la batalla de muhammad ali
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2013, Derechos Reservados del Autor
Asistente editorial: Geovanni Rodríguez
Diseño de Portada: Geovanni Rodríguez
Edición: Geovanni Rodríguez
Primera edición: mayo de 2013
La presentación del contenido de esta obra, son propiedad del editor.
ISBN: en trámite
Hecho en México
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Agradecimientos
Agradezco a mis padres, a mi hermana y a mi perro por el apoyo, pero sobre todo doy gracias a los griegos por ser los precursores
del deporte.
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Índice de contenido
Prólogo 8
Cap. I Los inicios de Clay ____________________________10
Cap. II El nacimiento de una leyenda___________________17
Cap. III La lucha fuera del ring_________________________31
Cap. IV El regreso y la Pelea del Siglo___________________39
Cap. V Rumble in the Jungle_________________________46
Cap. VI Thriller in Manila____________________________58
Cap. VII Fin de la carrera y reconocimiento al mejor
de la historia_________________________________________68
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Prólogo
La vida nos tira golpes, desde que nacemos, hasta el día de nuestra muerte. A veces por medio de una potente combinación, que puede ser representada en un chico del barrio que roba nuestra primera bicicleta, impacto ante el que cual uno apoyado en las cuerdas puede jurar venganza, mientras recibe la cuenta de protección. Pero la vida también nos brinda la posibilidad de aprender a defendernos de esos golpes que nos lanza en cada oportunidad. A veces en esos segundos entre uno y otro round aparecen personas en nuestra esquina, sea en forma de un policía que nos ofrece un buen consejo, en otras, por medio de un entrenador que saca lo mejor de nosotros y en unas más, se combina todo lo anterior con nuestras ganas de convertirnos en el mejor del mundo, y acudimos a la lucha aun antes del llamado de las campanadas.
En La Batalla de Muhammad Ali, libro que usted tiene entre sus manos, Geovanni Rodríguez Catarino, nos lleva a presenciar la decisión que tomará el pequeño Cassius Marcellus Clay Jr. para cobrarse el robo de su primera bicicleta, misma que marcará su destino: encumbrarse en el boxeo. En ese camino, atestiguaremos también su decepción hacia Estados Unidos en donde es discriminado a pesar de ser campeón olímpico; veremos la forma en que ganó su primer título ante Sonny Liston; su unión a la Nación del Islam y su negativa a participar en la Guerra de Vietnam; observaremos el surgimiento de Muhammad Ali, la suspensión que sufrió en su mejor momento por negarse a combatir; su regreso al boxeo, su primera derrota ante Joe Frazier, y nos sentiremos finalmente como uno de los 100 mil aficionados que en Zaire presenciaron su histórico combate contra George Foreman.
Con un estilo directo y poderoso, como la pegada de Muhammad Ali, Geovanni Rodríguez Catarino nos hace recorrer lona en el cuadrilátero de la vida, para que aprendamos a subir la guardia, a aguantar los golpes más feroces, a desarrollar estrategias de combate y a inspirarnos con la vida del
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deportista más importante del Siglo XX, según una encuesta del diario alemán Bild.
El autor es un gran aficionado práctico, y su gusto por el boxeo le viene de familia, concretamente de su padre. Sus primeros recuerdos infantiles provienen de los encordados, que evocan la calidad de Ricardo “Finito” López, la perseverancia de Marco Antonio Barrera, la ferocidad de Erik “Terrible” Morales, la insólita carrera de Mike Tyson, así como el brillo y el poderío de Óscar de la Hoya.
Raúl Luna Mayo 2013
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Capítulo 1
Transcurría el año de 1942 cuando la ciudad de Louisville, Kentucky, vio nacer a
Cassius Marcellus Clay Jr. Nacido en una familia de raza negra, de nivel
socioeconómico medio, los primeros años de aquella futura estrella fueron
difíciles, pues el alcoholismo de su padre hacía hostil la convivencia cotidiana.
Él junto con su hermano Rudolph Rudy Clay, fueron criados en mayor parte por su
madre, Odessa Grady Clay, motivo por el cual no se vieron influenciados por las
malas costumbres y hábitos de su padre. Es así como aquella infancia mostraba
rasgos de decencia.
Cassius con su hermano Rudy.
Cierto día el niño Cassius fue víctima de un robo, un chico del barrio le había
hurtado su bicicleta, el enojo y frustración se apoderaron de aquel infante, el
policía Joe Martin atendió la queja, pues se encontraba en el lugar de los hechos,
el Gimnasio Columbia, escuchaba y trataba de calmar la rabia del pequeño, pero
éste insistía en decir “cuando encuentre a ese que me robó la bicicleta, le voy a
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machacar la cabeza”. El policía ante esa situación, le comentó que por qué no
antes de intentar eso, primero aprendía a boxear, así le sería más fácil, esa idea le
pareció fabulosa a Cassius, de inmediato cuestionó a Martin acerca de si él podía
ayudarlo, a lo cual accedió sin pensar que en ese momento estaría dándole su
primer oportunidad al futuro boxeador más grande de la historia.
Es así como aquel chico de apenas 12 años comenzaba hacer sus pininos en el
boxeo, el gusto de Cassius por el deporte de los puños se notó de inmediato, se
sentía libre arriba del ring, tenía la confianza de que podía controlar todo, nada le
podría salir mal, su destino simplemente estaba en sus puños.
Además de entrenar con Joe Martin, con el que podía obtener dinero (cuatro
dólares a la semana), por participar en un programa de televisión local llamado
Tomorrow's Champions, Cassius también comenzó a ser entrenado por Fred
Stoner, un experimentado coach afroamericano que trabajaba en el Centro
Comunitario Local, y de quien podía absorber mayores conocimientos, pues la
experiencia de éste le sería vital en aquellos primeros años de la aventura
pugilística.
El estilo poco ortodoxo ya empezaba a notarse desde un principio, su complexión
física y su velocidad resultaban una combinación interesante, aspecto que supo
capitalizar Fred Stoner, y es que es precisamente bajo el mando de él, que Clay
comienza a conseguir sus primeros logros. Seis Golden Gloves (Guantes de Oro)
en Kentucky, además de dos más a nivel nacional, y un título nacional de la
Amateur Athletic Union.
Uno de los seis Golden Gloves de Clay
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Pero sin duda el logro más importante que pudo conseguir Cassius Clay en su
etapa como amateur, fue el colgarse la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de
Roma 1960.
En el camino para la obtención de aquella presea Cassius Clay se enfrentó al
australiano Tony Madigan, al ruso Gennady Shatkov, quien había obtenido el Oro
en los pesos medios de los Juegos Olímpicos previos, es decir, Melbourne 1956, y
al belga Yan Becaus.
En el combate final que decidiría al ganador de la presea dorada, Cassius Clay se
enfrentó a un muy buen adversario polaco, de respetable trayectoria, su nombre
era Zbigniew Pietrzykowski, quien ostentaba tres campeonatos europeos, así
como 231 peleas en el ámbito amateur. Además, cabe destacar que ya había
conseguido una medalla olímpica, ésta la obtuvo en los Juegos Olímpicos de
Melbourne, en la categoría de los superwelter.
Las crónicas de aquel combate nos indican que en todo momento Cassius fue
dueño y amo de la pelea, en esos tiempos a diferencia de los actuales, el boxeo
olímpico permitía sólo 3 rounds por combate, argumentando que eran boxeadores
amateurs y un mayor número de asaltos pondrían en riesgo su integridad física.
De igual manera, durante el transcurso de la batalla existió sólo un boxeador en el
ring, los dos primeros asaltos sirvieron de escenario para que Pietrzykowski
buscara a como diera lugar impactar en la humanidad del joven estadounidense,
sin embargo la astucia y el alto nivel defensivo de Clay se lo impidieron. Para el
tercer round las cosas fueron tomando su lugar, de tal manera que además de
enloquecerlo con un veloz juego de piernas, Cassius devoró a su rival,
propinándole tremenda golpiza. Los jueces reflejaron esto en sus tarjetas y
otorgaron la victoria de manera unánime al representante de los Estados Unidos.
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Cassius Clay en el pódium de ganadores.
A su regreso a la Unión Americana, Cassius Clay sentía orgullo por haber
representado a su país en la justa olímpica, el hecho de haberse consagrado
como campeón y contribuir con una presea para engrosar aun más los números
de la Unión Americana en el medallero olímpico, sin duda era un logro que pocos
podían contar.
Durante una conferencia de prensa en Roma, un periodista le preguntó al joven
olímpico su opinión acerca de que en su natal Kentucky, había lugares donde no
se le permitía ingresar, tiendas, restaurantes que se negaban a prestar sus
servicios por el único hecho de ser de raza negra, a lo que él contestó
enérgicamente: “estoy seguro que hay más lugares en los que sí puedo comer que
en los que no”.
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Cassius Clay acompañado de otros medallistas olímpicos.
Lamentablemente aquella pregunta parecía una visión de lo que pasaría, pues
cierto día Cassius acudió a un restaurante en compañía de un amigo, la mesera
se negó a tomarles la orden, su color de piel impedía que comieran en aquel lugar,
sorprendido de la situación, Clay le cuestionó a la joven si no sabía quién era él
(campeón olímpico). Enfadado por el vergonzoso hecho, tomó una decisión
extrema, aquella medalla que para ese entonces era su máximo logro en el boxeo,
esa que colgó en su cuello para no quitársela en días, no importando lo que
hiciera, pasear por las calles, visitar a los amigos, y hasta dormir, vio su fatal
destino en el agua, pues Cassius la arrancó fuertemente y la arrojó al río Ohio.
Paradójicamente su ingreso al boxeo profesional se da gracias a un grupo de
blancos acaudalados, el Louisville Responsible Club, es quien, además de ver un
potencial importante en aquel chico, se anima a invertir en él para mejorar su
boxeo que le permitiese llegar a las grandes ligas de este deporte.
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Capítulo 2
El profesionalismo de Cassius Clay no hubiera sido posible, de no ser por el gran
entrenador que tuvo a su lado, Angelo Dundee, quien fue contactado por el grupo
adinerado de Kentucky, Louisville Responsible Club, para poner a su cargo al
boxeador amateur más prometedor de aquel momento.
Para esta nueva etapa Clay tuvo que viajar a la ciudad de Miami, Florida, pues ahí
se encontraba el campamento del respetado entrenador, el Gimnasio de la calle 5,
que sería la escenografía donde el futuro campeón mejoraría su boxeo.
Angelo Dundee junto con su equipo acogieron al novato originario de Kentucky, le
consiguieron una habitación en el Hotel Charles, en Overtown, pueblo de la
comunidad negra en Miami, lo que significó algo de vital importancia para Cassius,
pues ahí podría desarrollarse sin tener problemas de racismo.
Cassius Clay y su entrenador Angelo Dundee
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Overtown es una comunidad que se fundó en 1896 con la llegada del ferrocarril a
Miami, ahí se asentó la comunidad negra, lo que fue parte esencial para la
disminución de la discriminación. Allí podíamos encontrar restaurantes, cines,
centros comerciales, tiendas exclusivas para la gente de color, entre otras muchas
cosas.
Aquel lugar se convirtió en un centro cultural, de educación y vida social, ya que el
Movimiento por los Derechos Civiles tenía un adelanto destacado, provocando que
la segregación racial fuera menos común que en ciudades como Atlanta o Nueva
Orleans. Negros y blancos podían ser parte de un mismo Estado sin la necesidad
de estar en contacto, pues cada grupo se mantenía en su localidad, sin hacer caso
de las actividades que tuviera el otro.
Regresando al ámbito deportivo, el arribo de Cassius Clay a Miami para ser
entrenado por Angelo Dundee, significaría el inicio de una carrera en el territorio
profesional, ya atrás habían quedado las más de 100 peleas como amateur.
El inicio fue difícil, pues su estilo tan sui géneris dejaba dudas en quien lo veía, la
falta de técnica era evidente al verlo sobre el ring, sin embargo contaba con dos
habilidades excepcionales que pocos creían bajo el contexto de ser un peleador
de peso completo.
Su velocidad y reflejos resultaban sorprendentes, la manera en que se movía por
todo el cuadrilátero exhibiendo a sus contrincantes para al final acabarlos con una
pegada contundente, esos fueron los argumentos para sacar la victoria en sus seis
primeros combates como profesional. Los periodistas de aquella época criticaban
su accionar, alegando que Cassius tenía un estilo poco ortodoxo para boxear, con
una pobreza técnica en sus brazos que por lo regular siempre estaban abajo,
motivo por el cual no podía adoptar la posee que los románticos indican.
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A pesar de eso, cinco de aquella primera media docena de combates los ganó por
la vía corta, fulminando a sus rivales, claro está, sin tener ningún nombre
rimbombante en su haber.
El entrenador de supo llevar a su pupilo poco a poco, puliendo los errores,
mejorando las virtudes y manejando un discurso que le fuera amable a sus oídos y
su ego.
Las anécdotas de Angelo Dundee nos indican que en un principio Cassius Clay no
sabía tirar un buen jab (golpe de boxeo), ya que simplemente estiraba la mano, sí
golpeando a su contrincante, pero de una forma poco lúcida y efectiva, sin
embargo él le decía que era fascinante su golpeo, pues machacaba el rostro de
los oponentes.
A partir del día siguiente, Clay puso énfasis en ese golpe, lo entrenó y mejoró
para después llamarlo el lengüetazo de la serpiente. Así como este ejemplo hay
muchos más, todos ellos con la intención, según Dundee, de mejorar al boxeador,
“y es que cuando tienes a una estrella del boxeo, hay que decirle que él lo ha
innovado todo”.
Así siguió el entrenamiento día a día en el Gimnasio de la calle 5, lugar donde
podíamos encontrar a boxeadores de primer nivel, por muchos años el entrenar
ahí significaba ser un peleador de elite. De pronto un joven con virtudes, pero con
nula experiencia, podía servir de sparring al campeón del mundo, y si bien podía
recibir un duro castigo, también existía la posibilidad de salir victorioso.
Era tan alto el nivel que se podía hallar en ese lugar, que la gente acudía a diario
para disfrutar de un buen espectáculo sin la necesidad de ser ésta, una función
como tal de boxeo. Y ni qué decir de los periodistas, quienes de igual manera no
había día en que no visitaran ese lugar de Miami. Y es precisamente este hecho,
el que de a poco serviría de trampolín para Cassius Clay, pues sus prácticas que
aumentaban y mejoraban su nivel pugilístico, eran vistas por muchísimos medios,
los cuales hablaban de ese joven con potencial de campeón mundial.
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Además de lo mostrado arriba del ring por Cassius, los periodistas se interesaban
en el show que daba debajo de él, las declaraciones que vertía les eran vitales
para escribir a diario. Es así como Clay fue convirtiéndose en un boxeador
diferente, que no se limitaba a hablar con los guantes, como era la tradición de
ese entonces, sino también, calentaba los combates con fuertes declaraciones, en
su mayoría ofensivas y sarcásticas hacia el rival.
Esto tenía fascinados a los corresponsales de boxeo, haciendo de Clay su
personaje favorito, esa buena imagen y afecto trascendió hacia el público, que de
igual manera alentaba y disfrutaba de todo lo hecho por aquel joven. Cabe
destacar que la trascendencia que obtuvo no tenía límite de razas, para todo
ciudadano americano él significaba una estrella en ascenso.
Periodistas atentos al entrenamiento de Clay.
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Obviamente la comunidad negra se identificó más con Cassius, para ellos ya era
un ídolo, sobre todo para esos que se ubicaban en Overtown. La comunidad
vitoreaba su nombre, le trataban como si fuera de su familia, y él les correspondía
de igual manera. En ocasiones Clay juntaba a un grupo de niños, con los que
siempre tuvo una relación muy estrecha, con el fin de proyectarles peleas de él
mismo, para de esta forma alejarlos de los vicios, de esa mala vida que pudieran
encontrar en las calles, y mejor, acercarlos al deporte o a actividades que les
permitieran tener un buen futuro.
Cassius Clay ya era para ese entonces todo un showman, sin embargo todo tenía
un porque, él mismo contaba que en una oportunidad que tuvo de estar en Las
Vegas vio una pelea de un luchador norteamericano, Georgus George, quien se
caracterizaba por ser un bocón debajo del ring, provocaba a todo contrario que
tuviera enfrente ganándose el desprecio de cierto sector del público, consiguiendo
que en las arenas donde se presentaba para pelear, algunos le aventaran objetos
para expresarle su odio, mientras que otros se conformaban con tan sólo tocar a
su ídolo.
A partir de ahí Cassius pensó que era una buena idea el alardear acerca de sus
virtudes, sentenciar a sus rivales pronosticando el round en que los iba a noquear
y exhibiendo la apariencia física de algunos.
Georgus George, luchador norteamericano.
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Frases como: “soy guapo y no puedo perder”, “deberían de prohibir que el
campeón sea tan feo”, entre muchas otras fueron declaraciones que vertía Clay
durante los entrenamientos o en las ceremonias de pesaje previas a un combate.
Esto significaba una nota de ocho columnas para los periódicos del día siguiente,
además de que a los periodistas les facilitaba su trabajo y sin la necesidad de
hacer un periodismo provocador, pues a Cassius le bastaba con tener un
micrófono en frente para poder expresar sus ideas locas. Había ocasiones en las
que recitaba poemas dedicados a sus contrincantes, con voz fuerte y presencia
imponente, aquello era simplemente espectacular, los flashazos salían de todas
partes, ahí estaba la nota.
Existen dos frases que tal vez sean las más recordadas por los seguidores de
Clay, aunque quizá también por los aficionados al boxeo, es más, podríamos decir
que son dos de las frases más emblemáticas en el deporte mundial de todos los
tiempos, éstas son: “Yo soy el más grande” (I am the greatest) y “Vuelo como una
mariposa, pico como una abeja” (Float like a butterfly, sting like a bee).
El origen de la primera es por lo antes mencionado, tras ver a ese luchador
norteamericano, Clay decidió crear todo un personaje que llamara la atención de
los medios, del público en general, y sobre todo de sus adversarios, a quienes les
generaba un sentimiento inexplicable, que iba de la desconfianza a la lástima,
para por fin caer en el miedo, pues no sabían si se iban a subir al ring a enfrentar
a un loco parlanchín o a todo un engreído que lo que decía con la boca lo sostenía
con los puños.
Ese precisamente fue el caso de Sonny Liston, el primer gran contrincante de
Cassius Clay, aquella pelea sería por el Campeonato Mundial de los Pesados que
poseía el originario de St. Francis, Wisconsin.
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Después de 19 peleas disputadas y ganadas por parte de Cassius Clay, y tras una
efervescente carrera a sus apenas 22 años, la vigésima batalla le tenía preparado
un mayor reto, el cazador de cabezas y campeón reinante, Sonny Liston le estaría
esperando.
Los especialistas de aquella época auguraban un reinado prolongado de Liston,
era un boxeador simplemente temible, sus antecedentes indicaban que había
estado en la cárcel, lo que le había provocado convertirse en una persona aun
más agresiva. A su salida decidió encaminar su rabia de venganza hacia el
deporte de los puños, aniquilando a cuanto rival enfrentaba.
Por tan semejante contexto y combinado con la novatez de su retador, aquella
función del 25 de febrero de 1964 disputada en Miami Beach, Florida, parecía
concluiría por KO.
Era tal el respeto por la temible pegada de Liston, que incluso había personas que
anhelaban aquella pelea terminara rápido para beneficio de Clay, pues un castigo
prolongado por varios asaltos podría dejar secuelas en el boxeador, de tal modo
que no podría volver a vérsele arriba de un ring.
La historia nos cuenta que efectivamente el vencedor se llevó la pelea por KO, sin
embargo para sorpresa de todo mundo el ganador fue el joven Cassius, quien se
impuso al favorito de manera fácil.
Desde el primer round se notó la gran velocidad de Cassius, virtud que pocos
boxeadores en esa categoría poseían, además durante el transcurso de ese
mismo asalto, Clay le propinó un par de derechazos que dejaron boquiabiertos al
público y sobre todo a los periodistas, quienes en ese momento se dieron cuenta
que efectivamente sabía boxear.
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Para el 3er round los rectos de mano izquierda y los fortísimos golpes con la
diestra tuvieron efecto en el rostro de Liston, que ya tenía un corte en el pómulo
izquierdo. La pelea se le estaba escapando de las manos al aún campeón, así que
durante la curación de ese corte, Joe Polino su entrenador, utilizó la solución
Monsel, la cual quema los tejidos y contiene las hemorragias, pero que está
prohibida en el boxeo, porque esta es una sustancia química cáustica que
contiene cloruro férrico y provoca lesiones en piel y mucosas por acción directa.
Cassius Clay maltrató el rostro de Liston.
Así que durante el 4to asalto intencionalmente Liston restregaba su rostro con la
sustancia en el cuerpo y cara de Clay, provocándole una ceguera momentánea
que lo ponía en franca desventaja ante un boxeador que sí bien estaba siendo
dominado, se sabía que tenía unas bazucas como puños y en cualquier momento
podría cambiar la historia del combate.
Cassius regresó desesperado a su esquina, pidiéndole a su entrenador, Angelo
Dundee, que cortara los guantes, que ya no quería seguir en el combate ante tan
difícil situación, sin embargo en aquel minuto el experimentado entrenador tuvo
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una participación clave, se negó a cumplir con lo pedido, baño los ojos de Clay
con suficiente agua e instó a su pupilo para que regresara al combate, el título
mundial estaba en juego.
Para ese quinto round Liston salió hambriento, decidido a cortarle la cabeza a su
oponente, pero Clay hizo alarde de su velocidad, de su gran manejo de piernas y
rehuyó al combate, se movió por todo el encordado, haciendo fallar a su rival una
y otra vez, con lo que minó la condición de Sonny, pues un golpe errado en esta
categoría disminuye la energía de todo boxeador.
Para el sexto sucedió todo lo contrario, ahora Liston era el desanimado y quien
estaba a merced de Clay, así que éste exhibió sus mejores golpes, una y otra vez
sacó el jab de izquierda, remataba con tremendos golpes de derecha y se movía
para marear al opuesto, no había posibilidad de golpearle, y más aún cuando
Sonny ya no tenía fuerza para soltar golpes ni mover los pies.
Ambos regresaron a su esquina con saldos contrastantes, uno cada vez más
seguro de que éste sería el combate que le permitiría ser campeón del mundo, y el
otro con la sensación de que el fin de su era estaba cerca. Esa sensación la
compartían la mayoría de los que aquella noche se dispusieron a observar la
batalla, pero quizá nunca imaginaron la forma en que se iba a consumar este
hecho, pues para el 7mo round Sonny Liston se negó a salir a combate, no iba
más a pesar de que su equipo le decía, “tienes que continuar o serás un
vagabundo toda tu vida”. Aquella decisión impactó a los presentes, quienes lo
tacharon de “cobarde”, pues en el adagio deportivo un campeón se debe morir en
la raya antes de entregar se centro, vender cara la derrota y no ceder tan fácil,
cosa que estuvo lejos de suceder aquella velada de febrero.
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Cassius Clay manda a la lona a Liston
Una vez que Cassius Clay vio la negativa de Liston por seguir con el combate,
levantó los brazos, comenzó a bailar y tuvo una explosión de júbilo, a sus apenas
22 años ya era campeón del mundo en la categoría reyna del boxeo
estadounidense, los pesos pesados.
Abrazó a los integrantes de su equipo, dio vueltas por todo el ring, encontró la
zona de los periodistas, a quienes con una posee retadora y mirándolos a los ojos
les dijo: “cómanse sus palabras, se los dije”. Gritaba y alardeaba a cuanto
periodista subía al ring para tratar de entrevistarlo, “he conmocionado al mundo”,
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“soy guapo y campeón del mundo”, mencionaba Cassius como queriendo lo
escucharan en todo los Estados Unidos.
Ese triunfo significó el inicio de una era, de una estrella del boxeo que ya era una
realidad, si nos pusiéramos a jugar con el “hubiera”, podríamos pensar que tal vez
si esa noche Cassius no hubiera salido con la mano en alto, su carrera no hubiera
sido tan exitosa, hubiera sido simplemente una víctima más del temible Liston, y
hubiera tenido que batallar para conseguir otra pelea por el campeonato, es más,
quizá jamás hubiéramos conocido a Muhammad Ali.
Cassius Clay festeja con su equipo la victoria.
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Capítulo 3
El año de 1974 fue sin duda el más importante en la vida de Cassius Clay, porque
paradójicamente ganó su primera gran batalla arriba del ring en contra de Sonny
Liston, pero al mismo tiempo decidió comenzar otra debajo de éste, tras acercarse
a la nación del Islam.
A pesar de los rumores que indicaban un constante acercamiento entre Cassius
Clay y Malcom X, uno de los más importantes líderes de la religión musulmana
negra en Estados Unidos, previo a la pelea titular contra Liston, aquella pelea se
realizó sin ningún contratiempo, sin embargo la prensa de aquellos tiempos ya
empezaba a poner más atención a las actitudes del joven campeón.
Unos días después de haber conquistado el Título Mundial de los Pesados,
Cassius Clay ofreció una conferencia de prensa para informar acerca de su anexo
a la Nación del Islam, comandada por el líder supremo, Elijah Muhammad.
Además mencionó que ya no se llamaba más Cassius Clay, atrás quedaba el
nombre de esclavo, según sus palabras, y agradeció tomaran nota los periodistas
pues desde ese momento se llamaría Cassius X, un nombre de transición
mientras le asignaban el definitivo.
La reacción del mundo en general fue de sorpresa, en algunos casos, como por
ejemplo de la sociedad americana blanca fue de decepción y desprecio, pues si
recordamos, la Nación del Islam es un grupo de musulmanes negros que
aseguran no ser inferiores a los blancos, es más, consideran que los blancos
están por debajo de ellos, pero esto no es en sí el problema, el conflicto fluye en el
sentido que la mayoría de los integrantes de esta organización, son personas que
han estado en prisión por una serie de delitos, como el asesinato, además de
tener un comportamiento radical en el dado caso que no compartas su pensar.
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Cassius X y Malcom X.
Sin duda el personaje clave para la atracción de Cassius a esta organización fue
Malcom X, aquel hombre Ministro de la Nación del Islam en Nueva York, que
desde el primer momento en que conoció a Clay tuvo una conexión de
hermandad, su trato era efectivamente así, de hermanos.
Cassius X, para ese entonces, realizó un viaje a Nueva York donde se encontraría
con su gran hermano Malcom X, como todo buen anfitrión éste último sirve de
guía de turista al joven campeón mientras pasea por las calles de la Gran
Manzana.
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En el transcurso de esos días, comienza a surgir un rumor que indicaba el
abandono por parte de Malcom X de la Nación del Islam, tras haber descubierto
una serie de conductas inapropiadas por parte del líder Elijah Muhammad. Dentro
de éstas se destaca el hecho de ser el padre de ocho hijos, procreados con seis
de sus ex secretarias.
Aquella noticia impactó a la sociedad y la prensa, Malcom X no cesó en lanzar
críticas hacia la Nación del Islam, sus reglas y credo, pero su ofensiva más
importante era el llevarse consigo a dos de los más importantes personajes de la
organización en ese momento, uno era el Ministro de Boston, Luis X o Luis
Farrakhan como también fue conocido, y el otro sin duda era la nueva joya de
Elijah Muhammad, Cassius X.
Malcom X abandonó la Nación del Islam.
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Ante tal intento por parte de Malcom X, Elijah Muhammad como máximo
exponente de la Nación del Islam decide darle un nombre propio a Cassius X,
posiblemente sin méritos, con muy poco tiempo en la Nación, apenas unos meses,
contraponiéndose a la longevidad con que contaban otros integrantes.
El nombre elegido fue Muhammad Ali, éste sería el nombre con el que se le
reconocería a partir de ese momento, y que posteriormente gravaría con letras de
oro en los anales del boxeo y del deporte mundial.
Dos días después Malcom X abandona oficialmente la Nación del Islam, con un
sentido de traición, de frustración e ineludiblemente de decepción, no sólo por lo
acontecido con Elijah Muhammad, sino por el hecho de que al hombre que hasta
hace unos meses había llamado hermano, ahora le estaba dando la espalda.
Muhammad Ali con el líder musulmán Elijah Muhammad.
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Meses después Malcomo X fue asesinado, el 21 de febrero de 1965, aquel hecho
sin duda repercutió en el ánimo de Muhammad Ali, pues aunque la relación entre
ellos dos era inexistente, siempre había quedado guardado ese sentimiento de
fraternidad, o por lo menos así lo hizo saber Ali en conversaciones con su gente
más cercana, de hecho guardaba una fotografía en su cartera donde posaban los
dos juntos.
El arrepentimiento de Muhammad Ali por haber dado la espalada a Malcom X en
el momento que éste más lo necesitaba, es algo con lo que ha cargado
pesadamente toda su vida, ya que no hay lugar a duda que aquella actitud se
debió a la influencia que ejercieron en él los integrantes de la Nación del Islam.
En ese mismo año de 1965, el Campeón de los Pesos Pesados haría su primera
defensa contra el ex reinante, pero esta vez ya como Muhammad Ali. La revancha
contra Sonny Liston se efectuaría en Lewiston, Maine, sin duda levantó
expectativa, pues se esperaba Liston regresara a su realidad al ahora abucheado
campeón, sin embargo aquella pelea se destacó por su velocidad, como veloz fue
el golpe con el que Ali noqueó a su rival a los 2 minutos con 12 segundos del
primer asalto, “el golpe que no ves es el que te noquea”, dicta el entrenador
Angelo Dundee.
En 1966 Muhammad Ali vivió otro evento clave en su historia, mientras se
preparaba para una pelea recibió una llamada en donde le informaban que la
Oficina de Reclutamiento de Louisville, su ciudad natal, había cambiado su
clasificación a 1A, lo que significaba que teóricamente podía ser elegido para ir a
la Guerra de Vietnam, a la cual se oponía la mayor parte de la sociedad
afroamericana, pues el número de muertos de raza negra que había arrojado
aquel evento era abrumador.
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Para el siguiente año Muhamaad Ali acude al Centro de Reclutamiento de
Houston,Texas, donde hace oficial su negativa para acudir a la Guerra
argumentando creencias religiosas, “yo no tengo nada contra el Vietcom”, recalcó
el púgil. El castigo al que podría hacerse acreedor era una multa económica de 10
mil dólares, 5 años en prisión o ambas.
“¿Por qué yo y otros llamados negros, tenemos que ir a 16 mil kilómetros de aquí
a atacar con bombas a otra gente de piel marrón que no nos ha hecho nada?, por
eso yo directamente digo que no iré”, sentenció Muhammad Ali en conferencia de
prensa.
Muhammad AIi se negó a ir a la Guerra de Vietnam.
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Aquella decisión traspasó todo evento del pasado, ni su hecho de cambiar de
nombre por la Nación del Islam habían creado tal efecto, ahora la sociedad
norteamericana se encontraba dividida, entre los que apoyaban la decisión y entre
los que la reprobaban por considerarlo traidor de la nación.
Las repercusiones en lo deportivo no se hicieron esperar, las Comisiones de
Boxeo de distintos Estados le prohibieron pelear, por tal motivo le fue retirado su
Título de Campeón.
Muhammad Ali había antepuesto sus creencias religiosas y principios por sobre el
aspecto deportivo, sin embargo él se encontraba convencido, “me gustaría
decirles que hasta este momento no he perdido nada, al contrario he ganado
mucho, he ganado tranquilidad de conciencia, he ganado paz en el corazón”,
afirmó Ali.
Después de haber apelado las sanciones a las que se hizo acreedor por evasión
del servicio militar, el Tribunal Supremo aceptó los alegatos y se le regresó su
licencia para poder boxear, fueron casi 4 años en los que el mundo entero no pudo
disfrutar de, quizá, los mejores momentos del gran Muhammad Ali, sin embargo el
hambre de triunfo y el sentimiento de revancha le hicieron volver con más ganas
de seguir escribiendo capítulos de gloria.
Cierto sector de la población apoyó a Ali.
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Capítulo 4
Después de haber sido suspendido por casi cuatro años, Muhammad Ali volvió al
ring en el año de 1970. Si bien durante este lapso seguía entrenando y
manteniéndose en forma, siempre el no combatir de manera oficial afecta a los
pugilistas, pues como en todo deporte una cosa es entrenar al 100 por ciento,
dejando en cada sesión el máximo esfuerzo, y otra muy diferente es la
competencia real, ahí la adrenalina, fuerzas y habilidades que muestras son
simplemente inexplicables.
Por tal motivo el regreso de Ali había generado un expectativa mayúscula entre la
prensa y el público en general, todos querían saber cómo iba a regresar el ex
campeón mundial, en qué estado, si todavía tenía ese box que había mostrado
antes de la suspensión, si había conservado esas características que habían
enloquecido y enamorado a los apasionados del deporte de los puños.
El 26 de octubre de 1970 significó la fecha del regreso oficial de Mihammad Ali a
los encordados, la ciudad de Atlanta, Georgia, sería testigo de la pelea que
disputarían Jerry Quarry y el ex campeón de los pesados. El combate no
representó mayor obstáculo para el afroamericano, quien después de tres rounds
a un ritmo semilento, le bastó una ráfaga de golpes para cortar el parpado
izquierdo de su rival, provocando que el médico encargado del ring decidiera no
permitirle ir más a Quarry. Así se consumó el primer triunfo de Ali a su regreso del
exilio deportivo.
Muhammad Ali en su regreso contra Quarry.
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La búsqueda de su segunda victoria la hizo al enfrentarse al argentino Óscar
Bonavena. Si bien la victoria fue para Ali mediante la vía del TKO, aquella noche
en el Madison Square Garden se dio una muestra de la dificultad que le sería
volver a la máxima exigencia del deporte profesional, tendría que esforzarse cada
vez más para recuperar ese estilo que en su momento lo hizo triunfar.
Y no es que Bonavena hubiera sido un gigantesco sinodal, pues a pesar de ser
considerado el más grande peso pesado de la Argentina, ser un buen boxeador, y
contar con un carisma excepcional, el enfrentarse al bonaerense no debía
representar mayor problema a Muhammad, sin embargo este visitó la lona en el
noveno round, generando la sorpresa de unos y la alegría de otros. Ali pisó el
acelerador y se basó en una de sus virtudes más importantes, su pegada. Para el
último asalto (en aquellos años se peleaba hasta 15 rounds), por fin el
afroamericano mostró su hipotética superioridad y tumbó a su rival tres veces
seguidas, obligando al referee en turno a detener el combate.
En entrevistas posteriores a su retiro, Muhammad Ali fue cuestionado acerca de
quién había sido su rival más incomodo, aquel que recordara como la mayor
prueba en su carrera, su respuesta fue rotunda: “Óscar Bonavena”. ¿Por qué él?,
es obvio que la respuesta ideal sólo le pertenece a Ali, sin embargo muchos
aspectos nos permiten fundamentar ese nombre.
Primeramente el hecho de regresar a competir después de casi cuatro años debe
ser difícil para cualquier deportista, y más aún cuando este es un deporte de
contacto. Además Ali estaba consciente de que sus habilidades se habían minado,
ya no era la misma velocidad ni condición física que antes mostraba, tampoco así
la pegada suprema que a todos estremecía. Otro argumento que podríamos
encontrar es que Bonavena era muy parecido a él, pues se asemejaba en ese
estilo que se caracterizaba por calentar los combates antes del campanazo inicial,
aflojando la boca para permitir que salieran ofensas y sarcasmos hacia el rival.
En la ceremonia de pesaje, Ali se mostraba sobrado, creído de su boxeo y
confiado de la victoria, Bonavena en contraste se presentó con el ánimo de
desquiciar al contrincante, “eres una gallina”, le decía el argentino. “Clay, Clay,
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Clay”, se cansó de llamarle al ahora Ali. El rostro de sorpresa, incomodidad y
enojo lo decía todo, si hubiera sido posible, Muhammad hubiera empezado desde
ese momento a machacarle la cabeza.
Óscar Bonavena le dio una cucharada de su propia medicina a Ali.
El año de 1971 sería histórico para el deporte mundial, aquel año nos regalaría un
evento sin precedentes, nunca antes en la historia del boxeo profesional se había
dado una contienda que causara tan enorme expectativa, pero que además,
provocaría ser recordada y clasificada como La Batalla del Siglo.
Joe Frazier y Muhammad Ali serían los protagonistas, con un presente bastante
contrastante, por un lado el campeón, por el otro la ex gran estrella del boxeo que
venía regresando de la suspensión.
Aquella fue una pelea que empezó fuera del cuadrilátero, con una ya clásica forma
de Ali para calentar los combates, insultando y fanfarroneando frente a su rival.
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“Eres un gorila”, lanzó Ali a Frazier, quien solamente callaba e ideaba la forma de
hacerle tragar sus palabras.
Esa pelea no sólo significó una nueva oportunidad para Ali de convertirse en
campeón de los pesados, sino que también era la guerra entre blancos y negros,
pues a pesar de que Frazier era afroamericano, éste era considerado enemigo de
la gente de color, ya que todo su conglomerado de patrocinadores era de raza
blanca. Un motivo más para enardecer el combate.
Ali buscaba desquiciar a Frazier antes del campanazo incial.
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Alguna vez Ali y Frazier fueron buenos amigos.
Pocos saben que durante el retiro forzado de Muhammad Ali, Frazier fue de las
pocas personas que le tendió la mano, ayudándolo tanto económica como
moralmente, aquella relación era de amistad, amistad que se fue a la basura por el
regreso de Ali a la escena pugilista y sobre todo, por las declaraciones que éste
realizó en contra de Frazier, con el único motivo de ganarse la oportunidad de
recuperar su cinturón.
El 8 de marzo de 1971 era la fecha pactada para que por fin se encontraran cara a
cara dos invictos. Las apuestas se encontraban a favor del originario de Carolina
del Sur (Frazier), los expertos indicaban que poco podía hacer Ali para salir
victorioso, pues se insistía en la dificultad del regreso. No se equivocaron.
Si bien la pelea se tuvo que ir a la ruta larga, los 15 rounds, en el desarrollo del
combate nos encontramos con un abrumador Frazier, fuerte, lúcido al momento de
tirar golpes, con un reportorio de castigos dignos de colección, manejo de cintura,
rebote de piernas, siempre moviéndose más que el rival, tanto la mano izquierda
como la derecha taladraban el objetivo, una verdadera exhibición de poderío.
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En contraste, aquella noche subió al ring un Ali desconocido, nunca antes visto,
con nula movilidad de piernas, poco poderío en sus puños, lejos quedaba aquella
frase que pregonaba: “Floto como mariposa, pico como abeja”. Poco podía hacer
ante los sofocantes ataques de Frazier, golpe tras golpe minaba su resistencia, el
minuto entre round y round deseaba se alargara por horas, sin condición física
necesaria, con un punch que parecía haber olvidado en casa, y con unos cachetes
hinchados como toronjas, de esa forma sobrevivió al combate.
Al final las tarjetas de los jueces indicaban una clara victoria para Joe Frazier,
decisión unánime fue el veredicto, pero paradójicamente el resultado no fue del
todo malo para Muhammad Ali, pues la leyenda sufrió aquella noche su primera
derrota en el ámbito profesional, pero ganó una lección que le permitió afrontar su
futuro de una madera más consciente, realista e inteligente.
Aun en la derrota Ali salía del Madison Square Garden con el botín lleno, esta vez
con la misión de cambiar errores por lecciones, bien dicen que una derrota es más
rica que una victoria en cuanta experiencia vivida, ejemplo de ello fue esa noche.
Frazier derrotó a Ali.
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Capítulo 5
Después de haber perdido el Campeonato Mundial de los Pesados, Muhammad
Ali tuvo un declive en su carrera, tal vez no por lo que podía seguir aportando al
mundo del boxeo, pero sí en el aspecto de ya no contar con todos los reflectores,
de ya no tener las peleas que miles y miles de seguidores harían cualquier cosa
para observarlas. Ahora ya comandaban la escena boxeadores más jóvenes, Joe
Frazier y George Foreman eran ejemplo de ello.
Contra el primero ya se había enfrentado en dos ocasiones, en la primera se llevó
la derrota en una pelea por demás fascinante. La revancha se dio unos años
después, en 1974, en esta ocasión Ali salió con el brazo en alto, para de este
modo quitar ese fantasma que le había venido persiguiendo desde su primera
caída como profesional a manos de Frazier.
Muhammad Ali siempre estuvo en busca de recuperar su campeonato, sin
embargo el tiempo pasaba y simplemente no se le presentaba la oportunidad para
hacerlo. El título en ese entonces estaba en manos de un sorprende George
Foreman, quien venía de haberle arrebatado el cetro a Frazier, en una pelea que
sorprendió a todo el mundo. Foreman tumbó seis veces a Frazier en apenas dos
rounds, lejos había quedado aquel hombre que se impuso categóricamente a Ali,
ahora el manda más de la categoría reina del boxeo estadounidense era un
afromearicano para variar, pero con un poderío sorprende, un físico imponente y
una pegada apabullante.
El año de 1974 traería para Ali la oportunidad que tanto había esperado, por fin
estaría en una pelea titular por el cinturón de los pesados. Sin embargo esta pelea
implicaría más que una batalla para saber quién era el mejor en esa división,
también nos dejó más que un contexto deportivo, nos dejó una lección de vida, un
hecho memorable, digno de los anales sociales.
La pelea entre Foreman, el campéon, y Ali, el retador, se haría fuera de los
Estados Unidos, el destino el continente africano, para ser más exactos en Zaire,
ex Congo belga. Un elemento primordial para el desarrollo de este combate fue el
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promotor de peleas, Don King, hombre trabajador, inteligente, político, que gozaba
de un gran colmillo para eso de los negocios, pero que al mismo tiempo ha sido
uno de los más grandes impulsadores de la explotación de los pugilistas.
Aquella pelea por el título de los pesados causaría una gran expectación, factor
que aprovechó Don King para buscar el mejor comprador de tan tremendo peleón.
Mobuto Sese Seko fue el valiente, presidente de Zaire, dictador, manda más,
odiado y venerado por su pueblo, decidió poner en la mesa 10 millones de
dólares, cinco para cada uno de los contendientes. La decisión obviamente fue
criticada por la sociedad y periodistas, cómo era posible que a pesar de los
problemas abundantes en salud, sustento y vivienda, este hombre prefería llevar
un espectáculo deportivo a ayudar a sus gobernados.
Sin importar el qué dirán, Mobuto convenció a Don King de que Zaire era la mejor
opción. Y así fue, la lucha primeramente fue pactada para agosto del 74.
Cartel que promocionaba la pelea en Zaire.
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La preparación de ese combate fue fastuosa, toda una invasión de americanos al
país africado se dio cita, todos ellos para preparar la cobertura de aquel choque
que sacaría chispas.
No sólo eran los periodistas quienes iban hacer su trabajo, también un grupo de
artistas afroamericanos se desplazó hasta aquella ciudad para armar todo un
festival negro en África.
Con la ilusión de volver a la cima viajó Muhammad Ali y su equipo. Una vez que
arribaron la recepción fue majestuosa para el chico de Kentucky, los ciudadanos
de Zaire lo hicieron sentir como en casa, todos le apoyan en el duelo, era como si
hubiera llegado un Dios a aquella ciudad. Muhammad Ali supo corresponderles
con muestras de afecto, el carisma de aquel hombre de 32 años era sublime.
Ali aseguraba que se encontraba en su tierra, con su gente, con sus hermanos del
mismo color, se sentía libre de ser negro, motivos suficientes para salir
inmensamente motivado aquella noche fresca en Zaire.
Desde su llegada, el público local hizo sentir a Ali como en casa.
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Ambos boxeadores y todo el equipo que se encargaría de realizar la producción
televisiva para los Estados Unidos se trasladaron a aquel lugar semanas antes del
combate. Entre conferencias de prensa, visitas a lugares representativos,
convivencias con el público y demás, los boxeadores fueron calentando la batalla.
Tanto Ali como Foreman se entrenaban en un hotel lujoso del sur de la ciudad, las
dos prácticas dejaban atónitos a los que las presenciaban, el espectáculo estaba
garantizado. George sorprendía por su fortaleza, su físico perfecto, parecía
Hércules aquel tipo. Cada vez que su entrenador, Dick Sandler, le ordenaba una
sesión de golpes al costal, aquel auditorio adaptado como gimnasio quedaba en
silencio, sólo las expresiones de sorpresa y asombro fondeaban el momento. Eran
golpes fortísimos, después de 15 o 20 minutos de estar dándole al costal,
Foreman dejaba un enorme zurco, aquello era para asustar hasta el mismísimo
Ali.
Muhammada por su parte había vuelto a ser Cassius Clay, pero entiéndase esto
en el buen sentido, ya que antes del exilio deportivo, Ali era un brabucón,
fanfarrón, que se alardeaba con palabras, pero lo sostenía con hechos. Había
regresado ya aquellas previas a los combates donde se notaba un boxeador
motivado, sonriente, poeta, bailarín, en buen estado físico, como siempre lo había
sido Ali, apoderándose de cualquier lugar a donde llegase.
Esa actitud combinada con la devoción de los habitantes africanos resultaba
perfecta, explosiva, el gimnasio adaptado donde entrenaba Ali se abarrotaba,
flashazos de fotógrafos, golpes de máquina de periodistas, sonrisas de niños,
gritos de apoyo por adultos, todo eso se podía encontrar en cada sesión.
Los días pasaban y cada vez estaba más cerca la fecha pactada, sin embargo un
imprevisto resultó, en un entrenamiento de Foreman con sparring, éste resultó con
un corte en el rostro, específicamente en el parpado izquierdo, era brutal aquella
fisura. Al momento de verle salir con la mano tocándose la zona afectada, todos
quedaron atónitos, los murmullos de si podría pelear no se hicieron esperar.
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Foreman se dirigió a una clínica para ser revisado, los resultados no auguraban
nada bueno. Dick Sandler, su entrenador, dio a conocer mediante un elemento del
comité organizador, que la pelea se iba a realizar, sin embargo habría que
esperar, pues la zona en donde fue cortado era muy delicada, y esto es así, el
parpado constantemente recibe golpes en un combate, por lo que al más mínimo
testereo aquello podría sangrar y no parar más hasta el detenimiento del médico
de ring, por tal motivo, George no estaba dispuesto a arriesgar su prestigio, su
invicto y mucho menos su cinturón.
Don King promotor de la pelea, tuvo que dirigirse al lugar de los hechos para
tomar control de la situación, calmar los ánimos con las autoridades africanas,
quienes de pronto habían entrado en locura al saber que posiblemente el combate
no se realizaría, y además, manejar un discurso endulzante de oídos con Ali, que
también había enfurecido y entristecido al mismo tiempo, su oportunidad por el
cetro de los pesados pensó se le escaparía.
Una vez analizadas las consecuencias y el tiempo estimado de recuperación por
parte de Foreman, el combate quedó pospuesto por seis semanas, tiempo en el
que tanto boxeadores como personal estadounidense que había realizado el viaje,
se mantendría en Zaire. Habría más tiempo para experiencias de Ali con sus
hermanos africanos.
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Don King, uno de los promotores más importantes en la historia del boxeo.
Desde su llegada a Zaire, Ali fue recibido con bombos y platillos, pero un grito fue
el que caracterizó la estancia de Muhammad en aquel lugar, era un grito de
motivación, de guerra, de alegría, de entusiasmo, pero sobre todo era un grito que
empleaban los zairenses para mostrar su apoyo al visitante que parecía anfitrión,
como queriéndole dar a entender que a pesar de no estar en su país natal, los
negros de aquella nación le abrían las puertas de su territorio y de su corazón. ¡Ali
bama ye!
Lugar a donde fuese el grito retumbaba, ¡Ali bama ye!, ese sin duda fue un
aliciente más para que Muhammad dejara todo en cada sesión de entrenamiento
con miras a la pelea.
30 de septiembre de 1974, por fin había llegado la fecha soñada, el Estadio
Olímpico de Zaire era el escenario, más de 100, 000 personas aguardaban por ver
una batalla que sin duda, no importando cuál fuese el resultado, pasaría a la
historia.
George Foreman salió trotando rumbo al cuadrilátero, como con el ansia de
acabar esto lo más pronto posible. Por su parte Muhammad Ali salió más
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pausado, sí concentrado en su estrategia, pero motivado por los gritos que la
gente vertía en su apoyo. Al llegar al encordado Ali volteó hacia el público, levantó
la mano derecha e incentivo a los asistentes gritando, ¡Ali bama ye!, los zairenses
le respondieron con ese mismo grito, pero aun más fuerte, aquello era
ensordecedor.
Por fin se dio el campanazo inicial, ambos salieron con todo, soltando golpes a
diestra y siniestra, tratando de insinuarle a su rival su poderosa pegada. Previo al
combate, Ali había pregonado que bailaría en el ring para que de este modo
Foreman no pudiera pegarle, todo mundo se creyó esas palabras, claramente era
una estrategia del boxeador, quizá, más inteligente de la historia, porque además
de pelear arriba del encordado, Ali también lo hacía debajo de él, y en ese rubro
no había rival que si quiera le pudiera sacar un empate.
Los primeros rounds fueron para Foreman.
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Por tal motivo, Foreman subió confiado de que Ali se movería por todos lados, de
ser posible tal vez correría, jamás se iba a fajar como los machos. Mayúscula fue
la sorpresa cuando Ali modificó la estrategia, se pegó a las cuerdas y empezó a
absorber todo el poderío de George, de pronto montaba una guardia de izquierda
y saca su jab de derecha, siendo que en teoría por su perfil tenía que hacer lo
contrario. Esto en el mundo del boxeo es tomado como una ofensa, ya que indica
que tu rival es demasiado lento y te permite hacer cosas pocas ortodoxas.
Con la puesta en marcha de ese nuevo plan, Foreman se mostraba confiado,
sabía que en parte esto se debía a que Ali ya no era el mismo de hace unos años,
sus aptitudes habían disminuido, principalmente la condición y el juego de piernas
que tanto enloqueció a sus rivales. Motivo por el cual al ser Ali un flanco fijo, era
consciente de que tarde o temprano iba a caer el KO a su favor.
Llegó el quinto round y Ali seguía de pie, es verdad que ya con algunos golpes
evidentes, pero con lo planeado al pie de la letra, recibir golpes, minar la condición
de Foreman y al mismo tiempo desquiciarlo, esto lo hizo hablando y hablando. Así
es, su estilo de pelea debajo del ring ahora lo había llevado a otros niveles, Ali le
decía, “George me decepcionas, pensé que pegabas más fuerte, eres una
señorita”.
Esto en verdad desquiciaba a Foreman, quien se fue hacia adelante, con furia y
fuerza, pero con muy poca inteligencia, de tal modo que para el sexto episodio ya
tenía escaza energía en el tanque. Este aspecto lo aprovechó Ali, fue al frente y
empezó a conectar combinaciones, izquierda – derecha, jab de derecha, ganchos
al hígado, y por fin, un poco de baile.
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Poco a poco Ali fue borrando del ring a su oponente, ahora ya se notaba que él
tenía el control del combate, sin embargo lo que vendría a continuación iba a ser
alucinante.
De a poco, Ali fue adueñándose de la pelea.
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Imaginen, Foreman había vencido al monstruo Frazier, quien a su vez había
destronado a Ali, entonces esto indicaba que estábamos ante la presencia de un
verdadero gigante del boxeo. El récord que ostentaba era de 40 peleas ganadas y
ninguna derrota, en las apuestas antes del combate figuraba como amplio favorito,
por lo que una derrota de Foreman por KO se antoja imposible, sin embargo para
esos imposibles existen personajes capaces de hacerlos realidad, uno de ellos es
Muhammad Ali.
Corría el octavo round de la pelea, cuando en la insistencia de Foreman por
castigar, iba e iba hacia al frente, Ali supo esperarlo y contrarrestarlo, restaba sólo
20 segundos en el reloj para que el asalto concluyera, cuando de pronto Ali soltó
un derechazo que cimbró el rostro de Foreman, éste lo resintió y trataba de
colocar su guardia, pero eso ya era imposible, Ali comenzó a soltar una ráfaga de
golpes, todos encontraban su destino, pero hubo uno que cambió la historia, entró
pleno en la cara de Joe, lo mandó a la lona y comenzó la cuenta de protección, 10,
9, 8, 7, 6, así todo el mundo contaba, sin darse cuenta que el cronometro del
round iba prácticamente a la par, por lo que de consumarse el asalto Joe podría
haber continuado en la pelea. Sin embargo cuando el reloj ya estaba en cero, el
referee en turno dio por concluida la función y declaró KO a favor de Ali. Lo había
conseguido, Muhammad Ali a sus 32 años, una década después de la primera
vez, era nuevamente Campeón Mundial de los Pesos Pesados.
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Capítulo 6
Una vez que el título yacía nuevamente en la cintura de Ali, parecía que no existía
mayor reto en su carrera, además la recta final parecía estar cerca, sin embargo
un fantasma del pasado pedía una nueva oportunidad, Joe Foreman.
La pelea se realizaría en Manila, Filipinas, nuevamente un lugar exótico para este
tipo de combates con tan tremenda relevancia, pero cabe destacar que en
aquellos tiempos las peleas importantes se llevaban al lugar donde el Dictador lo
necesitara, con el aliciente mágico del dinero. Por tal motivo el presiente Marcos
de Filipinas puso sobre la mesa una fuerte cantidad de dinero y se llevó el
combate, ganar credibilidad y autoridad le sería de vital importancia ante un
pueblo alterado y consternado.
Primero de octubre de 1975 sería la fecha indicada, donde Muhammad Ali y Joe
Frazier se encontrarían en el ring por tercera ocasión. Una victoria por bando, era
necesario desempatar la situación y por fin dejar en claro, quién era el mejor
boxeador peso pesado de ese época.
Dos semana antes del combate los estelares viajaron a aquel país, nuevamente
un grupo importante de medios de comunicación los acompañaron para darle
cobertura a tan esperado cierre de trilogía.
Aquellos catorce días son dignos de contarse, un sinfín de sucesos engordan la
historia ya rica del boxeo, y sobre todo la leyenda de Ali.
Ya de todos era sabido el odio que se tenían estos dos grandes del boxeo, no
importando la gran amistad que algún día los unió. Gente cercana a Ali confiesa
tristemente que éste traicionó y se portó mal con Frazier, pues en los momentos
más difíciles que vivió, Joe le tendió la mano, no sólo en lo económico, también en
lo moral, es más en alguna ocasión abogo con el entonces presidente
norteamericano, Richard Nixon para que le fuera revocada su licencia para
boxear.
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Una vez casado el pleito, aquello parecía una guerra, no sólo en el ring, como lo
vimos en sus dos peleas previas, sino fuera de él, con declaraciones ofensivas de
uno y otro lado.
Para este tercer encuentro, el favorito amplio recaía en la figura de Muhammad
Ali, nuevamente campeón y venciendo al implacable George Foreman. Los
especialistas le daban pocas esperanzas de salir con la mano en alto a Frazier, sin
embargo no sabían de lo que estaba dispuesto a hacer con tal de quedarse con el
triunfo.
Publicidad del tercer combate entre Ali y Frazier.
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Como ya era costumbre, Ali comenzó el combate aun y cuando no había llegado
el día. Ya instalados en las Filipinas, ambos boxeadores tenían sesiones de
entrenamiento abiertas al público y la prensa, en la primera de Frazier, Ali fue el
protagonista.
Desde la parte alta de aquel gimnasio, Ali miraba el entrenamiento de Frazier,
pero sin dejar de molestarlo, ofensas y ofensas salían de su boca, todas ellas con
el mismo objetivo, recalcarle su desprecio por ser un negro traidor, según Ali. Esto
se daba bajo el contexto de que Frazier pertenecía al Comité de Cloverlay, un
grupo de hombres blancos con dinero que patrocinaban su carrera. Aquello fue
una y otra vez criticado por Muhammad, a pesar de que en el inicio de su carrera,
él fue partícipe de una situación muy similar.
Cada vez que se encontraban, Ali hostigaba a su rival, tanto medios filipinos como
extranjeros registraban cada una de sus palabras y hechos. En este incesante
acoso, alguna vez realizó algo que dividió opiniones, a unos les había fascinado
por su creatividad, mientras que a otros simplemente se les hizo excesivo y de
muy mal gusto.
Muhammad Ali sacó, de quién sabe dónde, un pequeño gorila de plástico, y ante
todos los medios le empezó a golpear, aquel muñeco representaba el alma de
Frazier. El muñeco era llevado para todos lados por Ali, de pronto lo sacaba y
decía, “así te voy a destrozar gorila”.
Además de llamarle gorila, Ali utilizó otro desagradable insulto para con Frazier, le
llamó Tío Tom, esto era una forma de llamarle a esas personas adoradoras y
seguidoras del poder norteamericano. Lo que robaba la atención no eran los
insultos en sí, sino el hecho de que un hombre de raza negra los dirigiera hacia
otro igual a él, aquello significa toda una ofensa imperdonable entre negros.
Cada nuevo episodio ofensivo de Ali, motivaba a Frazier para prepararse mejor y
salir al ring a callarle la boca a su rival. Sin demostrarlo ante los medios y público
en general, la actitud de Ali calaba hondo en la humanidad de Joe, no sólo por el
hecho de haberle pagado de mala manera toda la ayuda que le había bridado,
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sino por sentirse traicionado por un hombre de su misma raza, de su mismo
origen, quien ya antes había sentido la discriminación en carne propia.
Para Joe Frazier ésta era una oportunidad de desquitarse de Muhammad Ali, para
Ali era un viaje de placer con el compromiso de una pelea, tenía la idea de que el
desarrollo del combate sólo era un trámite. Menuda confusión.
Para ese tercer combate, Don King también fue el promotor.
Eran las 10 de la mañana en Manila, el Coliseo Filipino estaba abarrotado con
unas 28 mil personas, todo listo para que el combate comenzara, sólo se
esperaba el campanazo inicial. Al momento de presentarlos, sorpresivamente el
público prefería a Frazier, le ovacionó y aplaudió tan fuerte como fue posible, en
contraste Ali fue abucheado, la ofensa del gorila había manchado su imagen, el
respetable se lo hizo saber.
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Los primeros rounds fueron para Muhammad Ali, golpes fuertes, combinaciones
contundes y una excelente defensiva puso en jaque a Fraizer, parecía que la
contienda se acabaría pronto, en dos o tres ocasiones Joe estuvo a punto de
sucumbir.
Fue una intensa pelea entre Ali y Frazier.
Para el quinto asalto las cosas empezaron a tomar otro rumbo, Frazier había
entrado en confianza y comenzó a soltar sus puños, en cada golpe iba reflejado el
odio que le tenía a su oponente, una y otra vez la cabeza de Ali se sacudió.
La táctica a seguir para Frazier era simple, destrozar a su oponente, el cómo era
aun más sencillo, pegarle en donde pudiera, los principales blancos fueron los
riñones, la zona de corazón, las caderas, y desde luego el rostro. Durante los
siguientes seis rounds todo le salió a la perfección, para sorpresa de los
presentes, Ali se encontraba muy mal.
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La esquina de Muhammad estaba francamente preocupada, el agotamiento que
presentaba hacía parecer que en cualquier momento iba a desfallecer. Los rounds
continuaron y la pelea se fue equilibrando, sin embargo el cansancio en ambos
púgiles era más que evidente, pero había un motivo que les impedía detenerse y
tirar la toalla, el orgullo.
Era tan tremendo el odio que existía entre esos dos, que impensable resultaba
salir vencido, y mucho menos mediante el abandono, antes preferían morir en el
ring que facilitarle las cosas al otro.
Los rounds 12 y 13 fueron impresionantes, ambos tenían piernas frágiles ya, pero
los golpes no dejaban de ir y venir, en cualquier momento se esperaba que alguno
cayera. Sin embargo había un factor que pocos conocían y que tiempo posterior a
la pelea salió a la luz. Joe Frazier había sufrido un accidente en el año de 1964
que le causó la pérdida de visión en el ojo izquierdo, con esta desventaja Joe
continuó su carrera. La parte final de la batalla fue una muestra más de la locura y
corazón con los que contaba Frazier, pasó aquellos asaltos prácticamente ciego,
pues el ojo que servía se estaba cerrando a causa de tanto castigo.
En el round 14 las cosas se pusieron mal, expertos dicen que aquellos tres
minutos odiaron el boxeo, les recordó lo salvaje que podía llegar a ser ese
deporte.
Muhammad Ali maltrató a Frazier a su placer, uno y otro golpe se estrellaban en
su rostro, y cómo no, si Joe no veía absolutamente nada. Los que observaron
aquella pelea no sabían que era más sorprendente, el castigo que estaba
recibiendo Frazier, o la forma en que aún se mantenía de pie.
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Ali castigó fuertemente a Frazier.
Concluido aquel asalto sucedió otro evento que va directamente a los libros de
esta rivalidad. Muhammad Ali llegó fundido a su esquina, pidiendo le quitaran los
guantes y aventaran la toalla, no podía más, su cuerpo le indicaba que era
momento para detenerse y abandonar. Angelo Dundee y sus ayudantes se lo
impidieron, le brindaron la asistencia y lo obligaron a salir. Mientras tanto en la otra
esquina sucedía lo contrario, menuda paradoja. Joe Frazier a pesar de ser un
invidente quería continuar en el combate, no importando que su vida corriera
peligro, pero su entrenador Eddi Funch tomó la decisión, quizá la más importante
de su vida, de no dejar ir más a su pupilo, la pelea se había terminado.
Ambos boxeadores terminaron desfallecidos, Ali levantó las manos para festejar,
pero acto seguido se derrumbó, cayó descompuesto a la lona a causa de tan
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extenuante prueba. Ni que decir de Frazier, su rostro prácticamente desfigurado
mostraba las herencias de la batalla.
Según las tarjetas aquella pelea la ganaba Ali hasta ese décimo cuarto round,
hablar de lo que podría haber sucedido puede resultar ocioso, pero por qué no
hacerlo. Quizá la historia pudo haber sido otra si a Frazier le hubieran permitido
salir al round 15, quizá Ali habría sido quien tirara la toalla primero. O tal vez en un
hipotético último round, el KO hubiera llegado, ambos lo podrían haber
conquistado.
La historia nos arroja que el vencedor es Muhammad Ali, pero no podemos dejar
de lado la gran valentía que tuvo aquella noche Joe Frazier. Sin embargo con el
paso de los años esa pelea nos ha dado más de qué hablar. El sentimiento de
odio se mantuvo e incluso incrementó por parte de Frazier, cada vez que ve a
Muhammad por televisión y observa los efectos que ha causado en su persona el
mal de Parkinson, sonríe y se jacta de decir que él le causó eso, que a pesar de
su edad, él (Joe) aún puede caminar, sonreír y platicar. De hecho la contestadora
de su celular tiene el siguiente mensaje: “Me llamo Smoking Joe Frazier, soy
astuto como un zorro, sí, floto como una mariposa, pico como una abeja, soy el
hombre que lo hizo, ya sabes de qué hablo. Llámame, adiós”.
Muhammad Ali por su parte trató de disculparse con Frazier, una vez acabado el
combate en Manila mandó hablar al hijo de Joe, Marvis Frazier, le ofreció
disculpas y le dijo que todo lo que había dicho de su padre era sólo para calentar
la pelea. Joe Frazier rechazó las disculpas. En entrevistas posteriores y
conversaciones con personas allegadas, Ali expresó su arrepentimiento por
muchas cosas, entre ellas haber ofendido a Frazier, un hombre de su misma raza.
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Capítulo 7
Después del tercer combate contra Joe Frazier las cosas ya no giraron igual para
Muhammad Ali, algunos miembros de su equipo le recomendaban retirarse, esa
misma idea era compartida por periodistas y grupos del respetable, ya tenía 33
años, una gran historia y muy poco por delante, no había más que demostrar. Sin
embargo tanto su coach Angelo Dundee, y sobre todo, la Nación del Islam
comandada por Elijah Muhammad, se lo impedían, le decían que aún tenía futuro.
El grupo de musulmanes siempre manípulo a Muhammad Ali, era su activo más
importante, el boxeador más influyente de la historia siempre atraería a los
medios, el mundo nunca dejaría de hablar de él, eso significaba atención y dinero
para el grupo de Elijah.
Angelo Dundee por su parte tampoco le agradaba la idea de colgar los guantes,
aún había grandes bolsas por delante, y sobre todo más sucesos que agrandarían
el palmarés del entrenador.
Esos fueron los motivos para que Ali siguiera todavía por 3 años más en el
pugilismo, sí logrando victorias, pero ya cada vez menos convincentes, la mayoría
de ellas por la ruta larga, en ocasiones llegaba a los últimos asaltos casi
moribundo.
Tuvo que llegar un desconocido y poco experimentado Leon Spinks para dar una
de las sorpresas más grandes de la historia deportiva. La pelea tuvo lugar en Las
Vegas, Nevada, era el 15 de febrero de 1978, el retador partía como indudable
víctima, apenas tenía siete batallas como profesional, ya que venía de disputar los
Juegos Olímpicos de Montreal 1976, donde obtuvo la presea dorada.
Ante un peleador ordinario, poco lúcido, sin nada extraordinario qué destacar, ante
ese peleador Muhammad Ali cedió su campeonato mundial de los pesados.
Pasaron 15 largos asaltos, para que al final los jueces anunciaran una decisión
dividida, y de este modo consumar un ridículo en el récord de Ali. Los focos rojos
se encendieron en su equipo.
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Ali perdió su centro frente a Leon Spinks.
Siete meses después, el 15 de septiembre, Muhammad Ali regresó las cosas a su
lugar y en una pelea celebrada en Nueva Orleans, recuperó su campeonato con
una victoria por la ruta larga, que los jueces calificaron con decisión unánime.
En 1979 anunció su retiro del boxeo, todo mundo se complacía ante tan sabia
decisión, pero el gusto duró sólo un año, ya que en octubre de 1980 regresó a los
encordados para enfrentar a Larry Holmes por el título mundial, el resultado era de
esperarse, TKO en el decimo round. La terquedad de Ali lo llevó a un innecesario
ridículo más, diciembre del 81, Nassau, Bahamas el lugar, Trevor Berbick el rival,
¿el resultado?, derrota por decisión unánime.
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Esa fue la última pelea como profesional de Muhammad Ali, quedando con un
récord de 56 victorias (37 de ellas por knockout), 5 derrotas y ningún empate. Fue
tres veces campeón del mundo en la categoría de los pesados, pero más allá de
los número que pudo haber dejado, Ali vino a modificar el hermoso deporte del
boxeo, hay un antes y un después de su presencia, él es el precursor de lo que
vemos hoy en día, de ese show que se genera antes de los combates, eso que
vende e incremente el valor de este deporte.
Ese fue Muhammad Ali, un personaje que impactó en lo social, en lo político y en
lo deportivo, logros que sólo algunos tienen el privilegio de contarlos.
Muhammad Ali toda una leyenda en lo deportivo, lo social y lo político.
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Ali encendió el fuego olímpico en Atlanta 96.
En 1996 fue elegido para encender el pebetero olímpico de los Juegos Olímpicos
de Atlanta, la escena fue muy emotiva, pues se observaba a un Ali muy maltratado
por el mal de Parkinson que lo atacó años después de su retiro.
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Ali fue nombrado Rey del Boxeo Mundia.
En el año 2012, bajo el marco de la 50 convención anual de boxeo del Consejo
Mundial de Boxeo (CMB), Muhammad Ali fue nombrado Rey del Boxeo Mundial.
Corona que se le entregó a Ali con motivo de su homenaje.
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Fuentes de documentación
http://www.ali.com/legend_stats.php
http://lsmsport.wordpress.com/tag/cassius-clay/
http://www.record.com.mx/article/se-cumplen-52-anos-de-la-medalla-de-ali-en-los-jo-de-roma
When We Were Kings Género: Documental
Director: Leon Gast.
Productor: Leon Gast, Taylor Hackford
Intervienen: Muhammad Ali, George Foreman, Don King,
James Brown, B.B. King, Mobutu Sese Seko, Spike Lee.
Documental de la pelea en Zaire (Rumble in the Jungle) y de la pelea en Filipinas (Thriller in Manila).
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El Autor
GEOVANNI RODRÍGUEZ CATARINO. Estudiante de Comunicación y Periodismo
en la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus FES Aragón. Ex
colaborador en VAVEL.com. Actualmente escribe en PUMASGOL.tv. Enfermo
apasionado de los deportes, se distingue por tener una visión objetiva y crítica del
acontecer deportivo, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
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Este libro se terminó de escribir en Mayo del 2013
Su difusión será vía electrónica y no tendrá costo alguno.
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La Batalla de Muhammad Ali
Geovanni Rodríguez Catarino
Muhammad Ali, o como anteriormente se le conoció, Cassius Clay, es
un personaje importante en la historia del deporte mundial. El boxeo
tuvo un giro de 180 agrados a partir de su aparición, lo volvió todo un
espectáculo desde meses antes de la pelea. Sus logros en el ring son
a destacar, en su época existieron grandísimos pugilistas como Joe
Frazier y George Foreman, a ambos los pudo derrotar. Fue tres veces
Campeón Mundial en la categoría de los Pesados. Además en sus
años como amateur, logró colgarse una presea dorada en los Juegos
Olímpicos de Roma 1960.
Su éxito no se limitó a los encordados, también tuvo trascendencia en
lo social y en lo político. Su integración a la nación del Islam, la
negativa para acudir a la Guerra de Vietnam, el constante rechazo del
poder blanco en la Unión Americana, además de su liderazgo y
comunión con la población de raza negra en todo el mundo, son otros
de los motivos por los que Ali dejo huella.