la creación poética

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III LA CREACIÓN POETICA Víctor Aguiar Por Frank Orduz Rodríguez Sobre el significado del acto creativo del poeta se ha expuesto varios puntos de vista a través de la historia. También, cada aspecto que ha sido reevaluado a causa de otro ha reaparecido parcialmente para alimentar nuevas teorías, ya sean de orden científico o artístico. Así, Víctor Aguiar e Silva, autor del libro Teoría Literaria, dedica el capitulo tres, “Creación poética”, para hablar de la naturaleza y significado del acto creador a través del tiempo, desde perspectivas filosóficas, psicológicas, literarias (análisis de la obra) y reflexiones de los mismos creadores. Sin embargo, reconoce lo enigmático que puede llegar a ser el entrar en tales esferas del significado de éste fenómeno. No obstante, el autor parte del hecho que ninguna investigación de corte psicológico ha llegado a develar cómo se dan los procesos mentales en el acto creativo. El recorrido del autor comienza desde el aspecto ontológico de la obra literaria. Precisamente, cita La poética de Aristóteles para ocuparse del concepto que hasta el siglo XVIII predominó sobre la creación del poeta: La mimesis como reproducción

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Victor Aguiar e Silva

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Page 1: La creación poética

III

LA CREACIÓN POETICA

Víctor Aguiar

Por Frank Orduz Rodríguez

Sobre el significado del acto creativo del poeta se ha expuesto varios puntos de vista a

través de la historia. También, cada aspecto que ha sido reevaluado a causa de otro ha

reaparecido parcialmente para alimentar nuevas teorías, ya sean de orden científico o

artístico. Así, Víctor Aguiar e Silva, autor del libro Teoría Literaria, dedica el capitulo tres,

“Creación poética”, para hablar de la naturaleza y significado del acto creador a través del

tiempo, desde perspectivas filosóficas, psicológicas, literarias (análisis de la obra) y

reflexiones de los mismos creadores. Sin embargo, reconoce lo enigmático que puede llegar

a ser el entrar en tales esferas del significado de éste fenómeno. No obstante, el autor parte

del hecho que ninguna investigación de corte psicológico ha llegado a develar cómo se dan

los procesos mentales en el acto creativo.

El recorrido del autor comienza desde el aspecto ontológico de la obra literaria.

Precisamente, cita La poética de Aristóteles para ocuparse del concepto que hasta el siglo

XVIII predominó sobre la creación del poeta: La mimesis como reproducción ideal de la

apariencia. Entonces, el acto creativo tiene su génesis en la tendencia del hombre a imitar,

por eso se estipula que la obra poética tiene que mantener su relación de semejanza con la

realidad.

Luego, el aspecto que anota Aguiar es la ruptura con el pensamiento aristotélico de la

creación poética. A partir del siglo XVIII, el paradigma cambia de dirección, pues el acto

creativo ya no parte del objeto sino del sujeto. El anhelo del poeta de crear un mundo, una

“segunda naturaleza”, lo convierte en un sujeto misterioso al cual le viene la inspiración del

cielo. El acto creativo se caracteriza por su libertad, dice Víctor Aguiar, y por los dominios

del poeta.

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Pese a eso, la estética moderna reconoce la relación entre la creación poética y la realidad.

Sin embargo, La alusión o el trasfondo de realidad que tiene la creación no vendrían a ser

tan relevante como el hecho de su representación. Por tal motivo, se debe reconocer en la

literatura caracteres de la realdad que ésta por sí sola no muestra. En consecuencia, la

interioridad del artista suscita lo que el autor denomina como una especie de metamorfosis.

Esta metamorfosis, supone la teoría expresiva, difundida en el Romanticismo, que parte de

la emoción de la experiencia vivida. La preciosidad del poema es proporcional al grado de

sufrimiento que experimente el poeta. Empero, este enfoque vendría a confundirse con los

elementos autobiográficos del poeta creador, cosa que luego es refutada por Carlos

Drummond, pues la poesía no debe ser buscada en los acontecimientos personales, de lo

contrario no sería un acto intencional sino de confesión.

Con todo, Aguiar señala que no se puede desmentir el carácter humano del poeta. En el

hombre que crea hay varios elementos psicosomáticos que pueden intervenir en la creación

poética. De esta forma, el autor reseña la teoría del temperamento, propuesta por Guy

Michaud, y realza los elementos que interesan al estudio de la creación poética. Asimismo,

Henri Morier es citado para poner en evidencia la teoría del temperamento desde el carácter

sexual y fisiológico. Frente a las dos perspectivas anti-históricas del caso, Víctor Aguiar es

categórico al decir que estas posturas siguen impulsando la idea del carácter biográfico

propuesto por los románticos y que el fenómeno de creación poética no puede ser fuera del

proceso histórico. Por eso propone una ruta a través del tiempo para ver desde la

fenomenología histórica la imagen del poeta a través de las culturas.

En primera instancia, el autor propone al poeta épico como el ser que de no estar poseído

por un dios no compone bellas odas. La locura del poeta no se ve como una patología sino

como una bendición. El poeta es el ser que tiene vínculo directo con la deidad. Desde este

punto, la intuición y la pasión están por encima del método, el rigor al escribir y la

excelencia poética. Aunque en el siglo XVIII se busca ir en contra del intelectualismo: la

idea de iluminado pasa a ser la del genio, dotado de magna imaginación y de actividad

inconsciente, que no se sabe de dónde viene o no se sabe qué es. Aparecen entonces

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resignificaciones tales como: el genio del alma (Diderot), el don de la naturaleza (Dubos).

Lo anterior es índice que la creación poética, desde la perspectiva del dotado natural, no es

resultado del seguimiento de los modelos y las normas. Sin embargo, la visión romántica de

creador es un punto fundamental, pues ayuda a comprender un mundo nuevo de la

actividad creadora: el ensueño, la imaginación y el inconsciente.

La imaginación es para el empirismo inglés la conjugación de las imágenes que pasan por

los sentidos y que permite la construcción de una nueva imagen. Es el fundamento del arte,

pues permite “penetrar en la realidad” para alcanzar la belleza ideal. Además, cita Aguiar,

Colridge hace la distinción entre imaginación y fantasía. Mientras que la imaginación es

potencialidad creadora, la fantasía es la facultad que acumula y asocia. Entonces, la

imaginación es el medio adecuado para conocer la realidad.

Los sueños, por otro lado, son eje fundamental en la creación poética del alma romántica.

Este fenómeno no es solamente psicológico, también es de orden místico donde es posible

la intención y aspiración creadora en la reinvención de lo real. El sueño es el momento

especial para conectarse con la realidad de forma profunda y la creación poética es lo que

florece en el poeta.

Pero en el siglo XIX, desde el psicoanálisis freudiano, el creador poseso sufre una

reelaboración: el poeta sufre de neurosis. Todas las formas de pensamiento, de actuar y de

pensar están fuera del dominio consciente. Toda imagen que el superyó no permite, se

expresa mediante otras imágenes para elaborar otra imagen ilusoria: realizaciones

simbólicas. Aquí estriba para Freud la creación poética, el dominio de la realización

simbólica. El escritor se aleja de la realidad y crea un mundo imaginario, lleno de sus

complejos reprimidos. Sin embargo, el psicoanálisis no llega a esclarecer la creación

poética, pues explica de forma forzada la obra poética.

Aparecen otras teorías basadas en estudios psicoanalíticos. Carls Jung, por ejemplo, con los

planteamientos del inconsciente colectivo, en los cuales el poeta recurre a las

construcciones arquetípicas que a través del tiempo se han construido y que son parte de la

humanidad. Los planteamientos de Jung no estudian la creación poética, sino el acto

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creativo desde lo psicológico, por eso puede ser una línea desde la cual se pueda estudiar el

fenómeno. Sin embargo, Victor Aguiar, hace la salvedad que el inconsciente colectivo no

deja de caer en ambigüedades, pues no se sabe si el tema de una obra es mito o arquetipo,

ni puede probar científicamente si el inconsciente colectivo existe.

De raíces psicoanalíticas, Aguiar muestra la teoría del análisis temático de Jean-Paul

Weber. El tema en este enfoque es un acontecimiento infantil que se manifiesta en la obra

de arte. A diferencia del complejo, el creador conoce sus fijaciones, las modula y los

transforma en símbolos. No obstante, esta mirada de la creación poética es reduccionista,

dice Aguiar, pues sus postulados carecen del sentido en cuanto una obsesión produce

destrucción psíquica y no un manejo tan simple de la misma.

Por esta misma línea, el autor propone un camino más viable: El estudio de una parte de la

obra poética desde la psicocrítica de Charles Mauron. Esta teoría estudia el inconsciente

como génesis de la obra poética sin descuidar la necesidad de estudiar la obra poética. El

análisis parte de crear redes de asociación entre los textos de un autor; luego se miran las

recurrencia de redes; todo lo que concierne al mito y sucesos son parte de la personalidad

del poeta. Finalmente, se hacen puentes de análisis entre la vida del escritor y los resultados

de la interpretación de las redes.

De esta manera, Victor Aguiar hace un recorrido por las distintas miradas que

históricamente se le han dedicado al fenómeno de creación poética; desde la concepción de

la rigidez del método, forma, rigor y contenido al crear, luego de la conexión con la deidad

para accionar el acto creativo, la aparición del genio, como dotado por la naturaleza y la

perspectiva del dominio de la imaginación.

Por todo, el autor de este capítulo, Víctor Aguiar, concluye que la creación poética tiene

diversidades “de autor a autor” y “de estética literaria a estética literaria”, aspectos que son

netamente individuales. Sin embargo, el camino emprendido por el autor, al final, muestra

que la única certeza que hay del proceso creativo es que el poeta tuvo un momento

excepcional, primera célula de poema, producto de la experiencia poética que se sitúa

“dentro del alma”.