la burguesía

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Page 1: La burguesía

Alumna: Angélica Pérez PérezGrupo: 1507

Profesor: José Luna MillánMateria: Teoría de las Ciencias Sociales

Reporte No. 7

La burguesía

A lo largo de la historia las diferentes civilizaciones se han transformado en su forma de organización ya sea política, social o económica. Estos cambios, a veces solían ser muy lentos y prolongarse a lo largo de varias generaciones, produciéndose mediante reformas sucesivas y eran casi imperceptibles para las personas de aquellas épocas. Sin embargo, en otras ocasiones (muy pocas) el cambio fue rápido, incluso violento, suponiendo una transformación radical del sistema. Se puede decir entonces, que se produce una revolución política.

El tema que nos ocupa es de este tipo, con particularidades como la extensión de esta revolución por una gran parte de Europa Occidental y Norteamérica. No obstante, las ideas que fueron alimentando el inicio de las revoluciones – en específico, la revolución burguesa – fueron las mismas. Por ejemplo, la burguesía, impregnada del nuevo ideario de la Ilustración, quiso modificar la estructura política, económica y social. Cuando los burgueses se dieron cuenta de que los reyes absolutos y los nobles no iban a cambiar se plantearon alcanzar el poder para acabar con el antiguo régimen e imponer el suyo (el liberalismo). Sin embargo, en este asalto al poder los burgueses no siempre tuvieron éxito a la primera. Las fuerzas que defendían el Antiguo Régimen eran muy poderosas y lograron, en ocasiones, frenar o paralizar la revolución liberal. Sin embargo, a fines del siglo XX casi toda Europa Occidental se encontraba bajo regímenes liberales. En Europa la Revolución se inició en Francia y desde ahí se extendió al resto del continente. Sin embargo, el primer país donde tuvo lugar la revolución liberal fue en las colonias inglesas en América del Norte. Esta revolución dio origen a Estados Unidos cuyo sistema político sirvió de modelo a otras revoluciones.

Durante las primeras décadas del siglo XIX, la mayor parte de la burguesía fue liberal. Estaba unida en su oposición al absolutismo y en la defensa de las libertades civiles y políticas de los individuos. En el plano político, una de las ideas más importantes del liberalismo de la primera mitad del siglo XIX fue considerar necesario el establecimiento, en cada país, de una Constitución: un conjunto de leyes fundamentales que obligaban por igual a gobernantes y a gobernados, que protegían los derechos naturales de los individuos y limitaban el poder del rey (Yépez, 2011).

Retomando lo anterior, este fue el objetivo que tomó la burguesía para la realización de los movimientos revolucionarios, por ejemplo, la lucha por establecer una Constitución que garantizara las libertades de expresión, de asociación, de reunión, separara los poderes de gobierno, para evitar la posibilidad de una tiranía, y el derecho al voto para aquellas personas que cumplieran ciertos requisitos ciudadanos.

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Yépez (2011) menciona que en el plano económico, algunos principios del liberalismo también resultaron útiles para los intereses de la burguesía. El desarrollo de la industrialización planteó la necesidad de explicar y justificar la creciente miseria en la que vivían los trabajadores y el resto de los habitantes de las ciudades. La teoría que proporcionó argumentos a la burguesía fue el liberalismo económico. En épocas pasadas, para la sociedad, la riqueza era considerada una virtud individual; y se intentó justificar la existencia de la pobreza que, desde una perspectiva individualista, asociada al fracaso personal, comenzó a verse como una consecuencia del vicio y del pecado.

Por ejemplo, Feijoo y Scolnik (2011) mencionan que el concepto de revolución burguesa se ha utilizado para referirse a las revoluciones de independencia que desencadenaron en nuestro continente; es necesario mencionar el significado que Marx le da a este concepto – revolución social encabezada por la burguesía, en la cual los sectores explotados y oprimidos cumplen con un papel auxiliar o subordinado – el cual es mucho más complejo.

Para Marx (cit. en Feijoo y Scolnik, 2011) en las revoluciones burguesas de “tipo europeo”, como él las llamó, las masas proletarias y las fracciones urbanas no pertenecientes a la burguesía, o no abrigaban intereses al margen de ésta o no formaban aún una clase diferenciada con un “desarrollo propio”. Sin embargo, “allí donde se enfrentaba a la burguesía, como ocurrió por ejemplo en Francia en 1793 y 1794, luchaban solamente por hacer valer los intereses de la burguesía, aunque no a la manera de ésta. Todo el terrorismo francés era sencillamente el modo plebeyo de luchar contra los enemigos de la burguesía, contra el absolutismo, el feudalismo y los filisteos”. La acción de las clases explotadas y oprimidas quedaba encerrada así en esta paradójica relación. Entonces existe para Marx una posición, podríamos decir oblicua, en la que se encuentran las clases explotadas y oprimidas en las revoluciones burguesas. Marx la resume como una “fórmula política” que expresa como una revolución social en donde las clases explotadas lucharon entre varios acontecimientos contra “los enemigos de sus enemigos”.

El acontecimiento revolucionario moderno mostraba y llevaba inscripto una fractura, una falla interna. Por un lado, el impulso que la burguesía imponía la transformación de la sociedad, destruyendo la organización estamental y pugnando por establecer su dominación basada en la escisión entre el Estado y la sociedad civil, entre los derechos universales del hombre y las diferencias particulares, económico-culturales de clase. Pero por otro lado la burguesía -en su lucha contra el antiguo régimen- había abierto la posibilidad de la irrupción de las masas oprimidas y explotadas. Esta fractura interna, esta experiencia diferenciada de la modernidad actuará a ambos lados del Atlántico, pues “fue la querella entre burguesía y monarquía la que lanzó a las masas parisinas a la esfera política. Fue la querella entre blancos y mulatos la que terminó por despertar de su letargo a los esclavos”. Marx intentó dar cuenta de ese destino desgarrado de los oprimidos en el siglo XVIII: encerrados

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entre dos enemigos teniendo que apoyar a uno contra otro para conquistar y hacer reales las proclamas de “igualdad” y “libertad” con las que uno de éstos se lanzaba al combate.

Ahora bien, si comenzamos a hablar de las consecuencias, podremos citar a Romero (1989), quien nos menciona que algunas de las etapas del desarrollo burgués se ha montado en el mundo urbano en compañía de su estructura económica, social y política, la dependencia del mundo rural respecto de la urbe. El termino burguesía fue empleado dentro de la edad Media para justamente designar al grupo social que se compuso de comerciantes, artesanos libres y personas no sometidas a la jurisdicción señorial que se vivía en las ciudades. Dentro del siglo XIX la industria y las revoluciones liberales otorgaron un poder económico y político, los revolucionarios socialistas y anarquistas consideraron a la burguesía como una clase que estaba por encima del proletariado en muchos aspectos, ostentando a la propiedad, los medios de producción etc.

La mentalidad burguesa se constituye a partir de un conjunto de actitudes arraigadas en la experiencia, que fue creando esos nuevos contenidos y, paralela pero simultáneamente, fue configurado los nuevas masas del pensamiento. Comienzan a variarse y desarrollarse los procedimientos prácticos, a partir de experiencia, y el campo empieza a ocupar un lugar marginal. Comienza así a elaborarse el método experimental y a desarrollarse un tipo de conocimiento científico el marco de pensamiento se modifica. A toda estructura socioeconómica corresponde una estructura histórica que le sirve de sustento y fundamento, y al mismo tiempo le ofrece una ley de su dinámica la ideología se bien es una estructura, es algo dinámico que se transforma y se reproduce y cambia a lo largo de la historia, dura mucho, es el fenómeno histórico de más lento ritmo de cambio. Las estructuras son históricas y cambios, evolucionan por su propio fuego, y porque existen un cambio propuesto por los grupos sociales que sirven dentro de esas estructuras.

Luego de analizar y contemplar la característica de las estructuras y repuestas ideológicas partimos del análisis del surgimiento de una estructura urbana y burguesa, en el marco de una tradición señorial y rural, que siguen el fuego de las respuestas ideológicas a los cambios estructurales.

La mentalidad burguesa aparece en un mundo en que las burguesías son apenas pequeños islotes dentro de la vieja sociedad señorial, son pequeños grupos insignificantes, sin prestigio ni poder   (S. XVIII). La sociedad burguesa crea los resquicios de una sociedad señorial ya que comercian fundamentalmente con los productos de la tierra, que estaba en manos de viejos señores, que estos cambian de a poco: aceptan producir para el mercado, acepta pagar salarios. De apoco se va conformando la mentalidad burguesa, pero esto es un proceso muy largo ya que no será fácil constituirse pues la mentalidad cristiano-feudal era una mentalidad preexistente con un sistema de pensamiento muy racional y sólido. Va surgiendo cuando pequeños grupos sociales que nacen mediante actos de rebeldía, se arranca al señor una cierta garantía o derecho, se logran “libertades”, necesarias para el ejercicio de la profesión, pero no se cuestiona el

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poder o la posición de los señores, la mentalidad burguesa nace con un complejo de inferioridad, en cierta forma se ven obligados a enmascarar su pensamiento.

La mentalidad cristiano feudal también tuvo un largo proceso histórico para formarse pueden reconocerse tres etapas antes de que exista ellas fueron: mentalidad varonil, la corte y la caballeresca, hasta llegar finalmente a la cristiano- feudal donde la estructura señorial tiene un fundamento absoluto que está en los libros sagrados y quien intente modificarlo es sacrificio. Con la revolución burguesa comienza a constituirse al lado de la estructura tradicional, grupos de la naciente burguesía. Hay señores que están en sociedad con los burgueses. Los burgueses se cuidan de afirmar y demostrar su religiosidad, pero empiezan a dar por sobreentendido que el dios en el que afirman creer no interviene en la contingencia de cada día, la burguesía expresa que la divinidad no opera de manera contingente, de allí deriva la teoría de libre albedrío y la posibilidad de la creación humana, no sujeta contingente a dios. No hay en la   sociedad un sitio preestablecido para cada hombre, este es el fruto del esfuerzo y la fortuna de cada uno. Etapas del desarrollo de la mentalidad burguesa: existen tres varias etapas de la mentalidad burguesa, de cómo se originan hasta lo que es actualmente.

La etapa originaria se prolonga hasta el siglo XV, de allí las formas típicas de pensamiento no han surgido aun de manera consciente. Es la etapa de la acción espontanea y la experiencia, los burgueses no se detienen a pensar sus actitudes, simplemente opera. También empiezan a vivir y a sentir como hombre en forma distinta que el campesino, se encuentra en la ciudad. En lo social abandona la gleba, e inicia una nueva vida en la ciudad, donde se comunican con otros centros de convivencia, con la mayor comunicación aumenta la adecuación de las ideas y la formación de ideas comunes y corrientes de opinión, se va creando una identidad de pensamiento. Existe un consenso colectivo y establece lo que es lícito y lo que no lo es, conforman una sociedad con normas las cuales ellos eligen de cómo vivir. Hacia el siglo XIV advierten que las nuevas formas de vida no corresponden ya a una concepción dominada por lo sobrenatural, sino que las formas de vida se rigen por cosas correspondientes a la condición humana y no simplemente al alma. La mentalidad burguesa toma conciencia de sí misma y la gente comienza a manifestarse en pro o en contra de esta concepción. Hay quienes la aceptan y la asumen, quienes se niegan a estos cambios, que atentan contra los principios heredados y quienes piensan que solo es para la clase alta ya que el hombre educado tiene la posibilidad de ponerse freno por sí mismo. Estas son tres posiciones: una espontanea, que advierte las implicaciones y las asume, otra represiva y una tercera hipócrita, de las clases altas.

La etapa siguiente corresponde a la revolución ideológica del siglo XVIII. Entre en siglo XIV y el XVIII se produce el entrecruzamiento entre aristocracias y burguesías. Los reinos nacionales crean grandes estructuras políticas y económicas y las burguesías que antes se manejaban en el ámbito de ciudades ahora comienzan a transformarse en instrumentos del estado moderno. En la parte social y religiosa se desarrolla notablemente el conocimiento científico el desarrollo mide la física, la astronomía, la física

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es el desafío del hombre culto contra la superstición. En lo religioso Dios creó a la naturaleza pero ahora esta tiene sus propias leyes. Todo el pensamiento burgués es mecanicista, queda así configurado un sistema de ideas coherente con una concepción del mundo que paso a ser la concepción vigente (s XIX y aun s XX). Las clases populares no adhirieron a este pensamiento progresista y se mantuvieron fieles a la mentalidad tradicional, a las viejas creencias. Este desarrollo de la mentalidad burguesa, sufre una flexión como consecuencia de la revolución industrial, esta transformo la estructura de la sociedad convirtiendo el arte sano en proletario industrial y a las burguesías mercantiles en industriales. El romanticismo hizo que la burguesía cambie su concepción individualista. Después de 1848 se produce otra flexión ante emergencia del proletariado industrial. Una mentalidad es un sistema coherente de opiniones que abarca todos los campos posibles. A pesar de las diferentes experiencias que pasaron por la mentalidad burguesa esta nunca perdió lo sustancial.

La mentalidad burguesa implica una ideología que se caracteriza precisamente por un pasaje de la experiencia a la teoría, toda teoría racionalizada arranca de ciertas experiencias muy concretas, tienen la idea del progreso que no tiene otro contenido que el movimiento. Ven a la historia como progreso, la interpretan como progreso, que se proyecta al futuro siguiendo la ley según la cual cada etapa es superior a la anterior, la experiencia se ve proyectada a racionalización. Como vemos, el surgimiento de una mentalidad, surge a través del cambio de experiencia con la vida misma. Romero destaca que nace un sistema de ideas progresista que choca directamente con lo hasta ahora establecido en la sociedad.

Las mentalidades nacen siendo irracionales, pero a través del tiempo, conforman un orden totalmente racional, pues están respaldadas de la opinión y experiencia de quienes habitan en ellas.   Todo corresponde a la forma de ver y experimentar el mundo. Nada es estático y aunque lento, siempre está cambiando según las percepciones y experiencias que surjan.

Referencias

Feijoo, M. C y Scolnik, F. (2011). Revolución burguesa, revolución anti-esclavista y de independencia en la América colonial. El caso de la revolución de Saint Domingue/Haití. En Cuadernos de Marte, vol. 2 (1).

Romero, J. L. (1989). Estudio de la mentalidad burguesa. Edit. Libro de bolsillo, Madrid, España.

Yépez, D. E. (2011). La consolidación de los Estados Nacionales y el Proyecto Histórico y Político de las Burguesías Europeas en el Poder. En Textos Curriculares para la lectura y reflexión de los alumnos, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán.

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