la ciencia de la sociedad, niklas luhmann (capitulo 1, 2 y 3)

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A U T O R E S , T E X T O S Y TEMAS CIENCIAS SOCIALES Colección dirigida por Josexto Beriain 10

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luhman

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  • A U T O R E S , T E X T O S Y T E M A S

    CIENCIAS SOCIALES

    Coleccin dirigida por Josexto Beriain

    10

  • Niklas Luhmann

    La Ciencia de la Sociedad

    Traduccin de Silvia Pappe, Brunhilde Erker y Luis Felipe Segura.

    Bajo la coordinacin de Javier Torres Nafarrate.

    !HK

    LA VERTADNOS HARA UBRES UNIVERSIDAD

    IBEROAMERICANA

    w l t e s o

    Al M m m m . EDITORIAL DEL HOMBRE

  • jtadcT

    JBRO UNICO UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO CENTRO DE INFORMACION ACADEMICA

    Luhmann, Niklas. La ciencia de la sociedad / Niklas Luhmann ; traduccin de Silvia

    Pappe, Brunhilde Erker, Luis Felipe Segura ; bajo la direccin de Javier Torres Nafarrate.

    516 p. : 23 cm. (Autores, textos y temas. Ciencias Sociales ; 10)

    1. Sistemas sociales. 2. Diferenciacin (Sociologa). I. Pappe, Silvia. II. Torres, Nafarrate, Javier. III.t. IV. Serie.

    HM 131 / L918 / 1996

    BIBLIOTECA _ Titulo en aleman clA8iFtCAClON . Die Wissenschaft der Gesellschaft Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1990 ISBN 3-518-58065-5

    NO. ve FOB-.-O . J Primera edicin en espaol: 1996 ( ^ . ... -

    Suhrkamp Verlag, 1990 ^ J M M & - - Universidad Iberoamericana, A.C., 1996 ^ J" .

    Prol. Paseo de la Reforma 880 Col. Lomas de Santa Fe 01210 Mxico, D.F.

    En coedicin con el Instituto Tecnolgico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Guadalajara, Mxico, y Editorial Anthropos, Barcelona, Espaa.

    ISBN: 968-859-211-0 ISBN: 84-7658-491-1

    Fotocomposicin e impresin: Diseo y Letras, S.A. de C.V. Cuenca No. 1 A. Col. Alamos. Mxico, D.F. Se tiraron 2,000 ejemplares.

    Impreso y hecho en Mxico -Printed and made in Mxico -

    Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida, ni todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio , , sea ' mecnico, fotoqumico, electrnico, magntco, electroptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso ; \ previo por escrito de la editorial. ' .

    W,

  • Indice

    Prlogo y

    Captulo 1 Conciencia y Comunicacin 13

    Captulo 2 Observar 55

    Captulo 3 El Conocimiento 93

    Captulo 4 Verdad 125

    Captulo 5 La ciencia como sistema 195

    Captulo 6 Reducciones correctas 261

    Captulo 7 Reflexin 335

    Captulo 8 Evolucin . - . . 389

    Captulo 9 Ciencia y Sociedad 435

    Captulo 10 La modern idad de la ciencia 493

    ndice de materias 505

    UZV a m i n f r i a s

  • prlogo

    Con el ttulo de La Ciencia de la Sociedad queremos indicar que la ciencia n o ser tratada aqu como u n observador que oscila l ibremente sobre el m u n d o , sino como una empresa de la sociedad que p roduce conocimiento, y fo rmulado con mayor precisin, como el sistema funcional de la sociedad. En este sentido, nos ubicamos en el mismo p l ano d e las investigaciones sobre la sociedad relativas a su economa , poltica, derecho, etctera.

    Sin embargo, en el mbi to de la ciencia nos topamos con u n a af i rmacin prefe-rencial d e t e r m i n a d a po r la tradicin; n o como en el caso de la poltica, p o r u n a posicin en la sociedad, sino por u n a posicin acerca de ella.

    Porque si queremos conocer la sociedad, el p r imer paso es hacerse cargo d e las condiciones de posibi l idad del conocimiento, y sta es u n a tarea que ha de llevarse a cabo antes de que nos ocupemos de ste o de cualquier otro objeto.

    Ahora bien, dnde vamos a situar esta posicin que se encuentra fuera de la socie-dad? Y adems suponiendo que esa posicin fuera posible, quin estara en condicio-nes de observarla?

    In f lu ida p o r los anlisis l ings t icos , la f i losof a ana l t ica ha p o d i d o d a r pa -sos i m p o r t a n t e s p a r a i n t e g r a r las cond ic iones sociales en la e p i s t e m o l o g a al c e n t r a r s e en las a severac iones y el d i scurso pb l i co c o m o f o r m a s d e b s q u e d a de la v e r d a d .

    Sin embargo, la orientacin hacia el l engua je ha d e t e r m i n a d o que todo esto ten-ga lugar sin una dosis aprop iada de teora de la comunicacin, y con esto se ha evitado tan to ms el contacto con los cientficos sociales cuyo proceder era bastan-fe i n g e n u o d e s d e el p u n t o de vista filosfico. Ni las f o r m a s rad ica les d e u n constructivismo socioepisteinolgico, ni las del p rog rama fuer te de investigacin sociocientfica pe rmi t an aqu un enlace, p o r lo que la brecha ha provocado u n buen n m e r o de estriles controversias y malentendidos .

    Nuestra pretensin es superar este impasse con la tesis de que una teora del conoci-miento apropiada debe ser adecuada a una sociedad fncionalmente diferenciada. Esto es, una teora del conocimiento debe tener en cuenta la diferenciacin de un sistema funcional de la ciencia y hacer de esta posibilidad misma un objeto de reflexin.

    Es posible que la nica mane ra en la que la filosofa pud ie ra reivindicar su dere-cho a voz sea a h o n d a n d o en los problemas epistemolgicos y considerarlos como

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  • cuestiones previas, es decir, cuestiones que exigen u n a clarificacin previa al inicio d e la investigacin cientfica p r o p i a m e n t e dicha, o bien considerarlos como proble-mas que no p u e d e n ser elucidados po r medios empricos.

    En consecuencia, la filosofa se encuent ra obligada a p r o p o n e r distinciones den-tro d e las cuales ella misma p u e d a encont ra r su lugar. La distincin analtico/sintti-ca consagrada po r Kant constituye hasta la fecha la ofer ta ms exitosa al respecto.

    Las ciencias cognitivas (que en nuestros das son p redominan tes ) p roceden , sin embargo , de m o d o diverso. C ie r t amen te con frecuencia pa r t en de u n p u n t o que desde u n a perspectiva epistemolgica n o ha sido objeto de reflexin crtica. Es de-cir, p r e s u p o n e n que existe u n a real idad a la que p o d e m o s aprox imarnos con apara-tos epistemolgicos susceptibles de u n a investigacin emprica, aunque p u e d a darse u n g r a d o de dependenc ia sistemtica s u m a m e n t e diverso. Estas disciplinas desarro-l lan u n a especie de constructivismo que resuelve su p rob lema de la rea l idad de m a n e r a plural. U n constructivismo as se presenta en el caso de Lorenz y d e otros, lo que resulta provechoso para la vida como una referencia al m u n d o externo.

    Sin embargo, con ello n o se da una solucin satisfactoria al p rob lema del conoci-m i e n t o (y en este p u n t o habra que reconocer lo ju s to d e las pre tensiones de la filosofa), sino slo se le abandona de m a n e r a plural.

    En el m o m e n t o mi smo en el que Bol tzmann enuncia las leyes de la t e rmodinmi -ca sin que p u e d a n ser verificadas en el p l ano molecular de la mater ia , se p lan tea u n p r o b l e m a adicional: el de la real idad de la probabi l idad de la entropa .

    Probabil idad es u n concepto que p r e supone u n observador. Ahora b ien observa el observador su p rop io decaimiento te rmodinmico? Se observa a s m i s m o como su p rop io objeto? O ms bien se ve obl igado por sus propias observaciones, e inde-p e n d i e n t e m e n t e de quin sea, a concluir las condiciones de posibil idad prec isamen-te d e estas observaciones (en este caso, negentropa)?

    La gent ica n o impor t a cul sea su t ipo enf ren ta el m i s m o problema. Quin o q u es lo que r e a l m e n t e discr imina la construccin d e u n cierto o rden? Cier ta-m e n t e n o es la informacin la que lo hace. Debemos con j e tu r a r la existencia d e u n observador, o de p lano suponer, como hace Ranulph Glanville, u n a autoobservacin c o m o discr iminacin constructiva de los objetos?

    Casi todas las discipl inas se i n t e re san en la ac tua l idad en este t ipo d e p rob le -m a s ; d e s d e la fsica has ta la sociologa, p a s a n d o p o r la biologa , la neurof s ica , la ps icologa y la l ingst ica. El p r o b l e m a socioepis temolgico de la v e r d a d se ha conve r t i do en u n p r o b l e m a d e todas las disciplinas. Podemos s i e m p r e p r e g u n -t a rnos p o r las condic iones fsicas, l ingst icas y sociolgicas del conoc imien to ; p e r o la investigacin que se lleve a cabo en to rno a ello debe ser s iempre autolgica, es decir, d e b e t e n e r e n cuen ta las consecuencias que d e all se d e s p r e n d a n p a r a n u e s t r a p r o p i a act iv idad.

    U n crculo de este t ipo n o es, en fo rma alguna, vicioso. Lo nico que debemos hace r es estar a tentos a la conversin de los resultados de investigacin en condicio-nes d e la misma, y tomarse tambin t i empo pa ra ello. La teora emprica debe ser suf ic ien temente comple ja p o n i e n d o en tela de juicio la idone idad de u n a lgica bivalente como para p o d e r realizar la inferencia autolgica. Comparadas con los resul tados y el progreso alcanzados a este respecto, las teoras del conocimiento

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  • l a b o r a d a s de m a n e r a au tor re fe renc ia lmente aversiva o que se sirven pa ra esto de r m r a s ) causan ms bien u n a impres in secundaria.

    El caso de Popper ilustra f e h a c i e n t e m e n t e la m a n e r a en que esas teoras se n a n t a n a n en sugerencias metodolgicas, que por supuesto estarnos s i empre dis-

    Cuestos a tomar en consideracin y a r ecomendar que sean observadas. P Evidentemente, una licencia general para llevar a cabo una investigacin autolgica

    ,nt iene rea lmente pocas instrucciones. No explica todava, po r e jemplo , c m o hay llevar a cabo esa investigacin. A este respecto las disciplinas cientficas d e b e n

    'por tar su prop io apa ra to terico, co r re spond ien temen te revisado; en esta obra nos ocuparemos de la sociologa.

    En el contexto d e una teora general de los sistemas sociales autopoiticos, descri-bimos la ciencia como u n sistema funcional de la sociedad m o d e r n a que ha p o d i d o diferenciarse ba jo condiciones histricas de marco social y convertirse en u n a uni-dad operativa propia , es decir, en condiciones pa ra diferenciar lo ve rdade ro d e lo que n o lo es.

    La autoobservacin del m u n d o por pa r t e de los fsicos n o t iene que ser so lamente fsica y vital, sino que tambin debe ser posible socialmente; pe ro esto requiere d e la diferenciacin de u n sistema social d e la ciencia. Sin embargo, para ello debe ser satisfecha una serie de condiciones previas muy diversas. Debe llevarse a cabo u n gran n m e r o d e acoplamientos estructurales entre sistema y en torno , de tal m a n e r a que la un idad operativa, la autoorganizacin, no impida , sino que haga posible el t rabajo recursivo en curso con la distincin entre autorreferencia y heterorreferencia .

    La posibilidad de todo esto nos es famil iar en el p lano de los f en m en o s cotidia-nos. C m o es que todo esto resulta posible constituye prec isamente el t ema d e la investigacin que aqu nos p roponemos . Por lo dems , el hecho d e que el p rob lema se p lan tee como u n a cuestin acerca del cmo, da realizacin inmedia ta a la inferen-cia autolgica del resul tado a la investigacin.

    E x p r e s a d o d e m a n e r a ms sencilla: lo que nos p r o p o n e m o s es asociar la teor a d e la d i fe renc iac in func iona l con el rad ica l i smo a p a r e n t e m e n t e inevi tab le en nues t ros das d e los p l a n t e a m i e n t o s ep is temolgicos ; pasa r d e aqul la a stos y viceversa.

    Se t ra tar a en tonces , en p r i m e r lugar, de una contr ibucin a la teor a d e la sociedad m o d e r n a . Pero al m i smo t i empo , nues t ra investigacin debe ac larar cu-les son los conceptos epis temolgicos que esta sociedad gene ra deb ido a la f o r m a d e su autodi ferenciac in . Y tambin , c o m o un resu l tado secundar io : qu tan in-suf ic iente resul ta c o n f o r m a r n o s con conceptos c o m o relat ivismo, p lu ra l i smo o p o s m o d e r n i d a d ?

    El lector impacien te observar un considerable n m e r o de redundanc ias y repe-ticiones, t an to en relacin con otras d e mis publicaciones como den t ro del libro m i s m o que en este m o m e n t o t iene an t e s. Sin embargo, se m e h a crit icado con frecuencia lo concen t rado de mi redaccin. Espero que lo que parece u n t rmino m e d i o ent re estos dos extremos rep resen te una solucin defendible .

    Por lo dems , la dificultad de presentar el texto de m a n e r a lineal ha sido en g ran m e d i d a la causa de las repeticiones en la exposicin. El curso que la ref lexin h a de seguir es demas iado comple jo como p a r a una presentacin de este gnero . En rea-

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  • l idad, las repeticiones, lo mismo que las anticipaciones justifican una arqui tectura terica n o lineal1.

    Las ideas fundamen ta l e s de este libro fue ron presentadas y discutidas en u n ma-nuscr i to provisional en u n seminar io de la Universidad de Bielefeld d u r a n t e el se-mestre de invierno 1987-1988. Esta p rueba de resonancia condujo a una reelaboracin a f o n d o del manuscri to . Quiero agradecer a los part icipantes, sobre todo a los miem-bros del G r u p o de Investigacin Cientfica de la univers idad sus valiosas crticas y sugerencias. Me resta ahora decir, como es comn, que los errores que an persistan son d e m i entera responsabil idad.

    Niklas L u h m a n n Bielefeld, marzo d e 1990.

    1 Cfr. en relacin con este mismo problema, G.J. Klir, Architecture of Systems Problem Solving, N.Y., 1985, pp . viii y ss.

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  • Captulo 1

    Conciencia y Comunicacin

    i Es usual hablar de conocimiento y ciencia sirvindose d e u n a conceptualidad refer ida al sujeto. De acuerdo con ello, el sujeto del conocimiento es el hombre o, en todo caso, la conciencia del hombre , o posiblemente el peculiar colectivo de la conciencia tras-cendental del ser h u m a n o .

    Es muy difcil imaginar el conocimiento sin un po r t ado r de este tipo. En algn lugar del m u n d o debe existir, y ser susceptible de adjudicacin, examen y perfeccio-namiento. Inclusive cuando estamos filosficamente inspirados y concebimos al suje-to de m a n e r a ex t ramundana , no resulta demasiado problemtico ir a buscarlo en la esquina ms cercana y preguntar po r l.

    Pero tambin el conocimiento acerca d e los criterios y los controles del conoci-miento se in t roduce en el m u n d o , en l t ima instancia, a travs de la representac in h u m a n a . Y si n o lo percibimos d i rec tamente en los hombres , es decir, lo hemos ledo en libros, t enemos que recordar que los libros t ienen u n autor, Kant, p o r e jemplo 1 .

    La investigacin que aqu e m p r e n d e m o s d e p e n d e de que nos apa r t emos de esta convencin atributiva; d e cualquier mane ra , in ten ta remos proceder como si esto fuera posible.

    Ahora bien, p a r a que esto p u e d a lograrse es necesar io caracter izar en u n pri-m e r captulo prec isamente esa convencin, del inear sus consecuencias y aden t ra rnos en u n a al ternat iva terica.

    La atribucin de conocimiento a algo que en la comunicacin se des igne como hombre , sujeto, conciencia, individuo, ha tenido eno rmes consecuencias. Ya en la f i losofa g r iega las controvers ias se d i r iman en el m a r c o d e esta convenc in co t id ianamente plausible.

    C u a n d o , p o r e jemplo , en el Teeteto se aborda el p rob lema de si el h o m b r e es la m e d i d a de todas las cosas, la atr ibucin de conocimiento al h o m b r e es algo que n o se p o n e en duda ; lo nico que se hace es negar, en n o m b r e del logos que cada u n o de nosotros p u e d a da r lugar, a su modo , a u n criterio d e ve rdad y fa lsedad.

    1 Los usos estilsticos medievales que hacan hablar al libro como a un autor no han sobrevivido. No sera absurdo retomarlos, puesto que, en ltima instancia, en realidad, por lo menos en cuestiones cientficas, el contenido del libro como lectura debe originalmente muy poco a su autor.

  • En rea l idad , parece na tu ra l s u p o n e r que el conoc imiento existe en t odo aqul a qu i en se p u e d a p regunta r , pa r a luego n i c a m e n t e d i spu ta r la a rb i t r a r i edad subje-tiva del ju ic io y seguir t r a b a j a n d o en ese p rob lema . Por lo dems , t a m p o c o en las controvers ias tardas acerca del rea l i smo y el nomina l i smo se puso en d u d a la localizacin del conoc imien to en el h o m b r e . En el curso de tales controversias , s te se convirt i, cada vez ms, en u n a instancia d e su p r o p i o conocimiento . En c ier to sent ido , se p iensa , el h o m b r e t iene el privilegio d e p o d e r equivocarse el m u n d o n o se equivoca sobre s m i s m o y p o r ello es responsable t a m b i n d e la correccin de sus yerros .

    Mient ras ms claro f u e que la negat iv idad n o d i spone d e un lugar en el m u n d o , p u e s t o que n a d a nega t ivo p u e d e ser, ms se estuvo obl igado a ubicar el conoci-m i e n t o (cuya base era la superacin d e los errores) c i e r t amen te en el h o m b r e , p e r o al m i s m o t i e m p o a localizarlo t r a n s m u n d a n a m e n t e . Mient ras ms se recono-ci en la observacin empr ica un i n s t r u m e n t o pa ra la adquisicin de conoc imien-to y control del mismo, ms indicaciones se le p r e sen t aban al observador p a r a s u p o n e r la existencia d e algo n o emp r ico en s mismo. Y mien t ras m a y o r f u e la acep tac in de esto en relacin con la lgica, tuvo que reduc i r se aun ms el m u n d o m i s m o a algo algico.

    Inclusive los axiomas de la lgica, po r e jemplo, el pr incipio de n o contradiccin, carecan de u n correla to real. Porque es u n hecho que si queremos demos t ra r que el m u n d o existe de m a n e r a contradictoria o consistente, t enemos que echar m a n o de la p r u e b a prec i samente de este principio*.

    Q u e el h o m b r e haya sido visto f ina lmente como el sujeto de su conocimiento p u e d e en tende r se como u n a residualizacin de su carcter de portador , c o m o una especie de semntica transitoria a f e r r ada todava a la atr ibucin al hombre , a pesar d e la conciencia creciente de la diversidad tnica, de la diversidad de costumbres y creencias, y de la individual idad de los hombres , pero que ya no p u e d e localizar esta atr ibucin de m a n e r a emprica, sino que la localiza tan slo en s misma.

    Sin embargo , en vista de la inmensa comple j idad del carcter de ta l lado y de la r p ida variabil idad del conocimiento cientfico, este sujeto se convierte en u n a qui-m e r a , o como en Husserl , en u n rebe lde que explica que ni sus experiencias vitales y concretas en el m u n d o , n i su creacin originaria de sent ido son tomadas suficien-t e m e n t e en cuenta en la ciencia. Si adems tenemos un rechazo de la experiencia cientfica po r pa r t e del sujeto (debido a que aqulla slo es posible en conceptos), lo ms na tura l parece renunciar co m p l e t am en te a la distincin entre lo empr ico y lo t rascendental 3 .

    D e j a n d o de lado todos los supuestos tericos especficos que t ienen que ver con la conc ienc ia , la r a z n , la sub je t iv idad , p o d e m o s ca rac te r i za r u n a t eor a c o m o

    2 Cfr., por ejemplo, Atlan, H., A tort et raison: Intercritique de la science et tlu mythe, Pars, 1986, en especial, pp . 141 ss.

    5 Si conservamos, corno hace Lyotard en Le diffrend, Pars, 1983, p. 51, esta distincin, construyndola como un crculo, llegaremos al mismo resultado. La distincin tena su sent id 0 como asimetra; la reasimetrizada se cancela a s misma.

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  • ndendei i ta l cuando no pe rmi t e el cues t ionamiento d e las condiciones del co-t r a s . n e n t o por pa r t e de los resultados del conocimiento. Las teoras t rascendenta-r l c l j ) S t r l lyen cualquier inferencia autolgica que recaiga en s mismas. ' e S e j c o n t r a r i o , podemos l lamar empricas o naturalistas aquellas teoras del

    f Acento que n o reclaman para s n ingn estatus excepcional en la esfera d e los c n C el conocimiento, y que p u e d e n ser afectadas y l imitadas po r la investiga- n emprica en el alcance de las opciones abiertas al conocimiento4 . ^ C o n c e d e r e m o s valor a esta enseanza, por lo que renunciamos a la distincin emprico t r a s c e n d e n t a l que slo es requerida por aquellas teoras del conocimiento cuyo enfoque es t r a s c e n d e n t a l .

    La idea de que el conocimiento es s iempre el conocimiento de u n suje to y de que un sujeto es s iempre conciencia individual ha sobrevivido al d e r r u m b e de la distin-cin entre lo empr ico y lo t rascendental . Todava en nuestros das, en especial en los mbitos filosficos5, aunque tambin en la vida ordinaria , p u e d e considerarse como una concepcin dominan te . C ie r t amen te p o d e m o s llegar hasta la suposicin de una conciencia const i tut ivamente irreflexiva, no refer ida opera t ivamente a u n autoconocimiento y procesadora d e los eventos de la conciencia; es decir, p o d e m o s llegar hasta el umbra l de lo que en lo que sigue l lamaremos autopoiesis. Pero n o podemos ir ms lejos. Y sobre todo, seguimos adhi r indonos a la tesis de que el sujeto consciente constituye el nico caso de este tipo.

    Finalmente, la filosofa analtica ha m a n t e n i d o u n a distincin cor respondien te de acuerdo con la fo rma , pero la ha t ras ladado del suje to al lenguaje . En relacin con el lenguaje , lo que le interesa n o es la comunicacin, sino las reglas, que a su vez y con u n carcter borroso d e t e r m i n a d o p o r la teora, deben constituir el f u n d a m e n -to de u n a epistemologa; naturalizada.

    Sin embargo, esta distincin d o m i n a n t e ent re lo analtico y lo sinttico n o p u e d e ser f u n d a m e n t a d a d e m a n e r a lingstica, pues p r e s u p o n e u n acceso n o empr ico a suposiciones cognoscitivas. A su vez, la lingstica t iene que arreglrselas luego con una distincin igua lmente n o emprica ent re l engua je y meta lenguaje 6 .

    Todas estas suposiciones desaparecen cuando, con ayuda de la sociologa, pasa-mos del l engua je a la comunicacin, e n t e n d i e n d o po r sta u n a operacin dada s iempre de m a n e r a fctica y que resulta emp r i camente observable.

    Las ciencias q u e se e n f r e n t a n d i r e c t a m e n t e a la c o m p l e j i d a d de las re lac iones empr icas n o suscr iben ya, d e s d e hace m u c h o , esta tesis. C o m o r e su l t ado d e u n a larga t rad ic in , que es t a m b i n clara en lo que se r e f i e re a la a t r ibuc in d e cono-c imien to a los h o m b r e s , es pos ib le cons ta ta r u n a c ier ta ideal izacin del observa-d o r e n la f o r m a d e u n comple jo d e m e d i d a s y clculos. Esto es p a r t i c u l a r m e n t e

    4 Es bien conocido, por supuesto, que precisamen te esta opcin en relacin con el carcter limitable de las opciones permite al trascendentalista argumentar tu quoque. Esto no nos afecta mientras permanezca dentro de tales lmites.

    5 Un panorama de las discusiones actuales al respecto se encuentra en Frank, M., Die Unhintergehbarkeit von Individualitat, Francfort, 1986.

    6 Cfr. Antony, L.M., "Naturalized Epistemology and the Study of Language" en Shimony, A./Nails, D. (eds.), Naturalistic Epistemology: A Symposium of two Decades, Dordrecht, 1987, pp. 235-257.

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  • v l ido en re lac in con la fsica m o d e r n a , la cual ref le ja ms b ien los e fec tos d e sus i n s t r u m e n t o s que los d e las p e r s o n a s que la ut i l izan. U n o estar a r e a l m e n t e t e n t a d o a r e n u n c i a r a la vers in sub je t iva ' y a hab la r s o l a m e n t e d e obse rva r o d e las observac iones .

    Sin embargo, una cautela de este t ipo n o es de mucha ut i l idad, si con tamos con u n a nica posibil idad d e identif icar al observador, e identif icarlo como ser h u m a n o . Podemos describirlo, como es usual, de m a n e r a abstracta, t o m a n d o en cuenta la circunstancia d e que el h o m b r e hace ms que s implemente observar. Pero en l t ima instancia, se cont ina supon iendo pa ra lo que designamos como observacin y en consecuencia, como conocimiento u n solo sistema de referencia, el hombre 8 . Pero por qu tenemos que concretar p o r m e d i o del ser h u m a n o como sistema d e refe-rencia lo que ent ra a f o r m a r pa r t e del proceso de produccin y reproducc in de conocimiento , cuando sabemos que con ello nues t ra designacin es demas i ado am-plia (y a la vez, demas iado estrecha)?

    Al m i s m o t i e m p o , la soc iedad m o d e r n a , con su ex tenso saber h i s t r i co y cul tura lmente comparativo, se obliga a s misma a u n reconocimiento de la relatividad d e todas las concepciones del m u n d o y, p o r lo tanto, de todo conocimiento . En nuest ros das esta af i rmacin resulta vl ida inclusive para las ideas acerca del t iem-po, del espacio, del color, etctera, esto es, pa r a las percepciones de fo rma Gesta.lt de todo tipo.

    Parecera , en pr inc ip io , que la relativizacin y la subjet ivacin se apoyan rec-p r o c a m e n t e , p r o p o r c i o n a n d o u n a a otra a rgumentos . Este es p rec i samen te el p u n -to e n el que hace h incap i la he rmenu t i ca histrica (o d e las ciencias del espr i tu) d e la filosofa de la v ida de Dilthey.

    Sin embargo, con la atr ibucin al h o m b r e implcita en el concepto de su je to se t ransmi te la idea d e que s iendo las concepciones del m u n d o algo relativo y subjeti-vo, p o d r a n ser algo que es objeto de u n a eleccin. Parecera entonces que p o d e m o s decidirnos po r sta o p o r otra concepcin del t iempo, del espacio, de las cosas, de los smbolos9 . Pero ste n o es el caso. Si par t imos del ser h u m a n o individual c o m o sujeto, encont ra remos que su part icipacin en las relaciones de comunicacin socia-les hace que sus concepciones se encuent ren tan socializadas que las nicas l iberta-des d e decisin existentes sean aquellas que socialmente resul tan inteligibles. En este relativismo que tenemos que aceptar n o hay n inguna arbi t rar iedad, s ino tan slo la d e m a n d a de los condicionamientos que de t e rminan el cmo de las distincio-nes. Pero esto equivale a u n a cuestin emprica, a una cuestin dirigida al observa-do r p o r los observadores.

    7 Hasta ahora nadie habla de el (la) observador(a), pe ro p ron to ocurrir si es que no pensarnos rpida-m e n t e en algo mejor.

    8 Vase esta paradjica y poco just ipreciada descripcin en Atlan op. cit. [ver nota 2], p p . 228 ss. Car / observatewr phisique n'est pas un twmme mais un systme ideal comtitu par un appareil de mesure et un physicien ideal, c'est dir un hamme idalis capable de dteder defagon objective les indicatwns de l'appareil de mesure et de les interprter dans le cadre de la connaissance physique (subrayados de N.L.).

    9 En relacin con la crtica d e esta premisa, vase tambin Fuller, S Social Epistemology, Bloomington, 1988, p p . 124 ss.

    1 6

  • rj j ja de las consecuencias de una epistemologa tan natura l izada ( t rascenden-da) e s e ' p l an teamien to de fuer tes exigencias a la autorreferencia , la circuns-

    ta l , z a r e q u e r i r una descripcin exacta de los procesos de cognicin empr ica y la t a , 1 ( ' i(lad de ir ms all de la u n i d a d de referencia hombre. Seguramente , lo que I lCC

    i e quera decir con este p rog rama es que estamos obligados a considerar el Q l U n t j m i e n t o como u n a accin humana 1 0 . Pero n o p o d e m o s de tenernos all cuando c n ? ' n c o n s i d e r a m o s las condiciones sociales de la investigacin cientfica11. Con r'jl ^ , lClquiere impor tancia empistemolgica el problema f u n d a m e n t a l de la relacin ntre individuo y sociedad; aunque prec isamente con ello resulte circular p a r a la

    Comprensin de este problema. En pr imer lugar, ocupmonos de este crculo con u n a constatacin incuestiona-

    ble Una sencilla ref lexin mues t ra ya que el hombre , cons iderado en su total idad, n o conoce. Conocer t iene lugar deb ido a la posibilidad d e equivocarse. La vida e inclusive el cerebro, n o p u e d e n errar. La vida participa de m a n e r a decisiva en la produccin de concepciones verdaderas y falsas, y tanto la u n a como la otra son producidas po r ella de la misma m a n e r a , con las mismas operaciones, con los mis-mos aparatos.

    Por lo tanto, si de a lguna m a n e r a queremos atribuir conocimiento al ser h u m a n o , debemos referir lo a su conciencia y reconocer en todo caso a la vida una part ic ipa-cin necesaria para hacer posible las observaciones discriminantes, y en particular, para hacer posibles los errores12. La atribucin al hombre es entonces u n artefacto, una construccin, p o r lo que el p rob lema se convierte en la de te rminac in d e cmo y pa ra qu se elabora y utiliza. Es claro que una convencin cor respondien te en lo que se refiere a la comunicacin del saber resulta imprescindible. Pero si acep tamos esto no se convierte la comunicacin en la observacin que utiliza al h o m b r e nica-men te pa ra p o d e r cont inuarse ( independ ien temen te de lo que p re t enda con esto)?

    Podemos l legar al m i smo problema si pensamos en cmo es que se da en genera l la percepcin de u n a distincin ent re seres h u m a n o s y cosas o ent re sujetos y obje-tos. En la mayora de las ocasiones, esta distincin es s implemente presupues ta , siendo comprobada luego en la introspeccin.

    Sin embargo, pa r a p o d e r llevar a cabo esta diferenciacin no debe conocerse ni a la otra y po r supuesto tampoco la p rop ia persona, ni el objeto. De hecho , la percepcin d e la percepcin del otro n o incluye en fo rma a lguna sus procesos cons-cientes (para n o habla r de los neurofisiolgicos).

    10 Cfr. Quine, W.v.N., "Epistemology Naturalized", en su Ontological Relativity and other Essays, N.Y., 1969, pp . 69-90. En relacin con la amplia discusin al respecto, cfr. Kornblith. H. (ed.), Naturalizing Epistemology, Cambridge, Mass. 1985, adems del volumen ya citado de Shimony y Nails, 1987.

    11 Mary Hesse subraya esto, a pesar de aferrarse a un desidertum de criterios racionales, vase "Socializzare ''epistemologa", Rassegna Italiana di Sociologa 28 (1987), pp. 331-336, y tambin Knorr Cetina, K., "Das naturwissenschaftliche I^abor ais Ort der Verdichtung von Gesellschaft", en Zeitschrift fr Soziologie 17 (1988), pp. 85-101.

    12 Es conveniente tener presente, sin embargo, que Maturana opera exactamente de manera opuesta, esto es, ubicando ya el concepto de cognicin en la esfera de la vida y hablando de observacin slo en relacin con sistemas que disponen de un lenguaje. Cfr. su Erkennen: Die Organisation und Verkorperung von Wirklichkeit, Braunschweig, 1982.

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  • N o p o d e m o s percibir cmo percibe el otro, sino tan slo percibir que percibe, y ms exac tamente , que lo hace con ayuda de la distincin sujeto/objeto. Para el l0 resulta suficiente el concepto de caja negra. La distincin misma consti tuye ]a diferencia pr imar ia , y lo que se reconoce y mane ja , con base en la distincin intro-ducida , como suje to o como objeto n o es ms que su consecuencia.

    Es prec i samente esta distincin la que nos pe rmi t e condensar lo que t enemos q u e saber concre tamente sobre los seres h u m a n o s o sobre las cosas pa ra estar en grado d e con t inuar la comunicacin.

    La distincin resulta necesaria pa ra hacer posible la localizacin de los pun tos de contacto pa ra la comunicacin, o ms exac tamente , pa ra que la comunicacin pue-da localizar los pun tos d e contacto pa ra la comunicacin. N o hablamos con el objeto sobre el sujeto, sino con el sujeto acerca del objeto. Lo que debemos saber (lo mismo que cunto tenemos que saber) sobre el otro sujeto o acerca del objeto d e p e n d e de la comunicacin y d e sus respectivos temas y condiciones.

    Esto resulta espectacularmente cierto en el caso de la comunicacin cientfica. La comunicacin d e p e n d e de esta diferencia y no se desarrolla sino en el curso de la evolucin social, pa r a luego or ientarse d e acuerdo con lo que los seres h u m a n o s p i ensen unos de otros.

    Desde el p u n t o d e vista emprico, es posible examinar, y hasta d o n d e se puede , t ambin constatar, esta tesis de la p reeminenc ia gentica de la comunicacin inves-t i gando la interaccin d e los recin nacidos. Ya en su s egundo mes de vida resultan posibles ciertos modos d e compor t amien to que se en t i enden como comunicacin y que, como tal, reciben u n a respuesta, es decir, con los que todo esto ocurre antes de la adquisicin del l engua je y casi al m i s m o t iempo que el desarrollo de la capacidad d e diferenciacin perceptiva13 . En ello j u e g a un papel impor t an t e la necesaria suce-sin t empora l con su conexin selectiva de atencin. Por e jemplo, la repet icin, el tum taking. Es claro que difci lmente p o d r e m o s in te rpre ta r estos hallazgos como u n a disposicin comunicat iva innata de t ipo orgnico14, pe ro s p o d e m o s concebirlos c o m o evidencia en favor de u n inicio recursivo de la comunicacin, como u n a evi-dencia que nos p u e d e ser til como contr ibucin a la comunicacin (algo que toda-va n o se p re tend a que fuera as) y que luego, en cuanto resul tado consti tuye la capacidad de diferenciar ent re el sujeto y el objeto.

    Todas estas reflexiones conducen a una reformulacin, rica en consecuencias, de las suposiciones normales acerca de la constitucin del alter ego o acerca de la produccin de la subjetividad del t.

    15 Cfr. Br&ten, S., "Dialogic Mind: The Infant and the Adult in Protoconversation", en Carvallo, M.E. (ed.), Nature, Cognition and System, vol. I, Dordrecht, 1988, 187-205.

    14 Esta es la opinin de Trevarthen, C., "The Foundations of Intersubjectivity: Developmentoflnterpersonal and Coopeartive Understanding in Infants", en Olson, D.R. (ed.), The Social Foundations of Language and Thought : Essays in Honor of Jerome S. Bruner, N.Y., 1980, pp. 312-342; del mismo autor: "The Primary Motives for Cooperative Understanding", en Butterworth, G./Light, P. (eds.), Social Cognition: Studies of Development of Understanding, Londres, 1982, pp . 77-109, y tambin "Development of Intersubjective Motor Control in Infants", en Walde, M.G./Whiting, H.T.A. (eds.), Motor Development, Dordrecht, 1986, pp . 209-261. Hago igualmente referencia a una discusin verbal con Trevarthen.

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  • versin corr iente nos dice que u n sujeto con u n contacto cognitivo con su orno exper imenta en algn m o m e n t o que los otros seres h u m a n o s son algo di-

    e I 1 a las cosas, pa r a luego contar como algo seguro con esta exper iencia . El

    V C f ' t ruc t iv i smo radical n o ha pod ido hasta ahora superar esta versin, v indose C r rado, en consecuencia, a suponer en contra de su p rop io p rog rama terico una

    ecie de analoga del yo, por lo menos en lo que se ref iere a u n a construccin esp

    deja d e ser notable que una y otra vez, y sin que haya u n a cor respondencia de n ingn t ipo, se lleve a cabo esta construccin del alter ego. La v e n t a j a

    r e oSCitiva es evidente: reside en una especie de p r u e b a doble de la cognicin,

    tanto desde la autoperspectiva, como desde una heteroperspectiva1 5 . Sin embargo , la constante repet icin d e esta misma solucin del p rob lema suscita algunas dudas ,

    ara no hablar de la dificultad de demostrar , de a lguna mane ra , la gnesis d e u n a vivencia analgica de este tipo.

    En lugar d e ello, nues t ro p u n t o d e pa r t ida es que la par t ic ipacin comunica t iva e s la que despus d e un t i empo d e prctica suficiente hace posible s u p o n e r u n alter ,>ro con la finalidad d e hacer posible la condensac in d e experiencias . La expe-riencia p r imar ia n o res ide en la presentac in de u n a analoga , n o impor t a qu tan rud imentar ia , en t r e la vivencia propia y la ajena1 6 , es decir, n o reside t a m p o c o en una especie de conoc imien to de los hombres . Reside ms b ien en la neces idad d e diferenciar en relacin con la comunicac in en t re el acto d e comunicar y la infor-macin, y en enr iquecer luego la diferencia con con ten idos de sent ido.

    A causa de ello, la comunicacin es tambin condicin para algo parec ido a la intersubjetividad (si es que ve rdade rame n t e deseamos conservar la expresin), n o viceversa. Es prec isamente este proceso de hacerse cargo d e situaciones que p u e d e n interpretarse corno comunicacin el que da motivo pa ra el surgimiento de u n a do-ble contingencia con la que t iene su inicio la autopoiesis d e los sistemas sociales17.

    La inasible pecul iar idad de la conciencia para la comunicacin reside en la per-cepcin, esto es, en la imaginacin intuitiva. La me jo r m a n e r a de e n t e n d e r esta peculiaridad es d is t inguiendo antes que nada entre conciencia y sistema nervioso central. El sistema nervioso es un mecanismo para la autoobservacin del organis-mo. Lo nico que p u e d e discriminar son estados propios del cuerpo, ope rando , en consecuencia, sin referencia al en torno . La conciencia compensa esta l imitacin, y aunque se encuen t re acoplada es t ructura lmente al sistema nervioso, externa aque-

    15 De acuerdo, por ejemplo, con Glasersfeld, E.v., "Konstruktion der Wirklichkeit und des BegrifFs der Objektivitat", en Gumin, H./Mohler,A. (eds.), Einfhrung in den Konstruktivismus, Munich, 1985, pp . 1-

    (22 ss). 16 Segn cree, por ejemplo, Hejl, P., "Konstruktion der sozialen Konstruktion: Grundlinien einer

    konstruktivistischen Sozialtheorie", en Gumin/Mohler, op. cit. (vase nota 14), pp. 85-115 (97 ss.), quien considera un paralelismo de la vida que tiene la vivencia de s misma (cmo ha de interpretarse esto biolgicamente?) con otros seres vivos externos como condicin necesaria para el surgimiento de la comuni-cacin y el lenguaje.

    " Cfr. Luhmann, N., Soziale Systerne: Grundriss einer allgemeinen Theorie, Francfort, 1984, pp . 148 ss. En espaol, Sistemas Sociales: Lincamientos para una teora general, Alianza/Universidad Iberoamericana, Mxico, 1991, cap. III.

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  • lio que se le sugiere como estado prop io del cuerpo hacia el exterior, po r as decirlo, lo in t e rno del cuerpo.

    El cuerpo mi smo es expe r imen tado po r la conciencia como exterior a la concien-cia, como objeto de la conciencia. Por lo dems, sobre la base de la actividad en curso, de la callada y discreta actividad del sistema nervioso, la conciencia construye u n i n u n d o en el que p u e d e luego observar la diferencia en t re el propio cue rpo y e ] m u n d o , y de esta m a n e r a , p u e d e tambin observarse a s misma.

    La figura semntica del sujeto (de la circunstancia de ser la conciencia una porta-dora del m u n d o ) se ha l imitado a in te rpre tar este hecho sin analizarlo, y po r 10 tanto, h a sido incapaz de comprende r tanto la inversin caracterstica como el aco-p lamien to estructural entre sistema nervioso y conciencia.

    Este hecho, observable ya en los animales, no t iene en pr incipio n a d a que ver con la comunicacin. Precisamente po r ello podemos decir que la conciencia posee una pecul iar idad inasible pa ra la comunicacin en la percepcin, es decir, en la imagina-cin intuitiva. La percepcin misma n o es comunicable1 8 , po rque slo la comunica-cin es comunicab le . Al estar en condic iones de refer i r se a cua lqu ie r cosa, la comunicacin p u e d e tambin, po r supuesto, referirse a las percepciones. Pero esto ocurre n icamen te po rque esta posibilidad ya ha sido desarrol lada po r u n a comuni-cacin previa, es decir, exclusivamente en la red recursiva de la comunicacin que la comunicacin misma hace posible.

    En la percepcin (sobre la que nosotros en este m o m e n t o esperamos estar comu-nicndonos) se a p r e h e n d e lo diverso, aunque de m a n e r a diversa, como un idad . Lo distintivo desaparece en la esencia misma de la cosa. Vemos el rbol n icamen te como fo rma , como u n objeto l imitado por la al ter idad de lo otro que lo rodea . Pero la mi rada n o cae en la oscilacin, n o a p r e h e n d e la distincin, sino que a p r e h e n d e el rbol gracias a su diversidad.

    En este sentido (que lleva a cabo una abstraccin de la referencia a la sensorialidad), p o d e m o s aceptar la afirmacin de Merleau-Ponty: laperception est la pernee depercevoir quand elle est pleine et actuelle19. Por el contrario, la comunicacin es y ser s iempre procesar u n a distincin como distincin y, ms precisamente: procesar la distincin en t re informacin y acto de comunicar.

    El acto de comunicar p resupone asimismo c ier tamente una percepcin y, con ello, la conciencia. Sin embargo, nos conduce al mismo t i empo ms all de la mera percepcin. Esto p u e d e constatarse de la m a n e r a ms clara en relacin con el crite-r io de error: Quien lee equivocadamente la hora t iene l mismo la culpa. Qu ien a travs d e u n anuncio de radio reciba u n a informacin equivocada (que est obliga-d o a escuchar y, p o r lo tanto, percibir), atribuir la culpa al anuncio. La problemt i -ca d e la imputacin de responsabil idad en relacin con el error, engao , abuso de smbolos es pos ib lemente la razn bsica que explica la constitucin de u n inters en el otro (alter) corno alter ego, y t rasciende la mera percepcin y lo perceptible .

    18 Quien dude de esto, hara bien en colocarse en la situacin de una persona que ha visto un color indito y que desea informar de ello a otras personas.

    19 Le visible et l'invisible, Pars, 1964, p. 50.

    2 0

  • iniiier m a n e r a , gracias a su peculiar distincin en t re in formacin y partici r j e cuaiqu* . . , , . . . . , . . ^ . . ^ n n i r a r i n n Hn mirlo ;i 1111 nnpun v miiv ennecia nteres. a un mtere! pac i n ' ^ r e t r o S p e c t i v a m e n t e , modif icar tambin el inters en s mismo. l l l C "'dad, las construcciones cognoscitivas que remiten al ser h u m a n o y se limitan

    l r su naturaleza, esto es, su substancia anmica, no explican suficientemente el 3 " . n o de la comunicacin. Normalmente , ste se introduce como algo secundario, fCI1 ' ' r n e d i o para la comprensin entre los seres humanos. Con ello se corresponde ^ T e ' c b o de que el p roblema de la ve rdad se m a n e j e como u n p rob lema d e la C ' Subjetividad20. Cuestionar este punto de partida implica colocarse en un terreno ^ embargo y tal y como hemos sealado, una cierta plausibilidad inicial hablara en favor de la posibilidad de elucidar de manera diversa numerosos problemas de la epistemologa tradicional, con tal que llevemos a cabo un ajuste a la sociedad o a la comunicacin del sistema de referencia del ser h u m a n o o de la conciencia.

    Una sencilla ref lexin nos mues t ra ya esto21. Un individuo p u e d e evaluar con relativa facilidad su conocimiento, p o r e jemplo, ext rayendo consecuencias lgicas o pensando creat ivamente con una especie de conexin inmedia ta . Por el contrario, en el caso del conocimiento socialmente distribuido, cualquier evaluacin d e p e n d e de la comunicacin, po r lo que pasa asimismo por el filtro de las pecul iar idades de los medios de comunicacin.

    A pr imera vista, esto parecera ser una desventaja. Pero el pensamien to lgico y creativo no t iene absolu tamente n i n g n efecto si n o comunica. De este m o d o , tam-bin el conocimiento del que cree d i sponer una conciencia individual como algo que p re t ende traspasar lo propio es u n resul tado de la comunicacin. En real idad, a ello se aade nicamente una cierta dosis de idiosincracia y d e constelaciones causales, de terminadas p o r la biografa individual. N ingn saber individual consciente pue-de ser aislado, no impor ta qu tan convincente le parezca a u n individuo su conoci-miento. Por lo tanto, 110 es posible reducir ni los contenidos, ni las fuentes d e certeza del conocimiento a los recursos de la conciencia individual, ni siquiera cuando en-tendemos a los individuos como sistemas autopoiticos cerrados y, en consecuencia, complejos22. En real idad, no es sino hasta que nos perca tamos de esto que estamos en condiciones de e n t e n d e r ace r t adamente qu tan indispensable resulta la con-ciencia para la comunicacin.

    C u a n d o hacemos nfasis en la d inmica propia de la comunicacin, se disipan las dudas en cuanto al hecho de que esta l t ima afecta a los individuos que son suscep-

    a comunicacin da inicio a un nuevo y muy especial inters, a u n inters

    20 Para mayor detalle, vase Luhmann, N., "Intersubjektivitt oder Kommunikation: Unterschiedliche Ausgangspunkte soziologischer Theoriebildung", en Archivio di Filosofa 54 (1986), pp . 41-60.

    Cfr. Barnes, B., About Science, Oxford, 1985, pp. 82 ss., donde se encuentra una serie de interesantes ideas al respecto.

    22 Oti a opinin sobre este punto se encuentra en Rusch, G., Erkenntnis, Wissenschaft, Geschichte: Von eMem konstruktivistischen Standpunkt, Francfort, 1987. Una cuestin que podra servir para examinar crticamente ambos puntos de vista es la de cmo una teora constructivista que se restringe a un sistema de referencia biolgico y psquico es capaz de explicar el tempo de la evolucin sociocultural, o la de cmo podra explicar que en nuestros das 5 mil millones de individuos puedan vivir simultneamente de acuerdo c o n n orden social.

    2 1

  • tibies de una comprens in biolgica y psicolgica. Tampoco podemos ni debemos p o n e r en tela d e juic io que la comunicacin coordina su compor tamien to . Sin em. bargo, sta n o es su funcin2 3 , sino un requisito pa ra la garant a de su posibil idad d e cont inuacin con u n en to rno real hab i tado po r individuos. Pero entonces tampoco p u e d e esperarse que la comunicacin tenga como efecto u n m e j o r a m i e n t o en l a in tegracin de los individuos, en su m u t u a t ransparencia o siquiera en la coordina, cin d e su compor tamien to . Los pocos miles de aos que p o d e m o s abarcar en nues-tras reflexiones h a n conducido a u n i nmenso incremento en relacin con el alcance

    >

    ritmo, abanico temtico; en pocas palabras, en relacin con la comple j idad de l a comunicacin. Pero todo esto se ha d a d o sin que haya hab ido u n m e j o r a m i e n t o de la situacin de vida y de conciencia d e los individuos. Por el contrario, n o resulta aho ra algo improbab le que, como efecto de la comunicacin, la vida y la conciencia d e los seres h u m a n o s sean comple t amen te bor rados de la faz de la t ierra. En tales circunstancias es muy comprensible (y al mismo t iempo carece de toda perspectiva d e xito) n o r m a r las condiciones ideales de u n consenso de todos los individuos de b u e n a fe. Un a le jamiento tan radical de las condiciones reales p u e d e postularse p laus ib lemente como racional. Esta posicin, adems , excluye la posibil idad de que el consenso de los individuos p u e d a func ionar como u n factor de seleccin en la evolucin social24.

    Estas son las razones po r las que hemos modif icado la atribucin de conocimien-to, p a s a n d o de la conciencia a la comunicacin, de la referencia sistmica psquica a u n a social25. Las reflexiones en este captulo p r e t e n d e n aclarar sobre todo algunos d e los supuestos terico/sistmicos de esta maniobra .

    II La comunicacin supone s iempre u n a mayora de sistemas psquicos. A u n q u e esta constatacin es trivial, se convierte en una af irmacin rica en consecuencias cuando aad imos la observacin de que los sistemas psquicos t ienen u n m o d o de operacin au tor re fe renc ia lmente cerrado, adems de ser m u t u a m e n t e inaccesibles.

    N i n g u n a conciencia p u e d e anexar sus operaciones propias a las de otra concien-cia; n i n g u n a conciencia p u e d e ser la pro longacin d e otra; la f u n d a m e n t a c i n neurofisiolgica de la conciencia lo excluye, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de lo que se pien-se de las relaciones ent re el cerebro y la conciencia. N o existe, po r lo tanto, una esfera in te rmedia , ni u n a relacin o u n nter..., excepto como construccin de

    25 Cfr. en especial, Winograd, T./Flores, F., Unders tanding Computers and Cognition: A New Foundation for Design, Reading Mass., 1986.

    24 Con ello no se quiere discutir el hecho de que la evolucin social requiera de los mecanismos para abordar los conflictos que procesan los conflictos (contradicciones) que surgen en el sistema de comunica-cin. Vase Schrnid, M., "Collective Action and the Selection of Rules: Some Notes on the Evolutionary Paradigm in Social Theory", en Schmid, M./Wuketis, F.M. (eds.), Evolutionary Theory in Social Sciences, Dordrecht, 1987, pp . 79-100 (94 ss).

    25 Cfr. tambin Lyotard, op. cit., p. 188: Les phrases qui arrivent sont "attendues" non pas par des "subjets" conscients ou inconscients qui les anticiperaient, mais parce qu'elles comportent avec elles leur "mode d'emploi", pour parler comme les linguistes....

    2 2

  • . e rvador q U e a s u vez t enga la p r o p i e d a d d e o p e r a r d e m a n e r a c e r r a d a . En i111" c l i e n c i a , n o existe t ampoco , c o m o a f i rma d e s d e sus inicios la teor a d e la in for -c o n s C n i n g u n a t rasmis in d e s ignif icado de u n a conciencia a otra . Lo n i c o q u e ' " a L e S u n a concen t rac in conve rgen te d e a tenc in (por e j emp lo , d e a t e n c i n a

    El p r o b l e m a d e la comunicac in res ide en la c lausura au to r r e f e renc i a l d e f " s i s t e m a s vitales y psquicos.

    S esto lo q u e conf ie re a la comunicac in su s ignif icado y al m i s m o t i e m p o su , o e n d e n c i a en c u a n t o s is tema opera t ivo a u t n o m o . En consecuencia , los con-

    111 t Q S c o n los q u e la comunicac in es descrita d e b e n en su to ta l idad d e s p r e n d e r s e

    ^ c u a l q u i e r t ipo d e re fe renc ia s is tmica psicolgica y re fe r i r se s i m p l e m e n t e al p ro-ceso de p roducc in d e comunicac in p o r la comunicac in .

    Algunos e j e m p l o s ac la ra rn lo q u e q u e r e m o s decir. T o d a comunicac in d i fe ren-cia y sintetiza c o m p o n e n t e s p rop ios : i n fo rmac in , acto d e comun ica r y c o m p r e n -sin. Esto ocu r r e f u e r a d e la es fera d e lo q u e e n cada s is tema ps qu ico resul ta consciente (de lo q u e cada u n o d e ellos p iensa) , p o r m e d i o de l p roceso d e comun i -cacin mismo. La d i fe renc ia en t r e pa r t i cpac in e i n f o r m a c i n se p r o d u c e gracias a que la par t i c ipac in se t o m a c o m o u n s igno de i n fo rmac in , j u s t i f i cndose t a m b i n en este sen t ido la i n t e rp re t ac in semiolgica del l engua je .

    Sin embargo , t a n t o el carcter s ignado del acto d e comunicar , c o m o la i n f o r m a -cin mi sma son const ructos in t e rnos d e s d e el p u n t o d e vista d e la comun icac in sistmica, se cons t ruyen en la comunicac in , y en ella m i s m a d e s a p a r e c e n y se ac-tualizan; o c a s i o n a l m e n t e se reg i s t ran y, a veces, t a m b i n se conv ie r t en d e n u e v a cuenta en ob je to d e discusin. N o in t e rv i enen c o m o operac iones d e la conciencia en el sistema, n i c o m o conoc imien to d e u n s is tema psquico exis tente p r e v i a m e n t e y que luego se i n c o r p o r a a la comunicacin 2 6 . Rechazar d e esta m a n e r a , p o r m e d i o d e operaciones sistmicas propias , los l mites del s is tema resul ta impos ib le d e s d e u n a perspect iva e s t r i c t amen te empr ica . C o m o veremos , p r e c i s a m e n t e en esta imposibi -l idad descansa la c a p a c i d a d func iona l d e los sistemas autopoi t icos .

    As, el ca rc te r i n fo rma t ivo d e la i n fo rmac in , al igual q u e la d i fe renc ia e n t r e in fo rmac in y acto d e comunicar , y el carc ter s i gnado d e la pa r t i c ipac in es u n resul tado p r o p i o del s is tema d e comunicac in y, en especial , de l l engua j e .

    N o es necesa r io q u e u n a conciencia q u e t o m e p a r t e en la comunicac in p i e n s e en cada caso q u e la p a l a b r a " m a n z a n a " es u n s igno p a r a re fe r i r se a u n a m a n z a n a . En rea l idad , si es to ocur r i e ra sera e x t r e m a d a m e n t e imprct ico , a d e m s d e q u e vir tual-rnente conduci r a la comunicac in a u n p u n t o m u e r t o . Lo n ico q u e se r e q u i e r e es que la autopoies is d e la comunicac in resul te capaz d e m a n e j a r u n a p a l a b r a c o m o pa labra , a la vez q u e c o m o s igno q u e se re f ie re a u n a i n fo rmac in , d e l i m i t a n d o d e e s t a m a n e r a su es fera p rop ia d e f r e n t e c o m o p o d r a p e n s a r s e a lo q u e r e a l m e n -te existe c o m o u n a m a n z a n a .

    I g u a l m e n t e p o c o plaus ible resul ta el i n t en to d e e n t e n d e r ps ico lg icamente la c o m p r e n s i n necesar ia a la comunicac in . En u n sen t ido m u y genera l , la co inp ren -

    20 U n a aguda crtica de esta posicin se encuentra en Shanon, B., "Metaphors for Language and Communication", en Revue Internationale de systmique 3 (1989), pp. 43-59.

    2 3

  • sin es t ambin posible como u n a percepcin unilateral o recproca de sistemas psquicos, es decir, p u e d e presentarse tambin sin comunicacin. Vemos que al-guien est p a r a d o f ren te a la puer ta de nuestra casa y que busca algo n la bolsa de su pan ta ln y e n t e n d e m o s pe r fec t amen te que busca la llave de la casa.

    Gracias a la comprens in se p roduce u n a relacin con la autorreferencia del siste-m a observado2 7 . La percepcin de f o n d o de la autorreferencia nos obliga a una observacin selectiva; y el atractivo de la comprensin consiste p rec i samente en el h e c h o de que el sistema que es objeto de la comprensin p e r m a n e c e como algo no t ransparen te e inaccesible. A pesar de esto, hay u n a comprensin.

    Esto resulta posible porque el sujeto de la comprensin se encuentra en condicio-nes de organizar redundancias y de llevar a cabo conjeturas en el sistema comprendi-do. En esa m e d i d a , c o m p r e n d e r es la constniccin y desapar ic in cont inua de redundancias como condicin para las operaciones recursivas, la eliminacin de arbi-trariedades, la disminucin de las cargas de informacin y la limitacin de las posibi-lidades de conexin; todo ello con el t rasfondo de u n a concesin de autorreferencia, esto es, con p leno conocimiento de que todo sera tambin posible de otra manera .

    El r e f i n a m i e n t o d e la comprens in consiste en la disolucin de la p a r a d o j a d e la t r ansparenc ia de lo n o t ransparen te . E n t e n d e m o s algo slo p o r q u e n o somos ca-paces de p e n e t r a r en ello. N o se t ra ta , p o r lo tanto , de la prediccin, n i d e la elucidacin d e es tados psquicos, y n o se trata, en definit iva, de la ap rehens in comple t a de sistemas autorreferencia les po r m e d i o de operac iones in te rnas o ex-te rnas individuales .

    La comprens in slo se convierte en u n problema po rque los sistemas autorrefe-renciales llevan a cabo operaciones recursivas, y po rque t ienen que alcanzar una perspectiva suficiente pa ra ello. La comunicacin es posible po rque los sistemas psquicos t ienen u n a capacidad de comprens in sin que ello impl ique u n a b a n d o n o de su n o t ransparencia tanto pa ra s mismos como pa ra otros.

    Es posible que exista u n a u m e n t o y d isminucin pun tua le s de la l uminos idad d e la comprens in , sin que p o r ello la comunicacin se p o n g a en marcha . C u a n d o la comunicac in comienza a o p e r a r da lugar a u n sistema autopoi t ico p r o p i o con sus p rop ias operac iones recursivas ret iculadas que p u e d e conf iar en la capac idad de t ransparenc ia d e la conciencia sobre la base d e u n a n o t ransparenc ia . Esta capac idad se utiliza, a u n q u e sin desarrol larse en f o r m a a lguna en la comunica-cin, en la direccin d e t ina mayor t ransparencia . Por el contrar io : en vista d e la comple j i dad autor referencia l de los sistemas psquicos, pa r a la comunicacin cons-t i tuir a u n a tarea irreal izable la constatacin de si los sistemas psquicos partici-p a n t e s h a n c o m p r e n d i d o o n o la par t ic ipacin de u n a informacin , sobre todo si en ella se encon t ra ra incluida la labor de comprender , a lgo que las selecciones co r re spond ien te s excluyen. As, lo que le falta a la comprens in d e los sistemas psquicos (que, p o r supuesto , p u e d e n convert irse en u n t e m a de la comunicac in) es la discrecin r eque r ida p o r el proceso de comunicacin.

    2 ' Cfr. tambin Luhmann, N., "Cmo los sistemas comprenden a los sistemas", en El Sistema Educativo: Problemas de Reflexin, Universidad de Guadalajara/U. Iberoamericana, Guadalajara, Mxico, 1993.

    2 4

  • Lo que aqu t enemos no es, desde el p u n t o de vista psquico, una disyuncin elusiva- Pero es precisamente esto lo que requerir a el proceso de comunicacin

    C - i estar en condiciones de cont inuar su propia autopoiesis. Por lo tanto, en el ' ">ceso de comunicacin se decide de m a n e r a au tnoma lo que se h a a lcanzado P o c o n ip rens in , y se adjudica el carcter d e condicin para la cont inuacin, esto C ara la intercomunicacin aclaratoria. La problematizacin de la comprens in tiene lugar remi t indose a la autorreferencia , es decir, en relacin con la infinitud interna de los sistemas psquicos.

    Pero precisamente esto significa que el proceso de comunicacin mismo est obli-ado a poner fin a una exploracin adicional, esto es, a cambiar de tema, a in ter rum-

    pir la exploracin. Podernos entonces concluir que lo que t rad ic ionalmente se ha cons iderado como

    la esencia de la comunicacin, es decir, la t ransmisin de informacin (noticias, significados, etc.) n o es sino un efecto secundario que la comunicacin suscita y que no es capaz de tener ba jo control deb ido a la inexistencia para ella d e u n acceso a este entorno. El efecto de la t ransmisin coordina a cada m o m e n t o al sistema y al entorno. Sin embargo, queda abier to el p rob lema de qu tan lejos p u e d a ir esta coordinacin en u n sent ido psquico, y n o r m a l m e n t e n o se convierte en u n conteni-do de la conciencia, ni en u n con ten ido de la participacin de la comunicacin.

    En real idad y a pesar de toda la comunicacin, resulta imposible comunicar toda-va que se trata aqu de una t ransmisin y de lo que esto significa. De m a n e r a similar, t ampoco podernos decir que los pensamientos conscientes t engan s iempre el agravante d e la reflexin acerca de lo que otros actualizan en cuanto al respectivo pensamiento d e u n pueblo.

    Algo as podra ocurrir, digamos, en casos de crisis. Pero en tal situacin se repite la misma incapacidad en relacin con esa reflexin, esto es, con esa comunicacin. Los sistemas psquicos participantes en la comunicacin procesan en s mismos mucho ms informacin d e la que dan28. De m a n e r a semejante , la utilizacin de u n sent ido lingsticamente determinado de la comunicacin nos provee de un inmenso exceden-te de posibilidades de seleccin semnticas que podemos elaborar como informaciones y que no pueden ser experimentadas sino hasta el momen to en el que esto ocurre.

    La relacin entre comunicacin y m u n d o nos permite tambin tener una idea ms clara de este hecho. El m u n d o no es lo que la comunicacin participa; ms* bien, la comunicacin lo divide en lo que ella participa y lo que n o participa. Por lo dems, en la medida en que la comunicacin organiza la capacidad de conexin, esto es, en la medida en que ejercita la autopoiesis, lo que se conecta no p u e d e conectarse sino a lo ya dicho. El m u n d o presupuesto se organiza, a causa de ello, corno un idad en la

    zs What keeps communication possible is (he fact that other behave as if they do not see what they do not hear. In other words, the fundamenta] principie thatgoverns conversation is not a principie of cooperation 'a Gricebut. rather a gentlemanly trust to ignore. Thus, it is not the case that participants in conversations tnake an effort to convey as nmch information as possible using the mnimum of resources. Rather, each Participan t trusts the other will to ignore all information available to him except. thatwithin the constrained focal contextof the situation (Shanon, op. cit., p. 47).

    2 5

  • diferencia. El m u n d o p u e d e ser observado en la comunicacin slo bajo la f o r m a de pa rado ja (y lo mismo valdra con respecto a la conciencia).

    Si d e a lguna m a n e r a p re t endemos llevar a cabo una investigacin de a c u e r d o con la teora de sistemas, es decir, si nos basamos en la diferencia ent re sistema y entor-no , todas estas ideas parecer an presentarse como algo necesario. Todas ellas se der ivan de la sencilla tesis de que n ingn sistema p u e d e opera r fuera d e sus propios lmites. Mientras ms estricta sea la vinculacin que establezcamos en t re conceptos c o m o vida, conciencia y comunicacin y el alcance comprobable de las operac iones as sealadas, y, en consecuencia, mient ras ms nos apar temos con ello d e u n a teo-ra biolgica consecuente del conocimiento2 9 , mucho ms c la ramente apa rece rn an t e nosotros los lmites que n o p o d e m o s traspasar.

    N inguna operacin de este tipo p u e d e abandonar el sistema que la hace posible30; po r lo tanto, n inguna operacin de este tipo p u e d e vincular su sistema con su entor-no. As, desde la perspectiva de la teora de sistemas, tanto los sistemas vivos c o m o los sistemas de conciencia y los sistemas de comunicacin son sistemas autorreferenciales diversos que operan de mane ra separada3 1 . Cada u n o de estos sistemas se r eproduce de m a n e r a autopoitica conforme a su propia estructura. La reproduccin autopoitica p roduce la un idad del sistema y de sus lmites.

    Todo lo que funcione como un idad para u n sistema de este tipo constituye siempre, gracias al sistema, u n a un idad ; y esto mismo con mayor razn resulta vl ido pa ra la diferencia. Ni la u n i d a d ni la diferencia son algo que pueda importarse o expor tarse al sistema o de l. Por supuesto, el sistema existe en u n entorno, pues de otro m o d o n o podr a producir su propia un idad po r m e d i o de la sucesin de sus propias operacio-nes. Esto significa, entre otras cosas, que existen relaciones causales entre el sistema y el entorno, relaciones que u n observador puede observar y describir.

    A pesar de esto, las operaciones propias se encuen t ran n icamente a disposicin del sistema. Su uso p u e d e darse so lamente en el sistema. O dicho de o t ra m a n e r a : el sistema n o p u e d e opera r fuera d e sus propios lmites. Por lo tanto, t ampoco p u e d e utilizar sus propias operaciones pa ra acoplarse al en to rno o pa ra modif icar lo .

    29 Induyendo a la de Maturana, quien concede precisamente gran valor a una continuidad a este respec-to. No existe ninguna discontinuidad entre lo social y lo humano, ni entre sus races biolgicas, se dice en Maturana, HTVarela, F.J., Der Baum der Erkenntnis: Die biologischen Wurzeln des menschlichen Erkennens, Munich, 1987, p. 31. En el misino sentido hay que ver las metforas como races y rbol. A pesar de ello, esta distincin de Maturana no debe sobreestimarse: justamente su teora biolgica del lenguaje concede un amplio margen para el desarrollo de espacios para la cognicin.

    50 Esto es vlido para la comunicacin solamente en el caso del sistema comprensivo de la sociedad, que al mismo tiempo hace posible toda comunicacin. En la sociedad misma son posibles, por supuesto, debido a la existencia previa comunicaciones entre los sistemas sociales, con tal que stos puedan concebirse como actores.

    51 Mencionaremos aqu otra vez la literatura de importancia para los desarrollos que realizamos a conti-nuacin. Maturana, H., op. cit. (ver nota 12); MaturanaA'arela, op. cit (vase nota 30); Luhmann, N., op. cit. (vase nota 17) y "Die Autopoiesis des Bewusstseins", en Hahn, A./Kapp, V. (eds.), Selbsthematisierung u n d Selbstzeugnis: Bekenntnis und Gestandnis, Francfort, 1987, pp . 25-94. Como puente hacia la literatu-ra, cfr. tambin Hanh, A., "Das andere Ich: Selbsthematisierung bei Proust", en Kapp, V. (ed.), Marcel Proust: Geschmack und Neigung, Tubinga, 1989, pp . 127-141.

    2 6

  • pjo p u e d e habe r u n a adaptacin del sistema; el sistema se encuent ra acoplado ya, e i n p r e , al en to rno como consecuencia d e la sucesin de sus propias operaciones.

    L,a organizacin recursiva es tal que u n a vez que se han cons iderado adecuadas con e Specto a un en to rno especfico, stas se m a n t i n e n e n as m a n t e n i e n d o el e n t o r n o

    c 0 i n 0 u n en to rno const ruido (The recursive organization is such, thatproperties oncefound n ivith respect to a particular sorrounding, are maintained. fit by maintaining the sorrounding as a constructed sorrounding)32.

    1 sistema cesa su operacin cuando, po r a lguna razn, la adaptac in ya n o se r e s e n t a . Es as , p o r e j e m p l o , q u e la conc i enc i a se a c o p l a a los p r o c e s o s

    peurofisiolgicos d e su organismo sin ser capaz de adapa ta r se a ellos. De hecho , n o oiiede siquiera percibirlos y los a p r e h e n d e de mane ra prop ia en u n a eleccin alta-mente selectiva (por e jemplo, el dolor). De esta m a n e r a tambin la sociedad como sistema de comunicacin se acopla a los procesos de conciencia de los individuos, pero este acoplamiento general escapa tambin a u n a problemat izacin desde el punto de vista de la comunicacin, excepto porque la comunicacin convierte expl-ci tamente en u n problema y procesa comunica t ivamente los procesos d e conciencia de u n o de los part icipantes, r enunc iando a otros temas.

    Con el objeto de evitar desde un principio el surgimiento de malentendidos, es con-veniente subrayar que hemos sido cuidadosos en la eleccin del concepto de autopoiesis y buscado ser precisos en su significado. No se trata en absoluto de una autohipstasis33.

    La autopoiesis n o nos dice que el sistema exista p o r s mismo, p o r sus propias fuerzas y sin n i n g u n a aportacin del en torno . Ms bien lo que se dice es que la unidad del sistema y, con ella, todos los e lementos que con fo rman el s istema son producidos p o r el sistema mismo.

    Es evidente que esto slo resulta posible sobre la base de u n cont inuo mater ia l dado con la real idad f s icamente constituida. Es claro que u n proceso de este t ipo requiere t i empo y, en consecuencia, requiere tambin puntos de encuen t ro hacia las estructuras temporales de su en torno . Por su par te , el concepto de acop lamien to estructural nos recuerda igua lmente que el sistema registra de m a n e r a p e r m a n e n t e irritaciones provenientes del en torno , tomndolas como p u n t o de par t ida pa ra la reespecificacin de sus propias estructuras. Todo ello fo rma pa r t e de lo que quiere expresarse con el concepto de autopoiesis.

    Ahora bien, como los sistemas de conciencia, al igual que los de comunicacin, nica-mente pueden funcionar bajo estas condiciones de su propia autopoiesis, n o existe ninguna interseccin entre sus operaciones. La un idad de u n evento individual, d e u n pensamiento individual o de una comunicacin de este tipo slo puede producirse en el sistema por medio de una reticulacin con otros elementos del mismo sistema.

    52 Adems, the maintainance work may requiere further properties, recursively developed at higher levis such that essentially only the momentary top level is exposed to actual test by natural selection (Lofgren, L., "Towards System: From Computation to the Phenomenon o Language", en Carvallo, M.E., P- cit. Vase nota 13), pp . 129-155 (147).

    " El concepto authypostaton se encuentra en Nicols de Cusa, De principio, cit. segn Philosophisch-theologische Schriften, vol. II, Viena, 1966, pp. 211-265 (p. 212 como traduccin griega de per se subsisten*).

    2 7

  • Por cada p roducc in d e e lementos l t imos e indisolubles para el s is tema, esto es, d e e lementos consti tutivos del sistema, se hace necesaria no slo u n a re fe ren-cia a otros e lementos propios del sistema, sino t ambin la regulacin de la elec-cin d e esa referencia po r m e d i o de estructuras propias al sistema. Esto es cierto n o slo en relacin con sistemas vivos que reproduzcan sus propios e lementos gracias a u n a rplica r e la t ivamente exacta, sino tambin con respecto a los sistemas de sent ido . Estos sistemas estn obligados, pa ra p o d e r con t inua r su autopoiesis , a const i tu i r p o r c a d a evento e lementa l otros eventos sucesores (pensamientos , comu-nicaciones).

    N o existen, p o r lo t an to , las comunicac iones conscientes , as c o m o t a m p o c o exis te u n p e n s a m i e n t o , una sensacin o u n a pe rcepc in comunica t ivas . Expresa-d o d e o t ra m a n e r a : n o es el h o m b r e , s ino slo la comunicac in , lo que p u e d e comunicar .

    Podemos en tonces decir que pa ra la cont inuacin d e las operac iones d e un s is tema d e conciencia actual lo nico que resulta d e t e r m i n a n t e es s i empre el res-pect ivo es tado d e esta conciencia con sus estructuras, p o r lo que la m e m o r i a n o es o t ra cosa que la p r u e b a de consistencia en la respectiva operacin actual, esto es, la actualizacin d e su respectivo con tex to d e referencia utilizable. Esto m i s m o se aplica, mutatis mutandis a la cont inuacin de la comunicacin. La labor del pensa-m i e n t o es s i empre u n a labor del p e n s a m i e n t o en u n a conciencia, y la comunica-cin es s iempre comunicacin en el sistema social de la sociedad. Ambas operaciones p u e d e n t ranscurr i r s i m u l t n e a m e n t e y ser vistas como u n i d a d p o r u n observador. Ms t a rde volveremos sobre este pun to . Pero aun en tal caso, los sistemas se en-c u e n t r a n c o m p l e t a m e n t e separados , pues to que las otras operaciones propias (cuyo e n t r a m a d o hace p rec i samen te posible la u n i d a d d e tales eventos e lementa les) va-ran n e c e s a r i a m e n t e d e sistema a s is tema.

    Inclusive el con t ex to operac iona l d e la conciencia y la comunicac in n o es s ino u n a c o p l a m i e n t o que vara a cada m o m e n t o , u n a c o p l a m i e n t o que r enueva u n a y o t ra vez, al t r m i n o de cada even to part icular , la l iber tad de los s is temas p a r a l levar a cabo mov imien tos propios8 4 . N o se l lega n u n c a a u n a fus in , ni a u n a s incronizacin p e r m a n e n t e o a u n a con junc in d e s is temas d e los s is temas ya in t eg rados .

    Toda integracin se ve sometida a la necesidad de tener que disolverse de nueva cuenta . Todo pensamien to p roduce a cada m o m e n t o u n pensamien to sucesor pro-pio (o la conciencia cesara sus operaciones). Toda comunicacin p roduce a cada m o m e n t o , con tal que se cont ine, u n a comunicacin que prosigue la comunica-

    M Maturana, op. cit. pp. 14Sss ISO ss. 243 ss.y 251 ss., llama a esto acoplamiento estructural (un trmino que adoptaremos tambin aqu), haciendo hincapi en la compatibilidad de esta condicin con la cerradura operativa de los sistemas autopoiticos. Es importante tener aqu la mayor exactitud posible. El acoplamien-to estructural no conduce a una utilizacin comn de los elementos por parte de los distintos sistemas, no conduce a un sharing of elements by different organizations, esto es, a un hecho que Gotthard Gnther llamara interseccin. Cfr., en relacin con los valores lgicos o con aspectos lgicos de una distincin, su "Life in Poly-Contextuality", en su libro Beitrge zur Grundlegung einer operationsahigen Dialektik, vol. II, Hamburgo, 1979, pp. 283-306.

    2 8

  • 35 por ms que existan coincidencias ent re comunicacin y conciencia el efecto c ' < i n e s idntico. En todo caso, se trata de u n acoplamiento precario, tal y como niinC' ^ m o r n e n t o anterior. Por esta razn nunca son idnticas las operaciones c u r r l t a j e s > e s t o es, las operaciones que efectan el cambio de las actualizaciones

    1 omento a m o m e n t o y que se def inen en esta ejecucin como las un idades S e m e n t a l e s d e u n s i s t e m a .

    Estas operaciones no hacen sino aprovecharse del sentido aprehendido unnime-Los sistemas de conciencia y los sistemas de comunicacin existen por separado.

    1X1 Con ello no se excluye que un observador pueda identif icar como nico evento u n a a c t i v i d a d comunicativa consciente, ya sea que se trate de participar, de escuchar

    de comprender . Dent ro del sistema de comunicacin de la sociedad se observan tambin filiaciones polisistmicas de eventos (por e jemplo , u n pago como modif i -cacin de una situacin legal). Dichos eventos polisistmicos no poseen una historia nica, sino varias, y stas cambian d e acuerdo con el sistema. No p u e d e n , po r lo tanto, ser explicados his tr icamente, excepto po r m e d i o de la descripcin de un observador que los identifica como unidades .

    Es posible que se nos haga aqu la objecin de que la conciencia es capaz de pensar en forma lingstica. I ndudab lemen te esto es cierto, pero tal pensamien to no es comunicacin. De hecho, cuando ese pensamien to funciona para s mismo, el resultado se parece al que describe Samuel Beckett en su obra Comment c'est. La produccin propia de palabras y f ragmentos de oraciones adop ta luego casi la for-ma de percepciones, de percepciones de palabras, libre de cualquier consideracin relativa a la inteligibilidad. Desde el p u n t o de vista de la operat ividad, los f r agmen-tos de palabras y oraciones ocupan entonces la conciencia con la evidencia de su actualidad, a u n q u e slo de mane ra momentnea 3 6 .

    No por l t imo, esta tesis d e la clausura operacional y de la correspondiente diver-sidad radical en t re sistemas psquicos y sociales abre la posibilidad de observar el mecanismo especfico d e sus respectivas operaciones. Por u n a parte , vemos que el establecimiento de expectativas en la comunicacin en curso (incluyendo las solici-tudes de las expectativas institucionales) participa a los sistemas de conciencia la opor tunidad d e una preparacin, inclusive de una especie de autodisciplina37. De este modo , u n a mayor inseguridad condicionada socialinente p u e d e elevar al mis-mo t iempo las expectativas en relacin con u n p reexamen de las contribuciones individuales. Esta situacin es i lustrada per fec tamente p o r las clases altas de la na-ciente sociedad de clases que Elias ha anal izado de m a n e r a tan convincente.

    55 Hemos dedicado mucho espacio al hecho de que en los sistemas sociales de la sociedad, en razn de la diferenciacin funcional, sea posible un alto grado de discontinuidades (a pesar de la continuidad de la comuni-cacin). Baste, por el momento, llamar la atencin sobre el hecho de que en la conciencia no encontramos ningn equivalente. La conciencia frente a este fenmeno tiene que dedicarse, por momentos, a dormir.

    ' 6 Este tema se trata desde hace mucho en la teora literaria en conexin con William james bajo el ttulo stream of consciousness. Debo esta observacin a Cornelia Bohn-Mller.

    *' Turner, R.H., "Role-Taking: Process Versus Conformity", en Rose. A.M. (ed.), Human Behaviour and Social Processes: An Interactionist Approach, Boston, 1962, pp. 20-40 (33 ss.), sugiere de plano sustituir en e ' contexto de la accin de roles complementaria el concepto de expectativa por el de preparacin.

    2 9

  • O c u r r e con f recuencia , po r otra pa r t e , que el proceso d e comunicacin n o ofre-ce ni el t i empo necesario, ni o p o r t u n i d a d e s suficientes pa ra u n a p r epa rac in de la rgo alcance38 .

    Bourdieu soluciona este p rob lema ape l ando al concepto de u n hbi to inconscien-t e m e n t e manejab le . Sin embargo, tal vez sea ms sencillo mencionar lo como un p rob lema que admi te diversas soluciones parciales, desde u n a que nos sobrepasa hasta u n a rut inaria .

    Por supuesto, el hecho de que la conciencia y los sistemas de comunicacin ope-ren d e m a n e r a comple t amen te separada y libre de intersecciones n o excluye la po-sibilidad de que en la comunicacin nos remi tamos a sistemas psquicos. S iguiendo u n a ae ja tradicin, p o d e m o s l lamar personas39 a las un idades que la comunicacin construye a este efecto.

    De acuerdo con ello, las personas son estructuras de la autopoiesis de los sistemas sociales, pero no consti tuyen, po r su par te , sistemas psquicos o seres h u m a n o s com-pletos. En consecuencia, debemos dist inguir a las personas de las un idades que se p r o d u c e n en la ejecucin de la autopoiesis de la vida o de los pensamien tos d e un ser h u m a n o . La func in de la personalizacin queda circunscrita a la comunicacin en los sistemas sociales.

    Esto es lo nico que p u e d e hacer comprensib les aquellas t radiciones semnt icas que n i e g a n a los seres h u m a n o s (por e j emplo , a los esclavos) u n a pe r sona l idad , sin p o n e r en tela de juicio, al mismo t i empo , su existencia corpora l y men ta l . Q u i n o qu ha de cons idera rse como persona d e p e n d e en cada caso del f u n c i o n a m i e n t o c o h e r e n t e d e las des ignaciones co r respond ien tes en el s istema de la sociedad, en especial , d e la m a n e r a en la que la sociedad resuelve sus p rob lemas de inclusin.

    Las personas p u e d e n ser destinatarios pa ra la comunicacin. Pueden ser conside-radas como sitios de registro para cursos secuenciales complejos de comunicacin func ionalmente equivalentes, en este sentido, a un escrito. Pueden servir como puntos d e atr ibucin pa ra las suposiciones causales y, en particular, para las responsabili-dades . Sin embargo, todo eso es exclusivamente real idad comunicativa sin n ingn efecto d e t e r m i n a n t e en los procesos d e conciencia.

    Puede resultar ps quicamente i r r i tante que en la comunicacin se nos t rate c o m o responsables o que se nos exijan recuerdos (registros) que ni con la m e j o r in tencin p o d e m o s reactivar conscientemente , p o r e jemplo, cuando alguien a f i rma que nos conocemos deb ido a encuentros previos y que u n o est obligado a compor-tarse como si lo recordara . Pero qu es lo que ocurre en la conciencia a causa de motivos de esta ndole y cmo es que la conciencia misma se p ro tege de la comuni-cacin, es un logro prop io de la conciencia y no constituye nunca u n c o m p o n e n t e d e la comunicacin.

    58 Cfr. en relacin con un fracaso inevitable de una preparacin para el saln de clases con propsitos ambiciosos, Oelkers,}., "Unterrichtsvorbereitungalspdagogisches Problem", en Zeitschrift fir Pdagogik + Theologie 40 (1988), pp. 516-531.

    55 Cfr. Rheinfelder , H., Das Wort persona; Geschiclite seiner Bedeu tungen mit be sonde re r Beriicksichtigung des franzsischen und italienischer Mittelalters, Halle, 1928.

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  • lo dems, la construccin especial de la personal idad es e n t e r a m e n t e P r ja tesis que hemos p resen tado aqu de u n a separacin radical de los

    c0nip a t ' '> '< ' | , c Cho, se aclara con la aceptacin de esta premisa , pues d e otra inane-sjSteniaS- j \ o s u n a b a s e terica pa ra distinguir en t re seres humanos , individuos,

    a t e n d r a n r ros V p e r s o n a s , s u j e t o s y t

    III ,aran a par t i r de este contexto terico distintas posibil idades tales como la S i s e c ' e r a c i o n a l , la autoobservacin, la relacin con el en torno , aparecen dife-clausui segn se trate de u n organismo, de u n a conciencia o de u n a comu-rencias^ g s t o j u s t i f i c a ] a comparacin; sin embargo, los resultados son muy diversos, nicacion ^ ^ diferencias del continuo de realidad que por necesidad ha de suponerse. 3 Cn la medida en que su capacidad vital en u n en torno se encuentre asegurada, los

    ranismos poseen la capacidad de organizar una autoobservacin sirvindose de u n jstema nervioso. La observacin se refiere exclusivamente al estado propio del orga-nismo Lo mismo p u e d e decirse de los cerebros de cualquier tipo. La conciencia se desarrolla, no importa qu tan parasi tar iamente, a part i r de esta base de real idad, pero con la tendencia opuesta a observar, en pr imer trmino, lo que p u e d e ver como mundo exterior. En porciones considerables de su atencin, la conciencia es u n a con-ciencia perceptiva. Sin estas posibilidades de percepcin se atrofiara rp idamente .

    Esto lt imo tiene, sin embargo, consecuencias para la autoobservacin y la rela-cin con el entorno. C ie r t amente la conciencia es t ambin u n sistema autopoit ico operat ivamente cer rado, por lo que n o p u e d e intervenir en el en torno . Sin embar -go, se remite cons tan temente al autocontrol fa l lante acerca del con ten ido d e sus percepciones. N o p u e d e hacer que el m u n d o le resulte percept ible de acuerdo con sus propios deseos, ni e l iminar senci l lamente las percepciones n o deseadas; n o pue -de dejar de escuchar ruidos ya odos, ni de ja r de ver las cosas visibles. Esto se aplica inclusive a ilusiones perceptivas ya descubiertas. Desde el p u n t o de vista de la pe r -cepcin, no p o d e m o s impedirlas, a u n q u e sepamos que n o cor responden a lo que la conciencia en su total idad est obligada a considerar como real idad. En consecuen-cia, la conciencia debe dirigir a su prop io organismo para genera r cambios. Slo de m a n e r a muy l imi tada p o d e m o s c o m p e n s a r con p e n s a m i e n t o esta carencia d e autocontrol, y cabe sospechar que la operat ividad del pensamien to ha sido desarro-llada precisamente pa ra llevar a cabo esta funcin.

    La filosofa de la conciencia ha reconocido este dficit, pe ro lo ha e n t e n d i d o de inmediato como un indicador de real idad, y exige la propia sublimacin en la razn.

    o d o e H encuent ra su realizacin en otro nivel de la real idad, en otro sistema, esto e s ; P o r medio de la comunicacin. Na tu ra lmen te esto 110 significa que la comunica-C )on cumpla con los ideales de la filosofa de la conciencia o que pud ie ra realizarlos S1quiera de m a n e r a aproximativa, es decir, que pudiera convertirse ella misma en a l g o razonable.

    Pero la comunicacin, al estar incapacitada para percibir, no depende tampoco de e s t a forma de imaginacin de una realidad externa y, por lo tanto, no se encuentra

    s a d a tampoco a esta fonna del dficit de autocontrol interno realizado. La comunica-r o n hace caso omiso d e ello con la ayuda del lenguaje y, sobre lodo, con la ayuda d e la

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  • negacin que el lenguaje hace posible. La comunicacin puede servirse de sus smbolos operativos con mucha mayor libertad que la conciencia. Puede engaarse y equivocar-se, hacer uso indebido de los smbolos, p u e d e mentir ; con toe lo ello alcanza en su relacin con el m u n d o ex temo una libertad con la que la conciencia slo p u e d e soar.

    Pero la comunicacin t iene luego la obligacin de a p r e n d e r a hacer f r en t e a los p rob lemas que todo ello trae consigo. Debe a p r e n d e r a controlar las noticias falsas. Inventa mecanismos pa ra el control de esos controles. Slo desde esta perspectiva p u e d e la verdad convert irse en u n tema de la comunicacin.

    Estas diferencias de niveles de real idad n icamente p u e d e n alcanzarse cuando t ambin los sistemas correspondientes estn rec procamente cerrados. Si esto no ocurr iera , sera inevitable un bloqueo m u t u o debido a la diversidad de los requeri-mien tos de la autoobservacin. Clausura operativa n o significa independenc ia cau-sal ni ais lamiento recproco. Lo nico que p u e d e alcanzarse (y eso sera suficiente) es que estos tres sistemas se vinculen po r med io de acoplamientos estructurales, inf luyndose unos a otros de tal m a n e r a que resulte compat ible con u n a completa au tonoma en la esfera de sus respectivas operaciones propias. La dependenc ia mu-tua se reduce a una irri tacin recproca que solamente es percibida y es obje to de elaboracin en el sistema irr i tado.

    La tesis de una separacin radical e insuperable de los sistemas de conciencia y los sistemas d e comunicacin (sistemas psquicos y sistemas sociales) descansa en u n a suposicin imprescindible, la temporal izacin radical de estos sistemas.

    H e m o s es tado h a b l a n d o de operac iones . Son eventos que a p a r e c e n p a r a des-a p a r e c e r y que n o p u e d e n ser r epe t idos . Las operac iones son eventos sea lados c r o n o l g i c a m e n t e ( fechados) a los que n i c a m e n t e p u e d e n segui r otros eventos . Esto significa, en t r e o t ras cosas, que los eventos p u e d e n ser observados nica-m e n t e c o m o d i fe renc ia , es to es, observados n i c a m e n t e en el s is tema d e u n an-tes y u n despus , gracias al cual son p roduc idos e iden t i f icados .

    Los eventos n o t ienen consistencia, se nos escurren de inmedia to , pe ro el recuer-do de ellos p u e d e olvidar la diferencia original y tener memor i a de un evento con otras distinciones n o temporales , como de u n evento de un tipo def in ido que se diferencia de eventos similares y de otros eventos.

    Si queremos repet i r los eventos en u n sent ido es t r ic tamente cronolgico (lo que en real idad resulta imposible), debemos general izar su sentido, hacer abstraccin del t iempo, reproducirlos. Las determinaciones temporales recurrentes (las horas , los das, las semanas, los meses, los aos), a diferencia de las fechas nicas, facilitan esto l t imo. Pero slo lo que posee este carcter nico p u e d e ser concreto. En conse-cuencia, la existencia d e estos sistemas se da solamente en el momen to . El resto es n i c a m e n t e susceptible de observacin, e inclusive esto slo de m a n e r a operat iva, es decir, nuevamente , slo en el m o m e n t o cor respondiente de la operacin l lamada observar.

    As, n o a f i r m a m o s (para m e n c i o n a r y excluir la concepcin opuesta) que los s is temas de la conciencia y de la comunicacin existan de una m a n e r a sustancial-m e n t e separada . Su separac in no p u e d e compara r se t a m p o c o con la coexistencia de los objetos en el espacio (algo que el observador d e las cosas en el espacio p resupone) . Ms bien, su separacin descansa exclusivamente en el h e c h o de que

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  • n t r a n i a d o s recursivos con cuya ayuda son reproduc idas e ident i f icadas las loS c o n e s que c o n f o r m a n tales sistemas son, en rea l idad , diversos y carecen de P e ^ s e C C iones . i o t e a Causa de ello los sistemas separen eventos (por e jemplo, que una comu-

    ' n lingstica sea s iempre t ambin u n evento en la mayora de las conciencias lUC K iantes) n o al tera en n a d a el hecho de una completa separacin de los siste-P a r " C 1 o r n u e el evento es ident i f icado de m a n e r a diversa p o r cada u n o de los n l J ! " , c v t iene en cuenta en cada caso otros eventos. Cada sistema t i ene su sistemas 7 . . . .

    ia memor ia , organiza sus propias anticipaciones en conexion con sus respec-t a s operaciones.

    Sin esta p rop iedad n o podr a tener lugar n inguno de los eventos que r ep roducen e l sistema. Unicamente gracias a esta au to fundamen tac in en la f o r m a de eventos, la separacin de los sistemas resulta posible y al mismo t i empo necesaria40 .

    Slo c u a n d o h e m o s p o d i d o c o m p r e n d e r y descr ibir s u f i c i e n t e m e n t e es te hecho podernos es tar en condic iones d e reconocer c m o la conciencia y la comu-nicacin cons t i tuyen e fec t ivamen te u n a re lacin necesar ia ( a u n q u e c i e r t a m e n t e no un s is tema uni ta r io) . La clave d e t odo ello res ide e n el concep to d e acopla-miento estructural.

    Porque de cualquier m o d o resulta vlido que sin conciencia n o hay comunicacin y sin comunicacin n o p u e d e habe r conciencia. Seguramen te p u e d e pone r se en tela de juicio la exacti tud de todo esto, en vista de aquellos f en men o s que podr amos llamar comunicacin inconsciente. Sin embargo, n o l lamamos comunicacin a cual-quier armonizacin de compor tamientos , sino tan slo a aquella que se da a travs de una distincin ent re acto de comunicar (accin comunicativa) e informacin (tema, contenido del acto d e comunicar). C u a n d o esta distincin n o se hace, lo nico que se presenta es u n a percepcin recproca, sin que se d n i n g u n a comunicacin en el sentido de nues t ro concepto. Porque, en realidad, pa r a la comunicacin, pa ra la autopoiesis, y para que la comunicacin pueda cont inuar su movimiento, se hace necesario que atribuya el acto de comunicar como accin y que p u e d a util izar a aqulla al dist inguir su contenido pa ra en t ra r en contacto con otras comunicaciones.

    Sin embargo, pa ra la distincin en t re acto de comunicar e informacin resulta imprescindible la cooperacin d