la batalla de las colinas aullantes

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  • 8/7/2019 La batalla de las Colinas aullantes

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    La Batalla de las Colinas Aullantes

    Una historia de Gotrek y Flix, por Bill King

    Los Caballeros Pantera se acercaron con el caracterstico traqueteo metlico de sus armaduras. Flixse apart del camino y les dej pasar. Slo un necio se habra mantenido en medio del camino de lospesados Caballeros y sus monturas totalmente revestidas de metal. Sobre el yelmo de uno de loscaballeros la cabeza sin ojos de un gran felino contemplaba inexpresivamente el campo de batalla.

    T! Qu haces pendoneando por aqu como un mentecato encandilado? Vuelve a tu compaa!

    Flix mir a su alrededor. Un hombre corpulento con la insignia de la cabeza de toro de Ostland en elescudo estaba vociferando y gesticulando furiosamente con su lanza. A Flix le cost comprender queel hombre se refera a l. Estuvo tentado de decirle que se fuera al infierno, pero se encogi dehombros y se march, decidido a encontrar al Matatrolls antes de que empezara la batalla. Sujuramento le obligaba a inmortalizar las gestas del Matador en un poema pico, as que pens que

    como mnimo deba estar presente para presenciar el conflicto.Subi a la cresta de la colina y se coloc junto a la artillera imperial. Por todas partes haba ingenierosy artilleros ocupados. Un capitn artillero se inclin sobre un barril de plvora para medir distancias,mientras consultaba un pequeo libro de tablas. Los fornidos artilleros, con el torso desnudo, apilabanpenosamente bolas de can detrs de sus enormes armas forjadas en hierro. Unos jovencitossudorosos soplaban las hogueras para que no se apagara.

    Desde este punto privilegiado se poda avistar todo el campo de batalla. En la lejana Flix divis ungran ejercito Elfo procedente de Naggaroth. Una hidra y una mantcora guiadas por seores de lasbestias sobresalan por encima del resto de cuerpos. Distingui la larga lnea de caballeros glidos a lavanguardia del ejrcito enemigo. Hasta la posicin de Flix lleg el pavoroso aullido de aquellasbestias gigantes, provocndole escalofros. Ya se haba enfrentado anteriormente a los caballeros

    glidos y no haba sido una experiencia agradable. En el flanco derecho del ejercito, los elfos oscurosarrastraban unos enormes y sofisticados lanzavirotes. Cerca de l se extenda a lo largo de unaangosta loma, en lnea recta, una unidad de arqueros. Los elfos eran demasiado poderosos como paramenospreciarlos.

    Flix haba odo muchos rumores sobre el podero de los elfos de Naggaroth. Los soldados delEmperador estaban desplegados entre dos pequeas colinas. En la colina de Flix haba dos grandescaones. En la otra haba un terrorfico can de salvas y un mortero. Ambas colinas estabanprotegidas por una pantalla de tropas de proyectiles. En la vertiente de la colina que se extendadebajo de Flix estaban los ballesteros de Tilea. Eusebio se gir y dirigi a Flix un clido saludo.

    Los arqueros de Reikland protegan el can de salvas. A su izquierda, al pie de la colina estaba lafrentica hueste de flagelantes. Estos aullaban y se azotaban los unos a los otros. Flix no saba si

    aquel sonido atemorizara al enemigo, pero a l sin duda le estremeca.Entre las dos colinas aguardaba el grueso de las tropas Imperiales. Estaban dispuestas como en untablero de ajedrez. Las tropas ms adelantadas alternaban una unidad de caballera con una deinfantera. Flix observo como los Caballeros Pantera tomaban posiciones junto con la Reiksgard a pie.Los caballeros del Lobo Blanco blandieron sus enormes martillos a dos manos y intercambiabanchanzas amistosas con los alabarderos de Middenheim. Tras ellos haba lanceros llegados de lasprovincias de Nordland y Hochland. Delante de todo el ejrcito se hallaba una larga lnea de arqueros acaballo de Kislev.

    Flix distingui la orgullosa figura del joven Emperador Karl Franz portando el Rompecraneos. steacababa de dirigirse a las tropas del centro y estaba montado en su grifo Garra de Muerte, que con unpar de aleteos, se elevo inmediatamente hacia el cielo. Un clamor de jbilo se levant entre las tropasimperiales cuando vieron cmo la bestia se elevaba hacia las nubes.

    Con el entrechocar metlico de las orugas y el chirriar de los pistones, un tanque de vapor rod hastacolocarse en su posicin en el centro de la lnea. El aire vibr con el retumbar de su motor. El olor acrede su humo llen las fosas nasales de Flix. Las tropas se apartaron para dejar paso al tanque de

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    vapor. Su blindada estructura era una magnfica visin sobre el campo de batalla. Flix haba odorumores sobre este producto de la Escuela de Ingenieros Imperiales, pero jams haba visto ninguno.Creyendo que el saludo iba dirigido a l, el comandante del tanque abri la escotilla y se quit elsombrero para reconocer el homenaje que, crea, se le renda. Una oleada de carcajadas fue larespuesta de los soldados.

    De repente el ejrcito imperial qued en silencio. De entre las filas de los elfos oscuros emergi algodescomunal. Con un batir de sus alas coriceas se elev hacia los cielos. Flix vio que se trataba deun dragn negro y de que en su grupa iba montaba un elfo. Intent calcular la envergadura de las alasde la criatura, pero lo dej por imposible. Era desmesurado. El dragn abri sus fauces draconianas ydej escapar un tremendo graznido. Una sombra de duda cubri la faz de los soldados imperiales.Cada uno de los presentes sinti como el terror atenazaba su corazn.

    Traedme a esa lagartija! Rugi una voz que Flix reconoci inmediatamente -. Hoy todava no hedesayunado!

    Flix se gir para mirar colina abajo. Un puado de Enanos ascenda trabajosamente por la elevacin.Parecan un grupo peligroso; todos lucan enormes crestas de pelo teido, todos estaban recubiertosde extraos e intrincados tatuajes y todos blandan unos gigantesco martillos de guerra y hachas debatalla. Pertenecan al Culto de los Matadores, esa extraa fraternidad maldita cuyos miembros han

    jurado buscar la muerte en batalla. Su lder era un Enano increblemente musculoso que luca un granparche negro. Era l quin haba gritado al jinete del dragn negro.

    Ese es Gotrek Gurnisson dijo uno de los artilleros -. Es un pirado. Anoche le vi beber un tonel enterode cerveza.

    Como si respondiese al desafo de Gotrek, el dragn negro volvi a rugir. Su llamada bestial atravesel campo de batalla. De nuevo, las fuerzas imperiales permanecieron en silencio.

    A que no bajas aqu y me lo dices a la cara!?, Grit Gotrek. A los flagelantes se les escap unsonoro lamento. Y vosotros, escoria, callaos de una vez! Tron el Matatrolls -. Es que no veis que mi compaero

    Snorri Muerdenarices tiene resaca?. Si los flagelantes oyeron al Enano decidieron ignorarle. En lalejana los Elfos haban empezado a moverse.

    A medioda, carnicera! Dijo Gotrek cuando el resto de Enanos consigui llegar a la cresta de lacolina. Inspir profundamente y sonro para revelar sus dientes cados. Como siempre, cada vez queapareca la ms mnima posibilidad de que hubiera una matanza, l pareca obscenamente contento.S, parece que hoy es un buen da.

    Un buen da para qu? Pregunt Flix. Se senta extraamente feliz de ver al Matador, y no estabaseguro de porqu. Al fin y al cabo, no haba nada tranquilizante en la visin de un Enanoesquizofrnico con una enorme hacha.

    Para morir. Gotrek apunt con su poderoso y chato dedo ndice a la horda que avanzaba. Entonces

    cambi su expresin. Pareca un chaval al que le hubiesen hecho un regalo especialmente bueno enuna ocasin especial. Mira, Snorri! Hay muchos elfos!!

    El Matador que haba detrs de Gotrek sacudi su cabeza y asinti con la mirada empaada. Flix sepregunt si era posible que aquel Enano llevase realmente tres tachuelas incrustadas en la frente.Snorri cree que tienes razn, Gotrek sonri Snorri, y blandi su enorme martillo de guerra haca loselfos -. Snorri cree que tendramos que acercarnos y tener una discusin civilizada con ellos.

    Los Enanos descendieron por la colina corriendo tan rpido como se lo permitan sus cortas piernas.Durante unos instantes Flix estuvo a punto de seguirlos. Entonces oy el aullido de miedo de losartilleros y, por el rabillo del ojo, vio como un virote pasaba muy cerca de l. Se tir al suelo. El aire fuedesplazado por una masa enorme, y una corriente repentina le riz el cabello. Mirando a su alrededor,

    Flix pudo ver como un artillero acababa de ser ensartado por el virote.El aullido de los flagelantes aument de volumen, compitiendo con el gruido distante de las bestias. SiFlix hubiera sabido hablar druchii, hubiera jurado que estaban asiendo una cuenta atrs...

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    De repente, los elfos dejaron de hablar. Del lanzavirotes salieron disparados dos virotes. Que fueron enlnea recta a donde se encontraba Flix. Flix observ como se acercaban. Tuvo la aplastantesensacin de que estaba totalmente indefenso ante aquella situacin. Quera correr y ponerse acubierto, pero no tena ni idea de hacia dnde hacerlo. Quiz movindose slo consiguiera ponerse ensu camino, como el pobre diablo que tena detrs.

    Se oyeron claramente varios resuellos de alivio cuando los virotes cayeron detrs de la colina. Al verque los elfos se afanaban en recargar sus mquinas Flix se arriesg a echar un vistazo al campo debatalla. Una horda de elfas haba avanzado. Eran unas bellas elfas casi desnudas. Elfas brujas! Habaodo siniestros rumores acerca de los rituales que hacan y los asesinos que formaban. Los ballesteroselfos abrieron fuego, pero sus misiles apenas alcanzaron a la desafiante avanzadilla imperial. Losglidos trotaron rpidamente a pesar del peso de sus jinetes. La impresin de aquella era una huesteinvencible.

    Qu era eso de ah? Pero, no poda ser! Desgraciadamente lo era. Flix tembl. A su izquierda, nomuy lejos, haba divisado un pegaso negro que se aproximaba presuroso. La montaba una hechiceraque parloteaba sin cesar. La hechicera elfica blandi un bculo que despidi un halo de luz brillante. Lahechicera apunt su vara hacia la colina en la que se hallaba Flix, haciendo que se le volvieran erizarlos pelos de la nuca. Sinti una tensin extraa en su piel. Brujera no, por favor. Iba a morir.

    Antes de que pudiera pasar nada ms, Flix oy el sonido de alguien recitando un hechizo muy cerca

    de l. Un hombre alto vestido con una capa gris alz sus manos e hizo un breve gesto, como siespantara una mosca. El aura de energa arcana que lo envolva se fue tan rpido como habaaparecido.

    Con un rugido, el ejercito imperial avanz. Los arqueros kislevitas a caballo galoparon hacia las elfasbrujas. A poca distancia les seguan los Caballeros Pantera y los Caballeros del Lobo Blanco. Eltanque de vapor retumb mientras se diriga hacia el enemigo, traqueteando ligeramente en elaccidentado terreno. Con una precisin disciplinada, las formaciones de alabarderos y lancerosavanzaron dispuestos a tapar cualquier hueco en la lnea imperial. La bandera del Imperio ondeaba,orgullosa, en el centro del ejrcito.

    Rpido silenciad a esos lanavirotes! Grit el capitn de la artillera. La tierra tembl y una gran nubede humo negro se esparci por la colina. Flix not como el aire de sus pulmones vibraba y el

    atronador sonido del disparo le aturdi momentneamente. Sigui el silbido del proyectil y vio como latierra junto a los lanzavirotes saltaba por los aires. Nubes de tierra se levantaron elevndose ms decinco metros.

    No est mal, comandante del segundo can. Pero ahora vers como debe hacerse. Marcus, giratres grados a la izquierda!

    Tres grados a la izquierda. Si, Seor Despus que los sudorosos artilleros movieran el can, elcapitn cogi una tea encendida y toc la mecha. sta chisporrote, prendi y luego se apag.

    Tienes razn, as es como debe hacerse. Realmente brillante, dijo el comandante del primer can.

    En la otra colina el mortero tron. El humo flot colina abajo y ocult a los Tileanos. A lo lejos, unlanzavirotes salt en pedazos, con sus componentes destrozados por el impacto. Flix vio al elfo quehaba estado cargndola salir por los aires.

    Buen disparo, observ mordazmente uno de los artilleros. Los arqueros y ballesteros abrieron fuego.Una lluvia de flechas y dardos cay sobre el enemigo. Muchos corsarios cayeron agarrando las astasde las flechas que haban crecido de golpe, como obscenas flores de muerte en sus pechos. El aireentre los dos ejrcitos crepit mientras los hechizos y contrahechizos libraban su lucha particular. Unalluvia de proyectiles de hielo surgi del mago gris y atraves a varios Caballeros Glidos; el resto huylanzando dentelladas hacia sus propias filas mientras sus jinetes trataban de dominarlos.

    Tres virotes de proporciones gigantescas hicieron estragos sobre los Caballeros Pantera. Dos valientescaballeros murieron al instante. La bandera de los caballeros cay como un fino tallo al ser pisoteado.El espeluznante gemido de los caballos con la columna rota llen el aire. Los caballeros restantescontinuaron avanzando resueltamente hacia los elfos. Una andanada de pivotes de ballesta lesacribill. Un jinete cay con el ojo atravesado por un pivote que haba pasado a travs de la mirilla delyelmo. Con un dardo clavado en el corazn, uno de los caballos trastabillo, el ltimo caballo huy

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    aterrorizado de la batalla, llevndose consigo a su jinete.

    Los kislevitas aceleraron su avance hacia las elfas brujas. Del interior del negro pelotn surgieron tresfiguras encapuchadas. Todos ellos iban armados con cuchillos y garras. Desde que estuvieron losuficientemente cerca saltaron hacia los arqueros a caballo.

    Los jinetes se detuvieron en seco mientras sus caballos relinchaban de terror mientras intentabanesquivar los golpes letales de los asesinos. Dos asesinos fueron derribados por las flechas de estos,

    pero uno logr llegar hasta la caballera. El asesino provoc terribles bajas. Sangre y miembrosmutilados fueron esparcidos por todas partes. Hombres y caballos cayeron como moscas. Flix apartola mirada asqueado.

    Los caones hablaron una vez ms. Esta vez sus disparos acertaron de lleno al segundo lanzavirotes,destrozndolo por completo. Los artilleros gritaron jubilosos. El capitn del primer can alz su puoen el aire en seal de triunfo. El propio Flix se sinti muy contento, sobre todo por que ya pudieraatravesarle ningn virote.

    Los kislevitas supervivientes avanzaron pera acercarse lo mximo posible al enemigo. Nuevosasesinos saltaron sobre las inconscientes vctimas que tan generosamente se les ofreca. Flixobserv como dos sucumban bajo el fuego de los arqueros.

    A la derecha se oy un crujido cuando el can de salvas realiz un tiro experimental. Incluso a tanta

    distancia dej un reguero de sangrienta destruccin en la lnea lfica. Los ballesteros dispararon otravez, matando a dos asesinos. Teniendo en cuenta la distancia, poda considerarse un buen disparo.Una nube de flechas se flechas se encarg de los supervivientes.

    Por Sigmar y por Karl Franz!. El grito de guerra se elev desde la lnea imperial. Los elfos entonaronsus gritos de batalla. Una aullante oleada negra rompi contra el muro de acero que era la lneaimperial, inicindose un terrible combate cuerpo a cuerpo de ms de media legua de frente.

    Los penetrantes ojos de Flix exploraron el campo de batalla en busca de Gotrek. All! Poda ver comolos enloquecidos Enanos estaban abrindose una sangrienta camino entre los elfos. La enorme hachade Gotrek se alzaba y caa constantemente, destruyendo todo lo que se cruzaba en su camino. Tanslo l estaba provocando tantas bajas como el tanque de vapor, que aplastaba a las tropas enemigaspasndoles por encima. Alrededor del tanque, los lanceros se agolpaban en una furiosa turba. Los

    Caballeros del Lobo Blanco irrumpieron en una unidad de furiosos jinetes oscuros hacindoles huir endesbandada.

    Habiendo silenciado la artillera enemiga, los caones eran libres para provocar una masacre en laretaguardia de las formaciones enemigas. Oyendo los gritos de dolor procedentes de la batalla, Flixse alegr de su posicin en la colina. Abajo, las bajas eran tremendas. Muchos no moriraninmediatamente, sino varias horas ms tarde, a causa de las heridas. Muchos ms seguiran viviendo,pero con terribles mutilaciones. Al pie de la colina, los lanceros y los alabarderos luchaban cara a caracon la una unidad de la guardia negra. En el apretado agolpamiento de cuerpos apenas haba espaciosuficiente para mover un arma. Muchos moriran simplemente aplastados bajo los pies de sus propioscompaeros, bajo el peso de la ingente masa que avanzaba y retroceda.

    Flix volvi a felicitarse por su posicin. Por una vez estaba en el lugar adecuado en el momento

    adecuado. De momento haba podido evitar el brutal combate cuerpo a cuerpo. Con los lanzavirotesdestruidos, estaba seguro y un una posicin inmejorable para observar la contienda. Slo faltaba queel ejrcito Imperial saliera victorioso. Bueno, los caones podan encargarse de ello.

    De repente, los artilleros profirieron un grito de terror. Flix sigui con la mirada la mano del capitn. Enel cielo, un pequeo puntito aumentaba de tamao rpidamente. Era el dragn negro! Por Sigmar, no!Aquello no poda estar sucediendo de verdad.

    Con un chasquido, el dragn negro abri sus ciclpeas alas, ralentizando su descenso. La mayora deartilleros haban huido con una abyecta cobarda. El mago gris clav su mirada en la bestia y empez aentonar un cntico mgico. Demasiado tarde. La criatura cay sobre l aplastndole bajo sus zarpas.

    Demasiado aturdido para moverse, Flix se qued all plantado como una estatua. Sinti un sbitoescalofro cuando la serpiente alada se dirigi hacia l. Flix estaba cubierto por la sombra que

    proyectaban sus titnicas alas coriaceas. Su pituitaria capt el acre olor coriceo de la bestia. Elescamoso cuello del monstruo serpente y una cabeza tan grande como un hombre mir directamentehacia Flix. l mir fijamente a los fros ojos del reptil. La criatura lanz un rugido gorgojeante y susfauces revelaron dientes tan largos y afilados como dagas.

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    Por Sigmar, aquel bicho era realmente grande. Cuando se estir para mostrar toda su envergadura,Flix calcul que era unas cinco veces ms alto que l. La bestia agit la cola, gruesa como un ariete,con un restallido tan estruendoso como el disparo de un mosquete. La larga lengua de la bestia, quebrillaba con aquella mucosidad txica, vibr catando el aire y a Flix se le encogi el corazn.

    En un trono montado sobre la espalda del monstruo haba un Elfo. Evidentemente, era el general delejercito. En su mano izquierda esgrima una lanza y en la derecha un espeluznante bculo cuyoextremo representaba la cabeza de un demonio. Contemplo a Flix con sus ojos inyectados de rabia.Flix supo que iba a morir.

    Rpido como el rayo, el dragn negro lanz un mordico hacia delante. Las terribles fauces se cerraroncon la potencia de una trampa para osos. Una vaharada de aliento apestoso envolvi a Flix.Instintivamente, Flix dio un paso atrs y las fauces se cerraron justo delante de sus narices. Flix segir, sintiendo la apremiante necesidad de poner algo de por medio entre l y el monstruo.Rpidamente se coloc tras el can, sintiendo a cada paso el fro aliento de la bestia en la nuca.Entonces recuper el juicio y se gir, sabedor de que no tena ninguna posibilidad de escapar de labestia. Era demasiado tarde para eso. En un intil y dramtico gesto de coraje sin precedentes,desenvain su espada decidido a, por lo menos, caer luchando.

    Con un golpe de garra, el dragn aplast el can. Flix casi no tuvo tiempo de apartarse. Rod haciaatrs para colocarse en una posicin defensiva, tal como su maestro de esgrima le haba explicado

    una vez. Era un reflejo modelado por horas y horas de prctica.

    Ahora, t morirs! Dijo en una tosca imitacin al lenguaje imperial el seor oscuro.

    A qu no bajas aqu y me lo dices a la cara?!, Grito Flix, con ms bravura de la que realmentesenta. Las fauces del dragn negro se volvieron a cerrar. Ahora, pens Flix. Un buen giro de muecay sera capaz de enterrar su hoja en la garganta del dragn, tal vez incluso de entre sus tiernosmsculos hasta atravesar su diminuto cerebro. Los ltimos estertores de la bestia probablementeacabaran con l pero, qu ms poda hacer? De todas formas iba a morir.

    El tiempo pareci detenerse. Sinti todo lo que le rodeaba con prstina claridad, sinti sus propiosmovimientos guiados con certera precisin. En la lejana poda or los gritos de los combatientes y los

    gemidos de los heridos. El olor de la sangre, la plvora y el miedo llen su pituitaria. Un sudor frorecorra su espalda. Dentro de un segundo la criatura le picara como un escorpin y Flix devolvera elgolpe.

    Una sombra cay sobre el dragn negro. Unas poderosas garras atravesaron el aire. Cay un brillanterayo. Un guerreo de dorada armadura golpe. Un martillo enorme silb en el aire describiendo un arcoirresistible. La cabeza del general elfo se separ de sus hombros. El dragn negro se giro, resoplando.Una fuente de sangre man del cuello del elfo y el cuerpo desmembrado cay al suelo. Sintindoselibre del peso de su jinete, el dragn negro rugi una sola vez y alete solemnemente en el aire, librepara volverse a sus montaas natales.

    Flix se encontr cara a cara con el Emperador Karl Franz, de pie sobre el cadver del general elfo. ElEmperador abri su visor y contempl a Flix con sus ojos penetrantes y profundos.

    Eso ha sido lo ms valiente que he visto nunca, dijo el Emperador.

    No ha sido nada, dijo Flix. Entonces se dio cuenta de lo que haba hecho y simplemente, sedesplom.

    Cuando volvi en s, un sol rojo sangre ocupaba todo el horizonte del campo de batalla tiendo laescena con su luz rojiza, como si se tratara de un cuadro del infierno. Haba cuerpos mutilados pordoquier. Los soldados imperiales arrojaban los cadveres de los elfos muertos a grandes piras. Loslamentos de los heridos y los moribundos se elevaban hacia el cielo como lamentos de almascondenadas. El aullar frentico de los flagelantes borraba cualquier ilusin victoria. Flix se cruz conun hombre agonizante que le peda agua. Como no tena agua que ofrecerle, Flix apart la mirada y

    pas de largo.Encontr a Gotrek en la fra vertiente de la colina. El Matatrolls colocaba las ltimas paladas de tierraen una tumba. No se gir al or a Flix aproximarse; pareca perdido en sus propios pensamientos

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    inhumanos y amargos.A medioda... carnicera... mascull Gotrek. Se apoy en la empuadura de la pala y gir su cabezahacia el escenario de la matanza. De repente pareci muy viejo y muy cansado. Gesticul con su reciamano derecha sealando la tumba.

    Aqu yace Snorri Muerdenarices. Mat a veinte elfos y a una mantcora el Matador ri amargamente-. Esta se le cayo encima.

    Hoy me ha encontrado con el Emperador Karl Franz. Me ha salvado del dragn negro. Cre que iba amorir.

    A lo lejos, el tanque de vapor arrastraba los cadveres de los caballos con barda. De su chimeneabrotaban chispas que brillaban como fuegos fatuos en la densa oscuridad.

    Todos vamos a morir, humano. Slo el cmo es importante.

    Hemos vencido, Gotrek. Los caballeros de la Reiskgard destrozaron a los verdugos. Los caonesacabaron con las grandes unidades de lanceros. Incluso los flagelantes han colaborado matando a unahidra. Al menos eso es lo que me dijo Eusebio. Flix carraspe. Haba decidido no explicar nada

    acerca del embarazoso desmayo que sufri delante Karl Franz.Otra gran victoria sobre las fuerzas del mal. Exclam Gotrek burln. Pero sus palabras no habaalegra. Mene la cabeza en un lento signo de negacin, y la cadena de oro que llevaba colgando de lanariz tintineo. Por Grungni, incluso cuando ganamos, perdemos. No existe ningn lmite al nmero deOrcos, Guerreros del Caos y otros enemigos que nos acechan. Mueren a miles, pero siempre haymuchos ms para reemplazarlos. Un da arrasarn el Reino de los Enanos, y el Imperio de losHombres caer. Y todo ser sangre y oscuridad.

    Empiezas a hablar como un flagelante, dijo Felix. l segua vivo cuando se supona que debera estarmuerto. Encontr difcil compartir los siniestros pensamientos del Enano. Hemos ganado. Hemoshecho pedazos al ejercito de los elfos de Naggaroth. El Imperio est a salvo.

    Por ahora, humano. Por ahora.