la colectividad espaÑola en chile y tres imagenes de … · 2019-07-16 · a chile se reanuda al...
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LA COLECTIVIDAD ESPAÑOLA EN CHILE Y TRES IMAGENES DE LA EMIGRACION ASTURIANA (*)
Cándido Pañeda Fernández
INTRODUCCION
La tradicional emigrac10n española a Chile, interrumpida transitoriamente al producirse la independencia en 1818, se reanuda hacia 1830, coincidiendo
con la primera guerra carlista (1833-1839). Ante la difícil situación económica, el aún incipiente proceso de industrialización y la inmutable estructura agraria, la emigración era el camino obligado para los jóvenes vástagos de los campesinos del norte de España.
(El ráílido establecimiento de los nuevos emigrante§, hizo que pronto se iniciara la llegada de la «generación de relevo», es decir: la de aquellos jóvenes que, por parentesco o vecindad, eran llamados por los ya establecidos para incorporarse a sus negocios; al principio como trabajadores, y más tarde mediante su integración a través de nuevos vínculos de parentesco -matrimonio principalmente-, o bien mediante asociación; sin olvidar a aquellos que permanecían como trabajadores en la misma empresa o iniciaban nuevas actividades.
Parentesco, vecindad y ocupación son, por lo tanto, algunas de las claves para comprender la emigración española a América. Pero junto a estas causas, que podrían denominarse «internas», hay otra serie de factores de carácter «externo», tales como el marco internacional y la evolución de los países de origen y destino. Respecto al primero, los siglos XVIII y XIX vienen marcados por la Revolución Industrial y el comienzo de una nueva era caracterizada por una mayor capacidad para aumentar indefinidamente población y producción. El acelerado crecimiento de la economía europea condujo a un aumento de la demanda de materias primas y alimentos, y la revolución en los transportes permitió colmar estas crecientes necesidades mediante el desarrollo de áreas de
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Al Instituto de Cooperación Iberoamericana, que me envolvió en la magia de América.
abundantes recursos. Así se produce un traslado masivo de capitales y trabajadores hacia las zonas templadas de América y Oceanía. Según recogen Sunkel y Paz, entre 1820 y 1930, sesenta y dos millones de personas emigraron de Europa. El proceso alcanzó su auge en el período 1861-1920, en el que la emigración europea llegó a los cuarenta y seis millones. En este último período, la emigración de España y Portugal se aproximó a los cinco millones de personas -que pueden compararse con los diecisiete millones de habitantes que tenía España en 1860--. En cuanto a la evolución de los países de origen y destino, y como en cualquier otro proceso migratorio, es preciso identificar los factores de atracción y expulsión presentes en el caso. La mera observación de los españoles residentes en Chile desde 1854 y un breve repaso de la historia de España y Chile, permiten formular algunas hipótesis sobre este tema.
RAICES DE LA EMIGRACION Ya se ha indicado cómo la emigración española
a Chile se reanuda al estabilizarse el país después de la independencia y con ocasión de la primera guerra carlista en la península. Hacia 1866 la colectividad española en Chile sufre un pequeño retroceso como consecuencia de la «nostalgia imperial» de O'Donnell, por decirlo con palabras de Tuñón de Lara en su conocida obra sobre el siglo XIX. La incursión de la escuadra española por elPacífico conduce a la guerra con las antiguas colonias y al bombardeo de Valparaíso y El Callao.El principal perjudicado por este desatino fue la
' colonia española en América. Rafael de la Presa,compilador de la historia de la emigración española en Chile, indica que esta aventura «arruinó ydispersó a la digna colectividad peninsular», que«muy menguada y empobrecida, debió empezarde nuevo de menos cero».
Indianos
La masiva emigración europea propiciada por el presidente chileno Balmaceda hacia 1888, la segunda guerra carlista (1872-1876), y la guerra de independencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas a fines del XIX, son algunos de los factores que laten bajo el vertiginoso crecimiento de la colectividad hispana en Chile en el último cuarto del siglo. Tras la emigración de 1888 está el auge del salitre, cuya demanda internacional aumenta extraordinariamente desde el fin de la guerra del Pacífico (1883), en la que Chile, Perú y Bolivia se enfrentaron por los territorios salitreros. La explotación del salitre exige abundante mano de obra y ocasiona un fuerte trasvase de población hacia el norte del país, e incrementa la demanda de bienes de consumo, especialmente los alimenticios. Ello obliga a expandir la frontera agrícola hacia el sur, lo que se consigue mediante el fomento de la emigración. Por lo que respecta a las guerras de independencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, baste recordar los 185.000 soldados enviados a Cuba y Puerto Rico desde marzo de 1895 a marzo de 1897, y los 25.000 enviados a Filipinas en seis meses -septiembre 1896 a febrero de 1897-. Como dice Tuñón de Lara: «esos soldados eran los más pobres de España. Por 1.500 pesetas -a 2.000 si se trataba de ser destinado a las colonias- se obtenía la liberación del servicio militar». En estas circunstancias, la emigración a América era la única alternativa que tenían los jóvenes sin recursos para librarse de la leva.
(Miles)
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Españoles en Chile ( 1854-1970)
2����---------1860 1880 1900 1920 1940 1960 (años)
Los factores de atracción que habían ejercido su influencia en la emigración finisecular se mantienen hasta los años veinte. El salitre es utilizado en la primera guerra mundial para la fabricación de explosivos y cuando, a mediados de la década, comienza su crisis a causa de la aparición de los sustitutivos sintéticos, el cobre resurge de la mano de las inversiones norteamericanas y se convierte en la nueva base de las exportaciones chilenas. En España, mientras tanto, la guerra de Marruecos comenzada hacia 1912 actuaba como un potente
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factor de expulsión, tal como se deduce del relato de Arturo Barea, testigo de aquellos hechos, cuando refiriéndose a las tropas de refuerzo enviadas en julio de 1921, indica cómo «esas unidades no fueron más que un estorbo ... los soldados de cuota, que habían pagado su dinero para no ser soldados, y ahora se les obligaba a serlo, exigían privilegios sobre los soldados de cupo ... ». Después del desastre de Annual la guerra aún continuó hasta 1927 y ello fue un incentivo más para la emigración a ultramar.
El fuerte y continuado ritmo ascendente de la emigración española a Chile iniciado hacia 1888, se quiebra bruscamente con la crisis del 29. La contracción de la demanda de materias primas hace descender el precio del cobre en más de un treinta por ciento. En el salitre la caída es todavía más espectacular: lá producción desciende de los 3,2 millones de toneladas de 1929 a las 438 mil toneladas de 1933. El desempleo alcanza cifras elevadas y el gobierno chileno se ve óbligado a limitar legalmente la cuota de personal extranjero empleado. Además, a la desaparición de los factores atractivos por parte de Chile, se une el fin de la guerra de Marruecos y, por lo tanto, de uno de los factores más decisivos en el anterior proceso de expulsión.
Desde la crisis del 29 la colectividad hispana disminuye lentamente, lo que sugiere el carácter permanente de esta emigración y la práctica desaparición de las «generaciones de relevo». El último contingente importante de emigrantes españoles a Chile tiene unas características excepcionales y muy diferentes de la emigración tradicional: se trata, como es sabido, de los exiliados al terminar la guerra civil. Aproximadamente unos cinco mil republicanos llegan a Chile. Gran parte de ellos en el barco «Winnipeg». Pablo Neruda, testigo y ejecutor de aquel traslado, ha dejado en algunas de sus más emotivas páginas una imagen imborrable de la tradicional hospitalidad de Chile para con la emigración española.
ECONOMIA Y VIDA SOCIAL DE LA COLECTIVIDAD
La historia de la colectividad española en Chile después de la independencia puede dividirse en cuatro etapas: ajuste (1818-1875), expansión (1875-1900), auge (1900-1930) y declinación (1930 en adelante).
Ajuste (1818-1875)
El primer período llega aproximadamente hasta 1875. Chile se independiza en 1818 y como consecuencia de ello se produce la natural reacción contra la ex-metrópoli. Hacia la década de 1830 la situación se normaliza y en 1847 se establecen relaciones diplomáticas. El bombardeo de V alpa-
raíso en 1866 echa por tierra todo lo andado y la colectividad española tiene que comenzar otra vez desde el principio. En 1871 se firma el armisticio, y la llegada en febrero de 1883 de la fragata española «Navas de Tolosa», sella el reinicio de amistosas relaciones diplomáticas.
Este período es, por lo tanto, de ajuste entre la antigua colonia y la ex-metrópoli, y también de ajuste para los españoles residentes en Chile, que se adaptan, no sin altibajos, a la nueva situación derivada de la independencia.
Lo que es importante resaltar en este período es que la independencia no significa una ruptura brusca entre la colectividad española y Chile, y ello fundamentalmente porque en el fondo la independencia no era tanto un problema de razas o naciones como de generaciones y clases. Un ejemplo ilustra lo dicho: el presidente chileno Manuel Bulnes, que rige el país de 1841 a 1851 era nieto de un cántabro de Potes, y su padre luchó con los «realistas» o partidarios de España, frente a los independentistas o «patriotas», entre los que estaba su hijo. Ello sugiere que el problema principal era de carácter económico y político. Como indica Mariategui: «La política de España obstaculizaba el desenvolvimiento económico de las colonias al no permitirles traficar con ninguna otra nación ... ». Los vientos renovadores del liberalismo inglés y la revolución francesa pugnaban por abrirse camino en las colonias y en la metrópoli. La constitución del 12 y el pronunciamiento de Riego en 1820 no son sino la otra cara de la moneda de lo que estaba sucediendo en América. En estas circunstancias, los españoles residentes en Chile y de planteamientos progresistas, fundamentalmente los profesionales liberales, actuaron como mediadores y crearon un clima propicio para los nuevos emigrantes desde sus posiciones de influencia en el nuevo estado. La labor de ese gran animador cultural que fue el escritor español Rafael de Minvielle, o de la madrileña Isidora Zegers que llega a Chile en 1823 y se convierte en la principal difusora de la música en el país; la influencia de los médicos, entre los que destacaban los catalanes (Creus, Casanova, Miguel, etc.), o del ingeniero Gorbea; sin olvidar el papel deManuel Rivadeneyra en los inicios de la industriaeditorial chilena desde el diario «El Mercurio»,que había adquirido en 1840, y que luego pasará aotro español, Santos Tornero, quien en 1836 habíaabierto en V al paraíso una de las primeras libreríasestablecidas en Chile como negocio especializado.Todo ello facilita el desenvolvimiento de los españoles ya establecidos y, sobre todo, de los nuevosemigrantes que comienzan a llegar por esta época.
En el plano económico, las firmas mayoristas de españoles, entre las que destacan las de José Besa y José Cervero, continuan sus actividades. En el comercio minorista la presencia española era muy significativa en la zona central de Chile. De esta
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época es, por ejemplo, la apertura en Valparaíso, por un emigrante recién llegado de Asturias, de una ferretería que será la base de las instaladas posteriormente por los emigrantes de Panes. En la agricultura también era importante la colonia española. Así, entre otros, Benito Fernández Maquieira era propietario de la hacienda « Viña del Mar», hoy famoso centro de veraneo.
Este renacer de la colectividad española se produce hacia 1850 y da lugar a la cristalización de las primeras señas de identidad. Así se fundan la «Sociedad Española de Beneficencia» de Santiago en 1854 y la «Cuarta Compañía Española de Bomberos» de Valparaíso en 1856, entre otras instituciones que agrupan a la colonia hispana, que por esta época se divierte con pequeños elencos de zarzuela y teatro procedentes de la península. Ha llegado también la hora de la filantropía y, por ejemplo, José Bayolo funda en 1856 la «Casa de Huérfanos de la Providencia». Toda esta línea ascendente se quiebra con el bombardeo de Valparaíso.
Otro fenómeno importante en este período es la progresiva sustitución de los funcionarios españoles por otros chilenos. Ocurre esto en la enseñanza laica y en la administración pública, y no es más que el reflejo de la creciente conciencia nacional. En la enseñanza religiosa, en cambio, no se produce esta sustitución: los dominicos españoles continuaron sus actividades y, además de la llegada de los capuchinos en 1842, los jesuitas abren en 1856 el colegio de San Ignacio, que tendrá una gran influencia en la formación de los cuadros chilenos.
Expansión (1875-1900)
El período de expansión de la colectividad hispana -aproximadamente de 1875 a 1900- se inicia con la guerra de Chile, Perú y Bolivia por el salitre. Como consecuencia de este enfrentamiento, Chile amplió sus fronteras hacia el norte.
El auge del salitre da lugar a un fuerte crecimiento de la colonia española, que se expande tanto en intensidad como espacial y sectorialmente. El comercio minorista español se extiende por toda la geografia chilena, y al lado de las grandes firmas mayoristas de Cervero y Besa se fundan otras nuevas (Nieto y Cía, !turbe Presa y Cía, etc.). Sectorialmente, la presencia española se hace notar también en la industria, la minería, el salitre y en nuevas formas de agricultura. Hacia fines de siglo hay más de 80 firmas industriales en el calzado, tabaco, madera, etc. En la minería, Cervero y Besa son propietarios de fundiciones de cobre en el norte, y Nieto y Cía es socia de una planta beneficiadora establecida en la región minera de Copiapó. En las salitreras destaca el empresario Matías Granja, quien establece una agencia de ventas en Londres. En la agricultura resal-
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tan dos aspectos: la plantación de vides -por ejemplo Ignacio !turbe funda las viñas Carmen y Vizcaya- y la introducción del ganado ovino en la zona austral, iniciada por José Menéndez hacia 1875.
La expansión económica y el crecimiento numérico de la colectividad ocasionan una tendencia a la consolidación en el plano social. Se reinstauran así la Beneficencia de Santiago en 1875 y la de Valparaíso al año siguiente; pero sobre todo se fundan otras instituciones nuevas: el «Círculo Español» de Santiago (1880), la «Sociedad de Socorros Mutuos» (1889), la «Décima Bomba España»
(1892) y el «Centro Español» (1895). La institucionalización se produce también en las regiones, fundándose entidades análogas en el norte y sur del país («Casino Español de !quique» , «Centro Español de Concepción», etc.). La consolidación de la colectividad llega a tal punto que en 1890 se funda un periódico: «El Noticiero Español», dedicado a los españoles residentes. El teatro y la zarzuela hacían por estos años las delicias de una colectividad que estaba llegando a su apogeo.
Auge (1900-1930)
El período de auge de la colonia española (1900-1930) se inicia con el cambio de siglo, cuando se fundan las compañías de seguros ( «Nueva España» , «Iberia» , «Compañía Española de Seguros») y el «Banco Español-Italiano»
(1900), entre cuyos fundadores está Ramón Nieto, quien creará al desaparecer éste, el «Banco Español de Chile» (1905). Este último cierra en 1925 y se reabre rápidamente, manteniéndose hasta la actualidad bajo el nombre de «Banco Español-Chile» y de nuevo en manos españolas.
El auge de la colonia española en el Chile del primer cuarto de siglo queda bien representado por un censo realizado en 1926, en el que se identificaron 2.684 firmas españolas en la industria y el comercio. Las 433 industrias manufacturaban 70 artículos y los 2.251 comercios operaban en 129 rubros. El valor de todos estos negocios se aproximaba a 840.109.800 pesos de oro de seis peni� ques. En esta época Chile tenía 4.300.000 habitantes, de los que solamente el 0,7 % eran españoles (31.761).
A pesar de lo dicho, la importancia económica de los negocios en manos de españoles disminuye conforme avanza el siglo: el comercio mayorista se contrae al finalizar la primera guerra mundial y la presencia hispana en el cobre es sustituida por la norteamericana en 1915. Rafael de la Presa lo cuenta así: «una «oportuna» e inesptrrada baja del cobre le abrió la posibilidad que buscaba a la «Chile Exploration Co.», poderosa empresa norteamericana, de comprar los yacimientos de ese mineral existentes en Chuquicamata, de propiedad de los españoles Ignacio Fernández, Manuel Alva-
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INDUSTRIA Y COMERCIO DE LA COLECTIVIDAD ESPAÑOLA EN LA
GEOGRAFIA CHILENA (1926) (El cuadrado representa el valor de los
establecimientos)
COPIAPO
LA SERENA
CONCEPCION
BOLIVIA
TROPICO DE CAPRICORNIO --
ARGENTINA
rez y, especialmente los hermanos asturianos (Libardón) Manuel y José Toyos Ruidíaz». Por otro lado, la crisis del salitre arrastra consigo a las empresas españolas del ramo en la década de los veinte.
En el plano social, la colectividad hispana funda en esta época asociaciones de carácter deportivo. Surge así la« Unión Deportiva Española» de Santiago, que construirá el «Estadio de Santa Laura», donde aún hoy juega el equipo de fútbol de la colonia, denominado «Unión Española». Por otra parte, el periódico de la colectividad, «El Noticiero Español», cierra en 1903 y es sustituido por nueva prensa hispana. Además, se editan álbums de lujo sobre la emigración española: el primero aparece en 1904 y luego se publican otros en 1916, 1919, 1920 y 1927. El teatro y la zarzuela divierten a la colectividad hasta mediados de los veinte y luego son desplazados por el cine.
La presencia de las órdenes religiosas hispanas en la educación se mantiene en este período, y aunque los españoles son sustituidos por chilenos en la compañía de Jesús, llegan nuevas órdenes como los maristas (1911), además de numerosas congregaciones para la instrucción femenina -franciscanas (1902); carmelitas (1914), etc.
Declinación (1930 en adelante)
La crisis del 29 significa el inicio de una nueva fase en la economía chilena y la lenta pero irreversible declinación de la colectividad hispana. Rafael de la Presa sintetiza el proceso desencadenado por la Gran Depresión de la manera siguiente: «Desaparecen gradualmente las grandes firmas mayoristas importadoras; otro tanto ocurre con las empresas peninsulares salitreras; cesa la influencia del género chico y de la música española, sustituida por la del cine; deja de funcionar casi por completo la «generación de relevo» ... ». La importancia de la colonia española es cada vez menor en términos cuantitativos, aunque aumenta en calidad al consolidarse. Actualmente, la colectividad es aún significativa en determinadas actividades -comercio al por menor, madera, etc.-. En el campo social desaparecen algunas instituciones, pero se fundan otras como el «Estadio Español» de Santiago.
Como ya se ha indicado, el último contingente emigratorio importante ha sido el de los exiliados republicanos; pero también es preciso resaltar la más de una docena de congregaciones religiosas españolas que desde 1930 han llegado a Chile para dedicarse a la enseñanza. Tanto los exiliados republicanos como las congregaciones religiosas comparten un mismo interés por el ámbito de la cultura. Es cierto que desde distintas perspectivas, pero en todo caso aunados al fin y al cabo por un mismo origen y un mismo destino.
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IMAGENES DE LOS EMIGRANTES ASTURIANOS
Los inicios de José Menéndez
José Menéndez nace en Santo Domingo de Miranda (Avilés) en 1846. De padre labrador, emigra a los catorce años a La Habana. Allí aprende contabilidad y joyería, al mismo tiempo que trabaja en el comercio de otro español. Seis años más tarde decide cambiar de aires y se va a los buenos de Argentina. En 1873 se casa con María Behety, una uruguaya de ascendencia vasca. Por esta época, Menéndez trabaja en una firma especializada en ferretería y elementos navales, y se hace socio industrial de la misma. Hacia 1875 viaja a La Patagonia y vislumbra las posibilidades de la zona. En 1876 se instala definitivamente en Punta Arenas. Tiene en aquel momento 30 años y ha pasado media vida viajando por América. De allí surgirá un imperio económico que le hará acreedor al apodo de «El rey de la Patagonia» -«ayer tenía yo un millón cuatrocientas mil ovejas, doce mil caballos, once mil vacas, veintiséiscasas de comercio, dos establecimientos frigoríficos, una línea de vapores de veinte mil toneladas ... », le dijo en 1915 a José Ortega y Munillacuando quiso averiguar cuánto tenía.
Una empresa de Libardón
La parroquia de Libardón está situada en la cordillera litoral de Asturias, a 55 kilómetros al este de Oviedo y entre Infiesto y Colunga. En 1970 tenía 448 habitantes de hecho, distribuidos en nueve núcleos de población, de los cuales sólo dos superaban los cincuenta habitantes y uno los cien. La actividad principal es la agricultura en su modalidad de ganadería bovina. Lo accidentado del relieve obstaculiza extraordinariamente la realización de las faenas, y las difíciles comunicaciones con el exterior impiden complementar los ingresos agrícolas con otros provenientes de actividades industriales o urbanas. En estas circunstancias, la emigración parece ser la respuesta del hombre al medio, como lo sugiere el que la población haya disminuido a la tercera parte en menos de un siglo: de los 1.240 habitantes de 1880 a los 448 de 1970. Desde 1880 a 1930 la población de Libardón disminuyó en un 20 %. Este porcentaje casi se triplica en el período 1930-1970, en el que la disminución es del 55 %. Fijándose solamente en el período de mayor emigración a América, se observa que la población disminuye en la fase finisecular -un 10 % en el período 1880-1900-, se estabiliza en las dos primeras décadas del siglo -apenas disminuye un 3 % en el período 1900-1920-, y vuelve a disminuir en los años veinte -un 8 % entre 1920 y 1930.
La emigración a América ha sido una de las salidas tradicionales de la parroquia. Alrededor de
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Placa situada en el ángulo superior derecho del frontal de la casa reproducida arriba.
1835 llega a Chile un joven libardonés de 16 años llamado Vicente Lueje de la Isla. Pronto comienza a trabajar en el comercio y, teniendo como base Valparaíso, conecta con los puertos del norte: lleva mercaderías y allí compra minerales y guano.
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Hacia 1848 reclama a dos sobrinos -Gaspar Lueje y José de la Presa- y posteriormente a otros parientes de Libardón. En 1859 les traspasa sus negocios, y vuelve a España y construye una casa en Rutroncos, lugar de Libardón donde había nacido.
Uno de los sobrinos que él había llevado -Gaspar Lueje-, participa en diversas sociedades de Valparaíso y en la fundación del «Banco Español-Italiano» y la «Compañía Española de Seguros», de la que fue director. Además, preside la «Sociedad Española de Beneficencia» de Valparaíso. A su muerte, sus negocios pasan a manos de su yerno, quien es al mismo tiempo sobrino suyo. Este último participa a su vez en diversas asociaciones de la colectividad, tales como la «Sociedad Española de Socorros Mutuos» y la «Bomba España N.0 7», ambas de Valparaíso.
El otro sobrino de Vicente Lueje -José de la Presa Lueje-, funda en 1862 una fábrica de almidón y una casa comercial cerca de Santiago. En 1873 reclama a varios sobrinos, dos de los cuales -Manuel y Francisco de la Presa Casanueva- seasocian en 1880 a la firma. La empresa prosiguesu andadura y en 1905 se forma otra nueva, entrecuyos socios están los hermanos José y Manuel dela Presa Casanueva y un yerno de este últimollamado Manuel Lueje. Mientras tanto, José de laPresa Casanueva funda en 1899 la «Sociedad Progreso de Libardón», la cual contribuirá a la construcción de la escuela de dicha parroquia. Elmismo José presidirá también el «Círculo Español» y la «Sociedad Española de Beneficencia»,antes de regresar a España en 1908. En ese mo-
mento, Manuel Lueje lo reemplaza en las entidades hispanas, en el negocio familiar y en la «Sociedad Progreso de Libardón». Esta fundará en 1915 la « Villa Asturias», precedente inmediato de la «Bolera Asturiana». La empresa de Libardón se disuelve en 1918 y Manuel Lueje fundará entonces una nueva firma dedicada a la importación de textiles y a la fabricación de camisas. Otro de los socios fundará en 1916 el «Casino Español» de Melipilla, que tendrá una vida efímera y desaparecerá en 1932, un año después de la muerte de su fundador y en plena crisis del 29.
La empresa iniciada por Vicente Lueje en la década de 1830 será una de las muchas «escuelas de negocios» que formarán a varias generaciones de emigrantes españoles. Como dice Rafael de la Presa: «en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX no hubo hijo de Libardón (Asturias) o de las poblaciones cercanas que no· llegase a trabajar con los Lueje o los De la Presa, muy vinculados entre ellos por lazos de consanguinidad o de comercio». Así, en 1904 se retira de la empresa Clemente Rosales, quien se une a otro antiguo empleado de la firma y funda un negocio, al que más tarde se asocia un concuñado que acaba de dejar la empresa matriz. En 1931 otro asturiano, Ramón Gallego, antes jefe del departamento de calzado de la firma inicial, se traslada hacia el sur y establece en Linares una tienda del mismo ramo. Estos son algunos de los ejemplos que se podrían traer a colación para ilustrar cómo bajo el alero de una empresa inicial, se forman
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otras por la misma familia y por algunos de sus ex-empleados, y cómo esto hace que se extienda la actividad a lo largo del país. En este caso la empresa se inicia en Valparaíso, se prolonga hacia la capital, instalándose en sus cercanías, y luego se dispersa por el resto del país.
Los ferreteros de Panes
La parroquia de Panes está situada en el concejo de Peñamellera Baja, en el extremo oriental de Asturias, a 125 kilómetros de Oviedo y en la frontera con Santander. En 1970 tenía 934 habitantes de hecho, localizados en cuatro núcleos de población: casi dos tercios en la capital del concejo -Panes, 599 habitantes-, y los demás en Suarías -151 habitantes-, Cimiano -138 habitantes- y Colosía -46 habitantes-. En el caso de Panes actúan dos fuerzas opuestas que explican el casi nulo aumento de la población en noventa años -sólo un 4 % en el período 1880-1970--. Por unlado, y como factor de expulsión, actúa su situación p�riférica, que fomenta la emigración. Porotro, contrarrestando la anterior tendencia, operasu carácter de capital del concejo, que retiene lapoblación en el sector terciario.
En Panes, en la aldea de Suarías, nace Fernando de la Vega Corees, quien llega a Valparaíso hacia 1832. Allí comienza a trabajar con un cerrajero. En 1840 contrae matrimonio con una hija de mi compatriota y abre un local propio con diez mil pesos ahorrados y otros tantos aportados por su
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suegro. Un sobrino suyo, José de la Vega, abre en 1886 una tienda en Santiago, que, al decir de un cronista, «sería la fundadora de las ferreterías españolas establecidas en Santiago, pues en ella hicieron su aprendizaje comercial casi todas las personas que hoy son socias o propietarias de otras firmas del ramo». En 1902 se amplía el negocio con la incorporación de un hermano y un primo. Este último era además nieto y sobrino de Fernando de la Vega. La empresa continúa en manos familiares hasta· hoy.
En 1926 había en Chile 76 ferreterías propiedad de emigrantes españoles: 8 en el norte, 16 en Valparaíso, 37 en Santiago y 15 en la zona centro-sur.
Ferreteros de Panes en Chile
Fundador
Fernando de la Vega José de la Vega José Colosía Luciano Hoyos Fernando Noriega Hnos. Hoyos Manuel Bueno Francisco Bueno y otros Mauricio Barrena José Vega
Firma
«El Serrucho» «El Candado» «El Candado» «El Mono» «Londres» «San Roque» «El Candado» «La Reina»
Actualmente, la colonia asturiana mantiene su presencia en el ramo ferretero. Como mínimo unas veinte ferreterías están regidas por asturianos en Chile: desde Antofagasta a Concepción y de Valparaíso a Santiago.
NOTAS FINALES
Las imágenes anteriores muestran tres secuencias consecutivas del proceso emigratorio: los inicio�, representados por los primeros pasos de un pionero como José Menéndez; la consolidación, vista a través de una empresa llevada a cabo por las gentes de Libardón; y la dispersión, protagonizada por los ferreteros de Panes. Por otro lado, la economía y la vida social de la colectividad emigrada permite sumir este proceso singular dentro del marco general en el que se desenvuelve. Todo ello en conjunto refleja algunas de las constantes estructurales de la emigración española en América. Por ejemplo, y refiriéndose sólo a tres aspectos, capta la importancia del parentesco y Ta vecindad, revela los espacios y sectores involucrados en el proceso, e insinúa el significado de las instituciones sociales y benéficas.
La importancia del parentesco y la vecindad en la emigración española a América radica en su carácter de mediadores entre el capital y el trabajo. El familiar o el vecino que emigra para incorporarse a la empresa ya establecida, es simul-
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táneamente un obrero. Al principio, los lazos de parentesco o vecindad facilitan al empresario un trabajador inmejorable, quien, a su vez, encuentra en la empresa el cobijo necesario en sus comienzos en el nuevo mundo; y cuando, poco a poco, emergen ante los ojos del recién llegado los aspectos puramente laborales de la relación, actúa de nuevo el parentesco: bien mediante la asociación a la empresa o bien a través del matrimonio.
Espacial y sectorialmente, la emigración española a América parece caracterizarse por la oposición de los sectores y espacios de origen y destino: de la agricultura del mundo rural, el único capaz de generar un excedente en los inicios de la
Año de fundación
1840 1866 1896 (antes) 1896 1908 1909 1912 1920 1924 1924
Localización
Valparaíso Santiago Talca Curicó Valparaíso Valparaíso Santiago Santiago Rancagua Santiago
industrialización, al comercio colonial concentrado en las grandes ciudades. Así, el trasvase sectorial va acompañado del movimiento espacial: de la periferia del centro al centro de la periferia.
La fundación de instituciones sociales y benéficas -tanto en España como en América- es una forma de acercamiento, una manera de enfrentarse a la enajenación que se deriva de extrañar el origen y ser extraño en el destino. El que vuelve a España recupera parcialmente la identidad perdida al construir la «casa del indiano», cuyas formas revelan su personalidad dividida; y si en la. casa se conoce, en las obras benéficas se reconoce: vuelve a su pasado, adivina las causas y pone los remedios. Los que se quedan en América adquieren conciencia de su nueva identidad y la plasman colectivamente creando «sus» instituciones sociales, al mismo tiempo que se legitiman ante su destino por medio de la filantropía.
(*) Este artículo ha sido posible gracias al apoyo del ICI y a la iniciativa de José Luis García Delgado. Una primera versión fue discutida con mis compañeros del Departamento de Estructura Económica de la Universidad de Oviedo, en febrero de 1982. Arturo Casielles me guió por los pueblos de la emigración asturiana y Ovidio Rea se encargó de la parte fotográfica. A todos ellos quiero agradecerles su ayuda y sus comentarios, no siempre reflejados fielmente, por lo que no cabe hacerles responsables de las posibles insuficiencias del producto final.