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LA CONSERVACIÓN DE CEPAS MICROBIANAS

Los tres objetivos que hay que alcanzar para conservar correctamente las cepas

microbianas en los laboratorios de microbiología son: que el cultivo a conservar

sea puro, evitando que se produzcan contaminaciones durante el proceso de

conservación; que durante el tiempo de conservación sobrevivan al menos el 70-

80% de las células, y por último, que estas células permanezcan genéticamente

estables.

Los dos primeros objetivos no son muy difíciles de conseguir cuando se conoce

bien la técnica microbiológica, pero el tercero puede presentar dificultades, y

este es el motivo por el cual existen varios métodos de conservación para los

microorganismos, y ninguno de ellos es de utilización general.

Vamos a resumir estos métodos agrupándolos en tres apartados, que son:

Métodos de elección o de conservación a largo plazo, métodos alternativos y

métodos restringidos.

Métodos de elección o de conservación a largo plazo.

Son los mejores porque en ellos se paraliza el crecimiento de las células microbianas, pero éstas no han muerto.

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Así se garantiza al máximo la estabilidad genética, por evitarse la aparición de

generaciones sucesivas.

Aún así no se puede descartar algún cambio originado por el método

preparatorio en si mismo.

Los métodos de conservación pertenecientes a este grupo son dos: congelación y

Liofilización

Conservación por congelación.

Se congelan las células en suspensión en un líquido con un agente crioprotector y se guardan a temperaturas inferiores a cero grados centígrados, con lo que el agua se congela.

De esta forma, al no disponer las células de agua en forma líquida, no hay crecimiento.

Cuando se quiere trabajar con las células así conservadas, se recuperan subiendo la temperatura.

Este es el mejor método de conservación desde todos los puntos de vista, pero tiene el inconveniente de requerir aparatos especiales, y además existe el peligro de que algún fallo del sistema produzca una subida no deseada de la temperatura durante el almacenamiento.

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También resulta ser el método más molesto para realizar el envío de las cepas.

Los cuatro factores que influyen en la viabilidad y estabilidad de las células conservadas por este método son los siguientes:

1. Edad de las células: En la mayoría de los casos conviene utilizar células maduras del inicio de la fase estacionaria de la curva de crecimiento, pero cuando se trate de organismos que presenten en su ciclo vital algún estado que les prepare para la resistencia a condiciones adversas, es preferible alcanzar este estado.

Esto sucede en el caso de microorganismos que esporulan, en algunos pleomórficos e incluso en algunos más sencillos.

2. Velocidad en la congelación y descongelación: Aunque hay programas de

congelación bien estandarizados para determinados casos o circunstancias, en

general es mejor que las variaciones de la temperatura sean rápidas, tanto para

la congelación como para la descongelación, por lo que para descongelar

conviene poner las células a 37ºC.

3. Temperatura de almacenamiento: Debe ser lo más baja posible. Lo mejor

es guardar tubos cerrados o sellados, que contengan las células microbianas,

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sumergidos en nitrógeno líquido, que tiene una temperatura de –195ºC, o bien en la fase gaseosa del nitrógeno líquido, con una temperatura de –140ºC.

En el mercado existen variados tipos de armarios congeladores, de los cuales los más aconsejables son los que alcanzan temperaturas por debajo de –70ºC.

Aquellos que sólo alcanzan temperaturas entre –20ºC y –40ºC, como ocurre con la mayoría, no son aconsejables, entre otras cosas porque debido a la gran concentración de solutos que existen en la suspensión celular, su punto de congelación baja.

El daño que se produce en las células es debido a que a estas temperaturas hay frecuentes congelaciones y descongelaciones.

Si se añade un crioprotector no iónico, como por ejemplo el glicerol, se reduce la cantidad de hielo que se produce y se evita el aumento de la concentración iónica.

Para la conservación en armarios congeladores, las células se almacenan en criotubos (tubos de plástico esterilizables resistentes a la congelación que cierran herméticamente), preparando lotes de varios tubos para cada cepa a conservar y utilizando en su totalidad un tubo para cada ocasión.

De esta manera se evita que las cepas se congelen y se descongelen varias veces.

Esto también se puede evitar empleando tubos con criobolas (bolas de tipo abalorio que se impregnan con la solución celular a congelar), ya que para tomar

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una muestra basta con emplear una o varias bolitas sin necesidad de

descongelar el resto.

Este método no se debe emplear para la conservación de microorganismos

anaerobios, como por ejemplo el género bacteriano Clostridium, ya que al estar

las células en una superficie hay un mayor contacto con el oxígeno y puede

afectarse la viabilidad.

Empleo de agentes crioprotectores: Estas sustancias protegen del daño que

se pueda producir en las células microbianas en el momento de la congelación.

Existen muchos compuestos que se pueden utilizar como crioprotectores, pero el

que se utiliza con más frecuencia es el glicerol, a una concentración del 15 al

20%.

También se pueden utilizar el dimetilsulfóxido, la leche descremada y

carbohidratos como glucosa, lactosa, sacarosa, inositol, etc. En su elección

influye el tipo de microorganismo que se quiera conservar.

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Conservación por liofilización

Tampoco se da crecimiento en las células conservadas por este método, puesto que se les ha quitado el agua mediante la liofilización, que es un proceso suave.

Con ello la estabilidad genética es alta, pero a veces no tanto como en la congelación, porque la liofilización se consigue por sublimación del hielo de las células.

Por lo tanto, primero tenemos que congelar el agua libre de las células y después eliminarla mediante el vacío, sin que haya necesidad de subir la temperatura, lo que acabaría afectando a la viabilidad del microorganismo.

Para este proceso se emplean los aparatos denominados liofilizadores, de los que hay muchos modelos en el mercado.

Las células microbianas así conservadas se someten a un tratamiento más complejo que en el caso de la congelación, pues la liofilización se hace en dos etapas y se añade la sublimación del agua a la congelación previa.

Sin embargo, este es un método muy recomendable por su comodidad para el almacenamiento y para el envío de las cepas, pues una vez conseguidos los liófilos pueden almacenarse a temperatura ambiente (18ºC-20ºC), con lo cual su envío es muy cómodo.

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Los factores que hay que tener en cuenta para hacer una buena liofilización son lógicamente los mismos que influyen en la congelación, a los que habrá que añadir otros que surgen como consecuencia de la deshidratación.

Sin embargo, antes de pasar a explicar éstos, tenemos que hacer unas breves consideraciones sobre los que antes hemos mencionado para el caso de la congelación.

La congelación puede hacerse rápida o lentamente, la primera sumergiendo los tubos en nitrógeno líquido.

Respecto a los crioprotectores, ya vimos que se pueden utilizar varios dependiendo del tipo de microorganismo, pero para liofilizar no se debe utilizar glicerol, debido a su elevado punto de evaporación y a su higroscopicidad, que provoca que los liófilos queden muy viscosos.

Tampoco es conveniente utilizar el dimetilsulfóxido, porque es algo tóxico, y al concentrarse por la evaporación del agua puede dañar a las células microbianas.

Por lo tanto, para la liofilización se recomiendan como crioprotectores el inositol para la mayoría de las bacterias y la leche descremada para hongos y actinomicetos, pero para algunos microorganismos pueden ser más convenientes otros crioprotectores, como por ejemplo el glutámico-glutamato para las bacterias lácticas, mezclas de glucosa con caldo hígado o chopped meat (sin carne) para bacterias anaerobias, etc.

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Los nuevos factores que influyen específicamente en la eficacia de la liofilización como medio de conservación son:

1. Tipo de microorganismo. Hay algunos microbios que no resisten la liofilización y lógicamente serán aquellos que contengan más agua en su interior.

Algunos hongos filamentosos, especialmente los no esporulados, no se pueden guardar liofilizados y hay que recurrir a otros métodos.

2. Concentración celular. Lo mejor es liofilizar suspensiones celulares con una concentración del orden de 108-109 células/ml en el caso de las bacterias y algo inferior en el caso de hongos filamentosos y levaduras.

3. Temperatura durante la sublimación. Debe ser lo más baja posible, sin subir por encima de –50ºC.

4. Grado de deshidratación alcanzado. Debe ser lo más alto posible, aunque la concentración de solutos puede conllevar una pequeña cantidad de agua remanente que no es perjudicial.

5. Atmósfera de oxígeno en el tubo. Las células liofilizadas se guardan en tubos cerrados al vacío para evitar, tanto la rehidratación como la presencia de algún gas dentro del tubo, como el oxígeno que puede dañar a las células.

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6. Condiciones de almacenamiento. La temperatura debe ser constante, preferentemente a 18ºC y sin bajar de los 0ºC. Los liófilos se deben guardar en la oscuridad.

Métodos alternativos

Son los que se utilizan cuando no se pueden emplear los métodos de elección, bien por carecer de los equipos necesarios, o bien porque la cepa microbiana no resiste los tratamientos de la conservación por estos métodos.

Conviene tener en cuenta que nunca se debe usar un único método alternativo, sino que se recomienda conservar el microorganismo empleando varios de estos métodos.

Conservación por transferencia periódica

La cepa microbiana se guarda en forma de cultivo activo en el medio de cultivo en el que ha crecido.

Sin embargo, estas células no pueden permanecer indefinidamente en el mismo tubo, porque al seguir activas excretan productos tóxicos del metabolismo que se acumulan, provocando el envejecimiento y muerte celulares, por lo que es necesario transferirlas a otro tubo con medio de cultivo fresco.

Este es el peor método para conseguir la estabilidad genética, puesto que al

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estar las células creciendo hay una alternancia de generaciones, y al cabo del tiempo las células que se están guardando serán descendientes lejanas de las células iniciales y es posible que ya no conserven algunas de sus características.

Si se va a utilizar este método es aconsejable retardar el envejecimiento y alargar los periodos entre dos resiembras.

Esto se puede conseguir de varias maneras como por ejemplo:

• disminuyendo la cantidad de inóculo;• rebajando la proporción de algunos nutrientes en el medio de cultivo; • inoculando en picadura los microorganismos que son anaerobios facultativos, ya que el crecimiento en presencia de oxígeno es más rápido y origina productos generalmente tóxicos; •y almacenando los cultivos a 4ºC-8ºC.

A veces también se suele recubrir el crecimiento con una capa de aceite mineral estéril. Con esto se consigue también evitar en la medida de lo posible la desecación del medio de cultivo, que podría ser tóxico para las células al aumentar su concentración.

Hay que tener en cuenta que los microorganismos muy aerobios, como por ejemplo los hongos filamentosos, no se pueden guardar en tubos completamente cerrados.

Por último, otro inconveniente que tiene la transferencia periódica es que la

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contaminación de los cultivos resulta más fácil al tener que manejar los tubos a lo largo del tiempo y también por la posibilidad de entrada de ácaros en los mismos.

Conservación por suspensión en agua destilada o en agua de mar estéril

Es un método alternativo muy utilizado y que da altos porcentajes de viabilidad en diversos tipos de microorganismos, tanto hongos filamentosos como levaduras y algunas bacterias.

Consiste en suspender en agua estéril unas cuantas células del cultivo que se quiere conservar. Se pueden preparar en criotubos de los anteriormente mencionados.

En este caso la concentración celular no debe ser superior a 104-105 células/ml en el caso de bacterias y levaduras.

Para los hongos filamentosos que no esporulan, se pueden poner en suspensión trocitos de agar con el crecimiento del hongo.

En el caso de microorganismos marinos, la suspensión se hace en agua de mar diluida.

Los resultados obtenidos por la CECT en la conservación de microorganismos por este método muestran altos porcentajes de viabilidad en periodos a veces superiores a 5 años.

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La estabilidad para caracteres morfológicos y fisiológicos es buena, pero no se ha comprobado para caracteres específicos como la virulencia, el poder fermentativo, etc.

Métodos restringidos

En este grupo se engloban métodos no empleados habitualmente, pero a los que es necesario recurrir a la hora de conservar grupos de microorganismos muy determinados que no resisten bien la liofilización o la congelación, como por ejemplo los géneros bacterianos Spirillum, Rhodospirillum, etc.

Los cuatro métodos que vamos a citar se basan en la paralización del crecimiento por eliminación del agua disponible para las células.

Desecación en papel de filtro

Se utiliza un papel bastante absorbente (Whatmann nº 3) que se impregna con una solución muy densa de células y se deja secar al aire (en condiciones estériles).

También es posible desecarlos por el procedimiento que se llama desecación líquida (L-Dry) porque se utiliza para ello el liofilizador, pero sin que haya habido congelación previa de las células.

El vacío producido por el liofilizador deseca las células, pero hay que evitar que un vacío excesivo provoque evaporación brusca con ebullición o que la temperatura

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disminuya demasiado, ocasionando la congelación incontrolada de las células.

Desecación en suelo, arena, silicagel, etc.

Se añaden las células a estos sustratos que las protegerán al desecar. Los microorganismos productores de esporas se pueden conservar durante bastante tiempo por este método.

Desecación en bolitas de alginato

Éste es un procedimiento bastante eficaz. Las células se encuentran en una matriz de alginato y la eliminación del agua se hace por tratamiento con soluciones hipertónicas sucesivas y posterior desecación al aire hasta que se pierde un 70% de su contenido en agua.

Estas bolitas de alginato se pueden conservar en tubos cerrados herméticamente y a temperaturas de entre 4ºC y 18ºC, pudiéndose guardar incluso a –80ºC debido al bajo contenido en agua de las células y la protección que suministra el soporte de alginato.

Este es un método que se está utilizando incluso para la conservación de algas y células vegetales.

Desecación en sal gorda para halobacterias

Para su conservación por este método se mezclan las células con sal y se dejan

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desecar espontáneamente. Debido a la higroscopicidad de la sal, la desecación no es total, pero las células dejan de multiplicarse por ser insuficiente el nivel de agua disponible.

Por último, y a modo de resumen, unas consideraciones finales.

Cualquiera que haya sido el método empleado en la conservación de las cepas microbianas, cuando éstas se recuperan para hacer nuevos lotes para su conservación o para trabajar con ellas, se recomienda no utilizar directamente las células que se han estado guardando, porque éstas vienen de una situación de stress más o menos fuerte (sobre todo cuando se han conservado por liofilización) y por lo tanto no son adecuadas para ningún tipo de prueba.

Primero habría que revitalizarlas o rejuvenecerlas sembrándolas en un medio no selectivo, es decir, un medio que asegure lo más posible el crecimiento, y a partir de este primer crecimiento ya se puede trabajar con ellas, cultivándolas en medios selectivos cuando sea necesario.

Igualmente hemos de tener presente que, dada la enorme diversidad microbiana, cada microorganismo soportará determinados métodos de conservación mejor que otros, o será necesario tomar precauciones especiales en su conservación.

Como ya dijimos al comienzo, no existe un método general de conservación de los microorganismos, aunque no resulta difícil determinar el más aconsejable en cada caso.

La mayoría de microorganismos de interés sanitario pueden conservarse a largo plazo con los métodos generales de congelación y/o liofilización, y para periodos

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cortos pueden mantenerse vivos por alguno de los métodos alternativos si se hace en las condiciones adecuadas y bien controlados por un microbiólogo.

CRIOCONCENTRACION Y LIOFILIZACION

La Liofilización es un proceso de secado mediante sublimación que se ha desarrollado con el fin de reducir las pérdidas de los compuestos responsables del sabor y el aroma en los alimentos, los cuales se afectan en gran medida durante los procesos convencionales de secado.

La liofilización involucra varias etapas:

•  Congelación (y acondicionamiento en algunos casos) a bajas temperaturas•  Secado por sublimación del hielo (o del solvente congelado) del producto congelado, generalmente a muy baja presión•  Almacenamiento del producto seco en condiciones controladas.

Generalmente, al liofilizar adecuadamente un material se puede almacenar por períodos muy largos con reducciones muy bajas de sus características organolépticas, físicas, químicas y biológicas.

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La congelación del material

Cada producto debe congelarse de una manera tal que garantice que sufrirá pocas alteraciones en el proceso posterior de sublimación. Se debe conocer con precisión:

•  La temperatura en la que ocurre la máxima solidificación•  La velocidad óptima de enfriamiento•  La temperatura mínima de fusión incipiente

Se busca que el producto ya congelado tenga una estructura sólida sin intersticios en los que haya líquido concentrado para propiciar que todo el secado ocurra por sublimación.

En los alimentos se pueden obtener distintas mezclas de estructuras luego de la congelación que incluyen cristales de hielo, eutécticos, mezclas de eutécticos y zonas vítreas amorfas.

Estas últimas son propiciadas por la presencia de azúcares, alcoholes, cetonas, aldehídos y ácidos, así mismo como por las altas concentraciones de sólidos en el producto inicial.

El secado por sublimación

El proceso de secado como tal puede ocurrir o no a bajas presiones pero en tales condiciones es mucho mas eficiente el proceso difusivo.

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El paso de hielo a vapor requiere gran cantidad de energía que suministrada en alto vacío pues la interfase de secado se mueve hacia el interior de la muestra y el calor tiene que atravesar capas congeladas (sistemas liofilizados en bandeja, sin granular) o secas (en granulados), generándose un considerable riesgo de fusión del material intersticial o quemar la superficie del producto que ya está seco.

Cuando se realiza el secado mediante la liofilización se distinguen tres fases o etapas que se esquematizan en la figura 11.5.

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Cuando en el proceso de liofilización se comienza el calentamiento empieza a formarse un frente de sublimación o interfase entre la capa seca y la capa congelada de la muestra el cual avanza progresivamente, y para un determinado instante, a una temperatura de interfase (TS) le corresponde una determinada Presión de saturación (Pi). La transferencia de masa ocurre por la migración de vapores a través de la capa seca de la muestra bajo la acción de una diferencia de presión, esta transferencia es alta cuando la diferencia de presión es grande.

Las tres fases que se distinguen son:

Fase 1: Llamada etapa conductiva

Inicialmente, por el calentamiento de la muestra, la velocidad de sublimación crece rápidamente hasta llegar a un máximo.

El tiempo para agotar esta fase es relativamente corto; en ella se lleva a cabo la mayor parte de remoción de agua del producto (entre un 75-90%), siendo el mecanismo preponderante la transferencia de calor por conducción.

Fase 2: Primera etapa difusiva.

Muestra un descenso importante de la velocidad de sublimación debido a la formación de una capa porosa de material seco que opone resistencia creciente al flujo de calor y al vapor a medida que procede el secado.

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Fase 3: Segunda etapa difusiva

La velocidad de sublimación continúa decreciendo de forma que se aproxima a cero. Esto debido a que el calor necesario para retirar el agua ligada es mas alto que el calor de sublimación.

Puesto que la difusividad de los aromas disminuye sensiblemente cuando la humedad es pequeña es posible en esta etapa incrementar la temperatura de calefacción y del producto hasta valores del orden de 50ºC, dependiendo del material que se trate.

La curva de velocidad de sublimación de la figura 11.5, indica solo la transferencia de masa.

Como en todo proceso de secado, coexisten los fenómenos de transferencia de masa y calor, la curva de transferencia de calor en función del tiempo se obtiene multiplicando la cantidad de agua sublimada por su correspondiente calor de sublimación o desorción.

q=G(t) * HS

En la transferencia de calor y masa se combinan la acción de la temperatura y los gradientes de presión como fuerzas impulsoras, que deben vencer las resistencias puestas por el espesor de la muestra y sus características físicas.

El espesor es importante: mientras este es más delgado hay menor resistencia

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para que el flujo de calor y masa pase a través de la muestra.

La transferencia de calor se hace por conducción - convección gaseosa y radiación (o una combinación de ambos mecanismos) siendo esta última la preponderante cuando se opera a muy baja presión.

Almacenamiento

Los productos liofilizados y adecuadamente empacados, pueden ser guardados por largos periodos de tiempo ya que en buena medida retienen las propiedades físicas, químicas, biológicas y organolépticas de sus estados frescos.

La liofilización, reduce las pérdidas de calidad debidas al deterioro por reacciones químicas, causado por degradación enzimática y no enzimática.

Sin embargo, la oxidación de lípidos, inducida por los bajos niveles de humedad a los que lleva el producto durante el secado, es un problema a considerar para los productos liofilizados.

Las reacciones de oxidación de lípidos se controlan, empacando los productos liofilizados en recipientes impermeables al oxígeno.

La degradación no enzimática es evitada por la rápida transición de alto a bajo contenido de humedad.

El uso de rangos bajos de temperatura también evita la desnaturalización de

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proteínas en los productos liofilizados.

Los productos liofilizados pueden ser reconstituidos a su forma y estructura original por la adición de líquidos.

La mayor desventaja del proceso de liofilización es el costo de energía y el tiempo empleado en el proceso de secado.

Nitrógeno Es un gas totalmente inerte que lleva a cabo un efecto básico de eliminación del oxígeno presente, con lo que imposibilita el crecimiento de los microorganismos aerobios presentes en el medio, no así el de los llamados anaerobios.

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Conservación de cepas de interés industrialConservación de los microorganismos importantes

La conservación de microorganismos de interés industrial es una técnica básica en todo el proceso.

La conservación ha de estar encaminada al mantenimiento de las cepas altamente productivas durante largos períodos de tiempo sin que se produzcan cambios fenotípicos, especialmente en las características relacionadas con la producción de los metabolitos secundarios de interés.

Se han desarrollado varias técnicas de conservación:

(1) el subcultivo de células activas(2) la desecación de cultivos(3) la liofilización(4) la congelación mecánica (-20 ó -80ºC) y(5) la ultracongelación en vapor de nitrógeno líquido (-156ºC) o en nitrógeno

líquido (-196ºC).

Generalmente, las tasas de supervivencia son más elevadas después de la conservación en nitrógeno líquido que tras cualquiera de los otros métodos. En los casos de conservación por congelación, es necesario añadir a los cultivos agentes crioprotectores (glicerol, Di-Metil-Sulfóxido, DMSO). 

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Subcultivo de células activas. Métodos de disgregación de células en placa

La disociación tisular y el subcultivo celular representan dos aplicaciones en las que es necesario separar las células entre sí y de un sustrato manteniendo la viabilidad celular.

Para conseguirlo es necesario romper la malla de proteínas que forman la matriz extracelular que las mantiene unidas mediante procesos que separen las moléculas proteicas de la matriz extracelular (por ej. secuestrando los iones calcio que permiten la unión), o bien rompiendo proteolíticamente (mediante la acción de proteasas) las mismas proteínas.

Generalmente los métodos empleados se pueden clasificar en tres categorias :

Mecánicos (por ejemplo cortar, picar, cribar, rascar, etc..).

En cultivos celulares se emplean con frecuencia los métodos de rascado ('scarpping') de la placa para arrancar las células adheridas.

Químicos. Generalmente se trata de la adición de soluciones en las que no hay iones divalentes o bien de agentes quelantes de estos iones.

En cualquier caso se reduce la concentraciones de los iones que estabilizan las uniones de las proteínas de la matriz extracelular y de éstas con los receptores celulares.

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Enzimáticos. Tratamiento del tejido o del cultivo celular con soluciones de proteasas activas (colagenasa, dispasa, tripsina, elastasa, papaína, pronasa, hialuronidasa, etc...)

Sin embargo en la práctica se suelen emplear técnicas que combinan dos o tres métodos.

La elección de uno u otro procedimiento dependerá fundamentalmente de la naturaleza y cantidad de tejido o cultivo disponible y del uso previsto de las células obtenidas.

En la tabla (adaptada de Tabla 10.4 de Freshney "Culture of Animal Cells : a manual of basic technique", 1989, Alan R. Liss, pp. 129) encontrarás una clasificación de métodos de disgregación celular clasificados según una severidad creciente.

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