navarra y Baleares.

    Sin embargo, en el siguiente ejercicio (2009), la fuerte caída del PIB nacional (-3,83 puntos porcentuales) afecta prácticamente a todas las CCAA, si bien se observan asimismo diferencias interesantes: Aragón, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Cataluña registran tasas negativas superiores al -4% y, al mismo tiempo, otras regiones obtienen resultados comparativamente mejores, aunque también negativos, como Baleares (muy dependiente del turismo, que todavía ex-perimentó una evolución bastante positiva), Extremadura (por su producción agraria y de energía, que se mantuvo aún a buen nivel), y los casos excepcionales de Ceuta y Melilla.

    Si se quiere profundizar en lo que ha ocurrido en las distintas regiones es preciso acudir, como mínimo, a examinar las tasas de variación del PIB desagregadas por sectores. Esto es lo que nos ofrecen las tablas n. 2, 3, 4 y 5. Los datos que ofrecen, que comentaré brevemente, permiten subrayar un hecho que es obvio. La crisis ha afectado en particular a algunos sectores productivos, la Construc-ción, algunos servicios de mercado y las industrias muy vinculadas a la actividad constructora. En consecuencia, el peso de los distintos sectores en las economías regionales determina –en buena parte– el comportamiento económico de la región en su conjunto. Frente a este impacto negativo, el contrapeso de la apertura de las regiones al exterior, bien sea por su capacidad exportadora o por su vinculación

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    al turismo internacional, aminora en algunos casos el efecto estructural. Por otra parte, desde el ángulo negativo, la situación de cada economía regional en cuanto a su déficit público y las exigencias de ajustes en sus gastos que ello implicará – sobre todo a partir de 2009 y los años posteriores, también será un componente relevante del comportamiento global de cada comunidad autónoma.

    TABLA 2TASAS DE VARIACIóN DE LA PRODUCCIóN DEL SECTOR AgRARIO Y PESCA POR

    CCAA

    Los datos que figuran en las tablas anteriores merecerían que nos detuvié-semos para comentar las diferencias que se observan por regiones y por sectores. No es posible profundizar aquí en estos temas, ni quizás resulta necesario en el contexto de esta conferencia. Sin embargo, cabe subrayar algunos aspectos de carácter general como los siguientes.

    El sector agrario (Agricultura, Pesca y Forestal) ha sido, sin duda, el menos afectado por la crisis. De hecho, en el ejercicio más negativo de la economía española (2009), en la que esta registró una tasa negativa de variación del PIB equivalente al -3,83% , este sector solamente registró una caída de -1,16 % y en 2010, cuando el PIB español registró una tasa negativa de -0,11%, el sector agrario creció en positivo un 0,49%.

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    TABLA 3TASAS DE VARIACIóN DEL PIB DE LA INDUSTRIA Y LA ENERgíA POR CCAA

    En términos anuales, el comportamiento del sector agrario está muy ligado a las condiciones climáticas más que a los factores –negativos o positivos– de carácter económico, incluyendo las fluctuaciones cíclicas. Este determina que aquellas CCAA donde este sector tiene todavía un peso importante (Extremadura y ambas Castillas, p.ej.) muestren discrepancias con respecto a la evolución de la economía nacional en su conjunto. También las CCAA donde el sector agrario sigue siendo importante aunque más reducido en términos estructurales encuentran en el mismo un elemento compensador de su evolución económica. Sobre todo en las fases regresivas, como la que aquí nos ocupa.

    Sin duda el sector Construcción ha jugado un papel muy importante en los resultados económicos de las CCAA en las que esta actividad tenía un peso más significativo, especialmente en su componente de ‘construcción residencial’. Los datos de la tabla 4 no sólo nos informan sobre la caída de la construcción desde 2008 hasta la fecha, sino del fuerte impacto negativo que registró en el conjunto español en 2009 y 2010. Una de las consecuencias de ello han sido las elevadas tasas negativas del sector en algunas regiones, como Andalucía, Baleares, Canarias,

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    TABLA 4TASAS DE VARIACIóN DEL PIB–SECTOR CONSTRUCCIóN, POR CCAA

    Murcia, Cantabria, Cataluña y Castilla-La Mancha, aunque prácticamente ninguna región quedó al margen de la profunda caída del sector.

    Como muestra la figura 8, el redimensionamiento del sector de la Construc-ción puede estudiarse teniendo en cuenta el peso de esta actividad en función del empleo y las variaciones que se han producido en la tasa de paro del sector a raíz de la crisis. Esta aproximación refrenda la idea de que Baleares, Canarias, Anda-lucía, Murcia, la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha ha sido las regiones particularmente afectadas por la profunda caída de la construcción residencial.

    El ejercicio 2009 fue el más negativo para el sector industrial, con una tasa negativa del -13,31% para el conjunto de España. La tabla 3 muestra las tasas de variación por regiones en dicho año y en 2010. quizás el hecho que merezca destacarse en particular sea que el País Vasco ha sido la región que, en su conjunto, ha resistido mejor el impacto de la crisis en el sector manufacturero.

    Por último, la heterogeneidad del sector servicios no permite sacar excesivas conclusiones del comportamiento agregado del mismo, si bien cabe inferir que

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    regiones como: la Comunidad Valenciana, Murcia, Madrid, Cataluña y los dos ar-chipiélagos son las que ofrecen peores registros en sus tasas de variación sectorial del PIB del sector servicios.

    Por último, el grado de apertura de las regiones hacia el exterior (tanto desde el punto de vista de las exportaciones de bienes como en cuanto a la recepción de turismo externo) también nos aporta algunos datos de interés para la interpretación de lo que ha ocurrido a escala regional. (Tabla 9).

    Así, desde el punto de vista de la apertura comercial hacia el exterior (X-M, en % del PIB nominal) resulta evidente que Navarra, Cataluña, País Vasco, Galicia y Aragón son las CCAA más expuestas a la evolución del entorno exterior, tanto cuando este es negativo como cuando se produce una recuperación de los mercados. Se trata, en todos los casos, de regiones donde la industria automovilística tiene un peso muy importante, junto con la capacidad exportadora de otros bienes.

    TABLA 5TASAS DE VARIACIóN DEL PIB-SECTOR SERVICIOS POR CCAA

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    FIgURA 8REDIMENSIONAMIENTO DEL SECTOR DE LA CONSTRUCCIóN POR CCAA.

    Fuente: Tomado de BBVA Research

    Desde la óptica del turismo exterior, hay dos regiones en las que la evolu-ción del número de visitantes extranjeros y de su gasto por persona tiene efectos inmediatos debido al peso que tiene esta actividad. Dichas regiones son: Baleares y Canarias, que también suelen apartarse de las fluctuaciones cíclicas de la eco-nomía española en razón del buen/mal comportamiento del turismo internacional. De hecho, la crisis actual las ha afectado, pero para el conjunto de la economía regional el hecho de que el turismo no se haya visto tan afectado como otras ac-tividades ha beneficiado el comportamiento de ambas CCAA. Algo que también ha ocurrido, aunque con una influencia más moderada debido al menor peso relativo del sector turismo en sus economías, en regiones como Cataluña, Andalucía, la Comunidad Valenciana, Murcia e incluso Madrid, centro creciente de los flujos de turismo urbano a nivel europeo.

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    FIgURA 9NIVEL DE EXPOSICIóN DE LAS CCAA FRENTE AL ENTORNO EXTERIOR

    Fuente: Tomado de BBVA Research

    3. perSpectIvaS Sobre la evolucIón de la crISIS y poSIbIlIdadeS de actuacIón

    Como es lógico, en estos momentos no disponemos todavía de datos sobre la evolución de la economía española en el presente ejercicio 2012, pero las previsiones son sin duda negativas. El déficit fiscal acabará rozando el 9 por 100 del PIB y no el 6 por 100 que se había previsto, lo cual coloca a la economía española ante la necesidad de llevar a cabo fuertes recortes en los gastos e inversiones públicas. Recortes que no sólo corresponderá realizarlos a escala nacional, es decir, por parte del gobierno de la nación, sino también en las CCAA y en los ayuntamientos.

    Un segundo hecho a considerar es que han empeorado bastante las expectativas de crecimiento de la economía. El gobierno las cifró en una caída de -0,5% del PIB, pero todo indica que este porcentaje estará muy próximo al -1,4 /-1,5 %. El retroceso de la demanda interna –consumo e inversión– es evidente cuando todavía estamos a la mitad del ejercicio, y el desempleo, que se incrementó en 366.000 personas en 2011, puede aumentar este año en 580.000 desocupados más, lo que elevaría el porcentaje del paro al 24,8 /25% del total de la población activa.

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    Hay un factor adicional que no debe pasar desapercibido. No tiene carácter estrictamente económico, pero sí consecuencias económicas. Se trata de que el grado de ‘desconfianza’ de los ciudadanos –ya sea vía encuestas a empresarios o vía encuestas sobre el sentimiento de los consumidores– se ha venido deteriorando de forma lenta pero continua en los últimos doce meses. Toda una serie de factores están determinando este hecho: la crisis del sistema financiero, y en especial la situación de numerosas Cajas de Ahorros que obligarán a su cierre o a fusiones más o menos exitosas; los retrasos en la toma de decisiones por parte de la UE para enfrentar la crisis; la desconfianza en cuanto a la voluntad del gobierno de cumplir el programa con el que el partido popular ganó las elecciones en noviem-bre de 2011; las bajas expectativas de crecimiento y de creación de empleos; o, sin que esto cierre la lista, los fuertes retrasos en los pagos a las empresas que se están produciendo por parte de las Administraciones Públicas, y de forma muy especial en el caso de las CCAA y de los ayuntamientos.

    Ante este panorama ¿qué cabe esperar que suceda a nivel regional?

    Naturalmente, las economías regionales van a seguir estando muy condicio-nadas por el comportamiento de la economía española en su conjunto. Por tanto, las expectativas pueden resumirse en dos puntos:

    1. Las tasas regionales de crecimiento seguirán siendo muy bajas, en su mayoría negativas, tanto en 2012 como en 2013.

    2. Sin embargo, con seguridad que van a producirse diferencias de compor-tamiento entre las distintas CCAA.

    Dichas diferencias en cuanto al comportamiento y resultados por regiones considero que dependerán en gran medida de los siguientes factores:

    • Del grado de apertura al exterior de las distintas economías regionales.Las exportaciones españolas constituyen, por ahora, el aspecto más po-sitivo de la coyuntura nacional y su protagonismo está correspondiendo a algunas regiones en particular, como País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Galicia (estas dos en función de la producción automovilística y de componentes). A estas regiones pueden sumarse aquellas CCAA que son fuertemente receptoras de flujos turísticos internacionales y en las que el turismo constituye una actividad clave para sus economías, como son Baleares, Canarias, Cataluña y Madrid.

    • De la importanciaypesodelsectorpúblicoencadaregiónyde losajustesque deberán llevarse a cabo en este sector. Evidentemente, las CCAA con

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    unos mayores niveles de déficit y de endeudamiento son las que deberán enfrentar unos ajustes más duros. Entre ellas se encuentran: Castilla-La Mancha, la Comunidad Valenciana, Murcia y, aunque ligeramente en mejor posición, Extremadura.

    • Delretrocesoquevayaaexperimentarelconsumointernoaescalaregional.En este caso, la situación del mercado laboral, el peso del desempleo en cada región y el nivel de empleo temporal serán, con casi toda seguridad, factores que van a determinar qué CCAA. van a verse más afectadas por la caída del consumo. De nuevo, Andalucía y Castilla-La Mancha figuran entre las que ocuparán una posición destacada.

    FIgURA 10POSIBLES FACTORES CONDICIONANTES DEL CRECIMIENTO POR CCAA.Condicionantes positivos X Condicionantes esencialmente negativos

    A estos elementos pueden sumarse otros en los que no podemos entrar aquí con detalle, pero que son y van a ser importantes. Uno de ellos es sin duda el ajuste todavía pendiente de la sobreoferta inmobiliaria, con un millón de viviendas sin vender de las que alrededor del 60% corresponden a viviendas construidas en las zonas esencialmente turísticas del Mediterráneo. otro elemento a tener en cuenta es el nivel de apalancamiento del sector privado (las familias, los autónomos y las Pymes) que en un contexto de paralización del crédito y de las posibles renovaciones obligarán a los agentes a realizar ajustes e incrementos en el ahorro, en perjuicio del consumo y de los aprovisionamientos, lo que también afectará al nivel de actividad económica.

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    Recientemente BBVA Research ha publicado un cuadro-resumen (figura 10) que resulta particularmente interesante y que no dudo en proyectarles a Vds. pues-to que ofrece una panorámica de los factores que pueden afectar a las distintas CCAA –tanto positiva como negativamente– en relación con sus posibilidades de recuperación. En dicha tabla, los condicionantes positivos y negativos figuran se-ñalados como se indica en ella.

    4. una propueSta

    Los datos que he presentado y los elementos que subraya esta última figura colocan a algunas regiones en posiciones de clara debilidad cara al futuro. Una de ellas es sin duda Andalucía. Por ello creo que resulta especialmente importante no dejarse influir por las perspectivas a corto plazo y pensar seriamente en lo que habría que hacer a medio/largo plazo.

    En este sentido, la pregunta a formularse es: ¿qué cabe hacer a escala regional ante una situación como la actual y unas perspectivas poco o nada favorables?

    Evidentemente, no cabe ofrecer recetas generales dado que, como hemos visto a lo largo de esta intervención y como reflejan los datos y perspectivas más recientes, las diferencias entre CCAA son muy notables y las posibles actuaciones deben ajustarse caso por caso a las circunstancias y condicionantes propios.

    Hay que partir de una realidad que nos impone la crisis: todas las regiones deberán realizar ajustes para reducir sus respectivos déficit y el endeudamiento acumulado. Esto implica reducción de gastos en sus presupuestos, cerrar muchas de las empresas públicas que se han creado en los últimos veinte años, o colocarlas en el mercado; más control interno en la gestión del gasto; recortar duplicidades, etc. Pero, junto a ello, creo que los gobiernos regionales, aunque con la colabora-ción de todos los agentes e instituciones, deberían impulsar el diseño y la puesta en marcha de un ‘plan estratégico’ a cuatro o cinco años, con objetivos claros y actuaciones bien definidas.

    Sin duda hay ‘algo que hacer’. A corto plazo, el margen es mínimo. Pero, a medio/ largo plazo las autoridades regionales deben diseñar ahora los objetivos que se pretenden alcanzar y hacia donde se quiere avanzar. “No hay viento favorable para el barco que no conoce su rumbo”, decía Séneca. Si no se marcan objetivos y frentes de actuación prioritarios, los resultados serán los que determine, sim-plemente, la evolución general de la economía española y los ajustes a los que vamos a vernos obligados de acuerdo con el enfoque de ‘ajustes y austeridad’ de política económica adoptado por la Unión Europea, y en particular orientado por

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    Alemania y algunos países que comparten dicho enfoque. Parece aceptable admitir que hay que actuar en dicha dirección, pero al mismo tiempo hay que poner las bases para un futuro que será sustancialmente distinto del pasado. Y para ello hay que contar con una guía a medio y largo plazo.

    Generar esa estrategia a largo plazo implica:

    – Realizar una selección de los objetivos –que no deben ser muchos– a alcanzar en el plazo previsto y las líneas de actuación prioritarias.

    – Establecer una relación clara entre objetivos y medios.

    – Partir de que hay que ser selectivo.

    – Adaptar el plan a las condiciones propias de cada región. Lo que hay que hacer en Andalucía no es lo que han hecho en otras áreas, sea en España o a escala internacional.

    – Colocar en el centro de la estrategia la idea de que hay que favorecer la creación de empresas eficientes. Sólo las regiones ‘competitivas’ podrán tener futuro, no las que hayan creado instituciones, empresas, organismos con fundamentos ‘voluntaristas’ y de carácter esencialmente político.