la carta a los hebreos. una lectura desde sor isabel · 2014. 2. 12. · la carta a los hebreos....

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La Carta a los Hebreos. Una lectura desde sor Isabel 1 HNA. M.“ PILAR HUERTA ROM`N Carmelo de Toro (Zamora) «¡QuØ sublime es la misin de una Carmelita! Tiene que ser mediadora con Jesucristo» (Ep 118). INTRODUCCIN La familiaridad de dos autores Hace unos aæos, profundizando en el estudio de la Sagrada Escritura, descubr un pequeæo tesoro que posteriormente ha sido para m de gran valor tanto a nivel de estudio (cientfico) como a nivel espiritual: la Carta a los Hebreos. De la mano de Albert Van- 1 Hemos usado como fuentes de la Carta a los Hebreos las siguientes: L. RUBIO MOR`N, Otros Escritos del Nuevo Testamento, PPC-Casa de la Biblia, Madrid 1987; A. VANHOYE, El mensaje de la carta a los hebreos (Cuadernos Bblicos, 19), Verbo Divino, Estella 1982; AA.VV. Comentario al Nuevo Tes- tamento, Verbo Divino- Casa de la Biblia, Estella 1982; Biblia de La Casa de la Biblia. De Sor Isabel: Obras completas, Monte Carmelo, Burgos 1984 (ed. Alfon- so Aparicio). Las siglas empleadas son: CT = El cielo en la tierra; CP = Composiciones poØticas; D = Diario Espiritual; Ep = Epistolario; EXC = Ex- cursiones; ME = Misivas Espirituales; PL = Palabras luminosas; R = Recuer- dos; UE = ltimos ejercicios espirituales. AdemÆs hemos consultado: A. APA- RICIO, F. BR˜NDLE, L. ARSTEGUI, A. DOMINGO FERN`NDEZ, Isabel de la Trinidad. Figura y mensaje de hoy, Instituto de Espiritualidad a Distancia, Madrid 1984. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 65 (2006), 77-99

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  • La Carta a los Hebreos.Una lectura desde sor Isabel 1

    HNA. M.ª PILAR HUERTA ROMÁNCarmelo de Toro (Zamora)

    «¡Qué sublime es la misión de una Carmelita!Tiene que ser mediadora con Jesucristo» (Ep 118).

    INTRODUCCIÓN

    La familiaridad de dos autores

    Hace unos años, profundizando en el estudio de la SagradaEscritura, descubrí un pequeño tesoro que posteriormente ha sidopara mí de gran valor tanto a nivel de estudio (científico) como anivel espiritual: la Carta a los Hebreos. De la mano de Albert Van-

    1 Hemos usado como fuentes de la Carta a los Hebreos las siguientes: L.RUBIO MORÁN, Otros Escritos del Nuevo Testamento, PPC-Casa de la Biblia,Madrid 1987; A. VANHOYE, El mensaje de la carta a los hebreos (CuadernosBíblicos, 19), Verbo Divino, Estella 1982; AA.VV. Comentario al Nuevo Tes-tamento, Verbo Divino- Casa de la Biblia, Estella 1982; Biblia de La Casa dela Biblia.

    De Sor Isabel: Obras completas, Monte Carmelo, Burgos 1984 (ed. Alfon-so Aparicio). Las siglas empleadas son: CT = El cielo en la tierra; CP =Composiciones poéticas; D = Diario Espiritual; Ep = Epistolario; EXC = Ex-cursiones; ME = Misivas Espirituales; PL = Palabras luminosas; R = Recuer-dos; UE = Últimos ejercicios espirituales. Además hemos consultado: A. APA-RICIO, F. BRÄNDLE, L. ARÓSTEGUI, A. DOMINGO FERNÁNDEZ, Isabel de la Trinidad.Figura y mensaje de hoy, Instituto de Espiritualidad a Distancia, Madrid 1984.

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    hoye 2 y Don Luis Rubio Morán 3 he podido introducirme en estemaravilloso escrito y disfrutar tanto del contenido como de la for-ma, nunca mejor dicho, ya que la estructura que presenta A. Van-hoye introduce ya en el contenido. Puedo repetir sin ánimo de va-nagloria, sino con toda verdad y sinceridad, las mismas palabras quedijo Etienne Charpentier al estudiar al P. Vanhoye: «me sentí real-mente deslumbrado. Desde aquel día, la carta a los hebreos se con-virtió para mí en un texto luminoso y meditado sin cesar».

    Casi a la par leí a Sor Isabel de la Trinidad y, en un momentodeterminado, algo me llamó la atención. A pesar de que sor Isabelno tiene muchas citas explicitas de este texto las que tiene sabe-mos se las atribuye a S. Pablo, se da en ambos un vocabulariomuy afín, casi idéntico; existe un determinado número de palabrasque son iguales en ambos escritos. Si los lectores se detienen apensar en cada uno de los dos por separado o en ambos a la vez, sedarán cuenta de que ciertas palabras aparecen con frecuencia enambos autores, el de la Carta a los Hebreos y sor Isabel, de que usanun vocabulario similar. Por ejemplo: sacrificio, victima, expiación,sufrimiento, holocausto, sangre, tabernáculo, entrega, morada, san-tuario, fe, santificación, culto, alabanza, acción de gracias

    Una mirada atenta me ha hecho ver que entre ellos puede darseuna cierta relación. De toda la carta o sermón a los Hebreos, me hefijado solamente en el sacerdocio de Cristo, ese sacerdocio quesupera y perfecciona el del Antiguo Testamento. Y las consecuen-cias que esto tiene para la vida cristiana. De alguna manera trato derelacionar todo esto con los escritos de Sor Isabel, con su vida.Pienso que resulta más fácil pensar en ella más como profeta que

    2 Albert Vanhoye, jesuita, profesor del Instituto Bíblico de Roma. Su tesissobre la estructura de la carta a los hebreos ha marcado una fecha en la historiade su interpretación. En la actualidad es casi universalmente admitido y hapasado concretamente a la traducción ecuménica de la Biblia. Pero este técnicono tiene nada de árido; está al servicio de la inteligencia religiosa del texto.

    3 Don Luis Rubio Morán nació en Paladinos del Valle (Zamora) el año1936. Licenciado en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma y enSagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, es doctor enTeología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha trabajado en el Ins-tituto Vocacional Maestro Ávila de Salamanca. Y ha sido profesor de los CursosBíblicos a Distancia de la «Casa de la Biblia» en las asignaturas: «Otros Es-critos del Nuevo Testamento» y «La historia de la salvación».

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    como sacerdote pues la dimensión profética está claramente marca-da en sus escritos, pero también existe esta otra dimensión sacerdo-tal que nos puede resultar interesante. Consciente de que esto podríaverse desde muchos puntos de vista, yo lo hago desde la Carta a losHebreos.

    No me voy a detener en las cuestiones preliminares, introducto-rias, ni en la estructura de la Carta. Pasaré al contenido, en concretoa la parte que se refiere a Cristo Sacerdote. Aunque antes, por suimportancia y originalidad, diré una palabra sobre la motivación queha tenido el autor para componer este bello escrito.

    Un escrito original.

    De todos es conocida la expresión Carta a los Hebreos, sinembargo no se trata propiamente de una carta, sino de un sermón.Es una obra curiosa, original y estimulante; como ya dije, es unauténtico tesoro. Es el único sermón propiamente dicho que conser-vamos del Nuevo Testamento en su tenor literal. Su contenido essimple: Jesús es nuestro Sumo Sacerdote; en El y por El tenemosacceso al Padre. Un mensaje que resulta deslumbrante.

    La originalidad del autor estriba en darle a Jesús el título deSumo Sacerdote, que no encontramos en ningún otro texto delNuevo Testamento. Quizá la costumbre nos haga incapaces de cap-tar lo que en aquel momento supuso una afirmación así de atrevidapor las dificultades que ahora veremos.

    Este era un problema que había que resolver. Pues era evidenteque Jesús no fue sacerdote según la Ley judía. No pertenecía a latribu de Leví, sino a la de Judá, no a una familia sacerdotal. Noejerció durante su vida ninguna de las funciones propias de lossacerdotes judíos. La actividad de Jesús se parecía más a la de losprofetas. De hecho la gente se pregunta si será «el profeta que hade venir» (Jn 6,14; 7,40), o si será el Mesías. Viéndole y observan-do su actuación, a nadie se le ocurre preguntarse si será el sacerdoteque ha de venir. Muere fuera de la ciudad, como un condenado,como un malhechor, como un excluido del pueblo de Dios (Nm15,30; Dt 21,22-23), como un maldito, abandonado de Dios, todo lo

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    lejos que imaginar se pueda de una acción sacrificial, de la acciónde un sacerdote, de la ofrenda de una víctima aceptable a Dios. Aúncuando se pudiera afirmar que su muerte fue un acto de amor ex-tremo a los hombres, de misericordia hacia ellos, nada parecía in-dicar que se tratara de un acto sacerdotal, de un sacrificio según loinstituido en la ley.

    Aquí radica el problema. Si los cristianos decían desde el primermomento que en Cristo se habían cumplido las Escrituras, era lógicala pregunta: ¿Qué pasa entonces con todo lo referente a la institu-ción sacerdotal, atestiguada en esas Escrituras Sagradas? La Escri-tura, se ocupa ampliamente del sacerdocio. Incluso en la vida deJesús, dentro de la complejidad de sus palabras y de sus actuacio-nes, parece que no se puede negar totalmente una cierta referenciao relación positiva con el culto, y, por tanto, con el sacerdocio.

    Y, sin embargo, afirmar que Jesús es sacerdote era una afirma-ción audaz. Pero nuestro autor fue capaz de vencer resistencias,armonizar conceptos, profundizar en esta realidad del sacerdocioantiguo y en la vida-muerte de Jesús. Para ello prescindió, como élmismo dice, de lo elemental, para fijarse en lo esencial, en lo adul-to, en el alimento sólido. Dirigió su mirada a lo que en su honduraquería expresar el sacerdocio del Antiguo Testamento, más allá ypor encima de sus concreciones ceremoniales o rituales y vio que elproyecto era válido: estaba llamado a establecer unas buenas rela-ciones entre Dios y los hombres. Aun cuando su realización histó-rica fuera insuficiente. Se fue reduciendo a una serie de ritos que noconseguían su objetivo, se convirtió en un callejón sin salida.

    Y así, tomando sólo en cuenta lo fundamental, el autor del ser-món examina por una parte los rasgos esenciales del sacerdocio delAT. En él, el sacerdote es el hombre llamado por Dios y tomado deentre los mismos hombres de quienes se siente solidario; sus buenasrelaciones con ambos le permiten actuar como intermediario entreellos y ofrecer sacrificios a Dios. Y por otra parte, cuál es el tipodel sacerdocio de Cristo, y cuáles son sus características esencialesque lo especifican y distinguen radicalmente del sacerdocio antiguo.

    A su entender Cristo asumió, realizó y perfeccionó aquello queel sacerdocio, en el fondo, y según el proyecto de Dios, quería yestaba llamado a realizar. Así en Jesús también se cumple esta

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    Escritura, la del sacerdocio. Descubre las semejanzas profundas, lasdiferencias fundamentales, y la superioridad entre el sacerdocio deCristo y el AT. De esta manera trasformó la comprensión del sacer-docio y amplió y profundizó la fe cristiana.

    Divido el trabajo en dos partes. En la primera podemos vercómo es el sacerdocio de Cristo. En la segunda las consecuenciasque esto tiene para la vida cristiana. En ambas vemos la relacióncon Sor Isabel de la Trinidad.

    I. DIOS HA CONSTITUIDO A CRISTO COMO SUMO SACERDOTE

    Jesús, mediador entre Dios y los hombres.

    «¡Qué sublime es la misión de una Carmelita! Tiene que sermediadora con Jesucristo. Tiene que ser para El como una humani-dad suplementaria donde pueda perpetuar su vida de reparación, desacrificios, de alabanza y de adoración ¿No sientes subir constan-temente mi oración hacía El y descender hasta ti?» 4.

    El sacerdote es un hombre que tiene la responsabilidad social delas relaciones con Dios. En otras palabras, tiene un papel de media-dor. Esto se cumple claramente en Jesús ya que está en íntimarelación con Dios y al mismo tiempo está en íntima y óptima rela-ción con los hombres. Es un sacerdote misericordioso, solidario conellos. Estamos ante una gran noticia para nosotros, no estamos so-los. Nos han tendido un puente. Alguien nos coge de la mano y noslleva hasta el mismo Dios y a la vez ese Alguien acerca hastanosotros al mismo Dios. El es el camino, el puente que allana todoslos obstáculos.

    Esta faceta del sacerdocio de Jesús la podemos contemplar enSor Isabel. Ella por su intimidad con Jesús es capaz de hacer sumismo camino llevando de la mano a muchas personas. Esto sepuede ver principalmente en el Epistolario. En una carta a la seño-rita Germana Gérmeaux dice: «Hermanita de mi alma, a la luz dela eternidad, el Señor me hace comprender muchas cosas. Te digo

    4 Ep 148.

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    como si fuera de su parte, que no temas el sacrificio y la lucha. Alcontrario, alégrate cuando pases por esos momentos» 5.

    También a la señora de Halló le dice: «Es un consuelo poder dara Dios a las almas y llevar las almas a Dios. La vida adquiere otroritmo cuando se la orienta de ese modo 6; Y a su amiga la señoritaFrancisca Sourdon: «Hablo todos los días al señor de mi queridaamiga. Es tan dulce encomendarle a las personas que se ama y seha dejado por El» 7.

    Como Jesús, Sor Isabel es una buena intercesora. Ella lleva a laspersonas hasta El y al mismo tiempo acerca a Dios a tanta gente quetenia necesidad de El. A la señora Condesa de Sourdon la habla enun tono que nos recuerda a las palabras de los profetas. Por un ladola comunica un mensaje de parte de Dios y por otro defiende sucausa: «Querida señora, ¿permite a esta pequeña Carmelita que leama tanto, comunicarle algo en nombre de El? Le trasmito laspalabras que el divino Maestro dirigió a Santa Catalina de Sena:«Piensa en Mí y yo pensaré en ti» 8.

    «Ya que me considera buen abogado ante la corte del Rey, lesuplico que me confíe sus intranquilidades. Puede adivinar con quéinterés defenderé su causa. Cuando mi mamá me comunicaba todassus inquietudes por mi Guita, le decía que no se preocupara puesyo me encargaba de ello. Ya ve cómo el Señor me atendió ¿Quiereque haga la misma súplica? Me ha respondido afirmativamente¿verdad?» 9.

    A la Madre Germana de Jesús, Sor Isabel le da la categoríade Sacerdote ya que la considera mediadora entre ella y Dios. Ellaha recibido sus votos religiosos, ha sentido su cercanía en los mo-mentos de sufrimiento y de crisis: «Madre querida, Sacerdoteamado, su pequeña Alabanza de gloria no puede dormir. Sufre, sualma, aunque angustiada, permanece en tanta paz...» 10; «Mi Sacer-dote amado, ignoro lo que sucede... El Sumo Sacerdote te consa-

    5 Ep 286.6 Ep 200.7 Ep 81.8 Ep 114.9 Ep 114.

    10 ME 23.

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    grará en misa a su sacerdote y a sus dos hostias. Será la posesiónplena del Amor» 11.

    Un sacerdote de un orden nuevo, «en la línea de Melquisedec»(Hb 7, 1-28).

    Hemos visto que Jesús es Mediador, también veremos que poseeun sacerdocio nuevo. Sor Isabel en una carta que escribe al semina-rista Andrés Chevignad le dice: «Como aquel Pontífice sin padre nimadre, sin ascendencia, no teniendo principio de sus días, ni fin desu vida, hecho semejante al hijo de Dios de quien habla San Pabloen su Epístola a los Hebreos (Hb 7,3), usted llegará a ser tambiénpor la unción sagrada, una persona que ya no pertenece a la tierra,un mediador entre Dios y las almas» 12.

    Con la figura de Melquisedec describe el autor, el sacerdocio deCristo, que es distinto al sacerdocio levítico representado por Aarón.No es un sacerdocio de origen humano y sujeto a la muerte, sino unsacerdocio de origen divino y no caduco, no mortal como corres-ponde al Hijo eterno de Dios. Se trata de un sacerdocio perfecto,consumado, definitivo, que inutiliza, y por lo mismo, suprime, elsacerdocio levítico. El autor de la Carta afirma que, cuando el Sal-mo 110 proclama un sacerdocio a semejanza de Melquisedec, esporque reconoce que aquella consagración del sacerdocio de Aaróny los levitas no era una auténtica consagración, una consagracióntransformante. No era una consumación ni llevaba a la perfeccióndel sacerdocio, no trasformaba íntima y plenamente al sacerdote y,por consiguiente, no lo capacitaba para el acceso a Dios. Eran ritosexternos, carnales, que no afectaban al ser del hombre, que en supropio entraña seguía siendo un pecador, y eran, por lo mismo,inútiles.

    Se necesitaba una consagración-consumación-perfección de otroorden, no ritual, sino existencial, por la cual la condición carnal,terrena, humana, del sacerdote quedara trasformada en una condi-ción existencial divina, celeste, asegurando así el acceso a Dios.

    11 ME 24.12 Ep 211.

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    Un sacerdote consumado-perfeccionado mediantela ofrenda de sí mismo.

    Hebreos destaca la contraposición entre el nuevo culto y elantiguo, al que califica de inútil e ineficaz. En realidad, este viejoculto es símbolo de todo falso intento de salvar al hombre, ya quesólo por la sangre de Cristo puede el hombre purificar su corazóny vivir su conversión interior y su comunión con Dios. Lo que seofrece no llega al cielo, no procura el verdadero acceso a Dios, noestablece auténtica comunión con Dios. Afecta únicamente al exte-rior del hombre ¿Qué relación puede haber entre la sangre de unabestia inmolada y la conciencia de un hombre? ¿Qué posibilidad decomunión personal hay entre un animal muerto y el Dios viviente?Las antiguas ofrendas rituales carecían de valor porque eran incapa-ces de perfeccionar en su conciencia al adorador. Por eso se hacendel todo necesarios un nuevo culto y una nueva alianza. Ya Jere-mías proclamaba esta necesidad.

    La ofrenda sacrificial se concebía como un medio de agradar aDios y de atraer sus favores. De alguna manera se intenta que Dioscambie de actitud para con nosotros. El autor nos invita a tomar laperspectiva contraria: demuestra que el efecto del sacrificio tieneque ser transformar al oferente, no a aquel a quien se ofrece.

    En Heb 5,1-10 tenemos los rasgos del sacerdocio israelita. Apartir del verso quinto lo que hace es aplicarlo a Cristo. De hechoel v. 5 comienza de esta forma: «así también Cristo».

    Uno de los rasgos del sacerdocio israelita es ofrecer oblacionesy sacrificios. ¿Cuál es el sacrificio, la ofrenda que hace este sacer-dote que es Cristo? El autor nos da la pista, al decirnos: «El mismoCristo que en los días de su vida mortal presentó oraciones y supli-cas con grandes gritos y lagrimas a aquel que podía salvarle de lamuerte» (Heb 5, 7a). Jesús presenta al Padre una oración intensa,llena de confianza. El Padre acepta la reverencia de Jesús, su obe-diencia. La ofrenda de Jesús, su sacrificio, consiste en poner su vidaentera en manos del Padre, no es algo ajeno a El mismo. Lo queJesús ofrece es su obediencia, una obediencia que supone sufrimien-to, que supone morir a su propia voluntad para ajustarla a la delPadre: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas pero me has formado

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    un cuerpo» (Heb 10,5b), que es una manera de decir que el verda-dero sacrificio, la autentica ofrenda está en la entrega del propiocuerpo, de la propia vida. Por tanto el cuerpo de Jesús es el altardonde se presenta la ofrenda. La humanidad de Jesús es el temploen el que El ofrece su sacrificio. Pero el autor no quiere dejar delado ningún detalle y, así, dice: también en el caso de Jesús hahabido sangre, pero no sangre de machos cabríos, ni sangre de torossino su propia sangre que ha resultado ser una sangre purificadora.Tenemos pues un sumo sacerdote que es Jesucristo, la ofrenda delsacrificio que el hace es su propia existencia. El mismo es la víc-tima, y el altar en el que ofrece el sacrificio es su cuerpo.

    El orante es llevado a transformarse interiormente por la firmeadhesión a la voluntad de Dios. Orar así le cuesta lágrimas. Pero esaadhesión es la que prevalece gracias a la oración. Y así la súplicadramática de Jesús es escuchada, produciendo no un milagro es-plendoroso de «bajarle de la cruz», como pretendían los que seburlaban de él; no el ahorrarle la muerte, como seguramente élmismo esperaba, sino su misma transformación, mediante la mismamuerte, de manera que en ella y por ella Jesús queda transformado,adherido, unido siempre a Dios. Escuchemos a sor Isabel: «En pri-mer lugar, ¿qué dijo al entrar en el mundo? No has querido sacri-ficio ni ofrenda, sino que me has hecho un cuerpoAquí estoy,Señor, para hacer tu voluntad. Esta voluntad fue de tal modo su pande cada día durante sus treinta y tres años que, al entregar su espí-ritu en las manos del Padre, pudo exclamar: Todo está cumplido» 13.

    De la oración sale Jesús renovado, convertido en un hombrenuevo, plenamente obediente, realizando así la imagen del hombreoriginal pretendida por Dios en la creación. De esta manera, Jesús,en la oración y por la oración que acompaña su vida entera, yespecialmente todo el proceso de su pasión y muerte, convierte todasu vida, todo su ser, en ofrenda, en un auténtico y perfecto sacrifi-cio. Esa es su personal consagración, su perfeccionamiento, suconsumación sacerdotal. En todo ese proceso, además, Jesús man-tiene su solidaridad con las flaquezas de los hombres, su amor aellos, sin rechazarlos nunca, sin condenarlos, sin dimitir de su con-

    13 CT.

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    dición de hermano de los hombres. De esta forma desde su mismaexperiencia, se ha hecho permanentemente capaz de compadecersede la situación y miseria del hombre, y de aportarle la ayuda nece-saria en cada circunstancia concreta. Con todo ello el autor ve rea-lizado en Cristo un nuevo tipo de sacerdocio, un sacerdote eficazque proporciona la salvación a cuantos a él se adhieran llevándolosplenamente hasta Dios.

    También Sor Isabel es llevada mediante la oración a una trans-formación existencial, es llevada a una unión íntima con El aceptan-do siempre su voluntad. «La oración seguía siendo el mejor remediopara todos mis males» 14.

    Si Jesús al entrar en el mundo dijo: «Aquí vengo, oh Dios, parahacer tu voluntad», Isabel cuando entra en el Carmelo de Dijon, el2 de agosto de 1901, a la pregunta «qué nombre quisiera tener enel cielo», responde: «Voluntad de Dios». El cumplir su voluntad, elresponder a la llamada, es lo que había guiado su vida. Es lo que lallevó al Carmelo. Dos horas antes de entrar en el convento escribíaal canónigo Angles: «Comprendo que soy totalmente suya, que nome quedo con nada. Me arrojo en sus brazos como un niño» 15.

    Como en el caso de Jesús su ofrenda es poner su propia vida enmanos de Dios desde el principio. Su ofrenda no son cosas ajenasasí misma. Lo que Isabel ofrece es su obediencia, una obedienciaque supone sufrimiento porque como en el caso de Jesús suponemorir a su propia voluntad para ajustar su voluntad a la voluntad delPadre. «Ser Alabanza de gloria exige estar muerta a cuanto no seaEl para vibrar sólo a impulsos de su toque divino» 16.

    Ella, al modo de Cristo, ha ofrecido un único sacrifico. Ha ofre-cido su propia vida y esto desde el principio. No solamente en elmomento de su profesión o cuando ya veía su muerte inminente,sino desde que tuvo uso de razón y esto lo podemos ver claramenteen sus escritos: «Mamá querida, si amo un poco a Dios, es porquetú orientaste el corazón de tu hijita hacia El.» 17; «Ese día en queJesús de mí hizo su morada y Dios tomó de mi alma posesión. Tanto

    14 PL.15 Ep 75.16 Ep 232.17 Ep 156.

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    es así, que desde aquella hora, después de aquel coloquio misterio-so, tan feliz y divino, sólo pensé ofrecer toda mi vida y devolver unpoco de su amor al esposo divino del sagrario» 18; «Iba a cumplircatorce años cuando, un día durante la acción de gracias, me sentíimpulsada irresistiblemente a elegirle por mi único Esposo. Sin másdilaciones, me uní a El con el Voto de virginidad. Nada nos dijimos.Pero nos entregamos recíprocamente con un amor tan intenso que ladeterminación de consagrarme a El fue en mi más definitiva» 19;«Jesús mío, qué anhelos de ti siento. Cuánto me alegra ser prontotu esposa. Quiero por ti sufrir y, por verte, morir» 20.

    La ley antigua, que mandaba repetir los sacrificios, estaba asídando testimonio de su ineficacia. No se repite lo que es eficaz.Además lo que es exterior al hombre no sirve para purificar elcorazón, ni el interior.

    Isabel ofreciéndose a sí misma es purificada interiormente. Havivido en plenitud la nueva alianza, ha descubierto la ineficacia de unculto que no transforma de raíz. Se ha fijado en el camino que hahecho Cristo de entrega total desde el principio. Es verdad que ella hatenido conciencia de esta entrega desde muy pronto, pero tambiénpara ella marca un hito digno de mención el día de su profesión, eldía que se consagra definitivamente: «El día de la Epifanía me harásu reina y pronunciaré los Votos que me unirán a Él para siempre» 21.

    Ella reconoce, se da cuenta de que está ante un misterio inefa-ble, que apenas si tiene palabras para poderlo expresar: «es algo tandivino que no hay palabras para poderlo expresar. He pasado ya enmi vida días encantadores. Pero no me atrevo a compararlos conaquél. Es un día único. Creo que si me encontrara ante el Señor, nosentiría una emoción tan grande como lo que he experimentado. Esalgo maravilloso lo que pasa en esos momentos entre Dios y elalma» 22.

    Para Isabel, el día de su profesión significó un punto de llegaday un punto de partida. Se han cumplido todos sus deseos, todos sus

    18 CP 47.19 PL.20 CP 4.21 Ep 130.22 Ep 134.

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    anhelos. Ha llegado a la meta deseada se convierte en posesión deCristo. De aquí en adelante se tendrá que comportar como unaverdadera esposa: «La profesión es un día sin ocaso. Me parececomo la aurora de un día que nunca terminará» 23. «Ahora ya sólome queda un deseo por cumplir: amarle, amarle siempre; celar suhonor como una verdadera esposa, ser su felicidad» 24. «La Iglesiame ha dirigido el Veni, sponsa Christi y me ha consagrado al Señor.Ahora, todo se ha consumado» 25.

    También ella como El, en la hora del supremo dolor ha orado.Ha presentado oraciones y súplicas con grandes gritos y lágrimas aaquel que podía salvarla de la muerte. A la Madre Germana leescribe esta misiva: «Su pequeña hostia sufre muchísimo, muchísi-mo. Es una especie de agonía física. Se siente tan extenuada quequisiera gritar» 26. Y también, como en el caso de Jesús, fue escu-chada no de la forma que nosotros esperaríamos o desearíamos salvándola de la muerte- sino, como Jesús, mediante la transforma-ción de su vida en Dios: «Sí, soy feliz porque el Señor me haasociado a su obra de redención. Mis sufrimientos son como unaprolongación de su Pasión. Lo que deseo es conocerle, la comunióncon sus sufrimientos y la semejanza con su muerte». []. «Unanoche mis dolores eran tan intensos que me sentí dominada por lanaturaleza. Intensifiqué entonces mi fe y me dije: una Carmelita nodebe sufrir de este modo. Después, contemplando a Jesús agonizan-te, le ofrecí mis sufrimientos para consolarle y me sentí fortalecida.Es así como he obrado siempre en mi vida. A cada prueba, porgrande o pequeña que fuese, consideraba los dolores semejantes queel Señor había sufrido para sumergir mis sufrimientos en los suyosy a mí misma en El». []. «Ya no pretendo solamente ir al cielopura como un ángel, quiero ir también transformada en Jesús cru-cificado» 27.

    Pero podemos ver que también ella, al orar, al aceptar la volun-tad de Dios, al adherirse íntimamente a El, sale fortalecida, conver-

    23 Ibídem.24 Ep 136.25 Ep 147.26 ME 25.27 PL 736, 743, 736.

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    tida en una mujer nueva dispuesta a aceptar que se cumpla el desig-nio de Dios sobre ella plenamente: «El quiere asociar a su Esposaa su obra de redención. Este camino doloroso se presenta al almaque lo recorre como si fuese la ruta de la felicidad, no sólo porquea ella conduce sino también porque el divino Maestro le hace com-prender que debe superar la amargura del sufrimiento para encontrarcomo El su descanso en el dolor» 28

    II. LA CONDICIÓN-SITUACIÓN Y LA EXISTENCIA-VIDA DE LOS CRISTIANOS

    El autor de la Carta hará después la aplicación a la vida cristia-na. El camino ha sido abierto por el sacerdote perfecto, se ha esta-blecido el puente, es posible por tanto entrar en contacto con Dios.Tengamos, pues, confianza, mantengamos la esperanza, caminemosalegres. Cuando llegue el río no tengamos miedo porque tenemos elpuente y al otro lado está Jesús como sumo sacerdote en la casa delPadre.

    Este acceso se consigue también para nosotros no medianteofrendas de nuevos sacrificios sino mediante la fe, la adhesión plenaa Jesús. Hebreos nos invita también aunque de forma más implícitaa que cada uno de nosotros como Jesucristo, presente al Padre laofrenda de su propia vida: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas»tenemos que repetir cada uno de nosotros, pero Señor «aquí estoypara hacer tu voluntad». Es decir la vida cristiana en definitiva escomo en el caso de Jesús ofrecer al padre el obsequio de nuestraobediencia: «Aquí estoy para hacer tu voluntad». Al final su cuerpo,toda su persona se ha convertido en tienda, en altar en el que se haencontrado Dios y el hombre. El cambio de situación operado loproclama el autor con esta frase:

    Tenemos pleno derecho para entrar en el Santuario.

    Ha caído el muro que impedía el acceso real al trono de Dios,se ha roto el velo que dificultaba la visión, tenemos camino abierto

    28 UE 170.

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    hasta El. Las separaciones han sido superadas, se ha llegado a lacomunión más plena: «En El no existen distancias ni separacio-nes» 29. Quizá al llegar a este punto podemos decir como nuestropredicador: «Esto es lo más importante de lo que venimos diciendo:que tenemos un sumo sacerdote que está sentado en los cielos a laderecha del trono de Dios, como ministro del santuario y de laverdadera tienda de la presencia erigida por el Señor, y no por elhombre.» (Heb 8,1-2). Y es lo más importante porque conecta per-fectamente con la doctrina de Isabel, ella se ha descubierto habitada,casa de Dios. En sus Últimos ejercicios espirituales nos dice: «comoel pájaro halla su casa donde recogerse y la golondrina un nidodonde poner sus polluelos, así Laudem gloriae, mientras espera sutránsito a la Jerusalén santa, ha encontrado su retiro, su felicidad, sucielo anticipado donde comienza a vivir su vida eternaEste es elmisterio que canta hoy mi lira. El Señor me ha dicho como a Za-queo: Baja pronto, porque hoy me hospedaré en tu casa (Lc 19,5).Baja pronto. Pero, ¿a dónde?... A lo más profundo de mis ser des-pués de haberme desprendido de mí misma, separado de mí misma,despojado de mi misma» 30.

    ¡Atención!, pisamos terreno sagrado, estamos llegando a lamorada principal de ese castillo de cristal que como bien dice Te-resa de Jesús, somos nosotros.

    El acceso no es a un santuario terreno, hecho por manos huma-nas, símbolo más o menos adecuado, pero siempre lejano, de lamorada real de Dios, no a un lugar tenebroso, terrible, como elSinaí: «No os habéis acercado vosotros a algo tangible, ni a unfuego ardiente, ni a la oscura nube, ni a las tinieblas, ni a la tem-pestad os habéis acercado a Jesús, el mediador de la nueva alian-za, que nos ha rociado con una sangre que habla más elocuentemen-te que la de Abel.» (Heb 12,18.24).

    El acceso es al mismo Jesús y con él desaparecen las nubesoscuras, las tinieblas, las tempestades y aparece la luz, el Sol. Y deesto Sor Isabel nos da testimonio: «Quiero comunicarte mi secreto:esta intimidad con El en el santuario de mi corazón ha sido el

    29 Ep 128.30 UE 191-192.

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    hermoso sol que ha iluminado mi vida convirtiéndola en un cieloanticipado» 31. Sor Isabel exclama exultante: «Dios en mí y yo en El.He ahí nuestro lema. Qué agradable es esta presencia divina dentrode nosotros, en ese santuario íntimo de nuestras almas. Allí le en-contramos siempre aunque no disfrutemos de su presencia sensible.Es allí donde me gusta buscarle» 32.

    De joven le encantaban las excursiones, los viajes, las monta-ñas, el horizonte. Una prueba de ello lo tenemos en uno de losescritos que nos ha dejado: Las excursiones al Jura. «Al fin logra-mos alcanzar la cumbre donde nos sentimos generosamente recom-pensados con unas vistas admirables. Visitamos las ruinas de viejoscastillos. Luego subimos al observatorio desde donde se divisa unpaisaje aún más encantador» 33.

    Pero la más profunda excursión que ha hecho a lo largo de suvida ha sido el gran viaje al fondo de ella misma, a su morada interiory allí se ha dado el gran encuentro con Dios. «¡Ah! Si pudiera levan-tar la cortina del Carmelo, ¡qué bello horizonte se percibiría al otrolado! Paisaje Infinito, que se ensancha cada día. ¡Ah! el Carmelo, eseestar a solas con Aquel a quien se ama» 34. En él ha gastado toda suenergía: «La vida de una Carmelita es una comunión ininterrumpidacon Dios desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta lamañana. Si El no llenase nuestras celdas y nuestros claustros, quévacíos estarían. Pero, es a El a quien vemos en todas las cosas, puesle llevamos dentro de nosotras mismas. Nuestra vida viene a ser uncielo anticipado» 35. Y pienso que este adentrarse en ella misma es loque la ha curado y sanado todos los vacíos, su difícil forma de ser,los pequeños o grandes sacrificios que hizo al entrar en el Carmelo.«Te confieso que mi alma siente una alegría íntima y profunda cuan-do pienso que Dios me ha elegido para asociarme a la Pasión de suCristo. Este camino del Calvario que voy subiendo fatigosamente, díaa día, me parece, cada vez más, la ruta de la felicidad» 36. «¡Quién

    31 Ep 282.32 Ep 47.33 EXC (agosto, cuarta excursión, el monte Rivel).34 Ep 102.35 Ep 189.36 Ep 276.

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    pudiera manifestar la alegría que sintió mi alma cuando al contem-plar el crucifijo que recibí después de mi Profesión y que nuestraReverenda Madre colocó como un sello sobre mi corazón, pude ex-clamar: Al fin, es totalmente mío y yo soy completamente suya! Es loúnico que tengo. El lo es todo para mí. Ahora ya sólo me queda undeseo por cumplir: ¡amarle, amarle siempre; hacerle feliz construyén-dole una morada, un refugio en mi alma!» 37.

    Muchas veces y de muchas maneras Isabel nos invita a esta granexperiencia Al seminarista Andrés Chevignard le dice: «Hagámosleen nuestra alma una morada tranquila, donde cante siempre el cán-tico del amor y de acción de gracias; luego permanezcamos ensilencio profundo, eco del silencio que existe en Dios» 38.

    Ella nos está invitando de la mano de Jesús, nuestro SumoSacerdote, a adentrarnos en nuestro santuario interior, a descubrir labelleza que habita en nosotros. La grandeza del mensaje de Isabeles que nos está diciendo a grandes gritos que esta experiencia fas-cinante no es para una elite, no es para unos pocos. Es para todobautizado: «Esta mejor parte que parece ser un privilegio que se meha otorgado en mi queridísima soledad del Carmelo, el Señor se lada a todos los bautizados» 39.

    No está mal que de vez en cuando surja alguien que, como hacíanlos profetas, nos recuerde algo que ya sabemos pero que quizá tene-mos adormecido. Dice Santa Teresa: «¿No sería gran ignorancia, hi-jas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supie-se quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto seríagran bestialidad, sin comparación es mayor lo que hay en nosotrascuando no procuramos saber qué cosa somos, y así a bulto, porque lo

    37 Ep. 136. «La verdadera curación del hombre acontece cuando entra encontacto con su patria interior, con el santuario interior, del que habla la cartaa los hebreos. Ahí donde Dios mora en mí, ahí estoy sano y entero. La expe-riencia de Dios en el espacio interior del silencio me libera del poder de loshombres, del poder de sus expectativas, de sus juicios. Ahí no tienen ningúnacceso mis propias emociones, mis miedos y tristezas. Ahí donde todo es silen-cioso, soy completamente yo mismo. Ahí entro en contacto con mi verdaderosí-mismo» (A. GRÜN, Mística y psicología: Revista de Espiritualidad 63 (2004)116).

    38 Ep 143.39 Ep 114.

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    hemos oído y nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Más quebienes puede haber en esta alma o quien está dentro en esta alma o elgran valor de ella, pocas veces lo consideramos» 40. Así es un cristia-no que no ha experimentado a Dios dentro de sí. Aquí no vale la teo-ría. No vale que sepa mucho intelectualmente, que haya recorridotodas las cátedras de teología del mundo. Se necesita experimentarloy es a lo que estamos llamados: «He hallado mi cielo en la tierra puesel cielo es Dios y Dios está en mi alma. El día que comprendí estaverdad todo se iluminó en mí. Quisiera revelar este secreto a todaslas personas a quienes amo para que ellas se unan siempre a Dios através de todas las cosas» 41.

    Muchas veces, por ignorancia, vivimos equivocados; buscamosla paz, la felicidad y el descanso donde no están. Y así nos inquie-tamos, corremos de acá para allá, viajamos, subimos, bajamos, noscansamos. Isabel, como el autor de la Carta a los Hebreos, nos diceque el que entre en el descanso de Dios, descansará también de sustrabajos como Dios descansa de los suyos. Apresurémonos, por tantoa entrar en este descanso ya que tenemos entrada en el santuario,gracias a Jesús que nos ha inaugurado un nuevo camino. Ya quetenemos este gran sacerdote de la casa de Dios acerquémonos concorazón sincero, con una fe plena a El.

    Un testimonio de la Madre María de Jesús, Priora de Paray-le-Monial dice: «Esta Hermanita es una verdadera santa. Habla de supróxima muerte con una sencillez admirable, con serenidad y conuna alegre paz. Vive en la espera del Señor en un estado de aban-dono y de amor. Es un alma que ha entrado ya en el descansoeterno» 42.

    40 SANTA TERESA DE JESÚS, Castillo Interior, capítulo 1. (1M 1, 2 en laedición de Obras completas de Editorial de Espiritualidad, Madrid 52000).

    41 Ep 110. «La Iglesia pide clamorosamente una pastoral que surja de unafe confesante y de una experiencia viva de Dios. Aquí tiene un papel irreem-plazable la carmelita de Dijón. La actividad evangelizadora de la comunidadeclesial no es la venta de un producto, sino el contagio de un fuego que haquemado al apóstol. Cuando se ha hecho la experiencia de la cercanía de Dios,este Dios lleva irresistiblemente a los hombres para comunicarles la alegrenoticia de su amor desbordante.» (L. DEL BURGO, Una experiencia bautismalsingular: Isabel de la Trinidad: Revista de Espiritualidad 46 (1987) 421.

    42 El testimonio en nota a Ep 272.

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    Nuestra respuesta es la Fe

    Pero hay que decir que no son nuestros méritos ni nuestrosesfuerzos los que nos procuran este acceso al santuario. Es él, elsumo sacerdote, el que nos dirige y santifica. La condición funda-mental que él nos exige es la fe. Esta es la única condición: «Acer-quémonos a él plenamente llevados por la fe». «Puesto que tenemosun sacerdote extraordinario (sumo) que se ha abierto paso hasta elmás último de los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, aferrémonos a lafe que profesamos» (Heb 4,14).

    La fe es el verdadero y definitivo punto de apoyo de un cristia-no, lo mismo que lo fue para una larga serie de personajes delAntiguo Testamento, y de forma espacialísima para Abrahán, padrey prototipo de todo creyente. Parafraseando la Carta a los Hebreos,podríamos decir: Por fe Isabel, obediente a la llamada fue capaz deseguir su vocación: «La llamada de Dios es cada vez más apremian-te. Si El quiere que ingrese antes en el Carmelo ya sabrá arreglar lascosas» 43. Por fe abandonó a su madre y hermana, que era lo quemás quería en este mundo. «Ya sólo me queda un mes, queridoseñor. Estos últimos momentos son una agonía. ¡Pobre mamá!» 44.Por fe fue capaz de aceptar la enfermedad, incluso la muerte: «Sien-to que la muerte va destruyendo mi vida. Esto resulta doloroso parala naturaleza humana. Te garantizo que si no procurase elevarmesobre ella, sólo sentiría mi debilidad ante el sufrimientopero abroinmediatamente los ojos de mi alma a la luz de la fe y esta fe medice que es el Amor quien me destruye» 45.

    Cuatro meses antes de morir, en mayo de 1906, subrayaría queese era realmente su estilo de vivir: «Mientras tanto, vivo en el cielode la fe, en el centro de mi alma, y procuro complacer al Señor,siendo ya en la tierra la Alabanza de su gloria» 46; «El que se acer-que a Dios tiene que creer (Heb 11,6). Es S. Pablo quien así seexpresa. También dice: La fe es la garantía de lo que se espera, laprueba de cosas que no se ven» 47.

    43 PL 721.44 Ep 55.45 Ep 276.46 Ep 246.47 CT día sexto 142 (cf. Heb 11, 1).

  • LA CARTA A LOS HEBREOS. UNA LECTURA DESDE SOR ISABEL 95

    Su cielo en la tierra es el cielo en la fe. Cuando el 10 de enerode 1903 se preparaba en el coro a media noche a la entrada final dela profesión, nos manifiesta que «comprendí que mi cielo comenza-ba en la tierra, el cielo de la fe, unido al sufrimiento y a la inmo-lación por Aquel a quien amo» 48. Esto Sor Isabel lo ha experimen-tado en su propia carne: «Una Alabanza de gloria es un alma quecontempla permanentemente a Dios en la fe...» 49.

    Decía que la fe es el verdadero y definitivo punto de apoyo deun cristiano, realmente es donde nos tenemos que apoyar. Isaías nose cansa de repetir: «Si no creéis no subsistiréis». Que es comodecir, si no os apoyáis nunca vais a experimentar que sois sosteni-dos. Quizá sea esto lo más difícil para nosotros porque nuestrasociedad más bien nos invita a utilizar la lógica, los razonamientos.Vale aquello que se puede constatar, verificar... utilizar. ¿No senti-mos a veces una voz en nuestro interior que nos dice: ten cuidado,sé prudente, piénsalo bien, no es momento?

    Nos encontramos junto a un río, tenemos que pasar a la otraorilla, debajo hay una gran roca, está nuestro Sumo Sacerdote...Jesús, el mediador entre Dios y los hombres. Pero esa roca no se ve,lo que se ve es el agua. Sabemos que al pisar no nos vamos ahundir, que al otro lado nos están esperando. Y ¿qué nos pasamuchas veces? Que no lo terminamos de creer. ¿Y si luego no haynada? Pues aquí se da la paradoja de que quien no se lanza a dar elpaso es quien realmente se hunde en su propio vacío.

    Si en lugar de lanzarse Isabel hubiera razonado probablementeno habría dado el paso. Pero ella como nuestro padre en la feAbrahán fue obediente a la llamada. «Por la fe Abrahán, obedientea la llamada divina, salió hacia una tierra que iba a recibir en po-sesión, y salió sin saber a dónde iba» (Heb 11,8). Y en todo momen-to trató de seguir la voz de Dios. «Si escucháis hoy su voz, noendurezcáis vuestros corazones» (Heb 3,15). «¡Oh mamá querida!¿Puedo resistir a la voz de Dios que me llama? Necesito marchar-me a pesar del disgusto que siento abandonándoos y dejándoos su-mergidas en el dolor. Tengo que responder a su llamada» 50.

    48 Ep 147.49 CT día décimo 157.50 PL 721.

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    Comenzaba diciendo que en La Carta a los Hebreos y en SorIsabel hay una serie de palabras que son intercambiables. En unalectura superficial podría parecer en el caso de Sor Isabel que esaserie de palabras corresponden más al antiguo culto. Es cierto quesu forma de expresarse puede herir en algunos momentos nuestrasensibilidad actual. Hay que tener en cuenta que la época que viveestá influenciada por el jansenismo. En ese momento se pone elacento en la justicia de Dios, un Dios vengador cuya cólera teniaque ser aplacada y esto se hacía mediante el sufrimiento que seofrece en expiación necesaria por los pecados propios y ajenos.Toda esta mentalidad es la de la época y ella es deudora de ella.Esto donde mejor se ve es en su diario. Sin embargo ella es capazde traspasar esta barrera. Para ella el sufrimiento no es un valor ensí mismo. Si lo es, es porque se identifica con Cristo, ese deseo deidentificarse con él. En una carta a su madre Maria Rolland le dice:«No puedo decir que ame el sufrimiento por el sufrimiento. Lo amoporque me hace semejante a mi Esposo y a mi Amor» 51. Isabel nosestá hablando de una nueva alianza, de un nuevo culto, pues siem-pre aparece la entrega, la luz, en definitiva Cristo que es el centro,no los ritos, las normas, lo exterior:

    «La carmelita es alma que se entrega,es alma que se inmola por su Dios,vive crucificada con su Cristo,pero qué luminoso es su Calvario» 52.

    El verdadero Culto.

    Nuestro autor, al final de su sermón, nos da una definición delculto cristiano en estos términos: «Así pues, ofrezcamos a Dios sincesar por medio de él un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto delos labios que bendicen su nombre. No os olvidéis de hacer el bieny de ayudaros mutuamente, porque en tales sacrificios se complaceDios» (Heb 13, 15-16). Este es el auténtico culto de los cristianos,

    51 Ep 284.52 CP 82.

  • LA CARTA A LOS HEBREOS. UNA LECTURA DESDE SOR ISABEL 97

    culto que procede de la fe y que se identifica con la caridad verda-dera. Por medio de Cristo, podemos y debemos constantementeofrecer un sacrifico de alabanza, el sacrifico que consiste en alabara Dios. Uniendo la propia existencia al sacrificio-ofrenda personalde Cristo, la hacemos subir hasta Dios. La misma experiencia seconvierte así en aplauso, en alabanza. La alabanza consiste básica-mente en unirse a Cristo, en su proclamación del nombre de Diosa los hombres, en reconocer ese nombre como el único nombresublime, declararse de acuerdo con él, adherirse a él, confesarlo.

    El servicio a los hermanos es otra vertiente del culto cristiano.Consiste en hacer el bien y en la solidaridad concreta con los nece-sitados. Esto es también sacrificio que Dios acepta, en el que secomplace. Aquí tenemos en Sor Isabel un auténtico modelo. A ellale brota la alabanza a raudales por todo el ser y practica la caridadhasta el extremo.

    Precisamente descubrió de forma fortuita en una conversacióncon otra monja esta frase: alabanza de su gloria. Esa va a ser su vo-cación personal aquí y en la eternidad. El nombre nuevo designadopara ella en los cielos nuevos iba a ser Laudem Gloriae. El 21 denoviembre de 1904, Sor Isabel compuso su Elevación a la SantísimaTrinidad. Esta Oración revela toda la espiritualidad trinitaria de SorIsabel. Su nombre carismático de Alabanza de gloria de la Trinidadindica un modo concreto de vivir el misterio trinitario en la existen-cia cristiana, porque ese nombre expresa la historia de la transforma-ción espiritual que Dios Trinidad ha realizado en Sor Isabel y la his-toria de respuesta de amor que ella ha dado a la Trinidad.

    Pero Isabel no se acerca a la Trinidad Santa sino a través de suAdorador supremo, el hombre-Dios, Jesucristo, en quien ella deseatransformarse. Sabe que únicamente El ha sido constituido por suEncarnación el perfecto y universal Adorador de Dios; sabe que nopuede asegurar bien su función de adorador mientras no se identi-fique con el sumo sacerdote del cielo y de la tierra, haciéndose unasola cosa con la Hostia de alabanza que es El: «El divino Adoradormora en nosotras. Su oración es también nuestra. Ofrezcámosela.Vivamos en comunión con ella. Oremos con su alma» 53. A Isabel le

    53 Ep 157.

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    atraía enormemente esta faceta de Cristo en su sacerdocio y en surelación con el Padre. En esta oración a la Trinidad pide a Cristoque venga a su alma como adorador. Se siente una prolongación delministerio de Cristo en su perfecta adoración y glorificación delPadre, un suplemento de su humanidad.

    Y en la otra vertiente del culto cristiano, en la Caridad, tambiéntenemos en Isabel un ejemplo. El testimonio de una de sus amigasnos dice: «Nunca la oí murmurar de nadie, como tampoco hablarbien de persona alguna, faltando a la verdad. Sabía realzar lo buenode cada cual sin negar por eso los defectos: su caridad y su tactocorrían parejos; del mismo modo que su indulgencia no era obstá-culo a su entereza, cuando llegaba la ocasión» 54.

    Fijos los ojos en Jesús

    Para terminar, podemos ver que una enseñanza especialmenteinteresante de la Carta a los Hebreos es presentar la vida cristiana enclave de peregrinación: el cristiano es una persona que sabe que «notenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la futura»(Heb 13,13-15). Por eso precisamente el cristiano tiene que enfocarsu existencia, valorar las personas, las cosas, los acontecimientos,jerarquizar y priorizar sus preferencias, empeñarse en la construcciónde este mundo del que no puede huir, desde la viva conciencia de serun peregrino en la fe y en la esperanza: «En esta última hora de midestierro, en este hermoso atardecer de mi vida, qué serias me pare-cen todas las cosas contempladas a la luz de la eternidad. Quisieraque me escucharan todas las almas para decirles la vanidad, la nadade todo cuanto pasa si no ha sido realizado por Dios» 55. A su herma-na Margarita la decía: «Deseo elevarte por encima de lo transitorio,hasta el seno del Amor infinito. Esta es la patria de las dos hermani-tas. Allí volveremos a encontrarnos para siempre» 56. Y a su madre:

    54 R 2, 10.55 Ep 298. «Dejémonos poseer y arrebatar totalmente. Abandonemos la

    tierra para vivir con El en las regiones infinitas donde el corazón se pierde yse dilata» (Ep 52).

    56 Ep 264.

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    «¡Oh, mamá querida! Contemplemos el cielo. El alma se serena alconsiderar que es la casa del Padre, que nos esperan allí como seesperan a los hijos queridos que retornan al hogar después de unatemporada de destierro y que Dios mismo se hace nuestro compañerode viaje para conducirnos hasta él» 57.

    Es difícil el camino a recorrer. Se conoce, es cierto, la meta,pero no existe un mapa detallado de la ruta que es preciso seguir.Hay que estudiar cuidadosamente todos los indicadores del caminolos signos de los tiempos y tomar en cada caso la decisión opor-tuna; hay que detenerse en cada encrucijada, sopesar con cautela lasdiversas opciones que se ofrecen y, una vez decididos, seguir ade-lante con energía y con valor. Es un peregrinar a pie, en perpetualucha con la aspereza del camino y con obstáculos de todo tipo quenadie va a tomarse la molestia de apartar. Nuestro autor nos tiendeuna mano, viene en nuestra ayuda y nos dice que para vencer todoslos obstáculos que aparecen en nuestro camino hay algo que debe-mos hacer y que es imprescindible: fijar los ojos en Jesús. Por esonos exhorta: «corramos con constancia en la carrera que se abre antenosotros, fijos los ojos en Jesús, autor y perfeccionador de la fe, elcual, animado por el gozo que le esperaba, soportó sin acobardarsela cruz y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios» (Heb12 , 1b-2).

    Y a esto mismo nos invita Sor Isabel, a liberarnos de todoimpedimento y del pecado que nos asedia y a correr con constanciala carrera que se abre ante nosotros, fijos los ojos en Jesús... pen-sando en El no nos dejaremos abatir por el desaliento: «Si contem-plo las cosas de la tierra, descubro soledad y hasta vacío porque,ciertamente, no puedo decir que mi corazón no haya sufrido. Perocuando fijo mi mirada en El, mi Astro luminoso, ¡oh!, entonces todolo demás desaparece y me pierdo en El como la gota de agua en elocéano. Todo queda tranquilo y sereno y es tan dulce la paz deDios» 58.

    57 Ep 260.58 Ep 166.