la canalla: representaciones de lo popular

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LA CANALLA pg 1 2. barajar y dar DE NUEVO. pg 4 1 NU ME RO indic 3 somos LA CANALLA 1. EDITORIAL. pg 2 3. “Somos más perros que veterinarios“ENTREVISTA A SABORIDO . pg 8 4. EMPANADAS BIEN CALIENTES. pg 14 5. EL ÚLTIMO OREJON DEL TARRO. pg 17 17 6. 6. la caballa CORREO DE LECTORES. pg 20 DIRECTOR Sebastián Ávila JEFA DE REDACCIÓN Laura Figueiredo CONSEJO EDITORIAL Ines Escalante Jazmin Del Cueto Nicolas Pertierra Lisandro Gonzaléz Ursi Diego Carabelli DISEÑO EDITORIAL Belén Quirós Fernando Koch ILUSTRACIÓN Julieta Bein Belen Quirós IMPRESIÓN Cooperativa Gráfica del Pueblo

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Primer número de La Canalla. Incluye entrevista exclusiva a Pedro Saborido, guionista de Peter Capusoto y sus videos

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DIRECTORSebastián Ávila

JEFA DE REDACCIÓNLaura Figueiredo

CONSEJO EDITORIALInes Escalante

Jazmin Del CuetoNicolas Pertierra

Lisandro Gonzaléz UrsiDiego Carabelli

DISEÑO EDITORIALBelén Quirós

Fernando Koch

ILUSTRACIÓNJulieta BeinBelen Quirós

IMPRESIÓNCooperativa

Gráfica del Pueblo

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EDITORIAL LA

CAN

ALLA

LA FRONTERA DE LO POPULARCon la palabra “Pueblo” se puede hacer referencia a distintas cosas: a veces a una totalidad sin diferencias, a veces a los sectores sociales más humildes. En este último caso, si bien se puede pensar a los pobres como un actor dinámico contra la injusticia del sistema, su propio aislamiento y la falta de puentes con otros sectores sociales hacen que, generalmente, ese tipo de representación reproduzca la marginación y la exclusión. De forma inversa, la visión de un pueblo sin clases sociales funciona como la manera más común con la que los Estados conservadores buscan esconder las injusticias sociales bajo el manto de una supuesta Unidad Nacional. Con estas definiciones, puede entenderse que los límites de lo popular se encuentran indefinidos. Pero esta indeterminación es precisamente el lugar en el que surge la política como acción que define la frontera de lo popular, en un juego de inclusiones y exclusiones que establece los límites de un ámbito de pertenencia. En Argentina, el proyecto liberal-conservador se encargó de, una vez aplastadas las montoneras federales, construir un sentido de lo popular que hacía desaparecer toda señal de lucha emancipatoria. Lo popular se diluyó en el folclore de la “autenticidad”, de lo “tradicional”, de las clases populares como decoración de la historia con sus

músicas y danzas. Al mismo tiempo, se buscaba instalar en el imaginario colectivo que cualquier intento de construcción de un proyecto político que tuviera como protagonistas a los sectores oprimidos debía ser considerado contrario a la esencia del pueblo y de la nación argentina. La plebs desaparecía bajo la hipócrita mascarada de un populus sin conflictividad interna. Como contra-corriente histórica nacida del subsuelo sublevado de la patria, el peronismo reconfiguró la escena nacional, y puso en el centro a las clases plebeyas que alcanzaban por vez primera protagonismo político en el marco de una joven democracia de masas. Mientras fomentaba ese protagonismo, el peronismo apostó a ampliar la frontera de lo popular incorporando otros sectores que no fueran necesariamente pobres o asalariados, para generar un contraste con las minorías portadoras del poder económico. El proyecto de un país de clases medias donde la pobreza hubiese sido erradicada, era también el camino de lucha contra los generadores de la desigualdad social. Esto le dio una lógica a la cultura popular que le permitió erigirse durante mucho tiempo como barrera histórica contra los avances de las clases dominantes. Las representaciones de lo popular ya no eran orientadas desde afuera: el “pueblo” dejaba de ser un sujeto imaginario producido por las plumas conservadoras, y se lanzaba a las calles en una dinámica de auto-producción política.

La plebe trabajadora se fundía en un pueblo que clamaba por su emancipación del coloniaje foráneo. Lo que quedaba afuera de esta frontera, el anti-pueblo o la anti-patria, no era sino la lógica misma de una política oligárquica, una política basada en el gobierno de las minorías ricas. Este es el singular juego de fronteras que instituye el pueblo cuando alcanza protagonismo político: se trata de excluir la exclusión. La importancia que reviste nuestro presente político es que se encuentra, nuevamente y después de décadas de silencio, la cuestión de la auto-producción política del pueblo en el centro de la escena. Aunque este proceso es todavía incipiente, nos permite pensar la inclusión social no solamente en términos económicos, sino también en parámetros culturales e identitarios. Ésta es una de las causas que permite explicar la inmensa expectativa generada por este proceso político en las clases más postergadas: la posibilidad de protagonizar la reconstrucción de lo nacional-popular. Esto no tiene que llevarnos a confundir cultura popular con cultura de los pobres, sino que tiene que ayudarnos a observar cómo en los últimos tiempos la compleja frontera de lo popular y lo impopular está nuevamente en movimiento. No hay un método para decir qué es y qué no es popular, sino que es la política lo que define una disputa histórica por la identidad y el sentido de los sectores populares. Esto permite contraponer una política cultural emancipadora a otra conservadora. Ambas establecen un tipo de vinculación diferente entre lo popular y lo masivo: mientras que la conservadora vincula a través del consumo mediático, la emancipadora lo hace a partir del protagonismo político de las masas. La lógica de la producción mediática de lo popular orientada a un mercado monopólico se opone a una lógica de producción masiva orientada a la liberación nacional.Es esta alentadora coyuntura la que inspira a este equipo editorial a lanzar el primer número de “La canalla”, una revista que no tiene más pretensión que acercar algunas miradas que contribuyan a reproducir el debate sobre la construcción de una Argentina justa, libre y soberana.

¿ Son campanas de palo las razones de los pobres?

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BARA

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E NUE

VO

La representación de la pobreza y la

cultura popular se han convertido

en un atractivo espectáculo que se

refleja en el rating y la venta de entradas.

Sin embargo, no todas las

producciones tienen el mismo enfoque.

Algo de eso nos dice que lo popular está en juego -entre

otros ámbitos- en las producciones

audiovisuales.

Con críticas muy auspiciosas, desde los más variados sectores, fue festejado el último film de Pablo Trapero, “Elefante Blanco”. “Dura”, “cruda”, “realista”, “drama social” son algunas de las apreciaciones que se repiten en las distintas crónicas. Sin duda, la película no se separa demasiado de la forma en que suelen tratarse la pobreza y la marginalidad en los programas de televisión que hacen foco sobre la desigualdad combinando información, ficción y entretenimiento. Los protagonistas - dos curas y una asistente social – se debaten entre continuar o no su tarea en el contexto de una villa que aparece “favelizada”: con muertos llevados en carretilla, sepelios regados de tiros y un tendal de heridos abandonados después de una brutal represión. La miseria es un escenario pintoresco en el cual la única forma de comunicación parece ser la violencia. Así es como se muestra a los habitantes del barrio: no tienen voz propia. Aparecen como un telón de fondo, atractivo por ser desconocido para la mayoría que pagará su entrada al cine. La dedicatoria del film al Padre Carlos Mugica no puede más que señalar la enorme distancia que separa a aquel del Padre Julián, el personaje caracterizado por Darín. Sin embargo, quizás sea esto

un guiño para los espectadores locales, una marca de época en la que la política ha vuelto a ser un valor. Cuento for export. 107 minutos filmados con buen ritmo y gran despliegue de producción. Lo que sea la película de Trapero importa en tanto convoca a pensar sobre lo popular, su representación, las formas en que se visibiliza y es visibilizado.

En la actualidad, encontramos espectáculos donde los sectores populares aparecen como lo exótico para el público masivo. Esta mirada se multiplicó a partir del año 2000, en simultáneo a la crisis económica y social, cuando ladrones, adictos, cartoneros, travestis y piqueteros empezaron a ser el tema a tratar en distintas producciones de de corte realista.¿Qué traen de nuevo los últimos tiempos?En los medios masivos de comunicación encontramos líneas de continuidad con

las producciones pos-crisis (por ejemplo La Liga, Ser urbano o Tumberos) y un crecimiento de la programación dedicada al tratamiento de los sectores excluidos, con un mayor énfasis en las situaciones de violencia y consumo de drogas. Los recorridos antropológicos de Julio Bazán en “Esta es mi villa” (TN), las “Calles Salvajes” que experimenta Martín Ciccioli (América), los operativos de “Policías en Acción” (Canal 13) - que ha logrado varias temporadas gracias a su audiencia- , o las “Cámaras de Seguridad” (América) que muestran peleas callejeras y distintos tipos de robos, son ejemplos de producciones que buscan el impacto, y se encargan de reforzar los estigmas y los estereotipos. Como apoyo a los noticieros e informativos, estos programas contribuyen a la construcción de una realidad insoportable, “invivible”. No para aquel que es mostrado en una situación de vulnerabilidad, sino para

UN ELEFANTE EN UN BAZAR

PARA EL CACHETAZO

el que se encuentra en su casa mirando el programa, ajeno y lejano de esa circunstancia.

El unitario “El Puntero” (Pol-ka) tuvo dos particularidades que lo diferenciaron: alcanzó los 20 puntos de rating e hizo explícita la pregunta por la política. Seguramente ambas cosas puedan vincularse. En un año de elecciones, la ficción hizo eje sobre un núcleo de prejuicio ampliamente extendido, la vinculación de la política popular con la corrupción y el clientelismo, para reafirmarlo. Aunque esto prime sobre cualquier otra lectura, vale aclarar que el relato pone en evidencia lo genuino de la representación popular en los barrios: es el puntero quién termina internado en un psiquiátrico por no abandonar la defensa de los intereses populares. Al mismo tiempo genera una mirada crítica de la distancia entre Estado

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y organizaciones de base, en tanto la principal demanda (un caño cloacal que saque los desperdicios afuera del barrio) tarda años en verse realizada. En ese sentido, la ficción intenta mostrar cómo el referente barrial es utilizado por el poder político, que en última instancia no resuelve la problemática popular. Celebrado y denostado, el adjetivo que mejor caracterizó a “El Puntero” fue: polémico. No puede esperarse demasiado de la productora que provee de materiales audiovisuales al canal estrella del Grupo Clarín.¿Faltará mucho para que podamos ver ficciones y realismos más cercanos a los pensamientos, sueños, y sentires de nuestro pueblo?

En octubre de 2009 se aprobó la Nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, después de décadas de lucha por parte del campo popular para acabar con la ley vigente desde la última dictadura militar. El nuevo marco legal implica la consagración de la comunicación como derecho humano. A su vez, brinda participación en el espectro radiofónico a entidades sin fines de lucro, entidades con fines de lucro y al sector público, los tres por partes iguales. También promueve la desmonopolización de los medios y la democratización de la palabra. En los años que siguieron a la aprobación de la Ley se fueron produciendo algunos

cambios. Sin embargo, hay dos líneas fundamentales que todavía son una deuda para una implementación efectiva de la Ley. Por un lado, las medidas cautelares que trabaron el artículo 161- que obliga a la desinversión en el caso de multiplicidad de licencias. En este caso, la Corte Suprema determinó que el 7 de diciembre de este año vence la medida solicitada por el Grupo Clarín. Por otro lado, es tiempo de fortalecer verdaderamente la comunicación popular. Y esto depende simplemente de la voluntad política. La Ley de Medios debe apuntar a modificar las relaciones de producción en las industrias culturales. Los que hoy son objeto exótico utilizado por las grandes corporaciones mediáticas, tienen que pasar a ser productores. Las organizaciones sociales, sindicatos, asociaciones, cooperativas tienen mucho para decir y es importante ampliar las posibilidades para que esto tenga lugar. Para que a millones de hogares lleguen más opciones que las “Calles Salvajes” o las “Cámaras de Seguridad” o “El Puntero”. En estas coordenadas, se juega gran parte de la batalla cultural de esta hora y las huellas profundas que este proceso puede imprimir de cara al porvenir.

Laura Figueiredo

TODO TIEMPO PASADO FUE PEOR

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Ferrari, entonces uno decía, bueno, éste hace cualquiera. Y por el otro los avances con respecto a lo que se puede decir o no. La metáfora era más propia de la censura. Veníamos de los milicos, de algo muy pesado, y eso se fue liberando de a poco. Entonces lo metafórico se fue cayendo, porque tenía que ver con lo prohibido. El humor en general funciona como algo catártico, sobre todo en quien lo consume. Ahora con el ejercicio con las redes sociales, con twitter, la gente arma su catarsis y su propio humor constantemente.

L.C: ¿Crees que el humor político tiene más peso en la actualidad, incluso en los programas periodísticos?P.S: Tiene peso el humor político hoy porque hay ganas de reafirmar lo que está pasando, hay ganas de poner lo que uno piensa frente al otro, hay discusión. En los medios, el humor siempre fue parte de los formatos periodísticos, eso no sorprende. En todo caso, los noticieros se van ablandando, y quizás ahora estamos en una época de comunicación más relajada. Entonces el humor forma parte de todo, es parte del programa deportivo donde ya no hablan todos serios, sino que están de joda, y en los noticieros se banca que hagan chistes entre ellos, el humor es como un lugar de relajación. En esa forma de comunicación, el humor es uno de esos lugares por donde vos podes ir un poco más lejos con las cosas, porque tenes la justificación del chiste.

L.C: ¿El humor sería una estrategia comunicativa más eficiente?P.S: Hay dos maneras de trabajar el humor: o es un respiro frente a todo el resto, o va sintetizando lo que allí ocurre. En la mayoría de los programas de actualidad, el humor es lo que viene a sintetizar lo que se está hablando en ese momento. Yo no sé si estamos viviendo un humor de actualidad política con mucho vuelo. Sí pasa que hay mucha información, y el humor se hace en base a eso. Estamos constantemente informándonos. Es lo más común a todos. Uno no llega a un lugar, y dice, “Hola, qué tal, ¿Dios existe o no?” y nos ponemos a hablar de eso.

“Hola, ¿cómo va?, ¿te drogas?”. No. Decis, “Che, viste que Roca, Evita y sacaron”. Lo más común que tenemos es la información. Entonces, hoy ves a alguien y no sabes si es judío o no, si es heterosexual o no, si termino la secundaria o no, si sus padres viven o no, si tiene hijos, no sabes, pero ya te enteras que es anti-K, o que es K.

L.C: En algunos programas, como el de Lanata, se desdibuja la frontera entre la ridiculización y la agresión directa, ¿cómo ves eso? ¿Te parece que hay algún tipo de límite para el humor, pensando en ese caso o en la revista Barcelona, por ejemplo?P.S: Si estamos de acuerdo que tiene que haber libertad de expresión, banquémonos los daños colaterales. Yo también voy por la calle y escucho una pelotudez atrás de la otra, convivo con gente que dice pelotudeces, que para mí son pelotudeces, capaz el pelotudo soy yo. Vamos a suponer que tuviera límites, cómo nos ponemos de acuerdo cuáles son. Para mí Barcelona es la única revista que leo, y seguramente me gusta por lo salvaje que es. En lo personal, a mí no me sale hacer ese chiste o esa representación.

L.C: Para la nueva temporada, volvieron a elegir la TV pública, aunque tuvieron ofertas de otros canales, ¿Por qué?

somos más perros que veterinariosENTREVISTA A PEDRO SABORIDO

L.C: ¿Alguna vez pensaste tu laburo como una práctica política o militante?P.S: Al principio sí, pero prefiero no verlo de esa manera porque creo que me lo condicionaría. La política está implícita en lo que hacemos, va cargada en lo que haces, es lo que tenés encima. Pero estoy seguro que si digo “voy a hacer un personaje que refleje qué sé yo”, ahí seguro la cago. Podes hacer algo que le cause gracia a un chico de ocho años, porque ve un lado de eso. Y capaz un sociólogo tiene otra mirada, un psicólogo otra, y un carnicero tiene otra. Algunos quizás se ríen de un trasfondo social y otros del gesto que hace Diego. Creo que lo que hacemos con Diego tiene distintas capas de humor y cada uno agarra lo que quiere.

L.C: Venis haciendo humor y periodismo desde hace mucho ¿crees que ha cambiado la forma de hacer humor a partir los cambios políticos que hubo?P.S: Hubo cambios en el humor político, desde ya. Por un lado, se van liberando formas de arribar a los temas, y por otro lado, lo institucional se fue modificando. Menem tuvo mucho que ver con eso, le dio mucha informalidad: iba a jugar al básquet, se sacaba fotos con los Rolling Stone, se subía a una

El guionista de Peter Capusotto y sus Videos tiene una gran trayectoria en el periodismo y en el humor. Aquí nos cuenta cómo entiende su trabajo y la realidad actual. Qué piensa el hacedor del PROGRAMA DE HUMOR MÁS POPULAR de los últimos tiempos.

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P.S: Estamos cómodos ahí, y aunque es mucho menor el presupuesto, es más tranquilo, el rating no es lo fundamental. Hacemos lo que queremos, y nos piden que nos quedemos. No es “¡Guau! ¡Cuánta para que nos quedemos!”, es: empezamos acá, es uno de los fuertes del canal, sigamos. Si estuviéramos en un canal más grande, entraríamos en competencia con un montón de cosas, y pasaríamos por experiencias que ya sabemos que van a pasar. Eso te quita energía. Por eso hacemos pocos programas al año. Porque armar un programa y que funcione, cuesta mucho. Entonces lo cuidamos para que siga durando. Y una forma es no hacer 38 programas por año, porque no lo resiste, porque saldría una mierda. Una de las maneras de cuidar las cosas es darle la cantidad de tiempo exacta, como una reunión, una fiesta, el sexo. Si haces demás, decís, terminá acá, la salida fue acá. La dimensión de lo que hacemos está bien así, está bien en el 7, funciona porque está ahí.

L.C: De la amplia paleta de personajes de Peter Capussoto, ¿cuál es tu preferido?P.S: Tengo personajes que me es más

divertido escribir. No tengo personajes preferidos. Son con los que me rio más o con los que Diego me hace reir más. Con Bombita Rogríguez no sé si me divierto. Me gusta hacerlo, me gusta escribirlo, pero no es algo que a mí me divierta. Tuvimos la suerte de hacer muchos personajes, entonces no me termino de cansar de ninguno. Hay momentos en los que me divierte escribir determinados personajes. Pero no tengo preferido, o son preferidos mientras se nos ocurren.

L.C: Pensando en personajes como El Latino o Jesús de Laferrere, ¿hay una especie de crítica a ciertas representaciones que la clase media tiene de los sectores populares? ¿O cómo pensaron esos personajes?P.S: El Latino salió porque a Diego y a mí nos divertía el tema de las manitos cuando hablan, en los videos, y a partir de ahí salió, y todo lo demás es por añadidura. No es que cuando te reis de algo, lo estás criticando o acusando. Estas jugando con eso. Jesús de Laferrere es agarrar un modelo del Conurbano, que es donde vivía Diego, y donde vivía yo, y mezclarlo con algo que hoy podríamos ser si tuviéramos 18 años. Lo que hacemos siempre está relacionado con el rock. Y sí es una mirada de clase media: claro si yo soy de clase de media. No lo era, no tengo más años de clase media que de clase media baja o clase obrera, pero ya estoy por pasar el límite. Y eso

no quiere decir que es una cuestión de guita, es una cuestión de mirada. Creo que lo que muchas veces segmentamos como clase media, tiene un montón de variantes. Hay chicos rollingas de clase media y pibes latinosos de clase media, y vemos que los pibes en general van tomando cosas de distintas culturas. Todos nos vamos disfrazando de algo.

L.C: El sketch del profesor que golpea a los que hablan como chetos o como cumbieros, ¿cómo se creó?P.S: Salió un día que un chico de producción dijo: “Me voy a pegar una coca en la esquina”. Y le dijimos “Hablá bien”. Y hablar bien siempre es como habla uno. El acento siempre es el del otro. El sketch del Ministerio de Educación es todo ese quilombo. No es que está bien o está mal. Estás acá y éste es el resultado de un montón de cosas que lo que está alrededor trató de darte porque pensó que era lo más conveniente, para vos y para todos. Todo el tiempo actuamos en base a lo que hay alrededor. Siempre hay algo que te está guiando, como el Ministerio de Educación, momentos donde adquirís determinadas cosas, y un hablar que tenemos que compartir todos. Siempre nos asustamos de lo que es distinto. O nos incomoda. Voy a Brasil y todo el mundo habla con un volumen como si estuviera a 20 metros. ¿Están enojados? Y capaz alguien nos mira a nosotros, y

se pregunta ¿qué hace toda esta gente en un bar?, ¿nadie trabaja? En el hablar se marca de dónde sos, por dónde venís o con quién andas. El lenguaje nos delata un poco, nos desnuda.

L.C: Peter Capussoto llega a muy amplios sectores, ¿creen que lo entienden de la misma manera, que se ríen de lo mismo? ¿Se lo preguntan?P.S: La gente no se ríe de las mismas cosas. A nosotros nos divierten distintas cosas. Un tortazo en la cara, un cachetazo, un pedo, una tropezada, son clásicos universales. Un chiste sobre Perón y los montoneros, y sí, hay que tener un registro. Nosotros seguimos siendo más perros que veterinarios. Uno va y hace eso. Cuando hicimos una cabeza de Perón que vuela y termina como un King Kong arriba de un edificio, nos parecía divertido. Te dicen: “Ah, entonces Perón era el gorila y …” No. Pero está bien, no está mal. Eso te pasa constantemente. Vos haces un montón de cosas que van para un lado, y el otro se colgó con algo que estaba atrás. Es como cuando queres tirar un centro, y haces un gol. Che cómo le pegaste. Y bueno, yo quería tirar un centro.

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EMPANADAS

B I E NCAL I ENTES

Los festejos por el 25 de Mayo, que conmemoran la creación de la Primera Junta

Patria de Gobierno, son momentos donde pasado y presente se confunden. El relato de

lo que pasó está siempre atravesado por el momento que viven quienes recuerdan.

Evocando nuestro Bicentenario, nos proponemos analizar cómo fueron esos

festejos populares desde el año 1995 hasta el 2001. Al observar ese período nos

preguntamos: ¿Cómo se pensaba y recordaba al “pueblo” que gestó el 25 de Mayo?,

¿Entraban los sectores populares en el relato histórico?, ¿Dónde se los ubicaba?

CURAS y MILICOSEn el ciclo que analizamos, nuestro país vivió una profunda crisis económica, social y política. Cada conmemoración histórica se convertía en la oportunidad de poner en la escena pública lo que parecía no tener respuestas por parte de los gobiernos. El actor principal de todos los actos fue la Iglesia Católica, que a través del Tedeum ocupó el sitio público más visible. Cada 25 de Mayo, la jerarquía eclesiástica se expresó con críticas generales hacia la clase política -como “el desprestigio de las instituciones”, “los avances de la corrupción, la inseguridad y la marginación”, etc.-, que al pasar los años fueron precisándose. En 1999 hablaban de “una ruptura social en el horizonte”; en el 2000 que la sociedad se parecía a un “cortejo fúnebre donde todos consuelan a los deudos pero nadie levanta al muerto”, y en el 2001 que “la república se encuentra secuestrada por la dirigencia partidaria, o por los intereses de quienes la sostienen y la dominan”. Lo llamativo es que estos discursos estaban vacíos de cualquier contenido histórico, generándose la paradoja de “deshistorizar” una conmemoración histórica. Quizás la mejor forma de entender estos mensajes sea ubicándolos en un contexto de “amnesia colectiva” en el que, por ejemplo, quienes habían violado los derechos humanos durante la última dictadura eran indultados y

se paseaban libremente por las calles. A ello no escapaba una Iglesia Católica que prefería no hablar de una historia reciente que podría preguntarle por sus vínculos con los dictadores.Por otra parte, aunque no tuviesen un micrófono abierto, las Fuerzas Armadas se hacían presentes. Si bien el típico desfile militar no se realizó entre 1989 y 1999, producto de los conflictos entre las FFAA y el Estado, cada año el acto protocolar se inició con el toque de la “Diana de Gloria” por la Fanfarria Alto Perú en la Residencia de Olivos, y el saludo de los jefes de las tres armas a las autoridades políticas. Después de la recuperación de la democracia y de los levantamientos militares contra el gobierno de Alfonsín y el de Menem, las Fuerzas Armadas intentaban recuperar algo de su legitimidad mostrándose “subordinadas”.

NO HABRá MáS PENAS NI OLVIDO La participación de la Iglesia y el Ejército en la conmemoración histórica del 25 de

Mayo era explicada por Menem de una manera muy sencilla: “El 25 de Mayo fue producto de las Fuerzas Armadas, del Clero y del Pueblo Argentino”. Llamativamente, éste es uno de los pocos discursos de su segundo gobierno en los que aparece la historia. Tan poco fue el interés por las fechas patrias, que hasta 1999 no se realizaron actividades festivas sino simplemente los actos protocolares de rigor. En ocasiones, el museo del Cabildo permaneció con un horario restringido, por lo que estudiantes, turistas y curiosos no pudieron visitarlo en pleno festejo. Quizás podamos arriesgarnos a pensar que el olvido fue la herramienta que el menemismo aprovechó para no quedar enredado en las preguntas que la historia le haría a un gobierno con un sinfín de asignaturas pendientes. Era preferible soportar las críticas de la Iglesia, que en última instancia no pasarían de una “advertencia”, a tener que exponerse. Esto se vio reflejado en el último año de su gobierno, cuando Menem decidió

exponerse públicamente en el tradicional desfile militar: “La cantidad de público iba en aumento a medida que el Presidente se acercaba a la Plaza de Mayo. A su paso, Menem recibió aplausos y gritos de aliento, que en ocasiones se mezclaron con reclamos diversos y silbidos”. Cuando el presidente quiso cruzar la Plaza de Mayo para llegar a la Catedral, provocó los mismos efectos: “El sindicato de periodistas UTPBA y de reporteros gráficos ARGRA exigieron el esclarecimiento del crimen de José Luis Cabezas, al cumplirse 28 meses de su asesinato”. La aparición, ese mismo día, del ex dictador Galtieri -sobre quien pesaba un pedido de captura internacional del juez Baltazar Garzón-, en los festejos oficiales del Ejército, provocó la indignación de los organismos de Derechos Humanos que intentaron cortar el desfile militar en repudio a su presencia.

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PAN y CIRCOEn el caso del gobierno radical que asumió en el año 2000, la política hacia los festejos del 25 de Mayo fue articulada de otra manera: a los actos protocolares y el desfile militar se sumaron eventos culturales en la búsqueda de aggiornar las conmemoraciones y acercarlas a la población. Esta idea ya había sido experimentada durante la gobernación radical de la Ciudad de Buenos Aires, cuando en 1999 un masivo festival musical reunió a músicos que hicieron nuevas versiones de las canciones patrias. Así es que en el 2000, bajo la presidencia de De la Rúa, además del desfile militar, se organizó un festival de música y teatro en Costanera Sur. Reaparecían en escena las actividades festivas, en las que lo popular asumía

un papel decorativo. Los sectores populares eran visualizados como aquellos que “adornaron” las jornadas de Mayo con sus músicas

y bailes. Por eso, los festivales artísticos del radicalismo

buscaron recrear las expresiones de época como

el candombe, el pericón o las danzas tradicionales, mostrando a lo “popular” como esa parte que “dio color” y acompañó desde afuera los grandes momentos

históricos. En el 2001, el desfile militar no pudo realizarse por cuestiones presupuestarias. En medio de un clima de creciente conflictividad social, el gobierno montó un armado de seguridad intenso: “Un doble vallado verde, inusual para un festejo patrio, alejaron a De la Rúa de la gente unos 25 metros.

Entre el Presidente y los ciudadanos,

además, fueron ubicadas formaciones y bandas

militares, cuyas marchas anulaban el volumen de

cualquier aplauso o griterío. La Plaza de Mayo fue sembrada de policías, uniformados y sobre todo de civil, que vigilaron los movimientos de los pocos vecinos que se acercaron en forma espontánea a presenciar la parada militar que reemplazó al desfile.”A pesar de tamaño operativo, las críticas brotaron de entre el público presente: “…un señor de barba candado gritó: «Mentiroso, no sabes gobernar»”. El otro toque aislado de disconformismo lo dieron cuatro adolescentes de Floresta, que colgaron al pie de la Pirámide de Mayo una sábana que decía: «Basta de hipocresía. No a la corrupción», y se preguntaba: «¿Y el desfile?»”.

LO IMPOSIBLE SóLO LLEVA UN POCO MáS DE TIEMPOObservar estos hechos desde el 2012, después de haber vivido los festejos del Bicentenario, vuelve fácil establecer un contraste entre distintas formas de pensar y representar lo popular en las conmemoraciones históricas. Más allá de esto -que queda a criterio del lector-, lo hasta aquí trabajado ayuda a pensar de qué forma la historia cambia según quiénes y cómo la recuerdan. Pareciera ser que no estamos ante una cosa que es siempre igual a sí misma -como un fósil-, sino que quien hace el ejercicio de pensar y decir cómo fue lo que sucedió, es a la vez quien hace la historia. En otros términos, es importante reconocer que una política de la historia también puede ser el olvido y la impunidad,

y que esas formas fueron utilizadas hasta hace sólo diez años. Si partimos de esa base, podemos comprender cómo todavía quedan sedimentadas ciertas representaciones, no sólo sobre nuestro pasado reciente -“algo habrán hecho”- sino también sobre

la participación popular en los hechos fundantes

de nuestro país. Por eso los negritos del Billiken se

dedicaban a vender velas y empanadas calientes-para las viejas sin dientes-.

Sebastian AvilaIlustración. Antonio Berni, La mayoría silenciosa

el últimoorejóndel tarro

Resulta indiscutible que todos los indicadores sociales estructurales han mejorado durante los últimos nueve años. Sin embargo, existen aún grandes masas de la población privadas del acceso a un piso básico de inclusión social. El trabajo precario, por ejemplo, atenta contra la dignidad de las personas, ya que las expone a situaciones de alta vulnerabilidad social, económica y laboral. El sentido común, de la mano de los grandes medios de comunicación, suele sacar conclusiones sin argumentos sobre las causas y consecuencias de este fenómeno. Para evitar caer en esa trampa, nos proponemos estudiar este problema, sin aislarlo del resto de las situaciones que hacen a la vida del trabajador. ¿Cuál es el lugar de la educación en esta compleja trama?

BLANCO SOBRE NEGROCuando hablamos de trabajo no registrado o trabajo en negro, en general, nos referimos al trabajo precario. Este se diferencia del empleo formal, que supone el trabajar a tiempo completo, para un solo empleador, por tiempo indeterminado y protegido por la legislación laboral y la seguridad social. Sin embargo, el mercado de trabajo informal es un proceso más complejo que incluye a TODOS los trabajadores. Aún estando registrados, el tipo de contratación o relación laboral puede ser precaria (relaciones de dependencia encubiertas, contratos temporales, tercerizaciones, etc). No obstante, el trabajo no registrado es utilizado como el indicador más fuerte de la precariedad laboral, ya que quienes trabajan en esas condiciones, se encuentran expuestos a niveles muy altos de vulnerabilidad, y a una situación de imprevisibilidad en la organización de su vida cotidiana y familiar.Según los últimos datos de la Encuesta Anual de Hogares, si tenemos en cuenta a todos los ocupados argentinos (es decir, a todos aquellos que realizan alguna actividad económica, sean patrones, obreros, empleados, cuentapropistas, autónomos, monotributistas o changarines) vemos que: - El salario medio de un ocupado que trabajó en promedio 40 horas semanales asciende a

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$3198. - El 39,6% de los ocupados no ha finalizado sus estudios secundarios.Ahora bien, si observamos los mismos indicadores para los obreros o empleados no registrados observamos:- El salario medio de un obrero o empleado no registrado asciende a $2376.- 56,5% no ha terminado sus estudios secundarios.Podemos seguir avanzando en las comparaciones:- La media salarial de los obreros o empleados no registrados que no han terminado sus estudios secundarios y que trabajaron más de 30 hs en la semana es de $2109.- La media salarial de los obreros o empleados registrados que no han terminado sus estudios secundarios y que trabajaron más de 30 hs en la semana es de $3496.Con estos datos podemos ver que el nivel salarial de un trabajador se encuentra fundamentalmente determinado por ser registrado o no registrado, y a esta desigualdad salarial debe sumársele el agravante de la inestabilidad y vulnerabilidad a la que hacíamos referencia más arriba. Por otra parte, cuando se trata de conseguir un trabajo en blanco, una persona con baja calificación (secundario incompleto) tiene la mitad de posibilidades de encontrarlo

que alguien con estudios completos.

NO HABLAR POR BOCA DE JARROEstos datos duros nos muestran las nuevas barreras que se van encontrando en el camino del crecimiento. Es necesario recordar que las políticas de inclusión social desarrolladas por el Estado desde el año 2003 han generado modificaciones sustanciales en los umbrales de inclusión social de los sectores que estamos estudiando. En el 2002 el trabajo en negro afectaba a más del 50% mientras hoy ronda el 34%. Esto significa que un 16% de trabajadores se integró en estos años a una vida laboral “normal”, donde existen instituciones de la sociedad civil que defienden sus derechos (sindicatos), un Estado que intermedia en las discusiones salariales (paritarias) y un empleador que está obligado a respetar la legislación laboral vigente.Sin duda, estamos frente a un tejido social que todavía se está reconstruyendo, donde el Estado empezó a llegar con sus instituciones a muchos más trabajadores, pero donde persiste un núcleo duro de exclusión. Esta situación de desprotección legal e institucional en la relación laboral viene acompañada por representaciones del sentido común, que colocan a estos trabajadores en una peor situación. Es habitual escuchar o leer que la responsabilidad de no conseguir trabajo está vinculada a una cuestión individual

(“no trabaja porque no quiere”, “le conviene mantener su economía en negro para no pagar impuestos”, “le falta cultura de trabajo”, “prefieren cobrar el plan social a trabajar 8 horas en una fábrica”), o bien a cuestiones de tipo estructurales (mano de obra sobrante o incontratable por su bajo nivel de estudios), y en el peor de los casos a argumentos xenófobos (“los extranjeros ocupan los puestos de trabajo de los argentinos” y “como trabajan por menor salario generan una igualación hacia abajo de todos los salarios”). Cualquiera de las tres explicaciones, no hacen más que evadir el problema y crear un efecto de resignación. En definitiva, se reproduce la situación de desigualdad, sin decir que es el propio mercado de trabajo informal -donde no debemos olvidar la responsabilidad y cinismo de muchos patrones- el que genera la situación de ese trabajador que por tener que trabajar más horas para sobrevivir, en peores condiciones y en una sociedad que lo excluye de muchas formas, no puede terminar sus estudios secundarios-relacionándolo con el ejemplo que estudiamos- para acceder a un mejor puesto de trabajo. Tampoco el sentido común se ocupa de explicar que venimos de la peor crisis social y económica de nuestra historia, y que pasamos del problema de la desocupación y de las organizaciones piqueteras a los del trabajador en negro o tercerizado, que a

pesar de no contar con los beneficios que la ley exige, ha recuperado una herramienta fundamental para su dignidad: El Trabajo. El lugar del trabajador sin calificación ni legalidad tiende a ser barrido debajo de la alfombra. Los más pobres entre los trabajadores son relegados a lugares de victimarios o de víctimas según la ocasión: delincuente, vago o pobrecito sólo digno de la caridad. Cuando el Estado implementa políticas sociales para modificar la situación, se lo acusa de instigar a la desocupación o el facilismo. El problema está en que detrás de todos esos pensamientos persiste la idea de que ciertas cosas se explican por lo que heredamos y no podemos modificar. Sin embargo, la voluntad de la política parece demostrarnos otra cosa: todo puede transformarse.

Nicolas Pertierra-Ines Escalante-Jazmin del Cueto

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la caballa

correo de lectoresel atún popular

Lenguaje popular

Señor Director:“«Ah, qué chiquita que sos, por Dios. Contame: ¿qué hacés?» La muchacha, Yanina, contestó respetuosamente que trabajaba «en la máquina de pomos... van cayendo y los pongo en los estuches». Al joven que estaba a su lado le preguntó: «Gustavo, y qué hacés, contame». El joven respondió: «Soy operario de la máquina llenadora de pomos». «O sea: vos llenás el pomo de Yanina...», acotó jocosamente la interlocutora.“Algunos pensarán que se trata del relato de algún cuadro de un teatro de revista de antaño, o la remake de un programa de Porcel y Olmedo. No es así. Fue un diálogo de la señora presidenta de la Nación, en el acto de inauguración de una fábrica de cosméticos en Berazategui, con dos empleados de la empresa.“Aunque en algunos diccionarios figuran como sinónimos, un mandatario debería saber perfectamente en qué momento «lo popular» puede transformarse en vulgar.”Marta Escobar DNI 6.030.071

Exportar el modeloSeñor Director:

“Preocupado como he estado los últimos tiempos por el cotidiano mensaje de

opositores, economistas y demás detractores, de que la economía argentina pudiera estar

desplomándose, la Presidenta me ha devuelto la tranquilidad. En una clara demostración de la profundización del modelo y de que estamos

mejor que nunca, ha resuelto extender la redistribución y el mayor valor agregado «desde

La Quiaca hasta el Norte».“Se trata pues de una excelente noticia para

nuestra vecina Bolivia.”Héctor Jorge Petersen [email protected]

PabellonesSeñor Director:

“Circulando por la avenida Lugones me sorprendió ver la demolición de los pabellones dormitorios que ocupaban los aspirantes de la

ex Escuela de Mecánica de la Armada, ahora Museo de la Memoria. Son construcciones

relativamente nuevas, que hubieran podido utilizarse para alojamiento del millar de

personas que vive en la calle.”Luis María Trebino DNI 4.248.639

Ruidos en FloridaSeñor Director:“En vista de que el gobierno de la ciudad no puede o no quiere desalojar de la calle Florida a los guitarristas, saxofonistas, flautistas, quenistas, arpistas, violinistas, bandoneonistas, bateristas, bandas de rock y otros conjuntos, cantautores, payadores, vendedores ambulantes y no tanto, pregunto a la autoridad responsable si no sería factible que todos los nombrados expresaran su arte o publicitaran sus mercaderías sin los atronadores altavoces que usan, que doy por sentado están que prohibidos.“Los vecinos de la calle Florida estaríamos eternamente agradecidos.”Julio Ignacio Quiroga LE 4.421.254

El Himno NacionalSeñor Director:“A la hora cero del 9 de Julio escuché por la cadena nacional una versión libre de nuestro himno cantada por la señora Valeria Lynch. Al margen de mi opinión sobre el nuevo arreglo, no debió ser ése el momento para ejecutarlo. El día que celebramos la independencia, respetemos la versión original, la que se enseña en los colegios y en otros ámbitos. No niego el derecho de crear otras versiones, pero no son nuestro himno.”Hugo Manuel Bazán [email protected]