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160 Panace@. Vol. XVII, n.o 44. Segundo semestre, 2016

Gracias a Valentina Marta, de la Universidad de Vigo, que me pidió que hiciera esta reseña, he podido leer y apreciar un ejemplar de Con-ciencia médica, obra de la médica Mónica La-landa y publicada por la editorial Lid. No es el tipo de lectura que suele llegar a mis manos, pero me ha sorprendido por dos razones. La primera es el diseño. Es un libro escrito en tiras de cómic o historietas, algo poco frecuente en las publicaciones dirigidas a profesionales, pero que, a mi parecer, ofrece una buena estrategia de comunicación. La segunda ha sido darme cuenta de hasta qué punto el código de deontología médica o código deontológico o código de ética y deontología, comoquieran llamarlo, no es más que un código profesional univer-sal cuyos temas principales son el conocimiento, la formación continua, las aptitudes y el desempeño, la seguridad, la calidad, la convivencia, el respeto, el trabajo en equipo y la confianza.

He traducido muchos códigos de conducta, para muchas em-presas, de muchos sectores y de diversos tamaños, y estos temas son comunes en todos los campos, profesiones y esferas, ya que, al fin y al cabo, se trata de dos cosas: el respeto hacia las personas y el respeto hacia la profesión.

El libro comienza con una serie de comentarios escritos por profesionales médicos españoles y extranjeros, dado que la autora ha ejercido en varios países, a los que sigue un pró-logo con información sobre la experiencia profesional y los motivos que han llevado a Mónica Lalanda a realizar el libro, un apartado de agradecimientos y una introducción al tema. Merece la pena leerlos para entrar en materia. También se ha incluido un vídeo de presentación de la obra.

Lalanda trata con humor los siguientes temas del código de deontología médica, organizados en capítulos: la profesión médica al servicio del ser humano, la relación médico-pacien-te, la calidad de la atención médica, el secreto profesional, la objeción de conciencia, la atención al final de la vida, las re-laciones entre profesionales y con las instituciones, fármacos, publicaciones, estudiantes y redes sociales.

La autora utiliza la historieta para representar de forma cómica situaciones correspondientes a cada uno de los temas. Lo hace utilizando pocos colores y escenarios y personajes sencillos pero con expresiones faciales, gestos y lenguaje de gran fuerza expresiva —que me recuerdan al estilo de Quino, que con muy pocos elementos siempre ha sido capaz de co-municar mucho—. Representa escenas en las que con simpli-cidad, a veces incluso sin nada de texto, es capaz de transmitir un mensaje muy contundente.

Me ha gustado particularmente la rotundidad de la tira que trata el tema de negar atención médica a los emigrantes, la titulada «Cuestión de imagen» y que, sin usar ni una sola palabra, retrata la fea imagen que dan algunos profesionales; el capítulo dedicado al secreto profesional en el que refleja la falta de discreción de muchos médicos o el de los «cotilleos» por el móvil, un tema muy actual.

Siempre me han gustado los tebeos, los cómics y las no-velas gráficas, que son una parte importante de mi formación lectora. Nunca han sido una lectura obligatoria, por lo que no llevan asociada ninguna mala experiencia, por eso he leído el libro con gusto y casi de un tirón. El formato hace que el mensaje, a través del lenguaje y de las ilustraciones, llegue directamente a nuestra conciencia. No caben interpretaciones que dependan del conocimiento o de la realidad del lector —bueno, sí, quizás la autora utiliza en ocasiones un español muy coloquial que puede que no llegue igual a todos los his-panohablantes—. Cada página nos trae a la mente situaciones que hemos vivido, como profesionales o como pacientes, o que nos llevan incluso a pensar: «¡Esto me ha pasado a mí y no me había dado cuenta!».

* Traductora autónoma, Cambridge (Reino Unido). Dirección para correspondencia: lucila.sanz@btinternet.com.

La conducta ilustrada Lucila Sanz*

Lalanda, Mónica (2016): Con-ciencia médica. Madrid: Lid; 160 pp. ISBN: 978-84-16624-50-8. Precio: 19,90 EUR.

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Panace@. Vol. XVII, n.o 44. Segundo semestre, 2016 161

Me habría gustado que alguien me hubiera entregado un ejemplar así al empezar a trabajar o al terminar la universidad. Creo que ayudaría mucho dar a leer este libro a todos los que trabajan en un entorno médico —no solo a los facultativos— y a los pacientes. Incluso funcionaría, por el lenguaje y el diseño, en institutos y colegios, que es donde se debe empezar a educar en el respeto al trabajo y a las personas. ¿Por qué no dedicar una clase, o varias, a este tipo de temas? Y si se hace con humor, pues mucho mejor.

¿Y por qué no adaptarlo a otros entornos laborales? ¿Por qué no utilizar el humor como instrumento de ayuda para hablar de cosas serias? La autora, sin embargo, ha tenido el gran acierto de reforzar el mensaje añadiendo el texto oficial del código deontológico para evitar que el resultado pudiera resultar superficial.

También es la primera vez que leo un cómic en un dis-positivo electrónico (iPad mini). No es lo ideal. Se pierden matices, especialmente con la letra pequeña. Y, si bien se puede tocar la pantalla dos veces para ampliar la imagen,

es necesario cerrar la imagen ampliada y volver a abrir la aplicación del libro electrónico para volver al libro, con lo que se interrumpe la lectura. El libro en formato electrónico incluye, al principio de cada capítulo, enlaces que permiten saltar al capítulo correspondiente del código deontológico, algo muy útil porque permite al lector ver el texto oficial, pero, de nuevo, al abrir el enlace y cambiar de programa, se interrumpe la lectura. Me he informado sobre cómo la editorial ha tratado este tema en el libro en papel y tanto el vídeo de introducción al libro como los enlaces al có-digo deontológico se han hecho mediante códigos QR que se pueden escanear con un teléfono móvil para ir a la URL correspondiente. A mí, particularmente, me hubiera gustado más poder ver el texto oficial al lado de las viñetas o en la primera página del capítulo.

También hubiera preferido ver el libro en papel porque debe de ser mucho más gratificante y, además, porque el olor de la tinta y el tacto de las páginas de los cómics son especia-les y aportan placer a la lectura.